PODER LEGISLATIVO FEDERAL
Diario de los Debates

DE LA COMISION PERMANENTE DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Correspondiente al Primer Receso del Segundo Año de Ejercicio
Director General de
Crónica Parlamentaria
Héctor de Antuñano y Lora
Presidente

Diputado Humberto Roque Villanueva
Director del
Diario de los Debates
Norberto Reyes Ayala
Año II
México, DF, martes 20 de febrero de 1996
No. 10
SESION EXTRAORDINARIA

SUMARIO




COMISION DE CORTESIA

Para recibir al excelentisimo señor Fernando Henrique Cardoso, presidente de la República Federativa del Brasil.



PALABRAS DE BIENVENIDA

El diputado Humberto Roque Villanueva, hace uso de la palabra.


REPUBLICA FEDERATIVA DEL BRASIL

Se concede el uso de la palabra al excelentisimo señor Fernando Henrique Cardoso, presidente de esa nación


AGRADECIMIENTO DE LA PRESIDENCIA

El diputado Humberto Roque Villanueva, presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, agradece al Presidente de la República Federativa del Brasil, su visita.






Presidencia del diputado Humberto Roque Villanueva



ASISTENCIA

El Presidente:

Proceda la Secretaría a pasar lista de asistencia.

El secretario senador José Manuel Toraya Baqueiro:

Señor Presidente, tenemos 32 asistentes. Hay quorum.

El Presidente (a las 10:43 horas):

Se abre la sesión.



ORDEN DEL DIA

El secretario senador José Manuel Toraya Baqueiro:

«Sesión Extraordinaria.- Comisión Permanente.- Primer Receso.- Segundo Año.- LVI Legislatura.

Orden del día

Martes 20 de febrero de 1996.

Palabras de bienvenida del Presidente de la Comisión Permanente.

Intervención del excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso, presidente de la República Federativa del Brasil.»



COMISION DE CORTESIA

El Presidente:

Se abre la sesión extraordinaria para recibir al excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso, presidente de la República Federativa del Brasil, quien a invitación del Gobierno de la República realiza una visita de Estado a México.

Se designa en comisión para recibir e introducir a este recinto al excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso, presidente de la República Federativa del Brasil, a los siguientes senadores: Amador Rodríguez Lozano, Benigno Aladro Fernández, Félix Salgado Macedonio; diputados: Ricardo García Cervantes, Jesús Ortega Martínez, Alfonso Ríos Vázquez y el de la voz.



RECESO

El Presidente (a las 10:45 horas):

Se declara un receso en espera del arribo a este recinto al Presidente de la República Federativa del Brasil.

(Receso.)

(A las 11:35 horas): En estos momentos hace acto de presencia el presidente de la República Federativa del Brasil, ciudadano Fernando Henrique Cardoso.

Se reanuda la sesión.



PALABRAS DE BIENVENIDA

El Presidente:

Señor Fernando Henrique Cardoso, presidente de la República Federativa del Brasil; distinguidos miembros de su comitiva; señoras y señores legisladores:

La Comisión Permanente del honorable Congreso de la Unión da a ustedes la más cordial bienvenida. Su presencia, que mucho distingue a esta LVI Legislatura, se da en un marco de intenso diálogo para revisar las experiencias comunes de Latinoamérica que han incidido en nuestras economías, poniendo a prueba estructuras sociales y políticas.

Las reuniones regionales para el análisis de las economías emergentes de América latina, y de las cuales usted señor Presidente ha sido visionario promotor, han constituido un espacio plural de reflexión conjunta entre legisladores, en la búsqueda de alternativas que permitan recuperar el crecimiento.

Brasil y México tienen notables similitudes, participan de manera conjunta con importantes proporciones del crecimiento de América latina; baste citar que el producto interno bruto sumado de ambos países constituye prácticamente el 60% del total de Latinoamérica; sucede lo mismo con el consumo total y la inversión interna bruta.

