Legislatura XLIII - Año II - Período Comisión Permanente - Fecha 19570131 - Número de Diario 40

(L43A2PcpN040F19570131.xml)Núm. Diario:40

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., JUEVES 31 DE ENERO DE 1957

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO II.- PERIODO ORDINARIO XLIII LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 40

SESIÓN SOLEMNE

DE LA

COMISIÓN PERMANENTE

EFECTUADA EL DÍA 31

DE ENERO DE 1957

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Se designa comisión para recibir e introducir al Salón de Sesiones al señor Presidente de la República. Pronuncian discursos alusivos en homenaje al "Año de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano" los CC. diputados Baltasar Dromundo Chorné y senador Miguel Osorio Ramírez.

2.- Se designa comisión para acompañar al señor Presidente de la República al abandonar el recinto parlamentario. Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. JOSÉ RODRÍGUEZ CLAVERIA

(Asistencia de 28 ciudadanos representantes)

El C. Presidente (a las 12.00 horas): Se abre la sesión de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, en homenaje al Año de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano.

Se designan en comisión para recibir al señor Presidente de la República en este recinto a los ciudadanos diputados Rosendo Topete Ibañez, senador Noé Palomares Navarro, diputado Carlos Valdés Villarreal y senador Rafael E. Melgar.

(La Comisión cumple su cometido).

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano senador Miguel Osorio Ramírez.

En virtud de no encontrarse presente el senador Osorio Ramírez, tiene la palabra el ciudadano diputado Baltasar Dromundo Chorné.

El C. Dromundo Chorné Baltasar: Ciudadano Presidente de la República. Ciudadano Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la República. Ciudadano Presidente de la Honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Ciudadanos Diputados y Senadores. Ciudadanos Secretarios del Ejecutivo de la Unión. Ciudadanos Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ciudadanos Gobernadores de los Estados. Ciudadanos representantes de los Partidos Políticos concurrentes. Ciudadanos representantes de las centrales obreras, campesinas, organizaciones populares y trabajadores del Estado en general. Señores representantes de la prensa nacional. Señoras y Señores: cuanto se diga de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano será en elogio de la Reforma, y cuanto se diga de la Reforma será en elogio de la patria. Porque el movimiento ideológico y militar de la Reforma fue la consagración de la República, pero el camino múltiple de la Reforma lo abrió la Constitución.

En la bella juventud de su primer centenario, ella evoca a sus progenitores para que la patria, conmovida, pueda hablar de mexicanos inmortales, porque ellos dialogaron desde la Constitución más allá del tiempo en que la forjaron, en aquel idioma superior que arrebataron a los dioses y con aquella pasión nobilísima que los consumió, al encenderlos. Ninguna cátedra de ética superaría el ejemplo dictado por los liberales constituyentes: del honor, de la justicia, del cumplimiento del deber y de la noción del bien, hicieron un decálogo que no envejecería, y acertaron a vivirlo apasionadamente por encima de su vida y de su muerte. Por eso México honra la memoria esclarecida de los constituyentes liberales del 57 como una forma de enaltecer los más hondos valores de la patria. Si la virtud ciudadana ha de ser mostrada como ejemplo a las nuevas generaciones, allá están los constituyentes del Partido Liberal; si la estatuaria mexicana se propusiera sobrepasar la gloria de sus bronces, allí está el gran motivo histórico y plástica de la Constitución original de 1857; y si alguien pidiera, todavía, testimonio de la grandeza mexicana, allí están todos los patricios de la Reforma y las Leyes de Reforma para justificar la estatura del pasado, para explicar la jerarquía cívica del presente, para consolidar la fe y la esperanza de México en el futuro. ¡Porque la mística de la libertad fue la mística de la Constitución, a cien años de distancia, México se desborda agradecido a aquella mística que es su razón de eternidad! ¡Carta Política del 57 que imprimiera la valentía de Ignacio Cumplido, en su limpia finura tipográfica y que comentara Francisco Zarco en su historia insustituible y en las páginas sin mancha de "El siglo XIX" !Constitución Federal de 1857, vigoroso resumen lacerante del viejo drama atormentado de la

