Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170411 - Número de Diario 5

(L27A1P1eN005F19170411.xml)Núm. Diario:5

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 11 DE ABRIL DE 1917.

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

PERÍODO EXTRAORDINARIO. XXVII LEGISLATURA TOMO I.- NUMERO 5.

Quinta Junta Preparatoria de la Cámara de Diputados Verificada el 11 de Abril de 1917.

SUMARIO

  1. - Se pasa lista. Se abre la sesión. Previas algunas rectificaciones. es aprobada el acta de la sesión anterior.
  2. - Se presenta una petición acerca de discusión de credenciales. Se da lectura y se hacen algunas rectificaciones al dictamen referente al 4o distrito electoral de Coahuila, poniéndose a discusión. Es aprobado nominalmente el dictamen. El C Luis G. Cervantes es despedido con aplausos por la asamblea y se suspende la junta
  3. - Reanudada aquélla a las 5 p.m. se da cuenta con el dictamen de la cuarta sección, que consulta la validez de las elecciones hechas en los siguientes distritos electorales: 1o de Chihuahua, 9º de Jalisco, 14 de Jalisco 6o de Zacatecas y 4o de Jalisco. Es aprobado el dictamen.
  4. - Se invita a la quinta sección para que presente sus dictámenes, y el C. Vega Sánchez, miembro de ella, pide que se discuta su credencial, oponiéndose a ello la mesa .Se da lectura al dictamen de la propia sección quinta, que consulta la validez de las elecciones hechas en los distritos electorales que en segunda se expresan: 9º de Michoacán, 2o de Tepic, 3o de San Luis Potosí 2o de Zacatecas, 4o de Durango, 1o del Distrito Federal, 8º de San Luis Potosí, 4o de Michoacán, 1o. de Puebla y 1o de Puebla. Es separada la proposición relativa al 1er. distrito electoral del Distrito Federal, siendo las demás aprobadas en votación económica,
  5. - Se pone a debate la proposición relativa al mencionado 1er. distrito electoral del Distrito Federal, y declarado el asunto suficientemente discutido, es aprobado en votación nominal.
  6. - Rectifican hechos los CC. Cravioto, Martínez de Escobar y Alonzo Romero, levantándose en seguida la sesión.

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. MEDINA HILARIO.

El C. presidente: Se abre la sesión.

El C. prosecretario Portes Gil: Hay una asistencia de 136 CC. diputados; hay quórum.

- El mismo C. prosecretario, leyó el acta de la sesión anterior. Está a discusión.

El C. Alejandri: Pido la palabra para una rectificación.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Alejandri: Deseo que se haga constar en el acta una censura, un voto que dí al señor Ramírez Garrido por haber vertido ayer una frase injuriosa contra los compañeros Manjarrez y Manzano; parece que no estamos en una taberna ni en una pulquería para decir las frases que dijo; que cuando llegó al cuarto del señor Manjarrez lo encontró nervioso y tembloroso, probablemente con instintos afrodisiacos; hago constar que aquí estamos en el templo de la ley, que todos debemos ser respetuosos para ser respetados, y, por lo mismo, suplico que se anote mi censura particular para esa frase.

- El mismo C. prosecretario: La presidencia dispone que lo que acaba de decir el compañero presunto diputado que acaba de hablar, se haga constar en el acta que se levante de la sesión de hoy, en virtud de no poderse hacer constar en el acta de ayer, debido a que no hizo la proposición el día de ayer.

El C. Malpica: Pido la palabra para una rectificación. El suplente por el 10 distrito electoral del Estado de Veracruz, se llama Octaviano Bueno y no Octavio.

El C. prosecretario Portes Gil: ¿Con la rectificación de que se ha tratado se aprueba el acta? En votación económica los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada.

- El C. prosecretario López Lira, leyendo:

"C. presidente de las juntas preparatorias de la Cámara de Diputados:

"En vista de los resultados perjudiciales que ha venido produciendo el método adoptado en la últimas juntas preparatorias, para la discusión de credenciales, consistente en dictaminar primeramente sobre las credenciales objetadas, reservando las no impugnadas para discutirlas después; y tomando en consideración la escasa proporción de credenciales aprobadas en las dos últimas sesiones, y el corto número de días que faltan para la instalación del Congreso, se puede presumir que no habrá la cantidad de credenciales aprobadas, suficiente para completar el quórum en la fecha de la instalación del Congreso, o que para obtener ese propósito será preciso festinar el procedimiento, lo cual podría originar resoluciones quizá inconvenientes en algunos casos.

"Urge, pues, cambiar de sistema, a fin de que evitemos el peligro en que estamos, de que el Congreso no se abra el día fijado por la ley, lo que equivaldría a una penosa irregularidad.

"Nos favorece el precedente de que, en congresos anteriores, y para no ir muy lejos, citaremos como ejemplo la XXVI legislatura y el Congreso Constituyente de Querétaro; se previno un contratiempo como el apuntado, poniendo a la consideración de la asamblea, primeramente, y con éxito cabal, las credenciales no objetadas.

"Muéstrase tanto más útil esta medida, cuanto que reporta puramente ventajas, sin inconveniente, pues llegado el caso de que para el día en que deba inaugurar sus sesiones la Cámara de Diputados no se haya resuelto sobre todas las credenciales impugnadas, la comisión de poderes

continuará revisándolas, y la Cámara las discutirá y resolverá sobre ellas, dedicando a ese objeto una breve parte de las sesiones ordinarias.

"Por lo expuesto, los subscritos diputados nos permitimos someter a la ilustrada consideración de la asamblea, por el digno conducto de usted, que se adopte como acuerdo el que se discutan primero las credenciales libres de objeción, para conseguir cuanto antes el quórum correspondiente, y para que quede con ello asegurada la apertura del Congreso, por lo que respecta a la Cámara de Diputados, el día 15 de este mes, fecha señalada previamente por la ley.

"Protestamos a usted las seguridades de nuestra consideración.

"Constitución y Reforma, México, abril 10 de 1917.- Salvador Escudero.- M. M. Prieto.- O. L. .- Conti. - C. Ramírez Llaca. - J. Silva Herrera.- Aurelio Manrique, jr. (Rúbricas.)"

Trámite: Se tendrá en cuenta, de acuerdo con la fracción IV del artículo 23 del reglamento. La mesa informa que el sistema que se ha seguido es el de presentar los dictámenes en el orden en que la comisión los presenta, en el orden numérico de las comisiones. La presidencia invita a la sección quinta de la primera comisión revisora a que presente sus dictámenes.

El C. Siurob: Pido la palabra para una mención de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: No habiendo concluido ayer mi comisión de presentar sus dictámenes, pido a usted, respetuosamente, que se siga con esos dictámenes, que todavía no se acaban de discutir, puesto que me corresponde el derecho que acaba de exponer precisamente el secretario, que es el criterio que ha seguido la mesa para la discusión de credenciales.

- El mismo C. prosecretario: La presidencia me ordena informe a la asamblea, que se había invitado a la quinta comisión, de acuerdo con la orden del día de ayer, es decir, señalada ayer; pero que, en vista de la moción que hace el señor presidente de la cuarta sección, se va a dar lectura a los dictámenes de esta comisión.

"Credencial del 4o distrito de Coahuila.

"Esta credencial fue objetada de nulidad con apoyo en el artículo 55 constitucional, por el C. Aureliano Esquivel: por lo tanto, se declara nula la credencial del C. doctor Luis G. Cervantes, y electo al que le sigue en número de votos.

"La comisión dictamina respecto al candidato que sigue en número de votos, que siendo extremadamente deficiente la votación en favor del C. Juan Martínez, y restándole los votos que adolecen de los defectos que marca la ley, es de aprobarse la elección en favor del C. Aureliano Esquivel.

PROPOSICIÓN:

"Es diputado propietario por el 4o distrito electoral de Coahuila, el C. Aureliano Esquivel, y suplente por el mismo, el C. Arturo Carranza.

"Ya dictaminada, llegó una carta del C. doctor Luis G. Cervantes, contestando la objeción del C. Aureliano Esquivel; y aunque no está apegada a la ley, pues legalmente no acredita la vecindad, en virtud de las razones que aduce, se somete a deliberación de la Cámara.

"J. Siurob.- Morales Hesse.- D. Sánchez. Rúbricas."

Está a discusión. La personas que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar, a inscribirse.

El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.

El C. Siurob: Suplico a la secretaría se digne leer la carta que acompaña al dictamen, y que me fue dirigida por el estimable compañero, señor doctor Cervantes.

- El mismo C. prosecretario: La carta a que se refiere el C. Siurob, dice así: "México, abril 5 de 1917.- Señor doctor don José Siurob, presidente de la cuarta comisión revisora de credenciales.- Presente.

"Muy estimado señor y amigo:

"Ha llegado a mi conocimiento de que se ha presentado una protesta ante la comisión que dignamente preside usted, pidiendo la nulidad de mi credencial como diputado por el distrito de Monclova, del Estado de Coahuila: y apoyada dicha protesta en la falta del requisito de haber permanecido seis meses en el distrito de Monclova, inmediatamente anteriores a la fecha de la elección.

"Sería muy largo hacer a usted una defensa mía en esta forma, la que haré, en caso necesario, ante la honorable Cámara en su oportunidad, y con esto distraería mucho la atención de usted. Permítome solamente ilustrar a usted un poco sobre este particular, a fin de que su honrado criterio de revolucionario no vaya a ser sorprendido.

"Hace 18 años soy vecino de Monclova. Coahuila; durante este tiempo he ejercido ahí mi profesión; ahí fui uno de los fundadores de nuestra revolución; desde el año de 1910 y desde el cuartelazo a la fecha he estado fuera de Monclova, unas veces por prisionero de Huerta, y la mayor parte del tiempo por ser uno de los revolucionarios activos de Monclova, que ha permanecido siempre fiel a nuestro Primer Jefe, y que, por lo mismo, me he encontrado siempre a las órdenes de él, cumpliendo las comisiones que me ha conferido, sean dentro o fuera del país.

"Por lo expuesto, usted comprenderá que no puede afectar en nada la protesta que se haya presentado para nulificar mi elección, y que el recto criterio de usted caminará de acuerdo con el criterio de los habitantes del distrito de Monclova, que me han nombrado su representante ante el honorable Congreso general.

"Deseando no distraer más su atención, y esperando tome usted en consideración la razón que expongo para no perder mis derechos de vecino de Monclova, me es grato ofrecerme una vez más de usted, afectísimo amigo y correligionario.- Doctor Luis G. Cervantes. (Rúbrica.)"

Se han inscrito: para hablar en contra, el C. Manuel Cepeda Medrano, y en pro. el C. Guajardo.

El C. Céspedes: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Céspedes: He pedido la palabra para hacer presente al señor doctor Siurob, que la forma de los dictámenes que nos está presentando es muy incorrecta. Ese dictamen a que se acaba de dar lectura, como el otro que se nos presentó, y para el cual no hubo objeción, no debería venir en esta forma, sino, en primer lugar, declarar nulas las elecciones en favor del C. Luis G. Cervantes, y en segundo término, decir: Es diputado propietario el que le sigue en votos. Me extraña sobre manera que no se presenten en esa forma, siendo que la presidencia de esa comisión me parece que está a cargo del licenciado Zubaran.

El C. Siurob: Pido la palabra para una rectificación.

El C. Zubaran: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Zubaran.

El C. Zubaran: Soy el presidente de la comisión de poderes; pero el trabajo está dividido en cinco secciones, y para no perder el tiempo cada sección presenta su trabajo. La cuarta comisión, o la sección que preside el señor Siurob, nunca me ha pasado sus trabajos para que yo lo vea.

El C. Siurob: No es extraño, compañero, que por falta de práctica parlamentaria no sepamos en lo absoluto la forma en que se hace un dictamen. Nosotros hemos creído conveniente hacerlo únicamente, expresando con claridad ante la asamblea las razones que tenemos de nulidad, y después, quién es el ciudadano electo. Tiene usted razón, compañero; y yo ofrezco que, en adelante, me ajustaré a la observación que acaba de hacer, y que la creo muy atinada. Por lo demás, suplico a los compañeros se sirvan dispensarme, pues nosotros no tenemos experiencia en las prácticas parlamentarias.

El C. presidente: Tiene la palabra el señor Cepeda Medrano.

El C. Hay: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: En vista de que existe una irregularidad en este dictamen, yo creo que debería permitirse un corto tiempo a la comisión para que lo retirase y modificarlo en la forma en que debe ser presentado, puesto que es un dictamen con carácter de irregular, es un dictamen defectuoso, y tendremos una grave dificultad al aprobar el dictamen, sin nulificar, en caso de que se deba aprobar el dictamen, sin nulificar la credencial que ya tenemos aquí. Para evitar que se vuelva a repetir el caso de antier, sobre el cual llamé la atención, respetuosamente pido se consulte a la asamblea si se permite que se retiren los dictámenes, y que hoy mismo en la mañana se vuelvan a presentar ya corregidos.

El C. prosecretario López Lira: La comisión solicita permiso para retirar su dictamen, que será presentado en esta misma sesión. ¿Se concede permiso a la comisión? Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Concedido.

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra únicamente para hacer una interpelación a la comisión.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cepeda Medrano: Aquí hay intereses muy grandes que se juegan en este asunto; también hay el sectarismo de partido. Yo suplico a la honorable comisión que se ajuste estrictamente a la ley; yo suplico a la honorable comisión que preside el señor Siurob, que obre en este caso con entera justicia, con entera equidad; de otro modo, la nación está observando cada uno de nuestros actos, y nosotros iremos a nuestro Estado, a decir que el voto se ha violado. Suplico al presidente de la honorable comisión, se sirva manifestarnos en el nuevo dictamen cuántos son los votos....

El C. Hay, interrumpiendo: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: En este momento no hay nada a discusión. No creo que el señor tenga derecho de estar haciendo observaciones a la comisión sobre lo que aun no conoce y no está a discusión: una vez que la comisión traiga los dictámenes que se han discutido, entonces su señoría tendrá pleno derecho para hacer las observaciones que correspondan; pero no tiene derecho de dar consejo, a ninguno de los miembros de la comisión. (Aplausos.)

- El mismo C. prosecretario: La comisión presenta modificado su dictamen en la parte resolutiva, en la siguiente forma:

PROPOSICIÓN:

"Se declara nula la credencial del C. doctor Luis G. Cervantes, como diputado propietario por el 4o. distrito electoral del Estado de Coahuila, por carecer del requisito de vecindad que exije el artículo 55 de la Constitución.

"Es diputado propietario por el 4o distrito de Coahuila, el C. Aureliano Esquivel, y suplente por el mismo distrito, el C. Arturo Carranza.- J. Siurob.- (Rúbrica.)"

El C. Céspedes: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden el C. Céspedes.

El C. Céspedes: Me parece inconsecuente la forma en que ha presentado el dictamen el señor Siurob; no se declara nula la credencial porque carece del requisito de vecindad, sino que se declaran nulas las elecciones en favor del presunto diputado C. Luis G. Cervantes. La credencial es una cosa, y otra cosa es la elección, el expediente. Yo creo que debe hacerse esta rectificación, que creo oportuna.

El C. Neri: Lo que ha dicho el C. Céspedes, está fundado en el artículo 65 de la ley electoral, que dice:

"El día 8 de abril, a las 10 de la mañana, se celebrará la 2a junta preparatoria, en la que las comisiones escrutadoras presentarán sus dictámenes, consultando en proposiciones concretas la validez o nulidad de cada elección de propietario o de suplente.

"En esa junta, y en las demás que a juicio de la Cámara fueren necesarias, se calificará, a pluralidad absoluta de votos, la legitimidad del nombramiento de cada uno, de sus miembros y se resolverán irrevocablemente las dudas que hubiere en esta materia."

Yo entiendo que las comisiones deben ceñirse estrictamente al artículo 65, por ser un precepto fundamental.

El C. Siurob: Señores diputados: el mismo señor secretario de la Cámara me ha ayudado a modificar el dictamen. Esto sólo significa nuestra falta de práctica en asuntos parlamentarios. Así es que yo creo que es lo mismo decir que es nula la credencial, o decir que es nula toda la elección, desde el momento en que la credencial es el signo de la elección, del resultado de la elección. Desde el momento en que se declara nula una credencial, es claro que se declara nula la elección; pero para no ser obstruccionistas y obviar tiempo, yo suplico al compañero López Lira, y suplicamos todos los compañeros de comisión, lo modifique en la forma que ha dicho el compañero Céspedes.

El C. Céspedes: Para una rectificación, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una rectificación.

El C. Céspedes: Entiendo que la credencial puede venir afectada de nulidad estando el expediente perfectamente arreglado a la ley; con tal que esta credencial no presente el número total de los que deben firmar una credencial, es irregular dicha credencial. Sin embargo, el expediente está en debida forma, porque vienen actas de nombramiento de instaladores; las actas de escrutinio, padrones, etc., boletas, perfectamente arregladas, y es enteramente distinto el expediente a la credencial.

El C. Cervantes: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cervantes: Suplico al señor presidente, a la honorable Cámara y a los honorables oradores que han solicitado la palabra antes que yo, que me la cedan para que hable primero, para hacer la historia de mis elecciones con objeto de que no perdamos tiempo, que con toda seguridad nos está haciendo bastante falta para continuar todos nuestros trabajos; así es que suplico a los anteriores oradores, que me cedan su lugar, con objeto nada más de que no perdamos más tiempo.

El C. presidente: Cuando esté a discusión el asunto se tendrá en cuenta su petición.

El C. Cervantes: Muy bien señor.

PROPOSICIÓN:

"1a.- Se declara nula la elección en favor del C. doctor Luis G. Cervantes, como diputado propietario por el 4o distrito electoral del Estado de Coahuila, por carecer del requisito de vecindad que exige el artículo 55 de la Constitución.

"2a.- Es diputado propietario por el 4o distrito electoral del Estado de Coahuila, el C. Aureliano Esquivel, y suplente por el mismo distrito, el C. Arturo Carranza.- J. Siurob. (Rúbrica.)

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cepeda Medrano: Estando en segundo lugar el señor Juan Martínez en el número de votos, debe declararse nula también la elección del señor Juan Martínez, y debe hacerse así por la comisión para poder aprobar o desaprobar ese dictamen.

El C. presidente: No es materia de debate esto, señor diputado. Tiene la palabra en contra el señor Luis G. Cervantes.

El C. Cervantes: Honorable asamblea: en estos momentos recuerdo una de tantas anécdotas y acontecimientos de la revolución. Hace poco más o menos tres años, recuerdo que fui nombrado en comisión especial para hablar con el entonces general Francisco Villa; y en esa época y en ese momento, pude conocer a fondo cuáles eran los sentimientos de Francisco Villa. En esos momentos supe que aquella fama de que venía precedido no era la justa ni era la legal. Pancho Villa, entonces, me dice: "Doctor Cervantes, ¿Por qué me llaman el Napoleón mexicano? No lo soy. Mi sistema consiste en sorprender a las multitudes: mi sistema consiste en sorprender a los federales, porque uso de un procedimiento siempre: la sorpresa y el asalto." Allí reconocí, y perfectamente bien me formé cuenta de la naturaleza y moralidad de Francisco Villa. Como la mayor parte de la Cámara aquí presente no me conoce, no quiero que mañana o pasado vaya a decir que el doctor Cervantes se encuentra en una curul, representando al distrito de Monclova por sorpresa y por asalto. No, señores; vengo aquí porque el distrito de Monclova me ha confiado su confianza: vengo aquí a defender esta curul, no por el doctor Cervantes, sino por la representación de 60,000 habitantes del distrito de Monclova: vengo aquí para poner en claro mi situación, y para que todos vosotros os forméis un juicio y un criterio apegado a la justicia y a la razón, para que mañana o pasado que regrese a mi hogar, les diga a los electores del distrito de Monclova: se procede con estricta justicia en la Cámara de Diputados, siguiendo el ideal que hemos perseguido todos los revolucionarios; diré que habiéndome sujetado al voto de esta honorable Cámara, si este voto es justo, con mucho gusto me separaré del lado de ustedes, deseándoles un trabajo verdaderamente bello, verdaderamente hermoso y revolucionario, con la seguridad de que dentro de año y medio el doctor Cervantes, si vosotros habéis seguido al pie de la letra los ideales de esta revolución, el doctor Cervantes, por el distrito de Monclova, vendrá a ocupar aquí su curul, si vive, porque tengo la seguridad plena de que seré, dentro de año y medio, el diputado por el distrito de Monclova. Pues bien, señores, se necesita que yo abuse un poco de la atención de ustedes, pues es necesario que me dispenséis, porque vamos aquí a resolver un problema que es de justicia, de justicia revolucionaria. Hace 18 años que estoy radicado en el Estado de Coahuila, 18 años tengo de vivir en el distrito de Monclova, en su capital del distrito, que es Monclova; desde hace 18 años todos los coahuilenses, y principalmente todos los del distrito de Monclova, me llaman con gran cariño, y yo lo recuerdo con gran satisfacción: "El doctor Cervantes de Monclova;" así figuro entre mis compañeros revolucionarios, y con ese nombre me llaman todos mis enemigos revolucionarios. Desde 1910, más bien dicho, desde antes, desde 1909, en mi consultorio de Monclova tuvimos una de las juntas preparatorias para la revolución de 1910, el inmortal Francisco I. Madero, nuestro actual jefe, el C. Venustiano Carranza; el señor doctor don Rafael Cepeda, el señor doctor don José María Rodríguez y el que habla. En mi consultorio de Monclova empezamos a tratar ya de los asuntos revolucionarios para 1910. Desde esa época ingresé al torrente de la revolución, y desde esa época ya no me acordé más que de seguir persiguiendo nuestros ideales revolucionarios. No hubo necesidad en aquel primer período de la revolución de haberme separado de Monclova, ustedes recordarán que el primer período revolucionario no fue tan torrentoso como el segundo período de la revolución; así es que continué en Monclova, y al triunfo del primer período revolucionario en 1911, hicimos las elecciones en Monclova, y tuve el honor de ser electo presidente municipal de Monclova; y digo que tuve el honor de ello, porque hacía más de 50 años que no se habían hecho elecciones en Monclova; y tuve yo la oportunidad y el honor de haber sido el primer presidente municipal de Monclova, electo por el pueblo de Monclova. Terminó mi administración de presidente municipal cuando nos vino el cataclismo de la usurpación. Andaba yo como presidente del "Partido democrático" del distrito de Monclova haciendo mi gira en todo el Estado de Coahuila con objeto de que nos unificáramos todos los demócratas del Estado de Coahuila para las próximas elecciones de gobernador que se presentaban. Durante el mes de enero de ese año de 1913, lo pasé haciendo esa campaña; vine a México por asuntos de familia y aquí me cogió la decena trágica. Regresé yo a Monclova para incorporarme con el C. Venustiano Carranza, inmediatamente después del asesinato del señor Madero, y en Monterrey fui detenido por varios de nuestros buenos amigos revolucionarios con este objeto, entre ellos el señor Nicéforo Zambrano, quien me invitó y me dijo: "Doctor, no se vaya usted para Monclova; quédese usted con nosotros porque estamos en arreglos con el general Treviño para que la guarnición del Estado de Nuevo León se incorpore a las fuerzas revolucionarias del señor Carranza." Estábamos ya para arreglar esa incorporación cuando fuimos sorprendidos por el huertismo y el señor Zambrano y otras dos personas, entre ellas el señor Amaya y el señor Alfredo Pérez, que fueron traídos a las mazmorras huertistas y yo fui internado en uno de los cuarteles de Monterrey. Ya me fue imposible incorporarme al C. Carranza, en el tiempo en que lo deseaba hacer. Todo el año de 1913, la mayor parte de él, fui prisionero unas veces en Monterrey, otras veces en Victoria, otras veces en Tampico, hasta que por fin pude salirme de la república para la Habana y de allí me fui a incorporar a mis compañeros de armas del distrito de Monclova, a Matamoros. Continuó la revolución, continué como todos los revolucionarios, a las órdenes del C. Primer Jefe, y naturalmente continué obedeciendo las órdenes de él y estando en el lugar que me designaban mis jefes. El señor Carranza, como ustedes sabrán y como ustedes recordarán y como en la conciencia de todos los revolucionarios está, representaba al pueblo de la República Mexicana que estaba en revolución contra la usurpación huertista. Al C. Venustiano Carranza, le dimos todas las facultades, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo y el Judicial, porque estaba encarnada en la persona del C. Venustiano Carranza toda la voluntad popular y el pueblo revolucionario de la República Mexicana no tenía más representante que el C. Venustiano Carranza, como jefe y si al C. Venustiano Carranza, toda la república, principalmente la revolucionaria, lo tomaba como el símbolo y representante genuino del pueblo mexicano, yo no tenía ningún empacho y ninguno de nosotros tampoco en que al acatar una orden del C. Venustiano Carranza, estábamos acatando una orden del pueblo mexicano. En tal virtud y encontrándome yo bajo las órdenes del C. Primer Jefe, todos los puestos, todas las comisiones que yo he representado dentro de la revolución, han sido por la voluntad del representante del pueblo mexicano. Y si ese artículo de la Constitución, muy justo y muy noble, dice que se necesitan seis meses antes de las elecciones para que un ciudadano pueda representar a su distrito, perfectamente bien, yo soy el primero en aceptar ese artículo constitucional, porque veo que los esfuerzos del pueblo mexicano al hacer esta revolución no han resultado estériles, y los ciudadanos de ayer que permanezcan en la situación antigua, se les han dado mayores derechos; pero ese mismo artículo constitucional no quita derechos adquiridos a los ciudadanos mexicanos. Es necesario que este artículo esté interpretado perfectamente bien, porque de aquí dependerá la justicia revolucionaria. El artículo de la Constitución que marca precisamente que se necesita residir seis meses antes de las elecciones en el distrito electoral, no quiere decir que los vecinos de este distrito que tengamos 5, 10, 15 ó 20 años de residir en él hayamos perdido nuestro derecho de vecinos de este distrito, porque no hayamos estado seis meses antes de las elecciones y a mí me toca como revolucionario y me toca como vecino y me toca como hijo adoptivo del distrito de Monclova, tomar la palabra para defender no solamente mis derechos, sino los derechos de muchos revolucionarios que han protestado contra esa interpretación del artículo constitucional, que se le da en estos momentos. Estos elementos revolucionarios y estos hijos del distrito de Monclova cono son el general Pablo González, el general Francisco Murguía, el general Fortunato Zuazua y otra multitud de revolucionarios que somos hijos adoptivos del Estado de Coahuila y del distrito de Monclova en lo particular. Creo de mi deber no solamente defender mis derechos, sino también defender los derechos de todos estos revolucionarios que todavía andan con las armas en la mano cumpliendo su deber como ciudadanos del estado de Coahuila e hijos del distrito de Monclova. Quiero manifestar a ustedes que no quiero que me tomen como que pertenezco a un partido determinado, aqui, de la honorable Cámara. También sobre este punto quiero aclarar mi personalidad porque, como he dicho a ustedes, no me gusta a mí vencer por asalto ni por sorpresa; me gusta vencer por justicia, porque ha sido el ideal que he perseguido desde antes de la revolución y dentro de ésta: justicia, y nada más justicia. Soy fundador del partido liberal constitucionalista; soy segundo vocal. Cuando fundamos el gran partido liberal constitucionalista se nos presentó un programa; lo acepté y tuve el honor de ser nombrado segundo vocal. Por las comisiones que la Primera Jefatura me ha encomendado durante estos últimos meses, no me ha sido posible asistir a las sesiones del gran partido liberal. Si éste tiene todavía el mismo programa que tuvo cuando yo fui fundador del partido, con mucho gusto y con gran honra seguiré perteneciendo al gran partido constitucionalista; pero debido a mi ausencia, no he sabido si habrá cambiado su programa. Deseo cuanto antes conocerlo; por eso deseaba yo anoche, no antenoche estar en la sesión, porque quiero informarme si el programa es el mismo de hace seis meses, y si este programa es el mismo a mucha honra tendré que seguir perteneciendo al gran partido liberal constitucionalista de México. Por otro lado, vine y me senté en el lado derecho. Inmediatamente se fijaron que el doctor Cervantes estaba en el lado derecho. Yo no sé, porque tengo cinco meses de estar fuera del país, qué papel o qué actuación política tiene la curul derecha de la Cámara. Vine y me encontré con diputados del Estado de Coahuila en el lado derecho y me senté al lado de los diputados del Estado de Coahuila; pero también he sabido que en el ala derecha están los elementos que si no pertenecieron al partido renovador, sí son cuando menos todos partidarios del partido renovador, algunos y no todos; quiero hacer esta otra aclaración: Yo fui acaso de los fundadores, de los enemigos de los elementos renovadores, porque desde la época huertiana no fue posible que yo pudiese aceptar la conducta política que estaban siguiendo en este Congreso. Así es que yo no vengo a pedir aquí la votación del gran partido liberal constitucionalista, ni del ala derecha tampoco, porque soy enteramente extraño al ala derecha, si se trata de los renovadores, porque soy enemigo de los renovadores. Así es que vengo exclusivamente a exponer los motivos por qué el distrito de Monclova ha puesto en mí toda su confianza para que lo represente en este Congreso y vengo a pedir justicia revolucionaria, porque nuestros ideales revolucionarios son justicia para el pueblo mexicano, dentro del sufragio efectivo y la no reelección y el pueblo en masa del distrito de Monclova que me ha postulado para su representante, me ha traído aquí para cumplir con mi deber como representante de ese distrito y antes de terminar desearía hacer una ligera historia de mi elección para diputado por el distrito de Monclova. Cuando pasaba yo por Monclova al desempeño de la última comisión de las que hasta hoy me ha conferido el C. Primer Jefe, hace cinco meses, hice una visita al distrito, porque ya tenía muchos deseos de visitar Monclova y sobre todo de ver las ruinas que el famoso gobierno de Huerta había tenido a bien dejar de mis propiedades en Monclova; son pocas, porque siempre he sido pobre; estas propiedades consisten en una botica y en una pequeña droguería con mi consultorio, mi biblioteca y mi arsenal de instrumentos. Sabía yo que había sido consumida por el fuego; pero no había tenido oportunidad de estar en Monclova para cerciorarme de vista de la situación en que me había dejado Huerta; con ese objeto y con el de visitar a mis antiguos compañeros, permanecí en Monclova, unos tres días. Excuso decir a ustedes que todos aquellos amigos inmediatamente que supieron que yo estaba en Monclova, fueron a visitarme con el mismo entusiasmo, con la misma confianza y con el mismo cariño que siempre me han tenido y del cual he estado agradecido y me dijeron: "Doctor, nosotros quisiéramos lanzar la candidatura de usted para senador del Estado." Les dije: "señores, yo creo no merecer el puesto de senador porque es mucha representación; pero estaría dispuesto a aceptar la candidatura que ustedes pretenden lanzar por mí, para diputado al Congreso general. Así es que, señores, si ustedes se fijan en mi personalidad para diputado, tengan la bondad de dirigirme un telegrama a Washington, para que inmediatamente yo acuda al llamado de ustedes; y en esa confianza me fui al desempeño de mi comisión y precisamente 10 días antes de la elección recibí un telegrama en Washington, firmado por la mesa directiva de los clubes "Benito Juárez" y "Francisco I. Madero" del municipio de Monclova, en que me decían: "Doctor, véngase inmediatamente porque es usted nuestro candidato para diputado al Congreso general." Me vengo de allá y me encuentro con una doble sorpresa: primera, que el mismo partido que me postulaba, que era por todo el distrito de Monclova, había tenido esta sorpresa: "el doctor Cervantes, según el artículo constitucional, no podrá ser diputado, porque según la interpretación que se le ha dado a este artículo, no teniendo los seis meses inmediatos antes de la elección, no podrá ser diputado, y en ese caso, pues, tendrá que ganar el señor don Aureliano Esquivel. Así es que vamos a hacer el sacrificio, así me lo dijeron, de que no sea el señor Cervantes nuestro diputado, y sí el señor don Juan Martínez M., es decir, que todos los clubes del distrito de Monclova se pusieron de acuerdo para cambiar la fórmula, en lugar de Cervantes - Carranza, Martínez - Carranza. Muchos de los municipios, entre ellos el mismo de Monclova, protestaron, y dijeron: "Si al doctor Cervantes se le niega la vecindad de Monclova, entonces no sabemos quién sea vecino de Monclova, y por lo mismo, nos retiramos de la elección." Y no quisieron entrar en la elección. Llego yo, me comunican aquello, y les decía a ustedes que llevé una doble sorpresa, porque efectivamente no creo yo, ni lo creo todavía, que la Constitución, que da derechos nuevos, pretenda quitar derechos viejos y en segundo lugar que me llamaba la atención que hubiera habido tanta resignación para que en lugar mío se pusiese al señor Martínez, persona que yo ni conocía absolutamente, no solamente como vecino de Monclova, que sí lo es y nativo de allí; pero yo no lo conocía, no solamente como vecino, sino como elemento revolucionario; así es que yo no conozco al señor Martínez ni lo he conocido durante siete años como revolucionario, así es que yo me sorprendía de aquella otra candidatura, porque yo como revolucionario sí le daría mi voto al señor Aureliano Esquivel en lugar del señor Martínez, no por cuestiones de afecto o simpatía, sino por la cuestión única y exclusiva de que había conocido al señor Esquivel como elemento revolucionario desde 1910 y al señor Martínez no lo había conocido como revolucionario activo; talvez lo sea de ideales; pero hay una gran diferencia entre un revolucionario de ideales y los revolucionarios activos, así es que esa fue mi otra sorpresa. No obstante aquello, les dije yo a todos mis partidarios; "no, señores, la justicia está con nosotros; yo no por el hecho de andar en el torrente de la revolución ni por el hecho de andar a las órdenes del Primer Jefe, que es el que representa al pueblo, he perdido la vecindad; y el mismo artículo constitucional me ampara, ya que la vecindad no se pierde cuando el individuo anda desempeñando puestos de elección popular. Si el C. Primer Jefe representa al pueblo yo obedezco al C. Primer Jefe como representante del pueblo que tiene todos los poderes del pueblo, así es que estoy dentro de lo justo; no me quita la Constitución derechos adquiridos; yo soy el representante revolucionario de Monclova a las órdenes del Primer Jefe, y el Primer Jefe es el representante del pueblo, y el pueblo mexicano me pondrá donde crea que sean útiles los servicios del doctor Cervantes. Así es que, señores, vamos a la lucha, y así lo comuniqué al gobernador del Estado, a quien, le dije: "Yo entro a la lucha contra la voluntad de todos, porque el doctor Cervantes se considera con los derechos de vecino de Monclova." En este sentido, no tuve más que 2 días y 2 noches para hacer una visita, no a todo el distrito, porque es muy grande, pero sí a una parte de éste, y ¿Qué consiguió el doctor Cervantes? El doctor Cervantes, tan pronto como les dijo a todos los miembros del distrito que estaba dentro de la ley porque no había perdido sus derechos por el hecho de haber sido revolucionario activo, inmediatamente todos los clubes dijeron en masa: "El doctor Cervantes será nuestro candidato;" y si no tuve unanimidad de votos en el distrito de Monclova, fue porque no tuve oportunidad ni tiempo de irlos a visitar nuevamente y decirles que estaba dentro de la ley. Vino el momento de las elecciones, vino la computación de votos, y se encuentra en la junta computadora que el doctor Cervantes tenía 2,700 votos, que el señor Martínez, por aquel equívoco que había habido, tenía....

