Legislatura XLIII - Año II - Período Comisión Permanente - Fecha 19570530 - Número de Diario 51

(L43A2PcpN051F19570530.xml)Núm. Diario:51

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., JUEVES 30 DE MAYO DE 1957

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como Artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO II. - PERIODO ORDINARIO XLIII LEGISLATURA TOMO I. - NUMERO 51

SESIÓN SOLEMNE

DE LA

H. COMISIÓN PERMANENTE

EFECTUADA EL DÍA 30

DE MAYO DE 1957

SUMARIO

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Pronuncian discursos alusivos en homenaje al "Año de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano", los CC. senador Fausto Acosta Romo y diputado Carlos Román Celis.

2.- Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. MANUEL GUZMÁN WILLIS

(Asistencia de 23 ciudadanos representantes).

El C. Presidente (a las 12.00 horas): Se abre la sesión solemne de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, en homenaje al año de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano.

Tiene la palabra el ciudadano senador y licenciado Fausto Acosta Romo.

- El C. Acosta Romo Fausto (leyendo):

"La celebración del Primer Centenario de la Constitución de 1857, obra primigenia del Pensamiento Liberal Mexicano, evoca en nuestra mente y en nuestro espíritu la estructuración histórica de México, como República representativa, democrática y federal, compuesta por Estados libres y soberanos.

"Se debe lo anterior a que este régimen político fue consecuencia, en gran parte, del movimiento ideológico polarizado en forma especial por la Revolución francesa de 1789, conocido por el liberalismo y que llegó a la Nueva España desde el siglo XVIII a través de las obras de los enciclopedistas y de los autores franceses, ingleses y norteamericanos, para ser aplicado en lo político, a las condiciones sociales y económicas de nuestro país, una vez independiente.

En efecto, los precursores de nuestra guerra de Independencia fueron señalados ante las autoridades españolas de la Colonia de leer libros prohibidos que divulgaban las nuevas ideas; y la mística de los más grandes capitanes del movimiento insurreccional, al llamar al pueblo a las armas, al declarar la libertad de los esclavos, al exigir la restitución de tierras a los indios y al plantear la lucha contra la opulencia en defensa de los desheredados, no resultaba ser más que una derivación de oportuna aplicación al momento histórico, del llamada revolucionario que con la fuerza de una proclama se había lanzado a todos los oprimidos de la tierra, con las palabras: Libertad, igualdad, fraternidad.

"La misma oportunidad política, que el destino habría de ofrecer a los mexicanos para separarse de España, la encontramos relacionada íntimamente con el movimiento liberal europeo que causara a principios del siglo XIX la abdicación de Carlos IV, posteriormente las renuncias de Bayona de los monarcas españoles en favor de Napoleón, y después la Constitución de Cádiz de 1812, que trastornó hasta sus últimos cimientos la estructura político social de la España peninsular. Estos acontecimientos originaron, como es ampliamente sabido, la representación del Ayuntamiento de México, de 19 de julio de 1808, que sostuvo la tesis de la reasunción de la soberanía por el pueblo, en ausencia y en nombre del rey cautivo, más tarde el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, y, finalmente, nuestra Independencia nacional.

"Rotas las ligas con España, queda al descubierto el proceso histórico que había hecho ineludible la Revolución; es decir, la lucha de los intereses creados defendiendo sus posiciones, y las nuevas fuerzas sociales pugnando vigorosamente por el advenimiento de un orden social distinto, que habría de regirse por una filosofía y por un derecho desconocidos hasta entonces en la realidad por los hombres del momento.

"Consumada la Independencia sin la presencia física de Hidalgo, de Morelos y de los demás paladines del movimiento libertario, puesto que en 1821 concurrían circunstancias diversas caracterizadas por la intervención de Iturbide, soldado español que combatió a los libertadores, los grandes intereses forjados a la sombra del coloniaje instauraron el Imperio, cuya importancia sólo tuvo por fortuna la medida insignificante del sargento que lo proclamó.

"El rechazo por parte de las Cortes españolas de los Tratados de Córdoba y del Plan de Iguala, y en seguida la abdicación de Iturbide, plantearon al naciente país el hecho incontrovertible de su definición política a base de una república; y con esto, se iniciaron las luchas que habrían de darle rumbo

y contenido a su estructuración institucional, organizándose los grupos, que más tarde fueron partidos, siguiendo las tendencias y los intereses nacidos en la Colonia.

"Refiriéndose a este momento de nuestra Historia dice Felipe Tena Ramírez: "De la confusa variedad de tendencias políticas que siguió a la caída de Iturbide, estaban llamados a surgir los dos partidos que andando el tiempo, se llamarían Liberal el uno y el otro Conservador".

