Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210720 - Número de Diario 79

(L29A1P1eN079F19210720.xml)Núm. Diario:79

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 20 DE JULIO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.-PERÍODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II. - NUMERO 79

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 20 DE JULIO DE 1921

SUMARIO

1.-Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior. Se concede licencia al C. Sánchez de la Cima.

2.-Se aprueba la fracción VIII del artículo 46 reformado, del Proyecto de Ley para el Fraccionamiento de Latifundios. A discusión la fracción IX del mismo artículo, se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. ARROYO CH. AGUSTIN

(Asistencia de 127 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 6.05 p. m.: Se abre la sesión.

- El C. prosecretario Castrejón, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día diez y nueve de julio de mil novecientos veintiuno.- Período extraordinario.

"Presidencia del C. Gustavo P. Serrano.

"En la ciudad de México, a las seis y cinco de la tarde del martes diez y nueve de julio de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta y cinco ciudadanos diputados.

"Se aprobó el acta de la sesión celebrada el día trece del mes en curso y se dió cuenta con los siguientes documentos:

"Oficio de la Secretaría de Gobernación, al que se acompaña una iniciativa del Ejecutivo para que se expida una ley de indulto general, en conmemoración del centenario de la consumación de nuestra Independencia.-Recibo, a las comisiones unidas de Justicia e imprímase.

"Los CC. Luis Espinosa y Manrique impugnaron el trámite anterior. El primero, así como la Mesa, aceptaron las sugestiones del C. Manrique y el trámite quedó así redactado: "Recibo, a las comisiones unidas primera de Justicia y primera de Puntos Constitucionales e imprímase."

"Oficio de la Secretaría de Gobernación, con el que remite un ocurso por medio del cual la agrupación "Confraternidad y Libertad", de Veracruz, solicita se decrete la gracia de indulto para los sentenciados por los fueros federal y militar, en conmemoración del centenario de la consumación de la Independencia de México.-Recibo y a su expediente.

"Ocho memoriales de numerosos presos recluidos en las cárceles de Orizaba, Nayarit, Querétaro, Veracruz, Distrito Federal y Toluca, en los que suplican que el Congreso de la Unión apruebe la ley de amnistía general.-Recibo y a su expediente.

"Escrito en que el C. Luis G. Hernández pide que al promulgarse la ley de indulto para los reos políticos y civiles, se haga extensiva para los exfederales que se encuentran injustamente fuera del servicio.-Recibo y a su expediente.

"Escrito por medio del cual el C. Montero Villar da cuenta de la comisión que se le confirió, en unión de otros representantes, para asistir a la ceremonia cívica celebrada con motivo del aniversario del fallecimiento de don Benito Juárez.-De enterado con agradecimiento.

"Con dispensa de trámites y sin debate se concedieron, con goce de dietas, las siguientes licencias:

"Hasta por treinta días al C. García Rojas.

"Por veinte días, como prórroga de la que ha venido disfrutando, al C. Rodrigo Gómez.

"Por diez días al C. Vidales.

"Hasta por un mes al C. Daniel Cerda.

"Se paso a la discusión del proyecto de Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios.

"La fracción III del artículo 46 reformado, que se discutió en la sesión anterior, fue declarada con lugar a votar, y después de una proposición del C. Manrique que dió lugar a una aclaración de la Secretaría, se aprobó por noventa votos de la afirmativa contra treinta y seis de la negativa.

"La fracción aprobada dice:

"Los terratenientes que, con igual propósito, acudan a la estratagema de enajenar, hipotecar o arrendar sus fincas al extranjeros para provocar dificultades diplomáticas, sufrirán la pena de tres años de prisión y multa de cinco mil a veinte mil pesos, sin perjuicio de la pérdida de ciudadanía." "Votaron por la afirmativa los CC. Aguilera, Aguirre Colorado Fernando, Aguirre Emilio, Alanís Fuentes, Alba de, Alessio Robles Vito, Angeles,

Arrioja Isunza, Avilés, Ayala, Barragán Enrique M., Borrego, Calderón, Camarena, Cano, Castillo Enrique del, Castillo Garrido Isauro, Castillo Nájera Cerda, Cervantes, Colón, Contreras Lucas, Chico, Díaz Soto y Gama, Fernández Martínez, Garza Candelario, Garza Francisco, González Rafael M., González y González, Guadarrama, Guerrero Eduardo, Guillén, Gutiérrez Castro, Gutiérrez Macedonio B., Gutiérrez Teodomiro T., Guzmán Luis, Hernández Macario, Hidalgo Catalán, Huerta, Lavín, Leyva, Lira, Lomelí, López Soto, Llaca, Manrique, Maqueo Castellanos, Martínez de Escobar Rafael, Méndez, Miravete, Méndez Manuel F., Montes de Oca, Morales, Moreno Francisco Z., Munguía Carlos B., Munguía Clemente, Navarro Manuel, Olguín, Ollivier, Ortega Antonio, Ortega José Juan, Ortiz, Padilla, Paredes, Peña Francisco de la , Pichardo, Pimentel Ramírez Miguel, Reyes Ignacio C., Reyes Tereso, Reynoso Díaz, Riva Palacio, Rivera Cabrera, Salazar, Sánchez Gilberto, Serrano Hermosillo, Siurob, Solórzano Federico N., Solórzano José Luis, Soto Francisco, Tello Romero, Trejo Erasmo, Valverde, Vega Bernardo de la, Velarde, Victoria, Villegas, Zarate y Zuno.

"Votaron por la negativa los CC. Acevedo, Alarcón, Alonzo Romero, Castañeda Nigra, Castañon, Castillo Francisco, Contreras Adolfo, Domínguez, Espinosa Luis, Franco Abraham, Franco Cerqueda, Gálvez, Gámiz, Gandarilla, Gómez Carlos, Gómez Cosme D., Gómez Luna, González Jesús B., Lechuga, Manero, Márquez Aurelio P., Martínez Fernando B., Mastache, Miramontes, Palacio, Pérez Gazga, Ramírez Luque, Ramírez M. Fidel, Salgado, Sánchez Anaya, Serrano Gustavo P., Silva, Toro, Tovar y Pérez, Valadez Ramírez, Vasconcelos y Vergara.

"Las comisiones presentaron reformada en estos términos la fracción II del artículo 46:

"Los latifundistas que con objeto de eludir o retardar el fraccionamiento de sus propiedades, promuevan amparos que sean desechados de plano por improcedentes, o aquellos que fuesen negados por haberse interpuesto sin motivo, pagarán una multa de quinientos a cinco mil pesos. A los abogados o procuradores que intervengan en esos amparos, se les impondrá una multa de cien a mil pesos."

"Sin debate se declaró con lugar a votar y se reservó para su votación.

"Asimismo, sin que nadie hiciera uso de la palabra, se declararon con lugar a votar y se reservaron para su votación las fracciones del mismo artículo 46 reformado: IV, V, VI y VII, y que aparecen en el proyecto impreso distribuído a los ciudadanos diputados. Respecto de la fracción IV, el C. Siurob, a nombre de las comisiones, hizo observar que la frase "se aplicará la pena en una mitad", debía substituirse por la de "se aumentará la pena en una mitad."

"Se puso a discusión la fracción VIII del propio artículo.

"La fundó, a nombre de las comisiones, y por haberle pedido el C. Gandarilla, el C. Díaz Soto y Gama. El orador interpeló a los CC. Gandarilla, Francisco Soto, y Villegas, y solicitó la lectura de documentos, que la Secretaría dió a conocer.

"Presidencia del C. Agustín Arroyo Ch.

"El C. Gandarilla hizo aclaraciones e interpeló al C. Francisco de la Peña, quien contestó.

"El C. Díaz Soto y Gama rectificó los conceptos de estos ciudadanos y respondió a una pregunta que le hizo el C. Federico Martínez de Escobar.

