Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210629 - Número de Diario 68

(L29A1P1eN068F19210629.xml)Núm. Diario:68

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 29 DE JUNIO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERIODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II.- NUMERO 68

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA

29 DE JUNIO DE 1921

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior. Rinde la protesta de ley el C. José Victoria, diputado suplente por el 9o. distrito electoral de Michoacán.

2.- Se da cuenta con los documentos en cartera, concediéndose licencia a los CC. diputados Herminio S. Rodríguez y Vicente Alvarez.

3.- A discusión el artículo 7o. reformado, del Proyecto de Ley para el Fraccionamiento de Latifundios, se retira. Reformado nuevamente, se reserva para ser votado. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. CHAPA PEDRO A.

(Asistencia del 133 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 5.58 p.m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veinticuatro de junio de mil novecientos veintiuno.- Período extraordinario.

"Presidencia del C. Rafael Lara G.

"En la ciudad de México, a las seis y cuarto de la tarde del viernes veinticuatro de junio de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta ciudadanos diputados.

"Fue aprobada el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"Dióse cuenta con un proyecto de ley sobre reglamentación del artículo 27 constitucional en el ramo de petróleo, firmado por los CC. Onésimo González, Miguel D. Martínez Rendón y Herminio S. Rodríguez y hecho suyo, para los efectos reglamentarios, por otros muchos ciudadanos diputados.- A las comisiones unidas de Petróleo, e imprímase.

"El C. Luis Espinosa, como miembro de una de las comisiones de Petróleo, manifestó que éstas solamente podían aceptar este proyecto a guisa de información. El C. Gandarilla aclaró que no era otro el objeto que perseguían los firmantes de la iniciativa.

"Se puso a discusión el artículo 7o., reformado, del proyecto de ley relativo a Fraccionamiento de Latifundios.

"El C. Von Borstel, así que interpeló a las comisiones dictaminadoras y le contestó el C. Siurob, habló en contra.

"En el mismo sentido lo hizo, aun cuando se inscribió en pro, el C. Tereso Reyes.

"El C. Daniel Cerda usó de la palabra en pro y en seguida impugnó el artículo 7o. el C. Guillermo Rodríguez.

"El C. Manrique se produjo en pro, pero, no obstante, sugirió una reforma para el precepto a debate.

"Reclamó el quorum el C. Luis Espinosa, y con ese motivo hizo una moción de orden el C. Zincúnegui Tercero.

"El C. secretario Valadez Ramírez comenzó a pasar lista, pero como era visible la falta de quorum, la Presidencia, siendo la siete y tres cuartos de la noche, levantó la sesión, citando para las cinco de la tarde del próximo lunes veintisiete."

Está el acta a discusión. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

- El mismo C. secretario: Encontrándose a las puertas del Salón de Sesiones el ciudadano José Victoria, diputado suplente por el 9o. distrito electoral de Michoacán, la Presidencia ha tenido a bien designar a los ciudadanos Bravo Betancourt, Rivera Constantino y secretario Zincúnegui Tercero para que lo introduzcan a rendir la protesta de ley.

(Rinde la protesta de ley el C. José Victoria.) (Aplausos.)

- El mismo C. secretario: Se va dar cuenta con los asuntos en cartera:

"El C. gobernador constitucional del Estado de Chiapas, manifiesta que la Legislatura local aprobó el proyecto de reformas a los artículos 73 y 14

transitorio de la Constitución, y transcribe el acuerdo respectivo."- Recibo y a su expediente

"Varios vecinos de Teocaltiche, Estado de Jalisco, envían un memorial de protesta en contra de las disposiciones agrarias vigentes y del proyecto de Ley de Latifundios."- Recibo y a su expediente.

"H. Asamblea:

"Teniendo necesidad de salir de la capital para atender asuntos urgentes de familia, vengo ante vuestra honorabilidad a solicitar que, con dispensa de trámites y goce de dietas, se me conceda permiso hasta por veinte días para el objeto indicado , en el concepto de que daré aviso a la Oficialía Mayor cuando principie a usar de ella.

"Protesto lo necesario.

"México, D. F., junio 29 de 1921.- H. S. Rodríguez."

En votación económica se consulta a la Asamblea si dispensa los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Concedida.

Telegrama procedente de "Acámbaro, Guanajuato, el 27 de junio de 1921.

"CC. secretarios Cámara Diputados.- Cámara Diputados.

"Por estar sufriendo enfermedad que me tiene postrado en cama, atentamente suplico a ustedes consultar honorable Asamblea si es servida concederme una licencia de diez días con goce de dietas, para lo que pido dispensa de todo trámite. Atentamente saludo a ustedes.- V. Alvarez."

En votación económica se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se concede. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Concedida.

El C. presidente: Está a discusión la ley sobre Fraccionamiento de Latifundios, en su artículo 7o. reformado. Tiene la palabra en contra el C. Zincúnegui Tercero.

El C. Zincúnegui Tercero: Señores diputados Vengo a esta tribuna a saldar una pequeña cuenta con las comisiones agrarias, por mejor decir, con el ciudadano Soto y Gama, ya que por declaración expresa que me hiciera el presidente de una de las comisiones, el señor diputado Siurob, me manifestó en lo íntimo que su criterio estaba completamente distanciado en lo que se refiere a la presentación que han hecho de los artículos 7o. y 8o. reformados de la ley sobre Fraccionamiento de Latifundios. Días pasados, con motivo de la discusión del artículo 46 que impugnáramos el señor licenciado Vasconcelos y yo desde esta tribuna, no precisamente por lo que tuviera en sí de radical, sino por la poca seriedad, por lo poco práctico de los artículos 45 y 46, se me olvidaba hacer alusión a que también nos referíamos al artículo 45. El ciudadano Soto y Gama, con ese apasionamiento que lo caracteriza, con ese tono de magister dixit con que siempre aborda esta tribuna, vino a atacarnos al ciudadano Vasconcelos y a mí llamándonos, qué sé yo, poco radicales, conservadores, etcétera. Ese disco rayado que eternamente está dando vueltas en el magín del ciudadano Soto y Gama y hoy yo vengo, ciudadanos representantes, a demostrar que si ha habido poco radicalismo, que si ha habido conservatismo, es precisamente de parte del ciudadano Soto y Gama al presentar a la consideración de esta Asamblea artículos como el 7o. y el 8o., absolutamente conservadores, absolutamente poco radicales, ya que dejan una puerta abierta a los latifundistas para burlar las aspiraciones del pueblo, para burlar las aspiraciones de esta Asamblea que ha tratado de elaborar una ley que favorezca el desarrollo de la pequeña industria.

El ciudadano Soto y Gama, y seguiré haciéndole reclamé desde esta tribuna, ya que se lo venimos haciendo desde hace varios meses, es de los individuos que como dicen en mi tierra, se come las verdes y escupe las maduras, viene aquí a atacarnos a los que atacábamos a nuestra vez los artículos 45 y 46, tratando por medio de este "camouflage" de hacer pasar desapercibida su defensa a los latifundistas. No necesitaré entrar en algunas consideraciones para que penetre a la conciencia de todos ustedes la forma en que el ciudadano Díaz Soto y Gama, defensor aparente de los intereses de los pequeños propietarios, viene a efectuar una curva por medio de un artículo de la ley para hacer que el latifundista tenga una puerta de escape en todos aquellos casos en que para nada absolutamente pueda temer esa misma ley; es decir, en qué forma el ciudadano Díaz Soto y Gama viene a esta tribuna a armar un verdadero escándalo en lo que se refiere a artículos que prácticamente no podrán ser aplicados y cómo pasa desapercibido, cómo pretende que esta Asamblea comulgue con ruedas de molino. Dice el artículo 7o. en la parte conducente, que quedan excluidas de la expropiación, "en toda la extensión que necesiten conservar para no perder su carácter de unidad agrícola, industrial, aquellas fincas en que esté funcionando una industria benéfica a la colectividad y cuya explotación sería imposible..." etcétera.

Podréis ver, ciudadanos diputados, que este concepto "funcionando una industria benéfica para la colectividad" es tan amplio, se presta a tantas interpretaciones, que verdaderamente asombra que el ciudadano Díaz Soto y Gama que en momentos pretende tener oídos de mercader, pero que estoy seguro está apreciando el valor de mis palabras, venga a tratar de burlar los ideales revolucionarios agraristas. Yo quiero, ciudadanos

representantes, que por un solo momento fijéis vuestra atención en esta forma ambigua, en esta forma poco seria, en esta forma poco revolucionaria en que el ciudadano Díaz Soto y Gama, sobre el cual recae la culpa de la forma en que han sido presentados los artículos 7o. y 8o., ya que, como decía hace pocos momentos, deja una amplísima puerta abierta a toda clase de chanchullos, a toda clase de maniobras jurídicas, a toda clase de maniobras políticas de que pudieran valerse los latifundistas para burlar los efectos de esta ley, porque yo pregunto, señores representantes, ¿de qué sirve - como aseguraba en esta tribuna el ciudadano diputado Díaz Soto y Gama -, que nosotros impongamos a los latifundistas una sanción penal enorme, una sanción penal harto descabellada, si se quiere, si en cambio aprobando estos artículos les dejamos una puerta abierta y franca para que ellos no deban temer la sanción penal? Esta forma en que el ciudadano Díaz Soto y Gama presenta a la consideración de la Asamblea los artículos 7o. y 8o., me hace sospechar mucho y aunque la actuación y los antecedentes del ciudadano Antonio Díaz Soto y Gama lo debieran poner sobre toda suspicacia en el ánimo de esta Asamblea, yo quiero que el ciudadano Díaz Soto y Gama confiese desde esta tribuna, ya sea en una confesión paladina o retirando para ser reformados nuevamente estos artículos, que en este caso el espíritu de conservatismo, el espíritu poco revolucionario ha estado de su parte. Esto no es, ciudadanos representantes, sino mantener dificultades para los que deseen obtener una pequeña parcela, para los que deseen adquirir ese beneficio que les proporciona la ley de la pequeña propiedad. Esto me recuerda ciudadanos representantes, una anécdota que, con poca diferencia, podría caber perfectamente en esté caso: A un labrador en cierta ocasión un fraile de un convento le robó sus tierras; aquel individuo, viéndose afectado, fue a protestar ante uno de los jefes, o como se llame, del convento, fue a ver al padre prior y le dijo: "padre prior, el fraile Fray Candil, o cualquier nombre por el estilo, me ha robado mis tierras, yo vengo a que se me haga justicia". Entonces aquel fraile prior le dijo: "Hijito, esa no es cosa mía, necesitas ver al padre provincial, por que yo no tengo facultades para resolverlo". Fuese nuestro campesino a ver al padre provincial y éste , con una nueva evasiva, le dijo: "Hijito, como se trata de un positivo delito, yo no puedo resolver eso, necesitas ver al padre superior". Fuese a ver al padre superior y este le manifestó: "Pues realmente el asunto es un poco grave; yo no puedo resolver. Ve a ver al padre provincial". Fue a ver al padre provincial y éste le dijo: "Es un asunto sumamente grave, sumamente difícil. Recurre al Capítulo". Entonces el labrador, justamente indignado, dijo: "- ¡Pero, válgame Dios, padrecito, para robarme mis tierras bastó un solo fraile, y para devolvérmelas ya quieren ustedes que se reúna todo el Capítulo". Así pasa, señores, en los asuntos agrarios, y para convencerse de ello es suficiente leer algo de nuestra historia para darse cuenta de que para robar las tierras a sus verdaderos propietarios, para arrancarles el patrimonio de sus hijos ha bastado un solo individuo, y hoy que se pretende devolver, no restituir en la forma debida, sino devolver mediante un pago algo de la parte de tierra a que tienen derecho los ciudadano, se amontonan dificultades en la ley, se da salida a los latifundistas, se presentan obstáculos a todos aquellos que traten ya que no de rescatar lo que legítima y justamente les corresponde, sino por lo menos de ir a hacer un segundo pago de aquello a que tienen derecho. Ciudadanos representantes: Yo quiero que ustedes se fijen en que el robo que se efectúa momentáneamente es muy distinto del que se comete con los parcelarios. Si a cualquiera de ustedes en la calle le extraen el reloj de la bolsa, le producen un daño positivo, un daño momentáneo; pero es que a los pequeños propietarios, es que a los pequeños terratenientes, es que a los verdaderos dueños de la tierra se les está haciendo, se está cometiendo con ellos un robo que no es de momento, sino un robo prolongado. Cada año que pasa al pequeño propietario se le roba la cosecha, se le roba el usufructo de la tierra, se le roba el derecho de vivir y es tiempo, señores representantes, de que en esta tribuna, cuando vengamos a defender los derechos del pequeño propietario, los que vengamos a defender esos derechos nos fijemos, no ya en la justicia que les asiste, porque eso ya no admite réplica, eso es algo que está ya en la conciencia nacional; nuestra obligación, ciudadanos representantes, es evitar por todos los medios que se acumulen dificultades, que se siga oponiendo a los justos derechos del pueblo ese cúmulo de leyes absurdas, ese cúmulo de procedimientos judiciales que no hacen sino entorpecer los derechos a la rehabilitación a que tienen derecho los pequeños propietarios a que cada campesino tiene, todo aquel que ha sido extorsionado, robado o usurpado en sus derechos como ciudadano. Insistiendo, ciudadanos representantes en el absurdo de la redacción de este artículo, yo quisiera citar así al acaso uno o dos ejemplos de lo incompleto de él o de la forma fácil que sería para los latifundistas burlar la prescripción de este artículo. "Al quedar excluídas de la expropiación, en toda la extensión que necesiten conservar para no perder su carácter de unidad agrícola, industrial, aquellas fincas en que esté funcionando una industria benéfica a la colectividad...." Podría dar lugar a que los latifundistas alegaran ante la Comisión Nacional Agraria que dentro de su latifundio existía alguna industria, pongamos por caso la industria de la raíz de zacatón que, como es bien sabido, ocupa enormes extensiones y que ya para su manufactura, ya para la parte verdaderamente industrial no ocupa sino un cortísimo número de brazos. Bien puede suceder, ciudadanos representantes, que un latifundista posea cien o doscientas hectáreas de terreno adecuadas a la explotación de raíz de zacatón y que para la manufactura, para el industrialismo de esta raíz no ocupe sino alrededor de veinte, treinta o cincuenta individuos; naturalmente este latifundista alegaría que la propiedad que posee, el latifundio de que es dueño, está dentro de las excepciones que hace el artículo 7o., toda vez que es una industria benéfica a la colectividad y he aquí, ciudadanos representantes, cómo sin quererlo hay que retrotraer a esta tribuna las ideas mensheviquistas del ciudadano Díaz Soto y Gama acerca de las concentraciones en pocas manos del capital; esto es lo

