Crónica Parlamentaria, Cámara de Diputados

Que reforma los artículos 4o. y 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, presentada por el diputado Carlos Enrique Cantú Rosas, del grupo parlamentario del PARM

«Traemos aquí la voz de un núcleo muy importante y respetable de nuestros conciudadanos. Hombres y mujeres que en el transcurso de su tercera edad, viudas, jubilados y pensionados, algunos de los cuales se encuentran en este recinto y otros más en las galerías de este Palacio Legislativo.

Hace unos días el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, por conducto de un servidor, arribó a esta tribuna en esta Cámara de Diputados trayendo a colación el importante asunto de la ausencia de responsabilidad social, en la que se encuentran inmersos los jubilados y pensionados de la nación entera. En aquel entonces, acompañado de un numeroso grupo de jubilados, pensionados y viudas, asistimos a este recinto legislativo y finalmente entregamos al titular de la Gran Comisión un documento mediante el cual se plasmaban las diversas inquietudes y carencias de este grupo, cuya voz hoy pretendemos representar.

Nos comprometimos con ellos, desde aquel entonces, a presentar en esta tribuna de la Cámara de diputados, todas esas angustias, todas esas ambiciones, todas esas inquietudes, todos esos anhelos y ¿por qué no decirlo ante ustedes?, las múltiples frustraciones que han venido recibiendo a través de ya largos 8 años de tocar las puertas de la nación entera, pretendiendo respuesta en los funcionarios y han encontrado exclusivamente desesperanza, al grado tal que muchos de ellos han desaparecido de este mundo sin haber logrado conjugadas sus inquietudes y la mayoría de los que todavía siguen luchando por alcanzarlo, se han visto mutilados en sus esperanzas.

Por eso hoy se encuentran aquí, con nosotros, representantes de esta agrupación, que en todo el país vienen realizando esfuerzos denodados, para que las autoridades y representantes de todos los partidos, sin distinción de credos e ideologías, posiciones económicas, sociales o intereses políticos, atiendan lo que es un grave problema nacional que no se puede tapar bajo el sol y mediante un solo dedo. Por eso el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana en estricto cumplimiento a este compromiso contraído, viene ante ustedes, señores diputados, respetuosamente a presentar a su consideración, con el ferviente deseo de que de inmediato pase a comisiones y a la mayor brevedad se estudie y, en su caso, se aprueben, unos proyectos de reformas al último párrafo del artículo 4o. constitucional y a las fracciones del 123 en sus apartados A) y B), en sus fracciones XXIX y XI de los respectivos artículos y apartados.

Por eso venimos ante esta tribuna, tradicionalmente señalamos que nuestro país ha tenido una alta tasa de natalidad, por lo que la mayor parte de nuestra población es relativamente joven, sin embargo, debido a los programas sociales de la Revolución, las tasas de mortalidad se han reducido notoriamente, teniendo como consecuencia un gran avance en la esperanza de vida del mexicano; por lo que la población anciana, o mayor de 60 años, también ha aumentado significativamente.

En 1940, etapa de consolidación de la Revolución, la esperanza de vida era de 41 años, en la actualidad es de 67 años y se espera que para fines de este siglo lo sea un poco más de 70 años de edad.

En el contexto mundial, nuestro país ocupa el lugar número 44 de mayor promedio de vida. Si consideramos que las tasas de natalidad han tenido también una importante disminución en los últimos años, podemos concluir que pronto se habrá de incrementar gigantescamente la población mayor de 60 años.

Conforme a estadísticas otorgadas al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana por los integrantes del Instituto Nacional de la Senectud, la población de más de 55 años en 1985 era de 5 millones 746 mil 550; para 1990, será de 6 millones 893 mil 485 ciudadanos y en el año 2000 andaremos cerca de los diez millones de ciudadanos que se encuentran en la denominada tercera edad.

