Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión, LX Legislatura

Versión estenográfica de la sesión solemne, para develar en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados la leyenda "A los Constituyentes de 1857", celebrada el jueves 25 de septiembre de 2008

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Solicito a los representantes de los medios de información se ubiquen en el espacio que les ha asignado esta Cámara para ejercer su trabajo.

Pido a la Secretaría haga del conocimiento de esta Presidencia el resultado del registro de asistencia de diputadas y diputados.

La Secretaria diputada María del Carmen Pinete Vargas: Se informa a la Presidencia que existen registrados previamente 340 compañeros diputadas y diputados, por lo tanto hay quórum, señor presidente.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez (11:53 horas): Se abre la sesión.

En cumplimiento al decreto aprobado en la sesión del 12 de febrero de 2008, se abre la sesión solemne convocando para develar en el muro de honor de esta Cámara de Diputados la leyenda "A los Constituyentes de 1857". Proceda la Secretaría a dar lectura al decreto aprobado para esta sesión solemne.

La Secretaria diputada María del Carmen Pinete Vargas: La Cámara de Diputados, con fundamento en la fracción I del artículo 77 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, decreta:

Inscríbase con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, la leyenda "A los Constituyentes de 1857".

Artículo primero. Inscríbase con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro la leyenda "A los Constituyentes de 1857".

Artículo segundo. Celébrese una sesión solemne en la Cámara de Diputados en el Palacio Legislativo de San Lázaro, en la que se devele la inscripción a que alude el artículo anterior e invítese a la misma a los titulares de los dos Poderes Ejecutivo y Judicial.

Transitorios

Primero. El presente decreto entrará en vigor el día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.

Segundo. La Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias, y la Mesa Directiva de la honorable Cámara de Diputados se coordinarán para el establecimiento de la fecha a la que se realice la sesión solemne y la inscripción en letras de oro a que el artículo primero de este decreto hace alusión, así como para las demás actividades que se requieran.

Dado en el salón de sesiones de la honorable Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. México, Distrito Federal, a 12 de febrero de 2008. Diputada Presidenta Ruth Zavaleta Salgado; diputada Secretaria Esmeralda Cárdenas Sánchez. Es cuanto, señor Presidente.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Gracias secretaria. Nos acompañan en esta sesión solemne el ministro Fernando Franco González Salas, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La senadora Yeidckol Polevnsky Gurwitz, representando al Senado de la República. Los alumnos de la escuela primaria Constitución de 1857. La escuela secundaria diurna Constitución de 1857. Maestros y empresarios del municipio de Cozumel, Quintana Roo. También sean muy bienvenidos.

Se concede el uso de la palabra a la diputada Sara Latife Ruiz Chávez, del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.

La diputada Sara Latife Ruiz Chávez: Con su permiso, señor presidente. Hoy nos encontramos reunidos para rendir homenaje a los autores de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, misma que fue sancionada y jurada el 5 de febrero de 1857.

Nos congrega la positiva respuesta al imperativo cívico de refrendar los principios fundacionales del Estado nacional, mediante la interactiva evocación de los episodios que más han marcado la evolución histórica de la nación.

Porque estamos convencidos de que sólo en la historia se pueden localizar las raíces más profundas de nuestra identidad, y es ahí donde se encuentra el legado con el que podemos retroalimentar la fortaleza que necesitamos para hacer frente a nuestra actual circunstancia y para visualizar el horizonte más certero de nuestro futuro inmediato.

Por ello, es importante que hagamos justa memoria de aquellos ilustres mexicanos del siglo XIX, cuya visión contribuyó de manera decisiva a perfilar la matriz con la que se construyó el México de nuestros días.

La Constitución de 1857 surge de la activa repulsa en contra de la autocracia de Antonio López de Santa Anna, y tuvo, ante todo, un efecto restaurador del orden constitucional. Esa carta fundamental constituye una auténtica declaración de principios, de las que habrían de ser las inamovibles decisiones fundamentales del México moderno.

Constituye, sin duda, un código que en su estructura normativa acrisola los valores más caros, las aspiraciones más altas y los principios más firmes de nuestra vida nacional, entre los que destaca el ideal supremo de la libertad, porque ante todo fue una constitución liberal que se define en la consagración de las libertades individuales, mediante el establecimiento definitivo de los derechos del hombre y del ciudadano.

Desde entonces el orden constitucional de nuestro país garantiza, en beneficio de los gobernados, los derechos fundamentales del libre pensamiento, de expresión y de prensa, las libertades individuales de enseñanza, de industria, de tránsito y de concurrencia económica.

Por primera ocasión tutela las garantías de igualdad, de propiedad y de legalidad, así como los derechos de petición, de asociación y de reunión, que son los pivotes fundamentales en los que se sustenta el actual estado de derecho.

Y en una encomiable visión para perfeccionar ese avanzado sistema garantista, los Constituyentes de 1857 instituyeron las bases fundamentales del proceso de amparo para darle viabilidad cooperativa y seguridad jurídica a la protección constitucional a los derechos fundamentales del gobernado y, de manera complementaria, establecieron el juicio político como pivote del control de las responsabilidades que provienen del indebido ejercicio de las funciones de los gobernantes.

