Legislatura XXVIII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19190709 - Número de Diario 61

(L28A1P1eN061F19190709.xml)Núm. Diario:61

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 9 DE JULIO DE 1919

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERIODO EXTRAORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO II. - NUMERO 61.

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 9 DE JULIO DE 1919

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Se da cuenta con los asuntos en cartera, concediéndose licencia a los CC. Fernández Martínez Luis y Gutiérrez Atanasio.

3.- Continúa la discusión del dictamen de las comisiones unidas 1a. de Hacienda, 2a. de Crédito Público, y de Ferrocarriles, por el que no se concede al Ejecutivo la facultad que solicita para adquirir el control de las acciones de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán.

4.- Es discutida y rechazada una proposición subscripta por varios ciudadanos diputados, referente a que se constituya la Cámara en sesión permanente hasta terminar el asunto a debate.

5.- Continúa la discusión del dictamen. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. OLIVE ISAAC

(Asistencia de 131 ciudadanos diputados.)

El C. Presidente, a las 4.30 p.m.: Se abre la sesión.

- El C. Prosecretario Aguilar, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día ocho de julio de mil novecientos diez y nueve. Periodo Extraordinario.

"Presidencia del C. Isaac Olivé.

"En la ciudad de México, a las cuatro y veintidós de la tarde del martes ocho de julio de mil novecientos diez y nueve, con asistencia de ciento treinta ciudadanos diputados, se abrió la sesión.

Se aprobó sin debate el acta de la sesión anterior y dióse cuenta con estos dos documentos:

"Oficio de la honorable Cámara de Senadores, con el que devuelve el Proyecto de Ley Orgánica de los Tribunales de Justicia del Distrito y Territorios Federales, a efecto de que se exprese la reglamentación que estime pertinente hacer esta honorable Cámara a la fracción III del artículo 4o. del citado proyecto y que se contrae precisamente a las omisiones del capítulo III, título III así como del artículo 139 y transitorios 13 y 15.- Recibo, y a las comisiones unidas 2a. de Justicia y 1a. de Puntos Constitucionales.

"Proyecto del capítulo X reformado de la Ley del Trabajo, que trata de las huelgas y paros, que presentan los CC. diputados José P. Saldaña y Roberto Casas Alatriste.- A las comisiones unidas de Trabajo y Previsión Social, imprímase, e insértese en el DIARIO DE LOS DEBATES.

"Prosiguió la discusión del dictamen de las comisiones unidas 1a. de Hacienda, 2a. de Crédito público, y de Ferrocarriles, por el que no se conoce al Ejecutivo de la Unión la facultad que solicita para adquirir el control de las acciones de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán.

"El C. Bolio en pro. El C. Patiño pidió la palabra para contestar alusiones personales, pues estimó injuriosas algunas frases vertidas por el C. Bolio. Con este motivo el C. Espinosa Luis hizo una moción de orden y la Secretaría leyó el artículo 105 del Reglamento. El C. Patiño usó de la palabra con el fin indicado, interrumpiendo una moción de orden del C. Iturralde. La Presidencia excitó al C. Bolio para que retirara esas frases, y éste respondió que lo haría cuando el C. Patiño retirara las que pronunció en contra de la diputación yucateca, del Partido Socialista de Yucatán y del gobernador de ese Estado. El Incidente concluyó negándose tanto el C. Patiño como el C. Bolio a retirar las frases a que se habían referido. La Presidencia declaró que se procedería en este caso conforme al Reglamento.

"Luego usaron de la palabra los CC. Rodríguez de la Fuente y Franco, el primero en contra del dictamen y el segundo para sostenerlo, como miembro de las comisiones. El ciudadano secretario de Hacienda rectificó hechos asentados por el C. Franco, y éste hizo una aclaración. El C. Velásquez López habló en pro, y el C. Soto Peimbert lo hizo en contra.

"Después de una moción de orden del C. Espinosa Luis, la Secretaría dio cuenta con una proposición de los CC. García Ruiz, Romero Cepeda, Rivera Castillo y ocho ciudadanos diputados más, relativa a que se continúe la discusión de este dictamen en la sesión siguiente y en la subsecuente, si necesario fuere, para la terminación de este asunto. Fue aprobada sin discusión, previa dispensa de trámites.

"A las siete y cincuenta y cinco de la noche se levantó la sesión."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Aprobada.

- El mismo C. Prosecretario: Se va a dar cuenta con los documentos en cartera.

"Honorable Asamblea:

"El subscripto diputado por el Distrito de San Felipe, Gto, ante ustedes en la forma más procedente y respetuosa, me presento a decir:

"Que intereses de vital importancia para el distrito que represento, reclaman mi estancia en dicho lugar por un lapso de tiempo no menor de quince días, y como estimo que uno de mis deberes como diputado es velar por esos mismos intereses, a ustedes, de la manera más atenta, pido se me conceda una licencia hasta por el término antes indicado, con goce de dietas.

"Al mismo tiempo solicito dispensa de trámites.- México, a 9 de julio de 1919. - L. Fernández Martínez."

En votación económica se consulta a la Asamblea si concede la dispensa de trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se concede la dispensa de trámites. Está a discusión. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse. No habiendo quien solicite el uso de la palabra, en votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Sí se concede la licencia.

"Ciudadanos secretarios de la Cámara de Diputados.- Presente.

"Atanasio Gutiérrez, diputado al Congreso de la Unión por el distrito de Zinacantepec, Estado de México, acudo ante esa honorable Asamblea a fin de que, hallándose vedado de llenar el cumplimiento de mis ocupaciones, puesto que me encuentra enfermo de infección intestinal, sea servida de concederme permiso hasta por veinte días, con goce de dieta, dispensando a esta solicitud los trámites reglamentarios.

"Protesto a ustedes las seguridades de mi distinguida consideración.

"México, julio 9 de 1919.- Atanasio Gutiérrez."

En votación económica se consulta a la Asamblea si concede la dispensa de trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Se concede la dispensa de trámites. Está a discusión. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien solicite el uso de la palabra, en votación económica se consulta a la Asamblea si se concede la licencia. Los que por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Sí se concede la licencia.

El C. Presidente: Continúa la discusión del dictamen relativo a los Ferrocarriles de Yucatán. Tiene la palabra en pro el C. Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadano representantes: Dejaría de cumplir con un deber de solidaridad como representante de uno de los Estados del Sureste de México, si no viniese en esta ocasión a defender los intereses de un Estado hermano del mío y que la política, la mal llamada política ferrocarrilera del Ejecutivo, en principio, no solamente es funesta a Yucatán, sino también a mi propio Estado y a los demás Estados que forman la Federación Mexicana. Pero antes de entrar de lleno al asunto, permítaseme hacer una rectificación a las declaraciones hechas por el ciudadano secretario de Hacienda y Crédito Público y publicadas por la prensa de hoy, con motivo de la descortesía con que, según él, ha sido tratado por algunos ciudadanos representantes, y a la vez, para hacer un análisis de los argumentos expuestos en pro y en contra del asunto a debate, para así poder colocarme dentro del verdadero terreno de la discusión.

En cuanto a la rectificación a las declaraciones del ciudadano secretario de Hacienda y Crédito Público, debo manifestar que, efectivamente, algunos ciudadanos representantes no se han producido con la seriedad con que debieran haberlo hecho, ni han tenido para los ciudadanos secretarios que han venido a informar a esta Cámara los miramientos que les corresponden por su alta representación como empleados públicos. Pero si bien es cierto que los ciudadanos representantes debieron haber aprovechado esta ocasión para dar una muestra de respeto a esos ciudadanos, también es muy cierto que ellos, cuando se encuentran empoltronados en las sillas de sus despachos, no solamente no han tenido los miramientos que corresponde a los ciudadanos diputados por su alta jerarquía de representantes del pueblo como altos funcionarios de la Federación, sino que han tenido para ellos en muchas ocasiones desdenes verdaderamente olímpicos. (Aplausos.) Desde luego, esto quitaría al ciudadano licenciado Luis Cabrera todo derecho para quejarse por la actitud que con él han asumido algunos ciudadanos representantes; pero no es, señores, el mismo caso. El ciudadano Luis Cabrera, según palabras textuales vertidas por él y que aparecen en "El Universal", ha dicho: "¿Qué harían esos señores diputados si el Ejecutivo los tratara como ellos tratan a sus representantes?" Es decir, a los representantes del Ejecutivo. Desde luego conviene hacer una aclaración: Un ciudadano secretario de Estado, cualquiera que sea la categoría que tenga dentro de la formación del Ejecutivo, no es más que simple empleado del ciudadano Presidente de la República, con una alta representación que también es necesario reconocerlo; pero nunca, de ninguna manera, la personalidad de un secretario de Estado, no sólo podrá estar encima, sino siquiera igualarse a la categoría de un representante del pueblo. (Aplausos.) El ciudadano secretario de Estado no es más que un servidor del ciudadano Presidente de la República, mientras que un ciudadano diputado es parte integrante de uno de los poderes de la Federación. Pero estas manifestaciones hostiles para el ciudadano secretario de Hacienda no son más, ciudadanos representantes, que el fruto que justamente cosecha, supuesto que ellos han sido los primeros en sembrar esa semilla de discordia y de falta de atención para los

demás elementos del Poder. Así, se ve en la antesala de los ministros y no solamente en estas antesalas, sino hasta en las pomposas residencias del ciudadano Presidente de la República, se ve, repito, cómo los ciudadanos representantes del pueblo, ya sea para tratar asuntos particulares o para tratar asuntos relacionados con el distrito que aquí representan o bien para desempeñar comisiones de esta alta Representación Nacional, llegan allí y son recibidos con el mayor de los menosprecios y el más grande de los desdenes. (Aplausos.)

El C. Casas Alatriste: Para asuntos oficiales propios de la Cámara no se les recibe.

El C. Espinosa: Ya es, pues, tiempo ciudadanos representantes, de que sepan los ciudadanos secretarios de Estado cuál es el lugar que a ellos les corresponde como empleados del Ejecutivo y cuál es el lugar que nos corresponde como legítimos representantes del pueblo. Yo pudiera citar hechos concretos, pero creo que no será necesario; si acaso el ciudadano secretario de Hacienda y Crédito Público se permite después hacer algunas objeciones a estas declaraciones mías, entonces con gusto citaré casos enteramente recientes que no se relacionan individualmente con los diputados, sino con comisiones que han ido ante el ciudadano Presidente de la República a cumplir con algún encargo de esta Representación Nacional.

Por lo que respecta al análisis de las opiniones expuestas en pro y en contra del dictamen, ya el C. diputado García Ruiz, de una manera brillante y elocuente, expuso razones, razones que todavía se encuentran en pie y victoriosas, demostrando que el dictamen tiene en el fondo un alto espíritu de justicia y que, por lo tanto, debe ser apoyado por la Representación Nacional. El C. Franco, ante la amenaza del Ejecutivo a los intereses de la patria chica que él representa aquí se ha revelado un orador erudito y elocuente y ha demostrado que ni a la luz del derecho, ni a la luz de la conveniencia pública, el Ejecutivo de la Unión tiene razón para pretender despojar al Estado de Yucatán de sus ferrocarriles. El diputado Franco expuso este asunto ante la honorable Asamblea con transparencia de cristal. El ciudadano secretario de Hacienda y Crédito Público y el ciudadano secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, representantes del Ejecutivo en esta Asamblea, dejaron oír su voz informativa. El ciudadano secretario de Hacienda habló ampliamente sobre la historia de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, sobre la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén, sobre el Banco Refaccionario de la Península y sobre la Compañía del Sureste de México. Pero sin llegar al fondo del asunto que se debate. Es seguro que el ciudadano secretario de Hacienda, polemista admirable y avesado en lides parlamentarias, y que como tal merece mi más alta admiración, reserva los dardos de su sátira aguda y las argumentaciones de su lógica deslumbradora para el momento en que juzgue que el estado de la Asamblea es propicio para los fines que persigue. El ciudadano secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, hombre respetable bajo todos conceptos, recreó a la Asamblea con la lectura de números y datos estadísticos, pero nada más. Ninguno de los impugnadores han podido opacar hasta ahora el brillo de las causas nobles y justas que sirven de fundamento al dictamen que se discute. Este breve examen llega a la conclusión de que ninguno de los ciudadanos oradores que han hecho uso de la palabra en contra del dictamen, se han ocupado de ver con el microscopio de la crítica tan delicado asunto; todos ellos se han dejado llevar por la pasión que ciega y ninguno ha hecho un juicio verdaderamente imparcial; ninguno hasta este momento ha señalado la necesidad urgente que tenga el Ejecutivo para pedir o para querer la adquisición de estos ferrocarriles; ninguno tampoco ha demostrado cuáles serán en caso de realizarse esta operación, las ventajas que reporte o las desventajas que sufra el Estado de Yucatán. Sin pretensiones de hacer tal estudio crítico, entraré a tratar la cuestión bordando mis opiniones sobre el canevá grosero de los motivos que sirve de exposición a la iniciativa del Ejecutivo.

La exposición encierra todas sus raquíticas y deleznables consideraciones en este único concepto: la nacionalidad de todos los ferrocarriles del país. Tan falsa como absurda pretensión aplicada como principio no sólo al orden ferrocarrilero, sino en los demás órdenes de empresas, constituye un verdadero peligro para los interese sociales: el peligro del despojo. La petición que hace a la Cámara de Representantes el Ejecutivo de la Unión en su iniciativa, no sólo no ampara ni protege al Estado de Yucatán, como tiene la obligación de hacerlo de acuerdo con los preceptos constitucionales, sino que, por el contrario, pretende privarlo de uno de los elementos más preciados y más necesarios para el desarrollo de sus riquezas naturales y para el mantenimiento de su independencia económica y política como Estado libre y soberano. ¡Y en qué tiempo y en qué forma, ciudadanos representantes, se pretende perpetuar este despojo! Precisamente cuando la situación de todos los Estados es más precaria y en forma tan innoble, ya que ésta tiene todas las características agravantes de la ley: la premeditación, alevosía y la ventaja. Sinceramente creo que la política del Ejecutivo en el presente caso, no es política de equidad ni de conveniencia pública, ni mucho menos de patriotismo; es política de absorción, de explotación y de opresión. El problema es grave, y de suma gravedad: si consideramos con meditación las únicas palabras efectivas que hasta este momento han salido de los labios irónicos y enigmáticos de esa especie de esfinge de la política nacional, cuya es la ya célebre frase "La Revolución es la Revolución".... (Siseos.) En efecto, señores, el ciudadano secretario de Hacienda y Crédito Público ha dicho, con acento más o menos profético, que el que sea dueño de los ferrocarriles será dueño de Yucatán; y, señores representantes, yo os suplico que depositéis toda vuestra atención en esas palabras, en esta palabra que por sí encierra una alta inmoralidad y una enorme monstruosidad. En Yucatán.... Por desgracia, ciudadanos representantes, ésta no es una expresión figurada o hiperbólica del ciudadano secretario de Hacienda, sino una expresión bien meditada, fría y de aterradora autenticidad oficial. En Yucatán, como es bien sabido todos los negocios

giran alrededor de la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén, y los Ferrocarriles Unidos no son otra cosa que las arterias por la cuales corre la savia maravillosa que da vida al pueblo yucateco. De tal manera que la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén no podría subsistir si se le quitase el alma que la mueve: los ferrocarriles. Y este funesto principio de despojo no sólo mataría la iniciativa privada, sino que traería consecuencias más graves, sembraría la desconfianza en el exiguo capital mexicano....

El C. Méndez Benjamín, interrumpiendo: Moción de orden, señor Presidente.

El C. Presidente: No hay desorden.

El C. Méndez Benjamín: Es que voy a fundar mi moción; luego que la conozca Su Señoría accederá conmigo en que hay desorden.

El C. Presidente: ¿Qué artículo del Reglamento se está violando?

El C. Méndez Benjamín: Deseo suplicar a la Presidencia....

El C. Presidente: No tiene la palabra Su Señoría.

El C. Aguirre Vito: Tiene derecho para una moción de orden. (Desorden.)

El C. Presidente: ¿Qué artículo del Reglamento se ha violado?

El C. Méndez Benjamín: Es que no sabe el señor Presidente cómo estimo yo el desorden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Méndez Benjamín: Para suplicar al señor Presidente se sirva ordenar a uno de los secretarios dé lectura al memorial que trae el señor Espinosa. (Risas. Aplausos.)

El C. Espinosa Luis: Lamento, ciudadanos compañeros....