"El C. Padilla insinuó una reforma, pero las comisiones no sólo no la aceptaron, sino que por conducto de los CC. Díaz Soto y Gama y Siurob, apoyaron la fracción por ellas propuesta.

"Por último, el C. Siurob dió respuesta a una pregunta del C. Vasconcelos.

"Se declaró suficientemente discutida y con lugar a votar la fracción VIII, pero al recogerse la votación nominal respectiva ya no había quórum, pues votaron setenta y tres diputados por la afirmativa y treinta y nueve por la negativa.

"A las ocho y treinta y tres de la noche se levantó la sesión."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"Luis Sánchez de Cima, diputado por el primer distrito del Estado de Puebla, manifiesta:

"Que ha sido designado por el Ejecutivo del Estado de Puebla para desempeñar una comisión y por lo tanto respetuosamente solicita de esta H. Cámara de Diputados le sea concedida, con dispensa de todo trámite, una licencia por dos meses, sin goce de dietas.

"Esperando se acuerde favorablemente esta solicitud, protesta su atenta consideración y respeto.

"México, a 18 de julio de 1921.-L. Sánchez de Cima."

En votación económica se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Concedida. (Voces: ¡No hay quórum!)

El C. secretario Valadez Ramírez: Se procede a recoger la votación nominal pendiente de la sesión anterior.

El C. prosecretario Castrejón: Por la afirmativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa. (Votación.)

El C. prosecretario Castrejón: Votaron por la afirmativa 81 ciudadanos diputados.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa 42 ciudadanos diputados. No hay quórum. (Voces: ¡Lista! ¡Lista!)

El C. Paz: Moción de orden. (Voces: No hay desorden.) Señor presidente, es preciso que se mande llamar a los que están en los pasillos. (Desorden. Campanillas.)

El C. secretario Valadez Ramírez: Por acuerdo de la Presidencia se procede a pasar lista. Hay una asistencia de 136 ciudadanos diputados. Hay quórum. (Aplausos.) Se procede a recoger nuevamente la votación. (Votación.)

El C. Gandarilla: Moción de orden. (Voces: Estamos en votación.) Precisamente estamos en votación; como no estamos en una plaza de toros reclamo el orden, deben ser más correctos.

El C. prosecretario Castrejón: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a recoger la votación de la mesa. (Votación.) Votaron por la negativa cincuenta ciudadanos diputados (Aplausos. Gritos.)

El C. Gandarilla: Sigue la aulladera de puro gusto, que sigan aullando.

El C. Díaz Soto y Gama: Que conste en el DIARIO DE LOS DEBATES.

El C. Gandarilla: Que se haga constar, sí, señor. (Siseos. Campanilla.)

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la afirmativa 87 ciudadanos diputados. (Aplausos nutridos.) Se publicarán las listas en el DIARIO DE LOS DEBATES. (Aplausos nutridos.) Ha sido aprobada la fracción VIII del artículo

(Votaron por negativa, los siguientes ciudadanos diputados: Acevedo, Aguilera, Alessio Robles, Alonzo Romero, Angulo, Arrioja, Isunza, Arroyo Ch., Bravo Lucas Castañón, Contreras Adolfo, Chico, Domínguez, Espinosa Luis, Estrada, Fernández Miguel B., Gálvez, Gámiz, Gandarilla, García Adolfo G., García Rojas Manuel, Gómez Carlos, Gómez Cosme D., Hernández Macario M., Huerta, Lara G. Rafael, Lomelí, Luquín, Márquez, Mastache, Méndez José, Miramontes Morales, Padilla, Pino, Ramírez Francisco Modesto, Ramírez Luque Francisco, Reyes Ignacio C., Reyes Tereso, Rivera Cabrera Crisóforo, Rodríguez López Santiago, Sánchez Gilberto, Sánchez Pablo H., Serrano Gustavo P., Serrano Hermosillo Salvador, Solís, Toro, Valdez Ramírez, Vasconcelos, Vergara y Vicencio. Total, 50.)

(Votaron por la afirmativa los siguientes ciudadanos diputados: Aguirre Colorado Fernando, Aguirre Emilio, Alanís Fuentes, Alba, Aldaco, Angeles, Ayala, Barragán Enrique M., Barrera, Borrego, Calderón, Carriedo Méndez, Carrillo Puerto Benjamín, Casas Alatriste, Castillo Enrique del, Castillo Nájera, Castillo Porfirio del, Castrejón, Cerda, Céspedes, Colón, Correa, Damián, Díaz Soto y Gama, Dorantes, Fernández Martínez, Franco Cerqueda, Garza Candelario, Garza Francisco, González Onésimo, González Rafael M., Guerrero Eduardo, Gutiérrez Macedonio B., Gutiérrez Teodomiro T., Guzmán, Guzmán Peláez, Hernández Alvarez, Ibarra, Lechuga, Leyva, López Soto, Llaca, Macías Rubalcaba, Maqueo Castellanos, Martínez Fernando B., Méndez Manuel F., Montes de Oca, Montes, Munguía Carlos B., Munguía Clemente, Navarro Manuel, Olguín, Ortega Antonio, Ortega José Juan, Ortiz, Paredes, Paz, Peña Idelfonso de la Pichardo, Pimentel, Portales, Quiroga, Rama, Ramírez M. Fidel, Ramírez Miguel, Ramos Esquer, Reynoso Díaz, Riva Palacio, Rivera Vicente, Rodríguez Guillermo, Salazar, Salgado, Sánchez Anaya, Saucedo, Sepúlveda, Siurob, Solórzano José Luis, Soto Francisco, Soto José M., Tello Romero, Valverde, Vega, Villegas, Zincúnegui Tercero y Zuno. total, 86.)

El C. Gandarilla: ¡Mañana, que se corone a Soto y Gama!

El C. Díaz Soto y Gama: ¡Que viva la revolución!

El C. Gandarilla: Y usted como emperador de ellas!

El C. secretario Valadez Ramírez: A discusión la fracción IX del mismo artículo 46 que dice así:

"IX. Los funcionarios judiciales que con violación de lo dispuesto en el artículo 27 constitucional y en los artículos 12 y 23 de esta ley, diesen entrada a cualquiera demandada, petición o solicitud, tendente a detener, interrumpir o estorbar el ejercicio de las legítimas facultades que las autoridades administrativas tienen para llevar a cabo los procedimientos de expropiación, sufrirán la pena de tres años de prisión, sin perjuicio de la pérdida del cargo."

Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse. (Voces: ¡A votar!)

El C. Díaz Soto y Gama: Pide la palabra la Comisión. (Voces: ¡A votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Díaz Soto y Gama: La Comisión quiere informar a la Asamblea de la impresión que ha causado en el ánimo de los campesinos de Guanajuato perseguidos por el latifundismo en contubernio odioso con la clerecía, la impresión que ha causado el debate de ayer y la votación de hoy. Acabo de recibir esta carta de individuos que se han visto obligados a abandonar el Estado de Guanajuato por la persecución de que allí son víctimas los campesinos que piden tierras. Dice la carta: "México, Distrito Federal, julio 20 de 1921.-Señor Antonio Díaz Soto y Gama.-Ciudad.-Respetable señor:.... (Voces: ¡Huy! ¡Huy! ¡Huy! Murmullos. Campanilla.) ....Me tiene sin cuidado el epíteto, porque no soy burgués. De manera que no me preocupa. Lo que van usted a ver es lo de fundo, lo que sigue:

"En la sección de "Crónicas Parlamentarias" del día de hoy, hemos visto, que en el diálogo sostenido por usted con el diputado Gandarilla, citó usted algunos casos de la labor obstruccionista que el Clero, en odioso contubernio con los latifundistas, está llevando a cabo en diversos lugares de la República, y como entre esos lugares citó usted a Guanajuato, interpelando al diputado por nuestro distrito señor Francisco Soto, para corroborar sus asertos; nos vemos en el caso de dirigirnos a usted ratificando lo que ocurre en Pénjamo; allí, señor Soto y Gama, el cura de la localidad está llevando a cabo una labor criminal desde la cátedra sagrada, contra todos los que profesamos ideas agrarias; la complaciente actitud del presidente municipal hace empeorar la situación, y con su indiferencia y falta de energía, ha dado lugar a que los elementos clericales asesinen de una manera alevosa y villana a uno de los más entusiastas e incansables luchadores del ideal agrario: a Regino Magaña."-¡Nombres!

