Legislatura XXX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19230419 - Número de Diario 30

(L30A1P1eN030F19230419.xml)Núm. Diario:30

ENCABEZADO

MÉXICO, JUEVES 19 DE ABRIL DE 1923

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de Septiembre de 1921.

AÑO I.-PERIODO EXTRAORDINARIO XXX LEGISLATURA TOMO II.-NUMERO 30

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA

19 DE ABRIL DE 1923

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Cartera.

3.- Usan de la palabra para hechos varios ciudadanos diputados.

4.- Continúa a debate el artículo 8o. del proyecto de Ley del Petróleo; se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. CUELLAR JOSÉ MARÍA

(Asistencia de 131 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 17.03: Se abre la sesión.

- El C. secretario Gandarilla, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día diez y ocho de abril de mil novecientos veintitrés. - Período extraordinario.

"Presidencia del C. José María Cuellar.

"En la ciudad de México, a las diez y seis horas y cincuenta y dos minutos del miércoles diez y ocho de abril de mil novecientos veintitrés, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta y dos ciudadanos diputados.

"El acta de la sesión celebrada el día anterior se aprobó sin debate.

"También se aprobó sin debate, previa dispensa de trámites, una solicitud del C. diputado Enrique Von Borstel, relativa a que se le prorrogue por quince días, con goce de dietas, la licencia de que ha venido haciendo uso.

"La secretaría preguntó si estaba suficientemente discutido el artículo 5o. de la Ley del Petróleo, con objeto de proceder en seguida a su votación, pero en virtud de mociones de orden que hicieron los CC. Vasconcelos y Manrique, relacionadas, con una proposición del C. Israel del Castillo sobre aquel precepto, y no encontrándose presente ninguno de los miembros de las comisiones del Petróleo, la votación se suspendió.

"Se puso a discusión un dictamen de la 2a. Comisión de Hacienda, que consulta un proyecto de decreto por el que se adiciona al presupuesto de Egresos vigente la partida 9,760 bis, con $155,954.16 para pagar a los talleres Gráficos de la Nación, trabajos efectuados con anterioridad, y se amplían, en las cantidades que en el mismo proyecto se expresan, las partidas 9,761 9,765 a 9,767 y 9,770 a 9,775, correspondientes a la Dirección General de Telégrafos, Ramo Noveno.

"El C. Mauricio Gómez fundó el dictamen, a nombre de la comisión y a pedimento del C. Guillermo Rodríguez. En seguida se procedió a su votación nominal y fue aprobado por ciento treinta y cuatro votos de la afirmativa contra tres de la negativa, pasando al Ejecutivo para los efectos constitucionales.

"Después de que el C. José Manuel Puig y Casauranc manifestó, a nombre de las comisiones del Petróleo, que las mismas no aceptaban la reforma propuesta al artículo 5o. por el C. Israel del Castillo, la Cámara estimó suficientemente discutido el mencionado precepto, y declarado con lugar a votar, se aprobó por ciento doce votos de la afirmativa contra veintitrés de la negativa.

"El artículo está concebido en los siguientes términos:

"Artículo 5o. Se confirmarán, mediante la celebración de los respectivos contratos - concesiones, los derechos que para la explotación del petróleo pretendan tener:

"I. El superficiario que hubiere comenzado los trabajos de explotación petrolera antes del 1o. de mayo de 1917 y que en la fecha de promulgación de esta ley no hubiere cedido sus derechos, y

"II. El último cesionario, mediante contratos con fines expresos de explotación de petróleo entre particulares que llenen alguna de las condiciones siguientes:

"a) Que haya sido celebrado antes del 1o. de mayo de 1917.

"b) Que se derive del anterior.

"c) Que haya sido otorgado por el superficiario, comprendido en la fracción I.

"d) Que se derive del anterior.

"La confirmación de los derechos anteriores se solicitar dentro del plazo de tres años, contados desde la fecha de la vigencia de esta ley; pasado este plazo se tendrá por renunciado ese derecho y no tendrá efecto alguno contra el Gobierno federal los contratos cuya confirmación debe solicitar

se, ni los derechos que pretenda tener el superficiario.

"Los contratos de confirmación contendrán. Los requisitos establecidos en las fracciones I Y II, incisos (a) y (b) del artículo 3o., y, además, el de que su duración será igual al tiempo que estén en vigor los contratos que se confirman.

"Tratándose de los superficiario de que habla la fracción I de este artículo, los contratos de confirmación durarán cincuenta años."

"Se puso a discusión el dictamen de la 2a. Comisión de Hacienda, que concluye con un proyecto de decreto por el que se amplían, de la manera que en el mismo se establece, las partidas del Presupuesto de Egresos en vigor, 8,861, 8,862, 8,866, 8,868, 8,873, 8,886, 8,906, 8,923, 8,912, 8,932, 8,933, 8,940, 8,941, 8,942, 8,948, 8,952, 8,953, 8,958, 8,960, 8,963, 8,965, 8,969, 8,986, correspondientes a la Secretaría de Agricultura y Fomento, y la partida 153, que se refiere a gastos extraordinarios de la Cámara de Senadores; y se adicionan al presupuesto de la Secretaría General de la Comisión Nacional Agraria, las partidas 8,772-A, 8,773-A, 8,771, 8,772, 8,778-A a 8,785-A 8,811, 8,817-A, 8,859-A, 8,997, 9,903, y 9,909, y al de la Secretaría de Gobernación las partidas 4,038-A y 4,039-A.

"La mesa invitó a la comisión a fundar su dictamen, y el C. Mauricio Gómez manifestó que esto ya se hacía en la parte expositiva del documento. "Acto continuo, por unanimidad de ciento treinta y cuatro votos, la Cámara aprobó el proyecto de decretó, que pasa al Ejecutivo para los efectos constitucionales.

"Se puso a debate el artículo 6o. de la ley del Petróleo.

"El C. Aquilino Emilio Rama contestó preguntas que a las comisiones dictaminadoras dirigieron los CC. Murguía y Guillermo Rodríguez, reservándose el artículo para su votación por no haber sido propiamente objetado.

"Lo mismo ocurrió con el artículo 7o., después de que el C. José Manuel Puig y Casauranc hizo una aclaración a nombre de las comisiones.

"A discusión el artículo 8o., el C. Murguía hizo una moción de orden y en seguida se suscitó un debate entre los miembros de las comisiones, ciudadanos José Manuel Puig Casauranc y Aquilino Emilio Rama, en virtud de que el primero opinaba por modificar el artículo y a ello se opuso el último. Ambos hablaron en dos ocasiones, haciéndolo en último término el C. Rama.

"A las diez y nueve horas y treinta y cinco minutos, siendo visible la falta de quórum, se levantó la sesión, después de que la Secretaría dio a conocer el número de diputados que no asistieron."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"La secretaría de Gobernación transcribe un memorial de la Liga de Comunidades Agraristas de Jalisco, en que solicita se le diga si las fuerzas llamadas acordadas debe considerárseles como pertenecientes al Gobierno, y en este caso, solicita el desarme y disolución de las repetidas acordadas."- Recibo, y a su expediente.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Arrioja Isunza para hechos.

El C. Arrioja Isunza: Honorable Asamblea.

No hubiera querido llamar vuestra atención y quitaros el tiempo un momento, si no fuera porque el señor licenciado Valenzuela subsecretario de Gobernación en al actualidad, ha hecho un verdadero escándalo en la prensa, con motivo de un asunto que en sí no tiene absolutamente nada de malo, y que me atañe de una manera muy directa, así como también a esta Representación Nacional, de la cual tengo el honor de formar parte. El señor licenciado Valenzuela ha movido uno de los hilos que dice tiene siempre a su disposición en sus manos. El licenciado Castillo Nájera y yo fuimos a verlo con motivo del nombramiento que el juez sexto de lo Civil se sirvió hacer en nuestras personas, y el licenciado Valenzuela desde luego, al querer imponer determinada forma de procedimiento, nos amenazó diciendo que él tiene a su disposición los hilos de toda la máquina administrativa, que lo mismo mueve el hilo con que se domina la prensa, que aquél con que domina a la Cámara, al Senado y a los gobernadores de los Estados. (Voces: ¡A la Cámara no!) Son palabras textuales del licenciado Valenzuela. Ha movido, pues, el hilo que corresponde a la prensa y ha armado una algarabía con motivo de este asunto, que en sí es muy sencillo.

Los albaceas de la testamentaría de don Ignacio Torres Adalid, cesaron en sus funciones por haber concluído el término para el cual los designo el testador, y al cesar en sus funciones no había otro medio legal más que nombrar nuevos albaceas. Es natural que abogados que están tratando de darse a conocer, que están tratando de trabajar, en los tribunales, deseen obtener tal o cual puesto de esta naturaleza, sin fijarse más o menos en la cuantía; pero como aquí, según parece, se baila la danza de los millones, el licenciado Valenzuela inmediatamente puso el ojo sobre el asunto, y en el fondo quiso que fueran a dar a esa sucesión como albaceas los absolutamente incondicionales suyos....(Voces: ¡Nombres!) El licenciado Valenzuela ha mandado decir al juez que nombrara a los licenciados Villa Michell, Benitez y a uno llamado Salcedo. (Siseos.) Y el juez contestó que él no podía hacer esos nombramientos en las personas que deseaba el licenciado Valenzuela, porque eran atribuciones exclusivas del juzgado; que él tenía que asumir esa responsabilidad; que pondría una fianza tan grande como la puso, de medio millón - que no se ha dado todavía y que probablemente ni daremos. - Yo estoy dispuesto a renunciar y he renunciado de hecho, pero el licenciado Valenzuela quería que se nombrara precisamente a los que él deseaba. Como el juez no aceptó hacer esos nombramientos, el licenciado Valenzuela ha hecho uso de su hilillo, del que él dice que mueve con mayor perfección, el de la prensa, y se ha echado encima, especialmente,

de mi modesta personalidad para llenarme de improperios, para decir que somos "coyotes" "judiciales", que he abusado de una recomendación de Manjarrez y quién sabe cuántas cosas más. Desde luego, como ustedes comprenderán, esto es algo que daña muy directamente a mi persona, y yo quiero que la Representación Nacional vea en qué forma está realmente el asunto, para que comprenda que yo he tenido perfecto derecho - aun cuando lo haya solicitado - para pedir que se me nombrara albacea de esa sucesión, como en cualquiera otra, ya que me considero honorable y capaz de desempeñar ese puesto. Alguna persona prominente en el Gobierno me decía hace pocos días: "En México no hay nadie indispensable; los puestos públicos no se proponen; en México, donde hay una competencia tan grande en todas las actividades de la vida, los puestos públicos generalmente se solicitan, se buscan de alguna manera". En provincia estamos acostumbrados a hacer lo que nos dijeron nuestros padres y nuestros abuelos, a hacer toda clase de merecimientos: ser juiciosos, competentes, y después de eso, esperar que el Gobierno se fije en uno de esos muchachos para que los vaya llamando poco a poco. Aquí no, aquí en esta competencia de la vida, cada uno procura, por sus pasos contados y como puede, ir ascendiendo. ¡Es muy natural! De manera que no veo en eso ninguna cosa por donde pudiera atacarse a un diputado que acepta o solicita un cargo para el que está perfectamente capacitado. Si alguna tacha moral hubiera, si se pudiera decir que alguna vez he cometido alguna estafa o algún delito, algún negocio sumamente sucio, entonces sí tendría muy poca vergüenza para aceptar un puesto de esa naturaleza; pero cuando se tiene la convicción de ser honrado, de no deberle nada a nadie, de trabajar lícitamente, ¿Por qué no se habría de solicitar ese puesto? Alguno había de ser, alguien había de desempeñarlo, y el juez tiene perfecto derecho, en uso de sus facultades, para nombrar a los que él crea convenientes. No hay, pues, ningún "coyotaje" ni nada de lo que se ha querido hacer aparecer.

