Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170413 - Número de Diario 7

(L27A1P1eN007F19170413.xml)Núm. Diario:7

Colegio Electoral

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 13 DE ABRIL DE 1917.

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.

PERIODO EXTRAORDINARIO. XXVII LEGISLATURA. TOMO I.- NÚMERO 7.

Séptima Junta Preparatoria de la Cámara de Diputados Verificada el 13 de Abril de 1917.

SUMARIO

1.- Se pasa lista. Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de la anterior. Sin discusión es aprobado el dictamen referente al 12 distrito electoral del Estado de Puebla. 2.- Es puesto a discusión y aprobado el dictamen de la primera sección, que se refiere al único distrito electoral del Estado de Colima. 3.- Es leído un dictamen de la propia sección, que consulta la validez de las elecciones verificadas en los siguientes distritos electorales: 2o. de Veracruz, 4o. de Querétaro y 3o. de Guanajuato. Son separadas las dos primeras proposiciones y aprobada económicamente la última. 4.- Es aprobado el dictamen de la cuarta sección, relativo al 6o. distrito electoral de Guanajuato. 5.- Son aprobados, económicamente, los dictámenes de la segunda sección, que se refieren a los siguientes distritos electorales: 13 de Veracruz, 6o. de Guerrero, 12 de México y 10 de Oaxaca. 6.- Es aprobado el dictamen de la sesión tercera, relativo a las elecciones verificadas en los siguientes distritos electorales: 6o. de Oaxaca, 4o. de Puebla, 1o. de Chiapas, 16 de Oaxaca, 7o. de Chiapas, 2o. de Tabasco, 4o. de Veracruz, 1o. de Sinaloa y 1o. de Sonora. Se lee un dictamen de la propia sección, relativo al 14 distrito electoral de Puebla, que es retirado por carecer de parte resolutiva, levantándose en seguida la junta para reanudarla en la tarde. 7.- Reanudada aquélla, se da lectura a una carta del C. Justino Cotero sobre antecedentes políticos del C. Manjarrez. Varios CC. diputados hacen algunas proposiciones, y en la mesa acuerda que se reserve el documento para que la Cámara de Diputados resuelva en su oportunidad. 8.- Son aprobados los dictámenes de la cuarta sección, relativos a los siguientes distritos electorales: 9o. de México, Distrito sur de la Baja California y 17 de Oaxaca, así como el que declara nulas las elecciones en el 3er. distrito electoral de Tabasco. 9.- Son aprobados los dictámenes de la segunda comisión, que se refieren a los siguientes distritos electorales: 5o. de Sinaloa y 9o. de Guanajuato. 10.- Se pone a discusión el dictamen de la propia sección segunda, relativo a las elecciones hechas en el 1er. distrito electoral del Estado de Tabasco. El C. Cravioto presenta una moción suspensiva, que es desechada. Agotada la discusión, es aprobado el dictamen, nominalmente, levantándose en seguida la junta.

DEBATE

PRESIDENCIA DEL C. MEDINA HILARIO.

1.

El C. secretario Céspedes, a las 10.40 a.m.: Hay una asistencia de 125 CC. presuntos diputados; hay quórum.

El C. presidente: Se abre la sesión.

- El mismo C. secretario, leyó el acta de la sesión anterior. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica, ¿Se aprueba? Aprobada.

El C. prosecretario López Lira, leyendo: "Primera comisión revisora de credenciales.- Sección primera.

"Honorable asamblea:

"Examinados detenidamente los expedientes electorales del 12 distrito de Puebla, y vistas las protestas que en ellos constan, subscritas por el C. Federico Jiménez O'Farrill y por el señor Ricardo M. Sarmiento, esta comisión se ve en el caso de declarar triunfante al candidato Manuel M. Guerrero, porque aunque todas las protestas son justificadas y hay en efecto muchos votos afectados de nulidad, no son los suficientes ni para declarar la nulidad total de la elección, ni para dar el triunfo al candidato que obtuvo en el segundo lugar, que en efecto fue el señor Jiménez O'Farrill. En las diversas casillas establecidas en San Juan de los Llanos, se ve que, como lo dice el mencionado señor Jiménez, existen muchas boletas escritas con la misma letra, pero es indudable que la mayoría de los sufragios emitidos son válidos. El C. Manuel M. Guerrero obtuvo 1,646 votos, de los cuáles 244 son nulos en concepto de la comisión, restándole, por consiguiente 1,402 votos.

El candidato Jiménez O'Farrill, según la junta computadora, obtuvo 576 votos, pero hay que agregarle 171 que indebidamente no se le computaron. Obtuvo, pues, 751 votos, que, como se ve, constituyen minoría.

"Por las consideraciones expresadas, esta comisión somete a la deliberación de esta honorable asamblea, los siguientes puntos de resolución:

"1o.- Es diputado propietario por el 12 distrito electoral del Estado de Puebla, el C. Manuel M. Guerrero.

"2o.- Es diputado suplente por el mismo distrito, el C. Juan Carrasco.

"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados. México, 10 de abril de 1917.- Juan Zubaran.- Antonio Ancona Albertos.- Jonás García.(Rúbricas.)"

Está a discusión ¿No hay quien haga uso de

la palabra? En votación económica, se pregunta si se aprueba; los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de un pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 12 distrito electoral del Estado de Puebla, los CC. Manuel M. Guerrero y Juan Carrasco."

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección primera.

"Honorable asamblea:

"El expediente electoral del único distrito de Colima, arroja 2,315 votos en favor del C. Salvador Saucedo y 1,060 en favor del C. Juan García Rosas, por lo que la junta computadora respectiva expidió la credencial al primero de los ciudadanos citados. No existe en el expediente ninguna protesta contra el resultado de la elecciones, en lo que se refiere al cómputo de votos; pero sí en lo relativo a la incapacidad del electo, de quien se dice que está procesado por el delito de robo en uno de los juzgados de instrucción del referido Estado. La comisión examinó detenidamente las constancias procesales que se acompañan a las protestas, y llegó al convencimiento de que indudablemente se echó mano de este recurso para nulificar las elecciones del C. Saucedo, que de otro modo resultarían perfectamente legítimas. La acusación contra el C. Saucedo, si bien fue formulada con todos los requisitos legales, tiene, en nuestro concepto, y como ya dijimos, la apariencia de un simple recurso de los candidatos derrotados para inutilizar al triunfante, pues se le acusa de un delito que, según, se dice, cometió en el año de 1912, y la consignación al ministerio público aparece con fecha 5 de enero de este año. Por otra parte, el delito no aparece comprobado; no hay sentencia en las constancias recibidas, ni auto de aprehensión, y únicamente se imputa al acusado el robo de una tela alambrada, oxidada, valuada en 4 pesos. Fácilmente se dará cuenta la honorable asamblea de que, después de aplicar el criterio legal a estas soluciones, se le debe aplicar también el criterio moral; pero precisamente en contra de quien, acudiendo a viejos vicios políticos, acude a esta clase de recursos para nulificar una elección.

"Por las consideraciones y hechos expresados, sometemos a la deliberación de esta honorable asamblea, los siguientes puntos de resolución:

"1o.- Son válidas las elecciones efectuadas en el único distrito electoral del Estado de Colima.

"2o.- Es diputado propietario por el mismo distrito, el C. Salvador Saucedo, y suplente, el C. Juan Torres Virgen.

"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados. México, 15 de abril de 1917.- Juan Zubaran.- Antonio Ancona Albertos .- Jonás García.(Rúbricas.)"

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra?

El C. Vadillo: Pido la palabra en contra.

El C. secretario Céspedes: Se han inscrito para hablar, los CC. Basilio Vadillo en contra, y Salvador Saucedo, en pro.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra, el C. Basilio Vadillo.

El C. Vadillo: Honorable asamblea: El caso presente es un caso de patología electoral, y así lo presento a la consideración de los juristas y de los políticos que se encuentran en esta Cámara. Es un caso de patología electoral, porque es seguramente el único expediente puesto a la consideración de los CC. diputados, en donde aparece airada y valiente una acusación criminal sobre uno de los presuntos candidatos, ¿Hasta qué punto esta acusación de orden criminal puede inclinar a los CC. diputados en contra de este dictamen? Es cosa que deben de resolver los juristas dentro de su criterio estrictamente jurista; pero que los políticos de esta Cámara deben fallar, según ese otro valor examinado aquí frecuentemente, el valor político que tiene esa circunstancia. El dictamen afirma con cierta ligereza, que esta acusación por delito de robo al Estado fue presentada con el deliberado propósito tal vez de inutilizar al triunfante, y eso no es verdad.

La acusación fue presentada por el secretario de gobierno del Estado de Colima el día 8 de enero, cuando el candidato, señor Saucedo, no se encontraba en el Estado, y cuando nadie podía presuponer que habría de lanzar con temeridad notoria su candidatura en aquel lugar. Si no se hicieron y no se llevaron a cabo las diligencias necesarias de orden jurídico que reclamaba el procedimiento en esos días, fue precisamente porque el individuo acusado no se encontraba en aquel Estado, sino que se encontraba en esta ciudad. No existe auto de formal prisión, sencillamente porque el señor Saucedo se presentó allá en días propicios para hacer su campaña electoral, y no se quiso, y yo fui uno de los que nos opusimos a ello, que se dictara tal orden de prisión, porque entonces sí habría sido interpretada esta disposición como una forma de inutilizar al candidato. Esta oposición mía no fue, por supuesto, en el terreno judicial y ante los jueces, sino en los círculos políticos en donde se manifestó esa opinión mía. Esta es la razón por la cual afirmo que la comisión ha procedido con cierta ligereza al hacer el cargo a la autoridad acusadora de Colima, de la pretensión de inutilizar al C. Saucedo para hacer su campaña electoral. Yo, señores diputados, en la política de Colima, represento un polo opuesto del C. Saucedo. Él y yo, desde hace 2 años, nos balanceamos en los extremos opuestos de un mismo sentimiento político; pero en los extremos opuestos, y debo confesar, con alta satisfacción, porque la he tenido, de haber estado siempre triunfante contra ese ciudadano reaccionario de la peor especie en la política revolucionaria..........

El C. Saucedo, interrumpiendo: ¡Mientes, canalla!

El C. Vadillo, continuando: Y dentro de mi criterio ya he expuesto en otras ocasiones, de que el criterio de la política predominante debe regir antes que otro, lo asenté yo claro y tendré oportunidad de fundarlo después para abrir la puerta de esta Cámara a los ciudadanos que después han de tomar el colorido que quieran en la discusión de los principios que se avecinan, de acuerdo con ese criterio, el de hacer presentes aquí los antecedentes políticos del C. Saucedo, para que cada quien, con conocimiento de ellos y fallándolos como a bien lo tenga, dentro de su criterio político, revolucionario, dé o no su aprobación a este dictamen de la comisión.

Recuerdan los señores diputados los días de la convención de Aguascalientes, cuando la república entera vibraba por las sesiones que tenían lugar en aquella ciudad; cuando el corazón todo el país tenía las palpitaciones de aquella asamblea, y cuando las ideas de patria y las ideas de revolución y de lucha andaban en lo alto de los puños crispados de los fusiles y de las bayonetas próximas de Francisco Villa. En aquel tiempo, en Colima se editaba un periódico, el que tenía las responsabilidad moral de explicar a todos los ciudadanos colimenses los pasos que seguía en aquel tiempo la revolución. Ese periódico, escrito con la ayuda del gobierno, porque se editaba en la imprenta del gobierno, con pensión del gobierno,

porque el gobierno la daba, y con muchas faltas de ortografía porque las ponía el señor Saucedo, estaba editado por este ciudadano. ¿Sabéis, señores, a lo que se dedicó el C. Saucedo en aquellos días trascendentes para la opinión pública en el Estado de Colima, cuando la obligación moral del periodista en los días de crisis para las ideas nobles, las que después habían de ser la bandera de combate en esta escisión de la república, sabéis a lo que se dedicó el C. Saucedo durante más de 20 días? ¡A hacer un concurso de simpatía en Colima! Después de 20 días de indecisión, de amargura para los ciudadanos que seguían paso a paso el movimiento reaccionario, nosotros pudimos saber, ¡oh gran prodigio!, tres cosas: que la señorita X era la más bella de la ciudad de las palmeras; en segundo lugar, que estos sufragios los había obtenido por 90,000 y tantos votos, y en tercer lugar, que el C. Saucedo había logrado hacerse un flamante vestido nuevo con el producto de aquel concurso de simpatía. Pero la convención de Aguascalientes pasó entonces completamente desapercibida para toda la anhelante población de Colima, que entonces ya empezaba a sufrir los rigores de la incomunicación con el resto del país. No me nieguen, señores diputados, que en aquellos días de prueba para los criterios revolucionarios, muchos ciudadanos, por una mera razón geográfica, quedaron del lado de los enemigos, cuando pudieron haber sido amigos nuestros; muchos quedaron en la zona de Francisco Villa, por razón de que no hubo alguna que hubiera señalado el rumbo verdadero de la genuina revolución constitucionalista; muchos quedaron en el campo contrario, pudiendo haber sido amigos nuestros, porque su decisión, sus ideas y sus antecedentes hubieran sido favorables al constitucionalismo, solamente porque no hubo un hombre que señalara el rumbo verdadero que se debía en aquellos días de indecisión. Pues bien: en aquellos días críticos, en aquellos días en que fue necesaria la voz de un criterio sereno y bien intencionado, nos faltó en el Estado de Colima un hombre: y ese hombre, en aquellos momentos, debió haber sido Salvador Saucedo.

Después de la convención, señores diputados, el C. Saucedo se dedicó a hacer franca labor antirrevolucionaria, y llegó a propagar el villismo, en la forma más descarada, en su periódico....

El C. Saucedo, interrumpiendo: ¡Mientes!

El C. presidente: Ruego al señor Saucedo se sirva guardar el respeto que se merece la asamblea, y no estar interrumpiendo al orador.

El C. Hay: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Hay.

El C. Hay: En el reglamento se dice que se puede reclamar el orden, entre otras cosas, cuando se vierten injurias contra una persona o corporación, y el artículo 105, dice así:

"No podrá llamarse al orden al orador que critique o censure a funcionarios públicos por faltas o errores en el desempeño de sus atribuciones, pero en caso de injuria o calumnia, el interesado podrá reclamarlas en la misma sesión, cuando el orador haya terminado su discusión, o en otra que se celebre en día inmediato. El presidente instará al ofensor a que las retire o satisfaga al ofendido. Si aquél no lo hiciere así, el presidente mandará que las expresiones que hayan causado la ofensa de autoricen por la secretaría, insertándolas ésta en acta especial, para proceder a lo que hubiere lugar."

No tengo yo ningún empeño en defender o en evitar que sea atacado el señor Saucedo: pero sí tengo empeño en defender la respetabilidad de esta asamblea, de este Congreso, y por eso suplico respetuosamente a la presidencia, que establezca el precedente de que las injurias no deben vertirse aquí, y que si se vierten deben atenerse a las responsabilidades consiguientes.

Respetuosamente, pido a la presidencia haga efectivo el artículo a que me refiero.

El C. presidente: La presidencia no ha hecho, hasta hoy, lo que el señor Hay dice, porque el mismo artículo 105 da al interesado el derecho de reclamar, y, por lo tanto, la presidencia no se cree en el caso de hacerlo, si no es a petición del interesado.

El C. Hay: Yo me considero como interesado, por ser parte integrante de esta asamblea, y yo considero que cuando cualquier miembro lanza una injuria a otro, no es solamente el injuriado el lastimado, sino todos los miembros de la asamblea.

El C. Vadillo, continuando: Hace 2 años que el C. Saucedo me injuria, y siempre he despreciado sus injurias. Hoy pongo remate a ellas, despreciándolas nuevamente. Nos ocurre, señores, a todos los hombres convencidos de una idea, el fenómeno psicológico creer que todos los demás lo estarán cuando se viene a hablar con el tono de la sinceridad. Yo pude haber traído, señores, una tonelada de periódicos para probar al señor Saucedo su labor reaccionaria en el Estado de Colima, y por este fenómeno a que me estoy refiriendo, no quise traer ninguno. Yo creía que únicamente con mi voz de sinceridad podría traer todas estas pruebas, y ahora declaro que lo siento, porque es verdaderamente un acto infantil venir a hablar a esta asamblea respetable sin pruebas; pero las que voy a dar después me justificarán en cuanto a ello. Decía que el C. Saucedo, después de la convención de Aguascalientes, se dedicó a la obra más francamente hostil al gobierno revolucionario de Colima; que hizo propaganda reaccionaria pública, que llegó - tengo algunas publicaciones,- a gritar vivas a Francisco Villa, y que si el subscrito merece fe, al subscrito le dijo un día que la revolución de Francisco Villa era la que debería triunfar, y me excitaba a ponerme al lado de Francisco Villa. Pero la labor reaccionaria de Salvador Saucedo no la juzgo yo por sus simpatías o antipatías hacia este monstruo biológico de la historia moderna mexicana, que se llama Francisco Villa; la juzgo yo por aquellos actos que son trascendentes para el bienestar de la nación y de la sociedad de Colima. Si no hubiera obtenido ningún perjuicio la obra insana de Salvador Saucedo en contra de mis conciudadanos de aquel lugar, no la mencionaría aquí, porque en la historia de los pueblos, ¿Cómo va a ser posible ir a recoger todas las sutilezas expresadas por los hombres, para ponerlas y agregarlas en el libro de su conducta moral? No, señores; es preciso aceptar sólo a aquellos que vean lo trascendente para el bienestar de los pueblos, porque estamos obligados a salvaguardar el bienestar de los pueblos; porque la sociedad tiene el deber de defenderse por un instinto de conservación contra los miembros insanos y malos de esa misma sociedad. Ahora, bien, señores diputados, el gobierno revolucionario de Colima, presidido por el C. general Juan José Ríos, se dedicó, apenas se estableció en aquella entidad lejana, a hacer la realización genuina, propia y correcta del programa revolucionario. El programa revolucionario comprendió los siguientes actos que voy a mencionar. En el Estado de Colima, señores diputados, la educación pública estaba, en su cuarta parte por lo menos, absolutamente en las manos del clero. La ciudad de Colima, como todas las ciudades pequeñas de la república, alejada de los centros de cultura, puesto que Colima hasta hace poco ha quedado ligada por ferrocarril con el interior de la

república, como todas las pequeñas ciudades, como Zamora, León, Tepic y tantas otras que hay en el país, es francamente clerical. En Colima, hace 60 años que no hay otro establecimiento de educación que el seminario de Colima.

En Colima no había habido escuelas profesionales jamás, hasta que la revolución fue a implantar una escuela normal. Tenemos nosotros monasterios de las siguientes órdenes: La "Asociación de adoratrices," la "Asociación de josefinas" y la "Asociación de salecianas," las cuales tienen en su mano lo mejor de la sociedad de Colima, aparte de los seminarios y las escuelas parroquiales que había en todos los pueblos, merced a las cuales, como he dicho, la cuarta parte, por lo menos de la asistencia escolar, estaba en manos del clero. El gobierno revolucionario, en cuanto se hizo cargo de sus funciones en aquel lugar, lo primero que hizo fue clausurar vigorosamente esos establecimientos de perversión de la juventud. Fuimos nosotros los que, por ministerio del gobierno liberal fuimos a cerrar el seminario; fuimos a cerrar los conventos, y fuimos a instalar en las escuelas clericales, en las escuelas seminaristas, las escuelas laicas con personal llevado de esta capital.

Entonces fue cuando Saucedo empezó a hacer obra enemiga de esta reforma escolar; fue cuando él en su periódico, dijo que no era cierto como dije yo en una de las 50 conferencias públicas que di en aquella ciudad, que las monjas eran, como yo lo había dicho, las místicas concubinas de Dios, y él se hizo entonces el paladín de las vírgenes pálidas enclaustradas en los conventos de Colima.....

El C. Saucedo, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente, para leer un documento.

El C. presidente: Cuando termine el orador se le concederá a usted la palabra.

El C. Saucedo: Se puede leer un documento a cualquier hora. Aquí ésta el periódico, y no dice eso.

El C. presidente: Cuando termine el orador, tendrá usted la palabra.

El C. Vadillo, continuando: En aquellos días, señores, el clero de Colima pasaba por una época de viva agitación. Se trataba de cuando el general Diéguez, ante el avance de las fuerzas reaccionarias de Francisco Villa, se retiró hacia el Estado de Colima. Todo el elemento reaccionario creía llegado el día de las supremas venganzas en contra del régimen liberal. Fue entonces cuando yo, siendo presidente municipal de Colima, dispuse, por acuerdo también del gobierno liberal, la concentración de los sacerdotes en la ciudad de Colima, debido a que éstos, en los campos hacían obra reaccionaria, que se llegó a comprobar; y Salvador Saucedo, en el periódico que él editaba, dijo que a los sacerdotes, o se les mandaba fusilar, o se les dejaba en paz que ejerciesen su ministerio. (El C. Saucedo: ¡No es cierto!) Y todo el mundo comprendió entonces que aquella actitud del C. Saucedo era, sencillamente, para concitarse amigos entre el elemento reaccionario. En Colima, señores, el gobierno revolucionario dio entrada a las solicitudes de los habitantes de todos los pueblos del Estado; a las solicitudes de tierras conforme a la ley de 6 de enero, que fue conocida allí en los primeros días de febrero, debido a la comunicación que había entonces con Veracruz por Acapulco. En seguida que esta ley fue conocida por los miembros de los círculos revolucionarios de Colima, la dieron a conocer por todo el Estado, y llegó a creer que esta ley fue, más que otra cosa, la que mantuvo el control revolucionario en aquel lejano Estado. Entonces el C. general Ríos dio amplio curso a todas las solicitudes de aquellos pueblos, y se gestionaron sus expedientes, habiendo sido el que habla, el presidente de la comisión local agraria de aquel Estado.

Señores: en un Estado donde 12 hacendados son dueños de toda la tierra, porque yo traje la demostración ante la Secretaría de Fomento; al C. Eduardo Hay, siendo subsecretario de esa secretaría, le mostré un mapa en que gráficamente aparece cómo el Estado de Colima está en manos de 12 grandes terratenientes. Sí señores; literalmente está en manos de 12 terratenientes, cada uno de los cuales tiene más vaqueros que oficiales el ejército del noroeste, y tiene más peones que todos los soldados de la 3a. brigada, que estaba al mando del general gobernador de aquel Estado. Decidme si se necesita convicción revolucionaria, valor político, para oponerse en un Estado así de reaccionario, con elementos de esa naturaleza, a realizar honradamente el programa de la revolución en materia de intereses. ¡Oh! Con qué facilidad los jacobinos de nombre, del tipo del señor Manzano, hablan contra del clero; cómo admiten los más radicales....

El C. Limón, interrumpiendo: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Limón: No se está atacando al C. Manzano, sino al dictamen. (Siseos.)

El C. Vadillo, continuando: ¿Cómo no admitir que se hable de un tipo genérico, cuyo ejemplo es Manzano? ¡Cómo admiten con facilidad, señores, las mas radicales conclusiones, llevadas hasta lo último, con tal de que no violen sus intereses! Un radical de este nombre, es capaz, señores es capaz de profesar la doctrina de que el mejor platillo de toda la culinaria universal es el fraile en la mañana, a mediodía y en la noche; pero no es capaz de llevarse jamás la mano a los bolsillos para dar algo a su prójimo que muere de hambre a la puerta de su palacio. Por esa razón, señores, el padrón para juzgar a los verdaderos revolucionarios, es, en México, el problema agrario, y por eso yo profeso la más alta consideración revolucionaria al C. general Ríos, porque dio franca, completa y amplia entrada a esa ley salvadora del 6 de enero de 1915. Pero el señor Saucedo no opinaba así. Él, desde Guadalajara, donde escribía un periódico que fraudulentamente entraba a Colima, declaró que Colima vivía hoy día con sus vestidos desgarrados como su justicia; eso, plagiando un periódico de Cuba, y que los gobiernos entonces eran propicios al crimen y al atentado, y entonces el C. Saucedo tuvo de su parte a todos los hacendados de Colima, quienes al fin habrían de darle lo que él ambicionaba desde mucho tiempo atrás: esta curul. Colima, señores, fue una de las partes, seguramente, en donde la Casa del Obrero mundial, esta institución mal comprendida por muchos, no tuvo la más mínima dificultad para sus trabajos. En la Casa del Obrero, en Colima, se reunieron los proletarios de la ciudad y de los campos; allí se discutieron sus asuntos, allí se puso de manifiesto el anhelo de mejoramiento que tienen las clases olvidadas de los pueblos; aquella casa fue el asientos de las reivindicaciones del pueblo humilde, fue el órgano de las reclamaciones del cumplimiento de los propósitos revolucionarios, y aquella casa fue para el pueblo el amigo, el que dio acogida cariñosa a todas sus ambiciones legítimas de reivindicación.

Aquella casa funcionó y ha funcionado hasta la fecha con el más amplio criterio por parte de los gobiernos, y la más vigorosa hostilidad por parte de los elementos reaccionarios de Colima. El señor Saucedo, en su periódico, le llamó a la Casa del Obrero una cueva de bandidos, y nunca llegó a probar Saucedo que el obrero le hubiese robado un alfiler. El señor Saucedo, por esa razón, se puso en contra de una de las aspiraciones más santas, tal vez

del más romántico de los ideales, y por esto el más sagrado de la revolución, que es la reivindicación de los humildes. Nosotros los revolucionarios, señores, en nombre de ese idealismo, obedeciendo a esa inclinación que brotó de nuestro propio pecho, fuimos a dar acogida a los humildes, a los pueblos que ni siquiera hablan nuestro idioma, que ni siquiera tienen un jacal para vivir; y en la Secretaría de Fomento existen pruebas de que tuvimos un largo litigio contra los hacendados de Colima para que el pueblo de Xochitlán continuara usando las aguas de un río que le han sido usurpadas por la hacienda de Nogueras. Pero Saucedo siempre se ha puesto de parte de los poderosos, porque no puede ponerse de parte de la justicia; él hostilizó siempre a la Casa del Obrero, él hostilizó siempre a los obreros de allí, y los obreros de allí no son, por cierto, los que figuran en los miles de votos que trae de las hermandades de la Vela y de las hijas de María del Estado de Colima. (Risas.) Cuando el señor Saucedo venga a esta tribuna....

El C. prosecretario Portes Gil: De conformidad con el artículo 102 del reglamento, se pregunta a la asamblea si permite que el orador continúe en el uso de la palabra. Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Sí se concede el permiso.

El C. Vadillo, continuando: Cuando el señor Saucedo venga a esta tribuna a demostrar que tiene talento para defender su credencial en contra de mí, que digo que no lo tiene porque es un ciudadano que estudió exclusivamente la escuela primaria, entonces el señor Saucedo va a poner de manifiesto muy claramente, que ciertos cargos políticos pretenden demostrarse con otros cargos inoportunos. Ya sé que, de acuerdo con el señor Alba, va a decir que yo soy un seminarista. Señores, efectivamente; y adelantándose al cargo , manifiesto a ustedes que yo estudié en un seminario, pero estudié hasta los 18 años. Yo sabía la filosofía positiva cuando el señor de Alba estudiaba la cuarterola, y veía pasar el levantamiento intelectual de la república desde la alta tranquilidad de un tercio de panocha o vendiendo al menudeo tallarines detrás de un mostrador. (Risas.) Efectivamente, estudié en un seminario; y si hay alguno que se pare de curul y viene a demostrar aquí que el veinte por ciento de la juventud provinciana no ha sido educado en su primera edad por las manos manchadas del clero, entonces tendrá razón el señor Saucedo; porque en México, lo saben bien todos los que sean inteligentes y no defensores de la clerecía en México, que ha habido, hasta ahora, más obispos que gobernadores, más seminarios que escuelas profesionales, más curas que maestros de escuela, y más hermandades de la Vela que academias de literatura o de ciencias en el país. Por esa razón nuestros grandes hombres, ¡Oh Juárez! han sido tocados en su primera juventud por la mano clerical. Por esa razón muchos de los aquí presentes han estudiado en los colegios católicos en su primera infancia, y si mal no recuerdo, el C. Acuña es hijo del colegio de San Jerónimo, de Saltillo; eso si sus biógrafos no mienten. Pues bien, señores, lo malo no es haber estudiado, lo malo es no haberse redimido de ellos; y yo tengo probado que me he redimido de ellos, porque soy liberal intachable, porque hice mis estudios en la Escuela Normal de esta ciudad, porque mis estudios siguientes responden de antemano al cargo de Saucedo. Y voy a examinar el argumento con que me amenaza Saucedo y de antemano vuelvo ese argumento contra él. En Colima por desgracia los que nos atacan, los ignaros, nunca han estudiado ni el clericalismo ni el anticlericalismo y son inconscientes defensores de los hombres manchados del clero. En Colima fuimos nosotros, los que estudiamos con frailes, fuimos nosotros, los que estudiamos en sus escuelas, los que sustituimos su enseñanza por la netamente liberal.

¿Por qué somos nosotros? ¿Por qué se da en la historia el fenómeno de que los hijos de la clerecía en su primera infancia, son anticlericales más tarde? Ello es porque son los únicos que los conocen, porque pueden comparar el pro y el contra y por convicción, no por diletantismo son liberales. Por eso vemos muchos desequilibrados, inconscientes como Saucedo, que un día gritan contra el clero y al otro día, inconscientemente son el más firme apoyo del clero, como él lo ha sido con el clero de Colima. Por todas estas razones, digo, señores, que los millares de votos que el C. Saucedo exhibe en su credencial, pueden perfectamente borrarse con el ácido corrosivo de esta declaración que estoy haciendo; él es un enemigo de la causa, él ha sido un enemigo constante de la causa revolucionaria. El señor Saucedo ha sido el que durante los dos años de gobierno liberal en Colima ha traído y llevado de Colima a México, todos los chismes relacionados con el gobierno liberal de aquel Estado. Él ha sido el cupido de las mujeres monásticas, a quienes la revolución un día les puso al frente del pecho la ley; ha sido él también el instrumento de todos los politicastros de Colima. En todas las escupideras de las Secretarías de Estado en esta capital, en el limpio esmalte de ellas, está el retrato de Salvador Saucedo por los meses y días que ha pasado esperando en la antesala que lo reciba Gerzayn Ugarte, libres, ha viajado desde hace año y medio el señor Saucedo libremente, en los trenes, porque el señor Saucedo, que no trabaja desde hace año y medio, y que vive en los mejores hoteles, y que porta de la mejor manera, no sabría explicarlo de otro modo, sino poniéndose al servicio de los que sí tienen los dineros. Su acción política en el Estado de Colima: hay muchos individuos que conocen, no el fondo de la revolución, sino el fondo de los bolsillos de los enemigos de la revolución. El señor de Alba me decía hace poco, en un momento en que yo estaba escribiendo: "Yo la vez pasada no pude defenderme, puesto que él conocía a fondo la cuestión y me conocía a fondo." Ciertos individuos conocen a fondo lo que hay en los bolsillos de los terratenientes; pero no conocen lo que hay en el problema agrario de la república, lo que hay en el problema moral de la revolución, lo que hay en esta necesidad suprema de que sea realidad, ese anhelo revolucionario que viene infiltrándose a través de nuestras generaciones desde hace muchos siglos y que estamos obligados a hacer una realidad, so pena de ser traidores al pasado y al porvenir. El C. Saucedo por estos antecedentes que yo he señalado fue expulsado vergonzosamente del partido liberal colimense que radica en esta ciudad. En el expediente figura el acta relativa a esta expulsión, siendo uno de los motivos por los cuales lo expulsaron de su seno los revolucionarios, el hecho, lo dicen ellos, de haberse aliado con los elementos clericales de aquel Estado, siendo uno de estos incidentes el de que el cura de Tecomán anduvo personalmente haciendo campaña a favor de la elección del C. Saucedo en la época del Congreso Constituyente.

