Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210329 - Número de Diario 21

(L29A1P1eN021F19210329.xml)Núm. Diario:21

ENCABEZADO

MÉXICO, MARTES 29 DE MARZO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I. - PERIODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II. - NÚMERO 21

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 29

DE MARZO DE 1921.

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2. - Se concede licencia a los CC. diputados Soto Francisco y Espinosa Natalio. Se recoge la votación pendiente del artículo 2o. reformado de la Ley Orgánica de la Defensoría de Oficio en el fuero Federal; es rechazado y vuelve a la Comisión.

3. - A discusión el artículo 3o. Varios ciudadanos usan de la palabra para rectificar hechos. Se permite a la Comisión que retire este artículo, así como el 6o. y 9o. Son reservados para su votación los artículos 5o., 7o. y 8o., con excepción de la fracción III de éste último. A discusión la fracción III del artículo 8o., se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. ALONSO ROMERO MIGUEL

(Asistencia de 132 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 5.45 p. m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veintiocho de marzo de mil novecientos veintiuno. - Periodo extraordinario.

"Presidencia del C. Antonio Manero.

"En la ciudad de México, a las cinco y cincuenta de la tarde del lunes veintiocho de marzo de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión, con asistencia de ciento veintinueve ciudadanos diputados.

"Se aprobó el acta de la sesión celebrada el día veintiuno del presente mes y se dio cuenta con los siguientes documentos:

"Oficio del ciudadano secretario de estado y del Despacho de Relaciones Exteriores, en que invita al presidente de esta Cámara para que asista a los funerales del extinto señor licenciado don Jesús Urueta, y pide se nombre una Comisión que concurra a dicho acto.

"La Presidencia designó en Comisión a los CC. Rafael Martínez de Escobar, Siurob, De la Vega, Esparza Martínez, Domínguez y secretario Valadez Ramírez.

"Comunicaciones de condolencia por el fallecimiento del C. diputado Edmundo G. Cantón, que envían la Suprema Corte de Justicia, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, las legislaturas de Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Guerrero, Jalisco, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas: los gobiernos de Aguascalientes, Colima, Durango, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Oaxaca y Puebla; el Partido Socialista del Sureste y las ligas socialistas de Valladolid, Izamal, Tecoh y Tizimín, del Estado de Yucatán.

- A su expediente.

"Comunicaciones de condolencia de los gobiernos de Chiapas y Guanajuato, por el fallecimiento del C. diputado Felipe Bueno. - A su expediente.

"Telegrama procedente de Cuernavaca, Morelos, por medio del cual el gobernador de aquel Estado manifiesta que el grupo de revolucionarios surianos y el pueblo morelense felicitan a esta H. Cámara con motivo de la aprobación del proyecto de ley relativo a ejidos. - Recibo, con agradecimiento.

"Solicitud del C. Edmundo Bolio, a fin de que se le conceda licencia, con goce de dietas, hasta por sesenta días.

"Sin debate se aprobó, previa dispensa de trámites.

"Mensaje de Valles, San Luis Potosí, en que el C. Ildefonso Peña pide licencia por veinte días, con goce de dietas.

"Asimismo se concedió esta licencia, sin que nadie hiciera uso de la palabra y después de que se dispensaron los trámites.

"A propuesta de la Presidencia, la Asamblea acordó que se enlutara la tribuna por tres días, en honor del extinto licenciado don Jesús Urueta, cuyos restos mortales llegaron a esta ciudad el día de hoy.

"Al recogerse la votación pendiente acerca del artículo 2o. del proyecto de Ley Orgánica de la Defensa de Oficio en el Fuero Federal, se vino en conocimiento de que se había desintegrado el quórum, pues solamente emitieron su voto ciento diez ciudadanos diputados.

"A las seis y diez y siete de la tarde se levantó la sesión y se citó para el día siguiente a las cinco p. m."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien haga uso de la palabra? No habiendo quien haga uso de

la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Aprobada.

- El mismo C. secretario, leyendo:

Telegrama procedente de "Pénjamo, Guanajuato, el 28 de marzo de 1921.

"Secretarios de la Cámara de Diputados:

"Reteniéndome asuntos de interés para mi distrito, ruego a Asamblea se sirva concederme licencia diez días, con dietas. - Francisco Soto."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se concede la licencia.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Ciudadanos secretarios de la Cámara de Diputados:

"Asuntos de arreglo urgente, me obligan a pedir a la H. Cámara una licencia, con goce de dietas, por el término de un mes; la que suplico se me conceda con dispensa de trámites.

"México, D. F., 27 de marzo de 1921. - Natalio Espinosa."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se concede la licencia.

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra para hacer una rectificación.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes: Antes de que se vote o, más bien dicho, de que se ponga a votación por tercera vez el artículo 2o. de la Ley sobre Defensorías de Oficio, quiero hacer una rectificación que entraña en el fondo verdadera importancia. Me refiero, ciudadanos representantes, a la aseveración formulada hace algunos días por el ciudadano Aquilino Rama. Este estimable compañero, con una ligereza que justifica sólo su inexperiencia parlamentaria, asentaba que el fracaso de la Administración de Justicia en México se debe única y exclusivamente al origen de los nombramientos de tales funcionarios...

El C. Manjarrez: Moción de orden. (Siseos.)

El C. Espinosa Luis, continuando: Y este es un error, ciudadanos diputados...

El C. Manjarrez: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: No está alterado el orden.

El C. Manjarrez: Sí está alterado el orden.

El C. Espinosa Luis, continuando: Error gravísimo, porque es necesario que nosotros seamos justos y seamos honrados.

El C. Manjarrez: Para una moción de orden. (Siseos. Desorden. Golpes en los pupitres).

El C. Espinosa Luis: Entiendo, ciudadanos compañeros, que no estamos en un pesebre en donde en lugar de razones se esgriman coces; yo estoy dispuesto, señores, a renunciar al uso de la palabra, si ese es vuestro deseo.

El C. Manjarrez: La Presidencia debe concederme la palabra, de acuerdo con lo que previene el Reglamento.

El C. presidente: La Presidencia no está sujeta a la voluntad del ciudadano diputado Manjarrez. (Siseos. Desorden. Golpes en los pupitres.)

El C. Manjarrez: Pero sí está sujeta la Presidencia a lo que previene el Reglamento. (Voces: ¡Estamos en votación!)

El C. Espinosa Luis: ¿Por qué? ¿Votación de qué?

El C. Manjarrez: El Reglamento dice, señor presidente, que cuando un asunto está a votación, no se puede conceder la palabra.

El C. presidente: Manifiesto a Su Señoría, el ciudadano Espinosa, que después de terminada la votación, seguirá en el uso de la palabra. (Aplausos)

El C. secretario Valadez Ramírez: Se procede a la votación pendiente por dos veces. (Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Se llama al orden a los ciudadanos diputados para que atiendan a la lectura de la Secretaría.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Artículo 2o. El nombramiento y remoción del jefe y Cuerpo de Defensores, lo hará la Suprema Corte de Justicia de la nación. Los empleados subalternos de la institución serán nombrados y removidos por el jefe del Cuerpo de Defensores."

Por la afirmativa.

El C. Rama: Por la negativa.

(Votación.)

El C. Rama: Votaron por la negativa ... (Voces: ¿Cuántos?) 67.

El C. Aillaud: Reclamo mi voto por la negativa.

El C. presidente: Después reclamará su voto, porque en estos momentos la Secretaría está dando cuenta del resultado de la votación.

El C. Rama: Votaron por la negativa los siguientes ciudadanos diputados: Aillaud, Alessio Robles Vito, Alonzo Romero, Altamirano, Alvarez Ricardo A., Alvarez Vicente, Argüelles, Barragán Enrique M., Barragán Martín, Borrego, Camarena, Cano, Cariedo Méndez, Carrillo Puerto Benjamín, Carrillo Puerto Felipe, Cervantes, Correa, Damián, Díaz Soto y Gama, Espinosa Luis, Espinosa Natalio, Espinosa y Elenes, Fernández Martínez, Gómez Carlos, Gómez Cosme D., Gómez Rodrigo, González Marco Aurelio, Guerrero Alberto, Gutiérrez Castro, Hernández Coronado, Lara César A., Lazcano Carrasco, Leyva, Maqueo Castellanos, Márquez Martínez de Escobar Federico, Martínez de Escobar Rafael, Martínez Gabriel, Mijares, Montes, Ortega Antonio, Ortega Miguel F., Ortiz, Paredes,

Pérez Gasga, Portales, Quiroga, Ramos Esquer, Reyes Ignacio C., Reynoso Díaz, Riva Palacio, Romero José H., Romero Ricardo, Sánchez Anaya, Sánchez Pontón Saucedo, Serrano, Hermosillo, Silva, Siurob, Solórzano José Luis, Soto José M., Trejo Erasmo, Vasconcelos, Vásquez, Velarde, Vergara, Vidales, Villegas, Zárate y Zapata.

El C. secretario Valadez Ramírez: El ciudadano Trejo reclama su voto por la negativa, pero debe hacerse esta aclaración: es una equivocación; tomaron la votación con el nombre del ciudadano Trejo Erasmo.

El C. Fernández Martínez: Reclamo mi voto por la negativa.

El C. Aillaud: Aillaud Augusto también.

El C. secretario Valadez Ramírez: El ciudadano González Onésimo reclama su voto por la negativa. (Desorden. Campanilla.)

