LIX LEGISLATURA
SESION SOLEMNE
Visita del Presidente de la República de Costa Rica, Abel Pacheco de la Espriella.

25 de Febrero de 2004

- EL C. PRESIDENTE, DIP. JUAN DE DIOS CASTRO LOZANO: Proceda la Secretaría a pasar lista de asistencia de señores legisladores.

- LA C. SECRETARIA, DIP. MARCELA GUERRA CASTILLO: Se va a proceder a pasar lista de asistencia de los integrantes de la Comisión Permanente.

( LISTA DE ASISTENCIA )

Tenemos una asistencia de 30 legisladores señor Presidente.

EL C. PRESIDENTE: Gracias secretaria…

- LA MISMA C. SECRETARIA: ¿Faltó algún ciudadano?… Sí, cómo no. Sí la mencioné diputada Padierna, sí la mencioné.

- EL C. PRESIDENTE: Se abre la sesión solemne (11.08 horas) para recibir al excelentísimo señor don Abel Pacheco, Presidente de la República de Costa Rica.

Se designa en comisión para recibirlo e introducirlo a este Recinto, a los siguientes ciudadanos legisladores:

Senadora Silvia Hernández Enríquez,

Senadora Cecilia Romero Castillo,

Diputado don René Arce Islas,

Diputado don Oscar González Yáñez,

Diputado don Jesús Martínez Alvarez.

Se les ruega cumplan con su cometido en el momento de la recepción.

Se declara un breve receso (11.10 horas) en espera de la llegada del excelentísimo señor Abel Pacheco, Presidente de la República de Costa Rica.

Reanudada esta sesión solemne (11.15 horas) con motivo de la visita del señor doctor don Abel Pacheco de la Espriella, esta Presidencia hará uso de la palabra desde la tribuna.

Excelentísimo señor doctor don Abel Pacheco de la Espriella, Presidente de la muy querida hermana República de Costa Rica.

Señores diputados a la Asamblea Legislativa de Costa Rica, don Rolando Laclee Castro y don Edgar Moss.

Señoras y señores invitados especiales.

Señoras y señores legisladores de México.

Señoras y señores.

Es un alto honor para el Congreso Mexicano recibir en esta casa del pueblo a tan ilustre visitante, el señor Presidente de la República de Costa Rica. Para México tiene una muy alta significación la relación con Costa Rica, además de los vínculos históricos, lingüísticos y culturales, nos hermana una vocación que compartimos en los diferentes escenarios internacionales a los que concurrimos ambas naciones, esto es la clara vocación por el diálogo para encontrar siempre soluciones pacíficas a las controversias y a las discrepancias entre naciones.

Las relaciones que existen en nuestros dos países son sin duda el resultado de nuestros esfuerzos, de un diálogo respetuoso, de un deseo de que nuestros pueblos sigan avanzando sobre la penumbra, recalco y subrayo, sobre la penumbra de la globalización.

México y Costa Rica se han visto beneficiados por sus políticas internacionales, ha definido y demostrado que el respeto a los derechos humanos y la promoción de la democracia son los ejes que deben de establecer las vertientes de cualquier relación bilateral.

Nuestros países tienen un deseo inefable de alcanzar la grandeza, cosechar victorias y actuar en grande, para superar la crónica condición de subdesarrollo y la manera más adecuada de hacerlo, es juntos, estrechando los lazos culturales, avizorando el porvenir juntos.

Es algo más lo que significa la presencia del señor Presidente de Costa Rica entre nosotros, su presencia es un acercamiento a la idea que todos acariciamos de la solidaridad hispanoamericana y esa solidaridad en nuestros dos pueblos, la logran la vitalidad de sus municipios, porque en la sucesión de las sociedades humanas, no ha habido verdadera civilización ahí donde no ha habido municipios a tal grado, que todo pueblo que mejora su condición social, mejora sus condiciones municipales y entiendo por mejoras de las condiciones, si del privilegio va al derecho, de la tutela va a la emancipación, de la servidumbre a la autonomía y el ejemplo lo encontramos, señoras y señores, en la literatura española en aquél incomparable alcalde de Salamea, estatua gigantesca entre ruinas, el primer drama del teatro moderno y la más sublime apología municipal de nuestros dos pueblos.

Los costarricenses y los mexicanos tenemos un ser, en cuyo seno todos nos juntamos y en cuya creencia y existencia todos creemos, en cuyo amor todos vivimos: la patria que permanece pura, a pesar de nuestras faltas; infalible a pesar de nuestros errores; inmortal a pesar de nuestra desaparición y de nuestra muerte con su ley de vida que como las leyes naturales durará más que todas las instituciones, prevalecerá sobre todos los derechos y todos los poderes, semejante en su belleza, en su luz, en su ideal a la imagen purísima trazada por el místico de los pintores y cuya frente se pierde en las estrellas del cielo.