En una carta que apareció en las columnas de "El Occidental" de Guadalajara, el C. general Ríos demostró muy claramente que el C. Saucedo ha sido siempre un reaccionario peligroso y él, el C. Ríos, a raíz de que entró a Colima y se hizo cargo del gobierno, lo mandó expulsado a las Islas Marías, y sólo por un momento de vacilación sentimental, le concedió volverse de Manzanillo

para seguir entonces atacando, en agradecimiento atacando insistentemente al C. general Ríos. El señor Saucedo demuestra con esto su inconsistencia de criterio del cual he tenido una oportunidad de convencerme en las sesiones de esta asamblea. El señor Saucedo es amigo o protegido del C. Ugarte, porque, como ya lo he dicho antes, ha sido uno de los auxiliares de ese caballero, quien le ha correspondido con pases gratuitos, con dinero, según se dice, para su campaña y desde luego para que viva, porque un individuo que no trabaja en nada, de algo ha de vivir y, sin embargo, el C. Saucedo ha votado aquí en contra de Gerzayn Ugarte. El C. Saucedo por esto demuestra su inconsistencia.

Verán ustedes el día que se vote la credencial del C. Palavicini, si es que antes no ha sido aprobada, como yo lo creo, la credencial del C. Saucedo. Una vez, ¿Recuerdan ustedes, señores diputados, aquel balido del rebaño el pálido que dio el señor Palavicini desde las columnas de "El Universal" y que se oyó por toda la república? El señor Saucedo lo escuchó también en Colima y lo respondió desde allá, no con otro balido, sino con un gruñido de zahurda, porque dijo en su periódico que aquellos artículos eran eminentes, viriles y dignos de aplaudirse y que inmediatamente él los aplaudía y aplaudiéndoles se vino desde Colima hasta Querétaro, creyendo que el C. Palavicini sería en aquella asamblea de las mayorías, y que, por consiguiente, le justificaría una elección fraudulenta que había obtenido para el Constituyente; pero se encontró con que el C. Palavicini llevaba la baja, se cotizaba muy bajo en aquella asamblea y entonces no volvió a decir nada de aquellos artículos y yo hubiera deseado, y sería mucho pedir, que se hubiese transformado, por un deseo mío, el fenómeno de esta asamblea, que antes se hubiera discutido la credencial del C. Palavicini para tener el gusto de ver levantarse a Saucedo en contra de un hombre a quien ha aplaudido en su periódico. ¡Oh, señores diputados, yo no puedo saber si he logrado llevar al ánimo de ustedes una convicción! Lo que sí sé muy íntimamente, es que he cumplido con mi deber.

Yo no podría dejar pasar la credencial del C. Saucedo en este recinto sin hacer una protesta pública, porque ya lo he dicho, lo juzgo íntimamente, en la serenidad de mi propio criterio, como un enemigo de la revolución, como un amigo interesado de la revolución, y como un individuo que aquí, aparte de ser una nulidad, porque ya he dicho que es un individuo que no puede exhibir más que un certificado de la escuela primaria, aparte de eso, sería desde luego ese elemento versátil que existe en todas las asambleas del mundo y que sólo sirve como de presa para los cuervos politicastros que aquí habrán de surgir después. Ese lastre de votación, allí en todas las asambleas, está formado por los inconscientes. La vez pasada yo decía: el C. Manzano es un futuro traidor de las izquierdas. Ahora yo digo: el C. Saucedo es un versátil de la Cámara que lo llevará por aquí y por allá y no servirá para ninguna idea, para ningún juicio, para ningún principio. Lastres de asamblea, así llamo yo a quienes no tienen una idea en su cerebro, una moralidad en el corazón y en su carácter la firmeza de sostener un principio, bueno o malo.

Yo no digo que en virtud de estas apreciaciones personales mías, ello se traduzca en un criterio electoral y pueda ser suficiente para, legalmente, dentro del radicalismo de la ley, hacer que esta credencial fuese desechada: pero es necesario advertir desde luego de qué parte están nuestros amigos o nuestros enemigos. En alguna oportunidad habré de desarrollar más ampliamente esta doctrina que seguramente es mucho el criterio político predominante cuando se trata de depurar a los miembros de la asamblea. Muchos se escandalizan de ello y hablan de los cuchillos y de los filos; pero la realidad política en todos los parlamentos es ésta: que las mayorías tienen la fuerza brutal de las mayorías, y tienen el deber, valiente y brutal, de imponerse; por eso son partidos, por eso son fuertes y tienen las responsabilidades y deben tener el derecho de ser ellos los que den los matices a los gobiernos que emanen de allí. Desde el parlamento que seguramente tiene para su gasto personal el tirano Estrada Cabrera, hasta el parlamento inglés, el más correcto del mundo como representante del pueblo, cívicamente el más culto de la tierra, en todas partes los parlamentos proceden con un criterio político, predominante, en el momento de juzgar a quienes se les debe abrir la puerta el día en que se discuten las credenciales dentro de un relativo cumplimiento a la ley; digo así dentro de un relativo cumplimiento a la ley, que no aparezca una brutal violación de ella, porque el respeto a la ley es el poder de las mayorías. Desde ese punto de vista, el cumplimiento relativo de la ley es lo que siempre exigen las mayorías a sus hombres desde el punto de vista del criterio político determinado. El respeto a la Ley ¡Oh, señores, cómo se ha abusado aquí del respeto a la ley! La comisión cuarta siempre nos ha hablado de un criterio absoluto, rigorista, apegado a la ley y la comisión cuarta ha faltado muchas veces a la ley; la comisión cuarta ha medido con dos criterios al C. Mares, a quien le encontró un criterio "sospechoso" por unos sellos puestos por un presidente municipal, que significaban cohecho o presión, y no tuvo empacho en pasar la credencial de otro señor en donde no se hablaba de sellos, sino de un capitán que por medio de la fuerza bruta de sus soldados metió preso a uno de los candidatos.

Entonces ¿Por qué las mayorías no tienen el valor de reconocer que debemos admitir a los individuos dentro de un respeto relativo a la ley y dentro del criterio político dominante, si esa es la lógica de la vida en todas partes?

¡Oh, los idealismos que se han refugiado desde mucho tiempo atrás en las calurosas mentes de los poetas! ¡Oh, los idealismos que han volado hace tiempo de estas amarguras reales de la vida! Los políticos jóvenes que vienen a esta Cámara por primera vez, deben fundar sus juicios políticos en lo sucesivo dentro del realismo político. Yo soy en política, radical, porque en literatura soy realista; ¿Quién encuentra relación entre estas dos cosas?

Porque así como en estética es un progreso la observación metódica de la naturaleza para embellecerla en el arte, así la observación real y efectiva de los fenómenos sociológicos embellecidos por una moralidad, es el recurso político radical. Somos radicales muchos, porque apreciamos la vida como es, porque conocemos el problema y lo aceptamos en lo íntimo de sus relaciones, en la raigambre oculta que tiene en la sociedad. Por eso nosotros admitimos los conceptos contra el clero, contra el capital y contra las clases aristócratas en lo general, porque comprendemos la raigambre oculta que tienen en la sociedad, el amargo veneno que ponen en los organismos sociales y la persistencia de esos gérmenes que son nocivos para la sociedad. Por este motivo, señores, digo que el criterio político debe ser el predominante de estas asambleas, y me refiero exclusivamente al acto de aceptar a los candidatos en esta asamblea y dentro de estas teorías, sin detenerme a considerar los votos del C. Saucedo, que fueron obtenidos por la presión de los hacendados de Colima, porque eso es cierto, sin detenerme a reflexionar en que la argucia clerical a quien conozco, la argucia clerical haya sido la

que haya ido a recomendar a las asociaciones de Colima la actitud que debían asumir en las elecciones. Siento esto, porque no traje las pruebas necesarias.

Yo no quiero abusar de la confusión y de las argucias: por esa razón digo que en virtud de un criterio político radical, el C. Saucedo es un elemento perjudicial en esta Cámara, es un elemento que si se le admite me darán mañana la razón, aparte de que alguna vez y dentro del derecho que asiste a todo ciudadano, habré de seguir paso a paso ese proceso por el delito de robo al Estado que se ha iniciado en Colima, y en todo tiempo, como en el caso que analizaba aquí el señor Sánchez Pontón, en todo tiempo podré presentar yo el fallo de aquella autoridad para que sea juzgado conforme a la ley acá, y se falle en definitiva, a ver si la honorabilidad del señor Saucedo está a la altura de su presunción para venir aquí a exhibir una credencial debida al clero de Colima. No quiero ya insistir en este proceso, porque tal parecería, señores, que yo hincaba el dedo precisamente en la llaga doliente del señor Saucedo, y yo no quiero tener esa crueldad. Delitos tan feos como el de robo, que infaman para siempre, no quiero tratarlos en esta cuestión; pero si se leyesen los autos, si cada quien con el juicio instintivo jurídico que cada quien tiene, viese si hay allí suficiente material para una aprehensión, para un auto de formal prisión, se vería que desgraciadamente hay en la vida del C. Saucedo esa pequeña mancha que no borrará jamás: la de haber entrado en un tribunal del crimen a responder de este cargo: usted ha robado al Estado.

Pero si es necesario decir en términos llanos, sencillos, sin declamaciones y sin pasiones la historia de este pseudo - delito o probable delito que se le imputa al señor Saucedo, diré que el señor Saucedo en cierta época era director de la imprenta del gobierno del Estado. Esta imprenta del gobierno del Estado.......(Siseos, desorden, voces: ¡Ya está bien!) Esta imprenta del gobierno del Estado está contigua a una escuela........(Siseos.) Si cada uno de ustedes tiene formado su juicio sobre este particular, ya no insisto, pues, ya he dicho que no quiero mencionar estos actos; pero soy el primero en informar de ello, por si, como creo yo, se necesita fallar con causa.

El C. Saucedo: Suplico a la asamblea que escuche al orador; me interesa más a mí que él diga lo que tiene que decir.

El C. Vadillo: Cerca de la imprenta está una escuela, y en lo alto del muro una red de alambre que sirvió en determinado tiempo para un frontón de pelota. Cayó un día parte de este alambre al lado de la imprenta, y un individuo, don Encarnación Gudiño, fue a interesarse por aquella red y le compró en tanto más cuanto aquel pedazo de red de alambre. Este es el asunto, y no desciendo a más detalles porque no es del caso y porque a mí me repugna esto mismo; cosas hay que deben tocarse por lo alto. Pero si acaso, CC. diputados, creen ustedes, después de que le oigan, que es lícito, que es razonable tener de compañero a un individuo cuya honorabilidad, en materia de dineros ha sido puesta a juicio, dadle vuestro voto; yo me atendré a ese solo hecho bien juzgado. Ya he dicho que mi doctrina aquí es la política predominante, y si aquí se me demuestra que un amigo mío es enemigo de la revolución, yo daré mi voto contra el amigo, aunque traiga tres toneladas de votos, porque el principal interés en este momento, es salvar a la revolución; porque los soldados que han batallado sin conocimiento de los altos principios, tienen que exigir, si no ellos mismos, por lo menos es la lógica moral de la vida de los pueblos, que esos principios sean respetados.

Yo, desde el punto de vista puramente político, y haciendo abstracción de actos de otra naturaleza, fallo en contra de la credencial del C. Saucedo.

El C. Navarrete: Suplico a la presidencia me conceda la palabra para rectificar un hecho.

El C. Siurob: Para una aclaración.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Saucedo en contra.

El C. Navarrete: Para rectificar un hecho, señor.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Navarrete: El C. Vadillo mencionó a Zamora, mi ciudad natal, como uno de los pueblos más conservadores de la república. Es cierto que allá había como unos 400 frailes; pero a esos los ha arrojado la revolución, y desde que ellos no están allí domina el criterio liberal en la clase mía y en el pueblo bajo.

El C. Saucedo: No me extraña que el señor Vadillo haya venido a atacar aquí mi credencial. Está en su papel. Es mi enemigo y socio del señor Villarreal, el individuo aquel que me robó mi credencial al Constituyente. Este individuo es un mercenario y viene pagado por él para atacarme. Voy a contestar sus cargos por más que no me los haya concretado. El señor Vadillo me ha atacado por el único crimen que tengo, cual es el de ser un hombre que empieza a actuar en un futuro interesante para nuestras libertades públicas. Cansado de verter sobre mí todas las injurias y las calumnias más abominables, que no han menoscabado mi personalidad política en los más mínimo ni han restado ninguna de las fuerzas vivas regionales que me han traído a este Congreso, donde estaré debiéndolo tan sólo a la voluntad de mis electores y a mis antecedentes revolucionarios. Este enemigo, el señor Vadillo, embotadas las innobles armas que cito, después de ir a la ignominia, ahora, afortunadamente para mí, por su roma inteligencia política, me ha dado aquí la más grande de las justificaciones: me ha condenado públicamente aquí, y solamente ha conseguido ir al ridículo, y esto, en política es, sencillamente, el peor de los desastres. ¿De qué se me acusa? ¿De robo? ¡Estoy acusado de robo, señores diputados! ¿Acaso de un gran robo, de uno de esos robos que conmueven profundamente a las sociedades donde se ejecutan? ¿Los más grandes ladrones del mundo resultan unos tristes rateros junto a mí? ¡No, señores diputados!

El robo que he cometido, según mis ridículos acusadores, consiste en dos metros de tela de alambre oxidada, que fueron valuados en 4 pesos, y no de plata, señores diputados, de papel. (Risas.) Esto, sencillamente, señores, es motivo de risa, y es motivo de risa porque, según las venalísimas constancias procesales que se fraguaron en mi contra, ni siquiera se llegó a dictar, no digamos un auto de formal prisión, pero ni siquiera existe una orden de aprehensión, pues son tantas las veces que se me han encarcelado y tanto los delitos que se me han acumulado, sin que jamás hayan asumido el carácter de un proceso, sino simple y sencillamente el de alcaldadas, que ahora no le restaba más que pretender herirme en lo más sagrado que tiene un hombre: su honor.... Pero admitamos que haya habido un auto de formal prisión en mi contra; este auto de formal prisión no prueba nada. Ustedes, que son honrados y tienen conciencia, no se guiarán por los ridículos aspavientos del "dómine" Vadillo o de mis otros acusadores; tengo el derecho de exigirles el respeto que se merece todo acusado en juicio criminal, sancionado por el artículo 8o. del código penal, que dice: "Todo acusado será tenido como inocente mientras

no se pruebe que ha cometido el delito que se le imputa, y que él lo perpetró." Y a mí no se me ha probado, ni se me probará nunca, no digamos una ratería, pero ni el más cuantioso robo. Tengo el derecho de que se me siga teniendo por lo que siempre he sido: un hombre honrado. ¿No sabéis, señores diputados, la tragedia de mi vida? Arranca desde el día en que, siendo niño, iba acompañado de mi padre, y éste fue asesinado cobardemente.

Crecí, me di cuenta de aquel crimen, en que fue coautor directo la política del cuchillo, es decir, la del balazo; mejor dicho, el asesinato político.

Cuando empecé a ser hombre, me dediqué con ahínco a buscar el castigo de esa cobardía y a combatir por medio de la prensa la tiranía que reinaba en Colima; y fue y ha sido tanto mi ardor, tanto mi entusiasmo, tanta mi constancia y tanta mi sinceridad, que a ello debo, señores diputados, el venir a representar al pueblo colimense ante este Congreso. Respecto a las acusaciones políticas que me hizo el señor Vadillo, quien fue como orador huertista a Colima, y estos documentos establecerán tal criterio, que en lugar de ser yo el condenado lo será mi acusador. El señor Vadillo, en ocasión de la farsa ridícula y criminal de engaño al pueblo, fue a Colima como delegado del huertismo - y quiero que me lo niegue, señor Vadillo,- fue a hacer propaganda en favor del huertismo, y en pleno palacio del gobierno llamó bandidos a los revolucionarios y salvador de la patria y de la dignidad nacional al traidor y asesino Victoriano Huerta. Quiero que me desmienta el señor Vadillo; traigo testimonios de esto, y puedo demostraros que no vengo a mentir. (Aplausos.)

Tengo un testimonio altísimo.... (Aplausos.) El señor Vadillo dice que soy enemigo de la revolución; voy a decirle al señor Vadillo, ya que lo ignora, lo que he hecho; voy a decirle quién soy y lo que he sido en la revolución; yo soy, si ustedes quieren, por egoísmo, revolucionario, porque es el único cargo que se me puede hacer. Quizá si no hubieran asesinado a mi padre no hubiera ido contra las dictaduras, y este es el único cargo que honradamente se me puede hacer.

¿Cuáles son mis antecedentes políticos? Desde 1909 comencé mi campaña contra la dictadura porfiriana y contra los caciques llamados gobernadores que la sostenían, y con este motivo sufrí numerosas prisiones, hasta obligarme a abandonar la ciudad de Colima.

Radicado en Guadalajara, seguí combatiendo contra Porfirio Díaz, y fui de los fundadores del partido antirreleccionista en Jalisco; este partido me nombró director del órgano antirreleccionista en Guadalajara; además, fui en esa época, corresponsal de "México Nuevo," del "Diario del Hogar" y demás periódicos de oposición. Al estallar la revolución de 1910, fui comisionado por el señor Madero, por conducto del general José de la Luz Soto, para organizar el movimiento revolucionario en el Estado de Colima. Habiendo sido descubiertos mis trabajos, fui encarcelado en Guadalajara en unión de otros compañeros, y traído a esta capital, en donde permanecí 6 meses en la penitenciaría hasta el triunfo de la revolución maderista. Cuando recobré mi libertad, inmediatamente regresé a Colima, donde fui nombrado director del periódico oficial del gobierno revolucionario; más tarde hice campaña en favor del señor Madero. Al ocupar la presidencia el señor Madero, pasé a esta capital, en la que desempeñé algunas comisiones, y escribí en "Nueva Era" y en algunos otros periódicos adictos a la administración del señor Madero. Al estallar el cuartelazo, fui el único, estando ya en Colima, que protestó públicamente contra el asesinato de los mandatarios constitucionales. (Aplausos.)

Con este motivo salí huyendo de Colima por las persecuciones del gobernador huertista Jaramillo, y después fui de los organizadores del movimiento revolucionario de Colima, a donde definitivamente entré triunfante con las fuerzas constitucionalistas en julio de 1914, en que fui nombrado director de la imprenta del gobierno y director del periódico oficial del gobierno revolucionario, puesto que ocupé hasta el 25 de agosto de 1915.

Últimamente, como delegado del partido liberal constitucionalista de Colima hice la campaña en favor del señor Carranza. Ahora voy a decir cuáles son algunos de los antecedentes de mi adversario. Mi adversario, siempre ha estado en bandos opuestos, como él lo ha dicho. Cuando él era porfirista, cuando postulaba a Porfirio Díaz y a Corral, yo era antirreleccionista, señores; cuando él era huertista, yo era perseguido por el huertismo y, en consecuencia, hay una gran diferencia entre él y yo. Mientras yo me eduqué en las escuelas laicas, porque fue mi padre un gran liberal, el señor Vadillo estaba arrimado con un fraile de Colima; él lo educó: fue sacristán, fue monaguillo y seminarista; quiero que me desmienta; por eso es tan hipócrita y ruin en sus ataques. (Aplausos.)

El señor Vadillo, cuando en pleno huertismo fue redactor de "El Sol," ese periodiquillo de Gonzalo de la Parra, el señor Vadillo, que me acusa de connivencia con el ingeniero Palavicini, y de que yo aplaudía tal editorial, voy a decirle que él era corresponsal, hasta ahora que se vino, de "El Universal," en Colima. (Siseos.)

Además, el señor Vadillo es socio de Villarreal, el hombre más cínico de los constituyentes. (Risas.) Ese individuo, que me arrebató mi credencial; ese individuo, que por medio del fraude me robó.... Perdonad, no quise yo decir..... (Risas.)

El señor Vadillo ha dicho que cuando la convención en lugar de hacer labor revolucionaria en aquellos días en que nadie sabía a que atenerse, me dediqué a hacer un concurso, en que me gané algunos miles de pesos, y me hice un flamante traje. Es verdad que hice un concurso; ¿Por qué no me ocupé entonces de la revolución? Porque estaban cortadas las líneas telegráficas y el que sepa algo de periódicos sabrá que para llenar un diario se necesita material, y en un centro como Colima, en donde no había telegramas ni noticias de ninguna parte, donde no pasa absolutamente nada, ¿qué iba a decir? No iba a clausurar mi periódico; sencillamente los 20 días que no hubo comunicación me dediqué a hacer un concurso. El señor Vadillo dice que hice franca labor reaccionaria, pero no ha dicho cuándo; y a sus mentiras contesto con el testimonio de todos los gobernadores que tuvo Colima en los últimos tiempos, y que acreditan mi labor revolucionaria y de lealtad a la causa constitucionalista. Aquí voy a dejar, en la presidencia, los documentos; sin embargo, voy a leer algunos.

"En obsequio de sus deseos, y con todo gusto, hacemos constar que durante nuestra permanencia en el Estado de Colima, con el carácter de gobernadores, comandantes militares, jefes de batallones de guarnición en aquella plaza, o comisionados oficiales de tránsito (época comprendida del 19 de Julio de 1914 hasta nuestros días), siempre reconocimos en usted un leal partidario de la causa constitucionalista. Por lo demás, sus antecedentes como periodista revolucionario desde 1910, y sus hechos posteriores, o sean sus campañas en el campo del periodismo y de la política nacional, nos lo han revelado como un revolucionario radical de firmes convicciones.

"Sin otro asunto por el momento, quedamos de usted como siempre, a sus órdenes, como sus

afectísimos, atentos amigos y seguros servidores."

Y aquí están las firmas de todos los gobernadores y comandantes militares que ha habido en Colima.

Dígame, señor Vadillo ¿Qué gobernador estaba en Colima cuando yo hacía labor reaccionaria? ¿El general Juan José Ríos? A ver si está la firma de él aquí. (Voces: ¡Lea las firmas!)

"Eduardo Ruiz, primer gobernador revolucionario; general E. Damy, teniente coronel Fidel Oriza, coronel Nicolás Díaz Velarde, teniente coronel Camilo Castelum, general Francisco J. Enciso, teniente coronel M. J. Celis, teniente coronel Luis Álvarez Gayou, teniente coronel Juan C. Zertuche, coronel Miguel Orozco y teniente coronel M. Carranza."

"Guadalajara, Jalisco, septiembre 30 de 1916. "Por la presente hago Constar, que el portador, señor Salvador Saucedo, durante mi permanencia en el Estado de Colima, en donde desempeñé los puestos de jefe de armas, desde el mes de Julio a noviembre de 1914, y de comandante militar del Estado, de enero a mayo de 1915, laboró por el constitucionalismo desde las columnas de la prensa.

"Y extiendo la presente para acreditar su labor revolucionaria y de lealtad a la causa constitucionalista, a pedimento del interesado.

"Constitución y Reformas. El general brigadier, jefe de la 6a. brigada de infantería, J. M. Ferreira."

Aquí me falta nada más la firma del señor general Ríos; pero esa viene en otro documento muy especial, (Risas.) El señor Vadillo ha dicho aquí, que el general Ríos me desterró por reaccionario, y yo voy a demostrar al señor Vadillo que el señor general Juan José Ríos no me desterró por reaccionario, sino por una intriga de él. Yo era el director de la imprenta del gobierno, el director del periódico oficial de gobierno, y tenía, además, un periódico mío, "El Popular," que editaba en las prensas del gobierno. El señor Vadillo entonces iba y me halagaba mucho, y yo publicaba algunos artículos de él. Viendo, pues, se encariñó con el puesto que le agradó. Comenzó a minar mi prestigio ante el general Ríos; comenzó a hacerme política este individuo y a soplar al oído del general Ríos, hasta que logró que me despachara a Manzanillo con rumbo al extranjero. En Manzanillo se convenció de la intriga el señor general. Ríos, y fue personalmente en un tren y me trajo, porque se convenció de que todo era una intriga para quitarme el puesto que ocupaba, y voy a demostrarlo con este documento. Fue después de que yo había sido declarado reaccionario y villista. Eso fue el 14 de enero de 1915 y con fecha 26 de mayo del mismo año, me dice el señor general Ríos:

"Atendiendo a los buenos antecedentes de usted, en acuerdo de hoy he tenido a bien rehabilitarlo en el cargo de director de la imprenta del gobierno, con el sueldo asignado en la partida correspondiente del presupuesto, y en el concepto de que desde luego tomará posesión, recibiendo dicha imprenta bajo inventario, del C. Ramón E. Suro.

"Lo que comunico a usted para su conocimiento y fines consiguientes.

"Constitución y Reformas. Colima, mayo 26 de 1915.- El gobernador y comandante militar del Estado, general brigadier J. J. Ríos.- El secretario del gobierno y de la comandancia militar, F. Ramírez Villarreal. (Rúbricas.)"

- El C. prosecretario López Lira, ratificó esta lectura.

El C. Saucedo, continuando: Después de este documento, lo que prueba que el general Ríos me volvió su confianza, hay otro posterior, de fecha 15 de junio de 1915; otro nombramiento y otra distinción que me hace el general Ríos, después de las intrigas de estos canallas.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Atendiendo a los buenos antecedentes de usted, en acuerdo de hoy he tenido a bien nombrarlo jefe de la oficina de información del Estado, con la obligación de rendir un informe semanario de los acontecimientos más notables que ocurran en el Estado, a la oficina general de información de la Secretaría de Gobernación, y con el sueldo de 25 pesos mensuales.

"Lo que comunico a usted para su conocimiento y fines consiguientes.

"Constitución y Reformas.

Colima, junio 15 de 1915.- El gobernador y comandante militar, J. J. Ríos.- El secretario del gobierno y de la comandancia militar, F. Ramírez Villarreal. (Rúbricas.)"

El C. Saucedo, continuando: Señores diputados: Quiero que me oigan todavía más. Yo quiero que mi credencial se discuta ampliamente. A mí me han acusado de robo señores diputados. ¿Sabéis cuándo se me acusó? En el mes de enero, cuando estuve atacando por la prensa a Ramírez Villarreal, me había robado mi credencial de diputado al Constituyente. Entonces se me quería mandar exhortar a México por robo, y al efecto se presentó la ridícula acusación que conocéis. ¿Por qué no se me ha metido a la cárcel? Hasta después de pasada la elección, con fecha 26 de actual, se me mandó un citatorio para que compareciera a responder del delito de robo. Esto fue el día 26; entonces se me citó al juzgado por un delito que dizque se cometió en 1912. Pero hay más, señores diputados: Inmediatamente que me citaron en el juzgado, pedí que me carearan con el que me acusaba, que no es ni hombre, es un afeminado que fue a decir que yo le había vendido eso, ¿Y sabéis, señores diputados, lo que dijo mi careado? Allí están las constancias procesales: que no era yo quien había hecho entrega del alambre, sino mi hermano; y que el dinero no lo había recibido yo sino mi mamá. (Aplausos y risas.) El señor Vadillo ha dicho que a mi los hacendados de Colima me hicieron diputado a este congreso.

Voy a contestar al señor Vadillo, diciéndole que, precisamente en las haciendas es donde el partido socialista, de que el es jefe, donde hay imbéciles o ignorantes, allí es donde no obtuve votos. Yo triunfé en las 20 casillas electorales de la capital de Colima, y en todas las casillas electorales de las cabeceras de los distritos. En las haciendas, repito, no tuve un solo voto, señores diputados.

El C. Vadillo, interrumpiendo: ¡Es falso!

El C. Saucedo, continuando: El señor Vadillo dice que yo estoy aliado con la clerecía, por que casi todos los colimenses tienen simpatías para mi. Yo, el que ha robado, ya lo dije, me creo más revolucionario o igual que cualquier general, porque tengo una antigüedad como no la tienen muchos que aquí se dan baños de pureza y de revolucionarismo. El señor Vadillo dice que yo no salgo de la secretaría de la Primera Jefatura con el señor Gerzayn, y que viajo con pases que él me da; a esto debo deciros que la Secretaría de Guerra es la que me ha facilitado pases, porque tengo un despacho de mayor. Respecto a los artículos reaccionarios que el señor Vadillo dice, voy a dar lectura a los rubros nada más:

"El constitucionalismo no ha triunfado en el Estado de Colima; la revolución está siendo falseada, y el despotismo militar sigue entronizado y los viejos y depravados empleados del porfirismo y del huertismo continúan en sus puestos, con sus corruptelas, sus combinaciones y sus malos tratamientos para el pueblo."

"Basilio Vadillo es enemigo de la revolución, y por ende resulta un impostor y un intruso advenedizo en las filas del constitucionalismo. Ni sus más estudiadas argucias de embaucador, ni sus más cínicos desplantes en la componenda lograrán destruir su filiación porfirista y huertista, ni borrar su pasado de ignominias y vergüenzas. Insistimos en que sea destituido el pseudo - revolucionario, que impotente para sincerarse pretende arrojar lodo sobre nuestro nombre sin mancha.

"Juan Jacobo Valadez es uno de los hombres funestos del porfirismo y del huertismo. Como es lo más natural del mundo, que los rostros se cansen de llevar máscaras, él mismo se ha denunciado ante nosotros al reclamarnos insolentemente, diciéndose aludido.

"Pedimos al C. general Juan José Ríos, gobernador y comandante militar del Estado, su destitución. Si se puso la mano sobre los caciques fieramente erguidos, debe ponerse el puño sobre los hipócritamente agazapados."

¿Por qué decía esto, señores diputados? Porque en Colima, desde el secretario general de gobierno, el director de instrucción, que era el señor Vadillo; el tesorero general, el presidente del tribunal, los jueces, los escribientes y hasta los gendarmes, son los mismos que me han llevado a mí a la cárcel, por revolucionario. ¿Cómo me van a querer, señores diputados? desde el tiempo del porfirismo me han encarcelado. ¿Voy a estar conforme con ellos señores diputados? (Aplausos.) Aquí está otro rubro:

"Se avecina un cambio radical en el gobierno del Estado. Los impostores Villarreal, Vadillo, Buenrostro, Zúñiga y otros elementos insanos, que no obstante haber pertenecido al porfirismo y al huertismo, forman parte de la actual administración, serán destituidos y reemplazados por verdaderos revolucionarios que hayan luchado por la causa, que vengan a hacer una labor de honradez, de patriotismo y de desinterés."

"El dilema revolucionario, que es ineludible y que se impone, es el siguiente:

Clausurar todos los templos y expulsar a todos los curas, o dejar en completa paz y tranquilidad al clero si se le juzga inofensivo. Nada de medias tintas:

La revolución debe ser radical, intransigente, enérgica con todos los enemigos, pues sólo de esa manera se evitarán nuevas y más grandes perturbaciones nacionales."

"Los reaccionarios en Colima son Vadillo y comparsas que no son hijos del Estado, y no el pueblo colimense. Colima ha sido una de las entidades más adictas al constitucionalismo en los aciagos días de prueba, de heroísmo y de sacrificio."

"Colima presto se verá libre de la rapacidad insaciable de los forasteros traficantes, que cual buitres voraces, desencadenaron sus furias de famélicos sobre los intereses de nuestro Estado, enriqueciéndose a costa de todos los sufrimientos, de las desgracias, de las miserias y de las lágrimas del pueblo."

Esa es la labor reaccionaria que se me atribuye, señores diputados. (Aplausos.)

Un último documento voy a leer. Se me clausuró mi periódico por reaccionario, señores; oigan por qué: por reaccionario. Y yo, ante este tribunal de la representación nacional, quiero que se me juzgue; se me clausuró porque ataqué a Juan Jacobo Valadez, ese bribón que fue porfirista y huertista en Sinaloa, y que fue a Colima como gobernador del Estado. ¿Cómo iba a estar conforme con eso? Yo apelo al testimonio de los diputados sinaloenses que están aquí, para que digan si ese hombre merecía estar de gobernador en mi Estado.