- El C. Espinosa Luis. el ciudadano Zárate reclama su voto por la negativa.

El C. presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados que ante todo, se sirvan guardar orden. (Aplausos.)

El C. secretario Valadez Ramírez: Hechas las rectificaciones solicitadas por algunos señores compañeros, resultan 68 votos por la negativa. Votaron por la afirmativa: Acevedo, Aguirre Colorado... (Voces: ¿Cuántos? ¿Cuántos?) No sabemos. (Voces: ¿Cuántos? ¿Cuántos?) Hay 65 anotados aquí; por eso se va a leer, lo mismo que la otra lista. Votaron por la afirmativa los ciudadanos Acevedo, Aguirre Colorado Fernando, Aguirre Emilio, Alanís Fuentes, De Alba, Aldaco, Angeles, Arrioja Isunza, Avilés, Anaya, De la Barrera, Von Borstel, Bravo Betancourt, Brilanti, Calderón, Enrique del Castillo, Castillo Francisco, Castillo Garrido Isauro, Porfirio del Castillo, Colón, Chávez Franco, Chico, Domínguez, Dorantes, Esparza Martínez, Estrada, Franco Abraham, Franco Cerqueda, Gálvez, García Rojas, Garza Candelario, Garza Francisco, Gómez Luna, González Jesús B., González Onésimo, Guadarrama, Guerrero Eduardo, Gutiérrez Teodomiro T., Ibarra Luquín, Macías Rubalcaba, Manero, Manjarrez, Martínez Fernando B., Mastache, Méndez Manuel F., Montes de Oca, Padilla, Palacio, De la Peña Francisco, Rama, Ramírez Luque, Reyes Francisco, Reyes Tereso, Rico G., Salazar, Salgado, Sánchez Pablo H., Serrano Gustavo P., Solís, De la Torre, Tovar y Pérez, Valadez Ramírez, Vicencio y Villalobos.

Total, 65 votos por la afirmativa. Ha sido rechazado el artículo 2o.

El C. Espinosa Luis: Y vuelve a la Comisión para que sea reformado en el sentido de la discusión.

El C. secretario Valadez Ramírez: No es cierto.

El C. Espinosa Luis: ¿Cómo no? Moción de orden.

El C. presidente: No está alterado el orden.

El C. Espinosa Luis: Sí, señor. No se está cumpliendo con un artículo reglamentario que ordena a la Secretaría que haga la declaratoria de que el artículo ha sido rechazado y que por lo tanto vuelve al seno de la Comisión para que sea reformado de acuerdo con la discusión, y la discusión es en el sentido de que debe ser el Poder Legislativo quien haga los nombramientos.

El C. presidente: La Secretaría se disponía a manifestar a la Asamblea lo que usted acaba de indicar.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría hace esta aclaración: el reglamento previene que antes de la votación definitiva se pregunte si ha lugar a votar en votación económica, esto con el objeto de que cuando se vote en el sentido de que no ha lugar a votar, vuelva a la Comisión para que se reforme en el sentido de la discusión. Ya se cumplió con este requisito, y ahora la Secretaría hace la declaratoria de que ha sido rechazado el artículo 2o.

El C. Lara César A.: ¡Moción de orden! Suplico atentamente a la Presidencia, se sirva ordenar a la Secretaría que tenga la bondad de leer el artículo a que se refiere.

El C. secretario Valadez Ramírez: Con todo gusto. El artículo 115 dice así:

"Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular, se preguntará si ha o no lugar a votar; en el primer caso se procederá a la votación; en el segundo, volverá el artículo a la Comisión."

El C. Espinosa Luis: ¡Moción de orden! la Secretaría, parcial en este caso, tiene interés marcadísimo con un criterio verdaderamente obtuso, de que este artículo vuelva a la Comisión para que no pueda ser presentado, como si se tratara de un proyecto de decreto, que es lo que expresamente señala el reglamento. Un proyecto de decreto sí; cuando ha sido rechazado en su totalidad, por segunda vez ya no puede ser presentado en un mismo periodo de sesiones, sino hasta el próximo; pero aplicar esto a un artículo, como lo pretende la Secretaría, es un absurdo, es el absurdo más grande y es desconocer por completo el reglamento. De ahí el interés de que la Presidencia, que es la voz autorizada, mientras que la Secretaría no es más que su instrumento,... (Risas. Voces: ¡Su conducto!) declare que vuelve el artículo a la Comisión para ser reformado en el sentido de la discusión.

El C. presidente: La Presidencia se permite manifestar al ciudadano Espinosa, que como existe un antecedente sobre el particular en el sentido en que ha votado ya la Asamblea, vuelve el artículo a la Comisión para que sea reformado. (Aplausos.)

- El C. secretario Saucedo, leyendo:

"Artículo 3o. El jefe de defensores prestará la protesta constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación; los defensores que ejerzan sus funciones en esta capital, ante el jefe del Cuerpo, y los defensores foráneos, ante los jueces o magistrados de los tribunales a que estén adscriptos."

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hace notar a la Asamblea que estando este artículo 3o. íntimamente ligado con el anterior, se reservará para su votación, si así lo determina la Asamblea.

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra. Señores compañeros: En atención a que vuestra soberanía

ha dispuesto que en lugar de la Suprema Corte de Justicia sea la Representación Nacional la que haga el nombramiento del jefe de defensores (Voces: ¡No! ¡No!) Sí, señor, es lo aprobado, pese a quien pese... (Desorden. Campanilla.) En consecuencia, señores, lo que corresponde es que sea también ante la Representación Nacional ante quien rinda la protesta el funcionario aludido. Pido, por lo tanto que, para evitar discusiones inútiles, se separe ese artículo para ser rechazado o que se rechace de una vez y que se reforme después.

El C. secretario Saucedo: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, manifiesta a la Asamblea que en atención a que el artículo 3o. está ligado con el artículo, vuelve a la Comisión a fin de que lo presente reformado en el sentido de la discusión.

El C. Vicencio: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Vicencio: Señores diputados: En anteriores discusiones, por una mayoría abrumadora que debía pesar en la conciencia de todos los inconscientes de esta Cámara, se desechó el artículo 2o. para que volviera a la Comisión y lo reformara en el sentido de que el nombramiento de los defensores correspondería a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Recordarán muy bien que otro era el proyecto y que por mayoría abrumadora de esta Cámara, se modificó en el sentido de que los defensores debían ser nombrados por la Suprema Corte de Justicia. La Comisión ha cumplido exactamente al interpretar, sin desviarse un ápice de lo que esta Cámara dijo. En la nueva redacción de este artículo las comisiones tenían algunos otros proyectos, pero no podían adoptarlos, porque estaban obligadas a sujetarse a lo que, como dice el diputado Espinosa, ordenó la soberanía de esta Cámara. La soberanía de esta Cámara dijo una cosa; la soberanía de esta Cámara dijo después otra cosa y, por último, volvió a decir otra cosa. Cuando pase el artículo a las comisiones, ¿en qué sentido hacen la reforma?......

El C. Espinosa Luis: ¡Allá voy!

El C. Vicencio: Este artículo que se presenta ahora corresponde a la misma voluntad de la soberanía de esta Cámara, es decir, que conforme a ella debía efectuarse la protesta ante la Suprema Corte de Justicia, que es a la que correspondería el nombramiento de los defensores de oficio. Hago esta observación porque la Comisión se vería absolutamente imposibilitada para interpretar la voluntad de esta Cámara, la voluntad - perdonadme que lo diga - de la mayoría de inconscientes que una vez dijo que sí, que otra vez dijo que sí, y la tercera vez dijo que no. La Comisión se vería en la precisa necesidad de suplicar a la misma soberanía de esta Cámara que pasara este asunto a otra Comisión, para que interpretara su voluntad, porque esta Comisión de gentes honradas, no puede interpretar la voluntad de individuos que están a cada momento cambiando su criterio y su voluntad. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Espinosa. (Voces: ¿En contra de qué?)

El C. Espinosa Luis: En contra del artículo 3o. Reclamo de vosotros la seriedad bastante para ocuparnos del estudio de esta ley. Voy a poner el dedo en la llaga y a decir, como lo he acostumbrado siempre, la verdad, toda la verdad, por más amarga que está sea y por más que lastime a algunos compañeros muy estimables. El compañero Vicencio, desgraciadamente, ciudadanos representantes, en esta ocasión es el menos autorizado para venir aquí a hacer la defensa de los intereses de algunos magistrados. El compañero Vicencio, respetable por sus años, respetable por su conducta serena entre nosotros, no debió haber levantado su voz en este caso, ya que es muy sospechosa su actitud. ¿Y sabéis por qué, ciudadanos representantes?

El C. Vicencio: ¿Me permite una aclaración? Con permiso de la Presidencia.

El C. Espinosa Luis: Con mucho gusto.

