Legislatura XXVII - Año II - Período Ordinario - Fecha 19171208 - Número de Diario 78

(L27A2P1oN078F19171208.xml)Núm. Diario:78

ENCABEZADO

MÉXICO, SABADO 8 DE DICIEMBRE DE 1917

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

PERÍODO ORDINARIO XXVII LEGISLATURA TOMO II. - NÚMERO 78

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

CELEBRADA EL 7 DE DICIEMBRE DE 1917

SUMARIO

1 .- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior. Se da cuenta con los asuntos en cartera.

2. - Continúa la discusión del proyecto de Ley de Tierras Ociosas, siendo reservados para su votación los artículos 11, 12, 13, 14, 15 Y 16. Discusión del 17. Se suspende la discusión para votar los artículos reservados, siendo aprobados. Se suspende la sesión.

3. - Reanudada ésta, presta la protesta de ley el C. Santos Ríos.

4. - Son aprobados cinco dictámenes de la Comisión de Peticiones.

5. - Aprobación del dictamen de la Comisión de Presupuestos, que reforma el artículo 2o. de la Ley de Ingresos.

6. - Es aprobado un dictamen de la 1a. Comisión de Hacienda, concediendo pensión a la señorita María Luisa Palacios.

7 .- Es introducida una Comisión del Senado, que es portadora del proyecto de ley que autoriza al C. Gobernador del Estado de Puebla, para la creación de un cuerpo de fuerzas de seguridad en aquel Estado, que fue reformado por la Cámara de Senadores.

8. - Varios ciudadanos diputados asientan hechos. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. SÁENZ AARÓN

(Asistencia de 126 ciudadanos diputados.)

- El C. Presidente, a las 10.17 a.m. Se abre la sesión.

El C. Secretario Aranda: "Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados, el día seis de diciembre de mil novecientos diez y siete.

"Presidencia del C. Sáenz Aarón.

"En la ciudad de México a las cuatro y dieciocho de la tarde del jueves seis de diciembre de mil novecientos diez y siete, con asistencia de ciento cuarenta y ocho ciudadanos diputados, según consta en la lista que previamente pasó el C. Secretario Aranda, se abrió la sesión.

"El C. Prosecretario Limón leyó el acta de la sesión celebrada el día cinco del presente mes, la que se aprobó sin discusión.

"Acto seguido, los CC. Ríos Landeros, López, Lira y Prosecretario Limón, introdujeron al C. Leovino Zavala, quien rindió la protesta de ley como diputado suplente al Congreso de la Unión por el 14 distrito electoral del Estado de Guanajuato.

"La Secretaría pasó a dar cuenta con los documentos siguiente:

"Oficio de la H. Cámara de Senadores en que participa que eligió Presidente y Vicepresidentes para el presente mes, respectivamente, a los CC. Rafael Cepeda,

Teófilo R. Orantes y Emiliano P. Nafarrate. - De enterado.

"Oficio de la misma H. Cámara, acusando recibo del que le dirigió esta de Diputados para comunicarle la elección de Presidente y Vicepresidentes para este mes. - A su expediente.

"Oficio de la Secretaría de Hacienda al que acompaña, con las exposiciones de motivos respectivas, los ramos 7o., 8o. y 9o. del Presupuesto de Egresos para el año fiscal de 1918, correspondientes a las Secretarías de Comunicaciones, Fomento e Industria y Comercio. - Recibo, a la Comisión de Presupuestos e Imprímase.

"Dos oficios de la Secretaría de Estado, Negocios Interiores, en los que acusa recibo del decreto que establece una pensión para la señora Carmen Alatriste viuda de Serdán y del escrito del Gran Partido Independiente Obrero, relativo al atentado contra el C. diputado Villareal Filiberto. - A sus expedientes.

"Tres oficios de la misma procedencia que los anteriores, en los cuales se acusa recibo de los acuerdos de esta H. Cámara por los que se concedió permiso a los CC. diputados Montes, Parra y Pérez Gasga, para aceptar una comisión del Ejecutivo. - A sus expedientes.

"Esquela en que se participa el fallecimiento del C. Manuel Sierra, diputado al Congreso Constitucional del Estado de Nuevo León. - De enterado con sentimiento.

"Memorial en que la señora Margarita Alonso

viuda de Albáñez, solicita una pensión por los servicios que prestó a la Nación su finado esposo el general Melitón Albáñez. Hacen suyo este documento, a efecto de que pase a Comisión desde luego, los CC. Sáenz, Plank, Porchas y González Jesús M. - A la Comisión de Guerra.

"Solicitud del C. Eugenio Méndez, para que se le conceda licencia hasta por quince días, con goce de dietas, para atender al restablecimiento de su salud.

"Dispensada de trámites, se aprobó sin discusión.

"Seguidamente se declaró con lugar a votar en lo general el proyecto de ley por el que se autoriza al Gobernador del Estado de Hidalgo para organizar fuerzas en el mismo hasta por tres mil hombres, por ciento veintiséis votos de la afirmativa contra diecinueve de la negativa, votación que se declaró sin efecto en la sesión anterior por falta de quórum.

"A Discusión en lo particular el proyecto de ley se pusieron a consideración de la Asamblea sucesivamente los artículos 1o. y 2o. de que está compuesto, los que sin que nadie hiciese uso de la palabra se aprobaron en votaciones nominales por ciento dieciocho votos de la afirmativa contra diecinueve de la negativa y por ciento nueve votos de la afirmativa, contra dieciocho de la negativa, respectivamente.

"Se designó en Comisión a los CC. Sánchez Pontón, Araujo, Cravioto, González Justo, Soto y Secretario Magallón, para llevar al Senado el proyecto de ley de que se trata, que está concebido en estos términos:

"Artículo 1o. Se autoriza al Gobernador constitucional del Estado de Hidalgo para que pueda organizar fuerzas de seguridad pública en el Estado, hasta por tres mil hombres.

"Artículo 2o. Dichas fuerzas dependerán directamente del Gobernador del Estado de Hidalgo y su sostenimiento será a cargo del Presupuesto de Egresos de dicha Entidad Federativa; pero quedarán sujetas a las prescripciones de la ley Orgánica y de la Ordenanza Militar en vigor, mientras tanto se reglamenta la Guardia Nacional de dicho Estado."

"Proyecto de ley del que es autor el C. diputado Jonás García que trata del establecimiento de pólizas de Educación en el país, a fin de destruir el analfabetismo, cuyas pólizas se extenderán a las personas que se comprometan a enseñar los rudimentos de la Educación que fijará un programa especial. Hacen suyo este proyecto de ley, veintiséis ciudadanos diputados. - A las Comisiones unidas, de Instrucción Pública, y de Puntos Constitucionales, e Imprímase.

"Proposición del C. diputado Magallón y hecha suya por los CC. Villareal Filiberto C. y Gaxiola, que se refiere a que incluya la cantidad de veinte mil pesos en la partida correspondiente de las asignadas en el proyecto de presupuesto de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, para destinarla exclusivamente a la reconstrucción del muelle fiscal del puerto de Mazatlán. - A la Comisión de Presupuestos.

"En seguida se aprobaron sin debate los dictámenes de la Comisión de Peticiones que terminan con los puntos resolutivos de que se hace mérito a continuación:

"Túrnese a la respectiva Comisión de Guerra la solicitud de pensión que eleva la señora Martiniana Espinosa viuda de Cumpian.

"Pase a la Comisión en turno la solicitud de pensión de la señora María Concepción Castillo viuda de Márquez.

"Pase a la respectiva Comisión de Guerra la petición que dirige a esta H. Cámara la señora Graciana del Pozo viuda de Rubio, relativa a que se le conceda una pensión.

"Pase a las Comisiones de Trabajo y Previsión Social y Puntos Constitucionales en turno, el memorial que dirigen a esta H. Cámara los señores Fernando Herrera y Enrique Caballero, en el que hacen una consulta relacionada con el artículo 123 constitucional.

"También se dio cuenta con un dictamen de la 2a. Comisión de Hacienda que consulta este proyecto de ley:

"Se concede a la señora Teodora Cabello viuda de Vásquez, una pensión de treinta pesos mensuales, la cual le será pagada íntegra por la Tesorería General de la Nación mientras no cambie de Estado."

"Una vez a debate, sin él, se aprobó por ciento treinta y un votos de la afirmativa, contra nueve de la negativa de los CC. Aveleyra, García de Alba, García Vigil, Gómez S. Emiliano, Ibarra, Manrique, Mata Filomeno, Medina Hilario y Torre Jesús de la. Se hizo la. declaración de que pasaba al Senado para sus efectos constitucionales.

"Por último, se dio cuenta con un dictamen de la Comisión de Peticiones, que somete a la consideración de la Cámara un acuerdo económico para que pase a la Comisión de Justicia en turno, la solicitud que envían a esta H. Cámara varios vecinos de los pueblos de San Pedro Tenango el Viejo y San Pedro Tenango el Nuevo, Guanajuato, referente a que se nombre Comisiones de esta Asamblea que laboren en pro de los intereses agrarios de dichos pueblos, o en caso de no ser posible, se turne el asunto al Procurador General de la República.

"Fue aprobado en votación económica sin que nadie hiciese uso de la palabra.

"A continuación se puso a debate el artículo 1o. del dictamen que consulta un proyecto de ley sobre suspensión de Garantías individuales.

"El C. Velásquez interpeló a las Comisiones dictaminadoras; el C. López Lira ratificó esa interpelación, y de conformidad con el artículo 106 reglamentario, pidió que dichas Comisiones fundaran el dictamen. Con ese objeto y para contestar a la interpelación referida, usó de la palabra el C. Medina Hilario, quien al terminar su discurso, rehusó contestar a una pregunta del C. Saucedo Salvador, por la razón que expuso. El C. Sánchez Pontón, estimó improcedente la excusa del C. Medina y luego el ciudadano Secretario Magallón, a solicitud del C. Blancarte, leyó el voto particular subscripto por éste y por los CC. Pérez Gasga y Rueda Magro, acerca del mismo proyecto de ley. El C. Rivera Cabrera pidió que el mencionado voto particular se imprimiese y se distribuyera entre los ciudadanos diputados, y le contestó el ciudadano Presidente

que ese documento se había insertado en el número del "Diario de los Debates" correspondiente al día veintidós del mes próximo pasado.

"EL C. Medina Hilario pidió se discutieran separadamente las garantías individuales a que se refiere el artículo 1o., a lo que la Mesa manifestó que no podía acceder por no estar ajustado ese procedimiento a las disposiciones reglamentarias. El C. Medina insistió en su propósito y con este motivo el C. López Lira, haciendo mención del artículo 117 del Reglamento, apoyó la determinación de la Mesa; otro tanto hizo el C. Rivera Cabrera y sus conceptos dieron lugar a rectificaciones del mencionado C. Medina, el que una vez más, ratificó su intención de que se discutiera el artículo 1o. como antes había dicho.

"El C. Vadillo también habló en apoyo de la resolución de la Mesa, y el C. Blancarte, después de una aclaración, se adhirió a la idea del C. Medina; el ciudadano Presidente manifestó que la Mesa sostenía su trámite, el que pidió se sometiese a consideración de la Cámara, el C. Medina. El C. Neri, asimismo, habló en favor de la resolución contraria al C. Medina, y acto seguido la Secretaría, previa consulta a la Asamblea, declaró aprobada la determinación de la Mesa. El C. Medina reclamó la votación, el C. Zubaran pidió se repitiera, y la Presidencia designó para el recuento de votantes, al mismo C. Medina y a los CC. Aguirre Colorado, Aveleyra y Manrique, recuento que no llegó a efectuarse en virtud de que el C. Castañeda, debidamente apoyado, solicitó votación nominal. Con motivo de una moción de orden del C. Ancona Albertos, se preguntó a la Asamblea si consideraba el punto suficientemente discutido y ésta resolvió afirmativamente. El C. Blancarte dirigió una interpelación a la Mesa que no le fue contestada por estimarse ya agotada la discusión sobre el particular, y como insistiera, el C. de la Barrera, hizo una moción de orden.

"Se llevó a cabo la votación para resolver sobre la decisión de la Mesa y su resultado dio lugar a reclamaciones de los CC. Céspedes, Ventura, Sepúlveda, Ramírez Pedro y Otero, las de este último, referentes al voto del C. Sepúlveda. La Presidencia hizo una aclaración y el C. Aguirre Colorado, solicitó que la Mesa hiciera que el C. Otero retirara una frase que estimó inconveniente, a lo que éste se negó; el C. Sepúlveda y la Secretaría hicieron aclaraciones; el C. Gámez Gustavo reclamó su voto por la negativa; el ciudadano Presidente invitó al C. Céspedes para que pasara a examinar las listas de votantes; con motivo de que se suponía que el C. Castro había votado, hicieron aclaraciones la Presidencia y el C. Olivé. Al fin, con todas las rectificaciones hechas, el ciudadano Secretario Magallón declaró aprobado el trámite de la Mesa por setenta y seis votos de la afirmativa contra setenta y cinco de la negativa.

"Y una vez que el ciudadano Presidente de nuevo invitó al C. Céspedes para que pasara a revisar las listas de votación, se dio cuenta con una moción suspensiva a la discusión del proyecto de Ley de Suspensión de Garantías subscripta por el C. Zapata. El C. Manrique pidió se le informara si antes ya se había presentado otra moción suspensiva sobre el particular, lo que dio lugar a un informe del ciudadano Secretario Portes Gil. A petición del mismo C. Manrique, se leyó el artículo 109 del Reglamento y de conformidad con él, la Presidencia expresó que no daba entrada a la moción del C. Zapata. Reclamó éste trámite el C. Zubaran, quien insistió después de un informe de la Secretaría; el C. López Lira hizo una moción de orden que dio lugar a que la Presidencia por conducto de la Secretaría, manifestara que creía ajustado al Reglamento su trámite, pero que de acuerdo con el artículo 120 del mismo, estimaba sujetas sus decisiones a la resolución de la Asamblea. El C. Urueta hizo una moción de orden a la que siguió una aclaración de la Presidencia; el C. Zubaran dijo que retiraba su objeción respecto del trámite de la Mesa; en contra de éste usó de la palabra el C. Zapata, quien fue interrumpido por una moción de orden del C. Ruiz Juan A. y por otra del C. de la Barrera.

"El C. Portes Gil habló a favor de dicho trámite; el C. Manrique hizo una moción de orden y en seguida, en votación económica se aprobó la resolución de la Mesa de no dar entrada a la moción suspensiva del C. Zapata.

"El ciudadano Secretario Aranda leyó la orden del día para la sesión siguiente, y a las siete y treinta de la noche, se levantó ésta, para pasar a secreta."

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobada.

El C. Prosecretario Sánchez Tenorio: "Secretaría de la Cámara de Senadores del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos. - Sección 2a. - Número 62.

"En ocho fojas útiles, se recibió procedente de esa H. Cámara, el expediente con el proyecto de ley que concede una pensión de retiro de sesenta pesos mensuales, al C. Doroteo Rodríguez.

"Protestamos a ustedes las seguridades de nuestra consideración distinguida. "Constitución y Reformas. - México, a 6 de diciembre de 1917 - Luis J. Zalce, S. S. - F. Silva, S. S." - A su expediente.

"Comisión de Estado, Departamento del Interior.

"H. Cámara:

"Fue turnada a esta Comisión de Estado, Departamento del Interior, una solicitud por quince días que hace a la H. Cámara el ciudadano diputado José Moctezuma, por tener necesidad urgente de trasladarse a la ciudad de San Luis Potosí para tratar algunos asuntos relacionados con sus comitentes.

"Esta Comisión no tiene inconveniente en que sea concedido el mencionado permiso, y en tal virtud, somete a la aprobación de la H. Asamblea la siguiente proposición:

"Concédase licencia por quince días con goce de dietas, para trasladarse a la ciudad de San Luis Potosí, al ciudadano diputado José Moctezuma.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

"México, 6 de diciembre de 1917. - Alvarez del Castillo. - Francisco Medina. - C. Guajardo."

Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado el dictamen.

- El mismo C. Prosecretario: Continúa la discusión de la Ley de Tierras Ociosas, en su artículo 11 dice: "La extensión de tierras que el Ayuntamiento podrá conceder a cada vecino para su cultivo, no podrá exceder de veinte hectáreas en el Distrito Federal, ni de cien hectáreas en la Baja California y en Quintana Roo. Las Legislaturas locales determinarán la extensión máxima de tierras ociosas que puedan conceder los Ayuntamientos de los Estados, en cada comarca."

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? Se reserva para su votación.

Está a discusión el artículo 12, que dice:

"El producto de las aparcerías o arrendamientos de tierras ociosas, ingresará a los fondos del Ayuntamiento."

Los que deseen hacer uso de la palabra pueden pasar a inscribirse.

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cepeda Medrano, para una interpelación a la Comisión.

El C. Cepeda Medrano: Me permito solicitar de ustedes se sirvan informar si no creen conveniente que en el artículo 12 se agregue que los fondos que se recauden por aparcería o contrato de arrendamiento, se destinen única y exclusivamente a la instrucción pública. Ya esto lo inició el señor Vadillo, con anterioridad.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Vadillo: La Comisión tiene el propósito de adicionar esta ley al final, con un artículo en que se excite a los Ayuntamientos a destinar una parte o todo lo que ingrese, con motivo de las tierras ociosas, a instrucción Pública; pero eso será motivo de una adición especial. En segundo lugar, no se puede prescribir que a eso se dediquen sino excitar a los Ayuntamientos, en virtud de que la Constitución General dispone que sean Las Legislaturas de los Estados las que distribuyan los ingresos de cada Ayuntamiento.

El C. Cepeda Medrano: Entonces estamos conformes con el artículo.

El C. Prosecretario Sánchez Tenorio: En virtud de no haber ningún diputado inscrito ni en pro ni en contra, se reserva el artículo para su votación.

Está a discusión el artículo 13, que dice:

"El propietario de la tierra laborable ociosa, no tiene derecho a exigir de los labradores usuarios de aquella, ninguna renta o indemnización, por el concepto de la tierra que el Ayuntamiento le conceda para cultivar, y las autoridades vigilarán que no se cometa contra los trabajadores tal abuso."

Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra, pueden pasar a inscribirse.

El C. Cepeda Medrano: Suplico a Su Señoría lo vuelva a leer, porque no lo oí bien.

El C. Prosecretario Sánchez Tenorio: Se suplica a los señores diputados se sirvan poner atención a los asuntos que se están tratando. El artículo 13 dice como sigue: (leyó.)

En atención a que no hay ningún ciudadano diputado inscripto ni en pro ni en contra de este artículo, se reserva para su votación, y se pone a discusión el artículo 14, que preceptúa:

"La posesión que de las tierras ociosas de regadío asuman los Ayuntamientos, trae consigo la posesión de las aguas que, conforme al derecho o conforme a la costumbre, se hayan utilizado para el riego de las mismas tierras en años anteriores."

Los que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? Igualmente se reservan ese artículo para su votación.

El C. Leyzaola: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Para una aclaración, tiene usted la palabra.

El C. Leyzaola: Señores diputados: El artículo 14 dice: (leyó.) Simplemente me permito interpelar a la Comisión para que se sirva aclarar en este punto respecto a quién le corresponde pagar el uso de aguas, si es a los Ayuntamientos, o es al propietario de la tierra.

El C. Vadillo: Ruego a usted repita su interpelación.

El C. Leyzaola: Decía yo que el artículo 14, al referirse al uso de las tierras ociosas y a la posesión que de ellas van a tomar los Ayuntamientos, que esta posición trae consigo la posesión de las aguas que se usen para regar esas mismas tierras. Pregunto yo a quién le corresponde pagar el uso de estas aguas, si es a los que cultivan las tierras ociosas, a los Ayuntamientos, o a los propietarios de las tierras. Creo conveniente que se haga esta aclaración, para evitar confusiones.

El C. Vadillo: Pido la palabra

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Vadillo: Señores diputados: Es de gran importancia la aclaración que ha venido a hacer aquí el señor diputado que acaba de descender de la tribuna. Las tierras que los Ayuntamientos van a dar para el uso a algunos propietarios, pueden estar en relación con las aguas en las siguientes condiciones: Primera, una tierra puede ser tierra de regadío que, por la costumbre o por derecho, tenga agua de alguna fuente, de algún río de alguna parte, pero que sea tradicionalmente y, naturalmente, perteneciente a aquel predio de que se trata. Cuando un propietario deja ociosa la tierra, implícitamente deja ociosa el agua que, naturalmente, correspondía a aquella tierra; por consiguiente, la incautación de las tierras ociosas trae como consecuencia natural y legítima, dentro del mismo derecho que faculta a la ley en general, para el uso de aquella agua de que se trata. Si esa

agua de un propietario, la expropiación de la tierra se prolonga hasta la expropiación del agua, con el mismo derecho y dentro del espíritu de esa misma ley. Si se trata de una fuente, supongamos, de propiedad nacional, que por primera vez se va a introducir a un predio ocioso no regado antes cuando el propietario lo usaba, entonces no existe el problema, porque el propietario es la Nación, y la Nación va a ser expropiada, para ese uso de aquella tierra ociosa. Si estamos en el caso de una servidumbre de aguas, cosa muy conocida, también se expropia el derecho a esa servidumbre, y si el propietario de aquella tierra, en uso de esa servidumbre, usaba el agua que corría por el lugar, el usuario de la tierra, por consecuencia de esta ley, también se traslada a su derecho el uso de aquella servidumbre. Creo que no se encuentra otro caso especial que pueda dar lugar a una aclaración y con esto, tal vez, quede satisfecho el señor diputado Leyzaola.

El C. Prosecretario de la Barrera: En virtud de no haber más oradores en contra del artículo 14, se reserva para su votación.

Está a discusión el artículo 15, que dice:

"Artículo 15. Las tierras a que el presente decreto se refiere, seguirán considerándose como propiedad de sus respectivos dueños, para todos los efectos legales; pero el Municipio tendrá el carácter de poseedor, a título precario, durante el año agrícola respectivo, únicamente para los efectos de esta ley; en la inteligencia de que una vez levantada la cosecha, la posesión de las tierras volverán, por ese sólo hecho, a sus legítimos poseedores." Está a discusión.

El C. Vadillo: Pide la palabra la Comisión.

- El C. Presidente; Tiene la palabra la Comisión.

El C. Vadillo: Señores diputados: En virtud de que algunos artículos anteriores, que ya fueron aprobados, establecen que el período de uso de las Tierras puede ser de más de un año, se ve claramente que la Comisión está precisada a retirar este dictamen, para modificarlo en el sentido de que no sea de un año agrícola, sino en un período agrícola, el período legal agrícola a que se refiere esta ley y que corresponde al término por el cual se presta la tierra. También otra modificación que se impone, en virtud de los artículos aprobados, es la siguiente: "En la inteligencia de que, una vez levantada la cosecha," deberíamos decir: "Levantada la última cosecha," porque esta última cosecha es la última que obtiene el usuario, conforme al contrato que celebró con el Ayuntamiento. Si el contrato fue de tres años, la última cosecha del tercer año señala el momento en que la tierra automáticamente, por el sólo hecho de levantar la cosecha, vuelve a su primitivo poseedor.

En virtud de esto, se suplica atentamente a la Asamblea, por la Comisión, dé el permiso de retirar este artículo, para presentarlo reformado con estas dos salvedades.

El C. Cruz: Pido la palabra para una interpelacíon a la Comisión.

El C. Presidente: Para una interpelación, tiene la palabra Su Señoría.

El C. Cruz: Suplico muy atentamente a la Comisión, se sirva decirme si, al hablar la primera parte del artículo 15 de efectos legales, se considera incluído en éstos, el pago de impuestos, puesto que podrá darse el caso de que los legítimos propietarios de las tierras, una vez que durante el año o años agrícolas que no las tienen en su poder, digo, pudiera darse el caso de que se negaran a pagar los impuestos, dándose lugar a numerosas dificultades con el Fisco.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Vadillo: El pago de la contribución y todas las relaciones del propietario con el Fisco y con el Gobierno en general, en cuanto estos son derivados naturalmente del derecho de propiedad que no se lesiona por esta ley, siguen siendo atribución exclusiva del propietario; se comprende, porque así lo dijimos al discutir la ley en lo general, que aquel propietario que no use sus tierras, no prescinde de la propiedad, sino del uso, y la modificación que esta ley imprime a la posesión, es solamente en cuanto al uso momentáneo o precario de aquellas tierras no usadas por sus legítimos propietarios. Así, pues, contestando la interpelación del C. Cruz con las mismas observaciones ya hechas cuando se discutió la ley en lo general, la Comisión responde: Ese propietario debe seguir pagando las contribuciones como un signo visible de que ejerce todavía su propiedad, la cual se sigue respetando por esta ley.

