Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170711 - Número de Diario 80

(L27A1P1eN080F19170711.xml)Núm. Diario:80

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 11 DE JULIO DE 1917

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

PERÍODO EXTRAORDINARIO XXVII LEGISLATURA TOMO 1.- NÚMERO 80

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 11 DE JULIO DE 1917

SUMARIO

1. Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior. Se da cuenta con los asuntos en cartera.- 2. Es discutido el inciso B de la fracción XIII, del dictamen de la Ley de Ingresos. Es aprobada una proposición para que sea llamado a informar el C. Subsecretario de Hacienda.- 3. Es puesto discusión el inciso C.- 4. Se aprueba, a iniciativa a varios CC. diputados, que haya dos sesiones diarias. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. NARRO REYNALDO

(Asistencia de 166 CC. diputados.)

El C. Presidente a las 9.15 a. m.: Se abre la sesión de la Cámara de diputados.

- El C. Secretario Padrés leyó el acta de la sesión anterior. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobada.

- El C. Secretario Mata dió cuenta con los siguientes asuntos en cartera:

Circular del Gobierno del Estado de Colima, participando que, con fecha 30 de junio último, tomó posesión del cargo de Gobernador constitucional de esa Entidad, para el cual fue electo popularmente el C. J. Felipe Valle, después de haber rendido la protesta de ley respectiva ante la Legislatura local y por entrega que le hizo el C. general Juan José Ríos. Participa también esta circular que fue nombrado Secretario General de Gobierno, con carácter provisional, el C. licenciado Ramón Ahumada.- De enterado.

Petición de varios ciudadanos mecanógrafos de la Secretaría de Estado, Negocios Exteriores, para que en el nuevo presupuesto se les considere con mayor retribución de la que disfrutan.- A la Comisión de Presupuestos.

Escrito de la señora Agustina Alcaraz, solicitando le sean devueltos unos documentos que acompañó a su solicitud de pensión.- A la Comisión de Peticiones, que tiene antecedentes.

Memorial firmado por el Presidente y Secretario del club "Manuel González" de Estación González, protestando contra actos del Presidente municipal de Tampico, en la campaña electoral.- Dígase a los peticionarios que deben dirigirse a la autoridad correspondiente.

Circular de la Liga de Marinos del Pacífico de Mazatlán, Sinaloa, comunicando haber quedado constituido .- De enterado.

Escrito del C. licenciado Antonio V. Quiroz, en que manifiesta que el Ayuntamiento le dió un cese como juez 1º. menor, juzgando indebida tal resolución y pidiendo que el H. Congreso de la Unión considere el asunto.- A la Comisión de Peticiones.

Memorial subscripto por varios vecinos de Tapachula, Chiapas, en que protestan contra los procedimientos de la agencia forestal de esa ciudad.

- A la Comisión de Peticiones.

Memorial del C. Juan Flores Martínez, recluido en la Penitenciaría del Distrito Federal, pidiendo se expida la ley reglamentaria del jurado.- A la Comisión de Peticiones.

Escrito del C. Mariano Plaza, solicitando pensión por haber muerto en campaña su hijo el teniente Mariano Plaza jr.- Resérvese para el período ordinario de sesiones.

Solicitud de la señora Ana María Alonso de Mascarúa, para que se le conceda una pensión por haber fallecido su hijo, el conductor de trenes militares Francisco Mascarúa Alonso, en un atentado zapatista.- Resérvese para el período de sesiones.

Escrito de la señora Juana Betancourt de Pedraza, por el cual solicita pensión por los servicios prestados por su hijo el soldado Alberto Pedraza, muerto en campaña.- Resérvese para el período ordinario de sesiones.

Solicitud firmada por el C. Francisco J. Rojas, a fin de que se le conceda una pensión por los servicios prestados a la Nación por su hijo, el capitán 2º. de caballería Daniel Rojas, muerto a consecuencia

de enfermedad contraída en campaña.

- Resérvese para el período ordinario de sesiones. Telegrama procedente de la ciudad de Puebla y firmado por el C. Rómulo Munguía, en que se protesta por la clausura de los talleres y oficinas de un periódico, ordenada por la Secretaría de Hacienda.- De enterado y transcríbase al Ejecutivo.

Mensaje fechado en la ciudad de Orizaba, Veracruz, y subscripto por el C. Guillermo Hernández, en que se denuncia la aprehensión de un ciudadano civil, llevada a cabo por un jefe militar.- De enterado y transcríbase al Ejecutivo.

El C. Blancarte: Pido la palabra en contra de ese trámite.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Blancarte.

El C. Blancarte: Pedí la palabra en contra del trámite de la Mesa, porque se trata de una violación constitucional en la libertad, es decir, en los derechos de un individuo que se encuentra detenido a disposición de las autoridades militares, violándose así la Constitución. Estando ya establecidos en toda la República los jueces de Distrito y la Suprema Corte de Justicia, de tal manera que el camino está muy marcado ya, se debe pedir amparo ante el Juez de Distrito y nosotros no debemos transcribir el documento al Ejecutivo, porque se trata de funciones netamente judiciales. Si cabe algún castigo para los militares, también está marcado el procedimiento y no hay razón para que aquí se conteste de enterado y se transcriba al Ejecutivo: El trámite debe ser: Diríjanse a las autoridades judiciales a quienes corresponda.

- El mismo C. Secretario: La Mesa, por conducto de la Secretaría, hace esta aclaración: Habiendo sido preso un civil por autoridades militares, la Mesa cree que con transcribir el documento al Ejecutivo, él dará las órdenes necesarias para que sea garantizada la libertad del interesado. La Mesa sostiene su trámite. En votación económica se pregunta si se aprueba el trámite de la Mesa. Los que estén por la afirmativa sírvanse poner de pie. Aprobado.

El C. Presidente: Con el fin de poner a votación cada uno de los incisos, la Mesa va a someter a discusión el primero para que se pongan después a votación.

El C. Secretario Mata: "B. Contribución federal sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras, de los Estados, Territorios, Distrito Federal y Municipios de los mismos, que se causará y percibirá en la forma prescrita por decreto de junio 9 de 1917 y disposiciones relativas."

El C. Acuña: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Acuña: Señores diputados: Yo no voy a hacer ninguna observación ni objeción alguna en lo particular a cada una de las partidas de la ley de ingresos; quiero hacer una observación de carácter general y es la siguiente: Nosotros estamos atravesando en estos momentos por una época anormal y es necesario que recurramos a la historia para saber en qué forma se han salvado esas épocas anormales. Tenemos nosotros en el presupuesto general que se ha de presentar, que podemos dividirlo en dos partes: Una que se refiere a los gastos normales y otra a los gastos anormales o extraordinarios. Vuelvo a repetir que quiero hacer una simple observación a las Comisiones y es siguiente: Vamos a suponer nosotros que el presupuesto del ejercicio fiscal de 1912 a 1913 alcanza la suma de ciento veinte millones de pesos. Estamos en el derecho de preguntarnos a cuánto ascenderán los gastos extraordinarios en el ejercicio fiscal de 17 a 18. Conocidos los gastos ordinarios, pasamos después a preguntar por los extraordinarios. ¿Conque cómo hacemos para saber cuáles son los gastos ordinarios de 17 a 18? Yo creo que es muy sencillo saber eso. Hay una regla económica, mejor dicho, una verdad económica que dice que año por año se irán aumentando los presupuestos; es una ley natural, forzosa; consultando cualquier estadística, se ve que, de ejercicio en ejercicio, van aumentando los gastos del presupuesto. Pues bien, si en el ejercicio de 1912 a 1913 el presupuesto alcanzó la suma de ciento veinte millones de pesos, ¿Cuál es la que debemos tener ahora para época anormal? Yo veo la cuestión muy sencilla, sería cosa de consultar un quinquenio anterior, descorriendo cinco años, hasta llegar a 907 a 908. Si de 908 a 909 se ha gastado tánto, si en el ejercicio de 909 a 910 se ha gastado tánto, si en el ejercicio de 910 a 911 se ha gastado tánto, y así sucesivamente, estamos en aptitud de saber cómo va aumentando en cada ejercicio fiscal el presupuesto; y haciendo un cálculo aunque sea vago, llegaríamos a esta consideración: Para el ejercicio fiscal de 1917 a 1918, la Nación necesita gastar ciento veinte millones de pesos. Creo que toda la Asamblea está conforme con este cálculo. Pues bien, resulta que ahora, al hacer el presupuesto, tenemos una partida de ciento setenta y ocho millones, más doce millones del Gobierno del Distrito, son ciento noventa millones; más veinticinco millones de los réditos de la deuda pública, vienen siendo doscientos quince millones, más cualquiera otra cosa, que sean cinco millones, resulta que nuestro presupuesto debe llegar a la cifra de doscientos veinte millones al año, Si de esta cifra deducimos la de ciento treinta millones para gastos normales, tenemos un excedente de noventa millones, que hay que aplicar a gastos extraordinarios, a los gastos que se causan por la anormalidad de este período. ¿Cómo vamos a satisfacer esta cifra de noventa millones de pesos para gastos extraordinarios? Ojalá que tuviera alguna observación que hacer la Comisión para contestar. En Inglaterra se ha procedido así y ha sido un sistema elogiado por los mismos franceses; se ha dicho: Siempre que haya un gasto extraordinario por cualquiera circunstancia, porque haya una guerra, peste o cualquier acontecimiento imprevisto, el sistema más adecuado y racional es que, por concepto de impuestos, se cause una tercera parte de estos gastos extraordinarios y por concepto de impuestos se gasten los dos tercios restantes. Esto está perfectamente acreditado con la historia. En Inglaterra se ha hecho una estadística de todas sus guerras

y de todas sus calamidades y gastos extraordinarios desde 1688 hasta 1869, alrededor de dos siglos, y este procedimiento ha sido elogiado por los franceses y por los economistas modernos. Leroy - Beaulieu se lamentaba de que los economistas franceses no hayan procedido en igual forma cuando han tenido guerras también.

De manera que si el procedimiento está acreditado y está demostrado por la práctica, nosotros tenemos la obligación de seguirlo, y estamos en esta situación: Nosotros tenemos en estos momentos noventa millones de gastos extraordinarios, porque es necesario que nosotros consideremos que estamos en un estado de guerra, pues estamos en un período anormal. ¿Cómo, pues, vamos a satisfacer esos noventa millones de gastos extraordinarios? Pues siguiendo la teoría inglesa, tendríamos que decir: Por concepto de impuestos, vamos a imponer una tercera parte; es decir, de los impuestos tenemos que sacar los treinta o sesenta millones restantes que vamos a pagar por medio de un empréstito. Muy bien, si los cálculos correctos nos dan una suma de ciento treinta millones de pesos por concepto de gastos extraordinarios y los cálculos, correctos también, según la teoría inglesa, nos exigen que cobremos además, treinta millones de pesos, para llenar esa tercera parte de los gastos extraordinarios, nosotros debemos concluír con que el presupuesto para el año de 1917 a 1918 no debe bajar de ciento sesenta millones, y por concepto de gastos extraordinarios, nosotros vamos a pedir un empréstito para deducir de allí la cantidad de sesenta millones. Bueno, yo quiero que la Comisión se fije en estos datos para que forzosamente, si quiere seguir un método y un procedimiento rigurosamente científico, me diga si estamos en aptitud de sacar ciento sesenta millones por concepto de impuestos.

El C. Padilla, de la Comisión: Pido la palabra para contestar.

El C. Presidente: Tiene la palabra.

El C. Padilla: La Comisión tiene entendido que precisamente en términos generales, el Ejecutivo, en su iniciativa de ingresos, ha seguido el sistema que Su Señoría acaba de trazar; nuestro déficit aparece de setenta a setenta y cinco millones de pesos y, precisamente, el recargo que por concepto del sesenta por ciento federal, o sea cuarenta por ciento adicional del que ya había, parece que dará al Ejecutivo de veinte a treinta millones de pesos, y con los demás recargos, podremos llegar, aproximadamente, al tercio del déficit a que hacía Su Señoría alusión, y precisamente para el resto ya se ha consultado un empréstito, que cubrirá en un espacio de dos a tres años el déficit de nuestro presupuesto; así es que yo creo que el Ejecutivo se ha sujetado a la teoría científica que Su Señoría ha indicado.

El C. Acuña: Yo hacía esta observación, señor Padilla, porque había visto en la ley de ingresos la cantidad de ciento cinco millones, y en el presupuesto de egresos la cantidad de setenta y ocho millones de pesos; pero ahora, repito, no estaban comprendidos los presupuestos del Distrito Federal, que importan doce millones, ni los réditos de la deuda pública, que suman veinticinco millones anuales. Es necesario que nos fijemos en esta idea: Sacar de cualquiera manera la suma de ciento sesenta millones de pesos. Creo que hay algunas partidas, como la que se refiere a la Dirección de Militarización; no sé qué idea tendrá la Comisión a este respecto. A mí me parece inconveniente que sostengamos esa partida; deberíamos quitarla y así se ahorran cuatro millones de peso. (Aplausos.) Tenemos la Dirección de Escuelas: es una Dirección que, para dos escuelas con muy pocos alumnos, exige un gasto de treinta mil y tantos pesos; lo diré más claramente, es la Dirección que está a cargo del licenciado Luis Manuel Rojas. Y para la Dirección General de Educación, que tiene a su cargo quinientas y pico de escuelas, apenas se fijan de cincuenta a sesenta mil pesos. Este es un contrasentido. Así debe haber otras varias partidas, que es preciso suprimir; pero, de todos modos, el cálculo científico que estamos obligados a hacer, es el que indico. No expreso, por ahora, ninguna teoría sobre presupuestos ni la forma en que se imponer los impuestos en otras naciones; solamente he querido dar este dato a la Comisión para que, si está de acuerdo con esta exposición, la aproveche. Así estaremos en el camino de arreglar los presupuestos, no a la mayor brevedad posible, pues si por cualquiera circunstancia no podemos arreglar esto, no importa que tardemos quince días o un mes más porque lo interesante es que se obtengan un plan de presupuestos lo mejor hecho posible.

