Legislatura XXXVIII - Año III - Período Ordinario - Fecha 19421117 - Número de Diario 18

(L38A3P1oN018F19421117.xml)Núm. Diario:18

ENCABEZADO

MÉXICO, D.F., MARTES 17 DE NOVIEMBRE DE 1942

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO III.- PERIODO ORDINARIO XXXVIII LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 18

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DIA 17 DE NOVIEMBRE DE 1942

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de la sesión anterior.

2.- Proyecto del Ejecutivo que reforma los artículos 1o., fracción, y 166, fracción III, y se adiciona el artículo 9o. de la Ley de Vías Generales de Comunicación. Trámite: A la Comisión de Vías Generales de Comunicación e imprímase.

3.- Cartera.

4.-A discusión en lo general el dictamen de la 1a. Comisión de Justicia que consulta una iniciativa que reforma los códigos Penal y de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorios Federales en materia de Fuero Común y para toda la República en materia federal, restableciendo la pena de muerte. Intervienen en el debate numerosos ciudadanos diputados. Se suspende la discusión del dictamen.

5.-A invitación del C. diputado Reynaldo Lecona Soto se nombra una comisión para que asista a la inauguración de un centro escolar en Xochimilco. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. ANTONIO BETANCOURT PÉREZ

(Asistencia de 90 ciudadanos diputados).

El C. Presidente (a las 12.58): Se abre la sesión.

-El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio (leyendo):

"Acta de la sesión celebrada por la H. Cámara de Diputados del XXXVIII Congreso de la Unión, el día trece de noviembre de mil novecientos cuarenta y dos.

"Presidencia del C. Jacinto López.

"En la ciudad de México, a las doce horas y cincuenta y cinco minutos del viernes trece de noviembre de mil novecientos cuarenta y dos, se abre la sesión con asistencia de noventa ciudadanos diputados, según consta en la lista que el C. secretario Luis Márquez Ricaño pasó previamente.

"En votación económica y sin discusión es aprobada por la Asamblea el acta de la sesión anterior que se efectuó el día diez del mes en curso.

"En seguida la Secretaría da cuenta con los documentos en cartera:

"La Cámara de Senadores Participa que eligió, para funcionar, durante el corriente mes, como presidente, al C. Fernando Amilpa, y como vicepresidentes, a los CC. Heberto Sala Rueda y J. Trinidad García.- De enterado.

"La Cámara de Senadores participa que acordó invitar a ésta de Diputados para formular conjuntamente una declaración respecto del móvil que ha tenido el Gobierno de México para romper con el de Vichy, y cuáles han sido los motivos por los que ambas cámaras se han solidarizado con esta resolución del Ejecutivo.

"El C. diputado Alfonso Peña Palafox usa de la palabra y solicita se apruebe esta invitación de la Cámara de Senadores, después de lo cual la Asamblea, en votación económica, la aprueba, y es designa a los CC. diputados Adolfo Manero, Alejandro Carrillo, Alfonso Corona del Rosal y Leopoldo Zincúnegui Tercero para darle cumplimiento.

"La Cámara de Senadores devuelve, para los efectos del inciso e) del artículo 72 de la Constitución y en virtud de haberlo modificado, el proyecto de decreto que exime del pago del impuesto a empresas mercantiles e industriales, a las personas físicas o morales, establecidas en el Distrito Federal, que se dediquen a la fabricación o al comercio exclusivos de aparatos de calefacción destinados a usos domésticos, en los que no se emplee, como combustible, carbón vegetal.- Recibo, y a la Comisión de Impuestos.

"La Legislatura del Estado de Chiapas participa que, con fecha 1o. del mes en curso, abrió el primer período ordinario de sesiones correspondiente al primer año de su ejercicio legal.- De enterado.

"La Legislatura del Estado de Morelos comunica que eligió presidente y vicepresidente de su Mesa Directiva para el mes en curso.- De enterado. "La Legislatura del Estado de Oaxaca participa que, con fecha 30 de octubre, renovó su Mesa

Directiva y da a conocer la forma en que estará integrada durante el presente mes.- De enterado.

"La Legislatura del Estado de Sinaloa da a conocer la forma en que se encuentra integrada su Mesa Directiva durante el presente mes.- De enterado.

"Los ciudadanos diputados Rafael Rionda, Manuel Bernardo Aguirre y Leopoldo Zincúnegui Tercero presentan un proyecto por el que se reforma el decreto que concede pensión a la señora Sofía Goytia viuda de Silva Vera, y a sus hijos Ernestina y Rafael Silva Goytia.- A la Comisión de la Defensa Nacional en turno.

"El C. Gabriel L. Barranco solicita el permiso constitucional necesario, a fin de aceptar y de desempeñar el cargo de vicecónsul honorario de los Países Bajos en el puerto de Veracruz.- Recibo, y a la Comisión de Relaciones Exteriores.

"Dictamen de la Comisión de Relaciones Exteriores que termina con un acuerdo económico considerando improcedente la proposición que hicieron varios ciudadanos diputados para que se dirija un llamado a los América Latina.- Aprobado sin discusión.

"Dictamen de la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales que propone se archive el expediente formado con la iniciativa del C. diputado José Ch. Ramírez para reformar la fracción X del artículo 73 constitucional, en virtud de que ya fue hecha esa reforma.- Sin discusión es aprobado.

"Dictamen de la 1a. Comisión de Justicia sobre el proyecto presentado por el C. diputado Eduardo Hernández Cházaro, y que termina con una iniciativa que reforma los código Penal y de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorio Federales en materia de Fuero Común, y para toda la República en materia de Fuero Federal, restableciendo la pena de muerte.- Imprímase y se señala su discusión el próximo martes diecisiete.

"A las trece horas y veinticinco minutos se levanta la sesión, citándose para el próximo martes diecisiete, a las doce horas".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

-El mismo C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio (leyendo):

"Estados Unidos Mexicanos.- Poder Ejecutivo Federal.- México, D.F.- Secretaría de Gobernación.

"CC. secretarios de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.-

Presentes.

"Para los efectos constitucionales, con el presente me permito remitir a ustedes Iniciativa de Ley que el C. Presidente de la República somete a la consideración de esa H. cámara, para que se reformen los artículos 1o., fracción VII, y 166, fracción III, de la Ley de Vías Generales de comunicación; adicionando, además, el artículo 9o. de la propia ley.

"Al rogar a ustedes dar cuenta con el citado documento a esa propia H.

Cámara, les reitero mi consideración distinguida.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.

"México, D.F., a 13 de noviembre de 1942.- Por acuerdo del C. Secretario, el oficial mayor, Adolfo Ruiz Cortines.

"Estados Unidos Mexicanos.- Presidencia de la República.

"A los CC. secretarios de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

Presentes.

"La Ley de Vías Generales de Comunicación en vigor, en sus artículos 166, 167 y 168, se refiere al otorgamiento de concesiones para la explotación de puentes, sin admitir que pueden otorgarse simples permisos para ese efecto; además de que en el artículo 9o., al señalar los casos en que sólo se requiere permiso para explotar una vía de comunicación, no incluye el de los puentes.

"Esta omisión provoca situaciones inconvenientes como acontece al solicitarse autorización para construir y explotar puentes de carácter provisional, cuando por el crecimiento de ríos y avenidas en la época de lluvias son arrasados los puentes construídos, en cuyo caso debería ser suficiente un permiso administrativo para su establecimiento y construcción.

"Es, por lo tanto, necesario conceder a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas el control de los puentes que, aun cuando no formen parte de las vías generales de comunicación, se construyen sobre corrientes de jurisdicción federal, por ser indispensable que tales obras sean vigiladas por las autoridades federales a cuya jurisdicción están sometidas las corrientes mismas.

"En consecuencia de lo expuesto, y haciendo uso de la facultad que me concede la fracción I del artículo 71 de la Constitución General de la República, me permito someter al H. Congreso de la Unión, por el digno conducto de Vuestras Señorías, la siguiente iniciativa de ley:

"Artículo primero. Se reforma el artículo 1o., fracción VII, inciso b), de la Ley de Vías Generales de Comunicación, en los siguientes términos: "VII. Los puentes...... b) Los ya construídos o que se construyan sobre vías generales de comunicación o sobre corrientes de jurisdicción federal.

"Artículo segundo. Se adiciona el artículo 9o. de la misma Ley de Vías Generales de Comunicación, con una nueva fracción que diga:

"VIII. Los puentes de carácter provisional y los definitivos de escasa importancia, a juicio de la Secretaría de Comunicaciones.

"Artículo tercero. Se reforma la fracción III del artículo 166 de la Ley de Vías Generales de Comunicación, en los términos siguientes:

"III. Los permisos para construir y explotar puentes de carácter provisional, podrán otorgarse por el término improrrogable de cinco años como máximo. "Protesto a Vuestras Señoríaslas seguridades de mi atenta y distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.

"México, D.F., 23 de octubre de 1942.- El Presidente de la República, Manuel Ávila Camacho".-

Recibo, y a la Comisión de Vías Generales de Comunicación e imprímase

-El C. secretario Gutiérrez Roldán Emilio (leyendo):

Telegrama procedente de: Tijuana, B.C., 10 de noviembre de 1942.

"Presidente Cámara de Diputados.- Cámara de Diputados.- México, D.F.

"Por esta misma via envío mi renuncia al C. Ministro de Francia de mi puesto de Agente Consular Honorario de Francia, por no estar de acuerdo con la política de Vichy. Como esa Honorable Cámara concedióme el permiso para servir legalmente a un gobierno extranjero, tengo el honor de ponerlo en su conocimiento para los fines consiguientes.

"Respetuosamente.- Doctor Serrando Osorio Camarena",- De enterado, felicitándolo por su actitud.

- -El mismo C. Secretario (leyendo):

"La Legislatura del Estado de Guanajuato participa que, con fecha 13 del actual, renovó su Mesa Directiva".- De enterado.

- "La Legislatura del Estado de Nuevo León comunica que, con fecha 3 del actual, se hizo la renovación de su Mesa Directiva, la que quedó integrada en la forma que da a conocer".- De enterado.

- "La Legislatura del Estado de Tamaulipas da a conocer la forma en que se encuentra integrada la Mesa Directiva que eligió para actuar durante el presente mes".- De enterado.

"La Legislatura del Estado de Tlaxcala comunica que eligió Presidente de la misma, para el mes en curso, al C. diputado Enrique González".- De enterado.

-El mismo C. Secretario (leyendo):

"Primera Comisión de Justicia.

."H. Cámara de Diputados:

"A esta 1a. Comisión de Justicia fue turnada la iniciativa de nueve de octubre de mil novecientos cuarenta del C. diputado y coronel Eduardo Hernández Cházaro, sobre el restablecimiento de la pena de muerte.

"La licitud de esta proposición encuentra su apoyo en el artículo 22 de la Constitución Política del país que en su párrafo tercero señala con claridad que puede imponerse la pena de muerte al traidor a la patria en guerra extranjera, al parricida, al homicida con alevosía, premeditación o ventaja, al incendiario, al plagiario, al salteador de caminos, al pirata y a los reos de delitos graves del orden militar. Aceptamos el proyecto en términos generales, ya que sus fundamentos son bastantes para acreditar el restablecimiento de pena tan trascendental.

"Desde luego manifestamos que el primer campo explorado por esta Comisión para llegar al acuerdo anterior fue el de la estadística, que con todas sus deficiencias nos lleva a la conclusión de que la sociedad debe velar por la vida de sus miembros y de garantizarla por todos los medios que tenga a su alcance, a fin de obtener la propia seguridad de la convivencia humana.

"Resulta obvio manifestar que los regímenes penales de los más importantes países demócratas del mundo, consideran en sus legislación punitiva, como medios de defensa para la sociedad, la pena de muerte. No hemos creído conveniente entrar al estudio del aspecto filosófico de esta pena que ha sido, en nuestro concepto, explorada con toda acuciosidad por los sostenedores y los abolicionistas de la pena de muerte.

"La realidad de nuestro medio, más que otra cosa, es la que ha influído en nuestro ánimo para llegar a proponer a esta Honorable Asamblea la aprobación del proyecto de reformas al Código Penal, que pretenda la creación de pena tan trascedental. La benignidad de nuestras leyes, la ausencia de sentido de responsabilidad, la anestesia moral de la sociedad, son elementos bastantes, a nuestro juicio, para tomar el acuerdo de someter a la consideración de esta Asamblea el presente dictamen que se inclina a considerar, cuando menos en su aspecto de defensa para la sociedad, justa y racional, la privación de la vida para delincuentes no ocasionales, ni pasionales, sino para aquellos que han hecho del crimen una escuela, que puede llevar a los distintos elementos o grupos que forman parte de la sociedad, al grado de retrogradar en la aplicación de la justicia.

"En consecuencia, dictaminamos proponiendo a esta H. Asamblea el siguiente proyecto de ley:

"Se reforman los códigos Penal y de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorios Federales en materia de Fuero Común y para toda la República en materia de Fuero Federal, como sigue:

"Código Penal.