El C. Vicencio: El primer proyecto de las comisiones fue el del Ejecutivo; pero lo tacharon. Ahora este de la Corte yo no lo defenderé. Yo nada más he dicho: esto es lo que ha dicho la soberanía nacional. El primer proyecto, el de las comisiones, fue el del Ejecutivo; lo tacharon; lo repulsaron; dijeron que ese proyecto era antidemocrático. Técnicamente les demostraré en su oportunidad que es lo menos antidemocrático; lo antidemocrático es que los nombramientos los haga el Congreso. ¿Por qué? Porque se dice que es la mayoría, y no, señores, no es la mayoría, es la voluntad de los líderes, de los bosses, como les llaman en los Estados Unidos, que son los que llevan la palabra; es la voluntad de tres o cuatro y no de la soberanía nacional. Yo les traeré a varios autores y verán que dicen que la cosa más antidemocrática es que los nombramientos los haga el Congreso. A su tiempo se los demostraré.

El C. Espinosa Luis: Nada ha aclarado el estimable compañero Vicencio; pero yo sí voy a refrescarle la memoria, porque es necesario que el compañero Vicencio sepa de una buena vez por todas - aunque estoy seguro que bien lo sabe -, que esta Asamblea, que esta mayoría que no se ha plegado a sus intereses personales, está compuesta por representantes verdaderamente conscientes. Yo tendría más derecho, ciudadano compañero, a aplicar el cargo de inconsciencia que vos hacéis, a los que han votado en pro del artículo 2o. ¿Por qué? Porque ellos no se han colocado del lado de los altos intereses de la patria. ¿Por qué? Porque ellos no se han colocado del lado de los intereses del pueblo; en cambio sí han venido aquí a defender intereses verdaderamente personales, intereses de grupo, como lo demostraré en seguida. Desde luego, ciudadano compañero Vicencio, estoy autorizado a suponer, a pesar de vuestra honradez, - honradez que reconozco y enaltezco -, que en este caso bien podríais obrar por interés muy personal. Todos nosotros sabemos, y el que habla mejor que nadie, que tenéis un hermano, honorabilísimo, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Desde luego, compañero, por eso os decía que érais el menos escogido para venir aquí a defender esos intereses; en cambio, nosotros, que no tenemos que doblegarnos ante nadie, ni ante el más alto ni el más humilde representante de la justicia local o federal, con gallardía, con virilidad, venimos a defender los intereses sagrados que el pueblo ha depositado en nuestras manos. El compañero Aquilino

Rama que, aunque novicio, bastante ha caminado en la senda de las combinaciones políticas, ha querido sorprender la buena fe de algunos representantes; el compañero Rama ha venido aquí a defender con calor y entusiasmo la tesis de que es la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que debe nombrar a los defensores de oficio federales; y viene el compañero Rama a repetir, como si fuese un disco fonógrafo, lo que ya muchos de nosotros hemos dicho desde hace años ante esta Representación Nacional; lo que el licenciado Rama decía unos cuantos días ha sobre los defectos de los encargados de administrar justicia en México, no ha sido nada nuevo; ya Jenaro Palacios Moreno, abogado y diputado de la pasada Legislatura, que se significó como bonillista, oídlo bien, dijo desde esta tribuna que la justicia en México no se vendía, sino que se malbarataba. El que tiene el honor de dirigiros la palabra lo dijo, no una vez; precisamente con motivo del nombramiento de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo dijo; lo dijo también con motivo del nombramiento de los magistrados del Distrito Federal, y lo repitió por tercera vez con motivo del nombramiento de los jueces, afirmando que la justicia no se imparte mal en México por las malas leyes, ni por el origen de los nombramientos; oídlo bien, compañero Vicencio: se imparta mal por la inmoralidad absoluta que caracteriza a la mayoría de los abogados mexicanos, a esa mayoría a la que no he tenido escrúpulos en clasificar como un cáncer social, como lo peor de la sociedad mexicana. (Aplausos. Murmullos.) El compañero Rama debe buscar el remedio por otras fórmulas; el compañero Aquilino Rama debería ver primero que los favorecidos con esos nombramientos sean hombres honrados. Yo necesito, porque aquí hay muchos representantes nuevos, recordarles cómo se hizo el nombramiento de los actuales funcionarios encargados de administrar la justicia en la ciudad de México y en la Federación. Entonces, compañero Rama, oídlo bien, hubo una lucha, una lucha que nos enorgullece a los que pertenecimos a la pasada Legislatura, porque entonces, no como ahora, se defendieron intereses generales, no intereses mezquinos. Se paso por un crisol la personalidad de todos aquellos ciudadanos que jugaban como candidatos. Desde luego, por lo que hace a la Suprema Corte de Justicia, todos vosotros sabéis que los candidatos, conforme a la Constitución, fueron propuestos por las legislaturas de los Estados, y que la Cámara no podía hacer otra cosa.....

El C. Rivera Cabrera: Previa consigna de Gobernación.

El C. Espinosa Luis: ...Y que la Cámara no podía hacer otra cosa que escoger dentro de los candidatos presentados por las Legislaturas locales. Desde luego, señores compañeros, si los magistrados de la Suprema Corte de Justicia no han desempeñado leal, honrada y patrióticamente su cometido, culpa será de las Legislaturas que propusieron estos candidatos, con la influencia de Aguirre Berlanga o sin ella, pero en manera alguna, compañero Rama, de la Representación Nacional.

Ya ve vuestra señoría qué fácil es lanzar cargos, qué fácil es levantar montañas de calumnia, cuando se cree que no hay quien pueda levantarse a protestar. ¿Qué tiene que ver la Representación Nacional con la inmoralidad de los magistrados de la Suprema Corte? ¿Qué responsabilidad cae sobre la XXVIII Legislatura? Todos vosotros sabéis que ella no podía escoger más que dentro del círculo estrecho de candidatos que la misma ley le señala. He desbaratado, pues, un cargo injusto y gratuito lanzado por el ciudadano Aquilino Rama.

Yo no defiendo a nadie. La conciencia nacional sabrá quiénes son los magistrados de la Suprema Corte que han cumplido con su deber y quiénes no. Por lo que hace a los magistrados del Distrito Federal, debe saber el compañero Rama que en esta Asamblea contendieron dos grupos poderosos: de una parte el grupo oficial, y, de la otra, el grupo revolucionario. La planilla íntegra - oídlo bien, compañero Rama -, del Bloque revolucionario fue la que triunfó. La responsabilidad es para el bloque, al que yo pertenecí con orgullo, responsabilidad que hago mía en todas sus partes. Como consecuencia natural, señores representantes, he creído deber político mío venir a rectificar el cargo tan ligero que el compañero Rama lanzó sobre los que designamos a los actuales magistrados y jueces del Distrito Federal; pero vuestras señorías en aquel instante no quisieron que yo lo hiciese; tal vez teníais razón....

En estos momentos suplico que me prestéis la atención y el tiempo necesarios para aclarar hasta la diafanidad el modo de cómo fueron elegidos estos magistrados y para que os convenzáis de la ninguna responsabilidad de quienes los nombraron.

De estos dos grupos fue el revolucionario el que sin excepción ninguna hizo triunfar a todos sus candidatos. El Bloque Revolucionario representaba el sentir popular, el espíritu democrático, la oposición al Gobierno carrancista que se había desviado del cumplimiento de sus deberes. El compañero Rama, si siente los altos ideales del pueblo, debe convenir y confesar públicamente que la elección hecha por aquel grupo era la que más garantizaba la honradez y la competencia de los funcionarios de la justicia federal. Si ellos no han cumplido con su deber, la Asamblea sabe que el Bloque revolucionario de la Cámara no podía exigir de antemano a sus candidatos, material o moralmente, que garantizaran su actuación. No tenía otro medio que el de hurgar sus antecedentes, y así fue como de todas partes, las comisiones especiales nombradas al efecto, pidieron informes para saber quiénes eran los candidatos inscriptos en nuestro Bloque; y debo deciros que no fue menor de diez el número de candidatos que hubo, tanto para magistrados como para jueces para cada uno de los puestos, y que dentro de ese número tan grande que paso de cientos, se escogió a aquellos cuyos antecedentes fueron más puros, cuya reputación de probidad fue más cierta, cuyos comprobantes de competencia satisficieron mejor a las Comisiones; y después de ese examen detenido, después de haber aquilatado la honradez y la competencia de los candidatos, el Bloque Revolucionario de la Cámara hizo su planilla, planilla que triunfó totalmente en el seno de este Parlamento. Y yo ruego al compañero Rama que me diga ¿qué

responsabilidad hay en el origen del nombramiento de esos funcionarios que no han cumplido con su deber? No puede haberla. La responsabilidad es personal, cae exclusivamente sobre los funcionarios que han defraudado las esperanzas de los representantes del pueblo; pero en manera alguna sobre la Asamblea de entonces, ni sobre los representantes que tomamos participio en la formación de la planilla. Ya ve el compañero Rama cómo nada, absolutamente nada queda de sus ligeras imputaciones por lo que hace al origen del nombramiento de los encargados de administrar justicia en México.

No así ahora, ciudadanos representantes; ahora tal parece que la lucha revolucionaria por los ideales democráticos tiende a hacerlos retroceder; tal parece, señores, como si estuviéramos en el periodo embrionario de los grupos políticos; tal parece, señores, que todas las ansias populares, depositadas en los representantes, no tuvieran más fin que conquistar empleos, miserables piltrafas, para los amigos.

