Legislatura XXVIII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19180928 - Número de Diario 35

(L28A1P1oN035F19180928.xml)Núm. Diario:35

ENCABEZADO

MÉXICO, SÁBADO 28 DE SEPTIEMBRE DE 1918

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERÍODO ORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO I.- NUMERO 35

SESIÓN ORDINARIA DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 28 DE SEPTIEMBRE DE 1918

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Continúa la discusión del dictamen relativo al 5o. Distrito Electoral del Estado de Oaxaca, siendo aprobado nominalmente.

Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. MONTES FEDERICO

(Asistencia de 130 ciudadanos diputados.)

El C. Presidente, a las 10.38 a. m.: Se abre la sesión.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

"Acta de la sesión de Colegio electoral, de la Cámara de diputados del Congreso de la Unión, celebrada el día veintisiete de septiembre de mil novecientos diez y ocho.

"Presidencia del C. Federico Montes.

"En la ciudad de México, a las siete y diez de la noche del viernes veintisiete de septiembre de mil novecientos diez y ocho, con asistencia del mismo número de ciudadanos diputados que estuvieron presentes en la sesión de Cámara de Diputados inmediata anterior, se abrió ésta de Colegio Electoral.

"El C. Secretario Meade Fierro leyó el acta de la sesión celebrada el día veintiséis del presente mes, la cual sin discusión se aprobó en votación económica.

"Asimismo, sin debate se aprobaron los dictámenes de las Comisiones Revisoras de Credenciales, que proponen a los CC. Rodolfo Cancela Nogueira y Samuel M. Tello como diputados propietario y suplente, respectivamente, por el décimosexto distrito Electoral de Veracruz; a los CC. Fortunato Méndez y Leopoldo Vásquez Mellado, por el decimoquinto de Puebla, a los CC. Carlos E. Tamez y José B. Berlanga, por el 3o. de Nuevo León.

"A consideración de la Asamblea el dictamen que trata de las elecciones en el 5o. Distrito Electoral de Oaxaca, favorable a los CC. Porfirio Pastor y Alfredo Altamirano, se dio lectura a una moción suspensiva firmada por los CC. Jenaro V. Vásquez y Carlos García. Ella no fue tomada en consideración, tras de haberla fundado el C. Vásquez y de haber renunciado al uso de la palabra en contra los CC. Pastor y Villaseñor Mejía.

"Pasó a la tribuna, para hablar en contra de dicho dictamen, el referido C. Vásquez Jenaro V., quien interpeló a los CC. Blancarte, Pastor, Hernández Jerónimo y Rivera Cabrera. A solicitud del orador, la Secretaría leyó un impreso, del que es autor el C. Manuel Rueda Magro, candidato por el Distrito Electoral de que se trata, y esa lectura fue interrumpida por los CC. González Jesús N., Olivé y Velázquez López, con objeto, el primero, de hacer una aclaración; el segundo, para pedir se diera a conocer determinada parte del impreso, y el último, para reclamar el quorum. Este quedó comprobado con la presencia de ciento veintiocho ciudadanos diputados y presuntos, según lista que pasó la Secretaría, y el C. Vásquez prosiguió su discurso. En tres ocasiones se le prorrogó el término que establece el Reglamento para los oradores, y así que concluyó de hablar, manifestó su duda sobre la existencia de quorum.

"La Asamblea resolvió que continuara la sesión, previa consulta de la Mesa, y se concedió la palabra en pro al C. Pastor, quien proporcionó dos documentos que se leyeron. Interrumpió al orador para reclamar el quorum, el C. Vásquez Jenaro V., y en esa virtud se pasó una nueva lista. Y como de ella se desprendiese que había en el salón solamente ciento cinco ciudadanos diputados y presuntos, el ciudadano Presidente, siendo las diez y treinta de la noche, cerró la sesión y citó para el día siguiente, a las diez de la mañana, a sesión de Colegio Electoral."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse poner de pie. Aprobada el acta.

- El mismo C. Secretario: Continúa la discusión del dictamen relativo a las elecciones efectuadas en el 5o. Distrito Electoral del Estado de Oaxaca, cuya parte resolutiva dice así:

"Primera. Son válidas las elecciones para diputados al Congreso de la Unión, efectuadas el día 28 de julio próximo pasado, el 5o. Distrito Electoral del Estado de Oaxaca."

"Segunda. son diputados propietarios y suplente, respectivamente, por el mencionado Distrito electoral, los CC. Porfirio Pastor y Alfredo A. Altamirano.

El C. Presidente: Continúa en el uso de la palabra el C. Porfirio Pastor.

El C. Pastor: Honorable Asamblea: Como anoche, por falta de quorum, se suspendió la sesión y hoy están presentes varios ciudadanos diputados y presuntos que no se encontraban en el salón al empezar yo mi defensa y, por lo tanto, no están enterados de un documento de suma importancia para mí, que se leyó y que refuta de una manera irrecusable el cargo que, como muletilla, aparece en todos los ataques que se me hacen, que consiste en que se declara haber sido yo capitán huertista, voy a suplicar a la Presidencia se sirva ordenar de nuevo la lectura de ese documento.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

"Un sello que dice: 3er. Regimiento de Artillería.- Comandancia.

"El ciudadano general Comandante Militar, en oficio número 38,011 de fecha 25 del actual, me dice:

"El general Secretario de Guerra y Marina, en oficio número 38,011 de fecha 14 del actual, me dice: " Dispone el Presidente, interino de la República se expida patente de licencia absoluta, por haberla solicitado, al capitán segundo táctico de artillería permanente Porfirio Pastor, quien causará baja con fecha 1o. del entrante mes de abril en el 3er. Regimiento de Artillería." Insértelo a usted para sus efectos y como resultado de la instancia del interesado."

"Lo que transcribo a usted para su conocimiento y efectos.

"Libertad y Constitución.- México, marzo 27 de 1913.- El teniente coronel J. I. D. R., Eduardo Nieto.

"Al C. capitán 2o. de artillería Porfirio Pastor.- Presente."

El C. Pastor, continuado: Como habrán visto ustedes por la lectura de este documento, con fecha 14 de marzo de 1913 había ya un acuerdo de las autoridades militares, en el cual se me otorgaba mi separación absoluta del Ejército Federal. Dado el tiempo que duraba la tramitación, no menor de quince días, resulta perfectamente comprobado que yo a raíz de la decena trágica y a pesar de estar propuesto para el ascenso a capitán primero, pedí mi separación absoluta de aquel Ejército, lo cual no es un acto heróico, sino un deber, al cual estábamos obligados cada quien de los que tuvieron el decoro suficiente para hacerlo y que fuimos cumpliendo conforme nos fue posible. A este respecto, y en virtud de algunos ataques que en alguna ocasión se hicieron al señor general Federico Montes, me permití manifestar que habíamos sido compañeros en épocas anteriores, siendo casi del mismo grado, y que él con más paciencia siguió en las filas esperando una oportunidad para estar cerca de la Revolución y separarse, como lo hizo, no llevando nada más su persona, sino un fuerte contingente de hombres, cartuchos, ametralladoras y caballos. Así es que lo mío no constituye ningún mérito, sino el cumplimiento del deber; pero a pesar de que no es mérito, no permitiré que, abusándose de la dilación de quince días que tardó la tramitación de mi baja, se me siga tachando de capitán huertista.

En cuanto a la parte legal del dictamen consistente en no admitir como buenos los síntomas de prueba que de imposición presenta el licenciado Rueda Magro en su escrito de petición de nulidad, voy a analizar esas pruebas de la manera más concisa que me sea preciso para no cansar la atención de la Asamblea. Estas pruebas podemos clasificarlas en estos grupos: documentos escritos recabados con anterioridad a la elección, comprobantes o pseudo comprobantes recogidos durante la elección y los posteriores a ella. Se trata de justificar la existencia de presión anterior a las elecciones, fundándose en que la Presidencia Municipal de Tlacolula, Cabecera del Distrito Electoral, opuso dificultades para el registro de la candidatura del Señor Rueda Magro. Está en la mente de todos y cada uno de ustedes que la Ley Electoral previene terminantemente que los candidatos independientes o de partido adjunten a su solicitud de registro un acta firmada por no menos de cinco personas, si se trata de partidos, y por un número no menor de cincuenta, si se trata de candidatos independientes; habla también de un programa político, así como de números de un periódico. Por el documento que se leyó anoche, ustedes vieron que el señor Leopoldo Payán, presidente del Partido Liberal Constitucionalista de Oaxaca, que postulaba al Señor Rueda Magro por el distrito de Tlacolula, pidió el registro de esta candidatura en un simple oficio sin más actas, ni programa político, ni cosa que se le pareciera. Como consecuencia de ello recayó del Ayuntamiento la respuesta de que debía cumplir con lo prevenido por la ley, diciéndole que a pesar de que el tiempo corría, en cualquier tiempo le sería admitida su solicitud. El C. Rueda Magro, con algo de mala fe, asentó que el Ayuntamiento tenía conocimiento de los colores del partido en virtud de existir ya con anterioridad en su poder, un telegrama por el que el Ayuntamiento de Oaxaca daba a conocer el registro de la candidatura para senador por ese mismo partido, con los colores rojo y negro. Ruego a la Presidencia pida a la Secretaría dé lectura a un telegrama que consta aquí, en el cual se da aviso de ese registro, especialmente la fecha.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

"Tlacolula, Oaxaca, 15 de julio de 1918.

"Presidencia Municipal.

"De conformidad ley de la materia comunícole registradas candidaturas siguientes: Senador segundo propietario y suplente Partido Constitucionalista, licenciados Juan Sánchez y Manuel Brioso, y Candiani, distintivo amarillo, rojo y negro; Liberal istmeño, Crisóforo Rivera Cabrera y Carlos Morales, anillo verde; Agrupación Cuicatlán, licenciado Juan Sánchez y Rafael Ordiozola, dos círculos rojos y Partido Liberal Nacionalista, licenciado Juan Sánchez y Rafael Ordiozola, círculo rojo, Presidente Municipal, Jesús Naza."

El C. Pastor: Este es un telegrama del

Presidente del Ayuntamiento de Oaxaca, de fecha 15 de julio, dos días después de que ya estaba registrada en Tlacolula la candidatura del señor licenciado Rueda Magro. Con motivo de ese oficio, el Presidente Municipal de Tlacolula le puso al Presidente del Partido una comunicación diciéndole que cumpliera con la ley. Mientras por una parte daba los trámites de formar rápidamente el programa político y recoger un acta simple de cien miembros de ese partido, por otra el señor Rueda Magro se quejaba al Gobernador, al Ministro de Gobernación, a la Suprema Corte de Justicia y a todas las autoridades que podía, diciendo que había sido atropellado en sus derechos. Esto no tendrá significación tratándose de cualquiera otra persona, pero en el C. Rueda Magro, quien fue uno de los que confeccionaron la Ley Electoral en la XXVII Legislatura, es sencillamente imperdonable el desconocerla. Después, en otro de los innúmeros anexos del folleto publicado por este señor, se dice que el Ayuntamiento de Tlacolula, una vez registrada su candidatura, se negó a comunicarla a los demás pueblos; para ello exhibe dos certificados de secretarios de Ayuntamiento. Veamos lo que aparece aquí en el legajo de correspondencia de estos mismos Ayuntamientos. Hay que recordar que con fecha 13 fue registrada la candidatura del señor Rueda Magro a las siete de la noche. Este es uno de los muchos acuses de recibo del aviso de registro de la candidatura del señor Rueda Magro, que dieron los presidentes municipales del Distrito.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

Al margen un sello que dice: "Municipalidad de San Marcos Tlapasola.- Distrito de Tlacolula.- Estado de Oaxaca.

Centro: "Tengo el honor de participarle a usted recibí un oficio de fecha 13 del actual relativo al registro de la candidatura de los señores licenciado Manuel Rueda Magro y Guillermo Martínez López, para diputados, propietario y suplente, que tienen un disco rojo y negro por distintivo.

"Constitución y Reformas.

"San Marcos Tlapasola, julio 15 de 1918.- El agente municipal, Laureano Mateo.

"Al C. Presidente Municipal de Tlacolula."

El C. Pastor: Igual a ésta siguen documentos de Santa Cruz Papalutla, habiendo la circunstancia de que el Secretario del Ayuntamiento de Santa Cruz Papalutla es uno de los que dicen que no recibió aviso de registro. Está también un oficio firmado por otro Presidente Municipal, permitiéndome explicar que los secretarios, mediante una pequeña gratificación, firmaron cuanto le dio en gana el señor Rueda Magro. Sigue otro oficio del Presidente Municipal de Santo Domingo del Valle; otro del de San Sebastián Abasolo y muchos más de los presidentes que tuvieron a bien acusar recibo.

Uno de los cargos al parecer más fuertes y pruebas más fehacientes de imposición que se hace aparecer en el folleto expresado, estriba en unos citatorios del secretario del Ayuntamiento de Tlacolula, fechados el 10, en que se llama a las autoridades municipales a aquel lugar, no para asuntos del servicio, sino para recibir instrucciones acerca de la nueva Ley Electoral. Se objeta que todos los Ayuntamientos son libres y que no debe haber conducto entre esos Ayuntamientos y la Secretaría de Gobernación; es cierto, pero hay que ver que la ley llegó a Oaxaca el día 9 de agosto, contenida, me parece, en 25 ó 30 ejemplares del "Diario Oficial" y nada más. Por este motivo se libraron las siguientes correspondencias a todos y cada uno de los distritos.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

Al margen un sello que dice: "Gobierno Preconstitucional del Estado de Oaxaca.- Secretaría del Despacho.- Departamento de Estado.- Número 2,346.

Al centro: "Con el presente oficio remito a usted un ejemplar del periódico oficial del Gobierno Federal, con el objeto de que se sirva dictar las disposiciones conducentes al cumplimiento de dicha ley, en la parte que corresponde a las autoridades municipales; advirtiéndole que ésta ya se publicará en el periódico oficial del gobierno de este Estado, el cual oportunamente será en su poder.

"Reitero a usted mi atenta consideración.

"Constitución y Reformas.

"Oaxaca de Juárez, 9 de julio de 1918.- El O. M. E. de la Secretaría, José J. Guzmán.

"Al ciudadano Presidente Municipal de Tlacolula.- Oaxaca."

El C. Pastor, continuando: Ven ustedes que junto con ese oficio se envió un ejemplar del Diario Oficial con la Ley Electoral. Anteriormente se le había puesto un telegrama en esa misma fecha al Presidente Municipal, diciéndole que se había hecho la convocatoria para las elecciones de Poderes Federales y que lo hiciera del conocimiento de los pueblos que no tuvieron comunicación telegráfica. La línea telegráfica federal, única que existe, no habiendo línea telefónica en todo el resto del Distrito, desde la terminal de Oaxaca a la primera estación que es Tlacolula, no tiene ninguna bifurcación; de allí la estación telegráfica siguiente es San Carlos Yautepec; así es que todos los demás pueblos del Distrito que no tienen ni correo, puesto que su correspondencia la van a recoger a la Administración de Correos de Tlacolula, estando en esas condiciones era imposible que por otro conducto que no fuera el de la Cabecera del Distrito Electoral, se les hiciera del conocimiento la ley. Si por evitar este resquicio que pudiera aparecer sospechoso no se hubiera seguido este procedimiento, se habría llegado al caso de que en algunos distritos de la República las elecciones tuvieran que haberse verificado bien atendiéndose a los reglamentos de las autoridades municipales, o bien atendiéndose a la antigua Ley Electoral. Además, ustedes comprenden que era imposible que el Secretario del Ayuntamiento se echara a copiar en el término perentorio de tiempo que tenía, toda la Ley electoral, para mandarla después por cordillera a cada uno de los pueblos. Esto es lo que justifica la serie de citatorios que el señor Rueda Magro cosechó en los pueblos que recorrió en su rápida jira por el Distrito.

Después aparece una serie de quejas, como de costumbre, dirigidas al Presidente de la República, al Presidente de la Suprema Corte de Justicia, al Gobernador del Estado, es decir, haciendo el mayor escándalo posible. Respecto a que yo hacía mi propaganda con carta del Presidente de la República

y con cartas del Gobernador del Estado, a este respecto, al final de mi peroración, exhibiré una carta no de un Gobernador, sino de un candidato a Gobernador postulado por el mismo partido del señor licenciado Rueda Magro, y esa fue la única carta en donde aparece alguna recomendación respecto a las elecciones.

Respecto a las demás cartas, de las que podían haber asegurado que eran oficiales para que votaran a mi favor, es muy fácil decir, pero muy difícil probar. Se insiste mucho en la presión que se dice hicieron los empleados de Contribuciones, haciendo hincapié en que se dedicaban a cobrar rezagos. Es perfectamente sabido que un Gobierno que no tiene entradas no puede subsistir, que todos los causantes son morosos para cubrir sus impuestos y que si no se les apremia, si no se les va a cobrar, casa por casa, no pagan. Si el señor licenciado Rueda Magro hubiera tenido la amabilidad de decir que no quería ver empleados, tal vez el Gobierno hubiera retirado a aquellos cobradores, pero como no lo hizo, ellos entraron en sus funciones. Yo no tengo ninguna culpa de que los contribuyentes del Distrito hayan estado retardados en sus pagos y que los notificadores fueran de pueblo en pueblo haciendo cobros. Cita como un caso terrible el que un notificador escribiente o no sé qué, que estaba conmigo en San Sebastián Abasolo; dice que andaba haciendo los actos preparatorios de la elección sin decir en qué consisten esos actos preparatorios y en este comprobante que tengo aquí, que es una simple constancia que me dio el Presidente Municipal de Abasolo, consta que me fueron entregadas las boletas del señor Rueda Magro para su resello. Así es que estaba, no este señor, sino yo, haciendo el resello de las boletas del licenciado Rueda Magro, con el derecho que le ley me concedía. Voy a procurar no leer sino los documentos estrictamente indispensables. Se hacen aparecer también allí quejas de que si las autoridades militares, de que si el juez, de que si el vicepresidente del Catastro y qué sé yo que tanto. Entre esas aseveraciones existe la de que yo ordené que hiciera el reavalúo de las propiedades de aquellas personas que no simpatizaban con mi candidatura y sí con la le del licenciado Rueda Magro. Como prueba, dice en su folleto, que exhibe una orden u oficio de la Junta Inspectora del Catastro para que se hiciera el reavalúo de algunas propiedades; este documento dice de esta manera, tomándolo del mismo folleto del señor licenciado rueda Magro.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

Al margen un sello que dice: "Recaudación de Contribuciones.- Distrito de Tlacolula.- Oaxaca.- Al margen un sello que dice: "Junta Inspectora del Catastro.- Oaxaca de Juárez.- Estados Unidos Mexicanos.- Número 794.- Al frente: "Se tienen informes en esta Oficina de que los bienes de Severiano, José y Laureano Luis de esa ciudad y los de Marcial y Juan López de San Juan Guelavía, han sido manifestados con valores muy inferiores a los que en realidad les corresponden. En esta virtud, y siendo de la obligación de usted, conforme al artículo 6o. del Decreto de 14 de mayo de 1917, inspeccionar en estos casos los trabajos de las Juntas Calificadoras del Catastro, y procurar que la calificación de tales bienes sea exacto, recomiendo a usted inquiera la verdad de estos hechos y proceda en su caso en los términos del expresado mandamiento, dando cuenta a esta oficina con el resultado de sus investigaciones y de las determinaciones que tome al efecto.- Constitución y Reformas.- Oaxaca de Juárez, julio 19 de 1917.- El Vicepresidente interino, Andrés Ontiveros.- Rubrica.- Al ciudadano Recaudador de Rentas de Tlacolula.- Es copia simple de su original, que se expide a petición de los interesados.- Tlacolula, julio 26 de 1918.- E. R.- A. Zárate Silva." - Rúbrica.

El C. Pastor. continuando: Como ustedes ven, este documento está firmado por un señor Ontiveros, (yo ni en mi quinto apellido tengo el de Ontiveros), por un vicepresidente interino y con fecha 19. Voy a hacer que se lea este otro documento.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

"Gobierno Preconstitucional del Estado de Oaxaca.- Secretaría del Despacho.- Departamento de Hacienda.- Sección Fiscal.- Número 5,902.

"En contestación a la solicitud que con fecha 15 de los corrientes elevó ante este Gobierno, en la que solicita una licencia por veinte días para separarse del empleo de Vicepresidente de la Junta Inspectora del Catastro de esta ciudad, le manifiesto que dada cuenta al ciudadano Gobernador del Estado, tuvo a bien disponer se le conceda como lo pide, sin goce de sueldo, debiendo encargarse interinamente de la Vicepresidencia, el C. Andrés Ontiveros, en la inteligencia de que con esta fecha comenzará usted a hacer uso de ella.

"Lo que tengo el honor de comunicarle para los efectos consiguientes, protestándole mi atención.

"Constitución y Reformas.- Oaxaca, Oax., julio 17 de 1918.- El O. M. E. de la Secretaría, José J. Guzmán.

"Al C. Porfirio Pastor, Vicepresidente de la Junta Inspectora del Catastro.- Presente."

El C. Pastor: Como ustedes ven, la orden no es de reavalúo, sino de hacer una averiguación; se daba con fecha 19 y ya con fecha 17 yo estaba separado de la oficina con licencia sin goce de sueldo, porque es muy frecuente pedir licencia con goce de sueldo. Se preguntará que por qué no renuncié a mi cargo; en primer lugar, porque la ley no me lo exige y en segundo, porque no tengo más elementos de vida que mi trabajo, y si yo hubiera tenido la elección tan segura como una pierna, como se decía en "La Evolución", órgano del "Partido Liberal Constitucionalista de Oaxaca", hubiera puesto mi renuncia desde luego; pero como no estaba seguro de tener el triunfo, porque estaba sujeto a la voluntad de los electores, no pude abandonar mi empleo, porque después, ¿en qué trabajaba? Por eso pedí licencia sin goce de sueldo y soy enteramente ajeno a todas las labores que se hayan desempeñado después durante tres meses. A ese respecto voy a hacer una aclaración: respecto a las personas que aparecen aquí como amenazadas de reavalúo, hay que hacer notar que en esta postulación de los diferentes clubes que me postularon bajo el significativo lema de no-reelección, que son en número de 18, en el pueblo de San Juan de La Vía, el Presidente del club es el señor Juan López, uno de los amagados con el reavalúo, ¿había yo de ser tan torpe de emprenderla contra uno de los Presidentes de mis clubes? Con seguridad que no.

En estas condiciones viene después el final de la época preparatoria de las elecciones; aquí aparece uno de los cargos que tomó en cuenta la Comisión para anular una buena cantidad de casillas, cuál fue el de que previniendo la Ley Electoral, no con efecto retroactivo, sino con efecto muy presente, plazos determinados para el registro de credenciales de representantes, puesto que dice la ley en su inciso VIII del artículo 106, que la Junta Directiva o sucursales de los partidos nombren sus representantes en las diversas Municipalidades dentro de los plazos fijados por la ley, y a pesar de que en el transitorio, por la carrera con que fue hecha la ley no fija esos plazos, la ley, en sus artículos 47 y 33 establece una anticipación de ocho días a las elecciones para que se haga ese registro de credenciales de representantes, con ese criterio no sólo el Ayuntamiento de Tlacolula, sino un Ayuntamiento que fue, pues, casi parcial, hablando con franqueza, puesto que su Presidente fue candidato por el "Partido Constitucionalista" por el 2o. Distrito Electoral; el Ayuntamiento de Oaxaca, con fecha 21 de julio, cerró el plazo para inscribir representantes, y lo mismo hicieron los demás Ayuntamientos como de costumbre; el licenciado Rueda Magro, con una tardanza muy rara, en quien conoce la ley, en unos pueblos, sacaba con fecha 25, fecha en que andaba recorriéndolos, certificados de los Secretarios del Ayuntamiento, de que con fecha 19 registraba su candidatura. Llegó el 27 de vuelta a Tlacolula a pedir que se le hiciera el registro; el Ayuntamiento había consultado con la Secretaría de Gobernación y ésta le contestó que el plazo estaba cerrado; vino después con los consabidos telegramas a la Suprema Corte de Justicia, al Juez de Distrito y al ciudadano Ministro de Gobernación, pidiendo que se ordenara el registro. La Secretaría de Gobernación, no estando precisamente indicado en la ley, aunque sí sugerido ese plazo, dijo que todos los plazos eran buenos para registrar credenciales y fueron registradas ya, con excepción hecha de un pueblo, Santiago Amatitlán, en donde no se registró al representante, no por lo que dice en una especie de carta de que se negaran, sino porque no llegó al pueblo, según informes particulares, en virtud de haberse dedicado a catar mezcal en varios palenques y por esta causa no llegó al pueblo a hacer ese registro. En ese pueblo de Amatitlán y otros más me fueron anuladas las votaciones, pero de todas maneras, aunque tarde, el registro de los representantes se llevó a efecto. Vino en seguida la elección, y esa elección, según opinión de todo el pueblo de la ciudad de Tlacolula, es la elección más reñida y más libre que se ha visto. Se hizo la instalación de las casillas y una por una se instalaba conforme llegábamos el señor licenciado Rueda Magro y yo, en amable compañía. Los Presidentes hicieron la pregunta sacramental de que si había alguien que tuviera que quejarse por soborno, cohecho o presión, según consta en las actas de instalación, firmadas por los representantes de él y a pesar de que había una multitud de 50 ó 60 ciudadanos enfrente de cada casilla, nadie se quejó, ni de presión, cohecho o soborno, incluyendo al señor Rueda Magro, a su suplente, al señor Martínez López, a sus representantes y a sus partidarios, y eso que el licenciado Rueda Magro, en virtud de haberse ido a colocar junto a la mesa de los votantes, como estoy dispuesto a sostenérselo en cualquier terreno, como yo lo encontré en varias casillas de codos sobre la mesa para ver cómo unos votaban por él y otros por mí. En virtud de que sus boletas eran de muy mal papel y porque el círculo rojo y negro se destacaba mucho por el revés, pudo darse cuenta de cómo andaba la votación, y entonces hizo unas protestas diciendo que se violaba el secreto del voto sin decir en qué consistía esa violación y diciendo que la policía estaba en las casillas, cosa que no hizo constar. Así transcurrió el día de la elección; después, ánfora por ánfora de cada casilla la abría y sacábamos las boletas, contaba yo, contaba él, checábamos y procedíamos a hacer los modelos C y los modelos D entre los dos, sin que los miembros de las casillas hicieran más que ver y tomar lección para otras elecciones. Esas actas de votación constan aquí y en todas ellas, en la parte correspondiente, según puede dar fe el señor Secretario, en la parte que dice:

El C. Secretario Soto: "Durante las operaciones arriba indicadas, ocurrieron los incidentes siguientes:....."

El C. Secretario Pastor: Sigue así:

El C. Secretario Soto: "Municipio de Tlacolula, tercera sección. Durante las operaciones arriba indicadas ocurrieron los incidentes siguientes: Ninguno." Firma el primer escrutador, Juan L. Hernández; el segundo escrutador, E. Barriga; representantes: Camilo Pacheco y Ernesto Chagoya.

El C. Pastor: Representante del señor licenciado Rueda Magro. Cada una de éstas están en la misma forma firmadas por el representante del C. Rueda Magro y por el mío. Así están las cinco casillas, habiendo esta circunstancia: aquí está el borrador correspondiente a la 4a. casilla, de puño y letra del licenciado Rueda Magro; para las personas que conozcan su letra y que quieran cerciorarse, pueden pedirme el acta para que conozcan la letra. Señor Vásquez, ¿quiere usted cerciorarse? Así es que se ve que el licenciado Rueda Magro hizo el cómputo de las votos conmigo y no hizo que se anotaran en ninguna de las cinco casillas, incidente alguno. ¿No es un incidente notable el que dijera que estaba la policía en las casillas hablando en zapoteca y todo lo que vino a asegurar de sus boletas? Me diréis: "hay una casilla, la primera". En esa no tengo copia, yo rogué al señor Presidente de la Comisión me hiciera el favor de que esas actas, esos expedientes originales, vinieran a la Mesa por esta circunstancia: en esa casilla aparece que fue retirado de la mesa un señor Arnulfo Gasga por estar diciendo que se rayaran las boletas de distintivo tricolor. Aparece esa declaración autorizada por mi representante allí, el C. Salvador González, y en lugar de aparecer la firma del representante del licenciado Rueda Magro, aparece la firma de él. Pues bien, eso es debido a esto: el representante allí del licenciado rueda Magro, según aparece en el acta de instalación, fue el señor Wenceslao Salinas, administrador de la hacienda del señor suplente del licenciado Rueda Magro, señor Martínez López, él se retiró en cuanto terminó la votación, sin firmar ni el acta ni nada, la firmó el representante. El señor licenciado rueda Magro hizo el cómputo junto conmigo y eso pasaba a las nueve de la

noche; como caía un aguacero torrencial y eso era en un portal, fue imposible escribir las actas y se dejaron para el día siguiente.

