Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210810 - Número de Diario 90

(L29A1P1eN090F19210810.xml)Núm. Diario:90

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 10 DE AGOSTO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERÍODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II. - NÚMERO 90

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 10 DE AGOSTO DE 1921

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Cartera. Se concede licencia a los CC. diputados Espinosa Natalio, Díaz Soto y Gama, Leyva, Barbosa, Gutiérrez Castro y Ayala. Usan de la palabra para hechos varios ciudadanos diputados.

3.- Se aprueba una proposición del C. Espinosa y Elenes, para que se enlute la tribuna de la Cámara por el fallecimiento del C. senador Juan N. Frías. Continúa el debate de la adición al Proyecto de Ley de Indulto General. Se concede permiso a los autores para retirarla.

4.- Se presenta reformada la adición y continúa la discusión. Se levanta la sesión por falta de "quórum".

DEBATE

Presidencia del C. GARCÍA SOCORRO

(Asistencia de 126 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 6.00 p.m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Castrejón, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día cuatro de agosto de mil novecientos veintiuno.- Período extraordinario.

"Presidencia del C. Socorro García.

"En la ciudad de México, a las seis y cuarto de la tarde del jueves cuatro de agosto de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintisiete ciudadanos diputados.

"Sin debate fue aprobada el acta de la sesión celebrada el día anterior así como dos solicitudes de los CC. Manuel Lomelí y Constantino Llaca, relativas a que se les concedan, con goce de dietas, por veinte días al primero y por diez al último.

"Se dio cuenta con un proyecto de decreto firmado por varios ciudadanos diputados tendente a que se establezca una Secretaría de Estado, bajo la denominación de Secretaría de Educación Pública Federal y con las atribuciones que en el mismo proyecto se señalan.- Primera lectura e imprímase.

"El C. Jesús B. González impugnó el trámite y propuso que el proyecto se imprimiera para discutirlo el primer día hábil. El C. Casas Alatriste insinuó que, de acuerdo con el artículo 62 reglamentario, se consultara a la Asamblea si el asunto era de urgente y obvia resolución. La Mesa sostuvo su trámite, pero la Cámara lo desechó. Declarado el asunto de urgente y obvia resolución, se modificó el trámite en estos términos: "Imprímase y a discusión el primer día hábil."

"Continuó la discusión del artículo 1o. de las adiciones al proyecto de ley de conmutación y reducción de penas y de indulto general.

"El C. Francisco Modesto Ramírez, uno de los firmantes de esas adiciones, hizo la declaración de que éstas habían sido reformadas sin su consentimiento.

"El C. Padilla contestó una alusión personal, con motivo de conceptos vertidos en la sesión anterior por el C. Luis Espinosa.

"Después de una moción de orden del C. Paz, el C. Castro y López habló en contra del referido artículo 1o. En pro lo hicieron los CC. Paz y Díaz Soto y Gama, siendo interrumpido el primero por una aclaración del C. Luis Espinosa.

"Volvió a usar de la palabra en contra el C. Castro y López.

"El C. Luis Espinosa se produjo en pro.

"El C. Francisco Modesto Ramírez hizo aclaraciones y concluyó hablando también en pro.

"Con motivo de que la Secretaría trató de preguntar si el punto estaba suficientemente discutido, el C. Manrique hizo una moción de orden.

"Siendo visible la falta de quórum, se levantó la sesión a las ocho y media de la noche."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien la impugne? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. prosecretario: Se va a dar cuenta con los asuntos en cartera:

"Antonio Ancona Albertos, presidente del Senado de los Estados Unidos Mexicanos tiene la pena de participar a usted el fallecimiento del C. licenciado Juan N. Frías, primer senador

propietario por el Estado de Querétaro, acaecido en la ciudad de Tacubaya, D. F., hoy a las 10 y 30 a. m.

"México, D. F., agosto 8 de 1921.- Hágase presente al Senado la condolencia de esta Cámara de Diputados."

"Los CC. Nicolás Gutiérrez, Ramón Pacheco y Emilio Licea, recluidos en la Penitenciaría del Distrito Federal, envían dos memoriales suplicando que la Ley de Indulto se haga extensiva para los reos reincidentes."- Recibo y a su expediente.

"Varios ciudadanos recluidos en las cárceles de Aguascalientes, Huatusco, Ver., e Isla María Madre, envían tres memoriales suplicando se decrete la Ley de Indulto General."- Recibo, y a su expediente.

"La señora Andrea Amador, viuda de Sánchez, envía un memorial por el que solicita que la Ley de Indulto excluya de su beneficio al C. Flavio Ramírez, que cometió el delito de asesinato en la persona de una hija de la ocursante." - Recibo, y a su expediente.

Telegrama procedente de "México, D. F., agosto 6 de 1921.

"A la honorable Cámara de Diputados.- Ciudad.

"El subscripto, como revolucionario político que sostuve mis ideales hasta el triunfo del Gobierno actual, en el cual tomé parte activa, no puedo menos que dirigirme en vía de felicitación a ese grupo de ciudadanos honrados que dignamente forman la honorable Cámara de Diputados, por su actitud altamente patriótica con referencia a la modificación del artículo 27 constitucional y que está en vigor; lo único que lamento de todo corazón en este asunto de interés nacional es la tardanza.

"Casa de usted, 3a. del Carmen 41, altos.- Respetuosamente.- S. S. Ángeles Gutíerrez."- Recibo.

"El que subscribe, diputado en ejercicio por el 20 distrito electoral del Estado de Jalisco, en virtud de estar enfermo y deseando someterse a un tratamiento médico, de la manera más atenta pide, con toda dispensa de trámites, se le conceda una licencia hasta por un mes, con goce de dietas, a efecto de poder atender a su salud.

"Protesto lo necesario.

"México, a 4 de agosto de 1921.- Natalio Espinosa."

En votación económica se consulta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie, en el concepto de que se necesitan las dos terceras partes de los ciudadanos diputados presentes. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. En votación económica se consulta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Concedida.

"H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

"Por sentirme verdaderamente fatigado con motivo de la discusión de la Ley sobre Fraccionamiento de Latifundios, que en unión del compañero doctor José Siurob, tuve el honor de sostener ante esa Representación Nacional, pido a esa H. Asamblea se sirva concederme una licencia por veinte días, con goce de dietas. Pido dispensa de trámites.

"México, a 5 de agosto de 1921.- A. Díaz Soto y Gama."

En votación económica se consulta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Se dispensan los trámites. En votación económica se consulta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Concedida.

"El subscripto, diputado en funciones, se permite solicitar con toda atención de vuestras señorías y con dispensa de todo trámite, licencia por quince días con goce de dietas, para poder trasladarme a la capital de mi Estado al arreglo de asuntos particulares.

"Protesto lo necesario.- México, a 5 de agosto de 1921.- José Leyva.

"A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presente."

En votación económica se consulta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán indicarlo, en el concepto de que se necesitan las dos terceras partes de los ciudadanos diputados presentes. Se dispensan los trámites. Está a discusión. En votación económica se consulta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Concedida.

Telegrama procedente de "Tehuacán, Pues., 5 de agosto de 1921.

"Secretario de la H. Cámara de Diputados del Congreso:

"Para arreglar asuntos agrarios este distrito, solicito respetuosamente de esa H. Asamblea licencia por diez días, con goce de dietas. Dispensa de trámites. - Francisco J. Barbosa."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. En votación económica se consulta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Concedida.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presente.

"Teniendo enfermos en mi familia, solicito de esta H. Asamblea, previa dispensa de todo trámite, una licencia, con goce de dietas, hasta por veinte días.

"Protesto a ustedes mi atenta consideración.- México, D. F., a 8 de agosto de 1921.- Diputado por el 5o. distrito de Coahuila, A. Gutiérrez Castro."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán demostrarlo. Sí se dispensan los trámites. En igual forma de votación se consulta si se concede la licencia. Concedida.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presente.

"En virtud de tener que pasar al arreglo de asuntos de mi distrito, los que reclaman una urgente solución, he de merecer a ustedes se sirvan dar cuenta a la H. Asamblea de esta mi solicitud de permiso por veinte días, con dispensa de trámites y goce de dietas, por lo que me permito anticipar las más cumplidas gracias.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.- México, D. F., agosto 10 de 1921.- Flavio B. Ayala."

En votación económica se consulta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Sí se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se dispensa. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Concedida.

El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano Jesús Z. Moreno.

El C. Moreno: Ciudadanos representantes: Vengo a esta tribuna a cumplir con un deber, no obstante que soy el primero en reconocer que el asunto que me ocupa tratar en estos momentos seguramente no importa una resolución o participación que pudiera tomar esta honorable Asamblea; pero el caso de que se trata me impone el deber de que, como representante del Estado de Veracruz, viniera a esta tribuna a protestar, como lo hago, en nombre de los intereses más altos de esa Entidad federativa contra un verdadero atentado en el orden legal, y en la vida económica del mismo Estado, que la Legislatura acaba de cometer, dando una ley que ya se conoce con el nombre burlesco de la ley del hambre. (Risas. Siseos.) Esta ley, señores diputados, significa nada menos que la ruina de las industrias de ese Estado; se trata de la ley que la Legislatura del mismo Estado de Veracruz llama Ley de Participación de Utilidades. Pues bien, señores diputados; todos vosotros sabéis cuál es la actitud que los diversos representantes de esa Entidad federativa en esta honorable Cámara asumimos en los momentos en que se verificaron las elecciones en ese Estado; pero los diputados que aquí venimos a levantar nuestra humilde voz protestando contra la imposición del gobernador Tejeda, una vez que los hechos electorales llegaron a la categoría de res judicate, de cosa juzgada, nosotros no hemos venido a hacerle la menor oposición, ni mucho menos a estorbar su gestión administrativa; pero en este caso, señores diputados, cuando se da una ley por el Congreso del Estado, que amenaza con la destrucción de la pequeña industria, de la industria naciente, creando a los hombres de negocios, a los industriales, una situación que los obligará a emigrar con sus intereses fuera del Estado y perjudicando, evidentemente, a las clases trabajadoras, quiérase que no, aunque no pasarán muchos momentos sin que vengan a deciros que yo estoy en un error, el hecho cierto es que siete de las principales industrias de ese Estado han solicitado condiciones que les sean propicias para trasladarse al Estado de San Luis, y yo pregunto, señores diputados, ¿cómo un representante de ese Estado puede permanecer indiferente cuando se da ahí una ley perfectamente inconstitucional, y más que inconstitucional, que va a producir nada menos que la ruina? ¿Cómo pudiera permanecer indiferente cuando todos sabemos que lo que más ha menester en estos momentos es apoyo al capital y la aplicación de leyes que no vengan a promover las escaces del país, en lugar de proporcionar facilidades para el país, de todas las clases laborantes del país, permanecer indiferente cuando se expide una ley brutal y bárbara para alejar todas la fuentes de prosperidad del Estado, sin venir cuando menos a hacer constar en el DIARIO DE LOS DEBATES de esta Cámara, que lo único que le es dado a un diputado, en cumplimiento de sus deberes, es venir a hacer una protesta alta y tan elevada cuanto sea necesario para que conste la actuación que viene a hacer en esta Cámara, con la representación de sus comitentes? Pues bien, señores diputados; voy a terminar estas cuantas palabras, porque creo que es la única manera como pueden satisfacerse las justas aspiraciones de mis electores, cuando lo primero que han tenido en cuenta para hacer la designación de un representante en esta Cámara, es que mirara por el bienestar y la prosperidad de la nación, y, en su defecto, por el bien y la prosperidad del Estado.

El C. Altamirano: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Altamirano.

- EL C. Altamirano: Deploro sinceramente que el señor diputado Z. Moreno.

El C. Moreno: ¡Jesús!

El C. Altamirano: ...el ciudadano Jesús Z. Moreno, me haya tomado tan desprevenido en este debate. Dice que cómo los diputados veracruzanos van a permanecer indiferentes ante el enorme atentado cometido, según el señor licenciado Z. Moreno...

El C. Moreno: ¡Jesús!