Este código fundamental del siglo XIX, además de reafirmar la estructura del Estado mexicano, que se había venido deteriorando por la criminal frivolidad de López de Santa Anna, restauró la esencia misma de la república, al establecer que la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo y que éste puede ejercerla mediante los Poderes de la Unión.

Además, contribuyó a la definitiva consolidación del federalismo como forma de organización de nuestra vida nacional, con lo cual México, por indeclinable decisión del Constituyente, quedó erigido en una república representativa, democrática y federal.

Pero quizá la disposición más importante y avanzada de la Constitución de 1857 proviene de la consagración de la libertad de culto como piedra angular del ejercicio libre, de la conciencia y de una activa pluralidad ideológica, que constituyen los ingredientes primordiales y esenciales de lo que luego fue el sistema democrático m moderno.

Porque el Estado laico al erradicar el fanatismo, al instituir la tolerancia como principio rector de nuestra convivencia social sienta las bases institucionales del respeto recíproco a las diferencias ideológicas y establece los cimientos más hondos y a la vez más vigorosos para concitar la concordancia política, que se sustenta en la pacífica aceptación del criterio de las mayorías.

Esta idea cardinal de los diputados constituyentes ha quedado claramente recapitulada en las palabras de Francisco Zarco, quien el día que se promulgara la Constitución expresaba: "el Congreso estimó, como base de toda prosperidad, de todo engrandecimiento, la unidad nacional y por tanto se ha empeñado en que las instituciones sean un vínculo de fraternidad y un medio seguro de llegar a establecer armonía".

El liberalismo ilustrado que profesaban los autores de la Constitución y que nada tiene que ver con la corriente que actualmente valida las salvajes apetencias del mercado, eran un credo que se fundaba en el valor supremo de la libertad individual y en el principio fundamental de la igualdad jurídica de los hombres frente a la ley.

Esos ideales quedaron plasmados en esta Carta Magna, que es ante todo el código de las libertades primordiales del pueblo mexicano, que acrisola los ideales más altos de nuestra nacionalidad, que resume las decisiones fundamentales de nuestra vida institucional y que contiene las raíces más hondas de nuestro constitucionalismo social.

Por ello es que hoy, en este solemne acto, los Poderes de la Unión se congregan a testimoniar el reconocimiento de la república a Francisco Zarco, a Ignacio Ramírez, a Ponciano Arriaga, a José María Mata, a Melchor Ocampo, a Santos Degollado, a Isidoro Olvera, a León Guzmán y, sin excepción, a los 78 diputados constituyentes que formaron parte de esos ilustres y congruentes ideólogos y tribunos comprometidos con certera visión, pero con elevado patriotismo, mismos que sentaron las bases de un México libre, justo y democrático.

Don Daniel Cosío Villegas, uno de los más encendidos defensores de la Constitución del 57, con certera expresión y puntualidad señaló: "la historia mexicana tiene páginas negras vergonzosas que daríamos mucho por poder borrar, tiene páginas heroicas que quisiéramos ver impresas en letras mayores, pero nuestra historia tiene una sola página, una página única en que México da la impresión de un país maduro, plenamente enclavado en la democracia y en el liberalismo de la Europa occidental moderna, y esa página es el Congreso Constituyente de 1856".

Por mandato de esta soberanía y en justo reconocimiento y homenaje que la república rinde a los diputados Constituyentes de 1857.

Esa gloriosa página de la historia nacional a partir de ahora queda plasmada con letras de oro en el Muro de Honor de este recinto, para que las futuras generaciones recuerden siempre a esos paladines de la libertad, de la justicia, de la soberanía popular, del federalismo y de la república restaurada. Honor a quien honor merece. Muchas gracias.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Gracias, diputada. Tiene el uso de la palabra el diputado Juan de Dios Castro Muñoz, por el Grupo Parlamentario de Acción Nacional, hasta por 5 minutos.

El diputado Juan de Dios Castro Muñoz: Con el permiso de la Presidencia. Esta sesión será recordada en los fastos de nuestra lucha parlamentaria y hará honor a la franqueza, a la dignidad y al valor civil del Partido Progresista que, sabiendo que estaba en minoría, no decayó en la defensa de sus ideas, ni abandonó ni se doblegó al desaliento.

Estas palabras, señoras diputadas y señores diputados, fueron pronunciadas por Francisco Zarco el 4 de septiembre de 1856 en el Congreso Constituyente. Y sí, cuánta razón tenía Zarco en su pronóstico. Hoy, a 156 años de distancia, hemos venido a rendir homenaje a los arquitectos de nuestra república que redactaron las insignes palabras de la Constitución de 1857.

Hoy recordamos a quienes conjugaron un importante esfuerzo al servicio de la unidad nacional. El esfuerzo de recuperar, crear y sostener las instituciones mexicanas que definieron con fuerza y vigor el respeto pleno y absoluto de los derechos del hombre.

Hoy, amigas legisladoras y amigos legisladores, en este Muro de Honor que es testigo silencioso de nuestro actuar y que simboliza el devenir histórico de nuestra nación, se inscribe en letras de oro "A los Constituyentes de 1857", quienes brindaron a la patria la posibilidad de contar con un orden jurídico nuevo y que fue producto del entendimiento y el diálogo de quienes, como nosotros, tenían diferencias y posiciones irreconciliables.