Mi representante, con mucha buena fe, pues es un joven que apenas tiene veintidós años, firmó el acta y firmó la cubierta, dejándola abierta; llevaron el acta al licenciado Rueda Magro, y como ya había tenido noticia de que, contra lo que él se esperaba, había perdido la elección, inclusive en San Carlos Yautepec, en donde dijo que no olería yo un voto, entonces sobre las líneas que cerraban los espacios de los incidentes, no sé si él o alguno de sus ayudantes, con letra enteramente distinta a la del acta y con tinta distinta, anotó que había sido retirado el C. Arnulfo Gasga por el hecho de haber estado señalando las boletas tricolor. Yo he sentido mucho que la Comisión no me haya anulado esa casilla, para que no sirva eso de resquicio para pedir la anulación de toda la elección. Después, a ese C. Arnulfo Gasga se le ha hecho aparecer como mayor de policía; en el padrón de esta casilla, que es la 1a., aparece: "Arnulfo Gasga, herrero". No es tal mayor de policía, que allí no hay policía como aquí, en esos pueblos no hay policía, la vigilancia nocturna se hace por rondas de vecinos que se cambian cada ocho días; pero aceptando como bueno que hubiera sido retirada de allí esa persona, se me debió haber anulado la elección, debí haber perdido 46 votos y estoy conformre que esos 46 votos se pasen al señor Rueda Magro. Después, en cuanto supo él el resultado de la elección se dedicó a juntar pruebas, a levantar las informaciones testimoniales, que son un monumento de habilidad, nada más se les pasó un detalle: esas informaciones testimoniales, según habrán oído ustedes ayer, están dadas en coro, no se ha preguntado a cada uno de los declarantes, sino que todos firman lo que dice el señor licenciado Rueda Magro, y como cosa notable hay que hacer notar que el señor licenciado Jenaro Vásquez ayer hizo que se leyera, pero no llegó a las firmas, y ahora van ustedes a saber por qué: hay que hacer una aclaración: estos señores dicen que vieron todo esto, que el Presidente Municipal me impuso por medio de la presión en el Distrito de Tlacolula; que las autoridades de los pueblos vinieron llamadas a Tlacolula a las oficinas de la Presidencia Municipal y allí salieron con manifiestos, boletas y demás documentación para mi propaganda; es decir, papeles que debían haber sabido qué contenían; debían haber sabido leer esos individuos. Que a las autoridades se les indujo a hacer presión en los pueblos; que las autoridades, por medio de la policía, obligaban a los votantes a sufragar por mi candidatura y que yo y el personal de la Recaudación de Contribuciones amedrentamos a los vecinos con aumento de contribución y pago de rezagos; que amenacé a los partidarios del señor Rueda Magro con reavaluarles sus propiedades y que, al efecto, se libraron las órdenes de un aumento por conducto de la Dirección del Catastro. Esto ya indica cierta cultura para saber qué significa que la Dirección del Catastro de Oaxaca, fue la que dio esas órdenes, o, al menos debió haber sabido leer quien dio esas órdenes y que en los pueblos se fijaron impresas, otra necesidad más de saber leer para saber qué decían esos impresos en los que se decía que yo era Presidente del Catastro, que los Presidentes Municipales recogieron entre los vecinos de los pueblos, firmas para postulaciones de Pastor y Altamirano, con pretexto de hacer peticiones de ejidos. Y aquí viene lo bueno.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

"Y a solicitud del señor licenciado Manuel Rueda Magro, extendemos el presente en Tlacolula, a los veintinueve días del mes de julio de mil novecientos diez y ocho.- Por sí y a ruego de Manuel Pérez, Macario Martínez y Lorenzo Ramírez, que no saben firmar: Adrián González.- Rúbrica.- Por sí y a ruego de Rafael Martínez y Eugenio Hernández, que no saben firmar: Simón Velasco.- Rúbrica.- Al margen un sello que dice: República Mexicana.- Ayuntamiento Constitucional de Tlacolula de Matamoros, E. de Oax."

El C. Pastor, continuando: Como ustedes ven, todo esto lo certificaron siete individuos, de los cuales cinco no saben leer ni escribir, y si pasamos a la parte en que después ratificaron sus declaraciones ante el Juez de Distrito, aparecen todos ellos labradores, como quien dice, peones del campo, individuos que para ganarse la vida tenían que estar en una finca, cuya finca es la hacienda propiedad del suplente del C. Rueda Magro. (Voces: ¡No es cierto!) Tengan ustedes la bondad de no interrumpirme.

Como otra prueba viene una muy curiosa, a la que se refería con fe inquebrantable el licenciado Jenaro Vásquez: la del viaje de comercio del zapatero y el profesor, un viaje de comercio hecho en una región en donde nadie usa zapatos, sino cacles, que no los hacen los zapateros, en donde la producción se reduce a vigas, carbón, petates y manzanas y, si acaso, mezcal, y para hacer esa importante compra recorrieron en tres días una extensión de cerca de trescientos kilómetros esas dos personas, porque hay que hacer notar que quien hizo esta certificación no conoce el rumbo, pues si lo hubiese conocido, hubiera puesto cuatro individuos en lugar de dos, para que pudieran estar dos por un lado y dos por el otro, porque esos pueblos, a partir del que sirve de eje, que es el de San Lorenzo Albarradas, siguen el afluente principal del río de Yautepec, escalonándose los pueblos en dirección Sur, separados por distancias de cuatro a cinco leguas un pueblo de otro, y para llegar al pueblo de Albarradas que está en el primer valle alto del cerro, hay que seguir la dirección Noreste y luego Noroeste; el que sale de San Lorenzo para ir a los pueblos de Los Ríos, sigue una dirección Sureste por todo el curso superior del río, mientras que el que va de San Lorenzo a Las Albarradas sigue una dirección Noreste, que cambia después en Noroeste, formando así una especie de compás muy abierto entre los caminos, en una región que es una serranía sumamente abrupta, enteramente sin vías de comunicación, más que veredas y que abarca una extensión de trescientos kilómetros; esto no es una fantasía, suplico a la Presidencia que el C. presunto diputado Ignacio Ruiz Martínez, que se ha criado en la región, que es oriundo de Tlacolula, que como individuo de clase humilde, muchas veces se dedicó a recorrer las regiones para ir a buscar trabajo a las minas que antes trabajaban allí, la conoce. Señor Martínez, ¿es cierto lo

que aseguro? ¿en cuántos días se puede recorrer esa región, andando muy de prisa?

Presidencia del C. ORTIZ ANDRÉS

El C. Martínez: Con permiso de la Presidencia voy a contestar. La región a que se refiere el señor Pastor se divide en dos partes: una, que corresponde a Las Albarradas y otra a Los Ríos; en la región de Las Albarradas tienen que recorrerse más de noventa kilómetros para llegar a una parte que ya se encuentra en zona dominada por el enemigo; por lo que respecta a la zona de Los Ríos, se tienen que andar más de doscientos kilómetros, y dado que en aquella época en que se verificaron las elecciones estaban los caminos muy malos, es incierto, enteramente, que en tres días se recorra aquella región, con la circunstancia muy especial de que no es terreno plano, sino enteramente montañoso y que ya se encuentran serranías sumamente pesadas.

El C. Pastor: Ya ven ustedes que para dos individuos sedentarios, un profesor y un zapatero, no ha de haber sido muy productivo ir a comprar manzanas y petates recorriendo trescientos kilómetros en tres días. Después, entre este sinnúmero de casos, aparece uno muy curioso por lo que se refiere a declaraciones de informaciones testimoniales hechas por el licenciado Rueda Magro, firmadas por sus declarantes y diciendo: "Si estamos conformes, ante el Juez de Distrito, que esto fue lo que se decía y no al Agente del Ministerio Público." Viene en otro grupo el de informaciones que pudiéramos llamar oficiales otorgadas por secretarios de Ayuntamientos en su mayor parte. A estos Secretarios de Ayuntamiento aquí se les ha calumniado mucho diciendo que por diez pesos se venden. Hay aquí un anexo que suplico a la Presidencia se sirva ordenar se le dé lectura; estos documentos son otorgados por Presidencias Municipales y Secretarios de Ayuntamiento.

- El C. Secretario Soto, leyendo:

"Anexo número 15.- Al margen un sello que dice: Municipalidad de San Sebastián Teitipac.- Distrito de Tlacolula.- Se han recibido en esta Presidencia Municipal para los efectos de los artículos 34 y 3o. transitorio, inciso (h) de la Ley Electoral, cuatrocientos sesenta y dos (462) boletas para la elección de diputados al Congreso de la Unión, de manos del licenciado Manuel Rueda Magro y de su suplente el señor don Guillermo Martínez López, ambos candidatos para propietario y suplente, respectivamente, por el 5o. Círculo Electoral, y por el Partido Constitucionalista de Oaxaca, debidamente registrado en Tlacolula. Quedaron debidamente registradas las credenciales de los señores Julián Palacios y Víctor Santaella. A solicitud del interesado y de conformidad con el artículo 34 citado, se extiende el presente en San Sebastián Teitipac, a los diez y nueve días del mes de julio de 1918.- El Presidente Municipal, Nicolás Díaz.- Por el Secretario, Nicolás Díaz.- Rúbricas."

Hay otra igual de San Juan y otros pueblos distantes a cien kilómetros unos de otros. Después aparecen otras. Fijarse que esto fue estando en San Sebastián el día 19, donde aparece que de manos del licenciado Rueda Magro y su suplente recibieron las boletas.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"Al margen un sello que dice: Ayuntamiento de Santa Ana del Río.- Distrito de Tlacolula.- E. de Oaxaca.- Se han recibido en esta Presidencia Municipal, para los efectos del artículo 34, en relación con el 3o. transitorio de la Ley Electoral, setenta y cinco (75) boletas para la elección de Diputados al Congreso de la Unión, de manos del licenciado Manuel Rueda Magro y de su suplente don Guillermo Martínez López, ambos candidatos por el 5o. Círculo Electoral del Estado, y por el Partido Constitucionalista de Oaxaca, debidamente registrado en Tlacolula.- A solicitud del interesado, y de conformidad con el artículo 34 citado, expídase el presente en Santa Ana del Río, a los 19 días del mes de julio de 1918.- O. González.- Rúbrica.- Por el Agente Municipal."...

Hay otra igual del pueblo de San Juan del Río. Señor presunto diputado Ruiz Martínez, con permiso de la Presidencia, ¿pudiera usted indicarle a la Asamblea la distancia que hay entre los pueblos de Teitipac y Los Ríos aunque sea ésta aproximada?

El C. Ruiz Martínez: San Juan Teitipac queda situado en el Valle de Tlacolula, y Los Ríos en la parte que va en dirección a la costa, y hay una distancia aproximada de unas 12 a 14 leguas.

El C. Pastor: Como ustedes ven, al mismo tiempo que estaba el licenciado Rueda Magro en la parte Este del Distrito, estaba en la parte Oeste, es decir, a unas 14 leguas, aunque se me hace que es un poco más alrededor de unas 20, pero supongamos 14. Esto prueba o que allí hay aeroplanos, porque el ferrocarril no llega más que hasta Tlacolula, o que estos Presidentes mintieron en toda la falacia que los ha caracterizado.

Así podría yo seguir analizando todos y cada uno de los documentos que aquí se exhiben; el más grave y que parece tener más formalidad por la clase de personas que lo firman, pues lo firman el Presidente del Partido Constitucionalista y sus principales miembros, es en la que dicen que les consta que en la Imprenta del Estado se hizo la impresión de mis boletas, manifestaciones y toda la documentación y no sólo la mía, sino las de los demás candidatos contrarios a los del Partido Liberal Constitucionalista. Esas impresiones, hechas muy de prisa, no debían tardarse menos de unos seis o siete días y es muy raro que estos señores hayan acudido hasta después que se conoció el resultado de las elecciones a declarar todos en coro, primero ante el licenciado Rueda Magro y después a decir que sí era cierto lo que afirmaba ante el Juez de Distrito, estando esas empresas en calles muy céntricas en donde pudieron haber llevado a cualquiera autoridad judicial que no hubiera tenido ningún impedimento para entrar a oficinas públicas, levantar cuerpos de delito, como son planillas de boletas, o manifiestos con los que se hubiese consignado el hecho a las autoridades; ¿por qué no se hizo? porque no había la impresión en esas oficinas. Para demostrarles bastará ver la clase de cartelones que un servidor usaba, perfectamente mal impresos y la Imprenta del Estado, por muy mala

que esté, no lo hace tan mal como están éstos. allí se hizo la impresión de algunos documentos, es decir, no documentos, de algunos impresos para las elecciones, y éstas fueron las credenciales para electores que el Gobierno del Estado facilitó a todos y cada uno de los Ayuntamientos. en cuanto a estos manifiestos, (enseñando su manifiesto) están hechos en la imprenta de "El Estandarte," con papel comprado por mí en la ciudad de México, previo mi dinero pagado al ciudadano Administrador. (Siseos.) Estos, que no pude mandar hacer en cantidad mayor de 500 por habérseme agotado los fondos y mi programa político en papel de envolver frijoles, como después dijeron allá. Esta fue mi propaganda impresa.

Ya para terminar mi peroración y habiendo confesado yo ayer que las señoritas Juana Ruiz y Mercedes Olivera me ayudaron en mi propaganda sin estar impedidas para ello por la ley, sino que estaban separadas de su cargo y estaban con licencia, ruego a la Presidencia se dé lectura a estas dos licencias. - El C. Secretario Soto, leyendo:

"Gobierno preconstitucional del Estado de Oaxaca.- Secretaría de Despacho.- Departamento de Hacienda.- Sección Fiscal.

"En contestación a la solicitud, que con fecha 6 de los corrientes, elevó ante este Gobierno, en el que pide se le conceda dos meses de licencia para continuar separado de su empleo como escribiente de la Junta Inspectora del Catastro de esta ciudad, y con goce de sueldo; le manifiesto, que el ciudadano Gobernador del Estado, tomando en consideración las razones que expone, tuvo a bien acordar se le conceda la licencia como lo solicita.

"Lo que comunico a usted, para su conocimiento y fines consiguientes, protestándole mi atención.

"Constitución y Reformas.- Oaxaca de Juárez, junio 8 de 1918.- El O. M. E. de la Secretaría, José J. Guzmán.

"A la señorita Mercedes Olivera.- Escribiente de la Junta Inspectora del Catastro.- Presente."

"Gobierno Preconstitucional del Estado de Oaxaca.- Secretaría del Despacho.- Departamento de Hacienda.- Sección Fiscal.

"En contestación a la solicitud que con fecha 10 de los corrientes elevó ante este Gobierno, en la que pide se le conceda un mes de licencia para separarse de su empleo de Secretario de la Junta Inspectora del Catastro de esta ciudad, con goce de sueldo; le manifiesto que, el ciudadano Gobernador del Estado, tomando en consideración las razones que expone, y en vista de los servicios que usted ha prestado a este Gobierno, tuvo a bien acordar se le conceda la licencia como lo solicita.

"Lo que comunico a usted para su conocimiento y fines consiguientes, protestándole mi atención.

"Constitución y Reformas.- Oaxaca, Oax., julio 13 de 1918.- El O. M. E. de la Secretaría, José J. Guzmán.

"A la señorita Juana Ruiz.- Secretario de la Junta Inspectora del Catastro.- Presente."

El C. Pastor: Así es que estas señoritas estaban separadas de su empleo cuando trabajaron conmigo, unos cuantos días. Hay que hacer notar que la inquina va dirigida muy especialmente para estas señoritas por haberse negado a trabajar con el licenciado Rueda Magro, como lo hicieron en las elecciones pasadas, quienes en esa vez ellas fueron quienes le arreglaron toda la elección.

No me puedo retirar de la tribuna sin protestar enérgicamente contra las imputaciones que en este folleto se hacen en contra de algunas personas como a mi suplente, a quien se descalifica diciéndole que es un fallido en el comercio y un fullero; ni suplente, el señor Alfredo Altamirano, que se encuentra presente en las galerías, es un comerciante perfectamente bien conocido en Tlacolula, que trajo al Congreso de Comerciantes la representación del comercio del Estado. Alude también aquí a otro de los que me ayudaron, un pobre hombre el cual califican como un bandido de la peor ralea, Amado Sibaja; éste es de aquellos que han perdido hasta el último grano de maíz por ser fiel a los ideales revolucionarios y está inutilizado por un balazo que le dieron las "fuerzas soberanas", a las cuales hay muchos afectos en el Estado, al servir de guía a las fuerzas del general Jiménez Méndez al pasar a la ciudad de Oaxaca. Para muchos, para el licenciado Rueda Magro, este es un individuo de la peor ralea. Quiero que ustedes digan si merece este calificativo. (Siseos.)

- El S. Secretario Soto, leyendo:

"Correspondencia particular del gobernador del Estado de Oaxaca.

'Palacio de Gobierno.- Octubre 23 de 1917.

"Señor Amado Sibaja.- Presente.

"Estimado Amigo:

"Obsequiando a los deseos de usted que me expresó verbalmente, con todo el gusto hago constar por medio de la presente, que usted fue mutilado combatiendo contra las fuerzas reaccionarias en el pueblo de Totolapan; así como de que siempre ha demostrado ser un decidido constitucionalista.

"Aprovecho la ocasión para quedar de usted muy atento afectísimo amigo y S. S. J. J. Méndez."

Allí tienen ustedes quienes son a quienes se les llama individuos de la peor ralea, a quienes han sufrido en su cuerpo las consecuencias de haberse enfrentado con las fuerzas de la soberanía.

Hablé a ustedes que había hecho la propaganda de que se trata por una carta que se trajo, no de un Gobernador, es de un candidato a Gobernador. Suplico que se lea esa carta, advirtiendo que es el candidato para gobernador postulado por el Partido Constitucionalista de Oaxaca, el mismo que postuló al ciudadano Rueda Magro.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"Correspondencia particular del licenciado Juan Sánchez, senador por el Estado de Oaxaca.- Despacho, Avenida Madero número 8.- México, D. F.

"México, mayo 24 de 1918.

"Señoritas profesoras Juana Ruiz y Merced Olivera.- Oaxaca.

"Muy estimadas amigas:

"Me enteré de la apreciable carta de ustedes, del día 14 de los corrientes, recibida ayer, y me alegro hayan roto el silencio que hace más de un año han guardado. Por acá se ha dicho que ya contrajeron matrimonio, la familia está sentida porque no avisaron.

"La carta credencial que expedí al compañero señor licenciado Isaac Olivé nada tiene de extraño,

porque esto está no sólo en favor de él, sino de una manera mancomunada con nuestro buen amigo el señor Carlos Bravo, y para el desempeño de una comisión eminentemente noble.

"Habiendo tenido conocimiento de que el Partido Constitucionalista que apoya y sostiene mi candidatura para Gobernador Constitucional del Estado, se había disgustado seriamente con el Gobierno del Estado, atacándolo en el periódico "La Evolución", y la autoridad del mismo perjudicando a los miembros del Partido, y para evitar estos perjuicios, estuve de acuerdo con el licenciado Olivé para que entre él y el señor Bravo trabajaran para que los ánimos se pacificaran y volvieran como antes las relaciones amistosas entre ambos.

"Yo siempre he sido amigo del señor Olivé y de los otros dos diputados que vinieron a representar a nuestro Estado, y cosa rara, éstos han estado de acuerdo con el Constitucionalismo, y los oaxaqueños como el licenciado Rueda Magro y socios, han pertenecido al P. L. C., votando en contra del Gobierno y obstruccionándolo.

"En vista de estos datos, resuelvan ustedes lo que crean más justo.

"Es verdad que deseo ser senador segundo propietario por mi Estado, y como mi suplente recomiendo al señor licenciado Gerardo Toledo, para que si cuando se verifiquen las elecciones de Gobernador, triunfa el Sanchismo, Toledo quedará en el Senado y yo tendré el gusto de ir a trabajar con ustedes.

"Acepto, como lo considero necesario, que nuestra correspondencia sea íntimamente confidencial.

"Sin más de esto, quedo como siempre, afectísimo amigo y S. S.- Juan Sánchez."

Allí tienen ustedes la opinión que le merece al candidato del Partido Liberal Constitucionalista uno de sus postulados. Ustedes comprenden que como mi fórmula iba unida a la del señor Juan Sánchez, estaba en mi derecho para exhibir esa carta y no tengo la culpa de que el licenciado Juan Sánchez le hubiera quitado su gran popularidad al licenciado Rueda Magro.

¿Ustedes quieren saber por qué causa es esa inquina contra el Presidente Municipal? Pues voy a decíroslo, señores, esto hay que saberlo. Señores, el licenciado Rueda Magro contaba como con la luz del día con que se le repusiera la credencial, según les decía él a los pueblos. Para ello contaba con el que hasta entonces había sido su buen amigo, el ciudadano Presidente Municipal de Tlacolula; así que se barruntaron las elecciones, se dirigió a él con estas cartas que son todo un monumento, cartas que me han sido enviadas por correo apenas recibidas hace tres días... (Campanilla.)

El C. Secretario Soto: En vista de que ha pasado el tiempo reglamentario, se pregunta a la Asamblea si permite que el orador continúe en el uso de la palabra. Los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Sí se le permite. (Siseos en las galerías y voces: ¡No! ¡no!) La Presidencia, por conducto de la Secretaría, ruega a los asistentes a las galerías se sirvan guardar la compostura debida en este recinto.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"Licenciado José D. Aguayo y Manuel Rueda Magro.- Av. Francisco I Madero número 1.- Despacho 9.- México, D. F.- Ericsson 3,540.- Mex. 738 Neri.

"México, D. F., marzo 30 de 1918.

"Señor don Hilario Flores.- Tlacolula, Oax.

"Muy estimable y fino Hilario:

"Se aproximan ya las elecciones para diputados al Congreso de la Unión, para la XXVIII Legislatura y tengo deseos muy ardientes de que el pueblo de Tlacolula, me honre nuevamente con su voto para representarlo en dicho Congreso.

"Creo que no se me negará esta gracia, ya que he procurado representarlo dignamente, y hasta donde me lo han permitido mis fuerzas y la situación, he trabajado en bien de ustedes. Te suplico me contestes cuanto antes si estás dispuesto a ayudarme, como me ayudaste la vez pasada, indicándome a qué personas me puedo dirigir con el mismo objeto.

"Sin más de momento, manda como gustes a tu afmo., amigo y atento S. S.- M. Rueda Magro."

El C. Pastor: En virtud del éxito de esta carta, éxito aparente, siguió a otra.

- El mismo C. Secretario: Otra que dice:

"Licenciados José D. Aguayo y Manuel Rueda Magro.- Avenida Francisco I Madero número 1.- Despacho 9.- México, D. F.- Ericsson 3,540.- ºººººººººººMex. 738 Neri.

"México, D. F., abril 18 de 1918.

"Señor don Hilario Flores.- Tlacolula. Oax.

"Muy estimado y fino amigo:

"No esperaba de ti otra contestación, sino la que me diste, con relación a mi postulación, en tu carta del día 12 del mes en curso.

"Te suplico hagas saber a todos los vecinos de esa cabecera y a los de los pueblos del distrito, que dentro de pocos días estaré en ésa y que se abstengan de intervenir en cualquiera otra candidatura contraria, especialmente del capitán Pastor, porque no es de Oaxaca.

"Sin más de momento, manda como gustes a tu amigo afectísimo y atento S. S.- M. Rueda Magro."

El C. Pastor: Allí tienen ustedes explicado el por qué era esa confianza para ganar la elección, pero sucedió que no era nada más un candidato, sino que éramos tres, porque hubo otros candidatos que no registraron a tiempo su candidatura y por eso no jugaron, y como el Presidente Municipal allí se vio vigilado, entonces ya no pudo dar ninguna ayuda; de allí data la inquina del C. Rueda Magro para este Presidente y todas las acusaciones que hace de presión. No quiero retirarme de esta tribuna sin dar a ustedes una explicación de esa cantidad de votos que para el licenciado Rueda Magro parece altamente sospechoso. En esa especie de biografía que se sirve hacer en su folleto omite uno de los cargos insignificantes que he podido desempeñar, gracias al escasísimo talento que me concede el licenciado Jenaro Vázquez; este es el de topógrafo de la Comisión Local Agraria del Estado, desde el mes de marzo de 1917 hasta el mes de marzo de 1918. Un año pasado en el campo, yendo como Judío Errante de pueblo en pueblo con el teodolito a cuestas, viviendo ocho, quince o veinte días en cada pueblo y haciéndoles tangible de visu, como lo necesitan los pueblos, la realización de los principios de la Revolución, cometiendo ese crimen de

despojar a los terratenientes y, como dice mi buen amigo el licenciado Jenaro Vázquez, engañando a los pueblos con darles tierras para que siembren, no darles yo, como se decía, pues yo no tengo ni macetas, pero sí dando las que la ley ordena que se les ministren; no es ningún mérito y cumplí con mi deber. ¿Pero qué tiene de raro que esos pobres indígenas viles, como les dice su poderdante, el señor licenciado Jenaro Vásquez, que no tienen más convencimiento que los propios hechos, si ven que el ingeniero es quien les dice: "Esto es de ustedes, aquí van a sembrar", ¿qué tiene de raro que al llegar las elecciones digan: "Aquí viene otro señor que no prometió tierras." ¿Qué tiene de raro que no den a muchas tierras pocos votos?, porque han de saber ustedes que en ese Distrito, donde hay muchas tierras, simplemente la ciudad de Tlacolula tiene unas seis mil hectáreas de terreno, abstracción hecha de los ranchos y de las haciendas que están en poder de cuarenta personas, habiendo allí cuatrocientos alquiladores y allí no necesitan tierras, según el licenciado Rueda Magro; según yo sí, porque entiendo que sobre todos los derechos, sobre todas las leyes, sobre todos los derechos adquiridos de la propiedad, de la que es tanto injusto defensor el licenciado Jenaro Vázquez y el licenciado Rueda Magro, está el derecho de la vida, está el derecho a comer, que es el que hay que darle antes que escuelas, antes que instrucción, porque muerto de hambre y a seis pies bajo tierra, será imposible que el indio evolucione si no ha comido antes.

El C. Vázquez: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Pastor: No permito interpelaciones. (Aplausos.)

Ahora me van ustedes a permitir que sea un poco inmodesto. Aquí se ha aludido a talentos y medallas y que yo no soy más que una especie de adoquín y no se me concede más inteligencia que la que pueda tener un capitán huertista. Ya demostré que no soy huertista ni capitán. Habiendo hecho mis estudios en el Colegio Militar, allá por los años de 903 a 908 obtuve, gracias a la casualidad, la primera vez, y después por haber estudiado un poco, dos primeros premios, un segundo y una mención honorífica. Aquí están los diplomas para quien los guste ver. Si quiere usted interiorizarse, señor Vásquez, del fruto de mis estudios, aquí tiene usted mis certificados de estudio. Hay veces en que se ve uno obligado a hacer biografías; no quiero hacer hincapié en el tiempo que tuve la honra de prestar mis servicios en el Cuerpo de Ejército de Oriente, primero como un simple maestro de obras, y después en el término de tres meses, hasta alcanzar el puesto de Director General de las obras de fortificación del Distrito Federal, en la línea de defensa de Cuernavaca, en el ferrocarril, y las obras de defensa en todo el Distrito Federal, donde el que guste y tenga tiempo para ir allá, puede verlas.

Suplico a la Asamblea me dispense que haya cansado tanto su atención y tenga en cuenta para juzgar a las dos partes...

El C. Morales Hesse: Para una aclaración. El director de las obras de fortificación en el Distrito Federal y en Cuernavaca es el ingeniero y coronel Reyes Salinas y no el señor. (Aplausos.)

- El C. Pastor; Permítame el señor coronel Morales Hesse que le diga que no soy el director, que fuí a las órdenes del señor coronel Reyes Salinas, según nombramiento que está aquí. (Señalando una carpeta.) He tenido la honra de ir a las órdenes del señor coronel Reyes Salinas. (Siseos. Murmullos.) Suplico a la Asamblea tenga un poco de paciencia, teniendo en cuenta que mis papeles están sumamente revueltos; pero quiero dar la satisfacción al señor coronel Morales Hesse, de demostrarle los nombramientos especiales firmados por el señor Luciano Reyes Salinas. En este momento se me ha traspapelado junto con otros que tenía. Prometo a ustedes solemnemente que buscando, y si la Presidencia me lo permite, después haré que se lean esos documentos. (Siseos. Murmullos.)

El C. Díaz González Ismael: Ayer con toda calma se dejó hablar y hacer múltiples interpelaciones al señor licenciado Vásquez, y las galerías no tomaron parte en absoluto en estos debates; creo que ahora, por una u otra causa, no deben hacerlo tampoco. Suplico a la Presidencia ponga toda su energía para evitar esta clase de manifestaciones.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta al C. Díaz González, que ya ha llamado al orden a las galerías y, en caso de que no obedezcan a las observaciones que se les han hecho, se verá en la imprescindible necesidad de aplicar el Reglamento. Tiene la palabra en contra el C. diputado Vásquez.

El C. Vásquez Jenaro: Todavía, señores, en la escarcela de mi experiencia hay mucho optimismo; todavía, señores, en el rimero de mis ilusiones, de mis esperanzas, no hay pesas tan grandes respecto de mis ilusiones, por eso todavía insisto en venir aquí a la tribuna a dirigirme a la honorable Asamblea, respecto de la cual yo creo que anoche llegué a lo más íntimo de su conciencia convenciéndola de que es absolutamente injusta esta causa.

El señor Pastor ha venido aquí a dar lectura a unos documentos que no tiene absolutamente ningún valor y voy a probarlo. Antes que todo, deseo que el señor Presidente de la Comisión tenga la bondad de decirme si es cierto o no lo que voy a referir en este momento. El señor Pastor trajo a la Comisión Dictaminadora de Credenciales, auténticos, originales, los documentos que debían existir en el archivo de la Presidencia Municipal respecto a la inscripción y al registro de la candidatura del señor Rueda Magro. Estos documentos debieron haberse quedado en la Presidencia Municipal de Tlacolula y estos documentos los trae el señor Pastor auténticos, originales. ¿Qué no comprueba esto una completa parcialidad del señor Presidente Municipal? Pero hay más todavía, señores diputados: el señor licenciado Rueda Magro fue uno de los que influyeron en la Legislatura pasada para que no se cambiara la división territorial del Estado de Oaxaca. (Dirigiéndose al ciudadano Presidente): ¿Me permite usted hacer una interpelación?

El C. Presidente: Sí, señor.

El C. Vásquez: Interpelo a este fin al señor licenciado Alvarez del Castillo. (Voces: ¡No está!) Interpelo también al señor Presidente para que tenga la bondad de decirme si no es cierto que el licenciado Rueda Magro se opuso a que las elecciones se hicieran conforme a la nueva división territorial.

El C. Presidente: Efectivamente, consta en el "Diario de los Debates".....

El C. Gómez Noriega, interrumpiendo: Moción de orden, señor Presidente. Su Señoría no puede contestar esa interpelación por estar en la Presidencia. Conforme al Reglamento, el señor Presidente de la Comisión no puede contestar esa interpelación.

El C. Presidente: No encuentro ninguna razón para no contestar a la interpelación que me hizo el orador hace un momento y, por lo tanto, me voy a permitir continuar. Efectivamente, el señor licenciado Rueda Magro tomó parte activa como miembro que era de las Comisiones y se opuso terminantemente a que se hiciese una nueva división territorial; pero desgraciadamente esa oposición resultó desastrosa para el Estado de Chihuahua porque allá, en el 7o. Distrito, debido a la división territorial, no pudo haber elecciones.

El C. Vásquez: continuando: Resulta, pues, de esto, señores diputados, que uno de los fines o uno de los móviles que tuvo el señor licenciado Rueda Magro para oponerse a que las elecciones se verificaran con una nueva división territorial, fue lo siguiente: que en el seno del Gobierno de Oaxaca se trataba de hacer una división nueva con el fin de que se hiciera una división territorial en consideración solamente el territorio controlado por el Gobierno del Estado - son 17 los diputados del Estado de Oaxaca en todo el territorio controlado por el Gobierno -; se trataba de sacar a puros individuos que fueran del Gobierno.

