Legislatura XLV - Año I - Período Ordinario - Fecha 19610927 - Número de Diario 19

(L45A1P1oN019F19610927.xml)Núm. Diario:19

ENCABEZADO

MÉXICO, D. F., MIÉRCOLES 27 DE SEPTIEMBRE DE 1961

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos. el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I. - PERÍODO ORDINARIO XLV LEGISLATURA TOMO I. - NÚMERO 19

SESIÓN SOLEMNE

DE LA

H. CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 27

DE SEPTIEMBRE DE 1961

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Oficio de la Cámara de Senadores comunicando la designación del orador para esta sesión.

2.- Pronuncian discursos alusivos al acto que se conmemora: primer aniversario de la mexicanización de la Industria Eléctrica, los CC. diputados Manuel Sthepens García, Rafael Morelos Valdés, David López Sención, senador Natalio Vázquez Pallares y diputado Rodolfo Echeverría Alvarez.

3.- Se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.

DEBATE

Presidencia del

C. JOAQUÍN NORIS SALDAÑA

(Asistencia de 140 ciudadanos diputados.)

El C. Presidente (a las 12.30 horas): Se abre esta sesión solemne de la Cámara de Diputados en conmemoración del primer aniversario de la nacionalización de la Industria Eléctrica.

- El C. secretario Suárez Molina, José Luis (leyendo):

"Estados Unidos Mexicanos.- Cámara de Senadores.- México, D. F.

"CC. Secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presentes.

"En contestación al atento oficio de ustedes, del 22 del actual, que se hizo del conocimiento de los CC. senadores para que se sirvan atender la invitación que hace esa H. Cámara para asistir a la sesión solemne, que se celebrará el próximo miércoles 27 del actual, a las doce horas, con motivo del 1er. aniversario de la adquisición y mexicanización de empresas eléctricas extranjeras, nos permitimos informarles que fue designado, como orador para ese acto, en representación de esta Cámara, el C. senador y licenciado Natalio Vázquez Pallares.

"Reiteramos a ustedes las seguridades de nuestra atenta y distinguida consideración.

"México, D. F., a 25 de septiembre de 1961.- Por los Secretarios, el Oficial Mayor, Gonzalo Aguilar F."- De enterado.

El C. Presidente: Se han registrado, para hacer uso de la palabra en esta sesión solemne, los siguientes ciudadanos diputados: Manuel Stephens García, Rafael Morelos V., David López Sención, senador Natalio Vázquez Pallares y Rodolfo Echeverría Alvarez.

Tiene la palabra el ciudadano diputado Manuel Stephens García.

El C. Stephens García, Manuel: "Ciudadanos senadores. Ciudadanos diputados: El Partido Popular Socialista, por mi conducto, se une una vez más al júbilo del pueblo mexicano por la nacionalización de la Industria Eléctrica. Desde su fundación inscribimos en su programa permanente la necesidad de que el Estado controlara las industrias básicas y los servicios públicos, con el propósito de que se impulsara el desarrollo económico independiente de nuestro país.

Después del histórico acontecimiento de 1938, en que el petróleo pasó a ser propiedad de la nación, era indispensable continuar el rescate de las demás industrias que constituyen el potencial energético y, así, estructurar con mayor solidez nuestra industrialización. Por eso era natural que, al integrarse un Gobierno que entendiera, acertadamente, la política de nacionalizaciones y las demandas domésticas populares, se planteara, como paso inmediato, lo referente a la electricidad. Y no sólo el Gobierno del Presidente López Mateos ha declarado monopolio del Estado la electricidad, la petroquímica y la utilización en beneficio de la nación del carbón mineral, sino que ha dado fuerte estímulo a la producción del acero, la cual se encuentra, totalmente, mexicanizada; ya sea en manos del Estado o de particulares, habiendo alcanzado México el primer lugar en la producción de lingotes de acero de la América Latina.

Es cierto que, todavía, existen sectores que pretenden que el Estado asuma el papel de simple observador del proceso económico, basados en la tesis del liberalismo que consiste en "dejar hacer, dejar pasar" y nos ponen de ejemplo a otras naciones

de gran desarrollo industrial como Estados Unidos y lo que llaman el milagro de la Alemania neonazista, de la que todos sabemos que su rápido desarrollo industrial de posguerra se debe al apoyo financiero de los trusts yanquis. Pero se olvidan estos defensores de la llamada iniciativa privada, de nuestra propia historia. Baste decir que el inicio real del desarrollo de las fuerzas productivas en México, se deben, precisamente, a la intervención del Estado en la economía.

