Legislatura XXX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19230322 - Número de Diario 22

(L30A1P1eN022F19230322.xml)Núm. Diario:22

ENCABEZADO

MÉXICO, JUEVES 22 DE MARZO DE 1923

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I.- PERÍODO EXTRAORDINARIO XXX LEGISLATURA TOMO II.- NÚMERO 22

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 22 DE MARZO DE 1923

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Es aprobada, previa discusión y reforma, una proposición de los CC. diputados Espinosa Luis y Gandarilla, tendiente a que se nombre una comisión que comunique al ciudadano presidente de la República, el deseo de esta Cámara, porque se auxilie pecuniariamente a los trabajadores mexicanos expulsados de Estados Unidos. Se nombra la comisión respectiva.

3.- Sin debate, se aprueba una proposición de varios ciudadanos diputados, a fin de que se interpele al ciudadano secretario de Industria, Comercio y Trabajo, para que manifieste a esta Cámara las medidas que ha tomado para evitar que se siga arrojando sin medios de vida, al país, a los trabajadores mexicanos. Es nombrada una comisión para que cumplimente el anterior acuerdo. 4.- Cartera. Iniciativa del Ejecutivo de la Unión, referente a la ampliación de diversas partidas del Presupuesto de Egresos de la Secretaría de Agricultura y Fomento; recibo, y a la 2a. Comisión de Hacienda. Se concede licencia al C. diputado Ruiz Celso.

5.- Primera lectura al dictamen de la 2a. Comisión de Hacienda, relativo a la ampliación de varias partidas del Presupuesto de Egresos del Territorio de la Baja California; se le dispensa la segunda lectura y se aprueba previa discusión y reformas; pasa al Ejecutivo para los efectos constitucionales.

6.- Se aprueba una proposición subscrita por la mayoría de la diputación tlaxcalteca y otros ciudadanos diputados, tendiente a que se nombre una comisión que se traslade a Tlaxcala a investigar los hechos ocurridos en dicho Estado, el 15 de los corrientes. Se nombra la comisión respectiva

7.- Usan de la palabra para hechos varios ciudadanos diputados. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. VALADEZ RAMÍREZ ANTONIO

(Asistencia de 140 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 17.15: Se abre la sesión.

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día diez y seis de marzo de mil novecientos veintitrés.- Período extraordinario.

"Presidencia del C. Antonio Valadez Ramírez.

"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y cuarenta minutos del viernes diez y seis de marzo de mil novecientos veintitrés, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta y tres ciudadanos diputados.

"Sin debate se aprobó el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"Los CC. Pedro Suárez y Moisés Huerta usaron de la palabra para hechos, refiriéndose a los sucesos de Tlaxcala. El primero fue interrumpido por una aclaración del C Enrique M. Barragán, y el último contestó interpelaciones del mismo C. Barragán y de los CC. Pedro Suárez, Moisés Herrera y Emilio Gandarilla. Mientras el C. Huerta hablaba, las galerías fueron llamadas al orden varias veces.

"Se puso a debate una proposición de los CC. Certucha, Portes Gil, Gandarilla y otros diputados, relativa a que se llamara al ciudadano secretario de Industria y Comercio, para que informara en la discusión de la Ley del Petróleo.

"El C. Luis Espinosa contestó varias alusiones personales que en la sesión anterior le hizo el C. José Manuel Puig y Casauranc, quien le interrumpió con una aclaración. El C. Espinosa concluyó hablando en pro de la proposición, y en el mismo sentido usó de la palabra en seguida, el C. Gandarilla.

"A pedimento del C. Manrique se leyó un oficio de la Secretaría de Industria y Comercio y, por último, el C. Gandarilla hizo una aclaración.

"Aprobada la proposición en votación económica, se designó en comisión para cumplimentarla a los CC. Porfirio del Castillo. Guillermo Rodríguez, Rubén C. Navarro, J. Guadalupe López y secretario Gandarilla.

"Los CC. Enrique García, Leopoldo Estrada, Rodrigo Palacio y otros diputados, presentaron una proposición con objeto de que designara una comisión que solicitara garantías del Ejecutivo para el Ayuntamiento de Jerez, Zacatecas, que trata de deponer el gobernador de ese Estado.

"Se le dispensaron los trámites y fue aprobada, después de que la apoyó el C. Leopoldo Estrada, quedando integrada la comisión por los CC. Rodrigo Palacio, Rodarte, J. Jesús Velázquez, Enrique García, Leopoldo Estrada y secretario Samayoa.

"Se dio cuenta con un oficio de la Secretaría de Industria y Comercio, con el que remite una lista de concesiones y permisos vigentes que se han otorgado para la exploración y explotación petroleras a partir del año de 1906.- Recibo, y a las comisiones que tienen antecedentes.

"Para hechos usaron de la palabra los CC. Manrique y Portes Gil, interrumpiendo a éste una pregunta del C. Manlio Fabio Altamirano.

"Contestó una alusión personal el C. Arce, quien dio respuesta a una pregunta del C. Castillo Nájera y fue interrumpido por una moción de orden del C. Manlio Fabio Altamirano.

"El C. Manrique también usó de la palabra para contestar alusiones personales, y durante su peroración, en diversas ocasiones se llamó al orden a los concurrentes a las galerías.

"Se puso a discusión el artículo 4o. del proyecto de Ley del Petróleo.

"Se encontraba presente el ciudadano secretario de Industria y Comercio, quien respondió a diversas interpelaciones que, a nombre de las comisiones de Petróleo, le hicieron los ciudadanos José Manuel Puig y Casauranc y Aquilino Emilio Rama.

"A las veintiuna horas y veinticinco minutos se levantó la sesión y se citó para las diez y seis del próximo lunes diez y nueve."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada el acta.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"La prensa de este día informa que tres mil trabajadores mexicanos fueron expulsados de Estados Unidos, los que en caravanas hambrientas se dirigen al suelo de la patria, habiendo llegado ya los primeros grupos a Ciudad Juárez, donde los hombres, las mujeres y los niños, en horrible confusión están resguardándose bajo los árboles y junto a las paredes de los edificios públicos. La prensa metropolitana tiene noticias que después de estos tres mil obreros, serán expulsados varios millares más.

"Las autoridades municipales de Ciudad Juárez están trabajando con actividad digna de encomio para remediar, en la medida de su esfuerzo, la situación de los compatriotas que se encuentran en la línea fronteriza, situación que ha llegado a tal grado de gravedad, que se ha venido traduciendo en verdaderos dramas dolorosos; en la muerte, por hambre, de varios trabajadores.

"Por lo expuesto e impulsados por un sentimiento de humanitarismo y de mexicanos celosos de la dignidad nacional, venimos ante vuestra soberanía a propone que consideréis de obvia y urgente resolución el siguiente decreto y que le dispenséis vuestra aprobación unánime, ya que esta Cámara de Diputados, síntesis de la voluntad popular, es la más indicada para acudir en auxilio de los hermanos que en situación tan paupérrima vuelven al país. "Proyecto de decreto:

"Único. Se autoriza al Ejecutivo de la República para que con cargo a la partida que juzgue conveniente, disponga de la cantidad de cien mil pesos, la que destinará inmediatamente para transportar a sus hogares a los mexicanos expulsados de Estados Unidos, que se encuentran en la frontera Norte del país."

"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del congreso de la Unión.- México, 22 de marzo de 1923.- Luis Espinosa, diputado por Chiapas.- Emilio Gandarilla, diputado por Durango."

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra para fundarla.

El C. presidente: Tiene la palabra para fundarla, el ciudadano Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes:

Cuando se lee un documento desde la tribuna, casi nunca se le presta la atención necesaria y, por lo tanto, la Asamblea no se da cuenta de la importancia que encierra. De allí, que me permita robaros unos instantes brevísimos para fundar la proposición a que acaba de dar lectura el ciudadano Gandarilla. Se trata, ciudadanos representantes, de aprobar en el acto la cantidad de cien mil pesos de que el Ejecutivo dispondrá para auxiliar inmediatamente a los mexicanos trabajadores que recientemente fueron expulsados de Estados Unidos y que se encuentran en la frontera Norte del país, muriéndose de hambre.

Comprendemos, ciudadanos representantes, que la cantidad de cien mil pesos es exigua para auxiliar de manera eficaz a nuestros compatriotas, pero creemos también que es un deber nuestro hacer lo que esté dentro de nuestras facultades, a efecto de que la situación de esos trabajadores sea al menos aliviada, si no es radicalmente mejorada.

Nos proponemos que el Ejecutivo de la República, por los medios legales, acuda en ayuda de estos compatriotas, a efecto de que sean transportados lo antes posible a sus pueblos nativos; es natural que allí tendrán el auxilio de sus familiares y dispondrán del tiempo necesario para orientarse y buscar nuevos recursos de lucha. Entiendo que, dada la gravedad del caso y del sentimiento tan noble que nos impulsa a presentar esta proposición ante vuestra soberanía, no habrá uno solo de vosotros que se niegue a darle su voto aprobatorio. Por tanto, termino pidiendo que, dando una muestra de altruísmo, tendáis la mano a los mexicanos expulsados de Estados Unidos, aprobando este decreto.

El C. secretario Gandarilla: En votación económica se pregunta a la Asamblea si dispensa los trámites a esta proposición.

El C. Manrique: Pido la palabra en contra de la dispensa de trámites.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: Compañero Espinosa, mi objeción es de orden constitucional y reglamentaria y tiene por objeto facilitar el logro del noble deseo del Compañero Espinosa. La objeción a la proposición del compañero Espinosa salta a la vista. Constitucionalmente, no puede la Cámara de Diputados ocuparse en este período de sesiones, sino del estudio de aquellos asuntos expresamente enumerados en la convocatoria. Creo que lo indicado para lograr que la proposición del compañero Espinosa

tenga éxito, sería el nombramiento de una comisión que se acercase al Ejecutivo -yo hablo en este momento sobre todo para el compañero Espinosa-, sea transladándose a Cuernavaca o telegrafiándole, el camino es secundario, pidiéndole que amplíe la convocatoria para la aprobación de este decreto. Logrado esto del Ejecutivo de la Unión, que creo no opondrá reparo para ello, no habrá obstáculo ninguno constitucional ni de otro orden, para la idea del compañero Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes:

Es por fortuna el compañero Aurelio Manrique el único impugnador de esta proposición, y no impugnador en el sentido de que no se apruebe esta cantidad, sino en el que se autorice, pero siguiendo otro camino.

Y me felicito de que sea Manrique el único impugnador, porque Manrique es en esta Cámara popular, de los diputados que sienten las necesidades de los de abajo y que tiene el orgullo de llamar a los que trabajan materialmente, a los hombres humildes del pueblo, sus compañeros y sus hermanos. Por esta consideración, yo estoy seguro de que Manrique en este caso hará a un lado sus escrúpulos legales que, como ya lo demostré, no tienen razón de ser.

Es cierto, ciudadanos representantes, que esta Cámara, de acuerdo con un precepto constitucional, no puede ocuparse de otros asuntos que aquellos para los cuales ha sido expresamente convocada; pero debe entenderse -sin hacer un esfuerzo de interpretación-, que el Código supremo se refiere a aquellos asuntos de carácter técnico y no a los que -como en el caso presente- son de un orden administrativo.

Aparte de esta consideración legal, que destruye por completo los escrúpulos del compañero Manrique, está la naturaleza misma del asunto: la prensa describe con rasgos verdaderamente angustiosos la situación de los compatriotas que se encuentran en Ciudad Juárez y en otras poblaciones de la frontera Norte; se dice que los mexicanos expulsados de los Estados Unidos están muriéndose de hambre; que se encuentran bajo la sombra bienhechora de los árboles o protegidos por las paredes de los edificios públicos; que las autoridades de aquellos pueblos hacen gestiones activísimas por aliviar esta situación desesperada de los tres mil compatriotas. Se anuncia que detrás de estos vendrán todavía, ¡quién sabe cuántos millares más! expulsados de los Estados Unidos porque no aceptan allá la competencia de los braceros mexicanos, pues que hay superabundancia de trabajadores y los americanos tienen que dar preferencia a los suyos, y de allí la necesidad de expulsar a los extranjeros.

Creo que ante una situación tan angustiosa, tan apremiante y urgente, no podremos nombrar una comisión que se acerque al Ejecutivo de la República a efecto de que amplíe la convocatoria; con esto se perdería un tiempo precioso que desvirtuaría en mucho la oportunidad con que debe darse este auxilio.

Soy de los que opinan que cuando debe hacerse una obra benéfica, vale más el tiempo en que se hace, la oportunidad con que se hace, que la magnitud de la cantidad con que se auxilia. El auxilio que pedimos es bien pequeño y misérrimo: se trata de la cantidad de cien mil pesos. Es natural que el presidente de la República, hombre magnánimo, no sólo no se opondrá a que vuestra soberanía vote esta cantidad, sino que la aprobará desde luego.

Termino repitiendo mi exhortación, y hago este último argumento para borrar hasta los escrúpulos más ligeros del compañero Manrique: esta Cámara ha sido convocada, no por una vez, sino por varias, para que resuelva puntos relativos a presupuestos, para ampliación de partidas y para aprobación de otras nuevas. Creo que si esto ha hecho ya vuestra soberanía, muy bien puede hacerlo en este caso sin convocatoria especial y sin violar la Constitución; pero antes que todo argumento legal, antes que todo escrúpulo de violar la ley, entiendo que está el anhelo de todos vosotros de acudir, en un gesto supremo de magnanimidad, al auxilio de los compatriotas que en la frontera Norte se están muriendo de hambre.

El C. Siurob: Pido la palabra.

El C. presidente: Ya se le ha concedido al ciudadano von Borstel.

El C. von Borstel: Compañero Espinosa:

Todos estamos con usted, de acuerdo con la proposición que ha formulado; pero usted mismo dice que se necesita ganar tiempo: ¿No cree que se va a perder más tiempo si el Ejecutivo, fundándose en la Constitución, nos objeta el decreto? ¿No cree también que la Cámara se pondría hasta cierto punto en ridículo si diera un decreto que no está facultada para dar?

El C. Espinosa Luis: Voy a contestar con todo gusto la interpelación del estimable compañero von Borstel, porque servirá para dos cosas: para borrar todo escrúpulo legal y para convencer a la Asamblea de que no hace mal al aprobar este proyecto.

El ciudadano presidente de la República, compañero, jamás hará lo que vuestra soberanía teme: el presidente de la República no puede, de ninguna manera, objetar el decreto que aprobemos, porque sabe que quitaría toda su fuerza a nuestro propósito; porque sabe que desvirtuaría la intención de esta Representación Popular; porque sabe que aplazando la aprobación de este decreto, no auxiliaría en tiempo oportuno a estos mexicanos que se encuentran en desgracia y que se están, como ya dije, muriendo de hambre. Esta es la palabra. Por lo demás ciudadanos representantes, el aspecto legal se reduce a un escrúpulo que en este caso no se justifica.

Si se tratara de legislar técnicamente; por ejemplo, si se tratara de la ley reglamentaria de algún artículo constitucional, entonces si cabrían estos escrúpulos; pero se trata de un simple decreto, de un acto administrativo de esta Cámara, que lo mismo podría hacerse en sesión secreta que en sesión pública. Y sobre estas consideraciones estás consideraciones está la del sentimiento, está la consideración capital de humanitarismo, que es la que nos mueve a pedir de vosotros que, sin escrúpulos de ninguna naturaleza, aprobéis el decreto mencionado, convencidos de que haréis una cosa buena, de que haréis un acto que aplaudirá todo el pueblo mexicano. Creo, compañero von Borstel, haber convencido con mi respuesta a vuestra señoría, de que ni violamos la ley, ni hacemos algo que pueda censurársenos,

sino todo lo contrario, que hacemos un acto de justicia.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Rodarte.

El C. Rodarte: Compañero Espinosa:

Yo también veo la gran nobleza de su proposición; pero voy a permitirme recordarle una cosa, y es esta: en el presupuesto de la Secretaría de Gobernación existe una partida de ochocientos mil pesos, la cual, durante las sesiones en que se estuvo discutiendo el presupuesto, fue aclarada por el propio Ministerio de Gobernación. Esa partida, que está destinada a gastos imprevistos, tiene el objeto de que en casos eventuales, en casos de incendios, desgracias en algún punto de la Nación, en algún puerto, en alguna zona fronteriza o en algún Estado que requiera un auxilio inmediato, esa partida reporte los gastos, sea la que sufra la erogación. En el caso presente, debo hacer mención al compañero Espinosa, de que el año pasado se dio este mismo caso, habiendo tenido el Ejecutivo necesidad de distribuir en el centro de la República a más de dos mil setecientos trabajadores que vinieron por Ciudad Juárez. Como para ese caso no fue necesario que la Cámara votara una cantidad nueva, creo que ya la Secretaría de Gobernación habrá dado los pasos consiguientes, o si el compañero Espinosa quiere, puede hacer gestiones ante dicha Secretaría o ante el mismo presidente de la República, para que la repatriación se haga a la mayor brevedad posible, sin necesidad de que la Cámara vote una nueva cantidad. Además, estoy enteramente de acuerdo con lo que dice el ciudadano Manrique: no tenemos necesidad de perder el tiempo en esto, y, por el contrario, me permito pedir al compañero Espinosa que modifique su proposición en el sentido de que esta Cámara tome participación directa en ayudar, haciendo instancias al Ejecutivo, para que esa labor se desarrolle cuanto antes.

El C. Espinosa Luis: Contesto al compañero Rodarte con todo gusto y empiezo por manifestarle que precisamente el criterio de su señoría es el mismo que el del compañero Gandarilla y el mío propio. No creamos partidas nuevas, lo único que hacemos es autorizar al Ejecutivo de la República para que disponga de esa cantidad, tomándola de la partida que guste. Así lo dice muy claramente la proposición:

"Único. Se autoriza al Ejecutivo de la República para que, con cargo a la partida que juzgue conveniente, disponga de la cantidad de cien mil pesos, la que destinará inmediatamente para transportar a sus hogares a los mexicanos expulsados de Estados Unidos, que se encuentran en la frontera Norte del país."

Con esto ve el apreciable compañero Rodarte que nosotros no creamos una partida nueva: sólo autorizamos al Ejecutivo para que emplee las ya existentes. Esto, en concreto, es lo mismo que si se acercara una comisión al Ejecutivo para pedirle que él dispusiera de esta cantidad. Lo único que sucede con el procedimiento aconsejado por nosotros, es que somos solidarios de este acto magnánimo, con el Ejecutivo de la República, y yo creo, ciudadanos representantes, que en este caso debe hacerse a un lado todo escrúpulo legal, ya que debe haber entre vosotros, como representantes del pueblo, la conciencia de que ejecutar actos de esta naturaleza, tan nobles, es uno de nuestro principales deberes.

Por tanto, yo os pido una vez más que, por patriotismo, por humanitarismo, tendáis vuestra mano a esos trabajadores en desgracia, acreedores a vuestra ayuda y a vuestro respeto, y que, sin más reparos, aprobéis desde luego esta proposición.

El C. Siurob: Pido la palabra.

El C. Manrique: Pido la palabra. (Murmullos.)

El C. Pérez Taylor: ¿Me permite la palabra el ciudadano Espinosa?

El C. Espinosa Luis: Con mucho gusto.

El C. Pérez Taylor: No cabe duda que la proposición de vuestra señoría es admirable. Vuestra señoría ha hecho un llamado al patriotismo de los representantes del pueblo y al gran cariño que todos nosotros debemos tener a las clases trabajadoras. Noble ideal es el principio y grande y profunda es la idea; pero yo digo al compañero Espinosa: ¿no sería mejor que, en lugar de sacar dinero de las arcas, ya que es público y notorio que el Estado pasa por una angustia económica, que los diputados cedamos una decena en honor de esos trabajadores? (Aplausos.) En nombre de ese patriotismo, en nombre de ese amor altamente desinteresado para las clases trabajadoras, tengamos un gesto nacional, cediendo nuestros trescientos treinta y tres pesos. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Siurob.

El C. Malváez: Moción de orden. Suplico al compañero Espinosa retire su proposición y se presente la del compañero Pérez Taylor, que todos aprobaremos unánimemente. (Aplausos.)

El C. Espinosa Luis: Voy a contestar la objeción que me hace el diputado Pérez Taylor. En primer lugar, manifiesto con toda franqueza y sin el deseo más mínimo de lastimar a ninguno de mis compañeros, que a la hora de hacer efectiva esta subscripción serían en realidad muy pocos los que cumplirían con el compromiso que aquí se aceptara. No se trata de dar una protección en forma de limosna... (Siseos en las galerías.) Precisamente la idea expuesta por el ciudadano Pérez Taylor fue la primera que nosotros concebimos, cuando tratamos de dar forma al proyecto de decreto que hemos presentado a la consideración de vuestra soberanía; pero tuvimos que abandonar esta idea, precisamente porque no la juzgamos práctica, porque conocemos demasiado la psicología de los ciudadanos representantes... (Siseos.) porque sabemos de antemano que a la hora de dar cada quien los trescientos treinta y tres pesos, tropezaremos con muchas dificultades, aun en el caso de que se obtuviera que todos los ciudadanos representantes dieran la parte que les correspondiera. En cambio, ciudadanos representantes, tiene esa forma algo denigrante.

El C. Guzmán Martín Luis, interrumpiendo: ¿Denigrante? (Voces: ¡Nada! ¡Nada!)

El C. Espinosa Luis, continuando: Sí, ciudadanos representantes; en mi concepto sí lo tiene...(Voces: ¡Uh! ¡Uh!) Siseos en las galerías.) porque viene a ser como una limosna que cada diputado da (Voces: ¡No! ¡No! ¡No! siseos en las

galerías.) Por lo demás, ciudadanos representantes, yo creo que la cantidad que en esta forma se recaudara, sería tan insignificante y se reuniría tan tardíamente, que no vendría a servir para el objeto que nos proponemos.

No hay, como erróneamente sostiene el ciudadano Pérez Taylor, motivos para creer que nosotros vengamos a mermar el tesoro nacional aprobando esta proposición. Y la razón, ciudadanos representantes, es clarísima, transparente: no creamos un gasto extraordinario; no hacemos pesar sobre el Erario un nuevo gasto: hay - si mal no recuerdo - alrededor de tres millones de pesos destinados, en las secretarías de Gobernación, y de Industria, Comercio y Trabajo, para remediar casos como el presente. De tal manera, ciudadanos representantes, que no tiene valor ese argumento y por tanto, no será bastante para hacernos retroceder.

Yo veo en algunos compañeros un deseo especial de singularizarse. Sea en buena hora, ciudadanos representantes. Los que no patrocinamos aquí intereses personales de ninguna naturaleza, no tenemos por qué oponernos a la forma que se quiera aceptar en estos momentos para llegar al fin propuesto por nosotros, que hemos tenido la intención más sana y el espíritu más puro al pedir un auxilio decoroso para nuestros compañeros en desgracia. La forma que a la postre acepte vuestra soberanía, no nos importa y nos tiene sin cuidado; sabemos que, en todo caso, la satisfacción será nuestra, ya que hemos sido nosotros los iniciadores de este proyecto. Esto por lo que hace a la consideración de algún amor propio de parte de los firmantes de la proposición, amor propio que no existe y que no podemos tener en este caso.

Como no nos impulsan, pues, sentimientos ni cálculos mezquinos para sostener nuestra proposición, aceptamos desde luego la forma que se quiera; pero al menos, el que habla manifiesta que no está dispuesto a retirar esta proposición para cambiarla por la que se ha sugerido, porque considera que la que sostiene es legal, correcta y justa.

Es más noble, es más sincero, hacer que la Representación Nacional, por medio de un decreto, sea quien oficialmente ayude a estos pobres trabajadores; en cambio, debo desde luego hacer esta objeción a la proposición del ciudadano Pérez Taylor, objeción juiciosa que, al ser pesada, hará que ni siquiera se traiga a esta tribuna. (Siseos en las galerías.)

El C. secretario Gandarilla: Se suplica respetuosamente a las galerías atiendan al orador; en la inteligencia de que la Secretaría, con todo respeto, hace de su conocimiento que hay otra iniciativa en que quedaran incluidos los concurrentes a las galerías que se muestran deseosos de contribuir a esta obra. (Voces: ¡Ah! ¡Ah!)

El C. Espinosa Luis: Considero injusta la fina ironía del compañero Gandarilla dirigida a las galerías. Yo, que he sufrido estas demostraciones, en esta tribuna, soporto con simpatía y resignación todas las muestras de desaprobación que me vengan de las galerías, sin que me sienta lastimado ni ofendido. Los ciudadanos asistentes a las galerías tienen derecho a compartir con nosotros, espiritualmente, en estos debates, y respeto, por lo tanto, sus manifestaciones, aun siendo en contra mía, aun siendo en contra de mis ideas. (Aplausos en las galerías.)

Decía, ciudadanos representantes, que la proposición del ciudadano Pérez Taylor ni siquiera puede tomarse en consideración. Y la razón es muy clara: ¿Qué tienen que ver con nuestros actos oficiales y con esta tribuna, los actos particulares de los ciudadanos representantes? Si vuestra soberanía está dispuesta a dar una cuota personal de vuestro propio bolsillo, para acudir al auxilio de esas víctimas, ¿a qué venir a exhibirse en esta tribuna en una forma indecorosa, en una forma que tengo derecho a considerar indecorosa, ampulosa... (Voces: ¿Por qué?) Porque los actos particulares se hacen privadamente y este sería un acto particular, puesto que se trata de aportar una contribución personal.

Con este procedimiento, que no tiene nada de oficial, que es completamente particular, no debe hacerse perder el tiempo a la Asamblea. En buena hora que si por egoísmo o por cualquier otro motivo no queréis aprobar esta proposición, que esta proposición -que es oficial- sea rechazada; pero no nos vengáis aquí con "camouflage", con posturas patrioteras que en el fondo no son sinceras, sino que son muy sospechosas. (Voces: ¡Uh! ¡Uh! Siseos. Aplausos.) Yo creo, ciudadano don Martín Luis Guzmán, que para disponer de vuestro propio dinero no tenéis necesidad de venir a decirlo a esta tribuna, ni mucho menos a tomar un acuerdo oficial, porque hacer tal cosa es un contrasentido y un disparate ante el criterio legal y constitucional.

Todos vosotros podéis hacer de vuestro dinero lo que os venga en gana; en lo particular podéis tender vuestra mano a los mexicanos que se encuentran en desgracia en la frontera, sin venir a asumir poses de magnánimos, de redentores; por eso precisamente abandonamos la idea del compañero Pérez Taylor que fue la primera que concebimos.

Yo también pensé, como él, que tal vez era más noble desprendernos de un puñado de dinero para darlo a esos pobres compañeros; pero comprendí que lo que se recaudara sería muy insignificante y muy tardío.

Por todas estas razones, es improcedente la proposición en la forma que quiere presentarse; la única correcta, la única legal, la única práctica, la que en realidad puede servir para remediar el mal en una forma apremiante, es la que hemos propuesto a vuestra soberanía.

Haced, en último caso, abstracción de las personas humildísimas que han tenido la osadía de traeros este decreto; pensad únicamente en el noble fin; pensad únicamente en la intención sana de nosotros, y pensad en que es una necesidad y un deber nuestro, como representantes del pueblo, acudir en auxilio de los hermanos en desgracia.

Por eso os pido que reflexionéis mucho antes de dar vuestro voto. Si os he demostrado que este decreto es procedente ante los términos legales, si os he convencido de que el humanitarismo más rudimentario nos obliga a obrar en la forma que os hemos indicado, no veo motivo para que esta proposición sea rechazada.

En cambio, sin lirismos, sin camouflages, sin poses especiales de hombres falsamente

magnánimos, haremos una obra práctica y eficaz si acordamos que se disponga del dinero de la Nación, lo que no será una carga, porque no se trata de partida nueva, sino de partida ya existente aprobada por vosotros cuando se hicieron los presupuestos.

Hay precisamente, para auxiliar a los trabajadores en estos casos, alrededor de tres millones de pesos, la mitad en la Secretaría de Gobernación y la otra mitad en la Secretaría de Industria y Comercio; lo único que hacemos es autorizar al Ejecutivo de la República para que proceda con más seguridad y confianza, sabiendo que la Cámara Popular, que los representantes del pueblo, lo respaldan de antemano.

Esto es todo lo que hemos venido a pedir a vuestra señoría. Por lo demás, los firmantes de está proposición, cualquiera que sea la suerte que ella siga, estamos sumamente satisfechos porque sinceramente, sin egoísmos mezquinos y sin ambiciones bastardas, hemos venido a hacer algo que hemos juzgado noble, humanitario y patriótico. (Siseos. murmullos.)

El C. Siurob: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Siurob.

El C. Siurob: Ciudadanos diputados:

Yo no vengo a tomar la palabra en pro ni en contra de esta proposición, por la sencilla razón de que yo estoy conforme en que se auxilie a los pobres, venga el dinero de donde viniere: de la Representación Nacional o de las cantidades que están consignadas en el Presupuesto de Egresos correspondiente a alguna o algunas de las secretarías de Estado. Mi objeto es más directamente encaminado a remediar el mal. Lo que estamos haciendo ahora no es sino remediar con una erogación del presupuesto nacional, los errores de nuestra política administrativa. En efecto, cada tres o cuatro meses, la prensa toda está dando cuenta de que vienen caravanas de trabajadores expulsados -fijáis bien, - expulsados del territorio de los Estados Unidos.

En nuestro país solamente se expulsa a un extranjero cuando es realmente pernicioso: allá se expulsa a un extranjero cuando se cree que perjudica a los nacionales porque falta el trabajo. Aparte del reproche, indudablemente, que tengo derecho a lanzar como mexicano a aquel país que, sin consideraciones de ninguna especie, después de que el trabajador le ha servido, lo expulsa en la indigencia más absoluta, como si fuera una alimaña, un ser nocivo, tan sólo porque tuvo la desgracia de ir a trabajar en el país vecino; ( Aplausos) aparte de eso - que habla muy poco en favor de la alta cultura de que se precia el país situado más allá de nuestra frontera, del que esperamos en el porvenir, siquiera por humanidad, mayor intercambio de verdaderas relaciones, ya no políticas, ya no diplomáticas, sino siquiera humanas-, es necesario que nosotros mismos, con los medios de que disponemos, hagamos que se impida que estos grupos enormes de nuestros hombres de trabajo, después de ir en busca de un bienestar que creen seguro en el país vecino, regresen a territorio nacional en la forma desastrosa en que regresa hoy esta caravana de carne doliente, entre la que vienen treinta y tantos candidatos para el manicomio. ¿Cómo puede evitarse esto? La cuestión es sencilla: la misma Constitución lo establece en su artículo 123, en el que dice que deberán ser revisados los contratos que hagan los ciudadanos mexicanos para trabajar fuera del país, de manera de que queden perfectamente garantizados los trabajadores y seguros de volver al país cuando hayan terminado sus trabajos.

Hasta hoy la Secretaría de Industria y Comercio no ha cumplido de una manera completa y absoluta con esta labor que le encomienda el citado artículo constitucional; y no se puede poner como pretexto el hecho de que no hay Ley Reglamentaria del Artículo 123, porque este propio artículo establece que sus principios esenciales estarán vigentes mientras no se dicte la ley reglamentaria. Por eso es que no aspiro solamente a que en estos momentos remediemos con cualquier procedimiento, por el primero que se juzgue legal, por el que se crea más oportuno, el hecho de que los trabajadores mexicanos vuelvan convertidos en harapos humanos a nuestro país, después de haber ido a prestar sus servicios al país vecino; sino que es preciso que hagamos que esto concluya, es preciso que de una vez se den cuenta los secretarios de Estado de que esta es la verdadera labor que el pueblo tiene derecho a exigir de ellos. No sólo: en cualquier otro país del mundo, este incidente ocasionaría una interpelación al señor secretario de Industria y Comercio, para que dijera hasta cuándo habría de llegar el momento en que el Gobierno impidiera hechos tan lamentables como los que presenciamos en este momento.

No sólo; sino que si yo encontrara eco de parte de la mayoría - no lo hago, porque sé que la mayoría.... pues estoy seguro de que, por tratarse de un secretario de Estado, no estaría quizás dispuesta a secundarme; (voces: ¡Sí!) una mayoría que tiende a mantener incólume no sólo el prestigio, sino hasta la sombra de respetabilidad de los secretarios de Estado, es muy natural que se opusiera a una iniciativa mía interpelando al secretario de Industria y Comercio para que nos dijera hasta cuándo va a terminar este clase de caravanas lamentables que nos llegan del país vecino después de haber salido del nuestro -; si encontrara yo eco en esta mayoría, como vengo diciendo, interpelaría al ciudadano secretario de Industria y Comercio para que nos dijera qué medidas va a tomar a efecto de que no volvamos a tener este espectáculo deprimente de nuestra nacionalidad. ¿Qué, creéis que no es lamentable para nosotros, que no viene a dar un golpe a la altivez de llamarse mexicano, el hecho de saber que del país vecino es arrojado como una oleada de ignominia, un grupo de hombres que no tiene más crimen que ser del ejército del pan? (Aplausos. Murmullos.) Yo suplico a los señores representantes, precisamente a los que forman esta mayoría, la única que puede dar validez a mi iniciativa, que manifiesten claramente si están dispuestos a apoyar esta iniciativa, para hacerla; si no, para no perder el tiempo. (Voces: ¡Si! ¡Sí!) Perfectamente, señores representantes. (Aplausos) Entonces no quiero quitar más el tiempo a vuestras señorías; quería provocar este sentimiento y saber si la mayoría estaría de acuerdo con esta iniciativa. Me retiro de esta tribuna

lamentando, por hoy, que la falta de previsión de nuestro propio Gobierno, falta de previsión que disculpo pero que, sin embargo, no puedo dejar desapercibida, sea la causa de que salga del Tesoro público el dinero que con tanto trabajo suda el pueblo para socorrer a ese propio pueblo, pero que no había necesidad de que eso sucediera si la previsión de nuestros gobiernos estuviera a la altura en que está en todos los países del mundo. Me retiro, pues, de esta tribuna, para hacer la proposición de que se interpele al señor secretario de Industria y Comercio, a fin de que nos diga qué providencias está dispuesto a tomar para remediar en el futuro hechos como el que venimos lamentando.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gandarilla.

El C. Gandarilla: Debo comenzar por felicitar calurosamente a mi amigo y compañero el doctor Siurob, y quitarle la mala impresión que tiene sobre que la mayoría se opondrá en alguna forma a exigir responsabilidades a quienes las tienen. Compañero Siurob: estoy seguro de que todos los diputados votarán con usted, apoyando esa iniciativa, para que se siente un precedente, de modo y manera que en lo sucesivo los secretarios de Estado sean responsables de las verdaderas catástrofes nacionales, como yo llamo a éste. (Aplausos) En el "Universal Gráfico" de la tarde, se lee lo siguiente:

"La situación de nuestros compatriotas en los Estados Unidos, ha llegado a un límite frontero de la catástrofe. Hoy mismo informamos de la expulsión de tres mil braceros mexicanos, para quienes "no ha habido lugar" en el vecino país; la mayor parte de ellos regresa a la patria en estado famélico y tan miserables de espíritu como de cuerpo, que nada menos que trece miembros de la desgarradora caravana han muerto.... ¡de hambre! Y esto ha ocurrido en este país, al que por una ironía que adquiere la corrosividad del agua fuerte, se le apoda " uno de los más ricos de la tierra", más que Bagdag, mucho más que Klondyke, cuando en realidad estamos a punto de ofrecer el mismo espectáculo del Volgo y Palestina, convertidos hoy en panteones de vivos, donde la muerte resulta un placer y la vida es una inmensa tortura.