El C. Magallón: Es cierto. (Aplausos.)

El C. Saucedo, continuando: Ya quizás se me haya olvidado alguno de los cargos que me ha hecho el señor Vadillo, y suplícole me lo recuerde, pues yo tendré mucho gusto, verdaderos deseos, en responder a todos los cargos que se me hicieron. Yo creo tener más derecho a estar sentado en esta representación nacional que el señor Vadillo. El señor Vadillo es un reaccionario, y yo lo pruebo y lo justifico. El señor Vadillo llamó bandidos a los revolucionarios, y defensor de la patria y salvador de la dignidad nacional a Victoriano Huerta. El señor Vadillo, y apelo al testimonio más alto que pueda invocar, con motivo de una visita del señor Carranza a Colima, el señor Vadillo fue el que le dio la bienvenida. ¡Qué ironía! ¿Y sabéis lo que le decía el pueblo, indignado? ¡Bájate, maromero; bájate, sinvergüenza; bájate, huertista....! (Aplausos nutridos y risas.) Una última palabra, señores diputados: El señor Vadillo ha hablado de posibles traidores en la izquierda, y ha hablado de que el señor Manzano sería un posible traidor en la izquierda. Yo, señores, no creo que el señor Vadillo sea un "posible traidor;" os aseguro que será el primer traidor de las extremas izquierdas. (Aplausos y voces: ¡A votar, a votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra el C. García de Alba.

El C. Treviño: Pido la palabra para interpelar al señor Vadillo.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Treviño.

El C. Treviño: Señores Vadillo: ¿Está usted dispuesto o no, a sincerarse de los cargos que le ha hecho aquel hombre a usted? Porque de lo contrario, si no lo hace, yo pido a la asamblea toda que le demos un voto de censura a este individuo que ya nos ha salido con dos discursos kilométricos que no se reducen más que a atacar personalidades, y esas cosas aquí no nos importan, señores. Yo pido a la asamblea un voto de censura. (Aplausos ruidosos.)

El C. Vadillo: Estoy dispuesto a responder a todos y cada uno de los cargos que el señor Saucedo me ha hecho, absolutamente a todos; y estoy dispuesto a ratificar todos los cargos que he hecho, a quienes los he hecho en todo tiempo; y si de acusador me convierto en acusado, tengo derecho a los derechos que tienen los acusados. Si hay en el reglamento de esta asamblea un artículo en el que se diga que se juzga a los juzgados ya, que se forme ese tribunal y yo compareceré. (Siseos.) Yo respeto las glorias legítimas del constitucionalismo, las frases venidas del señor general Treviño son respetables porque vienen del señor general Treviño y de un general del constitucionalismo; pero las frases del señor general Treviño no son suficientes para tocar mi honorabilidad antes de juzgar...... (Siseos.) (En este momento varios CC. pretenden hacer uso de la palabra.).

El C. Zubaran: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Zubaran.

El C. Zubaran: Creo que no debe concederse la palabra al orador que está en la tribuna, por que acaba de hacer uso de la palabra en pro el C. Saucedo.

El C. presidente: Es que no se ha inscrito ninguno otro en contra. (Voces: ¡A votar, a votar!)

El C. Zubaran: Por lo mismo, señor, no habiendo otro orador en contra..... (Voces: ¡A votar!)

El C. García de Alba: Voy a ser muy breve. El diputado Vadillo creyó marcar con piedra blanca en su memoria el día de hoy, en que nos endilgó su segundo discurso kilométrico preparado hace veinte años, tal vez en el misticismo de una celda con las dulces doctrinas de Tomás de Aquino y de esas vírgenes pálidas a las que tal vez haya hurtado sus caricias, revestido de una sotana.

Y bien, señores, el diputado Vadillo vino a confirmar una vez más lo que ya sabíamos de sobra todos los liberales: que la reacción es multiforme, que es como el agua que toma la figura de la vasija que la contiene. El señor Vadillo, tan presto es un sacristán, como es de las izquierdas, y siempre es en todo un verdadero seminarista; él reviste ya la forma dulzona de un cura predicando la bondad de su doctrina y reviste a veces también la forma incendiaria de un anarquista, porque así conviene a sus intereses. Hace veinte años preparó sus discursos, tal vez como él lo ha dicho, preparados en el misticismo de una celda, y que dejan resabios de las caricias de las vírgenes, a las que más de una vez habrá hurtado sus caricias. El C. Vadillo dice que he brincado desde un tercio de panocha hasta esta Cámara; esos son cargos que no debiera ni contestar; yo tengo la alta honra, señores, de pertenecer al elemento más joven y viril, al elemento estudiantil de Jalisco, en el que siempre he militado; tengo pruebas sobradas y traigo pruebas sobre ello, pero ya la asamblea está cansada y quiere votar. Para refutar lo que dice el señor Vadillo, presento este periódico que he editado. Es muy distinto vender panochas a editar periódicos ¿Verdad?. Para que se vea lo que es el señor Vadillo, para que se vea que es multiforme y seminarista y un individuo de espíritu jesuita, basta con esto: en el pueblo de Zapotitlán ha dicho: "Pueblo imbécil, levántate contra el constitucionalismo porque no te cumple nada de lo que te ha ofrecido." De eso procuré sacar copia y no descansaré, señores, sino hasta pedir que se consigne al gran jurado.

El C. Chapa: Para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Chapa: No se está discutiendo la personalidad del señor Vadillo, puesto que ya se aceptó su credencial. Yo pido que se le consigne al gran jurado, para que pruebe todas las calumnias que ha lanzado en dos ocasiones aquí, y además para que esclarezca su personalidad. (Voces: ¡A votar!)

El C. Hay: Moción de orden.

El C. Vadillo: Pido la palabra.....pido la palabra, señor presidente. (Confusión. Voces: ¡A votar, a votar! Campanilla.)

El C. Hay: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Hay, para una moción de orden.

El C. Hay: Para suplicar respetuosamente a la presidencia encauce la discusión o que pregunte si podemos pasar a la votación. Tenemos muy pocos diputados electos; tenemos dos días solamente de tiempo, y creo yo que podemos apelar a la serenidad de los presuntos diputados para que pospongan sus asuntos meramente personales y procedamos a cumplir con nuestro deber, es decir, a hacer todo lo posible para que el domingo podamos tener el nuevo Congreso nacional. (Voces: ¡A Votar, a votar!)

El C. prosecretario López Lira: La presidencia, por conducto de la secretaría, interroga a la asamblea si considera suficientemente discutido el punto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Está suficientemente discutido. Se va a proceder a la votación. En votación económica se pregunta si se aprueba el dictamen. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara que es diputado propietario por el único distrito electoral del Estado de Colima, el C. Salvador Saucedo, y suplente el C. Juan Torres Virgen. (Aplausos.)

El C. Cravioto: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Cravioto: Señores diputados: la moción de orden que acaba de hacer el diputado Chapa es perfectamente justificada y pertinente. Soy uno de los primeros y de los más entusiastas en pedir que desde esa tribuna que es respetable porque desde ella se le habla a la república y a todo el mundo, en estas discusiones de credenciales se depure la conducta de cada uno de nosotros, para que en nuestras labores futuras sepamos a qué atenernos, ya que como uno de nuestros compañeros ha dicho, las palabras tienen dos valores; primero, el literal de la palabra misma, y segundo, el valor de la persona que la emite. yo no rehuyo esta clase de discusiones, al contrario, las aplaudo, porque son en beneficio nacional; pero precisamente por esto deben hacerse con toda justificación, con toda honradez, con toda verdad. Nosotros en esta vez, por dignidad de la Cámara, por honor de la representación nacional, por evitar que se sigan cometiendo delitos como tal parece que los ha venido a cometer aquí el señor Vadillo, yo pido que se apoye la moción del C. Chapa, que por moralidad de la Cámara, que por desgracia algunos diputados violan, se consigne el discurso del señor Vadillo al gran jurado. Yo no sé si ha cometido aquí un delito o no. Yo sé que la conciencia honrada de la mayoría de los señores representantes lo acusa y ha pedido.....

El C. Zubaran, interrumpiendo: Moción de orden, señor presidente.

El C. Cravioto, continuando: El ha pedido que se le den los derechos.....

El C. Zubaran, interrumpiendo: Señor, no puede ponerse a discusión lo que ha pretendido el diputado que está enfrente, que se consigne al señor Vadillo al gran jurado, porque no hay gran jurado y, por lo tanto, suplico a la presidencia que se siga la lectura de los dictámenes, porque ya tenemos muy poco tiempo.

El C. Vadillo: Moción de orden al señor Cravioto se le ha concedido la palabra y a mí no, no obstante que él ha hablado en contra mía.

- El C. García Vigil Moción de orden. El señor Cravioto no ha dicho en qué consiste el desorden; está haciendo una exposición de motivos para fundar, lo que ha dicho el señor Chapa, y eso no es moción de orden, sino motivo de desahogo para el señor Cravioto y para continuar haciéndonos dilatada la discusión.

El C. Hay: Para una verdadera moción de orden. (Risas.)

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: Entiendo yo que no podemos pasar a la discusión formal de una proposición, a menos que esa proposición haya sido presentada por escrito; por lo tanto, no habiendo ninguna por escrito, propongo que se suspenda el uso de la palabra, porque está el señor Cravioto haciendo uso de la palabra para sostener una proposición que no existe en el reglamento.

- El mismo C. prosecretario: El trámite de la mesa es que se continúe dando cuenta con los dictámenes.

"Primera comisión revisora de credenciales. Sección primera.

"Honorable asamblea:

"Examinado el expediente del 2o. distrito electoral del Estado de Veracruz, encontramos la credencial ajustada a la ley en favor del C. Eugenio Méndez para diputado propietario, siendo su suplente el C. Nicolás E. Caballero, ambos electos por mayoría absoluta de votos.

"De protestas sólo viene un telegrama del general H. Jara, en que dice que con su carácter de comandante militar del Estado, declara que el mencionado distrito está substraído de las fuerzas del gobierno constitucionalista y que, por lo tanto, la referida credencial del señor Méndez es ilegal. Esta comisión declara haber encontrado el escrutinio de la junta computadora y demás documentos legales que corresponden al distrito electoral de referencia y que si una parte de este distrito está substraída a las fuerzas constitucionalistas creemos que esta circunstancia no afectará el resultado de las elecciones en favor de los mencionados ciudadanos.

"Respecto del 4o. distrito electoral de Querétaro informamos a esta honorable Cámara que aun no ha llegado el expediente respectivo y que, por todo documento sólo se tiene la credencial conforme a la ley en favor del C. Rómulo de la Torre, desconociéndose lo relativo al suplente por la falta de los documentos electorales a que hemos hecho mención.

"Examinado el expediente relativo a las elecciones efectuadas en el 3er. distrito electoral del Estado de Guanajuato, y en vista de las constancias procesales que en él existen, subscritas en su mayoría por el señor José M. Ortega quien alega la nulidad de algunos de los votos emitidos y que el presidente municipal de Silao hizo presión en favor de la candidatura del C. Ricardo López F. que resultó triunfante, la comisión se ve en el caso de declarar la validez de esa elección, porque la mayoría de las protestas no tienen justificación y porque aunque se comprobaran no afectarían el resultado final de la elección. El favorecido por la elección como diputado suplente es el C. Telésforo Pérez.

"Por las consideraciones y hechos expresados sometemos a la deliberación de esta honorable asamblea, los siguientes puntos de resolución:

1o.- Son válidas las elecciones verificadas en el 2o. distrito electoral de Veracruz.

"2o.- Es diputado propietario por el mismo distrito el C. Eugenio Méndez y suplente el C. E. Caballero.

"3o- Son válidas las elecciones verificadas en el 4o. distrito electoral de Querétaro, por el testimonio de la credencial respectiva.

"4o.- Es diputado propietario por el mismo distrito electoral el C. Rómulo de la Torre, no conociendo aún el nombre del suplente.

"5o.- Son válidas las elecciones verificadas en el 3er. distrito electoral del Estado de Guanajuato.

"6o.- Es diputado propietario por el mismo distrito el C. Ricardo López y suplente el C. Telésforo Pérez.

"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados.- México abril 13 de 1917.- Juan Zubaran.- Antonio Ancona Albertos.- Jonás García.- (Rúbricas.)"

"Terminado ya este dictamen, por lo que se refiere al C. Eugenio Méndez del 2o. distrito electoral de Veracruz, se recibió un memorándum contra los antecedentes políticos de este ciudadano. Por extemporáneo, esta comisión no cree conveniente tomarle en consideración, dejándolo, sin embargo, a disposición de esta honorable asamblea, adjunto a este dictamen."

El C. Zubaran: Pide la palabra, señor, la comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra la comisión

El C. . Zubaran: Señores diputados: además de la nota que está al pie en lo relativo a la credencial del 2o. distrito del Estado de Veracruz, en estos momentos la comisión acaba de recibir un pliego que viene dirigido al C. diputado Vega Sánchez, y que suplico a la secretaria se sirva darle lectura y mostrar esta fotografía a fin de que la asamblea resuelva si se discute esta credencial o se permite a la comisión retirarla.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Un sello que dice: Ejército constitucionalista. Primera división de oriente.- Jefatura de estado mayor.

"Heroica Veracruz, 10 de abril de 1917.

"Señor Rafael Vega Sánchez.- Cámara de Diputados.- México, D.F.

"Estimado compañero y amigo: Con la presente tengo el gusto de adjuntarle una fotografía en que aparece el presunto diputado licenciado Eugenio Méndez con un grupo de connotados felicistas cuando estos, estando en su apogeo, se creían triunfantes.

"Como usted verá, el citado licenciado Méndez es uno de tantos que cooperaron al lado de las principales figuras del cuartelazo; y por lo tanto, no debe figurar en el futuro congreso.

"Le mando la presente para que, a la hora que se discuta su respectiva credencial, haga usted la identificación correspondiente, esperando no andará con contemplaciones y hará uso de su reconocido valor civil.

"Puede usted enseñar la mencionada fotografía a la diputación veracruzana, a la que le debe interesar este asunto para su buen prestigio y para que lo ayuden a impugnar la referida credencial en bien del buen nombre de los componentes de dicha diputación.

"No teniendo por hoy asunto de mayor interés, me repito como siempre su amigo que lo estima.- (Firmado.) H. Jara."

El C. Chapa: Pido la palabra para una moción de orden. señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Chapa.

El C. Chapa: Para proponer que se separe la discusión de la credencial del señor Méndez, para aceptar todas las demás que no tienen objeciones, y en seguida se pondrá a discusión la del señor Méndez.

- El mismo C. prosecretario: Aquí está la fotografía. (La enseña.)

El C. Zubaran: Sírvase usted leer lo que dice al pie de la fotografía.

- El mismo C. prosecretario: Dice así:

"Licenciado Eugenio Méndez acompañando a las "figuras" del cuartelazo."

El C. Méndez: Yo no conocí a ese señor Mondragón. No sé dónde fue tomada esa fotografía. Se trata de una calumnia del general Jara, enemigo personal mío. Yo le haré ver a toda la asamblea que se trata de una calumnia, y sabré defenderme, porque se me ataca por el punto político.

El C. prosecretario López Lira: La presidencia interroga a la comisión si desea retirar el dictamen.

El C. Zumbaran: Sí retira el dictamen.

- El mismo C. prosecretario: Solicitando la comisión retirar el dictamen, se pregunta a la asamblea si se concede permiso.

El C. Chapa: Que se retire el dictamen de la serie de dictámenes que ha presentado para

aprobar primero éstos, y que se ponga a discusión inmediatamente en obvio de tiempo. No creo pertinente que la comisión retire su dictamen.

El C. Méndez: Pido que se retire el dictamen de mi credencial para que se discuta ampliamente.

- El mismo C. prosecretario: La presidencia, por conducto de la secretaría, pregunta a la asamblea si retira la comisión el dictamen para presentarlo en otra forma. (Voces: ¡No, no! ¡Qué se discuta!) ¿Se concede permiso a la Comisión para retirar el dictamen referente al segundo distrito del estado de Veracruz?

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Hay mayoría. Sí se concede el permiso.

El C. Basáñez: Señor presidente, pido la palabra.

El C. presidente: No hay nada a discusión.

El C. Basáñez: Como miembro de la diputación veracruzana, pido que se muestre esa fotografía a los diputados que venimos por el Estado de Veracruz; reclamo como diputado por el Estado, que me sea presentada, que se me muestre. (Se le mostró.)

- El mismo C. prosecretario: Con excepción del dictamen del 2o. distrito electoral del Estado de Veracruz, están los demás dictámenes a discusión; son los del 4o. distrito de Querétaro y el 3o. de Guanajuato. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse.

El C. Manrique: Pido la palabra para una respetuosa interpelación a la comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra.

El C. . Manrique: Para suplicar respetuosamente a la comisión.....(Siseos.) Me parece haber oído en la lectura del dictamen, que no se había recibido aún el expediente a la elección en el 4o. distrito electoral, y que la comisión se fundó para dar un dictamen aprobatorio a la elección en el 4o. distrito de Querétaro, se fundó, repito, en sólo el examen de la credencial, no habiendo llegado el expediente; suplico que se me diga si para dictaminar en una credencial no es necesario el expediente.

El C. Zubaran, miembro de la comisión: Los precedentes parlamentarios han hecho que una comisión, cuando absolutamente no haya en el expediente queja alguna, no reciba el paquete; pero si se viene con una credencial como lo dice allí el dictamen, se pone a consideración de la asamblea; la asamblea está en libertad de aceptar el dictamen que la comisión hizo en vista de la credencial, o de aplazar la discusión.

El C. presidente: Suplico a las personas que deseen hablar que se sirvan inscribirse.

- El mismo C. prosecretario: A petición del diputado Manrique, se separa el dictamen del 4o. distrito electoral de Querétaro. Dictamen del 3er. distrito electoral de Guanajuato. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietarios y suplente, respectivamente, por el 3er. distrito electoral del Estado de Guanajuato, los CC. Ricardo López y Telésforo Pérez."

El C. Cravioto: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Había ya formulado la proposición relativa a la consignación del señor Vadillo; pero creo que usted está en la obligación precisa de ser personalmente quien lo consigne en caso de que no se dé cumplimiento al artículo 105 del reglamento, y pido a su señoría mande se le dé lectura y se sirva cumplirle en su parte final, porque es aplicable al caso.

El C. Zubaran: Estamos en colegio electoral; no hay Congreso de la Unión; ¿Cómo quiere el señor Cravioto aplicar en este momento el reglamento del Congreso de la Unión para consignar al gran jurado a un miembro de la Cámara?

Esto puede hacerlo después cuando el Congreso de la Unión se haya instalado; entonces podrá pedir lo que está solicitando en este momento y que nos hace perder tiempo.

El C. prosecretario López Lira: El trámite de la mesa es que no habiendo ni siquiera sección instructora del gran jurado, y no existiendo todavía la Cámara de Diputados, no es posible dar curso a la solicitud del señor Cravioto.

El C. Cravioto: Reclamo el Trámite.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Usted está en la obligación de cumplir el reglamento que es una ley que rige las funciones del colegio electoral y de la Cámara de Diputados; yo pido que su señoría consigne al gran jurado al señor Vadillo.

No tiene razón el C.. Zubaran en decir que no se podría consignarlo, porque somos colegio electoral. El C. Vadillo tiene fuero constitucional perfectamente legítimo, porque no solamente tiene una credencial, sino que de hecho ya es diputado. No le falta más que la protesta. Lo que yo pido a su señoría, por decoro de la Cámara, es que lo consigne al gran jurado; es precisamente para evitar estas dolorosas necesidades que su señoría debe cumplir el artículo 105. Si lo lee, allí está perfectamente clara la instancia que se debe seguir.

- El mismo C. prosecretario: El artículo 105 dice:

"No podrá llamarse al orden al orador que critique o censure a funcionarios públicos por faltas o errores cometidos en el desempeño de sus atribuciones; pero en caso de injuria o calumnia, el interesado podrá reclamarlas en la misma sesión cuando el orador haya terminado su discusión, o en otra que se celebre en día inmediato. El presidente instará al ofensor a que las retire o satisfaga al ofendido. Si aquél no lo hiciere así, el presidente mandará que las expresiones que hayan causado la ofensa se autoricen por la secretaría, insertándolas ésta en acta especial, para proceder a lo que hubiere lugar."

La presidencia me ordena informar que a petición del interesado, condición que exige el artículo 105, cumplirá con él.

El C. Cravioto: Pidió la palabra..... (Siseos. Varios CC. pretenden hacer uso de la palabra al mismo tiempo, pidiendo mociones de orden.)

El C. Cravioto: Reclamo el trámite, señor presidente. El interesado se ha quejado públicamente desde la tribuna, de haber sido calumniado. Creo que es el caso de que el señor presidente haya cumplir el artículo 105.

El C. Magallón: Moción de orden, señor presidente. El señor Cravioto está descubriendo la oreja. El señor Vadillo ha atacado aquí a dos presuntos diputados y ha estado en su derecho para hacerlo. Parece que el señor Cravioto quiere evitar que así como se ha tratado de depurar dos personalidades, parece que quiere evitar que se ponga al desnudo a un individuo a quien el señor Cravioto tiene empeño en defender; por lo tanto, todos los diputados y presuntos diputados tienen el derecho de exhibir a los presuntos diputados que vengan a este Congreso. Por tanto, me permito llamar la atención de la representación nacional hacia esta proposición y hacia la instancia del señor Cravioto, para que no se la tenga en cuenta, sino hasta que este Congreso sea un verdadero Congreso y no un colegio electoral.

El C. Cravioto: Señor presidente: Si no cumple usted con el reglamento, pido que se haga constar mi enérgica protesta.

- El mismo C. prosecretario: Se hará constar, señor.

4.

El dictamen de la cuarta comisión, dice:

"Dictamen que la cuarta comisión revisora rinde a la honorable Cámara de Diputados acerca del 6o. distrito de Guanajuato.

"La comisión rinde dictamen en favor del C. José Villaseñor y como suplente el C. Francisco Soto, por no haber protesta en su contra y estar conforme el expediente a la ley electoral.

PROPOSICIÓN:

"Son diputados propietarios y suplente, por el 6o. distrito electoral del Estado de Guanajuato, los CC. José Villaseñor y Francisco Soto, respectivamente.- J. Siurob.- D. Sánchez.- J. Morales Hesse.- (Rúbricas)" Está a discusión el dictamen.

El C. Alonzo Romero: Reclamo el trámite. De la primera sección debe pasarse a la segunda, y así sucesivamente, porque la tercera ya tiene dictámenes listos y en disposición de presentarlos.

- El mismo C. prosecretario: La secretaría informa que no tiene inconveniente; pero en vista de que las comisiones no habían presentado dictámenes y únicamente la cuarta los presentó, por eso se ha procedido en esta forma.

El C. Ancona Albertos: Reclamo el trámite.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Ancona Albertos: La sección primera ha presentado otros dictámenes e ignora por qué la secretaría no les ha dado lectura.

- El mismo C. prosecretario: Contestando a la moción del C. Ancona Albertos, la presidencia me ordena informe que ha mandado dar lectura a los expedientes o dictámenes que no tienen objeción, con objeto de completar cuanto antes el quórum para la apertura del Congreso.

El C. Ancona Albertos: De acuerdo - El mismo Prosecretario: Entonces continúa la discusión del dictamen relativo al 6o. Distrito Electoral de Guanajuato, a que se acaba de dar lectura o ¿No hay quien pida la palabra?

El C. Ramírez Garrido: Para una aclaración. También vienen sin objeción otras credenciales de la sección segunda.

- El mismo C. prosecretario: La secretaría no ha invitado a la comisión a que presente los dictámenes que tiene, señor, porque hay todavía dictámenes en cartera.

El C. Ramírez Garrido: Pues estos son los que tiene en cartera la secretaría.

El C. López Darío: ¿Tiene la secretaría la bondad de invitar a la segunda sección para que presente dictámenes? A ver si ya tiene.

El C. prosecretario López Lira: Después de la discusión del dictamen a que se acaba de dar lectura, se invitará a las comisiones a que presenten sus dictámenes, en el concepto de que la presidencia, de conformidad con el artículo 123 del reglamento, fracción IV, pondrá a discusión los no objetados.

El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra .

El C. Siurob: Habiéndose leído de cualquier manera un dictamen de la cuarta comisión, y habiendo quedado pendiente el que la secretaría consultara a la asamblea sobre su discusión, suplico a usted se digne mantener el trámite, aunque sea nada más en esa credencial, puesto que ya estaba iniciada su discusión.

- El mismo C. prosecretario: ¿No hay quien pida la palabra en contra del dictamen del 6o. distrito electoral del Estado de Guanajuato? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 6o. distrito electoral del Estado de Guanajuato, los CC. José Villaseñor y Francisco Soto."

5. - El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Honorable asamblea:

"Los que subscriben, miembros de la segunda sección de la primera comisión revisora de credenciales, reunidos en la biblioteca de la Cámara de Diputados y después de estudiar detenidamente el expediente relativo a las elecciones verificadas en el 13 distrito electoral del Estado de Veracruz y no haber hallado ninguna objeción, proponen:

"Es válida la elección en favor del C. Heriberto Jara, como diputado propietario por el 13. distrito electoral del Estado de Veracruz y diputado suplente el C. Salvador Gonzalo García por el referido distrito.

"Sala de comisiones de Congreso de la Unión. México, abril 9 de 1917.- Ernesto Aguirre. - Flavio Pérez Gazga.- J. D. Ramírez Garrido.- Rúbricas.)" Está a discusión ¿No hay quien haga uso de la palabra? Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 13 distrito electoral del Estado de Veracruz, los CC. Heriberto Jara y Salvador Gonzalo García."

"Honorable asamblea:

"La sesión segunda de la primera comisión revisora de credenciales integrada por los subscritos, después de haber estudiado el expediente relativo a la elección de diputados al Congreso de la Unión, verificadas en el 6o. distrito electoral del Estado de Guerrero, encontró en dicho expediente algunas irregularidades consistentes en que ciertas boletas de las que fueron computadas en favor de los candidatos que aparecen triunfantes están en blanco y otras escritas con la misma letra y con igual firma; pero hecha la deducción de los votos que a juicio de esta propia comisión son ilegales, resulta la mayoría de los votos emitidos en favor de los CC. licenciado Eduardo Neri para diputado propietario y coronel Miguel Rodríguez Galeana para suplente.

"En tal virtud, la comisión se permite someter a la consideración de esta honorable asamblea, las siguientes proposiciones:

"1o.- Es diputado propietario por el 6o. distrito electoral del Estado de Guerrero, el C. Eduardo Neri.

"2o.- Es diputado suplente por el mismo distrito el C. Miguel Rodríguez Galeana.

"Sala de comisiones del Congreso de la Unión. México, 11 de abril de 1917.- Ernesto Aguirre.- Flavio Pérez Gazga.- J. D. Ramírez Garrido - (Rúbricas.)"

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 6o. distrito electoral del Estado

de Guerrero, los CC. Eduardo Neri y Miguel Rodríguez Galeana."

"Honorable asamblea:

Los subscritos, miembros de la segunda sección de la primera comisión revisora de credenciales, reunida en la biblioteca de la Cámara de Diputados a los 7 días del mes de abril de 1917, después de haber estudiado detenidamente el expediente relativo a las elecciones verificadas en el 12 distrito electoral del Estado de México, han llegado a la conclusión, de que si bien es cierto de que se cometieron algunas infracciones por todos los aspirantes a diputados propietarios por dicho distrito, también es cierto que aun nulifiicando muchas boletas de las dadas en favor del C. Emilio Cárdenas, este resultado triunfante, pues fue electo por 4,977 votos, mientras el C. general Francisco Artigas sólo obtuvo 1,453, el C. Ángel Higuera 927 y el licenciado Andrés Molina Enríquez 696.

"Por lo expuesto, esta comisión tiene como válida la elección del C. doctor Emilio Cárdenas como diputado propietario por el 12 distrito electoral del Estado de México, y como diputado suplente el C. Eduardo E. Palacios por el citado distrito y, por consiguiente, se permite proponer a esta honorable asamblea, las siguientes proposiciones:

"Es válida la elección del C. Emilio Cárdenas como diputado propietario por el 12 distrito electoral del Estado de México.

"Es válida la elección del C. Eduardo E. Palacios como diputado suplente por el mismo distrito.

"Sala de comisiones de la Cámara de Diputados.- México, abril 9 de 1917.- Ernesto Aguirre.- Flavio Pérez Gazga.- J. D. Ramírez Garrido.- (Rúbricas.")

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 12 distrito electoral del Estado de México, los CC. Emilio Cárdenas y Eduardo E. Palacios."

"Honorable asamblea:

"La sección segunda de la primera comisión revisora de credenciales integrada por los subscritos, ha hecho el estudio del expediente relativo a las elecciones verificadas en el 10 distrito electoral del Estado de Oaxaca, y encontró dicho expediente correcto, debiendo hacer constar únicamente ciertas ligeras deficiencias en las actas de las elecciones y en los padrones respectivos, pero estas deficiencias no afectan la validez de la elección.

Por otra parte, debe hacerse constar igualmente, que algunos expedientes no fueron tomados en cuenta por la junta computadora, en virtud de haber llegado a poder de ésta después de que había terminado sus trabajos, y en esa virtud fueron remitidos a la comisión que subscribe, la que hizo el cómputo respectivo debiendo agregar a los votos obtenidos por el C. profesor Carlos R. Montiel, como diputado propietario y licenciado Eduardo Guerrero como diputado suplente 172 votos, que corresponden a las secciones 1a. 3a. y 4a. del pueblo de Jalapa del distrito de Tuxtepec. Además, se hace constar igualmente, que en la sección 2a. de la municipalidad de Ojitlán, se emitieron 91 votos en favor del C. Crisóforo Rivera Cabrera para diputado propietario, e igual número en favor del C. Germán Pacheco para suplente. Hecho el cómputo definitivo resultan en favor del candidato profesor Carlos R. Montiel 1,215 votos y en favor del licenciado Eduardo Guerrero 1,181.

"En tal virtud, la comisión se permite someter a esta honorable asamblea, las siguientes proposiciones:

"1a.- Es diputado propietario por el 10 distrito electoral del Estado de Oaxaca, el C. Carlos R. Montiel.

"2a.- Es diputado suplente por el mencionado distrito electoral, el C. Eduardo Guerrero.

"Sala de comisiones del Congreso de la Unión. México, abril 11 de 1917.- Ernesto Aguirre.- Flavio Pérez Gazga.- J. D. Ramírez Garrido.- (Rúbricas)".

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica, ¿Se aprueba? Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie . Aprobada.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 10 distrito electoral del Estado de Oaxaca, los CC. Carlos R. Montiel y Eduardo Guerrero."

La presidencia invita a la tercera comisión para que presente sus dictámenes no objetados.

- El C. prosecretario Portes Gil, leyendo:

"CC. diputados: "Los subscritos, miembros de la tercera sección de la primera comisión revisora de credenciales, tienen el honor de someter a la consideración de esta honorable asamblea, las siguientes proposiciones.

"1a.- Es válida la elección del C. Aurelio M. Peña como diputado propietario y la del C. Pedro Camacho como suplente, por el 6o. distrito electoral del Estado de Oaxaca, en donde obtuvieron 5,217 y 5,077 votos, respectivamente

Las elecciones se verificaron con toda regularidad; los expedientes están conforme a la ley y no hay protesta alguna.

