Legislatura XLIV - Año I - Período Comisión Permanente - Fecha 19590716 - Número de Diario 71

(L44A1PcpN071F19590716.xml)Núm. Diario:71

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., JUEVES 16 DE JULIO DE 1959

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. Clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I. - PERÍODO ORDINARIO XLIV LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 71

SESIÓN SOLEMNE

DE LA

H. COMISIÓN PERMANENTE

CELEBRADA EL DÍA 16

DE JULIO DE 1959

SUMARIO

1.- Se abre la sesión solemne que se celebra para rendir homenaje a los hombres de la Reforma, con motivo del centenario de la promulgación de las leyes de Reforma. Se da lectura al acuerdo en virtud del cual se celebra esta sesión solemne.

2.- Hacen uso de la palabra los CC. Diputado Juan Sabines Gutiérrez, senador Rodolfo Brena Torres y diputada Marta Andrade de del rosal, quienes se refieren a los hombres de la Reforma y las leyes que expidieron.

3.- Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. MANUEL MORENO SÁNCHEZ

(asistencia de 18 ciudadanos representantes).

- El C. Presidente (a las 12:35): Se abre la sesión solemne que tiene por objeto rendir homenaje a los hombres de la Reforma, con motivo del centenario de la reforma, con motivo del centenario de la promulgación de las Leyes de Reforma en el Puerto de Veracruz, que tuvo lugar en el mes de julio de 1859.

El C. secretario Aragón Rebolledo Elíseo: Por acuerdo de la Presidencia, se va a dar cuenta con la proposición de un grupo de ciudadanos senadores y diputados y el acuerdo respectivo aprobado en la sesión del viernes 10 próximo pasado, de la honorable Comisión Permanente:

"Los suscritos, senadores y diputados tienen la honra de proponer a la honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que haga un alto en la preocupación de los asuntos de su incumbencia que responden a vivísimos apremios del país, y vuelva por unos días sus actividades a una manera efusiva de homenaje a las Leyes de Reforma, en el primer centenario de su promulgación. Para el efecto, los suscritos ponen a la consideración de la honorable Comisión Permanente del Congreso de la Unión los siguientes puntos de reverencia del Poder Legislativo.

"1o. Hónrese a las Leyes de Reforma en el primer centenario de su promulgación en las personas de los prohombres que las sustentaron y proyectaron en la conciencia nacional.

"2o. Llévese el homenaje del Poder Legislativo a las localidades de origen o ligadas históricamente a los adalides de las Leyes de Reforma.

"3o. Fórmense, para el efecto, las comisiones que sean necesarias y que deberán estar compuestas por dos individuos de las Cámaras del Poder Legislativo, uno de los cuales pronunciará el elogio del prócer respectivo, en relación con las Leyes de Reforma, precisamente en la localidad correspondiente.

"4o. Para los efectos de las comisiones de que se trata, los prohombres a que se hace mérito se refieren a las siguientes localidades:

"Oaxaca (pueblo de Guelatao y ciudad de Oaxaca), Benito Juárez Y Manuel Ruiz.

"Morelia, Mich., Melchor Ocampo.

"Jalapa, Ver., Miguel Lerdo de Tejada

"Saltillo, Coah., Juan Antonio de la Fuente.

"Guadalajara, Jal., Valentín Gómez Farías.

"Durango, Dgo., Francisco Zarco.

"San Luis Potosí, S.L.P., Ponciano Arriaga.

"Toluca, Méx., Ignacio Ramírez.

"Guanajuato, Gto., Santos Degollado.

"Chilpancingo, Gro., Juan Alvarez.

"Zacatecas, Zac., Jesús González Ortega.

"Ciudad de México., Guillermo Prieto.

"5o. Los individuos de las Cámaras del Congreso de la Unión que resulten designados en el seno de la honorable Comisión Permanente para cumplir las comisiones de referencia, saldrán a las localidades de su competencia a partir de la fecha en que la propia Comisión Permanente tenga a bien considerar y, en su caso, aprobar la presente proposición, salvo el caso de la comisión que irá al pueblo de Guelatao y a la ciudad de Oaxaca y que deberá de estar en dichos lugares precisamente el 18 del mes en curso, con ocasión del ochenta y siete aniversario del fallecimiento del Benemérito Benito Juárez.

"Sala de Comisiones de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.- México, D.F., a 10 de julio de 1959.- Rodolfo Brena Torres.- Emilio Sánchez Piedras.- Antonio Mena Brito.- Florencio Barrera Fuentes.- Vicente Dávila Aguirre.- Juan Sabines Gutiérrez.- Leopoldo Sanchez Celis.- Eliseo Aragón Rebolledo.- Guillermo Ibarra.- Vicente Salgado Páez.- Mauricio Magdaleno.- Juan José Osorio Palacios.- Horacio Tenorio".