El C. prosecretario López Lira: De conformidad con el artículo reglamentario, se pregunta a la asamblea si se concede el permiso al orador para que continúe haciendo uso de la palabra pues ya se ha cumplido el tiempo reglamentario, (Voces: ¡Sí, sí!)

El C. Cervantes: Muchas gracias, señores. Serán 3 ó 5 minutos, cuando mucho. Como decía a ustedes, me encuentro con que la candidatura del doctor Cervantes tenía 2,700 votos; la candidatura del señor Martínez, 2,000 y pico, y la candidatura del señor Aureliano Esquivel, menos de un mil, poco más o menos; no recuerdo. Me extienden la credencial y vengo a presentarme ante ustedes. Una vez que han tenido ustedes la bondad de escucharme, con este solo objeto, no porque tenga interés personal para ser diputado, no señores; si soy el primero en comprender que nuestra situación va a ser bastante escabrosa, no van a estar los diputados en un lecho de flores; la época presente es bastante peligrosa, la época presente es bastante difícil, y no me creo con aptitudes suficientes para poder ayudar a ustedes como debiera, para resolver cuantos problemas de gran importancia y trascendencia se van a presentar. He venido nada más a defender los derechos que considero se me quieren atropellar. Vengo a manifestarles que he sido siempre revolucionario, porque antes de la revolución no teníamos derechos los ciudadanos; y si ahora que hemos conquistado nuestros derechos, y si ahora que nos vemos aquí con plenas libertades y con todas nuestras facultades, por la interpretación torcida que creo yo, en mi concepto, y en el concepto de los habitantes del distrito de Monclova, que se le está dando, por esa interpretación torcida al artículo constitucional que da derechos, pero no quita a los que ya tenemos nuestros derechos, ¿por qué están aquí en estas curules ciudadanos que no han sido vecinos del Distrito Federal? ¿Nada más porque han tenido 6 meses de ser vecinos por casualidad del Distrito Federal? Pero esos son derechos que les da la nueva Constitución, y esos derechos hacían falta a los ciudadanos mexicanos. Tienen bastante derecho esos señores, porque son ciudadanos mexicanos, para representar cualquiera parte de la República Mexicana en el Congreso general, simplemente con la permanencia de 6 meses; pero estos 6 meses no pueden destruir, ni 5, ni 10, ni 20 años anteriores, porque la Constitución no dice que se pierden los derechos cuando no se esté 6 meses antes de la elección; y, sobre todo, para hacer aquí presente a esta honorable Cámara que el doctor Cervantes no ha andado de vagabundo, ha andado representando al distrito de Monclova en la revolución, y como representante del distrito de Monclova ha estado también en las mazmorras huertianas; allí sí ha sido el doctor Cervantes de Monclova; en las mazmorras y en el campo de batalla. Ahora la honorable Cámara, los partidarios del señor Aureliano Esquivel, quieren que yo no sea el representante de Monclova en la Cámara de Diputados; es decir, que continúe el doctor Cervantes representando a Monclova en los campos de batalla y en las mazmorras de la reacción, pero no aquí donde están los revolucionarios; pero tened presente que yo no he andado por motu fuera del distrito de Monclova, sino que he estado siempre recibiendo órdenes del Primer Jefe, en quien todo el pueblo mexicano ha depositado su confianza, a quien todo el pueblo mexicano le ha dado facultades omnímodas, y por consiguiente, ha sido el representante general y universal de la República Mexicana; y donde el Primer Jefe me ha puesto yo he considerado ese puesto como la voluntad popular, que me ha puesto en el lugar donde me he encontrado; por eso que no he perdido mi personalidad de representante del distrito de Monclova.

El C. Pesqueira: Pido la palabra para una rectificación.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Presqueira: El doctor Cervantes ha dicho que los CC. diputados que se sientan al lado derecho de la Cámara son de los renovadores o simpatizadores de ese grupo; eso no es verdad; actualmente yo no pertenezco a ningún grupo de esta Cámara, y sí perteneceré a alguno de ellos cuando éstos se hayan definido.

El C. Cervantes: Para una rectificación.

El C. Treviño: Para una rectificación.

El C. Bello: Yo he venido aquí, no porque pertenezca al grupo de la derecha o de la izquierda, sino porque....

El C. Fernández Martínez: Pido la palabra para una moción de orden. Creo que no se está discutiendo ningún asunto sobre la derecha o la izquierda.

El C. Treviño: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Treviño.

El C. Treviño: Acabamos de oír aquí, señores, las palabras tímidas, con una timidez digna no de un revolucionario como el doctor Cervantes, con una timidez de un hombre que tiene miedo a salir de aquí, de esta Cámara. Es vergonzoso el espectáculo que estamos presenciando, porque este señor se refiere a que los de la derecha, a que los de la izquierda.... Yo soy un revolucionario, y no me importan ni las izquierdas ni las derechas; soy un hombre que viene a ocupar una curul, porque el voto casi unánime de mis conciudadanos me ha traído a este lugar, y no me importa que agrade a unos o desagrade a otros. El señor Cervantes, con esa timidez, ha dicho que los de la derecha tenemos algunas ligas con los renovadores, y que somos partidarios de ellos. Yo, señores, solemnemente protesto contra esto, pues a mí no me importa la actuación política de los señores renovadores en la época de la XXVI legislatura. ¿Qué me importa a mí la actuación de estos señores? Pero, señores, debo aclarar ante vosotros, que me podréis ver en un asiento tal vez solo; también estuve solo, cuando el ejército entero se cubrió de lodo, cuando el ejército entero secundó el más horrendo crimen que registran las historias de los pueblos. Entonces, señores, lo digo aquí con voz muy alta, con la conciencia de mi derecho y de mi deber cumplido, entonces, señores, fui el único del ejército federal que no estuve con el usurpador. Fui el único, señores, que me afilié con el hombre que levantara la bandera de la Constitución, y que se levantara muy alto, y he luchado con él. ¡Tengo ese crimen, señores; tengo ese crimen, de ser amigo de ese hombre, con quien estuve en 1913, con quien estuvo en 1915, cuando la mayoría de los revolucionarios abandonó al C. don Venustiano Carranza; y yo no lo abandoné ni en 1913, ni en 1915, ni lo abandonaré en 1917! Yo vengo aquí, señores, con ese derecho: con el derecho que me da la elección de mis conciudadanos, la elección del distrito de Río Grande, de Coahuila. Debo decir.... no quiero cansar la atención de ustedes por un largo rato, porque he pedido el uso de la palabra para hacer una rectificación, yo, señores, debo decir aquí solemnemente, que si es un crimen ser amigo del C. Venustiano Carranza, estoy dispuesto a seguir cometiendo ese crimen. (Aplausos nutridos.)

El C. Cravioto: Pido la palabra para rectificar un hecho.

El C. Hay: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: Yo suplico muy atentamente a las personas que pidan la palabra para rectificar hechos, que se concreten simplemente al hecho porque yo creo que hay un gran número de diputados que intencionalmente, o casualmente, se encuentran del lado derecho de esta Cámara, claro que si cada uno de ellos se da por aludido, tendremos 20 ó 30 rectificaciones de hechos, y tardaríamos rectificando hechos todo este mes por eso les suplico que se concreten a la rectificación de hechos.

El C. Cravioto: En acatamiento al deseo expresado por el C. Hay, voy a ser sumamente breve; me voy a concretar a lo necesario. Antes que nada, tengo que manifestar a la asamblea que yo daré mi voto afirmativo para el dictamen de la comisión que pide la nulidad de la elección del señor Cervantes; tengo que rectificar mi criterio, en virtud de que he venido aquí, a esta tribuna, a sostener principalmente lo contrario. Como no quiero que se me tache de apasionado, como no quiero que se me tache de estar en contradicción con mis ideas, tal vez por apasionamiento, en virtud de las palabras que ha dirigido el doctor Cervantes, quiero rectificar esto. Cuando se trató de la credencial del señor Mario Méndez, yo vine a sostener con toda buena fe, con toda honradez, un criterio constitucional que me pareció ampliamente liberal y enteramente apegado al espíritu del artículo constitucional respectivo. Precisamente yo pido, no nada más en el caso del señor Méndez, sino en el caso del doctor Cervantes, a quien yo estimo como un meritísimo revolucionario; pero, señores, antes que nada todos nosotros estamos obligados a acatar todas las decisiones de esta honorable asamblea, y yo daré mi voto, como dije, en favor del dictamen que pide la nulidad de la elección del señor Cervantes, no por apasionamiento, sino por haberme convencido, en vista de la votación abrumadora que dió por resultado que se hubiese desechado al señor Méndez, yo daré mi voto en este sentido, en acatamiento de la sabiduría de la asamblea. El otro hecho es la cuestión de los renovadores. El doctor Cervantes dijo que en el lado derecho se encontraban los renovadores, y en el lado derecho no habremos más que 2 ó 3 renovadores; casi todos los renovadores que hay en la asamblea están en el lado izquierdo....(Siseos y risas.) Yo no creo que la cuestión de sentarse aquí o sentarse allá sirva de norma para juzgarnos, sino el criterio que vengamos a exponer aquí. Para entonces yo aplazo al señor Cervantes, para ver de qué lado está la izquierda, si físicamente o por dentro. (Risas.) Yo demostraré que está por dentro. En cuanto al juicio emitido sobre los renovadores, creo que esta es una cuestión que se ha hecho como las cuestiones religiosas; se ha discutido abundantemente, ya casi todos tienen un conocimiento exacto de nuestra conducta en aquel entonces, de nuestra conducta de la que yo no reniego, ni he renegado, ni renegaré nunca, sino que estoy dispuesto a responder siempre de ella en esta tribuna, ante el pelotón del consejo de guerra, si se nos aplica la ley de 25 de enero; ante las páginas de la historia y ante la representación nacional.

El C. Neri: Pido la palabra para rectificar verdaderos hechos.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Neri: Se ha hablado mucho de los "renovadores." y el señor Cravioto acaba de manifestar que en el lado izquierdo habemos más "renovadores" que en la derecha, y lo que pretendo rectificar es lo siguiente: el bloque renovador estuvo desempeñado su papel durante la XXVI legislatura. La misión del bloque renovador, que la diré después, fue cumplida. Con posterioridad al 10 de octubre, en que fue disuelta la Cámara de Diputados, no hubo ya bloque renovador, y debo manifestaros, señores, que los miembros que integramos ese bloque no hicimos promesa de estar unidos en política por toda la vida. Después del 10 de octubre, todos somos responsables de la conducta política que hayamos seguido. No hay, pues, ya "renovadores."

El C. González Torres: Pido la palabra para una rectificación.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. González Torres.

El C. González Torres: Para sentarme en este lugar, no he tenido en cuenta que allí esté el radicalismo y aquí los conservadores. Mi conducta en la Cámara, en el Congreso Constituyente, es bien conocida, y protesto que se me atribuya cambio de ideas. Estoy aquí, por estar más cerca para oír las discusiones, y siempre estaré con el radicalismo intransigente, si se quieren llamarlo así, siendo constantemente "Jacobino".

El C. Guajardo: Señores diputados: No vengo a discutir aquí la personalidad revolucionaria del doctor Cervantes. Vengo a pedir que se haga justicia conforme a la ley. La nueva Constitución previene que sólo pueden ser diputados los ciudadanos mexicanos nacidos en el país y originarios de los Estados o de los Territorios donde se efectúe la elección, o que tengan una residencia efectiva de 6 meses anteriores a la elección. Pues bien, señores, vosotros habéis oído al doctor Cervantes confesar que 5 meses antes de la elección estaba en los Estados Unidos, y el doctor Cervantes no es hijo del Estado. Uno de los requisitos también, es el de que no se pierde el requisito de vecindad cuando se desempeñan puestos públicos por elección popular. El doctor Cervantes no desempeñaba puestos públicos por elección popular, porque si así fuera, siguiendo la peregrina teoría del doctor Cervantes, de que el C. Venustiano Carranza representa las aspiraciones populares, en una palabra, al pueblo, entonces, señores, no hubiera sido necesario convocar a elecciones, y el C. Venustiano Carranza sería presidente de la república porque así lo quiso la revolución. Dice el doctor Cervantes que es representante de 60,000 habitantes del distrito de Monclova; yo, señores, soy hijo del distrito de Monclova, y sé perfectamente bien y suplico e interrogo al señor Cervantes, para que me diga si conoce todos los pueblos del distrito de Monclova. El doctor Cervantes es muy conocido en la cabecera del distrito; pero hay muchos pueblos donde no lo conocen, y el doctor Cervantes no hizo ninguna gira en todo el distrito para ser conocido; luego, pues, señores, no es cierto que cariñosamente le llamen todos los del distrito: "el doctor Cervantes de Monclova".

El C. Cervantes: Pido la palabra, señor presidente, para contestar esa pregunta.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cervantes: Tengo 18 años de vivir en el distrito de Monclova como médico de ese distrito, y estoy seguro de que el señor Guajardo, con todo y que es del distrito de Monclova, no conoce todo lo que yo conozco del distrito mencionado, pues con motivo de mi profesión he recorrido todo el distrito de Monclova, y en todo el citado distrito tengo amigos y personas que me conocen desde hace 18 años. También quiero que el señor Guajardo hable con la franqueza que yo tengo, diciendo esto: que no viene a servir el señor Guajardo los intereses de los mayores caciques de San Buenaventura o terratenientes, los señores de la Fuente, y estos señores no pueden nunca dar su voto en favor del doctor Cervantes, y el señor Guajardo pertenece a esa familia; señores.....

El C. Cravioto: Pido la palabra, señor presidente, para reclamar el orden.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cravioto.

El C. Cravioto: Como continuamente estamos oyendo, no discursos sino diálogos, y esto entorpece mucho nuestras labores parlamentarias, atentamente suplico al señor presidente se sirva ordenar se dé lectura a los artículos 102 y 103 del reglamento, y los haga cumplir estrictamente.

- Es C. secretario Garza Gonzáles, leyendo: "Artículo 103.- Comenzada la discusión, ningún individuo puede pedir la palabra sino en voz baja y acercándose al presidente, ni se podrá interrumpir al que habla, bajo pretexto alguno, a no ser para reclamar el orden.

"Artículo 104.- No se podrá reclamar el orden sino por medio del presidente, en los dos casos siguientes: primero, cuando se infrinja algún artículo de este reglamento; segundo, cuando se viertan injurias contra alguna persona o corporación."

El C. Guajardo: Así, pues, señores diputados, pido que una vez más demostréis que sóis respetuosos de la suprema ley del país, y os exhorto a que os apeguéis a lo que estrictamente dice la ley. con respecto a lo que dice el señor Cervantes, yo solamente soy responsable de mis actos y no lo puedo ser de los de mis parientes políticos que sí son ricos; pero no puedo yo de ninguna manera hacer que ellos obren como yo obro; es un cargo infundo que se refiere a mí y yo sabré responderlo.

El C. Céspedes: Señores diputados: Uno de mis primeros propósitos al estar aquí dentro de la Cámara, el principal, será sostener lo que alla en el Congreso Constituyente de Querétaro hicimos. No puedo permitir que se falseé la interpretación de un artículo o de una fracción de artículo por ninguno de ustedes. Al estampar nosotros en el artículo 55 la fracción III, a que se ha venido haciendo referencia, tuvimos como criterio único, y que sea el fiel intérprete de él, que para ser diputado se necesitaba, en primer término, el conocimiento de la región. ¿Cómo se adquiere ese conocimiento? Por el origen o por la vecindad. El espíritu de la ley en esta 3a. fracción es éste: el conocimiento de la región. Hay que atenerse, señores, no a la letra que mata, sino al espíritu que vivifica. El señor don Luis G. Cervantes ha estado viviendo durante muchos años, es hijo adoptivo del Estado, conoce esta región; ¿Qué, por el hecho de que ha abandonado 5, 6 ó 10 meses su región no conoce las necesidades de ella? El espíritu de la ley es que no debemos atenernos a la letra que es muerte.

El C. Manrique: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: Como ya acabó de hablar el señor céspedes, ya no tiene objeto mi moción.

El C. presidente: Tienen la palabra el C. Cepeda Medrano en contra.

El C. Cepeda Medrano: Señores diputados: Fui el primero en Saltillo de los que protestaron: de la elección que se estaba haciendo en favor de mi amigo, de mi querido amigo el doctor Cervantes. Fui el primero que en Coahuila convoqué a los clubes, y les dije que, interpretando fielmente la ley, no podía ser diputado el doctor Cervantes, en contra de todos mis buenos deseos y de mi voluntad. Yo, no se crea que he pedido la palabra en contra, con el objeto de desechar el dictamen en esa parte, no señores; en parte estoy de acuerdo con el doctor Siurob, presidente de esa comisión revisora, porque veo que el señor doctor Siurob se ha ajustado a la ley en la primera parte, pero tiene dos fases. El señor doctor Cervantes sabe, y le consta, que cuando salio electo lo felicité muy cariñosamente y le dije que sentía haber sido su enemigo en política; pero que se había debido únicamente a que la Constitución de 1917, que nosotros habíamos firmado en el congreso Constituyente, no lo podría aceptar en esta Cámara. El señor doctor Cervantes, que está aquí presente, puede justificar mis palabras. El sabe que yo fui primera la persona en el estado que protesté contra la elección de mi amigo y fino compañero y revolucionario, el doctor Cervantes, a quien aprecio. Pero vamos a la parte segunda del dictamen de la comisión. En eso no estoy conforme. ¿Tuviera la bondad la honorable comisión de decirme cuál ha sido su criterio legal para pasar por alto la elección a favor del C. Juan Martínez que está en segundo término?

El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: Contestaré a su debido tiempo, así que usted acaba de hacer uso de la palabra.

El C. Cepeda Medrano: Señor presidente: no podría seguir adelante sin saber cuántos votos tuvo el señor Juan Martínez a su favor, y cuántos el señor Aureliano Esquivel y cuántos el señor doctor Cervantes, a quien, repito, como revolucionario lo aprecio y los estimo.

El C. Siurob: Como no recuerdo precisamente en este momento el número de votos, a la secretaría suplico se digne informar al señor.

El C. secretario Garza González: El acta de la junta computadora, en su parte relativa, dice:

"....hecho el cómputo general, resultaron electos como diputados propietarios, los ciudadanos siguientes: doctor y coronel Luis G. Cervantes, por 2,766 votos, contra 2,439, que para el mismo cargo obtuvo el C. Juan Martínez M., y 953, el C. Aureliano Esquivel...."

El C. Cepeda Medrano: Muy bien. Ya ven ustedes, señores diputados, con qué criterio tan injusto ha procedido en este caso la honorable comisión. O nosotros vamos a censurar las elecciones legales que se han verificado en cada uno de los Estados, respetando el sufragio efectivo por el que tanto hemos luchado, o nosotros vamos a hacer que todos los votos de nuestros conciudadanos se nulifiquen únicamente por la voluntad de una comisión revisora, o porque así intereso a los partidarios de cierto partido. Indudablemente que debemos hablar muy alto y venir con todo valor civil a descubrir esas llagas, porque la nación nos observa. ¿Qué no comprendemos, señores, que al desechar de nuestro seno a un representante legítimo del pueblo con todos los requisitos que la ley exige, estamos cometiendo un crimen? Y ¿Vamos a hacernos solidarios de ese crimen únicamente porque la comisión revisora ha dictaminado en esa forma, únicamente porque a un partido le interesa tener determinado representante en esta Cámara? Indudablemente que no, señores. ¿Hasta cuándo vamos a implantar las leyes? ¿Hasta cuando vendremos con todo valor civil, contra todos los hombres, contra todos los partidos, a decir: "Las leyes que hicimos en 1916-17, en Querétaro, las llevaremos en la punta de la espada." ¿Por qué, entonces, se procede con este criterio? En el caso del señor Antonio Villarreal, que se le quitaron muchísimos votos, 1,001 votos; que se le juzgó con un criterio político inmoral; que se le dijo que se le quitaban esos votos por estas razones y por las otras, y la honorable asamblea aprobó el dictamen de la comisión estoy conforme, perfectamente bien; yo fui de los que lo desaprobaron; pero en este caso, señores, sírvanse ustedes observar que el señor don Juan Martínez tiene 2,439 votos en su favor; el señor don Aureliano Esquivel, que esta en las galerías, tiene 953 votos; es decir ; que se le quieren restar todavía a este señor 1,486, votos. para que la honorable comisión nos venga a traer aquí un representante que no ha sido electo por el pueblo, sino que ha sido electo por un partido. Señores, ¿Con qué criterio vamos a proceder? ¿Quieren ustedes que los constituyentes de 1917, tan jacobinos, tan amantes de la ley, vayan a sancionar este procedimiento de la comisión? ¿Creen ustedes que porque en esa honorable comisión se encuentra el señor Siurob, que es un revolucionario sincero y honrado, no puede haberse equivocado en este caso? Señores: yo exhorto a ustedes a rectificar su criterio, y al efecto quiero hacerles algunas aclaraciones. El doctor Cervantes ha dicho, ha olvidado que el señor don Juan Martínez es revolucionario. Y digo que lo ha olvidado, porque lo sabe perfectamente bien, y yo voy a recordárselo. El señor don Juan Martínez M. ha estado desde 1910 al lado de la revolución que inició el señor madero; lo sé porque soy hijo de Coahuila, y porque fui uno de los delegados del señor Madero en las épocas más difíciles en que fuimos a levantar parte del Estado de Chihuahua. Yo sé que el señor don Juan Martínez M. en 1912, en la época en que salió electo el señor doctor Cervantes como presidente municipal de Monclova, salió electo por uno de los pueblos del distrito de Monclova; el señor don Juan Martínez M. salió electo por el pueblo de San Juan de Sabinas. El señor Martínez se portó allí con un radicalismo asombroso. San Juan de Sabinas fue el primer pueblo del Estado de Coahuila en donde se procedió al reparto de tierras, tanto que eso le causó un disgusto muy serio al señor licenciado Acuña, que se encuentra aquí presente....

El C. Acuña. interrumpiendo: Es falso lo que está usted diciendo.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Perfectamente bien, señor licenciado Acuña; pero a mí me consta que esos hechos ocurrieron en San Juan de Sabinas, porque yo era inspector general de hacienda, como usted lo sabe, y usted era inspector de oficinas públicas, nombrado por el señor Carranza; y estando a las órdenes directa de la Secretaría de Gobernación fue a visitar ese pueblo, y probablemente el señor Acuña, por sus grandes ocupaciones, no recuerda este hecho, pero yo sí lo recuerdo y él lo sabe perfectamente bien porque me extendió el nombramiento de inspector general de oficinas públicas y de visitador de hacienda. Entonces pasé yo, en 1913, siendo el señor don Jesús Acuña inspector general de hacienda de Piedras Negras, y yo, visitador general de hacienda en el distrito de Monclova....

El C. Acuña, interrumpiendo: Yo nunca he sido inspector de nada en Piedras Negras ni en Monclova: es falso lo que está diciendo el señor.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Perfectamente bien; yo recibí una comunicación de usted, diciéndome que era inspector de hacienda en Piedras Negras, cuando el señor Carranza estaba radicado allí, en 1913, y yo era visitador de hacienda con facultades amplias; eso es completamente cierto, y apelo a la honorabilidad de jefe de la revolución. En ese tiempo, señores, cuando yo visitaba el pueblo de San Juan de Sabinas, muchísimas personas se acercaron a mí, preguntándome por qué razón el señor don Juan Martínez había mandado repartir algunos solares que estaban sin cultivo, y por qué se había tomado la facultad de entregar las aguas que estaban sin aprovechamiento a varios habitantes de aquel lugar. Yo no quise hacer gestiones ante el jefe de la revolución porque lo consideraba lícito, puesto que en los momentos supremos porque atravesaba la revolución los grandes hacendados habían huído al extranjero, y los humildes trabajadores habían quedado en las poblaciones pequeñas, expuestos al hambre y a la miseria, únicamente por el capricho de los hacendados. (Siseos.) Aunque ustedes siseen, señores, tengo que decir la verdad, aun cuando le pese al mundo entero. Contra todos esos siseos está la ley, la razón y la justicia. Vamos ahora al punto legal. Yo vengo a combatir duramente a la comisión porque no estoy de acuerdo con sus procedimientos. Ustedes, señores, en su dictamen, han salvado la personalidad del señor Juan Martínez M. y han dicho: "Es diputado el señor Aureliano Esquivel," cosa indebida e ilegal. La comisión debió haber dicho: "Se nulifica también la elección del señor Juan Martínez M. y se aprueba la elección del señor Esquivel, debiendo expresar las razones claras y terminantes para que la asamblea se pueda dar cuenta exacta. No está aquí el señor Juan Martínez M. para que pueda defenderse; pero estamos nosotros, sus compañeros, sus amigos, sus simpatizadores, los hombres que hemos luchado siempre juntamente con él para defenderlo en estos momentos, y para decir a ustedes que aquí se trata de violar miserablemente la ley que nosotros dimos en el Congreso Constituyente de 1917, y que no debemos permitir que se viole la ley en este sentido. ¿A dónde vamos a parar? ¿Qué va a decir mañana la nación? ¿Quíeren ustedes que nosotros salgamos satisfechos de aquí, únicamente porque un partido más o menos poderoso nos lanza de la Cámara a la calle sin respetar la ley? ¿Creen ustedes que mañana no vamos a demostrar a los pueblos en donde hemos sido electos la manera injusta con que aquí se ha procedido? Indudablemente que sí, señores; tendremos ese derecho, porque ese derecho es sagrado, y nadie nos lo quita. Yo quisiera que ustedes hubieran pasado a Monclova, y hubieran visto aquellos pueblos que visitó el señor Cervantes, y que visitó el señor Juan Martínez M., y verían ustedes el entusiasmo que hubo en esos pueblos para votar en favor del señor Juan Martínez. Ello prueba que goza de simpatías; prueba que no se le puede arrebatar por la comisión revisora ninguno de esos voto, porque de otro modo procederíamos con marcada injusticia, con marcado partidario. Y no se trata más que de aplicar la ley, y espero que todos los constituyentes de 1917 apoyen, contra todos los apasionamientos de partido, lo que la constitución de 1917 establece en su artículo 55.

El C. Acuña: para rectificar un hecho pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Acuña.