que defendió no hace mucho tiempo desde esta tribuna el ciudadano Díaz Soto y Gama, respecto de que es necesario que nosotros pasemos por la fase capitalista Y bien, me pregunto yo, señores, ¿en este caso sería positivamente benéfico a la colectividad el hecho de que un latifundista poseyera dos o trescientas hectáreas de tierra en las cuales hubiera sembrado raíz de zacatón para continuar, aparte del delito del latifundismo el de la explotación de unos cuantos peones en la industria de esa propia raíz? ¿No sabemos demasiado, ciudadanos representantes, que en las poblaciones alejadas de los centros fabriles, allí donde no hay competencia de brazos, allí donde el industrial no sólo usa, sino abusa de las fuerzas que le prestan los obreros, allí donde el cariño del terruño retiene a los obreros, allí donde por cualquier miserable jornal arrancan hasta la última gota de sudor, el latifundista al mismo tiempo que latifundista se convierte en miserable industrial - y digo miserable no precisamente por la cuantía de su capital, sino por la forma de explotación de la industria -, y valido de esos medios arranca hasta el último esfuerzo del obrero? ¿No creéis que en esa forma, dejando en pie este artículo el latifundista procurará convertirse al mismo tiempo en pequeño industrial para extorsionar más el esfuerzo humano? Y como digo de la raíz de zacatón, podría citar infinidad de pequeñas industrias, las cuales podrían ser consideradas benéficamente dentro de la sanción de este artículo, las cuales podrían proporcionar al latifundista la manera de burlar las disposiciones generales que rigen en la ley que está a discusión, en la ley sobre la pequeña propiedad. El ciudadano Díaz Soto y Gama va a venir a esta tribuna seguramente a decirnos que la intención de la Comisión al redactar en la forma en que lo ha hecho los artículos 7o. y 8o. no ha sido otra que procurar, dentro del radicalismo de la ley, proporcionar a la República, proporcionar al probable agricultor el desarrollo de las grandes compañías de irrigación, al desarrollo de las grandes empresas que pudieran con el tiempo convertirse en grandes compañías que suplieran una de las deficiencias más grandes de nuestra agricultura. Esta es la cuestión relacionada con la irrigación. Yo, ciudadanos representantes, creo precisamente e involucro en estos momentos lo relativo al artículo 8o., porque es humanamente imposible separar uno de otro. Yo creo que la Comisión hubiera obrado muy cuerdamente al encajar dentro de la excepcionalidad de esta ley los dos artículos, porque por su ideología y por su configuración misma son una excepción a la ley. Yo decía, ciudadanos representantes, que precisamente las razones que pudiera dar el ciudadano Díaz Soto y Gama desde esta tribuna, esto es, que la intención de la Comisión en este caso ha sido favorecer el desarrollo de la irrigación, es un argumento favorable a lo que estoy sustentado en esta tribuna, esto es, que no debe exceptuarse en una forma tan amplia la división del gran latifundio, porque una de las grandes ventajas que traerá en este caso el pequeño latifundio será por una parte, y esto es seguro, el cultivo intensivo y por otra el desarrollo de las compañías de irrigación. Sería absurdo, ciudadanos representantes, venir a sostener en esta tribuna que si se afectan en alguna forma los intereses del latifundista que emprenda obras de irrigación, estas obras de irrigación quedarán sin efecto. Yo creo, ciudadanos representantes, que la división de la gran propiedad, la formación de la pequeña propiedad traerá como consecuencia directa el cultivo intensivo por una parte y por otra la necesidad de grandes obras de capitación de aguas, de grandes obras de irrigación, dado que con las necesidades en que habrá de desarrollarse la agricultura dentro de poco tiempo, con las necesidades que traerá este problema implícitamente, será favorabilísimo para los intereses del capitalista venir a emprender grandes obras de irrigación. Yo voy a suplicar a la Secretaría se sirva dar lectura a datos estadísticos proporcionados por la Secretaría de Agricultura y fomento que ratifican en todas sus partes mis ideas asentadas en esta tribuna; son datos proporcionados por la Secretaría de Agricultura y Fomento.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Aumento de producción de la agricultura nacional.

"Esto se debe a la repartición de tierras a los pueblos que carecían de ellas.

"Muy halagadoras son las noticias que se han recibido en la Secretaría de Agricultura y Fomento, relativas a los resultados que ha dado la repartición de tierras, pues a pesar de las versiones propaladas en contrario, para contrarrestar la política agraria seguida por el Gobierno federal, la estadística demuestra que hay regiones donde la producción ha sido diez veces mayor que antes de que hubiera reparto de tierras entre los pequeños agricultores.

"Entre los terrenos ejidales de que hacemos mención, concedidas a los pueblos de la República por restitución o dotación, según los datos que se tienen en la Comisión Nacional Agraria, la mayor parte de ellos que han sido entregados a los pueblos ya provisional o definitivamente, han sido cultivados por los interesados si no precisamente con la amplitud e intensidad que fueran de desearse, por lo menos haciendo aumentar de año en año su capacidad de producción. Debe hacerse notar, que en la totalidad de los casos, lo nuevos propietarios no han hecho que la producción aumente en gran escala, en vista de las dificultades que se les han presentado al pasar bruscamente de asalariados a propietarios, pues todos ellos carecen de elementos.

"Un notable aumento de producción.

"Entre los casos más notables de aumentos de producción, se cita al pueblo de Mixquiahuala, del vecino Estado de Hidalgo, que puesto en posesión provisional de una extensión de 7,833 hectáreas desde el año de 1915, inmediatamente procedió a hacer el reparto correspondiente entre los vecinos del pueblo y los de algunos otros pueblos lejanos, que solicitaron agregarse con el fin de cultivar la tierra.

"Cuatro años después, en el año de 1920, de la mencionada extensión se habían obtenido los resultados siguientes. La hacienda expropiada tenía aproximadamente abierta al cultivo una superficie de 1,224 hectáreas de terrenos de riego de primera clase y 328 de terrenos de temporal; y en 1920,

al levantar el plano de los terrenos expropiados y los planos parcelarios correspondientes que obran en poder de la Comisión Nacional Agraria, se encuentra que los vecinos del pueblo habían abierto de los terrenos montuosos y pástales de la finca, la cantidad de 1,359 hectáreas de riego de primera clase y 818 de medio riego de segunda clase, aparte de unas 390 hectáreas de terreno de temporal cultivadas principalmente con positivo éxito con maíz y cebada, aprovechando para el riego de los citados terrenos las aguas que proporcionan en la región la Compañía Hidroeléctrica e Irrigadora de Juandó.

"Mil cincuenta y seis pequeños agricultores.

La citada Compañía Irrigadora que proporciona agua al pueblo de que se trata y a algunos otros de la región (ya dotados de ejidos) ha aumentado notablemente el número de sus contratos y ahora es incompetente para proporcionar el volumen de agua que solicitan los mismos pueblos para irrigación de sus ejidos, lo que jamás había sucedido.

En las oficinas de la Gerencia de la Compañía Irrigadora de Juandó, fue recabado el dato de que en el año de 1914 o sea un año antes de que se dotara de ejidos al pueblo de Mixquiahuala, la hacienda de "Ulapa", que fue expropiada para dichas dotaciones, sólo pagó por concepto de arrendamiento de aguas la cantidad de $2,822.00, y en el año de 1919, se calculaba que los ingresos de la citada empresa Irrigadora ascendían a la cantidad de $25,000.00 o sea un momento de diez tantos de lo que se recaudaba en 1914."

El C. Zincúnegui Tercero: Aquí tenéis, ciudadanos representantes, cómo una sola de las fases del problema agrario, esto es, el de dotación y restitución de ejidos, ya ha traído como consecuencia directa un enorme desarrollo en los problemas de irrigación, es decir un desarrollo que ha equivalido a cinco o seis veces la importancia que tuviera antes de la dotación y restitución de ejidos. Por lo tanto, ciudadanos representantes, una vez resuelta otra de las fases de ese problema agrario, esto es, la del fraccionamiento de los grandes latifundios, es absolutamente lógico y natural que el desarrollo de las grandes obras de irrigación tenga que llegar a un grado máximo, ya que de ninguna manera pudiéramos sacar conclusiones diversas de datos estadísticos, absolutamente ciertos, proporcionados por quien debe proporcionarlos en este caso, por la oficina más autorizada, por el poder más autorizado en este caso es decir, el Ejecutivo por medio del Ministerio de Agricultura y Fomento. Y, ciudadanos representantes, la obligación del Legislativo no es atenernos exclusivamente al pasado y al presente, es legislar para el porvenir, no como torcida y tontamente dijera en esta tribuna ese título sin abogado que se apellida Laris Rubio, cuando se discutía hace pocos días en esta tribuna que venía a decir que las leyes deben ser un espejo de las costumbres. No, ciudadanos representantes, si precisamente por ser espejo de las costumbres estamos como estamos, si precisamente por eso se han hecho las revoluciones, por eso precisamente nuestros códigos son detestables, por eso tenemos una ley de inquilinatos en que se hace renunciar al derecho de la vida al pobre inquilino; por eso se han hecho todas la revoluciones, y es preciso, ciudadanos representantes, que nosotros nos fijemos en que no es nuestra obligación, si acaso mirar al pasado para prever el porvenir, pero no atenernos al presente; hay que fijarnos en la estadística, hay que ver lo que puede ser este país dentro de algunos años y, en consecuencia, ciudadanos representantes, no incluir en una ley absolutamente revolucionaria artículos que pugnan con toda tendencia radical, con toda tendencia revolucionaria. En buena hora que los latifundistas, haciendo uso de un derecho, presenten más tarde reclamaciones; ya el Gobierno, ya la nación se encargará de retribuirlos, pero por ahora, ciudadanos representantes, demos una ley completa y esa ley sólo puede hacerse con una absoluta unidad radical y revolucionaria; yo creo que la Comisión debe rectificar en este caso su criterio; no es dejando salidas al latifundista como se logrará obtener una ley completa. Es necesario que la Comisión se dé cuenta, ciudadanos representantes, de que no solamente ante esta Asamblea, sino ante la República entera, ha adquirido el compromiso solemne de legislar en una forma radical y revolucionaria sin fijarse en intereses ulteriores. Cada siglo, dice Tolstoi, debe resolver un problema; en uno de ellos Inglaterra emancipó la conciencia del credo religioso; en otro, ciudadanos representantes, Francia, la luminosa Francia, dio un golpe de muerte al poder político echando a tierra una tiranía; en el siglo pasado quedó abolida la esclavitud; en este siglo, ciudadanos representantes, debemos resolver un gran problema, el problema social agrario. Y si nosotros, ciudadanos representantes, olvidándonos de que vivimos en pleno siglo XX, olvidándonos de que la mente del legislador debe estar puesta en el porvenir tenemos por un solo momento la vacilación de transigir en lo que se refiere a principios revolucionarios, ciudadanos representantes, el nombre de esta Legislatura pasará en una forma muy poco favorable a las páginas de la historia que serán las encargadas de recoger la actuación del Poder Legislativo en lo que se refiere a esos grandes problemas de que nos habla Tolstoi, a esos grandes problemas que él con su talento de clarividente pudo ver mucho antes de que estos se presentaran. No quiero insistir más, ciudadanos representantes, en la falta de radicalismo y revolucionarismo de que adolece la primera parte del artículo 7o. de esta ley, así como decía antes, la parte en que involucra el 8o., porque estoy seguro de que la misma Comisión se ha dado cuenta de que sin intención, sí por una ligereza, ha podido incluir aquí las palabras que podrán el día de mañana ser un arma de dos filos, es decir, un concepto erróneo de las excepcionalidades de esta ley. Podría hablar a ustedes de alguna otra de las excepciones, tales como aquella de: "En consecuencia, no quedarán excluidas de la expropiación las fincas en que las industrias sean la fabricación de alcoholes, elaboración de tabacos,.. ..." etcétera.

