Legislatura XLIX - Año III - Período Comisión Permanente - Fecha 19760623 - Número de Diario 27
(L49A3PcpN027F19760623.xml)Núm. Diario:27ENCABEZADO
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA COMISIÓN PERMANENTE
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
XLIX LEGISLATURA
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921
AÑO III
México, D.F., Miércoles 23 de Junio de 1976
TOMO III.- NÚM. 27
SESIÓN SOLEMNE
SUMARIO
Comisiones
La presidencia designa las comisiones que deberán introducir al Salón al excelentísimo señor general Kjell Eugenio Laugerud, y a los Presidentes de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación y de la H. Cámara de Senadores.
Invitados de honor
La Secretaría da lectura a los nombres de los invitados a esta sesión solemne
Bienvenida
El C. diputado Carlos Sansores Pérez, Presidente de la Asamblea, a nombre de la Comisión permanente da cordial bienvenida al ilustre visitante.
Agradecimiento
Del Presidente de Guatemala, al pueblo y gobierno de México, por la ayuda que recibieron los guatemaltecos en la reciente catástrofe acaecida en aquel país. A continuación el general Laugerud hace entrega al C. diputado Sansores Pérez de una placa alusiva.
Las mismas comisiones que introdujeron al ilustre visitante y a los presidentes de la Suprema Corte y del H. Senado los acompañan al retirarse del salón.
Acta
Se da lectura y se aprueba el Acta de la presente sesión. Se levanta la sesión solemne.
DEBATE
PRESIDENCIA DEL C. DIPUTADO CARLOS SANSORES PÉREZ
(Asistencia de 25 ciudadanos legisladores.)
APERTURA
- El C. Presidente (a las 11:30 horas): Se abre la sesión solemne de la Comisión Permanente de la XLIX Legislatura al Congreso de la Unión, para recibir al excelentísimo señor general Kjell Eugenio Laugerud, Presidente de la República de Guatemala, que se encuentra en visita de Estado en nuestro país.
COMISIONES
Se designa en comisión para introducirlo a este Recinto a los CC. senador Salvador Gámiz Fernández Aguirre, diputado Filiberto Soto Solís y diputado Raúl Gómez Danes.
Se les ruega cumplan con su cometido oportunamente.
Para introducir al C. Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Senadores, se designa a los CC. senador José Rivera Pérez Campos, senador Félix Vallejo Martínez y diputado Ernesto Baéz Lozano. Se les ruega cumplan con su cometido.
INVITADOS DE HONOR
El C. Presidente: La Secretaría deberá dar lectura de la lista de invitados especiales que asisten a esta sesión.
El C. secretario Juan Sabines Gutiérrez: Señor Presidente, se va a proceder a dar lectura a la lista de invitados especiales que asisten a esta sesión. Honorable Cuerpo Diplomático acreditado en el país, Diplomáticos y funcionarios de la Embajada de Guatemala en México, C. licenciado Federico Barrera Fuentes, Embajador de México en Guatemala, licenciado Mario G Rebolledo, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, profesor y senador Enrique Olivares Santana, Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Senadores, Diputados y senadores que integran la XLIX Legislatura.
Secretarios de Estado: doctor Oscar Brauer Herrera, Secretario de Agricultura y Ganadería; general de división DEM, Hermenegildo Cuenca Díaz, Secretario de la Defensa Nacional; ingeniero Víctor Bravo Ahuja, Secretario de Educación Pública; licenciado Sergio García Ramírez, Subsecretario de Gobernación; licenciado Mario Ramón Beteta, Secretario de
Hacienda y Crédito Público; licenciado José Campillo Sáinz, Secretario de Industria y Comercio; C. almirante de C.G. D.E.M.N., Luis M. Bravo Carrera, Secretario de Marina; ingeniero Luis Enrique Bracamontes, Secretario de Obras Públicas; licenciado Francisco Javier Alejo López, Secretario del Patrimonio Nacional; licenciado Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria; licenciado Alfonso García Robles, Secretario de Relaciones Exteriores; Julio Hirschfeld Almada, Secretario de Turismo; licenciado Octavio Sentíes Gómez, Jefe del Departamento del Distrito Federal; general de División ingeniero Ind. Javier Jiménez Segura, Jefe del Departamento de la Industria Militar; licenciado Pedro Ojeda Paullada, Procurador General de la República; licenciado José Tdzib Cardoso, Primer Subprocurador; licenciado Abel Treviño Rodríguez, Presidente del Tribunal Superior de Justicia.