Y no, señores; en los pueblos cultos los grupos políticos no luchan por favorecer a sus amigos, lo merezcan o no lo merezcan, con empleos de más o menos significación. No, señores, en los países donde la cultura media de los representantes es más o menos general, ya no se lucha por empleos; se lucha, si acaso, por personalidades, como ya hemos visto que de una manera franca ha venido a luchar el ciudadano diputado Soto y Gama. Soto y Gama, ligeramente, desde esta tribuna ha dicho que luchará y que defenderá incondicionalmente a tres personalidades para mí muy respetables, para mí muy estimables del Gobierno actual; pero yo nunca, jamás hubiese dicho en esta tribuna que defendería a todo trance a ninguna personalidad política, por más alta que ella sea, porque yo, señores, no soy ni puedo ser personalista; yo, señores, no puedo estar con los hombres; yo he estado y estoy obligado a estar siempre con los principios.

Yo defenderé los intereses sagrados que mis comitentes me han confiado, y la voz de mi conciencia, el eco de mi sentir, el interés de esos 60,000 habitantes me dice, señores, que en manera alguna los defensores de oficio federal pueden ser ni deben ser nombrados por los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. ¿Por qué? Porque ya sabemos el peso tan enorme, la influencia tan grande que tiene toda sentencia o toda interpretación de las leyes que emana de ese alto tribunal de la República; es tan fuerte esta influencia, ciudadanos representantes, que hasta los abogados de más fuste, hasta los abogados más cultos muchas veces se doblegan ante el fallo de la Suprema Corte de Justicia, a la que creen como un tribunal infalible e inapelable, algo así como la verdad suprema... (Voces: ¡Sí lo es! Murmullos.) ¿Y qué vendrían a ser los defensores nombrados por este alto tribunal? Es natural, señores, que vendrían a ser instrumentos ciegos de la misma Suprema Corte de Justicia, como ya lo dije en ocasión pasada.

Termino, ciudadanos representantes, haciendo esta aclaración: la voz pública condena a muchos diputados que sin ideales de ningún género, sin compromisos políticos serios, sin bandera de ninguna clase se han lanzado en los distritos a disputarse la credencial por el interés mezquino de los mil pesos. La opinión pública dice que los ciudadanos alejados de la cosa pública, que los hombres competentes para venir a legislar se han alejado de las lides electorales porque ya saben que en México durante esta década revolucionaria los políticos que han aspirado al Poder han tenido estos dos caminos: el de la expatriación, o el del asesinato. De ahí que los ciudadanos de los distritos ni siquiera se atrevan a poner su mirada suplicante sobre aquellos que pudieran venir a representar fielmente sus intereses; no tienen más remedio que escoge fatalmente entre los dos o tres audaces que se autopostulan aunque sean unos completos desconocidos, que de seguro no vendrán a esta Representación Nacional a defender ideales, a defender intereses revolucionarios, sino única y exclusivamente a cobrar las dietas.

No hago este cargo a nadie; fijo el hecho para que la conciencia nacional, para que vosotros mismos juzguéis a quién corresponde el cargo de inconscientes que hizo el compañero Vicencio hace un momento, si a los diputados que votaron en contra del artículo 2o., o a los diputados que votaron en pro del mismo artículo.

Yo desde luego declaro que no tengo motivos para ofender a mis compañeros; pero tampoco creo justo que el licenciado Vicencio, porque no se atiende a sus intereses o a sus aspiraciones, lance el cargo de inconscientes a los diputados que votaron por la negativa.

Es necesario ya que nosotros nos levantemos por encima del lodo de este Parlamento y que no sólo nos respetemos, sino que nos hagamos respetar. Un representante es algo grande, desde el punto de vista político por el hecho de que es alto funcionario público de la Federación; pero nosotros mismos hemos autorizado a los de fuera para que nos desprestigien y nos befen, pero creo que ya ha llegado la hora de que nosotros respetemos a los compañeros para que ellos nos respeten a nosotros.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Aquilino Rama.

El C. Rama: Ciudadanos diputados: Es para mí muy sensible que después de que hayáis soportado durante dos horas la ráfaga oratoria del compañero Espinosa, me vea yo precisado a ocupar esta tribuna, porque se hacen cargos a todas luces injustos, es necesario que nosotros pongamos un remedio para evitarlo. De esa larga ráfaga sólo saqué esta frase, y creo que en vosotros habrá pasado lo mismo. "Es necesario respetarnos y hacernos respetar". Y como complementos de ella, yo diría al compañero Espinosa: Para respetarnos y hacernos respetar, es necesario entender lo que se dice en esta tribuna, para no venir a controvertir las frases, dándoles una interpretación que muy lejos ha estado el autor de ellas de quererles dar. Yo no he atacado a esta Representación, señor Espinosa, ni ha estado en mi mente. Ahí está el DIARIO DE LOS DEBATES para que de una manera categórica...

El C. Espinosa Luis: Pido que se lea. (Murmullos. Campanilla.)

El C. Rama: Suplico al señor Espinosa que no me interrumpa. Allí está el DIARIO DE LOS DEBATES para que se vea mi frase que publicó la

prensa, mi frase que no fue otra cosa que esto: decir que la Administración de Justicia era la más mala que habido en México; que era el fracaso o, mejor dicho, que ese fracaso era ocasionado...

El C. Espinosa Luis: Por el nombramiento hecho por la Cámara.

El C. Rama: Sí, pero yo no hice ningún cargo a la Cámara; yo, atacando ese nombramiento desde el punto de vista técnico, indudablemente que tenía que recurrir a ese argumento. Por otra parte, yo todos los demás cargos que habéis lanzado, sinceramente no los cojo, porque creo que con toda honradez que ni vos mismo los habéis dicho para mí. En alguna ocasión me habéis hecho el honor de juzgarme sincero y de juzgarme honrado, y creo que estaréis dispuesto a ratificarlo; no creo que esos cargos de ideales y de empleos me los hayáis hecho a mí, pues si me los hubieseis hecho, estaríais fuera de razón. Decíais que vos, con toda energía, vendríais a defender aquí los derechos que depositó en vos el pueblo que os eligió, y yo creo, señor representante, que ese mismo derecho vine yo a ejercitar al exponer aquí mi opinión. Es indudable, señor diputado Espinosa; es indudable, señores compañeros, que el mayor bien social, que la válvula de ese bienestar de la sociedad radica de una manera principal en la Administración de Justicia; es de todos sabido, señores, y basta con darse una vuelta por los tribunales de justicia, es de todos perfectamente sabido que esa Administración de Justicia es categóricamente mala, es categóricamente deficiente, oídlo como lo digo. ¿Por qué venís a decir que persigo yo u interés particular? ¿Cómo me podríais probar eso? ¿Creéis acaso que yo como representante del pueblo, como abogado, no podría tener más interés en que esos nombramientos los hiciera la Cámara? ¿No veis una prueba de sinceridad en que dentro de mi insignificancia personal dentro de este Parlamento me desligo de esta pequeña influencia que podría tener? ¿No sabéis acaso que el pueblo clama justicia? ¿Ignoráis las infamias que por torpeza o por inconsciencia se cometen en los tribunales? ¿Qué no sabéis que en los pueblos más cultos en que existe el progreso, la Administración de Justicia está totalmente independizada de los poderes públicos? Leed algunos autores. Ese era el fondo de mi réplica. No tenéis ningún derecho para haberme atacado como lo hicisteis; seguramente que fue vuestra pasión de chiapaneco, como dijo el ingeniero Domínguez, la que os movió...

El C. Lara César A.: ¡Alto ahí, amigo!

El C. Rama: Creo, señores, que he contestado en cuanto era necesario los cargos que me hizo el compañero Espinosa. En cuanto a lo de disco de fonógrafo, vuestra conciencia dirá quién dice más veces las mismas palabras...

El C. Avilés: Ya es bueno que se dé fin al torneo!

El C. Rama: No es torneo, sólo he rechazado cargos injustos. Os ruego que deis a cada uno su lugar; vosotros juzgaréis si son fundados los cargos que me han hecho; a vuestra conciencia me someto y espero que de hoy en adelante el compañero Espinosa sea un poco más sereno al venir a lanzar ataques que no tienen más fundamento que un desahogo enteramente personal.

El C. secretario Saucedo: La Secretaría, por disposición de la Presidencia, invita a los ciudadanos diputados que deseen hablar en contra del artículo 3o., a que pasen a inscribirse, en vista de que ninguno de los oradores que han hecho uso de la palabra lo han atacado.

El C. Espinosa Luis: Una aclaración. El ataque que he hecho al artículo ha sido motivado, como lo dijo muy bien la Secretaría, por tener analogía con el artículo 2o. Por lo tanto, debe volver al seno de la Comisión para su reforma en el sentido de la discusión.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Jaime A. Solís en contra del artículo 3o.

El C. Pérez Gasga: Una interpelación a la Comisión. Como es notorio que el artículo 3o. está en relación con el artículo 2o., creo que es absolutamente inútil continuar esta discusión. En consecuencia, yo interpelo a la Comisión para que diga si está dispuesta o no a retirar ese artículo 3o, pues de lo contrario, tendrá que seguirse la discusión; si no, ésta debe suspenderse y que la Comisión retire su artículo.

