Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170704 - Número de Diario 74

(L27A1P1eN074F19170704.xml)Núm. Diario:74

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 4 DE JULIO DE 1917

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA SE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

PERÍODO EXTRAORDINARIO XXVII LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 74

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA

4 DE JULIO DE 1917

SUMARIO

1. Se abre la sesión y se lee y aprueba el acta de la anterior. - 2. A propósito de una solicitud hecha por el C. Hernández Luis M., se inicia un debate sobre si debe pasar a rendir la protesta de ley el C. diputado propietario por el 2º distrito electoral del Estado de Oaxaca, siendo desechada dicha proposición por la mayoría. - 3. Se reanuda la discución sobre la fracción XII del artículo 1º. del dictamen de la Comisión de Presupuestos sobre la Ley de Ingresos. Se suspende la sesión. - 4. Se reanuda la sesión y la discución sobre el asunto a debate. Es presentada y discutida una moción suspensiva de varios CC. diputados. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. NARRO REYNALDO

(Asistencia de 165 CC. diputados.)

El C. Presidente, a las 9.15 a.m.: Se abre la sesión de la Cámara de Diputados.

El C. Hernández Luis M.: Pido la palabra, señor Presidente.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Luis Hernández.

El C. Hernández Luis M.: Se encuentra a las puertas del salón el C. Isaac Olivé, diputado propietario por uno de los distritos del Estado de Oaxaca y desea pasar a tomar posesión de su puesto.

- El C. Prosecretario Magallón leyo el acta de la sesión anterior. Está a discución. ¿No hay quien tome la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Aprobada.

- El mismo C. Prosecretario: Refiriéndose la Presidencia a la proposición del C. Hernández Luis M., relativa a que otorga la protesta de ley el C. Isaac Olivé, la misma Presidencia me ordena que de lectura a los siguientes documentos, como antecedentes de la credencial del C. diputado Isaac Olivé.

"Comisión de Estado, Departamento Interior.

"Señor: A esta Comisión fue turnado el telegrama que, fechado el 9 del actual en la ciudad de Oaxaca, dirige a esta Cámara el C. Isaac Olivé, diputado propietario por uno de los distritos electorales de aquel estado, telegrama que textualmente dice:

"Con diputado suplente José Leyva, presenté a esa H. Asamblea escrito pidiendo licencia para desempeñar puesto Secretario este Gobierno, manifestando que expresamente aceptaba el cargo diputado. Aunque diputado Leyva tomó posesión por ese escrito, suplico se me resuelva si se me concede o no el permiso."

"Como hasta la fecha no se ha presentado el C. Isaac Olivé a otorgar la protesta de ley y tomar posesión de su cargo, la Comisión estima que no es posible acordar la solicitud telegráfica de que se ha hecho mérito en sentido favorable, por la concesión del permiso que se pide presupone que el solicitante está ya en el ejercito de las funciones de diputado

"En tal virtud, creemos que debe negarse la petición mencionada por las razones expuestas, y nos permitamos someter a vuestra elevada consideración el siguiente acuerdo:

"Contéstese al C. Isaac Olivé que no ha lugar a lo que solicita en su telegrama de 9 de junio, por no haber otorgado la protesta de ley.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados.-México, 14 de junio de 1917.- Francisco Medina.-Flavio Peréz Gasga.-J. M. A. del Castillo.(Rúbricas.)

El C. Peña: Pido la palabra para solicitar que se lea el escrito a que hace referencia el telegrama.

El C. Prosecretario Magallón: El dictamen de

que se acaba de dar cuenta, fue aprobada en la sesión del día 20 de junio de 1917 y se va a pasar este asunto a la Comisión. (Voces: ¡No, no!)

El C. González Marciano: Pido la palabra para interpelar a la Secretaría.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Marciano González. - El C. González Marciano: Suplico a la Secretaría se sirva decirme si, además del telegrama que tiene en sus manos, existe un documento enviado por el señor Olivé y de que fue portador el mismo suplente que ahora está fungiendo en esta Cámara. - El mismo C. Prosecretario: Se va a dar lectura a un telegrama....

El C. Hernández Luis M., interrumpiendo: Yo deseo que se me diga si existe un documento que no precisamente ese telegrama, y que debío haberse presentado a principios del mes de abril por el señor que está supliendo al señor Olivé.

- El señor C. secretario Padrés: La secretaría informa, que efectivamente, existe en carrera el documento que fue remitido por el señor Isaac Olivé por conducto del señor Leyva.

El C. González Marciano: Ruego al señor Presidente se sirva ordenar que se le dé lectura a ese documento.

El C. Peña: A cual no ha recaído acurdo ninguno hasta la fecha.

El C. Prosecretario Magallón: El documento dise así: "Isaac Olivé, abogado y con domicilio en la ciudad de Oaxaca, ante esta H. Asamblea expongo: "Que con fecha 21 de marzo fuí nombrado por el C. Gobernador del Estado de Oaxaca Secretario del Despacho de Gobierno.

"Como las circunstancias porque atraviesa el Gobierno Constitucionalista de esta ciudad son muy especiales, por ser un medio completamente hostil en que se dificulta por el momento encontrar persona de la confianza del C. Gobernador que substituya al C. Secretario saliente, creí un deber mío aceptar el empleo que se me confirió. Mas como el artículo 62 de la constitución Política promulgada el 5 de febrero del año actual, proviene que los diputados no pueden desempeñar ninguna otra Comisión o empleo de la Federación o de los Estados sin licencia de la Cámara respectiva, atentamente suplico a esta H. Asamblea me conceda permiso para desempeñar el puesto de Secretario del Gobierno de Oaxaca, quedando, por lo tanto, suspensa mi función representativa mientras dura mi nueva ocupación.

"Expresamente manifiesto que acepto el encargo de diputado propietario por el Círcuito Electoral de zimatlán, Estado de Oaxaca, para que no se me considere comprendido dentro del artículo 63 de la Constitución Política de la República Mexicana.

"Faculto al C. José Leyva, mi suplente, para recibir la contestación que esta H. Asamblea dé a mi solicitud.

"Protesto a esta H. Asamblea mi consideración muy distinguida.

"Constitución y Reformas. - Oaxaca de Juaréz, a 31 de marzo de 1917.- Olivé. (Rubrica.) - A la H Cámara de Diputados.- México, D.F."

El C. González Marciano: ¿Qué acuerdo recayó a ese documento? ¿En qué términos fue contestado?

- El mismo C. Prosecretario: Se pasó a las comisiones cuyo dictamen acaba de ser leído.

El C. González Marciano: Me permito decir que el dictamen leído es el que recayó al telegrama y no al documento.

- El mismo C. Prosecretario: La presencia manifiesta que no existen ya más antecedentes sobre este asunto, y siendo un caso difícil, se va a turnar a una Comisión. (Voces:¿No!)

El C. Medina Francisco: Pido la palabra.

- El mismo C. Prosecretario: La Presidencia manifiesta que no está empeña en sostener su trámite, y si la Asamblea desea que se ponga a discución, así se hará.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Medina Francisco.

El C. medina Francisco: La Comisión de Estado, Departamento Interior, dictaminó únicamente sobre el telegrama a que se acaba de dar lectura, porque el documento anterior se había extraviado. La Comisión, únicamente con el telegrama pensó que se podía presentar el señor Olivé a rendir la protesta y quiso poner en el dictamen que no podía presentarse a protestar en este período, sino hasta el siguiente; sin embargo, como el telegrama no preguntaba nada de esto, la Comisión se creyó en el deber de exponer que no se le podía conceder la licencia, porque no había rendido la protesta de ley. Respecto al anterior documento, que había dirigido al señor Olivé, creo que debío haber aceptado el puesto de Secretario de Gobierno, sino antes haber venido a protestar ante esta Cámara. De cualquier manera, no recayó ningun acuerdo a esa solicitud, y en tal virtud, el señor Olivé debió haber dicho que antes de desempeñar el puesto de Secretario de Gobierno era su deber, como representante del pueblo, presentarse a esta Asamblea. (Aplausos.) - El C. Presidente: Tiene la palabra el C. González Marciano. - El C. González Marciano: Señores diputados: El señor Isaac Olivé, en 31 de marzo próximo pasado, envió a esta Cámara una solicitud en la que dice lo siguiente: que habiendo sido nombrado Secretario de Gobierno del Estado de Oaxaca, solicitaba de esta Cámara que le permitiera continuar desempeñando aquel puesto y la Comisión o no sé quien hizo perdedizo este documento, y después, como el señor Olivé no recibió contestación a esta solicitud de permiso, se vió en la necesidad de enviar un telegrama con fecha 9 de junio, preguntando qué acuerdo había recaído a su solicitud. Se le contestó que no había lugar al permiso que solicitaba, porque sería tanto como prejuzgar que era ya diputado.

El C. Medina Hilario (dirigiendose al C. Medina Francisco, miembro de la Comisión): Dice que lo hizo perdedizo la Comisión el documento.

El C. González Marciano, continuando: Y afirmo que la Comisión hizo perdedizo el documento, señor licenciado Medina.

El C. Medina Hilario: ¿Yo?

El C. González Marciano: Lo acabo de oír de labios de usted.

El C. Medina Hilario: ¡Ah!, si, si; es verdad, yo repeti esas palabras. - El C. González Marciano: Yo afirmye que la Comisión, o no sé quien,-estas fueron mis palabras-,había hecho perdedizo el documento. Este documento no estaba en el legajo que ahora tengo en mis manos. Si estaba en le legajo, que no fue, porque yo he tenido este legajo en mis manos y entonces no encontré este documento, no me explico por qué no recayó acuerdo alguno a la solicitud del señor Isaac Olivé. Toda pregunta lleva aparejada consigo una respuesta. Si el señor Olivé pedía permiso a la Asamblea para desempeñar el puesto de Secretario de Gobierno del Estado de Oaxaca, no veo la razón, señores, para que no se le haya contestado afirmativamente o negativamente, es decir, en algún sentido, a su solicitud. Viendo este señor que no se le contestaba, envió un telegrama y a ese telegrama se le dió respuesta y se le dijo que no se podía conceder el permiso, porque sería tanto como reconocer tácitamente que era diputado sin haber otorgado la protesta de ley. La Comisión cree que fijándose en el artículo 62 constitucional puede invalidar al señor Olivé en sus derechos como diputado, y yo afirmo lo contrario. Una solicitud de permiso, si no le ha contestado, la culpa no es del peticionario; no quiere decir esto que no mantenga en firme los derechos de que lo invistieron los sesenta mil habitantes que por él votaron. No le neguemos su carácter de diputado, sino consiguémosle al Gran Jurado, porque no tenemos facultades para hacer que se le quite su carácter de diputado, En consecuencia, y conforme al artúculo 63 de la Constitución, pido respetuosamente que se apruebe que entre a protestar el señor Olivé como diputado, y después, conforme al artículo 62, le exijamos las responsabilidades correspondientes. (Voces: Olivé quiere percibir las dietas del receso, es inmoral.) Será inmoral, pero es constitucional, como voy a demostrarlo. El artículo 63 de la Carta Magna dice: "Las Cámaras no pueden abrir sus sesiones ni ejercer su cargo sin la concurrencia, en la de senadores, de las terceras partes, y en la de diputados, de más de la mitad del número total de sus miembro; pero los presentes de una y otra deberán reunirse el día señalado por la ley y compelear a los ausentes a que concurra dentro de los treinta días siguientes, con la advertencia de que si no lo hiciesen, se entenderá por este solo hecho que no aceptan su encargo, llamándose luego a los suplentes, lo que deberan en un plazo igual, y si tampoco lo hiciesen, se declarará vacante el puesto y se convocará a nuevas elecciones.

"Se entiende también que los diputados o senadores que falten diez días consecutivos sin causa justificada o sin previa licencia del Presidente de su respectiva Cámara, con la cual se dará conocimiento a ésta, renuncian a concurrir hasta el perIodo, llamándose desde luego a los suplentes, "Si no hubiese quórum para instalar cualquiera de las Cámaras o para que ejerzan sus funciones una vez instalada, se convocará inmediatamente a los suplentes para que se presenten a la mayor brevedad a desempeñar su cargo, entretanto transcurren los treinta días de que antes se habla." Pregunto: ¿Se ha compelido al señor Olivé, como diputado propietario, para que venga a la Cámara?

El C. Neri: El C. González está bordando en el vacío. (Voces: ¡No, no!) Pido la palabra.

- El Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Neri: El C. González ha reclamado el trámite de la Mesa, que consite en que el documento de que se trata se pase a las Comisiones unidas correspondientes. El señor González esta hablado sobre el fondo del asunto; la Mesa no ha dicho que no se permita al señor Olivé venir a protestar, sino simplemente que se estudie este asunto.

El C. González: El C. Neri afirma que bordo en el vacio, y dice a la vez que estoy tratando el fondo del asunto. Tratar el fondo de un asunto es bordar en el vacío, según su criterio. El artículo 8o. constitucional dice lo siguiente: "Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del derecho de petición, siempre que ésta se formula por escrito; de manera pacífica y respetuosa; pero en materia política sólo podrán hacer uso de este derecho los ciudadanos de la República.

"A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido, la cual tiene la obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario."

No tenemos ningún derecho para privar al señor Olivé de que venga a protestar como diputado, pues si con este carácter ha infrigido alguna ley, tenemos perfecto derecho a exigirle responsabilidades. En consecuencia, pido que pase el señor Olivé a rendir protesta y después se le consigne al Gran Jurado.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Peréz Gasga, de la Comisión: Señores diputados: Como miembro de la Comisión de Estado, Departamento interior, quiero informar a la H Asamblea sobre los antecedentes de este asunto, a fin de que no se crea ni por un momento que la H. Comisión, a la que tengo la honra de pertenecer, pudiera haber cometido la grave falta, la imperdonable falta de extraviar intencional y dolosamente un documento que se le hubiese pasado par su estudio. A la Comisión sólo se turnó el el mensaje a que se ha dado lectura, y no el escrito del señor Olivé, y basta para convencerse de ello la circunstancia de que en el telegrama hay una nota que dice: "A la Comisión de Estado, Departamento Interior; junio 11 de 1917.- López Lira, D. S.;"y en el ocurso habrá visto el señor González que no hay ese acuerdo. Por consiguiente, basta esta sola consideración para quedar convencido de que la Comisión no le fue turnado el oficio . En virtud, la Comisión pide por mi conducto, a la Secretaría, los antecedentes........

El C. González Marciano, Interrumpiendo: Ya he dicho desde antes.....

- El C. Presidente. Suplico a Su Señoria el señor Marciano González, tenga la bondad de no interrumpir al orador; hablará usted después que termine.

El C. Peréz Gasga, continuando: Decía yo que por un telegrama fue lo único que se turnó a la Comisión. Sin embargo, como recordaba que había un antecedente sobre el particular, que era precisamente este oficio, se pidieron los antecedentes a la

Secretaría para tomarlos en consideración, y la Secretaría nos informó que este documento, en el momento que lo pedíamos, no se encontraba. Entonces dictaminamos, en vista del telegrama que dice algo que no es exactamente lo que dice el escrito, por más que en el telegrama se hace referencia al escrito que nosotros no podíamos conservar en la memoria para resolver. Pues bien; en el telegrama pedía permiso el señor licenciado Olivé para desempeñar el puesto de Secretario de Gobierno del Estado de Oaxaca, y la Comisión dictaminó en vista de esta petición, que no podía concedérsele permiso para desempeñar un puesto que, primer lugar, estaba ya desempeñado, y que, en segundo lugar, sólo habría procedido esa licencia cuando ya fuera diputado estando en el ejercicio de sus funciones, que todavía no lo era, porque no había otorgado la protesta de ley. En tal virtud, no podia consedérsele permiso para desempeñar un empleo que, repito, ya estaba desempeñando, y por eso se resolvió la petición en el sentido que aparece en el acuerdo relativo. Una vez estando dictaminando esto, pero sin que se diese cuenta a la Asamblea, fue al día siguiente, tuvimos noticias oficiales de que había parecido el documento. Preguntamos a qué se debía, y se nos informó que el documento fue encontrado en un rollo que estaba en la gaveta del doctor Siurob, que había sido miembro de la Comisión dictaminadora en el expediente electoral del señor Olivé. como este ocurso lo presentó el diputado suplente juntamente con su credencial, la Secretaría, mejor dicho, la oficialía Mayor, los empleados de la Cámara, pasaron juntamente con la credencial del señor Olivé, la del señor Leyva y todos los documentos relativos, a la Comisión dictaminadora de credencial, y con ese motivo, en un rollo de papeles del señor doctor Siurob estaba el documento referido, que apareció hasta hace poco tiempo. Nosotros, los miembros de la Comisión, una vez que tuvimos a la vista ese documento, hubiése podido retirar el dictamen para resolver sobre la petición; pero en primer lugar no se nos había pasado el dictamen, y en segundo pasamos que dictaminar sobre el asunto a que se refiere, era extemporáneo, supuesto que que este oficio se había concretado a una autorización para continuar en el puesto de Secretario de Gobierno, no para desempeñar el puesto tratándose de un Secretario de Gobierno que ésta en funciones. De manera que encontramos la misma dificultad y pensamos que resolver este escrito no era de nuestra competencia, sino de la Comisión de Puntos Constitucionales, por que se trata nada menos que de la inteligencia que deba darse al artículo 63 constitucional que nos acaba de leer el señor González, porque aun cuando en lo particular todos los miembros de la Comisión estuvimos de acuerdo en que lo más honrada interpretación de dicho artículo nos llevaría a la conclusión de que no asistía derecho al señor Olivé para que se concediera permiso para que desempeñara un puesto que ya estaba desempeñando, estimamos que no era de nuestra competencia y que este asunto se trataría cuando llegara el momento actual, cuando el señor Olivé quisiera protestar. Entonces, la Comisión, estudiando el artículo 63, podría dictaminar en el sentido de si debía o no otorgar la protesta, que equivalia tanto como a decir si había perdido o no el derecho para funcionar en uno o dos periodos como diputado. Por eso, aunque tuvimos este documento después nos abstuvimos de resolver, porque envuelve una cuestión distinta a la que nosotros tuvimos al dictaminar sobre el telegrama.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. lópez Lira.

El C. López Lira: Ractificando lo que se ha dicho aquí el señor diputado Pérez Gasga, debo informar a la Asamblea que el telegrama, fue lo que se turnó a la Comisión de Estado, Departamento Interior, y que, en su oportunidad, cuando la Comisión pidió que se le dieran los antecedentes, es decir, el oficio que había enviado el señor Olivé por conducto del señor Leyva, su suplente, este oficio no contiene un trámite de que pasara a la Comisión de Estado, Departamento Interior. porque fue precisamente en época en que estábamos constituídos en Colegio Electoral, o, mejor dicho, en que se verificaron las juntas preparatorias. Entonces este oficio, juntamente con la credencial del suplente, pasó a la sesión dictaminadora, que era la sesión 4a de la 1a. Comisión, y yo creo que probablemente alguno de los empleados que estaba a las órdenes de esa sección, o por alguna otra causo, hizo un rollo de papel con algunos expedientes, entre los que se encontraba este documento. Este rollo de papel en que se encontraba también el expdiente del 7o. distrito electoral de San Luis Potosi, Fue encontrado después de mucho tiempo y de que la Secretaría comisionó a empleados para que revisaran todos los expedientes, pues era de urgencia que apareciera sobre todo ese expediente del 7o. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí. De manera que la Secretaría hace constar que no ha tenido empeño en hacer desaparecer ningún documento; en este caso fue olvido, Fue una incuria; Pero que dependió de alguno de los miembros de la sección revisadora o de los empleados que estaban sirviendo para que dictaminara esa sección. Ahora bien, la Mesa, en vista de los intereses encontrados que existen y deseando en todo ajustarse al precepto constitucional, no hace otra cosa sino que pase este asunto a una Comisión (Voces: ¡No, no! ¡Si, si!) para que ella sea la que estudie y con un criterio verdaderamente legal, aplique el artículo constitucional respectivo.

El C. Peña: Pido la palabra para hacer una aclaración.

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra.

El C. Presidente: tiene la palabra el C. Sánchez Pontón.

El C. Sánchez Pontón: Señores diputados: Voy a aprobar el trámite de la Mesa, porque en otra ocasión, los señores que ahora están queriendo festinar este asunto, fueron los primeros que han pedido que no se dispensen los trámites y que no se festinen los estudios que implican algún estudio. Es verdaderamente extraño que ahora se haga un asunto político de partido en la Cámara, el que un individuo entre o no a protestar, cuando todavía no está perfectamente estudiado el punto, cuando estamos mirando que hay un ocurso que no ha estudiado la Comisión. Sin embargo, señores, cuando muchas veces se ha pedido que pasen a

comisiones los asuntos para que no se festine su resolución, ahora se quiere violentar un asunto tan sencillo como este, en el que puede la Comisión dictaminar en el espacio de veinticuatro horas. La única cuestión es la siguiente: el señor Olivé presentó un escrito; ese escrito no ha sido acordado, es decir, no ha recaído en él la contestación que debería recaer constitucionalmente; ese escrito envuelve una cuestión constitucional que debe estudiarse; no vamos perfectamente claro si el artículo 63 constitucional ampara o rechaza al señor Olivé durante este período, o si se le debe considerar como que renunció su cargo de diputado o debe entar a protestar. Este es, pues, el asunto a estudio, sencillo, pero que, en todo caso, una Comisión es la llamada a traernos un dictamen sobre el particular. Pido, por lo tanto, que se apruebe el trámite de la Mesa, que no envuelve obsolutamente ningún perjuicio en el asunto.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Peña.

El C. Peña: Me extraña lo que ha dicho el señor Sánchez Pontón, porque en el caso del coronel Otero ocurrió el mismo. el coronel Otero era jefe de Estado Mayor desde antes que se aprobara su credencial y continuá siendo jefe de Estado Mayor, viendo en esa condiciones a protestar. Después pidió licencia y se le concedió. Aquí está el señor Otero, que puede afrimar lo que yo acabo de decir.

El C. avilés: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Avilés.

El C. Sánchez Pontón: La rectificación es que, en caso.....(Siseos) Tengo la palabra concedida por el Presidente . El caso que deba equipararse a este, es el del señor Pereyra Carbonell y no el del señor Otero..

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Uriel Avilés. (Aplausos y siseos.)

El C. Avilés: Señores diputados: Ni los aplaudos ni los siseos me significan nada. (Risas y aplausos.) Cuando se trata de alguna personalidad que no pertenece al ya caduco Partido Liberal Constitucionalista, al "P. L. C.," se esgrimen todas las armas para que aquellá no siga adelante. Cuando en el caso del señor Pereyra Carbonell, como este señor no le era grato al "P. L. C.," se esgrimieron todas las armas, y este señor no vino a ocupar su curul, que muchos derecho tenía que venir a ocupar. Ahora se repite el mismo caso con el señor Olivé . Como este señor no es grato al famoso Partido, éste se empeña en que el señor Olivé no venga a la Cámara de Diputados. Este señor Olivé, según lo acaban de demostrar los oradores que me han precedido, desde marzo pidió una licencia, o, más bien, dió un aviso a la Cámara de que no podía ocupar su curul, y ahora se nos vienen esgrimiendo quién sabe cuántos textos constitucionales, diciendo que este señor no puede, por esto o por aquello. Yo creo que esto es injusto, a cada quien debemos darle lo que le pertenece. Como los bonos del Partido Liberal Constitucionalista van de baja (aplausos de la derecha), resulta que estos señores quieren, contra viento y marea, provocar la alza, cosa que yo creo difícil. (Aplausos y voces: ¿Ah, sí?) Yo no soy de los que me he reducido a contemplar aquí al grupo este; yo he visto más lejos (Voces: ¿Ah, sí?) Si señores, he visto más lejos. Acabo de recorrer una buen parte de los Estados de Michoacán y Guanajuato, y yo puedo asegurar bajo mi palabra de honor, que los bonos del "P. L. C.," por allá no significan nada (Aplausos de la derecha.)

El C. Peralta: Pero aquí sí.

El C. Avilés, continuando: Esta labor de obstrucción que hace tanto tiempo vienen haciendo en contra del ejecutivo, en vez de haber hecho que esos bonos subieran por allá, vuelvo a decirlo, no valen ni un medio centavo.(Voces: ¿Pruebas, pruebas! ¿Pues qué pasa!) ¡Pruebas? Allí está la Nación entera, que puede dárselas a la hora que se las pidan. (Aplausos de la derecha.)

El C. Peralta: ¿Viva Múgica!

El C. Aviles: Ahora.....ahora.....(Voves: ¿Ahí viene Múgica) Se trata de no permitir que el ciudadano diputado Olvé venga a rendir la protesta de ley, ¡y por qué es esto? Sencillamente por que no les agrada a los del Partido Liberal Constitucionalista; si se trata de una persona que perteneciera a ese Partido, ya toda la Constitución saldría sobrando, entonces todo se volvería en pro del señor Olivé; muchos casos de estos tenemos. Quisiera que ustedes fueran al distrito de Salvatierra y oyeran lo que dice allí del señor Robles Domínguez, cómo critican la labor que se hizo en contra del señor Mares, que es el diputado electo por ese distrito; y así por el estilo. Si estedes no lo quieren ver, no lo vean; pero esa es la verdad. ¡Qué labor ha hecho en pro de la Patria el Partido Liberal Constitucional? Ninguna. Todo ha sido desquiciamiento, desconfianza hacía la Nación y hacía el Gobierno. (Voces: No hacía, sino hacia.) Yo no puedo ni vengo a dar lecciones de gramática; me expresaré como pueda. Digo yo: ¡qué labor provechosa, dónde está esa labor fructífera de que los miembros del "P. L. C." han hecho tanto "

"espamento?" (Risas.) ¡Dónde está esa labor? Si se ponen a recorrer todos los ámbitos de la República, verán que esos elementos sentirán sobre sus cabezas el anatema que continuamente está lanzando la Nación sobre ellos. (Voces: ¿Pruebas! Allá voy. Ayer oía al señor Zubaran, quien se refería a la calle famosa donde están....

(Campanilla.)

El C. Presidente: Sírvase usted concretarse al punto a discusión.

