Legislatura L - Año I - Período Ordinario - Fecha 19761119 - Número de Diario 38

(L50A1P1oN038F19761119.xml)Núm. Diario:38

ENCABEZADO

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

"L" LEGISLATURA

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921

AÑO I México, D. F., Viernes 19 de Noviembre de 1976 TOMO I. NUM. 38

SESIÓN SOLEMNE DE CONGRESO GENERAL

SUMARIO

Apertura

Comisiones de cortesía

Designadas por la Presidencia para recibir los restos del general Francisco Villa, funcionarios del Régimen e invitados de honor

Homenaje al general Villa

Una vez instalada la urna que contiene los restos del general Villa, se le rinden los honores militares de ordenanza, y los CC. senadores y diputados hacen las guardias de honor correspondientes. Se da lectura al Decreto que dio origen a esta sesión

Exaltación del caudillo

A continuación los CC. senador Oscar Ornelas, diputado Heladio Ramírez, diputado Sergio Guerrero Mier, senador Ignacio Castillo Mena y diputados Ricardo Castillo, Juan José Osorio y Víctor Manzanilla Schaffer, rinden homenaje a la figura del general Villa. Para abundar en los conceptos de los oradores, usa de la palabra el C. Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria y representante personal del señor Presidente de la República

Agradecimiento

La Presidencia agradece la presencia de los Secretarios de Estado, de los distinguidos invitados a esta sesión y de los familiares del general Francisco Villa. Asimismo, informa que los restos permanecerán en esta Cámara, a efecto de que el pueblo les rinda homenaje

Por último, la propia Presidencia designa a la Comisión de legisladores que acompañarán los restos, el día de mañana, de esta Cámara al Monumento de la Revolución. Las mismas comisiones que introdujeron a los invitados, los acompañan al retirarse del Salón

Acta

Se da lectura y se aprueba el Acta de la presente sesión solemne. Se levanta la sesión

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. DIPUTADO JOSÉ RAMÍREZ GAMERO

(Asistencia de 197 CC. diputados y 48 CC. senadores.)

APERTURA

- El C. Presidente (a las 17:00 horas): Se abre la sesión solemne.

COMISIONES DE CORTESÍA

El C. Presidente: Se abre la sesión solemne de Congreso General para rendir homenaje al general Francisco Villa, cumplimentando el Decreto publicado en el Diario Oficial de esta fecha (aplausos.)

Se va a proceder a nombrar comisiones para recibir a las puertas de este Recinto a los restos del general Francisco Villa e introducir a las personalidades que han sido invitadas a esta sesión solemne.

Para que reciban a la entrada de este Recinto los restos del general Francisco Villa, a los ciudadanos legisladores diputados Maximiliano Silerio Esparza; senador Federico Amaya Rodríguez; diputado Artemio Iglesias; senador José Blanco Peyrefitte; diputado Alfonso Ballesteros; senador Eliseo Jiménez Ruiz; diputado Contralmirante Miguel Portela Cruz; senador José Guadalupe Cervantes Corona; diputada Marcela Lombardo de Gutiérrez; senador Graciliano Alpuche Pinzón; diputada Arcelia Sánchez de Guzmán y senador Víctor Manuel Cervera Pacheco.

Para recibir e introducir al C. Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria, representante del C. Presidente de la República, se designa a los ciudadanos legisladores diputados Augusto Gómez Villanueva; senador David Gustavo Gutiérrez Ruiz; diputado Salvador Reyes Nevárez; senador Jesús Hernández Rojas; diputado Rosendo Franco; senador

Joaquín Gamboa Pascoe; diputado José Leal Longoria; senador Guillermo Morfín García.

Para recibir e introducir al C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los ciudadanos legisladores diputado Víctor Manuel Peralta Osuna; senador Horacio Castellanos Coutiño; diputado Daniel Nogueira; senador Gustavo Baz Prada; diputado Juan Ernesto Madera y senador Vicente Coral Martínez.

Para recibir e introducir al C. Héctor Mayagoitia Domínguez, Gobernador del Estado de Durango, a los ciudadanos legisladores diputado Jorge Mendicutti Negrete; senador Tomás Rangel Perales; diputado Angel Sergio Guerrero Mier; senador Napoleón Gómez Sada.

Se ruega a las comisiones cumplan con su cometido.

Se declara un receso en espera de los restos del general Francisco Villa.

(Receso.)

HOMENAJE AL GENERAL VILLA

El C. Presidente: Se reanuda la sesión. Se ruega a todos los presentes ocupar sus lugares. Están por llegar los restos del general Villa.

(Honores Militares de ordenanza.)

Se designa a los siguientes legisladores para que hagan la primera guardia de honor de dos minutos: diputado Augusto Gómez Villanueva, senador Carlos Sansores Pérez, diputado Guillermo Cosío Vidaurri, senador Alejandro Cervantes Delgado, diputado Juan José Osorio, senador Blas Chumacero Sánchez.

El C. secretario Crescencio Herrera Herrera: Se ruega a los legisladores designados pasen al frente.

(Guardia.)

Para la segunda guardia, se ruega a los siguientes legisladores pasen al frente: diputado Enrique Ramírez y Ramírez, senador Horacio Castellanos Coutiño, diputada Josefina Esquivel, senadora Hilda Anderson Nevárez de Rojas, diputado Francisco J. Santillán, senador Jesús Hernández Rojas. (Guardia.)

Para la tercera guardia de honor se suplica a los siguientes legisladores pasen al frente: diputado Oswaldo Rodríguez González, senador Graciliano Alpuche, diputado Félix Barra Gómez, senador Manuel González Cosío, diputado Arturo Luna Lugo, senador Alberto Alvarado Arámburu.

(Guardia.)

Para la cuarta y última guardia de honor, se suplica a los siguientes legisladores pasen al frente: diputado Sacramento Jofre, senador David Gustavo Gutiérrez Ruiz, diputado Francisco Ortiz Mendoza, senador Silverio Ricardo Alvarado, diputado Pedro González Azcuaga, senador Angel Ventura Valle, diputada Celeste Castillo, senador Jorge Cruickshank García.

(Guardia.)

A continuación seguirá la guardia del H. Colegio Militar.

(Guardia.)

El C. Presidente: Se ruega a la Secretaría dar lectura al decreto que dio origen a esta sesión.

- El C. Secretario Crescencio Herrera Herrera:

"El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos decreta:

Artículo primero. Realícese una Sesión Solemne de Congreso General antes de la reinhumación de los restos del general Francisco Villa, el día 19 de noviembre actual, a fin de que se le rinda justo homenaje.

Artículo segundo. Comuníquese al Ejecutivo para los efectos de coordinación en lo que se refiere al traslado de los restos.

ARTÍCULO TRANSITORIO

Único. Este Decreto entrará en vigor en la fecha de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.

México, D. F., a 18 de noviembre de 1976.- Diputado José Ramírez Gamero, Presidente.- Senador Blas Chumacero Sánchez, Presidente.- Diputada María Refugio Castillón, Secretaria.- Senador Mario Carballo Pazos, Secretario"

EXALTACIÓN DEL CAUDILLO

El C. Presidente: Esta Presidencia ha designado para que intervenga como oradores en esta sesión solemne, a varios ciudadanos legisladores.

Tiene la palabra el senador Oscar Ornelas.

El C. senador Oscar Ornelas: Con la venia del señor Presidente del Congreso General. Señor licenciado Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria, y representante personal del señor Presidente de la República; señor Presidente del Senado; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia; señores secretarios de Estado; señor Gobernador del Estado de Durango; señores diputados y senadores; señoras y señores:

"Muy rica en enseñanzas es la Historia de México. La realidad nacional en su secuencia dramática supera a la más viva imaginación, porque México es un pueblo que ha luchado, ha sufrido, ha buscado y está buscando integrarse en una unidad nacional en la que habrá de realizar su destino propio, con sus propias esencias culturales, con un estilo de vida y un sentido de la convivencia forjados en las más duras lecciones de su historia.

El drama de nuestro existir político social ha consistido fundamentalmente en que nacimos como Estado antes de habernos integrado como nación. De las luchas del pueblo surgió la organización política pero ésta no era concomitante con una entidad nacional que le sirviera de soporte sociológico y espiritual.

Por el contrario, primero la Conquista que como tal era violencia, odio, imposición y crueldad y después el mestizaje que sólo puede ser unidad e identificación en el crisol de siglos, impidieron el pronto entendimiento de nuestra comunidad humana para surgir como pueblo fuerte y bien organizado que se pudiera procurar un justo bienestar social. Los mexicanos

ya hemos comprendido que los abismos derivados de la falta de entendimiento entre nosotros mismos han sido uno de los grandes obstáculos para alcanzar un destino de progreso y de justicia en el interior y de defensa eficaz y respeto en el exterior. En el momento mismo de la Independencia surgieron abismales diferencias de opinión para organizarnos políticamente. Nuestras divergencias políticas que iban más allá de lo que el interés común y nacional podían permitirlo, nos debilitó en la guerra extranjera y ésta nos impuso la pérdida de más de la mitad del territorio. Esas mismas divergencias, que derivaran en diferentes concepciones de lo que debía ser el país en su organización política, económica y social, nos impuso también una intervención extranjera injusta como todas las intervenciones extranjeras, que desangró a nuestro pueblo y demoró el surgimiento de México como nación en la modernidad; y la gran lucha social iniciada en 1910 constituyó otra radical separación entre los que pretendían la prevalencia de intereses ya caducos y sustentados en la injusticia, y el pueblo humilde que hizo la guerra a la Dictadura para romper cadenas de esclavitud e injusticias.

Pero los pueblos como los hombres tienen mucho que aprender de su propia vida. la historia proporciona la mejor lección de cómo se deben hacer las cosas y cuál es el sentido, la significación de cada uno de los pasos que un pueblo debe dar para alcanzar su felicidad. Y como todas las lecciones, proceso didáctico al fin, se van asimilando en etapas que obedecen a una racional secuencia social y política. Primero tener conciencia de lo que debe ser y después hacer lo que deber ser. En México, pueblo y gobierno unidos, ya se hizo conciencia que los caminos del entendimiento son los que mejor conducen a la realización plena del destino nacional, que para alcanzar una vida mejor cada integrante de la comunidad nacional ha de aportar el esfuerzo que le corresponde como tal integrante de esa comunidad, que la vida social auténtica es fundamentalmente equilibrio que el equilibrio solamente puede darse cuando hay justicia y que tratándose de la justicia social ésta solamente puede ser tal cuando desaparezcan las diferencias entre los que mucho tienen y los que muy poco o nada tienen. Tener conciencia de que sólo el entendimiento recíproco conduce a la unidad es lo que nos lleva a la concordia nacional, como presupuesto del futuro patrio.

Esta es, precisamente, una de las significaciones de la decisión del Gobierno de la República, de depositar los restos de Francisco Villa en el Monumento a la Revolución. Es un acto de justicia, porque Villa tuvo para la Revolución Mexicana, por encima de sus defectos, una virtud y un mérito: ser un brazo armado y esta decisión del Gobierno de México es principalmente una contribución al entendimiento, a la concordia nacional.

