Legislatura XXVIII - Año II - Período Ordinario - Fecha 19191111 - Número de Diario 54

(L28A2P1oN054F19191111.xml)Núm. Diario:54

ENCABEZADO

MEXICO, MARTES 11 DE NOVIEMBRE DE 1919

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CAMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO II.-PERIODO ORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO III.- NUMERO 54

SESION

DE LA

CAMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DIA 11

DE NOVIEMBRE DE 1919

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Se da cuenta con los asuntos en cartera, concediéndose licencia a los CC. diputados Roel, Arriaga y López Emiliano Z.

3.- Son turnadas a la Comisión de Presupuestos y Cuenta las siguientes iniciativas: de numerosos CC. diputados, con el fin de que se aumente en el presupuesto para 1920 la cantidad de un peso diario a los sueldos que en la actualidad tienen los empleados de la Cámara y de cincuenta centavos a los de la servidumbre; del C. diputado Amezola, reformando las partidas 20 y 21 del Presupuesto de Egresos, nivelando la categoría y sueldo de los taquígrafos parlamentarios de la Cámara; de varios CC. diputados, para que los taquígrafos segundos parlamentarios de esta Cámara disfruten, en el presupuesto próximo, de la cuota diaria de once pesos; y del C. diputado Morales Francisco César, a fin de que en el presupuesto del año próximo los taquígrafos parlamentarios de ambas cámaras disfruten del mismo sueldo.

4.- Se sigue dando cuenta con los asuntos en cartera. Segunda lectura de la proposición de varios CC. diputados, relativa a que se derogue la disposición acordada por esta Cámara, para celebrar sesiones las mañanas de los martes, jueves y sábados; se admite a discusión; a la Comisión de Gobernación en turno.

5.- Segunda lectura del dictamen de la Comisión de Industria y Comercio, referente a que todos los artículos manufacturados en el país deberán estar marcados con un sello o letrero en español que así lo indique; a discusión el primer día hábil.- La Comisión de Presupuestos y Cuenta presenta su dictamen sobre la iniciativa del C. Lanz Galera, tendiente a que en el Presupuesto de Egresos de Quintana Roo para 1920 figuren dos nuevas partidas; a discusión en la sesión en que esté a debate el presupuesto de Quintana Roo. Segunda lectura del dictamen que presentan las comisiones unidas 1a. Agraria y 1a. de Crédito Público, relativo al proyecto de ley sobre la Deuda Agraria de los Estados, que devolvió con observaciones el Ejecutivo; a discusión el primer día hábil.

6.- Es discutida y aprobada una iniciativa suscrita por los CC. Aguilar Pablo, Morales Francisco César y Saldaña José P., en que proponen se pase lista a las cuatro en punto de la tarde y si al concluirla no hubiere "quorum", se suspenda la sesión aplicando el artículo 64 constitucional a los faltantes; se aplique el mismo precepto a los diputados que sin gozar de licencia no figuren en la lista de asistencia del día y se descuenten las dietas a los diputados que desintegren el "quorum" antes de la hora reglamentaria o se retiren del salón sin dar aviso a la Presidencia.

7.- Varios CC. diputados presentan una moción a fin de que se pase a sesión secreta; no se dispensan los trámites.- El C. Cravioto Gallardo informa respecto de la comisión que se le confirió.

8.- Continúa la discusión del proyecto de Ley de Ingresos; a votación el inciso (a) de la fracción XIII del artículo 1o., se aprueba.

9.- Discusión del inciso (b), fracción XIII del mismo artículo; la Comisión solicita y obtiene permiso para retirarla.- Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. FRANCO AGUSTIN

(Asistencia de 126 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 4.27 p. m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Aguilar, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día diez de noviembre de mil novecientos diez y nueve.

"Presidencia del C. Agustín Franco.

"En la ciudad de México, a las cuatro y cincuenta y dos de la tarde del lunes diez de noviembre de mil novecientos diez y nueve, con asistencia de ciento cuarenta y seis ciudadanos diputados, se abrió la sesión.

"Sin debate se aprobó el acta de la sesión celebrada el día ocho del presente mes, y en seguida los CC. Soto Rosendo A., Saucedo y secretario Aguilar, introdujeron al salón al C. Manuel H. Segovia, quien rindió la protesta de ley como diputado suplente al Congreso de la Unión por el 6o. distrito electoral del Estado de Chihuahua.

"Dióse cuenta con una proposición firmada por los CC. García de Alba, Uzeta, Villela, Aguilar Pablo, Baledón Gil, Angeles Carlos y Trejo, tendiente a que se suspendiera la sesión como homenaje de condolencia de esta Cámara al C. presidente de la República, con motivo del fallecimiento de uno de sus familiares. Se le dispensaron los trámites y fue aprobada sin debate.

"A las cinco de la tarde se levantó la sesión."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta a la Asamblea si se aprueba el acta. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

- El mismo C. secretario: Se va a dar cuenta con los asuntos en cartera:

"El C. licenciado José A. Brown manifiesta, por medio de su oficio número 17, fechado el día 6 del corriente, que al aceptar el cargo de juez 2o. de lo Civil que le confirió el Congreso, hace presente que pondrá la mayor acuciosidad por que su labor resulte en provecho de la sociedad."- A su expediente.

"El C. licenciado Francisco Ramírez Romano manifiesta, por medio de su oficio número 61, fechado el día 8 de los corrientes, que con fecha 1o. del mismo se hizo cargo del Juzgado 7o. de lo Civil de esta capital."- A su expediente.

"El C. licenciado Enrique Arévalo comunica, por medio de su oficio número 1, fechado el día 4 de los corrientes, que con fecha 3 del mismo tomó posesión del Juzgado 3o. Correccional de esta capital."

- A su expediente.

"Telegrama procedente de C. Victoria, Tamaulipas, el 10 de noviembre de 1919.

"H. Cámara de Diputados:

"Hónrome comunicar a usted que hoy hice entrega gobierno este Estado al C. general Francisco González, nombrado gobernador provisional por la H. Cámara de Senadores. Salúdolo afectuosamente. El gobernador provisional, Andrés Osuna."- De enterado.

"Telegrama procedente de Villahermosa, Tabasco, el 10 de noviembre 1919.

"Presidente Cámara de Diputados:

"Estos momentos salgo con general Emilio B.Elizondo, jefe operaciones militares región sierra, con objeto consolidar restitución autoridades legítimas Jalpa, Tacotalpa y Teapa y conseguir normalizar funcionamiento las mismas, así como abrir averiguación y practicar exhumación cadáveres juez y secretario de Juzgado mixto Teapa, asesinados por tropas coronel Leonides Domínguez. Afectuosamente salúdolo. El gobernador constitucional interino, licenciado Tomás Garrido."- Recibo y al Archivo.

"Honorable Cámara de Diputados:

"Urgentes atenciones de carácter privado me obligan a solicitar de vuestra benevolencia el permiso necesario para dejar de asistir a las sesiones durante veinte días, sin goce de dietas, suplicando que se me conceda con dispensa de trámites.

"México, D. F., 9 de noviembre de 1919.- Santiago Roel."

En votación económica se consulta a la Asamblea si concede la dispensa de trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se concede la dispensa de trámites.

Está a discusión. No habiendo quien solicite el uso de la palabra, en votación económica se pregunta a la Asamblea si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se concede la licencia.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"J. Isaac Arriaga, diputado propietario por el 11 distrito del Estado de Michoacán, ante vuestra soberanía vengo a exponer:

"Asuntos de vital importancia para la región que represento, reclaman urgentemente mi presencia en Michoacán. En tal virtud ruego me sea concedida una licencia, con goce de dietas, hasta por diez días. Igualmente pido dispensa de trámites para esta solicitud.

"Constitución y Reformas.- México, D. F., noviembre 10 de 1919.- J. I. Arriaga."

En votación económica se consulta a la Asamblea si se concede la dispensa de trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se concede la dispensa de trámites.

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se consulta a la Asamblea si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Concedida.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"Teniendo necesidad de estar en la ciudad de Monterrey, en atención de asuntos familiares, por medio de la presente suplico muy atentamente a esta H. Cámara de Diputados, se sirva concederme, con goce de dietas y con dispensa de todo trámite, una licencia hasta por diez días para estar separado del seno de la misma, a partir del 12 del actual.

"Protesto lo necesario.

"México, D. F., 10 de noviembre de 1919.- Emiliano Z. López."

En votación económica se pregunta a la Asamblea si dispensa los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se dispensan los trámites.

Está a discusión. No habiendo quien solicite el uso de la palabra, en votación económica se consulta a la Asamblea si concede la licencia. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Concedida.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Los CC. Castillo Torre, Amezola, Siurob, Chávez, Bolio y numerosos ciudadanos

diputados más, presentan una iniciativa con el fin de que se aumente en el presupuesto para 1920 la cantidad de $1.00 a los sueldos que en la actualidad tiene los empleados de esta Cámara, y $0.50 a los de la servidumbre."- A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

"El C. diputado Andrés Amezola presenta una iniciativa de reformas a las partidas 20 y 21 del Presupuesto de Egresos para 1920, con el fin de nivelar la categoría y el sueldo de los taquígrafos parlamentarios de la Cámara." - A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

"Los CC. Morales Francisco César, Olivé, Amezola, Vadillo, Saucedo y numerosos ciudadanos diputados más, presentan una iniciativa con el fin de que los taquígrafos segundos parlamentarios de la Cámara de Diputados disfruten en el presupuesto próximo, de la cuota diaria de $11.00."- A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

"El C. diputado Francisco César Morales presenta una iniciativa a fin de que en el presupuesto del próximo año, los taquígrafos parlamentarios de ambas Cámaras disfruten del mismo sueldo." - A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

- El mismo C. secretario: El ciudadano agente del Ministerio Público en funciones de procurador de Justicia del Estado de Chihuahua, comunica por medio de su telegrama fechado el día 8 del presente, que el C. Manuel H. Segovia, diputado suplente por el 6o. distrito electoral de quel Estado, se encuentra procesado en el Juzgado 2o. de lo Penal de ese distrito, por injurias al Ejército Nacional.- A la Comisión de Peticiones en turno.

El C. Segovia: Señor presidente, pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Segovia: Señores diputados: Reclamo vuestra atención y vuestra benevolencia. De la capital del Estado de Chihuahua ha llegado un telegrama que dice lo siguiente: "Manuel H. Segovia está procesado, libre bajo caución de cinco mil pesos." Este es un telegrama inteligente, hábilmente redactado, para causar la impresión que, en efecto, ha causado, es decir: el diputado, el ahora diputado Segovia ha entrado en funciones, sorprendiendo a la Cámara. Nada más inexacto. En primer lugar, el señor agente del Ministerio Público, en funciones de procurador general de Justicia del Estado, se calla que, estando procesado, no se ha dictado, a pesar de que el proceso ya lleva cerca de nueve meses, auto de formal prisión, y algo más también que dice el telegrama: ¡cinco mil pesos por la libertad caucional! ¡Figúrense ustedes! Un hombre que sale de la cárcel por cinco mil pesos, ¿qué delito, qué crimen tan grande no habrá cometido?

El crimen, el delito que cometió, al igual que Manuel Chávez M., en cierta ocasión, fue atacar los desmanes que comete en el Estado de Chihuahua el ingeniero Andrés Ortiz, y de paso haber tocado Manuel Chávez M. algo con respecto al Ejército Nacional. Yo disculpo al ciudadano agente del Ministerio Público en funciones de procurador general de Justicia del Estado, porque es un pobre hombre, viejo, ya vencido, que no tiene energías para oponerse a la vida; no es él el autor del telegrama; detrás de Larragoity, el que firma el telegrama, está la fatídica figura del gobernador del Estado de Chihuahua, Andrés Ortiz. (Voces: ¡Duro! ¡Duro!) El no ha tenido el valor de mandar un telegrama aquí, acusándome a mí de haber venido a sorprender a la Cámara, sino que se ha valido de un pobre viejo, como se podría haber valido de un maniquí de un tablado de títeres. ¿Quién no sabe qué cosa es lo que ha hecho Andrés Ortiz en el Estado de Chihuahua? Entró a esta Cámara - ustedes lo saben bien -, a la XXVII Legislatura, como se acostumbra decir aquí: por la puerta del chanchullo; ha impuesto en el Estado de Chihuahua a todos los presidentes municipales, tratando nada menos que de preparar su elección para gobernador constitucional del Estado. Ha fomentado el juego desde Ciudad Juárez hasta Parral y ha cometido un gran número de errores, que no es del caso venirlos a decir en esta Asamblea. Pues bien; porque nosotros lo atacamos, nos echamos encima completamente su inquina y nos ha procesado. Yo vengo a impugnar el trámite, para que, en lugar de que pase a la Comisión de Peticiones, la Cámara no se haga partícipe de las pasioncillas ruines de un mandatario funesto. Yo desearía que el trámite que se diera a este telegrama fuera el de: "Enterado y al Archivo."

Ustedes dispensen este exabrupto, pero, señores, cumplía a mi conciencia y a mi honorabilidad de hombre que llega a este lugar con la frente alta y limpia y que no trae las manos manchadas por el robo ni la conciencia manchada con la sangre de un asesinato, sino simplemente haber, en determinado momento, interpretado el sentir de todo un pueblo, toca a mí hacer una advertencia a la Cámara para que no se vaya a creer que yo he venido a sorprenderla. Así pues, obrando en justicia se me concederá que el telegrama, como decía antes, tenga este trámite: "De enterado y al Archivo."

El C. secretario Aguilar: En votación económica se consulta a la Asamblea si se aprueba el trámite de la Mesa. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

No se aprueba el trámite de la Mesa. (Aplausos.) La Presidencia lo modifica en la siguiente forma: "Recibo y al Archivo."

"El C. licenciado Luis G. Palacios, electo por el Congreso, magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Norte de la Baja California, envía un escrito en el que solicita la cantidad de $1,500.00, en calidad de viáticos."- A la Comisión de Peticiones en turno.

"Los empleados de la Contaduría Mayor de Hacienda presentan un memorial en el que piden se les pague los alcances que por concepto de bonos les adeuda el Erario Federal."- A la Comisión de Peticiones en turno.

"H. Asamblea:

"Esta mañana, habiendo ocurrido oportunamente a este recinto un grupo como de noventa ciudadanos en espera de que se celebrara la sesión matutina para la cual citó la Presidencia, después de trancurrir 45 minutos se vió palpablemente que a las 10.30 a. m., no hubo el número de ciudadanos diputados necesario para hacer quorum; y en vista de esta demostración de poca voluntad para trabajar en las mañanas de los martes, jueves y sábados, por los ciudadanos diputados, con dispensa de todo trámite se somete a vuestra consideración el siguiente acuerdo:

"Unico. Se deroga la disposición acordada ayer por esta Asamblea para celebrar sesiones las mañanas de los martes, jueves y sábados." "Salón de Sesiones, noviembre 6 de 1919-E. Soto P.- B. Méndez.- J. Palacios Moreno.- Uriel Avilés.- S. H. Mariel.- Salvador Saucedo.- G. Bandera y Mata.- I. Martínez."- Una firma ilegible. - Segunda lectura. En votación económica se pregunta a la Asamblea si se admite a discusión. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se admite a discusión.- A la Comisión de Gobernación en turno.

- El mismo C. secretario: Está de segunda lectura el dictamen de la Comisión de Industria y Comercio, relacionado con el proyecto de ley subscripto por la mayoría de la diputación del estado de Sonora, que se refiere a que todos los artículos manufacturados en el país deberán estar marcados con un sello o letrero en español que así lo exprese.- A discusión el primer día hábil.

"La Comisión de Presupuestos y Cuenta presenta su dictamen sobre la iniciativa del C. diputado Lanz Galera, relativo a que en el Presupuesto de Egresados de Quintana Roo para 1920, figuren dos nuevas partidas de $25,000.00, $1.500.00, respectivamente."- A discusión en la sesión en que esté a debate el Presupuesto de Quintana Roo."

(En dictamen de referencia está concebido en los siguientes términos:)

Comisión de Presupuestos y Cuenta.

H. Asamblea:

A al Comisión de Presupuestos y Cuenta fue turnada una iniciativa del C. diputado Lanz Galera, relativa a que en el Presupuesto de Quintana Roo, acerca del cual rindió dictamen esta Comisión, figure una partida de $25,000.00, destinados a apertura de brechas y construcción de caminos, y otra de $1,500.00 para la adquisición de instrumentos musicales para la banda de la Escuela "Belisario Domínguez."

Respecto al primer punto, la Comisión tiene que informar que efectivamente esa partida de..... $25,000.00, para el fin indicado, se hacía constar en el proyecto de Presupuesto de Egresos de Quintana Roo, emanado de la Secretaría de Gobernación. Si la Comisión de Presupuestos y Cuenta creyó conveniente suprimirla, se debió exclusivamente a las informaciones dadas por el diputado de Quintana Roo. Pero una vez que el C. Lanz Galera ha acopiado mayores datos, la Comisión no tiene inconveniente en hacer figurar la indicada partida.

Respecto a la segunda de $1,500.00, la Comisión por su parte, no tiene ninguna objeción que hacer.

En esta virtud, propone a vuesta consideración las siguientes partidas:

Partida número 42 bis. Para apertura de brechas y construcción de caminos, así como para su conservación.... $ 25,000.00

Partida número 72 bis. Para adquisición de instrumentos musicales destinados a la banda de la Escuela "Belisario Domínguez."..... 1,500.00

Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, 10 de noviembre de 1919.- L. Bravo.- Amado J. Trejo.- R. A. Soto.

- El mismo C. secretario: Está de segunda lectura el dictamen que presentan las comisiones unidas 1a. Agraria y 1a. de Crédito Público relativo al proyecto de ley sobre la Deuda Agraria de los Estados, que devolvió con observaciones el Ejecutivo de la Unión.- A discusión el primer día hábil.

- El mismo C. secretario: "H. Asamblea:

"Los subscriptos, creyendo interpretar los deseos de la gran mayoría de los ciudadanos miembros de esta Representación Nacional, y con el fin de aprovechar de la mejor manera los pocos días hábiles que restan del actual periodo ordinario de sesiones, se permiten formular las presentes proposiciones que tienden a reglamentar de manera precisa la asistencia, de acuerdo con el artículo 64 de la Constitución y con los artículo 47 y 49 del Reglamento, y las sujetan a vuestra consideración, previa dispensa de trámites:

"1a. A las cuatro en punto de la tarde se comenzará a pasar lista y si al concluirla no hubiera quorum, se suspenderá la sesión aplicando el artículo 64 constitucional a los faltantes.

"2a. Se aplicará el mismo precepto a los ciudadanos diputados que sin estar en el uso de licencia no figuren en la lista de asistencia del día.

"3a. Asimismo se aplicará el descuento de dietas, en los casos de

desintegrarse el quorum antes de la hora reglamentaria, a los ciudadanos diputados que se hayan retirado del salón sin dar aviso a la Presidencia.