Estas letras del Constituyente de 1857 no se inscriben solamente con letras de oro, se inscriben también con el rojo de la sangre, de la discordia y de las luchas intestinas de liberales y conservadores, quienes, como nosotros, muchas veces le negaban la razón al otro simple y sencillamente por eso, porque es el otro.

Como todos sabemos, después de la independencia nuestro país se vio envuelto en una serie de conflictos severos, por quienes por fuera o dentro buscaban el poder a toda costa. En ese entonces terminaba la deleznable dictadura de Antonio López de Santa Anna y el nuevo presidente, Ignacio Comonfort, en cumplimiento del Plan de Ayutla, convoca e inaugura el Congreso Constituyente el 18 de febrero.

Este Constituyente, amigas y amigos, ha sido el más ilustrado de nuestra historia política; sobrepasó al de 1824 que había contado con el acervo cultural e ideológico de Ramos Arizpe y Servando Teresa de Mier, entre otros.

Si vemos las actas de aquellas sesiones, amigas y amigos legisladores, nos daremos cuenta que rondaron en aquel recinto parlamentario clásicos como: Platón, Cicerón, Tocqueville, Jefferson, que eran nombrados y citados por los diputados de aquel entonces.

Y sí, eran diputados cultos, diputados conscientes y comprometidos con la construcción de un nuevo andamiaje jurídico y político que hiciera de su patria, de nuestra patria, un lugar donde hubiera más felicidad para el mayor número de hombres.

De esa pléyade parlamentaria surgió en el acta magna un sistema político federalista, una república que se consolidaba después de 300 años de dominación colonial, surgió de manera vanguardista la redacción de los derechos del hombre que afirmaba: "Los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales".

Esta premisa, esta sentencia, esta verdad debiera ser siempre inspiración de nuestra organización política y social.

Además de los derechos del hombre, la Constitución que fue promulgada el 5 de febrero de 1857 estableció que la soberanía nacional reside en el pueblo; suprimió al Senado dejando un sistema unicamaral, formuló el amparo como mecanismo de defensa del hombre contra el abuso del Estado, creó el juicio político y estableció un andamiaje jurídico que dio rumbo histórico a nuestra patria.

Con esa visión de Estado, Acción Nacional honra a quienes, de alguna u otra forma, han participado en la transformación de este país y de sus instituciones. Honor a quien piensa en la república y en su democracia, porque nosotros creemos en ella, y durante décadas hemos dado testimonio de congruencia.

En palabras de Carlos Castillo Peraza, nadie nos va a regalar la democracia, la democracia necesita demócratas y demócratas son los que se toman el trabajo de construir los instrumentos e instituciones que favorecen a la democracia. Así que por nuestra propia vida democrática es por lo que tenemos que ir.

Amigas y amigos legisladores, la mejor forma de honrar a la Constitución no es con letras de oro, tampoco es con actos cívicos, ni siquiera escribiendo libros. La mejor forma de dar homenaje a la Constitución es cumpliéndola. Por su atención, muchas gracias.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Gracias, diputado. Nos acompaña el licenciado Cuauhtémoc Cardona Benavides, subsecretario se Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación.

A continuación tiene el uso de la palabra el señor diputado Rafael Villicaña García, por el Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática. Hasta por cinco minutos.

El diputado Rafael Villicaña García: Con su permiso, diputado Presidente. Compañeras y compañeros diputados, Daniel Cosío Villegas solía decir, cito: "La historia mexicana tiene páginas negras, vergonzosas, que daríamos mucho por poder borrar; tiene páginas heroicas que quisiéramos ver impresas en letra mayor, pero nuestra historia tiene una sola página, página única en que México da la impresión de un país maduro, plenamente enclavado en la democracia y en el liberalismo de la Europa occidental moderna, y esa página es el Congreso Constituyente de 1856".

Por eso, nos congratulamos de que las legisladoras y los legisladores de esta honorable Cámara de Diputados hayamos decidido inscribir con letras de oro en el Muro de Honor de este Palacio Legislativo la frase "A los constituyentes de 1857", quienes con su mente liberal, progresista, ciertamente adelantada a su tiempo y a su propia circunstancia, dieron a los mexicanos el ordenamiento constitucional que reconoció, por primera vez en México, el respeto a la dignidad humana, desarrolló las tesis más importantes para consolidar y fortalecer el federalismo mexicano, sentó además las bases constitucionales del Estado laico e impulsó un auténtico diseño institucional republicano.

Para nosotros es muy importante establecer que la Constitución de 1857 es la base constitucional que nos rige hasta nuestros días, con todas sus reformas y enmiendas, destacando desde luego la de 1917 que, en su decreto de expedición, es referida como Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que reforma la del 5 de febrero de 1857. Subrayo, el verbo "reforma", no "deroga". Tengamos, todos, este importante dato muy claro.

Es evidente, compañeras diputadas y compañeros diputados, que el legado de estos Constituyentes no es letra muerta, ya que el 5 de febrero de 1917, 60 años después de la promulgación de la del 57, la reforma constitucional se resumió en un total de 136 artículos, a diferencia de los 128 de la anterior, dejando intactos prácticamente el 75 por ciento del legado constituyente de 1857.

