Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170517 - Número de Diario 34

(L27A1P1eN034F19170517.xml)Núm. Diario:34

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, JUEVES 17 DE MAYO DE 1917

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

PERÍODO EXTRAORDINARIO. XXVII LEGISLATURA. TOMO I.- NÚMERO 34

Sesión de Colegio Electoral de la Cámara de Diputados, celebrada el día 17 de mayo de 1917

SUMARIO

1. Se pasa lista. De abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de lo anterior. Rectifican hechos los CC. Manrique y Villareal.- 2. Son aprobados el dictamen de la segunda sección por el 11 Distrito electoral del Estado de Michoacán y el de la quinta por el 3o. de Oaxaca.- 3. Es aprobado el dictamen de la sección por el 2o. distrito electoral del Estado de México.- 4. Es discutido y aprobado el dictamen de la quinta sección por el 3er. distrito electoral de Estado de Querétaro. se levanta la sesión.

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. ROMÁN ALBERTO.

- El C. Secretario López Lira, a las 4.34 p. m. pasó lista: Hay una asistencia de 127 ciudadanos diputados. Hay quórum.

El C. Presidente: Se abre la sesión del Colegio Electoral.

El C. Secretario Mata, leyó el acta de la sesión de día 16: Está a discusión el acta. ¿No hay quien tome la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Las que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Manrique para la rectificación de un hecho.

El C. Manrique: Señores diputados: Aprobada ya o definida ya, tomada una resolución en el asunto del señor de la Parra, al día siguiente el compañero Álvarez del Castillo pidió la palabra para una rectificación de hechos y se le concedió. Ésta mas que una rectificación de hechos, fue una rectificación de doctrina: cosa análoga quiero hacer hoy para referirme a la credencial ayer discutida del señor Rebolledo. Dijérase a primera vista que toda discusión relativa a este hecho carece ya de importancia práctica: esto sería verdad si se tratase de discutir nuevamente la credencial del señor Rebolledo, que al fin y a la postre es ya nuestro compañero de labores y si acaso equivocadamente cometió una falta esperemos que la compense trabajando en el seno de esta Cámara en pro de la causa. Pero lo que si es un deber, es la rectificación de una doctrina aquí fundada por el señor Salvador Torres Berdón, esta doctrina sí no debe quedar en pie porque sería una vergüenza no protestar contra ella porque es absurda y amoral. La doctrina es esta: bien está que la Asamblea haya resuelto, y que su resolución sea definitiva e inatacable, que haya aprobado la credencial del señor Rebolledo por creer que realmente, dadas las condiciones concretas en que se encontraba, no es culpable como alguno de nosotros quisimos hacerlos aparecer; pero como quiera que sea, ya este asunto no está en discusión. La doctrina del señor Torres Berdón sí no debe ni puede quedar en pie, porque errores lanzados desde esta tribuna tiene una trascendencia incalculable, porque esta tribuna es una verdadera cátedra desde la cual se habla a la Nación entera. Deberíamos pesar y medir la responsabilidad en que incurrimos al lanzar a los cuatro vientos determinada doctrina. Es en vano que el compañero Martínez de Escobar haya dicho que la tribuna es a la manera de un potro difícil de domeñar: no, la responsabilidad que contraemos al exponer una doctrina es tan grande que, si no hemos de ser dueños de nosotros mismos, mas vale que nos abstengamos de venir a este lugar. Tal doctrina, repito, no debe quedar en pie, pues con ella sólo se quiso disculpar la actitud del señor Rebolledo, diciendo que el poeta es un cosmopolita y por cosmopólita se da a entender a un hombre amoral, un hombre incoloro, un ciudadano del mundo; como si el crimen, como si la traición y el dolo no fuesen universalmente condenados; (Aplausos), como si lo que llamamos crimen en México, no tuviese el mismo nombre en Asia, en Europa o en cualquier parte el mundo. Se trata de conceptos universales. Tratadistas hay que nos han dado algunos interesantes ejemplos sobre la relatividad de la moral: se nos cuenta el caso de un viajero europeo a quien un reyezuelo en África o en Oceanía, reclamó por no haber aceptado la galante oferta que le hacía de su esposa, y esto porque el europeo con sus ideas, con la idea europea del honor, creyó que cometía una infidelidad al huésped y la idea de honor era allí precisamente la contraria, la antitética; pero prescindiendo de estas consideraciones creo que en todo lo que podemos llamar mundo civilizado, con la misma indignación, con la misma honrada vehemencia debe condenarse le crimen y la traición. De manera que si diciendo que el poeta es un cosmopolita ¿Debe entenderse que debe ser ajeno a los dolores y a las miserias de su patria? Entonces el poeta en esta actitud, bajo este aspecto impersonal, pues no merece tal nombre de poeta, porque el poeta, ser esencialmente humano, debe reflejar y traducir los dolores y miserias de su época, es un ser hondo y esencialmente humano, de manera que él está en todas sus manifestaciones y para que sea vital, estable y perdurable es necesario que tenga raíces en el espíritu humano y que tenga sus raíces en el dolor; Por eso Anacreonte palidece ante Esquilo, por eso Juan Bocaccio, el suave y sutil estilista, desaparece ante la figura de Dante Alighieri y ante Vittorio Alfieri el inmortal flagelador de la tiranía. Por esto el poeta o el artista

en cualquiera de sus manifestaciones que se dedica a hacer esta obra impersonal y vana y hueca, el artista que produce como fruto de su intelecto esas flores de invernadero como las poesías de un Malherbe o un Verlaine, ese no produce obra útil a su patria, a la humanidad. De manera que si aquí se quiere argumentar que es un mérito el ser poeta, para venir a la Cámara, es un mérito, si, pero es necesario establecer un distingo: ser poeta popular, intérprete del alma popular, de los dolores y sentimientos del alma popular, o poeta de la aristocracia, poeta que vive perpetua y augustamente encastillado en su torre de marfil para lanzar maravillosas gemas y filigranas, cuya labor social, cuya labor humana es inútil e inconsistente, esto no es un mérito porque esta Cámara legisladora más que Cámara de poetas, habrá de ser algo en que se legisle todavía al calor de la lucha de la pasada revolución de seis años; de tal manera que aquí habrá de legislarse como a martillazos sobre un enorme yunque. No queremos la obra del orfebre, del artífice que venga a hacer gemas cuyo valor al fin y a la postre, cuya definitiva influencia sobre el alma nacional es nula e insubsistente. Mucho son de llamar la atención estas inconsistencias de criterio en una Asamblea que parece dejarse adormecer por el veneno que día a día, algunos de sus más conspicuos miembros estén vertiendo sobre su alma para calmar todos sus vigores, para amenguar sus rebeldías. sube el diputado Urueta a la tribuna en medio de la indiferencia o de la hostilidad de la derecha: comienza su discurso: habla de altos conceptos filosóficos y se le escucha con desdén, pero pronuncia la palabra mágica, dice: "Anatole France" Y entonces la indiferencia o la hostilidad se tornan en positiva admiración y, el tímpano se tiende como si estuviese próximo a estallar, el músculo de la atención en nuestra frente se contrae y no queremos perder una sola palabra de aquella suave y delicada música . Viene el diputado Cravioto a la tribuna en medio de la indiferencia o la manifiesta hostilidad de la izquierda; pero pronuncia las palabras mágicas: "Cuenta Anatole France....." y en el acto esa hostilidad e indiferencia desaparece y escuchamos con religioso silencio la literatura refinada de Cravioto inspirado en el mas franco decadentismo. De modo es que estos espíritus decadentistas, lo mismo Urueta que Cravioto, están derramando día a día el veneno de literaturas decadentes, y no es, señores, que yo aproveche esta ocasión o la busque expresamente para decirle al señor Urueta que decaé. (Siseos.) (Campanilla.) (Voces: ¡Que hable, que hable!) Es decir, no he querido aprovechar esta ocasión para decir al señor Urueta que está en decadencia, porque aquí se le ha dicho con mezquinidad y poca caridad, yo no quiero decirle que esté en decadencia, sino que es el suyo un espíritu decadente ¿Porque qué otra cosa es la literatura de Anatole France más que una flor de decadencia? (Siseos.) ¿No tiene caso toda la característica de decadencia sensual, elegante, fina, amanerada? Esto es un modelo de literatura decadente.

El C. Urueta interrumpiendo: ¡blasfemo!

El C. Portes Gil: ¿Se quiere hacer una crítica sobre literatura? Bien pueden los señores hacerla en la prensa o en otra parte y creo que este no es el momento oportuno para que el orador lance injurias a la Asamblea y por lo mismo suplico al señor Manrique que se concrete al asunto para el que ha pedido la palabra.

El C. Manrique, continuando: la palabra injuria no es oportuna en este caso. No; no he tratado de injuriar a ninguno ni he injuriado a nadie . Y para terminar, muy explicable ya es la inconciencia de cierta parte de la Asamblea, pero si con el arte de Orfeo, al divino conjuro del arte de la música, las bestias feroces amansan y dominan, ¿Qué mucho que aquí el arte haya hecho olvidar las diferencias entre los hombres de la derecha y de la izquierda? sea bienvenido el poeta Efrén Rebolledo y penetre a esta Cámara legisladora conducido de la mano por el poeta socialista don Salvador Torres Berdón.

El C. Villareal: pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C, Villareal: Señores diputados: Lamento que el señor Manrique, que ayer vino a esta tribuna a decirnos que era un verdadero radical, hoy venga a saludar el advenimiento de un reaccionario en esta Asamblea. (Voces: ¡No, no!) Si señores, tengo el derecho de hablar y me dispensarán la indulgencia que les pido por favor. Voy a demostrar al señor Hilario Medina, quien me dijo que el señor Rebolledo no es culpable, que está equivocado. Es muy poco lo que tengo que decir. Creo que todo aquel diputado que entienda español estará de acuerdo conmigo e interpretará en su justo valor lo que voy a leer. Decía Rebolledo en el Japón:

"Ha tres años que dura la infame brega, tres años de pavoroso cataclismo. en que loca de encono la gente ciega encamina sus pasos hacia el abismo."

Fíjense: "la infame brega". Quiero que me digan a que abismo se refería el autor de los versos. (Voces: A la Revolución!) ¿Porqué Rebolledo está ahora en el abismo? (Una voz: ¡Muy bien dicho!) (Aplausos.) ¿Sabía el señor Rebolledo que Huerta estaba aquí en México matando y asesinando a cuantos quería y sin embargo seguía a su servicio representando a una infame administración hija del crimen?

Otro párrafo:

"Y esperemos que todos lleven su ofrenda a esta distinta patria afligida, espada, verbo, pluma, brazo o hacienda y el que no tenga nada, que dé la vida.

"Esperemos que vibre la tumba inerte, que aliente cada pecho vuelto un baluarte, y unámonos en torno del hombre fuerte, que levanta entre escombros nuestro estandarte."

¿Quién era en aquellos momentos el hombre fuerte? (Varias voces: ¡Huerta! ¡Huerta, sí, señores! y habéis votado por el apologista del más grande traidor de México. ¡Cuánto lo siento! (Aplausos.)

- El C. Secretario López Lira: El expediente que se refiere a las elecciones en el 11 distrito electoral de Michoacán, dice como sigue:

"Primera Comisión. Sección segunda.

"H. Asamblea:

"Los suscritos miembros de la sección segunda de la Primera Comisión Revisora de credenciales. Con motivo del examen que ha hecho del expediente de la elección verificada en el 11 distrito electoral del Estado de Michoacán, tenemos el honor de manifestar lo que sigue:

"Según las constancias del acta de la Junta Computadora de votos, el C. profesor Rafael Cano obtuvo 1189 votos para diputado propietario y el C. José Lira 1032 para diputado suplente, constituyendo esos votos la mayoría de los emitidos y por consecuencia, los suficientes que requiere la ley para ser declarado diputado por el distrito electoral de que se trata. Se hace constar en la propia acta de la Junta Computadora, una protesta formulada en contra del candidato Cano por el licenciado Rafael A. Magaña como representante del club Constitucionalista de

Uruapan", relativa a que dicho señor Cano está incapacitado para ser declarado diputado propietario en virtud de haberse encontrado sujeto a proceso criminal en la fecha en que se verificaron las elecciones. A este respecto, existe en el expediente un oficio del Juzgado de Primera Instancia de Uruapan en que manifiesta dicho Juzgado se instruye proceso al profesor Cano por el delito de ultrajes a funcionarios públicos y de que se decreto formal prisión el dos de septiembre del año próximo pasado, habiendo quedado en libertad dos días después por haber exhibido la cantidad de quinientos pesos para asegurar la pena pecuniaria, así como la pena que corresponde al delito de que se trata, es alternativa de pecuniaria y corporal o conjuntiva según las circunstancias. También obra copia autorizada del auto relativo en que se decretó la prisión formal y se previno quedara en libertad previa fianza de quinientos pesos de acuerdo con lo dispuesto por los artículos 578 y 586 del Código de Procedimientos Penales del Estado de Michoacán, el último de cuyos preceptos dice textualmente: "Cuando se trate de delito que tenga pena alternativa, esto es, pena corporal, pecuniaria o de otra clase, se dictará auto de prisión preventiva; pero no se pondrá preso al acusado mientras tenga otorgada la fianza"

"La Comisión estima que aún cuando se haya decretado prisión formal al profesor Cano por el delito que se le imputa, como esta merece pena alternativa y no exclusivamente corporal y por otra parte, se aceptó la fianza para que no estuviera preso, de acuerdo con lo que dispone el artículo 586 del Código de procedimientos Penales de Michoacán, no se encuentra comprendido en el caso de inhabilidad que señala la fracción II del artículo 28 de la Constitución Política de la República. En virtud se permite someter a la consideración de esta H. Asamblea las siguientes proposiciones:

"1a.- Son válidas las elecciones verificadas en el 11 distrito electoral del Estado de Michoacán.

"2a.- Son diputados propietarios y suplente respectivamente por el referido distrito electoral los CC. profesor Rafael Cano y José Lira.

"Sala de Comisiones del Congreso de la Unión.

- México, 30 de abril de 1917.- Ernesto Aguirre.

- Flavio Pérez Garza.- J. D. Ramírez Garrido." (Rúbricas.)

Está discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

Aprobado.

La Presidencia por conducto de la Secretaría declara: Son diputados propietario y suplente respectivamente por el 11 distrito electoral del Estado de Michoacán, los CC. profesor Rafael Cano y José Lira.

- El mismo C. Secretario. Un dictamen relativo al 3er. distrito electoral del Estado de Oaxaca. Dice:

"Primera Comisión revisora de credenciales Sección quinta.

"H. Asamblea:

"Revisado el expediente electoral del 3er distrito del Estado de Oaxaca, se encuentra una protesta en primer término, suscrita por el candidato Genaro V. Vázquez, quien pide la nulidad de las votaciones que obtuvo el C. Juan M. Otero, por distintos capítulos, siendo los más notables los siguientes: los pueblos de Aloapan, Abejones y Yareni, que en conjunto arrojan 340 votos a favor de Otero y con los cuales creé Vázquez, obtener superioridad, no pertenecen al 3er. distrito electoral. Se dice que la votación de Jalpan, está contra lo dispuesto en el artículo 12 de la ley electoral, y que por último que Otero tenía mando de fuerza porque era jefe de Estado Mayor de la División 21. Comprobado por un ejemplar del Estado, que tanto los pueblos de Aloapan como de Abejones y Yareni, no están comprendidos dentro del distrito, la Comisión considera que son de nulificarse los 340 votos obtenidos por Otero en esos lugares, pero como se comprueba que la votación de Jalpan estuviese contra lo dispuesto en el artículo 12 de la ley electoral, la Comisión no considera que debe restarse esta votación.

"El C. Vázquez señala algunas infracciones y pide la nulidad de 25 votos por haber sido emitidos por individuos que no saben firmar y que no tiene la edad de 21 años. A fin de observar si tales hechos son exactos, la Comisión se vió en el caso de revisar con el mayor cuidado posible el expediente electoral, encontrando cierto lo anotado por Vázquez, pero anotando a la vez que una gran parte de la votación obtenida por él se encuentra en iguales condiciones como sucede en las casillas de Xoxocotlán, Suchilquitongo, Huitzo, Sedas, Etla y Guadalupe, señaladas por su contrincante Otero, las que se encuentran firmadas por una misma mano y que la Comisión considera que deben rechazarse.

"Como de cualquier manera, restando votos de ciudadanos no inscritos en el padrón o de individuos que aún no son ciudadanos por la falta de edad legal o de ciudadanos que no saben leer y escribir, resulta que el C. Juan M. Otero obtiene mayoría en votos sobre el C. Vázquez. La Comisión tomando en consideración la objeción que en último lugar presenta el C. Vázquez, sobre que el C. Otero tenía mando de fuerzas como jefe de estado Mayor de la división 21, consultó a la Secretaría de Guerra en oficios fechados los días 9, 12 y 17 de abril último si existe una disposición sobre el mando directo de tropa que puede tener un jefe de Estado Mayor, y la Secretaría contestó transcribiendo el artículo 1o. de la ley sobre Estados Mayores, expedida por el C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, el día 7 de junio del año próximo pasado. La Comisión insistió con la misma Secretaría, por no considerar contestada la pregunta, en los siguientes términos: "El atento oficio de usted número 73,938, de fecha 18 del actual, contestación a los nuestros de fechas 9, 12 y 17 del mismo mes, en los que consultamos a esa Secretaría de su digno cargo sobre si debe considerarse con mando de fuerza directo a un Jefe de Estado Mayor de una División, no resuelve el punto a consulta toda vez que deja en estado de duda el caso, con la transcripción, que sirve hacer del artículo 1o. de la ley sobre Estados Mayores, Expedida por el C. Primer Jefe el día 7 de junio del año próximo pasado. Como habrá podido observar usted nuestra consulta es absolutamente concreta puesto que igualmente concreta debe ser nuestra resolución al dictaminar el caso de un coronel de quién se dice tiene mando de fuerza porque era Jefe de Estado Mayor de una División y como lo único que puede hacer fe, es una declaración concreta y categórica de esa Secretaría de Guerra y Marina, con pena volvemos a insistir sobre nuestra consulta, esperando que se sirva usted ver con nuestra insistencia, el sólo deseo de cumplir estrictamente con la ley, Protestamos a nuestra distinguida consideración y particular Aprecio.- - Constitución y Reformas.- México, 29 de abril de 1917.- El Presidente de la Sección quita de la Primera Comisión revisora de credenciales.- F. Mata. (Rúbrica.) - Al C. general de división Álvaro Obregón, Secretario de Estado y del despacho de Guerra y Marina.- Presente." A lo que la Secretaría de Guerra contestó con fecha 26 del mismo mes, lo que sigue: "Al centro un sello que dice: "Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina.- México.- Al margen: Departamento de Estado Mayor.- Sección 1a.- Mesa 1a.- Número 75470.

- "Me refiero al atento oficio de usted de fecha 17 del corriente mes, en el que solicita se le informe de una manera concreta si se considera o no con mando de fuerzas directo a un Jefe de Estado Mayor de una División, para manifestarle, en respuesta, obsequiando sus deseos, que no se considera con mando de fuerza directa a un Jefe de Estado Mayor.- Reitero a usted mi distinguida consideración y Reformas.- México, 26 de abril de 1917. P. O. del general Secretario.- El general Jefe del Departamento. F. Urquizo.- (Rubrica).- Al C. Presidente de la sección quinta de la Primera Comisión dictaminadora de credenciales de la Cámara de Diputados.- Presente."

"Por todo lo anterior, la Comisión somete a la consideración de la H. Asamblea, las siguientes proposiciones:

"1a.- Son válidas las elecciones verificadas en el 3er distrito electoral del Estado de Oaxaca.

"2a.- Son diputados propietarios y suplente respectivamente por el mencionado distrito, los CC. Juan M. Otero y Félix Méndez.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados, a 6 de mayo de 1917.- F. Mata.- Julio Zapata.- Vega Sánchez." (Rúbricas.)

Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra?

- Un C. Diputado: Suplico a la Secretaría se sirva repetir los nombres de los diputados.

El C. Secretario: Los nombres son Juan M. Otero y Félix Méndez. En votación económica se pregunta si se aprueba. los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

Aprobado.

La presidencia por conducto de la Secretaría declara: Son diputados propietario y suplente respectivamente por el 3er. distrito electoral del Estado de Oaxaca, los CC. Juan M. Otero y Félix Méndez.

- El C. Secretario Padrés, leyendo:

"Los suscritos, miembros de la segunda Sección de la Primera Comisión revisora de credenciales, de acuerdo con el sentir de esta H. Asamblea manifestado al votar el dictamen relativo a las elecciones verificadas en el 2o. distrito electoral del Estado de México y en atención a que el C. Fernando Moreno es el candidato que le sigue en votos al C. Darío López, que obtuvo la mayoría, tenemos el honor de someter a vuestra respetable consideración las proposiciones siguientes:

"1a.- Es nula la elección del C. Darío López como diputado propietario por el 2o. distrito electoral del Estado de México.