Las estadística nos indican que aproximadamente el 50% de los ancianos del México actual, son económicamente inactivos, por lo que en este sector de la población, es donde más se concentra el problema de la desocupación, acarreando una muy precaria situación económica, tanto por el desempleo, como por la marginación de que son objeto dentro del sistema de producción.

La situación se agrava también debido a que los ancianos que se encuentran bajo el régimen del Seguro Socia, tanto como del ISSSTE, reciben pensiones que son insuficientes para poder vivir con ellas decorosamente, pues no tienen actualmente ni paridad con el incremento del costo de la vida.

En tal marco, es en el que se inscriben los problemas de los jubilados y pensionados y tales son sus perspectivas.

Los ancianos, además de la disminución de sus capacidades físicas, han visto afectado también su estatus familiar dada la falsa idea de que, a cierta edad, el hombre se convierte en una carga o estorbo, ya sea por motivo de su existencia o por desplazamiento del aparato productivo.

Resulta importante recalcar, por las peculiaridades de la sociedad mexicana, que los jubilados y pensionados siguen siendo jefes de familia y no en el exclusivo sentido de la autoridad moral, sino en el sentido muy concreto de tener que solventar las necesidades de sus hijos, aún siendo éstos mayores de edad y hasta de sus nietos.

A todos nos consta, de manera directa o indirecta, que entre la gente del pueblo, es muy común que las hijas, habiéndose separado del seno familiar para formar su hogar nuevo, regresen a aquél después de haber fracasado en la integración de la pareja; igualmente es común entre nosotros, que los hijos varones, por razones de desempleo o de ingreso insuficiente, permanezcan en el hogar paterno o vuelvan a él solos o con sus familias.

En este punto, cabe mencionar que el monto de las pensiones y jubilaciones para el 80% de los beneficiarios, es decir, para alrededor de 800 mil personas, es de apenas 49 mil 200 pesos mensuales. Sólo en el mínimo anual de calzado y ropa, incluso en las condiciones más modestas, se gastaría más de esta percepción elevada al año. Considerando dos personas mayores de edad, la renta de una vivienda de dos habitaciones, con los servicios mínimos y en una colonia modesta en las zonas urbanas, cuesta entre 60 y 100 mil pesos, según datos proporcionados por el Instituto Nacional del Consumidor.

Esto último significa que la mayoría de los jubilados y pensionados, así como las viudas de los trabajadores, no pueden ni tan siquiera pagar un techo. Algunos de ellos disponen de casa propia, peso su pensión no les permite cubrir ni el impuesto predial, ni los servicios de agua y luz. En cuanto a la alimentación, una canasta básica formada con productos que contengan los mínimos nutricionales, muestra, según la misma fuente, 50 mil pesos mensuales para una pareja de ancianos.

De las cifras mencionadas, señores diputados, se deduce claramente que los que tienen la fortuna de contar con una pensión jubilatoria y que son escasamente la quinta parte del total entre quienes también se encuentran lamentablemente miles de ellos, que habiéndose jubilado hace más de 10 años, reciben apenas 18 mil 200 pesos, no pueden ni contar con un techo, ni vestirse, ni siquiera alimentarse.

Si a esto agregamos sus requerimientos médicos, que por las condiciones de vida en que se han desenvuelto suelen ser muy severos en la vejez, comprenderemos que tampoco pueden curarse aun en las enfermedades más benignas, tanto porque la atención médica privada y los medicamentos están cada día más fuera de su alcance, porque los servicios médicos institucionales son insuficientes.

Insistimos en el hecho de que no estamos hablando de individuos y ni aun de parejas, estamos hablando de jefes de familia en su gran mayoría y si las pensiones en su promedio general son de sólo un tercio del salario mínimo, el de las viudas es de una sexta parte, lo que torna su situación verdaderamente angustiosa.

No es extraño que a los cuatro millones de ancianos que no tienen seguridad social, se agreguen aproximadamente, también, un millón de jubilados y pensionados, a quienes se les ha retirado totalmente del consumo y no esperan, lamentablemente, sino la muerte, como corolario de una vida productiva y esforzada.

