Legislatura XXVII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19170522 - Número de Diario 37
(L27A1P1eN037F19170522.xml)Núm. Diario:37ENCABEZADO
MÉXICO, MARTES 22 DE MAYO DE 1917
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
PERIODO EXTRAORDINARIO XXVII LEGISLATURA TOMO I.- NÙMERO 37
SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 22 DE MAYO DE 1917
SUMARIO
1. Se pasa lista. Se abre la sesión. Se lee y aprueba el acta de la anterior. Prestan la protesta de ley los CC. José C. Cruz y Porfirio García de León.- 2. El C. Martínez de Escobar lee una proposición subscripta por él y por 7 CC. diputados proponiendo que se invite al Senado para que, de acuerdo con la fracción V del artículo 76 de la Constitución, pida al Ejecutivo las ternas relativas. Se concede la dispensa de trámites y puesta a discusión es aprobada. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del C. ROMAN ALBERTO
- El C. Secretario Padrés, a las 4.45 p. m. pasa lista. Hay una asistencia de 130 CC. diputados. Hay quórum.
El C. Presidente: Se abre la sesión de la Cámara de Diputados.
- El mismo C. Secretario da lectura al acta de la sesión anterior. Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Las personas que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Hay mayoría. Aprobada.
El C. Secretario Mata: Encontrándose a las puertas del salón los CC. Cruz José C. y Porfirio García de León, diputados al Congreso de la Unión, la Presidencia ha nombrado a los CC. Alberto M. González y Andrade Cayetano, acompañados del C. Prosecretario Magallón, a fin de acompañarlos al salón para que rindan la protesta de ley. (Son introducidos dichos ciudadanos y rinden la protesta.)
El C. Ruiz Juan A.: Pido la palabra, señor Presidente.
El C. Presidente: El C. Martínez de Escobar pidió la palabra para leer un documento. Tiene la palabra el C. Martínez de Escobar.
El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: Me voy a permitir tener el honor de hacer conocer a ustedes una iniciativa, en la que el que gusta el placer de hablaros y otros CC. diputados, vamos a presentar a esta H. Asamblea, teniendo nosotros la convicción enteramente sana, que lleva impresa el sello de la más buena fe y que es de verdadera importancia, de verdadera significación para el prestigio de la H. Asamblea y para el prestigio de la Nación entera. El documento que voy a leer y que entraña la iniciativa es el siguiente:"Invítese al Senado para que, de acuerdo con la fracción V del artículo 76 de la Constitución Política, haga la declaración de haber desaparecido todos los Poderes Constitucionales de los Estados, y pida al C. Presidente de la República las ternas a que alude dicha fracción para hacer los nombramientos respectivos de Gobernadores." Nosotros, señores diputados, deseamos que este asunto se trate hoy mismo, inmediatamente, como un asunto de primera necesidad en estos momentos para el país y, por lo tanto, aunque aquí no lo decimos, sí desde luego pedimos respetuosamente a la Asamblea que dispense los trámites relativos para que entre de lleno a plena discusión. ¿Para qué entrar yo en estos momentos a argumentar en favor de esta iniciativa, si tan sólo trato de llevar a la convicción de ustedes, la necesidad de la dispensa de trámites? Inmediatamente que esta H. Asamblea, que de antemano sé, estoy convencido, que va a dispensar los trámites, porque no puede ver en esta iniciativa un ataque como lo verían los verdaderos enemigos de la Revolución o los verdaderos enemigos del Presidente de la República, sino una iniciativa, como antes dije, enteramente sana, enteramente de buena fe, enteramente saludable, y que sólo nuestro espíritu obedece a un movimiento de intensa justicia y que sólo obedecemos a la tendencia razonable de lo justo que tenemos, de encauzar al Gobierno dentro del orden
Constitucional. Para discutir la cuestión que entraña esta iniciativa, yo deseo que sea después, y yo seré el primero que venga a dirigiros la palabra y demostraros la necesidad ingente de ella, después de que se haya permitido la dispensa de trámites. Son cuestiones enteramente interesantes para todo el país. De todas partes de la República, de todos los Estados de la República, los diputados separadamente recibimos quejas perfectamente justificadas de una serie de atropellos, de una serie de violaciones a la ley, que comenten los que hoy son llamados Gobernadores provisionales de los Estados y que no lo son, no son más que individuos que en estos momentos se sientan en el sillón de la Primera Magistratura de un Estado, porque ayer, el hoy dignísimo Presidente de la República Mexicana, investido con el carácter de Primer Jefe, y con facultades extraordinarias, les delegara una representación suya, podemos decir, para que estuvieran al frente de la cuestión administrativa revolucionaria de aquellos Estados; pero que por virtud de haber entrado a un orden verdaderamente constitucional, "ipso facto," de hecho y de pleno derecho, no existen Gobernadores provisionales de la República. Por lo tanto, siendo un asunto de interés, y yo, con la franqueza que tengo siempre y que siempre he de tener, debo decir que ni el Senado de la República, ni el Presidente de la República, han cumplido con su deber; este es un asunto en que al otro día el Ejecutivo o el Presidente de la República debió haberse dirigido al Senado o el Senado en virtud de que el Presidente no se dirigió a ese alto Cuerpo, debió haberse dirigido al Presidente de la República; de manera que ni el Ejecutivo ni el Senado han cumplido con su deber, y estamos violando flagrantemente la disposición contenida en la fracción V del artículo 76. Yo ruego atentamente a los señores diputados que dispensen el trámite a esta iniciativa y después me permita que tengan el gusto de venir a fundamentarla. Es cuestión de interés, señores diputados. (Aplausos).
El C. Secretario Mata: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a la H. Asamblea si se dispensa los trámites solicitados (Voces: ¡Sí, sí!), en la inteligencia de que se necesitan las dos terceras partes de la asistencia para concederlos. (Voces: ¡Todos, todos!) Las personas que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Sí se dispensan los trámites.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Martínez de Escobar.
El C. Martínez de Escobar: Señores diputados: Crean ustedes que siento mi espíritu todo rebosante de júbilo, pues en verdad la Asamblea Nacional se ha compenetrado de las miras y de las tendencias que tenemos nosotros los que firmamos esta iniciativa. Yo, hoy más que nunca, me siento intensamente satisfecho de estar apenas iniciado en las cuestiones de índole política de la República Mexicana, pues seguramente si algún alto personaje, si alguna personalidad, por honorable que fuera, como el licenciado don Jesús Acuña, dignísimo revolucionario de la República Mexicana; el señor licenciado don Rafael Zubaran u otras de estas naturaleza, hubiesen iniciado esta iniciativa, inmediatamente, señores diputados, habría surgido en la mente de muchos individuos la idea de que era una obstrucción al Ejecutivo. ¿Por qué¿ Porque entonces por una asociación de ideas y por una asociación de sentimientos, surgiría la personalidad de estos señores, ayer en las cúspides de Ministerios de Estados, Ministerio de Gobernación o cualquier otro, se diría: En virtud de que ya no son Ministros, cierto despecho, cierto descontento, mueve a estos señores a hacer esa labor y de allí lo exacto del obstruccionismo que se quiere hacer al Ejecutivo. Y nada de eso habrá seguramente en esto, señores diputados, y yo declaro con toda franqueza que ni siquiera saben esos señores que nosotros hemos presentado esta iniciativa. Es, pues, una cuestión espontánea que ha surgido del fondo del alma de todos nosotros, y verdaderamente bien intencionada. Por esto me siento satisfecho, porque no puede existir en ninguno de nosotros la creencia de que queremos obstruccionar al Ejecutivo, que bajo ningún concepto y bajo ningún punto de vista existe entre nosotros esa idea débil y mezquina y que es muy otra nuestra manera de sentir y nuestra manera de pensar. Pero voy a tener el gusto de leer el artículo 76, fracción V. El artículo 76 dice: "Son facultades exclusivas del Senado:....."
Yo declaro que todos vosotros fijéis vuestra atención en este artículo, en esta fracción de artículo, en esta disposición: "Declarar cuando hayan desaparecido todos los Poderes Constitucionales de un Estado, que es llegado el caso de nombrarle un Gobernador provisional, quien convocará a elecciones, conforme a las leyes constitucionales del mismo Estado. El nombramiento de Gobernador se hará por el Senado, a propuesta en terna del Presidente de la República, con aprobación de las dos terceras partes de los miembros presentes, y en los recesos, por la Comisión Permanente, conforme a las mismas leyes. El funcionario así nombrado, no podrá ser electo Gobernador constitucional en las elecciones que se verifiquen en virtud de la convocatoria que el expidiera. Esta disposición regirá siempre que las Constituciones de Estado no prevean el caso."