"2a.- Es diputado propietario por el 4o. distrito electoral del Estado de Puebla. el C. Luis M. Hernández, y suplente por el mismo distrito, el C. José H. Castro; en virtud de haber obtenido 2,890 y 1,894 votos, estando los expedientes conforme a la ley; no siendo de tenerse en consideración la protesta presentada por los CC. Miguel J. Rodríguez, Martín Flores y Mauro Pérez, pues a juicio de esta comisión, no afecta en manera alguna la validez de la elección mencionada.

"3a.- Es buena la elección hecha en favor del C. licenciado Emilio Araujo, para diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Estado de Chiapas, y la del C. Raúl Pola Muñoz como suplente, por el mismo distrito, por haber obtenido mayoría de votos, estar su expediente conforme a la ley, no habiendo, además, protesta alguna.

"4a.- Es diputado propietario por el 16. distrito electoral del Estado de Oaxaca, El C. Crisóforo Rivera Cabrera y suplente por el mismo distrito, el C. doctor Santiago Hernández Toledo, por haber obtenido mayoría de votos y no haber protesta alguna.

"5a.- Es diputado propietario por el 7o. distrito electoral del Estado de Chiapas, el C. licenciado Raúl Gutiérrez y suplente el C. Rafael Ortega jr., por haber obtenido mayoría de votos y estar sus expedientes conforme a la ley.

"6a.- Es buena la elección hecha en favor del C. Nicolás Cámara para diputado propietario por el 2o. distrito electoral del Estado de Tabasco y la del C. Francisco Castellanos Díaz como diputado suplente, por el mismo distrito electoral.

"7a.- Es diputado propietario por el 4o. distrito electoral del Estado de Veracruz, el C.

ingeniero Adalberto Tejeda y suplente por el mismo distrito el C. licenciado Enrique Meza, por haber obtenido mayoría de votos y estar sus expedientes conforme a la ley.

"8a.- Es válida la elección del C. Emiliano Z. López como diputado propietario y la del C. ingeniero Eliseo Leyzaola como suplente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Sinaloa, en donde obtuvieron una mayoría de 850 y 1,188 votos, respectivamente.

"9a.- Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Estado de Sonora el C. Roberto V. Pesqueira y suplente por el mismo distrito. el C. Jesús M. González, por haber obtenido mayoría de votos y estar los expedientes conforme a la ley.

"Sala de comisiones, México 11 de abril de 1917.- Miguel Alonzo Romero.- Aguirre Berlanga.- Francisco Arreola R..- (Rúbricas).

Está a discusión el dictamen. Las personas que deseen hacer uso de la palabra, pueden pasar a inscribirse.

El C. Araujo: Pido la palabra para una rectificación, señor presidente. - El mismo C. prosecretario: Si hay alguna persona que desee objetar algún dictamen, se le suplica manifestarlo.

El C. Araujo: El señor Emilio Araujo es diputado por el 1er. distrito electoral del Estado de Chiapas y no por el 2o.

- El mismo C. prosecretario: La comisión se servirá informar sobre el particular.

El C. Soto: Que se sirva decirnos la comisión si se recibieron los expedientes relativos a la elección del presunto diputado Crisóforo Rivera Cabrera.

El C. presidente: Se recibieron los expedientes y están conformes con la ley.

El C. Soto: El dictamen no dice eso, ¿Verdad?

El C. Alonzo Romero: Sí, señor, se recibieron y la comisión responde de eso.

- El mismo C. prosecretario: La presidencia pregunta a la asamblea si hay alguna persona que desee objetar algún dictamen de los presentados para proceder a su separación. (Voces: ¡No!) En votación económica se pregunta si se aprueban.

Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 6o. distrito electoral del Estado de Oaxaca, los CC. Aurelio M. Peña y Pedro Camacho.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4o. distrito electoral del Estado de Puebla, los CC. Luis M. Hernández y José H. Castro.

"Son diputados propietarios y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Chiapas, los CC. licenciado Emilio Araujo y Raúl Pola Muñoz.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 16. distrito electoral del Estado de Oaxaca, los CC. Crisóforo Rivera Cabrera y doctor Santiago Hernández Toledo.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 7o. distrito electoral del Estado de Chiapas, los CC. Raúl Gutiérrez y Rafael Ortega jr.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 2o. distrito electoral del Estado de Tabasco, los CC. Nicolás Cámara y Francisco Castellanos Díaz.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4o. distrito electoral del Estado de Veracruz, los CC. ingeniero Adalberto Tejeda y licenciado Enrique Meza.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Veracruz, los CC. Emiliano Z. López y Eliseo Leysaola.

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 1er. distrito electoral del Estado de Sonora, los CC. Roberto V. Pesqueira y Jesús M. González."

- El C. prosecretario Portes Gil, leyó un dictamen relativo al 4o. distrito de Puebla, que no tiene parte resolutiva.

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra para preguntar a la secretaría cuál es la proposición concreta de ese dictamen.

- El mismo C. prosecretario: La proposición es que, según informe de los representantes que concurrieron al colegio electoral, no se verificaron elecciones en ese distrito.

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Sánchez Pontón: ¿Pero no hay proposición de la comisión que declare que no hubo elecciones, o hay proposición?

El C. Alonzo Romero: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Alonzo Romero: La comisión no formuló la conclusión en ese informe o dictamen porque quiso dejarla a la deliberación de la H. asamblea para lo que tenga a bien disponer, habiendo hecho la proposición siguiente, que se refiere a que no habiéndose verificado elecciones en esos lugares, no deben tomarse en consideración.

El C. Presidente: Tiene la usted la palabra - El C. Chapa: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Chapa: Dice la ley electoral que las comisiones deben presentar sus dictámenes concretos, decisiones concretas, si es válida o nula la elección; así es que yo suplico atentamente a la comisión retire su dictamen para que presente una proposición concreta.

- El mismo C. prosecretario: Era el trámite que había dado la presidencia.

El C. Alonzo Romero: La comisión siempre había acostumbrado poner una conclusión, pero esta vez la había dejado a la deliberación de la asamblea.

Pido que se retire el dictamen para que la comisión lo reforme.

- El mismo C. prosecretario: La comisión consulta a la asamblea si se le permite retirar el informe. Se le concede.

El C. presidente, a la 1 p.m.: Se suspende la sesión para reanudarla a las 4 de la tarde.

- El C. secretario Garza González, a las 3.30 de la tarde pasa lista. Hay asistencia de 138 ciudadanos diputados; hay quórum.

El C. presidente: Se reanuda la sesión.

El C. Villarreal Filiberto: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Villarreal Filiberto: Señores diputados: me voy a permitir pasar a la secretaría esta carta para que se sirva darle lectura, y todos tengan conocimiento de ella.

- El C. López Lira, leyendo

"Al margen: General Justino Cotero. "México, 13 de abril de 1917.

"Señor coronel Filiberto C. Villarreal.- Presente.

"Muy señor mío y amigo:

"Habiéndome enterado por la prensa de hoy, acerca de las declaraciones que hizo en la Cámara de Diputados el señor Froylán C. Manjarrez, con motivo de la discusión de su credencial como diputado por el distrito de Atlixco, Puebla, y conociendo perfectamente a este señor, por haber militado bajo mis órdenes con el grado de capitán 1o. en la época en que aun no había reconocido al gobierno constitucionalista , y encontrando

en dichas declaraciones muchas falsedades, creo de mi deber desmentirlas desde el momento en que, sometido como me encuentro a dicho ejército, hoy gobierno legítimo, tengo la obligación de velar porque los representantes del pueblo sean personas dignas de la confianza que en ellos se deposita.

"Sabiendo que usted es un revolucionario radical, dirijo a usted la presente para que ante la Cámara, de la cual entiendo es usted miembro, si así lo estima conveniente, haya públicas las siguientes declaraciones, que desmienten las frases vertidas por el dicho señor Manjarrez:

"1a.- La campaña del señor Manjarrez, como capitán 1o., militando bajo mis órdenes, se relaciona en estos puntos:

"Su incorporación al ejército de la convención fue el 6 de diciembre de 1914, teniendo su nombramiento extendido a su favor por puño y letra del C. general Emiliano Zapata, siguiendo incorporado a las fuerzas que a mis órdenes estaban, siendo el jefe de la división el general Francisco V. Pacheco. Sus hechos de armas se relacionan de la siguiente manera: Toma de Puebla, que ocupa el general constitucionalista Francisco Coss, diciembre de 1914, y evacuación de la misma, el 5 de enero de 1915, regresando el 7 de enero a esta capital, e incorporándose a mi brigada. Organizada que se encontraba ya la mencionada brigada, salió el señor Manjarrez con las fuerzas en las que se encontraba militando, al encuentro de las fuerzas del C. general Álvaro Obregón, que marchaba a la recuperación de la ciudad de México, en el mes de enero de 1915, teniendo el primer encuentro, al que asistió el señor Manjarrez, en los llanos de Apam, Hidalgo, perdiendo en dicho encuentro el tantas veces mencionado Manjarrez el caballo que montaba.

Derrotada que fue mi gente en el antes mencionada punto, seguimos para Ometusco, en donde tuvimos el segundo encuentro, en el que el subscrito, no pudiendo resistir el empuje, se retiró a la Villa de Guadalupe y más tarde a esta capital, hasta la evacuación de la misma, que también llevó a cabo conmigo Manjarrez y siguiéndome hasta mis últimas posiciones, lugar de ellas, Contreras, D.F., habiendo tenido en ese lugar varios encuentros con las fuerzas constitucionalistas, en los que, aunque indirectamente, porque pocas veces se acercaba a la línea de fuego, pero sí gustaba presenciar los combates, asistió el señor Manjarrez; siguiendo en esta carrera hasta la fecha 24 de febrero de 1915, en la que solicitó se le concediera permiso para venir a esta capital a hacer la compra de un par de zapatos, que dijo necesitaba, y a la vez que darse cuenta de las posiciones que ocupaba el enemigo, cosa que, aun cuando él en persona no dio razón, pero sí mandó enviado para que cumpliera con la misión que él tenía encomendada; con esto queda plenamente comprobado que el C. Manjarrez sí fue zapatista, y por ende, enemigo del constitucionalismo, cosa que niega, y yo compuebo con lo antes expuesto, y personalmente si así se me requiriera.

"2a- Voy a comprobar que el tantas veces mencionado Manjarrez es enemigo, no sólo de la revolución, sino hasta de muchos convencidos revolucionarios, porque con la elocuencia que lo caracteriza, sabe ocultar sus mentiras, como huertista, pues asegura haber tenido insignificante participación en la usurpación, y demuestra hasta la evidencia que no sólo como civil, sino hasta formando parte de las milicias que Huerta organizaba en contra del constitucionalismo, ocupó grados militares ajustados al sueldo que entonces percibía en el Ministerio de Relaciones, que si mal no recuerdo, era de dos a trescientos pesos, oro, que en aquella época ganaba.

"Como se ve, que si no era una lumbrera en el Ministerio de Relaciones del gobierno de la usurpación, sí tenía un empleo bastante aceptable, y no de simple meritorio, como asegura en su defensa, pues miente hasta la evidencia y con el mayor de los cinismos, que hasta 1909, según he leído en "El Demócrata," fue empleado del entonces gobierno. Para asegurar mi dicho, debo decir a usted, C. coronel Villarreal, que Manjarrez fue expulsado, como todos los empleados del ministerio, por la revolución triunfante que ocupó esta capital, en el mes de agosto de 1914, dándoseles sus ceses, por el C. Ministro de Relaciones, D. Isidro Fabela.

"Para terminar mi larga y quizá cansada relación, de justicia creo, como revolucionario que soy y con el derecho de ciudadano, porque también yo he luchado desde el 19 de noviembre de 1910, como lo puedo justificar con hechos, por los ideales del pueblo, hago una última declaración, para ilustrar mejor su criterio, que el C. Manjarrez, partidario convencido de Huerta, defensor de la Ciudadela, fue herido en la misma en uno de los brazos, que por el momento no recuerdo cuál, pero la cicatriz que presenta lo demostrará.

"Cuando el Congreso Constituyente funcionó no hice estas aclaraciones, debido a la cortedad de las sesiones, y además, por haberme pasado este señor casi inadvertido; pero hoy creo que es una oportunidad propicia, ya que se trata de la discusión de su credencial.

"Como pudiera fácilmente suponerse que al hacerle estas declaraciones pudiera usted desconfiar acerca de la veracidad de las mismas, o cuando menos, suponer que con algún fin doloso las pongo en su conocimiento, hago a usted presente que no me guía ningún otro fin, que el derecho y la obligación que como ciudadano se me impone, y no persigo otro propósito que el contribuir con mi pequeño grano de arena a la reconstrucción de los ideales por los que aspira y tiene derecho un pueblo grande y patriota, como lo es el nuestro.

"Aprovecho la oportunidad para subscribirse de usted afectísimo atento y seguro servidor.- Justino Cotero. (Rúbrica.)"

El C. Pesqueira: Pido la palabra para referirme a ese documento.

El C. presidente: Un momento, señor.

El C. Villarreal Filiberto: Señores diputados: antes de hacer uso de la palabra, diré que se me permitió, con la condición de que no seguiríamos tratando este asunto que está perfectamente aprobado. Únicamente quise que se conociera esta carta para que en lo sucesivo sentemos otros precedentes y con más paciencia estudiemos las credenciales. Anoche manifesté a todos mis compañeros el profundo disgusto que sentí por la violencia con que se aprobó esta credencial, y creo que con la lectura de esta carta, está perfectamente comprobado mi disgusto. Señores: los diputados sinaloenses jamás claudicarán. He dicho.

El C. Céspedes: Pido la palabra, señor presidente.

El C. Pesqueira: Yo la he pedido antes.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Pesqueira.

El C. Pesqueira: Señores diputados: por la lectura que se ha dado a ese documento, estarán ustedes perfectamente convencidos de que aquí, en algunas ocasiones, se obra con ligereza. Me apena mucho tener que venir a hablar en esta forma; pero lo creo preciso y honrado para que no se vuelva a repetir un caso análogo. Yo insistí anoche sobre de que no se debía aprobar la credencial del C. Manjarrez porque tenía datos concretos de que había sido zapatista hasta últimas

fechas; sin embargo, no insistí aún más porque no tenía documentos en mi poder que lo comprobaran. Anoche, señores, hubo una maquinación que llamaré política al procederse a la votación; alguien vino de las galerías a llamarme la atención para que me parara y para que se me tuviera como un inconsciente, porque podría suponerse que di mi voto por aquel individuo a quien yo rebatí. Posteriormente, al salir de la sesión, cuatro o cinco individuos se acercaron a mí diciéndome que estaban en posibilidad de presentarme documentos en los cuales se comprueba plenamente que el señor Manjarrez había sido y es - así me lo dijeron,- zapatista. Pues bien, señores, ya que en esta respetable Cámara se dice a cada paso que somos muy radicales, muy jacobinos, muy justos, etc., debemos demostrarlo, porque en estos momentos, señores, se me presenta un espectáculo si quieren llamar macabro; siento y veo que algunas de las butacas se animan para lanzar de allí a aquellos diputados que no tienen ideas propias. En esta tribuna, desgraciadamente, señores, es preciso hablar siempre del yo; no me quemaré incienso; pero sí les diré que soy uno de los revolucionarios, si se quiere más puros, puedo demostrarlo y lo demostraré cuando llegue la ocasión. Pero esto que acabo de decir es con el objeto de que se me considere cuando hablo en esta tribuna, que solamente lo hago apegado a la justicia y a mi criterio de revolucionario.

Antier que hablaba el señor doctor Cervantes, diciendo que al lado derecho de la Cámara se sentaban los del grupo renovador o los simpatizadores de este grupo, VI con profunda pena que paulatinamente de aquellas butacas se levantaban algunos presuntos diputados para pasarse a la izquierda. ¿Qué podemos esperar, señores, cuando en un caso tan sencillo se ven flaquear las ideas de los señores diputados o presuntos diputados? He sufrido con lo que ví ese día, y yo exhorto a ustedes - me refiero a los que honradamente se sienten pobres de espíritu - a que vuelvan sobre sus pasos y no cometan un error tan trascendental como el que cometimos anoche.....Yo observé aún otra cosa más, señores.

Estaba yo para pedir que se hiciera la votación nominal; sin embargo, pude demostrar que se obró con demasiada premura, al pararse los señores diputados que votaban por la afirmativa, y hay aquí más de diez diputados que afirman que no se levantó la mitad de ellos. Como esto, señores, ya que es un hecho consumado, y no tiene remedio, no siendo yo práctico en cuestiones parlamentarias, pido, si está ajustado a la ley, que al señor Manjarrez se le consigne al gran jurado. He dicho. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Céspedes.

El C. Céspedes: Señores diputados: hace poco fui compañero del C. Manjarrez en Querétaro, con motivo de las labores del Congreso Constituyente.

Allá lo creí uno; ayer los argumentos empleados por sus impugnadores y su propia defensa, me hicieron dudar de él, y eso fue lo que influyó para que yo en este punto me significara de la mesa toda y permaneciera sentado a la hora de la votación. Al oír hoy el texto de esta carta, la sangre se me agolpa al cerebro y me dan ganas de protestar en forma más enérgica que vengo a hacerlo aquí, precisamente porque recuerdo que allá en los campos eriazos de Ometusco descansan varios oficiales de los míos y varios soldados de los míos también, que heroicamente, defendiéndose conmigo porque llevaba 25 soldados, y me parece que el C. Cotero atacaba en ese momento. Me fueron hechos muchos prisioneros y a mí se me quitó la yegua que montaba, ensillada, con todo y sable. Esos oficiales, señores, fueron cogidos prisioneros y muertos de la manera más horrenda: fueron castrados y la lengua les fue cortada. Yo en persona al día siguiente fui a recoger a esos oficiales, recogí a esos soldados; un carretón lleno me traje de allí, y otros están sepultados en los campos de Ometusco, y no creía yo que el señor Manjarrez, el que tuve de compañero en el Constituyente, hubiera sido el que me fuera a tirar, a disparar las balas arteras y mortíferas para mis soldados.

Por esa razón y por las razones que aquí se asientan de que el C. Manjarrez tomó participación activa en los combates de Puebla, a donde yo también asistí con mis fuerzas, y en los combates de México, donde me tocó entrar también con mi regimiento integrado por quinientos hombres de caballería, por esa razón, porque considero que he luchado contra un enemigo, la duda se acrecienta en mí y no puedo considerar, hasta que el jurado dicte su fallo, no puedo considerar al C. Manjarrez como un compañero de Cámara, ya que esta honorable asamblea ha cometido el error de admitirlo en su recinto. Pido, pues, que cuando la sección instructora del gran jurado se organice debidamente, cuando seamos un Congreso, se fije en todas estas cosas, y nos dé a cada quien lo que nos pertenece, porque yo, que hace días dejé de cumplir, con las armas en la mano, el deber de atacar al enemigo en cualquier fortaleza que se encuentre, hoy también vengo a atacarlo sin más escudo que la justicia, sin más amparo que la ley. (Aplausos.)

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Sánchez Pontón: (Al subir a la tribuna es aplaudido.) Los aplausos que en estos momentos se han oído, son a la justicia y a la verdad. Seré muy breve para limitar estas pequeñas aclaraciones, que han sido sumamente necesarias para sentar precedente de nuestra actuación en la Cámara, y para que también se pueda con más serenidad de criterio, con la íntima convicción, saber aquilatar las palabras de los que hemos impugnado esa credencial del señor Manjarrez. Había dicho, cuando yo tomé la palabra para ese objeto, que no creía de mayor importancia en la discusión de credenciales, el llamado aspecto político, sino que de preferencia veía el aspecto legal; pero que obligado por un deber que creo todos tenemos y ninguno podemos desconocer, pues estamos obligados a ilustrar el criterio de la asamblea en todo aquello que nos consta y que sabemos, para votar con toda conciencia en una credencial, me había yo visto obligado, muy a mi pesar, a decir ataques en el orden político contra el C. Manjarrez. Desgraciadamente no habían llegado a mis manos los documentos, aunque se me habían ofrecido; desgraciadamente sólo mi palabra fue la que afirmaba que aquellos hechos eran ciertos. Yo únicamente me complazco en ver que ha podido justificarse con un testigo de cuya veracidad no puede dudarse, puesto que algunos cargos a él mismo le herían, que es la verdad lo que se había dicho, que es la verdad, también, señores, que no llena el requisito legal de tener la edad que la Constitución marca, cosa que también se comprobará a su debido tiempo y que, señores, también el doctor don Jesús Solís, a quien todos los del partido liberal constitucionalista conocen, está dispuesto a proporcionar, y quizá hoy mismo llegue, un certificado en el que asegura haber hecho la curación al señor Manjarrez cuando éste fue herido en la ciudadela al lado de Félix Díaz. (Siseos.) Ciertamente, señores, creo yo que dados los antecedentes todos, todas las pruebas que se puedan presentar, podría ser revisable este fallo, tanto más cuanto que estamos seguros muchos de que no hubo mayoría en la votación nominal. Ignoro, sin embargo, porque realmente no

tengo en este sentido una práctica suficiente, si se puede volver sobre el fallo dado en una credencial, puesto que la ley dice que esas decisiones del jurado son inapelables, aunque no dice irrevocables; pero si son irrevocables e inapelables, a tiempo haremos todos esos cargos ante la sección del gran jurado, para que ella dilucide si un individuo de tales antecedentes puede quedar entre la representación nacional. Yo por mi parte, solamente pido dispensa a ustedes de haber ocupado nuevamente esta tribuna para este asunto; pero les suplico también que tengan en consideración que los cargos que yo he hecho al señor Manjarrez han sido perfectamente fundados, y que jamás, por ningún motivo, haré nunca en esta tribuna un cargo que no tenga comprobado y que no tenga conciencia de que no vengo a verter una calumnia. (Aplausos.)

El C. Reynoso: Pido la palabra.

El C. presidente: ¿Con qué objeto?

El C. Reynoso: Para suplicar a la secretaría se sirva hacer constar en el acta, que fui uno de los que votaron en contra de la credencial del señor Manjarrez, y si es posible, que se haga constar mi protesta por la festinación con que obró la secretaría en la votación de ayer.

El C. Cravioto: Pido la palabra.

El C. Martínez: Me parece que eso no se puede hacer constar, porque en este caso tendremos que hacer constar mucho.

El C. Reynoso: Pido que se haga constar en el acta, que yo voté en contra de la credencial.

El C. Villarreal Filiberto: Suplico a todos los compañeros que anoche no hayan dado su voto en favor de la credencial, se pongan en pie.

El C. García de Alba: El artículo 145, dice:

"La votación económica se practicará poniéndose en pie los individuos que aprueben, y permaneciendo sentados los que reprueben."

No se puede hacer esto; es cosa juzgada.

El C. presidente: La presidencia hace constar que en todos sus actos se ha sometido al criterio legal, y que no hay ninguna razón para que se haga a la mesa el cargo de que procedió con festinación.

El C. Cravioto: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Yo fui uno de los equivocados que votaron en favor del señor Manjarrez, por solidaridad de compañerismo en el Congreso Constituyente, y porque creía en la buena fe del señor Manjarrez. (Voces: ¡tribuna!) No vale la pena de ir a la tribuna. (Como insisten, va a la tribuna) Fui uno de los que votaron en favor de la credencial del señor Manjarrez por solidaridad y por compañerismo en el Congreso Constituyente, y no nada más por eso, sino porque me equivoqué respecto a la honradez que vino a demostrar aquí, y de las afirmaciones que en nombre de una buena fe vino a hacer. Yo creo que el procedimiento que estamos siguiendo en este asunto, es perfectamente incorrecto y antiparlamentario; no sirve de nada que se paren los que votaron en pro y en contra. La presidencia, ajustándose estrictamente a la ley, hizo una declaración irrevocable como dice la misma ley; por lo tanto, yo me opongo también a la proposición del señor Sánchez Pontón, de que en vista de la gravedad de los cargos que se hacen al señor Manjarrez, se reconsidere este asunto; no puede reconsiderarse, no nos queda más procedimiento legal, correcto y estrictamente necesario, que consignar estos hechos al gran jurado.

En cambio, el señor Sánchez Pontón ha venido a afirmar aquí que el señor Manjarrez no tiene la edad constitucional; y en vista de que el señor Sánchez Pontón ha estado ratificando en sus aseveraciones por documentos que hacen fe, yo creo que nosotros estamos más en el deber de creer al señor Sánchez Pontón, afirmando que Manjarrez no tiene la edad constitucional, que la afirmación del señor Manjarrez que lo desmintió: pero como un procedimiento de esta magnitud requiere una prueba fehaciente, yo expongo este criterio a la asamblea. Creo que cuando una credencial, aunque haya sido aprobada por sorpresa o por falta de datos, cuando esta credencial tiene un vicio fundamental como la falta de un requisito constitucional, en cualquier tiempo que se demuestre que tuvo ese vicio, por ese solo hecho es nula sin que la reconsidere la asamblea.(Aplausos.) Por lo tanto, señores diputados, yo me adhiero a la opinión del compañero que pide que se consignen estos hechos al gran jurado, y si el señor, Sánchez Pontón nos trae aquí la partida del registro civil en que se compruebe la falta de edad constitucional del señor Manjarrez, yo pediré en ese momento que nosotros nulifiquemos esa credencial, (Aplausos.)

- El mismo C. prosecretario: La presidencia me ordena dar lectura al artículo 65, que dice:

"En esa junta y en las demás que a juicio de la Cámara fueren necesarias, se calificará, a pluralidad absoluta de votos, la legitimidad del nombramiento de cada uno de sus miembros, y se resolverán irrevocablemente las dudas que hubiere en esta materia."

Igualmente, la mesa dicta el trámite: Resérvese este documento para lo que la Cámara de Diputados tenga a bien resolver.

- El mismo C. prosecretario: Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 9o. distrito electoral del Estado de México, los CC. Ismael Díaz González y Anastasio Meza Rojas."

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección cuarta.

"La cuarta comisión revisora tiene el honor de presentar a la honorable Cámara de Diputados, el siguiente dictamen sobre las elecciones del distrito sur de la Baja California.

"Examinado el expediente relativo, se encontró enteramente ajustado a la ley; sólo existe una protesta no fundada del C. Guillermo Moreno, candidato a diputado suplente, y que no afecta en nada a la elección.

"Por tanto, esta comisión propone la siguiente conclusión:

"Son diputados propietario y suplente, por el distrito sur de la Baja California, los CC. Modesto C. Rolland y Eduardo S. Carrillo, respectivamente. "J. Siurob.- D. Sánchez.- J. Morales Hesse.- (Rúbricas.)"

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Las personas que estén por la afirmativa, sírvase ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el distrito sur de la Baja California, los CC. Modesto C. Rolland y Eduardo S. Carrillo." comisión revisora de credenciales. - Sección cuarta "Dictamen que presenta la cuarta comisión revisora ante la honorable Cámara de Diputados, cerca de las elecciones verificadas en el 3er. Distrito Electoral del estado de Tabasco.

"Se declaran nulas las elecciones del 3er. distrito electoral del Estado de Tabasco, fundándose en el artículo 55 constitucional, en el 59 electoral y en las fracciones I y II del artículo 57 de la misma ley.

PRIMERA PROPOSICIÓN:

"Son nulas las elecciones en favor del C. Joaquín Ruiz como diputado propietario, y suplente Francisco Quevedo.

SEGUNDA PROPOSICIÓN:

"La honorable Cámara convocará a elecciones en su oportunidad.

"J. Siurob.- D. Sánchez.- J. Morales Hesse.- (Rúbricas.)"

Está a discusión. ¿No hay quien tome la palabra? En votación económica ¿Se aprueba? Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Aprobado.

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección cuarta.

"Dictamen que rinde la cuarta comisión revisora a esta honorable Cámara, con referencia al 17 distrito electoral de Oaxaca.

"Credencial del 17 distrito de Oaxaca.

"Revisado el expediente, está arreglado a la ley, hallándose varias protestas firmadas por Cosme D. Gómez, como representante de la candidatura López Miro, y otras subscritas por el presidente del "Comité Liberal Yucateco," lo que dio lugar a una revisión minuciosa, encontrando no haber malos procedimientos de ninguna de las partes contendientes, no habiendo razón para proceder en contra del candidato triunfante, C. Genaro López Miro y su suplente, C. José F. Gómez, quienes obtuvieron mayoría de 3,582 votos contra 3,468 de la contraria.

"Por lo expuesto, la comisión hace la siguiente proposición:

"1a.- Son diputados propietario y suplente, respectivamente, los CC. Genaro López Miro y José F. Gómez, por el 17 distrito electoral de Oaxaca. "J. Siurob.- D. Sánchez.- J. Morales Hesse.- (Rúbricas.)

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica ¿ Se aprueba? Las personas que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 17 distrito electoral del Estado de Oaxaca, los CC. Genaro Miro y José F. Gómez."

9.

El C. prosecretario López Lira: La presidencia invita a la quinta comisión a que presente los dictámenes no objetados que tenga en su poder.

- El C. Zubaran, miembro de la comisión Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Zubaran: Los miembros de la quinta comisión están trabajando, y no tienen ningún dictamen para presentarlo.

- El mismo C. prosecretario: Entonces, la presidencia invita a los miembros de la primera comisión.

El C. Alonzo Romero: Moción de orden. La segunda comisión tiene credenciales no objetadas, así es que se pueden presentar.

- El mismo C. prosecretario: Entonces se invita a los miembros de la segunda sección para que presenten sus dictámenes.

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección segunda.

"Honorable asamblea:

"Visto el expediente relativo a la elección verificada en el 5o. distrito electoral del Estado de Sinaloa, y no encontrando esta comisión ninguna protesta en dicho expediente, y venir los paquetes electorales arreglados conforme a la ley, somete a la deliberación de esta asamblea las siguientes proposiciones:

"1a.- Es buena la elección a favor del C. Ángel Gaxiola jr, como diputado propietario por el 5o. distrito electoral del Estado de Sinaloa.

"2a.- Es buena la elección a favor del C. ingeniero Francisco Barnoin, como diputado suplente por el referido distrito electoral.

"Sala de comisiones del Congreso de la Unión.- México, 13 de abril de 1917.- Ernesto Aguirre.- Flavio Pérez Gazga.- J. D. Ramírez Garrido. (Rúbricas.)"

Está a discusión.

El C. Cepeda Medrano: No hemos oído los nombres claramente, señor.

- El mismo C. prosecretario: Ángel Gaxiola y Francisco Barnoin.

Está a discusión. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 5o. distrito electoral del Estado de Sinaloa, los CC. Ángel Gaxiola jr. y Francisco Barnoin."

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección segunda.

"Honorable asamblea:

"Visto el expediente relativo a la elección verificada en el 9o. distrito electoral del Estado de Guanajuato, la comisión que subscribe, resuelve que es de aprobarse la credencial del C. Luis Fernández Martínez, como diputado propietario al Congreso de la Unión por el expresado distrito, y la del C. Santiago Reyes para diputado suplente por el referido distrito, toda vez que no se encontró en dichos expedientes justificante alguno que acredite violación alguna a los preceptos contenidos en la ley electoral vigente, por cuyo motivo esta comisión somete a la consideración de esta asamblea, las siguientes proposiciones:

"1a.- Es diputado propietario por el 9o. distrito electoral del Estado de Guanajuato, el C. Luis Fernández Martínez.

"2a.- Es diputado suplente por el mencionado distrito electoral, el C. Santiago Reyes.

"Sala de comisiones del Congreso de la Unión.- México, 13 de abril de 1917.- Ernesto Aguirre.- Flavio Pérez Gazga.- J. D. Ramírez Garrido. (Rúbricas.)"

Está a discusión. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.

La presidencia, por conducto de la secretaría, declara:

"Son diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 9o. distrito electoral del Estado de Guanajuato, los CC. Luis Fernández Martínez y Santiago Reyes."