Francisco Villa, en su tiempo, además de representativo de la Revolución Mexicana, como factor indiscutible en el terreno de la lucha armada, fue también un factor de gran controversia, fue un modelo de discusión no solamente en el orden interno, sino también en el internacional. Original convencido de la bandera maderista, personificó después a una corriente cuando la Revolución se dividió en facciones. Fue combatido y perseguido por un gobierno constituido, fue motivo de una controversia diplomática entre México y los Estados Unidos de Norteamérica, fue contrincante de otras recias figuras de la Revolución Mexicana ya plenamente enraizadas en la conciencia nacional como forjadores del México moderno y, por eso, el interés nacional reclama la superación de los estados pasionales, rebasar las diferencias facciones, haciendo resaltar la presencia de lo que une y no de lo que divide, mediante el reconocimiento de que todos los que hicieron la Revolución Mexicana, unos con la idea y otros con la guerra, unos ejerciendo el poder, otros ofrendando su sangre, son los artífices de este México moderno, que enaltece sus merecimientos y reconoce su sacrificio. Rebasa la lucha de facciones, la Revolución Mexicana se ha institucionalizado, y al institucionalizarse, ha encontrado los caminos del entendimiento, del trabajo constructivo y del esfuerzo compartido.

Otra significación de la decisión del Gobierno del país de trasladar los restos de Francisco Villa al Monumento de la Revolución se refiere a la esencia misma de ésta. Villa fue su brazo armado, la fuerza impulsora en el terreno de las armas, que se hizo posible porque dispuso del tributo de sangre del México campesino. La Revolución Mexicana fue un movimiento eminentemente campesino, y los campesinos siguieron a Villa, porque reclamaban la tierra, por eso, este acto en el que se realiza en este recinto de la Representación Nacional, es de una significación y de un simbolismo trascendentales, es la reiteración del gran esfuerzo del Gobierno del Presidente Echeverría por realizar la justicia en el campo de México, que es la justicia de la Revolución Mexicana. Es el reconocimiento de que en los altares de la patria quedan colocados sus guías, pero sobre todo quedan colocados los principios y entre éstos, el principio reivindicador del que trabaja la tierra, principio que ahora con Echeverría y en el próximo sexenio con José López Portillo, hará realidad la auténtica justicia social.

La Representación Nacional, al participar con esta sesión solemne en los actos alusivos al traslado de los restos de Francisco Villa al Monumento de la Revolución, está reafirmando su fe en los destinos nacionales, llamando la atención del pueblo de México en la necesidad de repasar la historia para aprovechar la lección cívica que de ella se desprende y está coadyuvando así a fortalecer el espíritu nacional, en que, en el umbral de una nueva etapa republicana, los mexicanos todos conscientes de nuestra responsabilidad, habremos de cumplir cada uno en su trinchera, de trabajo, la parte que nos corresponde en la formación de la patria. Muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Heladio Ramírez.

El C. diputado Heladio Ramírez López: Con su venia, señor Presidente de este Congreso General. Señor licenciado Félix Barra García, Secretario General de la Reforma Agraria, y representante personal del señor Presidente de la República; señor Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación; señor Presidente de la Cámara de Senadores; compañeras y compañeros diputados; señores senadores; señoras y señores.

Este acto trascendente señala el justo deslinde en la tabla de valores de la Revolución Mexicana. Aquí están, en los muros de esta Cámara, uno a uno, los testimonios de nuestro culto a los héroes. Cada uno es una cátedra en llamas de civismo, de amor a México, de entrega vital a la libertad del hombre.

Rendimos homenaje emocionado a Francisco Villa, recordando su historia y su leyenda, entregándole la gratitud de un pueblo ya libertado y la veneración de las masas populares que hallaron en su imagen batalladora el símbolo perfecto del brazo armado de la Revolución Mexicana.

Francisco Villa encarna la presencia tumultuosa, vertiginosa, atormentada, del pueblo mexicano. Hombre recio, elemental y primitivo, nació del dolor de la gleba, surgió del temor asilenciado por los dueños de las haciendas, señores de horca y cuchillo, cuyos dominios no podrían medirse con el alcance de la mirada. Es representante de una rebeldía estacionada desde los días amargos de la Conquista. Es la protesta callada, la rebelión de los culpados, de los de abajo, de los marginados.

Francisco Villa nació estratega, no tuvo escuela ni preparación técnica, perteneció a la escuela de los genios militares, era el corazón enardecido del pueblo. Otro hombre campesino, en el Sur, representaba la cólera, la voz airada, el ansia infinita de un pueblo explotado que lucha por su liberación: Emiliano Zapata.

Los dos, señores, no pueden tener descanso en sus tumbas, Villa no está en Chihuahua como Zapata no está tampoco en Morelos, sus recuerdos y sus cenizas viven siempre en cada campesino que reclama tierra, en cada campesino que reclama justicia y libertad.

Qué significativo resulta este homenaje a quien luchó contra las minorías enriquecidas, exactamente cuando se plantea una disyuntiva fundamental para la historia política del México contemporáneo: hacer vigente el mandato constitucional y el estado de derecho en beneficio colectivo o claudicar frente a una oligarquía aliada al capital transnacional.

El derecho de la nación sobre las tierras, bosques y aguas es la soberanía de todo un pueblo, esto lo aprendieron los campesinos desde la lucha armada con Villa y con Zapata y hoy lo reafirmamos en nuestras diarias jornadas sociales.

Sin embargo, la historia agraria de México se caracteriza por una escala permanente de los terratenientes sobre los derechos constitucionales de los campesinos, el Presidente de la República, licenciado Luis Echeverría (aplausos); el Presidente de México, digo, expidió hoy, hoy mismo, las resoluciones agrarias que dotan de 37,131 hectáreas de riego en los valles del Yaqui y del Mayo (aplausos). Y hoy mismo también el Presidente firmó resoluciones agrarias dando 61,655 hectáreas de agostadero en otros municipios de Sonora, en beneficio de 8,037 campesinos y jefes de familia. (Aplausos.)

Hasta ayer, señores, antes de este formidable empuje del Presidente Echeverría, antes de que iniciara el reparto de los latifundios en Sonora, nos preguntábamos con angustia con Francisco Villa, hasta cuándo unas familias acaudaladas de Sonora y Sinaloa seguirán simulando y violando impunemente nuestras leyes. Con qué derecho desafían la pobreza de millones de mexicanos. Hirieron nuestra dignidad cuando trataron de burlarse del mandato constitucional; cuando atentaron contra el derecho de los campesinos sin tierra, y cuando se rebelaron contra la justicia revolucionaria.

Quienes destinaron cuantiosos recursos a la propaganda para alegar que hay inseguridad en la tenencia de la tierra, impugnando la ley y las necesidades de grandes sectores, olvidan que existe un costo que escapa de todos sus cálculos, y que es el de la verdadera paz. La paz que es una ficción o un espejismo cuando los contrastes se agudizan. Esa no es la paz social que deseamos. Esa es la débil convivencia que puede quebrarse si el egoísmo y la ambición desmedida alumbran con terquedad el ánimo de los latifundistas.

Aplausos.)

En un país donde 63 por ciento del territorio es árido, la disponibilidad de aprovechamiento del agua para el regadío debe ser instrumento de productividad para la justicia. Elementos para el desarrollo compartido. La justa distribución del agua es patrimonio social, es paz y verdadera libertad. El agua, el crédito, los derechos forestales, los recursos pesqueros y la racional explotación de fondos ejidales, constituyen el todo inseparable de un empuje histórico para hacer justicia en el campo, para hacerlo más productivo, crear más empleos, generar riquezas y bienestar para grandes multitudes que si siguieran marginadas no sólo constituirían una antítesis de la Revolución, sino que engendrarían su derecho a expropiar la insultante riqueza improductiva de los detentadores de sus mejores tierras y de sus aguas secuestradas. (Aplausos.)

Las primeras grandes presas se construyeron con mano de obra campesina, sin embargo, con la promulgación de la Ley de Riegos de 1946, y bajo presión de numerosas familias del noroeste y del norte, se fueron entregando las mejores tierras irrigadas a nuevos latifundistas que surgieron allá por Matamoros en los valles de El Fuerte, del Mayo y del Yaki. Con la creación de las obras de gran irrigación se inició la acumulación de grandes extensiones

en unas cuantas familias que despojaron de sus derechos a los campesinos: la historia de la contrarreforma agraria es la historia de la intriga, del soborno, del crimen, de la indignidad.

Desde hace 25 años los grandes propietarios del Valle del Yaqui, del Mayo y del Fuerte no sólo acumularon tierras sino que se apoderaron de las aguas cuyos sistemas habían sido levantados por el gobierno para las uniones ejidales. Los llamados Derecho de Riego cayeron en el mercadeo y la corrupción; se daba el caso de que grandes neolatifundistas llegaron a manejar los distritos de riego del noroeste y sus mayordomos eran nombrados gerentes. Durante 25 años la agricultura del gran capital pretendió nacionalizar los distritos de riego. Frente a ese desafío a la soberanía Nacional, el Presidente Echeverría envió al Congreso de la Unión una nueva Ley Federal de aguas que establece derechos de riego de superficie que no puede exceder las 20 hectáreas. Sólo así podríamos explicarnos por qué la Ley de Aguas de 1971 cancela las prebendas que habían desviado la dirección distributiva de una política hidráulica concebida para el desarrollo rural y no para favorecer a las empresas transnacionales (aplausos.) Cómo justificar la apropiación ilegal del riego, en un país que lo ha ido construyendo con el sudor y las lágrimas de los hombres del campo; después de un período de frustración en el cumplimiento de mandatos constitucionales, los campesinos organizados en la CNC supieron avivar sus demandas seculares.

Desde 1970 reagruparon sus fuerzas, condujeron sus principios inalterables hacia el Presidente de la República, y con él 30 días después de inaugurado el Gobierno que les abría las puertas, confirmaron que una nueva Ley Federal de la Reforma Agraria los convocaba a nuevas batallas reivindicativas.

Un año después, el 30 de diciembre de 1971 se logra dar un nuevo paso en el proceso del rescate agrario y se envía al Congreso la Ley Federal de Aguas que abrogó la Ley de Aguas de Propiedad Nacional de 1934 y la Ley de Riego de 30 de diciembre de 1946.

La caracterización revolucionaria de las formas de tenencia de la tierra y de la definición de nuevas formas de organización colectiva contenidas en la Ley Federal de Reforma Agraria, se iría a ensamblar con la nueva legislación justiciera del régimen de aguas. Los Distritos de Riego en las Valles del Yaqui y del Mayo, del Río Colorado en Sonora, del Valle del Fuerte en Sinaloa, y de Nuevo Casas Grandes en Chihuahua, para no citar más que los más conocidos, fueron invadidos desde los inicios, no por los ejidatarios de la región, no por nuevos núcleos de población, sino por los neolatifundistas que fueron acumulando predios bajo él como expediente de titular a nombre de sobrinos, hijos, nietos o prestanombres. No había mejor negocio que burlar la Ley y para ello se prestaron los abogados de empresa, y en esa trampa quisieron hacer caer a quienes cambiaron su investidura por el triste ropaje de mercaderes. Mentira que los campesinos hayan sido invasores; lo han sido los neolatifundistas criollos, herederos del porfirismo, herederos de quienes vieron en la Revolución y la reforma agraria un gran botín. El neolatifundismo, señores, es una espina que hace sangrar el rostro de Zapata, de Villa y de nuestra Revolución, pero los campesinos habrán de sacar esa espina de raíz con la fuerza de nuestra Constitución.