Yo también encuentro un poco deficiente esta parte de la redacción, porque para ser más amplia debería decir: "la fabricación de bebidas alcohólicas". Porque técnicamente, científicamente no todas las bebidas alcohólicas pueden ser consideradas como alcoholes. Ya se sabe demasiado que se

necesitan determinados grados de alcohol para que una bebida tome el nombre de alcohol; en cambio, tenemos la cerveza, el pulque, algunas otras bebidas que en puridad no son alcoholes, pero que son bebidas alcohólicas. Esta excepción que hace aquí la Comisión en lo que se refiere a "las industrias perjudiciales a la colectividad", por ejemplo la Comisión nos va a decir en esta tribuna que el maguey, del cual se extrae el pulque, sería una industria benéfica a la colectividad, entra dentro de la excepción, esto es, que allí sí podrá procederse al fraccionamiento. Yo argüiría en este caso esto que se me ocurre de momento: Una finca de los Llanos de Apam, pongamos por caso, o de la tierra del compañero Felipe de la Barrera, donde un terrateniente tiene dos o trescientas hectáreas, este terrateniente explota el pulque y lo lleva puro de ese distrito. ¿Qué harían los hijos de ese distrito si, por ejemplo, en lugar de que el terrateniente explotara todo el pulque, se le diera una hectárea de terreno o diez hectáreas a cada uno de esos individuos? Es seguro señores, que de doscientos trabajadores tendríamos doscientos borrachitos, porque en diez hectáreas imagínense ustedes la cantidad que puede caber de magueyes, no digamos en diez o cinco hectáreas, en una hectárea; solamente un maguey puede estar produciendo cerca de uno o dos meses el jugo necesario para la elaboración del pulque, quiere decir que cada pequeño propietario tendría por lo menos diez, veinte o cincuenta magueyes que le estarían produciendo una enorme cantidad de mal comprendido licor. Esta es una de las tantas consideraciones que me vienen a la imaginación con motivo de esta explotación porque si el latifundista explotaba por su cuenta aquellas doscientas o trescientas hectáreas, y el peón, el trabajador , se veía obligado a comprar el pulque, convirtiéndose de peón, de trabajador, en propietario, tendría al alcance de la mano el pulque necesario para dedicarse al culto del dios Baco sin costo de ninguna naturaleza. Como se ve, ciudadanos representantes, este artículo no ha sido estudiado con todo detenimiento. Yo no pretendo atacar a la honorable Comisión, yo únicamente he tratado de demostrar en esta tribuna que la honorable Comisión por una de tantas distracciones, a las que estamos sujetos todos los seres humanos, dejó margen en estos artículos a que el capitalismo, el capitalismo latifundista pudiera tener una puerta de salida. Así es que ya sea por esa parte, por la que permite al capitalista de cualquiera manera burlar las prescripciones del artículo 7o., así como por lo peligroso que sería la última parte del mismo, por el desarrollo que podría traer consigo en aquellos lugares en que se producen plantas de las cuales pueden extraerse bebidas alcohólicas, yo pido a vuestras señorías no den su aprobación cuando sean preguntados si el asunto está suficientemente discutido, a efecto de que la Comisión retire este artículo y sea un poco más radical, un poco más revolucionaria y tenga presente que es en estos artículos - los últimos, ciudadanos representantes; hay que fijarse bien, los últimos -, en los que radica la importancia de la Ley del Fraccionamiento Agrario; en los que debemos insistir, porque de aprobar estos artículos en la forma conservadora en que se encuentran redactados, es inútil que hayamos venido a esta tribuna a gastar argumentos, a gastar toda clase de energías, porque los latifundistas tendrán por medio de estos dos artículos la mejor forma, la mejor manera de burlar esta ley.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Bravo y Juárez.

El C. Bravo y Juárez: Señores diputados: vengo a hablar en pro del artículo 7o. reformado de esta ley, porque estimo que la industria en nuestro país, casi naciente, debe tener naturalmente algún estímulo de los componentes del Gobierno para su desarrollo. Yo soy un agrarista radical, pero creo de buena fe que no debemos matar las industrias ya existentes, no debemos de dividir los latifundios en la parte destinada precisamente a producir la materia prima con que estas industrias se manejan. Decía el señor diputado Tereso Reyes que no debían de fraccionarse las fincas más que en determinada extensión, es decir en lo que tuvieran de cultivable, en donde hubiera flores en donde hubiera quién sabe qué otras cosas, y yo diría al compañero Reyes que es precisamente lo que el artículo dice, que no puede fraccionarse una finca en los terrenos cultivados destinados a sostener la producción agrícola industrial. Yo creo que la primera parte de ese artículo, planteada así como está, con la condición de que la Comisión Nacional Agraria será la que aprecie la cantidad de tierra que deba dejarse a un latifundista para sostener las industrias, yo creo que está bien en la forma en que está redactado. La última parte del artículo es la que necesitaría un poco de análisis en una controversia; pero si nosotros estamos convencidos de que las industrias nocivas a la colectividad deben ser combatidas con fines de moralidad, es claro que el artículo debe aprobarse en esa forma, porque las bebidas embriagantes, el pulque mismo, son industrias, son verdaderas industrias que están haciendo el envenenamiento completo del pueblo mexicano, porque, ciudadanos diputados, ¿quién no presencia ese espectáculo de ruina, de miseria moral, de miseria material que se ve a diario en los barrios de esta populosa ciudad? Nosotros los lugareños, los diputados que venimos de provincia, hemos encontrado ese espectáculo verdaderamente asqueroso y no hemos de escatimar, dentro de nuestras funciones de representantes del pueblo, nuestro esfuerzo para combatir todos los latifundios donde existan esas industrias alcohólicas y de bebidas embriagantes, como son las pulquerías también. (Aplausos.) Si hemos de ser, pues, serios, ciudadanos diputados; si nuestra obligación es la de elaborar leyes que resulten en beneficio de la colectividad, del proletariado mexicano, de los campesinos, la Ley del Fraccionamiento de Latifundios es una ley que tendrá precisamente que dar honor y prestigio a esta Representación Nacional. Es claro que, como decía antes, en esta ley debemos ser justos hasta donde la justicia con toda energía deba aplicarse. ¿Somos duros para desbaratar los latifundios en provecho de los pequeños propietarios? Seamos también justos para dejar un margen de vida a la industria nacional, apenas naciente; pero seamos enérgicos, seamos radicales, seamos radicalmente morales para aprobar este artículo en su última parte también, por que de esa manera venimos a destruir una fuente de envenenamiento para el pueblo mexicano.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Franco Abraham.

El C. Franco Abraham: Señores diputados: Aunque con peligro de despertar las iras del compañero Bravo y Juárez, que por apellidarse Bravo y por apellidarse también Juárez, cree que él es el único que puede representar aquí las ideas liberales y progresistas, me he permitido venir a esta tribuna para atacar en su forma y en su fondo el artículo 7o. tal como está presentado por la Comisión. Aprovecho esta oportunidad para manifestar que el compañero Manrique, cuando subió a esta tribuna, después de haber hablado yo días pasados y atacarme diciendo que yo había hablado de resignación al proletario, había falseado en un todo los argumentos que yo había expuesto desde este lugar.

Yo no hablé, señores, de resignación cristiana, no podía hablar de esta manera al proletario que sufre hambre, que sufre sed, que sufre desnudez, que no tiene los elementos necesarios para la vida, que lucha y lucha verdaderamente sin éxito, en fuerza de que las leyes no lo amparan en todo lo que es necesario, en todo lo que debe de ampararlos para su progreso y mejoramiento. En mi concepto, el proletario está obligado, debe él proceder de una manera enérgica, proceder con una acción constante, tenaz, pero también inteligente, siempre mirando por su mejoramiento, siempre mirando por su adelanto social. Cuando me refería al señor arzobispo de Guadalajara, señor Orozco y Jiménez, quise atacarlo con sus propias armas, mejor dicho, me referí al principio del Evangelio que podía demostrar que el señor Orozco y Jiménez, al hablar contra la ley de Fraccionamiento de Latifundios, había olvidado los principios fundamentales cristianos.

De ninguna manera; bajo ningún concepto quise verdaderamente traer aquí al debate principios religiosos, porque éstos están fuera de toda discusión entre nosotros; pero quise demostrar a estos enemigos nuestros, a estos enemigos del progreso del pueblo, que con sus propios argumentos, con sus propias armas, con sus propios evangelios, con sus propias creencias podemos atacarlos hasta en sus últimos reductos, para demostrarles que ellos son, si se quiere, menos cristianos que nosotros los que somos radicales por el mejoramiento del pueblo. En este país siempre hemos podido observar que el alto clero, representando los intereses de los latifundistas, representando los intereses de los grandes propietarios y de los hombres ricos, siempre se ha opuesto a toda ley de progreso y de adelanto. Así fue durante la guerra de la Independencia; así fue también durante la guerra de Reforma; así ha sido durante esta revolución y así será cada vez que el pueblo, en una o en otra forma, se levante, ya sea con las armas en la mano o ya sean sus representantes con la palabra y la doctrina para buscar el mejoramiento del pueblo. Sea esto dicho para aclarar verdaderamente mi actitud en la otra ocasión que tuve el gusto, el honor de dirigiros la palabra.

En mi concepto, señores diputados, el artículo que está a discusión es defectuoso porque no es lo bastante claro. Su redacción, en mi concepto, es obscura y es incompleta. Dice el artículo 7o. en su primera parte lo que vais a oír:

"Quedan excluidas de la expropiación, en toda la extensión que necesiten conservar para no perder su carácter de unidad agrícola industrial, aquellas fincas en que esté funcionando una industria benéfica a la colectividad y cuya explotación sería imposible o dejaría de ser costeable....."

¿Qué entienden las comisiones por benéfica a la colectividad? Una industria puede ser benéfica a la colectividad en el orden económico, y puede ser fatal a la colectividad en el orden moral en el orden social, y es necesario que la Comisión se explique bien sobre este particular, y por este motivo yo creo que la redacción del artículo debería decir de una manera clara y terminante que debe ser benéfico en el orden social, de ninguna manera en el orden económico porque en el orden económico las industrias muchas veces, las más, son perjudiciales a los intereses sociales y morales de un pueblo y son precisamente las que dejan mayores ganancias y les proporcionan mayores utilidades. Cuando la Comisión dice, además: "..... cuya explotación sería imposible o dejaría de ser costeable....."