Tampoco quiero decir una palabra acerca del Distrito Federal; ayer expresaba a mis compañeros que yo siempre había visto esto como un problema. El hecho de que el Distrito Federal siempre se haya sostenido con fondos de los Estados; de manera que todos los servicios públicos del Distrito Federal, el alumbrado, el drenaje, la pavimentación, aguas públicas, etc., todo eso no se paga con bienes propios del Distrito Federal, sino que los Estados aportan su contingente de dinero y sostienen esta administración; creo que es necesario que se haga un estudio minucioso y detenido con objeto de ver si es posible que el Distrito Federal, con todos sus buenos servicios públicos, como no los hay en otras partes de la República, puede sostenerse con sus fondos propios; de allí, pues, que gravemos todo lo que sea más gravable, el pulque, por ejemplo; que exijamos a todo el mundo que tiene terrenos sin cultivar, que los cultive; en una palabra, que gravemos todo aquello que sea gravable en el Distrito Federal, y que quitemos esa disparidad, esa desigualdad, esa injusticia, porque no es justo que los Estados, con sus dineros propios, vengan a sostener los públicos de una administración que sólo aprovecha a una mínima parte de los habitantes de la Nación. Como este problema hay muchos otros, señores diputados; pero de cualquiera manera, yo quedo satisfecho con la exposición que he hecho antes, y más satisfecho todavía porque las Comisiones están enteramente de acuerdo con esa teoría científica que acabo de expresar. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Gómez Emiliano.

El C. Gómez Emiliano: Señores diputados: Lejos de mí la idea de aportar valiosas luces en la discusión de la fracción XIII del artículo 1º. de

la Ley de Ingresos, en los incisos que están a debate. Vengo, no obstante, a ocupar vuestra atención con mis humildes conceptos para impugnar el inciso B de la citada fracción. La contribución federal se cobra de una misma manera en toda la República; es indispensable que subsista, porque es necesaria para los gastos de la Administración Pública. Voy a tocar estos puntos. Se ha dicho en esta tribuna que la contribución federal sobre los impuestos que por cualquier capítulo se paguen al Estado y a los municipios, se cobran en unas entidades federativas de un modo y en otras de diversa manera. Con estas afirmaciones se ha incurrido en un error que conviene desvanecer, porque la contribución federal se causa desde hace mucho tiempo en toda la República conforme a las disposiciones vigentes de la Ley del Timbre, de observancia general. Todos los recaudadores tienen la obligación de rendir, y rinden cada mes, una cuenta comprobada de la amortización de estampillas por el adicional federal; y en la formación de los cortes de caja que demuestran dicha amortización, intervienen las oficinas locales, del Timbre. Esas cuentas que se consignan a los administradores principales de la Renta, vienen aquí a la revisión de la Dirección General del Timbre, que cuida y exige que se sujeten estrictamente a las prescripciones legales; de aquí que no podrá existir esa diferencia en el modo de hacer los cobros, sino que se hacen de un modo uniforme en todo el país. Esta contribución, este adicional en los impuestos que se satisfacen a las oficinas recaudadores de los estados y municipios, se considera incluído en lo que procede de multas, herencias, bienes mostrencos, tesoros o cualquiera otro motivo que no sea el pago de un impuesto o derecho en sus diversas formas. La federación, para poder subsistir, tiene necesidad de tener participio en los impuestos locales de toda la República, ya que no serían suficientes, como no han sido para su vida económica, los demás fuentes productoras que no pertenecen a los Erarios de los Estados y municipios. Esa contribución federal que se paga en estampillas federales es conveniente que, como ha venido haciéndose, se considere como un adicional en todos los impuestos propiamente dichos; y ya que no podría exigirse adicional en el pago de las multas, herencias y demás ramos que he indicado, de aquí parte la necesidad de considerarlo incluído y estimar una parte para la Federación y la parte líquida para los Estados o municipios en sus respectivos casos; pero de ninguna manera se menoscaban las rentas legítimas de uno ni de otro, como alguno de los oradores que ahora tocó este asunto lo ha dicho en esta tribuna. La contribución adicional federal es una renta perfectamente establecida, está arraigada ya en nuestras costumbres, se ha cobrado a diversos tipos, habiendo bajado no hace mucho hasta el veinte por ciento, con muy regulares rendimientos. En muchos Estados de la República se ha hecho o se está haciendo ya la reorganización del Catastro, aumentando de valor las propiedades que por esta circunstancia, así como porque los Estados no han podido reducir los tipos señalados para cobrar los impuestos prediales, pagan estos impuestos en mayor cuantía, no obstante que esos propietarios no pueden dedicarse a su debido cultivo, entre otras causas, por la falta de tranquilidad y de orden, por la falta de seguridad y de garantía. Pues si ahora vamos a aumentar ese impuesto con el adicional federal elevado al sesenta por ciento, llegaremos hasta el extremo de que no se podrá satisfacer ese impuesto, llegaremos hasta el extremo de ponernos completamente en desacuerdo con las utilidades que pueda reportar esto. Es por esto, señores diputados, por lo que conceptúo altamente oneroso el sesenta por ciento que la Comisión consulta en su proyecto. Yo estimo que ya que por las difíciles circunstancias por que atraviesa la Hacienda Pública no es posible reducir al veinte por ciento como se causaba no hace mucho, cuando menos que no se triplique, porque, en mi concepto, a lo sumo sólo amerita que se duplique, y por esto propongo que se cobre el cuarenta por ciento en el año fiscal que principió el 1º. de este mes y terminará el 30 de junio inmediato. Votando la ley de esa manera, seremos justos, señores diputados, y conciliaremos los intereses del Gobierno con los intereses de los habitantes que representamos en esta Asamblea. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Manrique.

El C. Manrique: Señores diputados: Antes de tomar la palabra, antes de comenzar, deseo que la Comisión se sirva decirme si los esfuerzos hechos por los CC. Siurob y López Lira en algunas de las pasadas sesiones para que esta contribución de disminuyese, no fueron tomados por ella en consideración, porque este inciso del artículo vuelve a ponerse al debate sin modificación alguna. Deseo que la Comisión se sirva explicar.

El C. Basáñez: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Basáñez: La Comisión, teniendo en cuenta el déficit que tenemos, se ve obligada a sostener ese sesenta por ciento, porque de otra manera tendríamos un déficit mayor que el actual. No hemos podido crear nuevas rentas, porque el Ejecutivo ya no nos ha dado margen con las que ha puesto.

El C. Manrique: Gracias. Opina, pues, la Comisión. que la contribución federal sobre las rentas de los municipios debe subsistir en la proporción del sesenta por ciento, según el artículo relativo de la ley de junio 9 de 1917. Después de lo dicho, sobre todo por el compañero López Lira y el C. Siurob, casi nada nuevo podría agregar. Debo disculparme ante todo por ocupar con demasiada frecuencia vuestra atención; pero, señores, permitídme que lo diga, que no soy yo el único culpable; permítaseme un delicado reproche a jóvenes intelectuales, como Alvarez del Castillo, Mariel y Sánchez Pontón, por no intervenir con más frecuencia en esta clase de debates, para darnos las luces de su experiencia y sus conocimientos, abstención que da por resultado que algunos profanos con buena voluntad, como el que os dirige la palabra, se vean obligados a intervenir en los debates en esta clase de asuntos, que yo reconozco que constituyen una verdadera especialidad, un verdadero estudio científico: El de la ciencia económica, pues lo que podemos decir no pasa de platonismos más o menos plausibles, pero en el fondo de nuestra argumentación es muy difícil que

se encuentren argumentos de verdadera solidez. Me opongo de una manera general a la subsistencia de la contribución federal sobre las rentas municipales en la elevada proporción de un sesenta por ciento, porque la considero verdaderamente ruinosa y excesiva. Una contribución tan elevada no puede menos que agotar la vida de los municipios, y esto impone que aquí se establezca una distinción entre rentas propias del Municipio y rentas en las cuales concurren el Estado y el Municipio, porque en realidad el gravamen, una de esas clases de rentas, indirectamente influye también sobre la otra. De manera que gravando todas las rentas del Municipio o gravando tan solo parte de ellas, ese gravamen es exagerado, es cosa que influye indudablemente sobre toda la vida del Municipio y nuestros municipios están ya seguramente agotados después de siete años de guerra.

El señor Acuña reconoce muy justamente que nos hallamos en este momento en una época anormal, en un verdadero estado de guerra; de manera que este impuesto de sesenta por ciento debemos considerarlo como un verdadero impuesto de guerra, pero así como se ha dicho que durante la paz es necesario que los pueblos previsores se preparen para la guerra, también es necesario que durante la guerra nos preparemos para la paz, que aun estando en un período de guerra, no olvide el legislador la necesidad de no extender inmoderada e innecesariamente el descontento en los pueblos. Yo alguna ocasión he combatido la exageración de quienes dan demasiada importancia al problema económico, pero sin llegar a esta exageración, es decir a colocar el problema económico por encima de todos los problemas que han ocasionado nuestra revolución social, debemos reconocer, sin embargo, como reconocemos todos, que el problema económico es verdaderamente grave y que sin bienestar económico de nuestras clases inferiores, sin verdadera libertad económica, no podemos nunca alcanzar la libertad social. De manera que la libertad económica del municipio es el más seguro fundamento, la más sólida base sobre la que debe alcanzar toda otra suerte de libertades; de manera que es en bien de esa clase que debemos de procurar legislar para dar libertad económica al pueblo; si no procuramos fundar todas esas libertades en libertad económica - ya el compañero López Lira insistió sobre este tópico muy acertadamente-, la base de las libertades nacionales es, seguramente, la libertad municipal, y la base de la libertad municipal es la libertad económica de los municipios; de manera que sin olvidar, porque sería torpe hacerlo, que nos hallamos en una época anormal, es necesario que este gravamen sea lo menos pesado posible, que reduzcamos en la medida de lo posible y de lo humano este fuerte gravamen de un sesenta por ciento. La libertad municipal es la base de la libertad nacional; este es un principio para nosotros incontrovertible. El compañero Siurob lo reconoce y ha defendido muy acertadamente la libertad municipal, si bien incurriendo en algunos errores, tratando con cierto apasionamiento e injustificado desdén al municipio español, pues no debe ignorar que precisamente en España y sobre todo en Cataluña, ha sido allí la tierra clásica de la libertad municipal; recuérdese si no la guerra de las comunidades durante la época de Carlos V. Pero aparte de ese detalle, tiene la plena razón el compañero Siurob: la libertad municipal debe ser la preocupación más honda de nuestros legisladores, y esta libertad descansa indudablemente sobre la libertad económica. Por otra parte, es perfectamente sabido que en esta suerte de cuestiones no es perfectamente aplicable, que es inadecuado el tratar de aplicar una sencilla regla de tres como lo haría un escolar: si con un veinte por ciento de contribuciones federales obtenemos tantos millones de pesos al año, con cuarenta por ciento obtendremos el doble, y con un sesenta por ciento el triple, etc... Ustedes saben perfectamente que la experiencia y las estadísticas nos demuestran que esto no sucede así y que no se puede aumentar indefinidamente una contribución, logrando también indefinidamente un aumento en los ingresos. De manera que si aumentamos la contribución federal a un sesenta por ciento, mañana a un ochenta y no nos detenemos en el límite fijado imperiosamente por las circunstancias, entonces el resultado será seguramente contraproducente y los rendimientos de esta clase de contribuciones, en lugar de ir aumentando, disminuirán fatalmente. Así es que no nos ilusionemos creyendo que por que se impone al Municipio, exponiéndolo a agotar su vida, una contribución de sesenta por ciento, serán fabulosos los rendimientos; reduzcamos esta contribución a un límite, dentro de límites prudentes, reduzcámosla, aunque parezca excesiva, a un treinta por ciento, y esta reducción, en lugar de disminuir los ingresos, seguramente que aumentará el bienestar económico y moral de los municipios y tiene que ser favorable para el Gobierno, porque aumentará la libertad en las transacciones porque se desarrollará con mayor amplitud y eficacia la vida municipal, y esto, indirectamente deberá tener a la larga una influencia favorable para el Erario nacional. Deduzcamos, pues, esta contribución que resulta onerosa y que es seguramente un germen de descontento en nuestros municipios, y habremos probablemente acertado en la resolución de este problema.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Basáñez, de la Comisión: Quiero hacer la siguiente pregunta: Todos los gastos que tiene la Nación, ¿Sobre quién recaen, quién tiene que pagarlos?

El C. Manrique: Yo he dicho ya, señores, que no tengo preparación sobre estos asuntos; de manera que yo rehuyo francamente el contestar a las interpelaciones del compañero Basáñez. Expuse ya mi manera de pensar; profundicen la cuestión los compañeros que tengan más competencia en ello; este es mi punto de vista, y probablemente no cambiaré de opinión.

El C. Basáñez: Todos los impuestos verdaderamente gravitan sobre el pueblo; directamente sobre el pueblo; aquí se ha confundido el impuesto del tanto por ciento que recae sobre los municipios. La independencia económica del Municipio existe; este impuesto es un tanto adicional que se cobra, que cobra la Federación en las contribuciones que

los municipios cobran a los particulares. Si a un dueño de casas se le cobran cien pesos, quiere decir, gana su casa, de renta, cien pesos , el Municipio cobra el ciento cincuenta por ciento y el Estado otro ciento cincuenta, y la proporción que la Federación viene a cobrar es un veintidos y medio por ciento; quiere decir que esta contribución no es sobre los municipios, sino directamente sobre los propietarios o sobre los contribuyentes. Quería hacer esta aclaración, porque parece que el compañero Manrique ha entendido que ese impuesto recae sobre la contribución que cobran los municipios y no es adicional; a los municipios no debemos de gravarlos absolutamente con este impuesto.

El C. Padilla, de la Comisión: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Padilla: Señores diputados: Una de las principales razones que ha tenido el Ejecutivo para aumentar en esta forma la contribución federal, es la siguiente: Las contribuciones locales, tanto de los Estados como de los municipios, se obtienen en su mayor parte de las rentas que se imponen sobre las propiedades rústicas y urbanas, es decir, sobre la tierra. Como sabe el C. Manrique, nuestro Catastro es absolutamente deficiente en toda la República, puede decirse que están manifestadas las propiedades casi por la décima parte de su verdadero valor; así es que haciendo una rectificación catastral a toda la propiedad raíz de la República, obtendríamos que el valor de la riqueza nacional manifestada podría duplicarse. Teniendo estas razones el Ejecutivo ya que por lo pronto no habrá de reconstruirse el Catastro de la República, no ha creído exagerado triplicar la cuota, y en vista de que tenemos fincas rústicas y urbanas que están registradas en diez mil o veinte mil pesos y que valen doscientos mil, trescientos mil y aún más. Eso me decía personalmente el señor Presidente de la República en una conferencia que tuve al hablarle del reciente Estado de Nayarit, que represento, para que se le exceptuara de esta contribución, fundándome en que nunca habían pagado esta contribución, sino que siempre han estado exceptuadas y que les sería muy duro pagar de golpe un sesenta por ciento; y él me indicaba un caso típico: Tenemos la hacienda de Tetitlán, por la que dan un millón quinientos mil pesos y que está manifestada en las oficinas recaudadores del antiguo Territorio de Tepic en la cantidad de sesenta mil pesos. Estas cifras harán ver que basándose el impuesto sobre el valor real de la propiedad rústica y urbana, no resulta exagerado triplicarlo. -El C. Manrique: A mi vez debo hacer una pregunta a la Comisión: El inciso a debate dice: "Contribución federal sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras, de los Estados, Territorios, Distrito Federal y municipios de los mismos, que se causará y percibirá en la forma prescripta por decreto de junio 9 de 1917 y disposiciones relativas." ¿Esos intereses lo son exclusivamente por concepto de contribuciones de fincas rústicas y urbanas?. - El C. Padilla: En su mayor parte, sí.