"Salón de sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, 11 de noviembre de 1919.- Pablo Aguilar, D. S.- F. César Morales.- José P. Saldaña." (Aplausos. Siseos.)

En votación económica se consulta a la Asamblea si concede la dispensa de trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Se concede la dispensa de trámites. Está a discusión. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Saldaña.

El C. Saldaña: Señores diputados: Aun cuando lo creo innecesario, voy a decir unas cuantas palabras a este respecto. Hasta ahora no se ha cumplido el Reglamento y la Constitución en su parte relativa, por las complacencias que esta H. Asamblea ha tenido en diferentes ocasiones. Ahora se trata de un caso bastante serio: queremos de una vez por todas que aquellos ciudadanos diputados que no tienen la costumbre de cumplir con su deber, lo hagan si les amenaza la pérdida de sus dietas. Quienes acuden a esta Representación Nacional con toda puntualidad, claro está que no necesitan de un medio coercitivo como es éste, pero aquellos que están acostumbrados única y exclusivamente a cobrar cada decena sus dietas, esos sí necesitan de un medio de esta naturaleza para que puedan concurrir puntualmente a esta Representación Nacional. La proposición que se somete a vuestra consideración está perfectamente bien fundada y, además, se ha hecho un estudio concienzudo a fin de que no se puedan salir por la tangente aquellos que no cumplan con su deber. Por lo expuesto, señores diputados, yo pido un voto aprobatorio a esta proposición, que vendrá a salvar a esta Representación Nacional del caos en que actualmente se encuentra, única y exclusivamente por la falta de cumplimiento del deber de algunos ciudadanos diputados y la falta de esos ciudadanos diputados la estamos pagando todos los que venimos aquí puntualmente. Así pues, vuelvo a insistir en que se dé un voto afirmativo a esta proposición. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Lara César.

El C. Lara César: Señores diputados: Vengo a hablar en contra de la proposición.... (Voces: ¡Oooh! Siseos.) no precisamente porque el fondo de ella sea un inmoralidad, sino única y exclusivamente porque nosotros no debemos tomar un acuerdo para que se cumpla con la Constitución. Es muy inmoral que nosotros digamos aquí que por acuerdo de esta H. Asamblea se cumpla con la Constitución, si nosotros hemos protestado cumplir y hacer cumplir la Contitución (Voces: ¡Pero no se cumple!) ¿Qué no se cumple? Culpa nuestra es. La Presidencia o la Mesa deben hacer cumplir la Constitución, pero nunca venir a decir a la Asamblea que tome el acuerdo de que se cumpla con la Constitución. Es por lo que me vengo a oponer a esta proposición, no porque dicha proposición en el fondo sea inmoral, porque sí hay necesidad de aplicar el artículo 64 constitucional y este artículo debe aplicarse por sí, porque tenemos la obligación de cumplir con la Constitución. Por eso me opongo yo a esta proposición, señores diputados.

El C. Saldaña: Para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa Luis.

El C. Espinosa: Ciudadanos representantes: La proposición presentada por los CC. Aguilar, Saldaña y César Morales, se funda ampliamente por sí misma; nada más quiero aclarar que es indispensable la proposición ésta, a fin de hacer cumplir el artículo constitucional relativo, ya que hasta la fecha este artículo carece de reglamentación. En distintas ocasiones se ha pretendido hacer cumplir ese artículo y hemos visto que muchos compañeros se han opuesto a que se les imponga el castigo correspondiente, alegando como razón, que el artículo no está reglamentado. Si nosotros aceptamos la reglamentación que ahora se nos propone, es seguro que estos ciudadanos diputados ya no tendrán después ese argumento; pero hay un motivo por el cual nosotros debemos procurar que siempre haya asistencia suficiente para que se complete el quorum, y es esta: que apenas si nos faltan cincuenta tardes útiles para que haya sesiones y tenemos tantos y tantos asuntos de verdadera importancia, que si nosotros desperdiciamos una sola tarde, habremos dejado de desarrollar una labor útil y necesaria para los altos problemas de que tenemos que conocer. Si está en la mente de todos los ciudadanos diputados que en vista del tiempo tan escaso de que disponemos debemos trabajar a mañana y tarde, tal como se tiene acordado, es necesario, no solamente que se tenga el propósito, sino que, efectivamente, se haga, y a eso tiende la proposición que ahora se ha presentado a vuestra consideración. Creo que sale sobrando cuanto puede decirse para llevar a vuestro convencimiento la necesidad que hay de tomar medidas a efecto de que esta Asamblea celebre sesiones tarde a tarde y con el quorum suficiente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Aguilar Pablo.

El C. Aguilar Pablo: Señores representantes: Deseo hacer algunas aclaraciones a ustedes con el objeto de que se percaten exactamente del alcance de cada una de las tres cláusulas en que se divide nuestra proposición. En la primera, se previene que a las cuatro de la tarde se pasará lista, y que al terminar ella, si hay quorum suficiente, no se celebrará sesión, multando a los faltistas. El objeto, como se desprende desde luego, es que la asistencia sea puntual, a fin de lograr el trabajo eficiente de la Cámara durante las cuatro horas que el Reglamento manda que trabaje; el objeto también es que desde luego se vea en una sola lista, no solamente la asistencia, sino la puntualidad de los ciudadanos diputados, porque estamos obligados, no solamente a asistir, sino a ser puntuales. Por la segunda disposición de ella se ve que se multará a todos los ciudadanos diputados que hayan faltado, con el fin de quitar, es decir, a todos los que no figuren en la lista de asistencia del día, con el fin de quitar la aparente en unos casos y evitar en otros la falta de equidad con que se han aplicado las multas en ocasiones anteriores. La última, la

tercera proposición, dice que se aplicará el descuento íntegro, también, a los ciudadanos diputados que sin previo aviso de la Presidencia se hayan ausentado y se desintegre el quorum. Esto de ninguna manera es injusto, porque ya estaban multados por la primera y la segunda cláusulas todos aquellos que no hubieran asistido. En consecuencia, creemos los firmantes de esta proposición, que se satisfacen todas las condiciones de severidad, de amplitud y de equidad en el cumplimiento del artículo constitucional que motiva esta proposición. La razón de que ella sea, es la que dijo el compañero Espinosa, la que se le puede dar como respuesta al señor Lara: Efectivamente, no tenemos necesidad de protestar y acordar que se cumplirá un precepto constitucional; pero como él estaba sin reglamentación, era preciso llegar, como lo explicó el C. Espinosa, a una reglamentación; que creemos que ésta es la que satisface todas las condiciones necesarias. Pido también un voto aprobatorio para la proposición.

(Aplausos.)

- El mismo C. Aguilar, en funciones de secretario: No habiendo más oradores inscriptos, en votación económica se consulta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Suficientemente discutido.

En votación económica se consulta a la Asamblea si se aprueban las proposiciones. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Hay mayoría de pie.

Aprobadas. (Aplausos.)

- El mismo C. secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"En virtud de tener que tratar algunos asuntos de índole económica, y por ser éstos de urgente resolución, con todo respeto me permito proponer a vuestra soberanía que, con dispensa de trámites, se acuerde pasar desde luego a sesión secreta."

"México, a 11 de noviembre de 1919.- A. Lazcano C.- F. C. Morales.- Franco Verástegui.- Humberto Villela.- M. Schulz y A.- R. Márquez Galindo.- Samuel Malpica.- Abraham Mejía."

En votación económica se consulta a la Asamblea si se concede la dispensa de trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie.

No se concede la dispensa de trámites.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Cravioto Gallardo, para informar del cumplimiento de su comisión en Querétaro.

El C. Cravioto Gallardo: Señores diputados: En cumplimiento de la comisión con que esta H. Asamblea se sirvió honrarnos, nos dirigimos a la ciudad de Querétaro, y llegado el momento oportuno, presentamos al ciudadano de la República los sentimientos de condolencia de esta Asamblea. El mismo ciudadano presidente nos expresó su profundo agradecimiento y nos suplicó lo hiciéramos así del conocimiento de esta Asamblea.

El C. presidente: La Presidencia se complace en dar a usted las más expresivas gracias por haber cumplido con la comisión que se le encomendó.

El C. secretario Aguilar: Se va a proceder a recoger la votación nominal del inciso (a) de la fracción XIII del proyecto de Ley de Ingresos, que quedó pendiente por falta de quorum. El inciso a votación dice así:

"a) Impuesto general del Timbre sobre los actos, documentos y contratos que se causa en estampillas comunes, conforme a la ley de 1o. de junio de 1906 y demás disposiciones vigentes."

Se procede a recoger la votación. Por la afirmativa.

El C. secretario Saldaña: Por la negativa.

(Se recoge la votación.)

- El mismo C. secretario: Votaron por la negativa 3 ciudadanos diputados.

El C. secretario Aguilar: Votaron por la afirmativa 148 ciudadanos diputados. En consecuencia ha sido aprobado el inciso (a), de la fracción XIII. (Votaron por la afirmativa los CC. diputados Aguilar Antonio, Aguilar Pablo, Aguirre León, Alejandre, Alencáster, Anda, Andrade, Angeles Carlos L., Angeles Jenaro, Arlanzón, Avilés, Balderas Márquez, Baledón Gil, Barragán, Barrera de la, Basáñez, Blancarte, Bolio, Bouquet, Bravo Carlos, Bravo Lucas, Cárdenas Emilio, Carriedo Méndez, Carrión, Casas Alatriste, Castillo Garrido, Castillo Torre, Castro Alfonso, Castro Roberto, Cervantes Olivera, Colina de la, Contreras, Cornejo, Cravioto Gallardo, Cuéllar, Díaz González, Díaz Infante, Esparza, Espinosa Bávara, Espinosa Luis, Fernández Miguel B., Ferrel, Fierro, Flores, Franco, Frías, Galindo Aurelio F., Gámiz Luis G., García Antonino M., García Emiliano C., García José Guadalupe, García Pablo, Garza Gil, Gómez Gildardo, Gómez Noriega, González Jesús N., Guerra, Guerrero, Gutiérrez Antonio, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco, Gutiérrez Orantes, Hernández Loyola, Huerta, Jiménez, Lanz Galera, Lara, Lazcano Carrasco, Leal, León, Liekens, Limón Uriarte, Lomelí, López Emiliano Z., López Serrano, Maceda, Macías Juan E., Macías Rubalcaba, Madrid, Malpica, Mariel, Martínez del Río, Martínez Ignacio E., Martínez Saldaña, Méndez Arturo, Méndez Benjamín, Méndez Fortunato, Mendoza, Mercado, Meza, Moctezuma, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Mota, Navarro, Ortega, Pastor, Pastrana Jaimes, Paz, Peña, Pérez Carbajal, Pérez Vela, Pesqueira, Reyes Francisco, Rivera Castillo, Roaro, Rodríguez de la Fuente, Rodríguez Matías, Rodríguez Sabino, Rojas Rafael, Romero Cepeda, Rosas, Ruiz Martínez, Ruiz Porfirio, Rubalcava, Saldaña, Sánchez Margarito, Sánchez Salazar, Schulz y Alvarez, Silva Jesús, Silva Pablo, Siurob, Solórzano, Soto Rosendo A., Sotres y Olaco, Suárez José María, Tamez, Tello, Toro, Torre de la, Trejo, Treviño, Urdanivia, Uzeta, Valadez Ramírez, Valdés, Valverde, Valladares, Vásquez Genaro V., Velásquez Juan, Verástegui Franco, Villalobos, Villaseñor Mejía, Villaseñor Salvador, Villela, Zavala Dionisio y Zerecero. Toral, 148 votos.

Votaron por la negativa los CC. diputados Castilleja, González Galindo y Vadillo. Total, 3 votos.)

- El mismo C. secretario: Está a discusión el inciso (b) que sigue, y que dice así:

"b) Contribución federal sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras de los Estados, Territorios y Distrito Federal y en las de los municipios, que se causará y percibirá a razón del 40 por ciento sobre dichos enteros, en la forma prescripta por la citada ley de 1o. de junio de 1906 y disposiciones relativas."

Se han inscripto los CC. licenciado Cabrera, Villaseñor Salvador, Pérez Vela y Roaro. Tiene la palabra en contra el C. Villaseñor Salvador.

El C. Villaseñor Salvador: Señores diputados: He pedido la palabra encontra del dictamen de la Comisión de Presupuestos, en el punto referente a la proposición que hace para que se cobre el cuarenta por ciento del impuesto que corresponde a la Federación, y no el sesenta por ciento, porque desde el año pasado, señores diputados, se presentó aquí una proposición subscripta por el diputado Pérez Vela, para que fuera reducido ese impuesto, y esta H. Asamblea manifestó casi su conformidad para que fuera reducido al cincuenta por ciento. Yo creo, señores diputados, que las condiciones económicas actuales del Gobierno son iguales a las del año pasado (Voces: ¡No! ¡No!) y, por consiguiente, no veo el motivo para que se reduzca ahora el impuesto federal al cuarenta por ciento. Yo entiendo que sí es verdad que este impuesto es muy pesado para los comerciantes; pero más que para los comerciantes, para todo el pueblo, que es el que de hecho lo paga; pero debemos también tener en cuenta antes de hacer esta reducción que pide la Comisión, que el Gobierno tiene una deuda bastante crecida con sus servidores, pues bien saben ustedes, señores diputados, que todos los empleados de la Federación hace ya mucho tiempo que sólo están disfrutando del setenta y cinco por ciento de sus sueldos, y una vez que ya ha pasado tanto tiempo y el pueblo paga ese impuesto del sesenta por ciento, está, por decirlo así, acostumbrado a hacer ese pago, y el comercio tiene equilibrado su sistema de ventas, teniendo en cuenta que debe pagar ese impuesto y, en cambio, señores, cada mes que transcurre se grava bastante el Erario con esa deuda sagrada que tiene para con sus servidores, a quienes hace mucho tiempo que, como antes digo, sólo paga el setenta y cinco por ciento; son bastantes millones de pesos los que se deben en virtud de ese veinticinco por ciento que se adeuda a los empleados, y es bien sabido también de todos vosotros que los maestros de escuela están hace mucho tiempo sin tener fijo ni siquiera ese setenta y cinco por ciento, pues a veces se les adeuda cuatro, cinco y seis decenas, no se les paga, viene la huelga, etc., etc. Por consiguiente, señores diputados, yo suplico a esta H. Comisión de Presupuestos que, dada ya la impresión que manifestó esta H. Asamblea desde el año pasado cuando se trajo aquí a debate la solicitud del diputado Pérez Vela, pidiendo reducción de ese impuesto, que modifique su proposición, y si bien es cierto que no deje el sesenta por ciento que pide el Ejecutivo, ponga el cincuenta, que casi claramente manifiesta esta Asamblea estar conforme con que así sea.

El C. secretario Aguilar: Tiene la palabra el C. Pérez Vela. No estando en el salón el C. Pérez Vela, tiene la palabra el C. Roaro.

El C. Roaro: Señores diputados: El año pasado fuí uno de los que tuvieron el gusto de venir a esta tribuna a hablar en pro de los intereses del pueblo a fin de lograr que se retirara este famoso sesenta por ciento que pesa grandemente sobre los intereses pequeños de la nación. Entonces hubo voces aquí que se levantaron enérgicas pidiendo lo mismo, y tocó la gloria a dos águilas del Ejército Nacional convertidas en cuervos, defender los intereses del Ejecutivo en contra de los intereses del pueblo. (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) El general Marciano González y el general Alfredo Rodríguez. El señor diputado Pérez Vela, que entonces pertenecía a las izquierdas y que hoy tiene la alta gloria, el alto honor de pertenecer a las derechas, en aquella época vino a hacer una defensa honrada y justa de los intereses del pueblo, de ese pueblo que siempre ha sido el que paga todo; pero hoy, como tiene el señor Pérez Vela la alta honra de pertenecer a las minorías gobiernistas, es natural que no esté conforme con que se hable en esta tribuna en pro de los intereses populares. Ha dicho hace un momento el compañero Villaseñor, que también parece que es de las minorías, que se necesita que subsista ese sesenta por ciento federal.....

El C. Villaseñor Salvador, interrumpiendo: ¡Yo pido el cincuenta!

El C. Roaro, continuando: y nos ha señalado la deuda que tiene el Gobierno con sus empleados, y la deuda que tiene también el Gobierno con los profesores. Pero digamos por qué tiene esa deuda el Gobierno, por qué no paga lo que debe. Para esto hay que recordar únicamente que en el Ayuntamiento se hace política con los dineros del pueblo; que en el gobierno de la Federación se hace política y se imponen gobernantes, también con el dinero de la nación. Yo puedo demostrar a ustedes, señores representantes, que retirando el sesenta por ciento federal en la nación, pueden conseguirse los treinta y tantos millones que el Ejecutivo señala como indispensables, recaudados por el sesenta por ciento. Cada Estado recauda de contribuciones locales, aproximadamente, y eso en un promedio muy bajo, millón y medio de pesos. Los municipios del mismo Estado tienen una recaudación igual, es decir, millón y medio de pesos también, que da $3.000,000.00 anuales por cada Estado o Territorio. Con el sesenta por ciento federal serían $1.800,000.00 los que ingresaron a las arcas federales por motivo del sesenta por ciento. Si se reduce al cuarenta por ciento, como honrada y justamente la Comisión lo propone, tendría una recaudación de $1.200,000.00 para la Federación, de los 28 Estados de la República, 2 Territorios y el Distrito Federal. Tomando un promedio todavía más bajo, de $2.500,000.00 de recaudación, y el Distrito Federal de $10.000,000.00, serían $85.000,000.00 anuales recaudados en toda la República, que al sesenta por ciento dan....... $51.000,000.00, pero al cuarenta por ciento, darían $34.000,000.00, recaudación superior en 2.000,000

a la que en los presupuestos aparece. Ahora bien; la Comisión el otro día nos indicaba que no viene la recaudación íntegra del sesenta por ciento a la Federación por algunas componendas de los señores gobernadores con los causantes de sus respectivos Estados. Esto es verdad; pero si se rebaja del sesenta por ciento al cuarenta por ciento como la Comisión lo propone, entonces ya no habría esos malos manejos entre los gobernadores y los causantes del mismo Estado que tienen que dar su contribución federal, (Voces: ¿Por qué?) por que hay que confesarlo, y el mismo señor licenciado Cabrera con su práctica hacendaria no dudará un solo momento, que quien paga todas las contribuciones íntegramente, es el pequeño comerciante, el pequeño industrial, es decir, el pobre; el rico elude, porque tiene dinero, la forma de pagar todas las contribuciones, o la mayor parte de ellas.

