Legislatura XLIX - Año III - Período Extraordinario - Fecha 19760504 - Número de Diario 3

(L49A3P1eN003F19760504.xml)Núm. Diario:3

ENCABEZADO

DIARIO DE LOS DEBATES.

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS.

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.

XLIX LEGISLATURA.

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO III México, D.F., Martes 4 de Mayo de 1976 TOMO III.- NÚM. 3

PERIODO EXTRAORDINARIO.

APERTURA DE CONGRESO GENERAL.

SUMARIO

Apertura ..

Declaratoria.

La Presidencia declara abierto el período extraordinario de sesiones del Congreso - de la Unión, al que fue convocado por su Comisión Permanente..

Homenaje al general Ignacio Zaragoza.

Una escolta del H. Colegio Militar introducen al Salón los restos del general Zaragoza, a los cuales se le rinden los honores de ordenanza..

Invitados de Honor.

La Secretaría agradece la presencia de los familiares del Héroe de la Batalla del 5 de Mayo, así como la de Secretarios de Estado y altos funcionarios del régimen .

Discursos Alusivos.

Una vez que los CC. diputados y senadores hacen guardias a los restos del general Zaragoza, en nombre del H. Congreso de la Unión, usan la palabra para exaltar la figura del Héroe, los CC. senador Enrique Martínez Márquez y diputado Jesús Dávila Narro. La Presidencia ordena la impresión de un folleto con las intervenciones de los oradores. Se retiran los restos, con los honores de rigor .

Motivos de la Convocatoria.

Se da lectura al informe que rinde el Presidente de la Comisión Permanente, sobre los motivos para este período extraordinario de sesiones ..

Acta.

Se da lectura y se aprueba el Acta de la presente sesión. Se levanta la sesión de Congreso General ..

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. DIPUTADO MANUEL RAMOS GURRIÓN.

(Asistencia de 120 ciudadanos diputados y 58 ciudadanos senadores.)

APERTURA.

- El C. Presidente (a las 9:50 horas): Se abre la sesión de Congreso General. Invitamos al C. senador Enrique González Pedrero, Presidente de la H. Cámara de Senadores, pase a ocupar su sitio en esta Mesa Directiva.

DECLARATORIA.

El C. Presidente: Se invita a todos los presentes ponerse de pie.

"El XLIX Congreso de los Estados Unidos Mexicanos abre hoy, 4 de mayo de 1976, el período extraordinario de sesiones a que fue convocado por la H. Comisión Permanente. (Aplausos.)

HOMENAJE AL GENERAL IGNACIO ZARAGOZA.

El C. Presidente: De conformidad con el Acuerdo de los Directivos de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores del H. Congreso de la Unión, se rendirá homenaje al general Ignacio Zaragoza.

El C. secretario José Murat: Suplicamos a los presentes ponerse de pie, ya que en estos momentos llegan los restos del general Zaragoza, en urna que carga una escolta del H. Colegio Militar.

El C. Presidente: Se rendirán los honores de ordenanza.

INVITADOS DE HONOR.

El C. secretario José Murat: Agradecemos la presencia de los descendientes del general

Ignacio Zaragoza: C. Clotilde Navarro de Fernández, C. María Cristina Fernández de Castañeda, Manuel Eloy Fernández Navarro, Rogelio Fernández Navarro, Ernestina Fernández Herrera, arquitecto Patricio Fernández Navarro, señora Refugio Luquín, viuda de Morelos Zaragoza, C. Irma Cecilia Morelos Zaragoza Luquín, C. Roberto Morelos Zaragoza Luquín, señora Eichelman de Morelos Zaragoza e hija, C. Oscar Eduardo Morelos Zaragoza Luquín y señora, C. ingeniero César Morelos Zaragoza Luquín y señora, C. ingeniero Héctor José Morelos Zaragoza Borbolla y señora, y del C. Roberto Morelos Zaragoza Vivanco y señora.

Así como también agradecemos la presencia del licenciado Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación; del general de división D.E.M. Hermenegildo Cuenca Díaz, Secretario de la Defensa Nacional; del licenciado Octavio Sentíes Gómez, Jefe del Departamento del Distrito Federal; del representante de los señores Secretarios de Estado; del Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila, profesor Oscar Flores Tapia; del Gobernador Constitucional del Estado de Puebla, Alfredo Toxqui Fernández de Lara; de los señores rectores de universidades y directores de institutos de enseñanza superior; de los miembros del Ejército y Armada Nacionales y de los demás invitados especiales que nos honran con su presencia en esta sesión.

Habrá cuatro guardias de legisladores con duración de dos minutos cada una, para después dar lugar a los discursos. Los ciudadanos legisladores, senador Enrique Olivares Santana, senador Enrique González Pedrero, senador Augusto Gómez Villanueva, senador Víctor Manzanilla Schaffer, senador Guillermo Morales Blumenkron, senador Enrique Martínez Márquez, harán guardia de honor en representación de la H. Cámara de Senadores.

El C. secretario Rogelio García González: Los ciudadanos legisladores diputado Luis del Toro Calero, diputado Feliciano Calzada Padrón, diputado Alfredo Rodríguez Ruiz, diputado Francisco Gutiérrez Villarreal, diputado Rubén Rodríguez Lozano y diputado Jorge Reyna Toledo, harán guardia de honor en representación de la H. Cámara de Diputados.

- El mismo C. Secretario: Los ciudadanos legisladores, senador Gabriel Leyva Gutiérrez, senador José Rivera Pérez Campos, senador Braulio Fernández Aguirre, senador Pedro González, senador Ignacio Maciel Salcedo, senador Ramón Alcalá Ferrara, harán guardia de honor en representación de la H. Cámara de Senadores

- El mismo C. Secretario: Los ciudadanos legisladores diputado Juan C. Peña Ochoa, diputada Matilde del Mar, diputado Humberto Mateos, diputado Gerardo Medina, diputado José Nataret Escobar, diputado Ángel González Estrada, harán guardia de honor en representación de la H. Cámara de Diputados.