Lo que existe hoy son maniobras de neolatifundistas que pagan testaferros para justificar lo que ellos llaman invasiones que sólo sirven artimañas legaloides y abuso del juicio de amparo. La política agraria e hidráulica del actual gobierno es reivindicativa de las mayorías.

Cómo explicarse que mientras en las zonas áridas de miseria dolorosa, mientras en la montaña guerrerense o en la mixteca oaxaqueña el agua es una esperanza y a veces el riego por goteo es el único medio frente a la escasez de líquido; cómo explicarse que mientras en las zonas suburbanas el agua es criminalmente vendida, en las modernas haciendas del noroeste el riego por aspersión es derroche y lujo.

Cuando el gobierno realiza las inversiones públicas para el desarrollo rural, procura incorporar a grandes grupos sometidos y no crear polos artificiales de prosperidad. La justificación histórica de una política económica está en su capacidad para crear amplios niveles de bienestar. El agua y los medios para hacer productiva la tierra están garantizados por una legislación avanzada y desde los ejidos y las comunidades, con los jornaleros y con los auténticos pequeños propietarios, habremos de responder al reto del latifundismo y lo abatiremos con la ley por delante, y con el coraje de millones de campesinos que aman entrañablemente a México. (Aplausos.)

La República, compañeros, no olvida que ayer apenas en Chinameca, Emiliano Zapata cayó bañado en sangre víctima de quienes quisieron asesinar con él ansia libertaria campesina. Que ayer apenas en Parral, Chihuahua, los mismos intereses asesinaron a quien a sangre y fuego conquistó la aurora. Hoy, desde Chipingo, Sonora y Sinaloa, están desafinando abiertamente y con violencia, la institución de la ley y la República; murmuran y realizan escaladas de conjunción contra el Presidente de la República y las autoridades agrarias; quienes desde la obscuridad de la simulación de tierras defienden sus grandes intereses que serán afectados dentro de la ley por la justicia revolucionaria, pretenden introducir la desorientación aquellos que intentaron destruir la vida democrática de los campesinos, los que acentuaron el individualismo, parcelaron la tierra y pusieron en peligro la estabilidad de nuestra nación, al convertir el campo en un polvorín que estuvo a punto de estallar; porque ha sido la de los campesinos, una reiterada secuela de agravios y despojos. Interminable es la lista de quienes han caído abatidos por las balas de las guardias blancas de los latifundistas.

Apenas hace unos cuantos meses, en San Ignacio Río Fuerte, cayeron campesinos asesinados por órdenes de quien en su fragilidad de sacrificios, no entendió el signo de nuestro tiempo y hoy compugna la sanción de la República.

El dilema de México se planteó; desde entonces el desarrollo económico se ha aplicado con justicia y libertad y el neolatifundismo que significa aplicar estos principios, le ha costado al Secretario de la Reforma Agraria, Félix Barra García, y al Subsecretario de la misma, Víctor Manuel Torres, demandas judiciales promovidas por abogados de la pequeña o gran burguesía que saben de antemano lo endeble de sus argumentos, por eso se refugian en la publicidad para satisfacer sus vanidades

Pensaron que iban a mediatizar a través de la calumnia y de la demanda judicial por consignación, utilizando todos sus recursos financieros, a quienes hoy al lado del Presidente Echeverría han cumplido un compromiso de conciencia y una responsabilidad histórica. (Aplausos.)

Pretendieron desaforar a Celestino Salcedo, el líder de los campesinos del país (aplausos) por su conducta incorruptible y por su lealtad a los campesinos. Les digo desde esta tribuna, entiéndanlo bien, señores, Celestino Salcedo, el líder de los campesinos, es un hombre respetuoso de la ley y sabe que en ella está la mejor defensa de los intereses de los desheredados.

(Aplausos.)

Los 30 mil campesinos que se han mantenido como un ejército para preservar la ley, lo han hecho en custodia de las instituciones para evitar las invasiones y para evitar que se cayera en la provocación. También por muchos medios y actitudes, se desató una campaña de calumnias, desprestigio y demandas judiciales contra quien por mucho tiempo ha sido impulsor incansable de los reclamos campesinos. Quisieron enjuiciar al líder de esta Cámara, Augusto Gómez Villanueva (aplausos), quienes, desde sus cubículos en la ciudad, pretenden conocer el campo y la naturaleza hostil que rodean los parias de la tierra, supusieron que enjuiciarlo severa y arbitrariamente era acabar con las insatisfacciones de los campesinos.

Pero se equivocaron rotundamente.

La causa no es un hombre que en determinado momento conjugue las aspiraciones de los hombres del campo, sino quienes confundieron intencionalmente la política agraria, los que la justificaron al corromper las débiles estructuras político, administrativo, ideológica de muchos funcionarios, y formaron una 5a. columna de la economía, un monopolio dependiente del exterior y de la acumulación del capital en proporción directa al coloniaje de los campesinos.

No tienen autoridad moral juzgar la dirección nacional agraria, quienes han propiciado la corrupción de justicia o quienes teniendo oportunidad de servir lealmente a los campesinos, entendieron el reparto de la tierra como abultamiento de cifras carentes de significación económica, o como un ritual para aplicar demandas políticas pero con la intención de preservar la estructura agraria y no de transformarla.

Si ha de realizarse - esto es importante - si ha de realizarse alguna demanda histórica, será la que escenifiquen entre los campesinos y sus adversarios para que éstos sean enjuiciados con los autores intelectuales y materiales de la contrarrevolución agraria.

Un problema social como el de los campesinos, la tenencia y explotación de la tierra, no es ni puede ser motivo para escapismos exhibicionistas, ni tampoco para discusiones escolásticas.

Cuando se levanta la tesis de que es necesaria y urgente la producción, pero amañadamente se quiere ignorar todo el proceso que él implica para que sus beneficios sean distributivos, se está cayendo en la contrarrevolución. La Reforma Agraria es el derecho a la tierra, al agua, al crédito, al pago justo de los productos obtenidos de la mano campesina. Es entender este proceso organizativo de los campesinos como único camino para introducir la técnica, para crear empleos, pero singularmente, para liquidar todas las formas de descapitalización.

Aquí están presentes los representantes del ejército nacional; los veteranos de la Revolución, y también los hombres, los Dorados que acompañaron a Villa. (Aplausos.)

Aquí están los que han dado hoy un ejemplo de lealtad a los principios por los que luchó el Centauro del Norte, y el ejemplo de lealtad defendiendo las instituciones, la ley y los derechos del pueblo.

Todavía resuena en todos los rumbos del país la frase que pronunciara el Comandante de la Zona Militar, cuando dio la orden de que primero muertos antes que disparar contra los campesinos. (Aplausos nutridos.)

Este es el ejército de México, el ejército de Villa, e Emiliano Zapata, el ejército del pueblo, el ejército del que nunca se pondrá en duda su lealtad a los principios de la Revolución. Porque el pueblo no puede ser desleal a sí mismo. A nombre de la diputación, a ustedes representantes del Ejército y la Marina, quiero tributarles el más rendido y cálido homenaje. (Aplausos.)

A muchos de los privilegiados, a los profesionales emboscados de la contrarrevolución, les asusta la figura de Villa y de Zapata. Les llamaron y les llaman despiadados, asesinos que no respetaban en sus correrías leyes ni normas morales y destruían y arrasaban lo que encontraban a su paso, olvidan o pretenden olvidar que Villa como Zapata, fueron impetuosos representantes de una rebeldía y protesta callada por tres siglos de conquista.

Que su iniciación rebelde se debió a las injusticias, a la explotación de los hacendados, a la justicia que les era negada por las leyes y los jueces.

De Chinameca a Sonora y Sinaloa, la contrarrevolución ha ensayado temerariamente

provocar a la nación, las exigencias de esas ínsulas de privilegio están encaminadas al mantenimiento de su hegemonización, siempre hostil al derecho para impedir el cumplimiento de la ley, parecen ignorar que las luchas de clases son el motor de la sociedad y que mediante argucias podrían mistificar la tenencia de la tierra, pero jamás abatir la causa de la lucha campesina.

Vivimos, compañeros, una etapa de serios ajustes económicos y sociales, que antes de arredrarnos conducen a la comunidad agraria al despliegue de sus mejores recursos técnicos y políticos.

La mejor defensa de la reforma agraria es su prosecución eficiente, indetenible y apoyada en la ley. El romper la camisa de fuerza del marginalismo, y lograr con valor, voluntad y decisión, el acceso a nuevas condiciones de dignidad cultural y social, es el mejor homenaje y permanente recuerdo a un mexicano apasionado y temerario, como lo fue Francisco Villa.

(Aplausos.)

Hoy, rendimos homenaje al guerrillero, al revolucionario, al héroe popular que fue volcán y es llama viva de la Revolución. Y aunque es cierto que los héroes pertenecen a la humanidad, Francisco Villa es árbol nacido en nuestro suelo. Tiene en su savia la sangre de los mexicanos. En sus ojos se reflejan los paisajes de la esclavitud y de la angustia en que vivieron nuestros abuelos.

Es por ello Francisco Villa mensaje de libertad, y seguirá siendo escuela de rebeldía e inconformidad. (Aplausos.)

Hace unos cuantos días la Cámara de Diputados inscribió en este recinto el nombre de Lázaro Cárdenas, gigante de la Revolución; del gran agrarista, nuevo símbolo de los humildes. (Aplausos.)

Yo, señores diputados, señores senadores, quiero anticipar desde ahora que algún día, no sé en qué fecha ni en qué año el nombre de otro mexicano brillará con letras de oro en esta Cámara, como un homenaje a su vocación agrarista, a su voluntad incorruptible, a su decisión de desafiar las iras de la calumnia y de la injuria, las iras de aquellos que un día, como a Francisco Villa, demostraron implacablemente su acción y su figura, pero que a pesar de ello continuó su labor reivindicadora; algún día, señores diputados, señoras y señores, en los muros de este recinto glorioso aparecerá también el nombre de Luis Echeverría. Muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado Angel Sergio Guerrero Mier.

El C. Angel Sergio Guerrero Mier: Con su venia, señor Presidente; señor licenciado Félix Barra García, Representante del señor Presidente de la República; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; señor Presidente de la Cámara de Senadores; honorable Congreso de la Unión; distinguidos familiares del señor general Francisco Villa; señoras y señores: Con profunda emoción comparecemos ante la Representación Nacional reafirma esta tarde en su recinto, en este acto de trascendencia y perfiles patrióticos, su convicción en el necesario convencimiento de la conciencia histórica de nuestro pueblo que encuentra en el ejemplo estimulante de sus héroes la inspiración y la motivación creadora que nos permiten seguir adelante en los principios de libertad, de democracia y de independencia, que han conformado las luchas del pasado, la construcción del presente y la proyección del futuro de la nación mexicana, porque la más pura esencia de los valores nacionales la encontramos en la vida y en los hechos de los pronombres que, con sacrificio, con su esfuerzo hicieron posible la transformación y el cambio. En etapas de violencia, no deseables pero necesarias e ineludibles, para el advenimiento de nuevas condiciones favorables y propicias para el desarrollo y la consecución de nuestra independencia política y económica. Y decía que nos embarga una profunda emoción ante la presencia en este recinto, testigo de la historia, no sólo de los restos mortales sino también del espíritu indomable del hombre genial y portentoso que, con su valor, con su pasión y con su coraje, trazó rumbos definitivos al movimiento reivindicador de las clases marginadas de nuestro país, trazó rumbos definitivos a la Revolución Mexicana: el Centauro del Norte, el guerrillero inmortal General Francisco Villa. (Aplausos.)