En efecto, la Constitución de 1857 cimentó sustancialmente los ideales que los mexicanos demandábamos desde nuestra lucha independentista e incorporó el legado del pensamiento liberal europeo de la época.

Recordamos y reconocemos como antecedentes de este texto fundamental la Constitución de Cádiz, de 1812; los Sentimientos de la Nación, de 1813; la Constitución de Apatzingán, de 1813; y el acta constitutiva de la federación y la Constitución federal de 1824; y el acta constitutiva y la reforma de 1847, que son todos estos textos producto de sustanciales cambios políticos, económicos y, sobre todo sociales, en los que se impregnaron, por una parte, las demandas de la nación, pero sobre todo, el gran ser del pueblo mexicano.

La labor del Congreso Constituyente y sus 78 integrantes comenzó el 18 de febrero de 1856 y en él se plasmaron intensos debates acerca del gran reto que por sí mismo representaba la elaboración de una Constitución Política que acabara con los fueros especiales, que replegara el poder de la Iglesia, que separara y equilibrara los poderes republicanos y que nos ayudara a mantener una cohesión como nación independiente.

Una vez que se verificó la solemne apertura del Congreso Constituyente, con la asistencia de los liberales de la talla de Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo, Ignacio Manuel Altamirano, Sebastián Lerdo de Tejada y Manuel Doblado; hasta conservadores como Arizcorreta y Romero Díaz, el Constituyente se dispuso a la designación de una comisión de Constitución encargada de elaborar el proyecto de la nueva Carta Magna.

Precisamente esta Comisión se integró por los diputados Ponciano Arriaga, Mariano Yáñez, Isidoro Olvera, José Romero Díaz, Joaquín Cardoso, León Guzmán, Pedro Escudero y Echánove, José María Castillo, José María Cortés Esparza, José María Mata, todos ellos destacados constituyentes, quienes a través de sus intensos y acalorados debates perfeccionaron y dieron forma a la Constitución de 1857.

Ahora bien, congratularnos por la inscripción en el muro de honor de este Palacio Legislativo de San Lázaro no es emoción menor, ya que el actual contexto político y social reclama la recuperación del pensamiento liberal y la defensa de las instituciones, de las instituciones que formaron el Estado mexicano, valores fundamentales como la soberanía, el federalismo, el laicismo, el republicanismo.

Por tal razón, también la conmemoración de hace unos días, del 151 Aniversario del Congreso Constituyente, pretende reafirmar y dar vigencia al legado de aquella digna generación de mexicanos que contribuyeron con sus aportaciones a construir el México del siglo XIX.

Por estas y otras consideraciones ha sido necesario que el Congreso de la Unión, en particular la Cámara de Diputados, rindamos un digno homenaje a esta destacada generación de mexicanos encabezados por Benito Juárez, quien realizó un esfuerzo extraordinario por hacer de México una nación con destino soberano y que a 151 años de su promulgación reconocemos toda la vigencia de los principios ahí plasmados.

El que honra, se honra, y los diputados de esta Legislatura del H. Congreso de la Unión honran hoy a cada uno de los 78 integrantes del Congreso Constituyente. ¡Viva los constituyentes de 1857! ¡Viva los constituyentes de 1857! Gracias.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Gracias, diputado. Tiene a continuación el uso de la palabra el diputado Elías Cárdenas Márquez, de Convergencia, hasta por cinco minutos.

El diputado Elías Cárdenas Márquez: Señor ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, don Fernando Franco; señora senadora Yeidckol Polevnsky Gurwitz, representante de nuestra colegisladora; señor presidente de esta Mesa Directiva; señoras diputadas y señores diputados, los constituyentes de 1857 consolidaron la segunda Independencia de México.

Fue esta generación de mexicanos la más honesta y la más patriótica, porque fijaron rumbos definitivos para la república con un rostro democrático y plasmaron los anhelos de libertad en el reconocimiento expreso de los derechos del hombre.

Los constituyentes de 1857 dotaron a México de las prodigiosas semillas del Estado laico que constituyó el mayor aporte para resolver el conflicto entre la Iglesia y el Estado, que se dirimió por largo tiempo en la etapa independiente. Con ello, los mexicanos de entonces y los de ahora, dimos "al César lo que es del César y a Dios, lo que se dice le pertenece".

Desde entonces, todas las generaciones de mexicanos tuvimos conciencia de nacionalidad, supieron que el Estado no se subordinaría nunca a un Poder ajeno. La solución de la guerra de las investiduras fue la primera gran victoria de las leyes de reforma concebidas por ilustres mexicanos, con una visión de patria que desde la independencia buscaba afanosamente un camino por el que transitara la justicia y la libertad.

La libertad de creencias se abrió paso entre la oscuridad de los dogmatismos religiosos, las sombras siniestras de los intereses del alto clero y los radicalismos de los liberales y los conservadores.

Los constituyentes de 1857 hubieron de esperar 151 años para que se les inscribiera en estos muros, donde refulgen los nombres de los hombres y las mujeres que dieron vida y existencia digna y marcaron improntas históricas en los destinos de esta nación.

La historia es una guía de vida, de otra manera la historia no tiene ningún sentido. Quien se desvía de sus caminos se pierde en el laberinto de los intereses personales, de las anécdotas triviales y de la banalidad en el quehacer cotidiano.