El C. Manrique: Pues, entonces, si bien reconozco que la Comisión no carece en absoluto de razón al elevar de tan considerable modo el impuesto, en cambio es necesario que a su vez la Comisión me conceda un poca de razón. De manera que yo estoy perfectamente dispuesto a ceder a la Comisión en cuanto estas contribuciones federales pesan sobre propiedades rústicas y urbanas; eso es muy cierto, es perfectamente conocido, como lo indicó el compañero Vadillo y lo sabemos muy bien, que las propiedades han estado registradas en el deficiente Catastro nacional por una cantidad verdaderamente irrisoria y muy lejos de la verdadera cifra que representa su valor. Aquí tenemos el ejemplo citado por el compañero Vadillo. También sabemos que las propiedades de Torreón tenían un valor de muchos millones de pesos y que estaban inscriptas por valor de doscientos mil pesos; y así por el estilo, sobre todo en la época del general Díaz, las valiosas fincas del Estado de Guerrero, tantas y tantas propiedades de la República, estaban inscriptas en nuestro Catastro y pagaban consiguientemente una contribución escasísima por una suma verdaderamente irrisoria, que dictaba mucho de su verdadero valor; de manera que estoy de acuerdo, ahora sí, en que se eleve, siquiera sea triplicándola, la contribución a estas propiedades rústicas y urbanas; pero, en cambio, tenemos derecho, señores, para creer que está mi argumentación en pie en todo lo que se refiere a las demás fuentes de recurso del Municipio. ¿Por qué hacer pesar sobre éstos una contribución de sesenta por ciento federal? Me parece que esto sí es verdaderamente ruinoso para la vida de los municipios y será seguramente germen de descontento para las clases trabajadoras y para los elementos humildes de nuestra sociedad y, ¿Cómo queremos entonces que la paz de la Nación pueda fundarse, sino sobre el bienestar económico y moral de sus habitantes y, sobre todo, de las clases humildes y trabajadoras, que son las que hacen las revoluciones? Es necesario, yo creo que está perfectamente indicado que la Comisión se sirva retirar este artículo para hacerlo materia de más detenido estudio, dejando subsistente la contribución del sesenta por ciento por lo que se refiere a las fincas rústicas y urbanas, lo que desde luego es un paso hacia el ideal de hacer gravitar todos los impuestos sobre la tierra; pero, en cambio, disminuyamos en proporción debida las contribuciones que pesan sobre los demás fuentes de recursos del municipio. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Blancarte - EL C. Blancarte: Señores diputados: Se me ocurre simplemente hacer alguna reflexión tomando en consideración la región que conozco, porque creo que ese impuesto del sesenta por ciento adicional resulta antieconómico. Es verdad que el Gobierno en la situación en que está, necesita un aumento del impuesto ordinario para poder subsistir, para poder salvar la situación que puede ser también la salvación de la integridad nacional; es verdad, señores diputados, pero en los individuos, decía ya alguno de los oradores, es necesario que se limiten a sus ingresos, es decir, a las cantidades de que puede disponer para atender a sus gastos. El gobierno

necesita formar sus Presupuestos de Egresos y después formar los de Ingresos, buscando las fuentes de donde pueda sacar las sumas que requiere para sus necesidades; pero la economía política señala un límite, y es que el impuesto no llegue a ser antieconómico, y se llama antieconómico cuando al hacerse efectivo vendría a resultar lo que significa el consumo y aun más del consumo de los productos de los bienes sobre los que se impone. Creo que en la religión que conozco, resulta para el pequeño propietario y también para los municipios, antieconómico, porque si vamos a exigir ese sesenta por ciento, sucederá que los productos líquidos de los pequeños propietarios y también los productos de los municipios, se consumirán y no alcanzarán a pagar ese sesenta por ciento. Aquí hay, pues, una razón poderosa para no aceptarlo: No se puede pagarlo, y ya se ha dicho, como una razón poderosa, que en todos los órdenes de la humanidad se tiene, y es que a lo imposible nadie puede estar obligado. Si es imposible que den los productos para pagar el sesenta por ciento adicional, ¿ es posible que subsista el impuesto? No. ¿Cuáles son las causas? Es un defecto que no puede remediar la Federación, ni tampoco pueden remediar los Poderes federales; pero que deben remediar los Poderes locales, los Estados, aunque para esto se necesita que pase algún tiempo. Los verdaderos impuestos, es decir, el verdadero impuesto, debe estar también, en concepto mío, sobre la propiedad raíz; mientras no se encuentra algo como el petróleo, que siendo propiedad nacional puede bastar alguna vez para salvar su presupuesto; pero mientras eso no suceda, la base debe ser la propiedad raíz. ¿Qué es lo que sucede en toda la República? Que las propiedades pequeñas estaban en el valor catastral gravadas con un valor superior al valor real, que las propiedades grandes estaban gravadas con un valor insignificante: Si era cien, valía cinco y propiedad pequeña, sí no tenía un valor de mil y tantos lo tenía mayor; a mí me constan hechos donde valor catastral para las pequeñas propiedades era superior al valor real. Si dejamos este impuesto resulta que al pequeño propietario, al del pequeño comercio, lo aniquilamos; mientras al terrateniente, al latifundista, y al grande comercio no les hacemos nada; así es que para salvar los pequeños intereses, entretanto se mejora este Catastro o se mejoran los impuestos locales de los Estados, yo me opongo a que sea el sesenta por ciento, porque es antieconómico, porque no lo pueden soportar los pequeños propietarios y porque no lo pueden soportar los municipios; así es que soy el primero que reconozco la necesidad que tiene el Gobierno de allegar fondos para las necesidades generales, para las necesidades de su subsistencia; pero, repito, mi voto será adverso para el sesenta por ciento por las causas que acabo de señalar (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Avendaño.

El C. Avendaño: CC. diputados: Estoy de acuerdo con los señores que ha hablado de la ley que grava con el sesenta por ciento, tomando como punto de partida las contribuciones que se causan en los Estados, los Ayuntamientos y otros más; pero no estoy de acuerdo en que estas contribuciones sean de tal manera excesivas que maten el capital.

Quizás se me tachará de exclusivista; pero cada quien tiene que aportar aquí las luces del lugar en que vive, dado el conocimiento que tiene de él Voy a referir a ustedes la situación económica del Estado de Oaxaca, para que se vea que es incompatible la vida del capital, por lo menos la del pequeño capital. Acabo de hablar con el señor diputado José Ortega, hijo político de un individuo que tiene en Oaxaca una finca urbana; este individuo, al separarse de allí, la dejó arrendada en la cantidad de setenta y cinco pesos mensuales, al año nos deja una cantidad de novecientos pesos; este es el producto que obtiene el dueño de la casa, y voy a explicar ahora cuáles son las contribuciones que causa. Las propiedades en Oaxaca ha estado catastradas, como en todos los Estados, sin llegar los registros al valor real de las fincas. Admite esto, pero no la quintuplicación de los valores. Una casa que pagaba por seis mil pesos, paga hoy por treinta mil pesos. Haciendo las cuentas, tenemos lo siguiente: Contribuciones al Estado al diez por ciento sobre treinta mil pesos, trescientos pesos, Contribuciones del Timbre, setenta por ciento adicional, ciento ochenta pesos. Al Ayuntamiento en Oaxaca se le impone la carga del pago de la instrucción y de algunos otros ramos. Con este motivo, tomando como base el quíntuplo del valor de las propiedades, el Ayuntamiento cobra el treinta al millar, o sea en el caso en que se estudia, la suma de ciento ochenta pesos; contribución del Timbre, ciento ocho pesos; servicios de agua noventa y dos pesos anuales; contribución del Timbre, cinco pesos cincuenta y dos centavos. Fachadas y otros gastos, sesenta pesos sesenta y ocho centavos; total: Novecientos veintiseis pesos veinte centavos, contra novecientos pesos que produce la finca.

Ustedes verán si se puede conservar el capital en Oaxaca. Es verdad que en Oaxaca sucede lo que en todos los Estados: La gran propiedad no ha sido gravada. En efecto, desde los tiempos coloniales, se ha observado que ha habido pocas transacciones, pocas traslaciones de dominio del gran capital; por herencias ha pasado y quedado en las mismas familias. Es posible que ahí esté el mal. Tales propiedades pueden ocultar un diez o veinte por ciento; pero la pequeña propiedad que se trasmite con mucha frecuencia, ésta si está catastrada en su justo valor y si acaso oculta algo, será una pequeña cantidad. Nunca puede valer una finca que esté considerada con valor de dos mil quinientos pesos, la suma de doce mil quinientos, que sería el quíntuplo. Entregué a la Presidencia un escrito firmado por varios ciudadanos de Oaxaca y dirigida al Presidente de la República, precisamente para remediar ese mal; y supliqué a la Presidencia se sirva ordenar que se le dé lectura en la parte conducente, y, al efecto, voy a suplicar a la Presidencia que se proceda a la lectura de él. - El C. Prosecretario Magallón comenzó a leer el documento facilitado por el C. Avendaño. (Campanilla.)

- C. Presidente: Estimando la Presidencia que no hay quórum en la sala, se suspende la sesión para que los diputados que andan en los pasillos pasen a completar el quórum. Se suspende la sesión por un momento.

El C. Secretario Mata: Se procede a pasar lista.

(Aplausos.) Hay una asistencia de ciento cuarenta y ocho CC. diputados. Hay quórum.

El C. Presidente: Se reanuda la sesión de la Cámara de Diputados.

El C. Prosecretario Magallón: Se suplica a los CC. diputados se sirvan ocupar sus curules. Se llama al orden a los CC. Cravioto, Villaseñor y Cisneros. (Terminó la lectura.)

El C. Avendaño, continuando: Supongo, ciudadanos diputados, que ustedes deben haberse formado ya una idea de la situación económica del Estado de Oaxaca. Por lo expuesto, se ve la incompatibilidad que hay allí, como ya dije anteriormente, entre la vida del capital y las contribuciones.

Desgraciadamente, vengo a pedir la palabra en contra del sesenta por ciento adicional de renta federal del Timbre, no debiendo hacerlo así, porque esta ley no es precisamente la más fundada; ella es una ley proporcional; pero como toma por base las contribuciones del Estado, del Ayuntamiento y algunas otras en las cuales radica el mal, y como estas bases son especiales en cada Estado, pues tratándose, por ejemplo, del Estado de Tlaxcala, supe que allí apenas se había elevado al doble el valor catastral, como en otros Estados de la República al triple, pero a nosotros se nos elevó al quíntuplo. Este es el motivo por lo que suplico a ustedes tengan la bondad de dar su voto en contra de este inciso, siquiera para que sea un alivio para aquellos pueblos, los que no pueden vivir con el cúmulo de contribuciones que se les han impuesto.

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Carrillo.

El C. Carrillo: Señores diputados: Estimo justo, racional y patriótico que cada individuo, que cada Municipio aporte su contingente para subvenir a las necesidades de la Nación; pero, como ha dicho el diputado Blancarte, ante lo imposible, a nadie se puede obligar. Ustedes quizá desconozcan el estado actual de la Baja California, Territorio al que me voy a concretar, por conocer sus necesidades. Los Ayuntamiento de aquella Entidad están en un estado de pobreza tan exagerado, que casi les es imposible su subsistencia. Cuando recientemente salí de La Paz, donde radico, aquel Ayuntamiento no tenía en sus arcas lo suficiente ni para cubrir la nómina de policía municipal; de allí se desprende, pues, que en esa Entidad Federativa no se pueda sostener un recargo tan exagerado; no sólo no puede sostenerlo, sino que es imposible que se le grave con eso.

El C. Zapata, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de urgencia.

El C. Avilés: Para una moción de orden. Hay noventa y ocho representantes en estos momentos aquí en el salón; no hay quórum.

El C. Basáñez: Moción de orden. Para suplicar a la Presidencia se sirva ordenar a la Tesorería que no pague hoy en la mañana a los diputados, sino en la tarde, que no tenemos sesión, para así completar el quórum. (Campanilla.)

El C. Presidente: Se suspende la sesión por un momento, mientras se cierra la tesorería.

El C. Zapata: Pido la palabra para una moción urgente.

El C. Padilla: No tenemos en sesión.

(Pasaron algunos momentos. Voces: ¡Que se abra la sesión, que se abra la sesión! ¡No hay quórum! ¡Si hay!)

El C. Presidente: Se reanuda la sesión de la Cámara de Diputados. Continúa en el uso de la palabra el ciudadano Carrillo.

El C. Carrillo: Decía yo, señores diputados, refiriéndome a la Baja California, que es imposible que aporte el impuesto adicional o el impuesto nuevo a que se refiere el inciso B. Todo en el Territorio es naciente; no tenemos agricultura, no tenemos, puede decirse, comercio; también es naciente la industria; carecemos completamente de ellos. Por una fatalidad, hemos estado en un estado de abandono terrible, a pesar de que nuestro Territorio, debido a su situación geográfica, debe llamar grandemente la atención de nuestro Gobierno general. Necesita, pues, este Territorio que se le dé la mano, que la Nación le participe de su ayuda eficaz y no que le vaya a sacar lo que no tiene, lo que no puede darle. En la actualidad, como ustedes saben, la instrucción pública está encomendada a los municipios; si éste en la actualidad no puede sostener los ramos de atención inmediata que siempre ha tenido, ¿Cómo va a sostener el ramo de instrucción en el Territorio? Es imposible, y de allí que venga a solicitar de la H. Asamblea que el Territorio de la Baja California quedara exceptuado de este impuesto.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Zapata.