Comitiva del Excmo. Presidente de Guatemala: doctor Adolfo Molina Orantes, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Guatemala; licenciado Jorge Lamportet, Ministro de Finanzas Públicas de la República de Guatemala; ingeniero Ricardo Argüedas Martínez, Ministro de Comunicaciones y Obras Públicas de la República de Guatemala; licenciado Eduardo Palomo Escobar, Ministro de Economía de la República de Guatemala; general Otto Guillermo Spiegeler N., Jefe del Estado Mayor General de la República de Guatemala; coronel Arturo G. de la Cruz G., Jefe del Estado Mayor Presidencial de la República de Guatemala; C. Antonio Chocano Batres, Embajador Director de Protocolo de la República de Guatemala; licenciado Edgar Sarceño Morgan, Morgan, Director de Servicios Diplomáticos de la República de Guatemala; licenciado Manuel Villacorta Vilman, Embajador de Guatemala en México; Julio Maza, Director de Fomento Cooperativo de la República de Guatemala; licenciado Roberto Girón Lemus, Secretario de Relaciones Públicas de la Presidencia de la República de Guatemala; teniente coronel Mariano Rayo Ovalle, Gerente de GUATEL; doctor Juan Paiz Rodríguez, médico personal del señor Presidente de la República de Guatemala.
Doctor Guillermo Soberón Acevedo, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; ingeniero José Gertl Valenzuela, Director del Instituto Politécnico Nacional.
Cruz Roja Mexicana y personal de esta Benemérita Institución: Señor Enrique Madero Olivares, Presidente del Consejo de Directores de la Cruz Roja Mexicana; Enrique Hernández Pons, Vicepresidente del Consejo De Directores de la Cruz Roja Mexicana; Miguel de la Vega, Vicepresidente del Consejo de Directores de la Cruz Roja Mexicana; Guillermo González Nova, Vicepresidente del Consejo de Directores de la Cruz Roja Mexicana; Humberto Aceves y Aceves, Director General de la Cruz Roja Mexicana.
Funcionarios y Empleados de las Siguientes Dependencias, quienes participaron en las tareas de Solidaridad con el Pueblo y Gobierno de Guatemala: Secretaría de Salubridad y Asistencia, Secretaría de obras Públicas, Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de Marina,
CONASUPO.
Representantes de la Cámara de la Industria Farmacéutica que proporcionaron productos médicos.
Directores de Empresas Descentralizadas y de participación Estatal y Mayoritaria.
- El mismo C. Secretario: Nos acompañan igualmente los CC. diputados Constituyentes licenciado y senador Celestino Pérez y Pérez y el C. capitán Cándido Avilés. (Aplausos.)
Asimismo el C. Contador Público Salvador Sánchez Vázquez, Director General del Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado.
(Aplausos.)
El C. Presidente: En espera del C. Presidente de la República de Guatemala, se declara un receso.
(Receso.)
El C. Presidente: Se reanuda la sesión.
- El C. secretario Juan Sabines Gutiérrez:
Se encuentra a las puertas de ese Recinto el excelentísimo señor general Kjell Eugenio Laugerud García, Presidente de la República de Guatemala. Se ruega a los presentes ponerse de pie. (Aplausos.)
(La Comisión cumple su cometido.)
BIENVENIDA
El C. Presidente: Señor Presidente de la República de Guatemala, Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, señor Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Senadores, señores diputados Constituyentes, señores Secretarios de Estado, honorable Cuerpo Diplomático acreditado en el país distinguidos invitados, señoras y señores, honorable Asamblea:
"Este nuevo acercamiento de los pueblos de Guatemala y México, a través de la presencia en nuestro país del señor presidente Laugerud, es un acto de honda significación moral y política. Reaviva viejas solidaridades históricas y refuerza la identidad de nuestras aspiraciones e intereses comunes. Las características del mundo contemporáneo imponen a todos los pueblos compromisos ineludibles. Avanzamos sobre un camino lleno de asechanzas, porque todo esfuerzo de liberación entraña la necesidad de un reordenamiento de las relaciones entre los débiles y los poderosos y de los débiles entre sí. Una paz endeble y quebradiza fincada en el miedo y la amenaza latente, parece ser el destino ineluctable para la Humanidad.