El C. Altamirano: ....por la diputación local veracruzana. Yo le pregunto al señor Moreno, ¿por qué hasta hoy, después de dos o tres meses de haber expedido la Legislatura esa ley, por qué hasta hoy viene a levantar su voz en esta tribuna, cuando que su obligación era, si es que, efectivamente, lucha por las ideas que cree que son buenas, cuando su obligación era venir a esta tribuna, desde el momento en que la Legislatura veracruzana dio a conocer el texto de la ley? Pues bien, señores; el señor Z.

Moreno... (Voces: ¡Jesús!) se extraña mucho de que la Legislatura del Estado de Veracruz, de acuerdo con el gobernador Tejeda, haya expedido la ley que reglamenta la participación de las utilidades a que tienen derecho los obreros no sólo en el Estado de Veracruz, sino en toda la República; porque debe saber el ciudadano diputado Z. Moreno, que es un principio constitucional el que están reglamentando los diputados veracruzanos en unión del gobernador Tejeda, y no es un atentado el que han cometido los diputados veracruzanos, pues, si acaso, se les puede censurar por haberle dado efecto retroactivo a la ley; ahí estoy conforme también. Pero de eso, a que vengamos a tildar aquí la ley que reglamenta la participación de las utilidades, hay mucha diferencia. Yo sostengo aquí que están en lo justo el gobernador del Estado de Veracruz y los diputados veracruzanos al pretender reglamentar y al hacer que se cumpla con la Ley Reglamentaria del Artículo 123, en lo que se refiere a participación de utilidades. (Aplausos.) El compañero Z. Moreno, probablemente por los acontecimientos recientes que han conmovido tan profundamente sus sentimientos, se ha olvidado de la Constitución general de la República, que dice:

"IV. El salario mínimo que deberá disfrutar el trabajador será el que se considere suficiente, atendiendo a las condiciones de cada región, para satisfacer las necesidades normales de la vida del obrero, su educación y sus placeres honestos, considerándolo como jefe de familia. En toda empresa agrícola, comercial, fabril o minera, los trabajadores tendrán derecho a una participación en las utilidades, que será regulada como indica la fracción IX." Y la fracción IX dice:

"La fijación del tipo de salario mínimo y de la participación de las utilidades a que se refiere la fracción VI, se hará por comisiones especiales que se formarán en cada municipio, subordinadas a la Junta Central de Conciliación que se establecerá en cada Estado."

¿Qué, cree el diputado Moreno que los obreros son en la actualidad lo que eran en la Edad Media? Ahora ya no podemos considerar al obrero como se le consideraba entonces; ahora tenemos que entrar, quiérase o no los nuevos moldes, a los que nos está llevando el progreso social y económico del mundo, y seremos arrastrados por esta corriente que existe ya en todas las naciones civilizadas; de manera que, señor Z. Moreno, no venga usted aquí a tildar a los diputados veracruzanos, que si no son pozos de ciencia, ni son lumbreras, se ha visto que tienen buena voluntad para ayudar a la clase trabajadora y conste, señor Z. Moreno, que fui el paladín más fuerte en contra de Adalberto Tejeda y, por consecuencia, no se pueden tildar mis palabras de parciales; pero de que haya sido enemigo personal o político de Adalberto Tejeda, a que no reconozca que en la medida de sus fuerzas, que en la medida de lo posible ha querido o está queriendo ayudar a la clase trabajadora, hay mucha diferencia, porque he querido yo también, y quiero, permanecer desapasionado y juzgar las cosas serenamente, tranquilamente, después de la contienda. Por consecuencia, señores, vengo aquí en defensa de la diputación veracruzana, no de Adalberto Tejeda, sino del gobernador del Estado que quiere que se lleve a efecto la reglamentación del artículo 123 en lo referente a participación de utilidades. Nuestro deber como diputados veracruzanos del Congreso General, no es venir aquí a hacernos bombo atacando a Tejeda o a la diputación veracruzana; nuestra obligación es estudiar la ley, ver sus incisos, ver su artículos y decirles a los diputados veracruzanos y a Tejeda: "Creemos que esto está mal por esto, dándole rezones; en consecuencia, te aconsejo que modifiques tu ley en este sentido, para que pueda llevarse a la práctica." (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano diputado José Siurob.

El C. Siurob: Ciudadanos diputados: voy a ser muy breve. La única cosa por la que he pedido la palabra para rectificar hechos es la siguiente: para protestar en contra de las autoridades de mi Estado, que se han puesto franca y deliberadamente en favor del capital y en contra de los trabajadores. Todos vosotros habéis visto por la prensa, que en la fábrica de "Hércules", de Querétaro, ha habido una huelga y que las autoridades locales se han puesto deliberadamente en contra de los trabajadores pretendiendo obligarlos por medio de la fuerza bruta a romper la huelga. La prensa ha dado ya cuenta de estos hechos; hubo fricción, en efecto, entre fuerzas de las que estaban allí guarneciendo la fábrica y los trabajadores; el mismo jefe auxiliar de la fábrica, en connivencia con los hombres del capital, trató de obligar, yendo personalmente con gente armada a la casa de los obreros a sacarlos de sus casas para obligarlos a trabajar. Ante estos hechos, no obstante que no se trata de mi distrito electoral, pero sí de mi Estado y de un distrito que ya otras veces he tenido el honor de representar, vengo a levantar mi formal y enérgica protesta, porque ya pasaron los tiempos en que se podía obligar a los trabajadores a romper una huelga sana, una huelga honrada, una huelga lícita en contra de su voluntad. Debo advertir a la honorable Asamblea que los obreros de "Hércules", desde los albores de la libertad mexicana, de esta última libertad, desde 1910, han estado constantemente en favor de todas las causas nobles y de todas las causas buenas; que muchos de estos obreros empuñaron las armas en tiempo de Huerta y fueron mártires, fueron sacrificados por luchar en contra de Huerta; que muchos de estos obreros han sido encarcelados en distintas ocasiones, siempre defendiendo la libertad, no sólo la libertad suya, sino la libertad de todos los habitantes del Estado, y que tan sólo porque fueron contrarios del licenciado Truchuelo en esta última lucha, tan sólo por esto han sido hostilizados ora por las autoridades locales, ora por las militares. Esta es la protesta de que deseaba dar cumplimiento cuando menos con mis compromisos con el proletariado de mi Estado y de la República, y hacerme solidario de la protesta de estos obreros; en seguida voy a tratar otro asunto y es el siguiente: Ya comienza la prensa a decir de nosotros inexactitudes y calumnias. "El Heraldo" de hoy me atribuye el hecho de haber escandalizado dentro de la Representación Nacional, peleando con un señor Garduño Palacios. Este hecho es falso. A todos vosotros os consta que esto no es verdad, que con el señor Garduño Palacios,

lejos de tener la menor pugna y palabras duras con él, siempre nos ha obligado una buena amistad. Sin duda ha sido una ligereza que el mismo cronista o reportero de "El Heraldo" me ha dicho que está dispuesto a hacer esta rectificación; pero yo suplico a los demás señores representantes de los periódicos tomen nota de este asunto. Yo jamás he escandalizado ni dentro ni fuera del recinto de la Representación Nacional, sino que en esta parte, cuando he tenido el honor de ser diputado en dos o tres legislaturas, y a pesar de esto, no se puede citar ni lo blanco de una uña en que yo haya podido escandalizar lo más leve ni dado mal ejemplo. Si se trata de esgrimir esto como una arma de partido en contra mía, protesto ante vosotros, señores diputados, que sabéis que esto es mentira y protesto ante la opinión pública ya que, como he dicho en otras ocasiones, nosotros los ciudadanos diputados comenzamos a no tener más baluarte, más lugar donde exponer la verdad que esta tribuna parlamentaria. No seguiré distrayendo vuestra atención; me limito a hacer esta formal protesta, porque todos tenemos el derecho perfecto de defendernos contra la insidias, contra las calumnias o también contra las simples versiones inexactas que en este caso se esgrimen contra nosotros. Yo no digo que el señor reportero de "El Heraldo" con mala fe haya hecho eso en ese periódico; por el contrario, ese periódico ha sido uno de los que más imparcialmente se han portado; pero sí digo que es interesante que sea conocido, para que así como se ha tratado de desvirtuar mi labor por cualquier concepto, el resto de la prensa de la República sepa a qué atenerse.

El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano Espinosa y Elenes.

El C. Espinosa y Elenes: Honorable Asamblea: No me voy yo a referir al asunto que está a discusión...(Voces: ¡No hay ninguno!) Pedí la palabra al señor presidente de la Cámara para hechos con el siguiente objeto: Recientemente murió un ilustre jurisconsulto del foro mexicano, el señor senador Juan N. Frías; yo pido respetuosamente a la Asamblea que se sirva acordar que se enlute la tribuna como homenaje póstumo a este compañero del Congreso, porque con ello rinde un homenaje y no solamente llena una fórmula protocolaria, sino que rinde un homenaje a un hombre que se lo merece. Pido respetuosamente a la Asamblea que se sirva aprobar esta proposición mía. (Aplausos.)

El C. secretario Saucedo: Se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si acepta la proposición del señor diputado Espinosa y Elenes. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Sí se acepta.

El C. secretario Saucedo: Continúa a discusión la Ley de Indulto la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Paz: Para una moción de orden. Han hablado casi puros oradores en pro y hay varios apuntados en contra; le corresponde, pues, al señor Castillo, que está apuntado en contra.

El C. presidente: Voy a ver.

El C. Manrique: Sírvase informar la Secretaría quiénes fueron los diputados que han hablado en último término en la sesión pasada y en qué sentido.

El C. secretario Saucedo: Por disposición de la Presidencia, la Secretaría informa que todos los diputados anotados en el contra se retiraron de la lista de los oradores y quedó solamente anotado el ciudadano Manrique y por esto le invita a que ocupe la tribuna.

El C. Manrique: Señores diputados: Decididamente es desconcertante nuestro compañero don Luis Espinosa. En la pasada sesión, cuando hablaba en defensa de la iniciativa a discusión, que continúa discutiéndose, ahí le escuché, verdaderamente complacido, defendiendo las mismas ideas que yo defendiera en la sesión anterior. Respecto de la delincuencia, el mismo compañero Espinosa en sesión anterior se escandalizó, se dolió de que aquí se tuviera un criterio de benevolencia para los delincuentes del Distrito Federal, y en materia federal en toda la República era quien viniera después a sostener un criterio totalmente opuesto al que anteriormente sostuviera. Mis parabienes, de todos modos, si este criterio ha de ser el suyo definitivo.

Creo que, señores diputados, prescindiendo de los desahogos personales del señor Castro y López, que aprovecha esta tribuna con su agresividad crónica para combatir en lo personal al licenciado Antonio Díaz Soto y Gama o a algún otro miembro de la Representación Nacional que le resulte poco grato, prescindiendo de esta hojarasca pasional que sólo revela carencia de convicciones y carencia de argumentos serios para defender una tesis, el único argumento serio, el único digno de tomarse en cuenta que los defensores de esta iniciativa podemos recoger de labios de los impugnadores, es este: la iniciativa que se discute y que quiere que la gracia de conmutación y reducción de penas se haga extensiva, se extienda a los encausados, después de haberse aprobado ya para los sentenciados, el argumento, digo, es este: esta ley podrá convertirse en un verdadero estimulante del delito; persona que una vez promulgada la ley quisiese cometer determinado delito cuya pena no excediese de once meses de arresto o que excediendo de la de once meses de arresto tuviera derecho según esta ley a una seria reducción de dos terceras partes de la pena establecida por el Código, sentiría el estímulo de pecar, el estímulo de infringir la ley penal, sabiendo que esta ley aprobada por nosotros habría de perdonarle. Esta objeción es tan débil que basta, que queda fácilmente contestada diciendo, es decir, fijando en la ley, reformándola si ello es preciso, como vamos a proponerlo en estos momentos, especificando, digo, claramente que los beneficios de esta ley sólo se extienden a las personas ya encausadas en los momentos en que la ley se discutía. Así quedan desvanecidos todos los temores que pudieran tener los señores diputados. Efectivamente; si no tomásemos esta precaución, entonces a mí, personalmente, me parece el caso muy poco probable, pero admitida la probabilidad de que así sucediese, señores diputados, expedida la ley que

beneficiaría a los encausados, ora con el perdón absoluto de la pena cuando ésta no exceda de once meses de arresto, ora con la reducción de dos terceras partes de la pena cuando ésta haya excedido de once meses de arresto, podría suceder; yo quiero admitir la posibilidad metafísica de que en esta parte tengan razón los impugnadores al suponer que aumentase la delincuencia sabiéndose que el día 16 de septiembre, si se comete un delito que merece pena de menos de once meses quedan en libertad, o que con esa misma fecha se declara una misma reducción de dos terceras partes. Para desvanecer estos escrúpulos, insistiendo en sostener la idea fundamental de excluir de los beneficios de esta ley a los encausados por un razonamiento que se llama mayoría de razón, porque si hemos sido benignos para el sentenciado cuya culpabilidad está ya claramente determinada, por una justa mayor razón tenemos moralmente que extenderla a quienes no son culpables, sino unos presuntos culpables, a quienes no se ha condenado, sino a hombres que pueden ser o no ser condenados. El artículo quedaría en estos términos:

"Los que al promulgarse la presente ley estuvieron encausados por delito cuya pena no exceda de once meses de arresto, serán puestos en libertad el día 15 de septiembre próximo, por orden del juez o tribunal de los autos, previa audiencia del Ministerio Público, del procesado y de su defensor o uno de oficio, si aún no hubiere nombrado, a fin de determinar si es el caso a que este artículo se refiere."