Señoras diputadas y señores diputados, por favor, su atención ?que ya la tengo?. Gracias.

Hoy México requiere aprender de quienes, como los constituyentes de 1857, marcaron frente a una crisis como la que hoy vivimos, el derrotero para encausar la nación a un promisorio destino.

Por ello deseo aprovechar este fasto histórico, para convocar a las fuerzas políticas representadas en esta Cámara de Diputados, para construir un acuerdo patriótico nacional que enfrente con decisión y convicción la crisis que hoy permea las instituciones nacionales, sobre las bases de un modelo económico democrático, la profunda transformación de nuestro sistema educativo, el aprovechamiento de nuestros energéticos como palanca del desarrollo nacional y dotar al pueblo de mayor poder adquisitivo mediante la generación de empleos.

Esta soberanía nacional debe actuar a la altura que las circunstancias históricas demandan. Ante la incapacidad y la ineficiencia de otros poderes formales y fácticos, estamos obligados a presentar ante la nación un nuevo proyecto para reorientar la vida nacional.

Un acuerdo que supere todos nuestros intereses personales, partidistas e ideológicos. Un pacto consensuado que trascienda nuestras diferencias, nuestros resentimientos y nuestros conflictos circunstanciales.

Hagamos un supremo esfuerzo como lo hicieron los ilustres Constituyentes de 1857, con un solo propósito: salvar a México. Gracias.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Gracias, diputado. A continuación tiene el uso de la palabra el diputado Pascual Bellizzia Rosique, por el Partido Verde Ecologista de México, hasta por cinco minutos.

El diputado Pascual Bellizzia Rosique: Con su permiso, diputado presidente. Compañeras diputadas y compañeros diputados, hoy estamos reunidos para presenciar la inscripción con letras de oro en esta Cámara de Diputados, "A los Constituyentes de 1857"; un grupo de mexicanos vanguardistas, adelantados a su época, que establecieron en aquella Constitución una serie de principios que comenzaron a delinear el camino por el que hasta ahora hemos transitado.

La Constitución de 1857 fue la resultante de la Revolución de Ayutla, lucha armada del pueblo mexicano que no sólo se ocupó de contrarrestar el ejercicio abusivo del poder, sino que se preocupó por institucionalizar al país, otorgándole un marco normativo que limitara el ejercicio del poder público y que le reconociera al ciudadano un mínimo de derechos frente al Estado.

En esta Constitución se plasmaron los anhelos de un pueblo, que prefirió el sacrificio de la lucha armada antes de doblegarse a la caprichosa voluntad del dictador Antonio López de Santa Anna.

El reclamo fundamental de esa época era libertad: libertad de conciencia, de opinar, de publicar; libertad de asociarse, de transitar y de propiedad. Y por ello la labor del Constituyente estuvo inspirada en un eje esencial: limitar al poder público.

Los Constituyentes lo fragmentaron y le impusieron un mínimo de derechos que debían serle concedidos a los ciudadanos. En este contexto entendemos que en la Constitución de 1857 se incluyeran figuras como la forma de gobierno democrática popular, la división tripartita del poder público, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, la creación de ámbitos de gobierno federal y local, que es el federalismo y una extensa enumeración de derechos individuales de los ciudadanos mexicanos.

Resultó paradójico que la Constitución de 1857, que fue la respuesta a una dictadura, fuera doblegada años más tarde por otro gobierno autocrático, el de Porfirio Díaz, dejando inalcanzables los objetivos para los que fue expedida.

Muchos han criticado a esta Constitución; consideran que no respondió a las necesidades que entonces reclamaba el país. Justo Sierra, inclusive, en una ocasión afirmó que era el resultado de una utopía liberal.

Por qué debemos entonces reconocer a los creadores de un instrumento que no cumplió con sus objetivos, en palabras de Daniel Cosió Villegas, debemos hacerlo porque en ella no sólo se plasmaron como eran entonces las cosas, sino cómo debían ser, trazando de origen una meta ideal hacia la cual debía transitar nuestro país, si éste era, como lo es, realmente capaz y digno de mejorar.

Compañeras y compañeros diputados, una de las grandes lecciones de los constituyentes de 1857 es, sin duda, la importancia de la institucionalidad, ellos entendieron que la mejor forma de hacer frente a las amenazas que atentaban contra las libertades del pueblo mexicano en ese entonces, materializado en el autoritarismo era desde las instituciones y se dieron a la labor de crearlas, sabedores que en la medida en que la vida institucional del país se fortaleciera se debilitarían las tentaciones dictatoriales.

Hoy las amenazas que atentan contra los mexicanos son distintas, pero no por ello menos peligrosas. El crimen, la ilegalidad, la corrupción y la impunidad son las modernas amenazas a la libertad de los mexicanos. Quienes ejercen este tipo de actos saben que en la medida que debiliten a las instituciones de la república tendrán un amplio margen de acción, por ello las desafían y las desacreditan cotidianamente.

En 1857 nuestro pueblo reclamaba libertad, libertad del yugo de un dictador y en la actualidad seguimos reclamando libertad, pero del yugo que sobre nuestra gente ejerce la delincuencia, la inseguridad y la impunidad. Ahora, como antes, el papel de las instituciones es fundamental, porque son ellas y más concretamente, quienes las integramos, los responsables de garantizarle a los mexicanos el ejercicio de sus libertades.