Por lo que respecta al licenciado Valenzuela, no hay más que la consigna que quiso dar al juez y que éste no acató. Ya hemos visto cómo en pasadas ocasiones, en la tribuna se ha dicho por el señor Prieto Laurens y algunos otros diputados, que el licenciado Valenzuela se ha propuesto dar consignas: en la actualidad el licenciado Valenzuela está dando consignas a las legislaturas de los Estados para candidatos a magistrados de la Suprema Corte de Justicia. Todo esto es cierto; el licenciado Valenzuela se mete en todo lo que no le interesa....

El C. Peña Aurelio, interrumpiendo: ¡Allí está el caso de Tlaxcala, compañero!

El C. Arrioja Isunza, continuando: No sé si se metería en el caso de Tlaxcala, probablemente; desde luego está usted conmigo.

El C. Peña: Sí, señor.

El C. Arrioja Isunza: Como he dicho, estoy dispuesto a renunciar....

El C. Manrique: ¿Por qué no levantáis más la puntería?

El C. Arrioja Isunza: Estoy poco acostumbrado a hablar en la tribuna, y por eso es que quizá mi voz no se oiga; pero no la puedo levantar más.

El C. Manrique: No la voz, la puntería.

El C. Arrioja Isunza: Entiendo lo que se me quiere decir. No puedo levantar más la puntería, no puedo atacar al general Calles en vez de atacar al señor Valenzuela, porque sé que en este asunto nada tiene que ver el general Calles; en este asunto el licenciado Valenzuela es quien ha mandado llamar personalmente al juez, hablando con él y manifestándole su disgusto porque se nos nombró a mí y al señor Castillo Nájera, y no a las personas que él quería; de manera que no puedo cambiar de puntería y tengo que dirigirme a él. Por lo que respecta a las afirmaciones que hace el ciudadano Manjarrez, se excede en sus declaraciones. El señor Manjarrez me ha dado, en efecto, una recomendación que voy a explicar en qué forma estuvo. Al hacerse estos nombramientos, se necesita saber en qué personas recaerán; el juez me conoce de algún tiempo a esta parte, pero el señor Manjarrez me conoce de mucho más tiempo atrás, y muchas otras personas me conocen todavía más tiempo que el propio Manjarrez. De manera que necesité allegar al juez algunos datos de personas que me conocían, para que se pudiera fortalecer mi personalidad, y entonces me dirigí al señor Manjarrez pidiéndole que hiciera una recomendación de mi persona. Este señor me recomendó en términos generales, en lo cual hizo perfectamente, y ahora me extraña que venga a decir que yo lo sorprendí, porque absolutamente en nada veo en que lo pude haber sorprendido; le pedí una recomendación, así la dio, y en esto no hay sorpresa.

El C. Villanueva Garza: Tengo una duda. Quisiera que me dijera usted el nombre del licenciado Salcedo.

El C. Arrioja Isunza: No conozco el nombre, pero me parece que trabaja en la Secretaría de Gobernación. Villa Michel también es un empleado y lo mismo Benitez. Son éstas las tres personas que propuso el señor Valenzuela.

El C. Castillo Tapia: Una interpelación. ¿Cuando el señor gobernador de Puebla dio la carta de recomendación, sabía de que se trataba?

El C. Arrioja Isunza: Voy a contestar. El señor gobernador de Puebla no dio ninguna carta, únicamente le puse un telegrama rogándole me recomendara personalmente con el juez, abonándome, y él contestó por telégrafo, como lo dice en su declaración. Ignoraba de lo absoluto de que se trataba y así lo he dicho.

El C. Castillo Tapia: ¿Entonces por qué ahora se extraña su señoría de que el señor Manjarrez ponga los puntos sobre las íes diciendo que el no tuvo ninguna ingerencia en el asunto?

El C. Arrioja Isunza: No, si yo no me extraño de que diga que no tuvo ingerencia; soy el primero en decir que no tuvo ingerencia; él dio una recomendación que ni siquiera sirvió de base para hacer el nombramiento, porque el juez ya estaba resuelto al nombrarme . El juez recibió esa recomendación como cualquiera otra, como dos o tres más que le lleve de distintas personas, abonando mi personalidad... (Murmullos.)

El C. Murguía, interrumpiendo: Para una interpelación al orador. ¿No cree usted, compañero, que el fondo de la inmoralidad est en que, habiendo designado usted, como miembro de la Cámara, a ese juez, le haya ido a pedir el nombramiento?

El C. Arrioja Isunza: Pues yo no creo que en eso esté el fondo de la inmoralidad, porque nosotros no lo nombramos: lo nombró todo el partido. (Siseos.) Lo nombró la Cámara. ¿O qué, entonces estaremos imposibilitados todos los diputados para desempeñar cualquier puesto judicial y hasta para litigar en los tribunales?

El C. Altamirano Manlio Fabio: Eso debería ser: que los diputados no litigaran.

El C. Arrioja Isunza: Pues, compañero, no podemos reducirnos absolutamente a estar aquí dentro del seno de la Representación Nacional.

El C. Manrique: Para la interpelación, señor presidente. Compañero Arrioja Isunza: Deseo hacer a usted una breve interpelación. Por lo que toca al valor de sus ataques, yo tengo para mí que significan bien poca cosa. Ya que en alguna ocasión el cabecilla de nuestro partido -Prieto Laurnes - (Siseos.) atacó también al subsecretario de Gobernación: no se ha atrevido nunca a levantar más la puntería. Cuando alguna ocasión atacó al presidente de la República, se retractó lastimosa e indecorosamente al siguiente día. (Siseos. Murmullos.) Esto es histórico y no ha de ser siseo de más o menos lo que borre un hecho acontecido ya. (Voces: ¡No está presente!) Por lo que toca al hecho que se discute lo creo interesante, no como hecho aislado, sino porque ha de servirnos muy pronto para estudiar el problema en conjunto: el problema de la inmoralidad que avanza a grandes pasos y contamina dolorosamente a la Cámara de Diputados, este es un caso más. Compañero Arrioja Isunza: Podéis decirnos vuestra opinión brevemente: ¿la remuneración, la compensación que por nuestros servicios de altos funcionarios de la Federación recibimos, esa remuneración que más de una vez se nos enrostra, esa remuneración de treinta y tres treinta que estamos obligados a desquitar, esa remuneración, compañero, no nos permitir a los diputados, ella sola, vivir decorosamente? (Voces: ¡No!)

El C. Arrioja Isunza: Voy a contestar.

El C. Manrique: ¿Por ventura podríamos afirmar, sin ruborizarnos, que somos proletarios, con un sueldo de treinta y tres diarios?

El C. Castillo Tapia: ¿Me permite usted contestar?

El C. Arrioja Isunza: Estoy en el uso de la palabra.

El C. Manrique: Esto es para ser largamente discutido. Quiero solamente conocer el criterio personal del compañero Arrioja Isunza que, por lo demás, conozco de antemano. Mi pregunta es ésta: ¿Esta remuneración, esta compensación de treinta y tres treinta diarios, que tanto se nos enrostra, que tanto se nos a reprochado en más de una ocasión, no podría permitirnos vivir decorosamente? (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡No! ¡No!) Advertid, señores que protestáis, que no he preguntado si está remuneración de mil pesos mensuales ha de permitirnos vivir lujosamente, con superfluidades; he hablado de una vida decorosa, siquiera :viviésemos estrechamente. Mi pregunta....... Pero es interesante conocer el criterio de esta Asamblea. Si unánimemente esta Asamblea respondiese negativamente a esta pregunta, sería muy interesante para la Nación el saberlo, como índice del estado de conciencia de esta Asamblea popular. Mi segunda pregunta es ésta, pero advierto que no hablo de cortapisas legales, ni de preceptos constitucionales, sino de preceptos morales. ¿No cree el señor Arrioja Isunza que estamos moralmente obligados a consagrar todas nuestras energías y nuestros entusiasmos todos, a desempeñar nuestras funciones de diputados, de representantes populares? ¿No cree que estamos moralmente obligados a abandonar toda otra fuente de productos? ¿No cree que estamos moralmente obligados a prescindir de toda otra actividad lucrativa? (Voces: ¡No! ¡Sí! Murmullos.) Esta es mi interpelación, compañero.

El C. Arrioja Isunza: Contestando a las interpelaciones del señor compañero Manrique diré, desde luego, que no bastan, en general, los treinta y tres treinta y tres, y suponiendo que bastaran, el período de diputado tiene un límite; es seguro que no vamos a estar eternamente de diputados, y hay necesidad de ir sembrando en otros terrenos para cuando salgamos de la Cámara. Pasado el término que debemos permanecer en la Cámara, si se dedicara uno exclusivamente a discutir los problemas nacionales, si se dedicara uno a sentarse en la curul, se encontraría con que el día de mañana no tendría qué comer. Y usted mismo est deseando ser gobernador de San Luis...... (Aplausos.)

El C. Manrique, interrumpiendo: Para lucrar probablemente.

El C. Arrioja Isunza, continuando: Pues no ser posiblemente para ir a hacer beneficios. de modo que quedan contestadas sus interpelaciones. Lo que quiero que se aclare en este asunto es que, si ha habido consigna, ha sido por parte del licenciado Valenzuela, consigna que el juez no acató ni quiso acatar, virilmente; en esto hizo muy bien.

El juez, haciendo uso de su arbitrio judicial, nos nombró al licenciado Castillo Nájera y a mí, y todo lo que se ha hecho no ha sido más que para provocar nuestra renuncia, o por lo menos, la mía. Por mi parte, estoy dispuesto a renuncia, para demostrar que no tengo interés especial en este asunto, que yo tengo algunos otros negocios que me ayudan. Aun cuando el ciudadano Manrique crea que no debe uno tener otras actividades fuera de la Cámara, tengo algunos otros asuntos de mi profesión, con los que me ayudo, tanto para enviar alguna cantidad a mi distrito, como para subvenir a las necesidades de mi familia, y no necesito este asunto de la testamentaría Torres Adalid. De tal manera que estoy dispuesto a renunciar; pero quiero que sepa la Cámara que no ha habido ninguna inmoralidad de mi parte ni ninguna inmoralidad de parte del juez; si hay alguna inmoralidad, es de parte del licenciado Valenzuela, y si el quiere tomar de tal manera el asunto que no entre nadie más que sus allegados, pues tanto derecho tiene él de pensar mal de mí, como yo también para pensar mal de él.

El C. Manrique: Para una interpelación.

El C. Gandarilla: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Manrique: Con permiso, compañero, una breve interpelación. ¿El señor Arrioja Isunza pertenece a la mayoría parlamentaria de esta Cámara? (Voces: ¡Ah! ¡Ah!) Un momento.

El C. Arrioja Isunza: Sí pertenezco.

El C. Manrique: Sí pertenece. ¿Fue la mayoría parlamentaria del Congreso General, la mayoría parlamentaria de la XXX Legislatura la que designó a ese juez Salcedo? (Voces: ¡Jiménez!) ¿Fue la mayoría parlamentaria de este Congreso a la que pertenece el señor diputado licenciado Eduardo Arrioja Isunza, a la que pertenece el diputado licenciado Marino Castillo Nájera, la que designó al juez de lo civil que os ha propuesto como albacea a la testamentaría de Torres

Aladid, sí o no?

El C. Arrioja Isunza: Lo designó, como usted sabe, todo el Congreso.

El C. Castillo Nájera: Pido la palabra para contestar.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Castillo Nájera: Señor Manrique, voy a contestar una de sus interpelaciones que hizo usted al ciudadano Arrioja Isunza. Usted, que es socialista, que se dice sociólogo, tiene obligación de saber que en la sociología existe un principio, o mejor dicho, que los sociólogos han adoptado como principio fundamental, como principio biológico, que el hombre tiene necesidad de vivir en relación, que es indispensable en la vida la relación. Yo vivo en relación, cultivo las relaciones y a mí no me bastan los treinta y tres pesos diarios. Usted que se dedica a los placeres solitarios, a usted sí le bastan y le sobran los treinta y tres pesos... (Desorden.)