En el Estado de Guanajuato se dan casos, se dieron casos muy curiosos con la administración de Alcocer: Ultimamente se dio una ley allá, a fin de que el causante más rico del Estado dejara de cubrir a la Federación sobre $160,000.00 que debía, y como ochenta y tantos mil pesos al Estado, mediante algunas dádivas a los que intervinieron en ese sucio enjuague. Así sucede, señores, en todas las poblaciones de la República y en todos los Estados. La Comisión, de una manera honrada, viendo que no era posible aceptar lo que el compañero Valadez Ramírez en su proyecto proponía, de que se cobrara un treinta por ciento federal, al rendir su dictamen lo hizo proponiendo el cuarenta por ciento federal. Yo iba a atacar el dictamen de la Comisión a fin de apoyar el del compañero Valadez Ramírez proponiendo el treinta por ciento; pero viendo que en realidad hace falta algún ingreso, y a fin de que no se creyera que el descuento que nosotros pedíamos era de una sola vez muy importante, por eso he estado conforme con lo que la Comisión propone, del cuarenta por ciento. No creo, señores, que se necesiten razones de más peso para pedir aquí que subsista no digo el sesenta por ciento que propone el Ejecutivo, pero ni siquiera el cincuenta por ciento que la Comisión dictaminó con respecto al proyecto de ley que presentó el ciudadano Pérez Vela el año pasado, en que proponía se rebajara hasta el cincuenta por ciento la contribución federal. Hay que recordar que el año pasado el ciudadano Marciano González aceptó dictaminar en ese proyecto, con el cincuenta por ciento, y todos los habitantes del distrito del ciudadano Pérez Vela, Chamacuero, verdaderamente le dieron sus aplausos más calurosos y más entusiastas por su empeño en rebajar ese sesenta por ciento. Aprobóse, pero ya véis: las facultades extraordinarias de que disfrutaba el Ejecutivo fueron motivo más que suficiente para que él impusiera su omnímoda voluntad y subsistiera durante todo el año que está para terminar, el sesenta por ciento. Ahora, señores, si un acto de patriotismo del Senado retira de una vez por todas las facultades extraordinarias en Hacienda al Ejecutivo, entonces verá el pueblo que los esfuerzos aquí, de la mayoría, son verdaderamente ventajosos para él, puesto que le quitan de encima un impuesto oneroso. Por lo tanto, señores representantes, pido a vuestra soberanía que no aceptéis el cincuenta por ciento, sino que apoyéis en todas sus partes el dictamen de la Comisión que propone el cuarenta por ciento federal, (Aplausos.)

El C. Valadez Ramírez: Pido la palabra en contra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Valadez Ramírez: Señores representates: Hace un año, cuando la discusión de los presupuestos, algunos ciudadanos diputados presentaron una iniciativa pidiendo que ese impuesto del sesenta por ciento se redujera a un treinta por ciento. Las condiciones económicas de la República en aquel entonces y la circunstancia de que la Cámara no hubiera terminado de discutir los presupuestos ni la Ley de Ingresos hubiera pasado al Senado, fueron la causa de que ese impuesto del sesenta por ciento no fuera disminuído ni siquiera en una pequeña parte. Yo creo que todos los ciudadanos diputados honradamente están convencidos de que todos los contribuyentes de la República están deseosos de que ese impuesto sea rebajado en la parte más grande que sea posible, dadas las circunstancias por que atravesamos. El presupuesto actual de Ingresos señala como ingresos probables, la cantidad de $167.000,000.00, y el Presupuesto de Egresos no ha sido remitido todavía. De manera que no estamos en condiciones de saber si efectivamente esos 167.000,000.00 cubren ampliamente los egresos pero de antemano podemos suponer que sí bastarán, supuesto que he podido averiguar que en el ramo de Comunicaciones y Obras Públicas ha sido incluída la cantidad de $9.000,000.00 para obras públicas: puentes, caminos y algunas otras comprendidas en el ramo de Obras Públicas. De manera que si se piensa fijar una cantidad tan alta sólo para un ramo, que si es enteramente necesario y conveniente para el progreso general de la República, es de comprenderse que el Erario Nacional no estará tan en malas condiciones para el año venidero, supuesto que de una de las secretarías de Estado parte la iniciativa señalando una suma tan importante para este ramo de Obras Públicas. Hace algunos días presenté una iniciativa pidiendo que el impuesto del sesenta por ciento sea reducido a un treinta por ciento, y he tomado en cuenta para presentar esa iniciativa el hecho de que la pacificación del país, según las informaciones oficiales, según el informe presidencial del primero de septiembre, según los partes de los jefes militares, según el conocimiento personal que tenemos de nuestros respectivos distritos, la pacificación nacional, repito, avanza a grandes pasos. De manera que la rebelión ha quedado localizada solamente a algunos puntos del territorio nacional, y en esta virtud se podrán hacer indudablemente algunas economías en el presupuesto de Guerra, que es el presupuesto que hoy por hoy absorbe nada menos que las dos terceras partes de todos los ingresos de la Federación. Si tomamos en cuenta esa situación de orden en que vamos entrando, según los informes que he expresado, debemos de tener en cuenta que ya el sesenta por ciento no es indispensable, ya no es necesario gravar de una manera tan onerosa los impuestos que se pagan en los Estados y en los municipios y es conveniente que todos los ciudadanos representantes, dándonos cuenta del papel que venimos a

desempeñar a esta Cámara, propugnemos por alivianar un poco esa carga que va siendo ya insoportable para la vida de los municipios principalmente. Los Estados están en condiciones de hacer ingresar a sus respectivos erarios las cantidades que señalen por concepto de impuestos, pero los municipios se encuentran en condiciones verdaderamente angustiosas, y si queremos que los municipios sean verdaderamente libres, necesitamos primero procurar su libertad económica, porque sin libertad económica no habrá libertad municipal; los ayuntamientos serán el juguete de los movimientos políticos de los gobernadores y de todas las camarillas y no podrán desarrollar la labor política, la labor social, la labor reconstructora que se les ha encomendado. Con motivo de la iniciativa presentada hace un año por el C. Pérez Vela, ha sido presentado últimamente un proyecto de ley que modifica los artículos 249 y 251 de la Ley General del Timbre. Es verdaderamente curioso, señores diputados, que en la parte expositiva se diga que es conveniente ir rebajando poco a poco ese impuesto, hasta reducirlo a su mínima expresión, cuando bien sabemos que esta Comisión que ahora dictamina sobre que debe rebajarse al cincuenta por ciento, no lo hizo hace un año. Si hace un año, consecuente con su criterio expresado en este dictamen, hubiera rebajado el diez por ciento, como se proponía hacerlo en la actualidad, es decir, ahora, se hubiera rebajado otro diez por ciento, y entonces tuviéramos el cuarenta por ciento que señala la Comisión; pero no; este dictamen ha sido presentado precisamente para desvirtuar la tendencia general que se nota entre todos los señores diputados, de rebajar ese sesenta por ciento a lo más que se pueda. Este dictamen pretende sorprender a la H. Asamblea para que se crea que con este diez por ciento ya están satisfechas las aspiraciones de todos los contribuyentes de la República; este dictamen que debía haber sido presentado, conforme al Reglamento, dentro de los quince días en que fue presentada la iniciativa, ha sido dictaminado un año después. Ahora, ciudadanos diputados, yo voy a hacer algunas consideraciones que pondrán de relieve la circunstancia de que rebajando el impuesto, no al cuarenta por ciento, porque en tesis general estoy de acuerdo con el dictamen de las comisiones; pero yo quiero que el cuarenta por ciento sea únicamente para los impuestos de los Estado, y que los municipios paguen únicamente el treinta. Si hacemos un cálculo aproximado de lo que se rebajarán los impuestos o la contribución federal con esta rebaja al cuarenta por ciento para los impuestos de los Estados, y treinta por ciento para los impuestos municipales, vendremos en conocimiento de que esa rebaja alcanza a una cantidad aproximada de unos $12.000,000.00. Esos $12.000,000.00, señores diputados, indudablemente quedarán compensados si se toma en cuenta que aligerando el impuesto del sesenta por ciento, indudablemente aumentará proporcionalmente, no exactamente a la cantidad rebajada, pero sí aumentará de una manera proporcional, porque, como muy bien expresaba el C. Roaro, ya los Estados no estarán en esa situación verdaderamente comprometedora, de tener que rebajar muchas veces las contribuciones de los Estados y por esta circunstancia se rebajan más los impuestos federales, porque muchas veces es verdaderamente imposible al contribuyente pagar una contribución tan alta. Con el sesenta por ciento aumentan casi en las dos terceras partes de los impuestos y resultan verdaderamente onerosos. Además, según los informes que tiene la H. Comisión de Presupuestos y Cuenta, los ingresos probables para el año de 1920 por concepto de contribuciones municipales y del Estado, ascenderán alrededor de. . . . $70.000,000.00; esos $70.000,000.00 producirán por concepto de contribución federal, suponiendo que se imponga el treinta por ciento a los municipios y el cuarenta a los Estado, alrededor de $25.000,000.00, eso suponiendo que los impuestos del año de 1920 no superen en mucho, como es de suponerse, a los impuestos que han sido pagados en el presente año y es de suponerse que esos ingresos aumentarán notablemente. Si tomamos en cuenta el desarrollo que están alcanzando el comercio y la industria en todo el país, las condiciones actuales de la República en ese sentido son muy superiores a las del año pasado, y es de suponerse que el año entrante serán mejores todavía. En consecuencia, no sería una imprudencia suponer que estos impuestos aumentarán en 2 o $3.000,000.00. De manera que suponiendo que el déficit, o la cantidad que se rebajara de este ingreso, ascendiera a $7.000,000.00, la falta de esa cantidad puede subsanarse perfectamente recurriendo a otras fuentes de ingresos. Yo creo, señores diputados, que podría gravarse perfectamente, todavía más de lo que está, el impuesto sobre tabacos. El impuesto sobre tabacos proporciona actualmente al Erario una contribución de $5.000,000.00, y si se gravara al doble, bien podría producir otros $5.000,000.00. Igualmente el impuesto a alcoholes podrá aumentarse y, en ese caso tendremos perfectamente compensados esos $7.000,000.00 en que calculo yo que se rebajaría el impuesto del sesenta por ciento, suponiendo que se rebajará a treinta por ciento el impuesto a los municipios y el cuarenta por ciento a los Estados. Pero, repito, si se hace un estudio detenido del Presupuesto de Guerra, indudablemente que se pueden rebajar allí los millones necesarios para que este impuesto, verdaderamente oneroso, no siga pesando de una manera tan asfixiante sobre el país. Un presupuesto de más de $125.000,000.00 sólo para el ramo de Guerra, es verdaderamente exorbitante para un país como el nuestro, y sobre todo para las condiciones, para las circunstancias de la República. El país, vuelvo a repetir, se va pacificando a grandes pasos; de manera que el año entrante no tendremos esa exigencia verdaderamente grande, de tener que dedicar todo lo que produce en materia de impuestos la Federación, la República, para el sólo concepto de pacificarla. Bien sabemos que la rebelión ha quedado reducida a unos cuantos focos. En esto creo que no necesito insistir, porque es conocido de todos. Quiero también hacer notar, señores diputados, que con el impuesto opcional que se piensa imponer a la importación y exportación y a otras contribuciones con papel infalsificable o con el impuesto metálico, indudablemente tendrá que producir al Erario una cantidad que servirá también para subsanar eso que disminuya el impuesto del sesenta por ciento. Si se establece el impuesto en esa forma opcional de que tanto se

ha hablado en estas tribuna, yo creo que si el impuesto de infalsificable se calcula según lo expresó aquí el señor ministro de Hacienda, que ascenderá a. . . . $80.000,000.00, es indudable que de esos $80.000,000.00 papel habrá un ingreso cuando menos de 1 ó. . . . $2.000,000.00 oro nacional por concepto de ese mismo impuesto, si tomamos en cuenta que en muchas partes, en muchas poblaciones no existe ya el papel infalsificable y que indudablemente los pequeños importadores encontrarán más fácil pagar el impuesto en oro nacional, que tener que ir a buscar el papel infalsificable, que tal vez valga casi la cantidad que se señala en papel infalsificable.

Por estas razones, ciudadanos diputados, yo pido a esta H. Asamblea que, levantándose a la altura de su papel, que consiste en fijar impuestos razonables a los contribuyentes, que consiste en velar por los intereses del pueblo, estudie detenidamente este asunto y apruebe que el impuesto del sesenta por ciento quede reducido al treinta por ciento para los municipios, y al cuarenta por ciento para los Estados.

El C. secretario Aguilar: Tiene la palabra en contra el C. diputado Espinosa y Elenes. (Voces: ¡No está! ¡Multa!) No encontrándose en el salón el C. Espinosa y Elenes, tiene la palabra el C. Sabino Rodríguez.

El C. Rodríguez Sabino: H. Asamblea: He pedido la palabra para venir a manifestar mi opinión respecto al inciso (b) de la fracción XIII del artículo 1o. de la Ley de Ingresos.

La Comisión de Presupuestos y Cuenta rebajada el sesenta por ciento al cuarenta por razones que han expuesto los señores que me han procedido en el uso de la palabra. Yo vengo a suplicar a la H. Asamblea que persista el sesenta por ciento federal... (Voces: ¡No!) en vista de las razones que voy a exponer:

Ciertamente el sesenta por ciento federal es una contribución muy alta, muy onerosa; es una carga verdaderamente pesada para el pueblo, pero está ya acostumbrado a pagar el sesenta por ciento. (Voces: ¡Aah! Siseos.) Los señores de la Comisión dicen que los comerciantes y los industriales se están perjudicando; y tengo la seguridad de que si la Asamblea reduce el sesenta por ciento al cincuenta o al cuarenta por ciento, los industriales y los comerciantes seguirán cobrando sus mercancías al precio establecido a base del sesenta por ciento o quizá hasta del ochenta por ciento. Si queremos hacer una obra benéfica para el pueblo que nos honró con su voto, démosle algo del sesenta por ciento: que el cuarenta por ciento sea para la Federación y el veinte por ciento restante para los municipios, destinado al sostenimiento y fomento de la instrucción primaria. Pido, pues, que se reduzca este impuesto al cuarenta por ciento para la Federación y el veinte porciento restante para los municipios, con el objeto indicado. Se dice que los municipios podrían elevar sus contribuciones, así como el Estado; pero tanto el municipio como el Estado no tienen la fuerza moral y material suficiente para hacer efectivo el cobro; así es que lo que perdería la Federación no lo podría recobrar el municipio. Nosotros nada hemos hecho en favor del maestro de escuela y de la niñez, y este es el momento oportuno para adquirir dinero, a fin de pagar al profesorado, que siempre ha vivido en la miseria; tenemos dinero para cartuchos, para cañones, y no tenemos para gises, no tenemos para plumas, para libros; no tenemos para alimentación de los profesores, que diariamente están consumiendo sus energías al pie de los altares de la ciencia, y, repito, es el momento oportuno para que nosotros podamos hacer algo en favor del pueblo y en favor de los maestros. Creo que lo que pido no es imposible. Nosotros, si rebajamos el sesenta por ciento al treinta por ciento, al cuarenta por ciento o al cincuenta por ciento, tengo la convicción de que los comerciantes seguirán cobrando sus mercancías a los precios que ya tienen establecidos, no los bajarán y entonces, si nosotros rebajamos, los beneficiados serán los comerciantes y no el pueblo, que es el que paga las contribuciones. En consecuencia, señores diputados, en vista de estas breves razones, señores, yo suplico a la H. Asamblea que quede reformado el inciso (b) de la fracción XIII del artículo 1o. en la siguiente forma: "Inciso (b) Contribución federal sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras de los Estados, Territorios y Distrito Federal y en las de los municipios, que se causará y percibirá a razón del sesenta por ciento sobre dichos enteros, en la forma prescripta por la citada ley de 1o. de junio de 1906 y disposiciones relativas; en el concepto de que del sesenta por ciento, el cuarenta será para la Federación y el veinte restante se destinará en favor de los municipios, exclusivamente para sostener y fomentar la instrucción primaria." Ahora bien; podrá decirse que el veinte por ciento o que el cuarenta por ciento es muy bajo, que se le restaría mucho dinero al Ejecutivo. En ese concepto, señores, ustedes pueden resolver si es el cincuenta por ciento; pero yo suplico que de este sesenta por ciento se les dé algo a los municipios.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Trejo, miembro de la Comisión.

El C. Trejo, de la Comisión: Señores diputados: La Comisión, al redactar su dictamen que hoy se encuentra a la consideración de esta H. Asamblea, no ha tenido en cuenta que este sesenta por ciento al ser rebajado al cuarenta por ciento venga a producir beneficios para los comerciantes o beneficios para los particulares; lo único que la Comisión ha querido, es rebajar este sesenta por ciento hasta el cuarenta por ciento, para obtener un beneficio para todos los contribuyentes, para todos los contribuyentes en general, sin hacer distinciones de ninguna clase. Ya cuando vine yo a fundar en lo general este dictamen, indiqué las razones que tuvo la Comisión para haber fijado el cuarenta por ciento, y hoy solamente quiero hacer hincapié en esto: la Comisión dictaminadora no se ha inspirado, al firmar este dictamen, ni en un espíritu gobiernista, ni en un espíritu antigobiernista; todos los componentes de la Comisión principal hemos repetido constantemente que si nosotros no somos gobiernistas incondicionales, tampoco somos oposicionistas sistemáticos; y esto es sumamente importante para que se vea que al no estar de acuerdo con la iniciativa del Ejecutivo, no ha sido absolutamente por ningún espíritu de oposición, sino sólo por espíritu de justicia y de equidad. Dije al fundar el dictamen en lo general, que una razón principal

habíamos tenido para rebajar el sesenta por ciento federal al cuarenta por ciento, y es que ya pesaba grandemente sobre el pueblo mexicano, que ya se está haciendo difícil contribuir con ese sesenta por ciento y que tenemos datos precisos que nos hacen ver que los Gobiernos de los Estados y en algunas ocasiones los ayuntamientos, no satisfacen este impuesto, sino que defraudan a la federación valiéndose de determinados procedimientos para obtener sus ingresos. Nosotros, como lo dije antes, giramos una circular a los gobernadores de los Estados, pidiéndoles que tuvieran a bien decirnos el monto de sus ingresos, y hasta hoy nos han contestado 21 jefes de Estado, y de los 21 Estados que nos han rendido su informe, esos ingresos suman $17,000,000.00 por el primer semestre del año actual, lo que nos hace presumir cuerdamente que por todo el año de 1919 estos 21 Estados tendrán $34,000,000.00 de ingresos. Todavía faltan otras entidades federativas; así es que podemos suponer conservativamente, que en números redondos podrían recaudarse $35,000,000.00 por impuesto local. Dije, y me complazco en repetirlo, que al lado del impuesto local de los Estados, figuran los impuestos municipales y que podemos calcular, en términos generales, una cantidad igual por ingresos municipales a los ingresos de las areas del Estado. Si consideramos que pueden recaudarse $35,000,000.00 por el impuesto local y otro tanto por los impuestos municipales, podemos decir que hay una recaudación de $70,000,000.00 que nos producirán, a la base del cuarenta por ciento, como ingreso para la Federación, la cantidad de $28,000,000.00, es decir, $4.000,000.00 menos que los había presupuesto el ministro de Hacienda. Seguramente después que hable el C. Casas Alatriste y otro diputado inscrito en contra, vendrá el ministro de Hacienda para mostrar algunos datos que quizá no coincidan con los que nosotros tenemos, porque los que él ha obtenido son emanados de las administraciones del Timbre, mientras que los nuestros provienen directamente de los gobiernos de los Estados; y en esto tendremos en cuenta que probablemente en esos Estados donde los datos que nos proporcionaron los gobernadores no coinciden con los que han ministrado los principales del Timbre, se debe a que allí hay fraude a la nación. Nosotros hemos recibido estos datos que consideramos como fehacientes y sin apasionamiento de ninguna clase, sin ningún espíritu de oposición y y sin ningún espíritu de incondicionalismo tampoco, porque hemos creído que, con justicia, podría aplicarse un impuesto del cuarenta por ciento. Sentimos mucho no haber podido coincidir con la solicitud del C. diputado Valadez Ramírez, porque si bien esta solicitud tiende a beneficiar, en general, al pueblo contribuyente, también lo es que si nosotros asignamos el treinta por ciento de contribución federal, por ningún motivo podría alcanzarse la cantidad que presupone la Secretaría de Hacienda. Por otra parte, nosotros hemos lamentado muchísimo que el señor Villaseñor, de la misma manera que el señor Pérez Vela, que se han ostentado como defensores de la reducción de este impuesto, vengan hoy a abogar por que no sea el cuarenta por ciento; ellos se conforman con que sea el cincuenta por ciento.

