Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210722 - Número de Diario 81

(L29A1P1eN081F19210722.xml)Núm. Diario:81

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 22 DE JULIO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERÍODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II.- NÚMERO 81

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 22 DE JULIO DE 1921

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior. Rinde la protesta de ley el C. Arce Gustavo, diputado suplente por el 1er. distrito electoral de Yucatán.

2.- Cartera. Se le dispensa la segunda lectura, se manda imprimir y queda a discusión el primer día hábil, el dictamen de la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales, que reforma la fracción IV del artículo 79 constitucional.

3.- A discusión la fracción IX del artículo 46 reformado, del proyecto de Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios; se reserva para su votación. Usa de la palabra sobre hechos el C. diputado Manrique. Se levanta la sesión para abrir la de Colegio Electoral.

DEBATE

Presidencia del C. ARROYO CH. AGUSTÍN

(Asistencia de 129 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 6.10 p. m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veintiuno de julio de mil novecientos veintiuno.- Período Extraordinario.

"Presidencia del C. Agustín Arroyo Ch.

"En la ciudad de México, a las seis y diez de la tarde del jueves veintiuno de julio de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta y un ciudadanos diputados.

"Fue aprobada en sus términos el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"Se dio cuenta con una solicitud del C. diputado Felipe Carrillo Puerto, relativa a que se le concedan sesenta días de licencia.

"Se dispensaron los trámites y se puso a discusión.

"Después de una aclaración del C. Pedro de Alba, el C. Jesús Z. Moreno habló en contra. A pedimento del orador, la Secretaría informó de qué licencias ha disfrutado el C. Carrillo Puerto.

"El C. Bolio usó de la palabra en pro y contestó dos preguntas del C. Jesús Z. Moreno, quien fue interpelado por el C. González y González.

"Hablaron en pro, además los CC. Díaz Soto y Gama y Prieto Laurens, y en contra los CC. Luis Espinosa y Alonzo Romero.

"Hicieron mociones de orden los CC. Manrique y Siurob y acto continuo se estimó el punto suficientemente discutido.

"El C. Jesús Z. Moreno, debidamente apoyado, pidió votación nominal, la que se recogió después de una moción de orden del C. Chapa.

"Afirmativamente votaron setenta y nueve representantes y en sentido contrario setenta y ocho. En consecuencia, la Secretaría declaró que se concedía la licencia.

"A solicitud de varios diputados se leyeron las listas de votación y en seguida la Cámara, en votación económica, acordó que la licencia sea sin goce de dietas y que se llame al suplente.

"Continuó la discusión del proyecto de Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios, prosiguiendo el debate acerca de la fracción IX del artículo 46 reformado.

"El C. Manrique hizo una moción de orden y el C. Gandarilla, quien pidió la palabra en la sesión anterior para interpelar a las Comisiones, renunció al uso de ella.

"El C. Rama habló en pro.

"El C. Díaz Soto y Gama, a nombre de las comisiones, rebatió los argumentos en contra expuestos en la sesión anterior por el C. Vasconcelos.

"Reclamó el quórum el C. Leyva y en seguida la Presidencia, siendo las ocho y veinte de la noche, levantó la sesión. Se citó para el día siguiente, a las once de la mañana, a sesión de Colegio Electoral, y a las cinco de la tarde, a sesión de Cámara de Diputados."

Está el acta a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Aprobada el acta.

Encontrándose a las puertas del salón el ciudadano Gustavo Arce, diputado suplente por el 1er. distrito electoral del Estado de Yucatán, La Presidencia ha tenido a bien designar a los ciudadanos Bolio Edmundo, Padilla Manuel y secretario Saucedo para que lo introduzcan a rendir la protesta de ley.

(Rinde la protesta de ley el C. diputado Arce.)

- El mismo C. secretario: Se va a dar cuenta con los asuntos en cartera:

"La Junta Patriótica de Festejos del Centenario de la Consumación de la Independencia Nacional establecida en Veracruz, envía y apoya una copia del memorial formulado por los presos de la Cárcel Municipal del citado puerto, en el que piden que el Congreso de la Unión decrete una amnistía general." -Recibo y a su expediente.

"1a. Comisión de Puntos Constitucionales.

"H. asamblea:

"A la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales que subscribe fue turnada, para su estudio y dictamen, la Minuta del proyecto de ley devuelto por el Senado, relativo a conceder facultades a la Comisión Permanente de convocar a sesiones extraordinarias al Congreso de la Unión o una sola de las Cámaras, y como quiera que, la única reforma que hizo la Cámara colegisladora al proyecto aprobado por la de Diputados, consiste en que para tal efecto se requiere el voto de las dos terceras partes de los individuos presentes y no el de la mayoría, la Comisión que subscribe acepta el criterio propuesto y somete a la deliberación de vuestra soberanía la siguiente modificación a la fracción IV del artículo 79, que aprobó esta Asamblea:

"Artículo 79. Fracción IV. Acordar por sí y a propuesta del Ejecutivo, la convocatoria del Congreso o de una sola Cámara a sesiones extraordinarias, siendo necesario en ambos casos el voto de las dos terceras partes de los individuos presentes. La convocatoria señalará el objeto u objetos de las sesiones extraordinarias."

"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, a 21 de julio de 1921.- Rafael Martínez de Escobar.- A Díaz Soto y Gama.- Aurelio Manrique. jr."- Primera lectura.

En votación económica se consulta si se dispensa la segunda lectura, mandándose imprimir y quedando lista para su discusión el primer día hábil. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Hay mayoría de pie. Se dispensan las lecturas, se mandará imprimir y se discutirá el primer día hábil.

- El mismo C. secretario: Continúa la discusión de la fracción IX del artículo 46 del proyecto de Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios.

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Uriel Avilés.

El C. Avilés: Señores diputados: Yo creo que se ha abusado demasiadamente por los señores abogados en la discusión de esta ley. Los señores abogados de esta Cámara, más que estar haciendo la discusión de esta ley, no han hecho otra cosa que un torneo en cuestiones jurídicas que a la postre no ha resultado nada práctico para la discusión de la misma ley. Yo no estoy, en verdad, ni en pro ni en contra de esta ley, porque a la postre yo ya tengo formado mi criterio de que no se va a llevar a la práctica; pero sí era bueno que ya los señores abogados abandonaran esta tarea en que tan empeñados están de estarse dando cátedra de Derecho o de cuestiones legales sobre este particular, de cuestiones, etcétera, etcétera. Yo creo que ya debían abandonar este caso, estos hechos, y votarse esta ley cual está, porque resulta que para los que no somos abogados, la verdad es que no tiene importancia de ninguna naturaleza esta discusión que están sosteniendo aquí los señores abogados, y más sí tomamos en consideración que la mayoría de los ciudadanos no son abogados, y al pueblo poco le importan estas triqueñuelas de los señores abogados que a nada conducen, sino a ir a enmarañar más y más la ley, porque ya veis, nos dicen que el vocablo X no tiene este significado, sino que tiene otro significado; ya veis, nos dicen que si se cambia esta letra y se pone aquí otra, resulta que ya no tiene el mismo significado, sino que ya es enteramente distinto.

Esto no interesa, señores diputados, absolutamente nada al pueblo; al pueblo hay que darle lo que realmente necesita y puesto que es un clamor nacional que tierras son las que necesita, pues hay que darle tierras al pueblo y no estar perdiendo tanto tiempo, tantas semanas, tantos días, con estar discutiendo una ley que en lo absoluto, que absolutamente no es práctica y que no va a resolver el fin que ella persigue, porque tiene tantos obstáculos, es decir, desde el Senado; si los señores de la Comisión hubieran reflexionado el obstáculo del Senado, lo primero que deberían haber hecho era presentar una ley, un proyecto de ley por la que desapareciera el Senado, que se quitara ese obstáculo de allí, para que pudiera pasar una ley de esta naturaleza. ¿Para qué estamos perdiendo el tiempo con estas discusiones? No tiene caso absolutamente de ninguna naturaleza. Parece que no se trata de otra cosa nada más sino de que este grupo y el otro tratan de estarse dando bombo y nada más porque llegada esta ley al Senado. el Senado la desbarata ¿y qué se gana con todo este tiempo que se ha perdido, cuando que si se hubiera hecho una ley más práctica, es decir, que únicamente se hubiese copiado el artículo 27 constitucional referente a la cuestión agraria, con algunas pequeñas modificaciones, para haber quitado el obstáculo del Senado, para poder dar estas leyes tal como ésta está, para hacerlas que pasen? Yo suplicaría al ciudadano Soto y Gama que presentara una iniciativa de reforma constitucional donde se pidiera la supresión del Senado, teniendo en consideración el ciudadano Soto y Gama que yo también firmaría el proyecto de esta ley; pero bueno es ya, señores diputados, que tal como ésta ley la votemos y ya no estemos perdiendo el tiempo, que al fin y a la postre todo esto no es más que puras tortas y pan pintado; así es que ya no hay que estar perdiendo el tiempo, vamos a aprovecharlo en cosas más prácticas. Invito a la Asamblea a que se vote esta ley tal como está, que ya no estemos dando espectáculos como los que se han estado dando, que están dando ocasión para que este

líder, y el otro líder, y los nuevos líderes, y los otros líderes que están surgiendo, se estén dando bombo. Vamos a ponerle punto final a la farsa, esto que no es nada más que una farsa, que ni siquiera está en el tinglado de la antigua farsa. Presidencia del C. SERRANO GUSTAVO P.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Señores diputados: señor diputado Z, Francisco.... o Jesús Z. Moreno: A discusión la fracción IX del artículo 46, la discusión se ha desorientado lamentablemente por culpa de alguien en que esto es imperdonable, por culpa de nuestro compañero don Eduardo Vasconcelos. Un espectáculo muy singular ha presentado la Cámara en el curso de la discusión de esta Ley Agraria, de esta ley de Fraccionamiento de Latifundios. Convencidos los opositores de la ley, convencidos los enemigos a outrance de esta ley de que era éste el postrer cartucho que estaba en sus manos el quemar, han hecho cuantos esfuerzos les ha sido posible para destruir los argumentos de las comisiones; ¡todo en vano! La ley, tan defectuosa como se quiera, corresponde a la satisfacción de una imperiosa necesidad nacional. Es interesante observar que ninguno de los impugnadores de esta ley ha tenido la franqueza de proclamarse defensor del actual estado de cosas, ninguno se ha atrevido, siquiera retóricamente, a defender el pasado, a defender el actual estado del latifundismo feudal en que nos hallamos; todos se confiesan convencidos de la necesidad de fraccionar los latifundios; todos confiesan que existe una imperiosa necesidad de satisfacer este deseo del pueblo mexicano, de que su riqueza y sus medios de producción estén mejor y más equitativamente distribuidos, y el postrer reducto, el último cartucho quemado es éste. Incapaces para derrotar a las comisiones al discutirse esta ley en lo general; incapaces para derrotar los artículos, para derrotar a las comisiones y a los propugnadores de esta ley en la discusión de los artículos esenciales, fundamentales de la ley misma, se baten en retirada, hablándonos sistemáticamente de una legalidad que ya no podemos reconocer, porque estamos esforzándonos por fundar una nueva legalidad que mejor satisfaga las aspiraciones de la nación. El compañero Vasconcelos, que habría podido dignificar y valerosamente combatir fracciones anteriores de este artículo, combate ahora una de las fracciones menos discutibles, una de las fracciones seguramente menos defectuosas, una de las fracciones que racionalmente era de esperar que provocasen menos debates, y el compañero Vasconcelos en realidad sólo vino a entonar aquí un trino jeremíaco; el compañero Vasconcelos se confiesa vencido, se reconoce impotente ante la fuerza de esto que llama la masa amorfa, de una mayoría, o la masa de una mayoría amorfa, o una amorfa mayoría de la masa; lo mismo da a entender este trabalenguas. No es tiempo todavía de decepcionaros, ciudadano Vasconcelos, dejad el pesimismo y la decepción para los viejos cansados ya de la tregua y la lucha; todavía no es tiempo de decepcionaros; si habéis sido derrotado en la discusión de esta ley, aprovechaos de esta derrota, analizad las causas que la determinaron y podréis obtener posteriormente legítimos triunfos en defensa de buenas causas. La fracción IX a debate no merecía la ruda impugnación del ciudadano Vasconcelos. Los argumentos de Vasconcelos son de una índole tan amplia, tan vaga, tan general, que no podrían aplicarse a toda la ley; ¿por qué el compañero Vasconcelos no tuvo la franqueza de atacar la ley en lo general? ¿por qué el compañero Vasconcelos no votó contra la ley en lo general? El compañero Vasconcelos permaneció mudo en su asiento al discutirse anteriores fracciones que acaso podrían haber merecido su impugnación y viene ahora a arremeter su despecho de pedante en la discusión de la fracción IX, cosa que no habla muy en su favor. El compañero Vasconcelos sigue la corriente de los perversos o mezquinos que han hecho de la discusión de esta ley una discusión personal; la de aquellos que han imaginado que atacando, que zahiriendo, que deturpando a uno de los propugnadores de la ley derrotaban a la ley misma, y, compañero Vasconcelos, se ha equivocado, y no podía ser de otro modo. Yo concibo la juventud noblemente iconoclasta, que combate por derribar falsas reputaciones; concibo la noble indignación que arde en los pechos juveniles cuando se trata de combatir la falsedad; pero negarse a reconocer méritos sólidamente fincados, negarse a reconocer reputaciones sólidamente adquiridas, es propio tan sólo de mezquinos y de mediocres. En esta labor de deturpación al ciudadano Díaz Soto y Gama, ciudadano Vasconcelos, habéis hecho muy mal en acompañar a los mezquinos y a los torpes de la Cámara.

