Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210602 - Número de Diario 56

(L29A1P1eN056F19210602.xml)Núm. Diario:56

ENCABEZADO

MÉXICO, JUEVES 2 DE JUNIO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I. - PERIODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II - NUMERO 56

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA

2 DE JUNIO DE 1921

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2. - Se da cuenta con los documentos en cartera.

3. - Continúa la discusión del artículo 6o. del proyecto de ley sobre el Fraccionamiento de latifundios; a votación; se levanta la sesión por falta de "quórum".

DEBATE

- Presidencia del

C. LARA G. RAFAEL

(Asistencia de 128 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 6 p. m.: Se abre la sesión.

- El C. prosecretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día primero de junio de mil novecientos veintiuno. - Período extraordinario.

"Presidencia del C. Rafael Lara G.

"En la ciudad de México, a las seis y cinco de la tarde del miércoles primero de junio de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintiséis ciudadanos diputados.

"Se aprobó el acta de la sesión celebrada el día anterior y se dio cuenta con los siguientes documentos:

"Telegrama de Mérida, Yucatán, en que el C. diputado Benjamín Carrillo Puerto comunica que el día primero de este mes emprenderá su viaje de regreso a esta capital. - De enterado.

"Escrito de números vecinos de Cocula, Jalisco, en que protestan en contra de las disposiciones agrarias en vigor y piden se reitere de la discusión el proyecto sobre fraccionamiento de latifundios. - Recibo, y a su expediente.

"Iniciativa de los CC. Liborio Espinosa y Elenes, Ernesto Aguirre Colorado, Prieto Laurens y Díaz Soto y Gama, relativa a que se convoque a elecciones extraordinarias de diputados al Congreso de la Unión en aquellos distritos electorales que no tengan representantes en esta H. Asamblea.

"Dispensados los trámites, se turnó a la segunda Comisión de Gobernación.

"Los CC. Altamirano y Díaz Soto y Gama rectificaron hechos y el primero hizo aclaraciones.

"Después de que el C. Cienfuegos y Camus hizo diversas consideraciones acerca del artículo 4o. del proyecto de Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios, se permitió a las comisiones respectivas retirar este precepto, el cual se presentó inmediatamente reformado y se puso a debate.

"El C. Manjarrez se opuso a que entrara a discusión desde luego dicho artículo 4o. reformado; pero la Presidencia sostuvo su determinación y ésta subsistió.

"El C. Sánchez Pontón, inscripto en contra, insinuó una reforma e interpeló a las comisiones, contestándole el C. Siurob. - El C. Sánchez Pontón agregó que se reservaba el derecho de presentar en su oportunidad una modificación para este artículo.

"Se concedió la palabra en pro al C. Cienfuegos y Camus, quien desistió de hacer uso de ella, después de una moción de orden del C. Francisco Soto.

"Declarado con lugar a votar al artículo 4o., se aprobó por ciento cuarenta y dos votos de la afirmativa contra dos de la negativa de los CC. Alonzo Romero e Israel del Castillo.

"El precepto aprobado dice como sigue:

"Artículo 4o. La Comisión Nacional Agraria, con el carácter de cuerpo consultivo que le da la ley de 6 de enero de 1915, y previa la solicitud respectiva de tierras, será la autoridad facultada para hacer, en cada caso, la declaración de que una finca rústica es latifundio. Esa declaración se hará de acuerdo con el criterio establecido en el artículo anterior y teniendo en cuenta los siguientes factores, a fin de fundar técnicamente su resolución:

"I. La calidad de las tierras y sus condiciones de irrigación;

"II. La altura sobre el nivel del mar de la finca de que se trate, con todos los detalles de clima que se deriven de dicha altitud;

"III. El régimen meteorológico de la región;

"IV. La ubicación de la finca con relación a los centros de población y a los medios de comunicación con dichos centros;

"V. La abundancia o escasez de brazos y el tipo medio de jornal en la comarca;

"VI. La falta de cultivo en todo o en parte y los procedimientos, primitivos o modernos, empleados para éste, y

"VII. La extensión de la finca en relación con las demás del Estado o de la región.

"La declaración que en cada caso haga la Comisión Nacional Agraria será revisada por el Ejecutivo de la Unión, por el conducto constitucional de la Secretaría de Agricultura y Fomento."

"Respecto del artículo 5o., las comisiones aceptaron una modificación propuesta por los CC. Huerta y Sánchez Pontón y aquél se reservó para su votación.

"Presidencia del C. Carlos Riva Palacio.

"El C. Cienfuegos y Camus rectificó hechos y contestó una pregunta del C. Gustavo P. Serrano, quien hizo una aclaración.

"A debate al artículo 6o. del citado proyecto de Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios, el C. Gandarilla pretendió que las comisiones lo fundaran; el C. Sánchez Pontón habló en contra e interpeló a las Comisiones, a nombre de las cuales respondió el C. Siurob.

"Presidencia del C. Rafael Lara G.

"El C. Jesús Z. Moreno usó de la palabra en contra.

"Por las comisiones lo hizo en pro el C. Siurob. El orador fue interrumpido por aclaraciones de los CC. Sánchez Pontón y Gandarilla, interpeló a éste, quien contestó, y dio respuesta a una pregunta que le dirigió el C. Rodrigo Gómez.

"El C. Jesús Z. Moreno interpeló a las comisiones, contestándole el C. Altamirano y ampliando esa contestación el C. Siurob.

"El C. Huerta impugnó el artículo 6o. que nuevamente fue apoyado después por el C. Siurob.

"A las ocho y treinta y siete de la noche se levantó la sesión y se citó para el día siguiente, a las cinco de la tarde."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Cámara de Senadores del congreso del la Unión. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Número 464.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Presente.