Ahora voy a pasar a tocar ligeramente - porque creo que vendré a la tribuna después de que el ciudadano ministro de Hacienda hable -, voy a tocar ligeramente la proposición del C. Rodríguez. La proposición del C. Rodríguez entraña esto: que se siga recaudando un sesenta por ciento, pero que se haga una división de un cuarenta por ciento para la Federación y de un veinte por ciento para los municipios. Aquí nosotros podemos dividir el asunto de dos maneras; o el Congreso decreta un impuesto de un veinte por ciento en favor de los municipios, o el Ejecutivo cede un veinte por ciento de lo recaudado en favor de los municipios. Si tomamos el caso desde el primer punto de vista, es decir, que el Congreso decrete un impuesto en favor de los municipios, puedo aseguraros que el Congreso está invadiendo la soberanía de los Estados; no nos toca a nosotros decretar ninguna contribución para cuestiones de instrucción pública en ninguno de los Estados. Ahora, si tomamos el asunto desde el otro punto de vista, es decir, de un donativo que haga el Ejecutivo a cada uno de los municipios, puedo deciros lo siguiente: nosotros hemos visto, nosotros hemos lamentado que en diversas ocasiones no haya podido el Ejecutivo subvenir a las dificultades que ha habido en el Distrito Federal y mucho menos va a subvenir a las necesidades de toda la República. Yo hablaba con algunos ciudadanos diputados del Estado de Puebla, que son los autores de la iniciativa que trajo a vuestra consideración el C. Rodríguez, y les decía esto: "Yo creo, ciudadanos diputados, que cada una de las entidades federativas debe contribuir para que los municipios pobres de aquellos Estados puedan subvenir a todos sus gastos de instrucción pública". Y les citaba, por ejemplo, el caso del Estado de Veracruz: en el presupuesto veracruzano existe una partida de muy cerca de un millón de pesos destinada exclusivamente al fomento de la instrucción pública en los municipios pobres, y viviendo de esta partida tenemos nosotros multitud de municipios; en el Estado de Veracruz más de cien, de los ciento ochenta y cuatro que los componen, viven sus escuelas del presupuesto del Estado de Veracruz; pero esa es una cuestión absolutamente local; en cambio, otros municipios como el de Veracruz, que es sumamente rico, puede pagar ampliamente a sus profesores y todavía tiene una gran cantidad de superávit en sus arcas. Así es que éstas han sido las razones fundamentales que ha tenido la Comisión para venir a dictaminar en favor del cuarenta por ciento. Espero oír al ciudadano ministro de Hacienda para volver a la tribuna. (Aplausos.)

El C. secretario Aguilar: Tiene la palabra el ciudadano Ministro de Hacienda.

El C. secretario de Hacienda y Crédito Público: Aparentemente la insistencia del Ejecutivo para que continúe cobrándose el sesenta por ciento federal es la más absolutamente impopular de las insistencias del Ejecutivo; es natural, porque los miembros de la Cámara formada en su mayor parte de personas venidas de fuera del Distrito Federal, tienen tan íntimamente ligadas sus opiniones y sus tendencias con las opiniones y tendencias que por muchos años han prevalecido fuera del Distrito Federal, que parece hasta imposible tratar de convencer a los señores diputados de que es necesario

acudir al llamado del Ejecutivo para hacer un esfuerzo y un sacrificio más en vista de las condiciones del Erario. Tomo la palabra en estos momentos acudiendo, contra mi costumbre, a la benevolencia de los circunstantes y oyentes, porque se cuán difícil es vencer la idea ya absolutamente arraigada, con el criterio más bien de representantes de determinada región o de determinado distrito, que no con el criterio general de miembros de esta Representación Nacional. Cada diputado se cree no solamente por lo que a él personalmente atañe, sino por lo que a su distrito y Estado se refiere, en la obligación de mostrar a sus comitentes que él los ha defendido. Pero el diputado tiene dos caracteres: el de representante de su distrito y el de representante de la nación; tiene que ver los problemas locales que queden afectados por el impuesto, pero tiene que ver también las necesidades generales del país. Por eso hago un llamado a la atención de los diputados que hasta ahora ha quedado concentrada exclusivamente en los problemas regionales, para que por un momento tomen en consideración las necesidades de orden general.

He oído hace un momento al C. diputado Roaro sentar un criterio en materia de cálculos de ingresos, que la primera vez que escucho; (Risas.) siempre que calculamos ingresos, nosotros consideramos conservativamente un diez o un quince por ciento más bajo de los que las cifras nos han enseñado, pero al tratarse del impuesto federal he visto que todos los que defienden la reducción del sesenta por ciento hacen cuentas alegres y comienzan por decir: "Bueno habrá que tener en cuenta los aumentos, habrá que tener en cuenta otras fuentes de recursos". He oído, no recuerdo a qué otro señor diputado o si es el mismo diputado Roaro, dar por supuesto que van a quedar equilibrados los gastos y los ingresos; si el equilibrio de nuestros gastos y de nuestros ingresos estuviera siquiera a punto de lograrse, no exigiríamos, no pediríamos, no esperaríamos del país el esfuerzo que solicitamos. Voy a permitirme citar cifras que, como bien dijo el diputado Trejo, difieren confiablemente de las cifras proporcionaron los Estados. Las cifras que voy a someter a la consideración de los señores diputados son, no el cálculo de lo que pudiera obtenerse, si no lo que real y efectivamente se ha percibido de contribuciones durante el año de 1918 y lo que se lleva percibido hasta el mes de julio en que tenemos concentrados los datos. Durante el año de 1919 se ha hecho un cálculo por administraciones del Timbre y solamente me permitiré leer los totales y dejo a disposición de la Comisión todos los datos acumulados; estas cifras acusan durante el año de 1918 una percepción de $29.883,000.00 como contribución federal, redondeando la cifra, $30.000,000.00 de contribución federal; durante el año de 1919, en que se ha hecho un mayor esfuerzo de vigilancia y en que el hecho de haber sorprendido repetidos fraudes en la percepción de la contribución federal ha ayudado a evitarlos, nos da durante siete meses la cantidad de $21.232,000,00, redondeando la cifra podemos decir que el año de 1919 podrá presentar........ $36.000,000.00 si las cifras continuaran. La tendencia de todo cálculo en materia de ingresos es ser conservador y reducirse en lo más que sea posible, y suponiendo que obtuviéramos la cantidad de $36.000,000.00 de contribución federal, lo que significaría para el fisco el adoptar el cuarenta por ciento, sería reducir un tercio de esta cifra de treinta y seis millones, es decir, que en vez de $36.000,000.00 se producirán únicamente ......... $ 24.000,000.00; la reducción significaría una perdida de $ 12.000,000.00; en los momentos actuales una reducción significaría una pérdida de $12.000,000.00; y en los momentos actuales una reducción de $12.000,000.00 que, por cierto, en nada influiría en las condiciones del mercado y del contribuyente, una reducción de esta naturaleza es ya de verdadera importancia. No quiero negar lo que es absolutamente un hecho para todos; se siente el peso de la contribución federal, es cierto; se considera como gravosa, porque no se había tenido anteriormente la costumbre de mirar la contribución federal como un ramo de los principales; fue el criterio del señor Carranza y en este punto su criterio personal, el que consideró que era necesario que los Estados, conservando la mayor autonomía y la mayor libertad en la percepción de sus impuestos, rindieran una contribución a la Federación que fuera de importancia y que, por consiguiente, ayudara a medir con más equidad y con más exactitud el peso de las contribuciones. Con motivo de la discusión de la contribución federal hay dos o tres verdades realmente descorazonadoras que decir en materia fiscal respecto de los Estados y de los municipios; hasta la fecha no hay Estado de todas las treinta entidades federativas de la República, que esté exactamente de acuerdo en cómo van a dividirse los despojos del contribuyente entre el Estado y el Municipio.

La Federación puede distinguir más bien sus impuestos respecto de los Estados, porque casi siempre son impuestos sobre artículos de producción generalísima y bien determinados, y en los casos en que la Federación parece como que estaba invadiendo la esfera de acción de los Estados, cuando el impuesto realmente era atentatorio en contra de su soberanía, ha desaparecido, y cuando el impuesto no ha sido atentatorio, entonces ha subsistido; ejemplo: los alcoholes, el tabaco, ejemplo de lo anterior, los impuestos revolucionarios que pusimos al algodón, que hubo que abandonar posteriormente; pero cuando he oído a la Comisión hacer un cálculo sobre los productos de los Estados y los productos de los municipios, no he podido menos de recordar todos los esfuerzos inútiles que se han hecho para que en cada Entidad se pudiera trazar una línea limitativa entre los impuestos del Estado y los impuestos del Municipio; pero no digamos en las regiones apartadas, no digamos en los lugares en que por la pluralidad de municipios es casi imposible la autonomía de ellos; tenemos el Distrito Federal: en el Distrito Federal se puede todavía trazar una línea delimitativa en lo que corresponde a la entidad "Distrito" y lo que corresponde a los municipios. Así pues, existe todavía una lucha constante entre los Estados y los municipios en cuanto a la materia gravada. De la misma naturaleza es la lucha que en estos momentos presenciamos entre los Estados y la Federación. Con respecto al impuesto, puedo anticipar, aunque no tenga en la memoria las cifras, puedo anticipar que estamos todavía con muy pocas probabilidades de equilibrar nuestro presupuesto teórico de ingresos y nuestro presupuesto

teórico de egresos, porque a equilibrar los gastos con las entradas, la tan manoseada ley de la necesidad nos obliga a hacerlo; si no entran más que $150.000,000.00, no podemos gastar más de $150.000,000.00, lo demás es lo que quedamos a deber; pero a un presupuesto muy conservadoramente, muy prudentemente calculado para los ingresos de $170.000,000.00, redondeando la cifra de 177, corresponderá un presupuesto teórico de egresos un poco superior de $200.000,000.00, así pues, todos nuestros esfuerzos deben tender a acostumbrarnos a la idea de que todavía es necesario un sacrificio, todavía es necesario un gran esfuerzo de organización, de economía y de vigilancia, que viene haciéndose desde hace tiempo, pero que todavía debe continuar para no sentarnos tranquilamente a suponer que ya están equilibrados nuestros gastos con nuestros ingresos; así pues, la principal consideración que yo puedo traer a los señores diputados, es la de que, aun con el sesenta por ciento, todavía no estaremos equilibrados, y que mucho menos lo estaremos haciendo una rebaja que seguramente será cuando menos de $2.000,000.00.

Una de las razones que se han dado como prueba de lo pesado que es el sesenta por ciento federal, es el gran número de fraudes que se han descubierto, tanto de parte de los gobiernos locales, como de los municipios, en el pago del sesenta por ciento federal; esto tiene naturalmente el remedio de la vigilancia, pero como no me propongo discutir que el sesenta por ciento es en efecto pesado, sólo sabré decir que en aquellos casos en que algunos gobiernos de los Estados se han visto obligados a rectificar su sistema de finanzas para no incurrir nuevamente en las violaciones de la ley, han sido esos Estados los que con más atención y con más atingencia han procurado reorganizarlas.

Por último, mencionaré solamente una sugestión, ya que, como miembro del Poder Ejecutivo, en estos momentos carezco de autorización, conforme a la ley, para hacer ninguna modificación a la iniciativa privada presentada. Cuando era yo diputado al Congreso de la Unión, se discutió la ley del sesenta por ciento federal, y fuí uno de los diputados que abogaron por el establecimiento del cincuenta por ciento, como podrá verse por el DIARIO DE LOS DEBATES de agosto y septiembre de 1917; en aquella época, y como diputado al Congreso de la Unión, manifesté mi inconformidad con la iniciativa del Poder Ejecutivo, diciendo que, en mi concepto, el cincuenta por ciento federal era hasta más simétrico para la percepción del impuesto y ayudaría considerablemente a evitar un gran número de fraudes, supuesto que todo contribuyente sabía con exactitud que de cada peso que pagaba, dos tercios eran para el Estado y Municipios y un tercio para la Federación. De manera que se sabía bien que se pagaba una mitad más de lo que paga el Estado, o sea un tercio de la cantidad redonda que reporta el contribuyente y, por tanto, la cifra del cincuenta por ciento por su simetría es de verdadera importancia. Recientemente, cuando se trató de la iniciativa de la Ley de Ingresos y hablando acerca de esto con el señor presidente de la República, me permití expresarle la idea de que sometiésemos a la Cámara la iniciativa del cincuenta por ciento en vez del sesenta; el señor presidente de la República, en términos generales, se mostró dispuesto a aceptar el cincuenta por ciento si la Cámara así mostraba verdaderamente o expresamente su deseo de reducir el sesenta por ciento; pero teniendo en consideración lo que ha pasado, es decir, que se habría de tener a disminuir exageradamente y que, por consiguiente, el Ejecutivo se encontraría en el caso de haber hecho una iniciativa de reducción, que en vez de ser apreciada como un esfuerzo para aligerar la carga, sería interpretada como una confesión de debilidad por lo excesivo de la carga, se reservó finalmente a presentar su iniciativa tal como se encontraba la ley sin reformarla, a fin de que la Cámara de Diputados resolviera a este respecto. El cuarenta por ciento que la Comisión ha fijado es, en mi concepto, excesivamente bajo; como reducción, el cincuenta por ciento podría ser aceptado y podría tener sus ventajas por razón de simetría; existe una razón de prudencia en la modificación de los impuestos cuando se reducen. La reducción hecha a un impuesto no puede deshacerse, sí puede aumentarse. Si del sesenta por ciento se baja al cincuenta por ciento, siempre será tiempo de estudiar los efectos todavía de la medida, medir el peso del impuesto y pasar prudentemente al cuarenta por ciento; si del sesenta se pasa directamente al cuarenta, aun cuando veamos que por necesidades económicas tenemos que acudir a otras fuentes de recursos, ya no podremos nuevamente subir del cuarenta al cincuenta por ciento; la situación que se presente a la Secretaría de Hacienda, entonces será la de buscar otro género de impuesto que casi siempre requieren un periodo de acomodación, un periodo de estudio y, sobre todo, un periodo de costumbre y de admisión de parte del contribuyente, mientras que la contribución federal es un impuesto el más fácil de recaudación, supuesto que no exige ningún nuevo esfuerzo, más que hacen los mismos Estados. Así pues, si la reducción que propone la Comisión, de veinte por ciento, se llevara a cabo, tendríamos una pérdida de $12.000,000.00 que necesitaríamos compensar, como dice el diputado Roaro, con algunos otros impuestos, o subiendo los que ya tenemos, por ejemplo, el tabaco, según él indica, o los alcoholes, como opinó algún otro ciudadano diputado. ¿Y qué diría el diputado Carrión, por ejemplo, cuando escuchase: "aumentemos el tabaco"? ¿O qué dirían los diputados de Jalisco que consideran que ha llegado a su límite mayor el impuesto sobre las bebidas provenientes de la destilación del maguey, como el tequila, cuando tuviera que pensarse en un aumento más al impuesto de alcoholes? El impuesto federal está hecho y no requiere un nuevo esfuerzo; pero si la Comisión, a quien invito a tomar en cuenta esta especie de transacción que, sin autorización - por supuesto -, de mi parte, propongo, ya que, conforme a la ley, el secretario de Hacienda, al discutir, no tiene facultad para modificar la iniciativa, mientras que la Comisión si la tiene, quiere aceptar mi pública invitación, le sugeriría que, meditando acerca de esta cuestión hoy en la noche o mañana, que considere si no sería más prudente, en vez de hacer una distinción de dos escalas en la contribución federal, intentara siquiera por un año la reducción al cincuenta por ciento; si todavía así resulta excesivo, tendremos más tarde todavía tiempo de disminuirlo al cuarenta por ciento, mientras que si en la actualidad insistimos y los diputados

aprobaran, como confieso que aprobarían el cuarenta por ciento, dado el espíritu que reina en la Asamblea, habremos dado un paso atrás demasiado grande, que después no podríamos deshacer, y entonces tendríamos que acudir a fuentes de recursos que en momentos actuales todavía no tenemos a nuestra disposición.

Comprendo que en el espíritu de todos los diputados la reducción en general es una cosa sin discusión; como secretario de Hacienda creo que puede cederse en una disminución de seis millones de pesos que trataría de compensarse no con otros impuestos, sino con el constante esfuerzo de mejor organización al percibir el impuesto federal, supuesto que si tomamos en cuenta que el cincuenta por ciento es una cifra muy fácil de vigilar, sumamente fácil de vigilar, habremos desechado todo el gran número de fraudes a que se ha prestado este impuesto con el fin de eludir su pago. Creo innecesario explicar, porque casi considero que los señores diputados lo conocen mejor que yo, el gran número de medios por los cuales se ha tratado de eludir el pago de la contribución federal. Recientemente la Secretaría de Hacienda ha tomado todas las medidas posibles para evitar que continúen disfrazándose de donativos la mayor parte de los ingresos municipales, y este esfuerzo de organización será muchísimo más efectivo cuando se tenga que laborar sobre cifras perfectamente redondas y no sobre cifras quebradas como las que nos da el sesenta por ciento o como las que nos daría el cuarenta. Así pues, espero oír, antes de escuchar el fallo definitivo de los señores diputados, la opinión de la Comisión sobre si no creería prudente y atendibles las razones que he expuesto, para que se sirva reconsiderar su dictamen a este respecto.