"2a.- Es diputado por el 2o distrito electoral del Estado de México, el C. Fernando Moreno.

"3a.- Es diputado suplente por el propio distrito electoral el C. Agustín Molina.

"Sala de comisiones del Congreso de la Unión.

- México, abril 19 de 1917. Ernesto Aguirre.- Flavio Pérez Gasga.- J. D Ramírez Garrido." (Rúbricas.)

Está a votación. (Voces: ¡No, no!)

El C. Manrique: reclamo el trámite.

El C. Ruiz: Pido la palabra, señor Presidente.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Ruiz: Señores diputados: He reclamado el trámite acerca de este dictamen toda vez que al ser desechada la credencial del señor Darío López, no fue el sentir de la Asamblea que viniera el señor Fernando Moreno como diputado por el 2o distrito electoral de México. se desechó la credencial del señor Darío López, pero no se mencionó al doctor Fernando Moreno. Además hay otra candidatura y tengo comprobantes contra el doctor Moreno.

El C. Presidente: El trámite que ha dado la Mesa es de que se pone a discusión el dictamen: después que hayan hablado dos oradores en pro y dos en contra, se preguntará a la Asamblea si se aprueba el trámite de la Mesa o no. Van hablar en contra del trámite de la Mesa. El trámite es que está a votación.

El C. Ruiz Juan A.: H. Asamblea he reclamado el trámite porque, como indiqué, pido que se ponga a discusión el dictamen en vista de que tengo comprobantes contra el doctor Moreno.

El C. Secretario Padrés: La presidencia por conducto de la Secretaría, pregunta si hay alguna otra persona que vaya hacer uso de la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Ruiz.

El C. Ruiz Juan A.: En el 2o. distrito electoral del estado de México jugaron tres candidatos: el señor Darío López, el doctor Fernando Moreno y otra persona, como diputados propietarios el Congreso de la Unión. Al discutirse el dictamen respectivo, que era favorable al señor López, toda la atención se concentró sobre él y nadie se fijó en sus contrincantes. Eliminando el declarado triunfante por la Comisión, era claro que su competidor habría sido llamado; pero como no era uno sólo sino dos y nada se dijo sobre ninguno, es ahora ocasión de que la H. Cámara decida cuál de los dos es quien debe venir al seno de esta Asamblea. No es el caso de aplicar la irrevocabilidad de las decisiones de esta Cámara a que se refirió en cierta ocasión el diputado Sánchez Pontón, pues que ninguna resolución se ha tomado con respecto a dichos dos contrincantes del señor Darío López, y como se demuestra por el hecho de que no se ha declarado legal la elección de ninguno de los dos. Es pues, necesario poner al debate el dictamen de que ahora nos estamos ocupando. Hay pruebas en contra del doctor Moreno que no se presentaron la vez anterior, porque únicamente se trataba de impugnar la credencial del señor López. Es por lo tanto, razonable que se discuta la personalidad del señor doctor Moreno, antes de aprobar su credencial.

- El mismo C. Secretario: En vista de que han hablado de oradores en pro, se pregunta a la Asamblea si aprueba el trámite de la Mesa.

El C. Neri: Pido que se lea el dictamen rechazado para ver si ahí figuran los nombres de estas dos personas que ahora se nos mencionan.

(Voces: ¡No, no!)

El C. Villarreal: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Villarreal: Señores: Hay aquí un compañero que tiene documentos contra ese individuo y creo que debemos sentar el precedente de saber quién viene aquí....

El C. Presidente, interrumpiendo: De conformidad con el artículo 20 del reglamento, después de que han hablado dos personas en contra del trámite de la Mesa, debe consultarse a la asamblea si se aprueba o reprueba el trámite. Por consiguiente, no es ninguna moción de orden la que hace usted.

El C. Villarreal: Entonces reclamo el trámite. (Voces: ¡Ya está reclamado!)

- El mismo C. Secretario: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Asamblea si aprueba el trámite. Los que estén conformes se servirán ponerse de pie. El trámite es que está a votación el dictamen. La resolución del dictamen es la siguiente (Leyó.) Es el trámite que ha dado la Mesa. Los que estén conformes se servirán ponerse de pie. En vista de que no es aprobado el trámite de la Mesa se pone en discusión el dictamen. Los que deseen hacer uso de la palabra servirán pasar a inscribirse.

El C. Presidente: Se ha inscrito para hablar en contra el C. Ruiz. Tiene la palabra el C. Ruiz.

El C. Ruiz: Honorable Asamblea: He pedido la palabra en contra en vista de que hay algunos

cargos fuertes contra del doctor Moreno. Últimamente el Cuartel General de Toluca, en vista de que el 15 de septiembre del año pasado al tomar el campamento de Veladero, del cabecilla Rojas, pudo recoger el archivo de ese cabecilla, se encontró estos documentos que comprueban que el doctor Moreno todavía en el mes de agosto del año pasado tenía relaciones con los zapatistas y prestaba ayuda a ellos. En vista de esto, el diputado Estrada y yo pusimos con fecha 7 al Cuartel General Toluca, el siguiente mensaje: "De México a Toluca. Mayo 7 de 1917.- Al C. general Venancio López, Jefe de las Operaciones Militares en el Estado.

"Teniendo que discutirse credencial doctor Fernando Moreno y sabiendo que ese Cuartel pidió destitución del citado como Presidente de Salubridad por filiación zapatista, suplicamos atentamente se sirva darnos informes por esta vía para impugnarlo.

"Cámara de Diputados.- J. A. Ruiz.- A. Ruiz Estrada."

Con esta fecha 8 contestó dicho Cuartel General así "Toluca, mayo de 1917.- Diputados J. A. Ruiz Estrada.- Cámara de Diputados:

"Su mensaje. Efectivamente Cuartel General pidió destitución doctor Moreno por constarle su filiación zapatista pruebas en archivo particular.- Turín 46. El teniente coronel.- E. Garza."

Otro telegrama: "En archivo particular Turín 46, esta constancia carta a que ustedes se refieren. Favor requerirla con oportunidad.- Tomás Valle."

En relación con el mensaje que pusimos hemos recibido el oficio siguiente: Un sello que dice "División de Caballería. Estados Unidos Mexicanos Regionales de Coahuila.

"Contesto el mensaje de usted fecha 7 del actual, en que se solicita documentos que acrediten la filiación zapatista del doctor Fernando Moreno; le acompaño los que existen en este "Cuartel General, por los cuales se pidió la destitución de dicho facultativo, como Presidente del Consejo de Salubridad de esta ciudad; manifestando a usted que se extraviaron otros documentos.

"Reitero a usted mi atenta consideración.- Constitución y Reformas.- Toluca, mayo 9 de 1917.- El general J.A. de la D., Venancio López.

"Al teniente coronel Juan A. Ruiz .- México, Cámara de Diputados."

Los documentos que acompañan son dos: un recibo en toda forma , del doctor Moreno, por cien pesos por curaciones al cabecilla Rojas, de fecha 30 de septiembre. (Una voz: ¡Eso no tiene nada que ver!) Pero aquí este otro documento que es por el que he pedido la palabra en contra, pués creo que no es nada digno que una persona como el doctor Moreno venga a ocupar una curul en esta Cámara.

Un sello que dice: "Ejército Librador.- Regimiento Zingú.- Detall.

"Participo a usted que ya tengo arreglado que el doctor Fernando Moreno me remita las medicinas que nos están haciendo falta para los enfermos; pero no creo yo que quedará conforme con las cinco reses las dos cargas de maíz que le remití a Sinacaltepec en días pasados díganme qué otras cosas le puedo mandar por que las medicinas que nos mande nuestro buen amigo Moreno tienen que costar bastante caras y es bueno que quede a gusto.

"R. L. J. y L.- Mesón Viejo, Agosto 28 de 1916.- General Doroteo Zingú.- Señor general José C. Rojas.- Su campamento en Veladero."

La capital del Estado de México, Toluca, fue tomada el día 14 de octubre de 1915, por lo que se verá que ya estando nuestras fuerzas allí y teniendo el doctor Moreno la presidencia del Consejo de Salubridad, estaba enviando medicinas a los zapatistas y recibiendo en cambio algunas otras cosas. Pido, por lo tanto, a esta a H. Asamblea, en nombre de la revolución y la justicia, que sea rechazado este dictamen.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Señores diputados: Ya sabía yo que se iban a presentar ante esta H. Cámara algunos documentos para impugnar la credencial del señor doctor Moreno. Estoy autorizado por lo mismo señor, quien lamenta no poder venir a defenderse, para afirmar que tales documentos son falsos en lo absoluto. ¿Es posible, señores abogados, que un documento no calzado por firma auténtica pueda hacer fe plena? ¿Es imposible que damos créditos a un papelucho cuya autenticidad jamás se podrá comprobar? ¡Es imposible que demos crédito a una calumnia lanzada por los enemigos acérrimos del señor Moreno! Necesitamos convencernos con hechos, no con palabras. Certifico, juro a ustedes, que ese documento, que no está firmado por ningún general zapatista, es completamente falso; él, el doctor Moreno, jamás ha entrado en arreglos con los zapatistas.

El C. Limón, interrumpiendo: ¡es falso!

El C. Cepeda Medrano, continuando: Ya vendrá usted, señor Limón, a hacer uso de la palabra para que pueda refutar todo lo que quiera. Señores diputados, ruego a la Secretaría se sirva prestarnos ese documento para presentarlo nuevamente a la Asamblea; yo tendría mucho gusto en verlo y combatir también con él. Señores diputados: ¿Es esto una carta, un recado o una nota firmada realmente por el general Doroteo García que se dice es zapatista? ¿Puede alguno de ustedes certificar que esta firma es la verdadera del llamado general zapatista? ¿Conoce alguno de ustedes esta firma o traen otro documento que identifique la firma? (voces: ¡El sello!)

El C. Villarreal: El documento ese, señor Cepeda Medrano, trae un sello que demuestra que es un documento original del Ejército Libertador.

El C. Cepeda Medrano: Esa no es una prueba. ¿Puede alguno de ustedes probar que esa firma de García es la firma auténtica del general García? Ustedes saben, señores diputados, que cuando se trata de eliminar a un presunto diputado se puede recurrir a todos los medios ¿No creen ustedes que en muchos casos también se han usurpado los sellos del Ejército Constitucionalista y se han hecho figurar para calumniar y hacer cargos concretos?

El C. Morales Hesse: Pido la palabra para hacer una interpelación al orador.

El C. Presientes: Tiene usted la palabra.

El C. Morales Hesse: ¿Creé usted, señor Cepeda Medrano, que el Jefe de las Operaciones en el Estado de México haya falsificado esa firma? Quien ha enviado ese documento es el Cuartel General del Estado de México y ese documento ha sido recogido del archivo de los zapatistas y mandado por el jefe de las operaciones al señor Ruíz para que lo hiciera presente a esta Asamblea. Señor Cepeda Medrano, si usted creé más al doctor Fernando Moreno que el Jefe de las Operaciones del Estado de México, no he dicho nada.

El C. Cepeda Medrano: Voy a contestar al apreciable compañero que de una manera tan caballerosa me ha interpelado. Señor coronel Morales Hesse, ¿No creé usted que sea posible que este general Doroteo García haya usado de esta estratagema para perjudicar al doctor Moreno?

El C. Morales Heesse: Con permiso de la presidencia. No lo creo, porque cuando este documento fue firmado no se sabia que Moreno fuera a lanzar su candidatura y por que el mismo documento fue encontrado en los archivos de los zapatistas; es, pues, lógico suponer que el doctor Moreno estaba en convivencia con ellos.

El C. Cepeda Medrano: No es lógico suponerlo, porque bien puede haberse alterado la fecha, poniéndose una anterior a la de las elecciones y en vista de que el interesado, la parte ofendida, ha declarado terminantemente y de una manera categórica que es falso lo que se asienta en el mensaje. El doctor Moreno asegura bajo su palabra de honor que nunca ha recibido ninguna gratificación, bueyes o alguna otro cosa por servicios a los zapatistas en perjuicio de la causa constitucionalista; no tiene él en su poder esos semovientes ni nunca los ha tenido, como tampoco jamás ha existido aquella convivencia. ¿Cómo es, pues, posible que aceptamos como documento a todas luces apócrifo como el que aquí se nos ha presentado? El señor doctor Moreno lanzó su candidatura en el Estado de México y triunfó sin grandes esfuerzos allí para senador suplente; es senador suplente admitido en la Cámara de Senadores. El doctor Moreno lanzó su candidatura al Congreso Constituyentes y fue al Congreso Constituyentes y fue al Congreso a tomar parte en aquella Asamblea. El doctor Moreno cuando regresó al Estado de México se encontró con dificultades en presencia del Jefe de Operaciones, general Alejo González, y como tuviera algunas dificultades personales con dicho señor, esto obligó a venir a la capital de la república, o a ir a Guadalajara, no estoy cierto, a ver el Jefe del Ejército Constitucionalista a pedirle una carta para que le diesen amplias garantías para poder lanzar su candidatura sin obstáculo. Después que esa carta fue llevada al Estado de México el general Alejo González ya no tuvo más que obedecer. El general Alejo González tiene grandes simpatías por el doctor de Valle y es por eso que busca la manera de que esta Asamblea deseche al doctor Moreno para que pueda venir aquí el señor de Valle. Hemos visto con tristeza y profunda pena que los ciudadanos del Estado de México lanzan una protesta enérgica contra los actos de esta Cámara. Ellos, en mi concepto, tienen mucha razón; ellos, en mi concepto hacen un acto de estricta justicia y deberían seguir protestando con toda energía porque nosotros no tenemos derecho para conculcar el voto de aquellos ciudadanos. Los ciudadanos del Estado de México lamentan que haya sido arrojado este Congreso el señor Darío López como su legítimo representante. ¿Y qué va a suceder ahora, señores diputados, que rechazamos también al doctor Moreno por un simple documento que nos presentan y que no pueden demostrar que es auténtico; qué va a suceder, repito, ahora que vean que lanzamos también de esta Asamblea al doctor Moreno, como representante del 2o. distrito de México? Ya en el Congreso Constituyente pudimos observar la labor del C. Fernando y observamos también la labor de otros muchos diputados, como hemos observado aquí a muchos diputados que, si no vienen a tomar participación en los debates. sí obran con su voto desde su asiento. ¿Por qué vamos a castigar al doctor Moreno como incapaz de tomar parte en este Congreso? ¿Porqué no tiene facilidades como el "Príncipe de la palabra" para poder dirigir a ustedes la palabra? No, señores diputados, no creamos que aquí sólo han venido los representantes del pueblo para subir a la tribuna; han venido para juzgar y resolver con honradez y patriotismo los trascendentales problemas que se nos presenten, lo mismo con su voto desde sus curules o dirigiendo la palabra a la Asamblea para inclinarla en tal o cual sentido; unos y otros son igualmente estimables y dignos de nuestro aprecio y consideración. No debemos fijarnos en los cargos lanzados contra el doctor Moreno, únicamente porque se dice que no es capaz de abordar la tribuna y tomar la palabra sosteniendo algún principio o alguna idea. Hay más, el doctor Moreno tuvo algunas dificultades con el general Tejada, cuando era Gobernador del Estado de México, habiendo sido obligado a que presentara su renuncia del puesto que tenía, a lo que Moreno se negó, limitándose a pedir licencia para lanzar su candidatura y dejando en el puesto al señor doctor de Valle, su contrincante, que ocupó el tercer lugar en la votación. Pasó a esta ciudad, pero no con el objeto de venir a la Cámara, sino con el propósito de hacerse cargo del puesto que había dejado abandonado su suplente por tener que atender su candidatura en el Estado de México. Casualmente se encontraba aquí cuando la credencial del señor Darío López fue desechada; entonces se acercó a algunos de los diputados sus amigos para pedirnos que lo defendiésemos, supuesto que él no podía hacerlo, por no habérsele expedido credencial a su favor. El doctor Moreno sigue en votos al señor Darío López, el dictamen está a su favor y la elección fue legal; no puede, en consecuencia, ser arrojado de esta Cámara únicamente porque se haya presentado un documento que se ha demostrado es falso. como falso también es el hecho que se le imputa de haber recibido de los zapatistas unos bueyes en pago de mercancías ¿En caso de que él haya curado a algunos zapatistas y que por esa curación haya cobrado alguna cantidad, es lógico que nosotros lo vayamos a arrojar de este Congreso? Usted está engañando miserablemente, señor Aveleyra. No debemos ponernos en el caso del señor Villarreal que únicamente porque defendió a un huertista y salvó a setenta carrancistas, fue arrojado del Congreso. Es el mismo caso del doctor Moreno. El doctor Moreno ha salvado a muchos constitucionalistas y si ha curado aún zapatista estuvo en su justo deber. Sí, señores, yo protesto mil y mil. veces. ¿Creen ustedes que la profesión del médico, del abogado, del maestro de escuela, es por sectarismo o por partidarismo? No, señores diputados, esos son magisterios sublimes, son profesiones elevadas que necesitan forzosamente estimarse en su alto valer. Nosotros no debemos dejarnos impresionar con ese falso sectarismo cuando se pretenda arrojar de esta Cámara a un individuo, apelando a este recurso. ¿Cuándo un hombre que es abogado, médico o maestro de escuela, imparte justicia, imparte instrucción o beneficia al contrario, se le debe arrojar de esta Cámara? ¿Qué razón hay? ¿Qué razón hay para que se le arroje de esta Cámara atropellando al voto popular y violando la ley, ajustando nuestros actos en un criterio en contra de la razón filosófica, en contra de la verdad y de la justicia? Indudablemente, señores diputados, que nosotros no nos basamos en ninguna ley. Nosotros no estamos conformes con los criterios que se han formado aquí, no estamos conformes sino con el criterio filosófico, con el de la verdad, con el de la ley, pero no con el criterio de pasiones, de sectarismo, con ese criterio político y moral que necesitamos para poder juzgar ampliamente de su vida íntima y conocerlo a fondo; y si nos examinamos cada uno de nosotros en la vida íntima, seguramente que no saldríamos tan bien parados. ó creo, señores diputados, que no podemos lanzar la primera piedra diciendo que somos inmaculados.

El C. Villarreal, interrumpiendo: ¡Protesto!

El C. Cepeda Medrano, continuando: Proteste usted, señor Villarreal, pero esa protesta es tan injustificada como los actos que hemos cometido arrojando de esta Cámara a muchos diputados que traían sus credenciales limpias, únicamente por apasionamiento de partido, únicamente porque no simpatizan con nosotros procuramos a toda costa lanzarlos de esta Asamblea. Yo no he aceptado la doctrina de los criterios políticos, legal y moral y no he sido consecuente

con ustedes en ese punto; ustedes, obrando con todo apasionamiento, cuando se trata de los partidarios de quienes sostienen esa doctrina, no se han fijado en muchos de los hombres que están sentados en las curules. Si nos pusiésemos a estudiar la vida de antaño de los políticos, indudablemente que muchos de ellos han flaqueado en momentos supremos del País; si nos pusiésemos a examinar su vida íntima, quedaríamos absortos, nos sorprenderíamos al conocer muchos de sus hechos. ¿Acaso algunos de nosotros no habremos cometido errores y por eso se va a lanzarnos de esta Asamblea? ¿En qué ley se apoyan? ¿Podremos expulsar de esta Cámara al doctor Moreno por el hecho sólo de: falso documento? Ya lo hemos visto en el Congreso Constituyente siempre del lado de la justicia; allí observamos su actitud y nos convencimos que siempre estuvo del lado de los legítimos intereses del pueblo, allí se mostró un hombre honrado, sincero y progresista. No es, puesto, justo que después de haber depurado su conducta, después de haber colaborado patrióticamente con nosotros, se le quiera arrojar vergonzosamente de esta Cámara.

El C. Jurado: ¿Me permite usted que lo interrogue?

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Villarreal.