"En Pénjamo, señor Soto y Gama, no se puede hablar de agrarismo, ni se puede hacer ostentación de ideas libres, porque se corre el peligro de ser

asesinado; las defensas civiles de ese distrito se han convertido en instrumentos ciegos del cura; nosotros hemos tenido que huir ante el inminente peligro de ser asesinados y hemos preferido el ostracismo antes que claudicar de nuestras ideas, como pretendían el cura y sus paniaguados.

"Deseamos facilitar a usted verbalmente más amplios detalles y le suplicamos nos cite lugar y hora para proporcionárselos.

"Autorizamos a usted que interrogue a Francisco Soto acerca de nuestros antecedentes, nosotros nos interesamos por que conozca todo lo que puede echársele en cara a los miserables canallas que se oponen a las aspiraciones de mejoramiento del proletariado.

"Terminamos ofreciéndonos a sus órdenes en la 1a. calle del Campo Florido número 31. Peluquería.

"Somos de usted afectísimos atentos y SS. SS. Voy a leer los nombres de los firmantes para preguntarle al compañero Soto si son apócrifas o si corresponden a personas vivas, si son vivientes, auténticos. (Desorden. Campanillas.) "Javier Méndez, Ramón Guzmán, E. H. Morales, Guadalupe Hernández, J. Jesús Madrigal."

¿Son vecinos de Pénjamo?

El C. Soto Francisco: Señor presidente, pido la palabra para contestar una interpelación del orador.

El C. Díaz Soto y Gama: Interpelo al compañero en este sentido: ¿estos señores son vecinos de Pénjamo?.... (Desorden. Gritos. Voces: ¡Están de acuerdo!)

El C. Soto Francisco: Todos los firmantes de esa carta son conocidos míos. (Voces: ¡Ya salió el pastel! Aplausos. Risas.)

En esa visita que hice a mi distrito fueron a verme. Llegué el viernes y el sábado fueron a visitarme, a decirme que ellos y que otros, entre los cuales estaba incluído Magaña, estaban en la lista que les había dado el cura a estos individuos armados que están allí, para que fueran asesinados. Al domingo siguiente fue el asesinato de Magaña. Todos estos individuos han tenido que huir, faltos de garantías, y puede denunciar hechos verdaderamente escandalosos, desde el momento en que ese cura y su gente armada exigen en el distrito, como garantía de vida, la confesión y la comunión públicas. El presidente municipal se confiesa y comulga. ¿Qué quiere decir esto? Una complicidad absoluta y descarada de las autoridades inconscientes con los curas con la autoridad religiosa. (Voces: ¡No! ¡No! Desorden.) a mí no me extraña que el compañero Gandarilla y otros hagan manifestaciones como éstas, puesto que han venido a exhibirse aquí....

El C. Gandarilla, interrumpiendo: Estoy callado. Falta usted a la verdad.

El C. Soto Francisco, continuando: ....como perfectos reaccionarios. El señor compañero, o no ha visto su distrito o no sabe lo que pasa en él. Yo voy muy seguido a mi distrito y sé bien lo que sucede en él. Allá los amos son los curas que tienen sugestionada a esa pobre gente, y el Gobierno, de una manera enteramente ligera, ha puesto en sus manos armas, sin saber lo que ha hecho. En la actualidad esto representa un peligro. (Voces: ¡Orden!) No hay desorden, compañeros, Repito, yo era enemigo de estos artículos que las comisiones Agrarias han fijado al final del proyecto de la Ley Agraria, pero al presentarme a mi distrito y ver la preponderancia que tienen allí los curas, vine como he venido, con todo valor, a votar por esas penas que se imponen allí y que me parecen pocas. (Voces: ¡A votar!)

Presidencia del C. SOLIS JAIME A.

El C. secretario Valadez Ramírez: Tiene la palabra en contra el ciudadano Vasconcelos. Se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules.

El C. Vasconcelos: Señores diputados: Siguiendo el sistema que las comisiones Agrarias han seguido desde esta tribuna, pidiendo la palabra para fundar un artículo sin decir una sola palabra respecto de él, yo me creo legítimamente autorizado para decir dos o tres palabras solicitando, si se quiere, un turno que no me corresponde, porque no tengo intenciones de hablar en contra de este artículo para hacer una exposición, que si no salvará la reputación de la Cámara de Diputados, por lo menos salvará hasta cierto punto los escrúpulos de una minoría consciente que en ella existe. (Aplausos.)

El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Pobre minoría! (Risas.)

El C. Vasconcelos, continuando: Escribir, redactar un artículo compuesto de quién sabe cuántas fracciones en las que se establecen penalidades, sin haber pasado los ojos por lo que es la teoría del Derecho Penal, es algo tan absurdo como contestarle a un individuo en la forma en que ayer me contestó el ciudadano Siurob. Recordaréis -y esto naturalmente lo preciso para señalar la crasa ignorancia de las comisiones- la pregunta que ayer tube el honor de formular a las comisiones dictaminadoras. No digo dentro de una teoría ni clásica ni modernista de Derecho Penal, sino dentro del sentido común que yo he estado clamando continuamente que debe tenerse aquí; ¿es creíble, señores diputados, y es admisible que una autoridad, un latifundista, un agente laico y un cura, tengan la misma responsabilidad? Esto, que es de sentido común, la Comisión no ha querido admitirlo como de sentido común. ¿Para qué discutir, para qué entretener a la Asamblea con discusiones que para la mayoría de ella desgraciadamente son bizantinas? Hay un criterio que se llama criterio revolucionario, que desgraciadamente impera, no porque sea revolucionario, sino porque es absurdo: el criterio que pasa y atropella, pisotea y desmenuza toda verdad consagrada desde los tiempos en que la humanidad tiene conciencia. Ser revolucionario en el sentido en que las comisiones quieren serlo, es atropellar el derecho, es atropellar el sentido común. Yo, que sentí que un compañero mío como Miguel F. Ortega dijera desde esta tribuna que la revolución era desprestigiada porque los hombres encargados de sostenerla sostienen, en vez de la verdad luminosa e invencible de la revolución, el error y el capricho que constituyen el