La presidencia dio el siguiente acuerdo:

"La Presidencia de esta Comisión Permanente designa a los siguientes legisladores para que se trasladen a los lugares que en seguida se señala, y realicen en su representación un homenaje a los Reformadores, a quien también en cada caso se alude, conforme a las proposiciones aprobadas. El homenaje consistirá en una ofrenda floral, en una guardia en el lugar más conveniente y en un discurso que pronunciará alguno de los comisionados:

"1. Los senadores licenciados Antonio Mena Brito y Carlos Román Celis se trasladarán a Morelia, Mich., a rendir homenaje a Melchor Ocampo.

"2. El senador Abelardo de la Torre Grajales y el diputado licenciado Benito Contreras se trasladarán a Jalapa, Ver., a rendir homenaje a Miguel Lerdo de Tejada.

"3. El senador General Vicente Dávila Aguirre y el diputado Aarón Villareal se trasladarán a Saltillo, Coah., a rendir homenaje a Juan Antonio de la Fuente.

"4. El senador Natalio Vázquez Pallares y la diputada Guadalupe Hernández Loza se trasladarán a Guadalajara, Jal., a rendir homenaje a Valentín Gómez Farías.

"5. Los senadores licenciado Guillermo Ibarra Ibarra e ingeniero Enrique Dupré Ceniceros se trasladarán a Durango, Dgo., a rendir homenaje a Francisco Zarco.

"6. El senador Leopoldo Sánchez Celis y el diputado Vicente Salgado Páez se trasladarán a San Luis Potosí, S.L.P., a rendir el homenaje a Ponciano Arriaga.

"7. Los senadores licenciado Eliseo Aragón Rebolledo y Fidel Velázquez se trasladarán a Toluca, Méx., a rendir homenaje a Ignacio Ramírez.

8. El senador Mauricio Magdaleno y el diputado Horacio Tenorio se trasladarán a Guanajuato, Gto., a rendir homenaje a Santos Degollado.

"9. Los diputados José Muñoz Espinosa y José Luis Martínez se trasladarán a Chilpancingo, Gro., a rendir Homenaje al general Juan Alvarez.

"10. El senador Jesús López Lira y el diputado Juan José Osorio Palacios se trasladarán a Zacatecas, Zac., a rendir homenaje a Jesús González Ortega.

"11. El C. senador Rodolfo Brena Torres y la diputada Marta Andrade de del Rosal en México, Distrito Federal, a rendir homenaje a don Guillermo Prieto.

"12. El día 18, los señores senadores licenciados Manuel Moreno Sánchez y Rodolfo Brena Torres, y el diputado Emilio Sánchez Piedras, se trasladarán a Oaxaca, Oax., a rendir homenaje, en Guelatao, a Benito Juárez, y en la ciudad de Oaxaca, al licenciado Manuel Ruiz.

"Asimismo, la Presidencia acuerda efectuar una sesión solemne en homenaje a Benito Juárez y los exponentes de la Reforma para el próximo día 16 del corriente".

La Secretaría informa haber cumplido el acuerdo anterior.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado Juan Sabines Guitiérrez.

El C. Sabines Gutiérrez Juan: Señor Presidente. Señores senadores. Señores diputados. Señoras y Señores: "Con la promulgación de las Leyes de Reforma, que sacaban del tintero liberal lo que habían enterrado las manos de los constituyentes moderados del 57, don Benito Juárez ponía los cimientos del Estado mexicano moderno y entregaba a la Iglesia el solar espiritual y extratemporal a que está destinada.

Separación de la Iglesia y el Estado, nacionalización de los bienes eclesiásticos, liberación de conciencia y de cultos, supresión de la religión de estado, del juramento religioso, de las órdenes monásticas, fundación del matrimonio y el Registro Civil, he aquí el contenido de esas Leyes de reforma que pasarían a formar parte de la Constitución de la República el año de 1873. El gran justiciero, Juárez, el calumniado, definía así las funciones y limitaba los terrenos del poder civil y del eclesiástico.

Confirmación, por fin lograda, del movimiento de independencia de 1810, adquisición de sentido y trascendencia, la etapa de la Reforma es el primer tiempo del México institucional. Verdadero nacimiento de la República, este momento marca ya su evolución, su desarrollo, su crecimiento. A la Reforma, y a la revolución de 1910 que la actualiza y amplía, debe México su fisonomía presente de país ocupado y preocupado en su desarrollo histórico.

Dar gracias a don Melchor Ocampo, a don Miguel Lerdo de Tejada, a don Ignacio Ramírez, a don Francisco Zarco, a don Guillermo Prieto, a Mata, a Altamirano, a Valle, a Arriaga, a Degollado y a tantos otros, a los precursores como Gómez Farías, De la Mora, y Otero, dar gracias al mismo don Benito, conmemorar este centenario con mayor o menor dedicación sentimental, no tendría sentido si no tuvieran vigencia y proyección al porvenir sus principios y sus ideales, sus luchas y sus sacrificios, que hemos heredado y de que somos responsables.

Decía don Emilio Rabasa que la historia de México en el siglo diecinueve podía caber en las biografías de tres hombres: Santa Anna, Juárez y Porfirio Díaz. Esto nos ha hecho pensar que la historia de México, a lo largo de todos los siglos, podría sintetizarse en la biografía de uno solo: don Benito Juárez. Juárez nace indio de Oaxaca, y muere hombre americano y universal.