Esta elocuente cifra representa a la vez una responsabilidad que sólo puede ser eficiente en la medida en que nuestras naciones tengan la iniciativa y audacia de promover, con la indiscutible influencia de sus economías, nuevos y más ágiles mecanismos de vinculación regional; de formular propuestas que apunten a soluciones adecuadas a las características sociales y políticas del continente latinoamericano.

En síntesis, las economías de Brasil y México brindan la posibilidad de establecer un eje promotor del desarrollo de los países latinos de América.

Esta realidad no escapa, lo sabemos, al pensamiento analítico y precursor del hombre que siendo hoy el responsable de conducir al gobierno de su país, mucho antes, desde hace décadas, ha ejercido la docencia como parte de una sólida formación en el campo de las ciencias sociales y políticas; hombre de prolífica obra y fecunda vocación académica, sabe que la complejidad de la problemática latinoamericana requiere de innovadoras formas de afrontar la realidad.

Varias generaciones de mexicanos pueden dar testimonio de la importante labor académica y de la influencia de su obra publicada. Usted, con entrega y vocación, ha logrado salvar la disyuntiva weberiana entre el político y el científico social.

Los tiempos difíciles ponen a prueba a las sociedades y a sus dirigentes. Otras formas de entender la correlación de fuerzas políticas y sociales se ven reflejadas en las relaciones institucionales. En este sentido, nuestros países transitan por vías de solución que nos acercan en la concepción de una nueva sociedad y de un Estado que encuentran mejores equilibrios.

El programa de reformas sustentado en una intensa labor de corresponsabilidad entre los poderes Legislativo y Ejecutivo, en uno y otro país, han propiciado agendas legislativas muy parecidas, que reflejan con matices una problemática análoga y propuestas de Gobierno concurrentes a fines comunes.

Si encontramos formas más eficientes de vinculación y apoyo entre nuestras naciones, habremos de lograr efectos inéditos que restituyan una nueva dinámica al continente. Nuestras alianzas serán valoradas por el potencial y la voluntad para impulsar con reciprocidad y visión de conjunto el desarrollo latinoamericano.

La visita que usted nos hace tiene un especial significado para nosotros, porque sabemos que en ella se pueden fortalecer los lazos de tradicional y fecunda amistad, entre dos naciones que por su dimensión política y económica son parte sustantiva y dinámica del potencial y del proyecto continental.

Al reconocer la grandeza de la nación que usted representa, viene a nuestra mente el pensamiento de un filósofo mexicano quien, con sensible percepción, describió al pueblo de Brasil como "...una gran civilización que no se ha fundado en la conquista y la sangre, sino en la fraternidad, el trabajo y la luz".

Señor Presidente, sea usted bienvenido a esta su casa.



REPUBLICA FEDERATIVA DEL BRASIL

El Presidente:

El señor Presidente de la República Federativa del Brasil, ha manifestado a esta Presidencia su deseo de transmitir un mensaje a esta representación nacional.

En tal virtud, se concede el uso de la palabra al excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso.

El excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso:

Señor diputado Humberto Roque Villanueva, presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión; señor diputado Juan José Osorio Palacios, vicepresidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión; señores senadores José Manuel Toraya Baqueiro y Rosendo Villarreal Dávila; señores parlamentarios; señores miembros de mi comitiva; señor ex presidente embajador Itamar Franco; señoras y señores:

Yo agradezco muy sinceramente las palabras de elogio con que vuestra excelencia, el señor Presidente, se refirió a mí y particularmente a Brasil.

La recibo como la demostración más de la amistad que el pueblo mexicano brinda al pueblo brasileño, una amistad presente en cada momento de esta visita, que marca un necesario reencuentro entre Brasil y México.

Esta amistad forma parte del sentimiento colectivo brasileño. Yo mismo pude atestiguarla y disfrutarla en otras ocasiones en que estuve aquí, cuando fui recibido con cariño y respeto por un pueblo ejemplarmente latinoamericano e inmensamente hospitalario.

La presencia de vuestras excelencias en esa sesión de homenaje a Brasil, es prueba del interés que mi país y las relaciones que mantiene con México despiertan en los responsables de los destinos de esta gran nación.

Como agradecimiento, transmito un mensaje de afecto y amistad del pueblo brasileño, pidiendo a ustedes que sean los intérpretes de esa salutación al pueblo mexicano.

Agradezco también esta oportunidad de dirigirme al parlamento mexicano, esta forma concreta de la soberanía popular, fuente de legitimidad del estado moderno y expresión por excelencia de lo que debe ser la ciudadanía.

Esta es la casa del pueblo, su mejor instrumento de participación.

Parlamentario yo mismo como ustedes, orgulloso de las instituciones democráticas de mi país, acudo a este Congreso, porque es deber de los gobernantes de esta América, rendir tributo permanente a las instituciones en una de las cuyas misiones recae la consolidación permanente de la democracia en América, porque la democracia es la forma de vivir y convivir en sociedad; que nos aproxima al ideal de perfección y de justicia; que anima al hombre en los grandes movimientos; que la transforman en historia y perfeccionan la civilización.

Y porque en un régimen democrático la política es la forma por excelencia de construir diálogos, tolerancia y persuasión, consensos sin los cuales ningún pueblo es capaz de progresar.

A fin de cuentas, qué son la nación, la soberanía, el desarrollo, la ciudadanía, la justicia y los derechos humanos, sino contratos sociales cuyo valor y operacionalidad dependen de su nivel de aceptación por la sociedad, de su legitimidad.

Sería ilusorio hablar de soberanía o de poder nacional si esos conceptos no se asientan en la fuerza del consenso o de aquello que está más próximo a él, que es la voluntad de la mayoría articulada por las instituciones políticas.

De ahí la fuerza que el parlamento soberano gana en el estado moderno, de ahí mi devoción al parlamento.

Señores congresistas: no olvido que durante la vigencia de tantos regímenes de excepción en este continente, que ahora reencuentra el rumbo de la democracia, México fue uno de los santuarios de aquellos que huyeron de la represión. Por eso mismo, México ayudó a alimentar las esperanzas de un renacimiento completo de la libertad en otros países de las Américas.

Quiero por ello rendir un homenaje a los hombres públicos y a los ciudadanos mexicanos que supieron acoger a los que buscaron refugio por causa de sus ideas. Ellos ayudaron a mantener viva en el mundo, la imagen de una América generosa y abierta, la misma que durante siglos acogió razas y culturas muy diferentes, para mezclarlas y formar aquello que José Vasconcelos tan sensiblemente llamó la raza cósmica.

Desde la resistencia de Moctezuma y Cuauhtémoc a los conquistadores españoles, México ha sido tierra de lucha por la libertad, por su identidad y por la transformación social.

La Revolución de 1910 de cierta forma anticipó en las Américas lo que serán los grandes movimientos sociales, que tanto impacto generarían en las relaciones internacionales del Siglo XX.

Muchas conquistas del pueblo mexicano a partir de entonces mostraron que en este continente de herencias a veces duras y de realidades amargas, la transformación social es posible.

Hoy, una vez más, los hechos de la historia comprueban que sin un ánimo permanente de reforzar y perfeccionar las instituciones y las estructuras políticas, económicas y sociales, las naciones podrían quedar a la deriva, en un mundo cada vez más complejo y competitivo. Esta lección se aprende en todas partes del mundo y muy especialmente en América latina.

Este México al cual yo visito una vez más, da una demostración de cómo un pueblo puede ser capaz de reunir nuevamente sus fuerzas y proseguir firme en el camino del desarrollo y de la convivencia amigable y constructiva con las naciones del mundo, promoviendo las reformas y haciendo las rectificaciones del rumbo, para que el país continúe atendiendo los desafíos internos e internacionales que trajeron los años noventa.

Ese es el México al que quiero rendir homenaje aquí en esta casa. Ese es el pueblo al cual reverencio desde esta tribuna, que es voz y expresión de sus anhelos, esperanzas y derechos.