El C. Villarreal: Queridos compañeros: Vengo quizá con más corazón que el señor Cepeda Medrano, y digo que vengo con más corazón. porque pertenezco a esa juventud que se agita al rededor de esta obra donde hay revolucionarios. donde está la Representación Nacional. Yo que no tengo esa palabra del gran príncipe orador, señor Cepeda Medrano, me atrevo a hacer uso de la palabra cumpliendo con mis convicciones y mis deberes de revolucionario. (Risas.) Señores diputados: nos decía el señor Cepeda Medrano que esos documentos no hacen prueba plena. Yo preguntaría al señor Cepeda Medrano si quiere que Emiliano Zapata certifique que esta es la firma del general zapatista, porque Emiliano Zapata es el autorizado para hacerlo. Yo, señores diputados, fui mayor de órdenes del Cuerpo de Ejército de Oriente y me consta que al avanzar sobre Morelos encontramos infinidad de archivos zapatistas y sí creo que esos documentos que ha presentado el compañero Ramírez son auténticos, porque proceden del señor jefe de las armas del Ejército Constitucionalista, que debe tener palabra de honor. No, decía el señor Cepeda Medrano que habían visto al señor Fernando Moreno en el Constituyente y yo, señores diputados voy a interpelar a dos de los constituyentes que son radicales y que son revolucionarios y ellos dirán a la Asamblea la actuación del señor Fernando Moreno en el Constituyente. Las personas que yo pongo como testigos son el señor Aguirre Escobar y el señor Efrén Aguirre, quienes me dirán la actuación que tuvo....

El C. Aguirre Efrén, interrumpiendo: Voy a declarar que yo no estuve en el Constituyente.

El C. Aguirre Escobar: Señores diputados: El señor Cepeda Medrano tiene mucha razón en defender al doctor Moreno toda vez que él, el señor Moreno y otros fueron los reclutas de la brigada Palavicinni en aquel Congreso. Los documentos que presenta el compañero como pruebas de que el doctor Moreno estuvo en relaciones con los zapatistas, no hacen más que probar la tesis que siempre se ha sostenido aquí de que los renovadores en la nueva actuación, en el Congreso Constituyente, y los que pueden haberse colado aquí, son traidores. Ese documento prueba que el doctor Moreno no fue a representar los intereses legítimos del pueblo, puesto que tenía compromisos con el zapatismo, es decir, era doblemente traidor: nos traicionaba y traicionaba a los zapatistas. ¿A quien traicionaba más, al zapatismo o al constitucionalismo? Está, pues, bien acreditada la calidad de Moreno, como soldado del grupo renovador, de esos que se consideran honrados con haber traicionado a Huerta y a la Causa constitucionalista.

El C. Villarreal: No dudo que haya algún compañero que haciendo uso de su fácil palabra venga a defender a Moreno; pero que sepa ese compañero que yo,- y alrededor mío están muchos,- doy a las palabras el valor de quien las dice. Para mí la palabra de un revolucionario vale mucho más que la de un gran orador. Ya hemos visto lo que ha sucedido en esta Asamblea con credenciales anteriores. Yo señores, insistiré, mientras se discutan credenciales, en venir a exponer mis ideas a esta tribuna con toda franqueza y claridad: si son buenas o malas eso la Asamblea podrá decirlo, yo cumplo con mi deber. Yo creo. señores, firmemente que el señor doctor Fernando Moreno sirvió a los zapatistas y mientras que no se me convenza de que no sirvió a los zapatistas, invito a los verdaderos revolucionarios a que le den su voto en contra. (Voces: ¡no, no!)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Rocha.

El C. Rocha: Señores diputados: Es la primera vez que vengo a la tribuna parlamentaria y aseguro a ustedes que estoy aquí con positiva timidez. Me ha impelido a ocupar este augusto lugar el deseo, y lo tengo muy ferviente, de llevar la luz al criterio de ustedes. El compañero Villarreal puede dar a mis palabras el valor que él guste; no creo que dude ni por un momento de mi filiación revolucionaria, pues en multitud de ocasiones he sido felicitado por él con algún motivo. El asunto del documento ese que tiene el sello del Ejército Libertador no hace prueba en ningún sentido. Debo decir a ustedes algo que ha acontecido por las regiones del Estado de México: las fuerzas a que yo pertenecí han operado en el Estado de México, fuerzas que fueron mías, estuvieron precisamente en el lugar donde se hizo la elección del señor Fernando Moreno y llegó a presentarse este caso: el "general" que suscribe ese documento, tomó la costumbre de hacer varios documentos en ese sentido y mandarlos por medio de sus espías a la capital del Estado de México, para que las mismas autoridades constituídas castigaran a los mismos elementos constitucionalistas; este es un ardid de tantos de que se vale ese hombre para perjudicarnos a nosotros. Otra cosa... (Voces: ¡A votar!) Un momento. Se fundó el Partido Liberal Constitucionalista en el Estado de México, del que tuve el honor de ser Presidente; al elegirse la mesa, el general Alejo González personalmente propuso al doctor Fernando Moreno para que formara parte de ella. Posteriormente, vinieron las elecciones para diputados al Congreso de la Unión y entonces el general González, yo no sé por qué motivos y de qué medios se valió para perjudicarlo. Lo que dijo el señor Cepeda Medrano es cierto.... (Siseos.) Quiero manifestar, sinceramente que no vengo a defender al doctor Moreno, sino a la ley... (Siseos.) ¡Un momento, no se desesperen! Me consta que el C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista proporcionó una carta al doctor Moreno, a fin de que se le dieran amplias garantías para trabajar su candidatura como diputado por el 2o. distrito electoral del Estado de México. Por lo que se refiere a la parte legal, efectivamente el doctor Moreno siguió en votos al señor Darío López. Garantizo a ustedes que el documento que se ha presentado con un sello del Ejército Libertador es falso, no puede hacer prueba: es uno de tantos ardides de que he hecho mérito. En términos de estricta justicia, debemos de votar en pro del dictamen. (Aplausos.)

El C. Magallón, interrumpiendo: Para una interpelación Si usted, a fines de 1915 y principios de 1916 prestó sus servicios en la Secretaría de Gobernación y formó parte de un Consejo de Guerra, ¿Cómo es posible que al mismo tiempo estuvo usted incorporado en el Ejército Constitucionalista según se desprende de las declaraciones de usted hechas en este momento?

El C. Rocha: El documento ese es de 1916, el documento de referencia está fechado en agosto de 1916. En ese entonces estaba en el Estado de México como un jefe de estado mayor de la brigada victoriano Cepeda. Y apelo al testimonio del señor Aguirre Escobar.

- El C. Aguirre Escobar. Con permiso de la Presidencia. Sí, señor, es cierto.

El C. Rocha, continuando: Efectivamente estuve como vocal del primer consejo de guerra en esta capital; me llamó el doctor Cepeda para ir a su lado cuando avanzó sobre Morelos y con él hice la campaña del Estado de Morelos. El señor Villarreal lo sabe perfectamente.

- El C. Presidente. Tiene la palabra el señor Esquivel.

El C. Esquivel: Señores Jurado: Vengo a tomar la palabra en contra del dictamen, no porque me guíe ningún sentimiento de carácter personal. No conozco personalmente al señor Fernando Moreno ni tampoco al señor Tomás de Valle, por más que éste sea originario de Piedras Negras, Coahuila; pero algunos diputados del Estado de México, entre ellos el señor general Venancio López, me han enviado documentos que prueban que el señor Fernando Moreno fue zapatista; yo por mi parte, me siento inclinado a creer al señor López, porque es un revolucionario y es un hombre honrado que ha venido prestando sus servicios a la Revolución Constitucionalista desde los principios de Ésta. Y aquí está el general Jacinto B. Treviño que puede dar fe de lo que acabo de afirmar.

El C. Treviño: Con permiso de la Presidencia. En efecto, señores, el señor López es un hombre honrado, Recuerdo que en 1912 no era más que el minero mayor en la región carbonífera de Las Rosas y merced a su constancia y esfuerzos en pro del pueblo, es como ha llegado a ser general.

El C. Esquivel: Y ese hombre que ha fortalecido su alma y su espíritu en los combates y en las luchas por libertad a su pueblo, tiene derecho a que se le crea. No me llama la atención la actitud del señor Cepeda Medrano en el presente caso; él, tanto en Querétaro como aquí ha desarrollado una labor antirrevolucionaria, no siendo para el honrados los revolucionarios; estoy seguro de que si el general Treviño hiciera alguna afirmación contra las aserciones de aquel, mañana o pasado lo combatiría, negando esa afirmación. A nosotros no nos tocaría más que fijarnos en que el general Treviño es un revolucionario honrado y sincero, mientras que Cepeda Medrano es un acabado reaccionario.

El C. Cepeda Medrano, interrumpiendo: ¡Miente usted!

El C. Esquivel: Me remito a las pruebas.

Cuando se trató de la credencial de C. Antonio Villarreal, vimos a Cepeda Medrano votando en su favor; cuando se puso al debate la de Palavicinni, el ladrón de la Escuela Industrial de Huérfanos y de la Secretaría de Instrucción Pública y Bella Artes, como se comprueba con los archivos de esta Cámara y con otros documentos, Cepeda Medrano también votó a su favor; ayer, al tratarse del porfirista Rebolledo, con verdadero entusiasmo le dio igualmente su voto favorable, y en el caso de Gonzalo de la Parra, obró del mismo modo. Cepeda Medrano es un mendaz.... (Campanilla.)

El C. Villarreal: El señor orador es responsable de sus palabras. Suplico se le deje hablar.

El C. Presidente: El reglamento autoriza a la Presidencia para llamar la atención a los oradores que usen palabras que se consideren ofensivas contra alguna persona e invitarlos a que las retiren; la Presidencia, pues, está sujetándose al reglamento.

El C. Cepeda Medrano: Moción de orden señor Presidente. Apoyado en el reglamento pido de una manera enérgica que el señor orador retire sus palabras o lo consignaré al Gran Jurado; estoy en mi perfecto derecho para ello.

- EL C. Neri: El orador ya ha retirado sus palabras.

El C. Esquivel: Bueno, las retiro porque no necesito emplear esa clase de palabras para un individuo que responde al nombre de Manuel Cepeda Medrano. El vino a afirmar que aquí venía a representar al distrito más viril de la República, pero no dijo cómo el Ayuntamiento de Saltillo en masa había desconocido al C. Carranza y había reconocido a Huerta. Ahora debo agregar que los diputados de la Legislatura local de Coahuila, que trataban de conseguir que no se desconociera a Huerta, fueron los diputados del centro de Coahuila. Eso es cierto, es histórico y probablemente el señor Jacinto B. Treviño sabrá dar fe de este asunto. De manera que con los hechos apuntados está puesta de manifiesto la personalidad del señor Cepeda Medrano y así, pues, este individuo no puede inspirarnos fe ni confianza. Ahora, señores jurados, ayer en un momento de debilidad hemos aceptado la credencial del señor Efrén Rebolledo; nosotros no tenemos la obligación de recordar que por debilidades iguales de Cámara maderista, la Legislatura, aceptó a José María Lozano, a Moheno y a los demás hombres funestos del cuadrilátero, para que más tarde, desde el seno de la Representación Nacional, fraguaran el cuartelazo de febrero. Debemos recordar, señores diputados, que la XXVI Legislatura tuvo la debilidad de aceptar a los diputados del Partido Católico Nacional, para que más tarde se unieran con los reaccionarios que habían dar al traste con el gobierno más liberal y democrático. (Aplausos.) Ahora, señores, se nos ha puntualizado a un zapatista. Nosotros debemos rechazarlo, pues nosotros debemos aceptar únicamente hombres honrados que garanticen perfectamente los principios de la Revolución (Aplausos.)

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

(Siseos.)

El C. Cepeda Medrano: Cuando un hombre viene a defenderse no se le sisea, se le aplaude. (Aplausos.)

Señores diputados: En esta vez y gracias al culto público que en esta ocasión nos ha honrado con su presencia... (Fuertes murmullos.)

El C. Presidente: Se recomienda a los señores diputados dejen hacer que se oiga al orador (Aplausos.)

El C. Díaz González: Haga la Presidencia que se supriman los aplausos.

El C. Aguirre Escobar: Ruego al diputado por Ixtlahuaca tenga más respeto a la Presidencia, a la que no se debe tratar de igual modo que a los mozos de la Cámara.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Sólo el señor Esquivel ha sido capaz de llamarme reaccionario. Invito a todos los miembros de la Cámara para que me señalen las manchas de mi vida política, para que me digan si un sólo momento he estado separado del Constitucionalismo, si no he prestado servicios siempre y a donde quiera que se me ha llamado. El señor general Treviño cuando estuvo en Eagle Pass supo de alguno de esos servicios míos. Estando el, como digo, en dicha ciudad, me le presenté indicándole que estaba dispuesto a llevarme con el a todos los compañeros a quienes el señor Acuña había dejado abandonados en la más espantosa miseria y a quienes ayudé con todo el dinero de que yo disponía. Esto lo sabe el señor Esquivel. Pues bien, cuando yo estaba en Eagle Pass entonces estuve gestionando con el señor Carrasco para que nos pagara los sueldos, no

solamente a mí, sino a cuarenta y tantos empleados que yo me había llevado al otro lado de la frontera, que los había enviado yo como Inspector General de Hacienda para que no reconocieran a Villa; fui uno de los primeros que lancé un oficio a todos los recaudadores, a todos los tesoreros municipales para que ni por un momento reconocieran a Villa. Cuando el señor Acuña llegó a Piedras Negras el 15 de enero de 1915, entonces Atilano Barrera quiso recogerme la cantidad de dinero que tenía yo para el Gobierno del Estado y yo me rehusé terminantemente a entregársela. El hermano del señor general Treviño sabe que yo no entregué esa cantidad, a pesar de que Atilano Barrera ejercía amenaza sobre mí; Atilano Barrera se expresó en términos injuriosos respecto al señor Acuña y respecto al Primer Jefe y yo le contesté con toda energía. Yo puse en antecedente al señor Acuña de todo lo que pasaba y le dije que debía cuidarse de ese hombre porque las fuerzas que tenía eran suficientes para dominar en un momento dado a las del señor Acuña. Ustedes saben que en Paso del Águila, cuando nos encontramos, sí señores, como miserables peones, abandonados, que mi familia se encontraba abandonada en Cuatro Ciénegas y que yo no tenía ni un sólo centavo a pesar de haber desempeñado altos puestos en la Hacienda pública, ustedes saben que careciendo de toda clase de elementos cuando yo pedía al señor Acuña se me suministraran algunos fondos, se me dijo que solamente a mí me pagarían y que fuera yo a hacer mi recibo y que tendría yo el dinero en breve tiempo; sin embargo yo le dije que no sólo pedía para mi sino para todos los empleados y que si no se les daba a todos yo no aceptaba un sólo centavo. Esto pasaba en las oficinas del Correo, delante de don Juan Martínez que ganó después las elecciones y me dijo que no fuera quijotesco y que recibiera el dinero. A eso le contesté yo que prefería esa situación angustiosa antes que ver a mis hermanos morir de hambre. (Aplausos.) Me dirigí al C. Primer Jefe pidiendo que por justicia nos dieran alguna cantidad para poder remediar nuestra miserias y vivir en el destierro y entonces el C. Primer Jefe me ordenó que recurriera al señor Treviño y dos veces fui allá a recoger esas cantidades y una vez recibidas yo mismo pasé a dejárselas a Eagle Pass a los empleados y volví a ponerme a las órdenes del general Treviño. Todo esto demuestra la actuación última de mi vida política. Yo he desempeñado los puestos más elevados en la Hacienda pública y no ha sido por simpatía, no, señores, sino por mis humildes servicios. ¿Creé usted, señor Esquivel, que si yo fuera un reaccionario se me hubiesen dado los mejores puestos públicos, únicamente porque tuvieran por mí simpatía los señores Carranza Acuña y Espinosa Mireles? No, señor; se me otorgaron los nombramientos respectivos por mis antecedentes de revolucionario honrado y porque para el buen desempeño de las comisiones del Gobierno, se necesitaba desplegar suma energía y actividad. Yo andaba solo sin escolta por los pueblos estimulando a todo los habitantes a que no desconocieran la autoridad del señor Carranza, dándoles a conocer la verdad para que no secundaran los complots que ya se estaban tramando por Villa en Torreón, Zacatecas y Chihuahua. Ahora, señor Esquivel, no quería referirme a su personalidad.... (Voces: ¡A votar a votar!) Señor Esquivel, usted que vino a esta Cámara por mera casualidad, supuesto que ocupaba el último lugar en la votación, debe saber que el pueblo de Monclova no está conforme con que usted se encuentre ocupando el lugar del legítimo representante a quién ese pueblo envió. Una protesta enviada al Presidente de esta H. Asamblea dice así:

"Coahuila, Saltillo, 14 de abril de 1917.

"C. Presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

"Como candidato que fuera para diputado propietario por el 4o. distrito electoral de Coahuila y habiéndose nulificado según prensa esa capital, la credencial del doctor Cervantes por la falta del requisito de vencidad, protesto de la manera más enérgica y apelando a la Representación Nacional contra el dictamen de la Comisión Revisora de credenciales al no tomar en cuenta los votos emitidos a su favor alegando por espíritu de partidarismo irregularidades que si realmente existieron, también deberán encontrarse en los emitidos a favor del señor Esquivel puesto que fue una misma la Mesa Computadora, iguales las casillas e idénticos los procedimientos y sin embargo, de los 2494 votos a mi favor 954 de Esquivel, la Cámara aceptó a este último dejándose ver en el procedimiento, no el acatamiento a la voluntad popular ni a la ley, sino la conveniencia de Alcázar una mayoría que se preste a defender los intereses de determinado grupo burlando como en tiempos pasados, la voluntad del pueblo y por esto, C. Presidente de esa H. Cámara, suplico se dé cuenta a la Representación Nacional con esta mi protesta, a fin de que sea ella la que pida explicaciones sobre las causas que motivaron el no tomar en consideración los votos emitidos a mi favor y sí los del señor Esquivel. Pués como candidato del 4o. distrito electoral de Coahuila tengo la obligación de dar cuenta a mis conciudadanos de los procedimientos de esa H. Asamblea y el sagrado derecho de saber cómo obran sus representantes. Protesto lo necesario.- J. Martínez."

- Una voz: No está a discusión la credencial del C. Esquivel.

El C. Cepeda Medrano, continuando: ¡Tampoco estaba a discusión la mía! La Cámara al aceptar a Esquivel, a pesar del número excesivo de votos con que su contrincante le superó, no ha demostrado sino que, por encima del respeto a la voluntad popular, lo único que desea es obtener mayoría en favor de cierto grupo. Suplico se dé cuenta con mi protesta para que sea ella la que dé explicaciones sobre las causas que motivaron no tomar en consideración los votos emitidos en mi favor. Tengo necesidad de dar cuenta a mis comitentes de los procedimientos de esta Asamblea y yo voy a leer a ustedes las felicitaciones que me enviaron. (Siseos.) Un momento, señores, (Leyó.)

El C. Aguirre Escobar: Pido la palabra, señor Presidente, para una moción de orden.

El C Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Aguirre Escobar: Por el patriotismo reconocido de ustedes, en vista de las condiciones que estamos respecto de tiempo, que no se han electo los magistrados para la Suprema Corte de Justicia, le ruego al señor Presidente que termine con esa relación al señor Cepeda Medrano. Está cansada ya la Cámara de oír tanto la biografía del señor Cepeda Medrano y yo pregunto ¿Qué le importa a la Asamblea y a la Nación la vida del señor Cepeda Medrano? ¿Qué vamos a andar aquí cada momento oyendo que el señor Cepeda Medrano es pariente del Primer Jefe, o no lo es, y otras cosas que no nos importan nada?

El C. Cepeda Medrano: Aunque proteste usted, señor Aguirre Escobar, tengo derecho a defenderme y lo haré ampliamente siempre que sea necesario, en contra de usted y en contra de todos. (Siseos.) Lo que debería usted hacer es que cuando se viniera a esta tribuna a atacar personalidades, se opusiera usted terminantemente para que no viniera después la persona ofendida a hacer su defensa. Dice así un telegrama firmado en Saltillo. (Leyó.) Yo lamento, señores diputados, esto incidentes, pero vuelvo a repetir que estoy dispuesto a ejercer mi derecho de defensa contra todos ustedes, que siguen dando este triste espectáculo y que son los únicos culpables de estas desagradables discusiones. (Siseos.) Dice así (Leyó.)