"Artículo 24. Las penas y medidas de seguridad son:

"1. Privación de la vida.

"(Las demás recorren su numeración).

"Artículo 24 bis. La privación de la vida solamente se aplicará en los casos estrictamente señalados por esta Código y siempre que no medie alguna circunstancia excluyente de responsabilidad perfectamente comprobada.

"Quedan exceptuados de esta sanción las mujeres, los adultos que hayan cumplido sesenta años y los menores de dieciocho años; aplicándose en estos casos lo establecido para la substitución de sanciones.

"Quedan igualmente exceptuados lo delincuente comprendidos en los artículos 67 y 68, a quienes se les aplicará el tratamiento fijado por los mismos y el que señala el artículo 69 de este Código.

"Para la ejecución de la pena de muerte se

estará a la reglas que fija el Código y el de Procedimientos Penales.

"Artículo 64. En caso de acumulación. . . . . . .

"La pena capital no puede agravarse con ninguna otra pena, ni circunstancia, aun cuando haya acumulación de delitos.

"Artículo 72 bis. La substitución de la pena de muerte se hará cuando el delincuente sea mujer, o haya cumplido sesenta años. En estos casos la pena de muerte será substituida por la de 20 años de prisión. La substitución para el menor de dieciocho años se hará de acuerdo con el artículo 120 del Código Penal.

"Artículo 75 bis. La conmutación de la pena capital no será forzosa en dos casos:

"I. Cuando hayan pasado cinco años contados desde la notificación al reo de la sentencia irrevocable en que se le impuso, y

"II. Cuando después de ésta se haya promulgado una ley que varíe la pena y concurran en el reo las circunstancias que la nueva ley exija.

"Artículo 75 bis a) La conmutación de la pena de muerte se hará por la de 30 años de prisión en el primero de los casos anteriores y de acuerdo con la nueva ley en el segundo.

"Artículo 78 bis) La pena de muerte será ejecutada en el lugar cerrado que señale el Departamento de Prevención Social, sin otros testigos que los funcionarios a quienes imponga este deber el Código de Procedimientos Penales, y un sacerdote o ministro de culto, si el reo lo pidiere.

"Artículo 78 bis a) La pena de muerte no se ejecutará en domingo, ni en otro día festivo de los designados como tales por la ley y se concederá siempre al penado un plazo que no exceda de tres días, ni baje de veinticuatro horas, para que se le ministren los auxilios espirituales que pida y haga su disposición testamentaria.

"Artículo 78 bis b) La ejecución se participará al público por medio de carteles en estrados o en los lugares en que se acostumbre fijarlos, en el lugar de la ejecución y en el del domicilio del reo, expresando su nombre y su delito.

"Artículo 78 bis c) Su cuerpo será sepultado sin pompa alguna, ya sea que el entierro lo mande hacer la autoridad, o lo verifiquen los parientes o amigos del reo.

"Artículo 97. Podrá concederse indulto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

"El indulto de la pena de muerte sólo significa su conmutación por la de 30 años de prisión, salvo el caso del artículo 96, en que se pondrá al sentenciado en libertad absoluta.

"Artículo 107 bis. A los que en guerra con otra nación, o con cualquier otro enemigo extranjero, tomen las armas contra México, sirviendo en las tropas enemigas como generales, en tropas regulares, o como jefes de bandas o tropas irregulares, se les sancionará con la pena capital.

"Artículo 129. Se aplicará la pena de muerte:

"I. Al que declarada la guerra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . "Cuando las noticias no tengan.................................................

"II. Al funcionario público que. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . "En cualquier otro caso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . "Artículo 320. Se impondrá la pena de muerte al autor de un homicidio en que concurran dos de las calificantes de premeditación, ventaja alevosía o traición.

"Artículo 324. Se impondrá la pena de muerte al autor del delito de precidio cometido a traición, con alevosía o con ventaja. En los demás casos se le castigará como homicida.

"Artículo 366. Se impondrán de 5 a 20 años de prisión y multa de . . . . .

I. Cuando se trate de obtener rescate. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . "II. Cuando se haga uso de amenazas graves. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . "Si el delito se comete en camino despoblado, o en paraje solitario, o si es de robo de infante menor de 7 años y extraño a la familia del plagiario, se impondrá a éste la pena capital si en el transcurso de tres días no pone en libertad al secuestrado y sin haberle causado daño grave en su persona, ni menoscabo en sus bienes a título de rescate.

(Quedan suprimidas las fracciones III, IV y V).

Si el plagiario pone en libertad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

"Artículo 381 bis. Se impondrá la pena capital al que perpetre un robo en camino público y se cometa homicidio, se viole una persona, se le dé tormento o por otro medio se le haga violencia que le cause lesión de las que mencionan los artículos 291, 292 y 293 del Código Penal.

"Artículo 297 bis. Cuando, además de los daños causados que se mencionan en en artículo anterior, el incendio intencional causare la muerte o una lesión de las enumeradas en los artículos 291, 292 y 293 del Código Penal, se le impondrá al incendiario la pena capital.

Código de Procedimientos Penales.

"Artículo 582 bis. Para la ejecución de la pena de muerte, el Departamento de Prevención Social solicitará del Comandante de las Fuerzas Militares su auxilio y señalará el lugar en que deba hacerse la ejecución, ajustándose a lo que previenen los artículos 78 bis, 78 bis a), 78 bis b) y 78 bis c), del Código Penal. Sólo podrá llevarse a cabo la ejecución bajo la vigilancia del personal que designe el citado Departamento.

"Artículo 601 bis. La solicitud interpuesta por el penado a muerte suspende la ejecución.

"Artículo 612 bis. La solicitud de indulto presentada por el sentenciado a muerte suspende la ejecución.

"Artículo único. La solicitud de substitución suspende la ejecución del sentenciado a muerte. El menor de dieciocho años quedará al cuidado de Departamento de Prevención Social, de acuerdo con lo dispuesto por el Código Penal, aunque el delito cometido fuere de los sancionados con la última pena. "Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, D.F., a 12 de noviembre de 1942.- Licenciado Fernando López Arias.- Licenciado José Alfaro Pérez.- Ingeniero Ricardo Acosta V.".

Está a discusión en lo general. Se abre el registro de oradores.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Félix Díaz Escobar en contra.

El C. Félix Díaz Escobar Alfredo: Señores diputados: Vengo a esta tribuna a dar mi opinión sobre el dictamen que presenta la Comisión a quién se turnó el Proyecto de Reformas al Código de Procedimientos Penales del Distrito y Territorios Federales, para reimplantar la pena de muerte, en su aspecto fundamental, opinión que expresé sobre este mismo asunto hace más de dos años en que fue presentado a la consideración de esta Honorable XXXVIII Legislatura al Congreso de la Unión.

El argumento básico del proyecto que se ha sometido a la consideración de la Honorable Cámara de Diputados al Congreso de la Unión para reformar las leyes penales vigentes en el Distrito y Territorios Federales, en el sentido de reimplantar la aplicación de la pena de muerte para ciertos delincuentes es, en síntesis, oponer un dique al pavoroso aumento de la criminilidad, especialmente en lo que a los delitos de sangre se refiere.

Nadie puede objetar ese aumento de la delincuencia que, comparándose con las estadísticas anteriores, aparece exagerado porque no se tiene en cuenta que también la densidad de población ha crecido en volumen y con él, el porcentaje de criminalidad.

Pero demos por indiscutible el hecho y concedámosle esa premisa a la argumentación que funda el proyecto para reclamar del Estado la resurrección de penas que significan una regresión hacia el primitivismo casi salvaje de los legisladores medioevales y aun más allá, al rigorismo de la Ley Romana, fundamento, a través de los siglos, de las modernas legislaciones. Pero esas legislaciones envejecidas y aplicables para una sociedad embrionaria, deben modificarse de acuerdo con el avance de los elementos constitutivos de la sociedad: educación, religión, costumbres, etcétera; y así como sería monstruoso en nuestros días aplicar el tormento como medio de prueba; el juicio de Dios como inspirador de fallos dudosos (tal como lo acostumbrara la Inquisición); la pena de azotes, la infamante de la marca corporal, el cercenamiento de miembros, la prisión por deudas, el ergástulo, el cepo; así resulta igualmente monstruosa la pena de muerte contemporánea de aquéllas. Porque así como todos esos sistemas punitivos y de procedimientos judiciales fueron desechados por infecundos en la actual civilización, así debe de estudiarse la estructura de la legislación moderna para aplicarla a los delincuentes, de acuerdo con la idiosincrasia especial de cada país, de acuerdo con sus costumbres, con su educación y con su peculiar manera de ser, para no caer en el simplismo de dictar leyes que solamente quedan escritas en el papel por su inadaptabilidad al medio, o que resulten ridículas por su pequeñez o perversas por su excesivo rigor.

Antes que todo, debemos juzgar el proyecto de referencia desde el punto de vista general de su equidad: ¿ Tiene el Estado el derecho de la privación de la vida? ¿La privación de la vida como pena, es por su ejemplaridad, capaz de la regeneración del delincuente? ¿Existen otros medios de represión bastantes a

producir esa regeneración del delincuente mediante ellos?

La vida humana no es un simple derecho de contenido exclusivamente jurídico, sino algo mucho más importante: es el fenómeno máximo de la naturaleza, es el bien por excelencia de la misma, y por tanto: como ese don supremo no procede del Estado ni es él quien lo concede, tampoco tiene derecho a destruirlo, ni a privar de su uso a su poseedor, (lógica rudimentaria).

El poder intimidatorio de la pena de muerte es, en mi concepto, ineficaz para alcanzar el objetivo de la represión del delito porque su efecto depende del grado intelectual, cultural, mental, económico y hasta idiosincrático y psicológico de cada individuo; lo que para unos es castigo formidable, para otros es pena leve y llevadera. En nuestro medio la vida humana vale muy poco en opinión de la mayoría de los habitantes que tienen a gala arriesgarla continuamente y por los más fútiles motivos; ese desdén por la vida, generalizado en un gran número de ciudadanos y precisamente entre aquellos que más propensos están a delinquir por las circunstancias y medio en que se han desarrollado, por la falta de cultivo moral e intelectual, le quita a la pena de muerte casi todo su poder de intimidación, porque entre nosotros, repito, no se le tiene miedo, y si esta muerte llega, no imprevista y obscura en cualquiera encrucijada o taberna; sino que llega rodeada de todo el aparato espectacular que le da a su ejecución como pena, los caracteres de una verbena popular, entonces sería muy deseable para muchos sujetos cuya morbosidad les haría creer aparecer como héroes gloriosos, ante los millares de curiosos que les verían morir "como los hombres", y así el delincuente "castigado" por la ley, marcharía al paredón erguido, altivo, ciñendo sobre su frecuente, según él y la mayoría de los espectadores, la corona del vencedor, desafiante y altanero, poniendo el ejemplo de su muerte a sus futuros imitadores.Ya se ha visto cómo, según acontece con el suicidio que aparece por rachas de imitación, una ejecución pública trae consigo un aumento de crímenes a raíz de su realización.

Desde luego un sistema penitenciario riguroso produciría en la deseable prevención de la delincuencia, un efecto mucho más intimidatorio que la pena de muerte: para morir todos estamos prontos, pero, ciertamente, que no lo estaremos para pasarnos veinte o más años recluídos dentro de una celda, sujetos a una disciplina de hierro, cuya primera manifestación sería el trabajo constante y forzado para procurarse el sustento.

Cuando en el Distrito Federal estuvo en vigor el sistema con que se inauguro la Penitenciaría, según el cual un primer período, una parte de la pena era de rigurosa incomunicación para el penado, le permitía, si observaba buena conducta, algunas ligeras concesiones y pasar al segundo período donde el aislamiento era parcial y, finalmente, a un tercero, en que el reo, siempre si a ello era

acreedor podía salir bajo custodia y comunicarse con su familia; la criminalidad en México disminuyó considerablemente sólo por el temor del delincuente a sujetarse a un sistema penitenciario, pues por su organización más adecuada que la actual, hacía posible un verdadero castigo y una probable regeneración, cuya organización tampoco era satisfactoria. Un sistema semejante o más bien mejorado, sin romanticismos, sin indultos lacrimosos, sin falsas piedades, sin compasiones morbosas, sin debilidades, ni concesiones, dará mucho mejor resultado en el orden de la temibilidad de las penas que la aplicación de la capital, muchísimo tiempo después que el delito se ha cometido, y cuando el horror que éste produjo se ha olvidado, para dar lugar a una gemebunda compasión hacia el delincuente que no la tuvo para sus víctimas y que mañana se verá rodeado por el aura popular en un día de glorioso final a su carrera de crimen, para ejemplaridad inversa; para invitar a sus imitadores.

Pero hay otra consideración de muy significativa importancia: el ambiente de inmoralidad en que nuestros tribunales, algunos de ellos, naturalmente, viven y actúan, y que ofrecen muy pocas garantías a la majestad, severidad y justicia función de aplicación de las penas, a las que, si en algunos casos y aunque trabajosamente puede modificarse, dejarían amplio campo para los "errores judiciales", más o menos voluntarios, que con la pena de muerte no podrían repararse.