El C. Cruz: ¡Gracias!

El C. Secretario Aranda: Se consulta a la Asamblea si permite a la Comisión retirar el artículo 15, para modificarlo. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Sí se concede el permiso.

La Comisión presenta el artículo modificado en los siguientes términos:

"Artículo 15. Las tierras a que el presente decreto se refiere, seguirán considerándose como propiedad de sus respectivos dueños para todos los efectos legales; pero el Municipio tendrá el carácter de poseedor, a título precario, durante el período legal agrícola respectivo, únicamente para los efectos de esta ley; en la inteligencia de que, una vez levantada la última cosecha, la posesión de las tierras volverán, por ese sólo hecho, a sus legítimos poseedores."

El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. González Jesús M.

El C. González Jesús M.: Yo espero, ciudadanos diputados, principalmente de aquellos que me han conocido desde hace algunos años, que no pondrán en tela de juicio mi radicalismo; parece que, en esta ocasión, yo me voy a poner del lado de los capitalistas, de los terratenientes, de los latifundistas; no parece sino que será esto lo que vaya a ocurrir para algunos ciudadanos diputados que, naturalmente, no están de acuerdo con estas ideas. Yo me permito presentar una modificación a este artículo, en la forma siguiente. Voy a dar lectura a la copia de este proyecto, cuyo original está en la Secretaría:

"El que subscribe, no estando de acuerdo con la primera parte del artículo 15, por considerar injusto que quienes no perciben ni un sólo centavo de utilidad de las tierras transmitidas a otras personas,

por declararse ociosas, de acuerdo con lo previsto en el proyecto de Ley sobre tierras Ociosas, actualmente en discusión en esta Cámara, y tomando en consideración que serán innumerables los casos en que los propietarios se hallen imposibilitados para cultivar todas sus tierras, aun cuando así lo desearen, me permito someter a vuestra ilustrada consideración el referido proyecto de artículo, modificado en la forma siguiente:

"El Municipio tendrá el carácter de poseedor, a título precario, durante la temporada agrícola respectiva, únicamente para los efectos de esta ley, y serán ellos los que cubrirán los impuestos que las mismas tierras reporten mientras duren bajo su poder; en la inteligencia de que, una vez levantada la cosecha, la posesión de las tierras volverá, por ese solo hecho, a sus legítimos poseedores, cesando con ello los efectos que a impuestos se refiere."

"Por considerar de justicia la anterior modificación, puesto que sería odioso llevar nuestro radicalismo hasta obligar al propietario a cubrir los impuestos de las tierras, objeto de la mencionada ley, en aquellos casos en que, precisamente por falta de recursos y otras circunstancias, para nadie desconocidas, se viere despojado de esas mismas tierras, aunque temporalmente, espero de vuestra soberanía la aprobación de la modificación anterior."

Voy a exponer algunas razones en favor, naturalmente, de esta modificación. Yo fui valuador oficial en mi Estado, poco antes de lanzar mi candidatura para diputado al Congreso de la Unión, y tuve oportunidad de observar cómo individuos que no solamente fueron ricos por sus propiedades, sino que contaban con grandes cantidades en metálico, se vieron imposibilitados para cubrir los impuestos que el Fisco les exigía. Esta es una gran verdad, señores diputados, y crean ustedes que yo no vengo nada más porque sí a hacer la defensa de los ricos terratenientes. Como digo aquí, en la exposición de motivos de esta modificación, habrá algunos casos, tal vez muchos, principalmente en los Estados como el mío y otros Estados arruinados por la Revolución, en que no estarán los propietarios en condiciones de poder cubrir los impuestos de todas las tierras que poseen.

Se ha dicho también por el señor Vadillo, y yo también he sostenido desde esta tribuna la misma cosa, que esto no es sino un paliativo a la gran miseria que está sufriendo nuestro pueblo, que definitivamente quedará resuelto el problema agrario cuando se haya reglamentado el artículo 27, que esperamos nosotros que sin largas discusiones sea aprobado este artículo antes que termine este período ordinario de sesiones. Así, pues, si es verdaderamente un paliativo, si es verdad que esta ley es conservadora, como la ha llamado el mismo iniciador de este proyecto de ley, el ciudadano diputado Vadillo, no vayamos a llevar nuestro radicalismo hasta exigir aquello que puede ser imposible. En los casos en que los ricos terratenientes no quieran cultivar sus tierras, yo quisiera, no únicamente que la ley las declarara ociosas, sino que pasaran a poder absolutamente de los que están en condiciones de poder sembrarlas; no solamente eso, si fuera posible hasta cometer la arbitrariedad, para algunos señores diputados, y una mayor arbitrariedad para los mismos poseedores de esas tierras, de arrancarlas todas ellas y ponerlas en manos de aquellos que van a cultivarlas. ¿Por qué? Porque sencillamente el derecho de las mayorías a la existencia está sobre las minorías. Si esto no es una verdad o no quiere ser aceptada como tal por algunos ciudadanos abogados que encuentran en sus códigos una especie de Oráculo de Delfos, sencillamente nosotros desde aquí debemos declarar y contra lo que alegan esos señores diputados abogados o algunos que tengan pretensiones también de conocer derecho, que debe naturalmente mejorarse a las mayorías, aun cuando fuere con perjuicio de las minorías. Ya una vez tuve ocasión de hablar en este sentido y preguntaba también al C. Lanz Galera si no era verdad que se había sentado ya a este respecto nueva jurisprudencia en el mundo entero antes que hacerlo nosotros, que no necesitábamos que nos diera esta lección, porque nuestro pueblo tiene doble derecho que aquéllos, a que se le de algo que le beneficie, que les llene el estómago y no únicamente idealismos, porque hasta ahora no hemos hecho otra cosa. decía yo que hay casos o habrá casos en que el propietario, en que el rico terrateniente se encuentre absolutamente imposibilitado de poder cubrir esos impuestos. ¿Qué tanto es lo que va a pagar, por ejemplo, al Ayuntamiento por cada parcela de veinte hectáreas de terreno? Si, por ejemplo, se les cobra el ocho al millar, resultará que veinte hectáreas de terreno cultivado con un valor aproximado de unos veinticinco pesos por hectárea a lo sumo, vendrá pagando al Ayuntamiento durante ese período legal agrícola, o año agrícola, solamente de seis a ocho pesos por cada parcela de terreno; en cambio, él obtendrá una utilidad como de doscientos pesos de las cosechas levantadas en cada una de esas parcelas. Repito, ciudadanos diputados, que va a ser injusto que se cobren los impuestos de esas tierras que no van a reportar ningunos beneficios a los propietarios, muy a su pesar en algunos casos, y por esta razón yo estoy de acuerdo en que sean los Ayuntamientos los que paguen esos impuestos, quedando, naturalmente, en la forma que he propuesto, y reconociendo y apoyando las modificaciones que acaba de hacer la Comisión al mismo proyecto del artículo 15.

Yo os suplico, ciudadanos diputados, que meditéis un poco sobre esto; yo aseguro a ustedes que he hecho otro tanto. Yo he comprendido que muchos de esos ricos terratenientes no han podido ni siquiera hipotecar sus tierras, porque en algunas partes estas tierras no tienen valor, así las tierras que fueren de cultivo como los terrenos dedicados para cría de ganado, porque ni siquiera semovientes hay en algunos Estados, como en el Estado de Sonora y otros Estados asolados por la Revolución, tan necesaria para nuestro pueblo. Así, pues, señores diputados, yo no insistiré en que se acepte o no se acepte esta modificación, únicamente he venido a exponerla aquí para que si la Comisión me hace el honor de hacerla suya, de retirar el artículo para hacer esa modificación, yo quedaré muy satisfecho; pero si la Comisión se resiste a aceptar esta modificación y Vuestra Soberanía hace otro tanto, no insistiré más, y suplico al mismo tiempo a los señores diputados que deseen hacer uso de la palabra

en contra, se abstengan, como yo, por patriotismo, no por otra cosa, de hacer discursos kilométricos con objeto de que esta ley sea probada desde luego, si no es posible modificarla en lo que pudiera caber, así como está, porque vale más así que nada.

El C. Manrique: Pido la palabra para una interpelación al orador.

El C. presidente: Tiene usted la palabra, para una interpelación.

El C. Manrique: Si el compañero González halla injusto que los propietarios, a pesar de no seguir disfrutando de los productos de la tierra, continúen en el pago de los impuestos; colocados en este terreno, ¿no cree el señor González que en lugar de ser el Ayuntamiento, más bien sería justo que los usuarios, los que recogen la cosecha, pagasen el impuesto? Por otra parte, ¿no cree el señor González que el obligar, el seguir obligando, al propietario, a pagar el impuesto es un estímulo más para que ellos cultiven la tierra y se esfuercen por no abandonarla.

El C. González Jesús M.: Por lo que hace a la primera interpelación del C. Manrique, voy a permitirme contestar en esta forma: El objeto es que no paguen los impuestos respectivos aquellos que no perciban utilidad ninguna cuando no pueden pagarlos. De manera es que si ha de pagar el usuario o el Ayuntamiento, me es indiferente, como Vuestra Soberanía lo juzgue más conveniente o equitativo.

El C. Manrique: Para una aclaración.

El C. González Jesús M.: Voy a contestar la segunda interpelación, antes que la olvide. Por lo que hace a la segunda interpelación, me decía el C. Manrique que si no juzgaba yo esto como un estímulo para el propietario, con objeto de que esta ley no siga declarando tierras ociosas aquellas que no quiera sembrar el propietario o que no pueda sembrarlas. Sencillamente, si los propietarios permiten que esta ley surta sus efectos arrancando de su dominio las tierras que no hayan sido cultivadas, bien porque no quieran o porque no puedan hacerlo, ya lo he dicho, y sería incurrir en una repetición. Así, pues, magnífico que sea un estímulo, que sea hasta una amenaza para aquellos que estén encaprichados en no cultivar, con objeto de que la miseria siga aumentando en el pueblo y para de esta manera, muy efectiva por cierto, combatir los principios de nuestra Revolución Constitucionalista. Puede usted, señor Manrique, hacer la aclaración que guste.

El C. Manrique: Expresaba el compañero González que, con tal de que el propietario no pagase, le era indiferente que hubiese de cubrir la contribución fuera el usuario o el Ayuntamiento. Admitiendo por un momento esto, es decir, la injusticia de que el propietario pagase el impuesto, me parece que estaría más indicado que fuera el usuario quien lo cubriese, ya que éste recoge la cosecha, en tanto que el Ayuntamiento sólo recibe una pequeña contribución de un cinco o diez por ciento.

El C. González Jesús M.: Debido a que me hallaba ausente cuando se discutió el artículo 10 relativo a las utilidades de los Ayuntamientos en las cosechas de las tierras declaradas ociosas según el proyecto de ley, que las utilidades habían sido mucho menores que como lo había acordado la Comisión primeramente, no sé cómo quedó reformado ese artículo 10. (Voces: ¡No se ha presentado!) Entonces no puedo aludir ese artículo, si todavía no ha sido presentado por la Comisión, y estoy de acuerdo con el C. Manrique en que sean los usuarios quienes cubran los impuestos, mientras ellos reciben las utilidades de las tierras; pero no insisto en que se acepte esa modificación, no quiero hacer perder tiempo, porque sería también hacerlo perder a aquellos que tanto lo necesitan, y a los que lo consideran como oro, a los interesados que vayan a denunciar las tierras. Si no es aceptada por la Comisión y por Vuestra Soberanía la modificación que me he permitido proponer, no seguiré insistiendo y ésta será la última vez que yo haga uso de la palabra, tratando de este proyecto de ley para que no se siga perdiendo tiempo, y suplico también a mis camaradas de la manera más atenta, que ellos no lo hagan perder, que no hagan discursos innecesarios en estos momentos.

El C. Peña: Pido la palabra para hacer una interpelación a la Comisión.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Peña para una interpelación.

El C. Peña: Suplico muy atentamente a la Comisión se sirva definir con toda precisión la última parte del artículo 15. ¿Qué debe entenderse por levantada la cosecha?, porque hay algunas plantas, como el maíz, que una vez que se quita la mazorca, queda todavía algo aprovechable... (Voces: ¡El rastrojo!)

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Vadillo: Se comprende, señores diputados, que se necesita algún acto exterior y visible que señale el momento en el que el usuario deje la tierra para que automáticamente y sin ningún género de formalidades, la tierra vuelva a la posesión del primitivo poseedor, al señalar nosotros como hecho visible el levantar la cosecha, entendemos por el acto material de recoger del campo los frutos que ha producido este campo con el cultivo del usuario, y naturalmente se comprende que según la naturaleza del cultivo. Si se trata del maíz, está abandonado el campo y entregado a su primitivo poseedor el día en que el usuario levante el último grano o la última brizna de yerba que necesite él que fue el fruto de su propio trabajo; en ese mismo momento queda la tierra vuelta automáticamente a su primitivo poseedor sin ningún género de entregas, para no complicar el formulismo y para no dar lugar a los propietarios a que se aprovechen de la documentación que hubiere de hacerse como signo posterior de litigios de orden judicial; queremos no envolver al propietario en "intríngulis" de orden jurídico con el usuario.

El C. Secretario Aranda: No habiendo ningún otro orador inscripto ni en pro ni en contra de este artículo, se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si se considera suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. suficientemente discutido. Se reserva para su votación.

Está a discusión el artículo 16 que dice:

"Los Ayuntamientos darán a las siembras hechas en las tierras ociosas toda la protección de las leyes, y cuidarán de ellas como de cosa propia."

Los diputados que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse.

El C. Dyer Jairo: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Dyer Jairo: Señores diputados: Como ustedes ven, el artículo 16 impone a los Ayuntamientos la obligación de dar a las siembras que se hagan en tierras ociosas, toda la protección de las leyes, es decir, los Ayuntamientos tienen que garantizar esas siembras. Es indudable que si los agricultores no tienen todas las garantías que necesitan esta ley está en peligro de fracasar, porque pocos de ellos habrá que se atrevan a sembrar en tierras de éstas, teniendo en cuenta que pueden perder tanto su dinero como su trabajo. Los Ayuntamientos no están en la actualidad en condiciones de poder dar tales garantías; bien sabido es que todos o casi todos están en bancarrota, que no tienen elementos ningunos ni para organizar bien sus servicios municipales; en muchos de ellos no hay ni policía urbana; así es que ni siquiera pueden dar garantías a los habitantes de las poblaciones; en otros, sólo hay esta policía, pero en ninguno hay policía rural que será la que dé garantías a los habitantes de los campos. Es, pues, imposible que en estas condiciones puedan los Ayuntamientos asumir una responsabilidad que no puedan cumplir. Dice el artículo que los Ayuntamientos darán toda la protección de las leyes; pues bien, cualesquiera que sean esas leyes, si son represivas, se exige que se aprehenda al delincuente para que la autoridad competente lo juzgue y sentencie; si son leyes preventivas, se exige una vigilancia estricta con el fin de evitar la infracción de la ley, y no pueden los Ayuntamientos, porque no tienen fuerzas, hacer ni una ni otra cosa. Además y para darse mejor cuenta de la imposibilidad en que están los Ayuntamientos para poder asumir esta responsabilidad, hay necesidad de conocer cuáles son los enemigos a los cuales tiene que combatir. Yo califico los enemigos que tienen la agricultura en la actualidad, en tres clases: en la primera clase comprendo a todas las partidas organizadas, ya de revolucionarios o ya de bandoleros, pero que están bien organizadas, que están armadas; estas generalmente en pleno día, van a los ranchos, a las labores a robarlas y destruírlas y, si se ofrece, porque encuentran alguna resistencia hacen uso de sus armas. La segunda clase está formada por pequeños grupos de individuos que proceden de los pueblos o de los ranchos de los vecinos, que no están organizados, estos pequeños grupos casi no tienen armas ninguno de ellos y generalmente van en las noches a robar las labores; por esta circunstancia de ir solamente de noche, en mi Estado, lo mismo que en algunos otros, se les conoce con el nombre de nocheros; estos individuos no son en realidad bandidos de profesión, son individuos que por carecer enteramente de trabajo, no tienen recursos ningunos para poder atender a la subsistencia de sus familias y se ven obligados a recurrir a este medio. Por último, la tercera clase de enemigos que tienen los agricultores son las fuerzas militares que están de guarnición en los pueblos.

Ya en el artículo 17 la Comisión prohibe de una manera terminante y en lo general que se hagan requisiciones de carácter militar y que solamente puedan hacerse en determinadas condiciones y mediante la intervención de los Ayuntamientos. Es indudable que con este artículo sí se evitarán las faltas que cometían algunos militares en este sentido, pero quedan todavía los militares que aisladamente, por su propia cuenta, van a hacer estos perjuicios; es indudable que estos militares no van a perjudicar las labores con autorización de sus jefes, pero sí cuentan con la tolerancia de ellos, porque es bien sabido que raras veces dan atención a las quejas que se les ponen. Pues bien, contra estos enemigos tienen que combatir los Ayuntamientos, no tienen elementos ningunos para que puedan dar estas garantías, no pueden dar estas garantías, no pueden asumir responsabilidad ninguna y aún es fácil que algunos Ayuntamientos de una vez digan que no pueden ellos dar garantías y que no se hacen responsables de los perjuicios que sufren las cosechas. En vista de esto, muy respetuosamente me permito indicar a la Comisión que se sirva modificar este artículo en el sentido de que se les den a los Ayuntamientos los elementos para que puedan dar estas garantías; me permito sugerir la idea siguiente: que se estudie la conveniencia de autorizar a los Ayuntamientos para que organicen fuerzas de policía rural voluntaria; estas fuerzas estarán formadas por los mismos agricultores o bien por individuos recomendados por ellos y estarán siempre bajo las inmediatas órdenes de los Presidentes Municipales como representantes de los Ayuntamientos, teniendo por único objeto vigilar constantemente las tierras donde se haya sembrado bajo el amparo de los Ayuntamientos. Creo que en esta forma los Ayuntamientos podrán tener los suficientes elementos para poder garantizar las siembras; no creo difícil que los Ayuntamientos puedan establecer estos cuerpos rurales, porque los mismos agricultores voluntariamente se prestan y se han prestado para establecerlos en otras ocasiones, y tampoco erogarían gastos los Ayuntamientos, porque generalmente tienen armas, y en caso de que no las tuvieran, por conducto de ellas podría proporcionarlas la Federación. Si esta idea es aceptado por la Comisión, creo que sí habrá garantías reales y efectivas.

El C. Neri: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Neri: Señores diputados: El espíritu del artículo que se discute es el de que haya una autoridad que de una manera inmediata sirva de amparo a los agricultores para defender las cosechas de todas las amenazas a que se ha referido el compañero que me precedió en el uso de la palabra. Naturalmente, la obligación de un Gobierno es prestar garantías, tanto en las personas como en los intereses; de suerte que si los Ayuntamientos se ven incapacitados para satisfacer esta misión que les da el artículo que se discute, quedan en su perfecto derecho de solicitar en su apoyo fuerza armada; y los que tengan a sus órdenes esa fuerza, están en la obligación de proporcionarla para que los Ayuntamientos puedan cumplir con su cometido. No podemos desde luego aceptar la idea que inicia el compañero Dyer, porque como él sabe muy bien, los Ayuntamientos carecen en lo absoluto de recursos

y no podrán formar una guardia municipal encargada exclusivamente de dar protección a los labradores. Esta Asamblea rechazó el artículo 10 en que se pedía un diez o veinte por ciento para los Ayuntamientos, aun cuando en el espíritu de algunos ciudadanos diputados ese tanto por ciento podría servir, según unos, para el fomento de la instrucción pública, y, según otros, precisamente para lo que ha indicado el compañero; pues fue rechazado ese artículo y no podemos nosotros exigir que los Ayuntamientos saquen de las arcas municipales, que tienen muy poco dinero, que saquen los fondos que están destinados a servicios públicos para la protección exclusiva de determinados labradores. Es por esto que el artículo que se discute entendemos que sólo quiere que haya una protección inmediata de los Ayuntamientos, y en los casos en que se necesite el auxilio de fuerza armada, la solicitarán de quien corresponda.

El C. Dyer: Pido la palabra para una interpelación

El C. Presidente: Tiene la palabra el ciudadano Dyer para una interpelación

El C. Dyer: La Comisión nos ha dicho que los ayuntamientos pueden pedir la ayuda de fuerza armada para poder garantizar estas siembras. Ya se ha dicho aquí varias veces que los jefes militares no pueden prestar esta ayuda a los Ayuntamientos, porque no están destinados para perseguir bandoleros, sino para perseguir revolucionarios, y yo lo he visto en mi pueblo, que cuando el Ayuntamiento ha pedido la ayuda a la fuerza armada para que lo auxilie en tal o cual caso, no ha querido hacerlo. Si, pues, no se pone en el precepto esa obligación de las fuerzas armadas para que auxilien a los Ayuntamientos, es como si no hubiera tal garantía; si la Comisión no quiere cambiar el espíritu del artículo, que ponga en el mismo "que las fuerzas armadas deben atender las solicitudes que les hagan los Ayuntamientos;" de lo contrario, la contestación de las fuerzas armadas será la que han dado siempre: "Nosotros no vamos a perseguir bandoleros."

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión para contestar.

El C. Neri: Legalmente hay autorización de parte de las autoridades de prestar auxilio no sólo a las corporaciones municipales, sino a los individuos en lo particular, cuando lo soliciten, de suerte que está ya un precepto legal que así lo establece y saldrá sobrando que nosotros agregáramos a esta ley un precepto igual que vendría a ser violado por una cuestión de hecho que es la que ha citado el compañero.

El C. Secretario Aranda: No habiendo más diputados inscriptos ni en favor ni en contra de este artículo, se pregunta a la Asamblea, en votación económica, si lo considera suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Suficientemente discutido. Al propio tiempo se consulta si se reserva para su votación o si se vota en seguida. Los que estén por que se vote en seguida, se servirán poner de pie. Se reserva para su votación.

Está a discusión el artículo 17 que dice: "Las cosechas y los frutos de las tierras arrendadas por los Ayuntamientos conforme a la presente ley, no podrán ser objeto de requisiciones militares de ningún género, sin previo consentimiento de los Ayuntamientos; los cuales se encargarán de hacer efectivo el importe correspondiente."

Las personas que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse.

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Cepeda Medrano: El artículo 17 que se nos presenta en este proyecto de ley, dice que únicamente con el consentimiento de los Ayuntamientos se podrá disponer de las cosechas si en caso de que las requieran fuerzas militares, como en esta ultima guerra hemos presenciado casos en que los Ayuntamientos han dispuesto de las cosechas sin el consentimiento de los propietarios o usuarios, quienes muchísimas veces se han quedado en la más completa miseria, queremos sugerir a la H. Comisión se sirva tomar esto en consideración par que se diga que sólo se puede disponer de la cosecha, no únicamente con el consentimiento de los Ayuntamientos, sino también con el del usuario o propietario; porque de otra manera no quedan garantizados sus intereses. Me he permitido proponer lo anterior, para que se estudie y se vea que hay mucho de justicia en lo que pido, a fin de que no se haga tan larga la discusión.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Neri: Señores diputados: Naturalmente, cuando intervengan los Ayuntamientos es porque los usuarios no están de acuerdo en dar los elementos que soliciten las fuerzas del Gobierno; los Ayuntamientos intervendrán en defecto de la voluntad del usuario.

El C. López Lira: Pido la palabra para una interpelación.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. López Lira: La interpelación que hago a la Comisión consiste en concreto en lo siguiente: ¿El artículo que se discute no es anticonstitucional, atento lo que expresa el artículo 26 del Código Fundamental? El artículo 26 que, dicho sea de paso, se pretende poner en el artículo 1o. de la Ley de Suspensión de Garantías o, mejor dicho, se pretenden suspender las Garantías que otorga este artículo 26, dice que: "En tiempo de paz, ningún miembro del Ejército podrá alojarse en casa particular, contra la voluntad del dueño, ni imponer prestación alguna. En tiempo de guerra, los militares podrán exigir alojamiento, bagajes, alimentos y otras prestaciones, en los términos que establezca la ley marcial correspondiente."

El artículo 17 del dictamen dice: "Los cosechas y los frutos de las tierras arrendadas por los Ayuntamientos conforme a la presente ley, no podrán ser objeto de requisiciones militares...." Para poder aprobar este artículo, para poder considerar que estas requisiciones militares, para poder probar que no son sino una forma de prestación de cosas, sería preciso primero suspender las garantías que otorga el artículo 26 de la Constitución sobre este particular. (Voces: ¿Por qué?) ¿Por qué? Por lo que expresa el artículo 26 de la Constitución....

El C. Neri, interrumpiendo: Pido la palabra para contestar al C. López Lira, que es especialista en interpelaciones. (Murmullos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Neri.

El C. Neri: El artículo 1o. de la ley que está discutiéndose está fundado en el artículo 27 constitucional y el artículo 1o. declara de utilidad pública el cultivo de las tierras y, como consecuencia, el producto que salga de ese cultivo; aquí no se trata de exigir el producto de la cosecha al usuario, sino mediante el pago respectivo, es decir, hay una venta por causa de utilidad pública.

El C. López Lira: No es esa mi pregunta.

El C. Cruz: Pido la palabra para un hecho.

El C. Presidente: Tiene la palabra, para un hecho, el C. Cruz.

El C. Cruz: Señores diputados: Estoy conforme con lo preceptuado en el artículo 16, en donde se establece que los Ayuntamientos cuidarán de las cosechas, como de cosa propia; pero no estoy de acuerdo en que dispongan de estas cosechas como de cosa propia. Yo voy más allá de lo que opina el C. Cepeda Medrano; él está conforme con que las cosechas pudieran ser objeto de requisiciones militares con el consentimiento de los Ayuntamientos y del usuario. Es para mí una irregularidad muy grande el que los Ayuntamientos puedan decidir de la suerte de las cosechas de los agricultores, unas veces con el consentimiento de ellos, y otras sin ese consentimiento; por lo mismo, yo desearía que se estableciera en este artículo que solamente podrán ser objeto estas cosechas de requisiciones militares, con el consentimiento de sus legítimos propietarios, encargándose en este caso los Ayuntamientos de hacer efectivo el importe legal correspondiente.

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Vadillo: Debo advertir al ciudadano diputado Cruz que en caso de que los usuarios diesen su consentimiento, ya no habría requisición; la ley se pone en el caso de que las autoridades militares, por las necesidades de la campaña, tengan que echar mano de los frutos de los usuarios y en ese predicamento se propone la ley, hasta donde es posible, salvar los frutos, declarando legalmente que no son objeto de requisición; pero que si ésta se lleva a cabo, entonces son los Ayuntamientos los encargados de pagar al usuario el precio de aquellos elementos; ellos serán responsables ante la Secretaría de Guerra del pago y serán también los intermediarios para que los usuarios cobren lo que es de su legítimo trabajo.

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Arellano.

El C. Arellano: Señores diputados: Si el objeto del artículo 17 es dar garantías a los agricultores, absolutamente no satisface el objeto para que fue hecho; probablemente la Comisión ignora la inveterada costumbre de las fuerzas del Gobierno de tomar cuanto encuentran, sin pedir su parecer a nadie; y es verdaderamente infantil suponer que de aquí en adelante dejarán de seguirse haciendo devastaciones en las cosechas, porque no presten los Ayuntamientos su aquiescencia; sería preciso, para que los Ayuntamientos pudiesen evitar las devastaciones, darles los elementos necesarios para hacer respetar su voluntad, los que absolutamente no tienen. Respecto a los casos en que el usuario voluntariamente dejase que dispusieran del producto de su trabajo, creo que es enteramente ocioso hacer referencia a esto, pues aseguro a ustedes que no habrá un solo caso en que aquél que haya cultivado una tierra y esforzándose porque de productos, no habrá un solo caso en que voluntariamente los entregue a las fuerzas del Gobierno. Respecto de que los Ayuntamientos deben dar su aquiescencia, no la darán y si fuese negativa, pasarían por encima de la voluntad de los Ayuntamientos las fuerzas que ya tienen la costumbre de devastar absolutamente todo cuanto encuentran, y este es el problema que debemos resolver. Tengo numerosa correspondencia de lo que pasa en mi Distrito; llega una fuerza del Gobierno a un rancho y no solamente destruye cuanto sembradío hay, sino que despoja aun de las ropas que las mujeres llevan puestas, se las quitan y después de haber devastado todo, se ponen a cocinar con la puerta de la casa.

Pues un Ayuntamiento nada más porque diga: "No lo consiento, ¿es suficiente para que se eviten estos desmanes?, ¿no es verdaderamente pueril suponer que porque se dicte una ley para que los Ayuntamientos no den su consentimiento para esto... - yo no sé, creo que la frase será robo, - porque aun cuando no haya campaña, siempre el Ejército destruye cuanto encuentra. Yo he presenciado casos en la vuelta que di hace un mes a mi Distrito, de qué manera... (Voces: ¡Eran anormales) ...no, señores; no eran anormales; voy a referirles a ustedes: Existe un mayor apellidado Ortiz Cortés - y esto es lo que constituye mayor ignominia - éste no era sino un borrachín que en épocas normales esperaba pacientemente a que le calificasen la falta de haberse embriagado al día antes; ahora es mayor...

El C. Bravo Izquierdo, interrumpiendo: ¿Mayor de qué?

El C. Arellano, continuando: Mayor cinismo; y yo he presenciado precisamente este caso: al Regidor primero del Ayuntamiento Municipal de Jerez se lo encontró este mayor y le dijo: "He sabido que los soldados han dispuesto de su labor."

- "En efecto, han destruído mi labor."

- "Pues ponga usted un recibo por quince pesos, porque tenemos orden de la Secretaría de Guerra de no hacer uso de los bienes particulares en servicio de la campaña."

- "Pues no pongo ese recibo."

- "Entonces, si no lo pone, se puede perjudicar."

- "El perjuicio que yo pueda recibir es de habérseme robado mi labor; así es que hecho ese daño, no se me puede seguir otro."

¿No es verdaderamente pueril que ahora digamos que las corporaciones municipales son las que deben decir que sin su consentimiento no se pueden destruir las labores de las tierras ociosas, cuando ni los mismos bienes de los regidores están a cubierto de los robos del Ejército? Este es el primer enemigo que tiene actualmente la agricultura; de nada sirve dar cuantas leyes se quieran para que haya quien siembre, si no se dan seguridades que garanticen el producto del trabajo; es preciso de antemano dar los elementos necesarios a los ayuntamientos para hacer efectiva la autoridad que pretende darles la Cámara a fin de evitar tales devastaciones. Dice la última parte del artículo que los Ayuntamientos se encargarán de hacer efectivo el importe correspondiente. ¿Suponen

ustedes que los Ayuntamientos tengan en estos momentos los medios para hacer efectivos dichos importes? ¿No es verdaderamente pueril decirlo? ¿Puede un Ayuntamiento pagar lo que un ejército consuma, cuando los Ayuntamientos no tienen absolutamente nada, ni para comprar papel? Ni éste tienen, pues cuando se les ofrece un oficio, tienen que hacerlo en papel estraza. ¿No es perder el tiempo en puerilidades venir a discutir artículos como el 17 que a nada conducen y que nada significan? Primero debe pensarse en autorizar a los Ayuntamientos con objeto de que tengan fuerzas rurales suficientes para garantizar los derechos de los agricultores y no basta nada más que decir que se les autoriza, sino que es preciso darles los elementos; con armas que se les diese, sería suficiente, pues todos los agricultores de muy buena gana harán la defensa de sus cosechas, en contra de las devastaciones de quien quisiese hacerlas, poco importa el nombre de quien quisiera llevarlas a cabo, ya sea que se digan carrancistas o villistas: ¡el que destruye la propiedad ajena no es en realidad sino un enemigo del orden constitucional!

Está íntimamente ligada la pacificación del país, sí señores, no es más; no es posible que mientras prevalezca este caos, esta falta de garantías en los agricultores, pueda consolidarse el Gobierno; parecerá que digo un disparate, pero no hay más. Ten enemigo del régimen constitucional y de los derechos del hombre es uno como otro... (murmullos.) No sé por qué les hace escozor... (Murmullos y voces de las izquierdas: ¡Estamos convencidos de eso!) No sé por qué murmuran. (Murmullos y voces: ¡Se prohiben los diálogos!) Por eso me dirijo a ustedes (refiriéndose a las izquierdas); si hay diálogos no es porque yo los provoque, no.

Pues terminaré, ya que parece que les ha hecho escozor a los señores de las izquierdas... (Voces de las izquierdas: ¡No, no!) Tan enemigos del orden constitucional son los que se llaman de una manera como los que se llaman de otra, si son igualmente destructores de la Nación, de la poca vitalidad que le resta a la Nación. (Voces: ¿Quiénes?) Lo mismo unos que otros. (Voces: ¿Quienes?) Todos lo que portan fusil. (Voces de las izquierdas: ¡Diríjase a las derechas! ¡Nosotros estamos convencidos!)

El C. Peralta, interrumpiendo: ¡Diríjase a las izquierdas! ¡Nosotros también estamos convencidos.

- El C. Arellano, continuando. No sé por qué al señor Peralta le parece que no digo la verdad, cuando él alguna vez ha dicho lo mismo.

El C. Peralta: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Arellano: (Dirigiéndose al C. Peralta): Tiene usted la palabra. (Risas. Campanilla.)

El C. Peralta: Señor Presidente: Yo le pido la palabra a usted; ¿no me la da usted? ¿Está de acuerdo el orador?

El C. Arellano: Sí, señor.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Peralta para una aclaración.

El C. Peralta: Hace un momento decía al señor compañero Arellano que tuviera la bondad de dirigirse a las derechas, porque las izquierdas estábamos perfectamente convencidas de la verdad de lo que está diciendo, de manera que no es que nosotros cerremos nuestros oídos a la verdad, todo lo contrario, los que aquí estamos, nos hallamos tan convencidos de lo que dice el orador, que le suplicamos convenza de estos asuntos a los diputados que se sientan a la derecha; nada de eso nos causa sorpresa.

El C. Arellano: Pues si los diputados de la izquierda están tan convencidos de lo que digo, es claro que abogarán porque la Comisión retire el artículo a debate, lo que será la mejor prueba y no nada más palabras. (Voces: ¡Bien! Aplausos) Si se quiere hacer labor verdaderamente útil, y no venir a hacer leyes que no son más que palabras, palabras... (Voces: ¡y más palabras!) y más palabras, que se den a los Ayuntamientos los elementos necesarios para hacer respetar los derechos de los ciudadanos, con lo que habremos aventajado algo por el camino del orden; de otra manera no resolveremos el problema de dar garantías a los que trabajan en bien de la Patria que agoniza, y que parece que está Irremisiblemente perdida. Ya está agonizante y a los que nos resta algo de patriotismo, quisiéramos hacer lo necesario para que no pereciera por completo.

El C. Peña: Una interpelación al orador.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Peña: Suplico al orador se sirva hacerme el honor de decir si ese mayor cinismo a que se ha referido constituye la agrupación Ejército; usted ha aludido a esta institución, entre la que figuran individuos muy honorables.

El C. Arellano: No entiendo la pregunta.

El C. Peña: Usted al hablar hizo referencia a un mayor que está en el lugar donde hace poco tiempo estuvo usted. Le suplico me diga si ese solo individuo con sus fuerzas constituye la institución Ejército a que usted ha aludido.

El C. Arellano: Me he referido al Ejército que hace desmanes, al que destroza a la Patria...

El C. Peña, interrumpiendo: Pues ese no es Ejército.

El C. Arellano, continuando: Si hay personas en el Ejército que se conducen con patriotismo, indudablemente que no me referí a ellas, pero sí a todos aquellos que se valen del pretexto del rifle, los que no pueden tener un lugar en la sociedad, conquistado por su trabajo y que ahora con el rifle pueden vivir en la holganza y el pillaje, a esos me refiero. Poco me resta que decir: Digo que el artículo 17 es pueril, que deben dárseles a los Ayuntamientos los elementos necesarios para hacer respetar las cosechas....

El C. Arlanzón, interrumpiendo: ¡Mil rifles a cada Ayuntamiento!

El C. Arellano, continuando: Mil rifles a cada Ayuntamiento y entonces se habría pacificado el país y se habrían evitado todos los robos que constantemente se cometen, con el pretexto de dar garantías. Si la Comisión está convencida, como dice, de la razón que tengo, le suplico que retire el artículo 17, para hacerlo en condiciones de que pueda garantizar el producto de las tierras que se hayan laborado. (Aplausos.)

El C. Velásquez: Pido la palabra, para hacer una interpelación a la Comisión.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Velásquez,

para hacer una interpelación a la Comisión.

El C. Velásquez: Señores diputados: Me permito dirigir a la Comisión una interpelación, no invocando la ley universal, sino leyes, porque no puedo menos; la ley de Newton no puedo invocarla en el presente caso, para ver si ese artículo 17 está conforme con la Constitución. El artículo 4o. de la Constitución dice en su parte final: "Nadie puede ser privado del producto de su trabajo, sino por resolución judicial." El artículo 26 de la misma Constitución garantiza para todo habitante del país, en tiempo de paz, que la autoridad militar no le exija prestación de ninguna especie y dice: que en tiempo de guerra y expedida la Ley Marcial, ella determinará de qué modo puedan hacerse algunas requisiciones. El artículo 17 preceptúa esto: Que los militares pueden exigir algunas requisiciones y que el Ayuntamiento podrá dar su consentimiento. Yo pregunto, ¿no queda en este caso suspendida esa garantía individual, dependiendo solo del consentimiento del Ayuntamiento exigir requisiciones a los pobres labradores? Si el Ayuntamiento va a dar su consentimiento, si él va a resolver sobre la procedencia de una requisición, queda facultado para privar al usuario de parte o del total del producto de su trabajo, cuando alguna autoridad militar exija determinada prestación. Entiendo que aquí la Comisión deja al arbitrio de los honorables Ayuntamientos la facultad de consentir en que a los pobres labradores se les prive del producto de su trabajo; y esto es una violación de las garantías que establecen el artículo 4o. constitucional en la parte final de su primer párrafo, y el artículo 26 de la propia Constitución. Suplico a la Comisión que nos explique de qué modo autoriza a los Ayuntamientos para que dispongan de parte del producto de los labradores, pobres o ricos, como quiera que sean. Supongo que no estamos en tiempo de guerra y, en todo caso, no se ha expedido la Ley Marcial. Ruego a la Comisión que nos diga en qué casos puede decirse al labrador: vas a dar maíz y pasturas a los militares. No quiero admitir, como decía el orador que me antecedió, que abusen los militares; pero debemos suponer el caso, como lo supone la Comisión, de que alguna vez se presente y que un Ayuntamiento soberanamente derogue el artículo 4o. de la Constitución y el 26, por una resolución, por un úkase o ukase, como quieran, que digan los Ayuntamientos que los labradores les den a los militares lo que soliciten; yo creo que, en este caso, si violan esos artículos constitucionales. Suplico a la Comisión nos explique qué razón hay para facultar a los Ayuntamientos a derogar las garantías que otorgan esos artículos, o si no quedan derogadas, si el labrador no sufre ningún perjuicio con sólo la aquiescencia del Ayuntamiento para esas requisiciones. Si vamos a trabajar por medio de esta ley para favorecer a esa clase de trabajadores, ¿qué derecho hay para que se les exijan esas requisiciones? Los militares tienen los elementos que las Secretarías de Guerra y de Hacienda ponen a su disposición. Este es un caso que abre la puerta para varios abusos; ellos no tienen necesidad de esas requisiciones, si necesitan algo, sabrán dónde pedirlo, conforme a la ley; la Ley Militar dispone cómo deben llenarse determinadas necesidades de la tropa, cuando no tengan inmediatamente qué gastar, lo determina; pero que el Ayuntamiento vaya soberanamente a disponer que los pobres den algo de los productos de su trabajo, es violar los artículos 4o. y 26 de la Constitución, a no ser que se expida una ley marcial o que se suspendan las garantías concedidas en esos artículos. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra la Comisión, para contestar.

El C. Vadillo: Señores diputados: en lenguaje de jurista, podríamos decir al señor Velásquez que no hay caso, es decir, que no hay el caso que él ha pintado aquí con colorido tan negro. El artículo 17 dice: "Las cosechas y los frutos de las tierras arrendadas por los Ayuntamientos, conforme a la presente ley, no podrán ser objeto de requisiciones....." de manera que es precisamente lo contrario de lo que dice el señor Velásquez; aquí no se autoriza ni implícita ni explícitamente, para que los Ayuntamientos formen doctrinas jurídicas, sino que se reconoce, por el contrario, la doctrina constitucional de que las cosechas no son objeto de requisición. ¿Por qué? Precisamente porque no hay la Ley Marcial a que alude el ciudadano diputado Velásquez y porque está vigente absolutamente el texto constitucional íntegramente. Aquí no hay caso jurídico, lo que hay es un caso de hecho: La práctica viciosa en nuestra vida caótica del momento y que quiere la ley, hasta donde sea posible prohibir, para salvaguardar los intereses de los usuarios. Recuerde la Asamblea que, cuando se discutió esta ley en lo general, se hizo alusión a la práctica inveterada en México, y desde luego profundamente odiosa, de que un cabo, con seis soldados, ha tenido siempre facultades omnímodas para hacer y deshacer, disponiendo de las cosechas, echar las caballadas y sencillamente pasar sobre el derecho de los trabajadores, sobre las leyes, sobre los intereses de los Ayuntamientos, etc. Dentro de esta imposibilidad práctica de dar garantías en nuestro país a todos esos trabajos, la ley, hasta donde es posible, quiere salvaguardarlos, haciendo que los Ayuntamientos cuiden, como de cosa propia, las cosechas de los usuarios y sean ellos los intermediarios para justipreciar el daño y exigir su importe de la Secretaría de Guerra. Nuestros soldados, generalmente, hacen estos atropellos en los campos, no porque estén facultados, y muchas veces sin estar necesitados; los honrados militares que hay aquí presentes, saben que un jefe de fuerzas tiene siempre un presupuesto para el gasto diario de sus soldados; pero que, generalmente, muchos de esos jefes se echan sobre los dineros y hacen pastar los caballos sobre las praderas de los campesinos. Se quiere evitar, hasta donde es posible, este defecto y por eso este artículo es una llamada de atención a los Ayuntamientos, a fin de que, en cumplimiento de su deber de ejercer la sobrevigilancia de los intereses lesionados que se le encomiendan, sean ellos quienes pongan el cuidado necesario para salvaguardar los bienes de los usuarios. Pero, repito, el señor Velásquez, poniéndose siempre en ese terreno en que lo hemos visto atacar esta ley, en el terreno de las sublimidades jurídicas, hace un conflicto de ley donde no hay

más que un conflicto de hechos, que la ley viene precisamente a proteger en bien de los usuarios.

El C. Velásquez: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Narro: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Narro.

El C. Narro: Estando próxima la hora reglamentaría, suplico respetuosamente a la Presidencia se sirva suspender la discusión del artículo a debate y ponga a votación los artículos no objetados, para continuar la discusión después.

El C. Presidente: En vista de la moción del ciudadano diputado Narro, se van a poner a votación los artículos no objetados, aplazándose la discusión del artículo 17 y demás para la próxima sesión.

El C. López Lira: Pido la palabra.

El C. Presidente: ¿Con qué objeto?

- EL C. López Lira: Para la rectificación de un hecho.

- EL C. Presidente: Se le concederá a usted la palabra en la próxima sesión.

El C. López Lira: interrumpiendo: No puede Su señoría (dirigíendose al ciudadano Presidente) suspender la discusión; de conformidad con el artículo 107 del Reglamento, no puede Su Señoría suspender la discusión, sino por haber llegado la hora reglamentaría.

- EL C. Presidente: La Mesa estimaba conveniente poner a votación los artículos no objetados, con objeto de perder menos tiempo en la próxima sesión; si el ciudadano diputado López Lira objeta el trámite de la Mesa, la Mesa no se obstina en sostenerlo.

El C. López Lira: Ni yo me obstino en objetarlo. (aplausos.)

El C. Secretario Portes Gil: Se va a proceder a la votación nominal de los artículos 11, 12, 13, 14, 15 y 16, que no han sido objetados. Se procede a la votación nominal.

- EL C. Manríque: Moción de orden.

- EL C. Presidente: Tiene la palabra el C. Manrique, para una moción de orden.

El C. Manrique: Si de lo que se trata es de ahorrar tiempo, yo creo que no se logra este objeto; hay posteriormente artículo como el 18, el 19 y los dos transitorios, que casi podemos afirmar, sin temor de equivocarnos, que no serán objetados; éstos podrían votarse más tarde en una sola votación con los que estén apartados. En consecuencia, sería más fructuoso seguir discutiendo los cinco o diez minutos que nos faltan.... (Voces: ¡No!)

El C. Secretario Portes Gil: Se procede a la votación nominal. Por la afirmativa.

El C. Secretario Muñoz: Por la negativa. (se tomó la votación.)

El C. Secretario Aranda: Votaron por la negativa los CC. Anaya, Arellano, Avendaño, Blancarte, Carrillo Eduardo S., Cristiani, Robles Domínguez, Rojas Dugelay, Uruñuela y Velásquez.

Votaron por la afirmativa los CC. Aguilar, Aguirre Colorado, Aguirre Crisóforo, Aguirre Efrén, Aguirre Escobar, Alejandre, Alonzo Romero, Ancona Albertos, Andrade, Aranda, Araujo, Arlanzón, Arreola, Aveleyra, Barragán Juan Francisco, Barrera, Bello, Bravo Izquierdo, Cámara, Carrillo Iturriaga, Cepeda Medrano, Cervantes, Cienfuegos y Camus, Cisneros, Córdova, Cravioto, Dávalos Ornelas, Dávila, Dyer, Esparza, Esquivel, Fentanes, Fernández Martínez, Gaitán, Gámez Gustavo, García Adolfo G., García Eliseo, García, Jonás, García Pablo, Garza Ernesto, Garza González, Garza Pérez, Gaxiola, Gay Baños, Gómez S. Emiliano, González Galindo, González Ibarra, González Jesús M., González Justo, Guajardo, Gutiérrez, Gutiérrez Orantes, Hernández Garibay Hernández Jerónimo, Herrera, Higareda, Ibarra, Lailson Banuet, Lanz Galera, Lechuga, Lechuga Val, Leyzaola, Limón, Lizalde, López Celis, López Ignacio, López Lira, López Miro, Magallón, Manjarrez, Manrique, Manzano, Márquez Josafat F., Márquez Rafael, Martínez de Escobar, Medina Francisco, Mercado, Molina, Montiel, Muñoz, Narro, Navarrete, Olivé, Padrés Paredes, Colín, Pedroza, Peña, Peñafiel, Pereyra Carbonell, Pesqueira, Porchas, Portes Gil, Portillo, Ramírez Garrido, Ramírez Llaca, Ramírez Pedro, Rebolledo, Ríos Landeros, Rivas, Rocha, Rojas Rafael R., Román, Rueda Magro, Ruiz Alberto, Ruiz Estrada, Ruiz José P., Ruiz Juan A., Sáenz, Saucedo Salvador, Segovia, Silva Herrera, Silva Jesús, Solórzano, Suárez, Torre Jesús de la, Treviño, Vadillo, Valle, Villarreal Filiberto C., Villarreal Jesús J., Villaseñor y Zavala.

- El C. Paredes Colín, No está allí mi nombre.

El C. Márquez Rafael: Reclamo mi voto que no está en la afirmativa.

El C. Secretario Aranda: ¿Hay algún otro ciudadano diputado que reclame su voto?

Por la afirmativa votaron 126 ciudadanos diputados en contra de 10 de la negativa.

El C. Presidente, a las 12.08 p.m.: Se suspende la sesión para reanudarla a las cuatro de la tarde.

- EL C. Secretario Aranda: Orden del día 7 de diciembre, a las 4 p.m.:

"Votación de la última adición a la Ley de Ingresos.

"Discusión del proyecto de ley por el que se concede una pensión a la señorita María Luisa Palacios.

"Continúa la discusión del proyecto de Ley de Suspensión de Garantías."

(Asistencia de 131 ciudadanos diputados.)

El C. Presidente, a las 4. 18 p.m.: Se reanuda la sesión.

- EL C. Secretario Aranda: Encontrándose a las puertas del salón el C. Santos Ríos, suplente del C. Marciano González, se comisiona a los CC. Pardo, García Jonás, y Prosecretario Sánchez Tenorio, para que se sirvan acompañarlo a prestar la protesta de ley.

El C. Secretario Portes Gil: Se suplica a los asistentes a las galerías se sirvan poner de pie.

(El ciudadano Presidente tomó la protesta de ley al C. Santos Ríos. Aplausos.)

El C. Prosecretario Sánchez Tenorio: "Comisión de Peticiones.

"Señor:

"Al estudio de la Comisión de Peticiones fue turnado

el escrito que presenta la señora Juana Chino, en el que pide que esta H. Cámara decrete a su favor una pensión por la muerte de su esposo, el mayor Fernando Portillo, acaecida en campaña.