El C. Trejo: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Trejo: La Comisión desearía oír la opinión de todos los señores diputados que están inscriptos en pro del dictamen, y oportunamente presentará a la consideración de la Asamblea lo que haya acordado. En este momento la Comisión se retira del salón para deliberar. (Voces: ¡Entonces cómo oye?) Quedan algunos aquí.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Basáñez, en pro.

El C. Basáñez: Ciudadanos diputados: Sería innecesario subir a esta tribuna a venir a sostener el cuarenta por ciento, cuando hemos visto que el ciudadano secretario ha dado toda la razón a la Asamblea. Yo únicamente he subido con este objeto: En el proyecto del Ejecutivo se pide un impuesto adicional de un sesenta por ciento, o quiero decir, un sesenta por ciento de impuesto sobre todos los enteros hechos por los Estados y municipios de la Federación y se calcula este entero en $32.000,000.00, poco más o menos. Del resultado que dan las informaciones que han mandado los gobernadores de los Estados, aparece por los datos que se tienen en la actualidad, que en un semestre se tienen diez y siete millones y pico de pesos. No se han tomado en consideración los Estados de Chihuahua, Coahuila, Tabasco, Oaxaca, San Luis Potosí, Guanajuato, el Distrito Federal, Morelos y los Territorios. Si calculamos que solamente el presupuesto del Distrito Federal arroja cuando menos $12.000,000.00, habrá que aumentar a los diez y siete millones en números redondos que aparecen de los datos que hasta hoy tenemos, $6.000,000.00 por semestre, y entonces resultarían $23.000,000.00 como producto de esas entidades federativas. Calculo también como término medio los productos de las demás que mencioné, en $3.000,000.00, que sumados a los 23 dan $26.000,000.00 en un semestre, o sea al año $52.000,000.00. Hecho un cálculo aproximado de los municipios, de los que no hay informes, en $40.000,000.00, doce millones menos que lo que producen los Estados y agregados los.....$52.000,000.00, se obtienen $92.000,000.00 como producto de los Estados y municipios. Si se calcula simplemente sobre $90.000,000.00 el cuarenta por ciento, que es lo que propone la Comisión se obtiene una renta para le Federación de $36.000,000.00; ahora bien; si el Ejecutivo pide solamente $ 32.000,000.00, resulta que con el cuarenta por ciento se tienen $36.000,000.00.

Hablaba el C. Cabrera de que no se había llegado a deslindar perfectamente qué impuestos corresponden a los Estados y cuáles a los municipios; pero esto no tiene importancia, porque sea que unos impuestos pertenezcan a la Federación y otros a los Estados, de todas maneras se cobran y de todos modos el tanto por ciento adicional corresponde a la Federación. Después de esta discusión ha venido una proposición para transar en este asunto, del licenciado Cabrera, aunque yo no estoy de acuerdo precisamente en esa transacción, porque creo excesivo ese impuesto, es una carga para los municipios de los Estados, lo cual les impide a ellos aumentar sus impuestos locales para poder solucionar sus asuntos financieros interiores; sin embargo, en esto se ve la conveniencia de aceptar la proposición del señor Cabrera, no porque yo esté conforme con ella, sino porque si acordamos el cuarenta por ciento, va a ser nada más una perdedera de tiempo; por esta circunstancia esta es una ley que tiene que ser aprobada por las dos Cámaras, por el Senado y por la Cámara de Diputados, y si nosotros aprobamos el cuarenta por ciento, esta es la verdad: pasará al Senado y el Senado no lo aprobará; en esto sí estará de acuerdo con la transacción del C. Cabrera y volverá a la Cámara la ley, y entonces nada se habrá conseguido, absolutamente nada. Así es que por una necesidad imperiosa, porque el Senado nunca se pondrá de acuerdo en dar el cuarenta por ciento, es por lo que se puede aceptar, o mejor dicho, puedo aceptar que se ponga el cincuenta por ciento, con el objeto de que la ley no dé más vueltas; pero, repito, no es por la circunstancia de que el cincuenta por ciento sea más fácil cobrarlo. Convengo en que tanto el cincuenta como el sesenta por ciento es una carga demasiado pesada para los Estados y municipios; pero con el objeto de hacer algo efectivo y no seguir perdiendo el tiempo, pues la Cámara, basándose en estas consideraciones que he hecho, que son las de tratarse de una ley que va a ser discutida en las dos Cámaras y que ya conocemos el sentir de la Cámara de Senadores, que será desde luego lo que el Ejecutivo quiere, es por lo que yo, en beneficio de esto, sí puedo aceptar esta proposición; pero nunca, como he dicho antes, porque sea un tributo llevadero para el pueblo.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.

El C. Siurob: H. Asamblea: He estado escuchando con toda paciencia y con el debido detenimiento, las razones que han venido a exponer aquí los oradores tanto del pro como del contra y que giran dentro de la amplia órbita comprendida entre el treinta por ciento y sesenta por ciento federal, siendo este último límite ya tan absolutamente contrario a las aspiraciones de esta H. Cámara, que apenas ha podido ser sostenido por un diputado y esto con la difícil restricción que por cierto no podrá llevarse a la práctica, de que un veinte por ciento sea dedicado a los municipios. Desde luego se advierte que esta primera base es enteramente falsa, porque nosotros no podemos legislar para los municipios y Estados de la República; nosotros sólo podemos legislar para el Municipio de la ciudad de México, pero de ninguna manera para los municipios de los Estados de la República.

Ahora bien; vamos a estudiar la cuestión de fondo, la cuestión básica: ¿qué proporción debe subsistir, el sesenta por ciento o el cincuenta por ciento que propone el ministro del ramo? Debo advertir, entre paréntesis, que he escuchado al ciudadano ministro de Hacienda que en esta ocasión ha estado bastante conciliador y bastante sincero... (Murmullos.) su sinceridad ha sido patente para todos los miembros de esta H. Asamblea y, por otra parte, ha estado de acuerdo con algo que no podría negar, y es que en la discusión de presupuestos de la XXVII Legislatura, cuando nosotros venimos a esta tribuna a sostener el cuarenta por ciento, que al fin acabó por aprobarse - fijáos bien, el cuarenta por ciento acabó por aprobarse -, desde la XXVII Legislatura, cuando la República no estaba en las condiciones que se encuentra ahora, condiciones de mucha mayor normalidad desde el punto de vista económico, con mucha mayor regularidad en la recaudación del impuestos y de mayor progreso en todas las esferas de su actividad. El impuesto del sesenta por ciento es mal tolerado por muchos capítulos; ya uno de ellos ha sido citado y aun comentado por el ministro del ramo, y se refiere a las burlas de que ha sido objeto por parte de los gobiernos de los Estados, por parte de los municipios y aun por parte de los causantes; pero tenemos otras razones, y es la penuria en que se encuentran todos los gobiernos de los Estados de la República. Todos los gobiernos de la República atraviesan por una verdadera penuria en sus presupuestos, hasta el grado de que han tenido necesidad de pedir prestamos al gobierno federal; casi no hay Estado que no deba una cantidad más o menos grande al Gobierno federal. Yo me permitiría interpelar al C. licenciado Cabrera para que se dignara informarnos qué gobiernos de los Estados son los que deben a la Federación y las cantidades que deben, para que se viera el monto verdaderamente notable de esta deuda contraída por los Estados con respecto a la Federación y que se debe única y exclusivamente a que ellos no han podido formar sus presupuestos adaptados a sus necesidades, porque el sesenta por ciento federal los duplicaría y los haría absolutamente imposibles por su enorme peso sobre los contribuyentes. Yo suplico al señor licenciado Cabrera se digne a decirnos, si lo recuerda en este momento, qué cantidades son las que deben los gobiernos de los Estados, y si no puede señalar las cantidades de cada gobierno, a lo menos la cantidad en globo que deben todos los gobiernos de los Estados a la Federación.

El C. secretario de Hacienda: Es imposible contestárselo. No los tengo a la memoria, pero podría enviarlos.

El C. Siurob: El señor ministro contesta que no los tiene a la memoria; pero yo puedo afirmar a ustedes, porque lo he visto en los distintos informes de los gobernadores de los Estados, en los datos que publica la prensa y por muchos distintos otros medios, que los gobiernos de los Estados deben cantidades fuertes; por ejemplo, mi Estado debe $100,000.00; Guanajuato también debe dinero, y acaba de solicitar otro préstamo de $150,000.00 de la Federación, y casi no podría encontrarse ningún Estado de la República que no debiera de $100,000.00 en adelante, lo que da una suma de 3 ó $4.000,000.00 que deben los Estados a la Federación, lo cual significa que todas estas cantidades son las que ellos no pueden recaudar de sus respectivos contribuyentes y que no pueden recaudar, porque para aumentar las contribuciones en las proporciones debidas, necesitarían arrojar un recargo enorme en virtud del sesenta por ciento federal que pesa ya sobre los contribuyentes. Un ciudadano diputado, el compañero... no recuerdo en este momento su nombre... (Voces: ¡Rodríguez!) el C. Rodríguez, al venir a rogar por que se favorezca la instrucción pública, no ha tenido en cuenta un dato muy especial, y es el dato siguiente: las legislaturas de los Estados no han legislado proporcionando a los ayuntamientos las sumas de dinero que necesitan para sostener las escuelas, por dos razones: en unos casos, por incuria, porque son legislaturas de las impuestas por los gobiernos de los Estados , que qué se han de preocupar de la Revolución , ni qué les importa que haya o no haya escuelas para los pueblos; desde este punto de vista deben ser objeto de la más acre y terrible censura de parte de todos los habitantes de la República. La otra razón por la que no han legislado con dicho fin, es porque la única manera como podían hacerlo, sería aumentando las contribuciones de los municipios y de los Estados; se aumentaría, por consiguiente, lo que tendría que pagarse por el tanto por ciento federal, hasta el grado de hacer más penosa la ya insoportable situación de los contribuyentes en todos los Estados de la República. De manera que si no han podido crearse contribuciones especiales para que los municipios sostengan las escuelas, esto se debe al sesenta por ciento federal, que es el principal obstáculo para que pueda cumplirse con la Revolución por parte de los municipios. Pero quiero citar todavía otras cosas igualmente importantes para modificar el sesenta por ciento y reducirlo de una manera considerable. Si examinamos todos los presupuestos de egresos en los distintos ramos, observaremos en lo general una multitud de partidas globales verdaderamente enormes que no se gastan, que nada más hacen encumbroso el presupuesto y que, por consiguiente, pueden ser suprimidas muchas de ellas de una manera completa, porque no están justificadas por las necesidades nacionales.

Voy a citar partidas como las que estoy indicando. En el Ministerio de Fomento tienen ustedes una partida de $2.000,000.00 destinada a la compra de haciendas para el fraccionamiento; esta cantidad en sí es absolutamente exigua para el fin a que se le destina, porque $2.000,000.00 apenas alcanzarán para fraccionar dos fincas. Por otra parte, existe esta circunstancia: una ley ha creado una oficina especial para el fraccionamiento de fincas, de acuerdo con los ideales de la Revolución, una ley dada en la época del C. Francisco I. Madero. Esta lista... (Risas.) o esta oficina a que yo me refería, creado por un decreto del Congreso, es la Caja de Préstamos, y si la Caja de Préstamos, dotada al principio con $50.000,000.00, no ha sido capaz para fraccionar hasta hoy más que un número verdaderamente exiguo de fincas, culpa ha sido de las administraciones pasadas y de la actual también, que no han sabido poner al frente de esa oficina hombres empeñosos, hombres hábiles, sobre todo hombres amantes de la Revolución, que la hayan sentido de corazón y que comprendan que el fraccionamiento de tierras es una base del progreso de nuestra nacionalidad y de nuestra República. Pero allí tenéis, por ejemplo, esa partida de $2.000,000.00, partida exigua que nunca se ha gastado, partida que figura en el presupuesto únicamente para hacerlo encumbroso, para asustar con una montaña enorme de oro vuestras conciencias con objeto de impedir que rebajemos hasta donde debe rebajarse ese impuesto onerosísimo del sesenta por ciento federal. Y podría citaros otras partidas: allí tenéis los $500,000.00 para la irrigación; estos $500,000.00 no se han empleado en absoluto, y si váis a escarbar al fondo de esa partida, si váis a la Contraloría, encontraréis que de los $500,000.00 apenas se habrá gastado la exigua cantidad de $50,000.00. Sin embargo nosotros hemos votado con todo nuestro corazón, con toda nuestra voluntad y con todo nuestro espíritu revolucionario estas gruesas partidas para que se beneficie la República, para que se abran canales en donde circule el líquido que va a fecundar los campos, para que se vaya a fraccionar la tierra y que estos fraccionamientos vayan a servir como un alivio a nuestros proletarios.

Y podría citaros muchas otras partidas: allí tenéis los gastos secretos, por ejemplo, de la Secretaría de Gobernación; esos gastos secretos en el nuevo presupuesto han sido ampliados de la cantidad de $150,000.00 que tenían el año pasado, hasta la cantidad de $2.000,000.00. Y allí tenéis los gastos de emergencia de todas las Secretarías y allí tenéis los viáticos de una multitud de empleados públicos, de una caterva verdadera de empleados que no sirven más que para convertirse en sanguijuelas del presupuesto, aquellos individuos de que nos habla el profesor Vadillo que habían hecho no sólo una canongía, sino que se habían acostumbrado a la empleomanía, abrazándola como única tabla de salvación en su vida de parias. Si suprimimos todas estas partidas, si, como se está haciendo en la actualidad en que esta honorable Cámara ha tenido el buen tino de dividir la Comisión de Presupuestos en cuatro distintas para que expurguen ese presupuesto de todas estas cantidades que hoy aparecen encumbrándolo y dándonos una ilusión de óptica de lo que se gasta por el Erario es una cantidad muchísimo mayor; si suprimimos departamentos enteros como el de Aprovisionamientos Generales que no ha hecho más que venir a dificultar el aprovisionamiento de todas las Secretarías de Estado y que sólo ha servido de fuente de riqueza para una multitud de empleados públicos que constituyen un verdadero obstáculo para que se provean los distintos departamentos del Estado de todos los elementos indispensables para su funcionamiento; si nosotros acabamos con todo este oropel acumulado en el presupuesto y que se nos hace pasar como oro, llegaremos a la conclusión de que el cuarenta por ciento es muy eficiente para sostener estas necesidades. Pero otra de las razones muy poderosas que me hacen suponer que el sesenta por ciento es mal recaudado, consiste en la diferencia entre los datos que nos dan los gobernadores de los Estados y los que nos proporciona el ministerio del ramo, fundados en la recaudación habida en las oficinas del Timbre. Los gobernadores de los Estados en su contestación a la Comisión de Presupuestos, han dado los datos siguientes: en el último semestre la recaudación de la mayoría de los Estados por este capítulo es de $17.000,000.00, faltando cuatro o cinco Estados, por lo que debe calcularse que en la proporción relativa se obtendrían otros $3.000,000.00. Si nos referimos a la cantidad recaudada en el Distrito Federal, la que sí es perfectamente conocida, obtenemos $6.000,000.00 exactamente para la Federación. El total arrojaría... $52.000,000.00 en un año. Ahora bien, suponiendo que la recaudación de los municipios fuera menor que la de los gobiernos de los Estados y que fuera menor en un veinte por ciento, lo que es demasiado poco suponer, ya que sabemos que las contribuciones de los municipios son también demasiado onerosas, vendremos a la conclusión de que son $92.000,000.00 los que se recaudan por los municipios y por los distintos Estados de la República. En esta forma, si obtenemos el sesenta por ciento federal, resultarán $55.200,000.00 que sería la cantidad que debería producir el sesenta por ciento federal si estuviera perfectamente cobrado; es decir, si la recaudación fuera enteramente perfecta y pudiera hacerse de un modo correcto en todos los Estado de la República y en todos los municipios. En esta forma, si rebajamos el sesenta por ciento federal, a que sea tan sólo en cuarenta por ciento, obtendremos que sobre $92.000,000.00 son........... $36.800,000.00 que se recaudan, lo que actualmente produce el sesenta por ciento federal. Me dirá el ciudadano ministro de Hacienda: "Pero es que así como tenemos ahora dificultades para recaudar la cantidad que recaudamos, tendremos iguales dificultades para recaudar el cuarenta por ciento"; esto no sería absolutamente exacto, porque sabe muy bien el ciudadano ministro de Hacienda que una contribución es tanto más fácil de recaudar, cuanto que esa contribución es más llevadera, cuanto que es menos onerosa, cuanto que está más de acuerdo con las necesidades públicas; de manera que yo parto de la base de que el cuarenta por ciento será más fácil recaudable que el sesenta por ciento y en esta forma, suponiendo que no se recaudaran los $36.000,000.00 que actualmente recauda la Federación con el sesenta por ciento, si hubiera alguna diferencia, ésta sería a los más de cinco

o seis millones que admite el C. Cabrera como una diferencia con el cincuenta por ciento y en cambio tendríamos todas estas ventajas: Primera: Los gobiernos de los Estados podrían llenar más fácilmente sus presupuestos y evitarían a la Federación estarles haciendo préstamos a cada momento, préstamos que desequilibran el presupuesto de la Federación y que constituyen una verdadera anormalidad dentro de nuestro sistema hacendario. Segunda: Permitiría que los municipios pudieran implantar nuevas contribuciones para favorecer verdaderamente la instrucción pública que les está encomendada, desgraciadamente, porque yo creo que esto es indebido, pero que por lo pronto les está encomendado a los municipios de la República. Ahora bien, ciudadanos diputados, tendría otras muchas ventajas, entre otras liberar un poco del peso a nuestra naciente industria, a nuestra renaciente agricultura, porque una de las causas principales por las que no se ha podido vencer en este renacimiento de la República, consiste precisamente en lo alto de los impuestos, en el enorme peso que tienen que soportar todos los que intentan implantar una industria o algo nuevo. Debéis también recordar, ciudadanos diputados, que este sesenta por ciento federal no sólo recae sobre los impuestos normales que las legislaturas han establecido en los Estados de la República, sino que recae sobre una multitud de impuestos violatorios expedidos por distintas legislaturas, aun contra la Constitución. Allí tenéis, por ejemplo, en el Estado de Querétaro impuestos violatorios a la Constitución, sobre la elaboración de harina, sobre la extracción de cereales, impuestos que por más que se ha clamado en contra de ellos en la prensa, en la tribuna y en todas las formas posibles, no ha sido posible que estos gobernadores de los Estados, que sólo se han preocupado de esquilmar a los pueblos para saciar la sed de rapiña de sus secuaces, no ha sido posible que rebajen estas enormes gabelas que hacen encarecer los artículos de primera necesidad. En mi Estado natal se han impuesto contribuciones verdaderamente terribles sobre la elaboración de harina, sobre la producción de trigo, sobre la producción del maíz y sobre otra multitud de artículos de primera necesidad. Casos idénticos existen en todos los Estado de la República; ustedes son testigos, muchos de ustedes pueden decir lo mismo de sus entidades federativas; hay contribuciones verdaderamente fuera de todo régimen, fuera de toda idea hacendaría, fuera de sentido común, fuera de toda circunstancia económica que pudiera ser viable y que sobre las cuales, para agravar todavía más, para acabar de aniquilar la energía de los pueblos y esas tendencias al renacimiento de la República, todavía sobre ellas pesa el sesenta por ciento federal como una losa sepulcral, para impedir que de allí resurja la industria, la pequeña agricultura. Inútil sería volver a repetir lo que han dicho otros oradores en el sentido de que han ido normalizándose las circunstancias del país, que los impuestos son más fácilmente cobrables; pero debe de advertir otra cosa: el presupuesto de Guerra es uno de los más ampulosos, es uno de los más grandes, es uno de los que exigen mayor cuidado y como al frente de él está un verdadero revolucionario, un hombre de convicciones, para revisar este presupuesto, estoy perfectamente seguro que la rebaja que se obtenga sobrepasará en mucho a los....... $6.000,000.00 de que nos habla el ministro de Hacienda que perderá la nación con disminuir de sesenta a cuarenta por ciento como lo pide la Comisión. Yo estoy perfectamente cierto que con las rebajas a los presupuestos en todos los ramos de la Administración, podemos ahorrar perfectamente, no sólo los seis millones, sino doce o quince si fuera necesario para reducir este impuesto, no solamente hasta el cuarenta por ciento, sino hasta el treinta si fuera posible; pero como la Comisión pide el cuarenta y éste es perfecta y absolutamente razonable, porque podemos cubrir ese saldo de que no habla el C. Cabrera, porque ya conocemos cuáles son nuestras necesidades, porque no se necesita sostener ya un gran número de fuerzas, porque es preciso normalizar las entradas y salidas del Tesoro Público, resulta, pues, que el cuarenta por ciento es absoluta y perfectamente equitativo.