- El mismo C. Secretario: Los ciudadanos legisladores diputado Carlos Sansores Pérez, diputado Manuel González Hinojosa, diputado Lázaro Rubio Félix, diputado Juan C. Peña Ochoa, diputado José Ortiz Arana, diputado Filiberto Soto Solís, harán la última guardia de honor en representación de la H. Cámara de Diputados.

DISCURSOS ALUSIVOS.

Han sido designados para hacer uso de la palabra en este homenaje, los ciudadanos senador Enrique Martínez Márquez y diputado Jesús Dávila Narro.

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano senador Enrique Martínez Márquez.

- El C. senador Enrique Martínez Márquez:

"C. Presidente del H. Congreso de la Unión.

- C. Presidente de la honorable Cámara de Senadores.

Honorable Asamblea:

"La recordación histórica y el homenaje a los héroes no son ritos huecos o formas para distraer al pueblo de la búsqueda de sus grandes objetivos de bienestar y justicia. Sólo los pueblos que creen en el valor de la historia pueden luchar confiados por edificar un mejor porvenir. Nada perdurable y grande puede lograrse en la vida a partir del vacío o del engreimiento respecto de lo que otros antes que nosotros realizaron para dar fisonomía y grandeza a la Patria.'

'El general Ignacio Zaragoza, asciende de lo ejemplar al rango de lo heroico.'

'Me satisface que un gran héroe nacional sea el que unifique a todos los poblanos, por sobre intereses sectoriales y sobre diferencias ideológicas.'

'En estos tiempos, en que amaga a cada momento la amenaza de una tercera guerra mundial; en que la juventud, romántica y generosa busca héroes ajenos, es de gran importancia que sepamos reconocer a nuestros propios valores, tal es el gran héroe de nuestra segunda independencia.'

Con este pensamiento que sintetiza toda la filosofía nacionalista y el trascendental sentido que tiene para él, la unidad nacional en torno de nuestra historia luminosa que forja el destino magnífico de nuestro pueblo, el también ejemplar ciudadano Presidente de México, enmarcó su justísima decisión de trasladar los restos, sagrados para nuestra fe republicana, del Héroe de la Batalla del 5 de Mayo de 1862 para que descansen en el lugar de su gloria'.

'Accediendo a la petición respetuosa que todos los sectores de Puebla, solidarizados con la brillante iniciativa del C. Gobernador del Estado y convocados por él, le expusimos en histórica entrevista.'

La conciencia cívica de todos los poblanos vibra en la emoción de mis palabras y ojalá que ellas pudieran tener la gallardía de nuestras montañas, y el óptimo verdor de nuestros valles y la tristeza amarilla de nuestros desiertos para gritar, con la esperanza de nuestros niños y la ternura de nuestras madres y la pujanza de nuestros hombres, gracias señor Presidente porque nos habéis permitido revivir la virtud patriótica de un hombre de México

y rendir un tributo a un héroe de la lucha eterna por la libertad.

Tan alta jerarquía humana alcanzó el niño que nació en Bahía del Espíritu Santo, hoy Goliad, del Estado de Coahuila - parte del territorio nacional que arrancó de México el imperialismo americano -, el día 24 de marzo de 1829.

Matamoros, Tamaulipas y Monterrey, Nuevo León, fueron el ambiente social en que se desarrolló el joven Zaragoza, quien abandonó los estudios para darse de alta como cadete en el Regimiento de Húsares, cuando tiene 17 años y la patria avisora la necesidad de repeler la agresión estadounidense.

El joven Zaragoza se alista en la Guardia Nacional de Nuevo León, mientras en la sierra poblana nuestros indios organizaban la Guardia Nacional que más tarde compartirían con él la magnífica victoria.

A los 24 años, Zaragoza ingresa al Ejército Permanente e inicia, definitivamente, su brillante carrera militar, siempre al servicio de las grandes causas del pueblo mexicano, se afilia a la Revolución de Ayutla y la historia de la Guerra de Reforma, guarda constancia de todas sus patrióticas hazañas.

México entero es el escenario de su lucha reivindicadora de la vigencia de nuestra Constitución de 1857.

Tamaulipas, Saltillo, Monterrey, fueron teatro de sus primeras victorias y los santanistas Woll, Güitan y Garza, los primeros reaccionarios a quienes derrotó el ingenio, la estrategia y el sereno valor del futuro héroe nacional que después agregaría en la lista de vencidos a enemigos de nuestra democracia y de nuestra soberanía, tan nefastos para México, como diestros en el arte de la guerra, así lo fueron Leonardo Márquez derrotado en las Lomas de Calderón y Miguel Miramón cuyo desastre de Calpulalpan se debió en parte muy importante a Zaragoza.

Don José María Iglesias, refiriéndose a la Guerra de Reforma expresó: "En la terrible prueba de los combates, no tardó en llamar la atención un joven fronterizo, bizarro en la pelea, obediente a sus jefes, suave con el soldado, leal, pundonoroso, sin pretensiones, sin celos era el ciudadano Ignacio Zaragoza."

La personalidad militar de Zaragoza, nunca entró en conflicto con su calidad humana, el sentido preciso de su disciplina no fue nunca incompatible con su derecho a expresar su opinión que muchas veces convenció a sus jefes, disciplina que jamás usó como pretexto para justificar excesos de venganza no ejercidos por él en ninguna ocasión.

Compenetrado de que en las tareas humanas el éxito nunca es de un sólo hombre, sin rehusar en la vida su responsabilidad personal, reconoció siempre el mérito de sus colaboradores en el mando y de sus soldados.