El C. Vasconcelos: ¿Me permite una aclaración?

El C. Manrique: Dejad esa tarea para Uriel Avilés, tarasco, marrullero, que lee y comenta a Michelet, parlamentario de carrera, honra de esta Representación Nacional, diputado al Constituyente, diputado a la XXVII Legislatura, diputado a la XXVIII, diputado a la XXIX, y si Múgica no lo remedia, diputado a la XXX;.... (Risas.) dejad esta tarea, ciudadano Vasconcelos, para este ilustre don Vito Alessio Robles, este ilustre Pacheco del obregonismo; dejad esta tarea para este anodino, cuyas convicciones están siempre a merced del viento, a merced del aire embalsamado que sopla de la Tesorería, a merced del afán de tal o cual subvención; dejad esta tarea para el ciudadano doctor Alonzo Romero, el de los odios africanos. Y a propósito del ciudadano doctor Alonzo Romero, se me ha referido que prepara, como contribución al próximo Congreso Médico que habrá de celebrarse en algunas de las capitales de la República, una memoria interesantísima en la que consigna sus observaciones personales utilizando en estilo pintoresco una historia en la que desfilan algunos personajes de esta Cámara. Por ahí desfilan, considerando a todos como anormales, y naturalmente como sujetos al estudio de los alienistas, ¿cómo no? al ciudadano don Antonio Díaz Soto y Gama, por supuesto también quien en estos

momentos fatiga vuestra atención, y algunos otros y todo ello con gran acopio de observaciones, con donosura de estilo, con todos esos detalles insignificantes que pasan inadvertidos para un observador vulgar; pero para el ojo de un clínico, para el ojo observador y avezado de una de estas personas dedicadas al estudio de la paranoisis y paranoica. Por ahí desfila, por ejemplo, el ciudadano Soto y Gama haciendo y deshaciendo nerviosamente el lazo de su calzado, cómodamente repartigado en su curul; por ahí desfila el ciudadano don Rafael Martínez de Escobar, flamante presidente del ayer brillante y hoy, opaco Partido Liberal Constitucionalista, practicando desde su curul el noble arte....

El C. Avilés: Es puro despecho.

- El Manrique: ....el noble arte de la onicofagia, o para decirlo en romance vulgar, el arte de comerse las uñas. Todas estas y otras menudencias aparecen en estas simpáticas historias clínicas del doctor Alonzo Romero. Yo le aconsejaría que para que completase su estudio, le agregase la propia historia clínica, sale éste un caso brillante de autoscopia, de autointrospección y de autodiagnóstico....(Risas.) Este señor compañero doctor Alonzo Romero, que sube a esta tribuna presumiendo de hombre ecuánime y sereno, con una lividez cadavérica que a la legua revela al anormal, al hombre que carece del self control, del propio dominio; por lo demás, compañeros, cerremos este paréntesis y os suplico una cosa: habéis dicho en alguna ocasión que soy un paranoico, tenedlo en cuenta y no me ataquéis al bajar de esta tribuna, por Dios, que los sujetos de mi guisa estamos muy necesitados de indulgencia, ciudadano Alonzo Romero.

El ciudadano Vasconcelos arremete rabiosamente contra el artículo 46 a debate. El artículo 46, ciudadanos diputados, en sus diversas fracciones estatuye la necesidad, estatuye preceptos satisfactorios de la necesidad de establecer sanciones penales para los individuos que violen esta ley, que de cualquiera manera se opongan al cumplimiento de esta ley y el problema, tal como lo debemos sintética y concisamente plantear, es éste: esta ley corresponde a la satisfacción de una necesidad nacional, ¿sí o no? Si tenemos la convicción de que esta ley, si tenemos la convicción de lo primero, entonces nuestro deber es establecer, como legisladores positivos que somos, como legisladores en derecho positivo, sanciones que tiendan a asegurar la satisfacción y cumplimiento de esta ley, He dicho ya, y tengo de repetirlo ahora, ciudadano Gálvez, que quienes aquí legislamos no cometemos la unilateralidad de creer que basta el expedir leyes más o menos adecuadas al medio para reformar una sociedad, seguramente creyendo que nuestra misión debe ser más amplia, que a la vez que legisladores debemos ser reformadores en todos los órdenes, propugnar en todos los órdenes de la actividad social por la reforma social; creemos, en suma, que ninguna reforma social es posible sin la previa reforma espiritual; creemos que si no se modifica previamente el estado mental de los pueblos, ninguna reforma legislativa será definitiva y sólo creemos y sabemos todo esto; ya cumpliremos nuestra misión de legisladores propugnando en la prensa, en la tribuna, en cuantos campos pueda desarrollarse nuestra actividad por convencer a aquellos a quienes conviene, a quienes es fuerza convencer, a los enemigos irreconciliables de esta ley, y cuando hayamos logrado esto, ciudadanos diputados, cuando el capitalismo se haya reformado moral y mentalmente de modo tal que comprenda que el bienestar de la colectividad es a la postre su propio bienestar que cuando contribuyan a aumentar la riqueza de todos determinarán una satisfacción en el hombre moral, bueno y elevado; cuando hayamos logrado todo esto, cuando hayamos logrado vencer las resistencias del entendimiento, de la voluntad, del corazón, entonces, señores diputados, nuestra ley quedará escrita y no habrá menester necesidad de aplicar estos rigurosos preceptos penales; pero en tanto la sociedad no se reforme, en tanto los intereses que pugnan por sacrificarlo todo, por sacrificar los más caros intereses colectivos a las burdas y bajas satisfacciones de su animalidad; mientras estos pugnen por derrotar la ley y por destruir la obra del legislador, del reformador, nuestro deber de hombres avanzados y reformadores, es establecer penas y sanciones contra los deturpadores de la ley. Olvidar esto sería ir al fracaso; naturalmente que debemos hacer leyes efectivas, no leyes románticas que por nada ni por nadie serían obedecidas. Si no queréis que se nos burle y que esto sea escribir sobre el agua, entonces nuestro deber es expedir, determinar cuál es la pena, cuál es la sanción que corresponde a los violadores de cada uno de los preceptos de esta ley. Si vosotros confesáis que se han aprobado - como hemos aprobado, a pesar de todos las oposiciones - los artículos del cuerpo de la ley en los que se establece la manera de realizar la reforma agraria del fraccionamiento de latifundios y no completamos nuestra obra determinando la pena correspondiente al violador de cada uno de los preceptos anteriores, entonces sí habremos perdido un tiempo precioso, sí habremos demostrado que éramos hombres incompletos, acaso de gabinete, que éramos teorizantes más o menos brillantes, pero que éramos incapaces de comprender las necesidades de la realidad de este mundo de hombres de carne y hueso en que vivimos, nos agitamos y somos; en consecuencia, señores diputados, para establecer la necesidad de la pena, yo no veo la necesidad de venirnos a recitar aquí algunas docenas de apellidos más o menos ilustres; es fuerza ya que reaccionemos de una vez por todas, y donde debemos comenzar es en la juventud universitaria, por reaccionar contra esa vieja pedantería de las citas. Admirable ejemplo aquel de don Marcelino Menéndez y Pelayo, si no me equivoco, en su maravilloso discurso....(Voces: ¿Y las citas, pues?) Las citas, ciudadano Domínguez, que sabéis menudearlas en vuestros artículos de "El Demócrata"....

El C. Domínguez, interrumpiendo: Pero en la tribuna, no.

El C. Manrique, continuando: En la tribuna deben salpimentar, en la tribuna más sobriamente aún deben salpimentar discretamente el discurso. Contra lo que pugno no es contra la cita, que revela el contacto con el mundo en que se vive, ya

