Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170721 - Número de Diario 88

(L27A1P1eN088F19170721.xml)Núm. Diario:88

ENCABEZADO

MÉXICO, SÁBADO 21 DE JULIO DE 1917

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

PERÍODO EXTRAORDINARIO XXVII LEGISLATURA TOMO I - NÚMERO 88

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 21 DE JULIO DE 1917

SUMARIO

1. Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.- 2. Se da cuenta con los asuntos en cartera. Lectura del proyecto de Ley enviado por el Poder Ejecutivo, pidiendo que se le autorice para modificar los aranceles de importación y exportación que deberán regir durante el presente año fiscal; a las Comisiones Unidas de Hacienda. Se concede licencia a los CC. Ramírez Pedro, García de Alba y Arellano Rafael F. Es aprobado el dictamen de las Comisiones unidas 2a. de Puntos Constitucionales y de Estado, interior, referente a la contestación dada por el Ejecutivo al oficio que se le dirigió el 31 de mayo último invitándolo a enviar a esta Cámara el proyecto de Ley Orgánica del artículo 123 constitucional.- 3. Continúa la discusión del proyecto de Ley de Ingresos. Son discutidas y reservadas para su votación las fracciones XX reformada y XXI del artículo 1o. Son aprobados los inicios E, F y M de la fracción XIII y las fracciones XIV, XV, XVI y XIX. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. NAVARRO REYNALDO

(Asistencia de 151 CC. diputados.)

El C. Presidente, a las 9.15 a. m.: Se abre la sesión.

El C. Secretario Padrés: "Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados, el día veinte de julio de 1917.

"Presidencia del C. Narro Reynaldo .

"En la ciudad de México, a las nueve y quince a. m. del viernes veinte de julio de mil novecientos diecisiete, con asistencia de ciento cuarenta y cinco ciudadanos diputados, según consta en la lista que previamente pasó el C. Secretario Mata, se abrió la sesión.

"El mismo C. Secretario leyó el acta de la sesión celebrada el día diecinueve del presente mes, la cual, con una rectificación solicitada por el C. Ibarra, fue aprobada en votación económica, después de que el C. Higareda propuso se dejara dicha rectificación para el acta de la sesión de este día, de que el C. Cepeda Medrano se opuso a que se hiciera constar lo pedido por el C. Ibarra, y de aclaraciones de la Mesa.

"A continuación, el C. Araujo informó a la asamblea acerca de la comisión que se le confirió, en unión de otros ciudadanos diputados, para adquirir, cerca del C. Presidente de la República, los datos necesarios respecto a la situación política del cuarto distrito electoral del Estado de Chiapas.

"La Secretaría dio a conocer los documentos que en seguida se mencionan:

"Telegrama procedente de la ciudad de Saltillo, Coahuila, en que el C. Morales Hesse pide se le prorrogue por diez días la licencia de que disfruta, porque graves asuntos de familia le impiden regresar antes.- A la Comisión de Estado, Departamento Interior.

"Dictamen de la Comisión de Estado, Departamento Interior, que contiene el siguiente proyecto de ley:

"Artículo Único. Se convoca a elecciones extraordinarias para diputados propietarios y suplente al XXVII Congreso de la Unión, por el séptimo distrito electoral de San Luis Potosí.

"Dichas elecciones se verificarán el domingo doce de agosto del corriente año, de acuerdo con la ley electoral vigente respectiva."

"Puesto a discusión, la mesa, por conducto del C. Secretario Mata, contestó una interpelación del C. Chapa, quien hizo después una aclaración.

"En votación nominal, fue aprobada por ciento treinta y seis votos de la afirmativa contra cinco de la negativa de los CC. Chapa, González Galindo, López Lira, Neri y Sepúlveda, por lo que se declaró que pasaba el proyecto de ley de que se trata, a la comisión de corrección de estilo.

"Una vez a debate el dictamen de las comisiones

Unidas Primera de Crédito Público y Segunda de Hacienda. que consulta se autorice al Ejecutivo para conseguir, ya sea en el interior o en el exterior, un empréstito hasta por la cantidad de cien millones de pesos oro, destinadas a la fundación del Banco Único de Emisión de la República, y cuya parte resolutiva fue leída por la Secretaría, el C. Román, miembro de las citadas comisiones, fundó el dictamen y contestó una interpelación del C. Aveleyra; este ciudadano representante hizo una aclaración seguida de otra del C. Román, quien así que el C. Secretario López Lira dio lectura a los artículos 118 y 119 del reglamento, contestó una interpelación del C. Sánchez Pontón, relativa a los términos en que está redactada el proyecto de ley que se consulta; el C. González Jesús M. hizo una objeción en el mismo sentido, dando lugar a que el C. Secretario Mata leyera el artículo único del referido proyecto de ley.

"De acuerdo con el artículo 119 reglamentario, en votación económica se pregunto a la asamblea si se consideraba de gravedad el asunto a discusión y se resolvió afirmativamente. El C. Manrique usó de la palabra para una moción de orden y el C. Basáñez, por haber duda acerca de la anterior votación, pidió se repitiera ésta, y se leyera nuevamente el citado artículo 119; la presidencia hizo una explicación; el C. García Elíseo una moción de orden; el C. López Lira una aclaración, a la cual siguió una moción de orden del C. Manrique, en el sentido de que se volviera a leer el artículo 119 del reglamento, como lo había pedido antes el C. Basáñez. Tras de mociones de orden de los CC. Cravioto y Gómez Mauricio y de nueva explicación de la Presidencia, el C. Román solicitó se repitiera la votación sobre la cual habían surgido dudas. La Asamblea, en dos sucesivas votaciones económicas, aprobó, respectivamente, que era de reconsiderarse la anterior y que el asunto a debate no era de gravedad.

"En votación nominal, fue aprobada el proyecto de ley que autoriza al Ejecutivo para conseguir un empréstito destinado a la fundación del Banco Único de Emisión de la República, por unanimidad de ciento cincuenta y cuatro votos, declarándose desde luego que pasaba al Senado para sus efectos constitucionales.

"El C. Secretario López Lira dio lectura al inciso J, reformado, de la fracción XIII del artículo 1o. del dictamen de la comisión de Presupuestos relativo al proyecto de ley de ingresos para el año fiscal de 1917-1918.

"El mencionado inciso dice:

"Impuesto sobre la hilaza y los tejidos de algodón conforme a la ley de 27 de noviembre de 1893, reglamento de 28 del propio mes, decreto de 30 de octubre de 1902, así como las disposiciones del inciso G, de la fracción XIV de la ley de ingresos de 3 de junio de 1912, respecto del impuesto que causa la venta de hilo de algodón de carrete o de bolita para coser fabricado en el país, y decreto de 30 de julio de 1917."

"Puesto a debate, y a indicación de la Secretaría, la Comisión, por conducto del C. Padilla, dio a conocer las disposiciones hacendarias que se señalan en el transcripto inciso reformado de la fracción XIII, que fue reservado para su votación, después de que el C. Padilla contestó una interpelación del C. Sánchez Pontón.

"El C. Prosecretario Magallón leyó el inciso M que, reformado, quedó concebido en esta forma:

"Impuesto especial del Timbre sobre petróleo crudo de producción nacional, conforme al decreto de abril 13 de 1917, su reglamento de abril 14 de este mismo año y sus reformas según decreto de 30 de junio próximo pasado."

"Una vez a discusión, el C. Basáñez, Presidente de la Comisión de Presupuestos, dio lectura al decreto que se menciona en el inserto inciso de la fracción XIII del artículo 1o. El C. Ramírez Benito pidió se imprimiera dicho decreto, lo que dio lugar a una moción de orden del C. Méndez y aclaraciones de los CC. Basáñez y Silva Herrera.

"Se reservó para su votación.

"Leída la fracción XVI del mismo artículo 1o., y hecha la declaración por la Secretaría, de que estaba a debate, la Asamblea, en votación económica acordó se difiriera su discusión para el día de mañana, en virtud de que la Comisión estaba imposibilitada para dar a conocer la circular a que se refiere la fracción XVI, por carecer en ese momento de ella.

"Puesta a discusión la fracción XVIII, a la cual dio lectura el C. Prosecretario Magallón, el C. Manrique habló en contra, y en seguida fue reservada para su votación.

"El mismo C. Prosecretario leyó la fracción XIX, que, una vez a debate, el C. Basáñez dio a conocer el decreto que menciona, y acto continuo, se reservó para su votación.

"Se dio asimismo lectura a la fracción XX, que, reformada, dice:

"Impuesto especial del Timbre sobre luz y fuerza, según decreto de 26 de junio de 1917.

"Puesta a discusión, el C. Vadillo usó de la palabra en contra, después de hacer una interpelación a la Comisión dictaminadora; el C. Cabrera apoyó la fracción a debate y respondió a una pregunta el C. Manrique; el C. Padilla informó respecto del rendimiento anual de los impuestos de luz y fuerza, para contestar una interpelación que antes le hiciera el C. Vadillo; y así que hablaron en contra el C. Sánchez Pontón, y en pro el C. Cepeda Medrano, quien hizo una interpelación al C. Acuña que fue contestada, el C. Secretario Padrés pasó segunda lista, y a las doce m. se suspendió la sesión, para reanudarla a las cuatro y diez p. m., con asistencia de ciento veinte y siete CC. diputados, según consta en la lista que previamente pasó el C. Secretario Mata.

"Hecha la declaración, por la Secretaría, de que continuaba la discusión sobre el artículo 4º. del dictamen de las Comisiones unidas, 1a. y 2a. de Justicia y Especial, que consultan el proyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial del Fuero Común en el Distrito y Territorios Federales, el C. Parra habló en contra; el C. Pérez Gasga, como miembro de las Comisiones, lo hizo en pro, habiendo acordado la Asamblea continuara en el uso de la palabra, una vez que transcurrió el tiempo que, como máximum, fija el Reglamento a los oradores. Terminó el C. Pérez Gasga, por solicitar permiso, el que le fue concedido, para retirar este artículo y presentarlo reformado en la forma siguiente.:

"Artículo 4º. En el Distrito y Territorios Federales la justicia ordinaria se administrará:

"I. Por los jueces de paz; "II. Por los jueces menores de lo civil; "III. Por los jueces menores de lo penal; "IV. Por los jueces menores mixtos; "V. Por los jueces de lo civil; "VI. Por los jueces de lo penal; "VII. Por el jurado; y "VIII. Por el Tribunal Superior."

"Una vez a discusión, el C. Subsecretario de Estado, Encargado del Despacho del Interior, y el C. Cabrera, hablaron en contra, y en pro lo hicieron los CC. Neri y Pérez Gasga, con lo que se consideró suficientemente discutido, procediéndose a su votación nominal, de la que resultó aprobada dicho artículo 4o. por noventa y tres votos de la afirmativa, contra sesenta y tres de la negativa.

"Votaron afirmativamente los CC. Aguirre Colorado, Aguirre Crisóforo, Aguirre Efrén, Alonzo Romero, Ancona Albertos, Andrade, Aranda, Arrazola, Arreola, Aveleyra, Avendaño Barrera de la, Benítez, Bravo, Izquierdo, Cámara, Campero, Cano, Carrillo Iturriaga, Cienfuegos y Camus, Cisneros, Córdoba, Curiel, Domínguez, Dyer, Echeverría, Esparza, Esquivel, Fernández, Martínez, Figueroa, García Jonás, García Vigil, Garza Pérez, Gaxiola, González Jesús M., González Justo, Guajardo, Guerrero, Hernández Maldonado, Higareda, Limón, Lizalde, López F. Ricardo, López Lira, López Miro, Magallón, Malpica, Márquez Rafael, Martínez de Escobar, Mata Filomeno, Méndez, Mendoza, Meneses, Moctezuma, Múgica, Narro, Navarrete, Neri, Ortega, Padilla, Padrés, Peralta, Pérez Brambila, Pérez Gasga, Pineda, Portillo, Pruneda, Reynoso, Ríos Landeros, Rivas, Rivera Cabrera, Robles Domínguez, Rojas Dugelay, Román, Rueda Magro, Ruiz Estrada, Ruiz José P., Ruiz Juan A., Sánchez José M., Sánchez Pontón, Sánchez Tenorio, Saucedo Salvador, Sepúlveda, Siurob, Suárez, Torre Rómulo de la, Torres Berdón, Torres José D., Vadillo, Valle, Velásquez, Villarreal Jesús J., y Zapata.

"Votaron negativamente los CC. Alejandre, Arellano, Avilés, Barragán Juan Francisco, Barragán Martín, Basáñez, Bello, Betancourt, Breceda, Cabrera, Cárdenas, Carrillo Eduardo S., Cepeda Medrano, Córdova, Cravioto, Cruz, Dávalos Ornelas, Dávila, Escudero, Fentanes, Fernández Aurelio M., Gárate, García, de Alba, García Elíseo, García Salvador Gonzalo, González Casimiro, González Galindo, González Lauro, Gutiérrez, Hernández Ernesto, Hernández Garibay, Hernández Luis M., Lanz Galera, Lechuga Val, Marcelín, Manjarrez, Manrique, Mariel, Márquez Josafat, Martínez Rafael, Medina Francisco, Medina Juan, Ordorica, Ortiz, Otero, Paredes Colín, Parra, Pedroza, Peña, Pesqueira, Plank, Ramírez Genaro, Rebolledo, Rosas, Saucedo J. Concepción, Segovia, Silva Jesús Soto, Téllez Escudero, Uruñuela, Ventura, Villaseñor y Zavala.

"Respecto de la votación que antecede. hizo una aclaración el C. Hernández Luis M., y la Secretaría declaró en seguida que quedaba aprobada el artículo 4o.