Dejamos pasar todo lo accidental, todo lo fugaz, todo lo perecedero, todo lo que han traído las circunstancias y las circunstancias se han de llevar y levantando nuestro corazón y nuestro pensamiento a las alturas, juramos trabajar y morir por lo que es eterno, por nuestra hermosa patria.

Voy a terminar, porque estamos ansiosos de escuchar el mensaje de nuestro ilustre huésped. Y voy a terminar, permítanme recordar una narración del escritor francés Anatole Franz, él le llama a esa narración, "El Milagro de Notredam" y aunque su contenido es místico, la religión es vinculo con la lengua, con el origen, con las costumbres y con las tradiciones de todos los pueblos hispanoamericanos.

Y es la entrega de los frailes, en la Catedral de Notredam, de lo mejor de ellos, a la escultura de una imagen, de una virgen, todos, todos eran excelentes literatos, excelentes versificadores, excelentes poetas y llevaban como ofrenda lo mejor de su producción, aquella imagen, pero había uno, señoras y señores legisladores, había uno, señor Presidente de la República de Costa Rica, que no era ilustrado; era un modesto cirquero y él en las noches delante de la imagen hacía sus piruetas de circo, a escondidas de sus hermanos los frailes, y una noche sus compañeros lo vieron y vieron su frente perlada de sudor, pero entonces vieron la escultura inclinarse a enjugar el sudor de aquel fraile. Esa era su ofrenda.

Igual que el fraile, el pueblo de México ofrece al pueblo de Costa Rica lo mejor que tiene, que es su hospitalidad y su anfitrionía.

Bienvenido, señor Presidente. Con permiso.

(aplausos)

Señoras y señores legisladores, el excelentísimo señor Presidente de Costa Rica, don Abel Pacheco y de la Espriella, ha manifestado a esta Presidencia su deseo de transmitir un mensaje a esta representación nacional. En tal virtud, se concede el uso de la palabra a tan ilustre huésped.

EL EXCELENTÍSIMO SEÑOR , ABEL PACHECO Y DE LA ESPRIELLA: Muy benos días, don Juan de Dios Castro, Presidente. Muy buenos días a la Mesa Directiva, muy buenos días, legisladoras y legisladores mexicanos; buenos días, compañeros de delegación, señor Embajador de Costa Rica.

Para mí es un señalado honor ser recibido en esta sesión especial de la Comisión Permanente del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, patria a la cual me unen grandes experiencias ya que conviví con los mexicanos ocho años de mi vida. Yo amo este país, nunca lo olvidé. 50 años hace que vine la primera vez y los 50 años he seguido a la par de este querido pueblo mexicano.

Me salgo del protocolo y les cuento que ayer me reuní con mis compañeros de generación de la Universidad Autónoma de México, casi 200 personas acudieron al viejo local de la Escuela de Medicina Santo Domingo. Tuvimos un convivio inolvidable, como si nunca me hubiera ido.

Muchas gracias México.

Hoy día ningún foro más apropiado que éste, cuyos integrantes representan la voluntad del pueblo mexicano, para exponer algunas ideas sobre los retos comunes de nuestras democracias. Hoy día, el mapa mundial presenta diversos focos de conflicto, en la esencia de todos ellos subyace un mismo asunto: la viabilidad de su sistema de gobierno para atender y responder a las legítimas demandas de sus pueblos.

México y Costa Rica no son países que puedan sentirse ajenos a este reto; la pobreza que afecta a miles o millones de nuestros compatriotas supone la obligación ineludible de procurar la mayor eficiencia de las instituciones democráticas.

La democracia no puede limitarse a brindar respuestas políticas a sus pueblos. Los contenidos deben ser también económicos, sociales, culturales y ambientales. Hay quienes piensan que para vivir en democracia basta que el pueblo exprese su voluntad en las urnas cada vez que lo mande la Constitución. Nada más lejos de la verdad; la democracia es un ejercicio permanente, no un concepto estático. La democracia se construye y se desarrolla permanentemente, supone un amplio abanico de espacios de participación y de ejercicio del poder ciudadano.

Quienes de manera transitoria somos depositarios del poder, lo somos en representación de nuestros electores, ejercemos un mandato; no somos dueños del poder y en consecuencia, debemos rendir cuentas de nuestras acciones al pueblo que el verdadero mandatario. Por ello, quienes hemos sido elegidos a cargos públicos debemos fortalecer y mantener el sistema democrático y hacerlo más eficiente.