En resumen: la pena de muerte no debe de restablecerse en nuestra legislación como se ha propuesto a la Honorable XXXVIII Legislatura al Congreso de la Unión a la que me honro en pertenecer, porque no llena las condiciones necesarias de represión de la criminalidad y de regeneración social, por antinatural e injusta, por violadora del supremo derecho a vivir y por inútil y contraproducente en nuestro medio. Para lograr la defensa de la sociedad ante los avances constantes de la criminalidad, siempre creciente en proporción al aumento de la producción, revísense los sistemas penitenciarios de aislamiento y prevención, sin debilidades ni complacencias: que la ley se aplique dura e implacable para quien merezca el castigo de la sociedad, no solamente para los delitos de sangre sino para los de todo orden incluyendo, principal y fundamentalmente a las autoridades corrompidas y jueces venales que trafiquen con la administración de la justicia, la miseria, la ignorancia y el dolor humano. (Aplausos).

Precisamente la depuración de la justicia en México, aplicando rigurosamente la ley, es más efectiva que la aplicación de la pena de muerte, porque los delincuentes en México, excepción hecha de casos aislados, son producto del medio social en que se desarrollan: miseria, ignorancia, pobreza, vicio, inmundicia. Debe el Estado avocarse a la resolución de los problemas de la población humilde para evitar el medio favorable a la creación de los delincuentes. Esto debe modificarse por sistemas penitenciarios, imponiendo una disciplina de hierro que haga temible la prisión para los delincuentes, y ello hará que se produzcan menos delincuentes que si se aplicara la pena de muerte. Muchas gracias. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Hernández Cházaro en pro.

El C. Hernández Cházaro Eduardo: Señores diputados: acabamos de escuchar al compañero Félix Díaz. Su voto es en contra; sus argumentos escritos en pro. (Aplausos). Gracias, compañeros.

Cuando yo presenté este proyecto a la Cámara de Diputados, lo hice porque los crímenes que asuelan el Distrito Federal, eran pavorosos; pero dada la trascendencia del asunto en cuestión, no traté de que se festinara ni que se hiciera en una forma precipitada, y así fue como ese proyecto se envío a los penalistas, se envío a la Escuela de Jurisprudencia y a las diferentes barras de abogados. Queríamos conocer la opinión de esas gentes, entre las cuales hay penalistas famosos.

Hago este preámbulo para que se vea que el objetivo, que la iniciación de este asunto fue de altura, fue completamente serena, fue seria, puesto que va de por medio la vida humana.

Se dice por allí que si esta ley se volviera a implantar en el Distrito Federal, sería, antes que nada, aplicada a los pobres. Compañeros: yo no traigo estadísticas, es decir, las tengo, pero no se las voy a leer a ustedes.

Los pobres, puedo asegurar a ustedes, que por cada noventa pobres que mueren asesinados, muere un rico. Leamos la prensa diaria, tomemos cualquier periódico y veremos cómo en los barrios pobres, en las piqueras, en los antros, no impera más ley que la del cuchillo, que la de la pistola. Las colonias burguesas, las colonias en las que viven los adinerados, son, desgraciadamente, las más protegidas. Pocos son los ricos, señores, que no tengan un mozo armado en su casa; pocas son las colonias, señores, donde viven los burgueses que no estén bien vigiladas.

Entonces, al presentar yo esta iniciativa, no lo hice bajo ningún concepto con el deseo de que se vertiera más sangre. De ninguna manera. El objeto que he perseguido es ver si se puede poner freno a los criminales; algo que los atemorice, algo que los detenga.

Tenemos un caso muy fresco en la capital de la República; tenemos un bribón que se apellida Pizá, que, después de haber abandonado a una mujer con dos hijos, se fue con otra mujer. La abandona, no se preocupa nunca por la educación de sus niños, no se preocupa nunca por la alimentación de esas criaturas; pero sí se sintió lo suficientemente macho para venir a arrebatarles la vida y con alarde de fanfarronería darse un golpe en la cabeza pregonando con ello que se quería suicidar. Y yo pregunto a ustedes, señores diputados, si vale la pena que el gobierno gaste dinero en mantener a esta clase de tipos. Seguramente que no; indiscutiblemente que no. Vayamos a dar una vuelta a las prisiones, y nos encontraremos allí a los reclusos oyendo un radio, jugando damas y llevando una vida placentera. Hablamos de regímenes penitenciarios. Señores: ¿nuestro país es un país rico? ¿Vale la pena que el

gobierno distraiga los fondos de la colectividad para proporcionar a estas gentes, profesores, bibliotecas, centros de recreo, para su regeneración, o que hagamos uso de esos fondos, como decía el compañero Félix Díaz, para educar a nuestros niños, para labor social, para que el pueblo honrado y que trabaja, merezca la protección del gobierno? Es una desgracia que nos preocupemos tanto por la libertad de los criminales, por su bienestar. Tengo en mi poder una carta que recibí, cuando presenté este proyecto, del Director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de México. Esta carta dice así señores:

"En relación con su atenta carta de fecha 26 de octubre último, me es grato transcribir en seguida la comunicación que con fecha 18 de los corrientes se sirvió dirigirme el señor licenciado Toribio Esquivel Obregón, Profesor de esta escuela, expresando sus puntos de vista acerca del proyecto de ley presentado por usted a la H. Cámara de Diputados.

"He recibido la circular fechada el 9 del mes en curso pidiendo mi opinión acerca del proyecto de ley presentada a la Cámara de Diputados por el señor coronel don Eduardo Hernández Cházaro para que se reformen los Códigos Penal y de Procedimientos Penales para el Distrito y Territorios Federales en el fuero común, y para toda la República Mexicana, tendiente a restablecer la pena de muerte.

"No solamente creo en la eficacia de la pena de muerte por su ejemplaridad, para defender a la sociedad, sino que es necesaria en las actuales circunstancias en que, debido, entre otras cosas, a la lenidad de las penas y a las dificultades que los procedimientos penales presentan para su aplicación la criminalidad ha crecido en forma alarmante.

"Pero también creo muy difícil que sea admitida la medida que propone el señor diputado Hernández Cházaro, porque entre nosotros la resistencia que se opone al triunfo de la verdad, es casi insuperable, y la verdad es que existe la pena de muerte: que constantemente la vemos aplicar, pero en forma ilegítima según un Código no publicado y con gran escándalo y alarma de la sociedad.

"De manera que lo que se trataría sería de saber: no si debe de aplicarse o no la pena de muerte, sino si se debe aplicar esa pena con las garantías y formalidades del derecho, o si se debe dejar su aplicación al arbitrio de autoridades irresponsables y con procedimientos tortuosos.

"Naturalmente los que actualmente aplican la pena de muerte, que con gente muy poderosa y que influirá sin duda en el Congreso, temen el establecimiento legal de la pena de muerte, porque ya no podrán ellos seguirla aplicando sin incurrir en la posible aplicación de la misma.

"Esto es la verdad de las cosas, y el sentimentalismo que hasta ahora ha dominado en esa materia, o está mal aplicado porque es lástima para los criminales, o servilismo ante el poderoso y desprecio para la sociedad". Señores diputados: quiero que quede en la mente de ustedes lo que dije hace un momento. Este proyecto ha apasionado; tiene que apasionar; es la vida humana la que va de por medio. En este recinto pensamos muchos de distinta manera; pero el objeto que se persigue es ver, como antes dije, si se puede poner un dique a la criminalidad.

Quizás hay aquí compañeros que tengan otros proyectos mejores que éste; y quiero decir en esta tribuna, con toda la verdad, que si algún compañero presenta un proyecto que tenga esta misma finalidad de detener esa ola de crímenes que asuela a la capital de la República, yo será el primero en dar mi voto apoyándolo.

Quiero que ustedes mediten bien en esto: es el pueblo el que pide la reimplantación de la pena de muerte; no son las clases adineradas; es la voz pública; son todas las clases sociales.

Señores: Somos representantes del pueblo, y si es el pueblo el que pide que se reimplante la pena de muerte para que todas las clases sociales, los hombres honrados, tengan garantías y puedan trabajar para hacer un México mejor, pido desde esta tribuna que se apruebe el dictamen. Muchas gracias. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Peña Palafox, en contra.

(Aplausos).

El C. Peña Palafox Alfonso: Ninguno de nosotros, los que estamos en contra del restablecimiento de la pena de muerte, hemos pensado que el compañero diputado Hernández Cházaro haya hecho, con otra finalidad, la presentación de su proyecto. Por el contrario, consideramos y estimamos en todo lo que vale el deseo de defensa social, que lleva implícito, para presentar ese proyecto. Independientemente de esto, yo quiero decir que el compañero Hernández

"Cházaro nos ha leído una carta de don Toribio Esquivel Obregón, cuya capacidad intelectual no voy a poner en duda; pero su capacidad social, posiblemente sí, porque fue Ministro en el Gabinete de Victoriano Huerta.

(Aplausos).

Señores diputados: desde fines del siglo XVIII se ha venido debatiendo sobre la existencia de la pena de muerte. Ya Máximo Robespierre en 1578 presentaba un proyecto a la Convención Francesa para abolir la pena de muerte. Desde entonces, pues, arranca el debate sobre la existencia de la pena de muerte, y nos encontramos hasta la fecha con que desde el siglo pasado algunos países han abolido la pena de muerte. En Europa lo han hecho Rumania, Portugal y Holanda y en este siglo lo han abolido Dinamarca, Noruega y Suecia. En nuestra América está abolida también desde principios de este siglo en Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Brasil, Venezuela, Argentina, en algunas entidades de la Unión Americana y en algunos Estados de nuestra República.

En ninguno de los países que he mencionado se ha restablecido la pena de muerte. En algunas entidades de los Estados Unidos donde fue abolida, se restableció sin ningún resultado por lo que se refiere a la disminución de la delincuencia. En el Distrito Federal y en los Territorio de nuestro país la pena de muerte fue abolida en 1929.

Nuestra posición abolicionista en el presente caso no se debe a que pensemos con los que creen

que la vida humana depende del patrimonio divino y que, en consecuencia, es intocable; no. Sostenemos que no debe existir la pena de muerte, porque no trae ninguna utilidad desde un punto de vista social. Es falso que la pena de muerte restrinja la criminalidad, porque como castigo ejemplar no intimida porque los delincuentes que reúnen las cualidades que son necesarias para aplicarles la pena de muerte, son criminales en los que la pena de muerte, la privación de la vida, no es sino un riesgo que corren en su profesión. Los que también pueden reunir estas cualidades para podérseles aplicar la pena de muerte, son los que delinquen por fanatismo o por cuestiones políticas; y éstos, tienen de antemano descontado perder la vida. En consecuencia, no puedo servir de intimidación para esta clase de delincuentes la pena de muerte, mucho menos puede serlo en cuanto que no tiene el carácter espectacular de la presencia del público, pues ya la honorable Comisión dice en su dictamen que no serán las ejecuciones públicas sino privadas, reuniendo solamente los requisitos indispensables para que las autoridades den fe de la ejecución. No es, pues, la pena de muerte un hecho intimidativo.

Desgraciadamente en nuestro medio -y todos lo saben- las ejecuciones provocan morbosidad entre las masas del pueblo, morbosidad que en mentes enfermas, que en mentes propensas al delito no hacen más que impulsarlas a cometerlo.

Ninguno de ustedes, compañeros diputados, desconocen la publicidad desmedida que se da a los delincuentes. Mientras mayor es el crimen, mientras más detestable es el asesinato, mayor es la publicidad que se da al criminal; y así vemos cómo, a través de la prensa diaria, se nos describen los más pequeños gestos, los más insignificantes detalles, cualquiera actitud, por insignificante que sea, del más grande de los asesinos, lo que va creando una popularidad a estos individuos que realmente los hace unos tipos populares. (Aplausos). Y esa popularidad, creo, como he dicho, en mentes enfermas y propicias para la delincuencia, un deseo también de adquirir esa popularidad. Por otra parte, ¿con qué procedimiento de alguna entidad, a donde concurren todos los defectos propios de la especie humana, pueden enmendarse los errores que se cometan, si ya se aplicó la pena de muerte? Ninguna pena, por dura que sea, excepto la de muerte, presenta esta dificultad, puesto que es posible en cualquier momento reparar cualquier error que pueda cometer la justicia.

El dictamen de la Comisión se funda principalmente en las estadísticas. Yo, compañeros, francamente ignoro a cuáles estadísticas se refiere el dictamen. Creo que sean las de nuestro país, porque autores de reconocida autoridad indican que las estadísticas de los países en donde se ha abolido la pena de muerte, no arrojan aumento en la criminalidad, sino más bien un descenso de la misma. Si se refieren a nosotros esas estadísticas, pues, vamos a darles una vista aunque sea rápidamente.