Los países poderosos siguen aplicando la vieja máxima "si quieres la paz, prepara la guerra", fórmula que se manifiesta actualmente en la carrera armamentista. El famoso equilibrio del terror, basado en la convicción universal de que el primer estallido nuclear marcaría el principio del fin para todo el género humano,
está muy lejos de constituir la paz verdadera.
En el año de 1975, los gastos mundiales en armamentos ascendieron a tres billones y quinientos mil millones de pesos. En lugar de que el esfuerzo social de la humanidad esté destinado a procurar bienestar generalizado, a alejar el fantasma del hambre, a reducir la ignorancia, a combatir la enfermedad y la desnutrición, casi todas las naciones del mundo emplean enormes recursos en la fabricación y compra de implementos bélicos.
La producción de alimentos, la apertura de nuevas fuentes de trabajo, la educación, las investigaciones médicas, alcanzarían niveles óptimos que permitirían hacer a muchos millones de hombres menos infelices, si los fondos que se han empleado en los últimos treinta años en el comercio mundial de armamentos, se hubiesen utilizado para fines pacíficos. Sin embargo, el temor y la desconfianza, las aspiraciones hegemónicas y el afán de fincar la prosperidad propia sobre la explotación de los demás, obligan a todos los pueblos a dedicar los frutos de su esfuerzo social a cumplir lo que se llama "objetivos de seguridad nacional", olvidando que la paz verdadera no es la ausencia de guerra, sino la ausencia de temores o, mejor dicho, la falta de motivos reales para el temor.
Lo contrario a la guerra no es sólo la paz material, sino la paz con solidaridad, la cual implica fraternidad en las conciencias y cooperación desinteresada en los momentos críticos. Enemigos de esa paz son no sólo la agresión, la ofensa o la provocación; lo son también el aislamiento, el egoísmo y la indiferencia entre pueblos hermanos.
Guatemala señor Presidente, sufrió recientemente los combates de la naturaleza; profundas heridas se abrieron en su territorio y en la sustancia vital de su pueblo. Fue en esos instantes cuando se hicieron patentes las solidaridades extrañables de muchos países que aprecian los valores trascendentes de la nación guatemalteca. México no podía faltar en esa concurrencia de esfuerzos por hacer menos difíciles para nuestros hermanos de siglos, las consecuencias del drama telúrico, No hay en ello mérito alguno.
Fue para nosotros un imperativo impostergable. Ni siquiera fue un acto humanitario: fue un impulso fraternal, que es mucho más hondo, más natural y más inmediato, que lo simplemente humanitario.
Y al decir nosotros no me refiero sólo a quienes actuamos dentro de los círculos representativos del gobierno de este país. Hablo de quienes somos una parte del pueblo de México y que, en este caso como en ninguno otro, hicimos lo mismo que el pueblo espontáneamente comenzó a hacer. para expresar a Guatemala que compartíamos su dolor, no hicimos sino seguir los pasos que las clases más humildes empezaron a dar por sí mismas. Si algún valor tuvo la ayuda que Guatemala recibió de México, búsquese no en su cuantía, ni siquiera en su oportunidad: encuéntrese en el amor con que fue dada esa muestra de solidaridad del pueblo mexicano a sus hermanos guatemaltecos.
Hace ya más de un siglo, un mexicano que es cumbre de la raza indoaméricana, supo dar al mundo la lección inolvidable de que la paz -la perdurable y verdadera- no se logra reclutando ejércitos, ni movilizando escuadras, ni exigiendo sumisiones bajo la coacción de las más poderosas armas destructivas, sino con la aceptación de un principio que en su sencillez conlleva su exactitud y sabiduría: El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz. Este principio -hoy más que nunca- es una aspiración universal. En él radica un ideal de respeto a la personalidad histórica, la independencia económica y la soberanía política de las naciones; aspiración que entraña la práctica irrestricta de la autodeterminación y la consecuente observancia de la no intervención en los asuntos internos, que hemos enarbolado como bandera permanente y salvaguarda de la integridad y la dignidad de los pueblos débiles del mundo.
Estamos persuadidos de que estos postulados no constituyen sólo una muralla defensiva: son un puente de unión que nos obliga a actuar con creciente solidaridad. Es evidente que en el mundo actual las interdependencias de unos pueblos con otros forman una tupida trama que entrelaza cada vez más nuestros destinos.