El C. Acuña: El primero es éste, señores diputados: Yo nunca he sido inspector en ninguna parte. Me atengo al archivo de cualquiera secretaría, de cualquier gobierno de cualquier Estado de la república. El segundo hecho es éste: No tengo conocimiento, hasta hoy, de que se haya repartido un metro de terreno en el Estado de Coahuila. Lo único que se hizo cuando yo fui gobernador del Estado, fue facilitar agua y tierra a los pobres porque no estaban allí sus propietarios, sus dueños, y esto lo hice para que pudieran vivir una temporada de 6 meses, pues conocía la miseria que reinó en Coahuila; pero de que se dieran facilidades para cultivar las tierras a que se repartieran tierras, hay diferencia como de un abismo.

El C. Cepeda Medrano: Quedo conforme con la rectificación que ha hecho el señor Acuña. Se han facilitado tierras, pero no se repartieron .

El C. Acuña: Me falta decir otra cosa: Me atengo al archivo del primer jefe para que se demuestre si he sido inspector alguna vez en el estado de Coahuila.

El C. Cepeda Medrano: Usted lo ha sido señor Acuña; usted lo ha sido.

El C. Acuña: Al archivo del primer jefe me atengo.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Aurelio Manrique.

El C. Manrique: señores diputados: Ninguno menos sospechosos que yo para quien me conoce; me lisonjeo de ceerme exento de partidismo político, de sectarismo político quise decir. Voy a hablar en pro del dictamen de la comisión, distinguiendo, porque así me parece acertado, dos partes. En realidad estoy de acuerdo en una parte del dictamen de la comisión, y no sé si lo este con el resto, porque aun no escuchamos las opiniones de la comisión para expresar por qué se nulificó la elección que vino inmediatamente después en número de votos, la del señor Juan Martínez M; pero sí voy a apoyar decididamente la primera parte del dictamen de la comisión que rechaza o declara nula la elección del doctor Cervantes. En primer lugar, debo hacer una aclaración. Por el momento, porque es bien sabido que es más fácil orientarse en política local que en política nacional, en política local, por lo que se refiere a mí, era la cosa tan clara y decisiva, sabía yo o lo creía saber, de qué lado estaban los verdaderos intereses populares, y me afilié sin vacilación a determinado partido; en política nacional es más difícil orientarse, sobre todo para quien es inexperto en política, y quien no puede abarcar el conjunto de la política nacional. De allí que no tenga en este momento un compromiso explícito contraído con ningún partido de la Cámara. Puedo, pues, tener la satisfacción de afirmar que hablo sin compromiso con las derechas o con las izquierdas; puedo, pues, también afirmar que no debo mi entrada a la Cámara a ningún favor personal, y tan es así, que algunas de las personas que hablaron en mi favor cuando se discutió la elección, el señor Martínez de Escobar, por ejemplo, la misma comisión afirmaba no conocerme. No se hizo aquí alusión a mis méritos personales como revolucionario y como liberal, ni podrían haberlo hecho, porque no lo tengo. Se insistió, pura y exclusivamente, en la legalidad de las elecciones del señor Méndez a quien yo seguía en número de votos. Hecha esta aclaración, paso a ocuparme del criterio legal, en lo que creo que , con justicia, se funda la sección de la comisión revisora. Ante todo, los señores don Luis G. Cervantes y Aureliano Esquivel me son desconocidos. Con el señor Aureliano Esquivel tuve alguna plática, algún cambio de impresiones a propósito de esto, pero que no me puede comprometer porque para esto es la discusión: para escuchar el pro y el contra del asunto. Al señor Cervantes tampoco le conozco; pero creo que, si no lo hubiese conocido, me habría bastado casi su peroración de hoy. El señor Cervantes se ha revelado de cuerpo entero, digno y leal. Si se nulifica la credencial del señor Cervantes, yo pediré por creerlo de justicia, un aplauso para el señor doctor don Luis G. Cervantes, en lo personal. Pero se trata del criterio legal. El señor Luis G. Cervantes ha insistido mucho sobre un valer como revolucionario; he insistido, en suma, sobre el criterio político. Yo me alegro mucho de que el señor don Eduardo Hay, uno de los hombres representantes del partido liberal constitucionalista, haya proclamado aquí que, ante todo y sobre todo, está el criterio legal; que secundariamente debe venir el punto de vista político y moral, estrechamente ligado con el político. Digo esto, porqué tal ha sido la norma de mi conducta en anteriores votaciones, algunas de las cuales noté que produjeron en torno mío cierto aislamiento, del cual no me arrepiento, porque yo me limite, pura y sencillamente a cumplir con lo que creo mi deber. (Aplausos.)

Digo. pues, que el señor Eduardo Hay proclamó, con acierto, que el criterio legal debería ponerse en primer término. Esa es la verdad. Si Hay duda entre uno y otro, entre el amigo y el enemigo, si ambos están dentro de la ley, apliquemos el criterio político, coloquémoslos en el platillo de la balanza, y si pesa más del lado del amigo favorezcamos al amigo. Hay algo falso aquí: se atribuye, no sé si con justicia, a don Benito Juárez, que decía: para los amigos, la justicia y el favor; y para los enemigos, la justicia seca. Algo así pudiéramos decir en la Cámara, si los dos, amigo y enemigo, están dentro de la ley, favorezcamos al amigo; pero si el enemigo está dentro de la ley, favorezcamos al enemigo, porque la justicia así lo ordena: este es el criterio legal. (Aplausos.)

Digo, pues, que la comisión ha estado fundada en la primera parte de su dictamen, al declarar nula la elección de don Luis G. Cervantes, y entre paréntesis, a propósito de la personalidad de don Luis G. Cervantes, decíase con justicia que las adversidades son las que prueban a los hombres, y se nos ha revelado como un hombre de cuerpo entero al no desmayar con la primera derrota y nos ha dicho que le tendremos dentro de año y medio en esta curul. Yo hago votos porque así sea, señor Cervantes; pero entre tanto, la ley electoral es clara y terminante, y afirmo que una de las causas de nulidad en la elección, según el artículo 57, fracción I, es hallarse el electo comprendido en alguna prohibición o carecer de los requisitos exigidos por la ley. Y esos requisitos exigidos por la ley los sabe ya de memoria la comisión; esa ley es la fundamental Constitución de 1917, recientemente promulgada y aprobada, y dice en el artículo 55 que se necesita ademas ser mexicano por nacimiento y tener 25 años cumplidos; ser originario o vecino del Estado, con residencia de 6 meses anteriores a la elección. Ahora bien, esa residencia de 6 meses es lo que jurídicamente se llama la vecindad, y tal vecindad se pierde ausentándose del lugar en que se ha adquirido. Dice la última parte de la fracción III: "La vecindad no se pierde por ausencia en el desempeño de cargos públicos de elección popular." Y esto quiere decir que quien enumera, excluye. Si, pues, el Constituyente creyó necesario especificar que la vecindad no se perdía en este caso, tácticamente decía, que se pierde en cualquier otro caso, y aquí debo hacer una salvedad a la interpretación que da el señor Cervantes; si bien es la interpretación hija de un criterio revolucionario, no es la interpretación legal haber estado con el jefe de la revolución en los momentos de peligro. Es un gran mérito, pero no es un requisito; o al menos será que yo no haya visto bien la ley; pero no lo encuentro comprendido en la fracción del artículo 55. He buscado, en vano, un artículo que diga: "Basta haber estado al lado del Primer Jefe de la revolución. Tanto es así, y yo creo que en este sentido debe elogiarse la honradez política del Primer Jefe, y también, sobre todo, del Congreso constituyente, que si bien en los artículos transitorios estableció que no regiría la fracción 5a. del artículo 82, relativa a que en las elecciones la persona designada para la presidencia de la república no debería estar en servicio activo en el ejército o con mando de tropas, lo que era muy natural que no se exigiese al señor Carranza. Dado que era casi segura su elección, teniendo en cuenta las circunstancias especiales en que se halla el país; pero yo he buscado inútilmente un artículo transitorio que pudo haber puesto el señor Carranza, y que también pudo haber agregado el Congreso Constituyente, si sólo se hubiese guiado por ambiciones personales; artículo transitorio que no se puso, y que hubiera dicho: "La vecindad no se pierde en las próximas elecciones, que se verificarán según el artículo 2o por ausencia en el servicio de la causa revolucionaria." Eso hubiera sido muy fácil y no se hizo. Es, pues, errónea en mi sentir, la interpretación tan amplia, .demasiado amplia, que resulta holgada , del señor Cervantes, sobre este artículo constitucional. Si, pues, la elección no se pierde sino por el desempeñó de cargos de elección popular, se pierde, tácitamente, lo dice la ley, por el desempeñó de cargos o comisiones, sean de la Primera Jefatura sean de la presidencia de la república, que no sean de elección popular. Sería más o menos litigiosos, según el criterio de cada uno, que el señor Carranza hubiese sido representante del pueblo; pero no es litigioso que ya el señor Carranza, declarado presidente de la república por las elecciones pasadas, sea el representante genuino de la voluntad popular; esto no es litigioso, no podrá negarlos el más obcecado, y sin embargo, en plena vida constitucional, habrá que distinguir entre comisiones y cargos dados por la Primera Jefatura, por nombramiento, y sin embargo no puede sostener el doctor Cervantes que esos cargos de elección popular son los de presidente de la república, municipal, diputado, senador, etc. De manera que yo creo que la comisión revisora se ha ajustado clara y explícitamente al texto de la ley. Se habla y con razón, de que no debemos ajustarnos sólo al texto de la ley, al texto, que es la letra que mata, sino al espíritu que vivifica; pero como quiera que sea, esto a lo sumo, constituirá un error, una omisión o un defecto de esta Constitución de 1917; debemos tomar apuntes de todas estas cosas, porque, efectivamente, creo que el doctor, Cervantes debe estar identificado con los intereses del pueblo al que viene a representar; pero también es cierto que el texto de la Constitución es claro y explícito, por otra parte, si esto hubiese constituido una omisión, tomen nota de ellos las comisiones, que en lo futuro habrán de proponer reformas al texto de Constitución para que no vuelva a resultar otra omisión análoga, pero entre tanto no se reforme la le y esta en vigor, y si a ella se ha ajustada claramente la comisión revisora en la primera parte de su dictamen, creo que a esta primera parte del dictamen, por lo menos, debemos dar, señores diputados, nuestro voto aprobatorio.

El C. Siurob: Pido la palabra para apoyar el dictamen.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: CC. diputados: Reza el proloquio latino: "Duran lex, sed lex." Yo mismo, desde esta tribuna, he sentado el precedente de que los artículos constitucionales deben respetarse en lo absoluto, excepto en un solo caso, cuando las necesidades nacionales, plenamente comprobadas ante nosotros, exijan lo contrario, y eso a juicio de las dos cámaras: es decir, a juicio del Congreso todo reunido. De manera que habiendo sentado yo, como presidente de la comisión, a quien le toca dictaminar sobre esta credencial, este principio, ustedes comprenderán, por lo que han dicho también todos los demás oradores, que tenían que dictaminar en contra de la credencial del señor doctor Cervantes. Sus antecedentes como revolucionario yo los conozco; el compañero que me ha precedido en el uso de la palabra no los conoce, o dice que no los conoce. Yo sí los conozco; los conozco perfectamente. Me consta que es un revolucionario de los más limpios, que es un luchador de los más abnegados, que es uno de aquellos hombres, que por defender una causa, no vacilan en trocar el bisturí por la pluma o por la espada. Me consta que es de los que han sufrido todas las calamidades posibles: la destrucción de su hogar, de sus intereses, las intemperie, las fatigas de la campaña, los horrores de los horrores de los hospitales; en una palabra, ha pasado por todas las fases lamentables, por todas las fases tristes y heroicas también, de nuestra gloriosa y bendita revolución. Vaya para el querido compañero, vaya para una de las honras del cuerpo médico mexicano, que ha sabido colocarse siempre del lado de la libertad y de la justicia, mi más sincero y entusiasta aplauso; el aplauso que nace de un corazón revolucionario que sabe comprender el suyo, y yo también pido a esta asamblea, que así como un reaccionario, el licenciado Villarreal, se salió antes de la votación, por miedo de que la asamblea lo echara fuera con sus miradas de desprecio, el señor doctor Cervantes salga entre los aplausos de todos los compañeros.

El C. Cervantes: Gracias, compañeros.

El C. Siurob: Ahora, desechada, pues, la primera parte del dictamen, a la que no tengo nada que añadir, voy a referirme al asunto de partido. ¿Quiénes son los que han impugnado a esta Cámara de estar obrando con espíritu de partido?

Han sido reaccionarios; no lo digo por el señor Cepeda Medrano. (Aplausos y risas.) Pero fijáos en una cosa muy sospechosa: el señor Cepeda Medrano también es partidario del principio de que, por haber andado los revolucionarios con el Primer Jefe o por haber sido designados mandatarios por el C. Primer Jefe en el período preconstitucional, es como si fueran designados por el pueblo. No, señores; sería resucitar en esta Cámara el criterio de que el Estado soy yo, y eso sólo lo proclamó el rey - sol Luis XIV cuando se proclamó monarca absoluto en Francia. Así es que, por esta parte, desechemos en lo absoluto toda oposición al dictamen, en lo relativo a mi estimado compañero el señor Cervantes Fijáos también en que el señor Cervantes es correligionario nuestro; fijáos en que pertenece al partido liberal Constitucionalista y que yo no pertenezco a ningún partido, porque el doctor Cervantes es correligionario mío como liberal radical, pero no como miembro del partido liberal Constitucionalista. Pues, yo que no pertenezco a ningún partido, y que me siento en este lugar porque lo he creído más conveniente, en el caso del licenciado Villarreal se me ha tachado de que he dictaminado con espíritu de partido, y en el caso del compañero Cervantes se me ha tildado también por ese espíritu de partido, porque he dado un dictamen en contra de un miembro del partido liberal constitucionalista. Por allí podrá formarse el pueblo que asiste a esta asamblea, así como la honorable Cámara, un juicio de la justicia que asiste a esta comisión, y que no es cierto que se pretenda, como se ha hecho creer, que en esta Cámara sólo van a admitirse los que pertenezcan a ese partido. Yo protesto contra semejantes aseveraciones, y como mis protestas se asientan sobre hechos, espero que la asamblea las tendrá en cuenta. Vamos a referirnos ahora a la segunda parte del dictamen, a la que se refiere a la candidatura del señor Aureliano Esquivel. El señor Esquivel presentó una protesta, en que manifestaba que aquella elección tenía una multitud de defectos, entre otros, que en algunas casillas fuera de la población, se habían llenado boletas con la misma mano en lo absoluto; que faltaba una multitud de documentos en casi todas las casillas; esos documentos eran nombramientos de instaladores, listas de escrutinio, actas de declaración de las casillas; en una palabra; todos los documentos. Como era natural, la comisión tuvo que ir viendo el expediente en todas sus partes, y resulta que en multitud de casillas no hubo ninguno de estos documentos, que en muchas de aquellas casillas, no hubo tampoco lista de escrutinio, nombramientos de empadronadores y todos los documentos que la ley exige que la votación en una casilla sea válida. Por tal razón no sólo se encontró una multitud de boletas sin estar en forma de expedientes, sino una masa enorme de boletas sin documento alguno, que hizo que se nulificará toda aquella votación, como legítimamente debía haberse nulificado, conforme a la ley electoral. Ya habéis visto el apego con que yo me ciñó a la ley, y de esta manera he tenido el honor de que ninguno de mis dictámenes haya sido rechazado de una manera absoluta. Eso comprueba que la comisión se ajusta en todo a la ley. Si quiere el estimable compañero, que pase a la secretaría, que vea el expediente, y allí verá una masa informe de boletas, muchas llamadas con la misma mano, en favor del C. Martínez y que no tiene documentos de ninguna clase de instalación de casillas, ni de empadronadores, ni de escrutinio. En tal concepto y teniendo en cuenta todos los votos a favor y en contra, resulta triunfante el señor Esquivel por una mayoría de 112 votos. De manera que ya lo sabe el estimable compañero... este es el criterio legal. No tengo otra razón que objetar, porque no conozco ni a uno ni a otro. El señor doctor Cervantes no llegó a conocer al señor don Juan Martínez en todo el tiempo que estuvo allí viviendo; quiero que el licenciado Acuña me haga favor de decirme si él supo que fuera popular y tuviera votos en ese distrito.

El C. Acuña: No he sabido una palabra a ese respecto.

- EL C. Siurob: Es muy común, CC. diputados, que los candidatos que no tienen partido en un distrito triunfen fuera del distrito; pero en la cabecera del distrito, en donde está la gente consciente, en donde están los hombres que saben velar por sus derechos y no me dejan, sea donde pierde el candidato impopular y donde triunfe el otro, es decir, en donde gane el candidato popular y en donde pierda el otro. Es precisamente lo que ha pasado en este caso. El señor Esquivel tiene una gran mayoría de votos en la cabecera, y en cambio el señor Martínez no tiene votos....

El C. Cervantes, interrumpiendo: Pido la palabra para una rectificación.

El C. presidente: Después de que acabe el orador.

El C. Siurob: Suplico al señor presidente le conceda la palabra.

El C. Cervantes: Muchas gracias; una rectificación nada más. El señor Siurob está cometiendo ahora un error, porque no conoce el distrito de Monclova. El señor Aureliano Esquivel, con toda seguridad, en la cabecera del distrito no tuvo más que unos 13 votos, y dice el señor Siurob que tuvo una gran mayoría de votos en la cabecera del distrito. La segunda rectificación es ésta; que yo no he dicho que porque no conozca la personalidad del C. Juan Martínez M, no sea conocido en el distrito; todo lo contrario, es muy conocido en el distrito, y aseguro que, a pesar; mío, porque tengo más afectos como revolucionario activo al señor Equivel, aseguro que el señor Martínez ignora si se nulificó esta elección, y si se repiten las elecciones en Monclova, él saldrá electo, porque es mil veces más popular el señor Martínez en el distrito que el señor Aureliano Esquivel.

El C. Siurob: Señores: como ustedes ven, estos datos no aclaran el debate.La única cosa cierta es la que acabo de exponer; que las boletas vinieron en montón: que no existen expedientes y que la comisión, ciñéndose exclusivamente al criterio legal tiene que juzgar las cosas únicamente como las encuentra y no como quieren que las encontremos cualquier candidato. Es muy frecuente que las comisiones sean las piedras de toque para que los candidatos perdidos comiencen a asegurar que eran populares, que las comisiones obraron de mala fe y otras cosas por el estilo. Allí están los expedientes; si la Cámara en general duda que hayamos obrado conforme a la ley, que se nombre una segunda comisión que pase a revisarlos, aunque no creo que la Cámara piense que nosotros hemos faltado a nuestra obligación, a nuestro deber. De manera que espero por todas estas razones que la Cámara se encontrará satisfecha y sabrá a qué atenerse ¿Que por qué no he modificado el dictamen diciendo que es nula la elección del que sigue en número de votos? Porque sencillamente no es el que sigue en número de votos; porque habiendo hecho la computación encontramos que sigue en número de votos, sino el señor Aureliano Esquivel. Por tanto, estando ajustado a la ley, pido que se confirme en todas sus partes lo asentado en el dictamen.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Gómez Noriega.

El C. Gómez Noriega: (Siseos.) Señores diputados: jamás los siseos me han intimidado ni los aplausos me han vanagloriado. El exordio, señores diputados, con permiso del maestro Chucho Urueta, no es más que la presentación que hace el orador al auditorio para que le escuche su discurso o su exposición y permitidme, señores diputados, que os haga un breve, mucho muy breve exordio. Hace todavía unas horas presenté yo aquí una credencial porque supe que estaba para discutirse la elección de un distrito electoral del Distrito Federal, y única y exclusivamente porque tuve esa noticia por tercera persona, me apresuré a presentar esa credencial que de antemano tenía, porque me fue entregada el 21 de marzo próximo pasado. Francamente, con toda honradez os digo, no tengo ni la esperanza, ya diré por qué no tengo esa esperanza, ni el empeño de salir diputado a esta legislatura, pero sí tengo el empeño en venir aquí, ya que una credencial completamente legal me ha dado el derecho de hablar clara y terminantemente....

El C. Villarreal Filiberto: Para una moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra una moción de orden.

El C. Villarreal Filiberto: Que se concrete el orador a hablar del asunto de que se trata.

El C. Gómez Noriega: Acabo de decir, señor Villarreal, que con un exordio iba a preparar al auditorio. Si usted no sabe lo que es un exordio tenga la bondad de retirar la palabra y no interrumpir. Pero sí, señores tengo el empeño muy grande por cierto, de venir aquí a hacer uso del derecho que me da ese papel que se llama credencial para únicamente correr el telón y hablar claro para que todo el mundo lo oiga, y hablar muy alto para que todo el mundo lo entienda. Vengo a desenmascarar, a invitaros a una noche de carnaval, a que veáis a una comparsa , a que miréis a un desfile de enmascarados que tranquilamente van hacia una finalidad. Hemos visto aquí que con la mano en la cintura se dice a la asamblea: "Señores diputados, aquí tenemos tres criterios para discutir las credenciales que presentan los ciudadanos que aspiran o tienen derecho de ser diputados; tres argumentos tenemos absolutamente aquí para ver esas credenciales; primero, el punto legal; segundo, el punto político y tercero, el punto moral." Y esto, señores, no es más que una arma de tres filos que se voltea por un lado cuando conviene a cierto grupo; por otro, cuanto le conviene, y por otro, cuando también le conviene, señores diputados. (Aplausos.) A mí no me importan, señores diputados, las personalidades ni las autoridades que los filósofos llaman autoridades morales Si Jesucristo viene con su divino verbo o cualquier filósofo viene a decirme que seis es mayor que doce, ante Jesucristo digo: usted a pesar de ser Jesucristo y a pesar de su divino verbo y su filosofía a mí no me convence de que seis es mayor que doce, porque no tengo más imperio ni mas jefe, ni más orientación que la razón. (Aplausos.) Yo interrogo a la muy honorable comisión que dictaminó en el caso del doctor Cervantes: al usar vosotros, señores, ese cuchillo de tres filos, ¿que filo le encajaron al doctor Cervantes? ¿El filo moral, el legal o el político? Ya he dicho, ya he observado que todos dicen: ¡Oh, el doctor Cervantes es un revolucionario, es un político intachable; porque allí el filo encuentra una coraza ¿verdad? Luego por otro lado hay que atacarlo ¿Por qué? Porque, señores, es el filo que conviene aplicar al doctor Cervantes. Yo interrogo al señor y respetado, pública y privadamente lo digo siempre, doctor Siurob para que me diga que criterio tuvo la Comisión para dictaminar en el caso del doctor Cervantes.

El C. Siurob: Pido la palabra. Acabo de asentar, estimado compañero, desde la tribuna en que usted se encuentra... (Voces: ¡No se oye!) Acabo de asentar en estos momentos, compañeros, desde la tribuna donde se encuentra el compañero Gómez Noriega, que fue única y exclusivamente el criterio legal y conforme a ese criterio acabo de demostrar palpablemente a la asamblea que se forjó el dictamen.

- Pues permitidme, señores diputados, que entremos de lleno en materia. Vamos a la ley, señores diputados. Desde el tiempo de los romanos, pueblo perfectamente conquistador, dicen en sus grandes leyes, sabias y completamente equitativas, que los avanzados, los conquistadores y los militares no pierden jamás porque eso es sagrado: el hogar y el perímetro político o administrativo en donde estaba enclavado ese hogar y de allí salió lo que se llama vecindad y domicilio. Y aquí, los que han hablado en contra del doctor Cervantes y los que han hablado en contra del dictamen, han hecho un cambio que es burdo, pero demuestra cierta habilidad. No sé si será propio o será inyectado. El domicilio se pierde, señores, porque se ausento el señor Cervantes desde 1913 del distrito de Monclova. El domicilio se pierde, y efectivamente, el domicilio conforme a nuestra ley común, conforme a nuestro código de procedimientos civiles, se pierde por la ausencia absoluta o parcial del individuo del lugar donde se reside; pero es que la ley, señores, no exige el requisito de domicilio exige única y exclusivamente el requisito de vecindad. Se es vecino no porque se éste encallado en un lugar de una manera física, también se es vecino, y principalmente, cuando se tiene el derecho, o comete un hecho, tal es el residir moralmente en determinado lugar, y el doctor Cervantes tiene residencia efectivamente, tiene de residencia, entiéndase bien, dieciocho años en Monclova. Luego, pues, está domiciliando en Monclova y puesto que aceptó una comisión sagrada, una comisión tan noble, una comisión tan sublime como la que todos vosotros traéis aquí porque vosotros representáis también lo más noble y sagrado del hombre, del ser humano; la voluntad. También como esa; comisión sagrada que tenéis todos vosotros, señores diputados, al venir comisionados por vuestros comitentes, también el señor Cervantes comenzó su caminata pesada expuesto a muchos peligros, pero no menos sagrada y menos sublime. Comenzó su caminata abandonando su hogar, su vecindad, el distrito de Monclova, su domicilio, para ir también a una comisión, repito, a una caminata bastante pesada; el doctor Cervantes iba comisionado por el pueblo mexicano, en una parte pequeña si se quiere, para quitar también el antifaz, señores, del traidor Victoriano Huerta. Como dije, os he invitado a una carnavalesca mascarada en la que ese grupo va a desfilar uno por uno. ¿Y ahora que dicen? Que el señor doctor Cervantes no tiene la vecindad, no tiene la vecindad en Monclova. Entonces yo pregunto, señores ¿Pues en dónde tiene la vecindad el doctor Cervantes? ¿En el viento? ¿Hay aquí algún zeppelín para que el doctor Cervantes tenga su vecindad cerca de la luna? ¿Es que este hombre no tiene vecindad en la República? No, señores, veamos poco a poco este asunto; este asunto señores es perfectamente político; estamos ya cansados de estas maniobras políticas que sólo se hacen con la perfección con que se está haciendo, por medio de la práctica. Señores, cuando se ha vivido muchos años bajo el imperio de Porfirio Díaz cuando se ha tratado absolutamente frente a frente a los anteriores dignatarios....yo cuando era estudiante oía a estos personajes figurar ya en las altas esferas, y ahora se dicen demócratas; como le decían a Víctor Hugo en la República Francesa: "Quítate el antifaz, enmascarado - y miren ustedes a quién, - ayer todos vosotros os presentabais como bonaparistas y hoy os presentáis como falsos demócratas, sin haber dejado de ser bonaparistas." Y yo pregunto de esos enmascarados, de esos carnavalescos que se nos presentan siempre con antifaces negros como la infamia y como la traición; yo pregunto a esos señores si ellos, también en épocas pasadas, no muy remotas, se dirigían desde Francia al mismo Limantour, pidiendo protección en unas cartas que chorreaban infamia e inmundicia; y todavía, señores, también desde el flamante, desde el hermosísimo palacio de Bucareli, se pretendió dar un golpe en el Congreso Constituyente; yo descubriré más tarde a estos emboscados de antifaces negros. Estamos cansados de tanta infamia y de tanta maniobra política. A mí no me importa lo que pueda suceder y lo que pueda pasar en torno o en cada uno de vosotros; pero sí os digo, señores, que toda esa pléyade de jóvenes que han expuesto verdaderamente sus pechos en el campo de batalla, que vienen de los Estados, perfectamente puros, todos esos jóvenes, señores, desgraciadamente se han venido y han caído, tal vez inconscientemente, en la red más formidable que han tenido de antemano ciertos enmascarados, y tal vez más fuertes que las redes que tiende Inglaterra a los submarinos alemanes. Tarde o temprano todo se pondrá en su lugar, porque la naturaleza no da saltos, sigue su curso natural y legal. La ley de la naturaleza, jamás, absolutamente jamás, puede ser violada por mucho talento que se tenga para ser ministro, o por mucho que se tenga en la brega parlamentaria. Lo que pasa aquí, señores, es muy sencillo; siempre estamos pregonando la ley, esto, aquello o lo de más allá. ¡Oh, señores! se dice en la historia general, según lo recuerdo, que una vez Napoleón, sentado amigablemente con unos oficiales alemanes, tomaban una copa en no sé qué jardín, y decían los alemanes: "Señor: nosotros peleamos por patriotismo, nosotros peleamos por honor; y ustedes, los franceses, pelean por dinero," Contestó Napoleón: "Cada quien pelea por lo que le hace falta."

Señores: yo os suplico encarecidamente, yo os ruego de todas veras, que pongáis cuidado en vuestra votación, que no sólo aquí, la capital de la república, está pendiente de lo que está pasando en esta Cámara, toda absolutamente; y tarde o temprano, señores, veremos ya las fulguraciones. No me importan las preparaciones parlamentarias; traigo bastante lastre para contestarles, tengo bastante cargos también para contestarles, y dobles respuestas dignas. Yo, señores, estoy conforme con San Ignacio de Loyola, en que se castigue al musulmán que niegue la virginidad de María, y no sé por qué no sale un nuevo San Ignacio de Loyola, porque yo también negaré la virginidad o pureza de ciertas personas. Señores: dad vuestro fallo consultando a lo más sagrado, a lo más noble, a vuestra conciencia, y según el dictado, de este supremo juez que la naturaleza nos ha dado, aceptad o arrojad de aquí a un revolucionario de buena cepa, como lo es el doctor Cervantes.

El C. Alvarez del Castillo: Para un interpelación.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Hay con anterioridad.

El C. Alvarez del Castillo: Es para una interpelación.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Alvarez del Castillo: Con el respeto que me merece la presidencia de esta junta preparatoria, me permito excitar al C. presidente, con su carácter de ex - diputado del Congreso Constituyente, que se sirva ilustrar el criterio de esta honorable asamblea respecto a lo prevenido en la fracción 3a del artículo 55 constitucional, ya que está en pie la opinión a este respecto de labios autorizados, como son los del señor ex - diputado al Congreso Constituyente, Céspedes.

El C. presidente: Yo no tengo ningún inconveniente en dar las informaciones que me ofrece mi memoria en este momento, a fin de ilustrar el criterio de la asamblea, con la reserva única que no deben tomarse estas informaciones como una opinión en el caso a debate, porque, para el objeto, pediría la palabra y hablaría; ¿Quiere el señor diputado que le dé antecedentes de parlamento con relación al artículo 55 ?

El C. Alvarez del Castillo: No oigo, señor.

El C. presidente: ¿Usted pretende que se ilustre el criterio de la asamblea con la información de los antecedentes de parlamento en la formación del artículo 55?

El C. Alvarez del Castillo: Únicamente trato, señor presidente, de ilustrar mi criterio para votar en justicia, porque, hasta ahora, todavía no estoy orientado, puesto que el C. Céspedes ha dicho que el espíritu de la fracción 3a. del artículo 55 se refiere, en lo que respecta a vecindad, al conocimiento que se debe tener del distrito.

El C. presidente: Entonces señor, como esta información tiene por objeto ilustrar el criterio de la asamblea, me inscribiré para tomar parte en el debate, para hacer oír mi opinión personal con los antecedentes de parlamento, y dentro de un momento tendré el gusto de servirlo, señor diputado. Tiene la palabra el C. Hay.

