Legislatura XLVIII - Año II - Período Comisión Permanente - Fecha 19720822 - Número de Diario 35

(L48A2PcpN035F19720822.xml)Núm. Diario:35

ENCABEZADO

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA COMISIÓN PERMANENTE

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

XLVIII LEGISLATURA

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO II México, D.F., 22 de Agosto de 1972 TOMO II.- NUM. 35

SESIÓN SOLEMNE

ANTIGUO RECINTO EN PALACIO NACIONAL

SUMARIO

Apertura

La Presidencia abre la sesión solemne con motivo de la reconstrucción de este Recinto y de rendir homenaje a los Constituyentes de 1857, en el año de Juárez.

Invitados

La Presidencia designa las comisiones correspondientes para introducir al Salón al ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, al C. Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación y a los distinguidos representantes de los Congresos de Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, República Dominicana y Venezuela.

Homenaje

Hacen uso de la palabra los señores doctor Hugo Escobar Sierra, Presidente del Congreso de Colombia; diputado Luis Alberto Monge, Vicepresidente de la Asamblea Legislativa de Costa Rica; doctor Rubén Alfonso Rodríguez, Presidente de la Asamblea Legislativa de El Salvador; ingeniero Héctor Andrade Urrejola, Primer Vicepresidente del Congreso de Guatemala; diputada Irma Acosta de Fortín, representante del congreso de Honduras; senador José de Jesús Alvarez Bogaert, Vicepresidente del Senado de la República Dominicana; Alejandro Izaguirre, representante del Congreso de Venezuela; y los Licenciados senador Ignacio Maciel Salcedo y diputado Rafael Rodríguez Barrera, miembros del Congreso Mexicano.

Agradecimiento e Invitación

La Presidencia agradece la presencia de los invitados e invita al Presidente de la Suprema Corte de Justicia, para acompañar al C. Presidente de la República a develar la placa conmemorativa de este acto

Acta

Lectura y aprobación del acta de la presente sesión. Se levanta la sesión.

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. DIPUTADO LUIS H. DUCOING

(Asistencia de 27 ciudadanos legisladores.)

APERTURA

El C. Presidente (a las 10.45 horas): Se abre la sesión.

INVITADOS

- El C. Presidente:

Hoy, hace exactamente un siglo, este recinto del Congreso General de la Federación, fue destruido por un incendio.

Ahora, para rendir homenaje a los Constituyentes del 57 y a los legisladores de la reforma, el gobierno de la República, en el año de Juárez, ha efectuado su restauración.

Con tal motivo, para asistir a esta ceremonia y darle mayor realce, la presidencia de esta Comisión Permanente, ha invitado al C. Presidente de la República, al C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a distinguidos representantes de los Congresos de Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, República Dominicana y Venezuela. Asimismo hacemos notar que se

"AÑO DE JUÁREZ"

encuentran en este recinto los presidentes y representantes de cada uno de los Congresos de los diferentes Estados de la República Mexicana. (Aplausos.)

- El mismo C. Presidente:

En cumplimiento del artículo 11 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General, esta Presidencia designa en Comisión para introducir al salón al C. Presidente de la República, a los ciudadanos:

Diputado J. Jesús Arroyo Alanís, senador Juan Sabines Gutiérrez, diputado Rafael Castillo Castro y senador Pascual Bellizia.

Y al C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los ciudadanos:

Diputado Robledo Treviño y senadora Aurora Navia Millán, diputado Abel Salgado, senador Raúl Lozano Ramírez.

Para introducir al salón a los representantes de los congresos Latinoamericanos, se designa a los ciudadanos:

Diputado Alejandro Peraza Uribe, Senador Vicente Fuentes Díaz, diputado Juan Moisés Calleja García y senador Salvador Gámiz Fernández.

Se declara un receso mientras llegan nuestros invitados. (Receso.)

- El C. Presidente (a las 11:00 horas): Se reanuda la sesión.

HOMENAJE

Se concede el uso de la palabra el señor senador doctor Hugo Escobar Sierra, Presidente del Congreso de Colombia.

- El Sr. Dr. Hugo Escobar Sierra: "Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; señor Presidente de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia; honorables senadores y diputados; señoras y señores:

"Un siglo ha que esta extraordinaria y hermosa ciudad despertó al estampido de los cañones que anunciaban la muerte sorpresiva del Presidente Constitucional de la República, ciudadano Benito Juárez. La consternación fue general y abrumadora y a poco andar las gentes se agolpaban en las calles y plazas compungidas por el dolor de la noticia inesperada. Vibró herida y emocionada, el alma de México.

Había muerto el prócer, civilista y guerrero, carácter recio, personalidad avasalladora; hizo de la patria una mística, reconociéndole los atributos que fluyen del amor y culto de la propia sangre con la atracción de la fuerza telúrica, y de las virtudes de la raza que se proyecta hacia el tiempo y el espacio con vocación de eternidad. Nacido en el campo, estaba despojado de la estrechez de los círculos que reducen las perspectivas humanas y su ancestro indígena, le insuflaba la bravura épica para la defensa de la libertad; de actitud rebelde, indómita, alcanzó tranquila perseverancia para conquistar la victoria, síntesis, en su biografía, de su anhelo de justicia.

Formado en las disciplinas del derecho, el apego a la ley y a los principios creó en su conciencia convicciones profundas que sirvieron para construir la República Independiente. Fue pues, revolucionario en defensa de la nacionalidad mexicana, nuncio de un estado de derecho que en paz ha dado prosperidad y riqueza a su pueblo.

La adversidad acrecentó su estampa morena porque supo resistirla hasta cubrirse con las glorias de la leyenda inmortal. Acosado por las huestes monárquicas, se transfiguró en cíclope, y concentrado en la soledad avizoró el horizonte con serenidad y firmeza. Por esto suscitó la admiración Continental en un período convulso de la historia americana.

Ello explica que en Colombia, mi patria, se viviera su drama con la solidaridad que vincula las ideas de dimensión universal. País de leyes el nuestro, en donde las luchas tienen jerarquía intelectual, sufríamos por su causa y nuestros caudillos se adherían a ella, románticamente, iluminados caballeros del ideal. Primero fue la Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Boyac , en julio de 1863, después de la rendición de Puebla, y luego el Congreso de Colombia en 1865 declara que Benito Juárez ha merecido bien de la América, y lo señala como ejemplo, por sus virtudes, de la juventud colombiana, disponiendo que el retrato de este eminente hombre público se conservara en la Biblioteca Nacional. Así lo establece lo que hoy es la ley 30 de 1865 en la República de Colombia.

Evidentemente Juárez es "Benemérito de las Américas". Hoy se le rinde tributo a sus excelsas calidades de patriota eximio, símbolo de unidad y de integración continental. Luchando como luchaba cuando de la democracia sólo se tenía una concepción política y se aspiraba a la libertad y a la independencia para configurar la República, expresó en forma sorprendente el contenido social de la democracia contemporánea, anticipándose en más de un siglo a los anhelos que hoy nos son comunes.

Los estadistas de Latinoamérica comprenden con claridad absoluta que en sus gestiones de gobierno los debe presidir el alma americana, que reclama con angustia una nueva cruzada en pos de la independencia económica, unidos nuestros pueblos por las mismas y justas aspiraciones que nacen y se derivan de la identidad en la pobreza. Y reclamamos ante todo los imperialismos, con dignidad y con decoro, autodeterminándonos en la búsqueda de las mejores soluciones por la justicia social.

Somos nacionalistas como Juárez, en cuanto a la nacionalidad es un trasunto de la gran patria de las Américas; creemos en el imperio del derecho, que sojuzga la fuerza bruta con el poder de los principios; altruistas y soñadores encaramos la batalla del progreso para beneficio de la comunidad. Y todo porque entendemos que no se puede continuar adelantando

en nuestros países unas políticas, aislados los unos de los otros, sin ninguna coordinación, previendo que de esa manera deportaríamos mañana asfixiándonos en medio de la ruina y la miseria. Nuestra cooperación debe ser congruente, armónica y positiva para que corresponda al noble espíritu que la inspira.

No está lejano sino próximo el día en que el mundo todo coordine sus estrategias hacia el pleno desarrollo, mediante la mutua comprensión y el entendimiento de las grandes potencias de la tierra. La política de grupos, bloques, reas e ideologías, deberá ceder, necesariamente, ante el interés mundial del bien común. El diálogo fraterno y leal es el destino de la humanidad y la clave de nuestro inmediato porvenir. Este es el ideal presente y es la gran esperanza de nuestros pueblos.

La memoria de los hombres perpetúa con gratitud la vida y obra de sus grandes conductores. El bronce, el mármol o el óleo los revive y hace presentes queriendo exaltar sus méritos; los aureola entonces un hábito de perenne grandeza.

¡Oh paradojas de la historia!, maestra y orientadora de la sabiduría. Vive Juárez, y congrega a su pueblo hoy con la misma emoción como vibró el alma de México hace un siglo. Ya no es la expresión lúgubre y triste, sino la alegre satisfacción con que exaltamos el renacimiento del héroe.

Juárez es la patria, es el orgullo nacional, la libertad, la independencia, la República. Juárez es México entero, grande, con el esplendor de su riqueza y sus hermosas leyendas; con su música, sus paisajes de ensueño, la varonía de sus hombres, y la generosa hospitalidad de su tierra. ¡Como es de auténtico! México en Juárez, digno Benemérito de las Américas". (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene el uso de la palabra el señor diputado Luis Alberto Monge, Vicepresidente de la Asamblea Legislativa de Costa Rica.

- El señor Monge, Luis Alberto:

"Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; señor Presidente de la Comisión Permanente del Honorable Congreso de la Unión; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; señores Representantes del pueblo de México en la Cámara de Senadores y en la Cámara de Diputados; distinguidos Parlamentarios invitados a este solemne acto de homenaje a Benito Juárez; señoras y señores:

Superficialmente podría interpretarse este acto, y otros actos que se han estado produciendo en México y en otros países de América de homenaje a Benito Juárez, como una vanidad nacionalista y, sin embargo, lo que hay en el fondo de esto es una afirmación categórica, rotunda de latinoamericanismo.

Benito Juárez en su lucha por la autonomía de poder civil; en su lucha por crear instituciones en favor de los derechos humanos; en su severa amonestación toda pretensión colonialista o no colonialista en nuestro Continente; Benito Juárez, Presidente cuarenta años después de la Independencia, un indio zapoteca, daba una repuesta también categórica a las discusiones teológicas y jurídicas pueriles que abarcaron largo período de nuestra historia: sobre la naturaleza del indígena y en todo esto, Benito Juárez estaba realizando una integración cultural y espiritual de México.

Asistimos a dos procesos aparentemente contradictorios y, sin embargo, son complementarios en el mundo de nuestros días. Por un lado, inexorablemente caminamos hacia las integraciones económicas y culturales, y por otro, buscamos la individualización positiva, la definición positiva de nuestras propias naciones. México, gracias al pensamiento y obras de hombres como Benito Juárez, concurre a esos procesos de la historia contemporánea con personalidad definida, muy definida en su victoria, en su música, en su culinaria, en su estilo político. Y no podemos ir los pueblos de América Latina a ese proceso de integración universal, que no nieguen ni contradicen las guerras y las confrontaciones, sino que lo resaltan.

No podemos concurrir sin encontrar esa definición espiritual, sin encontrar esa definición política sin encontrar esa definición cultural, sin perfilar correctamente nuestras propias personalidades nacionales. En ese sentido, hombres como Benito Juárez, tienen que ser la guía en su pensamiento y en su obra, para el modo y el estilo como los pueblos de América Latina nos incorporemos a ese proceso de la historia contemporánea.

Benito Juárez, ahora - si se quiere más que ayer - , se constituye en uno de los grandes guías de los pueblos de América Latina. Los fenómenos, las amenazas, las injusticias, los malentendidos con los poderes o superpoderes del mundo contemporáneo, hacen que el pensamiento de Juárez adquiera una vigencia extraordinaria en nuestros días.

Los latinoamericanos queremos hoy, y yo como costarricense y como latinoamericano, quiero hoy expresar mi gratitud y mi agradecimiento a México y a su pueblo por habernos dado a Benito Juárez. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el señor diputado doctor Rubén Alfonso Rodríguez, Presidente de la Asamblea Legislativa de El Salvador.

- El señor Alfonso Rodríguez, Rubén: Excelentísimo señor Presidente de la República, licenciado Luis Echeverría; Excelentísimo señor Presidente de la Comisión Permanente; licenciado Luis Ducoing; Excelentísimo señor Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia, licenciado Alfonso Guzmán Neyra; Señor Presidente de la Comisión de la Cámara de Senadores, profesor Enrique Olivares Santana; honorables colegas representantes de esta gran nación; señoras y señores:

A cien años de la muerte de Benito Juárez, su excelsa figura se proyecta indiscutiblemente

junto a los hombres que en el pasado forjaron con su vida y sus ideas la fisonomía política, social y cultural del Continente Americano.

Bolívar y San Martín en el sur, se consagraron con su admirable calidad de libertadores; Juárez en el norte, no sólo forjó la consolidación de la independencia política de México, sino que su obra transcendió a la América entera en cuanto le marcó un límite a la intervención extranjera. Zapoteca de recia estirpe, su vida es un esfuerzo constante de superación y una tenaz lucha por la libertad; visionario, como todo conductor de pueblos, fue un revolucionario que terminó las seculares estructuras heredadas de la colonia. Político insigne, plantó en ley la formación de los derechos del hombre y enfatizó que la libertad no puede coexistir con los privilegios de castas, y en la medida de ser posible la libertad misma, restringió los derechos de clases. Esto lo condujo a las reformas que se adelantaron a la mentalidad de su época y al enfrentamiento directo contra los intereses que coartaban el pensamiento y la libertad de México en esos años. Entonces, sin embargo, la actitud más heroica y excelsa de su vida fue su lucha contra la intervención extranjera, la cual finalizó en Querétaro como epílogo a las ideas expansionistas de las potencias coloniales.

Durante esa convulsa etapa de la historia de México, Benito Juárez fue el guía ilustre de su pueblo, y su espíritu fue la expresión de su país. Al conmemorar el Centenario de la muerte de este mexicano ilustre, gloria de su país y Benemérito de las Américas, podemos decir que nuestro Benito Juárez histórico al igual que los dioses y héroes desafían al olvido y a la muerte: "El respeto al derecho ajeno es la Paz". ¡Salud. pueblo mexicano! (Aplausos.)

El C. Presidente: Se concede el uso de la palabra al señor diputado ingeniero Héctor Andrade Urrejola, Primer Vicepresidente del Congreso de Guatemala.

- Señor Andrade Urrejola, Héctor: Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado don Luis Echeverría; Señor Presidente de la Comisión Permanente, Luis H. Ducoing; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, licenciado Alfonso Guzmán Neyra; señor Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Senadores; senador y profesor Enrique Olivares Santana; señores senadores, señores diputados, señoras y señores:

"Nos encontramos en el recinto donde por mandato de la Constitución de 1857 se instaló el Primer Congreso de la Unión. Una mirada retrospectiva permite justipreciar los antecedentes que avalan históricamente los avances de México independiente, libre y soberano. Vibra aquí el espíritu batallador del pueblo mexicano que a través de sus representantes promulga su primera Constitución el año de 1824 como un episodio de la resolución que en la noche del 15 de septiembre de 1810 lo lanzó a la lucha por la conquista de la libertad. Percibimos aquí la presencia de Miguel Hidalgo y Costilla aboliendo la esclavitud y de José María Morelos y Pavón cuya mano señera mostró al mundo el Decreto Constitucional del 22 de octubre de 1814, expedido en Apatzingán.

Firme, intransigente, es la lucha de los mexicanos frente al Virreinato, las fuerzas regresivas y la intervención extranjera. En sus diversas etapas se revelan los mandos pero la vigencia de los principios no permite el menor retroceso.

México, como todos los pueblos de América Latina, nació para vivir en la libertad, Arquitecto de su propio destino y bajo la dirección de hombres de extraordinaria templanza y visión política, consolida sus ideales libertarios y los estampa en la Constitución del 5 de febrero de 1857. El espíritu de la Revolución de Ayutla otorga un contenido vigoroso a la Constitución de 1857 estableciendo como base capital para la vida jurídica de México, el respeto a los derechos del hombre.

La misma Carta Magna del 57 incluye en sus mandatos el juicio de amparo y el derecho de petición. El más alto sentido humano preside cada declaratoria constitucional y una de las disposiciones más trascendentales lo constituye el impedimento radical de que el ciudadano pudiera ser juzgado mediante leyes privativas. En ningún momento se apartan las resoluciones jurídicas de los móviles de una lucha tenaz, angustiosa y dramática que se prolonga a lo largo de un siglo y que se convierte en lección y ejemplo para todos los pueblos del mundo.

Mi patria, Guatemala, conoce en detalle el curso de vuestras luchas, las ha palpado y ha sentido como suyas y a un siglo de distancia de la muerte de hombre más grande que México ha dado al mundo , mexicanos y guatemaltecos bajo una misma emoción cívica hemos refrendado al igual que todos los hombres de América nuestro respeto y devoción a la figura egregia de Benito Juárez. Niño adolescente, joven y hombre maduro Benito Juárez fue poseedor de los más caros atributos. La pobreza y la soledad fueron la fragua y el marro que templaron su carácter; padeció en carne propia las injusticias que venían generando desde muchos años atrás la inquietud y la rebeldía del pueblo mexicano. Su pensamiento, alto y macizo como los riscos de serranía que contempló su niñez, lo convertía en un predestinado y todo resultaría impotente para intentar alejarlo del plano de los inmortales que le tenía reservado la historia.

Juárez estudiante, abogado, diputado local, gobernador de Oaxaca, Ministro de la Suprema Corte de Justicia y Presidente de la República, representa un carácter, una conducta, una vocación de entrega completa al servicio de la Patria. Las persecuciones y el destierro agigantan su figura y en su conciencia resuena constantemente el llamado de su pueblo para conducirlo por la ruta del derecho en la batalla sin cuartel contra la intervención y el Imperio.

Señores diputados y senadores al Congreso de la Unión: Guatemala recibió recientemente,

en ocasión de conmemorar el Centenario de la muerte del patricio, la visita de una Misión Parlamentaria encabezada por el señor senador y profesor don Enrique Olivares Santana, Presidente de la Gran Comisión del Senado de la República. Como representante del pueblo mexicano, seguramente que esta misión tan distinguida pudo constatar cómo el pueblo y las autoridades de Guatemala sienten cariño fraternal hacia México y devoción profunda a sus héroes tanto así que uno de los salones principales en el Congreso de la República fue dedicado con el nombre del Benemérito Benito Juárez, y Guatemala, que hace apenas un año celebró el Centenario de la Reforma de 1871, unió su emoción bajo la sombra tutelar de Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados, los dos grandes constructores de nuestra nacionalidad, para rendir nuevo homenaje a Benito Juárez.

Nos unen la historia y la geografía, la resolución de seguir siendo pueblos libres; nos mantiene estrechamente unidos el principio de la No Intervención, el derecho a forjar con caracteres propios el porvenir de nuestros hijos, la obligación de aportar pan, techo, escuela y salud a las generaciones venideras. Fortalezcamos nuestro destino observando esa conducta que por igual enorgullece a México que a Guatemala que jamás interfieren en la vida de los Estados sin exigir otra cosa que el respeto a su vida interna.

Las Constituciones de 1824 y de 1857 ejercen sobre la Constitución de 1917 una influencia decisiva: fueron el antecedente del documento político expedido en Querétaro en el cual por primera vez en el mundo se consagraban las garantías sociales. Y la Constitución de 1917, obra de la Revolución Mexicana, punto de partida del México de nuestros días y de muchos años por venir corona el esfuerzo de Hidalgo, de Morelos y de Benito Juárez.

Juárez no ha muerto. Juárez vive para el mundo libre y para los pueblos oprimidos que todavía en esta época luchan por alcanzar su independencia y disfrutar la libertad. Juárez, indio puro, Juárez pastor humilde, Juárez político, Juárez el gran líder de la Reforma, Juárez el impasible a quien nadie vio jamás reír ni llorar fue grande en la lucha; fue grande expidiendo las Leyes de Reforma; fue grande en el recorrido por los desiertos del norte, fue grande en Guadalajara, fue grande entrando a México portando inmaculadas la bandera y la Constitución Republicanas, pero, señores diputados y senadores, Juárez fue todavía más grande en el Cerro de las Campanas, cuando hizo cumplir los mandatos de la justicia liberando no sólo a México sino a todas las naciones de América de las ambiciones monárquicas.

Pueblo de México: en nombre del pueblo de Guatemala, de su Presidente Constitucional, el Excelentísimo señor General don Carlos Manuel Arana Osorio, del Presidente del Congreso, licenciado Mario Sandoval Alarcón y del Organismo Judicial dejo en manos de tus representantes ante el Congreso el mensaje fraternal que os enviamos seguros de que habréis de continuar vuestro afán de superación teniendo como guía al Excelentísimo señor Presidente Constitucional de la República, licenciado don Luis Echeverría, hombre que por su moral ciudadana y capacidad en el trabajo habrá de conduciros por los caminos que legó el Indio de Guelatao. Juárez está presente y con él los hombres de la Reforma: Valentín Gómez Farías, Guillermo Prieto, Ignacio M. Altamirano, Ignacio Ramírez y Francisco Zarco, Ponciano Arriaga, Melchor Ocampo, Ignacio Vallarta y tantos otros que formaron aquella generación ejemplar. El Himno Nacional Mexicano canta fervorosamente ¡Para ti las guirnaldas de oliva! ¡Un recuerdo para ellos de gloria! ¡Un laurel para ti de victoria! ¡Un sepulcro para ellos de honor!

Nada mejor para rendir tributo a Benito Juárez que repetir siempre su frase:

"Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz". (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra la señora diputada Irma Acosta de Fortín, Representante del Congreso de Honduras.

- La Señora Acosta de Fortín, Irma:

"Excelentísimo señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Excelentísimo señor Presidente del Senado, Excelentísimo señor Presidente del Congreso de la Unión, Excelentísimo señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Honorables ciudadanos Secretarios de Estado, Honorables miembros del Cuerpo Diplomático, Honorables Senadores, Honorables Diputados, señoras y señores: En el Congreso Mexicano hubo una vez un diputado hondureño: don José Cecilio del Valle, quien formó parte de la comisión que elaboró la Constitución Mexicana de 1822. Este mismo hondureño expresó al cesar en sus funciones de Ministro de Relaciones Exteriores del Emperador Iturbide y volver al Congreso:

'Los hombres son libres, los hombres son iguales ante la Ley. Ningún hombre es dependiente de otro hombre. Ningún hombre es obligado a otro hombre sino cuando él mismo ha querido obligarse.'

Cuando aparece en nuestro México - permítaseme llamarlo así - en la figura y pensamiento de Benito Juárez encontramos frases y actuaciones similares en profundidad a las del hondureño ya mencionado.

En la Revolución Mexicana, como lo destacó el historiador Luis Ch vez Orozco, tuvo mucho que ver la influencia de la revolución Morazánica de Centroamérica. De la misma manera la revolución mexicana de Juárez, Ocampo y Lerdo de Tejada influyó en la revolución liberal de Centroamérica iniciada por Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados.

La paz del Continente Americano ha sido fundamentada tanto en el pensamiento del 'ciudadano de América' Benito Juárez como en el del 'Precursor del Panamericanismo' José Cecilio del Valle.

Cito esto hechos para hacer resaltar en este solemne momento la unidad de ideas, ideales

y propósitos de nuestro próceres la que deberá ser siempre guía de nuestras relaciones.

El Soberano Congreso Nacional de Honduras se une al homenaje que la Cámara Legislativa Mexicana hoy rinde a los Constituyentes de 1857, que juntamente con el 'Benemérito de las Américas' don Benito Juárez sentaron las bases para hacer de la Patria una Patria grande y respetada en el concierto de las naciones del mundo.

Señor Presidente, recibir de parte del Congreso de la República de Honduras, los mejores deseos porque los principios en que se basa la Constitución de 1857, continúen fortaleciendo el bienestar y progreso del Gobierno y Pueblo Mexicanos." (Aplausos.)

El C. Presidente: Se concede la palabra al señor senador José de Jesús Alvarez Bogaert, Vicepresidente del Senado del Congreso de la Rep. Dominicana. - Señor Alvarez Bogaert, José de Jesús:

Excelentísimo señor presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Señor Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, señores Miembros del Gabinete, señores Miembros del Cuerpo Diplomático, señores Congresistas, señoras y señores:

Nos cabe la honra de traer a México un saludo del Gobierno, del Congreso y del pueblo dominicano así como agradecer emocionado la gentil invitación de los legítimos representantes del pueblo de México.

Ningún momento más propicio a la evocación solemne que aquí hacemos de don Benito Juárez, a quien debemos ver no sólo como gran soldado de la libertad de México y reformador de esta ilustre patria americana, sino como un precursor del americanismo y del pacifismo, cuyas ideas llenas de elevado sentido político y de humanismo, son el fundamento del equilibrio internacional, de lo que es evidente testimonio su sentencia inmortal acerca de la única base posible de las relaciones internacionales:

'El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz'

La épica jornada libertadora, llevada a cabo por las fuerzas liberales de México con Benito Juárez como su mentor y comandante, tuvo como era necesario, amplia y trascendental repercusión internacional ya que esos hechos históricos acontecieron precisamente en los graves instantes en que las jóvenes naciones americanas estaban en proceso de integración y había que reaccionar contra todo lo que se opusiese al crecimiento de lo moral y de lo político en el Continente nuestro.

Geografía y Geología Azteca eran cebo de atracción para latinos y sajones, y así como las líneas de un regio cuerpo de mujer ejercen virtud de imán a los ardientes ojos pegados del hechizo de las formas, las curvas de las vírgenes montañas del Anáhuac, bajo las cuales ardían, al par que el fuego volcánico, la matriz de las minas, atrajeron a ellas la voluptuosidad del interés, ebrio de fiebre posesoria.

No cejó Juárez a la vista de tanta codicia; el atropello de su bandera renovó sus arrestos. Espécimen de hombre que no exhala una queja ni vacila en la responsabilidad, ni flaquea en el deber, no se dolía ni maldecía los acontecimientos, ni aun se indignaba por todo lo indigno que veía, sino que se empeñaba por imponer el respeto de la dignidad cívica, no sólo en esta gran Nación, sino donde quiera que la dignidad de un pueblo se viera atropellada en su derecho a la vida y al honor.

Pocos hombres colocados en situaciones semejantes han inspirado tanta devoción y respeto universales como él. Juárez era todo justicia.

Difícilmente se hallaría en la historia de la humanidad quien lo superara en este punto. Como pensaba y obraba conforme a justicia, no odiaba a individuos y razas, los complejos no se habían hecho para él. El prejuicio racial no ocupó nunca lugar en su mente porque no luchaba por imponer un concepto de raza, sino un principio de justicia. Era un reformador de su pueblo y los reformadores son tanto más grande cuanto más se alejan de todo lo que implique diferencia radical y pugna sistemática entre pueblos o razas.

Por eso nunca habló de venganza y de ninguna forma de reivindicación apoyada en sentimientos de repulsión al hispano que colonizó su territorio, ni al galo que fundó en él un imperio, ni al norteamericano que llegó con el propósito de cirugía geográfica. No concebía otro linaje de subordinación que el de la vida humana a la justicia.

Desde San Pablo Guelatao hasta Querétaro hay un recorrido penoso pero luminoso, en el que alternaron la serpiente del obstáculo y el águila del triunfo, serpiente y águila, que son, la una vencida por la otra, Emblema de la Bandera de México.

Surge en el Congreso dominicano de aquella época en mayo de 1867 una voz autorizada que aclama por lo más grandes honores para el agregio procer don Benito Juárez y ponderando con justicia su grande obra patriótica y reinvindicadora pide conceder en grado sumo el preciado galardón de 'BENEMÉRITO DE LAS AMÉRICAS'.

Antonio D. Madrigal, con brillante pieza oratoria presentó la histórica Moción, siendo secundado en seguidas intervenciones de apoyo por sus colegas de Cámara, Melitón Valverde y el Presidente Juan Bautista Zafra.

He aquí las palabras de aquellos tres parlamentarios dominicanos:

'El Diputado Madrigal dijo: Pongo en conocimiento de la Cámara la plausible noticia recibida últimamente, de que Juárez acaba de conseguir un espléndido triunfo dando un golpe de muerte al imperio en mal hora fundado en Méjico: que el Presidente Juárez por este hecho se hacía acreedor a los victorees de toda la América, pues que destruyendo para siempre la preponderancia de Europa en este hemisferio, mataba cuantas esperanzas de dominio pudiera ésta abrigar en lo sucesivo; que al

llamar la atención de la Cámara sobre este hecho, era con el objeto de que el Congreso dominicano por su parte aclamase a Juárez Benemérito de las Américas; que la República Dominicana estaba en aptitud para ello y podía tomar la iniciativa, dando así el ejemplo a las demás repúblicas, sus hermanas, que quisiesen mostrar sus simpatías por la causa de la libertad de Méjico, a la que no dudaba debía seguirse la de toda la América de uno a otro extremo.

'El Diputado Melitón Valverde, habló en el mismo sentido demostrando que acogía con entusiasmo la idea emitida por su colega Madrigal.

'El Presidente de la Cámara Juan Bautista Zafra, al poner de manifiesto la identidad de causa en que se hallaban Méjico y Santo Domingo, la Cámara en pleno se puso de pié en honor del Presidente Juárez, aplaudiendo de este modo el triunfo de la causa republicana en Méjico y tomando en consideración lo propuesto por el Diputado Madrigal."

Traemos además una especial misión del Honorable señor Presidente de la República Dominicana, doctor Joaquín Balaguer, admirado guía del pueblo dominicano, en el sentido de que su más ferviente deseo es que cada día se estrechen más los lazos de amistad, que nos unen con México, y que este país continúe siendo un faro de luz en la Democracia de las pequeñas naciones americanas. Muchas gracias." (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el señor senador Alejandro Izaguirre, representante del Congreso de Venezuela y Presidente de la Comisión de Política Interior del Senado.

- Señor Izaguirre, Alejandro:

"Señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; señor Presidente de la Comisión Permanente del Honorable Congreso de la Unión; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia; señores Embajadores acreditados por el Gobierno de México; señores Parlamentarios de países amigos invitados al igual que Venezuela; colegas Parlamentarios mexicanos: Franca, sencilla y espontánea, como tiene que ser todo saludo, revestirán mis palabras.

Y consideramos que esta invitación que el H. Congreso de la Unión formula al Congreso de Venezuela, reviste una trascendencia singular en la actual vida americana.

Porque ninguna casa más llamada para rendir un homenaje a los constituyentistas de 1857, que el Soberano Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos. Porque haciendo un homenaje a esos próceres y a las Leyes de Reforma de Juárez en Veracruz en 1859, que indiscutiblemente configuran una conciencia nacional, lógico es que sea esta casa de Leyes y de legisladores quienes rindan merecido homenaje a los próceres de aquel entonces. Porque si el constituyentista de 1857 y las Leyes de Reforma configuran una conciencia a la cual México ha seguido con una lealtad y con una finalidad inaudita, porque como dijera un eximio poeta venezolano, muerto en la ciudad de México, Andrés Luis Blanco, esa consecuencia y esa lealtad para los principios de esos años, han hecho que nosotros, todos los americanos, consideremos a México como refugio de las democracias perseguidas. Porque esos próceres, y particularmente Juárez, lucharon incansablemente por la consagración de los principios democráticos.

Y el mejor homenaje que hoy podemos tributarle a esos héroes, es hacer un examen de conciencia todos los pueblos de América, y buscar en lo más recóndito de nuestras almas, si en verdad hemos cumplido con el mandato, con el pensamiento y con el querer de ellos. Porque la democracia, por encima de sistemas de gobierno, de filosofía o de religión, como dicen los franceses, es un modo de vida dentro de libertad; pero que las grandes masas de hoy no se conforman con una libertad medializada sino tiene sólidos fundamentos de carácter económico. Y usted, excelentísimo señor Presidente de México, en la Tercera Reunión de la Conferencia de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas, con la responsabilidad de estadista íntimamente vinculado a la suerte de su pueblo, expuso dramáticamente las frustraciones, las desilusiones y, por qué no decirlo, las desesperanzas que todos los pueblos que podemos llamar del Tercer Mundo estamos viviendo ante una realidad que exige pronta rectificación. Porque comprendemos que la democracia debe estar asistida de las mejores voluntades y respaldada de los grandes sectores nacionales, nos impacientan precisamente las injusticias y las desigualdades.

Y por eso, cuando nosotros nos prosternamos ante nuestros héroes, debemos tener como mira y como norte, el mejor tributo que a ellos rendimos: es el constituirnos en luchadores incesantes, diarios y permanentes de las grandes conquistas sociales de los pueblos de América. Porque mucho, como usted bien dijo, señor Presidente, se habla en los foros y en las conferencias internacionales, que no pasan de meras declaraciones: se necesita normalidad jurídica, se necesitan instrumentos coercitivos para que los pueblos débiles tengamos derecho a vivir.

Por eso, amigos mexicanos, el Congreso de Venezuela, al agradecer la invitación que ustedes le formularan, deja en este pequeño pero sincero y fervoroso saludo mío, las mejores expresiones de sinceridad, de tradicional amistad para México y su pueblo. Y deseamos, al mismo tiempo, el pensamiento del señor Presidente de México ante las Naciones Unidas, no quede como una simple expectativa o esperanza de un gran Mandatario; sino que ojal se logre la consagración como una manera definidora de los derechos de los pueblos débiles. Muchas gracias." (Aplausos.)

El C. Presidente: Se concede la palabra al señor senador licenciado Ignacio Maciel Salcedo.

- El C. Maciel Salcedo, Ignacio:

"Ciudadano Presidente de la República, licenciado Luis Echeverría Alvarez; ciudadano Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación ciudadano Presidente de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión: Honorables Embajadores y representantes de los Congresos de los países hermanos de Guatemala, Hondura, Costa Rica, El Salvador, Colombia, Venezuela y República Dominicana; ciudadanos Presidente de la Gran Comisión del Senado, Diputados y Senadores; distinguidos invitados de honor, señoras y señores.

En toda obra del hombre existe un alma, hasta un principio espiritual; este recinto la tiene, en su más pura expresión republicana. Es obra de nacionalidad para un nacionalismo, elevada esencia de mexicanidad.

En este marco extraordinario, que rememora acciones de varones distinguidos, tal parece que resuenan aún, voces de apremios patrióticos, que dejaron en la conciencia de los legisladores que transcurrieron por este escenario de la patria, la marca y la guía de su vocación política. Cómo no recordar en esta solemne ocasión, los justos juicios y los requerimientos de tan preclaros voceros autorizados del pueblo.

El recuerdo de las vidas que llenaron este ámbito, en la época de su elevado destino parlamentario, debe descansar, así se apoya, en la obra ciudadana de los hombres dignos, no de los abyectos; en la entrega del valor, no en la trampa de su negación; en el hacer positivo, no en el egoísmo; en la acción creadora, no en la mezquina; en la liberal concepción de todo lo social, no en criterios conservadores y retardatarios; en fin, en la inspiración republicana, no en la oligarquía. Sólo ese repaso del humano tesoro que se depositó en este relicario de arquitectura, podrá tener la utilidad de ser factor y acicate para ejemplificar acciones de mexicana importancia que incrementen nuestro nacionalismo.

Nacen a la vida pública de México, varones de ese temple, dentro de las vicisitudes de una época de inestabilidad de los regímenes políticos, en que aparece también, simultánea, la forja de Juárez, como jurista, maestro, legislador y gobernante, calidades que lo convierten en reformador y constructor del régimen de derecho, del que brotan los instrumentos de la estructura legal del México moderno.

De qué mejor manera se puede hacer historia, que derivando de la propia historia la razón de nuestras acciones. Se deja así la estéril narración, forma ya obsoleta del devenir histórico, para buscar el din mico entendimiento de la evolución social.

En la devoción patriótica del Presidente Echeverría, por los servidores inmortales de México, encontramos, lo digo con entusiasta convicción, un nuevo y permanente enfoque de la historia que por su din mica, se convierte en doctrina social, que por paralelismos o aún por entrecruzamientos de puntos convergentes, vuelve todos los idearios valederos, vivencias mejoradas en las nuevas formas de vida de los pueblos.

En este Año de Juárez; símbolo de nuestro republicano existir, quedará como suceso relevante, la restauración de este bello y artístico salón del Palacio Nacional, sede del Poder Legislativo durante los años de 1845 hasta 1872; en que transcurrieron tantos hombres y sucedieron de ellos tantas acciones que dejaron en la huella del tiempo, la memoria, que añeja en los viejos muros de otrora, aflora este día con renovado interés cívico. Fuerte albergue, que como fuente magistral, viera brotar, regímenes legales de inspiración liberal, salvaguarda de la nueva forma de vida republicana, obra del hombre Ley, de Juárez Jurista, como se ha llamado al Prócer de la Reforma, y de esa estructura, que como el bronce de sus efigies, perdura inconmovible en sus principios básicos de convivencia: la Constitución de 1857.

Para nosotros los Legisladores, que vivimos con la seguridad de un régimen de gobierno, producto y consecuencia de una Revolución, que como la de 1910 nos dio el ser que apoya su bienestar social en la Constitución de 1917, acción y doctrina, vida y principio de la nacionalidad que ostentamos con orgullo, este lugar, tiene el valor que nos muestra la obra humana a la que dio cobijo; en una época de problemas sin cuenta, de incertidumbres y de peripecias, definitivamente superadas, a cuyo repaso, cobra nueva razón el impulso creador que nos une, y nueva esperanza el afán revolucionario que guía el Jefe de la Nación.

Vemos así este recinto histórico, como el símbolo de referencia a ese pasado, que es a la vez presente en la muestra de conducta ciudadana, y motivo de valederas reflexiones que integran aún más, la solidaria acción de todos los buenos mexicanos, en el solo rumbo que demarca su común destino: el Constitucionalismo Mexicano, basado permanentemente en la soberanía del pueblo. Pero la esencia de esa nacionalidad tiene, como su columna vertebral, de la que depende todo su organismo social, su régimen constitucional, que resume a su vida misma, a través de su historia. Por ello, nuestra Carta Magna, es el alma y el espíritu de México y punto de partida de todos sus sistemas legales garantizadores de su r pida evolución.

1824, 1857 y 1917, son fechas, significativa la primera y las dos últimas gloriosas en la historia de México. Pero todas ellas integradoras de nuestro Constitucionalismo.

En Apatzingán: la Carta de Morelos y en 1824 la República y la Federación, con Miguel Ramos Arizpe, Servando Teresa de Mier, Zavala, Prisciliano Sánchez, Manuel Crescencio Rejón, Valentín Gómez Farías.

1857: Guerra de Reforma e Intervención Francesa. Fuego que acrisola el bronce eterno de la patria, fundido en el molde inalterable del respeto a los derechos del hombre. Con Francisco Zarco, Arriaga, Degollado, Ramírez, Vallarta, Mata, Ocampo, Prieto y tantos otros seguidores del hombre que cambió los rumbos de América hacia la justicia y el derecho, que

sembró su savia de vida en la dimensión de la historia: Benito Juárez.

1910 - 1917: Brote luminoso de la Revolución, que culmina con el Congreso Constituyente de Querétaro, cuyos principios y normas jurídicas se proponen la elevada meta de la justicia social, en una Constitución, la que nos rige, que es obra de los anhelos más caros del pueblo mexicano, expresión y vida de sus más preclaros ciudadanos: el iniciador Venustiano Carranza, Mújica, Jara, Vaca Calderón, Luis Manuel Rojas, sin mengua de los demás ilustres varones que los acompañaron en esa extraordinaria jornada, y los que aún sobreviven y que merecen la admiración de la República.

Esas tres fases principales de nuestro Constitucionalismo, son el antecedente preciado de la nacionalidad, que los regímenes revolucionarios, que son su producto lógico, tratan de desarrollar en el devenir histórico de la patria. Son el alma y el principio espiritual, con que Renán expresara su concepto clásico de nación, tan valedero en todo tiempo y en todo lugar.

Qué placentero resulta, que este acto evocador, nos traiga de nuevo el calor de la amistad y nos reitere el convencimiento de la un mine adhesión a la obra inmortal del Patricio, que nos otorgan los pueblos hermanos de Centro y Sud - América y del Caribe, aquí representados por distinguidos Congresistas, para quienes abrimos los brazos en jubilosa bienvenida, como ustedes nos honraron, cuando un grupo de diputados y de senadores en reciente Misión Parlamentaria, estuvimos en sus inolvidables patrias. Ahí disfrutamos de su simpatía y recogimos, en sentidos homenajes, su respeto y admiración por Juárez, comprobando cómo se vive y se quiere su ejemplo. Con cuánta unción evocamos en los históricos recintos de su origen, la propuesta, que por merecer el bien de América y ser ejemplo permanente para la juventud, hizo de Benito Juárez, el Benemérito de la Américas, título con el que honró, por siempre, a todos los mexicanos y a sus hermanos de Latinoamérica.

Razón existe en asignar tamaña importancia a los lugares, escenarios del drama de la historia, porque son marco de acciones cuya presencia es vínculo inmarcesible de solidaridad humana, de ejemplo y de gloria.

De qué mejor manera se puede rendir homenaje a quien, como Benemérito de las Américas, derrama su prestigio mundial, negado por su modestia, por todos los demás, reconocido, que consagrando a su recuerdo, como artífice de la Reforma, este bello salón, que fue para Juárez, la puerta, que abierta a plena luz, lo hizo entrar al escenario político de la Patria, cuando antes sólo interviniera en la actividad pública de su Estado natal. Es incuestionable que el diputado Benito Juárez advino con su representación a ocupar un escaño en este recinto, en diciembre de 1846 y que estuvo en el Constituyente de 1847 hasta noviembre en que asumió el cargo de Gobernador de Oaxaca hasta 1852. Este recinto fue también testigo de la firme lealtad del Congreso a las Instituciones Republicanas y a su más elevado exponente, al ratificarle su confianza y apoyo, frente a fracciones minoritarias cuya ambición política las llevó al extremo de negar la legalidad del representante de la voluntad soberana de la Nación.

Algo existe en las raras coincidencias de la historia, cuando con la muerte de Juárez, casi coetáneamente, sobreviene también la pérdida del austero recinto parlamentario que lo viera proyectarse a la dimensión de la Historia. Por ello, para el prócer, dedicar a su memoria este histórico local, que le dio albergue en sus afanes y pasión política, constituye merecido homenaje en el año que se le consagra.

Todo este brillo de acciones patrióticas, nada ni nadie lo empaña. Aunque siempre ha habido incrédulos y traidores, a su rechazo siempre han existido también, grupos privilegiados de leales servidores del pueblo, plenos de la fe y la reciedumbre republicanas, sostén de nuestras Instituciones democráticas, que son marco propicio para que se desenvuelva el constitucionalismo social mexicano, así llamado por el ámbito de posibilidades de beneficio colectivo que permite, con las peculiaridades que son propias de nuestro pueblo y de su historia.

Ciudadano Presidente de la República:

Usted ha determinado con sus actos de buen gobierno, que la historia, la de antes, la de ayer, la de todos los tiempos, se viva, no sólo sea lea; se comprenda, no sólo se narre; que sea lección para la obra noble; que sea meta de emocionado impulso, pero guía y medio para una fecunda actividad patriótica por el bien de México. Sólo así no se estanca, sólo así se supera, para igualar con la vida al pensamiento, y resulta fuente inagotable de acción revolucionaria.

Cada ocasión de remembranzas, cada oportunidad de convergencia cívica en torno a los sucesos de la apasionante vida e historia de México, usted ha sabido transformarla en ocasión de nuevo aliento, de exhortación y de consciente impulso, que mueva la impaciencia, estructure nueva conciencia ciudadana y lleve, a través de las interacciones humanas que suscita, a la consecución del bien inapreciable de la justicia social.

Que este acto, significativo por su evocadora inspiración sea trascendente al crear impulsos republicanos para la continua e inacabable tarea por el fructífero bienestar del pueblo de México. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el señor diputado licenciado Rafael Rodríguez Barrera.

- El C. Rodríguez Barrera, Rafael:

"C. Presidente de la República; C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; C. Presidente de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión; Compañeros Representantes de los Congresos de países hermanos. Estimables invitados, compañeros diputados y legisladores, Señoras y señores:

"El Gobierno de la Revolución ha restaurado, hasta devolverle su semblanza original, este recinto que fuera escenario legislativo durante casi medio siglo.

En homenaje de aquella función parlamentaria, celebra hoy la representación nacional esta Sesión Solemne a la que ha convocado la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Es pues el pueblo mexicano, el que estima y exalta lo que los legisladores del siglo pasado hicieron para darnos independencia política, cultural y económica. Brindamos este homenaje en este lugar, porque de este recinto nació el primer ordenamiento verdaderamente nacional y fue aquí donde se dibujó por vez primera el perfil de una estructura constitucional auténticamente mexicana.

La idea de transformación presidía entonces el que hacer político; y el transcurso de los años no ha variado medularmente los grandes objetivos que los hombres del Constituyente de 1856- 57 perseguían; porque el espíritu de cambio constructivo sigue siendo, hoy más que nunca, la idea rectora de todas nuestras preocupaciones.

Ayer fuimos una sociedad humana de mutación en el vértigo por sacudirse de un molde asfixiante y luchando por existir de una manera propia. Hoy somos una sociedad bien definida, pero din mica y en constante renovación.

En ese tránsito entre una sociedad naciente de ayer y el presente conscientemente din mico, armonioso por convicción, han jugado papel importante los legisladores mexicanos y las instituciones del derecho por ellos creadas. Los unos, en la medida en que sus ideas son ejecutoras de cambios sociales; las otras, porque han sido el marco estimulante en que el pensamiento se ha desarrollado y traducido en acciones concretas. Y ambos, porque han sido el factor triunfante sobre las fuerzas internas y externas que han intentado unas veces sujetarnos a la quietud social, mantenernos en el pasado o retrotraernos a fórmulas ineficaces y otras veces lanzarnos por caminos peligrosos por imprevistos, temerarios por desconocidos, con el sólo pretexto de la espectacularidad.

Los legisladores del siglo pasado quisieron conformar una República en la que la igualdad fuera la gran ley; en la que el único mérito fuera la virtud; en la que desapareciera la esclavitud, se respetara el domicilio y la propiedad; en la que existiera un trabajo libre como libre e ilimitada la manifestación del pensamiento; en la que la agricultura se desarrollara sin obstáculos, desaparecieran los monopolios y las penas arbitrarias; en la que, en fin, los negocios del Estado fueran examinados por todos los ciudadanos para que no se conculcaran sus derechos y las instituciones descendieran solícitas y bienhechoras hasta las clases más desvalidas, a sacarlas de su abatimiento, a llevarles la luz de la verdad y el conocimiento de sus derechos.

Aquel puñado de patriotas creó el ordenamiento que fue sustento y bandera en la lucha sostenida por Benito Juárez para mantener vivas las instituciones. La acción de Juárez y de los constituyentes de 1856- 57 tuvieron una clara repercusión y una respuesta en el interior del país, al igual que en el ámbito internacional. El pueblo mexicano se definió por la Reforma, como el único camino para satisfacer su necesidad de reestructuración; y los países de América Latina, en gallarda identificación con los Congresos de Colombia y de la República Dominicana, dieron dimensión continental a la abnegación demostrada por México, con Juárez a la cabeza, para luchar por la libertad y la independencia.

Este gesto de solidaridad justifica la presencia en este acto, de las representaciones de los pueblos hermanos de Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras y Venezuela, a quienes sentimos firmemente unidos hoy como ayer; a quienes damos testimonio de solidaridad, y brindamos un merecido sitial en este acto y en este recinto donde tanto se luchó por bienes sociales que resultan vitales también para la gran comunidad de América Latina.

Inspirados en los mismos ideales de ayer, los legisladores de hoy, se solidarizan con el Ejecutivo Federal, y con su lucha permanente por una sociedad renovada cada día, más justa y equilibrada, más sana y din mica; una sociedad hecha con la participación de todos los mexicanos.

Por eso creamos los instrumentos para que se borren las desigualdades humanas, convencidos de que nada duradero puede fincarse en el bienestar de algunos apoyado en la miseria de los demás. Organizamos las fuerzas productivas en el campo y en la industria, asegurando mejores condiciones debida a los que en ella participan; seguridad social, habitación decorosa, retribución justa. Suprimimos los monopolios creando empresas para aprovechar con sentido de justicia social los recursos naturales. Regulamos la aportación al erario nacional con un sistema de equitativa captación y justa redistribución. Atendemos al hombre en su dimensión más íntima aun cuando el vicio o el error lo conducen al delito; protegemos a la familia como unidad base de la estructura social. Ampliamos los cauces de la participación popular en diálogo franco, para que haya libre expresión de pensamiento en la que la coincidencia fortalece y la disidencia remodela, pero ambas benefician.

Bajo un régimen de intensa actividad, actualizamos estos objetivos en ordenamiento como la Ley Federal de la Reforma Agraria, la Ley Federal para el Fomento de la Pesca, la Ley Federal de Aguas, encaminadas a incrementar el trabajo del hombre aplicado a los bienes naturales. Las leyes que crean el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, la Comisión Coordinadora de Puertos y la nueva Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos, tan urgentes para impulsar el desarrollo en todos los órdenes y obtener de él un mayor provecho en beneficio de la nación. La Ley del Tribunal de lo Contencioso Administrativo; la que crea el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural y la Vivienda Popular, La Ley Federal para prevenir y controlar la contaminación ambiental; la Ley del Fondo

del Instituto Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, la de Normas Mínimas sobre la readaptación social de los sentenciados y la Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales, todas ellas protectoras de la sociedad, la familia y el hombre. Y las reformas constitucionales en materia política para abrir más aún la participación de la juventud en las grandes decisiones nacionales y para la operación más intensa de los partidos políticos. Estos y otros muchos logros para el desarrollo social y para la vida democrática, constituyen lo que hacemos en el ámbito legislativo para construir la nueva sociedad a que creemos tener derecho y a la que aspiramos todos los hijos de México.

Y hoy, como en el siglo pasado, encontramos una respuesta. Una respuesta en lo interior, en el ánimo del pueblo y una respuesta exterior en el respeto internacional.

Una respuesta popular que deriva de la participación de estos sectores sociales en la conformación de un México mejor por la vía de la legalidad. Si los mexicanos sabemos darnos leyes adelantadas es porque comprendemos que sólo el cambio dentro de la Ley logra plena validez y es perdurable. Que con apoyo en las instituciones podemos variarlas con sentido real gracias a los mecanismos que ellas mismas prevén para su remodelación o substitución pero que nunca fuera de ellas encontraríamos fundamento social para su abandono.

Juárez nos enseño hace un siglo el hermoso camino de la Constitución y el pueblo mexicano aprendió esa bella lección. La generación que puebla este México del siglo XX sabe que la Constitución, sus instituciones y las leyes que de ellas arrancan, no sólo son transformadoras en su contenido, sino también creadoras de nuevos caminos para nuevas transformaciones. Si la ley suprema elástica y ajustable, propicia la din mica social, hay que dinamizar la sociedad, pero dentro de las propias normas constitucionales. No puede hablarse de sociedad si no es dentro del derecho y sin ambos no se da el Estado.

En nuestros tiempos, seguimos conformando al Estado día con día. No podemos apartarnos de la legalidad y no lo haremos. Es posible hacer la revolución dentro de la Constitución. Y no decaerá nunca - esto es una advertencia para quienes así pudieran pensarlo - la fe en los ordenamientos más elevados que nos rigen. No flaqueará nunca la confianza en nuestro derecho y en su más estricta aplicación.

Queremos una din mica transformadora; queremos cambios, es cierto. Siempre los hemos querido; pero son los que la propia Ley suprema nos dicta y es ella la que nos traza el camino. El Presidente Juárez los hizo dentro de la Constitución; el Presidente Echeverría los hace dentro de la Constitución porque respeta el legado inapreciable del Benemérito de América. Y la respuesta del pueblo es y será siempre el sometimiento consciente al imperio de la Ley.

Hay también ahora una respuesta internacional. Esa respuesta es la solidaridad de los pueblos latinoamericanos cuando el Presidente de México expresa la verdad que desde 1867 dejo Juárez impresa en nuestra conciencia. La verdad de que todo hombre es igual; de que todo pueblo es igual a todo pueblo no sólo en lo político sino en lo económico y en lo social. Que no sólo se agrade a las naciones con las armas y los ejércitos, sino también cuando no se les respeta su derecho a autodeterminarse. El Presidente Echeverría dice, en el fondo de sus palabras, que Juárez y los hombres que hicieron la reforma; los vigorosos constituyentes y todos los hombres valiosos de la medianía del siglo pasado, siguen inspirando la vida nacional.

Y por esa identidad entre el ayer ejemplar y el hoy actuante, es por lo que este recinto, escenario de la historia que tanto valor y lucidez presenció hace una centuria, ha sido restaurado, restituyéndole su fisonomía propia y original.

Para sentir su aliento inspirador, acude a él todo el pueblo a través de la Representación Nacional.

No podemos olvidar que aquí se manejaron juicios serenos y ardientes, ideas esclarecidas, pasiones intensas que determinaron una nueva vida. En su recuerdo, rendimos este homenaje que es evocación de un ayer que sigue siendo consejo, sigue siendo guía y sigue siendo luz en nuestro camino.

Ese camino es el de la libertad interior y el respeto a los demás países. Por ese camino inexorablemente seguiremos todos los mexicanos." (Aplausos.)

El C. secretario Flores Bernal, Raymundo: Señor Presidente, han concluido los asuntos para esta sesión solemne.

AGRADECIMIENTO E INVITACIÓN

El C. Presidente: La Comisión Permanente del Honorable Congreso de la Unión, expresa su reconocimiento al C. Presidente de la República por la restauración de este histórico recinto que albergó a la Cámara de Diputados y al Congreso Constituyente de 1856.

Su presencia en esta ceremonia señor Presidente, ratifica su inquebrantable vocación republicana y su apego a los principios más sólidos de nuestra nacionalidad.

A usted, señor Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación, el agradecimiento de los legisladores por su significativa presencia.

A los señores Representantes de los Congresos de las Repúblicas de Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, República Dominicana y Venezuela, deseo expresarles la gratitud del Honorable Congreso de la Unión por haber aceptado la invitación para distinguirnos con su visita y por las palabras llenas de amistad que han vertido en esta Sesión de su Comisión Permanente. La solidaridad entre los pueblos latinoamericanos se

fortalece con el contacto personal entre sus legisladores.

Asimismo, agradecemos a los presidentes y a los representantes de los Congresos Estatales, que con su presencia han dado mayor realce y significación a esta ceremonia.

Se suplica a los legisladores comisionados que en compañía del ciudadano Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de esta Presidencia, se sirva acompañar al ciudadano Presidente de la República a develar la Placa Conmemorativa de este acto, una vez rendidos los honores de ordenanza al propio Presidente de la República. Muchas gracias por su presencia.

- El mismo C. Presidente (a las 12.30 horas): Se levanta la Sesión Solemne y se cita para la pública que tendrá lugar, el 25 de los corrientes, a las 11.00 horas.

ACTA

- El C. secretario Flores Bernal, Raymundo:

"Acta de la Sesión Solemne de la Comisión Permanente de la XLVIII Legislatura del H. Congreso de la Unión, efectuada en el antiguo recinto de la Cámara de Diputados, ubicado en el Palacio Nacional, el día 22 de agosto de mil novecientos setenta y dos.

Presidencia del C. diputado Luis H. Ducoing.

En la ciudad de México, a las diez horas y cuarenta y cinco minutos del martes veintidós de agosto de mil novecientos setenta y dos, se abre la Sesión Solemne con asistencia de veintisiete ciudadanos legisladores, según declara la Secretaría una vez que pasa lista.

La Presidencia manifiesta a la asamblea que hace cien años este recinto fue destruido por un incendio, y que hoy, para rendir homenaje a los Constituyentes de 1857 y a los Legisladores de la Reforma, el gobierno de la República, en el Año de Juárez, ha efectuado su restauración.

Con este motivo la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, ha invitado al C. Presidente de la República, al C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y a distinguidos representantes de los Congresos de las Repúblicas de Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, República Dominicana y Venezuela, para asistir a esta sesión.

De igual manera hace mención sobre la presencia en el recinto de los Presidentes y representantes de cada uno de los Congresos de los Estados de la República Mexicana.

Para el efecto designa las siguientes comisiones:

Para introducir al salón al C. Presidente de la República, a los ciudadanos diputados J. Jesús Arroyo Alanís, senador Juan Sabines Gutiérrez, diputado Rafael Castillo Castro y senador Pascual Bellizia Castañeda.

Para introducir al C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los ciudadanos diputados Ramiro Robledo Treviño, senadora Aurora Navia Millán, diputado Abel Salgado Velasco y senador Raúl Lozano Ramírez.

Para introducir a los representantes de los Congresos Latinoamericanos, a los ciudadanos diputado Alejandro Peraza Uribe, senador Vicente Fuentes Díaz, diputado Juan Moisés Calleja García y senador Salvador Gámiz Fernández.

Después que las comisiones cumplen con su cometido y rendidos los honores de ordenanza al C. Luis Echeverría Alvarez, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, hacen uso de la palabra sucesivamente los señores doctor Hugo Escobar Sierra, Presidente del congreso de Colombia; diputado Luis Alberto Monge, Vicepresidente de la Asamblea Legislativa de Costa Rica; doctor Rubén Alfonso Rodríguez, Presidente de la Asamblea Legislativa de El Salvador; ingeniero Héctor Andrade Urrejola, Primer Vicepresidente del Congreso de Guatemala; diputada Irma Acosta de Fortín, representante del Congreso de Honduras; senador José de Jesús Alvarez Bogaert, Vicepresidente del Senado de la República Dominicana; Alejandro Izaguirre, representante del Congreso de Venezuela; y los ciudadanos senador Ignacio Maciel Salcedo y diputado Rafael Rodríguez Barrera, miembros del Congreso Mexicano.

Antes de finalizar el Presidente de la Comisión Permanente agradece la presencia del Primer Magistrado de la Nación; del Presidente de la Suprema Corte de Justicia; de los distinguidos representantes de los Congresos de las Repúblicas Hermanas y de los representantes de los Congresos Estatales, e invita al C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia, para que en compañía de la propia Presidencia y de los legisladores comisionados para el efecto, acompañen al señor Presidente de la República a develar la placa conmemorativa de esta ceremonia.

A las catorce horas y treinta minutos se levanta la Sesión Solemne y se cita para la pública que tendrá lugar el día veinticinco de los corrientes a las once horas."

Está a discusión el acta, no habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"