"Los subscriptos han examinado la solicitud objeto de este dictamen, y como, en su concepto, se encuentra en todo ajustada a la ley, tiene la honra de poner a la consideración de Vuestra Soberanía, el siguiente acuerdo económico:

"Pase a la Comisión de Guerra en turno, la solicitud que presenta la señora Juana Chino."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General. - México, 3 de diciembre de 1917. - E. Portes Gil. - C. Rivera Cabrera."

Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado el dictamen.

- El mismo C. Prosecretario: "Comisión de Peticiones.

"Señor:

"Esta H. Cámara acordó turnar a la subscripta Comisión de Peticiones, para su estudio, la solicitud de la señora Teresa Hernández en la que pide una pensión como viuda del capitán primero Antonio de San Pedro, muerto en campaña.

"Cumpliendo con su encargo, la Comisión ha examinado la solicitud a que hace referencia, y como quiera que en su concepto está apegada a lo que señala la ley, tiene el honor de consultar a Vuestra Soberanía la aprobación del siguiente acuerdo económico:

"Pase a la Comisión de Guerra en turno, la solicitud de pensión que presenta la señora Teresa Hernández."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General. - México, 3 de diciembre de 1917. - E. Portes Gil. - C, Rivera Cabrera. - Miguel Alonzo Romero."

Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? Se consulta a la Asamblea en votación económica, si se aprueba. Los que estén de acuerdo sírvanse poner de pie. Aprobado el dictamen.

- El mismo C. Prosecretario: "Comisión de Peticiones.

"Señor:

"La señora Carmen Sánchez envía a esta H. Cámara, por indicación de la Secretaría de Guerra y Marina, copia certificada del acta de nacimiento de su hijo el sargento segundo Antonio Hernández, muerto en campaña, a fin de que sea agregada a su solicitud de pensión.

"Los subscriptos no encuentran inconveniente en acceder a la petición de la señora Sánchez y, para el efecto, tienen la honra de sujetar a la consideración de esta ilustrada Asamblea el siguiente acuerdo económico:

"Pase a la tercera Comisión de Guerra, que tiene antecedentes, el documento que envía la señora Carmen Sánchez."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General. - México, 18 de noviembre de 1917. - C. Rivera Cabrera. - E. Portes Gil. - Miguel Alonzo Romero."

Está a discusión el dictamen. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. No se aprueba el dictamen. (Voces: ¡Sí, sí!

El C. Peña Aurelio: Reclamo la votación.

- El mismo C. Prosecretario: Aprobado el dictamen.

- El mismo C. Prosecretario: "Comisión de Peticiones.

"Señor:

"Por acuerdo de esta H. Asamblea, se turnó a la Comisión que subscribe el memorial que eleva el señor licenciado Antonio Rivera G., recluido en la Penitenciaría del Distrito Federal, y por el cual pide que el Congreso, haciendo uso de la facultad que le concede la fracción XXII del artículo 73 de la Constitución, le otorgue amnistía por el delito político de que está acusado.

"Toda vez que el escrito presentado por el señor Rivera se encuentra ajustado a la ley, los subscriptos no tienen inconveniente alguno en turnarlo a quien corresponda, y así lo consultan a Vuestra Soberanía en el siguiente acuerdo económico:

"Pase a las Comisiones de Justicia y Puntos Constitucionales en turno, el memorial que eleva a esta H. Cámara el señor licenciado José Antonio Rivera G."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General. - México, 19 de noviembre de 1917. - C. Rivera Cabrera. - Portes Gil. - Miguel Alonzo Romero."

Está a discusión el dictamen. ¿no hay quien desee hacer uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. No se aprueba el dictamen. (Voces: ¡Sí, sí!) La Presidencia suplica a los señores diputados se sirvan manifestar el sentir de su voto, poniéndose de pie. Se corrige la decisión anterior, y se declara aprobado el dictamen.

- El mismo C. Prosecretario: "Comisión de peticiones.

"Señor:

"El C. Victoriano G. Rábago, remite a esta H. Cámara varios proyectos de ley que abarcan casi todos los ramos de la Administración Pública.

"Con relación a dichos proyectos, la subscripta Comisión se honra en proponer a esta H. Asamblea, la aprobación del acuerdo económico que sigue:

"Pase a las Comisiones unidas de Guerra, Hacienda, Justicia y Estado, Departamento Interior, los proyectos de ley que remite el C. Victoriano G. Rábago."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados. - México, 4 de diciembre de 1917. - E. Portes Gil. - C. Rivera Cabrera. - Miguel Alonzo Romero."

Está a discusión. ¿No hay quien haga uso de la palabra? En votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado.

- El mismo C. Prosecretario: "Comisión de Presupuestos.

"Señor:

"Esta Comisión ha estudiado detenidamente la proposición presentada a esta H. Asamblea, por el C. A. R. Cárdenas, Presidente Municipal de Nogales, Sonora, en la que se pide se graven con el uno y medio por cierto municipal a los efectos nacionales que se exportan por todas las aduanas de la República.

"Esta Comisión ha encontrado equitativo el impuesto de que se trata, ya que los exportadores en la actualidad están realizando pingües ganancias, sin que los Municipios donde están ubicadas las Aduanas Marítimas y Fronterizas, perciban ningún ingreso por este concepto, con excepción de la Aduana Marítima de Túxpam, en la que se cobra el dos por ciento adicional, sobre los derechos de exportación a favor de dicho Municipio, por decreto del ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, expedido el 14 de mayo de 1915.

"Por lo expuesto, y a fin de que este impuesto sea cobrado con toda equidad, esta Comisión opina que el derecho de uno y medio por ciento sobre los derechos de exportación a favor de los Municipios, sea cobrado por las Aduanas Marítimas y Fronterizas en los mismos términos similares en que cada una de estas Aduanas verifica este cobro adicional para los derechos de importación, de suerte que aquellas Aduanas que cobren el uno y medio por ciento municipal como derecho adicional sobre los derechos de importación, lo harán extensivo en la misma forma a los derechos de exportación, y las que en su caso cobre el dos por ciento por igual concepto, cobrarán este mismo tanto adicional por los repetidos derechos de exportación, teniéndose presente que este derecho adicional quedará asimilado al que adiciona los derechos de 4 de junio de 1886, 3 de septiembre de 1901, 3 de diciembre de 1902, 13 y 19 de octubre de 1906 y 14 de mayo de 1915.

"En resumen, la Comisión se permite someter a la aprobación de Vuestra Soberanía, la siguiente reforma al artículo 2o. de la Ley de Ingresos, en esta forma:

"Artículo 2o. El derecho de uno y medio por ciento o de dos por ciento en su caso, que cobran las Aduanas conforme a los decretos de 4 de junio de 1886, 3 de septiembre de 1901, 3 de diciembre de 1902, 13 y 19 de octubre de 1906, a favor de los Municipios, haciéndose extensivo este derecho adicional en las proporciones fijadas por los decretos anteriores a cada una de las Aduanas para el cobro del tanto por ciento adicional en los derechos de exportación, quedando subsistente el dos por ciento adicional sobre estos derechos que establece el decreto del ciudadano Primer Jefe, de 14 de mayo de 1915, para la Aduana Marítima de Túxpam a favor de este Municipio, así como los derechos de barra que se cobran en Tampico, con arreglo a los contratos celebrados con la misma Compañía del Ferrocarril Central Mexicano, y demás disposiciones relativas seguirán recaudándose y aplicándose a su objeto, sin figurar en la cuenta de Ingresos del Erario. Los derechos de inspección veterinaria, se aplicarán en su totalidad a los inspectores o prácticos que presten el servicio, siempre que uno u otros, no desempeñen algún empleo de la Federación por el cual reciban sueldo, pues en este caso el impuesto total del derecho que se recaude, ingresará al Erario.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, 29 de octubre de 1917. - Rubén Basáñez. - J. R. Padilla. - José Rivera - Juan Tirso Reynoso. - M. M. Prieto."

Habiendo sido declarado suficientemente discutido este asunto, se procede a la votación nominal.

Por la afirmativa.

- EL C. Manrique: Por la negativa.

(Se recoge la votación.)

- El C. González Jesús M., durante la votación:

Pido la palabra para una aclaración; se impone esa aclaración.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. González Jesús M.: Yo he dado por ignorancia mi voto por la negativa, creyendo que se trataba únicamente de un impuesto al que yo no había dado mi firma apoyando esa misma iniciativa, de tal manera que, por ignorancia, puesto que no estuve cuando se dio lectura y repito que creyendo que se trataba de cualquier otro impuesto, yo di mi voto por la negativa.

El C. Presidente: ¿Y qué desea usted?

El C. González Jesús M.: Rectificar mi voto.

El C. Prosecretario Sánchez Tenorio: se rectifica el voto del C. González Jesús M., quedando por la afirmativa.

(Concluye la votación.)

- El mismo C. Prosecretario: Aprobado el impuesto adicional de uno y medio por ciento, para los Municipios, por 143 votos de la afirmativa, contra 6 de la negativa. pasa al Senado de la República para los efectos a que se contrae nuestra Carta Fundamental.

El C. Presidente: habiendo quedado concluida la aprobación de la Ley de Ingresos, la Mesa designa en comisión a los CC. Padilla, Ibarra Jesús, J. Dolores Pineda, Hernández Maldonado, Cisneros Eduardo y Prosecretario de la Barrera, para que lleven el expediente relativo al Senado.

- El mismo C Prosecretario: "Comisión 1a. de Hacienda.

"Señor:

"A la Comisión que subscribe, fue turnado el expediente en que la señorita María Luisa Palacios solicita le sea concedida la pensión de que disfrutaba su señora madre, hija del Constituyente del 57, don Ponciano Arriaga, en vista de que la pensión que asignó esta Representación Nacional a la señora madre de la peticionaria, Micaela Arriaga, ya muerta, le fue retirada, en virtud de haber contraído matrimonio.

"La pensión de que disfrutaba la señora Micaela Arriaga, madre de la peticionaria, era de ciento cincuenta pesos mensuales, y por esta misma

cantidad solicita la pensión la nieta del constituyente Arriaga.

"Esta Comisión, pesando las angustias actuales del Erario Nacional y las muchas solicitudes de pensiones a que tenga que atender la Representación Nacional, se permite someter a vuestra aprobación, el siguiente proyecto de ley:

"Único. Concédase una pensión de noventa pesos mensuales, oro nacional, que serán pagados íntegramente por la Tesorería General de la Nación, a la señorita María Luisa Palacios, nieta del constituyente don Ponciano Arriaga, pensión de que disfrutará mientras no cambie su actual estado civil."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados. - México, a 5 de noviembre de 1917. - Juan Zubaran. - G. Padrés. - C. Limón."

Está a discusión. Las personas que deseen hacer uso de palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo ningún orador inscripto ni en pro ni en contra de este proyecto de ley, se procede a la votación nominal

El C. Manrique: Por la afirmativa.

- El mismo C. Prosecretario : Por la negativa.

Presidencia del C. TORRES JOSÉ D.

(Se recogió la votación.)

- El mismo C. Prosecretario: Aprobado el proyecto de ley, por 151 votos de la afirmativa, contra 2 de la negativa.

Pasa al Senado para los efectos constitucionales.

Presidencia del C. SÁENZ AARÓN

El C. Presidente: Encontrándose a las puertas del salón una Comisión de la Cámara de Senadores, la Mesa designa en comisión a los señores diputados Martínez de Escobar, Narro, Padrés, Siurob, González Justo y Prosecretario Sánchez Tenorio, para que la acompañen al salón.

(Es introducida la Comisión.)

Tiene la palabra el ciudadano Presidente de la Comisión del Senado.

El C. Lugo José Inocente, Presidente de la Comisión del Senado: Ciudadanos diputados: El Senado de la República nos ha conferido el honor de venir a entregaros el expediente que contiene el proyecto de ley a la autorización solicitada por el ciudadano Gobernador constitucional del Estado de Puebla, para organizar en el Estado tropas permanentes, hasta el número de cinco mil hombres.

Las Comisiones del Senado que estudiaron este asunto, dictaminaron en el sentido favorable a la petición del ciudadano Gobernador y conforme al proyecto de ley que aprobasteis en su oportunidad; pero el que habla, miembro de una de esas Comisiones, no conforme con el máximum asignado para el efectivo de esas fuerzas, fundó su voto particular en consideraciones de orden político y propuso como máximum el de un mil quinientos hombres. El que habla estudió la cuestión bajo estos dos aspectos: ¿Es tropa permanente, en su acepción propia, lo que necesita el ciudadano Gobernador del Estado de Puebla, atenta la exposición de motivos en que funda su solicitud? La respuesta, señores diputados, es obvia. El señor Gobernador del Estado de Puebla se preocupa, y con sobrada razón por la extinción del bandolerismo, que está asolando a los pueblos desamparados por las fuerzas constitucionalistas; pero esa función que pretende asignarle a lo que él llama tropa permanente, es una función de policía, una función extraña a la institución regular llamada tropa permanente. La tropa permanente tiene una función más noble que la de la policía; la tropa permanente tiene a su cargo la defensa de la integridad territorial, del honor nacional; tiene a su cargo la defensa de las instituciones legítimas, y sólo en casos accidentales puede concurrir con las fuerzas de seguridad a desempeñar las funciones de policía; pero admitiendo que el ciudadano Gobernador deseara que se organizase la tropa permanente para auxiliar a las fuerzas constitucionalistas y abreviar la campaña de pacificación que se ha emprendido en ese Estado, entonces, señores diputados, hay que convenir en que es prudente y justo otorgar ese consentimiento, pero nunca por el efectivo que se solicita, porque, además de ser imposible para los recursos económicos con que cuenta el Estado, es peligroso para el ejercicio de los derechos de los ciudadanos y para el desenvolvimiento del Municipio libre, que son las conquistas de que puede ufanarse justamente la Revolución. El Senado aceptó estos fundamentos y fijó como máximum a las fuerzas permanentes para el Estado de Puebla, el número de mil quinientos hombres. Es, por tanto, satisfactorio para el que habla, consultar a la consideración de vuestra sabiduría, que a su tiempo y con el juicio que os ha caracterizado, pronunciéis la última palabra en este asunto. Sólo me resta expresaros que en el Senado se os siguen profesando los sentimientos de cordialidad y de solidaridad con que vosotros habéis procedido respecto de aquella H. Cámara. (Aplausos.)

El C. Presidente: La Cámara de Diputados se da por recibida del expediente que la H. Cámara colegisladora envía, relativo a la autorización solicitada por el Gobernador del estado de Puebla, para armar fuerzas regionales, y ha tomado en debida consideración las razones que tuvo el Senado de la República para modificar la cantidad autorizada, a mil quinientos hombres. La Cámara de Diputados pasará el expediente relativo a las Comisiones, para que éstas, en su oportunidad, rindan el dictamen correspondiente y sea puesto a la consideración de esta Cámara; y es también oportuno manifestar a la H. Comisión, que la Cámara de Diputados abunda en iguales sentimientos de confraternidad y solidaridad para la Cámara de Senadores y esperamos que, en este sentido, se sirva hacerle presente la muestra de nuestra simpatía. (Aplausos.)

El C. Presidente: Habiendo solicitado la palabra varios ciudadanos diputados, para hechos, tiene la palabra el C. Martínez de Escobar.

El C. Martínez de Escobar: (Aplausos.) Ciudadanos diputados: Afortunadamente todos los ciudadanos representantes conocen perfectamente bien y tienen honda convicción de que el que habla, siempre, aun cuando en determinados momentos haya dado rienda suelta a su carácter impetuoso, fogoso y en máximo grado apasionado, en el fondo, estoy seguro, de que tienen la convicción más íntima de que las cuestiones nacionales, de que las cuestiones de interés general para el país, siempre dentro de mi posibilidad intelectual, siempre dentro de mi capacidad, las he tratado serena y ecuánimemente. Estoy de ello perfectamente convencido, porque la observación de ustedes en todas las veces que he venido a esta tribuna, tiene que haberles dado este conocimiento; de manera que hay una razón efectiva para que de ello esté convencido y guarde una fe absoluta respecto a que ustedes puedan abrigar en mí alguna idea de despecho. Esta es la verdad, señores diputados, y digo que es la verdad, porque de otra manera la Asamblea no habría tenido ojos para ver ni oídos para escuchar, puesto que yo, que no he hecho una labor de obstrucción ni de sistemática oposición hacia ningún Poder, pues todo lo contrario, cuando ha sido necesario, mi palabra aquí ha sido una palabra tendiente a la armonía y conciliación. En muchísimas ocasiones he presentado, por ejemplo, iniciativas, para dar un voto de confianza al señor Presidente de la República, como en alguna ocasión lo hizo el que habla con otros compañeros representantes, voto que no sé por qué no llegó a aprobarse.

Hace algunos días ustedes saben que tratándose de las cuestiones de elecciones de Ayuntamiento, sostuve un dictamen sobre la facultad que tuvo el Ejecutivo para derogar un reglamento; en general, cuando ha sido necesario, me he puesto en los términos de la lógica y de la verdad hasta donde es posible, como entiendo yo esa verdad; pero la buena fe ha estado siempre de mi parte.

Soy casi enemigo de atraer la atención de la Asamblea para cuestiones de hechos; pero me veo enteramente obligado a ello, porque soy aquí, no una persona, sino una representación de personificaciones, de elementos que integran el distrito electoral de Tabasco que me ha dado su confianza. Desde hace tiempo he venido recibiendo una serie de mensajes, en donde se me manifiesta que ponga en conocimiento de esta Cámara una serie de atropellos que allá se verifican, porque ellos no tienen prensa, porque no hay ni siquiera prensa en Tabasco, de la cual puedan disponer los elementos liberales; de manera que solamente pueden hacerse escuchar por medio de sus portavoces, que aquí somos los que representamos al Estado. Recibí telegramas como estos y deseo que por lo menos en el "Diario de los Debates" queden perfectamente consignados para que se sepa que el diputado por aquel lugar, por lo menos cumplió con su deber dentro de la esfera posible para él. Recibí un telegrama como este que van ustedes a oír; sería mucho cansar a ustedes si mencionara cincuenta o sesenta de la misma índole, pero voy a concretarme a los siguientes:

"Telegrama de Villa Hermosa, Tabasco, 23 de noviembre de 1917. - Para México, D.F.

"Señor diputado Rafael Martínez de Escobar. - Cámara de Diputados. - Urgente.

"Subscriptos somos componentes Ayuntamiento Nacajuca. Gobierno Estado destituyó Desiderio Magaña cargo Presidente dicho Cuerpo, ordenando llamárase Juan Ramón substituyérale, quien excusóse. Como Corporación eligió Estanislao Cruz, Gobierno, desconociendo acuerdo, destituyó nuevo Presidente, insistiendo imponer el de su agrado contra acuerdo Corporación. En vista imposición, reiterados atropellos autonomía. Ayuntamiento, intromisiones sus acuerdos, reuniéronse regidores, acordando disolver Ayuntamiento mientras restitúyensele fueros, respétese autonomía. Gobierno ha consumado destitución, imponiendo Presidente su agrado, fin imponer candidatos elecciones municipales y conseguir con ello éxito futuro farsa electoral Gobernador, diputados locales, pretensiones no puede realizar encontrándose revolucionarios frente Poder Municipal. Pedímosle usted, como buen revolucionario tabasqueño, gestione restitúyasenos puestos respetándose autonomía, etc. Respetuosamente. - D. Magaña. - Estanislao Cruz. - Manuel Isidro. - Rebsáin López, Secretario," y muchas firmas más.

Recibí otro mensaje, que es corto, y al que voy a darle lectura; dice lo siguiente:

"Telegrama de Villa Hermosa, Tabasco, 4 de diciembre de 1917. - México, D.F.

"Diputado por Tabasco, Rafael Martínez de Escobar. - Congreso Unión.

"El día 24 general Pedro Pizá Martínez, acompañado fuerza armada, recorrió vecindarios "Alvarado," "Guarda Costa" y otros, imponiendo candidatura azul, amenazando delegado contrincantes opónganse a aquélla, emborrachando ciudadanos, saliendo más fuerzas imponer color azul. Favor intervenir. Contra imposible fuerza armada evitar así conflictos trascendentales. El Presidente Grupo Planilla Negra. - Lauro Aguilar Palma."

He recibido una serie de mensajes más, de los que tienen conocimiento el general Aguirre Colorado, el señor Cámara y algunas otras personas más aún, sobre las elecciones entrantes, y yo no había querido tratar estos asuntos; pero en vista de que estas imposiciones seguirán cada día más y más y he tenido ahora noticias más recientes sobre el asunto, pues, ¿qué otro remedio queda estando allí una fuerza armada al mando de un general como del que acabo de hablar, que fue aquella persona de quien habló aquí el señor Aguirre Colorado, cuando el señor Cienfuegos, por virtud de no sé qué discusión trató de que en el Ejército Constitucionalista se habían entremezclado elementos reaccionarios que no eran del Ejército Constitucionalista, sino que fue teniente coronel, coronel en la época de Huerta y después se le dio el grado de general por las fuerzas zapatistas y ahora también ostenta el grado de general en las fuerzas constitucionalistas? Allí, pues, ha sido una verdadera imposición, señores diputados, la cuestión seguramente más trascendental y más significativa para el porvenir del país, indudablemente que la más significativa para el porvenir de la Patria, puesto que si no queremos

que sólo sea una toga perfumada la forma republicana que tenemos, sino que sea en verdad una organización republicana y democrática la que exista en México, es indispensable que la esencia misma de esa República, la celdilla orgánica, la principal, que es el Municipio Libre, raíz y nervio de todas las instituciones democráticas en todas partes, si no se ha dado lugar a que el pueblo, que es ignorante, que no conoce, por virtud del largo sueño dictatorial en que estuvo sumido, si no conoce cómo deben hacerse las elecciones para Presidente Municipal, para Gobernador, para senador o para diputado, es indudable que para los hombres bien intencionados, para los hombres de veras revolucionarios, de buena fe, se les ha presentado el momento oportuno en que puedan hacer un ensayo democrático.

Al pueblo de México, de una manera brutal, y lesionando todos los derechos del ciudadano, se le ha impedido que pueda ejercer esa libertad, todo, absolutamente todo el pueblo - no los elementos que integran las esferas oficiales -, están protestando en grandes manifestaciones, manifestaciones que han sido disueltas y metidos a la cárcel miles de individuos. Pues bien, señores diputados, estos individuos solicitan, se dirigen a nosotros para que se hagan conocer cuáles son los procedimientos en aquel Estado, que son los que se han llevado a cabo en toda la República, en la mayoría de los Estados, si no en toda la República. Sí, en la mayoría de los Estados se está burlando completamente el voto para el Municipio Libre.

Bien, indudablemente que de estas cuestiones no puede conocer la Cámara de Diputados porque no tiene facultades, pero sí es necesario que los representantes de ese distrito electoral, hagamos escuchar nuestra voz aquí para que quede consignado y para que se sepa por qué aquel Estado se encuentra como se encuentra, y por qué se encontrará mañana en otras condiciones.

Pasemos a otro punto de vista: es necesario que se haga escuchar la voz de todos los diputados de los Estados, ya que allá todo mundo es sordo y todo mundo, es ciego ante lo que pasa. Y bien, señores diputados, siguiendo el orden que es indispensable para mí, tengo necesidad, absoluta necesidad de decir a ustedes que en estos momentos para mí todos lo señores diputados que integran esta Asamblea, todos, absolutamente todos, para mí son absolutamente dignos, pues es una cosa natural que en una Asamblea existan tres elementos como existen en el tiempo tres períodos: el pasado, el presente y el porvenir; es muy natural y absolutamente natural, aunque en el pensamiento mismo exista una tesis, una antítesis y una síntesis, es natural que en la naturaleza misma exista una fuerza de repulsión, otra de atracción y otra armónica; así se compone la vida, así se forma; es natural pues, que en esta Asamblea, si no se puede decir que haya reaccionarios, sí se puede decir que existen tres elementos: el radical, el en cierto modo moderado y el conservador, dentro de la Revolución. ¿Por qué? Porque, por ejemplo: ¿se va a sentir herido el señor licenciado Velásquez, persona correctísima, abogado estimable, que ha colaborado constantemente con nosotros en los diferentes problemas que se han presentado en esta Cámara, porque se le considere en tal o cual grupo? No, porque es natural que no tenga ímpetus de la juventud, no es un ataque ni agresión a los elementos el que así piense; pero sí existen estos tres elementos y a todos ellos me refiero, porque cuando se trata aquí de asuntos importantísimos, debemos estar de acuerdo en que se haga escuchar la voz de la verdad y de la justicia. Para mí el Municipio Libre, señores diputados, es la justicia social, es la justicia política y todo atentado contra el Municipio Libre es indudable que es la injusticia política y la injusticia social y es la causa de los grandes sacudimientos que todos vosotros sabéis, de grandes estremecimientos del mismo pueblo, tendiente por virtud de una reacción propia a toda acción, por virtud de una necesidad de legítima defensa, cuando es perturbado el elemento esencial de su vida, es natural que produzca esos movimientos revolucionarios en defensa de aquellos ataques de que han sido víctimas. Pues, señores diputados, yo vengo a decir a esta Asamblea que ayer... ¿y qué otro lugar va a tomar un diputado si no la tribuna, puesto que no tiene prensa, puesto que no tiene periódico para hacerse escuchar, puesto que casi toda la prensa en estos momentos - es verdad que "El Pueblo" y "El Demócrata" han estado diciendo verdades últimamente - si es cierto que el periódico que tiene más circulación y que ustedes conocen, ese periódico que ha hecho tantos y tantos males a la República y que se llama "El Universal," tergiversa, desfigura todos los hechos que se suceden; si no tenemos elementos, pues para hacernos escuchar, tiene que ser esta tribuna el lugar en donde vengamos a hacernos porta - voces de los atropellos, en donde vengamos a exponer nuestra manera de pensar?