"El C. Córdoba Daniel S., dio cuenta del resultado de la comisión que se le confirió, en unión de otros ciudadanos representantes, a fin de acercarse al Ejecutivo para pedirle envíe a esta Cámara, a la mayor brevedad posible, la reglamentación del artículo 123 de la Constitución, y acto continuo, fue puesto a debate el título II del dictamen que consulta el proyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial del Fuero Común.

"El C. Rueda Magro, miembro de las Comisiones, solicitó y obtuvo de la Asamblea permiso para retirar la tercera parte del artículo 13 y presentarla reformada en estos términos.

"En el Territorio de Quintana Roo, la cabecera del Partido Judicial será la población de Payo Obispo."

"Con esta modificación, declarado nuevamente a debate el título II, el C. Cabrera pidió que las Comisiones informaran, contestando el C. Rueda Magro que éstas ya lo habían hecho al discutirse el dictamen en lo general. Como no hubiera oradores en pro ni en contra, se procedió a la votación nominal, que fue interrumpida por el C. Cabrera para una moción de orden. Terminada aquélla, resultó aprobado el título II por ciento cuarenta y ocho votos de la afirmativa, contra dos de la negativa, de los CC. Cabrera y García Salvador Gonzalo. La Secretaría hizo la declaración correspondiente.

"Una vez a discusión el capítulo 1o. del título III, el C. Rueda Magro solicitó y obtuvo permiso de la Asamblea para retirar la fracción IV del artículo 17 y presentarla reformada así:

"IV. Practicar las diligencias que les encomienden los jueces de lo civil, de lo penal, menores de lo civil, menores de lo penal y mixtos."

"Con la reforma transcripta, y sin discusión, fue aprobada en votación nominal el referido capítulo 1o. del título 3o., por 152 votos de la afirmativa, contra 1 de la negativa, del C. Parra.

"El C. Secretario Mata comenzaba a dar lectura a la sección I del capítulo 2o. del título III, cuando fue interrumpido por el C. Cabrera, para solicitar se suspendiera la discusión del capítulo 2o., en vista de aproximarse la hora fijada para término de las sesiones y ser dicho capítulo uno de los que probablemente tendrían más discusión; la Presidencia hizo una explicación a este respecto, y una vez que el C. Secretario Mata terminó la lectura iniciada antes, el C. Rueda Magro pidió y obtuvo la anuencia de la Asamblea para retirar al artículo 21, con objeto de que las Comisiones lo modificaran.

"Con esta excepción, fue puesta a debate la citada sección I, y en contra de ella usó de la palabra el C. Cabrera, quien fue interrumpido por el C. Rueda Magro para hacer aclaraciones y pedir a la Asamblea se permitiera a las Comisiones retirar íntegra la misma fracción I, a fin de reformarla. Acordado esto de conformidad, en votación económica se cerró la sesión a las siete p. m."

"Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra?

El C. Hernández Garibay: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hernández Garibay: Para que se haga una adición al acta, en lo que se refiere a las atribuciones de los jueces de paz. Dice: "IV. Practicar las diligencias que les encomienden los jueces de lo civil, de lo penal, menores de lo civil, menores de lo penal y mixtos" y pido que se agregue al

último "de sus respectivos Distritos," porque así es como está el artículo reformado.

- El mismo C. Secretario: Con la modificación pedida por el señor Hernández Garibay, se pregunta en votación económica si se aprueba el acta. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobada el acta.

- El mismo C. Secretario: "Puebla, Pue., 20 de julio de 1917.

"CC. diputados Secretarios del Congreso de la Unión.

"Tengo la honra de participar a ustedes que hoy hice entrega del Gobierno de este Estado, al C. doctor Alfonso Cabrera, Gobernador constitucional del mismo. Salúdolo afectuosamente.- El general de división, Cesáreo Castro. -"De enterado.

"Puebla, Pue., 20 de julio de 1917.

"CC. diputados Secretarios del Congreso de la Unión.

"Tengo la honra de comunicar a ustedes, para conocimiento de esa H. Cámara, que hoy, previos los requisitos de ley, me hice cargo del Gobierno de esta Entidad Federativa, por entrega que me hizo el C. general de división Cesáreo Castro.- El Gobernador constitucional del Estado, Alfonso Cabrera."- De enterado.

"Conforme al artículo 73, fracción IX de la Constitución vigente, es facultad del Congreso de la Unión expedir aranceles sobre el comercio extranjero, la cual se hace efectiva mediante la fijación de los derechos aduanales en las respectivas tarifas de importación y exportación.

"Dada la especialísima situación del país por lo que a su vida económica se refiere, como consecuencia material de la progresiva pacificación de la República y del restablecimiento del orden constitucional, las condiciones de nuestro comercio exterior sufren a cada momento cambios radicales, con mayor razón si se tiene en cuenta que las naciones empeñadas en la actual conflagración, se ven, como nosotros, en la necesidad de vigilar y cuidar día a día sus reservas económicas, sobre todo, lo que atañe a los artículos de alimentación y a materias primas para la fabricación de municiones, abastecimiento y equipo de sus ejércitos de mar y tierra y sostenimiento de su población civil, a cuyo efecto constantemente modifican o reforman sus aranceles, o dictan disposiciones encaminadas al logro de sus objetivos guerreros, políticos y económicos. Es inútil señalar los principales efectos que en los neutrales, y especialmente en México, producen las alteraciones en los aranceles extranjeros y la política financiera de los gobiernos de los países en guerra; pero no se ocultará a la ilustrada consideración de los señores representantes, que en las condiciones indicadas resultaría impracticable o inadecuado que los aranceles sobre el comercio exterior se conservaran inalterables y rígidos durante una época erizada de dificultades por virtud de los antecedentes a que me he referido. Es, por lo tanto, conveniente dar toda la flexibilidad posible a las tarifas de importación y exportación, a fin de adaptarlas a las necesidades del momento para que puedan responder a las múltiples variaciones que sigan teniendo las corrientes comerciales con el exterior. Por otra parte, resultaría impracticable que el H. Congreso de la Unión, ocupado en arduos problemas de reorganización, estuviera reformando frecuentemente y conforme lo exigieran las circunstancias, las tarifas respectivas, así como que fuera necesario convocarlo a sesiones extraordinarias para hacer dichas reformas arancelarias, cuando estuviera en receso, o tener que esperar, con perjuicio de los intereses económicos, a que llegara el período de sesiones ordinarias.

"En tal virtud. considera el subscripto que debe facultarse al Ejecutivo para introducir en las tarifas sobre el comercio exterior las modificaciones que estime convenientes; no sin hacer notar que tales modificaciones sólo se harán en forma general para todos los casos y no para determinadas personas. Por tanto, espera el Ejecutivo que ese H. Congreso se servirá dar su aprobación a la iniciativa de ley que se acompaña.

"Protesto a ustedes las seguridades de mi atenta consideración.

"Constitución y Reformas.- México, a 20 de julio de 1917.- V. Carranza.

"A los CC. Secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presente.

"PROYECTO DE LEY

"El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos decreta:

"Artículo 1o. Se autoriza al Ejecutivo de la Unión, para modificar los aranceles de importación y exportación que deberán regir durante el presente año fiscal, en el concepto de que las modificaciones que haga serán de aplicación general y nunca en la forma de concesiones particulares.

"Artículo 2o. El Ejecutivo dará cuenta al Congreso del uso que hiciere de esta autorización.

"México. a 20 de julio de 1917.- V. Carranza."

- A las Comisiones unidas de Hacienda, e imprímase.

"Con objeto de atender a mi salud, que desde hace varios días se encuentra quebrantada, me permito suplicar muy atentamente a esa H. Cámara, se sirva concederme una licencia hasta por ocho días, con goce de dietas, para el objeto indicado.

"Protesto mi distinguida consideración, rogando se dispensen los trámites a esta solicitud.

"Constitución y Reformas.- México, 20 de julio de 1917.- Pedro Ramírez.

"A los CC. Secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presentes."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Sí se dispensan los trámites. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se concede dicha licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Concedida.

"A la H. Cámara de Diputados.

"Señor:

"José García de Alba, diputado al Congreso de la Unión por 15 distrito electoral del Estado de

Jalisco, muy respetuosamente ocurre a Vuestra Soberanía, a fin de que, con dispensa de todo trámite, lo sea concedida una licencia de veinte días, con goce de dietas y el anticipo respectivo, para atender asuntos de familia.

"Es gracia que solicito.

"México, D. F., julio 21 de 1917.- José García de Alba."

En votación económica se pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Se dispensan. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobada.

"CC. Secretarios de la H. Cámara de Diputados.

"El que subscribe, diputado propietario por el 4o. distrito de Zacatecas, por el digno conducto de usted, respetuosamente pide a esta H. Cámara, con dispensa de trámites, licencia por veinte días, con goce de dietas, para trasladares a la cabecera del distrito que representa para asuntos relacionados con las funciones que desempeña.

"México, D. F., julio 20 de 1917.- Rafael Félix Arellano."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Se dispensan. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Aprobada.

"2a. Comisión de Corrección del Estilo.- Minuta.

"La Cámara de Diputados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, en uso de la facultad que le concede la fracción IV del artículo 77 de la Constitución Política de la República, decreta:

"Artículo único. Se convoca a elecciones extraordinarias para diputados, propietario y suplente, al XXVII Congreso de la Unión, por el 7o. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí. Dichas elecciones se verificarán el domingo 12 de agosto del corriente año, de acuerdo con la Ley Electoral vigente."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General, a 20 de julio de 1917.- Antonio Ancona Albertos.- C. Guajardo.- Manrique, jr."

En votación económica se pregunta si se aprueba la minuta. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobada.- Pasa al Ejecutivo para los efectos constitucionales.

"Comisiones unidas, 2a. de Puntos Constitucionales y de Estado, Departamento Interior.

"H. Cámara:

"Las Comisiones, 2a. de Puntos Constitucionales y de Estado, Departamento Interior, en su dictamen de 28 de junio próximo pasado, propusieron a la H. Cámara, se enviara una Comisión del seno de la misma, que se acercara al C. Presidente de la República, a tratar el asunto relativo a la reglamentación del artículo 123 de la Constitución Política, que en este período sólo puede ser iniciada por el Ejecutivo, Habiendo sido rechazado el referido dictamen, volvió a las Comisiones para ser reformado con el de fecha 12 del actual, que propone se archive este expediente: y con motivo de haber sido reconsiderado el punto en la sesión del 19 del corriente, y a moción de algunos CC. diputados haberse nombrado la Comisión que proponíamos en nuestro primer dictamen, creemos ya innecesaria cualquiera otra tramitación, y sometemos a la consideración de esta H. Asamblea el siguiente acuerdo:

"Archívese este expediente por carecer ya de objeto."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

"México, D. F., julio 20 de 1917.- Emilio Araujo.- J. M. A. del Castillo.- Francisco Medina."

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado.

- El mismo C. Secretario: Continúa la discusión de la fracción XX del artículo 1o. de la Ley de Ingresos, que dice: "Impuesto especial del Timbre sobre focos eléctricos, que se causarán en forma de estampillas, conforme al decreto de 5 de junio de 1917." Se hace la rectificación de que es sobre luz y fuerza en vez de focos.

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cepeda Medrano: Para suplicar a Su Señoría se sirva ordenar que se dé lectura al decreto de referencia.

El C. Padilla: Aun cuando ayer se leyó el decreto, la Comisión no tiene inconveniente en volverlo a leer para que lo escuche en señor Cepeda Medrano: (Leyó.)

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Jesús M. González.

El C. González Jesús M.: Señores diputados: Yo sostengo que el impuesto sobre la luz que consumen los particulares, aquellos que no hacen ninguna clase de negocios, es hasta cierto punto odioso. Como argumento de algún peso nos decía el señor Cepeda Medrano, que así como las sociedades piden luz y más luz, el Gobierno necesita dinero y más dinero para poder hacer la pacificación del país. Yo le diría al señor Cepeda Medrano que con esta clase de impuestos, lo que tendremos no será pacificación, sino rebeldías y más rebeldías. (Voces: ¿No, hombre! ¿Pruebas, pruebas!)

El C. Cepeda Medrano, interrumpiendo: De las compañías.

El C. González Jesús M., continuando: Seguramente que sí tendremos rebeldías; ¿las pruebas? ya las tenemos; es la causa de todas las revoluciones; ya se ha dicho más de una vez. También el señor Cabrera hacía una comparación, y parece que este es su mejor argumento: comparaba a las compañías de luz y fuerza con la compañía de petróleo "El Águila," la que nunca quiso pagar sus impuestos, alegando, o bien que no tenía utilidad ninguna, o que el petróleo era un artículo tan indispensable a la sociedad, que era injusto, que era odioso, que el Gobierno la gravara con cualquier impuesto. No puedo yo aceptar la comparación y creo que tampoco ninguno de ustedes; no es igual. Si aceptáramos esta comparación, tendríamos entonces.....

El C. Peralta: (Tose repetidas veces.)

El C. González Jesús M.: Yo suplico al C. Peralta que se muestre con más corrección.

El C. Peralta: Señor Presidente: Estoy enfermo de la garganta, como lo puede certificar el médico; no es por interrumpir al señor. (Voces: ¡Pruebas, pruebas!)

