Legislatura XXXIII - Año I - Período Comisión Permanente - Fecha 19290213 - Número de Diario 61

(L33A1PcpN061F19290213.xml)Núm. Diario:61

ENCABEZADO

MÉXICO, MIÉRCOLES 13 DE FEBRERO DE 1929

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I.- PERIODO ORDINARIO. XXXIII LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 61

SESIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE

DEL

CONGRESO DE LA UNIÓN

EFECTUADA EL DÍA 13

DE FEBRERO DE 1928

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Se da cuenta de los documentos en cartera.

3.- Hacen uso de la palabra para hechos, los CC. Mijares V. Manuel, Balboa, jr. Praxedis, Robledo Juan de Dios, Santos Gonzalo N. y Caloca Lauro G.

4.- Es aprobada sin discusión una proposición del C. Santos Gonzalo N., a fin de que se nombre una comisión para felicitar al ciudadano presidente de la República por haber salido ileso del atentado dinamitero al tren presidencial. Se nombra la Comisión. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. FILIBERTO GÓMEZ

(Asistencia de 16 ciudadanos representantes.)

El C. presidente, a las 12.32 h.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Cuéllar leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, el día treinta de enero de mil novecientos veintinueve.

"Presidente del C. Filiberto Gómez.

"En la ciudad de México, a las doce horas y cuarenta minutos del miércoles treinta de enero de mil novecientos veintinueve, con asistencia de quince ciudadanos representantes, se abrió la sesión.

"Fue aprobada el acta de la anterior, que tuvo lugar el día nueve de este mes.

"La Secretaría dio cuenta con los asuntos en cartera.

"El Ejecutivo Federal hace objeciones a los decretos del Congreso de la Unión, por los que se pensiona a las personas siguientes: Miguel Albores C., Virginia Montoya viuda de Gámez, Rosalba Gómez viuda de Nelson, Luz Alcocer viuda de Romero, Hermelinda Flores Ramírez, Felipa Ramiro, Guadalupe Espinosa, Enriqueta Mena, María de los Ángeles Catalina, María Esther y luz Josefina Pérez Figueroa y Raquel de la Llave, y a los decretos por los que se amplía en setenta mil pesos la partida número 1140027 del Poder Legislativo, y se autoriza la ministración de cien mil pesos para la construcción de una carretera de Tamazunchale a Villa de Guerrero, San Luis Potosí.- Recibo y resérvase para la Cámara de Diputados.

"Recibieron el trámite de "De enterado" los siguientes documentos:

"La Legislatura de Yucatán comunica que con fecha 1o. del actual abrió su primer período de sesiones ordinarias de su segundo año de ejercicio.

"La Legislatura de Chiapas avisa que nombró oficial mayor del H. Congreso local al C. Efraín Pounián.

"La Legislatura de Tamaulipas manifiesta que con fecha 7 de los corrientes declaró gobernador constitucional de ese Estado para el período que comienza el 5 de febrero de 1929 y termina el 4 del mismo mes del año de 1933, al licenciado Francisco Castellanos, jr. por haber obtenido mayoría absoluta de votos.

"La Legislatura del Estado de Puebla participa haber quedado legítimamente instalada en el recinto oficial y haber abierto su primer período ordinario de sesiones correspondiente al primer año de su ejercicio legal.

"La Legislatura del Estado de Sinaloa comunica que con fecha 17 de los corrientes clausuró su primer período prorrogado de sesiones de su primer año de ejercicio.

"La Legislatura del Estado de Aguascalientes avisa que con fecha 23 del actual abrió un período extraordinario de sesiones y nombró Mesa Directiva.

"Los CC. Sidronio Aráoz y Juan Asomosa, secretarios de la Legislatura de Puebla, en mensaje fechado en esa ciudad, participan que en sesión del día 18 de este mes se declaró gobernador constitucional de esa Entidad al C. Leonides Andreu Almazán.

"La Legislatura del Estado de Veracruz manifiesta que con fecha 15 del actual clausuró su primer período de sesiones ordinarias.

"Los CC. I. Mendoza y Adrián Vásquez Sánchez, en mensajes fechados en Tlaxcala, hacen del conocimiento de esta H. Asamblea, el primero, que hizo entrega al segundo del Poder Ejecutivo del Estado de Tlaxcala, y el último, que tomó posesión de ese cargo.

"Los CC. Baudelio Villanueva, José R. Puente y Francisco Garza, como presidente y secretarios del Congreso de Tamaulipas y en nombre de éste, invitan a esta H. Comisión Permanente para la toma de posesión del C. Francisco Castellanos, jr. como gobernador constitucional del Estado, acto que tendrá lugar próximamente.

"La Presidente designó en Comisión para representar a esta H. Asamblea en la ocasión de que se trata a los CC. Pedro González, Praxedis Balboa, jr., y Manuel Tarrega.

"La Comisión Permanente de la Legislatura de Nuevo León participa el fallecimiento del C. Antonio Martínez, diputado en funciones a esa Legislatura por el 15 distrito electoral del Estado. - De enterado con sentimiento.

"La XXX Legislatura del Estado de Jalisco comunicara haber efectuado su primera Junta Previa y da a conocer los nombres de quienes resultaron electos para formar su Mesa Directiva.

"La Mesa había dictado para este documento el trámite de "Recibo", que fue cambiado por el de "De enterado", después de un debate en que tomaron parte los CC. Cuéllar, Caloca y Santos. El primero contestó una interpelación del C. Huerta.

"Asimismo se dictó el trámite de "De enterado" para los siguientes asuntos:

"El gobernador de Jalisco y la Comisión Permanente del Congreso del mismo Estado comunican que ésta instaló en el recinto oficial de Junta Previa de la XXX Legislatura Local.

"El gobierno del Estado de Puebla participa haber nombrado subsecretario encargado del Despacho de la Secretaría General de ese Gobierno al C. licenciado Roberto Ochoa.

"El C. Dámaso Cárdenas avisa que con fecha 23 de los corrientes se hizo cargo del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán, en tanto dura la licencia concedida al gobernador constitucional.

"El gobernador de Aguascalientes comunica que con fecha 24 del actual hizo entrega del Poder al C. diputado Alberto del Valle, mientras dura la licencia de diez días que le fue concedida.

"El C. diputado Alberto del Valle participa que el 24 del actual se hizo cargo del Poder Ejecutivo del Estado de Aguascalientes, mientras dura la licencia concedida al gobernador constitucional:

"El gobernador de Michoacán avisa que con fecha 19 de los corrientes nombró secretario general de Gobierno al C. licenciado Agustín Leñero.

"El gobernador de Aguascalientes manifiesta que nombró al C. Tirso Flores oficial mayor encargado del Despacho de la Secretaría de ese Gobierno.

"El C. general Amado Aguirre comunica que con fecha 18 de diciembre último reasumió sus funciones de gobernador del Distrito Sur de la Baja California, en virtud de nueva designación hecha en su favor por el ciudadano presidente de la República.

"El gobernador de Chihuahua da a conocer el nombramiento que hizo en favor del C. J. Antonio Ulloa y P. como oficial mayor y jefe de la Sección de Gobernación de ese Gobierno.

"El C. Marcelino Cifuentes, oficial mayor interino del Gobierno del Estado de Sinaloa, hace del conocimiento de esta H. Asamblea que con fecha 1o. de este mes hizo entrega del Departamento de Gobernación del propio Gobierno al C. Salomé Vizcarra, hijo, por disposición del Ejecutivo de esa Entidad.

"La Dirección General de Pensiones Civiles de Retiro solicita que sea enviado el expediente relativo a la pensión del C. José Jesús López, que existe en la Cámara de Senadores.- Recibo y resérvese para la Cámara de Senadores.

"El H. Ayuntamiento de Guadalajara, Jalisco, comunica el fallecimiento del munícipe del mismo, C. Francisco Vidrio Pérez.- De enterado con sentimiento.

"Varios maestros de instrucción primaria solicitan la ampliación del Presupuesto de la Secretaría de Educación Pública.- Dígase a los solicitantes que la H. Comisión Permanente no tiene facultades para ampliar los presupuestos.

"El Comité Antichino de Cárdenas, S. L. P., solicita la expedición de una ley, prohibiendo la inmigración china.- Recibo y a sus antecedentes.

"La Sociedad de Padres y Maestros de Escuela al Aire Libre, "Alvaro Obregón"., solicita que la Cámara de Diputados vote la cantidad necesaria para comprar el terreno que ocupa dicha Escuela en la Colonia Atlampa de esta ciudad.- Recibo y resérvase para la Cámara de Diputados.

"La señorita María Soledad García pide le sean devueltos los documentos que acompaño con su solicitud de pensión.- Devuélvanse los documentos que se soliciten.

"La señora Carlota Hernández solicita pensión como viuda del extinto coronel Adolfo G. García. - Recibo y resérvese para la Cámara de Diputados.

"Los CC. diputados Pedro C. Rodríguez, Rafael E. Melgar, Juan R. Delgado. Manuel Aradillas y Crisóforo Ibáñez subscriben una proposición tendiente a que se nombre una comisión en representación del Congreso General, para que asista a las fiestas que tendrán lugar próximamente con motivo de la toma de posesión del gobernador del Estado de Puebla.

"Puesta a discusión, no hubo quien usara de la palabra y se aprobó en votación económica. La Presidencia nombró para integrar la comisión de referencia a los CC. Gonzalo N. Santos, José María Cuéllar, Pedro C. Rodríguez, Alcides Caparroso y Rafael Melgar.

"También se aprobó sin discusión en votación económica, un dictamen de la Comisión de Guerra y Marina, que en su parte final contiene un punto de acuerdo en que se establece que no ha lugar al nombramiento de una comisión de representantes que se acerque al ciudadano presidente de la República para tratar los asuntos relacionados con los alumnos de la Escuela Naval Militar de Veracruz.

"El ciudadano presidente de la República, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 73, fracción VI, base cuarta de la Constitución General de la República, somete a la aprobación provisional de esta H. Comisión Permanente el nombramiento de los CC. licenciados José de las Muñecas y Zimavilla y Ezequiel Parra, como magistrados supernumerarios del Tribunal Superior de

Justicia del Distrito Federal, en substitución de los CC. licenciados Eduardo Suárez y Trinidad García, respectivamente.

"Puestos a consideración de la Asamblea los nombramientos de que se hace mérito, no hubo quien usara de la palabra y se procedió a recoger la votación nominal, declarándose aprobados provisionalmente, por unanimidad de diez y ocho votos.

"Se dio cuenta, por último, con un memorial que subscribe el C. diputado Ernesto P. Sánchez, en que denuncia hechos relacionados con las elecciones para gobernador del Estado de Hidalgo y que termina solicitando de esta H. Comisión Permanente el nombramiento de una Comisión integrada por dos diputados y dos senadores, que se traslade a esa Entidad con el objeto de practicar una investigación.

"Una vez que se dispensaron los trámites a la proposición anterior se puso a debate.

"Hablaron en contra y en pro, respectivamente, los CC. Octavio Mendoza González, Ernesto P. Sánchez y Gonzalo N. Santos. El C. Consejo hizo aclaraciones. La H. Asamblea estimó el asunto suficientemente discutido y resolvió en votación económica desechar la proposición de referencia.

"Se concedió la palabra para hechos al C. Caloca, quien se refirió a la situación política que prevalece en el Estado de Zacatecas e hizo una proposición respecto de la cual el ciudadano presidente lo invitó a presentarla por escrito. El C. Caloca hizo una aclaración sobre el particular.