Ejemplo de lealtad para con la patria y con el pueblo, no fue un simple seguidor de caudillos, luchó tenazmente al lado de quienes sustentaban sus mismos ideales y en ningún caso persiguió ventajas personales; por eso abandonó a Vidaurri y a Zuazua y a Comonfort, cuando ellos abandonaron a Juárez y traicionaron al pueblo.

El Ejército Constitucionalista entró victorioso a la ciudad de México el 1o. de enero de 1861.

Las leyes de reforma y el régimen derivado de la Constitución parecían definitivamente consolidados.

Juárez deja Veracruz y vuelve a la capital el 11 de enero, tercer aniversario de su detención hecha por Comonfort.

Con la voluntad característica del Benemérito de las Américas y en su tarea incansable de reivindicar la libertad y la democracia, Juárez principia a ejecutar los mandatos de la conciencia liberal de la reforma.

Triunfa en las elecciones presidenciales y provoca, con ello, la enemistad de González Ortega, que, a su vez motiva otra crisis ministerial. Fortalecido con la solidaridad del pueblo y por la justicia de sus ideales y la legalidad de su conducta, Juárez afronta, invencible, la situación y substituye a González Ortega, por Ignacio Zaragoza en el Ministerio de Guerra.

El cumplimiento de las Leyes de Reforma exacerba el odio de los conservadores que vislumbraban su derrota definitiva y, en sus ansias por no perder su predominio personal ni sus privilegios injustos, ni la oportunidad de sojuzgar al pueblo, no cesan de provocar incidentes militares, de acaudillar rebeliones políticas y no titubean en traicionar la integridad nacional, con intrigas exteriores anhelantes de monarcas extranjeros.

La bancarrota económica del país obliga al gobierno de Juárez a tomar medidas enérgicas para ordenar las finanzas públicas. El Congreso de la Unión expidió el 17 de julio de 1861 un Decreto que el mismo día promulgó Juárez y en virtud del cual quedaban suspendidos, durante 2 años, todos los pagos, incluso el de las asignaciones destinadas para la deuda contraída con Londres y para los convenios extranjeros.

La intriga de los traidores coincide con los designios imperialistas de Inglaterra, de España y de Francia.

Los plenipotenciarios de los tres países, se reúnen en Londres y formulan la famosa convención firmada el 31 de octubre de 1861 que desata el conflicto y anuncia la invasión de nuestro territorio, mancillando nuestra nación que, guiada por un hombre genial, valiente y digno, sólo ambicionaba conquistar más justicia para su vida interna y disfrutar del sereno derecho de crearse, por si misma, su peculiar sistema de vida.

Juárez amigo de la paz y del derecho, deroga el Decreto de julio y da la oportunidad para resolver pacíficamente el conflicto, pero las potencias extranjeras invaden Veracruz.

El 10 de enero firmaron los Ministros Plenipotenciarios su pliego de peticiones. Los franceses reclamaron una indemnización de 12 millones, la intervención en la administración de justicia en las querellas contra súbditos de

Napoleón III, la intervención de las aduanas con derecho a modificar aranceles y el cumplimiento del convenio entre Miramón y la Casa Jecker.

Prim entendió las aviesas pretensiones de los franceses y escribió a España: "Confieso, por mi parte no pude resignarme a que la influencia de esa firme y generosa nación (España) y la sangre de nuestros soldados se empleasen en precipitar la ruina total de este desgraciado país, sosteniendo una reclamación tan injusta."

Las negociaciones diplomáticas entre los representantes extranjeros y don Manuel Doblado, llegan a la firma de los "Preliminares de la Soledad".

Juárez había sido preciso en sus instrucciones. "Si los aliados no reconocen al Gobierno Constitucional y no ofrecen respetar la independencia y la soberanía de la nación en todas sus consecuencias, no convenga en dar permiso para que las tropas de los aliados tomen cuarteles en Jalapa y Tehuacán."

Ratificados los "Preliminares" por los plenipotenciarios extranjeros y Juárez, las tropas españolas ocupan Tehuacán, los ingleses permanecen en sus barcos los franceses ocuparon Córdoba y Orizaba.

Faltando a su compromiso Napoleón mandó a Laurencez con 4,464 soldados más.

No obstante la buena fe demostrada por México y el cumplimiento que a cada compromiso otorgó Juárez, Napoleón III estaba decidido a invadirnos; las reclamaciones fueron simples pretextos. Napoleón estaba resuelto a establecer una monarquía en México, tenía un candidato y ya estaba en marcha el proceso para su llegada a nuestro país.

El imperialismo francés descarga el poder de su fuerza contra la fuerza del derecho mexicano y desata la guerra sangrienta y pérfida; injusta y criminal. Al mismo tiempo que tenían lugar las negociaciones diplomáticas, Juárez inició la organización de la defensa nacional; integra el cuerpo del Ejército de Oriente con 10,000 hombres al mando del general José López Uraga.

Concede una amplia amnistía a los conservadores y les invita a combatir al enemigo extranjero, el general Miguel C. Negrete, entre otros, acepta la invitación y es, después, uno de los heroicos combatientes en el cerro de Belén.

El Ministro de la Guerra, general Ignacio Zaragoza, dando un ejemplo singular de patriotismo y de modestia, pide al señor Juárez que le permita dejar el ministerio para ocupar con mando secundario, un puesto en el Ejército de Oriente donde podría ser útil por su experiencia y conocimiento del territorio.

La indecisión de López Uraga, motivó que Juárez encomendara la comandancia de ese ejército a Zaragoza tres meses antes del combate glorioso.

Enhiestos en la montaña altiva, los tres vizarros juanes de la sierra poblana, aglutinan la voluntad combativa y liberal de nuestro pueblo. Traen a Loreto y Guadalupe el relámpago de plata del machete blandido con maestría y cubren el horizonte de cotones indígenas, abrigo montañez de cuerpos de bronce, en los que florece el alma heroica de la raza.