La Revolución Mexicana es un acontecimiento histórico en que de manera ejemplar y extraordinaria las ideas y los hechos se apoyan mutuamente. Desde los primeros brotes precursores de su inconformidad y desesperación ante las injusticias, hasta la promulgación de nuestra Carta Fundamental de 1917, el pueblo mexicano luchó con denuedo para expresar su voluntad y para llevarla a la práctica. Nuestra Revolución es el resultado de un largo y doloroso proceso de alumbramiento, después de lograda la independencia política y consumada la epopeya de la Reforma, nuestro país tomó a su cargo otra misión histórica que, quiéranlo o no los que postulan una supuesta atonía de las mayorías nacionales, lo condujo hasta sitios de vanguardia dentro del Siglo XX, cuyo signo ha sido el de las inquietudes y las transformaciones sociales más profundas.

Primero, contra el colonialismo político, después contra la sujeción mental a viejos esquemas y más tarde junto a los restos de un liberalismo ya infértil, los mexicanos hemos sido capaces de abanderar no sólo a los pueblos del Tercer Mundo, sino a muchas naciones de mayor desarrollo y de tradiciones democráticas acaso más antiguas pero no menos firmes que las nuestras. Francisco Villa es el representante más legítimo de la aspiración de justicia de la gente del campo y de los obreros de la ciudades; hombre de auténtica expresión popular, nació del pueblo y al pueblo se entregó sin más límite que su propia vida. Surge de las campiñas norteñas en el grito color de tormenta, al decir de una distinguida poetiza duranguense; grito de rebelión contra las injusticias

de un sistema feudal y arcaico que basa en la sumisión y en la explotación inmisericorde de la masa campesina el bienestar de minorías privilegiadas que pretenden ser la expresión de la paz y de la estabilidad de toda una nación. Por eso tras su silueta de jinete que cabalga de manera infatigable a través de llanuras y montañas, está toda una serie de inconformidades y de protestas, ahogadas por decenios, silenciadas en la oscuridad de las mazmorras o en la frialdad de los sepulcros. Esta está indudablemente en una inmensa gama de demandas populares, de ideas que él sostenía, que el defendía y que lo convierten en caudillo auténtico, en guía natural de las oleadas humanas de desheredados que guardan el arado y empuñan la carabina para trasmutarse en estos dorados centauros que van por los campos nacionales a conquistar sus derechos y un mejor porvenir para sus hijos. Guía natural y caudillo auténtico porque no es sólo el conductor de ejércitos o de masas; es también, necesariamente, el hombre que sabe a dónde va, a dónde se dirige, y Villa sabía con certidumbre cual era su punto de destino, no el destino personal sino el de los hombres a cuyo frente se había colocado. Sabía que más allá de la violencia y del combate aguardaban a México el sereno dinamismo de la instituciones y la equidad de las leyes que ya se gestaban en las mentes de los hombres que habrían de acudir al recinto de Querétaro. No se trata de deformar la historia con la imaginación; no pretendemos idealizar una figura que, por otro lado, con su sola presencia nos induce a pensar en trances de heroísmo, de furia justiciera y de arrojo indomable.

La historia de una nación, para ser comprendida, debe ser vista como una serie de anécdotas, a de ser contemplada como una línea vigorosa que se dirige a la meta que el pueblo erige. Y dentro de esta historia, la nación mexicana es la historia de nuestra búsqueda de libertad en la justicia.

Villa, el hombre legendario de Durango, el centauro del norte, el revolucionario mexicano fue derecho a la constitución de ese objetivo. Así fue como lo hicieron todos los revolucionarios, auténticos a despecho, inclusive, de sus desaveniencias; lo que importa es el sentido trascendental de sus actos, y este sentido es único, apunta de modo invariable a esa libertad y a esa justicia que siguen siendo para nosotros los mexicanos revolucionarios, los grandes conceptos de nuestro proyecto histórico.

Brazo armado de la Revolución se le ha llamado en esta tribuna. Lo fue ciertamente a su talento guerrero, a su habilidad natural de estratega que tuviera como un don innato; aunó a su valentía personal, su capacidad, su ascendiente caso magnético, entre sus subordinados, entre la gente del pueblo que le siguió con verdadera idolatría. Brazo armado de la Revolución, porque nadie podrá soslayar que el genio militar de Francisco Villa, fue el ariete que rompió la columna vertebral del ejército huertista las puertas al constitucionalismo triunfante; y más que esto deja impreso en los anales de la historia universal, el ejemplo aún permanente, aún vigente, de que los ejércitos, las fuerzas armadas, no se integran al conjuro de un sistema fríamente selectivo materialista, sino que surgen de las entrañas mismas del pueblo, en él encuentran la raíz y fundamento de sus acciones invariablemente encaminadas a la conquista y defensa de la libertad y de las instituciones que el mismo pueblo quiere darse, como base de su organismo político.

Por eso, en México, el Ejército Nacional surge de las entrañas del pueblo a través de la Revolución Mexicana. (Aplausos.)

A esas cualidades que por sí solas bastan para merecerle un lugar entre los forjadores de nuestro destino, se une la intuición, ya no del guerrero, sino del mexicano preocupado por los problemas sociales que gestaron la lucha. Por eso, principia el reparto de las tierras en Chihuahua, que era una de las promesas de la Revolución, olvidadas por otros caudillos, y en mayo de 1915 declara incompatible con la paz y prosperidad de la República, la existencia de las grandes propiedades territoriales.

Considerando que siendo la tierra la fuente casi la única de riqueza en nuestro país, la gran desigualdad de su distribución había producido la consecuencia de dejar a la gran mayoría de los mexicanos, a la clase jornalera, sujeta a la dependencia de la minoría terrateniente.

No podía ser de otra manera, Villa había sufrido en carne propia las miserias de los peones explotados en las viejas haciendas. De ahí su fervor por el reparto de la tierra en favor de las mayorías desvalidas.

El mismo fue un enamorado de la tierra, por eso cual moderno Cincinato volvió a entregarse a su cultivo en las feraces llanuras de Canutillo, ejemplificando con esta entrega que en el trabajo de los campesinos habría México de encontrar los cauces de su porvenir.

Creo que precisamente en los campesinos reside la gran explicación de lo que fue Francisco Villa. En ellos, en los hombres del campo, ha hecho presa una secular injusticia, pero no se ha debilitado, ni por asomo, una inquebrantable fe en sus propias virtudes y en la vocación democrática de nuestra patria.

Ellos han sido el sostén más firme de nuestra sociedad y muchas veces han sufrido de nuestra sociedad misma el escarnio y el sometimiento, han respondido invariablemente con nobleza pero nunca con una voz sin muestra de asentimiento.

En ellos radica toda la potencia revolucionaria y de ellos provienen, igual que el maíz y el trigo que nos alimentan, las grandes sacudidas, las grandes manifestaciones de ira y de protesta pero también las lealtades más admirables y más hondas.

México tiene en los campesinos los hijos más valerosos y más honrados en el sentido netamente moral de la palabra. Así como

han sabido encender hogueras, saben trabajar, defender sus derechos, predicar la concordia sostener las instituciones y vigilar la observancia de las leyes.

De ellos, de los campesinos, han brotado innumerables héroes anónimos que labrando el surco han hecho a México el sencillo e inmejorable don del alimento, y de ellos se han destacado personalidades de talla inconmensurable, encendidos defensores del pueblo. Una de ellas fue Emiliano Zapata, la otra, Francisco Villa. (Aplausos.)

Por eso aplaudimos sin reservas el menor homenaje que el pueblo de México a través de la acción del Presidente Echeverría puede rendir a la memoria de Francisco Villa, cuando todavía hoy en el momento actual, se reparten los latifundios simulados para hacer justicia a los campesinos de Sonora.

Por ser sangre, carne y espíritu de nuestro pueblo, por haber batallado por una causa justa, por haber percibido, por haber percibido con su perspicacia de hombre sencillo el gran proyecto nacional de nuestra Revolución, Francisco Villa es digno del homenaje que hoy le rendimos todos y que le rinde al unísono la nación entera. Hoy vuelve a escucharse en Parral y en Durango, en Torreón y en Zacatecas, el galope de los indómitos Centauros norteños, en este último recorrido de sus restos a su morada definitiva al lugar que le corresponde, que le ha correspondido siempre, donde estará perenemente gracias a un presidente justiciero.

Villa vuelve a triunfar, hace 62 años que las calles de Madero y 5 de Mayo hasta Palacio Nacional, se estremecieron al paso de sus dorados y al grito estentóreo del pueblo; hoy su espíritu campea en las rúas metropolitanas al paso de su cortejo que viene no en son de duelo, sino con los honores debidos a quienes conquistan la aureola de los héroes y el pueblo emocionado vuelve a cimbrar los aires con el grito sempiterno: Viva Francisco Villa. (Aplausos.)

Y en llevados sus restos mortales al monumento de la Revolución, para que ahí reposen junto a los de otros adalides, la obra ha sido de todos ellos; es una obra que respetamos y que nos compete, porque ningún mexicano en el presente puede olvidar que la Revolución, a pesar de los escépticos, sigue en marcha y es deber nuestro, deber histórico, no permitir que languidezca sino hacer que cobre un mayor dinamismo histórico, de lo contrario, esta generación no podrá garantizar la continuidad de la obra constructora de un México mejor, que fue el objetivo fundamental de los paladines de la Revolución. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. senador Ignacio Castillo Mena.

El C. Ignacio Castillo Mena: Con la venia del señor Presidente del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, señor licenciado Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria y representante personal del C. Presidente de la República, señor presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, CC. senadores al

Congreso de la Unión, señores funcionarios; señores familiares del extinto general Francisco Villa, señores invitados:

Este recinto vuelve a nombrarme con hondo sentimiento patriótico en un justo homenaje, para sancionar con la dignidad de su alta investidura el reconocimiento de la representación popular a uno de nuestros más preclaros caudillos, el general Francisco Villa.

Mucho se ha hablado de la figura legendaria del divisionario duranguense; tal vez la polémica sobre sus merecimientos revolucionarios, personales y humanos haya alcanzado las más altas dimensiones y probablemente continuará desarrollándose, como ha acontecido siempre en las grandes vidas humanas, sobre todo por aquellos a quienes interesa conocer la realidad de la historia y el conocimiento de la verdad universal. El debate popular, expresión clara del diálogo sin cortapisas, tiene que concluir con el reconocimiento a las obras y a los hombres que las hicieron posibles.