El C. Altamirano Manlio Fabio: Esos insultos no los debe tolerar la Asamblea. (Gritos.)

El C. secretario Gandarilla: Se suplica a los ciudadanos diputados ocupen sus curules y hagan que se establezca de nuevo el orden.

El C. Robledo Juan de Dios: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Robledo Juan de Dios: Señores diputados:

He pedido la palabra para una moción de orden, porque quiero que en esta "gallera" reine el orden que realmente se ha alterado por una intemperancia del ciudadano Marino Castillo Nájera. (Aplausos.) Yo no puedo tolerar que el ciudadano Manrique, aunque sea de la minoría y de otro partido, sea insultado aquí en al Cámara de Diputados. (Aplausos ruidosos.) Es tiempo de que nosotros los cooperatistas digamos que no apelamos jamás, ni justificamos ni toleramos esos procedimientos en los miembros de nuestro bloque, ni vemos como enemigos a quienes viene a emitir su opinión, contraria o no, a los intereses de nuestro bloque. (Aplausos.) Me hubiera yo abstenido de hablar en este asunto que me repugna realmente, sin no fuera porque este incidente ha levantado mis nervios y ha levantado mi indignación.

No le toca al bloque cooperatista, a la mayoría que eligió a los jueces y magistrados, la responsabilidad de que algunos de sus individuos, aprovechándose -aprovechándose, digo ciudadano Marino Castillo Nájera -, aprovechándose de la influencia política, se hagan nombrar albaceas de testamentarias. (Aplausos ruidosos.)

El C. Castillo Nájera, interrumpiendo: ¡Miente usted!

El C. Robledo: Yo no miento. (Voces: ¡Muy bien, Robledo! Aplausos ruidosos. Desorden. Campanilla.) Yo digo, señores, que en la mayoría cooperatista hay una inmensa cantidad de hombres, un noventa por ciento de hombres completamente honrados; no digo que el ciudadano Marino Castillo Nájera haya cometido un acto de los que la ley pena, un acto que signifique una falta a las leyes, un delito; pero sí digo que el ciudadano Marino Castillo Nájera miembro de las comisiones de Justicia de la Cámara, (Voces: ¡Huy! ¡Huy!) no debió aceptar la buena voluntad del juez que lo nombraba albacea de una testamentaría.

El C. Díaz Soto y Gama: ¡Qué barbaridad!

El C. Robledo, continuando: Y son dos hechos realmente punibles: el del subsecretario de Gobernación -y no alzo la puntería, ciudadano Manrique, porque tenemos pruebas de que el subsecretario de Gobernación hace su política personal...

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Pruebas!

El C. Robledo, continuando: El subsecretario de Gobernación no debió haber llamado a un juez a su casa para inponerle... ¿Pruebas? El caso de Jalisco, compañero. En el caso de Jalisco el subsecretario de Gobernación, usando una frase gráfica y expresiva, "de sus pistolas", hizo una ofensiva indigna en contra de los partidos confederados; verdaderamente "de sus pistolas". A nosotros nos consta, y lo pueden atestiguar todos los compañeros de Jalisco; es bastante. (Voces: ¡Sonora!) Sonora, dice el compañero González.

El C. Díaz Soto y Gama: ¡Le falta valor civil! ¿A qué vino aquí?

El C. Robledo: Lo tengo. Ruego al compañero tenga la corrección que siempre he tenido para con él, yo jamás lo he interrumpido.

El C. Díaz Soto y Gama: Sí, señor, ¿para qué venimos aquí?

El C. presidente: Se ruega al ciudadano Soto y Gama guarde compostura.

El C. Robledo: Digo yo que el subsecretario de Gobernación ha obrado de una manera más directamente punible llamando a su casa a un juez y pretendiendo imponerle los albaceas que el quería, y que éstas son cosas de que no hago responsable al secretario y sí al subsecretario. Apelo a la delicadeza de los compañeros para que renuncien esos cargos, que puedan aparecer sospechosos y ser motivos de cargos para el Partido Cooperatista, que esté no tiene obligación de afrontar. Hago consistir mi moción de orden en que se exija al ciudadano Castillo Nájera que retire las palabras ofensivas que ha vertido contra de un diputado. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Altamirano. (Voces: ¡Calma!)

El C. Altamirano Manlio Fabio: Señores diputados: ¡Calma, calma, lucho por tenerla! Hay momentos, compañero Puig, en que no se puede o no se debe tener calma.

El C. Castillo Nájera: Moción de orden. Me han pedido que retire las palabras que acabo de pronunciar y tengo que contestar.

El C. Altamirano Manlio Fabio: ¡Hay tiempo! Señores diputados, haciendo un esfuerzo por tener la calma que me indica el compañero Puig, quiero decir dos o tres palabras que desde hace tiempo han propugnado por salir de mis labios.

Desgraciadamente hay individuos que no podemos, que estamos condenados siempre a salir de las mayorías; desgraciadamente -y lo digo porque es muy feo quedarse solo, porque ya lo he experimentado - hay muchos espíritus para los que es imposible permanecer en ciertas mayorías .

Señores diputados, la prensa de la República ha esparcido por los cuatro vientos de ella las inmoralidades que se han cometido por muchos miembros de la mayoría parlamentaria; hoy son los lotes en la colonia Roma, adquiridos a cuatro cincuenta y vendidos a quince pesos; mañana es la influencia para nombrar a determinados jueces y hacer sinvergüuenzadas en los juzgados, y después son albaceazgos de una testamentaría que importa millones de pesos; y, señores diputados, los que no tenemos otros empleos, los que modestamente vivimos con los treinta y tres pesos que nos paga el pueblo para decir la verdad y portarnos honradamente, esos no hemos nunca desempeñado otros empleos, si no es el de diputados que el pueblo nos ha conferido. (Aplausos.)

El C. Castillo Nájera, interrumpiendo: ¡Pero ustedes van a Europa!

El C. Altamirano Manlio Fabio: Vamos a Europa, sí, señor. ¿Y qué tiene de malo eso? Ir a Europa, señores diputados, no es lo mismo que ir a coyotear a los juzgados valiéndose de influencias políticas. (Aplausos.)

El C. Castillo Nájera: ¡No se ha ido a coyotear!

El C. Altamirano Manlio Fabio: Sí, señor diputado; a mí no me asustan actitudes bélicas.....

El C. Castillo Nájera: Ni a mí tampoco.

El C. Altamirano: ..... porque yo soy diputado y soy hombre!. (Aplausos.)

El C. Domínguez Enrique B.: ¡Echa lumbre!

El C. Altamirano, continuando: Echo lumbre, señor compañero, porque hay momentos en que es necesario echar lumbre para que se purifique lo que debe purificarse. (Aplausos.) Pues bien, señores diputados,; los líderes de una y otra facción del Cooperatista nos envuelven en todas sus intrigas, en todas sus tonterías..... (Voces: ¡Nombres!) ¿Nombres? Los ha dado la prensa y los mismos líderes los han dado en esta tribuna.

El C. Gandarilla, interrumpiendo: ¡Esos no son líderes, hombre!

El C. Altamirano Mamlio Fabio: ¿Qué son, señor compañero?

El C. Gandarilla: Son miembros del bloque.

El señor Castillo Nájera no es líder, ninguno de los otros.

El C. Altamirano Manlio Fabio: Pues bien, señores diputados; los que no tenemos más patrimonio que nuestra popularidad en nuestro distrito, los que ya sentimos el rubor de que todos los días nos lleguen recriminaciones por el comportamiento de estos líderes, ya no podemos soportar estar con esta mayoría que todos los días se hunde más. (Aplausos.) Hemos procurado, señores diputados, dentro del bloque Cooperatista, llamar al orden a los que no saben portarse con honradez, y hemos recibido una grandísima decepción. Aquí, con estupor de la Nación, se lanzaron cargos unos y otros, y nosotros, algunos de nosotros que nos hemos salvado de la tormenta a pesar de todo, exigimos responsabilidades desde nuestras curules; quisímos que se depurara la conducta ante la mayoría parlamentaria, y que los que hubieran de salir, salieran de una vez. Pero no, señores; en un banquete se dan las manos, y todo el mundo muy contento! (Risas. Aplausos.) Pues bien, señores diputados; ¡la suerte está echada! Desde este momento públicamente renuncio a la mayoría parlamentaria, y me quedaré solo, absolutamente solo, pero no haciendo ya causa común con los que tienen lotes en la Colonia Roma y con los que tienen albaceazgos en testamentarias de millones de pesos! (Aplausos ruidosos.)

El C. Parra Enrique: Pido la palabra para interpelar al orador, señor presidente.

El C. Castillo Nájera: Por respeto a la Asamblea retiro las palabras que pronuncie en contra del compañero Manrique y brevemente paso a contestar las alusiones del compañero Robledo. Desde luego, debo decirle que no tengo ninguna influencia política, que no he abusado de la influencia política ni de mi posición como miembro de las comisiones de justicia. En la planilla de las comisiones de Justicia no figuraba el juez que espontáneamente me nombró albacea de una sucesión; de la planilla en que figuró y triunfó, de esa planilla es responsable el señor Robledo, como líder de la llamada mafia, siendo él de los principales responsables del cuartelazo a la Cámara de Senadores; en la planilla de las comisiones de Justicia, no estuvo. Por lo demás, no me extraña la actitud del compañero Altamirano, lo conozco desde la XXVIII Legislatura, cuando figuraba en las filas de Aguirre Berlanga, cuando la cargada; entonces renunció y se paso a la otra cargada. Después figuró como líder en el P. L. C; y se paso también en el momento oportuno; y ahora que cree que es oportuno, también viene a renunciar. A nadie le extraña la actitud de comediante del compañero Altamirano.

El C. Altamirano Manlio Fabio: ¡Comediante, pero no sinvergüenza!

El C. Manrique: Señores diputados:

Vengo a dirigiros unas breves palabras al margen del asunto a discusión. Si por un momento he abandonado mi habitual ecuanimidad, mi serenidad habitual, es porque he tenido pleno derecho a ello. Es torpe, y es imbécil, y revela una enorme, una dolorosa incomprensión de la vida, el atribuir a quienes tenemos el derecho de llamarnos varones, el atribuir torpezas y limitaciones que, probablemente, conciben estos mismos imbéciles que nos motejan. Tengo derecho a hablar así, porque no hay aquí nadie, absolutamente nadie, que tenga derecho, conscientemente, a motejarme ni a insultarme; tengo derecho a hablar así, porque me proclamo caballero, porque tengo la facultad de poderme llamar caballero y poder llamarme varón. Se imagina que se tiene derecho a pretender mancharme, por miserables que imaginan que la normalidad reside cabalmente en su dolorosa anormalidad, por espíritus que no conciben el equilibrio ni la ponderación; pero no voy a hablar más de esas cosas porque creo que hablo a buenos entendedores. Al cretino, al estulto, al incomprensivo que nuevamente prohibe la torpe calumnia, la infame calumnia que diario y hasta en mentidos editoriales me

lanza un panfleto, un pasquín que sostiene en el Estado de San Luis Potosí la candidatura de uno de mis contrincantes, arribista, caso típico de arribismo, de absoluta carencia de escrúpulos, de carencia absoluta de moralidad y de toda alta finalidad moral; al cretino, al estulto, al incomprensivo que prohibe nuevamente la calumnia, tendrá la suprema ufanía de primitivo, de cruzarle el rostro para que sepa alguna vez, para que sienta alguna vez en su rostro como castiga un varón a quien sólo los torpes pueden imaginar limitado y deforme. (Aplausos.)