el mundo de los libros, ya el mundo de la realidad; contra lo que propugno es contra la pedantería del abuso de las citas, ciudadano Domínguez. (Aplausos. Siseos.) Y contra ello, y mirad ¡cosa interesante! pensaba tocaros y no quise tocaros y sois vos quien provoca; sin embargo, no os tocaré, porque me merecéis respecto como amigo. (Voces: ¡Muy bien hecho!) Ciudadanos diputados: digo que es tiempo ya de que reaccionemos y de que la reacción comience entre nuestra juventud salida de las aulas universitarias, por reaccionar contra la vieja y pedantesca manía de las citas, por seguir el brillante ejemplo de Marcelino Menéndez y Pelayo en su discurso de recepción en la Real Academia Española, en que no hay ni un solo nombre propio, ni una sola cita más o menos traída de los cabellos. Se me ha reconocido por algunos adversarios una poca de memoria, ese talento de los tontos de Chateaubriand, citado por Castro y López, ciudadano compañero Domínguez y, sin embargo, no he recurrido al gastado recurso de recitaros diez o doce nombres de autores más o menos ilustres para defender una opinión. Entiendo que la Asamblea, sobre todo las asambleas heterogéneas como ésta, no han menester de recitaciones de nombres, han menester de la exposición clara, precisa y exacta de una doctrina, el análisis de una doctrina; esto es lo que necesitamos para defender la pertinencia de la aprobación de tal o cual artículo de una ley que se discute, y es necesario ver que quienes se revuelven y protestan contra la fuerza de las mayorías de la Cámara, pretenden en cambio aplastarnos con aquello de que la fuerza de su doctrina y de sus aseveraciones está directamente proporcionada al número de citas y al número de autores citados; no, señores diputados, ya basta de todo esto. El compañero Vasconcelos y con él algunos otros impugnadores de la ley, se lamentan de su fracaso, es verdad, han fracasado impugnando esta ley; han fracasado porque algunas veces había de vencer Quijote a Sancho Panza, porque alguna vez había de ser vencido el Sancho del sentido común, este sentido común que está sintetizado por los que a diario vienen propugnando algunos de vosotros, ciudadanos diputados, contra ese algo que no os acomoda, contra ese algo que no os simpatiza. Se me antoja que sois partidarios de aquellos que querían vivir a la manera de las calles tiradas a cordel; no queréis vivir más que con regularidad matemática, con precisión de autómatas y esto no nos acomoda, porque somos hombres de nuestro siglo y nuestro espíritu clama contra esa iniquidad; nosotros que sentimos este revolucionarismo y esta impaciencia nuestra es claro que no pueda acomodarse a lo hombres sensatos de la Cámara, con esa sensatez que es la mediocridad enemiga de toda reforma y de todo mejoramiento espiritual; pero nosotros no nos hemos de dejar contagiar por esa vuestra atonía, por esa vuestra ataraxia, ciudadanos diputados, y que contra quienes como vosotros piensan, es necesario que pugnemos animosamente por la reforma social; dejad las burlas y deturpaciones a un lado de todos esto que se enfangan en aquella charca de cieno en que se agita toda una juventud de eunuquizados, me refiero a "El Debate"; dejad para los mezquinos de espíritu esta manera de proceder, que se nos arroje a quienes propugnamos por esta ley y por toda la reforma social que ha menester el pueblo mexicano, los epítetos que se imaginen más o menos denigrantes; primero, agitadores, después, ilusos; más allá, bolcheviques o de cualquier otro modo y ¡qué importa! Recojamos el denuesto, recojamos el denuesto para ostentarlo orgullosos si lo hemos merecido por propugnadores de buenas causas. Entended que no es con denuestos como se destruyen las ideas, y que si ya hay en ellas una honda vitalidad, una honda fertilidad de mejoramiento humano, ellas habrán de prevalecer a pesar de vuestros despechos y a pesar de vuestras mezquindades. Es el momento de analizar el por qué del fracaso de quienes se han opuesto a la aprobación de esta ley. ¿Sabéis por qué han fracasado? Porque después de estos once años en que nos hemos dolorosamente debatido en las convulsiones no menos dolorosas de una lucha intestina, hemos llegado ya a decepcionarnos profundamente de estos espíritus analíticos y destructores que solamente saben maliciosamente, donosamente, inteligentemente, señalarnos los inconvenientes, los defectos, los vicios de todo sistema; estos espíritus de labor negativa, que son, sin embargo, incapaces de construir, que son incapaces de síntesis, que son incapaces de labor positiva. (Aplausos.) No, ciudadanos; ¿sabéis por qué la juventud mexicana ya no escucha ni puede escuchar a don Francisco Bulnes? Porque no es ya, a pesar de todo, la juventud del porfirismo, porque no se enamora ya de la brillantez del estilo, de los caudales de erudición, porque ella sabe que el arte y la ciencia tienen una misión social y que en tanto que el arte y la ciencia no contribuyan al aumento de la felicidad humana, son algo vano y fatuo que es fuerza desdeñar, los hombres de nuestro siglo, los jóvenes que se forjan en las aulas universitarias, saben desdeñar todo eso y por esto, a pesar de la protesta vana al fin de Bulnes, los estudiantes se sienten tocados del viejo espíritu de antaño, el espíritu combativo y quijotesco y pugnan por derribar la odiosa tiranía de Juan Vicente Gómez en Venezuela, y por este procedimiento gradual, llegado el tiempo, porque a la postre los tiranos de todos los pueblos y de todos los momentos son hermanos entre sí, ellos habrán protestado contra la tiranía de casa, aleccionándose para protestar por los tiranos más o menos remotos; ellos que sienten al fin que para ellos no existe ni el tiempo ni la distancia. Hoy no se escucha ya a estos hombres analíticos, porque ellos, señalándonos los inconvenientes de las reformas, protestan por un mundo espiritual que no comprenden; ellos, que sólo critican, son incapaces de señalar el remedio, el remedio que ha de substituir a aquello que señalan como impracticable. Cuando me encuentro frente a uno de estos impugnadores de toda reforma social, me pregunto inmediatamente, priorísticamente, esto: ¿Creéis que el mundo está bien arreglado, creéis que esta sociedad y esta nación en que vivimos está bien ordenada y ordenada de acuerdo con la lógica espiritual, mental o moral? ¿Creéis, en suma, que hay caridad, justicia y amor en este pobre pueblo, víctima de unos cuantos explotadores? ¿Creéis que estamos bien así? ¿Creéis que no hay unos cuantos millares de parásitos que son los que nos gobiernan? ¿Creéis que es justo y bueno que

este pobre país esté a merced de una docena de petroleros que lucran en Wall Street? ¿Creéis que es bueno todo esto? Y comenzarían por manifestar su desdén con un encogimiento de hombros, empezarían por manifestar la indiferencia por la suerte de esta sociedad en que vivimos; pero si nos convencemos de que el mundo está mal organizado, si nos convencemos de que los problemas sociales son aquellos en que la voluntad humana puede obrar como enérgico correctivo y como poderoso factor constructivo, entonces, entonces iniciemos lealmente la discusión, que la reforma que nosotros - radicales más o menos ilusos, más o menos divorciados y alejados de la realidad en que nos movemos -, proponemos a vuestra consideración, la reforma, llamadla como queráis: colectivismo, comunismo más o menos avanzado, una cualquiera de estas escuelas socialistas que se trata de establecer y que aun se ha establecido ya en algunos países europeos, cualquiera de estas escuelas, ya lo expongo, expongo sus fundamentos filosóficos e históricos, señalo sus ventajas, claro que ventajas utópicas, puesto que aún no hemos realizado esto, claro que esto lo vemos con los ojos de la imaginación cálidamente enferma por un noble ideal, y el sabio, el analítico señala los inconvenientes del sistema. Está bien, ¿estáis disgustado de mi problema? ¿No os acomoda la solución que yo señalo para el mal social, para el cáncer social que nos devora? Entonces proponed otra solución.

El mundo, México en concreto, el país en que vivimos exige una satisfacción a sus necesidades; exige una solución lealmente planteada y vigorosa y desinteresadamente realizada a los males que le aquejan. ¿Que el bolchevismo, el comunismo, el colectivismo, ni siquiera el socialismo, un moderado socialismo de Estado, son importantes para satisfacer el problema, para resolver el problema? Pues entonces dadnos una solución. He aquí por qué, ciudadanos diputados, ya no se escucha a Bulnes, porque sería en vano que preguntáramos a Bulnes, señalados ya los inconvenientes de la solución propuesta al problema, cuál es su criterio, cuál es su utopía, cuál es su república del porvenir, cuál es su ciudad nueva; pedid a Bulnes y a alguno de estos espíritus analíticos, exclusivamente destructores, una construcción social, una regla de gobierno para el presidente Obregón o para otro cualquiera que le suceda en el poder, y ellos serán incapaces de daros esta respuesta; y por eso señalo el mal a tiempo y por eso habéis fracasado, ciudadano Vasconcelos, y por esto han fracasado quienes, como vos, han venido a disertar brillantemente sobre los inconvenientes de la reforma social propuesta, incapaces, en cambio, de señalar sólidamente, serenamente meditada una solución que substituya a aquella que tratáis de derribar; más fructuosa habría sido vuestra labor en esta Cámara en el curso de este debate si a cada uno de los artículos impugnados hubiese propuesto algún sucedáneo, algo que lo substituya, que satisfaciese las exigencias imperiosas de una ardiente, de una ingente necesidad nacional.

El C. Vasconcelos: ¿Me permite usted una aclaración?

El C. Manrique: Aquí sucede, sobre todo en los noveles parlamentarios, que cometen dos errores principales que son fuente aquí de errores y acaso de pérdida de mucho tiempo: primero, que por el deseo de obtener un triunfo parlamentario, después de un discurso más o menos brillante, se prefiere entrar a discutir un artículo en sesión pública a ir modestamente a colaborar al lado de las comisiones, señalándoles previamente la trascendencia de la ley, los inconvenientes, y evitar la discusión de determinado artículo señalando los inconvenientes de tal o cual artículo.

El C. Vasconcelos: ¿Me permite usted una interpelación?

El C. Manrique: Yo no tengo empeño, ciudadano Vasconcelos, en que usía, que la persona de usted haya omitido esto que digo; yo señalo el inconveniente como general; el ciudadano Vasconcelos me dará la razón. Si hago estas consideraciones es porque deseo que se cambien los procedimientos. Las comisiones seguramente que se habrían puesto de acuerdo en una discusión entre dos o tres hombres, que una vez empeñada la discusión, aquí, una vez iniciada la discusión y haberse tornado cálido el aliento de los oradores, el aliento revolucionario de los impugnadores y propugnadores; esto sería sencillamente más modesto, este modo de ser no nos daría a algunos, triunfos oratorios; pero por no seguir este procedimiento se obtienen triunfos más o menos vanos, más o menos brillantes y de que acaso más tarde se arrepientan los mismos que los tuvieron, y el tiempo se pierde, pasa, y han sido menester tres o cuatro meses para estudiar esta sencillísima Ley del Fraccionamiento de Latifundios. Otro error que se comete es el señalar simplemente los inconvenientes, los lados flacos de un sistema sin oponerse afanosamente a la obra para señalar el sistema que en nuestro concepto debiera substituir a aquel que tratamos de derribar. La labor parlamentaria sería así más fructuosa si a cada uno de vosotros, ciudadanos diputados, se os dijese: este artículo es erróneo y sería preferible substituirlo por otro que dijese así. Indudablemente que la labor sería positiva, pero luego que se os ha convencido de los inconvenientes de un sistema sin presentaros aquel que ha de substituirlo, no tenéis sino una tremenda, os hayáis frente una disyuntiva en el momento de la votación: o reprobáis el artículo para que no lo suceda ningún otro - porque no se os han dado ideas que substituyan a aquel que se trata de retirar de vuestras mentes -, o aprobáis el artículo para que a pesar de todos sus defectos pase a ejecutarse, a tornarse en realidad, y eso es lo que ha sucedido aquí y esta es la clave del fracaso que han recibido algunos de los compañeros bienintencionados.

El C. Vasconcelos: Caballerosamente le ruego me permita una aclaración.

El C. Manrique: De manera que el compañero Vasconcelos ha cometido aquí, aparte del error de alinearse en el grupo de los apasionados, de los mediocres o de los envidiosos - él que no es mediocre, ni envidioso, porque tiene mérito personal suficiente para desentenderse de estas pequeñeces -, el compañero Vasconcelos parece olvidar que en la antigüedad clásica se tenía al orador como "vir bonus dicendi peritus", es decir, como el hombre bueno perito en el decir, y ya que el compañero Vasconcelos es casi perito en el decir, que no deje

de ser bueno y llegará a acercarse al modelo del orador perfecto, al modelo del orador de la antigüedad clásica y que abandonen también de una vez para todas quienes han sido incapaces por falta de aliento, por no haber sabido apreciar una buena causa, de vencer en esta contienda, en esta pugna de ideas, que abandonen de una vez para todas su actitud de pesimistas, su actitud pedantesca e injustificada de superhombres; se sienten vencidos por la mediocridad ambiente, ellos, espíritus privilegiados; la masa amorfa de esta Cámara los ha vencido completamente en la oposición de este artículo; que se ensimismen entonces, que se concentren en su propio ser, que examinen los factores que determinaron la derrota y que lleguen a comprender y que con esta manifestación de aliento de la mayoría amorfa cobren aliento para propugnar por mejores causas; que comprendan que hay en las asambleas un instinto colectivo que les lleva acaso al triunfo, y conste que no soy un psicólogo de asambleas; pero creo, en tesis general, que hay entre nosotros un instinto que prescindiendo de análisis más o menos sutiles, nos llevan a decidir sintéticamente, precisamente, de qué lado existe la mayor suma de razón y de bondad. He ahí por qué esta Asamblea, a pesar de que no está compuesta por 150 abogados, por 150 letrados, ha sabido, sin embargo, inclinarse del lado a que le lleva el impulso revolucionario, porque la revolución, no lo olvidéis, ciudadano Vasconcelos, es un impulso sentimentalista que tiene razones que la razón ignora. (Nutridos aplausos.) Ya lo creo, estos superhombres se imaginan onzas de oro en medio de una multitud de morralla parlamentaria...(Aplausos. Risas.) De ahí la explicación de este voto de las mayorías, estas mayorías que los aplastan y se muestran enemigas del sufragio universal y quisieran que los votos se pesasen. ¡Ah!, entonces sí, entonces viviríamos en Jauja, en el mundo mejor de los imaginables, entonces el solo voto de Eduardo Vasconcelos bastaría para inclinar la balanza contra toda la Cámara entera, entonces Voltaire, sólo, tendría razón contra un millón de necios; pero mientras esto no suceda, el voto de Eduardo Vasconcelos, mientras propugne por malas causas o en tanto le falte vigor y aliento para hacer latir su corazón al unísono del corazón popular, mientras esto suceda, el voto de Eduardo Vasconcelos será obscuramente derrotado por esta obscura masa anónima, por esta piara innumerable de los De Alba, de los Reyes, de los Salgado y de tantos otros. En resumen, señores diputados, estamos ya cansados de la labor analítica, exclusivamente destructora y negativa de quienes son capaces de síntesis constructoras, de quienes que son capaces de elaboración constructiva.