"Es llegado, pues, el momento de desarrollar una acción colectiva, demandada con tanta urgencia, que, si no se inicia desde luego, corremos el peligro de convertirla en inútil. Demandamos, desde luego, la cooperación de la prensa, especialmente la de los Estados. Es urgentísimo abrir una campaña formal para evitar que compatriotas nuestros sigan siendo engañados por los enganchadores e inicien un éxodo, que no hará sino renovar el doloroso espectáculo que estamos presenciando."

Pues bien, ciudadanos representantes; además de los tres mil braceros mexicanos que ya han sido arrojados como "no deseables" de Estados Unidos y que se encuentran a estas horas en terrenos de su patria, miles y miles de compatriotas van a ser expulsados de la Unión Americana por la razón suprema de que "van a quitar el jornal a los yanquis"; y así , señores, ante la verdad despiadada y dura de los hechos, el compañero Espinosa y el que habla hemos presentado una proposición, y no se encastillan ni Espinosa ni Gandarilla en que esa proposición tenga esta forma. En buena hora; como va a ver la Asamblea, el ciudadano Espinosa ha modificado esa proposición. Lo que nosotros queríamos era, ciudadanos representantes, que se hiciese un movimiento en esta Asamblea, pero un movimiento sincero, de humanitarismo para aquellos hombres, a los cuales aquí, indudablemente, hay diputados que representan; queríamos que viniera este movimiento, para que el Ejecutivo de la Unión, tal vez, compañero Manrique, sin tener en cuenta esta iniciativa nuestra, viera él de dónde, de qué partida de gastos extraordinarios, determinara esa suma que debería servir para aquellos necesitados. Y yo, señores representantes, pregunto a los miembros de este Parlamento: ¿es posible, es justo, es lógico, como lo dijera aquí el ciudadano Soto y Gama en una ocasión, es justo que ante la ley imperiosa de la necesidad, puedan imponerse los intríngulis, los resquicios de la ley escrita? Evidentemente que no. En Ciudad Júarez, en Chihuahua, en esas llanuras desoladas, hay muchos compañeros que se están muriendo de hambre, y si algunos de ustedes, como yo lo han sentido, saben lo que es esa situación, tienen hambre, claro que no votarán en contra de la proposición, que enseguida vamos a presentar. En buena hora que el honorable compañero "el clásico" Rafael Pérez Taylor, con un ademán que yo aplaudo, porque es gallardo, diga que todos los ciudadanos representantes den trescientos treinta y tres pesos de una decena, y yo estaré con Pérez Taylor; si él da esa decena, también la daré yo, y si él no la da, yo siempre la daré, compañero Pérez Taylor. Pero no es justo, compañeros representantes, que se hagan largos debates al margen de esta iniciativa, que yo justifico como noble. El compañero Pérez Taylor cuenta con la ayuda y con la amistad personal de muchos de nosotros para recolectar fondos entre todos los compañeros, y no necesita presentar esta iniciativa, a la que le da carácter de ley. No puede, conforme a la ley, hacerse esto, pero sí puede él y así lo haremos, recabar dinero entre todos los compañeros, especialmente entre los compañeros Martín Luis Guzmán y Malváez, que tan entusiastas han estado para señalar la cantidad con que se ha de correr a nuestros hermanos los trabajadores, y creo que tanto el señor Martín Luis Guzmán como el señor Malváez, acudirán a nuestro llamado con grandes sumas.... - El C. Guzmán Martín Luis, interrumpiendo:

¿Me permite, compañero? Las columnas de "El Mundo", compañero Gandarilla, están a su disposición para que se abra una colecta. Creo que la cantidad que podamos dar será muy insignificante en comparación con la que podamos obtener del país entero, si lo hacemos con absoluta sinceridad y honradez. (Aplausos)

El C. Gandarilla: Ya veis, pues, compañeros, cómo el pequeño dardo que lancé al corazón del compañero Martín Luis Guzmán ha tenido efecto; dice que "El Mundo" estará a nuestra disposición para hacer nuestra colecta...

. - El C. Altamirano Manlido Fabio: ¿Cuál Mundo? (Risas)

El C. Gandarilla, continuando: El que se edita en la calle de Rosales, compañero Manlio Fabio Altamirano. En consecuencia, haremos uso del ofrecimiento de "El Mundo", y también pediremos

con todo entusiasmo que los compañeros Malváez y Martín Luis Guzmán encabecen esta subscripción, con la mayor cantidad que puedan, ya que tienen mucho dinero. (Risas.) Pero dejémonos de debates personalistas; vamos a ver cuánto puede reunir esa comisión; pero yo, entre tanto, pido a la Cámara que, puesto que la necesidad es imperiosa, puesto que muchos compatriotas nuestros necesitan comer hoy, tal vez mañana ya no, ¡porque muchos habrán muerto! yo pido que se apruebe la proposición que enseguida voy a leer, ya que pidamos permiso a la Asamblea para retirar la anterior proposición.

El C. secretario Gandarilla: Los miembros de esta Asamblea que firmaron la proposición anterior, respetuosamente piden permiso para retirar la que formularon. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Retirada.

Se presenta la siguiente: "Acuerdo económico: Único. Nómbrese una comisión que se acerque al ciudadano presidente de la República y le haga conocer el deseo de esta Representación Nacional, de que disponga de la cantidad que juzgue conveniente, tomándola de las partidas ya presupuestadas, para auxiliar a los trabajadores mexicanos expulsados de Estados Unidos que se encuentran en el norte del país.- L. Espinosa.- E. Gandarilla".

El C. Gandarilla: Ya ve, pues, el compañero Pérez Taylor, que lo que nosotros queríamos, como no somos potentados, como no disponemos en nuestro bolsillo la cantidad que debe girarse inmediatamente, que sea el Ejecutivo, por conducto de la Secretaría de Hacienda, ya que la Secretaría de Hacienda sí tiene dinero, el que inmediatamente gire las cantidades necesarias para mitigar oportunamente el hambre de aquellos que la tienen, compañero Pérez Taylor. Y yo, compañero Pérez Taylor, que dije que aplaudía esa actitud gallarda; yo, compañero Pérez Taylor, digo con usted que tenemos la obligación los diputados de ir voluntariamente a esa subscripción; no necesitamos, compañeros el hecho vergonzoso de que un decreto nos obligare a que cumplamos con nuestro deber; los que sepan cumplir, vendrán voluntariamente a nosotros, compañero Pérez Taylor. (Aplausos.)

El C. secretario Gandarilla: En votación económica, la Presidencia consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites a la iniciativa que hemos presentado. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen atacarla, sírvanse pasar a inscribirse. Pide la palabra en contra de la iniciativa el ciudadano Pérez Taylor.(Siseos.) - El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Pérez Taylor. (Siseos.) - El C. Pérez Taylor: Señores diputados: No cabe duda que poco a poco me voy haciendo al ambiente parlamentario. Hace escasamente quince minutos corrían las manecillas del reloj y las galerías entusiastas prodigábanme una ovación, cuando yo solicitaba de esta Asamblea que cada uno de los diputados entregaran una decena de sus dietas para auxiliar a los trabajadores que se encuentran en mala situación en la frontera. Y han pasado, han transcurrido los quince minutos, y ahora esas mismas galerías me sisean, me abuchean, y no encuentro francamente el momento psicológico de ellas. Pero es que las multitudes son así; las multitudes, casi, como lo dice su nombre, son completamente femeninas (Siseos) y variables; (Siseos. silbidos) y hoy aplauden lo que ayer sisearon y luego sisean lo que antes aplaudieron. Pero no me interesa a mí la actitud de las galerías, que no serán las que vengan a aprobar mi proyecto, sino la actitud de los ciudadanos diputados, que serán ellos los que tendrán que dar de su bolsillo la cantidad indicada. Cuando yo oigo hablar al compañero Luis Espinosa, orador gárrulo y representado en el diccionario con el nombre de (Chachalaca" Risas. Aplausos.) recuerdo con entusiasmo una comedia de Aristófanes, que se llama " Los caballeros". En esa comedia cuando ya Atenas se encontraba en pleno desprestigio, cuando Pericles había desaparecido del Agora, cuando el número dominaba la inteligencia, como sucede con las multitudes, hay una escena maravillosa en que Cleón, zurcidor de pieles, sostiene un diálogo con el famoso orador Demóstenes. Y Demóstenes le decía a Cleón:

-Tú llegarás a ser un gran hombre.

-¡Pero cómo!

-Tú llegarás a dominar a Atenas.

-¡Pero si apenas sé escribir!

-¡Si eso es lo que necesitas!

-¡Pero es que apenas si sé hablar!

-¡Ojalá y no supieras hablar, así dominarías más a Atenas!

Cuando el zurcidor de pieles se encuentra con su contrincante, el que quería gobernar a Atenas, hay una lucha formidable de palabrería, que es un verdadero chorro de adjetivos: Cleón insulta a su contrincante, lo llena de lodo, de inmundicia. Su contrincante también insulta al otro y llega un momento, llega un momento psicológico, en que todos los atenienses se tapan los oídos y echan a correr. Sólo Demóstenes se queda en su lugar diciendo: no cabe duda que para dominar a Atenas se necesita un Cleón zurcidor de pieles que sepa gritar mucho, que sepa gritar sin saber el fondo de lo que dice y que sepa hablar, hablar y más hablar, hablar siempre como catarata interminable de palabras, y entonces ese sí verdaderamente será quien pueda dominar a Atenas. (Aplausos. Siseos. Murmullos.) Mi proposición en el fondo, señores diputados, quizá no haya sido comprendido el fondo que tiene, el altísimo fondo; porque en la apariencia, claro, como lo dice el ciudadano diputado Luis Espinosa, orador gárrulo por excelencia, es un camouflage, es una pose, es un pretexto para arrancar las ovaciones, que después las lanzas se truecan en cañas. Los aplausos se trocaron en siseos. ¿Qué objeto persigue Pérez Taylor con esa proposición? Esa no es más que pose. Eso es dentro del terreno oratorio, gárrulo y chachalaquero del señor Luis Espinosa; (Murmullos.) pero en el fondo es un acto completamente desinteresado. Claro que para el mayor éxito de mi proposición debería de tener ataques; eso me llena de gloria, me llena de entusiasmo; si esta proposición hubiera entrado suave y delicadamente, como corre el remanso de un río, pues hubiera permanecido triste en mi curul; pero ha sido atacada y eso me levanta, eso me excita, eso me impulsa a decirle al compañero Luis Espinosa, que ya es

tiempo - cuando se vienen a hacer en esta tribuna proposiciones para beneficiar al pueblo, al pueblo que se muere de hambre, al pueblo trabajador, que está lleno de angustias, al pueblo trabajador que tiene sus fauces llenas de sed allá en los arenales del Norte -, de que el de la palabra dé también el ejemplo, que no haga caravanas con el sombrero del Estado, sino que haga caravanas con el sombrero propio. (Aplausos.) No cabe duda, señores diputados, y digo esto con criterio periodístico... - El C. Puig y Casauranc José Manuel, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación su señoría?

El C. Pérez Taylor, continuando: No, compañero; perdone su señoría. Francamente le diré yo al compañero Luis Espinosa, con criterio de periodista, el run - run de lo que dice el pueblo, lo que se encuentra en las columnas de los periódicos de oposición: "los ciudadanos diputados son unos verdaderos faraones, viven admirablemente con sus mil pesos mensuales". ( Murmullos.) ¡Claro, queridísimo doctor! Yo no tengo profesión, yo lo he dicho infinidad de veces aquí en esta tribuna: yo soy un bohemio que ni siquiera vive ahora del trabajo periodístico, supuesto que como su señoría sabe, ya no escribo una palabra en "El Universal", salvo ciertas croniquillas ligeras en "El Universal Taurino", sobre cuestiones de tauromaquia. (Murmullos.) Pero eso es tan ínfimo, pues su señoría sabe cómo se paga esa clase de colaboración, que mi gesto es por eso más noble, que yo me quito lo que no entra ya, porque muchos de los ciudadanos diputados son profesionistas, son doctores, abogados, en fin, tienen sus negocios, y yo no tengo absolutamente lo que se llama una segunda entrada. Por eso me llama la atención que el compañero Luis Espinosa diga que es camouflage, que es pose. Pero, ¿cómo va a ser pose, y como va a ser camouflage, cuando un individuo se saca práctica, física y materialmente del bolsillo trescientos treinta y tres pesos treinta y tres centavos para dárselos a los compañeros obreros? ¿Hay ahí camouflage? ¿Puede existir pose? no, la pose y el camouflage es del compañero gárrulo que viene aquí a hacer esta proposición. ¿Para qué? Para que el Estado dé los cien mil pesos y luego el Estado, que nunca pierde, ¿qué es lo que hace para poder rehacerse de esta cantidad? Aumentar los impuestos, aumentar las contribuciones y las gabelas y a la larga el Estado, con perjuicio del pueblo, del sudor y del trabajo del pueblo, se ha vuelto a rehacer sencilla y financieramente del dinero que ha dado de una manera extraordinaria por decreto de esta Cámara, para los obreros que actualmente pasan por situación afligida en el Norte de la República. Así pues, señores diputados, yo os lo digo con toda sinceridad: rechazad esta proposición y aprobad la que he propuesto. Esta proposición viene a decirle elocuentemente al pueblo, con elocuencia, no de palabras, no de frases hechas, no de oratoria brillante, sino con elocuencia de acción: la acción vale cien mil veces más que cualquiera palabra digna que hubiera surgido. ¿En dónde está la miel divina del Himeto? Vamos a bajar por un momento del Parnaso y vamos a trasladarnos a las llanuras de Chihuahua, y demos los trescientos treinta y tres pesos, y de esta manera le decimos al pueblo con gran elocuencia: "Tú, que nos has designado; Tú, que nos has dado el nombramiento de tus representantes, sabe que estamos perfectamente identificados con tu dolor; no vamos a aliviar tus sufrimientos con la panza, con la ubre de las arcas de la Tesorería nacional; yo voy a sufrir contigo, voy a tener en mi hogar ciertas privaciones, ciertas pequeñas cosillas que puedo deshacerme de ellas en el momento; toma este dinero, es tuyo, y no porque sea pose ni camouflage, sino sencillamente estoy identificado contigo, con el sentir del corazón del pueblo". Y entonces, cuando hagamos aquí actos heroicos, cuando aprobemos aquí proyectos de ley benéficos para el país, el pueblo nos creerá, nos creerá sencilla y definitivamente, porque nosotros hemos tenido un gesto nacionalista al sacrificar nuestro egoísmo en pro del sufrimiento del trabajador mexicano. (Aplausos. Siseos.)

El C. Gandarilla: Sólo dos palabras quiero decir a la Asamblea, ya que hay que tratar asuntos trascendentales. Lamento, compañero Pérez Taylor, sinceramente, que la única vez quizá, óigalo usted bien, en que yo he dado un entusiasta abrazo al compañero Espinosa, por su gesto y porque ha traído la ocurrencia de ocuparse de estas cosas útiles para nuestros semejantes, se le venga a llamar aquí chachalaca, haciendo poco honor a nuestra seriedad. Yo, compañero Pérez Taylor, recojo su frase. "Aquí debemos obrar siempre teniendo el lema: "La acción vale cien mil veces más que las palabras". La proposición que hemos presentado, está en la conciencia de todos los representantes, que puede llevar inmediatamente el auxilio que necesitan aquellos a quienes se lo vamos a enviar de esta manera indirecta, pero rápida. Yo, compañero Pérez Taylor, no creo que usted ni muchos de nosotros, que con usted vamos a trabajar en esa subscripción, nos neguemos a contribuir con dinero. Queda usted desde luego satisfecho, y la obra de usted, que es la recolección de fondos, será después de esto, subsidiaria a esto, complementaria, si usted quiere, a esto. En consecuencia, yo quiero pedir a la honorable Asamblea que apruebe esta proposición y que después sigamos trabajando en la forma que indica el señor Pérez Taylor; y debo aquí recordar para terminar, compañero Pérez Taylor, que usted sabe perfectamente bien, como lo sabe el compañero Manrique y como lo saben todos, que en esta sesión se iba a tratar de otros asuntos, esos asuntos, a los que se les ha dado en llamar "debates políticos". Debe usted felicitarse, compañero Pérez Taylor, de que precediendo a ese debate venga esta proposición, que no tiene que ver absolutamente nada con la política. Su señoría, tal vez lo sabe, compañero Pérez Taylor, se ha ido hace un momento por el Parnaso, como tiene la costumbre de hacerlo, cuando ya está cansado de esta prosaica vida, y allá en el Parnaso piensa usted que es más hermoso hacer lirismos, que hacer obra de acción, no obstante lo que usted ha venido hace unos momentos a significar con su refrán. Yo pido, pues, a esta honorable Asamblea, que apruebe esta proposición por unanimidad y que después se proceda como se quiera; pero lo importante es que coman aquellos

que no pueden, desgraciadamente, comer como todos vosotros. (Aplausos.)

El C. secretario Gandarilla: Habiendo hablado los oradores inscriptos, en votación económica se consulta a la Asamblea si el asunto está suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Suficientemente discutido. Se va a proceder a recoger la votación económica. Se consulta a la Asamblea en votación económica, si aprueba la proposición. Los ciudadanos diputados que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada. (Aplausos.)

El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente.

El C. Gandarilla: Se va a designar la comisión que se acercará al Ejecutivo a comunicar el acuerdo de la Cámara.

El C. Siurob: Para suplicar a usted me diga si en seguida entrará la proposición que tuve el honor de enunciar a la Asamblea, puesto que es complementaria de este asunto. Tengo derecho.

El C. presidente: Con gusto, compañero.

El C. secretario Gandarilla: Se nombra la siguiente comisión, para que comunique el acuerdo de esta Asamblea al Ejecutivo: ciudadanos diputados Espinosa Luis, Robledo González y González, Rodarte Fernando, Romero Ismael y secretario, el que habla.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa, para rectificar un hecho.

El C. Espinosa Luis: (Siseos. Murmullos.) Ruego vuestra atención, en la inteligencia de que voy a ser muy breve. Toda la Asamblea sabe que no he sido, en todas las legislaturas a las que he tenido el honor de pertenecer, otra cosa que un hombre de trabajo y combate. Jamás he tenido la inútil pretensión de considerarme un orador, ni mucho menos un orador atilado. Soy el primero en reconocer, ciudadanos diputados, que en esta tribuna no sólo cometo faltas de sintaxis, ofendiendo a la gramática, sino que hago uso de figuras y de un lenguaje, si se quiere, muy descuidado, muy particular y muy mío; pero, ciudadanos representantes, yo no tengo, en mi concepto, para ser diputado, el deber de ser a fuerza un profesionista y un académico de la palabra. En buena hora, ciudadanos representantes, que los que, como Pérez Taylor, tienen la presunción de que van del brazo con Demóstenes y tienen todos los refinamientos del Ática, se crean con derecho para inculpar a un modesto representante que apenas si sabe exponer sus ideas con dificultad. Si no he tenido, pues, esta pretensión, ni es requisito indispensable, conforme a la Ley Electoral ni a la Constitución de la República, ser un orador de profesión para ser diputado, entiendo, ciudadanos, representantes, que son injustos los ataques que me lanza el ciudadano diputado Pérez Taylor.

Por lo demás, señores, yo no soy más que el reflejo de los ciudadanos de mi distrito, que me han hecho el honor de ratificarme su confianza y mandarme a esta Representación Nacional para que los represente y defienda sus intereses.

Es natural, ciudadanos representantes, que estos hombres honrados se han fijado en mí, no porque sea un orador de grandes vuelos, sino porque saben que desde muy pequeño, desde mi infancia, he convivido la vida de los humildes, que he sido un modestísimo, pero muy esforzado defensor de los intereses del proletario, de todas las clases humildes que trabajan, de todas las clases que hacen patria.

Probablemente, ciudadanos representantes, a esto se deba a que yo me encuentre en esta Representación Nacional. Además, debo hacer al compañero Pérez Taylor y a la Asamblea esta aclaración: yo no he tenido nunca pretensión de venir a la Cámara porque me crea un orador, ni mucho menos un gran orador; he venido por esto: porque el puesto de diputado, la función de diputado me permite servir a los míos, a mis amigos, a mis paisanos, a mis correligionarios, que para mí es la satisfacción más alta a la que puedo aspirar; y así como trabajo por ayudar a los ciudadanos de mi distrito, colaboro cuando, como en el caso presente, creo que es necesario hacer algo por los compañeros de la República que se encuentran en situación angustiosa. A esto se reduce, ciudadanos representantes, mi función modestísima de diputado; pero bienintencionada y absolutamente honrada, como lo he probado a través de tres legislaturas consecutivas.

Nunca, puede estar segura la Asamblea, he engañado a mi pueblo ni a mis representados; en mi programa de postulación, jamás, me he exhibido en un retrato de cuerpo entero y con un letrero enorme, tan grande como el retrato, diciendo: éste si hablará en la Cámara, como decía el programa de Pérez Taylor; (Murmullos. Risas.) y mucho menos, ciudadano Pérez Taylor, he tenido la pretensión de garantizar que hablaré bien; yo he asegurado que trabajaré bien y que defenderé con todo entusiasmo y dignidad, los intereses de mis representados.

En cambio, vuestra señoría, tontamente, sí lo ha hecho, y ya hemos visto que mal lo ha hecho, qué mal ha hablado. Ya el compañero Luis Morones se lo hizo notar al principio de las labores de esta Cámara en que vuestra señoría vino con arrestos que le restó muy pronto la hostilidad de la Cámara, que conoce demasiado a vuestra señoría.....

El C. Pérez Taylor, interrumpiendo: ¡Ya me estoy entrenando!

El C. Espinosa Luis, continuando: Demasiado entrenado estáis; ya estáis gastado; estáis demasiado conocido..... (Voces: ¡Ya! ¡Ya!) Voy a terminar, ciudadanos representantes, con un cuento brevísimo. (Voces: ¡No! ¡No!) Es sugestivo. Va de cuento, ciudadanos representantes.(Siseos. Voces: ¡Ya no!) El Creador de todo lo que existe convocó a los animales a un concurso para conocer..... (Siseos. Murmullos.) para conocer cuál hablaba mejor. Las aves canoras lanzaron sus voces melodiosas.... (Siseos. Murmullos.) Es inútil que pretendáis interrumpirme, ciudadanos representantes: yo os ruego corrección, corrección que siempre he tenido para todos vosotros. Voy a ser muy breve. (Siseos. Murmullos.) Las aves canoras dejaron oír su melodioso canto; los demás animales hablaron en la forma que pudieron, y a la hora en que el jurado tuvo que fallar, dio el premio al asno, con protesta general de las aves que cantaban muy bien de los animales que no hablaban mal; pero el presidente del concurso, obligado a fundar su dictamen, dijo de esta manera: las chachalacas han hablado mucho; los cenzontles y demás aves han cantado bien;

pero tanto estas aves como las chachalacas, no han hecho más que hablar y cantar; en cambio, el asno, ha cantado, se ha acompañado, ha bailado y ha hecho otras cosas que, por respeto a vuestra soberanía, me callo. Por esa razón le tocó el primer premio al asno. (Risas. Aplausos. Siseos.)

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"Honorable Asamblea:

"Los que subscriben, diputados en ejercicio, considerando que se repiten con demasiada frecuencia las expulsiones de trabajadores mexicanos del país vecino, y creyendo que ya es tiempo de que se tomen las medidas más enérgicas para evitar que estos hechos se repitan, nos permitimos proponer que, con dispensa de todo trámite, sea sometida a la Asamblea la siguiente proposición:

"Única. Interpélese al señor secretario de Industria y Comercio para que haga del conocimiento de la Representación Nacional, qué medidas se han tomado para evitar que en el futuro los trabajadores mexicanos sean arrojados al país sin elementos de vida y sin lo necesario para reintegrarse a sus domicilios."

"Salón de Sesiones, marzo 22 de 1923.- J. Siurob.- C. Villanueva Garza.- S. Franco Urías.- Porfirio del Castillo.- R. Pérez de León.- Salvador Murguía.- Enrique Parra.- Marcos Esmerio.- M. F. Altamirano.- E. Gandarilla."

En votación económica se pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra en contra, tengan la bondad de inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta a la Asamblea si se aprueba la proposición. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Aprobada la proposición. Se va a proceder a nombrar la comisión a que se refiere el acuerdo anterior. Se nombra en comisión los siguientes ciudadanos diputados: Siurob, Franco Urías, Del Castillo, Pérez de León, Parra y secretario Esparza Martínez. No encontrándose en el salón el ciudadano Esparza Martínez, se nombra al ciudadano secretario Samayoa.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Poder Ejecutivo Federal.- México.- Estados Unidos Mexicanos.- Secretaría de Gobernación.- Departamento de Justicia.- Número 4,344 anexo.

"A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presente.

"El ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, en oficio número 2,516, de fecha 20 del actual, me dice lo siguiente:

"Debidamente autorizada por el señor presidente de la República y por el señor secretario Hacienda, tengo la honra de enviar a usted adjunta, iniciativa de ley para la Cámara de Diputados, solicitando la ampliación de diversas partidas del presupuesto de Agricultura y Fomento, indispensables para que esta Secretaría pueda continuar desarrollando sus labores. He de merecer a usted tenga a bien remitirla con carácter urgente a la Cámara de Diputados, a fin de que se someta a la consideración de la misma a la mayor brevedad posible. "Lo que tengo la honra de transcribir a ustedes para su conocimiento y efectos constitucionales correspondientes, acompañándoles la expresada iniciativa a fin de que se sirvan dar cuenta a esa H. Cámara con la urgencia que el caso acredita.

"Reitero a ustedes mi atenta consideración.- Sufragio Efectivo. No Reelección.- México, 20 de marzo de 1923.- El subsecretario, Gilberto Valenzuela."- Recibo, y a la 2a. Comisión de Hacienda.

Telegrama procedente de "Guadalajara, Jalisco, 17 de marzo de 1923.

"Presidente del Congreso de la Unión.

"Hoy digo al ciudadano presidente de la República lo que sigue: Prensa metropolitana impúsome con satisfacción iniciativa enviada por usted Congreso efecto retírese varios gobiernos República autorización sostenimiento milicias. Sin esperar cuál sea acogida dispense Poder Legislativo proyecto refiérome estimándolo altamente oportuno y bien fundado, cesé hoy cuerpo rurales esta Entidad. Apresúrome comunicarlo usted. Atentamente.- El gobernador constitucional, J. G. Zuno."- De enterado.

"México, D. F. a 19 de marzo de 1923.

"Señor presidente de la Asamblea del Congreso de la Unión.- Presente.

"Con motivo del fallecimiento de mi señora madre, mi salud se ha resentido, razón por la cual me será imposible concurrir a las sesiones que está celebrando esa H. Cámara; en tal concepto, ruego a usted y a la H. Asamblea se sirvan concederme diez días de licencia a contar desde hoy.- Respetuosamente.- Celso Ruiz."

En votación económica se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Se dispensan los trámites. Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra ni en pro ni en contra, en votación económica se consulta a la Asamblea si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Concedida. Comuníquese.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"2a. Comisión de Hacienda.

"H. Asamblea:

"A esta 2a. Comisión de Hacienda fue remitida con fecha 6 de marzo del presente año, una iniciativa comprendiendo varias ampliaciones al Presupuesto de Egresos en las partidas relativas a Correos, Telégrafos y Territorio de la Baja California; y a reserva de presentar en breve el dictamen

respectivo sobre Correos y Telégrafos que estamos estudiando, por el momento creemos procedentes solamente las ampliaciones relativas a los egresos para el citado Territorio de California, que comprenden:

"I. La partida 88 bis de la Sección 2a. del presupuesto del Distrito Norte de la Baja California, consistente en la autorización de la cantidad de ochocientos mil pesos, para la construcción del ferrocarril que unirá a Mexicali con el puerto de San Felipe en le Golfo de California. Conceptuamos procedente dicha partida, por ser fundadas las razones que expone la iniciativa, la que estima que la construcción de dicha vía férrea redundaría incuestionablemente en beneficio del progreso comercial del Territorio; facilitaría las relaciones de aquella lejana porción de la República con el resto del país, y principalmente, por los informes oficiales que posteriormente se nos proporcionaron, la autorización de esta partida no implica en realidad un gravamen para la Nación, porque el Gobierno de la Baja California ha logrado economizar la cantidad aproximada de quinientos mil pesos, los que sumados a las economías que se espera seguir obteniendo, serán suficientes para que con los fondos propios de dicho Territorio se cubran los gastos que exija la construcción del ferrocarril mencionado, y

"II. Se pide también la adición del Presupuesto de Egresos de la municipalidad de Ensenada, B. C., con las partidas respectivas a la Delegación Municipal de Tijuana. Nos parece enteramente justificada esta adición, en virtud de que se omitieron en el presupuesto los gastos correspondientes a dicha Delegación, porque se creyó que el proyecto de elección de Tijuana en municipio autónomo, sería aprobado oportunamente por ambas Cámaras, pero como es sabido, este asunto está pendiente en la H. Cámara de Senadores, y no pudiendo quedar suspendidos los servicios de la repetida Delegación, es indispensable autorizar los gastos respectivos. "Por lo expuesto, sometemos al ilustrado criterio de vuestra soberanía, el siguiente proyecto de decreto: "Artículo 1o. Se adiciona la Sección IX de Gastos Generales del Presupuesto de Egresos del Distrito Norte de la Baja California, para el presente año fiscal, con la siguiente partida:

"88 bis. Para la construcción del ferrocarril que una Mexicali al puerto de San Felipe, $800,000.00 (ochocientos mil pesos.)

"Artículo 2o. Se adiciona el Presupuesto de Egresos de la municipalidad de Ensenada, Baja California, para el año fiscal en curso, con las siguientes partidas:

Dar doble click con el ratón para ver imagen

Dar doble click con el ratón para ver imagen

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General.- México, a 9 de marzo de 1923.- Mauricio Gómez.- Ignacio García Téllez.- C. Avilés." - Primera lectura.

El C. Covarrubias: Pido la palabra para objetar el trámite.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Covarrubias.

El C. Covarrubias: Honorable Asamblea: He objetado el trámite únicamente con el fin de suplicar a ustedes, que con tanto acierto han estado colaborando a la obra de acercamiento de la Baja California con el centro del país, la dispensa de trámites en los asuntos que se consultan; son de obvia resolución, en mi concepto, y creo que una breve exposición podría hacer comprender a los ciudadanos diputados cuál es la magnitud de la obra de que se trata, y el por qué de la adición que se pide en la segunda parte de la iniciativa del Ejecutivo. En la primera parte trata de la construcción de un ferrocarril que, partiendo de la población de Mexicali, actual capital del distrito Norte de la Baja California, vendrá a concluir sobre una de las bahías del Mar de Cortés, y esto, estimados compañeros, hará posible la salida de los productos de la Baja California al centro del país y hará también posible que el intercambio comercial e intelectual con la península sea un verdadero hecho. Por primera vez en la historia de la Baja California, haremos, compañeros,

un ferrocarril nacional, hecho con fondos nacionales y que tiene una obra futura verdaderamente nacionalista. Es lo que se intenta en aquella región. De aquí que se consulten ochocientos mil pesos, que, invertidos en la construcción de esta vía ferrocarrilera, habrán de dar los resultados que se apetecen. La segunda parte, tal como la iniciativa la presenta, trata de adicionar el presupuesto de egresos de Ensenada con las partidas correspondientes a la delegación municipal de Tijuana, puesto que vuestra soberanía recuerda, como en una ocasión, al tratarse aquí de la autonomía de Tijuana y al aprobar la Cámara de Diputados el proyecto de decreto en cuestión, paso a la Cámara de Senadores, donde no se proveyó sobre el asunto. Quedó la autonomía de Tijuana en las comisiones del Senado y en razón de esto, en el presupuesto de egresos aprobado para Ensenada, tomado en consideración por vuestra soberanía, no fueron consideras las partidas correspondientes a Tijuana. De aquí digo y repito que considero de obvia y urgente resolución estos asuntos. De esta manera se hará efectivamente que el acercamiento de la Baja California sea un hecho, y así esta honorable Cámara, de manera patente, con hechos, sin lirismos, rebatirá los argumentos de la prensa, que todavía el día de anteayer, por medio de las columnas de "El Universal", ha acusado al Gobierno nacional, al Ejecutivo, a esta Representación Nacional, de no preocuparse de los asuntos de la Baja California y de tener a la Baja California en un abandono, en un abandono absoluto, según dicen, y esto, señores diputados, es injusto, absolutamente injusto, porque si algún Gobierno se ha preocupado por la Baja California, es el actual, y si alguna Legislatura ha hecho algo por la Baja California, es esta Legislatura, que hará, repito, con hechos, que se desmientan las palabras vertidas, ya por los corresponsales interesados de los periódicos, ya por los periódicos mismos, y habremos entrado a hacer labor de patria. Muy atentamente, estimados compañeros, pido a ustedes que otorguen la dispensa de trámites para el asunto que se consulta, con el fin de que cuanto antes sea un hecho para la Baja California las mejoras de que trata la adición tan imperiosa que necesita el presupuesto de Ensenada.

El C. secretario Gandarilla: Habiendo pedido el ciudadano representante de la Baja California, don Ricardo Covarrubias, que se dispensen los trámites o sea solamente que se dispense la segunda lectura, para que entre a discusión desde luego, se consulta a la Asamblea si dispensa la segunda lectura, para que se discuta desde luego. Los ciudadanos representantes que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Se dispensa la segunda lectura. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra en contra, sírvanse pasar a inscribirse.

El C. Gandarilla: Pido la palabra. Solamente, ciudadanos compañeros, he pedido la palabra para interpelar a la comisión y al compañero Covarrubias. Compañero Cándido Avilés: En el proyecto que presentáis a la consideración de la Asamblea, hay una partida que yo juzgo, como algunos compañeros la han juzgado también, entre ellos el compañero Manrique, perfectamente inoportuna e indebida. Yo pido a vuestras señorías que, haciendo uso de la facultad que os concede el. Reglamento, retiréis esa partida, que no debe quedar consignada por ningún motivo en este proyecto de ampliación. De modo y manera que no objeto, no voy contra del dictamen de sus señorías, sino que pido la supresión de algo que no debe existir, de la partida 84:

"Policía especial del Hipódromo.- El cuerpo especial que el efecto designa este Ayuntamiento, será remunerado con las cantidades que para ello enterará la empresa respectiva a la Subcolectoría de Tijuana, de conformidad con el contrato correspondiente."