Y dejo aun lado lo mío, lo personal, lo limitado, porque no es para ocupar la atención de una Asamblea popular. Yo no debo dar demasiadas proporciones a lo que a mí personalmente se refiere; si alguna importancia tiene el insulto que se me a arrojado aquí torpemente, y que después, hipócritamente, tartufescamente, se ha fingido retirar con las palabras consagradas , con las palabras de clisé: "por respeto a la Asamblea ....."

El C. Castillo Nájera, interrumpiendo: Por respeto a usted también.

El C. Manrique, continuando: No lo deseo, no lo necesito, no lo he menester. Se alguna importancia tiene, es porque constituye signo doloroso de la vida que estamos viviendo, y yo quiero aprovechar esta oportunidad para referirme, no a estas pequeñeces y a estas destemplanzas, sino al asunto que está a discusión, al asunto del albaceazgo de la testamentaría de Igancio Torres Adalid. Este caso, este incidente de la testamentaría de Torres de Adalid, del albaceazgo de Torres Adalid, obtenido por miembros del partido político en mayoría en el Parlamento mexicano;por miembros de la comisión de Justicia del Partido Cooperatista, que fue la propia que designara a los jueces y magistrados ahora en funciones, este caso es revelador de dolorosa inmoralidad. Aquí y desde esta misma tribuna, se ha hecho la apología del negocio, la apología de la intervención del diputado, de la intervención del representante popular en transacciones mercantiles, en empresas más o menos lucrativas, y ha sido verdaderamente doloroso para quienes conservamos todavía un resto de sensibilidad, el escuchar esta apología hecha también desde la prensa por uno de los cabecillas del Partido Cooperatista. ¿Por ventura, por el hecho sólo de verse investido de una representación popular, estar obligado un diputado a conservar su bufete, si es abogado; a conservar su consultorio, si es médico; a conservar su gabinete, si es ingeniero? De esta guisa se razona, de esta suerte se teorizaba, pretendiendo justificar la intervención indebida de los representantes populares en transacciones mercantiles. Lo que aquí sucede es que el sentido moral está naufragando, lo que aquí sucede es que el culto al lujo, a lo superfluo, no está invadiendo y corrompiendo a todos..... (Aplausos. Voces: ¡No a todos!) Amenaza invadirnos a todos, porque el contagio es insensible y lento; comienza, es claro, por los más predispuestos, por los menos pertrechados moralmente; pero avanza, a la postre, para tocar después a los mismos que se unfanaban de ser puros y fuertes; porque la pendiente es insensible, porque se está aquí rindiendo culto a las vanidades y a lo superfluo. Yo lo que creo es que somos en estos momentos dolorosamente inferiores a lo que fuimos en época de prueba.

A más de un diputado que rinde hoy culto a las vanidades de la metrópoli, yo le he visto alto y fuerte y desdeñoso de superfluidades en época de prueba; a más de uno que hace aquí la apología del negocio mercantil, yo le he visto desinteresado y abnegado y fuerte en épocas de prueba. A uno de vosotros, a uno de aquellos a quienes se ha mencionado como partícipe en los negocios de la Colonia Roma, le he escuchado con profundo dolor estas o parecidas palabras:

"No, si yo ya estoy cansado de que se me llame tonto; si en ocasiones anteriores en las que he tenido poder y mando he desdeñado brillantes oportunidades de negocios, hoy ya estoy cansado de que se me llame tonto; ahora es necesario pensar un poco el porvenir". Y esto así familiarmente, campechanamente no era otra cosa que la apología de la corrupción. ¿Y qué no érais mejor, señor diputado anónimo, no érais mejor compañero a quien aludo, en aquella época en que merecíais de los estultos que os llamasen tonto porque desdeñabais las vanidades y la corrupción? ¿No érais mejor en aquella época de prueba? Lo que falta aquí, lo que necesitamos aquí es un poco de varonía y un poderoso esfuerzo para retornar a la austeridad, a la noble, a la sana austeridad provinciana que aquí está a punto de naufragar entre nosotros. ¿Qué, por ventura no sería mejor que prescindiésemos de lujoso automóvil? ¿Qué no estaría mejor que ninguno de nosotros ostentase brillantes en los dedos? ¿Qué no sería mejor que cada uno de nosotros se esforzase por no rendir culto a la vanidad y a las superfluidades de la vida? ¿Qué no comprendéis que la pendiente es insensible, y que lentamente, dolorosamente, día a día, nos va restando austeridad y fuerza y varonía este culto a las superfluidades de la metrópoli? ¿Qué, por ventura vuestras mujeres serán menos bellas y menos amables porque no ostentan joyas costosas? ¿Qué, por ventura vuestros pequeñines - alegría de vuestro hogar - merecerán menos vuestro cariño y os serán menos amables y serán menos tiernos a vuestro corazón porque no vistan sedas lujosas? Yo hago un llamamiento a todos aquellos que sean todavía capaces de sensibilidad moral; yo hago un llamamiento claro y franco a la masa del Partido Cooperatista Nacional que yo creo superior, mil veces superior a sus líderes corrompidos y falsos; yo hago un llamamiento a la juventud provinciana y no contaminada todavía; yo hago un llamamiento a su austeridad, a su desinterés, a su abnegación de las épocas de prueba, para que tenga un supremo gesto de rebeldía, para que un momento siquiera en su vida pronuncia la palabra de Niestzche, la palabra sagrada, la palabra santa: "¡No!" yo hago un llamamiento, llamo afectuosa y cordialmente a todos los hombres no manchados, no contaminados aún, a la juventud provinciana no manchada aún entre nosotros, para que rompa valientemente, con un supremo gesto de desinterés y despreocupación, con el pequeño grupo que pretende utilizar su entusiasmo y sus energías en defensa de sus propios, mezquinos y personales intereses. Yo se que en la mayoría del Partido Cooperatista no está manchada, se que la mayoría parlamentaria del grupo cooperatista no es responsable de los delitos y

descaminos de sus líderes... (Aplausos.) Yo se que la mayoría es irresponsable de los descaminos y errores de sus líderes; pero se también, y tengo derecho a decirlo afectuosa, pero enérgicamente, que si alguna responsabilidad le toca, es la responsabilidad del silencio; no han tenido estos jóvenes el supremo y gallardo gesto de decir "que no"; el gesto, el supremo gesto de rebeldía para expresar su inconformidad con el manejo de los directores de un cuerpo político. No hay, señores, sino una casta de hombres inferiores: la de aquellos que consultan ante todo el propio interés; no hay sino una casta de hombres superiores; la de aquellos que consultan ante todo el interés humano. Yo llamo a la juventud revolucionaria, a la juventud venida de provincia y no manchada aún, para que una vez más, para que una vez siquiera diga "que no" a los errores, a los descaminos, a los torpes imperativos de sus directores. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gandarilla.

El C. Gandarilla: Honorable Asamblea:

¡Ay de aquellos que tiemblan cuando se dice la verdad por dura que ella sea! ¡Ay de quellos que en un debate como éste pretendan rehuirlo! porque no se tiene la franqueza de confesar sinceramente lo que se siente! Yo me permito, como miembro de esa mayoría y aceptando la invitación de Aurelio Manrique, decir muy claro y decir también muy alto que como él indicaba, que no todos los de esa mayoría estaban dispuestos a respaldar las faltas de los que no tenían delicadeza. Yo le digo a Aurelio Manrique, y siento que no se encuentre aquí en el salón.... (Voces: ¡Aquí está!) yo le digo a Aurelio Manrique: usted ha dicho una gran verdad: no toda la gran mayoría del Partido Cooperatista está manchada; usted ha hablado con honradez y ha dicho algo que nosotros sabemos; pero yo me permito indicar a esta Asamblea que con estos debates, compañeros diputados, quien sale ganando no somos nosotros, quien sale ganando es el pueblo, el pueblo de la República que ya está ansioso por saber lo que pasa en el seno de este Parlamento. El pueblo de la República el día de mañana, cuando los heraldos de la prensa digan que aquí se debaten cuestiones trascendentales como ésta, dirá : no todo está podrido en Dinamarca, y aún puede esperarse la salvación de la República!... El partido Cooperatista, compañero Manrique - y permíteme el honor de llamarlo así -, el Partido Cooperatista está formado, como usted dijo, por un gran número de individuos que han venido de provincia, individuos que han salido de las aulas, que han salido de los talleres, del trabajo, y que han venido aquí a representar de manera digna a sus comitentes, y yo sostengo con Aurelio Manrique, ciudadanos representantes, que el problema de la pacificación de México, que el problema del progreso de México, que el problema de la tranquilidad de México no es sino un problema, uno solo: el problema de la honorabilidad de los funcionarios públicos, cualquiera que sea su categoría .... (Aplausos) Yo quiero también destruir de una manera serena, sí que también un poco amable, algunos argumentos del compañero Manrique que son sofísticos, y quiero también poner los puntos sobre las íes, sobre una situación verdaderamente equívoca del que yo llamé compañero Manlio Fabio Altamirano.

El compañero Manrique sentaba aquí con una gran verdad, que el diputado que ha sido ungido con el voto popular para venir a representar al pueblo en esta Cámara, no debe dedicarse en absoluto a otros asuntos que no sean los de legislación dentro de esta Cámara; y el compañero Manrique está en un error, a mi modo de ver. El diputado, como miembro de la colectividad, tiene derecho, más que derecho, tiene obligación de trabajar - óigalo el compañero Manrique -,honradamente. Usted est de acuerdo conmigo. ¿sí o no? Ya veis, ciudadanos Diputados, como el ciudadano Manrique está conmigo. Entonces, señores representantes, podemos personalizar, porque debemos ver los casos perfectamente claros. No podemos impedir que un diputado honorable a quien no podéis poner tacha, compañero Manrique, el doctor don Efrén D. Marín, puede salir de aquí a ejercer inmediatamente sus funciones como médico cuando algún paciente se lo solicite, y puede allegarse emolumentos para mejorar sus condiciones, porque el día de mañana ese compañero Efrén D. Marín podrá decir: "yo no me atengo absolutamente a mis trabajos de Cámara: yo quiero ser útil a la colectividad, y yo he trabajado y sigo trabajando en las actividades a las cuales me he dedicado", compañero Manrique!!

El C. Manrique: Con la medicina no se lucra, compañero.

El C. Gandarilla: Vea, pues, el compañero Manrique, que el abogado, que el médico, que el ingeniero puede dedicarse, a pesar de ser diputados, señor diputado González....(Murmullos.) A usted como periodista yo lo aplaudiría, si usted fundase un diario y trabajase....Ve, pues, el compañero Manrique que cualquier diputado puede y debe trabajar honradamente, no aprovechándose.....

El C. González Julián S., interrumpiendo: Como abogado no podría litigar.