"El primero, nombrado el progreso en sus comienzos y de la Reforma después, propugnaba en cuanto a la forma de gobierno y la Republicana, democrática y federativa, y en cuanto a los atributos del Estado mexicano reivindicaba aquéllos que la organización colonial había trasmitido a organismos extra- estables. Los derechos de los cuerpos políticos - decía el doctor don José María Luis Mora, cerebro del movimiento reformista en la época que comentamos- "no van hasta hacerlos independientes de la soberanía y de los poderes destinados a ejercerla; la fuerza material y moral del gobierno debe ser superior no sólo a la de cada uno de ellos, sino a la de todos juntos".

"El programa del partido Conservador difería punto por punto del precedente. Adoptaba el centralismo y la oligarquía de las clases preparadas y con el tiempo se inclinó hacia la forma monárquica; defendía los fueros y privilegios tradicionales. Don Lucas Alamán, su representante más autorizado había de formular sus principios: "es el primero, conservar la religión católica... Entendemos también que es menester sostener el culto con esplendor y los bienes eclesiásticos".

"Estamos decididos contra la federación; contra el sistema representativo por el orden de elecciones que se ha seguido hasta ahora; contra los ayuntamientos electivos y contra todo lo que se llama elección popular, mientras no descanse sobre otras bases..."

"Con esta composición política, el Congreso Constituyente de 1824 orienta y realiza sus trabajos. En él participan los dos grupos, en él luchan las dos tendencias. Los centralistas tienen como líderes a Mangino, a Cabrera, a Espinoza, al doctor Mier, a Becerra y a Paz. Los federalistas se expresan por voz de Gómez Farías, de Rejón, de Ramos Arizpe, de Vélez, de Gordoa y de García Godoy.

"Mucho se discutió entonces, y mucho se especula todavía, sobre cuál de los dos tipos de república era la que convenía al país, en atención a los antecedentes históricos inmediatos. Sin pretender actualizar la polémica, ya que son demasiado conocidas las razones de una y de otra parte, únicamente diremos aquí, que la opinión pública del país, galvanizada todavía por los diez años de la Insurgencia, se hizo oír ante el Congreso, a través del grupo reformista y se consagró la República Federal.

"La Constitución de 1824 que descansa en la soberanía popular y que establece el sistema federal, con su división en tres Poderes; con el Legislativo a base de dos Cámaras, con el Ejecutivo depositado en una sola persona y con la creación del Judicial como entidad independiente y con magistrados inamovibles, representa el primer esfuerzo importante del pueblo mexicano por dar forma a su vida institucional.

"De 1832 a 1834 se desarrolla el episodio de mayor interés bajo la vigencia de la primera constitución. Valentín Gómez Farías, Vicepresidente de la República, en funciones por ausencia del Presidente, emprende las reformas eclesiástica y militar. El partido progresista se divide y la fracción de los "moderados" partidarios de una evolución lenta, se une a los conservadores y paraliza la reforma; pero las cosas van más lejos, dominando el impulso conservador, llega el movimiento de reacción hasta abrogar la Constitución de 24 y establecer la vigencia de la Constitución centralista de las Siete Leyes, en diciembre de 1836.

"La nueva Constitución dividió al país en departamentos, con gobernadores designados por el Poder central. Subsistió la división de Poderes, pero sujetos al Supremo Poder Conservador que, con responsabilidad sólo ante Dios, tenía por misión mantener dentro de los marcos constitucionales a los tres poderes ordinarios. Las normas de este estatuto reflejaban el pensamiento del partido en el Poder, antitético punto por punto al del progresista, como ya lo hemos apuntado.

"Las protestas contra la nueva situación se inician de inmediato de parte de los progresistas. La anarquía y el caos se hacen sentir en todo el Territorio Nacional. En 43 se dictan las Bases Orgánicas por un nuevo Congreso constituyente, y no tienen mayor significación que reafirmar el sistema centralista de 36. Poco después, en 1847, un nuevo congreso restablece la Constitución federal de 24.

"Pasados los fatídicos años de la guerra con los Estados Unidos, el Plan de Ayutla de 1854, con el Congreso Constituyente del 57, inician un nuevo ciclo histórico.

"La Constitución de 1857, orientada por el pensamiento liberal puro y en cuya elaboración tuvieron participación muy importante los "moderados", consagró en normas legales mucho del ideario del Liberalismo. Estatuyó que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo, y que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para su beneficio; que es voluntad del pueblo mexicano constituirse en República Representativa, Democrática y Federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, pero unidos en una Federación establecida según los principios de esa Ley Fundamental; y la división de Poderes en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Las garantías individuales se consagraron en toda su amplitud, y se da lugar y categoría especial al juicio de amparo, medio concreto de asegurar el disfrute de esos derechos; el régimen federal, instaurado por la Constitución de 1824, recibió la más completa confirmación; y posteriormente, y con motivo de la guerra de Tres Años, el Código Supremo fue adicionado por las Leyes de Reforma.

"No obstante haber sido la inspiración en el ideario liberal la fuente que nutrió nuestras luchas por la libertad desde los últimos años de la Colonia, es indudable que después de la Independencia nuestros próceres estuvieron sujetos y contenidos por las circunstancias en una postura de contemporizaciones, de tolerancia y de transacción hasta 1857, en

que se promulga la Constitución cuyo primer centenario conmemoramos. Fue entonces cuando Zarco en un arranque sublime de conciliación y de concordia, que mucho lo enaltece y dirigiéndose a la Nación dijo: "El Congreso ha visto sólo mexicanos hermanos en los hijos de toda la República. No ha hecho una Constitución para una parte, sino una Constitución para todo un pueblo. Nada de exclusivismos, nada de proscripciones; nada de odios; paz, unión, libertad para todos, he aquí el espíritu de la nueva Constitución". "Después de este acontecimiento glorioso, y desentendiéndose de la tesitura de los liberales, el partido de los privilegios y de las prevendas, se lanza a la Guerra de Tres Años, empeñándose a fondo en la defensa armada de sus eternas pretensiones; pero Juárez y los paladines de la libertad de México que llevan por bandera a la Constitución y por escudo a los más caros intereses de la patria, logran vencer a los conservadores primero y después a la Intervención francesa, y con ello consolidan para siempre en el nuevo Estatuto Fundamental, adicionado por las Leyes de Reforma, la espina dorsal de la estructura institucional de la Nación.

"Emilio Rabasa, dice a este respecto: "La lucha reformista no concluyó sino con el triunfo de la República en 1867, en realidad había durado 9 años. Juárez fue durante ese período el Presidente emanado de la Constitución, y la Constitución había sido la causa de la lucha y la bandera del Partido Liberal. Cuando Juárez volvió a la Capital de la República, vencido sin condiciones el Partido Conservador, derivado el Imperio y aniquilada para siempre la idea monarquista, la Constitución era un ídolo porque era un emblema; traía la pureza de lo inviolado, la santidad que le daban todos los martirios, la virtud de los sacrificios que la habían consagrado, y sobre todo la majestad y la fiereza de la victoria".

"Justo Sierra, comenta así: "La República fue entonces la Nación; con excepciones ignoradas, todos asistieron al triunfo, todos comprendieron que había un hecho definitivamente consumado, que se habían realizado conquistas que serían eternas en la Historia, que la República, la Reforma y la Patria resultaban, desde aquel instante, la misma cosa, y que no había más que una bandera nacional, la Constitución de 57; bajo ella todos volvieron a ser ciudadanos, a ser mexicanos, a ser libres".

"En adelante, no habría ya inquietudes que pugnaran por un orden constitucional diverso.- En escasos 50 años el naciente país había vivido las tribulaciones de la guerra de Independencia, se había logrado sobreponer a la anarquía, el cuartelazo y el desquiciamiento que se ensañaron durante el lapso comprendido entre 1821 y 1857; y había salido airoso de la última prueba, que habría de destruirlo de resultarle adversa, al salvar las Leyes de Reforma y al rescatar de la Intervención el suelo de la patria.- En este medio siglo, México vivió sus más dolorosas experiencias y los episodios más trágicos de su Historia; pero había logrado integrarse plenamente dándole sentido a su proyección futura, definiendo su régimen político y forjando su nacionalidad. El porvenir le reservaba solamente enmiendas en lo político que la práctica institucional y las nuevas circunstancias habrían de justificar; y en lo social y económico, ajustes y normas complementarias que el desarrollo de la riqueza y nuevos factores humanos habrían de imponer.

"1917 que señala en nuestra Historia el año en que se expidió la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que reforma la de 5 de febrero de 1857, planteó a nuestros revolucionarios de 1910 y de 13, representados en el Congreso Constituyente reunido en Querétaro, una situación social caracterizada por la presencia de nuevos factores de interés en la vida de la Nación. El porfirismo, con sus treinta años de dictadura favoreció el desarrollo del latifundismo a expensas de las tierras de las comunidades y de los pequeños propietarios, dejando a millones de campesinos en la miseria y el desamparo; el aumento de la riqueza amplió considerablemente las explotaciones industriales y apareció la clase trabajadora que resultaba sin garantías específicas en nuestra legislación; en el orden estrictamente político había incluso, que establecer normas que pusieran un hasta aquí al continuismo en el Poder, que tantos agravios había inferido a la ciudadanía.