Estamos dentro de esa disposición, señores diputados, y se nos a olvidado que se cumpla con ella. Indudablemente, desde el momento en que se a desaparecido el Primer Jefe de la Revolución Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, y que a ese Primer Jefe, el voto de la nación toda entera lo ha electo Presidente de la República, aunque es verdad que físicamente el Primer Jefe de la Revolución es el Presidente de la República, es don Venustiano Carranza físicamente el mismo, pero legalmente, políticamente, constitucionalmente es otra figura muy distinta de la del Primer Jefe de la Revolución Constitucionalista; el Primer Jefe a desaparecido y ha surgido, substituyendo al Primer Jefe, el Presidente de la República; es otra personalidad enteramente distinta, y si, pues, el Primer Jefe de la Revolución Constitucionalista ha nombrado a los Gobernadores, no es propiamente la palabra Gobernador la que debe de usarse, puesto que es un delegado especial del Primer Jefe, de ese Primer Jefe dentro de aquella Entidad Federativa, y si ya ha desaparecido la causa, tiene que desaparecer el efecto, señores diputados; si ya ha desaparecido
el Primer Jefe de la Revolución Constitucionalista, indudablemente que han desaparecido de pleno derecho, han desaparecido constitucionalmente, aquellos llamados Gobernadores de los Estados de la República. De manera que esos Gobernadores provisionales constitucionales no existen, y el Ejecutivo de los Estados está en perfecta acefalía, no hay Gobernadores de los Estados; entonces es el Presidente de la República quien debe dirigir una terna al Senado, para que el Senado, de esa terna, elija al que deba regir aquel Estado, y y convocar dentro del tiempo moralmente necesario, a elecciones, para que constitucionalmente se organicen estas Entidades Federativas. Como el Senado, hasta hoy, no ha cumplido, por olvido, por lo que ustedes quieran, y el Presidente de la República tampoco se ha dirigido al Senado, nosotros, no con el carácter de hacer una excitativa, porque las excitativas parece que obedecen a un llamamiento que tiene cierto carácter de hegemonía, una intención de recordarle, de decirle al otro Poder; "No has cumplido con tu deber," no, sino para decirle que estamos violando flagrantemente la Constitución y que debe el Senado dirigirse atentamente al Ejecutivo para que el Ejecutivo, en ternas, proponga a los Gobernadores de los Estados, y es tanto más necesario, cuanto que el momento político por el cual estamos atravesando, es verdaderamente gravísimo, es verdaderamente delicado. ¿Quién no sabe, señores diputados, el montón, el sinnúmero de quejas que a cada momento se reciben de los Estados en que va a haber elecciones para constituir los Poderes Constitucionales? Y se me dirá: esas quejas subsistirán a pesar de todo, porque nada se hace por los saltos en la naturaleza, porque las revoluciones, aunque sean movimientos específicos del género evolución, no es posible que traigan este presentimiento perfectamente completo, en que cada uno tenga la conciencia de ejercitar un derecho, una esencia íntima de cumplir también con una obligación. Es verdad esto y no desaparecerán esas quejas; pero sí se van a atenuar. ¿Por qué? Porque ya esos individuos que van a manejar las Entidades Federativas, que van a convocar a elecciones, no llevan ese nombramiento de una persona, lo llevan o de una agrupación, o de una Asamblea, o de un cuerpo que constituye lo que se llama la Cámara de la República, el Senado, en relación amistosa, en relación afectuosa, en íntima relación con lo que constituye el poder Ejecutivo de la Nación. En todas partes, ya en Veracruz, ya en Colima, ya en San Luis Potosí, ya en Tabasco, etc., existen verdaderas violaciones intensas a la ley constitucional, a la Carta Fundamental de la República, a la suprema Carta Magna, a aquella que debía ser la base fundamental, la idea - fuerza, la idea intensa, el alma máter de nuestras instituciones republicanas. Esta es una verdad. Hoy en la mañana recibí yo un telegrama de una persona que yo conozco, y que me voy a permitir leer. Dice así: "Señor diputado Rafael Martínez de Escobar.- México.
"Por ser Presidente propaganda gavirista, he sido internado cárcel Allende, privándome así derechos Constitución 1917 me otorga. Ruégole dar cuenta este mensaje a la Cámara, efecto no se violen en mi persona las garantías que la citada Carta Magna me otorga. Salúdolo afectuosamente.- Ricardo Argudín."
El C. Aguirre Escobar, interrumpiendo: ¿De dónde es el telegrama?
El C. Martínez de Escobar: De Veracruz. Hace algunos días yo recibí un telegrama firmado por ocho o diez tabasqueños, en que me manifiestan que en el Estado de Tabasco no hay garantías de ninguna especie, porque los llamados encargados del Poder Ejecutivo de aquella Entidad -y así pasa en Colima, cómo tendràn ustedes oportunidad de escucharlo de labios de algunos diputados de aquella región - (Voces: ¡En todas partes! ¡En todas partes) A los individuos que hacen política para organizar los Poderes de esos Estados y que no son los candidatos de los llamados Gobernadores o de los individuos que forman ese Gobierno, no dan garantías de ninguna especie; no las dan a los hombres que estàn haciendo labor política y que creen tener las garantías más claras en la Constitución de la República Mexicana. Recibí un telegrama en que todos los individuos que están formando clubes o quieren salir a las Municipalidades para hacer labor política, para organizar la Cámara local de aquel Estado o para elegir Gobernador de esa entidad, son inmediatamente aprehendidos, son inmediatamente vulnerables en sus intereses, en sus propiedades , en sus familias y hasta en su honra; en fin, una falta de garantías completa y absoluta.
Las cárceles están repletas ahora de individuos que no comulgan con las ideas de los llamados Gobernadores de Estado, y muy especialmente en Tabasco. Existe aquí una carta que para qué la voy a leer; está dirigida al señor Ramírez Garrido por un conjunto de tabasqueños, en la que le dicen, sencillamente, que son objeto de estas intrigas y de estos atropellos; en el fondo, esta carta contiene la misma idea del telegrama de que he hecho mención; es, pues, indispensable, es, pues, necesario que esta Asamblea se dirija en los términos de la iniciativa a que he aludido, al Senado, para que atentamente solicite del Ejecutivo la terna relativa, señores diputados ; de esta manera en mucho se van a atenuar los atropellos de que están siendo víctimas todos los individuos que concientemente intentan ejercer sus derechos políticos, concientes de las obligaciones correlativas que tienen esos derechos. Y es una cosa curiosa, pero debo decir antes que, para que ustedes no vayan a imaginarse, no vayan a pensar por un momento que intereses raquíticos de localismo mueven al que habla al venir a presentar y a fundar esta iniciativa; Tabasco, señores diputados, es uno de los Estados que, teniendo en consideración su extensión territorial, teniendo en consideración su población, teniendo en consideración su estado mental, teniendo en consideración su estado cultural, teniendo en consideración su civilización, es uno de los Estados que ha dado mayor contingencia a la Revolución Constitucionalista. Del Estado de Tabasco, a las órdenes de Aguirre, del general Aguirre Colorado, y de Pedro C. Colorado y de Green, de Sosa, etc., han salido más de diez mil
soldados que han peleado en Yucatán, México, Morelos o Tamaulipas; son soldados que, al mando de sus generales, han hecho una verdadera labor revolucionaria, y, sin embargo, ese Estado verdaderamente se siente desorientado, casi desesperanzado de la Revolución Constitucionalista, porque ha tenido la desgracia, la desgracia, señores diputados, de que, por un largo espacio de tiempo, sus gobernantes no hayan sabido interpretar sus necesidades, y aunque hayan sido hombres que tomaron el fusil, hombres que se fueron al campo de batalla, al campo del combate, una vez que han venido de primeros jefes del Ejecutivo de ese Estado, han vulnerado profundamente aquellos ideales que proclamaron con el fusil en la mano; es decir, aquellos hombres que lucharon en el campo de batalla, que lucharon contra Huerta, han sido perfectamente reaccionarios en el campo de las ideas políticas y de las ideas sociales; han venido levantando valladares, murallas y obstáculos para que esos ideales, esos problemas de la Revolución no lleguen a ser, no lleguen a condensarse en una realidad, no lleguen a cristalizarse en una efectividad práctica; por ejemplo, el actual Gobernador, señores diputados, es indudable que estuvo con las armas en la mano allá en el Estado de Tabasco, que sí combatió, que sí lanzó muchas balas y perforó muchos corazones y muchos pechos reaccionarios; sí, es verdad que experimentó los tormentos, las angustias, las dificultades y las tristezas que trae consigo un movimiento revolucionario en el campo de la batalla, en el campo armado; pero es un hombre que no hace más que entrar a la ciudad y, como por encanto mágico, aquel hombre, como si no hubiese obedecido a una causa consciente, revolucionaria, como si no hubiese obedecido a un deseo de modificar grandes vicios y grandes máculas de aquel Estado, llega al poder y es más reaccionario que el mismo don Victoriano Huerta, que le mismo Yarza, que fue Gobernador de aquel Estado. Llegó allá e inmediatamente se rodeó de todos aquellos individuos reaccionarios a quienes él estuvo combatiendo. Este es un fenómeno de sociología política verdaderamente extraño y que solamente los que tienen conciencia íntima de los que son los revolucionarios y de los móviles que pueden impulsar a un hombre a una Revolución, pueden explicarse. Llega allá y todos los elementos reaccionarios le rodean, y luego deja de ser Gobernador provisional, para venir aquí a arrastrarse ante el Ejecutivo de la Unión, y para saciar sus deseos de mando y sus deseos de gobernar, deja allá a uno de los más reaccionarios también, a quién él mismo ayer combatiera con las armas en la mano. Esta es la verdad; de manera que entonces los revolucionarios se encuentran en esta actitud: ¿Qué hacemos? No tenemos garantías en nuestra vida, en nuestra honra, en nuestras propiedades, en nuestra libertad; no podemos hacer uso del