Olvida la Comisión que en orden mercantil un artículo que es costeable hoy puede no serlo mañana, y que ese artículo que hoy puede no ser costeable mañana, podrá serlo dentro de tres o cuatro años. Eso ha pasado por ejemplo, con la industria cafetera. Todos sabéis que la industria cafetera en el Estado de Oaxaca adquirió un gran desarrollo cuando tenía un altísimo precio el café; después de algunos años vino abajo, y entonces todas aquellas fincas cafeteras que se habían establecido, en las cuales se habían invertido grandes capitales, todas ellas tuvieron que suprimir su trabajo. Lo mismo ha pasado con el henequén, que durante la guerra europea valía en los Estado Unidos alrededor de diez y ocho centavos americanos la libra, y hoy apenas puede conseguirse por ella de cuatro a cuatro y medio centavos, y en esas condiciones dejar dicho en el artículo que debe ser simplemente costeable, es sencillamente entregar la ley a un verdadero mare magnum, a un ir y venir, que unas veces será fraccionable un latifundio porque no sea costeable la industria, porque no tenga los caracteres de unidad, y otras veces no deberá repartirse aquel latifundio.

El compañero Manrique, en una interrupción que me hizo el otro día cuando yo me refería al señor don Antonio Riba y Cervantes sobre un fraccionamiento de una parte de la hacienda La Gavia.... (Murmullos.) Suplico a los estimables compañeros tengan la bondad de atenderme un poco, se los pido..... (Una voz: ¡Por caridad!) No, de ninguna manera por caridad; es la obligación de ellos; pero, en último caso, sí por atención. Decía el compañero Manrique que tratándose de don Antonio Riba y Cervantes se hablaba de un mirlo blanco. Señores: el hecho es rigurosamente exacto, tratándose del fraccionamiento de una parte de la hacienda de La Gavia; pero para que no vea el compañero Manrique que yo no tan sólo traigo aquí casos en los cuales se pueda favorecer a un latifundista porque se diga que los latifundistas están haciendo obra patriótica y obra salvadora para el país, debo referirme a otro caso que he

podido observar muy cerca, repito, de un individuo cuyo nombre no traeré a esta tribuna, porque no quiero de ninguna manera que se crea que yo vengo aquí a denunciar. Se trata de un individuo de nacionalidad española que ha tratado no una, sino varias veces, de vejar a todos los que somos mexicanos. Este hombre, que ha venido a hacer aquí su fortuna con trabajo, con inteligencia, con actividad, individualmente, este hombre, sin embargo, ha apaleado a los peones de su hacienda. En esta hacienda tenía un castigo que le llamaba el "cepo" y alguna vez a un individuo, a un señor Guízar, de Pátzcuaro, se permitió invitarlo a que fuera a visitar su hacienda, y le mostró sus ganados su finca, sus cosechas y todo aquello que significaba el problema material; pero también le enseñó el "cepo" y le dijo: "Aquí pongo a sus compatriotas cuando me faltan de alguna manera al respeto". Y entonces, señores, aquel ciudadano mexicano, aquel señor Guízar, se retiró airado de la finca y a pie se vino desde donde estaba, para tomar el ferrocarril. A estos hombres que han hecho su fortuna en nuestro país y que después de eso hablan mal de nosotros, y no tan sólo hablan mal, sino que proceden de una manera brutal contra nuestros infelices hombres del campo, para esos hombres no debemos tener de ninguna manera compasión. Por eso creo realmente en toda finca que produzca por generación espontánea algún artículo explotable, en mayor o menor escala que pueda constituir en alguna forma una finca de carácter único bajo el punto de vista agrícola e industrial, esa finca a pesar de esas condiciones debe ser en buena parte repartida, con el objeto de provocar una competencia para que el peón, el trabajador, tenga manera de ganar más dinero que como peón y de ese modo obligue al propietario a pagar más altos jornales.

Tenemos, por ejemplo un caso en la frontera, el caso de la explotación del guayule, el de una yerba conocida con el nombre de la gobernadora. El guayule, como sucedáneo del hule, obtuvo un gran valor y entonces aquellas fincas en que se producía guayule en gran cantidad, en que los propietarios llegaron a obtener fabulosas ganancias, mantuvieron, sin embargo de todo, al peón todavía a jornal de hambre, y en esas condiciones era necesario que cuando se descubra alguna cosa que no se haya aprovechado, alguna planta que sea de generación espontánea, que no se necesite sembrarla, cultivarla, ni el trabajo ni capital del hombre, de un modo especial esas fincas en gran parte sean repartibles con objeto de provocar la competencia entre los trabajadores y los propietarios de la hacienda.

Por lo que se refiere a la segunda parte del artículo, señores, ya manifesté mi más completa inconformidad en cierto respeto. Dice la segunda parte:

"En consecuencia, no quedarán excluidas de la expropiación las fincas en que las industrias sean la fabricación de alcoholes, elaboración de tabacos o industrias perjudiciales a la colectividad."

Señores, me parece a mí un tanto cuanto ridículo poner en este artículo lo de la elaboración de tabacos y que lo ponga el compañero Siurob, que precisamente en estos momentos va a encender un cigarrillo para deleitarse con él. (Murmullos.) Y aunque es verdad que fisiológicamente está demostrado que positivamente el tabaco produce algunos trastornos, no son trastornos de tal manera graves, no son trastornos de tal manera serios que obliguen a un legislador a quitar verdaderamente, es decir, a destruir esas fuentes de trabajo y de riqueza para el país. Por lo que se refiere a los alcoholes, es evidente que el alcohol tiene también un objetivo muchas veces industrial. Debo de confesar que, según estadísticas que yo hace algún tiempo leí, el 20 por ciento de la producción alcohólica del mundo es el que se aplica a la industria, y el 80 por ciento es lo que se bebe. Esto es fatal, verdaderamente fatal para las generaciones del porvenir, y debemos de evitar de alguna manera el alcoholismo en nuestro país y debemos procurar que nuestros hombres sean temperantes con objeto de poder conseguir generaciones más inteligentes, generaciones más hábiles para la vida, más hábiles para el progreso social. En Bélgica se dice, señores, según una estadística que precisamente hace uno o dos días tuve oportunidad de ver, que se consumen en bebidas espirituosas 167 millones de francos; de vino, que seguramente no es perjudicial, a lo que yo creo, 52 millones de francos, y de cerveza 362 millones. Hay que atacar en su raíz el consumo del alcohol, pero no hay que atacar el consumo del vino, que seguramente a veces es necesario para la salud, para la conservación de las energías, a lo menos es un punto sobre el cual están a discusión los fisiologistas y nosotros no tenemos el derecho de pronunciarnos ni en un sentido ni en otro. Por otra parte, hay que confesar que la naturaleza humana está muy lejos de ser una naturaleza perfecta; que nacemos con malas inclinaciones, que estamos perturbados psíquica y psicológicamente y, por lo tanto, la manera mejor de evitar grandes males es precisamente dejar cierta corriente, dejar cierto derivativo a los vicios pequeños, de vicios insignificantes de los que menos dañan, con el objeto de que precisamente se pueden desarraigar aquellos más perjudiciales. Podríamos, por ejemplo, favorecer seguramente la industria de la cerveza contra la industria del pulque; podríamos favorecer la industria vinícola, contra la industria licorera, contra la industria productora de bebidas espirituosas, porque de esta manera hacemos un gran bien. No vayamos a querer imitar a los Estados Unidos, que han declarado el estado seco, porque nos expondríamos a los males que ellos se han originado: muchos de sus ciudadanos han dejado esas drogas, esas bebidas, el whiskey que antes acostumbraban tanto, para entregarse a otra clase de vicios, probablemente al opio, a la morfina y a las drogas conocidas con el nombre genérico de "heroicas"; y en estas circunstancias, queriendo hacer un bien, causamos un gran mal a nuestro país. Yo redactaría el artículo poco más o menos así:

"Quedan excluídas de la expropiación en toda la extensión que necesiten conservar para no perder su carácter de unidades agrícolas industriales, aquellas fincas en que funcione cualquiera industria benéfica social y económicamente a la colectividad, la explotación de las cuales, fraccionadas, sería mercantilmente imposible; excepción hecha de aquellas que, aunque tuvieran el carácter de unidades agrícolas industriales, operen sobre materias primas de generación espontánea, que no exijan precisamente

ni para su reproducción ni desarrollo, cultivo especial. En consecuencia, no quedarán excluídas de la expropiación aquellas fincas cuyas industrias sean la fabricación de alcoholes a base de artículos alimenticios, o industrias perjudiciales socialmente a la colectividad, todo a juicio de la Comisión Nacional Agraria."

Porque, efectivamente, en la época del general Díaz vosotros sabéis muy bien que se establecieron grandes negociaciones industriales para la producción de alcohol a base de maíz; "La Bética", "La Aurora" y otras fueron establecidas precisamente bajo esta base, y mientras que el maíz subía de precio en la comarca y tenía que influir de un modo más o menos fuerte en el precio general del cereal, aquel maíz que necesitaba la gente para alimentarse, se convertía en alcohol, degradando al pueblo y degenerando a los que venían tras él: sus hijos. Estoy en contra del artículo porque tengo para mí dos cosas: en primer lugar, que la naturaleza humana no es perfecta; que está muy lejos de poderlo ser; es grandemente imperfecta y necesitamos los legisladores evitar caer en un extremo de moralidad suma, porque entonces queriendo hacer demasiado bien, queriendo evitar todo vicio y todo mal, no vamos a otro resultado sino a causar mayores males. Tengo, además, un concepto de la vida, que no es precisamente el concepto spenceriano; para Spencer la vida debería ser algo así como el movimiento del péndulo, una vida isócrona en la cual el hombre fuese de un punto a otro invariablemente en el momento necesario y fuera de un lugar a otro y precisamente al mismo lugar y en el mismo tiempo, a la manera de un lago en el cual todas las ondas se rizaran en la misma extensión o en la misma fuerza. No, señores; la vida tiene mucho de imprevisto, la vida tiene mucho de ilógico, la vida tiene mucho de raro y si llevásemos una vida absolutamente metódica, si llevásemos una vida de cronómetro, si llevásemos una vida isócrona, sin movimiento, sin pasiones, sin fuerzas, sin actividades propias, sin pensamientos personales, sin ideas propias, entonces, señores, esta no sería sino una vida verdaderamente lamentable, verdaderamente triste, verdaderamente disgustante, que muy poco nos atraería verdaderamente el vivir. Yo creo, señores, que debemos de votar en contra del artículo tal como está redactado, porque la vida social no debe ser ni la vida del cuartel, ni la vida del convento, y los señores de la Comisión verdaderamente aquí casi están queriendo predicarnos la vida del convento, y temo para mí que realmente si ese artículo triunfara en la forma en que lo quiere la Comisión, hoy pensaría así y mañana vendría a pedirnos otro principio también, que llamaran ellos de moralidad, y así a título de principios morales, hoy un principio y mañana otro, vendrían a aherrojar de tal manera nuestras conciencias, a dominar de tal manera nuestra voluntad, a manejar de tal manera nuestra vida, que no viniésemos a ser verdaderamente sino esclavos del Estado y, señores, si la vida ha de ser una esclavitud, aunque sea una esclavitud en el bien, aunque sea una esclavitud bajo la ordenanza del cuartel o bajo las órdenes monásticas, no es vida para quien sabe amar verdaderamente antes que nada la libertad.

El señor compañero Siurob y el señor compañero Soto y Gama nos vendrán a predicar, probablemente, desde esta tribuna, la doctrina en nombre de la moral. No debemos seguramente predicar aquí la inmoralidad, pero debemos pensar que la naturaleza humana necesita ciertos derivativos que la vayan encausando lentamente hacia el bien, lo más prontamente posible, pero no a manera de salto. Creo que más hacen el bien para atacar verdaderamente la embriaguez, las costumbres de la embriaguez, los cuadros murales de nuestras escuelas, en los cuales se ve la deformación del hígado, en los cuales se ve la deformación de las vísceras del hombre como consecuencia de las bebidas espirituosas, de las bebidas alcohólicas; se hace más propaganda en contra del alcoholismo en esta forma, que con artículos verdaderamente tal como está éste redactado por la Comisión. Yo, señores, repugno la vida del convento, porque la vida del convento no es precisamente ni siquiera la virtud; la virtud es fuerza, y para que haya fuerza es necesario que estemos en el peligro; pero también hay que repugnar esa idea de crueldad a la que quisiera sujetarnos los señores sovietistas. Si ellos pudieran hacer todo lo que quisieran, estad seguros que en el lugar del toque de queda famoso de las ocho de la noche, en que todos tienen que irse a sus hogares, oiríamos el toque de clarín del general Calles ordenando a todos retirarse silencioso a sus hogares, y después de eso nos obligarían a leer el catecismo soviet redactado por Soto y Gama y, tal vez, anotado por Siurob. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes: toca a su fin la discusión de la Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios, y debo antes que ésta termine, pagar una deuda a los miembros de las comisiones dictaminadoras.