"Esto determinó que en nuestra Constitución, ahora en vigor, se incluyeran normas que resolvieran en su esencia y en su planteamiento las nuevas exigencias nacionales, dando lugar a las garantías sociales, y con ello al nuevo derecho producto de este siglo. A México corresponde el honor de haber sido uno de los primeros países en el mundo que consagraron en su Carta Fundamental este tipo de garantías que son protección de los más importantes intereses sociales de todo estado moderno.

"No obstante lo anterior, la organización clásica de la división de poderes, la República Democrática, Representativa y Federal, integrada por Estados libres y soberanos, los derechos del hombre y del ciudadano, con su garantía específica, el juicio de amparo, se conservaron en nuestro régimen constitucional, aunque en un plano de armonía y conciliación con las nuevas disposiciones que pasaron a integrar también nuestro Código Supremo.

"Siendo indudable, pues, que nuestra legislación constitucional ha tomado ideas del pensamiento y de la experiencia de otros pueblos, como ocurre con la legislación de todas las naciones, es interesante señalar que mucho es lo que debemos a nuestra iniciativa y originalidad, sobre todo al adaptar nuestras elaboraciones al medio en que vivimos, resumiendo los siglos de la civilización humana en los escasos decenios que lleva nuestra vida independiente; pudiendo ufanarnos de contar en la actualidad con una estructura jurídica y política que no desentona en forma alguna, frente a las mejores instituciones de los países más adelantados.

"De lo anterior se deriva el alto significado de la conmemoración que ahora nos congrega, y la plena justificación del homenaje que rendimos a la Constitución de 1857, en su primer centenario, y al Pensamiento Liberal Mexicano; pues debemos tener siempre presente que a este orden de ideas se debió, en parte muy estimable, la orientación de las inquietudes libertarias en las postrimerías de la Colonia, el encauzamiento de la Revolución de Independencia, y la definición constitucional de México, hasta llevarlo a su consolidación nacional; y que actualmente, seguimos iluminados en la ruta del porvenir por la antorcha de la libertad, convencidos de que

conservan su vigencia más absoluta, las palabras "del mayor ciudadano que la República ha engendrado": "Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".

Muchas gracias.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado y licenciado Carlos Román Celis.

- El C. Román Celis Carlos (leyendo):

"Bien podría afirmarse que una Constitución legítima es como la mano limpia del pueblo: Puño de la soberanía que une y defiende, índice de justicia que señala y orienta y palma de la nacionalidad que sostiene y eleva. Y cabe decir dentro de esta misma generación de ideas, que en esa mano limpia del pueblo está la espada de sus más egregios paladines y la pluma de sus más altos pensadores.

"Paladines y pensadores que también pueden identificares en la Historia, definirse en la heroicidad y hermanarse en el patriotismo, por el ademán con que esculpieron el bronce de su inmortalidad y tallaron el mármol de su gloria. Así hemos de encontrar, por ejemplo, que don Miguel Hidalgo y Costilla, el iniciador, sacudiendo la Campana de Dolores; don Vicente Guerrero, el consumador, coronado de hogueras libertarias las montañas del Sur; don Juan N. Alvarez, sosteniendo durante medio siglo el fusil de la Independencia y el arado del progreso, y aquellos admirables constituyentes al firmar la Ley del pueblo en 1857, tuvieron por igual en sus ademanes característicos, la misma luz de una esperanza de redención nacional y el mismo impulso, vivificante y creador, del Pensamiento Liberal Mexicano.

"Dijérase que las de los insurgentes son las manos de la Independencia que van regando en el surco de la patria simientes de libertad y las de los legisladores son las manos del derecho cosechando las mieses de la salvación de México. Unas representan el incendio revolucionario y las otras simbolizan la paz constitucionalista. Las primeras destruyen para no morir en la ignominia y las segundas construyen para vivir en el progreso. Son pues, causa y efecto, antecedente y consecuencia. Ellas tejieron en la Historia Nacional dos fechas cenitales del calendario cívico del país; guiaron al pueblo por un camino iluminado y lo llevaron a una meta presentida; el camino que abrió el Liberalismo el 16 de septiembre de 1810 y la meta que alcanzó la ley el 5 de Febrero de 1857.

"Otra vez el pueblo, que en el alba de Aztlán había iniciado la peregrinación de su destino histórico, volvía a ponerse en marcha. En el ayer primigenio, consultaba sin acertar a la estrella inescrutable de sus dioses. Pero desde hace ciento cincuenta años, el pueblo mexicano encontró con precisión su mejor brújula orientadora en la esencia espiritual del liberalismo; liberalismo que ha sido combustible de la pasión política y fuego de la verdad democrática; liberalismo del que tantas veces se ha hablado, bien para encenderle elogios o ya para incendiarlo con anatemas.

"¿Pero cuál es el verdadero contenido la expresión ideológica, el programa doctrinario de este gran movimiento de responsabilidades humanas y patrióticas, al que México entero ofrenda un año de fervorosa recordación y alentadora pleitesía?

"Para tratar de describirlo, impónese, en primer término, volver los ojos al pasado de la civilización occidental de la que el liberalismo ha sido su doctrina por excelencia desde hace varias centurias.

"Su advenimiento no fue fácil. Se gestó, es bien sabido, en las entrañas mismas de las luchas guerreras y fue producto de las más opuestas corrientes filosóficas, en ese período que va de la revolución teológica de la Reforma al estallido socio- ideológico de la Revolución Francesa.

"Los descubrimientos de la geografía que ensancharon los horizontes de la tierra; los descubrimientos de la ciencia que ampliaron las perspectivas de la mente; el volumen fecundo de los inventos técnicos que acrecentaron las riquezas y aumentaron la población; la presencia milagrosa de la imprenta que espació la cultura y extendió la verdad y, sobre todo, las formas nuevas de la vida económica, contribuyeron en alto grado a la fundamentación de las ideas directrices del liberalismo.

"Y fue así como las ideas y principios ideológicos de esta nueva doctrina, se nutrieron en las raíces de un mundo recién nacido dentro de cuyos escenarios se operaban cambios radicales en todos los órdenes de la vida para dignificar las conquistas jurídicas del hombre y engrandecer las condiciones materiales de los pueblos. Fue en ese período de la Historia, como ha dicho Laski, en el que "el poder concreto e incontrastable de la soberanía nacional, substituyó al vago imperio medieval del "jus divinum" y del "jus naturale"; fue en esa etapa dentro de la cual una variedad de credos reemplazó a la uniformidad de una sola creencia; los derechos de propiedad a los derechos de nacimiento; la ciudad, al campo; el mercado mundial, al mercado doméstico, y, en suma, dentro de aquella nueva gama social, el banquero reemplazó al terrateniente, el comerciante, al eclesiástico y el industrial al guerrero.

"El Feudalismo era la tiniebla y el pensamiento liberal la luz que aparecía sobre los horizontes de la razón para encender una nueva alborada en los destinos de la humanidad.

"Dos ramas brotaron del tronco vigoroso de esta filosofía: Una, elevada majestuosamente hacia lo alto y coronada de frondas protectoras: Es la rama del "liberalismo espiritual" a cuya sombra floreció el reconocimiento de la dignidad inherente a la persona humana; creció la aversión contra los dolores inútiles que antes se le infligían y fructificó el amor experimentado a la verdad por la verdad misma.

"La otra es un injerto de la burguesía. Es la rama del "liberalismo económico" que, al correr de los años, se vino a quedar definitivamente sin follaje, no obstante que han tratado de revivirla con la savia amarga del "dejar hacer y del dejar pasar", los pocos que desean que el Estado sea únicamente un guardián de los bienes del individuo y no un creador de riquezas para el pueblo.

"Pero no quiero decir con esto que el triunfo del liberalismo no haya representado un progreso real y profundo, puesto que sin él, "sería mucho menor de lo que es el número de aquellos cuyas reclamaciones han podido ser satisfechas". Y este

criterio traza, en definitiva, la pauta verdadera para juzgar los alcances de una doctrina social.

"Aula universal de liberalismo, fue la Revolución Francesa. De ella también llegaron a la Nueva España interpretados por la filosofía y desarrollados en la doctrina, los principios de Libertad, Igualdad, Razón, Derechos del Hombre y Soberanía del Pueblo, que sólo vinieron a orientar con mayor claridad y precisión el espíritu de aquella época de tormentas libertarias.

"Oportuno, en consecuencia, resulta afirmar que el mexicano no se volvió liberal porque hubiese leído las obras de los enciclopedistas franceses, sino que únicamente encontró en esas obras una más clara justificación de sus anhelos y de su prosapia de libertades y una orientación precisa, que ya bullía en sus intenciones, para alcanzar la solución de los gravísimos problemas políticos, económicos y sociales que le planteaban su momento histórico.