10. - El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Primera comisión revisora de credenciales.- Sección segunda.

"Honorable asamblea:

"Los subscritos, que forman la segunda sección de la primera comisión revisora de credenciales, reunidos el día de la fecha en el salón que ocupa la biblioteca de esta Cámara, procedieron a hacer el estudio detenido de los expedientes de elección

de diputados en el 1er. distrito electoral del Estado de Tabasco, teniendo a la vista dichos expedientes y demás documentos, así como el paquete separado, que fueron remitidos a la secretaría de esta Cámara por el presidente de la junta computadora respectiva, siendo el resultado de ese estudio el siguiente:

"Según constancias de las actas levantadas por la junta computadora que se reunió en Villa Hermosa, Tabasco, el 15 del pasado mes de marzo, los expedientes de todas las secciones llegaron a poder de dicha junta en correcto estado, de conformidad de la ley electoral. Se hacen constar en las actas de referencia, irregularidades consistentes en faltar en algunos expedientes el nombramiento de instaladores y ciertas deficiencias en los padrones y actas generales de elección; así mismo se hace constar que en las actas generales no fue admitido un memorial presentado por el señor Francisco Suárez, aludiendo que este era presentado fuera de tiempo, y en el cual expresaba irregularidades cometidas en la casilla 11 del municipio del centro; también hace constar esta comisión revisora, que en las actas de la junta computadora aparece que el C. José del Carmen García presentó un escrito firmado por él, sin que en los expedientes que han venido a esta junta figure dicho memorial, que es de protesta. La comisión estima, animada de la más amplia rectitud, de justicia y de legalidad, que es de todo punto necesario examinar minuciosamente el expediente relativo a esta elección, y habiendo procedido a ello, ha encontrado lo siguiente: en la municipalidad del centro, sección 5a., vienen anotados en el escrutinio de las actas respectivas 130 votos, y al revisarse el expediente resultan solamente 124 votos, que se reparten entre los candidatos Palavicini, Andrade Priego, Escolar y Casanova, de los cuales la comisión considera que deben nulificarse en general por haberse violado el artículo 18 de la ley electoral, faltando el empadronador a su debido tiempo que fija dicha ley, y esta resolución la toma, en virtud de la fracción IV del artículo 57 de precitada ley; en la sección número 2 aparecen computadas 28 boletas, y en el expediente sólo existen 22, de las cuales 19 considera nulas esta comisión, por estar escritas, al parecer, por puño y letra de una misma persona; estos votos corresponden a la fórmula Palavicini - Jiménez Mérito; en la primera sección, de las 19 boletas que resultan a favor de Palavicini - Jiménez Mérito, obran 11 boletas, escritas al parecer con una misma letra, por cuyo motivo la comisión las considera nulas; en la sección 11, de los 21 votos que aparecen en la fórmula Palavicini - Jiménez Mérito, 14 considera esta comisión que deben nulificarse, toda vez que aparecen llenadas por una misma persona; en la sección 4a., la fórmula Palavicini - Andrade Priego tiene 28 votos, de los cuales se estiman nulos 14, por estar llenados con la misma letra; en la sección 39 obtuvo la fórmula Palavicini - Andrade Priego 43 votos que la comisión estima nulos, por deducirse claramente que dichas boletas fueron llenadas con anterioridad a la elección; en la sección 33, aparecen 25 votos para Palavicini - Andrade Priego, que la comisión considera nulos por estar llenadas las boletas con una misma letra; en la sección 14 se estiman nulos 14 votos de los 18 obtenidos por la fórmula Palavicini - Andrade Priego, por estar llenadas todas, al parecer, por una misma persona; en la sección 19, la fórmula Palavicini - Andrade Priego obtuvo, según el escrutinio de las actas, 89 votos; pero la comisión considera de todo punto absolutamente nulos 89 votos, porque 75 están subscritos, todos, por Rómulo Morales, y además, porque la mayoría de estos votos están en blanco; y no obstante ello, por escrutinio general, aparecen computados a favor de la fórmula de estos señores; en la sección 17 se computan 74 votos a favor de la fórmula Palavicini - Andrade Priego, siendo que en el expediente sólo existen 8 boletas en favor de este candidato, 64 en favor de Francisco Palavicini y 2 de Francisco Pellicer, por lo que la comisión estima que son de restársele estos votos indebidamente sumados al señor Palavicini y al señor Andrade Priego; en la sección 31 aparecen 52 votos a favor de Palavicini - Andrade Priego, firmados todos por Gerardo C. López, motivo por el cual se estiman de completa nulidad. En la municipalidad de Teapa, en la sección 1a., aparecen 18 votos, para la fórmula Palavicini - Jiménez Mérito, subscritos 10 de ellos por un señor apellidado Palavicini, que la comisión estima por ese motivo de perfecta nulidad; en una sección sin número, aparecen para la fórmula Palavicini - Andrade Priego 63 votos, de los cuales existen 17 firmados por M. Palavicini, 26 firmados por Obelio P. Salas y 20 firmados por O. Balboa; en consecuencia, la comisión los califica de nulos estos 63 votos; en la sección 2a. aparecen 36 votos a la fórmula Palavicini - Andrade Priego, de los cuales 15, al parecer, están escritos por la misma letra, y en consecuencia, la comisión los estima de perfecta nulidad; en la sección 14 aparecen 121 votos en favor de las tantas veces enunciada fórmula Palavicini - Andrade Priego, los cuales la comisión estima de perfecta nulidad, toda vez que en su mayoría están firmados por un señor J. López, y el resto, escrito con una misma letra. En la municipalidad de Tlacotalpa, en la sección 8a., aparecen 79 votos en favor de la fórmula Palavicini - Andrade Priego, más 7 boletas en blanco que se les computan como si fuera votación en su favor; pero como la mayor parte de estos votos están firmados por un señor Francisco García, la comisión estima, de una manera justa, que deben ser nulos esos votos; en la sección 7, los 88 votos que aparecen para la fórmula Palavicini - Andrade Priego, resultan firmados en su totalidad por Agustín Zarao y Rubén Narváez, y el resto, escritos todos con la misma letra, por lo cual son nulos; en la sección 3a. aparecen 149 votos en favor de la fórmula Palavicini - Jiménez Mérito, que la comisión estima nulos por venir todos escritos con la misma letra; en la sección 15, de los 94 votos que aparecen a favor de la fórmula Palavicini - Andrade Priego, 69 están subscritos por M. Torres, y el resto, llenados con la misma letra; en consecuencia, la comisión los considera nulos y no los computa; en la sección 1a. aparecen 26 votos a favor de Palavicini - Andrade Priego, de los cuales 16 están llenados con la misma letra, y por esto se consideran nulos; en la sección 4a., la fórmula Palavicini - Jiménez Mérito obtuvo 81 votos, los cuales son de considerarse nulos, toda vez que aparecen en su totalidad, al parecer, llenados por una misma persona. En la municipalidad de Jalapa toda la votación es buena, así como en las restantes casillas electorales de las demás municipalidades. La comisión estima que las irregularidades denunciadas no afectan la validez de la elección, y ella se debe, principalmente, a la consigna oficial y presión de algunas autoridades en el Estado, así como la natural dificultad de verificarse las elecciones aun en las poblaciones de cierto nivel de cultura cívica para cumplir de una manera perfecta con todas las prevenciones de la ley electoral, por lo que no se toman en consideración; y apreciando que en el caso de que se trata sí se han verificado elecciones en el 1er. distrito electoral del Estado de Tabasco, sólo ha fijado su atención en la circunstancia de que una gran cantidad de votos emitidos en favor de los diversos candidatos que tomaron parte en la lucha, adolecen del defecto consistente en la presión moral y material de las autoridades.

Y en esa virtud, y siendo el total de votos obtenidos por Félix Fulgencio Palavicini, como diputado propietario, 1,746, y el licenciado Rafael Martínez de Escobar, 711, así como 998 para el suplente Manuel Andrade Priego, 822 a Ruperto Jiménez Mérito, y Fulgencio Casanova 651 para el cargo de diputado suplente; y teniendo que descontar esta comisión los viciados de nulidad por lo expresado anteriormente, al señor Palavicini 1,203 votos mal sufragados, en su favor; 911 al C. Andrade Priego y 284 al C. Jiménez Mérito por las mismas razones, así como 103 a Martínez de Escobar y 77 a Casanova, mal sufragados, resulta que quedan legalmente, a Félix Fulgencio Palavicini, 543 votos como diputado propietario, y licenciado Rafael Martínez de Escobar, 608 votos, también como diputado propietario; al señor Andrade Priego sólo le quedan 87 votos legales como diputado suplente; a Jiménez Mérito, 538, y a Fulgencio Casanova, 574 perfectamente legales. En consecuencia, la mayoría relativa que reclama la ley electoral para declararse diputado propietario y suplente, respectivamente, en el distrito electoral correspondiente de la elección, resulta en favor del C. licenciado Rafael Martínez de Escobar, como diputado propietario, y del doctor Fulgencio Casanova, como diputado suplente.

"Por todo lo expuesto, la comisión se permite someter a la aprobación de esta honorable asamblea, la siguiente y única proposición:

"Es diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Estado de Tabasco, el C. licenciado Rafael Martínez de Escobar, y suplente, por el mismo distrito, el C. doctor Fulgencio Casanova.

"Sala de comisiones del Congreso general. México, abril 11 de 1917.- Ernesto Aguirre.- J. D. Ramírez Garrido.- Flavio Pérez Gazga. (Rúbricas.) Está a discusión.

"En virtud de encontrarse enfermo el C. Palavicini, como lo ha comprobado debidamente, someto a la consideración de la asamblea, por juzgarlo de equidad, la siguiente proposición:

"Suspéndase el debate de la credencial del C. Palavicini hasta que esté presente el interesado.-Alfonso Cravioto. (Rúbrica.)"

El C. Cravioto: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Señores diputados: La proposición....

El C. Villarreal, interrumpiendo: Señor presidente, para una moción de orden. Que se pregunte a la honorable asamblea si aprueba que es de procederse a lo que pide el señor Cravioto.

El C. presidente: Con fundamento en el artículo 108 del reglamento, el autor de una moción suspensiva debe fundarla, y por esta razón se le ha concedido la palabra .

El C. Cravioto, continuando: La proposición que he tenido el honor de someter al juicio de vuestra alta soberanía, es de la más extrema equidad y de la más alta conveniencia política. Todos vosotros sabéis, señores diputados, que en torno del C. Palavicini es donde se han agitado más las pasiones políticas actuales, que están actualmente en verdadera efervescencia. Yo no sé - por desgracia mi falta de oído, no me ha hecho saber,- si el dictamen de la comisión está ajustado a la ley o no. Yo sólo sé que nosotros confiamos estrictamente en la honradez de la comisión; que la mayor parte de los dictámenes son aprobados casi bajo la absoluta responsabilidad de ella, de la que nosotros nos hacemos solidarios. Yo no estoy, por lo tanto, en aptitud de dar mi voto en pro o en contra del dictamen de la comisión, ni sé todavía en qué sentido lo daré. Creo que la mayor parte de nosotros está en igual caso; pero precisamente por tratarse del C. Palavicini que tiene en esta asamblea amigos y enemigos, y para el juicio del cual hay verdadera expectación pública, creo que, más que nuestra, es conveniencia política, tanto para la asamblea como para el gobierno revolucionario, que se proceda con la mayor equidad, amplitud y justificación. Yo creo, señores, que si sóis enemigos del C. Palavicini, debéis serlo lealmente. Yo creo que si algunos somos amigos del C. Palavicini, debemos serlo con justificación. Yo ofrezco mi palabra de honor de que, a pesar de mi amistad con el señor Palavicini, si éste ha venido aquí con una credencial fraudulenta, veréis, señores, cómo mi voto será de los que acompañen la negativa a los que voten por el cumplimiento de la ley. La proposición que hago no es, seguramente, la mal fundada de Bertoldo, que pidió, cuando iba a ser ahorcado, como último recurso, que se le dejara escoger el árbol que debía ser colgado, y naturalmente no escogió ninguno.

El señor Palavicini creo yo que estará aquí mañana, aunque sea enfermo, y vendrá a sostener la legalidad de su credencial. Por tanto, yo pido que en nombre de las conveniencias políticas, que sin propugnar este dictamen, sin discutirlo, esperemos a que venga mañana el señor Palavicini. Creo que si nosotros tenemos suficientes argumentos legales para arrojarlo de aquí justificadamente, debemos también tener la entereza, la honradez, la equidad de aplazar esta dictamen unas cuantas horas, mientras él viene a sostener su credencial. Por lo tanto, yo espero la aprobación de la asamblea para la moción que he tenido el honor de someter a vuestra soberanía.

- El mismo C. prosecretario: En virtud de que nadie se ha inscrito en contra de la moción suspensiva, se pregunta a la asamblea si se toma en consideración. Se va a proceder a la votación.

El C. Pesqueira: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Pesqueira: Recuerdo que hace 2 ó 3 días se leyó una carta del señor Palavicini, en la cual pedía que se pusiera a votación su credencial hasta que estuviera presente, pues no lo hacía por causa de enfermedad, y acompañó un certificado médico. El señor Martínez de Escobar, con la vehemencia que le caracteriza, pidió que se discutiera la credencial hasta que viniera el señor Palavicini, y en aquella ocasión todos estuvimos de acuerdo, y debemos ser consecuentes ahora. (Aplausos.)

El C. Trevió: Pido la palabra.

El C. prosecretario López Lira: Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. (Voces: ¿Sobre qué?) De que si se toma en consideración la moción suspensiva. Se toma en consideración. (Aplausos de las galerías.) Esta a discusión la moción suspensiva; las personas que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse.

El C. Martínez de Escobar: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Martínez de Escobar: En efecto, señores diputados, teniendo en consideración que nunca mi espíritu experimenta una voluptuosidad más intensa que cuando estoy en plena contienda; teniendo en consideración que nunca mi alma se estremece al impulso de una sensación más suprema que cuando estoy en plena lucha, debo decir que yo fui el primero que asentí y dije que deseaba la presencia del señor Palavicini, para demostrar cómo su credencial es enteramente fraudulenta. Ahora bien: se me ha dicho que al señor Palavicini lo han visto en paseos en la colonia Roma algunas personas: de manera que yo estoy en lo dicho; pero recojamos las palabras del señor Cravioto, que dice que mañana en la mañana el señor Palavicini vendrá para que se

discuta su credencial; de manera que esa moción suspensiva, en último caso, será para mañana, pues no vaya a ser también que se esté tratando de algo que produzca malas consecuencias, y no sea que el señor Palavicini, no quiera realmente venir. Por lo tanto, si es así, recordad las palabras del señor Cravioto, que dice que mañana estará aquí el señor Palavicini; pero si no lo hace, seré el primero en decir que debe discutirse su credencial, porque ya es mucho tiempo el que se le ha dado - 5 ó 6 días,- a este señor. (Varios CC. diputados pretenden hacer uso de la palabra.)

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Cravioto.

El C. Cravioto: No he tenido ninguna entrevista con el señor Palavicini; no conozco el estado de su salud, no traigo ningún encargo de él; por tanto, yo no puedo empeñar mi palabra en un sentido o en otro. Lo que digo es que, según me han manifestado, y aunque sea enfermo, el C. Palavicini está dispuesto a venir a sostener su credencial; creo que es de justicia y de equidad que se aplace la discusión; todavía más: yo me adhiero a la idea del señor Martínez de Escobar, precisamente para que no se nos presente el caso de Bertoldo que cité, y que se aplace indefinidamente esa discusión. Pido atentamente, que se conceda la moción suspensiva por sólo 24 horas.

El C. Padrés: Me consta que el señor Palavicini ha andado ayer en la colonia Roma.

El C. Pesqueira: Debo hacer constar, primero, que no soy ni amigo ni enemigo del señor Palavicini, pues apenas lo conozco; pero yo he querido que seamos consecuentes con el acuerdo que aquí se tomó. Por otra parte, el señor Palavicini ha acompañado un certificado médico, y nosotros no tenemos derecho a dudar del médico que dio ese certificado. (Siseos y voces: ¡Sí, sí!) Por otra parte, el señor Martínez de Escobar dice que se suspenderá la discusión de su credencial hasta mañana, sin tomar en consideración la aquiescencia de la asamblea.

El C. Martínez de Escobar: Probablemente el señor compañero no me ha de haber oído bien. No he dicho eso, señor; yo lo que digo aquí siempre lo sostengo, porque medito y pienso antes de pronunciar mis palabras. He dicho que tengo conocimiento de que el señor Palavicini no está enfermo, que le han visto pasear por la colonia Roma. El testimonio del honorable señor Padrés acaba de oírse aquí; por tanto, opino que se espere esta discusión para mañana, porque sé que el señor Palavicini no está enfermo. El hecho de que haya un certificado médico, señores, no es de importancia; todos sabemos perfectamente bien que en muchas ocasiones muchos médicos dan certificados porque así le conviene al interesado, sin que realmente sea verdadera esa enfermedad.

(Aplausos de las galerías.) Yo pido a la presidencia, pues, que nombre una comisión en este momento, que se acerque a la casa del señor Palavicini para que vea si realmente está enfermo. En cuanto a que sea diputado, no lo es y no puede serlo jamás, porque se verá comprobado hasta la saciedad, que allí, en Tabasco, con excepción del 2o. distrito electoral, en donde el señor Cámara, estando allí, tuvo la energía suficiente para destruir la consigna dada al señor Manuel Gregorio Zapata, las elecciones en general, para senadores y diputados, fueron,- óigalo usted bien, señor Pesqueira,- fueron el resultado de una de las consignas más bochornosas para el gobernador que se encuentra en aquel Estado. De este tenemos pruebas completas, y es por esto que sencillamente digo que no podrá ser diputado jamás el señor Palavicini. Pero quiero que esté aquí, que se defienda, para que vean todos ustedes que sólo serán palabrerías las suyas y discusión enteramente políticos; desahogos contra personalidades de mucha talla moral, ante la cual Palavicini es un pigmeo. (Aplausos.) Yo pido que se nombre esa comisión, soy leal con lo que dije antes, quiero contener con el señor Palavicini, no por ideas, personales, sino ante la ley, la justicia y la moral, señores diputados. (Aplausos de las galerías.)

El C. Pesqueira: Pido la palabra, señor presidente. Voy a contestar. Pido la palabra en pro de la moción suspensiva.

El C. presidente: En pro de la moción suspensiva tiene usted la palabra.

El C. Pesqueira: Yo no he dicho que el señor Palavicini sea o deje de ser diputado, eso me tiene muy sin cuidado, porque no me importa absolutamente. No tengo ligas personales de ninguna especie con el señor Palavicini; solamente que no ha podido contaminarme la mala atmósfera que aquí hay para el señor Palavicini, hasta que no lo conozca, y me conste que es una mala atmósfera la que hay aquí para el señor Palavicini. (Aplausos de las galerías.)

- El mismo C. prosecretario: El artículo 195 del reglamento, dice:

"Los concurrentes a las galerías se presentarán sin armas; guardarán respeto, silencio y compostura, y no tomarán parte en los debates con ninguna clase de demostración."

La presidencia exhorta a las galerías para que se sujeten al artículo reglamentario a que se acaba de dar lectura.

El C. Pesqueira, continuando: Decía que la mala atmósfera que hay en esta Cámara para el señor Palavicini no ha podido contaminarme, hasta que no me convenza de que el señor Palavicini merece tener esa mala atmósfera. En tal concepto, volviendo a desear que seamos consecuentes, yo quiero que el señor Palavicini venga, porque de otra manera podría suponerse que se le teme, y estoy seguro que el señor Martínez de Escobar, que creo que es sincero, no le teme, y sí siente un gran gusto en contender con él.

- El mismo C. prosecretario: Se pregunta a la asamblea si está suficientemente discutida la moción suspensiva.

El C. García Vigil: Pido la palabra en pro.

El C. Trevió: Pido la palabra en pro.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Treviño.

El C. Treviño: Voy a tener el gusto de dirigiros unas cuantas palabras para que la asamblea no deje el placer de escuchar dentro de unos cuantos momentos al C. García Vigil. No quiero decir más que esto: acabamos de cometer una inconsecuencia aceptando en esta asamblea a un señor Manjarrez. ¡No nos manchemos, privando de sus derechos de defenderse, a un hombre, cualquiera que sea! (Aplausos y voces: ¡Muy bien!)

El C. presidente: Tiene la palabra el C. García Vigil.

El C. García Vigil: Voy a hablar en pro de la moción suspensiva, mas no en su totalidad, sino limitadamente. Yo reconozco en su plenitud el derecho que tiene el señor Palavicini, corifeo de todos los retrógrados, para pretender defenderse aquí; perfectamente bien: todos están con la plenitud de ese derecho; pero no se pretenda que la Cámara esté dilatando sus labores, que deben llevarse a una finalidad efectiva para el caso de la representación del pueblo mexicano, únicamente porque el señor Palavicini,- según presunciones muy fundadas,- pretexte enfermedad. Además de lo dicho por los señores que han invocado el testimonio del muy honorable señor Padrés, que ha visto al señor Palavicini paseando por la colonia Roma, a mí se me ha llegado a decir que ha salido o pretende salir del país.

El C. Cravioto, interrumpiendo: ¡No!

El C. García Vigil, continuando: Muy bien;

sí o no, como quiera que sea; pero no hay que exigirle a la Cámara una consecuencia llevada hasta el punto que lo pide el señor Cravioto, y sin que el señor Cravioto contraiga aquí un compromiso absolutamente formal, de traer al señor Palavicini aquí.

El C. Cravioto: Pido la palabra para rectificar un hecho.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Yo he pedido que la moción suspensiva sea por 24 horas.

El C. García Vigil: Yo me adhiero a la modificación presentada por el señor Martínez de Escobar, para que se nombre una comisión, y esto es verdaderamente moral, que vaya a la casa del señor Palavicini y vea si tiene las reumas en las piernas o en la cabeza. (Aplausos.) Y para que venga aquí a la mayor brevedad posible para contender con los que no somos clásicos ni de habla inglesa; para que aquí, con la amplitud de criterio que tiene esta Cámara, y en la plenitud de lugares ocupados por las galerías, se vea de una vez para siempre, quiénes somos los revolucionarios y quiénes son los que han ejercido constantemente la cualidad aviesa de unos hombres que tratan de cambiar en todo el curso de la revolución. (Aplausos.)

El C. prosecretario López Lira: Se pregunta a la asamblea si está suficientemente discutida la moción suspensiva.

El C. Zubaran: Reclamo el trámite. Hay una modificación a la moción suspensiva. Que se pregunte si se toma en consideración la que acaba de hacer el señor García Vigil.

El C. Sánchez Pontón: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Sánchez Pontón.

El C. Sánchez Pontón: Creo que la tramitación correcta es, primero, que se apruebe la moción suspensiva presentada por el señor Cravioto, que es la que se ha discutido, porque, en último caso, la modificación presentada por el señor Martínez de Escobar es una cuestión posterior a la moción suspensiva, de en qué forma se le hará saber al señor Palavicini si debe venir o no, de manera que lo único que está a discusión y pendiente de aprobación, es la moción del C. Cravioto: después se pasará a la forma en que deberá llamarse al señor Palavicini..

El C. García Vigil: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. García Vigil.

El C. García Vigil: Desde el momento en que la modificación afecta a la proposición original, no es lógico votar toda la proposición original desde un principio, sino que debe tenerse en cuenta la modificación que se propone.

El C. Cravioto: Yo he suplicado atentamente a la asamblea que se sirva tener por modificada mi moción en el sentido de que se suspenda este debate por sólo 24 horas que serán improrrogables. Creo que si ustedes aprueban esto, puesto que está limitado el tiempo, así prevenimos ser objeto de una farsa y prevenimos la pérdida de tiempo; de tal manera, que si pasadas 24 horas no se presenta aquí el señor Palavicini, discutiremos su credencial sin su presencia. Con eso creo que basta para cerrar este asunto; sale sobrando la comisión que se ha tratado de nombrar desde el momento en que nosotros votaremos una moción improrrogable y sirve de que no molestemos a algunos de los compañeros para que vayan a desempeñar esa comisión inútil y ¿Qué objeto tendría? Ninguno; el señor Palavicini estará aquí mañana, de seguro, si puede estar y si no, saldrá sobrando que no esté, porque votaremos esa credencial esté o no aquí. Creo, por tanto, que la Cámara debe aprobar que la moción suspensiva sea por 24 horas improrrogables y en ese sentido quiero que se consulte la opinión de la asamblea.

El C. Alonzo Romero: Pido la palabra.

El C. Zubaran: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Zubaran.

El C. Zubaran: No estoy conforme con lo que aduce el señor Cravioto. Mañana la Cámara tiene que dedicar sus labores al nombramiento de comisiones, al nombramiento de la mesa y protestar, porque debe estar constituida mañana a más tardar a las doce de la noche en Cámara de Diputados. En consecuencia, yo apoyo la moción hecha por los CC. García Vigil y Martínez de Escobar, de que se nombre inmediatamente una comisión que pase al domicilio del señor Palavicini, para que se presente aquí a fin de que se discuta su credencial.

El C. Alonzo Romero: Pido la palabra.

El C. prosecretario López Lira: Está a discusión la moción suspensiva. Si los señores García Vigil y Martínez de Escobar hacen su proposición, se tendrá en cuenta para lo que la asamblea resuelva.

El C. Alonzo Romero: Pido la palabra para tratar precisamente de este asunto.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Alonzo Romero: No estoy de acuerdo con la proposición presentada por el señor Cravioto ni con el señor Martínez de Escobar, porque existe un precedente: cuando se trató del señor Mario Méndez, no se nombró una comisión que lo fuera a buscar para que se discutiera su credencial. Ahora bien, ¿De qué privilegios goza el señor Palavicini para que se le hagan esos honores? ¿Por qué no se lleva a cabo desde luego la discusión de esa credencial para no estar perdiendo tiempo? Protesto mil veces contra esa proposición del señor Cravioto, que no es más que un paniaguado del señor Palavicini. (Risas.)

El C. Cravioto: Pido la palabra:

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Desprecio, como siempre, el lenguaje peculiarísimo del señor Alonzo Romero, que se nos presenta aquí como un furibundo radical revolucionario y que estoy seguro que será absolutamente incapaz, pero absolutamente incapaz, de ir a comparar su vida con la mía, desde esa tribuna.

El C. Alonzo Romero, interrumpiendo: Sería muy degradante para mí.

El C. Cravioto, continuando: Yo tengo una vida limpia, soy conocido desde hace muchos años y el señor Alonzo Romero era absolutamente desconocido hasta que fue a Querétaro a decirse jacobino y que probablemente no tiene otros antecedentes que ir a gritar "mueran los frailes" y hacer adulaciones al general Alvarado. Yo he llamado la atención de vuestra soberanía sobre esta moción suspensiva, porque tiene una importancia, que precisamente la falta de vida política del señor Alonzo Romero no le permite percibir. Dice que con qué privilegio vengo a sostener eso; que de qué prerrogativas va a gozar el señor Palavicini; que cómo no se suspendió la discusión cuando se trató del señor Mario Méndez; pues sencillamente, señores diputados, porque ustedes recordarán bien que el día en que se trató de la credencial del señor Méndez, yo tenía encargo de él de hacer presente a vuestra soberanía lo que entonces dije: el señor Méndez no era necesario en esa discusión y por eso yo, que iba a defenderlo, pedí rendidamente a ustedes que no se aplazara ese debate. Ahora el caso es enteramente

distinto; el caso, como todos ustedes saben, los que están enterados de nuestra vida política, no sólo tiene una importancia legal, sino que tiene una importancia de trascendencia para nuestra vida pública, Creo que con esto está contestado al señor presidente que se sirva ordenar se pregunte a la asamblea si considera suficientemente discutido el punto, para no perder el tiempo; que la asamblea se sirva votar en orden las proposiciones presentadas.

La mía no excluye a la del señor Zubaran ni a la del señor García Vigil, sencillamente tiene la prerrogativa de ser la primera; si vuestra; soberanía no está de acuerdo con ella y la vota en contra, entonces, señor presidente, es cuando cabe discutir y aprobar lo que proponen el señor García Vigil, el señor Zubaran y el señor Martínez de Escobar.

El C. Alonzo Romero: Pido la palabra para una alusión personal.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Alonzo Romero.

El C. Alonzo Romero: El C. Cravioto acaba de decir que desconoce mis antecedentes revolucionarios. Dice bien; cómo los va a conocer si jamás he militado con él en las filas del incondicionalismo. Señor Cravioto: yo soy revolucionario por temperamento y mi filiación no obedece a un simple arrebato de despecho como ha condicionalismo. Señor Cravioto: yo soy revolucionario inspirado por sus más altos ideales. En el Congreso Constituyente, luché como todo un hombre de convicciones firmes contra todos esos reaccionarios de triste memoria encabezados por su señoría. Además, en mi organismo no palpita la maldad, el caciquismo y la tiranía atávicos, que palpitan en las cédulas de usted; mi padre jamás ha quemado periodistas. Yo nunca he tenido necesidad de adular a nadie como usted dice, y al general Alvarado mucho menos, porque no consiente que se adule. En fin, usted es el menos autorizado para juzgarme en ese respecto, porque siempre ha dado pruebas de ser un paniaguado y un completo reaccionario.

El C Sánchez Pontón, interrumpiendo: Yo suplico a la presidencia que se sirva suspender esos debates en ese tono injurioso que son indignos de la representación nacional. (Aplausos.)

El C. prosecretario López Lira: Se pregunta a la asamblea si está suficientemente discutida la moción suspensiva.

El C. García Vigil: Pido la palabra. (Voces: ¡No, no!) (Varios ciudadanos pretenden hacer uso de la palabra.)

El C. García Vigil: Es sobre la proposición hecha. Tengo que discutir los dos puntos de la proposición. (Voces: ¡No, no!)

- El mismo C. prosecretario: Los que crean que está suficientemente discutida la moción suspensiva, se servirán ponerse de pie. Está suficientemente discutida. En votación económica y con las modificaciones que ha hecho el C. Cravioto limitándola a 24 horas, se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. No hay mayoría, así es que no se aprueba la moción suspensiva.

El C. García Vigil: Estamos votando y ruego a la presidencia que declare en que sentido se ha hecho la votación.

El C. presidente: Ya se declaró: no se aprueba la moción suspensiva.

El C. Cepeda Medrano: Aquí todos hemos sido testigos de que la mayoría se ha levantando cuando se presentó la moción suspensiva; hago notar a su señoría que cuando preguntó si se aceptaba la moción suspensiva para que viniese aquí el señor Palavicini, la mayor parte se levantó (Voces: ¡No. no!) únicamente pasa esto; después el señor López Lira hizo una segunda proposición.

El C. Villarreal Filiberto: Pido la palabra para una moción de orden.

- El mismo C. prosecretario: Es una tercera proposición.

El C. Villarreal Filiberto: Moción de orden. No entendíamos de qué se trataba y por eso nos paramos, pero cuando nos dimos cuenta, nos sentamos.

El C. Martínez de Escobar: Pido la palabra.

- El mismo C. prosecretario: No hay nada a discusión.

El C. Martínez de Escobar: Para apoyar la proposición del señor García Vigil.

- El mismo C. prosecretario: Entonces, continúa la discusión del dictamen relativo a la credencial del señor Palavicini.

El C. Cravioto: Pido la palabra.

- El mismo C. prosecretario: Las personas que deseen hacer uso de la palabra, pueden pasar a inscribirse.

El C. Pesqueira: Pido la palabra. Están en pie las proposiciones de los señores García Vigil y Zubaran.

- El mismo C. prosecretario: Los oradores que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse.

El C. Cravioto: Pido la palabra. (Varios diputados piden la palabra a la vez.)