derecho más sagrado, del derecho más sacrosanto, del derecho más supremo, que es el derecho político; no tenemos derechos, porque por medio de la violencia nos arrancan esos derechos que están dentro de nuestra conciencia; nos los arrancan metiéndonos a la cárcel; y como esos hombres que han seguido a la Revolución pertenecen no a las clases acomodadas, no a las clases aristocráticas, no a las clases capitalistas, sino a la clase media social, que ayer no podía ni siquiera alzar la voz, porque sobre ella caían aquellas palabras: "Vosotros nacísteis para obedecer y callar y nunca para ejercitar derechos de ninguna especie." Esos hombres, esos hombres tiemblan, se espantan, porque son hombres pobres y no pueden ejercitar esos derechos. Es necesario que hoy que está constituída la Asamblea Nacional se ponga un remedio a esas dificultades, que es natural que produjeran desesperación y desilusionaran a aquellos hombres que de buena fe se han lanzado a la lid revolucionaria. Es necesario que el Senado de la República tenga conciencia de que debe cumplir con uno de los deberes y obligaciones que le impone la fracción V del artículo 76 y que el Presidente de la República también lo comprenda y se nombre un Gobernador en la forma en que la misma Constitución dice y no viniendo a arrastrarse en las antesalas de un Presidente de la República, para obtener ese favor. No es tiempo de que así se haga. Yo, al venir aquí, más bien hablo por otros Estados, que por el mismo a que pertenezco, pues debo decir con toda honradez y con toda sinceridad, que hace algunos días que el señor Aguirre Colorado, el que habla, el señor Cámara y algunos senadores por el Estado de Tabasco, nos hemos dirigido al Presidente de la República, y esta personalidad, con toda atención, con toda corrección, con todo afecto, nos ha manifestado que teníamos razón nosotros en exponer esas quejas, y que desde luego procedería a poner el remedio y que, si además, los individuos pertenecientes a un bando, es decir, al bando reaccionario, el bando retrógrado, al que predica el obscurantismo para las clases de aquella Entidad Federativa, que son los individuos que rigen al llamado Ejecutivo del Estado, y que si nosotros los revolucionarios radicales no podíamos fusionarlos en una idea, en una persona, para mandarla de Gobernador allá, él procedería a nombrar un Gobernador extraño al Estado de Tabasco; nos ofreció, dándonos su palabra de honor, que procuraría poner un remedio a esa difícil situación; de manera que, confieso que en estos momentos esto que yo he asentado, no lo he hecho herido por un sentimiento localista, no, esto es en toda la República; ya han venido a contarnos la serie de atropellos, de asesinatos, de violaciones a la ley que cometen esos individuos que no conocen sus derechos y sus deberes son solamente la delegación política de un hombre que es el Jefe de la Revolución; seguramente que el Jefe de la Revolución ni lo sabe, o si lo sabe, pues los hombres que deben protestar, los hombres que deben venir a ajustar en rebeldía, porque ya debemos saber que si las imposiciones existen, si las consignas son una verdad, se debe a que los gobernadores, los hombres que no están en las altas esferas públicas oficiales, se debe a que ellos dejan que esta consigna impere, que esa imposición sea un hecho; cuando los gobernados tienen conciencia de sus derechos y de sus deberes, deben protestar enérgicamente ante sus gobernantes, y cuando el gobernante es honrado, es digno, indudablemente que tiene que obedecer a aquellos individuos a quienes representa y evitar que sea la consigna una verdad en aquel medio, porque si no,
todos saben que es un derecho de los pueblos la rebelión, cuando los gobernantes no saben cumplir con sus deberes. Pero no es el caso actual. Ya sabemos que nuestro actual gobernante fue el primero en rebelarse cuando los que estaban en las altas esferas no supieron cumplir con sus obligaciones. Pues bien, ahora los que tenemos la representación del país, debemos ser los primeros en decir: queremos que se cumpla aquí con la ley, queremos que todos puedan hacer libremente el ejercicio de su derecho político y pedimos que se cumpla con esa disposición para que ya la consigna desaparezca, para que el atropello no sea un hecho, para que los gobernantes y gobernados estén en estrecha relación, en una relación de coexistencia, en una relación, señores diputados, en que haya un mismo corazón, una misma aspiración, y una misma tendencia; que no haya un abismo entre gobernantes y gobernados y para que ese abismo desaparezca es necesario que los gobernados sepan decirle a sus gobernantes: En este momento no has cumplido con tu deber. En el caso actual; en este momento ni el Poder Ejecutivo principalmente, ni el Senado, han cumplido con su deber ¿por qué? porque temen a la prensa, a esa prensa mil veces malvada que nunca dice la verdad, porque temen que esa prensa vaya a oscurecer sus personalidades y que mañana, en las columnas de ella, no aparezcan sus discursos tal como los pronunciaron, sino poniéndoles en ridículo; por eso no se atreven a decir las verdades. El Senado tiene hombres que saben cumplir con su deber y sin embargo el Senado ha permanecido mudo. ¿Por qué? Porque la prensa, como una montaña inmensa, ha tratado de presentarlos como enemigos del Presidente de la República, sin que esto sea verdad. Yo nunca he tenido elevados puestos políticos, ni los deseo, para mí el puesto más grato es el de diputado para poder decir la verdad interpretando las sentimientos y las necesidades de mis mandantes y por lo mismo esta Asamblea debe admitir esta iniciativa para que ya no haya más atropellos, para que ya no haya más consignas, para que los gobernados ejerciten sus derechos y los gobernantes tengan la obligación de cumplir con ellos, porque si no los cumplen, la respuesta se las dejo a ustedes, señores diputados. (Aplausos)
El C. Mariel: Para interpelación al señor Martínez de Escobar.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Mariel: No hay mala fe en mi interrogación. Yo me adhiero a su proposición, nada mas hay que ver en la situación en que van a quedar el Senado y el Ejecutivo en relación a las elecciones ya verificadas, sin obedecer el precepto constitucional. Si ustedes, fundándose en las razones que han alegado para presentar esta proposición, al instaurarse la Suprema Corte de Justicia, ¿Van a pedir que se decrete la nulidad en las elecciones verificadas ya en algunos Estados?
El C. Martínez de Escobar: No, señor. Nosotros en este momento nada más nos concretamos a todos aquellos individuos que están desempeñando malamente el cargo de Gobernadores provisionales, sin que tengan ese carácter y queremos asegurar la libertad de elecciones y la libertad política en todos esos Estados. ¿En qué forma? Esto debió haberse hecho desde el primer día que tuvimos nosotros actuación parlamentaria, pero ya no lo hicimos así, pues el mal debemos remediarlo a medias siquiera, en aquellos Estados en que no se a convocado a elecciones. Está contestada la interpelación.
El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Castro.
El C. Castro: Señores diputados: Yo no estoy en perfecto acuerdo con las ideas manifestadas por el señor Martínez de Escobar. Todos los diputados sabemos perfectamente los grandes atropellos que se están cometiendo por los Gobernadores provisionales que existen en los diferentes Estados y sería una magnífica medida, sólo que no podemos hacerla y esto por una razón muy sencilla. Dice el artículo 67 constitucional: "El Ejecutivo no puede convocar a una sola de las Cámaras a sesiones extraordinarias cuando se trate de asuntos exclusivos de ella." (Voces: ¡Claro!) El artículo 6o. transitorio dice: "El Congreso de la Unión tendrá un período extraordinario de sesiones que comenzará el 15 de Abril de 1917, para erigirse en Colegio Electoral, hacer el cómputo de votos y calificar las elecciones de Presidente de la República, haciendo la declaratoria respectiva; y además, para expedir la ley Orgánica de los Tribunales de Circuito y de Distrito y la Ley Orgánica de los Tribunales del Distrito Federal y Territorios, a fin de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación haga inmediatamente los nombramientos de magistrados de Circuito y jueces de Distrito, y el mismo Congreso de la Unión las elecciones de magistrados, jueces de primera instancia del Distrito Federal y Territorios; expedirá también todas las leyes que consultare el Poder Ejecutivo de la Nación. Los magistrados de Circuito y los jueces de Distrito y los magistrados y jueces del Distrito Federal y Territorios, deberán tomar posesión de su cargo antes del 1o. de julio de 1917, cesando entonces los que hubiesen sido nombrados por el actual Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación. "Bien. Pregunto a los señores diputados que me hacen esa objeción si estamos en un período extraordinario de sesiones y no se limita sólo a leyes como ustedes dicen, sino puede tratarse en ese período de sesiones extraordinarias más que lo que expresa el artículo 6o. transitorio.
- El C. Martínez de Escobar:¿Me permite que le haga una interpelación muy sencilla?
El C. Presidente: tiene usted la palabra.
El C. Martínez de Escobar: Aquí he escuchado algo que voy a decir. Creo, señor diputado, que si quiere usted tomar al pie de la letra esa disposición llega al absurdo. ¿Cree, señor diputado, que no teníamos facultad de nombrar al Contador Mayor de Hacienda? Si queremos interpretar así ese artículo al pie de la letra, indudablemente que no; de manera que debemos darle una interpretación racional a esa disposición.
El C. Castro: Será muy justa su interpretación, pero la ley es la ley y no podemos alterarla. Sin embargo, en este caso soy el primero en conocer la necesidad de que se tome esa medida por el Congreso, pero no la podemos tomar.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Salvador Saucedo.
- El C. Saucedo pasa a la tribuna y pide a la Secretaría dé lectura a un mensaje que presenta.
El C. Secretario Mata: "Colima, 20 de Mayo de 1917.
"Presidente Cámara de Diputados.
"Oficio dirigido hoy Cámara por Centro Democrático Liberal fue recogido por autoridades militares.- Presidente del Centro.- Salvador V. Rubalcava."