El C. Presidente: (Campanilla.) La Presidencia lamenta que los ciudadanos diputados pidan la palabra, con el pretexto de mociones de orden, para interrumpir al orador, violar el Reglamento y faltar al respeto a la Asamblea.

El C. Méndez Benjamín: Es que yo creía....

El C. Presidente: No tiene usted la palabra.

El C. García Ruiz: ¡Para una verdadera moción de orden!

El C. Presidente: Continúa en el uso de la palabra el C. Espinosa.

El C. García Ruiz: ¡Para una verdadera moción de orden!

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. García Ruiz.

El C. García Ruiz: Para suplicar a Su Señoría que le suplique al C. Méndez que no meta el desorden, porque él es quien pone el desorden en esta Asamblea y no el orador que está haciendo uso de un derecho. (Aplausos.)

El C. Espinosa Luis, continuando: No me extraña, ciudadanos representantes, que el C. compañero Méndez, que sí tiene la elocuencia de un Pitt o de un Castelar, se atreva a censurar el procedimiento que yo empleo para dirigirme a la Representación Nacional, ya que muy bien hubiera podido exponer enteramente de memoria mis ideas, pero no he querido, por los asuntos que enseguida voy a tratar, confiar por completo a la memoria, que siempre es deleznable, conceptos y palabras que tiene una gran responsabilidad política y que yo acepto aquí dentro y sostengo en todas partes. (Aplausos.) Suplico al compañero Benjamín Méndez que tenga benevolencia para con este humilde representante, que yo siempre he escuchado sus discursos con la atención que me merece, supuesto que reconozco en él igual derecho que en todos los ciudadanos representantes para venir a expresar aquí sus ideas en la forma que puede, que para mí no ha sido brillante. Nada más quiero agregar que a pesar de ese alto talento que yo le reconozco, en ciertos individuos, como dice un profundo pensador latinoamericano, el talento es a los individuos sin carácter como la belleza a las mujeres sin virtud, un motivo más de prostitución.(Aplausos.) Y este funesto principio de despojo no sólo mataría la iniciativa privada, sino que traería consecuencias más graves, sembraría la desconfianza en el exiguo capital mexicano; los demás empresarios del país al ver que el Ejecutivo de la Unión, por un acto de prestidigitación financiera, se había hecho dueño de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, quedarían sin garantías de ninguna especie y a merced del supremo despojador; quedaría tal como deben haber quedado los cabecillas levantados en armas en un Estado cuyo nombre no quiero recordar y en donde un pacificador, no pudiendo vencer en buena lid a su adversario, tuvo necesidad de tenderle un lazo que no han autorizado nunca las leyes del honor. Los cabecillas que aun quedan en pie en este Estado, después de lo sucedido, ¿creen ustedes que tenga confianza para poder entrar en tratos o aceptar algún arreglo con el Gobierno del centro? Incuestionablemente que no, ciudadanos diputados. Así los demás Estados de la República, después del despojo a Yucatán, despojo que estoy seguro que no se llevará a efecto porque creo fervientemente en el patriotismo y en la honradez de todos los ciudadanos representantes, ninguno de ellos querrían, estoy seguro, contratar ningún negocio con el Ejecutivo de la Unión, temerosos de que se repitiera el principio que yo aquí señalo, es decir, el principio del despojo; y, señores, en este caso el despojo es manifiesto. Ya los oradores que han hablado en pro del dictamen han llevado al convencimiento de la honorable Asamblea que el Ejecutivo no ha adquirido derechos para adquirir los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, supuesto que los documentos, en los dos documentos en que se convinieron las condiciones mediante las cuales podía adquirir esta empresa, carecen de todo valor legal desde el momento que el Ejecutivo no subscribió ninguna de las acciones a que tenía obligación; desde el momento, pues, en que no ha cumplido dentro de las reglas de contratación, el Ejecutivo carece de derechos para adquirir estos Ferrocarriles. A pesar de mi convicción tan íntima, pudiera yo estar en lo cierto y que en este asunto en vez de un despojo, fuera otra cosa, pero nos queda un medio de saber la verdad: hay en esta vertiginosa ciudad de la política un periodista que no tengo el honor de conocer, pero que se llama Blas Urrea y que, según el rumor de ciertas malas lenguas, él mismo se entrevista y envía a la prensa sus declaraciones, siempre impresionantes, siempre sensacionales; el tal periodista es sutil y es astuto. Yo, humilde representante del pueblo, sin

facultades creadoras para parir un sistema original, copio servilmente en esta ocasión el procedimiento de Blas Urrea y formulo al ciudadano secretario de Hacienda y Crédito Público, el siguiente interrogatorio, que le suplico tenga a bien contestar, haciendo honor a su alta vestidura, es decir, produciéndose con toda verdad.

"1o. ¿La iniciativa que se discute y que está muy lejos de ser una necesidad nacional, según se ha demostrado, no será en el fondo el preliminar de la política presidencial que ha pocos días dio a conocer el señor licenciado Luis Cabrera, y que consiste en que no haya elecciones para que pueda continuar al frente del Gobierno el C. Venustiano Carranza, y que, por lo tanto, el Ejecutivo crea que es llegado el momento de imponer la voluntad oficial en el Estado Libre y Soberano de Yucatán por medio de la presión de la llamada política ferrocarrilera? - 2o. ¿Pretenderá el Ejecutivo de la Unión, desde ahora, hacer presión en el ánimo de los 60,000 obreros socialistas que debidamente organizados simpatizan con la candidatura del glorioso, manco de León, inclinándolo a favor de otro candidato? - 3o. ¿Será que el Ejecutivo quiera desarrollar por cuenta el Estado el programa de la Compañía de fomento del Sureste de México? - 4o. ¿Será que teme que el pacificador de Yucatán, valiéndose de los tres Carlos (Carlos Castro Morales, en Yucatán; Carlos Greene, en Tabasco, y Carlos Vidal, en Chiapas), persista en explotar las riquezas naturales de aquella fértil región? - 5o. ¿Será como un castigo al rico Estado de Yucatán, que no tiene más culpa que ser rico y bastarse a si mismo como los demás Estados de la península, o por su supuesto espíritu de separatismo? - 6o. ¿Será el deseo del Ejecutivo imponerse al Legislativo, pasando sobre la justicia, queriendo demostrar su fuerza e imponer una ficticia superioridad?" El punto primero debe rechazarse de plano, porque el C. Venustiano Carranza no podría de ninguna manera, después de terminar el periodo constitucional actual, gobernar un solo día preconstitucionalmente, porque hay que convencerse de que el carrancismo ha muerto en México, (Aplausos.) Estoy seguro que nadie, absolutamente nadie que tenga el corazón bien puesto, se atrevería a hacer suya una loca y nueva aventura de dominación en este país, donde hemos tenido hombres de recuerdo glorioso que nos han legado, como herencia conquistada con sus vidas y su sangre, el derecho de ser libres. El segundo punto, si no es tan absurdo como el primero, sí es tan importante como aquél. No parece tan absurdo, porque la actitud sumida por los líderes de cierto candidato neoconservador en este asunto, a excepción de los CC. diputados Carlos García y Morales Hesse, que con criterio verdaderamente sereno y absolutamente libre, subscribieron de la Comisión y probablemente también de algunos ciudadanos diputados que pertenecen al mismo grupo personalista y que votarán por el dictamen, porque son, antes que todo, defensores de los intereses generales del país, parece indicar que han venido en esta ocasión a hacer suya la iniciativa del Ejecutivo, pretendiendo con la defensa que de ella hagan, algo así como cosecharlo para que, a cambio de este servicio, dé toda la presión oficial en pro del candidato por el cual ellos sienten ardientes simpatías. (Siseos.) El punto tercero es de muy difícil contestación: el Ejecutivo, dadas las condiciones en que se encuentra el Erario nacional, dada la aflictiva situación del momento por falta de crédito del Gobierno de la República, no podría, de ninguna manera, subscribir los cien millones de pesos que se necesita para empezar a explotar las enormes, las fabulosas riquezas del Sureste de México. El punto cuarto, más que al ciudadano secretario de Hacienda, correspondería contestarla al ciudadano secretario de Gobernación; pero como este funcionario no se encuentra en estos momentos dentro de la Cámara, me permito suplicar, de la manera más atenta y rendida al ciudadano secretario de Hacienda, se digne contestar también a esta pregunta, que se refiere a la política interior del país. Naturalmente que me baso para hacerle esta súplica en que él es un político habilísimo y , además, un hombre altamente correcto y sumamente cortés. El punto quinto no es de tomarse en consideración con mucha formalidad; el Ejecutivo no tiene derecho para castigar en esa, ni en ninguna otra forma, a un pueblo que no ha hecho otra cosa que libertarse de sus eternos opresores y de organizarse dentro de los principios revolucionarios, para poder exigir todos sus derechos y poder cumplir de esta manera todas sus obligaciones. Y como el punto último, muy bien pudiera ser el capital de este asunto, quiero tratarlo con toda tranquilidad, ya que es público, y el ciudadano secretario de Hacienda precisamente ha tratado este asunto: que el Ejecutivo ha visto siempre al Legislador con una indiferencia rayana en verdadero desprecio. Pero en caso de que el Ejecutivo, al mandar su iniciativa a esta Cámara, quisiera hacer un alarde de fuerza y demostrar esa ficticia superioridad, creo, señores representantes, llegada la ocasión de que digamos al Ejecutivo que nosotros no estamos dispuestos a permitir que se violen en manera alguna los respetos que tiene derecho a guardarnos, como unos de los elementos del Poder que se encuentra en idénticas condiciones al Ejecutivo y que nosotros también, sin salirnos de este deber que nos marca la ley, tendremos siempre para el Ejecutivo el más alto respeto, dentro de la independencia que debe haber entre los poderes que forman el Gobierno de la República.

Para terminar, señores representantes, quiero hacer unas brevísimas rectificaciones a los expuesto por el ciudadano licenciado y talentoso representante Jesús Rodríguez de la Fuente, al referirse a algunos hechos de la península yucateca que son absolutamente erróneos, hechos erróneos que yo me explico en él, que jamás ha pisado las playas de la península. El señor licenciado Rodríguez de la Fuente, como queriendo inculpar a los peninsulares, los tacha de que nunca un yucateco viene a educarse a las aulas de la capital de la República. Sí, señor, porque los yucatecos ricos, aquellos que tienen millones de pesos, no necesitan de las pobres aulas nacionales para cultivar sus cerebros, van a las grandes universidades de los Estados Unidos o van a las grandes universidades europeas. En cambio para los pobres, para los yucatecos escasos de recursos, existen en aquel Estado planteles de instrucción y de educación como no los hay en ninguna otra parte del país: esa es la explicación de por qué los yucatecos no vienen a educarse a México. El C.

Rodríguez de la Fuente se pregunta asombrado por qué los obreros de Yucatán no viene aquí a cooperar con su esfuerzo personal, como los demás trabajadores de la República, en las empresas e industrias del país. También esta pregunta es peregrina. ¿Qué, ignora el señor Rodríguez de la Fuente que, al contrario, van a Yucatán, no por cientos, sino por miles, los braceros de toda la República, porque allí hay trabajo para todo el que quiera trabajar? Esto no demuestra más que el absoluto desconocimiento de lo que es Yucatán para algunos representantes que nunca han puesto los pies en aquellos lugares verdaderamente prodigiosos.

Termino, reiterando mi más cumplida súplica al ciudadano secretario de Hacienda para que tenga a bien contestar las preguntas que le he formulado; y protesto, como penínsular, por las calumniosas imputaciones que se han hecho a los yucatecos, de que conservan el espíritu de separatismo: esto no solamente es una falsedad, sino que es un cargo injusto y antipolítico. Si el Gobierno tiene esa creencia, ¿por qué entonces pretende arrebatar a Yucatán sus ferrocarriles, en vez de darle dinero para que subsane sus necesidades, supuesto que con esta política de atracción y de compañerismo conseguiría una adhesión sincera, y no expoliándolo, por que eso sí sería fomentar sentimientos verdaderamente separatistas? Desde luego, pues, se ve que este cargo es completamente injusto. Yo quiero que sepan ustedes que desde Yucatán hasta Chiapas, el canto bélico, el canto que sale del corazón del pueblo, no es "La Cucaracha" que canta en el Norte de la República, sino que es el grandioso y sonoro Himno Nacional. (Siseos.)

El C. Castillo Torre: Pido la palabra para hacer rectificaciones conexas con el debate.

El C. Presidente: Una vez que hable el C. Rodríguez de la Fuente.

El C. Castillo Torre: Hago constar que desde ayer pedí que se me inscribiése.

El C. Siurob: ¡Moción de orden!

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siurob: En virtud de una cláusula expresa del Reglamento, las rectificaciones de hechos deben hacerse al fin del debate. No es justo que a los oradores que estamos inscriptos se nos posponga, cuando se trata muchas veces de asuntos que no son ni siquiera verdaderas rectificaciones de hechos. Yo creo que, en virtud de la seriedad que ha tomado este debate y de los altos intereses que están en juego en este mismo debate, la Presidencia debe desechar esta costumbre tan perjudicial al debate y ceñirse, apegarse exclusivamente al Reglamento, Yo pido a la Presidencia que se vaya concediendo el uso de la palabra a los oradores por su turno y que los ciudadanos diputados que quieran rectificar hechos, lo hagan después del debate.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta a Su Señoría el C. diputado Siurob que, en vista de que el asunto que se está tratando es económico de la Cámara de Diputados, por lo mismo deben hablar tres oradores en pro y tres en contra, y habiendo hablado ya tres oradores en pro y tres en contra, se va a preguntar a la Asamblea si se considera el asunto suficientemente discutido; pero como después de declarado un asunto suficientemente discutido no se le puede conceder la palabra a ningún ciudadano para hacer rectificaciones de hechos, sino que debe pasarse inmediatamente a la votación del asunto, y considerando que es inútil que después de votado un asunto se les concediera la palabra a los señores oradores para hacer rectificaciones de hechos que tengan conexión con el debate, en vista de eso he estimado conveniente conceder la palabra a los ciudadanos diputados que la tienen pedida para hacer rectificaciones de hechos. Si la Asamblea considera después que se amplíe el debate, entonces seguirá la discusión su curso; de lo contrario, deberá procederse a la votación.

El C. García Vigil: Reclamo el trámite.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. García Vigil para reclamar el trámite de la Mesa.

El C. García Vigil: Ciudadanos diputados: He reclamado el trámite porque, a mi juicio, el dado por la Mesa es improcedente. La Mesa, para conceder el uso de la palabra con objeto de rectificar hechos, al C. Rodríguez de la Fuente, y después de la explicación hecha por ella, prejuzga en el caso de la Iniciativa de Ley del Ejecutivo sobre que este asunto es económico y no ley o decreto. Ya yo he escuchado opiniones sobre este particular, y parece como que algunos diputados, o han pretendido que se tenga esto como asunto de resolución económica, o se han hecho eco de las opiniones de otros; el caso es que flota en el ambiente cierto espíritu opositor a los trámites debidos respecto a una iniciativa de Ley del Ejecutivo. Me opongo al trámite de la Mesa porque esto, bajo ningún punto de vista en que se le quiera ver, sino solamente por un acto enteramente caprichoso, puede considerarse como un asunto económico. El proyecto del Ejecutivo dice textualmente que: "somete a la consideración de las Cámaras la siguiente iniciativa de Ley. Único." etc. En esta virtud, las comisiones dictaminadoras debieron haber propuesto también su resolución. ya fuera afirmativa o negativa, con el carácter de iniciativa de Ley. Ahora bien; una concesión para invertir fondos del Erario o para la contratación de un empréstito comprometiendo el crédito de la Nación, no puede ser objeto de una resolución económica de parte del Congreso, sino de una ley o de un decreto, que en esencia son una misma cosa. En esta virtud, yo me opongo al trámite de la Mesa y reclamo la reconsideración de él, con objeto de que continúe el debate conforme al Reglamento, esto es, seis oradores en pro y seis en contra, y no solamente esto, sino que, agotado el número de unos y otros, se pregunte si se considera el asunto suficientemente discutido, esto es, si es de ampliarse el debate. Reclamo, pues, el trámite en este sentido y pido a la Asamblea que dé un voto afirmativo a mi petición. (Aplausos.)