El C. Zapata: En mi concepto, hemos estado perdiendo el tiempo en esta discusión, porque la hemos emprendido sin bases que nos puedan guiar en el debate; algunos dicen que el sesenta por ciento es bueno, otros que es mucho; pero, en realidad, no tenemos base ninguna para juzgar si es mucho o poco. Tampoco sabemos si la Secretaría de Hacienda, al mandarnos su proposición del sesenta por ciento, ha tenido bases seguras o cuando menos probables para basar este cálculo. Acabo de presentar una proposición, que suplico a la Mesa se sirva manda sea leída.

El C. Secretario Mata: "H. Asamblea: Propongo sea llamado el Subsecretario de Hacienda, a fin de que informe sobre las bases que ha tenido la Secretaría de Hacienda para fijar la contribución federal sobre enteros en las oficinas recaudadoras de los Estados y Municipios, en el sesenta por ciento, constituyéndose esta H. Asamblea en sesión permanente.

"Salón de sesiones de la Cámara de Diputados.

- México, a 11 de julio 1917.- Julio Zapata."

El C. Zapata: Voy a fundar mi proposición y voy a decir a ustedes el por qué es indispensable que el señor Subsecretario de Hacienda dé estos datos. Indiscutiblemente que la materia más importante que tiene esta Cámara, es la cuestión de presupuestos, porque es facultad limitativa de la Cámara la de terminarlos dentro de cierto período. En materia de ingresos no es precisamente donde radica lo más difícil de la cuestión; en materia de ingresos sólo debemos saber si es posible conceder al Ejecutivo todo lo que nos pide, bajo el concepto de que el pueblo pueda soportar los impuestos, única y exclusivamente. En materia de egresos, la cuestión sí es de verdadera importancia. Alguien,

muy versado en materias económicas, aconsejaba a los pueblos no preguntar cuánto se les pedía, sino en qué se invertía lo recaudado. Cuando lleguemos a los egresos, señores diputados, entonces debemos fijar mucho nuestra atención para cerrar las puertas por donde sale el dinero que no beneficia al pueblo. Hoy necesitamos discutir la cuestión del sesenta por ciento, porque hay esto de particular: Tenemos un impuesto en el Estado y en el Municipio, digamos igual a uno; sobre este uno, la Federación cobraba un treinta por ciento de contribución federal, lo que sumaba uno treinta; en la actualidad, el Estado y Municipio han duplicado, triplicado o cuadruplicado su impuestos, de manera que decimos: El que pagaba antes por uno, hoy paga por tres. Si la Secretaría de Hacienda ha basado su cálculo en lo que la producía treinta por ciento sobre uno, está muy equivocada al pedirnos el sesenta por ciento, porque este sesenta por ciento no va a recaer sobre el tipo uno que cobraba antes, sino que va a recaer sobre el tipo tres que ahora cobra. Si antes a un impuesto le cargaba el treinta por ciento, el total era uno treinta: Si ahora le carga el treinta por ciento a los tres, entonces es igual a noventa, y es posible que con esto sea bastante. Es muy posible que también los impuestos hayan disminuido. Casi seguro, porque la actividad industrial y de trabajo en la República, no es la misma hoy que la que era en 1912; pero de cualquiera manera, el sesenta por ciento hoy equivaldría a ciento ochenta, por que se carga sobre el tipo tres y no sobre el tipo uno. Estos son los motivos que tengo yo para pedir que venga el señor Subsecretario de Hacienda y nos diga sobre qué ha calculado ese tres por ciento, cuánto le producía el treinta y cuánto le va a producir el sesenta; sobre qué renta calcula el treinta y y sobre qué renta va a calcular hoy el sesenta.

El C. Secretario Mata: La Presidencia consulta a la Asamblea si toma en consideración la proposición hecha por el C. Zapata. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie, Se toma en consideración. Está a discusión. - El C. Padilla: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Padilla.

El C. Padilla: A nombre de la Comisión me permito sugerir a la H. Asamblea una modificación a este inciso para que, en caso de que sea aceptada, reformarlo en este sentido. Creemos que quedarían conciliados los intereses fiscales con los de los causantes, reformando el inciso B en el sentido de que para los impuestos municipales se acepte el recargo adicional hasta por cuarenta por ciento, quitando el sesenta por ciento para los locales..... - El C. Díaz González: No está a discusión ese punto. Se está tratando únicamente de decidir si viene o no viene el señor Subsecretario de Hacienda.

El C. Padilla: ¡Usted qué sabe!

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta al orador que únicamente está a discusión la proposición de si viene o no el C. Subsecretario de Hacienda. - El C. Robledo: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Robledo: Me parece que la proposición del C. Zapata dice que nos constituyamos en sesión permanente mientras viene el C. Nieto. Creo que no hay necesidad, pues que las sesiones permanentes sólo deberán tener lugar por una causa grave. En todo caso, de aceptarse la proposición, que creo no debe aceptarse, bastaría con que se citara el señor Rafael Nieto para la próxima sesión pública... (Voces: ¡Que se le cite por teléfono!) Pero aun hablándole por teléfono podría él venir en el tiempo que nos falta de esta sesión o si no en la próxima. No es el caso tan grave ni tan extraordinario que amerite la sesión permanente; por esto he pedido la palabra en contra de la proposición del señor Zapata. (Aplausos.)

El C. Presidente: La proposición del C. Zapata consiste en dos proposiciones secundarias: Primera: Si se llama al señor Subsecretario de Hacienda con objeto de que venga a informar; y segunda: Si la Cámara de Diputados se declara en sesión permanente. (Voces: ¡No, no!)

El C. Cravioto: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Señores diputados: Yo estimo que la proposición del compañero Zapata es muy pertinente en el fondo; pero es muy discutible en la forma. La presencia del señor Subsecretario de Hacienda en una ley de la importancia de la que estamos discutiendo, es absolutamente indispensable cuando surgen algunas dudas como estas que nos han asaltado a todos en el inciso relativo. Creo que la Cámara ni siquiera discutirá la conveniencia de que el C. Subsecretario venga a informar; tenemos facultad para llamarlo; así es que lo único que vengo a discutir es la forma de la proposición del señor Zapata. Yo creo que no es necesario que nos constituyamos en sesión permanente, por que no tendría objeto. El señor Subsecretario de Hacienda, si es invitado por el Presidente de la Cámara, creo que podrá estar aquí dentro de unos breves minutos; pero suponiendo que esto se alargara, pues podría estar en acuerdo con el Presidente en algún asunto que no pudiera dejar inmediatamente, creo que lo pertinente sería proponer a la Cámara que suspendiera la discusión de este inciso, y para no perder el tiempo podríamos seguir ocupándonos de discutir los demás artículos y los demás incisos, a reserva de seguir discutiendo éste cuando esté aquí el señor Nieto.

El C. Zapata: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Zapata.

El C. Zapata: Señores diputados: Estoy conforme con lo que manifiesta el señor Cravioto; retiro la parte de mi proposición que se refiere a que la Asamblea permanezca en sesión permanente, e insisto en que se llame al señor Subsecretario de Hacienda.

El C. Secretario Mata: La Presidencia pregunta a la Asamblea, en votación económica, si concede permiso al señor Zapata para retirar su proposición y modificarla en el sentido indicado. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Se concede permiso al diputado Zapata para retirarla La proposición modificada del C. Zapata Julio, ha quedado en esto términos:

"H. Asamblea:

"Propongo sea llamado el señor Subsecretario de Hacienda, a fin de que informe sobre las bases que ha tenido la Secretaría de Hacienda para fijar la contribución federal sobre enteros en las oficinas recaudadoras de los Estados y Municipios, en el sesenta por ciento, suspendiéndose la discusión del inciso B de la fracción XIII del artículo 1o., hasta que esté presente C. Subsecretario de Hacienda."

La Presidencia, en votación económica, pregunta si se aprueba la proposición con esta modificación. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Aprobada. Se suspende la discusión del inciso B de la fracción XIII del artículo 1º.

- El mismo C. Secretario: Está a discusión el inciso C de la fracción XIII, que dice así: "Impuesto sobre pertenencias mineras conforme al Reglamento de 29 de junio de 1912, decreto de 1o. de mayo de 1916 y disposiciones posteriores."

Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse.

El C. Zavala: Está separado ese inciso.

El C. Siurob: Presenté una proposición modificando una parte de este inciso y la Comisión aceptó; de manera que pido que se ponga a discusión, precisamente la proposición mía modificando este inciso.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Padilla: La Comisión tiene que informar a Su Señoría que ya lo ha presentado en el sentido de su moción.

El C. Siurob: Pido que se lea, porque pedí la palabra en pro para apoyarla. -El C. Secretario Mata: ¿Dónde está la modificación.?

El C. Siurob: Aquí está pasada en limpio.

- El mismo C. Secretario: "Comisión de Presupuestos.

"Impuestos que se causan en toda la Federación.- Fracción XIII.- Inciso C.

"Impuestos sobre pertenencias mineras conforme al reglamento de 29 de junio de 1912 y decreto de 1º. de mayo de 1916, con las siguientes reformas:

"Minerales de oro y plata.

"A. De una a cinco pertenencias a razón de tres pesos anuales por pertenencia, o sea un peso por cada tercio.

"B. De seis a diez pertenencia, a razón de seis pesos anuales por pertenencia, o sean dos pesos por cada tercio.

"C. De once a cincuenta pertenencias a razón de doce pesos anuales por pertenencia, o sean cuatro pesos por cada tercio.

"D. De cincuenta y una hasta cien pertenencias a razón de dieciocho pesos anuales por pertenencia, o sean seis pesos por cada tercio.

"E De ciento una pertenencia en adelante a razón de treinta pesos anuales por pertenencia, o sean diez pesos por cada tercio.

"Minerales que no sea de oro y plata.

"A. De una a diez pertenencias a razón de tres pesos anuales por pertenencia, o sea un peso por cada tercio.

"B. De once a cincuenta pertenencias a razón de seis pesos anuales por pertenencia, o sean dos pesos por cada tercio.

"C. De cincuenta y una pertenencias a doscientas a razón de doce pesos anuales por pertenencia, o sean cuatro pesos por cada tercio.

"D. De doscientas una a quinientas pertenencias a razón de treinta pesos anuales por pertenencia, o sean diez pesos por cada tercio.

"E. De quinientas una pertenencias en adelante a razón de treinta y seis pesos anuales por pertenencia, o sean doce pesos por cada tercio."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General .- México, 10 de julio de 1917.- J. R. Padilla." Rúbrica.)

El C. Basáñez: Reclamo el trámite. No estoy conforme con que se ponga a discusión una proposición firmada por un solo miembro de la Comisión. En todo caso eso no sería más que un voto particular del señor Padilla.

El C. Presidente: Habiéndose visto que ha proposición no contiene más que una firma y que por tanto constituye un voto particular, la Presidencia excita a los demás miembros de la Comisión para que presenten su dictamen.

El C. Basáñez: El dictamen está en el proyecto de ley.

El C. Siurob: Pido la palabra. Moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: Suplico al C. Presidente se sirva interpretar a los demás miembros de la Comisión sobre si se hacen solidarios de la proposición presentada, pues según se ve, el señor Basánez, es el único que difiere de ella. - El C. Basáñez: Pido la palabra para contestar.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Basáñez: Soy uno de los que difieren, y como esa proposición no está firmada más que por un solo individuo de la Comisión, como Presidente de ella la conceptuó como un voto particular y hago ver que el dictamen está firmado por todos los demás miembros.

- El mismo C. Secretario: La Mesa pone a discusión el dictamen de la Comisión.

El C. Siurob: El C. Padilla habló en nombre de la Comisión: Por consiguiente, primero se debe interpelar a los miembros de la Comisión para que digan claramente si el C. Padilla habló o no en nombre de la Comisión. - El C. Presidente: La Mesa manifiesta a Su Señoría que lo que se ha leído aquí está firmado únicamente por el C. Padilla y que, por tanto, como ya dijo, sólo puede tomarse este documento como un voto particular.

El C. Siurob: Me reservo para hablar en contra.

El C. Secretario Mata: Se vuelve a dar lectura al inciso C. que dice: (Leyó.) - El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Siurob.

El C. Siurob: Comienzo por manifestar a ustedes, señores diputados, que es muy de lamentarse el desacuerdo que se nota en esta Comisión y otra cosa, además: La poca firmeza que tiene en sus resoluciones. Ya fue notable, cuando se discutió el otro artículo de esta misma ley, que la Comisión cambió tres veces de parecer y aun dentro de una misma sesión, dos veces. Ahora, con motivo de la fracción XIII, se notan esos mismos defectos en la Comisión. Primero: La Comisión no está uniforme, puesto que hay unos que opinan de un modo y otros de otro, y segundo: Acuerdan comunmente y cuando se ponen de acuerdo, cambian fácilmente de opinión. ¿Qué es lo que nos quiere decir esto? Pues sencillamente que hay poco estudio en los asuntos que tienen encomendados, o que se les proporcionan pocos datos de parte del Ejecutivo. Si es esto, ellos son culpables por no pedirlos, y si les falta a ellos el estudio y conocimientos necesarios, pues yo creo que debían tener la franqueza necesaria para decir que no conocen de esos asuntos, para que la Cámara elija otras personas más conocedoras y más aptas. Yo no censuro individualmente a los señores miembros de la Comisión, porque no todos los diputados que venimos a esta Asamblea tenemos la obligación de ser, por ejemplo, jurisconsultos, otros médicos para conocer toda clase de asuntos relacionados con las profesiones en otros problemas; pero sí, que cuando conozcan su incompetencia, pues yo estimo que francamente debían manifestarlo, porque eso es laborar en bien de la Patria, en bien de las instituciones y en bien de la Revolución Constitucionalista. (Aplausos.)