En una sola voluntad de lucha, se confunden en mexicana unidad de patriotismo, los indígenas de Tetela, Xochiapulco y Zacapoaxtla con soldados del estado de México, de Morelia, de Oaxaca, de Toluca, de Veracruz, de San Luis Potosí. En la frente de todos ellos leyó profético la victoria Zaragoza, fortaleció su fe con su palabra hecha llama y los lanzó al combate al grito de "Viva la Independencia y Viva la Patria." (Aplausos.)

Momento estelar y luminoso el triunfo del 5 de mayo, cubrió de gloria las armas nacionales, hizo eterno el nombre de México en el horizonte universal y gritó, con voces que llenaron al mundo, la verdad de nuestro poderío como pueblo erguido en la defensa de su derecho a ser libre, como país independiente constituido para hacerse perenne y gobernado por su propia voluntad, que se hizo derecho, en la conciencia democrática del gigante Juárez. (Aplausos.)

Zaragoza continuó incansable su tarea persiguiendo a las derrotadas huestes del fatuo Laurencez y en su constante actividad, yendo de uno a otro sitio y de uno a otro clima, contrajo el terrible tifo que determinó su final, trágicamente acaecido a las 10 horas con 10 minutos del 8 de septiembre del año de su victoria.

Ganó el más trascendental combate de su tiempo, pero no tuvo vida para ganar toda su batalla, ni para saber que su triunfo retardó un año la toma de Puebla, dio lugar a que se reorganizara mejor nuestro ejército, devolvió la fe de México, en su poder humano como pueblo. Hizo que nuestros soldados aprendieran a vencer a soldados extranjeros, que el mundo se diera cuenta de la verdad de nuestra existencia, de la justicia de nuestro derecho y del poder indómito de nuestra nación creado por la voluntad de vivir libre y dignamente.

El 5 de mayo llegó al corazón de Víctor Hugo que nos dio, como vencedores, "su fraternidad de ciudadano" como nos hubiera dado si vencidos, su fraternidad de proscrito, y en el Parlamento Francés hombres de la talla del legislador Julio Favre, fueron voces en defensa de México y acusadoras, valientes, contra Napoleón III.

La proclama de Zaragoza perduró en el alma del pueblo que, con Juárez, aniquiló a Maximiliano y los conservadores en el Cerro de las Campanas y arrojó de la patria al invasor.

La lucha de Zaragoza no fue entrega en un momento de ardoroso patriotismo, fue pasión de servicio realizado cada día de la vida con mayor esfuerzo, sin cansarse jamás, en la certidumbre de estar construyendo, con lealtad intachable y consciente responsabilidad ciudadana, el México que dio a Juárez la convicción de que "la democracia es el destino de la Humanidad futura. La libertad, su indestructible arma. La perfección posible, el fin donde se dirige."

Durante los 114 años que nos separan de la epopeya triunfal de Zaragoza nuestra patria le ha rendido homenaje con el tributo de su lucha constante e incansable también, por la afirmación de nuestra libertad, por la realidad con que vivimos nuestro derecho irrestricto a la autodeterminación, por la decisión con que rechazamos el intervencionismo extranjero en cualesquiera de sus formas; por el perfeccionamiento de nuestra democracia y porque el mundo tome conciencia del afán mexicano por la libertad de todos los pueblos y porque la justicia y el derecho hagan florece en todas partes, la excelsitud de la paz.

La vida mexicana hace propicio este momento para lograr que la memoria de un héroe excepcional, enriquezca el contenido espiritual de la unidad nacional, porque esa unidad está garantizada por un régimen democrático que preside un patriota, también excepcional, el C. licenciado Luis Echeverría Alvarez, héroe civil de nuestra justicia social, de la inviolabilidad de nuestro territorio que él llevó 200 millas más allá de nuestros litorales; que es paladín victorioso en las tribunas del mundo en defensa de nuestros derechos y para crear el régimen jurídico mundial que asegure para nosotros y para todos los pueblos del mundo, el disfrute de los recursos generados por el trabajo del hombre para que pueda ejercer, con justicia y en paz, la libertad.

La historia no se repite, pero hay lecciones que por su profundidad humana o doctrinaria jamás mueren y sirven de guía para los hombres y los pueblos de otros tiempos. Hoy, lo que hizo el pueblo mexicano al lado de hombres tan preclaros y patriotas como Benito Juárez y el General Zaragoza sigue teniendo una gran validez como lección y estímulo para los pueblos que en África, por ejemplo, aún combaten el coloniaje y la explotación imperialista.

Al decretar el traslado de los restos mortales del general Ignacio Zaragoza a la ciudad de Puebla, el Jefe de las Instituciones Nacionales satisface un anhelo de los poblanos y exalta el valor de un gran soldado cuya conducta siempre podrá servir de inspiración a todos los hombres y los pueblos que creen en la independencia y se oponen al imperialismo que explota y avasalla.

Como senador de la República y como ciudadano de Puebla deseo afirmar que el traslado de los venerados restos del gran soldado de Loreto y Guadalupe, es un testimonio del federalismo militante que practica el Presidente Echeverría, porque exaltando los valores de cada provincia se consolida la unidad del gran todo que es la nación.

Está frente a nosotros la urna de bronce que guardará para siempre, como reliquia invaluable los restos del gran soldado de México.

Enhiestos como él; erguidos como él ante el destino, conscientes de nuestra función ciudadana, los mexicanos que tenemos el privilegio de integrar este honorable Congreso de la Unión, que representa institucionalmente a nuestro pueblo, rendimos al "general Ignacio Zaragoza, benemérito de la patria en grado heroico el republicano homenaje de nuestra admiración, hacemos nuestro su ejemplo, tomamos en nuestras manos su bandera y en nuestra conciencia de patria, nuestra gratitud imperecedera llenará para siempre nuestra voluntad, llenará para siempre con su heroísmo:

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado Dávila Narro.