Enemigos declarados del buen gobierno son la corrupción, el despilfarro, la ineficiencia y la mentira. La mejor forma de combatir tales males, es estableciendo una alianza cotidiana con los administrados para elevar los niveles de transparencia, eficiencia y veracidad en el manejo de los asuntos públicos.

Con este propósito, tenemos que estar en contacto permanente con la sociedad civil, atender sus anhelos, luchar por su bienestar y atender sus demandas, de ahí que sea necesario crear medios de expresión y participación legítima de esa voluntad a fin de que no sea acaparada como a menudo sucede, por grupos de interés que asume la expresión de sus propios intereses como si fueran los del todo el pueblo.

El gobernante tiene además una gran responsabilidad con su pueblo para orientarlo de decir la verdad aunque ésta no sea del todo agradable, señalarle lo de derroteros, despertarle sueños e infundirle al pueblo esperanzas.

Es claro, además, que no habrá democracia sostenible y estabilidad social duradera mientras no logremos erradicar el hambre y la miseria. Esa es una tarea en la que algo se ha avanzado, pero en la que todavía nos queda mucho por hacer.

La miseria no se erradica mediante la dádiva, la conmiseración o el clientelismo, tampoco vendrá como una solución, producto de la magia o de la suerte. Se erradica estimulando el potencial emprendedor de nuestros pueblos, que es grande; preparando a nuestros niños para que se enfrenten al futuro con más y mejores herramientas. La educación es sin duda alguna el más eficiente para lograr una mayor movilidad social; la educación debe servir no solamente para transmitir información y ejercitar la memoria, debe preparar las generaciones venideras a enfrentar los retos del cambio tecnológico dentro de un marco de valores y principios humanistas, éste será uno de los mayores retos de nuestras sociedades en el presente siglo.

Tal como lo expresé en Monterrey, en la ocasión la más reciente Cumbre de Presidentes de América, la educación en nuestros países debe servir para erradicar la pobreza y no para preservarla, como si fuera una virtud. Hay quienes todavía en nuestros días pretenden apaciguar las justas demandas de sus pueblos con predicas sobre la virtud y la pobreza, para ocultar en un ingrato afán, la verdadera tragedia del hambre, del desempleo, la falta de vivienda, de acceso a la salud o la sobreexplotación del trabajador.

Hay virtud en la moderación, la austeridad, en la pluralidad, pero en la pobreza lo que hay es dolor, lo que hay es tragedia, no debemos confundir una cosa con otra. Al igual que la lucha por la libertad, que iniciada en el Siglo XIX alcanzó su plenitud en el Siglo XX, la lucha por la justicia social debería ser la meta a alcanzar en este siglo; sólo cuando los postulados de la justicia social se realicen plenamente, podrán nuestros pueblos vivir en verdadera democracia y en libertad.

La injusta distribución de la riqueza es entre los hombres como entre las naciones, fuente de permanentes conflictos. Por ello, deben tomarse medidas tanto en el plan interno como el internacional para lograr sociedades más justas, en donde al menos las necesidades básicas de cada ser humano de alimento, vestido y vivienda, puedan ser satisfechas.

La brecha entre la condición de vida en los países pobres y los ricos, debe también acortarse cada día, para ello es esencial que los avances científicos y tecnológicos favorezcan al común de la humanidad.

La brecha en nuestros días se da entre quienes tienen más acceso al conocimiento y aquellos a los que es negado el acceso al conocimiento. No es admisible que con los avances científicos y tecnológicos logrados en los últimos siglos, haya pueblos que vivan en el mayor de los atrasos.

Tal desigualdad es la que produce entre otros factores las permanentes oleadas de migrantes, que no andan como en el pasado sólo en busca de libertad, sólo andan en busca de pan para su familia.

Los avances científicos y tecnológicos, en ciertos campos como el de la salud pública y la protección al medio ambiente, deberían ser considerados patrimonio común de la humanidad. Un antecedente valioso en este sentido, es el que se hizo con la riqueza de los fondos marinos en la Convención sobre el Derecho del Mar firmada en Montigo, Jamaica.

La investigación científica moderna, hágase donde se haga, es hoy el resultado del concurso de científicos de todo el mundo. Muchos de ellos son preparados con gran sacrificio en los países con menor desarrollo. Ese aporte debe ser reconocido a sus pueblos de origen, la inteligencia humana no tiene nacionalidad, no tiene fronteras.

Pero las inequidades de la sociedad internacional actual, hacen que mientras todos cooperemos en el desarrollo de la ciencia, los frutos de sus avances sean sólo para unos pocos y se vuelvan objeto de un comercio millonario e injusto. La sostenibilidad del desarrollo humano pasa por erradicar de nuestras el egoísmo de las ideas.