También ha habido quienes discuten si la nacionalización de la Industria Eléctrica debió haberse hecho en forma distinta a la seguida por el actual régimen. Para el Partido Popular Socialista ésta es una discusión secundaria. Lo importante estriba en que esta industria, antes en manos extranjeras, haya pasado al control estatal, lo que representa un desplazamiento del imperialismo, de nuestra vida económica. La conducción de esta política, dirigida, conscientemente, por el actual Gobierno hacia el capitalismo de Estado, como la defensa decidida de los principios de autodeterminación y no intervención en materia política internacional, han desencadenado una furiosa ofensiva de los sectores afectados, particularmente de los monopolios norteamericanos y de sus representantes en nuestro país, que no sólo se han concretado a manifestar su disgusto por tal política nacionalista, sino que han estado alentando, en diversas formas, una oposición sistemática al Gobierno del Presidente López Mateos; oposición que han hecho pública los sectores llamados de la "iniciativa privada" y, en los últimos tiempos, el clero católico. Todo esto ya es del dominio público y, en esta tribuna, ha sido ampliamente comentado por los oradores de nuestro Partido durante el Colegio Electoral, en que advertimos que la ofensiva clerical imperialista tiene, como objetivo desatar una guerra civil con pretextos religiosos y crear las condiciones propicias para un golpe de Estado. Los recientes movimientos subversivos ocurridos en la noche del 15 de septiembre, sirven, consciente e inconscientemente, a estos fines antipatrióticos y, por ello, los condenamos categóricamente. A este respecto quiero declarar, obligado por la gravedad de las circunstancias presentes, que es necesario que se vigilen las actividades del excelentísimo señor embajador de los Estados Unidos de América, Tomás Mann, quien ha estado propiciando estos actos subversivos, quizá, pensando que se encuentra en alguna colonia y olvidando que México conquistó su independencia desde 1821 y que la sangre de su pueblo, derramada a través de la historia, ha mantenido, en lo alto del Palacio Nacional, nuestro lábaro tricolor.

Ante estas presiones y provocaciones internas y externas, sólo nos queda el camino de la alianza patriótica de todos los mexicanos para salvaguardar la soberanía nacional y las conquistas populares de la Revolución. La alianza patriótica de todos los mexicanos para seguir impulsando el desarrollo económico independiente de la nación y llegar a etapas superiores de nuestro histórico crecimiento.

A un año del paso tan trascendental dado por el Gobierno actual, nos unimos al regocijo de todos los sectores del pueblo mexicano para gritar igualmente unidos:

¡Viva la nacionalización de la Industria Eléctrica!

¡Viva la Revolución Mexicana!

¡Viva México! (Aplausos.)

El C. Presidente: En el uso de la palabra el C. Rafael Morelos Valdés.

El C. Morelos Valdés, Rafael: Honorable Congreso de la Unión: no escapa a la diputación integrada por los miembros de Acción Nacional la importancia, verdaderamente extraordinaria, que tiene, para el desarrollo económico de México, la electrificación del país. Consideramos, sin lugar a dudas, que es uno de los pilares más importantes y más sólidos, sobre los cuales debe de edificarse el edificio que queremos, cada vez mejor, de la economía mexicana.

"Precisamente, porque queremos el bienestar del mayor número posible de mexicanos, no hemos querido dejar pasar esta ocasión, para hacer algunas brevísimas consideraciones, basándonos en este aniversario; para juzgar la nacionalización de la industria eléctrica.

Desde un punto, exclusivamente económico, son tres los considerandos que, a nuestro juicio, deben tenerse presentes. En primer lugar, es indispensable que se aporte la mayor cantidad de capital posible, para impulsar, para incrementar, al máximo, la industrialización, la electrificación en todo el Territorio nacional. Creemos, nosotros, que no debe haber ninguna otra cortapisa para ese incremento en el capital disponible, sino sólo aquéllas que exijan la dignidad y el decoro de México, y que exijan, también, la independencia económica de nuestra patria. Pero, por otro lado, no desconocemos tampoco, que es indispensable que, en caso de que quienes manejan las empresas cometieran algún atropello, debe vigilarse por que nunca se violen los derechos de todos, por que se respete una auténtica justicia. Tanto en las relaciones entre las empresas y sus trabajadores, como entre los trabajadores y los mexicanos que reciben el fluido eléctrico.

En segundo lugar, creemos, nosotros, que el manejo de ese capital, la aplicación que del mismo se haga, la conservación de todos los derechos de la industria eléctrica, sean manejados por técnicos debidamente preparados. Que se abandone, que se siga abandonando esa práctica viciosa de dejar, en los puestos directivos, en muchas ocasiones, a recomendados políticos que quitan y substituyen, indebidamente, a técnicos preparados, a hombres honrados, que podrían hacer que esas industrias marcharan a un paso más acelerado.

Como tercer punto, creemos que debe haber la posibilidad de que se ejercite una auténtica fiscalización y que, al terminar cada ejercicio, se brinde la oportunidad de que todo el pueblo se entere del movimiento realizado en ese período; que se juzgue serenamente el ejercicio realizado; que se tenga la oportunidad de hacer una crítica constructiva, y que no se limiten, solamente estos actos, como en ocasiones, por desgracia sucede, a la mera oportunidad de elogios y adulaciones.

Desde el punto de vista económico, social y político, queremos hacer dos considerandos: en primer lugar, que sea, efectivamente, una mexicanización, una nacionalización, no una estatización, o sea, que se lleve a cabo el proyecto de que el mayor número de mexicanos participe en la propiedad de la empresa, participe en la propiedad de la industria eléctrica mexicana. Que no solamente quede esa propiedad en manos del Gobierno con el peligro que ello implica, porque si se suma esa propiedad a las otras muchas adquisiciones que ha venido realizando el Estado mexicano, se cae en el peligro de un absolutismo absorbente, que pone en peligro la dignidad de la persona humana.

En tesis conocida por todos y cada uno de ustedes, y que nosotros compartimos, que, cuando el poder económico queda en pocas manos, primero viene la hegemonía de esos que tienen el Poder y después, frecuentemente, la opresión que esos poderosos ejercen sobre los desvalidos.

Si se suma el poder económico a los otros muchos poderes, que ya tienen en sus manos el Estado Mexicano, se cae en la cuenta del peligro tremendo que existe, de que el individuo, la persona, quede en un momento dado desprovista de garantías, frente a ese Estado absorbente; y, es así, cómo, desgraciadamente, llegamos a vivir situaciones, en las cuales, el que ha atropellado el derecho de un ciudadano se convierte, al mismo tiempo, en enjuiciado, en fiscal, en testigo de cargo y en juez, y no en la autoridad imparcial, serena y equilibrada que debía impartirle garantías.

Finalmente, queremos que se haga hincapié en que estos bienes son, en todo caso, de la nación, que, de ninguna manera, son propiedad particular de la persona que se encuentra en el Poder y que, por lo tanto, los trabajadores que militan, que prestan sus servicios en la Industria Eléctrica, como en cualquiera otra dependencia oficial, tienen todo el derecho a percibir un salario justo, a recibir todas las prestaciones que la ley les concede; pero que, no por ello, quedan obligados a someterse servilmente a esas mismas personas y que, de ninguna manera, están obligados a mantener la misma ideología, aunque ésta parezca infalible. Muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado David López Sención.

El C. López Sención David "Señor Presidente. Altos funcionarios de la Federación. Señores senadores. Compañeros diputados: en esta fecha memorable, en la que celebramos el primer aniversario de la nacionalización de la Industria Eléctrica, llevada a cabo por el Gobierno del señor Presidente, licenciado Adolfo López Mateos, patriota ejemplar; en esta tribuna de la representación nacional deseo hacer escuchar mi voz, como diputado que milita en una de las organizaciones de trabajadores electricistas, que más honra al movimiento obrero de México.

La trascendencia del acto que estamos conmemorando, por sí mismo, expresa que México ha alcanzado un nivel superior en su liberación económica y que tiene un Gobierno con la capacidad y valor suficientes para enfrentarse a los problemas, resolviéndolos con estricta aplicación de las leyes emanadas de la Revolución.

La industria eléctrica, por razón de intereses económicos fuertemente poderosos, durante largos años se sustrajo a la estructuración económica que, la Revolución Mexicana, ha señalado a nuestro país, fincada en la justicia social. México, respetuoso de sus leyes, permitió la existencia de las compañías privadas en la Industria Eléctrica: pero, no abandonó el cumplimiento de un ideal de servir a todos los mexicanos y, colateralmente, a través de un organismo oficial, como es la Comisión Federal de Electricidad, desde hace 24 años ha venido atendiendo las demandas populares e industriales de energía eléctrica, que las compañías extranjeras nunca quisieron o no pudieron atender.

Por esa razón, seguramente, el Presidente López Mateos tomó la decisión de que su Gobierno llevara a cabo la nacionalización de la Industria Eléctrica por los más correctos procedimientos jurídicos comerciales, sin lastimar intereses y sólo buscando, para el país, el tomar en sus manos la responsabilidad de satisfacer las demandas de energía eléctrica para su progreso industrial y bienestar de su pueblo, y la patriótica divisa de que si la Industria Eléctrica era del pueblo de México en su obra social, habría de ser para beneficio de todos los mexicanos.