El C. González Jesús M., continuamos: Si exigiéramos un poco más, de acuerdo con la comparación del C. Cabrera, entonces no debería gravarse con ninguna clase de impuestos a los cereales, porque, por ejemplo, el maíz es un artículo de primera necesidad, y si es odioso gravar al petróleo o a cualquier otro artículo, pues más odioso resultaría entonces gravar el maíz. Vamos a ver y creo que en mi concepto este sí es argumento. (Voces: ¡Ah!) En mi concepto, señores. Aquí en la capital de México, al fijarse esos impuestos sobre la luz a los particulares, ¿quiénes resultarían más perjudicados? En mi concepto los pobres y los individuos que pertenecen a la clase media, por esta razón: los burgueses, los potentados, viven en casas en las cuales, debido al gran número de ventanas y puertas, están constantemente iluminadas, y solamente necesitan la luz desde las siete u ocho de la noche, hasta las diez o las once; en cambio, yo, que pertenezco a esa clase media tan numerosa, habito un departamento, y allí necesito de la luz eléctrica durante todo el día, en la cocina y otra pieza más; y esto es todo el día, son como ocho o nueve horas, tal vez más. Sí tengo que pagar por la luz que consumo, tendría naturalmente que pagar por un foco que arde todo el día, lo que puede pagar un rico ardiente sus lámparas dos o tres horas y, repito, señores, que este sí es argumento. Yo estoy de acuerdo con esto, y aunque en principio soy enemigo de este sistema de impuestos. ya que no es posible acabar con ellos y aceptar el impuesto único, yo estoy de acuerdo en que se grave la fuerza que se consume para usos industriales y comerciales, y no la luz de los particulares. No vengo a hacer distinciones entre los pobres y los potentados, si éstos pueden satisfacer mejor sus necesidades y tienen una o dos lámparas o se alumbran con verdaderos soles en sus casas, en buena hora, ya quisiéramos todos estar en condiciones de poder hacerlo, pero aun cuando no podemos llamar artículos de lujo esas lámparas compuestas de veinte, treinta o más bujías, ellos satisfacen mejor que nosotros sus necesidades, teniendo toda la luz que necesitan durante la noche; así es que no debemos hacer ninguna clase de distinción, que se exceptúe de esos impuestos de que nos habla la Comisión en su dictamen.....

El C. Padilla, interrumpiendo: Están exceptuadas las velas de cebo.

El C. González, continuando: No me refiero a las velas de cebo, me refiero a las lámparas eléctricas. Ustedes en su dictamen no se refieren a las velas de cebo; le suplico a usted que sea un poco más correcto. Que queden exceptuados, señores - esta es mi proposición en concreto -, del impuesto a la luz, los particulares, sean éstos pobres, de la clase media o potentados. (Aplausos.)

El C. Secretario Padrés: No habiendo ningún otro orador ni en pro ni en contra, se pregunta a la Asamblea si está suficientemente discutida el asunto. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Está suficientemente discutido y se reserva para su votación.

- El mismo C. Secretario: Nuevamente se pone a discusión la fracción XVI del la Ley de Ingresos, que dice: "Derechos de amonedación y de Timbre sobre los metales que se envían a la Casa de Moneda para ser acuñados, y que se causen conforme a la circular de junio 11 de 1917."

El C. Padilla, de la Comisión: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Padilla: señores diputados: La circular de la Secretaría de Hacienda que modificó estos impuestos, que ayer no teníamos a mano, voy a tener el honor de leerla a la H. Asamblea: (Leyó.)

El C. Secretario Padrés: Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? (Voces: ¡No, no!) En votación económica se pregunta si se considera suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Está suficientemente discutido y se reserva para su votación.

- El mismo C. Secretario: Se pone a discusión la fracción XXI, que dice: "Impuesto especial del Timbre sobre los teléfonos, que se causará en estampillas de la Renta Interior, conforme al decreto de 5 de junio de 1917."

Está a discusión. (Voces: Que se lea el decreto.)

El C. Presidente: Tiene la palabra la comisión.

El C. Padilla: El decreto de 5 de junio de 1917 establece el impuesto mensual de cincuenta centavos en casas particulares y de un peso para los teléfonos de los despachos, almacenes y otras clases de negociaciones. Estas son en síntesis las cuotas que establece este derecho.

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra.

El C. Padilla: El cobro en forma de estampillas.

El C. Sánchez Pontón: ¿Quién va a cobrarlo?

El C. Padilla: Exactamente igual que el impuesto de luz.

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Cienfuegos y Camus.

El C. Cienfuegos y Camus: Señores diputados: El impuesto que acaba de señalarse adolece de peores, o cuando menos, de iguales faltas de seriedad que el que acaba de reservarse para su votación. Estamos llegando con este deseo de la Secretaría de Hacienda, con esta fuente de ingresos que la Secretaría de Hacienda quiere utilizar para equilibrar nuestra hacienda pública, a una época odiosa. Todos los que me escuchan seguramente convendrán en que en esta forma volveremos a los tiempos de Santa Anna en lo que se refiere a las fuentes que se aprovecharán para estos ingresos. Sólo falta que la Secretaría de Hacienda venga a poner a la consideración de esta Asamblea que por cada cantidad, por cada unidad cúbica de aire que llevemos a nuestros pulmones, debemos también pagar determinada cantidad de contribución. Señores, yo veo esto ridículo, porque en nuestros país tenemos fuentes de verdadera riqueza que podemos gravar. Ya el diputado Vadillo y algunas otras personas, como el licenciado Sánchez Pontón, han señalado hacia dónde debe tender la hacienda pública para que los impuestos sean más factibles y serios en nuestro país, porque del modo que la Secretaría de Hacienda nos propone su proyecto de ley, me parece perfectamente irrisorio. Ustedes

saben que al aplicar la contribución de luz, - la señalo para hacer la comparación después por lo que está a debate,- no va a pagar dicha contribución la Compañía de Luz y Fuerza, esa contribución va a pagarla el consumidor, que seguramente no gasta luz por lujo, pues aquéllos que la gasten por lujo, no se perjudican de una manera seria con el impuesto; pero la clase media, como decía el señor González, dispone de cierta cantidad de luz para sus más urgentes necesidades y ésta va a ser la que cargue con el impuesto señalado. Ahora bien, respecto de los teléfonos, saben ustedes que las compañías, las varias compañías telefónicas que tenemos en nuestro país, son perfectamente defectuosas y que ese tanto por ciento que se nos asigna a los que tenemos un teléfono en nuestra casa hemos de pagarlo a reserva de que la compañía tenga el derecho que cobrar por el arrendamiento de ese servicio. Yo veo, pues, este impuesto - y aquí espero que la Asamblea tome en cuenta este asunto -, como cuestión perfectamente ridícula para nuestra hacienda pública y ridícula hasta el grado de que vendría de desprestigio de nuestro Gobierno y de nuestras instituciones. Gravemos a la tierra, a otras fuentes de riqueza, en fin, que seguramente podrían darnos un producto mucho mayor, y a propósito de esto ya tenemos, para poder compensar este impuesto en caso de no ser aprobado, otro impuesto superior y más legítimo y seguramente más serio que vendría a dejar a la Nación alguna cantidad de millones de pesos, que le traería más ventajas seguramente que este impuesto que estamos discutiendo en estos momentos. Pido a la Asamblea....

El C. Cepeda Medrano, interrumpiendo: ¿Cuál es?

El C. Cienfuegos: Hemos hecho una proposición, señor Cepeda Medrano. Ya ésta vendrá a discusión, entonces la conocerá Su Señoría y entonces la discutirá Su Señoría y los que la hemos propuesto, pero yo llamo la atención simplemente sin entrar en cuestiones meramente técnicas sobre el particular y el mismo señor Cepeda Medrano, que de seguro sostendrá esta cuestión, dentro de su conciencia tiene la seguridad de que estos impuestos son ridículos, tanto más ridículas y odiosos por lo que nos comparan con un estado de cosas económico y con medidas que se tomaron en una época perfectamente odiosa, como la que presidiera Santa Anna.

El C. Acuña: Pido la palabra para una observación de mucho provecho a la Asamblea en este momento.

El C. Presidente: ¿Para qué?

El C. Acuña: Para una observación muy pertinente.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Acuña: Simplemente, señores diputados, vengo a hacer una observación a esta H. Asamblea, que creo es de provecho en este momento. Se han estado discutiendo con mucho calor tanto en pro como en contra, todos los impuestos nuevos. (Voces: ¡No se oye!) Se han estado discutiendo con calor intenso todos estos nuevos impuestos, eso de las botellas cerradas, de la luz, de los teléfonos y todos los demás. Yo digo esto: nosotros estamos precisamente procediendo aquí al revés de como debemos hacerlo. Primero debe discutirse el presupuesto de egresos, cuánto es lo que tiene la nación que gastar, y una vez que con todo detenimiento y cuidado se haya estudiado ese presupuesto de egresos, de tal manera que la Asamblea no permita gravar a los contribuyentes con un peso más, porque no sea necesario gastarlo, sino exactamente lo indispensable, entonces pasemos a estudiar la Ley de Ingresos y cuando ya hayamos hecho esto, tengo la seguridad de que no habrá un solo ciudadano que objete los impuestos viejos, salvo uno que otro que sea defectuoso, porque la doctrina enseña que el impuesto defectuoso debe atacarse por el momento. Pero estamos en un período anormal y los impuestos hay que cambiarlos o modificarlos cuando viene una época abundante y bonancible; entonces la Cámara y la Nación están en condiciones de modificarlos hasta el grado de extinguir algunos impuestos que en el momento es necesario dejar. Y yo digo esto: a mí me parece muy fácil el procedimiento, ya que estamos discutiendo la Ley de Ingresos vamos dejando a un lado, vamos aplazando todos aquellos impuestos nuevos para entrar en los impuestos viejos: terminado esto, pasamos a estudiar con todo detenimiento la ley de presupuestos o el presupuesto de egresos y después venimos a discutir los impuestos nuevos; porque resulta esto: si hacemos un examen detenido ¿a qué se concretan estos impuestos nuevos, el impuesto de la luz, el impuesto del teléfono, de las botellas, el de los anuncios, etc.? Pues tal parece que se están gravando todas aquellas cosas que significan una comodidad para los contribuyentes. Pues ¿por qué no vamos gravando también todo lo que significa un lujo, un exceso de comodidad? Tendríamos que gravar entonces todo el mobiliario, las alhajas, los automóviles y todo eso; de manera que, en último análisis, este sistema que se está empleado de presentar estos impuestos nuevos, es un sistema defectuoso por incompleto.

De manera que vamos empezando a estudiar cómo se ha hecho en todos los años anteriores; pero ya estamos estudiando la Ley de Ingresos, sigamos con ella, separando estos capítulos que son nuevos; terminados éstos, pasamos al presupuesto de egresos y luego seguimos con el presupuesto nuevo. Yo creo que esta es la única forma posible para llegar a un fin y evitamos cualquiera discusión inútil, por ejemplo, con los teléfonos. Alguien preguntaba ayer, refiriéndose a la luz y a los teléfonos, que cuánto rendirían. Pues no hay quien lo sepa. ¿Por qué? Porque faltan datos estadísticos. (Voces: Tres millones.) Cualquier dato tiene que ser aventurado, infundado; como no hay un dato anterior, cualquier dato es infundado. Yo creo que no conocemos el número de plantas que hay en el país, no sabemos el número de caballos de fuerza que se desarrolla, etc., y, en consecuencia, es una obligación del legislador, saber cuánto van a producir los impuestos. Generalmente se calcula una poco más abajo de lo que realmente debe calcularse, dejando un margen, pues ni la luz, ni los teléfonos, ni las botellas, ni los anuncios, ni por ninguno de estos capítulos sabe la Secretaría de Hacienda cuánto va a recoger. De manera que en este sentido, señores diputados, estamos bordando

en el vacío, estamos perdiendo el tiempo, estamos aventurando ideas y anticipando conceptos. Yo suplico respetuosamente a esta Asamblea que se fije en estas ideas, separando estos artículos o capítulos de impuestos nuevos, para que nosotros discutamos los impuestos viejos, que luego pasemos al presupuesto de egresos y, por último, que nos fijemos en estos impuestos nuevos; y si es tan grande todavía el déficit entre los ingresos y los egresos, pues gravemos otros artículos, pero entonces haremos un sistema completo de impuestos, no en la forma en que estamos discutiendo.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Vadillo en contra.