Pero esas interrelaciones no siempre son comprendidas cabalmente. Cuando las consecuencias del terremoto que causó daños terribles a Guatemala, concentraban sobre su territorio la atención mundial, el Presidente Echeverría hizo una observación inquietante: mayores daños ha causado a lo largo de los años, la explotación que venimos sufriendo los pueblos del Tercer Mundo por parte de los usufructuarios de los coloniajes económicos, monopolizados hoy, a escala planetaria, por el capital trasnacional.
Sin embargo, los pueblos hermanos no hemos acertado a darnos ayuda de ninguna clase, no obstante que estamos enterados, desde tiempo inmemorial, de que somos - todos nosotros- pueblos damnificados. Pueblos a los que la expoliación de nuestros recursos naturales, la colonización y la intromisión, la injusticia inherente a las relaciones internacionales del sistema mundial establecido, nos han ocasionado daños irreparables, perjuicios muchas veces mayores que los de cualquier catástrofe, por destructiva que ésta sea. Pero cuando los pueblos que hemos sufrido esos males pretendemos darnos ayuda, siquiera moral, las críticas adversas no se hacen esperar. Y cuando nuestro auxilio mutuo quiere llevarse al terreno de los hechos prácticos, se nos acusa de tratar de unirnos para practicar la hostilidad, cuando sólo aspiramos a fortalecer nuestros medios de defensa.
Cuando México, a través de la política internacional del Presidente Echeverría, ha pugnado por estrechar los vínculos de solidaridad con las naciones latinoamericanas y traducir nuestras proclamas de fraternidad en acuerdos concretos y en organismos que materialicen las ventajas teóricas de la unidad, no han faltado
voces mezquinas que hablen de una pretensión de liderazgo. Nada más insidioso ni más falso.
Cuando México postula una política que fortalezca su propia independencia, estamos pensando en la plena independencia de todas las demás naciones. Cuando llamamos a la cooperación y a la acción conjunta, pensamos en acuerdos concertados por pueblos libres e iguales, para que de esa concurrencia de voluntades soberanas nazca la auténtica solidaridad internacional.
Jamás hemos pretendido aparecer como modelo ni como ejemplo. Nuestra Revolución es tan nuestra, tan entrañablemente nuestra, que ni siquiera pretende que los demás la imiten. Cuando hablamos de nuestras luchas y de nuestras aspiraciones no es siquiera por una afán de autocomplacencia. Deseamos -eso sí-, que se nos conozca mejor.
Señor Presidente Laugerud:
Su presencia en el recinto oficial del Congreso de la Unión, cuya representatividad se nutre de las más hondas raíces populares, ha sido ocasión propicia para confirmar nuestras afinidades y profundizar nuestros motivos de solidaridad. Ruego a usted trasmitir al pueblo de Guatemala un mensaje de unión y hermandad, afianzado en la certidumbre de que los vientos que puedan inquietar alguna vez los horizontes de su país, jamás procederán de estas latitudes mexicanas. Así como nunca fueron mexicanas las ambiciones que alguna vez pudieron abrir heridas en aquel territorio hermano, tampoco serán mexicanas presiones ni coacciones, ni intentos de hegemonía que pretendan obstruir el ascenso de su pueblo hacia un destino mejor. Pero, en cambio, sí es mexicana -entrañablemente mexicana- la mano tendida en gesto de amistad y concordia: la mano de quienes representamos legítimamente al pueblo de México. ¡ Viva Guatemala! (Aplausos.)
AGRADECIMIENTO
- El mismo C. Presidente: El excelentísimo señor general Kjell Eugenio Laugerud García, Presidente de la República de Guatemala, ha manifestado su deseo de hacer uso de la palabra. Tiene la palabra el Presidente de Guatemala.
- El señor general Eugenio Laugerud:
"Señor Presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión; señores miembros de la Comisión Permanente; señores Ministros de la Suprema Corte de Justicia y funcionarios del Poder Judicial; señores Secretarios de Estado; honorable Cuerpo Diplomático: pueblo mexicano:
Hace más de diez y nueve siglos los pueblos maya y tolteca establecieron las bases culturales y de actitud ante la vida en que descansa la grandeza moral de nuestras razas aborígenes: entre otras características, su templanza ante la adversidad, su capacidad creadora a pesar de las catástrofes de la naturaleza y su solidaridad ante el dolor del prójimo.