Ustedes no ponen ninguna cantidad para esta partida 84, pero sí estampan en letras de molde que se acepta como legal y en términos de ley, que una empresa de juego, el Hipódromo, entregue esa cantidad para policía especial del Hipódromo. Creo, señores, que atenderán mis razones.

El C. Avilés Cándido: La comisión, por mi conducto, está conforme con los razonamientos del compañero Gandarilla y pide permiso a la Asamblea para retirar esa partida.

El C. secretario Gandarilla: Se consulta a la Asamblea si permite retirar la partida 84. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Concedido. Queda, pues, el dictamen, sin esa partida 84. Los que deseen hacer uso de la palabra en contra, sírvanse pasar a inscribirse. Se va a proceder a recoger la votación nominal. Se consulta a la Asamblea si hay quien desee hacer uso de la palabra.

El C. Manrique: Para una interpelación a la comisión. Confieso que es una de las regiones de la República que no conozco. Pido atentamente a la comisión, asesorada, si lo cree conveniente; por el diputado Covarrubias, se sirva decirnos si la importancia del tráfico en ese municipio es tal, que justifique la existencia de un inspector de tráfico.

El C. Avilés: Pide la palabra la comisión para contestar. Ciudadano diputado Manrique, honorable Asamblea:...

El C. Manrique: Yo me conformo con un sí o un no.

El C. Avilés: ¡Ah. vaya! Sí.

El C. Manrique: Me parece observar cierta falta de unidad en el presupuesto, cierta falta de orden: se paga, se remunera con diez pesos diarios a un inspector de Policía y a un subcomandante, con siete pesos diarios, y a los gendarmes con cinco pesos diarios, y al médico municipal, a un médico municipal, cuyos servicios son quizá mucho más importantes, se le paga la miserable suma de cuatro pesos diarios. A propósito de estas partidas, hago a la comisión dos sencillísimas interpelaciones. Primera: si el costo de la vida en aquella región justifica la asignación de diez pesos diarios a un comandante de Policía, que tiene a su servicio nueve policías, porque es claro que del costo de la vida dependerá que esta asignación o que esta erogación resulte justificada. Y segundo: contestando afirmativamente la comisión, yo le pido formalmente que eleve, en proporción decorosa, el sueldo asignado al médico municipal.

El C. Avilés: Ciudadanos diputados, compañero Manrique:

La vida en esa región del país, es cara, y por eso la comisión estimó justificado el sueldo de cinco pesos diarios para los gendarmes. En cuanto al médico delegado, que tiene cuatro pesos, teniendo los gendarmes cinco, la explicación es ésta: que tiene poco que hacer y que distrae una pequeña parte de su tiempo, quizá una hora a la semana. Yo entiendo que él está conforme, según dice el diputado por esa región, con cuatro pesos.

El C. Manrique: Debe ser muy malo, dicen a mis espaldas. (Risas.) Dice la comisión que es indispensable - y objeto formalmente la partida- levantar la asignación a este médico. Se trata de un médico municipal, que es a un mismo tiempo inspector sanitario. Si se.....

El C. Covarrubias, interrumpiendo: Pido la palabra.

El C. Manrique, continuando: Si se dice en nuestro país médico municipal e inspector sanitario, para la salud de esta población fronteriza, bien comprenden los ciudadanos diputados, la importancia de las funciones de este médico, y si se desempeña, en un país como el nuestro, en que el Estado acepta hipócritamente y explota farisáicamente la prostitución, si se acepta la existencia de inspectores sanitarios, es verdaderamente torpe -dígalo la dolorosa experiencia del puerto de Tampico, por ejemplo -, dar a un inspector sanitario, en una población como Tijuana, la miserable cantidad de cuatro pesos diarios, para exponerlo, para obligarlo, bajo la tolerancia del propio Gobierno, a la corrupción y al cohecho, y en la forma más repugnante que pueda imaginarse.

El C. Avilés, interrumpiendo: Pido la palabra.

Ciudadanos diputados: La comisión.....

El C. Manrique, continuando: Propongo, pues, a la comisión, que se sirva modificar la partida, elevándola decorosamente a ocho o a diez pesos diarios.

El C. Avilés: La comisión ya dió las razones por qué aceptó los cuatro pesos diarios de sueldo, porque ese médico sólo dedica una hora a la semana para cumplir con su encargo. Pero la comisión no tiene empeño en sostener esta partida, y si la Asamblea lo permite, la retirará para presentarla modificada.

El C. secretario Gandarilla: Se consulta a la Asamblea si permite a la comisión retirar la partida 69, del médico e inspector sanitario. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Se concede permiso. La presenta reformada de cuatro a seis pesos. Está a discusión el presupuesto, ya todo reformado. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra en contra, sírvanse pasar a inscribirse; y como no hay ningún orador.....

El C. Díaz Jesús M: Pido la palabra en pro.

El C. secretario Gandarilla: Se le manifiesta al honorable compañero que no hay oradores en contra; que si desea hacer uso de la palabra en pro.....

El C. Díaz Jesús M.: Entonces, no.

El C. secretario Gandarilla: No habiendo oradores inscriptos en contra, se va a proceder a recoger la votación nominal. Se suplica a los señores Samayoa y Barón Obregón se sirvan auxiliar a la Secretaría. Por la afirmativa.

El C. secretario Barón Obregón: Por la negativa.

(Se recoge la votación.)

El C. secretario Gandarilla: Fue votado el proyecto de presupuesto de la Baja California por unanimidad de ciento cuarenta y un votos; en consecuencia, pasa al Ejecutivo para los efectos constitucionales; y la Secretaría, respetuosamente, invita al secretario Barón Obregón se haga cargo de las labores que siguen.

El C. Covarrubias: Pido la palabra.

Estimados compañeros:

Deseo únicamente rectificar un hecho, para que conste en el DIARIO DE LOS DEBATES y que es una consecuencia de lo que dijo el compañero Manrique, en los momentos en que interpelaba a la Comisión de Hacienda que dictaminó sobre los proyectos de decreto, que ya fueron aprobados por vuestra soberanía. Dijo el diputado Manrique que el Estado, es decir, el Gobierno del Distrito Norte en este caso, explotaba farisáicamente la prostitución en aquel Territorio. Pido y quiero, naturalmente, que se haga constar mi protesta, porque no es solamente en este caso el Gobierno del Distrito Norte de la Baja California, el que explota la prostitución, si realmente la prostitución se explotara en el mundo, y, por consiguiente, no quiero que las palabras del compañero queden como un hecho absoluto, imborrable. En este caso soy el primero en levantar mi voz de protesta, ya que no admito que tratándose de aquella región, se hagan ataques y se echen responsabilidades sobre quien verdaderamente no las tiene.

El C. Manrique: Pido la palabra para una aclaración.

Es visible, señores diputados, que mi objeción, que mi censura, fué de orden general; abraza, abarca a toda la civilización, porque es para todo país donde se tolera oficialmente la prostitución. Mi protesta, claro que no fué expresamente enderezada a la Baja California; la enderecé contra el Gobierno de la Baja California, porque venía a pelo, y mi protesta está perfectamente fundada en la dolorosa realidad de la vida; quedará en el DIARIO DE LOS DEBATES, aunque el ciudadano Covarrubias no lo quiera.

El C. Covarrubias: Con mi protesta también y hecha la aclaración, nada tengo que agregar.

El C. secretario Barón Obregón, leyendo: "Ciudadanos secretarios de la Cámara de Diputados del XXX Congreso de la Unión.- Presentes. "Los subscriptos, ante vuestras soberanías, atentamente exponen que: "En los informes oficiales que ha rendido el C. gobernador del Estado de Tlaxcala, Rafael Apango, a la Secretaría de Gobernación, y en las declaraciones que ha a la prensa, sobre los trágicos sucesos que ensangrentaron las calles de la

capital de dicha Entidad federativa, arroja dicho funcionario, parte de responsabilidad, sobre los ciudadanos diputados y senadores que estuvieron en aquella ocasión en la capital del Estado, comisionados, unos, por la Permanente del Congreso de la Unión, y otros, invitados por los representantes federales de la misma Entidad , según lo habían solicitado con toda anticipación varios pueblos tlaxcaltecas, de esta última corporación; como tenemos la íntima convicción de que los hechos se desarrollaron de manera muy diversa de como los ha relatado el señor Apango y sus correligionarios, y habiendo sido los comisionados víctimas de las fuerzas regionales, toda vez que sobre los diputados y senadores hicieron frecuentes descargas desde el pórtico de la Legislatura y desde las alturas del palacio y otros edificios contiguos, se trata ahora de subvertir los hechos, para descargarse de la enorme mancha que ha caído sobre el Gobierno del señor Apango, apresurándose a declarar responsables a quienes sólo tuvieron la gentileza de concurrir a la instalación de la XXVII presunta Legislatura de Tlaxcala, suponiendo que el Ejecutivo local abriría las puertas a todos, ya que se trataba de un acto democrático, ajeno completamente a las manifestaciones de fuerza.

"Si el Gobierno del señor Apango cumplía con la ley y con los postulados de la democracia, resultaba torpe negarse a que presenciaran la referida instalación los representantes federales y su amigos; pero más torpe, por lo criminal, resulto balacear al pueblo inerme que, con actitud respetuosa, aguardaba en las afueras del Palacio Legislativo el acto de la instalación.

"Como es absolutamente falso que los diputados y senadores hayan sido causa, como malévolamente lo ha asentado el señor gobernador en sus frecuentes declaraciones, de los atentados cometidos al pueblo tlaxcalteca y a los comisionados, los subscriptos sometemos a la consideración de esta H. Asamblea, con dispensa de todo trámite, la siguiente proposición:

"Única. Nómbrese una comisión del seno de esta H. Asamblea para que se traslade a la capital del Estado de Tlaxcala a levantar una investigación sobre los sucesos ocurridos el día 15 de los corrientes con motivo de la instalación del Colegio Electoral de la XXVII Legislatura, para determinar la responsabilidad de los que ordenaron y de los que ejecutaron las órdenes para que hubiese sido balaceada, tanto la comisión como los diputados y senadores al XXX Congreso de la Unión, al mismo tiempo que el pueblo inerme, a fin de que sean consignados los responsables a la Comisión Instructora del Gran Jurado, por lo que hace a la responsabilidad del ciudadano gobernador, y al ciudadano procurador general de la República, por lo que hace a los demás que atentaron contra los funcionarios federales."

"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados.- México, D.F. marzo 20 de 1923.- Diputación tlaxcalteca, Aurelio M. Peña.- Pedro Suárez.- A. Altamirano.- R. Nieto.- M. Dávalos Aragón.- J. M. Díaz."

Se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie; en la inteligencia de que se necesitan las dos terceras partes. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse.

El C. Peña Aurelio M.: Pido la palabra para fundar la proposición.

El C. Huerta: Pido la palabra en contra.

El C. Manrique: Pido la palabra en contra. Pido atentamente a los firmantes de la proposición, se sirvan fundarla.

El C. presidente: Se invita a alguno de los firmantes de la proposición se sirva fundarla.

El C. Peña Aurelio M: Ciudadanos diputados: Toda la prensa de la capital, lo mismo que la prensa de la ciudad de Puebla, han informado ampliamente respecto a los sucesos ocurridos en la capital del Estado de Tlaxcala con motivo de la instalación del XXVII Congreso local. El ciudadano gobernador del Estado, Rafael Apango, ha rendido informes a esta prensa, lo mismo que a la Secretaría de Gobernación, y en todos ellos aparece, de una manera clara, la pasión política de este señor, que no se detiene en calumniar, en decir falsedades que al día siguiente tiene que desmentir. Traigo aquí todos los periódicos; en todos ellos pueden verse los informes que este ciudadano gobernador ha estado rindiendo a Gobernación, y donde en cada uno de ellos arroja responsabilidades, respecto de esos acontecimientos, para los señores diputados y senadores que fueron allá. La verdad, señores, es ésta: ninguno de los señores representantes faltó al cumplimiento de su deber; su única misión era ir allá a presenciar la instalación y no tuvo ingerencia alguna en ninguna otra forma. Algunos de los señores diputados, que no se encuentra en este momento en la Asamblea, y que es el ciudadano Dávila, me acompaño el día 14 en la mañana para hablar con el jefe de las operaciones, a fin de enterarnos de cuáles eran las órdenes que tenía y ver si era posible conciliar los ánimos, exaltados, que desde esa ocasión ya estaban prevenidos para alguna dificultad, puesto que en el número de "Excelsior" del día 14, se publicaba, entre otras cosas, lo siguiente, que ruego muy atentamente a la Secretaría se sirva darle lectura, en la parte conducente.

El C. secretario Barón Obregón, leyendo: "Excelsior", jueves 15 de marzo de 1923.

"En Tlaxcala se teme que ocurran graves desórdenes.

"El edificio de la Legislatura está custodiado por fuerzas del general M. N. López.

"Exclusivo para "Excelsior".

"Tlaxcala, marzo 14.- El día de mañana se instalarán las juntas preparatorias del Congreso del Estado.

Siguen acentuándose los rumores de que el Partido Liberal Tlaxcalteca pretende alterar el orden.

El edificio de la Legislatura está custodiado por fuerzas federales de las que dependen del general Manuel N. López, jefe de las operaciones militares en el Estado, quien tomó posesión hace cuatro días, de su encargo.

"Igualmente guardias del Palacio de Gobierno han sido relevadas por tropas federales.

Se sabe que los senadores Gerzayn Ugarte y Anastasio Meneses, miembros prominentes de dicho partido,

en unión de varios diputados y senadores del Partido Cooperatista, y, por consiguiente, del Partido Liberal Tlaxcalteca, han llegado a Apizaco y procurarán reclutar adeptos para venir a ésta con el objeto de entrar en el Palacio Legislativo.

"Se han girado órdenes para que se prohiba la entrada al recinto parlamentario a toda persona, salvo con tarjeta expedida por miembros de la Cámara, y desarmados, a fin de prevenir los desórdenes que se anuncian.

"Ni a los diputados ni a los senadores se les permitirá la entrada; esta medida se ha tomado en virtud de que los diputados actuales a la Legislatura local, asegúrenme que tienen certeza de que dicho grupo de diputados cooperatistas viene con el principal objeto de ejercer presión en favor del Partido Liberal Tlaxcalteca, actualmente adherido a ellos. Dicha medida dicen que la fundan en el artículo constitucional relativo a que los Estados son libres y soberanos dentro de su régimen interior; y que, por tanto, a pesar del fuero que gozan los representantes de que se trata, les será prohibida la entrada.

"En el tren de mediodía llegaron hoy a ésta los diputados Aurelio M. Peña y licenciado M. Dávila, quienes entrevistaron en su casa habitación al señor general Manuel M. López, jefe de las operaciones."

El C. Peña Aurelio M.: Obra en este expediente una serie de documentos cambiados entre el mismo señor gobernador y el que tiene el honor de dirigir a ustedes la palabra, donde consta que insistentemente hablé a este alto funcionario a efecto de que se llegase a una conciliación para evitar las dificultades y choques sangrientos que ya preparaba el Partido Liberal Constitucionalista de Tlaxcala. como los cargos tremendos que se hacen a los señores diputados y senadores se hacen diariamente por toda la haz de la República, y nosotros, indiscutiblemente, que debemos velar por que el prestigio de la Representación Nacional no descienda hasta el grado de considerar a los diputados como provocadores de conflictos en que se va a balacear al pueblo, es necesario que se haga algo para que se aclaren los hechos, para que se llegue a una investigación minuciosa, a efecto de que se vea quiénes son los verdaderos responsables. Para nadie es un secreto que el primero que disparó fue un señor llamado Abelardo Apango, y ahora quieren atribuir el hecho de haber disparado primeramente, a uno de los miembros del Partido Cooperatista. Es absolutamente falso.

Yo deseo, señores, que esta comisión, enteramente imparcial y desinteresada en las cuestiones locales, vaya al terreno de los hechos y abra una investigación, lo mismo tomando la opinión del ciudadano gobernador que la jefe de las operaciones; llevando peritos en balística, peritos médicos y algunos otros peritos que sean necesarios para que se llegue a formular el expediente detallado y se consignen los hechos a quien corresponda, y si alguno de los miembros de la diputación tlaxcalteca ha cometido un delito, que se consigne también, como tengo que pedir la consignación de un representante, que jugó una mala partida a todos los compañeros de Cámara; porque se había conseguido con el jefe de las operaciones que el recinto de la Legislatura, lo mismo que la entrada del Palacio del Ejecutivo, fuese resguardada por tropas federales; pero la noche del 14, cambió de opinión por informes falsos que recibió del gobernador, puesto que se le daba la impresión de que iban los cooperatistas solamente a deponerlo y a trastornar el orden del Estado, y nadie pensó en semejante cosa Si alguien es celoso de la soberanía del Estado, es quien tiene el honor de dirigiros la palabra, y nunca permitiría que se fuese a deponer a un gobernador constitucional; se iba a presenciar la instalación de un presunto Poder, y para eso tenían derecho, no solamente los miembros del propio partido, sino cualquier otro ciudadano que quisiese ir a un acto público. La mayor parte de los representantes tiene conflictos análogos en los Estados.

Yo quiero, señores, que en esta ocasión no se burle el voto público: si ganaron los constitucionalistas, en buena hora, que ellos ocupen el Congreso local; pero si ganaron los cooperatistas, no importa quién haya sido el que gane, lo esencial es que funcionen los que legítimamente ganaron en los comicios. Hasta ahora, los informes del Partido Liberal Tlaxcalteca han sido ecuánimes, serenos, a nadie le arroja la responsabilidad; quiere solamente que en el terreno de los hechos, en el terreno de la práctica, se levante una investigación, y nadie más adecuado para hacerlo, que los ciudadanos representantes, puesto que se trata del prestigio de la Representación Nacional y del decoro de los compañeros que fueron, unos, en comisión de la Comisión Permanente, y otros, aceptando la invitación que nosotros, como representantes de una Entidad federativa, les hicimos en aquella ocasión. Yo no creo que haya necesidad de ampliar más la información respecto de este asunto. Alguno pidió que se fundase constitucionalmente ésta. La mayor parte de las comisiones que se han nombrado para ir a Veracruz, Chiapas u otros Estados de la República, tampoco han reconocido fundamento legal . Es el pueblo el que reclama, que ya no es posible conocer por otro medio cómo violan la ley los gobernadores, siquiera por este medio se sepa cómo se las gastan, cómo se las traen ahora los ciudadanos gobernadores que, después del gran sacrificio que ha hecho el pueblo durante varios años de revolución, todavía no es posible lograr que se respete el voto público.

Yo pido a ustedes que se vote esta proposición, porque en nada perjudica los intereses ni la soberanía del Estado y sí, por el contrario, viene a colocar a los representantes en el lugar que les corresponde, porque tengo la seguridad -porque estuve en el terreno de los hechos- de que nadie faltó al cumplimiento de su deber y de que fueron víctimas de la agresión de los esbirros del gobernador Apango. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique Aurelio: (Siseos.) Señores diputados: La proposición del compañero Peña y del compañero Solís, diputados por el Estado de Tlaxcala, que son sus verdaderos autores; esta proposición, digo, no puede seriamente fundarse. La proposición podría fundarse en argumentos de orden legal; ni Peña ni Solís podrían demostrar la competencia

legal de la Cámara; la competencia constitucional de la Cámara; para el nombramiento de esta comisión, y puede también, señores diputados, acudirse a argumentos de índole sentimental y de carácter político, y para vencer se necesita interesar a la mayoría de esta Cámara; y para interesar a la mayoría de esta Cámara en el debate de Tlaxcala, en la suerte de los diputados cooperatistas de esta Cámara, habría que comenzar por preguntarse en dónde está hoy, veintidós de marzo de mil novecientos veintitrés, la mayoría de esta Cámara. El espíritu de grupo del Partido Cooperatista hace ya mucho tiempo que está seriamente quebrantado. (Siseos.)

Es muy significativo que cuando se ataca al Partido Cooperatista, artificiales interrupciones de una parte de la galería, intenten quitar la palabra al orador ; (Siseos.) pero es visible y es interesante para el hombre observador, que en tanto que una parte de las galerías más papistas que el papa, intervienen en el debate, la mayor parte, la totalidad de los señores diputados, escucha atentamente al orador. Es visible que desde hace algunos meses se ha podido ya atacar, a veces rudamente, al Partido Cooperatista, a la mayoría del Partido Cooperatista dentro de la Cámara de Diputados, sin provocar aquellas tempestades de indignación que provocaba la más leve censura en los principios de esta Legislatura. Se dirige hoy una censura caballerosa y cortés, como las mías, al Partido Cooperatista, y ya no se provoca una tempestad de indignación en los diputados cooperatistas de la Asamblea. Esto quiere decir, a despecho de las interrupciones artificiales de un público, de una parte del público, esto quiere decir claramente, o la lógica no existe, que el espíritu de cuerpo dentro de esta mayoría, está ya, de tiempo atrás, profunda, seriamente quebrantado. Y se sigue corroborando y comprobando mi dicho; (Siseos.) es una parte muy pequeña, por cierto, del público de galerías, caracterizada porque en la sesión del pasado viernes, muchos de los suyos llevaban aún sobre el pabellón o tras del pabellón auricular, una plumita de escribientes. Es visible, digo, y se corrobora mi afirmación, que se necesita, que es fuerza invitar a empleados dependientes de esta Cámara, a que participen en los debates, para dar a los debates cierta animación. No brotan ya de los escaños las airadas protestas de antaño, (Toses.) no se ponen ya en pie, como un solo hombre, airados, crispados los puños, los señores diputados de la mayoría. Ya no se provoca el entusiasmo de la mayoría con argumentos de índole sentimental y política, porque ya no se sabe a ciencia cierta, hoy, veintidós de marzo de mil novecientos veintitrés, en dónde está la mayoría de la Cámara de Diputados.

Para conmover a la mayoría se necesita de otra suerte de argumentos; para conmover, para entusiasmar a la mayoría cooperatista se necesita demostrarle que está en su interés, que le va en ello la vida, el nombrar una comisión investigadora que vuelva al Estado de Tlaxcala a seguir haciendo una obra de intriga, una obra de división..... (Siseos en las galerías.) No insistiré, señores diputados, en examinar que desde el punto de vista constitucional, la Cámara de Diputados en estos momentos, en un período de sesiones extraordinarias, está obligada a tratar exclusivamente aquellos asuntos expresamente consignados en la convocatoria del Ejecutivo de la Unión; no podría legalmente, dentro del texto constitucional, ocuparse en esta clase de asuntos. No quiero esgrimir este argumento porque es, de fijo, el de menos fuerza, y porque hay ya una serie de precedentes que demuestran que está Cámara, a despecho del precepto constitucional, puede nombrar comisiones.

La realidad va modificando las leyes y la realidad va creando costumbres, y yo no protesto contra ello, sino que es necesario analizar a tiempo cuáles son los móviles y cuáles son las orientaciones de esta Asamblea para nombrar comisiones de índole política como esta que se pretende nombrar, una vez más, para el Estado de Tlaxcala. No argumento, pues, diciendo que el nombramiento de la comisión es improcedente. Nombre la Asamblea en buena hora esa comisión si lo cree pertinente, y si lo cree útil para sus intereses; sino que es necesario, y esto habré de definirlo, es necesario averiguar si los intereses de la facción cooperatista del Estado de Tlaxcala, rudamente, dolorosamente derrotada en las recientes elecciones (Gritos en las galerías. Campanilla.)... Lo que vamos a demostrar, señores, es si los intereses de este pequeño grupo están vinculados todavía con los intereses políticos de la mayoría de la Cámara de Diputados. (Voces: ¡No hay mayoría!) Es lo que vamos a averiguar en la votación que se aproxima. El señor diputado Peña, sin énfasis, sin calidez en el acento, sin convicción- ¿y cómo podría convencernos si él mismo carece de convicción?- el ciudadano diputado Peña, tibiamente, mansamente, pretende llevar al ánimo de estas Asamblea la convicción -convicción de que él carece - de que es necesario el nombramiento de esta comisión; y el señor diputado Peña no ha expuesto ni un solo argumento de índole sentimental o política bastante para conmover a esta Asamblea, bastante para obligarla a aprobar la proposición a debate. (Gritos.) La Comisión Permanente, señores diputados, en la que se resume el Congreso de la Unión en las épocas de receso, en los períodos de receso, nombró recientemente una comisión de diputados y senadores, una comisión de su seno, que se dirigiese al Estado de Tlaxcala a presenciar la instalación de la Legislatura local, y esta comisión iba en defensa de intereses políticos perfectamente definidos, y es una perogrullada el afirmar que esta comisión iba a defender los intereses del grupo imperante. Nada más natural ni más sencillo. Yo no me escandalizo de esto. Nada más natural ni más sencillo; pero lo interesante es que no obstante el prestigio político de los señores diputados y senadores enviados al Estado de Tlaxcala, la comisión enviada a Tlaxcala fracasó absoluta y redondamente. Esa comisión, nombrada con el objeto de presenciar la instalación y de enterarse de sus detalles, cumple con su cometido, presentando un informe a la Comisión Permanente que la nombrara. ¿La comisión nombrada por la Comisión Permanente rindió ya el informe de ley? Tengo para mí que sí lo ha rendido, pues aquí termina su misión; y ¿por qué si esa comisión es ahora objeto de ataques y censuras, más o menos justificados, va a nombrar esta Cámara, que no es Comisión Permanente, que no debe intervenir

en estos asuntos, una nueva comisión para que investigue si la anteriormente nombrada, no por nosotros, no de nuestro seno, sino del seno de la Comisión Permanente, cumplió con su deber? ¿Y qué acontecerá si, como es fácil preverlo, esta nueva comisión va al Estado de Tlaxcala a atizar la hoguera de las pasiones políticas, qué sucederá si esta comisión, y yo lo afirmo, en profecía barata, sigue atizando allá el fuego de las discordias intestinas; si esta comisión, que merecerá censuras de parte del...(Voces: ¡Ah!¡Ah!)

El C. Guzmán Martín Luis: Pido la palabra para moción de orden. Perdóneme que lo interrumpa, compañero. Ruego a la Presidencia haga valer el artículo del Reglamento que previene que las galerías no deben participar en los debates. Se equivocarán los que creen que yo deseo que hable el compañero Manrique por que esté de acuerdo con su tesis . Estoy totalmente en desacuerdo con él. Sí existe la mayoría cooperatista dentro de la Cámara de Diputados . (Aplausos.) Hoy, veintidós de marzo de mil novecientos veintitrés, el bloque cooperatista existe dentro de la Cámara de Diputados. Hay en la superficie una pequeña hendedura, hendedura dolorosa por haberla abierto el presidente del partido: pero eso no es razón absolutamente para que nosotros, los aludidos, creamos sentirnos segregados del Bloque cooperatista - los encauzadores formamos parte del Bloque Cooperatista- y si la moción que ahora está a debate por razones legales no debiera aprobarse, los encauzadores votarán en la moción con los de la "Maffia" porque están todos dentro del Bloque Cooperatista; (Aplausos.) pero el hecho de que así pensemos y así sintamos, esta frialdad aparente con que la Cámara está escuchando al compañero Manrique y que le hace pensar que no hay mayoría, no es motivo para que las galerías, en una forma procaz, estén interrumpiendo al orador, por más, que sea un orador del contra, por más que sea un elemento del contra de esa mayoría que él niega. Pido, por lo tanto, a la Presidencia, que cumpliendo con su deber y haciendo honor al respecto que merece la Asamblea, mande desalojar las galerías si no guardan la compostura que deben guardar.

El C. presidente: La presidencia se permite llamar la atención de las galerías por la forma indecorosa que están asumiendo en el presente debate, y las exhorta a que se sirvan guardar compostura, porque de no hacerlo así, se verá en el penoso caso de mandarlas desalojar. (Voces en las galerías: ¡Nomás no ataques al Cooperatista!)

El C. Manrique continuando: "Pero que no ataque al Cooperatista", dice una voz de las galerías. ¿Pues qué es ésta sino la más alta tribuna de la Nación, y qué debe haber aquí sino un alto ambiente de libertad para decir cuanto sintamos y cuanto pensemos? (Gritos en las galerías) "¡Que no ataque al Partido Cooperatista!"; y en un siglo eminentemente analítico, como es éste, en un siglo en que todo se discute y de todo se duda, en un siglo en que se discute la existencia de Dios y que no se acepta dogma alguno, en este siglo, ¿será un pecado y una heterodoxia atacar al Partido Cooperatista? Y ¿quién es el imbécil y el estulto en cuyo cerebro pueda anidar tamaña mezquindad espiritual? ¿Y quién es el que quiere fundar como dogma de fe indiscutible la santidad del Cooperatista? ¿Por ventura las doctrinas políticas del Partido Cooperatista Nacional son ya indiscutible? ¿Por ventura la conducta del Partido y los hombres del Partido son indiscutibles? ¿Por ventura no se tiene ya en México en 1923, en la XXX Legislatura, derecho para expresar libremente sus ideas? ¿Por ventura confundiré yo torpemente al pueblo de mi país con una pequeña parte de, óigase bien, del público de las galerías, enviadas exprofeso para provocar artificiales interrupciones? No, no; mi respeto, mi más alto respeto para quienes en las galerías sean caballeros; para quienes en las galerías, en un momento de entusiasmo, en un momento de vehemencia en un instante de pasión, me ataquen y me denoten, si efectivamente su indignación brota del corazón y nace del fondo de su espíritu; pero mi desprecio más hondo, más absoluto, para aquellos que no vienen aquí a las galerías a expresar su propia personal opinión, sino a cumplir la consigna torpemente musitada en el oído a la hora de la distribución de consignas, a la una de la tarde, en esta Cámara de Diputados. (Aplausos.) Fue siempre más fácil gritar que hablar, fue siempre tarea más fácil interrumpir torpemente con alaridos y gritos articulados, propios de los seres inferiores, que encontramos en la historia del lenguaje en los primeros albores de la humanidad, fue siempre esto tarea más fácil que el expresar ordenadamente, sinceramente sus ideas. (Una voz en las galerías: ¡Porque no se nos permite!)

Y porque yo tengo derecho de expresar mis ideas, y habría de expresarlas, aunque protesten las galerías, siquiera protestasen en masa; por esto, y porque no temo a la libre expresión de mis ideas, porque no temo a la artificial obstrucción, que estoy demostrando que puede vencerse con un arranque de sinceridad; por eso no he querido, momentos antes, permitir a la Presidencia que me interrumpiese con llamar al orden a las galerías, por que yo mismo, en más de una ocasión, he impedido, me he opuesto a que impida a las galerías participar en estos debates; sería inconsecuente y traidor conmigo mismo si ahora, que se trata de mí y porque me sintiera sin pujanza suficiente para vencer esa resistencia artificial, pidiese el escudo y la protección de un Reglamento que no he querido ni quiero que se obedezca. Yo no invoco el Reglamento, invoco la caballerosidad, la amplitud de criterio. Yo sé muy bien que hay aquí un caballero con cabello gris, que me mira en estos momentos, yo sé - y le tengo por radical enemigo de mis ideas, si no me equivoco - y advierte en él, reconozco en él a un caballero capaz de discutir conmigo en cualquier terreno, y por eso, si en un momento de pasión este individuo tuviese para mí una imprecación, yo no me indignaría, yo no quiero que las galerías piensen como yo, lo que quiero - y tengo derecho a ello - Es dar, lo mismo a los ciudadanos que asisten a las galerías que a los compañeros que me escuchan, temas de meditación y temas de reflexión. Que conste que el debate político que yo hubiera querido provocar el pasado viernes se habría caracterizado por ser exclusivamente impersonal y sereno; que conste que no fui yo quien provocó el torpe debate personal; que no ataqué yo a

ninguno de mis contrincantes en ideas políticas; que a ninguno de ellos ofendí o lastimé en lo personal y que conste que tampoco a los ciudadanos de las galerías, siquiera me increpasen en masa, atacaré ni injuriaré nunca si hay entre ellos caballeros que sepan escuchar caballerosamente a quien expone caballerosamente sus ideas. Y he aquí cómo se vence en un arranque de sinceridad, la torpe y artificial resistencia de quienes obedecen a determinada consigna, que les fuera dicha al oído... (Siseos.) Señores, dice el apóstol cubano Martí, que hay que confiar en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor del hombre. Yo confío siempre en lo mejor del hombre, aun en aquellos en los que se ha deslizado al oído una consigna. Yo se muy bien que hay un caballero, un germen de generosidad y de verdad y me he dirigido a su caballerosidad, y porque son caballeros habrán de escucharme. ¿Cómo podría, afirma Martí, interroga Martí, creer en la fealdad del universo quien lleva la belleza dentro de sí? ¿Cómo podría, me permito decir parafraseando a Martí, creer en la pureza del mundo quien lleva la impureza en su interior? ¿Cómo podría creer en la pureza de las luchas políticas de Tlaxcala quien llevase la impureza política en su espíritu? Y aquí el ataque es para todos vosotros, y no ataque artero y villano, como torpemente , sin medir el alcance y el valor de sus palabras, afirmó irreflexivamente Emilio Portes Gil. No ataque artero y villano que no he tenido nunca, sino ataque de caballero leal y frente a frente. Ataqué desde esta tribuna al Partido Liberal Constitucionalista, no cuando estaba de capa caída, como se afirma ahora, sino que fui el primero en atacarlo cuando estaba en toda su pujanza, no en el momento de la fácil victoria, en que se arrojaron sobre el Partido Liberal Constitucionalista como jauría de gozquecillos hambrientos sobre su enemigo. Ataqué después al Partido Cooperatista, no ahora que exista o no su mayoría; pero en momentos en que visiblemente está quebrantado su espíritu de cuerpo y yo querría que algún ¡no! rotundo y valiente me contradijese. (Voces: ¡No!) Era lo que yo quería ¿Advertís cómo brota un ¡no! unánime, claro y valiente de esta Asamblea? (Aplausos.) Y ataqué también ahora desmañado y torpe, si queréis, pero perfectamente leal y caballeroso, no ataque artero y villano, ciudadano Portes Gil, sino ataque leal, ataque de caballero al Partido Cooperatista Nacional. Y tengo derecho de afirmar, una vez más, que las orientaciones políticas del Partido Cooperatista Nacional, pese a las ostentosas y calculadas declaraciones hechas en la tribuna- declaraciones que cuando son improvisadas y cuando constituyen una réplica a un ataque impremeditado, no se caracterizan siempre ni por la discreción ni por el cálculo- pese a las declaraciones lanzadas desde la tribuna y a las declaraciones impresas en vuestro periódico y en vuestro panfleto- no digo panfleto despectivamente-; pese a vuestras declaraciones impresas o habladas, tengo derecho de afirmar que las orientaciones políticas del Partido Cooperatista Nacional, no revelan un alto espíritu de renovación. Tengo derecho a creer, tengo derecho a afirmar que ya el Partido Cooperatista Nacional... (Una voz en la galería: ¡Ya no te dan credencial!) Esta Asamblea sabe que no debo a misericordia del Partido Cooperatista Nacional credencial alguna. Esta Asamblea sabe, y si la Asamblea no lo supiese, lo sabría mi conciencia, y esto bastaría para mi satisfacción, que yo me he presentado en el seno del bloque cooperatista a exponer en él valientemente mi profesión de fe enemiga del Partido Cooperatista. - El C. Manzano, interrumpiendo: Es verdad.

El C. Manrique, continuando: Y yo quiero que haya aquí cooperatista que me desmienta, quiero que haya aquí un sólo diputado que me desmienta. Ya véis que el silencio de los caballeros cooperatistas es elocuente y satisfactorio para mí. (Una voz en galerías: ¡Ganaste por el partido!) Yo no blasoné nunca de cooperatista, desde la sesión de 15 de agosto de 1922 rompí definitivamente con el Cooperatista y no tuve nunca para este grupo lisonja ni adulación alguna; en consecuencia, ¿ a que provocar estas digresiones mías? ¿A qué provocar interrupciones para que yo me aleje de la discusión? Señores diputados, vuelvo mi atención a la proposición a debate. La proposición a debate firmada por la diputación tlaxcalteca, quiere, desobedeciendo la tradición y el texto expreso de la ley constitucional; quiere también, invocando artificiales consideraciones políticas, sin que puedan lograr los firmantes de ella que el interés del grupo cooperatista derrotado en el Estado de Tlaxcala, esté vinculado a los intereses políticos y morales de la mayoría real o hipotética del Partido Nacional Cooperatista; dentro de esta Cámara, los diputados Solís y Peña, para quienes tengo respecto y afecto en lo personal, para quienes no tendré desde aquí una sola, torpe injuria, los diputados Solís y Peña quieren que nombre esta Cámara, que no está en período de sesiones ordinarias, una comisión que vaya al vecino Estado de Tlaxcala... (Una voz en las galerías: ¿Cómo fueron a puente Nacional?) Si fueron a Puente Nacional, fueron sin mi aprobación. (Siseos.) Pero, ¿qué valor tienen entonces vuestras objeciones? Si se hubiese podido comprobar que yo con un signo afirmativo de cabeza... (Siseos. Desorden en las galerías.) Yo sigo confiando en lo mejor del hombre, y prefiero seguir confiando y creyendo que aún hay caballeros en las galerías. (Una voz en las galerías: ¡Pero no defiendas a un traidor como Apango, aconsejado por Moisés Huerta!) Reprimid vuestro entusiasmo, ciudadano enemigo de un gobernador, que si éste es a la postre traidor a su pueblo y transgresor de la ley, la verdad habrá de resplandecer tarde o temprano. ¿Para qué impacientarse? ¿Por qué no permitir que exponga mis ideas? (Gritos en las galerías.) Señores: Insisto en afirmar que es impertinente el nombramiento por esta Asamblea de la comisión propuesta por los ciudadanos Suárez y Peña; insisto en afirmar que la comisión que se enviase en estos momentos al Estado de Tlaxcala con carácter de investigadora, pretendiendo convertir a esta Cámara en una especie de ministerio público electoral, no tiene la competencia legal ni la fuerza política suficiente, ni la capacidad legal ni moral para dar fruto alguno en el desempeño de su misión. El señor diputado Peña hablaba, señores diputados, del nombramiento de una comisión imparcial y serena. ¿Creéis -

esforzáos por un momento en juzgar el punto a debate - que pueda salir de esta Cámara comisión imparcial alguna? La comisión nombrada por esta Cámara, si la nombra la mayoría, tendrá misión política perfectamente determinada; tendrá ya prejuicios perfectamente arraigados, profundamente arraigados. Está comisión política - seamos al menos una vez en nuestra vida francos y sinceros, señor Peña -, la comisión política que se enviase de esta Cámara no iría a investigar si el triunfo - si condicional- habría correspondido al Cooperatista o al Liberal Constitucionalista, no; tened el valor y la franqueza de vuestra convicción, señor Peña. Esta comisión tendría por objeto ir a allegar datos para comprobar la inocencia de los señores diputados y senadores nombrados por la Comisión Permanente en reciente ocasión y allegar datos para demostrar la culpabilidad del gobernador Apango y de sus amigos. Esta es la verdad. ¿Por qué, pues, no proponéis serena y valientemente- pues contáis con la mayoría-, (Voces: ¡Si no hay mayoría!) por qué no proponéis serena y legalmente, pues creéis contar con la mayoría, que se nombre una comisión que allegue datos para demostrar la culpabilidad de Apango? Señor diputado Peña, habéis equivocado el camino y es extraño que quienes imaginan contar con la mayoría no sepan usar de esta mayoría en la forma más discreta y más hábil posible. La Comisión Permanente, señores, está en este momento, señores diputados, dominada por el Partido Cooperatista, ¿quien lo ignora? La Comisión Permanente, debe, pues, cuando presente ante ella acusación formal contra el gobernador Apango, consignar al gobernador Apango a la comisión respectiva del Gran Jurado. Este es el camino legal. ¿Queréis determinar, compañeros Peña y Súarez, porque así conviene a vuestros intereses políticos, la caída de vuestro enemigo político el doctor Rafael Apango? pues presentad acusación contra este funcionario, comprobando, si vuestra habilidad os alcanza para tanto, que el doctor Rafael Apango es culpable de violación a leyes federales. Acusadle ante la Comisión Permanente, y la Comisión Permanente que tiene en sus manos el poder para lograrlo, consignará a Apago, en cumplimiento de su deber, ante la comisión respectiva del Gran Jurado. Este es el camino legal y el camino real. Apartándoos de él, ciudadano Peña, siquiera contéis con una mayoría real o hipotética, sólo demostraréis que no sabéis usar del poder que una mayoría supone. ¿Que algún ciudadano diputado federal es culpable? Pues acusadle; pero acusadle ante quien tiene competencia para conocer de esta clase de violaciones a la ley; acusadle ante la Comisión Permanente. ¿Qué teméis? ¿Por ventura también en la Comisión Permanente ha surgido algún cisma? ¿Por ventura ya la Comisión Permanente no está unida y fuerte en defensa de los intereses del Partido Cooperatista? Lo que cabe, pues, legalmente, señores diputados , lo que cabe legal y políticamente , como no mueva a los señores diputados esa pasioncilla que se llama amor propio, como no los mueva a demostrar que aún existe pujante y unida, para engañar a los incautos, una mayoría cooperatista dentro de esta Cámara; como no os mueva a demostrarla artificialmente para engañar a aquéllos a quienes más interesaría engañar, señor Martín Luis Guzmán, como no os mueva el amor propio con una votación atropellada para demostrar que contáis con una mayoría robusta y parenne; como no os mueva esta tonta pasioncilla, lo indicado, señores diputados, si aún estimáis en algo vuestro interés político - y ved que esto os lo dice un intemperante agitador de barrio -, si estimáis en algo vuestro interés político, la discreción os habría aconsejado no haber presentado esta torpe moción; pero una vez presentada, aún resta un camino decoroso, no el camino para engañar a las galerías, señor Martín Luis Guzmán; aún resta un camino: retirar esta moción; y aún resta un tercero: que leal, franca y valientemente - no sé si aún seáis capaces de hacerlo - votéis negativamente esta moción. Debo terminar y termino afirmando que porque cuento con leales amigos personales dentro del propio Partido Cooperatista, tengo derecho a que se me crea sincero. Me dirijo a ellos exhortándolos a tener un momento de claridad en la visión, exhortándolos a volver sobre sus pasos, exhortándolos a rectificar sus ideas y a enmendar sus yerros, exhortándolos, no a hablar de nuestras orientaciones ni a escribir sobre nuevas orientaciones, sino a seguir nuevas orientaciones y nuevos derroteros. Lo que quiero, ciudadanos diputados, es que demostréis que la política de campanario no ha invadido a la Representación Nacional; lo que quiero es que demostréis Nacional; lo que quiero es que demostréis que en cada una de vuestras ideas, de vuestros discursos, en cada uno de vuestros pensamientos y en cada una de vuestras votaciones, no se hallan en vuestro espíritu pequeños intereses locales. Lo que yo quiero que demostréis es que cuando hable, verbi gratia, el presidente del Partido, que no tiene a la vista más que si le estorban determinados enemigos, para sus finalidades de política local y que a trueque de sacrificar a estos amigos suyos que le disputan la prevalezca dentro del propio Partido Cooperatista, a trueque de sacrificarlos, sólo tiene a la vista sus pequeños intereses locales y sacrifica los intereses colectivos de grupo que deben prevalecer sobre sus personales intereses; lo que debéis demostrar es que en cada una de vuestras pugnas sabéis sacrificar lo pequeño a lo mayor, a lo grande; lo que debéis demostrar es que aun cuando seáis capaces de no matar dentro de vuestro Partido el espíritu de camarilla, debéis demostrar que no queréis que se convierta el Partido Cooperatista Nacional, que no siga siendo el Partido Cooperatista, lo que está siendo hasta hoy, camarilla que desde la capital de la República, desatendiendo los intereses nacionales, sólo se preocupa por el logro de pequeñas y mezquinas satisfacciones de unos cuantos. Lo que debéis demostrar es que no priva entre vosotros el espíritu de lucro ni el espíritu del mercader; lo que debéis demostrar es que no habéis olvidado que el pueblo es el factor decisivo en todas las pugnas políticas. (Gritos.) Y digo todo esto, señores porque hace tiempo que nos es visible que el Partido Cooperatista Nacional sólo escucha los intereses de pequeños grupos, grupos y grupillos que se ramifican al infinito y que desatienden los verdaderos intereses de la Nación. No hay, afirma Martí, sino una casta de seres superiores que consultan, ante todo, el interés humano, y

otra casta de seres inferiores que sólo consultan su personal interés. Os toca demostrar, ciudadanos cooperatistas, a quiénes pertenecéis; os toca demostrar que sois todavía capaces de sacrificar los intereses de camarilla, de asfixiar, de ahogar las voces mezquinas que pugnan por la satisfacción de pequeños intereses personales, ante la voz pujante y prepotente del interés colectivo. (Gritos en las galerías.) - El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Pastoriza.

El C. Pastoriza: ¡Cuánto lamento, señores compañeros, que en esta tribuna hoy haya venido el ciudadano Manrique a desprestigiar a Martí! No es, sin duda alguna, este profesor de moral barata, (Aplausos. Risas en las galerías.) el que puede venir a dar cátedra de moral colectiva a esta mayoría parlamentaria. No debe confundirse, señores, el asunto de una proposición a debate, con un cúmulo de desahogos que este señor diputado viene a lanzar en contra de la mayoría cooperatista. Estamos acostumbrados a los ultrajes, a los ditirambos y a los calificativos de todos estos señores que poseen una hidrofobia en contra del Partido Cooperatista. (Aplausos.) Pero a pesar de todo, y no recurro al adverbio francés malgré tout, porque éste es un gran traductor y ya lo sabe de antemano: malgré tout, la mayoría cooperatista está en pie y no han podido hacer nada en contra de ella todos sus enemigos. En el seno de nosotros sólo radica una sola fuerza: es la fuerza de un solo ideal, y si hay de vez en cuando pequeñas divergencias de criterio, es porque el Partido Cooperatista no es una mensada y es porque el Partido Cooperatista no es verdaderamente un cuerpo de rebaño, señores, sino por el contrario, es la mayoría de hombres conscientes que saben discutir los problemas de la Nación. (Aplausos.) Verdaderamente sí sería triste que dentro del Partido Cooperatista todo el mundo estuviera bajo la base de un mismo criterio y todos unificados bajo una misma disciplina. No, dentro de su seno surgen hombres como Roque González Garza y como otros muchos compañeros que forman el grupo encauzador, que están identificados en tendencias, en alma y en ideas, pero que a veces no comulgan con determinada forma, con determinado procedimiento, y por eso es necesario discutir, por eso es necesario que haya, aparentemente, un choque; pero que a la postre. señores, es la misma finalidad y la misma tendencia la que todos perseguimos. (Aplausos.)

Todos estos enemigos del Partido Cooperatista sólo están buscando, como los españoles en la época de la conquista, una puerta por donde entrar, y dicen: "Esta es la oportunidad brillante que se nos presenta; es el momento de esgrimir nuestras armas contra esta mayoría que se encuentra trabajando en el Parlamento mexicano con toda buena fe, con toda energía y con todo corazón, lanzándole todos los ditirambos y todas las injurias, para que mañana parte de la prensa mercenaria enemiga, sea la primera en decir: el Partido Cooperatista está desmoronándose; la caída del partido es inminente". ¡Pero qué equivocados están todos estos señores, pitonisas de Delfos, que anuncian la disolución del Partido! Somos fuertes, y lo somos por que no nos alienta sino una misma convicción, porque todos estamos unidos como los dedos de una misma mano, para dar un puñetazo de gigante a todos estos cuistre de la política. (Aplausos.) Después de haber tenido, señores compañeros, la debilidad -y voy a llamarla así -, después de haber tenido la debilidad de hacer caso de los ataques del compañero Manrique, paso de lleno a fundar por qué pido que esta mayoría apruebe la proposición. Por desgracia, señores dentro de nuestro sistema constitucional, la constitución de 17 - y esto lo digo a pesar de que puedan dolerse algunos señores constituyentes -, fue una constitución hecha para que siempre estuviera la brutal dictadura de Carranza; ha sido una Constitución en la cual no pueden exigirse responsabilidades a los funcionarios públicos; ha sido una Constitución en la que, cuando se comete una serie de atropellos contra algo más sagrado que las leyes escritas, como es la libertad del hombre - porque es chistoso lo que ocurre muchas veces en el cerebro elástico de algunos señores diputados -, cuando se trata de la ley, dicen: la ley debe ser inflexible, la ley debe ser imperativa, la ley debe ser categórica, y entonces se sienten "jurisprudentes", y cuando se trata de algo que es la vida, que es la libertad, que es algo trascendental sobre la ley escrita, entonces es cuando viene y dicen: "Señores, somos revolucionarios". De tal manera, señores, que no puede entenderse cuál de los aspectos de la cuestión es el que debe dominar, si un criterio de legalista o un criterio de conveniencia y de falso revolucionarismo, que muchos esgrimen. (Aplausos.) Y yo creo que, dado que la Constitución que tenemos en estos instantes, no responde a una verdadera necesidad nacional, cansada está ya en estos instantes la República de estar tolerando satrapías en todos los Estados.

En dondequiera, en todas partes, se levanta la bota fuerte de capitanes de encrucijada que no prestigian al Gobierno, que no corresponden en estos instantes a la labor del Parlamento mexicano y a la labor del Ejecutivo de la Unión, una labor de reconstrucción nacional, sino que todos estos gobernadores siguen siendo un baldón de ignominia y de vergüeza nacional, algo verdaderamente horripilante y criminal, como lo ocurrido en Puente Nacional y en otras muchas partes. (Aplausos.) En estas condiciones, ¿qué es lo que tiene que hacer la Representación Nacional? ¿Cruzarse de brazos y decir santa y categóricamente: el respeto a la ley; la Constitución nos lo prohibe; no podemos, etcétera ¡Y qué falsos y deleznables son todos esos argumentos! Aquí se ha sentado la jurisprudencia de que esta Cámara nombre comisiones de su seno para que vayan a investigar todas estas tropelías y todas esas formas atrabiliarias; ¿y por qué oponerse ahora, en estos instantes en que se trata de algo más interesante? ¡Qué mal hace el señor compañero Manrique en creer que del seno de esta Representación Nacional, cuando salga una comisión y llegue al Estado de Tlaxcala venga ya con el prejuicio y lleve ya tatuada en el alma la consigna! No, señores; dentro del seno de esta mayoría hay hombres suficientes, de acrisolada honradez política, que no se prestarán a esas maniobras, sino que sabrán hacer justicia en el caso de Tlaxcala y preguntar quiénes han sido los culpables.

(Aplausos en las galerías.) Está usted equivocado, compañero Manrique, al venir a asentar que, dentro de la política de este grupo de la mayoría parlamentaria, ya se concibe el prejuicio. No, señor; aquí no se gobierna con pandilla; aquí, este grupo, no está exclusivamente encauzado dentro de un sistema de disciplina dictatorial, sino que tiene amplitud de criterio para juzgar a sus hombres cuando sean réprobos y cuando estén perfectamente maleados dentro de nuestro grupo. Y si en Tlaxcala, compañero, se ha puesto el índice de la opinión pública sobre determinadas personas, ¿por qué no ir a Tlaxcala para saber si estos compañeros, efectivamente, son culpables y entonces sí venir a gritarlo dentro del seno de esta Representación Nacional? Ya lo dijo el compañero Portes Gil en una bella oportunidad: el Partido Cooperatista no es una cloaca, señores, en donde se dé entrada, por decirlo así a todas las formas morbosas; el Partido Cooperatista, en estos instantes, es una selección de hombres fuertes. Además, dado el espíritu de la proposición, que no está nada en pugna con todas esas cosas, dizque constitucionales y anticonstitucionales, yo pido que se apruebe. Hablan aquí los señores que se sienten "jurisprudentes", cuando sin duda el compañero Manrique ignora el mismo espíritu de la Constitución.

Es lamentable, señores, a la luz de una filosofía positiva en el orden moral, que señores representantes del pueblo vengan a pedir que no se vaya a investigar algo que es inmensamente noble: saber si al pueblo se le sigue asesinando por la espalda con toda cobardía; ¡y nosotros, cruzados de brazos porque no sabemos pensar más que en la Constitución! Levantemos nuestro espíritu fuerte y tirios y troyanos en estos instantes, cooperatistas y todos los enemigos de cualquier bando político de esta Cámara, pensemos en una sola idea, fijemonos en que ya es necesario que se acaben los sátrapas y que está democracia de México no siga siendo la democracia de la sangre, porque entonces podrá llegar un momento en que yo reniegue de ser revolucionario, porque la revolución no se habrá convertido sino en una encrucijada y habrá hecho que seamos inhábiles para la democracia. Necesario es que toda esta Cámara, con un espíritu fuerte, nombre una comisión que vaya a investigar esos hechos para que se castigue a todos los culpables y se vea que aquí, señores, no somos simplemente revolucionarios por eufemismo. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Moisés Huerta. (Siseos.)

El C. secretario Barón Obregón: Se ruega a los asistentes a las galerías se sirvan guardar compostura y no intervenir en los debates.

El C. Huerta Moisés: Señores diputados: Lo expuesto por el compañero Manrique en esta tribuna sería más que suficiente para llevar a la convicción de ustedes que es enteramente anticonstitucional el nombramiento de la comisión. Pero como quiera que existen precedentes sobre este particular - aun cuando yo nunca he estado de acuerdo con ellos -, vengo a limitarme a hacer constar mi voz de protesta, para que conste en el DIARIO DE LOS DEBATES, contra la actitud de la mayoría de esta Asamblea, si es que llega a nombrar la comisión; y también quiero que se haga constar en el DIARIO DE LOS DEBATES mi protesta contra los diputados Suárez y Peña, que son malos hijos del Estado porque permiten que se viole su soberanía tan sólo por salvar intereses mezquinos y bastardos.

El C. presidente : Tiene la palabra el ciudadano Suárez.

El C. Peña : Moción de orden. Yo tenía la palabra antes. Yo estaba inscripto antes.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Suárez.

El C. Suárez: Solo para rechazar algunos cargos he pedido la palabra , ya que me ha insultado el ciudadano Huerta. Si se llama mal hijo de un Estado a quien va a la tribuna parlamentaria a defender los intereses legítimos de sus conciudadanos, acepto esa injuria; pero como en la conciencia de todos los tlaxcaltecas está, y también en la de todos los mexicanos, que todo hijo de un Estado tienen la obligación de defender los derechos de sus conciudadanos, es por esto que vengo a rechazar esa imputación. Pudiera decir algo más, refiriéndome a lo que manifestó el ciudadano Manrique.... (Voces: ¡No le hagas caso!) ¿Cómo, pues, el señor Manrique va a hablar de los asuntos de Tlaxcala cuando no los conoce? Es como si yo quisiera ir a hablar de algún otro asunto que no conociera. La inmensa mayoría de los campesinos, señor Manrique -no los burócratas, porque los burócratas son los que forman el Partido Constitucionalista de Tlaxcala -....

El C. Huerta, interrumpiendo: ¡Es mentira, es falso!

El C. Suárez, continuando: ...los campesinos, los que trabajan en las fábricas, esos son los que forman el Partido Liberal Tlaxcalteca, un partido que tiene de existencia más de siete años y que se ha enfrentado con el Gobierno local de allá, porque si fuera verdaderamente una agrupación electoral pasajera, tiempo ha que la hubieran destruído; pero esa agrupación está formada a base de ideales, a base de ideales revolucionarios, pésele a quien le pesare.....

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: ¡Por eso postularon a Bonillas!

El C. Suárez: El Partido Liberal Tlaxcalteca no postuló a Bonillas....

El C. Huerta: Sí lo postuló.

El C. Suárez, continuando: Por lo demás, hay antecedentes para el nombramiento de comisiones; están los sucesos de Puente Nacional que hicieron que esta Cámara nombrara una comisión para ir a investigar esos acontecimientos. ¿Por qué ahora, que se trata de Tlaxcala, alguien dice que no procede el nombramiento de esa comisión? La mayoría de esta Cámara, integrada por miembros del Partido Cooperatista Nacional - que salvará a la República porque está constituído a base de ideales, de verdaderos ideales revolucionarios- seguramente estará con los verdaderos revolucionarios de Tlaxcala.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Siurob.

El C. Siurob: Ciudadanos diputados:

No vengo a defender al doctor Apango ni al Partido Liberal Constitucionalista de Tlaxcala; vengo a defender la justicia. Como miembro de la

minoría peleceana de esta Cámara, no me ciega un espíritu de partido, ni creo que porque los miembros del partido político tlaxcalteca a adherido al Cooperatista han sufrido una derrota definitiva....(Gritos en las galerías: ¡No! ¡No!) Suplico a todos ustedes estómagos inquietos, que no me interrumpan. (Gritos, aplausos y siseos en las galerías.)

Señores diputados: He dicho que no me ciega el espíritu de partido, y os voy a decir por qué; voy a pensar con axiomas que son ya del conocimiento de todos vosotros, más o menos duchos en asuntos electorales. cuando un partido dentro de un Estado en una lucha electoral no se contenta con luchar con los elementos que tiene a su alcance, sino que necesita traer elementos de fuera, es claro que es débil allí dentro, que no cuenta con simpatías en aquel pueblo y que se ve obligado a buscar fuera del Estado la popularidad que allí le falta.

El C. Súarez, interrumpiendo: ¿Me permite uste de una interpelación?

El C. Siurob, continuando: Así que acabe, compañero. Señores, el Partido Cooperatista de Tlaxcala se ha visto obligado a solicitar el auxilio dedo en una lucha electoral no se contenta con luchar siquiera una algazara ante el triunfo contundente, tremendo y definitivo, de sus enemigos políticos. (Siseos y gritos en las galerías.) Señor presidente, favor de calmar esas vísceras, ya no las soporto. (Risas. Aplausos.)

El C. Manrique: ¡Sólo se calman arrojándoles una piltrafa!

El C. secretario Barón Obregón: La Presidencia ruega nuevamente a las galerías se sirvan abstenerse de tomar participación en estos debates. - El C. Siurob: Señores, yo no me explico más que de una manera el hecho de que se pueda votar el envío de esta comisión. Como esta comisión será del Partido Cooperatista y este partido es especialista en consumar imposiciones, pues es natural que se envíe una comisión del Partido Cooperatista para saber si aquello fue una imposición, como lo fue; pero yo repugno profundamente con estas porras viajeras. En la inteligencia de que nunca jamás me podrán demostrar que no tomaron parte allá los elementos de la Contaduría Mayor de Hacienda y las dependencias del Ayuntamiento, y si no, vamos a hacer un trato muy sencillo: que se proporcionen a la prensa las listas todas de los miembros que componen la Contaduría Mayor de Hacienda y el Departamento de Estadística de la Cámara de Diputados, cosa que se les ha negado hasta estos momentos a los señores periodistas, y verán ustedes cómo allí resulta que muchos de los individuos que fueron a asomar allá sus caras de rosa, son de los que están dentro de esas listas. Yo emplazo al Partido Cooperatista para que, si quiere demostrar que no fueron porras viajeras al Estado de Tlaxcala, proporcione esas listas a los señores miembros de la prensa para que ellos sean los jueces.

¿Quién mejor que el cuarto poder, entre este Poder desequilibrado y tartajoso y el otro Poder abusivo por naturaleza y por abolengo? Ahora, señores, otra cosa que a mí me hace comprender que aquí no hay más que una cosa sucia, una cosa fea, una cosa de mala ley, es la intervención en este debate del individuo que vino a esta tribuna, llamado Pastoriza. (Risas.) Perdonadme que yo no le diga compañero, porque francamente nunca hemos chaqueteado juntos. (Aplausos.) A mí me causa profunda indignación, como revolucionario, ver que individuos como Pastoriza vienen aquí a pretender darle clase de revolucionarismo y a hablar de revolución, contra Manrique. Señores, esta es una de las obras más malas del Partido Cooperatista. En virtud de un global y sí entrando por la puerta falsa de esta Cámara, fue como vino aquí este sujeto. ¿Cuándo ha sido revolucionario? ¿Quién lo conoce como tal? Aquí, lo único que se sabe, es que ha chaquetado cinco o seis veces. (Siseos. Aplausos.) Todo el mundo lo sabe, nadie puede negar que fue carrancista, saldañista, prietista, que luego se paso al Nacionalista, después al Liberal Constitucionalista, luego volvió al seno de uno de estos partidos y, por último, ahora se encuentra dentro del Partido Cooperatista. ¿Quién no recuerda que este sujeto fue de los que acompañaron a Bonillas allá en su gira? Pero él no iba tras de Carranza, fijaos bien, él no iba ni tras de Carranza ni tras de la sombra de los principios de Carranza, ni siquiera tras de la imposición; iba como una rata al olor de los trenes dorados (Aplausos.) Y hay un episodio curioso, me lo han contado personas que iban acompañando a ese grupo que viajaba a la vera del infeliz don Venustiano Carranza. ¡Pobre hombre! Iba acompañado de espíritus demasiados pequeños, iba acompañado de hombres de espíritu femenil -me refiero a sujetos como éste, porque allí iban también hombres, Murguía era un hombre -. Pues bien; sucedió que llegaron a un lugar de la sierra, en donde les sobrecogió una tremenda tempestad; llovía, tronaba, en una palabra, todos vosotros sabéis las formidables tempestades que se desencadenan en la sierra de Puebla. Pues bien, señores; ese sujeto, ya en el paroxismo, ya en el verdadero paroxismo del terror, se hincaba y decía: "Virgen de Guadalupe prometo ir de rodillas a tu santuario si me sacas de este accidente". Os voy a decir quién me lo ha contado; me lo ha contado Job Rosas y también me lo han contado otros compañeros de este sujeto. No sólo esto, ¿quien no recuerda que hace muy poco la prensa dijo que este sujeto había ido a cohechar a aquel famoso Hugo Sol, secretario del afortunado califa de Ramán, para que el permitiera establecer en la Colonia Roma dos o tres pulquerías? Este es un negocio muy propio de un diputado. Lo recomiendo a los demás compañeros para que sepan cómo se honra el puesto, porque esto es verdaderamente honroso, esto es digno de tomarse en cuenta.

Bueno; pero dejemos a un lado esta personalidad, que debe reposar allá en el estercolero. Estamos hablando aquí de un asunto que interesa a todo el país y voy a tocar la personalidad del compañerito Peña. Al compañerito Peña no lo comparo yo con este otro sujeto; el compañerito Peña es una persona estimable, a quien yo aprecio, pero sinceramente declaro que yo lo conocí en Saltillo cuando iba también acompañando al ilustre calvo Bonillas. (Risas.) Pues es la verdad, compañeros, era de los del grupo; de manera que entre malas manos anda el pandero siempre.

El C. Castillo Agustín, interrumpiendo: ¿Va de charlotada, Siurob? (Gritos en las galerías.)

El C. Siurob, continuando: Yo suplico a los que me interrumpen, que griten: ¡Viva el garbanzo! ¡Viva la tortilla! ¡Viva la carne de puerco! (Risas. aplausos. Continúa el desorden y los gritos en las galerías.) La verdad es ésta, compañeros, que ya nadie quiere cargar con algo que empieza a ser un carro de ignominia: me refiero al Partido Cooperatista. Vosotros me conocéis, y puesto que me habéis aceptado dentro de la Representación Nacional con vuestra aplanadora mayoría, es claro que me habéis aceptado, no para venir a deshojar sobre vuestras cabezas pétalos de rosa me habéis aceptado aquí para que os diga la verdad y la verdad es que el Partido Cooperatista se va convirtiendo en un carro de ignominia. La verdad es que antes se preguntaba a un cooperatista: "Bueno, ¿y usted qué cosa es?" A lo que él contestaba: "¡Coopertarista!" Echaba mano a la pistola y se cuadraba en una actitud formidable, faltando poco para que se presentara con un cañón o con cualquier otra arma destructora de esta índole... (Gritos en las galerías contra el orador.) Hoy se pregunta a un ciudadano de éstos: "¿y usted qué cosa es?" "Pues, hombre, desgraciadamente... ¡qué quiere usted que yo haga!... Los compromisos adquiridos... ya no tiene remedio... estoy viendo cómo me liberto". Esta es la situación, esta es la verdad. (Voces: ¡Nombres!) Hay muchos, necesitaría pasar lista. La verdad es que recrimino al Partido Cooperatista de haber cometido los mayores males que se pueden hacer al país. Recuerdo que el general Obregón, en su campaña política, decía con absoluta justicia: "en éste país todos los problemas dependen de que el problema electoral se solucione con estricto apego a la libertad del sufragio". El Partido Cooperatista ha sido el más grande conculcador de la libertad del sufragio... (Voces: ¿Y el Pélece?) Cuando el Pélece podría haber habido algún chanchullo, pero hoy hay bandolerismo... (Siseos. Gritos en las galerías.) Yo hablo con absoluta sinceridad, yo no niego que en todos los partidos políticos se pueden cometer chanchullos, pero lo que ahora esta sucediendo ya no es eso, es un bandolerismo político, es un bandolerismo político que amenaza convertir a la República en una manada de panteras sin freno ni ley, dentro de la cual estamos expuestos a perder nuestras instituciones y aun hasta perder nuestra nacionalidad. (Siseos. Continúa el desorden en las galerías.) Señores, no me hagáis salir de mis casillas, porque estoy muy tranquilo, a pesar de los estómagos hambrientos... (Continúan los gritos en las galerías en contra del orador.) Si todo esto gira alrededor de una personalidad a quien llama líder, pues así yo también sería líder, con le dinero del Gobierno, con las bayonetas atrás, con toda la irresponsabilidad posible, ¡pues bonito líder! Así yo también soy líder en todos los momentos; por supuesto, en la inteligencia de que yo me prestara a una maniobra de intriga, a una violación de la libertad del sufragio. Y esa es la política que se ha seguido. Con esa política el Partido Cooperatista no podrá jamás cimentar la paz de la República bajo bases sólidas, sino que será el único responsable de los trastornos que ocurran. Gritos en las galerías.) ¡Señor presidente, favor...!

El C. secretario Barón Obregón: La presidencia, por última vez, excita a las galerías a guardar compostura, en la inteligencia de que serán desalojadas a la siguiente manifestación en contra de cualquier orador.

El C. Espinosa Luis: ¡Moción de orden! Las galerías se han conducido con toda corrección; los únicos que están produciendo el desorden son esos tres jóvenes imberbes que están escondidos tras de esa columna. Yo creo que, con sólo que su señoría se digne mandarlos a sacar y colocarlos en un lugar visible, es más que bastante para que reine la seriedad y el respeto que debe haber en este Parlamento.

El C. Peña: Moción de orden. Para manifestar a la Asamblea, y particularmente al señor diputado Espinosa, que esos tres jóvenes que están ahí, son hijos de individuos que han sido sacrificados por el gobernador Apango.....

El C. Espinosa, interrumpiendo: ¡Ni siquiera están de luto!

El C. Peña, continuando: Y el joven Gregorio Serrano del Castillo, naturalmente, siente la indignación de que haya aquí diputados, como el compañero Siurob y como el compañero Manrique, que han estado cerca del pueblo siempre y que sienten sus dolores, que vengan ahora a sostener y a defender a un hombre que ha vulnerado la ley y sigue conculcando los derechos que los revolucionarios que fueron a los campos de batalla, supieron conquistar con su sangre.

El C. Siurob: Me permito contestar la moción de orden del compañero Peña, diciéndole que esta proposición no significa que se haga justicia en el caso de Tlaxcala. Esta comisión será recibida por la opinión pública con absoluta desconfianza, a menos que se haga esto: que se nombre la comisión de entre todos los grupos de Cámara.

El C. Peña, interrumpiendo: Estoy de acuerdo.

El C. Siurob, continuando: Si es así, que se nombre la comisión investigadora, aun cuando la considero ilegal, aun cuando la considero inoportuna, aun cuando creo que la comisión del Gran Jurado es la que debería pedir el envío de esta comisión o a la que se debería facultar. A pesar de ello, si se nombra esa comisión, al menos será una comisión sana, nombrándose un miembro de cada partido: de la mayoría cooperatista, de la minoría agrarista, otro de la minoría laborista y otro de la minoría peleceana.....(Voces: ¡Está bueno!) Y debo poner a la asamblea en guardia sobre este otro aspecto del asunto: el envío de todas estas comisiones no es más que con el objeto de compensar a tal o cual diputado con cierta cantidad de dinero, unos mil pesos.....(Voces: ¡No!) Interpelo a la Comisión de Administración para que me diga cuánto se ha gastado en esas comisiones.

El C. Franco Urías: Al derredor de ocho mil quinientos a nueve mil pesos se han gastado en comisiones nombradas por la Cámara.

El C. Siurob: Lo habéis oído: se han gastado de ocho mil quinientos a nueve mil pesos en comisiones mandadas por esta Cámara. Por cada comisión que va a un Estado, son los mil pesos para esto y los mil pesos para lo otro, y el dinero de la nación, ese que nosotros queríamos que se gastara para socorrer a los obreros que regresan de los

Estados Unidos, hace falta en la Tesorería Nacional para poder socorrer a los obreros; pero si existe aquí para pagar porras viajeras y comisiones inútiles que vayan a falsear la verdad y que vendrán a mentir ante está honorable Asamblea y que sirven solamente para formar una algarabía cuando un asunto está resuelto y cuando no hay más que reconocer la justicia. Yo suplico y hago un llamamiento a los miembros, esos sí revolucionarios, que creo que existen dentro de la mayoría cooperatista, aunque quizá se puedan contar con los dedos, yo le suplico que influyan sobre sus compañeros - alguna influencia han de tener, siquiera por espíritu de cuerpo - a fin de que no se sigan dando esta clase de ejemplos de pisotear la libertad del sufragio en todo el país.