Es evidente que nuestra sociedad, con una estructura poblacional fundamentalmente joven, se ha preocupado poco o nada por los ancianos, por quienes han sido desde sus distintos puestos de trabajo, los constructores del México moderno. Así lo demuestran los escasísimos estudios geriátricos y gerontológicos de que actualmente se dispone.

La ausencia de especialización médica en los centros de enseñanza superior, los precarios servicios institucionales consagrados a los ancianos y lo irrisorio de las pensiones y jubilaciones que se les otorgan. Tampoco existen en nuestro medio circunstancias educativas necesarias que preparen al hombre para enfrentar sin prejuicios y con la mayor dignidad esta etapa de la vida.

Es de vital importancia para nuestra sociedad, lograr respuesta para los jubilados, pensionados y viudas de los trabajadores a través de programas y de sistemas integrales, que los conduzcan al goce de una vida plena por medio de la cultura, el deporte, el derecho a la salud, la seguridad social y a la recreación, con el objeto de que los ancianos se sientan útiles consigo mismos y para con la sociedad en general.

Los jubilados y pensionados, los hombres y mujeres que han arribado a la tercera edad, no son ajenos a los fenómenos de crisis e inflación y por lo mismo, con un raquítico tercio del salario mínimo vigente y la sexta parte del mismo que se les otorga a las viudas, se está condenando, lamentablemente, a cerca de un millón de trabajadores pensionados, a morir de inanición, cuando tan solo se arguye falta de presupuesto, sin tener siquiera la atención, por el más elemental sentido de humanismo, de efectuar un estudio al respecto o dejar de construir para servir a ellos, obras verdaderamente amenazantes como Laguna Verde o bien en aplicar a este noble y justo objetivo, los altos costos de las campañas publicitarias como las que hoy gastan los seis obedientes comparecientes del partido oficial, o con sólo aplicar, en beneficio de los jubilados y pensionados, los altos costos millonarios que ha causado a la nación entera, la permanencia en esta capital de la República, de miles de distinguidos miembros del partido oficial, a quienes se les está pagando su hospedaje y su alimentación para tenerlos permanentemente y esperar el momento fundamental en donde al partido oficial designe a quien habrá de suceder al actual Presidente de la República.

Es urgente que todos nosotros, señores diputados, en reflexivo acto de conciencia, nos preguntemos si es justo que quienes han entregado la mayor parte de su vida a la producción y al beneficio de la nación, simplemente al arribar a la tercera edad, sean ignorados; esta situación debe provocar también serias inquietudes entre los actuales jóvenes trabajadores, que hoy se esfuerzan en sus labores, al preguntarse si es de justicia que cuando el vigor y la fortaleza hayan terminado, sean tratados injustamente como ciudadanos de segunda o de tercera categoría, como lamentablemente actualmente acontece.

Los integrantes de la fracción parlamentaria del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, por mi conducto, presentamos a la consideración de todos ustedes las reformas y adiciones constitucionales que ya hemos anunciado, a fin de lograr estar en condiciones de corregir la injusticia descrita y lograr un mejor nivel de vida para aquéllos a quienes en mucho debemos el bienestar que ahora disfrutamos.

En base a esto, concluimos que el creciente número de personas de edad avanzada que se encuentran parcial o totalmente desamparadas, nos obligan moral y socialmente a aliviar sus padecimientos y enfermedades e integrarlos a la sociedad, fortaleciendo los sistemas de seguridad y asistencia social.

Atento a estas consideraciones, señores diputados, y en un medio en donde nos resulta muy común pensar que tenemos la mejor legislación y la más avanzada del mundo, quiero plantear, ante todos ustedes, en un estudio del derecho constitucional comparando los diversos documentos fundamentales que en países del orbe occidental y oriental, países de sistemas capitalistas o socialistas, con creencias religiosas o sin creencias religiosas, han tomado determinaciones fundamentales que marcan un avance social en el planteamiento y solución de los problemas que en estos momentos estamos formulando ante todos ustedes.