Los cuadros estadísticos de nuestro país están formados tomando como datos a delincuentes presuntos, delincuentes sentenciados y fallecimientos por............. homicidio. Estimamos que, para nuestro análisis, debemos de tomar en cuenta la estadística, no de los presuntos delincuentes, ni la de los delincuentes sentenciados, sino la de los homicidios, por que el homicidio es el hecho que interesa principalmente a la sociedad, ya que con eses acto se le han sustraído seres que pueden serle útiles. En consecuencia, consideramos que debe de ser visto esto de las estadísticas desde el punto de vista de los homicidios, independientemente de que si tomamos en cuenta a los delincuentes sentenciados no consideraríamos, entonces, a los que evaden la acción de la justicia, ya sea porque se ocultan o porque por medio de la influencia o de dinero, cosa que también es muy frecuente en nuestro medio, se sustraen a su acción y todos esos casos no aparecerían en la estadística de los delincuentes sentenciados. (Aplausos).

La pena de muerte fue abolida en el Distrito y Territorios Federales en el año de 1929. La estadística mejor, de acuerdo con los informes de la Dirección de Estadística, es a partir de 1926. Tenemos cuatro años que podemos comparar: de 1926 a 1929. En el Distrito Federal, con una población como promedio, de 1.243,260 habitantes, hubo, 1,684 defunciones por homicidio, es decir haciendo la proporción, corresponde un homicidio para cada 2,933 habitantes en el Distrito Federal. Había entonces la pena de muerte.

Viene la abolición de la pena de muerte, y encontramos en un período de diez años, a partir de 1932 a 1941. lo siguiente: Para 1.536,727 habitantes en el Distrito Federal, hay un homicidio por cada 6,456 habitantes; lo que quiere decir que hay una proporción de un treinta y tres por ciento menos de homicidios que cuando existía la pena de muerte.

Veamos ahora las entidades de la República que tienen pena de muerte: el Estado de México. En el mismo período de 1926 a 1929 existía una población de 992,114 habitantes, y hubo 1,488 homicidios, resultando una proporción de 2.666 habitantes por homicidio. Es decir, si comparamos con el mismo período el Distrito Federal, tenemos que hubo un homicidio por cada 2,933 habitantes. En el Estado de México hubo un homicidio por cada 2.666, menor proporción. Pero veamos el siguiente período, igual al del Distrito Federal, es decir, de 1932 a 1941, y nos encontramos con que en el Estado de México, donde existe la pena de muerte, hay un homicidio por cada 2,088 habitantes, frente al Distrito Federal que tiene abolida la pena de muerte y donde hay un homicidio por cada 6,456 habitantes.

En el Estado de San Luis Potosí también existe la pena de muerte. En este lugar la proporción de 1932 a 1941 es de 2,880 habitantes por cada defunción por homicidio, una suma mucho mayor todavía que la presentada en el Estado de México.

Es claro que no opinamos que la abolición de la pena de muerte trae como consecuencia la disminución de la delincuencia; no. La delincuencia corre parejas con el estado de vida social que se tiene en cada lugar. Es lógico suponer que si la

pena de muerte no inhibe a los delincuentes para cometer delitos de homicidio, sí va a hacerlo por lo que se refiere a delitos de otra naturaleza. Sin embargo, veamos la delincuencia en general, el índice de la delincuencia en general, para que tengamos un dato un poco mejor.

En el Distrito Federal, en el año de 1935, hay un promedio de un delincuente por cada 41,936 habitantes. En 1936, hay un promedio de un delincuente por cada 44,721 habitantes. En 1937, hay un promedio de un delincuente por cada 40,362 habitantes. En 1938, para cada delincuente hay 50,925 habitantes y en 1939, por cada delincuente hay ... 56,239 habitantes. Quiere decir que, efectivamente ha disminuído la delincuencia, no por el hecho de que se haya abolido la pena de muerte, sino porque han subido las condiciones sociales de los grandes núcleos de población del Distrito Federal.

Debemos, pues, aceptar, conocidos estos datos, que no es la existencia o carencia de la pena de muerte, lo que determina la alta o la baja delincuencia: son la pobreza que engendra todas las deficiencias físicas, y la ignorancia con todos sus vicios lo que hace a los presuntos delincuentes. Tenemos, como dato curioso, el siguiente: En el Distrito Federal, el censo de 1930 acusa un 26.06 por ciento de analfabetas en una población en que hay un homicidio por cada 2,933 habitantes. En cambio, en el Estado de México, donde hay un 69.63 por ciento de analfabetas, existe un homicidio por cada 2,666 habitantes; y en el Estado de Guerrero, donde la población que ni lee ni escribe es un 79.37 por ciento, hay un homicidio por cada 2,028 habitantes. Mientras mayor va siendo la elevación cultural del pueblo, tiene que ir disminuyendo la criminalidad, independientemente de la existencia de la pena de muerte. Por eso, nosotros estamos por que se eleve el nivel cultural social y se forme una conciencia para que sirvan las gentes a la sociedad en que viven.

Estamos, pues, en contra de la venalidad de los jueces y en favor de los sistemas penitenciarios correctos. Procuremos que exista una verdadera corrección dentro de las gentes que han cometido delitos. Una verdadera corrección adaptada al medio donde han salido, adaptada a su propia mentalidad que no haya distingos de ricos y pobres, ignorantes o cultos; que la justicia juzgue a cada quien de acuerdo con su propio delito y con las condiciones intimidatorias que hayan concurrido en él, y así tendremos una disminución de la delincuencia.

Por eso estamos en contra de la pena de muerte y pensamos que debe ser desterrada de los pueblos que sienten elevar su vida en su nivel cultural y social. (Aplausos y siseos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado y coronel Jordán Arjona.

El C. Jordán Arjona Carlos: Dos palabras únicamente para decirle a nuestro compañero Peña Palafox que en materia de estadística lo han sorprendido cándidamente. (Risas). Peña Palafox ignora que en algunos Estados del Sureste es tan deficiente la justicia que la ola de crímenes es ignorada por las autoridades: tienen ustedes a Tabasco, a Chiapas, a Guerrero y aun Veracruz, donde hay crímenes cotidianamente y no se levantan ni las más elementales actas. Vamos a dejar este punto porque está demostrado que la estadística cojea. (Risas).

Ahora bien, yo creo que la vida de un semejante es sagrada, debería serlo, cuando la vida de un semejante es encauzada por un sendero loable, de bienestar, de honestidad y de buena fe; pero cuando la vida humana sufre una transformación y se convierte el individuo en monstruo, deja de ser la vida humana; y los monstruos están condenados hasta en las mitologías, sorprendidos y ejecutados a tiempo, desde el dragón de la milenaria China hasta Romero Carrasco y Gallegos.

La legislación de los países civilizados está fuera de discusión. Han existido elementos científicos que desde hace muchos años vienen trabajando sobre el crimen. Francia -que quiero que le conceda Palafox que está a la cabeza- tiene su legislación, y lo saben los abogados, que basta la comprensión moral de un juez para sentenciar a un delincuente; caso clásico continental: Landru. Legislación americana: ¿Qué pasaría en los actuales momentos si el gobierno de la Casa Blanca no hubiera ejecutado a tiempo a los saboteadores alemanes con la pena de muerte en Washington? ¿Cómo hubiera podido la Unión Americana poner un valladar al gangsterismo y a la criminalidad sin la pena de muerte?

Tengo entendido que la vida de un semejante debe ser sagrada cuando es vida humana.

Hay dos pueblos que se consideran bárbaros en la tierra y que tienen una legislación muy especial para los criminales: Beluchistán y Afganistán. Estos pueblos tienen un método muy cruento y casi salvaje, pero de una eficacia maravillosa. Las estadísticas de esos pueblos dan el mínimo del del crimen. El castigo para el criminal habitual, ingénito, es la castración. Suprimidas las hormonas testiculares se evita la procreación y la prole.

(Risas).

Por consiguiente, la pena de muerte de nosotros "con mucha agua", sería uno de los factores que pondría una limitación al crimen en la República mexicana. Si hiciéramos una encuesta nacional, sería abrumadora la mayoría en este sentido.

Hablaba de standard de vida el compañero Palafox sabe que el trabajador que tiene un standard de vida más elevado en el mundo, es el norteamericano.

Vive con todo confort hace cuarenta años, come mantequilla diariamente; pero si no fuera por la silla eléctrica y por las camarillas de gases letales ¿qué sería de ese pueblo? Una Babilonia.

Ahora bien, se dice que la popularidad que por medio de la prensa se les da a los criminales, despierta émulos. Mientras más habitual es un criminal, -y me refiero a aquellos que han sido verdaderos huérfanos y que han dejado la vida humana para convertirse en monstruos-, más fácilmente sufren una transformación mental y creen que esa publicidad es un galardón para ellos; lo contrario de lo que sucedería con los cerebros normales.

Insisto en que la pena de muerte y "mucha agua" son factores principales para aliviar a la República mexicana en materia de crímenes. "Mens sana incorpore sano".

Yo quiero decir al companero Félix Díaz Escobar y a todos estos señores que han venido aquí con el objeto de sostener una controversia, que es bizantina, que es cándida, que no es una controversia sólida y científica.

El crimen en sí es una pasión morbosa. Cuando en nuestro pueblo los criminales hayan abolido la pena de muerte, yo estaré completamente de acuerdo en abolir la pena de muerte pero que empiecen los criminales por abolirla. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Cesar Garizurieta.

El C. Garizurieta Cesar: La equivocación con respecto a la pena de muerte se debe a esta inmensa popularidad que se le ha dado en lo últimos días, como si la pena de muerte hubiera lanzado su candidatura para diputado. (Aplausos).

(Risas).

Les que aún doctrinariamente piensan bailar con don Porfirio, esos son los partidarios de la pena de muerte, (aplausos y risas) yo soy partidario de la pena de muerte, porque la pena de muerte, compañeros diputados, es una cuestión ya abolida en toda discusión. Hasta los mismo señores que nos presentan el dictamen, en contra del cual estoy, por haber sido hecho en forma tan ligera, que sólo contiene una frase feliz del compañero López Arias, sobre esa novocaína que se ha usado para conseguir la anestesia moral, han visto, como ya dije, que el tema sobre la pena de muerte desde el siglo pasado y el antepasado, está absolutamente agotado.

Toda la discusión, desde Beccaria hasta nuestros actuales juristas, nuestra academia penal toda gira en torno a la ejemplaridad de la pena de muerte para evitar los crímenes. Los juristas, por lo regular son señores timoratos, encerrados en la biblioteca, empolvados sus lentes con el mismo polvo de los infolios que manejan, señores que no están en la realidad; a ellos, lo peor que les puede suceder es que los maten; pero para el delincuente, como lo dijo atinadamente el compañero Peña Palafox, usando un término de su condición de líder, la pena de muerte es un riesgo profesional. A estos individuos no les asusta la pena de muerte.

Me llama la atención que en el dictamen se diga que los domingos y días feriados no debe ejecutarse la pena de muerte. (Risas y aplausos). Y yo pregunto si los legisladores que hicieron el dictamen quieren evitar que sobrevengan dificultades en la Ley del Trabajo, a fin de que el futuro sindicato de verdugos y similares no pida salarios triples en los días domingos y días feriados. (Aplausos).

En el mismo dictamen dan la razón a los abolicionistas, porque allí se dice que los niños menores de dieciocho años y las mujeres no serán condenados a la pena de muerte. Precisamente, por allí empezó la tesis abolicionista: primero, no se matará a los niños; después, no se matará a las mujeres. ¡ Milagro que la Comisión no dijo en una forma de galantería:" ¡Primero, las damas!" (Risas y aplausos). Yo estoy contra la pena de muerte porque la falta de respeto a la vida humana, es una regresión del derecho y de las conquistas avanzadas de la Revolución mexicana. A medida que nos acercamos a la Edad Media, entonces vemos cómo el derecho es así, fuerte. ¿Porque? Porque es venganza. Oigamos un auto de excomunión, de una época cercana a la Edad Media, para que lo aprendan los compañeros con el fin de ver si les sirve, para acabar con esta muerte breve, sin sufrimientos, a puerta cerrada, esta muerte de cafiaspirina, que dice el dictamen. (Risas).

Yo, como Pilatos, me vengo a lavar las manos porque no me las quiero manchar aprobando la pena de muerte. (Aplausos).