En consecuencia, la pequeña modificación que proponemos tiende a desvanecer las objeciones del contra y consiste simplemente en especificar que los beneficios de este artículo sólo se extienden a quienes ya estuvieren encausados en los momentos de promulgarse la ley. En nombre de los firmantes de la iniciativa pido, pues, atentamente a los señores diputados permiso para retirar el artículo a discusión, presentándolo modificado en la forma que acabo de indicar.

El C. secretario Saucedo: En votación económica se pregunta a la Asamblea si permite que se retire la adición a que acaba de referirse el ciudadano diputado Manrique, para que sea reformada. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Sí se permite.

El C. presidente: El ciudadano Castro y López tiene la palabra en contra.

El C. Paz: ¡Para una moción de orden, señor presidente! ¿En contra de qué va a hablar el señor diputado Castro y López, si no hay nada a discusión?

El C. presidente: En contra de la adición.

El C. Paz: ¡Pero no la han leído!

El C. secretario Saucedo: La adición propuesta por el ciudadano Manrique dice así:

"Los que al promulgarse la presente ley estuvieren encausados por delito cuya pena no exceda de once meses de arresto, serán puestos en libertad el día 15 de septiembre próximo por orden del juez o tribunal de los autos, previa audiencia del Ministerio Público, del procesado y de su defensor o uno de oficio si aun no hubiere nombrado, a fin de determinar si es el caso a que este artículo se refiere."

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Castro y López.

El C. Castro y López: Señores diputados: Llenado el requisito del Reglamento, retirado el artículo como estaba puesto a discusión, puesto a discusión uno nuevo que, en el fondo, es completamente igual y presentado a la discusión por el compañero Manrique, vengo nuevamente a impugnar este artículo. Yo no lo impugno por el detalle, yo no lo combato por la forma en que está redactado, yo lo ataco en el fondo, porque es perfectamente inmoral, porque es antijurídico, y voy a demostrar, señores compañeros, cómo yo no vengo a atacarlo por la cuestión de detalle, sino vengo a atacarlo por la cuestión de fondo. Las personas que firmaron el artículo que fue puesto a discusión, el compañero Manrique nos ha dicho que le facultaron a él para que lo retirara, y lo modificara en la forma en que fue presentado. Yo no quiero ir al minucioso detalle del Reglamento, de que debía haberse preguntado a los firmantes de este artículo que fue retirado si realmente el diputado Manrique tenía o no autorización de ellos para retirarlo, substituyéndolo por otro; no quiero ir a esta nimiedad de detalles que no tienen importancia completamente. El compañero Manrique dice suave, levemente, en medio de la misión de su apostolado, que consecuente con las lecturas de Fried Nietzsche, le pone fuera del bien y del mal, y dice: yo no vengo o no quiero hacer alusión a lo que el compañero Castro y López ha venido a decir aquí a manera de desahogo en contra del diputado Antonio Díaz Soto y Gama, porque este diputado Castro y López no desaprovecha oportunidad para evidenciar ante la Representación Nacional quién es Antonio Díaz Soto y Gama. Pues bien, señores compañeros; eso es muy verdad. Yo no desaprovecharé oportunidad ninguna en esta tribuna de la Representación Nacional para evidenciar ante toda la Cámara y ante todo el país quiénes son los desgraciadamente diputados por San Luis Potosí, Antonio Díaz Soto y Gama y Aurelio Manrique, y creo que es una obligación mía... (Siseos. Murmullos. Campanilla.) y creo que es una obligación mía personal, porque los conozco de viejo, porque he vivido con ellos, en el ambiente de San Luis Potosí, porque es necesario que toda la Cámara antes de saber qué es lo que vienen a sostener los hombres, sepa quiénes son los hombres, para saber si merecen o no el crédito y el respeto de la Representación Nacional...(Siseos. Aplausos. Campanilla.) Yo quiero pasar en esto momentos, no hay para qué hablar de los hombres; al compañero Antonio Díaz Soto y Gama ya dije en pasada sesión lo que quise haber dicho en aquella ocasión, aunque todavía me guardo mucho dentro de la cartera; del ciudadano Aurelio Manrique ya he dicho mucho en esta tribuna de la Representación Nacional, a pesar de lo mucho que todavía me conservo dentro de mi Yo, para decirlo llegada la oportunidad; pero vamos a tratar del artículo a discusión. Yo no quiero hablar de otra cosa que no sea de argumentos. El ciudadano Aurelio Manrique... (Una voz de las galerías: ¡Es el chivo de Nieto!) Por ahí oí una

voz que no sé qué dijo, el nombre de Nieto, y puede haberse enterado alguien de lo que pudo haber dicho este ciudadano; pero como la voz no se oye, naturalmente lo que no puede oír un representante que está en la tribuna, no tiene obligación de contestar. Bueno. Una alusión personal, una alusión velada me hizo el diputado Manrique, dijo que si yo ataqué al ciudadano Soto y Gama, sólo acusaba una carencia de convicciones, y yo soy más firme en convicciones, por lo menos así lo he revelado hasta ahora; mientras que estos dos diputados, el uno traicionó primero a los partidos de San Luis Potosí que lo trajeron a la Representación Nacional; traicionó después Aurelio Manrique al bloque del Pélece, del que formó parte; (Siseos.) el ciudadano Soto y Gama traicionó también al bloque del Pélece, con quien se alió para utilizarlo, y cuando ya no le sirvió el bloque, entonces se volvió francamente en contra del Pélece para servir a los intereses de su bolsillo. (Aplausos. Siseos. Protestas.) En qué argumentación, dijo el diputado Manrique....

El C. González Jesús B.: Vamos a la ley, compañero.

El C. Castro y López: A la ley vamos, compañero.

El C. Prieto Laurens: No nos importa San Luis Potosí.

El C. Castro y López: ¡Viva Cristo Rey! (Risas. Siseos.) Único argumento, dice el diputado Manrique, el diputado Manrique dice que ya entrando a la discusión de la ley, dijo, esta única argumentación de la parte que ha combatido a la ley, dice, sólo revela esta argumentación, que es estimulante del delito; en consecuencia, por eso yo, con anuencia de los otros, vengo a proponer que no se diga "a todos los encausados hasta el 15 de septiembre", sino que se diga lisa y llanamente: "a todos los encausados hasta el momento de la promulgación de la ley". Pues bien, señores compañeros, en esta forma...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Eso dice!

El C. Castro y López: Eso dice, es lo que digo. Repetiré para que el compañero Manrique pueda oír que estoy de acuerdo con él; y el viejo artículo decía: "a los encausados hasta el 15 de septiembre", Ahora el compañero Manrique propone que sea a los encausados hasta la promulgación de la ley, y dice que entonces la argumentación de los del contra ya no tiene razón de ser; ¿por qué? por esta razón muy sencilla: Porque nosotros dijimos los impugnadores de la ley, que íbamos a impedir una inmoralidad, a impedir que al amparo, bajo el escudo de esta ley, hubiera un estímulo para el delito; y dice el compañero Manrique, que ya en esta forma no hay estímulo para el delito, que ya en esta forma no va a delinquir ninguno bajo el escudo de la ley, que ya en esta forma no tienen razón los argumentadores del contra. Yo digo: el artículo queda hoy tan estimulador del delito, queda hoy tan instigador de la comisión del delito como estaba en los primeros términos, y lo digo por esto, que el compañero Manrique, ducho en prácticas parlamentarias, sabe perfectamente: ¡Promulgación de la ley!... y, ¿cuándo se va a promulgar esta ley. señores diputados? Es necesario que sea discutida y aprobada en la Cámara de Diputados; es necesario que pase al estudio y a la aprobación del Senado; es necesario que vuelva todavía aquí, si es que le hace objeciones el Senado, para que después pase al Ejecutivo de la República y éste promulgue la ley. En consecuencia, señores compañeros, es tan estimulador de delitos este artículo hoy, como lo fue antes, porque este artículo habrá de promulgarse en las inmediaciones de la ejecución de la misma ley; en consecuencia, se pueden estimular delitos. A mayor abundamiento, señores compañeros, en estos momentos, en estos momentos en que yo ocupo la tribuna de la Cámara hay grandes hay grandísimos hechos que caen bajo la censura del derecho penal, hay grandes, grandes individuos que han transgredido la ley, que están bajo el amparo de la ley, y se les quiere abarcar bajo este artículo de la famosa ley del olvido. Esto sería propiamente inmoral, esto sería el más grave mentís a la honorabilidad de la Representación Nacional. (Aplausos. Siseos. Protestas. Campanilla.) Que se diga perfectamente claro, que se hable con la franca honradez que estamos obligados a tener todos los hombres, que se quiere decir que en esta famosa ley del olvido, que en esta famosa ley de la amnistía se quiere abarcar a Jacinto B. Treviño y a los que con él delinquieron. (Protestas. Campanilla.)

Que se diga con la más grande franqueza de la tierra que en esta ley se va a abarcar también a los que delinquieron en la tragedia de Texcoco. Señores compañeros: A mí me causa profunda extrañeza ver que en la Representación Nacional se estudie y se mediten tan poco los problemas y se den tan poca cuenta de lo que se pone a discusión en la Cámara de Diputados. ¿Por ventura no saben los compañeros que este artículo no es aislado, no es suelto, no es único, que está concatenado con otros artículos que ampara a los que han cometido delitos graves, de mayor gravedad? ¿no lo recuerdan ya? ¿Es que basta una o dos sesiones en que no hay discusión en la Cámara de Diputados para que se olvide lo que está sobre el tapete de la discusión? ¿No recuerdan ya el segundo artículo, que está relacionado con esto? En consecuencia, de la discusión de este artículo, de la aprobación o reprobación de este artículo viene el otro; éste se refiere a los encausados cuya pena no exceda de once meses de arresto o de reclusión, pero el otro, el otro se refiere a los responsables que tengan toda pena, por grave que sea, para que los abarque la amnistía y, en consecuencia, señores compañeros, esto no debe sostenerse, porque esto sería consecuencia de lo otro. Yo me he referido a estos casos, porque son los que están palpitando en estos momentos en todo el ambiente del país, no por otra razón; como esos hay otros muchos, y el compañero Manrique sólo ha venido a impugnar la ley desde este punto de vista; sólo ha querido contestar esta argumentación del contra; sólo ha ido a este punto que él estima que puede cambiar el ambiente de la Representación Nacional; pero me voy a ver obligado, ya que de impugnar este artículo se trata, a recurrir a todos los puntos de vista, puntos de vista estrictamente legales, que tiene de combatirse este artículo. Voy a revelar a la Representación Nacional un algo que no tardará en venir a externarse en esta tribuna de la Cámara de Diputados, porque en esta tribuna de la Cámara, a carencia de argumentos, a carencia de

razones, a carencia de lógica, a carencia de conocimientos en derecho se vienen a esgrimir las argumentaciones más bajas, las armas más innobles para hacer triunfar una idea, cualquiera que sea, por contraria que sea a los intereses de la nación, por contraria que sea a la razón y a la moral. Un grupo de diputados, bueno, uno o dos, de los que quieren sostener esta inmoralidad, porque yo no sé el número; entiendo, si no me equivoco, en esta vez no hago una afirmación categórica, hago una indicación solamente, que usted a fuer de hombre honrado sabrá contestarme: ¿Han ido, diputado Octavio Paz, usted fue...?