La situación actual del país nos exige a los servidores públicos de todo nuestro ingenio y compromiso para diseñar y fortalecer las leyes y a las instituciones, de tal forma que enfrentar a las nuevas amenazas de las libertades, evitando que sucumban ante quienes las ejercen ilegalmente ?concluyo, presidente?, como en su momento ocurrió con la Constitución de 1857.

Compañeras y compañeros legisladores, los diputados del Partido Verde celebramos el reconocimiento que hoy se hace en este recinto a los constituyentes de 1857, fueron, sin duda, 78 legisladores vanguardistas que visualizaron en las instituciones la forma de canalizar los conflictos sociales y garantizar las libertades de los mexicanos de aquel entonces. Muchas gracias por su atención.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Gracias, diputado. A continuación tiene el uso de la palabra la diputada María Mercedes Maciel Ortiz, por el Partido del Trabajo.

La diputada María Mercedes Maciel Ortiz: Con el permiso de la Presidencia. Compañeras y compañeros diputados, la LX Legislatura honra sus muros de honor al inscribirse la leyenda "A los Constituyentes de 1857". Con este acto recogemos el reconocimiento de la nación entera a quienes dotaron a México, en la segunda parte del siglo XIX, del andamiaje institucional que superaba las veleidades unipersonales del gobierno de Antonio López de Santa Anna.

La Constitución de 1857 es producto directo de la Revolución de Ayutla. Hoy todavía, al visitar en Palacio Nacional el imponente recinto del Congreso donde se discutió aquella Constitución, sigue escuchándose el eco de la voz vigorosa de Santos Degollado; Ponciano Arriaga; Francisco Zarco; Ignacio Manuel Altamirano; Melchor Ocampo y desde luego, de don Valentín Gómez Farías, precursor de la reforma. Todos estos nombres forman parte ya de estos muros, en reconocimiento a los grandes servicios prestados a la república.

En el seno del Congreso Constituyente de 1857 se expresaron las contradicciones de la sociedad mexicana entre los liberales puros y los moderados. Esta conformación del Congreso y la actuación de sus diputados deben servirnos de enseñanza para entender que no es posible pactar con las fuerzas políticas que pretenden enfrentar al Estado y someterlo a su servicio.

Los liberales puros siempre tuvieron clara conciencia de que el Estado que surgiría de la Constitución no podía estar al servicio de los intereses de la Iglesia Católica. Al ser jurada la Constitución, el 5 de febrero de 1857, el clero inmediatamente se opuso a ella y ordenó que los fieles de su Iglesia no la juraran ni la cumplieran.

Esta situación trajo como consecuencia que el presidente Comonfort diera, el 17 de diciembre de 1857, un golpe de Estado y desconociera la Constitución que el 5 de febrero de ese año jurara cumplir.

En virtud del propio régimen de suplencias, previsto en la Constitución en enero de 1858, accede a la Presidencia de la república don Benito Juárez García. Otro nombre ilustre, si no el que más, que se encuentra también en estos muros.

La Iglesia Católica y las fuerzas de la reacción se niegan a reconocer la Constitución del 57 y lanza al país a una guerra civil fratricida, donde luego de 2 años las tropas de la república derrotan a Miguel Miramón, en lo que se conoció como Guerra de los Tres Años o Guerra de Reforma.

Por desgracia, la victoria de la república no estaba consolidada. Nuevos sufrimientos esperaban al pueblo de México y nuevos desafíos al gobierno del presidente Benito Juárez. Como si no hubiera en el país un gobierno consolidado, la reacción de nueva cuenta se enfrentó al gobierno juarista. Y, bajo el patrocinio de Napoleón III y de la intervención francesa, pretendieron establecer la fantasía de un imperio. Este intento quedó totalmente desecho en el Cerro de las Campanas el 19 de julio de 1857.

Señoras y señores, el México de 2008 es un México de profunda desigualdad social. Más de 40 millones de compatriotas en pobreza extrema así lo demuestran. La oligarquía, con el aval del gobierno en turno, es cada vez más rica. Y la gran masa de la población cada vez más pobre.

Por eso, en homenaje a los constituyentes del 57, cobra vigencia el contenido del voto particular del diputado Ponciano Arriaga, dado a conocer el 23 de junio de 1856, por el que se propone repartir tierras a los desposeídos, en virtud de que la Iglesia Católica acaparaba inmensas propiedades que no tenían ninguna utilidad social. A estos bienes de manos muertas las Leyes de Reforma y las posteriores modificaciones a la Constitución, la pondrían en circulación.

Dentro del contenido normativo de la Constitución del 57 destaca el artículo 13, por el que se suprimen los fueros de las corporaciones de la iglesia y del Ejército, en particular. Además, del artículo 27, párrafo segundo, en relación con la prohibición de la Iglesia de adquirir propiedades más allá de las necesarias para cumplir el objeto de la Constitución.

Compañeras legisladoras y compañeros legisladores, han transcurrido 151 años y 7 meses de la aprobación de la Constitución 1857. En esencia sus disposiciones sobre forma de Estado, forma de gobierno, garantías individuales, división de Poderes, responsabilidades de servidores públicos, juicio de amparo, régimen de propiedad y distribución de competencias, así como reforma en inviolabilidad de la Constitución se retoman en la Constitución del 57 y siguen teniendo plena aplicación en nuestros días.

