Legislatura XLIX - Año II - Período Ordinario - Fecha 19740914 - Número de Diario 9

(L49A2P1oN009F19740914.xml)Núm. Diario:9

ENCABEZADO

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

XLIX LEGISLATURA

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO II

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Sábado 14 de Septiembre de 1974

TOMO II.- NÚM. 9

SESIÓN SOLEMNE DE CONGRESO GENERAL

SUMARIO

SUMARIO

Apertura

Se abre la sesión solemne de Congreso General.

Invitados

La Presidencia nombra las comisiones de cortesía que deberán introducir al Teatro Alameda de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, declarado recinto oficial del Congreso de la Unión, con motivo de la conmemoración del sesquicentenario de la anexión del Estado de Chiapas al Territorio Nacional, al C. Presidente de la República y a los invitados de honor...................

Hace acto de presencia el C. licenciado Luis Echeverría Alvarez con los honores de ordenanza y la comisión designada al respecto lo acompaña al presidium. La Presidencia manifiesta que hoy se da cumplimiento al Decreto aprobado por el H. Congreso de la Unión el 29 de diciembre de 1973, concerniente a la celebración de esta sesión Solemne de Congreso General.

CONMEMORACIÓN DEL SESQUICENTENARIO DE LA UNIÓN DE CHIAPAS AL TERRITORIO NACIONAL.

Intervenciones

Para poner de manifiesto la importancia del acontecimiento, hacen uso de la palabra el C. diputado federal Píndaro.

Urióstegui Miranda y el C. senador Martín Luis Guzmán...................... Previa solicitud sobre el particular, habla el C. doctor Manuel Velasco Suárez Gobernador del Estado de Chiapas.

Mensaje

El C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, dirige a todos los mexicanos, principalmente a los chiapanecos un mensaje con motivo del importante acontecimiento................................................................

Impresión de los discursos

La Presidencia, en virtud de la brillantez de los discursos, dispone se imprima un folleto para divulgarlos en toda la República......................

Agradecimiento

El C. Presidente de la Asamblea agradece al Primer Magistrado de la Nación su presencia; felicita a los organizadores de la sesión y da las gracias a las altas personalidades que asistieron a la Ceremonia............................

Acta

Se da lectura al Acta de la presente sesión. Se aprueba..................

Se levanta la Sesión Solemne de Congreso General..............................

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. FEDRO GUILLEN CASTAÑON.

(Asistencia de 178 ciudadanos diputados y cincuenta y cinco senadores.)

APERTURA

El C. Presidente (a las 11.30 horas): Se abre la Sesión Solemne de Congreso General.

INVITADOS

El C. Presidente: Para recibir al C. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos en este recinto se comisionan a los siguientes legisladores: diputado Mario Ruiz Chávez, senador Gabriel Leyva Velázquez, diputado Luis del Toro Calero, senador Oscar Flores Tapia, diputado Flavio Romero de Velasco y senador Ramiro Yañez.

Para acompañar al interior de este recinto a nuestros distinguidos invitados, econtrándose ya presente el señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, licenciado Euquerio Guerrero; el Gobernador

constitucional del Estado, doctor Manuel Velasco Suárez; a los señores Secretarios de Estado: licenciado Mario Moya Palencia, de Gobernación; licenciado Emilio O. Rabasa, de Relaciones Exteriores; doctor Jorge Jiménez Cantú; de Salubridad y Asistencia: licenciado Mariano Cantoral, Presidente del Congreso Local; licenciado Gamaliel Becerra, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado; y licenciado Ricardo Borges Benítez, Presidente Municipal de Tuxtla Gutiérrez; se designa en comisión, a los siguientes legisladores: diputado Humberto Mateos Gómez, senador Miguel Ángel Barberena, diputado Mario Araiza Zayas, senador Luis M. Farías, diputado José Ortiz Araiza, senador José Rivera Pérez Campos, diputada María Guadalupe Cruz Aranda, senador Braulio Fernández Aguirre y diputado Humberto Hernández Haddad.

( La comisión cumple con su cometido.)

(Aplausos.)

El C. Presidente: Se declara un receso en espera del Primer Magistrado de la Nación. (Receso.)

CONMEMORACIÓN DEL

SESQUICENTENARIO DE LA UNIÓN

DE CHIAPAS AL TERRITORIO

NACIONAL

Intervenciones

El C. Presidente: Se reanuda la sesión.

Momentos después el C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, acompañado de la Comisión nombrada al respecto, hace su entrada al recinto y se le rinden los honores a su alta investidura.

- El mismo C. Presidente: La XLIX Legislatura del Congreso de la Unión da cumplimiento al artículo único del Decreto aprobado por el H. Congreso de la Unión el 29 de diciembre de 1973, que señala este día, 14 de septiembre de 1974, para que se celebre, con esta sesión solemne de Congreso General, el sesquicentenario de la Federación del Estado de Chiapas a la República Mexicana, con asistencia de los representantes de los Poderes Ejecutivo y Judicial de la Federación.

Se concede el uso de la palabra al ciudadano diputado federal, Píndaro Urióstegui Miranda.

- El C. Píndaro Urióstegui Miranda:

C. Presidente de la República; C. Presidente del H. Congreso de la Unión; C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia; C. Gobernador, diputados y magistrados del Estado; CC. Secretarios de Estado; CC. diputados senadores y ministros; respetable auditorio:

"El día de hoy, los tres Poderes de la Unión se han dado cita en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez capital del Estado de Chiapas, para conmemorar con singular solemnidad uno de los acontecimientos más expresivos del federalismo mexicano, como voluntad sentida y consciente de nuestro pueblo. Chiapas representa en el devenir de nuestra emoción histórica y en el escenario de nuestra integración geográfica, la indomable feracidad de la selva descrita en mil tonos de verde; es el caudal impetuoso de sus ríos que como brazos la estrujan para fecundarla, es la sonata interminable de la fiera que lucha por la vida en la cueva o en el árbol; Chiapas nos ha revelado poco a poco el misterio de su pasado, celosa de sus tradiciones, como si todavía prevalecieran los designios de aquel legendario Votan, con recelos nos ha entregado Palenque, Yaxchilán y Bonampak; sus pueblos primitivos, los Zoques, los Tzeltales, los Tzotziles los Lacandones y los Chamulas se rebelan en nuestros días a aceptar un mestizaje que choca con la pureza de sus troncos ancestrales, porque sólo así pueden mantener la esencia de sus valores étnicos; sus dialectos se van extinguiendo y la vieja lengua de Castilla, que un día trajeron los conquistadores Luis Marín y Diego de Mazariegos, ser ha filtrado hasta los últimos recodos de la jungla; no importa, de todos modos, lo mismo en Maya que Chanabal, en Chol que en Cakchiquel, han aprendido el nombre de patria, como hogar común de todos los mexicanos.

Este año la nación celebra el ciento cincuenta aniversario de la promulgación de la Constitución de 1824 y en especial, su institución básica de organización política: el Federalismo. Para los mexicanos de hoy, para quienes así proclamamos nuestra nacionalidad sin menoscabo del orgullo que representa ser originarios de determinado Estado, el Federalismo significa un tema de vital importancia; estudiarlo, conocerlo, vivirlo en nuestros días y afianzarlo al futuro es tarea insoslayable de todos en común. Una interrogante primaria debemos esclarecer: nuestro sistema federal nació como una simple imitación extralógica del que configuró el Constituyente norteamericano de 1776 en Filadelfia, como asientan Tena Ramírez y Aurora Arnaiz; o al decir de Romerovargas y Cué Cánovas, sus raíces se remontan a la época prehispánica atribuyendo formas de organización federal a una elemental confederación de antiguos reinos de Anáhuac. La tesis prevaleciente la que por su fundamentación se ha impuesto, es la que sostiene Burgoa y De la Cueva, la idea federalista nació entre la Constitución española de 1812 y la primera de México en 1824; y surgió precisamente, pese a las premoniciones pesimistas de Servando Teresa de Mier, como una necesidad para unir lo que amenazaba desintegrarse; emergió por la presión determinante de las provincias que reclamaban un vínculo que las mantuviera conformadas, pero unidas dentro de un solo cuerpo nacional; un lazo que no disgregara lo que había logrado descentralizarse dentro de un régimen colonial, pero sin romper la imagen de un país que finalmente había alcanzado su independencia política.

El Federalismo nació así, como una expresión genuina y popular de las partes que deseaban continuar formando un todo nacional, soberano y forjador de su propio destino; se nutrió ideológicamente en el liberalismo y se refugió en las instituciones impecables de la República.

A un pueblo en armas que ha hecho de su solar un campo de batalla por la libertad, no bastan las vidas ofrendadas, ni la sangre derramada; sus caudillos e ideólogos tienen la obligación de aunar a sus propósitos la estructuración.

potencial que deberá regir la organización del país en vías de emancipación. La evolución de nuestro movimiento independista de 1810 a 1821, se nutre de dos corrientes simultáneas: la que proviene del ideario insurgente en sus etapas sucesivas y la que no llega de España a través de diversas innovaciones políticas hasta consagrarse en su Constitución de 1812; ahora bien, impulsada por la primera, se consagra en la segunda una institución política de gran trascendencia como lo fue la diputación provincial a la que, sin lugar a dudas, reconocemos como el germen básico de nuestro federalismo y a don Miguel Ramos Arizpe, sobre todo por el informe que rindió en su memoria a las Cortes, sobre el lamentable estado que guardaban las provincias internas de Oriente, como su incubador más apasionado, su expositor más vehemente y su defensor más intransigente.

Seguramente, Ramos Arizpe, padre indiscutible del Federalismo mexicano, tenía muy presente en lo que debía ser la nueva imagen de la nación, la preservación política de las "provincias", que con tanto tino señalaron Ignacio López Rayón en sus Elementos Constitucionales y José María Morelos en su Constitución de Apatzingán. De tal suerte, en la Constitución de Cádiz, que liquidaba el absolutismo monárquico, merced a la perseverancia de los diputados de la Nueva España, se dedicó un capítulo ex profeso, cuyo título fue: 'Del Gobierno Político de las Provincias y de las Diputaciones Provinciales', otorgándole a éstas, entre otras, facultades tan importantes como: intervenir y aprobar en materia de contribuciones, velar la buena inversión de los fondos públicos; cuidar de que se establezcan Ayuntamientos; proponer nuevas obras, así como determinar los arbitrios necesarios; promover la educación de la juventud y fomentar la Agricultura, la Industria y el Comercio; participar a las Cortes de la violación a la Constitución y al Gobierno de los abusos en la administración de las rentas públicas; en fin, al desaparecer en esa Constitución la institución virrey, se entregaba a cada provincia una independencia con respecto a las demás, y de hecho, sobre esas diputaciones, sobre esos cuerpos colegiales de origen democrático, se asentaba el gobierno autónomo de cada provincia. Al consumarse la independencia nacional, doce vastas intendencias comprendían las provincias de: México, Puebla, Veracruz, Mérida, Antequera de Oaxaca, Valladolid de Michoacán, Santa Fe de Guanajuato, San Luis Potosí, Guadalajara, Zacatecas, Durango, Sonora y Sinaloa.