"A las trece horas y treinta y siete minutos se levantó esta sesión pública para pasar a secreta."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Aprobada el acta.

- El mismo C. secretario leyendo:

"El Ejecutivo de la Unión hace observaciones al decreto del Congreso por el que se pensiona a la señora Consuelo Bracho Vda. de Gámez Treviño."- Recibo y resérvese para la Cámara de Diputados.

"El Ejecutivo de la Unión hace observaciones al decreto expedido por el Congreso por el que se pensiona a la señora María Espinosa Vda. de Serna".- Recibo y resérvase para la Cámara de Diputados.

"La Secretaría de Gobernación remite las observaciones que el Ejecutivo hace al decreto del Congreso por el que se pensiona a la señora María Solórzano Vda. de Medina." - Recibo y resérvese para la Cámara de Diputados.

"El Ejecutivo de la Unión retira las observaciones que hizo al decreto que pensiona a la señora Rosalba viuda de Nelson y pide la devolución de las mismas." - Devuélvanse las objeciones solicitadas.

"La Legislatura de Chiapas comunica que acordó apoyar la iniciativa de la que Querétaro relacionada con la expedición de una ley que tienda al mejoramiento de los ciegos en la República." - Recibo y a sus antecedentes.

"La XXIX Legislatura del Estado de Tlaxcala comunica que con fecha 31 de enero último clausuró su segundo período ordinario de sesiones prorrogado, correspondiente al segundo año de su ejercicio legal, dando a conocer los nombres de las personas que integran su Diputación Permanente." - De enterado.

"La Legislatura de Querétaro comunica que con fecha 15 de enero último clausuró su primer período prorrogado de sesiones correspondiente al segundo año de su ejercicio, dejando instalada su Diputación Permanente con las personas cuyos nombres se expresan." - De enterado.

"El presidente y secretarios de la XXX Legislatura del Estado de Jalisco, comunican que aquella Asamblea se instaló solemnemente en el recinto oficial con fecha 30 de enero." - De enterado.

"La XXX Legislatura del Estado de Jalisco participa que con fecha 1o. de febrero abrió su primer período de sesiones ordinarias de su primer año de ejercicio." - De enterado.

"El C. Donato Bravo Izquierdo comunica que hizo entrega del Poder Ejecutivo del Estado de Puebla al C. Leonides Andreu Almazán, electo gobernador constitucional de aquella Entidad." - De enterado.

"El C. Leonides Andreu Almazán participa que tomó posesión del cargo de gobernador constitucional del Estado de Puebla." - De enterado.

"El C. Manuel Carpio comunica que con fecha 4 del actual volvió a hacerse cargo del Gobierno del Estado de Aguascalientes, por haber terminado la licencia de diez días que le concedió la

Diputación del Congreso del mismo Estado." - De enterado.

"El C. Guillermo León Tagle, capitán de navío de la Armada Nacional, solicita permiso constitucional para usar las insignias de comendador de la Real Orden de la Espada que le concedió S. M. el rey Gustavo V. de Suecia." - Recibo y resérvese para la Cámara de Diputados.

El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano Mijares.

El C. Mijares: Ciudadanos diputados: Decíamos ayer que cuando se efectuaba en San Angel aquel acto bochornoso, en todos aspectos, que se conoce con el nombre de Jurado León Toral, y que nosotros designamos entonces como glorificación del crimen y santificación del asesino, que los elementos directores de la política contraria a la que sigue el Gobierno de la Revolución no estaban dispuestos, ni lo estarán nunca a convencerse de la buena fe del Gobierno. Afirmó nuestra tesis en aquella ocasión la defensa entusiasta que hicieron los elementos intelectuales del pálido asesino de quien hablara Vargas Villa, defensa que fue secundada eficazmente por ciertos elementos periodísticos que por circunstancias especiales no podrán desaprovechar ninguna oportunidad para poner una pica en Flandes, cuando de atacar a la Revolución se trata. Hoy, como en aquella época, venimos a declarar que tenemos razón y que seguimos creyendo que los elementos reaccionarios no están dispuestos a convencerse de la buena fe de los hombres de la Revolución. Hoy venimos a manifestar que estamos convencidos de que la Reacción está en pie y que para la resolución del problema que agita a la República no quedan sino dos caminos, sino dos extremos: o la Reacción nos ahoga o nosotros ahogamos a la Reacción. Hemos dicho que los hombres que han sido directores del movimiento libertario de México, han procurado muchas veces llevar a la conciencia del elemento reaccionario la idea de que se pretende una labor de cordialidad; que se pretende resolver el problema de la pacificación nacional no precisamente por medio del derramamiento de sangre. No puedo en estos momentos menos de traer a colación aquella célebre carta del gran realizador de propósitos que se llamó Alvaro Obregón, carta que dirigió en ocasión solemne a los pastores de la Iglesia Católica Mexicana. Decía nuestro extinto jefe: "La religión católica requiere de sus ministros que alimenten y guíen las almas de los creyentes. La Revolución que acaba de terminar requiere que el gobierno nacido de ella alimente el estómago, el cerebro y el alma de todos y cada uno de los mexicanos, en esta concepción básica de los programas no sólo no hay nada mutuamente exclusivo, sino que debería haber, por el contrario, indiscutiblemente armonía. Siento sinceramente que ciertos miembros del alto clero católico no hayan pesado la transformación que ha ocurrido en el espíritu del pueblo hacia una moderna perspectiva, en el curso de la cual doctrinas ineficazmente abstractas han perdido día por día su influencia, al paso que eficaces programas sociales han ganado terreno. A éstos el alto clero católico no sólo ha negado su cooperación, sino que se ha opuesto a su desarrollo con sistemática obstrucción, particularmente en aquellas partes que son esencialmente cristianos y cuya ejecución de ningún modo choca con la doctrina que la Iglesia sostiene en teoría. Si ha habido alguna falta de armonía se ha debido principalmente a la divergencia entre la teoría del clero y la práctica.

"Es ciertamente lamentable que la falta de sinceridad de ciertos miembros del clero católico prolongue esta antigua lucha, cuando los dos programas podrían muy bien cooperar. Si en lugar de continuar la lucha, perdiendo terreno, por lo mismo, trabajan con nosotros con el sólo propósito de buscar el bienestar del pueblo.

"Los excito a ustedes en consecuencia con toda la sinceridad que caracteriza a los hombres de la Revolución, y los exhorto por el bien de nuestro pueblo a que ni calumnien ni perjudiquen el progreso del programa esencialmente cristiano y humanitario que el Gobierno trata de desarrollar en el país. Sus clases oprimidas han sufrido por muchos largos y amargos años injusticias de todo género y han echado de menos el espíritu de fraternidad y justicia que debió haber prevalecido en las clases directivas, que han olvidado el noble deber de la misión del hombre en la tierra y en cambio han dedicado todos sus esfuerzos a acumular fortunas materiales. Aseguro a ustedes con toda sinceridad que no sólo no encontrarán obstáculo alguno en la práctica de los principios de su religión en este país, sino que tendrán el apoyo y la simpatía de todos los mexicanos. Sólo pedimos que no se haga una oposición sistemática e injustificada contra los deseos populares que han adquirido tal fuerza en el espíritu del pueblo, que negar su existencia u oponerse a su realización simplemente revelaría absoluta ignorancia en quien lo intentare."

Esa fue la llamada a la cordialidad que dirigió el general Alvaro Obregón; pero los elementos directores del fanatismo no accedieron; ellos sabían perfectamente bien que la Revolución, siguiendo como programa la reivindicación económica y la reivindicación espiritual del pueblo mexicano, llegaba al alma de los dogmas que ellos sostenían. Por esta circunstancia, señores, los elementos reaccionarios y los elementos católicos contestaron en aquella vez, por boca de Mora y del Río, en la siguiente forma:

"La doctrina de la Iglesia es invariable porque es la verdadera revelación. Las protestas que los prelados mexicanos han formulado contra la Constitución de 1917 en los artículos opuestos a la libertad y dogmas religiosos, serán mantenidas firmemente. Esta protesta no ha sido modificada porque se deriva de la doctrina de la Iglesia."

Claro está, señores, que el elemento católico no hubiera modificado sus propósitos porque ya dijimos que el programa de la Revolución tiende a obtener la reivindicación económica y espiritual del

pueblo mexicano: y, en cambio, la doctrina que siguen preparando los elementos católicos tiende exactamente a lo contrario, a mantener la esclavitud económica y espiritual del pueblo. Ellos, que mantienen la duda, que prohiben la investigación porque saben que viniendo esos dos factores vendrá la conciencia a dominar la razón, y como la razón, señores, traería como consecuencia que los dogmas vinieran al suelo como por arte de encantamiento, no era posible que estos hombres, que siempre han procurado acaparar riquezas, que siempre se han preocupado por atesorar bienes materiales, pudieran estar de acuerdo con la Revolución. Por eso, señores, ellos estuvieron absolutamente en contra ¿Qué había hecho la Revolución Mexicana de nuevo para que el elemento católico se lanzara a la lucha en contra de los ideales de esa misma Revolución? El movimiento libertario de nuestra República no había hecho nada nuevo. La reglamentación de los cultos es una cosa vieja. Quien haya investigado un poco en la historia llegará a la conclusión de que desde hace muchos siglos, los mismos reyes católicos dictaron disposiciones tendientes a poner un freno a la ambición excesiva de los príncipes de la Iglesia. Las mismas leyes de Indias señalaban lo siguiente, con el objeto de poner el freno de que hablábamos hace un momento: "Ordenamos - decían los reyes españoles - que nuestros virreyes, presidentes y gobernadores no presenten ninguna persona que no sea nativa de España para cargos eclesiásticos, de acuerdo con las leyes de este libro". "Que despachos del papa que no sean enviados por conducto del Consejo de Indias, sean detenidos y no ejecutados". "Prohibición de que eclesiásticos extranjeros gocen de beneficios y pensiones". "Que se hagan inventarios de las propiedades de las iglesias y se prescriban las formas legales para el uso de los eclesiásticos de propiedades adquiridas antes de entrar a la Iglesia". "Prohibición de que oradores del púlpito expongan otra cosa que las doctrinas evangélicas y corrección de vicios."

Esto, señores, en síntesis, es lo mismo que las leyes mexicanas han ordenado. Sin embargo de estas disposiciones, la Iglesia Católica tenía un gran poderío material.

En 1644 el Ayuntamiento de México pidió que terminara la fundación de casas religiosas porque poseían la mitad de las propiedades de la Nueva España; había seis mil sacerdotes sin empleo y cada mes alrededor de ocho a diez días de fiesta.

Para darnos cuenta, señores, de la influencia que el elemento católico tenía en aquella época, basta leer algunos párrafos de una carta que el obispo Palafox dirigió en cierta ocasión al mismo papa. Decía aquel alto funcionario de la Iglesia Católica:

"Encontré, santo padre, y encuentro, que casi todos los recursos, dinero efectivo y riquezas de las provincias de Norteamérica, están en manos de los jesuitas, desde que son dueños de las grandes haciendas; sólo dos de sus colegios poseen trescientos mil carneros sin contar otra clase de ganado mayor. Hay haciendas que tienen una renta de más de cien mil pesos; una provincia religiosa de los jesuitas tienen más de seis de estas haciendas. A la riqueza que poseen, que es ya excesiva, agregan lo que ganan en el comercio y los negocios de toda clase, aun aquellos que son impropios de los fines religiosos. Tienen venta de carne y matanzas, manufacturan una gran cantidad de productos y mantienen un gran comercio con China. Se consideran ellos tan poderosos, santo padre, que rehusan respetar los derechos de los demás, y obedecer las leyes es para ellos un daño a sus propios privilegios de poder".