Ustedes quedarán convencidos de mi actuación política, pero vuelvo a repetir a ustedes, señores que estoy dispuesto a defenderme de todos y cada uno de los cargos que se me hagan, pues no es justo ni es honrado que algunas personalidades que guardan rencores en contra mía, vengan a la tribuna a lanzar improperios porque se les antoja y sólo con el único objeto de herirme; estoy dispuesto a defenderme en cualquiera que sea la forma y a defenderme de todos los ataques de mis enemigos y no permitiré por ningún concepto que la calumnia continúe volando sobre vuestras cabezas. (Siseos.) Ahora, señores diputados, respecto de la credencial del señor Moreno, debo decirles que el señor Moreno no lanzó su candidatura para dicho distrito, al doctor Moreno lo propusieron solamente y el que sacó el triunfo fue el señor Darío López. El señor doctor Moreno es el que vino en segundo término y el que traía la credencial era el señor Darío López; en consecuencia, el doctor Moreno no tenía deseos de venir a esta Cámara, fue casual su triunfo y no hay derecho para que vengamos a arrebatarle ese triunfo que de una manera casual le ha dado esta H. Cámara. Nosotros hemos visto en el doctor Moreno o un hombre honrado a pesar de las calumnias; hemos visto en el señor doctor Moreno a un hombre sincero, a un hombre patriota que siempre ha cumplido con su deber y que nunca lo han visto entrar en transacciones con los zapatistas; si no lo han visto en su pueblo natal, en su Estado natal, no es posible que nosotros le vengamos a lazar injurias y calumnias de una manera indecorosa. Es indudable que son apasionamientos, que es el interés que tiene determinadas personalidades por echar abajo las credenciales de los hombres que han sabido triunfar luchando en buena lid. Si queremos continuar dando el triste espectáculo ante el pueblo del Estado de México, sigamos desechando las credenciales en esta forma, para que el pueblo de México se encargue de protestar enérgicamente en contra de los actos de esta H. Asamblea.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Limón.

- EL C. Limón: H. Asamblea: Siempre he considerado al diputado Cepeda Medrano como un cascarrabias, como un histérico; pero siempre lo había estimado como de muy buena fe ante la Causa constitucionalista; pero ¡Oh decepción! he visto ahora que no es un verdadero revolucionario, que no es un radical y que por el sólo prurito de hacerse autobombo y delinear su retrato político, toma la palabra aún en contra de sus convicciones. Bien sabido es que el doctor Moreno votó las más de las veces en el Congreso Constituyente con Palavicinni, con Cepeda Medrano y todos ellos. Sin embargo, esto nada significa, puesto que la convocatoria respectiva no lo incapacita para venir al Congreso de la Unión; pero en la conciencia del señor Cepeda Medrano está que el doctor Moreno no es nuestro, que los documentos auténticos que se han presentado demuestran muy a las claras que es enemigo de la causa, que es un zapatista. Mientras Cepeda Medrano no demuestre con documentos fehacientes que los documentos presentados por el teniente coronel Ruiz son falsos, hacen fe plena, según ya se ha probado. Así es que está perfectamente orientada la Asamblea de la defensa que hace el señor Cepeda Medrano y sólo pido que se vote en contra del dictamen, porque la credencial del doctor Moreno tiene lamparones de lepra, está puerca y asquerosa.

El C. Bravo Izquierdo: Pido la palabra para rectificación de hechos.

El C. Secretario López Lira: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido el dictamen. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie.- Se considera suficientemente discutido.

El C. Bravo Izquierdo: Pido la palabra para rectificar hechos.

El C. Presidente: El señor Bravo Izquierdo tiene derecho de rectificar hechos, según el reglamento, dentro de la sesión o dentro de las 24 horas subsecuentes.

El C. Alonso Romero: Me parece que la rectificación de hechos se relaciona directamente con esta credencial y el señor Bravo Izquierdo ha pedido la palabra antes de iniciarse la votación.

- El mismo C. Secretario: La Presidencia considera que ha estado en lo justo al considerar que estamos en votación y que debemos pasar a ella; sin embargo, desea conocer el sentir de la Asamblea para someterse a su decisión y pregunta a la Asamblea, por conducto de la Secretaría, si se concede el uso de la palabra al señor Bravo Izquierdo. (Voces: ¡Sí, sí, sí.!)

El C. Bravo Izquierdo: No estoy conforme, señores diputados, que porque al señor Cepeda Medrano se le juzgue de tal manera por el caso de haber venido a defender credenciales como la del doctor Moreno, al doctor Moreno se le trate de eliminar. El doctor Moreno, que no tengo razón para decir que sea un mal elemento, yo lo considero honrado, él me ha dicho que no desconoce la autenticidad del recibo que existe en poder del archivo de la Cámara relativa a la curación del hermano de un general zapatista, pero dice el doctor Moreno que este lo hizo cuando todo los médicos estaban bajo el poder de los zapatistas y que por consecuencia no pudo rehusarse, por ningún concepto, a curarlo. En cuanto a la cuestión del recibo aquel del dinero, y que está sellado por el Ejército Libertador creo que tampoco puede ser auténtico pues sencillamente yo tengo en mi poder más de veinte sellos del Ejército Libertador y puedo falsificar cuantos documentos se me de la gana. Yo nada más vengo a sentar este precedente: que el documento que se ha venido a presentar aquí no puede hacer una prueba plena porque nadie conoce ni puede dar fe de la autenticidad de la firma.

- El C. Manrique Moción de orden, señor Presidente.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: Para que no vuelva a darse al caso de que en el supuesto posible que fuese rechazado este dictamen, se tenga que poner nuevamente a discusión la personalidad del señor de Valle, sería pertinente invitar a las personas que pudieran tener algún cargo contra este señor a que lo manifestasen; y en caso contrario, en la próxima ocasión, poner el dictamen a votación.

El C. Presidente: Las mociones de orden sólo proceden cuando se altera el reglamento.

- El mismo C. Secretario: La parte resolutiva del dictamen dice así: "Es nula la elección del C. Darío López como diputado propietario por el 2o. distrito electoral del Estado de México".

El C. Estrada: Moción de orden. No tiene razón de ser esa primera proposición. Ya la Asamblea sancionó con su voto ese primer punto.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"1a. Es nula la elección del C. Darío López como diputado propietario por el 2o. distrito electoral del Estado de México.

"2o. Es diputado propietario por el propio distrito electoral del Estado de México el C. Fernando Moreno.

"3a. Es diputado suplente por el propio distrito electoral el C. Agustín Molina".

En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. No se aprueba.

- El C. Secretario López Lira: Un dictamen que presenta la Primera Comisión revisora de credenciales, dice:

"Primera Comisión Revisora de credenciales. Sección quinta.

"H. Asamblea:

"Examinando el expediente relativo a las elecciones verificadas en el 3er. distrito electoral del Estado de Querétaro, y no teniendo esta Comisión los documentos de la Junta Computadora, habiendo revisado únicamente los de las casillas electorales y las boletas correspondientes, de las que se deducen que la elección se verificó conforme a las disposiciones legales, favoreciendo en abrumadora mayoría las candidaturas de los ciudadanos Gabriel J. Córdoba y Benigno Trejo, como diputados propietario y suplente por el expresado distrito electoral esta misma Comisión se permite someter a la aprobación de la H. Asamblea la siguiente proposición única:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente por el 3er. distrito electoral del Estado de Querétaro, los CC. Gabriel J. Córdoba y Benigno Trejo.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados, a 14 de mayo de 1917. Filomeno Mata.- Julio Zapata.- R. Vega Sánchez." (Rúbricas.)

Esta a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse.

El C. Presidente: leyó la lista de los diputados inscritos. Tiene la palabra en contra el C. Siurob

El C. Siurob: Ya en otra ocasión señores diputados, al hablar de otra elección del Estado de Querétaro y que esta H. Cámara usando de su soberanía y con el más recto criterio ha desechado, ya en otra ocasión, digo, tuve oportunidad de ocuparme de la manera como se verificaron las elecciones de diputados en el Estado de Querétaro, señores, fue la imposición más burda, fue la imposición más clara y evidente de todas las que se han hecho en la República y voy a demostrarlo: en aquel Estado, señores diputados, no fueron electos en apariencia más que los miembros de Estado Mayor del general Montes. Como ustedes comprenderán, siendo casi todos de fuera del Estado, era imposible que fueran ellos los predilectos del pueblo Querétaro, siendo así que allá mismo existen individuos como el licenciado Truchuelo y otros diputados que fueron constituyentes y que son muy capaces de haber venido a este Congreso, como sucedió con los diputados guanajuatenses, en que hay muchos constituyentes y que se encuentran aquí entre nosotros. En el caso de las elecciones del señor Córdoba, la misma imposición del general Montes se verificó y voy a demostrarlo. En primer lugar, se obligó a los ciudadanos candidatos por ese mismo distrito a que retiraran sus candidaturas; voy a permitirme leer a ustedes la carta del señor licenciado Llaca que fue candidato allí y que me dirigió reciente el momento electoral. Únicamente voy a leer la parte relativa para no cansar a la Asamblea. (Leyó.) Esta es la primera carta y aquí está la segunda, señores y voy a leerla. (Leyó.) No puede ser más clara la imposición que se ha querido hacer en este distrito y para demostrar de una manera más clara y patente voy a interpelar a los dos únicos verdaderos diputados que hay en esta Asamblea procedente del Estado de Querétaro, el señor Rómulo de la Torre, persona muy honorable revolucionario sincero y el señor Rodríguez Saro, verdadero candidato popular en el distrito de San Juan del Río. Con permiso de la Presidencia. C. Rodríguez Saro, yo interpelo a usted para que se digne decir si es verdad que yo tuve conocimiento en San Juan del Río, de que el C. Córdoba, que se dice diputado por el tercer distrito, llevaba cartas de recomendación terminantes y si es cierto que se obligó al candidato contrario a ausentarse de aquel distrito para que no se verificara la campaña democrática.

El C. Rodríguez Saro: Con permiso de la Presidencia. Sí, señor; es cierto.

El C. Siurob, continuando: Ahora el señor de la Torre. Señor de la Torre, le constan a usted esas mismas noticias?

El C. de la Torre: Es público y notorio en todo el Estado.

El C. Siurob: Suplico a usted refiera el caso especial del Presidente Municipal del Distrito de Jalpan.

El C. de la Torre, Rómulo: El Presidente Municipal, en funciones, del Distrito de Jalpan, temiendo que no llegara a mi poder mi credencial como diputado propietario por ese Distrito, aprovechó la oportunidad de tener que ir a la capital del Estado y me la entregó personalmente. Ahora estoy convencido de que tuvo razón de tomar esa precaución, pues mi credencial hubiera corrido la misma suerte que mi expediente, que no sé por orden de quién se hizo desaparecer. Preguntando a dicho Presidente Municipal sobre algunos detalles de mi elección, me contó delante de cuatro o cinco personas respetables de la ciudad de Querétaro, que el mayor Carlos Montes, Presidente Municipal electo de ese Distrito, a su vuelta de la capital del Estado, con licencia que había pedido, se presentó en la Presidencia Municipal de Jalpan y exhibiendo un papel timbrado con el nombre del general Montes, Gobernador del Estado y Comandante Militar del mismo, le dijo las siguientes palabras: "De orden de mi general Montes traigo a usted aquí los nombres de las personas que de cualquiera manera deben salir electos diputados por este distrito." El Presidente Municipal entonces, afectando una ignorancia de campesino, que está muy lejos de merecer, le contestó: "Señor Montes, como nosotros somos gentes incultas y no entendemos nada de leyes, suplico a usted se tome la molestia de enseñarme en la ley electoral, que aquí tiene usted, el artículo que diga que los diputados deben ser nombrados por el Gobernador". A esto replicó Carlos Montes, Tío del Gobernador don Federico: "Esto que digo a usted no es ley sino orden de mi general". (Siseos.) Entonces el sencillo campesino, haciendo a un lado la ignorancia de la ley que al principio había afectado, le dijo: "Nosotros los serranos no aceptamos imposiciones, ni órdenes contrarias a la ley, vengan de donde vinieren; y puesto que usted viene con el carácter de propagandista y trata de violar la ley en este mismo recinto, le suplico que inmediatamente salga a la calle a hacer su propaganda y sin que se crea usted ya investido con el carácter de Presidente Municipal de este Distrito, pues la conducta que con anterioridad ha observado usted, nos ha obligado a pedir su separación al Gobierno del Estado, cuya contestación se acaba de recibir en el sentido de la solicitud." No parece sino que Querétaro es la tierra de las imposiciones, y una prueba de esto es lo que pasó en las elecciones de senadores, habiendo salido electos el Secretario del Gobierno del general Montes y su abogado consultor, no habiéndole convenido a alguien. (Voces: ¿A quién, a quién?) No sé a quién, pero se nulificaron aquellas elecciones y el martes siguiente, es decir, dos días después de haberse verificado las elecciones para

senadores, todavía les estaban imprimiendo en Querétaro las boletas de dicha elección. Como el director del periódico "La opinión" por despecho o no sé porqué, hizo saber al público este hecho, fue despedido de la redacción de dicho periódico que se consideraba como oficial. Ahora, dentro de pocos días, ya veremos lo que suceda con motivo de las elecciones para gobernador.

El C. Siurob: Ya acaban ustedes de oir la única palabra sana y verdadera de la diputación de Querétaro. Acaban de comunicar clara y terminantemente que la imposición sentó allí sus reales. No sólo, señores, el señor Córdoba violó el precepto constitucional no renunciando a su puesto como miembro de Estado Mayor del general Montes, pues a pesar de que tenía mando de fuerzas en el distrito de la elección por ser miembro de Estado Mayor, puesto que los miembros de estados mayores tienen influencia y acción efectiva sobre las fuerzas de la brigada a que pertenezcan, quebrantó, pues, este otro requisito constitucional: ejerció presión con su persona. De manera, señores, que por dos razones, primero, por no haber habido verdadera lucha electoral, cuyo caso se encuentra, comprendido en el artículo 55 de la ley electoral y segundo, por haber ejercido presión, tanto oficial como personal sobre los demás candidatos del distrito de que se trata, pido a la H. Asamblea tanto a los que pertenecieron al Congreso Constituyente, como a los miembros del Partido Liberal Constitucionalista y a los diputados verdaderamente independientes, aprueben la nulidad de las elecciones habidas en el 3er. distrito electoral del Estado de Querétaro. Volveré a esta tribuna a refutar los argumentos del C. Córdoba porque ninguno podrá estar ajustado a la ley ni a la justicia.

El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Córdoba.

El C. Córdoba Gabriel: Señores diputados: Después de lo expuesto por el señor doctor Siurob verdaderamente independientes aprueben las nulidad de las elecciones habidas en el 3er. distrito electoral del Estado de Querétaro. Habiendo sido nombrado yo para hacer propaganda por la candidatura del señor don Venustiano Carranza para el cargo de Presidente de la República y al encontrarme en Cadereyta, varios vecinos que bien me conocían por haber sido yo Presidente Municipal en una época, me ofrecieron la candidatura para diputado, diciéndome que soló el licenciado Nieto quería lanzarla, lo que no agradaba a los habitantes de ese distrito, por la hostilidad de que eran víctimas de parte de Nieto, quien, a pesar de la difícil situación económica porque atravesaba esa comarca, les exigía con todo apremio y sin la menor consideración el pago de ciertos adeudos fiscales, llegando hasta a despojarlos de sus bienes; y también les desagradaba esa candidatura porque dicho señor Nieto no tiene la edad competente para desempeñar el puesto de diputado. Manifesté en respuesta, a esos vecinos que no podría yo aceptar su bondadoso ofrecimiento, porque dependía mi voluntad, militarmente hablando, del señor general Montes y que no podría hacerlo sino hasta consultárselo. El mismo día se corrió el rumor de que el señor licenciado Nieto había sido llamado de Querétaro so pretexto de que yo pudiera lanzar mi candidatura, cuando ni siquiera pensaba lanzarla. En estas circunstancias me trasladé a Querétaro y le dije al señor general Montes que, como una vez se lo había manifestado, deseaba representar a aquella porción del Estado en esta Asamblea; pero como el señor licenciado Nieto había sido llamado en aquellos días en que yo me encontraba allí y más en los momentos en que deseaba lanzar mi candidatura, como diputado por aquella región, era muy deplorable, supuesto que yo comulgaba con las doctrinas democráticas, que esas suposiciones subsistieran y que desde luego pedía que el señor licenciado Nieto fuera a Cadereyta, cabecera del distrito electoral. El señor licenciado Nieto quedó en libertad, porque había sido llevado preso en atención a lo siguiente: siendo él Procurador de Justicia en Querétaro, pidió una licencia por enfermedad para curarse, licencia de ocho días y entonces el señor Nieto fue a Cadereyta y esto siendo yo Presidente Municipal de allí y fue como apoderado de una familia Zúñiga, de la región del Doctor, a arreglar un intestado. Allí sacó ciento y tantas reses que vendió con el objeto de cobrarse sus honorarios, cosa que ni aún era tiempo porque aún no estaba solucionado el asunto de la testamentaría. Después el teniente coronel Rivera, que fue el jefe de las armas de aquella región, recibió poder de la parte contraria y precisamente por la acusación que el teniente coronel Rivera le había hecho a Nieto en Querétaro, esa fue la causa por la que fue llamado a Querétaro. Después de haber vuelto el licenciado Nieto a Cadereyta y yo también, nos encontramos con que el licenciado Llaca, ese saltimbanqui de la política, había ido a trabajar por la candidatura del señor Siurob, que deseaba lanzarla por aquel distrito y aconsejado del señor Llaca, según me lo dijo un pariente del doctor Siurob, que es el señor Berriolope. Llaca es un hombre desprestigiado por allá, en vista de los motivos que narraré dentro de un momento. Tuvimos una junta en el club "Ezequiel Montes" de aquella población, del que Llaca pidió se le admitiese como miembro, y una vez admitido propuso al señor doctor Siurob como candidato, instándome a que retirara mi candidatura, a lo que me negué, indicándole que desde el momento en que la había aceptado no podía retirarla, no obstante que acepté contra mi voluntad y la del señor general Montes. Siento que no esté aquí para que hiciera fe de mis palabras. (Una voz: ¡En estos momentos va llegando!) Digo que el señor Montes se oponía a que lanzara mi candidatura; me decía: "Ya van dos miembros de mi Estado Mayor que han lanzado sus candidaturas como diputados por el estado de Querétaro y por eso es ya inconveniente que usted lance la suya." Pero en esos días llegaron unas prominentes personas de Cadereyta y fueron a decirme que si yo rehusaba la candidatura, no habría elecciones en ese distrito, por la circunstancia de que la única persona capaz de desempeñar el puesto era el Trejo, quien se hallaba bastante enfermo y no quería alternar con el licenciado Nieto. Por eso me vi obligado a aceptar y empecé a trabajar por el triunfo de mi candidatura. El señor Llaca siguió instándome a que me retirara, pero yo siempre me negué; yo no quise retirarla supuesto que me la ofreció un grupo de amigos y no convenía desairarlos ni mucho menos cuando mis aspiraciones como demócrata han sido las únicas de venir a esta Representación Nacional al mandato de un grupo de ciudadanos de la República, ya por mi Estado natal o por la región donde había estado administrando algunos meses y donde obtuve bastantes simpatías. El señor Llaca solamente proponía la candidatura del señor doctor Siurob. Yo le dije: "El señor doctor Siurob es una persona bastante demócrata y creo que no será quien me haga la proposición de que me retire; que venga él, trabajemos las candidaturas, pongamos todo lo que esté de nuestra parte para el triunfo de él o para el triunfo mío, pero nunca podré retirar la mía." Bastantes días estuve en Cadereyta esperando precisamente la

MÉXICO, 17 DE MAYO DE 1917. llegada del doctor Siurob, hasta que un domingo, ya en la última semana de las elecciones, se recibió un manifiesto del señor general en que decía que se retiraba de la lucha política porque sus enfermedades no se lo permitían, y quedando yo absolutamente solo y el señor Benigno Trejo como mi suplente. El club "Ezequiel Montes" acepto la candidatura en esa forma. Hicimos nuestra campaña electoral, todos los individuos fueron a la votación libremente y eso lo puedo atestiguar con la honorable comisión que se sirva decir con permiso del señor Presidente, si en las listas de escrutinio vio que había lucha electoral; vió o no vió que hubo absoluta libertad en el voto, que se sirva decir si acaso no hubo cuarenta y tantos individuos como candidatos para diputados, con votaciones de 10, 15 y 20 votos. El que obtuvo más fue el señor Llaca que obtuvo 71 votos en una casilla. ¿Por que ? Por que me sujeté a hacer una campaña democrática, porque yo obro según mis ideas y convicciones y siempre he tenido esa línea de conducta. Yo mismo fuí el que les dije; "No, señores, el que tenga simpatías por Llaca, que vote por él; el que tenga simpatías por Siurob, que vote por el señor doctor Siurob, y el que tenga simpatías por Nieto, por Nieto; y el que las tenga por mí, por mí. Hice una propaganda activa, mucho muy activa en toda la región, visitando por población, pueblo por pueblo, hacienda por hacienda, rancho por rancho, y no iba diciéndoles que votaran por mi, sino que le explicaba la ley y les hacía saber la obligación sagrada que tenían de votar; los previne contra los embaucadores para que no se dejaran engañar y le aconseje que votaran según su conciencia. Suplico a la H. Comisión se sirva decir si es cierto lo que afirmo; que diga si en las listas de escrutinio se advierte que hubo lucha electoral.