patria; entreacto de la cultura jurídica en el trágico debate de aquel gran siglo de borrascas; afortunada síntesis del conocimiento enciclopédico superado por la filosofía positivista que, bajo la Reforma, pondría en las manos egregias de Gabino Barreda los destinos de la Escuela Nacional Preparatoria! ¡carta magnífica del 57, carta de los derechos del hombre que reintegró al mexicano su derecho a vivir sin sobresalto en la tierra liberada por la sangre fecunda de sus héroes; legislación insigne del concepto de propiedad del XIX; consagración reformista de la libertad de las creencias; exaltación extraordinaria de la libertad de pensamiento; arquetipo legal de la libertad de comercio; ideario jurídico de la libertad de enseñanza, inspiración del prócer estatuto que la Reforma adicionaría más tarde, con la separación jurídica del Estado y de la Iglesia; propósito profundo de la más alta disciplina constitucional que estableció el sistema federal de gobierno; legítimo documento de la democracia americana, puesto que en el más noble sentido de su difícil sencillez, aspiró a reconocer la validez de una aristocrática moral, esencia de la discusión parlamentaria de entonces, como condición de legitimidad en los funcionarios de los tres poderes! todo esto mucho más representa, sobre los escombros aún humeantes de una tiranía desaparecida, la carta del 57 en cuyo honor, México, fervoroso, se inclina y agradece.

La belleza de aquel gran texto liberal no se desprende de su ornamentación o pulimento, sino que radica en su poderosa exactitud, en su dialéctica de oro, en su lógica cerrada, en la autocrítica de la controversia que dio paso a la verdad jurídica: es la fina elocuencia de la razón transfundida en la argumentación del patriotismo, sustentada en las urgencias de la patria, regida por la inteligencia, dictada por la bondad y la sabiduría. ¡La Constitución Federal de 1857 es blasón impoluto del pensamiento Liberal mexicano y mereciera ser leída del mismo modo que fue discutida y aprobada: al amparo de la luz que despiden los tres colores de la bandera de la patria!

En la transformación social y en el advenimiento industrial que derivaron del pensamiento liberal mexicano, el Constituyente de 57 recogió la amarga experiencia de su viacrucis laico y logró interpretar, en su ilustre texto reformista, el dogma primigenio de la soberanía del pueblo, el origen y el sistema de los Poderes como expresión legítima del pueblo: ¡Natural preocupación del Constituyente era su pueblo, puesto que de él había salido, puesto que lo había visto desgarrado y oprimido por una dictadura acéfala y por una economía de privilegios coloniales! Los constituyentes hicieron, con absoluta seguridad en el trazo, el dibujo jurídico de la Federación como natural resultado de la Independencia y de la unidad nacional; ellos troquelaron como apotegma la libertad electoral y el sufragio, considerándolos patrimonios irrestrictos de la ciudadanía más allá de los partidos, por encima de banderías políticas militantes considerando que en el libre juego de la opinión radica la salud orgánica de la República. Ella, la Constitución liberal, influída por el viento alto del pensamiento de la Reforma, grabó como precepto sustantivo la dignificación popular, la independencia del Poder Judicial; y a mayor abundamiento, en las admirables voces de sus diputados progresistas, en deliberaciones de fascinante elocuencia y ética sabiduría, trabajó en una Carta Política superior destinada a regir y a proteger a toda la nación, sin distingos religiosos o políticos: esto era fruto del espíritu de tolerancia liberal, de la inteligente generosidad liberal, de la lealtad de las convicciones liberales y de la firmeza del carácter y el temple decisivo para la acción que eran prendas del Partido Liberal. Por esto el Constituyente progresista abrió a todas las opiniones la prensa y la tribuna, considerando los ilustres diputados que la dignidad moral del periodista, que la limpia ideología del escritor contribuirían a prestarle al país ese clima de civilizada convivencia que para México soñaron los incorruptibles pensadores de la Reforma. Por esto abolieron la pena de muerte para los delitos políticos; por esto confirmaron la abolición de la esclavitud que fue bandera original de Hidalgo y de Morelos por esto se habló del tema de la tierra en la voz prestigiadísima de Arriaga y se pugnó por la defensa de los derechos obreros en las doctas intervenciones de Ignacio Ramírez; y por esto, porque en la elocuencia del debate parlamentario de los liberales se planteó la defensa del individuo frente al Estado, vendría después el esfuerzo renovador de la Reforma a realizar un gran propósito del Constituyente: consagrar el juicio de amparo como una de las más elevadas conquistas de la civilización occidental. Los constituyentes progresistas rodearon de toda suerte de garantías a la persona humana frente al Estado, y al Estado frente a los embates del exterior: con una lección esclarecida de derecho internacional; al tratarse de la integridad territorial del país, México tomó sitio, con la dignidad que le era propia, al lado de todas las naciones, y su nueva tarjeta de visita para el mundo fue la Constitución Federal de 1857. ¡A un siglo de esa jornada de titanes, la justificación moral del 57 es la grandeza intemporal de la República!