Además existían dos provincias internas: la de Oriente, que abarcaba los gobiernos del Nuevo Reino de León, Colonia de Nueva Santander, y provincias de Coahuila y de Texas; y la de Occidente, con los gobiernos de Nueva Vizcaya y la provincia de Nuevo México. Por último, Tlaxcala, Vieja California y Nueva California dependían directamente del virrey.

Lamentablemente, empeño tan loable, se vio frustrado por el decreto de Fernando VII, de mayo de 1814, en que se desconoció la Constitución Gaditana y restableció el absolutismo; fue hasta 1820 cuando el torpe monarca es obligado a jurar la vejada Constitución que años atrás había desdeñado llevar por sueños ilusos, al tratar de mantener un imperio que nunca más volvería a ser, el de Carlos V y Felipe II. La corona y el cetro de los reyes españoles, empezaban a dejar de brillar en la América Septentrional, como la llamara el Siervo de la Nación, y un nuevo resplandor eminentemente republicano, cegaba y abatía a quienes pretendían improvisar una caricatura de monarquía, como la de Iturbide, para ocultar en el fondo a un vulgar dictador, centralista y reaccionario, que ahora volvía la espalda a los borbonistas, que ayer le habían entregado en la profesa, su oro y su confianza ilimitada.

Pero la semilla estaba sembrada, las bien arraigadas 'diputaciones provinciales' se mantenían latentes, invernando en su seno un modelo de federalismo que tarde o temprano tendrían que imponer, porque ahora, era además de ideal de libertad, bandera de lucha contra los viejos privilegios y castas peninsulares y criollos apátridas, ya sea con sotana o con uniforme militar; el federalismo fue - sigue siendo - ariete contra todo señuelo monárquico o régimen unitario, pero también era la principal emoción creadora que generaba en los Estados nacientes la concepción de la nueva patria; desaliñada y tímida, mestiza y creyente, insegura ante el porvenir, ensangrentada con interminables luchas fratricidas, pero al fin y al cabo era una patria propia, genuina, gestada en los desiertos y en sus selvas, en sus serranías y en sus valles, en sus costas y en sus ríos, era la patria que se sentía unida en el Federalismo, que se sentía sabia y confiada con el liberalismo, que sólo se sentía segura en la República.

Llegar al Congreso Constituyente de 1823, no fue fácil; varios intentos legislativos naufragaron en el camino. El nuevo Congreso se reunió el 5 de noviembre de 1823 y se integró una comisión de la Constitución, presidida por Ramos Arizpe y con él los diputados Manuel Argüelles, Rafael Mangino, Tomás Vargas y José de Jesús Huerta, quienes presentaron, quince días después, un Proyecto de Acta Constitucional, anticipo de la Constitución para asegurar, fundamentalmente el sistema federal que estaba urgiendo la nación; la discusión de este documento concluyó el 31 de enero de 1824 y fue aprobado con el nombre de Acta Constitutiva de la Federación Mexicana. Lograr este entendimiento significó, sin embargo, debates de los más trascendentes que se hayan registrado en nuestra historia: Fray Servando Teresa de Mier atacó demoledoramente el Federalismo y auguró los más obscuros presagios de ser aprobado; José María Luciano Becerra, basándose en Juan Jacobo Rousseau analizó con singular erudición el concepto de voluntad general para tratar de demostrar que ésta, de existir, no se había pronunciado por el Federalismo; Lorenzo de Zavala afirmó, reforzando a los anteriores, que los diputados pretendían con su intransigencia, demostrar que sólo estaban reconociendo una situación que calificaban de existente; Mangino señaló la

convivencia de excitar un espíritu provincialista y Bocanegra le rebatió, diciéndole que de nada servía decirles a las provincias que eran libres, si no disfrutaban de los efectos de esa libertad, además les reconoció la igualdad de sus derechos para participar en los actos de gobierno. Juan Cayetano Portugal, con singular ironía, defendió el derecho de autogobierno de las provincias; Toribio González expuso con marcada claridad lo que debía entenderse por representación nacional e hizo alusión al modo como en Estados Unidos usaban ese derecho. Florencio del Castillo hizo ver las diferencias de un gobierno como el de Estados Unidos y el nuestro, pretendiendo convencer que allá sí hubo federación de países soberanos, pero Bocanegra arremetió convincentemente contra él, destruyéndole todos sus argumentos.

Se abundó en lo nefasto de la centralización; así, Refugio de la Garza describió el miserable estado en que se encontraba Texas; Melchor Muzquez abundó en lo mismo sobre Oaxaca y Manuel Terán expuso condiciones semejantes en Sonora y Sinaloa. Carlos María de Bustamante atacó furiosamente al federalismo e hizo emerger su centralismo señalando a las "diputaciones provinciales" como "madrastras" de la nación que querían sujetar al congreso, a sus caprichos; Lorenzo de Zavala lo reforzó augurando la triste suerte que les esperaba a estas provincias sin recursos, ni elementos para gobernarse por sí mismas. Pero una y otra vez arremetió Ramos Arizpe, no se da descanso y con el, Valentín Gómez Farías, Crecencio Rejón, Cañedo, Morales y Paz; los centralistas conservadores fueron cediendo, una discusión larga y consciente se fue imponiendo sobre Servando Teresa de Mier, Carpio, Bustamente, Ibarra, Espinosa y Becerra. La nación hizo prevalecer su auténtico sentir y el mismo Lucas Alamán, observador acucioso de estos trabajos, reconoció que era inútil deliberar sobre algo que ya habían decidido, de antemano, las provincias; el pueblo había escogido su propio camino y nadie podría quebrantar su voluntad. Arremetidas obcecadas de militares ególatras que pretendieron convertir a sus cuarteles en guardianes y deliberadores del devenir nacional, sustituyeron transitoriamente la carta del 24, en 1836 y 1843 con absurdos ordenamientos que sólo reflejaban la demencia de sus propósitos oligárquicos; Juárez rescató al federalismo y lo depositó en el seno del Constituyente del 57, y lo mismo hizo Carranza, en el de 1917. A partir de entonces, el federalismo, pasó a ser patrimonio indiscutible del pueblo mexicano y estructura insuperable de su gobierno.

De tal suerte, la lucha por el federalismo, es en el fondo, la epopeya por la integración nacional y en ella Chiapas, ocupa singular y primerísimo lugar. Fray Quiñonez y Bernal Díaz del Castillo nos hablan de la ferocidad de sus legendarios guerreros y Fray Bartolomé de las Casas, precursor auténtico de una lucha anticolonialista y activista incansable de un movimiento político proindigenista, nos revela la razón de ser un pueblo o conjunto de pueblos decididos a laborar su propio destino y defender su derecho a diseñarlo en libertad. Nada extraño nos parece, pues, que la antigua provincia de las Chiapas, que formará parte desde 1528, de la audiencia de México; fuera después, transitoriamente, una provincia centroamericana y más tarde animada por la respectiva que abría el Plan de Iguala, nos diera el envidiable ejemplo de proclamar su independencia de España, antes que el resto del país, un 28. de agosto de 1821, en Comitán, cuyo convento de Santo Domingo, merced al espíritu revolucionario de Fray Matías de Córdova, se convirtió en el principal reducto de rebeldía, pero a la vez, de fervor patrio e inquietud integracionista.

Los propósitos chiapanecos de incorporarse al tronco común, cristalizaron con en decreto de la regencia de enero de 1822, por él quedaron incorporados a México; sucesos posteriores hicieron rodar la frágil corona de Iturbide y la provincia de Chiapas se vio obligada a declararse independiente. El ministro Lucas Alamán actuó con ligereza, pero el general Vicente Filisola con marcada torpeza y los bravos hijos de esta tierra, al rechazarlo, le enseñaron como debe respetarse el designio de un pueblo cuando quiere ser libre.

Centroamérica resolvió sus problemas internos federándose las cinco provincias unidas; sólo restaba esperar la decisión de Chiapas; pero también por otro lado, energía con singular fortaleza y apoyo popular, el federalismo mexicano. La junta provincial chiapaneca no quiso decidir por sí sola y convocó a la población, por uno de los limpios caminos de la democracia: el plebiscito, a manifestar su voluntad soberana; esta se volcó abrumadoramente el 12 de septiembre de 1824 y dos días después, el congreso, declaró legítimamente pronunciada la provincia de Chiapas en favor de México, según el voto mayoritario y espontáneo de sus habitantes. A partir de entonces, Chiapas ha sido, permanentemente, nuestra mano cordial tendida a los hermanos centroamericanos de Guatemala, Honduras Costa Rica, Nicaragua y El Salvador; sus destinos han sido los destinos de México y México le ha visto y querido como la más hermosa tierra del legendario Soconusco. Por algo ha sido la cuna de los Domínguez, de los Corzos, de los Flores y los Gutiérrez.