fracaso de la revolución, hoy casi me siento sostenedor y pugnador en pro de la tesis de Miguel F. Ortega. (Aplausos.) ¿Es así como se prestigia una revolución? ¿Es con un mamarracho de esta naturaleza como se prestigia una causa (Aplausos.) sostenida con tantos sacrificios y con tanto empeño? Francamente, señores, el ánimo se contrista y la voluntad, que debiera ser nerviosa y violenta, se vuelve publíca cuando una Asamblea vota absurdos como los absurdos contenidos en este histórico y ridículamente célebre artículo 46 de nuestra ley. (Aplausos.) ¿Sabe la Comisión que el Derecho Penal, por la misma razón de ser penal y de haber tocado de cerca el corazón de los hombres, ha sufrido una evolución completa desde los tiempos muy lejanos de la historia levantada a una altura sublime de sentimiento y de pensamiento por la siempre despierta y siempre grata inteligencia de Beccaria? ¿La Comisión sabe que en un rincón de Italia, en la Universidad de Turin, Enrico Ferri ha desarrollado en un curso entero lecciones de Derecho Penal señalando lo que es la pena y lo que es el delito y las correspondencias que debe haber entre la pena, ya sea como elemento preventivo o como elemento represivo en contra del delito? No, la Comisión no sabe que existe Enrico Ferri, como la Comisión no sabe que haya existido Filanglieri, Bemtham y Beccaria. Es muy posible que al hablar desde esta tribuna del Marqués de Beccaria, y al oír su nombre, nos pregunte la Comisión: ¿ése es el nombre de una estrella, de un río o de una provincia española? (Aplausos.) Mi exposición, señores diputados, tiende a esto: a protestar en nombre de la conciencia efectiva, que desgraciadamente tiene una minoría en esta Cámara, o que ha tenido una minoría en esta Cámara al discutirse esta ley; tiende a salvar la responsabilidad profesional de quienes hemos querido venir a la Cámara, no con el gesto adusto de los doctores, sino con el gesto -permítaseme la inmodestia- con el gesto simpático de estudiantes de Derecho que han querido hacer dentro de esta Asamblea el mayor servicio que su conciencia y su espíritu les indica a los intereses nacionales. (Aplausos.) Ha sido demasiado ruda la Comisión, cuando en algunas ocasiones nos ha atacado a los jóvenes. Yo, francamente, me he sentido contristado cuando un individuo, no ignorante -porque soy el primero en convenir en que no es ignorante-, me ha preguntado desde esta tribuna: "¿Ha leído usted el Código Penal?" "¿Conoce usted la teoría clásica que funda el Código penal?" "¿Conoce usted las nuevas teorías de la escuela antropológica de ese Derecho Penal?" No he sabido qué contestar, y tan no he sabido, que no he contestado. Si el gendarme de la esquina me preguntara: "¿Conoce usted Derecho Penal", tendría el derecho de contestarle sí o no; pero cuando un abogado, y un abogado de mérito, desde esta tribuna, después de la exposición más o menos sensata, pero siempre ajustada a las doctrinas consagradas del Derecho Penal, me ha hecho esta pregunta: "¿Conoce usted el Código Penal? ¿Conoce usted la doctrina clásica que informa y fundamenta el código Penal? he sentido casi la vergüenza que debe haber sentido en pasadas legislaturas quien contesta preguntas de esta naturaleza a los ciudadanos Bulnes y Moheno, los ejecutoriadamente cínicos de todas las legislaturas. (Aplausos.) Cuando un individuo ha sido premiado por el ilustre y nacional Colegio de Abogados asciende a esta tribuna y me dice -digo me dice, porque se dirigía a mí en esos momentos-: "¿No sabe usted, licenciado Vasconcelos, que el conato de delito es una intención, que el delito frustrado es una intención y que el delito intentado es una intención?" He sentido el más grande bochorno que he sentido dentro de mi pequeña y muy modesta carrera profesional, he sentido el más grande bochorno que hubiese sentido si un ignorante me hubiese hecho esa pregunta. ¿Por qué? Sencillamente por esto: porque yo he tenido la creencia de que los hombres deben ponerse al ascender a esta tribuna dentro de un terreno de absoluta sensatez y de absoluta honradez cuando yo no he venido a esta tribuna ni por intereses políticos, y eso que sabe perfectamente la Asamblea que dentro de una materia política y tratándose de los intereses políticos del grupo a que yo pertenezco soy inflexible, a pesar de eso, mi grande, mi leal e irrevocable fe y convicción política si se tratara de pugnar por los intereses de mi partido, del Partido Liberal Constitucionalista, yo no vendría a esta tribuna a tratar de engañar a los individuos que no tienen el deber de conocer mi minucias en materia de derecho. Yo habría, venido a decir esto, lo que muchas veces se ha dicho cuando se ha tratado de la discusión de credenciales: el criterio legal de esta comisión es éste, y su criterio político es este otro; yo habría venido a decir por boca del ciudadano Soto y Gama, si el ciudadano Soto y Gama se hubiese encontrado en esta tribuna: ni el conato de delito, ni el delito frustrado, ni el delito intentado son simples intenciones, hechos morales que pertenecen al dominio subjetivo; yo habría dicho esto: la verdad de nuestros códigos y de nuestra teoría es ésta, pero los intereses políticos de mi grupo son estos. ¿Queréis pisotear la verdad, queréis pisotear la obra monumental de los antepasados? Bien, pisoteadla, pero pisoteadla de conformidad con determinado criterio político que os manda matar, que os manda llegar a obras inimaginables casi dentro de la Humanidad. Yo así lo habría hecho, por honradez, porque cuando se asciende a esta tribuna, a la tribuna de una Cámara, tiene uno el deber de hablar siempre la voz de la verdad. Después de lo que hemos visto que se ha hecho en esta absurda Ley de Fraccionamiento de Latifundios, a cuya elaboración hemos contribuído con toda buena fe, con todo entusiasmo de creyentes revolucionarios agraristas, ¿es ésta la forma en que una Comisión dictaminadora debe tratarnos? ¿Esta es la forma en que una asamblea como la Cámara de Diputados, toda conciencia, debe resolver estos hechos? ¡No, señor!

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Ya lo dijo la Cámara! (Siseos.)

El C. Vasconcelos, continuando: Desgraciadamente dentro de las democracias se computan los votos y no se pesan. ¡Esa es la democracia! ¿Dentro de las democracias -y a esa democracia nos sometemos nosotros-, los elementos de orden científico que hemos querido aportar a este debate, quedan absolutamente anulados porque en un momento dado una votación sea tremendamente abrumadora? ¡No! Puede la multitud entera pisotear mi cabeza,

pero la multitud entera, a pesar de sus pisadas, no puede destruir la idea que arde debajo de mi cráneo. (Aplausos.) Yo creo, señores diputados, que la revolución no sólo consiste en los impulsos de orden moral, en el impulso cardíaco, pudiéramos decir, que tiende hacia determinados fines: si la revolución no cuenta y apoya ideas luminosas que la lleven a su finalidad, la revolución fracasará. Id a las más profundas ignorancias del África e inculcables a los hotentotes, a los africanos de cualquiera raza, que ésta es la verdad y ponedlos en un plano cualquiera de lucha para que conquisten esa verdad. ¿Qué pasará? Que en sus espíritus opacados, ignorantes, bárbaros, la idea luminosa se perderá. Es esto lo que ocurrirá desgraciadamente en el país por obra de los agitadores de multitudes, más bien que por obra de agitadores de multitudes, por obra de las multitudes que agitan a los hombres conscientes. ¿Creéis que si el sustentador vigoroso, tenaz y entusiasta, aunque insincero de esta ley, no tuviese detrás de sí a una masa amorfa, desconocedora de los problemas del país, el sostenedor de esta ley vendría a decir, teniendo en cuenta que es un profesionista, los garrafales disparates que ha dicho desde esta tribuna? No, no podría ser. Yo declaro que antes de que el grupo que capitanea el ciudadano Soto y Gama sea la víctima de él, es el ciudadano Soto y Gama la víctima del grupo que nominalmente se dice que capitanea.

El C. Díaz Soto y Gama: ¿Me permite una interpelación?