El C. Vega Sánchez: A nombre de la Comisión informo a esta H. Asamblea que en el distrito electoral por donde resultó electo el señor Córdoba, hubo varios candidatos, obteniendo la mayoría de votos el propio señor. Quien siguió en votos al señor Córdoba fue el señor Llaca, quien en una sola casilla obtuvo 71 votos.

El C. Córdoba: Esto se explica perfectamente porque en Cadereyta el señor Llaca es bien conocido no sólo como traidor, sino como traidor de traidores. Llaca, en los momentos en que la nación se encontraba más afligida, cuando se necesitaba que todas las agrupaciones revolucionarias se unieran para detener el avance de la División del Norte, se separó de las fuerzas del general Montes, volviendo a su lado después de contar varias mentiras que fueron en perjuicio de los vecinos de Cadereyta. Voy a contarles la forma como Llaca se incorporó a las fuerzas del general Montes. Las fuerzas constitucionalistas acaban de llegar a Querétaro, en el momento en que el señor Llaca invitó a varios individuos de Corral Blanco, de Bernal, de Colón y de Cadereyta con el objeto de saludar al Jefe de la Revolución en Querétaro. Lo acompañaron muchos y llegó Llaca a ver al señor general Montes y le dijo: "Aquí están mis hombres, los demás los tengo en la sierra." Y esto lo sabe el señor Siurob y sin embargo no lo dice. El señor Llaca manifestó también al general Montes que él había revolucionado y ¡admírense ustedes cual fué la Revolución: haber estado en el Congreso y haber aprobado el empréstito de veinte millones de libras esterlinas que hizo Huerta al extranjero. En esa misma Legislatura estuvo el señor de la Torre. Ya digo que el señor Llaca se presentó en esa forma ante el general Montes y el general Montes mandó que toda aquella gente fuera recluida en un cuartel. Entonces estos acompañantes de Llaca y que no eran sino vecinos de aquel lugar, protestaron y se presentaron ante el general Montes y le dijeron que únicamente eran ciudadanos, que no habían tomado las armas nunca y que solamente habían acompañado a Llaca; que no habían tomado las armas ni eran revolucionarios. Con permiso de la Presidencia me permito interrogar al señor Montes para que me diga si esto es cierto.

El C. Montes: Con permiso de la Presidencia en su oportunidad contestaré ampliamente a las alusiones que se me han hecho aquí.

El C. Córdova, continuando: Después, como les digo a ustedes, a la hora en que se necesitaba el mayor núcleo de revolucionarios para unirse con el Primer Jefe, el señor Llaca, con el llamado general de la Peña, que entonces era coronel, quiso darle un cuartelazo al señor general Montes, entonces coronel, se separó de ellos y fue a encontrar a Ángeles para ofrecerle sus servicios, y por cierto que Ángeles les dijo que no quería cochinadas. Esto se lo dijo con otras palabras. El señor Llaca después no tuvo más remedio que venir con de De la Peña hasta aquella entrada triunfal que tuvo Villa según ellos. Hasta aquí la acompañó, y cuando vió que iban a ser atacados otra vez y que las fuerzas de Villa regresaban al Norte, no se quiso ir con ellos y se quedó aquí. Esa es la labor de Llaca y por esa razón en Cadereyta no pueden verlo; allí hay familias que se han quedado en la miseria y han muerto de hambre sus hijos, allí hay muchas pobres viudas por las tinterilladas del señor Llaca. Es un tinterillo de pueblo; dejó a varias familias en la miseria, al grado de que había una compuesta de siete personas, de las que cinco murieron de hambre. Así me lo han dicho. Cuando estuve en la Presidencia Municipal empecé a arreglar ese asunto, pero habiéndose venido encima las elecciones para ayuntamiento tuve que entregar la Presidencia dejando ese asunto sin concluir. No tenía yo contrarios en la campaña política que me trajo a esta H. Cámara; si, pues no tenía enemigos, ¿para qué necesitaba fraudes, ¿para qué quería imposición? Se ve claramente que no necesitaba ayuda oficial. Vuelvo a decir que cuando pretendí lanzar mi candidatura, pedí autorización al señor general Montes, quien en un principio se negó hasta que vio lo que antes narré respecto a la Comisión de vecinos de Cadereyta. Entonces dijo: "Está bien, trabaje usted y yo no haré sino que se respete la efectividad del sufragio." Una vez que quise celebrar un mitin en la Cañada, que esta dentro de la jurisdicción política de Cadereyta, no disponiendo de fondos, le pedí una música para amenizar el acto, a lo que el general Montes me contestó: "Eso jamás lo haré yo." En esa ocasión se disgustó conmigo. ¿Que me dio cartas? Cierto, sí me dio dos, lo confieso ingenuamente, pero no para ninguna autoridad. ¿Por qué el señor Llaca no se apresuro a recoger un certificado de aquellas autoridades para mandarlas al señor Siurob? Se lo hubieran dado, sí, señor, sépalo bien toda la Asamblea, el mismo doctor Siurob como hijo del Estado debe conocer aquella región, aquella región no admite ninguna imposición. (Siseos.) No, señor, no la admite bajo ningún concepto, lo he visto prácticamente. (Siseos.) Además, las dos cartas que me dió el general Montes fueron, una para Mucio Solano y otra para el señor Rabel. Este señor era el Presidente Municipal, pero por sus enfermedades jamás pudo aceptar la Presidencia del Municipio y la declinó en favor del suplente que es el señor Antonio Olvera, que ha fungido como Presidente Municipal de aquel Municipio. Ahora veamos aquí las consultas que ha hecho el doctor Siurob al señor Rodríguez Saro y al señor de la Torre; ellos mismos dicen: "se dijo" "se oyó decir" pero no dicen en una forma segura que hayan visto esas cartas. ¿Por qué las iba yo a andar

enseñando? ¿Que se dijo en Colón que yo llevé también una carta para la autoridad de allá? Que se pidan copias de esos documentos a ver qué oficio hubo o que telegrama de por medio, que se pida y se juzgue con justicia; aquí lo que hay es lo siguiente: allí se me decía en días pasados: "Hombre, el doctor Siurob va a atacar tu credencial, ¿Por qué, si eres hombre de principios y buen revolucionario? ¿Por qué si siempre has tenido una línea recta de conducta? Tu credencial no tiene objeción ninguna. Pues sí, el va a tacar tu credencial." Esas palabras las oí de una persona que viene a las galerías y que me dijo: "El doctor Siurob te va a atacar y dice que tiene buenos antecedentes tuyos, pero que va a atacar tu credencial no tanto por tí sino por el general Montes." Señores, aprovechando aquí la oportunidad el señor Siurob de la discusión de mi credencial, va a dirigir dos o tres cargos al señor Montes. Perfectamente, muy bien, lo confieso y lo digo. Ojalá que algunas de las personas que están en las galerías pudieran tomar la palabra para que confirmaran mis aseveraciones. Mi elección ha sido perfectamente legal, moral y política; estoy dentro de los tres criterios. Si ha sido legal, es moral y política. Aquí están los dos hermanos Mata, el señor Tirso Reynoso, Pruneda y otros que pueden atestiguar desde cuando soy revolucionario desde cuando estuve preso en San Luis Potosí por mis ideas revolucionarias. También el general Estrada puede decir cuando he sido perseguido por los tiranos y traidores. Una vez en una de las juntas habidas en el centro "Ezequiel Montes" de Cadereyta, en presencia del señor Llaca, presenté un acta de nacimiento del licenciado Nieto, donde se hacía constar que no tenía la edad requerida por la Constitución para poder ser diputado. El doctor Siurob debe recordar que cuando la Revolución triunfante llegaba a Querétaro. Nieto apenas sustentaba su examen recepcional, contando entonces la edad de 21 años. A la fecha solo tiene 24 años, 8 meses y días. Como he dicho a ustedes de las cartas que el general Montes me hizo favor de darme, ahora debo decir lo siguiente: Yo le dije que me prestara dinero para los gastos de candidatura, por lo escaso que de ello estaba, pero me dijo: yo no lo puedo ayudar en esta forma, lo único que haré es recomendarlo con dos amigos que tengo allá para que ellos le faciliten pasturas para los animales o lo que necesite y no tenga usted que hacer esos gastos y las cartas lo dicen así claramente. Allí no se expresa ninguna jerarquía militar, ni el carácter de Gobernador que tenía el señor Montes, era únicamente de Federico Montes para aquellas personas y recomendando a J. Córdova y decía: "se sirvan ustedes ayudarlo materialmente porque está escaso de fondos." Este es el pecado, señores, yo confieso ingenuamente haber llevado esas dos cartas. Ahora, señores, que digan, para el Distrito de Colón ¿qué cartas llevé? Ningunas. Me valí de un vecino de allá, del señor Julián Gutiérrez, hombre que jamás se ha metido en política y únicamente me puso una tarjetita a otro hermano que tiene allá, esa persona es un campesino, señores y nada más. Ahora les diré a ustedes, si fui electo popularmente allá, fue porque bastante me conocieron los ocho meses que estuve de Presidente Municipal, durante cuyo tiempo procuré en todo y para todo apegarme al programa de la Revolución y dar justicia a quien la tenía y así hice lo que pude por el pueblo. Al recibir la Presidencia Municipal de Cadereyta, en la Tesorería tenía tres pesos y centavos de papel moneda; y empecé las obras del mercado que por cierto se han quedado paralizadas, hice mejoras en las oficinas de la Presidencia Municipal y empecé a reparar las escuelas de niños y niñas y tuve la satisfacción grandísima de que en el distrito de San Juan del Río, que es el segundo del Estado, que es más interesante todavía, pudieron organizar las escuelas tan pronto como yo lo hice, para que se instruyera el pueblo. (Siseos.) Yo allí procuré que las tierras del pueblo de Tetilla fueran devueltas al pueblo porque las tenía arrendadas un señor Chávez quien me dijo que pertenecían a cofradías. Yo procuré siempre en todo, por todo y para todo mejorar aquella región. Hice porque el Gobierno del Estado regalara al Municipio que estaba bastante escaso... $300.00 para la construcción de una casa de abasto que no existía. Hice que el Gobierno del Estado regalara un molino de viento para elevar el agua y a fin de que hubiera el precioso líquido en el centro de la ciudad. El agua allí es escasa y sólo se represa en depósitos para surtir la población durante todo el año. Todos los habitantes me conocen, pues, perfectamente y muchos de ellos tienen simpatías por mí. Cuando se convocó a elecciones de Presidente Municipal, querían que yo lo fuera, a lo que les hice saber que no podía yo resultar electo, por estar fuera de la ley, como militar que era. Les dije: "Elijan otra persona honrada sobre todo." Me contestaron: "Rabel es el único, pero prestó servicios por ignorancia en la época de 'Huerta." Rabel fué electo popular y legalmente. Ahora el señor doctor Siurob trae cartas de un hombre perfectamente definido como un individuo que siempre ha hecho circo en el alambre de la política, que no ha sido otra cosa Llaca. Aquí no se ha dado crédito a documentos de revolucionarios como el general Jara, cuando se trató de la credencial del diputado Méndez, ¿y vamos a dar fe a la carta de Llaca que, como les he dicho a ustedes, despechado porque llevaba su política de por medio....

El C. Secretario López Lira, interrumpiendo: Habiendo transcurrido el tiempo reglamentario se pregunta a la Asamblea si se concede al orador continuar en el uso de la palabra. Los que aprueben el permiso se servirán poner de pie. Se concede el permiso.

El C. Córdoba, continuando: Es muy breve lo que me resta decir, no ocuparé mucho tiempo vuestra atención. El caso es el siguiente: el señor Llaca se presento allí a hacer propaganda por el doctor Siurob y conste que esto me lo dijo el señor Berriolope, un pariente del señor Siurob. El señor Llaca, como no es limpio de antecedentes, quería que el doctor Siurob saliera electo y lo pusiera a él de suplente; como el doctor Siurob es candidato al Gobierno del Estado, al ser llamado a ocupar su puesto vendría el señor Llaca a este Congreso. Ahora, si ustedes desean que funde el cargo que le hago al señor Llaca que fue uno de los individuos que emitieron voto aprobatorio para el empréstito, allí está "Diario de los Debates." Si ustedes quieren pediré a la Secretaría que tenga la bondad de mandarlo pedir a la biblioteca. En la sesión celebrada en la mañana del viernes 23 de mayo de 1913, el señor aprobó todo el proyecto de ley y más el artículo 50 que era el que defendían que era el más discutido y que era el que autorizaba a Huerta para obtener el empréstito de veinte millones de libras esterlinas. No solamente estuvo en la sesión de la mañana, sino también en la de la tarde, en las dos sesiones estuvo. De manera que yo a lo que vengo aquí es a pedir justicia y justicia, y más justicia; ustedes saben si me la otorgan. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.

El C. Siurob: Ya han oído ustedes, señores diputados, como el señor Córdoba no ha podido destruir absolutamente en nada ninguno de los cargos que se le han hecho aquí. No sólo, sino que el mismo señor Córdova acaba de confesar

paladinamente muchas cosas que son verdaderos argumentos en contra suya. Y voy a demostrarlo: que se mandó llamar al licenciado Nieto y que se le puso preso en Querétaro poco tiempo antes de verificarse las elecciones. El licenciado Nieto fue uno de los contrincantes del señor Córdoba, porque, ya lo oyen, también lanzó su candidatura. De manera es que ya lo han escuchado y en boca de él esa confesión es paladina. El general Montes mandó llevar preso al licenciado Nieto; y para que ustedes sepan quién es este señor, voy a interrogar a la diputación por Querétaro para que manifiesten si no es un puro revolucionario, un hombre de convicciones inmaculadas, a pesar de que es bastante joven y apenas acaba de obtener su título de abogado. Señor Rodríguez Saro, ¿es o no cierto que el licenciado Roberto Nieto es revolucionario de convicciones y que lanzó su candidatura por Cadereyta?

El C. Rodríguez Saro: Sí, es cierto.

El C. Siurob: Señor de la Torre, ¿es o no cierto que.... Ya se fue, pero estoy seguro que diría lo mismo. Ahora bien, ¿qué tiene más significación para la Asamblea, el testimonio de dos diputados tan respetables y absolutamente verídicos o el testimonio de un presunto diputado impuesto? Además, el señor Córdoba, fíjense bien, no niega haber hecho de las cartas, dirigidas una de ellas al Presidente Municipal de Cadereyta. Debo decir a ustedes que el señor Rabel no solamente es Presidente Municipal, sino que es el hombre más popular de allí, y, como ustedes acaban de oír por boca del señor Córdoba, el señor Rabel es un hombre tímido que se plegó al huertismo y por consiguiente, muy natural es suponer que acepte toda clase de consignas. Desde el momento que recibió una carta del señor general Montes en que ordena que salga de diputado el señor Córdova, con sólo esto basta para explicar la imposición. Por último, señores, hay multitud de presunciones que permiten asegurar también que hubo imposición; todos los diputados queretanos recuerdan la protesta del pueblo queretano cuando la imposición del general Montes de los diputados que fueron al Congreso Constituyente. Yo interpelo al señor Escobar y al señor licenciado Hilario Medina para que me digan si no se llevo a cabo esa protesta en contra de la imposición de aquellos candidatos. ¿Es o no es cierto, C. Aguirre Escobar?

El C. Aguirre Escobar: Con permiso de la Presidencia. Sí es cierto.

El C. Siurob: ¿Es o no es cierto, señor licenciado Acuña, que usted recibió las enérgicas protestas hechas por los queretanos por la imposición oficial?

El C. Acuña: Con permiso de la Presidencia. Sí es cierto, cuando se trató de las elecciones municipales.

El C. Siurob: Ya lo oyen ustedes, el general Montes venía imponiendo presidentes municipales, después impuso diputados al Congreso Constituyente y después al Congreso de la Unión. Dice el señor Córdova que su contrincante no era persona de respeto; él mismo confiesa que aquél ocupaba el cargo de Procurador de Justicia de Querétaro y no creo que el general Montes haya nombrado Procurador de Justicia a un individuo que no mereciera respeto. Sí era el contrincante respetable y queretano. ¿Cómo creen ustedes que pudo haber tenido más popularidad el señor Córdova que era un advenedizo, que ni siquiera es queretano, cómo iba a tener más popularidad que un nativo del Estado? No puede haber triunfado el señor Córdova más que por la imposición. Tuvo seis mil votos, esos seis mil votos equivalen a ninguno. Si hubiera obtenido cincuenta, cien o doscientos, serían votos que se suponía los había obtenido en el distrito, pero si no los dió el distrito de San Juan del Río, que es un distrito más importante, ¿cómo los iba a dar el distrito de Cadereyta? Se refiere el señor Córdoba a que yo defiendo al licenciado Llaca. Yo no lo defiendo; él algún día podrá defenderse aquí. Lo único que digo es que es falso que no sea revolucionario y que nadie podrá presentar una sola prueba de que sirvió a Huerta; por el contrario, consta a algunos diputados que fueron renovadores en el Verdadero sentido de la palabra, que el señor Llaca, dos días antes de que fuera disuelta la Cámara de Diputados, pronunció un discurso enérgico, valiente y viril en contra de Huerta. ¿Es o no cierto, señor diputado Neri?

El C. Neri: Sí es cierto.

El C. Siurob: Ya lo oyen ustedes; cada una de mis aseveraciones las confirman una a una personas de respeto, de mucha representación social y bien reconocidos como revolucionarios y liberales radicales. En cuanto a lo que dice la Comisión que hubo verdadera lucha, la misma Comisión acaba de contradecirse. Hay lucha en lucha en un distrito en que se disputan la candidatura dos o más individuos y uno obtiene, por ejemplo, cinco mil votos y el otro la mitad o el doble aproximadamente; pero no donde un candidato obtiene cinco mil votos y el otro apenas setenta y en una sola casilla, como en el caso presente, según confesión de la propia Comisión. Es decir, que el señor Llaca sólo obtuvo los votos de su familia y los de sus amigos, sin obtener uno solo de otra persona. No pudo haber habido lucha electoral en tales condiciones. Dice el señor Córdova que el general Montes no le quiso prestar una banda. Es claro, porque la tenía ocupada en San Juan del Río haciéndose propaganda en favor del Señor Castañeda a quienes ustedes expulsaron de esta Asamblea. También cita como otro de los argumentos el señor Córdova que yo iba a lanzar mi candidatura por el Estado de Querétaro. Los candidatos están jugando. No tengo ambiciones por puestos públicos, ¡Bastante sé lo que significa el puesto de primer funcionario de un Estado para desear echar sobre mis hombros esa enorme carga! Bastante sé lo que es afrontar todas aquellas enormes responsabilidades, cuando se es liberal y se tiene conciencia del cumplimiento del deber. Por eso no lancé mi candidatura aunque me vinieron a suplicar mis paisanos, para demostrar a mis paisanos que los revolucionarios no hemos hecho la Revolución por ansias de mando ni de predominio, sino que la hemos hecho por salvar a nuestra patria, donde nos lleva el voto del pueblo o en donde humildemente podemos en nuestra esfera de acción coadyuvar al bienestar nacional. Nos dice el señor Córdova que el licenciado Llaca le instaba para que retirara su candidatura; pues, señores, sucedió lo contrario, Córdova era el que instaba al licenciado Llaca para que la retirara ¿cómo se puede creer que el señor Llaca podría influir en el ánimo del señor Córdova era el representante del Estado Mayor del general Montes? Yo no tengo la intención, ni he dicho aquí, que Llaca sea el candidato por ese distrito; he dicho que debíamos nulificar las elecciones en ese distrito fundándome en dos artículos constitucionales: primero, que el señor Córdova tenía influencia como militar en es distrito porque era oficial del Estado Mayor del general Montes y no se había retirado, y segundo, que no podía haber contrincantes políticos por la presión oficial. Uno de esos artículos está comprendido en la Constitución de la República y el otro en la ley electoral cuando dice que es causa de nulidad haber tenido mando en el distrito de que se es candidato, y, segundo, que allí no hubo lucha electoral, que allí no hubo contrincante y que no se permitió actuar libremente. Ahora, señores ya conocen ustedes la verdad y ustedes son muy libres de dar su voto conforme a su conciencia, únicamente les suplico a ustedes, como liberal, como correligionario, que no sólo en nombre mío, sino de la diputación del Estado

de Querétaro que acaba de expresar la seguridad de un fraude, se nulifique la elección del señor Córdova. Voy a citar otro hecho. El señor Ancona Albertos, que fue presidente de la Comisión a quien tocó la credencial del señor de la Torre, yo interpelo al señor Ancona Albertos para que diga si vinieron los expedientes que correspondían al único diputado electo libremente por Querétaro.