En este sentido, la globalización no debe limitarse a un simple asunto de apertura de fronteras para el intercambio comercial, debemos aprovechar la globalización como una oportunidad para universalizar las condiciones que generen el desarrollo humano; es urgente globalizar la justicia en su sentido más amplio, urge globalizar los esfuerzos contra la corrupción, contra el hambre, contra la injusticia laboral y contra la destrucción de la naturaleza.

Es absolutamente imperioso globalizar las acciones para perseguir el narcotráfico, el terrorismo y la explotación sexual infantil; urge universalizar las acciones conducentes a consolidar experiencias de desarrollo sostenible.

Nuestros pueblos han sido herederos de grandes riquezas naturales que en muchos casos hemos explotado de manera desmedida. A pesar de las cerradas prácticas del pasado, aún estamos a tiempo de salvar gran parte de los recursos naturales que nos quedan, ésta es una cuestión de vida o muerte para la humanidad. Antes de que caiga el último árbol, habrá desaparecido la vida humana del planeta.

Por ello, es absolutamente urgente que adoptemos las medidas necesarias para la preservación del medio ambiente y usemos sabia y comedidamente los bienes que el Creador ha puesto al servicio del hombre; esa actitud vigilante debe ser inculcada a nuestros herederos para que éstos puedan transmitir a los suyos un mundo en armonía con la naturaleza, como una forma de hacer viable la vida de la especie humana en el planeta.

Junto a la preservación, debemos luchar por la recuperación del medio ambiente y de los recursos que, como el agua y el aire, son esenciales para la supervivencia del hombre y su entorno.

Señoras y señores, muchas veces cuando hablamos de estos temas se nos dice que no hay viabilidad financiera para impulsar los programas que se requieren; con todo respeto, discrepo absolutamente de tales argumentos. Si tan solo dejáramos de desconfiar entre nosotros, si tan solo dejáramos de pensar que las armas son el fundamento de la seguridad de las personas y de las naciones, tendríamos dinero de sobra para financiar las luchas contra el hambre, contra la enfermedad, contra el desamparo.

En Monterrey dije que el imperialismo es una concepción obsoleta de las relaciones entre los países, hoy me atrevo a decir que el armamentismo es una concepción igualmente obsoleta de la seguridad entre las naciones. No serán los tanques, los aviones de guerra y las metrallas los que logren construir un mundo más seguro, la seguridad de las naciones, la paz entre los pueblos y la estabilidad interna de los países, si queremos que sean sostenibles, deberán sustentarse en la justicia social, la tolerancia a las legítimas diferencias y la comprensión de, más allá de las fronteras, somos una especie, una única especie que habita el mismo planeta. La surte de unos, será más temprano que tarde, la suerte de los demás.

Señoras y señores, les ruego recibir estas ideas que tan generosamente ustedes me han permitido compartir como el producto de la reflexión de un gobernante preocupado por el destino de su patria y el destino del mundo.

México y Costa Rica, ligados por tradicionales vínculos de amistad, por esas estrechas relaciones de comercio, comparten también aspiraciones y afanes en la forja de un mundo mejor y un mundo mejor es posible, tanto así que está en nuestras manos construirlo.

Termino recordando para emular a mi colega, una cita literaria, a Rolando; ahora me acordaba yo del mensaje del "Popol-Vuh", Libro Sagrado de los mayas que nos une a ustedes con nosotros los centroamericanos: "... que todos se levanten, que se junten todos, que no haya un grupo ni dos grupos que se queden detrás de los demás".

Muchas gracias.

EL C. PRESIDENTE.- Procede ahora, en esta emotiva sesión solemne, que nuestro ilustre huésped estampe su firma en el Libro de Visitantes Distinguidos.

(Firma)

-EL C. PRESIDENTE: Después de haber estampado su firma en el Libro de Visitantes Distinguidos, quiero expresarle al señor doctor don Abel Pacheco de la Espriella, presidente de Costa Rica, que ha llegado, cuando llegó a su casa que es la Embajada de Costa Rica en México y que es la casa del Jefe de Estado, pero que también tiene otra casa, que ese el Congreso Mexicano.

Y agradezco a nombre de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión su presencia y la presencia de la delegación que lo acompaña, en ésta, que le reitero, es su casa. Yo pido un aplauso para nuestro distinguido visitante. (Aplausos)

Se pide a la Comisión designada, acompañe a nuestro distinguido invitado cuando desee retirarse.

(La Comisión cumple su cometido)

-EL C. PRESIDENTE: (A las 11:50 hrs.) Se levanta la Sesión Solemne y se ruega a los ciudadanos legisladores permanecer en sus lugares para iniciar la Sesión Ordinaria.