Hace un año que la industria eléctrica fue nacionalizada y la labor de sus directivos, de sus técnicos y de sus trabajadores ha sido estimulada por la gran responsabilidad de servir a una tarea, que ya no es beneficio de unos cuantos, sino de los grandes intereses de nuestro país.

Sin embargo, y esto dicho con valentía, la gran obra de nacionalización de la Industria Eléctrica aún no está completa; por eso, esta mañana, en un manifiesto dirigido al pueblo de México, los tres Sindicatos y los trabajadores de la Industria Eléctrica, denunciamos a la nación el estado de injusticia que viene prevaleciendo, en cuanto a las cargas económicas que aplica la industria eléctrica, que son mucho mayores para los económicamente débiles, que para los sectores económicamente fuertes. Así, aunque parezca increíble, vemos que el 80% de la población que hace uso de la electricidad, gente pobre, gente de pocos recursos, subsidia al 20% de la gente de grandes recursos económicos; en otras palabras, señores senadores y diputados: el precio de la energía eléctrica es tres o cuatro veces más caro para el pobre que para el rico.

Esta enorme injusticia, en una comunidad como la nuestra, debe ser corregida sin tardanza, ya que esto, precisamente, será el primer paso, el primer beneficio que debe obtener el pueblo, de la nacionalización de la Industria Eléctrica; porque no puede entenderse una nación que aspira a su desarrollo y progreso, sin la aportación, proporcional a su capacidad, de todos y cada uno de sus integrantes. (Aplausos.)

La nacionalización de la industria eléctrica, como dice el manifiesto de los trabajadores electricistas, es hacer patria; y la oportunidad de hacer una

patria grande y generosa nos la ha dado el Presidente de la República, al hacer, de la Industria Eléctrica, un patrimonio del pueblo de México.

Es natural que los trabajadores electricistas que pertenecemos a la gran masa del pueblo, seamos los más indicados para hacer esta denuncia, ya que, como trabajadores de la industria, hacemos las lecturas, la facturación, el cobro, registramos la contabilidad, construimos, hacemos la reparación de las instalaciones, en fin, todo lo que le concierne, y, de viva experiencia, conocemos la anarquía y la injusticia con que se vienen ejerciendo sus cargas económicas sobre el pueblo mexicano.

En esta solemne ocasión, en que la Cámara de Diputados consagra su atención a exaltar el primer aniversario de un hecho que engrandece al Presidente López Mateos y fortifica la independencia económica de nuestro país, al dejarse oir la voz de un trabajador electricista que, al mismo tiempo, tiene el alto honor de representar a su pueblo, es para demandar de la representación nacional, de los señores senadores y de los señores diputados, la mayor comprensión para esta denuncia, que hoy ha sido planteada por los trabajadores mexicanos que sufren en su débil economía los rigores de las más injustas cargas y de los más altos cobros, por el uso de un bien que es la electricidad y del que, todavía, carecen 23 millones de mexicanos, a los cuales no podrá llegar mientras sus costos no sean cubiertos con justicia y equidad por todos los que disfrutamos de sus beneficios. Yo quiero pedir a todos mis compañeros de Cámara y a los señores senadores, que todos sintamos la justa solidaridad a que nos obliga la bondad de la causa que hoy han planteado los Sindicatos de Trabajadores Electricistas, hasta conseguir que el Gobierno del Presidente López Mateos se avoque el estudio y solución de este problema; que, al quedar resuelto, la Industria Eléctrica nacionalizada podrá corresponder a los principios de justicia social emanados de la Revolución Mexicana, que son bandera de su administración, al bienestar del pueblo y al progreso del país.

Ojalá, señores senadores y señores diputados, que, muy pronto, cuando el pueblo de México celebre jubiloso otro aniversario de la nacionalización de la Industria Eléctrica, en este mismo sitio y desde esta misma tribuna, al felicitar, una vez más, con todo nuestro calor de mexicanos, al Presidente López Mateos, por su obra generosa en bien del pueblo, le tributemos, también, el más grande reconocimiento por haber atendido la demanda de justicia económica que hoy le plantearon los trabajadores electricistas." (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. senador Natalio Vázquez Pallares.

El C. Vázquez Pallares, Natalio: "Señor Presidente de la H. Cámara de Diputados. Señores legisladores: la inquietud se ha enseñoreado de las conciencias que se preocupan por el destino final del hombre. Las formulaciones teóricas se suceden con la misma celeridad del acontecer de la vida. Los hombres y las mujeres discuten todos los días, a cada hora, las diversas tesis que se les proponen como válidas para eliminar de nuestra sociedad, la miseria, la ignorancia, la insalubridad y el temor, para cimentar, de manera definitiva, la libertad individual en un clima de justicia social.