Señores congresistas, yo vengo a México para cumplir un compromiso que asumí en Bariloche con el presidente Ernesto Zedillo en octubre de 1995, durante la V Reunión de la Cumbre Iberoamericana. En aquella ocasión discutimos la importancia que reviste el que nuestros países reafirmen la vertiente bilateral de sus relaciones, como complemento necesario de sus respectivas políticas de integración subregional.

Era esto un desafío que nos planteábamos, es un desafío que estamos procurando implantar, es un desafío que involucra a mucho más que a los dos presidentes. Al fin de cuentas somos dos grandes países en desarrollo, diferentes en muchos aspectos pero con intereses comunes y una gran capacidad de asociación.

Nuestro compromiso con la construcción de unas relaciones renovadas, que tomen en cuenta las necesidades y los desafíos presentes, tiene al menos tres dimensiones:

La primera, interna, es la del impacto socialeconómico, de la generación de dinamismo de nuestras relaciones a través de proyectos y emprendimientos concretos y, bien orientados, puede traer a nuestros pueblos, en términos de comercio y de inversiones productivas, cooperación y emprendimientos conjuntos.

Cada vez más la diplomacia debe traducirse en empleos, en generación de riqueza y una capacidad de actuación internacional de nuestros países.

La segunda dimensión bilateral es de la propia intensidad de las relaciones entre los dos países del tamaño y dinamismo y perspectivas de Brasil y de México.

Somos países de gran extensión territorial y variedad geográfica, de enormes riquezas y formamos parte de diferentes centros regionales, lo que enriquece nuestra identidad internacional.

Y la tercera, regional e internacional, es la dimensión de la contribución que nuestras relaciones puede ofrecer para el fortalecimiento y la proyección de nuestros países en un mundo en que las relaciones intrarregionales adquieren un dinamismo esencial y contribuyen a definir la base de la propia inserción externa de los países.

Mi visita a México es, por tanto, parte de un proyecto conjunto: brasileño y mexicano, para que sea palpable el potencial político y económico que siempre reconocemos en nuestras relaciones. Tendremos que ser capaces de hacer efectivo ahora este potencial.

Señores congresistas: yo les brindo mi confianza en ese proyecto porque traigo la palabra de un Brasil que se renueva, de un Brasil que crea nuevas condiciones para insertarse en el mundo y relacionarse con sus socios más adicionales, como es el caso de México.

Brasil encontró caminos propios en la consolidación de la democracia. Hoy hay una realidad incuestionable y no cuestionada en mi país, garantía de que vivimos en un régimen de plena ciudadanía, de libertad y de control del Estado por la sociedad. Y Brasil encontró estos caminos también en la estabilización de la economía y en el regreso al crecimiento sostenido, en la integración regional y en la apertura económica reflejada pragmática y consciente, y en una política externa de carácter universal, pero sintonizada profundamente con las prioridades brasileñas en el campo económico y social.

Mi confianza en el futuro de las relaciones brasileña-mexicana emerge de la convicción de que la situación en Brasil, casi dos años después de la implantación del plan real que hemos empezado en el gobierno, del embajador Itamar Franco, cuando yo era entonces ministro de Hacienda, ya ha tenido efectos muy positivos sobre el perfil de la relación brasileña con sus principales socios regionales e internacionales.

Desde que implantamos el programa de estabilización, las percepciones externas sobre Brasil se modificaron. Eso se debe a la victoria en la lucha contra la inflación, a la reestructuración favorable de nuestra deuda externa, a la buena conducción de las políticas monetarias, fiscal y cambiaria que restauraran el crédito interno e internacional del gobierno; al regreso al crecimiento sostenido y, sobre todo, al impacto social positivo que tuvo la estabilización al restituirle a la moneda el poder de compra y al detener los efectos perversos que la inflación tenía sobre los más pobres que devaluaba los salarios y agravaba la concentración del ingreso.