Ayer, en ejercicio de un legítimo derecho que tiene todo ciudadano, absolutamente todo ciudadano y más los ciudadanos revolucionarios que han estado colaborado, bien o mal, pero siempre de corazón y llenos de entusiasmo en pro de los ideales revolucionarios; ayer, varios revolucionarios que no fuimos más que con el objeto de ejercer un derecho que nos otorga la Constitución, intensamente, nos presentamos al Ayuntamiento al llamado Ayuntamiento de esta capital; fuimos los señores García Vigil, licenciado Sánchez Pontón, y el que habla y estaba allí también el diputado Villarreal y el señor Pruneda; fuimos con credenciales que tenemos, - escuchadlo bien, - con credenciales, puesto que somos de un partido político militante y tenemos derecho a irlo a representar; fuimos con esas credenciales y ¡oh desilusión! ¡oh, desencanto!, fue absolutamente imposible que los representantes de un partido político, que aunque no lo hubieran sido, cualquier ciudadano tiene derecho a que se le hubiesen abierto las puertas para presenciar un acto que debía ser democrático y que es brutalmente dictatorial de parte de las autoridades políticas de este lugar. (Aplausos.) Fuimos con el objeto únicamente de ver, de presenciar el acto democrático, puesto que en su bandera lleva la Revolución como nervio de ella, libertad municipal, esa libertad municipal que es tan necesaria para los países que tienen a una finalidad democrática; ese Ayuntamiento, cuyo origen en México debe ser para todos muy querido, puesto que sabemos

que de allí, del seno del Ayuntamiento surgió la primera palabra, el primer gesto de rebeldía sublime de Francisco Primo Verdad cuando era Regidor en aquella época del régimen colonial de Nueva España; pues bien, fuimos allí nosotros y después de tener platicas serias y fortísimas con el señor Presidente Municipal, le manifestamos que un acto de esta naturaleza debía hacerse en el Zócalo, si posible fuera en un lugar público en donde todos, absolutamente todos los ciudadanos hubieran podido ocurrir y ver y escuchar, debía haber sido si no en ese lugar, diríamos en cualquier otro que tuviera paredes de cristal para que los actos todos se transparentaran y el pueblo pudiera verlos; pues se nos dijo que no se nos permitía la entrada porque la ley no decía que podíamos entrar. Nosotros le hicimos ver si la ley no decía que podíamos penetrar, no había una disposición de la ley del reglamento, que dijera que estábamos imposibilitados los ciudadanos para poder penetrar al acto de la Junta Computadora, es decir, a la reunión democrática de los presidentes de las casillas; le hicimos ver que si la ley no lo prohibe, era natural que no lo dijera, porque la cuestión municipal es enteramente popular y democrática y se entiende que todos los ciudadanos tienen derecho a presenciar aquel acto. No fue posible entendernos con el Presidente Municipal y pudimos ver que un individuo que estaba allí presente en el momento, un abogado de apellido Ostos, con dos empleados del Municipio, hacía toda clase de chanchullos adentro, sin que se le permitiera la entrada a nadie, y como alguien dijera que esto sencillamente se debía a que se estaban cometiendo violaciones y que se tomara nota, entonces el Presidente Municipal, agresivo e insolente, nos dijo que no permitía que nadie estuviese en ese lugar y de la manera más desagradable y bochornosa, - ¿por qué nos ha de dar vergüenza decir la verdad, - como dijo muy bien "El Universal," se nos arrojó a todos los que allí estábamos, diciendo que no podía permitir que nadie permaneciese en un lugar de esos, y siguió encerrado con los presidentes de las casillas, sin que a ninguna persona se le permitiera la entrada. Tuvimos indudablemente que salir porque había algunos soldados fuera. Indudablemente, ¿qué habríamos hecho si no hubiéramos conservado nuestra serenidad? El mismo señor general García Vigil, no obstante su carácter impetuoso que todos conocemos, dijo: "Tiene razón el general, vamos." Y nos salimos. No podré decir a ustedes de la manera incorrecta en que fuimos expulsados de aquel lugar...(voces, murmullos, siseos, desorden,) sin tener en cuenta que si él era una autoridad, si él era el Presidente Municipal, nosotros éramos también altos funcionarios de la Federación; pero si no lo hubiéramos sido, teníamos la alta investidura de ciudadanos mexicanos y esto nos bastaba para que pudiéramos haber presenciado aquellos actos. (Aplausos.)

Pero no fue posible, no fue posible y volvimos a las tres de la tarde el licenciado Sánchez pontón y el que habla; intentamos, correctamente todavía, dominando nuestros impulsos, nuestro temperamento, nuestro carácter convencer al Presidente Municipal de que, aun para su prestigio personal, era necesario que entraran algunos individuos que pudieran ver, no que tuvieran voto, pero sí que pudieran ver que de procedimientos se usaban en el momento en que se reunieron todos los presidentes de las casillas y no quiso, por ningún motivo, y deben saber cómo se hizo esa reunión: fueron penetrando los presidentes de casillas - debo advertirles que allí tienen que haberse fabricado quién sabe cuántos presidentes de casillas y cuántas credenciales, puesto que tenemos derecho para sospechar de autoridades que, contra toda ley y contra todo derecho, impidieron que nosotros presenciáramos actos a los que tenemos perfecto derecho de asistir y más cuando las autoridades, en esos momentos, están obligadas a verificar actos grandiosos de justicia revolucionaria, y es acto de justicia revolucionaria permitir a los ciudadanos que en el uso legítimo de sus derechos, entraran a presenciar ese acto. No fue posible, y entonces, encerrado el Presidente Municipal con los presidentes de las casillas; había seis soldados en la puerta y ni uno sólo de los presidentes de las casillas, por lo menos los independientes, podían salir a fumar, siquiera, porque se les decía por los soldados - y esto lo puedo testificar, - que si eran presidentes de casillas no podían dar un paso fuera, porque estaba prohibido por el Presidente Municipal. (Siseos.) Esta es una verdad, y nosotros protestamos desde aquí; palabra de honor, yo os juro, ustedes me conocen muy bien, que lo que vengo a decir aquí, cualquiera de ustedes hubiera venido a decirlo si hubiese estado en la Presidencia Municipal, por muy amigos que fueran del Presidente Municipal, yo lo soy del señor Osuna, no por despecho, sino por finalidad política, por una fuerza vigorosa, noble y sana, que debe tener todo hombre honrado, por eso vengo a esta tribuna a protestar solemnemente, en nombre, no diré de los principios revolucionarios, en nombre de los principios más rudimentarios de justicia política, protesto solemnemente contra esos actos y yo repito que estos actos - porque estoy dispuesto a proceder siempre con energía respecto de mi manera de pensar, - sólo son dignos de que los hubiera verificado el que fuera Gobernador del Distrito en la época de Huerta, y creo que ni entonces se hubiera producido un acto tan repulsivo como éste, señores diputados. (Aplausos.)

No es, pues mi intención, bajo ningún concepto, venir a atacar, pero sí manifestarme, así como en otras ocasiones, y esto lo digo no para sincerarme, que no necesito sincerarme, porque si yo he estado en la vida política y seguiré estándolo dentro de la dignidad y decoro hasta que los sicarios lo impidan por la fuerza, si es que lo pueden impedir, que tengo dudas, tengo derecho de expresarme claramente.

El Ejecutivo, ayer ha cometido dos actos completamente fuera de sus funciones, fuera de sus atribuciones: ayer, no fue un elemento de las izquierdas, a quienes se llaman oposicionistas, el que vino a protestar aquí; fue el C. Rocha, el joven Rocha, que vino a protestar, dignamente, porque tiene el espíritu fuerte, como tiene que tenerlo la juventud, vino a esta tribuna a decir que protestaba enérgicamente porque el Ejecutivo se había

tomado atribuciones que no le pertenecían, poniendo una comunicación al Tesorero de la Cámara, sobre la cuestión de los sueldos de los miembros que integran la Contaduría Mayor de Hacienda, diciendo que, por orden del Ejecutivo, se había resuelto tal cosa, y esta resolución sólo la puede dar la Cámara de Diputados, porque ni siquiera el Senado, y dijo que protestaba enérgicamente, porque no podía, bajo ningún concepto, el Ejecutivo inmiscuirse en ese hecho, y se le contestó que, siendo facultad de la Cámara, no se tenía en cuenta la orden del Ejecutivo, porque ya la Cámara había resuelto lo que debía resolver en ese sentido. ¿Cuál es el otro hecho? Ayer, señores diputados, tras de lo que acabo de señalar, viene esto otro: Yo no recuerdo, pero ni siquiera estoy al tanto de esta cuestión, pero sí todos vosotros sabéis que, por virtud de una orden que dio el Juez de Distrito fue aprehendido el hoy Presidente de la Junta Computadora, el licenciado Ostos (siseos, murmullos, desorden), aquel que estuvo en el despacho de Vera Estañol (siseos, murmullos), aquél que, en esta Asamblea, con García Naranjo, Moheno y Olaguíbel, fueron los que prepararon el cuartelazo..... (Siseos, murmullos, desorden.) Sí, señores el cuartelazo que segó la vida de los mandatarios del país. (Siseos. Voces: ¡Que tome nota "El Universal" ¡Un cómplice del cuartelazo!) Pues bien, este señor fue aprehendido por las autoridades, tengo entendido que militares, en virtud de que se requirió el auxilio de estas fuerzas, y al pasar, no sé por que motivo lo pasaron por la Presidencia Municipal, penetraron, se habló con el Presidente Municipal, ¿y que fue lo que paso? Lo siguiente: el Presidente Municipal les dijo: "De aquí no lo saca nadie," Lo arrebató de las fuerzas que lo llevaron a la presencia del señor Juez de Distrito, y si el Juez de Distrito no va a ser respetado, que es la autoridad federal, ¿qué se respeta en estos momentos en este país? (Aplausos estruendosos.) Dijo el Presidente Municipal que allí se quedaba el señor Ostos, y la orden fue burlada. Entonces, yo no sé ni quién, porque no estuve al tanto ni de los motivos por los que fue aprehendido, yo protesto que ni siquiera estuve en la manifestación del "Partido Liberal," porque saben que fui al Constituyente a la velada y en la noche al banquete, de manera que no sé las razones que haya tenido; fue una orden del Juez de Distrito, diciéndole al Presidente Municipal que, por virtud de haber secuestrado, por haber substraído al señor Ostos de la acción de la justicia, había caído bajo la sanción del artículo relativo del Código del Procedimientos Federales, que imponía tal o cual pena; naturalmente se sonrío y al rato llegó, según se sabe, aunque yo no lo vi personalmente - pero alguna persona de las presentes tiene que saberlo, - llegó el Subsecretario de Guerra, y creo que ordenó que se retiraran las fuerzas y que no valían absolutamente nada las fuerzas si no las mandaban ellos. (Voces: ¡Ah, ah, ah! Murmullos.) De manera que, fíjense ustedes, qué clase de procedimiento se han seguido el día de ayer por las autoridades, que deben estar guardando un solemne, profundo y religioso respeto a los ideales que ayer defendieron. Por eso, con una voz sincera y honrada, porque lo soy, y seguiré luchando por las libertades públicas, sea como sea y como quiera, sin arredrarme, sin amilanarme, porque es necesario que cada acto de estos centuplique nuestros esfuerzos en pro de los ideales liberales que tienen que triunfar, porque no es verdad que sea la Revolución la que, como Saturno, esté devorando a sus propios hijos, sino que algunos elementos en las altas esferas oficiales están devorando a los hijos de la Revolución; pero ellos se centuplican, porque la Revolución es una fuerza avasalladora que tendrá que triunfar, a pesar de los hombres y las cosas que quieran oponerse al triunfo de esa Revolución. (Aplausos.)

Hecha esta protesta, que yo deseo que de todas maneras quede en este "Diario de los Debates," porque seguramente quién sabe hasta cuándo las juventudes liberales vayan a poder venir a pisar esta tribuna, porque si el voto electoral fuera libre, vendrían muchas veces, yo quiero, pues, que quede consignada esta mi actitud, que es lógica con la actitud que asumí en el Congreso Constituyente cuando yo, quieran o no quieran, fustigué a los hombres más perversos que en estos momentos tiene el país; uno de esos individuos que es el director de "El Universal," ese individuo que sirve para que las clases reaccionarias de Tabasco estén diciendo a cada momento, porque así se les engaña, que tiene el apoyo para cometer todos esos atropellos que existen en los telegramas con que ya di cuenta. ¿Sabéis qué hace creer ese individuo y cómo llegan las noticias allá? Que Palavicini dentro de algunos días es Ministro de Relaciones y que ya está de acuerdo con el Presidente para ser él el Presidente Interino de la República. (Siseos, silbidos, desorden. Voces: ¡No, no lo permitiremos!) Luego no hay que tener miedo a los atropellos, porque allí tenemos a individuos que aprobarán estos atropellos que se están cometiendo. (Voces: ¡Uh! Desorden.) sabedlo bien. (Una voz: ¡Se acabó la vergüenza en la República!)

Pues bien, señores diputados, vuelvo a repetir a ustedes bajo mi palabra de honor, sinceramente he venido a esta tribuna, porque causa vergüenza y desilusión, y desencanto, el que se cometan esos atropellos en el corazón de la República. No es, ni se puede creer, que venga yo a hablar en esta forma, porque tales o cuales candidatos no hayan triunfado, no, que triunfe cualquiera; pero tenemos el derecho, en nombre del pueblo mexicano, que es el único soberano, a pensar que si el Presidente Municipal pone soldados en una puerta de la presidencia y se encierra allí con los presidentes de las casillas y ellos cometen atropellos contra la justicia federal, tenemos derecho a decir que se ha violado flagrantemente el voto particular. ¿Por qué? Porque no se nos dejó entrar a ver el escrutinio. ¿Acaso cuando aquí se discutieron las credenciales - y me dirijo al pueblo en este momento, - acaso cuando aquí se discutieron las credenciales se impidió la entrada al pueblo? Recuérdese que cuando vino la primera junta de los señores diputados trajeron sus credenciales y esto es algo semejante a la Junta Computadora; recuérdese que fueron discutidas públicamente - eso tenían que hacer los presidentes de las casillas, entregar las boletas al Presidente Municipal, - recuerdo que el pueblo asistió en las galerías a todos los actos de la junta preparatoria,

y ¿no estuvo pendiente de lo que hicimos, malo o bueno, pero frente al público, no detrás, no entre bastidores? (Aplausos.) Pues así como el público tiene derecho para entrar aquí todos los días, ya sea para criticarnos y decir de nosotros todo lo que guste, y así como tuvo ese derecho cuando la discusión de credenciales para ver nuestros manejos, para criticarlos, para decir todo lo que quisieron, pero en su presencia, mientras que allá nadie pudo penetrar, fue una cárcel de hierro, en donde tenemos derecho a pensar que se hicieron los más escandalosos chanchullos que, vuelvo a repetir, ni en la época de Huerta se hubieran cometido. (Aplausos nutridos.)

El C. Rocha: Pido la palabra para un hecho.

El C. Presidente: En su oportunidad se le dará a usted la palabra. Tiene la palabra el C. Peralta.

- EL C. Peralta: La verdad es, señores diputados, que después de siete años de revolución, después de todos los sacrificios que se han hecho, como se dijo cuando se invitó al pueblo a la revolución para conquistar los derechos del pueblo oprimido, después de siete años de sacrificios y de sufrimientos, después de que hemos perdido centenares de miles de vidas, causa profunda pena tener que escuchar un discurso como el del señor Martínez de Escobar y tener que confesar que tuvo razón el señor Martínez de Escobar al pronunciarlo, porque si nosotros no queremos cerrar nuestros ojos ante la verdad, si queremos permanecer honrados, ya sea siquiera ante nosotros mismos, debemos de confesar, que las palabras vertidas aquí por el señor Martínez de Escobar no son más que una expresión, bien pálida por cierto, de lo que ha estado pasando en esta desgraciada capital de la República, en donde, - siquiera por pudor, - debería el Ejecutivo haber permitido que hubiera libertad electoral, porque si aquí en donde está reconcentrada la vida nacional en cierto sentido, aquí en donde hay tantos extranjeros, aquí en donde está el Cuerpo Diplomático, si aquí, señores, no se ha permitido entre nosotros mismos disfrutar de libertad para luchar por nuestros candidatos, ¡qué no será en los lugares escondidos, en los lugares apartados en donde ni hay Cuerpo Diplomático, en donde no hay prensa ni extranjeros que estén vigilando las acciones nuestras! Indudablemente que allí será peor el chanchullo y si aquí ha venido a decir el señor Martínez de Escobar, si aquí ha pronunciado con absoluta verdad el señor Martínez de Escobar, que ni en tiempo de Huerta se hubieran hecho atropellos iguales a los que se hicieron aquí ayer, ¡qué no será en los pobres pueblos apartados de la República, en donde se han elegido gobernantes y en donde ahora están eligiendo Presidentes Municipales de acuerdo con las órdenes emanadas directamente del Presidente de la República! (Voces: ¡Muy bien!)

Yo vengo aquí, señores diputados, como diputado que soy por el Distrito Federal, a denunciar algunos hechos y a protestar en nombre de los sesenta mil habitantes que represento, vengo a protestar con toda la energía de que soy capaz, porque los dineros de la Nación, porque los fondos que han sido arrancados del trabajo del pueblo, han sido utilizados para la propaganda electoral conforme a los intereses de la Presidencia de la República. (Aplausos y voces: ¡Es cierto!) Yo vengo aquí a protestar, señores diputados, porque en lugar de permitir que el pueblo fuera libremente a elegir a sus candidatos, en lugar de permitir que por primera vez, como se pretendía, en la historia del país fuera libre para escoger a los que habían de formar los futuros Municipios, en lugar de eso, el Centro ha formado una candidatura y en esa candidatura ha empleado todo el poder oficial, todo el peso de la autoridad, toda la influencia de los que tienen la fuerza en sus manos, para hacer que esa candidatura triunfara sobre la de aquellos ciudadanos independientes que no tienen ni el apoyo ni el dinero de los que están en los puestos públicos.

Yo vengo a protestar en nombre de los sesenta mil habitantes que represento, porque se ha traído al corazón del pueblo una desilusión más, porque ese pueblo estaba esperando que nosotros, cuando llegáramos a ocupar el Gobierno de la Nación, cuando nos constituyéramos en Cámaras, en Ejecutivo y en Poder Judicial, cuando la Revolución triunfante llegara a ser Gobierno, que ese Gobierno sabría dar amplias libertades, sabría permitir que cada ciudadano fuera a cumplir con su deber; vengo a protestar porque esta desilusión quién sabe que consecuencias fatales traerá para nuestro país! (Voces: ¡Sí, sí! ¡No, no! Aplausos.) Yo digo a las personas que han tenido una mofa para estas palabras mías, que las cosas pequeñas, acumulándose, llegan a formar grandes montañas. Yo afirmo, señores diputados, que un fraude hoy, que un fraude dentro de un mes y otro de aquí a un año, llegarán a formar tal atmósfera en el país, que no habrá poder que pueda detener a la opinión pública violentada por los atropellos y violaciones de la Ley Electoral.

Así es como se fue formando la dictadura de Porfirio Díaz, así fue como fue conquistado poco a poco terreno, así fue como aquel pueblo fue cediendo poco a poco cada uno de sus derechos hasta que nosotros, cuando llegamos a la vida pública, nos dimos cuenta de que no éramos ciudadanos, ¡qué íbamos a ser! Eramos esclavos y por eso fuimos a los campos de batalla para procurar conquistar nuestro derechos de ciudadanos. ¿Para que? ¿para que ahora otra vez seamos convertidos en esclavos, para que ahora no tengamos el derecho de ir a votar por el que se nos pegue la gana, para que ahora el único que mande en México sea el Presidente de la República? Yo vengo a protestar por eso, señores diputados. (Aplausos.) ¿Qué clase de Gobierno se va a formar así, señores diputados, si la base, si el funcionamiento de un Gobierno es el Municipio Libre, si es la única manera como el pueblo está perfectamente representando en los pueblos públicos, cuando el Ayuntamiento ha salido del mismo pueblo, se esa es la paz, si ese es el funcionamiento para todo Gobierno verdaderamente libre y que aquí se ha comenzado y que aquí quieran hacer que los Ayuntamientos sean una dependencia del Ejecutivo? Entonces, cuando vengan otra vez las elecciones para Presidente de la República, ¿qué va a pasar? Ya lo estáis viendo, señores diputados: en el mes de julio, cuando lleguen las elecciones para diputados ¿quiénes vendrán? ¿solamente los que quiera el Ejecutivo? Probablemente sí, señores diputados, porque se trata de que la Ley de Suspensión de Garantías esté rigiendo para el tiempo en que se verifiquen esas

elecciones (voces: ¡No, no! Murmullos y siseos.) con el objeto de que solamente vengan a las Cámaras de la Unión individuos perfectamente adictos al Ejecutivo, para que no se levanten voces de protesta, para que no se oiga aquí la verdad nunca, para que solamente se oiga la verdad oficial, la verdad ministerial, como la que predica el señor Cepeda Medrano todos los días, (Risas y aplausos.)

Ahora, para terminar, una palabra a ese raquítico político de Coahuila. (Risas.) Aquí solamente pueden hablar claro los que tienen el cuerpo y el alma sana y el señor Cepeda Medrano ni una ni otra tiene sanos. (Aplausos.) Aquí el señor Cepeda Medrano ha venido a atacar a un grupo, al que yo pertenecí, cuando que yo tres años antes de venir a la Cámara había dejado de pertenecer a ese cuerpo, y usted ha venido a señalar aquí mi nombre; usted Señor Cepeda Medrano, usted que va de rodillas a implorar favores al Ejecutivo, usted que no tiene el alma libre! (Aplausos.)

El C. Cepeda Medrano, interrumpiendo: Es falso todo lo que usted asienta; ya lo demostraré. (Siseos.)

El C. Presidente: La Mesa suplica a los señores diputados que se sirvan dejar continuar al orador y al C. Cepeda Medrano le ruega que al llegar su turno, haga uso de la palabra.

El C. Peralta, continuando: Aprenda usted, señor Cepeda Medrano, a ser hombre libre y entonces tíreme la primera piedra; antes no tiene usted derecho. (Aplausos.)

Señores diputados, voy a terminar, pero para terminar voy a hacer esta última reflexión que quiero que conste en el "Diario de los Debates" y que quiero que quede impresa para siempre en el corazón de ustedes: el Ejecutivo ha tomado ya su camino, lo ha escogido libremente de su espontánea voluntad; su camino y el nuestro están separados, porque él quiere gobernar con los reaccionarios y con la Reacción, y... (voces: ¡Muy bien! Aplausos estruendosos.)... y nosotros queremos gobernar con los revolucionarios y con la Revolución; estamos, pues, separados; estamos, pues, divorciados; si algún día nos encontramos, ¡quién sabe dónde será! (Aplausos estruendosos.)

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra, señor Presidente.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta al señor Cepeda Medrano, que antes de él están inscriptos otros ciudadanos diputados; la Mesa le concederá después la palabra. Tiene la palabra el C. Sánchez Pontón.

(Aplausos.)

El C. Sánchez Pontón: Ciudadanos diputados: Cuando se ha visto uno tras otro subir oradores a esta tribuna con objeto de hacer una enérgica y justificada protesta por los atrevidos fraudes cometidos en las elecciones del domingo pasado, una palidez de dolor se ha cernido sobre las curules de la derecha. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí! Campanilla.)

El C. Presidente: La Mesa invita a los señores diputados a que se sirvan guardar el orden. (Voces, murmullos, desorden.)