Dentro del derecho constitucional comparado, señores diputados, la Constitución de la República Francesa del 27 de octubre de 1946 establece:

"La nación garantizará a todos y particularmente al niño, a la madre y al trabajador anciano, la protección sanitaria, la seguridad material, el descanso y el esparcimiento. Todo individuo que por su edad o estado físico o mental o su situación económica, se encuentre imposibilitado de trabajar, tendrá derecho a obtener de la comunidad los medios para una existencia decorosa."

La Constitución de la República Popular China del 4 de diciembre de 1982, establece en su artículo 45:

"Los ciudadanos de la República Popular China tienen derecho a la asistencia material del Estado y de la sociedad, en la vejez y en caso de enfermedad o pérdida de su capacidad laboral, para garantizar el goce de este derecho, el Estado promueve los servicios del Seguro Social, asistencia social, asistencia médica y asistencia y salud pública."

La Constitución de la República de Cuba, en su artículo 47, señala:

"El Estado protege mediante la asistencia social, a los ancianos sin recursos y amparo y cualquier persona no apta para trabajar que carezca de familiares en condiciones de prestarle ayuda."

La Constitución Guatemalteca, en su artículo 51 menciona:

"Protección a menores y ancianos. El Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores de edad y de los ancianos, les garantizará su derecho a la alimentación, salud, educación, seguridad y previsión social."

La Constitución de Costa Rica, en su artículo 51 nos indica lo siguiente:

"La familia, como elemento natural y fundamento de la sociedad, tiene derecho a la protección especial del Estado; igualmente tendrá derecho a esta protección la madre, el niño, el anciano y el enfermo desvalido."

En la Constitución de España, en su artículo 50 se dice lo siguiente:

"Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad."

Y por último, señores diputados, la Constitución Política de Nicaragua, del 9 de enero de 1987, la más reciente de las que invocamos en esta tribuna, establece en su artículo 77:

"Los ancianos tienen derecho a medidas de protección por parte de la familia, la sociedad y el Estado."

Los preceptos constitucionales citados, tanto del orden occidental como del orden oriental, son argumentos jurídicos de derecho comparado que nos permiten avalar el derecho que nos asiste, de proponer se eleve a rango constitucional los derechos de los ancianos llegados a la tercera edad. (Aplausos.)

Por estas razones y por otra más, señores diputados, me permito exponer los siguientes

Considerandos

Primero. Que en nuestro país la vejez no cuenta con los medios suficientes ni con los servicios de seguridad social ya establecidos, por lo que resulta indispensable hacer extensivo a los ciudadanos durante la vejez, de un sistema integral que cubra los problemas específicos de salud, vivienda, ocio, deporte y cultura;

Segundo. Que el número de personas de edad avanzada que se encuentran desocupados y sin protección alguna, es creciente, como consecuencia del gran aumento del nivel de vida de nuestra población, por lo que se hace necesario protegerlos, ayudarlos, atenderlos y orientarlos, con el objeto de que se sientan útiles para con la sociedad, aprovechando su vasta experiencia, ya que muchos de ellos están altamente calificados para el trabajo y pueden y deben contribuir al progreso de México;

Tercero. Que la Revolución Mexicana ha luchado incansablemente por lograr el bienestar de todos los mexicanos, en donde las acciones de hoy han pasado muchos años de su trabajo para contribuir a la generación de la riqueza social y son ellos los que hicieron el México industrial, el México técnico, el México en que vivimos, por lo que tienen ustedes, señores, el innegable derecho de disfrutar de los mínimos de bienestar que les haga posible una vida digna que corresponde a todo ser humano;