El C. Ancona Albertos: Con permiso de la Presidencia. En efecto, como dice el señor Siurob, los expedientes relativos al señor diputado de la Torre no llegaron nunca, por lo que la Comisión únicamente en vista de la credencial.

El C. Siurob: Si el Presidente Municipal de Jalpan no hubiera llevado su credencial al señor De la Torre, sin duda se habría perdido, y no hubiera habido así sólo diputado legítimo por Querétaro. Cito también al señor Ramírez Llaca; pero.... no; me desisto de citarlo porque es mi pariente. Han visto ustedes, señores diputados, confirmadas todas mis afirmaciones, habiéndose citado hechos que permiten asegurar que el señor general Montes impuso en Querétaro, desde presidentes municipales hasta diputados al Congreso de la Unión. Y veamos ahora el resultado funesto de las imposiciones. Voy a citar hechos concretos: El Presidente Municipal de Querétaro, el señor Camacho, acaba de ser procesado porque estaba proporcionando parque a los bandidos del cerro de la Rosa. ¿Es cierto, señor Rodríguez Saro?

El C. Rodríguez Saro: Con permiso de la Presidencia, digo que es cierto.

El C. Siurob: Ahí tienen ustedes el fruto amargo, el fruto desgraciado de las imposiciones: el impuesto no puede ser más que traidor. Ahora, señores, los diputados que fueron al Congreso Constituyente todos fueron impuestos, excepto el señor Truchuelo. En la actualidad, ¿el diputado Hernández impuesto por el general Montes, ha tomado siquiera una sola vez la palabra para la menor cosa? Todos los partidarios del general Montes se van a venir encima de mí ¡Que vengan con todo su poder y toda su fuerza de ciudadanos electos por el pueblo de Querétaro, a pretender aplastarme! A la verdad no se aplasta nunca, la verdad está siempre por encima de la imposición y la verdad está en el fondo de todas las conciencias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Montes.

El C. Montes: Bien está señores diputados, que aplaudáis las últimas palabras del C. Siurob, porque las últimas palabras han sido las únicas que ha dicho con verdad: "A la verdad nunca se la aplasta." Bien es cierto a la verdad nunca se la aplasta, pero el señor doctor Siurob ha vaciado todo su veneno almacenado durante mucho tiempo y cree que fácilmente puede engañar a esta Asamblea con esos falsos oropeles de que siempre se ha vestido. Ha tomado un estribillo el doctor Siurob para hacernos aparecer y para hacer creer a esta Cámara lo que el asevera. En tratándose de elecciones o de cualquier otro asunto de Guanajuato, habla de Macías, de que no pudo hacer nada de lo que debía haber hecho por Macías y en tratándose de Querétaro, especialmente respecto a elecciones, dice que hubo una burda imposición. Y luego, a más de esto, y lo grita en todos los tonos, que él es liberal puro, liberal de hueso colorado, que es un revolucionario como ninguno. Bien señores, a los que dicen que sí es cierto, les voy a demostrar lo contrario; porque es necesario que las palabras se tomen, se les de crédito de acuerdo con la persona que las expresa. Desgraciadamente no estuve aquí en los momentos en que el doctor Siurob subió a la tribuna por primera vez y en la cual me hizo cargos que no conozco; no voy a defenderme de esos cargos, no está en mi ánimo defender la credencial que se discute precisamente por ser una del Estado de Querétaro y que sea o no sea imposición, es decir, que diga el doctor Siurob que se hizo o no imposición, me tiene completamente sin cuidado. Tengo la conciencia limpia, señores, mis antecedentes revolucionarios a todo el mundo le constan y los conoce y por más que se diga, no se pretendió ni se hizo imposición en Querétaro en las elecciones de diputados. Y voy a demostrarlo: primero, dice el señor Siurob que sólo los expedientes relativos a los diputados que pertenecieron a las fuerzas de mi mando, no a mi mando, no a mi Estado Mayor, han llegado a su destino; en este punto falta a la verdad el señor doctor Siurob. Tengo conocimiento de que los papeles relativos a la credencial que ahora se discute tampoco han venido a la Cámara. Hace casi ya dos meses que me separé del Gobierno y nunca he tenido nada que ver con el correo; de modo es que ingerencia tengo en este asunto, ni menos culpa alguna. No es raro que del distrito de Jalpan, distante 54 leguas del lugar más próximo del ferrocarril y situado en el lugar más abrupto de la sierra del Estado, no hayan llegado todavía los expedientes. Dice el doctor Siurob y sobre este punto apelo al testimonio de los diputados al Congreso Constituyente para que pongan las cosas en su lugar, que el pueblo del Estado se presentó en masa a protestar contra las elecciones. Los obreros de la fábrica de Hércules fueron al Gobierno a pedir permiso para hacer una manifestación en honor de los constituyentes, solicitando a la vez ayuda para la mayor solemnidad de la ceremonia. El gobierno fue deferente y la manifestación se verificó, agregándose a ella un ministro protestante, al que ni siquiera se le había invitado; y en el momento en que se presentaron los obreros a manifestar su simpatía a los miembros del Congreso, ese ministro tomó la palabra diciendo falsamente que el pueblo iba a protestar contra las elecciones. Los obreros fueron en seguida al Palacio de Gobierno y allí protestaron públicamente contra ese discurso y contra la mala fe de su autor al hacer uso tan reprochable de la manifestación tan espontánea y cariñosa del pueblo trabajador hacia los miembros del Congreso Constituyente. Esa es la verdad. ¿Protestas? Siempre las ha habido. Aquí mismo, una vez verificada una elección llueven protestas de todas partes, eso es sabido que el individuo que sale derrotado protesta de todos modos, lo mismo de los diputados que de cualquiera autoridad. Es natural que todos los vencidos protesten siempre por las elecciones de los que han triunfado. Por otra parte, es falso oropel de que se ha vestido el doctor Siurob para darle aquí mayor crédito a sus palabras, señores, es absolutamente falso, falsas de toda falsedad son las aseveraciones que hace respecto al señor Alfonso Camacho, que fue Presidente Municipal de Querétaro, de que este señor haya ministrado parque a los bandoleros. Protesto enérgicamente contra esa falsedad del señor Siurob. El señor Camacho era candidato al Gobierno del Estado y fue reducido a prisión por este sólo hecho y se le tuvo encarcelado, junto con varios individuos bajo el pretexto de que facilitaba parque a los bandoleros. Se fue a catear su casa y tenía dos armas que se le recogieron, pero es bien sabido que todos los que han intervenido en alguna forma en la Revolución tienen armas en su domicilio. Pues bien, se le recogieron esas armas y sólo por una magnanimidad fue puesto en libertad y aquí está, habiendo retirado su candidatura para el Gobierno del Estado de Querétaro. El doctor Siurob asegura que de corazón siente la Revolución; es muy fácil decirlo, señores, pero en el preciso momento hay muy pocos que lo saben probar. Cuando los hechos nos llaman a dar pruebas de nuestro patriotismo y desinterés, entonces son muy pocos los que aprestan su contingente de energías o su vida si no tienen otra cosa, y cuando la Revolución necesitaba más de sus hombres y de sus hijos, de los

que hoy alardean fácilmente de patriotismo, el doctor Siurob no se presentó a ofrecer los servicios de su clara inteligencia ni de su vida, ni de esa facilidad que tiene para convencer a las masas. El señor doctor Siurob, en junio de 1914, cuando la Revolución casi había triunfado, prestaba servicios a Huerta; era entonces miembro del Ayuntamiento de la ciudad de Querétaro. El doctor Siurob fue entonces reducido a prisión por sospechas de que fuera simpatizador de la causa del pueblo y de la legalidad. Sobre estos asuntos el señor diputado García Vigil, parece que tiene algunos datos. ¿Quiere usted, señor García Vigil, con permiso de la Presidencia, decirme si es cierto que en poder de usted obran unos documentos donde se hace constar que el señor doctor Siurob, en la época del huertismo sirvió en el Ayuntamiento de la ciudad de Querétaro expresándose allí mismo algunos conceptos que el emitió de la Revolución?

El C. García Vigil: Existen en mi poder dos copias de actas levantadas en el Ayuntamiento de Querétaro y en esas actas se hacen constar estos hechos: que el señor doctor Siurob formaba parte del Ayuntamiento de la ciudad de Querétaro: que había sospechas de que él emitiera juicios o alguna otra cosa sí favorables a la Revolución, por lo que fue aprehendido; que el doctor Siurob, por conducto de sus colegas de Ayuntamiento gestionó su libertad haciendo protestas de su mayor fidelidad y devoción al Gobierno constituido y entre la forma de protestar esa fidelidad recuerdo poco más o menos que dijo que protestaban por la autora de sus días (risas) que él era inocente de lo que se achacaba y que sería el primero siempre en protestar en caso de que se necesitare, en caso de que en I Ayuntamiento de Querétaro existieran traidores traidores a la causa del Gobierno.

El C. Montes: Muchas gracias, (Siseos.) Traidores eran entonces los que estaban en la Revolución y ustedes saben que en junio de 1914 casi había triunfado. (Una voz: ¡Había triunfado ya!) Sí señor, ya había triunfado y entonces el doctor Siurob llamaba traidores a los que entonces andaban en la Revolución, y no a los que estaban al servicio de Huerta como él estuvo allí. Señores, confieso a ustedes que me he visto obligado a hacer estas declaraciones por los constantes cargos de imposición y todas esas cosas que esas cosas que me lanza el doctor Siurob. No es cierto que el señor Siurob sea un revolucionario ni menos un desinteresado, el doctor Siurob, apelo a su caballerosidad, en el Salón Verde me ha prometido que si yo le ayudaba a su candidatura al Gobierno de Querétaro, no atacaría las credenciales del señor Córdova y del señor Castañeda que salió de esta Cámara.

El C. Siurob, interrumpiendo: ¿Me permite usted contestarle, señor Montes?

El C. Montes, continuando: En cuanto termine yo. Esto no es un cargo falso, confieso que me he visto obligado a hacer estas declaraciones por los cargos que me lanzó el señor Siurob aprovechando para nulificar la credencial del señor Córdova, que protesto a ustedes que no ha habido influencia ninguna para que salgan tales o cuales individuos electos, para quienes yo tuviera simpatías, o por tales o cuales individuos que eran amigos personales y ninguna autoridad tiene siquiera conocimientos de que yo haya ordenado, como Gobernador del Estado de Querétaro, que sacará avante tales o cuales candidaturas. Los individuos que digan eso falta a la verdad. Señores, hay que producirse con verdad; lo que expreso es exactamente cierto, está ajustado a mi honradez. Antes había callado estos detalles y había dejado que el doctor Siurob, se elevara en esa nube de prestigio revolucionario que él mismo ha querido formarse, por que tengo un pecado, el de haber llevado al constitucionalismo al Siurob, dándole el grado de mayor cuando las fuerzas constitucionalistas entraron a la ciudad de Querétaro en el año de 1914....

El C. Siurob: ¡No es cierto!

El C. Montes, continuando: Sin embargo, creo que no se es responsable de lo bueno o malo que hagan los demás. Creí que el doctor Siurob era un revolucionario sincero y si me equivoqué no es mía la culpa. Posteriormente, el propio doctor prestó servicios a mis órdenes, llegó a ser el Jefe de mi Estado Mayor y fue ascendido a instancias mías, al grado de teniente coronel....

El C. Siurob, interrumpiendo: ¡No es cierto!

El C. Montes: Afortunadamente para él, nunca ha visto expuesta su vida, a no ser que la haya expuesto cuando fue Gobernador de Guanajuato, que es su única etapa que no conozco a fondo. Y en cuanto a su gestión en ese punto, debe decir que su Gobierno fue un desastre. Si en Querétaro hubo imposiciones, lo que no se ha podido probar, ahí está Guanajuato que clama justicia.

Hay un millón de individuos que claman justicia por ahí todavía, por el año y medio que estuvo, ahí gobernando, no la Revolución, estuvo gobernando no sé si la reacción. Es raro, señores, que un pueblo tan trabajador, tan laborioso, tan industrial y al cual no había llegado la Revolución ...... (Murmullos.)

- El mismo C. secretario: Por orden de la presidencia se va a dar lectura a los artículos 195, 196 y 197 del Reglamento, que se refieren a los concurrentes a las galerías.

"Artículos 195. - Los concurrentes a las galerías se presentarán sin armas; guardarán respeto, silencio y compostura, y no tomarán parte en los debates con ninguna clase de demostración."

"Artículo 196. - Se prohibe fumar en las galerías. Las personas que infrinjan este artículo serán expulsados del edificio."

"Artículo 197. - Los que perturben de cualquier modo el orden, serán despedidos de la galería en el mismo acto; pero si la falta fuese grave o importare delito, el Presidente mandará detener al que la cometiere y consignarlo al Juez competente."

El C. Montes,. continuando: Cuando la Revolución había triunfado en toda la República, Guanajuato era oasis en medio de ese caos que envolvió a todos los Estados; cuando el general Obregón batía a las chusmas villistas, solamente había quedado ahí en Guanajuato el reacabado hasta con lo último que había en el Palacio Municipal y no sé si el por desgracia de esa Entidad, el estado de cosas que existió durante la pequeñísima administración de Serratos continuó durante año y medio y ese Estado en estos momentos, señores diputados, es uno de los más difíciles para el Gobierno General, Sí, señores, el Estado de Guanajuato es actualmente un problema y es raro porque este pueblo ha sido laborioso, industrial y trabajador, el más culto de la República entera, ¿por qué, señores, hay ahora esa plaga de bandoleros, por qué no es posible atravesar ese Estado sin que tiroteen diariamente los trenes? La respuesta es muy sencilla, por el desgobierno que hubo en Guanajuato y ¿Es así como se viene a alardear de patriotismo? ¿Es así como se viene a decir que se cumple con los deberes de patriota imponiendo presidentes municipales, como le consta aquí a la diputación de Guanajuato? ¿No es impuesto en León a un amigo íntimo del señor doctor Siurob, al doctor Rojas, que fue expulsado de esta Cámara y que no se aprobó su credencial? Es decir, que en Querétaro hubo imposiciones en tal o cual elección; es muy sencillo decir las cosas; pero cuando se llega al terreno de los hechos, son de otro color.

El señor doctor Siurob, y voy a usar de un término vulgar, eternamente ve "la paja en el ojo ajeno" Con respecto a la credencial que aquí se discute, protesto a ustedes, señores, que el Gobierno del Estado de Querétaro no tuvo absolutamente ninguna ingerencia. El señor doctor Siurob, fué a presentarse candidato en Cadereyta, llevando como propagandista al señor Constantino Llaca, quien, es sabido de ustedes, fué diputado al Congreso de la Unión en la época del señor Madero, donde permaneció sin decir una palabra de protesta contra los asesinatos del Presidente y Vicepresidente, y sí al contrario, apoyó todos los proyectos enviados pro el usurpador, entre ellos, como consta en el "Diario de los Debates", el empréstito de no sé cuantos millones de libras esterlinas. Ese voto también lo dió el señor Rómulo de la Torre. El señor Llaca, a quien defiende el señor doctor Siurob, ha hecho pantomimas como la que voy a narrar: Cuando la Revolución estaba para triunfar se presentó acompañado de veinte y tantos individuos procedentes de Cadereyta, pidiendo que a un señor Malo Juvera, que es bien malo - se le diera el Gobierno del Estado, por haber sido en Querétaro el Jefe de la Revolución, siendo bien sabido que en Querétaro nunca hubo revolución. Durante ocho días me disputó el Gobierno que se me había encomendado y al que no me interesaba, alegando que el había batido valientemente a las fuerzas de Huerta en el Estado. Las fuerzas de Llaca, según dije, eran veinte y tantos individuos de Cadereyta, llevados por la fuerza a la ciudad de Querétaro, quienes a los tres días me pidieron permiso para volver a su tierra, porque ellos sólo por tres días habían acompañado a Llaca y eso con engaños. Esa es una farsa punible, es una burla y como esa burla han querido y quieren hace otra en estos momentos; una burla, una farsa de elecciones a favor de Constantino Llaca. Si el señor Llaca gozara de prestigio en ese distrito electoral, hubiera sacado no los cincuenta o sesenta votos que sacó, hubiera sacado seis mil votos o hubiera sacado mil o dos mil votos. Es raro que en un pueblo de 60,000 habitantes, igual al de San Juan del Río, porque seguramente el doctor Siurob sabrá que todos los distritos electorales son de 60,000 habitantes, y digo que es raro que un distrito de 60,000 habitantes hubiera una imposición tan burda para que los habitantes de ese distrito fueran todos los 60,000 individuos a dar su voto en favor de determinada persona. Cuando hay imposición oficial, señores, los habitantes del distrito se abstienen de votar, sobre todo el pueblo humilde como es el pueblo del distrito de Cadereyta y no concurre, como han concurrido, seis mil individuos a favor de determinada persona y ese fué el señor Córdova, y no fué el único candidato, hubo, según consta en los expedientes que tiene la Junta Calificadora, treinta o cuarenta candidatos. ¿Es así como hubo imposición? Falta a la verdad honradamente el señor Siurob y falta a la verdad honradamente el señor Siurob también, y protesto en nombre del señor Camacho, que diga que fue reducido a prisión con pretexto de que proporcionó armas a los bandoleros del Estado; protesto contra esto de que a él le conste que proporcionaba armas y parque a los bandidos por lo cuál fue reducido a prisión. No era mi deseo defender credenciales del Estado de Querétaro, porque de antemano sabía yo que había un empeño del señor Siurob para que se le diera el triunfo a un amigo suyo, que al triunfo de la Revolución fue nombrado Juez Instructor en la ciudad de Querétaro y a la entrada a esa población, de las fuerzas villistas, cuando la infidencia de Villa, se quedó sirviendo a los villistas, como se hubiera quedado el doctor Siurob si no le hubiera urgido que saliera de Aguascalientes donde era mi representante. Posteriormente, por una orden mía y cuando el señor general Obregón avanzaba hacia el centro de la República, el mismo señor Llaca fue llevado por el señor Siurob preso a Veracruz por la infidencia que había cometido, quedándose al servicio de los villistas. Estos son los amigos del doctor Siurob. Si había o no imposiciones en Querétaro, yo protesto honradamente que el Gobernador del Estado no tuvo ingerencia en esas elecciones; pero si ustedes creen por un momento que el sí existió, deben considerar que hay una enorme diferencia entre los candidatos presentados por un partido de Querétaro, los que calumniosamente se dice que fueron impuestos, y los amigos personales del señor doctor Siurob, con los cuales entró en componendas para su provecho. Me es demasiado penoso ocuparme del Gobierno de señor doctor Siurob en Guanajuato y me abstengo de ello, vale que toda la República, y especialmente los miembros independientes de la diputación de Guanajuato lo conocen; lo interesante por ahora es ocuparnos de la credencial que se discute. Con pretexto de que hubo imprecisión, de que el Gobierno hizo o deshizo, se pretende ahora nulificar una elección perfectamente legal. La personalidad del señor Córdova no es objetable en cuanto a su actuación revolucionaria; y en cuanto a la parte legal, está en la conciencia de ustedes que no se puede imponer a un candidato cuando obtuvo seis mil votos en un distrito de sesenta mil habitantes.

El C. Siurob: Pido la palabra para un hecho.

El C. Presidente: "Artículo 99. - Los individuos de la Comisión y el autor de la proposición que se discuta, podrán hablar más, de dos veces. Los otros miembros de la Cámara solo podrán hablar dos veces sobre un asunto." Por consiguiente el C. Siurob, tiene derecho para hablar después de haberse votado este asunto, supuesto que sobre el mismo ya habló dos veces.

El C. Siurob: Se trata de rectificar un hecho.

El C. Córdova: pido la palabra para rectificar un hecho. El hecho que voy a rectificar tiene altísima importancia para la credencial que está a debate.

El C. Presidente: Precisamente por eso no se le puede conceder la palabra. No tiene derecho ningún ciudadano de hacer uso de la palabra más de dos veces. Después de votar se le dará a usted derecho para hablar conforme al artículo 101.

- El C. Mata. Para suplicar atentamente a la Presidencia ordené dé lectura al artículo 101 del Reglamento.

El C. Secretario López Lira: El artículo 101 del Reglamento dice así: "Los individuos de la Cámara aun cuando no estén inscritos en la lista de los oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos o contestar alusiones personales."

También me ordena la Presidencia de lectura al artículo 99 que dice así: "Los individuos de la Comisión y el autor de la proposición que discuta, podrán hablar más de dos veces. Los otros miembros de la Cámara solo podrán hablar dos veces sobre un asunto."

El C. Cravioto: Para una moción de orden, señor Presidente.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: El señor doctor Siurob tiene perfecto derecho para hablar, para rectificar hechos o contestar alusiones personales desde el momento en que acaba de ser aludido; así lo dice el artículo que leyó Su Señoría y además el artículo 101 dice así: "Los individuos de la Cámara aún cuando no estén inscritos en la lista de los creadores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos o contestar alusiones personales."