El C. Solórzano Federico: Pido la palabra. En nombre de la Comisión, ciudadanos representantes, manifiesto a la honorable Asamblea que la Comisión no tiene ningún inconveniente en retirar no solamente este artículo, sino todos aquellos que tengan relación íntima con el que se acaba de desechar, con objeto de modificarlos en el sentido en que se modificará también, si así procede, el que acaba de desecharse. Y ya que estoy en el uso de la palabra, permitidme, compañeros, que haga una aclaración: acabo de llegar a esta honorable Asamblea en los momentos en que empezaba a hacer uso de la palabra el ciudadano diputado Espinosa. Lamento sobremanera el fin que ha tenido la discusión de este artículo 2o. y principalmente del curso que ésta ha tomado; lamento el fin que ha tenido, porque en verdad no me explico cómo esta honorable Asamblea, que en otra ocasión rechazó el artículo en el sentido en que lo había presentado la Comisión con el objeto de que se reformase en el sentido de que los miembros del Cuerpo de Defensores deberían ser nombrados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y no por el Poder Ejecutivo, ahora recapacita nuevamente y cree que no es conveniente que sea la Suprema Corte de Justicia la que haga el nombramiento, sino el Poder Legislativo. Quiero hacer la aclaración muy principal de que las comisiones no han defendido ni pretenden defender por un solo momento que debe ser la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que haga estos nombramientos. Tan es esto así, que en la parte expositiva, en la pequeñísima parte expositiva de su dictamen no dice otra cosa más que esto: "En cumplimiento de lo resuelto por la Asamblea, se permite proponer reformados los artículos en los siguientes términos, salvo su parecer particular..." Luego el parecer particular de las comisiones es muy diferente del parecer que ya manifestó la Asamblea al principio de que los defensores fuesen nombrados por la Suprema Corte; y es muy diferente también del parecer que ahora manifiesta la misma Asamblea, de que sean nombrados por el Congreso, y es

todavía muchísimo más, es decir, todavía difieren mucho más el parecer particular de la Comisión, de este último parecer que ha manifestado la Asamblea. No quiero hacer larga esta aclaración para entrar a exponer las consideraciones en que me fundo para creer que si el nombramiento por la Suprema Corte de Justicia de la Nación es deficiente, el nombramiento que hiciera el Congreso sería deficientísimo.

Tan es esto así, ciudadanos representantes, que estamos viendo cuál ha sido el resultado de los nombramientos que hizo el Congreso General de los encargados de administrar justicia. Veamos, si no, los nombramientos de los jueces de la Baja California. ¿En qué forma se han hecho esos nombramientos? Se ha sorprendido - así, esta es la palabra que debe emplearse -, se ha sorprendido a un cuerpo tan numeroso como es éste, que no puede tener un funcionamiento tan eficiente como lo tendría un cuerpo más reducido; y a eso se debe que haya nombramientos tan fuera, no sólo de lo ordinario, sino hasta fuera completamente de lo legal. La ley previene que los jueces deben tener determinados requisitos y, sin embargo, el Congreso de la Unión, pasando por encima de la ley, nombró juez de Primera Instancia en un distrito de la Baja California, a un carnicero, y en otro distrito, nombró juez de Primera Instancia a un cantinero, debido a la propaganda que en su favor hizo un diputado. Y esto mismo ha venido haciéndose en muchísimos casos, cuando el Congreso de la Unión ha hecho el nombramiento de jueces; siempre andan por aquí y por ahí los interesados, zumbando al oído de los representantes e insinuándoles un candidato, porque tienen interés de que él ocupe el puesto; pero no se atiende a los requisitos esenciales de competencia y honradez que deben reunir los encargados de administrar justicia. Los nombramientos de estos funcionarios no deben, de ninguna manera, obedecer a cuestiones de partidarismo político, porque los jueces nada tienen que ver con la cuestión política: los jueces reciben su nombramiento y se atienen exclusivamente a las leyes que rigen sus procedimientos con el objeto de aplicarlas, y esto es todo. Repito, pues, que las comisiones ni por un momento han pretendido sostener que debe ser la Suprema Corte de Justicia la que haga los nombramientos; las comisiones deseaban que fuera el Ejecutivo. Para concluir manifestaré, además, que a reserva de que las comisiones midan bien si es el caso de que presenten nuevamente el artículo reformado, sin infringir ningún artículo de la Constitución, lo presentarán después de estudiar todo esto; y si consideran que al hacerlo infringen un artículo de la Constitución, se abstendrán de presentarlo, porque tienen la Constitución por norma.

El C. secretario Saucedo: Se pregunta a la Asamblea si permite a la Comisión retirar el artículo 3o., así como el 6o. y 9o., que están íntimamente ligados con el artículo que fue votado en contra. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. (Voces: ¡Que se lean!) Se va a dar lectura a los artículos 6o. y 9o., que no conocen algunos ciudadanos diputados.

"Artículo 6o. El jefe de defensores y los defensores adscriptos a él, residirán en donde tengan su asiento los poderes federales y estarán adscriptos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

"Artículo 9o. Siempre que el jefe de defensores imponga alguna de las correcciones a que se refiere la fracción III del artículo 8o., levantará acta circunstanciada, que remitirá original a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para integrar el expediente respectivo.

"Si el defensor a quien se imponga una corrección disciplinaria no estuviere conforme, podrá ocurrir ante la Suprema Corte, la que, recabando los datos necesarios al efecto, resolverá en definitiva lo que haya lugar."

Se pregunta nuevamente a la Asamblea si permite que se retiren los artículos 3o., 6o. y 9o.; los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie.

El C. Padilla: El 6o. no tiene ninguna relación.

El C. secretario Saucedo: Son adscriptos a la Suprema Corte de Justicia. Sí se permite. Está a discusión el artículo 5o., que dice:

"Además del jefe de la Defensa y de los defensores adscriptos a la Dirección del Cuerpo, habrá cuarenta y cuatro defensores de oficio, con la adscripción siguiente:

"Cuatro al primer Tribunal de Circuito y juzgados de Distrito en el Distrito Federal;

"Dos al séptimo Tribunal de Circuito y juzgados de Distrito, en Puebla;

"Dos al noveno Tribunal de Circuito y juzgados de Distrito, en Yucatán, y

"Uno para cada uno de los demás juzgados y tribunales federales de los Estados y Territorios de la República."

Los ciudadanos diputados que deseen hablar en pro o en contra, sírvanse pasar a inscribirse. Como no hay ningún ciudadano inscripto ni en pro ni en contra, se reserva para su votación.

"Artículo 7o. Para ser jefe de defensores se necesita ser ciudadano mexicano en ejercicio de sus derechos, abogado con título oficial, mayor de veinticinco años y tener dos, por lo menos, de ejercicio profesional.

"Para ser defensor de oficio se requiere ser ciudadano mexicano en ejercicio de sus derechos y abogado con título oficial. En los Estados y Territorios podrá dispensarse el requisito de ser abogado, siempre que no haya profesionistas que acepten desempeñar el encargo."

Está a discusión. No habiéndose inscripto ningún orador ni en pro ni en contra, se pregunta si ha lugar a votar el artículo 7o. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Ha lugar a votar.

"Artículo 8o. Son atribuciones del jefe de defensores:

"I. Dictar las providencias de carácter general que estime convenientes a la mayor eficacia de la defensa de los reos;

"II. Dirigir la formación de la estadística correspondiente a la institución;

"III. Imponer a los defensores, como correcciones disciplinarias, extrañamientos, apercibimientos o multas hasta de veinticinco pesos, según la gravedad de las faltas en que incurran;

"IV. Nombrar provisionalmente a las personas

que substituyan a los defensores de oficio, en sus faltas que no excedan de un mes."

Está a discusión. En vista de que el artículo 8o. consta de varias fracciones, se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan separar aquellas con las que no estén de acuerdo, a fin de votar las que no sean separadas. En atención a que solamente fue separada la fracción III del artículo 8o., se pregunta a la Asamblea si ha lugar a votar las demás fracciones; los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Ha lugar a votar las fracciones. Está a discusión la fracción III.

El C. Von Borstel: Pido la palabra. Siendo notorio que no va a haber quórum cuando se vote la fracción III del artículo objetado, y habiendo sido aludido miserable y calumniosamente por un compañero, deseo sincerarme a los ojos de la Asamblea y pido atentamente que, por compañerismo, se me conceda el uso de la palabra.

El C. presidente: La Presidencia manifiesta al señor von Borstel que las alusiones personales, reglamentariamente, se contestan después del debate, y que la Presidencia no tendrá inconveniente en concederle la palabra cuando termine esta discusión.

El C. von Borstel: No va haber quórum. Yo deseo que se me conceda en estos momentos la palabra; como uno de los señores me ha ofendido porque yo soy el que ha recomendado a los jueces de la Baja California, por eso quiero tomar la palabra para defenderme y sincerarme ante la Asamblea.

El C. secretario Saucedo: La Presidencia manifiesta a la Asamblea que existiendo un artículo reglamentario que dice que hasta después de las discusiones se permitirá la palabra para aclaraciones o alusiones personales, si la Asamblea está de acuerdo en que se le conceda en estos momentos al ciudadano von Borstel, se sirva manifestarlo. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se le permite.

El C. von Borstel: Compañeros: Habiendo sido aludido por el ciudadano Solórzano, torpe, miserable y calumniosamente, (Siseos.) sí, señores, y no retiraré las palabras porque cuando se ha ofendido a cualquiera deben de sostenerse las razones que se tengan para decirlo. Yo he sido quien ha recomendado a ustedes a los jueces de primera instancia de la Baja California y no me avergüenzo ni me arrepiento de ello, compañeros; pero falta a la verdad quien diga que yo he tratado de sorprender a la Asamblea; yo jamás he asegurado a ningún compañero, y muchísimos serán testigo de ello, que los ciudadanos que fueron electos jueces del Distrito Sur de Baja California tuvieran título; jamás lo dije, y cuando algunos compañeros me preguntaron que si tenían título, yo dije que no; pero que yo me apoyaba en lo defectuoso de la ley orgánica que dice...