Hay una gran filósofo, Benito Spinoza Baruch, como se dice en el viejo hebreo, que fue excomulgado por la Sinagoga; pero no se crea que porque haya asesinado, porque haya sido un monstruo crespusculat; (risas) no, señores, nada más porque era amigo de Juan de Prado y porque se juntaba con los cristianos y ponía en tela de duda a la Biblia, nada más. Y el gran filósofo Benito Spinoza, precursor de la filosofía moderna, tan grande como Kant, tan grande como Platón, tan grande como Sócrates, fue excomulgado en el año de 1656 por la Sinagoga. He aquí lo que le dicen:

El texto de la excomunión de Spinoza, publicado el 27 de julio de 1656, dice así:" Los dirigentes de la comunidad ponen en su conocimiento que desde hace mucho tenían noticia de las equivocada opiniones y errónea conducta de Barújh de Spinoza y por diversos medios y advertencias han tratado de apartarlo del mal camino. Como no obtuviera ningún resultado, y, por el contrario, las horribles herejías que practicaba y enseñaba, lo mismo que su inaudita conducta fueron en aumento, resolvieron de acuerdo con el rabino, en presencia de testigos fehacientes y del nombrado Spinoza, que ésta fuera excomulgado y expulsado del pueblo de Israel, según el siguiente decreto de excomunión: Por la decisión de los ángeles y el juicio de los santos, excomulgamos, expulsamos, execramos y maldecimos a Baruch de Spinoza, con la aprobación del Santo Dios y de toda esta Santa Comunidad, ante los Santos Libros de la Ley con sus 613 prescripciones, con la excomunión con que Josué excomulgó a Jericó, con la maldición con que Eliseo maldijo a sus hijos y con todas las execraciones escritas en la ley. Maldito sea de día y maldito sea de noche; maldito sea cuando se acuesta y maldito sea cuando se levanta; maldito sea cuando sale y maldito sea cuando regresa. Que el Señor no lo perdone. Que la cólera y el enojo del Señor se desaten contra este hombre y arrojen sobre él todas las maldiciones escritas en el Libro de la Ley. El Señor borrará su nombre bajo los cielos y lo expulsará de todas las tribus de Israel abandonándolo al Maligno con todas las maldiciones del cielo escritas en el Libro de la Ley. Pero vosotros, que sois fieles al señor Vuestro Dios, vivid en paz. Ordenamos que nadie mantenga con él comunicación oral o escrita, que nadie le preste ningún favor, que nadie permanezca con él bajo el mismo techo o a menos de cuatro yardas, que nadie lea nada escrito o transcripto por él". Esa es la Edad Media obscura, Así nos vamos

dando la mano, precisamente, con la Edad Media que quemaba a los niños, que quemaba a las mujeres, que quemaba a los hombres, que quemaba a los locos. Hemos avanzado tanto que ya ninguno de los señores diputados cree que sea injusto que tengamos a los locos en los manicomios; a los lunáticos o maniáticos poseídos por el demonio, que eran quemados en la Edad Media con leña verde, ya a nadie le asusta que estén en los manicomios, como a nosotros no nos asusta tampoco que no exista en México la pena de muerte, porque no sirve absolutamente para los fines que fe creada. Hay en México once Estados de la República en que existe la pena de muerte, y precisamente esos once Estados de la República son los que tienen el cinturón del campeonato del crimen en México. En cambio, en los otros Estados, más cultos, la criminalidad es menor.

Nosotros debemos resolver las cuestiones científico, como es el caso del Derecho Pena que, a pesar de sus deficiencias y de su mismo carácter científico, va perteneciendo cada vez más a un campo más seguro de la ciencia, porque, señores abogados, dentro de pocos años el Derecho Penal no será cuestión de abogados, sino de médicos, de psicólogos y de psiquiatras. Ya Adler, Freud, Krestschmer y otros, han puesto las bases psicológicas de la criminalidad, debida a las cuestiones sociales, a deficiencia alimenticia, a los vicios, al propio sentido mítico de los pueblos, porque estos criminales que acabamos de ver son, precisamente por ese sentido mítico mágico del pueblo, reminiscencias antiguas de culturas primitivas, que salen a la vida social, que salen a la vida social. Y a estos señores, que piensan doctrinariamente, como dije, bailar con don Porfirio, quiero recordarles que también en aquella época por la que suspiran, de música de Elorduy y de Juventino Rosas y de Lanceros, existió un chacal, "El Chalequero", que era un primitivo, no como este chacal ya modernizado con espíritu físico químico- matemático. (Risas). Entonces también los periódicos -hay que leer "El Imparcial" de aquella época para ver que había pena de muerte- entonces aquel mismo sector popular clamaba pidiendo que al chacal se le sacaran los ojos, que le atenacearan las carnes, que lo quemaran vivo y que sus cenizas fueran arrojadas al Río del Consulado. (Risas). Ahora la prensa clama: "las mecanógrafas no duermen por el chacal; los niños lloran y se desvelan porque no existe la pena de muerte".

Ya aquí se ha tocado un punto muy importante sobre la publicidad periodística que emula a los criminales y que hace del pueblo de México, desde un punto de vista psicológico, el que el tipo medio mexicano sea un tipo retenido, reprimido psicológicamente en su vida pública, en su actuación social. El periódico tiende a despertar ese complejo, esa psicología colectiva de Jung, a despertar a ese hombre primitivo, a la bestia, o al hombre bueno, que todos llevamos dentro, según como actúe esta psicología, como en el célebre caso del Doctor Jekyll y Mister Hide: el Doctor y el Monstruo; el hombre bueno y el hombre malo.

Es nociva la publicidad que hacen los periódicos, porque no es una publicidad bien dirigida; y es oportuno recordar que el periódico "Excélsior", en una ocasión, suprimió su nota roja, pero ningún otro periódico lo imitó.

¿Qué ha pasado? Que la psicología del hombre, que la psicología del pueblo de México se ve emulada, pensando con las teoría psicolólica de Alfred Adler. Es un entrenamiento psicológico que acaba por resquebrajar los frenos morales que le ha puesto la educación y la cultura a un pueblo.

Estoy, como ya dije, en contra de la pena de muerte, aunque sí estoy de acuerdo en que existe en México criminalidad, una ola de criminalidad que es necesario acabar; pero creo que no debe combatirse con la pena de muerte, sino tratar de extirparla por otros medios, ya que en México tenemos una aureola y un prestigio ganados en el extranjero, de gente sanguinaria. Hay que acabar con la tradición sangrienta en nuestra vida; pero no comentamos la torpeza de poner esto escrito en nuestros códigos.

Otra vez leía un libro de Leo Ferrero, donde un tipo europeo nos juzgaba; había estado en México, como viajan la petacas o los comediantes, de casualidad. Pero cuenta un anécdota, que dice que cuando Villa tomaba prisioneros, decía a uno de sus ayudantes: "A ver muchacho: dale una fusiladita a estos muchachitos para que no lo vuelvan a hacer".

(Risas. Aplausos).

Señores: en México hay que acabar con esta delincuencia, porque la delincuencia en México crece cada vez más; pero hay que acabarla con una legislación adecuada, con un régimen penitenciario mejor.

En México el problema consiste en que no se aplica la ley. (Aplausos).

Debemos ya no hacer más leyes, pues con las que tenemos nos bastan. Ni los mismos abogados (aplausos) sabemos las que son. Ya no hagamos más leyes, sino apliquémoslas con energía y con honradez, para que vayan a la cárcel los bandidos, los ladrones, los saqueadores del presupuesto, (aplausos) toda esa serie de bandiditos y bandidotes. Que se cumpla con la ley, pero no es con la pena de muerte como se acaba con la criminalidad. En la penitenciaría no están dentro todos los que deberían estar. (Aplausos). Que en la penitenciaría estén todos los ladrones, todos los sinvergüenzas, todos los criminales; que se les aplique la ley. De cada cien delitos, no se levantan sino unas cuantas actas, pues hay casos en los que no se levanta acta, sino sólo el cadáver, (aplausos) pero cuando existe acta levantada, donde hay cien delitos sólo se castigan veinte; ochenta no se castigan porque interviene el compadre, la influencia política, los centavos, etcétera.

Así es que, compañeros, para terminar, para ya no cansar al auditorio (voces: ¡sigue! ¡No hombre, sigue!) me limitaré a decir que el problema de la delincuencia de México es un problema social, es un problema de miseria. Todos estos delincuentes ¿quiénes han sido? Son estos pobres niños que vemos en los basureros disputándole la tortilla, el pedazo de carne a los perros.

(Aplausos). ¿Quién es el delincuente? El pobre papelerillo que arranca de

las paredes los pedazos de anuncios para taparse el crudo frío del invierno. (Aplausos). ¿Quiénes son aquellos delincuentes? ¡Aquellos hijos del proletariado de México, de la parte más sufrida, más explotada, más viciada con el alcohol, con el pulque y con el látigo de los antiguos encomenderos; son herencia de ellos.

En México, compañeros, no es problema matar, no hay que matar a nadie; el problema es cómo deben vivir esos miserables indígenas de "El Mezquital" que acaba de ir a visitar el señor Presidente. (Aplausos nutridos y prolongados).

El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el diputado y capitán Márquez Ricaño.

El C. Márquez Ricaño Luis: Como la Presidencia lo advirtió al concederme el uso de la palabra, soy del grupo que sostiene por convicción la reimplantación de la pena de muerte. (Aplausos).

Nosotros vendremos a decir aquí nuestra verdad, nuestros argumentos, y buscaremos la interpretación más leal del clamor social. Pero antes de eso, quiero dirigirle unas cuantas palabras a mi estimable compañero el señor diputado Garizurieta.

Siempre he sentido yo que Garizurieta, que es inteligente y estudioso, organice ferias en las que cosecha aplausos, pero no como abogado, sino como chistoso. (Risas). Mencionó aquí cosas que se antojan poco respetuosas por lo que pueden tener de desorientación. Entre otras, ya lanzó la idea luminosa de que se organice un sindicato de verdugos y similares; no sé a qué central va a sugerir que se adhiera. Luego nos habló de que venía a lavarse las manos. Yo aprovecho la ocasión para recomendarle que se bañe completo porque es visible su desaseo. Pone falta de seriedad que no favorece al ambiente de austeridad y de respeto en que debe desenvolverse el debate de la pena de muerte.

Estamos hablando simplemente de una pena para llegar al convencimiento de si es necesaria o si no lo es; si la vamos a aprobar o no. Pero, para ello, creo que debemos guardar la forma.

Antes de entrar de lleno a la cuestión a debate, quiero leerles este encabezado de primera plana del "Gráfico" de hoy, que me dieron, precisamente al subir a esta tribuna.

Dice así: "Intensa tragedia a tiros. La hija muerta y su madre agonizante",

Después, en la tercera plana, habla de una mujer que balacea a su esposo y ni siquiera ha sido consignada. "Otro caso de complacencia" -dice la prensa-. En otra parte, otro hecho que viene a sumarse a la racha de crímenes:" Madre e hija resuelven suprimirse". Y así por el estilo. El "Gráfico" de hoy hace una larga relación de la cadena interminable de crímenes que vienen a justificar más que nunca la iniciativa presentada aquí por el coronel Hernández Cházaro, quien no la hizo, seguramente, con afán de exhibicionismo, sino porque quiere ser leal a sus convicciones; la hizo porque es hombre cabal, porque es hombre que sabe que tiene que hacerse eco del sentir y clamor del pueblo que representa como diputado.

Mucho se ha hablado en los últimos meses, de la necesidad de reimplantar la pena de muerte en México, como el único recurso eficaz para detener el desbordamiento de la criminalidad. A diario oímos opiniones, envueltas en literatura, que sustentan la tesis abolicionista. También hemos podido enterarnos de la adaptación que a nuestro medio han intentado hacer penalistas mexicanos muy estimables y respetables por su cultura y honestidad, como Pardo Aspe, Ceniceros, González de la Vega y otros muy conocidos en nuestro ambiente. Sin embargo, aquí en la Cámara de Diputados, que es la tribuna del pueblo, como dijo Hernández Cházaro, habremos de plantear el problema como lo hace el pueblo mismo, como lo grita el clamor social que exige garantías efectivas, como lo hace el hombre de la calle, como nos lo impone nuestra condición de representantes populares.

Así pues, se nos antoja preguntar a ustedes, señores diputados, ¿puede el Estado mexicano permanecer indiferente ante el desbordamiento de la criminalidad? Claro que no. ¿No es, además, deber inaplazable del Estado atender perfectamente a la protección de la sociedad? Creo que me darán la razón en esto. Indiscutiblemente que sí.

Cuando nosotros nos hacemos eco del clamor social que nos exige poner un dique a la ola de sangre que amenaza ahogarnos, hemos sentido la necesidad urgente de localizar las causas que la han originado y pensamos que pueden ser las biológicas, que pueden ser las económicas o que pueden encontrarse en nuestra heterogeneidad racial; pero ahondando más, llegamos al conocimiento de nuestra legislación penal, y francamente opinamos que en su benignidad puede estar la causa principal que ha prohijado tanto asesinato, tanto crimen, tanto homicidio calificado.

La reforma de nuestros códigos en 1929, bajo la influencia de nuestros teorizantes del derecho penal, seguramente nos da la impresión de que olvidaron nuestras realidades, cometiendo el error de incrustar muy prematuramente extrañas doctrinas, teorías extranjeras, totalmente inadecuadas para nuestro medio actual.

Esos reformadores cometieron, a mi juicio, la gravísima equivocación de querer resolver nuestros problemas con fórmulas, que si bien pueden ser muy eficaces en otros países más cultos y civilizados que en el nuestro, para México han resultado ser un verdadero fracaso.

Sus experiencias, y sus ensayos en materia penal dentro del medio mexicano, le han costado al país un saldo irreparable de vidas útiles, de gente victimada con ferocidad monstruosa.