He impugnado, tal vez con más pasión que nadie, muchos de los artículos de esta ley que, en mi humilde concepto, eran disparatados. Desde cuando se discutió este proyecto en lo general, hice un ligero análisis de su articulación y demostré entonces en tesis general, que todo el proyecto era malo, principalmente en sus partes fundamentales. La Asamblea, procediendo con un criterio verdaderamente ecuánime, transformó por completo el dictamen de las comisiones, al grado de que ha sido aprobada por esta Representación Nacional una ley completamente distinta a la que pensaron los honorables miembros de estas comisiones dictaminadoras, de tal manera, señores, que en el terreno completamente práctico estas comisiones han sufrido un fracaso rotundo; pero debo declarar con toda franqueza, que si aquí dentro del Parlamento los errores de las comisiones no fructificaron, lo que tenían de bueno en el fondo - porque yo soy de los que creen que en toda obra humana, por más mala que ésta sea, siempre hay algo bueno -, la intención de estos compañeros ha repercutido en la opinión pública, más bien dicho, en la conciencia colectiva de los campesinos, creando desde ahora un concepto moderno sobre la evolución de la propiedad rural en México. Hago esta declaración, señores, porque la creo verdaderamente justa.

Efectivamente; la conciencia del pueblo campesino, la conciencia del proletariado del campo,

estaba completamente anestesiada y se necesitaba de una lucha parlamentaria agitada, tumultuosa, como ésta, para que este pueblo dormido despertara. ¿Y por qué no confesarlo con toda honradez, señores, que esta labor de agitación de las clases del campo, pertenece por ahora a las comisiones dictaminadoras sobre este proyecto, disparatado como yo lo he calificado en muchas ocasiones, de la Ley de Latifundios, y muy principalmente al ciudadano licenciado Antonio Díaz Soto y Gama?

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Acepto toda la responsabilidad con el mayor gusto.

El C. Espinosa Luis, continuando: Yo he pensado, señores, que en la vida actual, que en esta lucha social, los diputados que se llaman socialistas, sin que yo ponga en duda su credo legítimo, deberían desarrollar en este Parlamento una actuación metódica que tuviera como finalidad si no la resolución, cuando menos la iniciación de los problemas fundamentales que atañen a las clases proletarias, tanto de las ciudades como de los campos. Entiendo que esto sería un programa sugestivo; para un diputado, verdadero representante de las clases laborantes en México, habría muchísimo que hacer sobre esta materia; desde luego la reglamentación del artículo 4o. constitucional, para definir de una buena vez por todas qué es lo que debe entenderse por libertad de trabajo; habría desde luego que hacer aquí un verdadero estudio de la ley reglamentaria del artículo 123 constitucional, fraccionándolo de tal manera, que en lugar de hacer una ley larga, confusa y casi inaplicable, se hicieran distintas leyes, tratando cada una de ellas los distintos puntos de vista del capital y el trabajo. Habría, pues que hacer y que decir mucho sobre esta materia, y un representante de estas clases laborantes podría formar de esta manera una base sólida y una reputación envidiable y justamente prestigiada.

Si el que habla, al principio de estos debates vio o creyó ver en la actitud de algunos compañeros, principalmente en las comisiones dictaminadoras intereses especiales que la movían a hilvanar un proyecto de ley en la forma que se habían presentado, no tengo inconveniente en venir a declarar que esta Asamblea se ha impuesto a cualquier mal pensamiento y que puede estar equivocado, sin que esta confesión mía signifique en manera alguna ninguna retractación. Hecha esta declaración, voy a hacer breves consideraciones sobre el artículo 7o. de este proyecto de ley.

El compañero Zincúnegui T. se opone a que sea aprobado, porque según su criterio, el artículo 7o. impide que sean repartidas aquellas tierras en las que están fincadas algunas industrias que son de provecho colectivo, y razona el compañero Zincúnegui en esta forma: Si en determinada área hay una industria para transformar la raíz del zacatón, materia prima, convirtiéndola en cepillos, etcétera, y para cuya industria se necesita una gran extensión de tierra, no podrá subdividirse esa tierra y repartirse, porque moriría como una consecuencia natural aquella industria que se desarrolla en beneficio de los trabajadores. Yo creo, señores compañeros, que no es serio este argumento expuesto por el compañero Zincúnegui Tercero; no resiste ni siquiera un análisis ligero.

El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: Yo no dije eso.

El C. Espinosa Luis: Es un ejemplo que puso el compañero.

El C. Zincúnegui Tercero: Pero en el fondo no estamos de acuerdo; yo no dije eso.

El C. Espinosa Luis: continuando: De tal manera, señores, que cierta o no la argumentación del compañero Zincúnegui Tercero, en las circunstancias en que yo la he entendido y que la expongo a vuestra soberanía, creo que no había razón para que nosotros nos detuviésemos a aprobar este artículo nada más por eso. Es natural que la Comisión Nacional Agraria, autorizada para resolver en cada caso si debe o no debe expropiarse un terreno donde haya una industria de esta naturaleza, será la que, procediendo con conciencia y con honradez, resuelva si es de accederse a la expropiación y repartimiento de aquella tierra o no. Por eso entiendo que sí debe aprobarse este artículo tal como está. Por lo que hace a la segunda parte del artículo, con el que estoy conforme en tesis general, no lo estoy por lo que hace a la parte que se refiere a la fabricación de alcoholes. Yo quisiera que se dijera en esta forma:

"En consecuencia, no quedarán excluidas de la expropiación las fincas en que las industrias sean la fabricación de alcohol y de bebidas alcohólicas y la elaboración de tabacos o industrias perjudiciales a la colectividad."

Porque en esta forma comprenderíamos todo tanto lo que debe entenderse técnica y científicamente por alcoholes, como lo que debe entenderse por bebidas alcohólicas. Yo pido esto a las comisiones fundado en una razón no de simple moralidad, no de esa moralidad mojigata que creyó ver en nosotros el compañero Franco, porque en realidad cuando se trata de hacer evolucionar a las clases sociales, cuando se trata de imponer principios revolucionarios, estos conceptos de moralidad tienen que sufrir grandes y fundamentales transformaciones. Yo considero que uno de los prejuicios, que uno de los males, que una de las enfermedades más graves del pueblo humilde de México es la producción del pulque; el envilecimiento de las clases bajas de México, de las clases humildes, se debe, en mi concepto, al uso y al abuso del pulque. Yo veo un tipo humilde de la Mesa Central y lo comparo con los tipos humildes de mi región, del Sureste de la República, y encuentro una diferencia muy grande, tanto física como moralmente. Veo, por ejemplo, que estos hombres no trabajan lo que debieran trabajar; que trabajan 3 ó 4 días a la semana y mal; en cambio el trabajador del campo en la región del Sureste es un hombre que trabaja de sol a sol, que trabaja contento y sano y vive alegre, mientras que estos pobres hombres de por acá, degenerados por el abuso del alcohol, ni siquiera se atreven a mirar la pureza de la tarde después de regresar de sus labores: van siempre encorvados mirando el suelo, como aquel que ya nada espera. Creo que toda esta degeneración se debe precisamente al abuso del alcohol. En el concepto moral esta gente tiene ya un modo de trato íntimo que es curiosísimo por no decir asqueroso: para esos hombres de la Mesa Central, me refiero a los degenerados por el alcohol, no aquellos que viven

moralmente, para los primeros ya no existe la idea de respeto mutuo; para ellos la ofensa más soez, la más baja, es algo así como un trato verdaderamente familiar; en cambio en el indígena altivo del Sureste, la injuria más ligera se paga muy cara. Este es un detalle que viene a demostrar cómo el pueblo humilde de México debe ser regenerado, y es necesario que lo sea.

El C. von Borsel, interrumpiendo: ¡Voy a interpelar al orador! ¿No cree el compañero Espinosa que para que sea más efectiva esa regeneración debe editarse la segunda parte del artículo tal y como lo pidió el compañero Manrique, es decir, que se haga la expropiación de esas fincas vinícolas o alcoholeras, siempre y cuando se vayan a dedicar a la siembra de cereales?

El C. Espinosa Luis, continuando: Compañero von Borstel, le soy completamente sincero; si yo pido la reforma de esta fracción, es porque soy el enemigo más jurado del pulque. Entiendo que no va a fraccionarse un latifundio pulquero para seguir allí explotándose la industria del pulque; no, entiendo que para que venga a transformarse completamente la producción, de tal manera que donde hoy hay pulque, mañana haya cebada, trigo, maíz, etcétera; pero creo que esto no es necesario decirlo. De todas maneras, señores, no solamente debemos ver en esto que queda amparado el latifundista pulquero si no aceptamos la reforma que yo propongo, sino que los orígenes de esta propiedad de los pulqueros es completamente inmoral. Está en la conciencia de ustedes que los dueños de los latifundios de pulques fueron favoritos de la dictadura porfiriana, que han amasado grandes capitales con el envilecimiento de los pueblos y con el sudor de infinidad de trabajadores siempre mal remunerados. Por lo odioso del origen de estas fortunas, por lo funesto de esta producción, yo pido a la Asamblea que acepte el artículo en tesis general y a las comisiones que lo reformen en el sentido que yo he propuesto.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Avilés.

El C. Avilés: Señores diputados: Yo vengo a atacar este artículo 7o., porque la Comisión no ha hecho nada más que revolcar la gata. (Risas.) No ha hecho otra cosa que cambio de sílabas y de palabras y agregar otro párrafo aquí que parece que protegería los intereses del pueblo quitándole el alcohol; pero que resulta que no hay tal cosa como lo voy a demostrar. El artículo 7o. está tal como estaba en el primitivo proyecto, únicamente que se cambiaron algunas sílabas y algunas palabras; se deja a los latifundistas en poder completo y absoluto de sus latifundios, no se les lesionan absolutamente para nada. Aquí, como consta a todos los que verdaderamente son agraristas, en la república la mayoría de las haciendas y la mayoría de los latifundios que tienen obras de irrigación, tienen cualquiera industria, hasta la de zacatón, como decía el compañero Zincúnegui; y tomando como base para repartir esos latifundios este artículo 7o., resulta que nada se repartirá y más cuando todavía sigue quedando todo a juicio de la ya famosa Comisión Nacional Agraria; que ésta diga si es de hacerse la expropiación o no. ¿Quién ignora también que la mayoría de los latifundios en la República está en poder de extranjeros y que éstos han establecido ya cualquiera industria por pequeña que sea, pero que servirá para salvaguardarlos del reparto de los latifundios? Dice el artículo: "Quedan excluidos de la expropiación en toda la extensión que necesitan conservar para no perder su carácter de unidad agrícola, industrial, aquellas fincas en que esté funcionando una industria benéfica a la colectividad y cuya explotación serían imposible o dejaría de ser costeable, a juicio de la Comisión Nacional Agraria,...."

En muchos latifundios, con especialidad los del Sur, hay pequeños trapiches como los llaman los latifundistas, que se componen de un molinito movido por un caballo flaco, pero que a la postre resulta que es una industria y que ésta es benéfica, puesto que está produciendo piloncillo o panocha; tomando como base para repartir ese latifundio dicho artículo, resulta que es imposible la repartición, porque ya está establecida una industria. Luego agrega la Comisión: "....en el caso de que el propietario tuviese que comprar a tercera persona los productos agrícolas que dicha industria utilice como materia prima."