El C. Márquez Josafat: Moción de orden. Insisto en que está en pie la moción de los señores......(Confusión. Campanilla.)

El C. prosecretario Portes Gil: Ha pedido la palabra en contra el C. Cepeda Medrano.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el señor Cepeda Medrano.

El C. Silva Herrera: Me parece que queda en pie la proposición hecha por el C. García Vigil y por el señor Martínez de Escobar. (Siseos.)

El C. Céspedes: No son pertinentes las dos mociones de orden hechas por los señores Márquez y Silva Herrera, porque se ha aprobado aquí por una gran mayoría que no se acepte ninguna moción suspensiva (Siseos.) Varios ciudadanos pretenden hablar al mismo tiempo y el C. presidente agita la campanilla.)

El C. prosecretario López Lira: Se ha presentado esta proposición: "Los subscritos pedimos a esa honorable asamblea que se nombre una comisión que se acerque con el C. Félix F. Palavicini y lo excite a que se presente inmediatamente.- Rafael Martínez de Escobar.- J. Medina.- Mariel.- Aurelio Manrique. (Rúbricas.)"

El C. Martínez de Escobar: Pido la palabra para sostenerla.

El C. Cravioto: Pido la palabra en contra.

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra en contra.

El C. secretario Céspedes: Se han inscrito para hablar sobre la proposición presentada, los ciudadanos siguientes: Sánchez Pontón y Alfonso Cravioto en contra; Martínez de Escobar en pro.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Sánchez Pontón.

El C. Sánchez Pontón: Hablo en contra de la proposición presentada por el C. Martínez de Escobar, y compañeros, únicamente por dos motivos: primero, porque no podemos sentar un precedente de que en esta forma trate la Cámara cuestiones como ésta. Se han tratado algunas otras credenciales que para nosotros son exactamente iguales, porque para mí, señores, y creo que también para los demás miembros de la asamblea, lo mismo es llamarse Mario Méndez

que Félix Fulgencio Palavicini. El señor Méndez no estaba aquí y no se hizo suspensión ninguna hasta esperar a que se presentara a defender su credencial, el señor Ugarte, tampoco estuvo presente y no se presentó ni nadie lo llamó para que se defendiera. Esto implicaría un privilegio de que a un ciudadano presunto diputado se le mandara a su domicilio con una comisión para que se presentara a hacer su defensa. Es cierto que el señor Palavicini tiene derecho de hacer su defensa; pero también es cierto que ha tenido conocimiento en todos estos días de que se podía presentar el dictamen, y estando obligado a presentarse no lo ha hecho. Por eso hemos indicado la conveniencia de no aceptar la proposición suspensiva; la razón más precisa es la siguiente: el señor Palavicini se presentará dentro de muy pocos momentos a esta asamblea, para hacer su defensa y, por lo tanto, se puede discutir hoy mismo su credencial, teniendo en cuenta que se concederá el derecho de defensa al señor Palavicini. Así es, que teniendo mañana importantes asuntos que tratar esta asamblea y no habiendo motivo ninguno para dar nueva espera al señor Palavicini, puesto que ya ha teniendo suficientes días para poderse haber mejorado de la enfermedad que le aquejaba, ahora mismo puede discutirse esta credencial. Por lo tanto, yo suplico atentamente a esta asamblea que deseche la proposición relativa al nombramiento de la comisión y que se discuta hoy mismo la credencial del señor Palavicini, puesto que él estará presente dentro de breves momentos.

El C. Martínez de Escobar: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: sería verdaderamente una nota triste que no espera la Cámara a que el señor Palavicini venga a esta tribuna a defenderse, puesto que el tiene la creencia de que tiene derecho para ser diputado al Congreso de la Unión. Se citaba aquí el caso del señor Mario Méndez: yo recuerdo que el señor Cravioto dijo que él podía hacer la defensa de la credencial del señor Mario Méndez y que tenía también facultades amplias para ello. Como en estos momentos no se ha levantado aquí una sola voz que diga lo mismo, debemos ser leales, debemos ser honrados en cuestiones políticas, en cuestiones morales y en cuestiones legales y no se vaya a creer que no se quiere que el señor Palavicini se presente aquí porque vaya a sugestionar a la asamblea y hacer que aunque su credencial sea mala, la haga buena por medio de su palabra. Es necesario que el señor Palavicini venga aquí, señores diputados; es enteramente indispensable que aquí esté presente el señor Palavicini, sobre todo y muy especialmente, porque el señor Palavicini se encuentra en circunstancias y en condiciones en las que no se encontraba Mario Méndez. Todos sabemos que si el señor Palavicini no es aceptado aquí en esta asamblea, no tiene fuero y entonces ya saben ustedes la suerte que correrá el señor Palavicini; de manera que las circunstancias de este señor y las de Mario Méndez, son distintas. Como yo soy uno de los contendientes en la cuestión electoral de Tabasco, del señor Palavicini, yo creo que para ser leal conmigo mismo necesito.- esa es mi convicción - que esté aquí el señor Palavicini. (Aplausos.) Ahora bien, sé que en estos momentos se acaba de ir a hablar al señor Palavicini y yo ruego atentamente al señor Cravioto me diga si tiene conocimiento de ello.

El C. Cravioto: Pido la palabra para contestar al señor Martínez de Escobar.

- El señor presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cravioto: Yo he hablado personalmente a la casa del señor Palavicini, y él me manifestó que inmediatamente se levantaba de la cama y en automóvil vendría a la discusión. Con ese motivo, yo iba a pedir la palabra contra la proposición del señor Martínez de Escobar, porque saldría inútil la comisión. Creo que lo pertinente sería que para no perder el tiempo, discutiéramos otras credenciales mientras viene el señor Palavicini.

- El señor Martínez de Escobar, continuando: lamento que el señor Palavicini haya hecho una siesta tan larga; de manera que ya vendrá, señores diputados; son las 5 y 20 y en ese caso, no será necesario que vaya la comisión, puesto que ya ha dicho el señor Cravioto que ya viene de unos momentos el señor Palavicini. Así es que retiro mi proposición por lo que acaba de decirse en estos momentos.

El C. prosecretario López Lira: Continúa la discusión.

El C. Villarreal Filiberto: Señor presidente: Estoy notando que algunos señores diputados están abandonando el salón.

- El mismo C. prosecretario: La presidencia ruega a los CC. diputados no abandonen el salón.

- El presidente: Tiene la palabra en contra el C. Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Señores diputados: he pedido la palabra en contra, con el único objeto, no de apoyar la credencial del señor Palavicini, o de apoyar la credencial en favor del señor Martínez de Escobar; pedí la palabra en contra cuando sabía que no iba a venir el señor Palavicini, para defender el derecho que tiene todo hombre de venir a tomar aquí participación en su propia defensa. El C. Martínez de Escobar, de una manera galante, ha presentado aquí una proposición indicando que se espere al señor Palavicini.

El señor Cravioto ha hecho uso del teléfono comunicándose con este señor y creo que lo tendremos aquí dentro de pocos momentos. Yo no tengo nada que decir en contra del señor Palavicini ni del señor Martínez de Escobar; únicamente en uso de un derecho, venía a hacer uso de la palabra, pero el señor Martínez de Escobar ha arreglado perfectamente bien esta cuestión y mucho le agradezco.

El C. Chapa: El C. Cepeda Medrano ha pedido la palabra para hablar en contra y no lo ha hecho; creo que se debe tomar esto en consideración.

El C. Cepeda Medrano: Yo puedo renunciar al uso de la palabra, pero ¿Quién me puede obligar a ello? (Siseos) (Se presenta el C. Palavicini.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Palavicini.

El C. Palavicini: Señor presidente: deseo conocer el dictamen para poder hablar en contra ignoro en qué se basa y, por consiguiente, suplico se le dé lectura para que yo me entere.

- El C. prosecretario López Lira, leyó el dictamen.

El C. Manrique: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Manrique.

El C. Manrique: Como ya es de preverse que la participación del público de las galerías, en este debate, habrá de ser muy intensa, ora en pro, ora en contra de los oradores, y como quiera que las advertencias constantemente repetidas llegan a perder su eficacia como sucede con ciertos papás regañones que constantemente amenazan a los niños y acaban por no hacerles nada y los pequeños por burlase de

los mayores, pido a la presidencia que excite a las galerías a cumplir con el reglamento respectivo, haciendo una sola amenaza; de tal manera que de no cumplirse este artículo, se cumpla inmediatamente la amenaza relativa de hacer desalojar al público de las galerías y hacerle perder así un espectáculo al cual se proponía asistir. (Siseos.)

El C. Palavicini: Señores presuntos diputados, señor presidente.

El C. Alcocer: Una moción de orden. Suplico respetuosamente a su señoría ordene que cuando alguna persona de las que toman la palabra, vierta palabras injuriosas, quede privada del uso de la palabra inmediatamente. (Siseos.)

- El mismo C. prosecretario; La presidencia ordena se haga saber que se atenderá completamente a los artículos del reglamento, por lo que se refiere principalmente a las galerías.

El C. Palavicini: Señores presuntos diputados, señor presidente: la moción atinada y discreta del distinguido representante que se sienta en esa curul, cuyo nombre desgraciadamente ignoro, es completamente ajena al temperamento de nuestra raza, no se puede pedir a un público latino silencio de sepulcro.

En pro o en contra, las manifestaciones son espontáneas. Ese es nuestro corazón, nuestro sentimiento, nuestro temperamento. Exigir al público un silencio de muerte, es exigir otra raza, otro pueblo, no el pueblo mexicano. Yo aunque las manifestaciones me sean hostiles, siento satisfacción al escucharlas. Significa que el pueblo vive, que piensa, que siente con los diputados. (Aplausos de las galerías.)

No va a ser esto, señores, un alegato de derecho; no voy a discutir la validez de la casilla 28 o de la casilla 51; sería absurdo y sería ridículo traer a esta discusión argumentos de tal índole. Después de lo que habéis contemplado, después de lo que habéis visto desfilar por esta tribuna, sería torpe que yo trajese a vuestras imaginaciones un análisis numérico o el relato de la casilla en la que el empadronador cumplió con su deber y cual otra en la que el instalador no estuvo exactamente a la hora oficial. No, señores diputados; obremos con lealtad, con horadez; atáqueseme donde se quiere, donde se puede y donde se debe atacarme, no se inventen preceptos de ley; no adoptemos disfraces, vamos al asunto.

La ley, señores diputados, en este caso mío es completamente favorable a mis intereses de diputado. tengo la conciencia de representar aquí al pueblo del primer distrito electoral de Tabasco, tengo la conciencia de ser el representante de 1,700 votos y de estos se hacen rebajar 1,200 para poder dejar a mi contrario una votación suficiente para venir a esta asamblea. Después del análisis hecho por la misma comisión, repito, sería absurdo que yo entrase en disquisiciones de tal naturaleza, ya que en el propio expediente no figuran protestas. No, señores, la cuestión es de otra índole, la cuestión es meramente política; se trata de expulsarme de esta asamblea por las razones que váis a oír: Desde que ingresé al movimiento revolucionario hace siete años, palpitaba en mí una aspiración de mejoramiento colectivo, una idealidad de progreso social; de entonces acá, he sufrido muchas persecuciones, he sufrido muchos atropellos, y ninguno, señores diputados, tan burdo y tan sangriento como el que acaban de hacerme las autoridades militares de esta plaza. En la carrera de periodista de oposición, tuve tropiezos sin número; tuve ataques de las autoridades organizadas para perseguir y extorsionar; pero antiguamente siquiera se llenaba la forma y se mandaba aprehender a los hombres con un mandato judicial. Ahora, todo ha cambiado: el procedimiento ha sido diferente y váis a ver por qué y de que manera.

Figuré en el gabinete del señor don Venustiano Carranza y fue entonces cuando adquirí los poderosos adversarios que me combaten hoy. En el gabinete del señor Carranza, me distinguí por una sola cosa: mi completa lealtad al jefe de la revolución. En México se confunde el servilismo con la lealtad, porque aquí no se puede entender más que servilismo o traición. (Siseos.) Y bien, señores diputados, sí, es inútil sisear; en este debate tenemos que exponer ideas y razones y no siseos. Mi lealtad al señor Carranza me obligó a aceptar todas las responsabilidades del cargo, me obligo a aceptar todas las consecuencias de la lucha y absolutamente tranquilo por el cumplimiento de mi deber a su lado, abandoné la cartera de Instrucción Pública para fundar un diario independiente. Desde ese día la situación cambió; desde ese día mi deber ya no consistía en servir los intereses de un jefe, sino en servir el interés de los lectores y del público mexicano; entonces servía yo a otra autoridad; a la autoridad de la opinión pública.

Pero en el gobierno un enemigo poderoso se hizo eco de todas las pequeñas pasiones que se agitaban alrededor del señor Carranza. Ese enemigo poderoso ostentó su encono y su odio en mi contra en el seno del partido liberal constitucionalista, con remitidos a los periódicos, con declaraciones públicas, ese personaje se llama Álvaro Obregón. (Siseos). Es inútil sisear; tenemos todos tiempo de contender. El personaje inició sus ataques en mi contra, no sólo en el partido liberal constitucionalista y en manifiestos y escritos, sino en todo lo que pudo hacer en las esferas del gobierno; hay una autoridad en esta materia, hay una voz insospechable para confirmar lo que digo y como yo no voy a hacer ni una sola afirmación sin pruebas, voy a leerles a ustedes frases del general Cándido Aguilar publicadas en el Diario de los Debates del Congreso Constituyente. Dice así: "Puesto que no vamos de acuerdo en muchas cosas, diré a ustedes que no vengo a defender personalidades, vengo a defender la verdad, vengo a demostrar a la asamblea que está siendo víctima de intrigas ministeriales, vengo a decir la verdad, aun cuando amigos míos son el general Obregón y el licenciado Acuña. No quise venir antes al Congreso, porque no tenía licencia para separarme de la Secretaría de Relaciones, hasta hoy que la obtuve a medio día para separarme de ese cargo. Vengo, como dije, a decir la verdad y me considero con la libertad. La intriga contra el señor Palavicini la han tramado el licenciado Acuña y el señor general Obregón, y esta intriga, vosotros lo sabéis, nada más que pocos tienen el valor civil suficiente para enfrentarse; siempre se enfrentan con los caídos, esa intriga viene, señores desde las juntas del partido liberal constitucionalista en México, desde el día en que el general Obregón inició sus ataques contra el señor Palavicini y el señor Palavicini se defendió en su periódico en distintas formas, esa es la verdad." Textual. Después la nación sabe que en el periódico tuve la necesidad, señores, no de alardear de valor, sino de sostener siquiera el elemental derecho de los hombres; defender mi dignidad de agredido y fue entonces preciso que tuviera la energía bastante para repeler aquellos ataques. Después se ha buscado. día tras día, noche tras noche, la oportunidad de nulificarme, la oportunidad de hacerme desaparecer de la escena política y de todas las escenas si ello fuera dable. Los ataques de un periódico que sirve a los intereses del público, pueden contestarse

en otro periódico que defienda a los funcionarios; pero eso no era bastante, eso no era suficiente, era preciso amordazarme y eso se ha intentado.

Se me suprimió el periódico y ahora, señores diputados, sabedlo, porque es necesario, en la puerta de esta asamblea me están esperando los oficiales que han de conducirme de nuevo a la prisión. Está acordado que inmediatamente que se deseche mi credencial continúe el proceso que tengo iniciado; tengo iniciado un proceso como trastornador del orden público; estoy consignado por infracciones a la ley de 25 de enero de 1862 y el agente del ministerio público ha terminado sus conclusiones solicitando ocho años de prisión para mí; el consejo de guerra será citado inmediatamente después que yo salga de esta asamblea, porque ya el sumario ha sido cerrado y el expediente está a la vista de las partes. Y bien, a pesar de estos antecedentes, es preciso que yo diga aquí la verdad de los ataques en mi contra. Es una ligera equivocación de graves perjuicios para mí. Debido a mi labor al lado del señor Carranza, se me ha considerado, en esto con razón, como uno de sus más adictos; pero también se me ha considerado como uno de los consejeros de su política y en esto con error. Pero al llegar a esta parte, no os extrañe, señores diputados, que aquellos que quieran pagarle al Primer Jefe, escojan a uno de sus amigos que no tienen ninguna posición oficial en el gobierno; no os asombre que no se aseste contra él el golpe, que no tengan el valor civil bastante para dirigirse a quien debe ser y me escojan como un instrumento.

Se tendrán que decir muchas cosas en este debate, se tendrán que alegar muchas razones para definir precisamente la situación de cada uno: Se clausuró el periódico que dirigía, en vísperas de reunirse las juntas preparatorias.

Se me incomunicó durante todo ese tiempo y, por fin, cuando tuve que salir de la prisión, debido a la gestión oportuna que por respeto a la ley hizo benévolamente esta Cámara en mí favor, el sótano de la comandancia militar me había hecho contraer una enfermedad que me imposibilitaba para caminar, para poder concurrir a hacer una defensa enérgica de mi credencial en esta sesión; sin embargo, todos habéis visto con qué tenacidad se pidió que no se aplazara ni 24 horas el debate de mi credencial. Ahora voy a enseñaros de dónde viene la intriga y quien dio la consigna de que fuese hoy, y precisamente hoy el debate de esta credencial.

Hace tres días, con fecha 11, la Primera Jefatura ordenó la devolución de "El Universal." Hoy debió haber aparecido este diario; de manera que, discutida mi credencial, mañana el periódico que yo dirigía, tendría oportunidad de hacer una crónica verídica de lo que aquí iba a suceder. Pues bien, hace tres días que está esta orden en la Secretaría de guerra y no se ha tramitado . Dice así: "Ordénese a la comandancia militar de esta plaza que entregue al subgerente del periódico "El Universal," C. Carlos Duplán, el edificio y talleres pertenecientes a dicho periódico, y la firma Venustiano Carranza. Pues bien, señores diputados, esos son datos que auténticos y oficiales exhibo a ustedes para descubrir,- me dirijo a los hombres honrados de la asamblea, que son los más - para descubrirles el motivo de la urgencia en la discusión de esta credencial. Ahora, ¿Cuál es mi crimen, señores diputados? era más sencillo para mí haber esperado desde mi casa, después de haber sabido, y como se ha dicho tantas veces que mi credencial sería desechada; podía haber esperado desde mi casa este debate en la que la votación, está anunciada hace tiempo, está juramentada en mi contra; pero creí que era necesario dar a mis perseguidores, dar a mis enemigos personales y dar a los poderosos cuyo encono y cuya venganza y cuyo odio me están haciendo sufrir en estos días, la muestra de que es preciso antes que nada cumplir con el deber, y que si honradamente se va al sacrificio, debe irse al sacrificio con tal de responder al mandato de nuestros conciudadanos, No se me puede atacar ya, porque es extemporáneo y ridículo, por renovador; en todos los lados de la Cámara hay renovadores; no se me puede atacar ya por antirrevolucionario, porque después de las discusiones del constituyente se demostró allí que aquellos ataques eran infundados; pero sí se me puede atacar, señores diputados, por Antimilitarista. Ahora me dirijo aquí a los admiradores del general Obregón. Mi antimilitarismo no es de hoy. (Siseos.) Yo luché contra el porfirismo, y no al lado del reyismo, porque éste era militar, sino en el antirreeleccionismo. Combatí entonces el militarismo del dictador y del reyismo. Yo luche contra el militarismo de Huerta y estoy dispuesto a seguir luchando, como ayer, contra el militarismo de Villa, contra todos los que aparezcan en el horizonte de la patria. Es verdad señores diputados, que luchan contra los que tienen la fuerza, que luchar contra los que tienen el poder, es duro y peligroso; pero si esa es mi suerte, si mi destino es ese, señores diputados, seguiré cumpliendo con mi deber, lo mismo en esta tribuna si en ella me dejáis, que en las mazmorras a que se me llevará después de votar mi credencial.

¿Por qué he combatido al militarismo? Por que en nuestra historia todas las figuras militares del día, me refiero naturalmente, no a la contemporánea, sino en nuestra historia pasada y moderna, que las figuras militares del día, han sido siempre hostiles al presidente de la república, imposibilitando cimentar en este país un gobierno civil. El ejército entre nosotros ha sido siempre un elemento de opresión y nunca un elemento democratizado. Defender la obligación del ejército a subalternarse al poder civil, es defender una idea moderna y una idea democrática, y los que estén contra ese principio y contra ese credo no son, ni buenos mexicanos, ni buenos demócratas. Ahora bien, he sostenido que los militares no pueden ser buenos gobernantes, y ahí es donde está el origen de mis persecuciones. Yo he dicho que en toda la historia de la humanidad no existen hombres de estado, militares, no lo fue Cavour, no lo fue Turgot, no lo fue Richelieu, no lo fue Bismark. Uno solo de la historia antigua: César. Hombres de Estado militar. Uno sólo de la historia moderna: Federico de Prusia; en la historia contemporánea no hay uno no hay nadie, y eso es lógico; la naturaleza subdivide el trabajo; si se tiene la inteligencia militar a expensas de la inteligencia política, se tiene el valor militar a expensas del valor cívico. Mario, cuenta Plutarco, Mario el vencedor de los númidas en África y de los cimbrios y teutones, en los campos pútridos, temblaba como una mujer ante el Senado romano; y la figura más grande de los ejércitos modernos: Napoleón; casi un Dios de la guerra, fue un fracasado en la política. A el lo traicionaron a la hora de la derrota todos sus grandes jefes, que él no había sabido hacer más que autómatas de la guerra, y así Bernardotte, Ney y Murat, estuvieron a la postre en su contra. Castelar ha dicho que los signos del zodíaco imperial, se pusieron, en fuga cuando el sol empezó a oscilar en el espacio. Y bien, señores diputados, en todos los países civilizados de la edad actual, el ejército de la edad actual, el ejército está subalternado al poder civil. En la guerra, en la

horrible contienda europea, la heroica Francia, que es un país de leyenda y de la historia bélica, ha retirado recientemente a Joffre cargado de laureles, por un mandato del Parlamento, y ha improvisado a un coronel por encima de cincuenta generales, del escalafón, jefe supremo del ejército, y Joffre se ha retirado tranquilamente de la misión que se le tenia confiada, y ninguno ha protestado por el ascenso rápido de Nivelle, frente a los cincuenta generales.

He dicho cincuenta generales para tres millones de soldados. Allá bastan cincuenta generales. (Risas.) Se me ha censurado de ser antimilitarista; pero en la literatura de "El Universal," no se ha podido encontrar, después de seis meses de publicación, un solo artículo denunciable, una sola línea criticable y que caiga dentro de la prescripción de la ley. Fue preciso estar espiando a las rendijas a ver cuando se colaba alguna frase, propia o ajena, para poder intentar una persecución en mi contra. Entonces se publicó un artículo, quizá vehemente, quizá bensi, pero indudablemente oportuno, de Don Gonzalo de la Parra, y fue por ese artículo que se inició la persecución contra un hombre que había venido sirviendo a la causa revolucionaria desde 1909, que había venido sirviendo lealmente al constitucionalismo hasta el último día en que se le quitaban todos sus elementos de trabajo y se le privaba de la libertad; ¡por la reproducción de un artículo firmado y del cual la responsabilidad es perfectamente discutible!

¿Qué dijo el señor de la Parra? Mucho menos de lo que dice la Revista militar, órgano de la Secretaría de Guerra y Marina, con la firma del general Benavides. El general Rafael Benavides dice: "Generales"- este es el rubro -

"Mientras más alto es el rango que ocupáis, más numeroso es el ejército que mandáis; cuanto más ilustre sea vuestro nacimiento, con más severidad seréis juzgados. Ninguno de vuestros defectos se nos escapa; en vano os rodearéis de vuestra grandeza, siempre hay medio de penetrarla hasta llegar al hombre. Puédese, verdad es, ceder al temor de las legiones que mandáis; encontrarse contenido por el favor de que gozáis; nada contestaros mientras ejercéis una poderosa autoridad; puédese aún aplaudir vuestros vicios y extravíos; pero la historia, que no tiene que temer ni a vuestra potencia ni a vuestras armas, dejará vuestro nombre en el olvido, o lo cubrirá de oprobio eterno. Como ella es justa, sabrá consignar vuestras victorias en sus fastos; pero por la pintura de vuestros vicios, esparcirá sobre vuestros triunfos espesas nubes que los obscurecerán, y tal vez los harían desaparecer del todo. En vano atribuiréis a vuestra prudencia y valor los resultados que fueron obra de vuestros subordinados. Pronto caerá el falso revestimiento; no será ya el nombre del rey de Egipto, sino el del arquitecto que construyó el faro. Vuestros vicios os harán perder la confianza de vuestro gobierno, la estimación de la nación y el respeto de vuestros soldados. Vuestros defectos proveerán pretextos y armas a vuestros enemigos: aquellos a quienes vuestras virtudes hayan atraído a vuestros pies, harán esfuerzos para no dejarse encadenar por un hombre más peligroso por sus pasiones, después de la victoria, que por sus armas en el campo de batalla. Así fue como la crueldad de Clisson y del célebre duque de Alba, la avaricia de Craso, la arrogancia de Lautrec y de Tribulce, multiplicaron bajo sus pasos el número de sus enemigos; mientras que las virtudes Scipión el Africano, contribuyeron tanto a sus victorias como al aumento de su fama; y que al nombre del buen condestable y del virtuoso Turena, las ciudades se apresuraron para recibir al vencedor humano y generoso. Y además, ¿ Qué impresión hará vuestros vicios en vuestros ejércitos? ¿No se verán forzados a imitarlos, cediendo al poder del ejemplo del jefe? Advertido por el honor, excitado por la gloria, podréis contener y reprimir vuestras pasiones, domar y corregir vuestros vicios; podréis aún volver a la virtud; pero las tropas que habéis corrompido ya no será posible hacerlas entrar a la vía del honor y tal vez que ni ellas quieran intentarlo. Solo sometiendo vuestras pasiones y vuestros gustos; practicando las virtudes del hombre, del ciudadano, del militar y del general, conformándose a las leyes que se derivan de vuestras relaciones con todas las clases de la sociedad; cumpliendo, en una palabra, con vuestros deberes en toda su extensión y bajo todos sus aspectos, obtendréis, seguramente, las aprobaciones, los afectos y los homenajes de la patria, el reconocimiento de vuestro gobierno, un lugar honorífico en la historia, los elogios de la posteridad y el glorioso sobrenombre de héroe.

Pero era preciso, señores, buscar algún motivo para iniciar el proceso, privarme de ir a las juntas preparatorias de la Cámara, suprimir el periódico y llevarme a un consejo de guerra; y estamos en ese terreno. Dije ya que yo estaba enterado de que la credencial sería votada en contra; repito que yo estaba enterado de que al salir de aquí sería aprendido y, sin embargo, he concurrido, porque es un deber mío, dar la oportunidad a la Cámara, de obrar con rectitud. Si en este momento es este un tribunal político, toca a vosotros, señores diputados, obrar de acuerdo con vuestra conciencias y yo espero que así lo haréis. En las mazmorras de Porfirio Díaz, yo conservé la esperanza en la salvación de la patria; en las mazmorras de Victoriano Huerta, yo conservé la esperanza de la salvación de la patria y en las maznorras a que vosotros me enviaréis, después de esta votación, yo conservaré la esperanza en la salvación de la patria, porque los hombres, señores diputados son pasajeros, pero los principios son eternos e invencibles; ellos triunfarán algún día y entonces, nuestros actos de hoy serán juzgados por ese juez inapelable que todos tenemos obligación de temer; el fallo de la posteridad. No busquéis, entonces, señores diputados, subterfugios en la ley electoral, no busquéis argumentos de índole legal; valientemente, honradamente, sin caretas, expulsadme de la Cámara a pesar de los votos de mis conciudadanos para que pueda ser aprehendido y perseguido; expulsadme de la Cámara para que no haya una sola voz que proteste contra el militarismo imperante; expulsadme de la Cámara para que entonces en cada curul haya un sepulcro blanqueado y toda la asamblea sea un cementerio de almas.

Expulsadme de aquí, señores diputados, es preciso que desde mi celda aplauda todos vuestros éxitos una mis maldiciones a las de la república para reprobar vuestros actos si ellos no están a la altura de las circunstancias; expulsadme; pero al hacerlo, poned vuestra mano sobre el corazón y no olvidéis que el más humilde de vosotros, con toda lealtad no ha querido rehuir el peligro; a él vine, confiado en que los señores representantes del pueblo, en este instante solemne, en el momento del desposorio de la democracia no van a prostituir a la bella doncella precisamente en el himeneo. (Aplausos.)

El C. Aguirre Colorado: La comisión pide la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra la comisión.

El C. Aguirre Colorado: Señores diputados: la comisión que me honro en presidir y la cual tuvo la casualidad de dictaminar la

credencial, del presunto diputado C. Palavicini viene a manifestar aquí que ha procedido con entera justicia y solamente a hablar del punto legal. El punto político habrá otros oradores que lo ataquen. como quiera que él dice que no viene a discutir 28 votos de la casilla tal, 34 de la casilla mengana, la comisión quiere sincerarse ante la honorable representación nacional de que procede con justicia, con legalidad y con un criterio recto en el cumplimiento de la ley. Citemos algunas casillas, entre ellas tendremos, por ejemplo, la sección número 17 del centro, distrito electoral del Estado de Tabasco. Aquí tienen los señores diputados la votación y por ella podrán ver si las boletas están escritas con la misma letra enteramente y subscritas todas por Marcelino García. En la sección que no trae número, Teapa, correspondiente al mismo distrito electoral, vienen las boletas firmadas por un señor Balboa, probablemente pariente del señor Palavicini y por un señor M. Palavicini; de suerte que la comisión ha nulificado esos votos porque no concibe que el señor Balboa pueda votar veinte veces en una casilla electoral, ni que el señor M. Palavicini; pueda votar otras veinte veces, ni que el señor Z...... pueda votar otras veinte veces. Esto es bajo el punto legal, único y exclusivamente que la comisión quería aclarar y que pone a la vista de toda la honorable asamblea.

El C. Hernández Garibay: Para una interpelación.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hernández Garibay: Con el respeto debido, suplico a la comisión se sirva decirme si estos veinte votos vienen firmados por una misma persona, vienen a ruego de los votantes, o nada más exclusivamente como votantes.

El C. Aguirre Colorado: Vienen a ruego; (Voces: ¡Ah!) Pero no vienen las constancias en el acta de que estos individuos se hayan presentado conforme a la ley electoral con los dos testigos que reclama la precitada ley.

El C. Hernández Garibay: Un testigo, dice la ley electoral.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. Siurob.

El C. Siurob: Señores diputados.....

El C. García de Alba, interrumpiendo: Pido la palabra para leer un artículo.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. García de Alba: Dice el artículo 26: "Cada votante doblará sus boletas y las entregará sucesivamente, al presidente de la mesa, el que las pasará, también de una manera sucesiva, a uno de los secretarios para que deposite cada una de ellas en el ánfora que corresponda.

"En cada boleta irán escritos de puño y letra del volante el nombre y apellido de la personas por quienes sufrague.

"Todas las boletas deberán ir firmadas por el respectivo elector y serán entregadas por él personalmente. Si el elector no supiera firmar, se presentará en la casilla acompañado de un testigo, y, en presencia de la mesa, dirá en alta voz el nombre de las personas a cuyo favor vota, para que dicho testigo, en presencia de la misma mesa, lo escriba en las boletas correspondientes y firme a ruego del votante."

Así pues, es un solo testigo el que firma a ruego del votante. Esto, por lo que respecta a la parte legal.

El C. Siurob: Señores diputados: al sostener el dictamen, no voy a apoyarme precisamente desde el punto de vista legal.

El C. Hay: Moción de orden.- Para que se termine la lectura de ese artículo que ha sido leído en este momento, porque creo que se ha leído trunco.