Se dice que don Benito no era tan brillante, tan inteligente como Ocampo o como Lerdo de Tejada: pero no se ha pensado que Juárez era más que la inteligencia del hombre, era la fuerza y el destino. Asombra ver su resistencia, su insistencia, su fe. Ejecutor, el gran Ejecutor, él es la Ley y la supervivencia. Pero no es la ley adquirida, impuesta: él es la ley interior, la ley de la especie, la fuerza indestructible del hombre. Definirlo en lo indígena, en lo anecdótico del indio, es limitarlo e ignorarlo; Juárez acendra su raza, la eleva a lo universal. Un hombre de fe, un hombre terrible de fe (en el deber, en la ley, en la patria), a Juárez habría que representárselo ciego, como a la Justicia; de piedra como los ídolos antiguos.

Pensemos un momento en la intervención francesa; veámos a Juárez un momento siendo el Presidente de la República, siendo el Congreso de la República, siendo el pueblo mismo de la República. Juárez es México, y la supervivencia de México, la fuerza y el destino de México, su pasado y su porvenir, su conciencia. Juárez es el primero en imbuir la fe al pueblo de México en la ley, en la Constitución, en la institución de la República. Es el primero en dar un sentido y conservarlo, a la independencia, a la autonomía del país. Fija a México en la libertad y en su

condición necesaria que es el orden. A las presiones internas y a las terribles presiones del extranjero, responde hundiendo sus raíces en la Justicia, como un árbol solemne.

Sin metáforas, porque Juárez es el mexicano desnudo de metáforas; sin apasionamientos, porque a Juárez lo señala grande el mismo apasionamiento de sus enemigos; sin otra exageración que la de sus obras, Juárez responde de la duda tremenda de si existió con su existencia misma.

Fundador, con "el respeto al derecho ajeno ...", del principio contemporáneo de México de la no intervención, Juárez llega a nuestros días y nos explica y nos define como el primer país americano. Surgiendo del choque, de la mezcla de dos culturas diferentes, México adquiere su unidad, su uniformidad, su prestancia, y, lo que es más la conciencia de esta personalidad, en el momento de Juárez, en que el extranjero se desengaña, el traidor se acongoja, y el sentimiento de la patria se satisface.

Se ha dicho que la Conquista de México, la hizo el indio, la Independencia el español, y la Revolución el terrateniente. Pero no se ha dicho, sin paradojas, que la nación fue hecha por el indio, y que Juárez toma revancha del pasado edificando el porvenir; porque Juárez es el instrumento del destino, la mano de la verdad y el corazón de México.

Llegando a nuestra hora, como el toque superviviente de una campana enterrada ya, sonido puro y alma pura de México, la Reforma se perpetúa en los problemas actuales de nuestra evolución, se hace nuestra experiencia, nuestro conocimiento, nuestra lección de derecho, el lugar de la Democracia en que ponemos los pies viendo al futuro.

Juárez, la Reforma, la Constitución, la patria, el sentido actual del trabajo del hombre, el nacionalismo sin chauvinismo, el panamericanismo responsable, ejerciendo la fraternidad sin indultar la entrega, todos los sentimientos y los compromisos del mexicano contemporáneo vienen a esta conmemoración a ponerse de pie frente a la Historia.

Sabemos cuáles son nuestras limitaciones, cuáles nuestros problemas; pero sabemos también, con el espíritu de la Reforma, que la voluntad alcanza, la insistencia vence, el trabajo conquista y la fe en las instituciones democráticas ha de llevar a México al lugar en que la riqueza le dé la mano a la justicia, y el orden constituya la expresión más completa de la libertad". (Aplausos)

- El Presidente: Tiene la palabra el senador Rodolfo Brena Torres.

El C. Brena Torres Rodolfo: Señor Presidente de la H. Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Señores: "nos hemos reunido hoy para rendir homenaje a los hombres que hace un siglo, venciendo graves dificultades, con talento y decisión, acometieron y lograron la tarea de destruir males sociales, con raíz de siglos y pusieron nuevas bases sobre las que descansa, hasta el presente, la estructura jurídica, política, económica y social de la nación.

Pocas convulsiones populares pueden reclamar para sí tal trascendencia; y en grado de importancia, la revolución de la Reforma quizás supere al movimiento de Independencia. Pues si éste produjo la separación política de España, dejó intactos situaciones y privilegios antisociales que habrían de ser reiterada fuente de injusticia y amenaza constante para la vida misma del país.

La Reforma fue obra multitudinaria: en ella participaron los visionarios, los juristas, estadistas, políticos, economistas, ciudadanos armados que improvisaron ejércitos y cuyos nombres recogió la Historia, y la gran masa de los innominados - El pueblo - empapados todos del profundo sentido ético de la causa por la que luchaban. El producto persistente de aquel movimiento fueron las Leyes de Reforma.

Es imposible fijar correctamente el valor de algunas leyes, como las de Reforma, aplicando tan sólo las teorías abstractas del Derecho. Estas leyes, por su enorme contenido vital, por el aliento humano que de ellas emerge, son trozos palpitantes de historia a la vez que expresión de una filosofía. Asomados al drama colectivo del México de entonces y analizando las ideas fundamentales de los espíritus avanzados de aquel tiempo, encontraremos la explicación de las leyes de Reforma.

Cada una de estas leyes, así como la Constitución de 1857, son expresiones jurídicas aisladas, - pero dotadas de unidad por su armonía esencial -, que entrañan vigorosa expresión del pensamiento de la generación más sólidamente conformada que haya surgido en América.

Se ha dicho que las revoluciones no son hechas por los teóricos sino por el pueblo; y que así las teorías no se toman en su pureza e inflexibilidad para implantarlas, por lo que es frecuente que, al final de la contienda, los logros revolucionarios resulten entre sí contradictorios. No es este el caso de la revolución de la Reforma; por el contrario, sorprende la congruencia de las afirmaciones consignadas en los cuerpos legales a que dio existencia y sin esfuerzo se advierten las ideas rectoras que, conjugándose, propiciaron la entrada del Estado mexicano a la época moderna.

Refiriéndose al Constituyente de 1856-1857, ha dicho un escritor que "el fruto más fecundo del Congreso no fue el Código, sino los hombres que salieron de su seno". Es que el Congreso se formó con ciudadanos de distinta extracción y distinto grado de evolución política; dentro de ellos, un grupo de claras ideas, de firme orientación, fue exponiendo sus tesis en deliberaciones, instruyendo a los impreparados y participándoles, por contagio, de su fe en las doctrinas de la libertad y de la democracia. Cuando, terminadas las labores del Constituyente, sus integrantes volvieron a sus lugares de origen, eran ya portadores de la simiente que, al propagarse, creó un estado de conciencia nacional que fue capaz de resistir las críticas envenenadas y las calumnias que se vertieron contra los reformadores y su obra.

En efecto, las Leyes de Reforma fueron tema polémico en su tiempo, que encendió pasiones violentas; en los lustros siguientes continuaron siendo tema de polémicas; y aún hoy, a cien años de distancia, esporádicamente hacen acto de presencia impugnadores cuya perfidia, disfrazada de ignorancia, basa sus ataques en la concepción deformada que presentan de esas disposiciones legislativas. Falsa calumniosa la imputación de que las Leyes de Reforma fueron antireligiosas: ¡Jamás tocaron el dogma de ninguna religión! Ni siquiera fueron anticlericales, pues si con frecuencia tuvieron que tocar los intereses del alto clero, no fue por el prurito de dañarlos, sino como

condición indeclinable para el establecimiento de una paz orgánica, duradera e institucional.

O para lograr la implantación del ideal de libertad.- prohibiendo la renuncia a la libertad individual mediante el voto religioso de clausura; y estableciendo la libertad de cultos -.

O para el robustecimiento de la democracia - partiendo del concepto de que no hay más autoridad que la que dimana de la voluntad popular.

O para el afianzamiento del Estado y sus atributos - Estado que, como soberano, no deriva de otro poder ni lo tolera -.

O para la reafirmación de nuestra independencia -la vigencia de las leyes mexicanas en el Territorio Nacional depende de la voluntad del propio pueblo mexicano y no está supeditada a la aprobación y rechazo del Vaticano-.

O en defensa de la igualdad -rompiendo injustos fueros y privilegios -.

O rescatando para el estado atribuciones que le son propias - instituyendo el registro Civil y el derecho familiar -.

O bien, finalmente, para dar posibilidades de desarrollo a la economía nacional, estrangulada por la concentración de la riqueza en manos de las corporaciones religiosas.

He dicho y repito - porque así se desprende de la lectura de los textos legales de las exposiciones de motivos de cada una de las Leyes de Reforma y de las circulares que se enviaron a los Gobernadores de los Estados - que estas leyes no tuvieron por finalidad dañar los intereses del alto clero, aunque ésta haya sido su consecuencia. Era tal la magnitud de los principios por instaurar; eran tan irresistibles los nobles propósitos perseguidos; era tal urgencia para la supervivencia nacional establecer las medidas que crearon las Leyes de Reforma, que se justificaban todas ellas. A cualquier persona, de conciencia libre de prejuicios, cabe preguntar ¿si es justo que todo un pueblo viva los azares de los gobiernos inestables, de la guerra interior, yendo como un péndulo trágico de la dictadura a la anarquía; si se debe renunciar a su libertad, a su independencia y a su soberanía; si debe abandonar sus ideales de igualdad y democracia y aceptar la muerte lenta por insatisfacción de necesidades económicas vitales, TAN SOLO POR NO HERIR LOS INTERESES DE UNA INSTITUCIÓN? Con su respuesta, evidentemente negativa, estará justificando implícitamente a las Leyes de Reforma.

Múltiples son los aspectos que tal legislación toca; cada uno de ellos, por su atracción, invita a ahondarlos. Pero imposibilidad de penetrar en todos, por limitaciones de tiempo, he de referirme tan sólo, y a grandes rasgos, al económico:

La tenencia y la explotación de la tierra ha sido y es el problema crucial de México; millones de hombres han dependido y dependen de lo que pueden arrancar a la tierra; tantos, que aún hoy día constituyen más de la mitad de la población activa del país. El laboreo de la tierra dio a las tribus autóctonas su fuerza y su cultura; pero con las armas hispanas llegaron a nuestro suelo nuevas Reformas de tenencia y explotación de la tierra, la conquista despojó de las tierras a los pueblos indígenas e hizo surgir grandes concentraciones de propiedad territorial por medio de la institución de "la encomienda" que entregó, irrestricto, el control de millones de seres humanos a unos cuantos conquistadores. Las mercedes reales pusieron también, en manos de la breve minoría española, enormes propiedades territoriales. Las tierras comunales vinieron a menos: la producción decayó en limites ínfimos; surgió el peón desheredado que entregaba, forzando, su fuerza de trabajo incondicionalmente al servicio de los nuevos dueños de la tierra. Las inmensas haciendas, cultivadas en pequeñas superficies, empujaron a los indígenas al trabajo servil, estableciéndose una economía feudal primitiva que sólo subsistía merced a la desenfrenada explotación de los indios. Más de la mitad de la población indígena se extinguió.

Los principales adquirentes de los bienes territoriales, inmuebles de capital, resultaron a la postre el alto clero y las corporaciones religiosas, que día con día y a lo largo de tres siglos, fueron inmovilizando en su poder la propiedad raíz y asfixiando la economía de la Colonia al grado de que, al finalizar el dominio español,- Según informa Lucas Alamán - en este aspecto de veracidad aceptable, por pertenecer a ese bando más de la mitad del territorio de la Colonia, de los bienes inmuebles y de los capitales, estaba en manos de las órdenes, religiosas de los Dominicos, de los Agustinos, de los Jesuítas y del alto clero que los fueron adquiriendo por legados, compras, obras pías, donaciones, adquisiciones por usufructo, diezmos, etc. constituyendo una inmensa riqueza muerta - la perpetuidad en unas mismas manos es lo que constituye la amortización - incapaz de garantizar el desarrollo o siquiera la vida de la nación.

El propio Estado español tuvo que oponerse a tal monstruosa concentración de la riqueza del alto clero y de las órdenes religiosas. Felipe II- no sospechoso de jacobinismo - da el primer paso contra la amortización de bienes, al lanzar la cédula real de 1o. de diciembre de 1560 en la que exige a los jefes de las órdenes religiosas "...que dispongan de cualesquiera haciendas y bienes, y granjerías que tuviesen; y que las que hubiesen aceptado las conviertan en otros píos usos..y que de aquí en adelante no acepten otros ningunos bienes, aunque se les den y manden..." y ante el incumplimiento de esta cédula, se sucedieron nuevas disposiciones reales, entre ellas la de 18 de julio de 1562, que establecía que "... la dicha nuestra cédula -la de 1o. de diciembre de 1560 - Se debe guardar en lo que toca a los propios, haciendas y granjerías que tuviereis en pueblos de indios, porque en ellos no conviene que las tengáis..." Pero éstas, como otras muchas cédulas y ordenanzas reales, no tuvieron aplicación en la práctica. La economía colonial estaba agotada y en parálisis total; la gran masa de la población vivía en la indigencia, desposeída y sin poder laborar, a pesar de que el 90% dependía de la agricultura. Alejandro de Humboldt refería con tristeza que "... la vida de la población campesina,

indígena y negra, era verdaderamente espantosa en las haciendas y peor aún en las minas y obrajes..."

La independencia , en 1821, no remedió estos males; dejó en las mismas manos del alto clero y de las corporaciones religiosas las propiedades amortizadas, fuera del comercio y de la producción, y aún su poder quedó aumentado por las acciones hechas en su favor por los terratenientes españoles que huyeron del país .

México entraba en agonía, disgregándose, en los años subsiguientes: por importancia económica, por desorganización estatal, por guerras, golpes de estado y ausencia de poderes institucionales, los restos del ejército colonial y los nuevos ejércitos formados durante la guerra de Independencia, tenía que atender a su propio sostenimiento, casi siempre con depredaciones y saqueos que empobrecían más a la población y aumentaban la inseguridad; la pequeña porción de tierra cultivada dejaba fuera del trabajo a millones de seres que no tenían lo indispensable para subsistir y que no podían participar en la vida económica de la comunidad, los jornales miserables, producto de un status feudal, por trabajos de sol a sol, eran reducidos por diezmos y aranceles cobrados por servicios religiosos. En suma la situación heredada de la Colonia conducía a la extinción de México; todo ello, gravado con la pérdida de gran parte de nuestro territorio, parecía conducir fatalmente a la desaparición de la nacionalidad mexicana. Pero en la hora más obscura habría de surgir el Plan de Ayutla; y frente todo lo negativo que se extendía a su vista, sus seguidores posteriores encontraron valores positivos que oponer, vastas tareas a realizar; penoso y largo camino que los conduciría a la meta, pero el diamantino propósito se impulso y la coronación del sostenido esfuerzo fueron las Leyes de Reforma, cuya importancia y justificación he pretendido fijar.