El C. Vasconcelos: Esta exposición no tiene más que este objeto: salvar lo poco de conciencia que hay en esta Asamblea, es natural que podía haberse hecho simplemente con presentar un escrito ante la Cámara y decir: "nosotros, por no entorpecer el curso de los trabajos de la Cámara, no hemos querido continuamente tomar parte en este debate". Pero es el momento de decir verdades: ya no queremos nosotros lo escrito, sino que queremos la voz que se levante desde esta tribuna y que proteste en contra de todas las injusticias cometidas y de todos los errores sancionados en esta ley. Creo, señores, que ese es un deber a que nos impele nuestra conciencia de hombres honrados y sobre nuestra conciencia de hombres honrados, nuestro deber profesional. Yo desde esta tribuna declaro que no conceptúo responsable de estos disparates al ciudadano Siurob ni a los demás miembros de las comisiones que no tienen el deber de conocer en todos sus detalles lo absurdo de esta ley; claramente lo he manifestado en las diversas ocasiones en que he tomado participación en la Ley Agraria: el responsable de este hecho y el responsable de estos absurdos es el ciudadano Soto y Gama. Por lo demás, nosotros no tratamos más que de esto: salvar la responsabilidad que tenemos cuando esta ley se discuta en el Senado. Nosotros sabemos que en el Senado existe un ambiente más sereno para juzgar estas cuestiones. (Murmullos.) No un ambiente más retardatario, sino...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Algibes! (Murmullos.)

El C. Vasconcelos: ¿Desea usted interpelarme?

El C. Díaz Soto y Gama: Sí, señor.

El C. Vasconcelos: No. Le digo al señor Rama, porque él me interrumpió. (Murmullos.) Sé que esta ley no pasará por el Senado; no puede pasar...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Ya veremos!

El C. Vasconcelos, continuando: No puede pasar, entre otras razones porque es una ley absurda y es pertinente declarar también ante esta Asamblea que no es nuestro objeto oponernos a que se impongan muy serias penas a los individuos que retarden o impidan la reforma agraria; muy al contrario: tratamos de que se impongan penas severas. Comprendemos que como quiera que sea, bien o mal, esta ley debe implantarse, debe llevarse a cabo la reforma que esta ley busca. En estas condiciones nos oponemos, no al fondo de la ley, sino al absurdo de individuos que jamás han sabido lo que es una disposición de Derecho Penal; de individuos que no han sabido lo que es un práctica de tribunales y que con esta ley se están poniendo al habla con los latifundistas. Yo hasta sospecho que la comisión, redactando ese artículo tan absurdo como el 46, está expensada y pagada debidamente por los latifundistas. (Risas.)

El C. Rama, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación, compañero? Hace un momento me concedió el permiso.

El C. Rama: Compañero: usted que ha estado llamando a la mayoría que votó por la afirmativa, inconsciente, usted que dice que debajo de su cráneo arde una idea luminosa, yo quiero que con toda honradez, como profesionista, me diga cuál es el fundamento filosófico de toda pena, cuál es el objeto de ella, para después rebatirlo si usted lo permite. (Murmullos. Voces: ¡No! ¡No!)

El C. Espinosa Luis: Señores, no estamos aquí en una escuela ni donde estemos autorizados a lanzar toritos a los compañeros, esto es ridículo y nada serio. (Aplausos.) Esto no significa más que una pose de aquellos señores incapaces de ir a sustentar una tesis sobre cualquier teoría de derecho. (Aplausos.) Es ridículo dar así ocasionalmente, algo como aspavientos de hombres capaces de ir a contender con ideas nobles y levantadas en la tribuna, pero como esto no está bien y se trata de compañeros, yo suplico a la Presidencia que con toda energía no consienta estas interrupciones, porque no tienen que ver absolutamente nada con el debate, debate levantado, serio y sereno, sustentado tan victoriosamente por el compañero Vasconcelos. Si Rama, apreciable compañero también, no está de acuerdo con el licenciado Vasconcelos, que vaya valiente y caballerosamente a la tribuna a rebatirlo, pero que no se valga de ardides que dicen tan poco de la cultura de un compañero.

El C. Rama: Una interpelación no es un ardid. Pido la palabra para una alusión personal.

El C. Vasconcelos: Yo tengo el uso de la palabra. Yo alguna vez creí que este compañero fuese alguna persona sensata, y me he dado cuenta de que no lo es. (Aplausos.) ¿El compañero Rama quiere que le dé una clase de Derecho? ¿No es verdad?

El C. Rama: Sí, señor.

El C. Vasconcelos: Sin embargo, voy a exponerle al compañero Rama algo que ignoran las

comisiones, más bien que lo conocen las comisiones y que insinceramente no lo han querido decir desde esta tribuna. ¿El compañero Rama -esto no es una pregunta porque sé que lo pondría en un brete- sabe cuántas escuelas de Derecho Penal existen? No lo sabe por esta sencilla razón: porque el compañero Rama ha visto cuál es la teoría que sustenta nuestro Código Penal, y como su Escuela de Jurisprudencia, cuyo programa conozco, no se sabe todavía que existe una ciencia que se llama antropología criminal y sociología criminal, sólo puede admitir que el compañero Rama conozca cosas si es algo estudioso; pero como se ha fijado más que en otra cosa en su manera de vestir y en la forma (Risas.) en que debe hacerse coquetamente el lazo de una corbata, dudo que conozca estas cosas. (Risas.) El compañero Rama debe saber que hay una escuela de Derecho Penal que tiene como base del Derecho Penal la defensa social. No es otra la escuela dentro de la que vivimos nosotros, porque a pesar de que hemos estimado -de acuerdo con la escuela clásica de Derecho Penal- que el delito es una entidad moral, una entidad social independientemente de la persona del delincuente, por las conclusiones de nuestro Derecho Penal clásico el Derecho Penal que sustentan las teorías de Rossi, de Carrara, de Filangieri de Bemthan y de Beccaria, que no conoce el compañero Rama, ha llegado a la conclusión, tanto dentro de los textos del Derecho Penal como dentro de los códigos, de que el Derecho que la sociedad tiene para castigar a un delincuente, no es el derecho que dependa de la responsabilidad del delincuente no es el derecho que corresponda proporcionalmente a la conciencia o inconsciencia con que un individuo ha ejecutado un acto ilícito, sino es, sencillamente, al derecho que la sociedad tiene de defenderse contra todos los individuos que hayan violado los estados fundamentales y definitivos de la conciencia colectiva. Los estados fundamentales y definitivos de la conciencia colectiva, debe saberlo el ciudadano Rama -porque no lo sabe-, son las bases positivas por nuestro Derecho Penal positivo, por nuestro Código Penal; el que viola una disposición contenida en el Código Penal amerita un castigo no por la libertad o por la responsabilidad o irresponsabilidad que tenga en la ejecución de ese hecho, sino porque la sociedad necesita defenderse. ¿Quiere que en otra forma le exponga al compañero Rama cuál es el fundamento que la sociedad tiene para castigar a los delincuentes? ¿Cree el compañero Rama, haciendo interpelaciones indebidas, puesto que se trata de compañeros de profesión, que deben hacerse estando muellemente sentado en una curul cuando un compañero está en esta tribuna, cree el compañero que tiene el derecho de poner en una situación difícil a quien está en una tribuna? Pues debe saber de hoy en adelante el compañero Rama que quien asciende a una tribuna tiene el deber de conocer todo lo relativo al asunto que trata para que puedan hacérsele las interpelaciones que le dé la gana a cualquiera.

El C. Rama: Por eso se la hice.

El C. Vasconcelos: Ya tiene, pues, establecido el ciudadano Rama cuál es el derecho de penar que tienen las sociedades: es la defensa social. Pues bien, señores, dentro de esa defensa social la sociedad no se defiende en esa forma. Yo quiero conceptuar teórica y no sólo teórica sino prácticamente, que la sociedad tiene el deber primordial de hacer que esta ley tenga su debida aplicación, porque con la aplicación de esta ley se salvan los intereses sociales; en esta forma cualquiera que se oponga a la aplicación de esta ley, cae bajo la sanción penal y merece un castigo, pero, señores diputados, ¿es posible que ese castigo sea algo arbitrario establecido como lo han establecido las comisiones en estos artículos o en estas disposiciones penales? ¿No saben los señores miembros de las comisiones, no lo sabe el compañero Rama, que debe haber dentro de un sistema penal clásico, ya que esas son la vías por las cuales nos han inducido las comisiones dictaminadoras; no saben que es necesario establecer una proporcionalidad entre la reprobación, entre el movimiento de respuesta y de indignación que un hecho provoca y la pena que se imponga a quien provocó ese hecho que repugna a la sociedad? Pues esta ley no conoce absolutamente proporción entre delitos y penas, esta ley es el más garrafal de los disparates porque, fijaos bien, nos establece la misma penalidad para los latifundistas que, dígase lo que se quiera, en este momento y por los antecedentes que median, tiene una creencia, cierta o errónea, de su derecho de propiedad y una autoridad que impida la aplicación de la reforma agraria. ¿Creen los señores diputados, dentro de una conciencia normal, que tiene la misma responsabilidad el miembro de la Comisión Local Agraria que se opone a la aplicación de esta ley, cuando él tiene el deber de aplicarla, que el latifundista que se opone creyendo o no, cierta o erróneamente, que tiene el derecho de defender sus intereses? Y sin embargo, la misma pena se aplica en esta ley.

Si esto no fuese bastante para establecer cuánto y cuán grande es la ignorancia de las comisiones en estos puntos, bastaría, señores, a la Asamblea recorrer cada una de las fracciones del artículo 46, para darse cuenta de que las comisiones, no digo que no se basan en un delito cualquiera, arbitrario, como son todos los delitos del Derecho Penal, sino que ni siquiera tienen en cuenta el más elemental de los sentidos, el que he querido yo que esta Asamblea tenga desde que comenzó a discutirse este asunto: el sentido común. Esto no es de sentido común. La indicación que he hecho, de que no es de sentido común, no se me podrá refutar nunca, porque letra por letra, palabra por palabra, coma por coma, punto por punto, podría demostrar -si siguiera la lectura de todos los incisos y de todas las fracciones- que este artículo carece absolutamente de base lógica; que no podrá tener ninguna aplicación. ¿En esta forma se establece la sanción en contra de los enemigos de la revolución? ¡No! Porque estos artículos, como lo indiqué en una ocasión pasada, tendrán que pasar por el tamiz de la conciencia de un juez para su aplicación, y un juez, por más absurdo que se lo conceptúe, no podrá jamás aplicar esta ley netamente absurda. Por lo demás, señores, no es éste el momento de discutir ni en general ni en particular uno de los artículos de

esta ley, no es más que el momento de que los hombres de buena voluntad y de conciencia limpia que hay en esta Asamblea, se unan a mí para entonar desde ella un "requiescat in pace" al buen sentido y una protesta que nos salvará, ante la posteridad, por los errores y por los absurdos cometidos.

El C. Siurob: Pide la palabra la Comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Siurob: Honorable Asamblea: Habéis escuchado un discurso-protesta ni en pro ni en contra de ninguno de los artículos que están a debate, sino simplemente una protesta lírica. (Siseos. Voces: ¡No! ¡No!) Pues bien, señores; ha venido aquí el compañero Vasconcelos, joven estudiante con bastantes pretensiones, que cree posible desde esta tribuna dar una cátedra de Derecho a su hermano mayor, el compañero Rama, que lleva varios años de precederle en el ejercicio de la profesión, y que pretende dar clase a toda la Asamblea y a todo el mundo, que tacha a toda la Asamblea de falta de sentido común. (Voces: ¡No! ¡No!) A la mayoría de la Asamblea, y que viene en nombre del Derecho caduco, en nombre del Derecho que paso... (Voces: ¡No! ¡No!) en nombre del Derecho sepultado y enterrado ya por las revoluciones últimas, en nombre del Derecho sepultado hoy en todo el mundo por las nuevas legislaciones.....

El C. Huerta: Para interpelar al orador, si me lo permite. Diga usted cuál es el nuevo Derecho.

El C. Siurob: No admito interpelaciones. (Voces: ¡Es Comisión!) Cualquiera interpelación que se me haga la admito al último; el Reglamento dice que las comisiones deberán se interpeladas; yo soy Comisión, debo se interpelado, pero no dice cuándo debo contestar, y contestaré al último. (Risas. Voces: ¡Huy!) Pues bien, señores, viene aquí el estimable compañero Vasconcelos revestido de muy grande elocuencia, con multitud de figuras, lleno de ampulosidad. ¿Y qué viene a hacer todo esto, señores? (Siseos.) ¿Habéis oído los nombres de todos los autores de Derecho que ha citado? (Voces: ¡Sí! ¡Usted no los conoce!) ¡Y me alegro de no conocerlos! (Risas.) ¡Tengo a orgullo no conocerlos! (Risas.) ¿Sabéis cuál ha sido la base para formar esta ley? ¿La base para formar esta ley ha sido el Derecho positivo que asiste a las colectividades y a los individuos, porque nosotros no nos hemos inspirado en el Derecho escrito, en el Derecho que paso, sino en el Derecho que asiste hoy a las colectividades para obtener todo aquello que colmará sus aspiraciones y sus deseos; todo aquello que ha sido el objeto de sus luchas, todo aquello que ha sido el objeto de sus legítimas ambiciones, todo aquello que ha sido objeto de sus sacrificios, todo aquello por lo que ha derramado su sangre. (Aplausos.) Y vosotros, pequeño grupo, sanedrín de abogados..... (Risas.) pequeña corte de los milagros del Derecho... (Risas.) decidme: ¿Por qué no habéis triunfado aquí en esta tribuna?

El C. Gandarilla, interrumpiendo: Porque son muy audaces ustedes.

El C. Siurob, continuando: O porque os falta talento, o porque os falta elocuencia, o porque os falta sinceridad, o porque os falta todo junto. (Aplausos. Risas.)

Pues bien; eso podría parecer a todo el mundo que hace falta todo eso; pues no os falta eso, ¿sabéis lo que os falta? Dos cosas muy esenciales: la primera, haber sufrido con los humildes efectivamente; la primera, haber penetrado real y efectivamente cuáles son las aspiraciones y los deseos del pueblo mexicano; lo segundo, tener la energía suficiente para sostener vuestra convicción. ¿Por qué no habéis venido uno tras de otro, hasta agotar el número de los oradores, a sostener vuestra convicción a esta tribuna?

El C. Gandarilla: Permita que le conteste.

El C. Siurob: No permito nada. Si mi propinante, el señor licenciado Vasconcelos no permitió que nadie lo interrumpiera, ¿por qué voy a consentirlo yo? Yo soy Comisión, me interpelaréis al último y contestaré todas las interpelaciones en la forma en que las ha contestado siempre la Comisión, con el Derecho en la mano. (Voces: ¡Cuál Derecho, si ya lo enterraron!) Con el verdadero Derecho que asiste a las multitudes, el verdadero Derecho que asiste a las colectividades, con el mismo Derecho con que el pueblo mexicano fue a la lucha y se sacrificó hasta el último extremo por obtener las reivindicaciones sociales. ¿A qué venir aquí a hablar de una escuela antropológica de Derecho Penal? Esas no son más que pedanterías, esas no son más que vacuidades. (Aplausos.) ¿Qué tiene que ver aquí una escuela antropológica de Derecho Penal con las penalidades nuevas que establece la ley y que de ninguna manera son de aquellas que caen bajo la acción de la escuela antropológica del Derecho Penal? Yo no soy abogado, señores, pero tengo el criterio suficiente para comprender que estos principios no son aquí de ninguna aplicación, y que si vienen a esgrimirse por vosotros, es únicamente a título de pedantería, pero de ninguna manera como argumento para nuestra tesis. (Aplausos.) La base del nuevo Derecho consiste en los hechos, y los hechos han sido expuestos uno a uno desde esta tribuna por los miembros de la Comisión, muy especialmente por mi compañero Antonio Díaz Soto y Gama, que ha hecho desfilar ante esta Asamblea las bases de esta penalidad. Las bases son los ardides, los hechos criminales que ya se han cometido en toda la República por los latifundistas. ¿No sabéis, no habéis escuchado aquí que los latifundistas van y se valen de las fuerzas que se encuentran guarneciendo sus fincas, que se valen de los jueces del lugar, que se valen de las autoridades agrarias pervertidas, que se valen de todos estos procedimientos para defraudar los interese del pueblo? ¿No estáis convencidos de estos hechos, puesto que existen las quejas de los pueblos, señalando todos estos males, todos estos obstáculos que les impiden llegar al logro de sus ambiciones dentro de las leyes? ¿No son estos hechos los que deben hablar más claro a los hombres verdaderamente honrados, que todas las leyes antiguas, que todos vuestros códigos caducos, que todas vuestras autoridades pasadas de moda? Esta parte final de la ley tiene como fundamento los delitos ya cometidos por los latifundistas, los delitos de los cuales tenemos experiencia, cometidos en contra de las leyes agrarias; los delitos que en su ansia de poseer, en su fiebre de tener y más tener, han cometido todos los latifundistas auxiliados por todos los que son sus "compinches" y sus amigos, sus cómplices, más bien, en esta criminal labor. Y contra estos hechos vosotros venís