- El C. García de Alba, leyendo:

"Cada votante doblará sus boletas y las entregará sucesivamente, al presidente de la mesa, el que las pasará, también de una manera sucesiva, a uno de los secretarios para que deposite cada una de ellas en el ánfora que corresponda.

"En cada boleta irán escritos de puño y letra del votante el nombre y apellido de la persona o personas por quienes sufrague.

"Todas las boletas deberán también ir firmadas por el respectivo elector y serán entregadas por él personalmente. Si el elector no supiera firmar, se presentará en la casilla acompañado de un testigo y, en presencia de la mesa, dirá en alta voz el nombre de las personas a cuyo favor vota, para que dicho testigo, en presencia de la misma mesa, lo escriba en las boletas correspondientes, y firme a ruego del votante. De este hecho se hará mención en el acta. "Cada votante al entregar las boletas, dirá en alta voz su nombre, y uno de los secretarios lo anotará en los ejemplares del padrón electoral con la palabra "votó."

"Las boletas se depositarán en ánforas distintas, según la elección de que se trate." (Voces: ¡Ah!)

El C. Siurob: No voy, señores diputados, a atacar en dictamen en este caso, sino a fundarme en el punto de vista legal; el punto de vista legal ya lo ha tratado de una manera clara, concisa y terminante, la comisión, que ha hablado ya dos veces para sostener ese propio dictamen. Pero sí voy a contestar varias de las aseveraciones políticas que ha hecho el C. Palavicini; y como quiera que él ha hecho ahorro de toda gala oratoria, de la que en otras ocasiones suele hacer derroche, yo voy también a hacer lo mismo (risas), y voy a ceñirme a citar hechos concretos, casos absolutamente precisos, para que la asamblea comprenda de qué parte está la justicia, si de parte de la comandancia militar de esta plaza, o de parte del señor Palavicini, que aunque ha sido amigo mío en lo particular, como político es leal contrincante. Si estudiamos la vida política del señor Palavicini, encontramos que en la época de la dictadura condenó en todas sus partes la revolución. No necesito repetir las palabras que toda la prensa ha dicho respeto de las afirmaciones del señor Palavicini a propósito de toda clase de revoluciones. En seguida Palavicini, durante toda la época en que se combatió a la tiranía porfiriana, no tuvo absolutamente ninguna ingerencia en la revolución. ¡Es claro, como que en su fuero interno y en su conciencia íntima, estaba reprobar la revolución!. Posteriormente, en la época de Huerta, formó parte de los renovadores, y también de esa labor ya se ha hablado. Por consiguiente, no voy a referirme a esa labor: unos la han considerado buena, pero la mayoría, mala, porque si mal no recuerdo, algunos renovadores, y entre ellos el señor Palavicini, votaron por el empréstito huertiano....

El C. Palavicini, interrumpiendo: Yo no.

El C. Siurob, continuando: Pues perfectamente bien; yo no voy a referirme a eso, sino a la última parte de la labor del señor Palavicini. En su labor en el Ministerio de Instrucción Pública, en primer lugar, y en segundo, a su labor en el periódico que hasta hace poco se publicaba. Por lo que se refiere a la Secretaría de Instrucción Pública, por todos los datos que yo poseo, puedo informar que el señor Palavicini fue un mal ministro de instrucción pública. En primer lugar, debo advertir que no tenía ningunos méritos en la revolución para ser designado ministro de instrucción

pública; en segundo lugar, que su labor fue mala, porque, ¿Q ué hizo la Secretaría de Instrucción Pública durante todo ese tiempo? mandar profesores a los Estados Unidos que duraran unos cuantos días, y que, por consiguiente, no pudieron haber aprendido absolutamente nada; que fueron a derrochar el dinero de la nación, y que no fueron sino los favoritos del señor Palavicini.

¿Qué más ha hecho el señor Palavicini en la Secretaría de Instrucción Pública? Ha sido tan insignificante, que ni su propia prensa, ni su propia prensa que lo alaba en demasía, ha podido decir qué ha hecho de bueno; y eso que era el período revolucionario en que en todas las secretarías se ha hecho bastante de provecho; en que en todas las secretarías se han presentado proyectos nuevos, se han dictado leyes nuevas y se ha hecho, en general, amplísima labor; él se ha concretado a decir ¡que no era necesaria la Secretaría de Instrucción Pública!. Se concretó a escribir un folleto, en que ataca en su base a la escuela rudimentaria, que es la única capaz de salvar a la república del analfabetismo. Acerca de este punto, señores, el criterio reaccionario es perfectamente claro; ¿Se quiere conocer a un reaccionario hablando acerca de instrucción pública? bastará en que os fijéis en que condena en lo absoluto la difusión de la escuela baja, es decir, de la escuela de instrucción rudimentaria y elemental. El señor Palavicini, respecto de la escuela rudimentaria nos dice que si educamos a los trabajadores de los campos, que si educamos a los humildes, habremos cometido un gran error, porque habremos despertado en esos hombres, instintos, anhelos hacia arriba; que entonces los haremos más desdichados, que entonces les amargaremos para siempre toda la vida. Señores precisamente eso es lo que quiere la revolución: despertar anhelos en el corazón de estos individuos, levantarles un poco el nivel moral en que se encuentran, y, si es posible, que sientan las necesidades morales así como las materiales, para seguir adelante su carrera; es decir; para levantarse sobre el nivel en que hasta hoy han vivido, y poder contribuir a la regeneración de la República Mexicana. El señor ingeniero Palavicini nos dice que un alto personaje, el general Obregón, lo ha atacado, y que lo ha atacado enérgica y duramente. ¿Cuál es el por qué de este ataque? El día en que el señor general Obregón se convenció de que el señor ingeniero Palavicini era un conservador, a pesar de todas las paciencias de liberal, porque ser clerófobo no quiere decir ser liberal, porque dar a sus frases, a sus palabras, cierto aspecto liberal, no es ser liberal, y el señor Palavicini no ha podido desmentir el cargo que se le ha lanzado por toda la prensa, consistente en que hizo grandes compras a la compras a la casa Bouret y que estas compras fueron en tales condiciones que le dejaron en el bolsillo muchos miles de duros; se le han lanzado ataques por la prensa, se le ha dicho en todos los tonos que esto fue defraudar el dinero de la nación; y si bien es cierto que la Secretaría de Hacienda no ha presentado acusación en contra suya , es porque no le consta verdaderamente el fraude (siseos); es porque la Secretaría de Hacienda, confiada en la honorabilidad del señor ingeniero Palavicini, firmó todo lo que le presentaron, aprobó todas las cuentas que se le hicieron; por eso, porque la Secretaría de Hacienda no sabía que tras de aquella lista de precios se encontraba la verdadera con los descuentos que dan algunos comerciantes en esos casos - me refiero a este cargo, señor ingeniero, por esta razón, por que usted no lo ha contestado ante la prensa, y el que calla otorga.- Usted no ha contestado ese cargo, ¿Por qué no lo ha contestado? usted debió haberlo contestado, y voy a decirle por qué: porque había ocupado un alto puesto, y su deber y obligación hubiera sido sincerarse de su honradez; usted debió haber contestado inmediatamente ese cargo, porque no era el cargo el señor Palavicini, sino al ministro de instrucción pública.

El C. Palavicini: ¿Puedo contestar, señor presidente?

El C. presidente: Cuando termine el orador.

- El C. Siurob. continuando; No interpelo a usted, señor Palavicini; después me hará el favor de contestar. Conste, pues, ante toda la honorable Cámara, que hasta hoy el señor Palavicini no se ha sincerado de este cargo; no solamente, sino que ha permitido que circule ampliamente por todos los ámbitos de la república, y que, con ese simple hecho, da motivo para que no solamente aquí, si no también en el extranjero, se diga que el constitucionalismo tiene ministros de instrucción pública que son ladrones. (Siseos de las galerías.)

Estos son hechos, señores; sisean ustedes a los hechos, es inútil; si me sisean a mí, también es inútil, porque no hago más que la exposición de los hechos, y la seguire haciendo a pesar de las manifestaciones de descontento.(Siseos de las galerías.) Así, pues el general Obregón no comenzó a atacar al ingeniero Palavicini sino desde el momento en que comprendió que era reaccionario. Para comprender que un hombre es reaccionario bastan dos cosas primera. que se valga de una causa, para espectacular. Con ese simple hecho, quiere decir que aquel hombre es enemigo de aquella causa, y segundo, señores, que trate de formar camarillas alrededor de los que mandan; porque las camarillas alrededor de los mandan son los más grandes enemigos que tienen los pueblos.

Son los más grandes enemigos que tienen los que tienen los gobiernos también. puesto que les impiden estar en contacto con sus gobernados, con los elementos que van a decirle la verdad, ya que alguien ha dicho que los gobernadores lo que más necesitan, es que les diga la verdad absoluta, la verdad íntegra.

Desde ese momento el general Obregón comprendió que le señor Palavicini era reaccionario, y voy a demostrar que tenia razón. El señor Palavicini, en distintos artículos, se ha esmerado en demostrar, en uno de ellos, de una manera prematura, antes de que hubiera régimen constitucional, fijáos bien, todavía el régimen constitucional no existe. Pues bien, sabiendo la delicadeza de nuestras actuales condiciones políticas, sabiendo que en el extranjero tenemos un enérgico y terrible enemigo, y también un enemigo traidor que se aprovecha de la menor coyuntura que le demos, para declararnos inciviles, incapaces de gobernarnos, afín de tener una oportunidad de sentar, la planta en nuestro territorio; sabiendo eso el señor ingeniero Palavicini, se ha esmerado en pintar al Primer Jefe como un Nerón, se ha esmerado en pintar al general Obregón como un Tigelino, se ha esmerado en hacer creer a todo el mundo que el primer Jefe está solo. es decir, que no tiene a su alrededor ningún hombre de valer intelectual. En este punto me permito contradecir al señor ingeniero Palavicini, no solamente en la primera comparación sino también en la segunda; son comparaciones que quizá no hacen los reaccionarios allá en el otro lado del Bravo, y sí se permite hacerlas el señor Palavicini aquí precisamente en el centro de la república. ¡Cuánto hubieran dado los reaccionarios de Estados Unidos por poseer un ejemplar de ese periódico para exhibirlo entre una caricatura mexicana en que estuviera representada un indio vestido con traje más triste y una india a sus pies, espulgando al otro, que se encontraba sentado en el suelo. Esa labor del ingeniero Palavicini por último, vamos a ver si tiene razón de ser; si es justificado el antimilitarismo del señor ingeniero Palavicini. El señor ingeniero Palavicini clama contra el militarismo, no porque haya militarismo en estos momentos: clama contra el militarismo. por que sabe que entre los militares hay hombres sumamente enérgicos, que son los únicos capaces de oponerse a las camarillas que pretendan formar.

El general Obregón, el general Hay y todos los militares radicales, jamás andan haciendo ostentación de sus grandes méritos ante el Primer Jefe, y, en cambio, en el campo de batalla, en el campo de la lucha, cuando el Primer Jefe tiene alguna dificultad son los primeros que se encuentran a su lado; y en cambio, los que siempre lo están aconsejando y que son sus mejores amigos, son los primeros en desprestigiar su obra, en decir: Carranza es un Nerón. ¿Por qué dijeron que el ejército constitucionalista era como un enjambre de parias, que detenían en la calle a las mujeres, arrebatándolas de los brazos de sus esposos, que mataban a los comerciantes porque no querían dar sus mercancías al precio que se les daba la gana, y no sé cuantas cosas más, que si existieron en esa época, en la época de la lucha, porque no lo niego que han existido, en la época en que solamente había militarismo, sino que era lo único que había, actualmente no existe. Podrá haber algún militar que desgraciadamente lo haga, pero ese militar tiene inmediatamente el justo y condigno castigo; y sentar eso como un hecho común, y sentar ese hecho como una cosa que sucede todos los días, es sencillamente hablar como reaccionario y desprestigiarnos ante toda la república. Por esa razón, señores, la comandancia militar aprehende, con toda justificación, en defensa del ejército, al señor Palavicini, y lo consigna a un juez para que le aplique la ley de 25 de enero.

Voy a hacer una comparación. Para que vean ustedes si es justa o no la aplicación, de esa ley. hace muy poco, señores diputados, cito el caso porque vosotros lo conocéis, en Querétaro se procesó al C. José Trinidad Ramírez Llaca, por un escandalito callejero en que hubo riña a balazos. (Risas.) Este joven había prestado servicios al Constitucionalismo; había prestado servicios interesantes al constitucionalismo: siempre había luchado con valor y denuedo, había combatido en nuestras filas durante más de 2 años. Era merecedor a las consideraciones oficiales, y sin embargo, allí se le aplicó la ley de 25 de enero a un miembro del ejército constitucionalista. Cito como testigo al señor general Montes, y le suplico me haga el favor de decir si es o no verdad.

El C. Montes: Está consignado a las autoridades civiles por ser imprecedente la consignación que se hizo (Aplausos y risas.)

El C. Siurob: Muy bien: pero conste que en ese momento fue consignado a un juez militar, conforme a la ley de 25 de enero: viendo que el asunto no merecía la importancia, es decir, no estaba en los comprendidos dentro de la ley, para que fuera consignado a un juez militar, conforme a la ley de 25 de enero. Entonces, como ustedes acaban de ver, se le pasó a las autoridades civiles; pero de todas maneras, las autoridades militares cumplieron con su deber, consignándolo a quien ellas creían que debía conocer de su delito.

Ahora pregunto yo: si a ese oficial, por un escándalo local, se le consignó a un juez, para que le aplicara la ley de 25 de enero, el C. Palavicini, que habló contra el ejército, que lo desprotegió y denigró ante toda la nación, y por medio de una prensa que es la de más circulación en el país, ¿Por qué no se le había de consignar? ¿De qué fuero gozaba en ese momento Palavicini para que por un delito militar no fuera consignado a las autoridades militares y juzgado conforme a la ley que corresponde a los que causa un mal tan grave, como el de denigrar a nuestro ejército ante todas las naciones civilizadas? Queda, pues, asentado, que la comandancia militar obró con apego a la más estricta justicia.

Nos dice el señor Palavicini que ningún gobernante militar ha sido buen gobernante. En primer lugar, creo que no habrá querido decirlo por el Primer Jefe, por que el Primer Jefe también es militar, puesto que ha sido el que ha dirigido toda la campaña. (Siseos). Es verdad, señores; consta a todo el mundo; los siseos salen sobrando; el Primer Jefe ha sido militar, ha dirigido toda la compañía en la república, porque no es cierto que el general Obregón ni el general González, sean quienes la hayan dirigido; positivamente es el Primer Jefe, y sin embargo, el Primer Jefe, a todos les consta, sí es un buen gobernante. El señor Palavicini dice que ningún militar puede ser buen gobernante; ¡Ya lo creo! él ha de querer que vengan los elementos antiguos del cientificismo, Macedo, Prida o cualquiera de estos hombres que eran extremadamente civiles, pero también eran extremadamente bribones. No es cierto que no haya habido gobernantes buenos en la historia y que hayan sido militares; allí tenemos, por ejemplo, a Carlos V; allí tenemos, por ejemplo al hoy rey de Inglaterra, en la actualidad al rey de España (siseos): el rey de España señores, es el ejemplo más claro, y el rey de España también es militar, y sin embargo el rey de España ha sabido gobernar perfectamente a su pueblo, y conducirlo por el sendero de la prosperidad y de la gloria. Nos dice el señor ingeniero Palavicini, que en otros países bastan 50 generales para gobernar un gran ejército, como aludiendo a que aquí hay un gran número de generales, ¿Y de quién es esa culpa, señor ingeniero? Indudablemente que el Primer Jefe los ha nombrado a todos, y usted desde el momento en que censura el hecho de que existan tantos generales, censura al primer Jefe, que es el que los ha nombrado precisamente. (Siseos.) ¿No es la verdad, señores diputados? díganlo ustedes. No, señor Palavicini; es que es usted concede las prerrogativas de los públicos latinos cuando se trata de aplauso, pero no las concede cuando se trata de los nombramientos de generales.

Por último, señores el señor Palavicini, por sus antecedentes revolucionarios, por haber defraudado las esperanzas de la nación en el puesto de ministro de instrucción pública por su labor en la prensa que con el pretexto de ser antimilitarista es esencialmente reaccionaria y, por último, por su ataque absolutamente directo al ejército constitucionalista, se ha hecho dignamente acreedor a que su credencial sea rechazada por esta asamblea.

No bastaría ese criterio, porque ya hemos sentado aquí el precedente de que el primer criterio es el criterio legal; pero contrastando precisamente sus afirmaciones en el sentido político, basten las palabras que acabo de decir, y que pudiera alargar si no temiera cansar a mi respetable auditorio (Siseos y risas.) Por último, el señor Palavicini no ha venido a alegar más que las penas que ha sufrido, las penas que va a sufrir ahora que salga. Está muy bien; quiere causar la consideración: si acaso le toca ir allí, yo, como amigo en lo personal, sentiré muchísimo las penas que vaya a tener; pero si le corresponde, conforme a la ley, ir a expiar algún delito o alguna falta en el fondo de una mazmorra siento mucho que la ley le sea tan dura. He dicho. (Aplausos y siseos de las galerías.)

El C. Cravioto: Para rectificar un hecho, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Cravioto.

El C. Cravioto: Celebro, señores diputados, el tono mesurado que ha tomado este debate......(Voces: ¡Tribuna, Tribuna!) Va ser muy breve, no vale la pena... (Voces: ¡Tribuna, Tribuna!) (Va a la tribuna). Celebro señores diputados, que vuelva la asamblea por su extraviado criterio en otras ocasiones, en este debate que es eminentemente político, detrás del cual hay muchas pasiones, hay muchos intereses, y que haya tomado

un tono perfectamente mesurado para que no se caldeen esas pasiones, y para que todos podamos obrar serenamente conforme al dictado de una estricta justicia, conforme al imperativo categórico de nuestra conciencia. Yo, ni quiero ni debo entrar a este debate en su parte fundamental; solamente por motivo de absoluta honradez me voy a permitir rectificar un hecho asentado por el señor general Siurob, mi viejo amigo, un hombre honrado a carta cabal y que ha venido a dar aquí una prueba de serenidad se reduce el hecho que voy a rectificar, sencillamente a la conducta del señor Palavicini en el ministerio de Instrucción Pública. Ha venido a decir el señor Siurob, que le señor Palavicini ha defraudado las esperanzas de la revolución en ese alto cargo de la administración, que corresponde, efectivamente, a una gran entidad pública.

Yo no quiero desviar la atención de ustedes hacia el punto fundamental del debate, entrando a calificar la labor del señor Palavicini; pero habiendo sido yo su colaborador en ese ministerio, sí puedo asegurar a ustedes, bajo mi palabra de honor, y a reserva de que lo ratifique pasado mañana en su informe el C. Primer Jefe, que la labor del ingeniero Palavicini en el Ministerio de Instrucción Pública no tiene precedente en la historia de ese ministerio; ni como activa, ni como fecunda, después de la labor altísima de aquel hombre que se llamó Justo Sierra; después de Justo Sierra, no ha habido en el ministerio de Instrucción Pública un hombre que haya hecho una labor tan grande como el señor Palavicini. Repito que no quiero desviar la atención de ustedes hacia este punto, puesto que es relativamente secundario. Yo emplazo a ustedes, a las galerías y a la opinión nacional, para que pasado mañana, cuando se lea el informe de los trabajos ejecutados en el ministerio de Instrucción Pública, que presentará aquí el señor Carranza, déis un fallo justificado.

El C. Palavicini: Para rectificar varios hechos, señor presidente.

El C. presidente : Tiene usted la palabra .

El C. Palavicini: Señores diputados: el objeto de esta rectificación, que será el de aclarar algunos hechos asentados por el señor general Siurob, Es cierto que fui acusado de fraude y de concusiones; por los que lo eran de verdad, es cierto que se inició un proceso en este sentido, pero es cierto también, que todos los ex - constituyentes, es decir, los constituyentes, porque no podrán dejar de serlo, que están sentados en esta asamblea, conocen ya las pruebas exhibidas por mí en la tribuna de Querétaro, demostrando absolutamente mi inocencia en aquella intriga que no fue sino resultado de esta misma que se me ha tendido. El hecho está ya jurídicamente juzgado y fallado; no pensé que después de publicado esto en el Diario de los Debates e íntegramente en "El Universal," se esgrimiera de nuevo como un ataque a mí; es por eso que no traigo en este momento los documentos; pero en la oficialía mayor de la Cámara debe estar en el Diario de los Debates donde se insertaron textualmente los documentos relativos al juzgado de distrito. donde se trató este asunto.

Refiere el general Siurob que no hice en la prensa constantemente réplicas sobre el particular ni rectificaciones, naturalmente, porque en un asunto esgrimido especialmente para hacer escándalo en mi contra, era torpe hacer defensas en ese sentido, cuando ya estaban los hechos definidos legal y públicamente en el Constituyente; eso en cuanto a la parte del proceso a que ha hecho alusión el general Siurob; pero el señor Siurob me ha hecho este cargo: que como enemigo de las escuelas rudimentarias tenía yo que ser enemigo de la educación del pueblo. Esta es la afirmación del señor Siurob; y yo opino que las escuelas rudimentarias, no tienen absolutamente nada que ver con la educación del pueblo: que las escuelas rudimentarias son un retraso y esto está demostrado por los que saben de esas cosas, saben que es un retroceso y un error en la educación pública y por fin, un político, ya que no he de citar pedagogos para que el señor Siurob tenga oportunidad de encontrarlos a la mano; fue la de un político prominente que hoy es presidente electo de la república, la voz más enérgica que se levantó contra las escuelas rudimentarias en la Cámara de Coahuila - supongo que hay aquí diputados de la legislatura local de aquel entonces,- fue el señor Carranza el que se opuso al establecimiento de las escuelas rudimentarias, creyéndolas, en primer lugar, un atentado a la federación y en segundo lugar un error pedagógico. Este es el punto de vista técnico, pues aun cuando en este debate se ventilan otros intereses y otras pasiones, es justo dejar asentado que este no fue un error técnico mío, sino que es una verdad conocida por todos los que entienden de educación. y está viejamente comprobado que la escuela rudimentaria no adelanta, sino atrasa al pueblo. Ha hablado de camarillas el señor Siurob, y dice que nosotros, yo no sé cuando dice "ellos" a quienes se refiere, porque señores diputados, debo de confesar lo que ya por otra parte habéis: estoy solo, absolutamente solo, en las persecuciones de que soy objeto, no he saludado al señor Carranza desde que volvió de Querétaro: creí un deber mío conservarme en la posición independiente en que he estado, para poder escribir artículos. Ha hecho mención el señor Siurob, de que estos artículos son anticonstitucionalistas; no son anticonstitucionalistas, sino esencialmente revolucionarios: en esos artículos sostuve que no debían abandonar al Primer Jefe los revolucionarios que lo habían acompañado desde el principio. En esos artículos dije que ellos, los que habían destruido, eran los responsables de la reconstrucción. Esta es la tesis de todos esos escritos. Por otra parte, cuando intitulé el artículo "Carranza solo," no me referí a que estuviera abandonado, sino a que no debía ser abandonado. Este es el texto del editorial, y todos lo conocieron; pero las camarillas no existen al lado del señor Carranza; las camarillas existen, y yo soy víctima de una de ellas; pero no al lado del señor Carranza, porque el señor Carranza, y el señor Siurob debió decirlo en su peroración, no tiene ni admite camarillas. Nunca he estado en la corte de ningún general: admiro a los generales de la revolución, pero nunca he formado en sus cortejos. ¿Como voy a negar el espíritu equilibrado, de la ecuanimidad, la ponderación del general don Pablo González? ¿Cómo voy a negar la fecundidad administrativa del señor general Salvador Alvarado? ¿Cómo voy a negar la energía y el valor del general Cesáreo Castro? ¿Cómo voy a restarle méritos a este joven divisionario que llama don Jacinto B. Treviño? No, señores diputados; pero es valiente el oficial que en el campo de batalla defiende los intereses de un partido, de una causa o de su patria. Es héroe el que frente al enemigo expone su vida, y no el que en la calle asesina al dependiente de un restaurant o mata al conductor de un tranvía. El primero es un héroe, el otro es un asesino vulgar, aunque lleve uniforme. (Aplausos y siseos.) No es, señores diputados, desprestigiar al ejército, el que alguien diga que tal o cual atropello se comete, porque, señores diputados, es defender los intereses del padre de familia, del hermano, del esposo; es defender los intereses de todos, y de defender los intereses de vosotros, que mañana, cuando hayáis protestado

como diputados, dejaréis de tener uniforme y estaréis obligados, los que sóis militares, a sufrir todas las consecuencias de una imposición militar, absurda e inadecuada. ¿Pruebas? ¡Allá van!

El 29 de marzo, a las 4 de la tarde, fui aprehendido por orden de la comandancia militar; en la época de Porfirio Díaz se aprehendía con una orden judicial, aun cuando fuese dada por un juez venal. Fui encarcelado en la propia comandancia; aprehender sin mandato judicial, se llama plagio: podía decir que fui plagiado en mi casa el 29 de marzo; fui incomunicado en un sótano de la comandancia militar, y hasta 8 días después se me consignó a un juez especial. Antes se me pidió el rescate de ese plagio, ¿Cuál es el rescate? Voy a decirlo, Señores diputados: se me dijo que renunciara yo la dirección de "El Universal." Contesté que no me era posible acceder a esa vejación porque estaba prisionero, y que no era debido, en hombres que se dicen revolucionarios, en hombres de elevada posición oficial, que fuesen a pedir indignidades a los hombres que eran sus prisioneros. No di, pues, el rescate, y al día siguiente, un juez militar especial me inició el proceso, que cerró en 60 horas; solicité dentro del tiempo del sumario que se sustanciaran algunas diligencias; quise que se pidieran datos a la oficialía mayor de la cámara, a varios altos funcionarios públicos de la Primera Jefatura. El juez negó la entrada a todo recurso, porque dijo que no había yo puesto los domicilios de esos funcionarios. (Siseos.) Se cerró el proceso, sin escuchar ningún elemento de defensa, sin practicar ninguna diligencia, sin oír a ningún testigo; se cerraron las diligencias terminantemente a las 60 horas, y se puso el proceso a al vista de las partes. Ya os he contado lo que pide el agente del ministerio público.

Y bien, ¿Donde está esa camarilla que al lado del señor Carranza maneja los intereses públicos y a la cual yo pertenezco, que me abandona? ¿Dónde está su influencia, dónde está su poder, que me abandona ante un atentado brutal y que ningún dictador había hecho? (Siseos y aplausos.) Absolutamente ninguna dictadura ha mandado aprehender así, ninguna dictadura ha cometido este crimen, absolutamente ninguna ha obrado como obró el comandante militar de esta plaza. (Aplausos.) Y bien, señores diputados, no formo parte del gobierno; el Ejecutivo está totalmente rodeado de los mismos elementos que hoy quieren expulsarme de la Cámara; de manera que el Ejecutivo y el Legislativo están integrados actualmente de fuerzas políticas que me son adversas; en tal virtud, es claro, que si ocupo una curul en la asamblea tendré que ser en muchos casos el contrincante de esos señores, tanto del ejecutivo como del legislativo. Es pues, necesario expulsarme, porque no debe contenderse aquí señores diputados es preciso encender en la puerta de la Cámara una hoguera y quemar allí a todos los que no piensen como algunos miembros de la asamblea; es preciso hacer lo que hacían los inquisidores del siglo XIV, acabar con todos los que no pensaban como ellos. Si es así, yo no vengo a pedir, señor Siurob, conmiseración, voy a purgar la pena de un delito que no he cometido, jamás una línea mía se ha publicado insultando al ejército ¡pobres soldados del ejército, esos de abajo, resignados y sufridos que son,- permitidme la dureza de la frase, sea en gracia del peligro que tiene para mí expresarla - estos pobres soldados son y han sido siempre en nuestra patria el instrumento de las aspiraciones políticas y de las ambiciones de sus jefes! (Aplausos). No he ultrajado nunca al ejército; no pudo nadie, no pueden leerme aquí dos lineas mías contra el ejército. Se me acusa de la reproducción de un artículo publicado por otro periódico y firmado por su autor y es por esta reproducción que a mí se me rechaza la credencial. ¿Encuentran ustedes lógica en ésto, señores diputados? Esto es absurdo; sin embargo, se me aplica. Y bien, señor Siurob, no vengo a pedir conmiseración; si en la conciencia de ustedes está que es necesario hacerme sufrir esta persecución, expulsarme de la Cámara y privarme, como se ha hecho antes, del periódico, de la palabra y de la libertad. Señor general Siurob, si soy responsable de tantos crímenes, he aquí una víctima. ¡Proceded! Pero no es verdad absolutamente que no haya luchado desde 1909 por los ideales revolucionarios; no es verdad que pueda tachárseme de antirrevolucionario y no es verdad tampoco que pueda tachárseme de reaccionario. Reaccionario dice el general Siurob, es aquel que critica que el ejército constitucionalista haya elementos viciados; reaccionario es aquel que en un ministerio defrauda las esperanzas de la nación. Pues bien, ¿Quién estaba autorizado para calificar mi labor en el Ministerio de Instrucción Pública? Estaba autorizado don Venustiano Carranza. Y don Venustiano Carranza, al contestar mi renuncia, lo ha hecho en términos encomiásticos, verdaderamente halagadores, que son mi patente revolucionario firmado por Carranza; la patente de mi labor en ese ministerio y que dejaré a mis hijos como un grato recuerdo de la labor y energía que he puesto al servicio de mi patria. Sí señores diputados: para concluir, puesto que este debate para mí no tiene otra importancia que la de haber venido a repetir lo que ya habéis oído, porque era preciso, era forzoso para descargo de mi conciencia el proceder así y justamente ante mis electores, ante aquellos que han votado conscientemente por mí, y aun hasta aquellos que votaron a ruego de otros, porque eso está permitido en un pueblo al que no le hemos podido enseñar todavía a leer y escribir.

Terminado para mí, substancialmente este debate, yo os invito, señores diputados, ahora que váis a quedarnos trabajando por el bienestar nacional, a que apartéis de entre vosotros, si sois constitucionalistas conscientes, toda esta maraña infame que está amenazando ahogar a la patria con todos los más grandes peligros. Estamos en los momentos más difíciles porque ha podido atravesar la nación; no ya el partido; estamos rodeados de fuerzas beligerantes en plena guerra; de un lado, hacia el pacífico Japón; en el sur, Guatemala. aliada. de los Estados Unidos; en el este, Cuba, aliada de los Estados Unidos y en el norte, al poderoso país vecino, en plena guerra, pues bien; en este instante que estamos rodeados de fuego, yo os invito, señores diputados a que dejéis en la prisión a los que merecen estar en ella y que os dediquéis ya afanosamente a salvar a la patria; que mañana, cuando el gobierno constitucional para la cual faltan 3 semanas, señor Siurob el gobierno constitucional, suprima las incomunicaciones de que yo fui objeto, suprima los procedimientos militares de que he sido víctima, acabaréis con estas prisiones de mandato militar y entonces daréis probablemente una ley de amnistía y cuando vengan los expatriados y los prófugos que yo combatí al lado de vosotros, entonces, desde mi prisión podré saber, cómo desfilan por las calles García Naranjo, Urrutia, Lozano y otros y entonces recordaré que habéis sabido obrar con justificación puesto que vosotros habéis antepuesto a la justicia y a la razón, la razón de partido y aun a la razón de partido, la razón de persona; si soy víctima de las personas, que así sea. (Aplausos.)

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra para rectificar hechos.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Peralta.