El C. Hay: Se ha dicho, se han pronunciado con mucha razón y mucha justicia, las palabras latinas que dice "Dura lex, sed lex;" la ley es dura, pero es la ley. La ley fue dura para Mario Méndez; la ley fue dura para Villarreal, y la ley es muy posible que sea dura también para el compañero doctor Cervantes; pero será la ley en todos los casos. Yo hubiera deseado pasar por alto muchas de las cosas dichas por el señor licenciado Noriega; pero han sido de tal índole que no merecen ser despreciadas, puesto que hay cierta clase de ataques que no pueden, ni deben ser despreciados. Y yo creo que al hablar lo siguiente, voy a representar aquí a una gran mayoría de esta Cámara, casi a la totalidad, pues ha llamado a esta Cámara una masa carnavalesca con caretas que él se encargará de quitar.

El C. Gómez Noriega: Para una aclaración.

(Siseos.)

El C. Neri: Moción de orden;

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Neri: No se puede interrumpir al orador más que con mociones de orden. Es necesario que se respete al orador.

El C. Gómez Noriega: Tengo la palabra. (Voces: ¡No, no!)

El C. Hay: Las palabras del señor Gómez Noriega podrían haber impresionado a algunos de los aquí presentes, y quizás hasta mí a mismo, si no hubiera estado presente determinada noche el partido liberal constitucionalista; y digo que me hubieran impresionado, porque mientras no tengan pruebas de que un hombre no es sincero nunca le achaco falta de sinceridad, y como ahora tengo las pruebas de que el señor licenciado Gómez Noriega empeño una noche formalmente su palabra de honor de respetar la decisión de la asamblea, haciéndose a un lado y trabajando por la candidatura que iría en lugar de la suya, y al día siguiente empezó a trabajar por esa propia candidatura, digo lo siguiente: el hombre que empeña un día su palabra de honor y al día siguiente la retira, este hombre no merece crédito de ninguna clase. (Aplausos.) Por eso digo yo que las afirmaciones del señor licenciado Noriega, sobre todos o algunos, o unos pocos de los elementos que están aquí presentes, y a los cuales promete desenmascarar, podrían ser despreciadas si hubiera sido conocido por todos ese antecedente del señor licenciado Gómez Noriega; y no lo desprecio precisamente; pero tengo duda sobre él, puesto que las palabras tienen dos valores: el valor intrínseco de la palabra misma y el valor de la persona que la emite. Por lo tanto, la afirmación del señor licenciado Gómez Noriega, de que aquí hay muchas caretas, es muy posible que tenga razón de ser, señor licenciado Gómez Noriega, y yo veo una delante de vuestro propio rostro. (Aplausos.) Aquí tenemos muchas cosas falsas; creo que habemos aquí algunos mutilados que con dinero hemos tenido que comprar algunos miembros que nos faltan, y que hemos sacrificado en los campos de batalla; eso sí es falso, señores; pero la causa ha sido una causa verdadera, una causa justa y noble, y no nos averguenza esa clase de falsedades. (Aplausos.)

El señor licenciado Gómez Noriega ha dicho muchas otras cosas que no vale la pena tocarlas, y puesto que solamente se refieren a él mismo y su personalidad, como presunto diputado, me es perfectamente indiferente. Pero él ha hablado algunos puntos en contra del dictamen y a eso me voy a concentrar únicamente. Créanme los señores aquí presentes que es para mí un verdadero dolor, me causa profunda pena el venir a hablar en pro del dictamen, porque se trata de un hombre a quien aprecio mucho, de un amigo a quien aprecio como hombre moral y honrado, y a quien admiro como a un hombre de sinceras ideas revolucionarias, como el doctor Cervantes; pero no sería honrado, ni demostraría consistencia en mi criterio, si un día hablo en contra de Villarreal, puesto que la ley no estaba a su favor; si otro día voto en contra de Mario Méndez, porque la ley no estaba en su favor, y si ahora viniera yo a votar en favor del doctor Cervantes, estando la ley en su contra. Cuando el licenciado Gómez Noriega y perdónenme si lo vuelvo a mencionar, ha dicho que yo he venido aquí a decir, entre las falsedades que ha dicho, que yo vine con la mano en la cintura, la tenía sobre el corazón, señor licenciado Gómez Noriega. El dijo que yo vine a decir que había tres criterios que habían de regirnos: el moral, el legal y el político. Tuvo mucha razón en decir que dije yo esas palabras; pero no está en lo justo al decir que estos tres criterios no son más que un cuchillo de tres filos, que en unos casos se aplica en una forma y en otros casos en otra. Claro es que algunos casos a uno de los filos es al que le toca cortar, y en otros a otro.

Cuando se trata de un hombre que trae una credencial perfectamente ilegal, ¿Cómo es posible dejar de aplicarle un criterio legal? Al señor licenciado Villareal yo le apliqué el criterio legal, y lo hice manifiesto: allí está el Diario de los Debates que lo marca perfectamente, porque, en primer lugar, fue ilegal la elección del licenciado Villarreal; pero, además de eso, es preciso que nosotros nos penetremos en la necesidad de un enjuiciamiento por medio de un criterio moral y político, porque, señores, yo soy franco: yo hubiera salido de esta Cámara si el asesino, o digo, el defensor del asesino de Gabriel Hernández hubiera penetrado a esta Cámara porque yo no puedo sentarme junto a un hombre al que considero profundamente inmoral; él puede ser en su vida privada perfectamente moral; pero en un acto de su vida, en un acto que lo marcará para siempre, fue inmoral, y por eso yo recordé este acto; y si este acto fue un argumento para dar mayor peso a los argumentos legales que no le permiten permanecer en esta Cámara, ¿por qué ya no hemos de hacer presión y usar de criterio político para reforzar el criterio legal ? Yo no dije, e invito al licenciado Gómez Noriega a que haga presente una sola de mis palabras, una sola de las ocasiones que haya pretendido que el criterio moral o político deban preceder al criterio legal. No, señor licenciado, está usted muy equivocado; he venido a sostener, a hacer una rectificación ayer mismo, a hacer una aclaración para evitar que pudiera presentarse una confusión en vista de las palabras de uno de los caballeros que hablaron ayer que equivocadamente, de buena fe supongo, dijo que yo había sostenido la tesis de que el criterio político debía ser un principio, y entonces hice una rectificación enteramente clara; y si el señor licenciado Gómez Noriega la hubiera oído, si hubiera cumplido con su deber de venir a los escaños de esta Cámara desde el momento en que tenía una credencial, ya conocería mis ideas; y si ha venido ahora, ha declarado que no le interesaba, que no le importa todo lo que a él o a cada uno de los demás le pase. Vuelvo al asunto; repito que me causa profunda pena hablar en contra del dictamen, por tratarse de un amigo, de un revolucionario y de un hombre honrado; y puesto que no se puede afirmar, reforzar el criterio legal con el político o con el moral, es preciso que hagamos a un lado el criterio moral o el político en este caso y dejemos únicamente un cuchillo o uno de los filos, puesto que reconozco los tres filos, y a usted, señor licenciado Gómez Noriega, probablemente le tocarán los tres filos (Aplausos.); pero al doctor Cervantes, hombre honrado y buen revolucionario, sólo le puede tocar un filo; el filo del criterio legal. Si la ley es dura, es la ley; el señor Cervantes ha dicho, con mucha razón, y yo lo creo, que es bien querido en ese distrito; lo demuestran los votos que él ha recibido; pero él mismo ha declarado que sus propios partidarios habían pensado cambiarlo para otro distrito, puesto que ellos mismos reconocían que no era su residencia. El señor licenciado Gómez Noriega, a pesar de ser licenciado, ha tenido una equivocación lamentable entre residencia, domicilio y vecindad. Ha hablado mucho de vecindad y domicilio, pero no se ha referido a residencia, que es una cosa enteramente distinta. Una cosa es tener un domicilio: un rico puede tener muchos domicilios, pero no tiene más que una residencia, y sobre todo, el requisito de vecindad no es más que uno, que está perfectamente especificado en el artículo citado de la Constitución de 1917. Ahora bien, ¿cómo es posible que a los pocos días, estando todavía fresca la tinta de las firmas de esta Constitución, de 1917, que nosotros vamos a protestar, cómo es posible que nosotros vengamos descaradamente a pretender violar esa Constitución? ¿Cómo pretende el señor licenciado Gómez Noriega que tratemos al poco más o menos la ley, como él dijo, hasta con su ademán, que la ley por aquí y la ley por allá? No, señor licenciado; hay muchos abogados honrados que no tratan a la ley así, que la tratan por una línea recta, y hay muchos que no somos abogados que la tratamos también por una línea recta. Es preciso que sea respetada esa Constitución, porque si vamos a empezar a violarla desde este momento sería mejor que cerráramos este Congreso y dijéramos al pueblo: no vamos a engañar a ustedes; hágase lo que la fuerza bruta quiera, puesto que no vamos a tener en cuenta la Constitución de 1917, que lleva la misma historia triste de burla sangrienta que tuvo la de 1857. Es preciso que nosotros podamos inspirar la suficiente confianza al pueblo, de que esta Constitución no va a ser letra muerta, sino que va a ser respetada, y para demostrárselo tenemos que empezar desde ahora. Es preciso que vengamos aquí con honradez, con lealtad, con rectitud, y no con las argucias de un abogado que no sabe cumplir su palabra de honor (Aplausos.)

Si yo hubiese estado en el distrito de que el señor doctor Cervantes es nativo, en el distrito en donde tenía su residencia legal, créame el señor doctor Cervantes que yo, con todo gusto, le hubiera dado mi voto, y se lo hubiera dado porque creo un digno representante del pueblo. Pero ¿Vamos nosotros a guiarnos puramente por simpatía? No, señor Noriega; y no solamente no nos guiamos por simpatía; pero ni siquiera por sectarismo, por espíritu de partido; y una prueba de ello es que el señor Cervantes es un digno 2º vocal del partido liberal constitucionalista, y yo, que no soy más que un miembro de él, vengo a dar mi voto en contra, porque creo que las obligaciones del partido sólo deben subsistir cuando trate de cumplirse con la ley, y entre los puntos a discusión está un punto legal, y las ligas de un partido deben romperse cuando se llegue al terreno de la inmoralidad, y yo conceptúo que es inmoralidad violar una ley que acaba de ser emitida. Yo francamente, no he podido estudiar todavía a quién corresponde, en caso de que se decida en favor del dictamen, en lo que se refiere al doctor Cervantes, a quien corresponde la elección, si al señor Martínez o al señor Esquivel.

Yo no conozco a ninguno de los dos, y con esto se verá, que vengo a usar de los tres cuchillos, señor Gómez Noriega, sino en la forma en que se usan y la mano que los maneja, porque un cuchillo hecho de oro puede ocasionar muchos crímenes, y la ley, que es un cuchillo terrible, no de tres, sino de muchos filos, desgraciadamente la ley, cuando está manejada por un abogado sin honor, que no sabe respetar su propia palabra, la ley, entonces, no es un cuchillo de tres filos, sino de un número infinito de filos. (Aplausos.) Yo debo decir lo siguiente: donde la ley no distingue no tenemos derecho a distinguir. Si la ley no distingue en ese artículo de la Constitución, nosotros no tenemos derecho a distinguir; pero apoyando en esa parte el dictamen, con profunda pena, lo repito, vengo a la otra, que es la que se refiere a la sucesión, es decir, a quien corresponde la curul si al señor Martínez o al señor Esquivel. No tengo bien estudiado este asunto. Como quiero aplicar antes que todo un criterio legal, no voy a hacer presión sobre ello. Quizás los compañeros se hayan formado un criterio mucho mejor que yo, o quizás posteriormente tengan más puntos aclaratorios para ello, pero sí puedo decir una cosa: que hasta ahora nadie tiene derecho de arrojar ninguna mancha a la comisión revisora, porque nos ha demostrado que han venido aquí haciendo a un lado un sectarismo mendaz de amistades y ha venido a dictaminar honradamente, y la prueba es que todos los cargos que equivocadamente se ha pretendido lanzar contra ella han sido perfectamente aclarados y justificados ante esta asamblea. Creo yo que el señor licenciado Gómez Noriega, menos que nadie, tiene derecho de arrojar lodo a una comisión honrada. Puede equivocarse la comisión, no es infalible; y si la comisión se equivoca, la Cámara, esta honorable asamblea, sabrá si se ha equivocado o no, y ella, con su voto, decidirá si se equivocó o no. Pero una cosa es equivocarse y otra cosa es tener malevolencia, otra cosa es dictaminar con un espíritu de maldad; y yo puedo asegurar a usted, señor licenciado Noriega, que tengo la convicción profunda de que aquí no ha habido maldad ni dolo. No son caballeros de los que se arrepienten de su palabra de honor, son hombres revolucionarios, hombres de honor que vienen aquí a imponer, ante todo, su conciencia a través de su dictamen, que puede ser examinado por todo el mundo; de manera que yo creo que debemos nosotros de dar un voto de confianza a la comisión, aun cuando sus dictámenes no sean aprobados, pues una cosa es rechazar el dictamen y otra cosa no tener confianza en la comisión. Por mi parte, esta comisión, como todas las comisiones que nos han presentado asuntos, tienen un voto de confianza personal mío. Si mañana obraren de distinta manera, con la misma entereza con que vengo a hablar aquí en pro de ellos hablaré yo en su contra, y no con la mano en la cintura, señor licenciado Noriega, sino con la mano en el corazón.

El señor licenciado Noriega ha dicho también que cada quien pelea por lo que le hace falta.

Yo creo que lo que le hace falta al señor licenciado Noriega es honrar la palabra empeñada; quizá por eso está luchando. (Aplausos).

El C. prosecretario López Lira: De conformidad con el artículo 111 del reglamento, se pregunta a la asamblea si se considera suficientemente discutido el punto.

El C. Basáñez: En vista de que muchos de los que estamos aquí somos novatos y no conocemos el reglamento, suplico a usted se sirva leer el artículo respectivo del reglamento.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Artículo 111.- Antes de cerrarse en lo general la discusión de los proyectos de ley, podrán hablar 6 individuos en pro y otros tantos en contra, además de los miembros de la comisión dictaminadora y de los ministros. En los demás asuntos que no sean económicos de cada Cámara, bastará que hablen 3 en cada sentido, a no ser que ésta acuerde ampliar el debate."

El C. Basáñez: Han hablado 5 individuos en contra y nada más tres en pro.

- El mismo prosecretario: voy a leer a usted la lista de los oradores. Hablaron en contra de los CC. Cepeda Medrano, Cervantes y Gómez Noriega; en pro, los CC. Guajardo Manrique y Hay.

El C. Basáñez: Perdone usted; el señor que tiene el audífono, también con el pretexto de hacer una aclaración, habló en contra del dictamen.

El C. Cravioto: Pido la palabra para rectificar un hecho.

El C. Basáñez: Además la comisión....

El C. prosecretario López Lira. interrumpiendo: Se ha preguntado si conforme al artículo 111 se considera suficientemente discutido; los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie.

El C. Hay: para moción de orden de suma importancia.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: Para proceder con toda justicia con esto, yo suplicaría al señor presidente de esta Cámara que aclarara el punto constitucional, puesto que fue interpelado, y tiene la obligación moral de contestar ese punto, y nosotros tenemos la obligación moral de escucharlo.

- El mismo C. prosecretario: ¿Se toma en consideración la moción del señor Hay? (Voces: ¡Sí!)

El C. García Vigil: Moción de orden. Estamos en votación; ruego que el reglamento se cumpla estrictamente.

El C. Hay: Para una moción de orden. Deseo saber si fue declarada la votación.

- El mismo C. prosecretario: Se acaba de declarar que se considera suficientemente discutido.

El C. Cepeda Medrano: Pido que sea nominal; si hay 7 personas que quieran secundarme, se los agradeceré infinito; aquí se juega el honor de nuestra patria.

El C. prosecretario López Lira: Se procede a la votación nominal

El C. Hay: Moción de orden. El dictamen consta de dos puntos; pido que se dividan esos puntos para su votación.

El C. presidente: Ya no se puede dividir el dictamen.

El C. Hay: Me permito hacer presente que cuando se comenzó la votación pedí precisamente la separación de los puntos que se van a votar.

El C. Chapa: Pido la palabra para apoyar la proposición del C. Hay

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Chapa: Hay dos proposiciones completamente distintas en el dictamen; yo suplicaría a la comisión se sirviera dividirlas: la nulidad de la elección del señor Cervantes y la elección del segundo candidato.

- El mismo prosecretario: La comisión ha acéptado separar las dos proposiciones; se votará la primera, que dice:

"Se declara nula la elección en favor del C. doctor Luis G. Cervantes, como diputado propietario por el 4o. distrito electoral del Estado de Coahuila, por carecer del requisito de vecindad que exige el artículo 55 de la Constitución."

El C. Gónzalez Torres: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Para una moción de orden tiene usted la palabra.

El C. Gónzalez Torres: Suplico a su señoría ordene a la secretaría lea el artículo 117.

- El mismo C. prosecretario: El artículo 117, dice así:

"Si algún artículo constare de varias proposiciones, se pondrán a discusión separadamente, una después de la otra, señalándolas previamente su autor o la comisión que las presente."

El C. Gónzalez Torres: Pido la palabra....

El C. Rivera Cabrera: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Rivera Cabrera.

El C. Rivera Cabrera: Los asuntos que están prescritos en la ley no deben sujetarse a la Cámara, sino que la presidencia debe aplicarla rigurosamente; en consecuencia, debe procederse a la votación.

El C. Gónzalez Torres: El artículo que pedía se leyera a la Cámara, previene que los dictámenes, cuando constan de varios puntos, se separen previamente para discutirlos; creo que no es procedente que habiéndose discutido en conjunto el dictamen se separe a la hora de la votación.

- El mismo C. prosecretario: El artículo número 158, dice así:

"Los artículos de cualquier dictamen no podrán dividirse en más partes, al tiempo de la votación, que las designadas con anterioridad, según lo previene el artículo 117."

La presidencia dispone que, no habiéndose señalado con anterioridad la división de las proposiciones, éstas se votarán en globo, como se han discutido.

El C. Cepeda Medrano: ¿Cuáles son? Favor de darles lectura. No las hemos comprendido.

- El C. prosecretario López Lira, leyendo:

"1a.- Se declara nula la elección en favor de C. Luis G. Cervantes, como diputado propietario por el 4o. distrito electoral del Estado de Coahuila, por carecer del requisito de vecindad que exige el artículo 55 de la Constitución.

"2a.- Es diputado propietario por el 4o. distrito electoral del Estado de Coahuila, el C. Aureliano Esquivel, y suplente por el mismo distrito, el C. Arturo Carranza."

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Está apoyada la proposición del señor Hay y creo de justicia que así se debe proceder. Yo no podría votar contra el dictamen por estar inconforme con una parte, pero conforme en otra.

- El mismo C. prosecretario: Se procede conforme al artículo 158 del reglamento.

El C. Cepeda Medrano: Tenga usted la bondad de leerlo.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Los artículos de cualquier dictamen no podrán dividirse en más partes, al tiempo de la votación, que las designadas con anterioridad, según lo previene el artículo 117."

El C. Silva Herrera: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Silva Herrera: Realmente no se expresó que se separaran las proposiciones para discutirlas; pero de hecho sí se separaron, puesto que solamente se discutió la legalidad de la elección del señor Cervantes. Si de hecho estuvieron separadas, conforme a esa disposición, a que acaba de dar lectura la secretaría, deben ser separadas para la votación. Ni una sola palabra se dijo respecto de la persona que debe substituir al señor doctor Cervantes.

El C. Siurob: No es verdad lo que acaba de decir el compañero, pues hubo candidatos que objetaron legalmente o hubo CC. diputados que objetaron legalmente la 2a. parte del dictamen, y yo fui a defenderlo; de manera que sí se discutió juntamente con la otra y, por consiguiente, no debe separarse; pido a la presidencia mantenga su tramite.

El C. Hay: Pido la palabra para retirar mi proposición. (Aplausos.)

El C. prosecretario López Lira: La presidencia. de conformidad con los artículos 117 y 158 del reglamento, sostiene su trámite. Se procede a la votación. (Durante la votación el C. Alcocer Rosalío, al votar, dice: Me permito respetuosamente suplicar a la mesa, me permita salvar mi voto por no haberme dado cuenta perfecta del debate.)

El C. presidente: La ley prohibe terminantemente salvar el voto.

El C. Alcocer: Alcocer Rosalío; sí.

- El mismo C. prosecretario: El resultado de la votación es el siguiente: 129 votos por la afirmativa contra 20 por la negativa, que fueron los de los CC. Alejandri, Barragán Martín, Basáñez, Bravo Izquierdo, Castañeda, Cepeda Medrano, Céspedes, Córdoba Daniel S., García Pablo, Garza González, Gómez Noriega, Gómez Sario, González Marciano, Garza Pérez, Hernández Garibay, López Darío, Mariel, Montes, Peña y Silva Herrera.

La presidencia por conducto de la secretaría, declara que es diputado propietario por el 4º distrito electoral del Estado de Coahuila, el C. Aureliano Esquivel, y suplente por el mismo distrito, el C. Arturo Carranza.

El C. Siurob: Para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: Antes de que el señor doctor Cervantes tenga que abandonarnos, pido a todos mis compañeros el aplauso que ya antes he solicitado, como una aprobación a su labor revolucionaria y a su labor en general como revolucionario y como miembro del ejército constitucionalista. (Aplausos.)

El C. Cervantes: Honorable Cámara: doy las más cumplidas gracias por esta manifestación de cariño y de simpatía que me profesáis como revolucionario. No puedo menos que acatar como verdadero revolucionario la sentencia que aquí me habéis dado, es decir, que voy a continuar siendo el errante doctor Cervantes, que por cuatro años he estado alejado de mi hogar y no sé por cuántos más estaré, pero sí sabed que el doctor Cervantes continuará su camino de revolucionario, y como verdadero revolucionario confía que todos los actos de esta honorable Cámara estén dentro de la más estricta justicia revolucionaria y, como os dije en aquella tribuna, si en esta época no he reunido los requisitos necesarios para acompañaros, si no me muero, dentro de año y medio tendré el gusto de venir a representar a mi distrito de Monclova, y entonces vendré con gran cariño y con grande entusiasmo a preguntaros por vuestros actos, y si habéis cumplido como verdaderos revolucionarios, el doctor Cervantes continuará estando con ustedes; pero si no cumplís con los ideales de la revolución, el doctor Cervantes, en representación del distrito de Monclova, vendrá a pedirnos cuenta. No puedo menos, señores, que manifestaros mi más profundo agradecimiento por todas las consideraciones que me habéis guardado, y no puedo menos, señores, que manifestar al señor doctor Siurob mi profunda gratitud por esta despedida tan sincera cuanto hermanable que me hacéis. Con permiso de ustedes, me retiro. (Aplausos estruendosos.)

- El doctor C. Córdova: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una proposición.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Córdova.

El C. Córdova: Propongo que todos nos pongamos en pie al salir el doctor Cervantes. (Voces: ¡Sí, sí!)

El C. González Marciano: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. González.

El C. González Marciano: Señores: Antes que abandone el señor coronel Cervantes el local donde ha compartido con nosotros el espectáculo triste, en que una mayoría por miedo, consciente o inconscientemente, ha permitido que se festine la discusión.. (Murmullos, siseos, desorden, campanilla.)

El C. de la Barrera: ¡Ese es el representante de la reacción! ¡ Que retire sus palabras! (Voces: ¡Sí, sí; que las retire! ¡Abajo, abajo; ningún derecho tiene para insultar!)

El C. González Marciano: Señores diputados: Retiro las palabras que antes dije, y voy precisamente a demostrar que he tenido razón en aquéllo.....(Voces: ¡No, no: abajo, abajo!)

Señores: Yo les encarezco a ustedes perdonen la ligereza de mis palabras y me presten un momento su atención. Cuando se trató de discutir la credencial del señor licenciado Villarreal, fueron varios los oradores que en pro y en contra hablaron. En el caso del señor doctor Cervantes únicamente 3 oradores hablaron en pro y tres en contra. Por eso afirmé antes que se había festinado el asunto....

- Un C. diputado. Interrumpiendo: Conforme al reglamento.

El C. González Marciano, continuando: No he dicho si nos apartamos del reglamento, caballero; he dicho que se festinó el asunto. Estaba anotado precisamente para defender al doctor Cervantes: él va a salir de la Cámara; pero conste que el último de los revolucionarios, y ya sé que allá circulan rumores, quizá los que menos tienen razón, señores, para increparme y para dudar de mis palabras son ellos, no hacen más que murmurar de mis antecedentes limpios de revolucionario, de mi actuación política. Señores, no importa; hay muchos hechos que atestiguan que he tenido bastante entereza para enfrentarme, no contra los enemigos de la multitud, sino contra enemigos personales. Decía que hubiera defendido al señor doctor Cervantes, y lamenté infinito la participación que al discutir se observó; pero hoy, en estos momentos en que él abandona el salón, tengo que rendirle, señores, pleito homenaje, mi admiración de ayer, mi admiración de hoy para el revolucionario sin tacha; estaba seguro de que la revolución venía a devorar a sus hijos, estaba seguro de que la ley, que los mismos hombres que defendieron las instituciones ayer pisoteadas, las leyes forjadas en Querétaro, vienen precisamente a maldecirlo a usted (Dirigiéndose al doctor Cervantes), y a echarlo de aquí a donde lo trajeron un sinnúmero de ciudadanos de su distrito. La primera defensa que se puede hacer de usted, señor doctor Cervantes.... pero usted no tiene la culpa de haber permitido que el licenciado Noriega, un individuo que no es revolucionario, un hombre manchado en política, viniera aquí a lanzar palabras concretas y palabras duras contra aquellos que lo atacaron. Estoy seguro de que la conciencia de los representantes de esta Cámara habría reaccionado y que se hubiera discutido su credencial con un criterio legal; pero no para motejarlo, sino para tener una poca de clemencia, que ya es lo único a que aspiramos los revolucionarios; una poca de clemencia para nuestros actos, y una poca de justificación también para los procedimientos. Lleva usted, señor doctor Cervantes, la admiración de todos. Déjenos aquí en nuestro puesto a aquellos que ya estamos salvados, los que no podemos estar hoy con la multitud, pero que estaremos mañana contra aquellos que dan su voto inconscientemente. Déjenos usted aquí. Están perfectamente bien sentados en derechas y en izquierdas los verdaderos revolucionarios, que no esperan que por su conciencia ni por sus labios hablen las bocas de los hombres, sino el derecho de los hombres, que está sobre el derecho de todas las imposiciones. (Aplausos.)

El C. Hay: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: Señor doctor Cervantes, un instante. Yo fui uno de los que defendieron el dictamen desde el punto de vista absolutamente legal. Repito que con profunda pena, pena causada por el respeto que como revolucionario tengo para usted, y por el afecto que personalmente usted me inspira; pero yo creo que hay alguna injusticia, muy grande, de parte del señor general Marciano González, al venir a expresar en un principio, aun cuando después retiró sus palabras, que por miedo habíamos votado en ese sentido. Yo desearía preguntar: ¿Votar por miedo a qué?....

El C. González Marciano, interrumpiendo: ¡Voy a contestar!

El C. Hay: Yo mismo voy a contestar. Hemos votado así por miedo a que mañana el pueblo nos diga que estamos pisoteando la nueva Constitución, como los antiguos diputados pisotearon la antigua Constitución. Ese fue el miedo que nos hizo votar así. (Aplausos.) Yo no tuve el honor de ser constituyente porque en buena lid fui derrotado y fui yo el primero que felicité a mi contrincante; pero yo quise respetar en todo y por todo esta Constitución nueva, y prueba de ello es que cuando fui a Querétaro y vi que la Constitución me iba a incapacitar para presentarme como candidato a diputado en vista de que estaba encargado de una secretaría de estado, yo hablé con algunos amigos, abiertamente, no por debajo de mano, para suplicarles estudiaran mi caso ya que podría haber así otros secretarios que quisieran tener el derecho de representar al pueblo aquí, y entonces, reconsideraron el asunto y hubo un artículo transitorio que permitió a los secretarios y subsecretarios el tener derecho a ser diputados siempre que se retiraran el día de la promulgación de la Constitución o de la convocatoria. Yo cumplí con ese requisito; si yo hubiese cumplido con él hubiera sido el primero en exigir de mis amigos que no me dieran su voto puesto que no había cumplido con los requisitos legales de la Constitución que, como ciudadano mexicano, estaba yo obligado a cumplir y ahora tengo una doble obligación y todos nosotros la tenemos; tenemos obligación de respetar esa Constitución, que ha sido jurada en Querétaro, como ciudadanos mexicanos y obligación de respetarla doblemente como presuntos diputados al Congreso de la Unión. Ese es el miedo, señor compañero, que hemos tenido.

El C. González Marciano: contestando la interpelación de usted.....

El C. Hay: No es interpelación, pero en fin, no tengo inconveniente en que el señor González así lo haga.

El C. González Marciano: ¿Quiere usted, en efecto, que le conteste si es el miedo? Muy bien.

Mi conciencia de revolucionario y de hombre me dice que sí ha habido miedo, no en este caso, sino en otros muchos; se ha tenido miedo de que un presunto diputado venga a este recinto.

Ahora señor Hay, yo llamo a la conciencia de usted para que me diga si con el mismo metro conque ha medido usted al doctor Cervantes se debe medir a todos. Piense usted perfectamente en lo que le digo y en estas palabras escritas en la Constitución: que deben retirarse aquellos que pretendan lanzar su candidatura, de una manera absoluta de determinado puesto. Mañana, señor Hay, volveré ha hablar de este asunto.

- EL C. Hay: Yo agradezco a usted que me recuerde mis deberes del futuro porque como hasta ahora no sé lo que es dejar de cumplir con ellos, pudiera desgraciadamente dejar de cumplirlos. Yo le agradezco a usted que diga que hemos votado con inconsciencia porque quiere decir eso que somos inconscientes; esa es una opinión personal como cualquiera otra: yo no debo discutir si soy inconsciente o no lo soy; cada cual tiene de sí propio la opinión de que es consciente aun cuando sea un loco y yo tengo la opinión de mí mismo de ser consciente aun cuando mañana juzgue con el mismo caso; puede estar seguro el señor compañero González que así lo haré, puesto que yo mismo he venido a sostener esa tesis y ha sido el punto más fuerte, quizás el único que ha impedido al doctor Cervantes permanezca aquí como diputado, y es el hecho de que hemos tenido que ser conscientes, hemos tenido que hacer honor a nuestra decisión de ayer y de antier, en lo que se refiere a Mario Méndez, y no podemos conscientemente votar en distinta manera, porque entonces, si lo hubiéramos hecho, el señor compañero habría tenido mucho derecho de decirnos que éramos unos inconscientes. Queda contestada su señoría. Si hay alguna otra parte en su interpelación que no haya sido contestada a satisfacción, no tengo inconveniente en volverlo a oír, y le agradeceré a su señoría me diga si está satisfecho con esta explicación clara, en cuyo caso es inútil seguir hablando sobre el punto. Quiero yo también hacerme partícipe y secundar personalmente y de una manera muy especial, la moción presentada por el señor Siurob, y decirle al señor doctor Cervantes que espero yo que el próximo Congreso lo cuente entre los suyos, porque yo estoy seguro que el doctor Cervantes puede representar con mucho honor, con mucha justicia y con mucho patriotismo, no solamente al pueblo de Monclova, sino a cualquier pueblo de la república que pueda votar por él llenando los requisitos de la ley. Lleve el señor doctor Cervantes mi más profunda pena con su salida; pero mi satisfacción cumplida de que he obrado conscientemente, respetándolo como revolucionario y como patriota, respetando la ley que tenemos la obligación de respetar. (Aplausos.)

El C. presidente: a la 1.55 p. m. Se levanta la sesión citándose para la tarde a las cuatro.

- El C. secretario Garza González, a las 4 P.M. pasó lista. Hay una asistencia de 129 CC. Diputados; hay quórum.

El C. Presidente: se reanuda la sesión.

- El C. prosecretario López Lira, leyendo:

"Primera Comisión Revisora de Credenciales.- Sección cuarta.

"Dictamen que presenta la cuarta Comisión Revisora ante la Honorable Cámara de Diputados, englobando todas las credenciales que no han tenido objeción alguna o las han tenido insignificantes y no comprobadas, por cuya razón esta misma comisión ha confirmado la elección en dichos distritos electorales:

"1º de Chihuahua.

"La comisión, después de una minuciosa revisión de este expediente, encontró que en la sección primera faltan documentos que marca la ley. La misma falta se observa en las secciones veintidós, veintinueve, treinta y tres, treinta y nueve y cuarenta y seis; el resto del expediente está ajustado a la ley, y como las irregularidades en las casillas antes citadas no afectan la pluralidad de la elección, dictamina esta comisión que es de aceptarse la credencial del C. Manuel H. Segovia.

PROPOSICIÓN:

"Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral del estado de Chihuahua, el C. Manuel H. Segovia, y suplente por el mismo distrito, el C. Manuel A. Gómez.

"9º de Jalisco.

"Credencial no objetada; expediente arreglado a la ley. La comisión dictamina que es de aprobarse la elección del C. Juan de Dios Robledo y su suplente.

PROPOSICIÓN:

" Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 9o distrito del Estado de Jalisco, los CC. Juan de Dios Robledo y Manuel Martínez Valadez.

"14. distrito del Estado de Jalisco.

"Expediente ajustado a la ley, sin protesta. La comisión dictamina en favor del C. Efrén Aguirre y su suplente.

PROPOSICIÓN:

"Es diputado propietario por el 14 distrito electoral del Estado de Jalisco, el C. Efrén Aguirre, y suplente por el mismo distrito, el C. Miguel San Juan.

"2º distrito electoral de San Luis Potosí.

"No objetado, expediente en regla. La comisión dictamina que es buena y legal la elección del C. Enrique O'Fárrill.

PROPOSICIÓN:

"Es diputado propietario por el 2o. distrito electoral de San Luis Potosí, el C. licenciado Enrique O'Fárrill, y suplente por el mismo distrito, el C. Lauro A. Berumen.

"6º distrito electoral de Zacatecas.

"En virtud de estar limpio este expediente y ajustado a la ley, la comisión aprueba la elección del C. R Lizalde.

PROPOSICIÓN:

"Es diputado propietario por el 6º distrito electoral del Estado de Zacatecas, el C. Juan R. Lizalde, y suplente por el mismo el C. Epigmenio Sandoval.

"4o distrito electoral del Estado de Jalisco.

"Este expediente está ajustado a la ley y no objetado. La comisión dictamina declarando buena elección del C. Juan Manuel Alvarez del Castillo.

"Es diputado propietario por el 4o. distrito electoral del Estado de Jalisco, el C. Juan Manuel Alvarez del Castillo, y suplente por el mismo, el C. Ezequiel Ortega.

"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. México, 9 de abril de 1917.- J Siurob.- J.Morales Hesse.- A. Sánchez. (Rúbricas.)"

Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba; las personas que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pié, Aprobado.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente por el 1er. distrito electoral del Estado de Chihuahua, EL C. Manuel H. Segovia y el C. Manuel A. Gómez.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 9º distrito electoral del Estado de Jalisco, Los CC. Juan de Dios Robledo y Manuel Martínez Valadez.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 14 distrito electoral del Estado de Jalisco, los CC. Efrén Aguirre y Miguel San Juan.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 2o. distrito electoral del estado de San Luis Potosí, los CC. licenciado Enrique O'Fárrill y Lauro A. Berumen.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 6º distrito electoral del Estado de Zacatecas, los CC. Juan R. Lizalde y Epigmenio Sandoval.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4º distrito electoral del Estado de Jalisco, los CC. Juan Manuel Alvarez del Castillo y Ezequiel Ortega."

- El mismo C. prosecretario: La presidencia invita a los miembros de la quinta sección revisora, a que se sirvan presentar sus dictámenes.

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección quinta."

El C. Vega Sánchez, interrumpiendo: Como miembro de la quinta sección de la primera comisión revisora, no quisiera que se pusieran a discusión los dictámenes de esa misma sección por no haber sido todavía aprobada mi credencial. Creo que es un deber de honradez no subscribir un dictamen si todavía se es presunto diputado, ni decidir de la legalidad de una elección. Pido que se sujete a la consideración de la asamblea esta proposición; que se discuta mi credencial para poder comenzar a discutir las de la sección de que formo parte.

El C. Martínez de Escobar: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Martínez de Escobar: Yo pido a la asamblea que no se tome en consideración lo expuesto por el compañero Vega Sánchez, porque no hay una razón para ello, pues así como los miembros que integran la segunda comisión revisora de credenciales dictaminaron sobre la credencial de los quince individuos que integraron la primera comisión sin estar aprobadas sus credenciales, asimismo puede perfectamente bien el señor Vega Sánchez subscribir un dictamen sin estar aprobada su credencial; pero aunque lo estuviere, no hay una razón legal ni de peso suficiente para que no se discutan los dictámenes de la quinta sección; esta es una opinión mía que está ajustada a la ley y que creo debe ser tomada en consideración, señores diputados.

- El mismo C. prosecretario: La mesa opina que no es indispensable que esté aprobada la credencial del C. Vega Sánchez para que subscriba y forme parte de la quinta sección revisora; y en consecuencia, la mesa dispone se dé cuenta con los dictámenes de la sección quinta.

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección quinta.

"Honorable asamblea:

"Según el criterio ya aceptado por esta honorable asamblea, de comprender en un solo dictamen el resultado del examen de varios expedientes cuando no hay puntos dudosos de consideración, hacemos presente:

"Que examinado el expediente del 9º distrito electoral del Estado de Michoacán, encontramos dos protestas: una de ellas firmada por el representante del club político "José María Morelos y Pavón," que trabajó la candidatura de los señores general Martín Castrejón y profesor Silvestre Marroquín, y la otra, afirmada por el club "Santos Degollado," que trabajó la candidatura de los señores licenciado José Gaitán y José Vázquez.

Ninguna de estas dos protestas trae comprobantes fehacientes, y por lo cual aceptamos como válidas las elecciones verificadas, que dieron triunfo a los CC. licenciado José Gaitán y José Vázquez, como diputados propietario y suplente, respectivamente.

"En el 2º distrito electoral del Territorio de Tepic se verificaron las elecciones con arreglo a la ley, y esta comisión no creyó procedente aceptar la protesta que existe en el expediente, y que se refiere a que el candidato electo desempeñaba el puesto de inspector del timbre en aquél distrito, porque esto no es un motivo de impedimento con arreglo a la ley. Por este distrito salieron electos diputados, propietario y suplente, respectivamente, los CC. R. Padilla y Rosendo Gónzalez Rubio.

"Las elecciones verificadas en el 3er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, son válidas y no tienen objeción alguna. Los electos fueron los CC. José S. Pedroza y Lauro S. Segura.

"Revisando el expediente relativo a las elecciones verificadas en el 2º distrito electoral del Estado de Zacatecas, se encontró que el C. Rafael Márquez obtuvo 1,671 votos para diputado propietario, obteniendo 1,320 el C. Samuel M. Moreno, como diputado suplente por el mismo distrito electoral.

"En el Estado de Durango, 4º distrito electoral, la comisión encontró que las elecciones se verificaron correctamente, aunque fue escaso el número de votantes, habiendo obtenido la mayoría los CC. Alfonso Breceda y Alberto Echeverría, para diputados propietario y suplente, respectivamente.

"Las elecciones verificadas en el 1er. distrito electoral del Distrito Federal fueron correctas, favoreciendo el voto público a los CC. Eduardo Hay y Juan Tirso Reynoso, como diputados propietario y suplente, respectivamente.

"En las mismas circunstancias se verificaron las elecciones correspondientes al 8º distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, tocando el triunfo a los CC. José Moctezuma y Luis Morales.

"En el 4º distrito electoral del Estado de Michoacán se encontraron algunas irregularidades, que en nada afectan a la expresión genuina de la voluntad popular, lo que se patentiza con el hecho de no existir protesta alguna ni denuncias que hagan dudosa esa elección, siendo candidatos triunfantes los CC. Uriel Avilés y Francisco Patiño Borja.

"La comisión revisó cuidadosamente el voluminoso expediente electoral que se refiere a las elecciones verificadas en el 1er. distrito electoral del Estado de Puebla. Las pequeñas irregularidades que se encontraron no afectan en nada el resultado general de la votación, que desde luego se inclinó en favor de las candidaturas de los CC. Porfirio del Castillo y Casimiro González. La protesta presentada en la casilla número 52 por el C. Darío Vilchis a propósito de la destrucción de algunas boletas fue consignada al juez de distrito, quien no ha comunicado el resultado de su averiguación; pero cualquiera que sea este resultado, en nada afecta la pluralidad de los votos emitidos. Otras protestas presentadas en las casillas números 56,64 y 82, tampoco tienen importancia ni afectan el resultado de la elección, que designa como diputados, propietario y suplente, respectivamente, a los CC. Porfirio del Castillo y Casimiro González .

"La comisión revisó detenidamente el expediente relativo a las elecciones verificadas en el 16 distrito electoral del Estado de Puebla, y hubo de nulificar algunas boletas escritas con la misma letra y firmadas por ciudadanos que, según el padrón, no saben escribir. Además, se nulificó la elección correspondiente a la casilla instalada en Ahuazotepec, por falta de documentación. No obstante estas irregularidades y nulificación de votos vaciados, obtuvieron el triunfo por mayoría absoluta los CC. Gonzalo Lechuga Valdes, como diputado propietario, y Rubén F. Nuñez, como diputado suplente.

"La comisión, en vista de lo que ha dejado expuesto, sujeta a la deliberación de esta honorable asamblea, las siguientes proposiciones:

"1a.- Son legales las elecciones verificadas en el 9º distrito electoral del Estado de Michoacán; en el 2º distrito electoral del Territorio de Tepic; en el 3er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí; en el 2º distrito electoral del Estado de Zacatecas; en el 4o. distrito electoral del Estado de Durango; en el 1er. distrito electoral del Distrito Federal; en el 8º distrito electoral del Estado de San Luis Potosí; en el 4o. distrito electoral del Estado de Michoacán; en el 1er. distrito electoral del Estado de Puebla, y en el 16 distrito electoral del Estado de Puebla.

"2a. - Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 9o. distrito electoral del Estado de Michoacán, los CC. licenciado José Gaitán y José Vázquez.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 2º distrito electoral del Territorio de Tepic, los CC. R. Padilla y Rosendo González Rubio.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 3er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, los CC. José S. Pedroza y Lauro S. Segura.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 2º distrito electoral del estado Zacatecas, los CC. Rafael. Márquez y Samuel M. Moreno.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4º distrito electoral del Estado de Durango, los CC. Alfonso Breceda y Alberto Echeverría.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Distrito Federal, los CC. Eduardo Hay y Juan Tirso Reynoso.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 8º distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, los CC. José Moctezuma y Luis Morales.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4º distrito electoral del Estado de Michoacán, los CC. Uriel Avilés y Francisco Patiño Borja.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Puebla, los CC. Porfirio el Castillo y Casimiro González.

Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 10 distrito electoral del Estado de Puebla, los CC. Gonzalo Lechuga Val y Rubén F. Muñoz.

"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados, México, 9 de abril de 1917.- Filomeno Mata.- Julio Zapata.- Rafael Vega Sánchez. (Rúbricas.)"

Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien haga uso de la palabra?

El C. Montes: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Montes: Pido que sea separada la credencial del señor Hay, que entiendo va a ser objetada.

El C. presidente: ¿Va a ser objetada por usted?

El C. Montes: No, señor; por un compañero mío que no está presente en estos momentos.

El C. Hay: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Para una moción de orden tiene usted la palabra.

El C. Hay: Para retirarla yo personalmente, a fin de dar gusto a los señores.

El C. Urueta: No puede considerarse eso como una moción de orden. Si el señor general Hay desea retirarla para que se aparte, está muy bien; pero esto no constituye una moción de orden. En cuanto al pedimento del señor general Montes, como no es él quien va a combatir la credencial del señor Hay, sino como su señoría ha dicho, otra persona que no está presente, no es posible darles gusto a las personas que no están presentes. Si el señor general Montes desea atacar, él que está presente, la candidatura del señor Hay, entonces sí tiene derecho para pedir que se aparte. Si, por otra parte, el señor general Hay complacientemente pide que se aparte su credencial, entonces no tengo inconveniente, y también opto porque se aparte.

El C. Montes: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

- EL C. Montes: Creo que tengo derecho para solicitar lo que he dicho anteriormente. Como no está aquí mi compañero, por eso he pedido que sea separada; pero si es indispensable que sea objetada desde luego, entonces la objetaré yo.

El C. Hay: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Hay.

El C. Hay: Para hacer la aclaración de que inmediatamente que se mencionó que una persona ausente deseaba objetar mi credencial, como yo quiero que mi credencial sea tan examinada como cualquiera de las otras, fui el primero, de una manera positiva, en pedir que mi credencial fuera retirada, no a base de ausencia de otra persona, sino para satisfacción de todos los aquí presentes.

-El mismo C. prosecretario: Se separa del dictamen la parte relativa a la credencial del 1er. distrito electoral del Distrito Federal. Para las demás....

El C. Padilla, interrumpiendo: Para una rectificación.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Padilla: El nombre del diputado propietario del 1er. distrito de Tepic debe ser José R. Padilla.

- El mismo C. prosecretario: Se va a hacer la rectificación. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen. Las personas que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Aprobado. La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 9º distrito electoral del Estado de Michoacán, los CC. licenciado José Gaitán y José Vázquez.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 2º distrito electoral del Territorio de Tepic, los CC. José R. Padilla y Rosendo González Rubio.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 3er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, los CC. José Pedroza y Lauro S. Segura.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 2º distrito electoral del Estado de Zacatecas, los CC. Rafael Márquez y Samuel M. Moreno.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4º distrito electoral del Estado de Durango, los CC. Alfonso Breceda y Alberto Echeverría.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 8º distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, los CC. José Moctezuma y Luis Morales.

"Son diputados de propietario y suplente, respectivamente, por el 4º distrito electoral del Estado de Michoacán, los CC. Uriel Avilés y Francisco Patiño Borja.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Puebla, los CC. Porfirio del Castillo y Casimiro González.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 16 distrito electoral del Estado de Puebla, los CC. Gonzalo Lechuga Val y Rubén Muñoz.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Distrito Federal, los CC. Eduardo Hay y Juan Tirso Reynoso."

Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse.

El C. secretario Céspedes: Se han inscrito para hablar, los señores Montes Federico en contra y Hay Eduardo en pro.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Montes.

El C. Montes: Con todo y la simpatía que de antemano tiene el C. Hay, lo mismo para el público que asiste a estas sesiones, que para los honorables miembros de la Cámara, vengo a refutar su credencial y las elecciones hechas en su favor, porque en mi concepto y apegándome al criterio con que se ha juzgado a otros miembros, a otros presuntos diputados, en mi concepto no es legal la credencial ni la elección verificada en favor del señor general Eduardo Hay. Amigo mío el señor general Hay, le reconozco los méritos que tiene como revolucionario; de antemano declaro que es digno por sus méritos, por sus cualidades, de ocupar una curul aquí en la Cámara. Es usted bien conocido como revolucionario, C. Hay; sus antecedentes son limpios, pero hay una cosa. Con esos diferentes criterios con que se ha juzgado a diferentes miembros, a diferentes presuntos diputados: a unos se les dice que será legal su credencial en las elecciones verificadas en su favor; pero que son indignos de ocupar una curul en la Cámara por reaccionarios, por traidores, por pillos. A otros se les dice que serán todo lo revolucionarios que quieran, que se les despide de esa Cámara con aplausos, pero que al fin se les despide, porque no están hechas las elecciones legalmente. A otros se les dice que serán muy legales las elecciones hechas en su favor, y que serán muy revolucionarios, pero que es inmoral que ocupen una curul en la Cámara. No tengo documentos con qué objetar la credencial de C. Hay, y más que objetarla, voy a referirme solamente a un asunto. El artículo 55 de la Constitución, en una de sus fracciones, dice: Para ser diputado - y refiriéndose a los subsecretarios - les marca como condición indispensable que se retiren definitivamente el día de la convocatoria, y tengo conocimiento de que el señor Hay no se retiró definitivamente el día que se publicó la convocatoria para las elecciones, no obstante que ese mismo día haya hecho renuncia de su puesto. Creo, y estoy casi seguro de ello, que esa renuncia le fue aceptada posteriormente al día de las elecciones. No será culpa de él; tampoco es culpa del C. doctor Cervantes, a quien se despidió con aplausos, de que a la ley se le haya dado un efecto retroactivo para unos y para otros no. Tenemos al C. doctor Siurob, que fue gobernador del Estado de Guanajuato; se le aceptó aquí no obstante que no se había retirado de su puesto 90 días antes de la elección, y eso no está prescrito en ninguno de los artículos transitorios, está vigente, CC. constituyentes, en la Constitución que firmaron ustedes; debió de haberse retirado 90 días antes de la elección, y sin embargo, se dijo que la ley no tiene efectos retroactivos; pero para el doctor Cervantes sí tuvo efecto retroactivo; a él sí se le dijo que debía ser vecino 6 meses antes, y la ley no se publicó 6 meses antes. Para unos es un criterio, para otros es otro; y ya que ustedes se han apegado al texto de la ley, quiero que en este caso también se apeguen al texto de la ley; si el C. Hay se retiró definitivamente, si el día de la convocatoria no fungía como secretario de estado, entonces perfectamente, que se le acepte aquí, que es muy digno de ocupar esta curul, y si no, señores miembros de la asamblea, señores constituyentes, dad vuestro voto en el sentido que lo disteis para el doctor Cervantes.

El C. Siurob: Pido la palabra para hacer una rectificación.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: Ya he dicho otras veces ante el honorable Congreso, que en el momento en que yo presenté mi renuncia al gobierno de Guanajuato todavía no se expedía la ley que marcaba ese requisito; por consiguiente, ni yo podía ser adivino de que esa ley se iba a lanzar, ni esa ley puede tener efecto retroactivo, y por si lo tuviere, hay un artículo transitorio, que dice:

"En las elecciones a que debe convocarse, conforme al artículo siguiente, no regirá la fracción 5a. del artículo 82; ni será impedimento para ser diputado o senador, estar en servicio activo en el ejército, siempre que no se tenga mando de fuerza en el distrito electoral respectivo, etc."

Hago, pues, esta aclaración por lo que respecta a mí, y espero que el general Montes quedará muy satisfecho.

El C. Montes: C. doctor Siurob.... ¿Me permite el C. presidente contestar esta interpelación?

El C. Urueta: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Urueta: No está a discusión la credencial del C. diputado Siurob. Esta credencial ha sido aprobada. El C. general Montes se ha referido a ella, pero es una credencial ya aprobada. Se trata, pues, de un caso de cosa juzgada definitivamente, juzgada por el colegio electoral, bien o mal; en mi concepto perfectamente bien juzgada. De todas maneras este es un cargo retroactivo. Comprendo muy bien que el señor Siurob trate de defenderse del cargo, pero ese no es el punto a debate y no podemos desviarnos del punto a discusión.

El C. Siurob: señor presidente: sigo en el uso de la palabra para una aclaración. Como ven ustedes, no solamente que yo podría ser adivino

en el caso, ni porque la ley pueda tener efecto retroactivo. No solamente eso tengo en mi defensa, sino este artículo transitorio que me ampara en lo absoluto. Conste, pues, que no he hecho ninguna violación a la ley con entrar a esta Cámara. Esto lo digo por el recto criterio que he sentado en este recinto, y que estoy dispuesto a sostener hasta el fin de los debates.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. Hay.

El C. Hay: Esta mañana, al salir de la Cámara de Diputados, el apreciable compañero, González me indicó que objetaría mi credencial. Al llegar aquí vi que él estaba ausente, o por lo menos no lo vi como presente. Y precisamente al licenciado Urueta le indiqué que yo, personalmente, iba a pedir que mi credencial se retirara, puesto que quiero colocarme en el terreno legal en todos los casos, y no quiero que ninguna credencial, ni mucho menos la mía, sea aceptada por sorpresa. Es la razón por la cual en el momento en que se levantó el señor general Montes, yo, con cierta festinación quizás, me precipité a pedir lo mismo que él deseaba. Con esto se ve el espíritu que traigo, que es el de que las credenciales sean analizadas cuando ellas necesiten un análisis.

El compañero Montes ha tenido frases de afecto y de elogio para mí, que le agradezco. Ha tenido frases de afecto como amigo, y frases de elogio, como hombre y como ciudadano y como revolucionario; por lo tanto, no existe a discusión el punto de vista moral, ni tampoco el punto de vista político. Estoy en desacuerdo con él, sin embargo, de que en algunos casos hemos aplicado el criterio político, y en otros el criterio moral, y en otros el criterio legal. Lamento verdaderamente el cansar a esta asamblea con la repetición que y por dos veces he hecho de lo que he asentado en otras ocasiones; pero como es un caso importante para mí, y como es preciso que todo se deslinde de una manera definitiva, vuelvo a hacer presión sobre el hecho, y estoy seguro que al recordárselo yo al compañero Montes, él estará de acuerdo con ello. Aquí los tres casos que hemos puesto a discusión, no pueden tener relación con este caso mío: primero, el señor Antonio Villarreal, recordará su señoría que yo objeté esa credencial, principalmente, básicamente, desde el punto de vista legal, y posteriormente, como un aditamento, traté también la parte moral; pero fue muy preciso, ya que yo rechazaba la credencial o rechazaba la elección del señor Villarreal, precisamente por la cuestión legal, porque en mi conciencia estaba que no era él el que había obtenido la mayoría de votos. En lo que se refiere al caso de don Mario Méndez, recordará su señoría que yo hice presión a través de mi voto únicamente, y que di mi voto negativo, porque creí que legalmente estaba inhabilitado para permanecer aquí; de manera que no hubo dos criterios distintos. En el caso del doctor Cervantes, hoy en la mañana se aplico únicamente el punto legal; y puesto que en estos puntos importantes se ha aplicado sólo el criterio legal, creo que en este caso mío hay tanto más derecho para concretarnos a ese criterio legal, no sólo por los antecedentes, que acabo de fijar, sino también porque el señor Montes no ha tocado los otros dos criterios. Para no perder el tiempo en estas discusiones, voy a concretarme ahora al punto preciso y concreto.

Yo fui honrado con el puesto de subsecretario de fomento. Cuando el señor ingeniero Rouaix, secretario de fomento, se vio obligado a ausentarse de esta ciudad para ir a Querétaro a ocupar su curul en el Congreso Constituyente, por la ley, quedé yo encargado de la Secretaría de Fomento; y no solamente por la ley, sino por disposición especial de la Primera Jefatura, que me fue comunicada por el señor secretario de fomento. Cuando antes de la terminación de la Constitución se me ordenó por la Primera Jefatura que pasara a Querétaro para asistir a la promulgación o la terminación de la Constitución, salí para Querétaro, allí, inmediatamente al día siguiente de mi llegada, cuando fui a acordar con el C. Primer Jefe sobre los asuntos que llevaba la secretaría, le hice presente mis grandes deseos, mejor dicho, le recordé mis grandes deseos que tenía de venir a la Cámara de Diputados, y que no quería por ningún motivo quedar inhabilitado. Entre tanto, me percaté del artículo, creo que es el 55, que prohibe a los secretarios y subsecretarios, mejor dicho, les quita el derecho de ser diputados a menos que se hayan separado 90 días antes de la elección Como eso me inhabilitaba, y aun cuando algunos decían que no debería tener efecto retroactivo yo no quise apelar a eso que pudiera parecer algo que no fuera apegado a la ley, aun cuando yo creo que una ley no puede tener efecto retroactivo a ciertos casos. Yo no quise, de todos modos ese punto no lo tengo bien dilucidado; no quise tener que exponerme a recurrir a un argumento de esa clase. Entonces me acerqué a varios de los diputados constituyentes para hacerles presente mi caso y decirles que no iba a trabajar por debajo de mano, sino que iba a trabajar con toda lealtad, como un ciudadano que anhela obtener un derecho, y que les suplicaba yo que se acordaran de mi caso, puesto que era muy posible que también hubiera otros secretarios o subsecretarios que prefirieran una curul a un ministerio, y que quedarían imposibilitados en esa forma de una manera enteramente involuntaria. Esos diputados constituyentes tomaron en cuenta mis palabras y mi súplica y efectivamente hicieron presente al Congreso Constituyente la necesidad o la justicia que habría en poner, en agregar a la Constitución un artículo transitorio que modificara el citado artículo 57. Si no recuerdo mal, fue el último artículo aprobado por los señores constituyentes, y ese artículo transitorio dice así:

"....tampoco estarán impedidos para poder ser electos al próximo Congreso de la Unión los secretarios o subsecretarios de estado, siempre que éstos se separen definitivamente de sus puestos el día que se expida la convocatoria respectiva."

Ahora bien, con la debida calma y mesura, rebato el argumento del C. general Montes, haciéndole presente los siguientes datos precisos, concretos e incontrastables. Cuando se expidió este artículo por el Congreso Constituyente, me acerqué al Primer Jefe y le supliqué que aceptara desde luego mi renuncia para poder estar dentro de este artículo, y el C. Primer Jefe me dijo que no era preciso que lo hiciera yo antes de la promulgación de esta ley. Salí para México e inmediatamente que tuve conocimiento de la promulgación de la Constitución, por telégrafo le comuniqué mi renuncia con caracter de definitiva, manifestándole le objeto por el cual deseaba yo separarme inmediatamente de mi puesto; no traigo los mensajes a la mano; pero creo que, si no la totalidad, la gran mayoría de los aquí presentes pudieron ver en todos los periódicos, en toda la prensa, con fecha 7 o con fecha 8 de este mes la renuncia a que aquí me refiero. La Constitución aquí en México no fue promulgada oficialmente, sino algunos días después, no sé cuando, si dos o tres días, de tal manera que yo tengo casi la convicción moral de que fueron dos o tres días antes de que oficialmente fuera promulgada la Constitución. He aquí que yo presenté mi renuncia por ley y, por tanto, estuve dentro del límite, pero aun cuando hubiera sido el mismo día no hubiera tenido nada que ver. El C. Primer Jefe me contestó mi mensaje con fecha 11 de febrero; debo hacer presente lo siguiente: que cuando yo le dije al Primer Jefe, y aquí vera el señor Montes que yo traigo más cargos concretos en contra de mí mismo que los que él me ha presentado, y es porque quiero tratar el asunto con absoluta honradez, y porque quiero que toda la asamblea juzgue un criterio perfectamente claro y perfectamente ilustrado; cuando hablé con el C. Primer Jefe acerca de mi renuncia tendría que ser aceptada inmediatamente, me dijo estas palabras: "no, señor, la renuncia de usted, por ser definitiva, comenzará a contarse desde el día en que usted la presente, porque no teniendo allí ninguna persona a quien entregar usted la secretaria, es decir, si usted no espera a la aceptación de su renuncia, querría esto decir un abandono de empleo." No me dijo él que ese abandono de empleo está penado por las leyes porque no lo consideró necesario. Por lo tanto, no podía yo, estaba moral y materialmente imposibilitado para presentar mi renuncia el mismo día y abandonar mi puesto. La parte moral y la parte legal de la renuncia empiezan a existir desde el día en que se renuncia; pero hay otro dato más que lo puede comprobar. La renuncia puede ser definitiva desde el día en que se renuncia. Con esto basta, puesto que no es culpa de la persona que renuncia que no le hayan aceptado su renuncia. Vamos a poner por caso que la revolución hubiera dado un decreto, que los empleados de gobierno que no hubieran renunciado al día siguiente del asesinato del señor Madero, estaban incluidos en la ley de 25 de enero de 62 y que estaban condenados a muerte. ¿Y qué hubieran hecho aquellos individuos que hubieran presentado su renuncia inmediatamente y que no se las hubieran aceptado inmediatamente? El tiempo que tardaba el telégrafo de aquí a Querétaro en esos días en que había un recargo extraordinario de trabajo en las líneas telegráficas por las felicitaciones, por lo mensajes de los constituyentes, etc., etc.; el recargo de trabajo que el C. Primer Jefe tuvo también en esos días, justifica la tardanza, la dilación que existe entre el día 6 de enero, fecha en que presenté mi renuncia y el día 11 de enero, fecha en que recibí la contestación. Pero repito, además de esto, que es de carácter absolutamente legal, precisamente legal, sin recovecos, sin subterfugios, hay un dato más que os quiero hacer presente , señores diputados. El día 6 ó 10 fue el pagador de la Secretaría de Fomento a entregarme mi decena, y allí están las cuentas y el recibo del pagador de que yo no acepté mi decena, sino solamente la parte correspondiente hasta el día 6; desde el día 7 dejé de ganar sueldo ¿Qué quiere decir eso? ¿Que quise cumplir con la ley o no? ¿Que quise aprovecharme del puesto algunos días más o que seguí en ese puesto sólo por causa de fuerza mayor y en cumplimiento de un deber que tengo? (Aplausos de las galerías.) Pero aun hay más: aquí está el licenciado Neri, que era director de patentes y marcas, y yo interpelo al señor licenciado Neri, con el permiso de la presidencia, para que me diga si efectivamente el día 7 se me presentó al acuerdo, y yo quiero que él diga si es cierto o no es cierto que yo le dije que no podía realizar el acuerdo porque había presentado mi renuncia y solamente podía despachar los asuntos que ya estuvieran tramitados y que fueran de urgente firma, porque no tenía derecho a negar mi firma, pero me rehusé a acordar; es decir, hasta la minuciosidad más pequeña, hasta en el punto más insignificante quise ser absolutamente leal a la ley, puesto que la ley es mi Dios, la ley es mi rey, es mi todo, y ahora y siempre respetaré la ley. Interpelo al señor licenciado Neri para que diga si me expreso con verdad o no me expreso con verdad.

El C. Neri: En mi carácter de director de la oficina de patentes y marcas, y estando el señor ingeniero Rouaix en la ciudad de Querétaro, el señor ingeniero Hay se encontró al frente de la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria, y efectivamente, el día 7 de febrero como a las 12 de la mañana, iba yo al acuerdo con el señor Hay, y él me contestó que no podía acordar conmigo, porque estaba por separarse del puesto que ocupaba, en virtud de que iba a lanzar su candidatura como diputado al Congreso de la Unión.

El C. Hay: Aun hay más: habían algunos acuerdos: no quise firmarlos; pero algunos documentos sobre los cuales había yo decidido, y que tenía la responsabilidad de esos asuntos, de la tramitación de ellos, no era honrado, decoroso ni delicado el dejar esos asuntos que yo había tramitado y de los cuales tenía yo la responsabilidad. Separarme yo de allí y dejarlos a mi sucesor no era lo indicado, y por eso esos asuntos los firmé, porque de todos modos legalmente estaba obligado a hacerlo, y no podía eximirme a ello, y lo hice, además, por razones de delicadeza. Ahora bien, el día 11 me separé porque el día 11 me fue aceptada mi renuncia, y el día 17 seguí entregando, porque desde el día 6 empecé a entregar. Eso lo podrán atestiguar cada uno y todos los directores de la Secretaría, que yo, lo único que estaba haciendo era terminar los asuntos para poder entregar. Seguí asistiendo a la Secretaría todavía por unos cuatro o cinco días más, con el objeto de dejar arreglados los papeles con el sistema de archivamiento decimal, puesto que yo creo que eso sería facilidad para la Secretaría. Creí de mi obligación que se siguiera ese sistema, porque yo lo había iniciado y fui a prestar mis servicios en esa forma sin compensación de ninguna clase; pero ya sin tener que ver con algún asunto oficial. Pongo por testigos a muchas de las personas, quizás haya algunas aquí, entiendo que el coronel licenciado Cecilio Garza González, no estoy absolutamente seguro; pero entiendo que él me fue a ver alrededor del día 7 u 8 , para tratar de un asunto que tenía pendiente, y le dije que estaba imposibilitado no solamente para atender el asunto sino para tratar de él. Le supliqué que no me hablara del asunto, porque no tenía ya ninguna injerencia allí. Cuando había algunas otras personas que querían empleo y me pidieron que las recomendara entre ellas había algunas de quienes yo tenía la convicción de que hubieran sido muy útiles en esa secretaría, y les supliqué me eximieran de esa obligación moral que tenía yo de recomendarlas, puesto que por delicadeza no podía yo seguir tratando ese asunto.

Por todos estos detalles verán ustedes que yo he cumplido con la letra y con el espíritu de la ley. Si algunas personas me han visto varios días, muchos días después de la fecha de mi renuncia, muchos días después de la elección y muchos días después de mi primera entrada aquí a la Cámara de Diputados, es preciso que haga una explicación de ello, puesto que quiero que todos mis actos sean vistos claramente por todas las personas. Cuando yo estaba en la Secretaría de Fomento comprendía que el sistema de tramitación actualmente empleado, era una rémora y un perjuicio para el público, que no garantizaba debidamente al público en la tramitación de los asuntos y con mis deseos de servir de una manera efectiva, yo empecé a estudiar un sistema, lo implanté y lo he seguido implantando; actualmente ya está en operación en la dirección de petróleo, y estoy casi absolutamente seguro de que está plenamente en operación en la dirección de minas, y que iba a serlo en la dirección de petróleo; puedo afirmarlo porque ayer fui y me han dicho que ya estaba trabajando este sistema y estaba dando resultados buenos; no importan los resultados, el hecho es que ha sido mi trabajo, mas a pesar de seguir aquí en la cámara, pienso seguir, como se lo prometí al señor ingeniero Rouaix, pienso seguir en mis ratos hábiles que pueda dedicar a los propios asuntos, pienso seguir yendo a la Secretaría de Fomento, porque si creo que tengo un sistema que pueda ser útil a mi gobierno y al público, tenga la obligación sagrada de poner ese sistema al servicio del gobierno, y por eso voy a trabajar sin compensación de un solo centavo; no he recibido un solo centavo de la Secretaría de Fomento y todavía más, cuando yo estaba en la Secretaría de Fomento, cesé de percibir mi sueldo como general; el día último del mes pasado fui a presentar a la Secretaría de Guerra mi solicitud de licencia para separarme del ejército y cuya contestación me fue entregada hoy, permitiéndome venir aquí a desempeñar mi puesto de diputado. Por esto verán ustedes que en todos los detalles, en los más insignificantes, me he apegado a la ley; no quise en la época en que estaba en la Secretaría de Fomento, recibir dos sueldos, el de guerra y el de fomento; me he concretado al de fomento; no quise yo seguir percibiendo mi sueldo como general y el último dinero que he recibido de sueldo ha sido el del día 20, porque yo no quería que hubiera dos sueldos, aun cuando entiendo que en este momento no los estamos teniendo .Yo el día 31 pedí mi licencia a pesar de que día yo venir sin licencia, puesto que la licencia no tiene que ser efectiva sino para gestionar el puesto de diputado. Ahora bien, ya por eso verá el señor general Montes que con toda calma, con toda mesura le he contestado. Yo estoy seguro que al darle estos datos que probablemente desconocía, él estará de acuerdo con que me he apegado a la ley. Los días que estuve prestando servicios a la Secretaría de Fomento, fueron unos días obligados por causa de fuerza mayor, puesto que era imposible material, moral y legalmente, que yo abandonara ese puesto sin haber recibido la contestación a mi renuncia que definitivamente de una manera definitiva, presenté con fecha 6 del citado mes. Me alegro mucho de haber tenido esta oportunidad para demostrar que estoy juzgando mi propia credencial con el mismo criterio con que juzgué la credencial de mi querido amigo el doctor Cervantes, como he juzgado otras credenciales, ya sea por medio de mi voz, o por medio de mi voto. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Marciano González.

- Un C. diputado: Sírvase usted decir a las galerías que guarden compostura.

El C. González Marciano: Principio por decir que no es a las galerías a quienes debe hacerse la recomendación, sino a los señores diputados mismos. (Aplausos de las galerías.)

El C. Presidente: Las galerías deberán guardar silencio.

El C. González Marciano: Insisto sobre el punto, es a los señores diputados a quienes también debemos hacerles igual recomendación.

El C. Urueta: Moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

- EL C. Urueta: Para eso supongo que tengo derecho de interrumpir al orador; es el único caso y suplico a su señoría me disculpe, pero para ese caso puedo interrumpirlo; no existe en el reglamento artículo alguno que impida a los diputados que en estos momentos no lo somos, sin simples jurados del colegio electoral, hacer manifestaciones en pro o en contra; en cambio, si hay un artículo reglamentario que impide hacer manifestaciones en pro o en contra; a las galerías.

El C. González Marciano: Yo quisiera aceptar todas las indicaciones de usted, sublime maestro, pero en su carrera política no quisiera tener semejanza con usted; agradezco las indicaciones que usted me hace. Cumpliendo la oferta que esta mañana hice al señor ingeniero hay, vengo a impugnar su credencial, no su personalidad, que me merece todo respeto y aprecio, porque sabe perfectamente bien que mi parecer ha sido que es tan honrado que llega a lo incomparable. Pero el señor general Hay en este caso creo que estaba confundiendo los términos y aun cuando él en el criterio de muchos individuos esté equivocado, voy a pretenderlos convencer de que la buena fe de él, la sana intención que tuvo para retirarse de la subsecretaría de Fomento, no fue bastante para colocarlo fuera de la comprensión del artículo 51 en uno de sus incisos. Pretendió retirarse señores, pero no se retiro; quiso hacerlo, pero no lo hizo, la ley no entra precisamente en consideracideraciones de una orden superior que no tenemos obligación de invocar aquí; él mismo lo dice que comprendiendo que lo imposibilitaba el artículo aprobado en el Constituyente en materia de elecciones, presentó su renuncia terminantemente al C. Primer Jefe, pero la ley no entra en tales consideraciones, sino que dice de una manera clara, tácita, terminante , y yo ruego a todo el mundo que tome perfecta cuenta de mis palabras, dice: "Los subsecretarios de estado, siempre que estós se separen definitivamente de sus puestos el día en que se expida la convocatoria respectiva."Aquí no menciona si debe someterse al parecer de la Primera Jefatura o al parecer de está ley, que se hizo en Querétaro, señores, contra la voluntad de muchos; pero que debe seguir siendo para muchos el flagelo de los canallas y la espada de la justicia; y dice terminantemente ese artículo transitorio que ha invocado el C. Hay, que se separarán definitivamente de sus puestos. ¿Dónde está, pues, la consideración que encuentra él y que quiere que lo ponga a cubierto de esta exclusión cuando todavía el 11 del mismo mes de febrero estaba despachando, y la ley, la Constitución y la convocatoria se habían promulgado el dia 6 del mismo febrero? ¿Estamos dentro de la ley o no estamos? Si usted estuviera amparado por la ley, lo dice el texto, necesitaría usted haberse separado definitivamente de su puesto el día que se expidío la convocatoria a elecciones. Contesteme usted categóricamente: ¿Dejo usted de despachar en la Subsecretaría de Fomento el 5 ó 6 de febrero? Yo le ruego me conteste.

El C. Hay: Del día 5 al 6 de febrero no se sobra dejé de despachar.

El C. González Marciano: Usted lo ha dicho: Yo ruego a ustedes que tomen nota exacta, precisa y valoricemos en toda su expresión la contestación del señor Hay: El día 6 de febrero todavía despachaba, no se habia separado definitivamente de la Subsecretaría de Fomento. Si hemos aplicado en todo su rigor, con toda su comprensión infinita el artículo correspondiente al doctor Cervantes, no veo por qué consideraciones al señor Hay no lo vamos a medir con la misma vara; no podemos tener dos pesas y dos medidas. El señor Hay abunda en mil consideraciones, en que su trabajo en que en su enseñanza en determinado departamento de fomento, en fin, todas esas cosas que yo le aplaudo porque son bien intencionadas, pero sobre todo eso, señores no nos habla la ley, y usted esta mañana mencionó un proverbio latino que se refiere a este punto, la ley es dura, pero es ley, ¡apliquesela, señor Hay! (Aplausos de las galerias.)

Apliquesela usted que tiene una conciencia limpia de toda mancha, que como revolucionario nadie le va en zaga, y que lleva usted consigo las demostraciones de sus amargos sufrimientos, y usted que ha sufrido por el pueblo para que se le de una ley, no la quebrante ni la despedace ni la flagele en las justas de los partidos políticos; usted desciende de ese pueblo; yo defiendo a esta ley que es la única salvadora, la única que tienen esos infelices oprimidos que siguen todavía sufriendo esas penalidades que nosotros por nuestros errores o por nuestras atingencias les hemos proporcionado. Seria curioso, señores, que después de que los constituyentes se quemaron sus pestañas y tuvieron que apechugar allí y discutir con tenacidad y empeño contra los talentos de muchos otros que no comulgaban con sus ideas, hoy las consideraciones personales al señor Hay nos vengan a hacer quebrantar el inflexible principio que tiene toda ley, y que es el alma, que es la salvación de todas las multitudes aquí y en donde quiera.

¿Si no nos salva la ley, señor Hay, quién nos salvará? ¿Para qué se escribío la constitución? ¿La habremos, señores, de llamar en nuestro auxilio según nuestra conveniencia? Hoy llamaré a usted, señor Hay, yo llamo a su honradez civil, a todo eso que sintetiza Eduardo Hay y que todo el mundo reconoce, para que no acepte venir en estas condiciones a la Cámara hasta cuando la ley lo defina en otra forma, no la ampara la constitución de 1917, y los servicios de usted, usted lo ha dicho, señor son magníficos en fomento; continúe usted prestándolos allí, que al cabo en las sombras, desde allí, que al cabo en las sombras, desde allí, se desprenderán mil rayos benéficos para todos los infelices que sufren; pero no sea usted el primero, quizá el mas abnegado de los revolucionarios, en venir a hacer aquí que se pisotee algo que es un principio inquebrantable y le voy a repetir a usted, señor, la última parte del artículo transitorio que dice que los subsecretarios de estado siempre que se separen definitivamente de sus puestos el día que se expida la convocatoria respectiva podrán ser candidatos, y usted me ha contestado ahora, y tome nota de esto todo el mundo para que sepa perfectamente bien que un revolucionario no se aviene con componendas ni tiene miedo a las discusiones. (Aplausos.) ¿Cómo auna usted su parecer, su condición personal, con la ley? Usted ha dicho que todavía despachaba el día 7.(Voces: ¡no, no!)

El C. Hay: Para una rectificación, señor presidente.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: El señor compañero González me interpeló, preguntándome si el día 5 ó 6 despachaba, y yo le contesté afirmativamente; pero ahora se refiere al día 7, y ahora si ya no estoy de acuerdo con él. (Risas y aplausos.)

El C. González Marciano: Yo ruego al señor presidente que haga que los señores taquígrafos lean lo que el señor Hay dijo, y allí encontrarán ustedes que menciona que el día 11 todavía estaba despachando. (Voces: ¡No, no!) ruego al señor presidente e que haga que se lea lo que el señor Hay dijo.

El C. Hay: Para una rectificación.

El C. Presidente: Cuando termine el orador.

El C. Hay: Tengo yo derecho para rectificar un hecho y hasta tendría yo el derecho para rectificarme a mí mismo; si eso dijé, he cometido un error; no creo haberlo dicho; pero de todas maneras, asenté formalmente que no despachaba yo durante esos dias. Yo despaché el día 5 y el día 6, sí, señores; el día 6 fué la promulgación de la ley allá en Querétaro; oficialmente no tiene uno que atender a una ley sino en la fecha de la promulgación de esa ley en el lugar en donde se deba observar; como aquí no se publicó oficialmente el día 6, tenía yo pleno derecho quizá el 7 o el 8 puesto que ignoro, no recuerdo que día se prolongó aquí oficialmente; quizá algunas personas podrían suministrar ese dato que es importantísimo; creo que el secretario de gobierno está aquí y el podrá recordarlo.

El C. Alvarez del Castillo: Tengo muy mala memoria y en este momento no recuerdo; pero dentro de unos 5 o 10 minutos estaré en posibilidad de contestar al C. general Hay con datos enteramente concretos y fehacientes.

El C. Hay: Y como rectificación, digo que al mencionar la fecha 11, dije que ese día me habían contestado; pero no dije que había estado despachando durante esos diás.

El C. González Marciano: El señor Hay menciona que el día 11 le habían contestado su solicitud, lo que quiere decir que todavía el día 10 dependía exclusivamente de la Primera Jefatura, y que no habia sido aceptada su renuncia. En concecuencia, seguia siendo tadavia subsecretario de Fomento. Lo acaba de decir el señor Hay. Yo si puedo afirmarle al señor Hay, y en pocos momentos tendré la confirmación, de que la convocatoria en el Distrito Federal se hizo el día 6 de febrero, y que él todavía estaba despachando como subsecretario de fomento el día 11 según testimonio de sus palabras. Yo ruego a los señores constituyentes, que con la misma energía con que procedieron esta mañana se sirvan analizar el caso del señor Hay y aplicarle la ley por las consideraciones que de ella se desprenden. Repito que personalmente,no tengo nada contra el señor Hay, estaba en la obligación moral, porque asi se lo dije esta mañana, de pedirle un metro para todos por igual, y no he hecho más que cumplir con mi deber. Todas las argumentaciones que se desprenden del señor Hay, y toda la argumentación de los compañeros que vengan a hablar en este sentido, no me convencerán de que el señor Hay esté fuera de la consideración del artículo correspondiente, que lo pone precisamente inhabilitado para ser candidato al congreso.

El C. Hay, interrumpiendo: pido la palabra para la rectificación de un hecho y lectura de un documento, si no tiene usted inconveniente.

El C. Cepeda Medrano: Para una moción de orden. No se puede interrumpir al orador .

El C. Urueta: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Urueta.

El C. Urueta: El señor Hay conoce suficientemente el reglamento. Yo le ruego que no interrumpa al orador sino para el solo efecto de mociones de orden; yo sé que hay un artículo reglamentario que previene que, cuando se trate de leer un documento se le dé preferencia al que trate de leerlo, pero una vez que el orador acabe ;en consecuensia , yo creo que se le debe de dejar en completa libertad de expresión al orador que en este momento ocupa la tribuna; si yo me permití antes interrumpirlo, fúe para una moción de orden, exclusivamente para eso.

El C. Cepeda Medrano: Para una moción de orden, señor presidente.

- El señor Presidente: Tiene la palabra el C. Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Suplico al señor presidente se sirva decirme qué artículo del reglamento dice que la persona que pide la palabra al último para una moción de orden sea la preferida.

El C. presidente: Eso es lógico, señor.

El C. Cepeda Medrano: ¿Es lógico, señor?

Yo suplico a su señoría se sirva contestarme categóricamente; no he comprendido la lógica de usted.

El C. presidente: Si una moción de orden se hace para reclamar el orden, se entiende que el primero ha sido el que lo altera, y que el último va a corregirlo. (Voces:¡Muy bien!) Aplausos.

El C. González Marciano: El señor Hay,personalmente, ha puesto en mis manos la convocatoria a elecciones extraordinarias en el Distrito Federal, que fué expedida precisamente el 6 de febrero de 1917 por el subsecretario de gobernación Aguirre Berlanga; el señor Hay afirma que la Primera Jefatura le contestó el día 11; quiere decir que todavía el dia7 el señor Eduardo Hay era subsecretariode fomento; ese es mi criterio personal. Si alguien viene a convencerme de que estoy en un error, seré el primero en celebrarlo, porque, como he dicho antes, el señor Hay tiene méritos más que suficientes para estar en esta cámara; pero sobre ese concepto en que tengamos al C. Hay está el espíritu de la ley que es lo que debemos respetar; si no fuese asi, entonces seguiríamos lamentando todas las consecuencias que en las agrupaciones se cometan, por espirítu de partido, que no creo que anime a nadie, sino por el escrúpulo que se tiene para fijarse en el espíritu de la misma ley.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. martínez de Escobar.

El C. Hay: ¿Me permite su señoría la palabra? Quiero rectificar un hecho.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: Como el señor compañero se refirío a la fecha en que fúe promulgada aquí la constitución, yo le mostré aquí la fecha en que fué promulgada la convocatoria, ya se la mostré aquí para que viera que personalmente yo pongo en poder de él todos los datos que sean necesarios, y la rectificación del hecho consiste en lo siguiente: que yo despaché el día 5 y el 6; y una observación que quiero hacer, es la de que el día 6 presenté mi renuncia. Yo no presenté mi renuncia el día 5, puesto que yo no podia haber adivinado en que fecha podía ser promulgada. Yo creo que no puede pedirse más a un hombre.

El C. Martínez Escobar: Como el león camina hacia el desierto, como el águila vuela hacia la cima de las montañas, como el criminal nato va por voluptuosidad a cometer el crimen, asi, inconscientemente, intencionalmente, irreflexivamente, algunos señores, presuntos diputados o diputados, caminan hacia el ridículo hacia el desprestigio, por ese espíritu completo de contradicción que vienen demostrando aquí a cada momento y en cada uno de sus actos. Me refiero a los señores general Marciano González y general Montes. Alguien dijo que la venganza era el placer de los dioses, así como de las razas selváticas y primitivas. También vemos que la venganza es el refinado placer de algunos hombres que, por pasiones, en verdad algo mezquinas y ruines, ofuscan sus ideas y ruedan, cono dije antes, hacia el más completo desprestigio, como estos dos señores generales, que si tenían algo de seriedad ayer, hoy se han despojado de ella, para que de aquí en adelante no podamos creer una palabra de las que broten de sus labios. Voy a decir porqué. ¿Habéis visto al señor general Montes cómo emitío su voto, señores diputados, cuando se trató de la cuestión del señor Méndez? Tengo entendido, y suplico al señor Montes que rectifique si no es verdad, que emitió su voto en el sentido de que Mario Méndez no podía ser diputado a esta legislatura, porque no tenía el requisito de vecindad. Pues bien, ¿habéis visto hoy, cómo votó el señor general Montes? Pues votó señores diputados, en un sentido enteramente opuesto al de ayer. Votó diciendo que el señor doctor Cervantes sí podía ser diputado a la legislatura actual, no obstante de estar en las mismas condiciones que aquél. ¿Que clase de honradez política y de honradez legal hay en la señoría del estimabilísimo señor Montes? Ya lo véis; el hombre que de un día a otro cambia de opinion, como cambian de amores las mujeres coquetas, como cambían completamente las corrientes de las aguas y como cambían los vientos, esos hombres, aunque ayer hayan sido muy respetables, caen en el ridículo, y de hoy en adelante, si este señor se queda aquí ya sabéis a qué ateneros cuando venga a emitir conceptos y opiniones en esta tribuna. (Aplausos de las galerias.)

Ya habéis oído esta tarde y esta mañana la palabra epiléptica, la palabra convulsiva del señor Marciano González, con esa rabia demagógica que espumea en sus labios, pues el señor Marciano González, única y exclusivamente por amistad intima probablemente con el señor Cervantes, también de un momento a otros se exaltó y vino con poca honorabilidad política, pues tengo entendido que el señor González es una persona bastante inteligente y que sabe interpretar la ley, vino a esta tribuna, decía yo, creyendo que los constituyentes somos una masa de ignaros, sobre todo los jacobinos, porque así lo quiere hacer creer la república entera ese grupo mil veces fatídico y sombrío, y al que tengo que estar refiriéndome a cada momento, y que se llama el grupo de "renovadores". Esta usted equivocado, señor Marciano González; hicimos las leyes y sabemos interpretarlas; conocemos su espíritu y sabemos cúal es la exposoción de motivos de las mismas.

Es necesario, señores diputados, que en estos momentos mire yo un poco al pasado, estudiando el artículo, la fracción del artículo constitucional que tratamos aquí esta mañana, porque se van a seguir presentando estos casos, y ya es necesario, como me dice muy bien ese gran liberal, doctor Román, que de una vez por todas aquí se establece qué es lo que dice esa disposición contenida en la fracción 3a. del artículo 55, y también qué es lo que dice, efectivamente, esa disposición contenida en el artículo transitorio que acaba de leer el señor general Eduardo Hay. Esta mañana decía uno de los compañeros del constituyente que lo que quería decir la fracción 3a. del artículo 55, era que se conocieran las necesidades regionales del lugar por donde se debía ser electo; que se hubiese estado viviendo allí por algún tiempo, y que por virtud de ese tiempo que allí se permaneciera, se pudiera tener conocimiento de ellas. Yo fui, señores, diputados, y pueden recordarlo mis compañeros, lo recuerda muy bien el señor presidente de estas juntas preparatorias, fui uno de los que estuvieron en la contienda activa del constituyente cuando se trataba de la fracción 3a. del artículo 55 de nuestra Constitución. Voy a referirme breve y sintéticamente a ella, para después entrar de lleno a la materia que en estos momentos nos ocupa, porque están relacionadas, para establecer de una vez por todas un criterio claro, preciso, definido.

Un señor diputado, el señor Gómez Noriega que no entiende nada de leyes ni entiende nada de abogado, como lo revela su gran ignorancia, y si entiende, como decía muy bien aquí el señor Hay, de faltas de honorabilidad y de poca moralidad, hizo una confusión lamentable entre lo que es vecindad, residencia y domicilio; quería venir a aplicar una ley secundaria, una ley de procedimientos civiles, sobre la ley que es la fuerza básica de todas nuestras instituciones, que se llama la Constitución política de 1916 - 17. Cuando en el Congreso Constituyente se trataba de los requisitos para ser diputado, algunos señores, entre ellos me parece que el señor González Galindo y algunos otros, y por virtud de esa reacción que sigue a toda acción, y que lo mismo se produce en los fenómenos químicos que en los políticos y de orden social, uno de estos señores diputados subio a la tribuna y con todo fuego sostenía que debía establecerse como requisito en esta fracción 3a. primero, ser nativo del Estado; ser nativo, señores diputados, fijáos bien, y además de serlo, tener cierto tiempo de vecindad en el mismo. Como ustedes deben comprender, tal requisito era una mostruosidad, y logramos convencer a ese señor diputado, que de muy buena fe lo hacía, y a algunos otros, que de admitirlo sería un error inmenso, y que quedarían muchos ciudadanos sin derecho a tener la representación del pueblo jamás, porque hubiesen nacido en un estado en donde no habían vivido, porque tenían el asiento de sus negocios en otro Estado cualquiera. Se convencieron de nuestra argumentación y entonces cambiaron la palabra, y decían establezcamos el requisito de ser originario del Estado, y no nativo; hay gran diferencia entre ser originario del Estado y ser nativo del mismo; después insistían porque tenián temor y tenían miedo a que todos los individuos que vinieran a la representación nacional fueran como ayer, como en el pasado, como en las dictaduras de Huerta y Porfirio Díaz que nunca procedían de la perifería, de las entidades federativas, sino que aquí el gran elector daba todos los nombramientos, siendo casi en su unanimidad de la capital de la republica. Pudimos también convencer a este señor de a donde íbamos a dar con este requisito en esa forma, y pudimos obtener, después de grandes luchas, que se dijera: ser originario del Estado, no nativo- y para este caso no se necesita el requisito de vecindad,- o ser vecino de otro de donde no se fuera originario, y se debatío grandemente esta cuestión; se dijo que no se pusiera la palabra vecindad, que no se pusiera la palabra vecino, porque en la misma constitución de 1856 - 57 hubo grandes debates sobre esto, y hasta dar una leída, aunque sea al correr de la mirada y de los hojos aquellas contenidás de esa época, para ver como hubo grandes discusiones aun sobre la palabra vecino y residente, totalmente distintos en su connótación. Pues bien, en esa virtud, y por los antecedentes de redacción a que me referi hace un momento, y allí consta en el Diario de los Debates, se quiso de una manera perfecta y clarisima precisar el concepto porque las ideas claras, si no son obscuras, sí pueden ser confusas; se quiso dar más claridad a la idea, hacer el concepto perfectamente definido y distinto, y no se admitió la palabra vecino si no que se puso en su lugar la palabra residente; ¿Por que? Por que era necesario el contacto con las necesidades del distrito que se representa cuando no se es originario de él porque es indispensable conocer su situación económica, la política regional, su situación psicológica, la cuestión educativa, la hacendaria, la agrícola, etc.... y es por esta razón que se quiso poner la palabra "residir." Efectivamente, señores diputados, esta es la mente de esta disposición.

Se había interpelado por el señor Alvarez del Castillo el señor Medina sabe también que este fúe el espiritu de la mencionada disposición: y quise referirme a la interpretación de ella, para que de una vez por todas se sepa, que de una manera absolutamente justiciera, se ha aplicado por esta asamblea el criterio legal al doctor Cervantes, y además el político, al señor Mario Méndez. Esa es la mente de tal disposición; no lo olvidéis, señores diputados. Eso es el espiritu, tenedlo siempre presente en vuestra memoria; eso es lo que dice la fracción 3a. del artículo 55 constitucional; y cuando una ley debe ser interpretada. ¿Como se procede para interpretarla? Ir a la exposición de motivos de esa ley. Penetrar a las razones filosóficas o sociales que le dieron origen. Allí está el Diario de los Debates; en el pueden ilustrar su criterio los que no estuvieron en el Constituyente, para que sepan de una manera precisa cuál fúe el objeto de poner la frase "residencia efectiva" en lugar de decirse "vecino del Estado."

Ahora bien, ¿Qué es lo que dice el artículo transitorio a que acaba de referirse el señor general Eduardo Hay, y que aquí leyó? Es clarisimo; solamente un espíritu de pasión, solamente un deseo de venganza o de querer hacer gala de ignorancia, lo que es muy raro, como lo hizo el señor González, o gala de perfidia esto si es facíl, puede torcer su interpretación; es indudable, señores diputados, que esa disposición también es perfectamente clara. ¿Que es lo que quiere la ley? ¿Que fúe lo que quisieron los legisladores? ¿Cual fué la mente de los constituyentes? ¿Que es lo que quisimos poner allí en ese precepto? También los remito al Diario de los Debates. Indudablemente, Que lo que se quiso, señores diputados, fué que los ciudadanos que son funcionarios públicos y que pueden ejercer presión, por lo menos una presión moral en la voluntad de los individuos a la hora de sufragar, que se separan de su puesto o cargo público, porque el sufragio es la expresión de la voluntad del ciudadano, la expresión libre y espontánea para constituir los poder públicos, y hay que evitar que haya esa presión, y que ese sentimiento, que esa expresión, y que esa voluntad se condensen de una manera clara y precisa por ellos en el voto electoral, sin temor, sencillamente, a las influencias de los hombres que tiene puestos públicos, y que son funcionarios de elevada esfera oficial. Pues bien , señores diputados, vamos a analizar la disposición.Cree el señor Hay esté incapacitado porque haya estado 6 horas, 7 horas o un día, por que no fúe más, ya hemos visto que se expidío la convocatoria el día 6, y el día 6 ó 7, el señor Hay, que siempre se ajusta a la ley, que siempre es honrado y que sería el primero en aplicarse esa ley en su caso, si realmente la ley le fuere adversa, y el señor Hay, decía yo, todo honradez política, presento su renuncia el día que se expidío la convocatoria para elecciones, y la presentó con carácter de irrevocable. Pues desde ese momento, señores diputado, solamente que no se tenga sentido común y se quiera torcer el espíritu de esa disposición, desde ese momento en que presentó su renuncia con carácter de irrevocable, el señor ingeniero y general Eduardo Hay cumplió con lo dispuesto en el mencionado artículo constitucional; cumplió con lo que ordena esa fracción, al expedirse la convocatoria: haberse separado de su cargo de subsecretario. Y esa palabra "separarse" le parece al señor general González una cosa tremenda, un montaña,¡oh, que dificil! el señor Hay no ha cumplido. Lanzó aquí su palabra convulsiva y temblorosa: ¡no ha cumplido, señores diputados! y es necesario que se le aplique la ley, porque "dura lex, sed ,lex." Eso es perversidad, señor González, porque su ignorancia sé que no la tiene usted.