a exhibir aquí palabras. Vosotros, los señores abogados, habéis obtenido el fracaso más absoluto dentro de esta Asamblea. ¡Lo estáis demostrando! ¿Por qué no habéis podido hacer prevalecer vuestro criterio? ¿Creéis que estas mayorías que forman la Cámara de Diputados son, acaso, de imbéciles? (Murmullos.) ¿Creéis, acaso, que estas mayorías de la Cámara de Diputados no son capaces de comprender las razones que venís a exponer en esta tribuna? ¿Pretendéis arrojar el insulto sobre la mayoría de los miembros de la Representación Nacional y, por consiguiente, sobre el pueblo mexicano? Pues bien, señores; sabed que la mayoría de la Representación Nacional y, por su conducto, el pueblo mexicano os ha dado el golpe más terrible, porque a pesar de vuestra cultura innegable, porque sois profesionistas; porque a pesar de vuestro talento y a pesar de vuestras argucias y de todo lo que habéis venido a decir aquí, no habéis podido hacer prevalecer vuestra opinión, y esa es la muestra de vuestro fracaso irremediable. (Aplausos.) Esa es la muestra de que los pueblos tienen mucha razón al desconfiar de todos los hombres que se educaron dentro del antiguo Derecho, dentro del Derecho claudicante. Con razón los pueblos, los humildes, los desheredados, cuando llegan ante el abogado tiemblan peor que si les fueran a fusilar; con razón nosotros los revolucionarios durante el período preconstitucional, preferíamos escuchar hasta a los enemigos más acérrimos del régimen, con tal de que no fueran abogados, aun cuando se dijera que no eran partidarios de él.

El C. Gandarilla: ¿Me permite una interpelación?

El C. Siurob: Y luego todavía objeta el compañero Vasconcelos: ¿por qué se ha de aplicar la misma pena al latifundista, a la autoridad y al individuo que cometen una falta en contra de las leyes agrarias? ¿Que por qué se ha aplicar la misma pena? Pues, señores, porque todos han cometido el propio delito, el mismo delito no puede ser castigado con una pena diferente, no es una agravante el ser miembro del Clero para haber cometido un delito de esta clase; de manera que nosotros no vamos a distinguir por esta causa; si todos los ciudadanos son iguales ante el derecho, deben ser todos iguales ante la pena cuando han cometido el mismo delito, o ¿qué clase de distinciones quiere que establezcamos? ¿Querría que tuviéramos consideraciones para el sacerdote porque había cometido un delito contra las leyes agrarias o que porque se tratara de un latifundista fuéramos a tener consideraciones porque había cometido un delito contra esas leyes? Pues ya ve el compañero Vasconcelos cómo hemos sido absolutamente justos, porque para individuos que han cometido la misma clase de delito, no hemos distinguido la posición social, sino que sencillamente hemos ido al fondo aplicando la pena en relación con el delito y no en relación con la personalidad del que lo ejecuta. Estos señores abogados han hecho un fiasco tan absolutamente terrible, como aquel que yo leí alguna vez en un cuentecillo, que hizo un joven estudiante que habiendo sido enviado por sus padres a estudiar en la universidad capitalina, volvió al seno de los campos y al ser interpelado por su padre acerca de que le sacara la cuenta del número de fanegas de maíz o de semillas que tocaban a los distintos aparceros después de emborronar un gran trozo de papel, fue saliendo con lo siguiente: el resultado de la operación era "Pi-R." Su padre, que no sabía qué significaba aquello de "Pi-R", tuvo que hacerle las cuentas con los dedos y sacarlas por sí mismo, para decirle que correspondía diez al aparcero fulano, veinte al aparcero zutano, treinta al otro y cincuenta para la casa. Esa es la cuenta que han venido a hacer aquí los señores abogados, para resultar con el fiasco más completo, porque a pesar de sus leyes, a pesar de la elocuencia y de todo su saber, no han podido imponer en lo absoluto sus opiniones y el fracaso es irremediable, y oídlo bien: Lo han venido a demostrar en esta tribuna en la forma de una protesta, para siquiera darle una apariencia de virilidad. (Aplausos y siseos.)

El C. Gandarilla: ¿Me permite una interpelación?

El C. Siurob, continuando: Lamento muy sinceramente que los jóvenes estudiantes de Derecho, que acaban de salir de la escuela, nos vengan a demostrar aquí que están tan contaminados, como los antiguos, de las mismas lacras, de las mismas componendas, del mismo espíritu raquítico y mezquino que sólo se apegaba al rigor de la ley anteriormente escrita, y mientras más antigua, mejor. (Aplausos.) ¿Y no sabéis, señores, que el derecho evoluciona? ¿Qué no sabéis que las penas fueron en su origen venganzas y que después han ido evolucionando conforme a la evolución del mundo y de acuerdo, diré yo también, con el criterio determinista, de acuerdo hasta con el régimen capitalista? De manera que si en esta forma ha podido evolucionar el derecho mientras ha subsistido el régimen capitalista en el mundo, ¿qué tiene de particular que hoy, que el régimen capitalista tiende a desaparecer en el mundo, comience de nuevo a evolucionar el derecho? Estos jóvenes estudiantes están tan equivocados con sus compañeros de la Universidad que hace poco pedían que fuera su profesor el más indigno quizá de serlo, el ciudadano Moheno, tan traído y llevado aquí entre los pies de los ciudadanos diputados. cuando los estudiantes de Cuba fueron los primeros en rechazarlo.

El C. Gandarilla: ¿Me permite una interpelación?

El C. Siurob: No, compañero, hasta que termine; ¿para qué os voy a permitir interpelaciones si os estoy convenciendo de que vuestro fracaso ha sido completo? (Aplausos.) Si después de las palabras que estoy diciendo, en vez de una protesta debíais venir a llorar aquí una elegía; (Aplausos.) si todas las palabras que me podáis decir a mí, debíais decirlas en abono de vuestra tesis cuando se trató de hacer triunfar el artículo; si todas las palabras que me habíais de decir, debíais haberlas dicho cuando tratabais de atacar estas fracciones que hoy venís a rechazar. ¿Para que queréis interpelar? ¡Ah, señores! lo que pasa es que se va olvidando poco a poco el criterio revolucionario, ese criterio tan humillado y tan envilecido por tanta canalla, ¿por qué no decirlo? que ha hecho de la revolución una capa para cubrir sus aspiraciones infames de lucro, sus aspiraciones villanas de bienestar y comodidad personal que frente al horizonte amplísimo de la revolución no significan sino el

provecho y bien de todos ellos, tratando de imponer el criterio egoísta frente al criterio altruista de los revolucionarios! (Aplausos.) ¿Quién será el culpable? Suponiendo que esta ley tenga errores y defectos, los miembros de la Comisión no han hecho más que venir a hacer un esfuerzo y cumplir con su deber; que cumpliendo con su deber han venido a resistir aquí, con el único pararrayos de la justicia y la honradez, toda esa sarta de injurias que se ha venido a vaciar como un torrente sobre estas comisiones dictaminadoras. ¿Quiénes serán los culpables? ¿Nosotros, que hemos hecho un esfuerzo honrado en favor del pueblo mexicano, o vosotros que no habéis sabido imponer vuestro criterio a la Asamblea, que ha aprobado en todo caso esta ley? Si el pueblo mexicano ha enviado aquí representantes que no son capaces de comprender sus verdaderos derechos, entonces culpad al pueblo mexicano, ¿pero por qué venís a arrojar sobre las comisiones la culpabilidad de esta ley? Pues bien; si la Asamblea no quisiera hacerse cargo de la responsabilidad de esta ley, si vosotros mismos no queréis tener esta carga y nos arrojáis el fardo con toda cobardía, puesto que como miembros de la Representación Nacional sois responsables de lo que pasa aquí dentro, nosotros, los miembros de las comisiones dictaminadoras, aceptamos absolutamente toda la responsabilidad de este proyecto de ley. (Aplausos ruidosos.) ¡Id a decir a vuestros comitentes que nosotros establecemos aquí penas severísimas, más fuertes que las que establecen vuestros antiguos códigos distintos de los nuestros! ¡Seguid vuestros antiguos autores, tan manoseados, traídos y llevados, y que nunca han sido capaces de suguerir el modo de hacer evolucionar al pueblo! ¡Id a decir que nosotros hemos puesto aquí en esta ley penas mucho mayores de las que vosotros habéis puesto para los latifundistas, para los frailes, para todos los antiguos usurpadores de la riqueza pública, detentadores continuos de ella mistificadores de la opinión pública y que aún tratan de oponerse a la marcha progresiva del pueblo mexicano; id a decirles, ¿qué os importa a vosotros y a vuestros jueces, también ramplones, a vuestros jueces que hacen de la justicia un trapo sucio? A ellos también les ponemos penas y ojalá que haya autoridades capaces de hacer cumplir esas penas, y si no las hay, entonces el pueblo mexicano a su debido tiempo sabrá hacerlas cumplir. (Aplausos.) Yo había estado prudente y pacientemente soportando, había querido que en estos artículos legales mi compañero de Comisión, que conoce más de ellos, viniera aquí a defenderlos; pero yo también me he hecho solidario de ellos porque no están fundados en ese derecho caduco; yo me he fijado en cada artículo. Puede darse el caso que un individuo, así fuese latifundista, fraile o quien fuere, hago un chanchullo que puede ser castigado por este artículo. ¿Este artículo está ya previsto en una forma mejor o definida en nuestras leyes? No, señor, Pues entonces hágase este artículo y sometámoslo a la consideración de la Asamblea y démosle las gracias a la mayoría por haber estado a la altura de su deber y de acuerdo con los intereses del pueblo mexicano. Leyes grandes, difíciles, que implican una evolución en los nuevos sistemas sólo se hacen bajo la base de tener un enorme apoyo, una enorme sanción, ese es el objeto de esta ley y ese es el momento que estamos viviendo en la actualidad. Perdonad si he sido un poco extenso y me he excedido en vehemencia, pero como revolucionario que soy he sentido, he sufrido las congojas en los campos que he recorrido y donde he tenido que estar con los humildes. Tenía que excitarme un poco, yo no puedo olvidar esos sacrificios. (Murmullos y voces.) Usted, señor Ramírez Luque, es quien menos derecho tiene para decir eso, porque usted nunca ha pronunciado una palabra en favor de la ley.

El C. Ramírez Luque: Yo no me he estado dirigiendo al señor diputado Siurob, está usted equivocado.

El C. Siurob: Usted dispense. Pues bien, señores; termino, pues, suplicando a los compañeros que fueron revolucionarios y a los que no lo fueron, pero que hayan seguido la revolución, que se fijen en que estos artículos penales no significan otra cosa que dar a esta ley una sanción excesivamente fuerte y enérgica en relación con el exceso de ataque, con la enorme fuerza de reacción que ya se observa en el país de parte de los elementos latifundistas de parte de los elementos capitalistas, de parte del Clero y de todos esos elementos retrógrados. Yo agradezco muy sinceramente a esta mayoría que haya dado su voto afirmativo por la mayoría de esta ley, y suplico a los compañeros en ideales, a los compañeros del Partido Liberal Constitucionalista, a los compañeros del lo que Socialista, del que en realidad no estamos separados sino por accidente, puesto que en el fondo tenemos los mismos ideales, los mismos principios, la misma actuación revolucionaria, que estemos unidos como un solo hombre para acabar de sentar estos principios y legar cuando menos a la historia, como fruto de esta Legislatura, algo honrado, viril y enérgico, tenga o no defectos insignificantes! (Aplausos y voces: ¡Muy bien!)

El C. Gandarilla: ¿Me permite su señoría una interpelación?

El C. Siurob: Ahora sí, con mucho gusto.

El C. Díaz Soto y Gama: ¡Que viva la revolución! (Voces: ¡Que viva! Siseos.)

El C. Gandarilla: Honorable Asamblea: Voy a dirigirme a todos los compañeros... (Campanilla.)

El C. secretario Zincúnegui Tercero: Se ruega al ciudadano Gandarilla escuche a la Presidencia.

El C. presidente: La Presidencia se permite llamar la atención del ciudadano Soto y Gama y le suplica se sirva tener en cuenta que estamos en el Salón de Sesiones. (Voces: ¡Bravo! ¡Bravo! Aplausos y siseos.) - El C. Díaz Soto y Gama: Pido la palabra para una moción de orden. (Desorden. Campanilla.) Pido la palabra para una moción de orden. - El C. Gandarilla: Moción de orden, señor presidente. (Continúa el desorden. Campanilla.)

El C. Díaz Soto y Gama: Pido la palabra para una moción de orden. Mi moción de orden, señores... (Continúa el desorden. Campanilla.) ¡Viva la revolución ¡Viva la revolución! ¡Viva la revolución!

El C. presidente: Se levanta la sesión. (Voces: ¡No! ¡No!)

El C. Manrique: En ausencia del ciudadano presidente y con fundamento en el Reglamento del

Congreso de la Unión, asumo la presidencia de la sesión. (Voces: ¡Bien! ¡Bien!)

Señores diputados: No pueden suspenderse las sesiones, reglamentariamente, sino, entre otras causas, por graves desordenes en la Cámara, y no es el caso. Corresponde, cronológicamente, no encontrándose el presidente, presidir esta sesión a los ciudadanos Solís o Serrano, pero se han negado. Por lo tanto, corresponde la Presidencia al ciudadano Solórzano Federico. (Aplausos.)

El C. Díaz Soto y Gama: Para moción de orden. (Desorden completo.)

El C. Espinosa Luis: No puede tener valor esta sesión. No la reconozco como válida. ¡Usted no es presidente!... (Continúa el desorden.)

Presidencia del C. ARROYO CH. AGUSTIN

El C. secretario Zincúnegui Tercero: Un momento, señores; tiene la palabra la Presidencia. Se suplica un poco de orden; va a hablar el presidente de la Cámara en funciones. Se ruega una poca de atención.

El C. presidente, a las 8 p. m.: En vista del espectáculo poco edificante que está dando la Cámara de Diputados, se levanta la sesión y se ordena a los taquígrafos que se retiren. Se cita para mañana a las once a sesión de Colegio Electoral y a las cinco de la tarde a sesión de Cámara de Diputados. (Gritos y voces: ¡Viva la revolución! Aplausos.)