Como se ve, la intención en este artículo del Reglamento es que los individuos que sean aludidos, aunque no estén inscritos en la lista de oradores, - y eso es lógico - tengan derecho de rectificar hechos o de contestar alusiones personales, esto se hizo para encauzar los debates, pues si hablan los aludidos después de que se cierra la discusión, no tendría más que el objeto puramente personal.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.

El C. Siurob: Lo primero que me interesa a mí y no precisamente por mí, sino por las ideas liberales, en primer lugar, y en segundo lugar por la confianza con que me ha honrado el Presidente electo; en tercer lugar, por la confianza que me han dispensado los generales Obregón y Pablo González y luego por el sin número de manifestaciones de simpatía y estimación que he recibido de parte de mis compañeros de Cámara, por último, por la alta estimación que tengo a esta Representación Nacional donde no debe haber individuos que hayan servido a Huerta. Por todo eso vengo a hablar a esta tribuna, pues tengo la obligación imprescindible de demostrar la falsedad de lo los cargos que me ha lanzado el general Montes. Vosotros habéis visto que yo sólo he atacado sus actos como gobernante, en lo relativo a la imposición de Córdova; no lo he atacado personalmente; él ahora me ataca, debo defenderme; voy, pues, a hacer uso del legítimo y sagrado derecho de defensa. Suplico a la Cámara me dispense la magnanimidad de escucharme, porque después de los cargos tan injustificados que se me han dirigido, sería muy fácil que ustedes se dejaran sugestionar. Soy revolucionario muchísimo antes que lo fuera el general Montes, desde la época del general Díaz. El señor Ramírez Garrido es testigo; él sabe muy bien que yo desde entonces fui encarcelado por promulgar en contra de aquel Gobierno dictatorial. Esta también el compañero doctor Echevarría y todos los compañeros de la Escuela de Medicina que pueden atestiguar que yo ya era viejo revolucionario cuando el general Montes apenas era teniente del Ejército Federal. El general González Torres sabe que fui el primero entre los estudiantes de Medicina en protestar contra la dictadura porfiriana; yo fuí encarcelado por haber sido uno de los organizadores y haber formado parte en el complot de Tacubaya, y estuve a pique de ser fusilado por el general Díaz; logré fugarme de la prisión y estos hechos constan al señor Ramírez Garrido que está aquí presente. Señor Ramírez Garrido, ¿es verdad lo que acabo de expresar?

El C. Ramírez Garrido: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Ramírez Garrido: Me constan estos hechos. Cuando las manifestaciones estudiantiles de Puebla, en los días 8, 9 y 10 de noviembre de 1910, era yo estudiante y yo fui uno de los estudiantes que en compañía del señor Siurob caímos presos en Belén, el salió unos días antes que yo y posteriormente que yo y posteriormente que volvimos a reunirnos fue para formar el complot de Tacubaya, en el que formé parte y estuve también a punto de ser fusilado. También estuvo a punto de ser fusilado el señor general González Torres, quien formaba parte de ese complot; así es que desde entonces estuvo el señor Siurob en las filas revolucionarias.

El C. Siurob: Habeís oído el testimonio del señor Ramírez Garrido y ahora voy a suplicar al señor González Torres dé su testimonio.

El C. González Torres: Pido la palabra

El C. Presidente: Tiene usted la palabra

El C. González Torres: Señores diputados: En efecto, no solamente me constan las ideas revolucionarias del señor Siurob, y su connivencia en el complot de Tacubaya. Nosotros estuvimos directamente mezclados en el complot del 20 de noviembre y gracias a la discreción del señor Cosío Robelo no fuimos descubiertos esa vez. Después, cuando organizamos el complot de Tacubaya, precisamente la víspera de que estallara ese complot, estábamos en el Hospital Juárez con objeto de arreglar el servicio sanitario que iba a tener cada columna de ataque en la organización del complot y habiendo acabado de distribuir los nombramientos a los alumnos de medicina que todos ofrecieron a prestar esos servicios, estábamos en la sala de instrumentos que estaba a cargo del señor Siurob y del doctor Gual, el y yo; ustedes se imaginarán el susto que teníamos porque ya estaba todo arreglado y nos pusimos a cantar el Himno Nacional y entonces, en es esos momentos, entró el mozo del director y pregunto por el, señor Siurob, diciéndole que el director quería verlo. Nos quedamos Gual y yo y pusimos una pieza en el fonógrafo que el doctor tenía allí en la sala de instrumentos de cirugía; viendo nosotros que se dilataba el señor Siurob, salió Gual y cuando regresó venía con la cara tan alterada de lo nervioso que estaba que le dió un golpe al fonógrafo para que se callara. Yo ingenuamente le pregunté si estaba prohibido hacer ruido, si molestaba a los enfermos, a lo que me contestó: "Acaban de aprehender a Siurob. ¿Qué hacemos? Allí teníamos muchos documentos comprometedores que en seguida quemamos; sacamos todo, abrimos un estante donde había un verdadero arsenal, allí había como cuatro carabinas, diez pistolas y mucho parque, y tratamos de esconder esos pertrechos, pero ya no pudimos. Llegó la Autoridad y sólo alcanzamos a oír que preguntaban: "¿Quién tiene las llaves de este cuarto?" Nos escurrimos por otra puerta yendo a refugiarnos a la botica. Al señor Siurob se lo llevaron preso, no sé a qué Comisaría.

El C. Siurob: Ahora suplico al señor general Múgica haga constar este hecho; que estando alojado en mí casa, en Querétaro, en los días del Cuartelazo, ofrecí al Señor Madero mis servicios juntamente con los de todos los liberales de allí, por medio de un telegrama que se me contestó así; "Agradezco su patriótico ofrecimiento; aún creo poder dominar la situación"; y que hice manifiesto mi repugnancia por el crimen cometido en la persona del Presidente y Vicepresidente.

El C. Múgica: Con permiso de la Presidencia. Es la decena trágica, el señor Carranza me envió a esta capital para que le comunicase desde aquí cuál era la realidad de los acontecimientos, pues los mensajes que recibía del Gobierno del señor Madero fueron en un principio muy alarmantes y después del todo optimistas. El jefe desconfió y me mandó a esta ciudad. A media semana salí de aquí para Querétaro con objeto de suplicar al señor Carranza que me permitiera regresar a Saltillo porque allá tenía mi familia y además ya veía yo venir los acontecimientos del día 21 y el señor Carranza entrevisto al señor Siurob, de quien era amigo, precisamente con motivo de aquellos complots de 1910 en que yo estaba. El señor Siurob me dio algunos datos para que se los comunicáramos al señor Madero, valiéndose de una clave de la Secretaría de Instrucción Pública, pues tanto él como yo habíamos sido instaladores de escuelas rudimentarios. Esos datos eran de que había un túnel entre Chapultepec y la Ciudadela y que debía aprovecharse para dar un golpe contra los sublevados.

El C. Siurob: Durante la época maderista yo fui a hacer propaganda por su candidatura y fui fundador de las escuelas rudimentarias en Querétaro y aquí hay muchas personas a quienes les consta ese hecho. Ahora vamos a ver cómo se siguieron desarrollando los acontecimientos: cuando estalló el cuartelazo presenté mi renuncia

del cargo de instalador de escuelas rudimentarias en la forma siguiente: "Suplico a usted, señor Ministro, se digne aceptar mi renuncia por considerar indecoroso para mi persona seguir perteneciendo a la actual administración." Allí está en la Secretaría de Instrucción Pública ese documento. Después de esto fui aprehendido a los ocho días en Querétaro y remitido a esta capital a poder del doctor Urrutia. El doctor Urrutia no me mandó asesinar gracias a que había sido su discípulo en la Escuela de Medicina, gracias a que había sido su alumno predilecto y que tuve oportunidad de prestarle algunos servicios. De manera que, señores, ya están ustedes viendo paso a paso el desarrollo de los acontecimientos. Vamos a ver cómo fuí huertista en Querétaro y miembro del Ayuntamiento. Yo tenía en Querétaro un pequeño despacho de médico y un día presentóse en mi despacho un esbirro y me dice: "Lo necesitan a usted en el Palacio Municipal." Fui al Palacio Municipal y me notificaron que yo había sido electo municipio del Ayuntamiento de Querétaro. Yo les dije que aquello no podía ser desde el momento en que no había habido elecciones y fui a ver el Gobernador huertista y le dije estas palabras: "Yo no puedo aceptar el cargo que usted me da, en primer lugar, porque no he sido electo por el pueblo y en segundo lugar, porque no soy amigo de esta administración." ¿No es cierto que estas fueron mis palabras, señor de la Torre? ¿No le consta a usted, señor Rodríguez Saro, que yo haya dicho esas palabras?

El C. Rodríguez Saro: con permiso de la Presidencia. Me constan esas palabras y también su encarcelamiento.

El C. Siurob, continuando: ¡Bueno! Desde entonces fuí el blanco de las iras de esos hombres; me tuvieron preso tres días y me hicieron munícipe a fuerza, permanecí detenido en el salón del Ayuntamiento. Los demás individuos que se decían pertenecer al cuerpo edilicio, fueron en mi nombre, sin antes consultarme, a hablar al Gobernador huertista Chicarro, diciéndole que yo no podía afiliarme al régimen constitucionalista, porque de ninguna manera podía yo ser "traidor", y no se cuántas otras cosas, todo lo cual se asentó en una acta del Ayuntamiento. Mi firma no obra en el acta, porque nunca he cometido vilezas, porque jamás he hecho la infamia de llamar bandidos a los míos, que son los revolucionarios honrados de la República. No fueron esas mis palabras, mis palabras fueron los que dije al Gobernador huertista que yo no podía ser amigo de la dictadura, fu fueron las que dije al Ministerio de Instrucción Pública, que yo renunciaba el cargo que tenía porque era vergonzoso para mí servir a esa administración usurpadora. ¿De dónde resulta que fuí huertista? señor general Montes, ¿esos son los terribles cargos con que usted ha querido calumniar a un revolucionario honrado? Señores diputados, dos veces asistí a las sesiones del Ayuntamiento de Querétaro, porque Chicarro me dijo: "Opte usted entre ir con el Ministro Blanquet o ir a la sala del Ayuntamiento." Voy a decir otras cosas. Reuní entonces a mis amigos, los liberales de Querétaro, y les fije: "Me ha sucedido esto y me han dicho que yo soy munícipe." Yo le manifesté que repugnaba con ello y entonces los liberales de allí, que temian por mi persona, porque ya m me habían señalado como un recalcitrante constitucionalista, me dijeron: "Hombre, haznos el favor de no ser impulsivo, eres demasiado violento en tus procederes y ya has visto que tu renuncia te ha acarreado tu prisión; el ahora te resistes a ser municipe te van a asesinar, debes ir al Ayuntamiento mientras te puedes escapar, pues de otro modo te asesinarán y tendrás la pena de ver después a tu familia en la desgracia." Y a pesar de lo que me dijeron aquellos hombres, a pesar de eso, les dije: "No obstante lo que ustedes me dicen y de qué Juárez no consideró como culpables a los miembros del Ayuntamiento que funcionaban en la época de Maximiliano porque creyó que era un cargo no remunerado, a pesar de eso, no acepto." Y no acepté señores, fui a la sala del Ayuntamiento dos veces llevado por esbirros y tres veces preso, porque estuve preso en la sala del Ayuntamiento; así fue como yo fui miembro del Ayuntamiento huertista de Querétaro, dos veces llevado por esbirros y tres veces porque estuve preso allí, porque fuí preso cuatro días en la época de la dictadura huertista.

El C. Rodríguez Saro: Si es cierto.

El C. Siurob: Conste, pues, que es una burda, una infame calumnia la que ha dirigido el general Montes y para ello basta simplemente el hecho de que habiendo sido el general Montes el primer Gobernador Constitucionalista, saben ustedes que me confió el puesto de Director de Instrucción Pública. Ustedes creen qué si Montes hubiera visto que estaba manchado me hubiera conferido ese cargo y me nombrara su representante en Aguascalientes, en un cargo tan delicado? No señores, Conste, pues señores diputados, que he venido destruyendo los cargos uno por uno y no con mi simple testimonio, sino con el testimonio de personas que aquí han hablado. Respecto a que el señor general Montes me haya dado el nombramiento de mayor, ¡miente!

El C. Montes, interrumpiendo: Ruego a la Presidencia se sirva ordenar al orador que retire inmediatamente esa palabra.

El C. Siurob: No puedo retirar esa palabra, porque al decir que usted miente..

El C. Montes, interrumpiendo: Pues entonces miente usted también.

El C. Siurob: Bueno, voy a retirar mis palabras, pero usted también retire las suyas. (Risas, aplausos.)

Voy a probar que no miento. Reitero esa palabra, porque yo no quiero ofender en lo personal al señor general Montes, simplemente voy a defenderme como revolucionario. Vamos a otras cosas. Y usted, retire las suyas. Dice el general Montes que él me dio el nombramiento de mayor; no pudo dármelo porque no tenía facultades y porque yo ya era mayor, desde que el Primer Jefe, en persona, me nombró mayor en Saltillo. Cuando el general Villarreal me presentó con él, siendo yo entonces capitán primero, el señor Carranza me dijo: "Señor Siurob, usted es doctor de la Facultad de México, lo que por sí sólo es bastante para que usted ascienda a mayor, puesto que puede prestar como médico sus servicios en las fuerzas constitucionalistas." Fuí, pues, ascendido a mayor y con ese carácter presté mis servicios en la columna que trajo el general Treviño hacia el sur, mucho antes de que llegáramos a Querétaro. Apelo al testimonio del señor Filomeno Mata.

El C. Mata: Es cierto.

El C. Siurob, continuando: Conste el hecho de que el general, Montes no me nombre mayor. No testiguo más que con verdades. Tampoco es cierto que por instigaciones suyas se me haya nombrado teniente coronel; ese grado me lo dio el general Pablo González por méritos en campaña. Fui Jefe del Estado Mayor del general Montes y toda la labor que hizo su brigada en aquella época, es claro que me atañe muy directamente. Qué no estuve expuesto a las balas, me causa risa. El general Montes estuvo junto conmigo en los momentos en que cayó una granada delante de nosotros matando al caballo que montaba Castañeda, haciendo rodar a su carga; recuerdo que el caballo, cayendo y le levantándose fue a dar contra el general De la Garza a quien bañó de sangre. El señor Villarreal me vio luchar en el combate de Peón que el general Obregón cita en su libro como uno de los combates que contribuyeron a asegurar la

marcha de la columna que salió rumbo al norte. Cuatrocientos nos batimos contra dos mil. ¿Es o no es cierto, señor Villareal? ¿No le atravesaron a usted las piernas? (Risas).

El C. Villareal: Con permiso de la Presidencia. Sí, es cierto.

El C. Siurob, continuando: En ese lugar, en donde estaba escondido observando los movimientos del enemigo, porque allí yo pelee como soldado disparando mi arma. ¿O no es cierto que yo allí luche como soldado disparando mi arma y que yo mandé el frente mientras el general Martínez mandaba el flanco derecho? Allí, señores, el enemigo era de dos mil y nosotros cuatrocientos y estuvimos bloqueados por todos lados y si no llega el general Novoa oportunamente hubiéramos perecido todos y en ese combate cayeron 150 muertos. Y nosotros nada más éramos doscientos y esa noche fuimos a tomar café a San Juan del Río, plaza que le habíamos quitado al enemigo de la República, al enemigo de la Revolución. ¿Así es como no estuve expuesto a las balas, señor Alvarez del Castillo?

El C. Alvarez del Castillo: Sí señor, me consta.

El C. Siurob: Allí están muchos testigos de todo lo que estoy diciendo y el señor Montes no podrá decir como yo, que fui personalmente a batir a las gavillas de bandidos, lo que él no ha hecho y que en esas batidas que yo hice me mataron varios de los caballos que montaba. Ahora señores, cuando la Convención de Aguascalientes yo orienté al criterio del general Montes, es falso de toda falsedad que él me haya orientado a mí, desde el momento en que él no había presenciado los acontecimientos, yo se los comunicaba por telégrafo y yo fui leal y aquí está el ejemplo: ¿quién le denunció la conspiración que se tramaba en Querétaro en contra de usted, señor general Montes, por los individuos reaccionarios que habia allí y que pertenecían a las fuerzas de usted, quién le anunció la conspiración de Aguascalientes? Suplico a usted se digne contestar con la nobleza que le caracteriza.

El C. Montes: En su oportunidad contestaré.

El C. Siurob: Conste que no quiere contestar. Es el único testigo que me falta: el señor general Montes. Ahora vamos a otras cosas, señores. Me dice el señor general Montes que yo hice imposiciones en Guanajuato y yo apelo al testimonio de toda la diputación de Guanajuato, a quienes voy a ir interpelando de uno en uno. (Voces: no, no, no!) ¿Creen ustedes que baste el testimonio del señor López Lira? (Voces: ¡sí, sí, sí!) Señor López Lira, favor de informar a la Asamblea si hubo alguna imposición.

El C. López Lira: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. López Lira: La participación tan directa que tuvo una persona de mi familia en el Gobierno de Guanajuato, hace que mi testimonio pueda considerarse como parcial; sin embargo las responsabilidades que a usted puedan venirle, señor Siurob, en el Gobierno de Guanajuato, yo las compartiría con usted, porque yo he tenido la convicción de que el Gobierno civil de Guanajuato ha sido durante su permanencia allí, enteramente honrado y absolutamente revolucionario, y aprovecho esta oportunidad para rectificar el hecho de que las condiciones de miseria en que se encuentra aquel Estado son debidas a la labor revolucionaria que se desarrolló en el Departamento del Trabajo y a la completa renuncia de los gerentes de las compañías, la mayor parte extranjeras, que nunca aceptaron las disposiciones de orden que mejoraban las condiciones del trabajador. Insisto, pues, y acaso mi testimonio no tendrá todo el valor que debe tener, pero yo creo y repito que no hubo imposición en Guanajuato.

El C. Siurob, continuando: Como el señor López Lira ha dicho que tuvo un hermano suyo como mi Secretario de Gobierno, voy a citar el testimonio de otros guanajuatenses. Suplico al señor Aranda diga si es cierto que impuse a alguien en Guanajuato.

El C. Aranda: ¡Jamás!

El C. Siurob: ¡Gracias! Otro diputado por Guanajuato, el señor Hilario Medina. ¿Quisiera usted darme su testimonio sobre imposiciones en Guanajuato, durante mi Gobierno?

El C. Medina: Por el contrario, cuando tuvieron lugar las elecciones para diputados en el Estado de Guanajuato, las relativas al Congreso Constituyente, fue notorio el hecho de que el señor doctor Siurob convocó al Partido Liberal para tratar previamente las cuestiones trascendentales que allí debían resolverse y con objeto de norma: el criterio revolucionario que debería imperar en esa Asamblea.

El C. Siurob: Ahí tienen ustedes desmentidos todos los cargos; y si no bastaren todos los anteriores testimonios, voy a citar un hecho que demuestra la absoluta libertad que hubo en las elecciones. Los mismos diputados que fueron al Congreso Constituyente durante la época en que fuí Gobernador de Guanajuato, han venido a esta Cámara, habiéndose verificado sus elecciones cuando ya yo nada era en dicho Estado. Los únicos que no vinieron ahora que yo no soy Gobernador, pues cuando lo fuí, sí vinieron. Sí esa no es prueba, yo no creo que pueda darse otra. por último, se refiere el general Montes a lo que llama mi desgobierno en el Estado de Guanajuato. Si es por parte de las elecciones, ya acaban ustedes de oír quién se ha llevado la palma, si él o yo. Ahora, si nos vamos a referir a la cuestión de la lucha activa, ya he demostrado que yo personalmente fui al mando de varias columnas para pacificar el Estado y el testimonio del general Dávila es muy elocuente, pues cuando el recibió el Gobierno de Guanajuato, fue publicado en los periódicos el informe que rindió al gobierno del Centro y que decía: "El Estado de Guanajuato se encuentra casi en paz; son dos gavillas insignificantes las que merodean en el Estado de Guanajuato." ¿Es de respeto el testimonio del general Dávila? ¿Se podía suponer que iba a favorecerme? No. ¿verdad? Pues el mismo general Dávila atestiguó en su informe que el Estado se encontraba casi en paz. ¿Que por qué está ahora revuelto? Por varias razones: la primera, porque se ha recrudecido el bandidaje por causas que no quiero mencionar, por causas que como soldado no debo mencionar y otra cosa; y segundo, porque los jefes que estaban operando en el Estado de Guanajuato han salido de allí; el general Dávila ha tenido dificultades verdaderas por desconocimiento del terreno. No critico al general Dávila, a quien de ninguna manera voy a censurar; el general Dávila ha cumplido con su deber. Yo, señores, he estado más expuesto a las balas que el señor general Montes, porque yo he estado en todos los combates en que él tomó parte y en muchos en que él no tomó parte. Como miembro del Ayuntamiento fui dos veces llevado por esbirros y tres veces preso y mientras tanto el señor Montes anduvo once meses de voluntario con las fuerzas de Rubio (Navarrete y él sí ha disparado las armas contra nosotros, mientras que yo no. (Aplausos y murmullos). Cinco sesiones del Ayuntamiento, de las cuales dos veces fui llevado por esbirros y tres veces preso ¿Qué valen esas cinco sesiones, mientras usted andaba como voluntario huertista y Huerta lo condecoró?