Escucharemos con respeto y atención a quien nos venga en lo sucesivo a señalar, previa la discusión de un proyecto de reforma, una solución al problema más adecuado, al problema aquel por el cual propugnamos; pero mientras esto no sea, mientras sólo se cometa el error vulgar y se siga la vulgar tradición de convertir en cabezas de turco a estas pobres comisiones que no hacen sino cumplir un mandato de la Asamblea, que obedeciendo al principio de la división del trabajo se especializan y estudian la solución de los problemas que se someten a su estudio y resolución y vienen aquí afanosa, sincera y desinteresadamente a defender ideas que ellos creen buenas - hablo de los miembros de las comisiones - para que se levanten los perversos, los mediocres y los mezquinos de la Cámara entre los cuales esporádicamente se sientan hombres que no son, incidentalmente, ni mediocres, ni mezquinos, ni perversos, y estos hombres vienen a hablar de perversidad, de insinceridad y de mezquindad, del espíritu de farsa de las comisiones, de ellas que no han hecho sino obedecer al imperativo categórico de sus conciencias que les ordenan defender determinados conceptos aquí, pese al mundo. En consecuencia, no os dejéis engañar, ciudadanos diputados, por análisis más o menos sutiles de quienes os hablen de escuelas criminológicas más o menos remotas o recientes. En el análisis de la fracción IX no hay nada que no sea diáfano, claro, transparente:

"IX. Los funcionarios judiciales que con violación de lo dispuesto en el artículo 27 constitucional y en los artículos 12 y 23 de esta ley, diesen entrada a cualquiera demanda, petición o solicitud, tendente a detener, interrumpir o estorbar el ejercicio de las legítimas facultades que las autoridades administrativas tienen para llevar a cabo los procedimientos de expropiación, sufrirán la pena de tres años de prisión, sin perjuicio de la pérdida del cargo."

¿Hay algo que sea condenable en esta....- iba a decir estrofa -, en este inciso? Seguramente que no. Y no es que yo presuma, porque lo exagerado es insignificante, y yo iba ya a cometer una cita. (Risas.) No es que yo presuma que se trate aquí de una fracción irreprochable, de un movimiento, de un artículo que ha de glorificar definitivamente a la Comisión; no, se trata seguramente de algo discutible; todo es discutible en esta vida...(Campanilla.)

El C. presidente, interrumpiendo: El ciudadano Gandarilla suplica al orador le permita hacerle una interpelación.

El C. Manrique: "El ciudadano Gandarilla suplica al orador le permita hacerle una interpelación."

El C. Gandarilla: Sobre el artículo.

El C. Manrique: Es decir, una interrupción. Y el ciudadano Gandarilla y el ciudadano Serrano, vicepresidente de la Cámara, han sido muy poco discretos hacia el orador. (Campanilla.)

El C. Gandarilla: Conteste usted categóricamente sí o no.

El C. Manrique: El orador no consciente la interpelación. (Aplausos.) No consiento. La presidencia no tiene derecho de interrumpir al orador en tanto no se altere el orden. (Aplausos.) Y si la presidencia insiste en interrumpir al orador, el orador renuncia al uso de la palabra. (Aplausos.) Continúo en el uso de la palabra. (Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia hace notar al orador que no hace más que seguir los procedimientos establecidos.

El C. Manrique: Renuncio al uso de la palabra. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Colón José Remedios.

El C. Gandarilla: Pido la palabra, señor

presidente, para una aclaración; para una alusión personal. (Campanilla.) Para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden el ciudadano Gandarilla.

El C. Gandarilla: Honorable Asamblea: El Reglamento dice que no se le puede interrumpir al orador sino por conducto de la Presidencia. Sujetándome estrictamente al Reglamento, me acerqué al señor Presidente de la Cámara para que en mi nombre y con todo respeto solicitara del señor Manrique una interpelación sobre la discusión misma, sobre las palabras que está diciendo referente al tema jurídico del artículo que está a debate; yo quería preguntar al señor Manrique lo que entendía por demanda y sí, por ejemplo, en el caso de que un terrateniente fuese ante la Suprema Corte de Justicia..... (Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia le ha concedido la palabra al ciudadano Gandarilla para una moción de orden nada más.

El C. Gandarilla: La estoy fundando. Si, por ejemplo, un terrateniente se acerca a la Suprema Corte de Justicia con una demanda, si en virtud de este artículo puede consignarse o no a alguno de los miembros de la Suprema Corte de Justicia. Quiero las luces del señor orador, no quiero interrumpirlo, no quiero combatirlo. Si no es pertinente que hable, si no es permitido hablar, renunciaré a hablar en lo sucesivo.

El C. presidente: La presidencia hace notar al ciudadano Manrique que había concedido la palabra el ciudadano José Remedios Colón por haberla renunciado usted; sin embargo, teniendo en cuenta que aún no la toma el ciudadano Colón, continúa en el uso de la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Señores diputados: Sé que con la aprobación de todos vosotros - salvo, naturalmente, la de Uriel Avilés - tengo derecho a continuar usando de la palabra. (Risas.) Yo lamento que el compañero Serrano, que es - hay que reconocerlo - caballeroso y amigo, haya cometido la indiscresión - esto tampoco me cansaré de reconocerlo - de interrumpirme. No está el presidente de la Cámara - que es un simple director de debates, ésta es la misión que la Asamblea le confiere - autorizado para interrumpir a un orador; no lo está, como no lo está tampoco ninguno de los ciudadanos diputados...(Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia hace notar al orador que el mismo ciudadano Manrique ha manifestado en diferentes ocasiones que existen dos clases de Reglamento: uno escrito y otro practicado. Yo procuro seguir, hasta donde es posible, el escrito; pero como hay una regla establecida por medio de la cual se permiten las interpelaciones cuando el orador las consiente, por eso es que yo permití al ciudadano Gandarilla que la hiciera, previo permiso del orador. (Voces: ¡muy bien!)

El C. Manrique: Señores diputados: Ya el incidente resulta enojoso y hay que volver la hoja (Voces: ¡Muy Bien!) Pero queda en pie - debo subrayarlo - que el hecho de ocupar el más alto sitial de esta Cámara no autoriza a nadie para interrumpir a un orador. Yo no he venido a entablar una polémica con el ciudadano presidente; no es el presidente quien está autorizado para observarme, y continúo en el uso de la palabra, lamentando esta interrupción del ciudadano Serrano y del ciudadano Gandarilla. (Murmullos.)

Señores diputados: Por muy acostumbrado que se esté a estas clases de luchas, las interrupciones hacen daño, las interrupciones al orador que tenga mejor control, mejor dominio de sí, hacen daño, le apartan de la ilación, le apartan del plan, del sistema que se había trazado, que se había impuesto desarrollar en su discurso. De aquí que las interrupciones sean muy poco discretas y algo condenables en los antecedentes parlamentarios.

El C. Gandarilla: ¿Y cuando las hace usted?

El C. Manrique: El ciudadano Gandarilla está resultando ya verdaderamente impertinente.

El C. Gandarilla: Gracias; quiere decir que soy cuerdo, puesto que usted lo dice.

El C. Manrique: Si estas interrupciones son discutibles en momentos en que la pasión agita a la Asamblea, estas interrupciones hechas a ciencia y paciencia por un presidente en los momentos en que la sesión transcurre plácidamente, son algo definitivamente reprobable.

Dice la fracción IX:

"Los funcionarios judiciales que con violación de lo dispuesto en el artículo 27 constitucional y en los artículo 12 y 23 de esta ley, diesen entrada a cualquiera demanda, petición o solicitud tendente a detener, interrumpir o estorbar el ejercicio de las legítimas facultades que las autoridades administrativas tienen para llevar a cabo los procedimientos de expropiación, sufrirán la pena de tres años de prisión, sin perjuicio de la pérdida del cargo."

Ahora recuerdo, ciudadano diputados, que había apenas entrado al análisis de esta fracción. No presumo, decía, que se trate de la última palabra, de la expresión definitiva, de la expresión consagrada, creo que todo está sujeto a discusión y nosotros no debemos rehuirla; no se trata, pues, de impedir dogmáticamente, apriorísticamente, a quienes pretenden impugnar esta fracción, el que lo hagan; pero, señores diputados, en la ejecución, en el cumplimiento de esta ley son factor importantísimo los funcionarios judiciales, y esto tiene esta sanción, que por severa que la consideréis, es necesaria, es indispensable como una amenaza, como un obstáculo para que el funcionario judicial no permita que su conciencia se tuerza, que se le aparte del camino del deber. Es ya proverbial entre nosotros la corrupción de la Administración de Justicia, y serán inútiles, creedlo, los preceptos más o menos románticos, las reformas más o menos románticas que intentemos a nuestro Código Penal, en tanto no reformemos la administración misma, es decir, en tanto no substituyamos a los funcionarios, hombres de carne y hueso, al juez X, al magistrado Z, por otros hombres más decorosos, más honrados, más capaces. Este es, pues, un problema de hombres. Los principios no combaten entre sí como vestiglos; los principios están siempre encarnados en las luchas de la Humanidad por hombres de carne y hueso. Pretender, pues, reformar la Administración de Justicia reformando los códigos o las leyes orgánicas, si no reformamos antes a los funcionarios encargados de aplicarlos, en vano. Debe, por tanto, haber en estas leyes sanción no solamente para los violadores de ellas, latifundistas o sus

agentes; sino para aquellos funcionarios que se nieguen, por interés, por torpeza o por ignorancia, a llevar adelante los preceptos de esta ley. Sí, pues, de acuerdo con los preceptos de esta ley hay funcionarios judiciales que admitan recursos que tiendan a estorbar su cumplimiento, este solo acto es punible, este solo acto debemos considerarlo como obstáculo doloso y pérfido a la realización de la ley. Y esto es lo que la Comisión quiere que se castigue, presumiendo la intención dolorosa, con la pena de tres años y, naturalmente, la destitución del cargo. El funcionario judicial que cometa uno de estos actos y por ello sea castigado, naturalmente que no puede volver al ejercicio de su cargo; debe ser inhabilitado por un tiempo más o menos largo. Este es, señores diputados, el precepto a debate. Exigid a los ciudadanos diputados del contra que vinieren a impugnarlo y que nos hablan sobre generalidades o vaguedades aplicables a toda ley y casi a toda reforma social en esta o en otra nación del mundo; exijamos que combatan concretamente la fracción a debate, que nos demuestren, después de un análisis basado en la experiencia de la vida y de las doctrinas del Derecho, los inconvenientes de la aplicación práctica de esta fracción a debate, y exijamos también, para que su obra sea ideológicamente completa, que os presente el sucedáneo de este artículo, que os presenten la fracción que ha de substituir a aquella consideración como defectuosa. Mientras esto no suceda, nuestro deber es votar afirmativamente la fracción a debate para demostrar, no a los ojos del público - que la pública opinión es algo que cada uno aduce a la manera como le ordenan sus intereses -, que cada uno procede de acuerdo con su propia conciencia, con su conciencia moral y con su conciencia revolucionaria, y mucho me temo que en Asamblea en la que se considera un delito el lanzar un viva a la revolución; mucho me temo que en asambleas gobernadas por individuos que consideran una ofensa a la moral y a las buenas costumbres el dejar brotar de su pecho un cálido viva a la revolución, es decir, un viva a la reforma social en nuestro país, mucho me temo que haya un lastre, que no será seguramente la mayoría, que se oponga a outrance al cumplimiento de esta ley. A pesar de todo, como afortunadamente no estamos todavía en el mejor de los mundos imaginables y como todavía los votos se cuentan y no se pesan, como no se tienen aquí en cuenta votos de calidad, yo sé muy bien que el rebaño, la piara, la amorfa mayoría de los ciudadanos de esta Cámara, ciudadano Vasconcelos, votará afirmativamente la fracción a debate. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano José Remedios Colón.