"Hago mío el presente telegrama. - Salvador Saucedo." (Rúbrica)
El C. Saucedo: Señores diputados: Yo habría faltado a mi deber si no hubiera hecho mía la iniciativa presentada por algunos compañeros, porque es tendente a poner un "Hasta aquí" a los desmanes de los Gobernadores militares que están cometiendo toda clase de atentados en los Estados con motivo de las elecciones para Gobernadores. En el Estado de Colima se han cometido asesinatos y fusilamientos; las cárceles están llenas de partidarios de los candidatos adversarios al oficial y esto no es posible que continúe así, señores diputados. En Colima, el general Juan José Ríos está abusando hasta más no poder; sin embargo, no hay quién le llame la atención.
El C. Presidente de la República, por màs deseos que tenga de poner un límite a ese mal, no es posible que esté al corriente de todos los hechos que está cometiendo a diario ese mal gobernante... (Voces: ¡Debe estar! ¡Debe estar¿) El último atentado de Juan José Ríos es el siguiente: Venía un enviado de los clubs políticos portando un memorial para el Presidente de la República y para las Cámaras de la Unión, en el que pedían la remoción del Gobernador militar por los atentados que ahí denunciaban, y, además, pedían el aplazamiento de las elecciones. El enviado, como ustedes verán, fue aprehendido en Colima al tomar el tren, le fueron recogidos los documentos y no es difícil que hasta haya sido fusilado por el general Ríos, que es un hombre capaz de todo. Yo no vengo a hablar de memoria, señores diputados, ya traigo cargos concretos contra ese mal gobernante que tanto ha espoleado a mi pueblo, y que durante sus tres años de desgobierno sólo ha cometido atentados y rapacidades. ¿Y es posible que estando en un período constitucional pasemos por esto? Por eso yo reclamo de esta Asamblea su ayuda para poner un hasta aquí a esos desmanes y desde ahora protesto contra los atentados de ese gobernante. Hace tres días acaban de ser fusiladas dos personas de allá no sé por qué motivo; el hecho es que fueron fusiladas. Cualesquiera que sea el delito, no debía haberse fusilado a esos hombres, porque hay en la Constitución un artículo que garantiza la vida de todos los ciudadanos, y, sin embargo, se ha pasado sobre él, porque el general Juan José Ríos siempre ha hecho un escarnio de la justicia y un harapo de la ley. En Colima han sido clausurados los periódicos que hacían labor de oposición al candidato oficial. El general Juan José Ríos se propone apoyar al ex- felicista Miguel Alvarez García, candidato perfectamente impopular, desde el momento en que es oficial; los candidatos no tienen garantías en el Estado, las cosas de los candidatos han sido balaceadas por la noche por tropas del general Ríos, los jefes de los batallones acompañan al candidato oficial en sus jiras de propaganda, llevan consigo las bandas militares y escoltas y los oficiales de los batallones del general Ríos pronuncian discursos en favor de ese candidato e injurian a los candidatos adversarios. Esta es la desastrosa situación de Colima, señores diputados. Yo iba a presentar ante esta Asamblea una acusación tremenda contra ese gobernante, pero he desistido, porque el C. Presidente de la República ha tomado cartas en el asunto y espero que me hará justicia; si no lo hace así, entonces vendré ante esta Representación Nacional a hacer valer los derechos de sesenta mil habitantes que represento en esta Asamblea. Yo ruego a los señores diputados que apoyen la iniciativa presentada por el señor Martínez Escobar, porque es la única barrera que se puede poner a las demasías de los gobernantes despóticos de los Estados; no es solamente Colima, es en casi toda la república, no es un echo local, es un echo general, podría citar aquí varios casos. Ruego al señor diputado por Tamaulipas me diga qué ocurre en su Estado.
El C. Chapa: ¿Me permite, señor Presidente?
- El señor Presidente: Tiene la palabra.
El C. Chapa: En efecto, señores diputados, el Estado de Tamaulipas pasa por un período de tristeza y de vergüenza bajo el Gobierno del ex- huertista general Ozuna; hay muchos militares aquí que conocen a Ozuna, fue un huertista que se unió después a las fuerzas constitucionalistas, estuvo siete meses como Jefe político en la Baja California, y hoy quiere imponer una autoridad arbitraria en el Estado de Tamaulipas; ha estado últimamente removiendo a los presidentes municipales electos legalmente por el pueblo y otorgando concesiones a diestra. Acabo de recibir unas cartas de Tampico en donde se me dice que el Gobernador Ozuna ha otorgado la concesión para los teléfonos a un extranjero, a un alemán, siendo que el Presidente Municipal se había negado hasta ahora a dar concesiones de esa naturaleza; decía que daba permiso para que cualquiera compañía pusiese su línea telefónica, pero no una concesión porfiriana. Podría decir mucho sobre el estado de cosas en Tamaulipas para adherirme a la moción presentada por el licenciado Martínez de Escobar. Yo creo también que el senado debería nombrar a los gobernadores propuestos en terna por el Ejecutivo.
El C. Saucedo: Señores diputados... - El C. Chapa, interrumpiendo: Para una rectificación. Me refiero al general Gregorio Ozuna, porque hay otro general Ozuna que siempre ha estado con nosotros. - El C. Saucedo, continuando: Señores diputados: Hay un echo más que había olvidado: los presidentes municipales electos por el pueblo, me refiero a los de Tecomán y Coyumatlán, dos municipalidades de mi estado, están en la cárcel, señores diputados, porque no se han prestado a la imposición que pretende hacer en Colima el general Ríos. Nadie podría poner en duda mis palabras, porque el general Ríos siempre ha obrado así, siempre ha burlado la voluntad del pueblo. Cuando yo salí electo diputado al Congreso Constituyente, el general Ríos impuso a su Secretario de Gobierno, Francisco Ramírez Villarreal, que usurpó
mi curul. Y sabed, señores diputados, que habiendo resultado yo electo, a mi se me aprehendió por una escolta en mi casa y se me mandó a la penitenciaría de Jalisco, en donde el general Diéguez me alojó comedidamente, y allí estaría, si no hubiera sido por el hoy Presidente de la República, que ordenó que fuera puesto inmediatamente en libertad. Así es el general Ríos. ¿Es posible que preste garantías un individuo de esos antecedentes, que siempre ha obrado así, que siempre le ha importado muy poco la opinión pública, que ha despreciado a mi pueblo, que ha injuriado a la sociedad colimense y que no le significa nada que todo el mundo le odie y lo desprecie? Para pintar la talla moral del general Ríos, voy a referirles un hecho: hizo firmar a su esposa una carta asquerosa en la que lo menos que decía a las damas de Colima era "marimachos," y a los colimenses "cornudos." Esa carta la hizo firmar a su esposa, y, además, él escribe en el periódico que apoya al felicista Miguel Alvarez García, bajo el pseudónimo del "Capitán Centellas," elogios para el candidato Alvarez García e injurias para los candidatos que se han enfrentado con el oficial. Este es el general Ríos. Yo espero que ustedes me ayuden a poner un hasta aquí; ya pedi justicia al Presidente de la República, pero que me escuchará. El presidente de la República está ya al corriente de estos acontecimientos y creo que si no pone remedio, será ya a conciencia, porque no puedo creer que el Presidente de la República si estuviera enterado de lo que ha pasado allá, sostuviera al general Ríos. Hace poco, señores diputados que el general Ríos presentó su dimisión en estos términos: "Habiendo alguna animosidad recíproca entre los diversos partidarios de las cuatro candidaturas que han surgido aquí para los Poderes del Estado y estando el subscrito en posesión de datos sobre que varios representantes de unos de los contendientes hácenme cargos de parcialidad en la presente contienda electoral, en propia defensa de mi decoro como gobernante y soldado demócrata, y para que los poco escrupulosos representantes de esos partidos contendientes no quedan explotar la buena fe del pueblo en ese sentido, orillándolo a una desorientación política, que hasta hoy no había tenido, y sembrando, por lo tanto, la desconfianza consiguiente hacia los hombres de la Revolución, he creído de mi deber presentar ante usted, como lo hago, por medio de estas líneas, mi formal renuncia como Gobernador y comandante militar del Estado, y suplico a usted en la misma forma respetuosa, me permita establecer la matriz de la brigada a mis órdenes, en algún punto fuera del Estado, donde no haya la más leve sospecha de que ejercí presión moral en las presentes -elecciones en favor de tal o cual candidato, y para que el pueblo, al elegir sus mandatarios se atenga a su propio criterio y no el que le quieran imprimir los que de mala fe pretenden sorprenderlo, haciendo pasar como oficial tal o cual candidatura. Suplicando a usted, C. Presidente, tenga por presentada mi renuncia en eta forma, le reitero una vez más mis protestas de lealtad y adhesión.
"Respetuosamente, el Gobernador y Comandante militar del Estado, general de brigada Juan José Ríos." (Rúbrica.)
El Presidente de la República, que quizá ignora y cree de buena fe esta renuncia, le ha contestado con fecha 9 lo siguiente: "Impuesto el C. Presidente de la República, de su atento mensaje del día 2, en el que presenta su renuncia como Gobernador y Comandante Militar del Estado, se sirvió acordar, diga a usted, como me honro de hacerlo, que no es de aceptarse la mencionada renuncia, por que las razones en que la funda, no las estima suficientes para ello, pues las insinuaciones y maniobras a que usted alude, son consecuencia ordinaria de las luchas electorales o alteran la confianza que usted le merece.
"Asimismo, encárgame el señor Presidente, manifieste a usted, que aprecia debidamente los patrióticos móviles que le impulsaron a presentar su renuncia, pero que tiene absoluta confianza en sugestión imparcial, y en que presta y seguirá prestando garantías a todos los ciudadanos, en la cual contienda electoral. Reitero a usted mi distinguida consideración.- El Subsecretario de Estado, Encargado del despacho de gobernación, Aguirre Berlanga."