Dice la filosofía de Cajal, fielmente interpretada por Blasco Ibáñez en la novela, que nuestra vida, la de los que tenemos una realidad material, la hacen los muertos, y cuánta verdad, cuánta sabiduría encierran esas manifestaciones. Los revolucionarios, los que ya desaparecieron físicamente, propiciaron e hicieron realidad las libertades políticas, las emancipaciones ideológicas, el desenvolvimiento económico y cultural, contenidos concretamente en la Constitución Política de 1917, rige nuestra vida institucional, como consecuencia del movimiento que inició don Venustiano Carranza y a cuyo triunfo contribuyó notablemente la División del Norte que comandaba Francisco Villa, desde la toma de Torreón, Chihuahua o Zacatecas, hasta su entrada a la ciudad de México.

A esa Ley suprema, la que consagra las garantías individuales y las garantías sociales, la que ha hecho posible el desarrollo de la vida institucional de México, dentro de un marco jurídico y político que los mexicanos nos hemos impuesto y cuyo respeto absoluto hace dudar a los mismos estudiosos del Derecho, en donde reside la soberanía, si es en el pueblo o en la propia Constitución, ya que esta fue dictada por el pueblo soberano, pero al nacer determina los debates sociales del propio pueblo y frena y limita los actos de la autoridad y entonces se vuelve la Constitución la más fiel expresión de la soberanía popular.

No podemos negar, porque sería en vano hacerlo, cual fue el origen popular de Francisco Villa. Nuestro Doroteo Arango de la coyotada de San Juan del Río, Durango, se levantó contra la afrenta de los poderosos y contra la autoridad injusta que manipularon a su antojo, pero eso mismo entraña el valor y espíritu justiciero de un joven desvalido al que se niega todo, en su tiempo. En su recorrido al norte se acerca al gobernador Abraham González en Chihuahua para incorporarse en sus inquietudes

revolucionarias al lado del apóstol Francisco I. Madero. Sería prolijo repetir todos los hechos del soldado, que traicionado por sus propios seguidores, tuvo que enfrentarse a otros prohombres de la Revolución. El movimiento sufrió una grave división por la natural falta de cauces institucionales que los unificara. En el México de ahora, del presente, los revolucionarios, con órganos idóneos, mantenemos con firmeza la unidad del pueblo, de todos los mexicanos.

Francisco Villa, a pesar de los embates de la lucha no abandonó la batalla, siempre en defensa de las clases desheredadas, de las que él provenía.

Hace unos cuantos años se inició una corriente reivindicadora de la memoria de Villa y hoy se culmina, cuando a iniciativa del Presidente de México, Luis Echeverría, van a trasladarse sus restos a ese panteón de los hombres destacados de la Revolución Mexicana, al monumento erigido para honrar a ésta, precisamente en la fecha en que se cumple el sexagésimo sexto aniversario de haberse iniciado el movimiento libertario.

Creemos que reunir en el monumento a la Revolución Mexicana, los restos de quienes han hecho realidad las metas de la gesta de 1910, es convertir en un santuario de la patria a ese simbólico mausoleo.

Lázaro Cárdenas, en la misma fecha de su deceso fue trasladado a ese lugar y ahora su nombre se ha agregado en este recinto, recientemente, con letras de oro, al que lo antecede en la orden de la inscripción: Francisco Villa, que extraordinarias coincidencias que sólo el destino depara para los grandes hombres.

México ha evolucionado notablemente. La realidad que vivimos no es fácil. El futuro es muy difícil e incierto, pero queda la constancia imborrable de que el Presidente Luis Echeverría ha luchado por transformar el país y existe la confianza de que el Presidente electo de México, José López Portillo, con insospechado patriotismo, inspirado en los principios de la Constitución Política de México, en la obra y en la conducta de nuestros próceres, que la colaboración de todos los mexicanos tal como él lo ha demandado podrá superar nuestras angustias y nuestros problemas ancestrales.

Ya basta de censuras al pasado. Ya no más críticas. Olvidemos lo negativo de nuestra historia y pensemos en lo constructivo del pasado para poder fincar nuestra proyección en el futuro. Cambiemos la tan gastada fraseología de quienes evocando pretéritos equivocados sólo buscan beneficios o aplausos en el presente.

Que magnífico escenario para la historia. Para el lado de Lázaro Cárdenas, Plutarco Elías Calles, Venustiano Carranza - permítaseme invertir el orden cronológico - al lado de Francisco I. Madero, a quien siempre mantuvo, como muy pocos, digna e inalterable lealtad, desde mañana 20 de noviembre de 1976, estarán los restos de Francisco Villa.

Historiadores negativos - ignorantes deliberados del sentimiento del pueblo - han tratado de manchar la figura de Villa. La obra, no debemos olvidarlo, trasciende al hombre. Nadie debe ignorar que Villa recibía libros, que solicitaba a ese excelso educador José Vasconcelos, para retribuirlos entre los niños, como va a juzgarse al soldado que contaba en sus filas con el artillero Felipe Angeles o con el estratega Medenaveitia. Como va a juzgarse a quien no quiso ocupar el sitial del Presidente de México, señores diputados, señores senadores, ¿cómo vamos, en resumen a juzgar a todos los hombres? Sólo de una manera: acabar con la sucesión de anécdotas contradictorias para creer en los hombres que con fallas o sin ellas: amaron a México y sucumbieron por la patria. Muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Ricardo Castillo.

El C. Ricardo Castillo: Señores diputados, señores senadores, señor licenciado Félix Barra García, representante del señor Presidente de la República, señor Presidente de la honorable Suprema Corte de Justicia, señoras y señores que con su presencia demuestran el interés del pueblo en los asuntos de su Revolución.

Dos formas hay de conmemorar o de celebrar los grandes hitos de una nación; de revivir los abatares más importantes de un pueblo: una es la historia, la repetición verbal de lo acontecido; la remembranza.

La otra, la realización de acciones que den permanencia, que conserven vigentes las ideas, los principios, los anhelos.

Para nosotros, los campesinos de Sonora, el mejor homenaje de todos cuantos se han rendido a uno de los nuestros, a Francisco Villa, no es la inhumación de sus restos, no es su traslado al monumento en donde residen los de aquellos otros mexicanos que con él hicieron la violencia de antes, las instituciones de ahora, el México de mañana.

No es siquiera esta sesión solemne, para los campesinos de Sonora, el mejor homenaje a Francisco Villa. Es la acción de su gobierno, que a tantos años de distancia por fin les ha puesto la tierra en sus manos. (Aplausos.)

En esta urna están los restos físicos de Doroteo Arango, pero el Pancho Villa que hizo temblar de miedo o de júbilo a la gente del norte no está sin embargo aquí. Sin embargo, Villa sigue combatiendo y hoy mismo ganó otro más de sus combates: la distribución de los latifundios de Sonora, resuelta y ejecutada por el Presidente Echeverría. (Aplausos.)

Eso tiene mucho sin duda de la voluntad justiciera de aquel combatiente invencible. Villa sigue ganando después de muerto sus mejores batallas.

Echeverría al romper con el golpe de la Ley la situación de injusticia, de abuso y de burla que se vivía en Sonora, reprodujo la gran actitud que Villa asumió en la etapa de violencia de que fue protagonista al golpe de fusil y de metralla.

Villa fue el brazo armado; Echeverría es la voluntad reivindicadora y la mano que porta la Constitución de la República, para ambos actuando de acuerdo con una sola idea, la del servicio al pueblo, la de la reparación de mil viejos agravios, la de lograr un país que

se rija por el concepto de solidaridad y no por el medro personal a expensas de los desvalidos.

Es que Echeverría profesa la gran idea de Juárez: La Ley es escudo pero también espada. De alguna manera, si en Villa buscáramos una frase paralela, podríamos recordar la que él dijo en circunstancias memorables: Si la Ley es injusta es preciso transformar la Ley. (Aplausos.)

Nuestro México actual es país de Derecho. Entre nosotros la justicia y la Ley forman una pareja indivisible. Villa, el Villa existente, el que todavía se encuentra entre nosotros, activo y vigilante, puede sentirse satisfecho que Echeverría, aplicando nuestras leyes ha dicho "No" a quienes pretenden abusar de ella; las ha usado como escudo en defensa del pueblo y como espada en contra de sus explotadores (aplausos.)

El episodio que se inició hoy en tierras sonorenses tiene el valor de compromiso que se cumple y de acto que confirma una irrefutable razón histórica, la razón histórica que está del lado de los nuestros; de los campesinos airados y pacientes, respetuosos de la legalidad, porque es una legalidad que proviene de los mismos, es preciso hablar claro y advertir que los campesinos de Sonora supieron aguardar con paciencia el reparto de los latifundios simulados y que fueron los neolatifundistas quienes a fuerza de triquiñuelas, de argucias, calumnias y rumores, se empeñaron en torcer a su favor el rumbo de nuestras grandes decisiones políticas. Es este sentido la Revolución, tal como la entendió Villa, como la entiende Echeverría, es tener conciencia de que no hay mayor riesgo que el de no realizar una transformación a tiempo y no se trata de riesgos episódicos, sino de los peligros a que se enfrenta todo gran proyecto popular, el de verse frenado por las tenaces resistencias de las minorías cuyos privilegios implacablemente van disminuyendo y trastocándose; tal como lo quiso y lo procuró quien siempre combatió por los humildes, aquél a quien una traición llevó a la muerte, pero que hoy la Revolución le da la historia, Echeverría en Sonora produjo, como muchas otras acciones de su Gobierno, la reivindicación de los campesinos; por eso los campesinos sonorenses, convencidos de la gran obra de Echeverría, afirmamos desde hoy que Echeverría permanecerá en el corazón de todos los hombres del campo de esta gran nación. Muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado Juan José Osorio.