- El C. Jesús Dávila Narro. C. Presidente del Congreso, C. Presidente de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados, C. Presidente de la Gran Comisión del Senado, CC. Secretarios de Estado, CC. Gobernadores de Coahuila y de Puebla, CC. descendientes del general Ignacio Zaragoza, señoras y señores:

El calendario cívico de un pueblo no es catálogo de celebraciones rutinarias; obedece a una finalidad trascendente: organizar el ritual sagrado de la Patria y convertir en realidad cotidiana los principios que inspiraron a nuestros próceres.

Hoy, en víspera del día de la batalla que contuvo las falanges imperiales, la República agradecida honra a quien con audacia y heroísmo supo ofrecer su existencia entera a la profecía de la nación y el sacrificio de su persona a la consecución de nuestra segunda independencia.

En el marco conmemorativo de la gesta patriótica del ejército mexicano comandado por el general Ignacio Zaragoza, el Presidente Luis Echeverría ha dispuesto el traslado de los restos del joven soldado de la República del panteón de San Fernando en la ciudad de México para reinhumarlos el 5 de mayo en la ciudad de Puebla, a efecto de mejor enaltecer su memoria, con la solemnidad y los honores militares que tal acto demanda.

Nace Zaragoza bajo el signo de la República en la entonces tierra coahuilense de Bahía de Espíritu Santo. Azarosa y desventurada fue su niñez; sufre en su adolescencia la pérdida del solar nativo y contempla la oscilación entre el despotismo y la anarquía; a temprana edad se incorpora a la milicia y escribe convencido: "estoy dispuesto a no dejar las armas de la mano hasta no ver mi patria restablecida."

Fue Zaragoza, por excelencia, el joven soldado de la República. A los 23 años es ya capitán de la Guardia Nacional; a los 30, comanda el ejército más numeroso y mejor organizado de su tiempo y a los 33, en póstumo homenaje es declarado Benemérito de la Patria. A los 31 es Ministro de la Guerra y por eso, hoy, al rendir homenaje al general Ignacio Zaragoza, rendimos homenaje también al Ejército Nacional Mexicano.

Concuerdan sus biógrafos en sus altas virtudes: Bondadoso, pese a los infortunios que la miseria le deparó; humilde, rechazó el halago y la ostentación; honrado, desdeño las prebendas y jamás manchó sus manos con el oro del hurto o del saqueo.

Sus triunfos en campaña son expresión de su genio militar y su inmaculado patriotismo. El ataque a Guadalajara; la brava jornada de Silao; la épica gesta de Calpulalpan y el triunfo

luminoso de mayo, conmovieron el ánimo del Presidente Juárez para llamarlo algún día: "Campeón de la libertad."

Zaragoza emerge a la historia en difícil trance para el país. Benito Juárez decreta la suspensión de pagos de la deuda pública; amparadas en este pretexto las falanges imperiales invaden nuestra patria.

El 5 de mayo de 1862, fue la frontera entre el Imperio y la República. La soberbia imperialista del pequeño Napoleón impulsaba a las huestes invasoras a internarse en el Territorio Nacional. En las armas de Ejército de Oriente se encontraba la ventura o la derrota de la causa juarista.

En la víspera de la batalla, personalmente, Zaragoza hizo los preparativos. Montado en su caballo prieto llamado "Telégrafo", vistiendo uniforme gris de campaña, con botas y quepí azul, acudía a los sitios que preveía fueran más comprometidos. La presencia del caudillo alentaba a las tropas que al día siguiente combatirían en la batalla.

La mañana memorable del 5 de mayo, Zaragoza arengó a sus tropas: "nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos del mundo y os quieren arrancar a vuestra patria. Leo en vuestras frentes la victoria: tengamos fe: ¡Viva la Independencia! ¡Viva la Patria!

Eran la once y media; cimbró la tierra la metralla republicana; la columna principal del enemigo avanzó en línea de ataque sobre el fuerte Guadalupe; las tropas de Negrete rechazaron al asalto. La segunda carga fue más encarnizada todavía, cuerpo a cuerpo peleaban los soldados con bayonetas, carabinas, piedras y granadas; pero fueron nuevamente rechazados: los rifleros de San Luis y los batallones de Reforma y Zapadores habían repulsado con denuedo la ofensiva.

Nuevamente rechazados al tercer encuentro el enemigo dispone el ataque final. Eran las cuatro de la tarde, avanzaban ya los invasores sobre Guadalupe, cuando el cielo se oscureció y una tempestuosa lluvia se sumó a la lluvia de la metralla y entonces fue cuando los franceses emprendieron la retirada. No intentaron otra carga. Los mejores hijos de México habían combatido a los mejores soldados del mundo y eran los primeros en vencerlos.

El triunfo de las armas estremeció el alma nacional. El País recobró la fe en su propio destino; los soldados de la república vigorizaron su confianza en su capacidad combativa, y el gobierno del Presidente Juárez asestó un golpe definitivo al simulacro del Imperio.

Con sobriedad y modestia el general Zaragoza expresaba en su parte oficial al Ministro de la Guerra: "Las armas nacionales se han cubierto de gloria, y por ello felicito al Primer Magistrado de la República por el digno conducto de usted en el concepto de que puedo afirmar con orgullo que en ningún momento el Ejército Mexicano volvió la espalda al enemigo durante la larga lucha que sostuvo." (Aplausos.)