De estas disposiciones, en lo económico, resaltan: el decreto de 31 de marzo de 1856, por el que, como sanción a la diócesis de Puebla por haber fomentado la sublevación del año anterior contra el Gobierno emanado del Plan de Ayutla, se le intervienen los bienes "sin desatender los objetos piadoso a que están destinados" para indemnizar a la República de los gastos hechos para reprimir la reacción, indemnizar a los habitantes por los perjuicios y menoscabos que sufrieron durante la guerra y para pensionar a las viudas, huérfanos y mutilados, reducidos a ese estado por la misma guerra.

El 25 de junio de 1856, y por razones de pura índole económica, perfectamente definida, se decreta la desamortización de fincas rústicas y urbanas propiedad de corporaciones civiles y religiosas expresando la verdad innegable de que "...uno de los mayores obstáculos para la prosperidad y engrandecimiento de la nación es falta de movimiento o libre circulación de una gran parte de la propiedad raíz, base fundamental de la riqueza pública..."; por lo que, a fin de que esa riqueza circule, provee a la adjudicación en favor de quienes la tienen en arrendamiento o a censo enfitéutico, pagando su importe según las reglas que la misma establece.

El 12 de junio de 1859 se decreta la nacionalización de los bienes del clero regular y secular, expresándose en la circular del mismo Manuel Ruiz conceptos suficientemente explicativos que hacen innecesario otro comentario.

La utilidad de esta medida ya había sido aconsejada, en 1831, por el padre José María Luis Mora, el sagaz observador de la realidad de México, diciendo:

"Cuando el territorio está repartido entre muchos propietarios particulares, recibe todo el cultivo de que es susceptible. Entonces los plantíos de árboles, los acopios de agua, la cría de animales y ganados domésticos, la edificación de habitantes derraman la alegría y la vida por todos los puntos de la campiña, aumentando los productos de la agricultura, y con ellas brota por todas partes la población, que es la base del poder de las naciones de la riqueza pública. Al contrario sucede cuando el territorio está repartido entre pocos y poderosos propietarios; entonces se ven los terrenos eriazos y sin cultivo; las habitaciones son muy escasas, como lo es la población misma; y el miserable jornalero; esclavo de la tierra y del señor que de ellas es propietario, puede apenas arrastrar una existencia miserable y no emplea otro trabajo para el cultivo del terreno sobre el que vive y que no ve como propio, sino que se le obliga a prestar forzadamente. Ahora bien, si la acumulación de tierras en un particular rico y poderoso es un mal tan grave a pesar de que no ha de pasar de cien años ¿Que deberemos decir de una comunidad o cuerpo que puede ir agregando a las ya poseídas otras sin término ni medida? Los capitales a lo menos pueden crearse y multiplicarse... pero las tierras no son susceptibles de aumento y ellas han de ser siempre las mismas; de lo cual resulta que si una comunidad poderosa y respetada, como lo es la Iglesia, es habilitada para adquirirlas, llegará tiempo en que se haga dueña de todas y dé un golpe mortal a la población y a la riqueza públicas..."

Tan sabia consideración pone en relieve que, en legítima defensa del pueblo mexicano, obró en justicia el legislador de la Reforma que, al nacionalizar los bienes del clero secular y regular, dio posibilidades de circulación y aprovechamiento a la riqueza fundamental del país, que es la tierra.

Los hechos que siguieron a este fenómeno, los conocemos todos: la generosa determinación de la Reforma dio incalculables frutos; la tierra mexicana regida por las leyes mexicanas, amplió la ocupación a las gentes del campo y nuevas zonas se abrieron al aprovechamiento y al comercio. Es verdad que fue desoída la voz profética de Ponciano Arriaga, el agrarista del Congreso Constituyente, que pugnó por que la tierra inculta se entregara directamente al campesino; es cierto que la tierra, en lugar de ir hasta el pueblo, cayó en poder de una nueva clase de propietarios particulares; pero aún así, esto constituyó un avance ¡injusto es exigir de una revolución la solución íntegra de los problemas de un país! Repito que el primer paso trascendente estaba dado y quedó abierta la puerta para que después en la continuación histórica de la Reforma, en la siguiente resolución iniciada en 1910, fuera bandera el grito de "Tierra y libertad" y nuevas leyes estatuyeran el principio de que la tierra debe ser de quien la trabaja.

Al referirme a la gesta de la Reforma he omitido mencionar intencionalmente los nombres de los próceres, porque es innecesario. Estos hombres, ejemplos de virtud de patriotismo, de espíritu de sacrificio, de

fe en la patria y su destino, adquirieron, para sus contemporáneos y para los pósteros, valor de símbolo; porque extinguida en su interior la duda, adoptaron un ideal al cual entregaron por entero en pensamiento, en sentimiento en palabra y en acción. Su fidelidad a la causa que defendieron acabó por fundir en un solo bloque a los hombres y al ideal; y siendo parte tan importantes de nuestra historia, sentimos todavía su presencia alentadora en el presente como consubstancial de la vida institucional de México!" (Aplausos nutridos)

El C. Presidente: tiene la palabra la señora diputada Marta Andrade de del Rosal.

-La C. Andrade de del Rosal: Señor Presidente. Señores senadores. Señores diputados. Señoras y señores: "Al conmemorar el primer centenario de la trascendental expedición de las Leyes de Reforma que mejoraron la vida nacional, liberando a los gobiernos, a las instituciones y a las familias de México en opresiones anacrónicas, debemos rendir patriótico homenaje a aquel Gobierno de la República establecido en las más difíciles circunstancias en Veracruz, encabezado por el Benemérito Juárez y la luminosa pléyade de sus magníficos colaboradores: Miguel Lerdo de Tejada, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Francisco Zarco y otros no menos. El Presidente Juárez, símbolo radiante de la soberanía y de la evolución nacional, con su carácter firme y con su inquebrantable fe en el futuro de México, con un gran valor cívico, atrajo a su gobierno a los hombres más ilustres de su época, quienes aportaron con entusiasta optimismo su talento, su sabiduría, sus virtudes cívicas y hasta sus vidas a la obra reformista de elevación nacional.

"El pueblo mexicano ha sabido guardar y aprovechar siempre las valiosas y benéficas enseñanzas del gran Patricio Benito Juárez y de sus insignes colaboradores, que en forma de leyes liberales aseguran su bienestar y progreso.

"En el mes de julio de 1859 el Gobierno juarista expidió sus más importantes leyes y manifiestos que conmovieron a la nación; el día 7 se publicó el manifiesto en que con juiciosos razonamientos de causas fundamentales, el Gobierno anunciaba que iba a proceder a las reformas legales en beneficio del pueblo. El día 12 fue dada la Ley de Extinción de Ordenes Monásticas. El día 23 se expidió la ley del Matrimonio Civil. El día 28 la Ley sobre el Estado Civil y el día 31 la Ley de Secularización de los Cementerios. Cada una de estas leyes libertó al pueblo de esclavizantes obligaciones que soportó por más de tres siglos.

"Ya los señores senador Brena Torres y el diputado Sabines Gutiérrez han analizado con justeza los beneficios logrados. Yo sólo deseo agregar a lo ya expuesto, mi modesto pensamiento en relación al aspecto más notable y de gran sensibilidad humana y aún romántica que tiene la Ley del Matrimonio Civil:

"Fue talentoso y sentimental ministro Melchor Ocampo el designado para el estudio de la reforma a la unión matrimonial y para la formulación de la Ley del Matrimonio Civil, en atención a su destacado juicio liberal y a su avanzado criterio social.

"El Presidente Juárez y sus colaboradores reconocieron a Ocampo como el Filósofo de la Reforma. Su participación en el Congreso Constituyente de 1857 fue espléndido y fecundo. La Carta Magna que entonces se elaboró contiene muchas de sus ideas, y hasta algunos de sus artículos constitucionales son íntegramente del ilustre michoacano, expresando su filosofía. Pero donde ésta más resplandece es el precisar que la familia es la base de la sociedad civil y que el estado tiene interés en que los hijos sean mantenidos y educados convenientemente. Los enemigos de las Leyes de Reforma tildaron de disolvente a Ocampo por ser autor de la Ley del Matrimonio Civil, a la cual se opusieron, pregonando que sólo el matrimonio eclesiástico conservaría la moralidad del hogar y de la sociedad. Mas las leyes reformistas del Estado y Registro Civil, garantizaron la rectitud, la seguridad, y los derechos de los cónyuges, de los hijos y de las relaciones familiares, demostraron desde el principio y comprobaron a través de un siglo, la solidez de sus bases morales para la estructura del bienestar de los hogares y del mejoramiento de la sociedad mexicana, sin lesionar ni menospreciar ningún sentimiento religioso. Don Melchor Ocampo redactó, con la más pura ética, las formalidades que se deben cumplir para consagrar legalmente la unión conyugal. La epístola matrimonial que escribió se incluyó en el artículo 15 de la ley expedida el 23 de julio de 1859. Desde entonces la leen los jueces del Registro civil a quienes se casan, y seguirá leyendo en todos los actos matrimoniales como la más hermosa y moral lección de ternura y de fidelidad que pudiera darse a los desposados. Esta epístola de Melchor Ocampo empieza conceptuando el matrimonio como el seguro recurso para fundar la familia y suplir las imperfecciones del individuo. Define al hombre por los atributos del valor y de la fuerza; a la mujer por las virtudes de la belleza y de la abnegación para que la unión de ambos se perpetúe mediante el respeto, la fidelidad y la confianza del uno para el otro. Concluye aconsejando que a través del estudio y la corrección amistosa de los defectos mutuos, hombre y mujer deben prepararse para la suprema magistratura de padres de familia, de tal manera, que la conducta de ambos sirva a los hijos de modelo y ejemplo. ¿Podrá hacer filosofía más sana, en expresiones más sencillas, al alcance de todas las mentalidades? En cuanto al Registro Civil de nacimiento, adopciones y fallecimientos, es evidente la utilidad que continuamente tienen las familias y la sociedad en innumerables casos de justo interés que con seguridad pueden defenderse.

"Todos los mexicanos tendremos siempre una deuda de gratitud hacia el preclaro reformador Melchor Ocampo por las leyes civiles que concibió; mas, todos los actuales conciudadanos de juicio sereno y de justa comprensión reconocerán que los gobiernos emanados de la Revolución han continuado y extendido el ideal de beneficio al pueblo que fue meta de los reformadores. En varios

aspectos, según se manifiestan con mayor urgencia las necesidades populares, se ha demostrado históricamente que la pureza y moralidad de la obra de bienestar social es permanente en todos los funcionarios que verdaderamente aman a su pueblo. Así es como han sido afines en sus propósitos Hidalgo, Morelos, Juárez, Lerdo y Ocampo entre otros como quedó expuesto; y después recordemos con justicia que se han superado y modernizado nuestras leyes a partir de 1917. Venustiano Carranza; asegurando el bienestar del obrero y del campesino con los artículos 123 y 27 constitucionales que sería prolijo analizar. Plutarco Elías Calles procurando el mejoramiento de las familias en los campos y pequeños poblados mediante escuelas rurales y misioneros culturales; Lázaro Cárdenas rescatando las riquezas nacionales, estableciendo el Estatuto Jurídico que protege al Trabajador público y consolidando los derechos de los ejidatarios. Manuel Avila Camacho creando el Instituto Mexicano del Seguro Social, que con sus prestaciones a los trabajadores es un orgullo de México. Miguel Alemán impulsando la industrialización del país y fomentado la construcción de edificios multifamiliares, colonias para burócratas y la Ciudad Universitaria. Adolfo Ruiz Cortines legalizando la plenitud de los derechos ciudadanos de la mujer mexicana, dándonos posibilidad de cooperar a la selección de los mejores hombres que gobiernen nuestro país y que nos garanticen su progreso, y ahora el Presidente López Mateos cuya política patriótica y humana se ha manifestado en los escasos 7 meses de su gobierno. Está empeñado en una ardua tarea en beneficio de todos los mexicanos. Nuestro actual Presidente piensa que asegurándose la estabilidad de los hogares mediante el bienestar de los ciudadanos padre y madre se garantizará la educación y progreso de los hijos que renovarán y acrecentarán una buena ciudadanía que dará firmeza y respetabilidad a la patria; porque la patria, dice el señor Presidente, no es más que la suma de los hogares mexicanos.

"Las mujeres que somos responsables del hogar, de ese hogar mexicano, ejemplo para las naciones cultas del mundo, por estar fincando sobre las bases sólidas de la ley, de la moral del respeto, de la ternura y hasta del sacrificio, en esta hora solemne en que rendimos homenaje a los próceres de la Reforma deseamos contar con el apoyo moral de todos nuestros conciudadanos para lograr nuevas leyes que protejan a las mujeres y a los niños que aun no logran los beneficios de la seguridad y protección social del Estado.

"Habiendonos tocado a las mujeres de la actual generación, el privilegio de vivir esta transcendental etapa de la historia de nuestra patria, debemos con toda responsabilidad ciudadana y con el más alto celo patriótico, redoblar y encaminar todos nuestros esfuerzos para honrar a nuestra Carta Magna, realizando la misión más sublime que se nos ha encomendado; formar a los futuros ciudadanos que México merece. Por ello, en cada uno de nuestros hogares existe un altar laico en donde se honra a nuestros héroes y en donde se venera permanentemente a la patria". (Aplausos).

- El C. secretario Sánchez Celis Leopoldo:

Se va a dar lectura al acta de esta sesión solemne (leyendo):

"Acta de la sesión solemne celebrada por la Comisión Permanente del XLIV Congreso de la Unión, el día dieciséis de julio de mil novecientos cincuenta y nueve.

"Presidencia del C. Manuel Moreno Sánchez.

"En la ciudad de México, a las doce horas y treinta y cinco minutos del jueves dieciséis de julio de mil novecientos cincuenta y nueve, se abre la sesión solemne que se celebra para rendir homenaje a los hombres de la Reforma con motivo del centenario de la promulgación de las Leyes de Reforma, con una asistencia de dieciocho ciudadanos representantes.

"La Secretaría da lectura al acuerdo de la Comisión Permanente en virtud del cual se celebra esta sesión solemne.

"Hacen uso de la palabra los CC. diputado Juan Sabines Gutiérrez, senador Rodolfo Brena Torres y diputada Marta Andrade de del Rosal, quienes expresan conceptos de admiración y respeto para los hombres de la Reforma y las leyes que expidieron, de las cuales, en este mes, celébrase el centenario.

"Se leyó la presente acta".

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada.

El C. Presidente (a las 13.27 horas): Se levanta la sesión y se cita para sesión ordinaria el próximo jueves 23 del actual, a las 11 horas.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y "DIARIO DE LOS DEBATES"