El C. Avilés, interrumpiendo: ¡No, hay mejores abogados sin título! (Risas.)

El C. von Borstel: Voy a eso, compañero. Dice el artículo respectivo:

"Los jueces de Primera Instancia de los Territorios tendrán los requisitos que, para ser juez menor, exige el artículo 23; y los secretarios, los que se exigen conforme al párrafo III del mismo artículo para ser secretario de Juzgado Menor de la ciudad de México.

"Artículo 23. Para ser juez menor se requiere: ser ciudadano mexicano por nacimiento en ejercicio de sus derechos, saber leer y escribir, ser mayor de veintiocho años, tener buenos antecedentes de moralidad, y no haber sido condenado por algún delito que merezca pena corporal.

"Para ser secretario de Juzgado Menor, se requieren los mismos requisitos que para ser juez menor, hecha excepción de la edad, pues sólo se necesitará tener veintiún años.

"Los jueces menores del Distrito Federal y los secretarios de los juzgados menores de la municipalidad de México, serán además abogados con título oficial."

Es decir, la excepción, serán, además, abogados con título oficial.

Como yo no soy abogado interpreté los artículos de la ley orgánica en el sentido de que una persona sin título pudiera ser juez, y es más, cansado de que mi pobre distrito soportara por más tiempo a muchos abogados rapaces que han llegado por ahí únicamente para chupar las últimas gotas de sangre de ese pueblo que jamás ha sido atendido, he preferido llevar, es decir, que se llevara a los puestos únicos a personas que no ostentando un pedazo de papel que muchas veces se adjudica al mejor postor, sean honrados a carta cabal y yo estoy muy satisfecho de la actuación que he tenido a este respecto porque mis comitentes, que son los únicos con quienes tengo obligaciones, me han recibido con aplausos cariñosamente ahora que he estado allá y para aquellos que fueron electos jueces no escuché más que alabanzas y yo acabo de llegar y he oído hablar con sinceridad, no como los informantes del señor licenciado Solórzano, abogadillos mendaces que porque han perdido pleitos innobles, han venido aquí a chanchullear y a susurrar a los oídos de ustedes patrañas, viles mentiras y nada más. He pedido que se nombre un visitador judicial para que se sincere y para sincerarme yo mismo, y para que se vea que si he procurado que fueran electos esos hombres, lo hice noble y honradamente, porque soy demasiado honrado para poner mi nombre en peligro de que sea censurado en todos sentidos por favorecer a alguien. Faltan a la verdad cuando han asegurado que los electos me han ayudado en lo más mínimo en mi campaña electoral, y faltan a la verdad todos los que han asegurado que uno ha sido cantinero y el otro carnicero; uno, el juez de Primera Instancia de La Paz, Baja California, fue secretario del Tribunal Superior de Justicia durante cuatro años, y la otra persona no hace muchos años que llegó al terruño y fue secretario del Juzgado de Primera Instancia de La Paz y cuando el general Mezta quiso imponerse en el Juzgado de Primera Instancia, tuvo un rasgo de hombría y honradez - que fue lo me hizo recomendarlo -, renunciando el puesto y yendo a aceptar otro más miserablemente retribuído, por no doblegarse a la consigna. Esos son los hombres que he recomendado a ustedes; jamás recomendaría a ustedes a nadie por ayudar a un amigo, porque yo no vendría a exponerme a sufrir de vosotros las críticas. Pero cuando calumniosamente se vienen a hacer valer

argumentos que no tienen base alguna, he creído de mi deber el sincerarme y creo que vosotros tendréis la confianza de siempre en mí y que después de las palabras que he vertido, en ninguno de ustedes quedará la duda de que yo haya podido llevar, al recomendar a los electos, un fin torcido.

El C. Solórzano Federico: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra de la fracción III el ciudadano Espinosa.

El C. Solórzano Federico: Ruego a su señoría que me conceda la palabra para contestar.

El C. presidente: Después del debate, a no ser que la Asamblea vuelva a violar el Reglamento concediéndole ahora a usted la palabra.

El C. Solórzano Federico: En vista de que su señoría concedió la palabra al ciudadano von Borstel, creí que por equidad me la concederíais a mí para contestar.

El C. presidente: Por equidad tendrá que concedérsela la Asamblea violando el Reglamento.

El C. Solórzano Federico: En tal virtud, no pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes: El artículo 11 de la ley que se discute, aprobado por vuestra soberanía en días pasados, dice a la letra:

"Artículo 11. Se reputan faltas graves de los defensores:

"I. No asistir a las prisiones al llamado de sus defensas, ni a los juzgados y tribunales, en horas de despacho;

"II. Negarse a defender a los reos que no tengan defensor particular, en el caso de la fracción I del artículo 10, o valerse de cualquier medio para que se les revoque el nombramiento;

"III. Abandonar sin motivo justificado un recurso legalmente interpuesto;

"IV. Dejar de cumplir cualquiera otra de las obligaciones que les están impuestas."

La fracción III del artículo 8o. que se discute en estos instantes, dice lo siguiente:

"Imponer a los defensores, como correcciones disciplinarias, extrañamientos, apercibimientos o multas hasta de veinticinco pesos, según la gravedad de las faltas en que incurran."

Así pues, esta fracción III se refiere exclusivamente a las faltas graves enumeradas en el artículo 11 de la ley que acabo de leer y, ciudadanos representantes, ¿honradamente puede conceptuarse como pena a un delito grave cometido por un defensor de oficio, la aplicación de una multa de veinticinco pesos? Esto es verdaderamente risible, ciudadanos representantes, y es, os lo aseguro, la pena más grave de todas las que enumera; aquí se habla de apercibimiento, extrañamiento, etcétera, etcétera. ¿Qué es eso de extrañamiento y apercibimiento para un hombre sin delicadeza? Nada significa. Estoy seguro de que le dolería más todavía la multa de veinticinco pesos que como dije hace unos instantes, nada significa tampoco. Yo reclamo de vuestra soberanía toda la atención, para que pongáis el remedio a este mal; aquí sí, compañero licenciado Rama, aquí es donde la ley debe buscar el medio adecuado para que los defensores cumplan con su deber, Aquí es tal vez donde se halle la resolución del problema, no en el origen del nombramiento, no tiene de seguro razón el compañero Rama para juzgar que el Ejecutivo o el Judicial estén más capacitados para hacer una buena elección, mejor que la que haría el Poder Legislativo; pero sí tenemos la seguridad de que mientras no se haga una ley que pene de una manera severa a todos aquellos que no cumplan con su deber, saldrán sobrando todas las leyes, todas las buenas intenciones y todos los orígenes de los nombramientos. Yo reclamo, pues, de vuestro deber de representantes, el celo bastante para reformar este artículo en una forma que satisfaga el anhelo de todos nosotros. Yo quiero, ciudadanos representantes, que en lugar de estas penas risibles, por no decir ridículas, que ha formulado la Comisión, se ponga la de destitución; que todos aquellos defensores que no ocurran puntualmente, que se les expulse; si no quieren por cualquier concepto cumplir con su deber, sin más trámites que sean de plano destituídos vergonzosamente. Creo, ciudadanos representantes, que solamente así con un castigo como éste podrá haber moralidad dentro del Cuerpo de Defensores federales; sale sobrando recomendarles más, sale sobrando esto de los extrañamientos y de los apercibimientos y de las multas de veinticinco pesos; esto no haría efecto ni en los muchachos de escuela, mucho menos en hombres que aunque tengan título, abogados con título, porque también hay títulos sin abogados. Pudiera en algunos hacer efecto; pero estoy seguro que en la mayoría de estos ciudadanos no causaría más que risa. Yo, pues, propongo a la Asamblea que acepte el castigo que he indicado: que todo defensor que falta a las funciones del artículo 11, sea separado ignominiosamente de su cargo.

El C. Pérez Gasga: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Vicencio.

El C. Vicencio: Señores diputados: Como acaba de decir el ciudadano Espinosa, el artículo ha sido aprobado y me parece muy prematura la reforma, quizá sería ridícula. Bueno, considero que tenga razón, que procediera la reforma enunciada. Quiero hacer hincapié en esto nada más, como explicación, no como defensa del artículo, porque hemos dicho que la Comisión no se casa con sus ideas, está para ilustrarse con las opiniones de los ciudadanos diputados, siempre que esas opiniones sean suficientes para ilustrar su criterio. Señores diputados: Mucho ha sostenido el señor Espinosa que los mejores nombramientos que se pueden hacer de defensores son precisamente los que haga la Cámara. Suponiendo que fuera cierto eso, en mi criterio no lo acepto; pero suponiendo, sin conceder, que esos nombramientos los hiciera perfectamente bien adecuados y con todos los requisitos legales, como debe suponerlo el ciudadano Espinosa al darle la preferencia del nombramiento a la Cámara, me pregunto ahora: ¿cómo él que cree capacitada a la Cámara, a la soberanía nacional, para hacer los mejores nombramientos de hombres dignos, de hombres competentes, de hombres capacitados en todos sentidos, ahora me viene a decir que no significa nada un extrañamiento, una multa para un profesional que aprecia su título, que aprecia su dignidad? ¿qué, él va a defender mejor una multa, qué él va a defender

mejor una regañada que un extrañamiento? La multa no es por el dinero que cuesta, señores; no es para todos los que tenemos dignidad lo que significa la multa pagar el dinero; es un castigo a su dignidad, es un castigo que se le impone al individuo para decirle con esa multa: inepto. Es un inepto y de esa manera quiere la reforma la ley. Nosotros no quisimos poner una reforma ad terrorem, porque las reformas ad terrorem, como son las de la Ley del Timbre, se ponen a los inconscientes; una multa feroz como hace la Ley del Timbre para asustar al pueblo, pero a un individuo un poco culto no le asustan esas multas; por esto nosotros no quisimos poner una pena ad terrorem, sino una pena a la dignidad del hombre, cuando suponíamos que los nombramientos van a recaer en personas dignas.