Meses después de la victoria, de paso para Acatzingo, Zaragoza contrae el tifo que le postra en el lecho letal. Todavía en bélico delirio pedía su uniforme, sus botas, su caballo y su espada; dictaba órdenes a los oficiales y clamaba por el triunfo de su causa. Fue la muerte del caudillo, en el decir de Justo Sierra, la única deserción de su vida.

La muerte del héroe se convirtió en homenaje general; en la tribuna legislativa, Lerdo de Tejada le solicita el título de Benemérito de la Patria, y en su editorial del Siglo XIX, escribiría Zarco: " Si en las batallas demostró su serenidad y genio militar, en el Gobierno dio pruebas de gran valor civil. Sus discursos, breves, lacónicos y enérgicos, condenaban siempre las exageradas exigencias del extranjero; su voto era siempre en defensa de la dignidad nacional."

El Presidente Juárez expidió un decreto para que se le rindieran honores en toda la República. Y disponía que éstos fuesen ofrecidos como "Capitán General del Ejército con un mando efectivo y muerto en campaña."

Los empleados y funcionarios portaron luto por nueve días. En los edificios públicos por tres días ondeó la Bandera Nacional a media asta, y cada cuarto de hora, en cada una de las ciudades de la República se disparaba un cañonazo desde el alba hasta la puesta del sol.

Relatan las crónicas cómo el pueblo consternado desfiló en el cortejo; ese día arriaron todas sus banderas los disidentes del partido liberal, el Presidente Juárez, Ministros, Jueces, Legisladores, encabezaban aquella marcha; a la una de la tarde llegó la comitiva al Panteón de San Fernando donde aguardaba el sepulcro al joven soldado de la República.

Al evocar el acto, refiere un cronista: "¡Quien podría olvidar aquel espectáculo! ...; quien las lágrimas mudas de Juárez; quien los patéticos sollozos del bardo sublime, que resonaban en aquel silencio solemne con proféticos acentos a que hacían eco en los valles y en las montañas de la Patria, el clamor de las campanas y la voz sorda de los cañones de duelo."

A una canturía y poco más de la epopeya de Loreto y Guadalupe y del fallecimiento del general Ignacio Zaragoza, México preserva el espíritu que animara al héroe. Combatimos hoy por ser más dueños de nuestra economía; para explotar mejor nuestros recursos y evitar que fuerzas externas se apoderen de nuestras riquezas.

El jefe de las Instituciones Nacionales ha expresado: "Como en otras etapas de la historia, el triunfo de la razón y de la ética solamente será posible sobre la base de una militancia fundada en la coherencia, en la capacidad de organización y en la acción perseverante.'

Hoy como ayer, debemos estrechar filas en la lucha por consolidar la independencia nacional. Ante un mundo donde el fascismo se propaga; donde señorea la política de la fuerza, donde la marginación y las desigualdades sociales, amenacen el espíritu de la reforma debe presidir la acción de los mexicanos.

Ese mismo espíritu alienta hoy al Presidente Luis Echeverría a plantear un nuevo contrato internacional que disminuya el peligro de la guerra y haga posible la paz mundial.

Así como Juárez y Zaragoza fincaron con la Reforma y la lucha contra la intervención las bases de un orden social más justo, el Presidente Echeverría, con la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados establece la estructura normativa de una nueva convivencia internacional, en un orden económico más equitativo para todos los pueblos de la tierra.

Libramos hoy una nueva batalla, la batalla para lograr la plena autodeterminación económica y social de los pueblos; para alcanzar una mayor movilidad de los factores productivos: para precisar derechos y deberes para los oferentes de capital, de trabajo y materias primas, y tecnología para establecer una adecuada y amplia transferencia científica y tecnológica. Libramos en esta hora la batalla por una nueva sociedad internacional.

Conjuntamente a la Carta Económica, Luis Echeverría ha propuesto mecanismos concretos que fomenten la solidaridad del Tercer Mundo; consoliden su cohesión interna y posibiliten un óptimo aprovechamiento de sus recursos.

En esa lucha por la equidad universal, el Presidente ha censurado el despilfarro armamentista efecto de transferir recursos y energía creadores que contribuyan al progreso de la humanidad.

En el ámbito interno libramos también una batalla que es la batalla de nuestro tiempo, para lograr el desarrollo equilibrado del país, por alcanzar mejores condiciones de vida de la población rural y urbana; por incrementar el desarrollo político, el crecimiento económico, el progreso científico y la salud pública.

Señoras y señores: A más de una canturía de la victoria de Puebla y del fallecimiento del General Ignacio Zaragoza, rendimos tributo de gratitud, respeto y veneración al Héroe del 5 de mayo, al trasladar sus restos al escenario de su triunfo. Allí, donde una mañana como éstas, rompió el silencio la metralla republicana, allí donde resonaron los cascos del caballo prieto de Zaragoza cuando hacía los preparativos de la batalla; allí donde pelearon franceses y zacapoaxtlas; allí donde fueron depositados, al pie de la Bandera Mexicana los laureles de Sebastopol, Magenta y Solferino.

Perseveremos en la batalla por alcanzar la equidad universal y nuestra plenitud como nación. Inspirémonos en Juárez y en el joven soldado de la República, transformemos en realidad cotidiana el ejemplo de nuestros próceres, y habremos cumplido así el ritual sagrado de la Patria y cubierto de gloria a México y a las Instituciones Nacionales.

El C. Presidente: Estimando la importancia de este acto y como justo reconocimiento a la memoria del general Ignacio Zaragoza, esta Presidencia ha acordado la impresión y publicación en todo el país de los discursos en esta sesión de homenaje.

El C. secretario José Murat: Se ruega a los presentes se sirvan ponerse de pie. Se rendirán honores militares a los restos.

(Se rinden honores militares a los restos.)

El C. Presidente: Continúe la Secretaría con los asuntos en cartera.

MOTIVOS DE LA CONVOCATORIA.