Ahora, señores diputados, voy a tocar el punto a debate: El inciso C. Este inciso C., como dije desde la vez pasada, se refiere al impuesto sobre pertenencias mineras. En este punto podemos marcar muy claramente al dictar esta ley, el sello de la Revolución, el sello de la Revolución que implantó uno de sus más esenciales principios: El de levantar a los humildes e impedir los abusos del capital. En la minería, ya lo dije, existe como también existe en la agricultura y en el comercio, el pequeño comercio y el grande, la pequeña agricultura y la grande, la pequeña y la grande minería. No soy minero, pero en mi carácter de Gobernador que fuí del Estado de Guanajuato tuve bastante práctica, porque me rozaba con los mineros, estudié a fondo sus asuntos, fuí a seguirlos a sus oficinas y ví allí perfectamente cuál es la manera cómo se realizan los trabajos mineros, y el ambiente donde se desarrolla esta industria. Tiene usted, por ejemplo, en Guanajuato, en los minerales de la capital, hay el latifundista minero, el minero en gran escala que tiene quinientas pertenencias. Quien posee quinientas pertenencias tiene acaparada la incitativa, porque debo advertir que entre los mineros hay una clase muy inteligente que se llaman buscones, quienes exploran el terreno en el campo minero y examinando de una manera minuciosa, en virtud de sus conocimientos prácticos adquiridos, descubren minas verdaderamente valiosas que muchas veces ni los mismos técnicos habían llegado a descubrir. Si dejamos que los latifundistas mineros acaparen un número considerable de pertenencias, matamos el espíritu de iniciativa, porque ya no habrá campo donde ir a experimentar, donde ir a buscar. El latifundista minero se contenta con explotar las minas que le dejan mucho, y ni siquiera hace nuevas exploraciones, sino que se contenta con explotar los minerales tal como los dejaron los españoles, sencillamente porque ellos beneficiaban los metales con los procedimientos de la amalgama y ahora se pueden explotar los minerales desechados por los españoles, con los procedimientos de cianuración que permiten aprovechar una cantidad mucho mayor de rendimientos. Se ha dado el caso en el pueblo de Marfil de que se comprenden hasta los adobes; hubo compañías americanas que compraban casas para utilizar los adobes metiéndolos al molino, en vista de que contienen un porcentaje capaz de ser utilizado con los nuevos procedimientos de cianuración. Muy pronto vendrá un nuevo procedimientos, de flotación, procedimiento que consiste en la afinidad de la plata con las recinas, y en esta forma, señores, se podrá aprovechar todavía más cantidad de metal; pero en los momentos actuales en que los latifundistas mineros tienen empeño en acaparar gran número de pertenencias, como las pertenencias no les cuestan gran cosa, más bien dicho, no les costaban gran cosa, porque el impuesto era excesivamente bajo, el latifundista minero podía hacerlo impunemente; en cambio, salía perjudicado el pequeño minero, el que no tenía más que una o dos pertenencias, o diez o veinte o cincuenta, porque hasta cincuenta pertenencias no constituyen de ninguna manera un latifundio. En estas condiciones, el pequeño minero tenía que pagar un impuesto igual al latifundista, con la desventaja de que disponía de muchos menos medios para hacer progresar su negocio, puesto que no tenía ni el capital, ni las máquinas, ni las facilidades que se conceden en general a los grandes capitalistas, simplemente por el hecho de ser un capital fuerte. El pequeño minero se contenta todavía, señores, en Guanajuato, por ejemplo, con beneficiar los pocos metales que logra extraer, por el procedimiento antiguo, por el procedimiento de la amalgama que le hace estar entre el azogue con perjucio de su vida, porque viene, señores, el saturnismo, que es un tremendo peligro para la salud; pero muchas veces se observa que estos pequeños mineros logran obtener tales rendimientos por medio de su capital, que llega el momento en que se hace minero en más grande escala y ese minero va progresando poco a poco en la minería mexicana hasta llegar a comprar su maquinaria y a formar su sociedad y a poder hacer una competencia verdadera, porque la competencia que se puede hacer a las compañías extranjeras es imposible en estos momentos, desde el momento en que ellas disponen de enormes capitales, de mucha maquinaria y de facilidades; pero sí cuando menos una competencia moderada y regular que permita que haya siquiera alguna minería mexicana. Señores: Debo advertir a ustedes que el ochenta por ciento de las minas está en poder de los extranjeros, y está en poder de los extranjeros, por las pocas facilidades que los gobiernos han dado a los mineros mexicanos. Ahora, señores, la Secretaría de Hacienda ha comprendido la urgente necesidad de que el impuesto sobre las pertenencias mineras sea un impuesto progresivo. Ya he

tenido la oportunidad de aplaudir en la sesión pasada, este decreto, en virtud del cual se establece de una manera progresiva el impuesto, según va aumentando el número de pertenencias en poder de un sólo individuo; pero la única modificación que yo propongo, consiste en esto: En que la progresión, a mi ver, no está lo suficientemente adaptada a los ideales de la Revolución. Comienza el decreto por establecer, en su primer inciso, que de una a diez pertenencias, se pague a razón de seis pesos anuales por pertenencia, o sean dos pesos por tercio; y yo pido que se vaya más allá , no que se deje a las pertenencias sin impuestos, porque si se les deja sin impuestos, entonces ya no sería trabajadas convenientemente, sino que se les abandonaría, en virtud del carácter nuestro, porque si una cosa no paga impuesto, tampoco se procura que dé un rendimiento; sino que se haga una clasificación que redunde en beneficio de los pequeños mineros, de aquéllos que apenas han podido denunciar una o dos pertenencias, de las que sacan apenas lo necesario para vivir. En estas circunstancias, ya que la grande minería no existe actualmente en la República, y no existe, porque las compañías extranjeras se han empeñado en que no exista y porque las circunstancias mundiales lo impiden, no hay más minería que la pequeña, que la del pequeño minero, que va unas veces y extrae de la mina que le pertenece, los metales que busca y otras veces se roba del fondo de las minas ajenas sus productos, para ir a venderlos, los que después son exportados fuera de la República. De manera que existiendo ahora sólo esa clase de minería y siendo muy posible que, en virtud de nuestras circunstancias, se pase mucho tiempo para que pueda establecerse la grande minería hay un razón más para que se apruebe esta iniciativa. En esta misma iniciativa se crea otro inciso, el A, en virtud del cual los que tengan de una a cinco pertenencias, pagarán a razón de tres pesos anuales por pertenencia, es decir, un peso por cada tercio. Como ustedes ven, esto consiste en elevar un poco los cargos al que sólo tiene cinco pertenencias.

La segunda modificación consiste en el inciso E. El inciso E, conforme al proyecto, dice: "De ciento una pertenencias en adelante, a razón de treinta pesos anuales por pertenencia, o sean diez pesos por cada tercio."

Lo único que pido es que se añadan dos pesos por cada tercio, y me fundo en que, ya de cien pertenencias para arriba, comienza el latifundio minero.

Señores, cuando se denuncia una región minera, según se denuncien diez, quince o veinte pertenencias, fíjense bien, que cada pertenencia significa una hectárea y, por consiguiente, cien pertenencias significan un kilómetro cuadrado; de manera que un kilómetro cuadrado ya nos viene a significar un latifundismo minero, y como precisamente el ideal de la Revolución es combatir los latifundismos, por eso yo pido que se apruebe la modificación que hago, que consiste en añadir dos pesos por cada tercio a cada pertenencia que pertenezca a un sólo poseedor, cuando pase de cien el número de las que estén en su poder. Esto, por lo que se refiere a las minas de plata. El mismo principio me servirá de base para la modificaciones a las minas que no son de oro y plata. En efecto, pido yo que se amplíe el inciso A, en que de una a veinticuatro pertenencias, se cobre también a razón de un peso nada más por cada pertenencia, fundándome en que las pertenencias relativas al cobre, al plomo, son menos importantes que las de plata y, por consiguiente, se pueden clasificar de una a veinticinco el número de pertenencias denunciables, para que el negocio sea costeable; en cambio, todos los demás artículos los dejo tal como están y sólo me permito modificar los dos últimos, que son los siguientes: En el artículo de la ley dice: "De doscientas una a quinientas pertenencias, a razón de treinta pesos anuales por pertenencia, o sean diez pesos por cada tercio." Y el artículo que yo propongo es añadiendo dos pesos por cada tercio a cada pertenencia, y dice así: (leyó.)

Me fundo para pedirlo, en que para los minerales de cobre, de plomo y de antimonio, se puede considerar ya como latifundista a todo el que tenga más de doscientas pertenencias; en efecto, señores, doscientas pertenencias son dos kilómetros cuadrados, y debo advertir a ustedes que, aunque me parece mucho, desde el momento en que las vetas de cobre y plomo son muchísimo más anchas, más amplias que las de la plata, por consiguiente que este es un límite muy justo y muy debido.

El segundo inciso que yo modifico es el inciso E. Aquí pido, igualmente, que se sujete a la misma proporción que respecto de los otros, porque este inciso se refiere a las pertenencias que pasen de quinientas en adelante. Si doscientas las he considerado como un latifundio minero, quinientas con mayor razón, porque son mayor número y no pido más, sino que se aumenten dos pesos sobre el valor de las comprendidas entre doscientas a quinientas. Por consiguiente, el artículo debe decir así: (leyó.)

Estas son las únicas modificaciones que hago en este inciso.

Ahora voy a demostrar que todas las objeciones son enteramente nulas. Se nos dice que para que se establezca el gran capital minero, se necesita que se reconozca un gran número de pertenencias, para que entre todas ellos elija y explote la que le sea de más utilidad. Muy bien, con la proporción que yo hago, no se coarta esa libertad, se deja libertad para denunciar por una sola vez hasta cien pertenencias, y como cien pertenencias es una cantidad muy suficiente, hasta el grado de que yo interpelaría a algunos empleados de Fomento para que me dijeran si ha habido un solo individuo que denuncie en una sola vez más de cien pertenencias, queda demostrado que no se coarte el espíritu de iniciativa y el ideal de las grandes compañías, estableciendo como límite del latifundio el de las cien pertenencias. Ojalá, señores, que para la gran propiedad agraria se establezca el mismo sistema, ojalá que la Secretaría de Hacienda, consecuente con el espíritu revolucionario, así como ha establecido la progresión para las pertenencias mineras, la creara también respecto de la propiedad agraria. Hay que convencerse, señores; la ley de 6 de enero no resuelve sino de una manera insignificante el importantísimo problema agrario. Recordad que hasta los

extranjeros, el mismo Secretario Mr. Lansing, nos ha dicho que una de las bases para la reconstrucción nacional, es la resolución de nuestro problema agrario. Llamo la atención de que, cuando los extranjeros mismos pregonan lo que debemos hacer, y cuando la resolución que procede está en la conciencia nacional, todavía no hayamos dado un paso definitivo. Ojalá que en la gran propiedad agraria se señale también un límite del latifundio y que se dijera que, a partir de determinada extensión, que nadie puede poseer mayor cantidad de tierra y que el que la posea, quede a su peculio- puesto que es un gran terrateniente y ha estado abusando del pueblo mexicano-, el fraccionamiento, el cual se hará a sus expensas. Esta sería la ley salvadora; pero no quiero divagar, voy a volver precisamente sobre el punto.

Yo quisiera que vosotros viérais en Guanajuato cómo trabaja el pequeño minero, con qué de miserias, cuán aplastado se encuentra por el capital. Saca el pequeño minero una parte de metal, y la mitad, siempre la mitad, mejor se queda para la compañía, y la otra mitad que le toca, tiene que llevarla a ensayar y venderla a la misma compañía, porque la misma compañía es acaparadora de metal, es casi como las tiendas de raya, señores. Pues bien, lleva el pequeño minero su metal a la compañía y empiezan las chapuzas; viene el ensaye, un ensaye pérfido, un ensaye infame, un ensaye en que se toma la parte menos rica del metal, se ensaya y se le da al minero un ensaye mucho más bajo de lo que es en realidad; por último, señores, viene la explotación bajo otra forma, bajo la forma del paro injusto. El C. Primer Jefe tiene una idea muy noble y muy levantada, que consiste en esto: En que nadie tiene derecho a parar esos negocios poderosos, en virtud de los cuales se proporcionan al pueblo los artículos indispensables de consumo; esta idea noble espero que con su energía notoria, el Primer Jefe la va a llevar al terreno de la práctica y que con su talento sabrá adaptarla a las necesidades nacionales; pero mientras esto no se implante, seguirá siendo otro ataque terrible para el pequeño minero el paro indefinido, el paro injusto, el paro infame, que no tiene más objeto que acabar de hundir a nuestra Patria, que acabar de aumentar sus necesidades que traen el descontento general, por la falta de trabajo. Voy a terminar, para no cansar la atención de ustedes; por ser éste un impuesto sobre el cual todos los hombres sensatos han estado de acuerdo, y por ser éste un impuesto en que se establece de una manera absolutamente revolucionaria la diferencia entre el pequeño capital minero y el grande capital minero, por ser una proposición en virtud de la cual no se lesionan en absoluto los intereses de la mayoría, pido a esta H. Cámara que se rechace el proyecto tal como lo ha presentado la Comisión, y espero que se rechace para que se apruebe esta proposición que he tenido el honor de presentaros. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Jesús M. González, para una aclaración.

El C. González Jesús M.: Señores diputados: Empezaré por manifestar mi culpabilidad por no haber hecho un estudio detenido, ni siquiera ligeramente sobre esta cuestión que está a debate; pero sí puede notar algo de lo que dijo el señor Siurob sobre este asunto, con lo cual no estoy absolutamente de acuerdo. El señor Siurob ha confesado que no es minero y que no conoce más minas que las de Guanajuato, lo cual, en concepto mío y en el de ustedes, no basta para que se pueda dar una opinión absolutamente acertada, producto de un estudio meditado durante algunos años. Compara el señor diputado Siurob a los latifundistas mineros con los otros latifundistas, los propietarios de grandes extensiones de terreno de agricultura; pero yo creo que no son absolutamente iguales. Claro es que lo guía una intención magnífica, como la tenemos absolutamente todos los que estamos presentes, de que los capitalistas, cualquiera que sea el negocio que explotan, no sean extorsionadores del pobre; pero también debemos de estar de acuerdo en que hay otros mineros, por ejemplo, los de Cananea, donde si bien es cierto que esa compañía posee tres mil pertenencias....(Una voz: ¡Catorce mil!) también es verdad que esta compañía sí puede explotar una cantidad de mil o dos mil pertenecias, o tal vez más. Si, por ejemplo, estuviese en explotación por individuos que no pudieran aportar un capital de consideración, sino únicamente de algunos cientos de pesos, sufriría, naturalmente, el Erario nacional, porque los ingresos serían insignificantes. Los pobres mineros que quisieran explotar esas enormes porciones de tierras, no podrían llevar a cabo su explotación; pero no así la poderosa compañía que explota esos minerales de Cananea, que cuenta con recursos suficientes para llevar la explotación en la gran escala en la que ha emprendido. Yo no he formulado mi proposición por escrito, porque hasta estos momentos en que he notado los errores en que ha incurrido el C. Siurob, he querido hacer una aclaración con objeto de que se aplace un poco la discusión del inciso que está a debate y no se apruebe como está concebida la proposición del C. Siurob. Me permito someter a la consideración de esta H. Asamblea esta proposición, la cual presentaré por escrito si el diputado Siurob no la acepta para que figure en la de él, que implicaría una modificación algo radical: Que, por ejemplo, a lo largo de la veta las compañías que puedan adquirir quinientas o mil pertenencias, porque puedan explotarlas con beneficio propio, con beneficio de los trabajadores que irán a emplear y con beneficio también de la Nación por los impuestos que tendrán que pagar, por lo menos se abra un tiro siquiera de dos luces en cada kilómetro a lo largo de la veta, exigiendo, naturalmente, el Gobierno, por medio de sus inspectores que para el efecto tendrá que nombrar, que se extraiga realmente el metal y no únicamente que se hagan gastos en abrir tales tiros. La compañía de Cananea, por ejemplo, sí explota una gran porción de sus propiedades mineras, desde el Ronquillo, que es el centro de Cananea, hasta Puertecitos, habiendo más de veinte kilómetros de distancia; esta compañía tiene trabajos en casi toda esa extensión, y por todos esos tiros está extrayendo metal, de cobre rico en oro. Si, por ejemplo, a esta compañía quisiera fijársele un máximum de pertenencias coartándole así su libertad y perjudicando de una manera notable los intereses de la Nación y también los intereses del pueblo trabajador, resultaría