La Mesa invita a las galerías a que se abstengan de hacer manifestaciones, pero antes se verá en la necesidad de suplicar a los señores diputados se sirvan tener presente dicha invitación.

El C. Cravioto: ¡El que está pálido es el orador!

El C. Cepeda Medrano: Pido la palabra. (Voces: ¡Siéntate, siéntate!)

El C. Presidente: La Mesa suplica a los señores diputados que guarden orden y pongan atención sobre el asunto de que se está tratando.

El C. Sánchez Potón, continuando: En los diarios donde se fragua la mentira periodística para lanzarla a los cuatro vientos, ha florecido una sonrisa de desdén. ¡Claro!, la campaña del silencio, la campaña de la letra muerta, la campaña de los artículos de los periódicos hablan de paz octaviana en la República y hablan de que en el Parlamento, de que los de la izquierda hicieron lo que hicieron los de la derecha, siempre que éstos lo hicieron mal; pero nosotros no tenemos prensa, nosotros no tenemos dónde lanzar a todos los Estados de la República el pan cotidiano de la mentira, y por eso nosotros tenemos que quitar de nuestras apremiantes labores, de ese tiempo tan precioso de que apenas disponemos, quitar algo para tratar asuntos que realmente no son en este momento de la competencia de la Cámara, ni sobre los cuales podamos tomar una resolución radical; pero ésta es nuestra prensa, ésta es la única tribuna que nosotros hemos podido conquistar por el voto de nuestro comitentes y en representación de ellos venimos a levantar la voz cuando se trata de conculcar, como se ha hecho ahora, uno de los principios más sagrados de la Revolución. Por eso es que ahora hemos venido a tratar el asunto de las elecciones municipales, no precisamente por la trascendencia que puedan tener en la formación del Gobierno Constitucional del país, no solamente porque se trata del Ayuntamiento de la capital, sino es porque, señores diputados, cuando se viola la ley en un pueblo, cuando se atropella al Presidente Municipal como se ha hecho en muchos Estados cambiándolos después de haber sido electos, cuando se cometen fraudes en las elecciones de Gobernadores en los Estados, no obstante que se conmueve la República, parece, señores que los datos que proporciona un "partido," los datos que proporciona el contrario, nos hacen dudar de la veracidad de los hechos, no obstante que estemos nosotros cercanos a ese pueblo y a ese Estado por nuestras relaciones y por nuestros vínculos de sociedad; pero aquí, cuando lo hemos presenciado nosotros, cuando nuestros ojos han visto lo que no vieron en las llamadas elecciones de 1910, cuando en la primera elección del Ayuntamiento Libre de la ciudad de México se cometen fraudes que no se atrevió la dictadura a cometer después de treinta años de haber estado en el Poder, entonces nosotros, verdaderamente indignados, verdaderamente escandalizados de que éstos se cometan en el corazón de la República y perfectamente cerciorados de la verdad de los hechos, es por lo que venimos aquí a levantar nuestra más enérgica protesta.

No basta, señores diputados, llamarse revolucionario y venir con este pomposo título a ocupar una representación, sea en los Ayuntamientos, en los Gobiernos de los Estados, en el Gabinete presidencial o en las Cámaras; es necesario demostrar con hechos que se es revolucionario y quiero referirme a esto, señores diputados, porque la actitud de algunos

de los que se han considerado ofendidos, porque bien saben todos los que están en la derecha que no todos ellos son ministeriales y no todos ellos son incondicionales, sino que los que han protestado lo son, saben ellos, repito, que aunque se llamen revolucionarios sus hechos están demostrando que son todo lo contrario.

Aquí, señores, llegaron los representantes de toda la República cuando se discutieron las credenciales y no había uno solo que no se llamara revolucionario y que no viniera precedido de mil títulos y de mil hazañas para comprobar cuál había sido su actitud durante la Revolución; aquí hemos visto levantarse biografías verdaderamente maravillosas de las que no podrían jactarse nunca ni los Mirabeau ni los Robespierre en la Revolución Francesa. (Aplausos.) Aquí hemos visto en una publicación de especulación comercial salir las biografías más escandalosas que darse pueda, únicamente porque se han pagado con hidalgos esas redacciones de las biografías... (Aplausos.) Pero ¿cómo se es revolucionario, señores diputados? ¿Llamándose solamente así, trayendo aquí biografías escritas por un mediocre adulador, o cuando se demuestra con hechos en la actuación parlamentaria dentro de la Cámara, en la actuación política, fuera de ella, y en la actuación del ciudadano diariamente en la vida política de la ciudad, cuáles son verdaderamente las convicciones que lo han traído al seno de una Representación, que la han traído al seno de una sociedad que se trata de organizar sobre bases distintas a las de antaño? Es esta la única forma en que podéis comprobar ante la Nación que sois revolucionarios, es ésta la única forma en que los funcionarios públicos de la Nación pueden comprobar que realmente han merecido ir a esos cargos, aunque no sea por sus facultades intelectuales de que la mayor parte carecen, sino al menos por las buenas intenciones que los han traído a un movimiento reformador. En cambio, señores, ha habido otros que nunca se han llamado revolucionarios, ha habido otros que no han conquistado lauros en los campos de batalla, ha habido otros que no se han cosido una águila en un sombrero texano para llamarse generales y despojar al primero que encuentran en las calles... (Aplausos.) Ha habido muchos que no se han llevado al cinto la pistola y la canana a la cintura para ir por las calles impartiendo el terror y para ir a los comercios a estafar; pero esos que se llaman revolucionarios, esos que han usado de las armas que debían haber empleado en la reconstrucción de todas nuestras instituciones políticas, ellos que se han llamado revolucionarios y se han encumbrado a los puestos donde se han convertido en caciques, ellos que siguen llamándose revolucionarios y se sientan en los escaños de las Cámaras locales, de los Gobiernos de los Estados, del Gabinete presidencial y de las Cámaras Legislativas, ellos no son revolucionarios si no lo demuestran con hechos. Aquí se trata precisamente de demostrarlo, cuando se ha visto violado el voto público, uno de los principios de la Revolución de 1910 que ésta debía haber heredado, si es que alguno ha heredado de los principios de aquella santa Revolución, si es que esta Revolución ha querido continuar la obra de aquella que enarboló en su bandera el "Sufragio efectivo y no reelección;" entonces sí debemos conmovernos hasta lo más profundo de nuestro pensamiento para venir a traer una protesta que tenga por resultado el encaminar nuevamente la acción de los gobernantes hacia lo que principalmente ofrecieron al pueblo. ¿Y qué es lo que el Gobierno ofrece a cambio de esa violación del sufragio? ¿Qué es lo que dice al pueblo? ¿qué le va a dar en cambio de que ceda sus derechos para elegir a sus munícipes, a sus Gobernadores y diputados? Qué, ¿le ha dado acaso las tierras que le prometió? (Voces: ¡No, no!) ¿Se ha iniciado por parte del Ejecutivo una Ley del Trabajo que debió haberse discutido primeramente desde que comenzó la época en que estuvimos en sesiones extraordinarias? (Voces: ¡No, no! ¿Se ha dado alguna otra disposición verdaderamente revolucionaria que encarne alguno de los principios que se proclamaron en el plan político de 12 de diciembre, en Veracruz? Tampoco; pero en cambio, sí se trae a las Cámaras una recomendación de que se discuta de preferencia la Ley de Suspensión de Garantías Individuales. (Aplausos.) ¡Y no daremos esa ley!... (Voces: ¡No, nunca, nunca!) No daremos esa ley, no obstante que están suspendidas de hecho las garantías individuales en toda la República; pero no sancionaremos legalmente con una ley expedida por esta Cámara todo lo que actualmente se hace contra la Constitución. Si se está haciendo de hecho, las verdaderas responsabilidades recaen sobre los autores de esos actos; y si diéramos la ley, seríamos cómplices y coautores de todos los asesinatos hechos en nombre de esa ley.

Nosotros, concretándonos al caso de las elecciones municipales y ya que los CC. Peralta y Martínez de Escobar han tratado el punto, quiero reducirme, señores diputados, a hacer constar desde esta tribuna que se ha reclamado la nulidad de esas elecciones, no con discursos, no con gritos, no atropellando a las autoridades ni a los ciudadanos; los partidos independientes han ido a reclamar sus derechos en la forma que la misma ley establece, los partidos han llevado a las casillas las protestas que la misma ley autoriza, los partidos se han concretado hasta estos momentos a reclamar en el mismo terreno legal; pero sabemos nosotros que absolutamente ningún caso se hará a esas reclamaciones y lo sabemos, porque si a una autoridad como el Juez de Distrito se le atropella, porque si a una autoridad que es la más alta de la justicia federal, antes de la Suprema Corte, como es el Juez de Distrito, se le impide que se ejecuten sus órdenes por el Subsecretario de la Guerra y directamente por el C. Presidente de la República; si una orden conminante del Juez segundo de Distrito en la que manda aprehender a un delincuente contra la Ley Electoral, es impedida por la mano armada del Subsecretario de la Guerra, sabemos perfectamente que nuestras protestas ante la Junta Computadora van a ser enteramente inútiles, ya que esa ley famosa de 62 puesta en vigor, dice que los actos de esa Junta son inatacables y que el Presidente de esa Junta es amo y señor de todas las protestas, de todas las proporciones y de todo lo que se reclame dentro de esa misma Junta. ¡Qué bien tenía guardada esa ley el señor Macías,

o quien la haya tenido, en su archivo de leyes reaccionarias! ¡Qué bien se pudo encontrar la ley aplicable a este caso para poder impedir que contra la Junta Computadora se levantara siquiera la protesta legal ante el Congreso! ¡Qué bien cuidaron también en Querétaro de que el Congreso no tuviera la facultad de revisar las elecciones de Ayuntamientos, como la tienen todos los Congresos locales de los Estados! ¡Qué bien se ha cuidado de tapar hasta la última rendija por la que pudiera colarse un argumento legal para poder nulificar esas llamadas elecciones! Pero nosotros creemos que esta Cámara tendrá a su debido tiempo todas las pruebas necesarias para ver si puede o si no puede nulificar lo hecho por unos esbirros; vamos a ver si la Suprema Corte no tiene tampoco facultades para revisar lo que se ha hecho con violación de todas las garantías individuales; vamos a ver si es posible que en la capital de la República se pueda permitir que salgan ciudadanos, señores diputados, con los haces de boletas selladas por esa corporación para irlas a repartir suplantando firmas; vamos a ver si se autoriza a un individuo miembro de una Comisaría para que lleve a todos los presidentes de una demarcacíon a su casa y violen las ánforas, violen las firmas y metan todas las boletas a favor de la candidatura de imposición; vamos a ver si se consiente que los gendarmes hayan sido presidentes de las casillas electorales; vamos a ver si no se les ha permitido votar a los ciudadanos porque no se les empadronó, no se les dieron boletas, ni se les quiso recibir el voto cuando se presentaron a la Mesa; vamos a ver si se ha permitido a las fuerzas, en conjunto y armadas, mandadas por sus jefes, votar; vamos a ver si se ha podido formar una Junta Computadora con puros gendarmes a quienes se les dieron credenciales para que formaran mayoría; vamos a ver si a puerta cerrada se delibera y se disparan tiros para amedrentar a los presidentes de las casillas; vamos a ver si el Presidente Municipal puede retirar las palabras que dijo: "Aquí se hace lo que a mí me da la gana." A eso los retamos desde esta tribuna, para eso hemos venido a retarlos, a ver si no hay ley, a ver si la encontramos para poder impedir esos fraudes en lo futuro. (Aplausos.)

Vamos a ver si todos los ciudadanos de la república que han visto hasta ahora cómo cada uno de los Gobernadores ha sido impuesto contra la voluntad de las mayorías de los Estados, mañana, cuando se trate de formar las nuevas Cámaras, ellos van a permitir que vengan aquí sólo los elementos callados, los mudos, los semilleros de dictaduras, los almácigos de tiranías, los que componen siempre esas mudas mayorías en los parlamentos de las dictaduras y vienen siempre a votar agachando la cabeza. (Voces: ¡Bien! Aplausos.) Vamos a ver, señores, que os sonreís desde vuestras curules, si podéis sentaros con tanta tranquilidad en otra Representación, si la mayoría del pueblo de la República, consciente y patriota, sabe que no pueden quedar impunes todos los sacrificios, ni estériles toda la sangre y lágrimas vertidas; vamos a ver si se puede burlar a todo ese pueblo sacrificado, humillado, vilipendiado y que ha dado generosamente su sangre, al verificarse las primeras elecciones de Ayuntamiento Libre de la capital. ¡Esto será muy difícil!, pero nosotros estamos seguros de que si esta corriente ha tomado este cariz, de una vez vamos a probar ahora mismo en la capital que el poder tiene fuerzas suficientes, suficientes elementos para llevar al corazón mismo de la capital a un Ayuntamiento de esclavos; y entonces ya no habrá protestas, ni nadie se acercará a una casilla electoral y ya no se volverá a formar Cámaras de la Unión como se formaron las actuales en que hay elementos que no han tenido empacho en venir a decir la verdad con toda la sinceridad y toda la franqueza de que son capaces los hombres libres; pero si esta Cámara se ve el año entrante compuesta de esos elementos que salen, no de las casillas electorales, sino de las comisarías; si el año que entra las credenciales de los diputados se fraguan en los Municipios y en los Gobiernos de los Estados; si el año que entra el Congreso de la Unión no oirá jamás en este recinto ni el público que acuda a las galerías una voz que se levante para recordar cuáles fueron las promesas hechas en el programa de la Revolución, entonces podéis decir que aquí solamente habrán quedado en las ciudades los hombres que no tengan credo, los hombres que no tengan conciencia y que no sepan lo que son principios; pero si, en cambio, hacemos nosotros que las palabras que se han vertido en toda esa inmensidad de discursos patrioteros, que se han vertido en algunos de esos discursos que se pronuncian en las festividades cívicas en los cuales se habla de la oprobiosa dictadura y de todos los fraudes que se cometían en las elecciones y de que vino un apóstol para venir a redimir al pueblo y darle la libertad de que antes no gozaba, y que ahora disfrutamos de todas las libertades, de todas las comodidades de la vida moderna, de todos los principios de un país democrático, de todos los progresos de un país joven en transformación, entonces decidles que no mientan más, que es necesario que no hablen más, que sus discursos son enteramente estériles cuando no nacen de una conciencia equilibrada y sana, que no vengan a repetir nuevamente lo que en los tiempos de Huerta se venía a decir en alguna sesión de la Cámara, diciendo que era el salvador de la misma Revolución. ¡No! Tened presente siempre el programa que aquí se ha lanzado, no solamente por los que lo habéis subscripto, sino precisamente por los que lo habéis únicamente visto proclamar y que os habéis sentido arrastrados a la Revolución por las enormes promesas que se hicieron; no, señores diputados. Yo quiero concluir recordando a ustedes que no solamente tienen derecho de exigir que se cumplan las promesas los mismos que las hicieron ni los que se llaman revolucionarios, sino todos, toda la Nación y aun los enemigos tienen derecho de exigir que se cumplan las promesas que se han hecho por los hombres de la Revolución. Por eso es que unos y otros deben estar al pie del deber cívico, al pie del programa de la Revolución, que es la ley suprema que en estos momentos impera, para ver si se ha cumplido o no y así juzgar a los hombres que están en el Gobierno.

Concluyo, señores diputados, elevando con mis compañeros una enérgica protesta por los acontecimientos verificados el domingo último y en la instalación de la Junta Computadora. A su tiempo,

dentro del terreno legal, haremos todas las reclamaciones que procedan; ya hemos presentado un escrito firmado por el Comité Ejecutivo del "Partido Liberal Constitucionalista," reclamando en el terreno más respetuoso y más legal todas las infracciones cometidas, una por una y con las pruebas relativas. Hemos presentado también un documento indicando cuáles son las nulidades de que están afectadas las personas que se trata de imponer para el Ayuntamiento; y como estamos seguros de que no se hará caso en la Junta Computadora, lo hacemos constar desde estos momentos como un antecedente de protesta para lo que más tarde haya lugar. Mientras tanto, exhorto a todos los ciudadanos diputados que hayan venido a la Cámara para hacer cumplir la ley, para traer su pequeño o grande esfuerzo, para traer su valioso contingente de ideas y pensamientos y de ilusiones y empeños por el progreso del país y por la implantación de los principios verdaderamente revolucionarios, a que unos y otros cuiden de que no se viole de esta manera el sufragio, que éste ha sido uno de los verdaderos anhelos que ha llevado al pueblo a la lucha, puesto que muchos de los elementos incultos e inconscientes de nuestro pueblo no sabían absolutamente nada de lo que eran las reformas sociales, ni de lo que eran las transformaciones políticas de otros Estados, sino solamente los movió en 1910 el grito de "Sufragio efectivo y no reelección;" que eso es lo que verdaderamente ha formado el alma de la Revolución; ese ha sido el grito que ha llevado a todas las conciencias, aún a las más obscuras, el impulso de tomar un fusil o una pluma para esgrimirlos contra las dictaduras; ese ha sido el tópico principal de todas las promesas, de todos los discursos revolucionarios y ese ha sido y será siempre al principio que servirá de base para organizar un verdadero gobierno democrático. De lo contrario, si este principio fundamental del programa revolucionario no se cumple; si, como lo hemos visto, ha fracasado en las primeras elecciones municipales, entonces podremos exclamar con toda decepción, pero con toda la dignidad de hombres libres, que ha fracasado la Revolución, pero que no la dejaremos que fracase. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Cienfuegos y Camus.

El C. Cienfuegos y Camus: Qué momento mejor que éste, señores diputados, para hacer un resumen de la obra que se realizara desde los comienzos de la lucha intestina hasta éstos en los cuales el pueblo fue engañado de tener en conciencia la libertad y de hacer uso de ella cuando la Patria más de ella reclamara. Con vergüenza, con verdadero rubor, recuerdo los acontecimientos de esa lucha sangrienta; ¡Cuántas violaciones, ora a la propiedad, ora al hogar! ¡cuántas vidas segadas en el campo! ¿Para qué? Para que en seguida los hombres que como un diputado de mi derecha que contiene en su regordida complexidad la materia prima de la clase de los esclavos, vinieran a producir una nueva dictadura más odiosa aún que las dictaduras derrocadas. La responsabilidad es más terrible, la responsabilidad entraña una criminalidad mayor cuanto mayor fue el número de los hombres que cayeron ensangrentados por las balas de nuestros enemigos, enviados para combatir y hacer pedazos, ya en lo espiritual, ya en lo material, las ideas de libertad, los ideales de Justicia.

Sin embargo, señores, enfrente de esa responsabilidad, enfrente de ese fracaso, al cual nosotros de buena fe y de buen grado, hemos contribuído, todavía se levantan de algunas curules, gritando soberbios algunos diputados: "¡Que viva Huerta!," para decirle a un compañero, de quien se dice que así lo dijera en otros tiempos, tal vez, con tal de que tales diputados pudiesen gritar, en medio de su soberbia lastimada, un viva a Venustiano Carranza. Jamás serví, ni con la pluma ni con el brazo, a ninguna dictadura de las que hemos destruído; pero tampoco he de servir, ni con la pluma ni con el brazo, a las dictaduras que, sobre los escombros hechos del pueblo y de la riqueza nacional, se levantan en estos momentos burlando todos los sacrificios populares. (Aplausos.) El calor de mi juventud y el raigambre profundo de mis principios, amamantados allá en el ambiente purísimo de una tierra lejana, me hacen venir a sumar mi propuesta a la de mis compañeros, contra los actos delictuosos y, por todos conceptos, detestables, de la autoridad que, burlándose de la Revolución y sus sacrificios y de todo aquello que he enumerado aquí, se ha violado, ha venido a pisotear, con su bota llena de todas las pedrerías y de todos los cantos recogidos en los tenebrosos caminos de la Revolución, a la conciencia del pueblo, que está muy lejos de ser atropellada en verdad.

Es lástima, decía yo, que todas aquellas violaciones que aceptáramos con nuestro espíritu pleno de esperanza; que todos aquellos atropellos a la propiedad y a la vida de los hombres, quedasen justificados como hacía mucho esperábamos los verdaderos revolucionarios, en virtud de levantar por todo el ambiente, a los cuatro vientos de nuestra Patria, ese ideal que sustentara y por el cual se atropellaron tantas cosas; pero, cuando después de esas violaciones, nos encontramos apenas hombres que, como dijera mi compañero Sánchez Pontón, llevaran y llevan todavía un águila de oro sentada en su sombrero texano, apellidándose generales y deturpando todos los derechos populares; cuando vemos a esos generales que surgieron de las masas populares, en las cuales se encontraron siempre anónimos, pero que surgieron a la vista de todos, ¿para qué? ¿Para guiar a las multitudes al triunfo y a la victoria de estos mismos ideales? Se encuentran ahora, ora en los Ministerios, ora en el Gabinete presidencial, acariciando y limpiando las botas del ciudadano Presidente de la República, por cuyo servicio recogen cuantiosas sumas de dinero, de aquel dinero sagrado que se produce con el sudor y con el trabajo arduo de ese pueblo, siempre malogrado en sus propósitos y por siempre vituperado por esos nuevos caudillos que se levantan, después de haber hecho escombros de todo lo instituído. (Aplausos.) Vemos, señores, cerca del Ejecutivo, a los hombres que constituirían una esperanza para estos sacrificios que tanto deben dolernos a los verdaderos revolucionarios, y aquí hay revolucionarios en verdad en esta Cámara, ya de uno que de otro lado, como lo he dicho en muchas ocasiones; espero que esos revolucionarios que, como Treviño y otros, ostentan águilas de general, cuya graduación es suprema en el

Ejercito de la Revolución, oigan y recojan nuestra protesta respetuosa, con tal de que vaya a repercutir a ese ídolo creado por ese semillero de hombres, de esclavos, que se está levantando, que se está reproduciendo aún dentro de la Representación Nacional. Vemos al general Aguilar, poseedor de cuantiosas sumas de dinero..... (murmullos); Vemos que este hombre, que se lanzara a la lucha tan miserable como nosotros fuimos y como vinimos de ella, y, sin embargo, vemos cómo compra haciendas con el oro de la Patria.....

El C. Pereyra Carbonell, interrumpiendo: ¡No es cierto!

El C. Cienfuegos y Camus, continuando: Tiempo habrá probar para los asertos, y para ello me reservo, señores Pereyra Carbonell; pero así como el señor Aguilar llevaba en su alforja de viaje de pseudo revolucionario, que atravesara en otros tiempos una región levantando una falsa bandera de revolucionario, ahora lo vemos fortificado tras de las bolsas repletas de dinero, que nunca le perteneció y que cogió por la fuerza de las armas, ahora y en virtud de esa ley sagrada por la que nosotros tenemos el derecho de velar. Así como él, hay otros muchos que, ¿para que nombrar!, si todos vosotros conocéis, si ya veis la obra de esos menguados que todavía continúan haciéndose pasar entre nosotros como revolucionarios y como hombres libres, y no fueron sino el remedo de un capricho hecho en un momento de locura revolucionaria. Ya veis, señores, cómo el Gobernador del Distrito, que en otros tiempos se llamara y fuera acreedor al título de buen revolucionario, ha estado violando las libertades públicas; y a pesar de todo, todos trabajan, todos piensan en la suspensión de garantías públicas.

¿Para qué queremos, señores, discutir de la ley de Suspensión de Garantías? ¿Para qué, si hasta los derechos, si hasta las garantías más elementales que otorga la Carta Magna, han sido atropellados brutalmente, haciéndose, como dije al principio, una brutal caricatura de la obra, ora de Porfirio Díaz, el caudillo de Tuxtepec, ora del caudillo de la Ciudadela? ¡No! Ya vosotros habéis contestado a la pregunta del C. Sánchez Pontón; no aprobaremos la suspensión de garantías; ¿por qué? Por que la Ley de Suspensión de Garantías vendría a continuar ese atropellamiento de la libertad y del pensamiento de la Revolución, por encima de sus obras y de sus más bien intencionados corifeos. Los únicos que nos hemos salvado en esta tormenta, los únicos que nos resistimos al encontrar la oportunidad de meter la mano hasta el codo en una caja de dinero abierta, con las bayonetas del pueblo, esos somos los únicos que tenemos derecho de continuar nuestra labor en defensa del pueblo y en defensa de sus libertades; los otros, no: ¡ya son los que fueron aquellos a quienes destruímos! (Aplausos.) Son ya los acreedores a la bofetada más sincera que se descargara de nuestro brazo, haciéndolos a un lado y contándolos francamente en las filas de nuestros comunes enemigos; éstos pueden ser sacerdotes, éstos pueden ser ex-federales, éstos pueden ser toda aquella amalgama de hombres que constituyeron y siguen constituyendo, aún dentro de nuestras instituciones, los más tremendos peligros para la propia Revolución. ¡Qué error!