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta a Su Señoría el C. diputado García Vigil que, efectivamente, el Ejecutivo mandó una Iniciativa de Ley sobre el particular; pero lo que está a discusión no es la iniciativa del Ejecutivo, es simplemente un dictamen económico de las comisiones. Si las comisiones hubieran aceptado la iniciativa de la Ley del Ejecutivo y estuviera a discusión esa iniciativa indiscutiblemente que entonces sí podría hablar seis oradores en pro y seis en contra; pero como

solamente se trata de un dictamen económico, no puede considerarse esto como un asunto de ley, tanto más cuanto que, en caso de que se acepte ese dictamen, entonces el asunto ya no pasará al Senado, supuesto que ya no habrá nada que discutir; se desecha.

El C. García Vigil: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. García Vigil: Aparentemente la exposición hecha por la Mesa es razonable. Digo que aparentemente, por esto: por que la Mesa casi quiere prejuzgar sobre la resolución de la Asamblea; pero yo pongo a la consideración de la Mesa, y muy especialmente a la consideración de la Asamblea, el hecho de que no se está tratando esta proposición con el carácter de iniciativa de Ley del Ejecutivo, y pues, si el voto de la Asamblea fuera contrario al dictamen, resultaría por este solo hecho aprobada la iniciativa del Ejecutivo, y esta iniciativa de Ley.... (Murmullos. Voces: ¡No!) y esta iniciativa de ley habría sido discutida y votada en una forma contraria al Reglamento.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta a Su Señoría el C. diputado García Vigil que, en caso de que la Asamblea rechace el dictamen de las comisiones, este volverá al seno de ellas para que formulen el Proyecto de ley, y una vez que se formule el Proyecto de Ley, esto será lo que se discuta conforme al Reglamento. En consecuencia, no tiene razón Su Señoría.

El C. García Vigil: ¿Me concede la palabra Su Señoría?

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. García Vigil: Es verdaderamente insólito el procedimiento que pretende seguir la Mesa. Yo tengo entendido que solamente puede promulgar o dar al Congreso leyes de carácter negativo, cuando tiendan a anular leyes anteriores o resoluciones anteriores: en cualquier otro caso, como el que se presentaría si siguiéramos el procedimiento indicado por la Mesa. ¿qué objeto tendría el dar una ley de carácter puramente negativo sobre una ley no existente aún, esto es, que el Congreso de los Estado Unidos Mexicanos decretara que no se autorizaba esto y esto? Sería verdaderamente ocioso. El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos puede dar leyes negativas, esto es, derogatorias de otras que existieron con anterioridad; pero de ninguna manera va a dar una ley de carácter puramente negativo, como es la que se podría dar en el caso de que siguiéramos el procedimiento de la Mesa, negando esta autorización al Ejecutivo. El simple hecho de desecharse la iniciativa de Ley y los artículos expresos de la Constitución que dicen que cuando fuese desechado un proyecto, no podrá representarse si no en el periodo siguiente, quieren decir que la votación afirmativa de la Asamblea al dictamen, desecha, por lo menos por todo un periodo, la Iniciativa de Ley del Ejecutivo y no puede ser objeto de una ley ni un decreto. En esta virtud, creo que es enteramente ocioso que prosigamos el debate bajo la forma que quiere imponer el ciudadano Presidente.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta a Su Señoría que no trata de imponer su opinión, sino que únicamente se atiene al Reglamento y a los antecedentes que hay sobre el particular. Su Señoría recordará que cuando se discutió la iniciativa sobre corridas de toros, se procedió en igual forma; así que en esta Cámara se ha establecido el antecedente que se trata de seguir; sin embargo, como se trata de un asunto delicado y la Presidencia misma es de opinión que se discuta este asunto todo lo más que sea posible, se va a preguntar a la Asamblea si es de considerarse este asunto como económico o si se amplía el debate hasta que hablen seis oradores en pro o seis en contra.

El C. Pérez Vela: Pido la palabra para suplicar a la Presidencia ordene a la Secretaría lea el artículo 70 constitucional.

- El C. Prosecretario Aguilar, leyendo:

"Artículo 70. Toda resolución del Congreso tendrá el carácter de la ley o decreto. Las leyes o decretos se comunicarán al Ejecutivo firmado por los presidentes de ambas Cámaras y por un secretario de cada una de ellas, y se promulgará en esta forma; "El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, decreta: (Texto de la ley o decreto.)"

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta a Su Señoría que no es el caso.

El C. Prosecretario Aguilar: Han hablado en pro los ciudadanos diputados Bolio, Velásquez López, Espinosa y los miembros de las comisiones García Ruiz y Franco Agustín; en contra, los CC. Patiño, Rodríguez de la Fuente y Soto Peimbert. Quedan inscriptos en pro, los CC. Zincúnegui Tercero, Siurob, Castillo Torre, Alejandre, Basáñez, Camarena, Rivera, Castillo, Iturralde, Lara, Toro, Villalobos y García Vigil; en contra los CC. Palacios Moreno, Ruiz Porfirio, Martínez del Río, González Marciano, Uzeta, Parra y Rodríguez de la Fuente. Se pregunta a la Asamblea, en votación económica...

El C. Méndez Benjamín: Pido la palabra para preguntar a Su Señoría por qué omitió mi nombre en la lista de oradores; me inscribí después del C. Rodríguez de la Fuente y antes del C. Palacios Moreno.

El C. Prosecretario Aguilar: Está inscripto Su Señoría después del CC. Soto Peimbert; pero como hay una raya de lápiz debajo de su nombre, creí que Su Señoría ya había hecho uso de la palabra; mas en el caso de que el debate se reanude, Su Señoría hablará en primer lugar.

- El. C. Soto Peimbert: Pido a la Secretaría me informe en qué orden inscribió al ciudadano secretario de Hacienda.

El C. Prosecretario Aguilar: El ciudadano secretario de Hacienda está inscripto en contra en el noveno lugar. En votación económica se consulta a la Asamblea si considera suficientemente discutido este asunto.

El C. Velásquez López: Pido la palabra.

El C. Prosecretario Aguilar: Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. No se considera suficientemente discutido.

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Méndez Benjamín.

El C. Méndez: Señores diputados: Empiezo por manifestar al estimable compañero Espinosa que no tuve la menor intención de zaherirlo, sino que al darme cuenta que leía algo, con toda buena fe creí que se trataba de algún memorial sobre el cual iba a fundar sus discursos. Siempre he estimado que

el señor diputado Espinosa es un orador de frase galana, florida...(Murmullos.) y, sobre todo, de conceptos convincentes para esta honorable Asamblea en los asuntos que ha tratado. Así pues, le suplico me perdone esta falta, si es que se sintió lastimado.

El punto que me propongo tratar es si el Estado de México es capaz de administrar los ferrocarriles; si estos ferrocarriles han sido administrados por el Estado con bueno o mal éxito; cuál es la condición actual de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán y si estos ferrocarriles deben o no pasar a manos del Gobierno Federal.

Ya habéis escuchado diferentes argumentaciones sobre la historia de los ferrocarriles en México, expresada con toda claridad y precisión por el señor licenciado Rodríguez de la Fuente...

El C. Mena, interrumpiendo: ¡Y con errores también!

El C. Méndez Benjamín, continuando: Así pues, no cansaré vuestra atención en hacer una disertación tan larga sobre este asunto y sólo me voy a limitar a explicar la forma en que el Gobierno fue adquiriendo el control de los distintos ferrocarriles en la República.

Después de la construcción del Ferrocarril Mexicano, existía por el año de mil ochocientos setenta y tantos en la República Mexicana, dos redes ferrocarrileras: una de vía angosta, el Ferrocarril Nacional Mexicano, y otra de vía ancha, el Ferrocarril Central Mexicano. La competencia de estos dos ferrocarriles colocó pronto al Nacional Mexicano en difícil situación financiera, después de la construcción de la línea de San Luis a Tampico y la adquisición por el Central Mexicano de la línea de Monterrey al Golfo, que aislada y siendo tributaria del Central Mexicano, tuvo que vender sus acciones y consolidarse a esa poderosa empresa a fin de no presentarse en quiebra. De esta manera el Ferrocarril Nacional Mexicano, sin tener salida a los puertos del Golfo de México o del Pacífico, se colocó en muy difícil situación y toda su tendencia se cristalizaba en acaparar las acciones del Ferrocarril Interoceánico para poder así enfrentarse, por medio de esta ruta por Laredo, y la ruta por Veracruz directamente hasta Nueva York y la Habana, con la competencia que por el puerto de Tampico hacía el Ferrocarril Central con un éxito deslumbrante. Bien; el Gobierno nacional, preocupado por la política ferrocarrilera, adquirió de una manera hábil, ya todos lo sabéis,- las acciones del Ferrocarril Interoceánico en $10.000,000.00. Quedó nuevamente colocado el Ferrocarril Nacional en difíciles condiciones; entró en negociaciones con el Gobierno; cedió el Gobierno de la Federación todas las acciones del Interoceánico al Ferrocarril Nacional, con esta condición: que consolidando las dos empresas, el Ferrocarril Nacional le diera tantas cuantas acciones que tenía en el Interoceánico, con el objeto de que el Gobierno tuviera una supremacía en el control de estas líneas. De allí vino el desquiciamiento del Ferrocarril Central Mexicano, que no pudiendo hacer ya competencia con el Ferrocarril Nacional, que por medio de esa política lanzó en el mercado de Nueva York una cantidad de bonos para cambiar su red ferrocarrilera de vía angosta de México por la vía ancha, estuvo en condiciones de hacer ya una competencia muy ventajosa. Posteriormente se adquirió el Ferrocarril Internacional Mexicano de Saltillo a Piedras Negras, de Monterrey a Reata, Torreón y Durango, y en estas condiciones la situación del Ferrocarril Central fue más difícil todavía.

En el año de 1908 la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano, tanto por esta competencia, cuanto por la baja de la plata en el mercado de los Estados Unidos, que teniendo estas compañías sus administraciones y todos sus negocios en los Estados Unidos, resultaba que las situaciones de dinero se convertían en una cantidad insignificante a lo que esos ferrocarriles ganaban en moneda mexicana en el país, entonces, esto es, en quiebra el Ferrocarril Central, el Gobierno, viendo que el control Harriman, de los Estados Unidos - uno de los principales -, y la casa Spyer, de Nueva York, trataban de adquirir esa red ferroviaria con objeto de reorganizar su servicio, construir nuevas líneas y hacer una competencia a la red primitivamente adquirida por el Gobierno, se apresuró, por medio de una hábil maniobra que ya todos conocéis, a realizar la fusión del Ferrocarril Central con la compañía de los ferrocarriles ya entonces Nacionales de México, que la componían: el Interoceánico, el antiguo Nacional Mexicano y el Internacional Mexicano. Esta operación se hizo sin costo alguno para el Gobierno; todas las acciones que el Gobierno tenía en el Ferrocarril Nacional se fusionaron con las acciones del Ferrocarril Central, bajo la condición de que se lanzarían nuevos bonos al mercado con objeto de que el Gobierno nacional, con acciones nuevas, comprara las viejas del Ferrocarril Central Mexicano y lanzara, además, una cantidad alrededor de $290.000,000.00 en acciones para reorganizar los servicios, fusionar las líneas, construir nuevas y poner la negociación en condiciones de una administración próspera, que trajera para la República un bienestar sin límites. Ahora bien; realizada esta empresa, por la cual el Gobierno mexicano no tuvo que desembolsar un sólo centavo, se obtuvieron economías en la reorganización, de $2.189,000.00 sólo con esta maniobra de reorganización, de fusión de todas las líneas. Posteriormente adquirió el Gobierno el Ferrocarril de Veracruz al Istmo, construído por una compañía americana en 1910, mediante el pago de $100.900.00 de sus acciones y el compromiso de reconocer los adeudos de intereses de ese ferrocarril; así como adquirió también el Ferrocarril Panamericano sin afrontar absolutamente un sólo centavo, sino sólo reconociendo los intereses por el valor de $7.654,000.00. De esta manera, señores diputados, fue como el Gobierno mexicano adquirió el control de los ferrocarriles.

Y aquí recuerdo que el señor diputado Franco censuró esta operación financiera del entonces ministro Limantour, precisamente aduciendo que había lanzado al mercado acciones por una cantidad más fuerte de la que en realidad representaban esas empresas y gravando al país de una manera bastante onerosa; pero el señor diputado Franco olvidó decir que no todos los cuatrocientos sesenta millones se lanzaron al mercado: eso fue lo estipulado en un principio entre los funcionarios y los accionistas de las principales redes ferrocarrileras:

se autorizó hasta la cantidad de $460.000.000.00, destinando $181.000,000.00 para cambiar las nuevas acciones por bonos viejos del Ferrocarril Central; $46.000,000.00 para cambiar los bonos del Ferrocarril Nacional por nuevas acciones;........$12.000,000.00 que había ofrecido el Gobierno pagar al Ferrocarril Central por esas acciones, pagándolas, naturalmente, con los nuevos bonos que se lanzaban al mercado; $20.000,000.00 para la construcción de una línea directa entre México y Tampico, por la vía de Tuxpan; $76.000,000.00 para construir nuevas vías; $95.000,000.00 para mejorar las vías y el material rodante existente, y $20.000,000.00 para venderse a los Bancos americanos, con objeto de pagar la deuda flotante que tenía el Ferrocarril Central. Ahora bien; de todas estas omisiones que, aunque autorizadas, era el propósito irlas emitiendo paulatinamente, solamente se emitieron acciones por valor de $17.000,000.00. ¿En donde está, pues, el gravamen para la República en toda esa cantidad tan fabulosa que censura aquí el señor diputado Franco? Creo que en este sentido está muy equivocado. Ahora bien; después de esta operación, el Gobierno entró en posesión directa de la administración de los Ferrocarriles Nacionales. En aquella época había un sesenta por ciento de empleados extranjeros en dichos ferrocarriles y un cuarenta por ciento de empleados mexicanos, consistentes, especialmente, en peones de vía, limpiadores de talleres, obreros de ínfima categoría, etcétera, y este fue el primer paso hacia la mexicanización de los ferrocarriles, porque entrando el Gobierno ya en posesión directa de la administración, pudo exigir de una manera terminante el que se fueran substituyendo lentamente todos aquellos empleados y funcionarios extranjeros por empleados mexicanos competentes, que garantizaran al Gobierno y a la Nación la estabilidad económica de aquellas empresas y a la vez formaran al empleado ferrocarrilero ahora bien; esto fue en el año de 1908. En el año de 1909 vino la primera provocación; el Gobierno hizo una excitativa a los funcionarios extranjeros de esa empresa grandiosa para que se estableciera el idioma español en los ferrocarriles, ya entonces Nacionales de México. La piedra fundamental para establecer el idioma español en esos ferrocarriles consistía en los despachadores de trenes que, siendo éstos en su totalidad americanos y acostumbrándose la expedición de todas las órdenes, circulares, reglamentos y demás asuntos inherentes al servicio, en idioma inglés, no podían substituirlo por el idioma español. Perfectamente bien. Los sindicatos americanos y la empresa, más bien dicho, el presidente Brown y el general Clark, en aquel entonces, expusieron al Gobierno mexicano razones que ellos estimaron de peso no acceder violentamente a esta petición; los puestos de despachadores de trenes habían sido acaparados por los americanos, cuyos lugares estaba prohibido ocupar a los empleados mexicanos; y los telegrafistas mexicanos, previsores y estudiosos, fueron adquiriendo, por el contacto con el trabajo, una noción concreta de lo que era despachaduría de trenes del sistema Standard, que se usa en los ferrocarriles americanos. Y así, cuando el Gobierno trató de imponer a la empresa esa obligación, ésta lo rehusó, alegando que no había empleados con qué substituir a los despachadores de trenes; entonces un grupo de telegrafistas, entre los cuales figuraba el actual director de los ferrocarriles, digo, el exdirector de los ferrocarriles, hizo presión ante el Gobierno del señor Limantour, comprometiéndose con ese grupo de telegrafistas mexicanos a relevar, a substituir a todos los despachadores de trenes, americanos, en un solo día y continuar el movimiento de trenes sin que sufriera ningún trastorno. Cúpome el honor de figurar en aquella planta de empleados, y el día 17 de julio de 1909, declarada a las ocho de la mañana la huelga de despachadores americanos de trenes, todos los despachadores mexicanos de trenes ocupamos inmediatamente nuestro lugar, y el éxito fue deslumbrante: el servicio no se resintió en lo más mínimo absolutamente; ya estaba preparado el empleado ferrocarrilero mexicano. De esta manera se fueron substituyendo después paulatinamente otros empleados de jerarquía, otros oficiales, hasta que en el año de 1911, en la época del Presidente Madero, vino el golpe rotundo a la planta de empleados americanos; quedaban los conductores, los maquinistas y los mecánicos todavía y un número considerable de oficinistas. Preparados estos nuevos empleados por los despachadores de trenes, en marzo de 1911 volvieron a substituirse de golpe a todos los empleados americanos y siguió la administración dependiendo del Estado, vigilada por el Estado y únicamente con los funcionarios americanos el vicepresidente, el gerente general y un reducido número de superintendentes; pero siguió la administración con toda prosperidad, pagando sus dividendos y teniendo ingresos magníficos, que jamás se habían visto en la época de los ferrocarriles en la República Mexicana. Y así hasta el año de 1913, digo, de 1914, en que Huerta intervino los ferrocarriles.