que se concretaría a explotar cierta porción de tierra de cien a doscientas pertenencias, y, repito, sería con perjuicio, no nos importa de la compañía, pero sí de los trabajadores y de la Nación misma. Mi proposición se concreta a lo siguiente: Que se exija a las compañías que denuncien cierto número de pertenencias, las cuales se consideren como latifundistas, que a lo largo de la veta establezcan un tiro por cada kilómetro, cuando menos de dos luces, por los cuales estén obligadas a extraer metal. De esta manera no se perjudica a esos mineros, que con colores tan vivos nos ha pintado el señor Siurob. Yo conozco también la vida del minero, probablemente mejor que el señor Siurob, porque he vivido en los campos mineros, porque he vivido la vida del minero, porque mi profesión es la de minero. Hay muchas maneras de ayudar a estos individuos pobres, como es la de exigir a esas compañías que exploten toda cantidad de pertenencias que hayan denunciado; naturalmente que éstas no pueden denunciar diez mil pertenencias y poderlas trabajar al mismo tiempo; se necesitaría un capital de muchos millones de pesos para hacerlo. Creo que no hay ninguna otra compañía en este momento en la república, más rica que la de Cananea, y vemos que sólo podrá explotar tres o cinco mil pertenencias y no catorce mil, como dice el C. Acuña, y que no hay ninguna razón para no creer que sea así. Hay muchas formas - y cuando llegue el momento oportuno las podré indicar-, para ayudar al minero pobre, entre otras está la de que el Gobierno establezca oficinas de ensaye para que allí se le diga cuál ha sido el resultado verdadero del ensaye, y no como sucede actualmente. Otra forma de ayudar al minero pobre es la de que no se vea obligado a vender sus metales a compañías ricas, y podemos estudiar la forma. A más de no gravarlo con otros impuestos que no sean únicamente el impuesto minero procurar que aquellas compañías que sólo pueden extraer de la tierra una cantidad, por ejemplo, de diez toneladas por semana, aliviarles el pago de los tributos. Así, pues, quisiera que el diputado Siurob, como los demás diputados presentes, se convencieran de que no debemos fijar un máximo a las compañías para el denuncio de pertenencias, sino gravar de una manera notable las pertenencias en forma progresiva, lo cual redundaría en beneficio de los trabajadores mineros y del mismo Erario nacional.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Aguirre Escobar, en pro.

El C. Aguirre Escobar: Señores diputados: Vengo de nuevo a sostener mis argumentos de ayer en pro del proyecto presentado al principio por las Comisiones sobre el párrafo C del inciso XIII. Las razones que ha aducido el señor diputado Siurob respecto de poner una fracción o un inciso especial para la unidad de pertenencias de una a cinco, no tiene razón de ser, señores diputados; es una unidad de pertenencia enteramente utópica, enteramente arbitraria, sin aplicación; no es una unidad de pertenencia minera propiamente hablando. El C. Siurob, guiado por un mero sentimentalismo, por un deseo de halagar - y hace bien-, a los intereses populares, ha tomado esas fracciones de una a cinco pertenencias como que benefician directamente al gambusino y al trabajador; pero yo me dirijo a todos los CC. diputados que hayan conocido algo de minas, cuándo han visto, en qué parte del país han visto trabajar alguna negociación minera que tenga cinco pertenencias. En ninguna parte, señores, no tan sólo si algún individuo dedicado a los negocios de las minas se presenta en una plaza cualquiera con un proyecto de negocio minero y en el momento en que se presenta con los individuos que tienen que darle la ayuda del capital, les enseña su plan de tres a cinco pertenencias, de plano lo rechazan y le dicen que no hacen negocio. Esta es la verdad de las cosas, y yo creo que todas las personas que estén aquí y que conozcan de los negocios mineros corroborarán mi aserto. Por tal razón no tiene objeto poner un inciso más para poner una diferencia de un peso por tercio, cuando la propiedad minera no va a llegar a cinco pertenencias, ¿Con cuánto dinero se va a beneficiar al gambusino por cinco pesos, cantidad que el gambusino con toda su miseria sacrifica para pagar al ingeniero, con tal de que el ingeniero le haga un trabajo bien hecho? Así es que no tiene objeto esa clasificación que propone el C. Siurob, no es un término netamente minero, es un término arbitrario, completamente arbitrario, no tiene aplicación de ninguna naturaleza; y, en cambio, de una a diez pertenencias, sí puede ponerse como la unidad mínima en materia de minas, puesto que un individuo que se presentara a una plaza con un negocio que tenga una medida de cien metros de ancho por mil de largo, o doscientos o quinientos, sí haría negocio, porque entonces se trataría de una compañía de concesión suficiente para establecer una explotación regular. He dicho que en general acepto las proposiciones contenidas en el decreto de 1o. de mayo de 1916, con las anotaciones a que ayer mismo hice referencia. Se dice en el inciso B del decreto referido, que de ciento una pertenencias en adelante se debe cobrar en término definido ocho pesos por pertenencia. Voy a probar a ustedes que es injusto este impuesto en los términos en que está concebido en el decreto de 1o. de mayo de 1916, porque ampliándolo así resultaría gravado lo mismo el conjunto de minas, que estando en un mineral, tenga cien o ciento veinte pertenencias de la compañía X o del señor fulano o mengano. Si ese grupo de pertenencias de ciento y tantas pertenece a una compañía que ha gastado cincuenta o cien mil pesos, con tanta dificultad como se ofrece, no es justo que se le aplique un impuesto de ocho pesos por pertenencia, lo mismo que se aplicaría a la compañía de Cananea, que tiene de siete a ocho mil pertenencias acaparadas, cuando no trabaja siquiera el uno por ciento. Eso es injusto. Además, hay que tomar en cuenta que para dictar una ley se deben tener a la vista los intereses generales de la Nación y de las industrias a que se aplica un impuesto. Los intereses generales de la Nación, en materia de minas, deben radicar en este punto de vista para opinar en este sentido: Tener presente la industria netamente nacional de México, de compañías que sean mexicanas por lo menos, que estando en territorio nacional son mexicanas lo mismo que estén formadas por leyes mexicanas, por las cuales se regirán todos los individuos que formen la sociedad. Aquí tenemos, por ejemplo, en México, yo puedo enseñar, podíamos sacar de las

oficinas correspondientes de Fomento y Hacienda, una estadística de las compañías mineras yanquis, nada más en la ciudad de México y no bajan de quinientas, de las cuales casi todas el número de sus pertenencias en los minerales donde trabajan, giran alrededor de cien a ciento cincuenta pertenencias, es decir, alrededor de cien, gravando siempre el número de pertenencias que tienen, por que nosotros, si llevamos por mira acabar con el monopolio de las tierras, en tratándose de las compañías extranjeras, vamos perjudicando de una manera indebida e inconsciente al capital mexicano, al minero mexicano. No hay una razón para hacerlo, señores; por eso es que admito el proyecto presentado, y que es que de ciento una a doscientas pertenencias se conserve el impuesto de ocho pesos por pertenencia y por tercio pasando de doscientas pertenencias, se puede decir que ya es una base del acaparamiento de las compañías. Por tal razón, yo ruego a la asamblea, que si quiere defender los intereses de las compañías mexicanas, en la ciudad de México hay más de quinientas, en Zacatecas más de cien, en San Luis Potosí tienen ustedes muchas compañías, lo mismo que en Monterrey y Saltillo y ninguna de ellas pasa de doscientas o será muy rara la que pase de doscientas; todas son alrededor de cien a ciento cincuenta pertenencias mineras en los minerales donde trabajan. ¿Por qué nosotros vamos a castigar a los nuestros, queriendo castigar a las compañías extranjeras acaparadoras? Esto no es posible, señores. Respecto de que la aplicación de la tarifa es solamente para los minerales de oro y plata, no es justo, señores; no sólo porque un mineral es de oro y plata, está bien; hay muchos minerales de oro y plata que han causado la ruina de las compañías; en cambio, tienen ustedes, por ejemplo, en el Norte, ¿Qué es lo que da la mayor cantidad de la exportación? Son las minas de cobre concentrado, el cobre en barras. De todas maneras, la exportación del cobre es lo que más produce que la industria del cobre, es una de las que más producen en la región del Norte. El plomo, señores, ahí está Nuevo León que lo diga, todo el Estado de Nuevo León es productor de plomo, sus minas son de las mejores, allí está Cabrillas, una empresa rica, una empresa de magníficos rendimientos que casi no tiene ni un átomo de plata y, sin embargo, es mejor que muchas minas de plata. Así es que, ¿por qué se va a dejar a esas minas que paguen un impuesto que no les corresponde, como mineral pobre, cuando dan más utilidad que las minas de oro y plata? Allí tenemos en el distrito Norte de Zacatecas la Mazapil Copper Company Limited, una compañía que tiene cuatro mil pertenencias de minerales de cobre, con rendimientos de quince a veinte mil pesos diarios; y ¿Vamos a dejar que pague un impuesto risible? ¿Entonces de dónde sacamos dinero? ¿Que sólo porque se dice oro y plata, nos engolosina la palabra y ponemos los impuestos por las palabras y no por lo que valen los negocios?

No quiero que se equiparen el cobre, el plomo y otros metales al oro y la plata; pero sí debo decir que hace muchos años, no menos de diez, que el zinc está ocupando los primeros lugares en la explotación de la riqueza nacional minera. Podría agregar el azogue; también es una mercancía que puede pagar perfectamente su impuesto de un hidalgo, ¿Por qué no ponerlo también? Entonces se da lugar a que la pequeña propiedad se beneficie, poniendo un impuesto a todos esos minerales, según el decreto relativo. Así es que apoyo, en general, el proyecto de la Comisión y me permito nuevamente suplicar a la Presidencia pregunte si la Comisión estaría dispuesta a aplicar un impuesto también al cobre, al plomo y al zinc. Las minas de cobre, de plomo y de zinc, son más ricas actualmente en México, que las minas de oro y plata.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Basáñez: Como Presidente de la Comisión y hablando yo en lo particular, digo que el dictamen lo presentamos a la consideración de esta H. Asamblea, y que la Comisión no tiene absolutamente ningún empeño en sostener determinado proyecto, sino que quiere que cualquiera modificación que se haga, sea el producto de un estudio científico que beneficie verdaderamente a la Nación y no que esté guiada únicamente por pasión o magníficos deseos; así es que la Comisión, y yo personalmente, como Presidente de la Comisión, hago esta declaración: yo no tengo inconveniente y en que se modifique los dictámenes nuestros, siempre que sea el producto del estudio científico hecho por la Asamblea; así es que si el resultado es el más conveniente para la Nación y para el productor el que propone el señor Aguirre Escobar, no tengo inconveniente en adherirme, igualmente que al que hizo el doctor Siurob; únicamente que yo no he querido adherirme a ninguna proposición, porque ya hicimos un dictamen y es nuestra obligación sostenerlo en determinada forma, pero que sea lo que resulte del producto, ya digo, de lo que aquí se discuta; así es que yo creo que está complacido el compañero Aguirre Escobar.

El C. Aguirre Escobar, continuando: Igualmente solicito de la Comisión, respecto de que sea de ciento una a doscientas pertenencias, que se conserve solamente el impuesto de ocho pesos por tercio y se deje la última graduación de diez pesos por tercio y por pertenencia al conjunto de doscientas pertenencias en adelante, puesto que si se sostuviera que debieran pagarse diez pesos por pertenencia desde cien pertenencias en adelante, quienes resultarían perjudicadas serían las compañías mexicanas, que tienen agotados todos sus recursos en obras de exploración, y que no han tenido el capital suficiente para darle fin. Resulta que tienen invertido allí, sin poder sacar una suma bastante grande de interés, el capital, y entonces se necesita que las compañías le ayuden para poder salir avante de esos intereses; así, pues, apoyo el dictamen de la Comisión y sólo deseo que se aclare que la Comisión, obrando en conciencia y bajo un espíritu de conveniencia nacional y de verdadero patriotismo, no venga a causar con ese impuesto la ruina de nuestra minería en México, puesto que, en general, ese impuesto del decreto de 1o. de mayo de 1916, es enteramente absurdo y que, si no fuera por las circunstancias actuales de la Nación, no debería subsistir, es enteramente oneroso para la industria nacional. En tal concepto, al votarse, yo pediré que se haga la votación

por separado, para que, si la Comisión no retira de antemano esta proposición que hago, la Asamblea pueda votar a conciencia si el impuesto subsiste sobre el oro y la plata o sobre los cinco minerales de que he hablado.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Dionisio Zavala.

