Para que se inscriba con Letras de Oro en el recinto de la Cámara de Diputados el nombre de "Salvador Alvarado", presentada por el diputado Rodolfo Menéndez Menéndez, del grupo parlamentario del PRI
«Iniciativa para que se inscriban con letras de oro el nombre del general Salvador Alvarado en el recinto de esta honorable Cámara de Diputados
Diputados: Rodolfo A. Menéndez Menéndez, Renán Solís Avilés Wilberth Chi Góngora, Nerio Torres Ortiz."
Encontré a Yucatán en plena servidumbre. Miles de desgraciados por culpa de instituciones tradicionales y de vicios sociales tan fuertemente enraizados que parecían indestructibles, languidecían de generación en generación con la vida vendida a los amos. Así describe el propio Alvarado las condiciones en que se encontraba Yucatán al arribo de las fuerzas constitucionalistas.
En efecto, cuando el general Alvarado llega a Yucatán en 1915, encuentra una sociedad envilecida por la tienda de raya, la tortura, el derecho de pernada, la compraventa de seres humanos, el analfabetismo y el hambre. Todo esto en pleno siglo XX, en afrentosa convivencia con la ostentación, el derroche y la mascara de un extranjerismo sin sentido.
En menos de 3 años de gobierno, el insigne revolucionario sinaloense se pone los cimientos sobre los cuales comenzará a construirse no sólo el Yucatán moderno, sino el actual Estado mexicano. Su acción transformadora se extiende a los más amplios campos de la vida en común, y toca las más profundas fibras de la colectividad.
Antes de revisar la obra renovadora de Alvarado, debemos recordar que a finales de 1914 nuestra Revolución no estaba todavía más que en sus etapas iniciales. Faltaban años para que se consolidara el movimiento, y todavía no se delineaban con claridad muchos de los planteamientos que cobraría vigor en la Constitución de 1917.
Uno de los grandes méritos de Alvarado, que hoy reconocemos desde esta tribuna, fue que al tiempo que los concibió puso en práctica cambios radicales en las estructuras parciales y en las económicas de Yucatán, creando una legislación e instituciones avanzadas para la época, que habrían de marcar los caminos más tarde recorrería el constitucionalismo, primero, al consignarlas en la Carta de 1917, y después, en las acciones de los gobiernos de Carranza, de Obregón de Calles y de Cárdenas.
Salvador Alvarado reunió en su persona las características de un conceptualizador que tuvo el vigor y la enjundia para poner en práctica el ideario revolucionario. Fue y eso lo distingue, al mismo tiempo ideólogo, conductor y ejecutor fidelisimo de los propósitos de justicia social que orientaron al movimiento de 1910. Promotor y protagonista, diseñador y constructor al unísono, estableció pautas para que otros siguieran más tarde, Alvarado ofreció al carrancismo y a la Revolución Mexicana, con el esfuerzo del pueblo yucateco, una fuente de abastecimiento de recursos económicos que fue pilar fundamental en la conducción del movimiento que finalmente hizo posible nuestro acceso a la democracia.
Esto último, el aporte de ese afanoso pueblo yucateco a la Revolución Mexicana, sólo se logra entender con claridad cuando se advierte la realidad de Yucatán de aquel entonces. Realidad que significa riqueza generada por una sólida industria henequenera que montada sobre la servidumbre humana de los campesinos mayas, proporcionaba un torrente de divisas que a más de proveer lo necesario para sostener la autonomía local, resultaba inapreciable para los propósitos del carrancismo.
En Yucatán no se daba como en la mayor parte de la República, la convulsión revolucionaria. Mientras en otros lugares había seguridad en el tránsito de las personas y tampoco en el tráfico de las mercancías, lo cual ponía serias limitantes a la actividad económica en sus asuntos e impedía en buena medida el acopio de recursos necesarios para alimentar el proceso revolucionario, en la península la paz existente permitía que la actividad henequenera se desarrollara sin dificultad a través de un amplísimo sistema ferroviario complementado por puestos de salida para el producto de exportación, desde donde se embarcaba el henequén cuyas utilidades podían ser cobradas sin tropiezo. En suma Yucatán significaba la existencia de una industria bien organizada, de una adecuada infraestructura, y de una circunstancia favorable que permitía el buen funcionamiento de ambas haciéndolas instrumento eficaz de generación de una riqueza indispensable para los propósitos revolucionarios.
En este contexto, en febrero de 1915 y siendo gobernador pre - constitucional de Yucatán don Toribio de los Santos, estalló en el estado un movimiento rebelde que tenía por objeto político el evitar que la Revolución fuera conducida hasta ese confín de la patria, aislándose a Yucatán de la acción transformadora.
Encabezó el movimiento reaccionario un sinvergüenza llamado Abel Ortiz Argumedo, promovido y apoyado por la llamada "Casta Divina", poderosa oligarquía que aterrorizada ante la idea de que la Revolución le quitara definitivamente sus privilegios, decidió hacer la defensa de sus intereses intentando segregar al Estado de Yucatán del movimiento de renovación nacional.
Al genio militar y político de Carranza correspondió comprender cabalmente la importancia estratégica de aquel girón del país, y de encontrar y designar al hombre que fuera capaz, por un lado y en primer término, de someter a los rebeldes argumentistas y posteriormente mantener las condiciones para que siguiera funcionando el engranaje económico yucateco basado en la agroindustria henequenera, aplicando al mismo tiempo las acciones necesarias para avanzar en el proyecto transformador del movimiento social constitucionalista, tarea esta para un tirón, tarea para otro genio, este fue Salvador Alvarado.
El 19 de marzo de 1915, entra en la ciudad de Mérida nuestro héroe para poner las armas de la Revolución al servicio del ideal como él mismo afirma, respecto de los propósitos de su actuación.
Para dibujar la perspectiva que advirtió a su llegada, ningún pincel mejor que sus propias palabras: Encontré, dice Salvador Alvarado, que la riqueza de aquel pueblo bueno y fuerte, hecho para mejores vecinos, no tenía otro fundamento ni otro origen que el trabajo del indio, sobre su miseria y sobre su ignorancia que le convertían en máquina de labor, que habían levantado fabulosos capitales y que habían labrado fortunas de príncipes.
En ninguna parte como en aquella tierra que espiritualmente estaba viviendo una vida de tres siglos atrás, era necesaria la renovación de todas las fuerzas y el equilibrio de todos los derechos, - continúa diciendo - . Para esta obra urgente y rápida me dispuse, desde el primer momento con todo el brío de que era yo capaz. Pero quise hacerla en un sentido puro y levantado que me diera efectividad definitiva y que no convirtiera la obra de la revolución que yo estaba obligado a realizar en un simple removimiento de las cosas a favor del cual se levantara un nuevo vértigo de pasiones y de desorden, y entraran a aprovecharse los ladinos y los logreros, que siempre están al asecho de que se revuelvan las aguas para echar sus redes.
Y así expresa la definición de su voluntad de revolucionario.
No podía permitir ya que unos cuantos, considerándose los asistidos de una especie de derecho divino, vivieran del trabajo de los demás y guardaran para ellos una existencia egoísta de acaparamiento y de placeres, de soberbia de casta y de privilegio de sangre. Es aquí justo y necesario que acerquemos la lupa del reconocimiento a lo más significativo y trascendente de su obra de gobierno en Yucatán.
La tarea social de Alvarado podría sintetizarse con la afirmación contundente de que mediante su acción 60 mil ciervos fueron transformados en ciudadanos libres y conscientes de la necesidad de su participación en la renovación colectiva. Es la libertad condición básica para la felicidad de los pueblos, de aquí que este hombre se encuentra en el origen de la alegría yucateca.
Por lo que ve a la reforma económica, durante su corto pero extraordinariamente efectivo Gobierno, Salvador Alvarado luchó contra los monopolios internacionales para elevar el precio del henequén, cuestión esta que logró en beneficio del pueblo yucateco trabajador y de su causa; fundó la primera flota mercante yucateca para abaratar las exportaciones, rescató de la quiebra y amplió considerablemente los ferrocarriles yucatecos, construyó sanatorios para obreros, rehabilitó y modernizó la industria cordelera; construyó caminos y creó una comisión encargada de importar y vencer a precio de costo los artículos de primera necesidad, antecedente esta comisión de Conasupo; adquirió por primera vez en cantidad suficiente petróleo crudo para disponer de energéticos suficientes en el Estado, financió las primeras explotaciones petroleras en el sureste de México.
Alvarado condujo también una reforma cultural de extraordinario alcance; recién llegado a la gubernatura, expidió la Ley General de Educación Pública que crea la escuela rural cuya enseñanza debía ser laica, gratuita, obligatoria e integral, estableciendo así el antecedente directo del artículo III de la Constitución. Fundó las escuelas de Agricultura y de Bellas Artes.
En 1916 convocó a un congreso pedagógico bajo la presencia del profesor Rodolfo Menéndez de la Peña, fundando además el conservatorio de música y el ateneo peninsular, una de las más prestigiadas instituciones culturales desde esa época.
Establece una biblioteca en cada municipio y en cada hacienda henequenera. Al terminar su gestión, en 1918, se había construido más de mil escuelas, casi a razón de una por día que atendidas por 2 mil maestros y con un presupuesto de 2 millones y medio de pesos equivalente al 40% del presupuesto total de egresos del gobierno de Alvarado, fueron palanca para rescatar de la ignorancia a un pueblo vencido antaño poseedor de una de las culturas más asombrosas de la antigüedad .
En otro orden de ideas, el revolucionario sinaloense proscribe la servidumbre doméstica sin salario en un acto que busca emancipar a ala mujer, redimiéndola de lo que él mismo describe como síntoma de extraño retardamiento en las costumbres que en Yucatán formaba contraste con el desarrollo cultural y mercantil de ciertas clases sociales. Encontré, decía, con dolor que así había miles de esclavos en los campos y así como existía ésto, también había en la ciudad miles de pobres, mujeres sometidas a la servidumbre doméstica en una forma que con apariencia de paternidad era de hecho una positiva esclavitud. El servicio de las casas ricas y acomodadas se hacía por docenas de pobres mujeres indias o mestizas que vivían encerradas trabajando incesantemente sin más salario que el techo, la ropa y la comida; inútiles para la vida libre, estériles para el amos, muertas para la esperanza.
En enero de 1916 Salvador Alvarado organiza el primer congreso feminista celebrado en la República Mexicana del cual se derivan algunas conclusiones que hoy todavía aparecen inalcanzables en términos del propósito igualitario hacia la mujer.
En materia legislativa, su obra es de trascendencia invaluable, destacan por su anticipación, por su interés colectivo y por su concepción ideológica profundamente progresista las leyes agrarias, la de Hacienda, del Trabajo, del Catastro y la Ley Orgánica de los municipios del Estado, leyes estas denominadas "las cinco hermanas", todas salvo esta última, preconstitucionales que indudablemente ejercieron decidida influencia sobre el congreso constituyente de 1917.
En tres años de conducción política expide 753 decretos que crean una verdadera estructura jurídica, parte de la cual sigue hasta la fecha vigente. Los puros considerados de tales leyes son verdaderos manuales del buen revolucionario, que proyectan la vocación de un verdadero agente de transformación, profundo conocedor de los vicios sociales que afligían al México de entonces y promotor ferviente de un auténtico estado de derecho. La Ley agraria prevé la organización del Banco Agrícola, 11 años de que Calles diera vida a una tal institución. La Ley del Trabajo estableció las juntas de conciliación y arbitraje para resolver las controversias obrero - patronales y así mismo establece la jornada máxima en el campo y en la ciudad, y el salario mínimo.
El 123 constitucional se inspira fundamentalmente de las ideas contenidas en la Ley Obrera de Yucatán. La Ley de Hacienda, por su lado, contiene de adelantos tan notables como la previsión de un impuesto único al consumo que es el claro antecedente del impuesto al valor agregado. La Ley del catastro se vincula íntimamente con la de Hacienda y contiene en la adelantada concepción de un registro público de la propiedad, incorporado a la dirección del catastro.
En menos de tres años Alvarado logra en Yucatán reorganizar el sistema económico y moderniza estructuralmente la Administración Pública, moralizándola y modernizándola; lleva a cabo gran reforma educativa y una importante obra legislativa; dignifica a los trabajadores y a la mujer y establece una base cultural para el desarrollo social ; diseña y conduce todo un proyecto integral en lo político, lo económico y lo social, que no sólo impacta a la sociedad yucateca, sino que habría de extender a la nación entera, estableciendo en buena medida las bases de modernidad del estado mexicano.
Queda claro que la acción alvaradista en Yucatán es mucho más que la de un guerrero, es la de un estadista cabal y visionario, constitucionalista en el más amplio sentido de término, conductor de agente y de ideales fundados en el humanismo liberal. practicando obstinado de la igualdad entre los hombres y de la honradez a toda prueba; fue así y fue por ésto como ingresó el general Salvador Alvarado, con paso firme y redoblado, rumbo a la eternidad de la gratitud yucateca, de aquí que hoy la conciencia política de Yucatán, por mi humilde voz, pida a esta H. asamblea que comparta el honor con quien el honor merece.
Por lo anterior, señor presidente, la diputación de Yucatán es esta LIII Legislatura formula la siguiente iniciativa, rogándole a usted se sirva dar el trámite que corresponde.
Que se inscriba con letras de oro el nombre del general Salvador Alvarado en el recinto de esta H. Cámara de Diputados.
Firman los miembros de la diputación de Yucatán, este 28 de noviembre de 1985. Muchas gracias.»
Turnada a la Comisión Especial nombrada para los efectos