Pues bien, señores, ésa es precisamente la razón por la cual el elemento clerical de México, no está de acuerdo con las disposiciones del Gobierno. Pretenden, como siempre, sostener sus prebendas y privilegios. Ellos quisieran que todavía estuviésemos a principios del siglo XIX en que tenían solamente como fondo benéfico, la cantidad de cuarenta y cinco millones de pesos, que estaban destinados a hipotecas y que su capital ascendía a más de ciento sesenta millones de pesos. Por eso ciudadanos diputados, vuelvo a repetir que el elemento clerical de México nunca ha estado de acuerdo con las tendencias del Gobierno de la Revolución y por esto no está convencido ni quiere convencerse de que el Gobierno ha tenido el deseo de llegar a un arreglo satisfactorio sin derramamiento excesivo de sangre. Por esto, también, a raíz de la actitud asumida por el Gobierno del señor general Calles vino la revolución clerical, vino una revolución y trajo como consecuencia, el asalto al tren de Guadalajara y más tarde el intento de asesinato del general Obregón y después la consumación del crimen. El Gobierno de la Revolución dio toda clase de garantías con el objeto de que se hicieran investigaciones y se aplicara el condigno castigo al asesino, y como contestación a esa medida seria, a esa medida del Gobierno de México, los elementos reaccionarios contestaron en una forma tan apasionada y subversiva, que hasta divinizaron a Toral en el Jurado. Ya vimos cómo los defensores de aquel que privó de la vida a uno de los elementos más capacitados para salvar el movimiento revolucionario de México, glorificaron y casi santificaron, y esto por intelectuales para quienes la Revolución es algo así como un enemigo al que no pueden perdonar nunca el hecho de haber quitado de las manos de los poderosos los elementos de riqueza con que contaban para seguir aplastando tanto la inteligencia como el cuerpo del pueblo mexicano. Vimos, también, cómo a pesar de la ecuánime actitud del Gobierno de México, mientras en la capital de la República, en esta ciudad de México que parece no perdonarle a la Revolución el hecho de haberle impuesto sus hombre; vimos cómo en las calles de México se llevaba a cabo una manifestación subversiva que glorificaba el crimen; que atacaba de manera flagrante la ley, que se burlaba de los hombre de la Revolución. Mientras aquí, en esta ciudad de México, se hacía gala de discursos subversivos; mientras las mujeres de los reaccionarios iban por esas calles dando gritos a Toral y mueras al general Obregón, allá en los campos otros individuos, candidatos también a la santificación, preparaban el atentado bochornoso, preparaban el asesinato en masa del ciudadano presidente de la República y de sus acompañantes.

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Señores diputados, si estos hechos no revelan lo que decíamos hace un momento, no confirman lo que decíamos hace un momento y hemos dicho siempre, de que los elementos reaccionarios no están dispuestos a convencerse de la buena fe del Gobierno y que juegan su última carta y llegarán hasta lo último, no sé lo que se necesitará para convencernos. Yo estoy convencido de ello y por eso vengo a declarar que el Gobierno tiene la obligación de tomar medidas extremas; que el Gobierno tiene la obligación de acabar ya con esa táctica de cordialidad, con esa táctica de prudente espera que ha traído como consecuencia que los elementos directores de este movimiento que ensangrienta a la República hayan sentídose fuertes y llamado a sus satélites, manifestándoles que la Revolución está débil y que es conveniente continuar la lucha, y al grito de "Viva Cristo Rey" no han vacilado en mancharse las manos y la conciencia con sangre de mexicanos. yo creo que todos están conformes en lo que decía: que el Gobierno debe tomar medidas enérgicas. Pero creemos también que el Gobierno no debe preocuparse únicamente por castigar a los elementos de segunda fila, a esos pobres inconscientes que no son sino unos maniquíes de los que están arriba; debe, como ya dijo Portes Gil, buscas a los que están tras de bambalinas, a los elementos directores y aplicarles el condigno castigo.

Yo creo, señores, que el Gobierno de la República tiene razón al afirmas que ha llegado el momento de llevar a cabo la confiscación de los bienes de aquellos que están manejando el tinglado de este movimiento que ensangrienta a la República. Si el dinero es lo que ha servido a estos individuos para comprobar armas y parque para asesinar a los campesinos; si con el dinero han conseguido dinamita y dinamiteros; si han podido conseguir con el dinero asesinos sin escrúpulos, que hagan la glorificación del crimen y que santifiquen a los asesinos, el Gobierno tiene la obligación de exigir responsabilidades, confiscando los bienes de los elementos que llevan a cabo esta tarea. (Aplausos) Nosotros, como siempre, estamos y estaremos de parte del Gobierno, respaldamos al presidente de la República en estos actos, pero creo que debemos exigir del presidente de la República tres cosas principales y son éstas: que se hagan investigaciones completamente minuciosas para saber quiénes son los verdaderos responsables de esta situación; segundo, que una vez que se venga a conclusiones definitivas no se tenga consideraciones para estos individuos responsables y se les aplique el castigo con todo rigor y la fuerza necesarios. Y, por último, compañeros que el mismo Gobierno purgue la administración pública de todos aquellos elementos que no estén perfectamente definidos como revolucionarios. Es conveniente que en esta obra de reivindicación, en esta obra que se está emprendiendo, solamente queden al lado del Gobierno los elementos que estén dispuestos a morir o a caer con la Revolución, si la Revolución cae. (Aplausos.) Es preciso que ya no haya tibios; el Gobierno debe contar con hombres que estén dispuestos a morir, con hombres que estén dispuestos a caer con el Gobierno. Repito que en esta ocasión siempre habremos de declarar que somos elementos de la Revolución, que estamos con la Revolución porque la Revolución tiene como programa salvar espiritual y económicamente al pueblo mexicano. Nosotros habremos de declarar que si hemos de cumplir con esa misión, debemos estar de parte de los hombres que son los abanderados de este movimiento y debemos respaldar al presidente de la República en todos estos actos que son de salud pública. Vengo a hacer la declaración de que todos los elementos de Coahuila están con el presidente de la República y estarán con vosotros, ciudadanos diputados, porque consideran que vosotros estaréis siempre con la buena causa, que es la salvación del movimiento libertario de México. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Balboa.

- El C. Balboa: Ciudadanos diputados y senadores: Debo confesarles que cuando llegué hoy en la mañana a esta Cámara, no me imaginé que debía tomar la palabra. Sin embargo, el momento se presta para que todos los hombres honrados levanten con toda energía su voz de protesta en contra del incalificable atentado con que el fanatismo pretendió hacer víctima al presidente de la República. No me explico, señores, a dónde pretenden llevarnos esos elementos; pero hay que hacerles presente que en cualquier lugar, que a cualquier situación a que pretendan conducirnos encontrarán apretadas las filas de la Revolución y sabremos contestar con las mismas medidas que ellos adopten en nuestra contras. Era una infantilidad, señores, esperar de parte del presidente de la República que indultara a León Toral cuando la nación entera había condenado su incalificable atentado. ¿Cómo era posible que el presidente de la República indultara a este hombre que después de haber sido condenado y juzgado por el Jurado Popular, que después de haber sido llevada su causa al Tribunal Superior de Justicia, e interpuesto el recurso de amparo ante la Suprema Corte de Justicia y estas tres autoridades lo condenaron, cómo era posible, repito, esperar que el presidente de la República pro un acto de mera benevolencia, por un acto de mera condescendencia, cuando la nación entera había protestado contra ello, pudiera otorgarle ese indulto? Yo considero que a la vez que estos elementos fanáticos, son también otros elementos los que dirigen estas maniobras y debemos también a la vez que protestar contra esos elementos fanáticos, protestar contra la labor de la prensa que viene preparando y haciendo nuevamente ambiente para despertar de nuevo ese sentimiento de piedad, para levantar nuevamente ese fanatismo de las clases bajas y hacerle cometer esos atentados. Yo creo que debemos seguir adelante con la obra que se ha iniciado y a veces pienso, señores, que estamos viviendo en una época ficticia, en una época de incomodidad, porque todavía no hemos tenido el valor suficiente, porque todavía no hemos tenido la entereza de romper con esos moldes que existen y que vuelven incómoda la situación del Gobierno.

Me refiero, señores, a la causa revolucionaria. Cuando nosotros contestamos a estos ataques, cuando nosotros respondamos a estos ataques con la confiscación de todos los bienes de los reaccionarios; cuando nosotros hagamos práctica, dándole

realidad, aquella bella idea de que la tierra debe ser de quien la trabaje, sin tener en cuenta obra clase de leyes que vuelvan imposible la realización de este principio; cuando, en una palabra, señores nos dedicamos a aplicar la dictadura del proletariado, entonces yo creo que será la única forma de poder contrarrestar estos ataques. Aquí cabría repetir lo que en alguna ocasión dijera nuestro ilustre jefe desaparecido, el general Obregón: "Que sepa la Reacción que cada gota de sangre que gasten los elementos revolucionarios, sabremos compensarla con las riquezas o con los elementos de ellos, que repartiremos o con los elementos de ellos, que repartiremos entre el pueblo."

Así como el compañero Mijares, quiero hacer presente, a nombre del estado de Tamaulipas, a nombre del conglomerado de aquel pueblo, que todo, como un solo hombre, respalda y apoya al licenciado Portes Gil; vengo en su nombre a protestar contra este incalificable atentado y a pedir que todos vosotros, ante la faz de la República protestéis en igual forma. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano no senador Juan de Dios Robledo.

El C. Juan de Dios Robledo: Señores compañeros: Era natural que la representación del Congreso de la Unión, que es la Comisión Permanente en este período de receso, no quedara muda, no dejara de levantar su protesta airada y enérgica de contra el punible atentado de que fue víctima el tren presidencial. Era natural que más que contra el hecho mismo, se levantará la voz de esta Asamblea en contra de la intención moral, de la perversidad que acusa ese hecho en el criterio de los que lo cometieron. Está probado, según las palabras del propio presidente de la República, que los elementos católicos han apelado al sistema de los atentados terroristas, para ahogar la fuerza revolucionaria, para asesinar a los hombre, a los representativos de la Revolución y realmente, señores, acusa en quienes se declaran partidarios de la sana moral cristiana, acusa una perversión de criterio y un extravío verdaderamente lujurioso dentro de los terrenos del crimen, para atreverse en nombre de Dios, para atreverse en nombre de Cristo, para atentar en contra de la vida del mandato, para atentar en contra de la vida del mandatario que preside los destinos de la nación. Nosotros los jalicienses estamos más cerca, estamos más adentro de la hoguera que significa el problema en el clericalismo mexicanos; mejor dicho, cierta tendencia del clericalismo mexicano que ha provocado un extravío en determinados elementos católicos. Cuesta mucho trabajo compaginar la conciencia con la mentalidad de estos señores, la del cristiano de los primeros siglos de la iglesia con los cristianos verdaderos de todas las épocas. Cuando el imperio romano dominó sobre el mundo conocido hasta entonces, sobre todo el mundo civilizado y tuvo bajo una opresión militar las inmensas provincias que componían aquel imperio, surgió el cristianismo en el fondo obscuro de las muchedumbres como una suprema esperanza de redención. Fue lo que es el socialismo: una redención revolucionaria en estos tiempos. Todos los esclavos, todos los oprimidos pensaban en la igualdad que predicaba la doctrina cristiana como una suprema esperanza de libertad. Y así fue cómo de abajo para arriba de las multitudes, el cristianismo se fue abriendo paso en las conciencias y llegó a ser un factor que sustituyó la civilización romana con la civilización actual moderna. La civilización actual moderna - lo dice el general Obregón en su carta - es esencialmente cristiana en su moral. De manera es que más que nunca debe reprobarse a los que llamándose cristianos, a los que llamándose únicos discípulos de Cristo, pervierten esta moral hasta poner toda su fuerza de parte de los opresores de las muchedumbres, para sesionar a los que son redentores, como el general Obregón y como Emilio Portes Gil. (Aplausos.)