El señor Pastor ha venido aquí a leer algunos documentos, algunas cartas del Presidente Municipal de Tlacolula; ha tratado de probar que Rueda Magro no pudo estar en un solo día en diferentes partes, y Rueda Magro no ha dicho jamás esto; Rueda Magro lo que ha dicho es que los abusos, las inconsecuencias que se cometieron con la Ley Electoral se verificaron en un solo día, y esto se demuestra no por el solo dicho de Rueda Magro, sino por el dicho de sus representantes, de los testigos que fueron a deponer ante el Juez de Distrito. El señor Rueda Magro no contó con la ayuda de las personas a quienes el señor Pastor se refirió; el mismo ha venido aquí a afirmar lo que me negó anoche: que son empleados de la Oficina del Catastro que tenían licencia. Perfectamente bien; pero esa licencia se les concedió precisamente para que pudieran ayudarlo a hacer su propaganda. Ruego al señor presunto diputado Ruiz Martínez que tenga la bondad de decirme si es hermano de la señorita Juana Ruiz.

El C. Ruiz Martínez: Con permiso. Sí es mi hermana.

El C. Vásquez, continuado: El señor Ruiz Martínez es hermano de la señorita Juana Ruiz, propagandista del señor Pastor. (Siseos y silbidos en las galerías.) Se dice que un candidato al Gobierno de Oaxaca recomendó al señor Pastor y se viene sin la licencia de ese candidato a leer una carta completamente privada, una carta que no viene, ciertamente, creando desprestigio al licenciado Rueda Magro, sino creando el desprestigio del licenciado don Juan Sánchez. Se dice en esa carta que entre el señor Olivé y el señor Bravo debía crearse la armonía de los diferentes individuos que debían dirigir la política en el Estado de Oaxaca, y esto merece una aclaración también. el señor Olivé como director de un grupo político, hizo que el Partido Constitucionalista de Oaxaca se apartara del general Jiménez Méndez.....

El C. Olivé, interrumpiendo: ¡No es cierto!....

El C. Vásquez, continuando: Con ese motivo, el general Jiménez Méndez dictó, cuando vio que era imposible que el Partido Constitucionalista de Oaxaca sostuviera a la mayoría de individuos del Gobierno, que no son oaxaqueños, como candidatos para la diputación, dictó un acuerdo en estos términos: que por ningún motivo las autoridades de los pueblos debían reconocer carácter político o carácter jurídico al Partido Constitucionalista. Con ese motivo el Partido Constitucionalista dirigió la siguiente carta abierta al Gobernador del Estado. Dice así:

"Partido Constitucionalista, mayo 16 de 1918.- Señor Gobernador general Juan Jiménez Méndez.- Ciudad.

"Señor Gobernador:

"El diario "El Estandarte".....

"El Estandarte" era el periódico oficial del Gobierno.

El C. Olivé: No es cierto.

El C. Vásquez: "El Estandarte" era el periódico que les hacía la propaganda a todos ellos; lo acaba de decir el señor Pastor. ".... que se publica en esta ciudad, en su número 332 y bajo el rubro: "A los Presidentes Municipales.- Circular", inserta una, fechada el 10 de los corrientes y firmada por el Oficial Mayor del Gobierno, encargado de la Secretaría del Despacho, en la que se advierte a los mencionados funcionarios que el "Partido Constitucionalista" nada tiene que ver con el Gobierno a cargo de usted. Nada hubiera tenido que observar el "Partido Constitucionalista", si a eso se hubiese limitado la circular de referencia, y quizá hasta hubiera agradecido públicamente, como en su interior agradece, que se le reconozca independiente de ese Gobierno; ya que su principal timbre de legítima gloria consiste precisamente en su total carencia de ligas y compromisos con el elemento puesto al frente de la cosa pública local, por efecto de las contingencias revolucionarias. Lo que sí no puede pasar por alto es la imputación calumniosa y ofensiva de que el Partido se hace pasar ante los pueblos y autoridades del Estado, como dependiente del Gobierno y apoyado por el mismo. Nada más falso. Nada más desprovisto de verdad. Tampoco puede dejar pasar desapercibido la hipocresía que la circular que comentamos revela, porque mientras en ella se asegura que el Gobierno debe querer y quiere garantizar la efectividad del sufragio libre, tomando todas las medidas conducentes a la independencia del votante; mientras ese mismo Gobierno da la voz de alarma contra el Partido Constitucionalista, pretendiendo falsamente que éste hace pasar a sus candidatos por candidatos oficiales, los empleados del Gobierno mismo, a ciencia y paciencia de éste ejerce presión sobre los pueblos llamando a sus oficinas a las autoridades municipales, con lo que abusan de los puestos que se les han confiado para la más inmoral de las propagandas políticas, para traficar con el ejercicio de sus funciones, a precio del voto popular.

"El licenciado Villalobos en Ocotlán, el ingeniero Gamboa en Etla, el ingeniero Pastor en Tlacolula, el ingeniero Schulz en Zimatlán, el topógrafo Cuartero en Huahuápam, Pruneda en Cuicatlán y otros muchos que sería cansado enumerar, son la demostración evidente del aserto anterior.

"Son esos, pues, y no los del Partido Constitucionalista, los candidatos oficiales. Son esos los que representarían en las Cámaras al Gobierno preconstitucional del Estado y no al pueblo oaxaqueño, y es necesario que el pueblo oaxaqueño lo sepa así. A ellos debió referirse la circular de 10 del corriente y no al Partido Constitucionalista, porque ellos son quienes se ostentan, y son dependientes del Gobierno y apoyados por el Gobierno que los tolera y sostiene, ayudándolos por medio de circulares mentirosas en su bochornosa lucha politiquera.

"El señor general Castro, digno revolucionario y antecesor de usted, señor Gobernador, observó una conducta diametralmente opuesta, como es público y patente; por cuanto sabedor de que en las elecciones de marzo de 1916 algunos empleados de su Gobierno, validos de sus puesto, pretendían ejercer presión en las Municipalidades en provecho propio de sus parciales, acordó su inmediata destitución, mereciendo con esa conducta recta, el aplauso general y la admiración de nosotros, revolucionarios humildes, que únicamente perseguimos el fin de ver a nuestra Patria grande, y próspero a nuestro Estado, sin esperar prebendas, ni recompensas, ni adquisición de bienes ningunos.

"Señor Gobernador: Sea esta manifestación la más firme y viril protesta contra la infame imputación que se nos hace en la circular de referencia; la protesta más enérgica por la imposición de candidatos oficiales que, a buen seguro, desechará el Congreso de la Unión en tiempo oportuno; y, por último la promesa formal que el Partido Constitucionalista otorga de que luchará en las próximas elecciones para el Congreso de la Unión en pro de la libertad del sufragio, motivo muy principal de la actual Revolución. Porque si los candidatos oficiales cuentan con la ayuda oficial y con la mentira oficial, circulada a los Presidentes Municipales, el Partido Constitucionalista tiene de su parte al pueblo oaxaqueño, a la verdad y a la justicia."

En este caso no tuvo el pueblo oaxaqueño no la verdad ni la justicia. El señor Pastor ha dicho que es demasiado popular en Tlacolula; ha dicho que él ha ofrecido tierras a los indios, ha dicho que él ha ido a hacer mediciones para hacer la demostración patente de todas las intenciones que tienen los principios de la Revolución. Respecto de esto, señores, hay que comprender que esa promesa de tierras entre los indios de Oaxaca no ha sido más que una añagaza política, no ha sido más que una trampa para cautivar la simpatía de todos ellos; a estos indios se les ha engañado de una manera despiadada y cruel; pero haciendo a un lado estas consideraciones, solamente en dos pueblos de Tlacolula, Santo Domingo Albarradas y Calacé, donde tuvo la votación unánime el señor Pastor, hay cuestiones agrarias, en los demás no las hay, señores. En consecuencia, que no vengan a decir aquí cosas que no son. El señor Pastor dice también que es popular, y con este motivo voy a referir cuál fue el origen de su popularidad. Sabido es perfectamente el espíritu sectario, mejor dicho, el espíritu profundamente religioso, el fanatismo completamente católico que hay entre la clase indígena principalmente. Existe en Tlacolula una imagen a quien la gente reputa de milagrosa; el templo de Tlacolula es importante, porque se verifica una feria anual que hace afluir gran cantidad de gentes a este pueblo; se preparó un golpe teatral, se preparó con toda premeditación una añagaza, como la del ofrecimiento de tierras a los indios, y consistió en lo siguiente: con el jefe de la guarnición de Tlacolula se arregló que se cerrará este templo; entonces el señor Pastor llegó y de acuerdo con el Gobierno recuperó las llaves del templo y va a ver principalmente a los señores de la Cabecera y les dice: "Yo he arreglado que el templo se vuelva a abrir." Entonces aquellas señoras, que habían levantado el grito al cielo, aquellas señoras que habían llenado de aspavientos todas sus casas y en general toda la opinión de las mismas, vieron en el señor Pastor un salvador, vieron en el señor Pastor a un individuo que había ido a abrir el templo, y entonces la clase indígena, seducida por la opinión de las señoras que habían visto en el señor Pastor a un salvador, lo consideraron efectivamente como el individuo que había abierto el templo. Ese es el origen de la popularidad del señor Pastor en la Cabecera. (Siseos.)

Respecto de las pruebas presentadas aquí por el licenciado Rueda Magro y que no se han apreciado como era de esperarse, voy a referirme, señores diputados, a lo siguiente: Cuando se debatió la credencial referente al señor diputado Rocha, se dio fe al testimonio de unos individuos que fueron a declarar ante el Presidente Municipal. ¿Y por qué se dio fe al testimonio de individuos que van a declarar ante el Presidente Municipal y no se da fe a individuos que van a ratificar su dicho ante el Juez del Distrito donde, conforme lo exige al señor Presidente de la Comisión, está el Ministerio Público que puede repreguntar para saber si es verdad lo que dicen o no los testigos? Esto, señores, siguiendo el ejemplo de nuestro querido compañero Verástegui, me recuerda un cuento. (Murmullos.) Uno de los tiranos que existían en Italia, no recuerdo si en el Norte o en el Sur, hubo ocasión en que tuvo necesidad de ir de acuerdo con la intención de su pueblo, con las exigencias del mismo y entonces tenía, naturalmente, necesidad para esto de hacer redactar una ley. Y entonces mandó llamar a dos consejeros; éstos llegaron después de haber pasado sus mejores ratos en las mansiones musicales, porque también eran músicos; se les hizo patente la necesidad que había de redactar esa ley y entonces estos señores se fueron tranquilamente a su gabinete, volviendo al mes con un fajo de documentos y con una caja. El tirano aquel era como todos los tiranos, un ignorante completo, y para demostrar que esa ley tenía todas las exigencias que el tirano había pedido y que eran las siguientes: primero, que se favoreciera él; segundo, que favoreciera a los amigos, y tercero, que se hiciera presentar al pueblo como un individuo liberal, uno de los consejeros, repito, destapó aquella caja y entonces le sacó un instrumento de esos que se alargan y encogen, con el cual le demostró al tirano

que hay una cosa con la cual se puede crear y demostrar que se es justo, que se es liberal, que se es completamente recto. En aquélla ocasión, señores, se consignaron dos cosas: el invento de acordeón y el invento del criterio de acordeón. El criterio de acordeón impera en muchos casos, señores, porque en este asunto debían haberse aceptado de una manera indiscutible las pruebas que se presentaron aquí respecto del licenciado Rueda Magro, pero en el caso del señor Rocha - y aquí está el "Diario de los Debates"- no se tuvieron las exigencias que se han tenido para otros casos. ¿Es el espíritu político? ¿Es el espíritu de partido? ¿Es la pasión personalista la que hace que se fallen ciertos casos? No quiero suponerlo respecto del señor Blancarte; quiero suponer que es un hombre recto, quiero creerlo, mi conciencia me obliga a creerlo, pero también creo que ha cometido un grandísimo error cuando nos ha tenido en consideración que la prueba en asuntos políticos es completamente difícil y que precisamente las pruebas que vienen tienen en el fondo un valor probatorio, porque es el honor de las personas que certifican como testigos; por otra parte, la Ley Electoral no exige ninguna formalidad, es decir, no exige las formalidades que se necesitan para llevar al convencimiento a un juez de que se ha cometido tal o cual delito por medio de las pruebas que fijan los códigos. En este caso la prueba es completamente humana; pero para mí, señores diputados, sería completamente inútil seguir insistiendo en que se haga justicia en este caso.

Cuando comenzaba a hablar dije que todavía tenía optimismo, dije que todavía tenía esperanzas e ilusiones y todavía no las pierdo, señores diputados, pero me voy de aquí con la convicción de que no se va a hacer completa justicia, con la convicción de que el gobierno de Oaxaca ha triunfado aquí y no el Partido Liberal Nacionalista, con la convicción de que ese gobierno que decía el señor Pastor, que no tiene entradas; el gobierno que tiene en estos momentos una bancarrota, ese gobierno, señores, es un gobierno que debía tomar como espejo al gobierno de Benito Juárez. Juárez pagaba su propio peculio a su servidumbre; en Oaxaca se despilfarra el dinero. Juárez con toda modestia se rebajaba sueldo; en Oaxaca con toda exageración se aumenta sueldo. Y ese espíritu gentil, ese espíritu diáfano y luminoso que se llama Benito Juárez, debe tomarse como ejemplo por propios y extraños, debe tomarse como espejo en donde deben verse las generaciones futuras. Todos nosotros sentimos un gratísimo entusiasmo, sentimos un grandísimo entusiasmo cuando invocamos el nombre de ese gran hombre, de ese gran oaxaqueño. ¿Por qué? Porque estoy seguro, señores, como dice González Mier, que Juárez está en todas partes, dondequiera que flamean nuestras banderas, dondequiera que estila la catarata de los ríos nacionales, en la triunfante avenida, en el colegio, en las galerías, donde antes conspiraba el jesuíta, el franciscano, el carmelita; porque Juárez está en todas partes tan vivo que pudiéramos palparlo, está tan patente como Jesús ante la vista de sus asombrados discípulos. Y ese grandísimo entusiasmo que nosotros sentimos cuando hablamos de Juárez, quisiéramos que lo sintieran los individuos que, llamándose revolucionarios, llegan, se presentan sin que nadie los haya conocido, anteriormente, los individuos que llamándose radicales, llegan y se presentan sin que nadie los haya conocido anteriormente. Yo nunca he sido simpatizador de esos radicales, porque estoy seguro, señores diputados, que muchos de esos individuos, como hay bastantes en un lugar donde son perfectamente conocidos, fueron servidores de otros regímenes, fueron individuos con otros criterios, y ahora llegan a otras tierras y se hacen aparecer como individuos radicales sin tener la convicción de haber sido hombres perfectamente rectos, hombres perfectamente populares y honrados. Yo pregunto -y esto me lo he preguntado en los más íntimo de mi consciencia-: ¿por qué estos señores no fueron a hacer su propaganda a sus distritos electorales?

Pero estoy convencido de que es inútil que yo siga hablando sobre este punto; estoy convencido de que absolutamente nada influirá en el ánimo de todos vosotros, por el compromiso que se ha contraído, por el temor de la expulsión del bloque, cualquiera cosa que se diga en contra de este dictamen. Pero tendré siempre la convicción, señores diputados, de que si aquí hubieseis aceptado al señor licenciado Rueda Magro, él no sería seguramente aquí en esta Asamblea como no lo fue el año pasado, como aquel abate del gracioso cuento de no recuerdo el autor, pero es lo siguiente: voy a narrarlo, porque estoy seguro de que hay individuos o que ha habido individuos que han sido como el abate del cuento que voy a referir, con permiso del abuelito Verástegui. (Risas.) Había una vez un abate que en santa contemplación pasaba todos los días pensando meditando en la pasión de Jesús, en sus heridas y en sus ideas, desde la mañana hasta la tarde; abriendo la boca mediativamete esperaba que el alimento le cayera por medio de un cuervo que la Providencia mandaba diariamente depositar en la boca de aquel abate. El licenciado Rueda Magro, como el abate del cuento, no estaría, señores, esperando que el cuervo le trajera aquí el sueldo; es un hombre perfectamente bien instruído, perfectamente competente, a quien todos vosotros seguramente conocéis. Pero si acaso no queréis que os tache de individuos parciales, vosotros, compañeros de la mayoría, yo no pido que se falle en pro del C. Rueda Magro, yo no pido que se falle en pro de Pastor, haced siquiera el juicio de Salomón, anulad estas elecciones para que se pueda hacer una elección perfectamente legal, que no sea el triunfo ni para el uno ni para el otro, para que se vea que se procede con entera justificación. Eso es muy fácil hacer, anularlas, teniendo en consideración la demostración de la presión y del fraude que se ha hecho de seiscientos y tantos votos que bastan para constituir el cincuenta por ciento de los votos que quiere la Ley Electoral sean suficientes para anular las elecciones que se verificaron allí. Pero para que veáis que no hay ambición de parte de ninguno de nosotros los oaxaqueños, que a la fuerza ha de ser uno de Oaxaca el que venga en lugar del señor Pastor, pido que se anulen las elecciones, y si tenéis conciencia, si tenéis la convicción de tener fe de hombres honrados, sinceros, a los principios de la Revolución, haced el juicio de Salomón y de esta manera la

posteridad os juzgará como hombres rectos, como hombres sinceros y como hombres viriles. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Isaac Olivé. (Siseos.)

El C. Secretario Lorandi: Por disposición de la Presidencia se recuerda atentamente a las galerías la compostura que deben guardar en este recinto.

El C. Olivé: El exdiputado Rueda Magro ha venido a dar (Siseos y voces: ¡Huy!) -una vez más -, (Gritos en las galerías.) ha venido a dar una vez más muestras de su habilidad y de sus artimañas políticas trayendo a las galerías la suficiente porra para venir a sisear a los oradores en pro del dictamen. (Siseos y voces: ¡Huy!) Hace unos cuantos días el C. García Vigil y el ciudadano general Marciano González dijeron a la Asamblea que era necesario que se fijara en las demostraciones de las galerías, porque esas demostraciones eran precisamente, señores, una manifestación sincera del pueblo mexicano. Y yo protesto solemnemente contra esas aseveraciones, porque es una calumnia muy grande la que se hace al pueblo mexicano, diciendo que viene aquí sencillamente a protestar trayendo de antemano intereses creados. (Siseos y gritos en las galerías. Murmullos.) No, señores; no es el pueblo mexicano el que viene aquí a sisear en estos momentos. Hemos visto cómo cuando se discutió la credencial del ciudadano Cordero, el general Aguirre Colorado, paisano y amigo mío, trajo la porra suficiente mandada por Ossorio para que viniera a sisear a las galerías. (Siseos de las galerías.) Recuerdo también que cuando se discutió la credencial de un obrero, se trajo la "claque" suficiente para que siseara también en las galerías. Yo interpelo al ciudadano Vicepresidente para que me diga si no es cierto que una tarde, estando en el salón el general Aguirre Colorado, el ciudadano Peralta y el ciudadano diputado Ortiz, se acercó al general Aguirre Colorado, León Ossorio, preguntándole si se discutía esa tarde su credencial, porque ya tenía en las galerías distribuida suficientemente la porra que venía a armar el escándalo en la Asamblea. (Siseos y voces: ¡Huy!) De manera que, ciudadano, le pido que se sirva contestar. (Dirigiéndose al C. Ortiz que ocupa la Presidencia.)

El C Presidente: No puede contestar la interpelación que el señor me hace, porque no estando ninguno de los Vicepresidentes en estos momentos, no puedo abandonar la Presidencia. (Aplausos en las galerías.) Por otra parte, se suplica a las galerías se sirvan abstenerse de hacer toda clase de manifestaciones, en la inteligencia de que ya son dos las veces que se ha llamado al orden. Todos los Presidentes anteriores -la Presidencia de esta Mesa igualmente -, han permitido toda clase de manifestaciones ordenadas por respeto a la opinión que pueden representar los asistentes a las galerías, pero si los asistentes a las galerías continúan haciendo demostraciones desordenadas, parcialmente se irá ordenando la desocupación de ellas.

El C. Olivé, continuando: Pues bien, señores diputados; por eso los siseos de las galerías no me importan, porque no son los siseos de la gente honrada, naturalmente que hago una excepción de los hombres que vengan de buena fe a presenciar los debates; pero ustedes saben perfectamente bien que basta que cien ciudadanos, por ejemplo, se repartan en la galería, para que ellos formen suficiente ruido, y tal parece que es una protesta unánime del pueblo mexicano. Cuando se discutió la credencial del doctor Siurob, únicamente eran unos cuantos los que siseaban y muchos los que aplaudían, y ¿a eso se le llama pueblo mexicano? Ahora, naturalmente, hay mucha gente, porque vienen de las escuelas algunos simpatizadores del señor Rueda Magro; no son todos, pero basta que haya un grupo numeroso que sisee en las galerías, para que, por contagio, los demás hagan los mismo. El pueblo mexicano no viene a hacer eso, el pueblo mexicano es el que se ha batido heroicamente en defensa de las libertades y no es el que viene aquí cobardemente a sisear a los oradores.

Entrando en debate, realmente no hay aquí ningún argumento en contra del dictamen que deshacer; el ciudadano que me procedió en el uso de la palabra hemos visto que se ha concretado únicamente a hacer una exposición lírica, a excitar el sentimiento de la Asamblea, hablando de un estado de ánimo que no existe en Oaxaca. Las principales pruebas que el C. Rueda Magro ha presentado a la Comisión están impresas en este folleto; voy a analizar, entonces, la veracidad que se le puede dar a esta documentación. Las pruebas las podemos analizar en dos formas: pruebas testimoniales presentadas por terceros y simples quejas presentadas por el C. Rueda Magro. Las simples quejas que el C. Rueda Magro ha presentado en forma de telegramas o de peticiones a las distintas autoridades de la República, no podemos tenerlas como una prueba de la presión y del fraude que él alega en el folleto que existió en las elecciones que se verificaron en el 5o. Distrito Electoral del Estado de Oaxaca. En este folleto hay mucho dolo, hay mucha mala fe; desde el principio, pueden ustedes darse cuenta de ello. Comienza el C. Rueda Magro con insertar una orden que dice existe aquí, en la Secretaría de la Cámara de Diputados, y que nunca se presentó; esa orden se refiere a la que se dio lectura el C. Rivera Cabrera cuando se discutió la credencial del diputado Villalobos. La orden está firmada por el Presidente Municipal de Huajuápan de León. La Asamblea recordará que se pidió al C. Rivera Cabrera que presentara ese documento a la Secretaría, para que se consignara a las autoridades y se averiguara si era cierta o no la existencia de ese orden, y a pesar de que prometió presentar un documento, no lo hizo, porque ese documento no existe. El documento no lo presentó a la Comisión Revisadora; así es que es falso lo que afirma el C. Rueda Magro al asegurar que existe esta orden, con la cual quiere comenzar a probar la presión que existió en el Estado de Oaxaca. Vemos después al C. diputado Rueda Magro asentando otra falsedad, y es la relativa al asunto de los abogados de Oaxaca. El tergiversó completamente mi proposición, y dice que yo afirmé que todos los abogados. Yo paso que en Oaxaca hayan interpretado de distinta manera mi aseveración, porque no podían darse cuenta ni tener a la mano oportunamente el "Diario de los Debates"; pero el señor Rueda Magro, que pudo convencerse con el "Diario de los Debates" acerca de la verdad de mi

proposición, ¿no creen ustedes que es dolosa, que es maliciosa la manifestación que hace aquí? ¿Cómo vamos a dar crédito a un diputado, a una persona que comienza asentando falsedades? (Siseos en las galerías.) Si el principal autor de este folleto no hace honor a su palabra y viene aquí a querernos engañar, cuando podemos nosotros convencernos de la verdad con sólo leer el "Diario de los Debates," ¿cómo vamos nosotros a darle crédito a todo lo que dice y a todo lo que hizo en el estado de Oaxaca? La documentación para mí más importante es la que se hizo en el 8o. Distrito de Oaxaca. Para eso, señores diputados, es necesario que ustedes se den cuenta de quiénes son las personas que intervinieron en la formación de esta documentación. En ella intervinieron el Juez de Distrito, el Agente del Ministerio Público, un señor Ogarrio Meixuiero y el C. Rueda Magro. Ya hemos visto como el C. Diputado, luego ex - diputado Rueda Magro, es afecto a sentar falsedades. Ya por esto pueden ustedes juzgar si es posible que se le dé crédito a los que dice el C. Rueda Magro. En el Estado de Oaxaca, señores diputados, es en donde existe la reacción con más vigor; la Revolución Constitucionalista en el Estado de Oaxaca es en donde ha tenido que luchar a brazo partido con todos los elementos reaccionarios de la ciudad y muchas partes del Estado. (Siseos.) Y la explicación es muy sencilla. Ustedes saben que en 1916, a principios, el Gobernador del Estado declaró la soberanía del mismo..... (voces en las galerías: ¡No!); el C. licenciado Dávila, que tenía como primer jefe al C. licenciado Guillermo Meixueiro, y todos los demás principales cabecillas, son los elementos sociales más importantes del Estado de Oaxaca; son personas que tienen muchísimas ligas en todo el Estado por parentesco, por amistad, por antigüedad, por ejemplo, por compañerismo de colegio, por favores que han hecho; por todo lo que ustedes quieran, los lazos que unen a estas personas son completamente estrechos con toda la sociedad de Oaxaca y con muchas partes del Estado. Esto hizo, naturalmente, que cuando estas personas declararon la soberanía y desconocieron a la Primera Jefatura, toda sociedad, la sociedad pensante de Oaxaca se fuera con ellos y comenzó a escarnecer y vilipendiar a los constitucionalistas; allí se nos pintaba como unas fieras que nos comíamos a los niños, que incendiábamos propiedades, que no respetábamos honras, que violábamos vírgenes, todo lo más negro, todo lo más abominable que pudiera haber en el mundo, eso eran los constitucionalistas. Esa fue la aureola con la cual nosotros llegamos a la ciudad de Oaxaca. (Siseos.)

El C. Díaz González: Moción de orden. Protesto enérgicamente contra la Presidencia, por no haber cumplido con el Reglamento; pido nuevamente que lo haga cumplir. Están irrespetuosos los ciudadanos que ocupan las galerías, pues algunos están fumando y completamente en un estado no que deben guardar en este recinto.

El C. Presidente: La Presidencia, en vista de las protestas de los ciudadanos diputados, ordena sean desalojados los ocupantes del primer palco del lado izquierdo. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí!)

El C. Olivé: Pues como decía, ciudadanos diputados... (Voces: ¡No, no!)

El C. Presidente: Se invita a los ciudadanos asistentes a las galerías que ocupan ese palco, se sirvan desalojarlo. (Voces: ¡No, no! Es un desalojado.)

El C. Díaz González: Pido la palabra, señor Presidente.

El C. Presidente: La Presidencia hace saber a los demás ciudadanos que si continúan haciendo manifestaciones, serán desalojados.

El C. Saucedo: Pido la palabra, señor Presidente.

El C. Presidente: No hay nada a discusión.

El C. Saucedo: Pido la palabra para protestar porque se han desalojado en masa. Protesto, porque a la Presidencia no le consta que todos los que han sido desalojados sean los autores del desorden. (Aplausos nutridos en las galerías.)

El C. Pastor: Pido la palabra.

El C. Presidente: No hay nada a discusión; tiene la palabra el C. Olivé.