Para terminar, ciudadanos diputados, pido a vuestras señorías que déis un voto aprobatorio por el cuarenta por ciento, tal como lo pide la Comisión, por las siguientes razones: Primera: Porque será mucho más fácilmente tolerado y, por consiguiente, será más fácilmente cobrable. Segunda: Porque permitirá a los gobiernos de los Estados formar sus presupuestos de una manera más perfecta, hasta completar todos sus gastos, sin tener necesidad de estar solicitando cantidades cada vez mayores de la Federación. Tercera: Porque permitirá a todos los municipios de la República señalar nuevas contribuciones que les permitan subvenir a los gastos de las escuelas, necesidad imperiosa como ninguna en la República, si queremos que venga cuanto antes la nivelación democrática, que será la base de nuestra verdadera democracia del futuro y, por último, que el pueblo mexicano se convenza que el régimen revolucionario, no solamente ha venido, por circunstancias especiales, agravantes, a exacerbar la penuria en que se encontraba ya nuestro proletario, sino que al mismo tiempo que comienza a cumplir sus promesas, comienza a preocuparse por quitar de sus hombros la carga que, con bastante pena para los líderes de la Revolución, con bastante sufrimiento para el corazón de los verdaderos revolucionarios que quisieran que, cuanto antes, el pueblo empezara a palpar los verdaderos beneficios de la Revolución, que se pueda quitar esa carga y ese peso, para que el pueblo vaya convenciéndose una vez más de que no en balde hizo una revolución gloriosa que traerá como consecuencia su mejoramiento económico, su mejoramiento intelectual y la verdadera consolidación de nuestro país como una patria absolutamente libre y digna del respeto de todos los pueblos cultos. (Aplausos.)

El C. secretario Aguilar: Tiene la palabra el C. Pérez Vela. (Voces: ¿En pro o en contra?) En contra.

El C. Pérez Vela: Ciudadanos representantes: Me he inscripto en contra de la fracción (b), que dice:

"Contribución federal sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras de los Estados, Territorios y Distrito Federal y en las de los municipios, que se causará y percibirá a razón del cuarenta por ciento sobre dichos enteros, en

la forma prescripta por la cita ley de 1o. de junio de 1906 y disposiciones relativas."

Lamento, ciudadanos diputados, en esta vez, que yo estoy por que sea el cincuenta por ciento federal el que subsista, (Siseos. Murmullos.) y a muchos de los ciudadanos diputados no dejará de causarles esto cierta extrañeza, (Voces: !No, hombre! ¡No!) desde el momento en que durante el primer ejercicio de la actual Legislatura yo tuve el honor de presentar a vuestra consideración una iniciativa, en la que solicitaba fuera reducido este impuesto al treinta por ciento. Esta iniciativa tuve el honor de presentarla con fecha 21 de noviembre del año pasado... (Murmullos.) y recomendaría al compañero que tanto empeño tiene en molestar a los que carecemos del don de la palabra y sólo podemos expresarnos como humildemente sabemos hacerlo para cumplir con nuestro deber, que puede desde este mismo sitio venir a rebatir estas pobres ideas mías. (Murmullos.) Los ciudadanos diputados que hayan seguido con detenimiento el desarrollo de esa iniciativa, de la que estoy seguro muy poco se preocuparon después y cuya iniciativa tuvo el honor de ser apoyada por la mayoría de la diputación de Sonora, habrán podido convencerse de que todos los esfuerzos que hayan hecho y los que yo personalmente hice resultaron inútiles, porque no nos fue posible conseguir en aquel entonces absolutamente ninguna disminución al impuesto federal. El día 21 de diciembre, la Comisión 2a. de Hacienda presentó un dictamen enteramente desfavorable al proyecto de ley que presentara el Ejecutivo, hubo aquí una breve discusión y conseguimos que el presidente de aquella misma Comisión lo retirara, dictamen que, una vez retirado, jamás pudimos volver a conseguir que pudiera ser presentado, y como este asunto no podía tratarse en el periodo extraordinario, es por lo que hasta hace unos cuantos días fue cuando se presentó a vuestra consideración. En ese dictamen, la Comisión no propone que sea el cincuenta por ciento federal, y estando de acuerdo con las razones habiendo sido la intención primera mía pedir que siquiera ofreciera algo el Ejecutivo, por conducto de su secretario de Hacienda, hoy sí tengo el convencimiento seguro y pleno, de que esa rebaja del diez por ciento se va a conseguir de un modo evidente. A los ciudadanos diputados a quienes cause extrañeza mi actitud, basta con recordarles las breves palabras que pronuncié en la sesión del 12 de diciembre del año pasado, y que textualmente dicen:

"Por otra parte, señores, yo veo con verdadera, con profunda tristeza, que cualquiera iniciativa bien intencionada que se presenta a la consideración de la H. Asamblea, algunos ciudadanos diputados inmediatamente se imaginan ver en ella que se persigue algún fin político. No, ciudadanos diputados; yo no persigo absolutamente ningún fin político en este asunto: quiero que el pueblo de la República entera vea que poco a poco se va disminuyendo esa carga pesadísima que lo abruma. Eso es lo único que yo pretendo, y no estoy dispuesto a sostener que sea el treinta por ciento. Yo hubiera visto con demasiada satisfacción que la Comisión siquiera, nos hubiera presentado este dictamen diciendo que fuera el cincuenta por ciento."(Siseos y risas.) Pido respetuosamente a la Presidencia, que la Secretaría dé fe de que ésta es la copia del DIARIO DE LOS DEBATES.(Voces: ¡Nadie lo pone en duda!) Ya ven, pues, los ciudadanos diputados que no pierden alguna ocasión, y que por fortuna son pocos, para demostrar su malevolencia a determinadas personas, que mis ideas no han cambiado nada, que estoy conforme, que estoy satisfecho con que sea ahora el cincuenta porciento federal; de que en esta forma señalamos nosotros un nuevo derrotero a las futuras legislaturas que, si año por año se disminuye este impuesto, se llegue a dejarlo lo menos pesado posible sobre el pueblo de la República.

Por todo lo expuesto y, dado que tengo conocimiento de alguno de que los datos que el doctor Siurob nos viniera a hacer conocer desde esta tribuna son exagerados, porque creo que de un modo preciso no podría el C. Siurob demostrarnos que son.....$ 51.000,000.00 los que pueden recaudarse cobrando el sesenta porciento federal. Por eso, ciudadanos diputados, es por lo que pido a vosotros un voto aprobatorio para la fracción a debate y después para el proyecto de ley cuyo dictamen ha rendido ya la 2a. Comisión de Hacienda. (Voces: ¡Que hable la Comisión!)

El C. secretario Aguilar: Tiene la palabra el C. Vadillo

El C. Vadillo: Honorable Asamblea: El señor ministro de Hacienda, hábil dialéctico como lo es ha principiado su impugnación a la iniciativa de la Comisión de Presupuestos y Cuenta, haciendo un amplio y muy cumplido elogio a los representantes del pueblo, y la Cámara, al fin mujer, (Risas.) se ha sentido en cierto modo pagada por este cumplido del ciudadano ministro de Hacienda, y la profunda atención con que le escuchó su discurso tuvo la apariencia, por lo menos el precio, de una discreta, amplia y elegante inclinación versallesca ante las habilidades dialécticas del señor ministro de las finanzas mexicanas. Efectivamente, señores representantes, el papel de un diputado en una Cámara Legislativa como ésta y cuando se versan asuntos de impuestos, no puede ser glosado con mayor precisión y con más justo y cumplido elogio, que como lo hizo el señor ministro de Hacienda; el diputado, cuando se versan cuestiones hacendarias, tiene por deber primordial, dijéramos esencial, inmediato y de mayor resonancia para la apreciación de sus labores parlamentarias, la de tirar constantemente de la manta oficial, a fin de dejar al Gobierno, lo más que se pueda, fuera de la protección del pueblo, que gasta liberalmente para cubrir muchas lacras de los gobiernos; el diputado es para eso, para restringir, para limitar, para constantemente acucioso y en determinados casos más tacaño que el buscón de Quevedo, si esto es necesario. El deber del diputado es escatimar hasta el último centavo que se pueda, a fin de librar a las espaldas del pueblo del constante peso que los gobiernos, por una razón contraria, pero también muy lógica, se empeñan constantemente en recargarle con una serie de impuestos. De manera que no vengo a rectificar, sino más bien a ratificar de todo corazón este espolvoreo de adjetivos brillantes a favor de cada uno de los representantes del pueblo, que desde aquí arrojó el ciudadano ministro de

Hacienda y que formaron como un tapete pérsico, en donde la Comisión de Presupuesto y Cuenta se vió como inclinada, como tentada a ir a poner la rodilla desde el momento en que no la hemos visto venir a defender con toda energía e inmediatamente su iniciativa del cuarenta por ciento de contribución federal. Los gobiernos siempre tienen dos actitudes frente a las cámaras que representan a los pueblos: una es la actitud esencialmente optimista, la actitud en ver blancos y azules horizontes para la función gubernativa, esa la vemos el día en que ante la Representación Nacional el Ejecutivo rinde el informe consuetudinario y legal; es decir el informe acostumbrado; ese día, la pacificación del país avanza, los problemas económicos están todos, o solutos, o por resolverse; el pueblo vive tranquilo, como en una nueva arcadia, en la cual los ciudadanos arcadienses entregan su dinero con una benévola sonrisa para el gobierno que los recoge; todo está en paz, todo está tranquilo, todo va ajustándose como en una matemática correcta: los impuestos a los egresos; los gastos, a la buena voluntad con que se dan los impuestos al Gobierno, etc., etc.; en suma, el Gobierno ese día resplandece como una Tabor y los diputados asombrados caen semidormidos de pavor, de pavor santo y tranquilo ante las maravillas que el Gobierno despliega en el manto azul de los mensajes presidenciales. (Aplausos.) Pero, señores, viene el día de discutir los impuestos, es decir, llega este día, y el señor ministro de las finanzas se ve precisado a ascender a este calvario de la tribuna, y aquí es donde se suda sangre, (Risas.) aquí es donde se pide que, si es posible, un ángel del cielo aleje este cáliz amargo de tener que pedirles a los diputados más y más dinero. Así hemos visto al C. Cabrera ahora quejarse amargamente de que nuestras finanzas no andan del todo bien, de que nuestros gastos dejan todavía margen, un margen aterrador; de que no es posible todavía pensar que se equipararan nuestros ingresos con nuestros egresos; en suma, que no andamos bien; en suma de que en tres o cuatro años de labor financiera seguida, constante, fatigosa, nos han dejado siempre como estábamos al principio, es decir, peor de lo que estábamos al principio; es decir, que la revolución, es decir, el gobierno que siguió a ella, no ha podido todavía, por desgracia que lamentamos, - en primer lugar, aquellos que estamos dentro de la revolución -, no ha podido todavía presentar al mundo un ajuste claro de nuestras cuentas, de nuestros deficientes, de nuestros ingresos, a pesar de la decantada y cierta vitalidad de nuestro país. Este margen en contra nuestra, tiene una interpretación política a que no quiero aludir ni por un momento en esta tribuna, únicamente la mencionaré de paso: tiene una interpretación política contra del tiempo o contra de los trabajos que se han emprendido por nuestro Gobierno en materia financiera y que ha dejado, como digo, un problema apremiante y plateado categóricamente desde hace varios años. Pero debemos concretarnos al punto de esta discusión.

La rebaja de la contribución federal sobre los impuestos que cobran los municipios y los Estados es, como si dijéramos, un tema que ya tiene una solución popular; desde la XXVII Legislatura se viene haciendo campaña en la tribuna, en la prensa y verbalmente en los distritos propios por todos vosotros, acerca de este tópico de la contribución federal, sobre los impuestos municipales y del Estado. Es un tópico resuelto en la conciencia popular, todos los municipios con o sin razón de orden económico y financiero, atendiendo o no a las razones de índole general del país; pero que probablemente lo será, puesto que es general en todo el país en cada municipio; es aspiración, en todas partes, repito, se aspira a que este impuesto federal se rebaje constantemente. La soberanía nacional, la soberanía popular, representada por la XXVII Legislatura, había acordado ya que este impuesto no pasara del cuarenta por ciento; es, por consiguiente, una tesis ya fallada, es un deseo ya resuelto, es una aspiración ya concreta y conocida por todo el país, y los diputados de la XXVII Legislatura están obligados en estricta conciencia de legisladores, a mantener ese acuerdo anterior de las legislaturas pasadas, máxime cuando las condiciones actuales ratifican más y más la justicia con que la Legislatura pasada acordó en este punto una resolución. El señor licenciado Cabrera conoce indudablemente, y por esto la ha expuesto aquí con mucha precisión, conoce este desorden fiscal que existe en los Estados, tanto para sus impuestos por razón de impuestos del Estado, como en los impuestos municipales por razón de orden municipal. En primer lugar, como ya muy bien lo expresó este ciudadano, no se conoce la naturaleza propia del impuesto municipal; no se sabe hasta qué punto este concepto municipal se extiende a determinados ramos gravables; no se conoce cuál es la frontera en la tributación que señalan los dos conceptos, Estado y Municipio, y de ahí que en esta confusión, el más fuerte, que es el Estado, impida constantemente al más débil, que lo será el municipio, la invasión en el cercado municipal.

Constantemente las contribuciones gravitan sobre aquellos que por su naturaleza general se comprende que serían del orden municipal; así, en algunos Estados, en algunas entidades federativas, el Estado cobra sobre predios determina cantidad de valor fiscal, por ejemplo, cien pesos en Jalisco, y los predios de precio inferior suele cobrarlos el municipio; en otras partes es diferente. Ahora bien; los municipios, a su vez, no tienen una apreciación correcta, clara y bien definida acerca del campo que los Estados les han dejado para espigar en él sus impuestos y ganarse así su subsistencia, por una parte, por la otra la federación cae por igual sobre todo aquello que se cobra al ciudadano contribuyente y aquí está el punto capital que va contra el impuesto federal a esas contribuciones de los estados y de los municipios. Todos los Estados, como vosotros lo sabéis bien, por razones, por las circunstancias que subsisten o por las circunstancias que se han invocado, de ocho o diez años a esta parte, han subido sus impuestos de una manera que apenas se soporta ya, y no pudiendo soportarlas más y subsistiendo la bancarrota en los Estados, han tenido que acudir, como a una madre común, a la Federación, por medio de empréstitos. Ya lo decía el C. Siurob con mucha justicia: el hecho de que todos los Estados sean deudores de la Federación, prueba dos cosas: en primer lugar la ineptitud