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pérez Gasga.

El C. Pérez Gasga: Ciudadanos representantes: Creo que se pierde lastimosamente el tiempo si se continúa en esta discusión inútil. Quiero advertirle al ciudadano Espinosa, que el Código Penal, en la parte relativa a delitos oficiales de los funcionarios públicos, establece las penas en que incurren aquellos que falten al cumplimiento de su deber; así, por ejemplo, el defensor que no interpone los recursos legales o que los abandona injustificadamente, incurre en responsabilidad y queda sujeto a juicio de los tribunales. Podemos establecer como tesis general que las faltas de los funcionarios pueden calificarse de tres maneras: delitos que son juzgados por los tribunales, faltas graves que define el Código Penal y que, en consecuencia, son de la incumbencia exclusiva de los tribunales; faltas reglamentarias que son castigadas exclusivamente por la autoridad administrativa. Las faltas administrativas cometidas por los funcionarios, en este caso los defensores de oficio, son las que debe castigar el jefe de esos defensores; por eso las faltas se castigan con extrañamiento, con apercibimiento o con multa, de tal manera, pues, que no se trata de los delitos graves, de las faltas graves cometidas por los funcionarios, por los defensores de oficio, porque esas faltas las juzgan los tribunales; se trata nada más de las faltas administrativas que deben ser castigadas por el jefe de los defensores de oficio para establecer la disciplina y el orden en esa institución. Con esta explicación, que yo considero pertinente, creo que basta y, en consecuencia, este artículo de aprobarse tal como lo propone la Comisión.

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes: Me extraña que el compañero Pérez Gasga, talentoso, estudioso y aplicado, se contradiga con sus mismas palabras. El compañero Pérez Gasga si no ha leído, puede pasar sus ojos por el artículo que se ésta discutiendo y verá cómo se refiere a faltas graves, y vuestra señoría acaba de confesar que precisamente para las faltas graves están los tribunales que deben de conocer de ellas; aquí se trata de hacer una ley verdaderamente moral. Yo no creo ya en la dignidad de la mayoría de los hombres; hace mucho tiempo... (Aplausos) que estoy decepcionado verdaderamente de la dignidad humana.

El C. Pérez Gasga: Ahí está el Código, compañero.

El C. Espinosa Luis: Desde luego, señor compañero, la sanción del Código Penal es una ley, es una sanción que puede aplicarse nada más por medio de un juicio; pero en cambio, la que puede aplicar el jefe de los defensores de oficio, es un castigo verdaderamente administrativo; pero un castigo verdaderamente eficaz; ahí no hay procesos, ahí no hay trámites dilatados y odiosos, ahí no hay más que la aplicación de la conciencia serena del jefe de los defensores de oficio. ¿Y qué mejor castigo, señor compañero Pérez Gasga, para estos defensores venales o apáticos, que el destituirlos vergonzosamente? Y esto, compañero, si la ley lo quiere, puede hacerlo el jefe de los defensores de oficio, y eso es lo que yo pido en esta época en que los hombres están tan corrompidos y en que la moral está por completo en bancarrota. Después de diez años de revolución, señores compañeros, la moral, aun la moral fundada en leyes que se llaman eternas, tal parece que ha huído de los linderos de nuestra patria dolorida y angustiada y a nosotros toca, a los representantes que sí somos y hemos sido y seguiremos siendo revolucionarios, el remediar esos males nacionales y yo no puedo dejar a un defensor de oficio federal nada más con los juicios irrisorios que establece el Código Penal. Yo quiero que esta Asamblea, compenetrada de su deber, dé vida a los defensores; pero también en esa misma vida les dé la muerte cuando no cumplan con su deber; ¿y qué castigo más justo y más necesario, señores, que el Parlamento faculte al jefe de ellos, al jefe, a quien debemos presumir que puede ser uno de los pocos honrados que cumplen con su deber? (Risas.) Yo no he dicho, compañeros, que no haya hombres honrados. Yo he dicho que no me fío en la dignidad de muchos hombres. Desde luego, señores, no confundo las cosas, yo he atacado y seguiré atacando rudamente, diariamente, si es preciso, a los malos funcionarios y muy especialmente a los de la administración de justicia; pero yo no quiero decir que todos los abogados son iguales y que todos sean iguales; podría citar casos de muchos funcionarios que me merecen el más alto concepto como tales; podría citar nombres de magistrados y jueces que no sólo hacen honor al foro mexicano por su saber, sino que se honran así mismos con su honradez como magistrados y jueces; pero como no acostumbro elogiar a nadie, de ahí que me abstenga de nombrarlos; pero no niego que existan. Sí existen muchos hombres competentes y muchos hombres honrados. Yo suplico a la Presidencia que en virtud de que la Asamblea está ya cansada y de que este asunto es de suma importancia, no se precipite, no se acelere la aprobación o rechazamiento de este artículo, que se deje para mañana si es que la Asamblea ya no quiere que se siga discutiendo sobre este mismo tema. Para terminar, quiero hacer una aclaración: el compañero Aquilino Rama se me acercó y me dijo que él no había lanzado el cargo a la Cámara, a los diputados que habían votado en contra del artículo 2o., que había sido el compañero Vicencio; efectivamente, confieso que sufrí una

equivocación, fue el compañero Vicencio quien lanzó ese cargo.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Solórzano Federico: Este estimado cuando bullicioso compañero Espinosa, sí que se contradice a cada paso. Hace un momento asentaba que tiene la más grande decepción de la dignidad humana, y poco antes había dicho que no quería que se sospechara un ápice de la dignidad del Cuerpo a que él pertenece; pero desentendiéndome de estas contradicciones del señor Espinosa, voy a hablar en nombre de la Comisión.

Después de lo dicho por el compañero Vicencio y de lo que tan atinadamente ha expuesto el señor Pérez Gasga, que poco antes lo iba yo a exponer en nombre de la Comisión, sólo me resta decir, o, más bien dicho, preguntar al compañero Espinosa cómo, si el Congreso de la Unión es el que va a nombrar a los miembros del Cuerpo de defensores, puede destituir a estos miembros el jefe de dicho Cuerpo, es decir, que no obstante que el Congreso de la Unión tiene que removerlos, puesto que él es el que los nombra, sin embargo el compañero Espinosa quiere que el jefe del Cuerpo de defensores los destituya por quítame estas pajas. No, ciudadano Espinosa, ya habéis oído de boca del compañero Pérez Gasga por qué faltas se imponen a los defensores de oficio las penas de apercibimiento, corrección disciplinaria o multa hasta de veinticinco pesos, solamente por faltas, no por delitos, y la destitución sería una pena tan grave, que ameritaría que se conociera perfectamente la causa por la cual se aplicaría esa pena. Después de haberse definido perfectamente que la falta o el delito se ha cometido, sería cuando tuviera que aplicarse la pena. Es el Congreso de la Unión el que a la postre decide de la destitución de los miembros del Cuerpo de defensores; pero de ninguna manera el jefe del Cuerpo de defensores; no sería consecuente consigo mismo la ley si por una parte estableciera que el Congreso de la Unión, que es quien remueve con causa justificada a los miembros del Cuerpo de defensores, por otra parte dejara que el jefe del Cuerpo de defensores pudiera destituirlos por una falta; por tanto, la Comisión insiste en que el artículo está bien en los términos en que lo ha presentado. Se imponen las penas por estas faltas y cuando son graves, constituyen delitos y ahí está el Código Penal que prevé las penas que deben aplicarse, porque son faltas graves que el mismo Código prevé y define en qué términos deben aplicarse; pero faltas leves, cualquiera falta que se cometa en las oficinas del Cuerpo de defensores o en el desempeño de sus funciones, que no sean las que enumera el Código Penal que sean un delito, esas son castigadas disciplinariamente por el jefe del Cuerpo de defensores....

El C. Espinosa: Para suplicar...(Campanilla.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Sánchez Pontón.

El C. Sánchez Pontón: Señores representantes: Efectivamente debe tenerse gran calma en la discusión de este artículo, puesto que se trata de la moralización de estos futuros funcionarios públicos. Hace perfectamente bien el ciudadano Espinosa al asentar que lo mismo las reprensiones, que una multa de diez, quince o veinticinco pesos, que es el máximum que marca la Comisión, son risibles para un funcionario que habiendo burlado la ley demostrara absolutamente que no tenía un átomo de delicadeza, puesto que no cumple con sus obligaciones; por lo tanto, yo digo lo mismo que el compañero Espinosa: Rechacemos esas faltas que no tienen razón de ser, puesto que lo único que se impone es la destitución. Ahora no quiero ser largo, sino concretarme a lo dicho por los ciudadanos representantes. Voy a referirme a lo que primero dijo el licenciado Pérez Gasga. Dice que hay dos clases de faltas: las administrativas o leves y las faltas graves.