Señor Presidente Echeverría: ponderamos la decisión de su gobierno de conmemorar con tanta solemnidad el federalismo mexicano, del que ha sabido ser un celoso guardián de sus instituciones. Esto nos ha permitido, desde el primer día de su mandato, asistir a una cita histórica ya impostergable y que no ha desmayado en su empeño: sacudir la conciencia del país, hablarle con claridad, señalarle rumbos precisos, reedificar nuestro concepto de revolución con base en un modelo más acorde a las exigencias de nuestros días, que no son sino reflejos de la crisis que padece este mundo encajonado en la conyuntura más grave de su existencia. La lucha universal del hambre contra la opulencia, del colonialismo contra la

dignidad soberana, de la oropelesca tecnocracia contra lo más esencial del humanismo, de la superación educativa la ignorancia que doblega y sojuzga, no son ajenos a nosotros y del Bravo al Suchiate; vemos, constantemente, el empeño indomable de un pueblo que no desea seguir viviendo con los ojos vendados y sujeto al pasado. Somos un pueblo, que merced a la mística revolucionaria que usted, señor Presidente, le ha infundido, quiere disfrutar plenamente su país; trabajar dentro de un marco de derecho para disponer con equidad del producto de su esfuerzo; no ser más presa fácil de la explotación transnacional, ni eco sonoro del rumor alarmista de quienes como aves de rapiña, sólo están al acecho del débil o del que ha perdido el rumbo de su destino. Ese no es, no podrá ser nunca más el caso de México; nosotros reconocemos en usted, un guía al que entregamos nuestra consciente y crítica solidaridad; tenemos una doctrina: la que generó nuestra propia acción revolucionaria a través de más de cuatro centurias de acoso internacional y de búsqueda interna de estructuras nacionalistas; tenemos también una arma, un baluarte inviolable: La Constitución Política, voluntad soberana de nuestro pueblo que encierra su saber, pero que también asegura sus conquistas de justicia y de libertad, de paz y de progreso.

Dentro del orden constitucional que rige el país, el pueblo en estos momentos, requiere de acciones enérgicas para quienes están atentando contra su seguridad sea individual, comunitaria o nacional; energía contra quienes quieren arrebatarle de la boca el sustento indispensable y las condiciones de elemental dignidad para vivir; energía contra quienes pretenden imponer formas y normas que sólo aseguran los privilegios de los menos sobre las carencias de los más; energía, igualmente, para quienes piensan que pueden explotarnos en supuestos sedantes de buena voluntad: odio, insidia y traición, para hacerles el juego a los intereses de bastardas minorías, que no entienden, que no quieren entender cuál es el camino de México y cuál es el ideario rector de su gobierno: compromiso sólo con las mayorías o sea con las clases obreras y campesinas; sujeción invariable a la ley pero con sentido protector a los sectores desposeídos; rechazo a todo propósito de predominio oligárquico, de descolonización mental, cultural, económica y política; estímulo a una apertura democrática que plasme el ideal del contribuyente y permita aflorar a los escenarios legislativos las grandes, pero también proporcionalmente, las pequeñas corrientes de opinión pública, rechazo definitivo a toda provocación que pretenda generar represión o socavar las bases de nuestra vida democrática, estructuración de un desarrollo con justicia social y no la simple planeación de un desarrollo elitista e indiferente a las privaciones de los núcleos humanos marginados; en fin, un gobierno que se rebela de mantener un modelo económico que sólo favorece el enriquecimiento de grupos privilegiados y acentúa el empobrecimientos de los núcleos mayoritarios, así como nuestra dependencia del exterior. Este, definitivamente, no es el camino de México: al menos para el Presidente Echeverría.

Seguramente, no faltarán voces y plumas mercenarias que pretendan confundir a la opinión pública, afirmando que este tipo de actitudes enérgicas dentro del margen de acción que permite la ley, contra los acaparadores e intermediarios voraces, contra los agentes de propósitos extranjeros, contra los opulentos prestanombres, contra aquellas autoridades venales, en fin contra quienes hieren con su deslealtad a los intereses nacionales son medidas impropias, son atentados a nuestra vida institucional, son ataques a nuestro proceso democrático; como si a ellos le importara, realmente, la fortaleza de nuestras instituciones o la viabilidad de nuestra democracia. Los propósitos ocultos de esos falsos redentores no nos confunden y queremos los diputados, señor Presidente Echeverría, que usted tenga presente nuestro cuerpo colegiado ha valorado cabalmente sus empeños, sus ideales y sus metas y porque éstas no encierran, sino el más limpio y desinteresado deseo de servir con honestidad y patriotismo a México, estamos decididos a asumir junto con usted, las responsabilidades que exijan las circunstancias, con tal de asegurar al pueblo mexicano el ejercicio irrestricto de sus libertades, pero también el marco de paz y el sustento y la morada y la educación y el trabajo dignos a que tiene derecho, legítimamente.

Las miras y alcances de su política internacional, señor Presidente, son el mejor homenaje con que su gobierno puede conmemorar el ciento sesenta y cuatro aniversario de nuestra independencia nacional; alzar la voz de los pueblos explotados es ya de por sí importante, pero lograr que sea escuchada por los poderosos, por los imperialistas, en los foros más importantes, recorriendo incansablemente unos y otros países, dialogando con sus gobernantes así como con ,los diversos sectores de su población es una proeza a la que corresponde el reconocimiento de nuestros conciudadanos; luchar por la independencia económica para lograr una plena liberación política; no es posible hablar de una verdadera emancipación con los estómagos vacíos, con las mentes subyugadas por la ignorancia y nuestros recursos naturales aprovechados, incontroladamente, por intereses externos; no es posible que los pueblos decidan sus destinos si son extraños en su propia tierra, si sus trabajo no es justamente remunerado; si carecen de los medios adecuados para crear su propia tecnología; de tal suerte, en breve tiempo cuando cristalecen estos esfuerzos, la vida de los países del Tercer Mundo, tendrá marcadas dos etapas: antes y después de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que México, por conducto de su Presidente entregó a todos los pueblos del orbe. Muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente del Congreso: Se concede el uso de la palabra al ciudadanos senador Martín Luis Guzmán.

- El C. Martín Luis Guzmán:

Señor Presidente de la República,

Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,

Señor Presidente del Congreso de la Unión,

Honorable Asamblea,

Ilustres invitados que nos honran con su presencia:

"Hace algo más de sesenta y dos años, el 26 de julio de 1912, la H. Legislatura de esta entidad federativa declaró día de fiesta cívica del Estado el 14 de septiembre, 'en conmemoración- dice el decreto- de la federación de Chiapas a México' Ocupaba entonces la Presidencia de la República don Francisco I. Madero y era Gobernador de Chiapas don Flavio Guillén, a quien tributamos hoy merecido homenaje pronunciando su nombre junto al del iniciador, apóstol y mártir de nuestra democracia revolucionaria. (Aplausos.)

Veintiún años después, a iniciativa de ocho senadores de la República- don Benigno Cal y Mayor, don Genaro V. Vázquez, don José Ignacio García, don Desiderio Borja, don Alcides Caparroso, don Juan José Delgado, don Manuel Almanza- El Congreso de la Unión, por decreto del 28 de noviembre de 1993, declaró día de fiesta nacional esa misma fecha, 'para conmemorar- dice el decreto- la federalización de Chiapas a México'.

Transcurridos cuarenta años más, el 28 de diciembre último, el Congreso de la Unión, a iniciativa de la Cámara de Diputados, aprobó el decreto, originalmente propuesto por la diputación chiapaneca y tres señores diputados de otras entidades federativas que nos reúne hoy, en esta sesión solemne y el cual, en su artículo único- todos los legisladores presentes lo conocen, diputadas y diputados, senadoras y senadores- dispuso que para conmemorar el 150 aniversario de la federación de Chiapas a la República Mexicana, se efectuara este día, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, una sesión solemne del H. Congreso de la Unión, con asistencia de los representantes de los poderes federales Ejecutivo y Judicial.

Como se ve, señoras y señores, a lo largo de más de medio siglo, la sensibilidad histórica de nuestro país y los sentimientos patrióticos nacionales, han hecho sentir la creciente emoción con que el pueblo de México aprecia el acontecimiento, ya sesquicentenario, cuya evocación, unida a la del día 15 de septiembre de 1824, trae juntos hasta aquí, para celebrarlo dignamente, a los tres supremos poderes de la Nación. (Aplausos.)

Lo mismo el decreto del 26 de julio de 1912, que el de 28 de noviembre de 1933 y el del 28 de diciembre de próximo pasado, se refieren al 14 de septiembre de 1824, considerándolo como el día de "la federación "o de" la federalización" de Chiapas a México; esto es, que parten del supuesto, o dejan así se entienda, de que antes de aquella fecha existían en esta parte de nuestro continente, llamada entonces América Septentrional, dos entidades nacionales diferentes: México por un lado, y Chiapas por el otro, y que ambas se conjuntaron o se reunieron el 14 de septiembre de 1824, interpretación histórica oficial que ha persistido hasta nuestros días. Hay incluso quienes tratan el asunto llamándolo "agregación de Chiapas a México" o "incorporación de Chiapas a México".

¿Efectivamente- pregunto yo- la esencia de lo sucedido fue así? En la coyuntura presente cabe esbozar nuestra duda y preguntarnos si desde la primera hora en que vimos de nuevo a Chiapas en el seno de lo que se llama hoy República Mexicana, no habremos incurrido en una confusión, en la confusión de haber extendido el concepto de situaciones jurídicas- situaciones cambiantes- al concepto de situaciones nacionales y permanentes. Sería también oportuno apuntar, que quizá pudiera dilucidarse la materia- en las breves reflexiones de un discurso resultaría audaz el intentarlo- si recordamos, para ponderarlas y justipreciarlas, varias circunstancias históricas pertinentes al asunto, entre ellas, estas cuatro: primera, varias circunstancias relativas al caso, señaladas ya por algunos historiadores, como el ilustre Matías Romero, siempre bien documentado: que hay bastantes fundamentos para sostener que Chiapas y Soconusco fueron parte del Imperio Azteca hasta la llegada de los españoles; segunda, que la conquista de Soconusco y Chiapas la realizaron tenientes y delegados de Hernán Cortés sujetos a él, que en virtud de la real cédula expedida por Carlos V en el año de 1522, a Cortés correspondía el mando de los territorios que él o sus tenientes conquistaran, y que, por lo menos hasta 1543, Soconusco y Chiapas dependieron de la audiencia de México.

Muy al propósito de la cuestión, vienen, por lo que ahondan en las características espirituales y nacionales chiapanecas, las palabras que el señor Presidente de la República, en su última gira de trabajo por esta tierra, recogió del ambiente que lo había rodeado y repitió el 21 de mayo, al terminarse la reunión efectuada en la Casa de la Juventud de Tuxtla Gutiérrez, y referirse al sesquicentenario de la mexicanidad chiapaneca, que Chiapas celebraría: "Pensamos- afirmó el Presidente- con este orgullo con que aquí se dice que todo en Chiapas es México". Y no son menos esclarecedoras las que añadió ese mismo día, abundando en el asunto, al recibir el título de profesor honorífico de la Escuela de Derecho de Chiapas y aludiendo a su convicción de que, Chiapas se entregaba a fortalecer la vida de México en la frontera, "con un apasionado espíritu, con una cultura vibrante, que ha ratificado ahora y que ha dicho a todo México, y al mundo, que Chiapas siempre quiso ser provincia mexicana y late al unísono de la patria mexicana entera". (Aplausos.)