El C. Olivé, continuando: Dados esos múltiples lazos que les decía a ustedes unen a los rebeldes, porque todavía el pendón de la soberanía lo están flameando allí en la Sierra de Ixtlán, dados esos lazos, digo, que unen a esos rebeldes, soberanos, como se les llama en Oaxaca, con toda la clase pensante de la sociedad oaxaqueña, es indiscutible que al elemento revolucionario se le calumnia, se le injuria y se nos trata de pintar precisamente de una manera distinta de como nos hemos portado en el Estado de Oaxaca. Son muy pocos los revolucionarios del Estado de Oaxaca, pero muy pocos, señores diputados. Allí se cree que don Porfirio Díaz fue el único gobernante que debió y que pudo sacar avante la situación política en que se encontraba la nación en 1880 y tantos. Allí creen que solamente de Oaxaca debe de salir el nuevo Presidente de la República y por eso todavía están protestando con las armas en la mano y por eso vemos a don José Inés Dávila que se titula Presidente de la República. ¡Ya tienen su presidente también ellos! No pueden permitir que de otro Estado de la República venga un Presidente. Hasta allí llega el localismo, ese localismo tonto y mal entendido. Yo admiro a los oaxaqueños que realmente tienen un localismo y que aman a la patria chica y hacen algo por ella, pero no a los que vienen a la tribuna a hablar nada más de ella. ¿Qué cosa han hecho por la patria chica? ¿Qué han hecho por ella? Unicamente unirse con los hacendados, unirse con todos los caciques, que son realmente el azote más ignominioso que cae sobre las espaldas de esos infelices indios que quieren algo más que palabras, que quieren justicia, que quieren tierras, aunque el señor Jenaro Vázquez diga que el problema de la repartición de tierras no existe, cuando es el Estado que está en situación más miserable que muchas partes de la República. El Estado de Oaxaca que es rico, que cuenta con una variedad de productos naturales, sin embargo, es probablemente el Estado más atrasado de los que existen en la República. Hay una miseria espantosa; yo aseguro que el que conozca Oaxaca sufrirá mucho, pues correrían las lágrimas de sus ojos al ver la situación miserable de los indios; son verdaderamente esclavos, allí no ha pasado para nada la independencia nacional; continúan todavía en la misma época de la Conquista; allí existen los

latifundios de manera enorme; allí el hacendado es el único que manda, es el que encarcela; allí el Presidente Municipal no existe. El Estado de Oaxaca tiene quinientos o seiscientos y tantos Municipios; esos Municipios se componen de quinientos habitantes; el Presidente Municipal es una persona que no sabe leer ni escribir. Por lo regular, el Presidente Municipal que existe es un analfabeto para que el hacendado azote y veje a los indios y éstos no puedan quejarse, porque dicen: "Yo no lo hice, lo hizo el Presidente Municipal, lo hizo el Alcalde, lo hizo la autoridad. Yo no, yo amo la libertad, yo amo la justicia, yo amo los indios, ¿Cómo va a ser posible que un oxaqueño que ama tanto a la justicia, a la libertad y que por ella muere, vaya a azotar, vaya a vejar a los indios? Es la autoridad." Pero esa autoridad la pone el Presidente Municipal y que es el patrón de la hacienda por lo regular. Es natural que habiendo esa situación en el Estado de Oaxaca, todos los intereses creados vayan contra la Revolución y sobre todo vayan contra los que representan a la Revolución. ¿Por qué? Porque se les están arrebatando sus tierras, se nos llama allí unos bandidos que despojamos a los hacendados de sus tierras ; que lo diga Santa María del Tule, Samolinos y los Canales, a ver si se les dio posesión de todos los terrenos de que fueron despojados, a pesar y contra la voluntad de los oaxaqueños que se opusieron terminantemente tanto allí como en la Comisión Nacional Agraria para que se dotara de tierras a estos pueblos. Ha sido una lucha tenaz contra los revolucionarios, se nos odia; pero esto nos tiene sin cuidado. Los demás, todos son cargos políticos injustificados. Yo deseo que en un momento dado una persona imparcial fuera a Oaxaca y se diera cuenta del estado de los indios y esos indios que dirían que nosotros nos hemos portado como verdaderos hombres que van a sostener allí un ideal, porque hemos sido los principales sostenedores de las ideas; naturalmente se nos ha venido encima en Oaxaca toda la sociedad, todo el foro, toda la clase pensante que tienen sus intereses creados y todos los cuáles, según he dicho, son nuestros enemigos; pero el pueblo indígena no es nuestro enemigo; aquí hay varios diputados por el Estado de Oaxaca que pueden justificar esto. Naturalmente en un campo, en una hacienda como esa donde la clase directora no cuenta con el apoyo del pueblo, pero sí con el apoyo del dinero, con el apoyo de la prensa, ¿cómo no creen que venga aquí a pintarse esa situación de una manera muy distinta a la que realmente reina en Oaxaca? El gobierno en Oaxaca jamás ha pagado un centavo a la prensa para hacerse bombo y digo esto, señores diputados, porque en la pasada Legislatura cuando se armó el escándalo en Oaxaca, el diputado licenciado Peña se acercó a mí y me dijo que en el periódico "Redención" iban a estar atacando al Gobernador de Oaxaca sistemáticamente porque le habían pagado cierta cantidad de dinero y como naturalmente el periódico "Redención" es como una mujer pública que se vende al mejor postor, indudablemente cesarían esos ataques y se haría aparecer al Estado de Oaxaca como uno de los mejores de la República; pero el Gobernador de Oaxaca se negó a eso porque nunca se ha destinado un solo centavo de la Tesorería de Oaxaca para hacer propaganda, para comprar a la prensa, a esa prensa que parece independiente y que realmente es la prensa más mala que hay porque se vende por dinero. Como ustedes ven, la situación en el Estado de Oaxaca es hostil al elemento revolucionario por parte de las clases directoras, pero no por parte de los indios.

Venimos nosotros a ser pintados de una manera muy distinta. Forma parte de esos elementos el ciudadano Juez de Distrito que intervino en la formación de esos documentos que presentó el licenciado Rueda Magro. El licenciado Constantino Chapital, jefe del "Partido Liberal Constitucionalista" es magistrado y a pesar de que el C. Chapital es magistrado, fue un domingo a Tlacolula, en propaganda, con el licenciado Rueda Magro. ¡Pero como verían el licenciado Chapital y el licenciado Rueda Magro su popularidad en Tlacolula, cuando al día siguiente me fueron a proponer que influyera ante el Gobernador del Estado para que se modificara la división territorial del mismo, estableciendo dieciocho distritos en vez de diecisiete; que ese otro Distrito que se iba a establecer con una fracción de más de veinte mil habitantes se le dejará a Rueda Magro para que pudiera hacer su propaganda, porque, señores, de antemano sabía su derrota! Voy a hablar con pruebas, señores diputados, y me voy a permitir suplicar que se lean unos documentos. El C. Jenaro Vázquez hace un momento dijo que el diputado Rueda Magro en la XXVII Legislatura se había opuesto terminantemente a que los Gobernadores de los Estados modificaran las divisiones territoriales. Eso es cierto, pero también es cierto que el licenciado Rueda Magro vino a hacer aquí esa política tenaz cuando se convenció de que era imposible que triunfara y que de hacerse reformas en el Estado de Oaxaca, indiscutiblemente no sería él el que triunfara. Así es que hubo dolo, mala fe, hubo intereses mezquinos por parte del C. Rueda Magro al hacer aquí esa propocisión. No fue una propocisión desinteresada, no fue honrada, no fue con un buen propósito: es que veía que no iba a conseguir el fin que perseguía. (Siseos.) Yo suplico a la Presidencia que ordene a la Secretaría dé lectura a este documento.

- El C. Secretario Lorandi, leyendo:

Al margen: "Constantino Chapital, abogado.- Independencia, 54.- Oaxaca.

"Casa de usted, mayo 15 de 1918. Señor Adalberto Lazcano Carrasco.- Ciudad.

"Estimado señor Lazcano y amigo:

"Le pido excusa por no pasar a esa su casa, en virtud de encontrarme desde anoche con calentura.

"El licenciado Rueda Magro me remitió anoche la carta y planilla que le acompaño, recomendándome pusiera ambos documentos en sus manos; el primero para que, por su digno conducto, llegue a las del licenciado Olivé, y el segundo, para su conocimiento, encareciéndole, una vez más, su eficaz ayuda en el asunto de que se trata.

"Sabe que lo aprecia en verdad, su afectísimo amigo y atento S.S.- Constantino Chapital."

El C. Olivé, continuando: Esta es la planilla, señores diputados. En esta planilla se mencionaban

los pueblos deberían formar el nuevo círculo electoral y que pedía el C. Rueda Magro que se le dejara para venir a ocupar aquí una curul. Está un telegrama que con ese mismo motivo mandó el C. Rueda Magro a Oaxaca.

- El C. Secretario Lorandi, leyendo:

"Diga Lazcano, datos censo nulos. Telegrafíe Olivé mismo asunto. Salúdolo.- M. Rueda Magro."

El C. Olivé, continuando: ¿Ven ustedes, señores diputados, como no hay honradez, cómo no hay desinterés, cómo son todas puras intrigas, cómo es el despecho únicamente el que viene a hablar en esta Asamblea? ¿Por qué el C. Rueda Magro no ha sido honrado y se ha conformado con su derrota? ¿Por qué viene aquí a intrigar, a falsear la verdad, por qué no ha dicho la verdad? ¿Por qué no dice que él está peleado con el Presidente Municipal de Tlacolula, porque éste no lo quiso ayudar como le ayudó el año pasado, como él mismo lo confesó? Así, es mentira que el C. Rueda Magro sea popular en Tlacolula, es mentira que haya venido porque lo quieran en Tlacolula, porque él confesó que gracias al Presidente Municipal vino a ocupar una curul en la XXVII Legislatura. (Voces: ¡No, no!) ¿Cómo es, pues, que un hombre impopular pudo triunfar? ¿Cómo es posible que un individuo - como ustedes acaban de oír al compañero Jenaro Vásquez-, que dice que no hay problema agrario en Tlacolula, cuando la gente allí está en la miseria más espantosa y todos comen tortillas con chile?

El C. Vásquez, interrumpiendo: ¿Me permite usted una aclaración? Porque está usted equivocando lo que dije.

El C. Olivé, continuando: Después. ¿Cómo creen ustedes, ciudadanos diputados.....

El C. Vásquez, interrumpiendo: Una aclaración.

El C. Presidente: No está permitido interrumpir al orador.

El C. Olivé, continuando: ¿No creen ustedes que, en estas condiciones, siendo impopular el C. Rueda Magro, necesitando la ayuda del Presidente Municipal para triunfar y yendo a decir a los indios que son muy felices, que para qué quieren más, creen ustedes que así el Pueblo de Tlacolula iba a otorgarle su voto? Es un contrasentido. ¿Cómo iba a mandar el pueblo de Tlacolula, que es pobre y miserable, a un individuo que fuera contra sus intereses, que de antemano le dice: "No necesitas tierras, yo estoy con los propietarios, porque los propietarios te dan de comer, te dan todo lo que necesitas"? Eso es irracional, eso cabe únicamente en los cerebros de individuos que vienen a falsear la verdad, pero no cabe duda en un cerebro, en el espíritu de un hombre honrado, eso no cabe en el espíritu de un hombre revolucionario, porque en la conciencia de todos está que el problema económico, el problema agrario - esto naturalmente, unido a otra serie de problemas - es la salvación nacional; que sin una base económica suficientemente sólida, jamás podremos tener democracia. ¿Cómo va a haber democracia si todos los pueblos están en manos de los hacendados, si no pueden tener libertad, si su libertad depende del que les tira la tortilla como un mendrugo? ¿Cómo van a entender así la democracia? Ven ustedes, señores diputados, cómo uno de los actos que alababa el C. Jenaro Vásquez al diputado Rueda Magro en la XXVII Legislatura, que se opuso a la división territorial, ya ven ustedes cuál es el origen; únicamente el despecho, el interés, la intriga. (Voces: ¡Eso es!) Pues bien, ese es el diputado Rueda Magro.

Ahora voy a leer otro documento. (Siseos en las galerías y voces: ¡Huy!), para que ustedes vean que el licenciado Constantino Chapital, actualmente Magistrado de Circuito en el Estado, hace política y es jefe del "Partido Constitucionalista" de Oaxaca. Y en ese asunto me permito llamar muy seriamente la atención de la Suprema Corte de Justicia, para que se fije en este hecho, porque es indiscutible que un magistrado que se dedica a hacer política, jamás podrá hacer justicia. La política y la justicia están muy divorciadas, están muy distanciadas. Un individuo que va con pasiones, con intereses de por medio, con prejuicios, jamás podrá hacer justicia (Aplausos.) Por eso vemos que en Oaxaca la justicia no existe. (Siseos.)

- El C. Secretario Lorandi, leyendo:

Al margen: "Constantino Chapital, abogado.- Independencia, 54.- Oaxaca, abril 26 de 1918.

"Señor licenciado José Luis Almogávar.- Avenida Madero número 53.

"Muy estimado y fino amigo:

"Por absoluta imposibilidad no había contestado su atenta del 11 del mes que termina.

"Conforme me lo indica, hablé con los amigos respecto a su candidatura por Teotitlán, y aunque no de muy buena gana, porque deseaban que representara usted al Estado en el Senado, al fin convinieron en que el Partido sostendría su candidatura para diputado por el círculo dicho; exigiendo únicamente mande a la directiva del mismo un ofrecimiento que de la candidatura de referencia recibirá usted oportunamente, o la que tuviere en su poder. Enterado de la suerte que corrió el memorial, mejor dicho, carta, dirigida al señor general y confío en que dará resultado. Se trabaja, no obstante, por otro buen conducto.

"Del asunto del licenciado Soto nada en concreto y usted comprenderá el por qué. Le recomiendo cierto telegrama que "El Universal" publicó hace cuatro o seis días.

"Quiera el destino cambie la situación de nuestra tierra.

"Bravo y Payán corresponden saludos.

"Con aprecio y buena voluntad le retorno su abrazo.- Constantino Chapital."

El C. Olivé, continuando: Este es el Magistrado de Circuito en el Estado de Oaxaca. (Siseos.) Como ustedes ven, aquí dice que se trabaja, no obstante, y se trabaja, señores diputados, en el Estado de Oaxaca y les voy a decir cómo. Hubo un movimiento político mucho muy fuerte a fines del año pasado aquí en la ciudad de México, y en Oaxaca ese movimiento político tendió principalmente a cambiar las autoridades del Estado de Oaxaca, para poder controlar este grupo político que dirige el licenciado Chapital, las elecciones para diputados y para Gobernador del Estado de Oaxaca. Ellos comprendían muy bien que, estando un gobernador que conozca perfectamente bien los intereses del Estado de Oaxaca, que sepa cuáles son los

políticos intrigantes de allí, que sepa qué interés defiende cada uno de ellos, ese Gobierno, es decir, ese Gobernador no podría triunfar allí, porque ellos, sin apoyo del Gobierno constituído, del Gobierno del Estado de Oaxaca, jamás podrán llegar al triunfo electoral, porque están desprestigiados por su labor política. Pues bien; ellos comprendieron bien esta situación y laboraron todo lo que ustedes puedan imaginarse para calumniar, para denigrar al Gobierno de Oaxaca y hacer que se quitara; sus esfuerzos fueron inútiles, porque la verdad se abre paso, y se pudo dar cuenta el Presidente de la República de que todo era calumnia, intrigas que llevaban por fin únicamente intereses bastardos.

Como decía, uno de esos trabajos consistió en lo siguiente: desde aquí se tramó una conspiración contra el Gobierno del Estado de Oaxaca, siendo el protagonista el C. juez de Distrito, y el que movió todos los hilos de esa comedia, el licenciado Constantino Chapital. Ustedes recordarán que la prensa comunicó una noticia de Oaxaca en que se decía que el juez de Distrito había desaparecido misteriosamente, que había ido a comprar cerillos a un tendejón que existe cerca de su casa y como por obra de un milagro, al juez de Distrito lo tomaron a la mitad de la calle unos ocho o diez embozados y se lo llevaron quién sabe adónde; como a las doce de la noche se presentó el licenciado Chapital con una cara angustiada, tembloroso, con los labios trémulos, diciendo al Gobernador del Estado que se había cometido una infamia en esos momentos; que el juez de Distrito había desaparecido, que probablemente lo habían asesinado y que no se sabía quiénes fueran los autores de semejante atentado. Los hilos telegráficos de Oaxaca funcionaron y se dio la noticia a la prensa y se quejaron a Gobernación, al Presidente de la República y a la Suprema Corte de Justicia, y se armó el escándalo. Pero no contaban con que el ciudadano juez de Distrito era un hombre tímido, un hombre cobarde que los había de hacer quedar mal, porque el temor pudo más con él que el compromiso que había contraído de prestarse a una farsa ridícula. El juez de Distrito se escondió un sábado y el domingo, naturalmente, meditó y pensó que si continuaba escondido al aparecer, la Suprema Corte de Justicia lo castigaría por abandono de empleo, y ante el temor de un castigo, el juez de Distrito apareció el lunes tranquilamente atendiendo a sus asuntos. Todo esto fue una trama de las que naturalmente se hizo responsable al Gobernador del Estado, de que él lo había mandado asesinar; la voz de la calle dio la noticia, los periódicos pintaban al Gobernador de Oaxaca como un monstruo y a los que lo rodeaban como unas fieras que querían acabar con el Estado de Oaxaca. Ese es el juez de Distrito. ¿Creen ustedes que un hombre que se presta a una farsa tan indigna, tan ridícula, va a proceder a hacer justicia con apego a la ley? ¿Creen ustedes que en esas condiciones nosotros vamos a tener fe a una información que no se levantó en el Juzgado de Distrito, sino que se ratificó únicamente, si vemos que son parciales, si los intereses políticos de ellos están con los intereses del grupo que viene aquí a atestiguar?

¿Cómo va a ser imparcial, cómo vamos a dar fe a lo que haga, si ni siquiera reúne los requisitos de ley? Y no sólo esto, sino que ven ustedes la parcialidad, el espíritu de partido de por medio. Por eso yo les digo a ustedes que este folleto no merece ningún crédito, porque esta parte de la obra que es la más importante, ya ven ustedes quiénes son los personajes que han intervenido; puro espíritu de partido, pura intriga, pura calumnia, pura farsa. Una farsa tan ridícula como la del secuestro del juez de Distrito en el Estado de Oaxaca. (Murmullos y siseos.) Otro de los individuos que intervino en la formación del documento es un señor Ogarrio Meixueiro; sobrino de Meixueiro el que está levantado en armas. Ya ustedes se podrán imaginar la parcialidad para Rueda Magro y naturalmente la inquina contra nosotros de parte de este caballero, supuesto que por interés político y de todo orden está contra nosotros; sobrino de Meixueiro, del rebelde serrano, es imposible que pueda ser imparcial en una información testimonial. Este es uno de los personajes que intervinieron en los chanchullos; y no sólo eso, sino que es un hombre poco digno. Para que ustedes se den cuenta de quiénes son los que han intervenido en la formación testimonial y juzguen la veracidad que merece, debo decir que el señor Ogarrio Meixueiro es un poquito inmoral; efectivamente, una señora Dolores Osorio le otorgó poder para que la representara en un juicio, y Meixueiro, al practicarse la diligencia en un carro que estaba en la estación de Oaxaca, en lugar de abogar por sus intereses, prevaricó en favor del señor Belmar, pariente suyo. Pero esta inmoralidad no quedó allí, sino que al día siguiente el señor Ogarrio Meixueiro presentó un recibo a la señora cobrándole cincuenta pesos por las gestiones que había hecho para el arreglo del asunto, el que fue terminado en el sentido de que se pagarán mil pesos al señor Belmar por una mica, dejándose a la señora mirando al cielo. Este es el poder; esta es el acta de la diligencia practicada en la estación, en que el propio señor Meixueiro aparece como apoderado del señor Belmar; en este documento figura el señor Fernando Ogarrio Meixueiro como apoderado de la señora Osorio, y este es el recibo que al día siguiente le presentó cobrándole cincuenta pesos. Ustedes comprenden que un individuo inmoral como este señor, no puede ser moral al invertir en una información testimonial, más cuando hay intereses políticos de por medio. Si no tuvo escrúpulo para tratar de un modo tan inicuo e indigno de un hombre honrado a la señora Osorio, menos le ha de haber remordido su conciencia al ejecutar chanchullos en cuestiones políticas, en las que se permiten muchas cosas. Tienen ustedes entonces pintados, señores diputados, a los personajes principales que intervinieron en la formación de este folleto. Con estos datos indiscutiblemente que ustedes podrán naturalmente dar, es decir, fallar el asunto que está a debate, supuesto que saben perfectamente bien cómo se ha formado toda esta documentación en la ciudad de Oaxaca. Ven también ustedes que estos documentos no son una información testimonial, sino una declaración que hacen algunos ciudadanos interesados en la fórmula política del señor Rueda Magro y sus principales representantes; es una información que ellos hacen a petición del C.

Rueda Magro; en esa información no intervinieron las autoridades, sino solamente el Juez de Distrito para ratificar y ya vemos cómo se ratifica, en globo completamente y sin que realmente esa ratificación me merezca crédito, y no me merece crédito por la forma en que está hecha y además por las personas que intervinieron que es gente que no sabe leer ni escribir, porque se trata de infelices indios que seguramente se ha querido que por unas cuantas tortillas declaren lo que dice el C. Rueda Magro y firmaron por ellos dos personas que seguramente han de ser tan inmorales como todos los que han intervenido en estos asuntos, por lo menos, si no son tan inmorales, sí son un poco ligeros al prestarse a una farsa como esta. Esta es la cuestión desde el punto de vista legal. Desde el punto de vista político el C. Porfirio Pastor ha desvanecido con bastante acierto los cargos que se le hacían; el C. Pastor es revolucionario y más que el C. Rueda Magro. Cuando nosotros llegamos a Oaxaca en 1916, acababa de salir la Soberanía de la ciudad y el señor licenciado Rueda Magro al salir la Soberanía, dejó de ser defensor de oficio nombrado por el Gobierno Soberano. El C. Chapital, que es suegro del C. Rueda Magro, ha sido un saltimbanqui en política, fue maderista, huertista y diputado suplente en la época de Huerta cuando se formó aquella farsa de elección; entonces sí fue farsa. Cuando entró la Soberanía a Oaxaca y desconocieron al general Jiménez Figueroa, entonces Chapital publicó un manifiesto ensalzando la obra de Meixueiro y poniéndolo por las nubes; actualmente vuelve a querer equilibrios y trata de ponerse bien con los serranos, como lo voy a demostrar con hechos concretos.

Un general Hernández estaba levantado en armas contra nosotros y que peleó en muchos combates, fue hecho prisionero, no recuerdo si fue en un combate o si fue en Oaxaca; se le consignó al Juez de Distrito, este individuo confesó su delito y el Juez de Distrito lo declaró formalmente preso. Pasó el asunto al Magistrado de Circuito en revisión y el Magistrado de Circuito modificó la sentencia, mejor dicho, el auto del Juez de Distrito y puso en libertad al general Hernández. Esto no tuviera nada en particular si legalmente lo hubiera hecho el Magistrado de Circuito por espíritu de justicia; pero no, lo hizo únicamente por cuestión política. El mismo, disculpándose con el Juez de Distrito, le dijo que no había que ser tontos; que pudiera suceder que los serranos triunfaran, que el Gobierno Constitucionalista estaba vacilando, que la Reacción estaba tomando mucho poder y mucho prestigio y que quién sabe si los caídos de hoy fueran los que tuvieran el poder mañana, por lo que había que ir preparando su venida, y por eso puso en libertad al general Hernández. ¿Es cierto, señor Adalberto Lazcano Carrasco, que el Juez de Distrito platicó a usted esto?

El C. Lazcano Carrasco: Sí, señor.

El C. Olivé: Allí tienen ustedes: esa es la actuación política de todo ese grupo de politicastros que se mueven en Oaxaca y que mandan sus avanzadas para pintar aquí las cosas distintas de como son.

Antes de terminar voy a destruir otro cargo lanzado por el señor Vásquez, relativo a que en la Imprenta del Estado se ejecutaron todos los trabajos de mi propaganda. El señor Payán, Presidente del Partido Liberal Constitucionalista en Oaxaca, quien con ese carácter se dirigió al Presidente Municipal de Tlacolula pidiéndole su ayuda en pro del señor Rueda Magro, es otro de los que aparecen en una información testimonial afirmando que a los señores Olivé, Villalobos, etc., se les hicieron sus impresos de propaganda en la Imprenta del Gobierno de Oaxaca. Para que vean ustedes si es veraz tal declaración, aquí tenéis una factura del señor J. Paredes Colín por el valor de las boletas que yo mandé imprimir a fin de repartirlas en mi Distrito. El mismo señor me hizo unos preventivos y en la imprenta de la esquina de la calle de Medinas de esta ciudad fuí con el señor Gutiérrez Orantes para mandar ejecutar todos los trabajos de mi propaganda. Lo interpelo para que tenga la bondad de decirme si es cierto que a fines de abril de este año fuimos a esa imprenta con el objeto que he indicado.

El C. Gutiérrez Orantes: Sí es cierto.

El C. Olivé: Ven ustedes como ea información testimonial falsa: no fuí a la Imprenta del Estado, ni allí se me hizo un solo papel de mi propaganda; todo me costó dinero aquí en México y en Tehuacán donde se hicieron todos mis trabajos. Por lo tanto, todos eso es una monstruosa falsedad y es necesario que ustedes lo tomen así y entonces voten por la justicia está en este caso por el C. Porfirio Pastor. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la Palabra en contra el C. García Vigil. (Aplausos.)

El C. García Vigil: Señores representantes: Esta particularidad que tiene el señor licenciado Olivé de sobreexcitar los ánimos de las galerías, no me llevará a mí al caso de constituirme en defensor de éstas tratando de hallar simpatías para mí naturalmente para la credencial que defiendo del licenciado Rueda Magro; sino que, por el contrario, me inducirá, como lo hago desde luego, a solicitar de las galerías la mayor compostura con objeto de que este debate revista la seriedad consiguiente y no se desvíe haciendo ejemplos de altercados que degeneran hasta el punto de producirse a veces entre el orador y los miembros del público asistente a dichas galerías.

Una vez hecho esto y dado que el señor licenciado Olivé tiene positivo empeño, reiterando en el número de veces que ha ascendido a esta tribuna, de justificar la actuación general de la Administración actual del Estado de Oaxaca y parcialmente su ingerencia en esa Administración, me veo en el caso de hacer, sin apasionamiento alguno, - de lo cual va ser testigo la Asamblea completa - unas rectificaciones, para que la impresión que ha dejado el C. Olivé, supongo yo favorable a esa administración actual del Estado de Oaxaca, cambie siempre sujeta a la verdad.

El C. Olivé: ¿Me permite usted una interpelación?

El C. García Vigil: Sí, señor.

El C. Olivé: Suplico a usted me diga en qué datos va basar sus rectificaciones, si en documentos o en el dicho de personas; en este último caso quiénes son, porque si quienes han suministrado esos datos son los individuos que he mencionado, es claro que no pueden ser imparciales.

El C. García Vigil: Es demasiado prematura la interpelación del C. Olivé. Tengo derecho a pedir de él, como de toda la Asamblea, la expectación consiguiente y sólo después de que yo haya hablado podrá juzgar de las pruebas que aduzco; antes no. El señor licenciado Olivé reiteradamente se ha referido a la situación prevaleciente en el Estado de Oaxaca a raíz de la declaración de la soberanía del mismo bajo el Gobierno del licenciado José Inés Dávila, y al hablar de esto siempre se ha presentado él, a la vez que toda la Administración actual en el mismo Estado, como los salvadores del mismo: esta es la verdad; pero el señor licenciado Olivé, sin modestia alguna y sólo presentando un cariz de la situación, pretende hacer aparecer al Estado de Oaxaca entero, como un semillero de reaccionarios en el cual no es posible hallar un solo ejemplar revolucionario puro y limpio...

El C. Olivé, interrumpiendo: Hice excepciones.

El C. García Vigil, continuando: ... y tal cosa no es cierto. Como no quiero atestiguar con frailes como acostumbra Pascal, ni con peleles, como lo hace el licenciado Olivé... (Aplausos) yo quiero atestiguar con personalidades como la del C. general J. Agustín Castro, que es autoridad más que bastante para todos nosotros. Señores representantes: en el Estado de Oaxaca, a raíz de la declaración de la soberanía por el Gobierno del licenciado José Inés Dávila, hubo un movimiento perfectamente marcado en todas las clases sociales. En este movimiento se distinguieron, así, se distinguieron, los revolucionarios de los reaccionarios. En el grupo de los revolucionarios figuraron el actual Presidente del Partido Constitucionalista de Oaxaca, señor Payán, el actual diputado a esta XXVIII Legislatura, C. Carlos Bravo, Presidente anterior al señor Payán del Partido Constitucionalista de Oaxaca; el señor Jesús Maza, Presidente Municipal actual de Oaxaca, el señor Francisco León Calderón y un número bastante considerable de oaxaqueños natos, que marcaron claramente su disensión contra la pretendida soberanía del Estado de Oaxaca, iniciada con fines políticos generales por José Inés Dávila y por Guillermo Meixueiro, el lugarteniente de éste.

Tan cierto es esto que muchos de los señores que acabo de mencionar se encontraban en la cárcel de Oaxaca por cuestiones políticas o se hallaban escondidos fuera del alcance de estas autoridades y, naturalmente, cuando se encontraba a las puertas de la ciudad de Oaxaca, en la ciudad de Tlacolula, el Ejército Constitucionalista comandado por el general J. Agustín Castro, todos estos elementos, genuinamente revolucionarios, hicieron una gran manifestación y fueron en comisión a felicitar y a recibir no sólo al señor general Jesús Agustín Castro, sino a todo el Ejército Constitucional que éste comandaba, como verdadero salvador del Estado de Oaxaca, que había estado hasta esos momentos en poder del felicismo, esto es, en poder de la reacción. Sobre este particular yo quiero interpelar al señor licenciado Olivé, para que me diga si es cierto o si no es cierto esto que acabo de afirmar.

El C. Olivé: Con permiso de la Presidencia. Respecto a las personas que usted ha citado, manifiesto que el C. Bravo efectivamente sí es un revolucionario, mientras que Payán no lo es; éste fue Jefe Político durante los distintos Gobiernos, incluso en la Soberanía, habiendo fungido como Jefe Político de Pochutla en la época de don Porfirio, de quien fue uno de sus sicarios. Y para que vea Su señoría hasta donde llega el C. Payán como revolucionario, le voy a citar este hecho que presencié durante mi última estancia en la ciudad de Oaxaca: Esta ciudad estuvo amagada durante las fiestas patrias, y los constitucionalistas de Oaxaca, los que se llaman revolucionarios, ¿saben ustedes lo que hicieron? Pues mandaron borrar el letrero de las oficinas del partido, que decía: "Partido Liberal Constitucionalista." y se escondieron todos. Si estos individuos son realmente constitucionalistas, si aman la libertad, si luchan por los ideales, en lugar de mandar borrar el letrero e irse a esconder como mujeres, debieron haber tomado un rifle para ayudar a la escasa guarnición, que sólo contaba con cien hombres: ¡eso no es ser revolucionario; esos individuos no hacer más que aprovecharse de una situación ya cimentada, para especular! El haber tratado de impedirlo es otro de los motivos por que me odian: he querido arrancar de su poder al pobre indio, haciendo que el Gobierno lo instruya. En lo único que dan muestras de revolucionarismo a su modo, es en hacerse pasar como elementos del Gobierno; sacar a cada indio cinco pesos, por lo menos, por un escrito, dándole una palmada en los hombros y mandándolo a la Secretaría de Gobierno. El fotógrafo Calderón no es revolucionario, es también pariente de Meixueiro y no es hijo de Oaxaca. Voy ahora a hacer otra aclaración. Yo no he dicho que en Oaxaca no hubiera revolucionarios, pues al señor García Vigil siempre lo he considerado como tal, sin que esto signifique que quiero hacerle la barba; yo dije que en Oaxaca la reacción es muy fuerte, y así es la verdad.

El C. García Vigil: Como acabáis de oír, el licenciado Olivé, aunque con ciertos distingos, ha asentido a lo dicho por mí: esto es, que hubo un grupo de personas que fueron a felicitar y a recibir el Ejército Constitucionalista que comandaba el general J. Agustín Castro; y el hecho de que el señor Payán haya ido allí entre los comisionados, demuestra suficientemente que fue un disidente del elemento llamado de la soberanía........

El C. Olivé, interrumpiendo: Eso fue Payán, cuando más; pero nunca un revolucionario.

El C. García Vigil, continuando: ¿Pero quién es el señor licenciado Olivé para calificar a los revolucionarios? (Aplausos.) El señor licenciado Olivé, como otros muchos elementos que se encuentran en esta Asamblea, no está suficientemente capacitados para decir: Este sí es revolucionario, este no es revolucionario. Ellos mismos, el mismo señor licenciado Olivé no puede probar suficientemente su revolucionarismo, supuesto que arranca de época reciente, esto es, de su incorporación a las fuerzas constitucionalistas.