El C. Avilés: Voy a entrar al punto a debate. sí, señores volviendo a la cuestión, el señor Olivé tiene mucho derecho de venir a presentarse a rendir la protesta de la ley; y si ustedes no lo quieren, de todos modos vendrá aquí, porque eso es justo. ¡Qué textos constitucionales nos vienen esgrimiendo aquí, haciéndolos a su gusto, los oradores que han venido a hablar en contra, de los "P. L. C.?" Cuando se trató del señor Pereyra Carbonell, todos los señores del Partido Liberal Constitucionalista se opusieron a que este señor entrara, porque el señor suplente está de acuerdo con ellos. El señor Olivé yo qué filiación política tendrá, ni nada absolutamente; lo que veo yo es que es de justicia que se le admita aquí, porque no se viola ningún texto constitucional, y más bien las Comisiones sí violaron este texto constitucional por no haber dado la contestación que a su debido

tiempo tenia que haber recaído sobre la solicitud que él habia hecho (Voces: ¿No la habia visto!) Pero esa culpa no la tiene el señor Olivé de que no la hayan visto; en tal caso, el responsable es aquel que no presentó o hizo llegar a las manos de la Comisión la solicitud. Yo vuelvo a insistir en que, si la Cámara ha reaccionado ya, en que si ha visto labor de obstrucción que ha hecho y que si ya está dispuesta a apartarse de ese camino de obstrucción que tan mal parada la tiene ante los ojos de la Nación, debe a ser honrada, debe comenzar a ser justa y debe estar con la ley. (Aplausos de la derecha.)

El C. Malpica: Pido la palabra para rectificar un hecho.

- El Presidente: Tiene la palabra:.

- El El C. Malpica: Señores diputados: Refiriéndome a los conceptos dichos por el ciudadano Marciano González, se desprende que la Cámara de Diputados estaba obligada a compeler al ciudadano Olivé a concurrir; pero esto no está de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 62 de la convocatoria para elecciones, que dice así: "El día 2 de abril próximo, a las diez de la mañana, se reunirán en sus respectivas Cámaras, sin necesidad de citación previa, los diputados y los senadores que resultaren electos. Si a la reunión no concurrieren los diputados o los senadores, respectivamente, en número bastante para formar quórum, se constituirán los presentes en junta previa y citarán día para nueva junta, cumpliendo con lo dispuesto en el artículo 63 de la Constitución Federal. La citación se publicará en el Diario Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos." Por consiguiente, como la vez en que se reunió la junta previa sí hubo quórum, por lo tanto no hubo necesidad de compeler al ciudadano Olivé a que concurriera a esta Cámara. (Voces: ¿Muy bien!)

El C. Hay: Moción de orden.

El C. Presidente: Tiene ustede la palabra.

El C. Hay: Respetuosamente pido a la Presidencia que encauce la discusión. El trámite de la Mesa es que pase a Comisión el documento relativo; esto es lo único a debate, porque, vamos a suponer que seguimos discutiendo sobre la credencial de este señor y que después la Asamblea no concede la dispensa de trámites, ¡en que ha quedado la discución? Hemos perdido miserablemente el tiempo que podriamos aprovechar en otras cosas, y reservar nuestras energías para cuando sea el momento oportuno. Pido que exija la Presidencia que no se salga ningún orador del asunto que se discute y que pregunte si se deben o no dispensar los trámites.

- El C. Presidente aclara al señor diputado Hay que no está en la posibilidad de exijir el sentido en que deban hablar los oradores, no hay artículo del reglamento en que se apoye; únicamente tiene que suplicarles que no salgan del punto a discusión.

El C. Zubaran: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Zubaran: Al citar Su Señoria para sesión de hoy, la orden del día fue continuar la discusión del presupuesto de ingresos; en consecuencia, eso es lo que debe hacer la Mesa.

El C. González Marciano: Hago constar que es la cuarta vez que pido la palabra y se me niega. Pido que se anote que es la cuarta vez que respetuosamente pido la palabra a la Presidencia y me la niega.

El C. Secretario López Lira: La presidencia llama la atención de Su Señoria acerca de que los oradores deben pasar a inscribirse.

El C. González Marciano: No se ha inscrito el C. Hay.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Esquivel.

El C. Esquivel: Señores diputados: Para calmar un tanto cuanto la excitación del señor general Gonzáles, debo decir que yo pasé a inscribirme en la lista de las personas que vienen aquí a sostener el trámite de la Mesa, y lo he hecho porque creo que el trámite dado por la Mesa es el justo y el conveniente. No entraré a tratar la cuestión de fondo, porque ya lo han hecho los señores diputados Pérez Gasga y López Lira; simplemente vengo a ratificar algunos hechos, para probar a los señores de la Cámara, así como a algunas otras personas, que el Partido Liberal Constitucionalista, como grupo, y en sus individuos cada uno de ellos, está completamente dispuesto a desarrollar el programa político que se ha trazado, y yo, como uno de los últimos miembros de ese Partido vengo a decir aquí que la presencia del señor Isaac Olivé, pretendiendo venir a rendir la protesta de ley, no es más que la manifestación más clara y exacta de los esfuerzos sobrehumanos que está haciendo el Ejecutivo Federal para controlar a la Cámara de Diputados. (Voces: ¡Uy, uy, uy,!) (Siseos prolongados y aplausos.)

El C. Peña: ¡Qué barbaridad, ni lo conoce!

El C. Hay: Moción de orden, señor Presidente.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: En primer lugar, para una aclaración. En la ocasión que Su Señoría me concedió la palabra, fue para una mocíon de orden, de manera que no hubo preferencia, y, en segundo lugar, para suplicar al orador que haga a un lado la discusión sobre partidos y sobre la credencial.

Tenemos únicamente a discusión el trámite de la Mesa, tenemos asuntos muy importantes, y si venimos desde las nueve de la mañana, ¡por qué hemos de venir a perder el tiempo en otras cosas?

El C. Esquivel, continuando: Para probar lo que acabo de decir, debo manifestar a la muy H. Asamblea, que tenemos aquí al diputado Otero Juan M., que se presentó a prestar la protesta de ley siendo jefe de Estado Mayor del Subsecretario de Guerra, que pidió una licencia para seguir desempeñando sus funciones y que dos o tres días después se presentó aquí. Esto no es más que una manifestación evidente de la tendencia de que he hecho mérito aquí. El diputado Cuauhtémoc Esparza habia dicho al señor Rafael Castro que no se presentaría.....

El C. Presidente: Suplico al orador que no se salga del punto a discusión.

El C. Esquivel: Desgraciadamente, señores diputados, no estamos en condiciones de obrar digna y resueltamente en pro de los principios liberales.

Parece que he puesto el dedo en la llaga

y ya ven ustedes los movimientos convulsivos que se notan por todas partes. Ya que este es el sentir de la Asamblea, renuncio al uso de la palabra.

El C. Secretario López Lira: Se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa sírvanse poner de pie. Esta suficientemente discutido.

El C. Otero: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Otero: Falta a la verdad en lo absoluto el señor Esquivel al decir que yo era jefe del Estado Mayor y que he venido aquí prestándome a manejos del Ejecutivo; nunca he sido instrumento de nadie. Se me ha calumniado. El puesto de Jefe de Estado Mayor de cualquier cuerpo, es un puesto de confianza; ¡qué sabe el señor Esquivel si ha habido entre el señor general Castro y yo algún disgusto o hay alguna otra circunstancia que me haya impedido seguir desempeñando es puesto? O ¡en qué se funda para decir que yo soy instrumento del Ejecutivo?

El C. Gonzáles Torres: Pido la palabra.

El C. Presidente: No se le puede conceder.

El C. González Torres: Tengo derecho.

El C. Secretario López Lira: Se pregunta si se aprueba. (Voces: ¡Qué se aprueba?) Voy a decir: que pasen los antecedentes del señor Olivé a las comisiones respectivas: (Voces: ¿Votación nominal!)

(Se recogió la votación nominal.)

- El resultado de la votación ha sido 88 votos por la negativa, contra 92 de la afirmativa. (Voces: ¡No, no!) Votaron por la afirmativa, los CC. diputados siguientes: Acuña, Aguirre Crisóforo, Aguirre Efrén, Aguirre Escobar, Alonzo Romero, Ancona Albertos, Arreola R., Aveleyra, Benitez, Bravo Izquierdo, Cámara, Cancino Gómez, Carrillo Iturriaga, Cienfuegos y Camus, Cisneros, Cruz, Curiel, Dominguez, Dyer, Echeverría, Esquivel, Fernández Martínez, Figueroa, García Salvador Gonzalo, Garza, Garza González, Garza Pérez, González Casimiro, González Galindo, González Jesús M., González Justo, Guerrero, Hay, Hernández Maldonado, Izquierdo, Jurado, Leyva, Limón, Lizalde, López Lira, López Miro, Magallón, Malpica, Manzano, Márquez Rafael, Martinez de Escobar, Mata Filomeno, Mata Luis I., Medina Francisco, Medina Juan, Mendoza, Meneses, Moctezuma, Montiel, Muñoz, Narro, Navarrete, Neri, Ortega José M., Padilla, Padrés, Pardo, Peralta, Pérez Gasga, Pineda, Plank, Portes Gil, Pruneda, Ramirez G. Benito, Reynoso, Ríos Landeros, Rivera Cabrera, Rivera José, Robles Domínguez, Rodríguez Saro, Román, Ruiz Estrada, Ruiz José P., Ruiz Juan A., Sáez, Sánchez José M., Sánchez Pontón, Sánchez Tenorio, Saucedo Salvador, Sepúlveda, Siurob, Torre Rómulo de la, Torres José D., Vadillo, Valle, Villarreal, Zapata, Zavala y Zubaran.

Votaron por la negativa los siguientes CC. diputados: Aguilar Silvestre, Aguirre Colorado, Alejandre, Andrade, Aranda, Araujo, Arlanzón, Avilés, Bandera y Mata, Barrera, Basáñez, Bello, Betancourt, Blancarte, Breceda, Cárdenas, Carrillo Iturriaga, Cepeda Medrano, Céspedes, Córdoba, Córdova, Cravioto, Cristiani, Dávalos Ornelas, Dávila, Díaz González, Escudero, Esparza, Fentanes, Fernandez Aurelio M., Gaitán, Gámez, Gárate, García Adolfo C., García Eliseo, García Jonás, García Pablo, Gay Baños, Gómez Mauricio, Gonzalez Marciano, González Torres, Guajardo, Hermosillo, Hernández Luis M., Herrera , Higareda, Lailson Banuet, Lechuga Val, Leyzaola, López Couto, López Ignacio, Manrique, Mariel, Márquez Josafat F., Martínez Joaquín, Medina Hilario, Méndez, Ordorica, Ortiz, Otero, Paredes, Colín, Pedroza, Peña, Pérez Brambila, Pesqueira, Portillo, Ramirez Genaro, Ramírez Llaca, Rebolledo, Rivas Mariano, Rocha. Rojas Dugelay, Rosas, Saucedo J. Concepción, Segovia, Silva Herrera, Silva Jesús, Soto, Suárez, Téllez Escudero, Torre Jesús de la, Torres Berdón, Treviño, Uruñuela, Velásquez, Ventura y Villarreal Jesús.

El C. Barragán: Falta mi voto por la negativa.

El C. Secretario Mata: Se hará constar. Debo hacer constar que no estaba anotado el voto del señor Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: ¡Por qué no se anotó?

- El mismo C. Secretario: Ya está anotando. Sale sobrando su disgusto.

El C. Secretario López Lira: Me permito llamar la atención sobre que quienes tomaron los nombres fueron los CC. Zapata y Padilla, no fue ningún miembro de la Secretaria; y sirva esto de explicación para la inquina con que el señor Cepeda Medrano trata a la Secretaría.

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra.

El C. Presidente: La Presidencia hace notar a la H. Asamblea que hasta este momento ni los Secretarios ni ningún miembro de la Mesa han dado motivo para que se dude de su honorabilidad.

El C. Cepeda Medrano: Vuelvo a pedir la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra

El C. Cepeda Medrano: Las palabras duras que me han dirigido el Secretario López Lira no están fundadas absolutamente en nada. Me he dirigido a él en forma decorosa. Los señores López Lira y Mata, cuando se dirigen a mí, ni siquiera piden permiso a la Presidencia y esa es una falta al reglamento. Yo debo contestar cada una de esas veces, porque ellos lo hacen sin pedir permiso a la Presidencia.

El C. Secretario López Lira: Señor diputado Cepeda Medrano: Las aclaraciones que yo hago aquí no necesito hacerlas como Secretario; como diputado, tengo suficiente derecho para hacerlas. Siempre que hago uso de la palabra la solicito de la Presidencia; testigos de ello son todos los señores diputados que han ocupado la Presidencia de la Cámara, mientras que Su Señoría tiene una inquina perfectamente manifiesta. Ayer se refería a que los secretarios no podían hablar desde su lugar y en eso está usted en error. Nosotros, por prudencia, no ocupamos la atención de la Cámara en asuntos baladíes; nos hemos quedado con esa insinuación de ustedes, que hacía notar que nosotros faltábamos al respeto a la Asamble, e insisto en que Su Señoría no tiene razón en este caso. El hecho de que seamos Secretarios nos trae

una responsabilidad mayor; pero no nos quita absolutamente ninguno de los derechos que como diputados tenemos. El señor Magallón habló desde lo que puede considerarse como su curul, de pie, es decir, habló con todo respeto a la Asamblea. El artículo del reglamento, solamente en lo que se refiere al Presidente, expresa que cuando se dirija a la Asamblea en el ejercicio de sus funciones, puede hacerlo desde el solio de la Presidencia y sentado; pero que cuando no lo haga así, debe solicitar la palabra para dirigirse a la Asamblea, pero no dice precisamente que los secretarios no puedan dirigir la palabra desde ese lugar. (Señalamos los pupitres de los secretarios.) De manera que a Su Señoría, que ha tomado a los secretarios como blanco de sus ataques sin ningún motivo, lo exito para que si la Secretaría ha cometido alguna falta en el ejercicio de sus funciones, ya sea por un error o ya sea por delito, que se encause a los miembros de la Secretaría. (Aplausos.)

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra para alusiones personales.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Falta a la verdad el señor López Lira. El señor López Lira, lo mismo que los otros secretarios, tienen derecho de venir a esta tribuna; como precedente tenemos las Cámaras anteriores. En todas épocas y en todos tiempos se ha venido a la tribuna a dirigir la palabra. Sin embargo, aquí los señores secretarios se toman la facultad de dirigirnos la palabra desde sus sitiales, creyendo que están sobre nosotros, creyendo que porque son secretarios son superiores como representantes del pueblo y en esto está usted en un error, señor López Lira. En cuanto a que yo los trato con inquina, falta a la verdad, porque si yo he pedido en algunas veces - y aquí cabe repetir mis palabras cuando la votación para la Mesa última que se hizo aquí- pedí yo respetuosamente a la Presidencia que se nombrara una Comisión del grupo Reformista, y en esto estaba en mi completo y absoluto derecho y no me arrepiento de ello; asumo la responsabilidad y vengo aquí precisamente para contender con ustedes y para saber si tengo o no tengo derecho para ello. ¿Qué, no tengo derecho para ello, porque no se encuentra aquí la Mesa representada por el grupo Liberal Reformista, sino por el Partido Liberal Constitucionalista y nosotros como minoría vamos a ser despreciados? a nombre de esa minoría protesto enérgicamente...

El C. Aveleyra: Moción de orden, señor Presidente. Hay muchos asuntos importantes de qué tratar.....

El C. Cepeda Medrano: Lo que estoy tratando yo es uno de ellos. Cuando se ofende directamente a un representante o a un grupo de esta Cámara, se necesita, con todo valor civil, protestar contra las palabras injuiciosas, quien quiera que sea el que las vierta.

El C. Prosecretario Magallón: Aprobado el trámite de la Mesa y pasa el expediente a las Comisiones unidas de Puntos Constitucionales y de Estado, Departamento del Interior.

- El mismo C. Prosecretario: Se pone a discusión del inciso XII del artículo 1o. del proyecto de la Ley de Ingresos, que dice como sigue: "Derecho adicional de un peso infalsificable sobre cada peso oro nacional que se cause por los derechos comprendindos en las fracciones de esta ley, con excepción de los derechos a que se refieren los incisos B y C de la fracción XI, en virtud de que dichos derechos son cobrados por los agentes diplomáticos de México en el extranjero." (Voces: No se ha hecho la declaración respecto al número de votos.) Desde un principio se hizo la declaración del resultado de la votación, que fue el siguiente: 92 votos por la afirmativa, contra 88 de la negativa. No estaba incluído el voto del C. Barragán, como tampoco los de los CC. Cepeda Medrano y Rivera, que ahora reclaman su voto.

El C. Secretario Mata: Con el voto del C. Cepeda Medrano, se obtienen 90 por la afirmativa, y con los votos del C. Jurado Nicasio y Rivera, se hacen 94 por la afirmativa; pasa, pues, el asunto a las Comisiones unidas de Puntos Constitucionales y de Estado, Departamento del Interior.

El C. Prosecretario Magallón: Está a discusión del inciso XII del artículo 1o. del proyecto de la Ley de Ingresos para el ejercicio fiscal de 1917 a 1918. Los diputados que deseen hablar en pro o en contra se servirán pasar a inscribirse.

El C. Reynoso Juan Tirso: Señores diputados: la Comisión desea, antes que se discuta esta fracción, hacer la siguiente aclaración: la fracción XII, en el dictamen que presenta la Comisión, pone un derecho adicional a la fracción de la XI; pero como la misma Comisión retiró el impuesto adicional en todo lo que no se refiera a los impuestos que ya había puesto el Ejecutivo según su decreto de 29 de marzo del año actual, la Comisión desea suplicar a la Asamblea le permita modificar desde luego esta fracción y que quede en el sentido que la pone el Ejecutivo en su proyecto de Presupuesto de Ingresos; de manera que la Comisión propone para su discusión la siguiente fracción: "XII. Derecho adicional de un peso infalsificable sobre cada peso oro nacional que se cause por derechos de importación y exportación, conforme al decreto de 29 de marzo de 1917." Eso es lo que en concepto de la Comisión debe ponerse a discusión.

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Zubaran. (Voces: ¡Duro y a la cabeza!)

El C. Zubaran: Señores diputados: He pedido la palabra en contra de la fracción XII que comprende los once incisos anteriores aprobados en la tarde de ayer. No sé si todos los miembros de la Comisión, pero sí algunos, van a tomar la palabra aquí insistiendo en que Vuestra Soberanía conceda la aplicación de un peso papel por cada peso oro nacional a las fracciones I y II, es decir, que se grave con un peso papel cada peso oro nacional que se cause sobre todos los derechos de importación y exportación, en que quedan comprendidos los metales y el petróleo. Ayer, cuando impugnaba la adición del dictamen de la Comisión, decía que de una vez por todas deberíamos

reprobar la adicioñ comprendida en el texto del inciso número doce, la Comisión se empeño en que no, sine se dejase discutirlo después de ser aprobados o reprobados los once incisos anteriores. Hoy se va a presentar a vuestra consideración que se deje en vigor el impuesto que el Ejecutivo decretó con fecha 29 de marzo de 1917. Este impuesto, viene siendo una cantidad de cuarenta y tantos millones de papel. ¿Cuarenta y tantos millones de papel con que especularán los de la calle de Capuchinas, en perjuicio del pueblo y del Gobierno! De una manera muy precipitada, la Comisión presentó ayer una proposición adicionando un diez por ciento y retirando el papel; pero no lo retiraba, tan no lo retiraba, que insistió y Vuestra Soberanía aceptó que se dejase el inciso XII para discutirlo después ¡Qué beneficio va a reportar al Erario? Ninguno: el beneficio será para unas cuantas personas, maxicanos y extranjeros, ¡Qué circunstancias hay para el Gobierno se vea obligado a recoger el papel en estos momentos? Ninguna. Lo puede recoger en otro tiempo, dentro de un año; que no se hable de papel sino hasta dentro de un año. Que el petróleo no puede soportar, ni los metales tampoco, la adición del diez por ciento que propone la Comisión, o del veite por ciento que propuse yo, muy bien, vamos a discutir qué es lo que pueden soportar el petroleó y los metales. Estoy conforme en que de discuta ampliamente lo que pueden soportar aquellos productos, si es que no dejamos al Ejecutivo para que en la forma que juzgue equitativa y en uso de las facultades extraordinarias que tiene concedidas, grave la exportación de los productos. Pero respecto a nuestras importaciones sí pido a Vuestra Soberanía que rotundamente, de una manera franca y categórica, niegue el impuesto de un peso papel por cada peso oro nacional, que en vez de esto se ponga la adición del diez, del 15 o del veinte por ciento, y si no puede soportarlo porque ya han sido recargados los derechos de importación en las tarifas aduanales, entonces que no se imponga ningún recargo, pero que el papel no subsista; subsistiendo el papel, seremos nosotros cómplices de todo lo que se ha hecho en la calle de Capuchinas. Yo afirmo lo siguiente: que se deje esto, que no se reforme esto y me comprometo a obtener cien mil pesos que legaré a la Beneficiencia. De la calle de Capuchinas me entregarán cien mil pesos porque Vuestra Soberanía aprueba el dictamen que consulta el impuesto de un peso infalsificable por cada peso oro nacional. Ya lo digo a ustedes; más voy a decir respecto de los miembros de la Comisión: hay algunos de la Comisiíon que el aura popular trae en la calle, de quienes se dice han tenido interés en este asunto y que les han ofrecido cantidades....(Voces ¿Es falso!) Sí, señor; yo soy el primero en no creerlo; de manera que por honor de la Cámara, que por prestigio de la Asamblea y por el honor personal de ustedes, debemos rechazar todo impuesto de papel infalsificable en estos momentos. (Aplausos.)

El C. Padilla, de la Comisión: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Padilla.

El C. Padilla: Señores diputados: Ya ayer tuve el honor de dirigir la palabra a la Asamblea, diciendo que la Comisión no tenía ningún empeño en que existiese ningún impuesto en papel infalsificable. Si habiamos apartado el inciso XII para que a toda conciencía se discutiese, la Secretaria de Hacienda nos ha enviado documentos que nos han demostrado la utilidad que reportaría a la Tesorería la amortización de la deuda del papel infalsificable. Nosotros no hemos querido hacernos solidarios ni en pro ni en encontra, por eso queremos de una manera honrada, en el seno de la Asamblea, sea discutido este asunto. Respecto a la alusión del señor Zubaran, yo protesto energicamente y doy mi palabra de honor y tendré una escupitina para cualquiera que diga que yo en este asunto me he ganado siquiera cinco centavos. No, señores, yo dije ayer, refiriéndome al gravamen del diez por ciento, que en caso de decretarse fuera de una manera equitativa, tanto para la importación como para la exportación, porque yo no quiero que se suponga que la Comisión va a beneficiar a algunos intereses particulares, y hablando con claridad también diré yo que el señor Zubaran se acercó a mí pidiéndome que modificara la cuota de exportación en un artículo en qué él está comprometido. (Siseos y murmullos.)

El C. Zubaran: Del chicle, señores, y voy a decir por qué.

El C. Padilla, continuando: Yo he dicho que nosotros podemos hacer nada, porque nosotros no vamos a favorecer algunos intereses particulares.

El C. Zubaran: ¿Del chicle!

El C. Padilla: Yo no soy importador de chicle y, por lo mismo, no puedo tocar este asunto.

- El Zubaran: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Zubaran: Voy a hacer una aclaración muy pertinente. Me satisface que haya tocado este punto mi compañero. En diciembre de 1914, estando en Veracruz el licenciado Luis Cabrera, que en esos momentos se hacía cargo de la Secretaria de Hacienda, me llamó un dia y me dijo lo siguiente: "Digame usted, ¡qué impuesto, por concepto de derechos de exportación, puede aplicarse al chicle?" Pagada entonces el chicle un centavo por kilo. Yo le contesté: "Diez centavos". Quedó él sorprendido de la cantidad que le decía, y entonces le dije: "Puede soportar el chicle diez centavos por kilo, porque nosotros nunca imponemos el precio en el extranjero; aceptamos el que nos dan. Esta gente ve los gastos, los impuestos, todos los costos y nos deja un margen de utilidad. Así, pues, el chicle está pagado diez centavos por kilo desde el principio de enero de 1914. Hubo más: tenía mi contrato hecho y la explotación consiguiente; tenía treinta mil kilos de chicle. Dije al señor Cabrera después de indicarle la cuota de diez centavos: "Yo tengo treinta mil kilos de chicle y tengo vendido mi producto. ¡Puede usted hacerme la concesión de alguna rebaja?" Y se me rebajaron cuatro centavos por kilo. A mí fue a quien se me consultó sobre el particular, no se tenía ninguna idea sobre este punto y yo opiné en la forma en que lo hice, porque en Guatemala se pagan diez centavos oro americano por libra como derechos de exportación. Hoy se ha aumentado la tarifa, como todas

y todos los impuestos de importación, a la suma de quince centavos. Por eso protesto por esta razón: porque ya pagamos derechos en la Secretaria de Fomento por inspección y explotación y ya tenemos hechos nuestros cálculos sobre la base de pagar diez centavos por cada kilo de chicle y no quince. Yo no he dicho que se enmiende la cuota, si eso lo podremos hacer cuando estemos en un periodo ordinario de sesiones que se fije con mayor estudio al ver las tarifas de importación y exportación de las aduanas y al ver cuáles son los artículos que pueden o no reportar el cargo. En estos momentos yo no hago ninguna objeción el chicle nos lo pagarán a mejor precio, pues no se va a explotar ni el cincuenta por ciento de los dos años anteriores. De manera que eso es lo que yo he dicho acerca del chicle. Por lo que respecta al papel, insisto en que dice en la calle lo que he mencionado y no quiero que la Representación Nacional sea juzgada que está en el enjuague. Yo no he atacado a nadie; pero si se le da carpetazo, allí tienen ustedes cien mil pesos que los donaré para la Beneficiencia Pública, que me ofrecen porque se apruebe esto en provecho de los de la calle de Capuchinas.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cravioto.

El C. Cravioto: Señores diputados: Como la discusión en que vamos a entrar es verdaderamente interesante, tanto para los intereses del país como para los intereses de muchos particulares, yo no he querido dejar sin subrayar la inconveniencia de que se vengan a esgrimir aquí argumentos como los que ha expuesto el señor Zubaran. Esta es la coacción peor que se puede ejercer en contra de nosotros. En efecto, señores diputados, cuando se discutió aquí la cuestión del petróleo respecto de la excitativa que se hacía al Ejecutivo para que nos enviase cuanto antes esta ley, el señor general Hernández en nombre de la honorabilidad de la Cámara, pidió y obtuvo que nos desentendiésemos de nuetras facultades para acallar el rumor público que decía que había intereses de las compañias petroleras para que la Cámara obrase en tal o cual sentido. Creo que es necesario que la Asamblea, antes que nada, deba tener la conciencia de sus deberes y de su valor civil. No sólo estamos expuestos a ataques entre nosotros mismos, sino a ataques del público. No hay absolutamente un solo asunto de los que se ventilan en la Cámara en que no se puedan hacer hablillas más o menos calumniosas, y así, señores diputados, si nosotros vamos a preocuparnos sólo por un mal entendido honor de la Cámara, estamos expuestos constantemente a estos amagos contra libertad y contra nuestro modo de obrar y por eso llamo la atención de la Asamblea. Creo que en el asunto de los obreros, por ejemplo, ninguno podrá dudar de nuestro desinterés, y, sin embargo, se puede decir lo que se dice ahora o más: que si ayudamos a los obreros, estamos haciendo adulación a nuestros electores, que no somos honrados en este sentido, y si, por el contrario, ayudamos a los intereses de los industriales, que nos compraron los industriales, y así sucesivamente. En este caso yo declaro que no tengo todavía un criterio fijo; si conozco algo de cuentas, conozco muy poco.