Jamás las teorías revolucionarias, jamás los ideales sustentados por la Revolución pueden estar en contra de las doctrinas cristianas. Son doctrinas de redención. Cristo, en todas sus palabras, no tuvo una sola en que autorizará a sus partidarios, a los que creían en él, para que armaran su mano con el puñal del asesino. Siempre el predicaba dentro de la moral evangélica, la fraternidad; predicaba la renunciación de las riquezas en favor de los humildes; predicaba la equitativa distribución del trabajo y de las riquezas.

En los términos ajustados a las condiciones de entonces, decía también: "Dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios." Predicó el respecto a los gobiernos, predicó el respeto a los hombres y predicó la caridad como único medio de redención en aquella época.

Aquí, en México, señores, el problema se ha planteado de una manera tan definida, que en las tres etapas históricas memorables de nuestro siglo de vida independiente, tenemos claro el papel del clericalismo y el papel del cristianismo verdadero. Los primeros misioneros, los que trajeron la religión católica y el cristianismo a México, fueron Bartolomé de las Casas, Motolinía, aquellos grandes apóstoles que interponían sus pechos para defender el indio aporreado por el encomendero. Ellos levantaban airada protesta en favor de los trabajadores; ellos estaban en contra de la opresión y en el corazón del pueblo mexicano fue brotando como una llamarada de esperanza, como un deseo de mejoramiento, la religión cristiana representada por aquellos misioneros que venían a defenderlos de los atropellos de los conquistadores. Pero una vez que el clero substituyó a los misioneros , una vez que los antiguos misioneros desaparecieran envueltos en una verdadera casta sacerdotal, llegaron, entonces, a constituir para las autoridades coloniales, aun siendo españolas, un serio problema. Voy a permitirme leer algunas líneas de los documentos que prueban este aserto de una manera amplísima.

El obispo Montufar escribió al Consejo de Indias en 1556 los siguiente: "Lo otro es que se debe dar remedio a las grandes costas y gastos de pan que coman, y vienen por rueda a la dicha obra de cuatro, seis y doce lenguas; a otros les echan cal, y la compran a su costa, y otros materiales. Dos obras he visto ahora hechas en un monasterio que la una tenía de costa más de ocho o diez mil

ducados y la otra poco menos; cada una de ellas comenzó y acabó dentro de un año a costa de dineros y sudor y trabajo personal de los pobres; y aun quieren decir que algunos indios mueren en las dichas obras del dicho trabajo, a que no están acostumbrados, y poca comida y fuera de sus casas."

Es imposible que quienes procedían de esa manera estuvieran apegados a las doctrinas cristianas; de manera es que empezó la perversión en el clericalismo mexicano y a raíz, poco tiempo después de la conquista, fue cuando empezaron a apartarse de la pureza de los misioneros. Ya el compañero Mijares citó algunos documentos que yo pensaba leer a ustedes y por esto los omito, como fue la memoria dirigida por el Ayuntamiento de más fundaciones de religiosos porque éstas eran las que acaparaban la riqueza pública del país. Cuando el pueblo mexicano cansado de la opresión colonial, cansado de ver que sólo de la península venían los que gobernaban; cansado hasta de las palabras pronunciadas por aquel virrey, "que los mexicanos habían nacido para obedecer y no para discutir las leyes ni los mandatos del Gobierno", se levantó en armas.

Cuando la revolución acaudillada por el cura Hidalgo, entonces el clero, la parte oficial del clero, se puso inmediatamente de parte de los intereses creados, que eran los intereses del clero en su mayoría, y de los españoles. Como prueba suficientísima de esto, están todos los manifiestos, pastorales, de entonces. Tengo a la vista uno del obispo Abad y Queipo, de Michoacán, que dice en un párrafo:

"Como la religión condena la rebelión, el asesinato, la opresión de los inocentes y la Madre de Dios no pueden proteger los crímenes, es evidente que el Cura de Dolores, pintando en su estandarte de sedición la imagen de Nuestra Señora y poniendo la referida inscripción, cometió dos sacrilegios gravísimos insultando a la religión y a Nuestra Señora."

El obispo Abad y Queipo condenaba entonces la actitud que ahora siguen ellos.

El único cargo fundado en el criterio eclesiástico que podían hacer ellos al cura Hidalgo, era poner a la Virgen de Guadalupe y a sus santos, faltan a la Virgen de Guadalupe y a sus santos, faltando con esto a los preceptos de la Iglesia, que les prohibe usar las imágenes de los santos, de una manera expresa, y les prohibe usar el nombre de Dios para asesinar o para cualquier motivo de guerra.

"Sin embargo - dice el obispo - , confundiendo la religión con el crimen y la obediencia con la rebelión, ha logrado seducir el candor de los pueblos y ha dado bastante cuerpo a la anarquía que quiere establecer. El mal haría rápidos progresos si la vigilancia y energía del Gobierno y la lealtad ilustrada de los pueblos no los detuviesen."

Con estas mismas razones los volvemos ahora sus argumentos. Ellos tratan ahora de sorprender la opinión de los católicos mexicanos que forman una importante masa social en nuestro país, diciéndoles que se halla atacada esencialmente la doctrina y la estabilidad de la Iglesia Católica y su credo de cristianos. Y esto es absolutamente falso.

Cuando la Guerra de Reforma, el problema de los bienes del clero que no había resuelto la Guerra de Independencia, ya que ésta sólo resolvió la separación de España, hizo que hubiera esa guerra sangrienta en la cual perecieron millares de mexicanos, hasta conseguir arrancar de las manos del clero bienes y privilegios que lo volvían prácticamente en un tutor de los gobiernos mexicanos. Siempre que la Iglesia se ha unido con el Estado ha procurado el predominio, y esto es completamente contrario a la organización moderna y a toda organización. Desde el tiempo de Cristo, quien dijo: "A Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César", el poder público corresponde a los gobernantes y el moral lo deben tener los apóstoles de una religión. De manera que no es extraño que después de estos extravíos que a través de la historia de México ha procurado inculcar en el pueblo el clericalismo, no es extraño que en días pasados hayamos presenciado la glorificación que quisieron hacer ciertos elementos clericales en la persona de José de León Toral. Parece mentira que personas cuya vida es hasta cierto punto o hasta todo punto irreprochable en su moral privada, se expresaran con admiración y entusiasmo de la figura de León Toral. Cuesta mucho trabajo a los mexicanos, al pueblo mexicano, explicándoselo, diciéndoles, les costará mucho trabajo comprender cómo la misma mano que sostenía el crucifijo en las manos de Bartolomé de las Casas, armó ahora con un puñal a León Toral para que asesinara al defensor de las libertades populares. Es materialmente imposible que nuestro pueblo no llegue a darse cuenta de estas cosas. No podemos terminar el conflicto religioso exterminando a los comprometidos dentro de él, tenemos que llamarlos al convencimiento y, sobre todo, tenemos una misión que cumplir: yo creo que en Jalisco donde ha prendido la revolución con motivo del conflicto religioso no podemos apelar, como dije en cierta ocasión, en una convención celebrada en Guadalajara, no podemos apelar a matar a cien o veinte mil jalicienses, sino que debemos procurar convencerlos de que están en un error; que a nosotros los revolucionarios no nos importa el fondo de sus creencias; que nosotros, en la moral cristiana, estamos de acuerdo con ellos; que lo que nosotros peleamos, como una sucesión de todas las revoluciones mexicanas, desde Hidalgo hasta Juárez, Carranza, Obregón y Calles y todos los prohombres de la Revolución; que lo que nosotros peleamos es que tenga el Estados, en una ayuda, en un protector para las clases proletarias de México, que han necesitado de esa ayuda para redimirse y elevarse; y que en ese sentido ellos deben colaborar con nosotros, como dijo el general Obregón en su carta, y no ponerse enfrente. Y cuando el clero se presenta aliado del capital, cuando los que se dicen católicos asesinan a los agraristas en Jalisco sólo porque piden

tierras y tienen derecho a la vida, entonces nosotros y no ellos somos los que estamos del lado del cristianismo y aun del lado del catolicismo, porque estamos de parte del pueblo y de parte del campesino en contra de la voluntad de los opresores. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gonzalo N. Santos.

El C. Santos Gonzalo N.: Camaradas diputados y senadores: Vengo en nombre de San Luis Potosí a protestar por el incalificable atentado que los fanáticos de aquí, de la capital, planearon para asesinar al presidente de la República, licenciado Portes Gil; para protestar contra los mixtificadores que no son católicos, ni son creyentes y que su actitud se debe a que ven esfumarse los privilegios de que antaño gozaran y que no pueden alcanzar ya el poder. Vengo en nombre de la Revolución de mi Estado a protestar y también a denunciar ante la faz de la nación a Gilberto Valenzuela, el que viene predicando "paz y concordia" como Félix Díaz predicaba "paz y justicia", y asesinaba en contubernio con Victoriano Huerta, a espaldas de la penitenciaría y de la ley, al presidente y vicepresidente de la República. Lo que vimos en el caudillejo ridículo de la Ciudadela, lo que vimos que produjo como fruto su programa de "paz y justicia", ese mismo fruto, ese mismo veríamos del ciudadano diplomático que se autopostuló presidente de la República con su programa de "paz y concordia". Gilberto Valenzuela es el nuevo capitán general de los "cristeros". Luego que murió Gallegos no habían encontrado otro capitán más franco, ya que Gómez y Serrano claudicaron de la Revolución uniéndose a los conservadores, pero de éstos no se yo que se hayan unido jamás a los católicos. Gilberto Valenzuela, en un discurso que acaba de pronunciar en Hermosillo, insultó soez y torpemente al general Plutarco Elías Calles, insulta a Sáenz y torpemente al general Plutarco Elías Calles. ¿Qué quieren de Calles estos hombres; de Calles, que abandonó la Presidencia y que desde ese sitial, ante el asombro y el aplauso de todo el mundo y de la Revolución mexicana, juró no volver a él; de Calles, que por algunas críticas y por haber comprendido que los enemigos de la Revolución se estaban aprovechando de ellas, sacrificó también sus deseos de lucha en pro de la Revolución, retirándose del Partido Nacional Revolucionario y yéndose de una vez por todas a la vida privada? ¡Y todavía Calles es el blanco de las iras de Gilberto Valenzuela y sus secuaces!

Vengo a denunciar a Gilberto Valenzuela, nuevo capitán general de los "cristeros", que está preparando para breve tiempo la rebelión en México.