El C. Olivé, interrumpiendo: ¡Porque no he servido antes a ningún gobierno!

El C. García Vigil, continuando: Es bastante joven el señor licenciado Olivé para que hubiera estado inmiscuido en política de una manera muy activa, en época de una década a la fecha; pero,

insisto: no está capacitado el señor licenciado Olivé para calificar a los revolucionarios. El debió haberse concretado a contestar si efectivamente el C. Payán y todas las demás personas que yo mencioné, formaron parte de ese grupo disidente del Estado de Oaxaca y que de una manera entusiasta fueron a recibir al señor general Jesús Agustín Castro a Tlacolula y, por consiguiente, por este solo hecho probaron que estaban de acuerdo con la actuación del Gobierno Constitucionalista y, por este solo hecho también, debemos considerarlos tan revolucionarios como el mismo señor licenciado Olivé. Señores representantes: Este movimiento de separación en el seno de la sociedad oaxaqueña se marcó perfectamente; tan es así, que precisamente con la autoridad que tenía el señor general Jesús Agustín Castro, es con la que yo vengo aquí a demostrar las falsedades que ha asentado el señor licenciado Olivé. Como una demostración más palmaria de la solidaridad establecida, no obstante la distancia entre los elementos netamente oaxaqueños y el Ejército Constitucionalista, mandado por el señor general Jesús Agustín Castro, este "Partido Constitucionalista" de Oaxaca, que se formó a raíz de la entrada de las fuerzas constitucionalistas a la capital del Estado, por indicación del mismo señor general Jesús Agustín Castro, que quiso ver surgir del seno de la sociedad oaxaqueña un grupo disciplinado y organizado, con el carácter de constitucionalista, que fuera el precursor de la administración constitucionalista, tomó como distintivo los colores rojo y negro, que llevaba en una bandera el señor general Jesús Agustín Castro. Sobre este particular no quiero que sólo se dé el testimonio del licenciado Olivé, sino también el de otros pseudorepresentantes del Estado de Oaxaca que se encuentran acá y que venían con el general Jesús Agustín Castro. De manera que de este modo está suficientemente probado que en el seno de la sociedad oaxaqueña hubo una perfecta división entre los elementos genuinamente reaccionarios que allí existen, como en todas las capitales de los Estados, absolutamente en todas, y los elementos adictos a la Revolución, que también existen en todas las capitales de los Estados y en todos los Estados enteros. Señores, sucesivamente el Gobierno del general Castro se hizo notar, y esto no es un elogio, sino una justicia al mismo, por el afán de solidarizar toda sociedad oaxaqueña, por su deseo de arrancar la raigambre del porfirismo que, efectivamente, existe en dicho Estado como un producto natural, y por su empeño de llevar a un avenimiento a todas las clases sociales por medio del convencimiento, la persuasión y todos los medios de que es posible disponer; pero, desgraciadamente, esta labor de conciliación, de alta política del general Castro, sufrió un horrible contraste con la Administración del actual Gobernador del Estado, general Juan Jiménez Méndez: esta es la verdad. Y como yo no quiero que se tenga esto únicamente como un juicio mío, voy a referirme a lo que aconteció en mi jira política reciente en la ciudad de Oaxaca, habiendo habido la coincidencia de que el general Castro se encontraba allí.

Por la circunstancia de ser yo militar y por el respeto que siempre me ha inspirado este señor, le rendí parte de encontrarme en esa plaza y me presenté a saludarlo. Casualmente se encontraba el general Jesús Agustín Castro con el Gobernador del Estado, general Juan Jiménez Méndez, a quien yo no conocía; fuimos presentados por aquél y esta presentación interrumpió . una conversación entre el jefe, general Castro, y el subalterno, general Jiménez Méndez; se trataba precisamente de la cuestión política del Estado de Oaxaca. Inmediatamente que hubo pasado la escena de la presentación, me preguntó el señor general Jesús Agustín Castro que cómo encontraba mi tierra, a mi juicio. Yo les respondí que la encontraba en malas condiciones; pero que no consideraba yo que fuera esto culpa entera de la Administración, sino de todo el país en general, que por efecto de la revolución se encontraba en retroceso, se encontraba en quebranto de sus energías, de sus actividades y de su progreso. Intempestivamente el general Jiménez Méndez me interrumpió, y dirigiéndose al C. general Jesús Agustín Castro, le dijo:

Ya ve usted, mi general, lo que nosotros debíamos haber hecho para evitar esto fue lo que yo le aconsejé cuando entramos a Oaxaca.

- Pero, ¿qué cosa quería usted que hiciéramos?

- contestó el señor general Jesús Agustín Castro -.

- Haberlos colgado a todos, dijo el general Jiménez Méndez.

Entonces el señor general Jesús Agustín Castro, reclinándose sobre la pared de su carro particular y muy escépticamente, le dijo al general Jiménez Méndez: Pero, ¿cómo quería usted que hiciéramos eso? No es posible decapitar a toda una ciudad. ¿Quería usted que colgáramos a los cinco o seis magistrados, esos pobres viejos, los magistrados de la Corte de Justicia del Estado que encontramos aquí? ¿Quería usted que colgáramos también al Tesorero del Estado, ese cojo Zorrilla? ¿Quería usted que a los pocos diputados que se quedaron aquí también los colgáramos? ¿Quería usted que colgáramos a todos?

- Pues, sí -dijo el general Jiménez Méndez -.

- Pues no, - dijo el C. general Jesús Agustín Castro -; en política, este procedimiento es enteramente desastroso, es contraproducente. Recuerde usted cómo contesté yo una vez a las palabras de algunas señoras y señoritas que tenían por costumbre, cuando salíamos a la calle, gritar: "¡Viva Félix Díaz!"; como me descubrí ante ellas y les dije que las felicitaba por sus convicciones y que era preferible tener amigos enemigos leales, como ellas, y no como los hombres que se escondían y no tenían valor para decirle una sola palabra. Y ya ve usted cómo desde entonces acá, jamás, jamás volvieron a gritar a nuestros oídos: "Viva Félix Díaz!", y que, al contrario, desde ese momento comenzó a establecerse una corriente de relaciones entre la sociedad oaxaqueña y nosotros. Este es el procedimiento que debe usted seguir.

Estas fueron las palabras del general Castro, y entonces el general Jiménez Méndez replicó:

- Pero es que insisten en hacer política.

Y el general Castro objetó a su vez: ¿Quiénes son los que hacen política son aquellos que tienen derecho a hacerla, los que constituyen el Partido Constitucionalista de Oaxaca. Estas fueron las palabras del general Castro, agregando: Este partido tiene

derecho a hacer política, porque fue el único que se estuvo con nosotros mientras nos encontrábamos todavía lejos de la capital del Estado.

Por consiguiente, el general Castro ha confirmado plenamente el derecho que tiene el Partido Constitucionalista de Oaxaca para actuar; y no se crea que tal partido está integrado, no digo integrado, ni siquiera dirigido... ¡bueno! menos aún, ni un solo componente tiene de la alta clase social de Oaxaca, si es que la puede haber; lo integra esa clase media intelectual, esa clase media vigorosa, impulsiva, amante de los ideales, perseverante, tenaz, que tenemos en toda la República y que es la que positivamente ha hecho la Revolución; (Aplausos.) esa clase media que tiene la aptitud bastante para establecer un vínculo con las clases elevadas y propugnar por mejorar a esas clases elevadas, envilecidas, corrompidas; que se mantiene en contacto íntimo con las clases inferiores, con las clases populares, y que sabe conducirlas a la realización de los grandes hechos que determinan el destino de los pueblos. En esta clase media, la que existe en Oaxaca, como existe en toda la República, la que se mostró en los albores de la Revolución, que es la que positivamente la hizo; y esta clase media de Oaxaca es la que forma el Partido Constitucionalista del Estado, con el pueblo, con el inmenso pueblo a su espalda. Por consiguiente, faltó a la verdad el licenciado Olivé al aseverar que Oaxaca es un semillero de reaccionarios y que todo allí es reaccionarismo. No es posible esto sociológicamente, como lo voy a demostrar: Si el señor Olivé admite, como sostiene, que existía una clase privilegiada, es inconcuso suponer que hay una o más clases vejadas por la clase privilegiada; este fenómeno se ha presentado en toda la República y, por consiguiente, sería un caso enteramente extraño, tan insólito que podemos calificar de imposible, el que en el Estado de Oaxaca todos fueran privilegiados. ¿A merced de qué ésto? No, señores; existe esa clase y es indispensable conceder que esta clase ha luchado por los ideales de la Revolución, precisamente para derrocar a esa clase privilegiada. Por consiguiente, hay que admitir el hecho de que sí existe el revolucionarismo en el Estado de Oaxaca. ¿Por qué? Porque ha existido allí la injusticia y porque han existido los vejámenes; por todas esas cosas que han determinado la Revolución, lo mismo en Sonora que en Yucatán, que en Tamaulipas y que en Oaxaca. (Aplausos.) Así, señores representantes, la situación presentada por el señor licenciado Olivé como existente en el Estado de Oaxaca, no es tal. El señor general Jesús Agustín Castro, por lo que acabo de referir, ha mostrado cautela, tacto e idoneidad para poder desarrollar el germen del constitucionalismo, de la Revolución, en ese campo un tanto refractario a él por el hecho de los perjuicios del tan prolongado régimen del general Díaz, por esa vanidad inherente al alma popular de todos los tiempos, de enseñorearse con los hombres públicos y de enfatuarse con los hechos esclarecidos de ellos y pretender una continuación sin término de los hombres de la misma tierra. Pero esto que el señor licenciado Olivé ha observado en el Estado de Oaxaca, existe en todos los Estados de la República. Yo también he recorrido el Norte del país, parte del centro y en todas partes, desgraciadamente, he encontrado esa fatuidad que, si por un lado es mala consejera, por otro es fuente de energías, supuesto que mantiene latente en el espíritu de los hombres la tenencia a perseverar, a distinguirse en pugna noble y a salir avante en todas las dificultades que se les presenten; por consiguiente, esto es innato en la naturaleza de los hombres y en la naturaleza de los pueblos. Precisamente hallándome en la capital de Nuevo León, en una conversación que tuve con varios militares, un teniente coronel se refirió a los escasos servicios prestados por el Sur a la Revolución, y se refirió en tal forma, que positivamente estaba confundiéndome a mí con un fronterizo, ignorando que yo era del Sur; habló cuanto quiso este compañero de armas, y yo, que no quise dejar la impresión de que éramos enteramente solidarios en ideas, tuve al final de la conversación que refutarlo, diciéndole que yo era de Oaxaca. Se quedó asombradísimo, no pudo comprender. ¡No, señores! Los revolucionarios habían sido de Chihuahua; primero en 1910, con Pascual Orozco; de Coahuila, con el señor Madero; de Coahuila, con el señor Carranza; de Nuevo León, con el general don Pablo González; pero del centro, de Oaxaca y más aún de este centro corrompido de la reacción, este foco de reaccionarios que se llama la capital de la República, ¡imposible!

Ya véis, pues, que esto es producto del medio: la falta de vías de comunicación bastantes, la persistencia del régimen feudal entre nosotros, la diversidad étnica de nuestra Nación, todo esto es determinante de ese provincialismo, de ese localismo tan agudo que se encuentra en todas partes del país. ¿Quién no sabe que los veracruzanos se proclaman a sí mismos los más liberales de la República? No me quiero referir a las clases superiores, supuesto que estas clases por su superioridad saben establecer las diferencias reales, las comprenden y no se envanecen por los hombres preclaros que han tenido; me refiero en general al pueblo veracruzano: Enríquez y Lerdo de Tejada les han dado motivo para ese enorgullecimiento. Así, señores representantes, nada tiene de extraño que el Ejército Constitucionalista, que desalojó a la reacción en huestes del Estado de Oaxaca, de la capital de él, haya encontrado esta mala hierba; pero de esto a que no exista en el Estado de Oaxaca el sentimiento revolucionario, que los principios no hayan recibido el calor de las almas en esta tierra, es absolutamente falso, y el señor general Jesús Agustín Castro lo ha comprendido perfectamente. El señor general Jesús Agustín Castro, con la escena que os he referido, dio a su lugarteniente, el general Jiménez Méndez, una docta lección política, no sólo como una especulación de su mente, sino como una demostración, supuesto que probaba con hechos anteriores la tesis que él venía sosteniendo. De modo es que en el Estado de Oaxaca nosotros tenemos que aceptar que sí existe la Revolución, que ha estado latente en él desde mucho tiempo antes y sin que crea yo excederme, puedo decir que quizá en ningún Estado de la República fue tan execrado en vida el mismo dictador Porfirio Díaz, como lo fue en el Estado de Oaxaca. Por consiguiente, es un cargo enteramente infundado, traído a esta tribuna en momentos críticos, para las satisfacciones

políticas que pretende el actual Gobierno del Estado de Oaxaca lo que ha dicho el señor licenciado Olivé.

Ahora bien, señores representantes; se dice que la Administración actual del Estado de Oaxaca se ha preocupado por satisfacer a los pueblos del Estado en los principios proclamados por la Revolución repartiendo las tierras. Sí, ¡bastante provecho ha sacado de ese reparto la Administración actual del Estado de Oaxaca! (Aplausos en las galerías.) Las mieses vertidas en el feraz campo de Oaxaca, han producido los zapatos charolados y los jaquets que ostentan aquí los diputados por Oaxaca que no son de allá. (Aplausos en las galerías.)

Se refirió al señor Olivé a la pobreza extrema que hay en Oaxaca, y no hay tal: el Estado de Oaxaca en la época crítica de la Revolución Constitucionalista, esto es, en 1914 y 1915, pudo acuñar moneda en oro y plata y no sólo esto, sino que pudo mandar a Veracruz algunas cantidades de esa moneda para las necesidades del Ejército Constitucionalista. No es pobre Oaxaca, muy al contrario, es intensamente rico y no de riqueza sólo natural, sino de riqueza explotada. Indudablemente que no se encuentra en un estado de explotación como el que revelan países europeos o algunas regiones de los Estados Unidos de América; pero sí está bastante explotando y es positivo que el latifundismo no tiene en Oaxaca las proporciones que tuvo en Morelos, en Chihuahua, en Yucatán y algunos otros Estados de la República.

Señores representantes: habiéndose demostrado plenamente que la situación del Estado de Oaxaca es enteramente distinta a como la ha presentado el señor Olivé, desde el punto de vista político, resta analizar el caso de esta lucha para la renovación del Poder Legislativo Federal. El señor licenciado Olivé se refiere insistentemente a que hay un grupo de personas lacradas en política que son las que han hecho una obstrucción constante a la Administración Pública del Estado; pero no es así. Habréis hecho notar que el señor licenciado Olivé dice, indistintamente, que es jefe del Partido Constitucionalista de Oaxaca el licenciado Chapital y que lo es el señor Payán. Esta es una confusión producida únicamente porque su mente está preñada de prejuicios, porque no tiene la serenidad bastante para juzgar detenidamente y sin apasionamiento alguno, supuesto que es un interesado de primera categoría. (Risas.) Parece verdaderamente increíble que el Partido Constitucionalista de Oaxaca sea el que haya dado el Municipio a la capital del Estado, el que positivamente gravite en los Municipios foráneos inmediatos y que este Partido Constitucionalista no sólo se encuentre en relaciones cordiales con el señor general Jesús Agustín Castro, sino que, aquiescentemente por parte del señor general Jesús Agustín Castro, desarrolla su actividad política sin conspirar, sin perturbar la paz, sino muy al contrario, contribuyendo en todo lo que le ha sido posible al mantenimiento de la paz, a la conciliación del poder público y al triunfo de los ideales de la Revolución. Y para el Estado de Oaxaca llegó un momento en que tenía que desprenderse, de igual modo que se desprendió del seno de la sociedad de Oaxaca, el Constitucionalismo, al declararse la soberanía por parte de los reaccionarios felicistas, del elemento malo del Constitucionalismo como es el que actualmente rige los destinos del Estado de Oaxaca. Yo no voy a atestiguar con mis pasiones; tampoco voy a invocar el testimonio de personas que no merezcan la confianza plena de la Asamblea; voy a referirme a hechos. Es sabido de toda la República que sobre la personalidad del Gobernador del Estado, general, Jiménez Méndez, pesa una grave acusación por el delito cometido en la persona del Secretario del Juzgado de Distrito, licenciado Adolfo Soto. (Aplausos.) Esto no es el secuestro del Juez de Distrito, es la muerte alevosa, infame, dada por la espalda, al Secretario del Juzgado de Distrito, licenciado Adolfo Soto. Se dirá que la justicia no ha pronunciado su último fallo sobre esto; evidentemente, pero los procedimientos que se han seguido han arrojado bastante luz, resultando que personas de la familia oficial del general Jiménez Méndez sean las responsables directas e inmediatas del asesinato del referido Secretario; estas personas me parece que son dos oficiales o por lo menos un capitán ayudante del citado general. Quiero que tenga el licenciado Olivé la entereza de responder si es cierto o no que sobre estas personas recae la responsabilidad.

El C. Olivé: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Olivé: Esta es una de las maniobras políticas que ha usado el "Pélece" en Oaxaca para desprestigiar al Gobierno y obtener su cambio. En esta ciudad, un movimiento político muy fuerte se desató en contra del Gobernador de Oaxaca, atribuyéndose por ese círculo político el asesinato del Secretario del Juzgado de Distrito. ¿En qué funda su acusación ese grupo? Lo ignoro hasta la fecha, pues no tengo datos. Por lo demás, estoy seguro que el Gobernador de Oaxaca responderá ante la justicia cuando se le llame y se justificará del cargo que se le hace o se le castigará si es responsable. Yo no puedo afirmar que esto sea cierto o no; el cargo se hace, es cierto, pero también lo es que el mismo cargo tiene como principal objeto un móvil político: quitar al Gobernador de Oaxaca, para poner en su lugar a un elemento suficientemente identificado con el Partido Liberal Constitucionalista de Oaxaca, el que deseaba sacar triunfantes a sus candidatos en las pasadas elecciones.

El C. García Vigil: Como acabáis de oír, el diputado Olivé ha confesado que efectivamente recaen esas responsabilidades....

El C. Olivé: No digo que recaen, digo que se hacen cargos; y de hacer cargos a que recaigan responsabilidades, hay mucha diferencia. Se ha hecho un cargo político, pero no se ha probado.

El C. García Vigil: El señor Olivé ha dicho que recaen responsabilidades sobre estas personas.... (Voces: ¡No ha dicho eso!) Y como el señor Olivé trata de desvirtuar los hechos haciendo aparecer como que esto es una maniobra política de los mismos enemigos políticos que se ha concitado el general Jiménez Méndez, sucesor indigno del señor general Jesús Agustín Castro en el Gobierno del Estado de Oaxaca, quiero hacer notar que no es obra de esos elementos propiamente políticos, sino que una Comisión enviada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación para tomar conocimiento de los hechos, fue la que

trajo en las actuaciones practicadas el convencimiento de que eran estos elementos de la familia oficial del Gobernador, general Jiménez Méndez, y por consiguiente, la presunción de que fuera el mismo Gobernador del Estado quien hubiera incitado a cometer este acto infame, lo que ha determinado que la Suprema Corte de Justicia, esto es, el tribunal oficial, no los políticos del Estado de Oaxaca, sean los que arrojen, tanto sobre estos elementos de segunda categoría, cuando sobre el general Jiménez Méndez, esa responsabilidad. Por consiguiente, no son elementos políticos, no son maniobras de éstos los que hayan determinado esa presunción, sino las diligencias practicadas por la Comisión especial secreta enviada por la Suprema Corte de Justicia con objeto de conocer la verdad.

Ahora bien, señores; apartémonos un punto del caso en toda su desnudez y veamos: si la Administración del Estado de Oaxaca fuera como dice el señor licenciado Olivé, ¿no habría esclarecido ya los hechos relativos a la muerte por la espalda del Secretario del Juzgado de Distrito, reconocido como opositor, decididamente inconforme con la Administración del general Jiménez Méndez? ¿No está en el interés de una Administración depurar estos hechos? ¿Por qué es que permanece en el misterio por parte de la Administración de Oaxaca, y no sólo esto, sino que habiendo sido presos de orden de la Suprema Corte los considerados como autores del delito del asesinato del Secretario del Juzgado del Distrito, éstos fueron puestos en libertad por el general Jiménez Méndez? (Siseos.) Contra hechos no caben argumentos. Entonces, ¿por qué esta animadversión para la Administración del Estado de Oaxaca? ¿Qué de extraño tiene que toda la sociedad de Oaxaca, sin distinción alguna de clases - porque en esto todos están de acuerdo - se oponga a esa Administración?

Porque además de estos actos tan punibles, tan abominables como los que acabo de referir, existe una escuela de atentados de todo orden, una secuela de atentados que se ha manifestado por la imposición de préstamos, sirviéndose de los procedimientos más infames de que se puede echar mano, como es el de suscitar por medio de espías una conservación política con cualquier elemento rico para que en el momento en que se emite una opinión desfavorable a la Administración, se le tenga por enemigo del Gobierno y entonces se le haga la amenaza, primero privada, de que no debe contribuir con determinada cantidad de dinero, y que en caso de resistirse, se atenta descaradamente contra este hombre que es enteramente ajeno a la política, porque en verdad, señores, en Oaxaca no se quiere ya más política: ¡es mucha la política que se ha hecho allí! ¡Ya está hastiado el Estado de Oaxaca de política; está completamente decepcionado de los políticos, principalmente del Gobierno Constitucionalista de Oaxaca! Por esto el Gobierno de la República está concitándose enemigos, está enajenándose voluntades por los nuevos gobernantes que tienen en cada Estado. (aplausos.)

Pero estas no son las palabras del sistemático oposicionista García Vigil; no, el señor Soto Peimbert os ha dicho que el Gobernador de Chihuahua es pésimo, y él es gobiernista; el señor general Antonio Medina, lo mismo que el coronel Eulogio Hernández, han asentido respecto de lo dicho en contra del Gobernador de Puebla, doctor Cabrera, por el oposicionista José M. Sánchez, y el señor general Francisco Montes, así como muchos diputados gobiernistas del Estado de Guanajuato y nativos de él, acusan al Gobernador del Estado por una serie de flagrantes violaciones a la Constitución General de la República; por consiguiente, estas no son las palabras del oposicionista sistemático García Vigil, sino que son las palabras de los gobiernistas sistemáticos. (Aplausos.) En estas condiciones, señores representantes, nada tiene de extraño que el Estado de Oaxaca trate de librarse, a la mayor brevedad posible, de este pésimo gobernante que como una verdadera plaga le ha caído allá, secundado por todos estos señores que véis aquí, que son los que en primer término están expoliando al Estado. (Aplausos.)

Volviendo al asunto motivo de esta discusión o sea a la crisis política que se produjo en toda la República por efecto de la renovación del Poder Legislativo de la República, en el Estado de Oaxaca se acentuó marcadamente, supuesto que en la Legislatura pasada sólo tres miembros de la sociedad oaxaqueña, extraña a ésta, vinieron a representarla y fueron al licenciado Olivé, el señor coronel Peña y el señor coronel otero. Esta ingerencia de los extraños en la política del Estado, se asienta como una consecuencia natural de la protección del régimen del Gobierno del general Jiménez Méndez en el Estado de Oaxaca y es casi seguro que si en el transcurso de los dos años de la XXVIII Legislatura no está representado el Poder Ejecutivo, es decir, todos los poderes de Oaxaca, para la XXIX Legislatura serán alrededor de unos 15 los representantes del Estado de Oaxaca no nativos de él ni avecindados de largo tiempo. Para que veáis, señores, patente, el caso de absorción que se presenta en el Estado de Oaxaca en asuntos políticos, allí tenéis al señor Lazcano Carrasco que resultó electo por el 8o. Distrito, Cabecera en Nochistlán, como propietario y que a la vez era suplente por el 1er. Distrito de Oaxaca, suplente del licenciado Arias. Parece extraño, pero no es precisamente extraño, sino que es una labor política criminal la que se sigue al pretender que un extranjero en el Estado pueda tener una popularidad como la que pretende el C. Lazcano Carrasco, como propietario en Nochistlán, distante seis leguas de la capital del Estado y en la capital misma. ¿Pero merced a qué pudo impresionar el señor Lazcano Carrasco? Porque era Secretario del Gobierno del Estado.... (Voces: ¡No era, fue!) Sí era, tenía la licencia, la farsa de licencia que se hace para separar aparentemente a un funcionario público, para hacerla aparecer ante los ojos del pueblo y para satisfacer la necesidad del principio legal de que se separe tantos días antes de la elección, pero siguió después el señor Lazcano Carrasco, porque cuando yo fui a hacer mi campaña, todos los Presidentes de las Municipalidades colindantes de la capital, me decían que ya habían recibido las boletas de mi contrincante, del señor licenciado Arias, que se las había dado personalmente el señor Lazcano que los había mandado llamar. Así, señores, en el Estado de Oaxaca, más intensamente que en cualquier otro Estado de la República,

una administración extraña incrustada en el Estado, sin afición de mejoramiento por él y sin ideales revolucionarios, sin bondad alguna para los hijos del propio Estado, se ha enseñorado de él y le ha explotado de la manera más inicua y pretende continuar explotándolo indefinidamente; esta es la verdad. Para esta campaña electoral todos los elementos del Gobierno del Estado tuvieron cuanto quisieron; bueno.... eso lo sabéis todos vosotros. Yo ví al señor licenciado Olivé con escolta en la estación de San Antonio, lo ví con polainas, lo ví de kaki. ¿Es cierto o no es cierto, señor licenciado Olivé?

El C. Olivé: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Olivé: Si es usted honrado, señor García Vigil, podrá afirmar esto: yo no estaba en San Antonio, en primer lugar; si es usted honrado, digo, no podrá afirmar usted que estaba con escolta en Mejía; estaba de kaki, efectivamente, porque anduve a caballo en todo mi Distrito, ustedes comprenderán que no iba o andar como estoy aquí, esa aseveración sí es cierta; pero de que yo estaba con escolta, digo que falta a la verdad, y si usted quiere, vamos a hacer una cosa: para informarnos lo invito a que se haga una investigación por cualquier conducto que quiera, para ver su yo andaba con escolta.

El C. García Vigil: Señor Olivé, no afirmo yo que usted haya tenido escolta afecta a su persona, yo lo encontré a usted en la estación, la cual no recuerdo si fue Mejía o San Antonio, rodeado de soldados, y se despidió usted del coronel Otero, que sí traía una carabina al hombro, lo mismo que dos soldados que se bajaron en Cuicatlán, por donde hizo su campaña el coronel Otero. Honradamente se lo digo a usted.

El C. Olivé: Pues yo le digo a usted que al coronel Otero ni siquiera lo vi en Mejía, e invoco el testimonio del señor Felipe Ita, que se encuentra actualmente en México, para que diga si es cierto o no; el señor Ita iba en el mismo tren en que usted viajaba y se bajó a darme un recado para informarme cómo andaba la propaganda en el Distrito de Huajuapan. Así es que él pude ser testigo de que no estaba yo con escolta ni que el coronel Otero estaba allí.

El C. García Vigil: Es deplorable que no podamos servirnos de testimonios que cada uno puede presentar para el caso, pero queda el debate de cada uno de nosotros y la Asamblea sabrá prestar la confianza a cualquiera de ellos. En estas condiciones, señores, se inició la campaña electoral en el Estado de Oaxaca. Ya otros oradores, al discutirse credenciales del Estado, se han referido ampliamente y de un modo brillante y persuasivo el señor licenciado Jenaro Vásquez en la memorable sesión de ayer. Hay un cúmulo de pruebas de que el Gobierno del Estado pretendió traer a los escaños de la Cámara de Diputados el mayor número posible de sus adeptos; esto es patente por las circunstancias que han mostrado las credenciales tanto del señor Villalobos, como la del señor Alencáster, como la del señor Pastor actualmente. En el legajo de pruebas presentado por el licenciado Ruega Magro, no puede negar absolutamente nadie que sí existió una marcada oposición, una verdadera obstrucción de parte de las autoridades del Distrito y aún de las del Estado, hacia el candidato Rueda Magro. Esta oposición se hace notar por el siguiente hecho: El "Partido Constitucionalista" de Oaxaca y el llamado "Partido Nacionalista del Estado," que no existía, que no existe, lanzaron la candidatura del licenciado Juan Sánchez para senador, esto es, que los dos bandos que se disputan el campo político en Oaxaca, se encontraron de acuerdo, se pusieron de acuerdo por lo que respecta a senador, mas no por lo que respecta a los diputados, y es sorprendente que el candidato a senador, licenciado Juan Sánchez, sí haya sido registrado como candidato a senador del "Partido Constitucionalista" de Oaxaca en el 5o. Distrito, con cabecera en Tlacolula, y no lo haya sido al mismo tiempo el licenciado Rueda Magro, candidato a diputado. No se venga a invocar que no llenó los requisitos de ley, de constitución del partido, de publicación de periódico, etc., pues está probado que desde 1916, a raíz de la entrada del general Jesús Agustín Castro a Oaxaca, se constituyó el "Partido Constitucionalista," que este "Partido Constitucionalista" luchó en las elecciones pasadas, que luchó en las elecciones para diputados al Congreso Constituyente y en las elecciones de diputados en la XXVII Legislatura; por consiguiente, el "Partido Constitucionalista" de Oaxaca es un partido ya organizado, ya difundido en todo el Estado, con actuación política anterior, y el licenciado Rueda Magra vino a la XXVII Legislatura como diputado por el 5o. Distrito de Oaxaca, el mismo Tlacolula, postulado por el mismo "Partido Constitucionalista" de Oaxaca; de modo que malamente podía ignorar el Presidente Municipal la existencia de ese partido, que es viejo en el Estado. Está demostrado que la pretensión del Presidente Municipal de Tlacolula, de que se llenen determinados requisitos, no es más que un ardid para impedir el registro de la candidatura, esto es, anular por esta circunstancia, la elección; además de los medios innumerables de que puede disponer una autoridad para hacer triunfar a determinado candidato y como una demostración de la oposición del Gobierno del Estado a la candidatura del C. Rueda Magro, está la peregrina contestación que dio al certificado de este candidato, en que se asentara si las señoritas Juana Ruiz, Mercedes Olvera, CC. Serret, Sandoval, y no recuerdo quiénes más, eran empleados de la Administración Pública en la capital del Estado y estaban ejerciendo de propagandistas en el 5o. Distrito, a favor de la candidatura del señor Pastor.

Para el efecto, aunque indudablemente esto ha sido ya leído por la Asamblea, quiero fijar la atención de la misma en este caso. Dice:

Un sello: "Gobierno Preconstitucional del Estado de Oaxaca. - Secretaría del Despacho. - Departamento de Justicia." - Sección Civil. - Núm. 2,099. - Se le manifiesta que no ha lugar a su petición, por las razones que se le indican. Con relación a su escrito de fecha 3 del actual, por medio del cual solicita una constancia de que los señores Guillermo Serret, Alfredo Sandoval, José Pantoja, Juana Ruiz y Mercedes Olvera, son empleados de este Gobierno, así como de los señores Rosalino Torres y José

Inés Trujillo, de la Recaudación de Contribuciones en Tlacolula, manifiesto a usted que, no demostrando su interés y derecho legítimo para obtener la certificación que pide, entretanto no cumpla con demostrarlo, no ha lugar a su petición, puesto que ninguna autoridad está obligada a dar certificaciones de constancias de sus archivos o de hechos relacionados con sus funciones, sino cuando la ley determine lo haga, mayormente no estando demostrada la necesidad, resultaría nocivo la expedición de constancias inútiles."

Jamás se había visto que una autoridad se negara a certificar un hecho de esta naturaleza, que no puede perjudicar de ninguna manera a la misma autoridad, al funcionamiento del Gobierno, pues únicamente se deseaba que certificara si estas personas eran o no empleados; el interés que tuviera el solicitante sería mayor o menor, sería de tal o cual carácter, eso era exclusivo del solicitante; pero el Gobierno del Estado no tenía derecho para negar esta certificación; pero sin querer asiente, supuesto que no niega que sean empleados, y es seguro que si no lo fueran, sí, de una manera terminante habría certificado que no lo eran; pero encontrándose en el caso de que eran empleados y conociendo los móviles del interesado, que eran presentar ante el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados una prueba de que el candidato contrincante se había servido de los elementos que estaban a su disposición y, por tanto, hacía inválida, en cierto modo, la elección, se negó el Gobierno del Estado a expedir esta certificación. Hay una serie de pruebas, unas de orden documental y otras de orden enteramente moral. La Comisión, que no parece presidida por el señor licenciado Blancarte, supuesto que hace verdadero menosprecio de todos los elementos morales de prueba, y después de trabajar laboriosísimamente y hallar lo que, a su juicio, es la verdad, dice que debe ser declarado diputado propietario el C. Pastor y suplente el C. Altamirano; menosprecia en absoluto los elementos de prueba moral el señor Blancarte y me extraña que sean la Comisión presidida por él la que diga esto, porque siempre he creído, y así lo tengo yo entendido que piensa la Asamblea, que es una eminencia moral el señor Blancarte.

Si nosotros siguiéramos en sus pasos a esta Comisión en este dictamen y a otras varias, con esa estrechez de criterio resultaría que, en primer lugar, no estaríamos aquí; el C. Carranza no habría tenido derecho alguno para levantarse en armas, porque, ¿quién probó el asesinato de los señores Madero y Pino Suárez? ¿Quién de nosotros tuvo, no digo la prueba completa, legal, ni mediana, ni incipiente de este asesinato? Y sin embargo, en la conciencia entera de la Nación estaba que estos mandatarios fueron asesinados por Victoriano Huerta, y fue a este impulso hijo de una elevación moral, producto de esta elevación moral, a lo que se debió la insurrección que determinó la caída de Victoriano Huerta. Por esto es que yo admiraba anoche al compañero Vásquez, porque doctamente había recurrido a los elementos de prueba moral y no parecía un hijo de Oaxaca, sino que parecía un discípulo preclaro de Sócrates; con qué acuciosidad llevó la agudeza de su inteligencia y de su moralidad a lo más recóndito de nuestras almas procurando extraer de ellas la verdad pura, el sentimiento noble; cómo se posesionó de la Asamblea, y cómo la Asamblea tributó en homenaje en aplauso ferviente al C. Vásquez, porque verdaderamente había puesto el dedo en la llaga, porque había esclarecido todas las inteligencias, porque había iluminado todos los espíritus y había llevado el convencimiento a todos ellos de que en este asunto, como en todos los actos determinantes del progreso de la humanidad, los elementos superiores, los factores supremos son morales. ¿Qué sería de un pueblo, qué sería de la Nación Mexicana si a raíz de los asesinatos de los CC. Madero y Pino Suárez hubiéramos pretendido para tomar las armas o para protestar, que se nos diera la prueba de que Francisco Cárdenas había acribillado a balazos por la espalda a estos mandatarios? (Aplausos.) Mezquina prueba, mil veces mezquina es una infamia pretender eso; qué, ¿debemos sujetarnos a lo que dijo Victoriano Huerta, que mandó llamar a De la Barra y que le notificó lo que acababa de suceder y que ya se ordenaba la averiguación? Señores, ¿qué esto haga la XXVIII Legislatura producto de la Revolución? Entonces sois huertistas, entonces seguís los procedimientos de Victoriano Huerta. (Aplausos.) Entonces, procedéis con la misma hipocresía con que el dictador Porfirio Díaz encubrió todos los atentados a la libertad y ¡malditos nosotros que no hemos mejorado un régimen de oprobio, aunque de prosperidad material, pero un régimen absoluto de oprobio en todos los órdenes de la vida! (Aplausos.) ¡Ésto es de todos puntos infame! Lo que debéis hacer es fallar exactamente conforme a vuestra conciencia. Mientras los cadáveres de los mártires asesinados eran velados religiosamente por el pueblo, por aquellas santas mujeres que, como los que acompañaron el cadáver de Jesús, reverentes velaron y quisieron sustentar sobre sus hombros el féretro de estos mártires, sonreía cínicamente Victoriano Huerta por esa maniobra política que había realizado al pretender engañar a la Nación entera, y, así, sonríe bobaliconamente el Ministerio de Gobernación, ante este rebaño que él orgullosamente ha constituído; así sonríe, porque él también ha asesinado el sufragio popular, porque él ha matado la libertad, porque él ha matado la fe, la confianza, la esperanza en los espíritus juveniles, porque lo que ha hecho es trocar esta Representación Nacional que significó en la Legislatura pasada el orgullo de la Revolución misma, en un plan de oprobio, indigno de los que nos llamamos revolucionarios que vivimos en los albores del siglo XX y que tendremos a reformar radicalmente la sociedad! (Aplausos.) Él sonríe, pero ni sobre él ni sobre ninguno de sus cómplices dejará de caer la maldición del futuro. Tened presente que en vísperas de la Revolución, en un famoso banquete el dictador Porfirio Díaz también sonreía, también infatuado decía que no importaba que se suscitaran movimientos revolucionarios ya en Yucatán, ya en Chihuahua, pues que llegado el momento, como en antaño en Tecoac, desenvainaría la vieja espada enmohecida con la sangre de tantas víctimas y que se pondría al frente de sus tropas. Y desgraciadamente un grupo de oaxaqueños también fue el primero en ofrecer sus servicios al dictador y doblar las rodillas una vez más,

cobardemente, porque a la hora en que se necesitó contrarrestar el empuje de Ciudad Juárez fueron incapaces, no digo de ir allí, sino aún de defenderlo en la calle de Cadena. Tened presente que la justicia humana no se elabora por simples fórmulas, que la justicia humana viene tarde o temprano, pero que viene, y vosotros si no aplicáis justicia como no la aplicó durante 35 años Porfirio Díaz, iréis acumulando de igual modo que él, todas las iniquidades, todas las rebeliones, todas las resistencias que constituyen a la postre el movimiento insurreccional de un pueblo y que determinan la caída de un autócrata.

Yo no vengo aquí a esta tribuna con objeto de sacar provecho político ninguno, si no es el provecho político indispensable de que la Revolución verdaderamente prevalezca, porque tengo un verdadero interés, porque me considero elemento revolucionario genuino, porque no quiero sufrir el bochorno de ver esta obra fracasada, por eso os hablo como os hablo, y no digáis que no se han levantado palabras en este sentido durante todo el régimen por que estamos atravesando, sucesivamente ya unos, ya otros, hemos venido a reclamar justicia, y si no se aplica justicia, todos vuestros triunfos son estériles. Acordáos que os lo dice un revolucionario que no os odia, que no os detesta, que os ama entrañablemente, porque a muchos de vosotros os ha visto antes en las filas de la Revolución. Vosotros os estáis contaminando de un modo que ya lo veréis, si no es en este cuatrienio, si no es en esta década, si no es en la próxima, será, porque las iras populares se van acumulando y no digáis que fuisteis engañados, que no se levantó una palabra para protestar, para indicaros el camino de la rectitud, que no se dijo nunca lo que se debía hacer, que todos cerramos los ojos y nos tapamos los oídos; no, señores; recibid estas palabras con la unción con que son pronunciadas y haced justicia, y sólo así, sólo así perdurará la Revolución, sólo así se consolidará el régimen; de lo contrario, todos nosotros, absolutamente todos nosotros, tendremos nuestra responsabilidad histórica y estad seguros de que seremos aplastados. (Aplausos prolongados.)

El C. Blancarte: Pido la palabra en nombre de la Comisión.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Blancarte: Ciudadanos diputados: Es ya abrumador el número de cargos que siempre se hacen a las Comisiones mientras que éstas...

El C. Morales Hesse, interrumpiendo: Justificados.

El C. Presidente: Se llama al orden al C. Morales Hesse.

El C. Blancarte: El señor Morales Hesse sería el que menos derecho tendría a decir que justificados, porque hasta ahorita no ha venido aquí a hacer ninguna impugnación. Yo pregunto al señor Morales Hesse y le suplico que me diga: ¿Tiene usted derecho de decir que su opinión prevalece ante la de una Asamblea o usted como demócrata tiene que sujetarse a las resoluciones de esa mayoría? ¿Tiene usted algún cargo especial que hacer a la Comisión que indignamente presido? ¿Puede usted contestar? No contesta. Señores, hacer cargos es muy sencillo. Yo he preocupado en la Comisión desprenderme, así como los compañeros con quienes hemos conferenciado para dictaminar, de todo lo que signifiquen ruindades y mezquindades, porque he tenido que rechazar todas las recomendaciones, a veces de altos empleados de la Federación, he tenido que librar un verdadero combate para llevar adelante el criterio que me he propuesto en esa Comisión.

Se ha omitido aquí tomar en consideración todo cuanto se ha hecho, por ejemplo, en una credencial de San Luis, en donde hubo presión perfectamente comprobada, para dársela a un obrero, el asunto del señor Zavala, y en ese momento no se ha considerado ningún mérito para la Comisión cuando se ha luchado contra una potencia. ¿Y por qué cuando no está comprobado un cargo se quiere aquí que por impresiones morales, que por impresiones de otro orden, la Comisión dictamine? ¿Cómo se quiere que se sostenga un dictamen si las impresiones morales sólo debe tenerlas en consideración la Asamblea? Tenemos que distinguir entre el papel que representa la Comisión y el que representa un jurado, como lo es aquí la Asamblea. La Comisión funda su dictamen cuando tras de sí tiene la prueba para decir: Por esto lo hice, no por impresiones morales. ¿Qué, acaso las impresiones morales pueden bastarle a un individuo para defender su dictamen? ¿debe, como en los jurados populares, tener tras sí la ley y la prueba para decir: por esto lo hice y quien tiene que resolver en definitiva no es allí el jurado, como lo es aquí la Asamblea? ¿Qué cargos tienen que hacerse a las Comisiones? Ustedes han visto que el mayor argumento que se esgrime es este: se demostró con una prueba testimonial que en Oaxaca el material que sirvió par la propaganda y los gastos que se hicieron salieron de allí. Señores, eso no es una prueba testimonial, es un documento privado que se reconoció ante el Juez y todos saben perfectamente que hemos procurado que se esclarezcan la verdad. Se necesitan requisitos especiales en los testigos para que hagan prueba plena; se necesita que estén contestes en lo substancial y al recibirse esta prueba se necesita que estos testigos no se comuniquen unos con otros. ¿Para qué? Para que se vea la verdad del dicho de cada uno de ellos, no poniéndose de acuerdo, no llevando un documento escrito por el mismo interesado de antemano, sino que del choque de esas preguntas que se hagan entre el Ministerio Público e interesados, pueda después el juez saber si dicen verdad o no la dicen, porque si no, es querer comulgar con ruedas de molino. Se dice que el Juez de Distrito es el que tiene la competencia en estos asuntos y que este documento es una prueba testimonial; no es una prueba testimonial, es un documento firmado por algunas personas, no sé si serán interesadas o no, pero las personas más honorables firman; pregunto yo: ¿cómo debe de administrarse justicia en los Tribunales cuando las personas más honorables narran un hecho como testigos, para que se les considere en resolución judicial como prueba plena? Ahora, ¿todos esos conceptos de orden moral, de orden político, de sentimentalismo, de partidarismo, debe tomarlos en consideración una Comisión, señores, para fallar? En las elecciones de este Distrito, señores,

el candidato Pastor sacó seis mil y tantos votos y el candidato Rueda Magro sacó mil y tantos, le nulificamos todas aquellas casillas donde se dice que se retiraron los representantes del C. Rueda Magro, porque se alegaba que no tenían el requisito de haber registrado su credencial en tiempo oportuno y, sin embargo la Comisión no tomó en cuenta esto, y a pesar de eso, todavía se acusa de parcialidad a la Comisión? ¿Cómo debe de obrar una Comisión para que sea imparcial, obrando por impresiones morales u obrando conforme a los documentos que están perfectamente comprobados en el expediente? ¿Cuál es la impresión que debe tenerse en estos casos? Más todavía, el señor diputado Rueda Magro, siendo diputado el Congreso de la Unión, escribió tres cartas originales que se tienen aquí al señor Presidente Municipal de Tlacolula para que le ayudara en su elección. El señor Presidente Municipal le manifestó que no podía ayudarlo. Cuando él se dirigió a ese Presidente Municipal, ¿no era presión la que iba a ejercer al ayudarlo y después si fue presión? ¿O cuándo fue cuando hubo presión? Si se trata de amigos, si era amigo con el Presidente Municipal, si éste opuso alguna resistencia para registrar primero su candidatura fue porque él no llenó los requisitos de ley; y el señor García Vigil nos decía que ese partido estaba establecido muchos años antes, pero yo le pregunto: ¿no se necesita que en la cabecera del Distrito se haga la inscripción como lo dispone la ley, llenando los requisitos del artículo 106? ¿Al Presidente de una cabecera de Distrito le basta que sepa por otros medios que existe un partido o se necesita que se llenen todos los requisitos que la ley señala? Así es, pues, que no podía la Comisión tomar como presión oficial el que se rehusara el Presidente Municipal a inscribir la candidatura, porque claramente se vio que si no la registró, lo hizo por esas causas. Cuando se llenaron los requisitos, un día antes, le inscribió la candidatura. Así es, pues, que todos los elementos que quieren considerar como suficientes para demostrar en conjunto una presión oficial en favor del señor Porfirio Pastor, yo creo que quien debe estimarlos es la Asamblea; la Comisión no tiene tras de sí documentos para probar esa presión y, por lo mismo, consulta en favor del señor Pastor esa elección.

Yo suplicaría que cuando se le hicieran cargos a la Comisión se tomara en consideración el papel que desempeña; no es el de un jurado popular que pueda por impresiones morales hacer un dictamen, es una Comisión técnica y debe fundar su dictamen con pruebas para venir a decir: Por esto lo hice, por mi convicción, porque mi parte interior está convencida de ello. Esta es la razón por la que la Comisión dictaminó en favor del señor Pastor.

El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Luis Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos diputados: Antes de entrar al debate y por si llevado por mi temperamento hiciera alguna alusión desfavorable para algunos oaxaqueños o para Oaxaca, quiero hacer antes esta declaración: por el Estado de Oaxaca en general tengo las más grandes y las más vivas simpatías, porque estuve en su territorio casi un año como combatiente y un año justo desempeñado algunos puestos en la Administración Pública al lado del C. general Jesús Agustín Castro y mi agradecimiento y mi alta y honda simpatía para ese suelo de la patria, tan raro como grande, supuesto que ha podido tener en sí o, más bien dicho, existe en él el fenómeno raro y extraordinario de poseer lo mismo un hombre tan grande como el indígena inmortal Benito Juárez y un hombre tan discutible como Porfirio Díaz; así pues, cono dije antes, por ese solo hecho es excepcional. Allí fuí bien recibido, tuve oportunidad para hacerme de magníficos amigos, entre los que conté siempre con uno de mis mejores al C. Jenaro V. Vásquez, que ayer, de una manera tan brillante y magistral, honoró a esta tribuna y a su Estado. Así pues, no seré yo quien lance una sola frase despectiva para aquel Estado glorioso ni para ninguno de sus hijos en lo particular.

Inconforme con algunas de las apreciaciones vertidas en esta tribuna para juzgar la actuación política de los oaxaqueños durante este período revolucionario, debo confesar honradamente que me consta que en Oaxaca muchos oaxaqueños de nacimiento son partidarios de la causa iniciada en 1910 y seguida después con tanto entusiasmo por los constitucionalistas de 1913. Efectivamente, señores, el "Partido Liberal Constitucionalista" del Estado de Oaxaca, fundado a iniciativa del C. general Jesús Agustín Castro, Gobernador del Estado entonces, surgió del elemento más sano en política de aquel Estado, de la clase media, pero intelectual, y tenía como uno de sus propósitos esenciales ser la semilla de las nuevas ideas en aquel medio verdaderamente hostil en gran parte a estas ideas reformadoras y eminentemente revolucionarias, no por otras consideraciones, sino por desconocidas y en las condiciones en que siempre había estado aquel lejano Estado bajo la administración de la dictadura porfiriana. Además, el Estado de Oaxaca ha dado un contingente muy grande y muy numeroso a la Revolución, muchos de sus hijos han sido soldados y aún siguen siéndolo, muchos de esos son conocidos por mí, porque formaron en las filas del por mil títulos glorioso "21", comandado por el general Jesús Agustín Castro; allí pude conocer a muchos jefes nativos de Oaxaca, que supieron hacerle honor a su abolengo de aguerridos, a su abogado de hombres firmes en sus convicciones. Por otras partes de la República también se han distinguido como elementos combatientes y como elementos eminentemente revolucionarios en el terreno simple de las ideas muchos dignos oaxaqueños, y este contingente no debe pasar desapercibido en estos momentos, en que se trata de hacer justicia y de traer al conocimiento de la Representación Nacional los hechos del Estado de Oaxaca, muy desconocidos hasta ahora. Si faltara algún ejemplo vivo y suficiente para poner de relieve el temperamento revolucionario y altivo del oaxaqueño, aquí en el seno de esta Representación Nacional existe uno que, cualquiera que sea su filiación política y cualquiera el modo de emitir sus pensamientos, está en la conciencia de todos y cada uno de nosotros que es un eminente revolucionario. En cuanto a los componentes del "Partido Liberal Constitucionalista de Oaxaca", salido de esa clase media pensante, no puedo decir precisamente que

los individuos que compusieron este partido hayan militado de una manera activa en las filas de la Revolución, pero sí puede hacerse justicia diciendo que estos individuos llevaban en su conciencia y en su alma, muy hondo y grabado de una manera perenne, el sentimiento revolucionario que no había podido exteriorizar por las condiciones especiales en que se encontraban. Debo hacer constar, para orientar hacia la verdad todo lo que aquí dijo el C. exdiputado Rueda Magro, que los Sodi, los Chapital, los Díaz Quintas y otras personalidades militares por oficio en la política oaxaqueña fueron hostiles al "Partido Liberal Constitucionalista" cuando se formó y enteramente extraños a esta agrupación. El C. Constantino Chapital, actual mentor de ese partido y, por lo tanto, jefe nato de él, es el hombre que lleva más lacras en su personalidad política, es tal vez el desdoro de los hombres que en Oaxaca han actuado de una manera culminante en la política general de aquel Estado, como en la nacional. Esto no podrá desmentirlo absolutamente nadie: el C. licenciado Chapital ha pertenecido a todos los partidos políticos de Oaxaca, ha sido un maromero político, un hombre sin convicciones, un hombre sin ideales, un hombre ya caduco de cerebro y, por lo tanto, ajeno a toda convicción noble. Este hombre, que es el mentor del "Partido Liberal Constitucionalista de Oaxaca", viene a demostrar únicamente que aquel partido se ha separado por completo de la línea recta que le marcara el alto ideal que había levantado como bandera, pretendiendo ser allí la semilla que diera más tarde el árbol grandioso de las ideas revolucionarias del Estado de Oaxaca; así, pues, el C. Rueda Magro no es ni puede ser representante de los dignos oaxaqueños, no es ni puede ser uno de aquellos miembros del "Partido Liberal Constitucionalista" cuando se formó en Oaxaca; al contrario, fue uno de los individuos vistos con desprecio por aquel partido, fue uno de los individuos que se consideraron como enemigos de los miembros que compusieron ese partido; pero los reveses de la política dan la explicación de por qué después, más bien dicho, los vaivenes dan la explicación de por qué después de dos años de formado ese partido, el C. Rueda Magro aparece ahora como postulado y defendido por aquel partido. Creo haber hecho una aclaración verdaderamente honrada a este respecto. Hay más: fue de los primeros que entraron a la vieja y noble Antequera cuando las huestes cobardes de un ejército raro, puede decirse, porque ni siquiera era un producto híbrido del resultado de varias fracciones, ya juntas para defenderse y oponerse a los ideales revolucionarios en su último baluarte, sino que era un conjunto formado de grupos dispersos con distintas ideas y con distintos fines. Allí, desde 1914. el C. licenciado Meixueiro, hábil político oaxaqueño, cometiendo un alto crimen que la historia inexorable juzgará y calificará, arrastró al noble pueblo de Oaxaca a una aventura que le ha costado tan caro y que es la única causante de todas sus actuales desventuras. Allí pretendió el C. Meixueiro ser el sucesor legítimo de Porfirio Díaz en el mando nacional y tomó como escudo para solapar sus bastardas ambiciones, la soberanía de un Estado, pretendiendo por este medio pasar ajeno y enteramente desligado de la convulsiones políticas que se sentían en todo el país y pretendió substraerse también de esta manera de las reformas políticas y sociales que aquella Revolución tenía inscriptas en su bandera. Naturalmente que el ciudadano Primer Jefe de este movimiento no podía estar conforme con las teorías ambiciosas y absurdas de Meixueiro y de José Inés Dávila, que representaban el elemento civil, y ante la defección clara a aquellos ideales - y digo defección, porque tanto Dávila como Meixueiro habían aparentado fidelidad al Constitucionalismo -, el C. Venustiano Carranza se vio obligado a mandar parte del Ejército Constitucionalista al Estado de Oaxaca, no sólo para que sometieran al orden a aquellos infidentes, sino para que de una manera muy especial inculcaran en el corazón del noble pueblo oaxaqueño los ideales revolucionarios. Y esta obra, ciudadanos diputados, tocó en suerte llevarla a cabo al C. Jesús Agustín Castro. Después de diez meses de cruenta lucha, en que por el lado de la reacción se encontraban lo menos unos cien jefes con 14,000 hombres al frente, donde se encontraban todos los ex - federales reunidos y derrotados en las demás partes del país, donde los serranos, con más de 3,000 hombres, con sus principales caudillos a la cabeza, opusieron siempre enorme resistencia, después de diez meses de cruenta lucha, las armas constitucionales levantaron su pendón victorioso en el cerro del Fortín, eminencia que está a la entrada de la ciudad de Oaxaca. Y entonces, ciudadanos diputados, cuando los reaccionarios habían huido de la manera más vergonzosa, después de propalar en la ciudad innumerables bravatas y no menos consejas irrealizables en contra de los constitucionalistas, haciéndonos aparecer como cafres, como hombres sin honor, sin conciencia, dispuestos a todos los atentados y a todas las violaciones, entonces, ciudadanos diputados, después de aquel odio vergonzoso quedaron unos cuantos en la ciudad de Oaxaca, que tal vez no tuvieron ni siquiera el valor suficiente para huir, y entre éstos se encontraba el C. Rueda Magro; el C. Rueda Magro era de aquel Gobierno que huía en vergonzosa fuga, nada menos que defensor de oficio de uno de sus principales tribunales, y ante un hombre que, como Rueda Magro, a pesar de su título de abogado, no tiene ni siquiera el valor suficiente para acompañar en la desgracia a sus compañeros de aventuras, yo prefiero a un ex - capitán ex - federal, como el C. Pastor, que tuvo la dignidad y entereza de romper su limpia espada antes que servirle a la usurpación de Victoriano Huerta.

En estas condiciones el Gobierno del general Jesús Agustín Castro procedió no sólo a la reorganización de un Gobierno que no existía, sino a atender a las más imperiosas necesidades del pueblo, que había quedado en circunstancias verdaderamente lamentables; el pueblo de Oaxaca, sépase, el pueblo humilde, el proletariado, estaba muriéndose de hambre, vivía comiendo cáscaras en los mercados, vivía con la caridad de las gentes piadosas, formando en las calles cuerdas enormes para ir a tomar una especie de caldo que las mujeres caritativas le daban; era un espectáculo verdaderamente triste, verdaderamente desolador. Meixueiro y los suyos, después de emitir en papel como cinco millones de pesos, y haberlos cambiado por plata y por oro, se habían alejado a las montañas llevándose todas las riquezas de la capital y dejando al pueblo en la

más espantosa miseria, y el Gobierno revolucionario tuvo que atender no sólo a su reorganización, sino a satisfacer toda el hambre de aquel pueblo tan duramente castigado.

No voy ya a tocar la parte legal del dictamen emitido a favor del C. Pastor, porque la Comisión ha expuesto razones de peso y porque está en la conciencia de todos y cada uno de los ciudadanos diputados ya un criterio fijo y firme a este respecto, pero no quiero dejar pasar desapercibido un hecho que es de alta significación política, y para hacer referencia a este hecho, tengo que hacer violencia a mis sentimientos, tengo que hacer un grande esfuerzo para referirme a mi querido compañero Vásquez y hacerle un reproche, porque aparte es la amistad y aparte es la consideración, de la verdad y de la dignidad de las cosas. El de una manera injusta se ensaño ayer en contra de los ciudadanos diputados que componen el Bloque Liberal Nacionalista. El dijo que no se explica por qué todavía estos ciudadanos diputados no pueden emancipar sus conciencias y aceptan el yugo y la imposición brutal de la disciplina del mismo bloque; y yo creo, señores diputados, que el hombre que libre y conscientemente abdica de parte de su libertad para cedérsela al conjunto, no merece el calificativo de inconsciente ni de haber siquiera esclavizado su conciencia. En cambio, hay un hecho que revela el valor del individuo y que yo quiero ponerlo de manifiesto, no con el deseo de lastimar al compañero Vásquez ni de causarle una afrenta, pero sí con el objeto sano y noble de darle una lección (Siseos), ya que apenas comienza a entrar a la senda de la vida pública. (Siseos) El C. Vásquez nos hace esos duros y terribles cargos llamándonos inconscientes y serviles, sin comprender que es más noble y leal aquel que conscientemente hace honor a su palabra y a su firma y tiene también el valor civil de arrostrar todas las tempestades que se le vengan encima, a aquel que cualesquiera que sean los motivos que haya tenido para ello, deja de hacerle honor a su firma y pasa sobre ella pisoteándola; y el compañero Vásquez cuando vino a este Congreso, cuando se inició la discusión de credenciales, cuando todavía la suya no estaba aprobada, no tuvo empacho en firmar una de las cláusulas esenciales que rigen en el Bloque Liberal Nacionalista y entonces, tal vez por el deseo de no ser rechazado de esta Asamblea, tal vez por recurrir a este medio como a uno de tantos medios políticos, se afilió sin convicciones, y únicamente por interés, al Bloque Liberal Nacionalista, cuya mayoría le hacía temer por el logro de sus fines. (Aplausos.) Pero esto, señores diputados, no es noble ni es honrado y el individuo que por interés bastardo se vale de un bloque, no tiene derecho a infamar a los que lo han hecho por libertad y por convicción. (Aplausos.) Esa cláusula a que he hecho referencia y que el C. Vásquez calzó con su firma y cuya firma original está en el documento, dice así:

"Entretanto se toma ora disposición sobre cuáles deban ser las bases del Bloque Liberal Nacionalista, exíjase compromiso solemne a los presentes firmantes para sostener en la Cámara las decisiones que se tomen por mayoría, en el seno del Bloque.

"México, 17 de agosto de 1918."

La firma de él y los demás ciudadanos que en aquella fecha formaban el bloque. Yo que he tenido un alto aprecio por el C. compañero Vásquez, he visto con una profunda tristeza cómo un joven que como él apenas se inicia en estas luchas de la política, ya empieza dando estos traspiés, ya empieza por este terreno tan deleznable y tan movedizo, ya empieza a entrar por ese ancho camino por donde pueden pasar no sólo los mil elefantes de la fábula, sino todas las ignominias; pero todavía es tiempo de volver sobre los pasos.

Es muy bonito y muy digno cuando se es joven y se puede presumir de independiente; es muy noble llevar un alto ideal de ser siempre solo cuando se puede serlo; pero el C. Vázquez que ahora hace alardes de independencia, cuando se sintió débil, cuando se sintió solo vino a recurrir misericordiosamente a la fuerza grandiosa del bloque a efecto de que fuera admitido en esta Representación Nacional; y eso, como dije antes, no es digno ni es honrado. Si él hubiera tenido confianza y fe en la pureza de su elección, si él hubiera querido aparentar y creer esto, habría podido todavía mantenerse solo como pregonaba ayer que no pertenece ni al Nacionalista ni al Constitucionalista y entonces el amigo Vásquez estaría en mi concepto, y creo que en el de todas las personas sensatas, como uno de los hombres más independientes y como uno de los hombres más autorizados a lanzar a los del Nacionalista la primera piedra.