Vencidas por el conquistador pero transformadas dentro de él, de aquellas razas ha sobrevivido -entre otros valores- la adhesión humana ante el sufrimiento ajeno; y con la adhesión, la asistencia y la ayuda; y con la asistencia, la prueba de la mano extendida; y con la mano extendida, la afirmación viva e indudable de que la amistad entre los pueblos tiene su prueba en las horas trágicas, en las ciudades cautivas por el pavor de sus escombros, entre los cuerpos que ya no tienen vida, y entre los que serán inválidos para siempre.
Hoy, esta día, a esta hora y desde hace ciento cincuenta días, la mano extendida, la adhesión y la amistad del pueblo de México al de Guatemala está actuando, haciendo, construyendo.
Hoy, ayer, todos los días desde febrero, el pueblo de Guatemala ha estado recibiendo la asistencia de México para contribuir al esfuerzo nacional guatemalteco.
Esa generosidad, que no será nunca olvidada; esa solidaridad, que será siempre reconocida; y esa actitud, que ha sido superior a la que hubiéramos podido esperar, constituyen, pueblo mexicano, la razón de que este día esté yo aquí para expresar el agradecimiento del pueblo de Guatemala.
México tiene dolorosas experiencias de ciudades y regiones desbastadas por desastres naturales. Quienes han padecido esas catástrofes conocen los infiernos en que se convierten la destrucción, el dolor y la impotencia al sobrevivir entre cadáveres, sangre y ruinas. Conocen que en cada minuto hay un apocalipsis, y que cuando el auxilio llega en él empieza la resurrección.
El inventario de nuestras pérdidas todavía no ha finalizado. Pero sabemos que hemos llorado a más de veinticuatro mil muertos. Que noventa mil heridos no se han recuperado aún, que no hay suficientes hogares substitutos para los que han quedado huérfanos, y que un millón doscientas mil personas perdieron su techo, debiéndose agregar las vidas mutiladas de los lisiados.
En el orden físico, perdimos carreteras, plantas eléctricas, hospitales, escuelas y diversas obras de infraestructura que significaban el trabajo nacional de sesenta años. El patrimonio cultural quedó tan dañado que la magnitud de sus pérdidas todavía está siendo evaluada, sobre todo si consideramos que entre él se han destruido valores que procedían de hace cuatro siglos.
No obstante la destrucción, el dolor y la difícil tarea que tenemos por delante, los guatemaltecos han hecho una pausa en su labor para entregarme el mandato de traer hoy personalmente su testimonio de gratitud hacia el pueblo mexicano y hacia su gobierno. (Aplausos.)
Es demasiado limitado el idioma para manifestar nuestro agradecimiento nacional. Es demasiado limitado el idioma para manifestar nuestro agradecimiento nacional. Es demasiado breve el tiempo de vida de nuestra presente generación para dar las gracias en tanto viva.
El pueblo guatemalteco pudo ver en sus horas, más difíciles que una frazada, un dulce, un juguete y pequeños zapatos eran enviados por niños guatemaltecos.
Estoy seguro de que millares de niños de México sacrificaron las golosinas y los centavos de su domingo para dar ayuda a sus hermanos de Guatemala. Esta generosidad desinteresada testifica que en los niños radican las reservas de los valores espirituales que el hombre ha devaluado, y que ellos podrán en los años por venir devolverle al género humano la grandeza disminuida.
La ayuda del pueblo mexicano y su gobierno se produjo en la etapa crítica del terremoto, y se está manifestando también en la presente etapa de la reconstrucción.
La reconstrucción fue iniciada tan pronto como enterramos a nuestros muertos, y decidimos guardar las lágrimas para entrar en la acción.
Entendemos la reconstrucción no como la tarea de hacer de nuevo lo que estaba hecho, como lo estaba, sino como la oportunidad para reformar y transformar las condiciones de vida de la población.
Esta decisión de reformar mediante la reconstrucción es congruente con la demanda nacional y con la necesidad histórica, de eliminar o al menos disminuir el explosivo vacío que separa y enfrenta a los que tienen todos los bienes y los que no tienen ninguno. Es congruente también con los principios en que descansa mi gobierno, en cuanto a que su fundación esencial radica en ser agente y procurador del bien común, no guardián del bien de pocos.