Que sepa el señor Gilberto Valenzuela y que lo sepan también quienes los siguen en su loca aventura, que la Revolución está en pie; que todas estas crisis no hacen más que seleccionar a los grupos revolucionarios y dejar dentro de la Revolución a los elementos de primera calidad que no hacen más que purgarse de sus malos elementos. ¿Qué quieren de Calles? ¿Quieren el paredón? ¿Qué ha hecho, qué ha hecho Calles si no la Revolución administradora, como nadie en México lo ha hecho; ser firme en sus convicciones, hacer que se respete la ley a costa de la impopularidad de los "cristeros" y de la Reacción? Eso es lo que fue Calles para México. Además, todavía no es tiempo de juzgarlo, está vivo él y lo estamos nosotros sus amigos y sus enemigos; esperemos el fallos de la historia. Valenzuela, Valenzuela del Señor, que no ataca a Santos, que no ataca a Ortiz Rubio, ataca a Calles, y si, pues, ataca a Calles, ataca a la Revolución y nosotros nos sentimos aludidos por este ataque y nosotros contestaremos en el lugar en que nos llame Valenzuela, al que seamos llamados por Valenzuela, al que nos llamen los elementos de cierta tribu que no tienen derecho de gobernar al país, porque México debe ser gobernado por los revolucionarios, no por los elementos de una tribu; de una tribu que a la postre resulta hasta traidora con el propio jefe, con el jefe Obregón. Habla de civilización Valenzuela del Señor y está provocando la rebeldía habla de civilización, cuando vemos que nada, absolutamente nada de política clara está haciendo; que no se ocupa como Vasconcelos, como Villarreal, que andan en jira política, que se ve que están actuando como Santos, como Ortiz Rubio, que es mi candidato; no, él está obrando en la sombra, está murmurando a los oídos de los jefes que él puede considerar más débiles de la Revolución, a los que pueden claudicar como otros han claudicado para ver si asalta el Poder; pero yo nada más lo recuerdo que de los asaltantes del Poder no hay memoria de uno que haya quedado vivo; los que han asaltado el Poder han caído antes de llegar a él. Y si él no está invitando al terreno de la violencia, al terreno de la insinceridad, que él y los suyos sean los responsables de lo que pase en el país. Felicito a la Reacción, felicito a los "cristeros" porque han encontrado a su nuevo capitán general, Gilberto del Señor; Gilberto del Señor, como Miguel del Señor se llamaba Miramón; Gilberto de Dios, como se llamaba Tomás Mejía; Gilberto de la Virgen, como se llamó de la Virgen aquel asesino, de los que defendieron Querétaro, cuyo nombre no recuerdo, pero cuyo apellido era Márquez... (Voces: ¡Leonardo!) El compañero Caloca, que está más enterado que yo de estos asuntos religiosos, dice que se llamaba Leonardo.

El C. Caloca interrumpiendo: ¡Gracias, compañero de la "Vela Perpetua"! (Risas.)

El C. Santos continuando: Habla de dignidad don Gilberto Valenzuela y está bien que le digamos cara a cara, desde la tribuna del pueblo, que no tiene dignidad; y no tiene dignidad, porque cuando le fracasó su maniobra política del Estado de México, cuando ya se estaba preparando para la realización de su viejo sueño de apoderarse de la presidencia de la República y se vio obligado a renunciar la cartera de Gobernación, aceptó, algo más, agenció por medio de sus amigos el puesto de ministros de México en Inglaterra, y al que le dan un puesto como el que le dio el general Calles, y ya veis que abandonó dizque por dignidad el puesto de ministro de Gobernación y aceptó otro 1

puesto cualquiera en la administración, no es digno ni es gallardo.

Ataca Valenzuela del Señor al general Abelardo Rodríguez y lo injuria, injuria a Abelardo Rodríguez porque no lo pudo hacer su cómplice, al general Rodríguez a quien los elementos claudicantes de la Revolución, los nuevos claudicantes, invitaban cantándole al oído los cantos de sirena, diciéndole las palabras de las brujas de Macbeth, y el general Rodríguez, el fuerte de espíritu, el recio, no quiso oírlos y los despacho con cajas destempladas y por esto se hizo acreedor a los ataques y a las injurias del Señor de la Paz y de la Concordia, de Gilberto del Señor, del Gilberto el Arcángel. El Partido Nacional Revolucionario es la bandera de la Revolución, es el pendón alrededor del cual los elementos revolucionarios que no hemos claudicado ni claudicaremos pasamos lista de presentes en este momento en que la Revolución nuevamente está en peligro. Dentro del Partido Nacional Revolucionario permaneceremos fieles sin saber quién será nuestro jefe, sin saber quién será nuestro caudillo, pero allí están las ideas y con ellas iremos y en torno de ellas nos disciplinaremos y nos uniremos y le diremos a la Reacción encabezada por Gilberto del Señor, que nos encontrará en el terreno adonde nos llame.

Para terminar, compañeros senadores y diputados, quiero proponer que la Comisión Permanente nombre una comisión que se acerque al señor presidente de la República, a felicitarlo a él y a la Revolución por haber salido ileso del salvaje atentado de los criminales fanáticos que de aquí, de la ciudad de México, lo mandaron asesinar; para felicitarlo también por sus declaraciones en que condena a los fanáticos y a quienes se han hecho eco de ellos - , a los grandes rotativos que no se han cansado de glorificar a León Toral , los que ni siquiera comentaban en forma acre al día siguiente el atentado al tren presidencial, sino hasta después de las declaraciones del presidente es cuando han venido publicando precipitados editoriales, condenando a los elementos que llevaron a cabo el atentado y los que quisieron dar a entender que era políticos.

Que se nombre esa comisión para felicitar al señor presidente, para respaldarlo en su política, defendiendo los principios sagrados de la Revolución a pesar de Valenzuela del Señor, y a pesar de los nuevos claudicantes de la nueva Reacción, de los fariseos de la Revolución. (Aplausos.)

El C. presidente: Tienen la palabra el ciudadano senador Caloca.

El C. Caloca: Señores senadores y diputados: ¡Qué bello es venir a la tribuna fustigado por la palabra de quien no tiene todavía la conciencia medida al margen de un problema que todavía no empieza! ¡Qué cómodo es hacer cargos desde esta tribuna sin haber antes medido las consecuencias de esas palabras de cordialidad que se le meten en el fondo, grandes fogatas, para ver si revientan en dolor y en inquietudes! Esto se llama ser traidor, esto no es ser patriota. Las consecuencias son tan grandes y debemos meditarlas, no debemos festinarlas para llevarlas al cadalso, porque entonces los que lo hacen son los responsables de cualquiera situación. Gilberto Valenzuela es demasiado fuerte para que recurra a la violencia. Está dentro del campo ideológico. Nosotros los revolucionarios tenemos conciencia de que hasta el mismo hacendado está convencido de que el problema agrario es un problema que debe realizarse y los patrones con toda su impiedad y con su criterio imperialista, han condescendido a remediar las inquietudes de los obreros; en consecuencia, casi todo el mundo está convencido de que la Revolución ha triunfado. ¿Qué pide, pues, el pueblo mexicano? La parte noble, la parte espiritual, la parte bella, la parte dignificadora, porque estamos muy lejos ya de la fogata, del incendio y del asalto y es tiempo de que la Revolución se exprese en su parte elevada. ¿Por qué quieren llevar al valenzuelismo a la revuelta? Porque nos consideran fuertes, porque es el único terreno en que pueden combatirnos, convirtiéndonos en perros de rabia. ¡Pero qué lejos, qué equivocados andan! A cada grito de ésos responderemos con un acto de nobleza y con un acto de equidad. ¡Nos quieren comprender en el número de los miembros de la "Mesa de San Vicente" y "Hermanos de la Cofradía de San Pedro"! ¡Qué curioso! Este problema no lo han comprendido ni siquiera los que han venido a echar fogata, que ni siguiera han tenido la prudencia de desdoblar las páginas de la historia.

Opina el compañero Juan de Dios Robledo, y claro, como buen historiador, le da una pasadita; pero con cierta cobardía y con cierto miedo.

El C. Robledo, interrumpiendo: ¡No hombre!

El C. Caloca, continuando: Sí. El problema - hay que decir las cosas claras - no lo han sabido tratar y sólo nos ha llevado a una cosa penosa, vergonzosa. Y para demostrar esto vamos hasta el 57.

En el 57, señores, el clero pesaba sobre el país. En esa época el clero tenía el dinero, el clero tenía las universidades, el clero tenía los colegios, el clero tenía la conciencia pública, tenía la conciencia privada. Eran los consejeros de los monarcas, eran los hombres fuertes. Entonces realmente constituían una verdadera esperanza para la Revolución y no no más por este hecho, sino porque también seguían recibiendo órdenes de la metrópoli, todavía de la madre España. México necesitaba desprenderse, por un fenómeno psicológico y por un fenómeno sociológico, de esa influencia que estaba vinculada por los siglos, que estaba vinculada con el tiempo y en aquella vez, hasta tanto que González Ortega en Calpulálpam lo hizo pedazos. Yo no sé a estas alturas en dónde está el peligro, para qué se viene aquí a decir a los reaccionarios, para que se viene con el título de "tragafrailes" intentando fundirse con nosotros a aquellos que no entienden ningún problema; es decir, hablar de la Revolución es muy fácil, pero cuando nosotros concretamente preguntamos: ¿qué entiende usted del problema agrario, qué entiende del problema hidráulico, qué entiende del problema agrícola, qué entiende del problema educacional? Entonces se ve que ni siquiera lo han oído y ni siquiera lo han pronunciado. Es curioso que aprovechando el problema religioso se venga a esta tribuna a echar más fuego, sin saber que los curas en estos momentos han convertido los hogares en templos, han convertido

las casas en templos, mientras que antes se ocupaban de cuidar los templos y antes valía un bautismo cinco pesos y hasta veinte reales y ahora los hacen por treinta y cuarenta pesos. Y a usted, señor (dirigiéndose a un representante), seguro que el encuentro una virgen de Guadalupe si le levanto el saco, y una medalla.

- El C. Santos: ¡Estás loco!

- El C. Caloca: Gracias, yo me enorgullezco de mi locura, pues hay hombres que ni a locos llegan. De manera que el clero poderoso, que el clero político, tranquilo, en los Estados Unidos y en Europa, gozando, viviendo a sus anchas; el clero de aquí, el otro, pues aquí pisoteando y sacando el dinero a manos llenas. Ese no es el problema. Allá, en Zacatecas, en Jalisco, en Michoacán, cosas dolorosas ¿quién es el que está pereciendo? El hombre del Campo. Ahora una pregunta muy curiosa: Hay siete jefaturas de operaciones para combatir; no sé si habrá mil, tres mil, cuatro mil o siete mil levantados en armas - eso lo sabrán Guerra o el presidente de la República - ; pero lo cierto es que llevamos dos años para combatir dos mil rebeldes y no se ha acabado con ellos. ¿Es que nuestros soldados no saben combatir rancheros o no se quieren que se acabe la rebelión? Pues dígase de una vez y no estemos echando más leña. No se olviden ustedes de que con tres Estados más que se levanten en la República - con los tres levantados que ya hay - ¡cuidado con el Poder Público, señores! Y nosotros no debemos dejar que perezca el Poder Público. Si somos amigos de verdad del presidente, debemos ser francos; vamos diciendo la verdad. (Murmullos.) Compañero, no me interrumpa; está la tribuna a su disposición. (Una voz: ¡No soy de la Permanente!) Aquí, entre amigos lo invitamos. ¡Tan bonito que habla usted! ¡A un orador como usted le concedemos permiso para que nos divierta un rato! (Risas.) Pero desde luego ante esta actitud tan bochornosa de los "mochos" para el Gobierno, el Gobierno también debe reflexionar en alguna forma, porque ¿debe hacerse o seguirse una política para que se siga derramando sangre y más sangre?

Yo creo que no es eso; pero, en fin, ése no es problema mío y lo tienen que resolver los más interesados. Ahora nos quieren llenar de eso, lo que es más cómodo y más fácil, declarar a Valenzuela y a nosotros miembros de la "Vela Perpetua". Y no, señores, ya verán ustedes cómo los mismos católicos no escogen ni a Villarreal ni a Valenzuela ni a Ortiz Rubio, su ídolo en estos momentos es Vasconcelos ¡hombre! Lo que usted dice indica no tener ni siquiera visión política, usted lo dice con el deseo de que triunfe su partido.