"Los fundamentos germinales de la conciencia liberal mexicana fueron, entre otros, el principio de la razón, a cuya luz, se pensaba, el coloniaje perdía todo sentido y validez en este continente y quedaban anulados los pretendidos derechos esgrimidos por los conquistadores para continuar la explotación dominadora impuesta a los americanos, quienes habían sido esclavizados, no porque carecieran de razón como se les había calificado ya, sino porque nunca tuvieron libertad para hacer uso de ella.

"Y este luminoso principio de la libertad, tuvo dos acepciones en el ideario insurgente: Una era la libertad de la nación frente al dominio ilegítimo de otro país y se equiparaba con la independencia política; la otra era la libertad civil, que comprendía la esfera de lo social e individual y equivalía a la ruptura del sistema imperialista español con todas sus instituciones implantadas en América, donde prosperaban la esclavitud y la distinción de castas, haciendo imposible el imperio de la igualdad. Y entendíase que al no regir este principio de igualdad - pero igualdad dentro del ámbito bien delimitado de la ley- también era inexistente lo libertad individual, pues se consideraba entonces como ahora, que un hombre es libre cuando tiene la misma condición jurídica, idéntico goce de derechos, igual cumplimiento de obligaciones y las mismas posibilidades sociales, económicas y políticas que los demás miembros de la colectividad.

"Junto con los razonamientos anteriores, eslabonábase el principio esencial de la soberanía del pueblo, que era, naturalmente, la soberanía del pueblo americano que al ser usurpada por los conquistadores, quedó latente en las masas de sus herederos históricos; y con ella el imponderable principio de la libertad de pensamiento y el insubstituible de la libertad de imprenta; el claro ideal de la urgente implantación del orden constitucional; el evidente postulado de la Reforma de la Iglesia y el singular concepto de la conciencia laica.

"El principio de la libertad de imprenta estuvo íntimamente ligado con la polémica sobre la Constitución, pues en el triunfo de la ley suprema, veían los liberales de la cristalización objetiva de sus mejores convicciones, una decisiva condenación del viejo sistema colonial y la anunciación más perfecta de la felicidad de la patria.

"En resumen, el liberalismo espiritual nuestro no meció su cuna en el recogimiento de las bibliotecas, ni en los recintos de las academias, sino en el ambiente guerrero e ideológico de los bastones de la insurgencia. ¡Nació en Dolores con un repique de campana para la fiesta de la libertad y fue a culminar, con una descarga de fusiles, en el Cerro de las Campanas de Querétaro!

"¡Pensamiento liberal mexicano por el que comenzaron a quedar atrás las sombras de la noche feudal de la Colonia; firme doctrina orientadora que resistió el látigo de los encomenderos, las llamas de los inquisidores y las bayonetas de los esclavistas; avanzado proceso que delinea en contra del abominable derecho de propiedad por conquista, los primeros rasgos de la conquista agraria de la parcela, salvadora teoría que apenas iniciado el movimiento emancipador, se aparta de la ciega desigualdad del libre- cambio y combate los monopolios y las gabelas; ideario de realidades concretas que moldea el país y teje el andamiaje de nuestra nacionalidad; eclosión de ideales que ha sido brújula y guía de las convicciones políticas de los mexicanos sobre cuya responsabilidad ha recaído el peso de la historia; liberalismo espiritual nuestro, antecedente inmediato del avance institucional del país y programa que siempre ha levantado la circulación de sus alas ideológicas para cobijar con sus luces la conquistas irreversibles del pueblo mexicano!

"Cada vez que se hable del Pensamiento Liberal Mexicano, no podrá olvidarse a aquella legión de veteranos adalides que contribuyeron al alumbramiento de sus principios con la valentía de su talento y sostuvieron la firmeza de sus postulados con el heroísmo de su voluntad. Allí estarán conjuntados en un haz de resplandores, la audacia intelectual del presbítero Vicente María Velázquez, que al fundar en Mérida la Sociedad San Juan, hizo nacer la primera agrupación liberal de México; la vertical entereza del licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos, firme abanderado de la soberanía del pueblo; la inmaculada decisión de Fray Melchor de Talamantes, que por no poner grilletes a sus ideas revolucionarias, murió cargado de cadenas en las mazmorras de San Juan de Ulúa; el ímpetu esclarecido del "pensador mexicano" don José Joaquín Fernández de Lizardi, paladín y señor de la victoria en mil batallas por la libertad de imprenta; la clara concepción de don Vicente Rocafuerte, que hizo de su pluma de periodista un ariete demoledor de las fuerzas obscuras de la servidumbre, la dialéctica tormentosa de Fray Servando, fugitivo de todas las cárceles del mundo por su pasión de salvar a la patria; la experiencia parlamentaria de don Miguel Ramos Arizpe, campeón de la constitucionalidad, llamado con justicia el Padre de la Federación; pero de manera especial, las virtudes de la inteligencia esclarecida del doctor José María Luis Mora, que sigue siendo centinela y maestro por antonomasia del Pensamiento Liberal Mexicano!