Este debate, en el ámbito mexicano, no se ha proyectado, en algunas ocasiones, en el plano superior de inteligencia y del patriotismo. Olvidando la facultad creadora del pueblo y de la vida, algunos grupos anquilosados se han dedicado a discutir sobre la connotación y denotación de las palabras, dejando a un lado el debate, éste sí de suma importancia, sobre los problemas fundamentales del país. (Aplausos.) Ciertamente, las palabras son el instrumento de comunicación y entendimiento entre los humanos; pero ellas, por sí solas, no definen las posiciones doctrinales o políticas. (Aplausos.) Son los hechos, las realizaciones, las que miden la estatura de los hombres y la dimensión de su pensamiento. El pueblo mexicano requiere, en esta hora, de la actividad creadora y no de discusiones académicas. (Aplausos.)

Nada más peligroso, para el destino de la nación mexicana, que dejarse arrastrar a un clima de confusión verbalista y de desconcierto. Para evitar lo uno y lo otro, hay que volver al cauce propio y singular que nos marcó nuestro pueblo: el estudio de los grandes temas de la Revolución Mexicana.

La Revolución Mexicana nace, adelantándose a las formulaciones sistemáticas de los principios, de la entraña misma del pueblo. Es el pueblo mexicano el que fija el rumbo, el que señala las metas, el que precisa las finalidades rectoras y el que dicta, de conformidad con su educación política, el momento exacto de las realizaciones. Nuestra teoría revolucionaria va naciendo y va integrándose de nuestras prácticas revolucionarias. Y, cuando se trató de establecer la doctrina, el pueblo mismo la dictó en normas jurídicas en la ciudad de Querétaro. Y es así cómo, la doctrina ortodoxa de la Revolución Mexicana está compendiada en la Constitución General de la República. (Aplausos.)

Pero, para establecer claridad de las ideas, permítaseme recordar cuáles son los temas básicos que nuestro pueblo sintetizó en nuestra carta política:

"Primero. La soberanía nacional reside, esencial y originalmente, en el pueblo. Todo poder dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su Gobierno. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática y federal.

Segundo. La democracia debe ser considerada, no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.

Tercero. El nacionalismo mexicano va dirigido a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura, y

Cuarto. México contribuirá a la mejor convivencia humana, luchando por el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia y

sustentando los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegios de razas, de sectas, de grupos, de sexos o de individuos.

Esta es la teoría que orienta, y debe orientar, la vida política de los revolucionarios mexicanos. Es de una claridad y precisión que no dan lugar a desconcierto ni a confusión. El exigir su cumplimiento es nuestro deber más sagrado. Velar por su pureza es nuestra obligación. En el cumplimiento de ella y en su aplicación práctica no debemos permitir la menor de las transacciones. López Mateos ya formuló la orientación definitiva: nada que se aparte de las tesis constitucionales. Nada ni nadie que esté por encima de ellas. La Constitución General de la República es, y debe ser, la doctrina y la bandera de la Revolución Mexicana. (Aplausos.)

Son las razones expuestas las que me obligan a afirmar que no puede plantearse, sin incurrir en falsedad, este dilema: Revolución o Constitución. La Constitución no es sino la doctrina de la Revolución y es bien sabido que no hay Revolución posible sin teoría revolucionaria. Y si esto es verdad, en México solamente hay dos posiciones políticas: una, la de los hombres que estamos con la Revolución Mexicana, y dos, la de aquellos que están en contra de la Revolución Mexicana. Si seguimos esta orientación que nos ha dado nuestro pueblo, dejaremos de jugar el juego peligroso de las palabras, el manejo de los "istmos" personalistas, que no son sino reminiscencias feudales, y nos ubicaremos en el único lugar en que están situados la mayoría de los mexicanos: en la lucha por forjar una nación soberana, en lo político, independiente, en lo económico, y con libertad y con progreso, en lo social. Y sólo, de esta manera, podremos seguir el pensamiento presidencial de que, con nuestro ideario y dentro de las normas constitucionales, deberemos seguir obrando radicalmente y de que debemos ser los más exigentes en el cumplimiento de la Revolución y los más afanosos en producir beneficios al pueblo.

Estamos decididos a obrar de conformidad con el criterio presidencial, debemos forjar, como gran instrumento de la realización de las metas básicas de la Revolución Mexicana, la unidad revolucionaria; unidad revolucionaria que debe estar dirigida, en la hora presente, por Adolfo López Mateos, Presidente de la República. (Aplausos.)

Ahora bien, señores legisladores; dentro de este marco doctrinario, ¿qué significación histórica tiene la nacionalización de la Industria Eléctrica?