El movimiento de Ayutla, que la austera figura de Juan Alvarez destacó en los altares de la consagración nacional, fue la reivindicación de la dignidad mexicana, y la Carta Magna que derivó de Ayutla y de Acapulco, al echar los cimientos de la patria futura hizo de la razón y de la verdad las sustancias jurídicas que regirían al país que estaba desacreditado en el exterior por los actos de quienes lo habían sojuzgado, y que se debatía dentre la dictadura y la agonía. Cuando el país estaba hecho pedazos por la anarquía y el retroceso, la Constitución marcó la resurrección de la Patria! La filosofía del pensamiento liberal transformó hasta la transfiguración el orden social del México de entonces, complementándose en un solo bloque de armónica unidad, la Constitución con las Leyes de Reforma anteriores y posteriores, conjunto que constituyó la legislación rectora de la época. ¡Testimonio irrecusable del talento desesperado de la nación fue naturalmente, la Carta reformista, de igual modo que la del 57 fue por antonomasia la generación de la inteligencia.

En su trágica grandeza, anticipándose a su época, abordaron con intuición genial los problemas

fundamentales de su tiempo y del futuro: tuvieron la virtud política de la perspectiva, superaron las tormentas de su tiempo, infundieron suprema serenidad en un trabajo discutido con pasión; y al plantear con desusada valentía moral las cuestiones esenciales, sacudieron hasta sus cimientos la conciencia de la nación: era el genio de la Reforma que inspiraba al pensamiento liberal antes y después de 1857, y a cuyo impulso histórico se debió la obra perdurable del Constituyente. Era el acento de oro de la elocuencia que desde la tempestuosa conferencia de la Academia de Letrán, llegaba a la tribuna de la Cámara de Diputados con la estética imponderable de los discursos del Nigromante. Era la encendida sabiduría de los más puros quilates con que imprimía un tono de preocupada hondura a la asamblea, la palabra del michoacano Melchor Ocampo. Era la madurez avasalladora y el poderoso aliento del pensador incansable con que estremecián a los constituyentes las intervenciones de León de Guzmán. Era la profundidad política, la actividad abnegada, la singular pasión con que inflamaba al auditorio la palabra del presidente de la comisión de constitución, Ponciano Arriaga, alma del Constituyente. Era el patriotismo del partido progresista, encendido como una flor del trópico en la frase polémica y romancera del gran cantor del pueblo Guillermo Prieto. Era la integridad moral, la honradez del liberal, la brillante capacidad del escritor en Francisco Zarco, ilustre director de "El Siglo XIX", eximio autor del discurso preliminar de aquella Constitución. Era la contagiante magia del patriotismo sin barreras de José María Mata. Era también la inmaculada entereza y la figura de chinaco de Santos Degollado. Era, por contragolpe, la ausencia de aquel orfebre liberal de la ironía, varón de esa jornada, "El Gallo Pitagórico". ¡Y José María Cortés Esparza, y Justino Fernández, y el preclaro Ignacio L. Vallarta! ¡Congreso de excepción! Extraordinario conjunto de valores en los constituyentes y en su obra, en el pensamiento liberal y en las tareas de la Reforma. Concepción admirable de aquella tesis de universalidad y nacionalismo con que dieron cima a su epopeya en la imponente dramaticidad de geniales anticipaciones. Un anciano de 76 años, superviviente de las tormentas nacionales, avanzó con inseguro paso al salón de sesiones de aquella histórica mañana del 5 de febrero de 1857; ascendió al estrado, se colocó cerca del vicepresidente León Guzmán, y ante la asamblea que puesto de pie lo reverenciaba, firmó con mano incierta la flamante Constitución. Y expresó con voz emocionada y convulsa: "Este es mi testamento". Aquel Presidente del Congreso Constituyente, esclarecido miembro del Partido Liberal, era Valentín Gómez Farías, progenitor de la República.