Señores diputados: la elección a favor de C. Pastor, el dictamen emitido por la Comisión está ampliamente justificado; por lo que a mí respecta, sólo sí se decir a ustedes que yo arrostro desde ahora todas las responsabilidades que traiga el futuro, sean para mis actos de representante como para mis actos de revolucionario; cualquiera que sea la suerte que sigamos en política, yo siempre sabré hacerles honor a los compromisos adquiridos; yo siempre estaré del lado que me marquen mis convicciones y me encontraré en el lugar que me señale el deber. (Aplausos y siseos.) Conscientemente votaré en pro de ese dictamen que yo conceptuó legal y justo; si la historia tiene que juzgar en nuestros actos, estoy seguro de que no tendré de qué ruborizarme, porque me hará justicia. Si las ideas revolucionarias, si la fracción reaccionaria llega a imponerse, si nosotros tenemos que ser despedazados por el oleaje de ambiciones que todavía está en pie en toda la República y en tribunal de la Reacción me llama a cuentas, yo con toda dignidad y entereza sabré subir a las gradas del cadalso. (Aplausos, murmullos y siseos.)

El C. Lorandi: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Presidente: Tiene la palabra para una interpelación el C. Lorandi.

El C. Lorandi: Desgraciadamente, altísimos intereses obligan a los individuos conscientes del papel que desempeñan en la sociedad a callar cuando la conciencia y la convicción íntima les impelieran a hablar; pero este caso no es de los graves por los cuales el individuo deba callar y Rubén Basáñez, que se precia de honrado, debe repetir ante esta Asamblea lo que hace un momento me dijo allí. (Señalando un curul.)

El C. Basáñez: Efectivamente, ciudadanos diputados, hablando íntimamente con el señor

Lorandi, y sin autorizarlo indiscutiblemente para que repitiera ante esta Asamblea las palabras que yo dije, conversé con él algo que no tengo inconveniente en repetirlo en esta Asamblea: el señor Rueda Magro me dijo a mi individualmente que él, antes de lanzarse a la campaña política, había ido al Ministerio de Gobernación y que al solicitar la ayuda le habían contestado: "Vaya usted a buscar votos, con eso será suficiente."

El C. Lorandi: Eso me dijo Rubén Basáñez, efectivamente.

El C. Castillo Torre: Pido la palabra para una rectificación. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Castillo Torre: Señores diputados: No voy a tratar de la credencial del señor Rueda Magro, sino de algo mucho más importante y en lo que estamos interesados todos o casi todos los que formamos parte de esta Asamblea, izquierdas, llanura y derechas, con excepción de los reaccionarios que existen aquí por arte de brujería o de sortilegio electoral. (Murmullos.)

Pulsando la opinión individual en distintos órdenes de la actividad, he notado que alrededor del "Partido Liberal Nacionalista" se está formando una atmósfera enemiga, y yo vengo a dar mi opinión personalísima acerca de esta opinión pública falseada, en la cual están tomando participación elementos genuinamente revolucionarios, que deberían conducirse con mayor prudencia y mejor conocimiento de las cosas de la vida. Y como tal opinión no reina sólo entre los políticos de café y de cervecería, sino que también ha llegado a las redacciones de los periódicos, yo me veo obligado a rectificar ciertos errores, en beneficio de la entidad moral a la que llamamos Revolución. Los periódicos ocupan en la Edad Moderna el misma sitio y poseen tanta fuerza política como las Universidades en la Edad Media; cada periódico es un centro dentro de cuyos muros la inteligencia preside el desarrollo de esa cadena de sucesos inagotable y variante que se llama la Historia. Los periodistas ocupan el mismo sitio y son los herederos legítimos, los testamentarios de los magistrados que en Roma se llamaron censores y que tuvieron a su cuidado la crítica del estado social y político de su tiempo; y la trascendencia que yo concedo al poder de la prensa es lo que me obliga a hacer esta rectificación de que hablaba antes, en la tribuna parlamentaria. Dícese, entre otras cosas, que el "Partido Liberal Nacionalista," el partido al cual nosotros pertenecemos, no es un verdadero partido político, en la acepción lata y exacta del vocablo, sino una agrupación oportunista y transitoria. No estoy conforme con este modo de pensar, porque si por política entendemos la ciencia que sobre bases históricas y de acuerdo con las fuerzas existentes, expone los principios y los medios apropiados para asegurar el progreso continuo y realizar las reformas más próximas del estado social, es indudable que el grupo de hombres que ha inscripto como emblema de sus actos y rotulata brillante en el paño de sus banderas, el principio nacionalista, es un verdadero partido político, porque en política el sentimiento más elevado y sin el cual no podría explicarse la prosperidad de las naciones, es el sentimiento de la nacionalidad. (Aplausos.) La nacionalidad es algo esencialísimo para la formación definitiva de los países soberanos. En México el robustecimiento de este factor esencialísimo se halla dificultado por la circunstancia de que no tenemos unidad de idioma, unidad de raza, unidad de cultura y, sin embargo, un grupo de hombres de buena voluntad, pulsando las dificultades de la empresa, se ha reunido en escuadrón y allá va con sus ideales avanzados, más pujante y poderoso, mientras más son los obstáculos que encuentra en su camino. ¿Queréis ideal más bizarro que el de encauzar por el mismo anchuroso lecho las corrientes nacionales, disgregadas ahora y enemigas y desbordantes bajo la actuación de la tormenta? ¿Queréis algo más generoso que formar una cruzada para arrancar del corazón de la Patria los siete puñales de la pena y lavar las bocas rojas de sus heridas con el bálsamo abstergente y milagroso de la concordia? Pero la reacción, señores, no puede permitir que la fuerza revolucionaria adquiera vida y tenga fuerza cohesiva; la reacción es la enemiga de toda solidaridad revolucionaria y la reacción es la que está tratando de tergiversar la opinión pública únicamente para restarle fuerza al Gobierno y a la idea revolucionaria en la Cámara; hoy ataca al "Partido Liberal Nacionalista" porque es el más fuerte; ayer atacó al "Partido Liberal Constitucionalista" porque era el más fuerte y anteayer, señores, atacó al "Partido Renovador," porque tenía la fuerza de la Revolución, y lo llevó al sacrificio con Belisario Domínguez y con Serapio Rendón; a las cárceles con Jesús Urueta.... (Aplausos estruendosos.) y para realizar su labor se aprovecha de todas las fuerzas, tomándolas donde las encuentra; si en la Cámara hay hombres que no están de acuerdo con la política general, va como una sirena a cantarles al oído la rebeldía latente que llevamos todos los hispanoamericanos en el espíritu; si en los periódicos hay redactores jóvenes, de buena fe, no faltan los viejos que tienen la cabeza encanecida y que cantan también al oído de aquellos jóvenes el himno de la reacción; si en los hogares hay un hombre joven, lleno de esperanzas en el porvenir, no falta tampoco el anciano, con el alma estratificada en regímenes anteriores, que canta el himno de la reacción; y en todas partes, arriba y abajo, por delante y por detrás, la reacción no hace más que atacar a la Revolución, y es un verdadero suicidio estar alimentando la guerra civil, la guerra intestina en una corporación, en una Asamblea donde yo, por más que hurgo, no veo ni la cara de Moheno ni la cara de Lozano. (Aplausos ruidosos.)

Como es preciso ser un poco extenso en esta tesis, voy a poner un paréntesis, para indicar que no es mi objeto descender a personalismos ni merecer impugnaciones pequeñas, porque es una convicción la que yo levanto para ponerla a los ojos de los hombres de buena fe; con esta convicción, repito, voy a hacer un ligero examen de la lucha sostenida entre las dos grandes fuerzas entre las cuales tendremos pronto que escoger, ya que la reacción, si permanecemos sin defendernos, no nos dará más tiempo para ser fieles o infieles a la Revolución, para vencer con la idea renovadora o para ser arrastrados algún día de la cola del caballo de Félix Díaz o de cualquiera de esos hombres que viajan en la góndola del escándalo impidiendo la

reconstrucción nacional. Comenzaré, señores, por hacer la siguiente declaración que me sugirió hace algunos momentos una conversación familiar tenida con el diputado que ocupa la curul aquella. Porfirio Díaz tuvo una gran desgracia, la de no morirse a tiempo. (Risas.) Le faltó la fortuna de Cronwell y la fortuna de Benito Juárez. Ahora voy a hacer una pregunta: ¿Porfirio Díaz fue, como César en Roma, el término fatal de la evolución hacia la que gravitó nuestro país después de salir de la ruta gloriosa de la Reforma, o fue una de esas figuras históricas utilizadas por la reacción contra el empuje de las energías evolutivas? (Voces: ¡Lo último!) Esta pregunta será absuelta de distinto modo, según sean los llamados a contestarla: un conservador responderá que Porfirio Díaz fue la coronación necesaria del desenvolvimiento de la sociedad mexicana. Los revolucionarios opinamos que Porfirio Díaz fue una de esas figuras históricas que se yerguen sobre el péan de la reacción para detener la "continuidad intelectual y oponerse a la acción del espíritu. Que el Gobierno de Porfirio Díaz fue artificioso y personal, lo demuestra el hecho de que el pueblo se levantó en contra suya el día en que, como la bella durmiente del bosque, fue despertado por el príncipe "charmant," Francisco I. Madero. Roma soportó a Julio César y también a los herederos de éste, locos como Calígula, imbéciles como Claudio, saltimbanquis como Nerón, porque Roma en aquella época estaba preparada para el absolutismo; pero la tierra donde los aztecas entonaron su canción de gesta y los mayas esculpieron las piedras de las montañas alumbrándolas con los destellos clarísimos de su genio; la tierra en cuyo horizonte no se ha puesto el sol que ilumina la frente de los bravos; la tierra que en cada peligro siente que le crece más y más el corazón; la tierra de México, sobria y varonil en su grandeza, con una alma capaz de conmover y deleitar los siglos, la tierra de México guarda sus jugos para la libertad y negándolos a la dictadura hizo caer ese árbol que no será alegre nunca, aunque en sus ramas canten todos los pájaros del trópico; que no será fecundado jamás aunque riegue sus raíces toda la sangre de las naciones y las lluvias del cielo. (Aplausos ruidosos.)

Porfirio Díaz gobernó por la fuerza, no por el convencimiento; mientras las ideas conservadoras que encarnó fueron más poderosas que las ideas evolutivas, permanecieron éstas laborando en el misterio, en la infinita variedad de las manifestaciones del espíritu, el gran fenómeno histórico: la Revolución, la Revolución que en México, lo mismo que en dondequiera, se abre paso el día en que, colmada la medida que el destino marca a la paciencia de los pueblos, surge el grito iracundo de las muchedumbres, a cuyo choque milagroso caen las Bastillas y se derrumban los tronos. (Aplausos.) La voz de la muchedumbre mexicana tronó en Ciudad Juárez en los labios insignes de Madero; Porfirio Díaz no conoció la voz de Madero y se empeñó en llamar motín lo que era una Revolución, del mismo modo que Luis XVI no conoció la voz de Mirabeau y se empeño en llamar: "Estados Generales" a la Asamblea Nacional. Mirabeau y Madero son el presente luchando contra el pasado; Luis XVI y Porfirio Díaz, son el pasado luchando contra el presente. Mirabeau y Madero son los representantes de las energías renovadoras de la historia; Luis XVI y Porfirio Díaz son los representantes de las energías conservadoras de la historia. Mirabeau y Madero son la acción civilizadora. que define el destino de las generaciones futuras; Luis XVI y Porfirio Díaz son la reacción que se opone al progreso y que impide al porvenir el paso con los huesos de los muertos. (Aplausos.) El maderismo, señores, hizo triunfar su política activa contra la política pasiva de la dictadura y su espíritu renovador y evolutivo, sobre el espíritu, conservador de ésta. Atacó, con la piqueta del progreso, todos los órdenes de la cultura porfirista y produjo en ellos una completa renovación de valores. La Revolución, señores, sin embargo, aunque constante, no es continua, y alzó contra el progreso, como Francisco I en la batalla de Marignan, tres espadas: la de Huerta, la de Orozco y la de Villa. Entonces el pueblo

alzó contra la trilogía revolucionaria al hombre del porvenir: Carranza. (Aplausos.) La superioridad del pensamiento dio desde luego al partido revolucionario supremacía sobre el partido de la reacción, al que sacó, además, la ventaja de poseer más considerables factores psicológicos que nosotros hacemos consistir en las dotes personales de su Primer Jefe, la disciplina de los soldados y la mayor actividad, inteligencia y patriotismo de los capitalinos. Y aquí es congruente, señores, recordar que las huestes reaccionarias fueron compuestas de uniformes sin soldados y las huestes de la Revolución, de soldados sin uniformes. (Aplausos.) Y aquellos guerreros revolucionarios, ayunos de vituallas, pero ardidos en el inmenso sentimiento de la Patria, avanzaron a paso de carga sobre los reductos reaccionarios y clavaron sobre ellos la bandera esplendente del derecho, la bandera inmortal de la justicia que vive incorporada a la realidad de las grandes cosas del espíritu y palpita hecha carne y sangre en el corazón del pueblo. (Aplausos ruidosos.)

¿Cuáles armas utiliza, señores, la reacción, el partido tradicionalista, contra el gran partido de la Revolución? Todas las que existen en la panoplia del crimen: los proscripciones del Syla, el puñal de César Borgia, las lecciones complicadas y sutiles de Maquiavelo y las filosofías y los sarcasmos de Hobes. La Revolución, sin embargo, cuya inteligencia pulcra e incólume abre camino anchuroso a las reivindicaciones, escapa de las torturas, de la hoguera y de la guillotina, del inquisidor y del verdugo. Es cierto que en esa lucha de la libertad contra los excesos del poder, la libertad sufre mil ahogos y pierde ríos caudalosos de sangre. ¡Que importa, si las musas populares entonan su himno y viajan en singladuras de maravilla sobre las ondas rojas de esos ríos de sangre, hasta avizorar las playas áureas de la ciudad del Éxito, de la ciudad del Éxito que muestra a los hombres con la agujas de sus torres señeras el camino augural de la victoria!

La reacción, señores, en este momento histórico, está poniendo trabas y extendiendo el canevá de sus conspiraciones para impedir la consolidación del Gobierno revolucionario. Se nos ha llamada aquí, en esta Asamblea, y por un revolucionario cuya honradez reconozco, pero cuya equivocación hago pública, se nos ha llamado conservadores; si con eso se quiso decir que lo que pretendemos es conservar

la idea revolucionara y su hombre representativo, somos conservadores, porque nosotros sabemos que los pueblos no tienen derecho de cambiar sus Gobiernos al capricho y cuando les agrade, ni tampoco para satisfacer los vicios, los crímenes y las ambiciones de nadie, sino para cumplir con las leyes inmutables de la Verdad y de la Justicia. (Aplausos estruendosos.) Y de acuerdo con esas leyes inmutables de la Verdad y de la Justicia, nosotros defendemos la idea y defendemos también al hombre, porque sabemos que si una cosa es la idea y otra cosa son los hombres, cuando las ideas son elevadas, con ellas se elevan los que saben comprenderlas y entonces no podemos atacar a Milton ni a Sidney sin atacar la revolución Inglesa a Voltaire y a Mirabeau sin atacar la Revolución de Francia, y no podemos atacar a Carranza sin atacar la obra de la Revolución de México. (Voces: ¡Bravo! Aplausos ruidosos.) Nueva Revolución no distingue todavía en la vaga y obscura lejanía del horizonte, las torres del éxito; en su camino lucha con emboscadas tlaxcaltecas y tiene que escapar y defenderse de las flechas mojadas en el agua toffana de la traición; y una de esas emboscadas reaccionarias es la que quiere introducirse por las puertas abiertas de esta Cámara y hacer cómplices suyos a revolucionarios puros, pero revolucionarios impulsivos que por satisfacciones mínimas son capaces tal vez de olvidar, sin querer, los altos intereses de la Patria, y más todavía, el interés de la Humanidad. (Aplausos ruidosos. Voces: ¡Bravo!) La reacción pugna por sembrar junto al laurel revolucionario la cizaña de la discordia. ¿Quiénes quieren regar esa cizaña y convertirla en árbol? No creo que en esta Cámara haya uno sólo siquiera de los hombres que aquí han tomado parte activa en los debates, que conscientemente y consultando el dictamen de su conciencia, quiera convertirse en cómplice y contribuir a la tarea de elevar ese parásito, ese parásito, señores, que si crece otra vez en esta Asamblea, como creció cuando la cuidaron las manos del cuadrilátero, del triángulo luminoso, esa cizaña, señores, hablará como hablan los árboles de las leyendas orientales, pero hablará para cantar el responso de la Revolución con la voz de Moheno y Lozano. (Aplausos ruidosos.) Es preciso hacer labor de concordia, es preciso salvar la Revolución y no venirse a despedazar como caníbales para arrastrar con nosotros lo que vale más que la sangre y que la vida: la Patria; porque así como no hay cuerpo sin sombra, no hay vida sin patria. (Aplausos.) Yo soy el primero, señores, en reconocer el ideal revolucionario, el sentimiento caballeresco y el aspecto de gladiadores gentiles y simpáticos de los capitanes de la oposición, pero por lo mismo que los considero revolucionarios, les pido que no traigan disensiones a la Cámara, porque, repito, dentro de todas estas cosas sólo se ve el siguiente objetivo: el deseo de la reacción de restar fuerzas al Poder en cualquiera de sus ramos y en cualquiera de sus centros. Yo le pregunto, por ejemplo, al señor García Vigil, valiente luchador, al que, sin tener con él ninguna amistad personal, me siento inclinado por una amplia simpatía del espíritu, yo le pregunto: ¿cree usted conveniente que su inteligencia se aplique a traer disensiones en un momento en que todavía los caballos de Félix Díaz dan al viento sus crines? ¿Cree usted que si la reacción triunfa, le perdonará como perdonó Huerta a Lozano y a Moheno? No, señor; no le perdonaría a usted ni perdonaría a los revolucionarios verdaderos porque la reacción, si vuelve a triunfar, triunfará sobre un montón de escombros y de cenizas. Y me pesa que no se encuentre aquí el señor Vadillo para decirle lo mismo, porque a Vadillo tampoco le perdonaría, porque es un hombre que aquí ha atacado los antagonismos sociales, el antagonismo de la renta de la tierra que crece en favor de los terratenientes a medida que disminuyen para ellos y aumentan para los demás las dificultades del cultivo, antagonismo que da como consecuencia la opresión y la miseria del campesino.

Quien ataca todos esos antagonismos, ¿puede ser perdonado por la Reacción? Y tampoco serán perdonados por la Reacción los revolucionarios que hicieron obra, en el Partido Liberal Constitucionalista, en beneficio de los obreros, de los obreros para los cuales tuvieron frases de aliento, tuvieron también una defensa en leyes escritas para atacar ese otro antagonismo: el antagonismo del trabajo de ayer acumulado en capital y contra el trabajo de hoy que pugna por romper la ley de bronce del salario, ley de bronce que significa para el obrero la opresión y la miseria. Todos los que han venido a defender esas leyes elevadas y revolucionarias, tienen el deber de mantenerse con fuerza cohesiva y de agruparse para defender la idea revolucionaria y su hombre. Así, señores, en mi concepto, nos lo ordena, nos lo manda el patriotismo el patriotismo que es una fuerza que abre a las almas la religión sagrada del heroísmo que funde hoy a los Estados en el fuego salvador de un solo esfuerzo y que mañana, quizás, reunirá a las naciones en un solo pensamiento, cuando sea un hermoso hecho la confraternidad humana soñada por Pitágoras y Kant, predicada en los libros sagrados de los Vedas y en las parábolas dulces de Jesucristo, cuando la humanidad arrepentida vuelva los ojos al pasado y contemplando con horror tanta existencia truncada y tanta sangre vertida, levante como levantó Atenas en su Ágora un altar universal a la piedad! (Aplausos estruendosos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra para aclaraciones, el C. Soto Peimbert.

El C. Soto Peimbert: Lamento que la hora sea avanzada, pero siento que no por ello deje de ser propicia para que respondiendo a los llamados de un compañero que aseguró ser independiente, nosotros aclaremos conceptos que se han lastimosamente tergiversado.

Es ya casi la muletilla diaria el escuchar el ataque en forma que lastima, no el ataque que razona, cuando se refieren los oradores al Partido Liberal Nacionalista y cuando con especialidad toma a la juventud que en él militamos. Y en verdad que no se tiene justicia para hablarnos así, porque no se ha ido a preguntarnos las razones en que fundamos nuestro credo, las convicciones en que informamos nuestros actos. Se pretende, haciendo de la generación de que es un partido oportunista, la particularización de que a una oportunidad nos acogemos e ignoran los hechos que informan nuestra convicción, para volcarnos luego el ataque. Y bien, señores, somos muchos de nosotros nacionalistas muy antes de que el partido se formara,

porque ya es nuestra convicción estaba la obligación de contribuir a la formación de la nacionalidad y contribuir activamente con nuestras ideas. Yo lamento tener que hablar de mí, porque no gusto de hacerlo, porque creo que no debiera hacerlo, pero en defensa del partido a que pertenezco, he de informar que soy nacionalista antes de que aquí se hablara de nacionalismo. Un grupo de muchachos que tuvieron el mismo derecho a soñar de que nos hablaba ayer el compañero Vásquez, nos reuníamos y solicitábamos el ingreso al Congreso Pedagógico de Coahuila para sostener allí nuestra tesis en contraposición con la tesis absurda del señor Andrés Osuna y allí les enseñábamos que la obra nacionalista está, no en el transplante de obras de educación de países que juzgamos más cultos, sino en la enseñanza de obras serias de psicología elemental de la niñez, para recabar de allí las enseñanzas psicológicas de nuestro medio, en la enseñanza de obras sociológicas para conocer de nuestras costumbres, para formular políticamente estudios que dieran como resultado el desarrollo de una vigorosa personalidad en el individuo y un amplio afán nacionalista en la colectividad. Por eso somos nacionalistas. (Aplausos.) Los que para fortuna y para orgullo de nuestro suelo vimos encenderse las primeras hogueras revolucionarias en la sierra rebele de Chihuahua, que es un eterno prefón de fuerza, no podemos consentir, como lo ha dicho muy bien el señor Castillo Torre, que la zapa de la Reacción nos separe cuando nos está uniendo el mismo ideal y un mismo sentimiento. No es un llamado retórico a la concordia en que nos trae a esta tribuna, es el deseo vehemente de serenar los ánimos y de encauzar los debates a lo que nos proponemos: a hacer luz sobre los asuntos que importan a la nación entera. ¿Qué mucho que se hagan afirmaciones con que no estemos de acuerdo, si en apoyo de ellas se aducen razones que están exentas e pasiones? ¿Qué mucho que desde esta tribuna, de cuando, la abeja ática de la sátira hiera los oídos de aquellos a quienes se ataca? ¡Pero qué triste si se olvida el papel de unión y desentediéndonos de los asuntos esenciales, descendemos a personalismos! Es tiempo, señores, de pregonar muy alto que nuestra labor debe ser más fructífera, es tiempo de reconocer a cada uno de sus méritos y reconocer, tirios y troyanos, que vamos hacia el mismo fin, pero por distinto camino. Se dice - y perdóneseme que me refiera ahora a mí, que soy un gobiernista sistemático -,y se aduce como hecho el que yo declaraba desde esta tribuna que el Gobierno de Chihuahua con su Gobernador a la cabeza eran pésimos. Y bien, señores, ¿con qué lógica pueden compadecerse estas dos afirmaciones? ¿Cómo se puede ser un gobiernista a outrance y denunciar al propio Gobierno sus errores? Sólo que jamás emplearé la forma violenta, sólo que usaremos siempre de las razones, de la cordura, de la mesura que muchos extrañan en quienes apenas comenzamos a pisar la senda de la política con pocos años. (Aplausos.) Hechas estas rectificaciones, yo quiero enseñarles también que fuimos gobiernistas - y debimos haberlo sido necesariamente - cuando a la vera de las montañas incas, un tránsfuga de las épocas pasadas había sembrado errores y nosotros con nuestro entusiasmo y nuestro carácter de estudiantes a quienes no ceñía la regia casaca del diplomático, rectificábamos errores y enaltecíamos la figura de Venustiano Carranza, relatando sus hechos. Sí, señores; fuimos gobiernistas y es uno de nuestros legítimos timbres de orgullo, porque cuando tal hacíamos no era a Carranza a quien ensalzábamos, no era la obra de un hombre la que exponíamos a la consideración de nuestros hermanos del Sur; era la obra de todo un pueblo que sacudía un yugo y que empuñaba vigoroso entre las lumbreras de una nueva aurora sus nuevos ideales y sus orientaciones bien definidas. Si acaso se quisiera recordar la olvidada significación de los colores en política y quisiéramos ver por qué el nacionalista adoptó el rojo, yo les diría que el rojo es el color con que se tiñe el cielo cuando se inician todas las auroras; yo los diría que el rojo flameó sus lumbres sobre las cabezas gloriosas de los paladines de la Revolución Francesa; yo les diría que sobre el rojo de sangre de la actual lucha florecerán mañana con cabrilleos de estrella las conquistas de los principios sociales más avanzados en la vieja Europa; yo les diría que el rojo fue aquel que tiño las banderas de los eternos rebeldes en una justa rebeldía encaminada hacia el mejoramiento, hacia un continuo mejoramiento. Entonces, ¿por qué desde esta tribuna se olvidan todos esos principios que informan nuestro credo y nuestra acción y sólo se detienen en detalles que nada dicen del conjunto ni en nada pueden atacar la idea esencial, para atacarnos a nosotros? Reconocemos en ellos, en nuestros contrarios los constitucionalistas, la buena fe y el deseo de contribuir con la oposición a la rectificación de errores, pero que no se nos niegue a nosotros nuestra buena fe para contribuir con nuestras ideas a la consolidación de nuestro Gobierno y a la rectificación también de los propios errores. Nosotros quizá nos hayamos echado a cuestas una obra menos brillante, pero más sólida; es muy fácil criticar, pero es muy difícil enseñar los senderos para construir. (Aplausos.)

No quiero fatigar más vuestra atención, me basta haber hecho desde esta tribuna mi profesión de fe y haberla explicado sustentándola en razones, para creer que ya he desvanecido cargos que considero desde hoy injustos. (Aplausos y voces: ¡A votar!)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Vásquez para aclaraciones. (Voces: ¡Ya no!)

El C. Vásquez: Señores diputados: Se ha tratado de probar en esta Asamblea que yo pasé sobre mi firma; soy bastante joven y cuido mi honor y precisamente en defensa de mi honor vengo ahora. El buen compañero Espinosa ha tratado de arrancar un jirón a los cuarteles de mi honor y vengo a refutar lo que se ha querido decir, no haciendo revelaciones que para mí serían chocantes y que para vosotros serían bochornosas; no haciendo revelaciones de cosas que sé del bloque "Nacionalista." (Voces: ¡Hágalas!) Una sola voy a hacer. (Voces: ¡ Todas, todas!) Cuando ingresé al bloque "Nacionalista." creí que en el momento en que se ponían a la consideración de la Asamblea los dictámenes, se habrían de poner también las pruebas en contra, para que de esta manera se formara el criterio completo de la misma Asamblea y no a la hora de la discusión de las credenciales... (Siseos.)

pues con las pruebas que se presentan aquí, resultan las vacilaciones que hemos visto, que dieron lugar a que se presentaran aquí mociones suspensivas. (Murmullos y siseos de las derechas.) Yo, que absolutamente no tengo ninguna responsabilidad histórica de ningún partido... (Murmullos de las derechas); yo, que como independiente luché en mi tierra, al venir acá al bloque "Nacionalista", me llamó poderosamente la atención el hecho de que algunos de los miembros prominentes que vosotros perfectamente conocéis, propusieron allí el criterio del carpetazo para todas las pruebas que se enviaran en contra de los miembros del bloque. (Siseos en las derechas.) ¿Qué me decís de esto? (Voces en las derechas: ¡Qué es una mentira! ¡Que no es cierto! Aplausos en las galerías.) Pero la lección... (Voces: ¡Nombres, nombres! ¡No sabe lo que dice! ¡Pruebas! Murmullos.)

El C. Presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados no interrumpan al orador. (Aplausos en las galerías.)

El C. Vásquez, continuando: No necesitaría yo, señores diputados, citar nombres, porque vosotros perfectamente bien lo sabéis. (Voces en las derechas: ¡Cítelos! ¡Dígalos!) Respeto demasiado, señores, al miembro del bloque que quiso implantar el criterio del carpetazo... (Voces: en las derechas: ¡Ah, quiso, quiso...!) Esos procedimientos, esas ideas... (Voces: ¡Cuáles, cuáles!) no pueden de ninguna manera convencerme. Señores, en consecuencia, la lección que el compañero Espinosa vino a darme aquí, la devuelvo con esta otra lección, que estoy seguro seguirá la mayoría del bloque "Nacionalista" a la hora que se acaben de discutir las credenciales. (Voces: ¡Aah!) Ya lo veréis, compañeros... (Voces: ¡Aaah!) no confiéis en la fuerza que tenéis: "Para que se sirva usted mandar se dé cuenta a la honorable Asamblea que dignamente preside, tengo el honor de manifestarle que por no convenir a mis ideales continuar en ese bloque parlamentario..."

El C. Lorandi, interrumpiendo: ¡Después de haber votado en contra! (Murmullos y voces: ¡Después de que había votado en contra!)

El C. Vásquez, continuando: Voy a acabar de hacer la lectura de este documento: "...me separo desde esta fecha y suplico a usted tenga a bien mandar sea borrado mi nombre de la lista de sus miembros; en el concepto de que agradezco infinitamente a esta honorable Asamblea que en un principio y por mis ideas sanas y honradas, me haya admitido en su seno, donde tengo convicción de haber sido leal.

"Protesto a usted las seguridades de mi consideración.

"México, a 5 de septiembre de 1918. - Al ciudadano Presidente del bloque parlamentario "Nacionalista." --- Presente." (Voces: ¡Aaaah! Murmullos.)

El C. Alvarez del Castillo: La contestación, compañero.

- El C. Vásquez Voy a leerla:

"Bloque Liberal Nacionalista." - Presidencia.

"En contestación a su escrito de fecha 5 de los corrientes, me permito manifestar a usted que el "Bloque Liberal Nacionalista" quedó debidamente enterado de su deseo de separarse de la referida agrupación parlamentaria.

"Sírvase usted aceptar las muestras de mi personal consideración.

"México, 10 de septiembre de 1918. - El Presidente, J. M. A. del Castillo.

"Al ciudadano diputado Jenaro V. Vásquez. - Presente."