El desarrollo económico de nuestra patria depende, en lo fundamental, de la conjunción de dos factores: los recursos naturales de que disponga; otro, la manera adecuada de cómo los aproveche.

El pueblo mexicano, al formular el artículo 27 de la Constitución, señaló una política atinada para regular el aprovechamiento de los elementos naturales, susceptibles de apropiación y le impuso el cumplimiento de dos objetivos principales: 1), el cuidar de su conservación, y 2), el que sirviera para hacer una distribución equitativa de la riqueza pública (texto constitucional).

En un principio, la Industria Eléctrica no siguió este camino. La responsabilidad de su desarrollo fue entregada, mediante el sistema de concesiones, a empresas privadas, que, como es natural sólo perseguían la obtención de grandes ganancias. De todos es sabido que la electrificación del país se detuvo en el momento preciso en que se iniciaba el proceso más rápido de su crecimiento económico y en el período en que la energía eléctrica era más necesaria para llevarlo a cabo. La empresa privada resultó incapaz de satisfacer los requerimientos de la economía nacional. (Aplausos.)

Los gobiernos revolucionarios, por esta causa, y para cumplir con la orientación constitucional citada, se vieron obligados a imprimir una nueva dirección. Se creó la Comisión Federal de Electricidad. Mas no bastó esta medida: era necesario que la Industria de Energía Eléctrica pasara a ser una actividad pública del más completo carácter nacional. Así lo comprendió el señor Presidente de la República y, siguiendo el camino trazado por la Revolución Mexicana, nacionalizó la Industria Eléctrica.

Toda nacionalización, como toda industria del Estado o de participación estatal, tiene una finalidad superior-ya lo dijimos- , el de conservar sus recursos naturales y el de hacer una equitativa distribución de la riqueza nacional, como fórmula para asegurar nuestra independencia económica. Y éste es, sin duda alguna, el significado histórico que tiene la nacionalización de la Industria Eléctrica.

Sin embargo, para garantizar el cumplimiento de metas históricas, es necesario que la industria nacionalizada sirva, como lo está haciendo hasta hoy, y se supere para incrementar nuestro desarrollo económico; para dar servicios a todos los mexicanos; para elevar, constantemente, el nivel de vida de los hombres y mujeres que en ella trabajan, y para que, junto con el petróleo, los ferrocarriles y las demás empresas del Estado, faciliten el camino de construir en nuestra patria una sociedad en donde el hombre no sea explotado por el hombre ni por una minoría que detente el Poder Público.

Y, para cuidar la pureza de estos postulados, debe lucharse por evitar que las industrias nacionalizadas sean fuente de enriquecimiento ilegítimo de su personal directivo o de líderes corrompidos. (Aplausos.) Y que no sirva, también, para aumentar las ganancias de los empresarios privados mediante la política de subsidios o la venta de materias primas a un precio más bajo que el de los costos de su producción. (Aplausos.)

Contra lo que esperaban los que piensan que toda industria manejada por el Estado es un fracaso, los resultados de un año de nacionalización de la Industria Eléctrica son halagadores.

En las plantas que maneja la Comisión Federal de Electricidad aumentó su capacidad en 133 mil kilovatios. Las nuevas plantas hidroeléctricas, que están construyendo, aumentarán esta capacidad en 1.115,000 kilovatios y las termoeléctricas significarán un incremento de 881 mil kilovatios.

Las empresas eléctricas y la Nacional Financiera han aumentado su capacidad de generación en casi

50 mil kilovatios. Las tarifas no se aumentaron, pero las destinadas a la agricultura del Bajío disminuyeron.

La Compañía Mexicana de Luz invirtió una suma de 220 millones de pesos.

El régimen presidido por López Mateos, sólo en el último año de su ejercicio realizó la enorme inversión de 1,583.000.000 pesos.

Es de esta forma, señores legisladores, cómo la Industria Eléctrica, en manos del Estado, está a la altura del crecimiento económico y de la grandeza de la patria.

Honrar, honra, dijo Martí. En esta ocasión debemos todos expresar, públicamente, que Adolfo López Mateos, Presidente de la República, no sólo ha entrado a la historia de México como figura rectora por haber puesto de nuevo en marcha la Reforma Agraria, no sólo por haber incrementado la educación popular, no sólo por haber ampliado la seguridad social, sino, fundamentalmente, por ser uno de los grandes constructores de la independencia económica nacional, al hacer mexicana a la industria eléctrica del país." (Aplausos nutridos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado Rodolfo Echeverría Alvarez.

El C. Echeverría Alvarez, Rodolfo: Honorable Asamblea:

Todo aniversario invita a realizar un balance, como si, a su conjuro, la corriente del tiempo dejara un momento de fluir y nos permitiera, situados en un presente ideal, revisar el pasado y escudriñar hacia el futuro.