Vino la Revolución; el Gobierno de la Revolución intervino también los ferrocarriles y continuó la administración. Voy a citar a ustedes el producto de las ganancias netas, que en el año de 1912 se puede estimar como promedio, tuvieron los Ferrocarriles Nacionales de México en poder del Gobierno: de 1911 a 1912, ganancias netas en el año: $23.012,535.97; en el año de 1910 a 1911, había habido veintidós millones y pico; en 1912 hubo un millón y pico de pesos más. Ahora bien, el Gobierno de la Revolución y después del Gobierno Constitucional, han continuado en posesión absoluta de los Ferrocarriles negando a los demás accionistas el pago de dividendos, porque debo advertir que el número total de acciones que por virtud de esta maniobra financiera adquirió el Gobierno, ascienden a doscientas noventa y nueve mil, que de seiscientas y tantas mil acciones que forman parte del control de la red ferrocarrilera, después de la nueva emisión de bonos, quedaba al Gobierno una mayoría absoluta de las acciones; por lo tanto, dominaba en todas las asambleas de accionistas, con una votación de cuarenta por ciento que es la que se estima conveniente para que en empresas de esta naturaleza domine un accionista o varios. Bien; el Gobierno de la Revolución y el Gobierno Constitucional después, continuaron la intervención de los ferrocarriles en virtud del estado

de guerra en que se encontraban y se encuentran todavía algunas regiones de la República. En esas condiciones el Gobierno no está obligado a dar dividendos ni a pagar intereses, del mismo modo que en los Estados Unidos de Norteamerica, con motivo de la guerra mundial, el presidente Wilson intervino todas las empresas de ferrocarriles que no estaban en posesión del Estado y sin obligación ninguna de reconocer adeudos ni pagar dividendos. Bajo ese mismo precepto el Gobierno actual tiene y tendrá, hasta que sea necesario, el control de los ferrocarriles. Ahora, vamos examinando: ¿ha sido constante la administración de los ferrocarriles, o sea el Gobierno, para administrar esas empresas de una manera prospera, de una manera eficiente, que no sea una carga para el país? Esto es lo que me propongo demostrar. (Murmullos.) Es algo que ustedes van a creer imposible, porque ya la prensa, ya las diferentes quejas del público, ya todos los rumores que corren por todos lados se quejan de la administración de los ferrocarriles y el señor diputado Franco argumentó en su peroración, para convencer a esta Asamblea de que el Estado era impotente para manejar los ferrocarriles, argumentó - digo - el mal estado actual de los ferrocarriles en posesión del Gobierno. Ahora bien; la época del papel, la emisión del papel moneda del Gobierno preconstitucional trajo no sólo a las empresas ferrocarrileras sino a todas las negociaciones en general en el país, un desquiciamiento económico por virtud de las frecuentes variaciones del valor de ese papel moneda. Si nos ponemos a examinar la situación de los ferrocarriles y la habilidad del Gobierno para manejar esas empresas en la época del papel moneda, indudablemente que no llegamos a una conclusión. Vamos descartando esa época, que tanto por la mala situación financiera, por la desigualdad del cambio frecuentemente, así como por el estado de agitación en que se encontraba todavía el país, no es posible juzgar de una manera consciente al Gobierno como administrador de los ferrocarriles de la República. La Dirección de los Ferrocarriles Constitucionalistas que ayer terminó su administración, recibió esos ferrocarriles a fines de 1916, cuando todavía existía la emisión de papel moneda. Todos sabéis que el súbito cambio del papel moneda a oro nacional vino en 1917. Bien; el primero de enero de 1917 y por concepto del trastorno económico que trajo el papel moneda de la Revolución, adeudaba a particulares por concepto de materiales vendidos a esos ferrocarriles, al tipo de oro nacional, la cantidad de $2.971,842.98, por concepto de materiales para principiar la reconstrucción de los ferrocarriles. En estas condiciones y con el súbito cambio, ya dejé asentado, el papel moneda a la plata, no fue posible durante el mes de enero de 1917, ni siquiera cubrir en su totalidad los sueldos de los empleados de los ferrocarriles, que además de haber sido estos empleados aumentados en un número crecidísimo, por razones de compromisos del Gobierno emanado de la Revolución, por razones del mismo desbarajuste que diferentes administraciones cambiadas frecuentemente trajeron a estos ferrocarriles, en fin, por otras muchas causas el hecho es que en el mes de enero de 1917, con esta deuda de dos millones y pico de pesos y sin que los vendedores de materiales quisieran, no digo venderle, pero ni siquiera abrirle crédito al Gobierno o sea a la Dirección de los Ferrocarriles, solamente se pudo cubrir en el citado mes de enero el cincuenta por ciento del sueldo de los empleados. Debo advertir que en aquella época el Gobierno Federal cubría en todas las dependencias el cincuenta por ciento y actualmente todos saben que cubren sólo el setenta y cinco por ciento de los sueldos. Ahora bien; empezó la reorganización, empezaron a encauzarse los negocios y a prosperar la eficiente administración, y en el mes de febrero, es decir, un mes después de principiada esta organización de los ferrocarriles, se cubrió el setenta por ciento de los sueldos; en el mes de marzo pudo cubrirse el setenta por ciento; en el mes de abril el ochenta, y en el mes de mayo se pagaron íntegros los mismos sueldos que se pagaban exactamente durante la administración de los ferrocarriles en el año de 1912, que es el año que podemos tomar como tipo de prosperidad. Ahora bien, en junio de 1917, por concepto de esos sueldos devengados y no cubiertos, por los cuales se había expedido bonos para pagarlos después, de igual modo que acostumbra hacer el gobierno federal, este adeudo de empleados ascendía a $3.000,000.00 que sumado con los dos millones novecientos y tantos mil que acabo de indicar a ustedes, en junio de 1917 tenían los Ferrocarriles Nacionales un adeudo alrededor de cinco millones y pico de pesos.

Ahora bien; desde el primero de junio que ya pudieron cubrirse los sueldos de los empleados, pudo estimarse positivamente que empezó ya la administración a encauzar los negocios ferrocarrileros y a reorganizar todo de una manera amplia, puesto que uno de los compromisos más graves era el contrato con los empleados para cubrirles sus sueldos. En el mes de octubre de ese año, después de abonar a los empleados en diferentes cantidades, en diferentes partidas los $3.000,000.00 que se les había quedado debiendo, en octubre de 1917 había quedado cubierto ya todo este déficit y los empleados ganaban sus sueldos al ciento por ciento y no se les debía, ni se les debe, absolutamente ni un solo peso por concepto de sueldos. Ahora bien; han transcurrido ya dos años de aquella fecha a la actual, del primero de junio de 1917 al primero de junio de 1919, el capital que representan los Ferrocarriles Nacionales de México, descontando las vías que por concepto de bandolerismo no han podido todavía ponerse en explotación, como es el Estado de Morelos, que hasta recientemente fue controlado, como es el Estado de Chihuahua, que frecuentemente ha tenido incursiones del bandolero Villa y sufrido interrupciones de consideración, como son algunos Estados del Sur, etc., el capital representativo de esta empresa está calculado en....... $440.000,000.00, descontando únicamente........$20,000.000.00 de los $460.000,000.00 en que se convino que a la fusión de los Ferrocarriles Nacionales representará ese capital; $440.000,000.00, señores diputados, ¿qué rédito les corresponde anualmente? El cuatro y medio porciento y en empresas de esta naturaleza no puede ser más.

Vamos ahora a ver si el Gobierno y la Administración de los ferrocarriles redituaron ese cuatro y medio por ciento del 1o. de junio de 1917 al 1o. de

junio de 1919. Exíjase, pues, al Gobierno, que compruebe esto. Se han entregado en efectivo de entonces acá, y el señor secretario de Hacienda se servirá decir si estoy en lo justo, la cantidad de $19.100,000.00, después de que los ferrocarriles han pagado todos sus empleados, han pagado toda la reconstrucción de las vías, la reconstrucción de edificios, etc. Se han prestado servicios al Gobierno por medio de tarifas especiales, es decir, con un cuarenta por ciento de descuento a que tiene derecho el Gobierno como Gobierno y como poseedor de la mayoría de acciones de esos ferrocarriles; se han prestado servicios especiales por trenes especiales de tropas, por trenes de forrajes, por conducción de mercancías, por todo lo que ha significado una necesidad de transporte para el Gobierno, y ya con el descuento de cuarenta por ciento, servicios por la cantidad de $11.000,000.00. Esto es comprobable. Se han empleado en la construcción de nuevas vías, como es la línea de Durango a Cañitas, como es el principio de la construcción de la línea de Cuatro Ciénegas a Sierra Mojada, como es la construcción de Saltillo a Oriente, etc., una cantidad estimada de una manera insignificante, en $4.000,000.00, puesto que solamente la línea de Durango a Cañitas, que tiene 269 kilómetros, y cuyo costo se estima en no menos de ....$20,000.00 por kilómetro, representa una cantidad mayor a la que yo estoy manifestando a ustedes; pero no quiero que me tachen de exagerado; estoy haciendo mis cálculos de una manera ínfima para demostrar a ustedes que el Gobierno es capaz de administrar prósperamente por medio de sus empleados ferrocarrileros los ferrocarriles. (Campanilla.)

El C. Secretario Pesqueira: Habiendo transcurrido la media hora reglamentaria, se pregunta a la Asamblea si continúa en el uso de la palabra el orador. Los que estén por la afirmativa, sírvanse indicarlo. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡No! ¡No!)

Continúa en el uso de la palabra.

El C. Méndez, continuando: el costo de la reconstrucción de las vías, de la reconstrucción, no de la construcción de las nuevas vías, sino de la reconstrucción, desde entonces importa alrededor de $3.000.000.00; debo decir a ustedes que últimamente y con motivo de la destrucción de ciento y tantos kilómetros de vía por el bandolero Villa en la región de Chihuahua, solamente esta reconstrucción que hubo necesidad de reponer en rieles, durmientes y aun terraplén, importa muy cerca de $1.000,000.00. También se ha comprado a la Fundición de Hierro y Acero de Monterrey una cantidad de diez mil toneladas de riel, que se han pagado al riguroso contado de los fondos de los ferrocarriles - aparte de la entrega que ya se hizo al Gobierno de los $19.100,000.00- una cantidad que importa este material de $1.250,000.00; Se encuentran en los bancos de Nueva York para compra de material rodante que ya está contratándose, $1.000,000.00. Así pues, en los dos años, los ferrocarriles, después de pagar su personal.... (Siseos, Campanilla.) Lamento sinceramente, señores diputados, que a los oradores del contra no se les escuche ni aun siquiera con educación. Yo reclamo de esta Asamblea que se me escuche con la misma atención con que se escucha a los señores oradores del pro. (Aplausos. Voces: ¡Muy bien!) Pues bien, señores diputados; toda esta millonada que a ustedes les ha asombrado, asciende a la cantidad de $43.100,000.00, en números redondos, así a vuelo de pájaro y comprobable, y yo excito a esta Representación Nacional a que si duda de la veracidad de estos datos, nombre una comisión que vaya a los ferrocarriles, ya con la nueva Administración, a comprobar estos datos, y no se crea que trato aquí de defender especialmente una administración; voy a demostrar que el Gobierno, poseedor de los ferrocarriles, es capaz de seguirlos administrando, porque ha tenido, tiene y tendrá indudablemente personal con que hacerlo. Ahora bien; ya expresé a ustedes que en el año de 1912, en números redondos y cuando la paz de la República todavía no se alteraba de una manera tan grave como ha sido posteriormente, las ganancias netas de estos ferrocarriles en toda su explotación y con el número de locomotoras disponible que había entonces, y que no se puede comparar con el número de locomotoras que hay actualmente, ascendió a $45.000,000.00 en dos años; así pues, los ferrocarriles administrados por el Estado en estos dos años produjeron una utilidad neta de $43.000,000.00; únicamente hay $2.000,000.00 de diferencia; esos $2.000,000.00 de diferencia, bien pueden estimarse por la falta de vías de explotación de zonas que producen ingresos a esos ferrocarriles. Así pues, el Estado está en posición de administrar los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, lo mismo que ha estado en posibilidad de administrar de una manera próspera los Ferrocarriles Nacionales de México. ¿Qué en los Ferrocarriles Nacionales de México, ha habido empleados que no han correspondido a la confianza que se ha depositado en ellos? ¿Qué en los Ferrocarriles Nacionales de México, en toda esta labor de reconstrucción y de disciplina, se han ido apenas limpiando poco a poco todos esos malos elementos? Perfectamente bien. Pero la reorganización de unos ferrocarriles hasta dejar completamente satisfecha la opinión pública y satisfecho económicamente al Erario federal, no es obra de un día, ni lo será indudablemente; la inmoralidad fue, es y será todavía por muchos años de muchos empleados que no corresponden a la confianza que se deposita en ellos, y esto no es nada censurable. Así como en un cuerpo de ejército no se puede tachar de ladrón al general que va al frente de ese cuerpo de ejército, porque sus soldados se roban las gallinas y se roban los carneros y cometen tropelías en los poblados, así tampoco se puede censurar a una administración porque empleados inferiores abusen de esa confianza depositada en ellos cometiendo esta clase de robos y malos manejos. Perfectamente bien; ahora voy a demostrar a ustedes el estado en que se encuentran los Ferrocarriles Unidos de Yucatán.

Los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, señores diputados..... (Murmullos. Campanilla.) con una red que comprende novecientos veintitrés kilómetros, seiscientos cuarenta y ocho metros, tiene a su disposición catorce máquinas de vía ancha que se mueven en una distancia de ciento diez y nueve kilómetros comprendidos entre Mérida y el puerto de Progreso y entre Mérida e Izamal, ciento diez y nueve kilómetros. En esos ciento diez y nueve kilómetros manejan los Ferrocarriles de Yucatán ciento treinta y cuatro carros de vía ancha; en la vía

angosta que comprende ochocientos tres kilómetros, novecientos treinta y tres metros, tienen dichos ferrocarriles noventa y cinco locomotoras en servicio.

¿En qué estado se encuentran las vías de los Ferrocarriles de Yucatán, señores diputados? La vía ancha se encuentra en regulares condiciones, en aceptables condiciones; la vía angosta se encuentra en deplorables condiciones. Existe un setenta por ciento de durmientes, y un ochenta por ciento de riel que hay que cambiar. El riel en la vía angosta, es apenas de cuarenta libras y soporta un peso, una resistencia, solamente en locomotoras, de cada locomotora, alrededor de setenta toneladas cada locomotora. En esas condiciones, la vía se encuentra en un estado deplorable.