Vueltos a la tierra generosa por la que lucharon sin medida, su muerte era un tránsito: hoy, al centenario de su obra, los liberales de entonces están vivos en la conciencia de la nación, en el dulce encanto escolar de nuestros niños, en la raíz misma de la historia que no muere, en el proceso dialéctico de nuestra revolución, en la inquebrantable solidez de nuestras instituciones democráticas, en las leyes que nos rigen en la misma lucha de ideas de los partidos, y en la entereza moral del Jefe de la República. El pueblo los evoca en la atmósfera misma, luminosa y transparente, de este Valle de México que los vio luchar por la imagen de una patria feliz. ¡La cuadragésima tercera legislatura del Congreso de la Unión, los exalta y los venera, ante la nación, desde esta tribuna de la Cámara de Diputados! ¡Bienaventurados los patricios del 57 que hallaron en el sacrificio la suprema voluptuosidad de la fe, porque ellos dictaron una cátedra que no ha sido superada! ¡Desde el Congreso de Apatzingán hasta la Revolución de Ayutla, y desde la Constitución de 57 hasta las leyes de Reforma, nada es más grato para la República, en este centenario, que reconfortarse en el ejemplo del más preclaro de sus presidentes: Benito Juárez!". (Aplausos)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano senador Miguel Osorio Ramírez.

- El C. Osorio Ramírez Miguel (leyendo):

"Señoras y señores: Sócrates, en el diálogo inmortal, de Critón o el Deber, corporiza a la ley y ésta, personificada, clama por el cumplimiento de sus preceptos y es así, como la voz austera del Derecho, enseña al Mundo que la ley es respetable, lo mismo cuando nos beneficia que cuando nos lastima.

"Recuerdo la angustia descrita en el diálogo, porque no parece, sino que, el entusiasmo del pueblo para festejar el centenario de la Carta de 1857, débese a la generosidad de la Revolución de Ayutla; a la pujanza de las instituciones plasmadas en el Código Supremo, tanto como a la influencia de los mejores hombres del país, a las liberaciones de la asamblea excepcional.

"Tanta es la vitalidad de la Ley Fundamental de 1857 que, como en el relato de Platón, hoy se actualiza y abandonando los libros en que se encuentra la ley, se levanta para interrogarnos, sobre cuáles han sido sus frutos; cómo influyeron en nuestro destino de nación independiente sus preceptos y es de este modo, como se encuentra presta, a seguirnos en esta sesión que se celebra en esta Sala, bajo la penetrante mirada de nuestros próceres.

El menos autorizado de los senadores de México, profundamente emocionada, siendo indudable la presencia de los paladines que nos han dado la nacionalidad y bienestar y cuyos nombres, en el cielo de los inmortales, se encuentran grabados en letras de oro en este que es el recinto augusto del derecho.

"Nos alienta tener presentes a Cuauhtémoc, Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, Matamoros, Abasolo, Los Bravo, Galeana, Jiménez, Mina, Pedro Moreno, Rosales, Guerrero, Rayón, Barragán, Guadalupe Victoria, Ignacio Zaragoza, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Emiliano Zapata, Aquiles Serdán, Alvaro Obregón, Leona Vicario, Carmen Serdán, los Niños Héroes de Chapultepec y los Defensores de Veracruz para enaltecer la ceremonia.

"Se palpa en el ambiente igualmente la presencia corpórea del Plan de Ayutla, su reforma de Acapulco; del pacto Federativo de 1857 y, honrosamente, el acompañamiento de los generales Juan Alvarez, Nicolás Bravo y Tomás Moreno, de Ignacio Comonfort, del coronel Florencio Villarreal, los comandantes Ignacio Pérez Vargas, Jenaro

Villagrán y, en suma, de todos los firmantes de los documentos memorables.

"Todos ellos, artífices de México, serán mi numen y me guiaré en este mi discurso anhelando entenderlos justamente para interpretar el honroso cargo que me ha encomendado la Comisión Permanente del Congreso.

"Es en marzo de 1854 cuando se exterioriza el pensamiento de la Insurgencia, llamada por el coronel Florencio, Villarreal y congregada en el Pueblo de Ayutla, distrito de Ometepec, del Estado de Guerrero.

"En Ayutla, se acogen los gritos populares de protesta contra el Estado de cosas imperantes, y es, en el solar nativo de los Alvarez y los Pérez Vargas, donde se manifiesta el ansia por constituir un pueblo regido por el derecho, en que la ley se encuentre sobre todos y en que los hombres disfruten de un mínimo de garantías que los conduzca al logro de sus idealidades.

"Realmente es el primero de marzo de 1854 cuando se enciende la chispa que más tarde sería la llama inextinguible de la Reforma en el cielo de la patria; es en esa fecha cuando se dibuja la definitiva consolidación de nuestra nacionalidad, al precio de la sangre vertida en una lucha entre hermanos.