Nuestra sensibilidad no ha olvidado aún la profunda emoción experimentada el día primero de septiembre de 1960, al anunciar nuestro Primer Magistrado la compra de las empresas eléctricas y que la nación sería la única propietaria de una fuente de energía vital para su desarrollo.

A cinco decenios, después de consumado el movimiento libertario que propició los caminos para la reestructuración económica y social de México, celebramos, hoy, uno de los sucesos más señalados en el curso de su incesante evolución, que propiciará nuestro desarrollo industrial, el incremento de la producción agrícola, más y mejores escuelas, es decir, mayores niveles de vida para todos los mexicanos.

La nacionalización de la Industria Eléctrica de nuestro país, que se consumó el día 27 de septiembre de 1960, y cuyo aniversario conmemoramos en esta sesión solemne, cierra un ciclo trascendental en la madurez de nuestra Revolución, que no ha culminado en etapas anteriores que concluyeron, también, con reivindicaciones, sino que, proyectada su fuerza en forma incontenible, ha logrado, en cada uno de los regímenes revolucionarios, avances que se fincan en los logros pasados y en la confianza del pueblo en el destino de nuestra patria.

Este proceso, que concluye con la adquisición de las acciones de la entonces mal llamada Compañía Mexicana de Luz y Fuerza, en poder de varios grupos inversionistas extranjeros residentes en diversos países del mundo, después de haberse comprado, en abril del mismo año pasado, las sociedades pertenecientes a la Compañía Impulsora de Empresas Eléctricas, obedece a una aplicación armónica de los principios de la Revolución, que empiezan con el reparto de la tierra en la histórica Ley de 6 de enero de 1915, y continúa con la etapa constitucional que reintegró al dominio de la nación y declaró inalieneables e imprescriptibles los recursos naturales señalados en su artículo 27 y que nacionalizó, en 1938, la riqueza petrolera para ser poseída y explotada privadamente por el Estado.

Nuestro pueblo presenció cómo las empresas privadas tendían, únicamente, a ampliar sus zonas de distribución para operar en el campo más conveniente para sus inversiones, que les proporcionaban una utilidad más alta que la razonable establecida en la ley y que les representaba menores costos de producción, sin proyectar nuevas inversiones para generación y sí insistiendo constantemente en que la Comisión Federal de Electricidad produjera más fluido, para ser revendido por ellas. Por otra parte, su naturaleza de empresa privada tuvo siempre a la vista sus particulares intereses frente a los de la nación, que demanda la electrificación de la República paralelamente a nuestra planificación industrial y agrícola y sin contar con que las concesiones de servicios públicos de energía eléctrica eran, en la práctica, indefinidas.

La firme actitud presidencial es claro indicio de que la Revolución ha iniciado una etapa definitiva consecuente con el desarrollo de un plan integral reflexivo y técnicamente estructurado.

La recuperación, para el patrimonio nacional de la Industria Eléctrica, se ha realizado en forma tranquila y en un acto jurídico, dentro de las normas constitucionales con respeto absoluto a las garantías individuales; es decir, es un acto de Gobierno que beneficia a todo el país sin la afección de ningún interés particular en mengua de la dignidad humana, dentro de su propósito de lucha para impedir la explotación del hombre por sus semejantes o del hombre por el Estado; alcánzase la plenitud del acto dentro de los cauces constitucionales en actitud ejemplar en la búsqueda de la justicia social.

El pueblo mexicano estará siempre presente frente a las instituciones gubernamentales encargadas de la prestación de los servicios públicos de generación, transformación y abastecimiento de energía eléctrica, como en los casos del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólido, líquido o gaseoso.

Los contumaces críticos del régimen de la Revolución se conduelen del intervencionismo económico del Estado en actividades que dicen deben estar en manos de particulares. En diversas ocasiones nuestro Gobierno ha manifestado su línea política sobre el particular. Única y exclusivamente ha llegado al control de aquellas industrias básicas para nuestra economía y el desarrollo del país y, también, en los casos en que la iniciativa privada ha sido deficiente, pues el desarrollo económico de nuestro país no puede ni debe frenarse.

Esta conmemoración carecería de sentido si no tuviera por objeto, por una parte, revalorar nuestros recursos y proyectar sus posibilidades para el futuro y, por la otra, reiterar la expresión de nuestro profundo reconocimiento al mandatario

patriota, licenciado Adolfo López Mateos, ¡quien ya ocupa un lugar señero en la Historia de la Patria! (Aplausos.)