El C. Vadillo: Señores diputados: No puedo estar de acuerdo con la opinión del ciudadano Acuña, por dos razones: primera, porque es constitucional que se discutan primero los presupuestos de ingresos y después la ley de egresos; en segundo lugar, porque es de sentido común que un individuo o un gobierno primero sepa qué cantidad tiene, para que después sepa cuánto puede gastar. (Voces: ¡No es cierto!) Si el Gobierno - y este modo de reflexionar no es mío, sino de toda la gente, ni es nuevo, sino de toda la historia -; siempre que los Gobiernos, es estos días críticos para los Gobiernos, envían sus leyes de ingresos y sus prepuestos de egresos al Parlamento, siempre, ya que es facultad limitativa de la Cámara de Diputados la discusión de estos gastos, de estas fuentes de ingresos, siempre se ha levantado protesta contra los gastos del Estado, siempre ha habido diputados liberales que le digan al Gobierno: "Te damos todo lo que pides, pero con tal de que rebajes tus gastos, simplifiques la administración y moralices el sistema administrativo, etc.," y siempre ha habido diputados que piden la transformación radical del sistema mismo de los impuestos, a fin de que éstos sean causados, no sobre las industrias y el trabajo en general, sino sobre las fuentes naturales de riquezas, que es lo que estamos pidiendo. Si ahora nosotros pedimos a cada momento que el Gobierno cambie el sistema de contribución fiscal por uno que afecte las fuentes de riquezas naturales, riquezas como la tierra, es sencillamente porque queremos obligar al Gobierno, por la fuerza de las circunstancias, a entrar necesariamente en este progreso económico que consiste en ello. No es una cosa extraordinaria, señores diputados, la tendencia nuestra a pedir que el Gobierno cambie de sistema; en muchos países, como lo he demostrado, se está haciendo ya. En nuestro país se está haciendo también: en el Estado de Jalisco, según nos afirma "El Universal," el día 19 se presentó un proyecto de Ley de Ingresos por el ingeniero Ulloa, que está basado precisamente sobre el impuesto único a la tierra; y yo, señores diputados, siguiendo en mi tesis de atacar a cada momento por sus bases mismas el sistema de tributaciones fiscales que existe en México, aprovecho esta nueva oportunidad en que se consulta el gravamen a los teléfonos, para venir a decir algunas ideas sobre el particular. Nuestro sistema de tributación fiscal está fundado, según parece, sobre una fábula de Lafontaine, sobre aquella famosa gallina de los huevos de oro. Cuando tuvimos el honor de recibir en esta Cámara la visita del Subsecretario de Hacienda para que nos informase acerca de ciertos impuestos, el señor Subsecretario de Hacienda al hablar de los impuestos sobre la minería, dijo de esta manera: "Aumentar los impuestos sería tanto como matar a la gallina de los huevos de oro." Cuando el señor licenciado Cabrera ayer vino a defender el impuesto a la luz, nos declaró que no debería ponerse a las empresas mayores impuestos, porque ello sería matar a la gallina de los huevos de oro. Señores, yo quedé profundamente intrigado por esta fórmula de la gallina de los huevos de oro. y me dediqué inmediatamente, por bibliotecas y archivos, a buscar el valor económico de esta fórmula sacrosanta de los señores de la hacienda pública. ¿Qué es eso de la gallina de los huevos de oro? Según parece, he aquí el resultado de mis investigaciones: Hace aproximadamente un siglo, señores diputados, que todos los ministros de finanzas de los gobiernos, andaban preocupadísimos, atareados, alarmados verdaderamente, porque en los parlamentos habían dado los diputados en hacer objeciones a los impuestos, en ponerse frente a los gobiernos, en apretar un poco los bolsillos del pueblo y no dejar que libremente mangoneasen en ellos las exigencias de los gobiernos. Como por aquel tiempo no había trenes, no había ferrocarriles, aun no se podían dar carros a los diputados para que trasladaran mercancías a cambio de votos; como en aquel tiempo, señores diputados, los lubricantes andaban bastante caros, no acostumbraban los diputados de la derecha, de las derechas, como se dice hoy generalmente, no acostumbraban venirse a los parlamentos previo aceitamiento de la columna vertebral, sino que los diputados de aquella época tenían el valor de oponerse a los gobiernos y calarse las gafas de un exigente estudio de los leyes del impuesto y ver cifra por cifra lo que se gastaba; así es que los ministros de las finanzas andaban preocupados y los diputados ministeriales lo andaban también; pero sucedió, afortunadamente, que un ciudadano francés - francés había de ser -, el ciudadano Lafontaine, descubrió por aquellos días una gallina que ponía los huevos de oro..... (Voces: ¡No, no! ¡Pruebas!) Verla los ciudadanos ministros de hacienda y los diputados ministeriales y apoderarse de ella, fue todo uno, y desde esa época los ministros de finanzas y diputados ministeriales se han echado a dormir a pierna suelta, y desde entonces el argumento supremo para defender los presupuestos, es la gallina de los huevos de oro.

Sucede que a veces un diputado dice: "No, señores, no debería gravarse esa industria, porque esa es el trabajo, porque esa es la expresión libre de la actividad humana. ¿Por qué el Fisco va a gravar eso?" Pero entonces baja el Subsecretario de Hacienda con su gallina de los huevos de oro debajo del brazo y dice: "No, señores, mientras esta gallina no parezca, toda va bien." Ocurre que a veces algún diputado intransigente, radical, dice: "Estos gravámenes sobre el pueblo dan origen a disgustos, a que se armen revoluciones, a que el pueblo hable y proteste;" pero los diputados ministeriales dicen: "No señor, mientras no se muera la gallina de los huevos de oro, suceda lo que suceda, todo ha de ir bien." Y sucede, señores diputados, a veces, que el pueblo se levanta en armas, se arma

la gran tremolina, se matan algunos cuantos de cientos de miles en Celaya, en Santa Rosa, en León, etc., y ¿qué hacen los Ministros de Hacienda? Corren a Veracruz con la gallina de los huevos de oro debajo del brazo y cuando todo ha pasado, cuando se serena la contienda, no queda más que sangre media seca en los campos, cuando no queda más que una ambición de reformas en las inteligencias, los CC. diputados vienen otra vez al Parlamento, en nombre del pueblo, y el C. Subsecretario de Hacienda aparece el mejor día con su gallina de los huevos de oro a repetirnos el eterno argumento: "Todas las industrias pueden soportar mientras no se les mate, todo puede hacerse mientras la famosa gallina de los huevos de oro no perezca." ¿Qué hemos adelantado entonces, señores diputados? Únicamente conservar la gallina de los huevos de oro y digo esto por una razón, porque en eso parece estar fundada la política hacendaría del actual Gobierno. Todas las industrias mientras no perezcan, es decir, mientras ellas tengan ganancias, se las puede gravar; no importa que gravemos la industria de la zapatería, mientras ella no se muera; no importa que los hombres no puedan alcanzar para zapatos y las clases inferiores anden descalzas, porque la gallina de los huevos de oro todavía está viva. Cualquiera preguntaría: no debería gravarse la luz eléctrica, porque el pueblo tiene derecho de disfrutar de la luz, y no que en las clases bajas se está quemando todavía el ocote, quemando todavía petróleo, que tan perjudicial es para la salud; ¿acaso las clases íntimas de la sociedad no tienen derecho a ascender hasta las clases inmediatas y gozar como ellas de los beneficios de esa luz tan buena? Pero la Secretaría de Hacienda dice: "No señores, no se trata de que el pueblo inferior cambie de alumbrado, se trata de que no matemos la gallina de los huevos de oro." ¿Acaso, Señores, la mayoría del pueblo no tiene derecho a usar teléfono? ¿Este invento es para que quede relegado a las clases privilegiadas de la sociedad? ¿Acaso no tenemos derecho a aspirar nosotros los que esgrimimos el argumento del "pobre estudiante," el argumento de la civilización, no tenemos derecho a pedir que el teléfono sea también una maravilla que baje hasta los escaños ínfimos del pueblo? No, señores, el Fisco debe meter la mano allí y mantener este invento sólo en poder de unos pocos, porque mientras no se mate la gallina de los huevos de oro todo ha de ir bien. Este es el argumento eterno de las finanzas, de la burocracia; y si algún día un ciudadano filósofo, no liberal, ni socialista, ni político, sino sencillamente un filósofo, un inofensivo filósofo, viene y dice: la civilización reclama el uso amplio de todas las mejores de la civilización, como son la luz, el teléfono la libertad del trabajo, entonces el Fisco no tiene derecho a gravar lo que sea trabajo, lo que sea una mejora de la civilización, entonces, ¿sabéis lo que hace la gallina de los huevos de oro, señores diputados? Entonces la gallina de los huevos de oro vuela al palco de la prensa y allí escribe una crónica al día siguiente, diciendo: "Un C. diputado tuvo bellísimas cosas, lirismos impracticables." Así ven ustedes cómo la gallina de los huevos de oro también sabe escribir crónicas en la prensa para defender aquel viejo estatuismo del sistema de impuestos. He aquí cómo, CC. diputados, el C. Lafontaine ha hecho verdaderamente un flaco servicio a la humanidad al haber inventado este avechucho de los huevos de oro. Bien pudiéramos devolvérselo junto con su inmortalidad para decirle: "Renunciamos este prodigioso invento de la gallina de los huevos de oro," a que nos dejase a la gallina de los huevos de oro, que jamás ha puesto por cierto un huevo de oro, no ha hecho otra cosa que poner en el nido a donde se fecundan todos los odios populares, no ha hecho otra cosa más que poner el germen de la Revolución, el germen de la disgregación y de los disgustos en contra del mismo Gobierno. Yo veo, señores diputados, en estos gravámenes a los teléfonos, una manifestación de la teoría del Subsecretario de Hacienda: "No matar a la gallina de los huevos de oro," aunque sí se matan todas las ambiciones de progreso, todas la ambiciones de adelanto, todos los deseos de mejoramiento que tienen todas las clases inferiores de la sociedad. Falta insistir, señores diputados, en una sola idea; en que esto no es un impuesto viejo, quiere decir, que no es uno de aquellos vinos añejos de que nos hablaba el C. Nieto; no, ni siquiera eso tiene; este es un aguardiente rabioso recién destilado en los alambiques de la Secretaría de Hacienda. (Aplausos nutridos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Sánchez Pontón.

El C. Sánchez Pontón: CC. diputados: En mi concepto, ha sido perfectamente atacado ya el impuesto que está a discusión y que con los mismos argumentos con que también atacamos el impuesto sobre luz y fuerza, este impuesto de teléfonos debe ser atacado y reprobado por la Asamblea. Contestaré solamente, señores, por la impresión que haya podido causar el argumento aducido tanto por el señor Cabrera como por el señor Cepeda Medrano, acerca de que las compañías de luz y fuerza, siendo una fuente de riquezas, una fuente de rendimientos para las empresas que actualmente regentean esta clase de negocios, deben ser también origen de un producto para el Erario Nacional. En eso estamos perfectamente de acuerdo; pero el decreto es el que no está de acuerdo, puesto que en lugar de cargar ese impuesto a las compañías lo carga al consumidor; así es que las compañías vuelven a quedar exentas de toda clase de impuestos y el consumidor es quien viene a pagarlos. El señor Cabrera decía que la incidencia del impuesto viene en todos casos a producir un efecto contraproducente para el consumidor que, así cuando se le carga un impuesto al comercio, éste tiene que levantar el precio de los artículos que expende, y esto no lo hace en una proporción perfectamente equitativa para que el consumidor venga a cubrir ese impuesto, sino que levanta en una proporción, en una desproporción, mejor dicho, ese precio de los artículos de primera necesidad, con lo cual resulta más perjudicado el consumidor y el comerciante beneficiado. Pues bien, señores, con ese mismo argumento, nosotros podemos destruir estos impuestos, porque, en el caso actual, tratándose de teléfonos, como tratándose del impuesto de luz y fuerza motriz, no hay incidencia posible, primero, porque las compañías están sujetas a un contrato en que se establecen las tarifas que deben cobrar a los consumidores.

Debemos tomar en cuenta a este propósito que esta clase de servicios son públicos, que de una manera perfectamente clara, no económica, deben ser cubiertos por los Ayuntamientos. Si en la actualidad se ha aceptado el sistema de derivación por el cual el Ayuntamiento, lejos de encargarse directamente de esos servicios públicos los encomienda a determinados concesionarios, es porque se ha visto que en muchos casos con un beneficio para determinada compañía puede hacerse ese servicio con mejores comodidades para la ciudad y libra también a las corporaciones municipales de un cúmulo inmenso de trabajo.

En el caso presente, por ejemplo, tratándose del alumbrado, sería de las funciones que los Ayuntamientos que deberían tener bajo sus órdenes, pero no es así, y las compañías que están encargadas de servir al público este trabajo, tienen forzosamente que estar sujetas a contratos estatuidos, por los cuales se les autoriza para cobrar determinada cantidad por aquel servicio y del cual no puede salirse sin previa autorización de los Gobiernos que han dado las concesiones. Vemos también que las compañías de teléfonos, lo mismo que las de luz, tienen sus tarifas para cobrar el servicio público, y por tanto, no se daría el caso de que, como el comercio que levanta el precio de estos artículos hasta compensarse de los impuestos, las compañías de teléfonos y de luz pudieran elevar sus tarifas sin previo permiso del Gobierno. A este respecto, el señor Cabrera decía: "Cuando estaba en vigor el impuesto sobre focos eléctricos, a cargo de las compañías, éstas empezaron a desarrollar una terrible presión sobre la Secretaría de Fomento, a efecto de que se les permitiera levantar las tarifas." Pero, señores, en este caso bastaría sencillamente con que la Secretaría de Fomento resistiera a esa formidable presión que hacen las compañías y no autorizar la elevación de las tarifas. Se nos pone es esta disyuntiva: ¿quien puede hacer más presión sobre la Secretaría de Fomento, o sobre el Gobierno en general, una compañía a la cual se le trata de imponer determinada contribución, o el pueblo en general, que se considera perjudicado por esa contribución. Se nos dice que la compañía estaba haciendo una terrible presión para aumentar las tarifas; pues, señores, ¿qué el pueblo no la hace de hecho, pacífica y respetuosamente, para que no se le levanten más los impuestos? ¿por qué se va a temer más a una compañía que haga presión sobre la Secretaría de Fomento y no se le teme a la opinión pública, que puede hacer una presión perfectamente legal, consciente y pacífica sobre esa misma autoridad, para que no se le levanten más impuestos que tanto recargan el costo de la vida diaria? Evidentemente que si el Gobierno tiene la intención de que esos impuestos sean pagados por las compañías, no debe temer que hagan presión ninguna sobre la Secretaría de Fomento, porque ésta resistirá toda clase de presiones y no elevarán las tarifas las compañías. Con esto no habrá incidencia del impuesto, no habrá manera de que esas compañías hagan pagar al consumidor lo que ellas deben pagar. En los teléfonos el impuesto es todavía más desproporcionado, más exagerado que el de la luz y fuerza motriz. Todavía señores, nosotros, estamos perfectamente de acuerdo en que en el caso de la luz y fuerza lo paguen las compañías, puesto que para ellas va a ser un motivo de rendimiento ese servicio; pero los teléfonos que las compañías pueden también explotar y explotan en efecto, no pueden servir nunca como la fuerza motriz, para que los comerciantes desarrollen determinadas actividades industriales y lucrativas, sino que los teléfonos son sencillamente un medio de comunicación que hace la vida actual más cómoda. La proporción en que se va a pagar el impuesto, es absolutamente exagerada: un peso por un aparato que cuesta diez a doce pesos al mes; es un tanto por ciento mucho más elevado que lo que se ha puesto a la luz y fuerza motriz, sin que haya ninguna razón para esto. Los teléfonos de habitaciones, en que absolutamente pueden servir como en los comercios, para facilitar el mismo expedio de la mercancía, para hacer que más rápidamente pueda lucrar el comerciante, también quedan fuera del reglamento económico del impuesto que debe gravar siempre una renta o un aprovechamiento. Es, pues antieconómico este impuesto; no puede dar lugar a la incidencia sobre el consumidor, si es que aceptamos que se cargue a las compañías, y, por lo mismo, yo no pido que se rechace totalmente este impuesto, ya que estoy de acuerdo en la parte que el licenciado Acuña expuso en esta tribuna, de que nosotros tenemos que ver por el equilibrio de los presupuestos; pero que sean cargados a las compañías respectivas de luz y fuerza y a las compañías de teléfonos, que bastante rendimientos tiene en cambio de un pésimo servicio que administran a la sociedad. Es por lo que yo pido que se modifiquen ambos impuestos, especialmente éste que se está discutiendo, para que sean pagados por las compañías y no por el consumidor.