El C. Paz: Sí, señor, sí fui a Belén....

El C. Castro y López: Ya ven ustedes, señores, cómo no me equivoqué y cómo anticipándome a lo que todos ellos piensan hacer, yo soy el primero en decirlo en la tribuna de la Cámara. El diputado Octavio Paz, acompañado del diputado Uriel Avilés, según él afirma, han estado...

El C. Paz, interrumpiendo: No, señor, solo.

El C. Castro y López: Bueno, el diputado Octavio Paz solo, perfectamente solo único - la gloria es del diputado Octavio Paz, no quiero restársela -, ha estado solo el diputado Paz a visitar recientemente, pacientemente, benedictinamente todas las crujías de la cárcel de Belén para estimular a todos, para ir a ver a todos mis clientes, en Belén, a decirles esto: Tu defensor se ha levantado en contra de tus interese en la tribuna de la Cámara; él no quiere que tú, encausado, salgas de Belén. Dime tú quién eres, dime tú cómo te llamas, tú en qué juzgado estás... (Voces: ¡Tú, tú!) en qué juzgado estás encausado.... (Voces: ¡Tú, tú!) Cuando los señores diputados tengan una poca de seriedad, continuaré en el uso de la palabra. (Aplausos.) En qué juzgado estás encausado...(Voces: ¡Tú, tú!) cuál es la pena que trae aparejado tu encarcelamiento y cuánto le vas a pagar... (Voces: ¡Tú, tú, tú!) cuánto le estás pagando a tu defensor el licenciado Castro y López. Esta no es labor seria, esta labor es perfectamente torpe. Esta labor va a evidenciar ante toda la Representación Nacional, una cosa contraria a los intereses de estos señores: Si ellos fueron a recorrer las crujías de Belén, si ellos fueron a revisar todas las galeras, si ellos fueron a buscar expediente por expediente, ellos serán los primeros que vendrán a decir a toda la Representación Nacional que yo no tengo encausados de once meses de arresto....

El C. Paz, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación?

El C. Castro y López: La que usted quiera.

El C. Paz: Pido la palabra, señor presidente. Fui a Belén llamado por un grupo de encausados, de un comité que se ha constituido en esa prisión, los cuales me manifestaban en una carta que tengo en mi bolsillo, que usted tenía interés especial en que no se diera esta ley porque tenía usted muchos procesados....

El C. Castro y López, interrumpiendo: ¡Un momento! Vayamos por orden: lea usted la carta... (Voces: ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Cómo se conoce que son litigantes!) Que la lea la Secretaría, señor compañero.

El C. Paz: Sí, eso es lo que voy a hacer. Suplico a la Secretaría que lea la fecha de la carta.

El C. secretario Zincúnegui Tercero: La carta tiene fecha de agosto primero de mil novecientos veintiuno, y el párrafo conducente a que se refiere el ciudadano Paz dice así...

El C. Castro y López: Yo pido la lectura íntegra.

El C. Zincúngui Tercero: ¿En qué quedamos? (Voces: ¡Toda! ¡Toda!)

"Galera número 4.

"Cárcel de Belén, México, agosto 1o. de 1921.

"Señor licenciado y diputado Octavio Paz.- Cámara de Diputados.- Presente.

"Muy distinguido señor:

"Los que subscribimos, que formamos parte del comité que se ha constituido en esta cárcel con el objeto de hacer las gestiones posibles a fin de procurar que el indulto que generosamente se va a conceder en el próximo mes de septiembre a determinados reos, nos alcance a nosotros los encausados, en nuestro propio nombre y en el de todos los procesados aquí recluidos, nos permitimos dirigir a usted la presente.

"No por vana palabrería ni guiados por fines interesados, sino porque así lo sentimos con toda sinceridad, principiamos por felicitar a usted muy respetuosamente por los conceptos que ha vertido usted en esa Cámara con motivo de la discusión del proyecto de ley relativo a ese sublime indulto, pues sus frases ponen de manifiesto la alteza de sentimientos de que se halla poseído y la rectitud y justicia que en todos casos norma su proceder honrando de esta manera el noble apellido que lleva.

"Estas y otras consideraciones que sería prolijo enumerar, nos animan a dirigir a usted nuestra humilde y encarecida súplica para que usando una vez más de sus inagotable bondad, haga por que al dictarse esa por mil títulos, loable ley, no se nos olvide a nosotros los encausados, que si bien somos culpables, habiendo no pocos inocentes, también anhelamos con toda el alma recobrar nuestra apreciada libertad siendo favorecidos por esta bendita ley, que ahorrará muchísimas lágrimas abnegadas esposas, sufridas madres e inocentes pequeñuelos.

"Con fecha 29 del pasado elevamos un atento escrito al ciudadano presidente de esa H. Cámara, suplicándole con todo comedimiento que con la correspondiente dispensa de trámites, se diera cuenta a la Asamblea, antes de continuar la discusión del tantas veces repetido proyecto de ley, exponiendo la petición que hacemos de alcanzar también algún beneficio de ese generoso indulto, y sugiriendo, en la forma más respetuosa, la manera como creemos se nos podría favorecer. Siendo posible que no sea conocido por usted ese escrito, nos permitimos indicarle cuál es nuestra petición. Que ese decreto sea extensivo para los reos que ya en esta fecha tenemos proceso abierto, para que una vez que se dicte la sentencia, el Ejecutivo la disminuya o ponga en libertad, según el caso que corresponda, tomando en cuenta los antecedentes y conducta de cada uno de nosotros.

"Perdone usted si no extendemos más de lo que quisiéramos, para no ser a usted cansados,

pero nuestro objeto nos obliga a ello y de sus altruistas sentimientos esperamos que nos dispense por esto y también que desde la tribuna de esa Cámara, con su potente y privilegiada oratoria, nos imparta sus valiosísima ayuda.

"A su muy elevado criterio no puede escapar que razones de la más elemental equidad amparan nuestra petición; pero además, hay otras que nos vamos a tomar la libertad de exponerle, fuera de los múltiples de humanitarismo y generosidad que pudiéramos invocar.

"Existen muchos, muchísimos entre nosotros, que con gran exceso tienen cumplido el término que la ley señala para sentenciar a un acusado, pues no son pocos los que hasta tres años tienen de encausados, siendo incontable el número de los que tienen de año y medio a dos años. De esto no somos culpables y sí, en cambio, seríamos víctimas de la morosidad de los jueces, pues si hubiesen dictado en oportunidad su sentencia, la mayoría de nosotros estaríamos comprendidos en los términos del imponderable decreto.

"Con pena hemos visto en la prensa que uno de los opositores al decreto que con tanta ansia esperamos, es el señor licenciado Castro López; pero esto no nos causa extrañeza, aunque sí un profundo dolor; pero entendemos que las razones que guían al licenciado Castro López para proceder en tal forma son meramente egoístas, porque dicho señor patrocina numerosas causas de reclusos de esta cárcel, negocios que ha conseguido haciendo creer a los interesados que con su influencia como diputado arreglará satisfactoriamente sus respectivos procesos; no tenemos inconveniente en asegurar que este señor siempre manifiesta que el éxito es indudable, pero que como su clientela la ha conseguido entre los carentes de instrucción, les hace creer que con el sólo hecho de poseer una credencial de diputado, sus gestiones son infalibles.

"Para terminar, pedimos a usted con todo corazón que apadrine nuestra causa, con la seguridad de que el perdón que tengamos, nos guiará por el camino del bien, con mayor aprecio que la reclusión en prisiones que, como ésta, por falta de trabajo no son más que lugares de holganza, donde germinan los más abyectos vicios.

"Del digno hijo de ese gran hombre que se llamó Irineo Paz, esperamos su inapreciable ayuda par obtener nuestra libertad lo más pronto posible, asegurándole que no siembra en tierra estéril, sino que sabremos agradecer ese favor que, por imponderable, llevará como premio las bendiciones de miles de seres que hoy sufren.

"Con toda atención nos ofrecemos de usted atentos y agradecidos S. S.- Agustín Toledo.- G. Blásquez.- Mauro Castro.- J. Cruz Torres Paredes, jr.- F. Sánchez."

El C. Barragán Martín: Pido la palabra para una aclaración, señor presidente, sobre el mismo asunto a que se acaba de dar lectura.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Barragán Martín: Como ha estado en mis manos esa carta y, a mi juicio, ninguna de las firmas es de la misma letra del texto de ella, supongo que estas firmas fueron arrancadas y sorprendidos los señores reclusos; así es que pido que la Secretaría certifique si es igual la letra del texto de esa carta a la de alguna de las firmas. (Murmullos. Desorden.)

El C. Paz: Continúo en mi interpelación.

El C. Castro y López: Sigo en mi interpelación, compañero.

El C. Paz: No, estoy en el uso de la palabra.

El C. Castro y López: Yo voy a seguir interpelando a usted, compañero.

El C. Gandarilla: Moción de orden, señor presidente. Usted le ha concedido la palabra al compañero Paz para que interpele al compañero Castro y López, está en el uso de la palabra el compañero Paz.

El C. Castro y López: Yo soy el que estoy interpelando.

El C. Paz: Continúo en el uso de la palabra. Pues bien, señores; yo, sin querer creer en lo que se me decía en la carta, me dirigí a Belén tanto para asegurarme de la autenticidad de los nombres de los firmantes de esa carta, como para ver si eran ciertos los hechos que allí se asentaban y también para informarme en qué sentido estaban los encausados, para venir a defender el proyecto de ley, y allí pude averiguar lo siguiente: que Francisco Ahumada, a quien defiende el señor Castro y López y a quien le cobró cien pesos, tiene veintiún meses de prisión y no le ha hecho caso a la defensa, debiendo estar solamente un año; que a Manuel Medina le cobró doscientos pesos y no volvió a hacerle caso; que al teniente coronel Espinosa le cobró doscientos, y tiene quince meses sin haber sido sentenciado, también por homicidio; Arturo Loza.... en fin, ya no quise tomar más que estos nombres porque verdaderamente me dio pena, y yo afirmo que había el domingo en la noche mil doscientos sesenta encausados, casi la mayor parte de ellos sin haber sido sentenciados y por más del tiempo marcado por la ley. Eso es lo que quería decir.

El C. Castro y López: Señores diputados: Cuando a medios tan bajos se desciende para venir a defender un caso sin razón, yo tengo, antes de continuar en el uso de la palabra, que limpiarme de toda posibilidad de sospecha; en consecuencia, yo hago solemnemente esta declaración en presencia de la Representación Nacional, ella se consignará en el "Diario de los Debates", que yo repartiré dentro de las crujías, y si no, se encargará de repartirlos el señor diputado Octavio Paz, ya que está tan interesado en este asunto; a mayor abundamiento, toda la prensa de la República lo dirá mañana. Señores compañeros: Yo hago la solemne declaración ante toda la Cámara, de que yo no cobraré un solo centavo a todos mis clientes encausados hasta este momento en la cárcel de Belén, y que cuanta cantidad de honorarios haya yo recibido la daré a cualquiera institución de beneficencia. (Aplausos. Voces: ¿Y eso qué?) Creo, señores compañeros, que ya el abogado postulante está limpio de toda sospecha y puede hablar francamente a fuer de abogado, y en defensa de la razón y del derecho, en esta tribuna de la Representación Nacional. Voy a llamar la atención de los señores compañeros sobre un hecho que me ha atribuido el compañero Octavio Paz, y que él ha sido el que ha hecho una víctima más, víctima que tenía derecho para salir absuelta y la ha hecho el diputado Octavio Paz, y voy a referirme al caso. Cuando el

diputado Octavio Paz estuvo en la cárcel de Belén a hacer esta labor, no muy decorosa, dentro de las galeras de los encausados, entonces él consiguió esto, consiguió granjearse - estos sí son intereses profesionales, señores diputados -, atraer sobre sí simpatías, haciéndoles pensar que yo era enemigo de los encausados; a mí no me importan los encausados, yo nunca voy a buscar clientes a Belén, a mí me van a buscar a mi despacho, porque tengo un sólido, un viejo prestigio como abogado. (Aplausos.) El diputado Octavio Paz sí ha ido allí a aprovecharse de ese momento para buscar clientes para él o para cualquier otro interesado. (Aplausos.)