El C. diputado Juan José Osorio: Con su venia, señor Presidente. Señor licenciado Félix Barra, representante del señor Presidente de la República; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia; señor Presidente de la Cámara de Senadores; señores Ministros; señores diputados; señores senadores; señoras y señores: Los diputados del sector obrero de esta Legislatura, expresamos nuestra profunda complacencia por los honores solemnes que hoy se rinden a los restos del general Francisco Villa, por decisión de una legislatura anterior, la 46, el nombre del legendario Centauro del Norte aparece desde hace varios años con letras de oro en uno de los muros de este histórico recinto. Villa fue un protagonista apasionado y apasionante de la primera fase de la gran Revolución popular que estremeció a la tierra mexicana con resonancias en el mundo entero, aquella lucha brotó más que de los planes formulados por los pequeños grupos de conspiradores, de las entrañas profundas de las grandes masas de campesinos, de obreros, de artesanos, de jóvenes y de profesionales intelectuales de tendencias liberales y avanzadas. La Revolución fue en sus inicios una típica explosión del descontento popular, y si hay una figura representativa de la insurgencia cólera y vengadora de las multitudes explotadas y vejadas, ella fue sin duda la de Francisco Villa. Más allá del claroscuro de su personalidad dramática, de la compleja estructura psicológica y temperamental de aquel caudillo, se le reconoce no sólo en nuestro país, sino en el vasto exterior, como un luchador indomable por la causa de la emancipación social de nuestro pueblo. Era más que un hombre una fuerza de la naturaleza, un instrumento de la historia, un demoledor; su tremenda energía combativa se aplicó de modo sorprendente a la formación de los ejércitos populares y a la conducción; genial desde el punto de vista de intuición estratégica militar, de las batallas en las que fueron destruidas las fuerzas fundamentales del antiguo régimen. Villa fue así, de modo preeminente, el gran brazo ejecutor de los planes revolucionarios en el terreno de la lucha armada y sus hazañas y victorias fueron en gran parte las que permitieron abrir paso a la era del nuevo constitucionalismo social que cristalizó en el Congreso de Querétaro de 1917 con la formulación de una nueva Carta fundamental, programa histórico de la revolución en el poder. Los diputados del sector obrero concurrimos a este nuevo homenaje a la vida y a la lucha de Villa con la plena conciencia de que toda recordación histórica ejemplar debe formar parte de la lucha activa por llevar adelante las grandes tareas de conformación justiciera de la sociedad en las que están empeñadas las fuerzas revolucionarias de nuestro país. Por tanto, además y muy por encima de nuestras palabras, ¿qué mejor homenaje podía tributarse en esta ocasión a Francisco Villa que el decreto presidencial de hoy, mediante el cual se atesta el golpe decisivo al neolatifundismo encubierto y disimulado en uno de los Estados más extensos de la República, en la tierra por tantos motivos laborable de Sonora? ¡Qué manera más divisionario y fecunda de recordar y honrar al guerrillero y revolucionario insigne, jefe de intrépidos ejércitos de campesinos y rancheros del norte que reivindicar por fin para los auténticos campesinos tierras que pertenecen a la nación, que son parte de los graneros de México y cuya producción debe servir auténticamente para el sustento de las familias de los campesinos que las trabajan y para el desarrollo más vigoroso y equilibrado de la agricultura y de la

ganadería, importantes ventajas para la economía nacional.

En nombre de la clase trabajadora yo quiero saludar jubilosamente la histórica resolución adoptada por el Presidente Luis Echeverría que tiende a liquidar la parte innoble de pequeñas propiedades o propiedades inafectables, falsamente, fraccionadas, que no son, en realidad - como es de una arraigada condición nacional, más que latifundios de nuevo tipo que niegan y violan los mandatos de la Constitución de la República y pisotean los postulados de la Revolución mexicana. (Aplausos.)

Destruir al latifundismo en el norte del país, ahí donde estableció su emporio en los últimos decenios por la simulación y predicación, es honrar de verdad a Villa, a Zapata, a Ricardo Flores Magón, a Lucio Blanco y a Francisco Mújica y, sobre todo, a los cientos de miles de campesinos que derramaron su sangre en la lucha por la tierra y la justicia social.

Con la resolución dictada en esta fecha, el Presidente Echeverría renueva y consolida la justicia agrarista que Lázaro Cárdenas dio hace 40 años, y que los reaccionarios cubiertos trataron de falsificar y desvirtuar. Al movimiento laboral en que militamos no le son ajenas, de ninguna manera, las luchas por la tierra, las luchas agrarias, al contrario, hoy queremos recordar con toda claridad los diputados obreros, que en el principio, en la primera fase de la organización sindical se manifestaron plenamente afines a las luchas de los obreros y las de los campesinos, y que las organizaciones obreras se hermanaron en su origen con las organizaciones de campesinos.

Una de las organizaciones, antecesora de nuestra Confederación de Trabajadores de México, se llamaba precisamente la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, marchaban ahí juntos los sindicatos y las ligas agrarias. La CTM durante toda su primera etapa, se ocupó directamente de impulsar y librar amplias luchas de campesinos por la tierra y por la organización del trabajo colectivo en la agricultura.

Las grandes resoluciones del Presidente Lázaro Cárdenas expropiando las extensiones sometidas al régimen de latifundio en Valle Hermoso y Matamoros, Tamp. en La Laguna, en el Valle del Yaqui en Sonora, en la Cuenca del Río Colorado en Baja California Norte, en el norte, centro y sur de Sinaloa, en Lombardia y Nueva Italia de Michoacán, en el Soconusco de Chiapas, para no hablar sino de los casos sobresalientes de reparto de tierras fértiles y cultivos de alto rendimiento, todas esas resoluciones de reparto agrario dictadas por el ilustre presidente revolucionario Lázaro Cárdenas, fueron precedidos por vigorosas demandas campesinas que contaron con la solidaridad militante de los obreros y fueron conducidas por agrupaciones y dirigentes miembros de la Confederación de Trabajadores de México entre los cuales había hombres de gran valor personal, de entrega absoluta a la causa de sus hermanos de clase como algunos líderes campesinos que sobreviven a nuestros días y que pueden asistir hoy al gran acto histórico de la reintegración de las tierras fértiles de Sonora al patrimonio de los campesinos y de la nación.

Y es que hay un hecho que nunca podrá ser quebrantado: los obreros y los campesinos somos todos trabajadores, somos hermanos, estuvimos, estamos y seguiremos estando unidos contra los enemigos comunes del pueblo; unidos en la lucha por la tierra y por el trabajo, unidos para transformar a la nación mexicana bajo el signo de la democracia y la justicia social; las diferencias que existen en cuanto a que los campesinos y los obreros tienen diferentes posiciones en la sociedad por su producción, porque de unos posean la tierra que trabajan y los otros posean casi únicamente su fuerza de trabajo, no pueden destruir la realidad de que en uno y otro caso, se trata de clases populares, de clases trabajadoras, de clases revolucionarias.

Obreros y campesinos junto a los trabajadores de las capas medias que forman el sector popular y junto a los intelectuales y técnicos que cooperan con el pueblo en la organización de la producción; y en atención a los servicios públicos, constituimos las formas fundamentales de la alianza popular revolucionaria, que es también la alianza para la producción en el camino de elevar la productividad en México pero elevar la productividad no para beneficio de minorías egoístas, sino en provecho de las propias clases trabajadoras y del desarrollo equilibrado independiente de la nación mexicana.

En torno a la memoria de Francisco Villa, admirado y nada amado por las grandes masas del pueblo mexicano, venerado por los patriotas y revolucionarios de los pueblos del Tercer Mundo, glorificado justamente en la obra de nuestros mejores escritores, pintores y grabadores y en las estatuas de nuestros grandes escultores, en torno a él figura popular de inconfundible factura nacional, pues Villa fue hecho en México y por México en toda su contextura de ser humano complejo, dramáticamente contrastado en sus cualidades positivas y negativas, en torno a él, en esta Sesión Solemne, la diputación del Movimiento obrero nacional, refrenda sus convicciones revolucionarias inquebrantables, aplaude vivamente la política agraria, valiente, visionaria y patriótica que el Presidente Luis Echeverría ha ejecutado durante este sexenio y que lleva adelante, sin desmayo, hasta los últimos días de su mandato, y refrenda el pacto de solidaridad que une a los campesinos y a las clases medias populares bajo las banderas victoriosas de la Revolución Mexicana. Muchas gracias. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. diputado Víctor Manzanilla Schaffer.

- El. C. diputado Víctor Manzanilla Schaffer: Señor Presidente del H. Congreso de la Unión; señor Secretario de la Reforma Agraria, licenciado Félix Barra García, representante personal del C. Presidente de la

República; Señor Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación; señor presidente de la H. Cámara de Senadores, señores diputados, señores senadores, familiares del señor general Francisco Villa, señoras y señores: Deseo sumar mi voz al justo homenaje que el honorable Congreso de la Unión rinde al General Francisco Villa, mexicano distinguido que contribuyó con decisión y eficiencia al triunfo de los ideales de libertad y justicia social de nuestro pueblo.

Desde esta tribuna se ha recordado su señera personalidad; sus grandes hazañas militares; sus ideas, convicciones, y actitudes revolucionarias. Hemos repasado pasajes épicos que otros mexicanos relatan y, en este día recordamos lo que significó Francisco Villa para el triunfo de nuestra Revolución.

El recuerdo histórico de su destacada participación en el hacer colectivo de nuestro pueblo, nos permite encauzar nuestro pensamiento a la justa valoración de su aportación; a la apreciación de su obra y a resaltar su enorme contribución en la organización de nuestras instituciones jurídicas, sociales, económicas y políticas.

Recordar a Francisco Villa no es asumir una actitud pasiva; recordar es un hacer, un revivir, un participar en el encuentro de los profundos significados de una vida consagrada a definir en actos toda la rebeldía de un pueblo que aspiraba a vivir en la libertad y en la justicia.

El recuerdo es un poderoso instrumento intelectual que nos permite ver hacia atrás para tomar el impulso vital que nos ayude a ir hacia adelante.

Conmemorar, como lo hacemos, es recordar en comunidad; la conmemoración es la solemnidad del recuerdo.

Como todos los veteranos revolucionarios, Francisco Villa fue un hombre profundamente preocupado por el problema de la tierra. Sus ideas, su concepción de la justicia distributiva y sus proposiciones para resolverlo quedaron concertadas en su Ley Agraria expedida el 24 de mayo de 1915. Allí declara que se considera incompatible con la paz y la prosperidad de la República la existencia de las grandes propiedades territoriales y señala las formas para limitar su extensión, su posesión o su tendencia.

El peso de la ecología y su propia circunstancia lo hicieron concebir a la Reforma Agraria como el medio idóneo para crear pequeñas propiedades.

Francisco Villa fue un convencido de la pequeña propiedad. Otras veces, otra ecología, otra circunstancia hacían que los hombres del sur, y frente a ellos Emiliano Zapata, propusieran la restitución y la dotación como forma justa de democratizar el acceso a la tierra. Vertientes de un mismo espíritu de justicia; social sentimientos afines que deseaban devolver al mexicano su libertad y la confianza en sí mismo, fueron las voces de Zapata y Villa que en armónica expresión nos dieron la actual estructura agraria bajo el cual conviven millones de mexicanos en nuestras comunidades rurales.

Por ello, los mexicanos de hoy, ratificamos nuestra fe en el ejido, en la propiedad comunal y en la auténtica pequeña propiedad, como formas de tenencia de la tierra.

Así quedaron sus proposiciones plasmadas en el artículo 27 constitucional, conviviendo con otras derivadas del deseo de justicia agraria, que se fueron recogiendo a través del siglo pasado para escribirlas en el texto final de nuestro artículo 27 constitucional. El afán común fue darle a la propiedad privada una función social, limitarla frente a la utilidad pública e imponerle las modalidades que dictara el interés público. Al mismo tiempo definir a la Propiedad privada como una propiedad derivada de la originaria de la nación.

El tiempo transcurrido y la activa evolución de nuestro Derecho fue consolidando, ampliando y perfeccionando las expresiones jurídicas, sociales y económicas de nuestra estructura agraria.

Aparentemente el viejo impulso de dominación y enriquecimiento de los terratenientes, había sido dominado por un derecho agrario justiciero y una firme actitud de los gobiernos revolucionarios.

Pero los intereses, los fuertes intereses de los viejos hacendados conspiraban para detener los avances revolucionarios y nulificar el empeño del Gobierno, de solventar la deuda con los campesinos que habían ofrendado sus vidas en la Revolución.