Señores: vosotros sabéis que en dondequiera que hay en estos momentos una elección, se está recurriendo a un verdadero bandolerismo político y es natural: el Partido Cooperatista acude allá con sus porras, con elementos armados, con el oro oficial, y entonces los elementos locales tienen que responder con la injuria, y se ven obligados a usar de los mismos procedimientos, y así se forma una cadena de crímenes, cuyo acervo son los cadáveres de muchos ciudadanos indefensos y casi siempre de proletarios, que son los que vienen a formar el pedestal sobre el que descansan los puesto públicos que hoy ocupan muchos miembros del Partido Cooperatista. Pero lo que no debemos tolerar es que nos hablen de moralidad, de honradez, de revolucionarismo, individuos como el que yo señalaba, quienes toda su vida no han hecho otra cosa que pisotear la revolución, burlarse de ella, herir la justicia, escarnecer los principios y, en una palabra, luchar contra lo que de más sagrado tiene el pueblo mexicano. Que vengan a hablar aquí de revolucionarismo, aunque pertenezcan al Partido Cooperatista, individuos como Manlio Fabio Altamirano, personas como el general Roque González Garza, ¡muy bien está! Pero que lo hagan los elementos más desprestigiados, los que precisamente por la conculcación de la libertad del sufragio y a base de dictámenes globales, han entrado a está Cámara, ¡a eso sí no hay derecho!

Contra esto debemos protestar todos, inclusive los diputados, y allí sí, estará perfectamente justificada nuestra protesta, cuando un individuo de éstos que no tienen derecho par hablar aquí de las cosas honradas y lícitas que tanto ama el pueblo mexicano, venga aquí a despotricar o como dice el mismo sujeto éste: a "vociferamentar" (Risas.)a propósito de cosas que no entiende, que nunca ha sentido, que siempre ha despreciado. Entonces todos tenemos derecho para arrojar el escupitajo del desprecio y nuestro siseo clamoroso contra los hombres que vengan en esta forma a esta tribuna. Yo ya digo: no me ciega el espíritu del partido; no me cegó cuando el Partido Liberal Constitucionalista tenia la mayoría, cuando se quiso atropellar, cuando se quiso dar la consigna para que se arrojaran las credenciales de los diputados del Partido Socialista del Sureste. (Siseos.) Entonces yo fui el primero que me opuse y vine a esta tribuna a sostener este mismo asunto, cuando se trataba también de algunas credenciales, allí la del compañero Alvarez del Castillo, que no me dejará mentir; yo fui el primero que me dije que me comprometía a que en su credencial y en la de los compañeros revolucionarios que estuvieran aquí, se haría justicia. Y no sólo eso: cuando el partido acordó no apoyar aquí la Ley de Reglamentación de Ejidos, o la Ley de Latifundios, yo vine conforme a mis convicciones , pasando sobre el espíritu de cohesión -porque el espíritu de cohesión no debe nunca subordinar a un diputado cuando se falta, muy por encima de su conciencia -, yo vine a sostener aquí todo el debate y a luchar con personas de mi propio partido. Así sea que si os pido, en nombre de la justicia, en pro de la libertad y del porvenir de este país, al que se ésta hundiendo con las violaciones al sufragio; si os pido que en este caso obréis con rectitud, es porque tengo derecho a ello, porque he obrado siempre con este mismo espíritu.

Termino, ciudadanos diputados, manifestando que la comisión es ilegal, porque no estamos autorizados para nombrarla, porque no estamos facultados para ello dentro del período extraordinario; es inútil, porque es una comisión parcial que no irá sino a repetir lo que digan los diputados por Tlaxcala; y, por otra parte, nunca podrá engañar a la opinión pública, puesto que toda ella, no unas cuantas docenas de personas que están en las galerías, sino toda la prensa, toda la opinión pública, ésta ya de acuerdo en que le triunfo fue en favor del Partido Liberal Constitucionalista. (Siseos.) Por todas estas razones, ciudadanos diputados, yo pido a vuestras señorías que sobreponiendo a vuestro espíritu de partido y viendo solamente los muy altos intereses nacionales, votéis en contra de esta proposición, hija del espíritu del partido, hija de la desviación de criterio; que sobre poniéndonos dentro de toda camarilla y que sobre poniéndonos ya a ese régimen férreo, o más claro, a ese régimen de chicote y oro a que se ha sometido a esta mayoría durante todo este tiempo, votéis en contra de la proposición que se acaba de presentar.

El C. secretario Barón Obregón: Se consulta a la Asamblea, en votación económica, si considera suficientemente discutido este asunto. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta a la Asamblea si aprueba el nombramiento....

El C. Manrique: Pido votación nominal.

El C. secretario Barón Obregón: ¿Está suficientemente apoyado el ciudadano Manrique?

El C. Manrique: Creo que sí.

El C. secretario Barón Obregón: En votación nominal se va a consultar a la Asamblea si se aprueba el nombramiento de la comisión. Por la afirmativa.

- EL C. secretario Samayoa: Por la negativa. (Se recoge la votación.)

El C. secretario Barón Obregón: Votaron por la afirmativa 97 ciudadanos diputados.

El C. secretario Samayoa: Votaron por la negativa 34.

El C. secretario Barón Obregón: En consecuencia ha sido aprobada la proposición presentada por los ciudadanos diputados tlaxcaltecas. Se nombra en comisión a los siguientes ciudadanos diputados: Robledo Juan de Dios, Villanueva Garza Cipriano,

Domínguez Enrique B., Díaz Chávez, Razo José J. y prosecretario Castillo Nájera.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Arce.

El C. Espinosa Luis: ¡No hay quórum! (Voces) ¡Sí! ¡Sí!)

El C. presidente: ¿Reclama usted el, quórum?

El C. Espinosa Luis: Como a todos nos consta, acaban de salir muchos señores diputados; pero me dicen varios compañeros que los diputados que salieron están en los pasillos, en consecuencia no tengo inconveniente en retirar mi moción.

El C. Gustavo Arce: Honorable Asamblea:

Yo ruego a los ciudadanos diputados una poca de atención. Yo he acostumbrado a venir a esta tribuna y siempre mi primera frase ha sido la de no cansar vuestra atención y ser muy breve y siempre, en cada caso, he cumplido honradamente mi sufrimiento. Ahora comienzo sinceramente por decir a ustedes que no seré breve y suplico vuestra atención. Yo he sido benevolente y he oído siempre con la mayor atención y con la mayor benevolencia todos los discursos muy buenos de Soto y Gama y de Prieto Laurens, o muy malos de Portes Gil, y dentro de estos los de Onésimo González y los de Padilla y los del doctor Puig. Y en todos estos casos siempre he concentrado mi atención en la palabra de los ciudadanos representantes, pues no solamente su alta investidura, sino el hecho de venir a las alturas de esta tribuna parlamentaria, obligan mi respeto y merecen mi atención. Siquiera no por otro mérito, que no ha de tenerlo que ahora lo diga, sino por esa benevolencia mía y por esa mi atención, ruego a ustedes de antemano que sean conmigo también atentos y benovelentes. El doctor Puig, en sesión pasada, decía que aquí no había habido una buena corrida pasable, nada más pasable. ¡Qué lamentable, es señores, que un representante como el doctor Puig compare nuestras sesiones parlamentarias con una corrida de toros! Es verdad que es una distracción o un sentimiento de una gran parte del pueblo mexicano; pero es doloroso, es dolorosísimo, comparar nuestras contiendas parlamentarias, que quisiéramos que fueran serias y elevadas, con una corrida de toros donde no hay más que reses bravas o no bravas, caballos lastimeramente heridos en la arena, toreros y monos sabios. En la comparación literaria del doctor Puig. únicamente se salvaron las galerías y las felicito por ello, porque quedaron siempre en calidad de espectadores. Y no, aquello no fue una corrida, señores, aquello fue un debate parlamentario político personalista, es verdad, provocado por el inteligentisímo y cultísimo amigo, el diputado Manrique, que aunque digan muchos necios que es loco, yo le tengo en tan grande estima como joven intelectual y como alto revolucionario, aunque no pertenezca a mi grupo, que quiero por eso darle una satisfacción. Y no, aquello fue un debate parlamentario de verdad. Para mi en lo personal fue, por lo que a mi me sirvieron. puede decirse una comilona, un banquete; a mí me sirvieron mis platillos y aunque no soy poblano y estimo mucho aquel Estado y estimo mucho a mis amigos de aquel Estado, yo quiero recordar cómo comenzaba un discurso parlamentario de un gran revolucionario: de Blas Urrea. Decía en alguna ocasión, en aquellos sonadísimos debates de aquella no olvidada Legislatura de la época maderista, cuando debatía contra aquel formidable cuadrilátero: tres platillos sirven al poblano: (Voces: ¡Cuatro!) ¿Cuatro? No lo sabía, compañeros, y ruego a ustedes que me lo recuerden después. Voy a seguir, como yo pensaba que eran tres platillos: sirven al poblano puerco, cochino y marrano. El primero, el segundo y el tercero - yo no sabía que eran más que tres - me lo sirvieron tres compañeros de Cámara, tres compañeros de bloque, tres compañeros de partido. El primero - el puerco -, Portes Gil; (Risas.) el segundo - el cochino -, el doctor Puig; (Risas.) el tercero - El marrano o marranillo, porque fue un plato, no de fuerza, ligero, como final -, mi colega el licenciado Marino Castillo Nájera....

- El C. Castillo Nájera, interrumpiendo ¿Qué dice?

El C. Arce, continuando: El último plato, compañero. (Risas.) Le ruego que no me interrumpa. El ciudadano Manrique dijo y sostuvo que venía - y en realidad me consta que vino - a sostener un debate parlamentario político, a guante blanco, como buen socialista, como buen revolucionario, sinceramente, a cartas, sin máscara. El dijo entonces que había porras aquí y el doctor Puig también lo dijo; que no había una porra para él... creí que había de venir la que preparó con los suyos, porque como trae el puñal en la bolsa y traía preparado el golpe, había que preparar también el escenario. Dijo el doctor Puig que se encontró con que eran dos porras: una, la de ellos; y otra, la del señor ministro; pero Manrique dijo entonces: esa porra, esa porra, es la porra cooperatista, la porra de los empleados de la Cámara, la porra de Estadística, la porra de la Contaduría Mayor de Hacienda. Y yo, que generalmente hago lo que aconseja el compañero Manrique: observo y veo; sinceramente quiero decir que no encontré allí porra de la Sección de Estadística de la Cámara . Yo conozco a muchos de ellos, si no a todos; soy un humilde miembro de la Comisión de Estadística; yo creo sinceramente que como aquellas gentes no se portaban muy bien, entonces no había allí empleados del departamento de Estadísticas. De la contaduría Mayor no puedo decir nada, porque no los conozco supongo que por honor del partido, tampoco había allí porra de la Contaduría Mayor de Hacienda. Así pues, que si Manrique conoce a muchos de esos empleados y algunos de ellos vienen, no vienen por consigna seguramente, vienen porque es su voluntad venir a presenciar los debates. Yo quiero sinceramente expresar a ustedes que no creo que nosotros, que abominamos; nosotros, que pugnamos; nosotros que censuramos las porras peleceanas, no creo que debamos honorablemente incurrir en ese error y creo que no incurrimos... (Murmullos.) Ruego que no me interrumpan, no incurrimos, en conciencia, en el error de dar consignas, como dice el señor Manrique, como cree el compañero Manrique. Si vienen muchos empleados, si vienen algunos empleados,

no vienen en son de porra, no vienen con consigna, vienen por su iniciativa, por su voluntad y por su criterio personalísimo.

El C. Manrique: ¡Una interpelación!

El C. Arce: No me interrumpa, se lo ruego. Así yo quiero hacer la defensa del Cooperatista en este sentido, que es una de las primeras que ahora haré. No es verdad que el partido necesite ni mande porras, porque si nosotros hemos censurado este acto, es nuestra obligación moral no reincidir en él. Yo rogaría al compañero Manrique que cuando tuviera alguna oportunidad se sirviera formular alguna lista de las personas que conozca y que pertenezcan a Estadística y hago la protesta de que en la primera sesión de esta Cámara le diré si son porra y si pertenecen o no al Departamento de Estadística.

El C. Manrique: ¿Me permite la palabra?

- El C. Arce; No es una llamada, es una súplica, compañero. Vamos al primer platillo, al del ciudadano diputado Portes Gil.

El C. Altamirano Manlio Fabio: ¡ Sí, porque ya es hora de cenar! (Risas.)

El C. Arce. continuando: El ciudadano diputado Portes Gil contestó los ataques parlamentarios del diputado Manrique. El diputado Manrique vino aquí a atacar al Partido Cooperatista, vino a lanzar cargos político- Electorales contra el Partido Cooperatista, y el ciudadano Portes Gil, que le impugnó, no hizo la defensa del Partido Cooperatista, no; él, como hombre - globo, se sintió muy satisfecho con creerse libre, con salirse él sólo y decir: yo no, sí error, como decía Manrique, sí error del Cooperatista; pero no son míos, no son de hoy, estos errores fueron de los otros, de los de ayer, fueron errores de Prieto, errores de Manjarrez, errores de Alvarez del Castillo, errores de estos hombres que equivocadamente y torcidamente manejaban y dirigían ayer el Partido Cooperatista; hoy no, hoy no soy culpable de esos errores, y, en mi concepto y para mí, no se comentarán. Y no es verdad, ciudadanos representantes, no es verdad, ciudadanos miembros de las minorías -y no tengo necesidad de dirigirme a ellas -, no es cierto; errores ha cometido el Partido Cooperatista como todo partido político y como todo cuerpo organizado; errores que son de todos. (Aplausos.) Pero no los casos que citaba el compañero Manrique, no los que citó Portes Gil; los casos que citaba Manrique puede que sean, en mi concepto, personalísimos, errores de verdad, no del partido , errores de Portes Gil; el Partido Cooperatista no hubiera ido a cometer desmanes y errores en Tlaxcala, no hubiera ni ayer ni nunca ido a cometer desmanes y errores en ninguna parte. El Partido Cooperatista va noble, noblemente, a exponer sus pechos dondequiera que es necesario; pero respetando siempre la autonomía y las libertades locales de los Estados.

- El C. Manrique, interrumpiendo; ¡Lo esperamos en San Luis, compañero! ¡Con su presidente la cabeza y con sus porras detrás! (Murmullos.)

El C. Arce, continuando: Esos errores son, en mi concepto, errores personales de Portes Gil, que tiene - Eso sí - la responsabilidad única de la dirección política del partido en esos momentos. ¿Por qué los errores de Tlaxcala, si sabemos que el cooperatista ha ido a luchar allí llamado, en compañía de los partidos locales heroicos, fuertes y luchadores de Tlaxcala? Errores...pero errores no del Partido Cooperatista : errores de Portes Gil. ¿ Por qué? Porque Portes Gil - estaba en su obligación política y de director de una situación política - debía saber en que forma, en qué condiciones, en qué tiempo y de qué manera habría de ir el Cooperatista a sentar sus reales y a extender sus banderas en cada lucha electoral...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¿Y nuevo león?

El C. Arce, continuando: Y no piense Manrique que en San Luis pase lo mismo; le anticipo, compañero, que la contienda por parte de usted está perdida. (Risas.) En San Luis ganará el Cooperatista porque allí no irá Portes Gil; allí no acudirá Portes Gil, porque la Campaña de San Luis la dirige la diputación representativa de todos los partidos locales de San Luis y exclusivamente su candidato Prieto Laurens, que ése sí sabe ganar, que ése no sabe perder. (Aplausos ruidosos. Murmullos.) El ciudadano Portes Gil, al contestar tan débilmente los ataques políticos del compañero Manrique, del ciudadano diputado Manrique no hizo la defensa del partido, ¡ah! pero se aprovechó de una gran oportunidad para ofender a sus amigos, para atacar a sus compañeros, para lucir esa arma tan esplendente que con tanto brillos sabe esgrimir ¡ah! ¡eso sí! era una hermosa oportunidad para decir al mismo tiempo que había cometido graves errores el Cooperatista, que también sabía desentrañar de su seno todo lo que pudiera estorbarle y no le importó a él para quitar esos estorbos, echar lodo y echar fango sobre el rostro y sobre el cuerpo de sus propios amigos y aun de sus propios hermanos! ¿Errores, decía Portes Gil aludiendo muy especialmente a un acto legítimo, consciente absolutamente consciente del Partido Cooperatista, y que consistió en la designación, en el nombramiento de magistrados y jueces; a eso se refirió Portes Gil!

Ese sí es un error del Partido Cooperatista, para los enemigos que lo proclaman; pero los hechos y el tiempo vendrán a justificar si las diputaciones de los Estados han nombrado jueces y propuesto candidatos inmorales; si el Partido Cooperatista, teniendo fe en sus diputaciones, ha creído en su palabra y en su honorabilidad y aceptado con benevolencia sus candidatos y a luchado por ellos; eso el tiempo lo demostrará y lo dirá. Yo no lo creo señores, yo creo que los candidatos de las diputaciones son hombres honrados y es bajo la responsabilidad moral de esas diputaciones como nosotros los hemos acogido en el Cooperatista. Yo tengo fe absoluta en que el tiempo nos dará la razón. Ahora y apenas hace dos meses, ya estamos viendo cómo la prensa y el público en general se sienten satisfechos del funcionamiento de los tribunales en el Distrito Federal. ¡Eso qué quiere decir? (Siseos. Risas. Murmullos. Voces: ¡Huy! ¡Huy!) Sí, señores, el tiempo lo dirá.

El C. Díaz Soto y Gama: Ya lo dijo.

El C. Arce: No es tiempo todavía, ni dice eso; la opinión no dice eso. Yo afirmo que fue un acto legítimo del Cooperatista, pero quiero ir con todos los que protestan. Si es en realidad un error, si ha

sido en realidad un error que conscientemente hemos cometido o inconscientemente hemos cometido y cuya responsabilidad pesa sobre nosotros, no toca a nosotros hacer la crítica de este acto. Pero vamos al caso especial de Portes Gil, de quién censura, de quién crítica, de quién hecha sobre el partido Cooperatista ese error, si lo hubo, como un baldón. ¿Cuál fue la actitud de Portes Gil en este caso? El dice que se violó un pacto; luego lo conocía; nosotros los de la mayoría, no conociamos ese pacto. (Murmullos. Voces: ¡Ah! ¡Ah!) En ese caso Portes Gil se prestó, con su aquiescencia y con su voto, al error cometido por el Partido. Después ¿Qué hizo? Tan pronto como vió la protesta del Senado, se indignó, se reveló y dijo a quienes podían escucharlo: no, esto no está bien, esto es indigno, esto es un error del Partido Cooperatista y no debe quedar en pie. ¿Qué hizo después Portes Gil cuando había externado su criterio en esta forma? forma ¿Remediarlo, corregirlo, proclamarlo aquí? No; Portes Gil lo que hizo fue pretender buscar una forma para que aquel error se repitiera, para aquel acto indebido o inmoral, a juicio de él, no a juicio mío, quedara firme, quedara endeblemente ejecutado. ¿En qué forma? pidiendo su renuncia a los ciudadanos jueces y magistrados, como obligándolos a decir: con esta renuncian protestan ustedes contra el acto de la Cámara, protestan ustedes contra el Poder Legislativo, y dicen: no aceptamos este nombramiento que nos has dado, porque no lo juzgamos legítimo. Estaría bien enmendado el error sí hasta ahí hubiera llegado; pero no, la consecuencia de este acto era que inmediatamente se obligara a la comisión permanente a votar, a nombrar a los mismos que habían sido designados, que presentaban en aquel acto su renuncia. No se consiguió en esta forma, ni los jueces se prestaron todos -a pesar de las repetidas solicitudes- ni la Cámara de Diputados, decorosamente, lo aceptó. Entonces, ¿qué camino llevar? La convocatoria para designación de magistrados y jueces en aquella ocasión que era donde ílicitamente podía haberse corregido el error, Portes Gil asumió la Presidencia del Congreso y sancionó con su alta investidura y autoridad, el mismo error que él había censurado. ¡Estos son los procedimientos del Diputado Portes Gil! Para mí no es un error: es un acto legítimo y por eso lo califico de legal y lo ratifico cuantas veces sea preciso y necesario. No es un error del Partido Cooperatista - lo repito - y los acontecimientos y el tiempo nos darán la razón; pero si fue un error, vuelvo a decir que no es Portes Gil el llamado a excluirse, a salir blanco y limpio, como hombre puro y sin mancha, dejando la responsabilidad de este acto a los miembros de las diputaciones y sobre todo a Prieto Laurens, que quiso asumir sobre sus espaldas el enorme peso de esta responsabilidad consciente, con todos los miembros de esta Legislatura, con la mayoría parlamentaria. (Aplausos) El ciudadano diputado Portes Gil, no sé por qué, no lo adivinó, no lo entiendo, en aquel debate parlamentario en que él debió emplear todos sus bríos y todas sus facultades en defensa legítima del Partido que le ha honrado con la Presidencia, no solamente no lo defendió y le hizo estos cargos injustos, sino que, para desviar la atención de la Asamblea o de las tribunas -o tal vez por un deseo gratuito de defender -, escogió el camino de tomar de entre sus compañeros de Cámara, de bloque, a algunos que creían que eran amigos suyos y que él consideraba sus enemigos, para atacarlos y ofenderlos, para hacer en contra de ellos en esta tribuna cargos injustos. Yo entonces, con toda serenidad, a pesar de que la sangre se me subía a la cara, me limité ante esta Asamblea Nacional, a hacer una ligera, una ligerísima exposición de hechos, porque no quería yo de ninguna manera ni que la exaltación ni que frases indebidas o ideas inconvenientes ofuscaran mi imaginación, y quise dejar que el criterio de la Asamblea se hiciera, serena y honradamente, en vista de la exposición de los hechos y ahora es cuando nos toca a nosotros defendernos, ahora es cuando nos toca aclarar estas situaciones. El señor diputado Portes Gil, y en aquella ocasión lo dije, hizo bien, en hacer aquellos cargos, porque nos daba la oportunidad a nosotros de sincerarnos, únicamente por eso; en otra forma nunca podría haber sido aplaudida ni justificada su actitud. El dijo, y no quiero repetir sus palabras textuales, que están consignadas en el DIARIO DE LOS DEBATES, por no hacer más larga la exposición; dijo, en términos generales, que las personas que han intervenido en la adquisición de terrenos a que se refirió y en la obtención de una concesión para explotación en terrenos petroleros, habían cometido inmoralidades, actos reprobables, negociando con los ministros del presidente Obregón y que por consiguiente estos hombres no merecían bien del Partido, y en todo caso debían hasta ser expulsados de su seno. Yo pregunto y aquella vez lo insinué apenas, ¿esa adquisición de terrenos podía lógicamente, podía con el mayor escrúpulo, con la mayor exigencia, ser reputada como un acto ilegítimo, como un acto inmoral? ¿Puede alguien censurar que no un diputado o un senador, sino un ministro de Estado, cualquier representante de la justicia, cualquier empleado de la Nación o del Estado, aun el mismo presidente de la República, haga una adquisición de esta naturaleza? ¿puede un espíritu, por riguroso y por estricto que sea en la moralidad, encontrar en ello alguna censura? No, seguramente. Pero no era por la adquisición simple y llana; no era que para hacer esa adquisición se había engañado a un secretario de Estado y se había hecho valer el nombre del Partido Cooperatista para conseguir la adquisición de aquel terreno, es decir, que para hacer aquella compra mercantil lisa y llana, fue preciso que ocho diputados, que apenas si podían pagar una pequeña cantidad a cuenta de aquel terreno, quedando a deber el resto para pagarlo en cuatro años, tenían necesariamente que hacer valer su influencia, tenían que ir a engañar a un ministro de Estado, a decirle que iban en nombre y representación del Partido Cooperatista. Pero, ¿dónde está la agudeza, la inteligencia, la seriedad del ciudadano diputado Portes Gil, si es que de veras cree que para hacer esa adquisición fue necesario invocar el nombre del bloque o el nombre del Partido Cooperatista? ¿Que, no sabe que tan alto como él tiene o debe tener, tenemos nosotros el nombre del partido? Yo nunca, ni ninguno de los diputados presentes, creo que hubiesen necesitado jamás, tomar el nombre de su partido para ir a hacer algún negocio ilícito o lícito; no lo creo ni lo cree seguramente Portes Gil, y

muchísimo menos - sin que esto sea excluyente de inmoralidad-, muchísimo menos en un negocio de tan poca monta, y realmente de tan poca monta y de tan alta significación para ustedes; alta significación por su finalidad y por sus tendencias nada más. Ya con las declaraciones hechas públicas por la prensa, tanto del ciudadano diputado y hoy alcalde municipal, Jorge Prieto Laurens, alma y fuerza del Partido Cooperatista, honrado, aunque no quieran sus enemigos reconocer en él honradez; tanto por estas declaraciones como por las otras hechas también por el ciudadano Adolfo de la Huerta que, en mi concepto, dejan satisfecho y contento al ciudadano Castillo Nájera; me parece que con esas declaraciones huelga en estos momentos cualquier comentario. No debemos insistir en este punto, salvo que las circunstancias me obliguen a hacer otras aclaraciones o rectificaciones. Luego menciona el ciudadano Portes Gil la adquisición, o la solicitud de concesiones para terrenos petroleros, y esto voy a dejarlo para después, porque corresponde al otro platillo que me sirvieron. Y lo dejo para ser un poco más amplio en este punto. Pero yo quiero preguntarme cómo el señor diputado Portes Gil, que juzga inmoral que un diputado o senador se preste a solicitar, a patrocinar o a defender la adquisición de concesiones petroleras en terrenos nacionales y en zonas federales, o a intervenir en negocios de petróleo con el Gobierno de la Nación, ejecuta él mismo estos actos. Yo, que los ejecuto conscientemente y que no los juzgo inmorales, creo que estoy en un papel perfectamente lícito y noble; pero él, que los juzga inmorales e indebidos, él, que los ejecuta, comete un acto reprobable y merece censura por su conducta. Y que los ejecuta, es evidente, porque en el debate famoso de la Legislatura pasada, cuando contendió briosamente en contra del ciudadano ministro don Rafael Zubaran, entonces, para justificar o para buscar la explicación a la manera en que agresiva y arteramente venía aquí a delatar actos consistentes, en documentos que a él le habían proporcionado para la delación, entonces le echaron en cara que su disgusto y su enojo provenía precisamente de que el señor ministro Zubaran no había despachado pronta y rápidamente las concesiones que él patrocinaba; eso consta en el DIARIO DE LOS DEBATES, y si no, lo recordamos todos perfectamente.

Entonces Portes Gil se calló, y se calló con razón, porque él no juzgaba entonces inmoral aquel acto, y los diputados que estábamos con él, no juzgamos reprobable ni inmoral aquel acto; pero ahora viene como consecuencia, que si entonces y hoy consideraba inmoral patrocinar estos asuntos, él es un hombre desprovisto de moralidad, si realmente cree hasta hoy que es ilícito ejecutar estos actos que él ha ejecutado. Pero ¿cómo explicarse la actitud del diputado Portes Gil? Realmente no se puede concebir en una personalidad tan elevada entre nosotros, una equivocación tan grande, un error tan manifiesto y una torpeza tan enorme. Yo, que les preguntaba a quienes lo conocen, me han dicho: no, no asombra a nadie esto; es el temperamento de Portes Gil, es la conducta de Portes Gil, es la persona de Portes Gil; en todos sus actos, invariablemente, es el mismo Portes Gil; amigo íntimo, hermano casi de López de Lara.....

El C. Garza Candelario, interrumpiendo: ¡El fue el que te lo dijo!

El C, Arce Gustavo, continuando: No he dicho nada y no voy a decir tampoco, compañero, nada de lo que muchas gentes me han dicho de palabra y me han escrito de su propia mano, como insultos a Portes Gil; no saldrán de mi boca en esta tribuna, no vengo a insultar a Portes Gil. (Aplausos.) Se engañan los que han creído que yo había de ser instrumento para saciar su sed de venganza en contra de Portes Gil; ninguna de esas calumnias, si son calumnias, y ninguna de esas verdades, si son verdades, se las lanzaré a la cara de Portes Gil, porque sigue siendo presidente del partido y sigue siendo compañero de bloque en la Cámara de Diputados. (Aplausos.) Solamente quiero hacer estas explicaciones para justificar la manera de ser de Portes Gil, como yo la entiendo y como me la he hecho entender.

El amigo íntimo, casi hermano de López de Lara, lo atacó y lo ataca encarnizadamente, despiadadamente. ¿Por qué? Yo recuerdo que antes de la campaña electoral para poderes federales, era entonces muy amigo de Portes Gil, como lo fui hasta el momento que me ofendió, y él y el señor diputado Candelario Garza platicaban conmigo a propósito de la campaña que iban a iniciar en Tamaulipas, y llenos de entusiasmo, me decía que con seguridad volverían con sus credenciales legítimamente ganadas, bien adquiridas, en una lucha electoral noble y sincera, y que iban ahí en la seguridad de que no tendrían ninguna obstrucción por parte de López de Lara; eran entonces -no quiero referirme a Candelario Garza-, era entonces Portes Gil todavía muy buen amigo, tal vez ya no hermano, de López de Lara. Y yo, incidentalmente, le pregunté de un amigo a quien yo aprecio mucho desde la Legislatura pasada, porque éramos compañeros de curul allá en el centro del salón: por Céspedes. "Y Céspedes, ¿qué tal? ¿Vendrá con su credencial?" "Pues no sé, probablemente no, porque parece que han tomado otros su distrito." Fueron al inicio de su campaña electoral, y al poco tiempo que volvió, me decía Portes Gil muy complacido: "Perfectamente." "¿Cómo te fue en tu campaña?" "Muy bien; los trabajos se inician perfectamente." "¿No tendrán ninguna dificultad?" "Absolutamente ninguna." "¿Cómo está López de Lara?" "Muy bien; lo quieren mucho en el Estado." "¿Y Céspedes?" "¿Céspedes? ¡Céspedes no vendrá! Está perdido allá. ¡Céspedes no viene!" ¿Y cuál no sería mi sorpresa, cuál no sería mi asombro cuando al comenzar la lucha electoral de veras, este amigo, este hermano de López de Lara, lo atacaba furibunda y despiadadamente? ¿Por qué? No lo sé.

El C. Garza Candelario, interrumpiendo: López de Lara lo sabe.

El C. Arce, continuando: Y viene a cuento decir a ustedes, a propósito de los ataques que me ha dirigido el ciudadano Portes Gil, que alguna ocasión, cuando más debatíamos aquí, en el seno del Bloque Cooperatista, las credenciales de Portes Gil y su contrincante, cuando debatíamos y conversábamos en toda ocasión y en todo

momento acerca de estas credenciales, platicando con algunos amigos - Entre ellos recuerdo a Alvarez del Castillo y a Argüelles, tal vez, y estando presente Céspedes, mi buen amigo, tan amigo entonces como Portes Gil -, y habiéndoseme preguntado mi opinión - porque era miembro de una de las comisiones revisoras-, dijo Céspedes: "No, Arce es botones de Portes Gil." ¿Ustedes saben lo que significa ser botones de alguien? (Una voz: ¡Rodrigo lo sabe! Risas.) Sí, señores, Rodrigo Gómez lo sabe, y lo sabe Arce, y lo saben todos los que saben ser amigos nobles y generosos.

El C. Gómez Rodrigo, interrumpiendo: ¡No soy desleal!

El C. Portes Gil: ¡No soy delator!

El C. Arce Gustavo, continuando: A todos los que saben ser amigos nobles y generosos, como es Rodrigo Gómez de Soto y Gama, como es Arce de Céspedes y como era Arce de Portes Gil, acostumbran, en el lenguaje familiar, llamarles botones de X, botones de N, porque su amigo no es desleal, es sincero y, en ese caso, pueden estar complacidos Rodrigo Gómez y Arce, de ser botones de Céspedes y de Soto y Gama, porque son sus amigos, y nada más.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Es que nadie sabe ser amigo!

El C. Arce Gustavo, continuando: Y cosa extraordinaria, Céspedes mi amigo, que me juzgaba botones de Portes Gil, porque tenía yo la sinceridad de considerar y de pensar que fuera de cualquiera otra consideración de índole legal, aun por solamente cuestiones políticas y de partidarismo y aun por cuestiones de amistad personal, debíamos dar preferencia y calificar de buena su credencial en contra de la de su contrincante; Céspedes, que me llamó botones de Portes Gil, no me ha insultado ni me ha ofendido, y Portes Gil, de quien Céspedes decía que yo era su botones, ése sí no tuvo ningún inconveniente, y con la mayor naturalidad, con el puñal que lleva siempre en el bolsillo cuando viene al Parlamento, en estas cuestiones me atacó serenamente, tranquilamente, tan tranquila y tan serenamente, que antes de venir a lanzar sus cargos contra mí, allí en esa curul, me saludaba efusivamente: "¿Cómo te va, hermano?"

- El C. Manrique, interrumpiendo ¡A mí también me lo han dicho!

El C. Arce Gustavo, continuando: Y al bajar de la tribuna, después de ofenderme y cuando vió que ya venía dispuesto a aclarar la situación, me dijo también serenamente, muy tranquilamente: "Si, hermano, haces bien, ve a hacer aclaraciones porque esto es injusto". (Risas. Siseos.) ¿De qué se asombra Manrique? ¿Por qué se asombra el ciudadano Manrique? Yo podía no conocerlo, porque, aun cuando era mi amigo yo no lo conocía hasta esas profundidades, ¡pero Manrique! ¡si Manrique ha sido su compañero del alma, ha sido su compañero de luchas y de vicisitudes! Cuando Portes Gil ha ido a su campaña de Tampico, ha llevado al compañero Manrique, no como agitador, no, sino como gran orador, como eminentísimo agrarista, como un grande y buen amigo! y Manrique fue con él y Manrique lo ayudó, ¿qué de extraño tiene que después de todo esto, luego de considerarlo gran orador y eminente revolucionario y sincero agrarista, venga después a la tribuna a decirle orador populachero, agitador de barrio, falso agrarista y todas esas cosas que aquí oyeron ustedes (Risas.) que el diputado Portes Gil lanzó en contra de Manrique? Yo ya lo veo perfectamente natural; es muy natural. Portes Gil, que llama por la calle a su amigo Manrique y le tiende la mano y lo lleva en su coche, prepara en esos momentos dentro de sí, el insulto, la calumnia, el cargo más duro en contra de su amigo y de su hermano, y media hora después, aquí en la tribuna de la Cámara, lo insulta serena y tranquilamente. Pero hay algo más que nos revela Portes Gil, algo más que nos revela para poder comprender cuál es el tortuoso camino de este espíritu inexplicable. La revelación que nos hizo Manrique es muy significativa. ¿Quién de nosotros no sabe que Prieto, a pesar de haberse opuesto al principio sincera y francamente a la credencial de Portes Gil, Prieto Laurens fue uno de sus más celosos y ardientes defensores? Y en ese momento, cuando Manrique se dio la mano con Portes Gil, ¿qué le dice? Le dice, como decía Manrique, algo íntimo, cuestiones íntimas que él no podía resolver en realidad; lo que le decía era esto: "Manrique, tú eres mi candidato para San Luis, porque tú eres revolucionario y porque tú eres honrado y porque tú eres mi amigo; Prieto no es amigo mío y no lo apoyo yo: desgraciadamente tengo que aceptar la imposición del Partido Cooperatista". Y a Prieto le dice lo contrario; a Prieto le dice que él es su candidato; que él la apoyará en San Luis con el partido. Y Prieto, que lo conoce -pero que no le conocía hasta este extremo -, no cree en las palabras de Portes Gil y no necesita de su ayuda en San Luis, porque le resultaría artificiosa y perjudicial. El punto de los terrenos que ataca Portes Gil, podría ser para cualquier espíritu de ustedes, para cualquier criterio de ustedes, realmente escrupuloso y radicalista, un acto lícito; para él, no, para él es un acto inmoral y, sin embargo, lo ejecuta: En Tamaulipas, a cambio de concesiones que obtuvo para la Compañía de Luz, obtuvo una buena cantidad de dinero y un terreno para su casa. Para mí, el acto es perfectamente lícito; pero para él debe ser profundamente inmoral, porque ni siquiera lo ejecutó en la forma que nosotros ejecutamos el que él censura, sino que lo ejecutó a costa de algo que pertenecía al acervo del Estado, de algo que correspondía al Estado por concepto de contribuciones; y a cambio de haber conseguido de sus amigos las concesiones que no se querían dar a la Compañía de Luz fue como obtuvo el terreno y la casa...

El C. Barón Obregón, interrumpiendo: Segundo platillo.

El C. Arce, continuando: Vamos al segundo platillo. El doctor, el señor diputado doctor Puig, enderezó sus ataques, ya entonces gentiles, discretos, pero en el fondo hirientes y sangrantes también; por la obtención de una concesión a particulares mexicanos obtenida directamente del presidente de la República para perforar zonas federales. Debo aclarar aquí, porque viene a pelo, que en contra de todas las suposiciones del doctor Puig, en contra de lo que cualquiera supondría de que

hubiera sido adquirida u obtenida esta concesión por intervención de algún ministro o por la influencia del Partido Cooperatista, que esta concesión se trató y se obtuvo directamente del presidente de la República. Y vamos brevemente, brevísimamente, a hacer una especificación o una puntualización de hechos: esta concesión pertenece a un grupo de mexicanos que se amoldan, que se sujetan estrictamente al criterio revolucionario, al espíritu de la constitución y y que aceptan en toda su amplitud el dominio absoluto y completo de la Nación. Estas concesiones, tengo aquí a la mano el Diario Oficial y lo pongo a la disposición de todos los ciudadanos diputados y no pido su lectura para no alargar esta exposición, en este Diario Oficial constan publicados todos los trámites correspondientes a cada uno de esos denuncios, y sólo voy a citar las fechas, nada más: de noviembre 25 de 1920; está el Diario Oficial a la vista, lo dejo aquí para que lo consulte cada quién y fuera de aquí, cuando gusten, también se los proporcionaré. Estos fueron unos denuncios hechos enteramente con sujeción a la ley vigente, a la ley expedida durante el período revolucionario, a la ley expedida por el Gobierno de la revolución. Estos denuncios seguramente no los hicieron, seguramente no los han hecho, seguramente no los harán las poderosas compañías petroleras, cuyo espíritu y cuyo criterio defiende el doctor Puig; estos denuncios solamente los podían hacer espíritus, criterios eminentemente nacionalistas, mexicanos que se apegaran y se sujetaran absolutamente al criterio constitucional. Estas concesiones, que datan de marzo de 1920, se tramitaron enteramente con sujeción a la ley, enteramente con sujeción al criterio nacionalista y revolucionario; pero desgraciadamente la oposición de las compañías petroleras era formidable; desde entonces las poderosas compañías petroleras se oponían a toda clase de concesiones en esta forma, y se oponían especialmente a las concesiones de estos denuncios. ¿Por qué? Porque estos denuncios venían tocando precisamente zonas de enormes riquezas de poderosas compañías petroleras. Entonces no se conocía ni se sabía nada de Juan Felipe; si acaso, los geólogos que sabían algo de esto, seguramente pensaban - si lo sabían -, seguramente pensaban que la zona federal tenía que ser tan rica como todas las zonas que estaban explotando las compañías petroleras. Y se interrumpió por mil recursos, se suspendió por mil recursos la expedición de los títulos correspondientes a esos denuncios. Cuando estos ciudadanos mexicanos, cuando estos señores Navarro y socios, no encontraban, después de agotar mil y mil recursos, manera de obtener estos denuncios, sin duda sabiendo que yo era amigo del señor ministro Zubaran, por conducto de algún amigo, vinieron a verme, a ver si podía yo intervenir y patrocinarlos mediante las condiciones que entonces me ofrecían.

Entonces yo no era diputado; entonces yo no estaba en este recinto. Quise tratar el asunto, intervine en él y protesto franca y sinceramente que el señor ministro Zubaran, honorablemente, me expuso las razones de por qué no podían terminarse estos denuncios. Y era que el criterio del ciudadano presidente Obregón, el criterio del ciudadano De la Huerta, el criterio del ciudadano Zubaran, el criterio de los hombres de la revolución, era el de que estos denuncios debían tenerse provisionalmente en suspenso durante algún tiempo para no herir la susceptibilidad de las enormes y poderosas compañías petroleras. ¿Razón legal? ¡Ninguna! ¿Razón constitucional? ¡Ninguna! ¿Razón política? Sí, y era mi obligación atenderla y la atendí. Dejamos en suspenso estos procedimientos; algún tiempo después, cuando en esta Legislatura había de tratarse de la expedición de la Ley del Petróleo, volví, en representación de estos ciudadanos mexicanos, a tratar con el ministro Zubaran, y el ministro Zubaran, honorablemente, me volvió a decir lo mismo: que no era posible por entonces la expedición ni la tramitación de aquellos denuncios y que era mejor esperar a la expedición de la ley. Y yo, sinceramente, creí que aquel proceder aconsejado por el Ejecutivo de la Nación era recto y que debíamos seguirlo. Y aconsejé que se siguiera. Me aparté por completo de este asunto. Algún tiempo después, cuando terminadas las sesiones de esta Legislatura no se pudo tratar de la Ley del Petróleo, quise saber si el Ejecutivo cambiaría de opinión respecto del particular y se me manifestó de nuevo que no. Luego entró al Ministerio el señor ministro Alessio Robles, el señor secretario Alessio Robles y también, honorablemente, me hizo las mismas indicaciones que antes me había hecho su antecesor, porque no crean más que la revelación clarísima de una política que el Ejecutivo de la Nación estaba siguiendo. Cuando en esta Legislatura, en el período ordinario, se trató la Ley del Petróleo, esperamos también, y les aconsejé a estos señores interesados que esperaran, que la Cámara expidiera la Ley del Petróleo. No se pudo expedir por razones que ustedes conocen y entonces de nuevo volvimos a ver al señor Alessio Robles y entonces él nos dijo: si no se ha expedido la ley y por lo menos conocemos el criterio de las comisiones y posiblemente el criterio de la Representación Nacional, yo creo que en esta ocasión debería usted tratar directamente este asunto con el señor presidente de la República, porque teniendo vigente un acuerdo verbal de él que ordena suspendamos estas tramitaciones, yo no puedo hacer, no puedo tratar ningún asunto en este sentido, sino únicamente trasmitirlos al acuerdo del presidente. Con esta razón ocurrimos directamente al presidente de la República y el presidente de la República nos manifestó que esperáramos porque tenía él en estudio, él mismo, la fórmula, la manera de suspender este acuerdo verbal de interrumpir estos denuncios, estableciendo bases generales a las cuales deberían acomodarse en aprovechamiento y beneficio de la Nación. Esperamos algún tiempo y vimos después por la prensa que se había expedido, se había otorgado una concesión en forma de contrato, que es el criterio de la Representación Nacional, a su grupo de ciudadanos americanos de Los Angeles; concesión que llevaba el criterio del Ejecutivo acerca del asunto y que en mi concepto no estaba enteramente distanciado, no era absolutamente contrario al criterio de la Representación popular manifestado entonces, aunque sea inicialmente, en el dictamen y en el criterio de las comisiones. Cuando vimos que se había

publicado este contrato, creímos conveniente ocurrir de nuevo al presidente de la República, porque así nos había hecho la indicación; ocurrimos a él y nos manifestó que en los mismos términos y condiciones generales de aquel contrato que se había publicado, no había ningún inconveniente en hacer contratos del Gobierno respecto a todos los denuncios y explotaciones en zonas federales y terrenos nacionales. No a nosotros, no a estos mexicanos, no a mí, a todos aquellos que tuvieran solicitudes de denuncios pendientes, a todos aquellos que ocurrieran en solicitud al Gobierno de la Nación, sujetándose al criterio de la Nación y acogiéndose en todas sus partes al criterio nacionalista, al espíritu nacionalista. Habiendo revelado y comunicado esto a los interesados en el asunto, estos interesados al principio opusieron resistencia, porque decían que tenían sus denuncios en forma y que deberían otorgarse y concederse enteramente con sujeción a las leyes vigentes; y habiendo vencido el escrúpulo de estos interesados, decidieron por fin aceptar las condiciones que imponía el Ejecutivo de la Nación. En esta forma ocurrimos directamente al ciudadano presidente de la República, y después de algunas pláticas con él, y luego que ya se había otorgado y concedido en la misma forma el contrato de los Ferrocarriles Nacionales, se decidió que se hiciera el contrato de estos ciudadanos en la misma forma y en los mismos términos en que ya se habían concedido, y que era verdaderamente la norma que adoptaba el Gobierno federal; es claro, naturalmente, con la cláusula consagrada en todos estos casos de que se sujetaría inexorablemente después a cualquier legislación o reglamentación que expidiera la soberanía del Poder Legislativo de la Nación. Yo pregunto, señores, ¿qué de inmoral hay en este acto? ¿Quiénes son, señores, los que se oponen por interés, los que se oponen por tradición, los que definitivamente se oponen a que el Gobierno de la Nación y la Nación misma obtengan de las zonas federales, los beneficios a que tienen derecho, los beneficios que le da la Constitución federal? ¿Han de ser los mexicanos? No, evidentemente, ni los extranjeros tampoco, porque hay extranjeros que se han acomodado al criterio constitucional. Los únicos que se oponen son los interesados en las poderosas compañías petroleras. Y se comprende cuál es la razón: Las enormes compañías petroleras que trabajan en México y tienen sus derechos adquiridos, ya están explotando y sacando la riqueza toda que pertenece a la Nación y que debería ser aprovechada en las zonas federales de terrenos nacionales; es natural comprender que si el Gobierno de la Nación es benigno, no es tan radical, quiere, por lo menos, mostrarse consecuente con los derechos y los intereses adquiridos, dejando que continúe la explotación de los terrenos y del petróleo en las propiedades particulares, sí quiere ser, sí puede ser y sí debe ser radicalísimo en lo que se refiere a la explotación de los terrenos nacionales en las zonas federales; pero a los petroleros no les puede convenir porque ellos están obteniendo, sin darle a la Nación nada de lo que le corresponde, toda esa enorme riqueza nacional que está acaparada en las zonas federales. De manera que venir a atacar aquí un acto del Gobierno en este sentido, un acto del Gobierno y de particulares en forma de contrato, cuando precisamente se amoldan al espíritu de la Constitución y cuando precisamente aceptan en todas sus partes el dominio de la Nación, no puede significar más que la defensa de los grandes intereses de las compañías petroleras. Y el doctor Puig, que en este caso ha venido a atacar precisamente el contrato que debía celebrar la Nación con particulares, no viene más que a defender -no digo que interesadamente; posiblemente sin interés, pero esto no lo puedo yo asegurar aunque suponga lo contrario - los intereses de las poderosas compañías petroleras y a atacar los legítimos intereses de la Nación. ¿Quién puede oponerse, repito, a que la Nación obtenga todos los privilegios, beneficios y rendimientos que debe alcanzar en las zonas federales? Únicamente las poderosas compañías que llevaron su oposición, que llevaron su tenacidad a todos los extremos, a todos los excesos. Antes lo hicieron, ahora se han calmado; y es posible suponer y esperar que siguiendo el Gobierno de la Nación el criterio legalista, prudente y discreto que hasta ahora ha seguido, muy pronto las mismas compañías petroleras tendrán que entrar a reconocer de plano el dominio de la Nación en estos asuntos. Pero ¿por qué venir ante esta Representación Nacional eminentemente revolucionaría, por qué venir a defender así, en la forma en que lo hizo el doctor Puig, los intereses de las compañías petroleras, atacando un acto legítimo del Gobierno nacional, eminentemente revolucionario y dentro del criterio de la revolución?

Yo creo, sinceramente, ciudadanos diputados, que no debo cansar más la atención de ustedes acerca de este asunto. Si se trata en este caso de una concesión legítima, iniciada y tramitada conforme a la ley vigente y acordada y resuelta por el presidente de la República, dentro del criterio constitucional y dentro del espíritu revolucionario, no vemos nosotros, no vemos ninguno de nosotros nada que reprocharnos. Y yo, que creo que cualquiera senador o diputado que ejercite o ejecute un acto legítimo de éstos, cumplirá con su honor y procederá rectamente, protesto a ustedes con toda sinceridad que en todo caso, que en toda ocasión en que ciudadanos mexicanos soliciten mi intervención para tramitar o para tratar asuntos lícitos de esta naturaleza, amoldándose al criterio de la Constitución, respetando el principio revolucionario y sometiéndose a las condiciones y exigencias del Gobierno nacional, no tendré escrúpulo ninguno en patrocinarlos o representarlos. ¿En qué forma no lo haría yo? Aunque la ley no lo diga, la única forma en que no lo haría, porque soy disciplinado y me someto a las exigencias de mi partido, únicamente no lo haría yo, y seguramente no lo haría ninguno de nosotros, en el caso en que, después de discutirse franca y serenamente esta cuestión, se resolviera que ningún diputado o senador tiene derecho a tener negocios de esta naturaleza; pero mientras esto no se resuelva y mientras un diputado o un senador proceda dentro de su criterio honorable, no hay razón, compañero Israel del Castillo, a quien creo honorable, no encuentro razón para que de esto pueda hacerse una imputación contra la honorabilidad....

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: ¿Y la independencia de los poderes compañero?

El C. Arce Gustavo, continuando: Decía el ciudadano diputado Portes Gil que se trata de negocios que se hacen con los ministros. Yo ruego, no solamente al diputado Portes Gil, sino a cualquiera de todos los diputados de esta Cámara, que me digan qué clase de negocios he hecho yo en los ministerios. Como ustedes no lo saben ni lo pueden saber, porque son honrados y no andan hurgando por aquí y por allá respecto de los asuntos particulares de nuestros compañeros. Yo voy a dirigirme a quien debo dirigirme: exhorto públicamente a todos los secretarios y a todos los subsecretarios para que públicamente digan si tienen o han tenido algún negocio conmigo. Este negocio, este asunto, lo separo especial y expresamente, porque ya he dicho antes que el honorable ciudadano secretario de Industria y Comercio, no fue quien trató ni quiso tratar directamente este asunto, sino que lo tratamos directa e inmediatamente con el presidente de la República. Y quien dude de usted, quien dude - cualquiera del pueblo mexicano - de la honorabilidad, de la honradez y de la rectitud, o quien proclame que el presidente Obregón no procede recta y honradamente, creo que no hablará con sinceridad. El hecho sólo de que este asunto hubiera sido sancionado, aprobado y acordado por el presidente de la República, a conciencia perfecta, pues no fue por sorpresa, no se obtuvo en una ocasión, sino después de repetidas pláticas y después de un largo tiempo de estarlo tramitando, esta sola circunstancia nos pone a salvo de cualquiera censura o de cualquier cargo de falta de honorabilidad.

Del tercero, de mi distinguido colega, el señor Castillo Nájera, ya dije: fue un platillo ligero. Afortunadamente, por no cansar a ustedes, antes de ahora platiqué en alguna ocasión con él, y creo que después de las declaraciones hechas y de lo que sinceramente he dicho ahora, no tendrá ya ningún escrúpulo en esta cuestión. Yo creo que mi colega, el señor licenciado Castillo Nájera, es honorable y no quiero hacerle ningún cargo, como el que maliciosamente hiciera "El Universal" a los abogados, diputados y senadores, de encontrar inmoralidad en el hecho de que los ciudadanos diputados que son abogados, litiguen en los tribunales con jueces que nosotros designamos. Yo, por circunstancias especiales, no tengo asuntos judiciales; pero yo no considero inmoral litigar en los tribunales por parte de los abogados que existen en esta Representación. Y no lo considero inmoral, porque, en primer lugar, no admito ni puedo concebir que diputados y senadores vayan a los tribunales de justicia a patrocinar y defender asuntos injustos y negocios inmorales; pero suponiendo que hubiera alguno que tal hiciera, faltando a su honradez, a su decoro y a su alta representación, ya digo - lo repito una vez más - que confió mucho en la honorabilidad de los jueces y magistrados, y creo que ellos no podrán permitir un acto ilegítimo y reprobable. En consecuencia, por esa razón y por algunas otras, creo que proceden honrada y honorablemente los diputados y senadores que patrocinan y defienden negocios judiciales en los tribunales de la República.

El compañero Manrique - no recuerdo si él o algún otro - me dijo cuando comenzaba esta exposición, que los platillos del poblano no eran tres sino cuatro. (Murmullos.) El cuarto me lo proporciono un periódico, uno de los más importantes de la capital, "El Universal". "El Universal", principalmente "El Gráfico", a cuyo frente estaba el doctor Puig y a cuyo frente está hoy el señor Hidalgo, amigo mío también -¡vean ustedes qué coincidencia!-, amigo mío también, desdiciendo en este punto algo de su apellido, Hidalgo, por cuestiones políticas tal vez, o por error de criterio, o por mala voluntad, o quién sabe por qué, ha tomado a punto de ataque esta cuestión. Yo no puedo, yo no quiero admitir que en la tribuna de la Cámara se hagan ataques a la prensa. Yo creo que no lo debemos hacer; este error que antes se cometió, parece que se ha corregido ya. Y efectivamente, lo creo, porque debemos considerar a la prensa como un verdadero poder, y aunque nos ataque y nos insulte o nos ofenda, debemos, deberemos pensar que lo hace en cumplimiento de un deber. Yo, por lo menos, no me duelo ni ofendo, ni quiero hacer ataques contra la prensa. Yo creo, pienso, que debe ser muy respetable y quiero respetarla, muy de verdad; no quiero atacar a "El Universal", porque es un periódico, porque es un órgano de la prensa nacional, y no he de atacar al periódico porque el periódico no tiene la culpa de los errores ni de las mentiras, ni de las falsedades en que incurran sus directores, editores, corresponsales o cronistas. De todas maneras, yo creo que el platillo que me sirvió "El Universal", tampoco merece que moleste vuestra atención. Yo creo fundamentalmente que en esta cuestión - yo no sé si me equivocaré y tal vez lo aclaremos después -, que todo no es más que politiquilla de fondo, dirigida principalmente contra quien menos vale, contra mí. Yo no significo nada ni en el partido ni en el bloque, ni mucho menos en el Parlamento; y es lo único que me desconcierta para investigar y buscar la razón del por qué de los ataques de Portes Gil contra mí. Pero no, yo quiero, me parece ver que hay más fondo todavía, y es ese cúmulo de circunstancias, de incidentes, y es que en estos momentos, por uno de esos azares de la vida, por esas vueltas de la fortuna, en el partido, en el bloque, en la "mafia", es decir, en la mayoría parlamentaria, están manejando y diciendo hombres que no nos quieren, que no quieren a los revolucionarios, que no quieren a Manrique; claro que no puedo querer a Soto y Gama, ni a Rodrigo Gómez, y atacan a los agraristas, que han fracasado. Nosotros, los cooperatistas, que pensamos un poquillo de otra manera, que aunque no queramos - yo, por lo menos, no quiero llamarme revolucionario, porque me atacaría el doctor Siurob, y con razón, yo no quiero llamarme revolucionario juntamente con Soto y Gama y como tantos y tantos que se sienten en estas curules-, digo que esa es la causa única, porque estos hombres no nos quieren de verdad. Somos compañeros de Cámara, somos compañeros de bloque, somos compañeros de partido; pero no nos quieren. ¿Qué vamos a hacer? Y no nos quieren, ¿por qué? El doctor Puig, árbitro en esta tribuna, no en las comisiones, en esta tribuna- porque en las comisiones del Petróleo hay hombres muy competentes, que hace tres años vienen

quemándose la sangre para hacer un proyecto de ley amoldado al espíritu constitucional y a las exigencias de la patria -, pero sí árbitro aquí, en la tribuna, hasta hoy, el doctor Puig, es felicista. En el Bloque Cooperatista preside un buen amigo nuestro, el ciudadano Padilla, huertista y felicista. (Aplausos.) La "mafia" la dirige Onésimo González, felicista..... (Aplausos.)

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Y asesino, además!

El C. Arce, continuando: ...y el Partido Cooperatista lo dirige Portes Gil, huertista también como ellos. (Una voz: ¡Que se depure!) No, compañero; las depuraciones hemos acordado ayer que las haremos en casa, es mejor así, compañero; las depuraciones las haremos en casa, pero en esto no hay que depurar, depurado está, si ninguno lo niega: si el doctor Puig tiene a honor ser felicista, si Padilla no niega ser felicista, si Onésimo González no niega ser felicista, si Portes Gil no niega haber sido huertista, y si lo negara tenemos los documentos que comprueban lo contrario.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Un documento para mí, caballero.

El C. Arce: No he dicho que tenga para usted una palabra.

El C. Puig y Casauranc: La de usted. Yo estoy diciéndole a usted que es un imbécil.

El C. Arce: Ruego a usted que tenga la bondad de no interrumpirme.

El C. Espinosa Luis: Moción de orden. Señor compañero Puig: yo, que he hecho honor a su corrección de caballero, le ruego que por la fraternidad que debe reinar entre nosotros y por caballerosidad, que le he reconocido siempre, tenga la bondad de retirar esa palabra que nosotros consideramos injuriosa. - El C. Arce: Compañero Espinosa, le ruego que no se moleste.

El C. González y González: Moción de orden.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Señores diputados:

Cuando un hombre ha tenido una actuación parlamentaria en una Cámara como la XXVI Legislatura, cuando después, durante largo tiempo ha estado en labores de prensa, hay derecho de esperar que quien lanza un cargo de esa naturaleza tenga, aun cuando sea una palabra, un hecho, un documento, una frase en un discurso, una frase en un artículo que ameriten el insulto, porque para mí es el más grave insulto el de felicista, y como sólo por una falta absoluta de juicio y de inteligencia puede en esas condiciones lanzarse un cargo semejante, usé de esa palabra, que si se trata de retirarla por respeto a la Asamblea, la retiro, pero el hecho indudable es que no podrá señalarse, en ningún caso, una sola frase, ni un sola acción de este modesto representante, que amerite el dictado de "felicista". Por esta razón, señores diputados, tuve la violencia de contestar de esta manera; pero si el compañero Arce, que hace mucho tiempo que viene preparando ataques, no ha podido encontrar todavía un solo hecho que demuestre que es cierta esa aseveración falsa y calumniosa, yo tuve derecho de pensar que sólo por un trastorno cerebral que fuera hasta la imbecilidad podía decirlo. Cualquier otro médico podría haber tenido un fundamento u otro de sospecha al escuchar esto; por esto cuando el compañero Arce insinuó que estuviera defendiendo intereses petroleros, me callé; porque considero que la tribuna es lugar oportuno para contestar y dar pruebas; pero cuando se lanza un cargo de esta naturaleza, perfectamente falso, que no tiene apoyo porque lo desdice mi vida de treinta y cinco años, cualquiera tiene que suponer un desequilibrio mental, y mi actitud es perdonable. Ruego, pues, a la Asamblea, que me perdone el que haya tenido el exceso de contestar ese insulto que para la Asamblea, y sólo por respeto a ella, la retiro. (Aplausos.)

El C. Arce: Yo recojo fielmente lo que dice el doctor Puig, y lamento que tuerza mi idea, al manifestar que para él es un insulto ser felicista. Me halaga y me alegra. Yo, al decirle "felicista", no se lo dije como insulto, porque yo sé, y yo creo que los que son hombres de verdad y han sido felicistas y son felicistas, aunque sea por un error o por una desviación de criterio, no consideran que sean felicistas hoy. Por consiguiente, al decirle felicista al doctor Puig, sabiendo yo, pensando yo de buena fe que sí lo fue, no he pensado insultarlo, sino que he pensado en decir que fue lo que he dicho, o por error o por convicción y ¿por qué se lo dije? Se lo dije porque me lo han dicho distintas personas que me merecen confianza y crédito. Interpelo al ciudadano Malváez, que me diga si tiene alguna razón fundamental para pensar que el señor Puig es o fue felicista como él me dijo.

El C. Malváez: La verdad es que el doctor Puig fue compañero nuestro en la Legislatura XXVI. En esa Legislatura no dio el doctor Puig una sola muestra de ser revolucionario. (Aplausos.) El doctor Puig votó siempre contra el grupo maderista; jamás perteneció al grupo renovador, y siempre, constantemente, votó contra todos los maderistas y se unió al grupo que formaba el señor Braniff, que fue felicista. Esto lo saben los compañeros González Garza, el licenciado Escudero y todos los que se sientan en esta Cámara que pertenecieron a la Legislatura XXVI. Después del cuartelazo marché a la revolución, e ignoro cuál haya sido la conducta del doctor Puig.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: ¿Me permite la palabra, señor compañero, por caballerosidad? Voy decir dos palabras.

El C. Arce: Voy a terminar.

El C. presidente: El orador no lo permite.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Dos palabras.

El C. Arce: Yo digo, señores, como decía Manrique, y como decía hace un momento Soto y Gama: ¡qué pocos son los amigos, y qué raro es decir que de verdad se es amigo! La amistad es algo tan grande, algo tan difícil en estos tiempos, que yo creo que debemos darles la razón a Soto y Gama y a Manrique. Aquí, dentro de nosotros, pasa constantemente la figura de Caín, con la mandíbula en ristre, dispuesta a golpear la frente de su hermano. ¡Cuidáos, señores, cuidáos de vuestros hermanos! Y yo digo que sí, después de estas aclaraciones sinceras, a pesar de que crea el doctor Puig que he tratado de insultarlo, que no ha sido mi intención por la explicación que di y por la prueba que se ha presentado; yo digo que sí, después de estas

aclaraciones, continúan llamándonos inmorales por estas causas que aquí se han mencionado, tendremos que reconocer que los que tal hagan y los que tal piensen son mentirosos, mentirosos y calumniadores. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Portes Gil.

El C. Portes Gil: Señores representantes:

Realmente, no han dejado de conmoverme, y seguramente a vosotros también, las palabras un tanto sentimentalistas del señor diputado Arce, y realmente también, este buen representante del Distrito Federal podría decirse, ha tenido una gran parte, se le ha escuchado sin perder un solo sonido de su voz y se le ha escuchado con toda unción, con toda cordura y con toda caballerosidad; el diputado Arce ha venido a justificarse, mejor dicho, dizque a librarse de los cargos que desde esta tribuna le lancé públicamente y que le sigo lanzando. Delación, se ha dicho delación; usó el diputado Manrique de la palabra delación, de la palabra delación usó también el diputado Arce y no hay tal delación; yo, representante aquí de uno de tantos distritos de Tamaulipas, o de uno de tantos distritos de la República, además de mi carácter de representante de un distrito, tengo el de presidente de un partido político, y como tal estoy obligado a cuidar a ese partido. En consecuencia, miente quien diga que hay delación....

El C. Manrique, interrumpiendo: Podrá equivocarse. Yo no miento, ciudadano Portes Gil, yo no miento. ¡yo no miento! ¡Yo no miento, ciudadano Emilio Portes Gil! (Siseos.)

- El C. Portes Gil Emilio, continuando:... ¡Miente quien diga que hay delación! ¡Miente quien diga que hay delación! Mi deber aquí ha sido hacer cargos a compañeros míos de bloque, de Cámara y de partido, en quienes he observado tales o cuales procedimientos que he juzgado indebidos.

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡El juez por su casa empieza! (Siseos.)

El C. Portes Gil Emilio, interrumpiendo: ¡Que no he defendido al Partido Cooperatista - me dice el diputado Arce - contra los ataques del diputado Manrique! vea el ciudadano Arce la defensa que hice del Partido Cooperatista, de mi partido, en el DIARIO DE LOS DEBATES. Sin vacilar por un momento, así, sin va-ci-lar por un mo-men-to, ni un solo instante, hice el sacrificio de un amigo para mí muy estimado íntimamente: el ciudadano diputado Manrique. Conste que fue en defensa del Partido Cooperatista Nacional ese sacrificio que hice yo de la amistad para defender al Partido Cooperatista Nacional.

El C. Manrique Aurelio, interrumpiendo: ¡Habéis perdido todo, el partido y la amistad! (Risas.)

El C. Portes Gil Emilio, continuando: ¿Que he lanzado cargos desde esta tribuna a algunos de mis antiguos compañeros? Efectivamente, los he lanzado exclusivamente con el propósito de defender al Partido Cooperatista Nacional. ¿Que he declarado yo aquí que el Partido Cooperatista Nacional ha cometido errores? Y bien, ¿Qué tiene esto de particular? ¿Esto tiene algo de raro porque hasta ahora es la primera vez que un miembro de un partido político hace declaraciones de que su partido ha cometido errores y hace también la promesa de que se procurará en lo futuro evitar otros errores? Yo no creo que esto sea en contra del partido; yo creo que esto es en beneficio del grupo. Si se han cometido errores, no es nada ignominioso el que se señalen por los mismos miembros del partido; y tampoco lo es el de que se diga ahora que se procurará evitarlos en lo futuro. El error de la Administración de Justicia, decía el ciudadano diputado Arce...

El C. Manrique, interrumpiendo: Y yo también.

El C. Portes Gil: continuando: Bien sabe el diputado Arce cómo se fraguó aquello que yo llamo, que muchos llamaron y que toda la prensa llamó, una verdadera traición al Senado. Bien sabe el diputado Arce, que fue un grupo pequeñísimo de diputados, no el ciudadano diputado Prieto Laurens, quien con la acometividad y valor que le caracteriza se echó a cuestas la responsabilidad, no; fue otro grupo de diputados, pequeñísimo, el que entonces dirigía todos los actos del bloque cooperatista de la Cámara; este grupo de diputados, entre los cuales figuran algunos, no todos, de los que formáramos las comisiones de Justicia, es el responsable, y de ello hizo responsable a todo el partido, de aquella felonía que se cometió al Senado. (Aplausos.)

El C. Manrique, interrumpiendo: ¿Por qué no lo dijisteis entonces?

El C. Portes Gil, continuando: Entonces, ciudadano diputado Manrique, lo dije yo dentro de mi bloque...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡No lo oímos!

El C. Portes Gil, continuando: ... porque era mi deber decirlo así, y aquí están todos los compañeros cooperatistas, que no me dejarán mentir en este sentido; el ciudadano diputado Arce así lo asentó también.

El C. Manrique, interrumpiendo: ¿Por qué no rompisteis con el bloque? - El C. Portes Gil, continuando: Me extraña, realmente, la nerviosidad del diputado Manrique...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Si me conocéis; no debe extrañaros!

El C. Portes Gil, continuando: ...porque ésta es la primera vez que el diputado Manrique se sale de sus casillas...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡No es la primera vez! (Risas.)

El C. Portes Gil, continuando: ...y me alegro de que en esta vez...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Todavía me indigno, ciudadano Portes Gil. (Murmullos. Siseos en las galerías. Campanilla.)

El C. Portes Gil, continuando: ...y me alegro de que en esta vez yo sea la causa de que el diputado Manrique se salga de sus acostumbradas casillas. Por lo que respecta a la explicación que nos ha dado el diputado Arce, de los asuntos o de los negocios a que yo me referí en la sesión del viernes, yo no he dicho absolutamente que el negocio sea lícito o ilícito; yo quiero suponer que los negocios a que él se ha referido fueron enteramente lícitos; pero yo lo que quiero asentar aquí como principio, lo que asenté en aquella ocasión, es que es por todos conceptos indebido e inmoral que un representante popular, primate de un partido

Político, se valga de la influencia, del poder mismo que le da el partido político, para arreglar esta clase de negocios. En esto me afirmo. Lo vuelvo a repetir . Recordaremos o debemos recordar todos que esta es la causa principal que ha hundido a todos los partidos políticos existentes en México.

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Exactamente!

El C. Portes Gil Emilio, continuando: Si fue en tiempos del general Díaz, era el despacho de don Rosendo Pineda, entonces diputado muy influyente, adonde convergían todos los hombres públicos negociantes de aquella época. Y fue el despacho de don Rosendo Pineda el que desprestigió desde sus cimientos, en lo que respecta a negocios, al régimen porfirista. Recordemos también que uno de los principales ataques que se lanzaron en contra del Gobierno del señor Madero, fue precisamente el deseo de lucro de algunos de sus amigos, a quien se acusó por los enormes negocios que hacían. Y fue también durante la actuación del Partido Liberal Constitucionalista la acusación que se hace a algunos de los hombres que dirigían aquel partido, de que abusaban demasiado en el arreglo de negocios usando la influencia política que el mismo partido les dio. El ciudadano diputado Arce se refiere a que yo gestioné alguna vez en la Secretaría de Industria y Comercio algún asunto petrolero. Pero mi situación entonces era enteramente distinta de la que el ciudadano Arce y sus compañeros, a quienes yo cité, tenían cuando empezaron, o, mejor dicho, cuando iban a terminar el arreglo de su negocio.

El C. Malváez, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación?

El C. Portes Gil: Sí, señor.

El C. Malváez: ¿Era usted diputado cuando gestionó esos negocios?

El C. Portes Gil, continuando: Era diputado con licencia. (Voces: ¡Ah!) Fue en el mes de mayo o junio de 1921. Tenía yo licencia indefinida de la Cámara de Diputados y vine expresamente del puerto de Tampico al arreglo de algunos asuntos. No tenía yo absolutamente ingerencia de ninguna especie en ningún partido político ni era primate de ninguna agrupación de esta naturaleza. Yo tenía licencia indefinida de la Cámara y entonces hacía abstracción por completo de la política para dedicarme exclusivamente a atender mi despacho de Tampico.

El C. Alvarez del Castillo, interrumpiendo: ¿Me dispensa una pregunta? ¿No recuerda usted, quizá tiene presente que su servidor tiene en su archivo particular copias de correspondencia de su señoría, entre otras, algunas cartas que usted me dirigió para que yo interviniera, como intervine, en algunos asuntos en Secretarías de Estado; intervine, porque los consideraba lícitos? Es cierto, usted no era diputado en funciones; pero, entonces, ¿por qué quería llevar a Alvarez del Castillo a la tramitación de esos negocios? ¿O porque era amigo, o porque era enemigo? ¿Si porque era amigo, lo quería llevar a algo que consideraba ilícito, esto es, que un diputado amigo tramitara asuntos que él consideraba indebidos? Si era enemigo, ¿por qué se dirigía a Alvarez del Castillo? (Aplausos.)

El C. Portes Gil, continuando: Voy a contestar la interpelación del diputado Alvarez del Castillo. Efectivamente; yo tenía correspondencia -y el diputado Alvarez del Castillo dice la verdad - con él desde Tampico; le confié algunos asuntos de escasa importancia, entiendo que en la Secretaría de Hacienda. Y aquí debo hacer esta pequeña aclaración: ni el señor Alvarez del Castillo era entonces primate de ningún partido político, ni el asunto que yo le confiaba era relacionado con los asuntos que se discutían en la Cámara de Diputados, es decir: no había ningún asunto sobre petróleo, cuya ley se estaba discutiendo en esos momentos en la Cámara de Diputados. Entonces, yo, como abogado litigante, natural es que hubiera tenido facultad para dirigirme a amigos o a compañeros; si ellos juzgaban lícito atenderme, me atenderían; si lo juzgaban ilícito, no me atenderían. En consecuencia, existe esta grandísima diferencia entre aquella clase de asuntos a los que me he referido en la sesión del viernes: yo he considerado el asunto de la concesión de petróleo, como he dicho, puede ser que sea un asunto lícito, creo que así es; pero sí considero indebido que diputados, en momentos en que se discute la Ley del Petróleo, anden solicitando del Ejecutivo de la Unión concesiones sobre petróleo, porque creo que esto es embargar anticipadamente su criterio, forzar un tanto la actuación que deben tener dentro de la Cámara y, por lo mismo, entregar en cierta forma la independencia personal que han de tener en todas las discusiones parlamentarias. Esto es lo único que yo censuro; yo no me fijo en que el negocio sea perfectamente moral, creo que lo ha sido; pero sí he creído esto, en la forma en que ya lo he expuesto.

Respecto de esa tortuosidad que ve el diputado Arce en mi actuación, respecto de esa falta de que me acusa, sólo le sabré decir una cosa: que yo, al diputado Arce, jamás lo consideré amigo; es cierto que teníamos cierta amistad superficial; pero no había jamás entre él y yo amistad íntima. Yo me explico la amistad en forma de intimidad y en forma de lealtad; pero no me explico esa amistad que el diputado Arce, que los otros diputados a quienes me he referido, quieren llevar con hipocresía, con falta de franqueza. Yo no me explico esta amistad en que el amigo está trabajando por debajo. Yo me explico la amistad franca y sincera; y me explico la enemistad también a base de una enemistad también a base de una enemistad absoluta. Por lo que toca a Manrique, ciudadano Soto y Gama, en este caso confirmo las ideas que he tenido sobre la amistad: en el momento en que el diputado Manrique atacó al Partido Cooperatista, del cual soy presidente, yo he roto mi amistad con el diputado Manrique.....

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Aaaaay!

El C. Portes Gil Emilio: ¿Para qué iba yo a seguir siendo amigo a medias de Aurelio Manrique, si ya no podía haber amistad entre el y yo?

El C. Manrique: ¿Era la primera vez que atacaba al partido?

El C. Portes Gil Emilio, continuando: Yo he dicho que la amistad a base de franqueza: pero no a medias, no a base de hipocresía. Yo no quiero

amigos de esos que dicen que lo son, y que están por debajo barrenando, que están por debajo tratando de destruir. Yo me explico al amigo o al enemigo franco, uno u otro. Y entre los casos que me cita el ciudadano diputado Arce, figura el del ciudadano general López de Lara. Yo fui amigo de López de Lara durante algunos años. En todas sus contiendas políticas, Portes Gil estuvo a su lado; en todos sus fracasos políticos, que fueron muchos en sus fracasos más dolorosos, en los momentos de verdadera tragedia, Portes Gil estaba allí.

El C. Manrique, interrumpiendo: Eso es cierto.

El C. Portes Gil, continuando: Y entonces había muy pocos amigos del general López de Lara; entonces, aquí, en la Cámara, puede ser que apenas llegáramos a dos: el ciudadano diputado Garza y el que habla. Entonces todos sus amigos abandonaron al general López de Lara. Cuando López de Lara recibía beneficios de Carranza, López de Lara tenía muchos amigos. Entonces yo era amigo de él, y jamás, absolutamente jamás, puede decir él ni puede decir nadie, que yo le haya solicitado un servicio indebido.

El C. Manrique, interrumpiendo: Entonces érais buen chico.

El C. Portes Gil, continuando: Cuando se inició la campaña política de Tamaulipas, yo fui de los que con más ardor defendieron la candidatura del general López de Lara y, como he dicho antes, en todos sus fracasos y en todos los momentos de dolor que tuvo, Portes Gil estuvo siempre a su lado. Subió al poder y continué siendo su amigo. Pero cuando se inició la lucha para la renovación del Congreso de la Unión, a pesar de que yo cultivaba relaciones de amistad con el general López de Lara, él se obstinó en enfrentarme como candidato a un pariente suyo, y no obstante las gestiones que privadamente hice, las que hicieron otras personas, entre ellas el ciudadano diputado Alvarez del Castillo, no obstante eso, el general López de Lara se obstinó en sostener un candidato por el puerto de Tampico.

No es cierto, señor diputado Arce, que haya ido yo a Victoria y que haya vuelto diciendo a usted que mis relaciones seguían muy bien con López de Lara; yo no volví a ver a López de Lara desde hacía más de un año, y cuando fueron a Victoria los diputados Garza y Céspedes, el general López de Lara manifestó al diputado Garza que lo ayudaría a él en su campaña por Victoria, siempre que se comprometiera con él a darme contra a mí en mi campaña por Tampico. Y debo advertir que para esa fecha yo no tenía absolutamente o no había tenido, ningún choque con el general López de Lara; todavía nos seguíamos carteando y todavía lo seguí yo considerando como amigo. Natural es que al iniciarse la campaña en el puerto de Tampico y al enfrentarme un candidato, yo no iba a ser tan infantil para no declararme también a mi vez opositor a su candidato y opositor al propósito que el Ayuntamiento de Tampico y el Gobierno del Estado estuvieron a punto de llevar a cabo: la imposición de ese candidato. Indudablemente que desde ese momento, cuando yo me convencí que el gobernador de Tamaulipas no era ya mi amigo, tuve desde ese momento que desligarme de él, porque yo no quería una amistad que me estaba destruyendo a mí. En cuanto a ataques al general López de Lara, allí están los DIARIOS DE LOS DEBATES; yo le he hecho ataques políticos, yo he censurado a su administración desde el punto de vista político y desde el punto de vista administrativo; pero jamás he lanzado un ataque de insulto contra el señor general López de Lara; rudamente lo he atacado y rudamente lo seguiré atacando cuando haya motivo; pero atacando su mala administración y atacando su mala política.

Esta es, pues, la idea que yo tengo de la amistad, ciudadano diputado Arce; no hay en ello nada de tortuosidad, ni hay nada de maquiavelismo; el maquiavelismo y la tortuosidad existen en los enemigos que hipócritamente se hacen pasar como amigos, porque no tienen el valor suficiente para declararse enemigos. Pero la caballerosidad no puede existir jamás en aquellos hombres de bien que, no queriendo ser amigos de uno que no lo es, se declaran sus enemigos. En esta forma pienso yo respecto de la amistad. Bien se ve, digo, que el diputado Arce, muy inteligente y orador notable, también viene a hablar aquí, en la tribuna, por "boca de ganso". Es decir, viene aquí a emitir conceptos que no son de él y sí son sugueridos por tercera persona. Que mis negocios en Tampico con la compañía de luz, que el terreno así y que el terreno asado.

Este asunto, que desde hace tiempo me lo vienen echando en cara es el siguiente: Instalado yo en Tampico como abogado y notario público y con rótulo - que así se dice -, y sin tener absolutamente ningún cargo público, ninguna canonjía, ni del Gobierno del Estado de Tamaulipas, ni del Gobierno Federal, arreglé, efectivamente, un negocio de la Compañía de Tranvías de Tampico: pero negocio que le es benéfico al Estado; que yo creo que es el único negocio que le ha sido benéfico al Estado durante las últimas administraciones, y este negocio consistió en lo siguiente: -suplico, compañeros, tengáis la amabilidad de no fastidiaros con este pequeño relato - este negocio consistió en lo siguiente: el Municipio de Tampico tenía en la plaza de la Libertad un terreno que mide mil y pico de metros cuadrados, un terreno que, como casi todas las calles de Tampico, era en aquel entonces una verdadera inmundicia, un verdadero muladar. La Compañía de Luz y Fuerza de Tampico pidió en arrendamiento aquel terreno bajo estas condiciones -y debo advertir que el Ayuntamiento de 1916 lo había dado ya, sólo faltaba la ratificación por el gobernador del Estado, que era la gestión que yo iba a hacer -: la Compañía de luz se obligó a construir en el terreno un edificio cuyo costo no sería menor de un millón de pesos. Usará de ese edificio durante el término de treinta años; a los treinta años lo devolverá al Ayuntamiento y el edificio pasará a ser propiedad del Ayuntamiento. Había otra cláusula: entiendo que un piso del edificio se destinaba a servicios municipales. La gestión, pues, que yo hice ante el gobernador del Estado fue la de que se ratificara aquel convenio que se había celebrado con el Ayuntamiento, y yo obtuve algo más: obtuve la condición de que el iba a costar un millón de pesos, en lugar de usarlo la compañía de luz durante treinta años, lo usara solamente

durante veinticinco, y que durante todo el término que la Compañía de luz tuviera la concesión que le había dado el Congreso del Estado para la circulación de sus trenes y la iluminación de Tampico, durante todo ese término, es decir, durante setenta y nueve años, la compañía de luz pagara al Gobierno del Estado la cantidad de quinientos pesos mensuales. Esta condición la obtuve yo después de miles de gestiones con el gerente de la Compañía de Luz. Se ve, pues, que es un negocio perfectamente lícito; negocio que yo hice porque entonces no tenía cargo público de ninguna especie y sí me dedicaba a la atención de mi despacho; despacho que hace mucho tiempo no atiendo y que está clausurado. Efectivamente, de este negocio me quedó a mí una cantidad, que invertí en la construcción de una casa, en un terreno que yo compré con ese mismo dinero, pero ni me regaló nadie, ni nadie intervino para que ese terreno se me diese en determinadas condiciones: yo compré ese terreno al precio comercial de Tampico. Y éste es el negocio que me están exponiendo desde hace un año o más que perdí yo la amistad con López de Lara, y éste es el negocio que vino a exponer el diputado Arce, como he dicho, por la boca de ganso. Respecto a que yo haya atacado aquí a amigos como Prieto Laurens, es una absoluta mentira y una falsedad inaudita; debe recordar aquí la Asamblea, y si no lo recuerda, consta en el DIARIO DE LOS DEBATES, que yo no he atacado para nada a Prieto Laurens. Precisamente allí está la habilidad de estos señores, en poner o haber tratado de poner el nombre de Prieto Laurens para sus combinaciones; pero Jorge Prieto Laurens oportunamente se dio cuenta y él mismo desautorizó el que su nombre figurase en el despacho de los señores a quienes yo me referí. Yo he seguido considerando a Jorge Prieto Laurens como un hombre perfectamente moral; tiene sus impetuosidades, así es su psicología, así es su carácter; pero en sus manejos públicos, yo hasta ahora he creído que Jorge Prieto Laurens es un hombre honrado. Y en cuanto al cargo ese huertista que me hace el diputado Arce, que también por boca de ganso lo hace, ya desde hace tiempo, desde la XXVII Legislatura dije yo en qué consistía. En la época de Huerta era yo escribiente de un Juzgado de Distrito, siendo yo estudiante; no me metí absolutamente para nada con ese Gobierno y sí tuve entonces como jefes a abogados honorables y a jueces de distrito, a quienes muchos de los que entonces fueron procesados, hoy han reconocido que se portaron honradamente. El puesto de escribiente que tuve entonces lo desempeñe, pues, como escribiente, no como político. Este es el cargo de huertista que me hace el diputado Arce, cargo de huertista que me vienen haciendo desde la XXVII Legislatura, pero que, a pesar de todo, mis amigos, los que me han considerado amigos de ideas y de principios, no han tomado para nada en consideración; revolucionarios radicales que durante los años de lucha civil se han sucedido en los gobiernos revolucionarios, que, obligados por circunstancias especiales, se han visto obligados a ir nuevamente a la lucha, esos me han seguido considerando como amigo y me han seguido dispensando su confianza. Este es, pues, el cargo de huertista que me ha hecho el ciudadano diputado Arce, cuyos manejos, entiendo, no están suficientemente aclarados en esta Asamblea. Termino, pues, ciudadanos diputados, rogando solamente a vuestras señorías me dispensen el largo tiempo que os he hecho perder. Yo quiero asentar aquí, como miembro del Parlamento, como presidente del Partido Cooperatista, lo que dije hace algunos días: es inmoral que se explote la situación política que da a un funcionario público su partido, para hacer negocios.

El C. Guzmán Martín Luis: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Guzmán Martín Luis: Señores diputados: Es inmoral, dice el señor diputado Portes Gil, que se aproveche la situación que a un funcionario le da su partido político para hacer negocios. Son palabras que, ruego a la Asamblea, no olvide. Durante ocho días el pequeño, pequeñisimo y despreciable grupo encauzador, ha esperado este momento de liquidación de honorabilidad; ha habido toda clase de artimañas y de juegos para retardar que se celebrara esta sesión. Mientras tanto, los periódicos de que dispone el señor Portes Gil y sus amigos, no han cesado de lanzarnos pequeños dardos, pequeñas injurias y cuchufletas, para no hablar de las calumnias. Y era natural, porque la partida estaba resueltamente en contra del señor Portes Gil y sus amigos, a pesar de que todavía hasta ayer contaba con muchos amigos dentro de un grupo del bloque cooperatista. Estaba perdida la partida, porque el error ha sido estupendo. Pocas veces en la historia de ningún partido político el presidente de ese partido ha cometido error tan grave como el cometido por Portes Gil en la sesión del viernes de la semana pasada; pocas veces se ha visto el caso de que el presidente de un partido se vuelva, para defender a su partido, en contra de un grupo de sus amigos, no conspicuos quizá como el señor Onésimo González, (Risas. Toses. Siseos.) ni como mi estimado amigo don Ezequiel Padilla, o como el señor Puig y Casauranc, pero al fin y al cabo, un grupo de amigos que de cierto modo cuentan, y tanto es así , que cuentan, que después de ocho días están aquí y se les escucha con verdadero recogimiento porque tienen razón, porque la razón está de su parte.

El discurso que acaban ustedes de escuchar, después de la requisitoria tranquila, serena, cortés, caballerosa, irreprochable de Arce, es la prueba más grande, es la prueba mayor de que está perdida la partida para el presidente del Partido Cooperatista, como presidente de su partido, pero no perdida para el partido, para los que integramos el grupo, o los dos grupos reunidos del partido en la ciudad o en el distrito o en la República. Son cosas distintas el señor Portes Gil y el Partido Cooperatista; por eso hace un momento dimos el espectáculo de votar casi como un solo hombre cuando se nos puso a prueba con una moción un poco improcedente. (Aplausos.) Ha sido débil la defensa del señor Portes Gil. Yo esperaba, después del discurso de Arce, de paladinamente viniera a decir a esta tribuna con toda honradez: "Señores, me he equivocado y pido perdón -gallardamente- a las personas a quienes ofendí con tanta ligereza". Esa

era una salida, y no venir aquí a segregar al señor Prieto Laurens, porque es a quien se le tiene miedo (Aplausos.), porque es el importante, porque es, a los ojos del señor Portes Gil, temible; porque como hemos dicho muchas veces, es el alma del Partido Cooperatista, y en esto no hay ofensa para el señor Portes Gil, le ruego no lo tome así sino porque es la verdad. Venir a segregar al señor Prieto Laurens y dejar a todos los demás dentro de ese conglomerado de gentes que no tienen moral social ni privada, ni todas las cosas que dijo usted el viernes de la semana pasada. Por supuesto que la derrota era manifiesta: el Bloque Cooperatista dio un voto de censura a la presidencia del Partido. Aquí se celebró una sesión de bloque en la cual predominó el juicio que tenía la mayoría del Bloque Cooperatista. Aprobóse una moción en virtud de la cual en lo sucesivo, no se podría atacar desde la tribuna de la Cámara a ningún miembro del Bloque, del Bloque Cooperatista, mientras esos ataques no se hubiesen comprobado antes dentro del Bloque; y ese es el voto de censura al presidente del Partido Cooperatista. Pero como decía antes, no debemos los cooperatistas sufrir en ningún sentido por esta derrota del presidente del partido. El Cooperatista se hará comprender dentro y fuera de la Cámara. Si se nos escucha aquí, quizás se implanten algunas pequeñas modificaciones de método; y estos son los que han recibido el título de encauzadores. Si no se nos escucha, seguiremos como hasta aquí....

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: No de cómplices, compañero.

El C. Guzmán, continuando: No vengo a esta tribuna a hacer el juego -por más que lo que estimo mucho - del señor Díaz Soto y Gama ni de los pelicanos. Ellos se están aprovechando y tienen razón, yo haría lo mismo. Vengo a hacer el juego del Partido Cooperatista; estoy aquí porque soy cooperatista y porque quiero que el Cooperatista marche por el carril por donde debe marchar y por donde a mí me parece que debe marchar. De manera, señor Soto y Gama, que no voy a escuchar las regocijadas interpelaciones de usted, por más que....

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Por más que continuarán. (Risas.)

El C. Guzmán, continuando: Cuando yo me entere por la prensa, porque no estuve en la sesión memorable, cuando me entere por la prensa de las disparatadas afirmaciones del señor presidente del Partido Cooperatista, mi primer movimiento fue de indignación, el segundo de estupefacción (Voces: ¿Y el tercero?) porque positivamente no comprendo cómo el presidente de un partido pudo venir aquí a hacer el cargo que hizo a los miembros del propio partido; y pensé desde luego en lo que hubiera hecho Jorge Prieto Laurens si Manrique, desde la tribuna, hubiera atacado al Cooperatista. Prieto Laurens, alma del Cooperatista, habría sabido defender a su partido sin disminuir en un ápice la personalidad de ninguno de sus miembros, sin tener que recurrir a atacar la sensibilidad de ningún cooperatista para defenderlo. Eso habría hecho Prieto Laurens. Es claro que todos los cooperatistas esperábamos que otro tanto hubiera hechos Portes Gil, presidente del partido, porque la lógica es muy rigurosa en este caso. ¿Por qué en los cargos que el señor Portes Gil hizo a los señores Arce, Parra, Argüelles, Roque González Garza, no mencionó a los demás que sabía que estaban en el asunto? El sabe perfectamente que Jorge Prieto Laurens tiene un pedacito de tierra en esos famosos lotes de la Condesa; (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.) él sabe perfectamente, lo sabía, que Jorge Prieto Laurens ha estado inmiscuido en forma muy lícita - no puedo dejar de declararlo-, en ese asunto de la concesión petrolera que yo desconozco, (Aplausos.) él lo sabía y lo sabe y, sin embargo, él pidió un voto de confianza para el señor Jorge Prieto Laurens en la sesión de Bloque, y ahora lo deja a un lado.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Qué partido! ¡Qué horror!

El C. Guzmán Martín Luis : Si los cargos hubieran sido ciertos....

El C. Gómez Rodrigo: ¡Qué barbaridad!

El C. Guzmán Martín Luis , continuando: Compañero Rodrigo Gómez, le ruego a usted que me escuche; se trata de la honorabilidad de la persona que está en la tribuna, y por lo tanto le ruego que me escuche. Si los cargos hubieran sido ciertos, se habría hecho una valorización de esos cargos para defenderse. El señor De la Huerta no es miembro del Partido Cooperatista ni jefe del Partido Cooperatista, y a pesar de que no teníamos por que esperar una defensa de esa naturaleza, como no sea por su espontánea bondad, al día siguiente de los cargos del señor Portes Gil, hizo a la prensa unas declaraciones que lavaron, si es posible llamar así de toda mancha a ese grupo de personas que tomando el dinero a cuenta de sus dietas, compraron un pequeño lote en la Condesa.

El señor Prieto Laurens, que tampoco es presidente del partido, envió al día siguiente desde Veracruz unas declaraciones en las cuales acusó al señor Portes Gil y a todos los que atacaron al grupo de encauzadores de no estar buscando más que la división del partido. Porque esa es le verdad. Pero si eso es en el caso de que los cargos fueran ciertos, ¿que diremos en un caso como el real, en que los cargos no son ciertos, cuando lo que se dice no es más que una falsificación voluntaria o involuntaria de los hechos, cuando no hay lotes de a veinticinco pesos el metro cuadrado, como lo aseguraba el ciudadano Castillo Nájera? (Voces: ¡A diez y siete pesos) A la persona que dice "a diez y siete pesos" le vendo mi lote a siete pesos metro cuadrado; me costó a seis y lo vendo a siete. Cuando los cargos no son ciertos, resulta algo incomprensible y monstruoso; pero más monstruoso cuando se sabe, como yo sé, que la persona que viene a esta tribuna a impugnar, a detractar, a ofender a esos diputados porque hacen negocios, no se ha mirado antes a sí misma para ver si tiene derecho a lanzar semejante acusación. Yo parto de la base de que es lícito, absolutamente lícito, que todo el que pueda hacer un negocio honrado lo haga. Creo que un político puede hacer negocios, siempre que los negocios no pugnen con sus ideas políticas, y creo ilícito y falto enteramente de honradez política el que un político gane dinero, haga o patrocine negocios que signifiquen el sacrificio de sus ideas o de los ideales de la revolución, de la causa por que ha peleado o porque dice haber peleado o por los principios del Gobierno que sostiene o dice sostener. Eso sí es grave, señor Portes Gil.

No es malo comprar un terreno con un poco de dinero adelantado a cuenta de dietas; tampoco es malo pedir una concesión antes de ser diputado, aun cuando después se sea; lo malo es que, siento primate de un partido político, como dice su señoría, que siendo jefe de partido y diputado en momentos en que se estudia la cuestión del petróleo -uso palabras de usted -, se patrocinen negocios petroleros, y negocios petroleros que suponen ir en contra del espíritu del artículo 27, ir en contra de la revolución, ir en contra de los postulados que el Gobierno actual está tratando de imponer. Y usted, señor Portes Gil, ha patrocinado uno de esos negocios, y no hace ni tres semanas..

... - El C. Portes Gil, interrumpiendo: ¡Miente usted!

El C. Guzmán Martín Luis, continuando: ¡Ya esperaba la frase! Ya esperaba eso. Es muy común escuchar esto cuando se dice una verdad que hiere, y es muy duro escucharla, señor Portes Gil. Sólo hay una cosa más desagradable: que el que lanza el mentís, el que dice: "miente usted", sabe que no se miente; y usted sabe que yo no miento....

El C. Portes Gil, interrumpiendo: ¡Miente usted!

El C. Guzmán Martín Luis, continuando: No, señor, y voy a contar la historia de un negocio.... (Voces: ¡Pruebas!) También las traigo. Cuando yo digo que la burra es parda.... lo demás sobra. En 1907 - por supuesto que todo esto es muy desagradable, naturalmente, y sería más desagradable aún si se hiciera sobre la base por usted postulada, de que es ilícito participar en negocios; esto es muy desagradable -, en 1907 un grupo de Compañías de petróleo bajo el nombre genérico de "Imperio" - y esto lo sabe muy bien el señor Portes Gil -, adquirió un terreno, el de Cacalilao, compró los derechos al subsuelo de Cacalilao, pagándolos al superficiario en 1907. Esta Compañía, que es la única que sin reserva ninguna ha acatado la legislación revolucionaria petrolera, en 1918 denunció su subsuelo, el que ya había pagado con su dinero, y no hace mucho tiempo, lo sabe el señor Portes Gil, la Compañía "Imperio" obtuvo el único título que se ha expedido por denuncio por la Secretaría de Industria y Comercio.

El C. Portes Gil, interrumpiendo: ¡No lo sabía así!

El C. Guzmán Martín Luis, continuando: Pues va usted a recordarlo. Naturalmente, con anterioridad a la expedición del título, el superficiario vendió la superficie a una Compañía llamada la "Utah Tropical Fruit Company", Compañía que, como su nombre lo dice, está destinada a explotaciones agrícolas en la superficie. Esta Compañía, bien o mal aconsejada, se opuso a la expedición del título que la Secretaría de Industria extendió a la "Imperio", recurrió a los tribunales, agotó todas las instancias y todas las perdió, hasta que no hace ni quince días, logró de la Suprema Corte una resolución definitiva, que fue en su contra y en favor de la "Imperio", La Suprema Corte declaró como válido y legítimo el título expedido por la Secretaría de Industria y Comercio, a favor de las compañías "Imperio". A la Utah, que no quiere que se aplique el artículo 27, enemiga de los procedimientos revolucionarios de este Gobierno, la han patrocinado en sus negocios el señor Querido Moheno, Vidal y Flor, Aguirre Berlanga y el señor Emilio Portes Gil.

.. - El C. Portes Gil, interrumpiendo: ¡Miente usted!

El C. Guzmán Martín Luis: No miento, compañero.

El C. Portes Gil: ¡Primera vez que oigo eso!

El C. Guzmán Martín Luis, continuando: Estando en Monterrey, compañero Portes Gil, recibió usted un telegrama de su socio, el señor Jesús Serral, en el cual le rogaba que intercediese usted con el ciudadano presidente de la República y con el secretario de Guerra, para que, por ningún motivo, se retiraran las tropas de Panuncio Martínez, de Cacalilao....

El C. Portes Gil, interrumpiendo: ¿Me permite usted hacer un aclaración?

El C. Guzmán Martín Luis: No, compañero; después hará usted las aclaraciones que quiera; pero, ahora, no me puede usted decir que miento.

- EL C. Portes Gil: ¿Me interpela usted?

El C. Guzmán Martín Luis: No; estoy diciendo que usted, en Monterrey, el día 8 de marzo, recibió este telegrama, y ahora no puede usted decir que miento, porque lo recibió usted, y sabe usted que lo recibió. Y obran en el expediente de la Secretaría de Guerra, telegramas firmados por su señoría, dirigidos al general Serrano, como ministro de Guerra en los cuales usted pedía que no fueran retirarlas las tropas de Panuncio Martínez, de Cacalilao, que estaban defendiendo a la "Utah Tropical Fruit Company", en contra de la "Imperio", es decir, en contra de la Compañía a quien el Gobierno había expedido un título legítimo para hacer la exploración del subsuelo en ese lugar. Ahora no puede usted decir que miento.

El C. Portes Gil, interrumpiendo: Por caballerosidad, ¿me permite usted hacer una aclaración oportuna?

El C. Guzmán Martín Luis: Aclare usted.

El C. Portes Gil: Con permiso de la Presidencia. El asunto ese a que se refiere el ciudadano diputado Martín Luis Guzmán, paso en la siguiente forma: el juez de distrito de Tampico concedió una suspensión definitiva contra actos de la Secretaría de Industria y Comercio y del señor presidente de la República, a los señores Morrison y socios, pequeños propietarios de Cacalilao, pequeños propietarios que en esos momentos, pudiéramos decir, tenían vinculados en cierta forma sus derechos son la "Utah Tropical Fruit Company". El juez de distrito de Tampico, que concedió esa suspensión contra actos del presidente de la República y del ciudadano ministro de Industria, Comercio y Trabajo, pidió a la Secretaría de Guerra y al presidente de la República, el auxilio de la fuerza para hacer respetar al auto de suspensión. Es aquí donde tuve yo una participación para evitar que el auto del juez de distrito fuese burlado: esta es la verdad de las cosas. Me dirigí, efectivamente, al señor general Serrano, con fundamento en un artículo del Código de Procedimientos Federales, pidiéndole que se hiciera respetar el auto de referencia. ¡Pero qué diferencia! Aquí se trataba de una suspensión contra actos del presidente de la

República y del ministro de Industria y Comercio. Sé quién dio el dato al compañero Guzmán: fue un coyote, pero coyotón, no coyotito; es de esos que se tutean con los ministros y que va a la Suprema Corte y a todas partes, usando, indebidamente, el nombre de los ministros. Ese individuo está disgustado conmigo porque cuando yo fui abogado de los ferrocarriles....

El C. Puig y Casauranc José Manuel, interrumpiendo: ¿Quién es?

El C. Portes Gil, continuando: el señor Pesqueira. Decía que está disgustado conmigo porque me negué, de acuerdo con el ingeniero Salinas, a despacharle el asunto en el que tenía interés muy grande y en el cual había ya obtenido un acuerdo favorable para arreglarlo. Este asunto era la compra de unas minas de carbón en Coahuila, que le reportaban a los ferrocarriles un gravamen no menor de cinco millones de pesos. El señor ingeniero Salinas, presidente ejecutivo de los ferrocarriles, y el que habla, abogado consultor, nos negamos terminantemente, a pesar de que este señor usó el nombre del presidente de la República, a despachar ese asunto, y el señor ingeniero Salinas en aquella época me dijo a mí: "primero salgo yo del Consejo Directivo, antes de autorizar un negocio de esta naturaleza." Mi dictamen, como abogado consultor, fue contrario a este señor; él fue el que dio a usted esos datos; pero mi intervención no ha ido a más. ¿Cuándo me ha visto en la Corte patrocinado algún asunto de esta naturaleza? Allí se reunieron los abogados patronos de todas esas Compañías, y la prensa publicó los nombres de ellas; pero absolutamente mi nombre para nada figuraba en esa cuestión. En consecuencia, el señor diputado Martín Luis Guzmán falta a la verdad al hacer una aseveración de esta naturaleza.

El C. Guzmán Martín Luis, continuando: Es el colmo de la mala suerte el que se le diga a uno que falta a la verdad, cuando se está confirmando lo que dice el compañero Portes Gil... (Voces: ¡No! ¡No!) Yo no sé si por conducto del señor Morrison o de quien usted guste, haya usted tenido que ver en esta cuestión, pero el hecho es que estuvo patrocinando los negocios de la Utah Tropical Fruit Co., en cuestiones de petróleo, en contra del espíritu del artículo 27 y en contra del Gobierno general de la República, y esto siendo usted primate del partido, porque ya era usted presidente del partido Cooperatista. Esto pasaba hace cuatro semanas. No sé hasta dónde habrá llegado la intención de usted; no aseguro cosas falsas; sé de las gestiones de usted en Guerra y sé de la actitud del señor Francisco Modesto Ramírez, magistrado nombrado por vuestro partido a la Suprema Corte, sin que antes pasara el asunto por el bloque, y quien votó en contra del artículo 27, en contra del Gobierno y en favor de la Utah Tropical Fruit Company. Creo, señores diputados, que a este debate los encauzadores hemos venido muy tranquilos y muy serenos, con unos cuantos hechos concretos. Creo que el curso que ellos han seguido es suficiente para dejar a cada quien en su lugar. No creo que al salir de esta Cámara puedan, ni el señor Argüelles, ni el señor Arce, ni el señor Roque González Garza, ni el señor Alvarez del Castillo, ni el que habla, ni ninguno de los mencionados, tener la menor duda de que en todas las conciencias de los diputados estamos limpios absolutamente de toda mancha en cuanto a esos negocios; y ni nadie saldrá de aquí tampoco sin la convicción profunda de que el señor Portes Gil, sin saberlo, por tontería, patrocinó negocios petroleros en contra del Gobierno y de la Constitución. (Siseos.) Sin saberlo también, e inconscientemente, ataca a su partido y a los miembros de su partido cuando no sabe cómo defenderlo de los cargos que le hizo el diputado Manrique. (Aplausos. Siseos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano González Garza.

El C. González Garza Roque: Señores diputados:

El C. González y González: ¡Moción de orden ! Señores diputados, esta discusión desde su origen la ha provocado el ciudadano portes Gil con sus declaraciones, que han sido calificadas como impolíticas. (Gritos en las galerías.) Permítanme ustedes hablar. Al señor Portes Gil se le ha atacado aquí por haber hecho declaraciones impolíticas y cargos infundados a un grupo de compañeros. He visto que los que han venido hoy a defenderse no han fundado absolutamente los cargos hechos al propio señor Portes Gil. Por eso en el momento en que el señor Martín Luis Guzmán estaban diciendo que había probado plenamente los cargos en contra del señor Portes Gil, le dije desde esta curul que no los había probado. Voy a justificar el por qué hago estas declaraciones. Fui el primero, y al señor Portes Gil le consta, en decirle a él que consideraba impolíticas sus declaraciones, que consideraba injusto el que se hubiera echado encima al compañero Manrique, íntimo amigo de él, en la forma en que lo hizo; y consideraba injusto también que hubiera atacado y les hubiera hecho cargos infundados, a los compañeros de su partido y de su bloque. Pero ahora he notado que han ido a la tribuna algunos de nuestros compañeros a hacer cargos, igualmente infundados, que no han podido probar con documentos o con alguna de las otras pruebas que pueden ser aquí suficientes para demostrar la culpabilidad de un individuo. Y quiero que se oriente este debate en el sentido de que la Presidencia no permita más que se siga ensuciando este recinto con declaraciones y con cargos infundados. (Aplausos.) - El C. González Garza: Señores diputados:

No hubiera venido a esta tribuna para terciar en este debate, si no sintiera mi dignidad de hombre y mi dignidad de revolucionario vilmente herida por el señor Portes Gil durante la sesión del viernes pasado.

El C. Portes Gil, interrumpido: Permítame una aclaración. No he mencionado absolutamente para nada el nombre de usted; los nombres que mencioné constan en el DIARIO DE LOS DEBATES.

El C. González Garza: El señor Portes Gil, al traer al tapete de la discusión el asunto de los terrenos, sabía perfectamente bien que, tanto Jorge Prieto Laurens como yo, estábamos en esa escritura; en consecuencia, no me venga usted, señor Portes Gil, en estos instantes, a decir que no se refirió a mí, porque entonces me da derecho a

suponer que es más pérfido de lo que creo. (Aplausos.) Vengo a defender un punto que para mí es de vida o muerte, porque he dedicado todas mis energías, todo mi esfuerzo durante el terrible período de la revolución, a poner un ejemplo en mi país, de honradez administrativa y de honradez como político, porque me ha tocado en suerte pasar por toda la gama de los puestos públicos y he salido con mis manos limpias y con mi conciencia muy alta, señor Portes Gil. (Aplausos.) Durante la revolución, y ya en pleno período reconstructivo, me ha tocado en suerte conocer a muchos jefes de partido; circunstancias de la vida me han colocado cerca de ellos y puedo decir algo de los que acertada o indebidamente dirigieron el partido Cooperatista durante los tres años pasados. Yo conocí a Jesús M. Garza, un hombre todo dispuesto para sus amigos, enérgico, capaz, de una visual política no común, que cuidó mucho de despegar sus labios para manchar injustamente a sus correligionarios. Yo conocí a Luis León, que jamás hizo declaraciones impertinentes, porque sabe que un jefe de partido debe tener como norma de conducta el principio aquel de que el silencio es oro. Conocí a Manjarrez, todo ímpetu, todo entusiasmo, que fue uno de los principales puntales donde se sustentó el principio de unión revolucionaria, creando la Confederación que dió el triunfo a esta Cámara. y yo conocí también en el Partido Cooperatista a ese hombre injustamente relegado, a Juan Manuel Alvarez del Castillo... (Aplausos.) que, pésele a quien le pese, es el autor, es el único responsable de la formación de estas mayorías, que hasta ahora han cumplido con su deber. Juan Manuel Alvarez del Castillo en el Partido Cooperatista puso cátedra de honradez y de habilidad política; discreto, diplomático, sin haber conseguido un solo enemigo, entregó la mesa puesta al señor Portes Gil para que este señor infamemente viniera al día siguiente a darle una puñalada por la espalda. (Aplausos.) Y en los otros partidos también he conocido jefes de partido que han cuidado mucho de hacer declaraciones ligeras, porque saben que en política al que escupe para arriba le cae en la cara; pero nunca jamás había yo visto ni conocido a un jefe de partido más impertinente y más necio que Portes Gil. (Murmullos. Siseos.) Para que los señores diputados y para que esta Cámara se pueda dar cuenta exacta de lo que significa en estos momentos para la futura vida política del régimen actual la cuestión suscitada entre encauzadores y maffiados, debido a las declaraciones del señor Portes Gil, precisa que yo haga, aunque sea muy a la ligera, una historia corta de por qué y cómo se formó el grupo encauzador. Inmediatamente después de formadas las mayorías por el señor Juan Manuel Alvarez del Castillo, asesorado por todos y reservándonos para nosotros todas las responsabilidades, se formó dentro del Bloque Cooperatista un grupo que solo se dió en llamar la maffia, compuesto por las delegaciones grandes, como Jalisco, Guanajuato.

En esas condiciones paso el primer período, y día a día se vino operando este fenómeno: que la verdadera mayoría del Bloque Cooperatista, por razones que no me meto a averiguar, no concurría a las sesiones, dando por resultado que cuarenta o cincuenta diputados, miembros de esas delegaciones, empezaran a hacer y a deshacer en las cuestiones palpitantes del Partido. En esas condiciones, se cometieron errores que combatí dentro del bloque y que después me ví obligado a sostener con mi voto dentro de esta Cámara; en esas condiciones ha estado la inmensa mayoría de los miembros del Bloque Cooperatista. Pero llegó un momento, cuando ya no era posible, cuando la imposición de esa minoría organizada, que se daba el derecho de organizarse dentro del bloque para hacer y deshacer, llegó un momento, digo, en que determinados miembros de esa misma mayoría decidimos reunirnos y organizarnos para siquiera oponer una ligera o formidable resistencia a la tendencia perfectamente absorbente de individuos descalificados políticamente, porque el jefe de esa maffia siempre lo fué y hasta hace muy poco tiempo ha quedado en tela de duda, el señor Onésimo González. (Murmullos.) En esas condiciones, un sentimiento de legítima defensa hizo que muchos de nosotros nos reuniéramos para poner un hasta aquí a la avalancha de desatinos y de actos impolíticos cometidos por ese grupo. Inmediatamente de reunidos, la maledicencia, que no se detiene, empezó a soltarnos sus frases de traidores, disidentes, separatistas, porque sabían que en este grupo se habían reunido los hombres que realmente han luchado por el Partido y que lograron subirlo hasta la altura en que está, para después contemplar la débate con Portes Gil, que desde que tomó posesión ha ido de yerro en yerro y que con toda seguridad, si no tiene la vergüenza suficiente para renunciar esta noche la presidencia del Partido, lo hundirá irremisiblemente en el fondo. El primer acto del grupo encauzador escoció a las mafias: se trataba de un asunto de palpitante interés y el grupo tuvo la visión política de dar en el blanco, acertando. ¡Nunca hubiera hecho eso el grupo encauzador! Había necesidad de contrarrestarlo, y entonces en el famoso viaje que hicieron los señores maffiados a Guadalajara, se convivo en deshacer lo hecho con perfecta conciencia de todos los del bloque: me refiero al acuerdo trascendentalísimo que perdurará, por más que muchos no lo quieran, de que el Partido Cooperatista, el bloque cooperatista de la cámara, no tomará ninguna resolución en la cuestión política electoral presidencial, hasta que las organizaciones políticas de toda la República hayan dado a conocer su sentir terminante sobre esta cuestión. Y entonces aparecieron las famosas declaraciones del señor Gandarilla, y entonces aparecieron como comentando esas declaraciones las formidables hechas por el señor Padilla dándole color político al Partido, diciendo que tenía la absoluta seguridad de que el Partido estaría con el general Calles. (Murmullos.) Cálmense los impacientes, no hay pena, allí está la cuestión, señores diputados. Toda esta agitación obedece única y exclusivamente a la cuestión presidencial. Espíritus inquietos se agitan extraordinariamente porque se les hace tarde para llegar cerca del hombre que ellos creen va a ser el sucesor de Obregón, y cuando hay voces serenas, cuando hay un grupo de diputados que viendo más claramente el porvenir les señala el peligro que existe de agitar en estos momentos la opinión pública con una prematura campaña presidencial,

todo el odio, toda la envidia y toda la perfidia se reconcentró en la personalidad de Portes Gil, quien vino a esta tribuna, dizque a manchar a unos cuantos de este grupo que estamos en él porque creemos cumplir con nuestro deber y porque queremos sincera y honradamente dar a la acción de la Cámara de Diputados, a la mayoría de la Cámara, el camino que honrada y serenamente creemos que es el bueno. Evidentemente que el grupo no ha estado desacuerdo con muchas cosas que ha hecho la maffia, y se las hemos dicho y no tienen nada de particular. El grupo encauzador sostiene principios que están impresos en el programa del Partido Cooperatista, que son, a saber: la unión revolucionaria dentro y fuera de la Cámara, porque eso es vital para el porvenir político de la Nación, porque la maffia está cometiendo una enorme injusticia con revolucionarios que militan en las minorías aquí, dejándolos relegados y jamás usando sus conocimientos ni sus habilidades en comisión alguna; porque es preciso que este grupo pugne por que los cerebros mejor conformados, los hombres que ostensiblemente han demostrado desde esta tribuna sus conocimientos, tengan el puesto que se merecen en las comisiones y no que una simple camarilla, un grupo pequeño -porque la maffia a su vez se reduce y quedan cuatro o cinco, que son los que la dirigen - se despachen con la cuchara grande y hagan y deshagan. (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) Onésimo González Padilla.... (Gritos en las galerías. Voces. Desorden en las curules. Campanilla.) El grupo encauzador tiene también como principio el procurar lograr la verdadera autonomía de las organizaciones políticas que del Partido Cooperatista dependan en la República, ¿Por qué? Porque no queremos, porque el grupo no quiere que se repitan fracasos como el de Guerrero y sangrientos como el de Tlaxcala. (Aplausos.) Porque es necesario que los principios revolucionarios....

El C. Manrique, interrumpiendo: ¿Y Coahuila, chiquitín?

El C. González Garza, continuando: Honradamente digo a usted que el Partido Cooperatista no intervino allí. Tengo derecho a que usted me crea. Yo no fui por el Partido, fui por la Cámara. ¿Hace mal el grupo encauzador en sostener estos principios? Evidentemente que no y sin embargo, esa actitud honrada y decidida del grupo que no quiere más que trabajar y hacer las cosas bien, que no quiere más que el prestigio de esta Cámara y, por consiguiente, el prestigio del Partido Cooperatista, es la causa de que ese otro grupo a que me refiero no nos vea con buenos ojos e hiciera provocar esa famosa sesión con la intención artera de manchar a hombres que, como yo, no tenemos absolutamente de que arrepentirnos; porque hago un desafío al más pobre de todos los diputados para que, a la hora que quiera, cambie conmigo mi haber y mi debe.

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Eso se llama tapado! (Risas. Aplausos.)

El C. González Garza, continuando: Es muy fácil desde esta tribuna venir a lanzar una calumnia seguro de que al día siguiente cierta prensa va a abultar esa calumnia y después dar una especie de satisfacción, entrar en arreglos diciendo: Aquí no ha pasado nada; pero que en el fondo queda brevemente en los periódicos el cargo formidable de traficante en política que usted me ha hecho, señor Portes Gil. Y no impunemente se hacen cargos de esa naturaleza. me parece o yo estoy ciego - para repetir las mismas palabras de Manrique -, o no estoy viendo muy claro, pero no ha salido nada bien librado durante esta sesión. El grupo encauzador en un momento dado demostró su fuerza. Fue durante la última sesión del período ordinario; había necesidad de suplir a Jorge Prieto Laurens que abandonaba la Cámara y había que suplirlo en el puesto más importante que dentro de las comisiones existe en esta Cámara, y la maffia, ¿sabéis a quién quiso poner como substituto de Prieto Laurens? A un hombre muy bueno, no tengo nada que sentir de él - me parece que es muy correcto, pero que sus alcances no le permiten por ningún motivo desempeñar tan importante puesto -, al señor Zarza. Y el grupo encauzador propuso al señor Zertucha, que me parece que es un dechado de caballerosidad y un hombre hábil que sabe lo que trae entre manos. Ese mismo día, sin tratar la cuestión en el bloque, se quiso imponer al señor Francisco Modesto Ramírez para que todo el bloque le diera su voto como magistrado de la Suprema Corte; pero al ver el ambiente que se había formado en la Asamblea, desistieron del asunto para sacarlo después avante en la Comisión Permanente. Y ya estamos viendo lo que ese huertista, ese conservador de hueso colorado que ha venido a dar atole con el dedo a todos estos neorevolucionarios que son incapaces de sentir las altas miras de la revolución, ya estamos viendo cómo da su voto el señor Francisco Modesto Ramírez en la Suprema Corte de Justicia. A nosotros se nos ha hecho un cargo.. ¿No está el señor Romeo Ortega?

El C. Ortega Romeo: Sí, señor, aquí estoy.

El C. González Garza: Señor Romeo Ortega: me voy a permitir hacerle a su señoría una interpelación, porque pienso terminar mi discurso con ella. El señor Portes Gil nos hace el cargo de ser negociantes en política, de ser negociantes a la sombra de la influencia que el Partido Cooperatista y el Bloque Cooperatista de la Cámara nos dan. ¿Es cierto, señor Romeo Ortega, que ayer, allí sentado usted hizo la siguiente declaración: que Carregha, el substituto, como presidente del Ayuntamiento de la ciudad de México le había dicho a usted el día de ayer que ya no hallaba qué hacer con un sin número de diputados que constantemente le estaban pidiendo concesiones?....

El C. Ortega Romeo: Es cierto.

- El C. González Garza:¿...y que ni uno solo de los miembros del grupo encauzador había ido a pedirle nada?

El C. Ortega Romeo: Es cierto.

El C. González Garza: ¿Es cierto? - El C. Ortega Romeo: Sí, señor. (Aplausos. Voces ¡Nombres!)

El C. González Garza: Al señor Romeo Ortega le corresponde, no a mí; yo sólo cito el caso. (Voces: ¿Y qué?) ¿Y qué? preguntan algunos. pues que queda completamente demostrado que los negociantes, que los que trafican con la política, los que están chupando el jugo al frondoso árbol del

Partido Cooperatista, no son los encauzadores sino los señores a quienes el diputado Portes Gil manda....(Voces: ¡Nombres!) No los tengo....

El C. Garza Candelario: Entonces no puede usted hacer cargos.

El C. González Garza: Después de lo acontecido durante esta sesión, creo que el único camino decente y honrado que le queda al señor Portes Gil es renunciar el puesto, porque si no renuncia el puesto .... (Voces: ¡Uh! ¡Uh! Desorden).

El C. Portes Gil: Agradezco el consejo. (Murmullos.)

El C. Garza Candelario: ¡No necesita consejos! - El C. González Garza: ¿No tengo yo derecho para hablar? ¿Cuántas veces ha venido usted a hablar a la tribuna y yo nunca lo interrumpo? Sea usted más correcto, señor Candelario Garza ....Y Roque González Garza le dice a usted, señor Portes Gil, le da a usted el consejo sincero y no moral de ningún viejo, que debe usted ser más cauto en su decir, y que usted tiene que renunciar al Partido, tiende usted que renunciar a la Presidencia...(Murmullos.) Creo que ya desempeñe el puesto y ya pasé por él, y creo que nadie ha tenido una censura para mí. Roque González Garza en este instante, independientemente del grupo, le dice a usted, señor Portes Gil, que usted debe renunciar, porque si no renuncia usted, los hombres honrados como yo tendremos que renunciar al partido y al Bloque. (Aplausos.) - El C. Ortega Romeo: Señor diputado González Garza:

Creo de mi deber, como hombre y como caballero, el hacer público ante ésta honorable Asamblea algo que me ha disgustado profundamente por venir de usted, a quien siempre he tenido como un modelo de honradez y como un modelo de caballero. Cuando yo dije que las personas que habían ido a solicitar negocios del Ayuntamiento, no eran ninguno de los directores del grupo encauzador, jamás pude haber dicho, ni pude haber permitido que usted se aprovechara de esa ocasión para afirmar que fueron amigos de Portes Gil, ya que me consta que no los ha mandado.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Puig y Casauranc. (Voces: ¡Vamonos! ¡Vamonos) Tiene la palabra el ciudadano José Manuel Puig y Casauranc (Murmullos. Desorden. Voces: ¡Que hable! ¡Que hable!)

El C. Puig y Casauranc: En esta que va siendo, señores diputados, una misa de Gallo...(Murmullos.)

El C. Céspedes: Déjenlo para mañana que es viernes de Dolores. (Risas.)

El C. Puig y Casauranc: ...porque si los compañeros no quieren tener la paciencia que nosotros hemos tenido para escucharlos...(Murmullos. Desorden. Gritos en las galerías.)

El C. Villanueva Garza: ¡Desde Aquí nos vamos a Santa Anita!

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Para mí es igual. Señores diputados: Yo creo que diez minutos más, que será cuando mucho lo que detenga a la asamblea, no es motivo suficiente para que haya demasiadas impaciencias y los señores diputados desalojen el salón; sobre todo, porque como a mí me importan muy poco las personas, y como a mí ni Jorge Prieto Laurens me interesa ni tampoco Portes Gil, voy a decir verdades, y es interesante que se escuchen, señores diputados, porque todos sabemos perfectamente bien que hasta el lunes de pascua no volverá a haber sesiones en esta Asamblea....

El C. Espinosa y Elenes: ¡Mejor; ojalá no hubiera más! Debíamos estudiar aquí la Ley del Petróleo.

El C. Puig y Casauranc: ¡Ojalá que no hubiera más! Eso, efectivamente, dirían casi con seguridad los que pasando por frente de la Representación Nacional pensaran primero: "He ahí a los padres de la patria ocupándose de algo trascendental para México". Y si rompiendo ese desdén profundo que sienten el verdadero pueblo por todo lo que tiene olor oficial, se decidiera a entrar al recinto de esta Cámara y viniera sin prejuicios de ninguna naturaleza a oír en qué se han gastado cinco horas de sesión de Cámara de Diputados... (Aplausos.)

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Yo os juro que han sido bien empleadas!

El C. Puig y Causaranc, continuando: Han sido bien empleadas, compañero Manrique, pero ese empleo no podría juzgarlo el que ingenuamente creyera, al entrar en la Cámara de Diputados, que iba a oír discutirse problemas de trascendencia nacional Pero han sido bien empleada, señores, porque se ha establecido aquí que sobre los matices de grupos políticos hay una clasificación substancial de representantes del pueblo para los que no importa que sean cooperatistas de maffia ni encauzadores, ni miembros del Partido Liberal Constitucionalista, ni de ninguna de las minorías laborista o agrarista, se ha establecido un hecho: que la conciencia repudia una clase de diputados sobre todas las demás: la del diputado negociante. (Aplausos.) Se ha sabido, señores diputados, que en un lado y en otro hay sospechas de que existen negociantes en la Representación Nacional, y este dato de verdadero interés, indispensable, porque significa un deseo íntimo de depuración aunque rodaran veinte partidos, este hecho, señores diputados, marca que al fin se va formando en la conciencia pública y llega hasta la conciencia de nosotros, que quizá no es siempre reflejo de la verdadera conciencia popular, ese hecho repugnante que la Nación toda siente cuando los hombres aprovechan su influencia y su representación política para hacer dinero.

Ha sido para este modesto representante verdadera satisfacción, como miembro de una de las comisiones, en la que más sospechas pudiera haber habido de intereses, que precisamente porque sabe, porque se siente limpio en absoluto en materia de honradez, no ha temido venir a esta tribuna a provocar escándalos verdaderamente nacionales; y ha sido para él también verdadera satisfacción que en toda esta oleada de cieno que ha barrido sobre la Asamblea, haya habido apenas una insinuación suavísima de que este representante viniera a hablar movido por el interés de grandes compañías. Y ahora, señores diputados, que se inicia apenas esta campaña de depuración, este quitar de caretas que con acuerdo, o sin acuerdo de bloque, yo seguiré haciendo en la tribuna de la Cámara, contra los que me parezcan sospechosos miembros de la maffia, encauzadores, o de cualquiera de las minorías; esta

labor depurativa, Señores diputados, marca quizá la única esperanza de salvación de redención de las representaciones nacionales, que hasta ahora grupos de hombres buenos en su mayoría , de espíritus levantados y de propósitos de verdadera idealidad, han sido constantemente ensuciados y perdidos los ideales y rotos los propósitos por los mercaderes eternos, por los traficantes del oro, por los que en cada lágrima y en cada congoja del pueblo ven cuántos de pesos irán a enchalecarse en los bolsillos. (Aplausos.) No siento, señores diputados, que sea especial mérito en mí esta profunda repugnancia por los negocios a base de influencia o a base de cualquiera acción sugestiva. Esto va dentro de mí. Esto, gracias a Dios, lo debo a mis progenitores, que me hicieron así cerebralmente, sintiendo siempre repugnancia por todo lo que significa una gran recompensa conseguida sin esfuerzo, como cuando con una influencia política se logro el triunfo de un negocio, que de otro modo, aun con plena justicia y con plena razón, nunca se lograra. Y de esto ha habido, hay y habrá mucho y apenas se ha insinuado algo ya.

De un modo incidental se supo aquí de negocio petroleros, y yo comprendo y doy la razón a quienes se sienten profundamente lastimados porque este representante del pueblo, al venir a denunciar un coyoteo de un millón doscientos mil pesos, que iba a efectuarse en el término de veinticuatro horas, Haya, naturalmente, defraudado las esperanzas más o menos legítimas de representantes que ya se soñaban ricos. En materia de los negocios de las casas, de los negocios de los terrenos, poco nos ha importado, en realidad, poco nos ha importado, salvo aquel dato de que esos terrenos habían sido conseguidos para repartir entre treinta o entre cuarenta cooperatistas, y aunque este representante nunca ha pensado obtener un metro, comprende y censura acremente a los negociantes que hayan reservado para cinco, o seis, o diez, algo que podía haber beneficiado a los cuarenta miembros del grupo por el cual grupo se dieron las facilidades de obtención. En esta Asamblea, señores diputados, desde la sesión del viernes último, se plantea un serio problema político, que los inteligentes miembros de las minorías laboristas y agrarista, han entendido perfectamente bien y usan de un legítimo derecho al aprovecharlo sabiamente. Pero vamos a decir la verdad, señores diputados, vamos a quitar un poco de ese camouflage que hay alrededor del grupo que los compañeros que se sienten nuevamente jefes de la mayoría tararean: y digo nuevamente, porque no es verdad que se trate de una organización extraña y que surjan hombres nuevos; pues todos sabemos, señores diputados, que desde el principio, desde la instalación del Colegio Electoral, los hombres de fuerza se llamaban: Juan Manuel Alvarez del Castillo, Arce, Parra, Hernández Martín Luis Guzmán, Roque González Garza. Esto, o he perdido yo toda Nación de la verdad, no puede dudarse; por lo mismo, el fenómeno es muy distinto al que marca el compañero Guzmán.

Lo que vino sucediendo en esta Cámara fue que, desencantados por lo que aquello significó de pésima orientación y de dudosas finalidades políticas, quisimos ver nuevos Horizontes, y entonces se sintieron débiles, olvidados, perdidos los antiguos jefes de la mayoría. (Aplausos.) Porque es la verdad, señores diputados. porque es la verdad que si el mismo Jorge Prieto Laurens no se hubiera, desde la primera sesión, separado de ese grupo, Jorge Prieto Laurens habría perdido también definitivamente su influencia en la mayoría de esta Cámara. (Aplausos.) ¡El alma del Partido Cooperatista! ¡A mí no me importan almas de partidos cuando están encarnadas en Hombres! ¡Me río de los partidos que tengan centralizada su alma y su fuerza en un individuo, así sea en un apóstol! (Aplausos nutridos. Voces: ¡Muy bien! ¡Muy bien!)

¡Y más verdades, ciudadanos diputados! Se habla de que el grupo encauzador va a hacer obra de unión revolucionaria. ¡Señor! Cuando antes de la instalación de la XXX Legislatura, después de aquel asunto de la bomba, se querían infiltrar en la mayoría cooperatista odio para los laboristas, ¿acaso no fui yo, desde las columnas de un periódico burgués, quien sostuvo que sería una infamia, que sería un atentado contra los principios revolucionarios, ahondar la división? ¿Qué hizo entonces el encauzador? El encauzador vino aquí, por boca de Malváez, a injuriar y a calumniar a Luis Morones, a quien yo, que fui atacado por él, nunca le dirigí ni una calumnia, ni un insulto. ¿Es ésto verdad, señores laboristas. (Aplausos nutridos.) ¡La autonomía de los partidos locales, señores diputados! No es verdad que el grupo encauzador haya sido el primero que pidió esa autonomía, y un hecho palpable: en la campaña municipal última del Distrito, el Partido Cooperatista , los que lo manejaban, que no eran los que ahora lo manejan, pero trabajan, y porque trabajan son oídos, los que lo manejaban querían, en la Villa de Guadalupe, imponer un grupo, y hubo necesidad de que miembros, no del grupo encauzador, fueran a la Villa de Guadalupe y les dijeran: ¡Ustedes ríanse de lo que la camarilla cooperatista dice! Luchen, y la verdadera fuerza del partido estará con ustedes, sea cual sea la consigna. Y en Guadalupe no triunfó aquella camarilla que ahora figura en el grupo encauzador.

El C. Parra, interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación el orador?

El C. Puig y Casauranc José Manuel: No tengo inconveniente, compañero.

- El C. Parra, ¿Es cierto que fui con usted a la Villa de Guadalupe? Soy del grupo encauzador.

El C. Puig y Casauranc, Continuando: El compañero fue conmigo a la Villa de Guadalupe; pero el compañero no dijo una sola palabra en la Villa de Guadalupe en defensa de esos ideales de autonomía. (Aplausos. Risas.) Es la verdad. Y vamos al desprestigio - dice Roque González Garza -, y habla de los errores, y olvida que del error más grande, por infame, por injusto, por brutal, por tonto, porque era en contra de lo que significaban las asambleas legislativas, porque era quitarnos nuestra misma fuerza, al aplaudir a un tirano que deshonraba su representación, violando a la Legislatura de Coahuila, de ese hecho infame fue culpable Roque González Garza. (Aplausos. Voces: ¡Bravo! ¡Bravo!) Y él vino a esta tribuna, y porque lo creíamos, porque esos individuos ingenuos, hombres buenos que vienen de provincia, tenían

fe en él, (Aplausos.) por eso, señor González Garza, hicimos aquella enormidad que hizo sonrojarnos a los que tenemos conciencia de lo que es un representante popular; enormidad que marcó la definitiva caída del Partido Cooperatista ante la opinión pública y la conciencia del Ejecutivo federal, si actos posteriores no hubieran, en cierto modo, rehabilitado a este partido ante el Ejecutivo mismo, porque, señor González Garza, de labios del mismo presidente oí decir: "Eso es sencillamente idiota, señor! Y esa fue la obra de un encauzador: Roque González Garza. (Aplausos.) Carregha, dice el compañero Romeo Ortega..... - El C. Hernández Marín, interrumpiendo: ¿Me permite una aclaración el orador? Es pertinente.

El C. Puig y Casauranc, continuando: Después me la hace usted, compañero.

- El C. Hernández Marín, Quiero corregir una falsedad que usted ha asentado. (Murmullos.)

El C. Puig y Casauranc, continuando: Carregha, dice el compañero Romeo Ortega, le ha asegurado que ningún miembro del grupo encauzador ha ido a pedirle concesiones. Pues el señor Carregha mintió entonces, o mintió cuando a mí me dijo lo contrario. (Risas. Aplausos.) Y no porque se lo hubiera preguntado yo. Comiendo en "El Globo" hace tres días se acercó a mi mesa y me dijo: ¡Hombre, la verdad es que ya me tienen loco esos señores!- ¿Que señores?- Pues Carlitos Argüelles y todas esas gentes. (Risas. Aplausos.) Ese Señor Carregha, como antes decía alguna de las dos veces dijo una falsedad y es interesante de todas maneras hacer ésta exposición a la Asamblea para que se aclare de una vez cuándo dijo verdad y cuándo dijo mentira. Pero, señores, esto no nos preocupa exageradamente a los cooperatistas de esta Cámara, no nos importa, porque estamos convencidos de que también del otro lado hay negociantes. Porque no nos asombremos de nada; porque, no por un propósito de solapar compadres vayamos a hacernos tontos a nosotros mismos. De todos lados, señores diputados, hay negociantes, esta es la verdad, desgraciadamente, pero..... - El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Qué horror! (Risas.)

El C. Puig y Casauranc, continuando: ¡Qué horror! Pero es natural, señores diputados, es natural. Toda la vida en las agrupaciones políticas ha habido negociantes, y precisamente de este hábito de negociar con las influencias públicas se formó el Partido Científico, cuya definición, la más exacta, oí de José María Lozano una vez: "científico, decía, es todo aquel que aprovecha su influencia política para meterse dinero que no ha ganado con verdadero trabajo". Esta es la definición, y yo quiero saber en que se distinguían aquellos científicos si no era en la magnitud de sus negocios por el tiempo tan largo que estuvieron en el poder, de estos nuevos científicos que se van formando entre los miembros de la maffia y entre los miembros del encauzador, y quizá, no lo sé, no podría señalar un solo caso, entre las minorías de esta Cámara. Pero lo interesante, señores diputados, es que los miembros de la mayoría no nos vamos a dejar arrastrar por que cinco, o diez, o quince, o veinte individuos quieran separarnos, eso nos va a tener perfectamente sin cuidado; si fulano ha tenido casas de juego, si fulano hace negocios, si fulano hace dos años que no tenía un real y hoy tiene tres o cuatrocientos mil pesos, eso nos tiene sin cuidado. Nosotros vamos a seguir unidos como partido, mientras sigamos creyendo que es posible hacer obra de patria con ese partido; vamos a seguir unidos en esta Cámara, sin que nos importen divisiones ni personalismos. (aplausos.) Y sólo para poder tener derecho, para poder seguir teniendo derecho en lo sucesivo a ser oído de esta Asamblea de revolucionarios, voy a contestar a los cargos del compañero. Al primero, al que hablaba de posibles negocios de petróleo. Les voy a contar este hecho susceptible de comprobación con el gerente de la Internacional Petroleum Co. Yo estoy, señores diputados, tan física y cerebralmente incapacitado para ganar un peso, que no me cuesta trabajo, que una vez me sucedió que el gerente de la International Petroleum Co. fue a verme a la oficina de Tampico y a decirme lo siguiente: ¡Hombre! Usted acaba de operar del vientre a fulano de tal- un indio huasteco de las cercanías de Pánuco-. "Un indio huasteco que se deja operar del vientre en Tampico cuando llega caminando a un consultorio - decía él - realmente debe haber sido objeto de una sugestión tremenda . No es posible entender que pueda meterse al cerebro de un indio huasteco el que llegando a pie a un consultorio, se deje abrir la barriga para sacar un apéndice: si esa sugestión que gastó usted en este individuo por cien dólares, quiere irla a gastar a Pánuco una semana, le doy cincuenta mil pesos". Y este modesto representante ahora y médico entonces, se rió y le dijo: "Yo no gano dinero sino con mi trabajo, y convencer sugestionando es, en cierto modo, engañar". Eso mismo hacen los negociantes que van a los ministerios y los sugestionan y los engañan para obtener concesiones petroleras. (Aplausos.) Y que no se venga a decir que era algo muy bueno, porque con la misma persona a quien ponía de ejemplo, de prueba, el compañero Arce -con el presidente Obregón -, voy a demostrar que no le gustaba ese negocio. ¿De qué manera, señores diputados? El presidente de la República un buen día que los periodistas le preguntaron: "¡Es verdad, señor, que ese grupo de diputados vino a la cuestión política de los magistrados?", o no recuerdo bien qué cuestión política; el presidente de la República llamó a Torreblanca y le dijo: "Ponga usted un boletín diciendo que estos diputados no han venido a asuntos políticos: han venido a negocio de concesiones petroleras". Y cuando el presidente de la República tomaba esta determinación, era indudable que sentía repugnancia del hecho, aunque fuera la concesión más ventajosa. Al presidente de la República le dolía que representantes del pueblo, que altos funcionarios de la Federación, fueran a buscar un coyoteo. ¡Eso es indudable, señores diputados! (Aplausos.) Y voy a concluir, señores diputados, haciendo una exhortación...¡Perdón! Olvidaba el cargo de felicista. El olvido pudiera significar que no tenía elementos para contrarrestar esta tonta versión... (Una voz: ¡O que no teníais interés!) O que no tenía interés. El compañero Malváez, que

es aquí el que ha dado el dato, uno de los que dieron el dato al compañero Arce, dice que fui felicista porque no estuve con los maderistas, porque estuve con don Tomás Braniff...

El C. Castillo Israel: ¡Y porque se fue usted, al triunfo de la revolución, al extranjero!

El C. Puig y Casauranc: Y porque me fui, al triunfo de la revolución al extranjero.

El C. Castillo Israel: ¡Que se expatrió usted solo!

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Sí, compañero, como hay DIARIO DE LOS DEBATES en la Cámara, será fácil encontrar que la diputación de Veracruz fue una tarde objeto de un enconado ataque del licenciado Luis Cabrera, precisamente por reaccionaria y felicista. Después que el licenciado Luis Cabrera hizo su tremenda peroración, que concluyó maldiciendo a todos los que, como la diputación de Veracruz, hicieran obra antirrevolucionaria, este representante vino a la tribuna y se defendió y el licenciado Cabrera retiró su maldición para este representante. Respecto de felicismo, al triunfo, supongo yo, del cuartelazo de la Ciudadela, ya he explicado, ya he dado datos a esta Asamblea también, de que uno de los primeros, si no el primer discurso de tendencias revolucionarias - puesto que defendí a los atacados de traidores a la patria -, fue hecho por mí. antes de la ciudadela voté con quien quise; nunca que afilié a nadie, lo he dicho aquí; sentía igual repugnancia por don Ernesto Madero, que por los científicos colados dentro de la Cámara; para mí eran enteramente iguales, y no tenía a mis veinticinco años deseo de ser comparsa. Después, cuando era de suponerse que los felicitas dieran color y se fueran a la "cargada", siquiera los tres o cuatro meses que duró la armonía entre Féliz Díaz y Huerta, yo, desde el primer día que volví a la Cámara, después del cuartelazo, pues no me encontraba en la capital cuando este desgraciado suceso, dí constantemente pruebas de estar en contra de aquellas minorías, en discursos contra Moheno, contra Lozano, y hay un dato que el compañero Malváez no sabe, porque... andaba posiblemente conquistando triunfos en la revolución. (Risas.) Los renovadores, de quienes no había sido compañero, los renovadores alguna confianza me habían de tener, porque me invitaban a todas sus juntas secretas, hasta a aquella junta en que se trató con aquel compañero cojo, que murió siendo director de la Beneficencia Pública, (Voces: ¡Alardín!) Alardín, cuando se trataba de un plan para suprimir a Huerta, y era absolutamente infantil pensar que invitaran a sus juntas secretas de una conspiración de tanta gravedad, a alguien que consideraran enemigo. De manera que, ¿por qué me fui después? Ya lo he dicho también. Me fui también porque el hecho de estar en la penitenciaría no me parecía labor revolucionaria, porque ir a presentarme a Carranza, para haber sido posiblemente hasta subsecretario - muy poca gente tenía don Venustiano entonces, y estaba en mi tierra natal -, me pareció poco decoroso; yo no había hecho por la revolución nada o casi nada; pasar algunos meses en la Penitenciaría no me parecía obra revolucionaria. Y me fui al extranjero porque se me pegó la gana, (Aplausos.) a un lugar en donde no había otro mexicano - para que no se pudiera pensar que estaba haciendo labor política - y me puse a trabajar, sencillamente...

El C. Valenzuela, interrumpiendo: A mí me consta, doctor.

El C. Puig y Casauranc, continuando: El compañero me encontró en Alburquerque, donde estaba ganándome la vida honradamente, como médico. Allí no hablaba nunca de política, porque no había otro político en la localidad. De manera que mi verdadero pecado -y ese lo confieso yo; no necesitan decírmelo-, mi pecado es mi abstención durante esos años; mi pecado es haberme enfermado de escepticismo; mi pecado es haber generalizado, haber creído que las turbas odiosas que llegaron a Rincón Antonio y me fusilaron enfermos, eran como todo el Ejército revolucionario del país. Ese fue mi pecado: haber pensado que aquellos crímenes de robo de ganado, aquellos negocios asquerosos de mujeres a quienes quitaban sus collares en los bailes, aquellos casos en que a las pobres indias tehuanas - no aristócratas: indias - les arrancaban del cuello los collares con que se enjoyaban para recibir dignamente a los revolucionarios; mi pecado fue haber perdido la fe y creído que todo estaba podrido en el país y que como aquellas tropas eran todas y que, por lo mismo, no había esperanza posible de redención para México. Este fue mi pecado: la abstención, y ese pecado lo estoy lavando desde la Legislatura XIX, cuando procuré venir a esta Representación para haber hecho entonces lo que ahora estoy queriendo hacer: un poco de obra reconstructiva, siempre dentro de la obra revolucionaria. Nadie habla de personas. Nosotros, los Veracruzanos, que tenemos sentimientos hondos, no hemos aprovechado esta condición de Puente Nacional para atacarlo. Podríamos haber hecho escándalos; pero nosotros, que sabemos, que creemos que es un hombre de ideas avanzadas, reprimimos nuestros impulsos personales y estamos aquí para hacer obra revolucionaria dentro de los propósitos reconstructivos y en está obra estoy cierto que la Asamblea Nacional sabrá creernos a los que siempre, y sin importarnos líderes, ni partidos, estaremos siempre en nuestras luchas políticas mirando el bien de la patria, porque sabemos que haciéndolo así, obtendremos, aun cuando se hundan los partidos y los principios, algo de progreso para esta dolorida patria mexicana. (Aplausos nutridos.)

El C. presidente, a las 24.22: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las diez y seis horas.