¡Pues claro! Me supongo que el que tiene un trapiche no va a comprar la materia prima a otros, sino que él la produce y en grandes cantidades. Aquí los de la Comisión debían tomar en cuenta que estando establecida, por ejemplo, una fábrica de azúcar o de cualquiera otra cosa, se podría proteger la fábrica, al mismo tiempo que se podría hacer la repartición del latifundio, porque el latifundista no labora en conjunto toda la cantidad de tierra que tiene y que produce caña de azúcar, sino que la va elaborando en pequeñas parcelas y el producto de esas pequeñas es lo que lleva al molino que tiene establecido, y estos campos de caña, ciudadanos diputados, es decir, cada "tabla" en el caló campirano, como dijera el ciudadano Soto y Gama, no pasan arriba de una o dos hectáreas de terreno. ¿Por qué no podía poseer cada habitante de aquellos lugares donde se produce la caña de azúcar dos hectáreas de terreno y hasta llevar los productos que le produjeran las dos hectáreas aquellas a beneficiarlos al molino, como se hace, señores diputados, en las cuestiones mineras? ¿No se extrae el metal? Cuántas negociaciones mineras no tienen maquinaria para purificar sus metales y se dan casos, y esto todo el mundo lo sabe, que los metales se traen de tres y cuatro días de camino a lomo de burro hasta donde hay ferrocarril; de allí se embarcan y se llevan a la fundición de Aguascalientes o a cualquiera otra fundición, y hay veces en que esos metales se llevan hasta a los Estados Unidos y es costeable el asunto. ¿Cómo en la fabricación de azúcar, en la fabricación del piloncillo no podría hacerse el mismo procedimiento?

Podrían establecerse industrias que establecieran fábricas única y exclusivamente para elaborar, para sacar productos a la caña de azúcar, y así al henequén y así a cualquiera otro de los productos que dicen que se necesitan grandes extensiones para que se produzcan. Yo no veo que sea un argumento serio que pueda tomarse en consideración éste que la Comisión nos ha venido a presentar desde hace mucho tiempo y que sigue sosteniendo aquí en este su artículo; yo no le veo absolutamente nada de

serio; puede dividirse la propiedad en pequeñas parcelas y como consecuencia lógica, lo vuelvo a repetir, puede establecerse verdaderas industrias. Hay estos casos que se dan el Estado de Michoacán, señores diputados: allí hay individuos que se dedican que han comprado una pequeña máquina trilladora y esta máquina trilladora la explotan ellos llevándola a este terrenito y al otro y al de más allá, y ya que llega el dueño del terreno aquél, ya tienen preparado allí su cereal; se trata de recoger el producto, pasa, carga otra vez con su máquina, la lleva a otro lugar y sigue el mismo procedimiento, y eso en la práctica, pues conviene mucho a los pequeños propietarios, porque se evitan ellos de tener las recuas para trillar el trigo y de todas esas cosas y el otro, sin ser agricultor, sí está explotando la máquina trilladora que deja muy buenas utilidades. ¿Por qué no se puede tomar como norma para todas estas cosas; por qué vamos a querer que haya grandes extensiones para que solamente así se traiga los tractores, las máquinas trilladoras y los implementos modernos para la agricultura? No, se pueden traer los tractores y emplearse los implementos más modernos agrícolas para trabajar la pequeña parcela, porque una vez dividida la tierra, no se va a dividir por medio de abismos por donde no pueda pasar un tractor de un pedazo de tierra a otro, sino que el que tenga un tractor lo llevará adonde dé resultado, ocupándolo después todos los dueños de las demás parcelas. Por consiguiente, la pequeña propiedad no es un obstáculo para que se apliquen los grandes implementos de agricultura. Creo que con esto he demostrado que es injusto el artículo 7o.; que en vez de procurar hacer el fraccionamiento de las tierras, lo que hace es que se agarren más bien de los estribos terratenientes. Si esta asamblea acepta el artículo tal como está, no se hará la repartición de tierras, porque todos alegarán la existencia de obras de irrigación. Ahora, por lo que se refiere a estas obras, voy a referir unos casos de que tengo noticia en Michoacán. Hay allí compañías pequeñas que tienen presas y que las explotan vendiendo el agua a los que no la tienen; luego... ciudadano Soto y Gama, puede usted reírse; usted podrá llamarse agrarista y todo lo que quiera, pero no conoce el fondo enteramente práctico del asunto. Estoy refiriendo cosas prácticas y lo puedo llevar el día que quiera a ver esas obras. Digo que en Michoacán ha y pequeñas compañías que construyen presas y que las explotan vendiendo el agua por módica cuota a los que no pueden construir una presa. ¿Por qué no podrían fundarse también, vuelvo a repetir, grandes compañías para establecer grandes sistemas de irrigación y luego vender el agua por todas partes? Porque aquí mismo, ciudadanos diputados, el agua potable, vamos, en eso ahí tiene ustedes un ejemplo, en el agua potable. ¿No cada uno de nosotros tenemos una obra de irrigación en nuestras casas, no podemos tenerla, pero esta es una obra de irrigación que se ha hecho con los dineros del pueblo y que no obstante que se ha hecho con los dineros del pueblo esa agua se vende a cada uno de los habitantes del Distrito Federal? Está allí una obra de irrigación hecha en grande escala y que se está vendiendo el agua que se proporciona a todos los habitantes del Distrito Federal. Pues esto, señores diputados, ésta que mal pergeño, pues está será la tesis que sostendrán los agraristas, los verdaderos agraristas del porvenir; ellos no van a querer, ellos no van a consentir, los agraristas del porvenir, que se establezcan grandes extensiones de tierra por sólo el hecho de que tengan grandes obras de irrigación; los agraristas del porvenir no van a sostener esa tesis a la cual yo desde este momento declaro absurda. Ahora, por lo que se refiere ala segunda parte del artículo, que dice:

"En consecuencia no quedarán excluidas de la expropiación las fincas en que las industrias sean la fabricación de alcoholes, elaboración de tabacos o industrias perjudiciales a la colectividad."

Aquí parece que se quiso incluir en la palabra "alcohol" toda la producción que contiene esta materia. Aquí, si se aprueba tal como está la segunda parte de este artículo, quedaba el resto de la fabricación del bebidas embriagantes sin estar comprendido en él, inclusive el pulque; el pulque no es un alcohol, ciudadanos diputados; el pulque sí es una bebida alcohólica; pero aquí no se habla de las bebidas alcohólicas, sino que se habla única y exclusivamente de los alcoholes. Luego no daría el resultado que viene buscando la Comisión en este caso, es decir, en nada absolutamente favorecería, me supongo, al proletariado del Distrito Federal, que es al que en este caso más directamente atañe esta ley. El ciudadano Espinosa, que se inscribió en pro del artículo, vino aquí e hizo una exposición muy razonable sobre este particular en la cuestión de alcoholes, es decir, en este caso habló en contra del artículo. Estoy en mucho de acuerdo con lo que él expuso sobre este particular. Debe decirse aquí:

"En consecuencia, no quedarán excluidas de la expropiación las fincas en que las industrias sean la fabricación de alcoholes o de bebidas alcohólicas, elaboración de tabacos o industrias perjudiciales a la colectividad."

Ahora, repitiendo, aunque el ciudadano Franco estaba inscripto en contra, le diré que sí pueden también fraccionarse los grandes latifundios donde hay tabaco. Voy a poner otro ejemplo tomando del Estado de Michoacán, porque es el que más conozco. Allí existe la industria del tabaco, la cual es en pequeña escala; son muchos los propietarios que a ella se dedican. En una parte del distrito de Zinapécuaro, en los pueblos de Bocaneo, Taimeo, y siguen muchos con terminaciones propias del idioma tarascó, se siembran muchas hectáreas de terreno con tabaco, y vuelvo a repetir que estos propietarios no tienen arriba de dos o tres hectáreas; sale bastante tabaco del Estado de Michoacán, y así sucede también en el Estado de Guanajuato, por el rumbo de Salvatierra, por Celaya y por otras partes donde también se siembra bastante tabaco por propietarios que no tiene arriba de dos o tres hectáreas de terreno; luego sin que desaparezca la industria del tabaco, pueden fraccionarse los grandes latifundios tabaqueros. Las fábricas de "El Buen Tono", "La Tabacalera Mexicana" y otra, no son dueñas, que yo sepa, de las vegas de Veracruz, ni del Valle Nacional, ni de nada de eso; compran el tabaco aquí y son las que realmente laboran ese tabaco y las que lo convierten en cigarrillos; esas fábricas no preguntan si proviene el tabaco de un

gran latifundio o de una pequeña parcela. En consecuencia, sí deben también repartirse los grandes latifundios de tabaco...

El C. Siurob, interrumpiendo: Eso es lo que decimos nosotros.

El C. Avilés, continuando: Yo por ese lado estoy apoyando la tesis de la Comisión y por eso antes dije que no obstante que el ciudadano Franco había venido a hablar en contra de este artículo en lo referente a esta parte, yo no estaba conforme con él y es lo que estoy haciendo, rebatiendo aquí lo sostenido por el ciudadano Abraham Franco. También me impresionó lo que el ciudadano Franco dice referente al "cepo", que es un palo que él no lo explicó aquí, no explicó el mecanismo de ese tormento; pero yo lo voy a explicar a esta honorable Asamblea.

El "cepo" es una viga que tiene un agujero en medio y está partida por la mitad, donde cabe una pierna; allí se mete el pie del que iba a sufrir el tormento aquél; se le deja boca abajo o en cualquiera postura por un día o más, etcétera, etcétera. Estos castigos, ciudadano Franco, donde tuvieron más resonancia, donde sentaron verdaderamente sus reales, donde era funestísima la cuestión, donde llegaron hasta la ignominia, fue en el Estado de México. Yo tuve oportunidad de conocer allí varias de esas haciendas del Estado de México donde vi cómo con lujo de crueldad se aplicaba este castigo, y este castigo lo aplicaba, como usted decía, con especialidad el gachupín. (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) Pues allí está don Iñigo Noriega y toda esa cáfila de sinvergüenzas que han venido al país a robar los intereses del pueblo (Aplausos.) Y no solamente a esos castigos se reducían en el Estado de México los aplicados por los señores aventureros españoles, sino que yo presencié este hecho una vez que venía por tierra para aquí, para la capital, y yo salía de mi pueblo y venía por tierra para acá. Esto pasaba precisamente en el mes de junio o julio cuando se está haciendo el beneficio al maíz que se llama darle la segunda mano a la elaboración, es decir, levantar el surco, en una palabra, (Voces: ¡La escarda!) se estaba escardando y se nombra allí escardar a levantar el surco también y arrimarle tierra a la pata del maíz; allí va por delante una serie de yuntas de bueyes, atrás vienen los que van levantando el surco y esto por lo regular en el Estado de México, quienes levantaban el surco eran mujeres, eran las indígenas, eran las mujeres, las esposas de los trabajadores del Estado de México; tras de estas infelices va por lo regular, y esto todavía se observa en el Estado de México, un capataz, por lo regular también gachupín, montado en un mal caballo y con un chicote que tiene una pajuela no menos de tres metros de distancia o de largo, que tiene cuando menos tres metros de largo la pajuela de este chicote. Van formadas las pobres indias aquellas, pero deben de ir así y simétricamente como si fueran en un desfile, ¡porque ay de la india que se queda atrás, porque es flagelada por el gachupín a chicotazos! He presenciado esos casos en el Estado de México, y todavía esos hechos se desarrollaron aquí en el Distrito Federal.

El C. De la Barrera, interrumpiendo: Rogaría a usted, compañero Avilés, que tuviera la cortesía de decirme en qué región del Estado de México se verifican esos hechos.

El C. Avilés: Mire usted, compañero De la Barrera, pues yo sigo teniendo la firme convicción de que esos hechos lo mismo se desarrollan en el distrito de usted, de lo cual quizá no tenga conocimiento por... una excepción o por lo que usted quiera. Usted sale a la defensa de su Estado y especialmente de su distrito, por lo cual lo felicito; pero en el Estado de México se sigue usando todavía el sistema de flagelar a la raza indígena...

El C. De la Barrera, interrumpiendo: ¡Pero no en la región pulquera!