Yo pido a todos los que tengan conocimientos financieros, que vengan aquí honradamente a exponerse su criterio y que los oigamos con toda serenidad, para poder dilucidar lo que más conviene a los intereses nacionales, y que si éstos están del lado de la Comisión, votemos por la Comisión, sin preocuparnos que se diga que nos han comprado o no; ya la justicia del pueblo dirá la última palabra sobre esto. Pido, por lo tanto, a la Cámara, que, desatendiendo toda clase de razonamientos, dedique a este toda la serenidad posible.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Aveleyra.

El C. González Jesús M.: Pido la palabra para un interpelación. Cuando se han tratado asuntos que no están previstos en la Constitución....

(Campanilla.)

- El C. Aveleyra: Señores diputados: Siento mucho que una demora en el correo o qué sé yo que otras circunstancias, me hayan impedido traer ante vuestra consideración una documentación por menorizada, que la complicidad de cierto personaje con los Reyes Retana y los Domínguez and brothers, para obtener algunas ventajas en este asunto; pero como no me gusta hacer cargos sin documentos, no voy a citar ni a ese personaje ni voy a hacer cargos a los Domínguez and brohters ni a los Reyes Retana, y voy a concretarme únicamente a examinar la argumentación que, respecto a la tendencia de abolir de una manera absoluta el impuesto en papel infalsificable, se ha venido esgrimiendo. El primer argumento que se ha puesto a la consideración de ustedes, es el siguiente: que el Ejecutivo, en uso de las facultades extraordinarias que le ha dado esta Cámara, ha expedido la ley que carga con un impuesto de papel infalsificable a los derechos de importación y exportación y que, por tanto, no pude ser derogado ese impuesto el Poder Legislativo no termine toda la legislación que reglamente el ramo de Hacienda. En mi concepto, quienes argumentan de tal modo están en un error, porque la ley de ingresos y el presupuesto de egresos que muy pronto expedirá esta Cámara, vendrá a poner un límite a las facultades extraordinarias que al Ejecutivo se han concedido, puesto que, de una manera general, normaliza la hacienda pública, que es la taxativa que se pone en el decreto de facultades extraordinarias. Se podrá decir que entonces nos faltará las legislaciones bancaria, la aduanal, etc.; pero si quiero, y ya concediendo mucho las facultades del Ejecutivo se prolongarán después de la expedición del presunto de ingresos, de la ley de egresos, únicamente en lo que se refierte a la cuestión de bancos y aduanas; pero no ya a la cuestión de presupuesto de ingresos y de ley de egresos, que es una cosa perfectamente distinta, puesto que, de no ser así, no tendría objeto la expedición de esa ley. Se dice también que el Ejecutivo tiene que forzosamente la deuda del papel infalsificable y que de no procurar al Ejecutivo mismo un medio para recoger este papel, muy pronto se verá la Nación en un grave conflicto, puesto que puede salir el papel de México, ir a los Estados Unidos y después hacerse reclamación al Gobierno Mexicano.

Yo creo que, llevando las cosas a un grado extremo, lo más que pueden hacer los tenedores de papel en Estados Unidos, seria amparo, y al pedir amparo tendrían forzosamente que sujetarse a la legislación común mexicana. Por otra parte, hay que ver esto: la deuda del papel infalsificable no la desconoce el Gobierno de México; el Gobierno reconoce esta deuda, y únicamente no ha fijado el plazo de su pago. Puede pagarla dentro de diez, quince o vente años; pero eso no implica el desconocimiento de la deuda y, por lo tanto, no puede haber ninguna reclamación sobre el particular. Si queremos preguntar de qué medios se valdrá el Gobierno para recoger este papel, para pagar esa deuda, pues sencillamente de la explicación de bonos, y después los trámites acostumbrados en estos casos, por ejemplo, del tres por ciento al cinco por ciento, que son los casos más análogos que encuentro en la historia de finanzas de México. Se expiden los bonos y después, por medio de dividendos, se seguirá pagando esta deuda. No veo yo que reporte al Gobierno ninguna ventaja el impuesto en infalsificable, sino únicamente a unos cuantos acaparadores de este papel, a unas cuantas personas interesantes en ciertos manejos financieros, que están tanto aquí en esta capital, como en los Estados Unidos. El impuesto infalsificable que recarga a los derechos de importación y exportación, en resumen cuentas, en último análisis, tendría que convertirse en un impuesto en efectivo, por que los comerciantes, los causantes de este impuesto que lleguen a un momento en que hayan terminado su papel, tendra que comprar ese papel, y entonces el que venga a pagar, en último análisis, ese impuesto será el publico consumidor, dando por resultado la enorme carestia de todos los artículos nacionales, aparte de la elevación del impuesto en metálico, por el recargo del impuesto, que vendrá a dar por resultado, un impuesto más en metálico. Yo creo que la Comisión de Presupuestos puede, sin ningún escrúpulo, retirar este dictamen y presentar a la aprobación de la Cámara la abolición de una manera absoluta del impuesto infalsificable. Nosotros hemos visto ya a cuántas maniobras se ha dado margen este sólo hecho, y por decoro de la Representación Nacional, por decoro de nosotros mismos, debido impedirlo, debemos hacer porque nosotros no nos constituyamos en instrumento de esos financieros, de esos acaparadores y de esos maquinadores que están únicamente explotando al pueblo y que quieren obtener algunas ganancias, ya sean grandes o cortas, relativamente, como resultado de las especulaciones que están llevando a cabo.

El C. Presidente: Para un hecho tiene la palabra el C. Jesús M. González.

El C. González Jesús M.: Señores diputados: Cuando el diputado Cravioto decía que no debíamos tratar los asuntos en forma tal que se creyera que cuando este asunto favorecía a los obreros, la hacíamos con el exclusivo objeto de favorecerlos contra los intereses de las compañias; de la misma manera que los asuntos que se relacionan con las compañias no debemos hacerlos de una manera tan ostensible, que creyera la opinión pública que tratáramos de favorecer a las compañias.....

El C. Cravioto, interrumpiendo: Yo no dije eso.

El C. González Jesús M. continuando: Bueno, el hecho es el siguiente: cuando aquí se reprobó el dictamen que presentó la Comisión respectiva, en que se proponía el nombramiento de una Comisión para en forma dirigirnos al Ejecutivo a fin de que éste presentara su proyecto de reglamentación del artículo 123 constitucional, algunos señores diputados objetaron lo siguiente: que no estaba previsto en la Constitución, que no teníamos facultades ningunas para tratar este asunto. Yo preguntaría a esos señores diputados, ya sé que no aludió el señor Cravioto absolutamente a esto a que me estoy refiriendo, pero tocó la cuestión de los obreros y de las compañias, y ya sé que él no está de acuerdo con que la opinión pública crea una cosá, que tratamos los asuntos atendiendo a intereses personales; en mi concepto, creo que esto fue lo que dijo en concreto, sino que de una manera clara se vea que obramos con toda imparcialidad, que no tratemos de favorecer ni los intereses de las compañias, ni los intereses de los obreros.

Y yo pregunto, señores diputados, repito, ¡por qué no se opusieron a tratar asuntos como se han tratado aquí algunos de tanta importancia como el dictamen a que acabo de hacer alusión? ¡Por qué no dijeron entonces que no tenían facultades para tratar estos asuntos y cuando se presentó esta cuestión de los obreros entonces sí protestaron y fue reprobado el dictamen? Este es un hecho que debo rectificarlo en cualquier momento. (Una vez: ¿Moción de orden!) El señor Cravioto trató este punto de los obreros y yo también vengo a tocar ese mismo punto. Se dijo que este asunto no está previsto en la Constitución y este otro tampoco lo previene la Constitucion; pero nos decía el señor Cravioto que habíamos recibido un coscorrón del Ejecutivo, pero el Ejecutivo, está de acuerdo en mandar ese proyecto, siempre que nos dirijamos a él por medio de una Comisión. Este es el hecho que quería yo rectificar; que si nos hemos de oponer a que se traten asuntos que no están previstos en la Constitución, nos opongamos a todos y no únicamente a uno, como sucedió en el caso a que he hecho alusión.

El C. Presidente: Tiena la palabra la Comisión.

El C. Basáñez, de la Comisión: Señores diputados: He de hacer notar a ustedes, antes que nada, los asuntos sobre los cuales se va a tratar y sobre los cuales trata el artículo 12 conforme ha quedado, pues la Comisión retiró del artículo 3o. al 11, así que sólo se va a tratar el artículo 1o. y el 2o. El 1o. se refiere a los derechos de importación. Sobre esto he de hacer las siguientes aclaraciones. Hay quienes proponen un aumento de veinte por ciento al quitar el impuesto que grava la importación con infalsificable y he de hacer una advertencia. En 1914 teníamos en vigor una tarifa de aduanas que gravaba los derechos de importación y hoy tenemos otra en que los grava casi dos veces más; sufrió la tarifa de aduanas una modificación en que se duplican los derechos de importación así es que estoy por asegurar que si en aquella se hizo un aumento

de un cincuenta por ciento sobre los impuestos que se recaudaban, en esta no es posible hacer ningún aumento, (voces: No está a discución) porque no resistiría ya un nuevo gravamen. El impuesto del papel infalsificable está en vigor desde abril de este año. Así es que seamos prácticos. Todos los importadores de mercancías han acaparado ya el suficiente papel para pagar esos derechos adicionales de un peso infalsificable por cada peso oro nacional. De ningún modo, si quitamos ese impuesto, eso redundaría en beneficio del pueblo, porque ustedes bien saben que en el comercio, si se les aumentan los impuestos, aumentan el valor de sus mercancías; pero si se les disminuyen, no disminuyen los precios.

Esto es en lo que gravita sobre el pueblo que, en cuanto a los derechos de exportación, a los que se refiere el segundo inciso de la fracción XII, eso gravita sobre el extranjero: son derechos de exportación, eso bajo ningún concepto gravitará sobre nuestro pueblo, Pero tambien esa tarifa se va arreglando conforme a las necesidades y en la actualidad tienen ustedes cuotas para la exportación sumamente elevadas, que no resistirían más impuestos, como son, por ejemplo, el chicle que citó el señor Zubaran, las pieles y así sucesivamente, mientras que el gravamen en infalsificable, sí es casi insignificante.

El C. Zubaran: Si resiste el chicle el veinte por ciento oro nacional más de recargo, yo soy productor de chicle; sí resiste el quince o el veinte por ciento más.

El C. Basañez, continuando: En cuanto a los beneficios que reporte o perjuicios...

El C. Aguirre Colorado, interrumpiendo: Para una interpelación al orador. Como nos dice el señor Basáñez que sí sería fácil que resistieran un impuesto en infalsificable en los derechos de exportación determinados artículos, yo le pregunto que me diga si tiene algún precio fijo el papel infalcificable.

El C. Basáñes: Absolutamente ninguno. Ahora, para el Gobierno, si tiene un valor determinado (Voces: ¡Cuál?) El Gobierno lo expidió con el valor de 20 centavos oro nacional por cada peso pape y yo le diría al señor Aguirre Colorado unas palabras que me refirió el coronel Aguirre Escobar; vamos a poner el caso siguiente: terminan los cuatro años, cesa en sus funciones el ciudadano Presidente de la República, el actual en quien tenemos amplia confianza y vive un Gobierno malo...(voces: ¡Por qué) y, entonces hace efectivo eso por negocio. (Voces: ¿Lo tumbamos!) ¡Reporta utilidad para la Nación? Por varios conceptos se ha tratado el asunto extranjerista, no precisamente creo yo que vengan a querer cobrar; creo que si quieren hacer efectivo ese infalsificable es por circunstancias, únicamente porque nosotros tenemos que confesar que necesitamos del extranjero. El día que nosotros solicitamos algo de ellos nos pondrán una condición. ¡Y quien dice a ustedes esa condición no será el que reconozcamos el papel? (Voces: Sí debemos reconocerlo; México no es monedero falso.) En ese caso, propongo que se acepte hecha por el Ejecutivo y que se sigan recaudando los impuestos (Voces: ¿No!) Como ustedes comprenden, no tengo ningún empeño en que sea de un modo o de otro.

El C. Zavala Dionisio: Pido la palabra... Moción de orden... Tengo derecho. Yo creo que nos puede orientar acerca de este asunto el señor Subsecretario de Hacienda, que en estos momentos está en la Cámara.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta a Su Señoria el señor Zavala, que su moción no es de orden.

El C. Padrés: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Padrés: Señores diputados: Va a extrañar mucho que yo venga a apoyar el proyecto de la Comisión, pero voy a explicar el por qué. Estoy muy por encima de todas las personas que censuran mi actitud, estoy guiado únicamente por un criterio sano y honrado y voy a explicarles mis motivos para apoyar el proyecto del Ejecutivo respecto al papel infalsificable. El señor Zubaran decía ayer que el pueblo, sobre todo, se perjudica si el Gobierno sigue recaudando el papel infalsificable en los diversos impuestos y que, por lo tanto, se van a beneficiar muchas compañías, muchos funcionarios y muchos coyotes que están en la calle de Capuchinas. Perfectamente, señores, supongamos que se van a beneficiar algunos individuos coyotes o no coyotes; pero, ¡quien va a sufrir las consecuencias, tarde o temprano, si el papel infalsificable no se recauda tal como se está haciendo? El Gobierno de México tal como ser está haciendo? El Gobierno de México, el pueblo, porque el Gobierno representa a la Nación y el Gobierno es quien tiene que cubrir esa deuda. El comercio ahora está pagando un peso papel infalsificable como adicional a todos los impuestos por mercancías que importa y exporta.

Supongamos que la Cámara de Diputados desaprueba el proyecto del Ejecutivo y quitamos ese adicional al comercio; ustedes conocen perfectamente la actitud del comercio que, aunque le baje el Gobierno los impuestos, él sigue subiendo las mercancías, y si nosotros quitamos ese impuesto en papel infalsificable y le recargamos un tres, cuatro, cinco o veite por ciento en oro,que el Gobierno le ha impuesto. Hay que tomar en consideración eso; el pueblo es el consumidor, el pueblo sigue pagando al comercio y el pueblo sigue beneficiando al comercio. El pueblo sufre y el Gobierno tendrá que sufrir mañana, puesto que ese papel tendrá que ser pagado a veite centavos oro, por cada peso papel, y hoy mismo el Banco Alemán o cualquier otro banco si tiene ochenta o cien millones de pesos, tendrá hasta el derecho de decirle a la Tesorería de la Nación: "Quiero que se me pague este papel a veinte centavos oro nacional.... (Voces: ¡No, no!) Sí, señores; el Gobierno no se puede rehusar a cubrir esa deuda que tiene, mucho menos a una nación extranjera. (Voces: ¿No, no!) Sí señores y voy a seguir adelante un momento. Se ha esgrimido el argumento, vuelvo a repetir, que van a ganar los especuladores; no sólo los especuladores tienen papel; al menos tienen ustedes muchas hipotecas, muchos préstamos de ayer que

existen todavía en los juzgados, que están en juicio y que, sin embargo, muchos de los interesados tienen que pagar ese dinero, ya sea en pesos fuertes o ya sea en papel, pero tienen que pagarlo y el Gobierno no puede, por ningún motivo, desconocer esa deuda, desconocer ese compromiso que se ha echado encima, ni tampoco nosotros. Los que prestaron ayer ¿con qué se les va a pagar, con pesos fuertes o con papel?....

El C. Aguirre Colorado, interrumpiendo: Ya hay ley sobre el particular.

El C. Padrés, continuando: Muchos diputados dicen que hay tiempo para cubrir la deuda; ¿quién lo puede asegurar? ¿Ustedes son el Gobierno o son la Nación? (Voces: ¡Sí!) Integrados todos, sí; pero uno por uno, no. Voy a probar esto. El Gobierno, paulatinamente, teniendo el impuesto adicional de un peso infalsificable por cada peso oro nacional, va recabando el papel, va amortizando la deuda interior, sin que tenga, ni hoy ni mañana, que sacar veinte centavos en metálico por cada peso papel. De eso es de lo que se trata, de recoger el papel cuanto antes para que mañana o pasado no se nos vayan a hacer reclamaciones, las que de otro modo en cualquier tiempo se nos pueden venir encima.

El C. Garza Pérez, interrumpiendo: ¡Qué miedo!

El C. Padrés, continuando: No hay miedo, señor Garza Pérez, se trata de que salve el Gobierno, que es lo que necesitamos. El Gobierno mañana o pasado tendrá todo su papel en las cajas de la Tesorería y no se verá en la necesidad de sacar, como ya dije, la cantidad de veinte centavos plata por cada peso papel. El ciudadano Zubaran dice que hay tiempo para pagar, pero hay que pagar, y lo que se trata es de que no se pague ese papel en tal forma, sino que se vaya amortizando como se está haciendo hasta ahora. Supongamos que las compañías grandes tienen fuertes cantidades en existencia de papel infalsificable y que éste queda anulado desde hoy: ¿creen ustedes que esas compañías poderosas van a sufrir con seguir guardando el papel, cuando tienen mucho con qué responder? Hay que estar seguro y de estar seguros de que siempre el grande tiene que estar sobre el chico. (Risas.) Sí, señores. ¿Quieren ustedes beneficiar al pueblo? ¿Cómo lo hacemos si retiramos el papel? Voy a hacer una interpelación al señor Garza Pérez, para que me diga en qué se beneficia el pueblo si se retira el papel.

El C. Garza Pérez: Con permiso de la Presidencia. Se beneficia en que no tendrá que hacer desembolsos para adquirir papel, comprándolo a los ladrones especuladores que lo han acaparado a bajos precios y pretenderían después venderlo a precios elevados, dada la necesidad que de él tendrían los causantes de los impuestos.

El C. Padrés, continuando: El pueblo no tiene grandes industrias ni fuertes impuestos que pagar; bien pueden ustedes tener la seguridad de que todavía en manos del pueblo hay una cantidad pequeña de papel infalsificable, pequeña, muy pequeña, pero que siquiera tiene oportunidad, hoy que los capitalistas tienen que comprar ese papel, tienen siquiera la oportunidad de decirles: "No, señores, este papel vale veinte centavos y a veinte centavos se los vendo a ustedes. De manera que el pueblo tiene oportunidad de hacer algo aunque sea muy pequeño; de lo contrario, si nosotros quitamos el impuesto adicional, vamos a beneficiar a los capitalistas, a los comerciantes, y a pesar de quitar este impuesto, puedo asegurar a ustedes que ni el comercio ni los capitalistas van a descontar de lo que están vendiendo al pueblo para que el pueblo se mejore; eso se los puedo asegurar a ustedes. Va uno a un comercio y le dicen: "Los impuestos están muy altos;" y si uno les contesta: "Pues ya se han quitado los impuestos," entonces ellos replican: "No, los fletes, etc.," y lo quieren convencer a uno con argumentos que no tienen fundamento y es precisamente lo que yo quiero evitar, que los capitalistas y el comercio se sigan enriqueciendo a costa del pueblo, con mentiras, con falsedades, y nada práctico vemos aquí al quitar el papel infalsificable; en cambio, sí veo práctico que el Gobierno vaya amortizando paulatinamente esa deuda. Ahora, que ponga un veinte o un diez por ciento adicional de derechos en oro; hay que convencerse que sólo el petróleo y los metales podrían aceptar un diez por ciento cuando más, porque están sumamente gravados ya. Ahora acabamos de terminar una revolución; se ha hecho para beneficiar al pueblo y resulta que en vez de beneficiar al pueblo lo estamos apergollando más y más. De suerte que no, señores; hay que buscar prácticamente el camino y decir: aquí está el verdadero beneficio; no porque un señor tiene Capuchinas dieciséis millones de pesos y vaya a ganar, sino porque hay muchas personas pobres que tienen picos. Yo, si tuviera papel, si se aprueba esto, vámoslo dando a la Nación para que lo queme o que haga lo que quiera con él. (Aplausos.) Que la opinión pública dice que aquí están muchos comprados, y que lo diga, señores: nuestra honradez está por encima de todas las censuras que nos hagan y de todo lo que se diga aquí; pero debemos salvar al Gobierno, puesto que es el que representa al pueblo. Ahora yo quiero que de una manera textual y terminante, el señor Zubaran, que se titula financiero, me diga...

El C. Zubaran: Falta usted a la verdad, yo no me titulo financiero.

El C. Padrés: Así lo creo yo, así lo considero yo. Deseo que me diga de una manera terminante si el Gobierno sale perjudicado o no pagando el papel infalsificable a veinte centavos oro nacional. Yo digo que sí, no obstante que el señor Zubaran dice que no, como lo ha afirmado ayer y hoy. Yo digo que sí. No quiero que el Gobierno tenga que sacar de sus cajas veinte centavos por cada peso papel.

El C. Zubaran: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: señores diputados: Comienzo por felicitarme porque el señor licenciado Cravioto haya indicado oportunamente que deberíamos tratar este asunto haciendo abstracción de preocupaciones. Recuerdo en este momento un pensamiento que nos trajo a colación el compañero Vadillo, aquel bravío pensamiento de Nietzsche, de que debemos llevar escrita nuestra honradez en el fondo de nuestra conciencia. Exhorto a todos

mis compañeros que crean honrado y de buena fe que el impuesto en papel infalsificable debe subsistir para que expresen su opinión y digan sus argumentaciones que puedan o no convencernos sin preocuparse de lo que el público piense de ellos. El hecho a que quiere referirme es este: una afirmación del señor licenciado Zapata en la sesión de ayer. Para el señor licenciado Zapata las leyes de ingresos y egresos que hemos de aprobar aquí no son el concepto suyo otra cosa que un consejo que da la Comisión al Ejecutivo. Y esto creo que es una afirmación peligrosa, porque de aceptarla, entonces una vez que esto se demuestre no debemos ocuparnos más del estudio de estas cuestiones, si no han de ser otra cosa que un consejo y sabemos que es práctica corriente pedir consejos para no seguirlos. Entonces no estudiemos más las leyes de ingresos y egresos. No estoy conforme, creo que esas leyes de ingresos y egresos merecen su nombre de leyes; una vez que sean aprobadas previa discusión, por ambas Cámaras y por el Ejecutivo, tienen fuerza de leyes a las que deberá sujetarse el propio Ejecutivo. El señor compañero Padilla contrariaba al señor Zapata afirmando que al Ejecutivo se habían concedido facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda, en tanto se expendían las leyes de ingresos y egresos y creo que también esto es un error, porque las facultades extraordinarias fueron concedidas al Ejecutivo mientras el Congreso legislaba en materia hacendaría, y el término "materia hacendaria es amplísimo y no comprende exclusivamente los ingresos y egresos, sino también las instituciones de crédito y otros muchos asuntos; de manera que ya el señor Nieto está entre nosotros, sería útil que nos explicarse cuál es su doctrina sobre lo que entiende el Ejecutivo por facultades extraordinarias, y en seguida los compañeros que tengan decidida competencia en materia constitucional nos expliquen cuál es su sentir, para ilustrar el criterio de la Asamblea. Yo creo que las facultades extraordinarias al Ejecutivo las van limitando cada una de las leyes que el Congreso expida en materia hacendaria; de manera que la ley de ingresos y egresos arrebata al Ejecutivo, cercena al Ejecutivo una parte de esas facultades extraordinarias, pero siempre conserva un resto de esas facultades, que acabarán por desaparecer, es decir, será cada vez menos extraordinarias, se aproximarán cada vez más a lo ordinario y a lo normal, a medida que el Congreso vaya expidiendo las leyes en materia hacendaria; pero urge definir este punto para saber si nosotros estamos ocupándonos en una discusión ociosa, o si va a ser fructífera esta discusión nuestra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rafael Nieto, Subsecretario de Hacienda, para contestar una interpelación.

El C. Subsecretario de Hacienda: Señores diputados: Tras de muchos días de discutir pública y privadamente la cuestión del impuesto en papel infalsificable, la opinión ha quedado dividida en tres grupos: Primero, los que opinan por el proyecto primitivo de la Comisión de Presupuestos en el sentido de ampliar los impuestos en papel a otro gran número de los ingresos del Gobierno; segundo, los que opinan porque aun los impuestos actualmente en vigor que se hacen en infalsificable sean derogados: este grupo, opina también porque se substituyan por un impuesto en metálico, que se ampliará a todos los impuestos federales; por último, el tercer grupo, que opina porque los impuestos en infalsificable queden en la misma forma como en la actualidad se están causando. Por lo que respecta al primer grupo, que opina por una ampliación de los impuestos en papel a los ramos que proponía primeramente la Comisión de Presupuestos, parece que ya en la mente de Vuestras Señorías está que deben ser desechados. En efecto, resulta sobremanera la inconveniencia de esa ampliación; por diversas circunstancias, el impuesto no sería equitativo ni sería igual para todos los contribuyentes, porque hay enormes regiones del país en donde ni siquiera llegó el papel infalsificable, y los causantes se verían en la imposibilidad material de cubrir el impuesto. Si el impuesto en papel se substituye por el impuesto en metálico, resultaría que en esas regiones donde no hay papel se tendría que pagar la cuota en metálico, que generalmente sería superior al valor del papel en los puntos de fácil comunicación, y aunque no fuera superior, podría ser inferior y, en todo caso, no sería el impuesto igual para todos los contribuyentes de la República. Además, el Gobierno no obtendría ninguna ventaja inmediata.