Voy a explicarles como entiendo está cuestión. Vamos a suponer que el señor Mario Méndez y que el señor Luis G. Cervantes no hubiesen estado residiendo en el Estado de Coahuila, el primero de ellos, y el segundo, en san Luis Potosí, los 6 meses íntegros, con horas y minutos, es decir que el señor doctor Cervantes por una apremiante necesidad, por algo indispensable, se separó 2 días del distrito de Monclova, del Estado de Coahuila, en que ha estado viviendo todo el tiempo anterior; pero 2 días después tuvo que salir de Coahuila, se fue a Monterrey. ¿Cree el señor Marciano González que somos tan ignorantes los individuos que hicimos esas leyes, que por el hecho de que se pruebe que el señor doctor Cervantes no estuvo efectivamente los 6 meses, horas, minutos y segundos, porque salió 1 día o 2 para Monterrey y volvió, sería posible, cabe acaso en la mente de ustedes, que entonces "dura lex, sed lex?" ¿Vamos a aplicarle la ley al doctor Cervantes o a X, diputado, porque 2 días o un día, o una hora, se separó en virtud de que tuvo que salir por tal o cual necesidad? No. ¿ Que criterio sería ése, señores diputados? Diría el señor Cravioto: Criterio de cocinera, como decía en el Constituyente. Sería un criterio de una crasa ignorancia, imperdonable en nosotros mismos; pues este es el caso, señores diputados, del señor Hay. Es decir, es un caso semejante. ¿Ustedes creen que porque el señor Eduardo Hay haya estado 1 día o 2 en la Secretaria, de fomento después de expedida la convocatoria, habiendo él presentado su renuncia irrevocable el día en que esa convocatoria fue expedida, creéis que porque durante un día o unas horas, el señor diputado Eduardo Hay no recibió la contestación de la primera jefatura y permanecio allí aunque no dando acuerdos, creen ustedes que pueda aplicársele el precepto de "dura lex, sed lex,?" No, señores diputados; tenemos inteligencia y criterio para interpretar la ley. Indudablemente. ¿Dónde está la presión, dónde la influencia moral que pudo haber tenido el señor Hay para que los votantes del 1er. distrito electoral del Distrito Federal no fueran libremente a exponer su voluntad, sus sentimientos, no fueran a elegirlo libremente? ¿Que presión pudo haber? Tenemos derecho a interpretar la constitución, la voluntad del legislador. Es el mismo caso, vuelvo a repetir, que si un señor diputado sale un día de la localidad por la cual ha sido postulado , o que si un señor diputado sale dos horas de su distrito ¿Por esto ya no tiene efectivamente 6 meses de residencia? Si se aplica así el principio constitucional de la residencia es un absurdo, es una torpeza. Este es el caso del señor general Hay. Señores diputados: si está dentro de la ley, si está perfectamente apoyado por la disposición contenida en ese artículo, si no se hace violación de ella, y no puede hacerse desde el momento en que todos, indudablemente todos los que fuimos constituyentes, ese criterio tuvimos al legislar, y los señores que tengan un poco de inteligencia y mentalidad, saben que esta es la interpretación y no otra, no podrán cometer el absurdo tan grande de querer arrojar al señor Hay porque algunas horas estuvo dentro del edificio de la Secretaria de Fomento. ¿Veis cómo sería un absurdo y que es clarísimo todo lo que os he dicho? Pues bien, ya ni siquiera debo insistir en ello, porque sería creer que la asamblea está compuesta de hombres que no tienen sentido común, que estoy ante una manada de salvajes o de niños que no entienden, y que es necesario seguir dando explicaciones. Lo que pasa aquí es esto: ¿Sabéis por que impugnan estos señores la credencial del señor Hay? Por pasión. Debéis saber, señores diputados, que esos conceptos no son sino el rugido impotente de los vencidos; son el grito destemplado de los despechados. Si señores diputados, esa es la verdad. A cada momento oímos aquí exclamar: sectarismo del partido - del partido liberal constitucionalista- un monstruo, con una boca negrísima de abismo que va a tragar, dicen ellos, a la república. No, señores diputados. Ya es necesario que sepáis que ese partido liberal constitucionalista está integrado por hombres que llevan siempre ardiendo en su cerebro una antorcha de luminosos ideales; por hombres que tienen grandes sentimientos patrios, grandes ideas republicanas y tendencias democráticas; allí en ese partido liberal constitucionalista, está el elemento militar más prestigiado: allí está Alvaro Obregón allí están Manuel M. Diéguez, Pablo González, Castro, Ríos Zertuche; allí está todo el elemento militar que en el campo de batalla expuso cumplidamente su vida, y allí están los hombres civiles más prestigiados, de mayor honradez, de supremos principios; y por eso es que lo injurian y lo calumnian los hombres que solamente quieren formar núcleos de amigos incondicionales del presidente electo, los hombres que quieren hacer revivir actualmente aquel grupo nefasto de los "Científicos," aquellos que se les llamó "científicos" cuando el público tomaba esa palabra en el sentido de ladrones del erario, de corruptores de la justicia, por que tenían sobre sí todas las iras populares. Por eso tienen miedo, porque se está alzando un partido potente y vigoroso que va a impedir que esas camarillas se vayan formando, porque son las que después hunden a los grandes hombres en el mayor desprestigio....

El C. González Marciano, interrumpiendo: ¡protesto!

El C. Martínez de Escobar, continuando: Esa es la verdad aunque protesten ustedes, señores protestantes; y por eso es también que allí, en los corrillos, aquí no se han atrevido a decirlo, pero ya lo dirán, en los corrillos, ¿Sabéis lo que se dice? Lo siguiente: del lado izquierdo se sientan los enemigos del señor Carranza; del lado derecho se sientan los amigos del señor Carranza. ¡Que repulsivos los que así piensan, señores diputados! Ya el partido liberal constitucionalista va a demostrar a los menguados y va a demostrar a la república entera, cómo, aunque no está compuesto de hombres que sólo saben quemar incienso en el altar de los dioses, sí es el más leal amigo del gobierno constitucionalista y el más fiel amigo de don Venustiano Carranza. (Aplausos.)

Ya veréis cómo cuando aquí se traten las cuestiones importantes para el país, ya veréis como el partido liberal constitucionalista, unido perfectamente al grupo jacobino del Congreso Constituyente jacobino, dará todas las mayores facilidades a ese grande hombre que se llama Venustiano Carranza, para que durante toda la época que lo ha electo el pueblo mexicano pueda cumplir su mandato, ya veréis como cuando don Venustiano Carranza necesite facultades extraordinarias en el ramo de guerra o en el de hacienda, los primeros que nos levantaremos para defender la necesidad de que se den esas facultades extraordinarias, y todo lo que necesite el señor Carranza para poder orientar al país en una senda de completo bienestar seremos los del partido liberal constitucionalista, al que tengo la honra de pertenecer.(Aplausos.) Así fue también en el Congreso Constituyente. Así el señor Macías, el señor Rojas y el señor Palavicini, y un grupito que dejó sugestionar sus conciencias por esos hombres, a cada momento decían: los amigos del Primer Jefe en el ala derecha; Los amigos del Primer Jefe en ala izquierda. Entre otros, el señor Cepeda Medrano y muchas veces tuve yo sencillamente que rectificar enérgicamente este concepto, enteramente maculado y erróneo. Allí ascendían esos señores a la tribuna. ¿Sabéis cuáles eran sus argumentaciones de su contendiente, nosotros los radicales? ¿Como vais a tocar el artículo 3º Tal como lo propone la Primera Jefatura? ¿Como vais a tocar el artículo 5º y el 3º fueron redactados por puño y letra del Primer Jefe? Allí está condensado el pensamiento..

El C. prosecretario López Lira: La mesa pregunta a la asamblea si concede al orador para que continúe en el uso de la palabra los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Se concede el permiso.

El C. Martínez de Escobar, continuando: Allí, como venía manifestando, decían estos señores: "Artículo 3º". Si vosotros votáis en contra del artículo 3º, tal como lo presenta el primer jefe, es porque vosotros sois enemigos del primer Jefe. Si votáis contra el artículo 5º., sois enemigos del Primer Jefe. " Y yo pregunto: ¿ qué significa esto, señores diputados? ¿Ignorancia o maldad? Ignorancia no podía ser, porque no es ignorante ninguno de estos individuos. Por desgracia, con todo su talento y con toda su cultura, no han sabido estar a la altura de las circunstancias del momento porque atraviesa la república, sino que solamente han sabido poner su cultura y su cerebro para causas enteramente malas, para provechos enteramente personales y siniestros , por que bien sabían estos señores, que desde el momento en que el Primer Jefe convocaba a un Congreso Constituyente, no obstante que él había ya redactado un proyecto de Constitución, señores diputados, era la obra de una sola voluntad, de una inteligencia enteramente individual, y el señor Carranza tenía que comprender que él solo no podía hacer una Constitución. Indudablemente que si quería abarcar todas las necesidades de la nación, le era necesario que la Constitución de 1916 - 17 no fuera una obra meramente individual, sino una obra colectiva, y por eso había convocado a ese Congreso, no para que fuéramos allí a hacer un papel ridículo no para que fuéramos como una manada de siervos y de esclavos, sino para contribuir con nuestra inteligencia, con nuestra observación, con nuestras ideas, con todos los conocimientos que pudiéramos tener de toda la República Mexicana, a estudiar cuáles eran las necesidades del país y qué modificaciones, qué, rectificaciones podían hacerse a ese proyecto de Constitución; y bien, a cada momento, esos señores "renovadores" esgrimían ese argumento vulgar y torpe, haciendo creer que éramos enemigos de la Primera Jefatura. Decían: Si vais a votar un artículo en contra, es un golpe electoral que le vais a dar a don Venustiano Carranza. Hasta allí llegaban estos hombres, que como los de ayer, como los llamados "científicos," han nacido y crecido en un ambiente de completa ignominia. Así sigue pasando todavía, así sucediendo aún, señores diputados. Se hace creer a los que vienen de los Estados, que porque somos liberales radicales somos enemigos del gobierno, y que es necesario, para ser patriota, que de una manera absoluta e incondicional se sirva al hombre que rige los destinos del país. Nosotros admiramos y sostendremos a don Venustiano Carranza, porque hoy es una personificación de la voluntad nacional, no por su persona, no lo estaremos adulando jamás, porque no sabemos de adulaciones; pero sí estaremos a la altura de nuestro deber porque admiramos al hombre y sabemos que esta administración tiene que sostenerse, y que está en muy limpias y dignas manos. Pero a cada momento seguirán diciendo estos señores: Nosotros somos amigos del presidente electo y vosotros no. ¡Alerta, pues, señores diputados! Aquí, a la izquierda, está la extrema liberal radical; no solamente los que allí se sientan, porque aquí a la derecha, también están algunos elementos liberales radicales; pero nosotros somos los verdaderos representantes de los intereses nacionales y no los que quieren, como dije antes, estar sólo quemando incienso con el objetivo único de obtener prebendas y concesiones, y para estar lucrando y para producir, quizá mañana, catástrofes terribles al mismo país.

Las pasiones son efervescentes en estos momentos; esas pasiones son las que han rugido en el señor Montes y en el señor Marciano González. Ya veis, pues, cómo la política del partido liberal constitucionalista y el jacobinismo sí están con ese gran hombre, el presidente electo, cómo también están a cada momento cumpliendo con la ley.

Estoy perfectamente convencido, y no necesito ni siquiera consultar la opinión de que la disposición contenida en ese artículo transitorio está perfectamente comprendida por todos ustedes, y es por eso que pido la aprobación de ese dictamen, que es justo, legal, y sensato, señores diputados. (Aplausos de la izquierda.)

El C. Montes: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Montes.

El C. Montes: Bien está, señor Martínez de Escobar, que venga usted a esta tribuna a defender al buen amigo y revolucionario señor Eduardo Hay. Bien está también de que hable usted de que se camina por el desprestigio y que se llega a quién sabe que tantas otras cosas, puesto que en este momento es precisamente cuando se trata de discutir las personalidades. Bien está también, que diga usted aquí, a esta honorable Cámara, que cuando yo venga aquí, ya no me crean; perfectamente. Bien está, también, que haya usted hecho notar que dí mi voto en contra del señor Mario Méndez y a favor, esta mañana, del C. doctor Cervantes. Todas estas cosas, señores requieren una explicación. Permitidme que os la dé.

Soy soldado; no he sido orador nunca. Por una obligación vengo a esta tribuna a hablar lo que creo y lo que siento. No traigo consigna, no pertenezco a ningún partido; pertenezco al grupo de los hombres que no han vacilado en empuñar el arma que había de servir para que muchos ciudadanos vinieran más tarde aquí, amparados por la ley que se ha conquistado, a sentarse en estas curules. Mi prestigio, créanme, y lo digo sinceramente, señores, y me dirijo a todo el mundo, siempre me ha importado poco. Sólo me ha preocupado una cosa: cumplir con la obligación que tengo, y hasta ahora tengo la satisfacción muy íntima de que siempre la he cumplido. Nunca he pagado periódicos para que adulen mi labor; nunca he gastado un centavo en oradores ¡ni nunca le he pagado a ningún orador de profesión para que vaya y predique en mi favor de la labor que yo he hecho. El C. Martínez de Escobar se me presenta como una anécdota de estos hombres o de estos grupos, que allá cuando era la época de combatir se iban enviando poco a poco: primero los malos, después los menos malos y luego los mejores. Tal parece que el C. Martínez de Escobar es uno de los mejorcitos de cierto grupo para que venga aquí a decir que se camina por el desprestigio y por quién sabe qué tantas cosas. Perfectamente; me gusta contender con usted, ciudadano; me gusta y me agrada, porque yo digo a usted: Soy soldado, no soy tribuno, y sólo vengo a decir lo siento, usted representa la juventud de que habla y la juventud que se expresa y conmueve. Yo represento a la juventud, pero a la juventud Revolucionaria, a la juventud que no vacilo en abandonar las comodidades de su casa para lanzarse a la revolución y exponer su vida y dejarla, si era necesario, en el campo de batalla, para que mañana, conquistadas esas libertades, pudiera usted decir lo que está diciendo, maltratando y ofendiendo a todo el mundo. Perfectamente, esa no es mi intención. Le diré que entre usted, y yo hay una diferencia enorme, entre usted, y el compadre, el compañero de Jorge Huerta, y yo, el que ha empuñado el arma para perseguir al infame asesino, al infame aprehensor del presidente Madero hay, una gran diferencia. No le diré a usted muchas cosas, pero sí le diré que entre usted y yo, usted representa a la juventud manchada, a la juventud pagada, a la que se le paga para que vaya a predicar a las plazuelas, y yo represento a la juventud revolucionaria que viene a sentarse aquí, no por consigna, sino que viene a representar al pueblo de donde ha sido electo. Quédeme o no me quede, yo soy un hombre de la Revolución y me importa poco estar aquí, allá o en cualquier parte. En donde quiera creo y me siento obligado a prestarle servicios a mi patria, y si los presto aquí perfectamente; si los presto allá, perfectamente también. (aplausos.) Ahora voy a dar a ustedes señores una explicación de por que he dado mi voto en una forma y después en otra, y esto se los debo también a mis amigos, los ciudadanos del Constituyente, a los presuntos diputados, a los miembros del partido liberal constitucionalista, amigos míos, y al cual no tengo el honor de pertenecer. Me siento aquí, allá y donde quiera, porque todavía no he sentido la inspiración del asiento; me siento donde se me antoja, nada más por eso, pero todavía no he encontrado un asiento que me inspire debidamente. (Risas y aplausos.) ¿Qué se sienten aquí los amigos, y allá los enemigos, y mas allá los que mañana dirán y formarán grupo? ¡Mentira! Desafío a los señores que están a la derecha a que me digan si son enemigos del Primer jefe. (Voces: ¡No, no!) ¡Claro que no! No necesito que me lo digan, ni tampoco que me lo digan los que están acá por esto o por aquello. No es cierto que alguno sea aquí enemigo del Primer Jefe. Ya lo he dicho, y lo grito muy alto, todavía, no pertenezco a ningún partido, no tengo compromisos con nadie, he dejado el gobierno del Estado de Querétaro, que defendí y tuve por más de dos años y medio para venir a este Congreso a representar a sesenta mil habitantes del distrito de San Miguel Allende, Guanajuato que me han elegido; por los demás digo que si mi credencial es objetada, si se le encuentra tal o cual defecto, si el grupo encargado de dirigir este asunto me echa de aquí, que me echen; pero a nadie podrá negar que presté servicios a mi patria ni que los he ido a prestar en otra parte, sino en el campo de la lucha, en el de la idea, en el de la administración. No soy yo de los que vienen a defender a un grupo no señores, ninguno me ha importado, ni el de ayer, ni el de hoy, ni el de más allá. Por primera vez vengo a esta Cámara, ante la representación nacional, a decir no se cuántas barbaridades; pero sí es lo que siento no es lo que me aconsejan, no es lo que me dicen mis amigos, es lo que siento. Decía a ustedes que di mi voto en contra del señor Mario Méndez y a favor del doctor Cervantes, precisamente para ser consecuente con mi manera de ser, con mi manera de pensar, no con la manera de ser ni pensar de mis amigos, a quienes acaso les habrá disgustado como haya dado mi voto en contra; entre el C. Mario Méndez y el doctor Cervantes hay un abismo, no se parecen uno al otro revolucionariamente; mi criterio legal ha sido el mismo. Cuando se trató de la credencial del C. doctor Siurob, mi amigo, precisamente para ajustarme a la ley, di mi voto en contra, porque la cámara, señores, - y permítame que os lo diga- ha sentado el precedente y es necesario tomar en consideración lo que ya es un hecho juzgado, no diré a usted que de tal o cual manera, sino que es un precedente que se ha sentado. Se dijo aquí en el dictamen de la comisión contra el artículo éste que me voy a permitir leer y que dice: "Fracción V, artículo 55."

"Los gobernadores de los Estados, subsecretarios, las magistrados y jueces federales o del estado, no podrán ser electos en el distrito de sus respectivas jurisdicciones, si no se separan de sus cargos, 90 días antes de la elección."

¿No es cierto que no se separo usted antes de los noventa días, señor doctor Siurob?

El C. Siurob: ¿Me permite usted, señor presidente, que conteste?

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: Sí es cierto; pero el artículo transitorio en primer lugar, y el hecho de que no podía adivinar la ley, me eximen perfecta y legalmente.

El C. Montes: No hay artículo transitorio, señor doctor Siurob, permítame usted.

El C. Siurob: Sí hay artículo transitorio.

"En las elecciones a que debe convocarse conforme al artículo siguiente, no regirá la fracción V del artículo 82; ni será impedimento..."

El C. Montes, interrumpiendo: No es el 82, es el 55; ese se refiere al Primer Jefe.

- El C. Siurob, leyendo:

"....ni será impedimento para ser diputado o senador, estar en servicio activo en el ejército, siempre que no se tenga mando de fuerza en el distrito electoral respectivo....."

El C. Montes: Ese se refiere al Primer Jefe.

El C. Siurob: También se refiere a los miembros del Congreso.

El C. Montes: ¿Cómo? ¿A los miembros del Congreso? Se refiere a la fracción V del artículo 55, al Primer Jefe.

El C. Siurob: Es verdad; no es aplicable el transitorio, pero yo no podía adivinar la ley.

El C. Montes: No hay artículo transitorio para eso. ¿Qué no podía adivinar la ley el señor Siurob? Perfectamente, él no sabía cómo se iba a expedir esa ley, ¡pero la comisión sí debió haber sabido la ley y al hacer el dictamen debido haberlo tenido en consideración. El doctor Siurob no se separó de su cargo 90 días antes de la elección, y sin embargo, la comisión dictaminó en su favor y la Cámara, ha dado su voto en favor del C. Siurob. La Cámara toda ha sentado un precedente, de manera que no ha sido consecuente. Aquí no se apegó a la letra y más allá sí se apegó a la ley. He ahí porque yo, después si me apegue a la ley. La Cámara misma es responsable de sus actos; aquí está un acto que no me ha podido refutar. (Se produce una confusión, y varios CC. diputados pretenden hacer uso de la palabra.)

El C. Martínez de Escobar: Pido la palabra para contestar una alusión personal.

El C. presidente: Tiene la palabra para contestar alusiones personales, el C. Martínez de Escobar.

El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: Algo aprendí de los habilísimos parlamentarios, mis enemigos políticos que estuvieron en la Asamblea Constituyente, y voy a repetir las frases de algunos de ellos; no son mías: "Todas las injurias y todas las calumnias que aquí me he dirigido, el señor Montes, las aparto con la punta del pie como esas inmundicias que se encuentran al paso de la vía pública. Las injurias y las calumnias que aquí ha vertido sobre mí el señor general Montes, semiconstitucionalista y semifederal (Aplausos de las galerías) las coloco en algunas de las alforjas para vaciarlas en el primer caño que encuentre, a la salida de esta Cámara, para que sigan su curso y lleguen a su fin." En estos momentos, señores diputados, porque ya debéis saber que yo el ataque lo contesté con el ataque aquí y en cualquier terreno, y la guerra la contesto con la guerra también en cualquier terreno, esta en una verdad que demostraré, siempre que sea necesario. En estos momentos, decía yo, el señor general Montes se me presentó, en la cima de esta tribuna como un pequeño palavicini sin la cultura y sin el talento de esté; sí señores diputados así se me presento", sin la cultura y talento de un Palavicini; pero con toda la infamia de este "clásico renovador" para lanzar cargos intentando demacular limpias reputaciones cuando no se tiene una verdadera prueba, ni siquiera una tenue presunción de ellos. Justamente porque el señor Palavicini - ya contenderé él cuando aquí venga - soy el primero que pediré su credencial que su credencial no se discuta sino hasta que él esté aquí para contestar cada uno de los discursos legales, políticos o morales que aquí venga a pronunciar, por que el señor Palavicini, decía que yo allá en Querétaro sabía que yo conocía, todas sus máculas, todas sus desvergüenzas y todos sus vicios, y él ansiaba dirigir la política del constituyente ¡Qué digo! aun más, intentaba sorprender la buena fe de los componentes de aquella asamblea, porque no todos le conocían y él sabía que yo sí; entonces ese señor, con toda la ignominia que lo caracteriza, hubo de inventar algo que le produjera la maldad de su imaginación ruin y enfermiza, y entonces me lanzó hipócritamente ese cargo para hacer creer a la asamblea que las frases y conceptos que yo fuera a pronunciar allí respecto de él, eran falsas porque yo había sido amigo de no se quien, de un tal Jorge Huerta, a quién nunca conocí jamás en mi vida como quedo perfectamente demostrado y quién nadie, absolutamente nadie, ni él mismo se atrevió a insistir, si no que se valió de un instrumento ciego e inconveniente le llamé "el buen campesino," instrumento ciego de Palavicini, pues ahora este señor haciendo el triste papel de un fonógrafo, viene a repetir lo que dijera aquel cínico

(Aplausos.) Y no me importa porque ya todos sabéis quién soy, y desde este punto de vista ni siquiera voy a defenderme, porque las injurias y las calumnias de este señor Montes no llegan a la altura del desprecio que tengo para ellas, (El C. Montes: Muchas gracias.) Pero señores diputados, a mí se me lanza ese cargo que es una calumnia, sin que yo tuviera insultos para el señor general Montes : ¿Qué insultos personales tuve para él? Absolutamente ningunos; al contrario, solamente dije que se me hacía sospechosa la conducta del general Montes, ex - gobernador de Querétaro, porque a eso vengo, a observar, a ver y a irme formando concepto de cada uno de los que aquí integran este Congreso, porque tenemos la obligación de hacerlo y fijáos cómo procedo en todos mis actos: dije que el señor Montes no había estado en lo justo cuando había votado ayer en un sentido y hoy en otro, porque ni siquiera en este caso se podía aplicar allí el criterio político de que nos ha hablado aquí el inteligentísimo señor ingeniero y general Eduardo Hay; yo habría aplicado el criterio político, porque tengo en ese sentido un criterio más amplio que el mismo señor Hay; si el individuo que siguiera en votos al señor Cervantes hubiese sido un reaccionario entonces habría dado mi voto a favor del señor Cervantes subordinado allí el criterio legal al criterio político; pero como el que seguía en votos era un constitucionalista, era un revolucionario de alta talla, por eso aplique el criterio justamente legal. Eso fue lo único que dije del señor Montes. Pero ya que este señor dice que le gusta contender conmigo, voy a darle gusto y a satisfacer sus deseos. He visto, por allí una tarjeta postal, en donde puede saber que el señor general Montes fue condecorado por el usurpador Huerta; sé además, que el C. general Montes prestó sus servicios durante 9 o 10 meses a las órdenes del mismo dictador, del más señor de los déspotas del que se llamó Victoriano Huerta. (Aplausos.) Si el señor general Montes cambió de criterio ayer cuando dejo de pertenecer al ejército federal, y se fue a robustecer el número de Constitucionalistas, si cambió de criterio en esa época como cambió hoy veleidosamente en la votación de las credenciales del señor Méndez y en la del doctor Cervantes, sinceramente confieso no felicito al señor general Montes, señores diputados. (Aplausos.)

El C. González Marciano: Pido la palabra, señor presidente para una alusión personal.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Cepeda Medrano.

- El C. Cepeda Medrano: Señores diputados: Lamento haber venido a la tribuna para tener que contestar a mi compañero el señor licenciado Martínez de Escobar, porque yo voy a hablar quieran o no quieran los señores diputados (Risas.) Sí, señores, me gusta provocar los efectos políticos: ya que aquí el señor Martínez de Escobar ha referido palabras del señor Palavicini, yo referiré también palabras del señor Rojas; me que no gusta provocar los efectos políticos. Para mí el señor Eduardo Hay es una de las figuras más prominentes de la revolución, lo he demostrado y lo he dicho, si no en presencia de él, si en muchísimas ocasiones. El señor Hay no recuerda en estos momentos mí humilde personalidad, pero yo voy a recordarle en los puntos en donde nos hemos encontrado: El día 4 de julio de 1911, fui comisionado: para dar la bienvenida en San Pedro de las Colonias al ilustre apóstol don Francisco I. Madero; allí tuve el honor de ser presentado con el señor Hay, que aun tenía fresca una herida en el ojo que perdió en Casas Grandes, y después en Torreón el señor Eduardo Hay y yo nos encontramos en una conferencia que teníamos preparada una noche del mes de septiembre. (Siseos.) A la hora que ustedes terminen sus siseos sigo yo mi peroración. Entonces él señor don Eduardo Hay iba rumbo a Chihuahua a conferenciar con Pascual Orozco para un asunto inmensamente importante. Supimos nosotros, Samuel Vázquez, que era revolucionario, y Carlos Domínguez, que igualmente era revolucionario en esa época, Martínez y su servidor, que estábamos dando una serie de conferencias en Torreón, supimos que nuestro ilustre amigo y revolucionario señor Hay, se encontraba en Torreón, y lo invitamos muy cariñosamente a que tuviera la bondad..... (Siseos.) Cuando ustedes terminen principiaré. Entonces este buen revolucionario, este hombre que es apreciado en toda la república, nos dirigió la palabra allí y expuso los motivos por los cuales se había cambiado la fórmula Madero Vázquez Gómez con los que estuvimos conformes y seguimos nuestra propaganda política. Este caso quise referirlo para demostrar a usted que tengo un perfecto conocimiento de su prestigiada personalidad, y que siempre lo he apreciado y respetado, lo he elogiado diciendo que usted es un héroe de la revolución de 1910, que fue lo más grande, porque Casas Grandes responde de esos acontecimientos; pero en esta vez estando usted en el Congreso Constituyente habiéndose presentado la iniciativa para que allí se pusiera ese transitorio, sabía usted perfectamente bien, señor Hay, lo que se iba a hacer, porque tuvo usted conocimiento de ello; allí se expuso la forma en que se iba a lanzar el artículo transitorio, porque se encontraba usted en las galerías en Querétaro; siendo yo también diputado al Congreso Constituyente, y usted supo también en esa fecha, desde antes de la convocatoria, que necesitaba separarse precisamente el día de la convocatoria que ese iba a lanzar inmediatamente después, ¿Por qué el señor don Eduardo Hay no se apresuró a hacer su renuncia en esa fecha? No lo sé (Siseos) No lo sé. Yo tendría muchísimo honor, verdaderamente muchisímo honor en que continuara entre vosotros, porque el señor don Eduardo Hay, aunque se sienta en el lado izquierdo, no lo considero enemigo del jefe ni de la revolución, sino amigo del pueblo mexicano, y esto me basta para que tenga un aprecio inmenso hacia la personalidad tan grande y soberbia del señor Eduardo Hay. Yo lo he oído hablar muchas veces y me satisface muchísimo oír sus grandes conceptos en el momento en que necesitábamos hombres patriotas como el señor Hay, y de valimiento como el señor Hay, pero no es el caso este; aquí el concepto moral no debe aplicarse, el concepto político debe desecharse, aquí debe aceptarse únicamente el criterio legal, porque si entra el señor don Eduardo Hay a ocupar una curul, ya no hay ley (voces: ¡Sí hay!) Veremos, señores diputados constituyentes, que de una manera indebida me interrumpen; ustedes que conocen perfectamente bien el reglamento de la Cámara, se atreven a violarlo. Usted, señor compañero constituyente, que no tiene ningún derecho a interrumpirme, debía observar el reglamento.

El C. Rivera Cabrera: Moción de orden, señor presidente. El señor orador debe dirigirse a la Cámara y no a mí, y aprovecho esto para que se sirva inscribirme en la lista de los oradores.

El C. presidente: ¡En pro o en contra?

El C. Rivera Cabrera: En pro.

El C. Cepeda Medrano: Perfectamente bien; el señor compañero es muy sensible, y se ha ofendido porque no le permití que me interrumpiera, porque tengo el derecho, mientras permanezca aquí, aunque y el dice que muy pocos días voy a permanecer; perfectamente bien; esa será una gloria más que lleve yo a mi pueblo natal, porque sabré demostrar cuáles son las razones políticas que obraron para que mi credencial sea impugnada. En el caso del señor Hay - permitidme que siga mi peroración.- no puede aplicarse el criterio político ni el criterio moral, porque son inmensamente elevados, y como inmensamente elevados debemos aceptarlos. En el caso del señor Hay, amante de la ley, respetuoso con todos los principios, siendo uno de los primeros demócratas que sirvió al apóstol Madero, y habiendo luchado porque la nueva Constitución fuera respetada, yo lo excito, señor general Hay, a que sea usted la primera personalidad de la República Mexicana que haga usted respetar esta ley, ya que se ha violado flagrantemente en este Congreso. Sí, señores; acabo de demostrarle al señor general Montes que tenemos derecho para decirlo muy alto en toda la república. ¿Qué creen ustedes, señores diputados, que aquí lo que se ha hecho, lo que se ha vertido, va a quedar concretado en estas cuantas paredes? No, señores. Va a surgir a los cuatro vientos, como la avanzada de las nuevas libertades, para que sean respetadas; van a surgir a los cuatro vientos todas las ideas que se vierten aquí; todo el criterio moral, todo el criterio político y el criterio legal a que se ajustan los representantes de la soberanía nacional; y en el caso del señor don Eduardo Hay, pido y suplico al señor Hay, que ya que tiene su hoja de servicios completamente limpia, ya que en un gran revolucionario y un gran patriota, no venga a pisotear la nueva Constitución de 1917.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro, el C. Rueda Magro.