Presidencia del C. AGUIRRE ESCOBAR JUAN

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Señores diputados: No vengo a defender el impuesto sobre teléfonos, como dijo aquí el señor Cienfuegos, que indudablemente vendría a defender; yo dejo en entera libertad a los señores radicales y liberales que tanto aman a nuestro pueblo, que tanto desean el libre comercio y la libre industria, que sigan hostilizando a nuestro pueblo protegiendo a los grandes monopolios que se han apoderado de todos los negocios de la República Mexicana. Yo vengo a tratar el impuesto sobre luz, porque, aunque ayer que se abrió la discusión y hubo una amplia libertad para tomar la palabra en pro o en contra, el señor Sánchez Pontón aprovechó esta oportunidad para tratar sobre el mismo impuesto, con intenciones, como todo licenciado, de aprovecharse de la menor coyuntura para poder sacar ventaja de este asunto; todos los señores licenciados, en su mayor parte, no me extraña, señor Sánchez Pontón, porque cualquier asunto lo pueden volver negro o blanco.

Si esta Asamblea estuviese compuesta..... (Voces: ¡Pruebas, pruebas!) Sí, señores, sí esta Asamblea estuviese compuesta únicamente de licenciados, no podríamos llegar a entender. Se han presentado aquí asuntos tan claros, que hasta un niño de primer año puede perfectamente comprenderlos, y, sin embargo, aquí los señores licenciados hablan en pro y en contra, nos quitan días y más días sobre un mismo asunto y no llegamos a entendernos nunca. (Voces: ¡Pruebas, pruebas!) Se nos ataca a nosotros como en alguna vez ha sucedido, que porque nosotros no tenemos conocimientos en derecho, que porque nosotros no hemos estudiado, que porque nosotros no llevamos un título facultativo de abogados, no podemos venir a tratar ningún asunto que se relacione con leyes. ¿Pues qué, acaso, el criterio únicamente está en la cabeza de los abogados? No, señores, todos tenemos criterio amplio, honrado y bases filosóficas de derecho, si es posible, para venir aquí a tratar asuntos que también ellos, en muchos casos, desconocen y que tienen la pretensión muchos licenciados de que únicamente ellos son los que deben venir a tratar aquí eso, a estudiar este punto, y nada más. El señor Rueda Magro, el otro día que nuestro compañero el señor Hernández Luis de dijo que él venía a impugnar el artículo 4o., le contestó que él no le tenía miedo a nadie y menos al señor Hernández, que no conocía nada de derecho. (Voces: ¡No es cierto, no dijo eso! ¡No le agregue, hombre! ¡Pruebas, pruebas!) Ahora el señor Acuña me ha hecho un honor muy grande, que yo declino, me ha dicho que yo estoy hablando como un abogado. Yo no quiero hablar como un abogado, yo quiero hablar como un hombre humilde; no quiero confundirme con ese desbarajuste de ideas que está imbuido en la cabeza de los abogados y que no saben ellos mismos cómo entenderlo. Ya les dije a ustedes que si esta Asamblea estuviera compuesta de abogados únicamente, no llegarían a entenderse, y los asuntos importantes no se arreglarían aquí, sino que se arreglarían fuera de la Cámara.

El señor Sánchez Pontón insiste nuevamente en que a la luz no se le aplique el impuesto; no me extraña, señor Sánchez Pontón, si usted no defiende de momento a ninguna compañía de luz, dentro de poco tiempo la defenderá usted; ustedes son personas que han estado acostumbradas a tratar toda clase de asuntos en sus bufetes, a defender toda clase de negocios, indudablemente que en este caso qué de extraño tiene que el señor Sánchez Pontón venga a decir de una manera disfrazada que el monopolio es santo, es honrado y libre, que eso no debemos de aniquilarlo, que eso no debemos de matarlo. Pues bien, en las palabras del señor Sánchez Pontón únicamente ha habido esta idea: matar la industria nacional, matar los negocios nacionales, impedir por todos los medios posibles que se establezcan en frente de estas negociaciones, empresas nacionales que están en estos momentos esperando la oportunidad. (Voces: ¡No, no!) Aunque ustedes digan que no, sí señores; aquí no estamos defendiendo los intereses del pueblo, de las industrias nacionales, que por todos los medios posibles vendrán dentro de poco a entablar una contienda honrada con las industrias extranjeras que por mucho tiempo gozaran de todas las prerrogativas de la dictadura. A esa política, señores, es a la que venimos combatiendo y a esa política es a la que ustedes, de una manera disfrazada, vienen a defender. (Voces: ¡Al revés!) Señor Vadillo: es falso que nosotros vengamos a defender a todo trance el proyecto del Ejecutivo, es falso que nosotros vengamos con una columna vertebral llena de aceite. (Risas.) En este caso no atacamos el proyecto de las Comisiones, sino el proyecto del Ejecutivo que han tomado las Comisiones. Nosotros combatiremos siempre desde aquí el impuesto sobre el anuncio, porque lo consideramos inconveniente en estos momentos, porque de esa manera indirectamente se mata la industria nacional. Ustedes saben perfectamente que los extranjeros tienen la costumbre de dedicar un veinte por ciento de sus utilidades al anuncio, y nosotros somos, por el contrario, refractarios a esta clase de propaganda, y si vamos a establecer el impuesto sobre anuncios únicamente lo que haremos es matar la industria nacional. Vemos que los talabarteros de León, los agricultores de Coahuila, los industriales de Tabasco, no se anuncian por medio de los periódicos o algún otro medio por no pagar ese impuesto que, aunque insignificante, de todos modos le tienen temor y si nosotros no estimulamos a esos individuos para que se anuncien, indudablemente que de una manera indirecta iremos contra esas industrias nacionales, contra nuestros mismos hermanos, cuando debemos decirles en todos los tonos que deben anunciarse, porque es el único medio de poder hacer grandes negocios y poder conseguir el desarrollo y la prosperidad en todas las industrias.

El C. González Jesús M.: Para una interpelación al orador.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. González Jesús M.: Para que se sirva decirme qué fracción está a discusión.

El C. Cepeda Medrano: La fracción XXI, señor González. Si usted tiene alguna cosa que hacer, estoy a sus órdenes.

El C. González Jesús M.: Es usted el que tiene que hacer y todos también, precisamente por eso quiero que se concrete usted a la discusión de la fracción XXI en pro o en contra.

El C. Cepeda Medrano: No me concreto al punto a discusión, porque usted debía haber llamado al orden al señor Sánchez Pontón cuando vino a tratar sobre la luz, y al señor Vadillo cuando vino también a tratar sobre la luz. (Voces: Entonces, está a discusión la fracción respectiva.) No puedo concretarme al punto a debate, señor Presidente, puesto que aquí hay una parcialidad muy grande: el C. Sánchez Pontón y el señor Vadillo no han venido aquí a concretarse tampoco al punto a discusión.

El C. Sánchez Pontón: Nosotros hemos hablado sobre los teléfonos y sobre la luz, porque el punto estaba a discusión; pero no nos hemos metido a hablar sobre los anuncios y sobre las botellas.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Es porque ustedes son muy leguleyos, señor Sánchez Pontón. (Risas y aplausos.) Pero yo en este caso no estoy dispuesto a acatar las indicaciones de ustedes, porque no se ha hecho esto con otros CC. diputados. Sigo tratando estos asuntos y esto que sirva de precedente

para que en lo futuro los oradores no se dediquen a tratar únicamente el punto que esté a debate. El impuesto sobre la luz no gravita, no puede gravitar directamente sobre el pueblo; se ha dicho que el consumo de luz no se gravará en caso de que se tengan de uno a tres focos, que para las negociaciones agrícolas, que para los establecimientos de beneficencia y para los establecimientos del Gobierno no tendrá ningún gravamen y lo va a tener únicamente para los industriales, para los negocios que están establecidos aquí en la República, esos son los que van a pagar, y el señor Sánchez Pontón no nos podrá señalar con toda su sabiduría, no nos podrá decir la manera de que quitemos esos monopolios que estableció Porfirio Díaz en toda la República para las compañías de luz y fuerza motriz.

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra para una interpelación.

- EL C. Presidente: Para una interpelación tiene usted la palabra.

El C. Sánchez Pontón: ¿Usted cree, señor Cepeda Medrano, que un monopolio como el que tiene la Compañía de Luz se favorece quitándole los impuestos que debe pagar o que, por el contrario, se le perjudica, de alguna manera se le grava cuando esos impuestos los va a pagar ella y no el pueblo? ¿por qué dice usted que defendemos el Municipio cuando queremos precisamente que las compañías paguen el impuesto?

El C. Cepeda Medrano: ¿Cuál impuesto? Si no están pagando nada, señor Sánchez Pontón.

El C. Sánchez Pontón: Pues es precisamente lo que queremos, que lo paguen.

El C. Cepeda Medrano: Voy a contestar. El señor Sánchez Pontón trata de desvirtuar el sentido de lo que está a debate. (Voces: ¡No! ¡Sí) Sí, señores, no me extraña; ya he explicado cuál es la razón que tengo para dudar de muchas de estas personalidades, honorables y dignas pero que no pueden bajo ningún concepto olvidar las prácticas y los prejuicios con que vienen a combatir aquí. El señor Sánchez Pontón dice que para evitar el monopolio se necesita gravar a esas grandes compañías, pero debe saber el señor Sánchez Pontón que en la época de Porfirio se hicieron concesiones que durarán hasta veinticinco y hasta cincuenta años a compañías de fuerza motriz, que son dueñas de todas las empresas de tranvías y que están haciendo miles y miles de pesos diariamente y que son los dueños de todas las plantas establecidas en la República entre nacionales y extranjeros; los nacionales, hay que decirlo de una vez por todas, son los científicos que gozaron de todos los favores de Porfirio Díaz, entonces todos los extranjeros tenían la puerta abierta para venir a sacar todas las riquezas de todos nuestros negocios y el dictador estaba contentísimo, pues se decía que estábamos en una época de paz y de progreso y queriendo demostrar al mundo entero que nuestro país era una país ideal, donde podían venir a inventar millones de pesos y donde podían venir también a sacarnos millones y millones de pesos; y nosotros no levantábamos una protesta, no impedíamos esas empresas locas y frenéticas que no paraban mientes, que apelaban a todos los recursos prácticos, a todas las influencias y a todos los medios inmorales para apoderarse de los grandes negocios especulativos y productores del país. Eso está en la conciencia de todos nosotros. ¿Cómo vamos a impedir, cómo vamos a querer quitar esos monopolios a las compañías de luz y fuerza motriz? Indiscutiblemente, señores diputados, que dentro de poco ya estudiaremos este punto aquí para que en una forma más consciente, en una forma más detenida, podamos por algún medio práctico, legal, valiéndose si es posible de las argucias de los tinterillos, arrancar todos esos monopolios, todas esas concesiones; pero en tanto, señores diputados, si esas compañías de luz y fuerza motriz, de teléfonos también, y me voy a referir a algunas, señor Sánchez Pontón, que hay en la República, que tienen concesiones, no pagan un solo centavo ni al Estado, ni al Municipio, ni a la Federación. ¿Entonces por qué tanto amor, por qué tanto cariño, por qué tanto afecto para que no se cobre ni un solo centavo a esas compañías? (Siseos.) Que lo pagarán será indudable, señores.

El C. González Jesús M.: Hay Estados donde sí pagan impuesto las compañías de luz y fuerza motriz.

El C. Cepeda Medrano: Yo insisto, señores diputados, por último, en que si ustedes no desean gravar a los teléfonos, perfectamente bien, serán pocos los ingresos, dos o tres millones al año, lo que bastaría para pagar el sueldo de nosotros; pero si ustedes no quieren, no le demos dinero al Gobierno, quitémosle todo el dinero y cuando venga el asunto de los egresos, entonces sí apliquémonos nosotros un gran sueldo, unos mil pesos diarios, y que diga la Representación Nacional que en esta forma estamos cumpliendo con nuestro deber. (Siseos y aplausos.)

El C. Secretario del Castillo: No habiendo más oradores en pro ni en contra, se pregunta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Está suficientemente discutido y se reserva para su votación.

Presidencia del C. NARRO REYNALDO

- El mismo C. Secretario: La Comisión presenta el inciso B en la siguiente forma: "Contribución sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras de los Estados, Territorios, Distrito Federal y Municipios de los mismos, que se causarán y percibirán en la forma prescrita en el decreto de junio 9 de 1917 y disposiciones relativas, en el concepto de que dicho impuesto quedará reducido a un cuarenta por ciento adicional sobre las cantidades recaudadas."