"Secretaría de guerra. Mayo 5 de 1917.
"General J. J. Ríos. número 127.
"Su mensaje transcribiéndome el que dirige usted al Presidente de la República.- Por acuerdo del mismo, no es de aceptarse su renuncia como Comandante Militar de ese Estado, debiendo continuar con carácter que desempeña. Afectuosamente, general Secretario, J. A. Castro."
Véis, señores diputados, que le ratifica la confianza el Presidente de la República; no creo que sea con pleno conocimiento de lo que está haciendo, creo que es con absoluto desconocimiento de los hechos como lo reitera la confianza. El general Ríos está apoyado por el Secretario del Interior, que es muy amigo de él, hay motivos por los cuales uno a otro tienen que sostenerse. Yo me permito decir aquí muy alto, que si mañana no cae Juan José Ríos, es porque el Secretario del Interior se propone sostenerlo ahí.
- El C. Presidente Tiene la palabra el C. Vadillo.
El C. Sáenz Aarón: Pido la palabra para una aclaración. Pido la palabra para rectificar unos hechos solamente.
El C. Presidente: la había pedido antes el C. Vadillo.
El C. Vadillo: Señores diputados: Soy firmante de la iniciativa que leyó y comentó brillantemente el C. Martínez de Escobar, y a pesar de eso pedí la palabra en contra, porque el discurso del C. Saucedo parece ser también en apoyo de la propia iniciativa, y si yo subscribiese con mi silencio las razones de apoyo que de este C. diputado, me haría solidario de las acusaciones violentas y sumamente graves que acaba de lanzar a plena faz de la República el C. Saucedo en contra del señor general Ríos, Gobernador provisional del Estado de Colima. Es esta la razón, señores diputados, por la cual ruego a ustedes que, sin juzgar mis palabras como una retractación de la firma que he puesto en la iniciativa presentada por el C. Martínez de Escobar, me oigáis sin embargo en contra de los razonamientos del C. Saucedo, porque no estoy de acuerdo con ellos como razón para apoyar la
iniciativa que hemos presentado otros diputados. Yo creo, señores diputados, que en lo sucesivo muy frecuentemente vamos a tener en esta cámara el eco violento de las luchas electorales en todo el país. El despertar democrático de la Nación trae como consecuencia natural esa virulencia en la lucha política, que se ha de manifestar vigorosamente en todas partes. La Cámara de representantes va a ser entonces el punto de apoyo forzoso sobre el cual el bimbalete de las ambiciones o de los intereses políticos contrarios ha de luchar vigorosamente, y por eso es preciso una gran dosis de ecuanimidad y desde luego de buen juicio para poder discernir lo que es la pasión política, lo que es el interés revolucionario propiamente hablado y lo que es desde luego la justicia general. Yo estoy asombrado, señores diputados, de la virulencia con que el señor Saucedo ataca al señor general Ríos, sin aducir para ello pruebas de ninguna especie acerca de los asesinatos, de los atropellos y encarcelamientos y en general de las vejaciones de que se queja a nombre de los ciudadanos de Colima. Yo que no soy colimense de origen, pero que soy colimense de cariño a aquella tierra, tengo que prestar violenta y enérgicamente contra esos cargos que se le hacen a uno de los generales constitucionalistas más ameritados en la labor que acaba de pasar. El señor general Ríos tiene por antecedentes el haber consumido su juventud en las mazmorras de San Juan de Ulúa y un hombre que pasó seis años allá, cuando la Revolución tuvo que significarse por el sacrificio de sus principales hombres, éste que meditó largos años en la obscuridad de las tinajas de San Juan de Ulúa, en la necesidad de renovar a la República, no puede ser y no es autor de esa violación al principio esencial de la Revolución. Quisiera tener en mis manos, señores diputados, un periódico publicado por el señor Saucedo en Colima, en donde él dijo expresa y claramente que el señor general Ríos había dado todo género de garantías en una de las luchas democráticas a que él asistió como concurrente a los comicios y después afirmó que si todo lo que sufría Colima fuera debido al general Ríos, los colimenses debían estar enteramente satisfechos, porque el general Ríos era un hombre honrado. Esto lo ha dicho muy frecuentemente.
- El C. Saucedo, interrumpiendo:....(El C. Saucedo pronunció desde su asiento una palabra, que parece haber sido: "Falso." No se dejó escuchar bien.)
El C. Vadillo, continuando: No crea el señor Saucedo que voy a atender a sus interrupciones. La tribuna no tiene más que siete escalones perfectamente alfombrados, que una mujer en cinta podría subir facilidad. (Risas y aplausos.) No tengo ese periódico en mis manos, señores diputados, como tuve desgraciadamente cuando hice yo algunas inculpaciones ciertas al señor Saucedo, los periódicos en que habló en contra de la Casa del Obrero allá, cargos que él negó con la misma tranquilidad con que hoy ha venido a hacer cargos que no están probados en contra del señor general Ríos; pero yo, señores voy a hacer en presencia de ustedes, porque esto sí es esencial, una sintética revisión de la lucha política actual en Colima, a fin de que todos los hombres honrados que hay aquí sepan formar su criterio antes de fallar en contra de uno de nuestros más leales revolucionarios al presente. En Colima, señores se disputan el Gobierno del Estado tres candidatos.....
- El Presidente, interrumpiendo con la campanilla: La Presidencia llama la atención al orador sobre que éste no es un asunto a discusión. (Voces: ¡Que hable, que hable!)
El C. Vadillo, continuando: Señores, el asunto a discusión es esencialmente político, de la política de los Estados; se ha tratado de la política del Estado de Colima y estoy seguramente dentro de mi derecho y dentro de la lógica de la oratoria para hablar de la política de un Estado, si bien lo voy a hacer brevemente. Hay tres candidatos: el primero es el candidato francamente clerical - no voy a citar nombres para que no se diga que desde esta tribuna quiero hacer propaganda electoral, porque no tengo interés positivamente electoral en hacer campaña desde aquí, aunque la tenga, como todo ciudadano, para hacerla en cualquier otro lugar -. Uno de los candidatos es francamente clerical, nombres de sacerdotes suena en la propaganda y es un hecho que en el antiguo partido católico que en Colima, como en todas las provincias, tuvo una energía notable, se ha afiliado otra vez bajo la bandera de los revolucionarios, cubriéndose con la careta de la reforma actual, y lucha otra vez en los comicios con su candidato a la cabeza. El candidato número dos es el candidato de los liberales moderados: este tiene a su favor algunos elementos del Estado, y finalmente hay uno de los liberales radicales, que es de los que luchan en la contienda también. Al general Ríos, cuando se trató de la campaña para diputados, se le volvió a hacer la inculpación de que trataba de imponer un candidato, y entonces públicamente en grandes cartelones hizo fijar su decisión absoluta de que él no apoyaba, ni podía apoyar absolutamente a a candidato alguno y fue entonces cuando cayó del Gobierno el Secretario a quien se le imputaba cierto interés electoral. El ciudadano Ríos siempre que ha habido oportunidad en este sentido, lo ha manifestado de ese manera, y su conducta ha sido de tal manera irreprochable que los que hemos estado cerca de él en su gestión durante años, jamás le hemos oído una palabra tendente a inclinar la opinión nuestra en favor de determinado individuo; la prueba es, señores diputados, que en las elecciones pasadas para diputados, en las cuales resultó electo, -si bien con grandes irregularidades- el C. Saucedo, entonces jamás se nos dijo a quienes organizamos la campaña electoral de Colima, cuál era el hombre de las inclinaciones gubernativas; lo hicimos bien o mal, ganamos en general todos los candidatos y, sin embargo, el general Ríos jamás dió una palabra en ese sentido. En general muchos ciudadanos diputados aquí presentes reconocen al señor general Ríos como un hombre honrado, y si bien es cierto que hoy sale su nombre mezclado en crímenes fabulosos, tenemos derecho todos los que lo conocemos y los que no lo conocen con más razón, a poner un hasta aquí a esta inculpación mientras no exista la prueba contundente. Me parece que este tribunal de la República, tribunal político en estos momentos, no tiene la importancia baladí de un coro de comadres a las cuales
se les puede ir a decir un chisme en la mañana del domingo; necesitamos las pruebas, mientras no haya esas pruebas no tenemos el derecho de dar asentimiento a inculpaciones de ninguna naturaleza, mucho menos a inculpaciones tan graves contra la honradez de un ciudadano, sea quien fuere. Habéis visto hablar de fusilados, de encarcelados, de asesinados y de que el general Ríos es capaz de todo, capaz de todo, hasta de no tener en cuenta inculpaciones de esa naturaleza, de eso es capaz el general Ríos; pero no he visto yo un hombre de persona, un nombre de lugar, un nombre de testigo, un nombre de algo que nos dé a nosotros razones para asentir.