El C. Peralta: señores diputados: tenía el propósito de no subir a esta tribuna mientras se discutieran cuestiones enteramente personales, pero ya que estoy perfectamente interiorizado de las causas que han motivado la aprehensión del ingeniero Palavicini, puesto que hasta hace pocos días desempeñé el puesto de jefe de estado mayor de la comandancia militar de la plaza y puesto que aquí se ha tratado de desvirtuar los hechos y de darles una apariencia que en realidad no tienen. He venido a esta tribuna para rectificar esos hechos y procuraré hacerlo con gran moderación, haciendo violencia al impulsivismo que es propio de mi carácter. El señor Palavicini, y con él los que lo aplaudieron en los momentos en que lo digo, no están en la obligación de saber lo que abarca la jurisdicción de una comandancia militar de la plaza. La comandancia militar de la plaza tiene un departamento de justicia a cuyo frente se encuentra un secretario que recibe el acuerdo directamente y sin ninguna intervención del jefe de estado mayor del comandante militar de la plaza. De manera que el comandante militar muy bien pudo, dentro de las leyes militares, dar una orden de aprehensión contra el ingeniero Palavicini. Esta orden se dio, esta orden yo oí cuando fue redactada, esta orden, yo presencié cuando fue firmada por el comandante militar de la plaza. ¡Aquí no hubo plagio de ninguna naturaleza, se obró con entera sujeción a las leyes militares, dentro de las cuales caía el delito cometido por el ingeniero Palavicini; delito perfectamente comprobado, porque, señores, el ingeniero Palavicini, para nosotros, con nuestro criterio absolutamente militar, se convirtió, al dar cabida en su diario a un artículo insultante para el ejercito, en el aliado de Francisco Villa y de Emiliano Zapata. (Siseos de las galerías.) Ya lo he dicho y lo voy a demostrar; ya quisieran cinco mil Zapatistas de los que constantemente están asediando a la capital de la república, causar tanto mal como pudo haber causado ese artículo injurioso, que hiere en sus cimientos al ejército constitucionalista. Esa arma que Palavicini en su carácter de enemigo del constitucionalismo ha dado a nuestros enemigos, ha sido ya explotada y estoy por firmar, y lo afirmo bajo mi palabra de honor, que en los campos de batalla que circundan a la ciudad de México ya se grita por parte de los zapatistas: ¡Viva Palavicini!....(Siseos de las galerías) Por otra parte, se ha presentado aquí como una víctima, es natural; tenía que presentarse en esta forma para conseguir las simpatías de las galerías que no están en antecedentes del asunto, ya que no el voto de los señores diputados, que tienen un criterio más recto y que tienen que sujetar su voto al dictado de sus conciencias y al conocimiento de los hechos.

(Siseos de las galerías.) Dice que estuvo preso. en los sótanos de la comandancia militar. ¿Saben ustedes por orden de quién estuvo en los sótanos de la comandancia militar? Por orden del primer Jefe fue aprehendido por la comandancia militar, fue consignado a la Secretaría de Guerra; la Secretaría de Guerra ordenó que se pasara a la penitenciaría del Distrito y cuatro horas después tuvo que regresar a los sótanos de la comandancia militar por orden terminante de la Primera Jefatura. De manera que no hay ningún motivo para que el ingeniero Palavicini venga a hacerse pasar aquí como víctima de la comandancia militar. La comandancia militar, en representación del ejército, acusó a Palavicini de haberlo injurado, de denigrarlo y de haberle dado armas al enemigo y la Secretaría de Guerra es la que ha ordenado el procedimiento. De manera que, señores, lo único que he pretendido al venir a esta tribuna, ha sido rectificar el criterio de ustedes, porque no todos, como dije al principio de mi peroración, están en la obligación de conocer cuál es la jurisdicción de una comandancia militar.

El C. Portes Gil: Pido la palabra para rectificar hechos.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Portes Gil: Señores diputados: el señor ingeniero Félix F. Palavicini, a quien no tengo el honor de conocer personalmente, ha dicho en su discurso que se ha violado el procedimiento a que debía habérsele sujetado, si no con estas palabras, con otras por el estilo, que claramente lo dieron a entender. Dijo el señor Palavicini que se le había consignado a un juez especial. Esto es falso, señores: el juez que lo está juzgando es un juez que se nombró con el carácter de especial, para que juzgara a dos jefes militares; pero no al señor Palavicini, porque cuando este señor fue juzgado tenía ya el carácter de permanente. En tal virtud, no hay tal juez especial. Por otra parte, se acusa al señor Palavicini, de un delito claramente previsto en la ley de 25 de enero, conocido con el nombre de "Ley Juárez." En uno de los incisos de uno de los artículos de esa ley, con toda claridad se dice o se comprende el delito que precisamente ha cometido el señor Palavicini o sea, la reproducción de artículos periodísticos, de especies que tienden de una manera directa, de una manera injuriosa a denigrar al ejército. Se queja también el señor Palavicini, que dentro de las 60 horas terminantes que marca la ley, se cerró la instrucción y que no se le permitió rendir las pruebas del caso. No me toca a mí justificar al señor juez que hizo tal cosa, porque lo hizo fundado precisamente en la ley; si el acusado no rindió las pruebas, si no dio los domicilios, culpa será de su defensor y no de la justicia militar a que tuve la hora de pertenecer hasta hace algunos días. En tal virtud, lo que he dicho el señor Palavicini pretendiendo atacar el procedimiento a que se ha sometido, creo que es contra toda justicia, porque como lo acabo de demostrar, en estas pocas palabras, ha sido el procedimiento enteramente legal.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. García Vigil.

El C. García Vigil: He procurado, durante todo el tiempo que se ha hablado ya sobre la credencial del C. Palavicini, formarme el criterio más justiciero, sin el más leve asomo de apasionamiento por la cuestión política y alejarme en absoluto de cualquiera influencia de este orden que para algunos pudiera aparecer como efectiva. Me han llamado mucho la atención que el señor Palavicini, quién según, pone cátedra en la tribuna y es un dialecto de primer orden, haya venido aquí a hacer sus especulaciones filosóficas y políticas de una manera tan desacertada, que el mismo público que algunos momentos parecía comulgar con él, va a notar que le señor Palavicini ha estado equivocado de buena o de mala fe, El señor Palavicini, con gran acierto, principió por hacer un elogio a las galerías, moviendo perfectamente bien el sentimiento genuino del alma popular que desea tomar participio en las luchas políticas y principalmente en estas. Yo, desde un principio pense que si surgieran aquí una moción para pretender que las galerías fueran desalojadas, me habría opuesto a ello terminantemente, pues al contrario, desearía si fuese posible, infringir el reglamento y que todos los señores diputados nos congregáramos en un solo lado de las curules y que permitiéramos el acceso a un mayor número de hombres para que vinieran a ser testigos

y jueces en su fuero interno de lo que se diga y de lo que se ha dicho ya.

Sí, y yo comienzo por elogiar a las galerías porque han demostrado una vez más la gentileza de alma del pueblo mexicano, esa inmensa nobleza que tiene hacia el hombre que real o ficticiamente aparece como víctima. Mi primer elogio es para ellas también. Indudablemente que yo no voy a tratar aquí el asunto legal lo ha tratado la comisión y el señor Palavicini, de una manera velada ha rehuido la discusión sobre el punto legal, pero si voy a hacer una observación sobre esto que sorprende verdaderamente, que cargado el señor Palavicini con un cúmulo de razones para defender su credencial, no haya expuesto un solo argumento y únicamente haya agitado de continuo el principal argumento, el de la compasión para sí y el de la simulación de la víctima. Continuó el señor Palavicini haciendo una especulación sobre conceptos que cabalmente pueden ponerse de ejemplo en política; se refirió a los términos servilismo y lealtad; pero él digo que lo que no era lealtad - que él interpretaba que se decía - que lo que era lealtad se calificaba de servilismo por quienes no tenían noción exacta de esa primera virtud, calificada por Sócrates entre las primeras de los hombres. Pero aquí pasa esto: hay otros y él es uno de ellos, para quienes todo aquello que no sea servilismo, es calificado de deslealtad. (Siseos.) Así es. toda la nación lo sabe: en el Congreso Constituyente, en los momentos críticos, para sacar a salvo cualquier política o dejar en una curul a cualquier presunto diputado, se atacó con cierta alevosía al ánimo de los hombres y solicitando el ánimo de las galerías, también con objeto de recurrir a esto. para que entonces, movido perfectamente lo de lealtad hacia la Primera Jefatura o hacia la personalidad que presentan la Primera Jefatura del ejército, por temor infundando, se inclinara del lado que se deseaba y así se hizo en el Constituyente. Esa es la verdad. Aquí hay que referir hechos; es sensible que no quepa mayor número de oyentes en este recinto y es sensible que entre esos oyentes no se encuentre ni el C. Primer Jefe ni el C. Álvaro Obregón, y más sensible tiene que se para el señor Palavicini, que tampoco esté aquí presente el señor Cándido Aguilar, porque sería muy oportuno para él en éstos momentos, para la finalidad de su credencial, como lo fue en el Congreso Constituyente. (Aplausos.) Y hagamos historia. Nada tiene de extraño que el C. Cándido Aguilar con su voz autorizada por representar al Ministerio de Relaciones Exteriores, y naturalmente, persona oficial de la Primera Jefatura, haya aparecido en los momentos en que se discutió la credencial del señor Palavicini, para mover entonces la cuestión de patriotismo y hacer referencia al peligro del coloso del norte. Invoco aquí el testimonio de los ciudadanos diputados constituyentes para que digan si es cierto o no que en los momentos en que la credencial del señor Palavicini iba a ser desechada del Congreso Constituyente, con razón o sin ella, como se quiera, entonces apareció el C. Cándido Aguilar y exhortó a los CC. diputados a dejar por buena esas rencillas que dizque a nada conducían y que era mejor fijar nuestra atención en el peligro del norte, inminente, porque hasta aseveró que todo el Estado de Chihuahua estaba en poder de los americanos y que aun no se habían retirado. Invoco el testimonio de los señores diputados constituyentes y quiero que serenamente, sinceramente, se diga aqui si esto no es un ardid de mala ley y deshonra a cualquiera que lo ejecuta. (Aplausos.) Se refiere el señor Palavicini, al general Obregón y al partido liberal constitucionalista y la nación entera es testigo de la obra patriótica del partido liberal constitucionalista y de la obra aviesa y pérfida de todos los enemigos, de los que son genuinamente los enemigos del pueblo, (Siseos de las galerías.) El público de la capital de la república lo sabe perfectamente, que insidias se cernieron sobre el partido liberal constitucionalista, ¿Por qué aquel silencio, por qué aquella sombra que pretendió hacerse derredor de él? ¿Por qué aquella hostilidad? únicamente porque un mercenario de uno de los gobernantes del norte de la república, un mercenario, un filibustero, se atrevió a decir que el partido liberal constitucionalista estaba constituido por reaccionarios, el general Obregón compareció allí con la misma entereza con que ha comparecido en otros lugares y no comparecieron allí los hombres que eran llamados y que debían obrar rectamente para llegar a finalidades revolucionarias. ¿Por qué no se hizo eso? ¿Por qué ese silencio? y más tarde, como ahora, el C. Palavicini toma la cuestión de la libertad de imprenta.

¡Cómo ha querido conmover la opinión pública diciéndose vejado, cuando no tuvo la entereza para protestar ni en privado ni en público y ni en su fuero interno, en contra de la supresión de "Gladiador." (Aplausos nutridos) ¿Por qué calló entonces? Y hay que analizar los dos casos. ¿Cuál ha sido la causa que hizo que se suprimiera un órgano indispensable para la comunicación, para el cambio de las ideas. ¿Cómo es posible que en estos momentos, cuando el periódico "Gladiador" no hacía obra de obstrucción, no tenía prerrogativa de hostilidad contra nadie y menos contra el ejército, cómo es posible que entonces ninguno de estos defensores de Palavicini, ni él, ni nadie, ni el Primer Jefe, que es el más grande defensor de Palavicini, ni el Primer Jefe, que mandó el telegrama capcioso al Congreso de Querétaro, por qué ni el Primer Jefe se opuso a que fuera violada la libertad de imprenta? ¿Por qué entonces no se hizo eso? Ahora si ya se habla de atropello; pero el periódico "Gladiador" que no hizo más que censurar, censurar con la mesura de lenguaje. censurar con acierto, censurar con inteligencia, censurar con buena fe la labor de un ministerio o de algunas otras dependencias del gobierno y que obró - pongo de testigo a todo el pueblo mexicano - de conformidad con el espíritu de la revolución, ¿cómo es posible que contra él sí se haya cometido ese atropello y aun se hayan hecho amenazas para el caso de que se pretendiera continuar su publicación? ¿Qué responden a eso las galerías? (Aplausos.) Y si queremos nosotros llegar más al conocimiento de las génesis de esos procedimientos antirrevolucionarios, allí tenemos hace pocos días lanzada una ley de imprenta que muy bien podían calzar con su firma Torquemada o Felipe II. (Aplausos.) Hay algunas otras cosas dichas aquí por el C. Palavicini, ya las conocemos, las dijo en editoriales muy mal hechos, (Risas.)

Antes de él, había precedido en desacierto el más caracterizado del grupo al menos por el hecho de haberse sentado como presidente en el Congreso de Querétaro, Luis Manuel Rojas. Estos hombres, buscando algo, una grieta donde encauzar sus envidias, sus pequeñeces y sus avideces de poder, han querido abrir un surco inmenso y sobre de él echar una corriente fructífera con objeto de posesionarse de aquello que ellos por encima de todo, desean; ¡gobernar! Y especulando en ese punto, viendo cómo pudieran abrir ese surco inmenso, cómo pudieran ahondar esa grieta, han buscado clasificaciones de matices políticos y en todas ellas han desacertado, y voy a demostrarlo. Se habló de los clásicos de habla inglesa y de los "jacobinos" a la usanza francesa. Todos recordamos que el señor

don Luis Manuel Rojas, y con vergüenza del Congreso Constituyente, haya dicho que habían tomado su nombre porque sustentaban las doctrinas radicales de la filosofía de Ginebrín. Inmediatamente se le enmendó la plana, se le hizo notar que era director de la biblioteca, se le dijeron muchas otras cosas; dio excusas que a nadie pudieron satisfacer, que no pueden satisfacer a nadie.

En este sentido, como este grupo efectivamente está aislado, porque sus miembros están efectivamente contados y están contraseñados en la historia de los últimos años en México como hombres de dorso camaleóntico, es natural que haya buscado. que busquen la manera de agredir a otros que son incapaces, que no pueden servir para los fines siniestros que ellos persiguen. Estos idearon la clasificación de clásicos y jacobinos, porque de improvisto. como han actuado, quisieron sugestionar a un fran número de hombres, revolucionarios ingenuos, sencillos, que fueron allí pero ellos quedaron solos. Bien se ha visto que eso sirvió en primer lugar, para manifestar que la revolución tiene unidad y que los hombres de la revolución no permitirán que su causa sea utilizada para fines contratarios a ella. Habiendo fracasado en este sentido, se buscaron otros términos, se ideó otra cosa: Civilistas y antimilitaristas, los militaristas o anticivilistas. De esto nos habló el señor Palavicini y con un desparpajo y un atrevimiento asombroso, enumeró y nombró aquí a cierto número de hombres que han figurado en la historia de varios pueblos con objeto de apoyar sus argumentos. Así, al hablar del militarismo, se refirió a épocas antiguas y dijo que César había sido un buen gobernante, le reconoció a César su obra legislativa y en cambio, desconoce que César murió asesinado en el Senado y que murió asesinado precisamente por su desmedida ambición, porque la llevó traspasando los linderos que le eran dados. Luego habló de hombres más cercanos a nuestra época y dijo que en la época contemporánea no había habido ninguno. Ha citado con mucho atrevimiento a un hombre, entre los militares fracasados, a un hombre, Napoleón, y Napoleón está reconocido como reconocidamente civilista: Luis Adolfo Thiers, como un gran gobernante y que legisló. La prueba está que la legislación dada por Napoleón durante el consulado, fue la que mantuvo las ideas revolucionarios y la que todavía prevalece en Francia (Aplausos estruendosos.) Pero para los fines que él perseguía, nombró algunos militares, y miren ustedes, se dice que Ney, Murat, Davout, Soult y otros de sus mariscales lo traicionaron. Sí, señores diputados ¿por quiénes? Todo el público lo sabe, la historia lo dice, todos lo tenemos presente, lo traicionaron estos hombres, los civilistas Lafayette y Fouchet, lo traicionaron después de la batalla de Leipzig, cuando Marmont tenía encomendada la defensa de la capital de Francia y Napoleón se encontraba en Fontainebleau y ellos fueron a insinuar en el alma de Marmont la traición para que la entregara a las fuerzas coaligadas contra la ilustre, noble, rica y bella Francia, entonces sí perfectamente solidaria. (aplausos estruendosos.) Las fuerzas rusas, las fuerzas austriacas, las fuerzas prusianas y las fuerzas de todos los confederados de más allá del Rhin entonces sí he aquí la traición.

¿De quiénes? De Fouchet, el ministro de policía, de Tayllerand, en fraile.

Ved pues, cómo el señor Palavicini cita cosas, refiere hechos y hace deducciones, y yo digo. ¿Cómo cuenta con la venevolencia de todas las galerías y aun de gran parte de la asamblea para apoyar esto por medio de un aplauso mudo? Pero más aun, sobre el militarismo y el civilismo dijo que aquí había muchos generales y que allá sólo se necesitaba de unos cuantos. ¿No sabe cuántos hubo en aquella época, no sabe cuántos hay entre nosotros y no aplica un criterio justiciero a una obra revolucionaria . ¿Cómo es esto? ¿Queriendo semejarla con una obra que no era verdaderamente ya revolucionaria supuesto que aquellos ejércitos estaban debida y perfectamente organizados? pero es tan injusto, que desacierta, porque el que procede con malicia a la larga o a la corta, llega a desacertar. Así, dijo que aquí había muchos generales, pero yo, tomando la figura en el aire, voy a decirle al señor Palavicini y a todos los que como él lanzan esas insinuaciones que aquí, para que permanecieran tranquilos todos en Veracruz, no se necesitó más que de dos generales y de sus legiones. (Aplausos de las galerías). Esos generales son bien conocidos, esos generales sin valerme de las figuras de retórica, puedo decir que refulgen en la historia: Esos generales son ejemplo y esos generales han pisado sendas que nosotros debemos pisar si queremos vivir y vivir con éxito y con dignidad. Pero vamos al caso del artículo que él dice que no firmó. ¿Podrá el C. Palavicini convencer a uno solo de que él no se hizo solidario del ataque injurioso al ejército con aquel editorial de "El Nacional," titulado "La prerrogativa de la brutalidad"? ¿podrá convecer a alguien? No, todos somos testigos de que a diario los editoriales sugeridos a Gonzalo de la Parra eran reproducidos inmediatamente de "El Nacional", porque concurrían a los fines perseguidos por Palavicini y hay que ver esto. Yo soy respetuoso, como el que más, de la libertad de imprenta; yo, que he reprobado el acto atentatorio contra "Gladiador," repruebo, aunque no en igual grado, el acto contra "El Universal." Si Señores: Pero veamos si fue el editorial de "El Nacional," un artículo que censuró actos generales peculiares de la institución y que los censuró con la sinceridad y honradez requeridas. No señores, el título lo indica claramente: "La prerrogativa de la brutalidad" y no puede ser jamás la brutalidad una prerrogativa. Luego la intención fue aviesa: ¿Qué de extraño, pues, tiene el que se haya procedido contra él? Queda, pues, desertado, todo lo dicho por C. Palavicini en su favor. No es una víctima, no es nunca una víctima el hombre que entra a las lides políticas y que entra amparado cómo él lo ha estado constantemente; es víctima aquél que, como los hemos tenido desde hace unos cinco años a la fecha, han luchado contra las tiranías: Víctimas son los más firmes sostenedores de la representación nacional, aquí, cuando el atentado de Victoriano Huerta víctimas son llamados todos los hombres que fueron asesinados por su entereza, como Serapio Rendón, como Gurrión y otros más, estos son verdaderamente víctimas. Palavicini no es una víctima: Palavicinni es un hombre que ha ejercido la política, que ha ejercido por vocación como él mismo lo ha dicho, y que en esta jugada, la última que estaba haciendo, ha perdido. Si tuviera lealtad para con sus enemigos, lo mismo para recibir que para dar, confesaría hoy que es víctima de lo mismo que él ha generado. ¿Que de extraño tiene, pues, ahora, que Palavicini sea encarcelado? El señor Palavicini goza del fuero y ha salido en libertad para venir a discutir su credencial, el señor Palavicinni ha venido a discutir su credencial. No ha hecho más que disquisiciones de carácter político e histórico. Habiendo desacertado en absoluto. Queda en pie esto, y queda en pie también toda la parte legal de dictamen. (Aplausos estruendosos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Hernández Caribay.

El C. Hernández Garibay: Señores jurados:

he tomado la palabra con el único objeto de ilustrar mi criterio sobre el conflicto que hay entre las razones de alto peso político en el conflicto de credenciales, y el criterio legal. El artículo 26 de la ley electoral, que suplico a la secretaria se sirva leer..... (Voces: ¡Ya, ya a votar, a votar!)

El C. prosecretario López Lira: El artículo 26, dice:

"Cada votante doblará sus boletas y las entregará sucesivamente, al presidente de la mesa, el que las pasará, también de una manera sucesiva, a uno de los secretarios para que deposite cada una de ellas en el ánfora que corresponda.

"En cada boleta irán escritos de puño y letra del volante el nombre y apellido de la persona o personas por quienes sufrague.

"Todas las boletas deberán también ir firmadas por el respectivo elector y serán entregadas por él personalmente. Si el elector no supiere firmar, se presentará en la casilla acompañada de un testigo y, en presencia de la mesa, dirá en alta voz el nombre de las personas a cuyo favor vota, para que dicho testigo, en presencia de la misma mesa, lo escriba en las boletas correspondientes, y firme a ruego del votante. De este hecho se hará mención en el acta.

"Cada votante al entregar las boletas. dirá en alta voz su nombre, y uno de los secretarios lo anotarán en los ejemplares del padrón electoral con la palabra "votó".

"Las boletas se depositarán en ánforas distintas, según la elección de que se trate."

El C. Hernández Garibay: Cuando hice la interpretación a la honorable comisión que rindió su dictamen en este asunto, dijo que se necesitaban dos testigos, y yo quiero hacer la aclaración correspondiente: la ley electoral dice que nada más se necesita un testigo. (Voces: ¡Ya lo sabemos!) Esas boletas vienen firmadas y como escrito legal, según la justa interpretación del señor licenciado Urueta, ayer, para aceptar la credencial del señor doctor Hay (risas) fue interpretado la palabra, (risas) dije y repito que ayer el criterio fue que se debía de interpretar ese artículo y dije que fue materia de interpretación porque la palabra separarse definitivamente puede tomarse en sentido material o en sentido jurídico y aquí dominó el sentido jurídico, porque el señor Hay se consideraba definitivamente separado de su puesto, (risas) desde el momento en que había puesto su renuncia con el carácter de definitiva e irrevocable. (Siseos.) Este fue el criterio. Yo ahora digo, ¿el simple hecho de que en las actas de las casillas electorales no se haya asentado que fulano de tal se presentó acompañado de zutano de tal, para firmar el voto a su favor, es causa suficiente para declara nulo ese voto? (Voces: ¡Si, si!) Si así es, la ley electoral, de hoy en adelante no debe seguirse interpretando y si no lo es debe interpretarse siempre que aquellas faltas que se notan no traigan consigo una responsabilidad tan grande como es la de violar el voto de los votantes, no debe tomarse en cuenta. Ahora bien... (Voces: A votar, a votar!) siendo así que esos votos vienen firmados a ruego de los votantes, ¿son de contarse o no contarse en los votos que ha obtenido el señor Palavicini? Si son de contarse, hagamos esa justicia: creo que hay nada más un defecto de forma, de insuficiencia de la casilla o de los secretarios que no pudieron levantar una acta conforme a las reglas de la ley (siseos) y que no trae esto consigo la nulalidad de la elección, porque el artículo respectivo que se refiere a la nulalidad de las elecciones no dice que el simple hecho de que a una acta le falte el requisito de haber asentado o no haber asentado el presidente de la casilla que los votantes se acompañaron de una persona que a su ruego firmó la boleta, no trae consigo la nulalidad de la elección. (Voces: ¡A votar, a votar!) Ahora, con el objeto de ilustrar mi criterio y poder dar mi voto, yo pido al C. Hay que estableció aquí la teoría de los tres criterios, el político, el criterio moral y el criterio legal, que se sirva decir qué se hace en este caso en que el criterio político es superior al criterio legal.

El C. Hay: ¿Me permite la palabra su señoría?

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Hay: No voy a contestar a la interpelación de su señoría, porque esto sería tanto como empezar un nuevo discurso y la asamblea ya no está para discursos; pero voy a hacer una rectificación de importancia sobre la cuestión legal, que es sobre la que yo voy a votar. Después de decir la forma en que una persona no sabe firmar, debe acercarse con un testigo, el cual a ruego del volante debe firmar ante la presidencia de la misma mesa; dice lo siguiente el artículo respectivo: "de este hecho se hará mención en el acta." Según yo entiendo, no hay acta que diga tal cosa, luego se viola por completo este artículo. Ya que su señoría quiere apegarse tanto a la cuestión legal, apéguese realmente a ella. (Voces: ¡A votar; a votar!)

- El C. Hernández Garibay, continuando:

El C. Aguirre Colorado: Pido la palabra para reforzar la rectificación del señor Hay.... (Voces: ¡A votar; a votar!) Contestando a lo que dice el señor Hay de que se debe uno apegar estrictamente a los términos de la ley, ya se ha visto aquí que no se ha apegado estrictamente sino que ha habido materia de interpretación aun cuando sea en una palabra de la ley.... (Risas) Usted recordará, señor Hay, que con motivo de su credencial, el criterio de.... (aplausos y risas)... que usted estaba separado definitivamente del puesto el día... (aplausos y risas. Campanilla.) (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. Rivera Cabrera: pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Rivera Cabrera.

- EL C. Rivera Cabrera: Tanto la galería como los señores diputados deben guardar respeto para el señor orador, porque de todos modos es un miembro dela Cámara. Se le debe respeto.

El C. Hernández Garibay: Se dijo que las palabras "separarse definitivamente" son materia de interpretación, porque el mismo señor Urueta ha dicho que separarse puede ser en lo material o en lo jurídico; jurídicamente el señor Hay estaba separado de su empleo desde el día en que se presentó su renuncia con el carácter de irrevocable: Materialmente no estaba separado, puesto que él mismo dijo que un día o dos...

- Un C. diputado. interrumpiendo: Moción de orden. Ruego al orador que se concrete al punto que está a discusión.

El C. Hernández Garibay: Estoy diciendo el precedente que hay para no aplicar la ley estrictamente. (Risas.) Yo ruego al señor Urueta que me haga el favor de decirme si es cierto o no es cierto que dijo ayer que debían de entenderse las palabras "separarse definitivamente" en el sentido jurídico por el hecho de que el señor Hay había presentado su renuncia con el carácter de irrevocable el mismo día de la convocatoria para elecciones.

El C. Urueta: Es cierto.

El C. Hernández Garibay: Si es cierto que la ley ha sido materia de interpretación, creo que dadas las circunstancias actuales del país en que la mayoría se compone de personas que no saben leer ni escribir, se deben de computar entre los votos que recibió el señor ingeniero, esos que han apartado porque han sido firmados por una persona a ruego de los volantes

y es de suponerse que ha habido una deficiencia en el personal de la casilla y una ignorancia respecto a este artículo para no hacer constar este hecho en el acta, en lugar de suponerse que no se presentaron esos volantes en la casilla, puesto que fueron acompañados de otros señores y firmaron en defecto de ellos conforme a la ley. (Voces: ¡Muy bien! ¡A votar a votar!)

El C. Hernández Maldonado: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. prosecretario López Lira: Se pregunta a la asamblea si considera

suficientemente discutido el punto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Está suficientemente discutido.

El C. Cravioto: Si estoy suficientemente apoyado, pido votación nominal. (Algunos CC. diputados se pusieron de pie, apoyando la moción presentada por el C. Cravioto.)

- El mismo C. prosecretario: La presidencia suplica a los ciudadanos diputados no abandonen el salón.

El C. Sánchez Pontón: Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Sánchez Pontón.

El C. Sánchez Pontón: Precisamente porque hay muchas personas que no son diputados, dentro del salón, la votación económica en esta forma podría dar lugar a algunas dificultades.

El C. Zubaran: Pido la palabra para que se sirva usted ordenar a la asamblea que aunque los señores diputados voten, no abandonen el salón, sino hasta que se conozca el resultado de la voatción.

- El mismo C. prosecretario: La presidencia invita a las personas que no sean miembros o presuntos miembros del Congreso de la Unión, que abandonen el salón.

La presidencia, por conducto de la secretaría, recuerda a los señores diputados que un artículo reglamentario les prohibe salir del salón durante la votación y, por tanto, les ruega esperen a que se dé a conocer el resultado de la votación.

El C. Hay: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Hay para una moción de orden.

El C. Hay: Parece que ha sido mal interpretada la decisión de la mesa y se han estado ausentado algunos señores senadores que tienen pleno derecho a permanecer aquí y no se ha ausentado mucho público que carece de ese derecho- El mismo C. prosecretario: La presidencia, por conducto de la secretaría, hace notar que se ha referido a los miembros del Congreso de´la Unión.

El C. Hay: No hago ningún reproche a su señoría, y sólo pido que se cumpla la orden de la mesa.

- El mismo C. prosecretario: La presidencia invita a las personas que no sean miembros del Congreso de la Unión a que abandonen el salón. En las puertas hay algunas personas que no son miembros del Congreso de la Unión. La parte resolutiva del dictamen, dice: "Es diputado propietario por el primer distrito electoral de Tabasco, el C. Rafael Martínez de Escobar, y suplente el C. Fulgencio Casanova " Se va a proceder a la votación.

El C. Zubaran: Reclamo el orden, señor presidente. (Se procede a la votación).

El C. Prosecretario López Lira: La presidencia manifiesta a las galerías que el reglamento prohibe terminantemente toda manifestación respecto al debate o a los debates y las exhorta de nuevo a que se sometan al reglamento a fin de que no se vea en el peno caso de hacerlas desalojar el salón en la siguiente manifestación. Continua la votación.

El C. Manrique: Para una interpretación a la mesa a propósito de la votación.

- El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: Me parece haber observado, y creo que no me equivoco, que el señor Martínez de Escobar salvó su voto y aquí se ha sentado el precedente de que por ningún motivo se debe salvar el voto.

- El mismo C. prosecretario: La mesa informa que el señor Martínez de Escobar es el interesado.

El C. secretario Céspedes: El resultado de la votación fue el siguiente: 139 votos por la afirmativa y 17 por la negativa, que fueron los C, Alcocer Rosalío, Alejandri, Barragán Martín, Cepeda Medrano, Córdoba Daniel S. Cravioto, Curiel, Dávila, Gómez Mauricio, Gómez Noriega, Hernández Garibay, Manrique, Mariel, Pardo, Rebolledo, Silva Herrera y Solórzano José I. - El C. prosecretario López Lira: La presidencia, por conducto de la secretaría, declara que es diputado propietario por el primer distrito electoral del Estado de Tabasco, el C. Rafael Martínez de Escobar y suplente por el mismo distrito, el doctor Fulgencio Casanova. La orden del día para mañana, es: continuación de la discusión de credenciales. (Voces: ¿a qué hora? A las diez.

El C. presidente, a las 8.50 p. m.: Se levanta la sesión.

El jefe de sección de taquigrafía,

JOAQUÍN Z. VALADEZ.