Del equipo de la vía ancha, o sean los 134 carros, 19 están condenados, inservibles y sin que se hayan podido reparar; 45 están tan deteriorados y en tan malas condiciones, que aquella empresa ha tenido necesidad de dedicarlos exclusivamente al acarreo de leña, para mover las máquinas de esos Ferrocarriles, quedando únicamente, por lo tanto, 70 carros al servicio del público. Del equipo de vía angosta, o sean 540 furgones, 103 están inservibles, enteramente condenados y sin que se les haga ninguna reparación; 100 están en mal estado, dedicados al servicio de la leña; ese servicio de la leña naturalmente que no produce ningunos ingresos, puesto que mueve la leña el Ferrocarril para sus propias máquinas; 237 restantes están al servicio del público. Ahora bien; los Ferrocarriles Unidos de Yucatán representan en números redondos y desde el año de 1902 en que se fusionaron en el Estado de Yucatán todas las diferentes redes ferrocarrileras, para formar esta Unión de los Ferrocarriles, un capital de $25.000,000.00 ¿Qué réditos corresponden a los $23.000,000.00? No más del cinco por ciento. Ahora bien; cuando la fusión de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, es natural que dejáramos transcurrir un periodo entre dos o tres años de organización de ese servicio antes de que esta empresa, valuada en $25.000,000.00, pudiera redituar. Tomemos por lo tanto, un promedio desde el año de 1895 al año de 1910, que fue la época en que se puede calcular de próspera para esos Ferrocarriles. Debieron producir esos Ferrocarriles durante esos quince años, al cinco por ciento, diez y ocho millones y pico de pesos, y el resultado es que después de esa administración, después de esta fusión de los Ferrocarriles en el año de 1910, la empresa de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán se vio obligada a contratar con los banqueros ingleses, para cubrir deudas, para cubrir intereses de acciones, para reposición, en parte, de material rodante, para reconstrucción de vías etcétera, un préstamo por ochocientas veinticinco mil libras esterlinas, esto es $8.250,000.00. ¿Redituaron los Ferrocarriles de Yucatán? ¿Fueron administrados de una manera eficiente durante esos quince años en que se fusionaron? Indudablemente que no. Los Ferrocarriles de Yucatán desde su origen han sido mal administrados, y han sido mal administrados precisamente porque el estado de Yucatán, distanciado de la red ferrocarrilera del país, que no ha tenido esa influencia de prosperidad administrativa que ha inyectado la república del Norte a los Ferrocarriles Nacionales de México; digo, que los Ferrocarriles Unidos de Yucatán carecían de elementos, es decir, de hombres de experiencia ferrocarrilera para administrar de una manera próspera aquellos Ferrocarriles. En 1910 tenían, por lo tanto, una deuda de ocho millones y pico de pesos. Ahora bien; vamos a descartar también y con toda justicia, en el estado de Yucatán, el periodo del papel y empecemos nuevamente a juzgar la administración de esos Ferrocarriles con su deuda ya contraída desde el año de 1915; del año de 1915 al año actual de 1919, únicamente de aquella deuda se ha cubierto una ínfima cantidad; quedan, por lo tanto, siete millones y pico de pesos de deuda ¿qué se hicieron esos siete millones y pico de pesos? No lo sé señores diputados. Bueno; el hecho es que después de contraída esa deuda en el año de 1918, la Compañía de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán tiene necesidad del impulso de la Reguladora, facilitándole ésta $3.200,000.00, porque se estimó que la poca prosperidad de aquellos Ferrocarriles se debía a su escasez de equipo, y que naturalmente con mayor número de equipo había mayor movimiento de trenes, mayor movimiento de mercancías e ingresos más frecuentes. Con estos $3.200,000.00 se encargaron a los Estados Unidos 15 locomotoras entre vía ancha y vía angosta y 500 furgones de ferrocarril; de las primeras han recibido los Ferrocarriles Unidos de Yucatán únicamente 3 o 4 locomotoras, y de los segundos no llegan a 200 los furgones recibidos. En el año de 1917, y antes de que este empréstito, debo advertir a ustedes que aquellos Ferrocarriles, con sus cuotas que regían en el año de 1899 y cuyas cuotas están estipuladas en las diferentes clasificaciones a razón de 8, 7, 6, 5, 4, etcétera, centavos por kilómetro, produjeron cuatro millones y pico de pesos de ingresos y tuvieron de egresos otros cuatros millones y pico quedando únicamente una utilidad de $11,711.48. Ante estas críticas circunstancias, la Compañía de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán no pudo menos que contratar con la Reguladora el empréstito de los $3.200,000.00. Ahora bien; durante el año de 1918 el personal de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán que, entre paréntesis, ha sido el elemento que puede decirse que llevó al Poder al actual gobernador de aquel Estado, Castro Morales, en virtud de la carestía de la vida, solicitó que se aumentaran sus sueldos en un 200 por ciento, puede decirse. el gobernador, de Yucatán, agradecido con aquel elemento, por un lado, y por otro, no teniendo ingresos con que cubrir los sueldos de aquellos empleados, resolvió el asunto de una manera sencillísima: duplicó las cuotas de los Ferrocarriles en un ciento por ciento. No sé si decía por aquí un ciudadano diputado, que lo mismo que los Ferrocarriles Nacionales de México, y debo decir a ustedes que esto no es exacto; las cuotas que actualmente rigen en los Ferrocarriles Nacionales de México son las mismas exactamente que en el año de 1912.... (Voces: ¡No! ¡No! Allí no ha habido duplicación de cuotas y yo emplazo a cualquier ciudadano diputado que me demuestre lo contrario....

El C. Mena: Todo va por express.

El C. Méndez Benjamín, continuando: Los ingresos de express han aumentado, ciudadanos diputados, pero persisten los ingresos de flete y los ingresos de express han aumentado en una proporción

que apenas ha alcanzado el diez por ciento; no se puede equiparar naturalmente esto. Pues bien; el ciudadano gobernador del Estado resolvió de plano aumentar las tarifas al ciento por ciento, y ¿sabéis actualmente cuáles son las tarifas de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán? Voy a poner a ustedes un ejemplo: las mercancías de primera clase que (supongamos artículos de lujo), mientras en los Ferrocarriles Nacionales de México pagan una cuota de seis centavos por kilómetro, en los Ferrocarriles Unidos de Yucatán pagan diez y seis centavos por kilómetro; mientras las mercancías, los artículos de primera necesidad, que están clasificados en la 12a. clase, pagan en los Ferrocarriles Nacionales de México tres centavos por kilómetro, en los Ferrocarriles Unidos de Yucatán pagan ocho centavos por kilómetro. Esto trajo una desnivelación brutal en todos los negocios de Yucatán; inmediatamente que vino el aumento de tarifas en los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, vino el alza de las mercancías, como la espuma; llovieron las quejas al Gobierno del centro, a la Secretaría de Comunicaciones; y la Secretaría de Comunicaciones se manifestó sorprendida de este aumento que de la noche a la mañana decretó el ciudadano gobernador de aquel Estado para atender a las demandas de los obreros. El ciudadano gobernador del Estado de Yucatán, la administración de aquellos Ferrocarriles, no se detuvo a considerar si eran convenientes las exigencias de los obreros en una forma tan desproporcionada, como debió de considerarlo; si siendo justas esas exigencias, podía reorganizarse el personal, para que reduciéndose de una manera equitativa, hubiera más producción y, por lo tanto, estuviera en posibilidad de cubrir sus egresos con sus ingresos. No, señores, sencillamente se duplicaron las tarifas. La Secretaría de Comunicaciones a quien deberían haber consultado... (Murmullos. Campanilla.)

El C. Secretario Pesqueira: La Presidencia suplica a los ciudadanos representantes se sirvan atender al orador.

El C. Méndez, continuando: La Secretaría de Comunicaciones, alarmada por este inusitado aumento de tarifas, envió una comisión a los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, prohibiendo de antemano el que se pusieran en vigor estas tarifas; pero como en Yucatán todo se hace para sí, la orden que debía haber sido obedecida, puesto que había sido violada una ley con ese impuesto de tarifas, con esa duplicación de tarifas autoritaria y brutal en los Ferrocarriles Unidos de Yucatán había sido violada la Ley de Ferrocarriles, puesto que esas tarifas no habían sido consultadas siquiera a la Secretaría de Comunicaciones; esa orden, repito, fue desobedecida y sigue siendo desobedecida hasta el presente momento. En los Ferrocarriles Unidos de Yucatán rigen unas tarifas en una proporción de 128 por ciento más elevadas que en los Ferrocarriles Nacionales de México. Ahora bien; voy a demostrar a ustedes de una manera palmaria..... (Siseos.) Sí, señores diputados; todavía más..... (Siseos. Campanilla.) que en aquellos ferrocarriles la administración es verdaderamente un panamá, y no como en los Ferrocarriles Nacionales, como lo dijo algún periódico; no, señores, allá sí es un verdadero panamá, y voy a comparar aquella administración con ésta. (Voces: ¡Huy!) En los novecientos veintitrés kilómetros, con este equipo y por medio de unos ingresos que actualmente pueden calcularse en $8.000,000.00 anuales, con esa duplicación brutal de tarifas, existe la modestísima cifra de dos mil ciento sesenta y cuatro empleados; (Siseos.) aquellos ferrocarriles pagan mensualmente, y aquí tengo el presupuesto de sueldos mensual, una cantidad que fluctúa alrededor de $400,000.00, únicamente por sueldos de empleados. Los sueldos que pagaban los Ferrocarriles Unidos de Yucatán antes de duplicar sus tarifas y de aumentar su personal, es decir, antes de sentir ese parasitismo empleomaníaco, que fue congregándose a dichos ferrocarriles para satisfacer todas las exigencias políticas del Gobierno del Estado, asciende en el año de 1915 únicamente a la cantidad de ochenta y cuatro mil y pico de pesos. Bueno; pueden compararse aquellos ferrocarriles, tanto por su forma física, como por su producción, la cantidad de equipo, etcétera a la división de Guadalajara de los Ferrocarriles Nacionales de México; ¿y sabéis qué cantidad de empleados y con las tarifas reducidas que acabo de expresar a ustedes, emplea la división de Guadalajara de los Ferrocarriles Nacionales de México? Emplea la cantidad de mil ocho empleados, incluyendo su taller, su personal de obras, su personal de oficinas, etcétera, y gasta mensualmente, y esto también lo puedo comprobar, una cantidad no mayor de ciento veintitantos mil pesos mensuales, mientras que los Ferrocarriles Unidos de Yucatán gastan $400,000.00 mensuales. Bien; el importe del combustible en el año de 1915 y su consumo, era alrededor.....(Siseos en las galerías. Voces: ¡Ya! ¡Ya! Campanilla.)

El C. Secretario Pesqueira: La Presidencia llama la atención a los asistentes a las galerías, para que se sirvan guardar silencio.

El C. Méndez, continuando: el consumo del combustible en el año de 1915 era, aproximadamente, de 75,000 cuerdas de leña, con un importe de $260,000.00; actualmente se gastan más de 100,000 cuerdas de leña, con un importe perfectamente comprobado alrededor de $700,000.00. En el año de 1918 tenían los Ferrocarriles Unidos de Yucatán en los talleres de la plancha, 7 locomotoras, tengo aquí los números; (Murmullos.) tenían, digo, en los talleres de la plancha 7 locomotoras para reparación, (Murmullos. Siseos.) locomotoras de las adquiridas primitivamente, que por el uso que habían tenido, se encontraban ya casi desmanteladas. La reparación mínima de una de estas locomotoras hasta el último del año de 1918, y sin que se hubiera terminado la reparación después de haber permanecido más de ocho meses en los talleres, importaba dieciséis mil y pico de pesos, y yo estoy en la posibilidad de demostrar a ustedes que una locomotora de vía ancha, sistema Baldwin, de los Ferrocarriles Nacionales de México, desmantelada, teniendo que cambiarle su caldera, teniendo de cambiarle sus pistones, teniendo que tornear sus ruedas, etcétera, enteramente desmantelada, puede hacerse por esta cifra, y se ha hecho en los Ferrocarriles Nacionales de México, perfectamente terminada, y esto es que en aquellos ferrocarriles todavía para el último del año de 1918 tenían presupuestada otra cantidad más o menos igual para

completar la reparación de estas locomotoras; la última de éstas lleva gastados $26,000.00, y había otra cantidad igual para repararla; ¿y por qué? Sencillamente para poder sostener aquel número de obreros tan grande, que por medio de las ligas de resistencia por un lado, y el sostenimiento del gobierno del Estado por otro, hacían prevalecer y hacen prevalecer esa situación de desbarajuste en los Ferrocarriles Unidos de Yucatán. Y aquí tengo, señores diputados, el balance anual de 1918, que trajo aquí el señor diputado Franco. De acuerdo con ese balance, aparece una utilidad de un millón ciento veinticinco mil ochocientos cincuenta y cinco pesos y centavos; ¿y es cierto eso? No, señores. En ese mismo balance, en el activo, aparecen cantidades como, por ejemplo, la cuenta de boletos, que representa el costo de la impresión únicamente de esos boletos, que deberían haberse cargado a los gastos generales, aparecen en el activo por un valor de $38,978.72; vienen en el mismo activo, y esto es asombroso, gastos de amortización que representan los gastos que se hicieron en la época de los ferrocarriles, o mejor dicho, una parte de estos gastos no se ha amortizado aún, ni toda la suma está pagada, y aparece en ese activo..... $1.249,561.87; aparece también - esto es curiosísimo -: se saneó el inventario de aquellos ferrocarriles y se castigaron determinados elementos de material rodante con una cantidad de $2.480,287.03, según se hace aparecer en el activo. Aparecen también importes de pagarés incobrables por tres mil y pico de pesos; esto es pecata minuta... (Murmullos. Campanilla.) Un consejo de comisarios, sueldo ya pagado por valor de $44,600.00; total: tres millones ochocientos siete mil pesos y centavos. De la utilidad que dicen que tenían los Ferrocarriles de Yucatán, deben deducirse estos.....$3.000,000.00. Tuvieron el año pasado los Ferrocarriles Unidos de Yucatán una pérdida de..... $2.691,000.00, etcétera; tienen una deuda de siete millones y pico; la deuda de la Reguladora no es exacto que esté pagada; se han abonado únicamente cincuenta y tantos mil pesos, porque la Reguladora ha tenido necesidad de volver a extraer esos fondos de los mismos ferrocarriles, que en un caso apremiante tuvieron necesidad de facilitarle. Así pues, con esta deuda tan grande y este desbarajuste de administración; con estos gastos tan exorbitantes, está muy justificado que el Gobierno federal ponga sus manos ya en aquella llaga..... (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Siseos. Aplausos. Campanilla.) bastante pestilente, no para arrebatar el reloj, (Gritos. Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Aplausos. Campanilla.) como dice el compañero García Ruiz, por que el compañero García Ruiz tiene mucho derecho a ser honrado, pero el señor García Ruiz 4 quiere también que se le llame mal educado.

- el C. García Ruiz: ¡Una moción de orden! ¡Señor Presidente, una moción de orden! Yo no he hecho ninguna demostración; el señor falta a la verdad absolutamente; ese señor falta a la verdad. ¡Póngase bien los anteojos para que vea mejor! (Campanilla)

El C. Méndez: Que venga a la tribuna después de que yo la deje...

El C. Pérez Vela: Para una aclaración, señor Presidente, si lo permite el orador.

El C. Méndez: Suplico al señor diputado Pérez Vela que no me interrumpa.

El C. Pérez Vela: Para que se aclare el incidente entre ustedes dos; es de justicia.

El C. Méndez: Pues bien, señores diputados, el Gobierno federal ha puesto el dedo en la llaga, una llaga bastante pestilente que hay que curar... (Voces: ¡No! ¡No! Campanilla.)

- El C. Secretario Pesqueira, leyendo:

(Campanilla.)

"Artículo 195. Los concurrentes a las galerías se presentarán sin armas; guardarán respeto, silencio y compostura, y no tomarán parte en los debates con ninguna clase de demostraciones."

(Voces: ¡No! ¡No! Siseos.)

La Presidencia manifiesta que si las galerías continúan con estas demostraciones, se mandarán desalojar. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Murmullos. Campanilla.)