fiscal que existe en todos los Estados y en que tiene mucha razón el ciudadano ministro de Hacienda en fijarse; en segundo lugar demuestra la imposibilidad de sacar un centavo más por razón de contribuciones en las circunstancias presentes en los Estado, y esto nos está revelando que el máximo de la tributación se ha alcanzado en algunos Estados o está por alcanzarse. Ahora bien; cuando la Federación sobre todo lo que se colecta va a imponerse su parte, es decir, va a recaudar también una parte, va a ser un tercero que también caiga sobre el contribuyente, quiere decir que la más pequeña cantidad que se señala para la Federación en todo impuesto, tanto en los de los Estados como en los de los municipios, se traduce esto inmediatamente en una carga fenomenal. Lo justo radicalmente, lo justo sería que la Federación se abstuviera de imponer contribuciones a las que ya cobra el municipio y a las que ya cobra el Estado, porque hay también aquí una razón de mucha importancia sobre la cual el C. Cabrera pasó ligeramente, más bien aprobándola, y es la siguiente: la organización de nuestro país en su régimen democrático, representativo y federativo, si se le llevase a las consecuencias más radicales, pero más justas y legítimas, no admitiría así, a las claras, que la Federación pesara hasta sobre los impuestos municipales. Podría haber una razón constitucional de colaboración de los Estados respecto de la Federación y una especie de soberanía subsidiaria de los Estados y más subsidiaria todavía de los municipios para el conglomerado general que se llama nuestro país; no desconozco el principio; pero yo desconozco las consecuencias fiscales que pretenden apoyarse en ese principio y sobre todo la magnitud de esas consecuencias fiscales. Está bien que todos contribuyan, pero no en grado tal que hagan de los Estados y de los municipios verdaderas dependencias de la Federación, porque eso rompe el principio en esencia de la organización federativa de los Estados soberanos y de los municipios, como base autónoma de la Constitución, no de la República. Si fuera leve la contribución, si se concretara a los Estados como entidades firmemente ligadas, con un escalón inmediato de la Federación, todavía podía pasar; pero llegar hasta la última molécula del organismo nacional, llegar hasta el principio de ella que es el municipio y meter la mano allí, libremente, en todo y en la proporción en que éstos ejercen su soberanía municipal fiscal consistente en gravar cuanto a ellos les corresponde para su subsistencia, es una manifestación de centralismo demasiado enérgica que se debería rechazar por una razón de índole política exclusivamente. Por estas circunstancias, señores representantes, estoy persuadiendo íntimamente de que la nación aprobaría la conducta de sus representantes en esta Cámara, si no aprobara ese espíritu de la Federación para salvar sus compromisos por la manera fácil y sencilla de gravar los impuestos ya existentes. No desconozco ni por un momento, antes bien lo subrayo con toda energía, que el procedimiento de la Federación para salvar sus compromisos, para salvar su deficiente, para sacar avante la nave próxima al naufragio o cercana al naufragio de las finanzas nacionales, ha hecho una maniobra muy hábil con señalar un recargo de más a los impuestos que ya se cobran y que ya tienen su cauce trazado, que ya tienen su modo de percibirse, que ya tienen su sistema de recolección, etc.; de manera que ese dinero lo adquiera la Federación por vías seguras, cae a las cajas del centro como por cauces trazados definitivamente por la rutina vieja de los impuestos; de manera que este impuesto ni siquiera es un progreso de nuestro sistema fiscal. Todos los años, de tiempo atrás, venimos quejándonos, en primer lugar del señor ministro de las finanzas, del sistema pésimo que reina en nuestro país para percibir los impuestos, la complicada madeja de artículos gravables, de capítulos de tributación de los ciudadanos que no han podido simplificarse en todas esas ramas y que el mismo ministro de Hacienda conoce perfectamente que muchas de ellas son perfectamente inútiles y que solamente complican la máquina fiscal para obtener la tributación de los ciudadanos, y ahora como sobreponer sobre todo este tejido del sistema fiscal un nuevo derrame de tributaciones, no es un progreso en nuestra ciencia de nuestras finanzas, no es un recurso hábil e inteligente que muestre nuestro deseo de marchar más y más adelante: es sencillamente un recurso práctico, un recurso que ahorra tiempo, que ahorra estudio, que ahorra diligencias, que ahorra trabajo al señor ministro de Hacienda o al gobierno central y que, sin embargo, exprime con toda seguridad todas las fuentes de riqueza de nuestro país. Ahora bien; el deber del diputado, como decía el señor ministro Cabrera y como lo reconocemos todos nosotros, es exigir del gobierno con el mismo derecho con que él reconoce en nosotros el derecho de oponernos a este género de contribuciones, nosotros tenemos el derecho correlativo de exigir al gobierno que busque otros medios, que ensaye su talento, que discurra, que busque por otro camino, y en el crucero de la imposibilidad, cuando él fracase y cuando nosotros fracasemos, allá nos daremos la mano en paz y diremos: para que subsista el gobierno, puesto que ha de subsistir, estemos de acuerdo, pero antes que se estudie, que se presenten nuevas iniciativas y no sobre el antiquísimo sistema fiscal que existe en México desde que es México, y que se ha ido acumulando cada vez que un ministro no encuentra en su cabeza un medio de salvar un deficiente. Ahora, crear un derrame sobre todas éstas, como ratificando todos los errores fiscales pasados, como continuando las torpezas de todos los ministros porfirianos que nosotros hemos rechazado y hemos censurado constantemente, ¿os parece, señores representantes, que es progreso en materia fiscal? Evidentemente que no. Yo con toda serenidad, con toda energía como representante de un Estado o de un distrito que corresponde a uno de los Estados que sufrirán más grandemente con esto, puesto que los impuestos, puesto que las contribuciones de ese Estado ya son demasiado altas y lo que hoy es un pequeño aumento de treinta o cuarenta por ciento se traduce allá, a distancia, en un aumento colosal, por esta razón abogo por que la Comisión se mantenga firme y defienda aquí, con la energía con que la hemos visto defender en otras ocasiones sus aciertos, este acierto de la Comisión de señalar un cuarenta por ciento, a fin de que los Estados y distritos representados por esta Soberanía Nacional, sepan que sus

diputados lo son efectivamente en los momentos graves, como son para los pueblos los momentos en que la Federación quiere meter las manos en sus bolsillos. No podemos nosotros permitir que las angustias de la Federación para sus gastos, que las angustias de los Estados para los suyos, que las angustias de los municipios para los propios, vayan a caer y a convertirse en panteras sobre el vientre del ciudadano; tres manos que caen sobre el municipio son para alarmar al diputado menos conocedor de sus propios deberes en esta Representación Nacional. (Aplausos.)

El C. secretario Aguilar: Tiene la palabra el ciudadano ministro de Hacienda.

El C. secretario de Hacienda y Crédito Público: No sé desde cuándo llevo cargando a cuestas la poco envidiable reputación de gran dialéctico y de su gran sutil y de gran sofista. Cada vez que en la prensa o en la tribuna he puesto el dedo sobre alguna llaga, el que se siente tocado dice: "Son sofismas de Cabrera", "la sutil dialéctica de Cabrera", y tratan de predisponer a un auditorio previniéndole contra algo de que absolutamente me reconozco indotado. La del diputado Vadillo sí es dialéctica, esa sí es palabra galana, ese sí es polvo de oro espolvoreado sobre vuestros ojos para cegaros; (Aplausos.) él si es elegante, yo no pretendo mayor mérito que el de decir las cosas con claridad y ser preciso. Celebro, sin embargo, la ocasión de haber escuchado a uno de los pocos sinceros revolucionarios que quedan en materias sociales en México; le concedo la razón en muchos de los puntos que al final de su discurso ha tocado; pero, desgraciadamente, en materia de finanzas un edificio, es decir, una nación, tiene que reconstruirse sin que dejemos de vivir y de comer al mismo tiempo que está reconstruyéndose y reformándose. Por eso los hombres más revolucionarios en materia financiera son antes que todo, en los primeros pasos que en la vida práctica dan, atacados de conservadores; pero el financiero que reforma necesita no destruir el edificio y no dejar de comer. Las finanzas de un país necesitan constantemente, día a día, producir siempre una cantidad igual a la que han venido produciendo y las reformas tienen que efectuarse como quien se propusiera efectuar la demolición y la reconstrucción completa de una gran edificio, sin haber dejado de vivir y sin haber dejado de utilizarlo diariamente. Por eso parecen conservadores muchos de los procedimientos seguidos por el gobierno de la revolución en materia financiera, porque las conquistas han necesitado hacerse tan lentamente, tan pausadamente, casi diría yo tan subrepticiamente, que sea posible transformar un sistema sin haber echado por el suelo todo el edificio. Yo no admito, como el señor Vadillo, que economía sea como las cocineras lo entienden, símbolo o sinónimo de tacañería. La economía consiste no en escatimar, sino en hacer producir a cada peso un peso de resultado; casi, casi estoy por decir que está a más altura, como financiero, Siurob que Vadillo. (Risas. Aplausos.) Porque al fin, Siurob practica la economía de escatimar los gastos, y Vadillo practica la economía de escatimar los ingresos. Las dos cosas tienen que, probablemente, formar sistema; el problema no consiste en pedir menos, ni tampoco consiste exclusivamente en gastar menos, el problema consisten en pedir todo lo que humanamente, económicamente pueda producir la gallina de los huevos de oro, sin torcerle el pescuezo, y en materia de egresos, todo aquello que los fines políticos sociales del desarrollo de un país exigen. La palabra presupuesto ni siquiera es griega, de origen latino, sencilla, suponer por anticipado una cantidad que probablemente vamos a poder gastar; por esto es que siempre los presupuestos exceden en muchos ramos, en muchas partidas a lo que la previsión había dicho, y por esto los presupuestos se quedan muchas veces cortos en algunas de las partidas que se habían presupuesto. No extrañe al diputado Siurob que hayan sobrado diez millones en clases pasivas de la Secretaría de Guerra, mientras, en cambio, faltaron diez y siete millones en haberes para los soldados. Los presupuestos tienen que ser así; no extrañe el diputado Siurob que Fomento haya presupuesto dos millones para adquisición de tierras, cuando no ha adquirido nada de ellas; lo que habrá querido decir es que las partidas del ramo no permitieron llevar a cabo la promesa de reconstrucción agraria y que, por consiguiente, no llegó el caso de ejercerse las partidas; pero de buen gobierno es anticipar un determinado gasto que pudiera llegar a hacerse, aun cuando no tengamos la certeza de que desde el primer momento pueda hacerse así. Pues cuando llegue el ramo de Egresos ya ejercerá el diputado Siurob el fino arte de la tijera al recortar todas aquellas partidas que le están encomendadas, y ya la Secretaría de Fomento, por conducto de la Hacienda o cualquiera otro secretario que se sienta lastimado, expresará las razones para presuponer partidas globales que, aparentemente, no tienen significación. La tarea de los diputados, para mí la más alta, no es la de cuenta chiles a que se refiere el diputado Vadillo, la de cuenta chiles. (Risas.) La primera obligación del diputado no es la tacañería, no es conquistarse simpatías más o menos vagas en su distrito, haciendo conocer a sus comitentes que ha defendido su bolsillo; esa tarea queda encomendada a los abogados de los comitentes; la tarea del diputado principalmente es ver cuáles son los fines generales que la nación va persiguiendo, cuáles son los intereses generales de la nación y atender a su satisfacción, naturalmente de acuerdo con las condiciones prácticas del causante. Así pues, cuando la Secretaría de Hacienda viene a demostrar la necesidad de un mayor, de un nuevo sacrificio o cuando menos de la continuación del sacrificio que se había hecho, la discusión debería versar sobre si nuestras condiciones generales exigen o no exigen un presupuesto de ingresos de ciento setenta millones para saber en seguida si podemos ajustar nuestros gastos a estos ciento setenta millones y, desgraciadamente, las finanzas modernas de todo el mundo están invertidas. Es primero la necesidad la que se mide y en seguida los recursos los que se buscan; nuestra Constitución todavía nos señala un camino, en mi concepto erróneo: pide que primero veáis cuáles son los ingresos que pueden obtenerse y después aprobéis los gastos; para mi criterio, debería ser lo contrario: primero, ver cuáles son las necesidades, medir el tamaño de los presupuestos de egresos y en seguida tratar de los ingresos; pero tenemos, afortunadamente,

los presupuestos anteriores, que nos indican cuál es la dimensión de nuestros gastos. No, señores, no es el mensaje presidencial el que siempre viene a dar la nota optimista; es que el presidente de la República, al informar sobre su labor, informa siempre y debe informar siempre con un criterio de verdad, pero con un criterio de esperanza. ¡Pobre del presidente de la República si se confesara vencido en cada ocasión que comenzara un nuevo período! Pero el mensaje presidencial, señor diputado Vadillo, dice eso mismo que yo digo ahora al tratarse de la materia de contraloría, del Departamento de Contraloría; expresa con toda claridad esta diferencia entre un presupuesto de ingresos y un presupuesto de egresos, cuando menos en tratándose del año de 1918, que era el ya calculado. Aquí podemos ver cómo los egresos autorizados montaban en 1918, a $220.000,000.00, que debido a esfuerzos de la Contraloría, cuya función consiste en una función de prudencia, esa función que el diputado Siurob querría ver aquí en la Cámara; el presupuesto debe ser amplio y de acuerdo con las necesidades del país; pero la función de la Contraloría está precisamente en no dejar ejercer más partidas que aquellas que realmente la necesidad va aconsejando momento a momento, de mes a mes. La Contraloría en el año 1918 logró que no se ejerciera, es decir, que de los $220.000,000.00 presupuestados, no se gastaran más que $166.000,000.00. Por consiguiente, obtuvo, aproximadamente, no diré una economía, obtuvo una detención en nuestro Presupuesto de Egresos, de $55.000,000.00. Ahí está, pues, de manifiesto, que en el seno del mismo Ejecutivo hay ya esa tendencia a no gastar todo lo que se ha presupuesto.

Así pues, no todo lo que está escrito en el ramo de Egresos va a ser necesariamente ejercido; es necesario que, día a día, se lleve el pulso de la situación y se vea qué partidas puedan ejercerse; pero de los $166.000,000.00 que se gastaron en 1918, el mismo informe presidencial nos dice que no habíamos podido obtener bajo la forma de ingresos más que $148.000,000.00; y medio, o sea un déficit de $18.000,000.00; es decir, había un déficit de.... $18.000,000.00. Lo hubo entre lo gastado efectivamente y que hubo de completarse con ingresos, préstamos de los ferrocarriles, etc. Otros ingresos que no fueron por concepto de impuestos y lo ingresado realmente. Así pues, hago esta manifestación por lo que hace a 1918, porque es hasta donde tenemos las cifras completas. El año de 1919, según el mismo informe presidencial nos muestra, muy probablemente no causará un déficit tan considerable, sino que se cree que llegaremos a fin de año con un déficit de 5 ó $7.000,000.00, y cuando digo un déficit de 5 ó 7.000.000.00 no se toma en consideración el servicio de nuestra deuda extranjera que, por el momento, está en suspenso, sino simplemente el servicio de nuestro Gobierno. Estas son cifras que se leyeron ante el Congreso; pero aquí me toca volver la oración por pasiva: Yo no tengo la culpa de que no se lea con atención o no se escuche con atención; si el diputado Vadillo, como un niño que va a la escuela, el día de la inauguración de los cursos, con traje nuevo, no puso atención y más tarde no leyó bien la lección a este respecto, la culpa no es mía, el tono de optimismo del Ejecutivo se encuentra en la esperanza de que el año siguiente sea menos malo que el anterior, y si el anterior fue bueno, es la esperanza de que el año siguiente sea más bueno que el anterior; pero en tratándose ya de una discusión sobre cifras, hay que tomarlas tales como son sin pesimismo ni optimismo; ni como el diputado Roaro, suponiendo que se viene una avalancha de bienestar, de prosperidad, ni tampoco como supone el diputado Vadillo, que la Secretaría de Hacienda, como vulgarmente se dice, hace la llorona para obtener más de lo que se le puede dar. (Risas.) Está en un error el diputado Vadillo, como está en un error el diputado Siurob al suponer que lo que está a discusión en este momento es el interés de contribuyente. Esto parece una paradoja de esas que se atribuyen siempre a mi sutileza, pero no lo es. Lo que está a discusión es el interés del fisco local y del fisco municipal, porque sépase el diputado Siurob, que todos los fraudes descubiertos en materia de contribución federal, en ninguno ha salido perdonado el contribuyente, si no que lo único que ha pasado es que el fisco municipal y el fisco de los estados han obtenido por otros conductos la misma suma de esfuerzo de contribuyente, de la que habrían obtenido pagando el sesenta por ciento federal, como ha ocurrido en la mayor parte de los casos, el sesenta por ciento federal ha sido cubierto y pagado por el contribuyente íntegramente, nada más que no ha llegado a manos de la Federación. (Risas.)

El C. Siurob: ¡Pero de los gobernadores sí!

El C. Cabrera, continuando: Y eso no quiere decir que haya habido malos manejos o deshonestidad personal en el manejo de fondos; en la mayor parte de los casos ha habido esa falta de honradez que en materia oficial todos nos creemos autorizados a tener, es decir, que si es un delito entre particulares quitarle un peso a otro, no es un delito en cuanto ese peso ingresa a la Beneficencia Pública, por ejemplo; cuántos casos hay que para quitarle el carácter de mezquindad a una reclamación, se le destina inmediatamente a instrucción pública o para beneficencia pública. Así pues, los fiscos de los Estados, cuyos gobernadores no habrían sido capaces de tomarse un solo centavo que no les correspondiera, sin embargo, en algunos casos han creído que era lícito tomarse la parte que a la Federación le corresponde; así pues, no es la principal razón la defensa del contribuyente. Hago en seguida otra rectificación al diputado Vadillo: no es cierto que la Cámara haya expresado ya terminantemente su voluntad respecto del cuarenta por ciento federal. En la sesión del 25 de noviembre de 1918 se votó y aprobó por esta misma Legislatura el inciso (b) de la Fracción XIII del artículo 1o. de la Ley de Ingresos, que decía así:

"b:) Contribución sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras de los Estados, Territorios, Distrito Federal y municipios de los mismos, que se causarán y percibirán en la forma prescripta en el decreto de 9 de junio de 1917 y disposiciones relativas."

Ahora bien; el decreto de 9 de junio de 1917 fue el decreto que establecía el sesenta por ciento; este decreto es el que establecía: "9 de junio de 1917, artículo 1o.:

"Se modifican nuevamente los artículos 249, 250

y 251 de la ley de 1o. de junio de 1906, en los términos siguientes:

"Artículo 249. En todo entero que por cualquier título o motivo se haga en las oficinas recaudadoras de los Estados y los municipios de los mismos, se causará, además, a beneficio de la Federación, un sesenta por ciento sobre su importe, que se pagará con las estampillas llamadas "Contribución Federal."

Siguen después todas las disposiciones hasta acomodar al Distrito Federal, para que paulatinamente fuera pagado el sesenta por ciento. Este decreto es de fecha 9 de junio de 1917 y es el mismo a que se refiere la iniciativa de ingresos que fue votada y aprobada el 25 de noviembre de 1918. La votación dio el siguiente resultado: Por la negativa 59, por la afirmativa 91. Así entre otros, votaron, ministeriales o gobiernistas, como ahora se les llama; apunto aquí a Espinosa Luis, (Aplausos. Risas.) que entonces votó por el sesenta por ciento; apunto aquí a Valadez Ramírez. (Siseos. Risas.) Suplico a la Secretaría se sirva leer los nombres. (Risas. Aplausos.)

El C. secretario Aguilar: DIARIO DE LOS DEBATES correspondiente a la sesión del día 25 de noviembre de 1918:

"El C. Morales Francisco César: Votaron por la negativa los CC. diputados siguientes: Alarcón, Alejandre, Arlazón, Arriaga, Amezola, Anda de, Basáñez, Bravo Lucas, Breceda, Breña, Carriedo Méndez, Casas Alatriste, Castilleja, Cornejo, Chávez M., Díaz Infante, Espinosa Bávara, Fernández Martínez Fierro, Franco García Carlos, García Ruiz, Gómez Cosme D., González Jesús N., Guerrero, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco, Hernández Eulogio, Iturralde T., Lanz Galera, Leal, López Emiliano Z., Macías Juan E., Mariel, Medina, Mena, Méndez Benjamín, Morales Francisco César, Morales Hesse, Navarro, Olivé, Padrés, Pérez Vela, Rivera Castillo, Roaro, Rojas Rafael R., Romero Cepeda, Ruiz H., Ríos Landeros, Saldaña, Sánchez José M., Sánchez Salazar, Soto José M., Suárez, Toro, Treviño, Vadillo, Velásquez y Zincúnegui Tercero.

"Total, 59.