Yo estimaría que podría hacerse el sacrificio cuando ese ingreso contribuyera inmediatamente a satisfacer las necesidades del Erario; pero el impuesto en papel, ampliando a todas las contribuciones, no acarrearía ninguna ventaja para la nivelación de los presupuestos. En cuanto a la opinión del segundo grupo, que cree que deben derogarse aun los impuestos en papel actualmente en vigor, substituyéndose por cuotas en metálico, presenta serios inconvenientes. Los impuestos vigentes en papel infalsificable se están causando en una forma perfectamente regular, se está amortizando el papel en una forma lenta, paulatina y absolutamente no es onerosa para los contribuyentes. Las grandes compañías que hacen el pago de impuestos tienen ya grandes cantidades de infalsificable que les permitirá pagar aquellos por largo tiempo, dos o tres años. En este ramo, además, la insidencia del impuesto ha quedado reducida al mínimum. Una gran parte de los impuestos los paga el comprador del extranjero, supuesto que se causan sobre el petróleo, a los metales y derechos de exportación. La substitución del papel infalsificable por cuotas en metálico, como lo proponen algunos señores representantes, presenta también muy serios inconvenientes por los impuestos recientes decretados por el Ejecutivo y porque, con el aumento a los impuestos antiguos, se ha llegado ya a un límite del que, en mi concepto, no debemos pasar, a riesgo de hacer más critica la situación económica por la cual atraviesa el país en estos momentos. Además, ese aumento estaría muy lejos de resolver el problema financiero del Gobierno, los ingresos serían muy insignificantes y no podrían tomarse en consideración. Por otra parte, el problema del papel infalsificable quedaría insoluto e indefinidamente pendiente y esto sería

un grave obstáculo para la reorganización financiera del Gobierno. Algunos señores representantes insinuaban la idea de que con ese tanto por ciento en metálico el Gobierno estaría capacitado para comprar el papel a los tipos comerciales. En mi concepto, esto también merece una seria objeción. La compra comercial del papel infalsificable por el Gobierno tiene obstáculos morales y aun prácticos, que casi no vale la pena de pensar seriamente en ellos. En mi opinión, el tercer grupo, que está porque los impuestos en papel infalsificable queden como se están causando en la actualidad, está en lo justo; el impuesto en papel está ya perfectamente aceptado por los contribuyentes; no se sufre ningún obstáculo; se están recabando en la actualidad alrededor de cincuenta millones por año, pues en los tres meses últimos se han recaudado unos quince millones aproximadamente. Como se ve, el papel infalsificable quedará redimido en el término de unos cuatro o cinco años; de tal manera que cuando ya el papel infalsificable se haya enrarecido de modo que no sea necesario cobrar todos estos impuestos, el Ejecutivo podrá redimirlo en forma equitativa y fácil. Una objeción sería que han esgrimido algunos señores representantes se refiere a que seguiría la especulación sobre el papel infalsificable; pero desgraciadamente la especulación subsistiría indefectiblemente, se adoptara cualquiera de las tres formas propuestas por los tres grupos a que me he referido. La especulación, si se ampliara el infalsificable a todos los impuestos, sería sumamente onerosa, sería sumamente enorme, como ya han tenido ocasión los señores representantes de verlo con las fluctuaciones de los últimos días, y si se deja únicamente el papel infalsificable en los impuestos vigentes, la especulación seguiría indefectiblemente, sin remedio, y lo que sucedería es que el papel bajaría, pero el público estaría con la incertidumbre sobre qué iba a hacer el Gobierno con el papel infalsificable y la incertidumbre es la madre de la especulación. No quiero referirme a algunas inculpaciones más o menos veladas que se han hecho a la Secretaría de Hacienda, como de costumbre. El señor diputado Aveleyra insinuó aquí alguna inculpación; pero ya estoy acostumbrado a las inculpaciones cobardes y tengo por hábito despreciar las cobardías; por eso no me he referido a ello. Cuando se decretó el primer impuesto en papel infalsificable, el día 29 de marzo próximo pasado, estaba yo en los Estados Unidos; no tuve conocimiento del proceso que se siguió para decretar ese impuesto, sino hasta mi regreso. Por tal razón, ayer supliqué al Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda hiciera un informe pormenorizado para ilustrar a Vuestras Señorías del proceso seguido en este asunto por la Secretaría de Hacienda. El informe lo traigo aquí y voy a suplicar a la Presidencia tenga la bondad de ordenar a la Secretaría de Hacienda se le dé lectura, para ilustrar de esta H. Asamblea.

El C. Aguirre Colorado: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Aguirre Colorado: El ciudadano Manrique, con una frase expresiva, dijo a esta Asamblea que quería oír el criterio del Subsecretario de Hacienda acerca de que si las facultades extraordinarias que se han dado al Ejecutivo se restringirían al aprobarse los presupuestos, suprimiendo el papel infalsificable o poniéndolo en juego. Desearía que se hiciera esta aclaración.

El C. Cravioto: En mi concepto, no puede dar ese informe el Subsecretario de Hacienda.

El C. Presidente: Tiene la palabra el señor Subsecretario de Hacienda.

El C. Subsecretario de Hacienda: Señores diputados: En mi concepto, y este es un concepto absolutamente personal mío, las facultades del Ejecutivo van cesando en cada una de las materias sobre las cuales la Cámara de Diputados va legislando.

El C. Aveleyra: Pido la palabra.

- El C. Presidente :Tiene usted la palabra.

El C. Aveleyra: Señores diputados: de una manera bastante caballerosa y bastante clara dije hace un momento que no iba a lanzar ningún cargo porque no tenía documentos. Me extraña que el señor Subsecretario de Hacienda se haya dado por aludido. Yo no indiqué a qué persona iba a hacer cargos, sino únicamente mencioné los nombres de Reyes Retana y Domínguez and Brothers, quienes no ocupan en la Administración ni en ningún partido político un puesto prominente en desdoro de la administración pública; pero al otro personaje a quien me referí, ni siquiera lo mencioné. No sé por qué el señor Subsecretario de Hacienda se ha dado por aludido.

- El Secretario López Lira, leyendo: "El decreto de fecha 29 de marzo del año actual, que dice en su artículo 1º.:"A partir del 1º. de abril próximo, todo entero que se haga por concepto de derechos de importación y exportación y de Timbre sobre producción de petróleo y metales, se cubrirá con un recargo de un peso papel infalsificable por cada peso oro nacional o fracción, que deban pagarse conforme a las cuotas en vigor," se expidió por la Primera Jefatura, con el objeto de hacer la redención de ese papel moneda, cuya redención le fue presentada a su consideración en una escala más grande, es decir: proponiendo que ese impuesto adicional se hiciera extensivo a toda clase de impuestos federales para violentarla cuanto antes. El entonces C. Primer Jefe no lo aceptó en esa forma, teniendo en cuenta, como una de las razones principales, la de que si se hacía tan general ese impuesto, podría perjudicarse al comercio pobre que, carente de dicho papel, se vería obligado a comprarlo a precios más o menos grandes a los acaparadores o a las casas que tuvieran grandes existencias de esa clase de moneda. Por lo mismo, se concentró a lo que dice el artículo único de dicho decreto; esto es: a hacer efectivo ese tributo adicional solamente a la importación y exportación y, por concepto de Timbre, a la producción de petróleo y metales.

"Entre tanto que se expidiera el decreto, y con objeto de evitar que se hicieran jugadas de bolsa antes de que fuera conocido del público, la Secretaría de Hacienda ordenó a las oficinas recaudadoras, en un telegrama circular que se les dirigió con fecha 20 de marzo, que hicieran violentamente la concentración de los fondos que tuvieran en papel infalsificable a la Tesorería General. A los

gobernadores de los Estados, con esa misma fecha, también se les telegrafió para que entregaran a la mayor brevedad a las jefaturas de Hacienda, correspondientes las existencias que en su entidad federativa tuvieran de esa clase de moneda, encareciéndoles que procuraran terminar dicha entrega antes del último del propio mes de marzo, advertidos de que las cantidades que por ese concepto entregaran se les abonarían a su cuenta respectiva. La reconcentración se hizo con bastante violencia, y fue entonces cuando se consideró oportuna la expedición del decreto mencionado.

"Por el estado que se acompaña se podrá ver que la Tesorería General recibió cantidades muy considerables de papel, quedando desde luego a disposición de la Comisión Monetaria, no tan sólo las que venían de fuera, sino aun las que con anterioridad estaban depositadas en la Tesorería General.

"Al mismo tiempo que se daba a conocer por telégrafo a las oficinas el decreto que se menciona, se les ordenaba también que por ningún motivo se recibiera cualquiera equivalencia en metálico, prohibiéndoles estrictamente la venta o canje en cualquiera forma de dicho papel, lo que se ha hecho hasta la fecha.

"Del 20 de marzo, en que se ordenaba la concentración, al 20 del mismo mes, en que se expidió el decreto, el papel infalsificable sólo sufrió insignificantes variaciones en el mercado; lo que indica que hubo en la Secretaría de Hacienda una completa discreción entre los jefes de ella, que en aquel entonces eran el señor licenciado Luis Cabrera, Secretario de la misma, y el Oficial Mayor, ingeniero Antonio Madrazo, quienes solamente conocían de ese asunto, justamente con el ahora Presidente Constitucional, en aquella época Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, C. Venustiano Carranza.

"El C. Subsecretario, Rafael Nieto, se encontraba en los Estados Unidos, y no tuvo conocimiento de este asunto, sino hasta que fue expedido el decreto correspondiente, por un telegrama que se le puso a la Agencia Financiera en New York.

"El infalsificable, con motivo del decreto, subió en el mercado bruscamente, como se podrá ver por el estado que se adjunta y que indica su fluctuación en el mes de abril. Mientras tanto, en la propia Secretaría se siguió guardando siempre una reserva y una discreción absolutas respecto de la suerte futura de ese papel moneda, negándose siempre por los funcionarios superiores toda clase de informes o de datos a los interesados, que eran muchos, informaciones en el mercado. En ocasiones posteriores se trató por los mismos funcionarios de que se hiciera extensivo este impuesto, como se habían pretendido al principio; a esta opinión, entre los que se opusieron, se encontraba el señor Rafael Nieto, así como el señor Carranza, quien se manifestó también renuente para que el decreto se aplicara en esa forma.

"Las cosas continuaron en tal estado hasta hace pocos días, que se trató de nuevo ese asunto en el seno de la Comisión de Presupuestos de la H. Cámara de Diputados, a iniciativa precisamente de dicha Comisión. El Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda, que concurría a las juntas que tenían los señores diputados para cambiar opinión respecto de los presupuestos, cuando se le indicó la iniciativa que la Comisión pretendía poner a la consideración de la H. Asamblea, manifestó que ese asunto ya había sido tratado con anterioridad, y que el señor Nieto nunca había sido de opinión para que se implantara, así como el mismo señor Carranza. La Comisión, no obstante, creyó conveniente que se propusiera, conviniendo en que sus miembros guardarían absoluta reserva. El Oficial Mayor de Hacienda, entretanto, les propuso que creía conveniente cambiaran impresiones con el señor Subsecretario de Hacienda, para que se llegara a un acuerdo final. La Comisión admitió, y el señor Nieto se presentó ante ella, y una vez que le fue expuesto el proyecto, manifestó su inconformidad, aduciendo razones que son conocidas por los miembros que la integran, siendo uno de sus argumentos de más peso el de que se debía evitar una inmoderada especulación que se vendría con ese papel y que beneficiaría solamente a los acaparadores que lo tuvieran en su poder, caso de que fuera expedido. Pero para demostrarles a los señores diputados que había por su parte la más buena voluntad de marchar de acuerdo con ellos, si aún con las razones que él les daba ellos insistieran, les remitió dos borradores de decretos; uno expedido por el H. Congreso y otro por el C. Presidente de la República, haciendo uso de las facultades extraordinarias, para que la Comisión resolviera lo que estimara conveniente.

"Así los acontecimientos, la Secretaría de Hacienda no volvió a tener ninguna ingerencia en el asunto, dejando en entera libertad a los señores diputados para que obraran como mejor convinieran a los interesados de la Nación.

"México, julio 3 de 1917. - El Oficial Mayor, A. Madrazo." (Rúbrica.)

(Voces: ¡Lista! ¡¡lista!! ¡¡¡lista!!!)

El C. Prosecretario Magallón: Habiendo transcurrido la hora reglamentaria, se procede a pasar lista. (Pasó lista.)

El C. Presidente, a las 12 m.: Se suspende la sesión, para reanudarla a las 4 p. m.

CONTINÚA LA SESIÓN

(Asistencia de 187 CC. diputados.)

El C. Presidente: Se reanuda la sesión

El C. Secretario López Lira: Continúa la discusión de la fracción XII del artículo 1º.

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Siurob.

El C. Siurob: Señores diputados: No soy financiero, pero el afán que me guía en este caso es, precisamente, facilitar la labor del Gobierno y quitar de sus hombros una de las pesadas cargas de compromiso que tiene que soportar y que, naturalmente, dificultan su labor, haciendo que pese más intensamente y, por consiguiente, tiene más dificultades para llenar su tarea. También mi objeto es quitar de los hombros de los mexicanos, sobre

todo de esta generación, una parte de ese mismo peso que naturalmente complica la situación de los contribuyentes, hoy que contribuciones cada vez más fuertes y más variadas pesan sobre los hombros del pueblo. Me permito citar, únicamente a título de corroboración de esta última sesión, el hecho citado hoy por la prensa, de que en el Cabildo de la metrópoli se ha lanzado la idea, no sé si ya como un hecho o simplemente como iniciativa, de que se imponga una contribución sobre puertas, ventanas y qué sé yo cuántas cosas más. Ustedes comprenden que esta nueva gabela, que yo quisiera ver rechazada, porque tiene mucho de odiosa desde el momento que se impone sobre algo a lo que consideramos tener un derecho enteramente gratuito, como es la luz, una contribución que no ha gravitado sino en épocas dictatoriales, como en épocas de Santa Anna. Ojalá que esta proposición fuera desechada en el H. Cabildo y únicamente la cito porque tiene conexión precisa con todas las gabelas actualmente existentes y con todas las contribuciones cada vez más intensas, en virtud de la penuria del Erario, de sus deudas y demás circunstancias que contribuyen a hacer muy difícil la gestión del Gobierno y a hacer muy pesada la carga que tiene que soportar el pueblo mexicano. Hablando sobre el papel infalsificable, en la sesión pasada aduje algunas razones, de las que merecen citarse como muy importantes para rechazar ese impuesto las siguientes: Ahora no voy a hablar extensamente de ellas, porque ya hablé en la sesión anterior de dichas razones; voy a aducir otras nuevas, pero voy a hacer relación, de paso y a la ligera, de esas razones a que me referí y que expuse en la sesión pasada, las que parece fueron bien aceptadas por la Asamblea, lo que bastó para que, en general, resolvieran Vuestras Señorías para que se suprimiera el impuesto del papel infalsificable, tan ampliamente como se había propuesto al principio por la Comisión. Entre estas razones se encontraba la inmoralidad en las especulaciones de los acaparadores, hechas de manera inmoderada, y en las cuales se habían mezclado algunos elementos del Gobierno. Esto, en primer lugar. En segundo lugar, el mal criterio económico, que corroboró el Subsecretario de Hacienda, señor Nieto, aquí, en esta tribuna, y que consiste en establecer un impuesto bajo la base de un papel que no tiene valor fijo, sino que su valor depende de la alta y baja del mercado en los momentos del pago. En tercer lugar, me alegro también de ver destruido el obstáculo de las facultades extraordinarias, puesto que el mismo Subsecretario de Hacienda expresó claramente ante esta H. Asamblea que, a medida que nosotros fuéramos dictando nuestros decretos, irían restringiéndose las facultades extraordinarias del Ejecutivo, cosa que no podía menos que ser y que estaba ya en la mente de toda la Asamblea. Por último, lo del impuesto, me alegro de ver corroborado por el C. Ministro de Hacienda el hecho de que el papel infalsificable no llegó a muchos lugares de la República y, por consiguiente, la cesación de ese papel como elemento moneda tendrá mucho menos importancia; pero ahora voy a aducir otras razones. En primer lugar, voy a atacar la razón de fondo, la única razón de fondo es la que consiste en que el Gobierno mexicano, al ser acaparado el papel por los extranjeros, tendría un grave compromiso de pago sin duda; segundo, que el Gobierno perdería su crédito, y tercero, que el Gobierno pudiera salir beneficiado por medio de esta amortización lenta del papel. Respecto del primer punto, señores, debo decir que el papel infalsificable fue lanzado en virtud de un decreto del Gobierno Constitucionalista; este decreto no estatuye de alguna manera que el papel infalsificable constituya un empréstito sino exclusivamente interior, y, por consiguiente, desde el momento en que es empréstito interior, pues únicamente puede ser exigido de una manera precisa y absoluta por los individuos nacionalizados mexicanos o por los mexicanos. Por otra parte, señores, yo pregunto: ¿Tienen los extranjeros en estos momentos derecho para reclamar ante nosotros los empréstitos de Huerta? ¿Tienen derecho para reclamar en estos momentos la deuda por el papel infalsificable? (Voces: ¡No!)

El C. Cepeda Medrano, interrumpiendo: Sí tienen derecho.

El C. Siurob: Yo interpelaría al C. diputado Cepeda Medrano, que dice que sí tienen derecho, para que me dijera por qué.

El C. Cepeda Medrano: Voy a tomar la palabra después que usted acabe.

El C. Presidente: La Presidencia hace notar a Su Señoría el diputado Cepeda Medrano que no se le ha concedido el uso de la palabra y que no debe interrumpir al orador.

El C. Siurob, continuando: Lamento mucho que el señor Presidente no pueda conceder la palabra al señor diputado Cepeda Medrano, a quien interpelo, porque me gustaría escuchar las razones..... (Voces: ¡Después!, ¡después!)

El C. Cepeda Medrano, interrumpiendo: Es que yo no quiero contestar a usted en estos momentos; yo pasaré después a la tribuna.

El C. Siurob, continuando: Usted dispense, compañero; yo creía que usted quería contestar. Perfectamente

. Hago, pues, constar que no quiere contestar el diputado Cepeda Medrano. De manera es que prosigo mi discurso. Digo que no tiene derecho ningún extranjero para reclamar la deuda de este papel: primero, porque se trata de un empréstito interior; segundo, porque se trata de un empréstito interior lanzado en época revolucionaria. Tenemos el ejemplo de otros pueblos, en los cuales se han amortizado sus emisiones de papel por la simple voluntad de diversos Congresos y, sin embargo, ningún extranjero se ha considerado con derecho para exigir el cumplimiento absoluto de esos compromisos. Allí tienen en la época de la revolución francesa los famosos "asignados." Los "asignados" fueron un papel en idénticas condiciones al nuestro, lanzados por el Gobierno revolucionario. Fácilmente se puede llegar a la conclusión de que si se nos exige el cumplimiento del adeudo lanzado durante el período revolucionario en forma de empréstito interior, se nos podía exigir también la redención del papel villista y todos los emitidos, inclusive el de Veracruz. Todos están en idénticas condiciones; para ninguna emisión están comprometidos como garantía los bienes nacionales; únicamente

la Tesorería de la Federación se ha comprometido con un depósito que se encontraba dentro de sus áreas. Así, pues, por ningún motivo, tanto por ser una deuda interior, como porque es un empréstito lanzado durante el período revolucionario, no hay derecho para reclamar por el extranjero el importe de esa deuda. Hay que advertir que el Gobierno Preconstitucional no puedo tener facultades para gravar los bienes nacionales en esta forma, y que si lo tuvo de una manera accidental, por cuya razón no critico al Gobierno, sino, al contrario, juzgo que sí hizo bien, ello no quiere decir que nosotros como Congreso libre no tengamos también mucho derecho para declarar que ese papel debe caducar, que la carga de ese papel debe soportarla exclusivamente la Nación, como se ha hecho en otros países del mundo, y tratándose de otros empréstitos colocados en idénticas condiciones. (Aplausos.) Hay otras razones: lo que queda de papel infalsificable es verdaderamente pequeño, la razón más fuerte en esta: según la Secretaría de Hacienda, existe en poder de la misma Secretaría la cantidad de doscientos ochenta millones de pesos en infalsificable.....

El C. Garza Pérez: No es cierto.

El C. Siurob: El mismo señor Nieto lo ha dicho esta mañana.

El C. Garza Pérez: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Cuando concluya el orador.

El C. Garza Pérez: Es una aclaración muy importante para la Asamblea. (Voces: ¡Que hable, que hable!)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Garza Pérez.

El C. Garza Pérez: Señores diputados: El señor Siurob ha dicho que el señor Subsecretario de Hacienda le dijo esta mañana que había doscientos ochenta millones de pesos, papel infalsificable, en las arcas nacionales. Aquí el día 15 de abril, cuando se leyó el informe por el señor Presidente de la República, nos dijo que había cien millones de pesos en las arcas nacionales el día 15 de abril: esta mañana nos dijo Subsecretario de Hacienda que se habían recogido quince millones de pesos por trimestre, a razón de cinco millones de pesos mensuales. En consecuencia, son ciento quince millones de pesos, dicho por el señor Presidente de la República y dicho por el señor Subsecretario de Hacienda; de manera que doscientos ochenta millones de pesos no son ciertos, y al que dice una cosa que no es cierta no se le debe de creer nunca.

El C. Siurob, continuando: Señores: Yo estimo la aclaración del señor Vidal Garza Pérez; pero como yo no tengo derecho para dudar del señor Subsecretario de Hacienda, y como el señor Subsecretario de Hacienda nos ha dicho esta mañana que son doscientos ochenta millones de pesos los que existen en las arcas nacionales, parto de este punto como base para mi argumentación. La emisión total del papel infalsificable fue de quinientos millones; si existen en las arcas de la Tesorería Nacional doscientos ochenta millones, quiere decir que sólo doscientos hay en poder del público. Ahora, señores.....

El C. Padilla, interrumpiendo: Para una aclaración.

El C. Siurob: Suplico al compañero que no me interrumpa, que luego que yo termine puede pasar a esta tribuna. No existen en poder del público, tanto nacional como extranjero, más de doscientos millones; como quiera que sea, en poder de los pequeños especuladores, en poder de los pequeños comerciantes, existen todavía cantidades de papel infalsificable y yo calculo que esas cantidades pueden ser ciento o ciento cincuenta millones de pesos. ¿No creen ustedes que esto sea posible? Indudablemente que sí, indudablemente que en la República existen de cien a ciento cincuenta millones de pesos papel infalsificable, porque hay muchos tenedores de este papel, de lo que resulta que sólo existirán en poder del extranjero, a lo sumo, cincuenta millones de papel infalsificable. Ahora, señores, bastarían estas circunstancias: decretar que todo individuo tenedor de billetes infalsificables tiene obligación de depositar sus billetes, sin más averiguación, en la Tesorería General de la Federación, porque el Congreso decrete que en estas circunstancias es muy conveniente que este papel sea amortizado inmediatamente, sin necesidad de nueva garantía; bastaría esto para que los cincuenta millones que quedaran en poder de los extranjeros pudieran ser recogidos con alguna facilidad; y, en dado caso, esto representaría una deuda insignificante de unos cuantos cientos de miles de pesos y de ninguna manera una deuda de millones. Ahora se nos pone como coco al extranjero, que vendría con sus ejércitos y sus escuadras a reclamar una deuda de 100 o 300 mil pesos. ¿Por qué no ha venido ahora que le debemos mucho más? ¿por qué no ha exigido el monto de los títulos de la deuda con los Estados Unidos, que indudablemente, es diez veces mayor, y la deuda con Europa? De manera que esa razón es pueril. Ahora se nos dice que tenemos la obligación ineludible de respetar todos los compromisos contraídos durante el período Preconstitucional. No sé de donde viene esa obligación. Sí es cierto que tenemos el compromiso de aprobar lo que hizo el Gobierno Preconstitucional, pero no aceptar de una manera absoluta que todos aquellos actos no estén sujetos a una rectificación que no venga en desdoro de la Revolución, de la cual este Gobierno no es sino, una continuación.