Está a discusión.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Padilla: El decreto de 9 de junio de 1917 relativo a este impuesto, dice así:

"Considerando: Que las necesidades actuales de la Hacienda Pública Federal exigen un aumento a determinados impuestos, que contribuya a la nivelación de los presupuestos para el año fiscal próximo, he tenido a bien decretar lo siguiente:

"Artículo 1o. Se modifican nuevamente los artículos 249, 250 y 251 de la ley de 1o. de junio de 1906, en los términos siguientes:

"Artículo 249. En todo entero que por cualquier título o motivo se haga en las Oficinas Recaudadoras de los Estados y Municipios de los mismos, se causará, además, a beneficio de la Federación, un sesenta por ciento sobre su importe, que se pagará con las estampillas llamadas "Contribución Federal."

"Artículo 250. Cuando los enteros provengan de multas, bienes mostrencos, herencias vacantes, tesoros o de cualquier otro origen que no sea el pago de un impuesto o derecho, en sus diversas formas, la contribución federal se considerará incluida en dichos enteros, de los cuales deberá cubrirse el 37.5 por ciento de su importe en estampillas de "Contribución Federal."

"Artículo 251. En los casos de que algún Estado o Municipio arriende o contrate cualquiera de sus contribuciones o impuestos, se cobrará, además, el sesenta por ciento de contribución federal sobre la suma estipulada en el contrato, a medida que se verifique el pago, sin que el contratista cobre por separado a los causantes la contribución federal, ni tenga que cancelar estampillas por cada cobro de impuesto local que verifique, aunque se considere subrogado en las atribuciones de oficina recaudadora."

"Artículo 2o. Con referencia a lo que dispone el artículo 9o. de la ley de 22 de mayo de 1917, se hace extensivo al Distrito Federal y Territorios, en toda clase de enteros que por cualquier título o motivo se haga en las Oficinas Recaudadoras, el impuesto federal del Timbre establecido para los Estados, modificándose los artículos 10 y 11 de la citada ley en los siguientes términos:

"Artículo 10. El impuesto federal del Timbre se causará del siguiente modo:

Desde el 1o. de julio próximo, veinte por ciento.

Desde el 1o. de septiembre siguiente, treinta por ciento.

Desde el 1o. de noviembre siguiente, cuarenta por ciento.

Desde el 1o. de enero de 1918, cincuenta por ciento.

De 1o. de marzo de 1918 en adelante, sesenta por ciento.

"Artículo 11. En las cuotas que actualmente se hagan por impuesto predial de fincas urbanas de la Municipalidad de México, así como en las del municipal, sobre diversiones públicas, se considerará comprendido el impuesto federal del Timbre, y por lo tanto el 62.5 por ciento de dichos impuestos se pagará en efectivo y el 37.5 por ciento en timbres de la Renta Federal.

TRANSITORIOS.

"Artículo 1o. Se deroga el artículo 2o. del decreto de fecha 13 de diciembre de 1916.

"Artículo 2o. El presente decreto empezará a surtir sus efectos desde el día 1o. de julio del año actual."

La Comisión, señores diputados, ha reducido a un cuarenta por ciento el impuesto adicional a que se refiere el artículo 249 reformado, teniendo en cuenta el sentir de la Asamblea en las pasadas discusiones, dejando el mismo porcentaje que el Ejecutivo establece para el artículo 250, esto es, sesenta y dos y medio para los Estados, en los intereses que provengan de multas, bienes mostrencos, tesoros, etc., y en los cuales se percibirá el treinta y siete y medio para la Federación. Las razones que tuvo la Comisión son las que tanto se han debatido en esta Asamblea y a más que en la actualidad está en vigor el cincuenta por ciento que ya están pagando los causantes. No se oculta a la Asamblea el clamor de protesta que de diversas partes ha llegado a varios representantes entre los cuales se encuentran algunos miembros de esta Comisión. Conceptúa la Comisión que rebajar un diez por ciento ya en vigor, significará un gran alivio para los causantes y será recibido con beneplácito por los mismos; en cambio, si se recarga con un diez por ciento más, los beneficios del Erario no serían de tal consideración que ameritaran este gravamen y sí se acentuaría más la pesada carga que tienen ya los causantes en este período de transición. Por lo tanto, pedimos un voto aprobatorio para este cuarenta por ciento para el presente año fiscal.

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el diputado Cabrera.

El C. Cabrera: Señores diputados: Suplico a ustedes que para seguirme en un breve razonamiento, se sirvan tomar una hoja de papel y un lápiz los que deseen seguir el razonamiento. (Voces: Listos, listos. No somos taquígrafos parlamentarios.) De todas las innovaciones que la Secretaría de Hacienda ha hecho en el sistema de impuestos, ninguna tan importante y trascendental como la que consiste en procurar tomar la mayor parte de esos fondos de las recaudaciones procedentes de las contribuciones de los Estados. Especialmente llamo la atención de los CC. diputados a este respecto, porque desde el tiempo en que era la cuarta federal hasta ahora, el impuesto federal ha sido el único motivo de desacuerdo entre los Estados y la Federación. Hace muchos años que vienen existiendo dos tendencias: una a derogar impuestos federales y otra a darles una importancia tal, que en realidad la Federación y los Estados son copartícipes en las contribuciones que se cobran. El sistema de impuestos de la Federación y el sistema de impuestos de los Estados han estado durante mucho tiempo enteramente divorciados, la Federación muy pocas veces sabe lo que cobran los Estados y los Estados muy pocas veces saben lo que cobra la Federación. En tal virtud, establecer un sistema conforme al cual de todos los impuestos colectados en los Estados sea partícipe la Federación en una proporción de importancia, es un esfuerzo hecho conscientemente desde el principio del Gobierno revolucionario, elevando de veinte a treinta primero, de treinta a cuarenta en seguida y a cincuenta después, y posteriormente, pretendiéndole elevar a sesenta. Procuraré ser muy breve para explicarme con claridad a este respecto. No se ha dado toda la importancia que tiene, al impuesto adicional que llamamos contribución federal; hasta ahora era una especie de recargo que la Federación hacía sobre los impuestos del Estado sin preocuparse de cuáles fuesen estos impuestos.

La experiencia ha demostrado que es indispensable una labor de unificación en los sistemas financieros que son empleados en cada uno de los Estados de la República, y esa labor, entiendo yo, comenzó desde la época en que el señor licenciado Acuña estaba encargado de la Secretaría de Gobernación. Esta labor tiende a dar una base general para los impuestos de cada Estado, con el fin de que se pueda, hasta cierto punto, uniformar la condición de las diferentes fuentes de riquezas que existen en diversos Estados. Es absolutamente absurdo y antieconómico el sistema por medio del cual, por ejemplo, el Estado de Puebla gravaba la propiedad rural de una manera, mientras que Tlaxcala, exactamente de las mismas condiciones geográficas que el centro del Estado de Puebla, gravaba la propiedad en condiciones enteramente distintas que Puebla; lo mismo pasa en Querétaro, en Guanajuato y en Aguascalientes, etc. Cada Estado, según su tamaño, medía sus necesidades, y de allí resultaba una gran divergencia en todos los sistemas financieros de todos los Estados, a veces enteramente al capricho de la autoridad gubernativa. Se hizo, necesario, primero, un procedimiento que viniera a unificar el sistema financiero; a ese efecto, la Secretaría de Gobernación, si mal no recuerdo, comenzó el estudio y comisionó especialmente creo que el licenciado Villiers o alguna otra persona, con el fin de hacer un estudio especial de los lineamientos generales de impuestos que debían aceptarse por los Estados. Juntamente con este sistema comenzó la tendencia de elevar el impuesto federal, con el fin de hacer de la Federación realmente un socio de los Estados en la recaudación de los impuestos; con esto se llegó hasta el cincuenta por ciento; pero la razón que siempre ha existido desde hace muchos años contra el impuesto federal, es la disparidad que existía entre los Estados y el Distrito Federal y Territorios, siendo así que, en el Distrito y Territorios Federales, no estaban afectas sus contribuciones a este impuesto federal. También se vieron esas diferencias y por virtud del decreto de junio de 1917, se determinó que también el Distrito Federal, al hacerse autónomo en la recaudación del impuesto, contribuyera con un tanto por ciento para el fisco propiamente de la Federación, y a eso se deben las disposiciones a que acaba de dar lectura la Secretaría a este respecto. Estaba, pues, el sistema planteado en la siguiente forma: primero, tendencia a la unificación de todos los sistemas fiscales en los Estados; segundo, participación de cierta consideración de parte de la Federación en estas contribuciones; y tercero, uniformidad para que el Distrito Federal no tuviera el privilegio de no contribuir en la misma forma. La idea que había tenido, no diré la Secretaría de Hacienda, sino el Primer Jefe, no por eludir responsabilidades de aquella época, sino por dar al Primer Jefe el mérito de una idea que creo que es verdaderamente trascendental, era la de que, poco a poco, la Federación, en vez de gravar fuentes de riquezas distintas de las que gravaban los Estados, tuviera también, es decir, se uniformara juntamente con los Estados en esa manera de gravar las principales fuentes de riqueza que debe gravar y que jamás se habían gravado debidamente; era el impuesto territorial. El impuesto territorial a los propietarios grandes y pequeños, era el caos financiero más grande que ha existido nunca en ningún país que ha cobrado impuestos. Estados, por ejemplo, los de México e Hidalgo, habían llegado absolutamente hasta el límite; la razón de por qué habían llegado hasta el limite en sus impuestos a la propiedad territorial, vosotros lo sabéis muy bien, porque los grandes terratenientes siempre tenían influencias para valuar sus propiedades muy bajo y, por consiguiente, mientras más bajo estaban gravadas las propiedades, más alta tenía que ser la contribución, para tener algo que recaudar. Si, pues, una de las tendencias de la Revolución tenía que ser un sistema adecuado al impuesto a la tierra, ese sistema debería ser estudiado debidamente, para que tuviera un cierto sello de uniformidad en los principios, aun cuando no tuviera la uniformidad que, en cuanto a la calidad de la tierra, debería aplicársele en cada uno de los Estados. Entonces era de pensarse que la Federación debería tener, que el fisco de la Federación debía de tener una participación más substancial, más efectiva y más importante en los impuestos de carácter territorial; se pensó entonces, como decía a ustedes, en elevar el impuesto federal, la tradicional cuarta federal, o sea el veinticinco por ciento, elevarlo al cincuenta por ciento federal; y esto no carecía de antecedentes. Voy a explicar a ustedes - y vosotros lo sabéis bien -, cómo, por ejemplo, en la participación de terrenos baldíos, la Federación conservaba dos tercios y daba un tercio a los Estados, es decir, si una propiedad valía como ciento cincuenta, la Federación conservaba cien y daba cincuenta a los Estados, y así en todos los bienes en que había que conceder una participación a los Estados, la Federación había tomado como cien y dejado a los Estados como cincuenta, es decir, se había partido el producto de los terrenos baldíos en tres partes, dos tercios para la Federación y uno para el Estado; era como si el Estado tuviera un cincuenta por ciento adicional sobre el valor cobrado por la Federación. Cuando se pensó establecer el cincuenta por ciento federal, que establece la regla de que, por cada cien pesos que cobrara un Estado, impusiera cincuenta adicionales, lo cual hacía para el causante ciento cincuenta pesos, y si podéis hacer esto a la memoria o con vuestro lápiz, haced el cálculo y veréis que eran 66.6 periódico para el Estado y 33.3 periódico por ciento, para el Gobierno Federal.

A esto se debía que, cuando no se trataba de contribuciones propiamente dichas, sino de multas, ventas o cualquiera otra fuente de ingresos, se acostumbraba que, de cada cien pesos que los Estados cobraran, se reservaran 66.6 y entregaran 33.3 a la Federación. Esta es la operación aritmética sencillísima que quería que hicieseis en vuestro papel.

El C. Padilla: Para una rectificación, con permiso de la Presidencia. No es el 66.6, señor licenciado; es el 62.5 y el 37.5.

El C. Cabrera: Habéis oído que nos dice el señor Padilla, miembro de la Comisión, que el porcentaje, como es debido, conforme al proyecto de ley del Ejecutivo, es del sesenta y dos y medio por ciento para el Estado y el treinta y siete y

medio para la Federación; es verdad, cuando la contribución sea de sesenta por ciento, porque si tomáis vuestro lápiz y dividís ciento entre ciento sesenta, que sería el producto de ciento y de sesenta por ciento, encontraríais que, lo que corresponde al Estado es de sesenta y dos medio y el treinta y siete por medio por ciento para la Federación, es decir, y aquí os suplico que hagáis la operación los que queráis hacerla. Cuando el impuesto sea de cincuenta por ciento federal, el Estado cobrará ciento más cincuenta por ciento adicional, son ciento cincuenta, y ciento es, con respecto al ciento cincuenta, el 66.6 por ciento, y el cincuenta por ciento que le toca a la Federación es el 33.3 por ciento, o sea dos tercios y un tercio, como decimos en agricultura; pero cuando la Federación cambia el sistema y deja, en vez, del cincuenta el sesenta por ciento, entonces, si suponemos por un momento que el Estado cobra ciento y la Federación cobra sesenta, esos ciento son, respecto del sesenta, el sesenta y dos y medio por ciento. A esto me quiero referir cuando digo que, en realidad, la Comisión debía haber cambiado esta parte del proyecto, porque el sesenta y dos y medio por ciento y el treinta y siete y medio por ciento, son cálculos hechos para el sesenta por ciento de contribución. Si bajamos a cincuenta, es el 66.6 por ciento, y si bajamos a cuarenta, la operación se hace dividiendo ciento de ciento cuarenta, aproximadamente setenta y dos y cuatro décimos por ciento.