El C. Cámara: Yo pido la palabra para una aclaración, y para ello me inscribí.

El C. presidente: Está usted inscrito en seguida, señor Cámara.

El C. González Alberto M.: Moción de orden señor presidente.

Ya han hablado 3 oradores en pro y 3 en contra; el asunto está suficientemente discutido. Yo creo que sobra toda discusión, porque la asamblea tiene ya formado un juicio sobre el punto a discusión.

- EL C. presidente: Hablaron en contra los CC. Montes Federico, González Marciano y Cepeda Medrado; han hablado en pro los CC. Eduardo Hay y Rafael Martínez de Escobar.

El C. Zubaran: Para una aclaración. Pueden ser 6 oradores en pro y 6 en contra.

- EL C. Rueda Magro: Señores: la presidencia dice que siga después el señor Cámara, pero yo le cedo al usted la palabra, señor Urueta.

El C. Urueta: Señores jurados: Esta mañana, el señor general González y el señor general Montes hablaban conmigo, en el fondo del salón, respecto del resultado de la votación en el asunto relativo a la credencial del C. doctor Cervantes. Ellos, como yo, sentían vivamente este resultado, si bien es verdad que ellos habían votado en contra del dictamen, y yo estuve obligado por dictados impresos de mi conciencia, a votar en pro. El sentimiento era igual, porque realmente nos dolía que un elemento de los merecimientos del doctor Cervantes hubiera salido del seno de la representación nacional. Naturalmente excitados los señores generales Montes y González por la resolución de la asamblea, con palabras un poco violentas, un poco caldeadas, dijéronme que el señor general Eduardo Hay estaba en las mismas condiciones en que estaba el señor doctor Cervantes; que ellos iban a atacar el dictamen de la comisión en que se consultaba la aprobación de la credencial del señor Eduardo Hay. Yo les dije que si me convencían con sus argumentos de que efectivamente el señor general Eduardo Hay se encontraba en el mismo caso que el doctor Cervantes, daría mi voto en contra del señor general Hay; lo daría con todo el dolor de mi corazón, porque independientemente de las ligas políticas que a él me atan desde hace muchos años, le profeso un cariño cordialmente fraternal. Y si los hechos hubieran correspondido a la promesa, si efectivamente los señores generales González y Montes hubieran aportado a esta tribuna argumentos constitucionales de tal suerte serios que hubiesen determinado en mi la convicción, sería el primero en votar contra el dictamen de la comisión, con el corazón encogido y con lágrimas en los ojos, pero no ha sido así, señores jurados. Es natural que en los colegios electorales, cuando se trata de un individuo en cada caso al debate, cuando se discute una personalidad, las pasiones se dan de enfrenado curso; y yo no concibo, no podría concebir nunca, que una asamblea pueda permanecer perfectamente tranquila, absolutamente ecuánime, cuando de estos debates es cuestión. La doctrina sustentada aquí días pasados por el señor Josafat, de que es absolutamente indispensable no atacar a los hombres, ni como hombres ni como políticos, está fuera de lugar, porque precisamente en las cuestiones de orden político, los hombres y los actos deben analizarse desde el punto de vista jurídico. La doctrina sustentada por el señor general Hay, relativa a la gradación que establece entre el concepto meramente legal el concepto meramente político y el concepto meramente moral, es una doctrina especulativa. La verdad es que los tres conceptos están íntimamente ligados. No es posible separarlos, y muchas veces, aun cuando no lo queramos, aun contra, nuestras determinaciones, en estos casos, obedecen a una pasión, a un impulso o a una simpatía personal, pero muchas y veces, señores, el debate se desvía a tal extremo, que olvidamos el punto de partida y la meta a la cual debemos llegar, y entonces, fuera del campo de la contienda que nos brinda el dictamen de la comisión, entramos a una serie de ataques personales, ataques en los cuales la palabra vibra y el argumento generalmente escasea. ¿Cuántas veces me he sentido herido por alusiones veladas, como la del señor González esta tarde? No he pedido la palabra para contestar esas alusiones, porque no quiero que los debates se desvíen y porque sé que llegará el momento en que sí encajen dentro de una discusión propicia para definir, precisar y caracterizar a las personas. Voy pues a dejar a un lado estas contiendas. En el caso del C. Hay ya que este punto todos estamos de acuerdo en que se trata de un hombre honorable y de un revolucionario puro, vamos a concretarnos en conciencia al punto de vista constitucional. Por mucho que nuestros apreciables compañeros, los señores generales González y Montes no quieran, hay en ellos, dentro del deseo que no les niego que no les puedo negar, de un anhelo de justicia, en el fondo de noble venganza. Si se ha hecho un acto de justicia con el señor Cervantes ¿Por qué no hacerlo con el señor general Hay? Este es su punto de vista, y este punto de vista merece toda mi aprobación, todo mi aplauso; pero, producto inconsciente o muy poco consciente del choque de pasiones, de las efervescencias mismas de los espíritus, de ese lanzar y relanzar alusiones personales que maltratan muchas veces, la mayor parte de las veces, sin motivo y sin causa? Posible es que sí, y ustedes comprenderán que mucho de lo que digo. Pero si no estoy en lo justo y si acaso el solo punto de vista de mis contendientes es el sereno y noble punto de vista de la ley, si presienten la cuestión, si se trata sólo de saber si el señor general Hay está en el mismo caso en que se encontraba el señor Cervantes, entonces vamos a abordar la cuestión desde un terreno en que la pasión no grite y en que hable el razonamiento. Un buen maestro tenemos, y con verdadero gusto me inclino ante él y le prometo, salvo cuando se trata de intereses serios, de problemas hondos y formales del país, porque en estos casos mi palabra se lanzará a través de todos los horizontes y subirá de las más hondas profundidades a las alturas mayores que pueda alcanzar; en estos asuntos de orden meramente legal, repito, más complazco en reconocerlo y tengo que seguir sus huellas. Me refiero al presidente de una de las comisiones revisoras, el señor Siurob, a quien siempre he visto tranquilo, correcto, impecable e implacablemente lógico en esta tribuna. Colocándome, pues en este terreno, debo decir que el artículo constitucional en el caso del señor general Hay, no me parece que ofrezca graves dificultades. Conforme a la Constitución de 1917, promulgada el 5 de febrero, se necesita que los secretarios y subsecretarios de estado, para que puedan lanzar sus candidaturas para senadores y diputados al Congreso, de la Unión, se separen definitivamente de sus puestos el día de la convocatoria. De manera que reduciendo el problema a sus límites naturales, podemos preguntarnos: ¿El señor Eduardo Hay, en acatamiento de la ley, se separó definitivamente de su puesto antes de la convocatoria o el señor general Eduardo Hay no se separó definitivamente de su puesto antes de expedida la convocatoria? Es claro. El problema se nos presenta con una nitidez absoluta. Se trata de resolver, más que un punto de derecho y de interpretación constitucional, un punto de hecho. El señor general Hay, según los datos de la comisión tiene, se según sus propias manifestaciones, según todo lo que nosotros sabemos, presento su renuncia definitiva, con carácter de irrevocable, el día 6 de febrero. Sobre este punto no hay discusión. Nadie ha objetado que el señor Hay no haya presentado su renuncia el día 6 de febrero; y es evidente, el señor general Hay, desde antes, desde mucho antes, había manifestado a sus amigos, a sus correligionarios, que su mayor ambición, que el timbre de gloria que más anhelaba era venir al Congreso de la Unión; que inversamente de como se ha procedido en otras veces por gentes vulgares y ambiciosas, que desean partir de abajo para ir a lo alto, subir de las Cámaras a las secretarías de estado, él anhelaba, por el contrario, descender de las secretarías de estado a la Cámara de Diputados; descendimiento puramente aparente, porque en el fondo, el señor Hay sabe, como lo sabemos muchos de nosotros, que esa es una verdadera ascensión, porque cuando no se quiere luchar con los puestos públicos, cuando se quiere cumplir estrictamente con los deberes del ciudadano, las secretarías de estado deben ser una carga muy pesada, un aliciente, en lo general, para los hombres de poca conciencia, y estorbo, la mayor parte de las veces para los hombres de estricta honorabilidad. Así pues, mucho tiempo antes el señor general Hay había manifestado estos deseos, que más que deseos eran en él anhelos apasionados. Yo estimo que si mi querido amigo, señor general Hay, no sale electo diputado por el 1er. distrito electoral del Distrito Federal, a estas fechas estaría loco o muerto. (Risas.) Amor, amor de enamorado, pasión de toda su vida, tanto más cuanto que el general Hay es muy amante, y lo logrará, de lucir en la tribuna parlamentaria. Pues bien, señores, con formándose junio pues, a este impulso de sus actividades y de su pasión dominante, el señor general Hay renunció irrevocablemente el día 6 de febrero. La Constitución se había expedido el día 5, un día antes. Entonces se interpreto el texto constitucional por los oradores del contra: hablaron el señor general González y el señor general Montes, que han presentado el argumento, con claridad, en esta forma: ¿Cuánto tiempo más, cuántos días después del 6 de febrero permaneció el C. Hay en la Secretaria de Fomento como subsecretario de estado? Si permaneció varios días, un día o una hora más, el señor Hay cae dentro del impedimento constitucional, que previene que los subsecretarios de estado deben separarse definitivamente antes de la convocatoria para las elecciones. No estoy de acuerdo, señores jurados, con esta interpretación del texto constitucional, y conste que no se trata de forzar la ley; conste que no se trata de hacerla elástica; conste que no se trata de argüir sofísticamete sobre esta Constitución; simple y puramente definir las palabras que la misma ley emplea. Muchas veces, señores, se escriben monografías hasta libros completos, por no entender suficientemente el significado de las palabras. Sobre el fondo, sobre el hecho, sobre la cosa misma, estamos de acuerdo; pero hay una palabra que designa ese hecho, esa cosa; hay otra palabra que nos designa allí, otra palabra sinónima de las anteriores, y he aquí que la discusión se desvía, he aquí que la discusión sale del terreno de las realidades y empieza a ser metafísica casuística y nebulosa. Vamos, pues, a definir los conceptos, los términos del artículo constitucional, y entonces, como un cristal transparente, nos colocaremos sobre el hecho mismo, y una vez que nosotros tengamos así perfectamente de acuerdo, el término ,el vocablo, con el hecho y con la cosa, decidiremos si el señor general Hay cae o no dentro de la prohibición constitucional. Los subsecretarios de estado deben separarse definitivamente antes de la convocatoria para las elecciones...

- Un C. diputado: El día mismo.

El C. Urueta: ¿Decía su señoría?

El C. diputado: El día mismo.

El C. Urueta: Suplico a la secretaría, para hacer completa fe, lea el texto constitucional a este respecto.

El C. prosecretario López Lira: El artículo constitucional dice así:

"En las elecciones a que debe convocarse, con forme al artículo siguiente, no regirá la fracción 5a. del artículo 82; ni será impedimento para ser diputado o senador, estar en servicio activo en el ejército, siempre que no se tenga mando de fuerza en el distrito electoral respectivo;

tampoco estarán impedidos para poder ser electos al subsecretarios de estado, siempre que éstos se separen definitivamente de sus puestos el día que se expedía la convocatoria respectiva."

El C. Urueta: El día 6; ese día presentó su convocatoria para las elecciones?

Suplico a la secretaria tenga la bondad de decirlo.

- El mismo C. Prosecretario: la fecha de la ley es 6 de Febrero de 1971.

- El mismo C. Urueta: ¿Cuando se expidió la convorenuncia, con carácter de irrevocable, el C. Eduardo Hay. ¿Qué más se le puede exigir al señor Hay? El que presenta la renuncia de un puesto con carácter de irrevocable, está desde ese momento definitivamente separado de su puesto. ¿Por qué? Porque tiene el carácter de irrevocable.

El C. Cepeda Medrano: Moción de orden. Suplico a su señoría, como no tenemos conocimiento exacto de la renuncia del señor Hay, se sirviera darle lectura.

El C. Urueta: Me permito manifestar al interruptor que su moción es de desorden. (Aplausos de las galerías.) Es verdaderamente alarmante el hecho de que se pida de una manera ya habitual la palabra para mociones de orden con el objeto de pretender interrumpir a los oradores. Si su señoría desea conocer la fecha de la renuncia el texto de la renuncia del señor Hay, desea conocer la fecha de la renuncia del señor Hay, desea conocer otros pormenores de la renuncia del señor Hay ¿Qué trabajo le cuesta esperar a que yo concluya?

(Aplausos de la galerías.) ¿Por qué está tan impaciente cuando hemos visto aquí a nuestro muy apreciable compañero, el señor Vadillo, que ha esperado veinte años para venir a pronunciar un discurso." (Risas y aplausos.) Cuando yo mismo, nervioso como el que más, esperó tranquilamente el día en que pueda contestar con verdadera amplitud y a fondo muchas pequeñas cosas que se me han dicho? (Risas.) Siguiendo en mi argumentación, porque afortunadamente no me rompen el hilo las interrupciones...... (Risas.) Allí fue donde me interrumpió su señoría....... (Risas.) Si, pues el señor general Hay presentó su renuncia con carácter irrevocable el día 6 de febrero, y la convocatoria se expidió ese mismo día, si la Constitución general de la república se promulgó el día 5 ¿qué reproche se puede hacer al señor general Hay, si no es que ahora interpretemos el texto constitucional de una manera verdaderamente lastimosa? Yo creo que la separación definitiva de un funcionario que ocupa un puesto público comienza irrevocablemente el día en que dicho funcionario público presenta su renuncia con ese carácter de irrevocable. Voy a poner un ejemplo. Cuando yo me ví obligado a separarme de la administración del señor Carranza en el puerto de Veracruz, presenté mi renuncia con carácter de irrevocable, y desde ese momento fui a pedir posada a un cordial y noble amigo mío, al señor Luis Amieva. Me consideré desde ese instante separado definitivamente del puesto, a pesar de que el señor Carranza tuvo para conmigo la amabilidad de no aceptarme mi renuncia; debiendo yo con mucha pena, habiendo debido contestarle que le suplicaba se fijara en que mi renuncia rendía el carácter de irrevocable. Si estuve horas o días después en la secretaría poniendo firmas, despachando cosas de orden económico, espulgando los escritorios, dejando en orden los papeles, haciendo, algunas indicaciones naturales a los jefes de la diferentes secciones, esto no significa que yo no hubiese separado definitivamente de la secretaría. El caso del señor Hay es el mismo, absolutamente el mismo. ¿O qué, los señores impugnadores van a exigir la separación material la separación material de la persona: ? No se trata de la separación del funcionario, es el funcionario el que se separa del puesto público, no es la persona eficiente del C. Hay, que todavía podía continuar en el edificio de la Secretaria de Fomento. El funcionario público el subsecretario de fomento, estaba separado de sus funciones desde el momento en que irrevocablemente habían presentado su renuncia, tanto más que la habían presentado su renuncia, tanto más que la había presentado con el objeto concreto, notorio con un objeto dicho públicamente y más, con un objeto dicho al C. Primer Jefe por el mismo señor Hay: "Me separo por este motivo solamente por este motivo, porque quiero presentarme como candidato para diputado al Congreso de la Unión." El funcionario, pues estaba desde ese momento desligado de sus funciones; la separación había sido, en consecuencia, definitiva; ese es el texto y ese es el espíritu de la ley constitucional. Definidos como están los términos, poniéndonos de acuerdo en lo que debe entenderse por separación definitiva de un funcionario público que presenta su renuncia, puede quedar en pie. No, señores; es absolutamente preciso que en este caso la pasión no nos lleve a cometer una injusticia.

El C. prosecretario López Lira: De conformidad con el reglamento se pregunta a la asamblea si concede permiso para que el orador continúe en el uso de la palabra: los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Se concede.

El C. Urueta: Agradezco a la asamblea de su deferencia; pero como realmente mi argumentación ha terminado y lo que iba a decir eran una cuantas palabras para cerrar lo más correctamente que yo pudiera mi discurso, es perfectamente inútil. En otra ocasión tendré tiempo de hablar en otra forma; hoy he querido concretarme a la argumentación meramente constitucional. (.Aplausos.)

- El mismo C. prosecretario: Se pregunta a la asamblea si considera suficientemente discutido el asunto; los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Suficientemente discutido. -El C. Gravioto: Pido la palabra

El C. González Marciano: Para una alusión personal.

El C. presidente: Se ha declarado suficientemente discutido el asunto.

El C. González Marciano: No voy a discutir ningún punto del dictamen, es para una alusión personal.

El C. presidente: Ya está suficientemente discutido el asunto.

El C. González Marciano: Creo que tengo derecho a que se me conceda la palabra; no voy a discutir absolutamente nada; es para una alusión personal. (Voces: ¡Que hable!)

- El mismo C. prosecretario: La presidencia consulta a la asamblea si se concede al C. González el uso de la palabra. (Voces: ¡No!)

El C. Cámara: Reclamo el trámite, señor presidente. Yo pedí la palabra para una aclaración y estoy esperando hasta ahora que se me conceda.

El C. presidente: En virtud de que se ha declarado suficientemente discutido el asunto, no puedo conceder la palabra a nadie, a menos de que la asamblea lo permita.

El C. Cravioto: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Yo creo que su señoría no tiene razón conforme al reglamento. Nosotros tenemos derecho a hablar siempre que pidamos la palabra. Fundados con un artículo, tenemos derecho a que se nos conceda hablar para rectificar hechos antes de que se proceda a la votación. Cuando la discusión esta agotada y alguno tomare la palabra en pro o en contra del dicta dictamen, se tiene derecho a callarnos la boca; pero si vamos a rectificar un hecho, tengo absoluto derecho, sin que vuestra señoría lo pregunte a la asamblea, sino conforme al reglamento, que es una ley.

El C. Alonzo Romero: La proposición del señor Cravioto se podrá tomar en consideración siempre que no se hubiese iniciado la votación pero ya estamos en votación y es impertinente la proposición del señor Cravioto.

- El mismo C. prosecretario: el artículo 112 del reglamento dice así:

"Cuando hubieren hablado todos los individuos que puedan hacer uso de la palabra, el presidente mandará preguntar si el asunto está o no suficientemente discutido. En el primer caso, se procederá inmediatamente a la votación; en el segundo, continuará la discusión; pero bastará que hable uno en pro y otro en contra, para que se pueda repetir la pregunta."

El C. González Marciano: Señor presidente, yo no me voy a referir al punto a debate. Unicamente voy a contestar alusiones personales. (Voces: ¡No, no!) Tengo derecho, señor; usted no puede privarme de ese derecho. Si yo fuere a hablar del dictamen tendría usted derecho a negarme el uso de la palabra, pero voy a contestar alusiones personales y tengo derecho para ello.

El C. Urueta: Yo no recuerdo bien los términos del artículo reglamentario. Me inclino a creer que el derecho alegado por el señor González está consignado en el reglamento; pero yo vacilo en cuanto al momento en que puede

ejercitarse ese derecho. Suplico, pues, a la secretaria de lectura al artículo reglamentario relativo a las alusiones personales, en qué momento puede ser concedida la palabra para contestarlas.

El derecho del señor González no lo discuto porque es evidente.

El C. Cravioto: Pido que se lea el artículo 101.

-El mismo C. prosecretario: El artículo 101, dice:

"Los individuos de la Cámara, aun cuando no estén inscritos en la lista de los oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos o contestar alusiones personales."

El C. Alonzo Romero: Pero estamos en votación.

El C. prosecretario López Lira, leyendo: Artículo 111:

"Antes de cerrarse en lo general la discusión de los proyectos de ley, podrán hablar 6 individuos en pro y otros tantos en contra, además de los miembros de la comisión dictaminadora y de los ministros. En los demás asuntos que sean económicos de cada Cámara, bastará que hablen 3 en cada sentido, a no ser que ésta acuerde ampliar el debate."

El C. Cravioto: Pido que se lea el artículo 101, (Voces: ¡Ya se leyó ! (Risas.)

- El mismo C. prosecretario: En virtud de que se ha declarado el trámite de la mesa, que consiste en que se proceda desde luego a la votación, se somete este trámite a la aprobación de la Cámara; los que aprueben el trámite de la mesa, se servirán poner de pie. Se va a proceder a la votación. La parte relativa del dictamen que se discutió, dice: "Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Distrito Federal el C. Eduardo Hay, y suplente, el C. Juan Tirso Reynoso."

En votación económica se pregunta si se aprueba.

El C. Cepeda Medrano: Pido que sea la votación nominal en este caso. (Voces: ¿No!)

- El mismo C. prosecretario: En votación económica se pregunta sí se aprueba; las personas que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie aprobado. La presidencia por conducto de la Secretaría, declara que es Diputado propietario por el 1er. Distrito Elector al del Distrito federal, El C. Eduardo Hay, suplente por el mismo distrito, el C. Juan Tirso Reynoso.

El C. Cravioto: Pido la palabra para rectificar un hecho. Con fundamento en el artículo 101.....

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Señores diputados: No quiero cansar la atención de vuestra soberanía. Si he pedido la palabra para rectificar un hecho, es porque es de absoluta importancia, ya que se trata de dilucidar una cuestión histórica como por desgracia las pasiones personales que se agitan en el seno de esta asamblea han estado caldeadas, yo voy a prescindir por completo de la oratoria y voy a expresar con toda sencillez el hecho que voy a rectificar. E señor Martínez de Escobar, que se ha mostrado siempre como un encarnizado enemigo del grupo de la derecha, y personalmente, más bien políticamente, con el que habla, ha asentado dos falsedades precisamente cuando agredió al C. general Montes, cuando le decía que no se podía tener fe en lo que el general Montes aseguraba aquí, puesto que había contradicción entre su voto de ayer, contra el señor Méndez, y el de ahora, en favor del señor Cervantes. El señor Martínez de Escobar, que me causa la impresión, a veces, de ser de buena fe , por su juventud, ahora se ha exhibido como un calumniador, como voy a demostrarlo. Yo no sé si esto sería de buena o de mala fe; pero el hecho queda asentado aquí, y es perfectamente calumnioso. Al referirse a nuestra conducta en el Congreso constituyente. (Murmullos y siseos).... Voy a ser muy breve, señor Siurob.

El C. Urueta: Pido la palabra para una moción de orden. Yo suplico al señor Cravioto que me perdone, aun cuando al señor Cravioto vaya a ser muy breve, pero su señoría está completamente fuera de reglamento.

El C. Cravioto: Estoy rectificando hechos.

El C. Urueta: Cuando el reglamento habla de rectificaciones de hechos, se entiende que de hechos relativos a un debate, naturalmente antes de que el debate termine; cuando el debate ha terminado, cuando el resultado del debate ha sido sancionado por una votación, no hay nada a debate, y en consecuencia, si su señoría no rectificó a tiempo, dentro del debate, no puede iniciar nuevas argumentaciones después de que la votación ha sancionado el resultado del debate. (Aplausos.)

El C. Cravioto: El señor licenciado Urueta olvida que hay un artículo reglamentario en que se da derecho a todos los individuos de la Cámara para contestar alusiones personales, así sea en el mismo día de la sesión en que se haga estas alusiones personales, o en el día siguiente. El artículo 101 no fija, señor Urueta, que sea dentro o fuera del debate cuando se rectifiquen hecho o se contesten alusiones personales; el artículo 101 dice, que todo individuo fuera de los que estén inscritos en la lista, tiene derecho, y de ese derecho estoy usando, -para rectificar hechos. Voy a ser muy breve, como dije a su señoría: me voy a concretar a esto, y repito que no tengo interés personal; no vengo a agredir a nadie y solo a defender la verdad, por tratarse de un asunto de importancia histórica, porque se nos ha aludido a los que tomamos parte en la discusión de los artículos 3º y 5º. Yo apelo a la honradez de los compañeros constituyentes para que me desmientan, si lo que voy a decir no es verdad. El señor Martínez de Escobar asiento, que al discutirse el artículo 3º y 5º, nosotros argüimos que no se debía tocar el artículo 3º y 5º, tal como estaba en el proyecto del Primer Jefe, porque los que se atrevieran a tal se considerarían como enemigos del C. Carranza. ¿Esto dijo usted. señor presidente?

El C. Martínez de Escobar: ¿Me permite usted que conteste, señor presidente?

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Martínez de Escobar: Al decir yo que el artículo 3º o el 5º, bien pudiera haber dicho que el 8º, el 9º, o el 10; fue en tantas ocasiones esa actitud de ustedes, señor Cravioto, que no podría decirlo de una manera definida, si en esta disposición, si en este precepto; fue a diario, constantemente, todos los días; que lo digan los constituyentes; señor Alonzo Romero, ¿Es verdad?

El C. Alonzo Romero: ¿Me permite usted que conteste. señor presidente?

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Alonzo Romero: Sí es verdad.

El C. Martínez de Escobar: Señor Rivera Cabrera, señor Porfirio del Castillo, señor Manjarrez, ¿Es cierto? (Los aludidos: Es verdad.)

¿Es cierto, señor López Lira?

El C. López Lira: Sí es cierto.

- EL C. Martínez de Escobar: Estoy en lo dicho, señor Cravioto. (Aplausos.)

El C. Cravioto: El señor Martínez de Escobar ha dicho la verdad a medias; lo que ha dicho en esa forma es absolutamente cierto; lo que voy a combatir es absolutamente falso. No voy a especificar. El artículo 3º, como ustedes saben, trata de la libertad de enseñanza, y con ese motivo se abrió un debate en el que yo tomé parte muy principal. Yo, en aquel entonces, acababa de estar encargado de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes; representaba, por lo tanto, en el Congreso Constituyente, aunque de una manera indirecta, el criterio político del C. Primer Jefe en un asunto que se relacionaba con la enseñanza. Con este carácter, y con mi propia convicción, de que la libertad de enseñanza era perfectamente defendible, en nombre de la libertad del pensamiento y de la libertad de conciencia, yo tomé parte en este debate para sostener el proyecto del Primer Jefe, tal como éste lo había presentado. Yo esgrimí argumentos de toda índole, y jamas, ni en un solo caso, indiqué que el que no votara la libertad de enseñanza era enemigo del Primer Jefe. Esto es absolutamente cierto, como lo puede demostrar el señor Martínez de Escobar. No es verdad, tampoco, que nosotros nos hayamos opuesto a la votación de este artículo, tal como figura en la Constitución actualmente. Lo que sucedió, señores, en que nada se combatió por la mayor parte de los oponentes al criterio de la comisión, la parte ultra - jacobina que fue retirada. Por lo demás, si alguno votó en contra, fue porque me parece que el C. Palavicini propuso que la comisión retirara las partes prohibitivas del artículo, y que se aprobaran cuando se votara el artículo 27. La comisión no accedió a eso, y por ese motivo fue votado en contra el artículo 3º Respecto al artículo 5º, que se refiere al trabajo, no es verdad, señor Martínez de Escobar, que ninguno de nosotros haya dicho el que no respetara el artículo 5º, tal como lo proponía el Primer Jefe, era enemigo del señor Carranza. Usted recordará que los diputados más radicales, cuando menos los que se decían más radicales, sólo proponían que en ese artículo estuviesen incluídas las 8 horas de trabajo, la prohibición del trabajo nocturno para las mujeres y los niños; y después de examinar, yo fuí el primero que sostuvo en la tribuna que se pusiese en la Constitución un capítulo completo que incluyera todos los derechos de los obreros. El C. Macías siguió después en el uso de la palabra, y sostuvo lo mismo; yo recuerdo hasta estas frases de uno y de otro: Yo dije, que así como la revolución francesa había tenido la suprema gloria de ser la primera en poner en una Constitución los derechos del hombre, así la revolución mexicana tendría la gloria de ser la primera en poner en una Constitución los derechos de los obreros. El C. Macías tuvo esta otra frase, que pinta el criterio de aquel grupo calumniado: él dijo que la revolución mexicana no estaría completamente triunfante si no se consagrara en la Constitución, en un capítulo especial, el derecho de los obreros. ¿Es verdad o no, señor Martínez de Escobar?

El C. Manjarrez: Pido la palabra.

El C. Martínez de Escobar: Un momento, señor Manjarrez, voy a contestar esta interpelación. La persona que en el Constituyente propuso que existiese un capítulo especial sobre la cuestión obrera, fue un jacobino, fue el señor Manjarrez. Los señores Macías, Cravioto y los demás, cuando vieron el paso formidable, avasallador de las ideas liberales, de las ideas radicales, no tuvieron más remedio que irse con nosotros para estar con la corriente, porque ya estaban perfectamente aplastados. Señor Manjarrez, ¿Es verdad o no?

El C. Manjarrez: Es cierto.

El C. Alonzo Romero: Pido la palabra.

El C. presidente: ¿Con qué objeto?

El C. Alonzo Romero: A propósito de lo que dijo el señor Cravioto, que el había defendido la ley del trabajo.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Alonzo Romero: Esta fue una consecuencia de un telegrama que le pusieron los obreros de Pachuca, haciéndole un extrañamiento por haber tenido una actitud reaccionaria cuando se trató del artículo 3o., y de la misma manera los señores Macías, Palavicini y todo ese grupo de reaccionarios que dejaron huellas sangrientas en la Cámara. (Aplausos de la derecha.)

El C. Cravioto: Pido la palabra para una alusión personal.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Estas cosas así, señor doctor Alonzo, son inaguantables. Yo solamente digo a la representación nacional, para que lo sepa la República entera, puesto que es una cosa histórica, que con excepción del artículo 3º, donde como ya expliqué, yo fui a sostener el criterio del C. Primer Jefe en ese asunto, no me pude demostrar su señoría, ni nadie, que yo haya hablado alguna vez o que haya votado en contra de los principios de la revolución. Yo sigo sosteniendo, que al lado del verdadero problema revolucionario, como el problema obrero, como el agrario, como el hacendario como el político, el problema religioso no tiene gran interés. Por eso, señor, yo solamente estuve en pugna con ustedes en el artículo 3º, en nombre, como digo, de la libertad del pensamiento y de la libertad de conciencia. Cuando se trató del problema obrero, agrario, hacendario y político, yo fuí tan radical como el más radical de ustedes, y allí está el Diario de los Debates, con mis palabras y con mi votación. ¡Ese fue el reaccionario!

El C. Alonzo Romero: Un momento, señores; solamente un momento. Tengo derecho a hablar....No fue más que una consecuencia....

El C. Cravioto: Fue una consecuencia de toda mi vida política.

El C. Alonzo Romero: Sí; después de haber sido usted un reaccionario. (En estos momentos se origina una confusión, y varios CC. diputados pretenden hacer uso de la palabra)

El C. presidente: A las 8.45 p. m. (Agitando la campanilla.) Se levanta la sesión, citándose para mañana, a las 3.30 de la tarde.

El Jefe de la sección de taquigrafía, JOAQUIN Z. VALADEZ.