Entonces, señores diputados, la respetabilidad propia de cada individuo consiste en que su carácter en favor de la justicia se manifieste siempre en casos concretos en que es necesario, y ahora en estos momentos, cuando no se nos da una prueba para inculpar a un hombre, no tenemos derecho absolutamente a hacer caso de esta inculpaciones que no son otra cosa, señores, sino un recurso electoral. La lucha en Colima siempre ha asumido caracteres virulentos. Las primeras elecciones libres que hubo Gobernador terminaron mal, con asesinatos efectivamente, con levantamiento popular, con una subversión en tiempo del señor Madero, en contra del que fue candidato electo. El pueblo de Colima es así, en su psicología está la violencia, la imaginación que tienen los pueblos costeños, así manifiesta, así de clara, así de rápida: percepción tan enérgica hace que éstos muchas veces den lugar al atropello y yo llego a creer que si alguna sangre ha corrido en Colima por razones electorales, ésta ha sido tal vez por un conflicto entre los tres candidatos y nunca por una acción oficial; por lo menos no puedo creerlo hasta que no se me demuestre y si algún día se me demuestra, yo que he dado esta mano al señor general Ríos, como su amigo que soy de corazón, con esta mano firmaría yo una acusación en contra de él. Por esto, señores diputados, yo exhorto a que nadie pierda la seguridad ante la seguridad de quienes acusan, sin tener conciencia de lo que den entonces una tregua a este asunto hasta que el C. Saucedo, como es su deber, y yo excito de la República a que lo haga, pruebe que el general Ríos ha cometido esos atropellos de que él se queja.
El C. Saucedo: Pido la palabra para un hecho.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Ríos Juan A.
El C. Saucedo: Para un hecho solamente.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Saucedo: Las pruebas que tengo son los mensajes que me acaban de remitir personas honorables que no pueden mentir; aquí se me citan nombres.
El C. Ruiz Juan A.: Señores diputados: He tomado la palabra, en pro de la proposición que está a discusión en vista de que creo que de esta manera se pondrá un hasta aquí en los Estados y se hará que se deje al pueblo que vote libremente a sus gobernantes. En el Estado de México, señores, donde el domingo pasado acaban de ser las elecciones, se ha visto una de las imposiciones más burdas: la fuerza armada ha hecho que se vote por tal o cual candidato, amenazando a los que votaron por los demás candidatos, con fusilarlos. En prueba de ello desde ese día envié de Lerma, el distrito que yo represento, un telegrama, el cual pido a la Presidencia se sirva ordenar se le de lectura.
El C. Secretario Mata: "México, 21 de mayo de 1917.
"Señor Secretario Cámara de Diputados.
"Pongo conocimiento esa H. Cámara en este distrito respecto a elección Gobernador del Estado ejerce burda imposición fuerza armada y empleados Gobierno del Estado favor candidatura Millán amenazando partidarios candidatura Castro. No dejando pueblo vote libremente.- Diputado Juan A. Ruiz."
El C. Ruiz Juan A.: Este mensaje lo puse en vista de que de todos los Municipios del distrito de Lerma empezaron a llegarme numerosas quejas de la imposición que se estaba haciendo. A ese distrito llegó un oficial con 10 o 15 hombres amenazando con el arma en la mano para se diera el voto a favor del candidato Millán, amenazando a los de la candidatura Castro con penas en caso de que votaran por él. En vista de esto algunos miembros de las casillas electorales y de las oficinas que se encontraban ahí, levantaron el acta en que constan todos los hechos y en que se afirman hasta el nombre de los oficiales en uno o en otro lugar o de los empleados del Gobierno. En la cabecera del distrito de Tenango, apareció como candidato al Congreso local el mismo Secretario Particular del Gobernador Tejeda. Ya es conocida en esta Asamblea la personalidad del general Carlos Tejeda, el que fue desechado del Constituyente en vista de sus antecedentes políticos. Este Gobernador no ha dejado absolutamente al pueblo para que ejerza el sufragio, se le ha amenazado y se le ha hecho cuanto se ha podido para evitar que voten libremente y que siempre la consigan esté pisoteando el voto popular. En ese Estado, no sólo en el distrito que yo represento, pasó todo esto el domingo con motivo de las elecciones. Desde el sábado en la noche la manifestación del candidato Millán en la capital del Estado, en Toluca, hizo un montón de atropellos. El señor diputado Izquierdo, por el 1er. distrito de aquel Estado, puede decir si es exacto o no que esa manifestación se presentó en la botica que él tiene, he hizo pedazos los cristales y hasta los frascos que contenían las medicinas, únicamente porque él era partidario del candidato Castro.
El C. Izquierdo: Con permiso de la Presidencia, voy a contestar. Es exacto lo que dice el señor diputado; no solamente eso, sino que a pesar de haberme quejado a la Inspección General de Policía, dando conocimiento de los atropellos que se habían cometido, el señor Inspector de Policía se redujo exclusivamente a mandar levantar acta; esta acta fue en presencia de cinco testigos que aseguraron que los que atropellaron aquellos lugares eran determinados individuos, dieron los nombres, y sin embargo de eso, el Inspector General de policía no los mandó aprehender.
El C. Ruíz Juan A. continuando: Además, señores diputados, la casa donde vivió el señor general Castro, ha sido también apedreada y todos los cristales han sido hechos pedazos.....
El C. Arrazola, interrumpiendo: ¿Lo han de querer mucho!
El C. Ruíz Juan A., continuando: El señor Arrazola no tiene razón de hablar, desde el momento que es uno de los que han ido a luchar por la candidatura del señor general Millán, y ha insultado por medio de hojas sueltas al señor general Castro.
El C. Arrazola, interrumpiendo: Porque él dió lugar.
El C. Ruíz Juan A. continuando: Así es, señores diputados, que eso creo yo conveniente que debemos apoyar lo que se ha puesto en discusión, porque de esta manera tendremos en todos los Estados, gobernadores que sepan cumplir con su deber y que dejen que el pueblo vote libremente para tener el gobernador que capaz de gobernar los distintos Estados de la República.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Juan de Dios Robledo.
El C. Robledo Juan de Dios: Señores diputados: No vengo a impugnar la proposición hecha por el C. Martínez de Escobar; porque estoy de acuerdo con ella y daré mi voto en favor de esa proposición, porque también para mí es patente la necesidad que hay de corregir la presión que en los Estados ejercen los gobernadores actuales, que en su mayoría tienen intereses creados; pero sí vengo a rectificar hechos asentados por el C. Saucedo en contra del general Ríos, y también, siquiera sea levemente, en contra del general Diéguez. El señor Saucedo, con una audacia muy de él, se ha presentado, nos ha presentado al general Ríos en esta Asamblea como un verdadero latrofaccioso, como un asesino, y el general Ríos, señores, es uno de los revolucionarios más antiguos, es uno de los iniciadores más puros; desde 1906 en Cananea, junto con el general Calderón y el general Diéguez, iniciaron un movimiento revolucionario que fue sofocado.
El C. Plank: Pido la palabra para rectificar un hecho. No estaba el general Ríos en Cananea; el general Diéguez y yo fuimos los que organizamos el movimiento.
El C. Robledo, continuando: El general Ríos estuvo preso en San Juan de Ulúa.
El C. Plank: Pero no fue por esa causa.
El C. Robledo: Estuvo el general Ríos en el presidio junto con el general Diéguez y el general Calderón.
El C. Plank: Fue por un asunto de Zacatecas.
El C. Manrique: Esto es cuestión de lugares, pero el hecho es que estuvo en San Juan de Ulúa.
El C. Robledo: Queda en pie el hecho que desde entonces era ya revolucionario el general Ríos, y que fue al sacrificio y al martirio por la Revolución. El Estado de Colima, donde ha hecho su gestión administrativa el general Ríos, es uno de los Estados más prósperos de la República, es uno de los Estados que están mejor, en el que se ha hecho más efectivo el reparto de tierras y que mejor ha cumplido con las promesas de la Revolución . Por tanto, el C. Saucedo, sólo por odios personales, porque no ha sido grato al general Ríos, porque para ello debe tener razones que no expongo porque no me consta, ha venido a atacar la personalidad del general Ríos de una manera tan cruel y mendaz; dice, ha dicho que el general Diéguez lo alojó comedidamente en la penitenciaría del Estado, haciéndose cómplice de una bajeza; el C. Saucedo miente. (Voces: ¡Sí, hombre, falta a la verdad!)
El C. Presidente: Ruego a usted retire esa palabra.
El C. Robledo: Por respeto a la Asamblea retiro esta palabra, pero sí digo que ha dicho una inexactitud el C. Saucedo. (Voces: ¡Muy bien!)
El C. Saucedo: Para un hecho.
El C. Robledo: El C. Saucedo fue preso por alterador del orden público en 1915, cuando marchaba el general Diéguez a hacer la campaña de Sonora, y por gestiones del general Diéguez se le permitió salir en libertad. El C. Saucedo debía estar agradecido a las gestiones del general Diéguez, que es un hombre verdaderamente liberal, e hizo porque no fuera usted perseguido, señor diputado Saucedo.
El C. Saucedo: Para un hecho, señor Presidente .
El C. Robledo: Después, ya el C. Vadillo le indicó lo fácil que era llegar a esta tribuna para contestar todas esas cosas. Después, cuando el Congreso Constituyente, el C. Saucedo contendió con el señor Ramírez Villarreal por el distrito electoral de Colima para ir a ese Congreso. Obtuvo una abrumadora mayoría de votos el señor Ramírez Villareal y este es asunto que se ventiló en la Cámara donde fue objetada la credencial del señor Ramírez Villareal que salió ilesa, que salió avante. ¡Claro es que no tenía el señor Saucedo! Y como quiera que en su despecho, porque no puede llamarse indignación justa, empezó a hacer una labor de franca obstrucción al Gobierno de Colima que entonces tenía enfrente la campaña contra el bandolerismo del Estado; y bien, sin tener en consideración esto, proponiendo los intereses del Estado a sus intereses personales, hace una labor de obstrucción y de ataque al Gobierno de Colima. Si el general Ríos mandó a usted preso a Guadalajara, y el general Diéguez, deferentemente, indulgentemente lo dejó a usted en libertad, dejándole la ciudad por cárcel, usted faltó a su compromiso y se vino al Congreso de Querétaro a donde logró introducirse y de donde se le expulsó por su audacia de ir con una mala credencial. A petición del señor Aguirre Berlanga, fue usted expulsado del salón. Quiero rectificar estos hechos, porque sería criminal que un individuo de su audacia impresionara a la Asamblea asentando falsedades contra hombres tan sanos, como son el general Manuel M. Diéguez y el Gobernador de Colima, general Juan José Ríos.