Destaca, desde luego, la libertad de cultos que es piedra angular del carácter laico del Estado mexicano, ya que se suprimió la religión católica como exclusiva de los mexicanos. La generación que forjó la Constitución del 57 y que acompañó al presidente Benito Juárez en la defensa y observancia de la misma, ha sido una de las más grandes de este país.

Al lado de Benito Juárez, de los héroes de la Reforma y de la intervención francesa, estuvo la masa anónima del pueblo, que al final fue la que contribuyó con su sangre en múltiples batallas para consolidar el triunfo de la república.

El Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo los exhorta a que rindamos homenaje permanente a la Constitución del 57 y que llevemos a la práctica los principios de igualdad y justicia que animaron a sus creadores.

¡Viva el Constituyente de 1857! ¡Viva la gloriosa generación de la Reforma! ¡Viva México!

La Presidenta diputada Martha Hilda González Calderón: Gracias, diputada María Mercedes Maciel Ortiz. A continuación se concede el uso de la palabra a la diputada Mónica Arriola, del Grupo Parlamentario Nueva Alianza, hasta por cinco minutos.

La diputada Mónica Arriola: Honorable Cámara de Diputados. Nos convoca a esta sesión solemne un motivo que nos recuerda el orgullo de ser mexicanos. Rendimos, como representantes de la nación, un merecido homenaje y reconocimiento a una generación de ilustres mexicanos, cuyos ideales establecieron los cimientos del México de hoy.

Con la inscripción en letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, de la leyenda "A los Constituyentes de 1857", se da lugar y se resalta en nuestra historia un acontecimiento clave en la lucha del pueblo de México por construir una nación democrática donde impera la libertad y la justicia.

En el discurso que el presidente Ignacio Comonfort dirigió al Congreso Constituyente del 57, señaló enfáticamente: "Unidos caminaremos todos por el sendero de la justicia y la verdad, y lleguemos a asegurar el porvenir de nuestros hijos con unas instituciones que los hagan vivir felices en medio de los grandes bienes y de las delicias de la paz". Así nació la Constitución del 57, en medio de mitos que el tiempo se ha encargado de aclarar y de borrar.

No fueron motivos antirreligiosos los que impulsaron la promulgación de aquella Carta Magna; fue el verdadero y legítimo deseo, fundado en la esperanza, de tener una nación libre y justa.

En medio de la dictadura militar y centralista que suprimió las libertades, el Congreso Extraordinario Constituyente de 1857 fue convocado para establecer la forma republicana y federal de gobierno; fue convocado para afirmar la libertad.

La Constitución fue un documento en el cual se plasmaron los ideales y principios republicanos que fueron la base de lo que se anhelaba alcanzar: la construcción de un Estado moderno y vigoroso que respetara e hiciera respetar las libertades.

A 151 años de su promulgación, esa aspiración se mantiene vigente. Hoy la sociedad levanta su voz y nos reclama un Estado que garantice las libertades y seguridad de los mexicanos y de las mexicanas.

De nosotros depende hacer honor a los ilustres mexicanos que legislaron por la república: Francisco Zarco, Ignacio Ramírez, Sebastián Lerdo de Tejada, Ponciano Arriaga, José María Mata, Melchor Ocampo, Manuel Doblado, Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano, José María del Castillo Velasco, Santos Degollado, Isidoro Olvera, León Guzmán, y muchos otros que formaron parte de esa generación de liberales, de pensadores; elocuentes hombres que desde la más alta tribuna de la nación impulsaron e hicieron realidad un proyecto de nación que tiene en la libertad y la democracia sus cimientos fundamentales.

La libertad de pensamiento, de expresión y de prensa; la libertad de enseñanza, de tránsito, de asociación y reunión; las garantías de igualdad, de propiedad, de legalidad; la libertad económica, la libre concurrencia, el derecho de petición, el de asociación, el de no retroactividad de la ley, la gratuidad de la educación, el respeto a la privacidad, la prohibición de los monopolios. Todos pilares fundamentales de nuestro estado de derecho y el México de hoy.

La tarea del Constituyente de 1857 no fue fácil, pues como dijo uno de sus contemporáneos, José María Iglesias, se iba a ocupar de la más importante tarea: construir un país.

Nada expresa mejor la trascendencia de ese momento que las palabras de Francisco Zarco en su discurso de clausura de los trabajos del Constituyente. El país entero clamaba por una Constitución que asegurara las garantías del hombre, los derechos del ciudadano, el orden regular de la sociedad.

A este voto sincero, íntimo del pueblo esforzado que en mejores días conquistó su independencia, a esta aspiración del pueblo que en el desecho naufragio de sus libertades buscaba ansioso una tabla que lo salvara de la muerte, y algo peor, de la infamia.

A este voto, a esta aspiración debió su triunfo la Revolución de Ayutla y de esta victoria del pueblo sobre sus opresores, del derecho sobre la fuerza bruta se derivó la reunión del Congreso, llamado a realizar la ardiente esperanza de la República. Un código político adecuado a sus necesidades y a los rápidos progresos que ha hecho en la carrera de la civilización.