- El C. Santos: Usted les hace la barba a los "criterios."

- El C. Caloca: Compañero, quizá pudiera hacerlo ¿por qué no? Y en cambio usted los ataca y son mexicanos, son religiosos como usted, o qué ¿usted es el Mirabeau mexicano? (Risas) Sobre todo, yo le ruego al señor presidente que le indica al compañero que me deje hablar.

- El C. Santos: Puede usted hablar cuanto quiera. (Siseos, murmullos.)

- El C. Caloca: Entonces, señores, conste que un diputado valenzuelista se retira de la tribuna porque intencionalmente no se le deja hablar.

- El C. Santos: Sí se le deja hablar.

- El C. Caloca: Entonces déjeme usted en paz. Lo que pasa es que usted nos quiere declarar perros de rabia porque sabe, perfectamente que ésa es la única forma en que pueden combatir al valenzuelismo, porque nosotros somos demasiado fuertes, porque Valenzuela no necesita recurrir ni al incendio ni al cuartelazo ni a las porras ni a los asaltos de las casillas: no, señor. Ya veremos cómo, en el terreno democrático, no necesitamos de esos elementos de cantina, no necesitamos de esas cosas. Yo no soy valiente, soy pacífico y tengo la conciencia de que vamos a ejercitar un derecho cívico y tengo la conciencia, también, de que ya el público conoce esto que es la verdad de las cosas. Ahora yo felicito al compañero Santos porque defiende al general Calles. Muy bien, eso es para mí hasta loable y generoso: no faltaba más que el amigo no saliera a la defensa del amigo. Pues el mismo derecho tengo yo de salir en defensa de mi amigo Valenzuela. Si yo le reconozco al compañero Santos ese derecho, él tiene la obligación de reconocérmelo a mí. (Murmullos.) Ahora voy con su general Calles. Ya verá usted.

- El C. Santos: ¿Me permite una aclaración?

- El C. Caloca: Con muchísimo gusto.

- El C. Santos: Yo no he querido negarle un derecho; solamente he contestado al compañero, que me está aludiendo en asunto personal en el que tampoco tiene razón. Trate usted el asunto de Valenzuela en la forma que usted quiera , sin aludir a mí, y no escuchará una sola interrupción de mi parte.

- El C. Caloca: Con toda seguridad que tendré ese acto de cortesía, porque me precio de caballero, compañero.

Desde luego, yo dejaría el problema o la apreciación de la conducta del general Calles al licenciado Valenzuela, que ya él hace apreciaciones de él; pero yo aquí, de paso, muy en mi derecho y con mi criterio personal, voy a hacer estas aclaraciones, que ya alguna vez he hecho. Para mí, el grave error del general Calles, en los últimos días de su gobierno, consiste en esto, pero para tratarlo me translado al mismo general Obregón. El general Obregón no permitió que se discutiera su personalidad al salir por la Puerta Mariana. El, con aquel talento, con aquella videncia que lo caracterizaba, dijo: "Yo dejo entretenidos a los políticos con los telegramas, felicitaciones, banquetes, golletes, con toda esa farsa que se acostumbra para agasajar al que llega al Poder Público. Y a los ocho días tomó rumbo a Sonora y después de su tren iba un tren con ochenta mil naranjos. Nosotros no nos acordamos de Obregón sino hasta después de seis meses en que se le vio subido en un tractor. Entonces volteamos la vista hacia Sonora y dijimos: ahí está Obregón. Pasaron seis meses y después lo vimos retratado también ahí sobre las brochas, encantado, dispuesto a convertirse en el verdadero Candidato de la República. Seis meses más tarde recibimos la impresión de los campos convertidos en verdes trigales, y más tarde

supimos esto, que digo para que se sepa de una vez, que el general Obregón tenía cerca de él al general Manzo con veinticinco mil hombres. Nosotros que hemos estado pendientes de la Revolución dijimos: Aquí Calles puede intentar todas las renovaciones que exige la Revolución, con la seguridad de que en el caso de que él pueda fracasar, pronto marcharía aquel hombre que se ha convertido en el guardián de las instituciones revolucionarias. Y claro es, nosotros creíamos que Obregón en el momento en que estuviera en peligro la Revolución saldría con veinticinco mil hombres de Sonora, y llegaría a la capital con más de cien mil. En los últimos días del gobierno del general Calles, y conste que yo no ataco a Calles, y no lo ataqué tampoco porque comprendí que atacar a un hombre que iba a salir del Poder era, por parte mía, una cobardía; en cambio, lo ataqué cuando estuvo en el máximo de su poder. Yo desde esta tribuna ataqué a Luis León, ataqué a Pani, ataqué a Puig Casauranc y esto cuando él podía haberme mandado inmediatamente al paredón, cuando me podía haber mandado dar cinco tiros y debo de decirlo: él siempre me ha tratado como un caballero; yo le agradezco eso a Calles; pero no me quita el derecho de decirle: "te has equivocado", ya que tampoco él tiene el derecho de decírmelo a mí si alguna vez se le ocurre. Y hago esta aclaración: yo reconozco que el general Calles es el primer administrador que ha dado la República. Difícilmente, hojeando la historia, podemos encontrar otro hombre con ese sentido administrativo del general Calles; pero en política es el más malo que ha dado el país. No hay otro, en materia de administración, aunque nos esforcemos por encontrarlo en la historia, y, sin embargo, ese defecto de mal político creo que es muy insignificante al lado de su gran, cualidad de administrador, porque yo, en el momento de escoger, con toda seguridad que me quedaría más con un administrador que con un buen político. De manera que esto que parece, a simple vista un ataque, es en realidad un verdadero elogio que hago al enemigo; porque sepan ustedes: yo no soy amigo del general Calles, y no lo soy, no por oídos personales, no por oídos morbosos, sino porque he creído que en el terreno ideológico chocamos; porque he creído que en el terreno revolucionario no nos comprendemos. Ya tiempo vendrá en que le demuestre al general Calles que sus grandes presas son un fracaso en el país; tiempo vendrá en que le demuestre que sus escuelas granjas son otro fracaso; tiempo vendrá en que lo demuestre que sus carreteras a las ciudades son otro fracaso. ¿Por qué? Porque le demostramos desde esta tribuna que el problema hidráulico de este país es el de las pequeñas captaciones, es ir al ejido. Después le dijimos que no hiciera escuelas centrales porque el único campo de experimentación que tiene el Ejecutivo de la República para llevar cultura agrícola a las masas, es el ejido. Y allí están esos elefantes blancos que para nada sirven. Hemos dicho que esas carreteras deberían ser a las grandes zonas productoras, a las costas, para dar despacho a los productos del trópico y no carreteras a Puebla, a Toluca, Hidalgo, que sólo sirven para que se paseen los fifíes y las señoritas de México. En ese terreno, es cierto, somos enemigos, pero el día que cambiemos impresiones el general Calles dirá: "Caloca tiene razón; él es mi verdadero amigo, porque él piensa en los verdaderos problemas de la Revolución; de manera que el enemigo resulta ser el verdadero amigo de Calles." Yo digo, cuando los últimos días de Calles, más bien dicho, yo creía que Calles iba a salir por la Puerta Mariana y se iba a ir a Soledad de la Mota a hacer el mismo papel que el general Obregón hizo y desde allí él, el general Calles, con ojo de águila, con ojo de cóndor, vería toda la marcha de la Revolución y en el momento en que peligráramos él vendría con todos nosotros como libertario, vendría a salvar a la Revolución; pero no fue así: se ha quedado en México, donde no se ha creado más que suspicacias porque todos creen que él es el director de la Convención, la Convención de Querétaro que va a ser un velorio sin café. No sólo tengo la seguridad de que él no tiene la culpa; pero sí se han creado esas suspicacias. Como político acabo de afirmar que es muy mal político, porque su partido lo tiene dividido en dos. Una parte para Ortiz Rubio y otra para Sáenz ¡bellísimo!.

El C. Santos: ¡No es cierto!

El C. Caloca: Ya lo sé que no es cierto. Yo tampoco lo creo; pero para que vea usted que sí se han creado suspicacias entre el público, por esto digo esto. Yo los invito a que no agriemos la contienda, a que dejemos las murmuraciones, no debemos echar más leña a la fogata. Yo quizá mañana me enfrente con Ortiz Rubio como enemigo o contra Sáenz y no tendré la cobardía de insultarlos sino de hablarles de los problemas de la Revolución y a mi candidato lo llevaré por ese camino, y en cada vez que podamos hablarle, decirle: "esta es la Revolución verdadera; no es de oratoria política, de metáforas traídas de las greñas y de pensamientos mal traducidos; no, ésta es la verdadera Revolución. Aquí está el compromiso". Debemos convencernos: hoy la Revolución está muy lejos del incendio, del asalto, de la matanza, del robo, del saqueo; ya es tiempo de que la revolución de su parte espiritual, dé su parte bella, dé su parte de equidad. ¿Por qué, pues, ese afán de echar leña? ¿Por qué no realizar ese gran deseo del expresidente de la República, Calles, expuesto en su gran mensaje? ¿Dónde está, pues, ese deseo? Si ustedes son sus defensores, conviértanlos en realidad. Mientras esto no se realice, lo único que están haciendo es darle armas al valenzuelismo para demostrarle que nos están cargando sambenitos porque nos tienen miedo. "Aquí está el discurso de Valenzuela - dicen -: vamos a declararlo perro del mal y le echamos de palos. " Pero si nosotros no tenemos miedo.

Caloca tendría gusto en ser colgado, en ser matado por asesinos, no por hacerla de víctima, sino por contribuir con su sangre para el triunfo definitivo de la Revolución. ¡Qué placer para mí ése, no para llegar a figurar en el libro ni nada de eso, sino porque ése ha sido mi ideal de 15 años!

A mí no me asustan. Si el señor Calles quiere 1

mandarme matar mañana, puede hacerlo; hasta le digo dónde vivo, dónde ando y a qué horas. (Murmullos. Risas.) No traigo pistola. (Murmullos.) Usted, compañero, es un pobre que no conoce su distrito. (Murmullos) Yo los invito sinceramente, y al mismo compañero Santos lo invito porque es mi amigo, a que no echen leña. Dejen que los hombres se aprecien unos a otros, que será el modo de que purifiquemos personalidades. No anden con eso de que andamos conquistando militares. ¡Mentira! El valenzuelismo es demasiado fuerte para recurrir a la violencia, al cuartelazo, al escándalo. Tiene suficientes títulos ideológicos para, en ese terreno, persuadir a la conciencia pública y llegar a la Presidencia, porque voy a decirles a ustedes: tiene cuerpo, tiene mentalidad y es hijo de la Revolución .

El C. presidente: Para aclaraciones tiene la palabra el ciudadano diputado Santos.

El C. Robledo: Yo había pedido la palabra.

El C. Santos: Quiero aclararle al compañero Caloca que yo no he sido el que ha venido a echarle leña a la hoguera. Es su jefe, el capitán general de los "cristeros", Gilberto Valenzuela, del Señor Gilberto Siervo de Dios, compañeros, ése era el que ha venido a echar leña a la hoguera. ¿Quiere Caloca que le lea un párrafo de las declaraciones de Valenzuela Siervo de Dios?