El C. Saucedo: El general Diéguez jamás podrá justificarse de haberme tenido preso ocho días, pues nunca me dijo de por qué me tuvo preso y al ponerme en libertad tampoco me dijo de qué había sido acusado. El general Diéguez jamás podrá justificarse de ese atentado. (Siseos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Neri.
El C. Neri: H. Asamblea: No se trata de una cuestión local, se trata de una cuestión nacional. Creo que estamos cansados de oír en esta Cámara ataques personalistas netamente. Yo no vengo a
impugnar a tal o cual Gobernador de ningún Estado, sino que vengo a discutir la cuestión en términos generales, porque como ya dije antes, se trata de una cuestión de interés nacional. Soy, señores, de los que más fe tiene en el triunfo definitivo de estas Revolución; yo soy, señores, de los que con más ahínco y con más bríos, han sostenido siempre que los pueblos que dan un paso hacia su mejoramiento, que dan un paso hacia su progreso, no pueden retroceder nunca. Por eso es, señores, que yo no temo que esta Revolución fracase; yo sé que la Bastilla no puede ni podrá surgir de sus escombros después de que sus viejos muros se han estremecido a los fulgores del gorro frigio y desmoronándose a los golpes de las picas de la muchedumbre; yo sé que el faro de la libertad encendido en Francia no puede apagarse nunca después de que el alma grandiosa de la raza latina ha vibrado y vibra a los acordes triunfales de ese himno de gloria: la Marsella. (Aplausos.)
¿Por qué, pues, me apresuré a subscribir una proposición con Martínez de Escobar, a la que se ha dado lectura? ¿Por qué vengo a sostenerla? Porque para mí el problema que tenemos enfrente es el de apresurar la consolidación de nuestro Gobierno, es el apresurar para que cuanto antes rija la Constitución de 16- 17, ya que no tenemos otra aurora más que esta que nos alumbre en el nuevo camino que comenzamos a emprender. ¿Y cuál es el límite, señores, para que este gobierno se consolide? ¿Cuál es el punto y cuál es el eslabón, cuál es la transición entre un gobierno netamente militar y un gobierno constitucional? La transición, señores, la encuentro en la iniciativa que se está discutiendo. Sabemos perfectamente que los Gobernadores militares, que los jefes de Operaciones, que los Comandantes Militares, eran precisos, eran indispensables para una época determinada, para una época en que podemos decir, podía permitirse en parte, el abuso. Pero, señores, si desde el 1o. de mayo hemos entrado francamente a un período constitucional, ¿qué cosa es lo que podemos hacer nosotros? Buscar, señores, que todo, realmente, absolutamente todo, sin excepción, entre de frente a ese período constitucional. Dice un proverbio latino que la naturaleza no da saltos y efectivamente, señores, la naturaleza no da saltos. Yo creo que no es posible del régimen netamente militar pasar al régimen constitucional; se necesita un período de transición y ese período de transición va a encontrarse en los Estados con el nombramiento de los Gobernadores, que haga el Senado a propuesta del Ejecutivo. Decía, hace un momento un joven orador que no tenemos facultad para presentar y sostener esa iniciativa. Debo contestar a este joven orador que para cumplir con la constitución, ningún tiempo, completamente ninguno, es inoportuno. Por esto, señores, debo manifestar de una manera franca que no quiero ocuparme ya del Gobernador de Guerrero, absolutamente quiero ocuparme de él, me merece el más profundo desprecio; quiero hablaros de la cuestión general, y debo deciros que es necesario apartarnos de los caminos trillados que han seguido nuestros antepasados y que los llevaron a la ruina. Debemos apartarnos de ellos, porque sería inconveniente seguir caminos que nos han sido enteramente funestos, ya que aquellos gobiernos como el de huerta cayeron porque su origen era enteramente falso, porque estaba levantado en sangre y en ignominia, y por eso cayó; pero también debió su caída entre otras cosas a los abusos que los gobernantes de los Estados nombrados por Huerta estaban cometiendo frecuentemente. He ahí uno de los caminos trillados que tenemos recientemente abiertos; he ahí uno de los caminos trillados que nos han sido funestos, y quiero, señores, que abandonemos esos caminos de desastre, quiero que entremos de una manera franca al orden constitucional, si es señores, que vamos a sostener, como tenemos la obligación de hacerlo, la Constitución de 16-17. Es repugnante lo que habéis oído de labios de varios oradores, que el Gobernador de tal parte ha cometido tal atropello, que el Gobernador Zutano ha asesinado, ha robado, ha violado y comete clase de atentados. Me platicaba un vecino de curul que poco, en la ciudad de Puebla, en plena ciudad de Puebla, le robaron cuatro caballos de su casa. Yo pregunto, ¿Es ésta la época para que necesitamos todavía del machete militar? ¿Es esta la época para que necesitamos todavía de la fuerza bruta para gobernar? Yo sostengo, señores, que no estamos ya en tiempos de que la dictadura prospere, que no estamos ya en tiempos de que el sable brutal de algunos militares de los Estados sea el que gobierne, y por eso, señores, de una manera fría y serena y abarcando la cuestión en su conjunto, pido a la Asamblea que nos encarrilemos por el orden constitucional. (Aplausos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Sáenz. - El C. Sáenz: Había pedido la palabra para rectificación de hechos... (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!) (Pasa a la tribuna.) A raíz del discurso injustificado del señor diputado Saucedo, había pedido la palabra para hacer una rectificación de hechos y a pesar de que fungía el señor Zubaran como Presidente, me la había concedido. Respetuosamente hago constar que la Mesa no había hecho sino hasta este momento. Considero. innecesario insistir en la rectificación de hechos...
El C. Presidente, interrumpiendo: Como la Asamblea pudiera dar crédito a lo que acaba de afirmar el señor Sáenz, se va a dar lectura a la inscripción que se ha hecho...
El C. Sáenz, interrumpiendo: Retiro mis palabras, señor Presidente. Decía yo que la rectificación de hechos no es necesaria desde el momento en que los CC. diputados Vadillo y Robledo han venido a refutar brillantemente, sin que el señor Saucedo haya podido rebatirlos, las graves acusaciones que el señor Saucedo lanzó en contra de un revolucionario indudablemente más puro, más leal y más esforzado que el mismo diputado Saucedo, que viene aquí a presentar una acusación tan virulenta y tan carente de razón y de justicia; indudablemente que el general Ríos es de uno de los Gobernadores que en el período preconstitucional han llevado a cabo una labor más brillante en el orden administrativo, y si el señor Saucedo, con una lamentable ligereza ha venido a presentar tan graves acusaciones en su contra, debió, antes de hacerlo, haberse documentado debidamente para no exponerse a que esta Asamblea viniera a sufrir la afrenta de que un ciudadano diputado, por pasiones
personales, viniera a hacer estas imputaciones tan graves que merecerían más meditación, más cordura y más serenidad de parte del representante de ese mismo Estado a quien él considera como atropellado injustamente por un desleal Gobernador....
El C. Lailson Banuet, interrumpiendo: Moción de orden. Yo suplico a los señores oradores que no saquen en su discurso al señor Gobernador Ríos, que no está su personalidad a discusión. (Siseos y voces: ¡Ah, ah!)
El C. Sáenz, continuando: La moción de orden del señor diputado que acaba de hablar no debe tomarse como tal; creo que tenemos perfecto derecho de desvanecer los prejuicios tan falsamente presentados a esta H. Representación por representantes del pueblo que deben tener más delicadeza para venir a presentar sus acusaciones en contra de hombres de la Revolución, y digo hombres de la Revolución, porque el C. general Ríos verdaderamente se le debe dar ese calificativo, porque su labor revolucionaria ha sido pasada por el crisol de los que verdaderamente deben juzgarla, sin que haya merecido un solo reproche de ello; si el C. Saucedo tiene tanta certeza en todos estos atropellos, en todos estos incalificables crímenes cometidos por el general Ríos, debía venir a presentarnos, con todas las pruebas necesarias, una acusación que, como dice el señor Vadillo, seremos los primeros en subscribir, porque no estamos dispuestos a tolerar que cualquiera persona cobijada con el nombre de revolucionario venga a pisotear los principios de la Revolución proclamados por esas mismas personas, y si el señor Saucedo tiene tan graves cargos contra el Gobierno de Colima, debía presentarnos todas las pruebas conducentes, y, sobre todo, razón tendrá el general Ríos para haber asumido esa actitud contra ellos, desde el momento en que los hombres que forman el grupito a que pertenece el C. Saucedo, probablemente no están tan limpios que pudieran lanzar la primera piedra en contra de una personalidad revolucionaria como el general Ríos.
El C. Saucedo: Pido la palabra. Dos palabras, señor Presidente.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Portes Gil.