Este es punto de rectificación, que me permito hacer a las Comisiones, dentro del sistema del cuarenta por ciento; pero este no es el objeto de mi peroración. Las Comisiones, estudiando detenidamente este punto, verán que tendrán que modificar no solamente el cuarenta por ciento, sino las disposiciones relativas a los impuestos del Distrito Federal, porque no vamos a quitarle al Distrito Federal el sesenta por ciento, supuesto que a los Estados no les quitamos más que el cuarenta por ciento. Las Comisiones no tienen más que mi recomendación de estudiar este punto y rectificar su cálculo a este respecto, para hacer las modificaciones. De lo que vengo a tratar aquí es de que, en mi opinión, el término más apropiado y más aceptable no es ni el sesenta que pretende el Gobierno, ni el cuarenta que proponen las Comisiones; es real y efectivamente, el cincuenta por ciento, porque el cincuenta por ciento es la cifra que exactamente se ha seguido, por ejemplo, como decía hace un momento, en todos los cálculos relativos a participación de utilidades en la venta de terrenos baldíos. El cincuenta por ciento es un promedio que equivale exactamente a la mitad de lo que cobra el Estado, lo cual facilita todas las operaciones fiscales. El cincuenta por ciento, la experiencia, durante todo el tiempo que estuvo cobrándose, enseña que no es tan exagerado como a primera vista se pensara. Yo no estoy de acuerdo en la cifra del sesenta por ciento que había propuesto el Ejecutivo, pero tampoco estoy conforme con el cuarenta por ciento, que nos proponen las Comisiones, y la razón que presento, es la facilidad de contabilidad fiscal y la necesidad de que las contribuciones tengan un carácter bien definido.

La Federación se encuentra en condiciones de tener que exprimir considerablemente las fuentes de recursos que no estén reservadas especialmente a los Estados, y en las cuales la ley le permite imponer impuestos, mientras que vea que en la mayor parte de los Estados no se cobra todo lo que debía cobrarse, sobre todo, en materia territorial. La fuente principal de ingresos en los Estados es el impuesto territorial; más bien dicho, no lo es, debe ser el impuesto territorial, y ese impuesto es absolutamente justo, como son justos todos los impuestos que recauda el Estado, para que contribuyan de una manera substancial. Hasta ahora, el régimen federal en materia de impuestos, ha consistido en que los Estados tengan su fuente de ingresos y la Federación la suya; este sistema consiste en que los Estados todos contribuyan con una parte de sus impuestos para formar la principal fuente de ingresos de la Federación. Las fuentes de ingresos de la Federación eran, antiguamente, en primer lugar, la importación; en segundo lugar, el Timbre; más tarde fue, en primer lugar, el Timbre, y en seguida, la importación. En el nuevo régimen financiero de la Revolución, las exportaciones han tomado una importancia considerable y las importaciones han reducido en importancia. El nuevo Gobierno revolucionario consideró que un país que exporta todas sus materias en crudo, hacía un verdadero disparate en no cobrar impuestos sobre estas materias primas. En el nuevo régimen financiero iniciado por la Revolución hay la creencia, la tendencia a que las contribuciones que cada uno de los Estados den a la Federación de sus propios impuestos, sea la principal fuente de recursos, para que entonces el sistema de contribución por medio del Timbre, pueda reducirse exclusivamente a los ramos que ya están perfectamente considerados y perfectamente saneados. Pueden creer los señores diputados que al haber tomado la palabra para hablar en cuanto a aumentar un diez por ciento a esta iniciativa de la Comisión, no habría considerado necesario distraer vuestra atención si no fuera porque la considero enteramente importante y trascendental para complementar un régimen que está en estudio y que en breves lineamientos le he expuesto a la Asamblea

. - El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Acuña.

El C. Acuña: Señores diputados: Es de capital interés esta cuestión que se está tratando en estos momentos, y todo el mundo que tuviera una idea nueva o algún conocimiento pequeño sobe esta materia, debería hacer uso de la palabra para ilustrar el criterio de la Asamblea. Yo voy a ver si consigo, aunque sea, mal hilvanar unas cuantas ideas; no estaba preparado para este objeto, pero la exposición del licenciado Cabrera me ha obligado a hacer uso de la palabra. No debemos olvidar, señores diputados, que la preponderancia que siempre tuvo la Federación sobre los Estados, consistió en gran parte en las desigualdad de sus entradas con el producto total de las entradas de los Estados. Me parece que el último presupuesto federal alcanzaba la suma de ciento veinte millones en los ejercicios de 1911 a 1912 y de 1912 a 1913.

El C. Cabrera, interrumpiendo: Ciento veintinueve millones.

El C. Acuña: Muchas gracias. Yo no lo conozco a punto fijo, pero aquí tenemos al señor licenciado.

Cabrera, que puede indicarnos a cuánto montaba el acervo de todas las rentas y entradas de los Estados. Pero yo me hago este cálculo, que es muy sencillo: Pongo por ejemplo, al Estado de Coahuila; en el último año, sus ingresos fueron de ochocientos mil pesos, y como Coahuila, podemos citar ocho o diez Estados que, si acaso, cobraban un poco más, y para poner cifras redondas, esos ocho o diez Estados tienen ingresos por valor de un millón de pesos al año. Pues si esto decimos de los Estados más importantes, tenemos una base para deducir que el resto de los Estados tiene rentas mucho menores. En consecuencia, las rentas de todos los Estados y de los Municipios, apenas - y yo quisiera ver confirmada esta aseveración mía por el ciudadano Cabrera -, apenas, repito, alcanzaría la suma de cincuenta millones.

El C. Cabrera: Entiendo que era menor de esto. Me parece que eran treinta millones.

El C. Acuña: Si eran treinta millones las entradas en los Estados y ciento veintinueve las de la Federación, quiere decir que la Federación recogía cuatro veces más que todos los Estados; de manera que había una disparidad enorme, una diferencia grandísima entre las entradas de la Federación y las entradas de los Estados. Yo tengo la idea de que, en la Unión Americana, pasa todo lo contrario: las rentas de los Estados, sus productos propios, son muy superiores a las entradas de la Federación; de manera que, en ese sentido, hay una gran disparidad entre los regímenes financieros o regímenes rentistas de la República Mexicana y de los Estados Unidos.

Yo deduzco de estos datos que, como eran tan exorbitantes las entradas de la Federación, de allí venía la preponderancia que tenía la Federación sobre los Estados. No había un solo Estado que no temiera el menor movimiento de la Federación; cualquiera iniciativa que quería hacer, cualquiera idea nueva que quería poner en práctica, antes de hacerla, siempre estaba pendiente de si la Federación se lo permitiría; de tal manera, que no había soberanía de los Estados, esto todo el mundo lo sabe, todo el que haya estado en una administración y que conozca de cerca su Estado, que conozca de cerca sus necesidades, es seguro que está de acuerdo conmigo que este particular; no había libertad, no había autonomía, no había soberanía en los Estados, y yo digo esto, señores diputados, ¿Si esto pasaba cuando se cobrara el veinticinco por ciento federal, o cuarta, qué podría pasar ahora que vamos a cobrar el cuarenta, el cincuenta o el sesenta por ciento? Bien es verdad que estamos en un período angustioso y difícil y que es necesario que le demos a la Federación todo lo que pida; pero de cualquier manera, que esto no se constituya en un régimen rentístico; es muy perjudicial, es muy nocivo para todos los Estados, porque mientras la Federación se fortifica, los Estados se debilitan; he dicho mal, porque entonces no existe Federación, porque la Federación consiste en fortificar a los Estados. Cuando todos los Estados son igualmente fuertes, cuando todos tienen la conciencia de su poder, entonces si que existe una verdadera Federación, si la Federación está integrada por la voluntad y por el agregado de todos los demás Estados.

El sistema que empleaba el régimen porfiriano para derramar los impuestos, era vicioso de todo punto; los presupuestos se estudiaban, como los estudiamos hoy nosotros, y, por regla general, los presupuestos van subiendo año por año; si falla un año, quiero rectificar en esta forma: Si no es verdad que año por año suben los impuestos, sí pueden tomarse períodos quinquenales y a priori se puede establecer que un quinquenio es inferior al que sigue: total, que los impuestos siempre van en una forma ascendente. Se estudiaban los impuestos, como se estudian hoy, pero como se desconocían totalmente las necesidades de los Estados, se imponían derechos en tal forma que decían: esta vez no alcanzó el veinte por ciento, de manera que vamos a imponer el cuarenta por ciento y los gobiernos hacían el derrame a troche y moche en todos los municipios, resultando con esto los impuestos despreciables para todo el mundo. No había un sistema científico, no había un estudio, un acuerdo que se pudiera formar con los conocimientos que tuvieran las Comisiones o delegados de la Federación con Comisiones o delegados de los Estados; y esto, como decía el C. Cabrera, esto hasta que el Gobierno se preocupó por establecer en la Secretaría de Gobernación, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda, por orden del C. Primer Jefe, un sistema de rentas, pero con una base rigurosamente científica. De manera que conocidas las necesidades de los Estados y las de la Federación y puestas de acuerdo Comisiones de los Estados con la Federación, se establecería un sistema perfecto hasta donde fuera posible para evitar aquellos sacrificios de los Estados, y en consecuencia un lucro indebido o una carga que aprovechara solamente la Federación. Nosotros debemos pensar ahora en la forma que se ha planteado por la Comisión. Examinemos con mayor detenimiento posible tanto las necesidades de la Federación como las de los Estados; esta es la única forma, señores diputados, de no agravar la situación de nuestro pueblo en toda la República. También nosotros hemos resentido y probablemente resentiremos mucho tiempo de la falta de catastro en toda la República: lo digo por lo que conozco de mi Estado, señores diputados. No sé a cuánto montaba el catastro general del Estado, pero sí tengo una base de qué partir para poder apreciar la riqueza pública del Estado de Coahuila: el municipio de Saltillo, probablemente después del municipio de Torreón, es el más rico del Estado; y, admírense ustedes, señores diputados, que éste en 1912 estaba catastrado en un millón doscientos mil pesos. Cuando el señor Carranza se hizo cargo del Gobierno del Estado, una de sus primeras preocupaciones fué la de reorganizar, mejor dicho, la de hacerlo, porque no había catastro en el Estado. Se nombraron las Comisiones, salió la ley relativa, vinieron delegados de todas partes, se estudió aquello con el mayor detenimiento posible sobre las bases de que se consideraban las propiedades en un cincuenta por ciento de su valor real y entonces el municipio de Saltillo alcanzó la cifra de treinta y tantos millones. Cuando yo me hice cargo del Gobierno y según las mismas tendencias y la misma orientación del señor Carranza, ordené que se hiciera el catastro, que se terminara, pero con la base entonces

del ciento por ciento, es decir de poner un valor real y efectivo, y entonces el municipio de Saltillo alcanzó la cifra de setenta millones de pesos. De manera que se nota desde luego la diferencia del valor real del municipio de Saltillo, que era de setenta millones sin quitarle ni poner; al contrario, haciéndole algunas rebajas a la gente pobre, y en 1912 ese mismo municipio estaba catastrado en un millón doscientos mil pesos. Pues procediendo en igual forma en todos los demás municipios de Coahuila, es fácil suponer que el Estado tenga un valor real y efectivo de mil millones de pesos, y con toda seguridad que este Estado, el Estado de Coahuila, estaba catastrado... vamos a hacer un cálculo, aunque sea muy ligero: Si había ochocientos mil pesos de entradas, con el diez por ciento al millar anual, debería deducirse que el Estado valía ochenta millones de pesos; y qué diferencia tan grande de ochenta a mil millones de pesos que real y positivamente vale el Estado. Pues esta aberración del tamaño que la estoy señalando, se cometió en todos los Estados de la República, de manera que no había sistema hacendario posible, puesto que no había ninguna medida capaz de acabar con todo ese orden indebido de cosas. Si la Revolución no pone todo esto en su punto, pues es seguro que la República sigue por aquel mismo sendero y nunca llegaríamos a implantar un sistema rigurosamente científico en materia de impuestos. Para terminar, señores diputados, y repitiendo lo que dije al principio, yo no sé a cuánto montaría la recaudación del cincuenta por ciento; a mí me parece demasiado exagerado, yo sostengo que impongamos el cuarenta y que no formemos esto como un sistema para los años venideros, sino que sea transitorio, que sea temporal, que así conste en las actas del Congreso de la Cámara de Diputados para que se vea que todos estamos preocupados por la economía, que no queremos que sigan estas cosas adelante; que si hoy por hoy la Federación tiene la necesidad imperiosa de vivir como la tiene la República, que le demos realmente lo que necesita, pero que no constituyamos un sistema que todo el mundo repruebe; que si la carga de veinte por ciento fue demasiado pesada para todos los Estados y constituyó así una grandísima preponderancia de la Federación para los Estados, con mucha mayor razón sucederá cuando nosotros aprobemos el darle el cuarenta, el cincuenta o el sesenta, es decir, cualquiera cantidad más que exceda del veinte por ciento.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Zapata, en pro.