"Pero, ¿acaso no fue esta la senda caminada por los ingleses en 1215; el camino transitado por el pueblo de los Estados Unidos en 1776, y la ruta seguida por los franceses en 1789?

"Verdad es que los anhelos de nuestro pueblo, de ser regido por una ley suprema que lo mismo obligue al gobernante que al gobernado, ha sido para México una tragedia dolorosa que ha dejado las huellas impresionantes de su sangre en todos los confines del país.

¡Parece que obtener una ley constitucional ha de ser siempre la más cara de las conquistas humanas!

"Tal vez sea una satisfacción en extremo dolorosa; pero satisfacción en todo caso, porque todo hace pensar que la tierra y los cielos de México, exigieron que el dolor purpúreo de nuestros soles fuera extraído precisamente de nuestros corazones, como en la leyenda de las rosas de Oscar Wilde.

"Corresponde al espíritu popular la sabiduría; pero la más alta y más bella de las sabidurías es la que, presidiendo el gobierno de los países y de las familias, se llama Justicia y Prudencia; y fue por esto en razón de que careció de sabiduría el gobierno santanista y en consecuencia de ponderación, respeto a la ley, patriotismo y consideraciones a la vida humana; por lo que fue fatal la adopción del camino insurreccional.

"...La permanencia de López de Santa Anna en el Poder, es un amago constante para las libertades públicas; ha venido una parte considerable de la República; la nación no puede continuar más tiempo sin constituirse de modo estable; las instituciones liberales son las únicas que convienen al país y se encuentran en inminente riesgo de perderse, bajo la administración cuyas tendencias al establecimiento de una monarquía ridícula, se han dado a conocer con la creación de Ordenes, tratamiento y privilegios abiertamente opuestos a la igualdad republicana..."

"Estos fueron los móviles de los hombres del Sur, suficientes para explicar la guerra de Ayutla; pero, en una ceremonia como esta, aun a riesgo de causar fatiga, he de encareceros, señoras y señores, seguirme con una sumaria recordación histórica para precisar que nunca como en 1854 fue justa la insurrección.

"¿No es cierto que los Estados Unidos y Francia en casos semejantes acudieron a la misma solución?

"Jefferson el autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, explicó los motivos de la liberación en estos conceptos:"... Para nosotros, son verdades incontrovertibles que todos los hombres nacen iguales; para proteger sus derechos se instituyen los gobiernos que deben regirnos; pero, cuando éstos llegan a ser perjudiciales por no defender como deben, las libertades de un pueblo, éste tiene el derecho de modificarlo o abolirlo".

"La experiencia demuestra, se afirma en la declaración, que los hombres prefieren sufrir cuando sus males son tolerables; pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones cometidos con el mismo objeto, revela el designio de oprimir a un pueblo despóticamente, éste se encuentra autorizado y se halla en el deber de separarse del gobierno que tal hace, buscando nuevas garantías para su dicha futura y su tranquilidad.

"Reclamaciones del pueblo norteamericano al gobierno de Inglaterra, fueron las de que éste impidió el desenvolvimiento de la población; obstaculizó la justicia, impuso contribuciones excesivas y estableció prohibiciones al comercio.

"Francia, por su parte, coincidiría en la concepción norteamericana al estatuir, en la declaración girondina de los derechos: "Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo y para cada fracción de pueblo el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes".

"Males semejantes a los padecidos por estas naciones, confrontaba México en 1852 en que la dictadura santanista simbolizó las injusticias, las traiciones y los atropellos.

"A pretexto de consolidación de la autoridad, se expidió la Ley de Conspiradoras en 1853, que condujo al patíbulo a muchos inocentes.

"La necesidad de organizar la fuerza armada del país, llevó la miseria y la desolación al seno de las familias y la leva arrastró sin piedad a los artesanos y los labradores; y cuando éstos no pudieron producir en el dictador la sensación de seguridad que buscaba, se intentó la formación de una milicia extranjera, con el fin de que en el suelo de los lares, viera el mexicano conculcados sus derechos y pisoteada su dignidad.

"Llegó la soberbia a su extremo, al ordenarse la publicación de artículos escritos sen desdoro de uno de los veteranos de la Independencia y ex Presidente de la República, el general José Joaquín Herrera, sólo porque la prensa le rindió tributo a la hora de su muerte.

"El Plan de Jalisco y los convenios de 6 de febrero de 1853, fijaron un año de permanencia en el Poder; pero la prórroga no se hizo esperar por las argucias del dictador.