"Y más tarde, aún cometiendo la pena de omitir - porque son tantos y tantos los que deben pasar lista de presentes en una ceremonia como ésta- recordamos a otros insignes que también escribieron su nombre en el muro de la consagración liberal, como don Miguel Lerdo de Tejada, notabilísimo

reformista; a don Jesús González Ortega, por su espada símbolo en la victoria definitiva de la República; a don Ignacio Manuel Altamirano, el guerrerense con fuego de soldado y el fulgor de maestro; sin olvidar, claro está, a la constelación de los legisladores liberales del 57 concretados en el glorioso nombre de Ponciano Arriaga, que tienen como sus más legítimos herederos a los constituyentes de Querétaro, en esa lucha perenne de México por la libertad, las instituciones y las reivindicaciones sociales.

"Todos los más grandes documentos jurídico- políticos de nuestra historia han recogido en su esencia la floración de ideas de progreso del Pensamiento Liberal Mexicano, que representa, sin duda, el marco determinante en que se encuadra nuestro derecho constitucional: Germina en las proclamas libertarias del padre de la Patria; crece en la conmoción profética de los Sentimientos a la Nación del genio incomparable de Morelos; alienta en el Primer Congreso de Anáhuac, reunido en Chilpancingo; palpita en las normas substanciales de la Constitución de Apatzingán; vibra en las páginas republicanas del Acta Constitutiva de la Federación y de la Constitución de 1824; ilumina en 1847 el juicio de amparo que salvaguarda los derechos humanos; estalla en la epopeya democrática del Plan de Ayutla y triunfa en la magnificencia jurídica de la Constitución de 1857, adicionada con las Leyes de Reforma.

"El estallido de Ayutla lo preparó el sentimiento de un patriarca, lo desencadenó el absolutismo de un tirano y lo consumó el espíritu del pueblo mexicano.

"El patriarca se alzó nuevamente en el Sur, dejando las herramientas del trabajo rural de su hacienda de "La Providencia", para recoger el airado clamor de las multitudes en un plan político que envió al coronel Florencio Villareal, a efecto de que lo proclamara en Ayutla el miércoles 1o. de marzo de 1854.

"Era aquel joven que había sentado plaza como soldado en la escolta de Morelos; era aquel guerrillero que mantuvo sin abatirse la causa de los libres, hasta la consumación de la Independencia Nacional; era el federalista que había combatido a todos los gobiernos prevaricadores del centralismo; era el patriota que opuso sus bayonetas al invasor del 47; era el primer gobernador del Estado de Guerrero, don Juan N. Alvarez cuya honradez de funcionario y límpida figura de hombre, se reflejan en las palabras de una carta que escribió a don Manuel Doblado: "Pobre entré a la Presidencia y pobre salgo de ella, pero con la satisfacción de que no pesa sobre mí la censura pública, porque dedicado desde mi más tierna edad al trabajo personal, sé manejar el arado para sostener a mi familia sin necesidad de los puestos públicos donde otros se enriquecen con ultraje de la orfandad y de la miseria".

"En la tribuna y el escrito - explica Alvarez Acosta- háblase de Cincinata, cuando se quiere ejemplificar al hombre que, después de ocupar las más altas magistraturas, vuelve a la sencillez del campo y allí es rústico ejemplo de constancia, de humildad y de amor; hay en ello una traición venial; es el empeño de buscar la luz remota desdeñando las altas luces que con igual esplendor custodian la honra del país y dan lustre al decoro de la historia; no hay mejor Cincinato para nosotros los mexicanos que este varón ilustre y sencillo, a quien podríamos representar, frente a la extensión de los cultivos y el vapor telúrico de las germinaciones, recibiendo el título más alto a que pueden aspirar los fieles servidores de la nación: "Benemérito de la Patria".