Estas palabras tan emotivas de un ilustre liberal nos hacen afirmar que contrario a la opinión que den algunos, nuestra Constitución no es sólo un texto jurídico más, que puede ser cambiado y ajustado cuando así lo necesite. El estado soberano se fundamenta en el documento constitucional.

Brindemos, pues, honores a los grandes hombres, a quienes debemos nuestra máxima legislación y mantengamos en mente que en nuestras manos queda seguir haciendo historia y perfeccionando nuestras leyes, manteniendo en todo momento nuestros principios, para que hagamos realidad que todas las futuras generaciones de mexicanos y mexicanas vivan dentro de la protección del derecho, las libertades, la independencia y, sobre todo, la paz. Muchas gracias.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Gracias, diputada. Se invita al señor ministro Fernando Franco González Salas, a la senadora Yeidckol Polevnsky Gurwitz, al diputado Javier González Garza, al señor licenciado Cuauhtémoc Cardona Benavides, al diputado Héctor Larios Córdova, al diputado Emilio Antonio Gamboa Patrón, al diputado Alejandro Chanona Burguete, a la diputada Gloria Lavara Mejía, al diputado Ricardo Cantú Garza, a la diputada Silvia Luna Rodríguez, a la diputada Aída Marina Arvizu Rivas, a la diputada Sara Latife Ruiz Chávez, al diputado Carlos Chaurand Arzate, nos acompañen a la develación de la leyenda "Los Constituyentes de 1857", que ha sido inscrito en el Muro de Honor de este recinto.

La Secretaria diputada Rosa Elia Romero Guzmán: Se invita a los presentes a que pasen a ocupar sus lugares.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Se invita a los presentes a ponerse de pie para entonar el Himno Nacional.

(Himno Nacional)

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Proceda la Secretaría a dar lectura al acta de esta sesión.

La Secretaria diputada Rosa Elia Romero Guzmán: Acta de la Sesión Solemne celebrada el jueves 25 de septiembre de 2008 para develar en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro la leyenda: "A los Constituyentes de 1857".

Presidencia del diputado César Horacio Duarte Jáquez.

En el Palacio Legislativo de San Lázaro de la capital de los Estados Unidos Mexicanos, con la asistencia de 340 diputadas y diputados, a las 11:53 horas del jueves 25 de septiembre de 2008, el Presidente declara abierta la Sesión Solemne para develar en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro la leyenda "A los Constituyentes de 1857".

La Secretaría da lectura al decreto para que se inscriba con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro la leyenda "A los Constituyentes de 1857, aprobado el 12 de febrero de 2008.

El Presidente da la bienvenida al salón de sesiones a los ciudadanos invitados: ministro José Fernando Franco González Salas; senadora Yeidckol Polevnsky Gurwitz, vicepresidenta del Senado de la República; licenciado Cuauhtémoc Cardona Benavides, subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación; maestros y empresarios del Municipio de Cozumel, Quintana Roo; alumnos de la escuela primaria Constitución de 1857 y de la escuela secundaria diurna Constitución de 1857.

Se otorga el uso de la tribuna a los diputados Sara Latife Ruiz Chávez, del Partido Revolucionario Institucional; Juan de Dios Castro Muñoz, del Partido Acción Nacional; Rafael Villacaña García, del Partido de la Revolución Democrática; Elías Cárdenas Márquez, del Partido Convergencia; Pascual Bellizzia Rosique, del Partido Verde Ecologista de México; María Mercedes Maciel Ortiz, del Partido del Trabajo; presidencia de la diputada Martha Hilda González Calderón; Mónica Arriola, de Nueva Alianza; y Presidencia del diputado César Horacio Duarte Jáquez.

El Presidente invita al ministro José Fernando Franco González Salas; senadora Yeidckol Polevnsky, vicepresidenta del Senado de la República; diputado Javier González Garza, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática; licenciado Cuauhtémoc Cardona Benavides, subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación; diputado Héctor Larios Córdova, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional; diputado Emilio Gamboa Patrón, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Chanona Burguete, coordinador del Grupo Parlamentario de Convergencia; Gloria Lavara Mejía, coordinadora del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México; Ricardo Cantú Garza, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo; Silvia Luna Rodríguez, coordinadora del Grupo Parlamentario Nueva Alianza; Aída Marina Arvizu Rivas, coordinadora del Grupo Parlamentario de Alternativa; Sara Latife Ruiz Chávez y Carlos Chaurand Arzate, ambos del Partido Revolucionario Institucional, a develar en el Muro de Honor de esta Cámara de Diputados la leyenda "A los Constituyentes de 1857".

Se invita a los presentes a ponerse de pie para entonar el Himno Nacional.

Es cuanto, señor Presidente.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez: Proceda la Secretaría a poner a discusión el acta.

La Secretaria diputada Rosa Elia Romero Guzmán: Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Las diputadas y los diputados que estén por la afirmativa sírvanse manifestarlo (votación), gracias. Las diputadas y los diputados que estén por la negativa sírvanse manifestarlo (votación). Señor Presidente, mayoría por la afirmativa.

El Presidente diputado César Horacio Duarte Jáquez (13:03 horas): Aprobada. Se levanta la sesión solemne y se pide a las diputadas y a los diputados permanecer en sus lugares para iniciar la sesión ordinaria de manera inmediata.