"Para los efectos del artículo 135 de la Constitución, tenemos la honra de remitir a ustedes el expediente relativo a las reformas del artículo 14 transitorio y de la fracción XXVII del artículo 73 de la misma Constitución, y el proyecto de declaración aprobado por el Senado.

"Reiteramos a ustedes las seguridades de nuestra atenta y distinguida consideración.

"México, 1o. de junio de 1921. - L. J. Zalce, S. S. - Juan Barrón Vázquez. S. S. - Recibo, y a las comisiones unidas que tienen antecedentes.

"Cámara de Senadores del Congreso de la Unión. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Número 463.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de diputados. - Presente.

"En sesión del Senado celebrada ayer, resultaron electos para funcionar en el presente mes como presidente, el C. Francisco Field Jurado y como vicepresidentes los CC. Jesús Zafra y Cristóbal Ll. y Castillo.

"Lo participamos a ustedes para que se sirvan hacerlo del conocimiento de esa H. Cámara de la que son dignos secretarios, reiterándoles las seguridades de nuestra atenta y distinguida consideración.

"México, a 1o. de junio de 1921. - L. J. Zalce, S. S. - Juan Barrón Vázquez, S. S." - De enterado.

"Congreso de los Estados Unidos Mexicanos. - Comisión Permanente. - Número 986.

"En virtud de que ha sido incluído en la convocatoria al período de sesiones extraordinarias que está celebrando la H. Cámara de Diputados el asunto relativo a la solicitud del Ayuntamiento de Mexicali, B. C., pidiendo su erección legal a pueblo y la dotación de terrenos para su fundo legal, tenemos el honor de remitir a ustedes los documentos, plano y anexos que en relación con el mismo asunto se han recibido en esta H. Comisión Permanente.

"Protestamos a ustedes las seguridades de nuestra consideración muy distinguida.

"México, 1o. de junio de 1921. - R. Santos Alonso, S. S. - I. Borrego, D. S. - A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - Presente." - Recibo y a la 1a. Comisión de Gobernación que tiene antecedentes.

"Suprema Corte de Justicia de la Nación. - México. - Estados Unidos Mexicanos. - Número 153 a.

"A los ciudadanos secretarios de la Cámara de Diputados. - Presente.

"Ruego a ustedes, señores secretarios, se sirvan dar cuenta a la H. Cámara de Diputados, con la siguiente nota: hoy, con arreglo a lo prevenido por el artículo 97 de la vigente Constitución, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, se ha servido designar al subscripto como presidente para el año que comienza con esta fecha y termina el 31 de mayo de 1922, que es el tercero de su ejercicio legal, abriéndose el noveno período de sesiones. Asimismo, se reanudaron con los requisitos de estilo las labores constitucionales.

"Al tener el honor de comunicarlo a ustedes para su conocimiento y demás efectos, me es satisfactorio hacerles saber también, por acuerdo expreso del mismo Alto cuerpo, que éste continuará sus funciones, como siempre, con el propósito firme de impartir cumplida justicia, apegándose a nuestra Carta Magna y con el más amplio espíritu de cordialidad y armonía hacia los otros poderes de la Unión, el Legislativo y el Ejecutivo, cooperando así a la paz y al bienestar de la patria.

"Sírvanse ustedes, señores secretarios de la H. Cámara de Diputados, aceptar nuestra más distinguida consideración y afecto.

"México, 1o. de junio de 1921.- El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Enrique Moreno." - De enterado.

"Numerosos vecinos de Arenal, Jiquilpan, Apulco, Ameca, San Gabriel, Etzatlán, Tuxpan y Ahualulco, Estado de Jalisco, envían doce memoriales por los que protestan en contra de las disposiciones agrarias vigentes, y piden no sea aprobada la Ley de Latifundios que actualmente se discute." - Recibo y a su expediente.

"Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - Estados Unidos Mexicanos. - 1a. Comisión de Peticiones.

"H. Asamblea: "Por acuerdo de vuestra soberanía fue turnado a esta 1a. Comisión de Peticiones, para su estudio y dictamen, el escrito que envió a esta H. Representación Nacional el C. David Cuéllar Calderón, en el que hace un estudio acerca del problema agrario en la República.

"Como esta Comisión ha hecho al citado escrito el examen de rigor y habiéndolo encontrado dentro de los requisitos legales, estima pertinente se turne a las comisiones unidas 1a. y 2a. Agrarias, que son las capacitadas para el estudio y resolución del asunto que entraña.

"En tal virtud, tenemos el honor de presentar a vuestra ilustrada consideración, el siguiente punto de acuerdo:

"Pase a las comisiones unidas 1a. y 2a. Agrarias, el escrito del C. David Cuéllar Calderón.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D. F., a 2 de junio de 1921.- Eliseo L. Céspedes. - Salvador Saucedo." Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

- El mismo C. secretario: Continúa la discusión del artículo 6o. de la Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios, que dice así:

"Las expropiaciones a que se refiere esta ley, sólo podrán hacerse a medida que vayan siendo presentadas las solicitudes de parcelas respecto de cada finca en particular."

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Serrano.

El C. Cerda: Pido la palabra para interpelar a la Comisión. (Voces: ¡Después!)

El C. Serrano: Honorable Asamblea: Al venir a atacar el artículo 6o., es con la idea de apoyar en seguida la proposición que representamos anoche los ciudadanos Moreno, Huerta, el que habla, Israel del Castillo, y Reyes, en la cual pedimos que las expropiaciones a que se refiere esta ley sólo puedan hacerse cuando se hayan presentado cuando menos veinte solicitudes de parcelas respecto de cada finca en particular, acreditándose previamente el hábito del trabajo y la capacidad necesaria de los solicitantes para cultivarlas. Esto va en cierto modo de acuerdo con la iniciativa original del Ejecutivo, que en su artículo 10 dice así:

"Los adjudicatarios de parcelas deberán acreditar previamente que tienen el hábito del trabajo y la capacidad necesaria para cultivarlas."

Desde que se discutió esta ley en lo general, quedamos de acuerdo en que el objeto del fraccionamiento de latifundios es el beneficio social y no el beneficio de unos cuantos. Sí al fraccionarse una finca sólo se va a atender a que dos o tres o cinco individuos, siempre un número relativamente pequeño de ellos, soliciten su parte y se les entregue quitándosela al mismo propietario, no veo yo francamente que resulte un beneficio social con substituir a un individuo por unos cuantos. Cuando los intereses de los individuos están en frente de los intereses de otros individuos, naturalmente que tienen que prevalecer los de aquellos que han tenido derechos adquiridos, como es el caso de los que ya tienen propiedades. Cuando los intereses de la sociedad están enfrente de los intereses de los individuos, es muy diferente; entonces los intereses sociales son aquellos a los cuales se debe atender de preferencia, y no vemos nosotros, los que proponemos la modificación al artículo 6o., cómo por el hecho de que unos cuantos individuos, 3, 4 ó 5 soliciten tierras, haya que dárselas con perjuicio del que ya las tiene.

Nosotros proponemos que sean por lo menos 20, porque entonces sí ya se acusa una demanda de un gran número de familias, entonces está el interés ya de los muchos y escogemos este número como algo que puede ser el mínimum, no es un número que pudiera ser definitivo; pero sí daremos una idea de que deben ser los intereses de los muchos enfrente de los intereses o de los derechos de uno solo. Proponemos también que demuestren capacidad para el trabajo, porque de otra manera de nada serviría quitarle a un individuo, que con procedimientos buenos o malos está cultivando su tierra pero siempre cultivándola, para dársela a otros que no tienen ninguna clase de elementos ni capacidad para trabajar y que sencillamente nos conducirá a un fracaso en la producción. Yo no veo por qué un campesino que no tenga ni siquiera conocimientos de la agricultura pueda hacer producir la tierra, máxime cuando no está creado el crédito agrícola y está muy lejos de crearse todavía. El Gobierno sería absolutamente imposible que le suministrara a aquel colono pobre, a aquel indígena todos los elementos que necesita para sostenerse durante los dos o tres primeros años de siembra, y si el Gobierno no se los puede suministrar, tampoco hay que esperar que un particular se los suministre. Luego entonces lo dejamos abandonado a merced de su buena voluntad, sin ningunos elementos, confiado seguramente en que va a recibir la ayuda del mismo que le dio la tierra, confiado a su buena suerte y a su esfuerzo, pero destinado a fracasar él. Y no es lo malo que fracase él solo, que ya es un gran mal, sino que con su fracaso trae como consecuencia la disminución de la producción de aquel latifundio que se trata de fraccionar. Decimos nosotros que demuestren su capacidad para trabajar

y no quiere decir, como decía el compañero Siurob, que se vaya a exigir a cada solicitante un certificado de conocimientos agrícolas, un certificado de haberse graduado en una escuela o algo por el estilo; no, señores, un campesino que ha sabido depositar la semilla en el surco y que ha sabido abrir los surcos, prácticamente se supone que está capacitado para cultivar unas cuantas hectáreas de terreno en su provecho. No se necesitan tampoco certificados notariales ni municipales; hay tantas maneras sencillísimas que se pueden proponer y que la misma Comisión Nacional Agraria, a su juicio, o la Secretaría de Agricultura y Fomento pueden exigir, que no se necesita entrar aquí en pormenores; simplemente una sencilla información testimonial, dos o tres compañeros del solicitante, dos o tres personas honorables de la localidad que lo conozcan de antemano y que den fe de que ha estado trabajando en una finca agrícola, que no es un borracho ni un ladrón, ni un individuo incapacitado, que no es un ciego, en fin, que demuestre nada más una mediana aptitud para el trabajo y que tiene algunos elementos para comenzar a trabajar, como es un arado, una yunta, o siquiera la semilla; pero, en fin, algo y no que venga con las manos cruzadas y su palabra de honor de que está capacitado o que tiene manera de trabajar. No es forzoso tampoco que se llame a declarar al dueño del latifundio; es claro que será al que menos habrá de preguntarle, pero no es el único que pueda dar esta clase de testimonios. No sólo afirmo esto como opinión propia, sino que estoy apoyado por altas personalidades en materia agraria; ya el ciudadano presidente de la República, poco antes de que tomara posesión de su puesto, hizo aquí declaraciones en ese sentido, y no las refiero porque sean de él, en su carácter de primer magistrado, sino porque es un labrador viejo y bastante competente en la materia, es un hombre práctico, uno de esos hombres prácticos que tanto lastiman en estos últimos días a ciertos individuos que no quieren que nadie sea práctico, pues parece que esto de ser práctico es algo así como ser muy reaccionario. Hay otra autoridad enteramente insospechable en este sentido: el ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, señor Villarreal; él ha dicho esto: creo que todo aquello que sea dar tierras a individuos que no estén capacitados para trabajarlas. será un fracaso en la resolución del problema agrario y traerá por consecuencia la disminución en la producción, y desearía interpelar aquí al ciudadano diputado Rodrigo Palacio que oyó esta declaración de parte del señor secretario de Agricultura y Fomento, para que me diga si es cierto lo que acabo de asentar.

El C. Palacio: Con permiso de la Presidencia Efectivamente, hace algunos días que el señor diputado Serrano y yo fuimos al Ministerio de Agricultura y Fomento a tratar algunos asuntos que nos interesaba conocer, y el señor ministro de Agricultura y Fomento, a pregunta especial que le hiciera el señor Serrano, le contestó así poco más o menos, porque yo no recuerdo exactamente sus palabras, sino únicamente la idea en mí quedó grabada; así es que le contestó poco más o menos: que sería conveniente que ese reparto es hiciera o se principiara a hacer entre aquellas personas más capacitadas.

El C. Serrano: Ya ve, pues, la Comisión cómo dos de las autoridades que son más de tenerse en cuenta en esta materia, opinan que al hacer el reparto de tierras debe tenerse en cuenta que los individuos puedan hacer un buen uso de ellas y que no vayan a convertirse en tierras ociosas en seguida. Se ha dicho aquí que entonces si exigimos que sean veinte individuos por lo menos los que se necesitan para declarar que una tierra es latifundio y que debe fraccionarse que entonces se es inconsecuente con el artículo 1o. de esta ley que dice que la nación reconoce el derecho natural, etcétera, que tiene todo individuo para poseer y cultivar para sí una parcela. Yo a esto le contestaría a la Comisión y muy particularmente al señor Siurob, lo siguiente: Días pasados alguien interpelaba al señor diputado Siurob; el señor diputado Siurob no deseaba contestarle; el ciudadano diputado insistía diciéndole que tenía obligación de contestar y entonces el compañero Siurob le contestaba que, efectivamente, el Reglamento exigía que las comisiones respondieran a las interpelaciones de los diputados, pero que no decía cuándo. Yo con esa misma lógica le diré: la nación reconoce el derecho que todo individuo tiene para poseer, etcétera, un pedazo de tierra, pero no dice dónde. De manera que si un individuo quiere un pedazo de tierra y es él solo con tres o cuatro más, no es forzoso que se le dé donde él la quiera; la nación no puede reconocer al individuo que se le ha de dar un pedazo de tierra donde él quiera; se le dará donde se pueda, donde le convenga a la nación, no donde él exija. Se que defendemos a los latifundistas y que por esto venimos a sostener estas ideas y a retardar la expedición de la ley. Algo hay de esto. Yo de mí sé decir que aquí estoy defendiendo los intereses de un latifundista y creo que los demás miembros que firmaron conmigo esta ampliación no sé si se habrán dado cuenta de que estamos defendiendo a un latifundista; voy a decir quién es: es el señor presidente de la Segunda Comisión Agraria, el señor Siurob. Si se exige que sólo cuatro o cinco individuos sean suficientes para que se fraccione un latifundio, sin algún otro requisito, ofrezco a usted, compañero Siurob, que desde ahora me inscribo entre esos cuatro o cinco y quiero que sean tierras de las de usted las que me den y no de ningún otro, porque esas me gustan. (Aplausos.)

El C. Siurob, interrumpiendo: Bien Hecho.

El C. Serrano, continuando: No veo por qué si un individuo dice: quiero que la nación me reconozca el derecho de poseer tierras, se le han de dar donde él guste; puede ser que haya otros latifundios que a la nación le convenga más repartir. De manera que si bastan cuatro o cinco individuos que pidan que se fraccione un latifundio sin que tengan los requisitos que he indicado, sólo se destruirán las haciendas sin que la nación se beneficie con ello; creo que al fraccionarse los latifundios debe buscarse el interés social y no los de cuatro o cinco fraccionistas que quieran instalarse allí. Hay que ver también la parte práctica al hacer el fraccionamiento. La ley indica la forma en que se han de fraccionar, y si nada más porque unos cuantos individuos soliciten parcelas se va a proceder a la medición, a la adjudicación de los terrenos, a darles posesión, etcétera, con eso se vendría encima un

trabajo laboriosísimo para cada caso particular. Se fracciona la parte de finca que piden los campesinos que primero solicitan tierras, a poco andar vienen otros y se hace otro fraccionamiento que quizá no quede de acuerdo con el anterior; no será fácil tal vez dar salida a la aguas en cada lote, etcétera; van a ser fraccionamientos hechos por diferentes comisiones, en distintas épocas, por diferentes individuos sin tener en cuenta las necesidades de aquellas agrupaciones, y una colonia de veinte o más individuos ya requiere realmente que se mande una comisión a que estudie aquel problema, que trace conforme a las conveniencias generales el fraccionamiento, el desagüe los callejones de salida, etcétera, etcétera. Pero si se va superponiendo fraccionamiento sobre fraccionamiento, va a quedar después allí una tela de araña que será verdaderamente imposible desenmarañar. Por eso yo creo que por razones sociales, por razones de conveniencia nacional y por razones de facilidades para el Gobierno, se debe exigir un límite para que no los latifundistas, o aquellos que se suponga que lo son, queden a merced del primero que llegue, esté o no capacitado para trabajar. Podrá suceder que muchas veces cinco excelentes campesinos necesiten tierras y que honradamente vayan a solicitarlas para que el Gobierno se las dé de la finca que ellos soliciten; pero más generalmente sucederá que puedan juntarse cuatro o cinco individuos que no tienen ni los elementos, ni la capacidad ni el deseo siquiera de trabajar y que simplemente para hacer daño, o bien para negociar con aquellas tierras, en una de las quinientas formas en que se puede negociar, como seguramente no se le ocultará a la Comisión, digo yo, quieran un pedazo del latifundio de fulano, y aquellos individuos, en lugar de ser cinco excelentes campesinos, pueden ser cinco excelentes amigos de lo ajeno, y nada más. ¿Y por qué no vamos a garantizar a la sociedad contra estos individuos, ya que cuando se trata de 20, éste es un número respetable y es garantía de la buena fe de aquellos individuos? Hay haciendas que tienen 100 ó 200 hectáreas; francamente yo no creo que en la Baja California pueda constituir un latifundio; quizá aquí mismo en el Distrito Federal en algunos casos no se constituye. Sin embargo, esos hacendados que están trabajando, trabajando con todas sus fuerzas, con todas sus energías, con toda su fe, están a merced de cuatro o cinco sujetos que jamás han sabido trabajar, y a los que no se les exige, siquiera que demuestren el hábito del trabajo y no tienen ni una yunta ni un arado para ir a trabajar. ¿Cómo es posible que le vayan a decir al Gobierno: "aquí están 500 ó 100 hectáreas; queremos veinte para cada uno de nosotros", y vayan a quitársele a aquel ciudadano que las está trabajando en su provecho y en provecho de toda la nación? No quiero ser más extenso; creo que éstas son razones serias que debe tomar en cuenta la Comisión para modificar el artículo que está a debate en el sentido en que nosotros lo proponemos.

El C. Gandarilla: ¿Me permite el señor presidente interpelar al orador, en caso de que él lo consienta?

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gandarilla.

El C. Gandarilla: Las leyes se hacen evidentemente para que se cumplan; de otra manera, resultaría que es verdad lo que dijo algún ciudadano representante en un momento de guasa: las leyes no sirven para nada, y estamos perdiendo el tiempo. Creo que el criterio del señor diputado Serrano es ese, que las leyes deben cumplirse, mejor dicho, que puedan ser cumplidas. Nos dice el ciudadano Serrano que no es conveniente que se den tierras a algún individuo que no tenga capacidad para cultivarlas, ni los elementos, etcétera. Me opongo a la afirmación concreta, pero quiero preguntarle lo siguiente: vamos a suponer que soy un comerciante en pequeño que acaba de quebrar; necesito y quiero cultivar un pedazo de tierra, como me lo concede la Constitución; no estoy enterado del proceso largo de la ley y pregunto al compañero Serrano, como legislador que fue, como autor de esta ley: compañero Serrano, quiero tierras, no soy campesino, ni tengo elementos, ¿tengo o no derecho a una parcela?

El C. Serrano: Desde luego contesto al ciudadano Gandarilla lo siguiente: Que la nación reconoce el derecho natural, etcétera, a todo ciudadano de poseer tierras en los términos de esta ley, no puede concederlas de otra manera; si ese comerciante cuando vaya a hacer su solicitud no está en los términos de la ley, sencillamente se le dirá que no se le pueden dar; que vaya primero a conseguir elementos; que la nación da tierras a individuos que las vayan a cultivar y no a los que estén incapacitados.

El C. Gandarilla: La contestación del ciudadano Serrano no me ha satisfecho absolutamente. Le he preguntado cómo podría mejorar mi condición, cómo podría salir de la miseria, y al pedirle su consejo en su carácter de legislador, me ha dicho que me sujete a las condiciones de esta ley, que no conozco. Quiero que me diga si en el caso en que me he colocado tengo o no derecho a un pedazo de tierra.

El C. Díaz Soto y Gama: Pide la palabra la Comisión, señor presidente. La había pedido desde antes. (Desorden. Campanilla.)

El C. Gandarilla: ¡Moción de orden!

El C. Díaz Soto y Gama: Había pedido la palabra desde antes.

El C. Gandarilla: ¡Moción de orden! Pido moción de orden, porque le hice una interpelación al señor Serrano en uso de la facultad que usted me concedió al darme la palabra para hacerle esta interpelación; se la he hecho al Compañero Serrano, pero como no me ha contestado, insisto en que me conteste.

El C. Serrano: Con permiso de la Presidencia voy a obsequiar al compañero Gandarilla. (Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia manifiesta al señor Gandarilla que el señor Serrano contestó ya la interpelación que le hizo su señoría.

El C. Gandarilla: Pero no contestó lo que yo quería.

El C. Díaz Soto y Gama: Ya está contestado.

El C. Serrano: Voy a contestar, con permiso de la Presidencia.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Serrano: Yo no puedo decirle terminantemente al compañero Gandarilla cómo debe hacer ese comerciante, porque todavía no está terminada la ley. Precisamente estamos haciéndola, señores.

¿Cómo le voy a decir yo si ese comerciante puede o no adquirir sus tierras? Luego que se apruebe o que se deseche este artículo o, más bien dicho, al terminar la discusión de esta ley, entonces yo le podré contestar al señor Gandarilla si dentro de este proyecto de ley ese señor comerciante podrá o no recibir tierras de la nación.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Díaz Soto y Gama: Señores diputados: Cada vez me convenzo más de la clara inteligencia del compañero Serrano. Creían ingenuamente algunos compañeros que ya estaba allanado enteramente el camino de la Ley Agraria, cuando el compañero Serrano, con la habilidad y sutileza que le reconozco plenamente, nos presenta la obstrucción última, la última de las obstrucciones, que por cierto ya se esperaban las comisiones unidas, la única obstrucción que cabía para la ley, obstrucción seria después de aprobados los cuatro primeros artículos: era la obstrucción que ha planteado habilísimamente con mucho talento, el compañero Serrano. Pero felizmente las comisiones unidas, es decir, los miembros que las integramos, hemos pasado ya de la infancia y ya nos damos cuenta un poquillo de los argumentos del contra y del pro de las argucias del contra. Digo yo que es la última obstrucción que se podía presentar a la reforma agraria, obstrucción seria, por esto: porque los latifundistas, como todos los individuos que defienden intereses creados, son capaces de agarrarse de un clavo ardiendo, esto es: de acudir a toda clase de estratagemas y de valerse de cualquier portillo que se les deje en una ley que lástima sus intereses ilegítimos, por cierto, con tal de sacar avante la defensa de esos intereses; el portillo, que no será la Comisión la que lo deje abierto a los latifundistas, es el que propone el compañero Serrano. ¿Cómo quiere el compañero que seamos tan inocentes los agraristas, que permitamos a los hacendados que disponen de los presidentes municipales, de los jueces, de las autoridades, hasta de los gobernadores; cómo quiere que permitamos a los hacendados, que son los señores feudales, que son los todopoderosos, que les dejemos un resquicio, que no es un resquicio, sino que es una abertura, una ventana, una puerta, un camino real para sus intrigas, como es el exigir todas esas cosas a los infelices labriegos? Pruebas de que tienen capacidad o hábito del trabajo, que tienen conocimientos especiales o bastantes, que tienen elementos suficientes y han de ser veinte los solicitantes, eso es lo que nunca podremos admitir los agraristas conscientes. ¿Qué no ve el ciudadano Serrano que comprendemos que todo lo que tienen que hacer los latifundistas es lo que ya empezaron a hacer, esto es, descorazonar a los solicitantes de tierras? ¿Qué no sabe el compañero que esa labor se está haciendo ya con una malicia, con una perfidia, con una perversidad satánica en todos los distritos agrícolas de la República? Si no lo sabe, sí lo sabemos los agraristas; en el Partido Nacional Agrarista tenemos montones, rimeros de papeles en que se contiene la queja constante, la denuncia constante hecha por campesinos de que el hacendado, muchas veces, por desgracia, en connivencia con el cura de aldea, amenaza a los que piden tierras con toda clase de castigos temporales y espirituales. Hay casos, como el de la hacienda de San José del Carmen perteneciente a ese pernicioso latifundista, a ese señor de horca y cuchillo que se llama don Manuel Llamosa, uno de los latifundistas más perniciosos del país; hay casos como ese, en que este hombre está esmerándose en estos momentos en sus ferocidades contra los jornaleros por el sólo hecho de que teme que pueda llegarles la tentación de pedir tierras; hay individuos golpeados brutalmente por ese hombre, abofeteados y pateados por él, porque es un vigoroso patán, un enorme hombre que abusa de su fuerza hercúlea para descargarla sobre esos infelices jornaleros, y el cura del lugar, en connivencia infame y criminal con él, declara en el púlpito y lo dice urbi et orbi a voz en cuello: todo liberal, todo agrarista, todo socialista, todo individuo que pida tierras deben ustedes matarlo a puñaladas, a balazos, a pedradas, a palos, como se pueda. Esas son las denuncias que tenemos, esa es la labor que se está haciendo en toda la República. ¿Por qué? Porque como el ciudadano general Alvaro Obregón, desde que se discutió aquí la primera vez el asunto agrario, anunció ya que él daría tierras únicamente cuando hubiera solicitantes, los latifundistas, que no son lerdos, dijeron: pues a impedir que haya solicitantes. Es claro como la luz. Nosotros, los que estamos tratando a diario estos asuntos, sabemos las dificultades con que están tropezando los campesinos, las argucias de que tienen que valerse, de que se valdrán, de que se están valiendo ya desde hace muchos meses los hacendados. De manera que nunca aceptaremos nosotros, los de las comisiones, esa modificación. La Cámara, evidentemente que se convencerá, está ya convencida. Vamos ahora a contestar analíticamente, parte por parte, las objeciones del compañero.

El quiere que sean veinte; nosotros decimos, sostenemos, que en todas las agrupaciones humanas, en todas las colectividades humanas , en todas las masas humanas, lo que domina es la inercia, la fuerza de la inercia, el miedo, la inactividad; de tal suerte, que sería absurdo suponer que en poblaciones esclavizadas durante siglos, como son las poblaciones agrícolas, hubiera numerosos individuos capaces de romper esa inercia, capaces de sobreponerse al miedo, para presentarse en grandes masas a iniciar las solicitudes de fraccionamiento. Eso es psicológico y es sociológico, querido compañero. Se presentará en cada caso un pequeño grupo de audaces, esos pequeños grupos de inovadores que siempre son la minoría ínfima aun en sociedades más avanzadas aun en sociedades más despiertas; pero en sociedades de infelices campesinos, vuelvo a decir, agobiados por la esclavitud secular, ese número de individuos tiene que ser exiguo, tiene que ser mezquino tiene que ser insignificante. No habrá muchos campesinos, no digo ya veinte, ni diez, ni ocho individuos que sean capaces, en una hacienda, de lanzar el grito de emancipación contra el hacendado, y más cuando éste tiene como aliado al presidente municipal, al cura, al juez y aun a sus propios puños, como pasa con Manuel Llamosa; es imposible admitir eso, seríamos unos niños , chicos de teta, si aceptáramos esa clase de artículo, que destruiría el resto de la ley. Si aceptáramos lo que se propone, declaro terminantemente que estaría muerta definitivamente

la reforma agraria; esto sí sería una abominable tanteada a los campesinos y burlarse de ellos; constituiría una abjuración y un timo que haría la Cámara de Diputados, pero ese timo no se hará.

Vamos ahora a esos requisitos que quiere el compañero. Insisto desde luego en el capítulo inevitable de las argucias de los hacendados, dar derecho al hacendado para que se compre a una autoridad, porque una autoridad es la que tiene que calificar esos requisitos, para que diga, cualquiera que sea la autoridad, sea un presidente municipal, una Comisión Local agraria, un juez, de todas maneras, siendo una autoridad pequeña, tiene que estar sujeta a la influencia del hacendado; ¿y cómo vamos a permitir al hacendado que desenvuelva sus argucias y sus abominables estratagemas para lograr que se diga non possumus, no procede la solicitud, no ha lugar, ese no ha lugar de los jueces, de las autoridades arbitrarias, aliadas con los poderosos; no ha lugar porque no tienes el hábito del trabajo, porque no eres apto, porque eres beodo y eres flojo? ¿Qué no sabe el compañero que uno de los argumentos torales de los hacendados, argumento especioso, es que en su finca abundan los holgazanes, los inservibles, los ebrios? ¿No ve el compañero lo fácil que es alegar eso y calumniar? ¿Ignora el compañero que hay también en el Partido agrarista y en todos los grupos socialistas quejas innumerables en ese sentido, y que los individuos que piden tierras han sido acusados, no ya de ebriedad o de holgazanería, sino de crímenes inventados por los latifundistas? ¿Ignora que se están valiendo hasta de los tesoreros municipales, de los empleados de rentas, para imponer multas y meter a la cárcel a los campesinos, castigándolos por el delito de pedir tierras? ¿Cómo en presencia de estos hechos vamos a consentir en semejante traición al agrarismo? ¡No, compañero Serrano! Esta es la primera razón que tienen las comisiones para no caer en la trampa que se les pone. Vamos ahora a analizar más profundamente lo que propone el compañero. ¿Para qué cree el compañero Serrano que se ha propuesto la reforma agraria en la República?

El C. Serrano, interrumpiendo: ¿Me permite usted contestarle?

El C. Díaz Soto y Gama, continuando: No, yo me voy a contestar. (Risas. Murmullos.) La reforma agraria se ha propuesto, señores, y se llevará a cabo no sólo como se cree vulgarmente, para favorecer a los campesinos, porque éste es un error muy grande; la reforma agraria se ha dado para dar salida a la congestión de la población citadina; la reforma agraria indirectamente viene a resolver el problema obrero; la reforma agraria abrirá, dará la salida de la labor del campo a los obreros que sobran en las ciudades, a los obreros sin trabajo o a los obreros que no estén de acuerdo con las condiciones férreas de trabajo que se les imponen en el taller, es decir, el campo será la liberación de los esclavos del taller. Así entendemos los agraristas y así entiende la República la reforma agraria Por eso yo no por un golpe oratorio ni por una maniobra como ha dicho algún periódico, he dicho que la reforma agraria es la válvula de seguridad para que por ella se escapen las fuerzas desencadenadas, actualmente en ebullición, que obran agitadamente dentro de nuestra organización nacional, sino que he dicho una verdad matemática, una verdad social: de hecho todo el descontento reinante, toda la miseria existente, tendrá como cauce de salida, tendrá como remedio la reforma agraria. De manera, compañero, que esta reforma agraria ha de servir para que vayan al campo no sólo los campesinos que conocen el cultivo, no sólo los obreros que no conocen el cultivo y que quieran aprenderlo, sino también la población sobrante de las ciudades, y también el hombre de la clase media, el hombre que sufre por las condiciones de asfixiamento en que el proletariado de saco y levita gime en las ciudades. ¡Si éste es el objetivo de la Ley Agraria! ¡Si está creada igualmente para favorecer al campesino como para favorecer al obrero y para favorecer al hombre de la clase media! ¡Si precisamente tiende a que en lugar de que en México se incurra en el vicio del profesionismo, de ese profesionismo a outrance, de esa tendencia heredada de la época colonial que lleva a todo individuo de la clase media a dedicarse, antes al sacerdocio o a la carrera de las armas y hoy a la abogacía para robar elegantemente, para robar dentro del Código, o a la medicina para matar al prójimo. (Risas.) o a la ingeniería para construir casas que se derrumben! En vez de esa tendencia fatal, en vez de esa tendencia profesionista y burocrática, se trata de abrir corrientes nuevas, lo que llaman los franceses le retour a la nature, la vuelta a la madre naturaleza, la vuelta al regazo de la naturaleza, que es la fecundadora por excelencia, la purificadora de nuestros vicios, aquella precisamente que evita los vicios que señalaba en el proletariado citadino, porque uno de los hechos indudables es que todo lo que hay de vicio, lo que hay de artificio en la ciudad, hay de pureza e integridad de vida en el campo; por eso en el país los campesinos han hecho las grandes revoluciones; ellos han sido los héroes, son la base de sustentación de los gobiernos y son también los que los derriban. De manera que hacer la reforma agraria quiere decir hacer la paz y hacer el progreso: eso es lo que venimos a pedir las comisiones unidas y es lo que no podemos renunciar y no renunciaremos ni en todo ni en parte. ¿Qué más quiere que le diga, compañero Serrano?

El C. Serrano: Nada.

El C. Díaz Soto y Gama: Es más, exigir hábito del trabajo a los infelices jornaleros que toda su vida no han hecho más que trabajar, es un verdadero sarcasmo, ¿pues de qué cree usted que viven los jornaleros? ¿Vivirán como nosotros los diputados, del Erario público? Habría que exigir hábito del trabajo a las latifundistas, a los políticos, a los diputados; concibo que se someta a examen al señor Serrano para que vea un alienista o un psicólogo si ha perdido el hábito del trabajo con el año que tiene de estar en la Cámara de Diputados; pero no cometo el disparate de suponer que un jornalero que no tiene más medios de vida que su trabajo diario no tenga el hábito del trabajo ¿pues de qué vive? Hábito del trabajo sí habría que exigir a los latifundistas, vuelvo a decir. (Aplausos.) Ya ve el compañero Serrano que no somos tan niños para imponer el requisito absurdo del hábito del trabajo, ni tampoco para dar lugar a que los latifundistas obstruccionen esta ley; llegar a eso sería destruir el efecto saludable de la Ley

Agraria, es decir, su trascendencia sobre el problema obrero, su trascendencia sobre el problema de la clase media. Creo que me he explicado; pero si es preciso que me explique más, estoy dispuesto a ello, a pesar de que lo dicho es diáfano y transparente, con una transparencia que no es posible hacerla mayor.

El C. Serrano: ¿Me permite una aclaración la Comisión?

El C. Díaz Soto y Gama: Sí, señor.

El C. Serrano: Pido la palabra para hacer una aclaración, con permiso de la Presidencia. Siempre que venimos a atacar un artículo, la eterna contestación es la misma que nos acaba de producir el compañero Soto y Gama: los defensores del latifundismo, los obstruccionistas, etcétera, etcétera. Yo aquí, señores, afortunadamente no voy solo; voy del brazo del ciudadano presidente de la República y del ciudadano ministro de Agricultura y Fomento, supuesto que en el proyecto que mandan a la Cámara se dice:

"Los adjudicatorios de parcelas deberán acreditar previamente que tienen el hábito del trabajo y la capacidad necesaria para cultivarlas."

No voy a aclarar los otros conceptos que me atribuye el compañero Soto y Gama, porque la Asamblea es bastante inteligente para haber entendido lo que yo dije y para entender lo que dijo el señor Soto y Gama. Además, quedan estampadas mis palabras y las de él en el DIARIO DE LOS DEBATES y con esto me basta.

El C. Díaz Soto y Gama: Pido la palabra para contestar (Voces: ¡Ya no! ¡Ya no!)

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Franco Urías: Moción de orden. Suplico a su señoría que se sirva cumplir con el artículo 121 del Reglamento.

El C. Díaz Soto y Gama: Me decía algún compañero que, efectivamente, el compañero Serrano iba colgado del brazo del general Obregón, pero probablemente del brazo que le falta. (Risas. Aplausos.) Las comisiones unidas tuvieron buen cuidado de cambiar impresiones con el general Obregón antes de presentar su dictamen, con este objeto: que no viniera la voz poderosa del Ejecutivo a aplastar todos los artículos de la ley que no le agradasen. Logramos convencer al general Obregón de muchas de nuestras reformas, y una de las reformas de que quedó convencido fue la relativa a la supresión del artículo propuesto por él. Lo convencimos, lo convenció, mejor dicho, el compañero Siurob, que fue quien se encargó de esta misión, con estas pocas palabras más o menos: en un proyecto formado por los surianos reformando el del general Obregón, se dice terminantemente en el artículo 10 de dicho proyecto:

"Se propone su supresión, en vista de las dificultades prácticas que se presentarán para justificar en algunos casos los requisitos que el artículo señala..."

Los mismos requisitos de capacidad, trabajo y conocimientos para el cultivo.

"...y principalmente en atención al peligro de que ese precepto sea utilizado para saciar venganzas, realizar intrigas por parte de las autoridades o de los hacendados, sacar ventajas en materia de tierras por parte de los caciques, de los acaparadores o de sus agentes, etcétera, etcétera."

"Además - El argumento toral - uno de los objetos de la Ley Agraria es permitir que los obreros de las ciudades se libren de la esclavitud del taller, refugiándose en las labores del campo..."

Es lo que tenía que contestar la Comisión.

El C. secretario Valadez Ramírez: De acuerdo con la solicitud del ciudadano Franco Urías contenida en el artículo 121 del Reglamento, por acuerdo de la Presidencia se consulta a la Asamblea si el asunto está suficientemente discutido.

El C. Del Castillo Israel: El reglamento señala que hablen seis oradores.

- El mismo C. secretario: La Secretaría aclara que no han hablado tres oradores como lo previene el artículo 121, sino cuatro en contra, y, por lo tanto, cabe preguntar si el asunto está suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Hay mayoría de pie. Suficientemente discutido. En votación económica se consulta si ha lugar a votar.

El C. von Borstel: Una petición...

- El mismo C. secretario: Se hace notar que el Reglamento dice que declarado un asunto suficientemente discutido, no cabe sino votar.

El C. von Borstel: Pero la Comisión ha ofrecido reformar su artículo.

- El mismo C. secretario: En votación económica se consulta si ha lugar a votar. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Hay mayoría de pie. Ha lugar a votar.

El C. Espinosa Luis: Una aclaración antes de votar. La Comisión ofreció reformar el artículo; que diga en qué sentido se va a votar.

El C. Díaz Soto y Gama: Igual, como está.

El C. Siurob: La Comisión, en vista de haberse convencido de que no estaba la Asamblea en el sentido de la reforma propuesta, no reforma nada y deja el artículo como está.

- El mismo C. secretario: El artículo que se va a votar dice así:

"Articulo 6o. Las expropiaciones a que se refiere esta ley, sólo podrán hacerse a medida que vayan siendo presentadas las solicitudes de parcelas respecto de cada finca en particular."

Por la afirmativa.

El C. Ramos Esquer: Por la negativa. (Se recoge la votación.)

El C. Ramos Esquer: Votaron por la negativa 8 ciudadanos diputados.

- El mismo C. secretario: Votaron por la afirmativa 112 ciudadanos diputados. No hay quórum. (Voces: ¡Lista! ¡Lista!) Se hace saber a la honorable Asamblea, que después de que se tomó la votación, únicamente han llegado dos ciudadanos diputados. Los ciudadanos Serrano Hermosillo y Lavín. Después de que se tomó la votación. (Voces: ¡Lista! ¡Lista!) Nada más hay 122. (Desorden. Protestas.) Por acuerdo de la Presidencia se levanta la sesión y se cita para mañana a las cinco de la tarde, hora oficial. (7.10 p. m.)