"- El C. prosecretario Aguilar: Votaron por la afirmativa los CC. diputados siguientes: Aguilar Antonio, Aguilar Pablo, Aguirre Vito, Alcocer, Andrade, Angeles Carlos L., Angeles Jenaro, Araujo Emilio, Arrioja Isunza, Avilés, Blancarte, Cabrera, Camarena, Cárdenas Emilio, Castellanos Díaz, Castillo Garrido, Castro Alfonso, Castro Roberto, Céspedes, Chablé, Esparza, Espinosa Luis, Fernández Miguel B., Flores, Galindo, García Adolfo G., García José Guadalupe, García Pablo, Garza, Gómez Noriega, González Marciano, Gutiérrez Orantes, Gil, Hernández Loyola, Herrera, Huerta, Lara, León, Limón Uriarte, Lomelí, López Ponciano, Maceda, Macías Rubalcaba, Madrid, Malpica, Mancisidor, Márquez Galindo, Martín del Campo, Méndez Arturo, Méndez Fortunato, Mendoza, Moctezuma, Molina, Morales Sánchez, Ocampo, O 'farril, Ortos, Pastrana Jaimes, Paz, Quiroga, Ramos, Rebolledo, Ríos de los, Rodríguez Sabino, Rocha, Rodríguez Alfredo, Rodríguez de la Fuente Jesús, Rodríguez Herminio S., Rosas, Ruiz, Ruiz H., Silva Federico, Silva Pablo, Solórzano, Soto Peimbert, Tello, Tejeda Llorca, torres Garza, Trigo, Urdanivia, Uzeta, Valadez Ramírez. Velásquez Juan, Verástegui Franco, Vilchis, Villalobos, Villaseñor Mejía, Villela, Verástegui José, Zayas y Zerecero.

"Total, 91 votos."

El C. secretario de Hacienda, continuando: ¿Qué fuerza tiene esta votación? ¿Que deducción debemos sacar de ella? (Voces: ¡Ninguna! Risas.) Es muy sencillo contestar "Ninguna". En efecto, yo no quiero sacar más argumento que rectificar la opinión del señor diputado Vadillo acerca de que la Asamblea.....

El C. Vadillo: ¡De que la XXVII!

El C. secretario de Hacienda: de que la XXVII hubiese ratificado, ya por medio de una discusión, porque no fue por medio de una votación, el cuarenta por ciento. Pero el argumento que debe sacarse es un poco más serio de lo que creen el señor diputado Gómez y el señor diputado Siurob, es decir; que esta Ley de Ingresos, que no alcanzó el tiempo de que ratificara el Senado, es una ley parcialmente ratificada ya por la Cámara de Diputados, que cuando menos establece el precedente de que hubo un momento en que esta misma Legislatura, este mismo cuerpo legislativo había expresado su opinión en la forma de votación en favor del sesenta por ciento. Así pues, no quiero tomarle la palabra a la Cámara, quiero sencillamente expresar que si el Senado hubiese ratificado a tiempo este decreto, habría sido ley; en vez de ello, el Ejecutivo usó de las facultades extraordinarias y no contradijo, no se opuso, no contrarió el espíritu y el criterio ya expresado por el Congreso, por la Cámara de Diputados, sino que, siguiendo este mismo criterio expresado por la mayoría de la Cámara, expidió, en uso de sus facultades extraordinarias, la Ley de Ingresos que ha regido para 1919, mencionando el sesenta por ciento federal. Así pues, por lo que hace al año de 1919 estaba expresado el criterio, pero yo mismo regalo el argumento: Los años cambian y las condiciones económicas habrán cambiado; pero las condiciones económicas han cambiado en favor de la argumentación de sostener el impuesto que ya por dos años y medio lleva percibiéndose. Las condiciones han cambiado, pero no en forma tal que hagan necesario apartarse enteramente de ese criterio. Si por determinadas razones, como por las que se han expresado antes, la mayoría de los diputados están deseosos cuando menos de mostrar a sus comitentes que han hecho un esfuerzo por la reducción de la carga, hágase ese reducción sin perjudicar considerablemente los intereses del país. Vuelvo nuevamente, porque no tengo otro órgano de comunicación, no tengo otro órgano a mi disposición que no sea la Comisión, vuelvo nuevamente a suplicar a la Comisión tome esto en cuenta, tome en cuenta que había sido ratificado el sesenta por ciento en una época por esta misma Legislatura; no por la XXVII, porque tal vez podría haber habido diferencia de criterios entre la XXVII y XXVIII; pero la misma XXVIII había ratificado el sesenta por ciento y por consiguiente, es necesario, cuando menos, no apartarse abiertamente del criterio que ya había expresado la misma Legislatura. Quiero tocar un punto, porque me complace que haya de cuando en cuando oradores que traigan al

debate cuestiones realmente trascendentales; me refiero al centralismo hacendario, contra el cual advierte el diputado Vadillo a la Cámara. El centralismo hacendario dígase, lo que se quiera, en los tiempos modernos es - y sobre todo en países como el nuestro -, es una necesidad. Yo tengo la certeza de que si no es por un procedimiento casi central y dictatorial, es imposible hacer la reforma de los fiscos municipales y locales, y hasta la fecha todos los esfuerzos nada más para acumular los datos suficientes para opinar acerca de los fiscos locales, han sido enteramente estériles. En tiempo del general Díaz se hizo un primer esfuerzo para recoger datos acerca de los fiscos de los Estados y para unificar el sistema arancelario de los Estados; fue enteramente teórico. En tiempo del señor Madero se pensó nuevamente en algún procedimiento para unificar los impuestos de los Estados, porque la necesidad de unificación de los impuestos de los Estados y de sus municipios es una necesidad indiscutible; no se logró ni siquiera concentrar los datos. En tiempo del señor Carranza en diversas ocasiones se ha intentado concentrar los datos hacendarios de los Estados, y el esfuerzo más serio que ha podido llegar a hacerse, se hizo durante el funcionamiento de la "Comisión de Reorganización Financiera y Administrativa", de la cual tuve el honor de ser presidente y, sin embargo, ese esfuerzo está muy lejos de ser halagador. Los Estados, como lo decía el diputado Vadillo y como lo sabéis muy bien, no están de acuerdo con sus municipios en la materia tasable, se invaden mutuamente, y como casi siempre el más fuerte es el Estado, los municipios son los que sufren. Ni en el Distrito Federal ha sido posible ponerse de acuerdo sobre qué impuestos deben considerarse como netamente municipales y cuáles impuestos deben considerarse como del Estado. Y la única forma posible de vigilancia, es decir, de investigación a este respecto, tendría que ser el esfuerzo que se hiciera por parte de la Secretaría de Hacienda. Pero eso indicaría un centralismo financiero que repugna a las ideas demográficas del diputado Vadillo, por ejemplo. En materias económicas no hay más que un pueblo, y ese pueblo paga todas las contribuciones, y es absurdo que si del mismo acervo van a tomar tres manos, es absurdo que cada una de esas tres manos, a pretexto de total independencia, no sepa lo que toma la otra. Bien está que cuando se da no sepa la izquierda lo que da la derecha; pero muy mal está que cuando se toma, no sepa la izquierda lo que toma la derecha. (Risas.) Es imposible absolutamente que haya un sistema fiscal racional, cuando hay en la actualidad cuatro fiscos - se me olvidaba el cuarto -, cuatro fiscos que toman del bolsillo del contribuyente: el fisco federal, el fisco del Estado, el fisco del municipio y el fisco de la iglesia. (Aplausos. Risas.) La contribución federal es el único impuesto que ofrece una oportunidad de vigilancia, sobre todos los demás impuestos establecidos en los Estados, y es debido a la contribución federal a lo que hemos podido darnos cuenta de un gran número de irregularidades en los impuestos percibidos por los Estados, ese gran número de irregularidades que mencionaba el diputado Siurob, y aunque sea por un sistema que no llamaremos dictorial ni centralista, sino más bien patriarcal, constantemente se han hecho observaciones a los Estados sobre lo inmoderado, injusto o ilegal de determinadas contribuciones. Al hacerme cargo de la Secretaría de Hacienda en el mes de abril, propuse al señor presidente de la República la reunión de una especie de congreso fiscal de todos los Estados, como una de las únicas formas que podría haber de tener en un momento dado, cuando menos la legislación fiscal y los datos estadísticos de cada uno de los Estados y municipios, y es tan difícil poder hacer esto, que nada más para la convocación de ese congreso y para la preparación de los datos que a ese congreso deberían aportarse, se ha requerido tal tiempo, que no ha sido posible en más de ocho meses, lograr hacer esa convocatoria, porque no está preparado casi ninguno de los Estados para poder concurrir a ella. Así pues, la contribución federal no es simplemente o no es, más bien dicho, una especie de instrumento de opresión, es un regulador, un investigador, un elemento de orden en las finanzas locales; es en estos momentos la única oportunidad que tiene el gobierno federal de obtener datos estadísticos de los impuestos de los Estados y de saber hasta qué punto son legales o ilegales las contribuciones que se causan. No todo lo viejo es malo; el criterio revolucionario no consiste exclusivamente en destruir lo que se encontró, porque no era lo nuestro; consiste también en ver qué es, de lo que existía, lo que constituye verdaderos cimientos y qué es lo que realmente constituye verdaderas gabelas. El impuesto federal es el impuesto más barato en su recaudación, supuesto que ni siquiera lo cobra la Federación, sino que lo cobran los mismos Estados y los mismos municipios, y la Federación paga por la percepción de este impuesto un tanto por ciento a las oficinas recaudadoras. Este impuesto ha venido usándose desde hace mucho tiempo, y la tendencia que en los últimos años del gobierno del general Díaz se marcó fue, por el contrario, la de reducción de este impuesto. El aumento en este impuesto es una tendencia totalmente contraria y a la cual ha sido parte esencial el Primer Jefe, anteriormente, en 17, y el presidente de la República en la actualidad; lleva, como antes he dicho, por criterio, encontrar la forma de contribución de cada Estado o de cada entidad al fisco federal. La objeción que el diputado Vadillo pone a la aplicación de la contribución federal a los municipios mismos, aparentemente es fuerte; pero si tomamos en consideración que todavía no se sabe en muchas de nuestras entidades ni cuál es el impuesto local, estaréis de acuerdo en que no habría absolutamente otra manera de cobrar que no fuese haciendo recaer el impuesto federal sobre todos los impuestos. Tenemos ya ejemplo en la actualidad de las diferentes formas de eludir, que consisten en cambiar la naturaleza de los impuestos: Por ejemplo, llamarles donativos en vez de contribuciones; llamarles contribución personal en vez de contribución predial. No sería nada remoto que si diésemos una ley exceptuando del impuesto federal a las contribuciones municipales, pero cargando sobre las contribuciones los Estados, todo se volvería contribuciones municipales, y los Estados se degradarían sobre los municipios de muchos de los servicios

públicos, supuesto que los municipios sí podrían cobrar sus contribuciones sin el impuesto federal. Y aquí debo decir que los municipios han sido principalmente los que se han visto en la necesidad de defraudar. El ejemplo típico de fraude municipal consiste en hacer aparecer como donativo voluntario lo que era contribución; condonar por una parte la contribución y recibir con la mano del donativo lo que debe recibirse con la mano de la contribución, al grado de que son docenas los casos en que el fraude ha consistido en terminantes órdenes del presidente municipal dadas al tesorero municipal para que tales o cuales ramos no los aplique al ramo de impuestos, sino al ramo de aprovechamiento; y, sin embargo, como decía antes, el contribuyente ha pagado la contribución federal, supuesto que teniendo en cuenta que no carga la contribución federal, se sube aquel impuesto que se aplica al ramo de aprovechamientos y se colecta íntegro, es decir, que en vez de cobrar un peso el Municipio y sesenta para la Federación, se hace un arreglo por virtud del cual se cobra $1.50 y se aplica a aprovechamientos y así se consuma el fraude. No creo necesario ni conveniente entrar en todas las particularidades que la práctica y la experiencia nos ha mostrado en la materia de contribución federal; esos son problema que no tienen mayor influencia en la presente discusión; limito, por consiguiente, mi argumentación a afirmar que el impuesto federal como sistema fiscal, aunque no nuevo, es un sistema al que no le encuentro las objeciones que el diputado Vadillo le encuentra; que aun suponiendo que condujera a un cierto centralismo hacendario, ese centralismo hacendario, cautamente ejercido, redunda en beneficio de los contribuyentes, puesto que nos conduce directamente a saber con exactitud cuánto es lo que cada uno de los fiscos reclama de los contribuyentes. El sesenta por ciento federal fue objetado por mí en la XXVII Legislatura, procurando que fuese el cincuenta por ciento, como antes dije, por razones de facilidad en la percepción. En la actualidad creo que el sesenta por ciento federal, desde el punto de vista fiscal, nos es absolutamente necesario; pero cediendo a la situación que llamaré política del sesenta por ciento, es decir, a esa especie de necesidad que todos los diputados sienten de mostrar a sus comitentes que algún esfuerzo se ha hecho en el sentido de reducir dicho impuesto, no tendría el Ejecutivo inconveniente en aceptar una modificación que redujera el diez por ciento. Hago esta manifestación con toda claridad, meramente para las comisiones, sin que pueda tomarse como una reforma en la iniciativa presentada por el Ejecutivo. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Trejo, de la Comisión: La Comisión, señores diputados, comienza por hacer una pequeña rectificación al ciudadano ministro de Hacienda. Es verdad que el 25 de noviembre del año pasado, noventa y tantos votos contra 59 aprobaron que durante el año de 1919 se siguiera percibiendo el sesenta por ciento federal; pero es verdad también, señores diputados, que el 12 de diciembre de ese mismo año, es decir, diez y siete días después, en una amplia deliberación llevada a cabo sobre el proyecto del C. Pérez Vela, tendiente a reducir el impuesto federal, la Asamblea también por una inmensa mayoría de votos, hizo que el dictamen volviera al seno de las comisiones para ser reformado en el sentido de que solamente se percibiera por el fisco un cincuenta por ciento federal sobre las contribuciones locales. Esta es una pequeña rectificación que quiero hacer al ciudadano ministro de Hacienda, para que la Asamblea tenga en cuenta que no es esta XXVIII Legislatura la que ha sostenido un criterio firme respecto al sesenta por ciento: ya nosotros manifestamos nuestro criterio en el sentido de que se percibiera el cincuenta por ciento. Respecto al C. Vadillo, me permito decirle que lo hemos oído con suma atención, pero creemos también que ha sufrido un error: La Comisión, C. diputado Vadillo, no ha caído sobre el tapete azul de Persia, que fue tendido, según dijisteis, por el ciudadano ministro de Hacienda. La Comisión cambió impresiones entre sus miembros, habló con algunos ciudadanos diputados y llegó a este convencimiento; no quiero que me tachéis de que trato yo a todo trance retirar el dictamen, pero llegó a este convencimiento: Si nosotros por cualquiera circunstancia - yo lo desearía ardientemente - aprobamos esta contribución federal del cuarenta por ciento, el asunto irá al Senado, y ya sabemos que, desgraciadamente, en el Senado duermen las leyes el sueño de los justos: hasta hoy no ha podido despertar de su letargo la iniciativa de impuestos decretada por esta Cámara el año pasado; pero lleguemos al supuesto de que el Senado lograra pasar esta ley; va al Ejecutivo, y yo creo que habéis leído claramente, habéis traducido claramente las palabras del ciudadano ministro de Hacienda: el ciudadano presidente de la República tendrá que hacer objeciones a esa ley; la ley volverá aquí, tendremos que ratificarla por las dos terceras partes de los votos, irá al Senado, y, mientras tanto se acaba diciembre, no hay Ley de Ingresos, y como es muy posible que el Ejecutivo de la Unión continúe en el uso de las facultades extraordinarias, el año entrante, ciudadanos diputados, todos seguirán pagando la contribución del sesenta por ciento federal. En vista de este caso práctico, la Asamblea o, mejor dicho, la Comisión, deliberó y casi estuvo a punto de caer en el tapiz de Persia de que habló el diputado Vadillo... oigo por ahí uno que dice que qué nos importa que eso no se lleve a cabo; yo creo, ciudadanos diputados, que esto sí nos importa; nosotros, ante todo, debemos ser prácticos y obtener algo; yo creo que la Comisión y la Asamblea obtienen un triunfo haciendo que este impuesto federal se disminuya por lo menos en un diez por ciento. Nosotros, los de la Comisión, no tenemos especial empeño en que sea el cincuenta o el cuarenta; hemos defendido este asunto - ha dicho el C. Vadillo -, con algún tesón, y estamos dispuestos a seguirlo defendiendo; creemos que los números que tenemos en las manos nos dan la razón para poder asegurar que con el cuarenta por ciento quizá se perciba la cantidad que presupuesta el ciudadano ministro de Hacienda, de...$32.000,000.00; pero si es verdad que es muy halagador todo esto, resulta teórica, y nosotros queremos que la Asamblea piense en algo práctico y en algo efectivo. (Aplausos.)

El C. Siurob: Pido la palabra para una aclaración, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.

El C. Siurob: Señores: La aclaración que deseo hacer es la siguiente: He sido uno de los que han estado propugnando por que se conserve el cuarenta por ciento que sostiene las comisiones; pero en vista de la razón política expuesta por la Comisión, y que es muy atendible, la resistencia con que el Senado encuentra cualquiera acción que pueda parecer un poco brusca de parte de la Cámara de Diputados, y como, por otra parte, significa una graduación en la naturaleza de la rebaja del impuesto que hace que sea también menos brusca y, por consiguiente, que sea más dentro de las reglas de la verdadera economía política - y en este momento hago honor al elogio dirigido para mí irónicamente por el ciudadano ministro de Hacienda, diciendo que me consideraba más economista que a mi colega el C. Vadillo -, y, además, por otra razón más poderosa todavía, y es que los miembros del partido a que yo pertenezco aspiramos a que en este Presupuesto se reanude, aunque sea en mínima parte, el pago de la deuda extranjera; por esta razón, sobre todo por esta última, porque es una razón de tanto peso que permitirá a nuestro país volver a recuperar, aunque sea paso a paso y en una pequeña escala, el crédito perdido en el exterior, por esta sola razón y a fin de que podamos realizar este ideal de honorabilidad internacional, solamente por eso daré mi voto en favor del cincuenta por ciento, si es que lo llegan a proponer las comisiones.

El C. secretario Aguilar: La Comisión solicita permiso de la Asamblea para retirar su dictamen y presentarlo reformado. (Voces: ¡No! ¡Si!) En votación económica se consulta a la Asamblea si se concede el permiso. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Hay mayoría de pie. Se concede permiso para retirarlo.

- El mismo C. secretario: Por disposición de la Presidencia, y habiendo llegado la hora reglamentaria, se suspende la sesión y se cita para mañana a las cuatro de la tarde para continuar la discusión de la Ley de Ingresos. (8.2 5 p. m.)