El C. Colón: Ayer que el compañero Luis Espinosa, al discutirse una licencia que solicitaba el ciudadano diputado Felipe Carrillo Puerto, decía, refiriéndose a la labor de algunos compañeros, que realmente sentía amargura porque aquí nada habían hecho de efectivo en esta Cámara, y en los momentos en que lo expresaba, señores representantes, con toda verdad, con toda honradez voy a decir que mi conciencia me remordía, porque tal vez el ciudadano Espinosa, con justicia, se refería a mí. Y lejos de que le lance algún reproche, lo felicito calurosamente, porque con esto me ha estimulado para que en lo sucesivo no sólo me preocupe por la situación de algunos pueblos del Estado de México que están sufriendo los abusos de las autoridades agrarias, sino porque cada vez que se trate de una de las disposiciones que se están discutiendo, tendré la necesidad de fundar mi voto, para que no me señalen como una de las personas que poco o nada se preocupan por el porvenir de nuestra patria. (Aplausos.) Y, señores, yo me abstendría por completo de terciar en esta discusión por dos motivos principales: el primero, porque reconozco en las comisiones unidas Agrarias de labor honrada, la labor patriótica, su afán, sus desvelos por que cuanto antes esta ley se ponga en práctica; esa es la verdad; y el segundo motivo, porque los pueblos, y no me refiero a los pueblos en general de la República Mexicana, que lamento muchísimo que esta ley no sea aplicable a toda la República Mexicana, me refiero especialmente al Distrito Federal y a los Territorios; pues bien, señores; si hay que llenar esta necesidad, si hay que satisfacer esta ansia que experimentan los pueblos, ¿por qué entonces vengo yo a objetar con mis humildes palabras la fracción IX? Pues bien, señores; lo que está ocurriendo en el Estado de México, en algunos pueblos, me obliga algunas veces a que infrinja la Constitución con aprobar que la Cámara invada la soberanía de los Estados para que cuanto antes estos pobres pueblos no sufran más las persecuciones, los abusos y las alcaldadas tanto de las autoridades agrarias como de los jefes voluntarios. (Aplausos.)

Pues bien, señores; hace algunos días algún compañero mío me recomendaba que me enterase yo de un expediente, sobre el estado que guardaba un expediente que se giraba en la Comisión Local Agraria. Bien, señores; con gran sorpresa, cuando yo me entere que en aquel expediente se había dictado una resolución desde el mes de febrero dotando de tierras a un pueblo perteneciente al Estado de México, y que a partir del mes de febrero a esta fecha no se había cumplido con esa disposición, sentí verdadera amargura, sentí verdadera indignación. ¿Por qué? Porque no sé qué es lo que se encerraba en aquel expediente, si la maldad de las autoridades administrativas, si la intervención malévola de los que se llaman miembros de la Comisión Local Agraria, o la mano criminal de algún latifundista que estaba pagando por que aquel expediente no se llevara a la práctica. (Aplausos.) Sí, señores; y eso lo digo con toda honradez. Cuando llamé la atención sobre este asunto, entonces, cabizbajo, un miembro de la Comisión Local Agraria me contestó: "Señor, porque la resolución no se ha publicado todavía, pero ya se mandará el expediente". Cogió el expediente y lo guardó; en ese estado se encuentra. Cuando yo sé que hay jefes voluntarios que pesan sobre algunos pueblos humildes, que son como unos pulpos porque han impuesto determinados atributos, porque anualmente los pobres pueblos tienen la obligación de dar a los jefes de voluntarios veinte cargas de maíz, esto también me llena de coraje, esto me subleva. Y todavía a ciencia y paciencia de las autoridades administrativas del Estado de México, que conocen bien estos asuntos, o deben conocerlos, sin embargo estos jefes

de voluntarios continúan gravitando sobre aquel pueblo. Pero todavía más: la Jefatura de Operaciones en el Estado de México ha repartido armas en algunos pueblos con el fin de que se defiendan, con el fin de que resguarden sus intereses. Pues bien, señores; este jefe de voluntarios entrega las armas o las reparte entre cinco o seis vecinos durante veinte días; cobra el importe de estas armas y las recoge a los ocho días. Vuelve a repartirlas entre otros, recoge de nuevo el importe y si no tienen dinero les pide el maicito, el animal, el buey; o de otra manera, los consigna a la ciudad de Toluca. A los quince días vuelve a recoger las armas y se las entrega a otros pobres, y así sucesivamente. Pues bien; de todo esto tiene conocimiento el Gobierno del Estado de México; de todo esto tiene conocimiento una autoridad militar aquí en México; de todo esto tienen conocimiento altas autoridades del Estado de México y de esta capital, y, sin embargo, hasta ahora no se ha puesto el remedio. ¿Y saben ustedes cuál ha sido la suerte del que tuvo el valor de venir a denunciar estos hechos, en medio de grandes sacrificios, del que vino a ratificar su acusación? Pues actualmente está sufriendo una prisión, y esta pobre víctima, este pobre hombre por secundar las esperanzas, los deseos de sus coterráneos para que cese la autoridad militar de este jefe de voluntarios, está sufriendo las persecuciones, está sufriendo la privación de su libertad. ¿Así es cómo se debe impartir la justicia en el Estado de México? Y todavía hay más, señores; todavía tengo noticia de otros muchos abusos. ¿Y todo esto con qué fin? Con el fin de asustar a los pueblos, de amedrentarlos, y estos que se llaman de tarde en tarde, cuando hay un movimiento revolucionario, que se llaman defensores del pueblo, no son los defensores, sino los eternos enemigos de este pobre pueblo. Y lo que pasa con las autoridades administrativas, exactamente lo mismo pasa con las autoridades judiciales. Las autoridades judiciales son las mismas personas que cometen los mismos abusos y al pobre jamás le imparten justicia, y por esta razón algunos pueblos se desencantan, algunos pueblos se decepcionan; por eso cada vez que nosotros vamos a hacer una propaganda más o menos sincera, más o menos patriótica, con gran desconsuelo dicen: "Señor, ¿pero qué va usted a hacer con nosotros, si usted alguna vez ha visto esos abusos que se cometen, si las autoridades administrativas y las judiciales están continuamente persiguiéndonos precisamente porque queremos emitir nuestro voto? Mejor vamos a seguir lo que nos indiquen las autoridades y de esta manera siquiera cesarán las persecuciones". Y esto es lo que pasa aquí en el Estado de México. Pero hace veinte años, hay que decir la verdad, no se encontraba en esas condiciones; un gobernante honrado, un gobernante bueno que quiso al pobre, que cobijó al pobre, que le dio pan e instrucción, ojalá que hubiera tenido muchos imitadores; él quiso redimir a la raza indígena y lo que hizo personalmente fue recorrer los pueblos y escoger a los indígenas aprovechados para mandarlos al Instituto; quiso alimentar al pobre e invitó a los ricos para que cada cual contribuyera con una cantidad de leche y personalmente, con las más distinguidas damas, diariamente repartía a los pobres una gota de leche; quiso divertir al pobre, quiso apartarlo de los vicios y fundó el Tívoli y el premio de quinientos pesos, abrió todos los teatros, en una palabra: mejoró la condición del pobre y del proletariado. Y eso se hacía hace veinte años; por esa razón, cuando se recorren algunos pueblos que se encuentran en la situación que acabo de referir, prefieren volver a esa época, Pues bien, señores; traigo yo esto a colación porque precisamente algo se relaciona con esto. La fracción II castiga -y hace bien -, castiga a las autoridades judiciales que acepten una demanda, una solicitud o un ocurso que demore, que retenga, o que de alguna manera entorpezca el procedimiento seguido ante las autoridades administrativas para dotar de tierras a los pobres. Pues bien; en el fondo estoy enteramente de acuerdo; estoy enteramente de acuerdo porque es justo, es muy merecido que las autoridades judiciales, ya sea de buena o de mala fe, pero de todas maneras con su procedimiento causen un perjuicio a los pobres, sufren este castigo; pero descubro yo esta contradicción en la fracción II. Dice la fracción que las autoridades judiciales que con infracción al artículo 23 de esta ley, etcétera. Y como verán ustedes, el artículo 23 comprende dos fracciones. La primera le da intervención a las autoridades agrarias, y la segunda a las autoridades judiciales. Como esta disposición es posterior a la fracción II del artículo 23, no comprendo cómo pueden entonces aplicarse estas dos disposiciones, porque por un lado se le dan facultades al funcionario judicial para que intervenga en los asuntos agrarios, y por otro la fracción IX, que está a debate, prohibe terminantemente a las autoridades judiciales dar curso a cualquiera solicitud que demore el cumplimiento de esta ley. Pues bien, señores; esta es mi inconformidad; yo no me explico esta contradicción y sólo por este hecho es que yo he tomado la palabra en contra. Si las comisiones tienen a bien explicarme, porque yo noto verdaderamente una contradicción flagrante, y si me explica cómo pueden conciliarse estas dos fracciones, no tendré inconveniente en apoyar la solicitud. Así es que ruego, pues, a la honorable Comisión Agraria, que teniendo en cuenta mi observación me haga el favor de indicarme cómo se pueden conciliar esas dos disposiciones.

El C. Díaz Soto y Gama: Pide la palabra la Comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Díaz Soto y Gama: Con todo gusto hace la Comisión la explicación que pide el compañero propinante. El encuentra contradicción y no la hay, no puede haberla. El inciso IX es el más claro de todos los incisos a debate; vea el compañero su claridad:

"IX. Los funcionarios judiciales que con violación de lo dispuesto en el artículo 27 constitucional - es la base - y en los artículos 12 y 23 de esta ley, diesen entrada a cualquiera demanda, petición o solicitud, tendente a detener, interrumpir o estorbar el ejercicio de las legítimas facultades que las autoridades administrativas tienen para llevar a cabo los procedimientos de expropiación, sufrirán la pena de tres años de prisión, sin perjuicio de la pérdida del cargo."

Esto quiere decir que cuando estorben las facultades legítimas de las autoridades administrativas, son penadas; cuando obren dentro de sus legítimas

facultades las autoridades judiciales, no son penadas, es decir: cuando se cumpla lo que dice el 23, la intervención de las autoridades judiciales se limitará, oiga el compañero Colón: "se limitará como lo previene el 27 constitucional, a juzgar y decidir sobre el exceso de valor que haya tenido la propiedad expropiada por razón de las mejoras que se le hubieren hecho con posterioridad a la fecha de la asignación del valor fiscal."

Cuando esta innovación de las autoridades judiciales quepa aquí, no es punible, porque entonces las autoridades administrativas no tienen facultades legítimas para intervenir; es el punto en que cesan las facultades de la autoridad administrativa y empiezan las de la autoridad judicial; pero cuando no se limiten y quieran extender su acción a otro punto de la expropiación, inmediatamente caen bajo la sanción del artículo. De manera que en lugar de oponerse se aclara. Sólo se permite la intervención de las autoridades judiciales sobre un punto, cuando se salgan de ese punto infringen el artículo. ¿Dónde está la contradicción? El compañero no entiende dónde está la diferencia entre la regla general y la excepción. La regla general es: las autoridades administrativas arreglan todo lo relativo a expropiación; la excepción es: las autoridades judiciales intervienen para justipreciar el valor. El compañero debe saber, y si no lo sabe se lo diré como abogado. Hay un artículo en el Código Civil que dice que las leyes que establecen excepciones a las reglas generales no pueden aplicarse a caso alguno que no esté expresamente comprendido dentro de la misma excepción. De manera que este artículo 123 tiene que aplicarse tan retroactivamente como es. Únicamente, exclusivamente, estrictamente se limitará la intervención de la autoridad judicial a esto: a justipreciar. De manera que refuerza la regla general lo que el vulgo sabe: "la excepción confirma la regla". De manera que esta excepción del 23 refuerza, sanciona el precepto general. Yo veo la buena intención del compañero y por eso he entrado a esta aclaración tan redundante y tan prolija; pero crea el compañero que no hay contradicción, Al revés.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alessio Robles Vito para contestar alusiones personales.

El C. Alessio Robles: Siempre he sido enemigo de venir a quitar el tiempo a la Asamblea para cuestiones personales; pero a ello me ha constreñido el ataque injusto y calumnioso del ciudadano Manrique. Procuraré ser breve y decir unas cuantas palabras.

El ciudadano Manrique ha dicho que yo siempre estoy en acecho de la corriente áurea de la Tesorería. El ciudadano Manrique falta a la verdad. Debo manifestar a la Asamblea que desde 1913, a raíz del cuartelazo de Huerta, en que pedí mi licencia absoluta del Ejército Federal, no he firmado una sola nómina de la Tesorería, no he recibido un sólo centavo de la Tesorería; emplazo al señor Manrique para que si tiene algún dato que pueda probar su aserto, lo diga con toda honradez.