Voy a demostrar la diferencia entre esas dos circunstancias: En estos momentos acabo de expresar que estamos en absoluto acuerdo de que este acto del Gobierno preconstitucional fue un acto bien dirigido, útil y necesario, que redundó en bien de la Revolución que se trataba de implantar; no censuramos al Gobierno, no le decimos: "has hecho mal con la emisión del papel infalsificable;" no le decimos: "has hecho una cosa injusta con haber lanzado la emisión del papel de Veracruz;" pero sí le decimos: "no es posible en estos momentos ratificar el hecho de que la carga de este papel moneda vaya sobre el pueblo mexicano de una manera indefinida;" es necesario poner un hasta aquí; nosotros creemos que es indispensable para la Nación mexicana y necesario, que de una vez se amortice este papel, para que de esta manera el crédito de la Nación se pueda

asegurar, y ahora que toco el asunto del crédito, yo pregunto: ¿Quién tiene más crédito, el que tiene una sola deuda o el que tiene muchas? Indudablemente que el que tiene una sola. (Voces: El que tiene muchas, el que tiene muchas.) Tiene razón el señor Zubaran por esta razón, porque yo no formule bien mi pregunta; tiene más crédito indudablemente el que tiene más deudas, pero ¿quién tiene mayor capacidad de crédito, el que tiene una sola deuda o el que tiene muchas? (Voces: El que tiene muchas.) El que tiene una sola. (Voces: El que tiene muchas.) Pues quizá porque yo desconozco las leyes económicas. Se me objeta que el que tiene muchas deudas es el que tiene más crédito; yo confieso a ustedes que indudablemente si a un individuo lo encuentro yo con que tiene demasiadas deudas, no le prestaría ni un solo centavo. (Risas.) Y como la base del crédito nacional son los créditos individuales y como el crédito de la Nación es algo semejante al crédito individual (voces: ¡No, no!), es indudable, señores, que si le quitamos a la Nación uno de esos créditos y ese crédito es precisamente el que se refiere al papel infalsificable, de una manera clara afirmamos se crédito en vez de restringírselo. Acaba de demostrar también el señor Nieto esta mañana que el Gobierno no tiene ningún beneficio con este impuesto del papel infalsificable; por otra parte, nos dijo que debía cambiarse el impuesto en infalsificable por un impuesto en efectivo en oro nacional sobre la importación y exportación hechas en la República; pero yo, señores diputados, lanzaría la idea de que, por ejemplo, en el caso de las grandes compañías petroleras, sí se substituyera el impuesto del infalsificable por un impuesto en metálico que no gravaría de una manera excesiva el petróleo, puesto que es una industria floreciente y son éstas las que van a soportar los aumentos del presupuesto y no las industrias caducas que difícilmente pueden vivir en estos momentos y son las que debemos, al contrario, salvaguardar y proteger. Está demostrado, pues, ante la Representación Nacional, por lo menos no ha habido argumentación en contra de esta tesis, que este Congreso no tiene obligación, cuando se trate de asuntos que convengan al pueblo mexicano, de ratificar en todas sus partes lo hecho por el Gobierno preconstitucional. Tiene obligación de aprobar lo que aquél ha hecho, pero no de ratificar de una manera absoluta en un caso como este en que el Gobierno preconstitucional no tenía derecho para gravar de esta manera los intereses del pueblo, ni menos de una manera indefinida; tiene derecho para poner un hasta aquí a esta carga que pesa sobre los intereses del pueblo. Está demostrado que para el Gobierno no es ninguna conveniencia que subsista el papel infalsificable y está demostrado también que sería una inmoralidad seguir tolerando esta gabela, ese impuesto que no tiene ninguna base económica y que, además que desde el momento en que muchos Estados de la Federación no aceptaron el papel infalsificable, hay esta dificultad todavía menos que oponer a la baja absoluta y definitiva del papel infalsificable. Por todas estas razones y por la última expuesta por mí, relativa a que el aumento, por ligero que fuese, por ejemplo, en el asunto del petróleo, bastaría para comprar las cantidades de papel infalsificable que se encuentran en el mercado, pido a la Representación Nacional que este papel sea retirado definitivamente de la circulación, que no sea tomado como base de ningún impuesto, para evitar especulaciones y las explotaciones, haciendo víctima al pueblo mexicano, y para que de una vez se quite de los hombres de la Nación y de la mente del Gobierno lo que para él es un estorbo y para el pueblo mexicano una gabeta. Pido, pues, que de una manera definitiva se quite el impuesto infalsificable y de esa manera habremos hecho lo que hicieron los revolucionarios del 93: hacer que caiga en forma de empréstito interior el préstamo hecho a la misma Nación para consolidar sus libertades. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Había pedido yo la palabra, compañero Siurob, para contestar su interpelación, pero no pude contestársela en los momentos en que se sirvió usted hacerla, por la sencilla razón de que aquí los oradores exigen respuestas categóricas y no se pueden dar respuestas categóricas en estos asuntos. He dicho a usted, señor Siurob, cuando me hacía la interpelación, que sí tienen derecho los extranjeros para reclamar el valor de este papel infalsificable al Gobierno Mexicano y al Gobierno actual que hemos constituido, y tienen derecho para ello, señor Siurob, porque el Gobierno Preconstitucional, el Gobierno del señor Carranza, el Gobierno de la Revolución exigió a todos los habitantes de esta República que tomaran ese papel moneda al precio que él le había señalado, al precio de veinte centavos oro nacional, y que no debía ninguno, ni los extranjeros - y recuerde usted aquellos decretos que se dieron -, rehusarse a recibir este papel moneda, porque para ello se verían comprometidos y se verían sujetos a las leyes del país. ¿Y qué hacían en esas condiciones los extranjeros? Indudablemente que aceptarlo. Ahora, las argumentaciones del señor Siurob no pueden tomarse en consideración, porque los extranjeros que han acaparado grandes cantidades de papel infalsificable y que se encuentran al otro lado del río Bravo, indudablemente que tarde o temprano vendrán a exigirnos estas responsabilidades, si se dice aquí que durante veinte años nosotros vamos a pagar este papel infalsificable al precio de veinte centavos oro nacional. Es un crimen, señores, lo que queremos hacer con el actual Gobierno, y crimen debe conceptuarse cuando una Representación Nacional exige a un Gobierno, basado en su soberanía, a que no pueda remidir la deuda nacional que se ha contraído con el pueblo mexicano, poniéndole miles de obstáculos. Si nosotros comprendemos que en estos momentos el papel moneda infalsificable está a precio de uno o dos centavos, porque yo en estos momentos me acabo de informar a Eagle Pass a qué precio se cotiza allí el papel moneda y se me ha dicho que a setenta centavos oro los cien pesos papel representativo, entonces el valor real que tiene en la frontera es de uno cuarenta oro nacional los cien pesos infalsificable; y si nosotros vamos a obligar

al Gobierno con nuestra soberanía a dictar leyes para que la deuda nacional vaya a redimirse dentro de veinte años al precio de diez centavos cada papel, hemos cometido un crimen, sencillamente porque en este momento se puede obligar a los comerciantes y al pueblo y a todos los poseedores de ese papel a que lo vendan a un precio insignificante, y si vamos a obligar a esos hombres a que acaparen esa cantidad, los grandes capitalistas, los grandes millonarios de que se asusta el señor Zubaran, cuando él también ha hecho negocios; digo que esos grandes capitalistas acapararán esos millones de pesos y los guardarán durante diez años para al cabo de ellos obtener pingües utilidades, sencillamente porque si ahora los compran a dos centavos oro nacional, harán más tarde excelentes negocios con enormes utilidades. Convendremos en que ni siquiera les han costado la suma que indico; ya veremos que esos capitalistas de que se asusta el señor Zubaran sí pueden acaparar los trescientos cincuenta millones de pesos de billetes infalsificables que están derramados en la República y no ciento y tanto millones, como decía el señor Siurob. Entonces, esos extranjeros que han podido comprar a un precio bajo el papel infalsificable, exigirán al Gobierno de esta Nación el valor real de esta moneda, el valor de veinte centavos oro nacional por cada uno. Debemos ayudar al Gobierno, no obstruccionarlo; en estos momentos se trata del interés de la Nación; ponerle obstáculos es impedirle que redima la deuda nacional y es impedirle que imponga, no una gabela, como dice el ciudadano Siurob, porque gabelas son los impuestos desproporcionados en la economía política, sino un impuesto en papel que sí tiene valor representativo, un valor de hecho de 20 centavos oro nacional. En consecuencia, como estas argumentaciones de ustedes nos indican que el papel no tiene un valor real y positivo cuando el Gobierno de una manera clara y terminante... (Campanilla.)

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta al diputado Cepeda Medrano que ha pedido la palabra para una alusión personal y se está ocupando de otro asunto.

El C. Cepeda Medrano: Yo también he pedido la palabra para poder tratar este asunto y hablar en favor del dictamen y espero que se me conceda. En esta vez siento no poder tratarlo.

El C. Secretario López Lira: La Presidencia suplica a los diputados que cuando pidan la palabra se circunscriban al objeto para que la soliciten.

El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Velásquez.

- El C. Velásquez:(Siseos.) Señores diputados: No entiendo que desagrade a ustedes discutir estas cuestiones importantes; reveláis los que siseáis muy poca educación, muy poco interés en un asunto muy importante. (Aplausos.) Yo suplico más cortesía. Nada menos estamos ejerciendo una de las más altas funciones encomendadas a la Cámara de Diputados, exclusivamente a ella, y nada menos que el derecho que tenemos en estos momentos de discutir los presupuestos que han sido, como ha dicho alguien, el baluarte de las libertades de los pueblos más grandes: Inglaterra y Estados Unidos. Por eso creo que es no darse cuenta de la trascendencia de la misión altísima que estamos desempeñando, y por eso sisean cuando viene un representante con buena intención a exponer sus opiniones; creo que esto es olvidar las nociones de educación. Voy a referirme a los principales fundamentos del derecho presupuestal que se han olvidado en estos momentos. Tenemos nosotros el derecho de discutir aquí los presupuestos, no de aprobarlos, como dice la Constitución, de examinarlos, discutirlos y votar el presupuesto; están han sido las nociones del derecho presupuestal. Vamos a decir cuánto debe pagar el pueblo para satisfacer las exigencias de los servicios públicos, porque sólo a eso tenemos derecho y sólo a eso está obligado el pueblo, a que le impongan contribuciones que basten para cubrir las necesidades públicas; los demás es contra los principios y contra la razón. Decretar las contribuciones necesarias para cubrir los gastos públicos, dice el artículo constitucional. Yo voy a recordar a ustedes, como procedente para resolver estas cuestiones, estos principios fundamentales que ha recogido la ciencia en todos los tiempos y que se pueden concretar a esto primero: la contribución debe ser proporcional y equitativa y la ciencia dice que esa proporción debe exigirse al contribuyente en proporción con sus elementos, en la parte proporcional de sus elementos; equitativa, que se señale cuánto se debe pagar previamente, en qué tiempo y en qué forma para que él sepa y se eviten los abusos del exactor; que sea de la manera más cómoda y en el tiempo más oportuno y, por último, que al recaudarse las contribuciones, se hagan los menores gastos. Esto no debe olvidarse para resolver estas cuestiones que no son de poca trascendencia. Se está ejerciendo en estos momentos la función más alta que corresponde al Poder Legislativo de la Nación. ¿Por qué no meditar, por qué esa impaciencia para resolver cuestiones de tanta trascendencia? Bien; y que nosotros debamos resolver estas cuestiones, perfectamente; resolvámoslas fundados en los principios de la ciencia y en la Constitución, no en otra cosa; lo demás es inútil. Vamos al caso: se trata de saber si la contribución que se cobra por derechos de importación y exportación puede aumentarse con ese impuesto adicional en billetes infalsificables. Se ha dicho por varios diputados que no, porque se presta eso a la especulación. Muy loable es la opinión y las miras del señor diputado Zubaran, loable como debía hacerlo en representante genuino del elemento popular; pero se han olvidado algunas otras consideraciones que yo me permito exponer a la sabiduría de ustedes, a su patriotismo, a su buen criterio; voy a exponerlas. La obra humana, la política y la patriótica, es esta: las generaciones están ligadas por una solidaridad hereditaria, como decía Augusto Compte, es decir, cada generación tiene la obligación de laborar por la que le sigue: es un deber de civilización. Se ha dicho: déjese el papel moneda, después se verá qué se hace. De ninguna manera, señores; no debemos dejar a las generaciones que sigan una deuda, porque lo es, según lo demostraré. No, señores; esta generación y la siguiente y todas las demás están unidas solidariamente; debemos unirnos, procurar

dejar una herencia bendita, como le vamos a dejar por otro lado una herencia de libertad y democracia. ¿Qué razón hay para gravar a la Nación, para que el peso recaiga sobre nuestros hijos, sobre nuestros descendientes? Se ha dicho con mucha razón que no es una deuda que tiene el Gobierno o que tiene el pueblo con el exterior; no hay que andar haciendo distingos en estos momentos. Ya segamos esos abismos entre revolucionarios y no revolucionarios; vamos a ver: se dice que la Nación no tiene esa deuda, que no debe nada a los extranjeros; voy a decirles a ustedes, señores, si se consulta el derecho internacional, es verdad que todos los extranjeros que residen en el país, cuando hay cuestiones intestinas, deben reportar las consecuencias, eso dice el derecho internacional; pero debemos saber que eso no está sancionado en la práctica y que actualmente las naciones cobran a cañonazos sus deudas; si no ¿por qué se nos llevó a la guerra con Francia, en la guerra de los pasteles? Porque un pastelero cobraba sesenta u ochenta mil pesos por pasteles. Se acordarán ustedes de la doctrina de Drago: en este caso dice que las deudas sólo las naciones las cobran a cañonazos; entre los particulares es de otra manera. Ven ustedes la conflagración universal: así se respeta el derecho internacional, así se arreglan las naciones. Los fundamentos son que no estamos obligados a pagar esta deuda; pero el hecho es este: que hay extranjeros que han adquirido esos billetes porque eran documentos al portador y han adquirido el derecho de cobrarlos. Iremos a discutir; pero discuten las naciones a balazos, y las poderosas no va a atacarnos Guatemala; vendrán Inglaterra, Francia y los Estados Unidos y saben ustedes que en la bolsa de Nueva York se cotiza el papel infalsificable....

El C. Zapata: No es cierto.

El C. Velásquez: Bueno, pues dejemos eso; siempre queda en pie mi argumentación de que a balazos cobran las naciones poderosas, a cañonazos, sí señor; pero los principios de derechos internacional son estos: que no debemos pagar eso; pero de los principios del derecho internacional a los hechos hay diferencia; ya ven ustedes cómo están resolviendo sus cuestiones comerciales en Europa, y el derecho internacional diría otra cosa. Si vamos al Congreso de La Haya allí se resuelven todas las cuestiones en favor del poderoso; el derecho internacional en ese caso no ha dado resultados, porque las naciones débiles pierden allí; pero hay más, señores diputados, vamos más a la cuestión. Se ha sostenido, como argumento principal, que se favorece el lucro de algunos acaparadores; bien está, algunos acaparadores; pero no nos han comprobado que ellos tienen los trescientos cincuenta millones que andaban circulando, y todos ustedes saben que cada quien tiene algo de papel de ese. (Voces: ¡No, no!) Sí, señores, cual más, cual menos, todos tienen de ese papel. El modo de resolver esto sería como se hizo en Estados Unidos a raíz de la guerra separatista. Había emitido el Gobierno norteamericano dos mil millones de dólares en papel; al día siguiente dijo: "No circulará este papel," y asunto concluido. Bueno, supongamos que se llegara a esa solución. Decimos al que tiene sesenta millones de pesos en billetes infalsificable: "no circula el papel;" igualmente se le dice al que tiene cinco mil y al pobre que tiene veinte pesos: "no circula el papel." ¿Por el placer de que el rico pierda sesenta millones de pesos vamos a hacer que aquél pierda sus cinco mil pesos y el muy pobre los veinte que constituye su único patrimonio? Vamos acumulando razones. Por ahora sólo se castiga el lucro, señores; los que son abogados y otros muchos de muy alto buen sentido saben que el lucro se castiga cuando es indebido, cuando envuelve un fraude, una estafa: sólo entonces. ¿Vamos nosotros a tomarnos la ingente tarea de castigar el lucro en todas sus manifestaciones? No, señores; quedará siempre el lucro como arma de vida y de concurrencia de las sociedades en el orden económico, inflexiblemente. Vamos a hacer que pierdan los acaparadores todos sus miles de pesos y que el pobre quede privado de su pequeño patrimonio: esa sería nuestra labor si en estos momentos dijésemos que el papel se suprime. Bien, señores; para el derecho de tributación, vamos a ver si ese papel implica determinada entrada al Erario, que es lo que discutimos en este momento: no hay que salirse de la cuestión. ¿Disminuyen las entradas del Erario al decretarse el impuesto en infalsificable que se trata de amortizar? Sí o no. ¿Qué razón hay para que no se amortice ese papel que constituye una deuda a cargo de la Nación? ¿No debe esas sumas esta Revolución? Pueden tomarse estos dos extremos: no pagar diciéndose al pueblo: no pago porque tú debes soportar las consecuencias de una revolución que te ha traído beneficios, haciéndote libre y demócrata y encarrilándote por la senda luminosa del socialismo, que el pueblo mexicano ha sido el único que ha pisado ese sendero, iluminado por el haz luminoso, que fructificará más tarde; todo se ha perdido. Yo traeré aquí lo que he ganado en mi profesión y yo lo incendio aquí. O resolvamos que el papel no vale nada, o que se amortice paulatinamente. (Voces: ¡Que no valga, que no valga!) No disminuye las entradas de la Tesorería. (Voces: ¡Que no valga!) Que no valga, perfectamente, señores, lleguemos a ese extremo; hay que confesar, el pueblo sajón nos dio una lección. A raíz de la guerra separatista no circuló papel, quedaron mil o dos mil millones que dejaron de circular. Otro sacrificio más en aras de la patria y de la libertad o no coartar al Gobierno esa libertad. (Voces: ¡Que no valga, que no valga!) Ustedes saben; yo propongo estos dos extremos, que sujeto a la consideración de ustedes. (Voces: ¡Que no valga, que no valga!)

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Zapata.

El C. Zapata: Señores diputados: Ayer dije que no se trataba de expedir precisamente una ley, sino de dar un consejo al Ejecutivo, porque en mi opinión muy personal, estando vigentes las facultades extraordinarias cedidas al Ejecutivo en el ramo de Hacienda, era natural que el Ejecutivo pudiera modificar las leyes que aquí dictáramos, lo mismo la ley de ingresos que la de egresos. Esta mañana el señor Subsecretario de Hacienda, contestando a una interpelación que le hizo el señor diputado Manrique, nos dijo, aunque en forma también personal, que, en su concepto, las leyes que íbamos a dar sobre ingresos y egresos coartaban las facultades extraordinarias. Bajo este supuesto,

tomando las palabras del señor Nieto en su significado más estricto, quiere decir que el Ejecutivo no podrá dictar una ley de egresos ni de ingresos, quiere decir que han quedado cercenadas, después de la expedición de los presupuestos, las facultades extraordinarias del Ejecutivo. Bajo este concepto sí es útil y sí es indispensable la discusión a fondo del asunto, y voy a entrar a la discusión del papel infalsificable.

Comienzo por recordar cómo nació ese papel infalsificable: nació por medio de una ley que declaró que se aumentaba la deuda interior en doscientos cincuenta millones de pesos; en consecuencia, desde su nacimiento tuvo el carácter de deuda interior. No me explico absolutamente por qué razón debamos temer que los extranjeros que han acaparado parte de ese papel, se nos presenten con buenas maneras o a cañonazos, como nos hablaba el señor Velásquez, a exigir que les paguemos veinte centavos en efectivo por peso papel. Es una deuda interior y, como tal, sólo a nosotros, es decir, a la Nación mexicana, le compete declarar cómo va a amortizar esa deuda. En segundo lugar, quiero referirme al concepto que tienen todas las deudas nacionales de todo el mundo. Jamás se contrae una deuda nacional de importancia para que la soporte una generación, porque eso es absolutamente imposible. Cuando una nación atraviesa por una crisis, por ejemplo, una guerra, es imposible que la generación que hace la guerra tenga que sufrir todos los gastos de esa guerra; no sería posible ni con un intenso trabajo de todos y cada uno de los componentes de esa sociedad, ni entregando todo su capital y todo su provecho podrían solventarse las necesidades de momento; es necesario, pues, que en caso de una crisis no sea sólo una generación la que deba responder; son las generaciones futuras las que vienen a pagar estas deudas, porque jamás una guerra, jamás una revolución se hace por concepto del presente; siempre se tiene a la vista lo futuro y se hace en beneficio de las generaciones venideras, siendo justo que estas generaciones contribuyan también a pagar los gastos de la guerra. Este es el principio fundamental de las deudas de carácter nacional; no veo por qué tengamos que hacer una excepción en este caso y decir que nosotros vamos a pagar toda la deuda de la Revolución de 1910 a 1917; no es justo y no precede. Se habló mucho también de las responsabilidades de carácter moral que tenemos para solventar esta deuda, y yo, señores, creo y todos ustedes conmigo, que ninguna de las personas que actualmente tienen papel infalsificable lo ha comprado a veinte centavos ni a diez ni a cinco; a pesar de que la Secretaría de Hacienda declaró que este papel tenía una garantía de veinte centavos, el público no lo creyó y comenzó a bajar el papel de veinte centavos a diecinueve, a dieciocho, a quince, hasta que llegó a medio centavo. Yo me guío en todos mis actos por una línea moral y yo pregunto: ¿Bajo qué concepto, con qué fundamento moral un individuo nacional o extranjero que ha adquirido un peso de papel infalsificable a un cuarto de centavo va a venir hoy o dentro de tres años a decir: "Me pagan ustedes veinte centavos oro nacional o un peso oro nacional por cada peso infalsificable"? Esto sería sencillamente absurdo e inmoral, y cuando la base es inmoral, tenemos pleno derecho, perfecto derecho para no hacerle caso. Naturalmente que pudieran venir, como dice el señor Velásquez, de Estados Unidos o de Inglaterra o de cualquiera otra nación o veinte naciones conjuntamente, a hacernos una reclamación por papel infalsificable, por papel de Veracruz, por papel de Obregón, por papel de Caballero, o por cualquier otro papel; pero, señores, no basta que puedan hacernos una reclamación, es necesario que esa reclamación sea justa, que sea fundada, que sea fundada en principios morales, sobre todo apoyada en prácticas de derecho internacional. Yo creo que está rechazada bajo el punto de vista moral, bajo el punto de vista internacional cualquiera reclamación que pudiera intentar una nación extraña; pero, señores, si no está decretado esto, es necesario que nosotros nos desliguemos de esos temores infundados; que a cada paso es necesario que tengamos presentes a los extranjeros o a los nacionales como norma de nuestros actos. Nosotros constituimos una sociedad especial: ¿el que vive con nosotros tiene que someterse a nuestro medio, tiene que acompañarnos a nuestras crisis para después explotarnos cuando estemos en situación bonancible? Ataco también el impuesto de papel infalsificable, porque es atacable bajo el punto de vista técnico gravar cualquier derecho, ya sea como adicional, es decir, gravar la exportación de metales y el petróleo, ya sea con un impuesto directo o como adicional, papel infalsificable. Es no saber con cuánto se grava, porque, naturalmente, por la variante del papel, nadie puede saber con qué tiene que pagarse hoy o con qué deberá pagar mañana o pasado mañana o dentro de quince días. Señores diputados, yo deseo mucho que cuando muera, muera de veras, a mí no me gustaría morir de mentiras. Entre la Secretaría de Hacienda, y hay que decirlo así, y entre los coyotes, han asesinado el papel infalsificable. (Aplausos.) El papel infalsificable murió hace mucho tiempo; por estas circunstancias, ¿por qué lo vamos a resucitar? Dejémoslo bien muerto y vamos a ver si lo entierran definitivamente. (Aplausos.)

El C. Martínez de Escobar: ¡Vamos a los funerales!

El C. Zapata, continuando: El señor Subsecretario de Hacienda nos dijo esta mañana que a él le parecía inmoral que el Gobierno comprara el papel infalsificable, y yo tengo mucha pena en declarar que tengo muchos datos para suponer que cuando el papel infalsificable era moneda fiduciaria y circulante, agentes de la Secretaría de Hacienda compraban papel infalsificable. (Aplausos.) Pero la inmoralidad no consiste precisamente en comprar papel infalsificable; la inmoralidad consiste en quererle dar valor a un papel que ya no lo tiene y que nunca lo ha tenido. Por otra parte , señores diputados, tenemos que convencernos de que actualmente no hay un artesano, un obrero, no hay un campesino, un comerciante de los de detalle, de los del menudeo, que tenga un peso papel infalsificable. Yo he visto, señores diputados, biombos de gran tamaño y he visto hasta pequeños cuartos tapizados con billetes infalsificables de cien y cincuenta pesos, porque en la conciencia pública estuvo y está todavía que el papel infalsificable ha muerto. ¿Quiénes

serían, señores diputados, los perjudicados con que ya el papel infalsificable quedara como había quedado antes del último decreto de abril, en que ya nadie se acordaba del papel infalsificable? Nadie, absolutamente. Vino el decreto de marzo y comenzó a tener un poco de valor el papel infalsificable; vinieron las proposiciones de la Comisión de Presupuestos y el papel infalsificable subió; se habla de que no va a valer el papel y el infalsificable bajó Bueno, esa es una especulación más inmoral. El único, el modo real de acabar con la especulación del papel infalsificable es enterrar ese papel, que hace mucho tiempo lo hemos tenido por muerto. La Nación absolutamente, pues no hay un individuo del pueblo, no hay un individuo que merezca ser considerado como un ciudadano honrado, que pueda perjudicares con la nulificación del papel infalsificable; al contrario, todos están muy conformes con que haya muerto y nadie quiere que resucite, a excepción de los que probablemente, pensando en que algún día, ya fuera el Ejecutivo o la Cámara, diera a este papel algún valor, han acaparado el papel y lo han guardado. Señores diputados, quiero suplicar a ustedes, como un gran acto de justicia, la anulación total del papel infalsificable, porque el la única forma de castigar por única vez a los que ha espoleado verdaderamente al pueblo. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Alfredo Robles Domínguez.

El C. Secretario Mata: El ciudadano diputado Robles Domínguez, en vista de que padece una afección del pecho, no puede hacer uso de la palabra, pido que la Secretaría dé cuenta con algunos documentos que cree vendrán a traer alguna luz sobre el asunto. El primer documento es una carta abierta al señor general don Venustiano Carranza, Primer jefe del Ejército Constitucionalista, fechada en México el día 6 de diciembre de 1916.

"CARTA ABIERTA

"México, diciembre 6 de 1916. - Señor general Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo. - Querétaro.

"Respetable señor y distinguido amigo:

"Muy lejos está de mi ánimo, el dirigir a usted esta carta abierta, el pretender obstruccionar su labor gubernativa o darme una notariedad que no necesito ni deseo. Procedo en esta forma porque determinadas circunstancias impiden acercarse a usted para darle a conocer la gravedad de la situación actual de la República, y existen grandes dificultades para hacer llegar a sus manos correspondencia privada de la índole de la presente. Además, voy a referirme a un asunto de interés general, asunto que tiene angustiados los hogares mexicanos y, por los tanto, no hay indiscreción alguna en tratarlo públicamente.

"No intento atacar ni herir deliberadamente, ni con miras torcidas, a personas o instituciones comprendidas dentro del Gobierno; tan sólo me reduciré a exponerle, con la mayor brevedad, hechos concretos y a sacar de ellos deducciones que juzgo lógicas.

"Antes de entrar en materia, debo manifestarle que he hablado sobre el particular con el franco y leal general Alvaro Obregón, quien me dijo haber tratado con usted sobre el asunto, hasta donde la prudencia lo permitía y con el sensato y patriota general Pablo González, quien comprende la gravedad de la situación, abunda en las ideas que aquí expreso y, aún antes que yo hiciese, ya había tenido una larga plática a este respecto con el señor Secretario de Guerra.

"Algunas personas que han tenido conocimiento previo del paso que ahora doy me han expresado sus temores de que mi proceder no fuera del agrado de usted, o de que se influyera en su ánimo para causarme un daño más o menos grave; pero sé perfectamente que nada de eso puede suceder, pues cuando se expone a usted la verdad, con el afecto que inspira el amigo, con la sincera intención de un patriota y con el respeto debido a la alta autoridad que usted representa, no sólo la recibe bien, sino que la agradece.

"Después de este un poco largo preámbulo, entro en materia.

"La situación económica del país ha llegado a un grado tal, que la miseria se cierne sobre la mayor parte de la población y ya la protesta pública se convierte en clamor. De no ponerse un remedio rápido, esa protesta amenaza estallar en forma dolorosa y violenta; porque un pueblo, por sufrido que sea, no se somete indefinidamente a la tiranía del hambre.

"Poco a poco, con la esperanza de un mejoramiento, las familias mexicanas, especialmente las de la clase media, han ido salvando el problema diario, hoy con la venta del mejor mueble, mañana con la de una alhaja, o bien secando los pequeños ahorros; pero ya no queda en los hogares nada que vender ni que empeñar.

"El estado general del país, que, por cierto, no reviste los caracteres anárquicos que tuvo al establecerse la Administración Tuxtepecana, lo cual se debe a las altas dotes de gobernante y de político que usted posee, los impuestos crecientes, la obligada privación de los consumidores, unido a algunas disposiciones que, insensiblemente, han cegado las fuentes de riqueza, con perjuicio para el mismo Erario, hacen escaso el trabajo y aumentan el número de solicitudes de él, ocasionando la baja de los salarios, a pesar de cualquiera disposición en contrario; y esto en momentos en que la insuficiencia de la producción y el enrarecimiento natural o artificial de los efectos de más urgente necesidad hacen que estos suban diariamente de valor.

"El Gobierno, indudablemente por iniciativa de usted, preocupado por esta situación de la clase media, a la que pertenece el empleado, determinó pagar los sueldos conforme al presupuesto de 1912-13, con un cincuenta por ciento en metálico y otro cincuenta por ciento en "un nuevo papel" que llama bonos y que constituirá "una nueva deuda." ("El Demócrata," fecha 3 de diciembre.)

"Respecto a los empleados particulares, se ha dado orden de que se les pague parte en metálico y parte en papel.

"Se tiene en proyecto ("El Pueblo,"

diciembre 3) otra ley de pagos, que se espera solamente sea aprobada por el señor Subdirector de Hacienda, para que usted la firme, con la cual se pretende solucionar los conflictos existentes entre inquilinos y propietarios y entre deudores y acreedores.

"Todas estas medidas, que tienden a establecer la circulación de la moneda metálica, indudablemente que han sido dictadas con la mejor intención de dejar cuanto antes resuelto el problema de que aquí me ocupo; pero será necesario saber si el numerario existente en las arcas del Gobierno y en las de los particulares basta para cubrir las necesidades de la circulación, aun teniendo en cuenta las nuevas acuñaciones que se están haciendo.

"El público cree que el sistema del papel es algo que la Revolución ha implantado con el objeto de satisfacer las necesidades de ésta. Es necesario hacer notar que el papel moneda está establecido en México desde que se fundaron los Bancos de emisión en los Estados, y que, en dicho motivo, hubo desde entonces una alza en los efectos, lo que equivale a una depreciación de esa moneda.

"Por esa causa pudo observarse el fenómeno económico de aumento considerable en la propiedad raíz, aumento que en muchos casos puede estimarse en más de un cincuenta por ciento.

"Vino entonces la gran especulación sobre la propiedad, quedando hipotecada la mayor parte de ella, ya sea a los Bancos, ya sea a los grandes capitales; y los deudores recibieron el valor de esas hipotecas en papel bancario.

"Al suspenderse, por orden de la primera jefatura del Ejército Constitucionalista, la Administración de Justicia Civil, los acreedores no pudieron hacer efectivos su créditos vencidos. restablecida en parte esa Administración de Justicia, cuando estaba todavía en circulación el papel de Veracruz, y sin que se hubiera dictado aún ley alguna que restringiera su poder libertario, y existiendo solamente una promesa de usted, de que sería reconocida la deuda que en dicho papel tenía contraida la Revolución con el pueblo, los deudores que se encontraron apremiados, en legítima defensa contra el gran capital, procedieron desde luego a hacer sus pagos para salvar, la mayor parte de ellos, sus pequeñas propiedades, ya urbanas, que les daban productos en el mismo papel, ya rústicas, que en su gran parte, no producían nada por falta de garantías o porque los productos eran consumidos por las contingencias de la guerra.

"La Ley de Pagos de fecha 15 de septiembre, vino a definir la situación entre deudores y acreedores, tomando como base el valor del papel llamado "infalsificable," que el Gobierno declaró estar garantizado con veinte centavos plata u oro nacional, como ahora se dice. La garantía de referencia es efectiva, tanto por emanar de un Gobierno único en el país y reconocido por el extranjero, cuanto por haber comprometido en dicha garantía bienes inmuebles pertenecientes a la Federación.

"El público recibió mal dicha Ley de Pagos, pues los pequeños deudores se encontraron, en su mayor parte, imposibilitados para llenar las exigencias de ella; pero el país, lleno de patriotismo, aceptó el sacrificio, renovando a usted su confianza, en la inteligencia de que, una vez por todas, quedaba encauzada la resolución del problema económico.

"Con posterioridad, la Secretaría de Hacienda, tal vez sin recordar el compromiso contraído por el Gobierno, de que su nuevo papel "infalsificable" representaba un valor garantizado efectivamente de veinte centavos en metálico, valor que en tiempo más o menos remoto será exigido al país, ya por el extranjero, ya por los acreedores nacionales que, en acatamiento de la ley, aceptaron dicho papel, ha ido fijando sucesivamente, por decenas, un valor inferior al que, por decreto, se dio al "infalsificable," y esto ha traído por consecuencia la depreciación de ese papel, hasta el grado de quedar casi fuera de la circulación, con perjuicio de todos aquellos que confiaron en la firma de usted, que calzaba el decreto respectivo, y que creyeron contribuir de esa manera a ayudarlo en la gran obra de reconstrucción que de la Patria ha emprendido.

"Como dije antes, todas las disposiciones hacendarías tienden a restablecer la circulación de la moneda metálica; pero vuelvo a preguntar: ¿Hay de ésta la suficiente cantidad para satisfacer las necesidades comerciales?

"Indudablemente que no; pues suponiendo que antes de la Revolución, el stock monetario hubiese sido aproximadamente, de unos trescientos millones de pesos, y que las dos terceras partes fuesen de papel bancario, sin tener en cuenta los cheques y otra clase de valores que servían para las transacciones, quedaba una diferencia de cien millones circulantes en metálico; de éstos no cabe duda que, por lo menos, un cincuenta por ciento ha salido del país y, por lo tanto, los cincuenta millones que quedan, suponiendo que queden, no basta para satisfacer las necesidades de la circulación.

"¿Cómo se va a substituir el déficit? ¿Con el papel de los Bancos que éstos recogieron por la tercera parte de su valor y el cual circularía nuevamente a la par?

"¿Permitiremos que el dólar (probablemente papel), sea moneda oficial del país ("El Universal," diciembre 5. - "Ultima disposición de la Secretaría de Hacienda"), lo que sería más grave que la ocupación de Veracruz o que la "expedición punitiva"

? "Yo no creo, y conmigo otros muchos que conscientemente hemos revolucionado con el objeto de mejorar la situación económica de nuestro pueblo, libertándolo, entre otras cosas, de la tiranía de la gran finanza, que lo primero convenga a los intereses de la Revolución ni a los países en general, en el que están comprendidos elementos a quienes se titula reaccionarios, pero que, tanto como otros o más que ellos, ansían libertarse de la presión del gran capital, uno de cuyos componentes son los Bancos.

"Si el Gobierno persistiera empíricamente en su idea de restablecer "a fortiori" la circulación de la moneda metálica, se encontraría en breve plazo (ya lo presiente, a juzgar por los bonos de que nos habla "El Demócrata de día 3), en el más

absoluta bancarrota, pues no tendría ni papel "infalsificable" garantizado, ni metálico, y, lo que es peor, ni crédito; porque no estando nivelados sus presupuestos no le bastarían las entradas para cubrir sus gastos, y habiendo faltado a sus compromisos nadie tomaría en serio los Bonos a que se ha hecho referencia.

"De todo lo anteriormente expuesto creo que puedo lógicamente deducir: Primero: que es imposible, en las actuales circunstancias, restablecer la circulación de la moneda metálica, y menos aún sin retirar definitivamente la del papel, porque tendrá que verificarse forzosamente la ley que, en Economía Política, se conoce con el nombre de Ley de Gresham, y paulatinamente, será más y más rara la moneda metálica, lo que traerá por resultado la baja general de la propiedad, que no alcanzará ni a cubrir siquiera el valor de sus adeudos, y siendo, por lo tanto, absorbida por el gran capital. Traerá también efectivamente, y en proporción a la producción, la baja de los efectos de primera necesidad; pero sin ventaja alguna para el pueblo, que tendrá grandes dificultades para proporcionarse la moneda metálica.

"Segundo: que el Gobierno es, en gran parte, el autor de la depreciación del papel "infalsificable" y que, con la gran baja de éste, se ha dado origen a que pueda verificarse una gran especulación, puesto que con el papel "infalsificable," al tipo actual marcado por la Secretaría de Hacienda, o sea cien "infalsificables" por un peso metálico, se pueden obtener mil, papel de Veracruz, que el Gobierno se ha comprometido a pagar a razón de diez centavos oro nacional por cada peso, lo que da lugar a que, con un peso metálico, la Nación deba cien pesos metálicos, o sea también, doscientos pesos oro nacional por cada dólar (probablemente papel) que venga de los Estados Unidos.

"Cuarto: Que, de continuar el estado actual de cosas en lo relativo al asunto económico, en vez de favorecer la participación de la riqueza entre el mayor número de nacionales, ésta será acaparada por el gran capital y especialmente por el extranjero.

"Quinto: Que el Gobierno debe no sólo mantener el valor de su papel "infalsificable" a razón de veinte centavos metálico, sino que su conveniencia y la de la Nación entera está en aumentar el valor de dicho papel, hasta ponerlo a la par, mediante un aumento en la garantía y el crédito que dicho Gobierno adquirirá cumpliendo sus compromisos, y no importa que de una vez aumente su emisión "infalsificable" hasta donde lo requieran las circunstancias, ofreciendo las garantías necesarias, de las cuales no carece el país, y aun incluyendo en dichas garantías, si fuera preciso, el mismo importe de un empréstito exterior, en caso de haberlo, cosa que no existe, según declaraciones del señor Subsecretario de Hacienda en "El Nacional," fecha 30 de noviembre.

"No quiero, ni hace falta, entrar en mayores ni más amplios detalles, sobre un asunto en que usted es altamente competente, y sólo juzgo necesario ponerlo en contacto íntimo con el sentir del pueblo, que tiene depositada su plena confianza en usted.

"Para que no se me acuse de crítico teorizante, me permito exponer aquí algunas ideas sobre la solución del problema.

"Debe el Gobierno, por medio de disposiciones efectivas y en plazo perentorio, hacer que su papel "infalsificable," garantizado, pase o poder del gran capital, en pago de las deudas de los pequeños propietarios. La conveniencia del gran capital, en ese caso, será mantener el valor del papel y aumentarlo.

"El papel "infalsificable." garantizado por el Gobierno de la Revolución, que representa al país, debe ser nuestra moneda convencional, por lo menos mientras las circunstancias del conflicto mundial permitan restablecer la circulación metálica.

"Dado que la deuda de las naciones beligerantes aumenta, bajo base de oro, y que el interés de ellas está en disminuir esa deuda, México (gran productor de plata) debe forzar su producción de este metal, dando toda clase de garantías y de facilidades a su industria minera. El Gobierno, derogando impuestos que entorpecen la explotación de las minas y estableciendo otros que lo hagan copartícipe de las utilidades que rindan las mismas, podrá acumular reservas que formen y aumenten su crédito.

"A la Administración Pública, para sus necesidades interiores, le bastará, con sus impuestos cobrables en la moneda interior, y para las exteriores, previa una revisión de nuestras tarifas aduanales, con los impuestos en metálico sobre las exportaciones e importaciones.

"Estoy seguro dará usted a esta carta todo su valor, tanto por lo que ella en sí contiene, cuanto por lo que de afecto para usted de mi parte y de amor a mi patria significa.

"Como siempre, me repito de usted atto. amigo y afmo. S. S. - Alfredo Robles Domínguez."

"El por qué no debe rechazarse el impuesto en papel infalsificable. - Habla el C. diputado Ingeniero Alfredo Robles Domínguez

"Además de las razones expuestas en mi carta abierta al hoy Presidente de la República, fecha 6 de diciembre de 7916, relacionada con el papel infalsificable, debemos tener presentes las que siguen, para convencernos de que se debe votar en pro del impuesto en dicho papel, impuesto que debe hacerse extensivo a todos aquellos ramos que se refieran a artículos de lujo y a otros en que no se agrave más la aflictiva situación económica por que atraviesa el pueblo.

"Estas razones son:

"Primera

"Que cuando el Gobierno hizo el canje de papel de Veracruz por infalsificable, señaló la proporción de diez por uno, y posteriormente se comprometió a a redimir los certificados expedidos por papel de Veracruz, a razón de diez centavos oro nacional por peso papel de Veracruz, con lo que de hecho, y sin tener en cuenta el decreto que estableció el papel infalsificable, dio a éste un poder liberatorio absoluto, ese papel infalsificable será cobrado a la Nación Mexicana a razón de un peso oro nacional, de la misma manera que nos fue cobrada la deuda inglesa y que se nos obligó a reconocer la deuda de los bienes del clero de California.

"No serán los grandes acaparadores, que pueden esperar y tienen gran poder, quienes se perjudiquen si se rechazan los impuestos que se proponen, impuestos que harán valer y garantizarán el papel infalsificable; sino todos los pequeños tenedores del papel, los cuales se vieron obligados a aceptarlo en pagos de diferentes clases, inclusive sueldos. Estos pequeños tenedores, al ver que su papel baja de valor, lo venderán al precio que les paguen los grandes acaparadores, quienes esperarán el momento oportuno para reembolsarse

"Segunda

"Que si por el momento el Gobierno no recibe una ventaja palpable al ir recogiendo el papel el forma de impuestos, posteriormente sí se verá dicha ventaja cuando las necesidades públicas lo obliguen a reponerlo en la circulación, en cuyo caso el público encontrará que dicho papel está garantizado por los mismos impuestos, pudiendo evitarse de esta manera vernos obligados a una alianza con los Estados Unidos, la cual se efectuaría, tal vez bajo condiciones que serían muy peligrosas para el futuro del país. Las ventajas que sacaríamos con esta alianza se reducirían a defender una causa que no incumbe, y de cuyo triunfo sólo obtendríamos como beneficio que el mundo fuera dominado por los anglosajones y que se nos hiciera un empréstito que tendríamos que pagar juntamente con todas las reclamaciones que, a su tiempo, nos hará el extranjero.

"Tercera

"Que en caso de obtenerse ese empréstito, será en papel moneda americano; y como nosotros carecemos en este momento de moneda suficiente para que pueda haber transacciones, ya que no sólo es escasa la moneda metálica, sino que está siendo rápidamente acaparada, con especialidad por los extranjeros, es indudable que el papel moneda americano vendrá a substituir a la moneda mexicana, y muy pronto veremos que, sobre todo, la pequeña propiedad rústica y urbana, cuyos dueños se hallan en condiciones verdaderamente aflictivas, pasará a poder de extranjeros, no obstante todas las prevenciones constitucionales.

"Ha sido sistemática la guerra que de ha hecho a México en el sentido de enrarecer la moneda circulante, ya metálica, ya como cualquier signo de cambio que permita las transacciones, siquiera sea para mantener nuestra pobre industria y cultivar los campos; y más que el elemento reaccionario, debemos atribuir estas maquinaciones al extranjero, que trata de avasallarnos comercialmente, con cuyo objeto sus tendencias van encaminadas a reducirnos a una miseria cada vez mayor.

"Se comprende que no habiendo trabajo, y, por lo tanto, mayores dificultades para la vida, el descontento y el malestar públicos irán en creciente aumento; y en un momento dado el instinto de conservación no obligará a aceptar todas las condiciones que nos impongan nuestros futuros - si no es que presentes - opresores.

"Algo semejante se hizo con Italia para obligarla a ir a la guerra.

"Cabe aquí hacer notar la actividad con que los Estados Unidos se organizan militarmente, en tanto que nosotros, que a estas fechas y ante el peligro futuro - y tal vez no muy remoto -, nos concretamos a hacer desfiles y simulacros de niños, en vez de organizar rápidamente nuestras guardias nacionales y de tener siquiera una verdadera escuela técnica militar.

"Cuarta

"Que los que se oponen a que haya una moneda o signo de cambio circulante que permita el movimiento comercial o industrial son en gran parte los Bancos, altamente favorecidos por el Constitucionalismo que no levantó la moratoria que les concedió Huerta a cambio de la gran ayuda que le prestaron. Esos Bancos, como ya dije en mi carta, al abrigo del mismo Constitucionalismo han recogido sus emisiones por una tercera o cuarta parte de su valor y quieren ahora lanzar a la par esas mismas emisiones, y aun tal vez pretendan que se les siga ayudando con la moratoria.

"Como es bien sabido, la mayoría de las acciones de nuestras instituciones bancarias están colocadas en el extranjero; sus mismos directores y consejeros en gran parte no son mexicanos; todos los dividendos que han repartido y que representan trabajo mexicano han ido a beneficiar otros países y no al nuestro. Tal sucede, también, con las utilidades de las grandes compañías extranjeras, las cuales no dejan a México sino el pobre salario del peón o el sueldo del empleado.

"Quinta

"Que de no procurarse el alza del papel infalsificable, el problema de las consignaciones hechas con motivo de pagos será sumamente difícil de resolverse, pues cualquiera medida que se dictara perjudicaría, ya no sólo a los grandes deudores o a los grandes acreedores, sino a una gran mayoría de pequeños deudores o acreedores, entre los cuales se encuentran muchos menores de edad y muchas mujeres, que sólo tienen pequeñas propiedades gravadas o pequeños capitales impuestos con cuyos intereses han estado viviendo.

"Se nos dice que hay lugares a los que no ha llegado el infalsificable, y que por ese motivo los contribuyentes encontrarán grandes dificultades para pagar los impuestos en papel. Esto es desconocer las leyes económicas que rigen el comercio.

"En Europa no hay hule, café, fibras, ni otros productos, y el comercio lleva de América. En México no se producen algunos artículos y el comercio los trae de otros países. Así sucederá con el infalsificable: El comercio se encargará de llevarlo a donde se necesite y no exista.

"De esta manera acreditaremos el artículo llamado "papel infalsificable" y la Nación y el Gobierno recuperarán su crédito con sus propios recursos.

"Todas estas razones y otras muchas que podrían aducirse deben inclinar a esta Asamblea a dar su aprobación a los impuestos en infalsificable, pues de esa manera podremos corregir un tanto la grave crisis económica por que atravesamos.

"ALFREDO ROBLES DOMÍNGUEZ."

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Martínez de Escobar.

El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: ¡El flamante papel infalsificable ha muerto a largo tiempo! Yo os invito a todos vosotros a que concurráis a los funerales de ese papel; estoy perfectamente convencido, tengo la convicción íntima, la persuasión más perfecta de que todos los señores diputados que integran esta Asamblea en estos momentos, momentos solemnes para el porvenir del país, instantes solemnes para el porvenir de la Nación, todos y cada uno de ellos, de los que integran esta Asamblea, sean de la derecha, sean de la izquierda, sólo llevan en su cerebro ideas gestadoras de patria y sentimientos de honra y reconstrucción nacional. Habéis visto aquí cómo individuos que pertenecen a esta ala, el ala derecha, ciudadanos que pertenecen a esta otra ala, el ala izquierda, contienden, y vemos también cómo los miembros que integran el Partido Liberal Constitucionalista, al que gusto el honor y el placer de pertenecer hasta que me quede solo en él, aunque vayan rompiendo filas los elementos empolvados y humedecidos que han pertenecido a él y que llevan en sus espaldas un cargamento de máculas, sin que importe que salgan del partido, porque en vez de restarse elementos de fuerza a su organización le dan elementos de energía; porque desalojando ellos este cuerpo, nuevas fuerzas, nueva vitalización, nuevos elementos; elementos liberales, enteramente juveniles, serán quienes lo integren, en cambio de elementos enteramente corrompidos y viciados que ya han roto filas porque así conviene a sus intereses personales, quedamos elementos jóvenes que no tienen ni despacho ni rugidos impotentes para pertenecer a él, porque no están despechados del Ejecutivo y lo apoyarán cuando el Ejecutivo tenga la razón y no lo apoyarán cuando no la tenga. (Aplausos.)

Señores diputados: En la prensa de esta capital yo dí mi opinión, manifestando que la separación del Partido Liberal Constitucionalista de los licenciados Zubaran y Urueta y de otros elementos; dije sencillamente que las consecuencias que produciría no serían en perjuicio del Partido en lo absoluto, y quise decir tácitamente que sería en beneficio del mismo, porque ya no habrá lugar a duda respecto a la actuación del elemento joven de este partido, que actuará única y exclusivamente conforme a los ideales patrios que lleva encendidos en su cerebro.

¿Qué clase, y entrando en materia y entrando en substancia y entrando al jugo de la cuestión que se debate, qué clase de papel es el papel infalsificable? ¿Qué estáis todos vosotros discutiendo en estos momentos? Yo no soy hacendista, yo no soy financiero ni tengo conocimientos prácticos en estas cuestiones; más bien diría: estos señores que se han eliminado del partido pertenecen al elemento romántico y platónico, y quizá ellos llegarán a decir: este es uno de nuestros instrumentos inconscientes para nuestra explotación que queremos hacer, sirviendo como una escala el Partido Liberal Constitucionalista: yo repito: no tengo conocimientos prácticos sobre cuestiones financieras, pero sí estudié economía política en los escaños de la Escuela Nacional de Jurisprudencia y tengo, por consiguiente, los principios de economía política de Leroy - Bolieu, de Gide y de otros autores que aunque sea al correr de los ojos, o al pasear de la mirada, estudié. ¿Qué clase de papel es el papel infalsificable, me pregunto yo y le pregunto a la Asamblea? Y de antemano, yo contesto, porque sé que la Asamblea está de acuerdo conmigo: sé que los sentimientos de los miembros de la Asamblea, sean de la derecha o sean de la izquierda, están perfectamente de acuerdo con lo que yo pienso y con lo que yo siento sobre esta cuestión. ¿Es papel representativo el papel infalsificable emitido por el Gobierno Constitucionalista? (Voces: ¡No!) ¿Verdad que no? Vosotros me habéis contestado; no necesito, pues, entrar al estudio de esta cuestión. Bien lo sabéis, no es papel representativo porque no representa la cantidad que el mismo papel infalsificable dice; un peso no es el valor del papel infalsificable; luego no es papel representativo. ¿Es papel fiduciario? (Voces: ¡Tampoco!) ¿Entonces qué clase de papel es el infalsificable? Yo aprendí economía política, señores diputados, estudié nociones rudimentarias de economía política y sé que hay tres clases de papel: representativo, fiduciario y convencional. Pues bien, si el espíritu analítico de todos vosotros lo aplicáis en el papel infalsificable, todos contestaréis que el papel infalsificable es un papel perfectamente comercial. ¿Es verdad? (Voces: ¡Si es verdad!) Bien, estamos perfectamente de acuerdo a este punto; excluímos, pues, conforme a los principios generales de economía política, que el papel infalsificable, aunque disguste a muchos lo que yo esté repitiendo, pero la repetición en la oratoria a veces es necesaria; estamos conformes, pues, en que no es un papel representativo, ni fiduciario, sino un papel convencional, que por las necesidades urgentes del país, que por las necesidades primordiales de la patria, tuvo que existir. Yo, como elemento joven del Partido Liberal Constitucionalista, que no puedo tener rugidos de despecho desde el fondo de mi alma, gestos de protesta o de incondicionalidad en contra o a favor del Ejecutivo; vengo a expresar mi opinión honrada, concienzuda y sinceramente. Quizá muchos del Partido Liberal Constitucionalista no estén de acuerdo conmigo, como no lo está el joven liberal, honrado y sincero licenciado Acuña, aunque, en cambio, están de acuerdo conmigo hombres liberales como el general Jacinto B. Treviño. El Ejecutivo, el Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, obedeciendo a una necesidad ingente del país, no quiso acudir al modo rutinario, al modo constante en que muchos elementos que se han levantado en armas para destruir una dictadura han tenido; no quiso ocurrir a poner en práctica ese medio hasta cierto punto inmoral que han tenido otros hombres que se han levantado en armas para destruir un Gobierno dictatorial: el préstamo forzoso; y entonces, para salvar a un pueblo de la ignominia, de la inmoralidad administrativa en que acaso era seguro que iba a yacer, desechó ese sistema, el sistema de los préstamos forzosos, y ocurrió a la emisión de moneda de papel y no ocurrió a un préstamo forzoso y así surgió el papel llamado de Veracruz, y ese papel de Veracruz, vosotros lo sabéis (Voces: ¡Monclova,

Monclova!) El papel de Monclova, al que después siguió el papel de Veracruz, pero en la esencia, en la substancia, es el mismo papel como el infalsificable, es el mismo papel de Veracruz, quieran que no quieran; sólo que el que estudie la cuestión epidérmicamente, superficialmente, encontrará diferencia, pero en el fondo, el la esencia, en la substancia, el papel de Monclova, el papel de Veracruz, el infalsificable, es un solo papel, porque la causa generadora que existió en el papel es la misma y ya vemos cómo el papel de Veracruz tuvo que ser en un momento dado desechado. ¿Por qué? Porque una parte integrante del pueblo mexicano, una parte esencial del pueblo mexicano, es un gesto de protesta, en un gesto de indignación contra un Gobierno dictatorial como el usurpador, tuvo necesidad, para subsistir y para hacer la guerra, de él; fue el papel de Veracruz y llegó un momento en que el papel comercialmente no tuvo ningún valor y casi tuvo que desconocerlo. ¿Por qué? Porque si una parte del pueblo se levantó en armas, la parte del pueblo que piensa, la parte del pueblo que siente y que vive con el sentimiento democrático y con las inspiraciones libertarias y no con sentimientos dictatoriales y usurpadores, tuvo que vencer a aquellos hombres que guiados por instintos mezquinos, por instintos raquíticos, quisieron de una vez por todas matar las libertades públicas: y surgió ese papel, primero el de Monclova, después el de Veracruz y más tarde el infalsificable, porque era imposible que los elementos populares pudieran satisfacer con oro nacional, con plata nacional, las necesidades de aquella revolución que estaban sintiendo en el fondo de sus conciencias, en el fondo íntimo de sus cerebros, en el fondo de todos y cada uno de los elementos libertarios que integran esta Nación. El papel de Veracruz fue de hecho desconocido y surgió para substituirlo el papel infalsificable. Yo, señores diputados, obedeciendo al mismo sentimiento íntimo, a la opinión muy personal que tengo sobre el asunto, debo decir que no me guía, no me mueve, no me impulsa ningún despecho, ni ninguna tendencia a maldecir determinadas fuerzas actuantes en la administración constitucionalista; yo, personalmente no estoy con la política del licenciado Luis Cabrera; pero yo aquí digo, clamo y aseguro, que cualquier hombre de buena fe, de la mayor buena fe que sea posible, con todos los principios más filosóficos de la economía política no lo hubiera hecho mejor que el licenciado Luis Cabrera como Secretario de Hacienda y Crédito Público en el Gobierno Constitucionalista que ha presidido el señor Carranza. (Aplausos.) Esa es mi opinión y la expreso personalmente, no como miembro de ningún partido, ni como miembro del Partido Liberal Constitucionalista, al que perteneceré hasta que me quede solo en él, porque no acostumbro defeccionar de las filas de un partido en que ésta todo mi cerebro y mi idea conscientemente. (Aplausos.) Por un error muy grande, pero error que se explica por la mentalidad de la sociedad en que se vive, pero que no explica por el grado de inteligencia del estado en que se encuentra actuando, el Ministro de Hacienda y Crédito Público dijo que el papel infalsificable que substituía al de Veracruz valía, no lo que representaba, sino veinte centavos oro nacional. ¿Qué nos significa esto? ¿Qué idea trae a la mente de los señores diputados y del pueblo mexicano? Pensemos, razonemos. Pues no significa otra cosa sino lo siguiente: que el papel infalsificable no nació viable, sino perfectamente muerto, porque no representaba un peso, como se decía en el mismo billete, sino únicamente veinte centavos oro nacional, y, en el fondo, señores diputados, no eran ni veinte centavos oro nacional, sino tres, cuatro o cinco centavos, porque no tenían una garantía eficiente; no estaba perfectamente garantizado el papel infalsificable con la cantidad que se dijo representaba ficticiamente, y no es verdad que haya habido nunca una garantía de veinte centavos oro nacional por cada billete de un peso infalsificable. En un momento dado en esta Cámara hubo una Comisión y cambió a cincuenta pesos cada hidalgo momentáneamente, accidentalmente, para, por decirlo así, engañar, seducir, atraer y fascinar al conjunto de elementos que forma la sociedad para que creyeran que realmente representaba veinte centavos oro nacional, y esto no es una traición, no es una manifestación perversa del Ejecutivo, ni de su Ministro de Hacienda, sino que era una necesidad ingente por la situación especial en que estaba atravesando el país, porque si en aquel momento hubiera dicho que realmente no valía veinte centavos oro nacional, sino uno, dos o tres, habría habido una catástrofe sencillamente en la República Mexicana, y hay que tener en cuenta, señores diputados, que en aquellos momentos era hasta necesario, hasta indispensable, el engaño en cierta forma para que, aunque se hundan los intereses particulares, surjan vigorosos y florecientes los intereses colectivos y nacionales: y por eso la Revolución constitucionalista triunfó sobre las facciones de Francisco Villa. Pronto pudimos convencernos de que aquel papel no valía veinte centavos oro nacional, y yo, que, aunque al decir del señor don Cándido Aguilar en el Congreso Constituyente, había sido separado como Abogado Consultor del Ministerio de Relaciones Exteriores, puesto que me había dado el licenciado Urueta y que ratificó después el señor licenciado Acuña, después de haberme separado de aquel puesto, argumento que sólo audaz y cínicamente pudo haber esgrimido en contra mía el general Aguilar para defender la credencial del señor Palavicini, después de haberme separado de ese puesto, entré a formar parte integrante de la Comisión Reguladora de Precios Comerciales de esta capital y condené miles de veces aquellas multas que se imponían a los comerciantes en pequeño, porque siempre tuve la conciencia de que no valía veinte centavos oro nacional el peso infalsificable, sino que era una ficción de que se valía el Gobierno para poder subsistir económicamente, porque era aflictiva y crítica la situación por que estaba atravesando el país. Pronto vimos que el papel infalsificable no llegó a valer casi nada, absolutamente nada: un hidalgo o diez pesos oro nacional llegó a significar la enorme suma, la inmensa cantidad de tres mil pesos infalsificables y aun más, cinco mil pesos. Esto significa que no era papel representativo, ni fiduciario, sino papel convencional, y entonces, señores diputados, el conjunto de elementos de la sociedad: empresas, compañías, industriales y acaparadores, fueron los que acapararon toda la gran cantidad, la enorme

cantidad del papel infalsificable y en poder del pueblo, en poder de los pequeños comerciantes, en poder del obrero agrario y en poder del obrero de la capital, del obrero urbano, no quedó ni un centavo en papel infalsificable, sino solamente fue acaparado por determinadas compañías inmensamente ricas; en tanto que unos giraban alrededor del siniestro círculo de la miseria, los otros destacaban en sus facetas más salientes su gran poderío, su poderío de riqueza. Y el papel casi no valió y un conjunto de elementos de esta sociedad, cinco, diez, quince, las compañías que ustedes quieran, monopolizaron el papel, y el pueblo, las clase media, el pequeño comerciante y el obrero en cualquiera de todas sus manifestaciones urbanas o rústicas, se quedaron sin un centavo; sólo quedó monopolizado el papel por las compañías e industriales. Y me viene esta idea, señores diputados: entonces el conjunto de funcionarios públicos, esta es la verdad, por lo menos la verdad que yo siento, más que la verdad que pienso, fue un conjunto de funcionarios públicos, de acuerdo o no de acuerdo con esas grandes compañías, quienes monopolizaron el papel; y en vez de proceder honrada y patrióticamente a redimir ese papel comprándolo al precio ínfimo que tenía lo acapararon. Si el Gobierno constitucionalista, no me refiero al Encargado del Poder Ejecutivo de entonces, no me refiero al actual Presidente de la República, quien nos ha demostrado su desinterés a este respecto; pero sí a algunos funcionarios, quienes, de acuerdo con determinadas compañías, acapararon ese papel, en vez de redimirlo, comprando ese papel al valor ínfimo que llegó a alcanzar; si lo hubieran redimido, habrían procedido honrada y patrióticamente; pero no convino así a los intereses de cinco o seis paniaguados de la política actual. (Aplausos.)

Y el papel infalsificable no volvió a sonar al oído de nadie, absolutamente de nadie; el papel infalsificable yació postergado allá en el fondo de los domicilios de los que lo tenían acaparado y surgió el oro; pero, era natural, a un valor ínfimo; determinados personajes de la política actual lo habían acaparado de acuerdo con determinadas compañías fuertes y vigorosas de esta sociedad y no convenía, no conviene a sus intereses que aquel papel no tenga ningún valor, y entonces, permitidme los compañeros de la Comisión a quienes aprecio, estimo y quiero: yo no puedo dudar de la honradez de un señor Padilla, de la honradez de un señor Prieto, de la honradez del señor Reynoso ni de algún otro miembro de la Comisión; de buena fe ellos, que no han sido positivistas, que no han sido materialistas, que no han sido economistas, que más bien han sido platónicos de la Revolución actual, porque siempre llevan como fuerza de su actuación un alto ideal, creyeron, alucinados por el momento y por la sugestión de determinados miembros enteramente perversos y maquiavélicos de la Administración actual, que era honrado y patriótico redimir el papel infalsificable, imponiendo un impuesto adicional sobre todos los impuestos de importación y de exportación. Y bien. Lo vimos aquí cuando de inició esta discusión cómo la mayoría de ellos, con continente sereno, inmediatamente subieron a esta tribuna y se arrepintieron de todo lo que habían hecho, porque la argumentación de los del contra los había convencido de que estaban en un error; por eso esa voz popular, esa voz del público que dice que los miembros de la Comisión recibieron tal o cual cantidad de dinero para representar un dictamen en tal o cual forma, es una falsedad, es una calumnia, es una mentira; son todos los miembros de la Comisión hombres honrados, y de buena fe habían incurrido, habían caído, en los múltiples despeñadores del error; y lo vimos cómo inmediatamente ellos presentaron una adición consistente en un impuesto adicional de oro metálico, sobre esos impuestos. El señor Subsecretario de Hacienda esta mañana nos decía... (Voces: ¡Agua, agua!) ¡No tomo agua! (Risas.) El señor Subsecretario de Hacienda esta mañana nos decía, nos hablaba de tres grupos y nos decía erróneamente: tres grupos existen en esta Cámara sobre esta cuestión: uno que aún siente y piensa que debe adicionarse el impuesto de un peso infalsificable sobre cada peso oro nacional a todo los impuestos. Esto no es verdad; ni en la derecha, ni en la izquierda, ni en los elementos aislados, en ninguno de ellos existe esa creencia, esa opinión. Todos han repudiado enérgicamente la existencia del impuesto adicional en papel infalsificable sobre los derechos que debían de traer el fundamento de la administración pública; absolutamente ninguno. Sólo quedan dos grupos aquí: uno que siente y piensa, porque instintivamente experimenta por medio de una experimentación dolorosa la verdadera situación del país, que no debe de caer sobre el pueblo un impuesto que venga a hacerle todavía más doliente de lo que es su situación; y otro que aún piensa que quede el impuesto como lo propone el Ejecutivo; dos grupos nada más son los que existen: uno que no admite en lo absoluto el impuesto del papel infalsificable y otro que desea que subsista tal como ha existido el impuesto conforme a un decreto del Ejecutivo. ¿Quiénes están en lo justo, los primeros o los segundos? Indudablemente que están en la verdad, esa verdad avasalladora, incontrastable y aplastante los que piensan que no debe subsistir bajo ningún concepto el impuesto del infalsificable, porque traería como efecto, como consecuencia, el enriquecimiento de cuatro o cinco compañías o de cuatro o cinco funcionarios públicos, en perjuicio de los intereses colectivos de la Nación.

... - El C. Basáñez: ¡Que se nulifique el papel!

El C. Martínez de Escobar, continuando: Acabo de escuchar la voz honrada de un miembro de la Comisión, del señor Basáñez, también la oí del señor Padilla. Ya tuve oportunidad de demostrar que todos están de acuerdo, después de esta discusión, de que debe nulificarse el impuesto del papel infalsificable, porque es en perjuicio del pueblo. (Aplausos y voces: ¡Agua, agua!) Ahora sí voy a tomar un poco de agua.

El C. Basáñez: El papel.

El C. Martínez de Escobar, continuando: es curioso y da margen a las observaciones de los hombres que gusten de observar. La opinión del señor Subsecretario de Hacienda no trató de atacarlo. Ayer en la mañana el señor Peralta, ligeramente, sin conciencia, lanzó un cargo sobre el

Oficial Mayor de Hacienda, señor Madrazo, que miles de pruebas nos ha dado de la grande honradez que tiene para proceder en las cuestiones hacendarais, y tuvo la feliz ocurrencia de rectificar el cargo que había hecho sobre ese funcionario, que honra a la Secretaría de Hacienda, porque el señor Subsecretario de Hacienda nos dijo que él mismo repudiaba la existencia del impuesto adicional sobre todos los ramos relativos al impuesto y no solamente respecto al petróleo o a los derechos de importación y exportación. Es natural, se explica, pero esto fue una maniobra política, no de ese funcionario; quizá él honradamente piense así, sino de aquellos que no se ven, porque hay algo que se ve y algo que no se ve en estas discusiones, porque todos tenemos la conciencia de que el eje de administración al rededor del cual giran los fenómenos políticos, los fenómenos jurídicos, los fenómenos religiosos, los fenómenos morales, los fenómenos sociales, es el fenómeno económico, el interés; y por eso no carecía de razón aquel filósofo que decía que el mundo se regía por ideas; otro decía que por sentimientos al través de esta generación, y al través de todo esto estamos viendo que el mundo se rige palpablemente, ostensiblemente, más que por ideas y por sentimientos, por intereses. (Aplausos.) El señor Subsecretario de Hacienda nos decía que él estaba de acuerdo con nosotros, decía que él estaba de acuerdo en que no se adicionara ese impuesto a todos los ramos, sino solamente al petróleo y a la importación y a la exportación. ¿Por qué? Porque se asustaba ante las consecuencias monstruosas que tenía que producir el impuesto adicional. Sabemos perfectamente bien que sería beneficiar el coyotaje, porque las grandes riquezas que se pudieran adquirir están basadas, están fundadas, sobre la incertidumbre del precio del papel; por lo tanto, no se beneficiaría al pueblo, sino se ayudaría al enriquecimiento de los coyotes; pero él nos expresó que quería, que deseaba, porque era patriótico, que se impusiera el impuesto solamente sobre el petróleo y sobre los derechos de importación y de exportación. Pues tampoco, señores diputados, eso es verdad; si es verdad que aquí no van a ganar los coyotes de la manera tan monstruosa como ganarían en otro sentido, sí vendrían ganando lentamente también algunas cantidades y, sobre todo, no convendría a los funcionarios públicos de la Federación, escuchadlo bien, no convendría por ningún concepto, por sus intereses maquiavélico, el que ese impuesto se hiciera adicional a todos los ramos, sino solamente a dos o tres, porque entonces paulatinamente, pausadamente, poco a poco, en seis años adquirirían grandes cantidades ellos mismos que no adquirirían si el impuesto adicional se extendiera a todos los ramos de la tributación. Esta es la verdad más completa.

Por lo tanto, ¿cuál es lo patriótico, lo honrado, lo justo, la verdad, esa exacta correspondencia que debe existir entre el sujeto y el objeto del conocimiento, entre las ideas de las cosas y las cosas mismas? Pues preferentemente debemos aprobar en último caso, el impuesto adicional de un diez por ciento, que ha tratado de imponer la Comisión en su segundo dictamen, porque entonces se iría creando un fondo de reserva para ir redimiendo ese papel infalsificable, en el concepto de que no habría un superávit en los ingresos, con respecto a los egresos, y por tanto, el Gobierno no sufriría ningún perjuicio. Ahora bien, veamos la cuestión desde el punto de vista que la han tratado algunos diputados para enfrentar a vosotros con el monstruo, con la cuestión más delicada, con la cuestión internacional. Pues, señores diputados, no es verdad aunque el sofisma, aunque la cultura, aunque la ilustración de ciertos señores que saben manejar diestramente la palabra, vengan a deciros que esta es una deuda internacional, que puede convertirse en un momento dado en internacional; no es verdad, es una deuda interior, si acaso es deuda. Ustedes dirán: ¡que tesis tan gravísima y audaz la que expone ese diputado que está en la tribuna! Pues esa es la honrada, la justa, la verdadera. Muchos ejemplos tenemos, señores diputados, muy semejantes al asunto que en este momento nos tiene en la candente arena de esta formidable discusión. En Francia se presentó un ejemplo semejante; y aquel papel que se había lanzado con motivo de la gran Revolución, aquel maremágnum de sangre y fuego, de crímenes y de gloria, en aquella gran Revolución también se tuvo necesidad de expedir un papel moneda y ese papel, que después fue perfectamente desconocido por el Gobierno, no constituyó una deuda interior del Gobierno ¿Por que? Porque aquella Revolución había sido en favor de la colectividad, y todos los miembros que tengan un estudio formado, todos, en suma, todos en conjunto, convendrán que esa misma colectividad era la que se beneficiaba. En Estados Unidos del Norte, cuando la Revolución del Norte y de Sur, aquella Revolución en que también tuvo que quedarse un papel que subscribió el Sur y un papel sentaba aquel papel que había emitido el Norte, sobre el Sur se desconoció totalmente el papel del Sur, como aquí ha sucedido con el papel de Francisco Villa, y, en esencia, en substancia, también vino el desconocimiento del papel del Norte, no vino un pago efectivo de las cantidades que representaba aquel papel que había emitido el Norte ¿Por qué? Por la razón colectiva, solciológica y política que antes he dado. Esta es la verdad, pero no conviene a muchos especuladores, pero no conviene a muchos mercaderes, a muchos monopolizadores, y entonces gritan a los cuatro vientos, como si fuera el grito formidable de un sentimiento intensamente patrio, de una idea intensamente nacional: "El Gobierno Constitucionalista ha dicho que reconoce esta deuda; por lo tanto, como deudor honrado, tiene necesariamente que reconocer esta deuda." Es mentira; si honradamente tratamos el punto, no hay deuda del Gobierno Constitucionalista con motivo del papel infalsificable, a no ser la deuda que tiene con tres o cuatro individuos paniaguados de la política, que han monopolizado el papel, porque éste no existe ni en el pueblo, ni en las clases obreras, ni en la clase media, sino en tres o cuatro compañías y en tres o cuatro individuos paniaguados de la política actual. Esta es la verdad, señores diputados. (Voces: ¡A votar, a votar!) ¿Quiénes tienen el papel infalsificable? Ya lo dijo el C. Zubaran: la compañía X, la casa F, la Z

El C. Secretario López Lira: Habiendo transcurrido

el tiempo reglamentario, se pregunta a la Asamblea si permite que siga el orador en el uso de la palabra. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Se concede permiso.

El C. Martínez de Escobar continúa: Tres palabras nada más. La casa X, la casa Z, ¿ustedes se imaginan la cantidad de papel que esos señores van a acaparar con motivo del papel infalsificable, si aprobamos el dictamen? Ya se ha dicho aquí en la tribuna: desenfrenadamente se compra el papel; se dio un hidalgo, diez pesos oro nacional, por tres mil y hasta por cinco mil pesos infalsificables, y, en cambio, se ha estado vendiendo a doscientos y trescientos, y en estos momentos, en que ha producido una verdadera baja por no aceptarse el proyecto de la Comisión, se ha vendido a seiscientos. De todas maneras, ya se han enriquecido formidablemente, y los que no lo han hecho ha sido porque quisieron enriquecerse mucho más, en caso de que se aprobara el dictamen; tales personas, que son unos cuatro o cinco que han acaparado esa gran riqueza, no pueden hacer que la deuda se convierta en internacional. ¿Por qué razón, señores diputados? Estando de Abogado Consultor de la Secretaría de Relaciones, allá en Veracruz, recuerdo que en Estados Unidos, en determinado Estado, no recuerdo cuál, se falsificaba el papel; estaban allí los instrumentos del delito, estaba allí la maquinaria donde se falsificaba el billete, estaban identificados los falsificadores; y, sin embargo, en esa Nación, por más que el Consul que representaba al Gobierno Constitucionalista hacía gestiones ante las autoridades americanas mostrando el cuerpo del delito y denunciando a los individuos falsificadores, tales autoridades contestaban: "Y qué, ese es un papel como cualquiera otro, que ha surgido para satisfacer las necesidades de una Nación, pero no es un papel que represente un solo centavo: no es una moneda. Por tanto, esos individuos no son falsificadores." Y esto decían, a pesar de que realmente estaban falsificándose millones de pesos del papel de Veracruz. (Aplausos.) Veamos, no la superficie de las cosas, sino el fondo, la esencia, y no se nos diga que por eso se creó el infalsificable. El infalsificable, económicamente, no tiene otra razón de ser que la misma del papel de Veracruz, sino que tuvo necesidad el Ministro de Hacienda, por la psicología de las multitudes, de decir que se garantizaba por determinado valor; pero en Estados Unidos tampoco se reconoció el papel infalsificable como moneda que representara valor fijo. Por tanto, no es posible que ningún ciudadano de aquel país pueda decir, en vista de los antecedentes expuestos, que tiene un papel que represente tal o cual cantidad en oro nacional; no es posible, ya hay antecedentes sobre esto, y solamente podría suceder que algunas compañías nacionales o extranjeras que radican aquí, pasaran ese papel, acaparado por ellas, a individuos que no son mexicanos, con objeto de hacer después la reclamación; pero entonces la Nación mexicana tendría derecho a hacer historia de esos antecedentes y no podría estar obligada jamás a pagar ese papel. Lo honrado, lo justo, lo sincero, señores diputados, es que nos e perjudique el pueblo, que no se perjudique el soldado constitucionalista, que no se perjudique el empleado que está diariamente desplegando sus energías y sus esfuerzos, ya en la Secretaría de Guerra, ya en la Secretaría de Fomento, en todas partes; es absolutamente necesario hacer abstracción del papel infalsificable. Naturalmente que pondrán el grito en el cielo tres o cuatro individuos, cuyos nombres no pronuncio, porque todos vosotros los conocéis, pero si ustedes me dijeran pronúncialos, no tendría inconveniente en pronunciarlos, porque yo siempre me conducido con honradez en todos mis actos. (Voces: ¡Pronúncialos!) Yo podría interpelar a los señores Esquivel, Zubaran y Cravioto, y ellos me dirían quiénes son. (Voces: ¡Nombres, nombres; pruebas, pruebas!) ¿Quiénes son, señor Cravioto, los individuos que usted cree que monopolicen el papel y que son paniaguados de la política? ¿No lo sabe usted? Honradamente conteste.

El C. Cravioto: Ya hablaré yo

. - El C. Martínez de Escobar: Bueno, no necesito hacer interpelaciones, ya todos los sabemos; son axiomas que están en la conciencia íntima de cada ciudadano de la República. (Voces: ¿Quiénes, quiénes?) Pues son Nicéforo Zambrano, Manuel Amaya, etc. (Aplausos.) Yo no tengo miedo de callar ningún nombre. (Voces: ¡Pruebas, pruebas!) No podría traer las pruebas, pero es una cosa que está en la conciencia de todos; por lo tanto, así como en Francia y en Estados Unidos y en todos los pueblos que han venido estremeciéndose al contacto de conmociones populares, al contacto de grandes revoluciones, han tenido que desconocer un valor ficticio, ¿por qué, señores diputados, no iba a lanzar esta Cámara un decreto desconociendo absolutamente el valor del papel infalsificable, que lo tienen tres o cuatro personalidades físicas o morales acaparadoras de ese papel? Se me dirá que en estos momentos no tiene facultades la Cámara o el Congreso; pues allí viene el mes de septiembre y entonces yo interpelo a los abogados jóvenes e inteligentes, como el señor Acuña y el señor Medina Hilario. señor Medina, ¿usted cree que en el mes de septiembre o de octubre se podrá lanzar un decreto desconociendo esos valores?

El C. Medina Hilario: Sí se puede, señor. (Aplausos.)

El C. Martínez de Escobar: Entonces esto sería lo honrado, lo digno y lo patriótico en último caso; de todas maneras, no hay aquí derecho ni izquierda, aquí no hay términos medios, aquí no hay más que mexicanos bien nacidos y mexicanos mal nacidos. (Aplausos.) Y todos los mexicanos de esta Cámara se levantarían como un solo hombre para decir: ¡Maldito sea ese dictamen que presenta la Comisión! (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cravioto.

El C. Cravioto: Señores diputados: Nunca ha sido más pesado para mí subir las gradas de esta tribuna, que ahora que parece ser un calvario. En efecto, no sólo vengo a hablar a riesgo de que se me diga que me ha comprado un coyote, sino que ya me adjudiqué el epíteto de mal nacido que nos ha otorgado el señor Martínez de Escobar a los que no pensamos como él y hasta el de maldito. ¡Bendito sea el señor Martínez de Escobar!

Por primera vez, señores diputados, comenzaré mi discurso solicitando la benevolencia indulgente de la Asamblea, aunque esta solicitud no esté presentada con el timbre de ley, sino con un timbre más valioso, el de mi completa sinceridad. En efecto, señores diputados, vengo aquí a tratar un asunto para el que no tengo preparación, vengo a exponer sinceramente algunas objeciones que me parecen racionales, en contra de los señores que han objetado el proyecto del Ejecutivo; y vengo con la mejor buena fe de que, si después de exponer esas razones me convence la comisión o los estimables compañeros que han impugnado la existencia del papel infalsificable, votaré con ellos (Voces: ¡No se convence!) Yo no sé por qué el señor Zapata y el señor Martínez de Escobar han declarado la muerte rotunda del papel infalsificable. El señor Martínez de Escobar nos invitaba hasta a tomar vela en este entierro; y yo declaro que si tomamos esta vela vamos a causarle muchos desvelos a la patria. El papel infalsificable, al igual que aquel sucedido bíblico que no recuerdo al pie de la letra, pero en que el divino Jesús - no Urueta, sino el otro - declarado vivo a un muerto que ya hedía; el papel infalsificable ya hiede, es verdad, pero no está muerto. El papel infalsificable sufre actualmente una catalepsia y ¡quiera el bien de la patria que no surja a la vida a cañonazos! En efecto, señores diputados, mucho se ha insistido sobre el argumento sentimental para conmover a la Asamblea, pero no se le ha hablado demasiado con la insistencia que se debía, sobre un argumento que me parece capital y trágico; es el argumento internacional. Esta es la razón más fuerte que he tenido yo para venir a esta tribuna. El papel infalsificable no está muerto, porque detrás del papel infalsificable está el derecho del Primer Jefe con amplias facultades como Jefe de la Revolución y como Presidente del Gobierno "de facto," declarando al mundo, no nada más a la Nación, porque aquí también hay extranjeros, que el Gobierno Provisional de la República, Gobierno legal para nosotros y para algunas Cancillerías, garantizaba el papel infalsificable con veinte centavos oro nacional por cada peso de esa emisión ¡Esa es la triste realidad! Es verdad que esto tiene un carácter de deuda interior y que si a nosotros los mexicanos se nos puede aplicar la famosa ley de la economía política que rige entre nosotros y que yo llamo la ley del "pujido," que cuando no pagan no hay más que pujar y aguantarse; pero esto no reza con las cancillerías extranjeras, sobre todo con la Cancillería americana. El señor Velázquez, con toda atingencia, con toda la madura experiencia de nuestra historia y conocimiento de nuestros conflictos interiores y exteriores, ha llamado la atención de la Cámara sobre este punto. El crédito de México nunca ha estado en la solvencia del Gobierno, en el crédito de los políticos; ha estado en los cañones de los que nos prestan el dinero. Esta es una dolorosa verdad; si vais a hojear las paginas de nuestra historia, en la mayor parte de nuestros conflictos internacionales la base primordial, oculta o visible, ha sido la falta de pago del Gobierno, ya sea a sus servidores, ya sea a los que tienen bonos de compromiso de deuda de carácter más o menos interior o exterior; por lo tanto, señores diputados, repito no recoge ese papel, aunque vosotros en un momento de sentimentalismo patriótico rechacéis la existencia de este papel, esto no quiere decir que para el porvenir esté nulificado, esto no quiere decir que cerréis las puertas a futuras martingalas diplomáticas que pueden costarnos una serie de conflictos cuya trascendencia no se puede prever. Además señores diputados, los argumentos torales, por decirlo así, que se han esgrimido en contra del proyecto, son, como dije, de puro carácter sentimental; el más formidable es exaltar a la Asamblea en contra de los especuladores de la miseria del pueblo, a los que yo también con toda mi energía maldigo. Pero digo yo, en primer lugar, que no es verdad el dato que indicó el general Siurob, aunque de toda buena fe, sobre el monto de la cantidad de papel infalsificable que existe en el público; él dijo que el importe total de la emisión es de quinientos millones de pesos; no es así; la emisión fue de seiscientos millones de pesos, por más que es verdad que los billetes de uno y dos pesos que se emitieron no llegaron a circular, porque en ese tiempo el papel sí era verdaderamente infalsificable, como decían por allí que era infalsificable porque ya no valía la pena de falsificarlo. Probablemente esos son los cien millones de pesos en papel que existen en la Tesorería General, pero quedan 500 millones o algo menos que yo no podría precisar, como nadie lo puede hacer. De todas maneras, sí es verdad que hay alrededor de cuatrocientos millones de pesos entre el público nuestro.

El C. Padilla: Son doscientos sesenta y ocho millones. (Voces: ¡No oye!)