El C. Avilés, continuando: Sigo sosteniendo esos hechos, porque del todo no han desaparecido, sino que todavía subsisten tanto en el Estado de México, como en Tlaxcala, Hidalgo y otras partes. (Voces: ¡No!) La raza indígena todavía sigue teniendo sobre sus hombros los mismos sufrimientos de antes; sigue siendo ella la que ha estado laborando en todas las revoluciones; la que ha regado su sangre en todos los campos de batalla, y es la que hasta hoy no ha llegado siquiera a asegurar, no ya un pedazo de pan, pero ni siquiera un pedazo de mendrugo; esa raza sigue todavía vegetando en el mismo estado de hace 20 ó 30 años. Todavía, si es que no me lo negará el ciudadano De la Barrera, saliendo fuera de la capital vemos la miserable choza en que se alberga un puñado de infelices, donde la mujer necesita quitarse un pedazo de enaguas de un lado para taparse del otro lado: ¡eso lo vemos aquí en las goteras de la capital! ¿Qué más podemos decir? ¡Cuántos niños infelices están tirados en las banquetas de las calles de esta ciudad, que pertenecen a la clase proletaria! ¿Qué hemos hecho por esa clase? Todos defienden los intereses del rico; todos quieren guardarle consideraciones, siendo esta la causa del malestar nacional! (Aplausos.) Señores diputados, el pueblo, más que leyes, más que todas esas faramallas de planes, más que todas esas cosas, lo que necesita es que se le dé pan; es que se le saque del estado de penuria en que vive; una ley como ésta no da al pueblo lo que es suyo; al pueblo debe dársele lo suyo. Debe aplicarse este principio: dar al César lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios. Dar al pueblo lo del pueblo, y a los ricos lo de ellos, pero lo que sea de ellos, no lo que hayan robado al pueblo. (Aplausos.)

El C. Castillo Francisco: Pido la palabra para una interpelación al orador.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pérez Gasga.

El C. Pérez Gasga: Señores diputados: Después de este largo debate, precisa ser sintético y breve. Las objeciones al artículo han sido de dos categorías: la una por lo que toca al fondo, y en esta caso se involucra la objeción al artículo, del artículo 8o.; los opositores quisieran que los predios comprendidos en las excepciones de los artículos 7o. y 8o. fuesen fraccionados en su totalidad. La segunda objeción se refiere a detalles de expropiación por lo que se refiere a parte de predios sembrados con tabacos o con algunas substancias que producen alcoholes. Es importante recordar el proceso que ha seguido la discusión de esta ley y

su iniciación. Nosotros sabemos que desde un principio la Comisión presentó un proyecto de ley basándose en otro proyecto que con anterioridad se había formulado durante la XXVII Legislatura. La presencia aquí del presidente de la República y las observaciones que hizo sobre la conveniencia de que no se matase de una manera violenta la producción en la República, originaron en la Comisión que aceptara un derrotero distinto, que aceptara un cambio de posición y un cambio de proposición en los principios generales de la ley. La ley discutida en lo general, fue aceptada también en lo general en estos preceptos fundamentales de los artículos 7o. y 8o. y, en consecuencia, urge expresar cuál es la razón fundamental, lo que pudiéramos decir el eje de esta variación y el eje, en consecuencia, de la ley de disolución de latifundios, tal como lo propuso la Comisión y tal como lo ha aceptado la Asamblea. EL objeto fundamental de la disolución de latifundios es, como se ha repetido hasta la saciedad, el aumento de la producción, y en tanto se justifica esta disolución de latifundios, en cuanto que por la propiedad privada se aumenta la producción. Pero, señores, es un fenómeno frecuentísimo que el cambio de sistema en un país trae como consecuencia necesaria una crisis; el fraccionamiento de latifundios y la formación de la pequeña propiedad traerá como consecuencia necesaria, aun cuando digan lo contrario algunos diputados, una reducción en la producción agrícola del país. En consecuencia, una previsión del ciudadano presidente de la República fue la que cristalizó en los artículos 7o. y 8o. al hacer que la producción se conservase por lo menos en una cantidad determinada y fija que viniera a satisfacer las necesidades urgentes del pueblo, sobre todo en lo referente a la alimentación. Los legisladores deben ser muy cautos y no dejarse llevar por bellas ilusiones que en vez de producir efectos benéficos, producen efectos desastrosos.

Desearía con mil amores hacer lo que el ciudadano Zincúnegui propone: que se fraccionen todos los latifundios; pero que no se fraccionen inmediatamente; deseo que se fraccionen, pero que se respeten por el momento las propiedades que se encuentran en condiciones tales que nos aseguran una cantidad de producción suficiente para alimentar al pueblo. Cuando consigamos ver fraccionada la mayor parte de los latifundios del país, cuando hayamos conseguido que se forme la propiedad privada, que los agricultores cultiven sus parcelas y comencemos a ver el aumento de producción, entonces el 75 por ciento de terrenos irrigados que hoy conservamos en poder de los latifundistas, los fraccionaremos y se constituirá la propiedad privada y no habrá ningún latifundio. Entonces, ante condiciones económicas diversas, podremos aventurarnos a decir respecto de ciertas industrias agrícolas, que en vez de que estén en poder de un individuo, deben estar en poder de cooperativas, y entonces no habrá propiedad de particulares, sino de cooperativas. Tener una poca de calma es prudente para que el problema se resuelva; precipitarnos para que se resuelva en estos momentos, es ir al fracaso. Bajo este punto de vista creo que tanto el artículo 7o. como el 8o., están inspirados por un principio de suma prudencia y de suma reflexión; no hay en eso nada de antirrevolucionarismo; todo lo contrario es un principio profundamente revolucionario, conscientemente revolucionario. Los que conscientemente aman al pueblo, quieren su bien y no desean hundirlo en un fracaso, no deben pedir que se fraccionen los latifundios como lo han pretendido algunos oradores. Por lo que toca a la excepción que se pretende que se haga respecto de las fincas productoras de artículos con los que se manufacturan tabacos o alcoholes, yo debo decir que es conveniente fijarse en algo, en lo que no se ha fijado la Asamblea. La ley de disolución de latifundios no pretende ni con mucho, por medio de un procedimiento directo, llevar a cabo una moralización del pueblo, obligándolo a que no tome alcohol ni a que fume tabaco; la ley de disolución de latifundios lo único que dice, sencilla y claramente, es lo siguiente: el Estado desea disolver todos los latifundios: el Estado no puede disolver aquellos que se encuentran irrigados en su totalidad, porque esto perjudicaría a la producción, porque esto disminuiría la producción; pero el Estado no tiene la obligación de respetar ni de proteger aquellas industrias que van contra la salud pública. De manera que la Comisión lo único que dice es que no protege a esas industrias y que, en consecuencia, no las pone en las excepciones en que ha colocado a las industrias que son benéficas y que, en consecuencia, llevan a cabo una producción para el pueblo.

El C. Espinosa Luis: ¿Me permite usted una interpelación?

El C. Pérez Gasga: Con mucho gusto.

El C. Espinosa Luis: Con permiso de la Presidencia. Suplico al compañero Pérez Gasga que tenga la bondad de aclararme si entiende que las grandes extensiones de tierras cultivadas con pulque en la Mesa Central, constituyen latifundios, en primer lugar; sintéticamente.

El C. Pérez Gasga: Sí.

El C. Espinosa Luis: Si, perfectamente; en consecuencia, compañero, aceptar el artículo tal como está, sin reformarlo como lo hemos pedido los que lo hemos impugnado, sería tanto como consentir en la subsistencia de esos grandes latifundios, supuesto que al decir que solamente quedan excluídas aquellas tierras donde se siembren y se produzcan alcoholes, y no bebidas embriagantes, tácitamente se conviene......

El C. Pérez Gasga, continuando: No continúe usted, compañero. Sobre ese particular yo le digo a usted que tiene razón, y la Comisión ha ofrecido cambiar el término alcohol por el de bebidas alcohólicas, (Voces: ¡Embriagantes!) o bebidas embriagantes. Insisto, pues, en advertir que la Comisión no pretende imponer una moralidad especial a la nación; lo único que dice es que el privilegio que se establece para la producción agrícola que tiene benéficos resultados, no se establece para aquellas industrias que no producen ningún resultado benéfico. No quiero cansar más a la Asamblea y sólo me concreto a hacer una síntesis de mis observaciones. Insisto, pues, en asegurar que la mente de la Comisión, lo mismo que la mente de la mayor parte de los diputados, es la de fraccionar todos los latifundios; que el momento actual nos aconseja, nos indica que el fraccionamiento debe llevarse a cabo principal y esencialmente en aquellos terrenos en

los que la producción no se perjudique y que es necesario fomentar la producción para tener una reserva que nos garantice el perjuicio que podamos sufrir como consecuencia de la disolución de los latifundios al formar la pequeña propiedad, es decir, que nos garantice la pérdida que nos acarreará la falta de trabajo que seguramente tendrá que producirse en muchos de los pequeños parcelarios, que por no estar habituados a trabajar, no producirán, cuando menos en los primeros años, por no estar habituados, lo que se produce en la actualidad. Esta previsión nos obliga a reclamar que, por lo que toca a las tierras o terrenos en los cuales haya obras de irrigación formales o respeto de los cuales se hayan contratado obras de irrigación, el fraccionamiento no se reduzca, o digo, la expropiación se reduzca sólo al veinticinco por ciento, quedando el setenta y cinco por ciento en poder del latifundista. De esta manera conseguimos que los pequeños propietarios comiencen a cultivar ese veinticinco por ciento que ya le damos irrigado por el latifundista, y esperemos a que una vez que esté en producción la pequeña propiedad, podamos disolver el setenta y cinco por ciento restante hasta disolverlo todo.

El C. Siurob: Pide la palabra la Comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Siurob: Honorable Asamblea: La Comisión ha estado escuchando pacientemente a todos los oradores del pro y del contra, y ha encontrado algo bueno en unos y en otros. En los oradores del pro ideas muy sensatas, principalmente a lo último, es el discurso del compañero Pérez Gasga, en el que indica que ha comprendido perfectamente las ideas de la Comisión y que ha sabido expresar con brillantes y con espíritu de verdadera justicia; y en el contra también ha tenido la Comisión la oportunidad de encontrar algo bueno, como es la especificación especial relativa a la segunda parte de este artículo, en el que se dice simplemente "alcoholes" y que deberá de decir "alcoholes y bebidas embriagantes". Desde luego, la Comisión manifiesta a la honorable Asamblea que está dispuesta a modificar en estos términos la segunda parte del artículo que está a debate, y a la vez sí cree necesario la Comisión refutar algunas de las objeciones que han sido hechas a este artículo, porque ya han sido refutadas de sobra por algunos oradores compañeros del pro; sin embargo, desde luego va a refutar la Comisión algunos de los argumentos que se han traído aquí. Se ha llegado hasta este extremo: hasta el extremo de combatir a la Comisión con sofismas tan traídos de los cabellos, como los siguientes: Que no se debe establecer la condición que se establece aquí del tabaco, por la sencilla razón de que se va a copiar este artículo en otras legislaturas de los Estados. Esto equivale a declarar tan cretinos a los diputados de aquellas legislaturas, que son capaces de copiar a pie juntillas, convenga o no a sus Estados, la reglamentación dada en el Distrito Federal. No creo, pues, que esto sea un argumento de ninguna manera de peso; pero sí lo menciono como uno de tantos argumentos, no digo de mala fe, pero sí traídos, muy traídos de los cabellos que se han esgrimido en esta tribuna. En seguida se ha venido a decir que la Comisión trata de suprimir el uso del alcohol y del tabaco; que la Comisión hace gala de un puritanismo excesivo; esto es absolutamente falso. La Comisión sí cree una cosa: que no se debe subordinar al cultivo de las materias primas que son origen de vicios, el cultivo de las materias primas alimenticias; esto es todo, es decir, que no se debe subordinar al cultivo de la vid o del maguey, el cultivo de los cereales, el cultivo de toda clase de productos alimenticios.... (Voces: ¡No lo expresa!) ¿No lo expresa?