El C. Manrique: Pido la palabra. Mi objeción o mi ataque al ciudadano Alessio Robles es de índole general, y en esos términos lo sostengo y ratifico y no retiro una sola palabra de lo que había afirmado. He llamado al ciudadano Alessio Robles ilustre Pacheco del obregonismo; esa es una alusión velada que los compañeros entienden; queda en pie mi aseveración, es decir, un individuo de personalidad borrosa, etcétera, etcétera. Sabéis bien lo que todo eso connota: individuos cuyos actos, cuyas convicciones están siempre a merced - yo no tengo inconveniente en modificar la expresión - del aura que sopla de la tesorería; esa es una expresión metafórica como otra cualquiera, por decir hombre esclavo de intereses. En estos términos, ciudadano Alessio Robles, tenga usted por modificado lo dicho por mí: hombre cuyas convicciones están a merced de sus intereses materiales; hombre cuyos actos políticos en esta Cámara, puedo referirme en concreto a su en este caso puede llamarse deserción del Partido Liberal Constitucionalista, que no ruptura, no decorosa ruptura, sino deserción del Partido Liberal Constitucionalista, es un acto en concreto que se explica a maravilla por quienes conozcan la psicología de este ilustre Pacheco don Vito Alessio Robles. (Risas.)

El C. Alessio Robles: Vea la honorable Asamblea que el ciudadano Manrique es un calumniador y que no ha dado un sólo dato concreto que pruebe su aserto. Yo creía desde hace dos meses que las potentes duchas del Cuerpo de Bomberos os habían aliviado. (Aplausos.) Terminó el efecto de esas bombas y continua, sin embargo, el espíritu más turbado y más turbador de la Cámara. (Risas. Aplausos.) Ya me parece que os veo con la camisa de fuerza declamar aquí, como un verdadero loco, como un verdadero asilado de la Castañeda. Señor Manrique: desde 1913 yo no recibo un sueldo del Ejecutivo, yo no recibo ningún sueldo del Ayuntamiento y, en cambio, vos fuisteis parásito del Ayuntamiento, parásito de Saldaña Galván, que os dio una canonjía como inspector de jardines para que viniérais a la Cámara, tarde a tarde, a provocar la hilaridad de los diputados y de las galerías contestando después de las listas de asistencia: "¡Manrique, presente!", y después de las votaciones: "¡Manrique, sí! Manrique no!", provocando risas generales. ¡Desprecio vuestras calumnias, ciudadano Manrique, y por respeto a la Asamblea no os digo lo que merecéis! (Aplausos.)

El C. Manrique: Pido la palabra.

El C. presidente: La ha solicitado antes el ciudadano Gandarilla. Tiene la palabra el ciudadano Gandarilla.

El C. Gandarilla: En vista del poco decoroso debate suscitado por el poco correcto y caballeroso Manrique, renuncio al uso de la palabra. (Murmullos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Avilés para contestar alusiones personales. (Aplausos. Risas.)

El C. Avilés: Señores diputados: En alguna otra vez, atacando a este ciudadano Manrique, lo comparaba con don Ramón del Valle e Inclán, aquel de las barbas de chivo. (Risas.) Pero después de que he venido estudiando la psicología de este Manrique, ya no merece ni siquiera la comparación de don Ramón del Valle e Inclán, porque ni siquiera tiene las barbas de chivo. (Risas.)

¿Por qué me ataca a mí Manrique? Claro que no me va a atacar a mí Manrique si yo vengo siempre

a decir aquí lo que es pan y lo que es vino. Efectivamente; he sido el primero en proclamar que yo carezco completamente de inteligencia, que no soy un intelectual, eso lo he dicho infinidad de veces desde aquí, desde esta tribuna, y no así este Manrique que tiene la pretensión de ser, él sí, uno de los superhombres de esta Representación Nacional y a la postre resulta que este superhombre no llega ni siquiera a la categoría de superhombrecillo. (Risas.) Porque un hombre que, como él, viene muchas veces a predicar desde esta tribuna la moral, la ecuanimidad, el buen sentido, es el que por cualquier leve cosa pierde completamente los estribos y se nos presenta aquí como un verdadero payaso, como un verdadero títere de los que se exhiben tanto en el Teatro Lírico como en cualquier teatrucho de barrio..... (Siseos.) Estos hombres a lo Manrique, que están soñando con ser seres superiores, no hace uno más que verlos y oírlos para recibir la más grande de las decepciones. Manrique siempre ha pretendido ser dominador de asambleas, ser dominador de multitudes, y a la postre no ha resultado nada más que un perfecto farsante.

Cuántas veces este hombre desde esta tribuna injurió a don Rafael Nieto de una manera soez, llegando hasta la injuria más vituperable, y ahora este ciudadano Manrique va a rendirle pleitesía al ciudadano Nieto. Eso no es honradez, ciudadano Manrique, ni eso debía estar al alcance de usted, que se precia de ser un intelectual y se precia de ser un hombre honrado. (Voces: ¡Agua!) Yo, por lo que se refiere a la pulla que su señoría me ha lanzado aquí desde esta tribuna, sosteniendo que yo estuve en el Constituyente, que estuve en la XXVII, que estuve en la XXVIII y que estoy en la XXIX, para que usía lo sepa, lo emplazo para entonces, ciudadano Manrique, he de volver - pésele a usted y a Múgica, el llamado gobernador de Michoacán -, he de volver a sentarme a una curul de la XXX Legislatura. (Risas. Siseos. Aplausos.) ¿Y sabe el por qué de esto el ciudadano Manrique? Porque con torpeza, con mal decir, con mal lenguaje, desde que me he trazado una línea de conducta en lo que se refiere a política, la he seguido al final, y no como usted que en verdad sí ha estado a zanca de la Tesorería, tanto de la nación como de la de San Luis Potosí. Y así es, ciudadano Manrique, que estoy dispuesto a volver ataque por ataque, injuria por injuria y todo lo que usted quiera. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. Manrique: Pido la palabra. Señores diputados: En primer lugar, señalo que las alusiones personales deberían... (Voces: ¡A votar!) Quienes han escuchado pacientemente...(voces: ¡A votar!) Señores diputados: como creo que el uso de la palabra para alusiones personales debió haberse concedido después de la votación, consecuente con esta opinión mía, pido permiso a la Presidencia para usar de la palabra después de la votación, que no debió haberse pospuesto.

El C. secretario Valadez Ramírez: No habiendo más oradores inscriptos, en votación económica se pregunta si el asunto está suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Suficientemente discutido. En la misma forma de votación, se pregunta si ha lugar a votar. Ha lugar a votar. Se procede a recoger la votación nominal.

El C. Díaz Soto y Gama: Moción de orden. Yo creo que en realidad el artículo no fue objetado, la cita o alusión al artículo 23 quedó contestada por la Comisión y la persona que pidió la explicación, que no formuló objeción, quedó satisfecha con ella. El compañero Colón puede decir si quedó o no satisfecho con la explicación. El compañero Vasconcelos declara que quedó conforme.

- El mismo C. secretario: Han hablado, según la lista de oradores, en contra, los ciudadanos diputados Vasconcelos, Avilés y Colón, y en pro, el ciudadano Manrique y las comisiones.

El C. Vasconcelos: ¿Me permite una aclaración, señor presidente?

El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Vasconcelos.

El C. Vasconcelos: Acabo de indicar privadamente al ciudadano Soto y Gama que, en efecto, esta fracción del artículo a debate no la impugné, entre otras razones, porque es la única fracción que me parece lógica en este artículo 49. Hice indicaciones, o más que indicaciones - usando la frase del ciudadano Siurob -, una protesta lírica en contra de los desacatos cometidos al buen sentido al votarse los artículos anteriores. Aprovecho esta oportunidad, con permiso de la Presidencia, para hacer una pequeña rectificación a lo manifestado en esta tribuna por el ciudadano Manrique. No es exacto... (Campanilla. Voces: ¡Que hable! ¡Que hable!) Recuerdo al señor presidente, que antes de que el ciudadano Alessio Robles y antes de que el ciudadano Avilés pidiesen la palabra para alusiones personales, yo la había solicitado para una rectificación y no se me concedió. (Voces: ¡Que hable!) Digo al señor presidente esto, porque en el momento en que yo me acerqué a él, no estaba inscripto ni el ciudadano Alessio Robles ni el ciudadano Avilés. (Voces: ¡Que hable!) Por eso ruego al señor presidente que con toda condescendencia y haciendo un poco flexible el Reglamento, me permita que continúe. Quería hacer simplemente esta rectificación a lo manifestado por el ciudadano Manrique desde la tribuna: No soy yo, ni en esta ocasión, ni nunca seré, ni he sido, quien niegue a los contendientes míos en esta Cámara los méritos que personalmente tienen; los méritos que soy el primero en reconocerles, que seré el primero en gritarlos a la faz de todo el mundo. No creo yo que desprestigiando a un contendiente sea como debe ganarse en buena lid. En la actualidad soy un derrotado. ¿Y qué? Un derrotado con toda buena fe, que nadie se ha atrevido a desconocerme en esta Cámara. He pugnado por una causa, cualquiera que ella sea; puedo comprobar, rectificando al ciudadano Manrique con el DIARIO DE LOS DEBATES en la mano, que he sido el primero en manifestar que reconozco todos los méritos que tiene el ciudadano Soto y Gama y que jamás lo he desprestigiado en esta Cámara y que no creo decoroso ni del ciudadano Manrique, ni de ninguno de los que me han escuchado, que me lancen este cargo. He indicado entre otras cosas, que el ciudadano Soto y Gama en una justa legítima de hace años, cuando quizá había más talentos que hoy y más capacidades

que hoy en la capital de la República, triunfo en un concurso abierto por el ilustre y Nacional Colegio de Abogados; reconociendo perfectamente la competencia de los jurados que juzgaron sobre los méritos intelectuales de los trabajos presentados, ¿puedo en alguna ocasión desconocer los méritos intelectuales del ciudadano Soto y Gama? No los he desconocido jamás, no me siento abochornado por mi derrota, todo lo contrario, me siento satisfecho por haber contribuido con la mejor buena fe del mundo, con una buena fe que nadie me puede negar, a la redacción y a la expedición de una ley que yo quería que fuese mejor de lo que es, más bien dicho, que quería que fuese buena cuando, en mi concepto, en mi humildísimo y modesto concepto, es mala. Quise hacer esta rectificación porque la creo de todo punto pertinente. Respecto a los demás ataques que me ha lanzado desde la tribuna de la Cámara el ciudadano Manrique, me siento verdaderamente contristado, porque sea él, un amigo mío del alma a quien tanto estimo, quien me los lance. Casi nadie en esta Cámara conoce con qué entusiasmo, con qué gran fe me he puesto a estudiar los problemas que se han discutido aquí. Acaso es el compañero Manrique de los pocos hombres que muchas veces ha ido a mi despacho y me ha encontrado a altas horas de la noche estudiando algo que para la inmensa mayoría de esta Cámara, desgraciado es decirlo, son asuntos baladíes. Me he interesado con toda buena fe, erróneamente si se quiere, erróneamente para el criterio demócrata, puesto que he resultado derrotado, y he sostenido lo que a mí me ha parecido bueno. En esta labor, en esta tarea, en esta firme y convencida línea de conducta que me he trazado no daré jamás un paso atrás. Creo debido por el honor mío y por el honor de esta Asamblea hacer en estos momentos, después de los ataques injustificados del compañero Manrique, la rectificación ante vuestras señorías hago. (Aplausos y voces: ¡A votar!)

El C. Díaz Soto y Gama: Insisto en mi moción de orden. El compañero Colón, no le desmentirá, acaba de decirme que lo han convencido los argumentos de la Comisión. Quiere decir que no ha habido contra, toda vez que el compañero Vasconcelos ha explicado caballerosamente lo mismo. El compañero Avilés en realidad no habló en contra.

El C. presidente: La Presidencia aclara al ciudadano Soto y Gama que además de los ciudadanos diputados Vasconcelos y Colón, hablaron dos ciudadanos diputados más en contra, y que la Presidencia no puede calificar los argumentos del contra.