Es claro, es innegable que las normas de la vida colectiva deben elevarse, se debe buscar su perfección, pero sin perder el ritmo del la realidad. Creo que es absurdo que tratemos de hacerlo mediante soluciones, que no están a tono con condición racial económica, política y social.

Es inútil, es insincero, por ahora, empeñarse en mantener una legislación demasiado avanzada para nosotros, cuando la trágica realidad nos ha demostrado, en el poco tiempo que lleva en vigor, su absoluta ineficacia, debido a la falta de penas ejemplarizantes o intimidarais, lo que ha traído como

consecuencia del desbordamiento de la ferocidad de los criminales de todos los tipos.

Los penalistas partidarios de la abolición de la pena de muerte, argumentan que su reimplantación sería una regresión o un ideal de justicia primitivo. Pero entonces, pregunto yo: ¿No es el crimen una manifestación elocuente de primitivismos?

¿Cómo vamos a extirpar el peligro que significan los criminales, con la casi impunidad que la bondad de nuestras leyes les brindan? Solamente de un modo: suprimiéndolos, exterminándolos, aprobando ahora mismo la pena de capital, para que ataque y reduzca al mínimo, ese primitivismo que es una amenaza social permanente.

El problema en cuestión, es muy grave, muy delicado, muy complejo; pero es indispensable acabar con un mal que se propaga, que aumenta, y sin que nos demos cuenta, está haciendo escuela, y convirtiendo a nuestros penales en verdaderas universidades del crimen financiadas por el Estado. Para defender la sociedad de los asesinos, para devolver la tranquilidad a que tiene derecho, para rescatar el respeto a la vida humana, no hay seguramente otro camino que reformar el Derecho Penal mexicano introduciendo en nuestros códigos, como la propone la Primera Comisión de Justicia, medios legales que gradualmente alcancen la pena de muerte.

De otra manera, el ambiente social que se ha ido formando acabará por darnos la impresión de que el Estado es impotente o negligente para garantizar la seguridad y las normas de la convivencia colectiva.

Nosotros estamos obligados a meditar en muchas cosas que están por encima de las teorías y del sentimentalismo; es nuestro deber hacerlo: no podemos olvidar que México no es homogéneo en ningún aspecto; que México aún no logra liquidar sus odios ancestrales; que México tiene dentro de su vasto territorio, una gran diversidad étnica: que los mexicanos no tenemos el mismo nivel moral y el mismo grado de civilización y de cultura; que nuestro pueblo todavía tiene hambre, sufre la miseria, y se debate en la injusticia social que la Revolución quiere acabar.

¿Cómo, pues, señores, a un pueblo en estas condiciones vamos a imponerle una legislación penal a la altura de los pueblos más adelantados de la tierra?

La impunidad desata los instintos primitivos de los asesinos en potencia, y así, hemos llegado a la situación actual en que México ha conquistado el récord mundial de homicidio. Tal vez en ninguna parte se mata como aquí por saciar bestialidades.

La criminalidad ha llegado a niveles que no es posible reducir con nuestros deficientes sistemas penitenciarios. El intento de regenerar las células biológicas ha fracasado, y sólo hemos obtenido un ensayo romántico que nos ha costado mucha sangre.

Desde el punto de vista jurídico avanzado, tienen razón los que están en contra de la implantación de la pena de muerte; pero las realidades nos están demostrando que es absolutamente necesaria.

Un relajamiento de la orden social elevó la cifra criminal con el favor de la benevolencia de la justicia, y con la indiferencia de la sociedad honrada. La pena de muerte, tan injusta como queramos suponerla, porque nadie, ni el Estado, tiene derecho a matar, existió en todas las naciones, y en muchas de ellas está vigente en sus códigos.

Lombroso mismo, que en Turín inicia la teoría que ha de cambiar los rumbos del derecho penal, es juzgado por sus colegas contemporáneos de las Universidades de Pavía y de Milán como un romántico. Ferri y Garófalo, eminentes juristas italianos, también completan en el campo del derecho la teoría del doctor Lombroso. También fueron sentimentales del derecho e idealistas de una humanidad más perfecta.

Todos aplaudiremos, en su oportunidad, el advenimiento de una justicia científica y técnicamente impartida. Pero nuestros distinguidos penalistas, Ceniceros, Franco Sodi, Tejada Zabre, González de la Vega, y sus simpatizadores, deben esperar mejores tiempos, que puedan llegar dentro de algunas décadas.

Ceniceros decía en 1933 que la abolición de la pena de muerte era una magnífica conquista de la civilización. Efectivamente, son admirables esos pueblos en que la práctica ha demostrado la eficacia de esta medida de cultura sin que haya aumentado el promedio de la criminalidad; pero aquí ha sido un fracaso y es precisamente lo que ha despertado esa criminalidad que tan tristes prestigios han dado a México en el extranjero.

No hay que olvidar, señores diputados, que en muchas regiones del país, aun no se hable el español, y hay grandes núcleos que viven de manera primitiva, casi al igual que en el tiempo de las cavernas.

Aquí mismo en el Distrito Federal hay barriadas donde todo se cotiza en vicio y la degeneración. Es urgente, pues, repito, que reformemos nuestra legislación de acuerdo con nuestras necesidades internas, y no nos concentremos a copiar en nuestros códigos, lo más avanzado de las naciones más adelantadas del orbe.

Por estas consideraciones y otras que serían largo enumerar, sostengo que es necesario aprobar el dictamen rendido por la 1a. Comisión de Justicia que preside el señor diputado López Arias, reimplantando la pena de muerte y estableciendo las reformas al Código de Procedimientos Penales.

Sé que hay muchos que creen que volver a la pena de muerte es bárbaro, es primitivo, es inhumano; pero se olvidan de que aún no debimos abandonar un sistema penal, en un país en que todavía, como antes dije, hay miles y miles de gentes con mentalidad primitiva y retrasada, a las que no es posible curar, ni educar, ni convencer, sino exterminar fríamente cuando delinquen.

Es dura pero cierta esta confesión.

Yo pido, pues, que llegado el momento de la votación del dictamen de la Comisión de Justicia, todos reflexionemos, más que nada, en el interés social, en el interés colectivo, antes que salvar una postura personal más o menos romántica.

Ustedes tienen la palabra, señores diputados. (Aplausos).

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el diputado Meraz Nevárez.

El C. Meraz Nevárez Braulio: Señores diputados: Como ya lo anunció la Presidencia de Debates, vengo a expresar mi punto de vista en relación con el asunto que nos ocupa en estos momentos, para manifestar que estoy en contra de la reimplantación de la pena de muerte en México.

No vengo de ninguna manera a hacer una defensa de los criminales. La sociedad entera condena los actos en los cuales son actores individuos, al decir de los especialistas, al decir de las gentes que se han empeñado en el estudio de los problemas, individuos anormales. Toca, sin embargo, a los especialistas en la materia, ahondar en el problema, analizarlo profundamente, para señalar de una manera cabal, científicamente, su alcance y dictaminar los elementos que el Estado debe poner en juego para reprimir esa ola de crímenes que se ha desatado en contra de la sociedad.

Sin embargo, y siendo el tema un asunto apasionado por cuanto en él se juega, seguramente, uno de los intereses más grandes de la humanidad, como es la vida, es necesario y por convicción también vengo a expresar mi punto de vista en contrario, puesto que si el establecimiento de la pena de muerte trae como consecuencia, al decir de los enamorados, que en México se reimplante el sistema de la pena de muerte cuando esa pena capital ha sido proscrita ya de los Códigos desde hace seguramente trece años, si mal no recuerdo, es necesario, repito, siquiera someramente, una mediana consideración de los antecedentes que podemos considerar recientes.

Si las noticias de que tengo memoria son justas y son verídicas, me ocurre recordar que en los últimos años del período en que se encontró vigente la pena de muerte, sólo hubo un caso en que ésta se aplico con todo el aparato legal: me refiero al caso de la aplicación de la última pena a José León Toral. A José León Toral se le juzgó, no lo que podemos juzgar fríamente, por un tribunal; se le juzgó seguramente, y en eso estarán de acuerdo todos ustedes, por una fracción, por una fracción que se encontraba en el Gobierno y que, por tanto, tenía la justicia también en sus manos. (Aplausos).

No tengo noticias de caso alguno en que se haya aplicado la pena capital a ningún otro en el Distrito Federal. Fueron frecuentes los casos en que se aplicó la ley fuga, y ya en pleno desarrollo - diremos de perfeccionamiento - de un régimen institucional que la Revolución fincara.

Hojeando los documentos que pueden servirnos de enseñanza o de luz respecto a la mente del movimiento revolucionario en México, el programa del Partido Liberal contiene en uno de sus puntos, de manera expresa y categórica, programa que había de ser puesto en vigor por la Revolución que se gestaba desde entonces. En uno de sus puntos, decía yo, se advierte, se consigna de una manera categórica, la abolición de la pena de muerte, excepto para los traidores a la patria.

Si ese programa revolucionario y los demás que salieron a la luz pública en el decurso de la Revolución, sostienen que es urgente y es necesario proscribir la pena capital; si esos programas a que me refiero han venido siendo superados siempre, pero nunca negados por el régimen revolucionario que ahora dirige los destinos de México, ¿Cómo es posible, señores diputados, que cuarenta años después de creado ese programa, vengamos nosotros a negar sus principios?

No hay noticias tampoco, en ninguno de los documentos de importancia en los que se vaciara la mente y las ambiciones de la masa popular, de que se hubiera insinuado siquiera el restablecimiento de la pena capital. En los distintos planes de gobierno que México, que el régimen revolucionario a elaborado para regir con ellos los destinos de la patria, jamás nunca, se ha pensado en retrotraerlos a la época en que la pena de muerte existió. El movimiento en que México ha desenvuelto su vida niega absolutamente un procedimiento de la magnitud del que, ahora, la muy ilustre Comisión Dictaminadora pretende restablecer. En los más recientes planes de gobierno en México, como son los dos últimos sexenales, podemos claramente advertir que el Estado pretende garantizar la tranquilidad de la sociedad, evitando que los individuos, que los criminales, sigan asolando a la sociedad y por ello propone en alguno de sus planes el establecimiento de colonias penales en que se mejore el régimen penitenciario. Establece, además, que se funde un instituto de criminología para estudiar de manera científica las medidas que habrán de adoptarse en defensa de la sociedad. Mas nunca, nunca pretende establecer la pena de muerte como medida para reprimir la criminalidad.

El compañero Márquez Ricaño, en su peroración, nos leía los encabezados del periódico "El Universal Gráfico" de esta tarde, en los que se daba a conocer que tres nuevos crímenes vienen a sumarse a la ya larga lista que tenemos conocida. El compañero Márquez Ricaño nos da nuevas cifras: ¡tres crímenes más! Perdóneseme si en esta ocasión no estoy de acuerdo con el compañero Márquez Ricaño cuando trata de alarmar a la Asamblea con tres crímenes más que se cometen. (Aplausos).

De antemano habíamos escuchado al compañero Peña Palafox, quien nos ha venido brindar una estadística muy interesante. Si hemos de creer en las estadísticas, si hemos de creer en las cifras, francamente - lo declaro con toda sinceridad - creo que el compañero Peña Palafox tiene razón, no así el compañero Márquez Ricaño.(Aplausos).

El C. Márquez Ricaño Luis: ¿Me permite una aclaración? Hay varias estadísticas con las que está usted de acuerdo. Yo sumo tres crímenes más que, como quisiera, aumentan la cantidad.

El C. Meraz Nevárez Braulio: Que se anote en las estadísticas, compañero Peña Palafox.

El C. Peña Palafox Alfonso: Que se aumente el número de población para restablecer la relación.

El C. Meraz Nevárez Braulio: Algunos de los compañeros que me han antecedido en el uso de la palabra nos ha manifestado, y yo estoy de acuerdo,

que es el medio social en que las familias desenvuelven su vida, el que determina para la mayoría, para la generalidad, las actividades, la conducta y el camino que se sigue en la convivencia social.

Si el compañero Márquez Ricaño está de acuerdo en que es en las barriadas donde se incuban los crímenes más horrendos, indudablemente también admitirá que antes de suprimir a los moradores de esas barriadas, hay que elevar la condición social de esos miserables que habitan en ellas.(Aplausos).

Creo que no es necesario, por ahora, hacer más leyes para los hombres. Yo pienso que es más urgente mejorar los hombres para las leyes.(Aplausos).

No vamos a acabar con los delincuentes, sacrificándolos, sino haciendo desaparecer el medio en que se incuban los delitos.

El compañero Márquez Ricaño también manifestaba, y tal parece que su discurso me ha servido de tesis, que se trata de un problema fundamentalmente social. Estoy de acuerdo en esto con el compañero Márquez Ricaño; fundamentalmente social es el problema; y debemos adelantarnos a él con plena convicción, con el mejor deseo de allegar nuestra modesta contribución a fin de que la condición moral, la condición humana, la dolorosa realidad en que se encuentra viviendo la gran mayoría de los habitantes del Distrito Federal, sea elevada la categoría de humana.