El C. Portes Gil: Verdaderamente lamentable es, señores diputados, que una cuestión tan clara, tan constitucional, tan legal, haya traído al debate cuestiones de casa que muy poco aquí nos interesan. (Aplausos.) Lamentable es por todos motivos que el compañero Martínez Escobar y tres o cuatro de los distinguidos oradores que después le han sucedido, se hayan ocupado aquí de asuntos de los Estados con objeto únicamente de dilatar más el debate. Y digo que es muy lamentable porque ¡Qué nos importa a nosotros que fulano o zutano cometa un atropello para observar.... (siseos.) ¿Qué nos importa, sí, señores, para hacer cumplir la Constitución, qué nos importa traer como argumento que fulano de tal cometa un atropello, si la Constitución es clara, si no tiene que ver aquí como argumentos los atropellos que cometa un Gobernador? Para eso está la prensa, para eso estamos nosotros también (siseos), y no para tratarlos aquí, sacándalos a relucir como argumento de esa índole para cumplir una cuestión que es de derecho constitucional. He pedido la palabra para rectificar hechos únicamente, y siento mucho que algunos diputados hayan traído aquí a debate cuestiones que realmente no se necesitaban para dilucidar este asunto tan importante. Cuando habló el diputado por Colima interrogó a uno de los diputados por Tamaulipas, el señor Pedro Chapa; el señor Pedro Chapa atacó al Gobernador Ozuna de haber quitado presidentes municipales electos por el pueblo. Yo, que no soy simpatizador del Gobernador Ozuna, que no tengo ni siquiera amistad con él, vengo a decir que el Gobernador Ozuna quitó esos presidentes municipales porque es mentira que hayan sido electos por el pueblo, porque esos presidentes municipales fueron puestos allí por la mano de un dictador, por la mano del general Caballero, y si no, allí está todo el 4o. distrito de Tamaulipas levantado en armas exclusivamente por la imposición de autoridades municipales y por la imposición del señor Gárate como diputado por ese distrito. El señor Chapa acusa al general Ozuna de algunas otras irregularidades en su manejo. Yo también acuso al general Ozuna, pero no porque haya clausurado las casas de juego ni los prostíbulos que se encontraban dentro del puerto de Tampico y en Ciudad Victoria cuando recibió el gobierno. Yo acuso al general Ozuna de la suma debilidad que ha observado en la campaña política, que no obstante los atropellos cometidos por los presidentes municipales impuestos por el general Caballero y los jefes militares que militan a las órdenes de éste, el general Ozuna, no obstante los crímenes verdaderos que han cometido, les dispensa toda clase de atropellos y les da toda la impunidad posible. Allí están todos los atropellos que acaba de sufrir un candidato en Ciudad Victoria, que estuvo a punto de ser asesinado; allí están los atropellos que sufrieron los obreros de Tampico, cuando un cuñado del general Caballero, pistola en mano y a balazos, pretendió disolver una manifestación. (Voces: ¡Qué nos importa!) Lo que quiere el coronel Chapa es sin duda alguna tener un gobernante impuesto por Caballero, un gobernante que permite las casas de juego y los prostíbulos. Por eso vengo yo a protestar contra lo dicho por el coronel Chapa, debido a que si al general Ozuna se le puede acusar de algo es únicamente de debilidad, pero no, absolutamente no, de inmoralidad. Ahora, señores, invito a todos los compañeros a que se reanude el debate, pero por el sendero exclusivamente legal como lo ha hecho el señor diputado Neri: ver la cuestión desde el punto de vista constitucional, sin tener en cuenta absolutamente nada de las cuestiones locales que sólo prolongarían las discusiones.
El C. Chapa: Pido la palabra para rectificar hechos. (Voces: ¡A votar!)
El C. Presidente: Tiene usted la palabra. - El C Chapa: Solamente voy a rectificar unos cuantos hechos, unas cuantas palabras. Es natural que el señor licenciado Portes Gil defienda al general Ozuna; el día de las elecciones para diputados salió de la capital del Estado y fué exclusivamente a Tampico.
El C. Portes Gil, interrumpiendo: Para impedir un crimen.
El C. Chapa: Para sostener la candidatura.
Yo interpelo a usted, señor licenciado, para que me diga si estuvo en Tampico el general Ozuna cuando la elección, si o no.
El C. Portes Gil: El general Ozuna sabiendo que el Comandante Militar de Tampico, un coronel que estuvo en la defensa social de Ciudad Victoria, y cuando el general Caballero pretendía asesinar a algunos de mis partidarios, días antes salió a Tampico en donde presenció las elecciones; pero díganlo los mismos partidarios del general Caballero, si el general Ozuna metió la mano en algo - no los partidarios como Chapa, que es un aventurero neolonés y que ha ido a Tampico a medrar con la revolución -, díganlo los partidarios que en Tampico tiene el general Caballero; esos sí podrán decir si el general Ozuna ejerció presión allí.
El C. Chapa: El señor licenciado Portes Gil se defiende con falsedades e insultos. La primera falsedad es ésta: dice que el Comandante Militar de la Plaza es un pariente del señor Caballero.
El C. Portes Gil: El Comandante de la Policía.
El C. Chapa, continuando: Ruego a usted, señor, que no me interrumpa. Dijo el Comandante Militar de la Plaza, el Comandante Militar de la Plaza era un pariente del general López de Lara, un ferviente partidario de él, el coronel Procopio Elizondo. Díganlo si no los diputados por Tamaulipas.... (Voces de los aludidos: ¡Es cierto! ¡Es cierto!)
El C. Portes Gil: Pido la palabra para una rectificación que es muy interesante, señor Presidente....(Voces: ¡No, no!)
El C. Chapa, continuando: No permito que usted esté interrumpiendo.
El C. Presidente: Se prohibe interrumpir al orador.
El C. Chapa: Yo hubiera permitido al licenciado Portes Gil,
- El C Portes Gil, interumpiendo: y por qué no me permite usted....?
El C. Morales Hesse: Moción de orden, señor Presidente.
El C. Alvarez del Castillo: Moción de orden.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Alvarez del Castillo.
El C. Alvarez del Castillo: Yo creo que la Presidencia debería poner un hasta aquí a esa palabrería, porque verdaderamente ponen en berlina a la Cámara de Diputados.(Aplausos.)
El C. Presidente, dirigiéndose al C. Portes Gil: La Presidencia exhorta a usted a guardar el orden, pues de lo contrario, en apoyo del reglamento, le hará desalojar el salón.
El C. Chapa, continuando: La prueba de que venía de buena fe es que interpelé al señor Portes Gil para que hablara, pero si le voy a permitir que hable para que siga asentando falsedades con perjuicio de los intereses de Tamaulipas, el debate no llevaría a ningún fin; solamente quiero hacer constar a ustedes que todo lo que dije del general Ozuna es cierto. La documentación está en manos del Presidente de la República; yo creí que a él deberíamos acudir primero, pero precisamente al licenciado Zubaran le había consultado sobre este caso, que al estar vigente la constitución, que el Senado propusiera los Gobernadores. De allí que al entrar a este salón y encontrarme con la preposición del señor Martínez de Escobar, inmediatamente me adherí a ella. Para que se dilucide bien la personalidad del general Ozuna, yo quisiera interpelar al general Hernández para que nos diga dos palabras sobre él. Hágame favor....(Voces: ¡No, no!) Sí, señores, para que vea esta Asamblea qué clase de Gobernadores tenemos en los Estados.(Voces: ¡No, no!)
El C. Hernández Luis M.: Con permiso de la Presidencia. El regimiento de "Carabineros de Coahuila" estaba a las órdenes del entonces señor coronel Chapa. Llegó a Michoacán, incorporándose a las fuerzas revolucionarias que operaban en aquella zona, perseguidas por el señor Ozuna, que no había querido desconocer a Huerta, y que iba mandando fuerzas del 29 batallón de Blanquet, que era compadre de él, así como de otras fuerzas que Huerta le había proporcionado para combatir a sus mismos soldados, porque no habían querido reconocer al traidor Huerta.
El C. Chapa: Ya ven ustedes, señores, si no es lamentable que el Estado de Tamaulipas, que ha prestado su contingente a la Revolución como todos los otros Estados, esté en manos de un huertista, el huertista que ha defendido el señor Portes Gil, el huertista que fue a Tampico para sacarlo electo y que llevaba fuerza armada y la puso en todas las casillas. Yo no quise hablar en contra cuando se discutió la credencial del señor Portes Gil, porque, aunque me constaban estos hechos, nunca vengo a hacer cargos a esta tribuna sin traer documentos. Si mencioné el hecho de que el Gobernador Ozuna está quitando a los Presidentes Municipales electos por el pueblo, es porque en manos del Presidente de la República están todas las protestas; aquí tengo una, pero no quiero cansar a la Asamblea con ella. En cuanto a que haya quitado el Gobernador Ozuna las casas de juego puestas por el general Caballero, no lo pudo probar el señor Portes Gil, y sí puedo yo probar, porque están los documentos en manos del Presidente de la República, que dio una concesión para que se jugase en Tampico, a un señor Zacarías Flores, otra concesión para los teléfonos al señor Spaller, un alemán, y así podrá mencionar todas las arbitrariedades que está cometiendo este Gobernador huertista en el Estado de Tamaulipas; así es que yo aprovecho esta oportunidad para adherirme al proyecto presentado por el señor Martínez Escobar y suplicar a ustedes en nombre de mi Estado que apoyen la iniciativa. (Voces: ¡A votar, a votar!)
El C. Secretario Mata: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Asamblea si considera este asunto suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobada.
- El C. Presidente, a las 6.35 p. m. Se levanta la sesión pública y se pasa a la sesión secreta.
El C. Secretario Morales Hesse: Se suplica a los CC. diputados se sirvan ocupar sus curules.
El Jefe de la Sección de Taquigrafía,
JOAQUÍN Z. VALADEZ