El C. Méndez, continuando: Ahora bien, señores diputados, se ha puesto el dedo en la llaga y no se trata aquí de un despojo, no se trata aquí de arrebatar el famoso reloj de marras, no, señores; aquí se trata de salvar el barquichuelo, que se va estrellar en la escollera, que se va undir, porque los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, quitándoles el sostén de la Reguladora, mueren. Tienen que pasar forzosamente a manos extranjeras, porque los capitalistas ingleses tienen el derecho hasta de poner esos ferrocarriles en subasta si en tres meses no se cubren sus réditos... (Murmullos, Campanilla.) Si en tres meses que dejen de cubrirse podrán pasar a manos extranjeras y el Gobierno federal ante esta situación desesperada de aquella empresa, está muy justificado que los adquiera, y no digo yo por el medio legal que ha adoptado para adquirirlos trayendo a esta Representación Nacional una iniciativa que todo buen mexicano y todo buen yucateco también... (Voces: ¡No! ¡No! Siseos.)... Sí, señores, porque aquí los ciudadanos del Estado de Yucatán, representados por su diputación, únicamente lo que ven es que aquel grupo de empleomaníacos que están chupando todas las fuentes de riqueza del ferrocarril, al venir la reorganización se les acabará ese filón; eso es lo que están cuidando aquí, señores diputados. Esa reorganización tendrá que venir y ya dije, si el Gobierno federal, como digo, no hubiera traído este asunto a la Cámara de Diputados por medio de los conductos legales; si el Gobierno federal de un golpe cogiera esos ferrocarriles para reorganizarlos y ponerlos en un estado de explotación eficiente, estaría perfectamente justificado... (Murmullos. Campanilla. Aplausos.) En el año de 1917 el coeficiente de explotación de aquellos ferrocarriles fue de un noventa y seis por ciento y actualmente con los gastos que tiene, estoy por asegurar a ustedes que el coeficiente de explotación de aquellos ferrocarriles, pasa el ciento seis y ciento ocho por ciento; sí, señores diputados. Yo no me he ido a inspirar en fuentes oficiales; yo he adquirido todos estos datos de ferrocarrileros, compañeros míos, que han vivido en el Estado de Yucatán, que han estado en aquellos ferrocarriles tratando de reorganizarlos y de administrarlos, y han regresado perfectamente decepcionados porque no ha sido posible la reorganización de aquellos ferrocarriles, dado que el gobierno del Estado protege primeramente

las exigencias de los obreros, creando una casta privilegiada aun a costa del sacrificio de todos los demás ciudadanos del Estado de Yucatán, porque con el aumento de tarifas ha venido precisamente el recrudecimiento de la carestía de la vida en el Estado de Yucatán. (Voces: ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya, hombre!) Ahora bien ciudadanos diputados, esta teoría que trajo aquí el señor García Ruiz de que era muy chistoso que el Gobierno tratara primeramente de adquirir aquellos ferrocarriles antes de construir la línea de Santa Lucrecia a Campeche, esta teoría que a él le parece chistosa, que debo advertir a ustedes que aunque yo reconozco en el señor García Ruiz que es competente para trabajar en los ferrocarriles, yo no le reconozco competencia en materia técnica y administrativa de ferrocarriles; hay de ferrocarrilero a ferrocarrilero, de zapatero a zapatero; no es lo mismo ser vendedor de mantas en el mercado, que administrador de una fábrica de hilados y tejidos. ¡Imposible! (Risas.) No es lo mismo engrasar una chumacera de un carro, que saber el costo de ese carro, su construcción, su producto, para qué sirve, etc. No, señores; eso es muy distinto....

El C. García Ruiz, interrumpiendo: Ni es lo mismo ser servil que ser... (Siseos. Campanilla.)

El C. Méndez, continuando: Bien, señores diputados; en estas condiciones los Ferrocarriles Unidos de Yucatán ¿por qué le llama la atención al compañero García Ruiz y a algunos diputados que el gobierno federal trate de controlar aquella administración para proseguir inmediatamente a la construcción de la vía de Santa Lucia a Campeche? Pues, sencillamente porque aquellos ferrocarriles, que indudablemente tendrán que ser tributarios de la línea de Santa Lucrecia a Campeche o de la línea de Córdoba a Santa Lucrecia, no podrá el Gobierno federal administrar sus líneas una vez construídas las nuevas, ni invertir una cuantiosa cantidad en su construcción, sin tener la probabilidad, o más bien dicho, el noventa y nueve por ciento de las probabilidades de que la construcción de esa vía, aparte de llenar los requisitos esencialmente políticos y estratégicos que tiene para su construcción, llenen los requisitos de producción; necesita forzosamente controlar los Ferrocarriles de Yucatán. Las empresas tributarias de otra empresa, cuando no están controladas por una administración, o más bien dicho, cuando pertenecen a distintos dueños - y esto lo conoce el C. García Ruiz -, imponen su voluntad en los contratos de intercambio,- cuando comprenden que la empresa necesita de ellos. Además, la vía de Córdoba a Santa Lucrecia es vía ancha, la vía de Santa Lucrecia a Campeche tendría que ser vía ancha y aun cuando fuera vía angosta, tendría que venir forzosamente el intercambio entre las dos; pero esa construcción es más propio para el Gobierno hacerla vía ancha; y estando los ferrocarriles de Yucatán mal administrados, ¿cómo podrían ser tributarios de una manera eficiente para que su producción garantizara el capital invertido? De ninguna manera. Necesita controlar aquella administración y hago a un lado todos los razonamientos de carácter político que convienen para que el Gobierno federal controle las dos administraciones, la del ferrocarril desde Córdoba a Santa Lucrecia y Campeche y los Ferrocarriles Unidos de Yucatán. Hay esta otra consideración: si el Gobierno no controlara aquel ferrocarril y construyera su vía de Santa Lucrecia a Campeche, se pondría en condiciones de ser competido por el Ferrocarril Mexicano de Córdoba a Veracruz y la vía fluvial, e indudablemente que sería un negocio mal hecho. Unicamente podría estimarse la construcción de la vía, de Santa Lucrecia a Campeche, por razones de carácter político, es decir, estratégico; controlando las dos administraciones, tendrán que venir las cuotas, la reducción de cuotas, la igualdad de cuotas en todos los ferrocarriles desde Córdoba a Santa Lucrecia y competir ventajosamente con el Ferrocarril Mexicano de Córdoba a Veracruz y las cuotas de la vía marítima. Esta es una consideración que no ha pasado ni siquiera por alto el C. García Ruiz.

Voy a relatar a ustedes este hecho que sucede en la frontera de Laredo, en Piedras Negras y en todas las fronteras del Norte de la República. (Voces: ¡Ya hombre, ya!) Los carros con mercancías de los ferrocarriles de Norteamérica actualmente, por exigencias de aquellas empresas, no pasan a los Ferrocarriles Nacionales de México, si no es mediante una garantía de los Ferrocarriles Nacionales de México, cuando tienen interés particular o los comerciantes, de una cantidad que fluctúa entre mil y dos mil dólares de depósito para garantizar el valor de ese carro. Y, ¿qué haría el Gobierno, ciudadanos diputados, si los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, cayendo desgraciadamente en manos de una empresa extranjera, pusieran una estipulación a este respecto, que no podría hacerse un tráfico comercial directo en provecho del público desde Córdoba hasta Yucatán o desde México hasta Yucatán?

Todas estas consideraciones, ciudadanos diputados, estimo que habrán hecho peso en el ánimo de la Asamblea, y llevado el convencimiento de que aquí únicamente de lo que se trata es de apasionamiento. Si los estimables compañeros del Estado de Yucatán vieran el asunto bajo el provecho futuro, yo estoy seguro que no serían tan oposicionistas de este asunto. A mí se me invitó en un principio para que les ayudara y estudié el asunto por una parte y por otra; balancee las dos cuestiones y hube de decidirme por ésta, por las razones que ya he expuesto a ustedes. Así pues, espero que rechacéis este dictamen con la energía (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Campanilla.) digna de esta Asamblea. (Aplausos. Campanilla.)

El C. García Ruiz: Pido la palabra para alusiones personales. Pide la palabra la Comisión.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. García Ruiz: Señores representantes: Un disco de fonógrafo grabado en las esferas oficiales acaba de descender de esta tribuna.... (Aplausos nutridos.) El temor de un compañero mío por perder las probabilidades del empleo en los ferrocarriles, ha hecho que haya venido a esta tribuna a salpicar de inmundicia a los ferrocarrileros, a los yucatecos y a los obreros de los Ferrocarriles de Yucatán. (Aplausos nutridos.) El C. Benjamín Méndez, hechura de don Felipe Pescador, lo ve caído.... (Aplausos.) lo ve caído y ya empieza a coquetear con las otras administraciones, viniendo a defender aquí una cosa que absolutamente no tiene la conciencia de que es leal, de que es justa, de que es

honrada. Eso es lo que hay y nada más. (Aplausos.) Y, señores, ha expuesto el cuadro con una torpeza tal, con tanta inconsistencia, que yo, y posiblemente algunos de vosotros dudáis fatalmente de si es el perico que habla por su cuenta o es el amo el que habla por el perico. (Risas. Aplausos.) el señor Benjamín Méndez, después de habernos derramado aquí cascadas de millones y más millones.... (Risas.) nos lleva a la conclusión, entre otros puntos que deseo tocar, que en los ferrocarriles de Yucatán se cobra un tanto más cuanto mientras que en los Ferrocarriles Nacionales se cobra la mitad y hasta casi la tercera parte menos que en los de Yucatán. Pero el C. Méndez insidiosamente ha ocultado una cosa, que yo que no estoy preparando ninguna futura buena digestión, voy a decirla: en los Ferrocarriles Nacionales, señores, no se puede embarcar, para que se reciba un servicio más o menos bueno, si no es por express y la cuota del express - el C. Méndez lo sabe perfectamente bien - es elevadísima, y no puede compararse con ninguna de las cuotas de la República Mexicana; las cuotas del flete aquí existen, pero no nominalmente, porque el desgraciado que va a embarcar un bulto de flete, éste dura 8, 15 y hasta dos meses en la bodega. (Aplausos.) Esto no lo vio el C. Benjamín Méndez. ¿Y por qué no lo vio? Porque no le convenía que se tratara este asunto aquí y sabe como todos nosotros sabemos, que había necesidad de embarcar por express para que el bulto llegara a tiempo o regularmente a tiempo a su destino. Otra comparación insidiosa del C. Benjamín Méndez, y que yo también le reconozco que puede trabajar en los ferrocarriles, (Risas.) porque al fin y al cabo ahí hay muchos departamentos; comparó la división de Guadalajara, señores, con la red completa de los Ferrocarriles de Yucatán, diciendo que mide la misma extensión, que tiene los mismos kilómetros de vía.

El C. Méndez: ¡Falso, yo no dije eso!

El C. García Ruiz: Pero, señores, ¡si todo esto es insidioso, si todo esto chorrea mentira! La división de Guadalajara, y eso, señor Méndez, usted no puede contradecírmelo, es una división de tránsito, es una división que depende de la Dirección General de los Ferrocarriles, y en donde no hay director general de Ferrocarriles, donde no hay talleres generales de reparación de carros, donde no hay talleres de reparación de máquinas, donde no hay oficinas generales de flete; es una división de tránsito, y mal puede usted comparar todo un sistema ferrocarrilero con una división de tránsito de la República Mexicana. (Aplausos.) Yo no presumo, señores diputados, como el C. Benjamín Méndez, de ser un erudito, un sabio, una verdadera lumbrera ferrocarrilera; pero el C. Benjamín Méndez, a mí - modestia aparte - no se me puede poner delante en el camino ferrocarrilero, y se lo he demostrado muchas veces. (Toses. Risas. Aplausos.) Y hago esta aclaración, no para que se vea que valgo más o menos, que sea más o menos ferrocarrilero, sino para que ustedes sepan que yo también estoy enterado y que tengo derecho a estar enterado y que vosotros debéis creerme enterado de estos asuntos, y que no tengo necesidad de veniros a mentir aquí insidiosamente como el C. Méndez. No tengo necesidad de venir aquí tras de un cocido, porque el sol de ayer se ha opacado hoy y porque quiere acercarse al sol que brilla hoy. Por eso, señores, yo, honrado y trabajador he de ser siempre y no he de preparar nunca una buena digestión. Quise venir a poner los puntos sobre las íes en este asunto que tocó el C. Méndez, y espero oír algunos otros argumentos para volver a ocupar la tribuna parlamentaria.

El C. Méndez Benjamín: Pido la palabra, señor Presidente, para la lectura de un documento. (Voces: ¡No! ¡No!)

El C. Presidente: Tiene usted la palabra. (Aplausos. Siseos.)

El C. Méndez: Señores diputados: Estos discursos de relumbrón del señor García Ruiz (Siseos.) son una falsedad, y lo voy a demostrar. En primer lugar, él no puede probarme que yo sea empleado de los Ferrocarriles; yo he sido y soy y a mucha honra lo tengo, hechura de don Felipe Pescador; a mucha honra lo tengo.....

El C. Trigo: Pido la palabra para una moción de orden. el Reglamento da derecho a cualquier diputado para que pueda pedir la lectura de documentos; puede el C. diputado Méndez circunscribirse a eso y no hacer uso de la palabra.

El C. Méndez: Pues bien; la lectura del documento consiste en los ingresos brutos y gastos de explotación, ingresos netos y coeficientes respectivos habidos en los Ferrocarriles Nacionales de México. Puesto que el C. García Ruiz asentó aquí que en los Ferrocarriles Nacionales de México los ingresos por concepto de express eran el doble de los ingresos habidos por concepto de fletes, pido a la Secretaría la lectura de este documento.

El C. García Ruiz: No dije eso.

- El C. Secretario Pesqueira, leyendo:

"Flete comercial $ 27.441,932.77

"Flete de Gobierno " 1.055,426.91

"Flete de construcción " 58,367.33

"Pasajes " 14.172,915.27

"Pasajes del Gobierno " 5.594,206.01

"Equipaje " 194,599.71"

El C. Méndez, interrumpiendo: Oid bien, ciudadanos diputados: 24 millones por flete comercial, no por flete de express; en seguida va el flete de express

El C. Secretario Pesqueira: "Express......... $7.056,894.78."

El C. Méndez: ¡Qué diferencia de los veinticuatro millones de ingresos de flete comercial, a los siete millones de ingresos de express! Por este dato, señores diputados, podréis juzgar lo demás. (Aplausos. Siseos.)

- El C. Secretario Pesqueira, leyendo:

"Honorable Asamblea:

"Los subscriptos, diputados en funciones, considerando que la Iniciativa de Ley enviada por el Ejecutivo para que se le faculte para disponer de la suma de diez millones de pesos o a comprometer el crédito de la Nación para controlar los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, hace ya tres días que se está discutiendo, proponen que la Cámara de

Diputados se constituya en sesión permanente, hasta poner punto final a los debates sobre el citado asunto.

"Los subscriptos piden dispensa de todo trámite.

"México, 9 de julio de 1919.- A. Rivera C.- M. Romero C.- J. M. Iturralde T.- Velásquez López.- Uriel Avilés.- D. Alarcón.- C. Galindo.- E. Ríos Landeros.- José Castilleja.- C. Bravo.- A. Baledón Gil.- J. Lanz Galera.- R. Casas Alatriste .- José Castillo Torre.- Rómulo de la Torre."

En votación económica se pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites a esta solicitud. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie.

Sí se dispensan. Está a discusión.

No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa.....

El C. Morales Francisco César, interrumpiendo: Pido votación nominal. (Voces: ¡Pedimos votación nominal! ¡No! ¡No! ¡Económica!)

El C. Secretario Pesqueira: Habiendo sido suficientemente apoyado el diputado que pide votación nominal, se procede a ella. (Voces: ¡No está apoyado! Desorden.)

El C. Espinosa: Moción de orden. No se apoyó al ciudadano diputado que pidió votación nominal, sino que habiendo consultado en votación económica si se aprobaba la proposición, fue aprobada por una mayoría abrumadora. (Voces: ¡No! ¡No!) Luego no ha lugar a votación nominal.

El C. Secretario Pesqueira: La Secretaría tiene el honor de manifestar a Su Señoría que el ciudadano diputado que pidió votación nominal, fue suficientemente apoyado, conforme al Reglamento. Por la afirmativa.

El C. Prosecretario Morales Sánchez: Por la negativa.

(Se recoge la votación.)

El C. Secretario Pesqueira, interrumpiendo la votación: La Secretaría manifiesta a los ciudadanos diputados que están de pie, que no permiten tomar la votación. (Continúa la votación.) ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa. Votaron por la afirmativa 86 ciudadanos diputados.

El C. Prosecretario Morales Sánchez: Por la negativa, 88 ciudadanos diputados (Aplausos. En consecuencia, queda desechada la proposición.

(Aplausos. Siseos.)

El C. García Vigil: Reclamo el trámite. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡Que se lean las listas de votación!)

- El C. Secretario Pesqueira; La Secretaría va a complacer a los ciudadanos representantes. Se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan prestar atención a la lectura de los votos, con objeto de que puedan ser rectificados.

Votaron por la afirmativa los CC. diputados siguientes; Alarcón, Altamirano, Alvarez del Castillo, Anda, Ángeles Carlos, Araujo Francisco, Arriaga, Arrioja Isunza, Avilés, Baledón Gil, Barrera de la, Basáñez, Bolio, Bravo Carlos, Breceda, Carriedo Méndez, Casas Alatriste, Castilleja, Castillo Torre, Céspedes, Chávez, Díaz Infante, Esparza, Espinosa Bávara, Espinosa Luis, Espinosa y Elenes, Ferrel, Franco, Fuentes Barragán, Galindo, Gámiz, García Carlos, García de Alba, García Ruiz, García Vigil, Garza, Gómez Cosme D., Gómez Gildardo, González Jesús N., González Marciano, Guerra, Gutiérrez de Velasco, Hernández Jerónimo, Iturralde, Jiménez, Lanz Galera, Lara, Leal, León, Macías Rubalcaba, Martínez del Río, Martínez Ignacio E., Martínez Saldaña, Mena, Méndez Benjamín, Mendoza, Morales Hesse, Olivé, Pastor, Peña, Pérez Vela, Pesqueira, Ramos, Ríos Landeros, Ríos Rafael L. de los, Rivera Castillo, Roaro, Rodríguez Herminio S., Romero Cepeda, Ruiz H. José María, Saldaña, Sánchez José M., Segura, Silva Jesús, Siurob, Solórzano, Soto José M., Suárez José María, Tejeda Llorca, Toro, Torre Rómulo de la, Trigo, Valadez Ramírez, Velásquez López, Villalobos y Zincúnegui Tercero.

Total, 86 votos.

El C. Chablé Natividad rectifica su voto; votó por la negativa. el C. Méndez Benjamín rectifica su voto: votó por la negativa. (Voces: ¡Votó por la afirmativa!) el C. Méndez Benjamín tiene derecho a rectificar su voto.

El C. Zincúnegui Tercero: Después de estar con el señor licenciado Cabrera.

El C. Secretario Pesqueira: Se suplica al C. Díaz Infante se sirva manifestar en qué forma votó.

El C. Díaz Infante: Por la negativa.

El C. Secretario Pesqueira: El C. Díaz Infante rectifica su voto; votó por la negativa.

El C. Espinosa Luis: Moción de orden. En virtud de que el resultado de la votación se está viendo que es verdaderamente funesto, y entiendo yo, y lo digo con toda sinceridad, que esto se debe a la influencia que ejerce dentro de la Cámara la presencia del ciudadano secretario de Hacienda, (Voces: ¡No! ¡No!) suplico a la Presidencia que consulte a la Asamblea si se repite la votación. (Voces: ¡No! ¡No!)

El C. Secretario Pesqueira: ¿Hay algún otro ciudadano diputado que desee rectificar su voto? El C. Solórzano rectifica su voto; votó por la negativa. (Voces: ¡Qué se lea la negativa!) La Presidencia suplica a los ciudadanos diputados se sirvan guardar silencio para poder rectificar la votación. Con los votos rectificados por los ciudadanos diputados, resultan 83 votos por la afirmativa.

El C. Prosecretario Morales Sánchez: Votaron por la negativa los CC. diputados: Aguilar Antonio, Aguirre León, Aguirre Vito, Alejandre, Alencáster Roldán, Amezola, Avellaneda, Balderas Márquez, Bandera y Mata, Barragán Martín, Bouquet, Bravo Izquierdo, Bravo Lucas, Cabrera, Cárdenas Rafael, Castillo David, Castillo Garrido, Castro Alfonso, Castro Roberto, Colina de la, Cordero, Cornejo, Cuéllar, Chablé, Díaz Infante, Fernández Miguel B., Fierro, Flores, Gaitán, Gámez, García Adolfo G., García Antonino M., García Pablo, Gil, Guerrero Antonio, Gutiérrez Antonio, Hernández Eulogio, Hernández Loyola, Herrera, Huerta, Lomelí, López, Macías Juan E., Madrid, Mariel, Márquez Galindo, Martín del Campo, Méndez Arturo, Méndez Fortunato, Meza Enrique, Molina, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Ortiz, Palacios Moreno, Parra, Pastrana Jaimes, Rebolledo, Rodríguez Alfredo, Rodríguez de la Fuente, Rodríguez Sabino, Rosas, Ruiz Porfirio, Ruvalcaba J. Guadalupe,

Sánchez Margarito, Sánchez Salazar, Schulz y Alvarez, Silva Federico, Silva Herrera, Silva Pablo, Solórzano, Soto Peimbert, Soto Rosendo A., Suárez Enrique, Tamez, Tapia, Tello, Treviño, Urdanivia, Uzeta, Vadillo, Vásquez, Verástegui Franco, Vilchis, Villaseñor Mejía, Villaseñor Salvador, Villela y Zayas.

Han rectificado sus votos por la negativa los ciudadanos Araujo Emilio y Méndez Benjamín.

El C. Araujo Emilio: No lo rectifiqué, voté por la negativa.

El C. Prosecretario Morales Sánchez: Son noventa votos por la negativa.

El C. Secretario Pesqueira: 83 por la afirmativa. Queda desechada la proposición.

El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Zincúnegui Tercero.

El C. Zincúnegui Tercero: Señores diputados: (Siseos. Campanilla.) Ruego a ustedes se sirvan hacer abstracción por un momento de quién va a tener el gusto de dirigirnos la palabra, para dedicar una poca de atención a las ideas que aquí habré de verter, siquiera sea por la buena voluntad que me anima al tomar parte en este debate que interesa al pueblo y a la nación mexicana. Después del larguísimo discurso pronunciado aquí por el futuro superintendente de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, después de ese tecnicismo tan amplio, de ese tecnicismo que ha acabado con la paciencia de la Asamblea, harto difícil para mí es, señores diputados, hacerme escuchar de vosotros con toda atención. El tecnicismo con el cual habré de luchar, ciertamente significa para mí una grave dificultad; ya lo han dicho aquí de distintas maneras el inteligente señor ministro de Hacienda y el perenne estudiante de ingeniero, señor Soto Peimbert. (Risas.) Un humilde enhebrador de ensueños y de rimas malamente puede aspirar a tener la capacidad de los señores a quienes me he referido. Los que nos dedicamos o sentimos cariño por las cuestiones espirituales, así como el compañero Franco que dedica sus energías al estudio de la sociología y de la historia, estamos muy lejos, como lo dijera el señor licenciado Cabrera, de la prosa de los números; pero, señores diputados, todos tenemos derecho a tener sentido común y eso es lo que nos trae a esta tribuna a debatir. (Murmullos.) Nosotros, los que llamamos "elegante" a un puente y "misterioso" a un túnel, nosotros, señores diputados traemos sobre nosotros una anatema: el anatema que las multitudes, muchas veces inconscientes, atraen sobre los hombres que juzgan los problemas complejos concernientes a la sociología, a la historia y a la psicología. Los especialistas, los técnicos, los inviolables, los intocables dogmatistas, se ríen de nosotros y se burlan validos de su suficiencia, y, sin embargo, señores, analicemos ligerísimamente algunos hechos de la Humanidad y veréis cómo en infinidad de ocasiones estos tecnicistas, estos dogmáticos han fallado en muchas ocasiones. (Aplausos.) Se escandalizan Plinio de Hiparco que pretende estudiar el número de las estrellas y ponerles nombre valido de un enorme astrolabio; Plinio se burla de Hiparco y le llama hereje. Más tarde, el sublime Rabí de Galilea que proclama nuevas verdades, asciende a un Calvario; viene la Inquisición prendiendo hogueras para torturar a aquellos que buscan la verdad científica o la verdad filosófica. Roma anatemiza.... (Risas.) - un gazapo, dispensen ustedes - a Calvino y a Lutero, por simples diferencias de dogma; más tarde, Napoleón Bonaparte, el genio, (Siseos.) el último hombre, como le llama Nietzsche, se niega a prestar su apoyo a Fulton, que en el año de 1803 ensaya la primera locomotora dirigible de vapor, diciendo que se trata de una ridícula farsa; y así vemos, señores, que en todos los órdenes de la vida, todos los tecnicistas y todos aquéllos que por distintas debilidades humanas se creen intocables, pueden incurrir muchas veces en errores y que la Verdad, aunque es una en el fondo, puede estar lo mismo de un lado que de otro. Al inscribirme como uno de los oradores en pro de este dictamen, hame movido, más que el deseo de poner patente mi poca o ninguna ilustración, la convicción serena y firme de que cumplo con un deber al defender los intereses del pueblo. El dictamen presentado por las comisiones unidas de Ferrocarriles, 1a. de Hacienda y Crédito Público, es perfectamente justificado y perfectamente autorizado.

Señores diputados, ¿por qué el Gobierno en los actuales momentos, al presentar a la consideración de esta honorable Cámara la solicitud para que se le apruebe el gasto de $10.000,000.00, no ha podido traer hasta ahora por medio de sus oradores, el pleno convencimiento de que impongamos una nueva carga, una nueva gabela, un nuevo impuesto para cubrir esta cantidad de diez millones, al pueblo que en bastante difíciles condiciones se encuentra? He escuchado con toda atención a los señores oradores del contra que han desfilado por esta tribuna y, como decía hace un momento, el tecnicismo de que han hecho abuso no ha logrado llevar al fondo de mi conciencia la seguridad de que debo, como representante del pueblo, autorizar este gasto de $10.000,000.00 Los Ferrocarriles de Yucatán, señores diputados, que representan un valor estimativo de $25.000,000.00, no se encuentran en las condiciones que se ha afirmado en esta Asamblea. Puede verse por alguno de los datos exactos proporcionados por personas perfectamente interiorizadas del asunto, que los Ferrocarriles producen lo bastante para amortizar la deuda contraída en la época de su formación, pagar los intereses de ésta, construir nuevas estaciones, material rodante, el hospital y la estación terminal de Mérida, que tiene un valor de más de $1.000,000.00. "En el ejercicio fiscal de 1918, amortizó bonos de su deuda por un valor cerca de medio millón de pesos."

El señor licenciado Cabrera ha afirmado aquí que el control de las acciones de Yucatán podría adquirirse con $2.000,000.00; ha aseverado, igualmente, que se le adeuda al Gobierno por derechos de importación la suma de $4.000,000.00. Si es así, señores, si se le adeuda al Gobierno $4.000,000.00 y el importe del control de las acciones es únicamente de $2.000,000.00, ¿para qué se quieren esos. . . . $10.000,000.00 cuya solicitud se nos hace? Analicemos, por otra parte, señores, si es conveniente, económico y patriota el que el Gobierno centralice estos Ferrocarriles. Comenzaremos por afirmar una

verdad ya sentada aquí: El Gobierno es el peor de los administradores. Y agregaré yo: y sus agentes, generalmente los peores ejecutores de la voluntad del Gobierno, que convierten estos puestos públicos en verdaderos lagos milagrosos donde cualquier pescador, por poco hábil que sea, logra enriquecerse en unos cuantos años. Y bien, señores diputados, ¿podríamos nosotros autorizar este gasto de . . . $10.000,000.00, cuando el Erario se encuentra en condiciones tan aflictivas? En el ejercicio fiscal del presente año habrá un déficit de $10.000,000.00, como se ha dicho aquí hasta el cansancio; no se pagan los intereses de nuestra deuda exterior y las condiciones de nuestro crédito están bastante mal en el extranjero, ¿y vamos a imponer este nuevo sacrificio al pueblo? Cuentan que en cierta ocasión uno de los antiguos zares del imperio ruso trataba de demostrar a un príncipe que lo visitaba, hasta qué punto su ejército estaba disciplinado; cerca del sitio en que se encontraban los personajes de esta historia, se encontraba un abismo lleno de sombras y de misterios; el emperador de todas las Rusias, el zar de todas las Rusias mandó formar hasta una veintena de hombres frente al abismo, de uno en fondo, y les ordenó que marcharan; aquellos infelices, en los cuales latía aun todo el servilismo del mujick, fueron cayendo uno a uno y despeñándose en el abismo, sin una protesta y sin una rebeldía; pero hubo uno de ellos que se detuvo, provocando las iras del zar; irritado éste, le dijo: ¿por qué te detienes? no he dado la orden de ¡alto! Entonces aquel humilde soldado se encaró con el zar y le dijo: padrecito zar, ¿es por la patria? Ante aquella pregunta, el zar hubo de bajar la cabeza y perdonar la vida de aquel infeliz. Bien, señores diputados, para la XXVIII Legislatura ha sonado un verdadero momento de prueba. Es la hora de su vindicación. Ha llegado el momento de que hagamos la misma pregunta; hace muchos años, primero como revolucionarios y como Gobierno ahora, estamos echando en un abismo todo nuestro prestigio, todas nuestras riquezas y toda clase de medios que tuviéramos para asegurar el porvenir, y ha llegado el momento de preguntar: ¿Es por la Patria este nuevo sacrificio que se pretende imponer al pueblo? ¿Es por la Patria? En el corazón de todos ustedes, señores, de todos los que lleven algún patriotismo en el fondo del alma, debe latir esta pregunta y ser la única que dé la solución a este asunto, basada en las argumentaciones autorizadas que en esta tribuna expongan los que haciendo uso de este tecnicismo que hasta la fecha no nos ha llevado a un resultado práctico, puesto que nadie está perfectamente orientado, consulte a su corazón, consulte a su conciencia y pueda definir si este nuevo sacrificio es en bien del pueblo y por la Patria. (Aplausos. Siseos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Palacios Moreno.

El C. Palacios Moreno: Señores diputados: Ante el desastre económico, ante el desastre político, ante el desastre técnico que os ha presentado el compañero Benjamín Méndez, de los Ferrocarriles de Yucatán, habréis comprendido que no es cierto que la administración de esos ferrocarriles en manos del Estado de Yucatán, sea, por cierto, ni un alivio, ni una gloria, ni siquiera algo que pueda satisfacer a las necesidades de ese Estado y que si en alguna parte de la República es urgente que la política ferrocarrilera nacional, que no va a establecerse ahora, sino que es ya un hecho en casi toda la República, llegue, es a Yucatán. En contra de ese desastre que habéis palpado y que sufre la península, no hemos venido a oír aquí más que la pasión de los oradores del pro, las alusiones personales, las diatribas y las injurias. Pues bien, señores representantes, la razón local, el interés que debe despertar en nosotros el mejoramiento del Estado de Yucatán, serían bastantes para que vosotros diérais vuestro voto negativo al dictamen de la Comisión y apoyarais la iniciativa del Ejecutivo si no estuviera además por encima de ese interés local que está de acuerdo con las tendencias del Poder federal, el interés nacional. Habéis oído también en qué estriban los argumentos del pro; habéis oído jugar con la palabra centralismo, queriendo impresionar vuestro corazón de provincianos. (Risas. Siseos. Voces: ¡Gracias!) Celebro mucho, señores diputados, que protestéis (Voces: ¡No protestamos!) o que os regocijéis, más bien dicho, de tener el corazón dentro de vuestro terruño, pero también es preciso que no se juegue con vuestras emociones y con vuestros sentimientos usando indebidamente una palabra que no es aplicable a este asunto. A la palabra centralismo en este caso se le quiere dar una significación política que es falsa. No se trata, por cierto, de invadir la soberanía política de los Estados; no se trata, señores diputados, de imponeros el nombramiento de los gobernadores haciendo una reforma constitucional que dejara en manos del Poder central la política de cada uno de los Estados. Esto es mentira. Aquí en verdad no hay ningún fenómeno de centralismo político; lo que hay es un fenómeno de consolidación del alma nacional. (Voces: ¡Ah!) Vosotros sabéis, y si no lo sabéis es imperdonable, que las comunicaciones francas, que las comunicaciones unidas con la red ferrocarrilera es lo que ha ligado vuestros corazones que antes se encontraban encastillados en ese provincialismo casi feudal que impedía que la República tuviera la representación, la personalidad nacional que hoy tiene (Murmullos.) Yo interrogo a todos y cada uno de vosotros si se sienten lesionados dentro de su afecto por la Patria chica y dentro de la independencia interior de su Estado, porque las Líneas Nacionales los surquen en todos sentidos; yo quiero saber, señores, si la obstrucción que se hace para que el Estado de Yucatán quede regido por el mismo sistema ferrocarrilero que los demás Estados, es suficientemente grande, para que echemos abajo toda esa organización ferrocarrilera, para que dividamos en tramos los Ferrocarriles Nacionales y le entreguemos a cada Estado su parte de comunicaciones. (Risas. Murmullos.) Por que si es cierto, señores, que es una centralización nefasta, entonces no debemos detenernos aquí; este debe ser el primer paso, la primera base para descentralizar los ferrocarriles y lo mismo que los ferrocarriles, todos los sistemas de comunicación. El sistema general de la comunicación es el sistema circulatorio de la vida nacional, lo mismo en los ferrocarriles que en el Correo, que en el Telégrafo, y nadie se ha atrevido a decir aquí que sea una centralización verdaderamente deplorable por la cual no pueda pasar

esta Cámara sin avergonzarse de que los telégrafos sean federales y de que el Correo tenga una administración central. Pues bien, señores, el fantasma del centralismo como véis no es más que el juego de una palabra usada como arma de combate por los oradores del pro pretendiendo impresionar; no existe el centralismo, existe la gran corriente de la vida nacional; la comunicación amplia, la comunicación unida, la que rompe las fronteras particulares y locales para comunicarnos con aquel Estado lejano de Yucatán, al que muchos de nosotros no conocemos precisamente por ese aislamiento en las vías de comunicación. (Murmullos.) Pero aquí, señores, tiene que librarse la última batalla, la última batalla, señores, en contra de ese localismo agudísimo, de ese localismo que pretende absorber a todos los Estados del Sureste, de ese localismo de casta, de ese localismo que ha sido perfectamente definido por el diputado Franco cuando dijo: los Estados del Sureste tienen que ser solidarios nuestros porque son de nuestra raza y tienen que estar en contra de la República. (Voces: ¡En contra no!) Los Estados del Sureste se defienden: ¿de qué se defienden? ¿Los Estados del Sureste no quieren fundir su alma con la nuestra.