Es verdad, como decían los otros oradores, que la impunidad reina por todos los ámbitos del país. Los medianamente acomodados encuentran jueces accesibles; los muy acomodados tienen a su alcance también cualquiera cifra, cualquiera cantidad, para que no se alleguen a sus expedientes testigos presenciales o datos que hagan considerar a la justicia - La que en muchas ocasiones de ante mano está entendida - a fin de que las conclusiones finales jamás condenen a un señor de posibilidades respetables.

Se dice también que los que sostenemos la tesis de que la pena capital, si en mala hora se estableciera, se aplicaría solamente a los desheredados. Se dice por los simpatizadores del restablecimiento de la pena de muerte que esta teoría nuestra, que este punto de vista nuestro, es demagogia. Yo quiero categóricamente rechazar el cargo. Será probablemente cierto lo que el señor coronel Hernández Cházaro nos manifestaba, en el sentido de que por cada noventa criminales humildes, tengamos un adinerado. Pero, entonces, insisto en la tesis del compañero Márquez Ricaño, que dice que es un problema social, y como tal hay que tratarlo.

Nos vienen diciendo los partidarios de la pena capital que esta máxima sanción es intimidatoria. Nos vienen diciendo también que si se verificara un plebiscito consultando la opinión pública para orientar el criterio respecto a si conviene o no conviene establecer la pena de muerte, el plebiscito nos revelaría una enorme mayoría de simpatizadores de que se establezca la pena de muerte.

Esto, a mi modo de ver, es condicional, y digo que es condicional porque si en el momento mismo de cometerse un delito de la magnitud de los que se han cometido últimamente, se invocara al subconsciente de la opinión pública, seguramente que está reaccionaría en contra del criminal disponiendo que se aplicara la pena de muerte desde luego; pero, si por el contrario, ese plebiscito se celebrara, como tendría que hacerse, tres o cuatro años después de cometido el delito, seguramente, y en esto estarán de acuerdo ustedes, la opinión pública consideraría víctima al que antes fue victimario.

Quiero terminar, ratificando por convicción plena, que soy enemigo de la reimplantación en México de la pena de muerte. Juzgo como el más modesto de los componentes de esta Legislatura, que tenemos responsabilidad por igual; que debemos hacernos eco del clamor público, pero también es necesario hacernos eco de la opinión autorizada de los penalistas que condenan el restablecimiento de la pena de muerte y que manifiestan que está agotado el estudio de la materia, concluyendo que en México como en ningún país, cuya evolución es ascendente, puede restablecerse la pena capital. (Aplausos).

El C. Presidente: tiene la palabra el diputado López Arias.

El C. López Arias Fernando: Señores diputados: hasta estos momentos la comisión no ha escuchado en labios de los oradores que se inscribieron en contra del dictamen, argumentos bastantes para destruir los fundamentos del mismo.

Claro está que no voy a ocuparme del ingenio humorístico del compañero Garizurieta. No podía esperarse nada menos del distinguido amigo Garizurieta cuando se le ha ocurrido como obra brillantísima, publicar el producto de su ingenio: "Un trompo baila en el cielo". El compañero Garizurieta, después de reconocer que la ola de criminalidad es de tal suerte agobiadora para nuestro pueblo, no llega a ninguna conclusión importante. (Aplausos). El compañero Garizurieta me ha hecho recordar una anécdota sucedida en los tribunales de México. El defensor estaba tratando de demostrar al jurado que un parricida era inocente y terminaba diciendo a los señores jurados: "piedad ha este pobre huérfano". (Aplausos).

México, señores diputados, es un país de contradicciones. Alguna vez lo hemos sentido en esta tribuna. A nosotros no nos interesa como individuos miembros de una sociedad respetable y que debe ser respetada por nosotros, que se prive de la vida a un individuo útil. A nosotros no nos interesa como grupo, si es al que se priva de la vida no pertenece a nuestro grupo, que se le elimine de la sociedad. A nosotros lo que nos interesa es seguir una ruta ascendente del progreso, de la que esta alejada nuestra realidad y nuestro medio ambiente. Yo creo, señores diputados, que debemos acercarnos más a la realidad de nuestro medio y de alejarnos un poco de las teorías que no tienen cabida en nuestro ambiente. (Aplausos).

Quiero referirme a los datos estadísticos que ha proporcionado el compañero Peña Palafox, distinguido amigo mío.

El, naturalmente, presenta el problema desde un aspecto que seguramente beneficia a las ideas que

él expone. Yo pretendo proponerlo en otra forma. De los datos estadísticos que tengo en mi poder, llegamos a la conclusión, señores diputados, que en un término de quince años han fallecido por homicidio ciento cuarenta y siete mil setecientos ciudadanos mexicanos. Esa es la realidad de nuestro medio ambiente. ¡Ciento cuarenta mil, setecientos hombres de México asesinados, eliminados de la sociedad!

Esa es la realidad dura, pavorosa en que debemos hincar nuestros pies y mirar con valentía el porvenir y el medio que vivimos.

El C. Corona del Rosal Alfonso: ¿Me permite una interpelación, compañero López Arias? Para ilustrarnos mejor, compañeros, ¿esos cientos cuarenta y siete mil y pico de muertos por homicidio, corresponden al Distrito Federal, o a toda la República?

El C. López Arias Fernando: Allá voy precisamente. Porque pudiera estimarse que los muertos de los Estados no nos interesan.

El C. Corona del Rosal Alfonso: Le hice la pregunta porque estamos legislando para el Distrito Federal. Los muertos de los Estados naturalmente que si nos interesan; pero en estos momentos estamos legislando para el Distrito Federal y Territorios.

El C. López Arias Fernando: Muy bien compañero. Es que para presentar alguna cosa entiendo que la lógica nos enseña alguna argumentación.

En 1923, en el Distrito Federal hubo 665 defunciones por homicidio. En 1924, 746. En 1925, 567. En 1926, 531. En 1927, 376. En 1928, 392. En 1929, 385. En 1930, 377. En 1931, 415. En 1932, 419. En 1933, 341. En 1934, los datos no están completos. En 1936, 288. En 1937, 147. En 1939, 252. En 1940, 393 y en 1941, 435.

El C. Díaz Escobar Alfredo Félix: ¿Me permite el compañero López Arias una aclaración?

El C. Garizurieta César: Una interpelación.

El C. López Arias Hernández: Vayan por turno.

El C. Díaz Escobar Alfredo Félix: Quisiera que no hiciera un calculo del aumento de población y del conjunto de crímenes cometidos desde que se abolió la pena de muerte y de los que se cometieron antes de la abolición.

El C. López Arias Fernando: Compañero Díaz Escobar: La lectura de estos datos estadísticos me tomaría mucho tiempo. Se los puedo proporcionar para que los estudie y como entiendo que este debate no va a terminar hoy, por la importancia que tiene, en la próxima sesión podría traérselos fresquecitos.

El C. Garizurieta César: Quisiera que el compañero López Arias me informara de dónde sacó esos datos. ¡No sea que los muertos que vos matáis, gocen de buena salud!(Aplausos. Risas).

El C. López Arias Fernando: Estos datos, compañero Garizurieta, fueron tomados de la Dirección General de Estadística dependiente de Economía.

El C. Garizurieta César: Muchas gracias.

El C. López Arias Fernando: La pena de muerte fue discutida precisamente por los hombres que surgieron del Partido Liberal a que se refirió el capitán Meraz Nevárez. En el Constituyente de 1857 intervinieron en esta discusión hombres de la talla del Nigromante, Zarco, Lerdo, José María Mata, y al final, por sesenta y nueve votos contra diez, fue aprobada la pena de muerte en el Código Fundamental de 1857.

En 1917, compañero Manero, también los hombres de la Revolución trajeron al tapete de la discusión el problema de la pena de muerte, espantados por la ola de criminalidad que imperaba en el país, y por ciento diez votos contra setenta y cinco, fue aprobada la pena de muerte.

Es consecuencia, señores diputados, de 1857 a la fecha han transcurrido ochenta y cinco años y una de las modificaciones que se hizo al artículo que creaba la pena de muerte, el artículo 23 de la Constitución de 57, decía que la pena de muerte se aboliría cuando estuviera constituído en México el sistema penitenciario, es decir, han transcurrido ochenta años y nosotros no tenemos sistema penitenciario.

Esta es una de las razones fundamentales que me permiten estar en contradicción con lo que se ha expuesto en esta tribuna. No hemos podido hacer en ochenta años un sistema penitenciario que sirva a la sociedad no para eliminar a los delincuentes sino para reincorporarlos a la sociedad como elementos útiles.

Yo pienso que el hombre necesita de la sociedad para cumplir sus destinos, que el hombre tiene derecho a la vida como elemento primario de su existencia, y que la sociedad, sobre todas las cosas, tiene el deber de velar por la vida de sus miembros. Eso es interesante e importante para nosotros.

Ahora, señores diputados, la sociedad, dentro del pensamiento de los teóricos tiene la obligación de velar por que los delincuentes no sean privados de la vida, sino que éstos deben ser sometidos a un procedimiento penitenciario que les permita regenerarse y volver a la sociedad como elementos útiles. Yo estoy en desacuerdo con esa teoría, absolutamente en desacuerdo. Cuando nos encontramos que hombres útiles a la sociedad son privados de la vida por asesinos cuya regeneración no se pueda lograr y que son inútiles para convivir dentro de los seres humanos que forman la sociedad, yo tengo que estar en contra de la idea o de la teoría que se ha expuesto en ese sentido. ¿Cómo va a ser posible, señores diputados, que un obrero que sale de su taller o de la fábrica después de haber puesto su esfuerzo y su trabajo al servicio de la patria, al servicio de la nación, al servicio de la sociedad, se encuentre a la vuelta de una esquina con un desalmado que lo prive de la vida y entonces la sociedad tome al delincuente de la mano y lo lleve a la escuela del crimen, que es la Penitenciaría del Distrito Federal? ( Aplausos). Yo creo que la sociedad está en contra de sus fines, está en contra de su propia finalidad.

Es notable encontrar en labios de gentes, que entiendo que sienten profundamente el dolor del pueblo de México, palabras de conmiseración para hombres que no la han tenido; es doloroso encontrarnos en ese camino, porque yo creo que la sociedad debe velar por sus hombres útiles. Y curioso

es, señores diputados, que al delincuente lo llevemos para que se regenere, para que aprenda a leer y que la sociedad le pague sus alimentos, para que tenga médicos que se encarguen de salvarle la vida en caso de que tenga una enfermedad; y respecto de la familia del trabajador, de la familia del hombre honesto,¿ de esa se preocupa la sociedad? ¿Se preocupa la sociedad de los hombres que forman un grupo de seres útiles a la patria? ¿Se preocupa por que los hijos del hombre honesto que murió acribillado a tiros a mano de un delincuente, vayan a la escuela, tengan médicos o se eduquen?

- El C. Meraz Nevárez Braulio. (Interrumpiendo). Para una aclaración.

Compañero López Arias. Yo tengo entendido que su gobierno tiene establecida la Secretaría de Asistencia Social, que es precisamente para atender las necesidades de las familias a que usted se ha referido. Por otra parte, entiendo que existen las escuelas establecidas por el gobierno, a donde asisten sin distingos todos los niños, dándoles preferencias en ciertos casos a las familias de los desheredados y a los hijos de los obreros que usted se acaba de referir. Entonces, creo que el gobierno, el Estado, cumple su función porque tal parece que usted nos daba a entender que el Estado se desentendía completamente de esas gentes, es decir, que la sociedad, representada por el Estado, jamás se preocupaba por velar por la vida de esas gentes a quienes usted se ha referido.

- El C. López Arias Fernando:(Continuando). Le voy a contestar:

Menguada la función del Estado sí es verdad lo que usted ha dicho: el establecimiento de instituciones públicas de asistencia para huérfanos de los hombres asesinados.(Aplausos).

Esa no es función del Estado, compañero Meraz Nevárez. ¿Que nosotros no hemos caminado por las calles de la capital y encontrado hacinados a los hijos de los trabajadores asesinados, a los pobres niños que no tienen quien vele por ellos, hechos doblez, soportando el frío y la miseria por el abandono de la sociedad? Lo hemos visto nosotros y sabemos que es cierto. Todas esas cosas son ciertas, son verdad.

Pienso también, señores diputados, que a esta tribuna van a venir representantes del sector campesino. Para mí, con entera convicción vengo a sostener la pena de muerte; para mí encontraré que los ingenieros agrónomos que fueron a cumplir con su deber para darles tierras a los campesinos, tendrán que hacerse escuchar en la conciencia de los hombres que vengan a hablar en contra de la pena de muerte, porque esos hombres fueron a cumplir con su deber y fueron privados de la vida y sino, en la Casa del Agrarista, que se ve allí en sus paredes los nombres de todos esos hombres asesinados.