El C. Gandarilla, continuando: ... no aprovechándose, compañero Manrique, de su situación privilegiada como diputado, porque entonces sí ya pecaría y contra eso yo estoy con usted, compañero González. De manera que queda sentado que un diputado debe trabajar. ¿Por qué? Por que yo no estimo, ni Manrique estimaría, que un diputado viniese a estarse desde las ocho de la mañana en el pórtico de esta Cámara, hasta las doce de la noche platicando sobre asuntos sin importancia. Por otra parte, el compañero Manlio Fabio Altamirano quiso en esos momentos hacer graves cargos al Partido Cooperatista y públicamente se separa de este bloque. Para muchos que conocemos cómo se ha organizado esta mayoría, podemos y tenemos el derecho y la obligación de decir una dolorosa verdad, ¿Quién es Manlio Fabio Altamirano....? Voces en las galerías: ¡Chaquetero!) Al formarse la mayoría parlamentaria, llegaban los representantes populares a este recinto, y vinieron a formar parte de la mayoría que entonces o que ahora se llama cooperatista y vimos muchos compañeros de esa mayoría, que nosotros mismos sabíamos que no estarían de convicción en los elementos sanos, que ya ha dicho el compañero

Manrique que existen en este partido, vimos a muchos diputados que no estarían con esos elementos sanos un solo momento, pero que hipócritamente, dolorosamente se decían miembros de esta mayoría en tanto se aprobaban sus credenciales, a reserva de que cuando se aprobaran, inmediatamente, cambiar..... traicionar.... (Aplausos) Hace unos cuantos días tuve una interesante conversación con un hombre a quien estimo personalmente, Díaz Soto y Gama, y en esos días me decía Soto y Gama: "El partido cooperatista o la mayoría parlamentaria del Partido Cooperatista tendrá que acabarse, por que van a cambiar todos los demás y van a comenzar a salir, y los miembros honrados de ese partido tendrán que salirse", y o iba más adelante cuanto Soto y Gama me hablaba: "no, ya hay muchos compañeros que se dijeron cooperatistas en el momento de la aprobación de credenciales, pero compañeros que una vez que estén dentro de la Cámara van a decir: me separo porque así conviene a mis intereses, y de esos, pésame decirlo, es Manlio Fabio Altamirano. (Aplausos. Gritos. Voces en las Galerías.)

El C. Manrique, interrumpiendo: Todavía ladra vuestra jauría; mañana ni vuestra jauría ladrará .

El C. Gandarilla, continuando: Había dicho hace un momento el ciudadano Manrique que era un caballero y un hombre decente, y creo que no tiene derecho a lanzarme estas palabras cuando con toda decencia lo he tratado; quede a la Asamblea juzgar de la actitud del ciudadano Manrique..... Por los demás, ciudadanos representantes, yo digo con Soto y Gama, también, digo que todos los elementos de esta Cámara que sean honrados, que todos los elementos de esta Cámara que sean jóvenes, sobre todo que todos los elementos de esta Cámara que sean revolucionarios, tendrán que sobresalir sobre los que no sean honrados y sobre los que no sean revolucionarios, porque está ya establecido como un principio de sociología, de vitalidad de los pueblos, que los elementos afines tendrán que unirse cuando hay un peligro común; y es doloroso y es triste y es vergonzoso que en estos momentos, ciudadanos representantes, cuando el Partido Católico y los nefandos "fascistas" se organizan y hacen las declaraciones absurdas, diciendo que irán a la revolución, los que se llamen revolucionarios, estén matando a la patria como malos hijos; no es justo que los que se llaman revolucionarios vengan en estos momentos a separar más a los hombres que pueden luchar y trabajar por la revolución.... En cierta ocasión, ciudadanos representantes, yo vine a esta tribuna a precedir los peligros de la organización católica bajo la forma de "fascismo", y ya veis cómo en Colima, y tengo las pruebas, se lanza un manifiesto subversivo contra el actual Gobierno, y hemos visto cómo en "El Mundo" de esta tarde los "fascistas" hacen declaraciones, diciendo que ir n a la guerra civil.....Pues bien; por el prestigio de la revolución, por el prestigio de la revolución hecha Gobierno y por el prestigio de los hombres jóvenes y revolucionarios de esta Cámara, yo pido a la Asamblea que siempre en cuestiones trascendentales olvidemos la cuestión de partidarismo y que siempre en cuestiones que interesen al país, nos elevemos un poco más en estos debates que benefician al pueblo, es cierto, pero que no son honrosos para los verdaderos representantes populares!....(Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Espinosa:

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes:

Con toda serenidad me voy a permitir hacer algunas aclaraciones al margen del nombramiento de albaceas de la testamentaría Torres Adalid. Empiezo por manifestar que estoy y estaré siempre con aquellos compañeros que vengan a esta tribuna, o que por otros medios a su alcance, denuncien ante la opinión pública a los funcionarios, a los diputados, principalmente, que, valiéndose del puesto, cometen actos punibles, actos inmorales. Pero no puedo aceptar la tesis de que por pasiones de partido se quiera arrojar lodo sobre la reputación de compañeros que nos merecen el concepto de honorables, de hombres dignos. Para mí, ciudadanos representantes, la conducta de un hombre merece todo mi respeto, ya que es la síntesis del esfuerzo de toda su vida; es la lucha constante por merecer el respeto y el bien de sus conciudadanos, y no hay derecho para agarrar la honra de un compañero como se agarra un trapo y se estruja o se hace pedazos.

Yo creo, ciudadanos representantes, que atacar sin probar la reputación de una persona, no es caballeroso, ni es digno, ni es honrado, y en el caso presente, en el caso de Arrioja Isunza y de Castillo Nájera, no hay más que cuestiones políticas, que pasiones mezquinas de partido.

Aurelio Manrique, a quien no sólo yo, sino la Asamblea le ha hecho siempre el honor de reconocerle como gesto característico la nobleza, ha venido a esta tribuna a prejuzgar, a hacer cargos en contra del licenciado Carlos M. Jiménez, juez sexto de lo civil, nombrado por esta Asamblea, y que conoce de la sucesión Torres Adalid. Por esto quiero hacer la siguiente declaración: conozco al licenciado Carlos M. Jiménez desde hace tiempo, es mi paisano, y los hombres de mi tierra, a fuera de grandes talentos y otros méritos que los hagan culminar, tienen el de la honradez, y a eso deben muchos de ellos haber escalado puestos de más o menos importancia en la capital de la República; a eso deben el respeto que todos les tienen, y yo no puedo permitir; ciudadanos representantes, que a los hombres de una honradez acrisolada, a hombres que tienen como único patrimonio el de ser honrados, se les venga a poner en tela de juicio nada más porque se han visto envueltos en una tela de araña asfixiante y sin que su categoría de modesto funcionarios les permita hablar y defenderse. Pero yo estoy seguro de que Manrique, cuando oiga lo que voy a decir, convendrá conmigo y apartar de su mente todo prejuicio y toda mala apreciación por lo que hace al juez sexto de lo civil.

Pienso, ciudadanos representantes, que para vosotros, sobre todo para los miembros de la mayoría, la voz de vuestro presidente, la voz de vuestro líder principal, la de vuestro jefe, hablando en términos políticos, es la voz más autorizada y, por lo tanto, la más respetable. Aparte de esa consideración,

yo tengo para mí que el ciudadano licenciado Portes Gil es un hombre de honradez no sólo acrisolada, sino insospechable, y me consta que el licenciado Portes Gil han tratado en más de una vez, por asuntos enteramente personales, al licenciado Carlos Jiménez, juez 6o. de lo civil, y es por boca del licenciado Portes Gil, por quien yo lavaré cualquiera mancha que se le hubiera echado o pretendido echar sobre el licenciado Jiménez.

Yo quiero que el señor licenciado Emilio Portes Gil, de manera franca, diga si del conocimiento que él tiene del licenciado Jiménez en lo personal, cree o juzga capaz a este funcionario de prevaricar o de doblegarse a las insinuaciones ya sea de un diputado prominente de esta Cámara, o de algún funcionario, como el subsecretario de Gobernación. Le ruego al ciudadano Portes Gil que con toda franqueza nos diga qué opinión tiene el licenciado Jiménez.

El C. Portes Gil: Pido la palabra. Empiezo por agradecer al ciudadano diputado Espinosa las frases que pronunció respecto de mi modesta personalidad; y por lo que toca a la interpelación que me hace, mi opinión respecto del Licenciado Jiménez, por el tiempo que tengo de conocerlo así como por las referencias que respecto de él me han dado personas que lo conocen, mi opinión, digo, es que es un hombre honrado, un funcionario recto, y que en manera alguna se prestará ni en este negocio, ni en cualquiera otro, a prevaricar ni hacer cosas indebidas en los procedimientos judiciales.

El C. Espinosa Luis: Ahora ruego al compañero Manrique que me diga si tiene algo en contrario para sostener la apreciación que hizo respecto al Licenciado Jiménez.

El C. Manrique: Pido la palabra. Es para mí perfectamente respetable la actitud de Espinosa, que sale a la defensa de un amigo a quien cree siquiera ligeramente aludido; pero me parece innecesaria la defensa que hace el compañero, desde el momento en que nadie ha escuchado de mis labios apreciación ninguna respecto del juez; todos me sois testigos, o he perdido la memoria. Yo he hecho, simplemente, dos interpelaciones que provocaron la nerviosidad de uno de los aludidos, la destemplanza de uno de los aludidos; he hecho dos interpelaciones para poner de relieve estas dos cosas, dejándonos a vosotros y dejando que el público y dejando que la Nación induzcan, infieran, interpreten como les plazca, e interpelé al ciudadano Arrioja Isunza y he logrado, gracias a mi interpelación, el establecer dos cosas, mejor dicho, el establecer un hecho solo, sintéticamente: que miembros del partido dominante en la XXX Legislatura, han sido designados albaceas en una testamentaría al cuidado de un juez, de un funcionario judicial nombrado por esta propia mayoría. Yo no he hecho apreciación ninguna posterior respecto de la conducta del juez; pero, francamente, y esto es subjetivo y personalísimo, francamente no basta para mí el testimonio de Portes Gil ni otra cualquiera apreciación personal para destruir la mía propia. Yo tengo para mí que no es del todo independiente, tengo para mi que se tiene perfecto derecho para sospechar de la independencia de criterio y de la rectitud de conducta, siquiera la desmienta toda una vida anterior, de un funcionario judicial que designa albaceas, y no de la testamentaría de una pobre viuda que deja un mal catre, sino de la jugosa, la jugosa, la valiosísima, la codiciada testamentaría de Ignacio Torres Adalid, a dos miembros, uno de ellos de la Comisión de Justicia del Bloque Cooperatista.... (Voces: ¡Los dos!) o los dos, la rectificación es vuestra. Yo, por temor a equivocarme o por temor de lastimar más de lo necesario, hablé de uno. Pues bien; queda perfectamente establecido, merced a mis interpelaciones y a las respuestas del ciudadano Arrioja Isunza, que dos miembros de la Comisión de Justicia, encargados, observadlo bien, de seleccionar, de escoger a los funcionarios a quienes había que proponer como candidatos a un bloque parlamentario, han utilizado su influencia política en su propio provecho.

El C. Espinosa Luis: El compañero Manrique hizo una alusión bastante directa y fuerte en contra del ciudadano juez 6o. de lo civil.

El C. Manrique: En este momento es cuando lo hago.

El C. Espinosa: Probablemente, en el calor de sus palabras, no se dio cuenta cuando dijo que el juez había cedido a la presión, a la influencia de los miembros de las comisiones de Justicia de esta Cámara y que por eso los había nombrado. Esto es lo que yo rechazo, esto es lo que yo no acepto; esto es lo que vengo a rectificar. Voy a explicar, señores, por qué el licenciado Jiménez nombró a los ciudadanos Marino Castillo Nájera y Eduardo Arrioja Isunza, albaceas de la testamentaría: antes de ayer, si mal no recuerdo, cuando apareció una noticia en "El Universal" sobre este asunto, yo, amigo íntimo del licenciado Jiménez, le dije: ¿Qué hay en esto? La noticia que da "El Universal" es un tanto escandalosa. El licenciado Jiménez me contestó: "No hay nada de eso, y yo no me explico por qué empieza la prensa a darle a ese asunto un aspecto de inmoralidad que no tiene. Yo - dice - que como funcionario, sobre todo como funcionario íntegro, sin ligas ni compromisos con partidos políticos" - porque debo declarar solemnemente que el licenciado Jiménez no pertenece al Cooperatista, no pertenece al Laborista, no pertenece al Agrarista, no pertenece al P.L.C., ni pertenece a ningún otro partido militante y que, en consecuencia, est desligado por completo -, "he querido, antes que todo, dentro de mis facultades de funcionario judicial, proceder de entero acuerdo con la ley, con la moral, y colaborar con el Gobierno, supuesto que soy una parte integrante de él, aunque pequeñísima; y queriendo que los intereses de la testamentaría, que son cuantiosos, estén debidamente garantizados, me fijé en personas que, en conjunto, tuvieran todos los requisitos indispensables para una buena administración. Desde luego, como el nombramiento de estos albaceas tiene que ser dentro de mi directa responsabilidad, es natural que antes que todo, yo procurara nombrar a personas que, más o menos, conozco".

El licenciado Jiménez es un hombre que vino del Estado de Chiapas hace dos años, no tiene ligas en México con personalidades políticas, estuvo actuando en Puebla como gente del Ministerio Público Federal, y apenas si empieza a actuar en este medio; así es que no puede creerse que esté ligado

con personalidades que influyan en la política o en la Administración pública. Voces: ¡Ya! ¡Ya!) "De tal manera que procuré, antes de todo, que en el albaceazgo figuraran individuos que a sí mismos se vigilaran. Por eso -decía - nombre a un miembro del patronato, un señor cuyo nombre no recuerdo - a un miembro de la Secretaría de Gobernación que tiene ingerencia directa, conforme a la ley, para vigilar la Beneficencia Privada y Pública - ya dos abogados que yo he tratado y de los que previamente recabé informes, informes que acreditan absoluta honorabilidad; me fijé, por lo tanto, en ellos porque los conocía, porque para mí directamente eran los que respondían mejor a las necesidades que yo tenía y naturalmente, les exigí la caución de medio millón de pesos, caución que hasta la fecha no se me ha otorgado y por eso no han tomado posesión."

Yo creo, ciudadanos representantes, que un funcionario que, como el licenciado Jiménez, procede en esta forma, es inatacable, es insospechable. Ahora, si se cree que los señores Arrioja Isunza y Castillo no son honorables, que son indignos de representar ese puesto, no basta venirlo a decir ni valerse de un argumento aparatoso, hijo de la pasión política, para querer deshonrar a estos compañeros que para mí son tan apreciables como todos los demás. Gobernación, señores, no ha hecho otra cosa en este caso que cumplir con su deber. Yo sé perfectamente bien que la Secretaría de Gobernación no tiene otro interés en este asunto que vigilar, como le corresponde conforme a la ley, porque estos dineros, que ascienden a la respetable suma de diez y siete millones, según se dice, sean debidamente administrados. Yo no veo, pues, por qué va a ser censurable la conducta de Gobernación en este caso, no me lo explico, ciudadanos representantes, si es conforme a la ley la Secretaría de Gobernación la capacitada para vigilar las fundaciones instituídas y sostenidas con estos bienes que corresponden a la Beneficencia Pública, ¿por qué entonces querer negarle este derecho? (Voces: ¡Son de la Beneficencia Privada!)... y Privada también ¿Por qué, entonces señores, querer negarle este derecho que la ley le da? Entiendo que esto es absurdo, que esto es demostrar ignorancia, que esto es demostrar que no se conoce ni siquiera lo que se ha venido a hablar aquí.

Ya ve, pues, la honorable Asamblea, que no hay en el fondo de este asunto nada vituperable, que no hay nada inmoral, que no hay nada digno de censura. Creo haber aclarado perfectamente bien cómo está este asunto y que yo no veo otra cosa sino un momento, una oportunidad para hacer ataques políticos; conducta que si se justifica a través de los intereses de partido, yo no la justifico a través de la honradez ni del compañerismo que debe ligarnos. Creo haber dicho lo bastante sobre este asunto para dejar a cada uno en el lugar que le corresponde! (Voces: ¡Petróleo!).

El C. Altamirano: Para alusiones personales.

El C. Arrioja Isunza: Pido la palabra.

El C. Arrioja Isunza: Moción de orden, señor presidente. Señores Compañeros: Yo, justamente indignado por lo que se me dijo en la prensa, quise sincerarme de esos cargos, y ya manifesté que he renunciado definitivamente este puesto; de modo que yo suplico que se termine este asunto y que cada uno piense de mí lo que crea conveniente.

Sigamos adelante con otra cosa. (Voces: ¡Petróleo!)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Altamirano.

El C. Altamirano Monlio Fabio: Dos minutos, señores compañeros, para pasar al petróleo. Quiero contestar alusiones personales al señor Castillo Nájera y al señor Gandarilla. Al señor Castillo Nájera le diré que hay aquí muchos señores diputados de la XXVIII legislatura que saben que por no haber sido berlanguista iba a desecharse mi credencial, y deploro, señores diputados, que no se encuentre aquí el licenciado Alvarez del Castillo, a quien en lo personal le agradezco haber hablado en mi favor cerca de Aguirre Berlanga para que no se hubiera desechado mi credencial. Mi credencial en la XXVIII legislatura fue absolutamente insospechable, porque fui de los únicos que triunfaron en el Estado de Veracruz, contra la opinión del yerno de don Venustiano Carranza, el general Cándido Aguilar. En la XXIX legislatura no tuvo discusión mi credencial, y mi contrincante ni siquiera presentó una sola petición para que se me nulificaran votos, y en la XXX legislatura mi contrincante, el diputado de la local, Josafat Márquez, aparte de no haber tenido derecho para jugar por una ley que dio este Congreso de la Unión, aparte de eso saqué mil y pico de votos sobre su votación, y ni siquiera, como le consta a la XXX legislatura, se presentó a discutirme el derecho a la curul. De modo que sabe el señor Gandarilla y sabe el señor Castillo Nájera cómo entré, como he entrado y como seguiré entrando mientras tenga la confianza del pueblo, a esta Representación Nacional. (Murmullos.) Con respecto a mi actuación en el partido Liberal Constitucionalista - e interpelo a Siurob, interpelo a los líderes del P.L.C.- estuve en primera fila, no en segunda fila, sino en primera fila, donde nos jugábamos la vida en aquella propaganda; estuve en todos los momentos difíciles; pero cuando en el Partido Liberal Constitucionalista hubo lo mismo que está habiendo hoy en el Partido Cooperatista Nacional, no tuve empacho en renunciar públicamente, como hago todas mis cosas, de aquel Partido Liberal Constitucionalista. Esta es mi actuación, señor Castillo Nájera.

Dice el señor diputado Gandarilla que hipócritamente hemos actuado en el Partido Cooperatista Nacional, y esto, señor Gandarilla, no es verdad. A usted le consta que muchos de la mayoría parlamentaria hemos hablado muy claro; que algunas veces no se nos ha hecho caso y que aquí, en una de esas curules, cuando se trató de los negocios y malos manejos de algunos de los líderes, yo, Manlio Fabio Altamirano, pedí que se depurara ante nosotros la conducta de esos ciudadanos y no se depuró ni se ha depurado esa conducta. (Aplausos. Siseos.) Por lo demás, señor Gandarilla, un partido político, por más que este partido sea fuerte, no es la patria, (Aplausos) No nos venga usted a hablar aquí de que nosotros los revolucionarios estamos laborando contra la patria, no, señor compañero, ni el Partido Cooperatista,

ni el Partido Laborista, ni el Partido Agrarista son la patria; la patria es una cosa que est muy por encima de todos los partidos políticos. (Aplausos.) Con respecto al caso del señor diputado Manrique, sepa el señor Manrique que los que hemos estado unidos con él desde que nos conocimos, distanciados un momento, en este instante en que se lanzan insultos a mansalva a un compañero diputado unido espiritualmente con nosotros, estamos con usted nosotros, compañero Manrique. Nosotros no podemos soportar insultos aquí en contra de hombres que, como Manrique, aun con sus más acérrimos enemigos es el más caballeroso de todos los diputados. (Aplausos.) Por lo demás, señores diputados, que se juzgue mi actitud: yo he dicho las razones por las que me separo de la mayoría parlamentaria, estas son las razones y que las juzgue la prensa, que las juzgue el Estado de Veracruz y que las juzgue esta Asamblea dentro de la cual, sépase el compañero Gandarilla, hay efervescencia; ya los provincianos notan y saben que se les está llevando al abismo. Muchos provincianos... (Aplausos.) Muchos provincianos, sí, señor, algunos de Michoacán, algunos de Guerrero y de otros Estados ya se dieron cuenta, en medio de su rudeza, si se puede decir, se dieron cuenta de que se están enriqueciendo los líderes y en que a ellos se les lleva al abismo. (Aplausos. Silbidos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Bosques.

El C. Bosques Gilberto: Honorable Asamblea: Para los que estamos acostumbrados a la lucha, este espectáculo es un motivo de satisfacción, porque al ponerse en tela de juicio la honorabilidad de algunos miembros de esta Cámara, los ánimos se exaltan y se despierta el interés en todos por depurar la honorabilidad de esta Asamblea.

En las declaraciones que hizo la Secretaría de Gobernación en la prensa de hoy, se alude a mi modesta personalidad, atribuyéndome cierta intervención en el asunto de la testamentaría de Torres Adalid. Yo necesito explicar ante esta Asamblea mi conducta, porque es diáfana: Estando en Puebla, me di cuenta de que el señor licenciado Eduardo Arrioja Isunza solicitaba por telégrafo una recomendación al gobernador de aquella Entidad. Este ciudadano manifestó su opinión en el sentido de que seguramente se trataba de una recomendación sencilla para adquirir probablemente un empleo en el juzgado para alguno de los amigos del señor licenciado Eduardo Arrioja Isunza, y en ese sentido no tuvo inconveniente en dar una recomendación concebida en estos términos: "el ciudadano Eduardo Arrioja Insuza solicita que lo recomiende con usted; ruégole lo atienda en justicia". Enterado yo de la mente del Ejecutivo del Estado de Puebla al dar esta recomendación, ya en la capital supe que el ciudadano Arrioja Isunza había adquirido el nombramiento de albacea de la testamentaría de Torres Adalid por la recomendación del gobernador.

El C. Arrioja Isunza: No es cierto eso, no fue por la recomendación...

El C. Bosques: Eso es lo que supe, compañero.

El C. Díaz Soto y Gama: ¡Qué honrado el juez! (Risas.)

El C. Bosques: Conociendo como conocía, digo la mente con que fue dada esta recomendación, me apresuré a ver al juez para decirle que de ninguna manera el gobernador Manjarrez había querido recomendar al señor Arrioja Isunza para que adquiriera el puesto de albacea. En este sentido están las declaraciones hechas en la prensa. Por otra parte, también yo creo que el señor licenciado Arrioja Isunza no adquirió precisamente ese nombramiento por la recomendación del gobernador Manjarrez, puesto que no era explícito.

El C. Soto y Gama: ¡No! ¡Por sus méritos! ¡No por la recomendación!

El C. Bosques: Tampoco creo que sea por sus méritos, compañero, que hasta ahora no sabría...

El C. Soto y Gama: ¡Entonces por ser miembro de la comisión de Justicia de la Cámara!

El C. Bosques: Acaso por eso.

El C. Soto y Gama: ¡O miembro del Bloque Cooperatista!

El C. Bosques: De los motivos o armas que haya esgrimido este señor para adquirir este nombramiento, yo no puedo decir ni una sola palabra porque allá él bien sabrá cómo se las entendió. (Risas.)

El C. Soto y Gama: ¡Ahora sí, de acuerdo!

El C. Bosques: Pero es absolutamente necesario, señores, y les ruego que perdonen que haya distraído su atención para explicar mi intervención en este caso, que no tuvo más móvil que el de explicar una recomendación que no tenía la mente que se le atribuye; la de salir a la defensa de un amigo que en una forma honesta y honrada no ha negado una recomendación sincera creyendo que se trataba de otra cosa, y con absoluto desconocimiento de que en esto se jugaban los cuantiosos intereses de la testamentaría de Ignacio Torres Adalid. Yo, señores, no he tenido más que esa participación, y quiero hacer desde esta tribuna esta declaración: yo he sido enemigo sistemático de andar en enjuagues de esta naturaleza; ningún compañero de la Cámara puede decirme que yo frecuente las secretarías de Estado ni solicite favores de los magnates de la cosa pública. Del señor juez no he tenido absolutamente nada, ni soy litigante. Quede, pues, en la opinión de esta honorable Asamblea, cada uno en su lugar.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Castillo Tapia.

El C. Castillo Tapia: Honorable Asamblea: Yo voy a hablar de un asunto diverso al debate.

De paso, sí quisiera aclarar con mi grande amigo, el señor Manrique, de una vez por todas, la situación; no más del señor Manrique. Noche a noche, tarde a tarde, está el señor Guillermo Rodríguez, está el señor Manlio Fabio Altamirano, está el señor Manrique con suspicacias, con ataques. No sabe uno ya, señores diputados, qué paso debe dar después del último peldaño de la Cámara, si irse a dibujar al gabinete, si irse a leer una novela de Guido de Verona o irse a acostar a su catre o venirse a acostar a la Cámara. (Risas.) Es verdaderamente ya de urgente necesidad de aquí se limiten los campos, que se diga cuál es el concepto de los puritanos, cuál es el concepto de los hombres que circunscriben la vida de una manera tan limitada, cuáles son las exigencias que nos piden para nuestros hogares. Mi querido amigo Manrique nos ha

lanzado un discurso encantador respecto a nuestros hijos; que por qué nuestros hijos no nos han de amar igual, que por qué nuestra bellas mujeres no nos han de amar igual siendo pobres que ricos, dando comodidades que no dándoselas. (Risas.) Y yo, señores, considero que aquí hay que establecer cuáles son los esfuerzos, cuál es el coeficiente del esfuerzo que cada individuo hace por escalar determinadas comodidades, determinadas tranquilidades en la vida, que es la función invariable de los hombres en sociedad. Esto al margen de la cuestión social, y yo creo ser tan socialista como el hermano Manrique, (Risas.) yo creo ser tan socialista como el hermano Soto y Gama; pero yo creo que hay que distinguir entre el socialismo y la peste; hay que saber que no es igual ser socialista que ser sucio, señores. (Risas. Aplausos.) Se puede, señores diputados, llevar una camisa albeando, una camisa dura, se puede llevar, señores, un botín limpio, y se puede llevar en el alma todos los dolores del pueblo; se puede llevar una camisa blanca cuando se ha esforzado uno por conseguirla, cuando se ha subido a las andamios, cuando se ha trepado a las montañas, como yo cuando con mi teodolito al hombro voy establecimiento tangentes y curvas para llevarle a mi mujer y a mis hijos el pan de cada día. Y cuando esto hago y cuando por esto me esfuerzo, no es justo, señores, que se hagan tales exhortaciones. Porque yo, que estoy haciendo una casa con mi puro sudor, sin ningún negocio, con mi puro trabajo, con el sudor de mi frente, porque cuando yo, señores, puedo tomar vino en mi mesa, lo tomo sin avergonzarme; porque cuando a la vera de mi casa puedo dar un céntimo a un pobre, se lo doy también, y cuando puedo darle para que tome vino, le doy también, (Risas. Aplausos.) porque no hay incompatibilidad entre una cosa y otra. Se puede ser pobre y socialista. No creo yo que el socialismo sea andar perennemente sucio; no creo yo, señores, que el papel del socialista deba ser procurar, tender, pugnar porque la sociedad descienda. Es indispensable, señores, que establezcamos que uno de los deberes indispensables del socialista es tender la mano a los de abajo para que suban en todos los órdenes: en el orden moral, en el orden intelectual, en el orden artístico, en fin, en todos los órdenes; este fue el sueño divino del Soñador de Galilea! Bien está que a esta tribuna se vengan a lanzar catilinarias terribles contra los que de una manera perfectamente aclarada, o no aclarada, hace uso de su influencia política; bien est que, como decía el hermano Manrique, (Risas.) desde esta tribuna se vengan a lanzar anatemas a los que usan muchos brillantes en los dedos y hacen una vida de boato y superflua, que sin duda entre los socialistas hay algunos allí. (Voces: ¡Morones!) Y también, señores, est bien desde que esta tribuna se venga a esclarecer de una manera diáfana, de una manera cristalina, quiénes son los que han formado, han fomentado, han hecho, han fabricado una fortuna improvisada, de aquellos que fueron escribientes de Juzgado de tercer orden en el Estado de Hidalgo, y que ahora muy posiblemente, señores, pueden entrar en competencia, no con Lacaud, que est quebrado, pero probablemente, compañeros, si con uno de los socios del Banco de Montreal. (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) No vengo a delatar nombres, ¡no me importan, todos ustedes lo saben! (Risas.) Yo vengo aquí a hablar al juicio constante y perenne de que hay que circunscribirse de una manera férrea, de una manera terriblemente férrea a los treinta y tres, treinta y tres diarios; yo protesto mi querido amigo Altamirano, yo os juro que si yo me circunscribiera a eso - y perdóneme que invoque el yo -, si yo me circunscribiera a los treinta y tres, treinta y tres diarios, al séptimo día encontraría en las taza del W.C. de mi casa a todos mis hijos cadáveres. (Risas.) Indudablemente. Hay que luchar en razón directa de las obligaciones que se tienen, y si se puede conciliar la obligación del representante, la obligación del diputado con la obligación para la familia para darle muy buena educación -mientras mejor educación a sus hijos mejor; mientras más aseados sin ostentación vivan, mucho mejor - porque no hay incompatibilidad entre vibrar con los dolores ajenos y tener a sus hijos oliendo a jabón. (Risas.) Claro está que el que extraño uso hace de su influencia personal, clara o no clara, caiga sobre él el anatema de los que vengan a verterlo; pero al que haga el esfuerzo, al que cumpla con ambas cosas, yo creo que ya no debe involucrársele en los ataques diarios, en el constante martilleo de cada el día. Que porque fulano gana más, que porque fulano tiene automóvil. ¡Señor! Si el automóvil en la actualidad no es un artículo de lujo, es una cosa de necesidad de tiempo y de espacio, de distancia; si el automóvil es indispensable para trasladarse, el que es ingeniero a su obra, a bordo de un ford o de un fotingo, y claro est que es un ahorro para y el; para el médico es indispensable el automóvil; ya no es artículo de lujo. Me extraña que el encantador amigo Manque no venga a decir que por qué no de una manera franciscana andamos a pie desde la colonia de la Piedad hasta la Villa de Guadalupe. (Risas.) ¡Esto es imposible! Pasando esto, señores diputados, queda, pues, manifestado, y yo de la manera más legal y más honrada protesto contra esos ataques diarios de pretender, determinado grupo de diputados, que los demás nos circunscribamos a los constantes treinta y tres, treinta y tres, con los cuales no me alcanza a mí ni para educar a mis hijos.

El C. Manrique: ¿Me permite usted una aclaración?

El C. Castillo Tapia: Si, mi hermano. (Risas.)

El C. Manrique: Señores:

Es claro que la bellísima, la interesante disertación del compañero, tiene un solo pecadillo: el de ser un poco inoportuna, porque claro est que yo no he podido aludir ni remotamente a este simpático bohemio que sé yo muy bien que vive pobremente.....

El C. Castillo Tapia: ¡No, mi hermano; todo lo mejor que puedo! (Risas.)

El C. Manrique: ¿Y sabéis por qué dice que no vive pobremente? Porque tiene una sana filosofía optimista, que le hace vivir conforme con su condición; esto es todo. Y él , que es un soñador y un imaginativo, un poderoso imaginativo, se siente rico frente a su pobre mesa; eso es todo. (Risas.) ¡Es claro! E imagina que el tequila es vino del Rhin.....(Risas Aplausos.) E imagina,

¡oh poder de la imaginación! ¡la imaginación creadora!, que cuando ocupa un modesto camión, por puro pasaje paga diez centavos, va en lujoso automóvil propio; esto es todo, ¿verdad, compañero? (Risas.) Yo quiero hablar serenamente, señores; yo quiero hablar serenamente yo no niego el progreso, ni niego a ningún compañero que dedique una parte de sus actividades a mejorar su condición personal..... (Voces: ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!)

El C. Domínguez Enrique B: ¿Por eso debíais haber comenzado! - El C. Manrique: No, compañero Pero que conste esto también, lo digo clara y expresamente, que no sois de aquellos a quienes me estoy refiriendo, sois de los otros.

El C. Domínguez Enrique B: ¿De cuáles otros?

El C. Manrique: Sois de los miembros de la Comisión de Justicia.

El C. Domínguez Enrique B.: Sí, señor, ¡a mucha honra!, y que litigo, y que no me puede usted señalar ningún caso de falta de honradez! (Murmullos.)

El C. Manrique: Señor: Tú lo quisiste, fraile Mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten. (Risas.) Yo no he venido aquí a negar el progreso ni a condenar a nadie que quiera mejorar honestamente. Yo he aludido -y son ellos los únicos que pueden sentirse lastimados por mi palabras -, yo he aludido a los logreros, a los fenicios de la Cámara; pero yo sé también que los logreros, que los fenicios no están en mayoría en la Cámara.

El C. Díaz Soto y Gama: Pero la dirigen.

El C. Manrique: Pero la dirigen. Y si alguna responsabilidad tiene la mayoría, es la responsabilidad de su silencio, que en estos casos se convierte en complicidad. En el momento en que cada uno de vosotros se levante airado, cuando todos os levantéis airados como un hombre solo para condenar a los logreros, para condenar a los albaceas de la testamentaría de Torres Adalid, entonces y sólo entonces podré afirmar categóricamente, enfáticamente, que no estáis manchados. Y como advierto que todavía hay en esta Asamblea tempestades de indignación cuando se denuncia una torpeza, cuando se comete una destemplanza, creo que esta Asamblea no está perdida aún; creo que aún hay entre vosotros enormes reservas de sanidad moral, y por esto creo en la posible salvación, en la posible regeneración de esta Cámara. Creo que no todos son aquí logreros ni fenicios; pero a los logreros y a los fenicios habré de marcarlos siempre duramente, cruelmente, aunque haya imbéciles que pretendan esgrimir, como mejor argumento para depurar su conducta, el arma de un matasiete. (Aplausos.)

- El C. Castillo Tapia: Voy a entrar en materia, señores. (Risas.) Pedí la palabra para los siguientes hechos: mientras nosotros, en estos momentos, nos dirigimos mutuos ataques, mientras una Cámara más o menos revolucionaria, tal vez menos que más, tal vez menos revolucionaria que muy revolucionaria; mientras aquí procuramos herirnos lo más cruelmente que podemos, por la calle, en Belén, ante un tribunal, uno de los jueces más perversos, un presidente de debates de muy amarga memoria, Telésforo A. Ocampo, ante un tribunal estruja, ultraja e insulta a la Constitución. Habéis visto sin duda todos vosotros las crónicas de toda la prensa en el jurado de Gilberto Márquez, y yo os protesto, señores diputados, que Márquez es inocente ante la culpabilidad de Ocampo; quien debería estar en el banquillo de los acusados, es Telésforo A. Ocampo. No necesito narraros de una manera extensa; todas las crónicas las habéis leído vosotros, habéis visto de qué manera discurre, de qué manera procaz e insolente este menguado, este reaccionario pérfido, este criminal, como os lo voy a demostrar, injuria a la revolución y dice que ha venido enfermo a defender a un criminal para hacerse solidario de todos los crímenes de Huerta, porque todos lo que haya hecho Huerta estuvo bien hecho. Esto lo pueden leer ustedes en la prensa. Yo soy reaccionario, dice , y le falta al respecto al presidente del tribunal, y ultraja a la Constitución. Y yo, representante, yo, miembro de esta alta Asamblea, vengo a levantar mi voz para que quede escrita mi protesta, porque, desgraciadamente, señores, con nuestro carácter franciscano de algunos altos miembros del Gobierno, procuramos fusilar a Blanco y a Murguía, y perdonamos a esa cáfila de bandoleros que debían de estar en presidio.

Yo os voy a contar en esta tribuna qué clase de hombre es Ocampo: cuando tuve la gloria, la enorme satisfacción de ser defensor: del general Francisco Murguía este bribón le envió una carta al señor general Murguía, más o menos en estos términos: "Señor general: la causa de usted es una de las causas más justas; yo gustoso me presto a defenderlo; pero para ello necesito que me envíe usted adelantados diez mil pesos, y al concluir el proceso, me dar usted otros diez mil pesos."

Estas cartas obran en "El Universal" y en "El Demócrata" de la fecha relativa. Naturalmente, yo publiqué esas cartas, y en aquella época aclaré ante la Nación la bribonada de este menguado, como hay toda una cáfila, como hay todo un conjunto, una parvada que se burlan de todo, inclusive de la revolución; que se burlan de los revolucionarios, que se burlan de todas las instituciones por consideraciones, por padrinazgos, por bribonadas de los mismos altos funcionarios de la República. Porque es la verdad, la revolución no ha triunfado.... (Voces: ¡Est minada!) Y no puede triunfar cuando se ve que ante un tribunal un hombre como Ocampo, que en una taberna, siendo presidente de debates en los tiempos de Porfirio Díaz, jugó la vida de un hombre diciendo: "es inocente; pero yo le juego una cena a los defensores, de que lo sentencio a muerte." Esta es la moralidad de este hombre, de ese hombre que fue a ultrajar la Constitución.

Y mientras nosotros nos lanzamos zarpazos, ellos van poco a poco encumbrando, porque lo que decía aquí el compañero Gandarilla es la verdad absolutamente: mientras cooperatistas tiran a agraristas, mientras todos aquí nos hacemos pedazos, una fuerza reaccionaria, la más mala por cierto, que ojal y fuese la regular, pero la más mala por cierto, trabaja, se organiza, lucha y va a estorbar el triunfal camino de la revolución. De esta cáfila es Ocampo, de esta cálifa es Marmolejo, de esta cálifa son todos estos bribones. yo os juro,

señores que ante la culpabilidad de Gilberto Márquez, que sin duda obedeció al hambre, a la inconsciencia, o a la falta de cultura o a cualquiera de estos factores, est en contraposición un hombre culto, un hombre pérfido, un hombre malvado como Telésforo A. Ocampo, que ultrajando la Constitución de 1917, nos ultraja a todos nosotros, ¡Seguid insultándoos, seguid desgarrándose, seguid sacándoos todas vuestras porquerías al campo! ¡Dejad que los otros se organicen! (Aplausos.)

- El C. secretario Esparza Martínez: Est a discusión el artículo 8o. de la Ley del Petróleo, que dice:

"Artículo 8o. Los interesados en las concesiones petroleras otorgadas con posterioridad al 1o. de mayo de 1917, deberán ajustar a los términos de esta ley, sus respectivas concesiones o contratos, dentro del plazo de ciento ochenta días, a contar de la expedición de la misma."

Tiene la palabra en contra el ciudadano Puig y Casauranc José Manuel.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Señores diputados:

Desgraciadamente para mí, no he logrado llevar mis razones a la convicción, al ánimo del compañero Rama, y por este motivo nos vemos en el caso especial, penoso para mí, de seguir en un debate dos miembros de las comisiones. Y quiero, en honor a la justicia, empezar esta pobre disertación rindiendo un homenaje al talento y a la cultura del compañero Rama, que pudo creer que ayer algunas frases de mi réplica llevaban intención de lastimarlo en su amor propio. Muy por el contrario, el compañero Rama me merece por su entusiasmo en los asuntos del petróleo, por su conocimiento de la materia y por su absoluta discreción de compañerismo, toda clase de respeto, y así le ruego que si en el curso de los debates de hoy me veo en la necesidad de señalar algo que me parezca error o concepto equivocado de su señoría, lo tome únicamente como una necesidad forzosa de este debate, esencialmente técnico, y de ninguna manera como deseo de molestarlo en lo personal. De las observaciones del compañero Rama, hechas ayer, de seguro que lo

impresionante para la Asamblea fue el que en el inciso I del artículo que me he honrado en proponer a la consideración de esta Cámara, señala que serán confirmadas determinadas concesiones que reúnen tales y cuales requisitos, ajustándose a los términos y condiciones que marca el artículo 3o. de la ley. Desde el seno de las comisiones, el diputado Rama, con su brillante criterio jurídico, sentó la tesis de que era innecesario decir en cada artículo que se sujetaría a todas las prevenciones de la ley; que bastaba con señalar el artículo que fijara las condiciones para obtener cada concesión en cada caso de zonas particulares o nacionales, y por este motivo en la redacción de este artículo, respetando ese criterio legal que posiblemente no interpreté de modo correcto, expresé que habrían de ajustarse a los términos del artículo 3o.; pero quiero manifestar desde luego que estoy en perfecto acuerdo en modificar este inciso, estableciendo que esas concesiones se sujetarán ajustándose a todos los términos y condiciones que marca esta ley. Aclarado este punto fundamental en la peroración del compañero Rama, y puestos en absoluto de acuerdo en lo que a este respecto atañe, voy a referirme a otros puntos de la inteligente impugnación que presentó ayer. Decía el compañero Rama, que mi argumentación sobre este artículo, que aunque casuístico, era completo, caía por su base desde el momento en que podía presentar un caso concreto: el de los terrenos particulares que hubieran sido materia de una concesión, que no estaban catalogados en este artículo. Pero precisamente el haberlo puesto habría sido, a mi modo de ver, faltar gravemente a los más elementales principios de la lógica, porque el artículo dice claramente que estamos legislando para las concesiones que se refieren a bienes enumerados en el artículo 4o., y en el artículo 4o. de la ley se consideran solamente terrenos nacionales, baldíos, zonas federales, excedencias, demasías y demás de dominio nacional. Por este motivo, las concesiones que afecten exclusivamente a terrenos particulares, no pueden ser materia de este artículo 8o. Pero había otra razón fundamental. y es que uno de los artículos transitorios señala claramente el modo de ser, el status legal en que quedarían los terrenos particulares obtenidos por concesiones previamente denunciadas. Ahora, si el compañero Rama se refirió a aquellos terrenos particulares obtenidos, no por denuncia, sino por el sistema de concesiones análogas a la de todas las demás concesiones de terrenos nacionales, no habría inconveniente de ninguna naturaleza en poner al final de este artículo y refiriéndose estrictamente a los terrenos de propiedad particular, lo que él presentaba como artículo 8o. para todos los terrenos nacionales y baldíos.

El compañero Rama probablemente por un acaloramiento en el debate señaló también como hechos, para demostrar que este artículo es incompleto, los siguientes: Que no comprendía la extensión de las concesiones. Los señores diputados se dan cuenta de que en este artículo casuístico, todo lo que pudiera hacerlo aparecer como incompleto serían concesiones que no estuvieran consideradas en él, y este hecho de que no comprenda la extensión de concesiones, es una modalidad de las mismas y de ninguna manera una concesión de naturaleza diferente; de manera que esta observación del compañero Rama en nada quiere significar que el artículo sea incompleto. El artículo 10 de la ley fija la extensión de los fundos; el artículo 10 establece de una manera terminante que los fundos, cada fundo tendrá que ser objeto de una concesión especial, y aceptándose en el inciso I que las concesiones habrían de ajustarse a todos los términos de la ley, resulta del todo inútil hablar de extensiones en este artículo, puesto que terminantemente se previene en el artículo 10 cuál es el máximum de cada concesión. Como tercer punto que hacía el artículo incompleto, presentaba el compañero Rama el de que no imponía obligación, refiriéndose probablemente a términos de caducidad o aceptación de reglamentos sobre perforaciones petroleras. Esta objeción con la

aceptación de que se exprese que estas concesiones que se confirman se ajustarán a los términos de la ley, resulta innecesario, puesto que en artículo preciso se determina que todas las concesiones tendrán que ajustarse a la reglamentación sobre la materia, a las condiciones técnicas que se establezcan y que pagarán impuestos y que se sujetarán a condiciones de caducidad; en fin, que habrían de ajustarse absolutamente a todos los puntos que la ley abarca. De modo, señores diputados, que la argumentación presentada para demostrar que el artículo casuístico era incompleto, es deleznable; sólo podría demostrarse que este artículo casuístico es incompleto si se dice: y la concesión, tal caso no está comprendido dentro del artículo 8o. y por este motivo...

El C. Rama, interrumpiendo: ¿Me permite una pequeña interrupción, compañero?

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Puede usted hacerla.

El C. Rama: Como una prueba de verdadero compañerismo hacia el muy estimable señor diputado Puig y Casauranc, yo me permito recomendar a la Presidencia, si a bien lo tiene - hablo a la Presidencia de la Cámara -. Señor presidente: En vista de que es manifiesto el cansancio de la Asamblea y que, además, no hay quórum y de que el punto que está tratando el doctor Puig y Casauranc es muy interesante, a pesar de que a mí pudiera convenirme que él siguiera su debate en este asunto, ruego a la Presidencia consulte a la Asamblea si seguimos, o si es tal su cansancio, que suspenda la sesión.

El C. presidente: Si insiste en reclamar el quórum el ciudadano Rama, se pasar lista, aunque visiblemente se ve que est cansada la Asamblea.

El C. Rama: El señor presidente acaba de darme la razón diciendo que por cansancio los señores diputados, se encuentran alejados, en los pasillos, La materia es demasiado grave, demasiado seria; a mí personalmente que me conviene que siga la discusión, cuando menos, por lo que hace al señor doctor, en un ambiente en que nadie lo escucha; si él cree que las razones éstas no son de tomarse en cuenta, que siga la sesión. - El C. Rodríguez Guillermo: Una aclaración.

Señores diputados: He podido observar que debido a la tormentosa sesión, todos los que están presentes en ella se encuentran distraídos. Por esta razón creo que es procedente aceptar lo que propone el compañero Rama. Yo iba a hablar en este asunto, pero le cedí mi turno al señor doctor Puig creyendo que él, con su talento, iba a lograr llamar la atención de la Asamblea, atraerse su atención; pero he visto con pena que nadie le hace caso. Por esta razón creo que se debe transferir la sesión para otro día, para mañana. Es lo más cuerdo.

El C. secretario Esparza Martínez: Por disposición de la Presidencia se levanta la sesión y se cita para mañana a las diez y seis, rogándoles atentamente a los ciudadanos diputados, que concurran con puntualidad; en la inteligencia de que continuar a discusión el artículo 8o. de la Ley del Petróleo. (19.12.)

Lista de los ciudadanos diputados que no asistieron a la sesión de hoy: Argüelles, Azueta, Barón Obregón, Barrera, Barriga Zavala, Bautista, Canal, Carmona, Castillo Torre, Certucha, Cervantes, Céspedes, Cuéllar José de Jesús, Cuervo, Domínguez J. Enrique, Esponda, Fabela, Gama Alfonso, García Ramos, Garza Castro, Gómez Filiberto, González Jesús B., Gudiño, Gutiérrez José F., Guzmán Martín Luis, Hernández Porfirio, Hinostrosa, López Lira, Malváez, Manzano, Medrano, Murguía, Ogarrio Meixueiro, Olivé, Ollivier, Pérez H., Ramírez Corzo, Ramírez Luque, Reyes San Germán Rivera, Rivero, Rodarte, Romo, Ruiz, Sánchez Rebolledo, Súllivan, Trueba, Valencia y Villegas Ignacio C.