Así pasó el tiempo; la lucha se realizó dentro del derecho y la legislación; dentro del respeto de viejos privilegios y nuevas actitudes justicieras, dentro del empeño de los gobiernos por vivir dentro de un estado de Derecho y fundamentar su acción reivindicatoria en la legislación y la acción de hacendados y abogados por embotellar los procedimientos con argucias y subterfugios, tratando inútilmente de cancelar la vieja deuda revolucionaria.

Así se colocaron en trincheras opuestas y podríamos decir agresivas a dos tipos de garantías que conviven en nuestra Constitución: las individuales y las sociales y, así, usando del sagrado recurso del amparo, fueron tratando de desvirtuar y retrasar el cumplimiento de las garantías sociales, olvidándose que en las primeras o sea las individuales es el Estado el obligado a respetarlas y, en las garantías sociales es el Estado el obligado a impulsarlas, puesto que élla la garantía social es un vínculo que une al Estado con el grupo humano favoreció frente a los grupos poderosos.

El pleito agrario definido como la decisión de cumplir con las garantías sociales y la pertinaz oposición de los simuladores y defraudadores de la Ley ha seguido hasta nuestros días.

Constantes en su afán de impulsar la vocación jurídica de nuestro pueblo, los gobiernos de la Revolución mantuvieron su lucha dentro del derecho, y fueron venciendo poco a poco la resistencia organizada, hasta que, sin explicación alguna, la legislación agraria quedó detenida en 1942.

Fue hasta 1970 cuando el Presidente Echeverría, comprendiendo que la falta de

evolución del Derecho Agrario favorecía a los enemigos del bienestar colectivo y del progreso, envió su Iniciativa de Ley Federal de Reforma Agraria, para realizar una profunda transformación en la relación hombre - trabajo - tierra.

Así quedaron sepultados veintiocho años de privilegio y de simulaciones, de injusticias, para continuar la marcha ascendente del agrarismo mexicano. Nuevos argumentos se hicieron valer por los terratenientes. No conformes con haber logrado algunas ventajas derivadas de poner en conflicto garantías individuales y garantías sociales - conflicto que desde nuestro punto de vista no debe existir - insistieron en los argumentos el fracaso del ejido, en la mejor producción de la pequeña propiedad y en la conveniencia de crear primero la riqueza para después repartirla.

La producción fue el tema favorito de quienes cometieron el fraude a la Ley, simulaban pequeñas propiedades o tomaban en arrendamiento las tierras ejidales de los distritos de riego y ponían su insultante riqueza frente a la decisión del Gobierno de consumar nuestra Reforma Agraria.

Así nació la falsa acusación de que el Gobierno no respetaba la pequeña propiedad; así se han hecho los llamados para agrupar a todos los pequeños propietarios confundiendo lo que es la auténtica con la falsa y simulada pequeña propiedad. Viejas argucias que escondían un verdadero propósito: ocultar, disfrazar, encubrir los latifundios y hacerlos aparecer como pequeñas propiedades.

Con esta estrategia pretendieron desorientar a la opinión pública; combatieron y combaten todavía la recia política del Presidente Echeverría e intentan, vanamente, envenenar el sentimiento fraternal de apoyo y solidaridad de los mexicanos con los campesinos, buscando fracturar la unidad nacional.

Se olvidaron, se olvidaron, repito que en todo mexicano existe un trasfondo rural que perdura; una fuerza telúrica que nos arraiga y de la cual nacen las energías nacionales, la propia vitalidad de nuestro pueblo. Se olvidaron de que en la conciencia histórica de todos nosotros está todavía presente con caracteres imborrables la figura despótica y arbitraria del latifundista.

Se oyen y se oirán todavía las voces airadas y amenazantes; el anatema; los gritos de protesta en contra de la decisión del Gobierno; las quejas y los enfrentamientos.

Todo esto para no perder sus privilegios ilegales; para no eliminar la oportunidad de acrecentar su riqueza con la miseria del pueblo.

Sonora y Sinaloa, distritos de riego construidos con el esfuerzo del pueblo; agricultura segura y productiva son el aposento de más de cien familias que se oponen al progreso de todo un pueblo; que añoran los viejos tiempos; que realizan la trampa agraria, el fraude a la Ley para eludir el cumplimiento de obligaciones, condiciones y requisitos a que está sujeta la auténtica pequeña propiedad.

No se amparan en lo previsto en la Ley Federal de Reforma Agraria, sino eluden su cumplimiento; tratan de ampararse en el derecho civil, en las garantías individuales que desvirtúan y contradicen y modelan a su propia conveniencia para evitar que se ponga término a sus abusos.

Son ellos - simuladores y encubridores - los que han pretendido poner en conflicto al gobierno, a la ley, a la Constitución; y a los propios campesinos.

Entre ellos, con pena lo decimos, se encuentran descendientes directos de quienes hicieron la Revolución y coadyuvaron al progreso de nuestra nación.

Su temeridad ha ido hasta el punto de acusar al Congreso de la unión de haber aprobado un artículo inconstitucional, como lo es el artículo 210 de la Ley de Reforma Agraria, el cual, precisamente, señala los casos en que el fraccionamiento de una propiedad no produce efectos.

Nos acusan de haber aprobado un artículo que presume la simulación cuando no hay deslinde o señalamiento efectivo sobre el terreno, o cuando las señas divisorias se hayan colocado después de la fecha de publicación de la solicitud de tierras; un artículo que señala como simulado el fraccionamiento de un latifundio cuando existe concentración del provecho o acumulación del beneficio. En suma; nos acusan de haber terminado con la simulación, el engaño, la trampa agraria, relevando a los campesinos de la carga de la prueba. Así lo manifiestan en las consideraciones que hacen en los amparos interpuestos.

Gracias al artículo 210 de la Ley de Reforma Agraria y al procedimiento de cancelación de certificados de inafectabilidad previsto en dicho Ordenamiento, la justicia agraria se reencausa; la verdad florece y se descubren a los simuladores.

La posición del Congreso de la Unión frente a estos hechos es una; apoyar la nación agraria del Gobierno del Presidente Echeverría y respaldar su firme e irrevocable decisión de cumplir la Ley y acabar con la simulación y el engaño. (Aplausos.)

Hemos sido informados que el día de hoy, en Sonora se están ejecutando resoluciones presidenciales que cancelan por simulación estos certificados de inafectabilidad y dotan las tierras a los campesinos solicitantes. Dentro de la Ley, dentro del Estado de Derecho en que vivimos, se realiza un acto de justicia agraria por muchos años diferido, acto agrario que tomamos como un homenaje a la memoria de Francisco Villa que también combatió contra la simulación en el engaños y la injusticia.

Decimos que el gobierno realiza estos actos dentro de un estado de Derecho en el cual vivimos, porque como ustedes recordarán, senadores y diputados, los simuladores obtuvieron una suspensión provisional en el amparo interpuesto el 30 de septiembre del presente año; pero condicionada a la existencia de la Resolución Presidencial que cancela los certificados de inafectabilidad, resolución que no existía cuando interpusieron el amparo por lo que el mismo carece de materia. En efecto; cuando la Secretaria de la Reforma Agraria realizaba una minuciosa investigación de las

simulaciones denunciadas y al sospechar los propietarios que los pescarían en sus desviaciones y en su fraude a la Ley, pidieron amparo, obteniendo una suspensión provisional y las autoridades no realizaron acción alguna en su contra respetando la decisión del Poder Judicial. Cuando perdieron la suspensión definitiva promovieron, por supuestas causas supervenientes una nueva suspensión provisional, la que les fue otorgada precisamente el 30 de septiembre del presente año pero, condicionada, supeditada a la existencia real, en esa fecha, de la Resolución Presidencial que cancela sus certificados de inafectabilidad que los promoventes daban ya por dictada.

Como la suspensión provisional dictada en esos términos no suspende, ni podría suspender la tramitación del procedimiento, las autoridades agrarias continuaron su investigación hasta culminarla el día de ayer, dictando la Resolución Presidencial de cancelación de certificados de inafectabilidad por simulación y dotación de las tierras a los campesinos solicitantes.

El Gobierno de la República, lo declaramos desde esta Alta Tribuna Nacional, con el más estricto apego al orden legal, procedió a expedir y ejecutar la resolución presidencial en favor de los campesinos.

Mañana gritarán que se ha violado el amparo y que no se a respetado la suspensión provisional; pero el pueblo, el pueblo sabrá que esa suspensión concedida el 30 de septiembre quedó sin materia y sin efecto porque el acto reclamado en esa fecha no existía. (Aplausos.)

Los latifundistas y sus abogados con sus reiteradas triquiñuelas se enredaron en su propia red y al tenderle trampas a la justicia abrieron ellos mismos el camino para que le gobierno la hiciera valer.

Cuando su enojo pase, cuando comprendan el verdadero significado de la justicia social, entenderán que es mejor para ellos y para sus hijos vivir dentro de la Ley que al margen de ella. Comprenderán que nuestra sociedad ha cambiado, y que existe la decisión de mantener vigente la estructura de la estructura agraria que señala en la Constitución. Que no será en aras de una mayor o mejor producción que se vulneren los derechos agrarios, que se violente la estructura agraria o que se olviden los justos reclamos. (Aplausos.)

De esta lucha contra la simulación y el engaño la auténtica pequeña propiedad, la verdadera pequeña propiedad saldrá fortalecida como lo deseaba y lo pedía Francisco Villa.

Los equivocados, los que no comprendieron que el presente régimen se iba a reestructurar nuestra vida colectiva para encauzarla hacia el logro de las metas revolucionarias, todavía tiene tiempo para modificar su conducta y colaborar con su esfuerzo y su trabajo en el progreso de nuestra nación. Deben recordar como ya se ha dicho, que el presentimiento de que las cosas van a cambiar antes de que esta cambie, ha precedido a las grandes mutaciones históricas, lo que significa que éstas no son impuestas desde afuera o por azar sino que emanan de íntimas modificaciones fermentadas en las profundidades del pensamiento, convicción y sentimiento de un pueblo. Dentro de unos días una nueva etapa de gobierno se iniciará; un hombre de convicciones revolucionarias protestará cumplir y hacer cumplir la Constitución. Ese hombre que cuenta con el apoyo de los campesinos, obreros y sectores populares, cuyo pensamiento agrario todos conocemos, es José López Portillo.

La nueva etapa que se inicia a partir del 1o. de diciembre será la gran batalla por la organización de los campesinos para la producción y la gran tarea de impulsar económicamente a la reforma agraria, respetando el ejido, la propiedad comunal y la auténtica pequeña propiedad. En suma, la continuidad revolucionaria está garantizada; a él le toca poner los acentos en el profundo lenguaje de nuestra Revolución.

Como diputados y senadores al Congreso de la Unión seguiremos actuando con firmeza y decisión inquebrantables para seguir dando a nuestro pueblo las mejores leyes que hagan posible el perfeccionamiento de nuestra vida colectiva sobre bases de justicia social, libertad, democracia e independencia.

Frente a los restos de Francisco Villa que son homenajeados con solemnidad y afecto ciudadanos en este recinto parlamentario, declaramos que dentro de la Ley y con profundo respeto a la auténtica pequeña propiedad en explotación, la marcha de la Reforma Agraria Mexicana será inalterable. Gracias.

(Aplausos.)

- El C. Presidente: Esta Presidencia informa a la Asamblea, que ha solicitado hacer uso de la palabra el C. licenciado Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria y representante personal del C. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Tiene la palabra el C. licenciado Félix Barra García.