Dentro de tal marco, la reconstrucción nacional busca, además de rehabilitar las áreas destruidas y dotar de techo nuevo y mejorar a quienes perdieron el suyo, producir una suma de cambios que liquiden la segregación económica y la invalidez educativa en que han vivido los indígenas de las áreas rurales y los menesterosos de las ciudades.
Sabemos que ésta es una tarea que rebasa el período presidencial que a mí me corresponde. Pero es nuestra obligación iniciarla y será deber de los gobiernos futuros llevar la reconstrucción hasta sus últimas instancias.
Pueblo mexicano, señor Presidente de México, licenciado Luis Echeverría:
En las relaciones entre nuestros países hay y puede haber divergencias de intereses. Independientemente de ello, lo que el pueblo de Guatemala y su gobierno desean hoy, aquí, es dejar testimonio de nuestro agradecimiento nacional a los mexicanos por su ayuda ante el terremoto de 4 de febrero.
Aunque poseemos un orgullo nacional sólido y altivo, él no incluye, sino favorece que podemos ser humildes para expresar nuestra gratitud.
No tenemos cómo pagar la generosidad que se nos ha otorgado. Pero queremos dejar escrito el mandato que he recibido y que está registrado en esta placa:
"El pueblo y Gobierno de Guatemala al pueblo y Gobierno de México. Muchas gracias por su ayuda en el terremoto de febrero de 1976. Dios se los pague". (Aplausos.)
El C. Presidente: Se ruega a los CC. senadores y diputados comisionados para atender al Presidente de Guatemala que se sirvan acompañarlo cuando desee abandonar este Recinto. igual súplica se les hace a las comisiones para acompañar al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Presidente de la Gran Comisión del Senado. (Aplausos.)
(Las Comisiones cumplen su cometido.)
ACTA
- El C. secretario Manuel Ramos Gurrión:
Se va a proceder a dar lectura al acta de esta sesión solemne.
"Acta de la sesión solemne de la Comisión Permanente de la XLIX Legislatura del H. Congreso de la Unión, efectuada el día veintitrés de junio de mil novecientos setenta y seis.
Presidencia del C. diputado Carlos Sansores Pérez.
En la ciudad de México, a las diecisiete horas y cinco minutos del miércoles veintitrés de junio de mil novecientos setenta y seis, con una asistencia de veinticinco ciudadanos legisladores, la Presencia declara abierta la sesión solemne, con el exclusivo objeto de recibir al Excmo. señor Kjell Eugenio Laugerud, Presidente de la hermana República de Guatemala, quien se encuentra en nuestro país en visita de Estado.
Para introducirlo, en su oportunidad, la Presidencia designa en comisión a los siguientes ciudadanos representantes:
Senador Salvador Gámiz Fernández, senador Braulio Fernández Aguirre, diputado Filiberto Soto Solís y diputado Raúl Gómez Danes.
Para introducir al Salón al C. Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación y al C. Presidente de la Gran Comisión de la H. Cámara de Senadores, se nombre a los siguientes ciudadanos:
Senador José Rivera Pérez Campos, senador Félix Vallejo Martínez y diputado Ernesto Báez Lozano.
A continuación la Secretaría informa a la Asamblea de los invitados especiales a esta sesión solemne.
Después de un breve receso, se reanuda la sesión.
Una vez que el señor Presidente de la República de Guatemala es introducido por la comisión designada, el C. diputado Carlos Sansores Pérez, Presidente de la Asamblea, a nombre de la Comisión Permanente, da cordial bienvenida al ilustre visitante.
En el uso de la palabra el Excmo, general Kjell Eugenio Laugerud, en nombre del pueblo y del Gobierno de Guatemala, expresa su profundo gratitud al pueblo y Gobierno de México, por la ayuda que recibieron con motivo de la reciente catástrofe acaecida en Guatemala.
Acto seguido, el señor Presidente de la República de Guatemala hace entrega al C. diputado Carlos Sansores Pérez de una placa alusiva.
La Secretaría agradece la presencia de los distinguidos invitados. La misma comisión que introdujo al Salón al distinguido visitante lo acompaña al retirarse.
Lo propio hacen los integrantes de la comisión que acompaño al Presidente de la comisión que acompaña al Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación y al C. Presidente de la Gran Comisión del H. Senado de la República."
Está a discusión el Acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Aprobada, señor Presidente.
- El C. Presidente (a las 18:30 horas): Se levanta la sesión solemne.
TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y
"DIARIO DE LOS DEBATES"