"Benemérito de la Patria, porque como dijo "El Nigromante" con tempestuosa elocuencia en la tribuna liberal del Congreso, "su historia militar no tiene sino páginas de gloria, su historia privada no tiene sino páginas de virtud".

"Este inmaculado caudillo del pueblo, tiene, es cierto, un sepulcro de honor en la Rotonda de los Hombres Ilustres, modesto como su origen campesino sencillo como su vida pública, humilde como figura de patriarca, respetable porque en él reposan sus huesos de combatiente y admirable porque su solo nombre esculpido en la pequeña loza es un gigantesco monumento de patriotismo.

"Pero es un sepulcro que no está al tamaño de la gratitud y a la altura de la veneración que deben tenerle el pueblo y el gobierno de México a quien salvó la República, labrando con el Plan de Ayutla el gran pórtico de la Constitución y la Reforma.

"Sin embargo, nunca es tarde para exaltar las virtudes de un patricio y reparar el injusto olvido de un héroe.

"Para fortuna de los mexicanos, cuenta hoy el país con un gobierno como lo exige la Constitución: Austeramente republicano, legítimamente representativo, revolucionariamente democrático y políticamente federal, que mantiene encendido en el corazón del pueblo el culto que merecen nuestros héroes.

"Y por ello es de considerar que en este año de la Constitución y del Pensamiento Liberal Mexicano, ha de hacerse plena justicia al paladín de Ayutla, levantándole en el corazón de la República, el mausoleo que al guardar sus restos venerados, eche a andar la cívica religión de su ejemplo en la conducta nacional.

"Señoras y señores: Ayutla y la Constitución de 57 comprendían los símbolos de la tempestad y el arco- iris. Después de aquella revolución del Ejército Restaurador de la Libertad apareció el signo de la concordia nacional y principió en la ley de leyes la verdadera unidad de los mexicanos.

"Cien años hace que la pluma de los constituyentes y la espada de los reformados, cambiaron la fachada colonial del Palacio de los Virreyes por la fisonomía republicana de nuestro Palacio Nacional. Y aquellos visionarios legisladores no intentaron "fallar de parte de quien estaban los errores, los desaciertos del pasado", sino que se propusieron "evitar que se repitieran en lo porvenir", abriendo "de par en par las puertas de la legalidad - según sus propias palabras- a todos lo hombres que lealmente quieran servir a su patria".

"Hoy encontramos, si se analiza el devenir histórico del país, que su tarea no fue estéril, ni su labor infecunda. México vive una diáfana hora de su constitucionalidad y los mexicanos estamos seguros de que la Nación no dará un paso atrás en el ascenso de sus conquistas revolucionarias, ni

tampoco permitirá que se lesionen los valores fundamentales del hombre, de la sociedad y del Estado, reivindicados por la Suprema Constitución de Querétaro que, heredera de la Carta Fundamental del 57, conjuga el beneficio de las libertades humanas con el invaluable patrimonio de la justicia social.

"Han sido una y otra timón y velamen de la República, dirección e impulso de la patria. ¡Merecen pues, gratitud nacional los constituyentes todos de México y loor inextinguible a la Constitución de ayer, de hoy, de siempre!

"El Benemérito Juárez nos demostró, en el ayer, que luchar por ella es salvación; el Presidente Ruiz Cortines nos enseña, hoy, que trabajar con ella es progreso y la patria nos señala, siempre, que la mejor manera de ser ciudadano es acatarla, la más digna forma de ser funcionario es respetarla y el único modo de ser mexicano es cumplirla".

El C. secretario Osorio Ramírez Miguel: Se va a dar lectura el acta de la presente sesión.

"Acta de la sesión solemne celebrada por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión el día treinta de mayo de mil novecientos cincuenta y siete, en homenaje al Año de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano.

"Presidencia del C. Manuel Guzmán Willis.

"En la ciudad de México, a las doce horas del jueves treinta de mayo de mil novecientos cincuenta y siete, se abre esta sesión solemne con asistencia de veintitrés ciudadanos representantes en homenaje al "Año de la Constitución de 1857 y del Pensamiento Liberal Mexicano".

"Asisten a esta sesión: Representantes del señor Presidente de la República y del señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Secretarios de Estado y otros altos funcionarios, así como los presidente de partidos políticos y representantes de organizaciones de trabajadores.

"Pronuncian discursos alusivos a la conmemoración que se celebra los CC. senador y licenciado Fausto Acosta Romo y diputado y licenciado Carlos Román Celis".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

El C. Presidente (a las 12.45 horas): Se levanta la sesión y se cita para sesión ordinaria de la Comisión Permanente, el jueves 13 de junio a las doce horas.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"