Señores congresistas: la política externa de Brasil, misma que me trajo acá, ha procurado ser un instrumento al servicio de la estabilización de la economía y de regreso al crecimiento económico. Esas son las prioridades del pueblo brasileño, es ése el mandato que recibí de las urnas y ése es el camino que nos señalan los retos de una economía globalizada y competitiva. No se trata en lo absoluto de abandonar los principios básicos que siempre han guiado nuestra política externa en más de 120 años de paz ininterrumpida con nuestros 10 vecinos, en una activa participación en los foros internacionales de la posguerra y una persistente defensa de los ideales del desarrollo y de la cooperación, indispensable para que ellos se conviertan en realidad.

Se trata, eso sí, de dar prioridad efectiva y cabal a las relaciones externas regionales e internacionales que pueden generar con reciprocidad de intereses y resultados, más comercio, más inversiones productivas, más cooperación y transferencia de tecnología, una voz más fuerte y legítima en los asuntos políticos y económicos internacionales y, especialmente, más bienestar y empleos para nuestra población.

Si escuchamos a nuestro pueblo, él nos dará las directivas correctas para orientar nuestra política externa y nuestra acción ante nuestros socios tradicionales y nuevos socios potenciales.

El pueblo brasileño quiere su soberanía defendida y su país respetado dentro y fuera de sus fronteras. El quiere que sus derechos protegidos y su participación como ciudadano, asegurada de cualquier manera.

El quiere amistades internacionales que signifiquen comunión de valores y lucha por una sociedad internacional más justa. El quiere oportunidades mejores: más empleos y mejores remuneraciones, acceso a los bienes materiales y espirituales de la civilización moderna.

Como consumidor él quiere tener acceso a bienes y servicios a precios justos y accesibles, con calidad y durabilidad y que valoricen su dinero.

El quiere cooperación internacional para que se puedan encontrar instrumentos efectivos para la promoción de los derechos humanos y del desarrollo sostenido.

También quiere que nuestras relaciones se traduzcan en hechos que mejoren su vida diaria.

Es eso un ejercicio elemental, como en toda la vida de un país, la política externa de una nación democrática tiene que responder a anhelos de la sociedad y no a directrices generadas en oficinas gubernamentales o en sectores particulares o corporativos.

Las grandes líneas de nuestra política externa actual procuran responder a esos anhelos. La integración regional en el ámbito del Mercosur, las relaciones con los grandes centros del poder económico mundial, las relaciones con nuestros vecinos, el énfasis en la cooperación fronteriza como respuesta a las demandas generadas por esta verdadera civilización de la frontera que se desarrolló en tantas áreas, un trabajo persistente de actualización de la percepción internacional sobre el Brasil del real y las oportunidades que viene generando, todas ésas son líneas maestras de una política externa que se pretende pragmática que porque quiere ser profundamente democrática, funcionando como un instrumento al servicio de la transformación de la sociedad brasileña.

Si tomamos el ejemplo de la integración regional en el ámbito del Mercosur, se hace patente la manera en que ese proyecto sirve a los propósitos de la estabilización y del crecimiento sostenido de la economía brasileña.

En la medida en que el Mercosur amplia nuestro mercado, nos da una nueva dimensión regional e internacional, amplía la oferta de productos a precios competitivos y de mercado interno; induce el desafío de la competitividad para nuestros productores y genera oportunidad de negocios y sociedades para los agentes económicos.

Será también un paso en el proceso necesariamente cuidadoso y graduado de construcción de un espacio económico integrado en las Américas.

Al mismo tiempo, el Mercosur empieza a buscar nuevas asociaciones, estamos negociando formas de aproximación con Venezuela, Chile y Bolivia, además del conjunto entero del Pacto Andino. Seguimos pasos concretos para la asociación más estrecha con la Unión Europea.

En pocos años hemos ido transformando al cono sur, en un espacio de cooperación y convivencia democrática, gracias a la iniciativa verdaderamente exitosa de integración en nuestro continente.

Señores congresistas: entre estas áreas, con sentido y prioridad dado por los intereses comunes y por la intensidad de la agenda, está naturalmente México.

Brasil y México deben procurar dar un salto cualitativo en sus relaciones. No debemos temer al bilateralismo en un mundo de regionalismo creciente. Al contrario, ese bilateralismo refuerza nuestras credenciales y nos abre alternativas. No debe haber exclusiones en las opciones que se presentan a países como los nuestros.

Brasil y México comparten la identidad de países emergentes con sociedades que aún tienen un largo camino para recorrer en materia de igualdad y oportunidades para todos sus ciudadanos y en términos de indicadores sociales y regionales.

Aún más importante: como países que aprenden a través de los duros embates de la vida real, el valor de la democracia y que además están comprometidos con el desarrollo y con la libertad económica, estamos intentando mantenernos en plena sintonía con las tendencias dominantes en la historia contemporánea.

A esta identidad común sumamos las dimensiones peculiares de cada uno de nosotros, para hacer de nuestra integración un puente múltiple de dos subjeciones muy diferentes del continente americano. Las dimensiones pacífica, caribeña y norteamericana de México, se contraponen a las dimensiones atlántica, amazónica y platenses de Brasil.

Estamos juntos en Latinoamérica, que traducen un modo de interpretar integral, las diversas dimensiones subregionales. Es un vasto espacio para acercar por la vía de la amistad y de la cooperación bilateral. Pero en la certeza de que esta aproximación sirve a los intereses de nuestros pueblos, porque nos anima a emprender ese esfuerzo con la ayuda de todos.

Es éste el sentir de mi visita. Es ésta la exhortación que les hago: una relación más solidaria entre nuestros países. Y este es también el sentir de la visita que hago a este Congreso y del tributo que vengo a rendir al pueblo mexicano en su derecho de representación soberana.

Yo les aseguro que el pueblo de Brasil, así como el pueblo de México, tienen ganas de estar más juntos y que todos los proyectos que puedan fortalecer las relaciones entre nuestros países, son proyectos que fortalecen toda la región de Latinoamérica.

Lo que ha sido señalado por el señor Presidente de esta comisión, por el señor Presidente de la Cámara de Diputados, es verdadero. Tenemos en conjunto cerca de 900 mil millones de dólares de producto bruto, una población que se acerca a los 250 millones de personas, sino sobrepasa eso, una renta per capita que ya va más arriba de los 4 mil dólares, una base industrial que se profundizó, perfeccionó, que ha sido apoyada en base a las tecnologías más avanzadas. Los dos países han abierto sus economías. Hoy día sufren las consecuencias de ese proceso, de lo bueno y lo malo. Hemos sido capaces de vencer todas las dificultades, de sobrepasarlas y seguimos con mucha confianza en nosotros mismos. No hay por qué, señores parlamentarios, señor Presidente, estar lejos unos de los otros; tenemos que estar juntos y juntos para tener voz más fuerte en el ámbito mundial, juntos a despecho de la diversidad y de nuestras integraciones subregionales.

Quién sabe si mañana podamos ser un puente entre esas regiones; quién sabe si México y Brasil puedan ser los que empiecen un camino de acercamiento hacia Latinoamérica; quién sabe si mañana podamos tener más voz en los centros mundiales.

Y cuando tengamos que decidir o tengan, los que hoy en día deciden, los destinos financieros del mundo, ahí sí tengamos quizá, juntos, más voz y podamos contraponernos a intereses que no son nuestros, sino que son de todos los pueblos del mundo que hoy día requieren de una conciencia más fuerte sobre lo que significa la globalización, que lo que significa que la unificación que se da en términos de los procesos productivos, no necesariamente debe darse en términos de unificación política, sino que hay que ver también cuáles son los intereses específicos de cada grupo de países o de cada país y cómo será posible frente a esa homogenización, marcar lo propio, lo nuestro, los intereses de nuestros pueblos. Todo esto requiere, todo eso se abre hacia un entendimiento más amplio entre Brasil y México.

No es necesario utilizar conceptos demasiado complejos o sofisticados para decir lo obvio. Todo nos une; muy poco nos separa. Si es así, yo les pido, como parlamentarios, que apoyen, como pido a los parlamentarios brasileños, los intentos que estamos haciendo y que serán crecientes, de un acercamiento entre Brasil y México.