Nuestro Partido ha dicho que si bien todas las revoluciones son semejantes en cuanto a que, forzosamente, tienen una etapa de violencia para derribar situaciones de injusticia, también es cierto que ellas se diferencian al elaborar sus doctrinas, que deben expresar los anhelos que justifican la lucha del pueblo. Por eso son diferentes las revoluciones y algunos de sus principios no pueden constituir verdades universales, aplicables en todas las latitudes. La Revolución mexicana ha formado su doctrina con las ansias y anhelos del pueblo, con sus necesidades y esperanzas, con su idiosincrasia, con sus características sociales, con nuestra geografía e historia, deseando siempre la grandeza del país. Por todo ello, constituye la mejor guía y debemos seguir vinculados con ella hasta lograr sus ideales; su doctrina está, principalmente, en la Constitución de 1917, que el señor Presidente López Mateos protestó cumplir y ha cumplido siempre, considerándola como bandera y la mejor equilibradora en nuestro problema y porque ella constituye un magnífico instrumento jurídico siempre abierto para todas las posibilidades de progreso y de justicia social.

Y así lo delineó en su trascendental e histórico Informe Constitucional rendido al Congreso de la Unión el día primero de este mes. El desarrollo de México se realiza buscando la justicia social; pero sin sacrificar las libertades de los grupos y de los individuos, porque ellas son producto de nuestras luchas sociales. Este informe mostró, certeramente, la lucha que debemos seguir con mejor determinación, vigor y energía, haciendo caso omiso de la propaganda, abierta o subrepticia, que trata de desviarnos del camino, en respeto a la dignidad humana y gozando de todas las libertades. Auguramos la terminante derrota de los movimientos minoritarios, que postulan extremos de retroceso y demagogia.

En los momentos en que se cumple con una entrega total de vida y voluntad, con la Revolución, cuando se superan, con creces, los más ambiciosos proyectos de gobierno, han surgido voces minúsculas, minoritarias, que no, por seniles ni patológicas, podemos ni debemos inadvertir.

Es propicio, ahora, mencionar un hecho que, no obstante constituir algo reprobable y merecedor de acres censuras, destacó, con su antagonismo paradójico, la unión del país. Los desordenes aislados registrados en diversos lugares de la República y la intentona, dentro de la propia Capital, que han pretendido subestimar la firmeza de nuestras instituciones y que se verificaron sin la cohesión y la fortuna que proporciona a las causas justas las aspiraciones nobles y los ideales de progreso, tienen lugar en los momentos en que el Presidente López Mateos realiza, con creces, su programa de gobierno, dentro de los más acendrados principios revolucionarios. (Aplausos.) Los nombres de quienes han obrado desleal y antipatrióticamente no merecen su mención en esta tribuna cobijada por los nombres de los próceres de la Independencia nacional, de la Reforma y de la Revolución. (Aplausos.)

La circunstancia de que la extravagante algarada no haya tenido posibilidades de éxito, no impide, como lo reclamamos desde esta tribuna, que se aplique a quienes, antipatrióticamente, pretendieron sembrar la inquietud y la alarma en nuestra Patria, todo el rigor de la ley. (Aplausos.)

Han servido, sin embargo, estos acontecimientos, que se resolvieron en ridículos intentos sofocados por el propio pueblo, para reiterar la confianza del mismo Adolfo López Mateos, nuestro Primer Magistrado.

Mediante esta acción recíproca, México continuará por el sendero que nos ofrece la Revolución, señalándonos, con nítidos contornos, una patria libre, unida, progresista." (Aplausos nutridos.)

El C. secretario Suárez Molina, José Luis: Por acuerdo de la Presidencia, la Secretaría procede a dar lectura al acta de esta sesión:

"Acta de la sesión solemne celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión el día veintisiete de septiembre de mil novecientos sesenta y uno.

"Presidencia del C. Joaquín Noris Saldaña.

"En la ciudad de México, a las doce horas y treinta minutos del miércoles veintisiete de septiembre de mil novecientos sesenta y uno, se abre esta sesión solemne, con asistencia de ciento cuarenta diputados, que tiene lugar con motivo del I Aniversario de la Mexicanización de la Industria Eléctrica.

"Se da cuenta con un oficio en que la Cámara de Senadores comunica que designó orador, para esta sesión, al C. senador y licenciado Natalio Vázquez Pallares. De enterado.

"Pronuncian discursos alusivos al acto que se conmemora, los CC. diputados Manuel Stephens García, Rafael Morelos Valdés, David López Sención, senador Natalio Vázquez Pallares y diputado Rodolfo Echeverría Alvarez.

"Se da lectura a la presente acta."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo. Aprobada.

El C. Presidente (A las 13.35 Hrs): Se levanta esta sesión solemne y se cita a sesión ordinaria de la Cámara para mañana jueves a las 12 horas.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"