Pues los Estados del Sureste, por el interés general, que es mayor, fundirán su alma con la nuestra, porque la Representación Nacional no puede permitir, la Representación de la República no puede permitir que la península yucateca siga como ha estado tan largos años por una imposibilidad, por un error de los gobiernos anteriores, por falta de iniciativa o por falta de medios económicos, aislada étnicamente, aislada en sus costumbres, aislada en su vida económica, en su vida social, en todas sus manifestaciones, del resto de la República. (Aplausos. Siseos.) Grave, señores, difícil y peligrosa ha sido hasta hoy la situación de aislamiento de la península yucateca, porque en la conciencia de todos nosotros está, porque está en la conciencia nacional que siempre hemos corrido el riesgo de perder esa parte del territorio; ¿por qué señores, ahora, por un obstáculo pasional, por un juego más o menos de palabras y por algo de política mezquina que está mezclada en este asunto, algo de defensa de un monopolio comercial. (Voces: ¡Pruebas!) algo de interés pecuniario, por qué, señores, vamos a cerrar los ojos ante la necesidad de vincular a la península de Yucatán con el centro de la República por medios perfectamente lícitos, por medios sociales, por medio de las comunicaciones? Pues bien, señores compañeros; en contra de este provincialismo agudo que constituye el valladar más poderoso para la unificación del alma nacional, en contra de este provincialismo llevado al más alto extremo, en contra de esta renuencia a formar una sola raza, a formar una sola nacionalidad, tenemos que luchar, porque allí véis el ejemplo de Oaxaca. Oaxaca, con su provincialismo agudo, no participa de la vida nuestra; Oaxaca sigue obstaculizando al régimen constitucional por un simple provincialismo...

El C. García Vigil: ¡Falta usted a la verdad! (Aplausos en curules y galerías.)

El C. Ruiz Porfirio: ¡Protesto! ¡Protesto!

El C. Vásquez Genaro: ¡Miente usted! ¡Miente usted! (Desorden.)

El C. Gómez Gildardo: ¡Protesto! ¡Protesto!

El C. Céspedes: Y Tamaulipas ¿por qué no ha entrado?

El C. Palacios Moreno: Y si eso pasa en Oaxaca, señores diputados... (Voces: ¡No! ¡No! ¡No! ¡No!)

El C. Vásquez Genaro: ¡No es cierto! ¡Falta usted a la verdad!

El C. Gómez Gildardo: ¡Protesto!

El C. García Vigil: ¡Protesto! ¡Protesto!

El C. Palacios Moreno: Si eso pasa en Oaxaca, señores diputados.... (Voces: ¡No! ¡No! Desorden.)

- El. C. Lara César: ¡Tamaulipas no es del Sureste!

El C. Palacios Moreno: Si eso pasa en Oaxaca.... (Desorden.)

El C. Vásquez Genaro V.: ¡Protesto!

El C. Palacios Moreno: Yo les agradeceré a los señores diputados de Oaxaca que ilustren mi criterio después de que concluya mi discurso, que con todo gusto, de las informaciones que reciba de ellos, rectificaré mis ideas. Pues bien; si eso pasa o puede pasar en centro mismo de la República, pues imaginaos el peligro, la suerte que puede correr un Estado como el de Yucatán, que está alejado del centro y que está, en cambio, en comunicación más fácil, más rápida, con las naciones extranjeras. Aquí en esta tribuna hemos escuchado que la sociedad de Yucatán no viene a educarse dentro de nuestra República, porque en el extranjero tiene mejores institutos, mejores universidades; aquí hemos escuchado que la vida social de Yucatán y que su vida económica, por virtud de sus exportaciones y que más tarde su vida política pueden estar en mayor contacto con cualquiera de los Estados del mundo, menos con el nuestro. Y ante este fenómeno que es viejo, que es una realidad tangible; ante este fenómeno que debía ser el único que debiera tener en cuenta la Asamblea, se opone el interés de un grupo político que controla Yucatán; el interés, digámoslo de una vez, del trust financiero político que en la península yucateca tiene establecida el general Alvarado.. (Voces: ¡Pruebas! ¡Ah!) El trust financiero y político cuyas manifestaciones han llegado hasta la capital de la República. ¿Pruebas? (Voces: ¡Sí!) Allí tienen "El Heraldo de México." (Risas. Voces: ¡Ese sólo es un periódico!) ¿Pruebas? Allí tienen a los señores diputados de Yucatán. ¿Queréis más pruebas vosotros? (Voces: ¡Sí!) Pues la República no las necesita; la República sabe bien esto. (Voces: ¡Ah!) Pues bien, señores, ante el interés del grupo político alvaradista, enfrente de este interés está el interés nacional y no creo que esta Asamblea, inclinándose en pro de esos intereses de política de campanario, vaya a torcer su criterio y a cerrar los ojos ante la necesidad de que desde el Bravo lleguen los ferrocarriles hasta el extremo más lejano de la República, en el Sur. ¿Cuál es el obstáculo? lo pregunto a los del pro. ¿Cuál es el perjuicio que sufre la península yucateca con el sistema circulatorio general de los ferrocarriles, es decir, en beneficio de toda la República? Hasta ahora no han señalado en qué se puede perjudicar la península yucateca, y ninguno de vosotros puede dejar de imaginarse todos los beneficios que, tanto para la península, cuanto para los demás Estados, puede significar la consolidación del sistema ferrocarrilero. Pero aparte del interés

de la facción que encabeza el general Alvarado, que tiene sus representantes en esta asamblea, se han movido en contra de la iniciativa del Ejecutivo algunas otras pasiones, cierto snobismo por la oposición; hay algunos señores diputados que no pueden contener sus deseos de mostrarse oposicionistas, tal vez porque, como dijo el diputado Espinosa.....

El C. Iturralde, interrumpiendo: Moción de orden. ¡Moción de orden! (Campanilla.)

El C. Palacios Moreno, continuando: tal vez porque como dijo el diputado Espinosa, el carrancismo ha muerto y viene la nueva Presidencia de la República; tal vez, y eso parece que también hay en la Asamblea, porque hay algunos diputados resentidos con el Ejecutivo, que quieren desquitar su resentimiento votando en contra de esa iniciativa; pero, en fin.... (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!)

El C. Castilleja: ¡Miente usted! ¡Falta usted a la verdad!

El C. Palacios Moreno: Yo no vengo a delatar a nadie; vengo simplemente.....

El C. Lara, interrumpiendo: ¡Moción de orden! (Siseos. Campanilla.)

El C. Presidente: No hay desorden.

El C. Lara: Si no hubiera desorden, no me atrevería a pedir la palabra para hacer una moción de orden.

El C. Presidente: No hay desorden.

El C. Lara: Desde el momento en que hay desorden, es por lo que yo pido la palabra . ¡Son las ocho de la noche!

El C. Palacios Moreno: Pues, señores, ese snobismo por la oposición, ese afán de demostrar que el Poder Legislativo es capaz de estar en pugna con el Ejecutivo porque aquí no hay diputados incondicionales, es preciso demostrar que esta misma Asamblea en la cual al principio del periodo de esta Legislatura hemos oído repetidas veces en la boca de varios oradores que se trataría de apoyar al Gobierno, porque así lo dijeron, y por cierto no fuí yo uno de ellos; esta Asamblea que al principio del periodo adoptó esa actitud franca y decidida, en la actualidad se han operado en ella algunos cambios, porque el tiempo avanza y la elección presidencial esta próxima. Y, bien, señores diputados, todas estas cosas faltas de fondo, todas estas cosas que no pueden constituir en verdad un apoyo serio para resolver la cuestión tan grave como es la de comunicar o dejar aislada la península yucateca del resto del país, me parece que debe preocuparnos. Yo vengo a requeriros para que con la seriedad que el caso exige, tal como lo han hecho los demás oradores del pro, despojándolos y substrayéndolos a las sugestiones de esa pequeña facción y de ese snobismo de la oposición y de esos mezquinos resentidos por los ministerios, resolváis, como el interés nacional lo exige, esta ardua cuestión, esta cuestión que se ha vuelto ardua por virtud de sus intereses políticos de campanario y por virtud de esas pasiones mezquinas; pero que es, en verdad, - como dijera algún otro orador-, una cuestión sencilla, porque es una cuestión que viene ya madura en la conciencia nacional, porque es una cuestión que hemos estado sintiendo, porque es una cuestión que hemos estado palpando; porque el aislamiento de la península de Yucatán, que ha sido un hecho hasta hoy, es preciso que alguna vez acabe, y si hoy es la oportunidad de que ese aislamiento acabe porque el desastre en aquella península en la administración de los ferrocarriles está demostrado, y porque el Gobierno federal tiene un crédito que le permite, sin hacer sacrificios, llegar hasta allá con esas líneas ferrocarrileras; pues, señores, si es hoy la oportunidad de ligar el Estado de Yucatán con el resto de la República, creo yo que ninguna de las demás pasiones mezquinas que se han jugado en esta Asamblea, debe hacer impresión en vuestros ánimos. Se ha hablado aquí del despojo, se ha hablado aquí de que el Gobierno Federal quiere despojar al Estado de Yucatán de sus ferrocarriles. Si la Iniciativa de Ley hubiera estado concebida en estos términos: "Se decreta la incorporación de los Ferrocarrileros de Yucatán a las vías nacionales, a las líneas nacionales", entonces tendrían razón los señores oradores que han venido a sostener que el Gobierno federal trata de despojar al Estado de Yucatán; pero el Ejecutivo ha pedido permiso para comprar los Ferrocarriles de Yucatán y hasta hoy yo no sé que a nadie se le pueda ocurrir que es un despojo el contrato de compra - venta.

Pues bien, señores diputados; aparte de esto hay que tener en cuenta ya que el ministro de Hacienda ha venido a decir que no se necesita una autorización previa para comprarlos. Es por este motivo que el ministro de Hacienda ha dicho: "Yo no tengo más que hacer, en representación del Ejecutivo, que notificar a la empresa, a la Compañía del Sureste, que adquiero los Ferrocarriles de Yucatán, (Voces: ¡Ah!) porque el señor licenciado Cabrera ha dicho que no tiene que hacer más que eso, porque está pactado que el Gobierno federal tiene el derecho de adquirir esos ferrocarriles y eso está pactado con la misma empresa, (Voces: ¡No! ¿Y si se niega?) y eso está perfectamente vigente, (Voces: ¡No!) porque esa fue una cláusula concedida al Gobierno federal en la escritura de constitución del monopolio de los negocios del Sureste; fue concedido ese derecho al Gobierno federal por una cláusula expresa, por una cláusula que no fue innovada en la escritura posterior en que se reformaron las demás obligaciones; en consecuencia, esa cláusula está perfectamente vigente y ese derecho es pleno, no se trata de ningún despojo, no se trata de ninguna violencia; se trata de llegar por la vía legal, se trata de llegar por el consentimiento previo otorgado en la escritura pública a la compra de esos ferrocarriles; se trata de hacer una pequeña operación propiamente comercial. En consecuencia, ya véis que no hay tampoco despojo, como no hay tampoco centralismo. En cuanto a los inconvenientes de la administración de los ferrocarriles por el Estado, habéis visto ya que los ferrocarriles en Yucatán están manejados actualmente por el Estado y que, en verdad, el manejo de esas empresas por un Estado pequeño, es infinitamente peor que por un estado que tiene mayores elementos, y esto nos lo ha venido a demostrar el compañero Méndez. En consecuencia, si están manejados actualmente por el Estado de Yucatán y esa administración es desastrosa; si estamos viendo que es incomparablemente mejor la administración que hace el Gobierno federal de todas las demás líneas, ¿Cuál es el obstáculo y el argumento para que esa red, su administración, pase a otro Estado? También se ha

dicho que los Ferrocarriles de Yucatán fueron construídos por los esfuerzos de los nacionales de ese Estado. Sobre este punto es claro, es demostrativo, es evidente el informe que rindió el ciudadano secretario de Comunicaciones cuando nos hizo una historia de todas las concesiones que mediaron para que se construyeran estos ferrocarriles, y como escuchasteis, se hicieron por virtud de las subvenciones federales que se dieron a la empresa. En consecuencia, la Federación desde un principio ha protegido el desarrollo de las vías de comunicación en Yucatán, y después el mismo gobierno del Estado, reconociendo la conveniencia de que estas líneas quedaran incorporadas a todo el sistema general actualmente vigente en materia de ferrocarriles, sistema que vosotros aceptáis como bueno; el Estado de Yucatán , considerando la conveniencia de ello, formuló la escritura constitutiva de la Compañía de Fomento del Sureste, dándole el control efectivo de los Ferrocarriles de Yucatán al Gobierno federal. Parece que es una novedad dentro de la administración de estos ferrocarriles, que el Gobierno federal quiera adquirir su control; pero no es una novedad, es una consecuencia de los antecedentes constitutivos de esa negociación. Cuando se formó se dio el control al Gobierno federal, y si éste en esos momentos no pudo hacerlo efectivo, no hay razón para que no lo haga más tarde, si los motivos de conveniencia nacional que inspiraron ese control subsisten todavía. Esos motivos de conveniencia nacional es inútil volverlos a repetir. En resumen, frente al problema de la política de consolidación, nos oponen los señores del pro la política de disolución; enfrente de la fusión de la península y de los Estados del Sureste, de la fusión social, de la fusión étnica, de la fusión política que es urgente para que nuestra República, que como geográficamente es tan grande, lo sea también por espíritu de raza, por espíritu de los intereses creados entre todos los Estados, por el intercambio de esas actividades a las que están substraídos todos esos riquísimos Estados; si enfrente de todas esas necesidades que ha mucho tiempo hemos palpado, no se nos oponen más que la defensa de un trust mercantil, más que la defensa de un monopolio que tiene en Yucatán sujetos y tiranizados a una infinidad de individuos y de productores, porque habéis de saber que hay más de trescientos productores de henequén, con una producción de noventa y seis millones de kilos, que están verdaderamente oprimidos por ese formidable monopolio que se ejerce en el Estado de Yucatán por medio de la Reguladora, por medio del Banco y por medio de los ferrocarriles; pues bien, señores, si nosotros damos una salida a esas actividades; si nosotros las llamamos al centro de la República; si nosotros rompemos con ese monopolio, entonces, señores, habremos hecho una obra más grande que el alarde de oposición y que la satisfacción de las pasioncillas de los resentidos y que el servilismo hacia un gobernador, que hemos estado presenciado, para vergüenza de esta Representación Nacional, en los oradores del pro.

El C. García Ruiz: ¡Por mi parte, falta usted a la verdad!

El C. Palacios Moreno: Yo creo, como el señor García Ruiz, que en este asunto es preciso poner el cascabel al gato; pero no creo, señores, que el gato en este asunto sea el Ejecutivo; en este asunto, señores, el gato es el general Alvarado. (Aplausos. Siseos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Franco, miembro de la Comisión. (Voces: ¡Ya son las ocho! ¡Ya pasó la hora reglamentaria!)

El C. Franco: ¡Un momento, señores diputados!

El C. Secretario Pesqueira: La Secretaría se permite informar que el Reglamento de la Cámara previene que las sesiones deben durar cuatro horas; y habiendo principiado esta sesión a las cuatro y media, debe terminar, conforme al Reglamento, a las ocho y media. (Aplausos. Voces: ¡No! ¡No! ¡Reclamo el quorum!) La orden del día para mañana: continúa la discusión del dictamen por las comisiones.

El C. Presidente, alas 8.19 p. m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las cuatro de la tarde.