El C. Montes, interrumpiendo: Falta usted a la verdad y ruego al señor Presidente me conceda el uso de la palabra para desvanecer esos cargos.

El C. Siurob: ¿No lo condecoró a usted?

El C. Montes: No, señor.

El C. Siurob: Bueno, retiro lo de la condecoración. (Risas).

El C. Secretario López Lira: Habiendo transcurrido

el tiempo reglamentario, se pregunta a la Asamblea si se concede al orador continuar en el uso de la palabra. (Voces ¡ Sí, sí, sí!)

El C. Siurob: Ahora, señores, vamos a continuar con mi desgobierno en el Estado de Guanajuato. Yo fundé en aquel Estado, doscientas sesenta y cinco escuelas rudimentarias, fundé cinco escuelas normales regionales, establecí la Escuela de Artes y oficios de la cárcel de León y otras escuelas. ¿El general Montes pudiera decir lo mismo? ¿Entonces por qué me tacha de falto de espíritu revolucionario? En Guanajuato establecí la ley protectora del obrero, la que estaba enteramente de acuerdo con los preceptos constitucionales que después se dictaron. Apelo al testimonio del diputado Fernández Martínez.

- El C. Fernández Martínez. Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Fernández Martínez: Es cierto que se expidieron leyes verdaderamente benéficas para los trabajadores y que precisamente esas leyes, que no fueron aceptadas por los capitalistas, los que siempre sólo tratan de explotar a los obreros, acarrearon al general Siurob todo género de dificultades, pues los ricos suprimieron muchas obras y obligaron a la gente de abajo a lanzarse a las montañas declarándose en rebelión contra la Causa constitucionalista.

El C. Siurob: Ahora vamos a la parte agraria. En Guanajuato resolví cinco.......cuando fui Gobernador de Querétaro entregué al pueblo de san Juan del Rió el agua que le había sido arrebatada desde la época del general Díaz. Señor Rodríguez Saro, ¿es cierto?

El C. Rodríguez Saro: Sí, es cierto.

El C. Siurob: ¡Sí fue mi primer decreto! ¡Si yo lo quiero como mi hijo devolviéndole el agua que le había sido arrebatada desde la época de la dictadura, cómo no lo voy a recordar! Yo funde todas las escuelas que se establecieron en el Estado de Querétaro y un mérito, y no es mérito porque ¿Qué mérito es darle a la población lo que es suyo? Una cosa que hice, que el señor general Montes solamente inauguró, fue la Biblioteca que se estableció en el templo de San José de Gracia, en Querétaro, durante el tiempo que fui encargado de la Instrucción Pública, y yo la inicié, dije cómo se había de hacer y después la inauguró el señor Montes. Esa es una de las obras que se inauguraron bajo su Gobierno. Yo devolví tierras a los indios, como ya han oído ustedes aquí, por negociaciones mías y que después fueron devueltas a los terratenientes por intrigas de Macías. Ahora señores, creo haberme defendido lo suficiente, tendría tema para defenderme un día entero con hechos , con testigos, cosas verdaderamente ciertas como consta a todos los diputados de esta Cámara y yo les agradezco la justicia que me han hecho, habiendo quedado ya demostrada la falsedad de muchas acusaciones del señor general Montes. No quiero cansar más la atención de la Asamblea, pues esta Asamblea tiene muchos asuntos interesantes que tratar, sólo quiero hacer constar este hecho: que el señor general Montes me ha atacado malévolamente y ha asentado hechos que no le constaban; en contra de sus aseveraciones han estado multitud de representantes del pueblo, muy honrados, muy rectos y muy justicieros. En cambio yo podría lanzar ataques contra el señor Montes, yo podría decir que mientras yo he estado pobre, el señor Montes es accionista de una hacienda que vale medio millón de pesos y que mientas yo tengo un automóvil Ford que me regaló el general Obregón, porque el general Obregón tuvo en consideración que los villistas me quemaron tres coches, en cambio el señor Montes tiene cinco automóviles. El señor Montes es terrateniente del Estado de Querétaro, el señor general Montes, el menor capital que representa, es decir, el que representa su personalidad, es de unos quinientos mil pesos aproximadamente, es ya un latifundista. Ahora ya ven ustedes, señores, que mientras yo repartí tierras, fundé escuelas, devolví agua a los pueblos y combatía en persona a los bandidos, expuesto a las balas, dije al gobierno huertista que no quería aceptar un puesto, porque lo consideraba deshonroso y serví al señor Madero en los momentos aflictivos, el general Montes estuvo como voluntario a las órdenes de Rubio Navarrete, no teniendo más combates que el de Laredo y otro entre San Luis y Tampico. Un día en que entraron los bandidos de Guanajuato a San Juan del Rió, Montes y otros jefes ya estaban haciendo maleta.....

El C. Villarreal, interrumpiendo: Me gusta ser honrado. Nadie, señores diputados, odia tanto a los federales como yo; pero me gusta ser justo. Debe saber el señor general Siurob que todavía en pie Huerta, el general montes se pasó a nuestras filas, combatiendo a los mismos federales, con catorce ametralladoras, ciento y tantos hombres y doscientas y tantas carabinas, en Sabinas, N. L.

El C. Magallón: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Magallón: En diciembre de 1913, estando en Hermosillo, me consta que el general Ángeles, en mi presencia, dijo que estaba tramitándose la rendición del capitán o teniente coronel Federico Montes. De modo que de marzo a diciembre habían pasado meses.

El C. Siurob: No quito sus méritos al general Montes. En efecto, estuvo combatiendo en favor nuestro desde los hechos de Laredo.

El C. Múgica: Pido la palabra para puntualizar los hechos que relata el C. Villarreal, pues fuí actor en esos hechos. El señor general Montes, que era entonces me parece que capitán primero o segundo del Ejército Federal, se salió de Monterrey; nosotros íbamos a atacar el 8 de diciembre la plaza de Salinas Victoria y ante esa manifestación de nuestra presencia en los alrededores de la capital del Estado de Nuevo león, el señor Montes, que mandaba una sección de ametralladoras en que había además dos fusiles Rexer y ochenta hombres perfectamente armados y montados, además de las respectivas acémilas para las piezas que menciono, se salió de Monterrey y fue a buscarnos a la hacienda de Mamulique donde habíamos puesto nuestro campamento, de allí, no habiéndonos encontrado, se dirigió hacia Sabinas Hidalgo, donde había quedado la mitad del 2o. Regimiento de Nuevo León; de allí me dirigió Montes una carta, a un lugar que se llama Minillas, donde estaba; dicha carta la recibí el día 24 de diciembre en la madrugada, desde luego di parte al jefe de la brigada que entonces era el general Saucedo y se mandaron comisionados para hacer venir a Montes a nuestro campamento. Desde entonces a la fecha, viene prestando sus servicios al Ejército Constitucionalista.

El C. Siurob: Yo no ataco al general montes ni le resto méritos en sus servicios desde esa fecha. El ha servido a la Causa y precisamente porque no le resto servicios y porque a pesar de haber servido a Huerta, y conste que no lo había yo hecho por misericordia sino porque yo creía que no era justo hacerlo. yo lo pongo en su lugar, pero es justo que él me ponga también en el mío y que no venga a decir mentiras, porque en ese terreno siempre voy a oponerme a sus palabras con la verdad y la justicia en la mano. Ahora voy a rectificar, señores, lo relativo al señor Llaca, pues tengo la obligación de defender a un amigo mío. Aquí está el "Diario de los Debates," de la época de Huerta, en que consta la protesta del señor Llaca, cuando se violó la soberanía del Estado de Querétaro. ¿Tiene usted la bondad de prestarme ese libro, compañero? Aquí está el discurso del C. Llaca. (Leyó) El C. Llaca jamás sirvió a Huerta, en ese punto Montes

asienta una falsedad, y yo pregunto al señor Montes que me diga en qué puesto lo sirvió. No lo podrá decir el señor Montes; no lo puede decir. Mi testigo en este caso está mudo. De manera que, señores, por la honra de un hombre que no ha tenido manejos como político, porque como político Constantino Llaca fue el único que se levantó en el Estado de Querétaro, sería con tres, con seis o con diez, pero el caso es que se levantó e hizo oposición al gobierno de Huerta. Constantino Llaca no ha servido a ningún gobierno usurpador, ni a Huerta, ni a Villa, ni a la Convención, y ha prestado sus servicios a la Revolución, en varios sentidos, entre otros fue Abogado consultor de la columna del señor general Montes y le sirvió durante su administración como Presidente del Tribunal de Justicia. Esto por lo que toca a mis amigos. Estoy muy agradecido, señores diputados, por la diferencia que me habéis dispensado y por vuestros actos de justicia al comprobar que es cierto lo que he afirmado. Fijáos bien, he citado como testigos a personas honorables cuyo dicho debe hacer fe. Conste, pues, que por encima de las pasiones, por encima de la mala voluntad del señor general Montes, a quien sin embargo, no profeso ningún rencor, ha brillado la justicia, esa justicia que invoco ahora y en la que siempre he inspirado todos mis actos; esa justicia que pisoteó el general Montes y a la cual no puede volver a cogerse, porque he demostrado que ha asentado hechos falsos. (Aplausos.)

El C. Montes: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Montes: Con toda atención, señores diputados, ruego de ustedes una poca de benevolencia, permitiendome decir unas cuantas palabras, ya no acerca de la credencial del señor Córdoba, de la cual no se ha hecho mención y sólo ha servido para que el señor doctor Siurob nos diese oportunidad de presenciar estos tristes espectáculos, sino para referirme a hechos que afectan a mi personalidad, advirtiendo que es la primera vez que hablo de mí mismo, pues siempre he sido ajeno a toda clase de bombos, no habiendo permitido nunca que se diga de mí lo poco bueno que haya hecho, pues me basta tener satisfecha mi conciencia y haber complacido a quienes fueron mis jefes y en esta ocasión a mis comitentes y mis electores. Si en esta ocasión lo hago bien, si trabajo aquí de acuerdo con los deseos de mis electores del Distrito de San Miguel Allende, si cumplo como he pretendido cumplir con mi obligación, solamente será esto un motivo de mi propia satisfacción; pero, señores, si yo incurro en alguna falta en el desempeño de mis labores, en estas labores que me han encomendado los electores de San Miguel Allende, que ellos me lo demanden y ustedes me lo censuren. Por eso es que ruego a ustedes tengan una poca de benevolencia. Esta es la segunda ocasión que se me ataca aquí por el echo de haber servido al Ejército Federal; perfectamente, eso no se puede negar, si he servido en el Ejército Federal; desde el más intimo grado de oficial, de subteniente; sí es cierto que desde no sé cuanto tiempo, cuando no se había iniciado ningún movimiento de disensión, cuando todavía no surgían los paladines de las ideas democráticas y de las ideas que la Revolución trata consigo, entonces yo, como otros mochos, militábamos en el Ejército Federal; y bien, señores, yo al lado del señor presidente Madero, en los momentos más difíciles, en los momentos en que el señor doctor Siurob solamente protestaba contra él, yo interpuse mi pecho, no eran palabras con las que yo defendía al ilustre mártir, era mi mano armada la que castigó al tristemente célebre Izquierdo, era mi mano, señores, la que en un momento dado y en los momentos de la prisión del señor Madero, le iba a dar un balazo y la causa de que yo no se lo hubiera dado fue que el señor Malpica, que está sirviendo en la Secretaría de Guerra, bajó mi mano por temor de que en esos momentos hubieran disparado contra el señor Madero; él fué testigo, lo mismo que el señor Sánchez Azcona fué testigo presencial. Yo servía a la Revolución no sólo platónicamente. Y entonces yó, un humilde capitán del Ejercito Federal, me había declarado en pro de la legitimidad del Gobierno, en pro del ilustre Presidente señor Madero y no era en un telegrama solamente en el que venia ofreciéndole mi adhesión, sino mi propio cuerpo para defenderlo de las balas traidoras; todavía más, en los momentos de ser aprehendido el señor Madero yo fui aprehendido y reducido a prisión, estuve tres días preso con él en la intendencia y tal vez para asesinarlo me pusieron en libertad porque no consideraban que fuera un individuo de peligro, y para que no presenciase los asesinatos que se fraguaban. Quince días después del asesinato, fuí perseguido tenazmente por haber mandado fusilar al traidor general Ruiz, cuya responsabilidad se me echó, a pesar de que recibí órdenes expresas para la ejecución del acto. Aún más: yo fuí uno de los pocos que tuve el valor civil de haber acompañado a la viuda del señor Madero hasta su sepulcro; me cabe el honor de haber cargado en mis propios hombros el cuerpo del señor Presidente asesinado cobardemente detrás de la Penitenciaría, a quien dejé hasta su última morada. Posteriormente, señores, fuí en busca de una persona que me proporcionara auxilios, que me diera dinero para lanzarme a la Revolución, no sólo porque no quería llevar únicamente el contingente de mi persona, sino acompañado de varios hombres llevando lo que hacía falta: parque, armas y toda clase de elementos de guerra. Por eso me dilaté seis meses antes de irme a la Revolución, porque repito, no quise ir solo. Varias personas, entre otras el general Santos, hermano de don Samuel, recibieron invitación mía para irnos al norte, pero le dije que yo me esperaba para reunir elementos y no podía llevarlos de aquí, y a los revolucionarios mismos les consta que no al momento de incorporarme, sino mucho antes, estaban impacientes, anhelantes del día en que fuera a unirme con ellos, a los que habían sido compañeros míos en la protesta armada de un crimen y yo no sé si habrá testigos aquí, pero el señor Múgica recuerda o sabe que muchísimo antes de incorporarme a la Revolución, en Sabinas Hidalgo ya se esperaba mi llegada.

El C. Múgica: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Múgica: Precisamente para confirmar lo que dice el señor general Montes, de que ya lo esperábamos a él. Nosotros no sabíamos cuándo se llegaría al campamento, pero cuando se comunicó su incorporación a nuestras filas, el Primer Jefe y el general Ángeles tenían ya idea de que el señor general Montes tenía intenciones de pasarse en la primera oportunidad. Eso es cierto.

El C. Montes: Probablemente también el C. Acuña recuerde esto.

El C. Acuña: "con permiso de la Presidencia. Es rigurosamente cierto lo que dice el señor montes, probablemente con un mes o dos de anticipación ya sabíamos en Hermosillo y Nogales que el señor general Montes esperaba la primer oportunidad para incorporarse y la última noticia que tuve yo a este respecto me fue dada por el cónsul nuestro en Laredo, Texas, en alguna ocasión que estuve yo allí. (Aplausos).

El C Montes: Esa es mi actuación y la razón por la que estuve en el Ejército. Cuando me incorporé, cuando salí de Monterrey en donde había una guarnición de cinco mil hombres, salí a las siete de la mañana en plena luz y delante de todo el mundo, expuesto como es natural a ser fusilado inmediatamente. Llevaba yo elementos, que si no eran muy valiosos, en esos momentos la Revolución los recibió con gran júbilo, como les debe constar al señor Acuña e infinidad de revolucionarios que entonces andaban en armas, que fué comunicada a todos los campamentos de la Revolución la noticia de mi incorporación y en todos los campamentos se recibió esta noticia con gran júbilo y demostraciones ruidosas de repiques, etc. Sabiendo que yo, al incorporarme a las fuerzas revolucionarias, llevaba un contingente muy aceptable, pues en esos momentos podía decirse que la Revolución carecía de toda clase de esos elementos. Todavía más, el doctor Siurob se ha referido a que el 1910 era yo un simple subteniente del Ejército Federal, pero no sabe que entonces, no obstante la vigilancia de que era objeto, uniformado con el uniforme del Ejército Federal, iba a escribir en los periódicos de oposición, contribuyeron con lo que podía, dado mi pequeñisimo sueldo. El señor Rafael Martínez podrá decir si le consta algo de esto.

El C. Martínez Rafael: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Martínez: En el año de 1910, conocí al señor Federico Montes. En una ocasión se presentó uniformado a la redacción del periódico oposicionista que yo dirigía y me indicó que quería trabajar conmigo; confieso que al verlo uniformado desconfié de él, pues pensaba que sería algún espía; lo introduje en una pieza y allí hablamos largo rato, convenciéndome poco a poco de que era un sincero revolucionario, al grado de que pocos días después éramos los mejores amigos y no le ocultaba nada absolutamente. En varias ocasiones, cuando no teníamos con qué comprar papel, el señor Montes me daba dinero para adquirirlo. Una vez, lo recuerdo bien, sacó de su cartera un billete de cinco pesos que traía perfectamente doblado, como indicando el cuidado con que lo guardaba, y me lo dió diciéndome que comprara en seguida lo necesario para que el periódico saliese a luz inmediatamente.

El C. Montes: Eso hacía entonces cuando pertenecía al Ejército Federal, y todavía más, fuera del terreno puramente platónico, e interpelo al señor ingeniero Robles Domínguez si está aquí.... (Voces: ¡No está!) Lamento que no esté aquí. Bueno, el señor ingeniero Robles Domínguez, en compañía del señor Cosío Robelo, proyectaban el levantamiento en la ciudad de México en contra del tirano Díaz y, señores, entre los nombres que guardaban hasta en su prisión con más religiosidad, los señores Robles Domínguez y Cosío Robelo, estaba el mío; yo, un humilde subteniente, amante de las libertades de mi patria y despierto entonces por los que hoy figuran en primera línea de las filas revolucionarias, fuí a ofrecer el contingente a Robles Domínguez para que contara con mi vida y con mi sangre para lavar todos los años de tiranía habidos hasta entonces. Lamento que no esté aquí el señor Robles Domínguez; pero no fue como dice e señor Siurob en la época de Huerta, fue en la época del general Díaz, en plena dictadura, en 1910. Lamento sinceramente que no esté aquí el que podía ser un testigo de todo esto. Por lo demás, señores, los cargos que me hace el doctor Siurob de ser terrateniente y tener dos automóviles, estos dos automóviles no me los he robado, nunca he usado cosas que no son mías, uno de ellos se lo debo a la amabilidad del Primer Jefe y el otro, que me es inservible, se lo debo al señor general Pablo González, no los he comprado yo. Por lo demás ese capitalazo enorme de que habla el señor Siurob, lamento que no sea cierto, pues ayer han ido a cobrar la renta de mi casa y no je tenido para pagarla; al pagador le consta que le he pedido hoy cien pesos, porque los quinientos mil que yo poseo no me producen nada. Es así, señores, como yo he querido dejar sentados cargos que dice el señor doctor Siurob que no me ha lanzado, que me guarda profundo respeto como amigo mío, y que no trata de ofenderme, pero no obstante esto, están aquí los cargos. No continuaré en esta tarea que es penosa, señores, solamente he querido dejar sentado aquí, ante la Representación Nacional, ante el pueblo entero de la República, ante el criterio justo de los representantes del pueblo, he querido dejar sentada mi reputación de hombre honrado, de hombre, si ustedes quieren muy obscuro, pero sí de un hombre que se precia de haber ofrecido lo único que podía ofrecer a la patria, en los momentos más difíciles, ¡mi vida misma! (Aplausos). (Voces: A votar, a votar!)

El C. Córdova: Seré muy breve. Un momento..... (Voces: A votar, a votar!) Si ustedes quieren que no hable pues no hablaré.

El C. Secretario López Lira: Se pregunta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Se considera suficientemente discutido. "Son diputados propietario y suplente respectivamente, por el 3er. distrito electoral del Estado de Querétaro los C.C. Gabriel J. Córdova y Benigno Trejo.

En votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La Presidencia por conducto de la Secretaría declara: Son diputados propietario y suplente respectivamente por el 3er. distrito electoral del Estado de Querétaro, los CC. Gabriel J. Córdova y Benigno Trejo.

El C. Presidente, a las 8.50 p. m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las cuatro de la tarde para sesión del Colegio Electoral.

El Jefe de la Sección de Taquigrafía,

JOAQUÍN Z. VALADEZ.