Señores, ya estas cosas han sido discutidas profundamente por hombres de ciencia, como Carrara Lombroso, y otros eminentes hombres de ciencia, todos ellos han discutido la bondad de la pena de muerte o la eliminación de la misma. Todos estos hombres de ciencia no se han puesto de acuerdo; todos ellos han estudiado el panorama de la sociedad en sus respectivos países y no han llegado a ninguna conclusión. Yo pienso que aquí en México también sucede lo mismo entre los hombres estudiosos del Derecho Penal. Ellos, señores, se refugian en un gabinete; ponen ante si una serie de libros escritos por los mejores autores del Derecho Penal, pero no ven la realidad, no descienden a terreno frío y duro de la realidad, ellos convienen con sus teorías y con las teorías ajenas y llegan a la conclusión de que no es posible quitarle la vida a aquel que ha quitado la vida, y yo pienso, señores, que nosotros tenemos derecho a la vida, que la vida es inviolable, que tenemos derecho a la vida como tenemos derecho a la libertad que también es inviolable; pero este derecho no reconoce más límite que el derecho de la vida y a la libertad de los demás.

El compañero Peña Palafox se refería a Robespierre, que fue abolicionista de la pena de muerte, y yo quiero decirle al compañero Palafox esto: En la Revolución francesa el hombre que llevó más miles de hombres el cadalso, fue Robespierre.

- El C. Peña Palafox (Interrumpiendo). Yo me refería al caso histórico de Robespierre; yo no lo estaba juzgando.

El C. López Arias,(continuando): Pues los muertos también están Considerados en la historia, compañero.

Decía el compañero Félix Díaz que si nosotros aplicamos la pena de muerte, estamos retrogradando, estamos volviendo al primitivismo. Y en el primitivismo sólo existía la justicia individual, la justicia que uno se hacía. Si nosotros, señor diputado Félix Díaz, no podemos en una forma seria, en una forma sensata, un dique a la criminalidad, estamos regresando a la edad primitiva, estamos regresando a la Edad Media, porque entonces los hombres lesionados, en lo que de más sagrado tiene un hombre que es la vida, no tendrán más camino que hacerse justicia por sí mismos.

Cuando ustedes mismos están reconociendo que los tribunales de nuestro país están llenos de defectos y que cometen muchos errores, estoy de acuerdo con ustedes, pero advierto esto: La ley no es mala; los hombres encargados de aplicarla son los malos. Ese es un problema diverso del que estamos estudiando. Vamos a hacer una división en este debate discutiendo después, cosa que en mi concepto creo que no estamos facultados para hacer, si los hombres del Poder Judicial son honestos y limpios que saben impartir justicia. Aquí discutimos únicamente el derecho que el hombre tiene para privar de la vida a un semejante, y si la sociedad cumple sus fines privando de la vida, en consecuencia, a aquel que atenta contra la vida de un miembro de la sociedad.

El C. Díaz Escobar Alfredo Félix: Una aclaración. ¿Por qué no se refiere usted a un concepto mío en relación con los delincuentes? Independientemente de que volvamos al primitivismo, más bien a la Edad Media, con la aplicación de la pena de

muerte, me refiero y sobre esto quisiera que especulara usted algo, a que el medio social ambiente produce a los delincuentes, con excepción de casos aislados y que es necesario depurar el ambiente social que produce a los delincuentes.

El C. López Arias Fernando: Compañero Félix Díaz: Acepto que el delincuente en muchas ocasiones sea producto del medio social; pero la pena de muerte es reacción de la sociedad en contra de los delincuentes, producto de la misma sociedad. Acepto esa teoría.

Ahora, señores diputados, también escuchamos aquí que la ignorancia, más que otras cosas, nos lleva al crimen. Me voy a permitir leer las estadísticas también que no le gustaron al diputado Garizurieta, para probar que el Distrito Federal, donde existen más escuelas, la mayor parte de los delincuentes son los que han aprendido a leer y a escribir y hay muchos otros que estudiaron hasta la secundaria.

El C. Zapata Vela Carlos: Que se cierren las escuelas.

El C. López Arias Fernando: Las escuelas del crimen, sí.

Hombres en 1937 que no saben leer ni escribir, 8,520; hombres que sí saben, 19,963.

En 1938 hombres que no saben leer ni escribir, 8,000; 17,000 hombres que sí saben leer y escribir.

En 1939, 13,689 hombres que no saben leer y escribir; 16,000 que sí saben.

En 1940, 10,000 que no saben leer ni escribir.

En 1941, 7,000 que no saben leer ni escribir y 8,000 que sí saben.

El C. Zapata Vela Carlos: Entonces no había "Escuela del Amor".

El C. Peña Palafox Alfonso: Yo también traigo mis datos. En 1941, 1,062 delincuentes hombres son los que no saben leer ni escribir y 432 mujeres son las que no saben leer ni escribir.

El C. López Arias Fernando: Son 4,936 y 8,074 que sí saben leer, pero en fin, estos datos estadísticos tendrán que ser apreciados con toda serenidad, tendrán que servir de base para hacer los cálculos que debemos hacer aquí sobre el aumento de la criminalidad y sobre las distintas formas en que se desarrolla. Pero fuera de esto, lo cierto es que todos aceptamos, los del pro y los del contra, que la ola de criminalidad va en aumento en México.

Me dicen: existía la pena de muerte antes de 29 ¿y fue ejemplar, fue intimidatoria? Y yo pregunto, señores diputados: ¿Cuándo se ejecutó la pena de muerte? ¿Cuándo se cumplió con la ley que creó la pena de muerte? Nunca. En consecuencia, no podemos decir que la pena es ejemplar o intimidatoria.

No podemos aceptar esa tesis, porque si hubiéramos aplicado la pena de muerte para los criminales con todos los requisitos que el artículo 22 de la Constitución señala y la ola de crímenes hubiera aumentado, entonces sí podríamos decir que no había sido ejemplar la pena de muerte, podríamos decir que no era intimidatoria; y el caso que se señaló aquí, el caso de José de León Toral, es el único caso prohibido por la Constitución 57 y la de 17: asesinato político, crimen político; ese es el único caso en que la Constitución no está conforme en aplicar la pena de muerte. En consecuencia, como dice el compañero Meraz Nevárez, se ha privado de la vida a un individuo por delito político. Pero yo quiero que me digan en dónde se ha aplicado la ley para criminales, como Romero Carrasco y otros? En ningún caso. Pero eso es una cosa diferente de la que estamos estudiando, de la que estamos debatiendo ...

El C. Meraz Nevárez Braulio. (Interrumpiendo): ¿ Me permite una aclaración? Yo quisiera preguntarle si en el remoto caso de aprobarse el dictamen, por el hecho de reimplantarse la pena de muerte, se aplicaría a los reos de delito político.

El C. López Arias Fernando: No; porque la Constitución no lo permite, compañero Meraz Nevárez.

El C. Meraz Nevárez Braulio: Pues es el único caso en que se aplica, los antecedentes que tenemos nos llevan a esa conclusión.

El C. López Arias Fernando: Precisamente es lo que estoy diciendo, que nosotros estamos aplicando la pena de muerte exclusivamente a delitos políticos, algo prohibido por la Constitución. Yo estoy tratando de demostrar que no podemos valorizar si la pena de muerte es ejemplar o no, porque no sabemos que reacción reduzca en la sociedad la aplicación de la pena de muerte, puesto que no se ha aplicado a los delincuentes sino en casos prohibidos por la Constitución.

Ahora, señores diputados, este es un caso que les ruego tomen en consideración: la pena de muerte no se propone para los criminales, mejor dicho, para los delincuentes ocasionales o para los delincuentes pasionales, que pudieran ser, en último extremo, los elementos a que se refirieron los oradores del contra que han estado aquí presentes. La Comisión sostiene que la pena de muerte debe aplicarse a los criminales...

- El C. Gutiérrez Roldán Emilio:(Interrumpiendo): Para una interpelación. Cuando usted ha llegado a tocar este aspecto, yo quisiera preguntarle si en las especulaciones que le sirvieron de base para dictaminar en la forma que lo ha hecho, conjuntamente con los demás miembros de la Comisión se hizo el análisis de los datos que nos ha exhibido de la criminalidad para saber qué número de delitos corresponden a delincuentes de asesinato calificado, qué número corresponde a casos ocasionales y qué número a casos de riña vulgar. Ese dato sería muy interesante que lo conociéramos, y si se especuló sobre el particular.

El C. López Arias Fernando: Precisamente la Comisión fundó su dictamen manifestando con toda claridad que la pena de muerte no se proponía para los delincuentes ocasionales o para los delincuentes pasionales. En el mismo dictamen se dice que con todas sus naturales deficiencias hemos aceptados los datos estadísticos de la Dirección General de Estadística. Claro está que la Dirección General de Estadística no puede materialmente, humanamente, hacer la clasificación de los delitos, es decir, establece cuáles son los delitos de homicidio simple y cuáles se estiman como calificados.

El C. Gutiérrez Roldán Emilio: Entonces que de esta interrogación.

El C. López Arias Fernando: Seguramente. Ahora la Comisión no propone, vuelvo a repetirlo, que se aplique la pena de muerte para los delitos ocasionales o pasionales. Dentro de la naturaleza humana, naturalmente que existen reacciones o instintos no acallados que impulsan al individuo a cometer un delito cuando se siente afrentado o se siente lastimado. Estos delitos no los puede castigar el Código Penal, porque precisamente se hace la aclaración de que son sujetos que reaccionan en distintas formas. La Comisión propone que se aplique la pena de muerte a aquel que con alevosía, ventaja y tracción asesine a un individuo que es útil a la sociedad. Yo no puedo aceptar que ustedes consideren a un individuo que ésta esperando en su esquina a otro que se dirige a su hogar, y lo mata, merezca la estimación y la ayuda de la sociedad; yo no lo puedo aceptar.

Ahora, señores diputados, ¿Acaso no tenemos nosotros también el derecho, la sociedad no nos da el derecho de matar para que no nos maten? ¿No lo permite el Código Penal? Nosotros que pasamos por la Escuela de Derecho sabemos decir que dentro del Código hay un derecho de matar y se mata ejercitando el derecho de legítima defensa. El individuo que priva de la vida a otro defendiéndose legítimamente, no es responsable ante el derecho y yo pregunto, ¿Cuándo un individuo atenta contra la vida de la sociedad, no existe la legítima defensa de la sociedad para eliminar a ese individuo que es un peligro y baldón para la propia sociedad? ¿No tenemos nosotros también dentro del Código Penal el derecho de matar a la mujer cuando se le encuentra en el acto carnal con un individuo ajeno a su consorte? ¿No aceptamos nosotros dentro de la sociedad moderna, humana, no aceptamos nosotros esa teoría? ¿No nos da la sociedad a nosotros el derecho de matar? ¿Entonces porque espantarnos de que la sociedad elimina a individuos nocivos? Aceptamos nosotros que nos da el derecho de matar por nuestra propia mano a otro individuo, y en cambio el Estado no lo puede hacer, y el Estado, señores, tiene la obligación, sobre todas las cosas, de velar por la integridad y la seguridad social.

Señores diputados, la Comisión ha expuesto sus puntos de vista tomando en cuenta las ideas que también se expusieron aquí por los señores del contra. Nosotros, por convicción, sometemos este propósito; no nos guían intereses mezquinos. Hemos leído en el DIARIO DE LOS DEBATES del 57 y del 17, a hombres indiscutibles en cuanto a su conducta normal; hemos leído en los estudios del Derecho Penal todas estas cosas que son importantes para formar un criterio; creemos fundadamente que, antes de que la sociedad se preocupe por regenerar a un delincuente que ha privado de la vida en muchas ocasiones a una serie de hombres útiles a la sociedad, debe preocuparse por velar y satisfacer los derechos que todos los hombres honestos tienen para estar tranquilos, viviendo dentro de la sociedad mexicana. (Aplausos).

El C. Presidente: En virtud de que existen inscritos numerosos oradores que aun no hacen uso de la palabra, y en vista de lo avanzado de la hora, la Presidencia va a proceder a suspender la sesión. Antes va a conceder la palabra al diputado Lecona Soto para hacer una invitación.

El C. Lecona Soto Reynaldo: El día de mañana, a las diez horas, en el poblado de Xochimilco se llevará a cabo un acto solemne, grandioso, con motivo de la inauguración de un Centro Escolar y de algunas otras obras de mejoras materiales, que Departamento del Distrito Federal, en cumplimiento de su programa, ha realizado. La Presidencia del Comité de Festejos invita cordialmente a todos los miembros de esta Cámara para que asistan el día de mañana a las diez horas y a la vez suplica a la Presidencia designe una comisión que, en representación de esta propia Cámara, asista a este acto. Algunos compañeros aceptaron esta invitación y probablemente la Cámara acuerde que vaya una Comisión. Dado el interés de los diputados en asistir, pido a la Presidencia que la próxima sesión no sea mañana, sino en otra fecha.

El C. Presidente: La Presidencia designa en Comisión a los ciudadanos diputados Aarón Camacho López y Reynaldo Lecona Soto. Se cita para mañana a las doce horas y se suspende la sesión. (15:50 horas).

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIOS DE LOS DEBATES"

El DIRECTOR, Jefe de la Oficina, JUAN ANTONIO MOLL.