Efectivamente; ya que las faltas graves son castigadas con la consignación ante los tribunales, las leves o faltas administrativas deben castigarse con destitución, puesto que al faltar aquellos individuos, lo que hacen es desconocer en lo absoluto sus deberes y, en consecuencia, es ridículo que a un defensor cuando viola la Constitución se le haga un simple extrañamiento o se le aplique una multa de quince o veinte pesos; debe destituírsele, ya sea por la Cámara, ya sea por el jefe de defensores, eso yo no lo discuto, aunque creo que debe ser la Cámara, y si son faltas graves, debe ser consignado como dice la ley. Las faltas leves o administrativas deben castigárseles con destitución, puesto que aquellos defensores que las cometen son malos funcionarios. Respecto a lo dicho por el ciudadano Vicencio, de que para nada serviría un castigo de veinticinco o treinta pesos para uno que no tuviera delicadeza o para un hombre que no tuviera la delicadeza necesaria, de un individuo que ha sido nombrado por la Cámara, como dice el ciudadano Espinosa, yo digo lo siguiente: Es natural que todos tengamos la buena fe de que va a ser recto, honrado, con cualidades, que no va a violar la ley; pero si después, faltando a sus obligaciones demuestra lo contrario, claro es que debe destituírsele, claro es que para aquel individuo no hacen mella ni veinticinco pesos, ni tampoco represiones; pero que quede perfectamente sentado en este artículo, que debe ser reformado en esta parte final, que todos aquellos funcionarios, que a los defensores de oficio que cometan faltas leves o administrativas, debe destituírseles inmediatamente de su cargo, y los que cometan faltas graves serán enjuiciados, como ya lo pide la ley.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Avilés.

El C. Espinosa Luis: Reclamo el quórum, señor presidente.

El C. Avilés: Señores diputados: parece que en esta tarde un diablillo retozón ha invadido a esta Representación Nacional. El ciudadano Espinosa ha estado tan decepcionado, que él ya no cree en nada, la honradez para él es cero; el ciudadano Espinosa, como el poeta, ya ni en la paz de los sepulcros cree. (Risas. Aplausos.) ¡Y qué triste es, señores, para esta Representación Nacional y para la República entera, estar oyendo día con día que no hay hombres honrados en este jirón de la patria nuestra! ¡Qué escándalo, ciudadanos diputados, que desde esta tribuna se esté día con día predicando que no hay honradez; que estos diez años de Revolución no han servido sino para exhibir la podredumbre de infinidad de lacras

sociales; y con qué razón, ciudadanos diputados, la prensa mercenaria de la tarde de ayer, exhibía en sus columnas el ridículo retrato de Querido Moheno y una declaración donde éste, que se decía gran tribuno, dice que en sus manos estuvo haber cambiado la faz de la República en aquella época. Y parece que el ciudadano Espinosa quiere justificar todo el camouflage de estos individuos que han vuelto con una audacia infinita a querer tomar de nuevo el timón de la cosa nacional. (Risas.) Y digo que muchos de los que están gritando que son revolucionarios desde los pies hasta la cabeza, parece que no pretenden otra cosa que justificar ese pasado abominable que gravitó sobre la nación entera. No cabe duda, ciudadanos representantes, que cada revolución trae como consecuencia una evolución, y yo creo, ciudadanos diputados, que no puede haber evolución sin revolución. ¿Y por qué estamos, los que nos decimos revolucionarios, abominando aquí momento a momento a esa revolución y nos presentamos también momento a momento decepcionados de la Revolución y de sus hombres? Y ya vemos, ciudadanos diputados, con qué audacia el calumniador ayer de don Benito Juárez, don Francisco Bulnes; el calumniador ayer de Madero, don Querido Moheno, hoy con audacia y cinismo levantan su pluma y levantan su voz, y el mismo Moheno no hace días, en una comida en donde estaba reunida la flor y nata de los reaccionarios, apostaba y decía que dentro de dos años él tendría el timón de la cosa pública en nuestro país. Y parece, ciudadanos diputados, que nosotros mismos, los que nos llamamos revolucionarios, vuelvo a repetir, estamos justificando esos hechos. Yo no alcanzo a creer cómo es que si no es honrado el Gobierno, si no es honrado ese Gobierno que está compuesto de tres partes, que una es el Poder Ejecutivo, que otra es el Poder Legislativo y que otra es el Poder Judicial; yo creo que si cualquiera de esos poderes no es honrado, indiscutiblemente que no hay honradez en el Gobierno. ¿Cómo es, ciudadano diputados, que una parte del Poder, que una parte integrante de ese Poder, como es la Representación Nacional, esté gritando desde esta tribuna momento a momento que no es honrado el Poder Judicial, que no es honrado el Poder Legislativo, y que no es honrado el Poder Ejecutivo? ¿Cómo es esto, ciudadanos diputados, si somos con esas tres partes integrantes del Gobierno, si esas tres partes en conjunto hacemos el Gobierno, por qué es que desde aquí estamos lanzando por toda la nación nuestro anatema contra los demás poderes? Así no se hace patria, ciudadanos diputados (Aplausos.) Han surgido y seguirán surgiendo conflictos y éstos acaso traigan el cariz de internacionales y muchos de ellos, aunque pese el decirlo, han salido de este vocerío que se levanta aquí en esta Cámara. No hemos querido o no hemos podido dedicarnos a cosas serias y hemos abandonado los verdaderos problemas trascendentes del país, por venir aquí a esta tribuna a lanzarnos injurias unos en contra de otros y hemos dejado en poder de la reacción, que está representada por Querido Moheno, que está representada por esa jauría de decadentes que ayer no pudieron con toda su ciencia, con todo su talento y con todo su saber, haber dominado una situación, una situación que de suyo tuvieron en sus manos, y hoy con audacia increíble abominen de la Revolución, y hoy Querido Moheno predica, por medio de esa prensa mercenaria de la tarde, diciendo que la Constitución de Querétaro es ilegal, porque los hombres que hicieron aquella Constitución eran ilegales. (Risas.) Me place mucho que lancéis esas sonrisas, ciudadanos diputados, porque la sonrisa muchas veces es escéptica, o la sonrisa muchas veces es convencida; por eso me place que tengáis esas sonrisas; pero es bueno meditar, ciudadanos diputados, ya que a la reacción, a la abominable reacción, a los líderes de la reacción los tenemos en casa, que nosotros los revolucionarios nos dediquemos a combatir con nuestras armas a esa reacción, porque de lo contrario veréis que se cumplirá la profecía de Moheno, de que dentro de dos años ellos serán los dueños de nuevo de la situación nacional. ¡Pero para qué seguir hablando de estas cosas, ciudadanos diputados! No obstante que todos los días debemos de recordar sobre este particular, así como el creyente cuando va, así como el creyente cuando se recoge en su lecho hace la señal de la cruz, es necesario, ciudadanos diputados, que los que nos llamamos revolucionarios debamos de tener como idea, como principio, todas las noches hacer un recuerdo del pasado, de lo que fue la tiranía porfirista de lo que fue la tiranía huertista, y no permitir que vuelvan esos hombres de ayer, esos hombres que sí fueron funestos y que no estuvieron ni siquiera al alcance de su época, porque no pudieron dominar en su época; así es que, ciudadanos diputados, yo os invito a que en asuntos que en sí no encierran ninguna trascendencia como en esto que se refiere a la fracción III del artículo a debate, nos vengamos a estar sacando a colación que no hay honradez en la República. ¿Por qué estamos dando pábulo día a día a que en el extranjero se diga: ¡claro, en México no hay hombres honrados, porque a diario en el Parlamento de ese país no se oye otra cosa sino que no hay hombres honrados! Yo sí creo, ciudadanos diputados, que el Gobierno es honrado; yo sí creo que cada uno de vosotros es honrado; yo sí creo que cada uno de los representantes de la justicia es honrado, porque mi deber como principio único, como principio fundamental de mexicano, me impone eso. Yo sí creo, ciudadanos diputados, que sí tenemos lacras; pero esas lacras debemos de cubrírnoslas. ¿Por qué es aceptada una mujer por más lacras que lleve, si va bien cubierta y no es aceptada una mujer por muy hermosa que sea, si lleva al descubierto esas lacras?

Y el Gobierno, ciudadanos diputados, estas tres partes integrantes del Gobierno el Poder Legislativo, el Poder Judicial y el Ejecutivo, no son otra cosa nada más sino los representantes genuinos de la nación, y si está corrompido ese Gobierno, si está corrompido el Poder Judicial y si están corrompidos el Legislativo y el Ejecutivo, yo os invito, ciudadanos diputados, si es sois honrados, yo os invito, ciudadanos diputados, al suicidio. (Risas.)

El C. Espinosa Luis: Reclamo el quorum.

- El C. secretario Saucedo, a las 7.40 p. m.:

Habiéndose llegado la hora reglamentaria, se levanta la sesión y se cita para mañana, a las cinco de la tarde, hora oficial.