"Esta lucha no la va a hacer Gilberto Valenzuela contra Aarón Sáenz y Ortiz Rubio, sino Valenzuela contra Plutarco Elías Calles; y quiero decir a Calles desde aquí que Gilberto Valenzuela no teme a sus espías, a sus asesinos, a sus envenenadores; Valenzuela se enfrentará sereno, pero decidido y resuelto a esos hombres, a esas fuerzas, a esa escuela de corrupción que lo está manchando todo, que lo está envenenando todo y que pone en peligro no sólo el bienestar, sino la vida misma de la República."

¿Por fin, fue buen administrador o fue escuela de corrupción como dijo su jefe?

El C. Caloca: Le voy a contestar. ¿Me lo permite? Le voy a contestar: quiero rectificar este hecho: yo he dicho que como administrador es el primer caso que hemos visto, difícilmente se puede encontrar otro; pero como político es el más malo que ha dado la América Latina.

El C. Santos: Pero donde hoy hay escuela de corrupción no hay buena administración. pero éste es el criterio de Gilberto Valenzuela Angel de Dios, éste es el criterio del compañero Caloca.

El C. Caloca: Miembro de la "Vela Perpetua."

El C. Santos: Pues no pierdo la esperanza de verlo así. El compañero Caloca dice que es fácil venir a hacer cargos aquí. No es cierto, no es cierto en esos momentos en que los "cristeros" no se tocan el alma para asesinar al presidente de la República, no es muy fácil venir a enfrentarse con ellos, fácil es hacerles la barba para dormir tranquilo en este medio, como dice Caloca, de enemigos, de corrupción, y de fanatismo absoluto. Dice el compañero Caloca que él tendría mucho gusto en morir asesinado. Pues el mismo gusto le dio a Toral. Esa es una escuela de misticismo y yo creo que ya va usted por ese rumbo, compañero. (Risas) ¡Claro!

El C. Caloca: ¡Claro! ¡Si ya me siento el Señor de Chalma! ¡Y a ver cuándo le hago un milagro!

El C. Santos: ¿Claro! Yo a Caloca no he tratado de insultarlo; he protestado por su aseveración falsa de que no se dejaba hablar a un valenzuelista. Es fácil hacerse víctima cuando no hay más que un solo representante valenzuelista en la Comisión Permanente. (Voces: ¡Vino a darle sabor al caldo!) Pues realmente necesitábamos alguien que la viniera a dar sabor al caldo y este elemento ha sido Caloca.

Dice Caloca que la Convención de Querétaro va a ser una farsa. ¡Seguro, como que no va a triunfar Valenzuela! ¡Va a ser una farsa! Va a ser una farsa, compañero, en donde estarán representadas todas las fuerzas de la Revolución; donde estarán representados todos los grupos organizados del país, imperfectos, pero todos los grupos organizados. Esa es la farsa a que usted se refiere.

El C. Caloca interrumpiendo: Dije que era un velorio sin café.

El C. Santos: ¡Velorio sin café! Pues, compañero Caloca, yo creo que usted es un valenzuelista de buena fe, es decir, creo que usted postula a Valenzuela y que no tiene la intención de ir a la rebelión.

El C. Caloca interrumpiendo: ¡No, ni valiente soy! (Risas.)

El C. Santos continuando: Por aquí lo hemos de encontrar, seguramente. Yo tengo la seguridad de que usted no se va porque no cree usted patriótico, ni justo, ni prudente hacer armas contra un Gobierno que nada les ha hecho; lo felicito a usted, pero su jefe no piensa lo mismo que usted. Valenzuela, por medio de sus agentes anda invitando jefes militares a la rebelión.

El C. Caloca interrumpiendo: Ese es un cargo que hace usted al Ejército.

El C. Santos: No, señor.

El C. Caloca: Sí, señor.

El C. Santos: Falta usted a la verdad. Valenzuela es un mal diplomático.

El C. Caloca: Como usted ha hecho una declaración, yo le pido que cite uno, dos o tres nombres de militares.

El C. Santos: No soy delator. He dicho que se les ha invitado; no he dicho que hayan aceptado. He dicho y repito que los paniaguados de Valenzuela han invitado a algunos jefes.

El C. Caloca: ¿Quiénes son?

El C. Santos: No soy delator.

El C. Caloca: De una vez por todas, por salud pública, usted debe denunciarlos.

El C. Santos: Invitaron a Abelardo Rodríguez.

El C. Caloca: No es cierto eso.

El C. Santos: Pero es muy fácil: si cuaja - dijeron - vamos a la rebelión "pues ese Gobierno ya no se aguantaba"; y si no se consigue nada, pues no, "si nosotros puro civismo". Es así la fuerza de Valenzuela. ¿Qué fuerza tiene Valenzuela? ¿Qué es hijo de un grupo de políticos claudicantes de Jalisco, que siempre quisieron y estuvieron queriendo arrebatar el poder del Estado de Jalisco, Escudero, etcétera, etcétera? No quiero citar los

14 nombres de ellos, pero es una bola de jesuitas iguales a él que firmaron una felicitación a Huerta, la cual firmó Valenzuela también. ¿A dónde está la fuerza de Valenzuela? Los valenzuelistas dicen que es fuerte, ¿Pero dónde está la fuerza de Valenzuela? Cuando vino de ministro al Gobierno empezó a trabajar para presidente de la República, pretendiendo apoderarse del Gobierno de Jalisco y del del Estado de México, y fue fracaso tras fracaso, fue un fracasado, ése sí es torpe político, no como el general Calles que todavía los tiene desvelados, todavía no los deja dormir, que aun cuando ha desaparecido de la política se le siguen enderezando ataques y los demás dicen que no temen a Ortiz Rubio, a Sáenz, sino el coco, a papacito. Este es Calles, el torpe; lo cierto es que le tienen miedo a Calles, eso es lo que pasa, y le tienen miedo porque es fuerte, porque es macho y porque tienen derecho y no hay ninguno de la talla de él entre el grupo valenzuelista ni en ningún otro grupo.

El C. Caloca: Vamos nombrándolo presidente.

El C. Santos: Calles no lo quiso. Al salir del Poder no quiso continuar en el Poder y mucho menos ahora que ha renunciado a él. Y ahí consta, en el DIARIO DE LOS DEBATES, la actuación que hemos tenido aquí, y eso le consta a Caloca, que es de la misma antigüedad; él puede decir si alguna vez he venido a elogiar a Calles cuando las cosas han estado maduras. Me parece que la situación de Calles ahora es sumamente discutida y que es el blanco de todos los ataques y que pasamos por momentos de peligro, aunque se quiera hacer que no se cree. ¡La reacción clerical! Dice el compañero que hay que persuadirlos, que hay que tolerarlos, y eso cuando quieren asesinar al presidente de la República que hace unos cuantos meses entró al Poder, que no les ha hecho nada, que sólo ha negado el indulto dentro de la ley a un individuo de quien en ninguna parte del mundo hubieran entregado su cadáver para que le hicieran procesiones, sino que lo habrían fusilado al pie de un hoyo y le habrían echado tierra para acabar la historia. (Aplausos.) Lo fácil, lo cómodo, es venir a decir eso aquí en los momentos críticos en que todo el mundo está amenazado por el fanatismo, no de católicos, por el fanatismo de individuos de aquí de la capital, que sienten haber perdido las prebendas que les dieron Porfirio Díaz y victoriano Huerta; de individuos que suspiran por aquellos tiempos.

El problema es político; mentira que sea religioso. El problema es político: es del Poder; quieren el Poder, eso es lo que pasa, y el Poder no lo tendrán, porque el Poder es de la Revolución y lo usarán únicamente, bien o mal - más veces bien que mal -, los hijos de la Revolución.

En cuanto a que si Calles ha fracasado hasta en sus mejores obras, como son las presas y las escuelas, yo no soy ingeniero ni agrónomo ni nada que se le parezca, pero soy más ranchero que el compañero Caloca, el que creo, sin ánimo de ofenderlo, que no sabe a los cuantos meses florea el garbanzo.

El C. Caloca interrumpiendo: Yo soy de tierra fría, viejo. ,(Risas.)

El C. Santos: Pero yo he visto con mucho gusto y creo que todo individuo bien intencionado ha visto con muy buenos ojos - la mayoría de los compañeros presentes lo ha visto - cómo Calles, cuando era presidente de la República iba a inaugurar esas escuela granjas muy lejos de la vía, muchas de ellas muy lejos del ferrocarril y ha pasado en medio de una valla de miles de hombres. ¿No es cierto, compañero Gómez, no es cierto que una valla de cinco mil campesinos armados y montados, con sus hijos y sus mujeres, iban ahí a recibirlo, al general Calles, al inaugurar una granja, haciéndole una fiesta espontánea, una cosa bellísima, para que ellos recibieran la escuela granja que les había hecho Calles? Que la construcción quedó un poco mal, que se salió una compuerta, que se rompió alguna cosa, pues eso es un detalle insignificante frente a la intención, frente a la acción del hombre administrativo que quería gobernar para las masas, que se preocupaba por el campo, porque ésa es la forma de preocuparse. En fin, compañero, yo no creo que ni usted ni yo estemos capacitados para juzgar la obra del general Calles. Yo lo vengo a defender porque es la figura más grande, actualmente, de los que viven, de la Revolución. Y ahora no me vaya a querer torcer el cargo de que estoy atacando a Obregón, como decía usted hace un momento, de que quería hacerle un cargo al Ejercito. No, señor, no soy miembro del Ejército, aunque retirado; pero cada vez que hay "bola" vuelvo al Ejército. ¿De manera que cómo voy a atacar a esa institución? Naturalmente que ustedes quieren atacarme de veinte mil modos para ver si así se les cuaja; per de ninguna manera les cuajará. Compañero Caloca, quiero dejar sentado este hecho: los valenzuelistas quedan con los reaccionarios y con los clericales, porque se los quieren atraer. Bien sé yo, como usted y como todos, que el candidato de ellos es Vasconcelos; pero bien sabemos todos que Serrano y Gómez se unieron, que Huerta y Félix Díaz se unieron, y que Vasconcelos, Villarreal y Valenzuela terminarán unidos. Esa es cosa sabida, y la labor que ustedes andan naciendo es preparatoria de esa unificación, además de que resulta cómoda para poder ir tranquilamente a sus casas sin que les truene un cohete por allí.

El C. Caloca interrumpiendo: Pero de los otros.

El C. Santos continuando: No compañero. La cuestión es que hay que definirse: ustedes son valenzuelistas; muy bien ¿pero qué color tiene el valenzuelismo? ¿La tolerancia? ¿El comonfortismo?

Dice que echamos leña a la hoguera. No, señor. Estamos a la defensiva. ¿Qué leña echamos a la hoguera cuando ellos son los que están queriendo asesinar al presidente, cuando asesinan a un camarada nuestro, a un garrotero, que no por la humildad de su empleo es menos respetable y menos digno de ser sentido? Y, sin embargo, nosotros lo sentimos, pero no lo hacemos santo porque murió asesinado por los fanáticos, como ellos hacen santos a los que mueren sentenciados por la ley de la República.

La cuestión, decía, es que hay que definirse. ¿Con quién estamos? ¿De qué color somos? El valenzuelismo es el que viene echando leña a a hoguera; no es Caloca, pero es el valenzuelismo por boca de su jefe Valenzuela, Siervo del Señor, el que amenaza, y si pruebas me pide usted, no se las

15 puedo dar porque no soy delator; pero sí sé que los paniagudos de Valenzuela andan provocando una rebelión, que encabeza, digámoslo con franqueza, el mismo Valenzuela.