Arrojo desde esta tribuna una censura, siempre sincera, como he sabido hacerlo, ora al Ejecutivo, que se abroga siempre la responsabilidad, ora a los hombres que, envueltos en su investidura engañosa de ciudadanos del pueblo y de revolucionarios, pretenden hacer una labor cerca de él, benéfica para el país y para los hombres del país. Censuro la conducta, censuro el error del ciudadano Presidente de la República, para que él, a su vez, lo haga descargar con virilidad y despojándose de las responsabilidades que no le toquen, a aquellos que sí han sido responsables por las violaciones cometidas al emitir su voto el pueblo de la capital de la República, como de todo el país, porque, como ya se ha dicho aquí, en todas partes se han estado cometiendo las mismas irregularidades vergonzosas para la Revolución.

Es preciso, señores diputados, que entendamos que no se pierde un solo instante, que no debemos lamentar un solo minuto de los que pasemos protestando contra todos esos atropellos, porque el pueblo que representamos nos ha mandado para vigilar por sus derechos, y si esta Representación Nacional en esta tarde no tiene tiempo bastante para discutir una ley que tiene en cartera, sin embargo él está viendo desde su alejamiento, desde su ostracismo, cómo nosotros sus verdaderos y sus sinceros representantes elevamos nuestra protesta contra todos los atropellos del Poder que nuevamente y fatalmente se entroniza entre nosotros. ¿Cómo no pensamos ayer, señores diputados, señores revolucionarios, cómo no estudiamos, - y pensadlo para el porvenir -, cómo no nos fijamos en los hombres que han constituído este movimiento evolutivo de nuestra Patria, que ha costado tanta sangre y tantos sacrificios, cómo no pensamos, digo, en que los hombres que se ponen al frente de las multitudes para guiarlas ora a la consecución del triunfo, ora a la sustentación ad perpetuam de la dignidad y de la integridad patrias, que ésos pueden ser traidores de los propios principios populares sólo se pone en un momento dado al frente de esas multitudes para mañana aprovecharse del respeto, de la honorabilidad y de los dineros que es posible coger, en virtud de contar con esas multitudes heróicas de hombres que van persiguiendo sus libertades? ¿Cómo no hemos pensado en eso? Pensemos en otra ocasión, señores diputados, cómo es preciso tener en consideración a los hombres, porque éstos sirven de obstáculo para la realización de nuestros principios y de nuestras doctrinas. Mañana, los enemigos de Allende el Bravo, como los enemigos de todas partes, de aquí, de esta ciudad maldita, como dijo mi compañero Vadillo, aquí estarán diciendo lo mismo que nosotros decimos con justicia; con una diferencia, con la diferencia de que ellos combatirán nuestras instituciones democráticas, sea quien fuere el que rija; pero nosotros combatimos los desmanes, los desperfectos, los errores y los engaños de una administración, a causa de que ponemos en una balanza todos los sacrificios y la lucha realizada, y en otra, la obra de realización, la que debía esperarse, de reconstrucción nacional, para justificar todos estos desmanes que son justos en el

momento preciso de la lucha. ¡Es lamentable! ¡no me cansaré de repetirlo, como sincero revolucionario que lleva en la mano, como en el pensamiento siempre ardiente, la tea que llega a destruir la obscuridad en las conciencias populares y que la agita siempre hacia el mejor camino para la consecución de sus principios y libertades. Vosotros, si es posible, compañeros de la derecha, tenéis la obligación, cuando menos los jóvenes, de tener en vuestra mano y vuestra conciencia la sinceridad y la fuerza de nuestra protesta; ésta es justa y no debéis avergonzaros de oírla, por más que los hidalgos, que las monedas que os suenan desde las cajas de la Nación, están repiqueteando en vuestros oídos y entusiasman fatalmente vuestros espíritus.

Abandonad ese camino que no nos lleva sino a convertirnos nuevamente en esclavos y en parias, y si mañana vosotros habréis considerado que la obra de la Revolución ha concluído y que puede convertirse nuevamente el Estado en lo que fue el Estado derrocado, entonces, recordadlo bien, todavía habrá un puñado de hombres en esta tierra, en esta tierra de los heróicos Cuauhtemoc como de los Morelos... (aplausos,) que vengan, que vengan en memoria y en culto a sus antepasados heroicos a abofetear vuestras conciencias y a pisotear vuestras perversas intenciones. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos. Campanilla.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Filiberto C. Villarreal.

El C. Villarreal Filiberto C.: Señor Presidente: Me había inscripto, pero en vista de los oradores que han hablado, me reservo para hacer mi protesta al frente de una gran manifestación de todos los ciudadanos que fueron burlados el domingo pasado. (Voces: ¡Muy bien!)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Manrique.

El C. Manrique: Experimento, señores diputados, al ascender, a esta tribuna, una satisfacción jamás sentida porque advierto que esta Cámara no sigue ya el camino en el que desgraciadamente se había colocado, por el que desafortunadamente había comenzado a marchar y que sólo habría de llevarla al abismo moral, al abismo de la degradación; porque, señores diputados, quienes hayamos seguido atentamente, paso a paso la marcha de esta Cámara; quienes hayamos podido trazar, gracias a la observación, una línea que pudiese simbolizar la marcha de las pasiones y de la firmeza de convicción en esta Cámara, habríamos llegado a esta conclusión desconsoladora; a medida que el tiempo ha ido pasando, el entusiasmo, la firmeza, la pureza y la sinceridad de convicciones de esta Cámara, el espíritu de independencia y de legítima rebeldía que ella alentaba en sus primeros tiempos, ha ido decreciendo. ¿A qué se debe esto señores diputados? Es que Sancho ha hablado al oído de don Quijote; es que el buen don Alonso de Quijano ha hecho caso de torpes incitaciones de su escudero y ha comprendido que antes de ser idealista es bueno ser un poco prudente. Y a medida que el tiempo ha pasado, los señores diputados, algunos señores diputados han comprendido que el puesto de representantes del pueblo, era, después de todo, un poco agradable, pocas responsabilidades, responsabilidades ante la historia, es verdad; pero a la postre, ¿qué es la historia si no una ficción de nuestra inteligencia? Responsabilidades, muy pocas; remuneración, pues... para los tiempos que corren, no es muy maleja... (risas) y obligación expresa de trabajar, ninguna, porque no hay artículo del Reglamento ni artículo constitucional que nos obligue a consagrar determinadas horas al cumplimiento de nuestro deber; y fuera del imperio de nuestra conciencia, de nuestra razón y de nuestro sentimiento, no habría artículo ni ley humana que nos obligase a rebelarnos contra lo que reputásemos perverso y ruin.

Presidencia del C. RIVERA JOSÉ

El C. Manrique, continuando: Pero a medida que el tiempo ha pasado, hemos comprendido que después de todo, además, por supuesto, de una ventaja que olvidé mencionar y que es la noble y honrosa prerrogativa del fuero, de la que no es dado disfrutar a cualquier mortal, a medida que el tiempo pasaba, digo, veíamos que las próximas elecciones se acercaban y que no era prudente despertar las iras ni la animadversión de los poderosos; comprendimos que hay un gran elector rodeado de muchos pequeños electores y que era conveniente tenerlos gratos; que el espíritu de independencia era un poco peligroso. Así hemos advertido, señores diputados, que uno a uno, quienes en un principio tenían ciertos alardes de independencia de criterio, ciertos alardes de virilidad, fueron enmudeciendo, porque era bueno que se olvidase su discolería y su independencia y era bueno también que en las próximas elecciones se les anotase en las listas de candidatos oficiales.

Pero digo, señores diputados, que después de esta desconsoladora convicción a la que hemos llegado, la sesión de esta tarde ha venido a dar un solemne mentís a nuestra primitiva convicción; ella no dice con este espíritu de rebeldía que aquí campea, que todavía no ha muerto en nuestro corazón el espíritu de independencia y de amor a la verdad y a la honradez; de ello, pues, me felicito, todos debemos felicitarnos; y no comienzo por apostrofar a las derechas, porque sé, señores diputados, que la independencia no es patrimonio de las izquierdas, porque sé que el lugar, es decir, el signo, no debe confundirse con la cosa significada; porque yo sé que hay espíritus independientes y revolucionarios, lo mismo en las izquierdas que en las derechas de la Cámara; porque sé que también en las izquierdas hay ministeriales, señores diputados, como hay revolucionarios en el ala derecha... (Voces: ¡Nombres, nombres!) No ataco, no vengo aquí a atacar a las personas para mí respetables y queridas, porque al fin y al cabo acaba por quererse a todos aquellos compañeros, aunque difieren de nuestra manera de sentir, han laborado juntos con nosotros; yo condeno el hecho, condeno el procedimiento. Los nombres son para mí secundarios, que al cabo muchos de ellos la historia habrá de desdeñarlos, ni siquiera tendrá un lugar para ellos; pero por más

que para algunos espíritus pesimistas estas manifestaciones que habrían de calificarse de verdaderamente demagógicas, resulten desconsoladoras porque aparecen ante los ojos de los inexpertos como un germen de muerte en el seno del propio Gobierno, para mí, señores diputados, son naturales y explicables y las acepto con verdadera fruición y con íntimo regocijo, porque es ocasión de sentir, sintiendo su gran verdad, la frase del orador: "Preferimos las borrascas de la libertad a la triste calma de los días de esclavitud;" de manera que estas tormentas, que esta tormenta pasajera, que esta tormenta de indignación que despiertan hechos a todas luces condenables, sea bien venida, sea mil veces bendita, porque ella significa que no ha muerto todavía en nuestros corazones la rebeldía, ni en nuestros cerebros la luz de la verdad y de la honradez.

Ahora, en concreto: ¿tiene la Representación Nacional razones para preocuparse por lo que ha sucedido en las pasadas elecciones municipales? Ciertamente que sí, porque ellas son un símbolo de lo que está sucediendo, porque ellas son un símbolo de lo que ha de seguir sucediendo en el país si no ponemos un remedio, porque esta urbe que se precia de culta y civilizada y que dentro de la humana relatividad realmente merece el nombre de tal, esta urbe debe hoy, así como se enorgullece de lo que tiene de positivamente valioso, debe avergonzarse de sus lacras para no dar el ejemplo de sus infamias al resto de la República, porque esta ciudad tan discutida, tan calumniada y tan justamente recriminada en más de una ocasión; nunca suficientemente alabada, como nunca suficientemente vituperada, tiene una enorme responsabilidad ante nuestra historia, porque a su mayor civilización, a su mayor cultura, corresponde una máxima responsabilidad, una máxima obligación de ser pura y buena; y ha sido, por lo contrario, la historia no me deja mentir, foco eterno de corrupción y de inmoralidad para el resto del país. Cuando las dictaduras han comenzado a vacilar, cuando se han hundido definitivamente y han rodado estrepitosamente por el suelo, siempre ha sido al impulso, al soplo vivificador de las razas primitivas y heróicas, provenientes del Norte o del Sur de la República, razas que han venido a renovar la podrida, la corrompida vitalidad de nuestra ciudad de México. (Aplausos.) Y como creo que el Congreso de la Unión, a la vez que Cuerpo destinado a legislar para la Nación entera, es Legislatura Local del Distrito y Territorios Federales, nada más legítimo, nada más lógico que los diputados todos, así hayamos venido del más apartado rincón de la República, nos preocupamos algo por el interés directo del Distrito Federal, por el ejemplo que se sienta, por el precedente que se hace campear, en interés de la República entera.

Echando una ojeada retrospectiva a los acontecimientos que motivan esta protesta, debo comenzar por decir con mi habitual franqueza, que esta Cámara que hoy protesta por lo sucedido, es en buena parte y no sólo en su derecha, sí que también en su izquierda, culpable de lo que ha sucedido; y voy a recordar por qué: por más que con una argucia digna de buen abogado aquí sostuviera el compañero Martínez de Escobar, una tesis a todas luces falsa, siempre la verdad queda en pie; bastaríame recordar este solo hecho: cuando vino el compañero Martínez de Escobar a esta tribuna a procurar desvanecer mi tesis que atribuía cierta culpabilidad al Ejecutivo ni haber promulgado una Ley Electoral, el compañero Martínez de Escobar no nos dirigió su palabra con aquella su acostumbrada vehemencia; no era su acento cálido y entusiasta y la explicación es muy sencilla: faltábale el convencimiento íntimo, la firme seguridad de la verdad de sus palabras; el compañero Martínez de Escobar no estaba seguro de la verdad de la causa que defendía, por más que se sirviese de una argucia que consistía en llamar reglamento a la Ley Electoral expedida por el ciudadano Presidente de la República y promulgada por el Gobernador del Distrito, don César López de Lara, a pesar de esta argucia, verdaderamente inconsistente y falaz, el Presidente de la República - ésto queda en pie para satisfacción de quienes levantamos desde aquella vez nuestras protestas, antes que los hechos que hoy no es posible remediar, sucedieran -, expidió una Ley Electoral invadiendo la esfera del Poder Legislativo; y, señores diputados, la responsabilidad del Presidente de la República, la responsabilidad del Gobernador del Distrito, la del Ejecutivo de la Unión, habríanse amenguado extraordinariamente y habríanse justificado por las circunstancias y la imperiosa necesidad del momento si al menos aquella ley, la ley que rigió las pasadas elecciones municipales del domingo dos, hubiese sido liberal y magnánima; pero esa ley está atrasada por lo menos medio siglo, está atrasada por lo menos media centuria en la cual, en materia de derecho político, en materia de derecho constitucional, en materia de libertad municipal, ha avanzado pasmosamente la humanidad entera, que no puede nunca detenerse en su camino hacia el progreso y hacia la verdad. Resucitar, pues, esta Ley Electoral del 62, que era ya a manera de momia descarnada, resucitarla con una inyección de forma modernista, ésto, señores diputados, ha sido a la postre lo que ha determinado estas escandalosas violaciones al sufragio. ¿Por qué no se hizo siquiera imitar, copiar la Ley Electoral que sirvió para regir las elecciones gracias a las cuales nos hallamos aquí, las elecciones de diputados, que lo fueron a la vez de Presidente de la República? Esta Ley Electoral consagra entre otras legítimas conquistas, el derecho inalienable que tienen los partidos políticos, lo mismo que los candidatos independientes, para estar representados en la Junta Computadora de ayer; pero no fue una ley moderna, sino una ley atrasada media centuria, la que ha impedido a los representantes de los partidos el hallarse presentes en los momentos del cómputo y ésto, hiere de muerte, hiere de muerte la labor de la Junta Computadora. Es muy difícil saber hasta dónde llega la voluntad, la espontánea voluntad de los ciudadanos y dónde comienza la imposición y la presión oficiales; pero queda en pie el hecho innegable e incontrovertible de que se ha procedido en el misterio, que sistemáticamente se ha excluído a todo interesado espectador; y quienes echan mano del misterio, del silencio y de la consigna, son seguramente los que temen la luz esplendorosa de la verdad.

No voy a extenderme en detalles que aclaren y demuestren la presión oficial que hubo en las pasadas

elecciones; eso es ya del dominio público y más oportuno será que la hagan conocer oradores como Martínez de Escobar y otros que tuvieron más íntimo convencimiento de las cosas, más íntimo conocimiento de los hechos; pero de todas maneras, yo digo, señores diputados, para no colocarme en el terreno de mero irrealizable platonismo, llego a conceder al Gobierno el derecho de interesarse por el triunfo de determinado grupo político, el derecho de ayudarle en su propaganda, siquiera sea con lo que se llama ayuda y protección morales, porque sería suicida, sería absurdo que el Gobierno viese desinteresado e impasible que los elementos más o menos adversos a su política personal tratásen de conquistar el voto, que él se siente, por una necesidad vital, por una ley biológica, impulsado a disputarles; pero si llego a conceder ésto al Gobierno, y es mucho concederle, y si lo concedo, atendiendo a nuestra ineficáz preparación para la democracia, no le concedo el derecho de intervenir en el acto, en el momento mismo de las elecciones. Si puede concederse al Gobierno el papel de actor en los actos preparatorios de las elecciones, no tiene en modo alguno el derecho de ser actor en las elecciones mismas; en ese momento debe ser depositario fiel de la verdad, imparcial espectador, juez sereno e imperdurable. Un Gobierno que, como el del Distrito, por conducto de los comisarios, como el de la 7a. Demarcación, envía a las casillas - lo que a mí me consta personalmente -, del rumbo de Santa María de la Ribera, cédulas ya ocupadas con determinada candidatura, en lugar de cédulas en blanco, es un Gobierno que falta a sus compromisos, que falta a la honradez, que falta a la verdad y que por ello está herido de muerte si no sabe curar ese cáncer que le corroe las entrañas (Aplausos.) Aquí se ha dicho en el calor, en la vehemencia de la peroración, que se han visto cosas que no se vieron en los tiempos de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta; yo creo, señores diputados, en este momento de menor exaltación, de mayor serenidad, que debemos rectificar un poco el concepto... (Voces: ¡No, porque aquéllos no engañaron!) Rectificar el concepto sin amenguar por ello la responsabilidad, antes acrecentándola... (Voces: ¡Muy bien!) porque, señores diputados, hay que hacer por lo menos una salvedad; en la época de Huerta, para no remontarnos muchos años atrás, con la mitad, con la décima parte de lo que cualquiera de nosotros hubiera dicho desde esta tribuna, habría firmado su sentencia de muerte, y digámoslo para orgullo de la Revolución, por lo menos hasta estos momentos, no podemos enorgullesernos, yo al menos, señores diputados, no me enorgullezco al venir en esta ocasión a decir lo que digo, no vengo a hacer un vano alarde de independencia y de desprecio a la vida, porque sé, para orgullo del pueblo mexicano, que mi vida, como la vida de ninguno de los oradores, peligra en estos momentos porque expongamos la verdad. Esto sea dicho en abono de la Revolución triunfante; (aplausos) pero si se respeta la vida, no se procede en cambio, con absoluta honradez, sobre todo por lo que se refiere al respeto al sufragio, y, señores diputados, si cada uno de nosotros se plantea en lo íntimo de su conciencia esta pregunta, esa formidable interrogación: ¿el Gobierno actual, entendiendo por Gobierno lo que debe entenderse, es decir, incluyendo dentro del Gobierno al propio Poder Legislativo, el Gobierno actual defiere esencialmente de los gobiernos dictatoriales de Victoriano Huerta y Porfirio Díaz? Sin vacilación nos sentimos inclinados a contestar rotundamente: "¡Sí, sí difiere!" pero entonces, señores diputados, si hay una diferencia esencial, íntima, interior, ¿no es justo, no es lógico exigir y esperar que haya también una diferencia exterior? Si Juan es más honrado que Pedro, si Juan es honrado y Pedro es un pícaro, ¿esta diferencia sólo existe en el fuero interno de estos dos hombres o existe también, lo que es más elocuente y más ostensible en sus procedimientos, en sus actos exteriores? Ciertamente que sí; pues entonces, si queremos sostener victoriosamente para orgullo de los propios principios proclamados por aquellos de vosotros, señores diputados, que habéis expuesto vuestra vida en defensa de los ideales revolucionarios, si queremos justificar esta tesis, el Gobierno revolucionario deberá renunciar a la conducta de los pasados y ya afortunadamente muertos gobiernos dictatoriales, debe también distinguirse de ellos en el procedimiento, en la forma y en los actos exteriores. (Aplausos.) De otra manera, a pesar de nuestro íntimo convencimiento, no lograremos convencer a quien más nos interesa convencer, si queremos sostenernos, a la opinión pública, y forma parte de la opinión pública la opinión de los enemigos del Gobierno, a quienes, sobre todo, nos interesa acallar, quienes no tendrán pretexto para atacarnos si los convencemos de la verdad y de la justicia del movimiento revolucionario y de la honradez del Gobierno. Debemos procurar convencerlos de que nuestro Gobierno no sólo piensa honradamente, si no que también, lo que es más, en el terreno pragmático, en el terreno práctico, de los hechos, obra honradamente; por ésto, a pesar de lo que dijeran los pesimistas, debemos ver en estos ataques que son loables y que son plausibles, en estos arranques de rebeldía, de franqueza, de virilidad y de independencia de quienes venimos a protestar porque tenemos el legítimo derecho de hacerlo. Pero rápidamente examinemos las responsabilidades de los grupos políticos que han intervenido en la contienda. ¿Tienen derecho los contrarios a afirmar victoriosamente su tesis: "El pueblo mexicano no está apto todavía para la democracia"? En el terreno de las relatividades, sí; pero tenemos derecho a recordar que es ley biológica que la función crea el órgano y que el pueblo mexicano ha de aprender a ser demócrata, precisamente expresando, precisamente ejercitando sus derechos democráticos. No hemos de esperar pacientemente y en actitud expectante que el pueblo mexicano esté apto para la democracia cuando así lo declare sapientemente, ex-cáthedra, algún iniciado. No, el pueblo mexicano se hará apto para la democracia ejercitando la democracia; estos actos, como las elecciones del domingo, son a la manera del torpe primer vuelo de una avecilla que extiende las alas para remontarse hacia el azul, torpe todavía, pero más tarde potente e incontenible. Haciendo un balance de las actitudes de los diversos grupos, llegamos a esta conclusión: por una parte, por lo que toca a las clases sociales, un consolador,

un enorme entusiasmo de parte de las clases populares, de parte de los obreros a quienes hemos visto sudorosos y fatigados, pero sonrientes de entusiasmo, ir de una a otra casilla, rechazados en una diciéndoles: "No puede usted votar aquí," ir a la otra, hasta que llegaba el momento de satisfacer su deseo, su entusiasmo. Esta plausible actitud contrastaba para vergüenza suya, con la indiferencia, la absoluta indiferencia de las clases elevadas, de las clases aristocráticas, las que ocupan las fastuosas colonias Roma y Juárez, por ejemplo; pero este entusiasmo de las clases populares fue constante y sistemáticamente refrenado por la torpeza o mala fe de los instaladores o presidentes de casillas....

El C. Fernández Martínez, interrumpiendo: ¡Por la mala fe!

El C. Manrique, continuando: Por una parte, tres partidos se disputaron el triunfo; en síntesis, tres grupos se disputaron el triunfo en las pasadas elecciones. Por una parte, el grupo obrero, entusiasta, lleno de buena voluntad y de buena fe, pero harto imperfecto en su organización, en sus labores de propaganda y, sobre todo, en el momento supremo de llevar a cabo el acto electoral, el acto decisivo. Por otra parte, y ya sé que sería infructuoso que fuésemos a entrar en detalles para decidir, voy a prescindir en este momento de analizar los fines y miras políticas de cada uno de los grupos que entraron a la lucha. Solamente parece que voy a condenar ciertos detalles, que son verdaderamente elocuentes y que son también, al expresarlos, una garantía de mi absoluta independencia, de mi absoluta imparcialidad en la contienda; por una parte, un grupo, en tesis general, conservador, que contaba con el apoyo y simpatía oficiales, que, para ganarse votos, se ha valido de un procedimiento esencialmente corruptor, digno, tal vez, de la pseudodemocracia del dólar y del tocino, pero que debemos tratar de extirpar a todo trance de nuestro suelo; el procedimiento de conquistarse votos por medio de almuerzos, por medio de comidas, es decir, adulando la animalidad, la baja materia de los hombres y, por otra parte, para que se vea que la responsabilidad la tienen los dos grupos, del otro lado un grupo que, con una habilidad que probablemente aplaudirían los políticos de profesión, que nos tacharían a nosotros de novatos, de neófitos y torpes, con una habilidad maquiavélica, supo ganarse, o trató de ganarse, por lo menos, los sufragios populares adulando también a las bajas pasiones del pueblo bajo, diciéndole: si quieres tener circo, si quieres tener pan y juegos, vota por nosotros. (Voces: ¡Y toros!) Si quieres tener toros, vota por nosotros. Ya veis, señores diputados, que condeno también el procedimiento, que consiste, repito, en adular las bajas pasiones de la plebe, con tal de satisfacer un fin político, probablemente loable, si nos fijamos en los lineamientos generales de la política del partido. Lo que yo condeno es el entronizamiento, que sigue perpetuándose, del viejo principio, de que el fin justifica los medios.