- El C. secretario de la Reforma Agraria, licenciado Félix Barra García:

Honorable congreso de la Unión; C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; distinguidos familiares del General Francisco Villa:

Con la honrosa representación del señor Presidente de la República, el licenciado Luis Echeverría, Alvarez comparezco a este recinto parlamentario, donde la voluntad popular se vuelve ley y me congratulo de testimoniar la realización de un acto de justicia: el de decidir llevar los restos de un hombre ejemplar de la Revolución Mexicana al Monumento donde ésta exhibe permanentemente su triunfo y su vigencia.

Francisco Villa fue un revolucionario sin reposo, un redentor sensible, marcado por el talento y un guerrillero audaz inspirado por la intuición del heroísmo.

Sus hazañas en la lucha armada le dieron valor universal, pero supo asimismo concretar en principios, ideas y programas, convicciones íntimas que lo habían preparado para la lucha.

Al igual que Zapata, el contumaz agrarista de la Revolución Mexicana, Villa estuvo siempre al lado de los pobres de la tierra; por ellos peleó y con ellos libró batallas memorables. Su participación fue definitiva para el triunfo popular del movimiento armado y a la fuerza de su carisma, la División del Norte debió los arrestos de sus hombres y la conquista de sus glorias.

Dignificar la memoria de los héroes populares, consiste también en actualizar sus ideales. Por ello, la mejor forma de rendir homenaje a Francisco Villa es darle vigencia a los principios por los que él luchó, mediante la acción cotidiana y revolucionaria.

El Presidente Echeverría así lo estima. Y hoy, cuando se ha decidido exhumar los restos del centauro del Norte, para depositarlos en el Templo Cívico donde grandes mexicanos perduran para la historia, el Gobierno de la República honra a Villa a la Revolución con la ejecución de las resoluciones agrarias que afectan, con la Constitución y la ley en la mano, a 72 latifundistas del Estado de Sonora.

La Revolución Mexicana no fue un episodio. Es una realidad actuante, vigorosa cuando las decisiones constitucionales se cumplen con puntualidad y se ejercen con valentía. Este es el caso de las afectaciones que el día de hoy realizaron en los Valles del Yaqui y del Mayo en la entidad sonorense.

Allá, como en todo el país, la ley está siendo aplicada según la redactó el Legislador; es decir, se esta cumpliendo en sus términos la voluntad soberana del pueblo mexicano. Así rinde el Presidente Echeverría su respetuoso homenaje a la Revolución, a sus héroes y caudillos y a la Constitución General de la República.

México se rige por un estado de derecho que ciñe sus actividades internas y externas a la Constitución General de la República y que ha logrado armonizar en esta, gracias al genio legislativo del Constituyente de Querétaro, los derechos y garantías que protegen a la sociedad y a los grupos y clases más débiles.

El Gobierno Mexicano, respetuoso de cumplir y hacer cumplir ese estado de derecho le otorga por igual la máxima garantía constitucional a los ejidatarios, a los comuneros y a los auténticos pequeños propietarios, Por ello, también en cumplimiento

estricto de la Constitución, de la Ley Federal de Reforma Agraria y de lo establecido por la Ley de Amparo, el Poder Ejecutivo tiene la obligación de liquidar cualquier forma de latifundismo, abierto o simulado. Y ésto, integrantes del Honorable Congreso de la Unión, es el contenido de la acción revolucionaria ejecutada el día de hoy en Sonora, por el gobierno revolucionario del Presidente Echeverría.

Se afectaron 37,131 hectáreas de riego y 61,655 hectáreas de agostadero que venían siendo detentadas por 72 familias. Con estas superficies se han creado 87 ejidos y nuevos centros de población que benefician en lugar de a 72 familias a 8,837 jefes de familias campesinas. Ellos, los campesinos han optado por las formas colectivas de trabajo y gozarán de las preferencias que la Ley Federal de Reforma Agraria les concede en materia de crédito, agua, semillas mejoradas, asistencia técnica y asesoría operacional y organizativa. No puede dudarse de que no sólo no se abatirá la producción agrícola, sino que existen fundadas perspectivas de su incremento, para garantizar así su propio bienestar y satisfacer las demandas de alimentos de la población nacional.

Desde el inicio de su mandato, el Presidente Echeverría afirmó que no descansaría ni un solo día sin haber realizado un acto en beneficio para los campesinos.

Y, señores lo ha cumplido con creces, como está cumpliendo su compromiso de gobernar hasta el último día de su mandato, honrado así, permanentemente a la Revolución Mexicana, a héroes como Francisco Villa y al pueblo, al que se comprometió a servir.

Un compromiso más se ha cumplido. La nación entera debe velar para que perdure. (Aplausos.)

AGRADECIMIENTO

- El C. Presidente: Agradecemos la presencia en esta sesión solemne de Congreso General, en que se rinde justo homenaje al general Francisco Villa; del señor licenciado Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria y Representante personal del Presidente de la República. (Aplausos.); del licenciado Mario Moya Palencia. Secretario de Gobernación. (Aplausos.); del general de División Diplomado de Estado Mayor, Hermenegildo Cuenca Díaz, secretario de la Defensa Nacional. (Aplausos.); del licenciado Octavio Sentíes Gómez, Jefe del Departamento del Distrito Federal. (Aplausos.); del general de División, Javier Jiménez Segura, Jefe del Departamento de la Industria Militar. (Aplausos); del doctor Héctor Mayagoitia Domínguez, Gobernador Constitucional del Estado de Durango. (Aplausos); del licenciado Mario J. Rebolledo, Presidente de la H. Suprema Corte de Justicia de la Nación. (Aplausos); del licenciado Anastasio González, Presidente de la Sala Auxiliar de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. (Aplausos; del licenciado Francisco Pavón Velázquez, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. (Aplausos); del licenciado David F. Rodríguez, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. (Aplausos); de los familiares del general Francisco Villa: señora Austreberta Rentería viuda de Villa. (Aplausos); del doctor Francisco Villa Rentería. (Aplausos); del Lic. Francisco Hipólito Villa Rentería. (Aplausos); del señor Samuel Villa. (Aplausos); de la señora Juana María Villa Torres. (Aplausos); de la señora Guadalupe Villa Guerrero. (Aplausos); del señor Miguel Villa Guerrero. (Aplausos); del señor Octavio Villa Guerrero. (Aplausos); de la señora Oralia Villa Córdova. (Aplausos); del señor Agustín Villa. (Aplausos); del señor Hipólito Villa

Betancourt. (Aplausos); del señor Arturo Villa Betancourt. (Aplausos).

También agradecemos la presencia del señor Martín Luis Guzmán y de la señora Campobello. (Aplausos.)

Se designa en comisión para acompañar los restos, el día de mañana, del Recinto del Congreso al Monumento de la Revolución, a los ciudadanos Legisladores: diputado Bernabé Arana; senador Tomás Rangel Perales; diputada Lucía Betanzos de Bay; senador Ignacio Castillo Mena; diputada Gloria Carrillo; senador Oscar Ornelas Kuchle; diputado Saúl Castorena M.; senador Mario Carballo Pazos; diputado Víctor Manuel Carrasco; senador Alejandro Cervantes Delegado; diputado Vicente Reyes López y senador Leobardo Ramos Martínez.

La salida de la Cámara de Diputados será a las 7:45 de la mañana. Se ruega a las comisiones designadas que cumplan con su cometido y acompañen al representante personal del C. Presidente de la República, licenciado Félix Barra García, cuando desee retirarse.

Esta Presidencia informa a la Asamblea que los restos del general Francisco Villa Permanecerán en el Recinto de la Cámara de diputados hasta, en tanto no sean reinhumados, a fin de que el pueblo les rinda homenaje.

Para tal efecto, los legisladores federales de Durango y Chihuahua, así como el C. Héctor Mayagoitia Domínguez, Gobernador Constitucional del Estado de Durango, han solicitado realizar la primera guardia.

Se les ruega pasar al frente.

(Guardia.)

El mismo ruego a las diputaciones por Estados y representaciones del Senado que deseen hacer guardias de honor, se sirvan permanecer en su lugar en tanto se levante la sesión.

ACTA

- El C. secretario Pastor Murguía González:

Se va a dar lectura al Acta de la Presente sesión.

"Acta de la sesión solemne efectuada por el honorable Congreso de la Unión, el día diecinueve de noviembre de mil novecientos setenta y seis.

Presidencia del C. diputado José Ramírez Gamero.

En la Ciudad de México, a las diecisiete horas del viernes diecinueve de noviembre de mil novecientos setenta y seis, con asistencia de ciento noventa y siete diputados CC. diputados y cuarenta y ocho CC. senadores, la Presidencia declara abierta la sesión solemne, con el exclusivo objeto de rendir homenaje al general Francisco Villa, cumplimentado así el Decreto aprobado por el H. Congreso de la Unión, publicado en el Diario Oficial de esta fecha.

A continuación se designa la Comisión que deberá recibir los restos del general Villa; así como las Comisiones de Cortesía que deberán recibir e introducir al Salón de Sesiones, al C. Félix Barra García, Secretario de la Reforma Agraria y representante personal del señor Presidente de la República; al C. Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; al C. Héctor Mayagoitia Domínguez, Gobernador del Estado de Durango.

Después de un breve receso, una escolta de Cadetes del H. Colegio Militar, introduce la urna que contiene los restos del general Villa, la que una vez instalada se le rinden los honores de ordenanza.

En seguida, la Presidencia da lectura sucesivamente a los nombres de los CC. diputados y senadores que harán, en su oportunidad, las guardias de honor a los restos del jefe de la División del Norte.

Una vez que la Secretaría da lectura al Decreto que dio origen a esta sesión solemne, los CC. senador Oscar Ornelas, diputado Heladio Ramírez, diputado Sergio Guerrero Mier, senador Ignacio Castillo Mena, diputado Ricardo Castillo, diputado Juan José Osorio, y diputado Víctor Manzanilla Schaffer, hacen uso de la palabra para rendir homenaje a la recia figura el general Francisco Villa. Acto seguido, para abundar en los conceptos vertidos por los anteriores oradores, usa de la Tribuna el C. Félix Barra García , Secretario de la Reforma Agraria.

La Presidencia agradece la presencia de los señores Secretarios de Estado; de los distinguidos invitados de honor, y de los familiares del general Francisco Villa. Informa asimismo que los restos del general Villa, permanecerán en el Recinto de esta Cámara hasta en tanto sean reinhumados, a fin de que le pueblo pueda rendirle homenaje.

Por último, la propia Presidencia designa la Comisión de diputados y senadores que deberán acompañar a los restos, el día de mañana, del Recinto de este Cuerpo Legislativo, al Monumento de la Revolución.

La Comisión que introdujo al representante del señor Presidente de la República, lo acompaña al retirarse del Salón.

Lo propio hacen las Comisiones que recibieron a los distinguidos invitados." Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra en votación económica se pregunta si se aprueba... Aprobada.

- El C. Presidente (a las 19:50 horas): Se levanta la sesión solemne del Congreso General.

TAQUIGRAFÍA PARLAMENTARIA Y

"DIARIO DE LOS DEBATES"