Sentamos estos hechos y para que conste en el DIARIO DE LOS DEBATES, hago constar que el compañero Caloca habló aquí con toda libertad y puede seguir hablando cuantas veces quiera, y que el que habla hace el cargo, ante la faz de la nación, a Gilberto Valenzuela, de que pretende ensangrentar nuevamente al país; que él y los que lo secundan son los únicos responsables de lo que pase. Nosotros estamos a la defensiva y claro está que si usan de la violencia, con la violencia tendremos que contestar; pero no somos nosotros los que buscamos, nosotros no somos los que decimos que somos los fuertes, que tenemos la seguridad del triunfo, nosotros no tenemos ningún interés en la violencia, nosotros no tenemos ningún interés en la violencia, nosotros no tenemos más interés que defendernos, estamos a la defensiva; pero queda hecho ese cargo a Valenzuela y le decimos también que si él ataca a Calles, la Revolución le contestará a él, y lo hará responsable en cualquier momento de los que pase en México. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Robledo.

El C. Robledo: Usted me ha aludido, señor Caloca, de miedoso, de cobardía, en el curso de mi discurso.

El C. Caloca: Cobardía espiritual.

El C. Robledo: Ya se entiende, porque no estoy en el caso de tener una pistola al pecho; de una cobardía espiritual que para mí sería más penosa de confesarla, que una cobardía personal. Yo creo que el único motivo que di a su señoría para hacer esa alusión tan desconsiderada, fue el de no haber hecho alusiones personales, si usted sólo estima valientes en la tribuna a los que hagan alusiones ásperas, dígamelo, y no lo trataré con la consideración con que siempre lo he tratado.

El C. Caloca: Igualmente, compañero.

El C. Robledo: Respecto de que yo no haya sido enérgico en el curso de mi peroración, es culpa de mi oratoria, pero no de mis sentimientos, no de mis convicciones. Yo, con toda claridad, con todo calor, con toda energía, reprobé y repruebo ahora el atentado de que fue víctima el licenciado Portes Gil. Quise condenar con palabras torpes, pero no por eso menos enérgicas, reprobé y repruebo ahora el atentado de que fue víctima el licenciado Portes Gil. Quise condenar con palabras torpes, pero no por eso menos enérgicas, menos efectivas ni menos sinceras, el procedimiento de perversión moral que están siguiendo determinados elementos para aprovechar el sentimiento católico, armando a los asesinos para que sacrifiquen a los amigos del pueblo, a los revolucionarios, que están más cerca del cristianismo que esos fanáticos que toman el nombre de Cristo para sus atentados. De manera que si no fui enérgico en este asunto, ahora lo soy porque, como ya digo, no fue falta de mi intención sino de mi oratoria, compañero Caloca. Ahora, yo creo que su señoría y lo mismo el diputado Manrique cuando habló en esta tribuna, han rehuido la verdadera explicación de su odio a los obregonistas que hemos considerado que ser obregonista después de la muerte del general Obregón, es no hostilizar al general Calles, que es otro gran representativo de la Revolución. Desde que el general Obregón cayó bajo la pistola de León Toral, se dividió el obregonismo en dos grupos: uno muy grande, muy considerable y muy respetable, que consideró que la obra de la Revolución era la continuación de la obra del general Obregón; que obregonismo quería decir labor revolucionaria y fraternidad revolucionaria. El otro grupo, pequeño, desarrolló su actuación a base de odios; empezó pro querer enfrentar la personalidad moral y política del general Obregón con la de Calles sin más delito del general Calles en este asunto que el de quedar con la responsabilidad histórica de aquella situación, y considerar estos señores que no quedaban en situación privilegiada dentro del Gobierno que entonces presidía el general Calles. Esa fue desde entonces la actitud de Manrique, de Soto y Gama y del diputado Topete posteriormente.

Nosotros asistimos, como componentes que éramos del Centro Director Obregonista, a toda la urdimbre de esa intriga. Yo oí muchas veces a estos señores hasta insinuar la idea de que podría ser el general Calles el asesino del general Obregón; que podía Calles haberse aprovechado del asesinato del general Obregón; que podía haber sido el autor o haberlo premeditado. Y yo les digo a esos señores que el mejor mentís para todas esas habladas que todavía existen en el Estado de Sonora - gente que acaba de llegar de allá me ha dicho que los valenzuelistas divulgan la especie de que el general Calles quizá no sea ajeno al asesinato del general Obregón -; el mejor mentís, digo, lo dio el mismo Calles, que no pudo tener un gesto más definitivo, más claro, de más responsabilidad para su Gobierno y hasta para los hombres de su Gobierno, que poner al asesino y a la investigación en manos de los íntimos amigos, de los exclusivamente amigos del general Obregón. Después de esto, lo que ha dicho Valenzuela sobre esta materia es absolutamente calumnioso; y esto no lo ha dicho a usted ni lo considero capaz de decirlo; pero se dice en Sonora y en muchos corrillos, de estos corrillos que hay en la capital de la República. De manera que el general Calles sentó como primera piedra de la nueva situación, que el asesinato del general Obregón debía aclararse para hacer recaer el castigo sobre quien fuera culpable, fuera quien fuera, como dijo en aquella memorable junta de palacio. ¿Cuál es el motivo porque pretenden, si no es para aprovechar a situación política, para enfrentar la figura del general Calles con la del general Obregón? Yo a este respecto diré al compañero Caloca que una vez que hablé, que hará dos o tres años, no me acuerdo la fecha, hablando con el general Obregón de los obregonistas que eran enemigos de Calles, y probablemente nos referimos a algunos otros del Partido Nacional Agrarista, dijo Obregón y esto lo repitió solemnemente en el discurso de Mérida: "Yo estoy satisfecho porque Calles es una columna de la Revolución; la actuación de Calles como revolucionario merece todo respeto, es imposible que no haya determinadas diferencias políticas entre algunos amigos míos en apreciaciones de interés, de conflictos de estados, con los amigos del general Calles. Pero yo le digo a usted, Robledo, que son

16 mis amigos los amigos del general Calles; que son mis enemigos los enemigos del general Calles; que son mis enemigos los enemigos del general Calles; pero son más enemigos míos los que diciéndose mis amigos son enemigos del general Calles". Y el general Obregón nunca rectificó esa apreciación; de manera que nosotros tenemos la obligación de creer al general Obregón, porque era un hombre muy sincero y esa apreciación suya, definitiva, es enteramente favorable al general Calles, como administrador y como revolucionario. El general Calles pudo tener el gesto aquél que apuntaba el compañero Caloca de que se hubiera aislado en Soledad de la Mota y hubiera vigilado la situación desde allí, sin hacer ninguna declaración, no haber permitido que se discutiera su personalidad y volver a intentar en una convención presidencial ser presidente de la República. El general Calles tuvo en esto un alto gesto de conciencia y de desinterés La Revolución no ha tenido más caudillo completo - lo que se llama un caudillo que disculpe por la grandeza de su actuación, que disculpe la extensión de su poderío revolucionario, por la nobleza con que lo ejercía - , no ha tenido más caudillo que el general Obregón. Y el general Calles, comprendiendo que no era conveniente ni posible que él se constituyera en sucesor, como caudillo, del general Obregón, aceptó de plano que debíamos entrar al régimen institucional e hizo el sacrificio de lo que fuera halago para su persona, retirando para siempre su postulación a la Presidencia de la República y posteriormente retirándose de la política visible, para quedarse en el seno de su hogar y servir sólo, cuando lo llamen los amigos, como soldado en las filas de la Revolución.

Esto, en vez de merecer la censura de Valenzuela, en vez de provocar esas diatribas de Valenzuela, debía ser motivo de admiración para los mismo valenzuelistas. (Aplausos.) Yo creo, compañero Caloca, que a pesar de la ignorancia en que está usted de esos asuntos - porque lo creo siempre sincero - el cambio de conducta del licenciado Valenzuela al pisar las tierra de Sonora, no da la medida de su insinceridad y de sus intenciones.

El licenciado Valenzuela usaba palabras evangélicas y franciscanas cuando estaba en esta metrópoli: parecía una melosa pastoral cada declaración del licenciado Valenzuela, y es que Valenzuela no es valiente; el licenciado Valenzuela jamás se atrevió a decir ya no una palabra del general Calles, sino de ningún político de menos categoría, mientras estuvo en México. Valenzuela vivía miedoso, recluido en su casa, diciendo que su corazón desbordaba de amor para todos los mexicanos, sin distinción, pero él, Valenzuela, llegó a Sonora al abrigo del gobernador Topete, y el licenciado feroz en su discurso, ataca a Calles, habla de destruir este régimen podrido; dice palabras francamente subversivas; si no va a la Revolución, lo parece en su discurso. Es claro que si Valenzuela se encontrara trasladado en un aeroplano a esta capital, volvería a llenarse de amor y de concordia; pero en Sonora se pone piel de león el cordero. (Aplausos.)

El último cargo que quiero desvanecer de los que os hizo aquí el compañero Caloca, como grupo revolucionario, que está en contienda franca con los valenzuelistas: dice que Calles y por ende todos lo que estamos en el Partido Nacional Revolucionario, resultamos malos políticos porque tenemos dos candidatos; yo creo que hubiéramos sido políticos pésimos teniendo un solo candidato. Nosotros todavía, yo estoy seguro, aunque no estoy autorizado para decirlo, es opinión mía verdadera, pero estoy seguro de que la respaldaría la mayoría del Partido Revolucionario , aceptaríamos en la Convención no ya tan sólo al licenciado Sáenz, y a Ortiz Rubio, sino aun a Valenzuela y a Vasconcelos e invitar a todo mexicano que quisiera sumar sus esfuerzos al del Partido Nacional Revolucionario, para resolver en una convención pacífica y democrática el problema de la sucesión presidencial; en eso no nos mostramos torpes, sino convencidos de que el primer paso hacia la democracia mexicana es resolver nuestro asuntos, no con prédicas subversivas, sino acudiendo al corazón de la República, a una convención en que sólo vale el voto y en la que se lleva el propósito noble de sujetarse a la derrota cuando la derrota le imponga esa sujeción. (Aplausos ruidosos.) Realmente la primera vez que hablé, compañero Caloca, estaba mucho más frío.

El C. Caloca interrumpiendo: Sí, desde luego.

El C. Robledo continuando: Yo no sé hablar sin polémica; a mí me excita la polémica. Me alegro de que haya venido aquí usted, no por una consideración como ha dicho aquí guasonamente el compañero Santos, sino porque en el Senado no quisimos hacer motivo de elección los criterios que respecto a candidatos a la presidencia de la República tuviera cada uno.

El C. Santos interrumpiendo: ¡Para darle sabor al caldo!

El C. Robledo continuando: Efectivamente, le ha dado sabor al caldo; nos ha venido a dar oportunidad para cambiar con serenidad algunas ideas. No hay, pues, cobardía. Yo le ruego que jamás vuelva a confundir mi espíritu, que realmente se propone ser sereno, con el espíritu de los cobardes. Más cobardes son los que desde la sombra están armando a los asesinos y a los dinamiteros para dar al traste con las instituciones revolucionarias de la República. (Aplausos.)

El C. secretario Cuéllar: Está a discusión la proposición del ciudadano, diputado Santos: que se envíe una Comisión a felicitar al presidente de la República para haber salido ileso del atentado en su contra. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

Por orden de la presidencia se nombra la siguiente Comisión: Filiberto Gómez, Gonzalo N. Santos, Juan de Dios Robledo, Praxedis Balboa, Bartolomé García Correa y secretario José María Cuéllar.

El C. presidente a las 14.24 horas: Se levanta la sesión pública y se pasa a secreta.