El C. Secretario Rogelio García González: Honorable Asamblea:

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispone, en su artículo 69, que en la sesión de apertura de las sesiones extraordinarias del Congreso de la Unión el Presidente de la Comisión Permanente debe informar acerca de las razones que motivaron la convocatoria respectiva; deber que tengo el honor de cumplir en este acto.

Nuestro sistema constitucional atribuye a los distintos órganos del Poder Legislativo de la Federación, facultades exclusivas y facultades concurrentes. Normalmente, la función de elaborar las leyes se realiza durante los períodos ordinarios de sesiones que, como es sabido, se inician el día primero de septiembre de cada año y que no puede prolongarse después del 31 de diciembre Durante los recesos, la Comisión Permanente cumple atribuciones de su exclusiva competencia, ninguna de las cuales le confiere la potestad de discutir las iniciativas o proyectos de Ley que hubiesen quedado pendientes, ni aquellos otros que le sean presentados, pues la función legislativa propiamente dicha sólo puede ejercerse con la concurrencia de las Cámaras de Diputados y de Senadores.

En la historia más o menos reciente, la actividad legislativa pudo realizarse con eficacia durante los lapsos de cuatro meses prevenidos por la Constitución para tal fin; pero a partir del 1o. de diciembre de 1970 - fecha en que asume la titularidad del Poder Ejecutivo Federal el licenciado Luis Echeverría -, los períodos ordinarios empezaron a ser insuficientes para estudiar, discutir y aprobar, en su caso, la totalidad de las iniciativas enviadas por el Jefe del Gobierno, las cuales, por su número e importancia, impusieron la necesidad de convocar a sesiones extraordinarias del Congreso de la Unión durante varios de los recesos constitucionales.

La sabia previsión de nuestra Ley fundamental, de permitir que los representantes de la Nación y de los Estados de la federación pudieran reunirse cada vez que fueran convocados formalmente, ha permitido un mayor dinamismo en el cumplimiento de las funciones legislativas, así como una mayor eficacia de las acciones transformadoras del Orden Jurídico en la que los Poderes Ejecutivo y Legislativo son corresponsables.

En efecto, si las necesidades sociales que motivan una reforma legal o exigen un nuevo ordenamiento, pudieran esperar a ser atendidas, durante varios meses, hasta que el Congreso se reuniera en sesiones ordinarias, nada justificaría el apremio de convocar a un período extraordinario. Pero en un país con las características del nuestro, donde la mayor parte de las decisiones gubernativas tendientes a satisfacer requerimientos de justicia social, obligan previamente a la expedición de una ley o a la promulgación de una reforma; en un

estado de derecho en el que los actos de Gobierno no son promovidos por una voluntad caprichosa, sino que deben apoyarse indispensablemente en normas de observancia general, dictadas por la voluntad mayoritaria de la Nación, a través de sus legítimos representantes, mantener la inactividad legislativa equivale a frenar los cambios sociales en perjuicio del pueblo al cual nos debemos, especialmente cuando existen proyectos cuya sola enunciación señala la trascendencia social de su contenido.

Es de conocimiento público el intenso trabajo realizado, durante los tres períodos ordinarios de su ejercicio, por los diputados y senadores de la actual Legislatura. Desde el mes de agosto de 1973, al quedar instalado este Cuerpo Legislativo, se puso de manifiesto el propósito de aplicar el máximo empeño a fin de contribuir eficazmente a la trascendental tarea de actualizar las normas del derecho positivo mexicano, como marco jurídico capaz de mantener el ritmo del desarrollo nacional promovido por el Presidente Echeverría.

Al concluir el último período ordinario, correspondiente al año de 1975, se habían aprobado más de ciento cincuenta resoluciones legislativas, muchas de ellas de enorme significación política y social.

Sería prolijo hacer referencia, siquiera a las más importantes iniciativas del Ejecutivo que han sido estudiadas y aprobadas por esta XLIX Legislatura, casi siempre con valiosas aportaciones de los diputados y senadores que participaron en los trabajos de las comisiones respectivas, así como de quienes intervinieron en los debates de ambas Cámaras. Su ponderación y análisis y el valor que esta representación reconoce a esta obra legislativa sin precedente, fueron expuestos en su momento, al juicio de la opinión pública.

Si ahora insistimos en subrayar que este cúmulo de leyes nuevas y de reformas a las ya existentes, ha contribuido como nunca antes a modernizar y perfeccionar el orden jurídico mexicano, tal reiteración tiene por objeto dejar establecido que una convocatoria como la que ahora nos reúne para iniciar un período de sesiones extraordinarias , no obedece a imprevisión ni a indolencia, no es que en el momento oportuno no se haya trabajado y ahora se intente compensar con labores apresuradas la falta de diligencia anterior. Todo lo contrario. Esta nueva actividad que hoy se inicia responde a necesidades sociales inaplazables e intenta ser una demostración más de nuestro afán de servir al pueblo que nos confió su mandato, hasta el último día que lo conservamos conforme a la Constitución.

Al mismo tiempo, pretendemos ser dignos de la responsabilidad histórica que nos ha correspondido al haber coincidido en cargos de representación popular con un gobernante que posee un carácter excepcional. Hemos visto en el pasado que, a siete meses de concluir un gobierno quienes formaban parte de él se preparaban para la transición, cayendo insensiblemente en la inactividad; en cambio, Luis Echeverría sigue empeñado en su tarea transformadora de nuestra sociedad.

En la solicitud respectiva, el Ejecutivo de la Unión menciona dos iniciativas pendientes de resolución y otras nueve que habrán de ser formalizadas durante el período extraordinario que hoy se inicia. De las primeras cabe decir que, por sí solas, bastarían para justificar la convocatoria que nos ha reunido, pues su índole misma implica que cualquier aplazamiento a su discusión y eventual aprobación harían nugatorios los fines que su iniciador les ha asignado.