Sea de ello lo que fuere, no otra cosa nos descubre, con la elocuencia de hechos merecedores de que la historia que haya consignado, centuria y media de esencias nacionalistas mexicanas presentes en la invariable conducta de Chiapas como parte de México y rubricadas con el sacrificio que de sí mismo hizo, inmolándose

por México, un héroe cívico inmensurable, tan grande cómo lo máximo que el civismo heroico haya dado en nuestro país: Belisario Domínguez. La Provincia de Chiapas constituyó primitivamente, consumada la conquista española, una entidad jurídica sujeta a la audiencia de México, según lo dispuso la Instrucción Real dada en Valladolid, España, el 5 de abril de 1528 Después, al crearse la Capitanía General de Guatemala, Chiapas quedó incluida en la nueva jurisdicción, conforme a la cédula de 20 de noviembre de 1542, y así permaneció, y se desenvolvió, paralelamente a como evolucionaba la Nueva España y sin perder nunca su personalidad jurídica propia.

En vísperas de consumar México su independencia, las poblaciones de la Provincia de Chiapas, movidas por análogo sentimiento al que sacudió al pueblo de la Nueva España, declararon su emancipación de la corona española Fue primera en hacerlo la ciudad de Comitán, que declaró su independencia el 28 de agosto de 1821 y la proclamó solemnemente cuatro días después, el 1o. de septiembre, dando por supuesto que la provincia de Chiapas sería una parte del Imperio Mexicano. En el grito de independencia lanzado por los comitecos hay detalles que recuerdan el Grito de Dolores. En él desempeño papel notable conservando por la historia y la leyenda, una mujer, émula de doña Josefa Ortiz de Domínguez: doña Josefa Manuela García.

El 3 de septiembre de aquel mismo año Chiapas entera declaró su independencia de España y proclamo su libre y espontánea adhesión a México. Por esta razón, cuando las tropas insurgentes llegaron en triunfo -con ellas al frente Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero- Chiapas se cobijaba ya con la bandera de las Tres Garantías. El pronunciamiento solemne de la incorporación de Chiapas al Imperio Mexicano y el juramento de defenderlo en su independencia los consigna el acta levantada el 8 de septiembre de 1821 en la antigua Ciudad Real, hoy San Cristóbal Las Casas, documento que suscribieron el muy Noble Ayuntamiento de la ciudad, el Intendente y Jefe Político y otras autoridades civiles, militares y eclesiásticas.

Además, el 28 de octubre de 1821, Chiapas, al expresar de nuevo a la Soberana Junta Provisional Gubernativa del Imperio Mexicano sus deseos de adherirse al Imperio, la informaba de que se había separado de la Capitanía General de Guatemala y había designado un delegado especial que reiterarse una vez más la inquebrantable voluntad con que Chiapas decidía ser parte de México.

Así, al caer el Imperador Iturbide, se declararon insubsistentes, después de transcurridos unos cuantos meses, por decreto de 8 de abril de 1823, el Plan de Iguala y las disposiciones políticas que para la gobernación del país se habían previsto en los Tratados de Córdoba, firmados el 28 de agosto de 1821 con el virrey Juan O'Donojú. Esto fue causa de que las provincias centroamericanas, Chiapas entre ellas, quedaran desligadas de México. Pero no obstante que el gobierno mexicano comunicó entonces a la Junta Provisional Gubernativa de Chiapas que se dejaba a la Provincia en absoluta libertad para proclamarse independiente o unirse a Guatemala, si tal deseaba, Chiapas persistió en su voluntad de no separarse de México. Así lo hizo ver en el plebiscito escrupulosamente llevado a cabo para que los chiapanecos expresaran cuál era su verdadera inclinación, y del cual resultó, conforme al dictamen de la comisión escrutadora, reunida el 9 de septiembre de 1824, y según el Acta de la Junta Provisional de Chiapas, levantada el día 12 siguiente, que de los 172 953 habitantes que entonces tenía Chiapas, 96 829 votaron por México, 60 400 por Centroamérica y 15 724 no expresaron su preferencia. Fue aquel un plebiscito, nada común, en el cual participaron hasta los recién nacidos, pues lo precedió un censo general y la votación se hizo por jefes de familia.

Dos días después, el 14 de septiembre, se efectuó la junta en que se haría el solemne pronunciamiento de la adhesión de Chiapas a México. Dice el acta levantada para constancia de cuanto entonces ocurrió, que inmediatamente después de las arengas que dirigieron a la concurrencia el Presidente de la Junta, el Agente Supremo del Gobierno Mexicano y el Jefe Político, éste a nombre del Noble Ayuntamiento, la comitiva pasó, en unión de la Suprema Junta y del señor Agente, en medio de una gran orquesta y numeroso pueblo y repique general de campanas, a la iglesia catedral, donde en acción de gracias se cantó un Té - Demun; y que, de regreso en el salón, el presidente manifestó "cuán" satisfactorio era el buen orden y júbilo general que se advertía en los concurrentes y espectadoras, júbilo propio, dijo. en un pueblo libre y virtuoso, que queriendo perpetuar la memoria de tan fausto suceso, se esmeró en el ornato de calles y colgaduras, especialmente en hermosear con dos hileras de árboles y cuatro arcos triunfales el espacio que media entre la Casa de Juntas y la Santa Iglesia, y que se leía, en caracteres de oro, el lema siguiente: "Viva la religión, viva la unión, viva nuestra federación, viva la justa libertad'. Por la tarde,- añade el acta- siguieron los regocijos públicos y por la noche hubo orquesta en las Casas Consistoriales, con iluminación general".

Pese a sus pronunciamientos de adhesión a México, Chiapas no figuró como parte de la nación mexicana en el Acta Constitutiva de la Federación, aprobada el 31 de enero de 1924 por el primer Congreso Constituyente: pero sí se la consideró así en nuestra primera constitución federal, la Constitución de 1824, que en su artículo V menciona a Chiapas como una de las entidades federativas. Y a partir de entonces, el nuevo Estado, fiel a su mexicanidad, empezó a compartir, y ha seguido compartiendo, las fortunas y adversidades que la historia ha deparado a nuestro país.

Promulgadas las Siete Leyes Constitucionales de 1836, que convertían a los Estados mexicanos en departamentos subordinados al gobierno central, Chiapas, contrariando sus

sentimientos fedralistas, pero respetuosa de la unidad patria, nombró sus diputados y senadores durante el tiempo que el centralismo se mantuvo. Otro tanto hizo, en años subsecuentes, siempre que el Poder Legislativo estuvo depositado en asambleas populares. Chiapas no dejó nunca de designar sus representaciones.

Las luchas entre el federalismo y el centralismo agruparon aquí como federalistas a los chiapanecos de pensamiento avanzado. Entre ellos ocupó lugar prominente uno de los hijos más ilustres de esta tierra: don Joaquín Miguel Gutiérrez, quien por su fervor patriótico se había distinguido desde los días de la proclamación de la Independencia. Electo gobernador del Estado en 1820. sus principios liberales y progresistas le atrajeron la animadversión de las clases conservadoras hasta que fue depuesto de su cargo cuando Antonio López de Santa Anna, Presidente de la República, se colocó a la cabeza del régimen centralista. No por eso Joaquín Miguel Gutiérrez abandonó la pelea, que era enconada y difícil para él. A principios de 1838 logró fortificarse en Tuxtla para hacer frente a las tropas centralistas, que lo acosaban, y el día 8 de ese mes, en un combate que le fue adverso, cayó herido y prisionero. Sus enemigos lo fusilaron inmediatamente, y, no satisfechos aún, profanaron el cadáver atándolo a la cola de un caballo y arrastrándolo por todas las calles de la población.

Señoras y señores: Nos cumple rendir hoy, desde esta tribuna, el tributo de profunda admiración debida al héroe epónimo de la ciudad en que nos hallamos: a don Joaquín Miguel Gutiérrez.

En 1847 y 48, cuando el gobierno federal apenas ejercía su autoridad cercenada; cuando la nación se veía desprovista de hacienda y ya casi sin ejército; cuando la impotencia y el dolor latían silenciosos en los corazones de todos los hijos de México, Chiapas sintió y manifestó las mismas ansiedades, las mismas angustias que consternaban al resto del país.

El Plan de Ayutla, principio de la batalla final contra la dictadura de Santa Anna, tuvo en Chiapas muchos e ilustres sostenedores. Figuraban entre ellos don Matías Castellanos Solórzano, don Domingo Ruiz Molina, don Ángel Albino Corzo grandes liberales. Triunfante la Revolución de Ayutla, asumió el gobierno del Estado don Ángel Albino Corzo, cuya gestión, iniciaba en noviembre de 1855, hubo de enfrentarse a las rebeliones que los conservadores fomentaban por donde quiera que podían hacerlo.

El golpe de Estado de Comonfort provocó en Chiapas nuevos choques armados, e iniciada aquí de ese modo la Guerra de Tres Años, los poderes locales tuvieron que trasladarse a Tuxtla Gutiérrez, desde donde la legislatura y el poder ejecutivo ratificaron su adhesión a la Constitución de 1857. Don Ángel Albino Corzo promulgó las Leyes de Reforma expedidas por Benito Juárez en el Puerto de Veracruz, y, aunque con grandes esfuerzos, él y quienes lo seguían dieron al fin el triunfo a los principios liberales.

Durante la Intervención y el Imperio, Chiapas estuvo presente en las batallas de Puebla contra la invasión francesa. De aquí salieron, al mando del entonces coronel Pantaleón Domínguez, tropas chiapanecas que después de recorrer más de mil kilómetros penetraron en Puebla y tomaron parte decisiva en los combates de 1863. El general González Ortega, al rendir parte oficial de aquel sitio, dedicó a los chiapanecos las siguientes frases, que mucho los honran: "Permítame usted- decía al Ministro de la Guerra- hacer ante el Supremo Gobierno, aunque parezca inoportuno el lugar, una mención muy especial y altamente honorífica para el Estado de Chiapas, tan pobre y lejano cuanto patriota y amante de la independencia y de las glorias de México. Ese Estado y su digno gobernador fueron de los que más se distinguieron en los servicios prestados al Ejército de Oriente".