El C. Soto y Gama: No hablaron en contra, eso lo sabe toda la Asamblea; fueron generalidades en contra de la aplicabilidad, o de la habilidad de la ley; nada más. Yo creo que se puede preguntar a la Asamblea si se reserva para su votación. ¿Para qué perdemos media hora en la votación nominal? Que diga la Asamblea si considera que esta fracción debe reservarse.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Presidencia juzga que hubo discusión, pero a fin de que la Asamblea sea la que juzgue, en votación económica se pregunta si se reserva para su votación la fracción IX. Hay mayoría de pie. Se reserva para su votación.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique para contestar alusiones personales. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)

El C. Manrique: Para ser consecuente, señores diputados, con mi afirmación y mi creencia de que hacen mal quienes consumen un turno para alusiones personales, debo de reducir en lo posible la rectificación a algunos ataques o apreciaciones de preopinantes míos. Por lo que toca -comenzaré siguiendo un orden inverso, es decir, comenzando por el último, por el ciudadano Vasconcelos-, yo tuve buen cuidado de expresar la alta estima que le tengo y lamenté que no siendo -y lo dije expresamente y lo subrayé dos o tres ocasiones- ni un mediocre, ni un perverso, hubiera procedido o parecido proceder como tal. Yo no tengo ningún empeño en sostener mis afirmaciones, creí que procedía el compañero Vasconcelos siquiera accidentalmente con alguna injusticia respecto del compañero Soto y Gama, alineándose entre aquellos que por mediocridad, por envidia, por perversidad le atacan injustificada y sistemáticamente. Queda en su lugar el compañero Vasconcelos. Por lo que toca al compañero Avilés, no merece que me detenga a contestarle (Aplausos.) Bueno, una sola cosa contestaré: si el compañero que hizo mal en consumir un turno para contestar a lo que no fue sino un puya, como se dice familiarmente, lo parlamentario en estos casos es guardarse la puya y esperar para cuando llegue la ocasión de contestar la puya de marras. Esto es más parlamentario que hacer perder diez minutos en alusiones personales. Nos dijo también que vendrá a la XXX Legislatura. Bueno, pues el tiempo es buen amigo, ojalá venga.

El C. Avilés: Siempre merecí la pena de que me contestara.

El C. Manrique: Bueno, contestaré también otra cosa al compañero Avilés, porque fue ello un cargo.

El C. Avilés: Ya van dos.

El C. Manrique: Bueno, no tengo inconveniente en reconocerlo. Expresó el ciudadano Avilés que estaba dispuesto a devolver injuria por injuria; tarea imposible, porque mal puede devolver injurias quien no las ha recibido. Yo a nadie injurio, desde aquí ataco más o menos duramente, siempre con la convicción de que mi ataque es merecido; yo no he injuriado, la injuria es un ataque de cierta índole que tiende a lastimar, a sacar sangre, y yo he llamado al ciudadano Avilés "tarascó marrullero". (Risas.) Si esa es una injuria, señores diputados, que venga el Diccionario de la Academia y lo diga. No es una injuria, ni por el uso ni por la intención, compañero Avilés. (Risas.) Me atribuye haber injuriado -dice- al ciudadano Nieto. Yo no injurié al ciudadano Nieto. Ataqué durísimamente al ciudadano Rafael Nieto, exsubsecretario de Hacienda y Crédito Público en la época del ciudadano Carranza, y no estoy dispuesto a borrar del DIARIO DE LOS DEBATES en que aparece mi discurso, un solo punto, una sola tilde de mi discurso entonces pronunciado. Todas las aseveraciones, todos los ataques que entonces lanzara yo ¡claro que apasionadamente!- sobre el ciudadano Rafael Nieto, repetiría los llegada la ocasión. Afirmar que ahora estoy -no sé cuál fue la expresión-, que voy de acuerdo o estoy en tratos con el ciudadano Nieto, es algo tan vago, que

puede afirmarlo el ciudadano Avilés apriorísticamente, pero creo que no tiene fundamento algúno sólido. Dijo también algo así como que yo recibía sueldo del Gobierno de San Luis. Estas cosas no vale la pena contestarlas; proviniendo del ciudadano Avilés, tienen el prestigio que el ciudadano Avilés merece. Al ciudadano Alessio Robles, que contestó apasionadamente -¡claro, como que algo le iba en ello al ciudadano Alessio Robles!- sólo debo contestarle que sus afirmaciones respecto de que yo fui parásito del Ayuntamiento, son algo verdaderamente vago y torpe. Yo no he sido parásito de Ayuntamiento alguno; yo he sido empleado del Ayuntamiento constitucional....

El C. Avilés, interrumpiendo: Todos los empleados son parásitos.

El C. Manrique, continuando: Ideológicamente, probablemente, sí. Todos los diputados seríamos también parásitos. (Aplausos.) Ideológicamente señores diputados, frente al buen criterio socialista, toda esta clase media burguesa es una clase parásita. (Aplausos.) Si con vuestra expresión de parásito, ciudadano Alessio Robles, quisisteis referiros a algo....¡bueno! a trabajos que no lo eran, que no eran tal, faltasteis a la verdad con mucha ligereza. Empleado del Ayuntamiento, sí, del Ayuntamiento que derrotó la candidatura "nacionalista" del ciudadano Aguirre Berlanga, esto es perfectamente sabido de los compañeros; pero enviado de Saldaña Galván aquí, no, ciudadano Alessio Robles. Vine sponta mea. (Risas.) Sonríe incrédulamente el ciudadano Alessio Robles. Vamos, vine espontáneamente, ciudadano Alessio Robles, a clamar como protesta viviente por la injusticia cometida por el Partido Liberal Nacionalista, y no es exacto que haya alguien reído en esta Asamblea. La Asamblea Nacionalista que había a sabiendas de haber cometido, de cometer una injusticia arrojándome de su seno -me refiero a la XXVIII Legislatura-, nunca, a pesar de que estaba en manos del presidente que le ordenara a un ujier u oficial de gendarmes que me eliminase, se atrevió a protestar en contra mía, y todavía más, puedo deciros: si hojeáis colecciones de periódicos, podríais encontrar la confirmación de mi dicho. Al votarse, por ejemplo, la iniciativa Aguirre Berlanga sobre la supresión del Ayuntamiento Libre, mi voto negativo conscientemente emitido por quien se sentía, aunque no ocupando una curul, diputado legítimo, diputado de jure, ciudadano Alessio Robles, fue aceptado o fue coreado por una ovación del público de las galerías y de la propia Asamblea. Estas son chifladuras, ya lo sé. (Risas.) Yo no tengo inconveniente en admitir que sea yo un chiflado, (Risas.) es decir, pequeñas chifladuras que no hacen daño, que son pequeñas características de la personalidad y que me alejan un poco de los tipos de ciertas personalidades borrosas de ilustres Pachecos. Prefiero ser un chiflado a ser un ilustre Pacheco mexicano. Por lo que toca a mi aseveración de que los actos políticos, la vida política, la conducta política del ciudadano Alessio Robles, obedece solamente a intereses y no a superiores convicciones, superiores dictados de una conciencia moralmente depurada, moralmente ennoblecida, esta es una apreciación subjetiva personalísima de que soy responsable; y no soy el único en ello. Si preguntase yo en estos momentos, por ejemplo al secretario o al presidente en funciones del bloque del Partido Liberal Constitucionalista, que es en estos momentos, más o menos, tanto como queráis, enemigo mío, después de haber pertenecido yo a él en época de prueba, estos señores compañeros seguramente que me dirían qué opinión les mereciera la renuncia del ciudadano Alessio Robles, su actitud reciente, al separarse -al desertar dije y repito-, del Partido Liberal Constitucionalista. Si está aquí presente el presidente del bloque del Partido Liberal Constitucionalista o algún secretario y quieren obsequiarme con la lectura de la respuesta que diera el bloque de dicho partido a la renuncia presentada por el ciudadano. Alessio Robles, ello confirmaría que no soy el único en pensar así del ciudadano Alessio Robles.....

El C. Gandarilla: ¡Bueno! ¿Y eso qué le importa a la República?

El C. Manrique: Termino, pues, después de haber consumido solamente tres o cuatro minutos en rechazar estos cargos. Mis apreciaciones quedan en pié y están desvanecidos los tontos ataques de que he sido objeto.

El C. presidente, a las 8.05 p. m.: Para abrir la sesión de Colegio Electoral se levanta la sesión de Cámara de Diputados.

SESIÓN DE COLEGIO ELECTORAL DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 22 DE JULIO DE 1921

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2. - Es aprobado sin discusión el dictamen relativo al 2o. distrito electoral de Chiapas. Se da cuenta con el dictamen referente al 17 distrito electoral del Estado de Puebla. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. ARROYO CH. AGUSTÍN

(Asistencia: La misma de la sesión de Cámara de Diputados.)

El C. presidente, a las 8.03 p.m.: Se abre la sesión de Colegio Electoral.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión de Colegio Electoral celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día quince de julio de mil novecientos veintiuno. - Período Extraordinario.

"Presidencia del C. Agustín Arroyo Ch.

"En la ciudad de México, a las doce horas y diez y ocho minutos p.m. del viernes quince de julio de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta y tres ciudadanos diputados y presuntos diputados.

"La Secretaría leyó el dictamen firmado por la mayoría de la tercera sección de la Primera Comisión Revisora de Credenciales, relativo a las elecciones extraordinarias de diputados celebradas el 3 de abril último en el 4o. distrito electoral de Chiapas, así como el voto particular que acerca de las mismas elecciones formuló el C. Nicolás Cano.

"Se puso a discusión el dictamen, que concluye con dos puntos resolutivos: el primero dice que son válidas las elecciones y el segundo propone para diputados propietario y suplente, respectivamente, a los CC. Fidel

Ruiz y Francisco Herrera.

"Presidencia del C. Gustavo P. Serrano.

"El C. González y González, firmante del dictamen, contestó una interpelación del C. Luis Espinosa.

"Habló en contra el C. César A. Lara, interrumpiéndole los CC. González y González y Cano para hacer aclaraciones. El orador interpeló al C. González y González, quien contestó.

"El repetido ciudadano González y González usó de la palabra en apoyo del dictamen. Le interrumpieron interpelaciones de los CC. César A. Lara y Prieto Laurens.

"Después de mociones de orden de los CC. César A. Lara, Luis Espinosa y Zincúnegui Tercero, el C. Cano impugnó el dictamen y dio respuesta a preguntas que le dirigieron los CC. Fidel Ruiz y Paz.

"Presidencia del C. Agustín Arroyo Ch.

"El C. Fidel Ruiz se produjo en pro. La Secretaría leyó varios documentos a pedimento del orador y de los CC. César A. Lara y González y González. También se leyeron, con motivo de desordenes en las galerías, los artículos reglamentarios 195 y 197.

"El C. Luis Espinosa habló en contra del dictamen.

"El C. Fidel Ruiz hizo aclaraciones. Se leyeron nuevos documentos a solicitud de este ciudadano y del diputado Luis Espinosa. Continuó en el uso de la palabra el C. Ruiz, siendo interrumpido por una interpelación del C. Paz y por aclaraciones de los CC. Chapa, Luis Espinosa y Vito Alessio Robles.

"Suficientemente discutido el dictamen, en votaciones económicas sucesivas se aprobó la validez de las elecciones y se desechó la proposición favorable a los CC. Fidel Ruiz y Francisco Herrera.

"Asimismo en votaciones económicas, sin debate, fue aprobada la segunda proposición del voto particular y desechada la tercera. Esta se refiere a que se consignen a la autoridad competente los documentos presentados por los CC. Raquel D. Cal y Mayor y Fidel Ruiz, para los efectos del artículo 115 de la Ley Electoral vigente, y aquélla declara diputado propietario al C. licenciado Raquel D. Cal y Mayor y suplente al C. Carlos M. Jiménez.

"La Secretaría hizo la declaratoria de rigor y acto continuo siendo las tres de la tarde, se levantó la sesión."

Está el acta a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

- El C. prosecretario Castrejón, leyendo:

"1a. Comisión Revisora de Credenciales. -4 a. sesión.

"H. Asamblea:

"A la 4a. Sección de la 1a. Comisión de Poderes que subscribe, fue turnado el expediente relativo a las elecciones extraordinarias de diputados al Congreso de la Unión, efectuadas en el 2o. distrito electoral del Estado de Chiapas.