Efectivamente, el Proyecto de Ley de Amnistía entraña objetivos políticos que involucran en alto grado de interés nacional, pues su propósito es consolidar la tranquilidad social y la concordia nacional. Se trata de una propuesta que ojalá sea apreciada en sus justas dimensiones morales y políticas y que, de no discutirse en un plazo breve, la sola dilación frustraría la sana intención que la ha motivado.

Por cuanto al Proyecto de Ley General de Asentamientos Humanos que ha ocupado el primer plano de la atención pública durante las últimas semanas, a nadie puede ocultarse ya su singular significación en el campo de las reformas sociales. Se ha tratado de desvirtuar los nobles fines de esta Iniciativa, más que con argumentos racionales, que seguramente el Congreso de la Unión estaría en todo momento dispuesto a considerar, con ataques falaces que esconden ocultos intereses. Si aplazáramos su examen y discusión, quienes han promovido los aviesos embates en su contra, habrían logrado, por ese solo hecho, uno de sus objetivos inmediatos. El Congreso de la Unión no puede hacerse cómplice de quienes agreden los derechos del pueblo. Por eso hemos convocado a este período extraordinario y por eso vamos a discutir esta Iniciativa con serenidad y espíritu equilibrado; pero también con indeclinable decisión revolucionaria.

Por otra parte, el Ejecutivo Federal envió a este Congreso de la Unión, además de las Iniciativas de Ley General de Asentamientos Humanos y de Ley de Amnistía, las siguientes: Ley de Sociedades de Solidaridad Social; Reformas a la Ley de Federal de Reforma Agraria; Reformas y Adiciones a la Ley de Amparo, Reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución General de la República; Reformas a la Ley Federal de Fomento a la Pesca; Reformas al Código Civil para el Distrito Federal en Materia de Fuero Común y para toda la República en Materia del Fuero Federal.

Están pendientes de enviarse otras iniciativas que el Ejecutivo mencionó en la solicitud respectiva y las cuales son las siguientes:

Ley de Seguridad de las Fuerzas Armadas; Ley que crea el Instituto de Ahorro de los Trabajadores; Reformas a la Ley Federal del Trabajo; y Reformas a la Ley de Secretarías y Departamento del Estado.

Por todo ello, la Comisión Permanente que he tenido el honor de presidir, expresa por mi

conducto lo mejores votos para el período que hoy se inicia mantenga el mismo espíritu de trabajo, libertad y respeto mutuo para escuchar y debatir las ideas que han prevalecido en nuestras anteriores deliberaciones. El afán decidido de procurar mejores formas de convivencia a través del perfeccionamiento y representación del sistema jurídico del Estado Mexicano, justifica plenamente nuestra convocatoria, así como el de iniciar la búsqueda del camino social, mediante el ejercicio del derecho, como la forma más eficaz y equitativa para asegurar el bienestar social de todos los mexicanos.

Diputado licenciado Carlos Sansores Pérez, Presidente de la Comisión Permanente.

Mayo 3 de 1976."

ACTA

El C. secretario José Murat:

Se va a proceder a dar lectura al acta de esta sesión.

"Acta de la Sesión de Apertura del XLIX Congreso de la Unión, efectuada el día cuatro de mayo de mil novecientos setenta y seis.

Presidencia del C. diputado Manuel Ramos Gurrión.

En la ciudad de México, a las nueve horas y cincuenta minutos del martes cuatro de mayo de mil novecientos setenta y seis, con asistencia de ciento veinte ciudadanos diputados y cincuenta y ocho ciudadanos senadores, la Presidencia declara abierta la sesión de Congreso General.

Puestos todos los asistentes de pie, la Presidencia hace la siguiente declaratoria.:

'El XLIX Congreso de los Estados Unidos Mexicanos abre hoy, cuatro de mayo de 1976, el período extraordinario de sesiones a que fue convocado por su Comisión Permanente'

La propia Presidencia informa a la Asamblea que de acuerdo con lo dispuesto por las Directivas de las Cámaras de Diputados y Senadores, se rendirá homenaje al general Ignacio Zaragoza.

Momentos después, una escolta del H. Colegio Militar introduce al Salón de Sesiones la urna que contiene los restos del general Zaragoza.

Acto seguido y puestos todos los presentes de pie, se le rinden los honores de ordenanza.

La Secretaría agradece la presencia de los familiares del general Zaragoza, así como la presencia de altos funcionarios y demás invitados de honor.

Una vez que los señores diputados y senadores hacen cuatro guardias de honor en nombre del H. Congreso de la Unión, los ciudadanos diputados Carlos Sansores Pérez, Manuel González Hinojosa, Lázaro Rubio Félix Juan C. Peña Ochoa, José Ortiz Arana y Filiberto Soto Solís, llevan a cabo la última guardia de honor en representación de la Cámara de Diputados.

Acto seguido, los CC. senador Enrique Martínez Márquez y diputado Jesús Dávila Narro, hacen uso de la palabra en homenaje al Héroe de la Batalla del 5 de mayo de 1862.

La Presidencia acuerda, dada la importancia de este acto, se imprima un folleto con las intervenciones de los oradores.

La guardia de cadetes del H. Colegio Militar, retira los restos del héroe.

Nuevamente puestos de pie todos los presentes se le rinden los honores de ordenanza.

Por instrucciones de la Presidencia, la Secretaría da lectura al informe que rinde el presidente de la Comisión Permanente, sobre los motivos que originaron la Convocatoria a este período extraordinario de sesiones.

Se da lectura al Acta de la presente sesión, que sin debate se aprueba.

Está a discusión el Acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo... Aprobada.

El C. Presidente (a las 11:05 horas): Se levanta la sesión de Congreso General.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE DEBATES"