El C. Zapata: Señores diputados: No puedo ratificar mis ideas dadas a esta Asamblea anteriormente, sobre que la contribución federal sea de cuarenta por ciento y no del sesenta como lo propone el Ejecutivo, sin antes pedir a ustedes un acto de justicia, porque de otro modo, señores diputados, no me encuentro en completa libertad. La prensa ha dicho desde hace dos o tres días y continúa diciéndolo hoy, que el Gobierno de la República ha obtenido un gran triunfo internacional. Aquí casi a diario criticamos las labores del Ejecutivo y en ello hacemos bien, señores diputados, porque estamos aquí para cumplir con nuestro deber, pero cuando el Ejecutivo en concepto de nosotros hace algo muy saludable, muy importante para la Nación, debemos señores diputados, sin tropiezo ninguno, prodigarle un aplauso sincero. Todos sabemos que los Estados Unidos norteamericanos habían decretado y existe todavía en vigor, la ley sobre alimentos. Esta ley sobre alimentos dispone lo siguiente: Todo lo que tengamos de artículos de primera necesidad debe ser, en primer lugar para los ciudadanos de Estados Unidos de América, y en segundo lugar para nuestros aliados en la guerra, y si algo nos sobra, para los neutrales. México, neutral en la contienda europea, tenía que quedarse a las sobras después de satisfechas las necesidades de los Estados Unidos y después de satisfechas las necesidades de los aliados; la situación de la República hubiera sido terrible si el Gobierno que preside el señor Carranza no hubiera obtenido un gran triunfo diplomático con la excepción de México de esa ley. Actualmente México podrá tener artículos de primera necesidad de los Estados Unidos; esto aliviará mucho nuestra situación, y esto, señores diputados, merece un sincero aplauso al Ejecutivo. (Aplausos nutridos.)

Que en ese aplauso, señores diputados, vaya un justo reconocimiento de que el Gobierno de los Estados Unidos ha procedido en este caso con la equidad que esperábamos de él y que antes de hoy no habíamos querido aceptar, porque acontecimientos de otro género no habían podido permitirnos aceptarla. Ahora, señores diputados, entro al debate en pro del dictamen de las Comisiones y en contra de lo propuesto por el Ejecutivo. El señor licenciado Cabrera nos ha hablado del sistema que pretendía y que continúa pretendiendo la Federación poner en práctica: Que ésta sea un asociado de los Estados Unidos en la recaudación de los impuestos. Este sistema, señores diputados, será bueno o será malo, pero yo creo que no es el momento de discutirlo. Yo si voy a pedir a ustedes que toméis un lápiz y un papel y especialmente a mi amigo el señor licenciado Cabrera. La cuenta es muy sencilla: El señor Subsecretario de Hacienda cuando tuvo a bien informarnos aquí a petición mía, dijo lo siguiente: En el año de 1912 la Federación recaudaba por concepto de contribuciones federales seis millones de pesos que eran el resultado del veinte por ciento sobre enteros que se hacían en los Estados y en los Municipios; en consecuencia, los enteros a los Estados y a los Municipios se calculan en la cantidad de treinta millones; con el veinte por ciento resultan seis millones de pesos para la Federación en el año de 1912. Interpelado el señor Subsecretario de Hacienda para que dijera cuánto creía la Federación que produjera el sesenta por ciento sobre los enteros a los Estados y a los Municipios, contestó que se deseaba un proporción de diez y ocho millones de pesos. Por esa razón proponía el Ejecutivo que fuere el sesenta por ciento en lugar del veinte por ciento, porque sesenta por treinta resultan dieciocho millones de pesos como resultado de la contribución federal. De entonces a esta fecha no he hecho más que afirmar cada vez más mi idea de que, y no solamente ideas, he tomado algunos datos que aunque son incompletos, señores diputados, han bastado para reafirmarme en mi opinión anterior: las contribuciones en los

Estados y en los Municipios se han más que duplicado, y, en consecuencia, este es el momento de tomar papel: Si en lugar de treinta millones que recaudaban los Estados y Municipios en 1912, recaudan, en virtud de haber triplicado las contribuciones, noventa millones, decimos: Noventa por sesenta resultarían cincuenta y cuatro millones de pesos. Hay que agregar todavía esto otro, señores diputados: en el año de 1912 estaban exceptuados de la contribución federal por intereses, los Municipios. Para el Distrito Federal, con arreglo a los presupuestos que nos han enviado del Gobierno del Distrito, se necesitan diez millones de pesos, de manera que debemos de agregar un tanto por ciento más sobre estos, es decir, o el cincuenta o el sesenta, como quieran calcular; el cincuenta que es lo que ahora propone el C. Cabrera, y entonces resultan de allí puramente, del Distrito Federal, tres millones de pesos más que no estaban incluidos en 1912. Tampoco en 1912 se calculaba lo que la Federación percibía por intereses hechos en el Distrito de la Baja California, de lo que fue Territorio de Tepic, hoy Estado de Nayarit, y en los Municipios de Quintana Roo. Todo esto, señores diputados, va sumando algo más. Yo quiero aceptar, porque es de justicia, que precisamente los impuestos no sean doblados o triplicados en todos los Estados, porque las fuentes de riqueza se han cegado; pero si a los cálculos que habéis hecho,- noto que el licenciado Cabrera sí hace sus cálculos -, si bajamos la mitad, todavía hay un superávit sobre los dieciocho millones que quiere el señor licenciado Subsecretario de Hacienda, muy alto. Estas razones que la otra vez expresó a ustedes, no hago más que repetirlas hoy porque estos son números y los números son los que nos deben guiar en este debate. En cuanto a que la Federación cobre determinado tanto por ciento por las ventas de terrenos baldíos y que deje al Estado una tercera parte de ella tome dos terceras partes o cualquiera que sea la proporción, no me parece que ésta sea razón de tomarse en cuenta para que pongamos nosotros el veinte, el cuarenta o el sesenta por ciento. Las rectificaciones que la Comisión tiene que hacer, como muy atinadamente ha indicado el señor licenciado Cabrera, creo que tampoco influirán para que debamos adoptar un tipo de cuarenta o de cincuenta; de todas maneras, las rectificaciones pueden hacerse en el decreto a que alude el licenciado Cabrera. Quiero, por último, señores diputados, despojar a ustedes de todo temor por las palabras que en la sesión secreta que tuvimos últimamente dijera el señor Reynoso. Yo creo que no las debamos de tomar en cuenta; si más adelante las condiciones del país empeoraran, hoy debemos felicitarnos porque vemos que día a día van mejorando, por lo que depende de la cuestión intencional. Si más adelante, repito, las cuestiones mientras se ponen cada vez más exigentes, de tal manera que el Gobierno necesite más recursos, señores diputados, aquí estaremos para hacer lo posible con objeto de dar al Gobierno las cantidades que necesite para afrontar la situación, pero siempre debemos tomar en cuenta que no se puede, como dije en la vez anterior, exigir del pueblo más que aquello que sea indispensable para el mantenimiento de las instituciones que nos rigen. Si la Secretaría de Hacienda ha hecho cálculos y dice: "De esto quiero sacar únicamente diez y ocho millones." Es por demás y es absurdo, señores diputados, y es injusto para nuestros representados que queramos sacar más de los que quiere la Secretaría de Hacienda. (Aplausos.)

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta a la Asamblea que habiendo todavía en lo que ésta a discusión en pro y en contra, se acuerda que se suspensa esta discusión para la próxima sesión y mientras, en lugar de lista, vamos a poner a votación los incisos no objetados.

El C. Cabrera: Deseo hacer una interpelación a la Comisión, fuera del debate.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cabrera.

El C. Cabrera: No voy a hacer uso de la palabra dentro del debate, sino simplemente iba a proponer algo semejante a lo que acaba de proponer la Presidencia, y es que las Comisiones se sirvan pedir permiso para retirar el dictamen para hacer las rectificaciones consiguientes con el fin de que pueda encarrilarse francamente el debate sobre el sistema del cuarenta o cincuenta por ciento. Todas las demás observaciones que han hecho los CC. Acuña y Zapata, las reservo para hacerlas valer dentro del debate en su oportunidad.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Padilla, miembro de la Comisión.

El C. Padilla: La Comisión, no tiene inconveniente en hacer las modificaciones que alude el señor Cabrera, pero deseando que partamos de una base firme, quisiéramos la aprobación de la Asamblea para partir de números redondos, ya que el setenta y uno y fracción por ciento es la diferencia que ha hecho solicitemos permiso para retirar este artículo y poner setenta por ciento para los Estados y el treinta por ciento para la Federación.

El C. Siurob: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: Creo que no habiendo todavía una orientación en la Asamblea en el sentido de que pueda hacer que las Comisiones modifiquen su dictamen, las Comisiones tienen la obligación de dejar el dictamen todavía, desde el momento en que la Asamblea no ha manifestado de una manera arraigada su opinión en ningún sentido. Ni siquiera puede decirse que ha habido una discusión amplia sobre el particular, puesto que apenas ha hablado un orador en contra.

El C. Presidente: La Comisión pidió permiso para retirar su dictamen y por eso se consulta a la Asamblea si lo concede.

El C. Siurob: Yo creo que la Comisión obra con demasiada ligereza cuando apenas presentado un dictamen nos viene a pedir permiso para retirarlo con objeto de modificarlo.

El C. Padilla: La Comisión propone a la Asamblea que discuta su dictamen tal como ésta para que, de acuerdo con el resultado de la discusión, modificarlo

. - El C. Secretario Mata: Se va a poner a votación de la fracción XIII los incisos E, J y M, que dicen así: (Leyó.) Y las fracciones XIV, XV, XVI y XIX del artículo 1º., que no han sido objetadas, y que dicen así: (Leyó.) Tanto estos incisos como

estas fracciones, no han sido objetadas; por eso se va a llevar a cabo la votación en un solo acto.

(Se procede a la votación nominal.)

El C. Secretario Mata: Votaron por la afirmativa los CC. Acuña, Aguirre, Berlanga, Aguirre Colorado, Aguirre Crisoforo, Aguirre Efrén, Aguirre Escobar, Alvarez del Castillo, Andrade, Aranda, Araujo, Arlanzón, Arreola, Avendaño, Avilés, Barragán Juan Francisco, Barragán Martín, Barrera de la, Basáñez, Bello, Benítez, Betancourt, Blancarte, Breceda, Castillo del, Cabrera, Cámara, Cancino Gómez, Cano, Carrillo Eduardo S., Carrillo Iturriaga, Cepeda Medrano, Cienfuegos y Camus, Cisneros, Córdoba, Córdova, Cristiani, Cruz, Curiel, Chapa, Dávalos Ornelas, Dávila Dyer, Echeverría, Escudero, Esquivel, Fentanes, Fernández Aurelio M., Figueroa, Gámez Gustavo, Gámez Ramón, Gárate, García Adolfo G., García de Alba, García Elíseo, García Jonás, García Pablo, Garza Ernesto, Garza González, Garza Pérez, Gaxiola, Gay Baños, González Jesús M., González Torres, González Lauro, Guajardo, Guerrero, Gutiérrez, Hermosillo, Hernández Ernesto, Hernández Garibay, Hernández Jerónimo, Hernández Luis M., Hernández Maldonado, Higareda, Izquierdo, Jurado, Lanz Galera, Lechuga Val, Leyva, Limón, Lizalde, López Couto, López F. Ricardo, Marcelín, Malpica, Manjarrez, Manrique, Mariel, Márquez Josafat, Márquez Rafael, Martín del Campo, Martínez Joaquín, Martínez Rafael, Medina Francisco, Medina Juan, Méndez, Mendoza, Meneses, Moctezuma, Montes, Montiel, Múgica, Navarro, Navarrete, Neri, Ordorica, Ortega José M., Ortega Rafael, Ortiz, Otero, Padilla, Paredes Colín, Parra, Pedroza, Peña, Peñafiel, Pérez Brambila, Pérez Gasga, Pesqueira, Pineda, Portillo, Prieto, Ramírez G. Benito, Ramírez Genaro, Ramírez Llaca, Rebolledo, Ríos Landero, Rivas, Rivera Cabrera, Robles Domínguez, Rocha, Rodríguez Saro, Rojas Dugelay, Román, Rosas, Rueda Magro, Ruiz Estrada, Ruiz José P., Ruiz Juan A., Sánchez Daniel, Sánchez José M., Sánchez Pontón, Sánchez Tenorio, Saucedo J. Concepción, Saucedo Salvador, Segovia, Silva Herrera, Silva Jesús, Siurob, Soto, Téllez Escudero, Torres Jesús de la, Torre Rómulo de la, Torres Berdón, Torres José D., Treviño, Uruñuela, Valle, Velásquez, Ventura, Villarreal Filiberto C., Villarreal Jesús J., Villaseñor y Zavala.

El C. Prosecretario Villarreal: Votaron por la negativa los CC. Alejandre, Alonzo Romero, Arellano, Arrazola, Aveleyra, Domínguez, García Salvador Gonzalo, González Justo, López Ignacio, Mata Filomeno, Sepúlveda y Vadillo.

El C. Secretario Mata: Quedan aprobados los incisos E, J y M de la fracción XIII, y las fracciones XIV, XV, XVI y XIX del artículo 1o., por ciento sesenta y cinco votos de la afirmativa, contra doce de la negativa.

El C. Presidente: Se suspende la sesión para reanudarla a las cuatro de la tarde en punto. (Voces: ¡Es sábado, es sábado, hasta el lunes! ¡Huelga, huelga! Campanilla. Desorden.) Como ha sido un acuerdo anterior de la Asamblea, de trabajar mañana y tarde, tendría que reanudar la sesión para que por acuerdo de la Asamblea no haya sesión en la tarde. (Voces: ¡Muy bien, muy bien! Aplausos.) Se reanuda la sesión.

El C. Villarreal Filiberto C.: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Filiberto C. Villarreal.

El C. Villarreal Filiberto C.: Señores diputados: Pedí la palabra con objeto de poner a la consideración de ustedes si es que no hay sesión esta tarde por ser sábado. (Voces: ¡Aprobado, aprobado!) Como no es motivo de discusión, el C. Presidente dice que los que estén por la afirmativa se sirvan poner de pie. Aprobado.

El C. Presidente: Se levanta la sesión y se cita para el próximo lunes a las nueve de la mañana en punto.

El jefe de la Sección de Taquigrafía,

JOAQUÍN Z. VALADEZ.