"Las fórmulas que contendieron en el expresado distrito, fueron las siguientes:

"J. Manuel Velasco y Guadalupe Coello Lara; Francisco Rincón y Agustín A. Lazo; J. Velasco Ramírez y Wenceslao Urbina; y como candidatos no registrados M. Bonifaz Domínguez y Silviano Chacón.

"Debido a las deficiencias electorales de nuestra incipiente democracia, salpicado está el expediente que se estudia, de irregularidades violatorias de la ley de la materia; de aquí el número considerable de protestas que se presentaron, pero del previo y detenido estudio que de las mismas se hizo, la gran mayoría no entrañan causas de nulidad en los términos expresos a que se refiere la Ley Electoral de Poderes Federales, a no ser las alegadas en contra de la fórmula Rincón - Lazo que obligan a los miembros que subscriben, a nulificar la votación que obtuvo en tres casillas por haber sido absolutamente fraudulenta.

"Como del acta de la Junta Computadora y de todos los documentos aparece que la candidatura Velasco - Coello Lara obtuvo una gran votación que constituye mayoría, por cuya virtud se le extendió la credencial respectiva, nos permitimos someter a la consideración de la Asamblea, las siguientes proposiciones:

"1a. Son válidas las elecciones extraordinarias de diputados propietario y suplente al Congreso de la Unión, efectuadas el día 3 de abril del año en curso en el 2o. distrito electoral del Estado de Chiapas.

"2a. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el expresado distrito electoral, por haber obtenido la mayoría de votos, los CC. licenciados José Manuel Velasco y Guadalupe Coello Lara."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, D. F., a 23 de mayo de 1921.- Rafael Martínez de Escobar.- Uriel Avilés. - Erasmo Trejo."

Está a discusión el dictamen. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se aprueba el dictamen. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se aprueba el dictamen.

La Presidencia, por conducto de la Secretaría, declara: Son válidas las elecciones extraordinarias

de diputados, propietario y suplente, al Congreso de la Unión, efectuadas el día 3 de abril del año en curso en el 2o. distrito electoral del Estado de Chiapas. Son diputados, propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los ciudadanos licenciados José Manuel Velasco y Guadalupe Coello Lara.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"1a. Comisión Revisora de Credenciales.- Sección 7a.

"H. Asamblea:

"Tocó en turno conocer a esta 7a. Sección de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales, acerca del expediente relativo a las elecciones extraordinarias de diputados, que se efectuaron el día 6 de marzo último, en el 17 distrito electoral del Estado de Puebla, cuya cabecera es Zacatlán.

"Examinado con detenimiento el expediente de referencia, llegamos al conocimiento de que fueron tres las fórmulas que jugaron, a saber: Enrique M. Bonilla - Raúl G. Sosa, Rodolfo Hernández G. - Manuel Sotero y Manuel Obscura -Carlos B. Ortega.

"Del acta de la Junta Computadora que se reunió el día 13 del mismo mes en el lugar previamente designado por la autoridad municipal, se deduce que la primera fórmula obtuvo 2,512 votos, la segunda 2,392 y 186 la tercera.

"Abiertos los paquetes correspondientes a cada casilla electoral, se encontró solamente una protesta que presentó el candidato C. Enrique M. Bonilla con motivo de la substracción de los paquetes de que más adelante se hará mención, acompañando la copia de las diligencias judiciales que se practicaron en el Juzgado de Primera Instancia de Zacatlán, y por cuyas diligencias aparece claramente demostrado que el origen de la remisión extemporánea de los mismos expedientes, obedeció al despojo que la víspera de la instalación de la Junta Computadora llevó a efecto el propio secretario del Ayuntamiento de Tepango, al que pertenecen cinco de los expedientes para confeccionarlos, de manera especial, en la oficina subalterna del Timbre, a cargo del señor Lorenzo Oropeza.

"Toda la documentación contenida en cada uno de los paquetes de las distintas casillas que formaron el distrito electoral, se encontró en su mayoría, de acuerdo con la ley de la materia, poniendo especial cuidado la Comisión en aquellos expedientes en que se le llamó la atención por los candidatos, pues el señor Rodolfo Hernández G. presentó un escrito y el señor Enrique M. Bonilla lo refutó, acompañando ambos ciudadanos, certificados de la autoridad para comprobar sus respectivos asertos.

"En el acta de la Junta Computadora se hace constar: que una vez que dicha Junta terminó sus labores de escrutinio y cuando se estaba levantando el acta, se presentaron dos enviados: uno de Tepango y otro que no supo decir de dónde procedía, llevando consigo cinco paquetes el primero y cuatro el segundo, los cuales no fueron abiertos por la Junta Computadora por lo extemporáneo de la revisión, y, además, porque no fueron presentados por los mismos presidentes de casilla, como lo previene la ley. Abiertos los citados nueve paquetes por la Comisión, se encontró que corresponden cinco a Tepango, cuya votación contenida se nulifica de plano por estimarse fraudulenta, pues la documentación aparece hecha por una misma mano en los cinco expedientes, así como las firmas. De los dos expedientes que corresponden al pueblo de Coatepec, que están comprendidos entre los cuatro que llevó el segundo correo, a que alude el acta, la votación no fue tomada en cuenta por adolecer de los mismos vicios de los paquetes electorales de Tepango y por haber presentado el C. Bonilla una carta que obra en el expediente, la cual está subscripta por el señor Elías Sosa, secretario de la Junta Auxiliar del pueblo mencionado, y fechada tres días antes de las elecciones, es decir, el día 3 de marzo, contestándole al señor Rodolfo Hernández G. una que le dirigiera a Coatepec. El señor Sosa le dice que cuente con su ayuda como en las elecciones pasadas, y, efectivamente, la votación está a favor de dicho señor Hernández G. Con esto queda demostrado que hubo fraude electoral, pues la letra de esa carta del secretario de Coatepec y la de los expedientes electorales es la misma; por tanto, no se tomó en cuenta dicha votación. Los dos expedientes restantes pertenecen a la cabecera de Camocuautla, y como los siete anteriores, se ve que fueron confeccionados por una misma mano, así como las firmas. La votación está dividida entre los dos principales candidatos; pero por las irregularidades asentadas, se nulificó por la Comisión.

"En el escrito presentado por el señor Rodolfo Hernández G., que obra en el expediente, denuncia varias violaciones cometidas en las casillas siguientes:

"Dice que la casilla número 25 de la ranchería de Nanacamila, correspondiente a la cabecera del distrito electoral, no se instaló, comprobando su dicho con un documento que adjuntó. Revisada la documentación, se vino en conocimiento de que no tan sólo no fue instalada la casilla de referencia sino que el representante de la candidatura Hernández - Sotero, el señor Rafael Hernández, estampó su firma en los documentos respectivos; además, el señor Bonilla presentó un certificado de la autoridad municipal de Zacatlán, por el que consta que el señor Rafael Hernández fue representante de la candidatura Rodolfo Hernández G. - Manuel Sotero. Por tal motivo, no es de tomarse en consideración el certificado del señor Hernández, pues a mayor abundamiento, está correcta toda la documentación.

"En la casilla número 7 de Tlacotepec, departamento de Ahuacatlán, reclama el señor Hernández que la votación que arrojó dicha casilla fue de 70 votos para la fórmula Hernández - Sotero y de 20 para la de Bonilla - Sosa y, sin embargo, sólo aparecen 24 boletas para la última fórmula. Revisado el expediente, se vio que está correcta la documentación y que sólo se computaron 24 votos, por lo que no es de tomarse en cuenta la reclamación que hace.

"El expediente de la casilla número 2 del pueblo de Iztepec, que pertenece al departamento de Hueytlalpan, dice el C. Hernández que fue violado; pero queda destruida esa afirmación con la declaración que hace la Junta Computadora en su parte expositiva del dictamen, de que el expediente no presentaba huellas de haber sido abierto, y también en que no se encontró ninguna protesta del señor

Hernández a este respecto. De manera que si no concuerda el número de votos con la lista, se debe a que la votación fue duplicada, y la Junta Computadora, de acuerdo con el tenor del artículo 65, fracción V, de la Ley de Elecciones de Poderes Federales, la nulificó.

"La casilla número 3 del pueblo de San Martín, perteneciente al departamento de Heultlalpam, a que hace referencia el señor Hernández, no es de tomarse en consideración la violación que señala, porque la Junta Computadora declara que el paquete fue abierto sin haberse encontrado huellas de violación y, además, el comprobante que presenta el señor Hernández G., está hecho todo de puño y letra del secretario de la Junta Auxiliar de dicho pueblo, presumiéndose, como contesta a este cargo el señor Bonilla, que el referido secretario ejerció presión sobre los miembros de la casilla para que le dieran sus firmas, motivo por el que publicó una protesta en "Excelsior" el día 30 de marzo último, al saber del encarcelamiento de presidentes de casillas electorales para arrancarles falsas declaraciones, número que mostró a la Comisión para que lo tuviera en cuenta y se agregara al expediente.

Con referencia a la casilla número 2 de Amixtlán, a que alude el señor Hernández G., efectivamente no hubo elección en aquel lugar, y aunque en la lista de escrutinio general se hace aparecer un expediente de elecciones en aquella sección, por la revisión escrupulosa que hizo la Comisión, se desprende que la Junta Computadora sufrió un error, porque ese expediente corresponde a la casilla número 2 del pueblo de Coyay, perteneciente al propio departamento de Amixtlán y no a la cabecera del mismo.

"No es de tomarse en cuenta la reclamación que hace el señor Hernández de las casillas 2 y 3 de Huehuetla, porque los expedientes adolecen de los mismos defectos que el de Iztepec, o sea que la votación está duplicada y por tal concepto la nulificó la Junta Computadora, conforme a lo preceptuado por la ley de la materia. El señor Bonilla llamó la atención de la Comisión respecto a que hay unas boletas en la casilla número 2 y sin tener el círculo marcado en los votos de su contrincante y, en cambio, aparece su nombre escrito a mano, de lo que se deduce que la votación fue hecha en su favor. La Junta Computadora de aquel distrito le hizo válidos 3 votos al señor Bonilla, pero la Comisión, en vista de la duplicidad de los votos y de no estar completa la documentación, nulificó toda la votación, sin contar esos 3 votos y sin agregar las boletas que no tienen marcados los círculos y en donde aparece el nombre del señor Bonilla y el de su suplente.

"El mismo candidato señor Bonilla llamó la atención de la Comisión respecto a las irregularidades que se notan en la casilla número 2 del pueblo de Tonalixco, departamento de Tepetzintla. En efecto; la Comisión tuvo en sus manos dicho expediente y comprobó que en el acta de instalación aparece como secretario el señor Manuel Rocha y como escrutador el señor Felipe Cruz, y en la de cierre firma con distinta letra un señor Manuel Rocha como escrutador y como secretario el señor Felipe Cruz. Como no concuerdan los nombres, ni las firmas; ni tampoco los cargos que en la documentación desempeñaron las personas que intervinieron en esa elección, fue nulificada la votación.

"En vista de las consideraciones anteriormente expuestas, y hechas las deducciones a cada una de las fórmulas referidas, se viene en conocimiento de que la fórmula "Enrique M. Bonilla - Raúl G. Sosa" alcanza una votación de 2,504 votos, contra 2,260 para la fórmula "Rodolfo Hernández G. - Manuel Sotero", por lo que la Comisión se permite someter a la aprobación de la H. Asamblea los siguientes puntos de resolución:

"1o. Son válidas las elecciones extraordinarias que para diputados propietario y suplente se efectuaron el día 6 de marzo último en el 17 distrito electoral del Estado de Puebla.

"2o. Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el mencionado distrito, los CC. Enrique M. Bonilla y Raúl G. Sosa."

"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, a 27 de mayo de 1921.- A. Aillaud. - Moisés Huerta."

Hay un voto particular del ciudadano Porfirio del Castillo, miembro de la misma Sección 7a. Revisora de Credenciales.

Por acuerdo de la Presidencia y siendo visible la falta de quórum, se levanta la sesión. (Murmullos.) Se cita para el lunes a las cinco de la tarde a sesión de Cámara de Diputados, y en seguida a sesión de Colegio Electoral.(8.25 p.m.)