El C. Cravioto: Bueno, para mi argumentación eso no vale nada. Mi argumentación es esta: ustedes sabrán que hace muy poco tiempo la mayor parte de las casas de comercio, la mayor parte de los bolsistas, la mayor parte de los Bancos, empezaron a repartir y a fijar anuncios muy llamativos, volviendo a la vista económica al papel infalsificable, ofreciendo al público pagarlo a precio excelente; esto se debió indudablemente al anuncio que se había hecho de la ley de no recuerdo cuándo, creo que de hace dos meses. en que se fijaba el impuesto adicional que ahora propone el Ejecutivo que subsista. Pues bien, desde entonces, todo el daño que pueda haber hecho esa ley en el pueblo ya está hecho; yo sí me aprestaba a combatir la iniciativa de la Comisión, que era verdaderamente peligrosa y verdaderamente gravosa para la situación inaguantable ya de nuestro pueblo, y que por fortuna la Comisión ha retirado; pero yo pregunto con toda buena fe: ¿Qué vamos nosotros a ganar a cambio de suprimir el papel de este impuesto adicional? ¿Vamos a aliviar al pueblo? No; el daño que recae sobre el pueblo ya está hecho; todos los especuladores han acaparado el papel por una parte; pero los especuladores no lo tienen todo; la mayor parte del papel existe en los importadores; éstos han comprado el papel con tiempo, cuando estaba barato, precisamente para prepararse a pagar los impuestos; así es que, como digo, el mal ya está hecho, porque estos individuos han calculado ya

en los precios actuales de las mercancías las cantidades que corresponden a las que ellos pagaron por el papel, previas la ganancias, naturalmente; así es que los precios actuales corresponden ya al impuesto actual en la mayoría de las mercancías. (Voces: ¡A votar, a votar!) Por lo tanto, ¿qué gana el pueblo? es lo que yo pregunto. En cambio, sí pierde con lo que proyectan los señores del contra. Hay dos remedios o tres, todos ingeniosos; uno creo es del señor Zapata, que decía que pusiéramos, en vez de un peso papel como impuesto adicional, el diez o el veinte por ciento oro nacional, y que con este dinero el Gobierno fuera haciendo un fondo para comprar después el papel infalsificable y redimirlo de esta manera. Yo creo que ya todos han reflexionado en que esto es absurdo y que da un resultado enteramente contraproducente del que deseamos. La mayor parte de los impuestos están de tal manera recargados ya en, que es imposible que puedan resistir un diez o un veinte por ciento más. Ahora bien, suponiendo que el pueblo hiciera este nuevo sacrificio, que no le debemos imponer, ¿querría decir que el Gobierno tendría facilidades para redimir con poco dinero el papel infalsificable? Esto no es verdad; desde el momento en que el Gobierno empezara a comprar, aun cuando fuera por trasmano, lo que yo juzgo inmoral, el papel infalsificable, desde ese momento subiría de precio; la deuda aumentaría, y como todas las deudas van a dar indefectiblemente sobre la gente pobre que no tiene para esperar, sino que vive al día con el esfuerzo de su trabajo, vamos a agravar enormemente la situación económica del pueblo bajo. (Voces: ¡No!) Esto es cierto. Si el Gobierno no recoge el papel por este medio indirecto, la especulación va a ser mayor y el peligro va a hacer más formidable; voy a decir por qué; hoy damos nosotros una ley que no será aceptada en las cancillerías, declarando que desconocemos la deuda de la Revolución, que el papel para nosotros nada vale. ¿Creen ustedes que nada vale por eso? Lo único que se conseguirá es bajarlo de precio indefinidamente, ponerlo a diez mil por hidalgo o a más bajo precio. Ciertos individuos que no tienen patriotismo, cuando se trata de números pasarán todo su papel a manos extranjeras para que estos individuos repitan las hazañas de Jecker o las famosas de los pasteleros franceses. Con trescientos o cuatrocientos pesos nos podrían cobrar en el porvenir cuatro o cinco millones de pesos por medio de sus cancillerías. Ustedes saben cual fue el origen de los bonos de Jecker; allí está la triste experiencia. Desearía que me contestaran esta interpelación los señores financieros. Para concluir, felicito personalmente al señor Martínez Escobar, presidente flamante del bloque del Partido Liberal Constitucionalista, porque el único entierro efectivo a que nos ha venido a invitar es al del "P.L.C."

El C. Martínez de Escobar: ¡Miente usted!

El C. Cravioto: Voy a decir por qué. El señor Martínez Escobar ha declarado que ha ingresado como miembro del Partido Liberal Constitucionalista, siquiera sea el seudónimo el señor "Rip Rip" de la doble inscripción funeraria. La primera inscripción funeraria para ese partido la han puesto los señores renunciantes y la segunda inscripción la han colocado los jóvenes revolucionarios encabezados por el señor Martínez de Escobar, a quien felicito. Yo declaro, pues, bien muerto al Partido Liberal Constitucionalista, porque es.....

El C. Martínez Joaquín: Moción de orden. No está eso a discusión.

El C. Padilla: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Cravioto: Los felicito también, porque dicen que renovarse o morire; tal vez el "P.L.C." sean en el porvenir "Partido Luis Cabrera." (Aplausos y risas.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Padilla.

El C. Padilla: Señores diputados: Aunque el diputado Cravioto ha declarado que hoy en más esta tribuna es un calvario, yo vengo con gusto a que se me crucifique aquí. (Aplausos.) Debo explicarme. Como miembro de la Comisión fui el iniciador de la adición al proyecto de ley de ingreso retirando el papel infalsificable de todos los impuestos, según fue plausiblemente aprobado por la Asamblea. No pretendo recoger laureles, porque estoy guiado por un criterio eminentemente justo, eminentemente observador. Puede ver el efecto que en el público había causado y pude convencerme de que en último caso no íbamos a proteger más que a los ciudadanos coyotes, según la gráfica expresión del C. Hay. No quise hacerme cómplice de esta ignominia y por eso fui el primero en suprimir la adición al dictamen de la Comisión. Ahora bien, al debatirse al cuestión de la adición del papel infalsificable de la fracción XII, he estudiado el asunto y me he convencido de que aquí no hay más que dos interesado; uno, el Gobierno, y otro, los especuladores. El Gobierno podrá ser beneficiado con que aceptemos este impuesto y de una manera inmediata recogerá los frutos más inmediatos y de una manera efectiva beneficiaremos de paso a los coyotes, a los acaparadores, aquellos que han especulado con la sangre del pueblo, aquellos que han jugado con el sudor de los trabajadores y que han acaparado los montones de papel por nada. ¿Qué vamos a hacer? El Gobierno puede recoger el papel hoy o mañana o dentro de diez años pero el resultado para la Nación, en último caso, será el mismo; de manera es que poniéndonos dentro de los términos enteramente lógicos, dentro de los términos enteramente razonables, vamos a pensar lo que es más conveniente para los intereses de la patria. ¡Que se hundan los coyotes, no nos importa a nosotros!, porque yo creo que entre los señores diputados no puedo hacer la ofensa de que haya aquí ningún coyote. (Voces: ¡Quién sabe!) Señores diputados: se ha esgrimido aquí como argumento, para que el Gobierno sostenga su papel infalsificable, lo de que en el derecho de 28 de abril de 1916 se garantiza el papel infalsificable con la suma de veinte centavos oro nacional por cada peso papel; pero vamos a ver qué forma. El artículo 11 del decreto de referencia dice lo siguiente: "El Gobierno nacional garantiza el valor de veinte centavos oro nacional por cada peso del nuevo papel infalsificable que se emita. Esta garantía se hará efectiva por conducto de la Comisión Monetaria en los términos que determine el decreto respectivo."

Ahora bien, el decreto respectivo no se ha expedido todavía; así es que el Gobierno está en su perfecto

derecho de redimir el papel infalsificable, ya sea convocando a sorteos al público tenedor de este papel para que lo deposite en las oficinas públicas, así como lo hizo con el papel de Veracruz, o en sorteos decenales, es decir, por décadas, redimiendo anualmente la décima parte del stock monetario y en la forma de sorteos pagar determinada cantidad, según las bases del decreto. Creo, señores diputados, honradamente que esta sería la manera más eficiente y más económica en las actuales circunstancias del Estado nacional para redimir esta deuda. De paso, el Gobierno limitando la demanda del infalsificable no beneficiaría a los acaparadores ni a los coyotes y sí cumpliría honradamente con los compromisos que tiene contraídos con la Nación. Así es que, por más que mi firma aparecen en el dictamen de la Comisión y en el dictamen presentado posteriormente a él, he reflexionado y vengo a proponer a Vuestra Soberanía que no aceptéis el impuesto en infalsificable, cuando menos para los derechos de importación y exportación. Voy a fundarlo. Los derechos de importación y exportación tiene que pagarlo, además de los grandes comerciantes importadores y exportadores, todos y cada uno de los elementos particulares que hacen pequeñas importaciones por correo; éstas, aunque a primera vista parecen despreciables, son en gran número. ¿Qué sucederá si sostenemos ese impuesto? Que la señorita empleada, que el último ciudadano, el de más pequeños arbitrios que importe un pequeño bulto postal a los Estados Unidos, por ejemplo, que no tiene papel porque se ha desprendido de él de una manera impensada, del papel que había ganado con el sudor de su trabajo, tiene que ir al coyote a comprar cinco, diez o quince pesos de papel, y de allí saldrá una demanda constante que no irá a aprovechar, en último caso, más que a los vampiros de la calle de Capuchinas. Por eso. Señores, yo, como miembro de la Comisión, acepto que se me crucifique en esté capítulo, aunque se me diga que contradigo mis opiniones, porque, ante todo, soy honrado. (Aplausos y voces: ¡Bien por Jesucristo!)

El C. Zubaran: Pido la palabra para hacer una aclaración.

El C. Secretario López Lira: Han hablado en contra los CC. Zubaran, Aveleyra, Siurob, Zapata, Martínez Escobar y Padilla, y en pro la comisión y los CC. Padrés, Nieto, Velázquez, Robles Domínguez.....

El C. Zubaran, interrumpiendo: Yo he pedido la palabra desde las cuatro de la tarde para hacer una aclaración; si la Mesa me la niega, perfectamente.

- El mismo C. Secretario: Robles Domínguez y Cravioto. Están inscriptos en contra los CC. Zubaran, Sánchez José y Aguirre Colorado; en pro están inscriptos los CC. Villarreal Filiberto, Sáenz, Cienfuegos, Acuña, Parra, Cepeda Medrano, Padrés, Medina Hilario y el C. Manrique para hechos, y conforme al artículo reglamentario, se pregunta a la Asamblea.....

El C. Silva Herrera, interrumpiendo: Yo estoy inscrito inmediatamente después para hablar en pro.

- El mismo C. Secretario: Está anotado Su Señoría entre los pendientes que faltan de hablar en pro. En votación económica se pregunta.....

El C. Medina Hilario: Para hacer una proposición que afecta a la votación. (Voces: ¡No, no!)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Medina.

El C. Medina Hilario: La proposición que yo voy a presentar a la H. Asamblea es una moción suspensiva que debe presentarse por escrito; pero si se recoge la votación en estos momentos, estoy imposibilitado después para presentar mi moción. Yo ruego atentamente a la Presidencia y a la Asamblea que me concedan un momento para presentar mi moción suspensiva y para fundarla. (Voces: ¡Que la funde, que la funde!)

El C. Secretario Mata: Reclamo el orden antes de que se le dé lectura a la moción. No puede interrumpirse la discusión de ninguna ley las mociones deberán ir después de que se.....

El C. Secretario López Lira: El artículo 107 del reglamento fija las condiciones en que puede suspenderse una discusión. Son las siguientes:

"1º. Por ser la hora que el reglamento fija para hacerlo, a no ser que se prorrogue por acuerdo de la Cámara; 2º. Porque la Cámara acuerde dar preferencia a otro negocio de mayor urgencia o gravedad; 3º. Por graves desordenes en la misma Cámara; 4º. Por falta de quórum; y 5º. Por proposición suspensiva que presenta alguno o algunos de los miembros de la Cámara y que ésta aprueba."

El C. Zubaran: ¿Qué miembro de la Comisión ha presentado moción suspensiva?

- El mismo C. Secretario: No se necesita; el artículo 107 dice que la moción suspensiva puede ser presentada por algún o algunos de los miembros de esta Cámara y que ésta la apruebe. "Artículo 108. En este último caso, se leerá la proposición, y sin otro requisito que oír a su autor, si la quisiere fundar, y a algún impugnador, si lo hubiere, se preguntará a la Cámara si se toma en consideración inmediatamente. En caso afirmativo, se discutirá y votará en el acto, pudiendo hablar al efecto tres individuos en pro y tres en contra; pero si la resolución de la Cámara fuese negativa, la proposición se tendrá por desechada.

"Artículo 109. No podrá presentarse más de una proposición suspensiva.....

El C. Zubaran, interrumpiendo: Ya es bastante. Pido la palabra en contra de la moción suspensiva sin conocerla y también para una aclaración.

El C. Secretario Mata: "Con dispensa de trámites pedimos: Suspéndase, para continuarla en la próxima sesión, la discusión del inciso XII del artículo 1º. de la ley de ingresos. - Hilario Medina. - Elíseo L. Céspedes. - E, Méndez. - J. R. Lizalde."

(Rúbricas.) La Mesa suplica a alguno de los autores de esta moción pase a fundarla

El C. Medina Hilario: Señores diputados: ¿Qué prisa nos corre, CC. diputados, pata votar precisamente hoy, para seguir discutiendo precisamente hoy un asunto de la importancia del que se está tratando en estos momentos? Yo confieso, CC. diputados, ingenuamente, humildemente lo confieso, que no me han bastado las luces arrojadas aquí por los diversos oradores tratando de esta materia, que no me bastan todavía las pocas que puede ministrarme la escasa ilustración que poseo para resolver

conscientemente este asunto, y yo claro que con esta advertencia envidio mucho a los diputados que ya lograron formar criterio; pero pregunto a esos ciudadanos: ¿Estáis seguros de que ese criterio al que habeís llegado sea la palabra definitiva, la solución del hondo problema financiero en el cual está suspensa la vida toda de la nación? (Voces: ¡No, no!) ¡Sí, señores, cómo no! En este problema están implícitas cuestiones que se refieren a la energía y a la lealtad de la Revolución; eso por lo que se refiere al pasado; están envueltas cuestiones que se refieren al crédito del actual Gobierno, crédito vacilante que no ha sido capaz para establecer el equilibrio del presupuesto, presupuesto que está por los suelos, según lo habéis visto; eso por lo que se refiere al presente. (Aplausos.)

Está implícita la vida nacional, vuelvo a repetir, porque la vida nacional, en los tiempos modernos, como todas las demás vidas nacionales, gravitan indudablemente sobre el crédito, ¿y ese crédito vamos a jugarlo aquí en una votación que dure quince minutos? (Voces: ¡No, no!) No, señores diputados esto es por lo que se refiere al porvenir; si pues al pasado, el presente y el porvenir nacionales dependen de la votación de este asunto, ¿cómo es que no tengo derecho para afirmar que graves problemas nacionales están envueltos en la resolución de este asunto? Y yo ingenuamente, yo sinceramente declaro, señores diputados, que no he logrado todavía llegar a una convección que me permita votar con toda conciencia, y repito que envidio a aquellos que ya llegaron a ella; ¿pero estáis seguros de haber resuelto el problema? Vamos, señores diputados, a trabajar una noche más, cada quien en nuestras casas, vamos a meditar sobre el asunto, vamos a hacer más acopio de datos, y mañana vendremos a resolverlo. ¿Qué os cuesta, señores diputados, aplazar esta cuestión doce horas más, para satisfacción a todos los intereses encontrado? (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Vadillo.

El C. Vadillo: ¿Qué prisa, señores diputados, tiene el ciudadano Medina en que se transfiere por veinticuatro horas más, o por doce horas más, la discusión de este asunto, que entraña tan graves problemas para la vida nacional? ¿Qué interés tienen los autores de la moción suspensiva para dar un excelente pretexto a la conveniencia de los especuladores del papel moneda durante doce horas más? (Voces: ¡Lista, lista!) Esta moción suspensiva, señores diputados, aun cuando está hecha con la intención más sana, que no podremos negar al ciudadano diputado Medina, tiene el aspecto y tiene la posibilidad de ser un pretexto para una jugada de bolsa, que se puede hacer de aquí a doce horas más. (Voces: ¡Lista, lista!)

El C. Medina: Pido la palabra para rectificar un hecho.

El C. Vadilla, continuando: ¡Una moción suspensiva en estos momentos! Deseo yo que los autores me expliquen este hecho; si una moción suspensiva, que limita el valor liberatorio del papel moneda claudicante en estos momentos no puede ser aprovechada para los mismos fines de especulación de que tanto se ha hablado aquí durante todas estas discusiones. Ese es el punto capital; y si los autores de la moción suspensiva me comprueban y me convencen de que esto no puede servir para un pretexto para estas especulaciones vergozosas, yo votaré a favor de esta moción suspensiva; si no me convencen, no votaré.

El C. Secretario Mata: Se pregunta a la Asamblea si se toma en consideración la moción suspensiva. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Sí se toma en consideración. Está a discusión. Los que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse. (Voces: ¡Lista, lista!)

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Zubaran.

El C. Zubaran: Señores diputados: He pedido la palabra en contra de la moción suspensiva a la discusión del dictamen, no porque yo considere que deba festinarse la discusión de lo que está en el tapete, pues, por el contrario, creo que debe ampliarse, que debemos discutir uno o dos días; pero, respetando muchísimo a los iniciadores de la moción, diré que la moción suspensiva se ha presentado en estos momentos porque ellos han notado que la psicología de la Asamblea es favorable a la idea de que no se aprueba el impuesto del papel infalsificable; la opinión de la Asamblea es que el papel infalsificable no figure en ninguna contribución. En veinticuatro horas, ¡cuánto puede cambiar la opinión de la Asamblea! Cuando llegamos, a las cuatro de la tarde, la opinión del ala derecha, en cierta forma era que subsistiese el impuesto, puesto que el Ejecutivo, con el decreto de 29 de marzo, por una razón, porque estaba puesto por el Ejecutivo. (Voces: ¡No!) Esa es mi opinión y tengo derecho a exponerla libremente. Yo no falto a ninguno de ustedes. Propongo a Vuestra Soberanía que nos constituyamos en sesión permanente, hasta acabar esta discusión. No vamos a festinar el asunto, vamos a discutirlo ampliamente; yo tengo algo que objetar y datos que aportan aquí todavía. (Voces: ¡Mañana; lista!) Yo quiero saber esto: la Mesa y las Comisiones nos han puesto en ridículo, estamos en la picota del ridículo toda la Asamblea. (Voces: ¿por qué?) Voy a probarlo, señores. Inmediatamente después de la lectura.... (Voces, murmullos.)

El C. Secretario López Lira: La Presidencia suplica a los señores diputados se sirvan escuchar al orador. (Aplausos.)

El C. Zubaran, continuando: Inmediatamente después de la lectura del dictamen, se dio lectura a una proposición que presentó la Comisión. ¿Qué entrañaba esa proposición? El retiro de la cláusula XII del proyecto a discusión. ¿Qué es lo que estamos discutiendo? ¿Estamos discutiendo la proposición? No, señores, la cláusula XII. ¿Qué motivos tuvo entonces la Comisión, y por qué la Presidencia, la Mesa, le dio entrada a esa proposición, insistiendo siempre en que se pusiese a discusión la cláusula XII? ¿Hay razón, hay lógica para esto? Yo quiero que alguno de los señores representantes me lo diga. Si retiraron ellos la proposición, yo pido que la Secretaría dé lectura al documento que presentó la Comisión, para seguir en el uso de la palabra. (Voces: ¡Lista, lista!) Señores, un poco de patriotismo, aunque sean las siete de la noche.

El C. Secretario López Lira: ¿Quiere Su Señoría

que le dé lectura exclusivamente a la parte resolutiva?

El C. Zubaran: Yo desearía que a todo, por que hay considerandos que necesito que se lean, en los que se refiere a la cláusula XII, relativa a esta proposición.

El C. Secretario López Lira: "Comisión de Presupuestos.

"Señor:

"Los subscriptos, miembros de la Comisión de Presupuestos y Cuenta, tiene el honor de presentar a la consideración de Vuestra Soberanía las siguientes proposiciones, que forman el dictamen que, con fecha 28 de junio último, presentóse a esta H. Asamblea; en el concepto de que los motivos que los han obligado a hacer la rectificación presente, pasamos a exponerlos:

"Cuando se presentó a nuestra consideración el proyecto de gravar con un impuesto adicional en papel moneda infalsificable el total de los derechos, cuya recaudación les está encomendada a las Aduanas de la República, a los impuestos especiales del Timbre y al importe de las cantidades que por concepto de fletes recaudan los Ferrocarriles, se nos hizo presente la conveniencia de que el Gobierno recogiera cuanto antes este papel moneda, a fin de evitar el acaparamiento que del citado papel fiduciario estaban haciendo algunos especuladores extranjeros que en combinación con algunos ambiciosos de nuestro país estaban consumando a gran prisa.

"Se nos hizo un llamamiento a nuestro patriotismo para acordar el impuesto adicional de referencia, y claro está que viendo la cuestión bajo este punto de vista, no vacilamos en que el Gobierno recogiera cuanto antes de las manos de los poseedores la mayor parte del papel infalsificable.

"Ahora bien, a pesar de la absoluta reserva que los subscriptos, miembros de la Comisión guardamos a fin de evitar que se hicieran especulaciones fraudulentas con el papel, hemos sido informados con bastante disgusto que desde que en el seno de nuestra Comisión se empezó a tratar este asunto se iniciaron inusitados movimientos bursátiles con el alza del papel, operaciones que a la fecha sabemos que han alcanzado proporciones fabulosas.

"La perfecta convicción de estas inmorales especulaciones no la pudieron tener los subscriptos sino hasta después de haber sido firmado el dictamen presentado a la consideración de Vuestra Soberanía; mas como quiera que por ningún concepto queremos que una iniciativa que fue acogida por la Comisión con la mejor buena fe venga a servir en último término de instrumento indirecto para que medren unos cuantos ambiciosos sin conciencia que han adquirido montones de papel moneda, arrebatándolo de las manos del pueblo a precios verdaderamente irrisorios; y considerando, por otra parte, que de aceptarse el impuesto adicional de referencia no obtendrá el Erario Nacional beneficios de resultado inmediato y positivo, puesto que el papel que se recoja no viene a aumentar los ingresos efectivos del Tesoro, hemos decidido exponer a vuestra consideración las siguientes proposiciones:

"1a. No es de aceptarse el impuesto adicional de un peso infalsificable sobre cada peso oro nacional que se cause en la totalidad de los derechos que con este impuesto adicional se proponen en el dictamen de la Comisión para el presente ejercicio fiscal.

"2a. Acéptese el impuesto adicional de referencia únicamente para los derechos ya gravados con tal impuesto hasta 30 de junio próximo pasado.

"3a. En lugar del impuesto adicional en papel moneda, decrétese un recargo adicional de un diez por ciento en oro nacional sobre la totalidad de los derechos que según el dictamen de la Comisión aparecen gravados con impuesto adicional en papel infalsificable.

"4a. Concédese: permiso a la Comisión para retirar su dictamen y presentarlo reformado en el sentido que proponemos."

La Secretaría informa que la cláusula 2a. acepta el impuesto adicional de referencia únicamente para los derechos ya gravados con tal impuesto; está incluido en la fracción XII que se discute y que considera ese impuesto adicional para las contribuciones de que se trata en las fracciones I y II del artículo 1º.; por eso es que se ha puesto a discusión en fracción.

El C. González Jesús M.: Moción de orden.

El C. Zumbarán: Permítanme que siga en el uso de la palabra, es muy poco lo que tengo que decir.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. González para una moción de orden.

El C. González Jesús M.: Me parece que cuando se presentó la moción suspensiva a la Asamblea, se preguntó a ésta si se tomaba en consideración y, por una mayoría aplastante, estuvieron de acuerdo en que se aceptara esa moción suspensiva. ¿Por qué es, pues, que continúa la discusión del dictamen? (Voces: ¡No hombre, es la discusión de la moción!)

El C. Zubaran, continuando: Pues, señores, ya oyeron ustedes la lectura de la proposición de la Comisión. El señor Nieto nos dijo esta mañana que las facultades extraordinarias cedían conforme la Representación Nacional fuese dictaminando y fuese poniendo los puntos sobre las íes. Aquí la Comisión y dice: "Derecho adicional de un peso infalsificable sobre cada peso oro nacional que se cause por los derechos comprendidos en las fracciones de esta ley, con excepción de los derechos a que se refieren los incisos B y C de la fracción XI, en virtud de que dichos derechos son cobrados por los agentes diplomáticos de México en el extranjero." Y allí en la moción se dice: "En lugar del impuesto adicional en papel moneda, decrétese un recargo adicional de un diez por ciento en oro nacional sobre la totalidad de los derechos que, según el dictamen de la Comisión, aparecen gravados con impuesto adicional en papel infalsificable." Ya ellos allí legislan, fijan un derecho adicional sobre lo que impuso el Ejecutivo durante el período Preconstitucional. Yo deseo que la discusión sea muy amplia, pero que no se deje para mañana, sino que nos constituyamos en sesión permanente... (Siseos.) ¡Un momento de patriotismo, señores! Si la Asamblea no quiere que continué, renuncio al uso de la palabra. (Aplausos.)

El C. Secretario López Lira: De conformidad con el artículo 107 del Reglamento y habiendo transcurrido la hora reglamentaria, se pregunta a la Asamblea si se prorroga la sesión. Los que deseen que se continúe la sesión y se proceda a pasar lista. (Comenzó a pasar lista.)

El C. Manrique, interrumpiendo: Para una moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: señores diputados: La Presidencia me ha concedido la palabra para una moción de orden y suplico a ustedes me concedan un poco de atención. Yo creo que la Presidencia va a citar para mañana, a las nueve de la mañana, pero como entiendo que ya no hay ningún asunto de urgencia que justifique la necesidad de que nos estemos reuniendo a mañana y tarde, es conveniente que ya no tengamos más que una sesión, bien por la mañana o por la tarde, porque de otra manera el resultado es que no estudiaremos las cuestione en realidad y los discursos que se pronuncien en un sentido o en otro estarán basados, no en la ciencia económica, sino en la experiencia de cada uno de los oradores y más que todo en lo que nuestra buena voluntad nos pueda sugerir; obraremos aquí de una manera empírica sin basarnos en fundamento alguno científico. En consecuencia, es preferible que tengamos sesiones por la tarde y que dediquemos la mañana para estudiar todos estos asuntos.

El C. Secretario López Lira: La Mesa informa que existiendo un acuerdo de la Asamblea, esto sería motivo de reconsideración. (Voces: ¡ Lo derogamos!)

El C. Prosecretario Magallón: La Mesa suplica a los miembros de la Asamblea se sirvan ocupar sus asientos.

El C. Secretario López Lira: Se continuará la lista hasta que los señores diputados ocupen sus curules. (Aplausos. Pasó lista.)

El C. Presidente, a las 7.15 p.m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las nueve en punto.

El Jefe de la Sección de Taquigrafía,

JOAQUIN Z. VALADEZ.