El C. Paz: Ni uno tengo.

El C. Castro y López: A mí se me ha asegurado aquí que el móvil que yo traigo es defender los mezquinos intereses del abogado postulante, es querer que no salgan los encausados que yo defiendo allí dentro de esas prisiones, y hago la solemne declaración en la tribuna de la Cámara de que no recibiré un solo centavo de los encausados a quienes yo defiendo hasta este momento. (Voces: ¿Y mañana?) Por eso lo digo, mañana ya es otra cosa, yo soy un abogado de viejo prestigio, yo soy un abogado que tiene sobrados negocios en el despacho, a mí nada me importa darle suelta a todos mis clientes de mi despacho un día, porque al día siguiente vuelvo a tener entradas en mi despacho, porque no soy Octavio Paz. (Aplausos.) Pero, señores compañeros, yo paso que se venga a combatir cuando se trata de un caso de esta naturaleza, cuando se tiene tan gran interés en sacarlo adelante, cuando se empeñan de tal naturaleza las más mezquinas pasiones y los más bajos intereses, está bien que se descienda hasta eso, hasta abrir investigaciones dentro de las prisiones; yo les aseguro a ustedes, compañeros, y así está en el sentir de toda la Representación Nacional, que si Octavio Paz hubiera encontrado cien encausados allí del diputado Castro y López, hubiera traído aquí toda la lista para asombro de la Representación Nacional, pero no trae más que dos, y no por nobleza, sino porque no encontró otro caso que poder traer a la tribuna de la Cámara; pero, señores diputados, yo admito esto, yo creo que el hombre que se lanza a la vida política es un hombre que está obligado a sufrir la censura, el escalpelo de la crítica desde todos los puntos de vista, y el día que yo no estuviera limpio, el día que yo no pudiera exhibir todos mis actos, como decía Riva Palacio, en un pizarrón que se pusiera a los cuatro vientos de la República, no vendría a tener el cinismo de exhibir mi cara ante la Representación Nacional. Que se le combata a uno en cualquiera forma, bien, yo acepto el combate, pero lo acepto firme, leal y honrado, y el diputado Octavio Paz, a pesar de que solo citó dos casos, cometió esto que no es digno de un hombre político, de un hombre franco, que no es digno de un hombre honrado, venir a falsear la verdad y a mentir a la Representación Nacional. (Aplausos.) Voy a demostrarlo, voy a demostrarlo con tan gran verdad, con tan profunda verdad, con tan indiscutible verdad, que usted, diputado Octavio Paz, o se sentirá hundido de vergüenza en su curul, o tendrá la desfachatez de mentir una segunda vez. Usted ha dicho en presencia de toda la Cámara - allí están los taquígrafos que han tomado lo que usted dijo -, aseguró usted que Roberto Espinosa tenía quince meses en la prisión y estaba procesado por homicidio. Pues bien, diputado Octavio Paz, ¡no sabe usted por qué está procesado Roberto Espinosa! (Aplausos.)

El C. Paz, interrumpiendo: ¡Eso me lo dijo él! (Risas. Siseos. Campanilla.)

El C. Castro y López, continuando: Ya ven ustedes, señores compañeros, con qué tranquilidad se vienen a lanzar cargos indignos a un hombre y con qué facilidad se miente y con qué facilidad se descarga uno. Primero se lanza la injuria, primero se desciende a la diatriba, primero se chapotea en el cieno, y cuando ya tiene uno la suprema verdad, cuando ya tiene uno la lógica y afirma, cuando tiene uno el derecho de darle un dictado muy duro, entonces se descarga el que ha lanzado la injuria diciendo: "¡Me lo dijo el otro!" (Aplausos ruidosos.) Ya ve el diputado Paz cómo no se mina tan fácilmente y a base de calumnias, la reputación de un abogado; cómo no se combate tan fácilmente y a base de calumnia la limpieza política de un hombre; cómo no se viene a injuriar tan impunemente en presencia de la Representación Nacional, a quien debíamos respetar, ya que no nos sabemos respetar en muchas ocasiones a nosotros mismos. (Aplausos.) Se me ha lanzado un segundo cargo tan falso como el primero, tan indigno como el primero, se ha venido a decir que yo defiendo a un individuo Francisco Ahumada que está encausado hace veintiún meses, dijo el diputado Octavio Paz, en el Juzgado Primero de lo Penal, que me ha dado yo no sé qué cantidad de dinero y que yo no he logrado excarcelarlo. Pues bien, señores diputados, antes de venir a hacer un cargo como éste, de lanzar una injuria como ésta, antes de pretender, él que pretende amparar rateros con esta famosa ley del olvido, secundado la labor de Celestino Gasca, antes de esto debió haber pensado en cuánto tiempo hace que el abogado Castro y López es defensor de Francisco Ahumada. En buena hora que se me lanzara a mí el cargo de no haber sacado a un hombre que estaba encausado dos años, pero en buena hora que se me preguntara también cuánto tiempo hace que tengo la defensa de Francisco Ahumada y en qué estado está el expediente. Yo tengo unos meses con la defensa de Francisco Ahumada y su proceso, yo lo emplazo a usted para que vaya al Juzgado Primero de lo Penal y sepa darme un mentís en presencia de toda la República, que es esta Representación Nacional, y verá usted si Paz... - bueno, ya lo estaba encausando a usted también -, y verá usted si Francisco Ahumada está en condiciones de que su causa pase al agente del Ministerio Público; de manera que venga usted a hablar de Ahumada como encausado para la ley del olvido. Yo le empeño a usted mi palabra de honor de que Francisco Ahumada estará sentenciado antes del día último del presente mes; en consecuencia, no hay que traer el caso con motivo de encausados. Aquí ya la verdad, señores compañeros, aquí ya destruido el ataque, aquí ya destruida la miseria del ataque mismo, miseria que había que evidenciar ante toda la Representación Nacional para que no fuera a crear cuerpo esa versión; cuando se viene a atacar aquí a un hombre y se le ataca con verdad, se le

combate con nobleza y se justifican los cargos, o el que haga los cargos es el impugnador que no puede justificarlos, pero estamos obligados a salvaguardarnos nosotros, a defendernos nosotros del ataque personal, y salvado esto que no tenía para qué haber quitado tanto tiempo a la Representación Nacional, vamos al fondo del debate. Es el diputado Castro y López el que viene a combatir la ley; el abogado está a disposición del diputado Octavio Paz, cuando se vea envuelto en cualquiera difícil situación jurídica y que por su ignorancia en derecho no la pueda atender, yo estoy a su disposición. (Risas. Aplausos.) Hay que tomar en consideración, señores compañeros, que es verdaderamente extraño que se venga a presentar ante la seriedad de la Representación Nacional, a falta de argumentos, un artículo como éste y se le venga a sostener en la forma en que se le sostiene. Este artículo pugna contra la moral, pugna contra la justicia, pugna contra el derecho...

El C. Paz: ¿Por qué?

El C. Castro y López, continuando: Allá voy. Voy a decir por qué, compañero; para todo hay tiempo. El primer argumento, el único débilmente combatido por este hermano en Jesucristo de don Antonio Díaz Soto y Gama, ciudadano Aurelio Manrique, fue éste: el único que ha combatido el contra, pero es el argumento de más peso, el argumento más serio: que esta ley sería un estimulante para el delito; que muchos delinquirían al amparo de esta ley antes del 15 de septiembre, fecha en que se va a poner en vigor para los encausados; pero dice el compañero Manrique quitándole esta frase y poniéndole esta otra: No hasta el 15 de septiembre, hasta la promulgación de la ley. ¿Pero quién, que tenga conocimiento de las prácticas parlamentarias, quién que esté en íntimo contacto o por lo menos que haya hojeado la ley, no sabe perfectamente lo que significa promulgar una ley, no sabe el tiempo que va a correr antes que esta ley se haya promulgado? ¿Por ventura sabemos nosotros, alguno de nosotros, los impugnadores, los sostenedores de la ley, alguno de los que ocupan un escaño en la Cámara de Diputados, por ventura sabemos cuándo será promulgada esta ley si todavía nosotros en un punto tan sencillo, tan lleno y de tan obvia resolución tenemos días y días, y semanas, diré yo mejor, discutiendo esta ley y no hemos podido votarla siquiera, no hemos podido terminar la discusión de las adiciones famosas, entonces, cuándo estará esta ley promulgada, señores diputados? Decir que cuando se promulgue la ley es enteramente lo mismo que decir 15 de septiembre; el argumento sigue en pie, el argumento no ha sido combatido en manera alguna, el argumento sigue indestructible, siempre seguirá siendo esta ley estimuladora del delito; pero no es ese el argumento de mayor peso, hay múltiples, hay incontables argumentos que hacer que no ha sabido destruir ninguno de los sostenedores de esta ley.

El C. Gandarilla: Allá voy a combatir.

El C. Castro y López: Aguántese en su impaciencia, no tardo nada en terminar.

El C. Gandarilla: No digo nada, ni una palabra.

El C. Castro y López: Señores compañeros, ley de indulto, ley de conmutación, ley de reducción de penas, bueno, hay este poderosísimo argumento que no hay respecto de los encausados, respecto de los sentenciados: si son hombres morales capaces de regeneración, si son hombres que pueden volverse sin perjuicio para la sociedad al seno de la misma, ya tienen un grande un inmenso, un supremo castigo: el estigma de la condena, esos ya llevan el peso moral de haber sido sentenciados; un hombre honrado, un hombre capaz de regeneración ya está suficientemente castigado con que una autoridad lo señale ante toda la opinión pública diciéndole: "Tú eres responsable de un delito; tú robaste; tú mataste..." Eso ya es demasiado peso moral, eso ya es demasiado castigo moral, además de la pena misma. el encausado no tiene eso; el encausado queda con el carácter de encausado; el encausado no recibe peso moral de sentencia. A mayor abundamiento, señores compañeros, ¿no hemos sentado nosotros como principio, como base de esta famosa "ley del olvido" - como la llamaba el ciudadano Paz -, no hemos sentado que esta ley no reza sólo para los reincidentes? Luego al reincidente nosotros no lo consideramos digno de la ley del olvido, además de la pena moral de la sentencia; además del peso material de la pena ya sufrida en parte, no lo consideramos digno; ¿por qué? porque ya tiene el germen de una inclinación viciosa que lo lleva al delito, que lo llevaría a delinquir de nuevo. Y tratándose de los encausados, allí no tenemos en consideración la reincidencia, ¿Con qué derecho al que soltamos hoy bajo una ley de amnistía - como quiera llamársele -, con qué derecho vamos a invocarle en el porvenir la reincidencia? El que robó hoy y sale bajo el amparo de la ley del olvido, robará mañana y no tendrá en su contra la reincidencia, que sí tendrá el sentenciado por virtud de la ley que demos nosotros. ¿Entonces dónde está la justicia y dónde está la equidad? Hay otro cargo, otro punto verdaderamente indestructible, señores compañeros, y es este: La "Ley del olvido" lo ya reservado para votarlo por nosotros, lo que reza con sentenciados para indulto, para conmutación, para reducción de penas, eso abarca todos los delitos, eso abarca delitos políticos, eso abarca delitos de culpa, eso abarca delitos intencionales, eso abarca lo mismo delitos del orden Común que delitos del orden privado, los que sólo se persiguen a petición de parte, y esta ley es inmoral, es exclusivista, se reduce a un grupo especial de los encausados y por eso es injusta, por eso no debe ser aprobada. ¿Por qué no abarca los reos de delitos políticos, por qué no abarca a los reos de delitos que se persiguen a petición de parte? ¿Por qué no puede abarcarlos? Porque no puede, está en contra de los interese privados, porque vulneraría derechos, porque daría ocasión a amparos. ¿Por qué no va a favor de los reos políticos? Por esto: porque los reos políticos en el momento actual no podrían ser excarcelados sin un grave perjuicio, sin una grave amenaza para la tranquilidad de la paz. Entonces si esta ley no es general, no es amplia, no abarca a todos, entonces no la demos porque es odiosa toda ley que es injusta. ¿Cómo no va a ser injusta, señores compañeros, a qué conciencia no repugna, qué corazón no se subleva cuando vienen a decirle a uno: por virtud de esta ley va a salir el ladrón, el que infirió lesiones, pero no va a salir el que injurió

