Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210527 - Número de Diario 52

(L29A1P1eN052F19210527.xml)Núm. Diario:52

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 27 DE MAYO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERIODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II.- NUMERO 52

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 27 DE MAYO DE 1921

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Cartera. Se concede licencia al C. diputado Colón. Informa acerca de la Comisión que se le confirió, el C. diputado Chapa. Usan de la palabra para hechos los CC. diputados Altamirano y Siurob.

3.- Continúa la discusión del artículo 4o. del Proyecto de Ley sobre el Fraccionamiento de Latifundios. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. ZUBARAN JUAN

(Asistencia de 133 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 6 p.m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veinticinco de mayo de mil novecientos veintiuno.- Periodo extraordinario.

"Presidencia del C. Juan Zubaran.

"En la ciudad de México, a las seis y cinco de la tarde del miércoles veinticinco de mayo de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintiséis ciudadanos diputados.

"Sin debate se aprobó el acta de la sesión celebrada el día anterior, así como una proposición firmada por varios ciudadanos representantes, relativa a que se envíe un telegrama a la Cámara de Diputados de la República Argentina, con motivo del aniversario de la independencia de aquel país y se nombre una Comisión que haga presentes las simpatías de esta Asamblea al representante de dicha República.

"La Comisión quedó integrada por los CC. Chapa, Siurob, Sariol, Sánchez Pontón, Jesús Z. Moreno y secretario Valadez Ramírez y la proposición paso a la segunda comisión de Corrección de Estilo para que redactara el cablegrama.

"En votación económica, que se repitió por haberla reclamado el C. Luis Espinosa, se declaró suficientemente discutido el artículo 3o. del proyecto de ley sobre fraccionamiento de latifundios.

"Declarado con lugar a votar el mismo precepto, se recogió dos veces la votación nominal correspondiente y en ninguna de ellas hubo quórum, por lo que la Presidencia, siendo las seis y media de la tarde, levantó la sesión.

"Presidencia del C. Pedro A. Chapa.

"A las seis y cincuenta declaró la Presidencia que se reanudaba la sesión, después de que el C. prosecretario Castrejón paso lista y manifestó que había una asistencia de ciento veintiséis ciudadanos diputados.

"Se leyeron los artículo reglamentarios 156 y 157 y en seguida se recogió por tercera vez la votación nominal sobre el artículo 3o. del proyecto relativo a fraccionamiento de latifundios, resultando aprobado por ciento once votos de la afirmativa contra veinticuatro de la negativa.

"Votaron por la afirmativa los CC. Aguilera, Aguirre Colorado Ernesto, Aguirre Colorado Fernando, Aguirre Emilio, Aillaud, Alanís Fuentes, Alaba de, Aldaco, Altamirano, Alvarez Ricardo, Ángeles, Arrioja Isunza, Avilés, Barragán Enrique M., Barragán Martín, Barrera de la, Basaldúa, Borrego, Carrillo Puerto Felipe, Casas Alatriste, Castañón, Castillo Garrido, Castrejón, Cerda, Cervantes, Céspedes, Contreras Adolfo, Correa, Cuevas, Chapa, Chávez Franco, Damián, Díaz Soto y Gama, Dorantes, Espinosa y Elenes, Fernández Martínez, Franco Abraham, Franco Cerqueda, Franco Urías, Gálvez, Gandarilla, Garza Candelario, Gómez Rodríguez, González Jesús B., González Martín V., González Onésimo, González Rafael M., Guadarrama, Guerrero Eduardo, Gutiérrez Aguilar, Guillén, Gutiérrez Castro, Guzmán Luis, Hernández Alvarez, Hernández Coronado, Hidalgo Catalán, Huerta, Laris Rubio, Lavín, Lazcano Carrasco, Leyva, Lira, Lomelí, López Soto, Luquín, Llaca, Maldonado, Manjarrez, Martínez de Escobar Rafael, Martínez Fernando B., Martínez Gustavo S., Martínez Rendón, Méndez José, Méndez Manuel F., Montero Villar, Montes Manuel, Morales, Munguía Clemente, Olguín, Ollivier, Ortega Antonio, Ortega José Juan, Paredes, Paz, Peña Francisco de la, Pichardo, Portales, Prieto Laurens, Quiroga, Ramírez Luque, Ramírez Miguel, Reyes Ignacio C., Rico, Riva Palacio, Rivera Vicente, Rodríguez Guillermo, Rodríguez Herminio S., Romero José H., Salgado, Sánchez Anaya, Siurob, Solórzano José Luis, Soto Francisco, Soto José M., Valadez Ramírez, Valverde,

Vega de la, Velarde, Vergara, Vidales, Villegas y Zubaran Capmany.

"Votaron por la negativa los CC. Alonzo Romero, von Borstel, Bravo Lucas, Castañeda Nigra, Castillo Israel del, Domínguez, Esparza Martínez, Espinosa Luis, Estrada, Fernández Miguel B., Gómez Cosme D., Gómez Luna, Gutiérrez Teodomiro T., Hernández Macario M., Maqueo Castellanos, Martínez de Escobar Federico, Moreno, Ramos Esquer, Reyes Tereso, Romero Ricardo, Sánchez Pablo H., Sánchez Pontón y Tovar y Pérez.

"La Presidencia accedió a una moción de los CC. Luis Espinosa y Gandarilla para que fuera llamado el C. secretario de Estado y del Despacho de Agricultura y Fomento, designándose a los CC. Alonzo Romero, Siurob y secretario Valadez Ramírez para ir en busca de aquel funcionario.

"A discusión el artículo 4o., el C. Luis Espinosa pidió a las Comisiones que retiraran definitivamente la fracción VI por ser igual a la fracción (c) del artículo 2o., desechado ya. Con este motivo hicieron aclaraciones los CC. Soto y Gama y von Borstel, negándose el primero, a nombre de las Comisiones, a obsequiar la petición del C. Espinosa.

"Encontrándose presente el C. secretario de Estado y del Despacho de Agricultura y Fomento, el C. Luis Espinosa habló en contra e interpeló a aquel funcionario, quien paso a la tribuna para informar. Continuó su discurso el C. Espinosa, siendo interrumpido por una aclaración del C. Jesús Z. Moreno.

"El C. secretario de Agricultura volvió a informar, en vista de una pregunta que le dirigió el C. Rodrigo Gómez.

"El C. Soto y Gama, miembro de las Comisiones, apoyó el artículo 4o., interpeló al C. secretario de Agricultura, quien contestó, y respondió a una pregunta del C. Gandarilla.

"El repetido C. secretario de Agricultura, así como el C. Siurob, éste a nombre de las Comisiones, contestaron preguntas del C. Luis Espinosa y acto continuo la Presidencia, a las nueve horas y tres minutos de la noche, levantó la sesión."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada.

El C. prosecretario Castrejón: Se va a dar cuenta con los asuntos en cartera:

"La Secretaría de Gobernación transcribe, en su oficio número 2,238, fechado el día 20 de mayo, la ley número 88 expedida por el Congreso del Estado de Sonora y por la que se aprueban las reformas de los artículos 14 transitorio y fracción XXVII del 73 de la Constitución, aprobadas por el Congreso General." Recibo y a su expediente.

"La Legislatura del Estado de Jalisco comunica, por medio de su circular número 4, fechada el día 3 del presente, que ha aprobado las reformas a los artículos 14 transitorio y 73 fracción XXVII de la Constitución política, a probadas por el Congreso de la Unión."- Recibo y a su expediente.

"Numerosos vecinos de Arenal, Tamazula y Amatitlán del Estado de Jalisco envían comunicaciones de protesta por las dotaciones y despojos de tierras de propiedad particular y por el Proyecto de Ley de Latifundios que actualmente se discute."- Recibo y a su expediente.

"Honorable Asamblea:

"Teniendo necesidad urgente de atender algunos asuntos particulares fuera de esta capital, atentamente solicito de esa H. Asamblea se sirva concederme una licencia hasta por diez días con goce de dietas, previa dispensa de todo trámite.

"Protesto lo necesario.- México, mayo 25 de 1921.- José R. Colón."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se concede licencia. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Concedida.

El C. Chapa: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Chapa: Señores representantes: En cumplimiento del encargo que esta honorabale Cámara hizo, nombrando la comisión para el efecto, presentamos al ciudadano ministro de la Argentina nuestros votos más fervientes por el bienestar y por la prosperidad de la República hermana con motivo de la conmemoración del glorioso aniversario de su independencia. El ciudadano ministro expresó en brillantes conceptos, en frases cálidas, su profundo agradecimiento al recibir nuestra felicitación, tanto más cuanto que, según él nos dijo, el pueblo argentino siempre ha sentido, al unísono con el nuestro, ha sentido nuestras penas como las suyas y ha sentido nuestras alegrías como las propias. Así es que nos suplicó hiciéramos del conocimiento vuestro su profundo agradecimiento, tanto más cuanto que consideraba que nuestra felicitación era del pueblo mexicano, puesto que esta Cámara era su genuina representación. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manlio Fabio Altamirano.

El C. Altamirano: Señores diputados: Quiero tomarme cinco minutos para dar cuenta a esta Asamblea, aunque sea en breves frases, de algo que está aconteciendo y que no debe pasar desapercibido ni para los miembros de esta Asamblea, ni para el pueblo que nos escucha en las galerías. En días pasados la Presidencia de la República, basada en ese fatídico y atroz artículo 33 que no viene a constituir más que unos de tantos acuerdos tácitos entre los gobiernos del capitalismo para defenderse, según ellos, de las ideas disolventes, de los que no piensan conforme ellos piensan,

conforme a ese artículo, repito, la Presidencia de la República ordenó que fueran expulsados del país los señores Seaman y San Vicente quienes, (hay que hacer esta aclaración porque es necesaria), no tomaron parte en los acontecimientos de la Cámara de Diputados. Pues bien, estaba cumpliéndose la orden de la Presidencia de la República cuando una comisión de obreros se acercó a él para pedirle, en nombre de Seaman y San Vicente, que no fueran remitidos a los Estados Unidos porque allí los meterían a la cárcel, sino que se les mandara a otro país. El ciudadano presidente de la República accedió a esa petición y, en consecuencia, dio orden para que la frontera los regresaran a esta ciudad a fin de consultarles a qué país de la tierra querían ir. Cumplida esa nueva orden, regresaron los señores Seaman y San Vicente, pero hasta la fecha no han llegado aquí, sino que permanecen presos en la Jefatura de Operaciones de Querétaro, donde tienen ya seis días de estar allí sin que los traigan, ni los expulsen, ni les digan por qué causas los tienen presos. Estos son los hechos que quiero poner en vuestro conocimiento para que se sepa cómo se hila en la República Mexicana. Voy a leer una pequeña carta del señor San Vicente, para que se den ustedes cuenta del estado en que se encuentran los presos.

"Querétaro, mayo 25 de 1921.

"Compañero Fulano de Tal.- Salud.

"Hace dos días te escribí una carta y no sé si habrá llegado a tus manos, pues es para nosotros un poco difícil el hacer salir una carta, pues nos tienen incomunicados sin saber cuando nos sacarán de aquí; estamos durmiendo en el suelo sin tener con qué cubrirnos: los pocos centavos que teníamos se nos están acabando y por esta razón yo te advierto una vez más que hagáis lo posible porque se nos devuelvan nuestros documentos que están en la Inspección General de Policía y al mismo tiempo que se nos dé nuestra ropa, pues estamos hechos una porquería y figúrate, que nos manden fuera y cómo haremos sin documentos, sin ropa y sin dinero. Es preciso que hagáis algo en este caso; ya llevamos seis días encerrados en una inmunda prisión; son las tres de la tarde y todavía no hemos comido, las noches las pasamos tiritando de frío, tirados en el suelo y sin tener con qué taparnos. Creo que es lógico protestar por esto, haciendo una manifestación de protesta lo mismo que la han hecho en Tampico. Los compañeros Rubio y Paley parece que también están presos y esto va a ser el cuento de nunca acabar; por esta razón es necesario que despleguéis un poco más de energía y aunque no sea más que manifestaciones debéis hacer algo.

"Debéis girar una circular a todas las agrupaciones del interior para que protesten a ver si así se consigue algo, pues estamos aquí como si fuéramos criminales, y lo que tengáis que hacer, hacerlo pronto y procurar venir a Querétaro a la Jefatura de Operaciones para vernos y traernos la ropa.

"Sin más, con saludos afectuosos para todos los compañeros, quedo vuestro y de su causa.- Sebastián San Vicente.

"¡Salud, camaradas! - Frank Seaman."

Esta es la carta, señores diputados, que en medio de su sencillez revela el estado en que se encuentran estos señores, que, por más que se quiera, aunque sean disolventes para el actual Gobierno, ellos tienen su modo de pensar y no tiene derecho el Gobierno para tenerlos presos durante seis días; si acaso por medio del brutal artículo 33, que ya procuraremos que desaparezca de la Constitución dentro del próximo periodo ordinario para que no se haga de esto una arma en contra de los que no piensan de misma manera que la generalidad, estos señores, pueden ser expulsados, pero tienen derecho siquiera al respeto como individuos, al respeto como personas, al respeto como hombres. Por consecuencia a lo único que tiene derecho el gobierno es a hacerlos salir de la República, pero nunca a tenerlos presos y menos en la forma en que se les tiene. Quiero yo levantar mi protesta desde esta tribuna para que se vea que no todos los señores diputados agachan la cabeza ante estos acontecimientos.

EL C. Siurob: Pido la palabra para hacer una aclaración. Señores diputados: (Voces: ¡Tribuna! El orador asciende a la tribuna.) Participo a esta honorable Asamblea, en relación con los hechos de que ha hablado el compañero Manlio Fabio Altamirano, que yo fui con la comisión de obreros rojos que fueron a entrevistar al señor presidente de la República y a pedirle que no fueran deportados estos ciudadanos extranjeros. Ahora bien, se le participó al señor presidente de la República, y tuvo perfecto conocimiento, de que estos hombres no habían sido los que habían venido a la Cámara de Diputados a escandalizar, que no se tenía conocimiento de que hubieran hecho absolutamente ninguna propaganda, y los obreros rojos que iban conmigo dijeron que si se les había expulsado, era porque habían sido denunciados entre otros por el ciudadano Morones. Así es que yo quiero que la Representación Nacional tome nota de estos hechos, ya que no podemos menos que repugnar con esta conducta de las autoridades de Querétaro o, digo, en general de las autoridades que no toman una resolución violenta, una resolución rápida en estos casos, porque si desgraciadamente existe un artículo con el cual repugnamos todos los verdaderos libertarios... (Voces: ¡Todos!) que es el artículo 33, pues al menos que se cumpla sin vejámenes y sin atropellar a los hombres que piensan de otra manera del medio en que actúan, que en todo caso han procurado, como estos extranjeros - porque Seaman y San Vicente no se han salido de lo que prescribe la Carta Fundamental -, han hecho propaganda algunas veces en favor de la unión obrera y de los derechos de las clases trabajadoras, pero no fuera de la Constitución, es decir, no han sido propiamente propagandistas bolcheviques, no han sido propagandistas que fuera de tono y en forma agresiva estén tratando se subvertir las instituciones, sino que han sido simplemente amigos y compañeros de las clases trabajadoras que han propugnado por auxiliar a éstas en la reivindicación de sus derechos. Quiero participar, pues, de la actitud del compañero Altamirano en este caso, así como ya he participado en esa misma actitud

unido a la de los obreros rojos delante del ciudadano presidente de la República.

El C. Altamirano: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Altamirano: Se me olvidaba hacer esta aclaración: a la misma comisión de obreros que fue a ver al ciudadano presidente de la República, se le prometió que la esposa del señor Seaman, que se llama Natalia Michaelova de Seaman, acompañaría a éste a cualquier lugar adonde él fuera, porque así lo pidió ella por medio de esa comisión; habiendo contestado el ciudadano presidente: "Bueno, sí que vaya; pero no se vaya a creer que también va detenida". Y cuando la comisión salió del Palacio Nacional ya dicha señora estaba presa en la Inspección General de Policía, y a estas fechas ni ha acompañado a su esposo, ni la Inspección General de Policía de noticias del lugar donde se encuentra ella, ni nadie sabe dónde está. Esta es la aclaración que quiero hacer para que conste en el DIARIO DE LOS DEBATES, a fin de que veamos que el Gobierno que mucho se preocupa por aplicar el artículo 33 constitucional, lo lleva hasta el extremo, sin preocuparse, en cambio, por sacar del país a tantos curas extranjeros, que esos sí están perjudicando demasiado, pervirtiendo a la niñez y a la juventud. A esos no los ha sacado el Gobierno, sencillamente porque forman parte de la gran masa que constituye el clero que es muy poderoso todavía, desgraciadamente. (Aplausos.)

El C. prosecretario Castrejón: Continúa a discusión el artículo 4o. de la Ley de Latifundios.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Reyes Tereso.

El C. Reyes Tereso: Honorable Asamblea: En el artículo 3o. de la ley que trata de definir los latifundios, voté en contra y lo hice con toda mi voluntad, lo hice con todo conocimiento, pero también lo hice con toda mi buena fe, porque siempre he creído, señores, que la definición de las ciencias y las artes, que la definición de las artes y las industrias, que la definición de las cosas animadas e inanimadas, de las cosas objetivas o subjetivas, de las cosas materiales e inmateriales, se nos deben dar a conocer esas mismas cosas, pero se nos deben dar a conocer por medio de sus caracteres especiales o de sus principales atributos y la definición presentada por las honorables comisiones no la encuentro, a mi juicio, ajustada a estos requisitos. Por eso voté tres veces en contra de ese mismo artículo. Ahora se trata del artículo 4o. que nos indica los factores principales que deben servir de base para definir los latifundios. Con este motivo, señores diputados, he creído de mi deber, como agrarista que soy, pero no agrarista de este partido político, sino agrarista de profesión, he creído de mi deber venir a emitir mi criterio particular que tengo acerca de estos factores, exponiendo que este criterio que tengo formado de los latifundios o, más bien dicho, de los factores con que se deben designar los latifundios, no solamente lo he deducido del conocimiento más o menos elemental que pueda tener en las ciencias agronómicas, sino que lo he deducido del conocimiento práctico, que tengo de los latifundios del país, por haberlos recorrido en muchas ocasiones con distintos motivos, principalmente con motivo de mi profesión; y por esta causa he podido conocer desde los latifundios más extensos, como son precisamente los que se encuentran al norte de Zacatecas, hasta los más reducidos, hasta los más pequeños, como son los que se encuentran dentro del perímetro del Distrito Federal. También he conocido los latifundios más pobres y estériles, quizá, que son los que se encuentran en el Valle del Salado, en el Bolsón de Mapimí así como también he conocido los latifundios más fértiles y más ricos, como son quizá los que se encuentran en la cuenca del Papaloapan en el Estado de Veracruz, desde el puerto de Alvarado, Tlacotalpan, San Cristobal y Cosamaloapan, hasta el Valle Nacional y Tuxtepec. En esto me fundo para decir que los latifundios son muy distintos, no solamente en cada Estado y en cada Territorio de la República, sino que también son muy distintos en cada región de un mismo Estado, en cada región de un mismo Territorio, y quizá también en cada región de un mismo distrito; y esa diferencia no solamente consiste en el distinto clima, no solamente consiste en la distinta situación geográfica, no solamente consiste en la distinta altura sobre el nivel del mar, sino que también consiste en la distinta constitución geológica de los terrenos, en la distinta composición química de los elementos de que están constituídos, así como también consiste en la distinta constitución geolómica y, por último, consiste también en los distintos productos vegetales y hasta en el valor intrínseco que tienen esos productos en las necesidades económicas, así como de las necesidades de las industrias. Precisamente ese distinto clima, precisamente esa distinta situación geográfica, precisamente esa distinta altura de los terrenos sobre el nivel del mar, esa distinta constitución geológica, esa distinta composición química de los terrenos, esa distinta constitución geolómica, esos distintos productos y ese distinto valor, todo eso, señores, son factores constantes y comunes a todos los latifundios y por eso me atrevo a decir que estos factores que las comisiones nos han presentado para declarar que una propiedad es latifundio, aunque no están en el orden natural, aunque no están en el orden lógico que les corresponde, ni están expresados en forma técnica, sí deben ser aceptables, porque son los factores comunes que tienen todos los predios, desde los más pequeños ranchos desde las más grandes haciendas hasta los más extensos latifundios. Entre los factores que las comisiones nos presentan está precisamente la extensión de los terrenos y debemos saber que la extensión precisamente ha sido uno de los factores principales que ha servido para clasificar como latifundio a un predio rústico, cuando esta extensión es mayor que aquella que tienen las fincas rústicas en la región. También nos han presentado como factor principal el clima, y nos han presentado la constitución de los terrenos. Estos son dos factores enteramente esenciales, porque precisamente el clima, precisamente la naturaleza de los terrenos es lo que nos indica la clase de productos o, más bien dicho, es lo que nos indica la clase de productos vegetales que

debemos explotar en esos terrenos, que son aquellos que corresponden precisamente por el clima y por la naturaleza de los terrenos. Y una vez conocida esa clase de productos, precisamente la constitución química de los terrenos nos indica la extensión que debemos dar a esos cultivos; precisamente cuando esa extensión o esos terrenos son demasiado fértiles, la extensión que debemos dedicar al cultivo tiene que ser forzosamente menor que cuando esos terrenos son estériles, cuando son pobres; entonces la extensión tiene que ser mayor; la cantidad de productos que debemos buscar precisamente en esos cultivos no depende de la constitución química de los terrenos, sino que depende precisamente del consumo que se hace de esos productos. A medida que el consumo aumenta, tiene que aumentar precisamente la producción, y el valor de esos productos depende no precisamente del consumo, depende de la ley de oferta y la demanda, de tal manera que cuando haya mayor demanda, tiene que haber mayor oferta; cuando la demanda aumenta, tiene que aumentar la producción, a fin de que los productos tengan precisamente un valor, si no constante, al menos no tengan un valor inmoderado como actualmente sucede. Volviendo al punto principal, hemos dicho que el clima y la naturaleza de los terrenos deben ser los factores principales que nos sirvan precisamente para caracterizar cuáles son los latifundios. Sabemos que en nuestro país tenemos una grande variedad de climas; tenemos los climas calientes, tenemos los climas fríos y tenemos también los climas templados; tenemos, además, climas calientes y húmedos, como son precisamente los que se encuentran en las costas, lo mismo que en las vertientes marítimas de las sierras Oriental y Occidental, y son climas calientes y húmedos por que allí abunda el vapor de agua atmosférico, no sólo por la evaporación de los mares, sino también por la evaporación foliácea de los bosques y arbolados. Tenemos climas fríos o calientes y secos, como son los que se encuentran en las vertientes interiores de nuestra cordillera Oriental y Occidental; en esos barrancos en esos valles despoblados de vegetación, donde no se encuentran absolutamente lagos, ni ríos, ni manantiales, allí precisamente hay climas calientes y secos, porque sabemos que allí no hay evaporación de ninguna especie y por lo mismo no hay vapor de agua en la atmósfera. Tenemos climas fríos y secos; tenemos climas fríos y húmedos, como son los que se encuentran en el valle de Toluca y en las montañas del Ajusco, y son fríos y húmedos porque el vapor de agua atmosférico allí se encuentra en abundancia, debido a la evaporación foliácea y a la evaporación de los lagos que en esta región se encuentran.

Tenemos climas fríos y secos como los que se encuentran en Zacatecas, en lugares altos de la República, como en Sombrerete y en otras regiones del país; tenemos climas templados y húmedos, como el clima que reina en la ciudad de México, en Coyoacán, Tacubaya, Atzcapotzalco, Xochimilco e Ixtapalapa, donde el clima es templado debido a la altura del nivel del mar, y húmedo por la vegetación que se encuentra aquí, así como por la evaporación de los lagos y canales que abundan en el Distrito Federal. Pues bien, si a a esta variedad de climas agregamos también que en nuestro país tenemos una multitud de terrenos de todas clases, que tenemos terrenos pobres y estériles, lo mismo que terrenos áridos, como los que se encuentran al norte del Estado de Zacatecas, al poniente del Estado de San Luis y del Estado de Coahuila, tenemos terrenos también muy ricos y bastante fértiles, como se encuentran al sur de la República, donde los terrenos tanto los culturales, tanto los terrenos de pastizal, como los terrenos de bosques, tienen todos los elementos químicos que necesita la vegetación; no solamente contiene, digamos así la arcilla; no solamente contienen la arena, no solamente contienen la caliza, sino que también contienen el fósforo combinado en distintas combinaciones de fosfato; contienen el ázoe en distintos estados de nitratos o en estado amoniacal. También contienen ácidos carbónicos en distintas clases de carbonatos y, en fin contienen la potasa, contienen la sosa y contienen todos los elementos minerales que necesita la vegetación, ya sea la vegetación de cultivo agrícola, ya sea la vegetación espontánea de los pastizales, o ya sea la vegetación espontánea de los bosques. Pues bien, señores, si en esos terrenos ricos, digamos así, favorables por el clima y favorables también por su naturaleza, tenemos una zona que sea muy favorable para el cultivo agrícola, aquellos cuyos productos son más importantes para la alimentación del hombre, por ejemplo los cereales, naturalmente que una porción de terreno, una hectárea, por ejemplo, puede producir mayor cantidad de cosecha que una hectárea de terreno en el Norte de la República, donde los terrenos no solamente son ingratos por su clima, sino que también son ingratos por su distinta constitución geológica. Allí no solamente falta el ácido fosfórico, allí no solamente falta el ázoe, allí no solamente falta el ácido carbónico, sino que faltan muchos elementos y en esos lugares naturalmente una hectárea de terreno sembrada precisamente del mismo cultivo, no puede producir la misma cantidad de cosecha; en consecuencia, tendrá que ser mayor la cantidad superficial que se cultive a fin de obtener la misma cantidad de cosecha para un mismo número de habitantes o para un pueblo o una ciudad igual a la que se trate de alimentar, por ejemplo en la primera zona en que hemos indicado. De ahí pues, señores, que en los Estados, por ejemplo, de Veracruz, Tabasco, Campeche, Chiapas, Oaxaca, Michoacán, etcétera, etcétera, una zona, por ejemplo, de mil hectáreas puede producirnos una cantidad mayor de cosecha que aquella que nos pueda producir las mil hectáreas al Norte de Zacatecas y para obtener la misma cantidad de cultivo o, más bien dicho, la misma cantidad de producción, necesitaríamos en el Norte aumentar diez veces quizá esa capacidad superficial de terreno, con el objeto de obtener la misma cantidad de productos y, sin embargo, esos terrenos situados al Norte de Zacatecas vendría a ser, conforme a la ley o al uso que se da a esta palabra latifundio, digo que vendrían a ser un latifundio, el cual no sería fraccionable debido a su esterilidad porque si nos sujetamos simplemente a la palabra latifundio, resultaría que en el Norte de Zacatecas, donde hay inmensas extensiones de terreno, conforme a esta ley vendrían a caer bajo la acción del fraccionamiento, y esos terrenos por su

naturaleza no son absolutamente cultivables, como dijo muy bien el compañero Vasconcelos; los desiertos no pueden llamarse latifundios, esos terrenos son unos verdaderos desiertos. A pesar de su extensión, que es bastante grande, podemos decir que quizá en esas haciendas la décima parte sea la que es cultivable y que por lo demás es desierto. Por eso no digo que alabo, sino que apruebo la conducta de los comisionados para formar este proyecto de ley en el cual han indicado los factores que deben servir de base y entre ellos se nos propone el conocimiento, no solamente de la extensión, sino del clima, así como el conocimiento de la naturaleza de los terrenos, porque de la naturaleza de éstos, es decir, de su composición química y de su constitución geológica depende precisamente el conocimiento que tengamos de si esos terrenos son o no favorables para los cultivos. Las mismas comisiones nos indican que después de la extensión que debe tomarse como uno de los factores principales, después del clima, después de la naturaleza de los terrenos, tenemos también como factor principal el conocimiento del régimen pluviométrico: este es otro de los factores que es necesario conocer para ver si el latifundio es fraccionable o si el latifundio debe pasar a la categoría de desierto. Si no conocemos el régimen pluviométrico, no podemos saber si esos terrenos, a pesar de que sean buenos por su naturaleza, no podemos saber si la cantidad de lluvias, si la precipitación pluvial de esa región es precisamente la del cultivo de que se trata; no sabemos si esa es la cantidad de agua que puede bastar para el desarrollo de ese cultivo. Así es que se necesita precisamente este factor importantísimo que han puesto las Comisiones: el de conocer precisamente el régimen pluviométrico de la región. Otro factor que han puesto las Comisiones, también, es el conocimiento de las vías de comunicación y precisamente este es otro de los requisitos indispensables; si una finca precisamente cuando se trata de fraccionar, si esa finca además de ser grande puede ser fértil pero no encuentra cerca de las vías de comunicación, debemos preferir precisamente las que se encuentran cruzadas o cerca de las vías de comunicación a fin de que los pequeños propietarios, los pequeños agricultores, tengan manera de poder transportar sus mercancías o sus frutos desde los lugares de producción hasta los lugares de consumo. Precisamente éste es un requisito necesario, éste es un factor indispensable para poder designar la finca o la parte de la finca que debe fraccionarse; la parte que esté cruzada por vías de comunicación o aquella que esté más acerca e esas mismas vías. Otro de los factores principales que pone la comisión es el de saber si los terrenos se encuentran cerca o lejos de los centros de consumo. Precisamente éste es otro requisito indispensable; debemos preferir precisamente aquellas fincas que estén dentro o próximas a los centros de consumo, no solamente para que los pequeños propietarios puedan, digamos así, tener manera de expender sus productos agrícolas que ellas lleguen a producir, sino también para proveerse de todo lo necesario hasta para la educación de sus mismos hijos. Así es que estos factores, que yo apoyo con todo mi corazón, que yo apoyo con todo mi aliento, digo que son precisamente los factores que son comunes a todos los latifundios; pero la Comisión no los ha puesto en el orden lógico que les corresponde, ni tampoco los ha expresado en el orden o, más bien dicho, en los términos que indica precisamente la técnica agronómica. He dicho. (Aplausos.)

Presidencia del C. CHAPA PEDRO A.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Domínguez Norberto.

El C. Domínguez Norberto: Honorable Asamblea: Después del extenso discurso que dije en contra de la ley en lo general, creía no tener necesidad de hablar más, pues hablé entonces demasiado y descendí a numerosos detalles atacando el proyecto de ley, artículo por artículo; este discurso fue calificado por el compañero Soto y Gama de chocarrero, diciendo que no había tratado para nada la cuestión. Creo que el ser en contra es lo que él censura, que no trata la cuestión, porque el mismo compañero Soto y Gama aplaudió a rabiar el magnífico discurso del doctor De Alba, excelente como pieza literaria, y que si huebiera presentado como prueba oral para una oposición a la clase de Historia, le hubiera yo también aplaudido, pero que realmente tocó todavía menos yo la cuestión que se debatía. Me censuran mis compañeros que sea yo chocarrero, que divague. No hago más que llegar a la tribuna y al ver a tantas apreciabilísimas personas, siento que el buen humor me invade y me valgo de él como recurso oratorio; los discursos demasiado serios, y aquí se han dicho dos muy buenos: uno del compañero Serrano, que creo que es uno de los que con más acierto ha tratado esta cuestión y con mayor acopio de documentos, y el del compañero Tereso Reyes que acaba de hablar, quien nos ha dado una clase magistral; pero me he fijado que cuando se dicen estos discursos tan bien documentados, no se presta, ya no digamos esa atención "activa" de que nos hablaba el ciudadano Israel del Castillo, palabra enigmática para mí, pero si ni una simple atención pasiva. El compañero Soto y Gama me censura por chocarrero. No es extraño. Mire usted, compañero, los hombres que tenemos varias ideas y una imaginación inquieta, solemos divagar; para no hacerlo se necesitaría tener, como usted, ciudadano Soto y Gama la obsesión de una idea semejante a un instrumentito musical que se llama el chemisel y que no tiene más que una sola cuerda, pero en el que los músicos hacen maravillas. Yo no encontraba jamás nada en ese instrumento; pero los orientales lo aplaudían a rabiar (Murmullos. Aplausos.) con el mismo entusiasmo con que mi apreciable discípulo Rodrigo Gómez y algunos compañeros de las izquierdas aplauden los maravillosos discursos del compañero Soto y Gama. Pero no quiero divagar más, no quiero continuar siendo acreedor a la censura que con justicia se me ha hecho y por lo que me complazco en conceder a usted la razón; quiero entrar a la cuestión.

Ya fue el artículo 3o. aprobado sin habérsenos dado una definición. La Comisión acudió a la disculpa que dan todas las gentes que no saben:

decir que no se puede. Muchas veces el decir que no se puede una cosa es una confesión clara y palpable de la ignorancia de uno para hacerlo, y en una ley, señores, lo primero que tiene que hacerse es definir claramente, terminantemente, el objeto de esa ley y eso es lo que no se ha hecho. ¿Qué no se puede? Voy a citarles ejemplos; voy a citarles una ley que es un monumento de legislación que ahora al que la hizo, que creo fue el eminente jurisconsulto Antonio Martínez de Castro; me refiero al Código Penal. (Murmullos) Comienza por definir el delito y dice: "delito es la infracción voluntaria de una ley penal haciendo lo que prohibe o dejando de hacer lo que ordena". El espíritu crítico más exigente no le encontraría un solo defecto. (Murmullos.) ¿Ha hecho algo parecido la Comisión aquí al darnos una definición?

El C. Díaz Soto y Gama: Algo mejor....

El C. Domínguez Norberto: No, señor; pero si no les gusta que se les cite autores profanos, entonces voy a citarles uno que debe serles conocido: el mismo padre Ripalda (Risas.) ¿Qué cosa es envidia? Tristeza del bien ajeno. (Risas. Murmullos.) ¿Quieren ustedes una definición más sintética, más lacónica, más exacta? (Aplausos.) Pero, señores, para cordialidad y buen humor y para conquistarme la atención activa del señor Israel del Castillo, (Risas.) creo que es ya suficiente y entraré ya a discutir el artículo 4o. con toda la seriedad que mi carácter me lo permita. La Comisión, como no pudo definir el artículo anterior, acudió al recurso muy bueno que es el que campea en toda la ley, el mismo que las señoritas juiciosas y discretas en edad de envejecer, cuando un galán les hace una pregunta comprometida, bajan los ojos, se ruborizan y dicen: "Pregúnteselo usted a mi mamá". (Risas.) Esto es lo que ha hecho la Comisión: pregúntenselo ustedes a la Comisión Nacional Agraria. Una infinidad de factores que, como ha dicho muy bien el compañero Reyes, son dignos de tomarse en consideración, yo los hubiera aceptado, pero no definen nada; todo se deja a la Comisión Nacional Agraria, dándosele facultades ejecutivas y no considerándola, como debiera ser un cuerpo consultivo. Sí estoy de acuerdo con lo que dijo el ciudadano ministro de Agricultura acerca de que debe ser un cuerpo consultivo la Comisión Nacional Agraria, pero no esa especie de Tribunal de los Diez que en la serenisima República de Venecia se sobrepuso al mismo Senado y obró como dueño absoluto. Debo, pues, combatir esa facultad y antes de entrar en el dominio de lo particular, tengo que decir algo en lo general porque es grave. De algún tiempo a esta parte, desde la administración carrancista, se comenzó a notar, y después continuó, la tendencia a crear organismos políticos, una infinidad de organizaciones, de ruedas y engranes; no contentos con los numerosos ministerios que había, se crearon departamentos autónomos que funcionan por aquí y por allá con facultades ejecutivas y que son una amenaza para el orden administrativo y para el orden político. En el orden político el mal es grave porque lo que se está haciendo es debilitar más y más la autoridad del Poder Ejecutivo, cosa que no debe ser en un país regido por el régimen presidencial. No conozco para una República más que dos sistemas: el presidencial y el parlamentario; en el presidencial el presidente de la República es responsable en los casos que la ley establece, ante las Cámaras, y en los demás casos, ante la opinión pública, responsabilidad, mucha y muy grande. En el sistema parlamentario el jefe del Poder Ejecutivo es casi una figura decorativa, se nulifica y el Gobierno se ejerce por comités, por delegaciones de la Cámara. Cualquiera de los dos procedimientos es bueno, pero en las condiciones en que estamos no soy partidario del régimen parlamentario; sin embargo, si se tuviera que decidir cuál de los sistemas sería preferible en México, si se entrara lisa y llanamente al régimen parlamentario, lo preferiría a este régimen presidencial en que se van poniendo tantas cosas para nulificar la acción del presidente de la República y para constituir centros de intriga política y administrativa. (Aplausos.) La buena administración, y no solamente los principios fundamentales de Derecho Constitucional, la práctica establecida en todos los países del mundo no tienen nada parecido a nosotros: Un presidente de la República y un gabinete más o menos numeroso; mientras más amplias sean las funciones, mientras más extensas son, debe haber más ministros; conviene que no haya demasiados, y cuando venga aquí la Ley de Organización de Secretarías, ampliaré más este punto. Cada ministro es jefe de un servicio administrativo muy extenso; como administrador, es jefe de un servicio; como político, es un consejero del presidente de la República. Aquí tenemos ya ese organismo: la Secretaría de Agricultura y Fomento. ¿Cómo vamos, pues, a establecer una comisión, como es la Comisión Nacional Agraria, que de hecho viene a quedar independiente de la Secretaría de Fomento? Yo sí convengo en que exista la Comisión Nacional Agraria; pero no con las facultades que se le dan aquí; que exista como existen tantos departamentos en la Secretaría de Agricultura y Fomento dependientes del ministro del ramo. ¿Por qué? Porque el ministro del ramo, aunque no tenga otra responsabilidad más que la moral, tiene una gran responsabilidad. Mientras esta Comisión ignorada, obscura - y voy a hacer constar que ni siquiera sé quiénes son en la actualidad los miembros de la Comisión Nacional Agraria, ni quiénes irán a ser en lo futuro, así es que no llevo el ánimo de molestar en lo personal a nadie - pero estas Comisiones de burócratas, obscuras, no están ante la expectación pública, no sabe quiénes son. Yo me admiro que los señores que truenan contra la dictadura, que abominan de los dictadores grandes e ilustres, vengan a buscar dictadorcillos pequeños, obscuros, trabajando entre bastidores. Por eso yo condeno enérgicamente la creación de la Comisión Nacional Agraria con ese carácter, y la acepto como órgano consultivo, como órgano técnico. Allí sí puede desempeñar las funciones que el señor Reyes nos decía hace un momento: estudiar desde los puntos de vista fisiográfico, climatológico, geológico, etcétera, pero en último caso será una autoridad responsable, conocida en todo el país como el ministerio de agricultura, la que tenga a su cargo esto y no esta obscura Comisión. Por otra parte, además de que pugna con los principios fundamentales políticos y

administrativos, la Comisión Nacional Agraria tiene el inconveniente de ser un gran centro político. Algunos compañeros, revelando poca previsión, cuando vieron que el artículo transitorio fue desechado, dijeron inocentemente: ya no tiene objeto la ley, lo mismo es votarla que no votarla; no va a regir en toda la República. No, señores, los que tal cosa dicen revelan no conocer lo que es la República Mexicana; yo me precio de conocerla un poco porque he vivido mucho tiempo en provincia, y por eso creo que debemos estudiar con tanto cuidado, con tanta minuciosidad esta ley como si fuera a regir en toda la República. Ya conozco la tendencia imitativa tan común, no diré en México, sino en todas aquellas naciones en donde la capital ejerce una influencia absorbente; una ley dada aquí sería imitada en toda la República. Los kioscos donde toca la música eran desconocidos en la República, y cuando se puso un kiosco en la Plaza de Armas de esta ciudad, inmediatamente se construyeron kioscos en todos los pueblos del país, sin que faltara un solo; se da el Código Civil y es aceptado por todas las legislaturas de los Estados, y la Ley Agraria - y esto lo digo seguro de que le producirá satisfacción al ciudadano Soto y Gama -, es probable que va a ser copiada por todas las legislaturas; por esto creo que debemos proceder cuidadosamente en su discusión. Sostengo que la Comisión Nacional Agraria será un centro político y un admirable organismo electoral; ¿de qué manera? Muy sencillo: teniendo una amplitud tan grande para resolver, amenazando a los latifundistas que no vayan de acuerdo, con fraccionarles sus terrenos y ofreciéndolos a los fraccionistas, y la balanza se inclinará como siempre se inclinan las balanzas del lado donde hay más peso; en unos casos a favor de los latifundistas, y en otros casos a favor de los fraccionistas. ¿Que será además de un mecanismo político, un centro para negocios? es humano suponerlo, dicho sea sin ofender a quienes vayan a desempeñar esos puestos; lo probable, lo casi seguro es que surgirán inmediatamente bufetes de eminentes abogados encargados de gestionar asuntos administrativos mediante su influencia política con la Comisión Nacional Agraria....

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Ya los hay.

El C. Domínguez, continuando: Es precisamente lo que debemos evitar; mientras menos se den esos casos, mucho mejor, y esos casos se dan con frecuencia cuando se trata de comisiones obscuras cuyos jefes no salen a la luz pública y que tienen poca responsabilidad, mucho más que cuando se trata de un ministro a quien todo el mundo conoce y señala con el dedo. Viene otra consideración también, y es la tendencia del Poder Legislativo a invadir el terreno del Ejecutivo, tendencia en pugna abierta con el régimen constitucional, la cual está contenida en el artículo 11, porque está Comisión Nacional Agraria no va a ser nombrada por el presidente de la República; no, señores, va a ser nombrada y destituída por la Cámara de Diputados. Así es que para los funcionarios que van a depender del Poder Ejecutivo, quien tiene que intervenir en el nombramiento es el Poder Legislativo. Díganme ustedes si eso no es constituir la Comisión Nacional Agraria, no en un órgano técnico administrativo, sino es netamente político. Ya sabemos lo que sucederá: para la próxima Legislatura no vendrán aquí más que puros agraristas, no habrá más protección que la de la Comisión Nacional Agraria, porque desde el momento en que la Comisión Nacional Agraria está ligada con la Cámara, será un cuerpo político muy importante. Estos ataques que hago al artículo 4o. más bien en lo general; no quisiera entrar en muchos de sus detalles porque con algunos de ellos no estoy descontento, estoy conforme, si se precisaran de otra manera que no por el capricho de una Comisión; pero hay aquí uno sobre el cual sí insisto en llamar la atención, que es el VI.

"La falta de cultivo en todo o en parte y los procedimientos, primitivos o modernos, empleados para éste."

Este inciso en manos de la Comisión Nacional Agraria es una arma terrible, porque yo pregunto: ¿quién va a calificar si el procedimiento es anticuado o no lo es? Yo ya sé quien. En México van a calificar los teóricos, los que han aprendido agricultura en los libros sin haber ido jamás a los campos; son como el personaje de una conocida zarzuela: el príncipe que todo lo aprendió en los libros, y nosotros en asuntos concretos no llevamos otro criterio más que el de legislar como el príncipe que todo lo aprendió en los libros. Yo quiero llamar especialmente la atención sobre la imposibilidad en que está la Comisión Nacional Agraria para saber si un procedimiento es o no es anticuado, porque los procedimientos, lo mismo en la industria agrícola, que en la minera y que en todas las demás están en relación con una infinidad de factores que no se resuelven por reglas absolutas. Además, los procedimientos que se usan son una combinación de los factores técnicos y de los factores económicos, y aunque no quisiera yo citar asunto tan serio, citaré un ejemplo para quitarles un poco esa seriedad: los Estados Unidos son el país de la mecánica y de los jornales excesivos. En el interés de todos los fabricantes y de todos los industriales está el reducir a un mínimum la mano de obra y a un máximum el trabajo realizado por las máquinas. Por eso en los Estados Unidos hay máquinas aun para las labores más insignificantes; cualquiera que vaya a los Estados Unidos se quedará asombrado de ver el grado de adelanto, el grado de perfeccionamiento a que han llegado allí las industrias. En cambio yo voy a hablar a ustedes de un caso contrario: yo he viajado por el Extremo Oriente, yo he viajado por el Japón. Cuando uno ve lo adelantado que está el pueblo japonés, cuando uno ve su inmensa cultura y cuando uno ve el poder de sus formalidades acorazados que no son otra cosa que máquinas de destrucción muy potentes, se imagina que en el Japón el desarrollo de las máquinas debe llegar a un grado superlativo, y ¡cuál será la sorpresa que se experimenta cuando se va viendo que el uso de las máquinas está sumamente restringido! La mayor parte de las cosas se hace a mano. ¿Es por ignorancia? no, es por el salario es excesivamente bajo, y si se hace un estudio económico de lo que cuestan las máquinas, sobre amortización, etcétera, resulta más económico trabajar a mano que a máquina....

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Abajo el progreso!

El C. Domínguez, continuando: Aunque parezca increíble al ciudadano Soto y Gama, así es; lo digo porque lo he visto. Quiere decir que los hombres que tienen un espíritu más amplio que el del señor Soto y Gama no buscan la misma solución para todos los problemas, sino que saben que un problema es un conjunto complejo de circunstancias y hay que aplicar la resolución que más convenga en cada caso. Ya me imagino a algunos compañeros pidiendo que se introduzca un tractor para las labores que se desempeñen en el patrimonio de familia; pues voy a decir lo que pasa con los tractores: en una hacienda del Estado de Chihuahua que dista veinte leguas del ferrocarril, su propietario trató de introducir tractores y compró dos; era uno de esos hombres progresistas que tanto encantan a los miembros de la Comisión Nacional Agraria y que no tenía el peligro de que le fraccionaran su latifundio por trabajarlo por métodos atrasados; pues a mitad del camino, este señor se sintió ya dispuesto a dejar tirados los tractores y perder su valor, porque no había carreteras para llevar los tractores. ¿Cómo, pues, va a ser posible que la Comisión Nacional Agraria pueda en cada caso decidir si los métodos con que se trabajan son anticuados o no lo son, cuando es un problema tan complejo que depende de tantas circunstancias? Yo sí creo, y me opongo al artículo 6o., no me opongo al artículo 4o., si a la Comisión Nacional Agraria le da el carácter de simple cuerpo consultivo y nada más. Hubiera deseado hablar con más extensión, pero debo manifestar a ustedes que con lo dicho creo que es ya suficiente, así como también manifestarles que lo que me guía aquí no es un espíritu de oposición sistemática que no tengo, pues soy el primero que deseo que nuestro Gobierno se consolide, ni es tampoco oponerme a toda clase de ideas revolucionarias que redunden en beneficio del pueblo. Yo amo al pueblo como el que más, pero precisamente porque amo al pueblo como el que más, no soy partidario de esta ley, porque esta ley, lo digo desde lo alto de esta tribuna, va a crear el hambre, el hambre pavorosa de la Edad Media, porque se va a quitar la tierra a los que en estos momentos la están cultivando, para repartirlas, sin pleno conocimiento de causa, a personas que tal vez no las cultiven. En estos momentos estamos amenazados porque han caído fuertes heladas y los propietarios no han querido sembrar, muchos de ellos, por el pavor que les infunde la Comisión Nacional Agraria....(Risas.) Los señores pueden reír todo lo que gusten; hay una máxima francesa muy conocida que dice que rira mieux qui rira dernier: el que ría al último reirá mejor. (Risas. Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Siurob: Honorable Asamblea: El compañero Norberto Domínguez, con un criterio, con ese criterio de todos vosotros conocido, ha venido ha impugnar este artículo del proyecto de ley que las comisiones han tenido el honor de presentar ante la Asamblea, y para impugnar este proyecto de ley ha comenzado por salirse del artículo que está a debate, porque comenzó por decir que no define el latifundio. En este artículo no se trata de definir el latifundio, el artículo en que se trata de definirlo es el artículo anterior precisamente. Aquí solamente se trata de calificar ese latifundio en relación con los factores especiales que pueda haber en cada localidad, y como su señoría no impugnó esos factores, sino que, al contrario, estaba de acuerdo con ellos, resulta que su señoría se ha contradicho a sí misma desde el momento en que ha venido a impugnar este artículo; no ha venido a impugnar los factores, que son los que lo constituyen esencialmente, sino que ha venido a impugnar la definición misma de latifundio. Si el señor Norberto Domínguez hubiera querido impugnar la definición de latifundio, debió haberse inscripto en el anterior artículo. Sentimos, pues, que no nos haya hecho el honor de distinguirse en aquella ocasión, porque hubiéramos tenido muy en cuenta sus oportunas observaciones; pero no, ha venido a perder su tiempo, porque no ha venido sino a hablar en favor de este artículo, desde el momento en que está de acuerdo con las condiciones que se establecen, en vez de tenerse en cuenta para conocer si una cosa es o no latifundio. Pero luego sigue el compañero saliéndose del punto a debate y diciendo que la Comisión Nacional Agraria va a ser una especie de Consejo de los Diez; que estudie el compañero Domínguez la ley de 6 de enero y por ella verá que precisamente la Comisión Nacional Agraria tiene ya funciones perfectamente definidas y que reflexione que a esta Cámara le toca darle nuevas funciones. Por consiguiente, si algunas de las funciones que estén en otros artículos no cree el compañero que deba tenerlas esta Comisión, habrá tiempo de que venga a combatirlas a esta tribuna. Por ahora este artículo no le confía a la Comisión Nacional Agraria más que una sola cosa: el decir o decretar, no decretar, sino declarar, si una cosa es o no latifundio, y esto no es sino de acuerdo con el artículo 27 constitucional, como voy a tener oportunidad de demostrarlo. En el párrafo séptimo del artículo 27 hay un aparte que a la letra dice:

"Las leyes de la Federación y de los Estados en sus respectivas jurisdicciones determinarán los casos en que sea de utilidad pública la ocupación de la propiedad privada; y de acuerdo con dichas leyes, la autoridad administrativa hará la declaración correspondiente."

Conforme a este criterio, no puede ser la autoridad judicial la que haga la declaración de si una finca es o no latifundio, tiene que hacerla forzosamente la autoridad administrativa. Ahora bien; como ya existe un cuerpo encargado en otra ley semejante, de hacer esta clase de declaración, puesto que decreta o declara la expropiación de terrenos para constituir los ejidos de los pueblos, pareció a la Comisión lo más natural, lo más lógico, que esta corporación, que ya tenía funciones semejantes conferidas por una ley constitucional, tuviera funciones análogas dentro de esta ley, que es la reglamentación de otro precepto constitucional. Pero el compañero, conforme a a su criterio de todos conocido, impugna desde el principio que crea la Comisión Nacional Agraria, y dice: no debía haberse creado la Comisión Nacional Agraria. Pues bien, Compañero; esto no es nuestro, estoy ya existía cuando nosotros hemos venido aquí, es del Constituyente de Querétaro; pero yo lo defiendo a pesar de que no lo hayamos hecho, porque, sencillamente, a una

función especial debe corresponder su órgano; puesto que es una función especial creada por la revolución el fraccionamiento de tierras y la entrega de los ejidos a los pueblos; es claro y evidente que debía crearse un órgano especial para encargarse de estas funciones, y ese órgano ha sido la Comisión Nacional Agraria, y, ¿sabe su señoría por qué no se ha confiado a un solo individuo? No se ha confiado a un solo individuo, porque, conforme a los procedimientos modernos, no sólo la legislación, sino de acción en el campo gubernamental, se prefiere en la actualidad que cuando se trata de problemas como éste, sean varios individuos los que tengan en sus manos el porvenir de muchos ciudadanos en los pueblos y no en que sea uno solo. Y tan es así, que pueden precisamente contestarse esas argumentaciones todavía en forma más favorable para la propia Comisión Nacional Agraria. Suponiendo que no fuera lo que su señoría impugna, sino que el Ejecutivo fuera el único y exclusivamente el que se encarga de resolver estas cuestiones, entonces sí sucedería lo que en la época de Carranza, que el Ejecutivo podía hacer política por conducto de la Comisión Nacional, mientras que así a lo menos la Comisión Nacional Agraria tiene algo encima de ella, tiene al Ministerio del ramo y tiene al presidente de la República; de manera que la Comisión Agraria se verá cohibida porque sabe que tiene quien la censure y esté encima de ella para remediar sus faltas y errores, y no que sea el presidente de la República quien en cada caso dijera si una finca era o no latifundio. Entonces se llegaría a la conclusión de que se prestaría a mayor número de errores, en primer lugar; en segundo lugar, que sería acumular en manos del Ejecutivo una suma mayor de atenciones que las que humanamente pueda ejercitar una persona; ya hemos dicho aquí en esta misma Asamblea y lo hemos repetido en diversas ocasiones y es un capítulo especial de la sociología del sistema presidencial, la filosofía sociológica del sistema presidencial, que es imposible que el presidente de la República, dentro del régimen presidencial, pueda atender a todas las exigencias que le imponen las leyes dentro de ese sistema; que se necesitaría que el presidente d la República fuera un semidiós para que pudiera atender a todas estas cosas. Si, pues, en el sistema presidencial el presidente es tan responsable como los ministros, es el primer responsable, y no es justo que una ley le confiera a un hombre funciones de tal naturaleza que sea humanamente imposible que las pueda desempeñar y que, sin embargo, le exija responsabilidades para todos esos casos. Ya ve, pues, el compañero Domínguez, cómo es más lógico, cómo está más de acuerdo con los pensamientos de la sociología moderna, cómo se encuentra más de acuerdo con el espíritu revolucionario el hecho de que exista una Comisión Nacional Agraria que se encargue de estas cuestiones, y no que exista y que se encarguen a una sola persona. Pero vamos suponiendo que el compañero Norberto Domínguez tuviera razón, quiero suponer por un momento que tiene razón y que estas comisiones no debieran crearse. Pues bien; para no crear otra Comisión más, hasta simplemente por este hecho debe conferirse a una Comisión ya existente, y que nosotros no podemos suprimir; de manera que aun por esta simple razón el compañero Domínguez no está en lo justo. Luego argumentó bajo la misma base o sobre la misma base, más bien dicho, el compañero Domínguez, diciendo que la Comisión Nacional Agraria no podría saber sin una tierra está o no mal cultivada, y acerca de este punto me permito referirlo al otro artículo de la ley en que claramente se expresa que la Secretaría de Fomento estará obligada a proporcionar toda clase de informes a la Comisión Nacional Agraria y que, por consiguiente, serán individuos técnicos en cada caso los que se encarguen de investigar el estado en que se encuentre una propiedad en lo que respeta a su cultivo.

Luego nos habla el compañero Domínguez de tractores, y con un criterio que francamente en este caso es retrasado, el compañero Domínguez nos dice que los tractores no pueden existir en casi toda la República; señores, es un error absolutamente franco. Desde luego pueden ustedes informarse en la Escuela de Agricultura del número de tractores que se han vendido para todas partes de la República, pueden ustedes informarse en las casas abastecedoras de esta clase de maquinaria agrícola, cuántos tractores han sido vendidos para distintos lugares del país. Lo que pasa es lo siguiente: Que los tractores no son costeables en todos los lugares donde el jornal sea menor de un peso. En esa cosa estamos de acuerdo con el compañero Domínguez; pero en este artículo se detalla al decirle que se encuentra la finca fuera de los centros de población; por consiguiente, cuando no haya carreteras, cuando esté a una distancia más grande de los centros de población en donde sean costeables para llevar los tractores, es claro que a esas fincas no puede exigírseles que cultiven por medio de tractores; de manera que verá el compañero Domínguez que dentro de este mismo artículo está contestada perfectamente la objeción que él mismo hace a este artículo de la ley. Ya ha combatido la Comisión de una manera absolutamente minuciosa, en detalle, los argumentos todos de los opositores que giran alrededor de la finalidad de la Comisión Nacional Agraria. El compañero Domínguez dice que son individuos desconocidos, que no sabe quiénes son; indiscutiblemente para vigilar, compañero no se necesita un vigilante más terrible, más enérgico, más acre censor de los propios pueblos y los propios interesados. Sepa el compañero Domínguez, porque acaso no ha tenido mucha relación con esta cuestión de ejidos de los pueblos, sepa que inmediatamente que el representante de un pueblo sabe que le están haciendo chanchullos, así sea la Comisión Nacional Agraria, así sea la Comisión Local Agraria, así sea en la Suprema Corte de Justicia, o dentro de la misma esfera de acción del Ejecutivo, los pueblos son los primeros que dan el chillido, los pueblos son los que por conducto de sus representantes en la Cámara, que por conducto de sus amigos influyentes, que por conducto de la prensa, se ocupa de denunciar los hechos ante la opinión pública y así verá el compañero, si examina la prensa, una multitud de quejas de los pueblos; unos quejándose de que se ha detenido su expediente en tal parte, otros quejándose de que se ha detenido en tal otra, otros quejándose de que hay chanchullos en tal o cual lugar y yo mismo, compañero, soy testigo, y puedo citar otros

muchos dentro de esta Cámara, personas que al conocer estos chanchullos, por boca de los representantes de los pueblos, hemos ido a remover el obstáculo, ya sea por medio de nuestras influencias o ya sea por medio de cualquiera otra circunstancia, quitando desde luego la causa que retenían o que impedía que los pueblos llegaran al logro de sus legítimas aspiraciones. Así pues, la Comisión Nacional Agraria, aun cuando quisiera hacer política no podría, porque está supervigilada precisamente por los representantes de los pueblos en primer lugar; en segundo lugar por los representantes de los pueblos ante las Cámaras; en tercer lugar por todos los clubes políticos, por todos los clubes políticos de tendencias revolucionarias que andan precisamente a caza de todos estos chanchullos para prestigiarse ellos mismos, porque un partido político, el único modo que tiene de prestigiarse es precisamente el de propugnar en favor de los intereses de los pueblos todos, un partido que no lo haga así, es un partido que acabaría por suicidarse y que no llegaría al logro de sus aspiraciones y por lo tanto es indudable que los partidos políticos sean los primeros vigilantes que tengan estos hombres encima de sí como una espada de Damocles perfectamente suspendida para cuando ellos no cumplieran con las aspiraciones de los pueblos. Ya ve, pues, el estimable compañero Domínguez, que sus objeciones carecen de peso, no tienen ninguna razón de ser; pero el compañero Domínguez ya se convirtió en profeta, una especie de Madre Matiana; (Risas.) se ha convertido ya en un terrible agorero, viene a proclamar que esta ley acabará con la producción en la República, que esta ley va a crear el caos más terrible a todo el país; ya veréis, ciudadanos representantes, como todo esto no es más que, no música celestial, sino música infernal, (Risas) porque no nos halaga ni el oído ni el corazón y que estos pesimistas al fin y al cabo van a confesare ellos mismos que esto no es más que en provecho de la República o del país. Por lo tanto, la Comisión desecha todos esos pesimismos como cosas muy propias de las personas de edad mayor (Risas) a quienes nunca simpatizan las innovaciones que no se hicieron en su tiempo. (Aplausos.) Pero de todas maneras no quiero terminar sin dejar de felicitar al estimable compañero porque contribuyó con su grano de arena a patentizar que este artículo es bueno, puesto que es el primero que ha hecho uso de la palabra en contra en este día y en gracia y en honor del compañero Domínguez, pido a la honorable Asamblea que dé su voto afirmativo a este artículo que presenta la Comisión.

El C. Morales Juan Ángel: ¿Me permite una interpelación?

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Avilés.

El C. Siurob: Con todo gusto.

El C. Morales: Para interpelar a la Comisión pido la palabra.

El C. presidente: Si el orador lo permite, tiene usted la palabra.

El C. Morales: Sí, señor, el orador me permitió una interpelación. Me permito preguntar a la honorable Comisión si no cree que la circunstancia de ser nombrada esta Comisión por la Cámara, en cualquier caso dado, más tarde viniese a ser motivo de que a no estar de acuerdo el Ejecutivo con cualquier paso dado por esta Comisión, alegara que habiendo sido nombrada o que habiendo procedido su nombramiento de la Cámara de Diputados y no del Ejecutivo, ella no tendría que ver nada con lo que el Ejecutivo determinara en tal caso.

El C. Siurob: Pido la palabra para contestar.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Siurob: La Comisión contesta al compañero que le ha hecho el honor de interpelarla, en primer lugar que no está a debate en estos momentos si la Comisión Nacional Agraria debe ser nombrada por el Ejecutivo o por la Cámara; de manera que no estando puesto a debate el punto y debiendo quedar a la resolución de la Asamblea, la Asamblea sabrá en el momento oportuno si nombra la Cámara a la Comisión o no la nombra; pero todavía suponiendo que la nombrara la Cámara, y para el caso de que eso pudiera suceder, yo participo al compañero que son muy altos los intereses en toda la República, que son muy altos los intereses del proletariado pidiendo tierras, desde la independencia hasta la fecha, para justificar cualquiera medida que la Cámara tomara en este sentido; pero en todo caso, esta no es cuestión que deba discutirla en estos momentos, sino que expresamente cuando se discuta el artículo 11 que presenta la Comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Avilés, en contra.

El C. Avilés: Señores diputados: No estoy de acuerdo con el artículo 4o., porque este artículo no define, en verdad, nada absolutamente que se encaje en terreno práctico. Michelet, ciudadanos diputados, (Voces: ¡Hum! ¡Hum!) sostuvo que la tierra la hacen los hombres, y esta es una verdad de a folio, ciudadanos diputados. No estoy de acuerdo con esa definición que han venido aquí a hacer el ciudadano Soto y Gama, así como el ciudadano Tereso Reyes, de lo que es la tierra. Indiscutiblemente que en terreno científico puede dividirse la tierra hasta en infinidad de átomos; pero en el terreno de la práctica no puede dividirse esta tierra, en tratándose de cuestiones agrarias más que única y exclusivamente en cuatro especies y éstas ya sean en la zona tórrida, en la zona templada, en la zona fría o en cualquiera otra parte, no pueden definirse estas tierras sino en cuatro especies, es decir: en tierras de riego, en tierras de temporal, en tierras pastales y en tierras montuosas. En cualquiera latitud del universo donde esté colocada la tierra, no puede tener, en el sentido práctico, ciudadanos diputados, nada más que esas cuatro definiciones, y de ahí, pues, precisamente parte la definición hecha por Michelet, de que a la tierra la hacen los hombres. (Murmullos.) Que la tierra la hacen los hombres, ciudadano Soto y Gama, eso es indiscutible y se lo voy a demostrar a usted. Si tomásemos en cuenta las definiciones que ha venido a hacer usted aquí hasta la infinidad es decir, si tomásemos un puñado de tierra y ese lo dividiéramos y lo subdividiéramos y cada montón, cada átomo, cada particula de aquella tierra la fuésemos analizando químicamente, resultaría que cada partícula de esa tierra tendría diferentes componentes....(Voces: ¡Es cierto! ¡No! ¡No! Murmullos.) Pues usted dice que no tanto, pero yo no

sé de química ni nada de eso, pero sí sé de cuestiones prácticas, y de un átomo a otro átomo hay una diferencia grandísima, ciudadanos diputados. (Risas. Una voz: ¡No la hay!) Sí, señores, en el terreno del estudio, en el terreno de la química; estos señores que saben química, que han estudiado química y dicen que no, puese se me asemejan a la carabina de Ambrosio. (Risas.) Pero yo sigo sosteniendo con Michelet, que la tierran la hacen los hombres, porque está probado científicamente, ciudadanos diputados, que el globo ni a los mismos salvajes en su estado primitivo, es decir, la tierra en su estado primitivo, ni a los mismos salvajes les ha dado lo necesario sino es que cultiven, que hagan esa tierra para vivir; mucho menos al mundo civilizado, y la prueba está cómo en los invernaderos, cómo dónde se está abonando la tierra con diferentes componentes químicos, cómo eso ha hecho que tanto el maíz como el trigo y todos los cerales vayan adquiriendo diferentes valores y diferentes propiedades alimenticias. Esta también es una verdad. Por mi tierra, ciudadanos diputados, hay grandes extensiones que están sin cultivar, y allí se da un maíz que los nativos le llaman maíz de pájaro; ese maíz es pequeñito, ese maíz no lo usan los nativos absolutamente para nada, sino es para eves, y los pajarillos son lo que disfrutan de ese cereal; pero si ese maíz lo llevan a un terreno abonado y lo cultivan, da al cabo de cuatro o seis años, un maíz enteramente bueno y aceptable en el comercio. Si es verdad que ese maíz lo produce la tierra sin cultivo de ninguna naturaleza, también es verdad que ese maíz llevado a la tierra ya hecha por los hombres, preparada por los hombres, indiscutiblemente que produce más y es más aceptado en el comercio.

De allí la tesis brillantísima sostenida por Michelet que, vuelvo a repetir, de que a la tierra la hacen los hombres. ¿Y por qué vamos a sostener, ciudadanos diputados, que no se puede señalar cuál es, cuál puede ser el tamaño de un latifundio, alegando para sostener esa tesis, el diferente componente de las tierras. Es la parte más desacertada que ha tenido la Comisión en su defensa, trayendo los argumentos de que la tierra está dividida y subdividida en varios componentes y que por eso es por lo que no puede sentarse la extensión de un latifundio. El ciudadano Soto y Gama fue uno de los argumentados que esgrimió aquí, en esta tribuna, y yo he demostrado, señores diputados, cómo la tierra no puede tener, en cuestión agraria, en cuestión de división de tierra, en cuestión de dotar a los hombres, en cuestión de dotar a los pueblos de tierras, no debe de partirse de otro principio que de éste: que la tierra no se divide nada más que en tierras de regadío, que en tierras de temporal, que tierras pastales, que en tierras montuosas. No puede dividirse en otras cosas, si no es única y exclusivamente en esas. Y si partimos de ese principio, pues la cosa es enteramente sencilla, sí que sí, y sí que sí (Risas.) puede decirse cuál es la extención de un latifundio, cuál puede ser la extensión de un latifundio.

Otra de las defensas que vino e hizo aquí la Comisión para no poder definir los que es latifundio, es el coco de que los señores latifundistas, por el sólo hecho de decirles qué es lo que se entiende por latifundio, diez kilómetros, etcétera, etcétera, desde ese momento esos señores van a dejar de cultivar las tierras y es otro absurdo: las tierras, señores diputados, han estado incultivables desde hace mucho tiempo. El terrateniente se ha dedicado exclusivamente y únicamente a trabajar un pequeñito pedazo de tierra, y ahí todo el resto lo ha dejado completamente abandonado; de modo que no tomarán esos argumentos de no trabajar las tierras, porque de hecho no las trabajan, y yo sí estoy de acuerdo en que deba darse esta Ley Agraria; pero debe sentarse cuál es el tamaño de un latifundio y debe obligarse a estos hombres a que repartan, que deben repartirse esos latifundios, porque no creo de justicia, ciudadanos diputados, que mientras que un haragán, que mientras un individuo de esos que pululan por nuestro país, de esos señores de horca y cuchilla, tengan repletas y más repletas sus trojes, llenas ya de maíz, de trigo o de cualquiera cosa de cereales, el resto del pueblo ande muriéndose de hambre y mendigando un pedazo de pan y un pedazo de tortilla. Sí debe, ciudadanos diputados, darse una Ley Agraria, pero esta Ley Agraria que sea terminante, que llene su objeto; si nosotros dejamos a esa ley sin señalar qué cosa es latifundio, esta ley ha perdido una grandísima fuerza, porque yo alguna vez, desde esta tribuna, dije que seguía creyendo que en México había hombres honrados, y no se ha separado esa idea de mí, ciudadanos diputados; yo sigo creyendo que en México hay hombres honrados todavía, pero esto de que intereses de la magnitud de éstos, vayan a ponerse en manos de una Comisión Agraria, yo no voy a dudar que estos señores sean honrados o que no lo sean, pero es un grandísimo peligro, es un enorme peligro, precisamente para que se resuelva el problema agrario. En el Estado de Michoacán hace más de tres años que se dio allá en la Ley Agraria; se dotó a varios pueblos de ejidos, se pretendió repartir los latifundios, y no hubo otro obstáculo más tremendo más pertinaz, que el de la Comisión Local Agraria aquí de México....(Voces: ¡Nacional!) Indiscutiblemente, ciudadanos diputados, que esa Comisión Local Agraria pues tiene que seguir los mismos pasos.

Está creado ya un Ministerio de Agricultura y Fomento; a este Ministerio de Agricultura y Fomento es al que le conviene velar por lo intereses de la Ley Agraria en el país, es el que debe de aplicarla, es quien debe de llevarla a feliz término. ¿Para qué vamos a crear una Comisión Nacional Agraria? Déjese esa Comisión Nacional Agraria tal como ésta, como un cuerpo consultivo, y a un como cuerpo consultivo esa Comisión Agraria es mala, no sirve, no hace nada más que estar entreteniendo y más entreteniendo las resoluciones que se den en el Distrito Federal, en los Territorios o en los Estados. No sirve para otra cosa. Yo he visto, señores diputados, cómo es más fácil que un solo hombre resuelva un arduo problema, que un solo hombre lo lleve a feliz término, que un solo hombre haga que el progreso avance, y no así un conglomerado de hombres que a la postre no hacen otra cosa que cada que cada quien ir viendo por los intereses muy personales de ellos y resolver conforme a esos intereses personales. ¿Y quién no va a garantizar que esta Comisión Nacional Agraria, si es que la

nombra la Cámara de Diputados, o si es que la nombra cualquier Poder, no va a estar sujeta única y exclusivamente a la influencia, ya sea de la Cámara de Diputados, ya sea del señor presidente de la República, o ya sea del que nombre a esa Comisión? Nosotros debemos de dejar en este caso a la responsabilidad del Ejecutivo la Ley Agraria, única y exclusivamente al presidente de la República, para que mañana el presidente de la República no tenga que alegar que por una ley mal dada, en la cual incluímos a una Comisión Nacional Agraria y que ésta no quiso cumplir o estuvo en desacuerdo con los buenos oficios del Ejecutivo...

El C. Rodríguez Guillermo, interrumpiendo: Se está manejando mal.

El C. Avilés, continuando: Yo le contestaría a este señor que gritó que el señor presidente se está manejando muy mal, yo le contestaré a este señor, que es socialista, yo le contestaría, si yo fuese el señor presidente: ¡qué mal paga el diablo a sus hijos, es decir, a sus servidores! (Aplausos. Risas.)

El C. Rodríguez Guillermo, interrumpiendo: No le debo nada al presidente.

El C. Avilés, continuando: ¡Ah, qué mal paga el diablo a sus servidores! (Risas.) Si yo fuese el presidente, así le contestaría a estos señores que ahora se han vuelto en contra del señor presidente. Pero volviendo al punto a debate y siguiendo por el camino que me he impuesto, de impugnar el artículo 4o. de esta ley, no estoy de acuerdo tampoco con que el señor secretario de Agricultura y Fomento haya venido a decir aquí de plano que el Ejecutivo aceptaba el artículo 4o. tal como está. El señor secretario de Agricultura y Fomento, después de haber atacado la creación de la Comisión Nacional Agraria, cometió un error diciendo que estaba de acuerdo en que se votara el artículo 4o. tal y como está. Me voy a permitir dar lectura a los primeros renglones de este artículo, que no hacen otra cosa que sentar un precedente ya de la creación definitiva de una Comisión Nacional Agraria, con toda la preponderancia que la Comisión quiere que tenga ésta en el festín de la Ley Agraria. Dice así:

"Artículo 4o. La Comisión Nacional Agraria, en nombre del Ejecutivo de la Unión y previa la solicitud respectiva de tierras, será la autoridad facultada para hacer, en cada caso, la declaración de que una finca rústica es latifundio."

He aquí lo malo, precisamente, señores diputados; porque esta Comisión no hace nada más que decir: "En nombre del Ejecutivo"; pero sin estar sujeta al Ejecutivo para que éste le indique lo que deba hacer, nada más se dice: "ese nombramiento es en nombre del Ejecutivo" y queda ella facultada para decir lo que es latifundio. Este es un error enteramente claro de esta ley; éste es un error y un error que traerá consecuencias enormes, esto de querer dar esas facultades tan omnímodas a una Comisión. Yo, a mi modo de ver, a quien debe dársele toda esta respetabilidad es al presidente de la República, para que este ciudadano sea el que responda ante la nación si es que cumplió o no cumplió con el mandato de esta ley; pero no andemos por los arrabales, no andemos por las veredas; metámonos por el camino nacional, vayamos derecho adonde vamos: ¿el pueblo necesita tierras?, pues démoselas. Ya sostuve aquí, y éste es el credo mío, que hay que dar tierras a los pueblos y hay que tomarlas de donde las haya, así sean de Dios o así sean del diablo... (Risas.) Pero debemos de ir de frente, no debemos de ir con subterfugios, no debemos de ir sacando el cuerpo, no debemos de ir dejando la responsabilidad a otros. No, entremos nosotros de lleno, sí. ¡Qué hermoso sería, señores diputados, que surgiese una nueva revolución y trajese en sus banderas sólo este principio: ¡Repartición de tierras! Porque sólo así, óiganlo bien los señores agraristas, óiganlo bien los señores que no son agraristas, sólo así, será el único modo, el único modo de que pueda hacerse la repartición de tierras! Todo esto es puro camouflage y puras tortas y pan pintado. (Risas.) Y todavía teniendo nosotros en las manos el tinglado donde podemos mover a nuestro antojo a los muñecos de la farsa, todavía no tenemos el valor civil, no tenemos la audacia suficiente de agarrar esos muñecos y moverlos tal y como deben de moverse. Así es, ciudadanos diputados, que nosotros debemos de votar en contra de la creación de esa Comisión Nacional Agraria, por que será el obstáculo, el obstáculo enorme que se tenga para que se lleve adelante, para que se lleve adelante la implantación de esta ley. Dice el artículo 4o. de su fracción I:

"La calidad de las tierras y sus condiciones de irrigación"; un obstáculo.

"II. La altura sobre el nivel del mar de la finca de que se trate, con todos los detalles de clima que se deriven de dicha altitud"; otro error.

"III. El régimen meteorológico de la región"; otro error, ciudadano Soto y Gama.

"IV. La ubicación de la finca con relación a los centros de población y a los medios de comunicación con dichos centros"; otro error, ciudadano Soto y Gama.

"VII. La extensión de la finca, en relación con las demás del Estado o de la región."

Otro error, ciudadano Soto y Gama. Este artículo está compuesto...(Campanilla Siseos.)

El C. presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados que ocupen sus curules y presten atención al orador.

El C. Avilés, continuando: Este artículo, señores diputados, está compuesto de siete errores fundamentales. Si este artículo se concretara única y exclusivamente a decir: las tierras... o digo, se entiende por latifundio tantos kilómetros, etcétera, etcétera, y para que se haga la repartición de estas tierras debe decirse de tantos kilómetros de tierras de regadío, de tantos kilómetros de tierras de temporal, de tantos kilómetros de tierra pastal, de tantos kilómetros de tierra montuosa. Unica y exclusivamente a esos cuatro postulados debe sujetarse este artículo, pero no que nos hablen aquí de las regiones meteorológicas, de la altura sobre el nivel del mar, etcétera, etcétera... (Risas.) Pues esto es práctico, señores, esto es práctico: la tierra no puede dividirse más que en cuatro partes... (Risas.) Nada más que en cuatro, única y exclusivamente en cuatro, quiéranlo o no lo quieran...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Asia, Africa, América y Oceanía. (Risas.)

El C. Avilés, continuando: ¡Mire usted, ciudadano Soto y Gama! Lo mismo que en el Asia, que

en el Africa, que en la América y que en la Europa, no existen más que cuatro clases de tierras: la tierra de riego, la tierra de temporal, la tierra de pastos y la tierra de montes; no existen otras clases de tierras, por más que usted diga y sostenga lo contrario. Esto es, ciudadano Soto y Gama, en el terreno de la práctica; en el terreno científico entonces sí tiene divisiones y subdivisiones enormemente infinitas. Ya le he dicho que de partícula a partícula, si usted analiza esas partículas de tierra, indiscutiblemente que usted encuentra componentes distintos a los de otra partícula desprendida del mismo terroncito, ciudadano Soto y Gama; pero es cuando se va a tratar de analizar la tierra, cuando se van a hacer estudios sobre análisis de tierras, pero no cuando se van a hacer reparticiones de tierras; cuando se van a hacer reparticiones de tierras, hay que prescindir de todos estos lirismos.

El C. Franco Abraham, interrumpiendo: ¡No son análisis químicos!

El C. Avilés, continuando: Usted, ciudadano Abraham Franco, no sabe de estas cosas. (Aplausos. Risas.) Usted no es capaz de ir a tomar un arado como yo voy y lo tomo, y tirar una línea, tirar una línea, una raya ahí sobre el terreno de la práctica. (Aplausos.) Yo ahí precisamente, en la tierra, es en donde he aprendido, yo sé dónde se da la mejor mata y dónde es donde no se da. Ahí he aprendido y no en ese cúmulo de estudios científicos, como llaman ustedes, científicos, y cómo a la postre, cuántas veces, ciudadanos diputados, ha resultado que este cúmulo de estudios científicos no han sido más que aberraciones, estupideces, camouflage. Por esto Alemania....

El C. Ramos Esquer, interrumpiendo: ¿Qué tiene con Alemania? ¿Usted odia la ciencia?

El C. Avilés, dirigiéndose a éste: ¿Y usted, señor científico? (Risas.)

El C. Ramos Esquer: Yo no soy científico.

El C. Avilés, continuando: Usted, señor científico. Por esto Alemania, a pesar de toda su ciencia..... (Siseos.) por esto es que Alemania, no obstante de todos sus conocimientos en ciencias militares, en ciencias guerreras, en ciencias económicas y en toda clase de ciencias, fue vencida por la práctica, señores diputados. Por la práctica del dinero, por la práctica de los millones de Estados Unidos. Ahí es lo práctico y no obstante, ¿qué hacía Alemania con todos sus científicos? ¿que podía hacer Alemania con todos sus conocimientos científicos, cuando nuestros primos, nuestros vecinos... (protestas. Risas.) Hacen ustedes muy bien en protestar, yo soy el primero en protestar sobre esto; pero esto no quiere decir que cuando estos hombres pusieron a disposición tanto de Francia, como de Inglaterra y como de Italia, los millones, es decir, de sus dólares, que pusieron su oro y todo a favor de aquéllos, digan si con toda su ciencia, con todo su saber no se hundió Alemania, ¿y no está hundida Alemania? (Voces: ¡No! ¡No!) ¡Pues quién sabe! (Voces: ¡Ya resucitará!) Bueno, pero mientras resucita, señores diputados, Alemania, es decir, la práctica, el dinero hundió a aquel pueblo. ¿Y por qué nosotros aquí, para ir a dar tierras a los indios, para ir a dar tierras al pueblo, vamos a venir aquí a tomar la altura del mar? (Risas.) A tomar esto y a tomar lo otro. (Risas. Aplausos.) No, señores, el papel nuestro en este caso debe ser única y exclusivamente tomar la tierra de donde la haya y entregársela al pueblo. Ese debe ser el principio que debe de seguirse aquí, si es que se hacen llamar agraristas y si es que realmente son revolucionarios. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Díaz Soto y Gama: La Comisión, señores diputados, llega a la tribuna en momentos psicológicos harto difíciles verdaderamente; después de un discurso, ameno por demás, es difícil divertir a la Asamblea tanto como logra siempre divertirla el compañero Avilés; de manera que yo tengo que entrar, muy a mi pesar, a raciocinios algo más áridos, al fin raciocinios, porque el compañero raciocina siempre en forma agradable, raciocina en forma chusca, y yo tendré que raciocinar en forma seria. Ha dicho tanto el compañero Avilés, que no sé por donde empezar; pero, en fin, empezaré por esto.....

El C. Avilés, interrumpiendo: ¡Búsquele el hilo, vaya!

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Empezaré por esto: no está a discusión, compañero Avilés, la discusión del artículo 3o.; usted se retrasó un poquito en esta discusión. Este discurso de ahora debió haberlo pronunciado en la discusión del artículo 3o.; ya la definición de latifundio ha sido aceptada por la Cámara. (Voces: ¡No! ¡No!) La definición que no podemos aceptar es esa definición de tomar las tierras de donde las haya, que es lo contrario de definición. Estamos obligados por el artículo 27, a definir, y el artículo 3o. define en la única forma posible, en forma técnica. Debemos, pues, concretarnos por ahora al artículo 4o.; la médula del artículo 4o., para los que lo atacan, no está en la enumeración de factores, que es donde reside toda su importancia; sino que la médula de los impugnadores está en la designación de la Comisión Nacional Agraria y en la concesión u otorgamiento de facultades a esta Comisión, para que sea quien aplique los factores. Se ha venido a decir que esa Comisión es peligrosa, que es algo anormal, algo anómalo, que esa Comisión constituye un verdadero peligro y, sin embargo, la verdad de las cosas es que esa Comisión, compañero Avilés, ha sido creada ya desde la fecha de la Ley de 6 de enero de 1915, para que ella sea, y no otro departamento administrativo, la que aplique las resoluciones agrarias. Dice el artículo 4o. de la Ley de 6 de enero de 1915:

"Artículo 4o. Para los efectos de esta ley y demás leyes agrarias que se expidieren, de acuerdo con el programa político de la revolución, se crearán:

"I. Una Comisión Nacional Agraria."

De manera que esta Comisión Nacional Agraria que se cree de reciente creación, es tan antigua como la Ley de 6 de enero y lo mismo que sirvió y ha servido para aplicar la ley de dotación y restitución de ejidos, tiene que servir para aplicar esta ley actual de fraccionamiento de latifundios y todas las leyes que se expidan en lo agrario, de acuerdo con el programa político de la revolución. Quiere decir que ya no hay materia de discusión en lo particular; la única autoridad capacitada para

resolver sobre cuestión agraria, es la Comisión Nacional, y esto lo dice una ley elevada a rango de constitucional por el artículo 27. Esto será árido, pero es enteramente verdadero. Vamos a ver ahora seriamente si es un peligro conceder facultades amplias en materia de reparto de tierras a la Comisión Nacional Agraria. Vamos a ver si esto es tan anómalo como creen los señores del contra. Para ello quiero basarme en antecedentes de uno de los países más prácticos del mundo: Inglaterra. Inglaterra, país donde abundan los hombres de negocios, los hombres sensatos, país donde los idealistas no prosperan o si prosperan tienen que atemperar su idealismo con las exigencias de la realidad; en Inglaterra al darse las leyes agrarias para Irlanda, se creó una comisión casi con el nombre de la nuestra: Land Commission, Comisión de Tierras, que equivale exactamente a nuestra Comisión Nacional Agraria. Vamos a ver cuáles son las facultades que en la Inglaterra se conceden a esa Comisión de Tierras. Esa Comisión fue creada por la Ley de 1903, y sus facultades son las siguientes:

"Organismo encargado de administrar la ley.- La encargada de ejecutar ésta, como las demás leyes para compra de tierras es la tantas veces citada "Land Commission"; pero esta ley confía su ejecución a tres miembros de la L. C."

Ni siquiera toda la Comisión. "...con el nombre especial de "States Commissioners".

"Los "States Commissioners" están bajo el control del Lord lugarteniente de Irlanda..."

"States Commissioners" "...pero sus facultades son amplísimas y discrecionales..." Precisamente lo que alarma a los impugnadores: "...hasta el punto de extenderse juntamente con el comisario judicial de la L. C., dictar el reglamento o reglamentos para la ejecución de la ley..."

Hasta el reglamento administrativo que aquí en México tendría que dictar el presidente de la República, lo dicta en Irlanda de acuerdo con las leyes inglesas, ampliándolas especialmente la Land Commission. "...tiene que fijar el número y retribución de los funcionarios que hayan de depender de ellos y proceder a su nombramiento, a disponer la comisión que ha de darse a los agentes y corredores cuyos servicios se utilicen para el cumplimiento de la ley..." etcétera, etcétera.

Y aquí viene lo que va a asombrar, asombrar, a producir una verdadera alarma en los impugnadores. La Land Commission tiene facultades para ir en caso dado contra la letra de la ley si la ley estorba la ejecución exacta del fraccionamiento. Lo va usted a leer, señor Avilés. Está a disposición del compañero Avilés. Se llama el libro La Cuestión Agraria en Irlanda, su historia y su estado actual. La obra es del año de 1916.

El C. Avilés, interrumpiendo: ¿Me permite usted una interpelación?

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Al final, compañero. Dice esta obra, que especializa sobre la materia:

"La "Land Commission", representada por las "States Commissioners", tiene, como queda apuntado, poderes amplísimos para la administración de la ley, a tal extremo, que en casi todas las acciones de la misma que representan alguna limitación a esa libertad de acción se hace la salvedad de que, si no obstante lo dispuesto en la ley, la L. C. estima conveniente para los fines que el legislador se propuso obrar de otra manera, puede hacer caso omiso de la limitación impuesta."

¿Se quieren facultades más discrecionales? ¿Se quiere algo más amplio?

El C. Avilés, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación?

El C. Díaz Soto y Gama: Esta ley de Irlanda, señores, ha sido objeto de una serie de ensayos...

El C. Avilés: ¿Me permite una interpelación? Tengo derecho de interpelar a la Comisión a cualquiera hora. (Campanilla.)

El C. Díaz Soto y Gama: Al final.

El C. Avilés: No, señor; tengo derecho para interpelar a cualquiera hora. (Murmullos. Siseos. Campanilla.)

El C. Díaz Soto y Gama: Ya leí un artículo del Reglamento, que prohibe interrumpir al orador.

El C. Avilés: ¡Tengo derecho de interpelar a la Comisión! (Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: Se llama al orden al ciudadano diputado Avilés.

El C. Avilés: No puede llamarme al orden, puesto que estoy dentro del Reglamento. La Comisión tiene la obligación de contestar a toda interpelación que yo le haga. (Murmullos. Campanilla.)

El C. presidente: La Mesa no puede permitir que se interrumpa con pretextos al orador, sino al final del discurso la Comisión contestará las interpelaciones.

El C. Avilés: No, señor; la Comisión debe de contestar la interpelación que yo le hago.

El C. presidente: Está usted violando un artículo del Reglamento. (Murmullos Campanilla.)

El C. Avilés: Hágame el favor de señalármelo. (Campanilla.)

El C. Díaz Soto y Gama: El otro día, señores diputados, tuve el honor de leer un artículo....(Murmullos. Campanilla.)

El C. Moreno: ¡Moción de orden!

El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden el ciudadano Moreno.

El C. Moreno: El Reglamento de la Cámara concede, señor presidente, la facultad a los señores diputados, de interpelar en todo tiempo a las comisiones y éstas tienen la obligación de contestar y de dar todos los informes que se les pidan. En consecuencia, el ciudadano Avilés está dentro del Reglamento y haciendo uso de un derecho. Las comisiones tienen que contestarle.

- El C. secretario Zincúnegui Tercero, leyendo:

"Artículo 103. Comenzada la discusión ningún individuo puede pedir la palabra sino en voz baja y acercándose al presidente, ni se podrá interrumpir al que habla, bajo pretexto alguno, a no ser para reclamar el orden."

El C. presidente: El ciudadano Avilés ya no debe interrumpir al orador. Que no lo haga más y que se espere al final de su discurso.

El C. Avilés: Tengo derecho y estoy dentro del Reglamento y tengo derecho a pedir informes a la Comisión y esos informes deben darlos.

El C. Díaz Soto y Gama: Yo pido que se garantice la libertad de palabra. (Desorden. Campanilla.) Contestaré al final todo lo que usted quiera; mientras, no contesto nada.

El C. Avilés: Yo tengo derecho porque estoy dentro del Reglamento, y yo interpelo a usted y seguiré interrumpiéndole hasta que me conteste. (Risas. Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia suplica...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: (Campanilla.) Pido que se llame al orden al ciudadano Avilés.

El C. Avilés: Llámese al orador, puesto que no quiere dar informes. (Murmullos, Campanilla.)

El C. presidente: Yo le suplico que diga qué artículo del Reglamento lo faculta para interpelar al orador en cualquier momento.

El C. Díaz Soto y Gama: Cuando el señor Avilés me enseñe un artículo que lo faculte para interrumpirme, entonces le contestaré. (Campanilla.)

El C. Avilés: ¡Es el 40! (Voces: ¡Es el 43!)

El C. secretario Zincúnegui Tercero: No es.

El C. Avilés: ¡El 43! ¡Es el 106, ciudadano Soto y Gama!

- El mismo C. secretario: ¿Artículo 106, ciudadano Avilés?

El C. Avilés: Sí.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Artículo 106. Siempre que al principio de la discusión lo pida algún individuo de la Cámara, la Comisión dictaminadora deberá explicar los fundamentos de su dictamen y aun leer constancias del expediente, si fuese necesario; acto continuo, seguirá el debate."

El C. presidente: Ya ve, pues, su señoría, que ese artículo reglamentario no se puede aplicar aquí. La discusión no ha comenzado, sino que ya han hablado varios oradores en pro y en contra; yo le suplico al ciudadano Avilés guarde compostura y no interrumpa más al orador.

El C. Avilés: (Murmullos. Desorden. Campanilla.) Se me figura a mí aquí, señores diputados, en esta Cámara un juego de chiquillos..... (Desorden. Campanilla.) cuando a esta honorable Comisión o a la honorable Presidencia se le antoja contestar..... (Desorden. Campanilla.) alguna interpelación que se le hace, la contesta; cuando no, dice que no está obligada.... (Desorden. Campanilla. Golpes en los pupitres.) Pero cuando a esta Comisión no le conviene absolutamente no contestar nada porque cree que se le está derrotando, entonces para esa Comisión sí hay Reglamento...... (Desorden. Campanilla.) lo mismo que para la Presidencia. (Gritos. Desorden. Golpes en los pupitres.) Para todos estos escandalosos mi desprecio. (Continúa el desorden. Campanilla.)

El C. Soto y Gama, continuando: Cuando se encuentra uno en presencia de una persona tan socarrona como el compañero Avilés, necesita uno acudir a estos expedientes, un expediente femenino: yo me encierro en mi inercia y nadie me saca de mi inercia. De manera que sigo la serie de mis razonamientos. Decía yo que estas leyes de Irlanda son muy dignas de tomarse en cuenta, porque al revés de lo que han creído los compañeros que en esta Asamblea que se creen sabios, estas leyes han ido estableciendo una serie de ensayos, no leyes perfectas, sólo aquí en México se cree que los legisladores están obligados a dar leyes perfectas y eso es mentira; toda ley nueva que establece una reforma social es un ensayo. ¿Saben ustedes cuántas leyes se han dado sobre tierras en Irlanda? Pues más de cinco o seis; pésima la primera, mala la segunda, poco menos mala la tercera, etcétera, etcétera, hasta que se llegó después de cinco ensayos a una ley aceptable; sólo que aquí en México se quiere que salga perfecta una ley de manos de los legisladores. Pues bien, después de esos cinco ensayos se han dado facultades amplísimas, discrecionales, brutales, como diría el ciudadano Avilés, a la Land Commission, a lo que aquí llamamos Comisión Nacional Agraria. Esto se ha hecho en Irlanda, que es el primer país del mundo donde se llevó a cabo el fraccionamiento, antes que en Rusia y antes o a la vez que en Nueva Zelandia y en Australia. Pues bien, lo más notable, en un país aristocrático, en Polonia, el país de la aristocracia rancia, se acude también a una comisión administrativa para aplicar la ley. Aquí tiene la Asamblea la ley de Polonia, reciente, me la han dado en la Secretaría de Agricultura y dice: "Para ejecutar y asegurar la reforma agraria,...." Para asegurarla, para garantizarla, hay que entenderlo. "....Conforme a los principios enunciados, se creará una oficina nacional de colonización, la cual tendrá por objeto:" etcétera.

Toda la reforma agraria se pone en manos de una Comisión y es la única manera de hacer la reforma, señores. En nuestro país se estudia la historia no para entenderla, sino para olvidarla. ¿Qué cosa hay más conocida para todos los mexicanos que la ley de nacionalización de bienes eclesiásticos? ¿Qué cosa tienen siempre en los labios los señores liberales, sino a Juárez, a Ocampo, las leyes de Reforma y la libertad de cultos y todo eso que ya está pasando de moda? (Voces: ¡No! ¡No!) Sí, como no, muy antiguo, pero, en fin.... (Risas.) Suponiéndolas de moda, como ustedes quieran; pero esa ley de nacionalización, señores, que honra a su época, se ejecutó administrativamente, brutalmente. Y otra cosa que deben aprender los legalistas, los abogados, los retardatarios de esta Asamblea, que son muchos, es que esta ley de nacionalización se dictó, se ejecutó, se llevó a cabo contra la Constitución de 57. Eso lo sabe cualquier mexicano y tienen obligación de saberlo los abogados: La ley de nacionalización de bienes eclesiásticos está en pugna abierta con el texto del artículo 27 de la Constitución de 57, el cual nada más autoriza la desamortización de los bienes de la iglesia. Pues bien, señores, los liberales del 57, digo, del 59 -porque en esa fecha se dio la ley de nacionalización -, con toda energía, con verdadera audacia revolucionaria, pasaron por encima de la letra muerta de la Constitución de 57 y llevaron a cabo la nacionalización contra precepto expreso de la Constitución, y no paso nada; el clero se aguantó; no hubo amparos, no hubo Corte de Justicia que se atreviera a concederlos, y cuando vino la ley de adiciones y reformas a la Constitución de 57, la Ley Lerdo, la famosa ley de 25 de septiembre de 1873, ya estaban nacionalizados todos o casi todos los bienes del clero. Ese ejemplo de audacia es el que falta en esta Asamblea es el que debe tomar esta Asamblea. (Aplausos.) ¿Y saben los liberales de esta Asamblea - que parece que por desgracia son los más, los que se enorgullecen con el viejo antiguo y ya desprestigiado mote de liberales, porque eso

de liberales es ya un mote -, saben esos señores liberales, como están obligados a saberlo, quién ejecutó esa nacionalización de bienes eclesiásticos? Los jefes de Hacienda, señores, una autoridad administrativa obrando con facultades omnímodas, porque entonces había revolucionarios, y hoy la mayor parte de los revolucionarios son revolucionarios de mentirijillas. (Aplausos.) Son revolucionarios que proclaman con los labios la soberanía del pueblo y se asustan cuando un grupo de obreros entra aquí a su casa, a la casa del pueblo. (Aplausos.) En cambio, señores, si hubiera venido una representación de la alta banca, si hubieran venido damas católicas, el señor presidente se hubiera bajado de la tribuna y haciendo caravana y media (Aplausos.) les hubiera suplicado que tuvieran la bondad de pasar a honrar esta Representación; pero como era pueblo obrero, pueblo mal oliente, se les cerró la puerta de la Cámara; No hubo nadie, señores, en la directiva, ninguno de los presidentes o vicepresidentes a quien se le hubiera ocurrido una solución sencillísima: puesto que un grupo de obreros está a las puertas, nómbrese una comisión de la Cámara para recibir a ese pueblo a que pase en grupo o en comisión. ¿Por qué no se hizo así, señores? Porque aquí los revolucionarios se asustan de todo, absolutamente de todo, se asustan al pasar sobre una fracción del artículo 27, y en cambio, los liberales de 57 pasaron sobre toda la Constitución de 57, la declararon letra muerta, se enfrentaron con el clero poderoso, y el clero no pudo no digo negar, iniciar un solo amparo contra la ley constitucional de 59 que decretó la nacionalización de los bienes eclesiásticos. Insisto en ese ejemplo que nos dan los muertos, los hombres atrasados del pasado a los hombres de hoy. Revolucionarios, hombres de fibra, aquí se nos ha acabado la fibra revolucionaria. (Una voz: ¡Pero qué vivos!) Tiene usted razón, ¡qué vivos! ¡Qué comparación! ¡Los vivos de hoy, de pequeño ánimo, apocados de alma, sin energías, sin audacia, comparados a los hombres de ayer que sabían lo que hacían....! (Aplausos ruidosos. Voces: ¡Bravo!) "Excélsior" lo ha dicho el otro día - un periódico reaccionario -:

"Los bolcheviques - como se nos llama a los socialistas -, serán infames, serán feroces, serán brutales, pero tienen una sola cualidad, la que les falta a los liberales de hoy; saben a dónde van y van derecho, pasando por encima de todo" (Aplausos.) Y sobre todo señores, pasando por encima de lo más despreciable de todo: por encima de la legalidad vieja, porque aquí a este Parlamento hemos venido y aquí han venido todos los diputados, todos, y principalmente los revolucionarios, desde 1911, a destruir la legalidad vieja, la legalidad estorbosa, la legalidad imbécil que nos legara Porfirio Díaz, para substituirla por la legalidad nueva, la legalidad que impide eso que tanto asusta a los liberales fracasados y reaccionarios, la que impida lo único que puede impedir el bolchevismo: la legalidad de la transición, la legalidad nueva que mañana, de aquí a cien años, de aquí a cincuenta años será substituída por la legalidad bolchevique, que tiene que venir aquí, pese a quien pese. (Aplausos.) Esta de ahora, señores, es la legalidad intermedia, es lo que podríamos llamar la legalidad dique, o de otro modo, la legalidad que sirve de cauce, que sirve de corriente, que sirve de canalización - digamos así - a la fuerza de otra manera disolvente y de otra manera destructora, que ya empieza a rugir en Jacona, en Zamora, en Morelia, en otras partes del país. (Voces: ¡En Fabriles!)

Y la única manera de canalizar todas esas fuerzas, la única manera de que esas fuerzas no estallen violenta y brutalmente, es cambiando la legalidad vetusta por la legalidad nueva. Eso, sencillamente eso, en pocas palabras, en dos palabras, cambiar la legalidad antigua por la nueva, ese es el programa de los socialistas, ese es el programa de los hombres conscientes de la revolución, de una vez por todas, para que lo entiendan los periódicos reaccionarios y lo entiendan los compañeros retardatarios. (Risas.) Risas de inconscientes, ¿verdad?

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: ¿Por qué no haces otra revolución?

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: ¡Admirable! ¡La inconsciencia manifiesta! Precisamente, compañero Vito Alessio..... (Voces: ¡No fue él!) para no hacer otra revolución, necesitamos que se consume la que está efectuándose ahora. La interrupción del compañero me obliga a hacer una explicación necesaria en esta Asamblea, a hombres que en su mayoría quizá no entienden cómo proceden las revoluciones. Voy a explicarle al compañero Vito Alessio (Voces: ¡Fue Israel del Castillo!) cómo se hacen las revoluciones.

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: Yo lo dije.

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Otro inconsciente, es igual. Las revoluciones se hacen en esta forma: viene primero el movimiento caótico, el movimiento desbordante, el movimiento violento, vaya, para que entienda señor Vito Alessio Robles, la revolución armada, la revolución militar, la revolución del rifle, esa revolución, como dice admirablemente Luis Cabrera en algún pasaje que cita hoy Rafael Nieto: "esa revolución destruye resistencias, produce el terror, reduce a la nada materialmente a los enemigos, es decir, abre el camino, destruye escombros, prepara la vía para que venga la verdadera revolución."

Aquí se ha dicho, y lo ha dicho nada menos que el presidente del Partido Liberal Constitucionalista, el licenciado Novelo, que ya la revolución no existe, que se ha hecho Gobierno. No, señores, la revolución existe y ha entrado a una nueva etapa, a la etapa del cumplimiento de sus postulados, de la realización de su programa; esa etapa revolucionaria es la que no entienden, no saben que existe muchos de los mexicanos y, por desgracia, muchos de los diputados al Congreso de la Unión. (Aplausos.) Es decir, señores, ya una vez que se quitaron los obstáculos para la obra nueva, ya una vez que está vencida la reacción y aterrada, ya una vez que el Ejército antiguo ha sido substituído por el Ejército nuevo; ya una vez que no hay presidente, gobernadores, autoridades que se opongan a la creación de la legalidad nueva, viene entonces el periodo creativo de las nuevas instituciones. Ese periodo creativo no ha venido; ese período se ha retardado y por eso son esos síntomas de agitación, por eso es lo de Jacona, por eso es lo de Zamora, por eso es lo de Morelia, por eso son esos síntomas que aterran a todos los timoratos y que se registran

lo mismo en Puebla que en el Estado de México y que en toda la República; esos síntomas que sólo un periódico ha denunciado, "El Heraldo", y esos síntomas que asustan a "El Heraldo" y a nosotros los socialistas no nos asustan, quieren decir nada más esto: se ha retrasado la obra legislativa; los legisladores han sido demasiado morosos, y si seguimos así, entonces sí desencadenaremos sobre el país un verdadero cataclismo: el cataclismo de las fuerzas desencadenadas, inconscientes y ciegas que, quieran ustedes o no, van a tomar las tierras brutal y salvajemente, a lo Uriel Avilés, de donde las haya; van a hacer lo que nosotros no hemos sabido hacer evolutivamente, encauzando esas fuerzas populares por el camino de la legalidad nueva. Yo no creo que pueda ser esto más claro; en otros términos: tenemos que dar al país las instituciones nuevas sobre agrarismo, las instituciones nuevas sobre obrerismo, sobre crédito nacional, etcétera, que la revolución ha ofrecido; de manera que no es cierto que la revolución haya concluído la revolución está en su etapa de cumplimiento, en su etapa de construcción.....

El C. Altamirano Manlio Fabio, interrumpiendo: ¡Pero no la quieren dejar cumplir!

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: No la quieren dejar cumplir, y por eso el pueblo nos visita y por eso enarbola banderas rojo y negro por aquí y por allá. (Murmullos.) precisamente por eso, porque el pueblo se da cuenta de que ya es tiempo, después de diez años de promesas, de que esas promesas se vuelvan realidades, porque el pueblo se da cuenta de que la revolución no se reduce al derramamiento de sangre ni a la substitución del general Blanquet por el general Garza o por el general Serrano, ni a la substitución de los entonchados de ayer por los entonchados de hoy; no, la revolución sabe el pueblo que es la realización de su bienestar, de mejoría en su bienestar económico, realizada por las únicas formas realizables: la reforma para el campesino y la reforma para el obrero de la ciudad. Lo que no se ha hecho, lo que debemos hacer, y así como se hizo la reforma contra la Iglesia, audazmente, administrativamente, ejecutiva y sumariamente, ese es el mayor mérito de esta ley: confiar a la Comisión Nacional Agraria lo que ya le confía la Ley Agraria dada en Veracruz cuando todavía los revolucionarios constitucionalistas no se volvían tan tímidos como se han vuelto muchos de los obregonistas; eso es todo. La audacia revolucionaria de 1915 se ha amortiguado en el corazón de muchos, y lo que entonces se dictaba con naturalidad inmensa, dictatorialmente: "para los efectos de esta ley y de todas las demás que se expidieren de acuerdo con el programa político de la revolución...." ¡Benditos días aquellos en que se confesaba que la revolución tenía un programa que cumplir! Hoy ya no, hoy somos Gobierno; antes era programa de la revolución y hoy sigue siendo programa de la revolución, que tiene que cumplir ese mismo Gobierno emanado de la revolución. Pues estos señores entonces no se asustaban cumpliendo las leyes agrarias, creando una Comisión Nacional Agraria con facultades amplísimas, y hoy se están asustando muchos. Es un peligro, sí, pero para los intereses creados, para los latifundistas, para los hombres del pasado, y para pertenecer al pasado no se necesita tener intereses, sino que se necesita y basta tener que defenderlos consciente o inconscientemente, y ese es uno de los casos en que he visto al compañero Avilés: constituirse en defensor inconsciente de los latifundistas.

El C. Avilés, interrumpiendo: A ver, precise.

El C. Díaz Soto y Gama: Voy a precisar, porque el ciudadano Avilés quisiera que el presidente de la República lo resolviera, es decir, el Ejecutivo. ¿Se ha fijado el ciudadano Avilés cómo el ciudadano presidente de la República resuelve los asuntos?

El C. Avilés: Allí tiene Michoacán.

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Le voy a explicar cómo. Tiene una enorme lista de las personas que están en las antesalas, y a esas personas las va recibiendo cinco o diez minutos, formándose apenas ideas del asunto que llevan; de manera que la labor presidencial en el fondo y la labor de los jefes de Estado se reduce a una labor de conversación, es decir, a una labor de sugestiones. ¿Usted conoce, compañero Avilés, el libro admirable, clásico, de Eliseo Réclus, el ilustre geógrafo, sobre evolución y revolución? (Voces: ¡Cómo no! Risas.) Pues allí puede usted encontrar la eterna verdad de ese aforismo antiguo de que "los reyes se mueren por los oídos".

Esto quiere decir que fracasan y son engañados por las sugestiones malas que reciben. ¿Y sabe usted, compañero, quiénes son los que con más facilidad se acercan a los presidentes, a los jefes de Estado? ¡Pues son los ricos, los poderosos, los que tienen abogados a su disposición, los que tienen posibilidad de comprar a los políticos del día, y, en cambio, el pueblo no se hace oír de los ejecutivos! De manera que ese Ejecutivo, por grande que sea, por buenas intenciones que tenga, insensiblemente tiende a hacerse conservador y si empezó revolucionario, a los cuatro años quizá olvidó ya absolutamente sus tendencias. Quizá. En cambio, una Comisión Nacional Agraria, inspirada por las comisiones locales e integrada por revolucionarios cuyo nombramiento quede sujeto al control de la Cámara, es un cuerpo de hombres que mantiene su contacto, su cordón umbilical, con el pueblo. Evidentemente...

El C. Avilés, interrumpiendo: No, ciudadano Soto y Gama; no, no y no.

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Se lo voy a demostrar. ¿Sabe usted por qué se ha hecho tanta obstrucción a esta ley por parte de los hacendados? Precisamente por el temor que les infunde la Comisión Nacional Agraria. ¿Y por qué les infunde temor? Porque no han podido comprar hasta hoy ninguno de los miembros de la Comisión Nacional Agraria. (Aplausos.) Eso nos consta a cuantos hemos tenido que llevar expedientes; allí no sólo se está restituyendo y dotando de tierras, sino que se están reconsiderando resoluciones dadas en la época de la dictadura carrancista, reconsiderando. ¿Y sabe el compañero Avilés dónde brota el obstáculo para esa reconsideración? Tenemos un caso reciente: en los jueces de Distrito, en las autoridades judiciales. ¿Y cree el compañero Avilés que no será mejor sujetarlos al precepto constitucional que dice: todas las leyes que se derivan de este artículo 27 serán de inmediata ejecución por

la autoridad administrativa? ¿No cree el compañero Avilés que será mucho mejor eso, que sea una autoridad administrativa, sin trámites ni estorbos judiciales, la que se encargue de llevar a cabo la promesa del reparto de tierras en vez de que sean los tribunales o personas eminentemente sugestionables como los ejecutivos y los ministros? Yo digo estoy lo sostengo: la resistencia a la influencia de los burgueses, de los latifundistas y poderosos en general, la resistencia a esas sugestiones está en razón inversa del cuadrado de la altura del funcionario: tiene menos resistencia el presidente que el ministro, y menos resistencia el ministro que el empleado honrado y revolucionario de menor categoría. Evidentemente, de toda evidencia, porque el presidente de la República, para llegar a ese puesto y sostenerse en él, tiene que hacer una labor de equilibrio, no otra cosa está haciendo el general Obregón al expulsar a extranjeros y reprimir en cierta manera lo que él llama desmanes de las clases obreras; es una labor de equilibrio necesaria mientras haya estado burgués, labor que sólo cesará -esto lo saben el compañero Altamirano y los compañeros socialistas - cuando el Estado esté substituído por el otro Estado, el basado en la dictadura de una sola clase, el proletariado. Evidentemente, cualquier presidente tiene que hacer esta labor de equilibrar dos intereses. (Una voz: ¡Esa franqueza lo honra, pero no sirve! ¡Las dictaduras son malas!) Pues es lo que está haciendo el presidente, y nosotros, sabiendo que el presidente puede inclinarse demasiado del lado de los intereses creados, por eso ponemos la cuña, el contrapeso: una comisión técnica que estudie los asuntos. ¿Para qué? Para que el Ejecutivo accidentalmente y sólo en pocos casos tenga derecho de oponer su veto a las decisiones de la Nacional Agraria y nosotros proponemos, al llegar a los artículos de las facultades concedidas a la Comisión Nacional este precepto: las resoluciones de la Nacional podrán ser revocadas por el Ejecutivo, pero previo estudio que haga la Secretaría de Fomento. ¿Para qué? Para que entre la sugestión del hacendado - que quiere que no se le expropie un latifundio, y la resolución presidencial definitiva que revoque el acuerdo de la Nacional que concedió la expropiación-, entre esa sugestión y ese acuerdo presidencial se interponga un estudio sereno que destruya el efecto de la sugestión rápida de la sorpresa que pudiera ejercer el latifundista sobre el ánimo presidencial. Eso propondremos porque somos verdaderos revolucionarios, porque conocemos cuál es el funcionamiento de nuestro Ejecutivo, porque sabemos la ventaja que hay en que se haga un estudio técnico en vez de guiarse simplemente por la impresión del momento, por la sugestión deslizada al oído. Esto es muy sencillo y muy claro. Ya ve el compañero Avilés y ve toda la Asamblea, cómo las comisiones unidas están en lo justo y saben de qué se trata al proponer que las facultades dadas por la ley revolucionaria del 6 de enero - hoy ley constitucional - a la Nacional Agraria, subsistan en vez de derogar, cosa imposible por otra parte, el artículo 4o. de esa ley, para quitarle a la Comisión Agraria lo que queremos o no lo tiene de suyo conforme a precepto expreso del artículo 4o. de la ley de 6 de enero de 1915. Estoy a su disposición (Dirigiéndose al ciudadano Avilés.) para contestar. (Voces: ¡Ya se le olvidó!)

El C. Avilés: ¿Tiene usted la bondad, ciudadano Soto y Gama, de decirme cuál es el Estado actual de Irlanda, ya que tan versado está en historia? (Risas. Voces: ¡No es historia, hombre!)

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Cómo?

El C. Avilés: Que si tiene la bondad, ciudadano Soto y Gama, de decirme cuál es el estado económico, social y político de Irlanda. (Murmullos.)

El C. Díaz Soto y Gama: ¿En qué sentido? ¿En cuál de tantos?

El C. Avilés: En cualquiera, en el que usted quiera. (Risas.)

El C. Díaz Soto y Gama: Precise usted. ¿En el agrario?

El C. Avilés: Precisaré. En la cuestión social.

El C. Díaz Soto y Gama: Como no quiero desbarrar sobre Irlanda en la forma que desbarró el compañero sobre Alemania, pues francamente me reduciré a la situación agraria de Irlanda. Si usted quiere, le puedo explicar la situación agraria de Irlanda; no conozco a fondo las costumbres irlandesas ni el mecanismo de aquella política para darle a usted una clase sobre eso, me reconozco incompetente. Si quiere usted que le explique los efectos de las leyes agrarias, se los puedo explicar.

El C. Avilés: Yo que había juzgado a usted un superhombre - ya sabe usted que los superhombres ven todo -, ahora lo juzgo a usted como un superhombrecillo y yo le aplicaría a usted aquí el mote de "la Madre Matiana del Agrarismo", puesto que siempre procura usted en todas las cosas salirse por la tangente. Yo no he ido a esa tribuna a defender los intereses del latifundismo, no he venido a defenderlos absolutamente en nada y usted precisamente, agarrando la casualidad por las mechas, (Risas.) viene a sacar como consecuencia, como apoyo a su tesis, que es verdaderamente cuerda la Constitución, es decir, el artículo 27 constitucional y la ley de 6 de enero, cuando usted momento a momento está abominando de la Constitución y predicando en contra de la Constitución, lo que quiere decir que usted se pone los guantes cuando le conviene ponérselos, y cuando no, los deja a un lado, aunque le piquen los mosquitos. (Risas.) Ahora, en lo que se refiere a esto que usted llama en Michoacán movimiento agrarista, ¿sabe usted lo que hay allá en Michoacán? Pues no es nada más que una zurra de ladrones (Risas. Aplausos.) apoyados por el mugiquismo, porque allí no hay, sépalo usted, ciudadano Soto y Gama, y usted está precisamente con esta terquedad sosteniendo el mugiquismo en Michoacán, allá no hay, no existe propiamente el socialismo, porque no lo hay, porque en verdad no lo hay; usted ha estado deshonrando, precisamente con esa tenacidad de usted, al socialismo, presentando los acontecimientos de Michoacán como salidos de él; ha estado usted, sépalo de una buena vez, deshonrando al socialismo. La clase social, el verdadero socialismo, el verdadero agrarismo en Michoacán dista completamente, tal como lo oye usted, de los atentados que se están cometiendo allá en Michoacán. No eche usted, se lo suplico, ciudadano Soto y Gama, la responsabilidad de los acontecimientos en Michoacán en hombros del socialismo, no son los socialistas,

ciudadano Soto y Gama, para honra de usted, los que están cometiendo esos desmanes en Michoacán, son las chusmas, son los individuos que no teniendo otro modo de vivir se han abalanzado por el camino del robo y del asesinato. (Aplausos.) No manche usted, se lo suplico, y aunque usted no me quiera conceder a mí el título de socialista...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: No.

El C. Avilés, continuando: ...se lo suplico a usted, por el socialismo, que no esté usted insultando al socialismo michoacano queriendo echar sobre sus hombros la responsabilidad de esos crímenes cometidos allá por los pillos. (Voces: ¿Cuál es la interpelación?)

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Espero la interpelación.

El C. Avilés, continuando: Se la voy a hacer a usted, ciudadano Soto y Gama. Yo precisé mi interpelación sobre los acontecimientos de Irlanda. Si Irlanda, ciudadano Soto y Gama, estuviera en Jauja, indiscutiblemente que no estaría en revolución. Si esa ley para Irlanda, que usted acaba de leer allí, se hubiera aplicado justamente, créamelo usted que la Irlanda estaría pacificada. Luego quiere decir que ha sido un puro camouflage, "tortas y pan pintado", volveré a repetir, esa ley dada para Irlanda, así como la dada para Polonia también. Serán muy bonitas, si usted quiere, pero no han sido nada prácticas, y esa ley que usted con tanta energía defiende, pues no será una ley práctica que resuelva en verdad la cuestión agraria aquí en México. Todo hará: resolverá la cuestión política a favor de los que estén en el candelero, enriquecerá o no a la Comisión Nacional Agraria, el señor presidente será débil, el señor ministro de Industrial y Comercio lo será también, pero en el fondo el pueblo se queda y se quedará como siempre se ha quedado: como el que chifló en la loma. (Risas.)

En lo que se refiere a eso que dice usted de la desamortización de los bienes del Clero, pues también fue un camouflage; la prueba es que con eso y todo los bienes desamortizados volvieron a quedar en manos del Clero y tácitamente, prácticamente....(Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí!) el Clero, por medio de representantes, tiene todos esos bienes. Le voy a citar a usted casos precisos de Michoacán. Tiene usted en Michoacán la hacienda de Queréndaro, que regentea un alemán, pero que esa hacienda es un bien del Clero; tiene usted la hacienda de los Noriega, que regentean españoles, y esos bienes son del Clero, y así le seguiría citando infinidad de casos. De modo es que no hicieron más que cambiar de decoración, cambiar de personal y eso fue todo. Yo no voy a atacar aquí ni la buena ni la mala fe de los señores empleados de Hacienda que resolvieron ese problema, pero lo cierto es que no resolvieron nada; lo desamortizado, los bienes confiscados, todo eso quedó en manos del Clero, el Clero, en su mayoría es el dueño de los latifundios en la República, ya sea que éstos estén en manos de extranjeros, ya sea que éstos estén en manos de españoles. (Risas.) Más como ustedes no definen en esa ley lo que debe de ser latifundio, precisamente están conspirando contra los intereses nacionales. Ustedes tácitamente, verdaderamente están defendiendo los intereses de los latifundistas. Cuando ustedes digan lo que es un latifundio, el tamaño que debe tener un latifundio, entonces sí habrán resuelto el problema agrario; pero mientras ustedes se encierren en eso de dejar a una Comisión que diga lo que es un latifundio, es imposible que ustedes resuelvan el problema agrario. Le voy a poner a usted este ejemplo.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¿Todavía la interpelación sigue?

El C. Avilés, continuando: Sí, todavía, la estoy fundando. Le voy a poner este ejemplo: en Michoacán el ochenta por ciento de las tierras del territorio michoacano está en manos de extranjeros y como aquí en nuestro país, y eso sucede también en Veracruz, en Jalisco, en la Baja California, en cualquier Estado de la República... (Voces: ¡No! ¡No!) Eso es cierto, tan cierto como el candil ese que está allí. Y la creación de esa Comisión Nacional Agraria lleva tras de sí otras cuestiones. Nada menos, quiera usted o no quiera, lleva esa Comisión Nacional Agraria la idea de salvaguardar los intereses de los extranjeros. (Risas.) En Michoacán la Comisión Local Agraria pretendió dar a unos pueblos ejidos, e inmediatamente paso eso en la propiedad de los Noriega: interpusieron amparo, alegando que cómo iban a quitar aquellas propiedades para dotar a aquellos pueblos de ejidos, cuando ellos eran extranjeros.

El C. Altamirano, interrumpiendo: ¡Que las tomen los del pueblo!

El C. Avilés, continuando: Allá he ido, ciudadano Manlio Fabio. Usted que se las da de muy "bolchevique", (Risas. Aplausos.) pero que en el fondo usted, con Soto y Gama, está defendiendo a los latifundistas. Pues esos individuos ganaron el amparo, todos absolutamente lo ganaron. Precisamente por el prurito de los señores se quiere crear también una Comisión Nacional Agraria con un poder muy grande para que defienda los intereses de los extranjeros. Eso es todo, y desde el momento en que casi el setenta y cinco por ciento del territorio nacional está en manos de los extranjeros... (Voces: ¡No! ¡No!) ¿No? De propietarios extranjeros, valga la expresión, está en manos de propietarios extranjeros y ¡claro! resultará que no habrá tal resolución del problema agrario y se quedará todo en el tintero, así como se ha quedado la ley irlandesa y como se ha quedado también la ley polaca, esa que trae allí su señoría.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¿Ya acabó la interpelación?

El C. Avilés, continuando: Ahora voy a hacerle a usted una interpelación. (Risas.) Para hacerle más factible la contestación y la interpelación al ciudadano Soto y Gama, me voy a permitir suplicarle a la Secretaría que dé lectura a un pedazo de este documento del Comité Agrario de Gómez Palacio.

- El C. secretario Zincúnegui Tercero, leyendo:

"Comité particular Ejecutivo Agrario de Lerdo. - Durango.

"Al C. diputado al Congreso de la Unión, señor Uriel Avilés.- México, D.F.

"Respetable señor:

"Sin esperar más tiempo a ser favorecidos con sus apreciables letras, según nuestro escrito que tuvimos el honor de dirigirle con fecha 23 de abril último, hoy nos apresuramos en volver a molestar

su respetable atención de usted, manifestándole que hemos visto con tristeza en "El Heraldo de México", fecha 5 de los corrientes, un artículo con el rubro de "La Cámara de Diputados no estimará retroactivo el artículo 27 en materia de petróleo, pero sí en materia agraria"; lo cual quiere decir, a nuestro humilde entender, que todo se hace, con muy honrosas excepciones, a capricho y al antojo de las comisiones y no se obra conforme a la Constitución general vigente, siendo el sentido natural en este asunto, que dicho artículo no es retroactivo en ningún caso, y mucho menos serlo en materia agraria y no serlo en el petróleo; o lo declaran retroactivo en todo caso o en ninguno, ¿y por qué razón? Sólo porque al señor Soto y Gama se le ha olvidado muy pronto aquello que le dijo al señor Obregón en plena reunión que tuvieron en la Cámara para cambiar impresiones: que si el problema agrario no se resolvía conforme al artículo 27 constitucional, sería, acaso, sólo por las sugestivas palabras del futuro dispensador de favores; lo que hoy está haciendo el señor Soto y Gama de común acuerdo, para así conseguir la derogación de la Ley Agraria de 6 de enero de 1915, parte integrante del artículo 27, con una descarada, por decirlo así, violación de nuestra Carta Magna, puesto que de ningún otro modo se puede favorecer al rico hacendado y extranjero. El Artículo 27 no es retroactivo en ningún caso, pésele al mundo entero, y no se diga que el dicho de Soto y Gama es una profecía, él que no es profeta, sino en realidad un gran perturbador de la paz pública; puesto que el mencionado artículo 27 a su principio dice, tratándose de las tierras y aguas y, por lo mismo, en relación a todos los intereses nacionales, lo siguiente: "La propiedad de las tierras y aguas corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada", esto, en nuestro concepto, quiere decir que el dominio se tramita legalmente y no por medio de composiciones leoninas, que resultan en perjuicio del interés público, como sucede en nuestro caso de dotación de ejidos a Lerdo; los terrenos que elegimos pasaron a propiedad de los actuales dueños, por medio de composiciones del Gobierno porfiriano. Sigue diciendo el mismo artículo que: "La nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, para hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y para cuidar de su conservación. Con este objeto se dictarán las medidas necesarias para el fraccionamiento de latifundios"; es decir, decimos nosotros, que deben hacerse solamente leyes reglamentarias y no nuevas leyes que desbaraten a las constitucionales, como se pretende hacer con la Ley Agraria de 6 de enero de 1915, que a más de lo que explica el artículo 27, ella misma, en su artículo 11, dice: "Una ley reglamentaria determinará la condición en que han de quedar los terrenos que se devuelvan o adjudiquen a los pueblos, y la manera y ocasión de dividirlos entre los vecinos, quienes entretanto los disfrutarán en común."

El C. Avilés, interrumpiendo la lectura: Sigue hablando el documento ese de otras cosas referentes al mismo hecho. Ahora sí voy a concretar mi interpelación al ciudadano Soto y Gama. Ya ve el ciudadano Soto y Gama que no está tan bien fuera de aquí, de México, la reputación del señor, entre los elementos agraristas de los Estados; ya ve cómo ellos piensan enteramente distinto a él y en cosas de fondo, etcétera, ya ve el señor Soto y Gama cómo no todo lo que relumbra es oro, cómo de aquí para allá se ven las cosas de un modo y de allá para acá de otro. El ciudadano Gandarilla está también muy enterado de estos acontecimientos de Durango, de cómo la Comisión Nacional Agraria ha jugado un papel en contra de los intereses de Gómez Palacio; ya ve el ciudadano Soto y Gama cómo yo sí tengo razón al sostener que la creación de esa Comisión Nacional Agraria no traerá como consecuencias sino las más malas al país, que no resolverá el problema agrario, y lo está viendo. Yo quiero que me diga con fe, con serenidad, con ecuanimidad, si es verdad que esta Comisión Nacional Agraria resolverá conforme a los cánones revolucionarios, conforme a los principios más puros revolucionarios, el problema agrario.

El C. Díaz Soto y Gama: Para contestar. Son dos las interpelaciones: la primera relativa a la cuestión de Irlanda, que yo no puedo ni debo contestar, respecto a la situación total de Irlanda; pero voy a contestar por conducto de la Secretaría, leyendo al ciudadano Avilés, al escéptico del señor Avilés, un pequeño cuadro que termina con estos dos datos.

- El C. secretario Zincúnegui Tercero, leyendo:

"Área cultivable de Irlanda, según el censo de 1911, 18.779,810 acres.

"Área agrícola que resta por expropiar, 6.577,219 acres."

El C. Soto y Gama, continuando: Muchas gracias. Ya ve la Asamblea lo audaz, lo eminentemente audaz, lo exageradamente audaz - por no decir otra expresión -, que es el compañero Avilés hablando de lo que no sabe. (Aplausos.) El problema de Irlanda, que él nos declaraba que había fracasado, la expropiación que había fracasado, ha dado este resultado: sobre una área cultivable de diez y ocho millones de hectáreas, sólo faltan por expropiar seis millones. ¿Quién es más veraz? ¿Quién dice la verdad? ¿Quién dice la verdad, el señor Avilés, el socarrón de Avilés, o la Comisión? (Risas.) Ahora voy a contestar todas sus otras necedades. (Refiriéndose al C. Avilés:) ¿Que yo estoy unas veces contra la Constitución de 17 y otras a favor? ¡Pues así estamos todos los revolucionarios! ¿Pues qué usted está por aquellos preceptos de la Constitución de 17 que han creado una dictadura legal? No, ¿verdad? Pues yo tampoco. Nosotros, los revolucionarios aceptamos lo bueno de la Constitución, es decir, el 27, menos la torpeza de confiar a los gobiernos locales la resolución del problema agrario, por eso se ha iniciado la reforma de la Constitución de 17. Estamos con el 123, contra el artículo 4o., contra el artículo 13, contra la interpretación del artículo 13. ¿Qué tiene eso de particular? De manera que nosotros, para que usted lo sepa de una buena vez, señor Avilés, y todos los que hagan un arma tonta, como siempre se viene haciendo aquí, arma de una serie de necedades contra los

revolucionarios de la Cámara, nosotros estamos con los preceptos legales y revolucionarios de la Constitución de 17 y estamos contra los preceptos reaccionarios que por inercia, como dijo Manrique, quedaron allí, por inercia de los constituyentes que se atuvieron a la consigna o a la imposición de Carranza. Está claro, de una vez por todas, necesitamos ir aclarando posiciones poco a poco. Voy a otro disparate del compañero: la Comisión Nacional Agraria que ahora se trata de crear. Voy a leerle por cuarta, quinta o sexta vez el artículo 4o. de la Ley de 6 de enero de 1915, que es ley constitucional:

"Artículo 4o. Para los efectos de esta ley y demás leyes agrarias que se expidieren, de acuerdo con el programa político de la revolución, se crearán:

"I. Una Comisión Nacional Agraria..."

De manera que nosotros no la creamos, si esa Comisión es peligrosa para los latifundistas, no para otra clase de personas, culpa es de ley de 6 de enero y del artículo 27 que la declara constitucional. De una vez por todas. Luego la interpelación sobre el eterno caso que los oposicionistas a este Gobierno están haciendo a cada paso: el caso de Torreón. Ya expliqué hasta la saciedad que allí se ha procedido con cautela no por la Comisión Nacional Agraria, sino por el Ejecutivo en persona; él será el responsable y no la Comisión Nacional Agraria. Si se ha estado procediendo con cautela es por tratarse de intereses ingleses, y no es la Nacional Agraria la que se ha plegado a consideraciones de orden internacional, ha sido el Ejecutivo y está procediendo con habilidad. De manera que el golpe de usted se vuelve contra usted: el Ejecutivo es más peligroso respecto a los extranjeros, que la Nacional Agraria que había dado un acuerdo y se le impidió porque se le atravesó el Ejecutivo, que es el que tiene que cuidar de los intereses internacionales. Ya ve usted que el Ejecutivo tiene que ser menos radical que la Comisión Nacional Agraria. ¿Qué otra cosa le contestaré al compañero de ese fárrago de disparates? Le voy contestar lo de Michoacán. El compañero Avilés quiere imponernos aquí su estrecho y tonto criterio localista y no ve en Michoacán más que el fantasma de Múgica, y ve al fantasma de Múgica porque tiene la seguridad de que estando Múgica en el poder no volverá a ser electo diputado al Congreso de la Unión. (Aplausos. Voces: ¡Muy bien!) El compañero Avilés, parte interesada, tiene muchísima razón en desvelarse todas las noches, en pasar las noches de claro en claro y el día de turbio en turbio, pensando nada más en "¿de qué manera haré para desprestigiar a Múgica y para lograr que salga del poder?" Lo hemos visto a él, en persona, encabezando a su "claque" de Michoacán, a sus sugestionados de la diputación de Michoacán, hacer toda clase de esfuerzos desesperados aquí, en el Senado, cerca de la Presidencia, en la Corte, por la prensa, por todos los medios, para derrocar a Múgica. No ha podido, por desgracia para él, por fortuna para el agrarismo de Michoacán....

El C. Avilés, interrumpiendo: ¡Pero ya podremos!

El C. Soto y Gama, continuando: Pues bien, esa pasión personal, esa predisposición personal a Múgica, no puede ser compartida por la Asamblea que tiene que ver las cosas desde un punto de vista más alto. Ya el otro día metió a la Cámara en el conflicto aquel obrero de provocar la indignación obrera por no haberse enlutado la tribuna popular en honor del más eminente, del más puro de los agraristas de Michoacán. Ya entonces extravió el criterio de la Asamblea y hoy quiere otra vez extraviar el criterio no sólo de la Asamblea, sino de la nación entera, con su interpretación estrecha y mezquina de los asuntos de Michoacán. Yo, para contestar a su pregunta, para confundirlo, no tengo más que hacerle esta pregunta: ¿La lapidación de la oficina periodística de León también fue obra de Múgica, también fue obra de esos pillos?

El C. Arroyo Che.: Yo se la puedo contestar.

El C. Soto y Gama: No, un momento. Nosotros sabemos, señores, que los acontecimientos que se están presentando en el país son excesivamente alarmantes.

El C. Avilés: Para contestarle. (Voces: ¡Tiene derecho!)

El C. Soto y Gama: El señor Avilés sin ser Comisión y con pretexto de una interpelación, habló una hora larga y muy mal; la Comisión estará hablando mal, no tal mal como el señor Avilés, pero tiene que contestar la interpelación. Pues bien, señores, se necesita ceguera de espíritu, estar en las condiciones que pintaba Cristo a los israelitas: "tienen ojos y no ven, oídos y no oyen", para no comprender lo que está pasando en el país. El general Obregón sobre eso tiene una frase gráfica, pintoresca. Dice: "Tendrán que levantarse frente a frente, nos decía hace dos meses, el fanatismo religioso frente a frente del fanatismo agrarista". ¿No es así, compañero Altamirano? Ese es el punto de vista elevado en que debemos colocarnos. Desgraciadamente el clero, saliéndose de su papel, empieza a agitar a las masas. Usted protestará, con su criterio provincialista, todo lo que quiera sobre el caso de León, yo lo que no puedo creer es que sea una coincidencia que hace quince días se asesinó a Isaac Arriaga por elementos clericales, y a los quince días una procesión de damas católicas e individuos, quizá Caballeros de Colón, vayan a apedrear la bandera rojo y negro y a tratar de apedrear a un periodista. Y le daré otro dato que no es de Guanajuato ni de Michoacán; en Querétaro se reparte a la salida de las iglesias unas hojas firmadas por el obispo de Querétaro, donde se repudian las tendencias agraristas y socialistas. Eso también me lo va a explicar por el lado del mugiquismo y usted por el lado del madracismo, señor Arroyo. Se necesita ceguera, señores. Los elementos retardatarios están aprovechándose de nuestra morosidad, de nuestra apatía, de nuestra falta de espíritu revolucionario para oponer una resistencia que no hubieran opuesto si las leyes revolucionarias se hubieran dado con tiempo. Ese es el peligro para el país, ese es el criterio que no como Comisión, sino como revolucionario y mexicano sostengo y la Comisión sí viene a decir de una vez por todas que es necesario dar esta Ley Agraria. El compañero Avilés no está en este caso con la Comisión sino con la reacción; no hice más que estar observando la cara de las personas cuando creía Avilés estar aplastando a la Comisión.

Se reía el compañero Castillo, abogado; Serrano, que ha estado obstruccionando la ley, y volvía a ver a los socialistas a ver si aprobaban las palabras de Avilés y los socialistas estaban molestos, porque Avilés inconscientemente, está dando cara cada vez más hacia la reacción. (Aplausos.)

El C. Avilés, interrumpiendo: Miente usted. ¡Usted miente, miente y miente! (Campanilla.) Y no retiro la palabra: ¡miente, miente y miente!

El C. Soto y Gama, continuando: Se lo voy a probar. En esta tribuna usted ha hablado contra los honores rendidos a Isaac Arriaga; en esta tribuna usted vino a decir que no tenía nada de manifestación clerical la que causó la muerte a Isaac Arriaga, con tal de ir contra Múgica. Después de haber defendido a los católicos, vino a defender a un latifundista diciendo que se estaba haciendo el crimen de obligarlo a que se le decomisara el maíz. Es una prueba más de que el ciudadano Avilés, por pasiones personales, locales, sin sentirlo y por un apasionamiento enteramente impropio, se va poco a poco, con tal de atacar al revolucionario enemigo, dando cara a los enemigos de la revolución.

El C. Avilés, interrumpiendo: ¿Pero quién le ha dicho a usted que Múgica sea revolucionario?

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: De tal suerte que no debemos contagiarnos de ningún modo con ese apasionamiento provinciano y mezquino del compañero Avilés. Vuelvo a mi tesis. Todos los revolucionarios socialistas nos damos cuenta perfecta de que esta ley tiene asegurado un amplísimo "devenir", un dinamismo seguro, garantizado, como lo tuvo la Ley de Irlanda. ¿Por qué creemos eso? Porque tenemos fe en la revolución. Yo tengo la seguridad, la tienen todos los revolucionarios, de que tan fuerte es ya el impulso adquirido - y conste que lo mismo que hay inercia en el reposo, hay inercia en el movimiento; hay inercia en carros de ferrocarril, por ejemplo, que toman impulso y que después, aunque la máquina que los arrastraba se retire, siguen moviéndose por sí solos -. Esa es inercia en el movimiento. Pues bien, señores; el impulso adquirido por la revolución, el deseo de tierras, el deseo de reformas ha llegado a ser de tal manera vigoroso en el pueblo, que nada ni nadie puede detenerlo; de manera que es muy pobre de espíritu, es muy miope el que cree que las comisiones agrarias en lo sucesivo y los ejecutivos y las Cámaras legisladoras en lo sucesivo van a ser más reaccionarias o menos revolucionarias que las actuales. No, señores; todos los futuros gobernantes tendrán que ir cada vez más lejos, o caerán; de manera que al confiarnos en una Comisión distinta de la carrancista, es porque confiamos en el empuje popular de todos los demás organismos. Por eso nosotros, confiando en el revolucionarismo de esta Cámara y de las futuras como garantía para preservar de toda corrupción a la Comisión Nacional Agraria, que por vía de ensayo, de transición entre el régimen presidencial y el parlamentario se concede a la Cámara el derecho de destituir a los miembros de la Nacional Agraria. Allí está precisamente la honradez de la Comisión, eso que no entienden los reaccionarios, eso que asusta a Norberto Domínguez, eso es lo que nos salva de toda suspicacia. Si mañana esa Comisión se inclina del lado de los intereses extranjeros, como usted le hace poco favor al creerlo así, la Cámara de Diputados destituirá a los miembros de la Comisión Nacional Agraria, lo tiene en la mano, por eso proponemos esto, porque desconfiamos del Ejecutivo y de la Nacional Agraria y tenemos que confiar en la elección cada dos años de representantes. Si cada dos años aumenta la tendencia revolucionaria, el empuje revolucionario del pueblo, cada dos años tiene que ser más revolucionaria la Cámara. Por eso decía con mucha razón Norberto Domínguez, que en lo sucesivo vendrán puros agraristas, a tal extremo, que cuando se presenta un compañero cualquiera, por ejemplo, Serrano, le gritarán desde las curules: "no vuelves a venir" y el interpelado dice: no vuelvo a venir, pero digo lo que pienso. De manera que todo el mundo se da cuenta clara de que el empuje revolucionario no cederá, sino que aumentará y todo el mundo se da cuenta de que la garantía contra estas posibles humanas corrupciones de la Comisión Nacional Agraria está en el artículo que proponemos. Sí la Cámara tiene confianza plena en la incorruptibilidad, en la pureza absoluta de esa Comisión, rechazará el artículo propuesto por la Comisión y dirá: No, que el Ejecutivo nombre esta Comisión a su antojo; en cambio, si los miembros de la Cámara son tan suspicaces como lo es la Comisión y el compañero, no aceptarán que intereses tan sagrados se confíen de una manera discrecional a una Comisión, sino que esa Comisión tiene que estar sujeta a una revisión de la Cámara. Ahora, compañero, si usted duda de sí mismo y cada uno de nosotros duda de nosotros mismos, entonces sí hay razón para creer que la revolución va a ser traicionada. Pero si sabemos nosotros que un simple voto de la Cámara puede destituir a los miembros de la Comisión que no cumplan, ¿dónde está el peligro de la Comisión Nacional Agraria y dónde esa traición a la revolución que nos imputa el compañero Avilés? (Aplausos Ruidosos.)

El C. Del Castillo Israel: Pido la palabra.

El C. presidente: ¿Con qué objeto?

El C. Del Castillo: Para interpelar a la Comisión.

El C. presidente: Tiene usted la palabra. (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!)

El C. Del Castillo: No, señores; es muy poco lo que voy a decir para que suba a la tribuna. (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!) Es muy poco y muy poco interesante, ¿para qué se me pide que suba a la tribuna? (Siseos.) El ciudadano Soto y Gama, que indudablemente padece amnesia... (Siseos.) Sí, señores; padece amnesia; que siseen los paniaguados de las galerías. El ciudadano Soto y Gama ha olvidado que en su último discurso había ofrecido poner este debate a la altura que se merece esta Representación Nacional, y hoy lo ha arrastrado por los suelos y ha venido a esgrimir de nuevo los ataques de "inconscientes", "reaccionarios", "imbéciles" y "tontos". (Siseos.) Y, bien, señores; yo, ciudadano Soto y Gama, que soy uno de los representantes a los que usted llama inconscientes, tengo el mismo derecho para llamarle a usted reaccionario y aun para leerle el artículo 83 del Reglamento, que previene que cuando un individuo esté interesado en el debate, que tiene algún interés

personal, que ya se ve en usted, puesto que no va usted a esa tribuna a informar, sino a defender a capa y espada el imbécil, es estúpido proyecto de Ley Agraria que se ha presentado a la consideración de la Asamblea; nosotros podríamos decirle otro tanto, que es reaccionario, retardatario, porque desde el año de 17 que se promulgó esta Constitución, en vez de defenderla aquí, estuvo, por circunstancias que no quiero saber, levantado en las montañas del Sur, en donde ha declarado después que no hay problema agrario, después de que nos habla tanto de su revolución agrarista. Y, bien, señores; yo no quiero ir allá. Quiero decirle al ciudadano Soto y Gama y a la honorable Asamblea, que todos nosotros a quienes nos llaman inconscientes, somos más revolucionarios que el ciudadano Soto y Gama y que lo que queremos es que se haga una buena ley agraria. (Siseos. Gritos. Desorden.) ¡Estoy fundando mi tesis, no me interrumpan! Lo que queremos es que se haga una Ley Agraria, es que se construya una vía de progreso en el país, sobre la vía de progreso del estado económico en que nos hallamos; lo que queremos es construir una vía ancha que tenga 90 libras de peso por pie de riel, en vez de tener 45, pero sin destruir, sin acabar con las alcantarillas y puentes ya existentes. No queremos destruir todos los puentes y fundir todos los rieles del ferrocarril del progreso, del ferrocarril económico actual de la República para construir algo grande que por de pronto nos dejará sin ferrocarril, sin vías de progreso, y nos matará de hambre. Voy ahora a mi interpelación. ¿Cree el ciudadano Soto y Gama que el poquísimo, que el precario crédito agrícola - porque el crédito bancario está muerto, todos lo sabemos -, creen las comisiones que el crédito agrícola, que es lo único que está ahora impulsando la producción, no se morirá cuando sepa el capital que en esta ley hay un artículo que dice que una Comisión Nacional Agraria será el árbitro para decir si tal o cual finca es latifundio? Honorable Asamblea, ya sé que el ciudadano Soto y Gama va a contestarme con subterfugios o quizá con insultos; pero si él me contesta con insultos, yo también sabré contestarle de la misma manera. (Siseos.)

El C. Altamirano, interrumpiendo: ¿Cuál es la interpelación?

El C. Del Castillo Israel, continuando: No he terminado, ampuloso diputado. ¿Prestaríais vuestros capitales para impulsar una finca, para hacer una obra de irrigación, por ejemplo, cuando no supiérais que esa finca iba a ser declarada, a juicio de la Comisión Agraria, como un latifundio? Seguramente que para que ustedes hicieran el préstamo, antes tendrían que ir a la Comisión Nacional Agraria para saber si estaba de acuerdo en que aquello fuera o no un latifundio; y así, señores, no se hace labor de producción, así no se aumenta la producción, así no se hace labor de patria. (Murmullos.) Ciudadano Soto y Gama: a usted lo estoy interpelando y tiene usted la obligación, como caballero, de atenderme. (Siseos.) De manera, señores, que concretando: nosotros, los liberales, a quienes nos ha llamado inconscientes el ciudadano Soto y Gama, no queremos destruir el estado económico actual para construir aquí, de plano, un régimen soviet, porque sabemos nosotros que quien tal hace se muere. Yo lo que quiero es que se construya sobre el estado económico en que vivimos, y no dejamos de reconocer todos los revolucionarios de esta Cámara, aunque nos insulte el ciudadano Soto y Gama - y en lo sucesivo, lo vuelvo a repetir, con insultos y si es necesario con balazos (Voces: ¡Huy! ¡Huy! Gritos. Siseos. Desorden. Campanilla.) yo le contestaré -, somos los primeros en reconocer que habiendo acabado la lucha armada, ha llegado el momento de seguir dentro del terreno de las leyes en esta Cámara, en este recinto; ha llegado el momento de fijar la atención en la marcha vertiginosamente acelerada de la evolución social, porque hoy (Voces: ¡Hoy! ¡Hoy!) los pueblos están viviendo muy rápidamente, sí señores, y eso es lo que queremos también. ¿Por qué se nos viene a decir reaccionarios, por qué se nos viene a decir retardatarios, y por un individuo que no ha sabido ni cómo se lleva un fusil, ni cómo se carga un cañón, (Siseos. Gritos. Silbidos. Campanilla.) sino que solamente ha sabido estar viviendo de la revolución? (Siseos. Aplausos. Desorden. Campanilla.) No me importan los siseos de los paniaguados del ciudadano Soto y Gama, (Voces: ¡Huy! ¡Huy!) yo no tengo amigos en las galerías y tengo la seguridad de que esos aplausos sí son nacidos del corazón. (Voces: ¡Pero pocos!) Pocos, pero buenos. (Risas. Aplausos.) Con qué, concretando mi interpelación, ciudadano Soto y Gama, dice el artículo 4o.:

"La Comisión Nacional Agraria, en nombre del Ejecutivo de la Unión y previa la solicitud respectiva de tierras, será la autoridad facultada para hacer, en cada caso, la declaración de que una finca rústica es latifundio."

Y mi pregunta es ésta, honorable Asamblea, para que si el ciudadano Soto y Gama nos satisface, yo vote en pro del artículo; pero yo necesito que me satisfaga, yo necesito que ese omnisciente, que esa figura luminosa de Soto y Gama me ilustre; pero yo tengo la conciencia, señores compañeros, de que al crédito agrícola se le da una puñalada con este artículo de la ley. Tengo la seguridad, señores compañeros, de que mañana cualquier capital que quiera ser invertido en una tierra para su mejoramiento, para que la producción aumente, tendrá antes que ir el propietario a ver al ciudadano ministro o a la Comisión Nacional Agraria para que pongan el visto bueno, para que digan si aquello es o no latifundio.

El C. Díaz Soto y Gama: Para que el compañero Israel del Castillo no se moleste en su susceptibilidad, voy a cederle la palabra al ciudadano Siurob.

El C. Del Castillo Israel: No, quiero que usted conteste.

El C. Díaz Soto y Gama: Es de tan poca importancia lo que usted ha dicho, que realmente no vale la pena contestarle. (Aplausos.)

El C. Siurob: Honorable Asamblea: No creo, ni por un momento, que sea de poca importancia el motivo de la interpelación que hizo el ciudadano Del Castillo; pero sí creo que la Comisión está perfectamente capacitada para resolver en este caso el tema de su objeción, que es el siguiente: si la Comisión Nacional Agraria es la que va a resolver sobre si una finca es o no latifundio, se acabará el crédito agrícola. ¿He entendido?

El C. Del Castillo Israel: Sí, señor.

El C. Siurob: Yo respondo así: el crédito agrícola de un país se funda en su capacidad para producir, así como también el crédito, agrícola de un individuo se funda en su prestigio como hombre de trabajo y como poseedor de una fuente de producción. Ahora bien; como en virtud de la ley se crea una gran fuente de producción, mucho mayor de la que actualmente existe, puesto que el latifundio produce menos que las parcelas que de él se originan, es claro que el crédito agrario podrá fraccionarse en tantas parcelas cuantas sean aquéllas en que se van a dividir los latifundios, pero de ninguna manera puede acabarse, sino, al contrario, renacerá más vigoroso y próspero al encontrar en la parcela dada a cada individuo, una fuente superior de producción y, por consiguiente, al aumentar la producción el número de individuos poseedores de parcelas que producen mayor cantidad que el latifundio, el crédito, si bien es cierto que se habrá dividido, será, en cambio, más sólido, porque se fundará sobre una producción mayor. Esta es la manera como la Comisión contesta la interpelación. Como confirmación de este dato, se encuentra el hecho de que aumenta la riqueza en todos los lugares en donde se fracciona la tierra. Al aumentar la riqueza y la producción, aumenta el comercio, aumenta la industria, aumentan todas las demás esferas de la actividad social, y al aumentar todas las esferas de la actividad social, aumenta el crédito de un país. ¿Cuándo tenían más crédito los Estados Unidos, cuando apenas estaban fundando sus colonias en las regiones inexploradas del Far West, cuando apenas se extendían como tentáculos todas aquellas masas de campesinos que iban explorando y abriendo brecha en los bosques, que iban arrasando la tierra para convertirla en laborable; cuándo tenían más crédito, antes de que se hiciera eso, cuando aquellas tierras eran yermas, cuando eran desiertos, o ahora que las tierras están cultivadas, ahora que las tierras producen, ahora que las tierras pertenecen a un mayor número de individuos y, por consiguiente, rinden mayor fruto por su cultivo? (Aplausos.) Cree la Comisión haber contestado la interpelación del compañero; ya ve que no han sido insultos.....

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: No, compañero.

El C. Siurob, continuando: Las comisiones agrarias lamentan que solamente cuando se trata de hacer alguna interpelación o alguna objeción, se dirijan especialmente a un solo miembro de las comisiones, a determinada persona. Creen que no debe puntualizarse ni personalizarse en esta clase de debates, sino que sencillamente se deben pedir las luces o las explicaciones en donde quiera que estas explicaciones se encuentren; es una obstrucción para la marcha de la ley el hecho de estar personalizando a cada momento esta clase de asuntos. Por otra parte, una censura muy respetuosa a mi compañero de Comisión: no se debe tampoco, por las comisiones, personalizar esta clase de debates, ni mucho menos convertirlos en políticos. Por mi parte, al terminar la discusión de este artículo 4o. de la Ley Agraria, pido desde ahora respetuosamente la palabra al señor presidente para rectificar hechos de mi estimable compañero de Comisión, pero no como miembro de la Comisión, sino como simple diputado al Congreso de la Unión. Cree la Comisión haber contestado la interpelación del ciudadano Del Castillo.

El C. presidente, a las 9.10 p. m.: Se levanta la sesión y se cita para el lunes, a las cinco de la tarde.