"Previnieron los Convenios que de ser necesarias algunas reformas en la administración de Justicia, podrían realizarse a condición de que la independencia del Poder Judicial permaneciera incólume; y a esta obligación se le dio cumplimiento, deponiendo de la magistratura que ejercían en la Corte Suprema de Justicia a los ministros Juan B. Ceballos y Marcelino Castañeda, o bien, resolviendo por decreto, asuntos de la competencia del Tribunal.

"No fueron destituidos los ministros por causas vergonzantes; simplemente porque rechazaron el nombramiento de caballeros de la Orden de Guadalupe.

"Castañeda, porque expresó que su escasa fortuna no le permitía llevar decorosamente el distintivo; y Bautista Ceballos, el condiscípulo seminarista de Melchor Ocampo, el liberal integérrimo, por haber manifestado que era inconveniente a la República el restablecimiento de la Orden.

"Pero, seguramente más allá de estas violencias, el acto decisivo para el pronunciamiento de los mexicanos bajo la bandera del Plan de Ayutla, fue la herida incurable causada a la nación por el cercenamiento de nuestro territorio a consecuencia del Tratado de la Mesilla.

"El grito de airada rebeldía de los surianos estremeció a la nación y toda ella se aprestó a la lucha en busca de una fórmula de paz, de progreso, de unidad y de justicia.

"Fue el medio, la Revolución; la doctrina liberal el fundamento y, la finalidad, constituir a la nación, en la forma de República representativa popular.

"Liberalismo, como la afirmación de que, en la comunidad política, es fundamental el reconocimiento de la dignidad personal y el respeto, igualitario e indeclinable, que es debido al hombre; como la apreciación enfatica de que, la persona humana ha de disfrutar en todo tiempo, de pretensiones iguales al despliegue de su existencia y tener, concomitantemente, el deber de respetar estas aspiraciones en los demás.

"Las desigualdades que intentan justificarse en privilegios, las ignora el liberalismo; de ahí su rechazo a los títulos nobiliarios que no tiene más apoyo que la tradición o los convenios.

"Iguales los hombres, si es el Estado el medio para que consigan su bienestar, debe ponerse a su servicio; de donde la existencia de un grupo de derechos individuales, que acotan una esfera de libertad frente a la fuerza del poder público y apuntan un principio de autolimitación, que garantice la vigencia de los derechos personales.

"Esta fue la filosofía de los revolucionarios de 1854 y, triunfantes los principios, quedaron plasmados en el derecho positivo patrio, al afirmarse la Constitución de 1857.

"Armonía y tolerancia, coexistencia y comprensión, son la síntesis del pensamiento liberal mexicano; por esto, la magna asamblea de 1857 tuvo como objetivo superior, la prosperidad y el engrandecimiento de la patria, con base en la unidad nacional.

"La Federación, bandera de quienes lucharon contra la tiranía, fuerza de la República para sostener su independencia y símbolo de los ideales humanos, fue la forma de gobierno, congruente con los sentimientos de México, sintetizados en la Carta de 1857.

"La nación mexicana, representada magníficamente en el Congreso, por las figuras egregias de Valentín Gómez Farías, Melchor Ocampo, Santos Degollado, Ignacio Ramírez, Ponciano Arriaga, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, José Mariano Sánchez, León Guzmán, Juan Antonio de la Fuente, Bernardo Couto, José María Mata y de todos y cada uno de los cerebros que irradiaron en la asamblea, hizo posible desde entonces la marcha de México, vigoroza y entusiasta hacia el porvenir, con principios que todavía hoy nos alientan y vivifican y que recogieron amorosamente los Constituyentes de 1917.

"Los hombres de 1857 al legislar, se desentendieron de las persecusiones de que fueron víctimas y, dentro de las turbulencias, los resentimientos y las pasiones que los agitaban, pudieron elevarse a la altura de su misión grandiosa.

"El manifiesto del Constituyente encomendado a la pluma luminosa de Francisco Zarco, informó al país que no se había hecho la Constitución de un partido, sino la Ley de Leyes de todo un pueblo.

"No se constituyeron los prohombres de 1857, en un tribunal para pronunciar veredictos contrarios a los causantes de las tragedias de México; tampoco deliberaron para señalar quiénes habían incurrido en desaciertos y en errores en el pretérito; y solamente quisieron evitar su repetición en lo porvenir.