Cuarto. Que la seguridad social se dio en nuestro país en un largo período de proceso histórico, en que las clases más desprotegidas han luchado para alcanzar los beneficios que otorga una vida plena, por lo que nuestro régimen de seguridad social debe ser vanguardia de las conquistas revolucionarias y debe plantearse la posibilidad de todos los mexicanos puedan, en un futuro cercano, disfrutar del mismo;

Quinto. Que la seguridad social que presta el Estado a través del ISSSTE como del Seguro Social, debe atender fundamentalmente al servicio directo, sin desatender las prestaciones económicas y sociales, pero es tarea prioritaria del Estado, garantizar el bienestar material y espiritual de aquellos trabajadores que, debido a lo avanzado de su edad, tienen necesidad de retirarse de su servicio activo;

Sexto. Que ha sido objeto de crítica, por parte de algunos teóricos del derecho constitucional, que en nuestra Carta Magna se estableciese un precepto como el artículo 123, en donde se garanticen los derechos de los trabajadores, recogiendo en su texto los legítimos reclamos de la clase laborante del país;

Séptimo. Que las razones y los argumentos utilizados por los Constituyentes de 1917, son válidas para la fracción parlamentaria del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana y si bien es cierto que se presentó una reforma con referencia a la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, también lo es que nosotros consideramos que esta reforma no es suficiente, porque no se protege al anciano en esta prestación económica en forma integral, porque se han dejado desprotegidos a los ancianos que se pensionan o jubilan por la Ley del Seguro Social y porque, ante el temor de que surjan en el futuro gobiernos contrarios a los principios ideológicos de la Revolución Mexicana, nosotros en el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, pugnamos por una reforma constitucional en donde se protejan íntegramente los derechos económicos de los ancianos que se encuentran en el régimen tanto del Seguro Social como del ISSSTE.

Por la razones expuestas, estimados señores diputados, la fracción parlamentaria del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, propone a esta asamblea, con carácter de urgente:

Se adicione con un último párrafo el artículo 4o., y se reforme el artículo 123 en su fracción XXIX del apartado A) y en su fracción XI del apartado B) de nuestra Ley Fundamental para quedar como sigue:

"Artículo 4o. El Estado mexicano garantizará el bienestar de los ciudadanos mediante la vejez, mediante un sistema de servicios sociales que atenderá sus problemas específicos de salud, de vivienda, de cultura, de deporte y de ocio."

"Artículo 123. Apartado A) fracción XXIX. Es de utilidad pública la Ley del Seguro Social y ella comprenderá seguro de invalidez, de vejez, de vida, de cesación involuntaria del trabajo, de enfermedades y accidente, de servicio de guardería y cualquier otro encaminado a la protección y bienestar de los trabajadores, campesinos no asalariados, otros sectores sociales y sus familiares. En el caso de la vejez, no podrá ser menor del salario mínimo vigente, el que deberá ser actualizado permanentemente de conformidad con los aumentos salariales que se otorguen a los trabajadores en activo.

El mismo artículo 123, en su apartado B) en la fracción XI: La seguridad social, se organizará conforme a las siguientes bases mínimas:

a) Cubrirá los accidentes y enfermedades profesionales y las no profesionales, la maternidad y muerte, la jubilación, invalidez y la vejez; en este último caso, se cubrirá con prestaciones económicas que no podrán ser inferiores al salario mínimo vigente, el que deberá ser actualizado permanentemente de conformidad con los aumentos salariales que se otorguen a los trabajadores en activo."

Ante estas circunstancias, señores diputados, dada la precaria situación de la mayoría de los pensionados, jubilados y viudas que en el país existen, en nombre de la fracción parlamentaria del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, respetuosamente presento a su consideración el anterior proyecto de iniciativa, solicitando encarecidamente a la mesa directiva, a todos ustedes, se destine de inmediato a las comisiones pertinentes y, a la mayor brevedad, se entre en su estudio ante la posibilidad inmediata de poder servir a quienes tanto debemos, que son los hombres que han llegado a la tercera edad. Muchas gracias.»

Turnada a la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales.