Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170409 - Número de Diario 3
(L27A1P1eN003F19170409.xml)Núm. Diario:3Colegio Electoral
ENCABEZADO
MÉXICO, LUNES 9 DE ABRIL DE 1917.
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
PERIODO EXTRAORDINARIO. XXVII LEGISLATURA. TOMO I. - NÚMERO 3.
Tercera Junta Preparatoria de
la Cámara de Diputados
Verificada el 9 de Abril de 1917.
SUMARIO
DEBATE
PRESIDENCIA DEL C. MEDINA HILARIO.
El C. secretario Garza González: Hay una asistencia de 136 CC. presuntos diputados; hay quórum.
El C. presidente: Se abre la junta.
El mismo C. secretario leyó el acta de la sesión anterior. Esta a discusión el acta.
El C. Cravioto: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: Tiene usted la palabra
El C. Cravioto: Como al dar cuenta la prensa de hoy, reseña de una manera equívoca las palabras pronunciadas por mi ayer al informar sobre la comisión que se nos confirió para gestionar la libertad del señor Palavicini en respeto a la verdad, pido muy atentamente al señor presidente que se amplíe la parte relativa del acta de ayer, haciendo constar que yo dije que el señor general Obregón nos había dicho que la orden de libertad para el señor Palavicini dependía exclusivamente del C. Primer jefe. Como es justo, pido al señor presidente que se haga constar eso.
- El mismo C. secretario: Se hará constar en el acta la advertencia del señor Cravioto.
-El C. Portes Gil: pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Portes Gil: Para suplicar al señor presidente se sirva disponer que la secretaría haga constar lo relativo a los ataques que se me dirigieron a mi, no por ninguno de los respetables miembros de esta asamblea, sino por una persona que está fuera de la misma Cámara y cuyo nombre indiqué ayer.
El C. secretario Céspedes: La presidencia, por conducto de la secretaria, informa al C. Portes Gil que en virtud de que en el acta sólo debe constar la relación sucinta de los hechos y los que él menciona no fueron tratados en la Cámara; su exposición tal como fue hecha consta en el Diario de los Debates.
El C. Pérez Garza: En el acta se menciona que por el 4º. distrito electoral del Estado de Oaxaca, salió electo como diputado suplente el señor Hermenegildo Esparza y no es Esparza, sino Esperanza, y pido que se haga la rectificación.
- El mismo C. secretario: Se hará la rectificación.
¿Con la modificación indicada, se aprueba el acta? En votación económica, las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
El C. Prosecretario López Lira: " Muy respetuosamente ruego a usted se digne poner en conocimiento de la honorable junta preparatoria de la Cámara de Diputados, mi gratitud por la gestión enérgica y eficaz que ha hecho exigiendo mi libertad con motivo del atentado de que fui objeto de parte de las autoridades militares de esta plaza. La Cámara ha cumplido con un deber de solidaridad y ha contribuido a procurar el respeto a la ley y a su propia soberanía.
"Como durante los once días de prisión en un frío sótano de la comandancia militar, he adquirido un fuerte reumatismo que me impide caminar, no me será posible tener el honor de asistir pronto a las sesiones; acompaño el certificado médico que comprueba mi enfermedad.
"Por el motivo antes expresado, es legal y justo se digne usted acordar, previa consulta de la honorable junta preparatoria, se aplace la discusión de mi credencial para cuando mi salud me permita concurrir a los debates, pues aunque la credencial está perfecta y no tiene protesta alguna, pudiera ser objetada por alguno de mis enemigos personales o políticos y es de justicia se me permita defenderla.
"Ruego a usted me comunique el resultado de mi instancia y le protesto mi distinguida consideración.
"México abril 9 de 1917. - Felix F. Palavicini. (Rúbrica.)
"Al C. presidente de la junta preparatoria de la Cámara de Diputados. - Presente."
El acuerdo es: Se tendrá en cuenta su oportunidad.
- El mismo C. Prosecretario: se va a continuar con los dictámenes de la tercera sección de la primera comisión.
"Primera comisión revisora de credenciales. - Sección tercera:
"Honorable asamblea:
"En el 1er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, según se desprende de las diversas actas de las casillas electorales, se disputaron el triunfo de las fórmulas "Méndez - Rigal" "Aurelio Manrique - Flavio J. R. Flavio B. Ayala".
"Las elecciones estuvieron sumamente reñidas y, ante la junta computadora, el C. Aurelio Manrique Jr., protestó por la distinción que ésta había hecho entre las boletas que decían simplemente Aurelio Manrique y las que especificaban Aurelio Manrique Jr., alegando que era ociosa e inoportuno, pues con excepción del señor su padre, licenciado Aurelio Manrique Sr., no había otra persona del mismo nombre y que dicho señor no había sido postulado por agrupación alguna, ni interviniendo en la lucha política actual; en tanto que él si había sido postulado por el "partido reformista independiente", en unión del señor Flavio B. Ayala, como suplente; que era fácil ver, por otra parte, que el nombre del señor Flavio B. Ayala, se hallaba igualmente, en las boletas que decían Aurelio Manrique y en las que decían Aurelio Manrique Jr.; que esta era una arma ilegítima de que sus enemigos se valían para arrebatarle el triunfo.
"Esta comisión, habiéndose propuesto dictaminar en cada caso, dentro de la más estricta justicia, reviso minuciosamente el expediente relativo y encontró que el señor Mario Méndez obtuvo 1,061 votos; el C. Manrique Aurelio 274 y Aurelio Manrique Jr; 465. De la protesta del C. se desprende que tan sólo se presentó como Candidato, un C. Aurelio Manrique, por lo que los votos emitidos a favor de Aurelio Manrique y Aurelio Manrique Jr; deben formar un total; mas esto no le daría el triunfo, toda vez que sumando ambos cómputos dan un total de 701 votos.
"Mas ante esta comisión se presentó una protesta firmada por el señor Juan Sarabia. quien en nombre del partido reformista independiente de San Luis Potosí, pide se declare nula la elección del diputado propietario en favor del C. Mario Mendéz, en virtud de que el señor Mendéz carece de los requisitos constitucionales para dicho cargo, por no ser hijo del Estado, ni tener en él la necesaria vecindad y en este particular opina que es de tomarse en consideración la protesta mencionada toda vez que la fracción III del artículo 55 de la Constitución que señala los requisitos que se requieren para ser diputado, dice.
"III. - Ser originario del Estado o territorio en que se haga la elección, o vecino de él, con residencia efectiva de más de seis meses anteriores a la fecha de ella. La vecindad no ser pierde por ausencia en el desempeño de cargos públicos de elección popular."
"Por las razones expuestas, esta comisión propone a la consideración de esta honorable asamblea, las siguientes proposiciones:
"1a . -Es nula la elección para diputados propietario en favor del C. Mario Mendéz, por el 1er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, en virtud de no llenar los requisitos mercados en la fracción III del artículo 55 de la constitución, y valida la elección para diputado suplente en favor del C. Teodoro Rigal, por el mismo distrito electoral, en virtud de haber obtenido 1,042 votos, (o sea la mayoría de votos) y no haber objeción alguna en contra de su elección.
"2a. - Es válida la elección de diputado propietario, en favor del C. Aurelio Manrique, por el 1er distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, por haber seguido en votos al C. Mario Méndez y estar su expediente conforme a la ley.
"Sala de comisiones: México 8 de abril de 1917. - Miguel Alonzo Romero. - Francisco Arreola R. (Rúbricas.)"
"Voto particular del subscrito, miembro de la tercera sección revisora de credenciales de la honorable Cámara de Diputados, en la revisión de la credencial del C. Mario Mendéz."
"En este caso, me veo obligado a disentir de opinión con mis compañeros los señores doctor Miguel Alonso Romero y Francisco Arreola R. porque ellos se apartan del criterio legal que ha normado nuestra conducta en caso semejantes, y que ya hemos resuelto con la aprobación de esta honorable asamblea desde el momento en que ha fallado de conformidad nuestros dictámenes.
"En efecto, mis compañeros y yo, convenimos por creerlo así razonable y de justicia, en emitir dictamen proponiendo la aprobación de todas aquellas credenciales que, aunque protestadas, no se hubieran probado los cargos por las constancias del expediente o por otras pruebas pertinentes, rendidas por los interesados. Conforme a este acuerdo dictaminamos en los casos que se nos presentaron, pero hoy que tocó su turno a la credencial del señor Mario Mendéz, me apena decirlo, mis compañeros pretenden otro criterio, motivo por el cual, para salvar mi responsabilidad, emita con justificación mi voto particular.
"El caso es como sigue:
"Habiendo obtenido el señor Mario Méndez 1,061 votos; el señor Aurelio Manrique Jr. 465 y el señor Aurelio Manrique -sin él - 274, La junta computadora correspondiente extendió credencial para diputado por el 1er. distrito electoral de San Luis Potosí, a favor del señor Méndez.
"El señor Manrique elevó a una protesta pidiendo un resumen 2 coros: ó una de ellas que se le considera como un favor (de una sola persona los votos que aparecieron en pro del señor Manrique y del señor y la otra que se considerase al señor Méndez inhabilitado para se diputado por San Luis Potosí, por no ser del Estado ni tener la vecindad de seis meses que marca la ley.
"Respecto a la primera petición, aun resolviéndola de conformidad, el señor Méndez resulta electo por mayoría de 322 votos sobre los alcanzados por el señor Manrique.
"Por lo que ve al segundo punto que también lo alega el señor Juan Sarabia en una carta la comisión es incapaz legalmente para considerarlo asentado como cierto,) porque el interesado no prueba su dicho ni parece demostrado en el expediente. En consecuencia, no habiéndose probado estas inhabilidades, y por otra parte, habiendo ya resuelto la comisión en otros casos que no afecta la validez de una credencial la protesta que no se justifique con pruebas conducentes, para ser consecuentes y lógicos, débase dictaminar se admita como buena la credencial del señor Méndez. Esta es mi opinión personal, que dando naturalmente sujeto el asunto a la sabia resolución de la asamblea.
"Al emitir este dictamen tuve también en consideración el inconveniente en que se incurriría si se admitiese como cierto lo asentado por una de las partes sin que sea probado debidamente: y la parcialidad de que se nos tacharía si tuviésemos para unos una medida y para los demás otra. Igualmente tuve en cuenta el peligro que nos amenaza si desecháramos una credencial sólo porque el adversario que la tiene, dijese en una protesta que su contrario ni es del Estado que lo eligió ni vecino del mismo. Bastaría esta declaración en tal caso, para anular todas las credenciales presentadas.
"Por último, hago notar, que fiel a mi conducta legalista y a los precedentes establecidos, emito mi voto en el sentido en que lo hago; porque ni odio ni afecto tengo por ninguno de los señores que se disputan la curul. Aun no tengo el honor de conocer al señor Manrique, aunque sé que es un estudiante muy aprovechado y respecto al señor Méndez, jamas he sido presentado con él y únicamente sé que ha prestado servicios a la revolución.
"En todo caso, someto mi voto particular a la respetabilísima consideración de esta honorable asamblea.
"México, abril 9 de 1917.-J. Aguirre Berianga. (Rúbrica.)"
El C. Alonzo Romero: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: ¿Con qué objeto?
El C. Alonzo Romero: Con objeto de hacer una aclaración e ilustrar el criterio de la asamblea respecto de la protesta que presenta uno de los señores componentes de la tercera sección de la primera comisión.
El C. presidente: Luego que se abra la discusión le concederé la palabra.
- El C. Alonzo Romero: Como miembro de la comisión tengo derecho a hacer esta aclaración.
El C. presidente: luego que se ponga a discusión el dictamen.
El C. prosecretario López Lira: Se va a poner a discusión el dictamen. En su parte relativa, dice: "1a. Es nula la elección para diputado propietario en favor del C. Mario Méndez, por el 1er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, en virtud de no llenar los requisitos marcados en la fracción III del artículo 55 de la Constitución y válida la elección para diputado suplente en favor del C. Teodoro Rigal, por el mismo distrito electoral, en virtud de haber obtenido 1,042 votos (o sea mayoría de votos), y no haber objeción alguna en contra de su elección." Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse
El C. Cravioto: Pido la palabra en contra.
El C. secretario Céspedes: Se han inscrito para hablar en contra del dictamen de la comisión los CC. Eliseo L. Céspedes y Alfonso Cravioto, y en pro, el C. Ramírez Garrido. -El C. presidente: Tiene la palabra el C. Alonzo Romero, miembro de la comisión.
El C. Alonzo Romero: Honorable asamblea: creo de mi deber, como presidente de la tercera sección de la primera comisión y como el que de una manera más amplia asume la responsabilidad en esta clase de asuntos, que está en la conciencia de todos vosotros que existe una positiva responsabilidad cuando no se juzga un expediente con estricta justicia, vengo a hacer unas aclaraciones, vengo a poner las cosas en su lugar y al mismo tiempo a manifestar que en todos los casos en que esta comisión ha dictaminado, se ha colocado en la más estricta justicia; ha hecho a un lado toda clase de pasiones y ha procurado poner de relieve la dignidad de la comisión. En efecto, cuando examinamos minuciosamente el expediente que se refiere a la candidatura del señor Mario Mendéz y además contrincantes, nosotros, previendo todo lo que pudiera venir luego, estudiamos minuciosamente las boletas, estudiamos minuciosamente las actas de las casillas electorales, estudiamos minuciosamente el acta computadora y nos encontramos con lo siguiente: que en el acta computadora estaba señalado el numero de votos que en efecto se ha manifestado en el dictamen; se presentaron una serie de protestas, unas suscritas por el señor Aurelio Manrique Jr., en que manifestaba que de una manera deliberada se había dividido el nombre de Aurelio Manrique y Aurelio Manrique Jr. El señor Aurelio Manrique Jr., el único que había sido candidato, dice que su señor padre, el licenciado Aurelio Manrique, no había sido propuesto ni había tomado parte en las cuestiones políticas que se estaban desarrollando.
La comisión, previniendo esto, y no estando autorizado a tomar en consideración de una manera estricta esta propuesta, en ese sentido, o no estando autorizada a unir los votos de Aurelio Manrique y Aurelio Manrique Jr., se limitó a hacer el cómputo que correspondía a cada uno de los señores señalados. Uno obtuvo la cantidad que en estos momentos no recuerdo y que aparece en el dictamen, y el otro, otra cantidad de votos. Al mismo tiempo venía acompañada otra protesta en que se señalaba de una manera evidente, que el señor Mario Méndez, a quien no tengo el honor de conocer, ni tampoco era vecino. Como la fracción 3a. del artículo 55 de la Constitución dice de una manera clara y terminante que para poder ser electo, es necesario ser vecino o cuando menos haber tenido una residencia de seis meses o más, esta comisión, no tomando en cuenta los votos, y viendo que al unirlos suponiendo que se hubiese podido tomar la votación de ambos señores, Aurelio Manrique Jr. y Aurelio Manrique, padre, ambas no daban al unir los votos el mayor número de votos que correspondían al señor Méndez De tal manera que, atendiendo al número de votos, el señor Méndez tenia la razón; pero atendiendo al artículo constitucional, que es un requisito que nosotros debemos respetar y apuesto que nosotros tuvimos la gloria de pertenecer al Constituyente y peleamos de una manera decidida para que esa Constitución se llevara a cabo, creo que yo que fui uno de los que tuvieron la gloria de pertenecer a ese Congreso, más que nadie está obligado a respetar este requisito constitucional; y en vista de esto, señores, aunque el señor Aguirre Berlanga, que no sé por qué clase de ofuscación o no sé por qué habrá cambiado de criterio tan violentamente y de una manera lamentable, expongo a esta honorable asamblea que cuando dictaminamos respecto a esa credencial, el señor estuvo de acuerdo con nosotros, como puede decirlo el otro miembro de la comisión, que es el señor Arreola, que se encuentra presente, manifestó su asentimiento y luego, de una manera triste, de una manera lamentable, he tenido que escuchar una protesta que hace de la comisión. Señores la comisión nunca ha tenido la pretensión de imponer su criterio; si esta honorable asamblea, después de que se discuta el pro y el contra, crea que el señor Méndez tiene la razón, no veo absolutamente ningún inconveniente en modificar mi dictamen; lo único que quiero es que- la dignidad de la comisión es que la justicia con que siempre ha procedido la comisión, esté en el lugar que le corresponde; yo no quiero imponer el criterio de esta comisión; que se estudie por personas caracterizadas; es sabido que el señor Méndez no es vecino del lugar como puede atestiguarlo el señor Ramírez Garrido que me dio un dato sobre el particular y que probablemente hablará en pro del dictamen; de manera que lo único que quiero es que esta honorable asamblea tenga en cuenta que la comisión no ha procedido con ninguna clase de apasionamientos y le suplico atentamente se sirva dar su fallo y la comisión respetuosamente acogerá este fallo. Es cuanto tengo que manifestar a esta honorable asamblea.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Eliseo Céspedes.
El C. Marquez Josafat: pido la palabra para una interpelación a la comisión. - El C. presidente: Tiene usted la palabra.
-El C. Marquez Josafat: Parece que uno de los principales motivo, mejor dicho el principal motivo para declarar nula la elección en favor del señor Méndez, es que no es ni hijo del Estado ni vecino; para proceder naturalmente con la honradez con que debemos proceder, desearía saber si la comisión,- puesto que sabemos que no es vecino de allí - tiene algún justificante para declarar que no es hijo del Estado, porque pudiera ser que fuera hijo del Estado; no lo sabemos tampoco, y como parece que no está ahora el señor Méndez, declarar la elección en favor de otro candidato, es cosa que no podremos revocar, es irrevocable el fallo de la asamblea, pudiéramos tal vez..
El C. Alonso Romero: Pido la palabra para una aclaración, señor presidente.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Alonzo Romero.
El C. Alonzo Romero: La comisión recibió una denuncia en forma certificada, en que se daba cuenta de que el señor no era vecino ni nato del lugar. Yo creo que lo más conveniente que lo más claro, es que el señor Méndez manifieste por medio también de documentos, que es nativo del lugar a que tiene el requisito de vecindad. La comisión se ha sujetado a eso por lo que ha recibido y otras personas caracterizadas que conocen al señor Méndez, me han manifestado que no es vecino del lugar. La comisión no impuso su criterio. Que demuestre el señor Méndez que es vecino del lugar.
El C. Presidente: Tiene la Palabra:
El C. Cespedes: señores diputados: No tengo el honor de conocer al señor Mario Méndez no sé de dónde sea ni qué filiación política tenga; en fin no conozco su personalidad. Vengo a esta tribuna únicamente por amor a la justicia, por amor a un criterio verdaderamente legal. El señor Alonzo Romero, presidente de la comisión que ha rendido el dictamen que nos ocupa, en esta tribuna acaba de reconocer que el número de sufragios efectivamente están a favor del señor Mario Méndez puesto que en su dictamen clara y terminantemente afirma que el señor Mendéz obtuvo 1,061 votos;: El señor Manrique Aurelio y el señor Aurelio Manrique JR., obtuvieron 274 y 465, respectivamente. Suponiendo que como la ha dicho el señor Alonso Romero, existiera sobre el señor Aurelio Manrique esa equivocación, ese motivo de confusión del agregado que es "junior", que fuera una sola persona, la suma de estos votos arrojaría la cantidad de 739, número perfectamente menor a los 1,061 que obtuvo el señor Mario Méndez, que son buenos, según declaración categórica del señor Alonzo Romero. Esos sufragios no están objetados. Ahora bien, yo me permito llevar a la consideración de ustedes si esto cabe o no dentro de la fracción 4a. del artículo 57 de la ley electoral que dice: que es causa de nulidad del error sobre la persona elegida, salvo que dicho error sólo fuese sobre el nombre o apellido, pues en este caso lo enmendará la Cámara respectiva o el Congreso de la Unión, etc. Aquí respecto a estos dos nombres de Aurelio Manrique que, según parece, es el señor padre de Aurelio Manrique Jr., no son dos personas distintas, sino que existe la probabilidad, casi la seguridad de que los señores sufragistas hayan querido elegir a la primera persona, más si tomamos en consideración que hay motivos más fundados para que el señor Aurelio Manrique, padre, sea más conocido de los vecinos que el señor Aurelio Manrique Jr., que es estudiante de medicina. Ahora ese argumento aducido por la comisión en contra del señor Méndez me parece que es perfectamente débil; está echado por tierra. El argumento consistente y de más fuerza, según el concepto de la comisión, de los miembros de la comisión, es el de que no es vecino, ya no originario, porque ese no es requisito que debemos exigir, porque la Constitución dice nada más ser originario o vecino, estos dos términos. Vamos a colocarnos en el requisito que lo hacen o le achacan no tiene el señor Méndez. Bien, se ha presentado por el señor Sarabia una protesta en la que se dice no tener llenado el señor Méndez el requisito de vecindad.¿ Esta protesta, señores, viene perfectamente documentada para que pueda llenar el carácter de categórica, de afirmativa, de resolutiva, determinante de nuestra decisión? ¿No está obligado el que afirma, el que causa o probar y no el señor Mario Méndez, a demostrar que es vecino? Que se le compruebe por los señores acusadores que no llena el requisito de vecindad para que en ese caso se coloque dentro del terreno de la ley y podamos echarlo de aquí. De otro modo, señores no podemos hacer lo que la comisión nos pide; del lado del señor Méndez está la justicia, está la ley ¿Vamos a guiarnos por un criterio perfectamente reformado por el apasionamiento, o nada más por lo que la comisión nos dice? El señor Aguirre Berlanga, que en su voto particular se ha separado del parecer de los dos miembros de la comisión. ha estado perfectamente en lo justo, perfectamente en lo recto. Mis felicitaciones para el señor Aguirre Berlanga porque sabe mantener en alto el pendón de la justicia, y nosotros, los que firmamos el pacto fundamental, somos los primeramente obligados a rendirle pleito homenaje a la justicia. ¡Muy bien señor Berlanga! Pido a los señores diputados que se sirvan rechazar el dictamen de la comisión, por estar completamente separados de la justicia.
El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. Ramírez Garrido.
El C. Ramírez Garrido: Vengo, señores diputados a defender uno de los principios que han servido de razón básica a nuestra magna revolución. Vengo a defender ese santo principio que hizo dejar al pueblo mexicano la paz ficticia de que gozaba para enrolarse en el gran movimiento libertario que ha conmovido a la república. Vengo señores, a defender al santo principio que ha enajenado en sangre nuestra patria y que ha sembrado de huesos nuestro suelo y que bajo los rayos del sol aparecen como índices imperativos tantos muertos caídos en los campos de batalla, que nos enseñaron el cumplimiento de nuestro deber: sostener a todo trance la efectividad del sufragio. El caso del señor Méndez tiene para mi dos aspectos: el uno jurídico y el otro político voy primero a ocuparme de rebatir los dos únicos puntos de la peroración de nuestro compañero, el señor Céspedes. Ha dicho que el señor Mario Méndez Obtuvo Mayoría de votos. Efectivamente, mayoría de votos señores; pero por una gran presión oficial llevada a cabo por el gobernador de San Luís Potosí, y por el jefe de estado mayor del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación. (Aplausos). Los que venimos aquí, señores, con la frente erguida, las rodillas sin polvo, a representar a un grupo de ciudadanos mexicanos, no podemos doblegarnos ante la consigna, y la consigna ha hecho triunfar a Mario Méndez en el Estado de San Luis Potosí. El otros cargo, señores, sosteniendo por el señor Céspedes, es que no hay un documento que demuestre que el señor Mario Méndez carece del requisito de vecindad. Este caso, señores no necesita en mi concepto, documento, toda vez que está en la conciencia pública que el señor Mario Méndez desde hace muchos años, está al frente de la Dirección General de Telégrafos y esa dirección, señores no reside en San Luis Potosí. (Voces: ¡Muy bien!) Voy, pues a apoyarme conforme a la ley al defender el principio jurídico. Conforme al artículo 57 de la ley electoral son causas de nulidad el no llenar los requisitos de que habla nuestra Constitución. Esos requisitos, señores, son dos: uno ser hijo del Estado: otro, llenar el requisito de vecindad es decir, residir en el Estado seis meses antes de la elección. El señor Mario Méndez ha estado desempeñando el puesto de Director General de Telégrafos hace muchos años: hace muchos años que está separado de San Luis Potosí; no llena, pues, este requisito. Segundo: señores, para pedir la nulidad de las elecciones, el artículo 57 inciso III, dice: "haberse ejercido violencias en las casillas electorales por autoridad o particulares armados, en las condiciones del párrafo anterior." Esto es fundamental en este caso, señores, pues el señor capitán José R. Dominguez, hijo del secretario general del gobierno de San Luis Potosí, jefe de la policía del señor general Federico Chapoy, y al mismo tiempo representante de los clubes barraganistas de que postulaban al señor Mario Méndez, recorrió las casillas electorales provocando desordenes, ejerciendo presión moral y cometiendo hasta el atropello, señores, de llevarse detenido nada menos que el candidato. Esto está previsto también en el inciso 7º, del artículo 57 de la ley electoral. Tanto la ley electoral, señores como nuestra Constitución, han sido violadas por los representantes del señor Mario Méndez. Su elección, pues, en mi concepto, está perfectamente tachada de nulidad. Ahora, señores voy al punto político. El señor Mario Méndez es en mi concepto indigno de pisar este recinto donde sólo deben entrar hombres de honor. El señor Mario Méndez, señores de honor. El señor Mario Méndez, señores, toda su política ha sido una política de adulación ante la Primera Jefatura y de engaño ante la opinión pública. El señor Mario Méndez se ha concretado a robar inicuamente al pueblo mexicano cobrando en todos los telegramas para todas partes cuando nuestras líneas telegráficas están por los suelos. Yo he visto aquí a personas afligidas, poner telegramas para el sur de la república pagarlos con el carácter de urgentes, y mandar el señor Méndez todos esos telegramas por correo. Eso es un robo al público y para eso, señores, se presta todos los días el señor Méndez.Y sin embargo, vemos a nuestra prensa, hecha bajo los moldes de la antigua prensa porfirista, que todos los días no habla de que las lineas telegráficas están en perfecto estado. Esto es mentira, señores. El señor general Salvador Alvarado, que tantas mejoras ha hecho en Yucatán y que tantas anhela hacer en toda la república, ofreció a la Primera Jefatura instalar por cuenta del Estado de Yucatán todas las estaciones inalámbricas de la región del sureste y por intriga del señor Mario Méndez no se llevó a cabo esa mejora que tanto necesitamos, porque el señor Méndez tiene un representante en los Estados Unidos y por medio de ese representante está instalando aquí inalámbricas que no nos sirven para nada. Tenemos la inalámbrica de Yucatán que no puede funcionar porque no ha sido un aparato único, sino que han comprado diversos aparatos, es decir, que están especulando con eso. Yo pido, por tanto, señores que la honorable asamblea apruebe por dos razones el dictamen: una, por estar conforme a la ley dicho dictamen, y otra, señores, porque seria vergonzoso que aquí, donde debe haber hombres de honor, venga a sentarse el señor don Mario Méndez. (Aplausos de la izquierda).
El C. Neri: Pido la palabra para una moción suspensiva
El C. presidente: Sírvase hacerla por escrito.
El C. Neri: Es que todas las mociones que se han hecho no se han presentado por escrito; el señor Cravioto hizo una ayer relativa a la libertad del señor Palavicini y no la presentó por escrito; sin embargo, se le dió curso
El C. presidente: Entiendo que ayer no se hizo, debe usted hacer la moción suspensiva por escrito.
El C. Neri: La haré por escrito.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Cravioto.
El C. Cravioto: Señores presuntos diputados: las palabras del último orador me han recordado dos sucedidos sabrosos que voy a exponer a ustedes, porque ilustran gráficamente la peroración que acabamos de oír. El licenciado Victoriano Pimentel defendió recientemente a unos indios en contra del pleito legendario entre los indios y los dueños de las haciendas. Este era un pleito secular que venia desde el tiempo de la colonia litigándose en los tribunales, y tocó precisamente al señor Pimentel obtener la victoria definitiva para los indios, y cuando se acercó a ellos esperando que recibirían con regocijo la noticia, los indios exclamaron entristecidos: "bueno y hora, ¿con quién vamos a pelear?" El señor general Serrano, jefe que fue del estado mayor general Obregón, tuvo también, una ocurrencia semejante. Con mucho ingenio en una comida entre camaradas en que los jóvenes militares se quejaban de que se fuera a acabar la revolución y de que ya no pudieran emplear sus actividades guerreras, el general Serrano, les respondió graciosamente: "cásense ustedes y verán cómo entonces siguen peleando." El señor Ramírez Garrido no ha venido a hacer en esta tribuna sino otra cosa para seguir peleando; ha dado lanzadas al viento y en realidad y pertinazmente la apreciación no ha venido más que a darnos declamaciones en el asunto fundamental del debate. Yo señores, al entrar a esta discusión, me creo en el deber de asegurar mi completa ecuanimidad y mi absoluto respeto para vosotros todos. Sé que la hora es todavía de efervescencia política, de pasiones, de agitaciones, y en este rebullir de las integraciones de agrupamientos y de camaraderías, yo vengo antes que nada ante la representación nacional, a firmar mi absoluta lealtad para el C. Primer Jefe, dentro de una tendencia radical, revolucionaria y el más amplio respeto a la nueva Constitución.
El C. secretario Céspedes, interrumpiendo: Se ha presentado la siguiente moción suspensiva: "Pido respetuosamente a la honorable asamblea se sirva aceptar la siguiente moción suspensiva:
"Aplácese la discusión del dictamen relativo a la credencial del C. Mario Méndez hasta otra sección en que se encuentre presente el interesado. - México, 9 de abril de 1917. - E. Neri, (Rúbrica.)"
El C. Neri: Soy ajeno a atacar cuando no se encuentra presente el atacado. Tengo algunos cargos que hacer al señor Mario Méndez semejantes a los que hizo el señor que procedió en el uso de la palabra al señor Cravioto. Me agradaría que estuviera presente aquí el señor Mario Méndez para que pudiera defenderse. Por otro lado, señores, aquí se trata de un punto de derecho. El señor Mario Méndez se ha presentado a esta honorable asamblea y desde el momento en que se ha presentado, es que acepta la elección que se ha en su favor, es decir, el señor Méndez afirma tácitamente que tiene el requisito de vecindad y el que afirma, señores, según un principio general, está obligado a probar. Así es que yo suplico atentamente a la honorable asamblea se sirva aprobar la moción suspensiva a fin de que el señor Mario Méndez pueda estar presente cuando se discuta su credencial.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Cravioto.
El C. Cravioto: He pedido la palabra en contra de la moción suspensiva aunque soy el primero en deplorar que no encuentre el señor Méndez entre nosotros, no tanto por la cuestión fundamental del debate, sino para que él pudiera rebatir las alusiones personales que le hace el señor Ramírez Garrido. Yo creo estar capacitado para defender al señor Mario Méndez desde los puntos de vista..
El C. Hay. interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden.
- El C. presidente Tiene la palabra el C. Hay
El C. Hay: Hay una moción presentada por escrito. Se ha fundado una moción; esta es una moción suspensiva, y por tanto, la Cámara es la que debe decidir..
El C. Cravioto, interrumpiendo: No estoy entrando al debate.
El C. Neri: El señor Cravioto no tiene derecho a interrumpir al señor Hay mientras esté en el uso de la palabra.
El C. presidente : En contra de la moción suspensiva, tuvo la palabra el C. Cravioto
El C. Hay: yo estoy haciendo una moción de orden consistente en que solamente se puede poner a discusión una moción que ha sido presentada por escrito, y según yo entiendo, o a lo está hablando de la credencial y no de la moción que ha sido presentada por escrito, y según yo entiendo, o a lo menos no lo ha especificado el señor Cravioto, está hablando de la credencial y no de la moción suspensiva. (Voces: ¡No, no!) En caso de que esté hablando en contra de la moción suspensiva, retiro la moción de orden pero tiene que concretarse única y exclusivamente a ella.
El C. Cravioto, continuando: Decía yo, señores, que como creo que el señor Mario Méndez en cualquier tiempo puede contestar las alusiones personales que le hizo el señor Ramírez Garrido, y como yo creo en nombre de él rebatir las objeciones legales y constitucionales que se le han hecho a su credencial, pido por lo tanto, que no se aplace está discusión y entremos desde luego al debate fundamental.
El C. Neri: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Neri: No se ha preguntado a la asamblea si es de tomarse en consideración la moción de orden; después vendrá la discusión sobre esa misma moción.
El C. prosecretario López Lira: "Artículo 108. - en este último caso, se leerá la proposición y sin otro requisito que oír a su autor, si la quisiere fundar, y a algún impugnador si lo hubiere, se preguntará a la "Cámara si se toma en consideración inmediatamente. En caso afirmativo se discutirá y votará en el acto, pudiendo hablar al efecto, tres individuos en pro y tres en contra; pero si la resolución de la Cámara fuese negativa, la proposición se tendrá por desechada."
La mesa se ha sujetado al artículo 108 del reglamento concediendo al autor de la proposición que la funde, y en contra de esa proposición está hablando el C. Cravioto. (Voces: ¡Muy bien!)
El C. secretario Céspedes: Se pregunta a la asamblea si se toma en consideración la moción suspensiva de referencia. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. No se toma en consideración. Continúa el debate.
- El C. presidente Tiene la palabra el C. Cravioto.
El C. Cravioto: Ustedes se han dado perfecta cuenta, señores diputados, de que la objeción fundamental que se hace contra la elección del C. Méndez es directamente constitucional. Los detalles que se refieren a ciertas minucias de la ley electoral han sido rebatidas probablemente por los oradores que han hablado en contra del dictamen; vengo, pues a ocuparme solamente del asunto desde el punto de vista constitucional. La objeción que se hace al señor Méndez es más bien aparatosa que fundamental; es perfectamente delasnable. ya dijo Benton, con grandisimo acierto, que los pueblos que no tienen leyes son unos salvajes; y que los pueblos que tienen leyes y nos las cumplen son unos imbéciles. Pero el cumplimiento de la ley exige calidades de interpretación. Los que cumplen la ley al pie de la letra, por las meras palabras están expuestos a frecuentes errores y a notarias injusticias. Para interpretar la ley rectamente, hay que atender al espíritu de ella, hay que entrar en el alma de los preceptos, hay que ir a la filosofía de la discusión y hay que comprender perfectamente cuya, fue el móvil que tuvo el legislador para optar por tal o cual determinación. Yo, como el señor Aguirre Berlanga, tuve también el honor de formar parte del Congreso Constituyente, tengo también el honor compartido con todos los compañeros que se encuentran en el salón, de haber protestado allá y aquí la observancia estricta de la Constitución. Puedo equivocarme, pero declaro desde luego mi absoluta buena fe. El artículo relativo de la nueva Constitución prescribe, entre otros requisitos para poder ser electo diputado, ser originario del territorio o Estado donde se verifique la elección, o ser vecino de él con residencia de seis meses anteriores al día de los comicios. Esto es perfectamente claro, señores diputados. ¿Qué cosa hay detrás de este precepto? ¿Cuál fue el espíritu que indujo a los constituyentes a tomar esta medida? Pues muy claro está: se quiso que los diputados ante la representación nacional, trajesen aquí junto con la credencial, la mayor cantidad de datos, el más amplio conocimiento de la región, la mejor identificación por efectos, por vínculos o por intereses con las necesidades de ella. Esto es perfectamente claro y dentro de este alto requisito entra perfectamente el señor Mario Méndez. Creo conveniente citar ante ustedes un procedente sentado precisamente en esta Cámara en tiempo no remoto por uno de nuestros más grandes oradores y por una de nuestras más notables jurisconsultos, el señor licenciado Jesús Urueta. Se trataba en la XXVI legislatura, si mal no recuerdo, de la credencial del señor licenciado Francisco M. de Olaguíbel. Entonces la ley electoral deba como uno de los requisitos, que caracterizaban la vecindad, poseer una propiedad que fluctuaba entre 50 ó 200 pesos, no recuerdo bien, además de que el candidato o diputado necesitaba ser también originario del Estado. El señor Olaguíbel no era originario del Estado de México, que fue el que obtuvo la elección: no quiso tampoco hacer la farsa que muchos hicieron entonces de extender una escritura por 50 ó 200 pesos y entonces el señor licenciado Urueta con toda sabiduría, con toda justificación, vino a sostener aquí en esta tribuna las mismas ideas que estoy exponiendo, y el señor licenciado Olaguíbel fue aceptado por unanimidad en el Congreso de la XXVI legislatura. Creo yo por lo tanto, sostener una tesis acertada, justa y perfectamente constitucional. El señor Mario Méndez, no sé yo si será originario del Estado de San Luis. Lo declaro honradamente,; pero en cambio, con esa misma honradez sí aseguro a ustedes que el señor Mario Méndez ha tenido en los Estados de San Luis Potosí una residencia continuada de veinticinco años subsecuentes, que le señor Mario Méndez ha salido del Estado de San Luis Potosí por ir a servir a la causa de la revolución, al lado del primer C. Primer Jefe: el señor Alonzo, o creo que otro señor, ha dicho que no conocía al señor Méndez; esto es verdaderamente extraño, pues el señor Méndez es uno de los revolucionarios más distinguidos con que contamos (Siseos.) El señor Mario Méndez siempre ha trabajado al lado del C. Primer Jefe en el establecimiento de las líneas telegráficas. A una adhesión patriótica de él para hacer estos trabajos se deben indiscutiblemente muchos de los triunfos militares que ha tenido la revolución. (Siseos.) Creo que basta esto para ameritar los servicios tan distinguidos que ha prestado el señor Méndez, para explicar por qué no ha estado en San Luis Potosí en los últimos tiempos. Sin embargo, en los veinticinco años en San Luis Potosí que ha tenido el señor Méndez, bastan para haberlo identificado, tanto con los hombres como con las necesidades políticas de la región. Sin duda, sus electores recordando esto, tomando en cuenta los servicios revolucionarios del señor Méndez, lo han elegido para venir a este Congreso. En cuanto a la imposición a que se refiere el señor Ramírez Garrido, yo no tengo que argüir no en pro no en contra con pruebas fehacientes. Yo no tengo más que una deducción que hacer: en el 3er. distrito electoral de la ciudad de México, contendieron recientemente el señor Filomeno Mata y el señor Gerzayn Ugarte, secretario privado y amigo particular del C. Primer Jefe. Si yo hubiera tenido oportunidad de haber hablado ayer en la discusión de esta credencial, habría demostrado a ustedes perfectamente que la presión se ejercia en contra del secretario privado y amigo personal del C. Primer Jefe, el señor Ugarte, dando una vuelta a los tiempos anteriores en que ese secretario era perfectamente omnipotente. Por lo tanto, señores diputados si el señor Mario Méndez entra, aun en el caso de no ser originario de San Luis Potosí, si dentro del más amplio espíritu y casi dentro de la letra de la Constitución que dice, - Si quieren ustedes tomarla al pie de la letra -, que se necesitan seis meses anteriores al día de la elección. El ha tenido veinticinco años de residencia anterior al día de la elección y satisface la letra y el espíritu de la Constitución. Yo creo señores diputados que haréis un acto de justicia rechazando el dictamen de la comisión y dando el triunfo al señor Mario Méndez, que es el que lo ha obtenido.
El C. Presidente: Tiene la palabra el señor Martínez de Escobar.
El C. Márquez Josafat: Pido la palabra para un hecho, señor presidente.
El C. Presidente: Para un hecho tiene usted la palabra.
El C. Márquez Josafat: Conste que he pedido la palabra para un hecho y no para defender o impugnar el dictamen de la comisión. Puesto que ya han dicho algunos señores que han pertenecido al Congreso Constituyente, es feo, pero voy a decir que yo también tuve el honor de pertenecer a aquel Congreso Constituyente de 1917, y aunque con humilde, pero sereno criterio, pude juzgar tantos inconvenientes que allí se sucedieron sobre todo al tratarse de la discusión de credenciales, en cuyos debates se llegó a los personalismos, que si bien es cierto tuvieron su razón de ser porque para ello nos abrió el camino el artículo 4º. del decreto que convocó a aquel Congreso, no es menos cierto que trajeron como inevitable consecuencia hondos rencores y no pocos apasionamientos. Y si hemos venido deseando puerilidades y perdonando detalles insignificantes en bien de las causas nobles, debemos economizarnos en esta vez el triste espectáculo de personales reyertas y elevarnos conscientemente por encima de todas las miserias de la vida . Me refiero a estos ataques personales del señor presunto diputado, cuyo nombre no recuerdo. (Una voz: Ramírez Garrido). Expresando este modo de sentir, yo invito y suplico muy respetuosamente a los miembros de esta honorable asamblea, que al tratarse de las discusiones, hagamos abstracción completa de todos los personalismos, y que concretándose únicamente a combatir y defender la nulidad o validez de las elecciones y de todas y cada una de nuestras credenciales, vayamos a un fin justo, pues que de este modo, además de economizarnos un tiempo que más tarde nos dolerá, demostremos no sólo a nuestra nación, si no talvez a la naciones extranjeras que no vinieron a este Congreso un Lozano, un Moheno o un Olaguíbel (Siseos).
El C. Aguirre Colorado: Para una moción de orden.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Aguirre Colorado: El señor presunto diputado o diputado Josafat Márquez, no ha dicho nada del hecho. Suplico que se concrete a él, y no haga perder el tiempo. (Aplausos.)
- El . Márquez Josafat: ¿Pues como no, hombre? Suplicarles que se abstengan de personalismos.
El C. Ramírez Garrido: Para una moción de orden.
El C. Presidente: Diga usted.
El C. Ramírez Garrido: Creo que no necesitamos, para cumplir con nuestro deber, que se nos venga a hacer aquí exhortaciones al estilo sacristía .
El C. Ancona Albertos: Moción de orden señor presidente.
El C. Presidente: Hable usted.
El C. Ancona Albertos: El reglamento no autoriza a la presidencia para dar la palabra a nadie para los hechos, si no para rectificar hechos relativos a la discusión.
El C. Márquez Josafat: Pues tenemos un punto únicamente en duda, de que si el señor Méndez es o no originario del Estado de San Luis Potosí.(Voces: ¿Cuál es el hecho?) Ese es el hecho. Como no está todavía justificado, no podemos seguir los debates (Siseos.)
El C. Martínez de Escobar: Señores diputados decía hace un momento el exquisito literato señor Cravioto, que Benton, o no sé quién , decía que los pueblos que no tienen leyes se acercan a los salvajes, y que los que tienen esas leyes no las cumplen, son unos perversos o algo así, Esta es la substancia, o unos imbéciles. Alguien dijo algo más que Benton: "Los pueblos que no tienen leyes o se acercan a los salvajes o se acercan a los dioses." Pero si es una verdad que los pueblos que tienen leyes y no las cumplen, o son imbéciles o son perversos, yo no se al lado de qué parte del pueblo estaría el señor Cravioto en estos momentos. Me atrevo a creer, señores diputados, que estaba adentro de esta última parte, de aquella parte de los pueblos que tienen leyes y no saben jamás cumplirlas, ya por efecto íntimo de determinada persona o ya por pasiones ruines o por pasiones bastardas. Yo señores diputados, no puedo estar de acuerdo jamás con lo que ha venido a decir el C. Josafat Márquez. Es imposible en un momento dado y mucho menos en una asamblea , en una tribuna parlamentaria, hacer abstracciones de personas, cuando personas son las que están aquí señor Márquez, y cuando estas personas tienen másuclas, es necesario que nosotros las desnudemos para que todo el mundo sepa quiénes son esas personas. Yo lamento infinito que el señor Eliseo Céspedes, compañero de nosotros en el seno del Congreso Constituyente y que fue de los hombres que allí suplieron cumplir con su deber, y siempre con toda sus energía y con todo su valor civil, supo ponerlo a la altura de las circunstancias en aquel momento, hoy se olvide, señores diputados, de que hace muy poco tiempo firmó una Constitución, firmó la carta fundamental de la república, y en estos momentos él venga a pisotearla; lo lamento infinito, por que en verdad que me produce una desesperanza, una desilusion, de que los jóvenes de ayer en el Constituyente, ya va y no va defeccionando de las filas de honor y del decoro. No lamento que el señor Cravioto venga a pisar la aquí la ley; yo estimo al señor Cravioto, no lo creo ni malo ni perverso; lo creo un hombre bueno, pero ya su bondad, señores diputados, ya su bondad nos va haciendo pensar y tener sospechas del señor Cravioto. (Risas.) Yo he visto aquí que este señor solamente viene siendo un incondicional de los hombres quien en estos momentos están en las altas esferas oficiales. (Aplausos de las galerías.)
Yo señor Cravioto, como ayer en el Constituyente, como hoy aquí y como siempre, diré verdades, aunque produzcan escándalos. Ayer mismo el señor Cravioto decía: "Desearía que se discutiera la credencial del señor Ugarte, del señor Mata porque tengo compromisos con el señor Ugarte, para defenderlo, y desearía infinito que cuando llegara ya se hubiera discutido para no cumplir con esa obligación que tenía con el señor Ugarte. (Aplausos.)
El C. Cravioto, interrumpiendo: ¡No es cierto!
El C. Matínez de Escobar, continuando: Ya véis, pues, señores diputados, que el señor Cravioto, aquí, es un apoderado, es un representante de los Ugarte de los Rojas, de los Palavicinis, y toda esa serie de renovadores enteramente nefastos para el porvenir de la República Mexicana. (Aplausos.) El señor Cravioto más que para el tribuno parlamentario, está bueno para hacer cuentos; toda la vida nos viene con cuentecitos el señor Cravioto. Seguramente el señor Cravioto vive leyendo a Alfonso Daudet y a todos esos autores de cuentos que no se le quedan ni siquiera bien en su memoria. Esta es una verdad y nadie la puede negar; aquí el señor será representante de todos esos individuos, para venir a defenderlos, y no quiero creer que sea por intereses siniestros; quiero creer que es por efecto y por la pasión inmensa que siente por esos señores el Cravioto. Pero esos es una verdad y es necesario que esté alerta la asamblea. Es indispensable, señores diputados, pero vamos al caso. ¿Para que entrar a discutir el argumento del señor Céspedes, que es enteramente infantil, respecto de si han de sumarse los votos de un señor "X junior con los de un señor "X señor"? Es el caso que la comisión tiene que tener criterio y es natural que en este caso sí se sumaran esos votos, señores diputados, puesto que son de un individuo. (Dirigiéndose al C. Alonzo Romero:) Suplico que me diga cómo se llama, señor Alonzo Romero.
El C. Alonzo Romero: Aurelio Manrique, jr.
El C. Martínez de Escobar, continuando: Es indudable que si el señor Aurelio Manrique Jr., fue el único que estuvo en la junta electoral, en la contienda y tiene su padre el mismo nombre ¿cómo no va a tener la comisión facultad, por su criterio, para decir "el único contendiente en esta lucha fue el señor Aurelio Manrique Jr.?" Esto es el sentido común y no quiero ocupar la atención de ustedes con ello. Pero vamos al segundo caso. En México a través de todos los años pasados hemos tenido muy bonitas disposiciones, muy hermosas leyes y preceptos muy interesantes; lo que ha hecho decir algún escritor que en México, de una manera especial en las repúblicas latinoamericanas, todas las disposiciones no son más que bellas ilusiones legislativas, porque los pueblos donde esas disposicionesse dan son los primeros que las ultrajan, que las maculan y pisotean. Yo creo que los hombres como el señor Cravioto, aunque serán honrados, pero quizá inconscientes, quizá por acción refleja, estos hombres como el señor Cravioto, son los residuos de las dictaduras de ayer que están estallando por desgracia en pleno democratismo constitucionalista, señores diputados. El señor Cravioto, dándosela de abogado, - y no es raro que se la dé de abogado porque en cada momento leemos en la prensa, en "El Universal", del señor Palavicini, y en casi todos los periódicos: "El licenciado Cravioto", y este señor nunca ha dicho que es licenciado; pero aunque no lo haya dicho, hoy que ha venido a hablar aquí en contra de la Constitución, ustedes deben comprender que no lo es, porque no la conoce absolutamente. (Risas.) La Constitución es clarísima, señores diputados. El precepto es de aquellos que ni siquiera dan lugar a discusión. Claramente dice nuestra ley fundamental y solamente en ella quiero basarme, claramente lo dice: "Ser originario del Estado." ¿Es originario del Estado el señor Méndez? No lo es señores diputados. De manera que aquí queda descartado. ¿Es el señor Méndez vecino del Estado de San Luis Potosí, con la residencia efectiva, señor Cravioto, porque así lo dice la ley, de seis meses anteriores a la elección? Decía el señor Céspedes ¿dónde están los documentos que acreditan que el señor Méndez no es vecino del Estado? Alguien ya dijo aquí muy bien: el señor Méndez sería el que debería probarnos que si es vecino de San Luis Potosí. Pero vamos al caso. La única prueba que existe para demostrarnos que el señor Méndez no es vecino del Estado de San Luis Potosí, es una prueba documental. No señores, todos los que conocen al señor Méndez... ¡Vaya!; invoco el testimonio del señor Cravioto, de las personalidades más serias de aquí, el testimonio de la mayoría, todos sabemos y esta es la prueba testimonial, que el señor Méndez no es vecino de San Luis Potosí; de manera que si no obtiene allí los documentos, sepa la comisión, señor Acuña, señor Urueta, señor Zumbaran, tantos otros y el mismo señor Cravioto, que la mayoría de los que conocemos al señor Méndez todos atestiguamos, bajo nuestra palabra de honor, que no es vecino de San Luis Potosí. Yo soy el primero que nunca me apego a la letra que mata, no me he enamorado del precepto escueto. Soy el primero que siempre quiere interpretar la voluntad del legislador, quiero saber cuál es el espíritu que vivifica esa disposición. Si señor Cravioto, soy el primero que piensa en esta forma, porque de otra manera iremos a mil desastres. ¿Y cuál fue la voluntad del legislador? ¿Usted no lo sabe señor Cravioto? ¿cuál fue la voluntad del legislador al estampar allí en nuestra Carta Magna esta disposición de los individuos que vinieran a la representación nacional estuvieran en contacto íntimo y directo con los intereses del lugar por donde debían salir electos, cuando no se es originario de cualquier lugar? ¿Qué tiempo hace que el señor Mario Méndez no está en San Luis Potosí? Usted lo ha dicho: desde que se afilió a la causa Constitucionalista. Pues bien, o antes, pues el señor Mario Méndez sólo ha estado en contacto directo e inmediato con los intereses siniestros de la época en San Luis Potosí, cuando Profirió Díaz y Victoriano Huerta. Otros son los intereses que han surgido con lo revolución, señor Cravioto, y estos los desconoce de manera absoluta el señor Mario Méndez, porque hace cuatro o cinco años que no esta en San Luis Potosí. Allí esta perfectamente justificado el espíritu, la voluntad de los constituyentes y legisladores al proponer esa legislación. No hay lugar ni a discutir señores. Cuando yo escuchaba al señor Céspedes que invocaba la ley, yo recordaba algún poeta que conocerá el señor (señalando al C. Cravioto) y que yo no recuerdo y que decía "¡Cuántos crímenes y cuántos delitos se han cometido evocando tu nombre, libertad, invocando tu nombre, derecho, justicia y ley!" Así hoy aquí se quiere cometer un atropello a la Constitución invocando la palabra "ley", diciendo que esta ajustada a ella la elección del señor Mario Méndez; cuando no es verdad. Yo me dirijo a toda la asamblea, muy especialmente a los señores constituyentes, mis compañeros de Cámara, a aquellos con quienes tuve el honor de estar allí, en aquella asamblea, cuando los señores renovadores sólo defendían lavandera de la reacción.
El C. Cravioto, interrumpiendo: ¡Mentiras!
El C. Martínez de Escobar, continuando: Cierto, señor Cravioto, aunque usted no quiera, ya el pueblo los ha señalado de esa manera. Yo me dirijo a los compañeros del Congreso Constituyente para quien tenga muy presente esa constitución que acaban de firmar y para que vayamos estableciendo procedentes y no se diga que porque el señor Mario Méndez es de los íntimos del Primer Jefe y es de los queridos de la Primera Jefatura, el señor Mario Méndez debe deslizarse aquí, a una curul de la Cámara de Diputados es uno de lo hombres que quiere el cumplimiento de la, y el mismo señor Carranza se formaría un concepto triste de esta asamblea si supiera porque se dice que el señor Méndez es uno de los preferidos del él, ha sido aceptado aquí. No vaya a cometer ese desacato: no vayáis a cometer ese desatino; no vayaias a macular vuestra labor de ayer, que es reconocida en toda la república. Es necesario que se empiece por cumplir con la Constitución y que todos, absolutamente todos los que quieran ser honrados y sinceros para consigo mismos y para con la ley, den su voto aprobatorio a ese dictamen que está perfectamente basado en la justicia, no en la justicia del señor representante de los renovadores, si no en la justicia constitucional, en la justicia de la república, que sólo supieron sostenerlo en el constituyente los que llevamos el alto honor de llamarnos jacobinos.(Aplausos estruendosos.)
El C. Cravioto: pido la palabra.
El C. Presidente: ¿Con qué objeto?
El C. Cravioto: Tengo derecho a hablar en una discusión dos veces. Tengo derechos a contestar alusiones personales y a rectificar hechos. Para todo eso he pedido la palabra.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra, para contestar alusiones personales.
El C. Cravioto: La única cosa que ha dicho con razón al señor Martínez de Escobar, es que a mí me gustan los cuentos. El acaba de recordarme otro. Yo vi en una estampa vieja. (Siseos), que estaba un padre de familia dándole tremendos azotes en las posaderas aun muchacho y el muchacho decía: "Papá, ¿por qué me pegas si no he hecho nada ?" y el padre decía entonces: "Para que veas cómo será cuando hagas algo." Esto ha venido a hacer conmigo el C. Matínez de Escobar. ¿Pero para qué voy a entrar a analizar los ataques gratuitos, injuriosos, calumniosos que me han hecho? Mi vida pública es demasiado modesta, pero es demasiado conocida para que yo descienda a esas infamias y a esas pequeñeces. Alguien dijo que Marat es grande porque es Marat, porque aparece en la historia envuelto en la sangre negra que arroja una catástrofe espantosa; pero hay otros Marat que no son ni grandes ni pequeños, que sólo se presentan atestados del sebo y la manteca que contienen las cocinas de los amigos poderosos. El señor Martínez de Escobar, piensa que yo he venido a proponer aquí que se tuerza la Constitución, y yo pregunto, señores diputados, si no he dicho claramente que acaso me equivoque yo; pero que iba a dar una interpretación de buena fe, una interpretación a la ley, honrada, con un criterio amplio y no con el estrecho que suponen aquí las pasiones mezquinas del señor Martínez de Escobar. Yo he citado aquí al señor Urueta que me precedió en esta tribuna y le suplico que me diga si es verdad que en esta tribuna vino a sostener, cuando se trató de la credencial del señor Olaguíbel, el mismo criterio que ha sostenido aquí.
El C. Urueta: Pido la palabra, señor presidente.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Urueta.
El C. Urueta: Suplico a su señoría tenga la bondad de apuntarme después que concluya de hablar el señor Cravioto, en pro del dictamen de la comisión y para rectificación de hechos asentados por el señor Cravioto. (Aplausos.)
El C. Cravioto: Yo ruego con toda atención al señor Urueta me diga si es cierto o no, concretamente, lo que le pregunto. ¿Es verdad?
El C. Urueta: Ya contestaré a su señoría en su oportunidad.
El C. Cravioto: Yo afirmo que es verdad y acaso en esta vez tenga un criterio distinto, pero entonces, en verdad, apelo al Diario de los Debates. Decía el señor Martínez de Escobar que el señor Mario Méndez no ha estado en contacto directo e inmediato con los intereses actuales de San Luis Potosí. Yo afirmo que los veinticinco años de residencia última, precisamente ese carácter de director de telégrafos, ese carácter de director de telégrafos en contacto con los negocios íntimos de la revolución al lado del Primer Jefe, la de día mucho mejor que a cualquiera el conocimiento verdaderamente íntimo e inmediato de las necesidades políticas de la región. Por las manos del señor Méndez pasan todos los días infinidad de telegramas y entre otras cosas, lo que se refiere a los asuntos políticos de San Luis Potosí. Es una verdad evidente; además el señor Méndez, tiene intereses en San Luis Potosí, tiene amigos, tiene familia, tiene todos los elementos suficientes para estar en contacto con aquel pueblo. Esto, señores, ha sido la base de mi criterio. Afirmo de nuevo puedo estar equivocado, pero yo entiendo de esta manera el artículo constitucional y lo vengo a exponer con toda buena fe. Había en nuestra legendaria feria de Lago, aquel emporio anual que daba prestigio y auge a nuestro comercio incipiente, un afamado tratante de caballería que se llamaba Don Anacleto y que estaba urgido por deshacerse de un desmedrado rocín viejo, cojo, flaco e inútil, y al efecto, el urgido chalán se acercaba a todo sospechoso de comprador y le hablaba de esta guisa: "Mire usted, este caballo es muy bueno; quitándole lo cojo, descuidando lo flaco; no haciendo caso de lo viejo y olvidándose de las mataduras, el caballo es excelente; cómpremelo ustedes." Naturalmente que comprador no hubo nunca ... Yo me traigo, señores diputados, a este debate el famoso criterio de Don Aniceto; yo no vengo a ofreceros que me compréis con un voto aprobatorio, una ridícula e injusta; yo no vengo a deciros: quiten ustedes al señor Méndez la nulidad constitucional; quiten ustedes la presión, quiten ustedes la presión, quiten ustedes todo eso de que nos han hablado y sólo acuérdense de que es amigo del Primer Jefe y sólo en nombre de esto, aprueben su credencial. No señores diputados; yo solamente vengo a exigiros que hagáis lo que os impone vuestra conciencia, lo que reclama vuestro deber, lo que exigen los apremios de esta hora majestuosa y solamente y que el pueblo espera que así como Afrodita surgió blanca y resplandeciente de las amargas, salobres espumas del mar, así ahora, de todas nuestras encrespadas rebeldías amasadas con tanto dolor, con tantas desventuras, así de todos nuestros sacrificios humedecidos con tantas lágrimas, así, señores, surge por fin la justicia , la cierta, la única, la que no es la abominable de Trasímaco, que la definía diciendo que es la del más fuerte , sino la verdadera, la política, la purificante, la venerable, la justicia que ha de salir de esta grandiosa revolución haciendo que se enciendan estrellas de esperanza en los ojos entenebrecidos arbitrariedades pasadas, echando los conocimientos grandiosos de la vida de la patria y abriendo ante los ojos extáticos los destellos de un porvenir de redención y de confianza.
El C. Urueta: Pido la palabra en pro del dictamen.
El C. Presidente: la tiene el señor Siurob, que se ha inscrito antes.
El C. Urueta: El turno nada más.
El C. Siurob: Señores diputados: no voy a hablar con la oratoria brillante de los que me han precedido en el uso de la palabra. Yo nunca he sido orador de profesión; nunca he hablado al pueblo si no en las circunstancias en que era necesario exaltar su patriotismo para que levantara la cabeza en contra de la tiranía reinante o para excitar aún más su valor en el momento del combate y hacerlo vencer el obstáculo que le presentaba el enemigo, presentando su pecho ante las balas contrarias. Pero lo que si me considero en la imprescindible obligación de defender en estos momentos, es la ley que acaba de promulgarse. Aunque ya la han defendido los que me han precedido en el uso de la palabra, en favor del dictamen, voy a permitirme recordar a esta honorable Cámara algunos hechos verdaderamente lamentables. Todos vosotros sabéis que la Constitución pasada comenzó precisamente a dejarse de cumplir casi apenas hecha su promulgación, hasta el grado de que pasó virgen y mártir a través de todas las desdichas nacionales; virgen porque ninguno de los que debían haberla cumplido la implantó en el terreno administrativo; mártir, porque los congresos de aquella época se encargaron de mutilarla, de dejarla en tal estado, que como las viejas estatuas de la antigua Grecia, nadie podrá volver a reconocerlas. Señores, lo mismo pasará con esta nueva Constitución, si desde el interior de este recinto comenzamos a violarla. Como presidente de una de las comisiones dictaminadoras debo decir a ustedes que son muchos los casos que se presentan de nulidad por falta de los requisitos que marca la constitución en su artículo respectivo para los candidatos electos. Esto pues, va a sentar procedente; las resoluciones de esta honorable asamblea tienen muy alta importancia porque o van a colarse en el seno de este recinto mucho violadores de la ley, o esta asamblea, que ha comenzado hasta estos momentos por hacer cumplir la ley en todas sus partes, se mantienen dentro del alto criterio que se ha señalado hasta la fecha y conserva de esta manera el prestigio que debe tener en todos los ámbitos de la república. Ya acabamos de sentar el precedente: el C. presidente de la Cámara, para quien pido el voto de confianza, inmediatamente que se recibió la noticia o la solicitud de que debía de volver por el fuero constitucional, ha cumplido con su deber, ha solicitado ese fuero constitucional, ha cumplido con su deber, ha solicitado ese fuero a nombre de una comisión ha obtenido éxito en sus gestiones haciendo que venga al seno de este recinto con toda libertad el ciudadano que debía tenerlo; y eso que se trataba señores de un enemigo del constitucionalismo, y eso que se trataba del señor ingeniero Palavicini que ha dicho en plena prensa y ante todo el pueblo mexicano que el C. Primer Jefe tenía a su lado a un Tigelino, comparando el Primer Jefe con Nerón y al señor general Obregón, de altísimos méritos, tan grandes como los del C. Primer Jefe, sin personajes tan bayectos y tan indignos como Nerón y Tigelino; y eso que se ha hablado en favor de un ciudadano enemigo de la causa constitucionalista que se ha atrevido a decir en plena prensa que el C. Carranza estaba solo, queriendo hacer resaltar ante las naciones extranjeras la especie de que el C. Primer Jefe no tiene a su lado ninguna persona de valer, lo cual es un hecho absolutamente falso, y eso que se ha hablado en favor de una ciudadano que se ha atrevido a decir que el ejército constitucionalista está formado por un grupo de facinerosos, porque a tanto equivale decir lo que es mentira y absolutamente falso, que muchos jefes y oficiales del ejército asaltan en las calles a los ciudadanos, les arrebataban sus esposas e hijas y que sin ser capaces de empuñar el arma homicida por sólo el alza de precios en los valores de cualquier mercancía. Conciudadanos, es absolutamente indispensable que vosotros mantengáis la Constitución en su verdadero espíritu. El verdadero espíritu de la Constitución no es como lo asienta el compañero Cravioto a quien desconozco, porque yo conocí antiguamente el compañero Cravioto del partido liberal mexicano, siempre sincero, obrando con franqueza, siempre apagándose al espíritu de la ley es que los ciudadanos hayan estado en la localidad, de que se dicen vecinos sobra, seis meses antes de la promulgación del decreto. No es éste el espíritu de la ley; las condiciones de cada localidad, varían de un momento a otro, lo que un momento a otro, lo que un momento dado hace que en un pueblo haya tales o cuales necesidades, en otro momento y muy cercano, porque estamos precisamente en épocas en que las condiciones de las localidades con muchísima frecuencia hacen que si un ciudadano se ha ausentado, por ejemplo, cuatro meses del distrito en donde se dice vecino, desconoce casi en absoluto las nuevas condiciones que allí reinan. Por consiguiente, el espíritu de la Constitución, teniendo en cuenta estas circunstancias, se ha referido muy especialmente a que la vecindad debe ser adquirida permaneciendo seis meses exactamente antes de la elección. No voy a referirme a personalismos ni a que sean o no buenos los cuentos, aunque sin embargo, creo que en la dignidad de una Cámara como ésta, está precisamente el rechazar ciertos medios muy poco serios para la representación de una nación como la nuestra, que ya debe comenzar a dar el ejemplo de no tratar en sus grandes asambleas ni en sus congresos nacionales, los asuntos sometidos a debates sino con la seriedad, con la mesura que se merecen. Otra razón todavía para interpretar en esa forma el espíritu de la ley; lo que la ley quiso fue impedir que hubiera diputados en esas condiciones y voy a citar un ejemplo: el señor licenciado Macías, que por yo no sé qué tantos años estuvo representando el distrito de Apatzingán sin saber siquiera en qué Estado de la república se encontraba. (Aplausos.) Por último, soy partidario de que se discutan las personas. Está muy bien, y precisamente con ese objeto voy a citar un hecho en contra del ciudadano Mario Méndez. Se ha hecho una acusación por el teniente coronel Mauro Rodríguez en contra de este señor, que fue precisamente el jefe de telégrafos en la época del general Huerta..
El C. Ramírez Garrido, interrumpiendo: ¿Y le regaló una espada!
El C. Siurob, continuando: ¡Y le regaló una espada! (Risas) Esta circunstancia, señores, hace que quizá por eso el señor Cravioto alego como un gran mérito del señor Mario Méndez el gran conocimiento que tiene de ese ramo. ¡ ya lo creo, como ha servido a Díaz y a Huerta, y ahora el señor Venustiano Carranza! Por último, señores, vuelvo de nuevo a hacer una excitativa en nombre de los que verdaderamente hemos sufrido y hemos luchado; no de los que hablan de lágrimas que nunca han llorado; no de los que hablan de peligros que nunca han arrastrado; no de los que hablan de privaciones que nunca han sufrido, porque siempre han estado al calor del hogar rodeados de la familia y saboreando el buen puchero. (Aplausos.) En nombre, señores, de los humildes soldados de "El Ébano", de los humildes soldados de Celaya (aplausos), de los que, como ha dicho el general Obregón, se levantarían indignados si vieran esa ola de cuervos que se mecen sobre sus tumbas sin respetar su recuerdo; en nombre de ese grupo de soldados, yo os pido el absoluto respeto de la ley, y sobre todo, de la ley grande, de la ley mayor, de la ley suprema de la república: la última Constitución promulgada en Querétaro; que todos sus artículos esta Cámara no tolere que sean vulnerados en lo más mínimo; que todos esos artículos sean para nosotros la suprema ley; y hoy que no sólo me dirijo al grupo de liberales radicales, puesto que respetar esta ley no vendría a ser radicalismo, podrá ser, si quieren ustedes, hasta conservatismo puesto que sería conservar lo que ya está establecido. Por todas estas razones, recordar que los pueblos que no tienen leyes, son ¿qué, señor Cravioto? (Risas.)
El C. Cravioto: Son salvajes.
El C. Siurob, continuando: Son salvajes, y los pueblos que las violan son imbéciles; escoged, CC. diputados, si queréis pertenecer a cualquiera de éstos. (Aplausos.)
El C. Urueta: Pido la palabra para rectificar hechos.
El C. Céspedes: Pido la palabra para una proposición, señor presidente.
El C. Urueta: Para rectificar hechos la había pedido con anticipación.
El C. Céspedes: Moción de orden; CC. diputados, han hablado tres oradores en pro y en contra también otros tres; de manera que nos colocamos dentro del artículo 101 del reglamento; es pertinente la pregunta de la mesa sobre si se declara suficientemente discutido el asunto.
El C. Urueta: Estoy de acuerdo, señor presidente, en la moción de orden de que ha hecho mérito su señoría, el señor secretario; pero he pedido la palabra, no para hablar en pro o en contra del dictamen, aunque hubiera deseado hablar en pro de él, sino simplemente para rectificar hechos, puesto que por dos veces no ha interpelado el señor Cravioto.
El C. Presidente: Para rectificar hechos tiene usted la palabra. (Aplausos de las galerías.)
El C. Urueta: Voy a rectificar las frases pronunciadas aquí por el señor Cravioto, relativas a mi persona. Cuando las comisiones revisoras de la Cámara maderista se ocuparon en estudiar del presunto diputado Francisco de Olaguíbel, se convino, casi para la totalidad de los que integrábamos aquella Cámara, que sobra aceptada esa credencial. Era una de las pocas credenciales de nuestros enemigos políticos que nosotros deseábamos aceptar. Se suscito un debate respecto a si el licenciado Olaguíbel era o no originario del Estado de México, y el señor licenciado Olaguíbel pudo comprobar con documentos que había nacido en el Estado de México. De suerte es que yo no pude darle a la ley la interpretación que me atribuye el señor Cravioto. Pero en esta materia es preciso que ya que el señor Cravioto es tan amante de los cuentos, yo agregue uno a su colección. (Risas.) No se trata de un cuento burlesco de caballos con mataduras y compradores ladinos; se trata de un cuento serio, de pensamiento grave y filosófico. Cuéntese, en efecto, que en una discusión entre personalidades de alto numen, se invocaba, como último recurso, la autoridad de algunos filósofos, y en entonces, el gran Pascal pronunció las siguientes memorables palabras: "No quiero frailes, sino razones." De manera que los argumentos personales nada prueban si no son en contra de la persona: pero no en contra de la idea no pueden probar nada si no es una mejor y más bien sostenida. De suerte que, aunque no fuera rigurosamente cierto lo que yo aseguro aquí, aunque fuera perfectamente exacto lo que asegura el señor Cravioto, aunque en efecto yo hubiera sostenido la doctrina de él me atribuye, aun en ese caso el único perjudicado sería yo; pero de ninguna manera saldría beneficiado el señor Mario Méndez con una falsa interpretación de doctrina atribuída a Jesús Urueta. (Aplausos.) Demuestre el señor Cravioto que le C. Mario Méndez es originario de San Luis Potosí y tendrá razón; demuestre el señor Cravioto que el C. Mario Méndez tiene la residencia de seis meses anteriores la de la elección, exigida terminantemente por la ley constitucionalmente por la ley constitucional, y el señor Cravioto tendrá razón. Pero el señor Cravioto no podrá tener nunca razón asentada inexactamente que yo he sentido una doctrina constitucional que jamás he sostenido, pero aun en el supuesto de que la hubiera sostenido, lo único que demostrará con esto señor Cravioto, era que el licenciado Urueta sostuvo alguna vez una doctrina constitucional erróneas; pero querer aplicar doctrina la doctrina errónea constitucional del licenciado Urueta, al caso que nos ocupa, cuando aquí la ley constitucional es clara y terminante y el sentimiento de la asamblea es ese, esto, señores, es inconcebible como argumento, no es digno de su señoría . A esto concreto la rectificación de hechos: no ha sustentado esta doctrina constitucional. (Aplausos.)
El C. prosecretario López Lira: Se pregunta a la asamblea si se considera suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Está suficientemente discutido; se va ha proceder a la votación.
El C. Céspedes: Pido la palabra para una proposición.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Céspedes: Señores diputados: en está tribuna todos los oradores han hecho gala de conceptos llamándonos la atención sobre la ley; allá voy.
El C. Márquez Josafat: Moción de orden: no hay nada de discusión.
El C. Céspedes: Voy a hacer la proposición. Yo exhorto a todos los CC. diputados aquí presentes y especialmente a los constituyentes que nos reunimos en Querétaro a efecto de no pasar como violadores de la ley y les suplico se sirvan apoyarme en esto: pido que la votación sobre este asunto sea nominal; reclamo la ayuda de siete miembros y con especialidad de los constituyentes. (Voces: ¡Sí, sí!)
El C. prosecretario López Lira: Se va a proceder a la votación nominal de la primera parte resolutiva del dictamen, que dice:
"1a. - Es nula la elección para diputado propietario en favor del C. Mario Méndez, por el 1er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, en virtud de no llenar los requisitos marcados en la fracción III del artículo 55 de la Constitución, y válida la elección paras diputado suplente en favor del C. Teodoro Risal, por el mismo distrito electoral, en virtud de haber obtenido 1,042 votos (o sea mayoría de votos,) y no haber objeción alguna contra de su elección." Se va a proceder a la votación.
El C. Cravioto: Pido la palabra, señor presidente.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cravioto.
El C. Cravioto: Con objeto de que la votación sea clara, pido que se vote primero proposición relativa a la nulidad del señor Méndez , y en seguida las demás.
El C. mismo C. prosecretario: Es la primera proposición que contiene la nulidad de la elección del propietario y la aprobación de la elección del suplente.
- El mismo C. prosecretario la leyó.
El C. Cravioto: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Cravioto: Suplico a la comisión que se sirva dividir la proposición, puesto que en realidad es doble.
El C. Alonzo Romero: Yo creo que al votarse el pro o el contra de la primera proposición, queda demostrada la segunda, porque si resulta desechado el señor Méndez no cabe duda que la elección que le sigue en votos es la válida. Eso es lo que quiere el señor Cravioto.
El C. prosecretario: La secretaría se permite informar..
El C. Cravioto, interrumpiendo: Pido la palabra. En realidad todo el debate ha versado sobre la nulidad o legitimidad de la credencial del señor Méndez. Creo que separada esta proposición concreta, podemos ahorrar tiempo. Lo demás, sea el resultado que sea, lo podemos hacer en una votación económica.
El C. prosecretario López Lira: La primera proposición a la que acabo de dar lectura es la que se va a votar, es lo que dispone la mesa. Se refiere a la nulidad de la elección del propietario y a la validez de la elección del suplente.
El C. Céspedes: Yo quisiera que la secretaría precisara en estos términos: Está a votación el dictamen de la comisión en todos sus términos. Decía esto para que la asamblea no se confundiera con motivo de las preguntas que ha habido aquí.
- El mismo C. prosecretario: La secretaría se permite informar que el dictamen tiene dos partes: la primera es aquella a la que se acaba de dar lectura, y la segunda contiene la validez de la elección del ciudadano que sigue en votos al C. Méndez; de manera que está a votación la primera resolución de la comisión la Secretaría no puede hacer otra cosa que poner a las resoluciones que le presente la comisión. Se procede a la votación. Por la afirmativa
El C. prosecretario Portes Gil: Por la negativa.
El C. Cravioto: Pido la palabra.
(Se procede a la votación nominal.)
El C. secretario Céspedes: ¿Faltó algún C. diputado por votar por la afirmativa?
El C. prosecretario López Lira: El resultado de la votación por la afirmativa 152 CC. diputados y por la negativa 8, que corresponde a los CC. Alcocer Rosalío, Alejandre, Céspedes, Cravioto. O'Farrili, Pesqueira, Rocha y Villareal Antonio. En consecuencia, está aprobada la fracción 1a. del dictamen de la comisión. Se va a proceder a la votación de la segunda parte resolutiva del dictamen, que dice: "Es válida la elección de diputado propietario, en favor del C. Aurelio Manrique, por el 1er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí, por haber seguido en votos al C. Mario Méndez y estar su expediente conforme a la ley." En votación económica, se pregunta si se aprueba. Los ciudadanos que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado. (Aplausos.) La presidencia, por conducto de la secretaría, declara que se diputado por el 1er. distrito electoral del Estado de San Luis Potosí el C. Aurelio Manriquez Jr. y suplente por el mismo distrito el C. Teodoro Rigall.
El C. presidente a la 1 p. m.: Se suspende la junta para continuarla a la tarde a las 4.
- El C. secretario Céspedes a las 4.20 p. m. pasa lista. ¿Falta algún C. diputado por nombrar? (Varios CC. diputados dan su nombre.) Hay una asistencia de ciento cuarenta CC. presuntos diputados; hay quórum.
El C. presidente: Se reanuda la sesión de la junta preparatoria.
El C. prosecretario Portes Gil, leyendo: "Dictamen que los subscriptos miembros de la 4a. junta revisora presentan a la consideración de esta honorable Cámara, sobre la credencial del C. Antonio Villareal, presunto diputado por 10 distrito electoral del Distrito Federal."
El C. Rivera Cabrera, interrumpiendo: Para una moción de orden, señor presidente.
El C. Presidente: Para una moción de orden tiene usted la palabra.
El C. Rivera Cabrera: Tengo entendido que las credenciales impugnadas deben ser debatidas según el orden en que lo fueron ayer; separé la credencial del señor Manuel Rueda Magro porque tengo que hacerle a este señor muchas impugnaciones y como quiera que ha llegado a mi conocimiento que este propio señor ha estado lanzando por allí varias especies calumniosas para mí, y como quiera que este señor desde ayer mismo mandó arrojar desde esas galerías algunas postales que también me calumnian de una manera tremenda, y a efecto de que desde luego se deslinden las cuestiones y cada quien quede en su lugar para que la representación nacional conozca a estos integrantes, pido que desde luego se dé cuenta esa credencial a efecto de que yo la haga los cargos que tengo que hacerle y él me haga los que tenga en contra mía.
- El mismo C. prosecretario: La parte relativa del dictamen a que se refiere el señor diputado Rivera Cabrera, dice: "Es válida la elección de los CC. Manuel Rueda Magro y Juan G. Vasconcelos como diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 5º. distrito electoral del Estado de Oaxaca." Se pone a discusión el dictamen. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse:
El C. Rivera Cabrera: Favor de apuntarme en contra.
El C. secretario Céspedes: Se ha inscrito para hablar en contra del dictamen de la comisión, el señor Crisoforo Rivera Cabrera. En pro, el señor Manuel Rueda Magro.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Rivera Cabrera.
El C. Rivera Cabrera: En verdad de verdad, señores diputados, cuando vengo a esta tribuna a atacar personalidades, me siento apenado; pero en estas circunstancias , en esta época de reconstrucción nacional, se hace indispensable ver las personas porque éstas están íntimamente ligadas con la cuestión política nacional, y si permitimos que junto a los hombres que han luchado con todas veras para conseguir la felicidad de la patria se sienten aquellos que han luchado en el campo contrario para arrastrar al país en el caos y en la desgracia, por esta razón vengo en estos momentos a decir aquí quién es este individuo que se llama Manuel Rueda Magro, que ha tenido la audacia de lanzar su candidatura y venir a codearse aquí con muchos de los señores diputados a quienes con todo honor y con toda su les corresponde el lugar. No tengo objeción alguna que hacer al número de votos que militen en favor del señor Rueda Magro, porque los cargos a que me voy a referir son únicamente de conceptos políticos y no numéricos, es decir, no están fundados en el número de votos que pudo el señor haber obtenido. Para esto, hagamos algo de historia. En 1914, cuando la revolución constitucionalista llegó triunfante a México, los señores oaxaqueños se habían apoderado formando allá una ínsula especial, se habían apoderado de la cosa pública, y se manejaban a sus anchas, se apropiaban de todo y hacían y deshacían a su antojo. Cuando supieron que la fuerza revolucionaria era arrolladora, entonces aparentaron sumisión a Carranza y bajo este concepto le estuvieron sucediendo fuerzas, dinero y armas, para que poco tiempo después, cuando creyeron que el constitucionalismo estaba vacilante por la fuerza del villismo, entonces lo desconocieron y entonces se declararon libres, soberanos e independientes, nombrando a un gobernador que no era sino un engendro de Félix Díaz, que se llamó José Inés Dávila, y a ese gobierno sirvió Rueda Magro con el empleo de agente del ministerio público de aquel lugar; pero no es eso todo; voy a dar lectura a un documento que subscribió el señor, que por sí solo es bastante elocuente y hace resaltar el espíritu que siempre tuvo dicho señor. Dice así: "Manifiesto a las fuerzas serranas." Estas fuerzas serranas eran las disidentes que apoyaban al gobernador José Inés Dávila, connotado felicista y en abierta rebelión con el constitucionalismo. (Leyó.) Así se tildaba a nuestra causa en Oaxaca en aquella época en que el señor era agente del ministerio público. (Leyó.) Desorden y anarquía llamaba el señor Rueda Magro al gobierno constitucionalista. Allí tienen ustedes, señores, la labor del señor Manuel Rueda Magro. Ahora pasaré a hacer una ligera explicación de la procedencia de estas tarjetas postales que el señor Rueda Magro mandó repartir a los miembros de esta honorable asamblea. Vivía yo por el año de 1909 en la ciudad de Tehuantepec; como por el mes de julio llegó allí, corrido de esta ciudad por los científicos clásicos, el licenciado Fidencio Hernández, que había sido mi compañero de estudios en el colegio de Oaxaca. No sé con qué motivo tuvimos cierta reunión y en esa reunión se tomó la presente fotografía. Después de esto, señores, urdiendo y urdiendo, buscando la manera de perjudicarme encontraron la negativa, mandaron imprimir estas postales y les pusieron estas palabras al calce: (Leyó.) Pero no dicen los señores que el licenciado David Gutiérrez Vázquez es ahora el coronel constitucionalista jefe de estado mayor del general Laveaga y que ha prestado importantísimos servicios a la causa constitucionalista. No dicen que otros dos de los que aquí presentes -en la fotografía- hace más de cinco años que pagaron su tributo a la naturaleza, y no dicen que el que tiene el honor de dirigirnos la palabra, desde 1910, como delegado del centro en un club político de México, comenzó su carrera política y que no se ha separado una sola línea, pues siempre ha estado al lado de la causa del pueblo y ha prestado sus servicios tanto al gobierno del señor Madero como diputado al Congreso, como al señor Carranza en los campos de batalla, en la tribuna y en la prensa. Queda, pues, probado cuál es el ardid, cuáles son las intrigas, y cuáles los medios bajos y calumniosos de que se valen algunos señores para destruir la reputación de un hombre, cuya reputación es conocida universalmente por todo el país. Sé que ese señor ha dicho por esos mundos que tiene que hacerme otros cargos relativos a mi actuación al lado del señor general Jesús Carranza. Espero con tranquilidad que me los haga, puesto que aquí tengo todos los documentos que comprueban la limpidez de mi conducta durante aquella etapa revolucionaria. Creo que el documento que he leído y que todos ustedes han escuchado, es bastante para que le neguéis vuestra aprobación a la credencial de Rueda Magro, mandándolo a que vaya a servir a sus hermanos los serranos que todavía están alzados en armas contra el gobierno constitucionalista.
El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. Rueda Magro.
El C. Rueda Magro: CC. diputados: fue leído hasta ayer por uno de los secretarios de la mesa directiva que funge en las juntas preparatorias que arreglan de una manera legal la XXVII legislatura del Congreso de la Unión, un documento colectivo presentado por la segunda comisión, por el segundo grupo de la comisión revisora de credenciales, y en el cual una de las partes resolutivas de ese acuerdo o de esa proposición, consiste en la aprobación de mi credencial como diputado propietario por el 5º. distrito electoral del Estado de Oaxaca, y la credencial del C. Juan G. Vasconcelos como suplente por el mismo distrito electoral. El dictamen no podía ser más que aprobatorio desde el momento en que, fuera de los ligeros defectos de forma, todo lo demás estaba perfecto. La parte legal es absolutamente en mi favor, como puede decirlo la junta computadora si se le pregunta sobre el particular. Desde dos puntos de vista se puede atacar una credencial: desde el punto de vista legal y desde el punto de vista político. El legal, como digo, está a mi favor, primero por la forma en que se celebraron las elecciones del 5º. distrito electoral y segundo porque no tengo ninguno, es decir, tengo todos los requisitos constitucionales que el artículo 55 exige para venir a la Cámara a representar a un grupo de sesenta mil individuos, como diputado al Congreso de la Unión y porque no existe ni puede existir ninguno de los motivos de nulidad que establece el artículo 57 de la ley electoral. Nada, pues, dentro de la ley, puede alegar el señor Crisóforo Rivera Cabrera, pero sí fuera de ella, porque la desconoce desde el momento que no es, como se titula, abogado. No sería ilegal, señores, inmoral sí sería que a este recinto se introdujera un individuo tachado de reaccionario. Bajo mi palabra de honor protesto que no he sido reaccionario; el cargo que me hace el señor Crisóforo Rivera Cabrera es infundido. En Oaxaca no está establecido el ministerio público, lo puede decir cualquier oaxaqueño, está presente el señor Aurelio M. Peña, que es uno de los que han trabajado al lado del gobierno del Estado.
El C. Rivera Cabrera: Para una aclaración, señor Presidente.
El C. presidente: Después de que acabe el señor.
El C. Rueda Magro: No hay ministerio público; en consecuencia, no pude desempeñar ese empleo en 1914, señores, cuando, como es bien sabido, se estableció el gobierno constitucionalista en la capital de la república. El gobierno del Estado, señores, reconoció ese estado de cosas, laboró al lado del Primer Jefe de la revolución. Con malicia, señores, pocos, varios meses después se proclamó la soberanía en Oaxaca, y a ese estado de rebelión en contra del gobierno constitucionalista no pude servir porque estuve recluido en una prisión, como consta en un expediente que se tramitó en Oaxaca, por la acusación que se presentó por un individuo de origen alemán. En el expediente consta que no desempeñe ningún empleo porque fui perseguido, y porque, además, presté algunos servicios. Se ha dictaminado que no existe ni puede existir motivo de acusación en mi contra. El licenciado Peña, que fue el asesor que determinó en este asunto, podrá instrurinos sobre si es exacto lo que digo en ese particular. El señor Rivera Cabrera me ataca personalmente sólo y exclusivamente porque he atacado y atacaré su candidatura para senador por el Estado de Oaxaca. No lo ataqué con infamias ni diatribas; lo ataqué diciendo que era imposible que un hombre de la naturaleza del señor Rivera Cabrera, quien en el Congreso Constituyente, de una manera extemporánea y fuera de toda política, pretendió dividir el Estado de Oaxaca para formar un Estado donde pretendía medrar como gobernador o secretario, pudiera representar al Estado que trató de dividir. Un pequeño periódico de propaganda que vio la luz pública en Oaxaca durante el período de elecciones, ese periódico vino a las manos del señor Rivera Cabrera y de allí viene la manera de impugnar mi credencial. Debo decir, para que sepáis quién es el señor Cabrera, que en México hizo una postulación para senadores y diputados, y en esa postulación figuraba yo como suplente de él. El como diputado y como senador también. Como tal vez el señor Rivera Cabrera opinaría por la senaduría, yo vendría aquí a hacer oír mi voz como diputado suplente por el señor Rivera. Yo, señores, tendría el gusto de dirigiros la palabra en este Congreso constitucional. Que diga él si existe o no esa postulación, o si él no fue el autor de ella.
El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra.
El C. presidente: ¿Con qué objeto?
El C. Rivera Cabrera: Me interpela el señor.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Rivera Cabrera: Jamás hice postulación alguna en mi favor en que apareciera usted como suplente.
El C. Rueda Magro: He recibido una carta de él, señores, con un retrato de él mismo y junto con ella está la postulación.
El C. Rivera Cabrera: Tenga la bondad de leer la carta.
El C. Rueda Magro: La carta, señores, no obra en mi poder; pero telegráficamente la he pedido; estará muy en breve y estará también la postulación. Sólo me traje el papel en donde se hace su biografía y en donde figura como secretario del jefe y comandante militar del Itsmo, puesto a que aspiró, y el señor general Gutiérrez lo ha desechado. El señor general Luis Gutiérrez, que está en las galerías, tal vez así lo ha manifestado. Soy enemigo de contiendas personales, pero desciendo al terreno que me llama el señor. Voy a hacer historia también y sabréis quién ha sido el señor Rivera Cabrera. Su vida política, señores, data de muchos años antes de la vida política que él me atribuye, 1914; su vida política data de la época porfiriana. Allí en la región del Itsmo, en connivencia con un jefe político, él metía a la prisión a los ricos del lugar, para sacarlos después por medio de fuertes multas que se dividía con el jefe político. Posteriormente, señores, ingresó a la Cámara, burlando el sufragio popular en el Itsmo, ayudado por el jefe político de San Carlos Yautepec, de tal manera que formuló y sostuvo en el Itsmo la fórmula Rivera Cabrera; se postuló en el distrito de San Carlos Yautepec. Sobre este particular, señores, existe un memorial aquí en la Cámara, original subscrito por individuos conscientes del Itsmo, que relatan esa misma historia; obra en mi poder desde entonces copia de ese memorial y uno de sus párrafos dice lo siguiente: (Leyó). Este documento obra en copia en mi poder y auténtico en los archivos de esta Cámara. Posteriormente, señores, el señor Rivera Cabrera formó parte de la Cámara legislativa, de la XXVI Cámara legislativa, y se adhirió al block renovador. Disueltas las Cámaras por Huerta, no es exacto que fue perseguido; estuvo en Oaxaca a la sombra de Bolaños Cacho y del jefe político Jiménez Ramírez, su protector, y personalmente yo estuve con él; me fue a ver, señores, porque Rivera Cabrera en aquel Estado, de Tehuantepec me enviaba en segunda instancia los asuntos para que los ventilara en mi bufete; no es exacto lo que en el Constituyente dijo que fue perseguido, ¡Mentira!, estuvo escondido a ciencia y paciencia de las autoridades. Posteriormente, señores, ingresó en el constitucionalismo. ¿Cómo viene a contar su carrera política tan hábil y maravillosamente principiada? Entró al constitucionalismo; figuró al lado del extinto general Jesús Carranza y según dicen la opinión y prensa del Itsmo, él tuvo conocimiento del complot que se tramaba en contra del señor Carranza y pudo evitarlo porque fue avisado por un señor, cuyo nombre me dijeron esta mañana, y que lleva el nombre de un señor apellidado Granados, fue avisado en el camino de lo que en contra de don Jesús Carranza se tramaba y en lugar de dar aviso optó por bajarse en uno de los puntos del tránsito. No es exacto, señores, como de una manera descarada dice el señor Rivera Cabrera, que yo mandara repartir esas postales. No tenía conocimiento de ellas. En las galerías no las he repartido, no sé quién, no conozco a quién las haya repartido. Protesto contra esa imputación calumniosa. A mí me han remitido a mi domicilio dos fotografías en donde aparece el señor Rivera Cabrera con don Fidencio Hernández y con un señor que dicen ser director de un periódico que se llamó "El Cuartelazo." En consecuencia esa fotografía no pudo haber sido tomada sino después del cuartelazo. En otra fotografía, según han dicho, está retratado con Santibáñez, asesino de don Jesús Carranza. (Siseos.) Últimamente, continuando en sus manejos, por medio de su hermano político, el actual administrador del timbre, ha venido a la Cámara y he tenido en mis manos copia de un documento que el administrador del timbre dirigió a otra persona en el que lo llamaba para asuntos de administración y fue para darle la imposición de la fórmula Rivera Cabrera, y no sé quién otro como suplente, para que saliera avante en la postulación, y así salió, señores. De este hecho tiene conocimiento el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Gobernación. No son de mi invención, señores, están ampliamente justificados. Yo, señores, soy un elemento joven, pero me precio de pertenecer al partido liberal, y creo que el partido liberal me apoyará para admitir mi credencial, porque como él mismo lo ha dicho, no tiene ningún viso de nulidad....
- Un C. diputado, interrumpiendo: ¿Y Meixuelro?
El C. Rueda Magro, continuando: Voy a explicar lo del memorial que Rivera Cabrera trae a colación. No es exacto que yo lo haya podido firmar, porque en esa época estuve preso, estuve detenido, o como ustedes quieran llamarlo, porque yo de una manera inconsciente, presté mis servicios al efímero gobierno de tres días del general Jiménez Figueroa; a esos hechos se refiere precisamente el memorial; el señor Jiménez Figueroa, fue de Oaxaca a la capital del Estado y con un golpe de mano admirablemente preparado, hizo preso al gobernador del Estado, a los diputados y a los magistrados de la Corte Suprema del Estado. Decía el señor Jiménez Figueroa que iba por orden expresa de la Primera Jefatura; sin embargo, señores, las fuerzas serrana regresaron, recuperaron la capital y el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista declaró posteriormente de una manera oficial que el señor Jiménez Figueroa no había ido a Oaxaca mandado por él. Así hay órdenes y disposiciones terminantes de la Primera Jefatura; por eso, señores, fuimos perseguidos; el licenciado Chapital y yo estuvimos presos; mal pude haber firmado semejante manifiesto. Las autoridades de Oaxaca se declararon de parte de la revolución constitucionalista el 3 de junio de 1915 y ese día el que tiene el honor de dirigirnos la palabra, fue encarcelado precisamente por no ser partidario, por no participar de las ideas que en Oaxaca dominaban en la cosa pública y estuve preso, sufrí perjuicios de consideración y tardé mucho tiempo en recuperar mi libertad, porque sólo fui encarcelado por mi filiación política. Obran en mi poder, señores, los datos que darán prueba de la estricta, de la terrible vigilancia de que fui objeto por parte del gobierno del Estado, por lo que no pude abandonar la capital del Estado para presentarme a algún jefe constitucionalista. Por consiguiente, estando de mi parte la cuestión legal y no siendo exactos los hechos que me atribuye el señor Rivera Cabrera, creo que votareís a mi favor y no os arrepentiréis; tened en cuenta que el más cochino, habla de limpieza y el más pícaro, de honradez. (Siseos.)
El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Rivera Cabrera: Hace más de un año que cargos parecidos o iguales se me hicieron en el Istmo; los destruí, pero las hablillas han seguido y he provocado casi intencionalmente este debate para que de una vez por todas la nación se entere de la conducta mía y de mis enemigos personales y políticos. Que yo defraudé la voluntad popular en 1912, para salir electo diputado al Congreso de aquella época. Eso, señores; es el argumento de todos los vencidos, siempre los que pierden dicen que el vencedor defraudó la voluntad popular. ¿Por qué no se justificó por aquel entonces ante la comisión respectiva, para que ésta nulificara mi credencial? Sencillamente porque eso no fue cierto. Dice el señor que yo le dirigí una carta postulando a él como diputado suplente o senador suplente. Es una falsedad; yo no le he escrito ninguna carta y por eso no la presentó aquí. ¿Qué yo no fui perseguido por el gobierno del general Huerta? A todos los señores constituyentes de Querétaro que se sientan en esta Cámara les consta perfectamente bien que yo dí allí lectura a unos documentos procedentes del Ministerio de Gobernación huertiano, y por los cuales quedó perfectamente comprobado que fui perseguido y casi condenado a muerte por el gobierno del general Huerta. Aquí mismo está el señor licenciado Urueta, que me diga cuántas veces ni nombre fue inscrito en los anales de los condenados a muerte por el general Huerta? ¿Es verdad, señor Urueta, que fui condenado a muerte por Huerta? Allí está el señor Neri, que también fue diputado en aquella época y que podrá decir si es cierto que fui perseguido a muerte por el general Huerta y sus contlapaches. Diga usted, señor Neri.
El C. Neri: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Neri: Siendo diputado a la XXVI legislatura, me consta que varias veces sonó el nombre del señor Rivera Cabrera como uno de los más tenazmente perseguidos por el gobierno de Victoriano Huerta.
El C. Rivera Cabrera: Así podría hacer muchísimas citas de los antiguos compañeros, de aquellos que se encuentran aquí; pero vamos al punto culminante; mi connivencia, o cosa parecida, se ha dicho, con los traidores que asesinaron al general Jesús Carranza. El cargo me fue hecho en el Itsmo hace más de un año por un servidor asqueroso del general Castro que quiso malquistarme con este señor para ciertos aviesos fines. Lo voy a leer. Decía así el señor Cuartero, que era entonces teniente del estado mayor del general Castro, y que un mes antes, o dos meses antes, había sido jefe político en Chiapas, cuando era gobernador del Estado un señor Romero Palafox o cosa por el estilo, que defraudó la hacienda pública y que fue perseguido en aquella época: (Leyó). Aquí el señor Cuartero expresa un adjetivo que yo no repito, porque es una grave ofensa del gloriosos mártir de San Gerónimo. (Siguió leyendo). Aquí está mi contestación. (Leyó). Ya ve el señor Rueda Magro, que no me quedé en una estación antes, sino que estaba yo con el general Carranza. Aquí está el original. Periódico diario "La Prensa," de la ciudad de México, 14 de marzo de 1915.(Leyó). Periódico "El Pueblo," del 14 de marzo de 1915. (Leyó). Desde entonces ya comenzaba la negra intriga que usted ha secundado en contra mía (Lee un telegrama firmado por el C. Carranza). Aquí está el telegrama original. También el original se encuentra en este legajo. Los originales de los documentos todos que aparecen en esta nota, se encuentran en mi casa habitación de Tehuantepec.
Tengo otros muchos certificados en donde consta que los señores fueron a buscarme en distintas casas aparte de la que he mencionado; además, este otro es necesario que conozca la Cámara: (Leyó). ¿Dónde está, pues, señor Rueda Magro, mi supuesta connivencia con el traidor Santibáñez?
- El C. Rueda Magro: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Rueda Magro: Hice constar que hay un periódico que trata del asunto del Istmo por lo que respecta.... (Voces, ¡Más Fuerte!) Hice constar que por lo que respecta a la participación o no participación del señor Rivera Cabrera en el asunto Santibáñez, me atenía a lo que dice la prensa. Obra en mi poder un periódico en que se refuta al señor Rivera Cabrera, el memorial que está leyendo; no es necesario leerlo; es una carta que se firma por un soldado o sargento del ejército constitucionalista....
El C. Rivera Cabrera, interrumpiendo: Yo tengo aquí, señores, constancias de la Primera Jefatura, del señor Zubaran y de otras personas honorables; el proceder de usted demuestra evidentemente la inquina y el espíritu perverso de que está animado usted y todos los que lo secundan en esa labor completamente tenebrosa que han seguido en contra mía, y en cambio, usted no ha destruido ni ha podido probar que ese manifiesto lanzado por usted, con otros, al pueblo oaxaqueño, en los momentos del triunfo de las fuerzas rebeldes, no lo subscribió usted. ¡Pues sí lo subscribió usted! Y no me extraña la audacia de usted de negar su firma y el empleo que desempeño en Oaxaca bajo el régimen del gobierno enemigo al nuestro. Yo os aseguro, señores diputados, que el señor Rueda Magro siempre fue un enemigo de la causa constitucionalista; ¿que si estuvo preso? Es cierto, pero no estuvo preso por constitucionalista, estuvo preso por "cachista;" por ser un amigo incondicional del ex - gobernador, del señor Bolaños Cacho, de Meixueiro, que fue quien lo metió a la cárcel, no por constitucionalista. Se repitió el mismo caso de que muchos de los diputados de la XXVI legislatura estuvieron presos por felicistas y después estuvieron cantando ante la faz de la nación que habían estado presos por carrancistas. Es el mismo artificio, es el mismo ardid de que se vale el señor Rueda para hacer creer a la asamblea que estuvo preso por ser un adicto constante del constitucionalismo. Nada de eso, es un gran impostor y no se le debe creer una sola palabra de lo que ha dicho.
El C. Rueda Magro: Pido la palabra. (Siseos.)
El C. Hay: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Para una moción de orden tiene usted la palabra.
El C. Hay: Para suplicar respetuosamente a la presidencia que, por conducto de la secretaría, informo a la asamblea cuál es el presunto diputado cuya personalidad se está discutiendo Hemos gastado mucho tiempo en discutir la personalidad del señor Rivera Cabrera, cuya credencial no está a discusión; por lo tanto, ya que se ha permitido, o mejor dicho, ya que se ha dejado pasar el tiempo sin presentar una moción de orden en vista de la seriedad de los cargos que se hacían en contra del señor Rivera Cabrera, que ha venido perfectamente documentado; pero es preciso que en lo futuro se concreten las personas que hablen, sólo al asunto a discusión, porque si no, llegaremos al fin del mes entrante y no habremos terminado la discusión de credenciales. ¿Estamos discutiendo credenciales o estamos discutiendo individuos, que tienen que ver directa o indirectamente con las credenciales? Es lo único que deseo saber, y suplico a su señoría la haga presente, por conducto de la secretaría.
El C. prosecretario López Lira: La secretaría informa, por acuerdo de la presidencia, que se ha concedido la palabra a los oradores en uso del derecho que les da la ley como presuntos diputados; que la presidencia no podía saber el punto de iban a tratar; pero que por conducto de la secretaría exhorta a los CC. diputados para que se concreten al punto a discusión.
El C. Rueda Magro: Concretándome, señores, al punto a discusión, según lo menciona la secretaría, por orden de la presidencia, y haciéndome eco de la moción de orden que el señor Hay ha presentado, hago constar que se trataba de discutir mi credencial, la que he traído por el 5º. distrito electoral del Estado de Oaxaca. El mismo señor Rivera Cabrera que me ha impugnado y tachado mi personalidad como reaccionario, lo cual no ha podido comprobar ha hecho cargos y alusiones personales en mi contra; pero ha manifestado que no puede restar ni un solo voto de aquellos cinco mil y tantos que aparecen en los expedientes de los individuos que votaron en mi favor. A ese respecto, pues, espero que no se tendrán en cuenta las alusiones personales que en mi contra ha hecho el señor Rivera Cabrera y que si he cometido algún delito, se me consigne a los tribunales, despojándoseme del fuero que me dió y que me ha dado la credencial. Sobre este particular hago constar, y pido respetuosamente que el señor licenciado Peña conteste si es exacto, que fui denunciado por los mismos hechos a que se ha referido el señor Rivera Cabrera y si se ha resuelto que no ha lugar a proceder en mi contra.
El C. Peña: Pido la palabra, señor presidente, con objeto de aclarar un punto del debate.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Peña: Señores diputados: efectivamente el señor licenciado Rueda Magro fue acusado por el señor ingeniero Carlos G. Steinman de que había prestado servicios al gobierno reaccionario en Oaxaca, y algunos otros cargos que no se pudieron probar. Unos ocho días antes de haber salido yo de esa ciudad tuve conocimiento del asunto, en el cual se declaró que no había lugar a proceder en contra del señor Rueda Magro, porque no se le pudo probar ninguno de los cargos. El señor Crisóforo Rivera Cabrera sabe muy bien que yo no he tenido compromisos o ligas con ninguna persona, con objeto de que independientemente pueda tratar los asuntos que se me habían encomendado. Yo no tengo amistad íntima con el señor Rueda Magro; en este caso, en obsequio de la verdad, hago la aclaración que él ha pedido.
El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra para una interpelación al señor que acaba de hablar, señor presidente.
El C. presidente: Para una interpelación tiene usted la palabra.
El C. Rivera Cabrera: ¿En la causa que usted incoó en contra del señor Rueda Magro se le hizo el cargo de haber subscrito el manifiesto que leí aquí en la Cámara? Tenga la bondad de contestar.
El C. Peña: No he oído.
El C. Rivera Cabrera: Que si en el procedimiento que usted incoó en contra del señor Rueda Magro existe el cargo relativo a haber subscrito el manifiesto que yo leí en la Cámara.
El C. Peña: No se habló nada de ese manifiesto.
El C. Rivera Cabrera: Luego entonces ese manifiesto queda en pie, señores diputados.
El C. Rueda Magro: Hago constar, señores diputados, como lo he indicado antes, que yo no subscribí ese manifiesto y protesto contra quien haga constar mi firma allí. En la fecha de ese manifiesto estaba yo preso por haber prestado mis servicios al efímero gobierno del señor general Jiménez Figueroa y la perturbación del orden a que el manifiesto se refiere fue causada precisamente por la entrada a Oaxaca de las fuerzas que se decían constitucionalistas, encabezadas por el señor Jiménez Figueroa. No se refiere, como maliciosamente hace constar el señor Rivera Cabrera, a las fuerzas constitucionalistas, porque las fuerzas constitucionalistas no habían entrado a Oaxaca, y las que habían entrado estaban en íntimo contacto con el gobernador de Oaxaca preparando el golpe que se efectuó después el 3 de junio de 1915, época en que no fui encarcelado por "cachista," porque el señor Bolaños Cacho fue separado del gobierno del Estado el 10 de junio de 1914. La soberanía se declaró el 3 de junio de 1915, un año después, y entonces fuí encarcelado, no como dice el señor Rivera Cabrera, por cachista, sino por mis ideas constitucionalistas. Fui encarcelado. El juez instructor, el asesor militar de la comandancia constitucionalista, licenciado Chapital y yo, fuimos encarcelados con el comandante militar constitucionalista y con todas las demás personas que teníamos simpatías por el constitucionalismo. Ese manifiesto, que protesto no haber firmado, no se refiere, no vulnera en nada ni se relaciona en nada el ejército constitucionalista; se refiere a la perturbación que tuvo lugar en Oaxaca en noviembre de 1914 con la entrada de las fuerzas que comandaba el llamado general Jiménez Figueroa. Y como mi credencial está limpia de nulidad, tengo todos los requisitos para ser diputado. Pido, señores, que la aprobeís, aprobando el dictamen de la comisión. Interpelo a alguno de los miembros de la comisión para que manifieste si hay algún defecto en la computación en los expedientes y que, si es así, estoy a lo que ella dictamine, a lo que ella decida.
El C. presidente: Tiene la palabra la comisión.
- El C. Pérez Gazga: Como miembro de la segunda sección de la primera comisión, contesto la interpelación del señor licenciado Rueda Magro, aunque creo innecesaria dicha interpelación, porque ya lo ha dicho el mismo señor Rivera Cabrera que nada objeta contra esa credencial. Manifiesto que el expediente electoral en que se declaró al licenciado Rueda Magro diputado por el 5º. distrito electoral del Estado de Oaxaca, es correcto; por esa circunstancia la comisión ha dictaminado en el sentido en que lo hizo y guiándose solamente por un criterio estrictamente legal.
El C. prosecretario Portes Gil: La mesa pregunta si se considera suficientemente discutido el dictamen. Los que estén por la afirmativa se servirán levantar la mano. Se considera suficientemente discutido. En votación económica..
- El C. Rivera Cabrera, interrumpiendo: Pido votación nominal, señores y suplico a siete compañeros tengan la bondad de pararse.
- El mismo C. prosecretario: Se procederá en votación nominal. (Voces: ¡No, no!) Como ha sido apoyado por siete personas, está aprobado que se proceda en votación nominal, como lo ha pedido el señor Rivera Cabrera.
El C. secretario Céspedes: Se procede a la votación nominal. Está a votación el dictamen de la comisión.
(Se hace la votación).
- El mismo C. secretario: ¿Falta algún C. diputado por votar?
El resultado de la votación fue el siguiente: 139 votos por la afirmativa y 18 por la negativa, que corresponden a los de los CC. Aranda, Basáñez, Bravo Izquierdo, Cantú, Curiel, González Marciano, Limón, López Ignacio, López Miro, Magallón, Márquez Rafael, Mendoza, Montes, Ramírez Llaca, Rivera Cabrera, Sánchez José M., Vega Sánchez y Villareal Filiberto C.
La presidencia declara, por conducto de la secretaría, que es válida la elección y, por consiguiente, diputado propietario por el 5º. distrito electoral de Oaxaca, el C. Manuel Rueda Magro, y el C. Juan G. Vasconcelos, suplente.
- El C. prosecretario Portes Gil: "Dictamen que los subscritos, miembros de la 4a. junta revisora de credenciales, presenta a la consideración de esta honorable Cámara, sobre la credencial del C. licenciado Antonio Villareal, presunto diputado por el 10 distrito electoral del Distrito Federal.
El C. Hernández Maldonado, interrumpiendo: Para una moción de orden, señor presidente.
El C. presidente: Para una moción de orden tiene usted la palabra.
- El C. Hernández Maldonado: Me parece justo el precedente que fue sentado hace un momento, de que las credenciales pendientes ayer se continúen discutiendo hoy. La credencial que se relaciona con el 2º. distrito electoral del Estado de Tlaxcala, entiendo que debe ser discutida desde luego, puesto que ayer fue apartada con ese objeto para discutirla hoy.
El C. González Galindo: Fui yo quien pedí ayer que se aplazara la discusión de la credencial del 2º. distrito electoral de Tlaxcala...... (Voces: ¡No se oye!) Digo que como está concedido el plazo de esta discusión hasta que vengan los documentos, pido que se siga aplazando y ofrezco yo que si mañana no han venido, no pido otro aplazamiento ni ataco yo ninguna credencial porque a mí no me gusta atacar sin tener yo ninguna constancia.
El C. Hernández Maldonado: Ayer, a moción del señor González Galindo, fue apartada mi credencial para discutirla hoy por la mañana, asegurando él que tendría preparados documentos que trae en mi contra; si seguimos como vamos, es posible que pase un año y por estar esperando esos documentos no se pueda discutir mi credencial. El señor González Galindo ya sabía que debía atacar esta credencial y por lo tanto debía haber venido preparado.
El C. González Galindo: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
- El C. González Galindo: Creo que he hablado en castellano hasta donde me ha sido posible; repito, que he pedido el aplazamiento para la discusión de esta credencial por no haber traído los documentos con los cuales voy a atacarla; sin embargo, he ofrecido también es este momento que si mañana no han venido, no pediré nuevo aplazamiento, y dejaré que se lleve al debate y que se apruebe o no. No quiero atacar sin tener documentos con qué hacerlo.
El C. Hernández Maldonado: Pido la palabra, señor presidente. (Siseos.) Pido la palabra, señor presidente.
El C. secretario Céspedes: La mesa consulta a la asamblea si debe darse lectura al dictamen a que se ha referido el señor compañero o si se sigue en el orden que se había establecido de antemano.
El C. Hernández Maldonado: Pido la palabra, señor presidente, antes de esto, para una aclaración. - El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Hernández Maldonado: Estaba empeñado únicamente en demostrar que el señor González Galindo quería retardar este debate, pero no por eso estoy empeñado en que mi credencial no sea discutida; quiero que lo sea para que se vea punto por punto que de lo que se trata no es más que de calumnias o argucias de vencidos.
El C. secretario Céspedes: "Examinados que fueron detenidamente los diversos expedientes del 10 distrito electoral del Distrito Federal, esta 4a. junta revisora se encuentra los siguientes motivos de nulidad en las casillas que se indican en seguida; debiendo advertirse que el C. Antonio Villareal, presunto diputado, ocurrió por escrito a esta junta, solicitando se declarara la nulidad de la elección de las casillas números 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 12, 14, 18, 21, 50 y 51, de la municipalidad de Tacubaya, por los diversos razonamientos que asienta. Asimismo, llama en el referido escrito, la atención de esta junta revisora acerca de las anomalías de las casillas números 64 y 65 de la misma municipalidad.
"Procediendo con toda justificación, los subscritos encontramos que son de nulificarse, efectivamente, las casillas antes dichas, excepto las números 3, 4 y 12, porque en el criterio de la junta no hay motivo de nulidad...."
El C. Torijano, interrumpiendo: Para una moción de orden, señor presidente.
El C. presidente: Para una moción de orden tiene la palabra el C. Torijano.
El C. Torijano: Deseo saber si los oficiales que están ahí (Señalando a una de las puertas) son diputados o presuntos diputados; en ese caso que pasen a su curul, y si no, que se diga por que están esos dos oficiales en esa puerta.
El C. prosecretario Portes Gil: La mesa ordena a los señores oficiales hagan favor de desalojar el salón u ocupar su curul si son diputados. (Los oficiales abandonan el salón.)
- El mismo C. prosecretario, leyendo:
"Siguiendo el mismo criterio iniciado por el propio C. licenciado Antonio Villareal, criterio que, por otra parte, esta junta revisora lo ha encontrado dentro de la ley, la misma junta, después de un minucioso examen del expediente, no estima legales las elecciones verificadas en las casillas números:1a., de Cuajimalpa; 2a., 3a., 4a., 6a., 8a., 10, 13, 15, 16, 17, 18, 20, 22, 23, 27 y 28, de la municipalidad de Mixcoac; 35, 36, 37, 38, 39, 42, 45, 46, 60, 61, 70, 74, 75, 76 y 77, de la municipalidad de Tacubaya, con fundamento de los artículos 25, 26, 27, 29 y 30 de la ley electoral. "Posteriormente se recibió copia certificada de la sentencia que dictó el juez 2o. de distrito en el proceso surgido en la averiguación de las infracciones legales cometidas durante las elecciones verificadas en las casillas 50 y 51 ya citadas; y como en esta sentencia se declara que se ha infringido la ley electoral; y como consecuencia que esas elecciones fueron nulas, no es necesario, como no lo fue a esta junta, tener en cuenta esta resolución judicial, puesto que previamente se había hecho el descuento de los votos relativos, por esta comisión.
"Se recibió, asimismo, copia de la sentencia firmada por el juez 1º. de distrito, relativa al proceso instruido con motivo de la averiguación de la denuncia de fraude que se dice cometido en las casillas 64 y 65 de Tacubaya, y como en el anterior, no fue necesaria a esta junta la aludida resolución judicial, porque obrando de antemano con toda imparcialidad y apego a la ley, ya se había hecho igualmente el descuento de votos en favor de uno y otro candidato.
"Hechos los descuentos de que se ha venido tratando, por las irregularidades e infracciones de la ley que en las casillas citadas se cometieron, resulta un cómputo general de:
"1,545 votos en favor del C. Manuel García Vigil, para diputado propietario.
"1,173 votos en favor del C. Antonio Villareal, para igual puesto.
"1,211 votos en favor del C. Antenor Abreu Sala, para diputado suplente.
"1,002 votos en favor del C. Carlos Aragón, para igual puesto.
"En virtud de lo expuesto, y debiendo tenerse en cuenta que esta junta revisora, siguiendo enteramente el deseo del candidato C. Antonio Villareal, deseo que, como ya se ha manifestado, está de acuerdo con la ley, nulificó las elecciones de las casillas por el mismo C. Villarreal citadas; por iguales razones y fundamentos que nulificaron las otras que también se indica arriba, y por ello sometemos muy respetuosamente a la consideración de esta honorable Cámara, las siguientes proposiciones:
"1a. - Es diputado propietario por el 10 distrito electoral del Distrito Federal el C. Manuel García Vigil, por haber obtenido una mayoría de 281 votos.
"2a. - Es diputado suplente por el 10 distrito electoral del Distrito Federal el C. Adolfo Abreu Sala, por haber obtenido una mayoría de 209 votos.
"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados, abril 8 de 1917.
"El presidente, J. Siurob. - El secretario, D. Sánchez. - El vocal, J. Morales Hesse. (Rúbricas.)"
Está a discusión el dictamen, las personas que deseen hacer uso de la palabra pueden pasar a inscribirse.
El C. Villarreal: Pido la palabra en contra.
- El mismo C. secretario: Se ha inscrito para hablar en contra el C. Antonio Villarreal.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Villarreal.
- El C. Villarreal: ¿El señor ingeniero Morales Hesse fue uno de los miembros de la comisión dictaminadora? Preguntaba si el señor ingeniero Morales Hesse fue uno de los miembros de la comisión dictaminadora; quisiera que tuviera la amabilidad de decirme en qué consiste la nulidad de la elección en las casillas a que se refiere.
El C. Morales Hesse: Yo suplico al licenciado Villarreal tome la ley electoral, y, como abogado que es, debe saber qué consiste. En el dictamen se hacen explicaciones precisas de la consistencia de esa nulidad, son los artículos.... ¿Tuviera la bondad el señor secretario de darles lectura? (No se les dio lectura, por que no lo consideró necesario el licenciado Villarreal.)
El C. Villarreal: Honorable asamblea; en muy pocas palabras voy a demostrar hasta la evidencia que el dictamen de la comisión revisora que ha manifestado que son diputados propietario por el 10 distrito electoral del Distrito Federal el señor general Manuel García Vigil y el señor Adolfo Abreu Sala, ha obrado en el caso especial de que se trata, con perfecta parcialidad. Con el objeto de proceder con todo orden, voy a leer la parte relativa del acta que levantó la junta computadora del 10 distrito electoral, tratándose de todas y cada una de esas casillas y después me voy a permitir leer las irregularidades cometidas en todas las demás casillas y se podrá convencer la asamblea de que las irregularidades que se cometieron en una, se cometieron en todas, y que la junta revisora exclusivamente se fijó en aquellas casillas en que yo he obtenido mayoría, sin hacer mención de todas aquellas en que obtuvo mayoría el señor general Manuel García Vigil.
La mesa computadora dice refiriéndose a la casilla número 1 de Cuajimalpa: (Leyó) De manera que la irregularidad.
El C. Morales Hesse, interrumpiendo: Para una aclaración, señor presidente. El licenciado Villarreal solamente ha leído la parte primera del acta, pero no ha leído el criterio del presidente de la comisión. Suplico que para que la asamblea norme perfectamente su criterio acabe de concluir la parte del primer capítulo del acta que se refiere a la primera sección de Cuajimalpa.
El C. Villarreal: Con todo gusto: (Leyó). Irregularidades apuntadas por las cuales se nulificaron tres o seis boletas por carecer de firmas. ¿Qué no existía la lista de escrutinio en el acta de la elección? Consta el resultado del escrutinio en el acta a la vez que hacían la elección : en el acta de elecciones manifestaron el número de votos que habían obtenido cada candidato; la lista de escrutinio no es un documento que, faltando, nulifique la elección. Dice también el presidente de la mesa, que se ha observado que están firmadas por una misma mano. En primer lugar la mesa computadora no tiene absolutamente el carácter de una mesa pericial. Si se somete esa irregularidad, los representantes de los partidos deben hacer la denuncia inmediata ante la junta computadora; está debe hacer inmediatamente la consignación al juez de distrito y éste es el único que debe resolver si se ha violado o no la ley electoral. (Voces: ¡No, no!) Si con ese criterio se observaran todas y cada una de las elecciones de los diputados, sería absolutamente imposible encontrar una sola acta de elecciones donde no existiese ninguna de esas irregularidades. Conforme a la ley electoral, los únicos motivos de nulidad de una elección, son los siguientes:
"I. - Estar el electo comprendido en alguna prohibición o carecer de los requisitos exigidos por la ley para poder ser electo presidente de la república, diputado o senador, según la elección de que se trate:
"II. - Haber mediado cohecho o soborno o amenazas graves de alguna autoridad, siempre que por una de estas causas o por todas ellas se haya obtenido la pluralidad de votos en su favor:
"III. - Haberse ejercido violencia en las casillas electorales por la autoridad o particulares armados en las condiciones de la fracción anterior:
"IV. - Error sobre la persona elegida, salvo que dicho error sólo fuese sobre el nombre o apellido, pues en este caso lo enmendará la Cámara respectiva o el Congreso de la Unión al calificar la elección, siempre que no lo haya hecho la mesa de la casilla electoral o de la junta computadora correspondiente;
"V. - Haber medido error o fraude en la computación de los votos en las mismas condiciones de la fracción II;
"VI. - Haberse instalado la casilla electoral contra lo dispuesto en esta ley; y
"VII. - No haberse permitido de hecho a los representantes de los partidos políticos o de los candidatos independientes, ejercer su cargo."
De manera que si en una casilla electoral se verifica la elección, se levanta la lista de escrutinio en la misma acta de elecciones, como ha pasado con toda seguridad en todas las casillas, en que han intervenido en las elecciones de los señores diputados que me oyen; si se establece ese criterio, todas y cada una de las casillas serían perfectamente nulas y no habría absolutamente aquí ningún representante del pueblo. En último caso, si los señores que forman la comisión, que nada más en este caso especial se han fijado en estas irregularidades, porque hasta ahora no se habían presentado este caso, hubieran obrado con toda rectitud y equidad, deberían haber disminuido nada más el número de boletas o votos en que no aparecen las firmas, deberían haber descontado las boletas en las cuales se hubiese cometido alguna irregularidad; pero no nulificar toda la elección de las casillas, porque esto sólo se hubiera podido hacer si no se hubiesen establecido las casillas en el lugar designado por la ley, o si se hubiese cometido falta alguna en la forma de establecer
las casillas; pero desde el momento en que se establecieron conforme a la ley, no hay motivo para nulificar 190 votos de esa casillas electorales. Por consiguiente, yo pido a la honorable asamblea se sirva tener la bondad de ir haciendo el cómputo de votos y de ir anotando las observaciones, de tener en cuenta las observaciones que haga para que se vea que se me quieren restar votos a fuerza con objeto de tener en el seno de esta asamblea a una persona que ha sido derrotada en una contienda completamente democrática y honrada en el 10 distrito electoral. "Reunidos los miembros de la mesa, esta es la casilla número dos...." (Ruego también a los señores diputados, tengan la amabilidad de fijar perfectamente la atención en cuáles son los motivos que alegra la comisión, respecto a la nulidad de las elecciones en esta casilla). (Leyó.)
Exactamente el mismo caso, porque falta todavía aquí poder establecerse, y no habiéndose verificado el acto, las elecciones deberían nulificarse; en esto estaría perfectamente conforme. Aquí se le descontarían al señor García Vigil 21 votos y 18 a mí. En otra casilla no tienen absolutamente derecho más que para descontarme 6 votos; de manera que allí tengo 184 votos perfectamente justificados; la circunstancia de que la mesa diga que están firmados por un mismo puño y letra, no está comprobada, es una afirmación que nadie puede tomar en serio, porque estos señores no son absolutamente peritos, sobre todo porque en la mesa computadora del 10 distrito electoral estaba como vicepresidente un candidato, una persona que se había presentado como candidato y que tenía una verdadera intención de nulificar la elección de todas y cada una de las casillas, y entonces hacía la observación, manifestando que no estaba conforme con el resultado de la elección, por el hecho de haber descontado una boleta a la que faltaba una firma, haciendo constar que no estaba de acuerdo con el resultado de la elección ni con la lista de escrutinio. De manera que habiendo 184 votos en la primera casilla, que no se me podían quitar, porque no hay motivo para nulificar, desde el momento en que no hay sentencia de la autoridad judicial que es la única competente para resolver la nulidad de la elección, ellos no tenían facultad para disminuir uno solo de los votos. La asamblea sería la única que podría resolver respecto de esta elección. Casilla número tres: (Leyó.) Sin embargo, los señores que forman la comisión tratan de nulificarme esta casilla, no obstante que está allí toda la documentación completa, y dicen los señores de la mesa computadora: (Leyó.) ¿Es serio, es siquiera de tomarse en consideración que se nulificara esa casilla porque una boleta no está firmada por un volante? ¿Tiene razón la comisión para descontarme esos 36 votos? ¡Claro que no! Entonces se nota la pasión; no es sino el sectarismo de partido. El señor Manuel García Vigil pertenece al partido del cual los señores son miembros, y tienen necesidad de defenderlo por sectarismo de partido, haciendo a un lado todo sentimiento de equidad y de justicia, es decir: quieren engañar a la asamblea manifestando que hay violación cuando no existe ninguna; y de acuerdo con ese criterio deberíamos nulificar las elecciones en toda la república, porque no hay una sola casilla en donde no se haya cometido una sola irregularidad. Pero las irregularidades, como he manifestado, que nulifican la elección, son aquellas en que se haya cometido la violación establecida en la ley electoral, y si se ha cometido alguna violación, sólo el juez de distrito es el único competente para decir que se ha cometido; ni la mesa computadora ni la comisión tienen facultades para hacerlo. Por allí verán ustedes que tengo 36 votos perfectamente legítimos que se me quieren restar. (Leyó.)
De manera que volvemos otra vez a hacer hincapié en que aparecen boletas que están escritas por una misma mano; esa disposición de la ley no tiene sanción. Dice la ley que los votantes deberán firmar personalmente sus boletas; pero aquí no tiene absolutamente ninguna sanción la ley; eso quiere decir que si algunos de los volantes llevan firmada una boleta, aun cuando una segunda persona la haya firmado, pero que indique el nombre del volante o que al que haya él mandado se la escriban, por esto no se nulifica absolutamente la elección, y en esta caso sería necesario también, y lo vuelvo a repetir hasta la saciedad, que viniera una sentencia de un juez de distrito que dijera: "Hubo aquí fraude electoral, consistente en tal o cual número de votos;" pero no nada más la observación de la mesa computadora en donde estaba el señor licenciado cuyo nombre no recuerdo en este momento; pero voy a decirlo, que se había presentado como candidato en ese mismo 10 distrito, Monterde y Adalid. De manera que ya ven los señores diputados que no hay absolutamente ningún derecho para que la junta o comisión revisora nulifique mis votos en esa casilla. (Leyó.) En esto estoy perfectamente conforme; no había acta de instalación y no deben computarse los votos; pero debo manifestar que si los votos no me fueron computados por la junta computadora, que absolutamente se hizo mención de ellos, y que al hacerse el recuento de los votos obtuvo el señor general García Vigil 1,001, y estos no estaban contados; de manera que dígalo o no la comisión, absolutamente se deben tomar en consideración, porque no fueron computados. (Leyó.)
Hay que advertir una cosa; que la junta computadora, al contar todas esas boletas, al decir que no estaba de acuerdo la lista de escrutinio con el resultado de la elección, descontaba todas esas boletas y no las computaba; y sin embargo, los señores de la comisión revisora vuelven ahora a contar las boletas falsas para quitármelas de los 1,001 votos que saco sobre el general García Vigil. Ya están absolutamente descontadas todas y cada una de estas boletas por la junta computadora; de manera que no se me pueden descontar dos veces. Dicen de la 10 de Mixcoac. (Leyó.)
Descontadas las 7 que descontaba el presidente de la mesa, no podía ya estar de acuerdo el resultado del escrutinio con el de la elección, puesto que ya se me habían descontado todas y cada una de estas boletas, y a esto se refiere la inconformidad del presidente de la mesa. Yo pregunto: ¿en qué disposición, en qué ley electoral se establece que esto es motivo de la nulidad de la elección en una casilla? Lo único que hay es lo que hizo la junta computadora, no contar los votos en que no están las firmas. No habiéndose contado estos votos, de 56 me quedaron 49, y estos señores descuentan ahora del resultado total de la elección los 56 votos, es decir: los 7 que ya me descontaron y los 49 que no tienen absolutamente motivo de tacha. (Leyó.) Que me fueron ya descontados, como ya lo he dicho, y lo repetiré, por la junta computadora no me fueron contadas estas boletas.
El C. Siurob: Pido la palabra para hacer una aclaración. El Señor licenciado Villarreal dice que ya le fueron descontadas; quiero que el señor Villarreal me diga en qué documentación consta que ya fueron descontadas.
- El C. Villarreal, (Dirigiéndose al C. Siurob): Se lo voy a demostrar: Sumen estos votos, todas las boletas que resultan aquí, para ver si es el resultado total de la elección, y después descuentan ustedes una por una de las boletas a que se hace referencia. Esa sería operación perfectamente honrada. Primero, vamos a contar el número de votos, según aparece el cómputo en el acta de elección que ustedes tienen; y después, el resultado que dio la junta computadora , y ya verán ustedes que se me descontaron todos y cada uno de esos votos. Si no fuera así, yo tendría, no mil ochocientos....
El C. Siurob, interrumpiendo: Pido la palabra para una aclaración, para un hecho razonable en este instante.
El C. Presidente: Diga usted.
El C. Siurob: Para hacer constar ante esta Cámara que en ningún documento consta que se le hayan restado esos votos al señor Villarreal.
El C. Villarreal: Si no consta en un documento es obligación hacer aquí el recuento. La secretaría contará el número de votos y se verá después si están o no descontados. Esto es muy fácil porque tengo la copia del acta. La mesa podrá hacer venir el expediente aquí, y haremos en presencia de los señores diputados el cómputo, y se verá como todas y cada una de esas boletas no han sido contadas por la junta computadora.
Tengo 146 votos y el señor general García Vigil, 12. (Leyó.) Respecto de esta
El C. Montes, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Tiene usted la palabra
El C. Montes: Ruego a su señoría que haga cumplir el artículo 102, que previene que los miembros de la Cámara solamente podrán hacer uso de la palabra media hora.
El C. Presidente: Faltan 8 minutos para la media hora.
El C. Montes: Empezó a las 6.05 y son las 6.35.
El C. Villarreal: Eso depende de que la Cámara no tenga inconveniente en que se me siga concediendo la palabra, y como se trata de demostrar que se me quieren restar votos sin razón y sin motivo, quiero hacer presente que aquí se ha obrado con parcialidad y que se trata de hacer que resulte diputado una persona que no triunfó en las elecciones; por lo tanto, creo que la asamblea no tendrá inconveniente.
El C. Morales Hesse: Pido la palabra para una aclaración.
El C. Presidente: La tiene usted.
El C. Morales Hesse: El mismo criterio que predomina en el C. Villarreal, predomina en la comisión. Si la ley establece perfectamente que sólo media hora debe hablar cada ciudadano que ocupe esa tribuna, nosotros estamos en la obligación de exigir que durante esa media hora hable acerca de lo que tiene que decir de la comisión, a fin de que la comisión, durante ese período de tiempo, pueda asimismo defender su dictamen.
El C. Villarreal: Perfectamente. Respecto de esto, como ven, señores diputados, se me restan votos de una manera indebida. Yo manifiesto, y lo voy a demostrar hasta la evidencia, que todas las casillas que no han sido objetadas están hechas absolutamente con las mismas observaciones por el presidente de la mesa, y para demostrarlo voy a leer cualquiera que no sea ésa. Los señores que han computado descuentan dos, tres, cuatro, seis, ocho o diez votos; de manera que de Mixcoac descuentan ya 20 ó 22. Voy a demostrar que en la 19, que no está objetada por los señores, existen las mismas condiciones. (Leyó.) Allí tienen ustedes cómo en todas y cada una de las casillas en que tampoco han restado votos los señores, también aparece perfectamente demostrado por la junta computadora que se hacen exactamente las mismas observaciones, y en todas las del señor general García Vigil, como se lo voy a demostrar. Aquí tenemos la sección número 13, de Tacubaya, que no está absolutamente objetada. ¡Ah, sí está objetada! Veamos la 14. (Leyó.) En esta casilla no hay el nombramiento de instalar; es perfectamente nula la elección, y sin embargo los miembros de la comisión no restan esos votos al general García Vigil. Exactamente lo mismo pasa en todas, sin excepción. Voy a leer la número 19. (Leyó.) De todas maneras saco la cantidad. Voy a leerles a ustedes el resultado que aparece del cómputo hecho, descontadas todas esas boletas a que se refiere el acta de elecciones, que eso se lo demostraré al señor (dirigiéndose al C. Siurob) haciendo que la secretaría haga el cómputo. Resulta el señor general García Vigil con 1,800 votos; resulto yo con 2,816. De esos votos del general García Vigil deben descontarse 400 votos por estas sentencias. (Leyó.) La última parte dice así: (Leyó.)
- El C. prosecretario López Lira, interrumpiendo: De conformidad con el artículo 102 del reglamento, se pregunta a la asamblea si concede permiso al orador para que continúe en el uso de la palabra. Los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pié. Sí se concede permiso.
- El C. Villarreal: Además de esta sentencia tengo esta otra sentencia. (Leyó.) No les leo a ustedes toda el acta; pero la secretaría dará fe de que es cierto lo que dice el final. (Leyó.) En esta casillas apareció este caso extraordinario el día de la elección: Tenía once votos; el general García Vigil tenía ocho votos. Se fijó la lista del escrutinio en las puertas de las casillas y se mandó copia del acta al ayuntamiento, y en el momento en que se abrieron los expedientes de la junta computadora, resultó el general García Vigil con 184 votos y no con ocho. Pedí inmediatamente copia certificada del acta que habían mandado al ayuntamiento. Van inmediatamente a las casillas y se ven todavía pegadas las listas. Se examina a estos señores en el juzgado de distrito y manifiestan: "Nuestras firmas han sido falsificadas. Nosotros hicimos el acta de elección a mano y aparecen las actas de elección escritas a máquina. Las firmas han sido falsificadas; los documentos han sido robados." Exactamente lo mismo me pasó en las casillas 75 y 76 de Santa Fe: Obtuve en esas casillas 275 votos, porque votaron por mí casi todos los habitantes de la población y los obreros de las fábricas. Esos señores mandaron el paquete envuelto perfectamente bien en un papel grueso, pusieron encima alambre y lo sellaron con trozos de plomo. Dentro habían puesto un paquete con cada uno de esos expedientes, en que estaban los documentos relativos a las elecciones. En el momento de abrirlos en la junta computadora, se encontró con que habían sido robados todos los documentos, y como las boletas estaban perfectamente sueltas, no había ni padrones, ni acta de elecciones, ni acta de la junta computadora, no me pudieron contar los votos, los 256 votos, y las personas que formularon ese escrito, presentaron ante el juzgado de distrito las copias de nombramiento de instaladores y manifestaron: "Nosotros hemos mandado todos los documentos y nos extraña que hayan desaparecido de la mesa." Debido a eso se me quitaron 256 votos más que deberían habérseme computado honradamente por la comisión revisora si hubiera obrado con toda honradez; porque si bien es cierto que no tengo todos los documentos, hay una sentencia que dice que en esas casillas las boletas fueron robadas, y si obraran con toda honradez, deberían contar todos y cada uno de esos votos, porque no es de suponer los robe sino aquel que desea nulificar determinada cantidad de votos para obtener la elección de diputado. Voy a leer dos o tres actas más, relativas a la elección en Mixcoac, con objeto de que la asamblea se pueda cerciorar hasta la evidencia, que he obtenido el triunfo de una manera honrada, y en cambio, el señor general García Vigil y el señor Adolfo Abreu Sala no pueden presentar absolutamente ante esta asamblea un solo fraude electoral cometido por personas que votaron por mí. Denunciaron algunos hechos ante el juzgado de distrito y no se presentaron siquiera a ratificarlos, no obstante haber sido citados con apercibimiento. Si tengo 1,001 votos sobre él, de acuerdo con la junta computadora, y siendo que en todas y cada una de las casillas hay las mismas irregularidades, que no significan la irregularidad de las elecciones, ¿qué razón tiene la junta revisora para quitarme votos con objeto de reducir la elección a su satisfacción, es decir, con objeto de que las personas que han sido acusadas ante el juzgado de distrito por responsabilidades que especifica la ley electoral, vengan con ustedes a sentarse en los escaños de esta suprema representación nacional? (Aplausos de las galerías.) No voy a seguir leyendo todas las actas con objeto de cansar la atención de esta honorable asamblea; espero lo que diga la comisión revisora y después contestaré uno por uno, todos los puntos de ataque, y les demostraré hasta la evidencia que no han obrado en este caso con imparcialidad, que les guía el sectarismo de partido, que desean traer contra todo viento y marea a una persona afiliada a su partido y excluirme a mí que soy perfectamente desconocido, que soy perfectamente ignorado, pero que soy un liberal honrado. Yo trabajé en el partido liberal, en su iniciación, en 1910, y discutí artículo por artículo todo su programa, es decir: el grupo de hombres que en aquella época formamos el partido liberal fuimos los que dimos en parte, la bandera a la revolución. Después no he sido un revolucionario...
- El C. Ramírez Garrido, interrumpiendo: Pido la palabra para una aclaración.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Ramírez Garrido: Fui vocal 5o. del partido liberal que presidía Iglesias Calderón. No pudo ser el señor Villarreal de los que dieron la bandera a la revolución, porque él pertenecía a la extrema derecha.
El C. Villarreal, continuando: Yo pertenecí al grupo legalista del partido radical, que sostenía que era necesario sostener al señor Madero en la presidencia de la república, y yo fui el que manifesté que la caída de Madero significaba la anarquía, porque el señor Madero había sido electo por la voluntad popular, y según dice Maquiavelo, un pueblo que no sabe sostener a los gobernantes que ha elegido, es un pueblo que cae en la peor de las ignominias.
- Un C. diputado: ¡Eso no lo dijo Maquiavelo!
El C. Villarreal: Y después vimos perfectamente bien que la caída de Madero significó un lustro de sangre para la República Mexicana; comenzó la lucha con el esfuerzo valiente de un grupo de ciudadanos que devolvieron a la nación la legalidad. En aquella ocasión, nadie me lo puede negar, yo fuí el que sostuve con toda energía la restitución de los ejidos, la ley agraria y los fundos legales. Lo sostuve, como digo, con toda energía, y gané este punto contra los ataques de Antonio Díaz Soto y Gama, de Juan Sarabia y de Antonio I. Villarreal.
El C. Ramírez Garrido: Pido la palabra para una aclaración. Allí se distinguió por su radicalismo la extrema izquierda, y la extrema izquierda tenía en su programa la cuestión agraria.
El C. Villarreal: En la extrema izquierda estaba Antonio Díaz Soto y Gama; ya ve usted a dónde fue la extrema izquierda.
El C. Urueta: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Para una moción de orden tiene usted la palabra.
El C. Urueta: Yo entiendo que el reglamento previene que sólo hay un caso en que puede ser interrumpido el orador. Es cuando se pide la palabra para una moción de orden; pero interrumpir al orador constantemente para una interpelación, para una rectificación de hechos o para aclaraciones, esto no lo consiente el reglamento del Congreso de la Unión. Yo suplico a su señoría, que teniendo en cuenta el artículo reglamentario, sólo consienta de hoy en adelante que pueda ser interrumpida la persona que ocupa la tribuna cuando se reclame el orden. (Aplausos.)
El C. Villarreal: Para terminar, creo que he demostrado a la honorable asamblea que me escucha, que el triunfo en el 10 distrito electoral corresponde a mí, que de una manera honrada y legítima he obtenido la mayoría de votos; que los candidatos contrarios son personas que tienen responsabilidades por haber cometido actos o delitos penados por la ley, o a lo menos así lo establece la sentencia de un juez de distrito a cuya resolución me he referido. Si la asamblea estima que no obstante eso, deben venir a ocupar este curul las personas que resultaron derrotadas en esta elección, está muy bien; yo volveré otra vez a mi despacho, donde he trabajado independientemente toda mi vida, porque jamás he tenido un solo empleo, no he sido más que un abogado postulante; sentiría una gran decepción, porque había querido venir a la representación nacional para laborar entre el elemento liberal de la revolución, entendiendo mi labor, no con el jacobinismo, que es la demagogia sangrienta, sino con el jacobinismo de un radicalismo absoluto en materia de principios, porque yo veo en la revolución sólo un enemigo: el papismo; yo veo en el partido liberal un enemigo: el clericalismo. Creo que las tendencias del partido liberal son nulificar aquellos elementos, la fuerza del clericalismo. Si nosotros queremos hacer una verdadera obra de progreso en una nación, políticamente, comencemos por ser radicales en este sentido: mientras más reduzcamos a la impotencia al papismo en México, más fuerte, más viril, será el partido liberal; si las iglesias católicas no estuvieran entregadas únicamente a los católicos, si se entregasen a todos los cultos, lo mismo a un judío que a un mahometano, lo mismo a un teosofista que a un masón, y lo mismo a un católico que a un protestante, entonces habremos perfectamente impedido la preponderancia del clericalismo y se luchará en el terreno de las ideas y en otra clase de terrenos en perfecta libertad. Toda cuestión política está absolutamente ligada con la cuestión religiosa. En México no se podrá resolver ni establecer la unidad de la nación mexicana, mientras no hayamos extirpado para siempre, ya sea por medio de la prédica, ya sea por medio de la tribuna, por medio de la prensa, el clericalismo, es decir: el papismo. La nación alemana, Inglaterra, la parte de Suiza protestante, no establecieron sus grandiosas y admirables unidades sino después de sus grandes y épicas luchas que acabaron por completo con el clericalismo y establecieron, en cambio, otra religión más liberal, con cierto espíritu de libertad. Yo soy un radical en ese sentido; soy perfectamente intransigente. Siempre he estado del lado del partido liberal, y nadie podrá decirme que haya manifestado algo en alguna parte, que no sea un criterio perfectamente liberal. Circunstancias excepcionales han hecho que no empuñe las armas y no haya estado en el campo de batalla; pero en el terreno de las ideas, siempre, siempre y siempre, he sostenido mi criterio netamente liberal. (Aplausos.)
El C. Morales Hesse: Pido la palabra para sostener el dictamen.
El C. presidente: Tiene la palabra la comisión.
El C. Morales Hesse, miembro de la comisión: Señores diputados: al venir a esta tribuna parlamentaria por primera vez, bien hubiera querido que las causas que me impelieron fueron muy otras que las de venir a destruir intrigas, referirme a prejuicios, destruir burdas y malévolas apreciaciones; y tener que referirme a eso, de lo que creo, soy enemigo acérrimo. Pero, señores diputados, se ha impugnado tan inícua como procazmente a la comisión revisora, de la cual tengo el honor de formar parte, se han puesto a vuestra consideración argumentos tan falaces como contrarios a la verdad y a la razón, que me veo precisado a despojarme de toda falsa modestia para deciros, que no creo justo que hagan apreciaciones tan a la ligera acerca de nuestro dictamen, hecho con el más amplio criterio y serenidad, y que con la frente muy alta hemos traído a esta Cámara quienes a fuer de revolucionarios verdaderos y conscientes, con toda honradez hemos puesto nuestras energías y nuestras actividades todas al servicio de tantos ideales de libertad y de principios de justicia.
Hemos dictaminado en la forma que lo hemos hecho con relación a la credencial del C. Antonio Villarreal, porque nosotros, que de verdaderos civiles hubimos de pasar a la categoría de ciudadanos armados, sosteniendo principios de legalidad para volver a ser más civiles que muchos que así pomposamente se titulan, hemos creído que los viciados sistemas de elegir representantes conculcando el voto popular comprendido como sistema peculiar de aquellos hombres de aquellas épocas, en formar listas y boletas que recomendaban sólo a los menguados, para llevarlos más tarde a las ánforas electorales, han desaparecido para siempre. Hemos dictaminado en la forma que lo hemos hecho con relación a la credencial del C. Antonio Villarreal, porque precisamente del expediente que para su revisión se puso en nuestras manos, hemos encontrado tantas y tan flagrantes faltas a la ley electoral, como la de traer boletas firmadas por una misma mano, en cantidad tal, aparte de las otras inmoralidades que asentamos en este dictamen, que creímos, procediendo con el más elemental principio de justicia, deber desechar la credencial de este anodino aspirante a diputado, para llamar al seno de este Congreso a la persona que garantice y responda a los anhelos revolucionarios, con sus merecimientos y comprobada aptitud. Por eso hemos dictaminado a favor de C. Manuel García Vigil, porque además de tener esos merecimientos y esas aptitudes de que carece el C. Villarreal, dignísimo defensor del tristemente célebre beodo, asesino del inolvidable general Gabriel Hernández, el general García Vigil no se valió del viejo sistema electoral para sacar avante su candidatura, sino que, consecuente con sus principios, respetuoso como fue de la ley, los votos emitidos a su favor, después de una minuciosa revisión, conforme a esa misma ley, le dan una mayoría para que desde hoy lleve, como él sabe hacerlo, con dignidad bien entendida, el honroso título de diputado al Congreso de la república. (Aplausos)
Por último, hemos dictaminado en la forma en que lo hemos hecho con relación a la credencial del C. Antonio Villareal, porque esta comisión ha analizado este asunto desde el punto de vista de tres factores: factor político, factor revolucionario y factor principalísimo, factor ley. Desde el punto de vista político, si no todos una gran mayoría de los que me escucháis sabéis perfectamente lo que es el C. Villareal: un incoloro, un acomodaticio vulgar, que siempre ha querido darse visos de liberal para colarse entre las filas liberales y satisfacer de ese modo sus bastardas ambiciones. Ya dije anteriormente que fue dignísimo defensor del tristemente célebre asesino del inolvidable general Gabriel Hernández, del siempre escarnecido Cepeda, y un verdadero liberal a sabiendas de semejante crimen no defiende causa tan inmoral, pero qué digo, tan asquerosa, como la que defendió el licenciado Villarreal. (Aplausos.) Pues al defender a tan conspicuo miembro de la odiosa dictadura huertista, hizo causa común con el tabernario Huerta. Y quien así procedió jamás puede ser en mi cerebro ni en el cerebro de nadie, un buen liberal. Desde el punto de vista revolucionario, se ha desechado la credencial del C. Villarreal, porque un individuo como el de que me ocupo, jamás pudo, ni puede ni podrá encarnar los ideales de la revolución porque simple y sencillamente, es incapaz de sentirlos. En efecto ¿Cómo un individuo que ha confesado paladinamente que desde los principios de la revolución de 1910 hasta el presente ha estado sentado cómodamente en la poltrona de su bufete defendiendo, listo para defender reos de alta traición a la patria por un puñado de metal, metal manchado con la sangre del apóstol Madero, pueda sentir ideales revolucionarios? No, señores, el C. Villarreal. lejos de ser un revolucionario es con sus procedimientos bien comprobados del ayer, es mejor un elemento de reacción que busca y acumula elementos para hacerlos valer más tarde en su debida forma, en su debida oportunidad. Desde el punto de vista de la ley, la comisión ha rechazado la credencial de ese anodino C. Villarreal, por las razones siguientes: es inexacto enteramente, como ha querido formar criterio en esta asamblea el C. Villarreal, que la comisión se haya atenido solamente al acta levantada por la junta computadora; eso es falso, repito, de toda falsedad. La comisión, como dije en un principio, obrando con un criterio imparcial, con un criterio sereno, con un criterio perfectamente amplio, examinó detenidamente el expediente de estas elecciones; hizo punto omiso, vuelve a repetir, del acta correspondiente, y se tomó la molestia de estar tres días escudriñando el paquete para fallar en definitiva, como he dicho anteriormente, de una manera imparcial y sujeta completamente a la ley. El C. Villarreal ocurrió a la comisión revisora de credenciales, ocurrió por escrito, repito, a la comisión revisora, en la que pidió la nulidad de la casilla número 3, escrutador Justino Pérez, no está en el padrón; pidió la nulidad solamente porque Justino Pérez no estaba en el padrón. En la casilla número 4, por la falta de escrutinio; en la casilla número 5, falta el nombramiento de instalador y falta un secretario.
El C. Villarreal: Desearía que mi impugnante leyese todo el escrito y no una parte de él.
El C. Morales Hesse: "Junta computadora del 10 distrito electoral......." (Leyó). Como ven ustedes, señores diputados, el C. Antonio Villarreal hace un momento decía: "La Cámara o digo la junta computadora, no tiene facultades para desechar mi credencial; la junta computadora no tiene facultades para revisar determinado número de boletas; la junta computadora, en resumen, está solamente para ver si hay boletas o no y para ver si el acta dice tantas y la junta computadora debe decir: "Hay tantos votos en el acta; luego el señor Fulano ha sido electo; debe aprobarse la credencial de él." Esto es enteramente inexacto. La junta revisora, señores, como su nombre lo indica, se establece para revisar la credencial, se establece para revisar el número de votos, y si ha habido o no ha habido violación en las elecciones. Las violaciones, repito, han sido completamente flagrantes. El, quizá magnífico chanchullero, el C. Villarreal, ante la junta computadora y ante la junta revisora, estableció el criterio de que ella es la única que debe fallar en definitiva; pero luego que la junta computadora falló contrariamente a él, entonces dice: "La junta computadora o la junta revisora no tiene más criterio que el de aprobar lo que han dicho las listas de escrutinio, porque de esto solamente el juez de distrito es el único competente"; se ve desde luego el chanchullo del C. Villarreal. Pero la comisión, que conoce a esos chanchulleros de oficio, no se dejó precisamente sorprender. La comisión, con criterio sereno, con criterio imparcial, analizó todo el expediente, para sacar los votos legítimos que corresponden a cada uno de los ciudadanos contendientes. En tal virtud, en la casilla número 3, casilla número 5 que dice: (Leyó). Si, pues, él pide la nulidad de esta casilla porque falta el instalador, es nuestro criterio, dentro de la ley, que si no hubo instalador malamente se pudo instalar la tal casilla. En tal virtud, accedimos a todas y cada una de las peticiones del C. Villarreal porque, como lo decimos en nuestro dictamen, está perfectamente sujeto a la ley; pero si él privilegio, cree tener el privilegio de que la comisión sea tan parcial que solamente acepte el criterio para su favor y no para su contra, en condiciones, señores de esa naturaleza, nosotros accediendo, repito, a su deseo, nulificamos las elecciones de las casillas 8, 9, 18, 21, 38, 39, 42, 45, 46, 50, 51, 60, 70 y 75, en contra del C. Manuel García Vigil. El C. Villarreal no menciona en lo absoluto tales casillas en su escrito, y sin embargo, nosotros hemos nulificado esas casillas y de eso se desprende que hemos hecho un detenido examen del expediente, pues de lo contrario, no hubiéramos nulificado tales casillas; pero encuéntranse las casillas que quedaron en favor del C. Villarreal, en iguales condiciones. Hemos hecho y procedido de la misma manera y así se ve que en las casillas 35 y 36, falta la documentación que previene la ley. (Leyó). Puedo enseñar, señores, a todos y cada uno de los presentes, el altero de boletas en que se ve que todas o la mayor parte de esas casillas que votaron en favor del C. Villarreal, las boletas, repito, están escritas por la misma mano y si eso no es una violación flagrante, no sé a lo que se nombrará violación. En la casilla 60, documentación incompleta; en la 61, las boletas están firmadas por una misma mano; en la 70, no hay nombramiento de instalador; en la 16, no hay acta de elección ni documentación ninguna; en la 17, falta el acta de escrutinio, el inventario y demás documentos; en la 20 falta el acta de instalación; en la 22, en esta casilla tiene 44 votos los 19 que se le quitaron y que menciona, es porque están escritos por la misma mano; en la 23, falta el nombramiento de instalador; en la 27, falta el acta de instalación. Como ven ustedes, señores, no hemos ajustado en todo completamente a la ley y después de haber hecho revisión tan minuciosa como la hicimos, después de haber hecho el cómputo de una manera honrada, de una manera perfectamente justificada, hemos venido a la conclusión del dictamen que ustedes acaban de oír. A ustedes, pues, señores, toca juzgar sobre la validez o nulidad de esta elección, con la seguridad de que la comisión no tiene empeño, no tiene criterio determinado en determinado individuo; pero, repito, señores, la comisión ha dictaminado con toda justificación. Si ustedes ratifican el dictamen de la comisión, no habrán hecho otra cosa, sino ajustarse a la verdadera ley, que es como nosotros hemos fallado en este asunto.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Villarreal.
El C. Villarreal: Honorable asamblea: han escuchado ustedes al señor ingeniero Hesse; no ha sido un conjunto de desahogos; ha manifestado desde un principio su notoria parcialidad, ha manifestado su oído por mí, ha manifestado que no tiene por mí absolutamente ningunas simpatías, y en esas condiciones, un hombre honrado, lo primero que debió haber hecho, hubiera sido no haber aceptado la comisión para revisar la elección del 10 distrito electoral, sino haber nombrado cualquier otra persona perfectamente imparcial que no tuviese de mí un concepto tan injustificado y tan injurioso como el que ha manifestado ante esta honorable asamblea al manifestarlo así, al ser juez y parte, al estudiar mi expediente del 10 distrito electoral y lanzarme después injurias en presencia de la Cámara de Diputados; no ha demostrado el señor Morales Hesse sino que no es un hombre honrado. Ahora voy a contestar uno por uno todos sus ataques. Dice que me ataca bajo el punto de vista político y que yo soy el monstruoso defensor de Cepeda y que por eso merezco el odio universal. Debo hacer una pequeña reminiscencia y ruego a la asamblea que tenga una poca de paciencia para escucharme. A raíz del cuartelazo, durante toda esa época, estuve en Mixcoac en donde viví sosteniendo públicamente mi criterio legalista, y el día de la aprehensión del señor Madero, en el casino de Mixcoac, sostuve una acalorada discusión contra un reaccionario, en donde manifesté perfectamente mi tendencia y mi criterio legalista. Continué ejerciendo mi profesión de abogado como la he ejercido desde que me recibí, desde hace 14 ó 16 años, con total independencia y vinieron inmediatamente las persecuciones del huertismo contra una multitud de revolucionarios. Conocido algo como abogado en México, a mi bufete llegaron una multitud de familias de revolucionarios a pedirme que defendiera a sus deudos y tengo la honra y la satisfacción de decir que en el Distrito Federal, aquí en la capital de México, no hay absolutamente abogado ninguno que haya salvado la vida a mayor número de revolucionarios. Y voy a leerles unas cuantas personas, algunas de las cuales han de ser conocidas de ustedes. Defendí al ex - general Casarín, que en aquella época era ayudante del señor Madero y no se podía saber cuál podía ser su actuación posterior. El señor Casarín, había sido confinado a la penitenciaría y se le había puesto una marca roja, con objeto de asesinarlo; logré salvarlo de la prisión, se le concedió su libertad y en pago no me dio más que un tintero que conservo en mi despacho, porque no le quise cobrar un solo centavo por su defensa. Defendí a un amigo de ustedes y un correligionario que trabajó en el Constituyente, el señor Lauro López Guerra, a quien por dos veces salvé de las garras de Huerta; él podrá decir si es cierto. También pueden ustedes preguntarle si le cobré un solo centavo por su defensa. Defendí a Benjamín Martínez, que últimamente desempeñó el cargo de subcomisario de la sexta demarcación de policía, a quien llevaron a Mazatlán consignado como soldado raso y logré hacer que viniera, después de una multitud de gestiones. Defendí a Rubén Carrillo, que estuvo inmiscuido en un complot de asesinato contra Huerta, y quien había sido consignado al servicio de las armas. Defendí a Mario Valencia, quien había sido consignado al servicio de las armas y que en unión de cinco individuos más pude sacar. Defendí al licenciado Juan Casillas García, muy conocido en Torreón, que estuvo preso también por cuestiones políticas y a quien logré sacar de la prisión. Defendí a Julián González y a Fernando L. Sotomayor, hermano del señor licenciado Enrique L. Sotomayor, que desempeñó el cargo de agente del ministerio público, en los tribunales a la vez que defendí al señor licenciado Enrique M. de los Ríos, actual magistrado, logrando también salvarlo. Defendí a Pedro Gutiérrez, a Pedro Romero, a Susana Barrios, señora, o señorita más bien dicho, muy conocida en los círculos revolucionarios, a quien habían llevado a las mazmorras de San Juan de Ulúa, y de donde hice que fuera traída. Defendí a los señores Hernández González, desgraciadamente con mal éxito porque fueron asesinados posteriormente, mejor dicho, fueron puestos en libertad primero y después asesinados. Defendí a Ignacio Ordóñez a quien asaltaron a la fuerza huertistas en unión de tres de sus dependientes por considerársele mezclado en un complot político y le robaron treinta mil pesos. Después, en esa época logró escaparse; posteriormente lo aprehendieron y después de haber pedido dos o tres amparos logré salvarlo. En esas condiciones, me hacía yo notable en México por el sinnúmero de reos políticos a quienes defendía. Jamás volvió de mi despacho una persona a quien le dijese que no aceptaba su defensa, no puede haber en México una sola persona que haya dicho que el licenciado Antonio Villarreal se ha rehusado a defender alguna vez a un solo reo revolucionario en la época del huertismo. En esas condiciones, ocurría en diversas ocasiones al gobierno del Distrito para solicitar de Enrique Cepeda la libertad de una multitud de hombres, entre Ellos, de Quirino Montes de Oca y seis individuos consignados al servicio de las armas y que estaban en la "Canoa," a quienes se les había pelado; Enrique Cepeda, que entonces fungía como gobernador del Distrito, me entregó la libertad de esos hombres, me entregó la vida de esos hombres, porque hubieran sido sacrificados. Ocurría ante él defendiendo al padre del posteriormente general zapatista Manuel Gómez, quien en aquella época era revolucionario y que con otros dos individuos más eran sacados del Distrito Federal. En esas condiciones ocurría Enrique Cepeda y éste me entregó la vida de estos tres individuos.
Vive el padre del ex - general zapatista Manuel Gómez, ya he dicho que en aquella época todos eran revolucionarios y él podrá decir sí es cierto que en el gobierno del Distrito, allá los mandó traer Cepeda y me los entregó vivos; en iguales condiciones me entregó una multitud de revolucionarios. Cuando se verificó el monstruoso crimen de Gabriel Hernández, estando incomunicado Cepeda, me nombró su defensor. Comprendí que en ese momento me echaba encima el odio probablemente de toda la República Mexicana, comprendí que probablemente sobre mí vendría el estigma de la revolución, pero siempre sabía yo que tenía la necesidad de seguir defendiendo en México a todos los reos revolucionarios que acudían a mi despacho, y era preciso demostrar que lo mismo defendía a un revolucionario que defendía a un reaccionario; era preciso demostrar a las autoridades que no ejercía más que exclusivamente mi profesión, con el objeto de que me dejaran en libertad para seguir salvando la vida a los hombres que recurrían a mis servicios profesionales. Cuando acepté la defensa de Enrique Cepeda, es una mentira creer que Huerta hubiese tenido intención de salvarlo; estaba incomunicado y tenía 15 días de incomunicado y no se me permitió hablar con él. A los 21 días el juez había declarado que estaba cerrada la instrucción sin que conociese el proceso; de manera que había la intención de terminar el proceso cuanto antes y fusilarlo. La ley le impone a un abogado la estricta obligación de que una vez aceptada la defensa de un individuo, debe hacer todo lo posible por salvarlo y aun le exige responsabilidad. Ocurrí todos los recursos establecidos por la ley, casi a todos los recursos establecidos por la ley y sujeté el caso exclusivamente, científicamente del estado mental de Enrique Cepeda a todos el protomedicato mexicano; el caso citado fue estudiado minuciosamente por médicos como Zarraga, como Regino González, como Gutiérrez y otras muchas eminencias médicas (Siseos de las galerías). Yo suplico a las galerías tenga la bondad de tener una poca de paciencia; la cosa es perfectamente seria y es preciso tenerla en consideración. Si estiman que estas eminencias no han obrado con toda justificación, si estiman que estas eminencias han engañado a la nación y a los jueces, ellos tendrán una brave responsabilidad moral y una gran responsabilidad penal; pero esos hombres perfectamente eminentes, y que tienen un prestigio reconocido como los primeros médicos de México, dictaminaron en ese proceso a la vez que todo el consejo médico legal. Yo protesto que no había la intención de parte del huertismo de salvar a Enrique Cepeda; lo demuestra la circunstancia de que se llevó el proceso con toda rapidez, que se impidió que hablase su defensor son él, que se hizo lo posible por terminar el proceso cuanto antes; tuve necesidad de pedir tres o cuatro amparos, de solicitar el examen de testigos, tuve necesidad de hacer esfuerzos en el ejercicio de mi profesión con objeto de que se esclarecieran los hechos; en esas condiciones, defendiendo a Enrique Cepeda, pude entonces salvar la vida a una multitud de otros revolucionarios como fueron los señores Emilio Guzmán y a otros individuos que eran redactores del minúsculo periódico que circulaba en México de una manera muy silenciosa. Manifesté yo por medio de la prensa que se había cometido un error al aprehender a estos individuos y entonces el jefe de la policía, Chávez, contestó en una carta que también publicó la prensa, que podría yo ocurrir a la hora que gustara para ver los papeles y documentos que se les habían encontrado a estos señores; afortunadamente, logré salvarles la vida, ejerciendo de esta manera presión para que no se les asesinara. Igualmente logré salvar la vida, defendí también a los señores Jesús y Francisco Mejía, personas que fueron posteriormente ayudantes del señor general Cosío Robelo, y que fueron quienes repartieron las proclamas en México, que decían la verdad sobre la intervención americana y que era un pretexto de Huerta para hacer que la Nación Mexicana se levantara en armas. Defendí al doctor Isidoro L Pérez, a quien desgraciadamente no pude salvar. Defendí a Eustasio Najera, a Domingo y Emeterio González y defendí por último en aquella época a Antonio Díaz Soto y Gama, que también era revolucionario y que había sido detenido en la inspección general de policía y se le mandaba a la sexta demarcación; logré pedir el amparo y obtuve la suspensión del acto reclamado e hice que lo pasaran inmediatamente a la penitenciaria y obtuve su libertad. En iguales condiciones, defendí a un hermano del actual gobernador del Distrito, general César López de Lara, y defendí también a un señor Lavanzat, hermano del jefe de las comisiones de seguridad. En esas condiciones, todos los hombres que se saben perfectamente bien que la profesión de los abogados es un sacerdocio, que el abogado estudia exclusiva y únicamente el caso jurídico que se sujeta a su decisión y que no quiere decir que por las circunstancias en que se acepta un negocio reaccionario esté de acuerdo con la reacción, sabe perfectamente bien que al aceptar una defensa está obligado a hacer todo lo posible por salvar al reo, que la vida, la honra y la libertad del hombre es absolutamente sagrada para el abogado. En esas condiciones, he defendido a otra multitud de hombres; defendí lo mismo a Lloenart que a Gustavo Navarro y una multitud de hombres y mujeres y he hecho todo lo que un abogado en el ejercicio de su profesión. Debo advertir una cosa que lo sepa toda la nación y es un hecho perfectamente confesado por la esposa de Huerta: que en el mismo juzgado que instruyó la averiguación cuando las fuerzas constitucionalistas ocuparon esta plaza se supo que Enrique Cepeda no me pagó mis honorarios. Jamás visité la casa de Enrique Cepeda, después de terminado el proceso, y Enrique Cepeda lo asesinó el huertismo, algunos días después de haber obtenido su libertad. Está demostrado que no presté ningún servicio al huertismo. Ahora, si ustedes meditan, verán que la defensa de Cepeda, en la forma que la hice, más perjudicaba al huertismo que lo servía, porque si Cepeda fue absuelto porque se trataba de un loco que bajo la influencia del alcohol perdía el conocimiento, esto demostraba que el huertismo empleaba para los actos públicos a unos hombres perfectamente degenerados, marihuanos y borrachos. Si Cepeda hubiera sido absuelto de una manera injusta, era para el huertismo un verdadero latigazo, porque se demostraba que ni siquiera se preocupaba por hacer justicia; en cambio a la vez que yo defendí a aquel individuo, pude entregar una multitud de hombres a la revolución que después le han prestado eminentes servicios. Si he defendido a un reaccionario, si he defendido a un enemigo de la causa y a setenta amigos de la causa revolucionaria ¿del lado de quién está el haber? si se me hace una inculpación porque he defendido a un enemigo ¿por qué no se me abona el haber defendido a muchos amigos de la revolución y sobre todo sin haberle cobrado a ninguno de ellos un solo centavo? De manera que ya ve el señor ingeniero Morales Hesse que ese ataque se desvanece como el humo, que no es sino una palabrería sin sentido para sacar avante un dictamen perfectamente injustificado, perfectamente parcial y plagado de falsedades. Por lo que se refiere al criterio revolucionario, el señor ingeniero Morales Hesse, que ha obtenido grandes y lucrativos empleos en la revolución, ¿cree que se es nada más revolucionario con gritar mucho y decir que se es un jacobino y poner después la mano para obtener el premio de esos gritos, y que no se puede ser revolucionario de ideas? (Aplausos de las galerías. Campanilla). El ha medrado con la revolución, él ha ido a la revolución para obtener dinero. Probablemente no tenía tres cuartillas antes de la revolución, y ahora ya tiene, cono se dice.... (Aplausos de las galerías.)
El C. presidente: Exhorto a las galerías que guarden la compostura que marca la ley.
El C. Villarreal, continuando: mientras que yo, el anodino abogado de ayer, el anodino abogado de hoy y el anodino abogado de mañana, no he medrado absolutamente con ningún gobierno, ni he puesto la mano para que me paguen algo por lo que he dicho y pensado. De manera que si he sido absolutamente independiente, si ante ningún poderoso he inclinado la frente y he ejercido mi profesión con absoluta independencia y libertad ¿quién puede dudar de mi criterio político si nadie puede decirme que yo lo he vendido en alguna ocasión? en cambio, estoy absolutamente seguro que el señor Morales Hesse, si no es enemigo de la revolución, se convertirá en enemigo de la revolución cuando no esté en condiciones de medrar como ha medrado. Hasta ahora, jamás se me ha visto actuar en ningún grupo político que no sean los partidos liberales; allí he ido con mis escasos conocimientos, con mi dificultad de palabra, con mi poca preparación política, con mi ninguna preparación parlamentaria; poco he hecho por las libertades de mi pueblo, es cierto; pero también es cierto que allí he estado, donde están los liberales, los que ansían la libertad de la nación, los que desean para la patria todo género de beneficios, los que aman la libertad como principio pero no que hablan de la libertad solo para conculcarla y a su sombra enriquecerse. No, los que realmente a la sombra de la libertad medran son los que menos aman los principios. Al lado de ustedes, si mi credencial es aprobada, verán cómo cumplo una por una la plataforma política que consta en mi programa y en todos mis avisos, y que es la siguiente; y esto demostrará si tengo o no un criterio liberal: primero: Sostener la Constitución de 1917. Realmente no la he hecho yo, realmente no intervine en su formación; pero entiendo que la revolución debe buscar la tarea de unir bajo la bandera de los principios al mayor número de hombres posible, porque ese es el verdadero triunfo de la revolución; y si yo, el hombre independiente, el hombre que a nadie le debe nada, y a nadie le pide nada vengo y me pongo bajo la bandera de la Constitución de 1917 y protesto solemnemente cumpliría ¿qué razón tiene para dudar de mi actuación política y de mis ideas el señor Morales Hesse? (Siguió leyendo su plataforma). Y si, pues, esta es mi plataforma política, si, pues, por esto han votado por mí los ciudadanos que han votado honradamente, pésele o no le pese al señor Morales Hesse, porque en muy pocas partes se ha hecho una elección tan honrada como en el 10º distrito electoral. Podrá haber pequeñas irregularidades como las hubo en toda la nación, porque la ley electoral actual, es una ley demasiado avanzada, es digna de Bélgica, pero muy difícil de que se pueda llevar en estricta práctica todavía en México; hay irregularidades pequeñas, pero no motivos de nulidad. Hay otras circunstancias: la asamblea tiene que atenerse a la buena fe del señor Morales Hesse y ya la asamblea está convencida de que no se puede atener a esa buena fe desde el momento en que es un enemigo personal mío; dice que ha hecho una cuenta de votos y no ha traído aquí la contabilidad para saber si realmente existe y de todas maneras si hacen una deducción de unos votos deberían hacer una deducción de todas las otras casillas que tienen irregularidades, y entonces tendrían que hacer lo que hizo la mesa computadora en la cual había algunos individuos perfectamente parciales del lado de la candidatura del general García Vigil y del señor Abreu - Sala; después de haber nulificado todas las casillas que tenían la más pequeña irregularidad, siempre resulta la fórmula Villarreal con una mayoría de doscientos y pico de votos. Y entonces ni siquiera hicieron constar esto en el acta porque habían buscado ese sistema para hacer incurrir en error a la mesa, con el objeto de contar todas aquellas casillas en que hubiese la más ligera irregularidad para que no se computasen los votos. Y entonces se comprobó que había irregularidades en la mayor parte de las casillas; que sólo 10 u 11 no tenían ninguna irregularidad, y sumadas esas 10 u 11, también obtuvo 200 votos más. Entiendo, y yo creo qué la asamblea está perfectamente convencida, de que la forma en que se ha hecho especialmente el estudio de mi credencial, que no se ha hecho en casi ningún otro porque es el primero que se presenta, es perfectamente ilógica, y si la asamblea establece este principio, todos los otros candidatos tienen el derecho de exigir a las mesas computadoras que empiecen a contar el número de votos, y yo pregunto: ¿En qué otras casillas se ha hecho absolutamente lo mismo? solamente en aquellas en que tienen la intención de hacer triunfar a los candidatos del partido a que pertenecen, pero violando por completo la ley electoral, violando por completo el sufragio popular y haciendo que la nación sufra la más grande, la más inmensa de las decepciones, porque vendrá a convencerse la nación de que antes se hacían los fraudes electorales por los gobiernos reacciones y ahora tratan de hacer los fraudes electorales ciertos miembros de partidos políticos. Ya he dicho, si esta honorable asamblea no aprueba mi credencial, volveré otra vez a las labores diarias de mi profesión como abogado postulante y a seguir trabajando con la misma libertad; pero entonces, y ya como ciudadano solamente, me permitiré suplicar a esta asamblea que entonces dicte leyes en consonancia con el criterio liberal; que vigile de una manera estricta, por que se le quite al clero la administración de la beneficencia pública y privada; porque los templos católicos sean tomados a la vez por todas las sectas y todas las religiones; que tenga el cuidado de estar unida en un criterio y sobre todo, que esta asamblea procure sacar de su seno un verdadero conjunto de leyes que haga honor a este Congreso perfectamente liberal y perfectamente honrado, y sobre todo, sostener a ese viejo severo, a ese viejo honrado, a ese viejo que es la gloria de nuestra patria, y que se llama Venustiano Carranza, y no hacer por ningún motivo que se divorcie de ese gallardo mexicano que se llama Alvaro Obregón; que la unión de esos hombres dará a la patria mexicana la seguridad y el establecimiento de sus instituciones; porque si desgraciadamente por un criterio extraviado o por maquinaciones de tres o cuatro ambiciosos hubiera la más pequeña desunión realmente sería para la patria una verdadera tristeza. La patria tiene una verdadera esperanza en ese joven perfectamente honrado que se llama Alvaro Obregón; pero la patria tiene una inmensa deuda de gratitud y cariño, una inmensa deuda de amor para ese liberal conspicuo y sin mancha, también, que se llama Venustiano Carranza. (Aplausos de las galerías.)
El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente.
El C. Magallón: Pido la palabra, señor presidente, para una interpelación.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Magallón.
El C. Magallón: Sabemos todos que en la época del tirano Huerta, no imperó nunca la ley, sino la consigna. ¿De qué medios se valió el señor Villarreal, si no tenía ligas con ese siniestro gobierno, para poner en libertad a centenares de revolucionarios? Esta es la interpelación que yo me permito hacer al señor Villarreal, para que la respuesta sea tenida en cuenta por todos los señores diputados revolucionarios.
El C. Villarreal: Por medio del juicio de amparo. En este expediente que pongo a la disposición de esta honorable asamblea, se dice a favor de quiénes solicité amparo y se lo entrego al señor presidente para que vean.....
El C. Siurob, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente, como miembro de la comisión.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Siurob: C. diputado: en este momento, el espíritu de intriga en que las pasiones desencadenadas pretenden ofuscar los cerebros de los honorables representantes del pueblo mexicano, yo con un criterio ampliamente legal, voy a arrojar el chorro de agua fría sobre ese candete hierro cada vez más caldeado por la imprudencia, por la falta de justicia del señor Villarreal. El señor Villarreal comenzó por objetar a la comisión revisora, que tengo el honor de presidir, de parcialidad. El señor Villarreal desconoce a los miembros que la componen y si él objeta al señor Morales Hesse de partidario de un miembro de determinado partido, y si él ha objetado al señor Morales Hesse de que tiene mucho dinero, y si él ha objetado al señor Morales Hesse de que obra precisamente por consigna de su partido, aquí estoy yo, señor Villarreal; yo no pertenezco en este momento a ningún partido: no estoy inscrito en el partido liberal constitucionalista, no estoy inscrito en ningún otro partido; de manera que de mí no puede usted decir que tenga sectarismo; de mí no puede usted objetar que sea partidario de ninguna facción y mal puede objetar a la comisión de sectarismo, desde el momento en que todavía no es tiempo de que se diluciden ni se pongan en claro los dos grupos que va a haber en esta Cámara seguramente. Señor Villarreal; yo desafío a usted a que diga qué dinero tengo yo y en qué forma he medrado con la revolución, a pesar de que, como usted dice, he ocupado altos puestos. Señor Villarreal: yo desafío a usted igualmente a que diga a que partido pertenezco yo. Yo desafío a usted a a que compruebe verdaderamente que la comisión ha procedido con dolo, pues en todo lo que usted ha dicho, no ha podido demostrarlo. Yo voy a demostrar por el contrario, que usted sí ha sido huertista, que usted ha sido reaccionario, que no ha tenido razón en ninguna de las objeciones que acaba de hacer a la comisión. Usted, como todos, ha comenzado por el criterio político, yo también voy a contestar por el criterio político, porque voy a seguir el mismo orden que mis contrincantes, aunque todos debían haber comenzado por el criterio absolutamente legal. Usted, señor Villarreal, sí fue partidario de los elementos que componían la tiranía; porque usted fue apoderado del señor general Mondragón. Usted, señor Villarreal, precisamente como apoderado del señor Mondragón, despojó a un señor Perín en favor de Rodolfo Reyes y Manuel Mondragón, por cuyo negocio ganó usted ochenta mil pesos. Usted, señor Villarreal, defendió a tanto reo revolucionario, porque tenía influencia en el huertismo. ¡Pues claro, si yo hubiera sido abogado y me hubiera puesto a defender a cada uno de estos reos revolucionarios, me hubieran asesinado en Tlalnepantla, como asesinaron a Rendón y a tantos radicales! de manera que si usted pudo defender a tanto revolucionario, es indudable que era porque tenía ligas con el huertismo y ¿por qué los defendió usted? por esta razón muy sencilla: porque, como lo ha dicho el señor Morales Hesse, usted es un acomodaticio que comenzaba a buscar sostenes seguros de que agarrarse, de cualquier amigo, que dado el cálculo que usted tiene para los negocios, porque usted ha calculado toda su vida, vio usted que era necesario encontrarse con amigos, porque el régimen huertista se desmoronaba, porque el régimen huertista iba a la ruina. Después comenzó usted a decir al compañero Morales Hesse, que ha lucrado y ha hecho muchisimo dinero en la revolución. Esto no pasa de ser un aciertó de usted; usted trató de terminar su peroración con un admirable epifonema que fue aplaudido por los incautos para hacer suponer a las galerías que existe alguna división entre los dos grandes jefes de la revolución, cuando es un hecho para todo el mundo que no existe. Al compañero Morales Hesse, lo ha tildado usted de que ha lucrado con la revolución ¿podrá usted demostrárselo? ¿es usted capaz de ello? y si no es usted capaz ¿con qué objeto lanza esa noticia?, indudablemente que sólo con el objeto de desprestigiar al ejército constitucionalista. Ese es el argumento de los científicos; a todos se nos tilda de que hemos lucrado, de que abusamos de nuestro grado y siempre defendiendo a los grandes jefes, y siembre defendiendo, como dice el señor Villarreal, el localismo. Los científicos son muy afectos a los términos vagos precisamente para desvanecer la conciencia de las multitudes. He demostrado, pues, hasta la evidencia, que el señor Villarreal sí ha sido partidario, o cuando menos ha sido un verdadero acomodaticio que ha estado siembre del lado de los elementos reaccionarios, y tengo otra prueba todavía; en el seno de ese partido liberal, al cual reclama como un destructor de su liberalismo, el señor Antonio Villarreal estuvo siempre del lado de los que quieren componendas, de los que decían al señor Madero que se debería resolver el problema agrario, que se debería resolver ese problema en el que consistía el porvenir de la república; pero en cambio, se lo proponían en tal forma, con tales medios para llegar a la resolución de él, que se hubieran necesitado otros tantos siglos de los que tenemos desde que somos independientes para llegar a una realidad, para llegar a una esperanza segura de que el pueblo pudiera recuperar sus ejidos. Por último, el señor Antonio Villarreal -aquí sí está la verdad, señores - voy a tener que decirle y me apena decirlo, que con muy poca vergüenza dice que el señor Morales Hesse no tiene méritos como revolucionario y que él sí los tiene.... ¿cuáles son ? haber defendido por conveniencia, haber defendido por dinero, porque estoy cierto y seguro que por defender a Cepeda sí le han dado dinero. ¡Haber defendido a ese bribón! ¿Creen ustedes que sea liberal un hombre que deliberadamente va a defender a un reo que flota en la conciencia pública que es perfectamente culpable del delito por que se le acusa? Queda, pues, demostrado que el señor Villarreal no es liberal; que tuvo compromisos con el antiguo régimen, y que no es honrado al atacar a los miembros del ejército constitucionalista, sin tener pruebas para ello, y por último, que carece de vergüenza al ponerse delante de un hombre, de un revolucionario de mérito como el compañero Morales Hesse que se batió en los campos de batalla, mientras el señor Villarreal estaba saboreando el sabroso puchero que le preparaban en su casa. (Risas.) Por último, señores, vamos ahora a la cuestión francamente legal. Como ustedes han visto, señores diputados, todos los dictámenes de la comisión versan sobre este punto. Cuando una comisión llega a junta revisora, como la junta revisora no es computadora, sino simplemente revisora, se reduce a examinar las quejas de los partidos contendientes, porque supone que si hubiera más quejas en contra de uno u otro de los partidos, ya las habrían expuesto. En este caso fue precisamente nuestro criterio. Dijimos: hay quejas del C. Villarreal en contra de la legalidad del expediente; hay queja del señor general García Vigil en contra de la votación del señor Villarreal; nuestro papel se va a limitar a examinar ambas quejas, a nulificar los votos, porque tenemos derecho para ello, puesto que somos junta revisora y a fallar en definitiva, sin conocer o examinar el resto del expediente que no está objetado. Esto es lo que hemos hecho; hemos tomado las quejas del uno y las quejas del otro y hemos restado al uno todos los votos que tenía en su contra y al otro también. Para creer esto se necesita creer que somos honorables, y no creo que la asamblea dude de nuestra honorabilidad cuando precisamente la inmensa mayoría de la misma nos ha designado para ocupar el puesto que hoy ocupamos. Por fortuna ya la asamblea nos ha reconocido esa honorabilidad, a despecho del señor Villarreal, quien si no nos la reconociera, nos tendría, cuando menos, sin cuidado. Ahora, señores, ya que ustedes han visto que todos los casos de nulidad son perfectamente justos, puesto que la comisión revisora no podrá pasar por buenos los votos escritos por una misma mano, y más si estuviera en una hacienda, en donde con la lista de raya podría ir llenando todas las boletas con toda comodidad, como lo hacen los mayordomos y lo han hecho desde el tiempo de la dictadura, pero a nosotros no nos conviene; ahí tenemos por qué en justicia nosotros tenemos que ir revisando las quejas del uno y las quejas del otro, y como lo ha demostrado el señor Morales Hesse con su lista en la mano allí tiene las casillas que se nulificaron, allí están las razones todas porque se nulifican. Algo más todavía: el señor Villarreal, durante su peroración, primero dijo que no era de tenerse en cuenta la nulidad de las boletas porque estuvieron escritas por la misma mano, y en el escrito que presentó ante la junta revisora, cita como nulidad de los votos de su contrario, que había boletas firmadas por la misma mano; ¿a qué criterio se atiene entonces el señor Villarreal? ¿qué es entonces lo que afirma? La junta revisora debe declarar la nulidad de esos votos, pero los debe revisar. Me importa muy poco lo que diga el señor Villarreal; yo afirmo que la junta revisora tiene el derecho de declarar la nulidad de esos votos. Por último, voy a rectificar otro hecho; el señor Villarreal dice que el clericalismo es el enemigo del pueblo, el único. Allí tienen ustedes la cantinela de los verdaderos reaccionarios en la actualidad. Recordarán todos los miembros de este Congreso que estuvieron en el Constituyente, que los llamados renovadores, y que yo llamaría renovadores del antiguo régimen, siempre hablaban en contra del clericalismo; esa era su cantinela; en eso estaban de acuerdo con nosotros; pero luego que se llegaba a cuestiones de intereses y a las cuestiones verdaderas en que se necesitaba ser radical y tirar contra el enemigo más grande, porque está al lado del clero y es el que le presta fuerza, como es el dinero, como son los grandes capitales adquiridos malévolamente y que no sirven para nada, en ese momento todos enmudecían o por lo menos se iban del lado contrario, siempre del lado de capital, se cargaban del lado del interés. Así es señores, que eso es falso, es un criterio también reaccionario. El clericalismo no es el único enemigo, hay otros más poderosos; precisamente el capital, ese capital estancado, ese capital de manos muertas, que sólo sirve para ayudar a nuestros enemigos; el militarismo, si comenzara a iniciarse entre nosotros, sería otro enemigo, por ese estilo hay muchos más enemigos que lo que señala el señor Villarral. Esto para rectificar su criterio, porque como liberal honrado de convicciones, como liberal a quien hasta ahora no le pueden señalar ninguna mancha, era interesante para mí, para conservar precisamente mi "role" como diputado liberal, aclara precisamente este criterio erróneo de usted, señor Villarreal. Ahora vengan las injurias gratuitas, señor licenciado Villarreal; ahora vengan las falaces mentiras que usted asiente; venga ese impulsivismo con que usted comenzó desde el principio y que nos obliga a ser un poco duros con usted; porque usted se ha enfrentado con una comisión cuyos miembros no conoce. Cuando usted ha dicho que no tiene méritos revolucionarios, no es parte para juzgarnos. Ahora venga, pues, aquí su fácil palabra de abogado postulante para defender a todo el que le dé dinero, venga aquí su fácil palabra, haciendo gala de ella en el Congreso, porque se ha rosado con los que la tienen; venga ahora su fácil palabra para torcer la ley es pasar por encima de una comisión revisora que ha obrado cuerda y justamente. Esperamos sus injurias, si estas son tales que se puedan tolerar dentro de este recinto, estaremos aquí, y si no fuera de este recinto sabremos reclamarlas como corresponde.
El C. Presidente: Tiene la palabra en pro de C. Villarreal Filiberto.
El C. Villarreal Antonio: ¿El señor va hablar en pro del dictamen?
El C. presidente: Sí, porque el señor Siuro es miembro de la comisión.
El C. Villarreal Filiberto: Nada tengo que decir ya acerca de la personalidad del señor Villarreal, porque todo absolutamente lo han dicho los señores que me han precedido. Ahora ven aquí en esta honorable asamblea, que todos aquellos individuos que a la hora de la lucha no los conocimos, nos vienen a hablar de revolución de amor al pueblo. Ahora veo con tristeza que esos señores aun permanecen aquí. No quiero ser extenso, porque no soy orador; únicamente voy a expresar algo que pueda orientar la opinión de esta honorable asamblea. El partido liberal constitucionalista, al que tengo el honor de pertenecer, está formado por los principales revolucionarios de la República Mexicana, y es natural que las candidaturas surgidas de este partido sean las que al pueblo le convengan, por que esos candidatos estuvieron con el pueblo, unos con las armas en la mano y otros con la pluma, pero estuvieron con él siempre a su lado. Cuando el partido liberal constitucionalista me ofreció mi candidatura para el Distrito Federal, tuve el honor de renunciarla para partir al Estado de Sinaloa, del cual soy hijo. También dije ahí, que veía con tristeza que muchos señores, sin ser del Distrito Federal, trataban de postularse ante un pueblo que no los conoce, y apoyé a muchos porque tenían los requisitos que marca la ley. A esos individuos que el partido liberal constitucionalista - que está fundado, como ya dije, por puros revolucionarios - que el partido rechazó, se decían después candidatos independientes, pero porque ningún grupo revolucionario los quiso aceptar en su seno; estos son los reaccionarios que en ninguna parte encontraron apoyo. El señor Villarreal nos dice que es un gran liberal, que él estuvo en Mixcoac - no recuerdo dónde - es decir, en el Distrito Federal. No comprendo yo qué leyes autorizaban al señor Villarreal para que defendiera a reos políticos de la revolución. Recuerdo un decreto del C. Primer jefe, que desconoce absolutamente todos los acuerdos que tomara la usurpación, y en tal concepto, si el señor Villarreal obtuvo la libertad de esos reos, la moraleja a ustedes les corresponde. ¿Por qué la obtuvo, si la revolución no reconocía ninguna ley? ¿Por qué? Porque tenía libertad de acción en el gobierno huertista. Por otra parte, quiero apoyar la candidatura del señor general García Vigil, como revolucionario que soy....
El C. Ancona Albertos, interrumpiendo: Ahora sí reclamo el orden, señor presidente. El señor coronel ha pedido la palabra en pro del dictamen y está hablando en contra.
El C. Villarreal Filiberto: El dictamen apoya la candidatura del señor general García Vigil y yo también la apoyo.
El C. Ancona Albertos: Tiene usted razón, señor.
El C. Villarreal Filiberto, continuando: Nada más quiero hacer una pregunta para no cansar a la honorable asamblea. ¿Es compatible el huertismo con el constitucionalismo? (Voces: ¡No, no!) ¡Muy bien! Entonces el criterio revolucionario, el criterio de los verdaderos revolucionarios que están aquí se inclina o a favor de un revolucionario, o a favor de un hombre que está siempre nadando entre dos aguas. He dicho, señores.
El C. Villarreal Antonio: Pido la palabra para contestar una alusión personal.
El C. presidente: Para contestar una alusión personal tiene usted la palabra.
El C. Villarreal Antonio: Dice el señor Siurob que yo fui abogado del general Mondragón y que gané ochenta mil pesos en un negocio. No es cierto, y voy a hacer una aclaración. En la época del señor Madero, es decir, antes del cuartelazo, patrociné a un hijo de Manuel Mondragón, Manuel Mondragón, jr., contra un individuo que era muy poderoso en la época del señor Madero; el débil en aquella época era Manuel Mondragón, jr. En esa época nadie sabía, nadie se imaginaba, que el padre iba a revolucionar, porque, si se lo hubieran imaginado, lo hubieran aprendido, y la persona contra la que él contendía era una persona perfectamente rica, perfectamente bien relacionada en el gobierno y que tenía grandisimas y poderosas influencias; tenia negocios con el ministro Rafael Hernández y con el ministro Rodolfo Reyes; en fin, era un verdadero poderoso, y además, estaba en connivencia con el inspector general de policía. En esas condiciones, acepté el patrocinio de Manuel Mondragón, jr., y en la época del señor Madero pude obtener una orden de aprehensión en contra de ese poderoso. Se transó este negocio, y esa transacción, que ha durado todavía dos o tres años, no ha llegado a liquidarse y en ese negocio no se llegó a una transacción arriba de once mil pesos, de manera que no son ochenta mil. Todavía ni siquiera se ha liquidado, y todo esto se hizo en la época constitucional del señor don Francisco I. Madero. Después, en la época del huertismo, nadie me puede decir que haya patrocinado a ninguno de los Mondragón en negocio ninguno, y sobre todo, si yo hubiera sido el abogado de estos señores, natural era que hubiera surgido en la política cuando eran todos poderosos. Si no surgí en política fue precisamente porque he conservado mi criterio liberal. Por lo que se refiere a lo que ha manifestado el señor Siurob respecto a lo que considere apasionado, debo manifestarle al señor Siurob que si no pertenece a ese partido, sí tiene estrechas ligas con los leaders del mismo; él fue postulado precisamente para ese puesto por el partido liberal constitucionalista, para ser revisor, y habrán observado los señores de la asamblea que no fue objetada en lo más mínimo su elección, no obstante que no se había separado del gobierno noventa días antes de su elección, pasando por encima de un precepto constitucional; sin embargo, la asamblea lo aceptó, y eso es irrevocable. Pero de todas maneras, los miembros del partido liberal constitucionalista procuraron no objetar esa credencial, y eso demuestra las ligas perfectas que tiene con todos ellos. Debo, además, manifestar esto: yo, por conducto del señor Palacios Moreno, del licenciado Palacios Moreno, tuve conocimiento, si bien no lo digo que hay una multitud de revolucionarios de acción aquí, que dicen que el señor general García Vigil no tiene facha. Según entiendo, estuvo en la convención de Aguascalientes, y entiendo que en esa convención no falló a favor de la Primera jefatura sino en contra de ella. De manera que si a mí se me hace alguna imputación por haber sido simple licenciado para mi vida, perfectamente independiente, entiendo que tengo el derecho de hacer una imputación a los candidatos que ellos presenten, y que han sido derrotados legítimamente en el 10 distrito electoral. Por lo que se refiere a las observaciones que se han hecho, la asamblea se ha convencido de que son irregularidades que no nulifican la elección, y sobre todo, que es el primer caso que se presenta en el que una junta revisora empiece a separar casillas para hacer a su perfecto gusto la separación de votos. Hasta ahora no se había presentado ningún caso. Los votos emitidos en mi favor son perfectamente legítimos, porque están emitidos por ciudadanos del distrito electoral en que yo fui electo. Y además de esto, todavía los señores de la casilla 75 y 76 tratan, y no tienen derecho para hacerlo, de descontarme 256 votos, que es la casilla en donde la sentencia del juez de distrito dice que fueron robados todos los documentos relativos a la cuestión electoral y que no computó la mesa computadora, precisamente porque no había padrón ni había boletas, como lo dice perfectamente al terminar el acta en la casilla, y no lo puede negar.
El C. Manjarrez, interrumpiendo: Moción de orden, señor presidente.
El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden el C. Manjarrez.
El C. Manjarrez: El señor Villarreal pidió la palabra para contestar una alusión personal y no para atacar nuevamente el dictamen de las comisiones. Así, pues, contestada la alusión personal, necesita pedir nuevamente la palabra a la mesa para poder referirse al caso electoral.
El C. Villarreal Antonio: Continuando la cuestión personal, manifiesto al señor Siurob, que respecto a sus antecedentes políticos no tengo absolutamente conocimiento de ellos; de manera que no los puedo decir. Por lo que se refiere al señor ingeniero Morales Hesse, lo único que he manifestado es que ha tenido altos empleos en el constitucionalismo, sin decirle que se haya enriquecido, porque pudo enriquecerse ganando un sueldo de consideración, y no he dicho que haya robado, ni he injuriado al ejército constitucionalista, por quien tengo el respeto y la admiración que todo buen mexicano tiene..
El C. Siurob, interrumpiendo: Pido la palabra para un aclaración.
El C. Urueta: He pedido la palabra en pro del dictamen.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siroub, como miembro de la comisión.
El C. Siurob: La aclaración que deseo hacer al C. Antonio Villarreal es ésta: él afirma que tengo liga con el partido liberal constitucionata. Si la única liga es haber luchado juntos y haber estado en el campo de batalla, la acepto. Segunda: afirma que el partido liberal constitucionalista me ha hecho favor admitiendo mi credencial, porque no renuncié el gobierno de Guanajuato noventa días antes. Esto es falso, por dos razones: en primer lugar, porque en la época en que renuncié el gobierno de Guanajuato todavía no se publicaba la ley restrictiva; de manera que malamente puede tener esa ley efecto retroactivo; y segunda, porque la misma ley, en uno de sus artículos, dice que en esta elección no tiene objeto esta restricción constitucional. Conste que no tenía necesidad de que ningún partido me hiciera favor. Si yo mismo hubiera comprendido que mi elección violaba cualquiera de los artículos fundamentales de la Carta Magna, no hubiera venido a este Congreso, porque tengo la suficiente honradez política para haberme retirado y haber puesto un escrito a esta Cámara, diciendo que mi elección había sido anticonstitucional. La Cámara, en lo de adelante, verá mis procedimientos, y verá si más tarde soy o no capaz de ajustarme a este procedimiento, del cual me siento glorioso.
El C. Hay: moción de orden, señor presidente. Reclamo el trámite.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Hay.
El C. Hay: He pedido al señor secretario con gran anterioridad la palabra; suplico al señor secretario que haga la aclaración correspondiente.
El C. prosecretario Portes Gil: El señor Hay pidió la palabra a reserva de que algún otro C. diputado la pidiera en contra, Como hasta ahora no se ha inscrito ningún diputado en contra. no lo apunté en la lista, puesto que esa reserva no se ha cumplido.
El C. Hay: ¿Me permite el señor presidente hacer una respetuosa pregunta?
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Hay: Desearía saber si el señor licenciado Villarreal habló en contra , del dictamen o no, la última vez que tomo la palabra. Aunque la forma de pedir la palabra haya sido diferente, me corresponde a mí el turno; si no habló en contra del dictamen, cedo la palabra a quien corresponda.
El C. Presidente: El señor licenciado Villarreal hablo dos veces en contra del dictamen, y ya no podía hacer uso una tercera vez en contra.
El C. Hay: El hecho concreto es que habló en contra. Una cosa es la forma de pedir la palabra y otra cosa es el hecho de hacer uso de esa palabra.
El C. presidente: El señor ingeniero Hay no está inscrito, y por eso concedo la palabra al C. Urueta.
El C. Hay: Acepto la decisión de la presidencia; pero hago notar que esto fue una deficiencia.
El C. Urueta: Yo le cedo mi turno al señor ingeniero Eduardo Hay.
El C. Hay: Tengo que pedir, ante todo una disculpa, por haber evitado a ustedes el placer muy grande y muy justificado de oír a un Urueta; no he tenido ningún empacho en acceder a la galante cesión de la palabra que me ha hecho el señor licenciado Urueta, porque quiero tratar este punto desde el punto de vista revolucionario neto, desde el punto de vista legal y desde el punto de vista moral. Las credenciales que son aquí discutidas deben ser discutidas bajo tres puntos de vista: punto de vista legal, punto de vista moral y punto de vista político. Es inútil que vengamos nosotros a pretender que solamente el criterio legal es el único que exclusivamente pueda existir, es inútil que pretendamos que no va a existir también, que no va a regir en parte el criterio moral y el criterio político; y puesto que esto es así afrontemos la situación francamente y procedamos con el debido orden.
Desde luego puede estar seguro el señor Villarreal, como cualquiera de aquellas personas en contra de las cuales yo venga a hablar, que nunca oirán de mí una palabra altisonante ni un insulto, que, si por un descuido lo vertiera, inmediatamente y de antemano doy la más plena satisfacción, porque yo jamás insultaré en este recinto que respecto, y siempre estaré dispuesto a sostener y a hacer respetar mis insultos fuera de este recinto. Desde el punto de vista legal, el dictamen de la comisión me parece aceptable, y me baso para ello en los mismos argumentos del señor Villarreal. El señor Villarreal ha criticado dura y acerbamente a la comisión dictaminadora porque rechazó su credencial, en vista de haber descontado las casillas o descontado los votos por no haber existido la lista de escrutinio, y el señor Villarreal, en un escrito firmado de su puño y letra, ha reclamado en contra de las casillas a las cuales faltaba ese mismo requisito; por lo tanto, esa diferencia de criterio para juzgar las casillas que le habían sido favorables de las que habían sido favorables a su contrato, es algo que es altamente sospechoso, o que, por lo menos, nos hace creer que el señor licenciado Villarreal no tiene la uniformidad de criterio cuando se trata de cuestiones legales que puedan favorecerlo o desfavorecerlo. Además, el señor Villarreal pretende que hay falta de honradez de parte de la comisión. Ante esa imputación yo aceptaría que esta discusión se suspendiese para que la comisión examinara voto por voto, ante testigos; pero eso solamente sería después de que esta honorable asamblea sancionara que tiene igual desconfianza de la comisión, que la que el señor licenciado Villarreal ha mostrado. Yo creo que esa desconfianza no existe, solamente y únicamente porque no tiene razón de existir. Desde el punto de vista legal, el señor Villarreal ha pretendido destruir los argumentos de la comisión, precisamente con los mismos argumentos que aboga en favor de la misma, y de ahí se ve su inconsistencia completa de criterio legal, que no me extraña, teniendo en cuenta que esa inconsistencia de criterio legal la empleó también en la época de Huerta. Desde el punto de vista político en este momento es el menos importante, pero yo me pregunto: si tenemos un hombre que ha defendido alternativamente a los que él considera salvadores de la patria y a los que él considera destructores de la patria, ¿cómo es posible que mañana no podamos esperar del señor que también venga alternativamente a defender al pueblo como pueblo, e ir contra el pueblo como pueblo? y desde el punto de vista moral, señores, yo os digo lo siguiente: en toda profesión hay hombres honorables y hombres que no lo son: hay hombres que tienen criterio moral y hay hombres que lo desconocen por completo. Yo no sé si el señor Villarreal no es hombre honrado; no tengo el gusto de conocerlo; no sé si ha recibido o no dinero por esas defensas, unas ocasiones en un sentido y otras en otro; pero de lo que sí estoy seguro, puesto que él mismo lo ha venido a demostrar, es que tiene una elasticidad de conciencia verdaderamente pasmosa, la que nos debe alarmar. Es preciso que nosotros defendamos al pueblo, puesto que éste nos ha nombrado aquí sus representantes, y es preciso que no admitamos a individuos que tienen una gran elasticidad de conciencia y de criterio. ¿Cómo es posible que el mismo hombre que defiende a un revolucionario, como aquellos que creen que están defendiendo una causa justa, vaya también, por razones personales o por cualquier otro motivo que no pueda justificar, vaya también a defender a un hombre que cometió un crimen nefasto, asqueroso, tremendo y repugnante, que horrorizó no solamente a aquellos que lo vieron, no solamente a aquellos que tenían interés personal por Gabriel Hernández, sino que horrorizó a todo el mundo, pues yo he visto en la prensa americana en donde ponían con letras grandes el crimen nefasto que se había cometido en la misma cárcel de Belem? ¿Cómo es posible que un hombre que tiene un criterio justo, un criterio preciso de lo que es honradez, de lo que es rectitud, de lo que es ley, lo viole y se atreva a defender a un criminal de tan baja estofa, que no tiene excusa por el alcohol, puesto que los alcohólicos son excusables ante la ley en algunos casos, pero ante la conciencia de los hombres honrados no son ni pueden ser excusables? (Aplausos.) Si ese hombre es un alcohólico y el alcohol le ha hecho degenerar. cuando no estaba bajo la acción del alcohol debía haber comprendido que no tenía derecho para convertirse en fiera humana, y que, por lo tanto, cuando él pudo haber pensado que podía ponerse en condiciones de fiera humana no debió; haber venido entonces ese alcohólico es responsable de su crimen, es un criminal, es un asesino y no tiene defensa honrada, defensa humana, aun cuando la tenga legalmente. Porque es preciso distinguir entre la ley y la justicia; la ley es algo elástico; injusticia no puede ni debe serlo. La ley en nuestro país ha sido de lo más elástico, y sólo ha servido para violar la justicia; la ley ha sido suficientemente elástica para salvar, con el apoyo de quien tiene la conciencia elástica, como el licenciado Villarreal, para salvar de la muerte a un asesino, a un hombre peligroso, a un destructor de vidas humanas por medios salvajes y repugnantes; Y es el licenciado Villarreal el que ahora nos viene a decir que viene a defender al pueblo, y que habla contra el clericalismo y eleva a Obregón y a Carranza y al ejército constitucionalista. No, señores; es preciso que distingamos desde ahora cuáles son los hombres que van a servir al pueblo, aun cuando haya otro cuartelazo, porque mañana puede venir otro Cepeda, un beodo, un marihuano que bajo la acción del alcohol se vuelva una fiera salvaje y asesine a un Carranza, a un Obregón o a un González y entonces tendremos también a un Villarreal sacando de las garras de la justicia a ese criminal que, no por beodo, es irresponsable de sus actos, o irresponsable de su nefasto crimen. (Aplausos)
No tengo yo ninguna inquina personal contra el señor licenciado Villarreal, al cual creo no haber conocido, y si lo he conocido han sido por una presentación; pero la mala vista de que padezco me hace ser un pésimo fisonomista y me hace tener mala memoria de las personas a quienes conozco ligeramente; pero puedo empeñar mi palabra de honor, señor licenciado Villarreal, y os protesto que tengo honor muy limpio y manos y conciencia muy limpias, que no vengo aquí por ningún odio personal, ni por ningún motivo personal en contra de usted. Para mí, en estos momentos, usted no es más que un individuo que trae una credencial que, a mí juicio, legal, moral y políticamente, no debe ser aceptada. El nombre de usted me es enteramente indiferente, puesto que vengo a hablar con toda honradez y justicia. Esto yo creo satisfará al señor licenciado Villarreal de que no traigo aquí ningún ataque personal. Pero aquí, en un lugar a donde viene la representación del pueblo para trabajar por él, a donde viene la representación del pueblo a trabajar por ese pueblo atravéz de muchos sacrificios de ese mismo pueblo, a dónde se van a crear las leyes salvadoras de ese mismo pueblo y creadoras de una nación respetable para el mundo, como es la nuestra; en este lugar, señores me opongo a que venga el señor Villarreal o cualquier número de Villarreales que en esta forma pretendan presentarse en esta asamblea. (Aplausos.)
Repito señores es muy importante el punto de vista moral. Si las Leyes tienen que ser morales ¿por qué no exigir que los que las forman sean morales también? o cómo es posible que puedan emanar de individuos inmorales leyes morales y salvadoras de los pueblos? Esos sería pedir peras al olmo y el olmo jamás ha dado peras, como también los amorales jamás producen cosas morales o leyes morales, y si lo hacen, lo hacen inconscientemente, por casualidad o por interés; pero nosotros no nos podemos fiar de aquellos que conscientemente van a defender una causa moral ahora y mañana van a defender una causa inmoral. Debo establecer el criterio de que la moral de ese señor Villarreal no es una cosa normal, no es nada aceptable y por lo tanto, es altamente inmoral, si no amoral. Repito, desde el punto de vista político, no sé qué haría el señor Antonio Villarreal mañana, si por desgracia la reacción que está viva, señores y de la no debemos ni podemos descuidarnos en defensa del mismo pueblo, que nos ha traído aquí, ¿qué haría si hubiera otro cuartelazo y otros Cepedas y otros Huertas? ¿se conformaría con defender a unos y a otros, para mañana poder presentar a la Cámara de Diputados una credencial que esté apoyada por defensas de todos colores? yo creo que los hombres multicolores no tienen derecho de ser electos por el pueblo a menos que ese pueblo quiera y pretenda que haya arriba como gobernantes hombres multicolores también; pero el pueblo mexicano, el pueblo viril mexicano ha demostrado con su propia sangre que no quiere anodinos, que no quiten multicolores en su gobierno y por eso luchó contra un Profirió Díaz, contra un Victoriano Huerta y por eso derrocó a los dos y por eso sostuvo a Madero y a Carranza. Y si el pueblo ha pretendido eso, si ha luchado y ha dado su sangre ¿comó admitir que va a depositar su voto por un hombre que está en contra de sus principios? si no fuera aceptado, por ejemplo, el general García Vigil, un hombre honrado al cual no le puede echar ninguna lacra el señor Villarreal, un hombre que no es anodino y que ha luchado por el pueblo y el pueblo lo sabe ¿cómo es posible que el pueblo pueda conscientemente dar su voto por un defensor de Cepeda y negárselo a un García Vigil? Claro que es ilógico y puesto que la ley se basa principalmente en la justicia y la justicia es hermana de la lógica, no es lógico que aceptemos, que el pueblo acepte a un defensor de un Cepeda. (Aplausos y campanilla.)
El C. Villarreal Antonio: Pido la palabra para una alusión personal. (Voces: A votar, a votar!)
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Villarreal Antonio: El C. Hay me hace el cargo personal de haber defendido a Cepeda, y yo contesto a esa imputación, diciéndole esto: que en ninguna parte del mundo un abogado comete una sola falta ni es sospechoso por defender a cualquier reo. Maitre Labourier (?) defendió a Dreyffus, presunto traidor a su patria y, sin embargo, la nación francesa lo ha respetado; el señor Riva Palacio, uno de los más conspicuos liberales, defendió a Maximiliano y lo han respetado; el señor licenciado Urueta, uno de los abogados más notables de México, defendió al general lucio Blanco; y lo mismo pasa con una multitud de abogados de México que han defendido causas perfectamente difíciles (siseos), y, sin embargo, a nadie, absolutamente, se le hace por eso una imputación, y al manifestar, al hacerme la imputación de que es un defecto, un anatema, debo manifestarles que en el ejército constitucionalista existe un cuerpo de defensores, todos abogados constitucionalistas, todos individuos perfectamente afiliados a la causa constitucionalista, y todos estos señores defienden día a día, en los consejos de guerra, a enemigos del constitucionalismo y en una multitud de ocasiones los arrancan de las garras de la muerte. Si es un falta, si es una delito el defender a un enemigo político, entonces debería suprimirse de los códigos de procedimientos penales y de guerra el nombramiento de defensores de oficio.
El C. Urueta: Pido la palabra para contestar una alusión personal.
El C. Siurob: Para una aclaración, señor presidente.
El C. presidente: Para una aclaración, tiene usted la palabra.
El C. Siurob: La aclaración consiste en esto: los procesos a que se ha referido el señor Villarreal, y que puede defender cualquiera de los abogados, son verdaderamente procesos, no farsas como en las que él estuvo mezclado y en la cual representó el papel de títere.
El C. Hay: Para una corta aclaración, señor presidente.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Hay: Nada más para establecer la diferencia entre los que son defensores voluntarios de los reos y defensores de oficio. Los defensores de oficio tienen obligación de defender a los que les toque en turno; los voluntarios tienen el derecho de rehusar o no cualquiera defensa.
La mesa pregunta a la asamblea si se considera suficientemente discutido el punto. los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Se declara suficientemente discutido.
El C. Villarreal Antonio: Moción de orden. Pido respetuosamente a la mesa y suplico a los señores diputados que me apoyen siete de ellos para que la votación sea nominal.
- El mismo C. prosecretario: Se aprueba que sea votación nominal, puesto que existen de pie siete diputados.
-El C. secretario Céspedes: Se suplica a los señores diputados no abandonen el salón. Se va a proceder a la votación nominal. La parte resolutiva del dictamen que se va a votar, es la siguiente:
"1a. Es diputado propietario por el 10 distrito electoral del Distrito Federal, el C. Manuel García Vigil, por haber obtenido una mayoría de 281 votos.
"2a. Es diputado suplente por el 10 distrito electoral del Distrito Federal, el C. Adolfo Abreu Sala, por haber obtenido una mayoría de 209 votos.
El C. Hay: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Hay.
El C. Hay: Yo creo que ese dictamen adolece de un grave defecto: que no nulifica primero la credencial del presunto diputado: aquí el presunto diputado es el ciudadano Villarreal y para poder hacer la declaración de que el señor general García Vigil es diputado, tiene forzosamente que declararse la nulidad del otro para que pueda ser diputado.
El C. Siurob: Pido la palabra. Tiene razón el compañero....
El C. prosecretario López Lira: Por acuerdo de la presidencia se pregunta a la asamblea si se aprueba que la comisión retire un momento su dictamen para presentarlo reformado.
El C. Neri: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Neri: El dictamen se ha discutido como está y necesitamos votarlo en los términos en que está hecho.
El C. Rivera Cabrera: Yo creo que no hay necesidad de reformarlo.
El C. Aguirre Colorado: Pido la palabra para una rectificación. Aparece del dictamen que se declara diputado suplente al señor Antenor Sala y el suplente es el señor Adolfo Abreu Sala.
- El mismo C. prosecretario: Entonces, ¿no se concede permiso a la comisión? (Voces: ¡No!) Entonces. se procede a la votación. (Se procedió a ella.)
El resultado de la votación fue el siguiente: Por la afirmativa, 144 votos, y por la negativa 13, que fueron los de los CC. Alcocer Rosalía, Cepeda Medrano, Céspedes, Cravioto, Garza González, Hernández Pascual, López Lira, Mata Luis I., Manríque, Parra, Rebolledo, Rocha y trevió. La presidencia, por conducto de la secretaría, declara: primero. que es diputado propietario por el 10 distrito electoral del Distrito Federal, el C. Manuel García Vigil y segundo, es diputado suplente por el mismo distrito, el C. Adolfo Abreu Sala. (Aplausos.)
El C. presidente: A las 9 p.m. Se levanta la sesión y se cita para mañana a las tres y media de la tarde
. El Jefe de la sección de taquigrafía, JOAQUIN Z. VALADEZ.