Cuando en 1865 la guerra llevó a Benito Juárez y a su Gobierno hasta Paso del Norte, Chiapas, entregada a sus pocos recursos en este otro extremo del territorio nacional, se sostuvo firmemente, animada por los sentimientos que la identificaban con las mejores tradiciones de la patria. Bajo la dirección y mando del general Ángel Albino Corzo, los liberales chiapanecos combatieron a las huestes reaccionarias e imperialistas del Padre Chanona y de Juan Ortega hasta conseguir vencerlas.

A la caída del presidente Lerdo de Tejada el porfirismo se instauró en Chiapas lo mismo que en toda la República; y conforme fue creciendo la preponderancia de los hombres más próximos al dictador, y según se encontraban más y más a sí mismas la teoría y la práctica con que el grupo de los "científicos" acabó gobernando el país, Chiapas padeció lo que todo México: "poca política y mucha administración", traducida esta última en un caciquismo que se perpetuaba, en la entrega de la riqueza general a intereses extranjeros y en la explotación y abandono de los sectores más desheredados.

Y así llegó Chiapas hasta 1910, con heridas y cicatrices que eran prolongación de las del resto de México y con los ojos puestos en iguales empeños y en iguales esperanzas.

Alguien ha dicho que en Chiapas "ni un solo hombre apoyó con las armas en la mano los principios proclamados por el Plan de San Luis, lo que no se supone- añaden- que el señor Madero y su causa regeneradora no hayan tenido fervientes simpatizadores en la tierra heroica de los Gutiérrez y los Corzos". Lo cierto es que a mediados de 1911 estuvo a punto de estallar en Chiapas una grave guerra civil con motivo de la elección de la nueva legislatura y del nombramiento del gobernador interino, que ocuparía el puesto vacante a consecuencia del triunfo de la Revolución y los Tratados de Ciudad Juárez. Se pusieron entonces frente a frente, en diversas formas, la tendencia renovadora alimentada por muchos chiapanecos, y la tendencia retardaría, que arrastraba a

otros, tuvo oportunidad de actuar como fermento catalizador del conflicto la vieja disputa, apasionada, entre los cristobalenses, que querían recobrar para San Cristobal Las Casas la categoría de Capital del Estado, y llevarse allá los poderes locales, y los tuxtlecos, partidiarios de que la capital siguiese siendo Tuxtla Gutiérrez. Hubo levantamiento en diversos pueblos, a los cuales se agitaba, inculcándoseles el descontento, y se predicaba, se armaba y aprestaba para guerrear; se nombró un jefe de la rebelión, movimiento subversivo contra las autoridades constituidas, y el cuartel general rebelde se instaló en San Cristóbal Las Casas.

Tal cariz tomó la lucha, que hacia fines de septiembre don Francisco I. Madero entregado a su campaña electoral por Campeche y Tabasco, hubo de intervenir desde lejos, y el presidente Francisco León de la Barra decidió mandar acá un general inteligente y enérgico- El general Eduardo Paz- con investidura de jefe de las armas en el Estado y algunas tropas de refuerzo.

Pinta el encono y los peligros de aquel choque político armado, que así era de lucha entre quienes falsamente decían apoyar los principios de la revolución maderista y quienes sinceramente se inspiraban en ella, la conducta que el doctor Belisario Domínguez, entonces Presidente Municipal de Comitán, adoptó en su intento de poner coto a la pelea.

En nombre del sufragio efectivo, postulado por Madero, el jefe de las armas insurrectas, Juan Espinoza Torres, telegrafió al doctor Domínguez pidiéndole que Comitán se sumara al movimiento subversivo. Pero lejos de aceptar la invitación, el doctor Domínguez se comunicó con el Presidente Municipal de San Cristóbal Las Casas, a quien envió un telegrama que decía:

"Comitán, Septiembre 16 de 1911. Señor Presidente Municipal, San Cristóbal Las Casas. En beneficio de todos los habitantes de nuestro Estado, cuya tranquilidad se encuentra alterada, ruego a usted se sirva sacar dos copias del mensaje que sigue, una para entregarla, visada por ese H. Ayuntamiento, al señor Juan Espinosa Torres, y otra para mandarla imprimir y repartir a los habitantes de esa culta ciudad. El original se servirá usted presentarlo a esa H. Corporación para sus efectos. Por esa misma vía mando copia del mensaje al H. Ayuntamiento de Tuxtla."

El mensaje que debía imprimirse para repartirlo, decía:

"Señor Juan Espinosa Torres. Contesto su mensaje de ayer. No acepto su invitación por ser lo que me proponen una traición al gobierno legalmente constituido, que está cumpliendo con su deber, Incitando a la revuelta armada a los hijos de esa noble ciudad, está usted cometiendo un crimen que le hará cometer otros muchos, pues usted será responsable ante Dios y ante la patria de toda la sangre de nuestros hermanos que se derrame en la contienda. "Para resolver en qué ciudad deben permanecer los poderes, si en San Cristóbal o en Tuxtla, propongo a usted un duelo entre usted y yo, en estos términos: Dos pistolas idénticas, la una cargada y la otra no, esto ratificado por los padrinos de ambos. Mis padrinos colocarán las pistolas en una bolsa; en seguida, introduciendo usted la mano en ésta, cogerá la pistola que guste; yo cogeré la que quede.

"Cada una de nosotros aplicará su pistola en la frente del otro, y a la voz de uno de los padrinos de usted los dos dispararemos. Infaliblemente uno de los dos debe de caer muerto. Los poderes permanecerán en Tuxtla si usted queda vivo, y en San Cristóbal si quedo vivo yo.

"Este pacto deben comprometerse solemnemente a aceptarlo para siempre los ayuntamientos de ambas ciudades y de los otros municipios del Estado en representación de todos sus habitantes. El duelo se verificará en esa ciudad, adonde me comprometo a ir el día que se me fije.

"Si realmente usted persigue una idea, y cree que para realizarla se necesita sangre, de seguro que no tendrá usted inconveniente en aceptar mi propuesta; de lo contrario los habitantes de esa culta ciudad sabrán calificar la conducta de usted. Espero su contestación. Doctor Belisario Domínguez."

El desafío no siguió su curso porque el señor Espinosa Torres no respondió al reto.

Don Belisario Domínguez, que dos años después de aquello demostraría, desde el Senado de la República hasta dónde el espíritu se hallaba fácil y seguro en el ámbito de la heroicidad, era ya entonces un iluminado, un iluminado provisto de sentido común. Al retar a Juan Espinosa Torres estaba diciéndole, con hombría y sencillez: si usted cree que la disputa sobre cuál ciudad debe ser la capital del Estado vale la pena de que se derrame sangre, que esa sangre no sea la del pueblo chiapaneco. Basta con que ofrendemos la mía o la de usted Para salvar la vida de muchos chiapanecos, yo estoy dispuesto a dar la mía por Tuxtla Gutiérrez; dispóngase usted a dar la suya por San Cristóbal Las Casas.

Señoras y señores: La exposición de motivos del decreto que desde hace 40 años declaró día de fiesta nacional el 14 de septiembre ha permitido que, deteniéndonos unos instantes en el curso de los acontecimientos nos hayamos asomado a la perspectiva pretérita que da a esta fecha todo su significado y valor histórico. Pero las efemérides de un pueblo, si en ellas se recoge lo trascendental, no sólo dan vida a lo pasado; viven también en el presente. Por eso, apartando nuestra vista de lo histórico, debemos fijarla también un momento, fijarla interrogativos, en el sentido vivo y actuante, en la esencia guiadora que pueda encerrar la fecha que conmemoramos. La respuesta acaso nos la dé el breve preliminar del decreto en cuya virtud hoy nos encontramos congregador. Leámoslo con atención y advirtamos que hace de la adhesión de Chiapas a México el símbolo de la unidad nacional. Dice, en parte, lo que sigue:

"Considerando que la conmemoración que atañe al Estado de Chiapas, la de unirse voluntariamente a México, es un hecho que merece ser recordado como símbolo de la unidad nacional, y par testimoniar el reconocimiento de la patria al pueblo chiapaneco, los que suscribimos, diputados miembros de la XLIX Legislatura, de conformidad con nuestras facultades constitucionales y reglamentarias, sometemos a la consideración del Honorable Congreso de la Unión el siguiente decreto", el decreto que ustedes conocen:

¡Qué natural y propio que a propósito del sesquicentenario de la federación de Chiapas a México y de nuestro federalismo, y con motivo del centenario del restablecimiento del Senado, se exalte el principio de la unidad nacional y se le evoque¡ Porque esencia de lo federal es la unión, y mantener lúcida la unión federativa de las entidades que juntas hacen a México, es la más augusta función del Senado de la República. Pero, además de natural y propio conviene decirlo-, qué oportuno. Porque en los tiempos que vivimos, hace falta proclamar un día y otro, salvo que mantengamos nuestros oídos y nuestros ojos ajenos a lo que hora tras hora se dice, se escribe, y se hace en nuestro derredor, cómo es una de nuestras mayores obligaciones fortalecer en todos los mexicanos, mirándonos con franqueza unos a otros, y atentos a los actos de violencia y crueldad, y a las voces apócrifas, y a las conductas perversas subrepticias, y a los designios ocultos, pagados o gratuitos interesados u ociosos, el concepto y el sentimiento de la unidad nacional alumbrada por nuestra inteligencia y movida por nuestras emociones.

Urge, que ratifiquemos con nuestros actos el sentido y la acción de la verdadera unión nacional, una unidad nacional, sincera y limpia, que ataje en la fuente las asechanzas de la desunión; unidad nacional cerrada a cuanto perturba y confunde; inflexible ante todo lo que desvía y desquicia; sorda a lo que desorienta, a lo que engaña, a lo que frustra, porque sólo así conseguiremos desbaratar la obra inconsciente, tan perjudicial para el país como pueda serlo la carestía o la inflación, de quienes no son siquiera capaces de jugarse sus centavos a la carta de la patria, o de aquellos que, insensatos, recogen de la calle- basura levantada por el viento- los rumores tendenciosos, cuando no malignos e inicuos, que mellan y desgastan las posibilidades creadoras del México que estamos obligados a cuidar para que no llegue hecho astillas a poder de nuestros hijos.

Sin duda que México tiene- y perdónese la vanaglorio si la hay-, un Poder Legislativo formado por senadores y diputados alertos y serenos- El juicio incluye, sin la menor reserva, a los señores diputados de la oposición-, un Poder Legislativo que sabrá dictar, en caso de hacer falta, leyes que mantengan incólumes las realidades y promesas constitucionales, ya que estamos seguros de que la Constitución, definidora de nuestras instituciones e instrumento jurídico del orden y la paz, ofrece simultáneamente cauces bastantes para que dentro de la legalidad se canalicen hasta las mayores inconformidades. Y tenemos un Poder Judicial que sabrá castigar a quienes infrinjan esas leyes, y un Poder Ejecutivo que llevará a término cuando esas leyes provean, lo que sin duda se hará inspirándose las decisiones, por encima de cualquier otra consideración, en el bien, generosa y equitativamente entendido, de la nación entera.

Pero ciertos y convencidos de todo eso, no debe ocultársenos que ni la ley ni la existencia de la ley bastan por sí solas, sino que para aplicarla bien se requiere el concurso de la virtud, de la virtud, ciudadana, a la que en este día, que bien pudiera llamarse Día de la Unidad Nacional, debemos dedicar un pensamiento, porque virtudes públicas no es factible la verdadera unidad nacional, o sea la unidad en la diversidad y en la discrepancia política armónicamente coordinadas por la virtud cívica. Y ¿qué tierra mejor que ésta para invocar la unidad nacional y la virtud ciudadana¿ Ambas se yerguen aquí, la una simbolizada en una fecha, 14 de septiembre de 1824; la otra, encarnada en la figura del gran mexicano, nacido en este suelo, y único para su incomparable personalidad, que supo y quiso dar su vida, para bien de la patria, inmolándose por México, hablo otra vez de Belisario Domínguez. Muchas gracias." (Aplausos.)

El C. Presidente: Ha solicitado hacer uso de la palabra en este acto, el ciudadano Gobernador Constitucional del Estado, doctor Manuel Velasco Suárez.

Se le concede el uso de la palabra.

- El C. Gobernador del Estado de Chiapas, doctor Manuel Velasco Suárez:

"La Unidad Federal Nacional de la que forma parte Chiapas, es la estructura para nuestro desarrollo como pueblo y el instrumento insustituible para el fortalecimiento de la República.

Señor Presidente de la República,

Señor Presidente del honorable Congreso de la Unión.

Señor Presidente de la honorable Cámara de Senadores.

Señor Presidente de la honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Señor Presidente de la Gran Comisión de la H. Cámara de Diputados,

Señor Presidente de la Gran Comisión de la H. Cámara de Senadores,

Señor Presidente del Congreso del Estado,

Señores Secretarios de Estado,

Señores Diputados Constituyentes del 17,

Señores Gobernadores de las Entidades Federativas,

Señores ex Gobernadores de Chiapas,

Señoras y señores.

Una porción del todo, por azares contra el destino, es arrancada de la geografía de México y como girón sangrante es artificialmente llevada a los confines mesoamericanos por obra del absolutismo conquistador.

Chiapas en América fue siempre mexicana, grandes y pequeños grupos étnicos integraron aquí lo que ahora podría llamarse una

confederación tal vez republicana, y entre aquellos repúblicos los hubo tan grandes que nos han dejado escrito en piedras monumentales uno de los capítulos que en Palenque más honran a la humanidad.

Cuando los españoles llegan al Anáhuac, conquistan a Chiapas para México, como que de ahí era, y envío Cortés al capitán Luis Marín quien de paso para las Hibueras obliga a los Chiapa al suicidio inmenso que en exhumación de leyenda revivimos en el cañón de El Sumidero.

Diego de Mazariegos funda en la serranía central de esta provincia, Ciudad Real, para México también, y pasan muchos años para que por razones administrativas sea Chiapas jurisdiccionada a la audiencia de los confines y su capitanía general; sin haberle pedido su consentimiento, sin haber antes estableciéndose el diálogo, y menos, haber tomado en cuenta su voluntad y así pasan largos, muy largos trescientos años, y es después de una larga jornada deshumanizante en la que por sufrimiento de nuestros indios padres, surgen figuras enhiestas representadas por Las Casas que se adelanta mil años a la historia, y sus conceptos para defender los derechos del hombre son todavía vigentes.

-1824- coincide esta celebración de nuestro sequicentenario de mexicanidad, aquí, con el de la República Federal que fortalece su autenticidad con Chiapas, con el del Centenario del Senado, y en aquellos días en que parecen perder la luz los nueve cielos del cosmos maya, cuyo dolor todavía se siente, con el choque de un mundo nuevo contra la supremacía europea, con el triunfo de Bolívar en Ayacucho y con quinientos años de fray Bartolomé, que sigue viviendo con su ideal de que todos los hombres nacen libres, y nadie puede consular la libertad de los demás sin comprometer la suya dignidad propia

Para aquellos tiempos, en que la religión era absolutista, el iluminado dominico señala que es mucho más importante respetar la libertad de los naturales, que imponerles la doctrina, hoy vuelve a escucharse su voz cuando es la violencia la que quisiera esclavizar la razón, también entra en el análisis de asuntos tan delicados, que podrían ser hoy, tesis de discusión científica, cuando dice que la naturaleza hace a todos los hombres semejantes; muy de cuando en cuando parece equivocarse intencionalmente tal vez, ¡ para que el hombre compruebe que por excepción es distinto¡ y también ocurre que entre esos monstruos lo son más, cuando quieren sujetar la conciencia de los otros. ¡Cómo defendió aquel iluminado varón a los indios americanos! Tuvo aquí en Chiapas una de sus tribunas que mucho nos honra, por eso, Chiapas tiene un sitio de responsabilidad mayor en la búsqueda de mejores caminos para defender siempre los derechos de los hombres, para entender sus deberes frente a la dignidad de los demás y hasta para preferir muchas veces sus propios sacrificios y darlo todo, que guardarse para sí lo que una naturaleza generosa supo hincharle.

Antes del Santo Grito de Dolores por la libertad de la patria original, Chiapas sentía la aflicción del hijo que no puede ser ajeno a las preocupaciones de su casa y unos días antes de proclamarse la Independencia de México, ya en la efervescencia de la gran hoguera en la que deben quemarse la esclavitud y el oprobio, surcan por sus cielos destellos de Independencia y Libertad, preparatorios para que cuando la patria excelsa logre su autonomía, encuentre preparado al hijo, que va a sumarse para la gran tarea de integración y construcción del hogar nuevo para los mismos padres con su familia entera.

Así el 28 de agosto de 1821 escuchamos la primera llamada de atención, el primer grito de la libertad pronunciado por fray Matías de Córdova en Comitán y el 3 de septiembre de ese mismo año, en Ciudad Real, la capital entonces de la provincia, se hace la declaración que independiza a Chiapas de la corona española y de la capitanía de Guatemala, para poder decidir de acuerdo con sus orígenes la que habrá de ser su nacionalidad.

Enviado que fue don Pedro José Solórzano a la regencia imperial, llenados los requisitos, como presentados los poderes y la solicitud de reforma el 16 de enero de 1822, la provincia de Chiapas fue incorporada, gozando de las prerrogativas y derechos de los demás mexicanos. Sería gobernada por las mismas leyes y protegida por todos los auxilios necesarios para su seguridad y conservación. Así quedó legalmente la provincia de Chiapas en el Imperio mexicano, su llegada fue espontánea, y la recepción entusiasta y de alegría. Mandó Chiapas sus diputados al Congreso Constituyente de 1822 y continuó fiel a su juramento.

La restauración del Constituyente y la abdicación de Iturbide, a consecuencia del triunfo de los planes de Veracruz y Casa Mata, produjeron en Chiapas una situación difícil, que fue salvada gracias al buen sentido de las autoridades en Ciudad Real.

Solicitada la provincia por el general Filisola desde Guatemala, para que se incorporarse a aquella nación recordándole su pasada dependencia, apremiada por otra parte por intereses creados en favor de México, temerosas sus autoridades de aceptar un partido sin pleno conocimiento de causa, resolvieron reasumir la autoridad y promover a las necesidades públicas mientras se tomaban una medida prudente.

En junta celebrada el 8 de abril de 1823, en el mismo día en que el Congreso declaraba nula de derecho la coronación de Iturbide, las autoridades en Chiapas convocaban a los partidos para que eligieran a un representante en la capital, ampliamente autorizada para resolver principalmente, si el pacto de unión a México estaba o no con el cambio de gobierno.

Aceptaron los partidos gustosos la invitación, nombraron sus representantes, diez de los cuales instalaron solemnemente la Junta en la capital Ciudad Real el 4 de junio del mismo año y después de tres días de acalorada discusión sobre el gravísimo asunto, de si estaba o no roto el pacto de unión a México resultó empatada la

votación. No se quiso- apunta Larrainzar-, recurrir a la suerte en asuntos de tanta importancia, y que la mano de la fatalidad sacase de la urna el voto terrible que iba a decidir el destino de toda provincia; se desechó igualmente el arbitrio de esperar a los dos diputados que faltaban y la Junta se erigió en suprema provisional a propuesta de los representantes de Comitán y Tuxtla hasta que se declarase cuál habría de ser el camino si por México o Guatemala.

Esta Junta Suprema que contaba con la adhesión incondicional de los partidos y poseída de la importancia y gravedad de su misión decreto el 30 de julio de 1823 que ella estaba,- la provincia de Chiapas- legítimamente reunida y representada, que libre e independiente de México y de toda otra autoridad se hallaba en estado de resolver lo que mejor le conviniese.

Cuando la Junta gozaba de mayor prestigio y había dictado las medidas más acertadas para el gobierno de la provincia el general Filisola llegó a Ciudad Real procedente de Guatemala con su división expedicionaria el 5 de septiembre (1823), disolvió la Junta, reinstaló la diputación provisional, puso en posesión al jefe político don José Manuel Rojas, obligó a las autoridades a jurar obediencia al Congreso y al Ejecutivo de México.

La Junta antes de ceder a la fuerza, acordó reservarse el derecho de sus comitentes y poseída de justa y legítima indignación dirigió a Filisola una nota protestatoria digna de aquella respetable asamblea, en la que debemos recordar a Manuel de J. Robles, Carlos Castañon, Martín de Esponda, Fernando Luis Corona, Manuel Espinosa, Joaquín Miguel Gutiérrez, Ignacio Escarra y otros.

Semejante atentado ultrajante del honor de un pueblo, que aunque débil tenía la conciencia de su derecho, enardeció los ánimos y los rebeló creando el Plan llamado de 'Chiapas Libre', cuyo objeto principal fue sostener que la provincia de Chiapas era libre e independiente de cualquiera autoridad externa. Reinstalada la Junta Provisional expidió un Manifiesto al pueblo para calmar la inquietud y exhortándolo para que 'todas las poblaciones, ayuntamientos y personas ilustradas expresasen su opinión con entera libertad sobre el delicado asunto de la suerte de la provincia..."

A fin de explorar esa opinión la Junta dirigió a los partidos el 24 de marzo de 1824 una circular para que cada uno de ellos dijese con franqueza si se declaraba por México, por su autonomía o por Guatemala, fundando su voto pues la Junta no haría otra cosa que computarlo y hacer la declaración solemne del pronunciamiento a la 'base de población'.

En esa circular notable por muchos conceptos y en la que se reveló la mayor buena fe y el noble criterio de sus autores, se decía que la suprema Junta apelaba al pueblo porque aunque habría sido para ella un día de gloria balancear las ventajas que pudieran resultar a la provincia al ser parte integrante de una de las dos naciones, había palpado también innumerables escollos.

Hecha la Convocatoria al pueblo que debía decidir soberanamente de sus destinos, adquirió la Junta una respetabilidad indiscutible y un asentamiento general que vinieron a confirmarse por el Decreto del Congreso Constituyente Mexicano del 26 de mayo de 1824 provocado por los acontecimientos relatados, que previno al gobierno de México que tomara todas las providencias convenientes para dejar en absoluta libertad a la provincia de Chiapas.

La Secretaría de Relaciones en cumplimiento de este Decreto propuso al gobierno de Guatemala que enviara como lo haría México una comisión que presenciara el solemne pronunciamiento de la provincia.

Cuando el Decreto del 26 de mayo y el comisionado de México, señor Javier Bustamante llegaron a Chiapas, estaban ya la mayoría de las actas de los partidos en poder de la respetable comisión encargada por la Junta para revisarlo; la comisión hizo el cómputo con estricta escrupulosidad, presentó su dictamen, corrió éste los trámites reglamentarios y señaló el día 12 de septiembre para considerar la solución del asunto más serio ventilado en la provincia.

En aquel día de entera recordación en un examen minucioso del dictamen, de las actas, informes y comprobantes; de todas las constancias apareció que en la provincia compuesta de doce partidos y 104 pueblos con 172,953 almas, 15, 724 habitantes, no manifestaron su opinión decisiva; 60,400 estuvieron por la anexión a Guatemala y 96,953 por la Federación a la República Mexicana.

En vista de ese resultado la Junta declaró legítimamente pronunciada la provincia de Chiapas en favor de los Estados Unidos Mexicanos.

El día 14 se hizo la declaración solemne con las mayores muestras de regocijo y satisfacción, discursos, música, repique general, misa mayor Té- deum, felicitaciones a la junta y a cuanto pudo demostrar el pueblo, se interpreta con sinceridad sus sentimientos, al tratarse del acontecimiento más importante de su existencia.

La sugestiva historia de nuestro querido Chiapas cerró así un capítulo de su fugaz tránsitos por los caminos de la elección, a veces contradictorios para la maduración.

El precedente sin ejemplo de buscar y consultar con la conciencia democrática y prosternarse ante ella como la expresión de la verdad y la belleza rindiendo culto a la imagen mas fiel de la soberanía popular, es indiscutiblemente no un acto aislado, sino la acumulación de decisiones previas, reflejos de la historia y tradiciones nuestras, que ahora son honradas con unción, por ventura para el pueblo chiapaneco que es el mismo de siempre, por la nación entera representada aquí por los tres Poderes de la Unión.

Chiapas, como dice Lafragua, "ha guardado para México inquebrantable fidelidad, sufriendo con heroico aliento, ya los males causados por nuestras guerras civiles, ya las que han sido consecuencia de los cambios que ha sufrido

forma de gobierno, ora sosteniendo los principios liberales, ora defendiéndose de la tiranía doméstica y en medio de la invasión extranjera, cuando México ha visto hollada su soberanía Independencia, ha defendido no sólo los principios republicanos y federativos sino que ha dado nobilísmo ejemplo de reconocer y respetar gobierno legítimo de la República demostrando una voluntad firme y una fe constante, con entrada lealtad".

Chiapas ha teñido con su sangre el color rojo de la Bandera nacional cuando ésta lo ha requerido, sellando el pacto de su unión ha gozado también de los beneficios de la paz y el derecho y tiene esperanza y fe en presente y porvenir de México.

Así, somos mexicanos por nuestro origen, por tierra y por la voluntad. Iguales sin embargo, los demás Estados. Luchamos al parejo de dos y nos sentimos contentos por compartir que tenemos sin desencantos ni reproches. Estamos orgullosos de México y todos los días tratamos de ser más dignos de la ciudadanía acogida.

En esta conmemoración nacionalista de gran significado para la patria entera, tenemos el honor de ver testificado este renovado patriotismo por el Presidente de la República y los representantes de los Poderes Legislativos y Judicial, que determinaron, como dice el Presidente Echeverría, enaltecer la gran jornada de mexicanidad por la que el pueblo chiapaneco, por su libre voluntad decidió hace 150 años unir sus destinos a los del resto del país.

Habida cuenta de nuestro reconocimiento a regímenes pasados y a los gobernadores que en su tiempo cumplieron debidamente en Chiapas, es satisfactorio señalar que estamos viviendo una de las etapas más decisivas en el progreso de la Entidad, díganlo si no los 2,800 kilómetros más de carreteras logradas en los últimos tres años, la electrificación rural y el mejoramiento de las instalaciones urbanas en 330 pueblos antes oscuros y abandonados a su invalidez, servicios de agua potable aun en poblaciones pequeñisimas con esfuerzos que son toda una proeza entre montañas y acantilados, centros y casas de salud, aplicaciones y remodelaciones hospitalarias, tres hospitales nuevos, clínicas- hospitales modernísimos de las instituciones de seguridad social que dignifican a la medicina contemporánea, nuevos distritos de irrigación y drenaje, aprovechamiento de recursos estuarianos, acuacultura, apertura de nuevas áreas al cultivo e incremento ganadero en 60%, inversiones en las hidroeléctricas más importantes del país, aprovechamiento del petróleo (más de 200,000 barriles diarios), construcción de una planta endulzadora de gas y aprovechamiento de azufre, así como el generoso ofrecimiento del Jefe de la nación para crearse una futura refinería de Pemex en esta Entidad, que hoy tiene la nueva fortuna de suscribir con energéticos para la patria su federación sesquicentenaria a la República.

En educación las cifras y los valores han cambiado a nuestro favor, de 70 maestros anuales ahora recibimos 700, de 3,100 estudiantes de secundaria hace 5 años, hoy estamos llegando a los 33,000; tenemos 1,500 nuevas aulas de primaria para 80,000 niños más y nos ha dado el señor Presidente un excelente Instituto Tecnológico Regional a la altura de los mejores del país, 35 secundarias tecnológicas agropecuarias e impulsado a todas nuestras escuelas preparatorias y normales, fundamentalemente a nuestro Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas. Las comunicaciones todas se han superado, con aeropuertos mejorados por aviones jet; se han multiplicado las oficinas de correos , telégrafos y teléfonos; contamos con una estación de radio comunidad indígena dentro de uno de los seis programas multisectoriales de desarrollo regional que tenemos en marcha en el Estado, en que participan Naciones Unidas, específicamente UNICEF, FAO, OMS, UNESCO y UNDESA.

Los tiempos nuevos con el Presidente Echeverría revitalizan a nuestro Estado con Puerto Madero, que abre un nuevo cause al desarrollo de México, con Chiapas en el mar fortaleciendo nuestro comercio e intercambio cultural con el mundo.

¡Juntos en la auténtica identidad de los mexicanos vivimos sintiendo cómo se dilata el alma de la Patria!

¡Cuánto de común tenemos¡ ¡Y cuán pequeñísimas son nuestras diferencias¡ Tiene razón el Presidente Echeverría cuando en cátedra política de moral nacionalista nos exhorta para buscar el desarrollo compartido y la unificación más vigorosa entre los mexicanos que ahora viene a alentar, agigantando la jornada de nuestra alianza popular.

Estamos empeñados en el esfuerzo espiritual y económico que exige la realidad mundial amenazante en el momento actual, y en la selección de lo mejor para nuestra juventud en la evolución cambiante de la cultura, en el marco de la historia y de la conciencia de la Revolución Mexicana, aprendamos recordando, cambiando el aislamiento y los contactos esporádicos por el diálogo directo y el ejercicio de la democracia, por eso el pueblo de Chiapas pone sus talentos y también sus brazos en favor del progreso de todos los mexicanos. Además de los recursos de sus ríos, del aceite milenario del subsuelo, sus maderas, sus valles agrícolas y montañas de café y cacao, su océano y sus nuevos cielos de aquel cosmos que nuestra herencia espiritual, por mi conducto este pueblo ofrece su mayor devoción al trabajo y se propone producir más y quiere abrir el mar así como las entrañas de la tierra y poner también al servicio de la patria sus minerales, que ya es tiempo de sacarlos, beneficiarlos y distribuirlos todo mejor.

Por supuesto deseamos participar cada vez más eficazmente con nuestros recursos humanos y para ello estamos preparando a los niños y a nuestro renuevo juvenil; con tal propósito hoy con el apoyo del señor Presidente de la República a quien debemos el más importante jalón de nuestra historia en muchas obras físicas, pero sobre todo en el refrendo a los valores morales del honor y la justicia con la educación, quiero anunciar en esta fecha

HISTÓRICA que vamos a crear la Universidad Autónoma de Chiapas y que hoy mismo enviaré al H. Congreso Local de la Iniciativa de ley para su estudio y promulgación en su caso, del Decreto correspondiente.

En nombre de quinientos mil indígenas y más de un billón de representantes del mestizaje, que juntos constituimos la base y energía de nuestra mexicanidad, permítaseme que pida a ustedes renovar aquel plebiscito ejemplar que decidió nuestro destino, en un día como éste de septiembre de 1824 y rogarle al señor Presidente de la República acepte nuevamente y para siempre nuestro juramento a la bandera que tanto amamos y ha puesto por primera vez en la historia de Chiapas, el Jefe de la nación, en nuestras propias manos para el corazón de Chiapas y otra vez jurando el pacto federal fortalezcamos la alianza nacional bajo el mandato supremo de nuestra Carta Magna.

Unidos todos con el Presidente Echeverría por México.

Cumpliendo con el mandato del pueblo, representado por la Legislatura Local del Estado con el debido permiso de esta H. Asamblea, me es muy grato imponer la presea "Chiapas" a su más digno recipiendario dando lectura al Decreto correspondiente que a la letra dice:

"Por Decreto número ochenta y cinco de la H. Quincuagésima Primera Legislatura Constitucional del Estado Libre y Soberano de Chiapas, en uso de sus facultades que le concede la Constitución Política Local, se declaró a mil novecientos setenta y cuatro, "Año de la Mexicanidad de Chiapas", y el artículo octavo dice a la letra:. . . "La Comisión Estatal para la Conmemoración del Sesquicentenario de la mexicanidad chiapaneca invitará respetuosamente al C. Presidente de la República para otorgarle la presea "Chiapas", cuando durante su gestión se ha dado a Chiapas el mayor impulso y apoyo del Gobierno Federal, se invitará asimismo a la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación, al H. Congreso de la Unión, a los CC. Secretarios de Estado, a los CC. Gobernadores, a los CC. representantes de las HH. Legislaturas de los Estados del país, a una reunión en la cuidad de Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas, para el día catorce de septiembre de mil novecientos setenta y cuatro, que constituya el homenaje del pueblo a nuestros próceres, que ratifique la decisión de Chiapas de permanecer para siempre unido y filialmente leal a la nación mexicana y que ratifique la fe en el sistema federal como la única forma de gobierno para México.

Por cuanto el C. licenciado Luis Echeverría ha venido en ocasión de la celebrada señalada y con los Poderes Federales ha copresidio la Sesión Solemne que el H. Congreso de la Unión acaba de celebrar en esta ciudad para honrar el sequicentenario de la mexicanidad, el pueblo de Chiapas y su Gobierno, se honran en hacer recipiendario de su reconocimiento y gratitud al C. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos." (Aplausos.)

(Se impone la presea y para constancia firma la presente: Dr. Manuel Velazco Suárez, Gobernador Constitucional del Estado; C. licenciado Gamaliel Becerra Ochoa, Presidente del H. Tribunal Superior de Justicia del Estado; C. licenciado diputado Mariano Cantoral, Presidente del H. Congreso del Estado.)

MENSAJE

El C. Presidente: Tengo el gusto y el alto honor de conceder el uso de la palabra al C. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Licenciado Luis Echeverría Alvarez.

- El C. Presidente de la República, Licenciado Luis Echeverría Alvarez.

En brevísimas palabras, quiero expresar a los chiapanecos todos el alborozo de México entero porque al lado de los Poderes de la Unión han celebrado con austeridad republicana los 150 años de la fecha en que, democráticamente y con libertad, ratificaron su esencial mexicanidad.

Este ha sido un dramático y victorioso proceso de integración de nuestra nacionalidad; y con nuestras viejas raíces indígenas y españolas, con nuestro mestizaje étnico y cultural -del que estamos legítimamente orgullosos-; con nuestra determinación de afirmarnos vitalmente, con la mirada puesta en el porvenir, habrá México, unido, unido en todo lo esencial, de continuar defendiendo y reafirmando lo más valioso de sus intereses, para seguir construyendo con vigor esa patria, que es la esencia y la razón de todos nuestros esfuerzos; con un espíritu que queremos entregar a las nuevas generaciones, para que vivan para la patria, como lo han hecho lo mejor de las generaciones de la Independencia, de la Reforma y de la Revolución. Porque cada uno, dentro de la patria, habrá de realizarse, con la plenitud que queremos para todos, hacia un porvenir sin límites.

Hemos venido a celebrar la mexicanidad invariable de Chiapas, que queremos para todas las entidades federativas como una disposición profunda del espíritu de México.

Así se hacen y así viven las naciones. La nación que estamos construyendo aglutina contradicciones históricas, coordina esfuerzos antes en dispersión; revitaliza mayoritariamente todas las energías, que seguirán venciendo a las pequeñas dificultades transitorias, que no vienen a ser, señores, sino el mejor reto y el más claro estímulo para el esfuerzo continuado y la superación.

Reciban de todos los mexicanos, los chiapanecos, los saludos llenos de cordialidad que los tres Poderes de la Unión les hemos traído. Reciban el brazo profundo, que nos une a todos los mexicanos para continuar en la ruta ascendente de nuestra patria. (Aplausos.)

IMPRESIÓN DE DISCURSOS

El C. Presidente del Congreso: Esta presidencia, en virtud de los brillantes discursos que hemos escuchado esta mañana, dispone que sean impresos para ser divulgados en todo el territorio de la patria y especialmente en Chiapas.

AGRADECIMIENTO

En este día, tan justa y bellamente llamado Día de la Unidad Nacional, esta Presidencia también cree de justicia felicitar a todos los señores diputados que organizaron en sus diferentes aspectos esta sesión solemne de Congreso General y si ustedes me permiten unos segundos más, queremos por último agradecer y reiterar la presencia del C. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Luis Echeverría Alvarez; el señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, licenciado Euquerio Guerrero; del Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas, doctor Manuel Velasco Suárez; de los señores Secretarios de Estado, licenciado Mario Mora Palencia y licenciado Emilio O. Rabasa; del señor Presidente del Congreso Local, licenciado Mariano Cantoral; del señor Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, licenciado Gamaliel Becerra; del Presidente Municipal de Tuxtla Gutiérrez, licenciado Ricardo Borges Benítez; así como también de los señores ciudadanos Gobernadores: doctor Pedro Zorilla Martínez, del Estado de Nuevo León, licenciado Mario Trujillo García, Gobernador del Estado de Tabasco y señor Carlos Loret de Mola, Gobernador del Estado de Yucatán; así como de todas las autoridades e invitados especiales que con su asistencia contribuyeron a dar mayor realce a esta solemne sesión.

Por último, se ruega a las Comisiones nombradas acompañen a nuestros distinguidos invitados cuando deseen abandonar este Recinto.

(Las Comisiones cumplen su cometido.)

El C. Secretario José Octavio Ferrer Guzmán: Señor Presidente, se va a dar lectura al acta de la presente sesión.

ACTA

- El mismo C. Secretario:

Acta de la sesión solemne celebrada por el H. XLIX Congreso de la Unión, el día catorce de septiembre de mil novecientos setenta y cuatro. Presidencia del C. diputado Fedro Guillén Castañón.

En la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, a las once horas y treinta minutos del sábado catorce de septiembre de mil novecientos setenta y cuatro, se abre la sesión solemne de Congreso General en Teatro Alameda, declarado recinto oficial del H. Congreso de la Unión, con asistencia de ciento setenta y ocho diputados y cincuenta y cinco ciudadanos senadores, según declara la Secretaría una vez que pasa lista.

Para recibir e introducir al recinto en su oportunidad al C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, la Presidencia designa a los siguientes legisladores:

Diputado Mario Ruiz de Chávez, senador Gabriel Leyva Velázquez, diputado Luis del Toro Calero, senador Oscar Flores Tapia, diputado Antonio Marquez Báez y senador Ramiro Yáñez Córdoba.

Para introducirlo al Salón, a los siguientes funcionarios: licenciado Euquerio Guerrero, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; doctor Manuel Velasco Juárez, Gobernador Constitucional del Estado; licenciado Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación; licenciado Emilio O. Rabasa, Secretario de Relaciones Exteriores; doctor Jorge Jiménez Cantú, Secretario de Salubridad y Asistencia; C. Mariano Calderón, Presidente del Congreso Local; C. Gamaliel Becerra, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado; licenciado Ricardo Borges Benítez, Presidente Municipal de Tuxtla Gutiérrez, se designa a los siguientes ciudadanos representantes:

Diputado Humberto Mateos Gómez, senador Miguel Ángel Barberena, diputado Mariano Araiza Zayas, senador Luis M. Farías, diputado José Ortiz Arana, senador José Rivera Campos, diputada María Guadalupe Cruz Aranda, senador Braulio Fernández Aguirre y diputado Humberto Hernández Haddad.

Momentos después el C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente de los Estados Unidos mexicanos, acompañado de la Comisión nombrada al respecto, hace su entrada al recinto y se rinden los honores a su alta investidura. La Presidencia manifiesta a la Asamblea que la Cuadragesimanovena Legislatura del H. Congreso de la Unión, da cumplimiento al artículo único del Decreto aprobado por el H. Congreso de la Unión el veintinueve de diciembre de mil novecientos setenta y tres, que señala este día, 14 de septiembre de mil novecientos setenta y cuatro, para que se celebre con esta sesión solemne de Congreso General, el sesquicentenario de la Federación del Estado de Chiapas a la República Mexicana, con asistencia de los representantes de los Poderes Ejecutivo y Judicial de la Federación.

A continuación, para referirse a la importancia de dicho acontecimiento, hacen uso de la palabra el C. diputado Píndaro Urióstegui Miranda y el C. senador Martín Luis Guzmán.

Previa solicitud al respecto, la Presidencia concede el uso de la palabra al doctor Manuel Velasco Suárez, Gobernador Constitucional del Estado.

En el uso de la palabra el C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, expresa a los chiapanecos alborozo de México porque al lado de los tres Poderes de la Unión han celebrado con austeridad los ciento cincuenta años de la fecha en que, democráticamente y con libertad, ratificaron su esencial mexicanidad.

Finaliza manifestando a los chiapanecos que reciban de todos los mexicanos los saludos de cordialidad que los tres Poderes de la Unión les han llevado, y que un abrazo profundo una a todos los mexicanos para continuar en la ruta ascendente de nuestra Patria.

La Presidencia expresa que en virtud de los brillantes discursos escuchados, dispone que sean

impresos para ser divulgados en todo el territorio de la Patria y especialmente en Chiapas.

A nombre del Congreso de la Unión agradece la presencia del Primer Mandatario de la Nación, licenciado Luis Echeverría Alvarez, así como de todos los distinguidos invitados y, de igual manera, a los ciudadanos gobernadores de los Estados de Tabasco, Yucatán y Nuevo León; y de las autoridades e invitados especiales, que con su asistencia contribuyeron a dar mayor realce a la sesión solemne.

Con los honores de ordenanza y acompañado de la Comisión que lo introdujo, el ciudadano Presidente de la República se retira del Salón.

Lo propio hacen los distinguidos invitados, acompañados por las Comisiones designadas para atenderlos.

A las catorce horas y cinco minutos se levanta la sesión solemne de Congreso General.

- El C. Presidente (a las 14:05 horas): Se levanta la sesión solemne de Congreso General.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"