"Elegantemente, Francisco Zarco hizo notar que, al concluirse las tareas legislativas, las puertas de la legalidad quedaban abiertas de par en par a todos los hombres que con lealtad quisieran servir a su patria. ¿Cómo, entonces, pudo cometerse la injusticia de considerar intransigentes a los liberales y a los reformistas?

"Es inexacto que ellos, los hombres del liberalismo y de la Reforma que muy bien pueden ser simbolizados por Ocampo y por Juárez, hayan sido los representativos de la intolerancia.

"Aconteció justamente lo contrario: Juárez y Ocampo, arquetipos y esplendores de la causa liberal, no vivieron para atacar las ideas de los hombres, sino para unificarlas, para enaltecerlas y para fortalecer de esta manera la unidad de la República.

"Sobrada razón tuvo Zarco al exponer que, la gran prueba de que el Congreso no abrigó sentimientos y la demostración de que los diputados se hicieron eco de la magnanimidad de México, fue que ellos, los perseguidos, sancionaban la abolición de la pena de muerte por los delitos políticos.

"Vuestros representantes, que han sufrido las persecuciones de la tiranía, han pronunciado el perdón de sus enemigos", fue la expresión quizá más elevada de esos legisladores excepcionales.

"Es significativo que en solo el transcurso de cien años, las Constituciones de 1857 y 1917, hayan podido realizar el prodigio de elevar nuestra nacionalidad a la más alta de las cumbres concedidas.

"Los constituyentes de una y otra de las asambleas, estructuraron el enlace armonioso de las instituciones nacionales y ni una sola nota discordante ha podido presentarse; dialogaron los constituyentes

de 1857 con los de 1917; éstos, respetaron la inspiración de aquellos y por esto, orgullosamente, el pueblo de México, camina sin fatiga, en plenitud de arrobamiento y de fe, hacia la ruta de su progreso.

"Los problemas agrarios y los anhelos de los trabajadores, intentaron resolverse integralmente desde 1857 y si es cierto que no quedaron consagrados en las normas de la ley suprema cuyo centenario se aproxima, quedaron expuestos con toda claridad en los intentos de Ponciano Arriaga y de Ignacio Ramírez.

"La interpretación auténtica de los anhelos populares fue lograda, tanto por el legislador supremo de 1857, cuanto por el constituyente de 1917 y no sólo con relación a las nociones individualistas, sino a la altura de la época, admitiendo los avances que son indispensables en los regímenes democráticos.

"En 1857 se precisó que en una democracia, no debe haber pueblos sometidos a pupilaje y por ésto fue aceptada la aspiración de las localidades que tendía a disfrutar de las responsabilidades propias de los Estados en el seno de la Federación.

"En 1917 se mantiene el concepto y los Poderes de la Unión instituyen en Estado al antiguo Territorio de Baja California en 1953.

"En 1857, el Constituyente en la voz de Ponciano Arriaga reclama, que, la Constitución debe ser la Ley de la Tierra; en 1917, éste el anhelo de los revolucionarios de Ayutla y que antes fue la intención precisa de Morelos, es una realidad y para gloria de México, repartida la gran extensión territorial, pequeño agricultor y ejidatario, en comunión patriótica, caminan de la mano y al conjuro de las aspiraciones nacionales fraternizan, elevando cada día la producción satisfechos, especialmente los últimos, de que al fin se van solucionando satisfactoriamente sus problemas.

"Si la educación o la cultura, si el pensamiento o su forma de expresión son los medios de que se valen los hombres para proscribir el oscurantismo; si la luz en el cerebro, el derecho a educarse y la libertad de escribir fueron aspiraciones del Constituyente de 1857 la finalidad, en seguimiento de sus inspiraciones, viene realizándose y no escatima la nación esfuerzo alguno para la educación y la cultura.

"Si a este respecto, en su orden objetivo es la iluminación otro de los medios de la cultura, orgullosamente puede recordarse que en cumplimiento a la ley, año por año nuestro gobierno brinda, inclusive a los hogares más modestos, este descubrimiento de la civilización con inversiones incesantes y ascendentes.