Lo expresa claramente, eso es lo único que expresa precisamente diciendo lo siguiente: que todo latifundio en donde las materias primas que allí se produzcan, origen de una industria establecida en aquella finca - claramente se deja expresar que son industrias establecidas allí -, estas fincas con estas materias primas que sean las que originen la producción del alcohol o la elaboración del tabaco, que son vicios, o bebidas embriagantes, pueden fraccionarse; lo cual sencillamente quiere decir que pueden dedicarse por los nuevos poseedores a otro uso, pero pueden seguirse dedicando a estos mismos usos y aparte de estos usos a otros más. Por ejemplo: supóngase el caso de un individuo a quien se le da una parcela sembrada de vides en la Baja California; aquel individuo aparte de cultivar las vides, cultivará allí mismo, en parte de la parcela, o en los espacios que deje el cultivo de la vid, cultivará cereales u otras cosas y ¿quién le prohibe a este hombre que lo haga? ¿No es esto mejor a que cultivara la vid sola? Ya digo, a la Comisión no la guía ningún espíritu de puritanismo, pero sí hay que tener en cuenta que muchos ciudadanos diputados que hoy vienen a hablar en contra del artículo, fueron los que en el momento en que estaban elaborándose los presupuestos de esta Cámara, dijeron que había que poner contribuciones a los alcoholes, y entonces se les dijo que no era el aumento de la contribución precisamente el que iba a disminuir el vicio, sino que eran otras medidas de otra índole. Pues bien, una de esas medidas de otra índole son las que propone la Comisión. Que no se confunda la producción de materias primeras que dan origen a vicios, a la producción de materias primas alimenticias. Es el criterio que es oportuno, que es sencillamente lógico, que es sencillamente honrado, y que es sencillamente consecuente con las necesidades nacionales, el criterio que trata de señalar aquí la Comisión. La Comisión al establecer esta base trata de evitar lo que ha sucedido ya en algunas partes de la República. Apelo a los compañeros del Estado de Guanajuato que conozcan la región de Celaya, precisamente al diputado por Celaya, para que diga si es o no cierto lo que paso en Celaya: En Celaya había enormes fábricas de alcoholes, tomando como materia prima el maíz, porque los hacendados de esta región en aquella época en que era un verdadero oasis, una verdadera tierra de promisión, en que los cereales se producían en fabulosas cantidades, para que no bajara el precio de los cereales dieron en convertirlo en alcohol precisamente para que no bajara ni aun en la región y pudieran vender con suma facilidad los cereales al mismo precio al que los habían estado vendiendo en aquella época y se dio el caso triste, lamentable, en que faltando cereales en el resto de la República, que se trajeran de

los Estados Unidos, mientras que en el Bajío una gran cantidad de esos cereales estaba convertida en alcohol. Pues bien, no sería justo que una finca en donde estuviera una industria, una fabricación de alcohol tomando como materia prima los cereales, fuera a ser respetada única y exclusivamente por esta causa. Pongo esto como ejemplo, porque es un ejemplo absolutamente típico, porque es un ejemplo claro. Nos dice el compañero Avilés que este artículo está igual a como estaba y el mismo compañero Avilés vino a decir que nosotros hemos acatado las ideas emitidas en esta tribuna respecto a que no se deben respetar los terrenos sembrados de maguey y las industrias en donde hubiera elaboración de alcoholes y de estos otras materias; de manera que el mismo compañero se ha contradicho en esta parte; por tanto, cito esto como un tipo de argumento sacado de los cabellos en contra del artículo. Otro argumento: nos dice el compañero Avilés que en un latifundio se puede poner como pretexto para no fraccionarse el hecho de que hay un pequeño molino movido por un caballo, y esas que se llaman coladeras de melaza; pues bien, nunca podría justificar cualquier individuo que no tiene por industria más que aquel pequeño molino, que necesita de toda la producción del latifundio para alimentar aquella máquina moledora y desde luego, como ésta a juicio de la Comisión Nacional Agraria este hecho, indudablemente que la Comisión Nacional Agraria verá que es enteramente improcedente el recurso que se trata de interponer por parte de los propietarios en este caso. Otro argumento: nos dice al compañero Avilés que hay industrias portátiles. Las industrias portátiles están exactamente en el mismo caso que las industrias movidas por un caballo, con poca diferencia son industrias para una pequeña porción de tierra; como son industrias para una pequeña porción de tierra, resulta que no pueden alegarse como razones para que no se expropie un latifundio en que esté establecida una industria particular portátil y que, en dado caso, pueda ser trasladada a otro lugar. Ya ve, pues, el compañero Avilés cómo este argumento tampoco es justo. En cambio, sí cree la Comisión que las grandes industrias, las industrias verdaderamente benéficas, las que importan grandes maquinarias que si no se respeta la extensión de latifundio y tierra que necesitan cultivar para producir la materia primera, para alimentar el gran capital que demanda este negocio y que de otro modo quedaría amortizado, se quedaría una multitud de brazos sin trabajo y con esto disminuiría el precio de los jornales en todas aquellas regiones. Eso sí no debemos permitirlo y en cambio, sí debemos poner cuanto esté de nuestra parte para que no se paralicen. Más aún, compañeros: ¿qué más quisiéramos que todos los latifundios se pusieran en este momento a establecer industrias verdaderas, necesarias para el mejoramiento del país, y que esas industrias fueran de tal naturaleza que se elaborara ahí elementos buenos para la colectividad?

El C. Avilés, interrumpiendo: Eso es verso.

El C. Siurob, continuando: No es tampoco buena la objeción del compañero Zincúnegui Tercero referente a que se pudiera poner una fábrica de aguarrás. Como ustedes saben, una fábrica de aguarrás para sostenerse necesita la existencia de una gran cantidad de monte, porque vosotros sabéis que la goma resina que por destilación produce el aguarrás, sólo se produce en pequeña cantidad en algunas especies de coníferas. Pues bien, tampoco este es un argumento, porque, en primer lugar, los terrenos que hoy están recubiertos de montes, en su gran mayoría no sirven para la agricultura, con excepción de los territorios; y en segundo lugar, esta otra circunstancia: de que no es una industria benéfica para la colectividad porque aniquila los árboles, los va aniquilando, les resta vida, acaba con los bosques; en muchos lugares donde está establecida esa industria casi se han acabado los bosques, han disminuido en vigor y han llegado casi a desaparecer. Primero comienzan por recortar el liber del árbol, en seguida, por el ansia de la explotación, se hace un recorte más abundante y todos vosotros sabéis que los árboles a los que se les ha recortado el liber, principalmente si se hace de una manera circular, acaban por secarse. De manera que esta no es industria benéfica para la colectividad, porque se priva a la colectividad de algo que es esencialmente benéfico: la presencia de los bosques que da origen a las lluvias y proporcionan los materiales de construcción; de manera que en todo caso no es una industria benéfica para la colectividad.

El C. Angeles: ¿Me permite una interpelación, compañero Siurob?

El C. Siurob: Sí, señor.

El C. Angeles: El compañero Siurob se acaba de referir a que las grandes industrias ocupan gran número de braceros y que al repartirse esos latifundios donde están esas industrias se haría un perjuicio a los trabajos y sería un perjuicio para la industria y para los trabajadores; pero el fin que creo yo que lo que persigue la Comisión no es ese, porque debe tener en cuenta la Comisión que no se trata de otra cosa sino de repartir las tierras en beneficio de los trabajadores; porque con los salarios que ganan en las industrias no les basta para educar a sus hijos y dejarles una pequeña fortuna cuando termine. Por esta razón no debemos proteger del todo a las grandes industrias, como lo afirma el artículo 7o. Como lo comprenderá el compañero, no he querido hablar en contra, pero hago esta interpelación por lo que se refiere a las grandes industrias, pues creo que la Comisión busca, de alguna manera, el mejoramiento colectivo, y no es así; se van a repartir los latifundios para que cada jefe de familia le legue a sus hijos un bienestar o con el que pueda darles educación en el curso de su vida.

El C. Siurob: Celebro la interpelación del compañero, porque me da motivo para contestar. Nosotros, en efecto, con motivo de esta ley, precisamente referente al reparto de latifundios, es lo que nos guía: repartir tierras a los mexicanos; pero no vamos a hacer precisamente lo que se ha criticado a la labor de los comunistas rusos, que si proporcionaron por una parte el bien, en cambio destruyendo otro bien. Nosotros queremos el beneficio integral, no creemos nosotros que es necesario destruir lo existente, lo poco existente, lo que cuesta tanto trabajo que exista, para dar lo que abunda por otra parte. ¿En México qué es lo que abunda? ¡La tierra! ¿Qué es lo que se necesita? La industria. Pues bien; no vamos a sacrificar lo que escasea

teniendo a la mano lo que abunda. La tierra abunda, la industria escasea; es necesario que se comprenda que en nuestro país las tierras son para los mexicanos y son suficientes para darlas a los mexicanos. Si todos los mexicanos quisieran tierras, aun se podrían dar tierras; pero desde luego no todos los mexicanos van a querer esas tierras, sino que suponiendo que esta ley no rigiera en el Distrito Federal, sino en toda la República, desde luego habría que quitar. Vamos considerando que en estos momentos a todos los habitantes de la República se les dieran tierras. Suponiendo desde luego que sean 12 millones, la mitad son mujeres; una quinta parte son niños, de esto queda, pues, una pequeña parte de hombres; de estos hombres sólo una décima parte, conforme a esta estadística, están en aptitud de trabajar. Aparte de esto todavía muchos no trabajarían en la agricultura, sino que se dedicarían al comercio, a la industria; otros servirían como empleados públicos, y si vamos a la última conclusión, resulta que es muy pequeño el número de los individuos que únicamente van a tener la necesidad de la tierra; los que soliciten, me refiero en relación al total de densidad de la República. Ahora si lo vemos en relación con el proletariado, indudablemente que la mayoría del proletariado si va a necesitar tierras; pero si lo vemos en relación con todos los habitantes de la República, resulta que esa relación es pequeña en relación con la extensión del territorio, es decir, el número de individuos que van a necesitar la tierra; por consiguiente, no es la tierra lo que escasea, la tierra no escasea y la nación está en posibilidad de cumplir sus ofrecimientos en las condiciones actuales; en cambio, la industria si escasea, la industria no es necesaria; México necesita ser un país industrial, los países no son precisamente fuertes por los productos que elaboran como materias primas, sino también son ricos y muy esencial en muchos países y especialmente los que tienen reservas en combustibles, deben ser ricos en sus industrias, y nosotros debemos tender a desarrollar nuestras industrias precisamente para que tenga aplicación nuestro petróleo. Ahora bien; en estas circunstancias nosotros no podemos, no debemos matar el espíritu de iniciativa para establecer industrias en el país. Esta fue la idea capital del general Obregón y el mérito no es de la Comisión, el mérito es del general Obregón que fue el que señaló la idea. No lo digo esto por elogiar al general Obregón, pero sí es muy justo que cada quien tenga el mérito de sus propias obras, y si esta idea fue del general Obregón, es justo que aquí se diga.

La Comisión cree, pues, haber destruido absolutamente todos los argumentos esgrimidos por los oradores del contra, y sólo le resta suplicar a la honorable Asamblea que le conceda permiso, y así lo suplica al señor presidente de la Cámara, que pida permiso a la Asamblea, en nombre de la Comisión, para introducir en este artículo la siguiente modificación en la segunda parte del artículo: en vez de alcoholes, en vez de fabricación de alcoholes, fabricación de alcoholes y bebidas embriagantes, y espera la Comisión que la honorable Asamblea habrá tenido en cuenta la idea muy noble y muy sana de la Comisión, secundando la primitiva del general Obregón, de no destruir lo poco bueno que ya existe para obsequiar tierras, cuando tierras sobran para dotar a todos los habitantes de la República, y, por otra parte, la idea, también muy noble y muy sana de la Comisión, de no subordinar el cultivo de las materias primas alimenticias, al cultivo de las materias primas que son origen de vicios o de producciones que no son benéficas, sino maléficas, para la colectividad.

El C. secretario Valadez Ramírez: En votación económica se consulta si se permite a la Comisión retirar el artículo que está a debate. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. (Voces: ¡Retirar no!) Retirar. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Hay mayoría de pie. Sí se permite a la Comisión retirar este artículo. (Voces: ¡No hay quorum!) La Comisión presenta reformado el artículo, nuevamente reformado, en los siguientes términos:

"Quedan excluídas de la expropiación en toda la extensión que necesiten conservar para no perder su carácter de unidad agrícola industrial, aquellas fincas en que esté funcionando una industria benéfica a la colectividad y cuya explotación sería imposible o dejaría de ser costeable, a juicio de la Comisión Nacional Agraria, en el caso de que el propietario tuviese que comprar a tercera persona los productos agrícolas que dicha industria utilice como materia prima.

"En consecuencia, no quedarán excluídas de la expropiación las fincas en que las industrias sean la fabricación de alcohol y de bebidas embriagantes, elaboración de tabacos o industrias perjudiciales a la colectividad."

Está a discusión. No habiendo sido objetado este artículo 7o., presentado nuevamente por la Comisión, se reserva para su votación con los demás no objetados.

El C. presidente, a las 8.22 p. m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las cinco de la tarde para elección de Mesa Directiva que fungirá en el próximo mes.