Quiero decir, pues, que no teniendo independencia de criterio en el "Bloque Nacionalista"... (Siseos en las derechas y voces: ¡Huy!) que no teniendo libertad para emitir mi voto, señores, porque cuántas veces para siquiera contentar a las recriminaciones de mi conciencia, a la hora de las votaciones nominales me salía a los pasillos para no votar, y pido que se lean las listas, para ver dónde consta mi nombre. (Murmullos.) En consecuencia, señores, yo, que no quiero que se me tenga como un hombre sin honor, yo que no quiero que de ninguna manera se vulnere el decoro... (Voces: ¡Huy, huy, huy!) yo que de ninguna manera puedo permitir que se diga que pasé sobre mi firma, porque yo estoy completamente desligado del "Bloque Nacionalista", la lección que el apreciable compañero Espinosa venía a darme, ya he dicho que la devuelvo con esta otra lección. (Voces: ¡No, no!)

El C. Presidente: Tiene la palabra para aclaraciones, el C. García Vigil. (Aplausos de las galerías.)

El C. García Vigil: Señores representantes: Me veo en el caso de abordar la tribuna por segunda vez, con objeto de mostrar y justificar mi inconformidad con el muy brillante discurso del señor Castillo Torre, que ha sido algo así como una palanca poderosa para levantar el ánimo tan decaído del "Partido Liberal Nacionalista." (Voces: ¡No, no! Siseos.)

El C. de los Ríos, interrumpiendo: El "Pélece" es el que nos está consolidando.

El C. García Vigil: "¡Viva el "Pélece"! Ha sido una poderosísima palanca el señor Castillo Torre... (Voces: ¡No, no!) en el bloque llamado "Liberal Nacionalista", que no es nacionalista, ni liberal. (Aplausos de las galerías.) Un momento... (Voces: ¡Pruebas, pruebas! Risas, Campanilla.)

El C. Díaz González: ¡Si es por choteo, pasa! (Murmullos.)

El C. García Vigil, continuando: Sí, señores; voy a proceder con lógica. Desde luego sugiero este convencimiento que yo tengo: el hecho de que el señor Castillo Torre, poderoso decidor en la Asamblea, haya solicitado la palabra para hacer aclaraciones y sobre el canevá - haciendo uso de la palabra - del nacionalismo y con el constante estribillo de la reacción y con la sutileza bondadosa del término "concordia", haya venido a la tribuna a hacer gala de su ilustradísima inteligencia, mostrándose como un pésimo sucesor de Plutarco, para establecer paralelos verdaderamente desastrosos en la historia contemporánea. (Aplausos en las galerías. Risas en las derechas y voces: ¡Pruebas, pruebas!)

Bello es subir a la tribuna parlamentaria y desenvolver el vuelo de las ideas en la forma bella como lo hizo el señor Castillo Torre y, sobre todo, con la gala suprema del sofisma, supuesto que es un ardid propio de las inteligencias privilegiadas; bello es,

en verdad, pero para los fines políticos trascendentales que se persiguen en la Asamblea representativa de la Nación, esto es como una pompa de jabón que se desvanece al soplo más leve. ¿Por qué arte de magia y a impulso de qué sentimiento íntimo o de qué convicción profunda, el licenciado Castillo Torre ha subido a la tribuna a evocar figuras de otros tiempos y a compadecerlas míseramente con figuras de nuestra época sobre las cuales el fallo de la historia, fallo que se elabora en sucesión de lustros y aún de siglos, está todavía tan en principio, que ni se inicia siquiera? El C. licenciado Castillo Torre ha querido, de una vez por todas, enclavar en esta Asamblea su pendón y fijarlo sobre el punto más alto como una divisa, como un penacho, como algo así en torno al cual deben caer todas las miradas anhelantes de los desposeídos del dón de la palabra, pero que sienten el deseo de aparentemente justificar una actuación que está ya condenada por la opinión pública entera. (Voces: ¡No, no! Aplausos de las galerías.)

El C. de los Ríos: Es la Contaduría Mayor de Hacienda.

El C. García Vigil: Indudablemente el C. Castillo Torre ha venido un tanto... (Voces: Cuanto.) lleno de bondad a contraer a estas fuerzas que se separan por naturaleza propia y conducirlas a esa finalidad que él persigue; pero desgraciadamente, el licenciado Castillo Torre, a diferencia de ocasiones en que ha hablado, si no con sinceridad mayor, al menos con un lenguaje supremamente vero, ha mantenido en silencio despectivo a las galerías; (Voces: ¡No!) no así a las derechas que han acogido cualquiera palabra, cualquiera frase efectista del orador, para aplaudir principalmente cuando, no trayendo, sino arrastrando de los cabellos a figuras gloriosas de la Historia, las compra con el C. Carranza. (Aplausos de las galerías.) Pero en este desbarajuste de las ideas emitidas por el C. Castillo Torre, no he hallado cosa tan reprobable como el hecho de comparar a Mirabeau con Madero y a Porfirio Díaz con Luis XVI. (Aplausos en las galerías.) ¿Qué es esto? Parece increíble que un erudito como el licenciado Castillo Torre haya querido establecer un paralelo entre el último vástago de los Capeto, el último sucesor de una dinastía de siglos con el plebeyo Porfirio Díaz, hijo de la plebe, enseñoreado del Poder por obra propia, sin herencia ninguna, que a la postre resultó un canalla. (Aplausos.) Un hombre fuerte como Porfirio Díaz, con aquel aficionado a la ebanistería, descendiente último de los Capeto, que se significó por débil, aquel que se amedrentó ante la muchedumbre que clamaba ante su palacio...

El C. Lorandi, interrumpiendo: ¡No las personas, las organizaciones sociales!

El C. García Vigil, continuando: Pero si esto es por lo que respecta a las personas en sí solas, ¡cuánta diferencia mayor existe entre el estado de la Francia prerevolucionaria del 89 y el estado prerevolucionario del nuestro. En vano se ha pretendido por los líricos de la Revolución, en vano se ha pretendido por los entusiastas de ella, aficionados a la lectura de los Girondinos de Lamartine o a las obras de Thiers, establecer un paralelo entre la Revolución Francesa y la Revolución Mexicana; en vano se ha pretendido hacerlo. Ni por los alcances de ella, ni por los principios enunciados, ni por las mezquinas figuras que ha citado en nosotros, comparadas con aquellas figuras resplandecientes de la Revolución Francesa; absolutamente por nada, si no es únicamente por las aspiraciones populares por lo que puede establecerse un paralelo que resulta pobre a la postre. Así, señores, ¿cómo es que a la hora en que se pretende llamar a la concordia a todos los que persistimos en considerar caduco ya el régimen emanado de la Revolución, se quiere que olvidándose de la ley suprema que es la justicia, convengamos con los graves atentados que se están cometiendo contra esta entidad moral? ¿De qué sirve que se venga a llamarnos a la concordia si estáis vulnerando el principio fundamental de la justicia al hacer lo que hacéis con las credenciales que se presentan? (Aplausos.) Vulneráis el más elemental principio de justicia, porque en aquelarre os reunís, aquí sí por arte de brujería, y sin esperar a la parte contraria, falláis únicamente movidos por interese bastardos. (Aplausos en las galerías.) ¿Cómo podéis sentiros satisfechos al aprobar o reprobar determinadas credenciales, si no habéis escuchado previamente en vuestro bloque mismo, en vuestro areópago, a la parte contraria? ¿Cómo puede ser esto si vosotros venís aquí resueltos, con menosprecio de la parte contraria? En ninguna parte se puede condenar al acusado sin haberlo oído y vosotros lo condenáis previamente. (Aplausos en las galerías.) ¿Cómo, pues, hablar de justicia y de libertad, si lo que está haciéndose es precisamente regando el árbol maldito de la dictadura? ¿Cómo hablar en son de justicia, si lo que estáis haciendo es condenar constantemente la verdad al suplicio? ¡Al discutir con vosotros los que traen credenciales y otros que no las traen, siempre hallan dibujados en vuestros rostros los signos del menosprecio, del indiferentismo, del sectarismo y del fanatismo! ¡Esos sóis vosotros! Nadie ha podido hacerse devolver un dictamen para que fuese reformado y se hiciese justicia al que la tiene; cuando más, en los momentos más críticos no se ha conseguido sino devolver el dictamen a la Comisión para reforzarlo en vista de los argumentos aducidos por la parte contraria, que habéis recibido por sorpresa... (Voces: ¡Siurob, Zavala, Castillo Garrido, Arriaga y otros pueden atestiguar lo contrario!) Así, señores, si nosotros queremos salvar la Revolución, no lo lograremos conviniendo unos con los otros en sostener esto que se llama nuestro Gobierno, sino apoyando al Gobierno de la ley, que es el que sostiene el "Partido Liberal Constitucionalista"; el Gobierno de la ley, no el Gobierno personalista que está sujeto a todos los vaivenes de las ambiciones y de las inmoralidades humanas; no se consigue ese fin apoyando a un Gobierno que dicta órdenes contrarias a los preceptos legales y se envanece de legar a la historia un hombre que haya ocupado muchos lustros como Jefe de Estado, bajo cuyo régimen se levantaron estos monumentos, aquellos edificios, se construyeron tantos kilómetros de vía herrada y se elevaron tantos kilómetros de cable, etc.; no, señores, en la Sociología moderna, en las entidades modernas políticas los hombres desaparecen absorbidos por el torbellino popular; la vorágine del pueblo es la que engulle estos factores, los depura y así los lanza a la historia. Por encima de todo esto está

la soberanía popular y no los regímenes de gobiernos personales, como es el que nosotros tenemos. (Aplausos.)

Se pretende que estemos nosotros asintiendo constantemente a las tendencias del Poder, esas tendencias de observación constante; se pretende que nosotros únicamente por esa palabra meliflua de concordia y sobre todo por animadversión a esa palabra de "reacción", vayamos a pasar por alto todos los desmanes que se están cometiendo por nuestros mandatarios. De ninguna manera. El señor licenciado Castillo Torre, olvidando sus palabras en una sesión reciente, en que dijo que la reacción estaba en todas partes, esa reacción ese fantasma que él encuentra por todas partes, dijo que estaba en las oficinas públicas, que estaba en la administración, y ¿como, pues, entonces, llamarnos a un advenimiento sin antes convenir en una depuración de la administración misma? (Aplausos.) Estamos de acuerdo, si, señores estamos de acuerdo en venir a perorar aquí invocando valores establecidos desde siglos, pero no estamos de acuerdo en practicar las virtudes que nosotros preconizamos, en eso no estamos de acuerdo, y no estamos de acuerdo por que acá, siendo la Representación Popular el tribunal más alto - políticamente - de la República, y siendo los cimientos de ella el voto emitido en los comicios ¿cómo es que estos cimientos se quebranten por vuestra piqueta en la consigna que tenéis en el bloque "Liberal Nacionalista"? (Aplausos. Voces: ¡Pruebas, Pruebas!)

El C. Díaz González: ¡Ustedes mismos lo hicieron!

El C. García Vigil: ¿Pruebas? Prueba bastante es el hecho de que un antiguo miembro del bloque "Liberal Nacionalista" se haya separado del bloque y haya venido a decíros en vuestra cara las consignas a que os sujetáis.

El C. Díaz González: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Presidente: Si lo permite el orador.

El C. García Vigil: Sí, señor.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Díaz González: Hago la aclaración antes, de que yo no pertenezco al bloque "Liberal Nacionalista". En las sesiones en que estuve, doy mi palabra de honor de que nunca jamás recibí alguna consigna; y yo reto a usted y a los demás ciudadanos a que comprueben de una manera fehaciente que en el bloque "Liberal Nacionalista" se haya recibido una sola consigna. Si no lo prueba, tendré a usted como un vil calumniador.

El C. García Vigil: El C Díaz González trata de alterar lo que yo digo; no digo que sea una consigna venida de fuera del bloque... (murmullos), es la consigna que se da en el bloque mismo entre sus propios miembros para venir a votar aquí en determinado sentido...(voces: ¡Eso no es consigna; son acuerdos del bloque!); y de esto tiene la prueba el C. Díaz González, no en lo que yo digo, sino en lo que dice un ex - miembro del bloque "Liberal Nacionalista" ... (Voces: ¡Un tránsfuga!)

El C. Díaz González: Invito a ustedes para que a eso no le llame consigna, sino acuerdo de una asamblea.

El C. García Vigil: Yo lo llamo consigna, por que así es de hecho. Sí, señores, si sobre un asunto que debe ser tratado juiciosamente, como es la discusión, de credenciales, y sobre lo cual no debe recaer acuerdo alguno, puesto que no se escucha a las dos partes, sino sólo a una, se toma resolución privadamente, ésta no puede ser, principalmente para los que no asistimos a las sesiones del bloque, más que una consigna.

Ahora bien; un miembro de las derechas me dice que así lo hacía el "Partido Liberal Constitucionalista". ¡Pues esto no lo hizo nunca! En el caso del señor don Luis Cabrera, cuya credencial algunos trataron de rechazar, el criterio del bloque "Liberal Constitucionalista ", unido a los bloques "Socialista" y "Liberal Radical", prevaleció en contra de esa pretendida consigna. El hecho está probado, porque el C. Alonzo Romero, dictaminador en el expediente de esta credencial, dijo terminantemente que la credencial del licenciado Luis Cabrera era buena; que por ningún motivo y menos siendo inusitado del todo, podía él convenir en cambiar el dictamen, y así fue aprobado por todos los miembros de los tres bloques unidos; esto es, no se persistió en la tendencia de algunos miembros aislados. (Voces: ¿Y esa no fue consigna?) No, esa no fue consigna, fue dejar en libertad a cada uno de los miembros para que votara, al igual que habíamos venido haciendo siempre. (Voces: ¡No es cierto!) Sí es cierto, aquí sí se necesitan pruebas en contrario, que se diga en qué credencial se acordó previamente el sostenerla o rechazarla.(Voces: ¡Cienfuegos!) Y la prueba es que algunos dictámenes que fueron rechazados por la Asamblea, fueron devueltos a la mayor brevedad, si no en la misma sesión, en la sesión siguiente, con el dictamen reformado en el sentido como lo había querido la Asamblea.

El C. Díaz González: ¿Me permite usted una aclaración?

El C. García Vigil: Si señor.

El C. Díaz González: Con permiso de la Presidencia. Yo juro al señor García Vigil, bajo mi palabra de honor, decir verdad en este caso. En el asunto - y en todos los demás de los asuntos - del señor Cabrera, no solamente hubo acuerdo de antemano en los bloques a que usted ha hecho referencia, sino que hubo necesidad para asegurarse ustedes del triunfo y para que votaran en contra del dictamen, de recoger firmas a los miembros de dichos bloques; y no solamente hubo, sino que hubo, como en los gallos, apuestas. A mi me consta que el señor Padilla y otros muchos cruzaron apuestas, porque tenían la seguridad de antemano de que iban a ganar, porque decían que tenían las firmas de todos los que iban a votar en contra del licenciado Cabrera. Esa es prueba evidente de que en el bloque "Liberal Constitucionalista" hubo acuerdos más inquisitoriales que en el bloque "Liberal Nacionalista". (Aplausos.)

El C. García Vigil: ¡Pruebas, señor Díaz González!

El C. Díaz González: Le digo a usted hasta los nombres de los miembros. ¿Ello no es un testimonio?

El C. Alvarez del Castillo: ¡Una aclaración!

El C. Díaz González: C. García Vigil, ¿insiste usted en la prueba?

El C. García Vigil: Si señor.

El C. Secretario Lorandi: La Presidencia me

ordena interrogue a la Asamblea si concede permiso para que el orador continúe en el uso de la palabra. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Sí se concede permiso.

El C. Díaz González: Voy a las pruebas. Como este asunto no fue sólo del conocimiento mío, sino también de muchos diputados de la XXVII Legislatura, pregunto a alguno de los que pertenecieron a ella si saben algo de lo que estoy aseverando.

El C. Barragán Martín: Pido la palabra para contestar.

El C. García Vigil: Verdaderamente va degenerando la discusión. ¡Imaginad qué resultaría si siguiéramos este procedimiento! El C. Díaz González debe rendir pruebas, no testimonios personales, y menos de individuos que siempre han militado en el bando contrario al "Partido Liberal Constitucionalista".

El C. Díaz González: En tal caso, voy a pedir al señor Barragán que haga su declaración ante un Notario, a fin de que se protocolice.

El C. García Vigil: No, señor; la prueba que debe usted traer es la del documento en que se estamparon las firmas.

El C. Lorandi: O un disco de fonógrafo de la discusión relativa.

El C. García Vigil: De lo contrario nada probaría usted porque podríamos ir acumulando una multitud de testimonios de este género, unos en pro y otros en contra, sin llegar jamás al convencimiento. (Voces: ¡A votar, a votar!) Señores representantes, la Asamblea está positivamente fastidiada...(voces: ¡Y con muchísima razón: no hemos comido y tenemos ya siete horas aquí), y quiere llegar a una resolución sobre el dictamen; por lo tanto, me reservo para otra ocasión hablar extensamente sobre los tópicos tratados... (aplausos) por el señor Castillo Torre. Ahora, ¡a votar, como habéis convenido, señores del "Nacionalista"! (Aplausos.)

El C. Secretario Meade Fierro: Por orden de la Presidencia se consulta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido el dictamen. Los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Suficientemente discutido. En votación económica...

El C. Saucedo: Pidió votación nominal.

El C. Díaz González: ¡Estamos en votación, no hay duda sobre la votación!

El C. Olivé: Pido votación nominal.

El C. Saucedo: Estoy apoyado... (Murmullos, voces y campanilla.)

- El mismo C. Secretario: Por orden de la Presidencia se procede a la votación nominal. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.) Se va a dar lectura a la parte resolutiva del dictamen, que dice:

"Primera. Son válidas las elecciones para diputados al Congreso de la Unión, efectuadas el día 28 de julio próximo pasado, en el 5o. Distrito Electoral del Estado de Oaxaca.

"Segunda. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado Distrito Electoral, los CC. Porfirio Pastor y Alfredo A. Altamirano."

El C. Rodríguez de la Fuente: Pido la palabra. (Voces: ¡Estamos en votación!) ¡Moción de orden!

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Rodríguez de la Fuente.

El C. Rodríguez de la Fuente: Con objeto de que se vote económicamente la primera pare del dictamen.

- El mismo C. Secretario: Por acuerdo de la Presidencia se procede a la votación económica de la primera parte del dictamen, que dice: (la leyó.)

Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner de pie. Aprobada. Se procede a la votación económica de la segunda parte del dictamen. (Voces: ¡Nominal!) Se procede a la votación nominal.

El C. Secretario Soto: Por la afirmativa.

El C. Secretario Meade Fierro: Por la negativa. (Se tomó la votación.)

El C. Secretario Soto: Votaron por la afirmativa los 128 siguientes CC. diputados: Aceves, Aguilar Antonio, Aguilar Pablo, Alencáster Roldán, Altamirano, Alvarez del Castillo, Angeles, Avellaneda, Avilés, Balderas Márquez, Baledón Gil, Barragán, Barrera, Basáñez, Blancarte, Bolio, Bravo Lucas, Cabrera Federico, Camacho, Cancela Nogueira, Cárdenas Emilio, Cárdenas Rafael, Carreón, Carriedo, Carrión Luis G., Casas Alatriste, Castillo David, Castillo Garrido, Castillo Torre, Castro Alfonso, Colina Federico de la , Contreras, Cordero, Cornejo, Cravioto Gallardo, Cuéllar, Chávez M., Díaz Infante, Esparza, Espinosa Luis, Espinosa y Elenes, Fernández Miguel B., Ferrel, Fierro, Flores, Gaitán, Galindo, García Adolfo G., García Antonino M., García de Alba, García Pablo, García Ruiz, Garza Candelario, Gómez Cosme D., Gómez Gildardo, González Jesús N., Gutiérrez Atanasio, Hernández Jerónimo, Hernández Loyola, Iturralde, Jiménez Rafael, Lazcano Carrasco, Limón Uriarte, Lomelí, López Emiliano Z., López Ponciano, Lorandi, Madrid, Malpica, Mancisidor, Márquez Galindo, Meade Fierro, Medina Antonio, Méndez Arturo, Méndez Benjamín, Méndez Fortunato, Mendoza Félix A., Moctezuma, Molina, Morales Francisco César, Ocampo, O'Fárrill, Olivé, Ordorica, Oropeza, Ortega, Ortiz José de la Luz, Palacios Moreno, Parra, Pastor, Paz, Peña, Pérez Vela, Quiroga, Ramos, Reyes Francisco, Ríos Rafael L. de los, Rivera Castillo, Rodríguez de la Fuente, Rodríguez Herminio S., Roel Santiago, Romero Cepeda, Rosas Miguel, Ruiz H., Ruvalcaba, Saldaña, Sánchez Salazar, Schulz y Alvarez, Silva Federico, Silva Herrera José, Silva Pablo, Solórzano José I., Soto Peimbert, Soto Rosendo A., Tamez, Tejeda, Torre Jesús de la, Trejo Amado J., Urdanivia, Uzeta, Valadez Ramírez, Valladares Francisco, Varástegui Franco, Vilchis Diego. Villalobos Antonio, Villaseñor Salvador, Villaseñor Mejía y Villela Humberto.

El C. Secretario Meade Fierro: Votaron por la negativa los 13 siguientes CC. diputados: Bravo Izquierdo Donato, Díaz González, García Carlos, García Vigil, Leal Mariano, Morales Hesse, Padrés Gustavo, Patiño, Saucedo, Siurob, Torre Rómulo de la, Vásquez Jenaro V. y Velásquez López.

- El mismo C. Secretario: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hace la siguiente declaratoria:

Son diputados propietario y suplente, respectivamente por el mencionado Distrito Electoral, los CC. Porfirio Pastor y Alfredo A. Altamirano.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Castillo Torre para rectificación de hechos. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí)

El C. Castillo Torre: Señores diputados:... (Varios ciudadanos diputados abandonan el salón. Campanilla.)

El C. Presidente: Se suplica a los señores diputados que se sirvan no abandonar el salón.

El C. Castillo Torre: Señores diputados: Sin emplear el lenguaje demasiado rudo del señor García Vigil y procurando usar todo el más decente y pulcro que esté a mi alcance, voy a rectificar algunos errores históricos que en mi concepto no deben permanecer flotando en una nube de indecisión sobre la cabeza de aquellos diputados que no hubiesen estudiado bien las teorías de la Historia. El señor García Vigil de un modo demasiado acre dice que ha traído de los cabellos figuras históricas y que es absurdo mi juicio entre Mirabeau y Madero. Yo pregunto a mi impugnador si puede negar acaso el juicio que hice entre Luis XVI y Porfirio Díaz.

El C. García Vigil: Sí, señor.

El C. Castillo Torre: Comenzaré por el segundo. Yo pregunto al señor García Vigil si puede negar que Luis XVI fue el representante de la fuerza reaccionaria que en Francia se opuso a la marcha evolutiva de la Revolución, y si puede negar que en México Porfirio Díaz fue la fuerza reaccionaria que se opuso a la marcha evolutiva de la Revolución, Pues bien, si Luis XVI en Francia, y Porfirio Díaz en México fueron representantes de la Reacción, ¿no cabe entre los dos un juicio semejante? Es claro que en el terreno de las cosas hay la parte y hay el todo; hay el fragmento y la totalidad. Yo no he querido hacer en mi juicio un paralelo exacto entre estas dos personalidades, sino indicar que en el campo de la historia ocupan el mismo plano, el plano de la Reacción. Me parece absurdo que cuando tenemos esa paridad tan considerable en el campo abstracto y dilatado de las ideas, se nos venga a decir que el juicio es absurdo, porque Díaz era plebeyo y Luis XVI aristócrata: no creo que así deban juzgarse las personalidades de la historia.

Respecto a mi juicio de Mirabean y de Madero, no tengo más que repetir los mismos argumentos: Madero levantó en México la bandera de la reivindicación y reunió bajo su sombra a un pueblo para llevarlo hasta la playa donde debía adquirir sus derechos; el verbo de Mirabean flotó como un bólido brillante sobre las asambleas francesas para reunir también a aquel pueblo de Europa y llevarlo a esa misma playa donde brillan con los iris de la libertad las conchas y los nacares de las reivindicaciones.

Respecto a mi tesis de que hay una fuerza enemiga interesada en fomentar las discordias y restar fuerza a todos los factores individuales o colectivos de la Revolución, me parece que se encuentra también dentro del sentido común. Cuando vemos levantarse un mal, lo primero que hacemos es preguntar ¿a quién aprovecha ese incendio, a quién aquel desastre, a quién ese crimen? y aquel a quien aprovecha el desastre, el incendio o el crimen, está ineludiblemente interesado en fomentarlos y en hacer que bajo las cenizas, que bajo las aguas del naufragio o bajo los fragmentos del terremoto, desaparezcan las fuerzas que le son contrarias y en las cuales mira verdaderos enemigos. Esto es, a mi entender juzgar, dentro del orden lógico de la interpretación personal, los sucesos históricos; eso nos enseñan todos los comentadores, los medianos y los brillantes, todos los que ocupan la cima o los que ocupan el valle, todos los autores de las obras contemporáneas, las más novísimas, las de Fouillée y Seignobos. Creo, además, que ya que García Vigil trató antes de un modo inconsiderado y hasta tal vez inconveniente, de esas dos entidades que flotan como nubes de esperanza delante de los ojos de los hombres de buena voluntad, y que se llama el patriotismo y la concordia, creo conveniente definir que una cosa es el patriotismo y la concordia, otra cosa es la patriotería y otra cosa es la falta de patriotismo. Patriotería es exclamar, por ejemplo, como dice la leyenda de Bernardo Reyes: "Si la Casa Blanca no da una satisfacción a México, iré con veinticinco mil hombres a clavar la bandera nacional en el Capitolio de Washington". Patriotismo es procurar engrandecer el terreno en que se vive, levantar la imagen brillante de nuestros héroes, cuidar la cuna de nuestros hijos y la tumba de nuestros padres; patriotismo es decir, aquí y en todas partes, que México en América cumple la función de Francia en Europa: comprar la libertad de los pueblos autóctonos del Nuevo Continente, a costa de su propia sangre. Y esto no es patriotería porque allí están las páginas de la historia que nos enseñan que nosotros ganamos la libertad de Centro América; que con nuestra Guerra de Reforma la disciplina positivista triunfó en México y fue a triunfar después en la América del Centro y en la del Sur con las ideas nuevas de los legisladores del 57 y los principios filosóficos de Gabino Barreda. Allí está la historia que nos demuestra que Benito Juárez es el que impulsó la reforma de Centro América, y allí está todo Centro América para confesar que lo mismo su independencia política que su emancipación de las teorías clásicas de la época colonial, se deben a la sangre derramada en los campos de México, donde, repito, en el Nuevo Continente cumple la función de Francia en Europa: comprar la libertad del pueblo autóctono, comprar la libertad del indio a costa de nuestra propia sangre. (Aplausos.) Y falta de patriotismo es negar el concurso individual en los instantes en que la barca de la patria, azotada por la tormenta, amenaza naufragar; es preciso ser un poco más heroicos, por más, según la frase de un escritor inglés, el sacrificio sea un enigma. ¡Adoremos el patriotismo, adoremos el patriotismo que es la fuerza que defiende las creencias, las opiniones, los sentimientos de los pueblos; el placer entrañable que arranca de las raíces del alma el grito de ¡Patria!, grito de júbilo que vuela sobre las cumbres del entendimiento y de la voluntad como manifestación sensible de la existencia de una gran ilusión blanca es la palidez de los luceros, rosa en las mejillas de la aurora, azul en el dombo de los cielos y áurea en los cabellos del sol; ilusión que domina la metafísica y también las realidades austeras de la vida; llena de luz el hueco de las almas, y flamea sobre la cúpula que encierra las creencias, opiniones, sentimientos, el destino de las naciones, el corazón de los hombres y la esencia de las cosas, los colores brujos del ensueño, rosa y oro, blanco y azul! (Aplausos.)

El C. García Vigil: Pido la palabra para contestar una alusión personal. (Voces: ¡No, no!) Insisto en hacer una aclaración.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. García Vigil: Señores: Sin que el señor licenciado Castillo Torre vaya a tomar esto como un ataque personal a él y sobre todo como una crítica cruel por los símiles que ha buscado en su peroración, y como no debo alargar más la sesión sino que, como lo dije antes, me reservo a la primera oportunidad para redargüir - creo que suficientemente la tesis sostenida por el señor Castillo Torre -, sólo me concreto a manifestarle que es de todo punto descabellada la comparación entre esos personajes; que no adquieren éstos las proporciones que adquirió la figura que nos presentó cuando dijo que seríamos atados a la cola del caballo de Félix Díaz que viajaba en góndola; no, no adquieren estas proporciones; pero es indudable para el más profano en cuestiones históricas, que Luis XVI era un monarca tan débil, que era juguete familiarmente, en lo más privado, en el hogar, hasta de las intrigas de todo orden por parte de su hermano el conde D'Artois; que sabe perfectamente en María Antonieta sí podía representar una fuerza propulsiva de reacción; pero traer la comparación de Luis XVI, monarca tan débil, hastiado del poder, con Porfirio Días, celoso de él mismo hasta la senectud, es una cosa que verdaderamente no puede pasar. Ahora bien; la otra comparación entre Mirabeau, un ariete de la palabra, con Madero que difícilmente podía usar ésta, que era un apóstol solamente; entre Mirabeau, depravado en su vida privada, y Madero, un hombre probo en ella, no hay punto alguno de comparación. La comparación podría reducirse únicamente al momento, al fenómeno, pero no a las personas. Tiempo tendré más tarde para hacer ampliamente esta refutación que es verdaderamente sorprendente de parte de un abogado como el señor abogado Castillo Torre, que tiene esa facilidad de palabra y sobre todo, esa facilidad de concepción.

El C. Castillo Torre: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Castillo Torre para una aclaración.

El C. Castillo Torre: El señor García Vigil ha estado de acuerdo conmigo en que existe similitud entre las cuatro figuras que yo cité en mi discurso, en cuanto al momento. Ese es precisamente el fondo del juicio que he hecho; no he tratado de hacer un paralelo entre las aptitudes físicas y las cualidades intelectuales de las cuatro personalidades históricas aludidas, sino juzgarles como representantes de dos fenómenos históricos: Luis XVI y Porfirio Díaz, del fenómeno de la reacción; Madero y Carranza, del fenómeno de la Revolución. Creo que con esta explicación sale sobrando cualquier otra cosa.

- El C. Presidente, a las 4:51 p. m.: Se levanta la sesión y se cita para el lunes próximo a las cuatro de la tarde, a sesión de Cámara de Diputados.