"Las justas aspiraciones de los obreros; los reclamos del campesinado que fueron señalados sucesivamente por Hidalgo y Morelos, Ignacio Ramírez y Ponciano Arriaga, Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera, Esteban B. Calerón, Venustiano Carranza y todos nuestros paladines, son realidades con las garantías al obrero y al ejidatario; con la adopción de medidas para prevenir los inconvenientes de los accidentes de trabajo, las enfermedades o las cesantías; con el amplísimo sistema de construcción de presas y de perforación de pozos; con la vasta red de carreteras, el otorgamiento de créditos a través de instituciones nacionales especializadas; la solución de los problemas sanitarios y asistenciales; la construcción de habitaciones y con todo un conjunto de medidas que permiten proclamar a todos los ámbitos del mundo, que México, impulsado por sus leyes supremas, sigue la certidumbre de su destino próspero impulsado por el pueblo e inspirado en su tradición y en su historia.

"Ante la presencia de los Poderes de mi Estado, permitidme la invocación del pueblo de Tlaxcala, del talento, la heroicidad y la valentía de los más distinguidos senadores de la antigua República, Maxicatzin y Xicoténcatl, para expresar con su inspiración, la gratitud de Tlaxcala a los constituyentes de 1857, que aceptando el dictamen de las Comisiones de División Territorial, exigieron a mi Estado en entidad soberana y libre.

"Qué bien, que el destino haya permitido a Tlaxcala la pronta manifestación de agradecimiento a los liberales y a los constituyentes, cuando con el general González Ortega, el frente, en la batalla librada en Calpulalpan, uno de los girones tlaxcaltecas, se logra el triunfo definitivo de la causa liberal y de la Reforma.

"He de concluir mi discurso:

"Pronto hará un siglo en que el 5 de febrero de 1857 se firmó la Constitución y en ese día, en que tuvo lugar una de las postreras sesiones del Congreso, don Valentín Gómez Farías, fue conducido por varios constituyentes al recinto en donde juró la fidelidad a la nueva ley; y cuéntase que la República entera se estremeció al ver al patriarca de la libertad, brindando el apoyo moral de su nombre y de su gloria, al pacto surgido del constituyente.

"Ante la expectación, la diputación extraordinaria hizo también la promesa de cumplir y hacer cumplir el pacto de 57.

"En esta forma, considero que el mejor homenaje en esta hora, es el juramento solemne de nuestra fidelidad a las leyes que como derecho pasado o como derecho en vigencia, han regido y regirán los destinos de nuestra Patria. (Aplausos)

El C. Presidente: Se designa en Comisión para acompañar al señor Presidente de la República a la salida de este recinto parlamentario, a los ciudadanos senador Jesús Yurén Aguilar, diputado Francisco Galindo Ochoa, senador Gustavo Cárdenas Huerta, diputado Julián Rodríguez Adame.

- El C. secretario Osuna Pérez Rubén (leyendo):

"Acta de la sesión solemne celebrada por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión el día 31 de enero de 1957, en homenaje a los Constituyentes de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano.

"Presidencia del C. José Rodríguez Clavería.

"En la ciudad de México, a las doce horas del jueves treinta y uno de enero de mil novecientos cincuenta y siete, se abre esta sesión solemne con asistencia de veintiocho ciudadanos representantes en homenaje al "Año de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano".

"La Presidencia designa en comisión para recibir al señor Presidente de la República en este recinto, al C. diputado Rosendo Topete Ibañez, al C. senador Noé Palomares Navarro, al C. diputado Carlos Valdés Villarreal y al C. senador Rafael Melgar.

"Asisten a esta sesión solemne el señor Presidente de la República, los Secretarios de Estado y otros altos funcionarios, así como los presidentes de partidos políticos y representantes de organizaciones de trabajadores.

"Pronuncian discursos alusivos a la conmemoración que se celebra el C. diputado Baltasar Dromundo Chorné y el C. senador Miguel Osorio Ramírez.

"La Presidencia designa en comisión para acompañar al señor Presidente de la República a la salida de este recinto, a los CC. senador Jesús Yurén, diputado Francisco Galindo Ochoa, senador Gustavo Cárdenas Huerta y diputado Julián Rodríguez Adame.

"A las trece horas y diez minutos, se levanta esta sesión solemne y se cita para sesión ordinaria el jueves siete de febrero próximo a las doce horas. La Presidencia invita a los miembros a la Comisión Permanente a trasladarse al "Hemiciclo Juárez" a hacer una guardia y llevar una ofrenda floral.

"Se da lectura a la presente acta"

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada

El C. Presidente (a las 13.10 horas): Se levanta esta sesión solemne y se cita para sesión ordinaria el jueves 7 de febrero próximo a las 12.00 horas. La Presidencia invita a los miembros de la Comisión Permanente a trasladarse al Hemiciclo a Juárez a hacer una guardia y llevar una ofrenda floral.

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