El C. Zavala: Señores diputados: Conozco bien poco el sistema de trabajo de las minas; pero creo cumplir con mi deber, aportando mi contingente y dando mi humilde opinión. El señor Aguirre Escobar, para hacer la defensa del dictamen, nos dice que hay que ver primeramente los intereses de la Nación. Si para discutir cualquier asunto trascendental vamos a tomar como base los intereses de la Nación, única y exclusivamente, podremos nosotros gravar todos los impuestos con un ciento por ciento; pero no puede ser así: Debemos equilibrar esos intereses, se debe ver hasta qué punto se pueden lesionar o favorecer los intereses de los pequeños mineros, lo mismo que los de las grandes compañías. Quizá nosotros no estamos interesados en que se desarrolle la pequeña minería, porque no hemos visto prácticamente que en los momentos de prueba ellos han dado vida a la Revolución, y que si no han desarrollado suficientemente su industria, ha sido por los obstáculos que le ponen las grandes compañías. Me permitiré citar un caso al señor Aguirre Escobar, quien con más insistencia ha estado sosteniendo el dictamen de la Comisión, no así la misma Comisión, que, desgraciadamente, ayer nos decía que estaba de acuerdo con las modificaciones propuestas por el diputado Siurob, y ahora nos dice que está en desacuerdo. Veamos cómo la pequeña minería, en momentos de prueba, ha prestado magníficos servicios a la Nación. Sabemos perfectamente que no tenemos en estos momentos producción de plata. ¿Y de dónde ha salido la poca plata que ha sido robada y llevada a Estados Unidos? Sencillamente de la producción de la pequeña minería; y si hubiera habido autorización para que esta pequeña producción se hubiera desarrollado, hubiéramos visto la producción de plata y de oro, cuanta fuera necesaria en estos instantes y no habríamos atravesado por circunstancias aflictivas como las que tenemos actualmente. Las grandes compañías mineras, los primero que hacen al ver que un trabajador tiene un pequeño fundo, que se nombra "galeme," que si para nosotros es muy insignificante, sin embargo, en estos momentos podría salvar nuestra situación, aunque algunos lo repudien, y quienes lo repudian son los grandes acaparadores de predios mineros, porque ellos ya tienen contratos hechos con algunas compañías y se verían obligados a cancelar esos contratos, porque la competencia de los pequeños mineros, tendría que afectar a esos grandes acaparadores de minas. Pues bien, la pequeña producción de la plata, señores, yo mismo lo he visto, aunque es una producción insignificante, pero decimos que porque esa producción no se ha desarrollado, porque no ha tenido permiso suficiente para poder hacerlo, y porque la ley no los ha amparado. El señor Aguirre Escobar sabe perfectamente bien que en Zacatecas, donde él tiene algunas pertenencias mineras y que por eso no quiere que se le grave de cien pertenencias arriba a la contribución que fija el señor Siurob, ahí se ha fundido la plata, y ¿Qué se ha hecho de esa plata? Se la han robado, ¿Por qué? Porque no hay permiso para que el pequeño productor pueda traer su tejo de plata aquí, a México, para que lo pueda fundir, porque lo primero que le dirían es que justificara la procedencia de aquel tejo de plata; sencillamente por eso se ven obligados a venderlo a los grandes productores, o sea a los individuos que tiene grandes negocios mineros, que son los únicos, que aunque otros se los roben, ellos sí pueden justificar la procedencia, porque tiene minas. Pero ahora vamos a los más interesante: si las grandes compañías mineras las mandan fundir, ¿A dónde llevan su producción? ¿Acaso no las transportan a Estados Unidos ilegalmente? Ya lo hemos visto, según informes que hemos oído aquí en días pasados, la cantidad de plata que han robado hasta estos momentos a México, y eso que legalmente se ha transportado, alcanza la cifra diez y nueve millones de pesos plata, y en oro setenta y tres millones de pesos. ¿Quiénes lo han transportado? Las compañías a quienes se les permite que transporten; y si la pequeña minería se llega a desarrollar, aun cuando con ese número insignificante de predios que no tienen ninguna consideración, es decir, que no son nada los cinco predios de minas, pues desde cinco predios no se puede obtener una gran fortuna por esos pequeños mineros que no pueden de ninguna manera vender los metales a las fundiciones, porque tendría que haber una competencia y se verían obligados quizá a ocurrir a un sistema antiquísimo, de que cada trabajador tuviera un galeme para que produjera su plata, porque eso es muy fácil y yo mismo lo he hecho, y es muy fácil para que se desarrolle en estos momentos y tendríamos así muy buena producción de plata; pero desgraciadamente, los grandes mineros, que tienen grandes extensiones de terrenos minerales, es natural que se opongan, porque se lesionan sus intereses por la competencia.

Dice el señor Aguirre Escobar que no hay compañías que tengan cinco pertenencias; le podría citar cientos de compañías que las tienen; en el Estado de San Luis Potosí es donde más se ha desarrollado la pequeña minería con una sola pertenencia tenemos toda la región, desde la hacienda de Bocas y toda esa región hasta cerca de Concepción del Oro. Allí se ha desarrollado la pequeña minería, porque se sabe perfectamente bien que la competencia que se va a establecer con las grandes compañías, seguramente será favorecida por el Gobierno. Ahora, vamos a ver qué utilidad han aportado las grandes compañías mineras y en qué formas vamos a dar concesiones a hombres que no vacilo en calificar de criminales, basándome en que ellos han sido los causantes de muchos asesinatos. ¡Que contesten Guanajuato y San Luis Potosí! ¿A qué se han debido las mortandades ocurridas en muchas minas? Que contesten los Estados donde se explotan las minas. Y bien, después que la Revolución ha triunfado, ¿Se van a otorgar concesiones? Eso constituye un robo. Lo voy a probar muy fácilmente: Conforme al proyecto que fija una cuota más elevada, que la fija de diez pesos, porque esos diez pesos se

cobran cada año y los productos de ese predio vienen a ser muchas veces millones de pesos, ¿Acaso, señores, no será que la Nación cobre diez pesos por un predio cuando a una compañía le produce millones de pesos? Si no que lo diga Zacatecas, que lo diga Guanajuato, que lo diga Hidalgo y los Estados donde hay minas, si acaso no producen millones de pesos, siendo por lo tanto muy insignificante la contribución de seis pesos que pagan por cada predio. No es justo de ninguna manera, pues, que se deje de gravar más a cada predio a los grandes terratenientes. Ya hemos visto a qué se debe la huelga que hubo el otro día, si acaso no fue a que hicieron un paro general sencillamente porque no les satisfacía darles trabajo, ¿Por qué? porque cuidaban su capital, según ellos; yo puedo ir más allá, yo podía decir que la Nación entera entrara en participación directa de los productos de las compañías, porque sencillamente a un frutero que trae uno cincuenta de capital en su batea se le carga diez centavos y la contribución a cada predio que produce millones de pesos, se le cobran seis pesos al año ¿Será justo? y sin embargo desgraciadamente así lo es. Los intereses de la Nación lo exigen así, señores diputados; se le cobran diez centavos a un comerciante ambulante, y aun predio que produce millones de pesos, nada más seis pesos al año; es atentatorio según el señor Aguirre Escobar. Ya hemos visto también otro argumento que nos presenta el señor Aguirre Escobar de que muchas compañías mineras han fracasado; sí, señores, han fracasado por el afán que han tenido y por el afán que tienen todas las compañías., sean mexicanas o extranjeras, de elevar su capital y que ese capital produzca ciento por ciento de utilidades. Naturalmente que todas las compañías se fundan con el objeto de explotar sus productos, y es un mal negocio si no les produce por lo menos el cincuenta por ciento; no así los pequeños mineros, que ellos únicamente buscan la forma de vivir. Desde luego ¿Por qué se corta la vida de los pequeños mineros? ¿Por qué se quiere cortar esa amplia libertad que quizá venga a ser en beneficio de nuestra misma Nación? No, señores, lo veo verdaderamente injusto; yo por eso pido que la Cámara rechace el dictamen y apruebe el que ha presentado el señor Siurob y el señor Aguirre Escobar y no así las otras proposiciones con las que no estoy de acuerdo. Es muy cierto que Nuevo León, todo el Estado de Nuevo León produce cobre de muy buena ley; el cobre siempre trae ley de oro y ley de plata; por eso hay razón para que el cobre también se grave y se incluya en la misma contribución que se especifique para el oro y plata. En esto está en lo justo; es lo único bueno que ha dicho el C. Aguirre Escobar; todo lo demás no está en su puesto. El defiende sus intereses, porque tiene en Zacatecas y en San Luis Potosí algunas pertenencias, y es claro que debe de defender esos intereses. Por mi parte, el interés que yo tengo es el de trabajar. Pido para terminar, que se rechace el dictamen de la Comisión y se aprueben las proposiciones que consulta el señor diputado Siroubo. (Aplausos.)

El C. Aguirre Escobar: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Aguirre Escobar: El señor Zavala ha venido a asentar falsedades, o en otros términos, a mentir. Tengo,- y apelo a la honorabilidad de la Asamblea para que nombre una Comisión que vaya a la Secretaría de Industria a fin de que averigüe el número de pertenencias mineras que tengo en Concepción del Oro, - algunas pertenencias que no llegan a cincuenta; pues las que tengo en San Luis Potosí no llegan a treinta. De manera que el ciudadano Zavala ha mentido. Respecto a la afirmación que hacía de que desde San Luis Potosí hasta Concepción del Oro hubiese compañías con concesiones a su favor de un a dos pertenencias, también es otra mentira. No es cierto, las compañías por lo regular cuentan con ocho, diez, quince o veinte pertenencias, algunas tienen hasta treinta; ese es el promedio de las concesiones mineras en la región. Y por lo que respecta a la defensa que él hace de los gambusinos, ese es el punto que quiso defender y tal vez no lo supo hacer. Debo decir que ya no existe el gambusino, son raros aquellos que tienen un mina donde ir a trabajar a la busca. Ya no existen las minas de busca. Las que ahora se explotan son por medio de procedimientos en gran escala. Y por lo que ve a las fundiciones por el sistema de hornos castellanos, también, señores, ahora están en crisis. Durante la Revolución en Mazapil y Concepción del Oro, han estado trabajando esas; pero perdiendo la mitad de lo aprovechable; han obrado así por la necesidad de vivir. ¿Qué les importaba que para sacar ocho onzas perdieran otras tantas? Es disculpable, cuando con estas ocho onzas de plata podían adquirir lo necesario para el mantenimiento de sus hijos; pero eso no quiere decir que tal cosa sea lo que más convenga a los intereses de esta clase. Y por lo que ve a la defensa de la fracción D relativa a que de ciento una a doscientas pertenencias se conserve el impuesto de ocho pesos por pertenencia y por tercio, lo he hecho con la buena intención, con el flamante deseo de que la industria nacional no se perjudique. Señores: Los gambusinos nunca serán el elemento que venga a desarrollar la industria nacional minera del país; el gambusino será siempre el trabajador, muy digno de respeto, muy digno de consideración que merece toda la ayuda de los hombres de trabajo, pero no es el que viene a fomentar la riqueza nacional, el desarrollo de los negocios; esto lo hace la gente de dinero, y si el señor Zavala por su acendrado socialismo me viene a negar que no se necesita de dinero para las minas, pues yo disiento de él. Las minas, el desarrollo del trabajo de las minas es un conjunto de trabajo y capital. Así es que nuevamente vuelvo a insistir en que de ciento una a doscientas pertenencias, la Asamblea debe considerar eso con toda atención porque de gravar el impuesto de diez pesos por pertenencia, por tercio, tendría que arruinar a todas las compañías mexicanas, que mal que pese al compañero Zavala son las que tendrán que salvar la industria nacional minera del país.

El C. Zavala, interrumpiendo: El señor ha dicho que no es conocido el sistema de busca; yo suplico me diga qué sistema se desarrolla en Catorce, San Luis Potosí.

El C. Aguirre Escobar: No es Catorce, no constituye Catorce la industria minera del país; yo estoy hablando aquí para toda la Nación, yo estoy defendiendo un proyecto para que sirva en toda mi patria.

El C. Zavala: Yo aseguro al señor Escobar que en término de seis meses tendremos en toda la República el sistema de participación, porque lo establece la Constitución, y eso será un principio. señor Aguirre Escobar.

El C Secretario Mata: Está impreso el dictamen de la Ley Orgánica de los Tribunales del Fuero Común, y la Mesa pregunta a la Asamblea, en votación económica, si en vista de que se va a repartir este proyecto, se dispensa la segunda lectura. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Sí se dispensa la segunda lectura. En este concepto, se discutirá el primer día hábil.

El C. Rueda Magro: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Rueda Magro.

El C. Rueda Magro: Varios diputados tenemos firmado una solicitud con objeto de que se señalen las tardes de todos los días hábiles para la discusión de la Ley Orgánica y las demás leyes que están en preparación en la Comisión y las que tengan que venir del Senado. El primer día hábil para la discusión de Ley Orgánica, será después que se termine la discusión del presupuesto, y ¿Quién sabe cuándo será día hábil? En consecuencia, pido a la Mesa se sirva mandar dar lectura a la petición que tenemos firmada.

El C. Secretario Mata: La petición dice así:

"H. Asamblea:

"Los subscriptos, teniendo en cuenta que es de urgencia discutir y expedir cuanto antes la Ley Orgánica del Poder Judicial del Fuero Común en el Distrito y Territorios Federales, a fin de que pueda hacerse por el Congreso General la elección de los funcionarios judiciales respectivos, además, la circunstancia de que la discusión de la Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos ocupará por mucho tiempo la atención de la Cámara y hará imposible tratar de la Ley Orgánica de referencia, mientras no se aumenten las horas de trabajo y se haga una distribución de ellas que permita estudiar simultáneamente ambas leyes, nos permitimos someter a vuestra elevada consideración, las siguientes proposiciones:

"Primera: Las sesiones de la Cámara de Diputados se verificarán por la mañana de 9 a 12 y por la tarde de 4 a 7.

"Segunda: En la sesión de en la mañana se continuará discutiendo la Ley de Ingresos y Egresos, y en la de la tarde, se discutirá la Orgánica del Poder Judicial del Fuero Común en el Distrito y Territorios Federales.

"México, julio 11 de 1917.- Aarón Sánz.- N. Cámara.- Rafael Martínez de Escobar.- Flavio Pérez Gasga.- E. Neri,- Mariel.- Eugenio Méndez.- J. P. Alejandre. - Aurelio Velásquez.- E. C. Sánchez Tenorio.- Jesús Acuña.- Francisco Arreola R.- Marciano González.- Efrén Rebolledo.- M. Rueda Magro."

En votación económica se pregunta si se toma en consideración esta proposición. Los que estén por la afirmativa sírvanse poner de pie. Sí se toma en consideración. Está a discusión.

El C. Rueda Magro: Pido la palabra, para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Rueda Magro: En vista de haber trabajado hoy de nueve a una, pido que comience a regir este acuerdo desde mañana.

- El mismo C. Secretario: ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba.

El C. Zapata: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Zapata: El 1o. de septiembre próximo comienza el período ordinario de sesiones: si vamos a trabajar por ahora a mañana y tarde durante todo el mes de julio y gran parte de agosto, el período ordinario nos encontrará ya completamente cansados. Para los señores diputados, por cierto muy pocos, a quienes no preocupan las cuestiones que se presentan ante esta Asamblea, venir todos los días seis u ocho horas y tener este trabajo durante tres meses o durante un año, es exactamente igual. Los señores que firman la proposición a que se ha dado lectura son precisamente los diputados que más trabajan en esta Asamblea; en consecuencia, este argumento no vale para ellos, pero sí debe valer absolutamente para todos nosotros. No hay cosa peor, y ya lo hemos observado aquí en esta Asamblea, que trabajar con una Asamblea cansada; algunas veces surge alguna cuestión de suma importancia y por tener tres o cuatro horas de trabajo, se oye de todos los bancos: "A votar, a votar y más lista", total: Ya en el momento de cansancio nadie absolutamente presta atención a las cuestiones objeto del debate.

El C. Manrique, interrumpiendo: En estos momentos se puede comprobar claramente.

El C. Zapata, continuando: El compañero Manrique me hace notar, que precisamente en estos momentos tenemos la prueba exacta de mis palabras. La mayor parte de los señores diputados hojean dictámenes, periódicos o platican o hacen cualquiera otra cosa; pero no atienden absolutamente al asunto que está discutiéndose. No es que yo tenga deseos, señores diputados, de tener un tiempo para pasear; yo voy a solicitar de ustedes una licencia por poco tiempo, porque necesito ir a mi distrito electoral, porque por falta de comunicaciones no sé como anda aquello; de manera que no es para mí quien yo trabajo en estos momentos; yo pido a ustedes que determinen una de dos cosas; yo estoy conforme con que trabajemos de día y de noche, siempre que el resultado sea que tengamos receso.

El C. Martínez de Escobar, interrumpiendo: Ese es el objeto.

El C. Zapata: Bueno, vamos votando así, vamos invitando al Senado a tener un receso forzoso durante todo el mes de agosto, y para que esto sea posible, en primer lugar vamos a concretarnos a acabar el presupuesto y podemos tener sesiones en la tarde para trabajar sobre el presupuesto; vamos a trabajar sobre el presupuesto, después,

indiscutiblemente tendremos que discutir sobre las leyes que ha publicado la prensa y que no sé si ya todas están en poder de la Secretaría; me refiero a las peticiones del Ejecutivo pidiendo facultades para la contratación del empréstito, esto también es de suma importancia. En segundo término, después de esta cuestión, viene la Ley Orgánica de los Tribunales del Fuero Común, porque es indiscutible que de preferencia están los presupuestos, y en segundo las autorizaciones al Ejecutivo para la contratación de los empréstitos, y en tercer lugar, la cuestión de la Ley Orgánica de los tribunales del Fuero Común; la razón es muy simple: Estamos funcionando sin esa Ley de Tribunales del Fuero Común, se ha expedido ya una ley facultando a los tribunales para seguir funcionando; de manera que no es una cosa de absoluta urgencia.

El C. Rueda Magro: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Rueda Magro: Señores diputados: Dice el señor licenciado Zapata, y con razón, que después de tres o cuatro horas continuadas, todos los diputados no atienden a la discusión y sólo quieren votar, esa es la verdad; pero en la forma que nos proponemos trabajar, sólo tres horas en la mañana dedicadas al presupuesto y tres horas en la tarde, dedicadas a las demás leyes, no se cansará la Asamblea. No es exacto que sean preferentes los presupuestos, supuesto que ya lo habéis visto: El Ejecutivo, con facultades extraordinarias, ha declarado que están en vigor los presupuestos; en consecuencia, con toda calma podremos estudiarlos y aprobarlos detenidamente. La Ley Orgánica es lo único que debemos hacer conforme a la constitución; y estando terminado el dictamen desde hace varios días, es de ingente necesidad que lo discutamos.

Otra cosa: El presupuesto no es absolutamente indispensable, supuesto que hemos visto que está funcionando la máquina administrativa: Se paga, se cobra ¿Por qué vamos a precipitar la expedición de los presupuestos, si podemos hacerlo con detenimiento y en cambio no despachamos la Ley Orgánica que sí es absolutamente necesaria, en vista de que ya se ha comprobado por las muchas quejas que se reciben acerca del funcionamiento de los Tribunales y Juzgados en la actualidad? Los jueces, como van a cesar, ya no se preocupan mucho de los asuntos, y por tanto es muy necesario que se dicte cuanto antes la ley conforme a la cual deben elegirse los magistrados y jueces de una manera definitiva.

El C. Hay: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: Señores diputados: Estoy en contra de la proposición solamente por la razón de que se especifique el objeto para el cual vamos a tener sesiones en la mañana y sesiones en la tarde. Estoy de acuerdo con que tengamos sesiones a mañana y tarde para poder terminar pronto, por dos razones principales: Para que pueda haber vacaciones, si es posible. (Voces: ¡No, no!) bueno, pues entonces, si ustedes no están conformes vendrán después a demostrarlo. Entretanto déjenme hablar. Muchos señores diputados desean ausentarse para atender asuntos de familia o asuntos personales, si es posible que los demás queremos darles esas vacaciones; por compañerismo creo que debemos hacerlo. Mis asuntos están todos aquí en la capital, soy del Distrito Federal y sería muy egoísta de mi parte en no querer darla, con perjuicio de los demás que tienen sus asuntos fuera de la capital, de tal manera que por compañerismo debemos aceptar que tengamos que hacer todos los trabajos posibles para procurar esas vacaciones que muy justamente deben tener y que la ley misma lo permite: pero creo yo indebido de que si se acepta el trabajo de mañana y de tarde - puesto que bastante bien pagados estamos para ello - se trabaje sobre una ley en la mañana y sobre una ley en la tarde, porque eso sería un trabajo de pedacería, de remiendos, mejor nos debemos dedicar a trabajar sobre una ley mañana y tarde y después que esté terminada esa ley, tomar la otra ley; sólo sería cuestión de decir cuál de las dos leyes, si la de los presupuestos o la Ley Orgánica del Fuero Común, es la más importante y es la que debe merecer nuestra preferencia; pero si fijamos aquí que en la mañana trabajemos sobre presupuestos y en la tarde sobre la Ley Orgánica, no es un buen sistema ese y me permito proponer a los firmantes que modifiquen su proposición en ese sentido, de que se retire la parte objetada y solamente quede la parte que se refiere a que haya sesiones a mañana y tarde. Por lo demás, no cabe duda de que dentro de algún tiempo existirá algún cansancio de parte de los señores diputados; que alguno individualmente no esté cansado, eso es claro, pero colectivamente una masa como ésta, como la de cualquier grupo colectivo, sufre un cansancio; es algo psicológico de esa misma masa que nadie puede negar y es inútil pretender negarlo, algo que existe y algo que existirá. Por todas estas razones acepto: Primero: Que haya sesiones tres horas en la mañana y tres horas en la tarde; segundo: Propongo a los firmantes que modifiquen su proposición en el sentido de que nos dediquemos a una sola ley, a un solo asunto hasta terminarlo y después con otro hasta que podamos terminar nuestras sesiones. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Román.

El C. Román: Señores diputados: Solo me voy a referir a la objeción que hizo el C. Hay respecto a que sea un asunto el que se trate en las sesiones a mañana y tarde. Precisamente, desde el punto de vista psicológico y pedagógico, deben tratarse asuntos distintos para no caer en verdadero cansancio. Así es que las razones que da el C. Hay son precisamente para afirmar la proposición que hicimos para que en la mañana se tratara un asunto y por la tarde otro. Indudablemente, y esto todos pueden apreciarlo, nuestros trabajos en las sesiones anteriores eran mucho más fáciles, mucho más expeditos que los que hemos tendido últimamente en sesiones de cuatro horas seguidas. El estado especial en que se encuentra la Cámara en este mismo momento no se explica por otra cosa más que por el cansancio que ha producido una sesión de cuatro horas. Es verdaderamente imposible para todos los CC. diputados mantener su atención sobre un mismo asunto y sobre todo respecto de asuntos tan áridos como son los presupuestos. Y aun queriendo hacer un trabajo en la mañana y en la tarde, resultaría igualmente fastidioso y pesado;

de manera que no se obtendrían sino resultados contrarios a los apetecidos, Por lo tanto, insisto en mi proposición para que la mañana se trate un asunto y por la tarde se discuta otro distinto. (Voces: ¡A votar! ¡Lista!)

El C. Cravioto: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Vengo a hablar en contra de todas las proposiciones y a sostener el acuerdo que firmó la Cámara en días pasados...(Voces: ¡No!) Voy a demostrarlo. El único argumento conmovedor para los señores diputados es el espejismo de las vacaciones; se nos quiere ilusionar con que vamos a disfrutar vacaciones imposibles, a cambio de un trabajo precipitado, incoherente y malo. El señor diputado Zapata decía que poniéndonos en combinación con el Senado, en beneficio de los diputados que han venido de fuera de la capital de la República se podría acortar este período extraordinario y entrar en un receso apetecible; esto no puede ser, no puede ser constitucional y materialmente. El artículo 6o. transitorio nos impone la obligación a las dos Cámaras despachar en este período todas las ley que consulte el Ejecutivo; quiere decir, que mientras el Ejecutivo nos esté mandando leyes, ni el Senado ni la Cámara ni el Congreso reunido pueden tomar determinaciones de entrar en receso, Ahora bien, el Presidente de la República, por las circunstancias anormales del pías, tiene forzosamente necesidad de procurar dentro del menor tiempo posible normalizar la situación legislativa. El mismo Presidente de la República no puede prever si tendrá o no tendrá necesidad de nosotros para el mes que entra, él mismo no puede prever contingencias que puedan surgir de la misma situación que nos puedan obligar a seguir trabajando. Yo creo que simplemente con el número de leyes que tenemos presentadas ya por el Ejecutivo y el estudio en las Comisiones y con dos o tres más que van a venir, con toda seguridad en breve plazo, tenemos tiempo hasta para alcanzar el período ordinario sin que sea posible que tengamos un receso siquiera sea pequeño; esto lo deben comprender y aceptar los señores diputados porque es la realidad. ¿Ahora por ganar diez días vamos a precipitar el estudio de la leyes que son verdaderamente trascendentales; y qué, vamos a seguir ir discutiendo y tratando aquí sin estudio, con suma ligereza y ateniéndonos exclusivamente al trabajo, también precipitado, a que obligamos a las comisiones? La teoría pedagógica del señor Román es absolutamente impracticable. El decía que con el simple cambio de trabajo en otro asunto descansamos. En ese caso que lo complemente, vamos trabajando en la mañana con el presupuesto, en la tarde con la Ley Orgánica ¿Y por qué no en la noche con el empréstito? (Aplausos.) Así descansaremos más. (Aplausos.) Nosotros venimos aquí a pedir a la Cámara que se aboliera el sistema de doble sesión diaria; no era ciertamente por flojera ni por falta de cumplimiento de nuestro deber, precisamente por el contrario, nosotros sostuvimos la conveniencia de que se trabajara sólo una sesión para poder prepararnos mejor en las discusiones, para tener tiempo de meditar, para tener tiempo de recabar datos, en fin, para venir a hacer una labor seria. Yo no creo que sea llegado el momento de que rompamos con este acuerdo de la Cámara y que precipitemos la discusión. Si en concepto de la mayoría la Ley Orgánica debe tener preferencia, pues que se le dé y que se aplace el presupuesto; pero discutir otra vez en la tarde y en la mañana no nos llevará sino a un desastre legislativo, y yo llamo desastre a las ligerezas que constantemente vuestra Soberanía comete, con mengua de los intereses nacionales. Pido, pues, que la Cámara sostenga su acuerdo y que sólo haya sesiones en la mañana. (Voces: ¡Lista! ¡A votar!)

El C. Secretario Mata: La Mesa suplica a los señores diputados guarden silencio. (Voces: ¡Lista, lista!)

El C. Villareal Filiberto: Ha llegado la hora reglamentaria de pasar lista.

El C. Presidente: La Presidencia ruega a los señores diputados oigan a un señor representante.

El C. Sánchez Pontón: Señores diputados: Sólo diré dos palabras en apoyo de la proposición presentada. El C. Cravioto quiere destruir los argumentos presentados por el pro, diciendo sencillamente que se trata de ilusionar a los diputados con unas vacaciones más o menos prolongadas, No es este el objeto, es que la situación que prevalece en los Tribunales y Juzgados es enteramente anormal. No ha bastado con el acuerdo tomado por la Cámara, revalidando todos los actos judiciales que se verifiquen, porque los jueces que saben que van a ser separados de sus empleos ya no administran justicia, sino injusticia solamente. Cuando se sabe que un funcionario va a cesar en su puesto, como vosotros bien lo conocéis, ya no toma el empeño que debía tomar en el cumplimiento de su deberes por el simple hecho de que de un momento a otro tiene que entregar la oficina. Es indudable que muchas sentencias van a festinarse, cuando hay intereses de por medio de alguna parte. Todo esto hace que sea necesario expedir a la mayor brevedad la Ley Orgánica de los Tribunales del Fuero Común. Por otra parte, el sistema que hemos propuesto es perfectamente lógico y aceptable, porque cambiando de actividad en la mañana y en la tarde, dejamos un descanso a las Comisiones que tienen que estar pendientes de los argumentos para poder rebatirlos o apoyarlos. Naturalmente, si la Comisión de Hacienda tiene que estar a mañana y tarde pendiente del asunto de los presupuestos, le acarrea una fatiga que no debemos imponerle, mientras que turnándose los asuntos, pueden estudiar y venir a discutir las Comisiones. Este es el argumento principal que pedimos que se tome en cuenta para que se divida el trabajo y terminar más acertadamente con ambas cuestiones.

El C. Secretario Mata: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Asamblea si considera suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Está suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. (Voces: ¡Sí ¡No!) Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado. (Voces: ¡No, no; sí! Aplausos.)

El C. Martínez de Escobar: Que se aclare que debe comenzar a surtir sus efectos desde mañana.

El C. Cravioto: Reclamo la votación.

- El mismo C. Secretario: La Mesa manifiesta

a la Asamblea que en virtud de que se ha pasado dos veces lista, no pasa nueva lista.

El C. Jurado: No estamos conformes con la votación.

- El mismo C. Secretario: En vista de que algunos CC. diputados reclaman la votación del asunto que está a debate, la Mesa vuelve a consultar la votación y se suplica a los CC. diputados que se sirvan permanecer de pie o sentados a fin de volver a contar sus votos. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. La mesa comisiona a los CC. Manrique y Aguirre Colorado, para contar los que estén de pie; y a Jurado y Garza Pérez para contar los sentados.

El resultado de la votación es como sigue: por la afirmativa, 98; por la negativa, 70. (Aplausos.)

El C. Presidente, a la 1.15 p.m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las nueve de la mañana en punto.

El Jefe de la sección de Taquigrafía.

JOAQUIN Z. VALADEZ.