Y ya que los señores congresistas asumen aquí la sensibilidad de las diferentes regiones y de las comunidades que representan y por eso dan a los intereses nacionales la fuerza de la legitimidad que les da sentido de justificarse ante la historia, yo vengo acá para pedirles: marchemos juntos, que en el futuro, cuanto más fuerza tengamos para moldear un futuro democrático, un futuro donde el bienestar pueda ser realmente accesible a nuestros pueblos, donde los procesos económicos en los cuales estamos y que son inevitables, puedan ser contrarrestados por la acción política que nos lleve a definir con más precisión nuestros intereses, será mejor.

Sin los parlamentos y sin que las sociedades respalden a los parlamentos, los presidentes pueden poco, con la ayuda de los parlamentos, con la fuerza de la sociedad, juntos, ahí sí podemos mucho. Vamos, por consecuencia, a estar cada vez más cerca unos a los otros y que los representantes parlamentarios de México y de Brasil, que ya empezaron una labor muy importante de acercamiento, pues prosigan en ella y quien sabe, yo pueda algún día en el foro del parlamento latinoamericano, en Sao Paulo, estar junto con los parlamentos de distintas partes de América latina, para decir: "Hermanos, gracias."



AGRADECIMIENTO DE LA PRESIDENCIA

El Presidente:

Excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso:

Dejamos constancia de reconocimiento por su visita a este órgano del Congreso y agradecemos el mensaje que ha pronunciado, haciendo votos por la continua prosperidad y bienestar del hermano pueblo del Brasil y por su ventura personal.

Ruego a la comisión designada para recibir e invitar a este salón de sesiones al señor Presidente de la República Federativa del Brasil, se sirvan acompañarlo cuando decida retirarse.



ACTA DE LA PRESENTE SESION

El Presidente:

Consulte la Secretaría a la Asamblea, en votación económica, si autoriza que el acta de esta sesión se dé por leída y copias de la misma se distribuyan a los grupos parlamentarios para su revisión y aprobación.

El secretario senador José Manuel Toraya Baqueiro:

Por instrucciones de la Presidencia, se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si autoriza a que el acta de esta sesión se dé por leída y copias de la misma se distribuyan a los grupos parlamentarios para su revisión y aprobación.

Los legisladores que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo... Se da por leída, señor Presidente.

«Acta de la sesión extraordinaria de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, convocada para recibir la visita del presidente de la República Federativa del Brasil, excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso, celebrada el martes veinte de febrero de mil novecientos noventa y seis.

Presidencia del diputado Humberto Roque Villanueva

En la capital de los Estados Unidos Mexicanos, siendo las diez horas con cuarenta y tres minutos y una asistencia de treinta y dos legisladores, el Presidente declara abierta la sesión.

La Secretaría da lectura al orden del día y el Presidente designa a la comisión que recibirá al Presidente de la República Federativa del Brasil.

A las diez horas con cuarenta y cinco minutos, se declara un receso.

A las once horas con treinta y un minutos, se reanuda la sesión y hace uso de la palabra el Presidente de la Comisión Permanente, para dar la bienvenida al Presidente de la República Federativa del Brasil.

A solicitud del excelentísimo señor Fernando Henrique Cardoso, el Presidente le concede el uso de la palabra.

El diputado Humberto Roque Villanueva, presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, agradece al Presidente de la República Federativa del Brasil su visita y pide a la comisión designada, acompañe al ilustre visitante cuando desee retirarse del salón de sesiones.

La Asamblea autoriza a que el acta de esta sesión extraordinaria se dé por leída y copias de la misma se envíen a los coordinadores de los grupos parlamentarios para su aprobación.

Agotados los asuntos en cartera, se levanta la sesión extraordinaria a las doce horas con nueve minutos.»



CLAUSURA

El Presidente (a las 12:10 horas):

Se levanta la sesión y se recuerda que la sesión ordinaria se llevará a cabo mañana miércoles 21 de febrero, a las 11:00 horas.