ni el que cometió el delito de adulterio, no va a beneficiar tampoco al reo político? ¿Qué, por ventura, señores compañeros, es menos responsable o es más digno de volver al seno de la sociedad, es más acreedor a monumentos el ladrón que soltó Celestino Gasca, que el reo político, el que no está de acuerdo con este modo de ser actual o con otro modo de ser de cualquier Gobierno? Señores compañeros, esto es profundamente inmoral, profundamente contra la equidad, esto repugna a la justicia. Los compañeros que han sujetado a la discusión de la Cámara esta adición han hecho más, han dicho: sólo delitos del orden Común. No han tenido siquiera el talento, por su ignorancia en derecho, de abarcar también a los reos federales; en consecuencia, señores, por virtud de este artículo puesto a discusión sale en completa libertad el chofer, el chofer que por descuido o quizá hasta por maldad atropelló y mató en una de las calles de la capital; pero el infeliz conductor de trenes, el que desgraciadamente a media noche hizo víctima a alguno que cruzó la vía del ferrocarril, ese no sale porque su delito es federal y no del orden Común. ¡A tal grado de injusticia llega esta ley! El que robó, porque robó algo que es de la propiedad particular, sale por virtud de esta ley; pero el que robó algo que es de la propiedad de la nación, que es delito federal, que es de la competencia de las autoridades federales, ese no sale. ¡A tal grado llega la moralidad y la equidad y la justicia de esta ley! (Murmullos.)

El C. Paz: No dice eso el artículo. Abarca todos los delitos.

El C. Castro y López, continuando: Me causa profunda extrañeza oír esos rumores que dicen: "No a delitos del orden político, sino que se refiere a las penas". Yo quiero que algún abogado me diga qué delito político tiene pena menor de once meses; yo interrogo a la Representación Nacional. Cuando me contesten esta interpelación, entonces estoy yo de acuerdo; pero ningún delito político tiene pena menor de once meses; por eso digo que no lo abarca esto. A mayor abundamiento, señores compañeros, si entre nosotros pasa un caso que es verdaderamente extraño: el apasionamiento con que se ven las cosas, la obcecación de momento, producto también de ese apasionamiento nuestro muy explicable, muy natural, más tratándose, como se trata entre nosotros, de individuos de raza latina; pero por ventura los sostenedores de este artículo no lo saben que está íntimamente unido al otro, no saben que la aprobación de esto será consecuencia de la aprobación del otro. Si basta haber leído estos artículos, ¿cómo vamos a discutir uno aislado? Claro está, lo que pretenden los sostenedores de este artículo es que toda la Representación Nacional vea que se trata de once meses, y dicen: bueno, de once meses; pues un ratero, uno que infirió lesiones de la fracción I del 527 del Código Penal, es decir, gente de poca monta en la jerarquía de los delincuentes, es decir, que quieren que toda la Representación Nacional se sienta, no con entrañas de San Francisco de Asís, pero sí con entrañas de Celestino Gasga, y diga: ¡pobre gente, soltémosla a robar por las calles de México! Pero este artículo se relaciona con el otro aprobado, este artículo yo no sé qué criterio, yo no sé qué razón, qué argumento lógico jurídico hubiera de esgrimir la Representación Nacional para rechazar el artículo que viene después de éste a la discusión, después de haber aprobado el artículo que está puesto a debate en estos momentos. No, señores compañeros; no hay que ver el caso aislado, hay que verlo unido. Sigo en el orden de razonamientos por los que no debe aprobarse ese artículo. Once meses de arresto, dice el artículo, y, señores compañeros, en esta ley saben todos los abogados de la Representación Nacional - por eso yo puedo hablar tranquilamente, porque si digo mentira, algunos de ellos sabrán darme oportunamente el mentís -, se trata de lesiones, todos los compañeros abogados de la Representación Nacional, aun los que no son abogados y conocen el Código Penal, saben perfectamente esto: que en una causa por lesiones no se puede dictaminar antes de que pasen los sesenta días. Hay lesiones que en apariencia son de muy poca gravedad y a la postre resultan lesiones mortales. Un individuo encausado la víspera de la promulgación de esta ley puede haber inferido una lesión que el practicante de guardia en un Comisaría por un descuido haya clasificado de la fracción I del 527 del Código Penal y que posteriormente resulte que fue una lesión mortal, y este individuo, por virtud de esta ley, es puesto en completa libertad después cualquier día va a encontrarlo la justicia para poder castigarlo por el delito de homicidio.

A mayor abundamiento, señores compañeros, si está tratándose de algo muy sencillo, de algo muy elemental, de algo que es garantía constitucional, no se puede resolver una causa sobre lesiones ni aun desde el punto de vista de la libertad caucional, en tanto no viene el certificado de médicos y los médicos no pueden dictaminar muchas veces sino hasta seguir el curso de toda la curación de una lesión. En consecuencia, señores compañeros, este sería otro de los graves inconvenientes. Además, señores compañeros, lo mismo que digo tratándose de delitos de sangre, digo tratándose de delitos contra la propiedad. Sin que haya un avalúo, sin que se conozca el monto de un desfalco, sin todas estas circunstancias no se puede saber la pena que puede corresponder a un individuo. Un auto de prisión formal no dice más que: "Declaro formalmente preso a fulano de tal por el delito de robo, por el delito de abuso de confianza, por el delito de lesiones, o por el delito de homicidio", pero no dice más el auto. Se necesitan hechos posteriores, se necesitan avalúos, se necesitan dictámenes de peritos para venir a resolver qué pena es la que corresponde al individuo encausado por un delito determinado. El homicidio tiene toda esa escala de matices, desde el homicidio calificado, que se castiga con pena de muerte, hasta el homicidio ejecutado en defensa legítima. ¿Cómo con un encausado, antes de la sentencia, va a saber un juez de qué clase de delito se trata? ¡Sería completamente imposible! Además, se lesionarían intereses de tercero. Se ha dicho: "Seamos consecuentes con la letra muerta del Código Penal que sólo reza contra los delitos de oficio, no contra los delitos de querella de parte". ¿Por qué? Porque en los delitos de querella de parte hay un acusador privado y en los delitos que se persiguen de oficio no se necesita precisamente que haya ese acusador privado, pero en el fondo puede haberlo;

basta analizar un poco lo que es en derecho la acción penal para saber que la acción penal se divide en dos acciones: una social que ejercita el agente del Ministerio Público, acción privada que ejercita la parte civil con los mismos derechos, parte civil que debe ser respetada lo mismo en el proceso del orden común en que se ha constituido como tal parte civil, que en aquellos asuntos de querella necesaria en que él ha sido el querellante.

El C. Huerta: Pido la palabra para una interpelación al orador.

El C. Castro y López: Así, compañeros, ¿cómo vamos a cometer esta inconsecuencia a los reos de querella necesaria....

El C. Huerta: Una interpelación para abreviar la disertación larga de usted.

El C. Castro y López: Yo le agradezco mucho, compañero, pero mejor al final. Hay más, señores compañeros. Si uno se pone a estudiar este artículo desde el punto de vista del derecho, hay una incontable serie de obstáculos, una gran serie de objeciones que pueden hacérsele y así es completamente imposible que pueda aprobarse este artículo tal como se somete a la discusión. Señores compañeros, en derecho no se puede fijar la pena que corresponde a los encubridores y a los cómplices en tanto no se sepa la pena que corresponde a los autores. ¿Cómo se va a poner en libertad a un cómplice o a un encubridor sin saber la pena que va a corresponder al autor del delito? Y hay una suprema razón, fuera de las muchas objeciones, de las incontables objeciones que pueden hacerse a este artículo, hay esta suprema razón: ¿no se nos dijo aquí por el Ejecutivo primero, por la Comisión después, por los sostenedores y por los impugnadores de esta famosa ley del olvido, no se nos dijo aquí que lo que se quería era grabar en el corazón de los mexicanos una fecha patriótica? Pues bien, señores compañeros, se graba una fecha patriótica, se hace recordar el 15 de septiembre al sentenciado que ese día reciba la conmutación de la pena de muerte por la extraordinaria. Se le graba el quince de septiembre al condenado que se le dice: "Este día tu pena se reduce a la tercia parte". Se fija una fecha gloriosa en el corazón, en el recuerdo de un mexicano sentenciado, cuando en quince de septiembre se le dice "Hoy se te abrirán las puertas de la prisión y se te devuelve al seno de la sociedad y de la familia". Pero ya aquí no hay esta razón de los encausados, señores compañeros. ¿Cómo se va a aplicar la ley? Se quiere que se llame al agente del Ministerio Público; se quiere que se llame al juez; se quiere que se le asista de defensor, se quiere que se le lleve a una audiencia con todos los recursos de la ley, a una audiencia con acusación de parte civil, con apelación de defensor, con derecho al amparo. ¿Y hasta cuándo se va a seguir llevando a la práctica este decreto, señores compañeros? El ciudadano Octavio Paz ha traído aquí un caso, un caso que quiso colgarme a mí a manera de milagro, pero que no me lo pudo colgar: un individuo encausado durante veintiún meses. Pues bien, el encausado en quince de septiembre que tenga la fatal suerte de caer en un juzgado que no lleve a término el juicio durante veintiún meses, hasta dentro de veintiún meses le vienen aplicando la disposición de la famosa "ley del olvido". (Murmullos. Siseos.) En consecuencia, señores, ¿qué le va a recordar a este hombre una fecha que nada tiene que ver con la del quince de septiembre? ¡Y así todo! Yo pido que esta ley, en lo que se refiere a esta adición se rechace, porque no cumple con la finalidad de la ley, porque no graba fecha histórica, porque no tiende a la conmemoración del Centenario: tiende solamente a estimulación de delitos, tiende solamente a tráficas indignas dentro de los juzgados, porque allí sí, y ahora sí lo voy a decir yo con gran franqueza, con la brutal franqueza que me caracteriza siempre, crean todos los que me han impugnado en esta baja y en esta indigna forma, crean que si yo tratara de defender mis intereses de abogado yo sería el primero en pedir que se aprobara esta adición a la ley porque nadie saldrá en virtud de esta adición, sin asistencia de defensor y yo tengo el prestigio viejo que me haría acaparar todas las defensas de las crujías de Belén. (Murmullos.) Esto es completamente cierto y si no yo, todos, cualquiera que sea abogado. Basta el hecho de que no se pueda poner en libertad a un procesado sin asistencia de defensor y audiencia de derecho, para que cualquier abogado pueda meterse allí aunque sea a buscar negocios ratoneros dentro de las crujías de Belén. Esto es indiscutible, esto se cae por su propio peso, por esto pido que no se apruebe esta ley. Sobre todo, señores compañeros, tratándose de la ley que ya se reservó para la votación, no da lugar a falsas interpretaciones, no se presta a que se trafique con la miseria de los sentenciados. No, señores compañeros, que hay partes claras y terminantes, es el Ejecutivo el que sólo con vista de la sentencia ejecutoriada aplicará la ley; aquí es el juez, aquí es tribunal, el agente del Ministerio Público y el defensor y, en consecuencia, señores compañeros, esto sí se presta a la tráfica, a la tráfica con la miseria de los encausados; lo primero no se presta. Además, once meses de arresto, señores compañeros, demos ley de olvido para los de once meses de arresto ¿y quién no sabe, señores compañeros, siendo abogado y habiendo la franquicia del 20 constitucional, que en la penitenciaría no hay un solo individuo de once meses porque todos tienen libertad caucional, o libertad bajo protesta? ahí no hay nadie, todos andan en la calle, gozan de libertad provisional. En consecuencia, ¿para qué sirve esto? Esto no sirve completamente para nada, señores compañeros. Es innecesario ya seguir hablando sobre este punto, está en la conciencia de toda la Representación Nacional que debe desecharse este artículo, vuelvo a decirlo, porque es inmoral, porque es contrario a la justicia, porque está en abierta pugna con la equidad y no sería seguramente la Representación Nacional la que fuera a tener sobre su conciencia de hombres honrados, sobre su conciencia de políticos, sobre su conciencia de hombre que tienen en sus manos la expedición de todas las leyes del país, no había de pesar, digo, un reproche de la sociedad a quien se arrojara encima para que se enseñoreen en ella como un pulpo de múltiples tentáculos a todos los responsables de la ratería andante, a todos los responsables de delitos, por una parte, y por la otra, señores diputados, si nosotros apoyáramos y

diéramos esta ley, nosotros seríamos los primeros en sufrir las consecuencias mañana, y no tendríamos seguramente el desplante político de venir a quejarnos después de lo que nosotros mismos hicimos, como no tendríamos derecho a censurar mañana que nos robara un salteador a quien hubiéramos llevado a la seguridad de nuestro hogar, a la franquicia de nuestra mesa. (Aplausos ruidosos.)

Presidencia del C. SOTO JOSÉ M.

El C. Gandarilla: Para una interpelación, si me lo permite el compañero Castro y López.

El C. Castro y López: Sí, señor.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gandarilla.

El C. Gandarilla: Me voy a permitir hacer a usted, señor compañero, no una, sino varias interpelaciones. (Siseos. Voces: ¡Huy!) Honorable Asamblea: Podría ir a la tribuna a pronunciar un larguísimo discurso sobre materia jurídica. Por ahorrar tiempo, porque en estos instantes estos minutos que se pierden, son preciosos para la patria, no creo patriótico que vayamos a esa tribuna a decir si uno es más abogado que otro. Por eso me permito en esta forma interpelar al compañero para precisar la réplica materia de Derecho. Usted, compañero, en su discurso ha hecho algunas afirmaciones que yo no quisiera estimar de ligeras. Acusa usted a los firmantes de esta proposición, entre los cuales tengo el honor de contarme, de haber presentado a la honorable Asamblea un artículo pleno de inmoralidad; en consecuencia, y ante esta afirmación categórica de usted, voy a procurar demostrar que no es la inmoralidad la que nos ha guiado, ni son tampoco los intereses personales los que nos llevaron....

El C. Castro y López: Moción de orden. Usted pidió la palabra para interpelaciones, no para demostraciones.

El C. Gandarilla: Con profunda pena noto que en esta Asamblea, a pesar de lo que la prensa dice, todavía hay diputados que no se estiman lo bastante para ser corteses con el que tiene el uso de la palabra. Dice usted que este artículo está pleno de inmoralidad porque los que firmaron esta adiciones pretenden esto: que todos los presos cuya pena no sea mayor o no corresponda a una sentencia que indique que la pena sea mayor de once meses, quedarán en libertad, y que los rateros, individuos ya viciados, vendrán a la calle. Dice usted, alegando como argumento toral, que ese artículo que nosotros hemos presentado no se refiere a aquellos presos que lo sean por delitos del orden político, es decir, estimando por delitos del orden político los que se estiman generalmente entre nosotros, y sentó usted de una manera enfática y categórica esta proposición absurda: Yo sostengo que no hay un solo reo por delitos del orden político, que merezca la pena de once meses; en consecuencia quedan excluidos." Y yo, señor, me permito hacerle la primera interpelación: ¿el compañero Castro y López recuerda el contenido de los artículos 1096, 1097 y 1099 del Código Penal?

El C. Castro y López: Voy a contestar compañero. Si usted me cita desde el primer artículo hasta el último del Código Penal, diciendo qué contiene el artículo número tantos, le digo que no soy tinterillo, sino abogado. (Aplausos.)

El C. Gandarilla: Esa no es contestación. Quiero decir que el compañero Castro y López, teniendo obligación de ir a esa tribuna a sentar verdades y verdades de una manera categórica, y con pruebas ha asentado una falsedad, entendiendo como delitos políticos aquellos que se refieren a la rebelión, sedición, etcétera. Si éste es el entendimiento que se da a los delitos políticos, resulta que en el Código hay una multitud de artículos en que se les asigna a los reos por rebelión, sedición, etcétera, penas menores de un año de prisión. En consecuencia, fue falso lo que usted asentó, si entendió por delitos del orden político la rebelión, sedición, etcétera, delitos que esta Cámara ha interpretado al principio de este debate como delitos políticos. Por eso decía yo que usted tenía la obligación de recordar estos artículos; que usted tenía la obligación de recordarlos, aunque no conociera exactamente su número. Ahora bien; los que hemos presentado un proyecto de reformas o adiciones, hemos tenido en cuenta las circunstancias verdaderas en que se encuentran los que están recluidos en la Penitenciaría o en Belén. Allí sí hay multitud de reos, y eso lo pude comprobar personalmente, cuyas causas - como dijera Paz - tienen meses y meses y meses en el mismo estado, por la apatía de los jueces, por la apatía de los agentes del Ministerio Público y, más aún, lo que es más criminal: ¡por la apatía de los defensores que los explotan! Yo no quiero hacer cargos concretos al compañero, porque no los tengo, y aunque los tuviera, respeto a la Asamblea y me estimo lo bastante para no descender al terreno de las cuestiones personales.....

El C. Castro y López, interrumpiendo: Pongamos mejor que no los tiene.

El C. Gandarilla, continuando: Así, señores, es un hecho que hay individuos ha mucho tiempo encausados por la apatía de los jueces, y lo acabamos de ver, lo dijo "El Universal" o no recuerdo qué otro periódico, que el juez Charles dijo: "Cedo mi puesto a la juventud." Pero cede su puesto a la juventud cuando tiene multitud de procesos, cuando su Juzgado está atascado, verdaderamente. En consecuencia, lo que hemos querido con esta ley, es evitar que se cometa una gran injusticia con individuos que no tienen para pagar un abogado de la elocuencia (?) de usted, de los conocimientos de usted (?), para hacer sus gestiones, para obtener su libertad, de las que son individuos hábiles. Usted mismo ya vio que el señor gobernador Gasca no pudo, ajustándose estrictamente al criterio legal, castigarlos a todos y tuvo que ponerlos en libertad; en consecuencia, no son los rateros los que van a ser beneficiados con esta ley; el ratero es casi tan abogado como cualquiera de los abogados aquí presentes y sabe defenderse. Son los individuos que han delinquido por necesidad, por apasionamiento, y estos individuos son más dignos de que se les ayude, de que se les regenere, no de que se les ataque tan despiadadamente como lo hizo usted, compañero. Ahora sólo me basta hacer una aclaración a la honorable Asamblea: Los argumentos del ciudadano Castro y López se vuelven

absolutamente todos en su contra. Dice: esta ley del olvido se refiere a penas menores de once meses de arresto, y exclama "¡qué abogado no sabe que el que tiene once meses no está en la cárcel, se anda paseando!" Pero a pesar de que anda paseando, está encausado y no tiene el uso pleno de su libertad, tiene una forma relativa de libertad; en consecuencia, si estos individuos están fuera, ¿para qué les vamos a dar su libertad absoluta? No es que estén fuera, señor, y sí necesitamos volverlos a la sociedad para convertirlos en elementos útiles. Ahora sí vamos a atacar el fondo bajo la parte intrínseca de esta ley, yo le aseguro al compañero que deberíamos haberla rechazado desde el principio, cuando la presentó el presidente de la República; estoy con usted en que es altamente inmoral, pero con lo que no estoy es que seamos benignos con los sentenciados y no con los individuos que quizá sean los menos culpables y que están sufriendo las penas de la incuria de los jueces, de esos jueces que deberían estar en el lugar que ocupan muchos procesados. Usted, como argumento principal, sostenía que los que firmamos este proyecto de adiciones pretendemos presentar un estado de cosas tal, que favoreciera los intereses de un individuo, y no cito nombres. Yo creo que usted, en el calor de su pasión, ha hecho cargos injustificados, usted no tiene por qué haber traído a colación este asunto cuando no era precisamente el que se iba a discutir, ni quedaba englobado en estos preceptos. Por lo demás, yo me permito preguntar al compañero esto: ¿no cree usted, compañero, que ni usted mismo sabe cuándo se va a promulgar esta ley? ¿Cómo si sabe usted que en el Senado - para usar de una frase vulgar - se tratan los negocios oportunamente? ¿Cómo viene usted esgrimiendo como argumento toral esto? Tan luego como sepan que se promulga esta ley, todos van a delinquir, No, señor, porque ni todos son bribones, y ni jueces ni diputados sabemos cuándo se va a expedir esta ley. Esos argumentos son falsos. Ahora le digo a usted: ¿cree que será correcto por nuestra parte seguir discutiendo este asunto, cuando tenemos sobre nosotros asuntos de tanta trascendencia, de los cuales depende el bienestar de la República? ¿Cree usted, compañero, que será correcto que nosotros no abandonemos este sistema de ataques personales, cuando estamos obligados a hacer de esta XXIX Legislatura algo mejor de lo que hemos hecho hasta ahora? Esas son mis interpelaciones, compañero.

El C. Castro y López: Señores compañeros: Voy a ser brevísimo, porque la Asamblea está fatigada. Para las preguntas jurídicas, compañero, tengo mi despacho en López 5 y cobro a cinco pesos la consulta. Segundo punto de contestación: Usted me llamó para interpelarme y me lanzó una catilinaria. Tercer punto: Lo que usted me acaba de decir, dígaselo al diputado Octavio Paz (Risas. Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Señores diputados: Casi he vacilado un momento antes de decidirme a abordar la tribuna en momentos como estos. Este es un debate que, sin eufemismos, creo que puede calificarse de nauseoso; así lo ha sido hasta este momento. Mi deber es el procurar ennoblecer un poco el debate; arrancarlo un poco a la bajeza a que se le ha llevado. Yo creí que habría ya corregídose un poco este último retoño de una escuela dramática que creíamos ya definitivamente desaparecida: la de don Felipe Montoya en el viejo coliseo de Corchero. (Aplausos.) Yo creía que la raza de los histriones estaba definitivamente extinguida... (Voces: ¡Muy bien!) Creía también que vivíamos en este mundo de carne y hueso que nos rodea y no en otras esferas de indiferencia, de egoísmo y ausencia de moral. Dolorosos acontecimientos recientes que aparentemente nada tienen que ver con la Cámara, acaso fueron motivo propicio, ocasión propicia para ennoblecernos un poco y para arrancarnos del resbaladizo y peligroso terreno de la pasión. Yo me explico, señores diputados - lo diré por última vez -, la pasión en esta tribuna en momento en que el ambiente está caldeado, en ese momento - hombres al fin -, se despierta en nosotros esa bestia que en todos duerme, la de la pasión, la de la inquina, la del odio y los rencores, que accidentalmente, esporádicamente, hasta los más ecuánimes y los más serenos pierden en esta tribuna su serenidad y su ecuanimidad, se atacan y muerden rabiosamente; se explica y se disculpa en momento en que la pasión caldea el ambiente; pero esta agresividad crónica, este aprovechar cada ocasión que se presenta a propósito del asunto menos inclinado a la pasión para mordernos rabiosamente, para tratar de desprestigiarnos, para proceder imaginando que es desde esta tribuna desde donde se resuelven las cuestiones electorales, yo, señores diputados, creyendo pasada aquella ocasión en que contendí con el ciudadano Castro y López con motivo de una de las credenciales de los distritos electorales de San Luis Potosí, no aprovecharé nunca esta tribuna para tratar de debilitarlo a él en su prestigio positivo o negativo en San Luis, iré a contender allá. Lo demás son pretexto de una ley de reducción o conmutación de penas, no son sino pretextos para obtener fáciles victorias en cuestiones locales que por mezquinas no nos interesan, porque no hemos venido a ello. Creo que se trata de reducción y conmutación de penas, el hecho sólo de haberse gastado media hora, acaso algo más, en ataques exclusivamente pasionales, significa una sola cosa - no me cansaré de insistir en ello -, que se carece de argumentos verdaderamente serios para derrotar ideológicamente el artículo que está a debate. Las objeciones de mi propinante pueden dividirse en dos series unas parecen objeciones de un amigo del artículo, de un amigo de la iniciativa a debate. ¿Por qué? Porque señalan los obstáculos que se presentarían para que nuestra idea se llevase a la práctica. Casi amistosamente nos señala medios de perfeccionamiento de la iniciativa a debate. Y las otras son, o quieren ser, verdaderas objeciones a la idea fundamental que anima la iniciativa. Es visible desde luego, para comenzar por el argumento que clasifiqué en segundo término, es visible que mi propinante se bate en retirada. Objeción que hizo al proyecto primitivo: esta ley sería estimulante del delito. Si beneficiase a todos los encausados sin limitación alguna, entonces permitiría que hubiera quien se sintiese inclinado a pecar, a delinquir, a torcer la ley penal, a romper con el Código, a

sabiendas de que esta ley habría de beneficiarlo. Como estamos siempre dispuestos a demostrar que se procede aquí de buena fe, aceptamos francamente la objeción del contra y entonces modificamos el artículo en la forma que ya conocéis: "Esta ley sólo beneficiará a los que ya estuvieran encausados en el momento de su promulgación". Se insiste, compañeros, en que como la expedición de esta ley puede dilatarse - y a este paso puede ser que así suceda -, entonces podría decirse que esta ley puede beneficiar a los que estuvieren encausados hasta el 1o. de agosto, verbi gratia. Así aceptaríamos francamente, sinceramente, las objeciones serias a esta iniciativa. No dejaré de asentar de paso, señores diputados, que el argumento es verdaderamente baladí; sin embargo, me permito recordar que acepté su posibilidad metafísica de que hubiera quien delinquiese esperando que le alcanzasen los beneficios de esta ley; que esto es verdaderamente hipotético; se delinque por fatalidades que conocemos, de medio, de momento; se delinque por un determinismo que no por mal estudiado es menos existente y norma menos los actos humanos; pero delinquir, señores diputados, solamente por la esperanza más o menos improbable de que nos alcancen los beneficios de esta Ley de Amnistía o de conmutación y reducción de penas, me parece algo verdaderamente improbable; hipótesis más o menos ingeniosa, más o menos hábilmente explotada en esta tribuna, pero hipótesis solamente que la realidad nos lo diría; no se delinque por eso, ciudadanos diputados, se delinque, lo sabéis bien si habéis estudiado o vivido la vida que vale más, se delinque por fatalidades de medio, de momento, de miseria, de pasión u otras, no porque haya una ley que pueda beneficiarnos muy aleatoriamente por cierto; pero, en fin, aceptemos la posibilidad de que la ley se convirtiese en estimulante del delito. Como la tendencia que anima a esta iniciativa no es la innoble de estimular el delito, hemos aceptado la objeción corrigiéndola en la forma en que la veis presentada. Todavía, señores diputados, podríamos ser más amplios, podríamos pedir a ustedes el corregirla en el sentido de que sólo pudiese beneficiar a los encausados que lo estuviesen hasta antes del 1o. de agosto; así no habría posibilidad, señores diputados, de que se nos quisiese manchar con la innoble, con la torpe sospecha de que quisiéramos beneficiar a tal o cual persona cuyos intereses son demasiado pequeños al lado de los intereses generales. En este sentido, pues, y previa la autorización de ustedes, que no necesita comprobarse leyendo artículos del Reglamento, señores diputados, porque esto depende de la fe que podáis tener en mis palabras, con la autorización de los firmantes de la iniciativa la modifico sólo en detalle, la presentamos modificada en este detalle: sólo beneficiará a quienes estuvieren ya encausados el 1o. de agosto; así queda desvanecida la discusión de detalle. Si todavía se quiere volver a la carga, entonces sería el momento de contestar a la argumentación más o menos seria que se quiso hacer valer contra esta ley. En primer lugar, y en esto convendrán todos los compañeros, la actitud de mi propinante es visiblemente contradictoria. El diputado que habló en defensa de esta ley en lo general o de algunos artículos de esta ley en lo general y que nos habló con cálido entusiasmo, que teníamos derecho a creer sincero, de las fatalidades que impulsan al hombre al crimen, de las miserias, de las pasiones y de tantas otras cosas que casi nos conmovieron, a pesar de estar un poco barnizadas de retórica; quien ha defendido esta ley en lo general o en alguno de sus artículos, no tiene ideológicamente derecho a oponerse a estas adiciones, que no son otra cosa que una aplicación práctica del espíritu que anima a la ley en lo general. Los únicos que lógicamente pueden oponerse a la ley con su voz o con su voto, son los compañeros que hayan votado contra la ley en lo general o sus anteriores artículos aplicables a los sentenciados; éstos sí tienen derecho a oponerse y los demás no. Yo, esquivando lo posible todo lo que pudiera considerarse como vacua teorización, insisto en que todo puede reducirse a una argumentación de mayoría de razón: hemos aprobado ya que esta ley beneficie a sentenciados, es decir, que una vez que se haya pronunciado lo que se llama la verdad legal en determinado proceso, una vez que se haya declarado que alguien es culpable del delito de robo, homicidio o de alguno otro de los penados por el Código, y que merecen, en consecuencia, determinada pena, este individuo comience a extinguir la pena que la ley le impone; en este momento el procesado pasa a ser sentenciado y entonces sí recibiría los beneficios de esta ley. Si se trata de infracción a la ley penal que sólo merece una pena inferior a once meses de arresto, entonces, como se trata de cosas de tan poco momento, el artículo ya aprobado ordena que se devuelva al reo su libertad absoluta, que se ponga al reo en libertad absoluta el 15 ó 16 de septiembre. Si se trata de hombres, si se trata de delincuentes que hayan merecido una pena superior a la de once meses de arresto, entonces lo dice un artículo ya aprobado, no puede haber perdón absoluto; la generosidad para con el delincuente, cabalmente porque su delincuencia es mayor, esta generosidad, digo es un poco menor; no hay libertad absoluta, sino solamente una reducción de la pena, reducción importante, por otra parte, reducción de dos terceras partes de la pena que debiera extinguir. En estas condiciones, señores diputados, la mayoría de la Cámara de Diputados, demostrando que estaba muy lejos de aquellos tiempos en los que se consideraba como definitivamente infamante el delinquir, el infringir los preceptos de estos códigos burgueses que se fincan en una moral que dista mucho de haber seguido los avances de la moderna moral evolucionada; los que imaginan - escépticos de la justicia, como tenemos derecho a serlo - que distan mucho de ser justas y sabias nuestras leyes penales los que saben, señores diputados... (Murmullos.)

El C. secretario Zincúnegui Tercero: Se ruega atentamente a los ciudadanos representantes se sirvan ocupar sus curules y escuchar al orador.

El C. Manrique: Los que saben, señores diputados, que todo intento de reforma social es vano si no se complementa con la reforma de la justicia, con la reforma de la administración de justicia; los que saben que es vano cuanto intente hacerse en otras materias, en otros aspectos de la actividad humana mientras no se emprenda valientemente la reforma de nuestros viejos códigos penales, de Procedimientos y tantos otros que ya reclaman una

reforma que los ponga en consonancia con el espíritu de la época; los que sabemos todo esto, señores diputados, tenemos derecho a ser escépticos respecto de nuestra Administración actual de Justicia; los que sabemos que hay en ella un problema de ideas, es decir, un problema de reforma ideológica, un problema de hombres, un problema de reforma de hombres, un problema de cambio de hombres que actualmente administran la justicia por otros, hablo naturalmente en tesis general, más ecuánimes, más justos, más rectos, más probos; mientras esto no sea, tenemos derecho a afirmar que dista mucho de la verdadera justicia, de la sana y recta aplicación de una ley moral esta justicia que se hace en nuestros juzgados correccionales, penales y de otra laya; y no creemos cometer un gran desacato al ser un poco temerosos con los delincuentes, extendiendo hasta ellos los beneficios de esta ley. Resumo mi argumentación recordando que esta Cámara por una gran mayoría aprobó ya que se extendiesen los beneficios de la ley a los sentenciados, oídlo bien, y la lógica quiere por mayoría de razón que quienes hemos sido benevolentes para con los sentenciados, para con los culpables declarados legalmente tales, no seamos para quien no sea un culpable, sino sólo un presunto culpable. Creo que me dirijo a hombres de razón suficientemente esclarecida para comprender que el argumento es serio. Cuando el juez declara y su declaración es aprobada por la superioridad y comienza a ejecutarse la pena, que tal hombre cometió un delito de homicidio y que por él merece reclusión en un establecimiento penal por determinado número de años, aquel hombre podemos decir que ha infringido la ley penal; y sabéis, en cambio, que en tanto no haya habido sentencia definitiva, no puede afirmarse de un hombre que sea un asesino, es solamente un presunto homicida. En consecuencia, si no hemos tenido escrúpulo alguno en ser generosos para con el hombre ya sentenciado, ¿cómo no hemos de extender esta benevolencia nuestra para con el hombre cuya culpabilidad no está todavía demostrada, para con el hombre no sentenciado aún, para con el delincuente cuya delincuencia aún no está comprobada, para aquel que tiene no culpabilidad, sino sólo una presunta culpabilidad, para aquel cuya culpabilidad se sospeche, presupone o presume? Creo que huelgan esfuerzos; aquellos de vosotros que no os dejáis gobernar por prejuicios, aquellos que os gobernáis habitualmente por la lógica de la vida, por la lógica de la razón si habéis votado en favor de la reducción y conmutación de penas a los sentenciados, estáis lógicamente obligados a votar también en favor de los encausados, de aquellos cuya culpabilidad solamente se sospecha. Este es un razonamiento verdaderamente claro; todavía más, señores diputados: aquellos de vosotros que hayáis combatido la ley en lo general o en su aplicación a los sentenciados por equidad, una vez que esta Cámara ha aprobado que se beneficie a los sentenciados, deberéis también votar en favor de los encausados. He demostrado por lo menos una cosa, señores diputados: que no era menester el descender al ataque personal en ocasiones como ésta; me he esforzado por demostrar, yo que soy también pasional a lo mío, que se puede discutir serenamente un asunto como éste. Creo que debemos esforzarnos cuando el debate se extravía, por traerlo a los términos de la discusión serena y ecuánime; dentro de ella no ha habido argumentos verdaderamente serios para convencernos de que es más moral y más justo condenar al hombre cuya culpabilidad está ya definitivamente demostrada, que aquel cuya culpabilidad está en tela de juicio, aquel cuya culpabilidad solamente se presume o sospecha. Os invito, pues, señores diputados, con la previa modificación que si queréis se consultará formalmente de la fecha 1o. de agosto, a aprobar la iniciativa a debate. (Aplausos. Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. Lavín: No habiendo más oradores inscriptos, por acuerdo de la Presidencia se pregunta si el asunto se considera suficientemente discutido.

El C. Manrique: Pido atentamente que se consulte la modificación.

El C. Lavín: Se va a preguntar si se toma en consideración. (Voces: ¿Que cosa?)

El C. Manrique: Pido que se consulte la modificación.

El C. Lavín: En votación económica se pregunta si se toma con consideración. (Murmullos.) Sí se toma en consideración.

El C. secretario Zincúnegui Tercero: La Secretaría declara que está dudosa la votación. (Voces: ¡No!)

El C. Gandarilla: ¡Moción de orden!

- El mismo C. secretario: Con objeto de proceder con toda justificación, se nombra a los ciudadanos Paz y Arrioja Isunza para que cuenten a los diputados que están de pie, y a los que están sentados. (Voces: ¡No hay quórum!)

El C. Arrioja Isunza: Hay 52 ciudadanos diputados sentados.

El C. Paz: Hay 40 ciudadanos diputados de pie.

- El mismo C. secretario: No habiendo quórum, por acuerdo de la Presidencia se levanta la sesión y se cita para mañana a las cinco de la tarde. (8.15 p. m.)