Y para terminar, porque ya sé que ha de levantarse aquí alguna voz defensora del Ejecutivo, que habrá de decirnos, repitiendo las conceptuosas frases de nuestro compañero don Luis Cabrera, que es necesario que nos detengamos en el camino en que nos hemos colocado, y que nos ha de llevar, irremisiblemente al abismo, que la Revolución, si no se detiene a tiempo, ha de acabar, como Saturno, por devorar a sus propios hijos, y que de ésto se trata poniendo en juego las pasiones de esta Asamblea, esencialmente pasional, que con ésto se trata de infiltrar la división para hacer labor de zapa y derribar al vidente que supo llevar a la Revolución al triunfo. Solamente digo una cosa: en primer lugar, que si, como decía el señor don Luis Cabrera, que dijo ésto a propósito del proceso Mucel, la Revolución amenazaba con devorar a uno de sus hijos, olvidó el señor licenciado Cabrera que ya había antes desaparecido de la escena política, también por obra no de la Revolución, sino de los falsos revolucionarios, un fuerte varón de alma templada y noble, a quien mucho debe la Revolución, cuyo nombre ha de consignar tarde o temprano la historia justiciera. (Voces: ¡Nombre, nombre! Murmullos.) Y aparte de ésto, señores diputados...... (Voces: ¡Nombre, nombre! ¡Obregón!) No gusto, señores diputados, de decir nombres; pero mis alusiones son siempre claras y transparentes; y para aquellos de vosotros para quienes la alusión resulte poco clara, inútil sería que yo dijese el nombre. Para aquellos de vosotros que habéis entendido la alusión, el nombre - yo lo sé -, está grabado en vuestros corazones. (Voces: ¡Obregón! ¡Obregón! Aplausos.)

El C. Zubaran, interrumpiendo: ¡Obregón no ha desaparecido ni desaparecerá!

El C. Manrique, continuando: Pero sea de ello lo que fuere, si es verdad, que la Revolución amenaza ingratamente con hacer desaparecer a elementos a quienes debe mucho, es necesario reconocer que esta es la ley histórica y fatal: todos aquellos reformadores que no han sabido comprender el espíritu mismo de sus reformas, han sido arrastrados por la forma misma, incontenible, incontenible como es el progreso humano, y si no, por un momento recordad, por ejemplo, a propósito de la reforma religiosa, a Lutero. Lutero no quería ni proclamaba la separación absoluta de la Iglesia de Roma; Lutero, el gran reformador religioso, solamente una cosa pedía: que se corrigiese la condenable corrupción de la Iglesia; pero para él, la autoridad suprema seguía siendo el Papa, seguía siendo el Sumo Pontífice. Sin embargo, una vez iniciada la reforma, ella fue más poderosa que el propio espíritu de Martín Lutero, y lo arrastró hasta lograr la absoluta separación de la Iglesia de Roma, es decir, del Solio Pontificio. Entre nosotros - y ésto es algo que nos es más conocido -, Hidalgo, el primer precursor de la Independencia, ¿no proclamaba, acaso, la sujeción al trono español? ¿No fue, acaso, el grito de rebelión del cura Hidalgo: "¡Viva Fernando VII y mueran los gachupines!," es decir, los malos españoles. "¡Viva Fernando VII!," es decir, consagraba todavía el principio del derecho divino y de la sujeción al trono español, y, sin embargo, ya lo veis, el movimiento, el poderoso e incontenible movimiento iniciado por Hidalgo, fue más poderoso que las ideas por él proclamadas, y lo llevó aún más allá: al absoluto rompimiento con la madre patria. Y don Francisco I. Madero, ¡no se equivocó, acaso lamentablemente, creyendo que el problema de nuestro pueblo, que nuestro problema nacional era exclusivamente político? ¿No creyó,

ingenuamente, que las aspiraciones populares se satisfarían, habrían de quedar satisfechas con esta sola fórmula: "Sufragio efectivo y no reelección"? Y ya lo sabéis, el movimiento por él iniciado, tomó caracteres cada vez más honda, clara y definitivamente sociales, y el movimiento revolucionario, en un principio aparentemente político y por ello incapaz de entusiasmar, de arrastrar a la guerra a la Nación entera, se transformó a la postre en revolución social. De manera que, si don Venustiano Carranza, a pesar de los méritos indudables que tiene contraídos con la historia y la posteridad, si don Venustiano Carranza, no sabe comprender cuál es el verdadero espíritu de reforma social y de pureza y honradez, que ha animado desde su raigambre a esta Revolución, entonces también don Venustiano Carranza, obediente a esta ley histórica, será fatalmente arrastrado. (Aplausos. Voces: ¡A votar, a votar!)

Presidencia del C. SÁENZ AARON

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Magallón.

El C. Magallón: Se la cedo al señor Siurob.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.

El C. Rocha: Para una moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Rocha: Yo estaba inscripto antes que el señor Magallón, en consecuencia.....

El C. Presidente: El C. Siurob va a hacer uso de la palabra por haberle cedido su turno el C. Magallón.

El C. Rocha: He dicho a usted que, precisamente, yo estaba inscripto primero que el señor Magallón.

El C. Presidente: Cuando usted subió a pedir la palabra, ya estaba inscripto el C. Magallón.

El C. Rocha: Yo no subí a pedir la palabra, la he pedido desde mi asiento; pido que se haga constar esta parcialidad de la Mesa.

El C. Presidente: Se invita al C. Rocha a que retire la palabra que ha dicho.

El C. Rocha: ¿Qué palabra?

El C. Presidente: Acerca de la parcialidad de la Mesa.

El C. Rocha: No puedo retirarla, si yo tengo el concepto de que es parcial la Mesa.

El C. Presidente: En el acta se harán constar las razones que tuvo la Mesa.

El C. Siurob: Señores diputados: En esta oportunidad, como en las anteriores, lo primero que haré será rectificar las palabras de algunos oradores, más bien dicho, de un orador que me ha precedido en el uso de la palabra, el C. Manrique. El ha dicho que ha decrecido la virilidad y el espíritu revolucionario de esta Asamblea, y es un hecho perfectamente falso. (Murmullos.) El prestigio revolucionario de la Asamblea comenzó a demostrarse desde que fueron discutiéndose una a una las candidaturas de los diputados que ingresaron al seno de ella, y rechazando, pasando por encima del criterio legal, todas aquellas candidaturas que venían manchadas con el lodo de las pasadas dictaduras, y en eso consiste la virilidad: la virilidad consiste principalmente en hacer justicia, y si no, figuraos, señores diputados, el papel desairado, que haría una mujer de Juez, con el carácter de Juez. Schopenhauer lo ha dicho: "el acto de hacer justicia es esencialmente viril." y así como una mujer sería ridícula en un Juzgado, no hay mejor enfermero a la cabecera de un enfermo. Por ésto esta Asamblea no ha perdido su virilidad. Ha comenzado a hacer justicia, ha seguido haciendo justicia, y espero que continuará haciéndola. El pueblo mexicano podrá decir que nosotros no hemos dictado todavía el número de leyes necesarias para que las ideas revolucionarias se conviertan todas en hechos; pero lo que no podrá decir el pueblo mexicano, así como los pérfidos de la prensa, los pérfidos reaccionarios de cierta clase de prensa que han comparado a los diputados con un perro, sí, señores, un perro guardián, fiel, echado a la puerta de la Casa del Pueblo, de la casa de la honradez y dignidad nacionales, que ha estado vigilando precisamente por la seguridad de esa honradez, por los intereses de ese pueblo. La Cámara no ha hecho casi otra cosa que ésto, y precisamente por eso se ha visto obstruída en sus labores, si no hubiera habido tanta violación a la ley de parte de las autoridades pertenecientes al Ejecutivo, esta Asamblea ya hubiera iniciado muchas más leyes que las que ha iniciado hasta hoy. Que no se le culpe a esta Asamblea que le ha faltado virilidad, lo que le ha faltado es el tiempo que le han quitado tantas violaciones a la ley contra las cuales se ha visto obligada a venir a protestar y seguirá protestando y ya sabrá el pueblo mexicano que si no expedimos el número de leyes que este pueblo necesita urgentemente, si apenas vamos a darle unas cuantas leyes sobre tierras, si apenas vamos a evitar que se le ponga el sesenta por ciento sobre las propiedades, que no se grave a la pequeña minería, que se dé una Ley de Suspensión de Garantías, si nosotros no tenemos la culpa, nosotros hemos procurado ir legislando en virtud de las circunstancias y del momento pero la Asamblea no ha quitado el dedo del renglón, no ha desmerecido su virilidad revolucionaria, aquí yo mismo en persona me precio de haber atacado a muchos de esos Ministros, cuya mala labor tiene hoy sus consecuencias. Voy a demostradlo, señores diputados. Recordad que yo he atacado al señor Ministro de la Guerra en su carácter de no ser un revolucionario perfectamente consistente; que yo he atacado al ciudadano Aguirre Berlanga, en su carácter de ser un débil, de carecer de energía, es decir, de ser un revolucionario bastante poco convencido de la causa, (voces: ¡Tibio!), tibio, y que si acaso es un revolucionario convencido, lo disimula demasiado. (Risas.)

Pero vamos adelante ciudadanos diputados, porque es necesario entrar francamente al terreno de los hechos. El inmenso chanchullo electoral con que se inicia la elección del Ayuntamiento de México, venía demostrándose ya desde hacía mucho tiempo. Recordad el caso del diputado Reynoso; lo recuerdo, porque es necesario ir recordando una a una todas las circunstancias: un empleado del Gobierno del Distrito se presenta aquí a entregar cinco mil pesos al diputado Reynoso, y el diputado Reynoso dice que no tiene negocios con el Gobierno del

Distrito para que le entreguen aquel dinero. El empleado insiste, y más tarde se aclara que el empleado había confundido al diputado Reynoso con el senador Reynoso, porque el senador Reynoso era el jefe de la propaganda electoral del "Partido Zetinista." (Siseos en curules y galerías.) Recordad la viril protesta de algunos diputados. Cuando el pueblo está miserable; cuando el pueblo se está desprendiendo con tanto trabajo del dinero para llevarlo a las arcas públicas en forma de impuestos, el dinero del pueblo se derrocha para matar las libertades de ese propio pueblo y para venir a provocar por medio de ese dinero una falsa propaganda electoral de la que el Gobierno es parte y juez, y, por consiguiente, para venir a violar la primera de nuestras conquistas, la conquista de la primera revolución, de la revolución de Madero: la libertad de sufragio. ¡Y que vayan ahora todos esos mandatarios a organizar procesiones a la tumba de Madero! (Risas sarcásticas.) ¡Y que vayan todos esos periodistas vanales que son en gran parte los culpables de la situación, porque no dicen la verdad (aplausos), porque no llevan a los oídos del Ejecutivo el clamor de todas las protestas, porque por cien mil adulaciones que oiga el Ejecutivo, vale más una sola protesta cuando menos para el bien del pueblo mexicano y que vaya el eterno sonriente, el eterno desprestigiado, porque a fuerza de tanto desprestigio ya que se le olvidó que tenía vergüenza, que vaya el eterno desprestigiado, el mendigo de oro extranjero, el negociante del tanto por ciento, con ese dinero del pueblo que iba a servir para las escuelas y para la agricultura, que siga ese eterno sonriente ante las desgracias populares, ese individuo dos veces traidor, que traicionó a la dictadura, que hoy traiciona a la Revolución y que muy pronto acabará por traicionar a la Patria, que vaya a seguir engañando con su periódico de mayor circulación, con ese periódico que pasará a la historia con el mismo título que han tenido los del partido que hoy encabeza, con el título que los marcó la Constitución de 57: traidores. (Aplausos.)

Me he desviado, señores diputados, tened presente ésto para cuando llegue la ley de responsabilidades del cuartelazo, para ahora que queréis votar esa Ley de Suspensión de Garantías, que Acosta, Andrade y Alducin han servido a periódicos en la época de las dictaduras. ¿Cómo van a encauzar la opinión estos individuos si entonces no llevaron sino al fracaso? ¿cómo van a dirigir la opinión pública los que sólo tuvieron incienso para los más grandes déspotas que ha tenido el país? mañana, que me despedacen y que digan lo que quieran: el que no ha tenido miedo a Porfirio Díaz ni a Villa ni a ninguno de esos traidores, no tiene miedo a desgraciados escritores que no comprenden.... (Voces: ¡Bien, bien! Aplausos nutridos en curules y tribunas.)

Hablaba yo, señores diputados, de las violaciones electorales; en seguida viene la violación de los expedientes consumada por un comisario y por uno de los miembros conspicuos del "Partido Zetinista" en una casa particular. Esta violación, por fortuna, fue sorprendida y, como consecuencia de ella, el auto de prisión, aún en contra de ese mismo individuo, también huertista, que está en estos momentos indebidamente, a la cabeza del Colegio Electoral como presidente. Los actos de ese Colegio Electoral no pueden ser legales, porque Armando Ostos.... (Voces: ¡Zacarías!)

El C. Zubaran, interrumpiendo: ¡Zacarías Ostos!

El C. Siurob, continuando: Zacarías Ostos ha perdido sus derechos de ciudadano desde el momento en que hay una orden de aprehensión en contra suya, y de esta manera, conforme a la ley , no puede ser presidente de una asamblea en donde está ejerciendo derechos de ciudadano. Por consiguiente, todos los actos que ejecute tienen que ser absolutamente nulos. ¡Que se compongan solos! ¡Que se rodeen de murallas ya que han llevado el dinero como polizonte de la conciencia para echar de esas mismas conciencias la vergüenza, el honor y la dignidad, que son la salvaguardia del pueblo y de la sociedad! (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.) Los presidentes de las casillas fueron, hay que advertir, señores diputados, que en la actualidad todavía en el seno del Colegio Electoral se están expidiendo credenciales de presidentes de casillas. Acaban de estar allí muchos de los electores, muchos de los miembros de ese Colegio Electoral y me acaban de dar precisamente todos los datos, los datos son que todavía allí se están elaborando nombramientos de presidentes de casillas que no se instalaron y por haber protestado contra ese hecho los miembros del Partido Liberal Constitucionalista, los representantes de ese partido, por eso fueron expulsados de esa asamblea. No convenía a los ojos vigilantes de aquellas autoridades que hombres viriles estuvieran allí presenciando estos hechos y por eso se les expulsó.

Otra denuncia que voy a hacer a ustedes de una manera concreta: en la Mesa de la Presidencia Municipal estaba el señor Saldaña Galván (siseos) del "Partido Zetinista" y arrojó su boleta al interior de una urna para sacar su candidato como presidente de aquella casilla. No sólo, señores diputados, otra prueba, para que comprendáis que ha sido un verdadero chanchullo, es que no se repartieron boletas a los ciudadanos y en muchos casos ni siquiera a los empadronados. Yo fui vigilante en una casilla, y como cualquier individuo militante de mi partido, estuve en la casilla y tuve ocasión de presenciar muchas cosas. El instalador de la casilla, lejos de permanecer en el interior de ella, como era su obligación, se salió inmediatamente de ella después de instalada para hacer propaganda zetinista y después, posteriormente, vienen las violaciones más burdas, las violaciones que consisten en poner los esbirros al frente para que ningún ciudadano pudiera entrar más que los presidentes de las casillas, presidentes que en muchos casos son electos entre la clase baja de nuestro pueblo y que apenas pueden darse cuenta de los chanchullos que se realizarán allí dentro. En esta forma, no sólo, sino que el presidente ha maltratado a alguno de los electores diciéndole que ya se arreglarían con él, que se quedara o que se saliera, pero que no anduviera entrando ni saliendo ni poniéndose de acuerdo con nadie. Esto demuestra, ciudadanos diputados, que el chanchullo ha querido cometerse allí en casa, de una manera absolutamente casera; se les ha prohibido no sólo a los miembros de los partidos, sino también a los

representantes de la prensa, ¿y los representantes de la prensa - diréis -, cómo no protestan. Más aún, no han protestado. (Voces: ¡Son serviles! No han protestado. ¿Por qué esa prensa no ha protestado cuando se le ha permitido la entrada a sus representantes? (Voces: ¡Están vendidos!) Si nosotros, señores arrojáramos de aquí, indebidamente, a los representantes de la prensa, ¡cómo nos colmarían de insultos!, ¡cómo nos dirían,! ¡cómo esgrimirían contra nosotros la befa, el escarnio, los insultos, todas las armas que suelen acostumbrar! Y sin embargo, ¿por qué no han hecho lo mismo cuando se trata del Presidente Municipal? Yo vengo a denunciar aquí la poca virilidad de toda esa prensa. (Voces: ¡La poca vergüenza!) Esa poca virilidad ya todos los ciudadanos de la República han podido apreciarla; (aplausos,) son precisamente los que están envenenando a la opinión; son los que están contribuyendo a que no se realicen los ideales de la Revolución, porque lejos de velar porque se realicen esos ideales, contribuyen a engañar al pueblo diciendo que se están realizando, cuando en realidad no se está haciendo más que una vil farsa con lo que fue una verdadera hecatombe, con lo que fue uno de los más grandes acontecimientos de nuestra historia. Y me preguntaréis: ¿y el C. Ministro de Gobernación, encargado de velar porque todas las cosas se realicen conforme a la ley, dentro del ramo de Gobernación, qué ve, qué es lo que presencia? (Voces: ¡No ve, no ve!) ¿No puede acaso darse cuenta de las cosas que están sucediendo tanto antes, en un momento, como después de las elecciones? ¿Ha hecho algo siquiera para remediar este caos en que naufragan los ideales? No, señores diputados; el señor Ministro de Gobernación se ha concretado a enviarnos multitud de proyectos como aquel famoso de la Ley de Tribunales y como el otro de la Suspensión de Garantías individuales, de esos proyectos que no pasan ni pasarán, de esos proyectos que, una vez discutidos aquí, pasan a discutirse en el Senado y que andan de una a otra Cámara, lo cual sólo dificulta nuestra labor y tiende a hacernos aparecer ante el pueblo como individuos que no queremos dictar leyes que lo beneficien, a desprestigiar a la Revolución, para poder el Ejecutivo después de cometer todas estas violaciones a la ley, cuando no haya cumplido con las promesas revolucionarias, después de haber violado la Constitución, hacer lo que Pilatos después que condenó a Jesucristo: pedir la jofaina y lavarse las garras.

El día en que se instaló el Colegio Electoral no había quórum, señores diputados, no había más que 91 electores, debiendo ser 114. Esto es una violación flagrante; no hubo acta de instalación, por consiguiente, si no hubo acta de instalación, ninguno de los actos que allí se hicieron fueron legales, ninguno de aquellos actos tuvieron carácter legal; muchos de los llamados presidentes de aquella junta, no eran más que inspectores de alumbrados, mercados y de distintos ramos municipales y lo comprueba el hecho de que la segunda junta hubiera hecho perdediza el acta de los asistentes a la junta anterior. ¡Qué casualidad! ¿Creéis que en una Asamblea como esa hubiera sido posible que se hubiera perdido una lista semejante? Es como si aquí en la Cámara de Diputados se hubiera perdido la lista de los diputados que constituían la primera junta electoral. Se han estado expidiendo, como dije, nombramientos de presidentes de casillas, y éstos se han expedido ante los señores Archibaldo Eloy Pedroza, Enrique Sevilla, Urbano Lavín y otra multitud de ciudadanos que están allí afuera y que me han encargado que lo haga presente en esta H. Asamblea. ¿Es posible que todavía allí se estén haciendo nombramientos de presidentes? Es ésto perfectamente contrario a la ley, y ésta es otra de las causas de nulidad de estas elecciones. Pero más todavía, ciudadanos diputados; para que comprendáis que de ninguna manera los chanchullos, de ninguna manera las violaciones habrán de conducir a un resultado práctico, todos los individuos postulados por el Partido Zetinista, por el partido conservador, todos esos individuos están absolutamente incapacitados conforme a la ley para ir a ocupar un puesto en el Ayuntamiento, y voy a demostrarlo. La ley dice que para poder ser munícipe se necesitan dos años de residencia efectiva en el Municipio de que se trate, antes de las elecciones. Con este requisito no cumplen ni el C. Zetina, ni el C. Coyula, ni el C. Luis Meza Gutiérrez, ni el C. Gómez Noriega, ni Manuel de Anda, De la Fuente, Marcelino Dávalos ni Rosendo Amor. Más todavía; tampoco el profesor Alonso Herrera, pues este señor ha sido ministro protestante.

Numerosos individuos de la secta protestante lo han escuchado todavía predicando en el templo de Gante. Hay otros de estos mismos ciudadanos postulados por el "Partido Zetinista," que son miembros de la administración municipal actual, que no han renunciado sus cargos, y, por consiguiente, ninguno de ellos puede ser miembro del Ayuntamiento, pero también, señores, más todavía, yo deseo ser absolutamente sincero, aunque vaya contra mi propio Partido, porque también el señor general Ríos Zertuche no puede ser Presidente Municipal, en virtud de que el señor Ríos Zertuche estuvo sirviendo en el Ejército Nacional y mucho tiempo estuvo fuera de la capital, y ésto lo digo aunque vaya contra los intereses de mi propio Partido, pero ésto no viene al caso.

Ya veis que estas elecciones son nulas, primero: porque desde sus principios se quiso violar el voto popular; segundo, porque se ha instalado un Colegio Electoral de una manera perfectamente ilegal bajo la presión de las autoridades municipales actuales; tercero, porque se ha hecho propaganda con dinero del Gobierno del Distrito; cuarto, porque no se ha permitido allí la entrada a los representantes de los diversos partidos ni a la prensa, y, quinto, porque se ha violado el texto de la Ley Electoral. Si mañana o pasado vienen resultando con que hay autoridades municipales legales, que sepan, tanto los señores diputados como el público que ésta es una mentira, que ésto es una farsa y que sólo se quiere engañar el voto popular y traicionar el primer principio adquirido por la Revolución Constitucionalista que consiste en el sufragio efectivo y no reelección.

Termino, ciudadanos diputados, sintiendo que desgraciadamente se haya confirmado mi criterio sobre algunos de los Ministros que yo os señalé como

personas incapaces para comprender los verdaderos ideales de la Revolución Constitucionalista, incapaces de llevarlos a la práctica, incapaces de prestigiar al Gobierno del C. Venustiano Carranza. Me referí al Ministro de Comunicaciones y ya habéis visto cómo se demostró; ahora acabáis de ver que se confirma para el C. Aguirre Berlanga; acabáis de ver también la intervención del ciudadano Ministro de la Guerra en un asunto que yo estimo cuando menos que no tenía razón, y que marchaba precisamente contra el espíritu revolucionario. Quede convencido, pues, el pueblo mexicano de que en el Congreso de la Unión sí hay virilidad; allí están sus verdaderos representantes, los que vienen a protestar por los atropellos que se cometen, los que vienen a protestar por las violaciones a la ley que el mismo pueblo mexicano se ha impuesto, y que vienen a protestar por los abusos de la autoridad que pretende, como en la época de la dictadura, retornar por los antiguos caminos haciendo inútil el sacrificio del pueblo, de sus sufrimientos y de su sangre.

Y ahora, ciudadanos diputados, ya sabéis que los miembros del "Partido Liberal Constitucionalista" hemos venido aquí a hacer nuestra formal protesta por la violación a la libertad individual, por la violación a la libertad del sufragio, por la violación a los principios revolucionarios. Ahora el pueblo sabrá si considera como legítimo al Ayuntamiento que le imponga el nuevo despotismo. (Voces: ¡No, no!) Ahora el pueblo sabrá si aquí en la capital de la República, en donde debe haber ciudadanos perfectamente conscientes, va a darles ese ejemplo a todos los Ayuntamientos de la República. Si el pueblo de la capital es verdaderamente viril, ésta es la mejor oportunidad de que dé una prueba.

El C. Fernández, interrumpiendo: ¡Se les echará a balazos!

El C. Siurob, continuando: Que en una manifestación pública se proteste ante esas autoridades que han violado de una manera tan descarada la ley; el pueblo de la capital de la República debe compenetrarse de que tiene una gran responsabilidad ante la Nación entera; porque si aquí en la capital de la República, que es el espejo fiel de todos los Ayuntamientos del país, no se protesta por una imposición, no se protesta por una violación a la libertad del sufragio, entonces estará perdido el porvenir de la República, porque los Ayuntamientos que habrán de ser la base de su soberanía, se habrán visto atropellados, burlados por un despotismo tanto más odioso cuanto que sigue a una revolución reivindicadora en la cual todos los revolucionarios hemos puesto nuestra última y sublime esperanza. (Aplausos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Rocha.

El C. Rocha: Señores diputados: Después de la tremenda lucha en que nos debatimos desde hace siete años, me tocó en suerte llegar hasta los escaños del Parlamento, y juro a ustedes que venía con el alma pletórica de esperanzas y acariciando risueñas ilusiones. ¡Y qué desencanto! Yo creí que aquí iba a encontrar todos aquellos elementos que habían de sostener los principios que tan caro nos costaron en los campos de la lucha armada. Ya hemos visto con profunda decepción desfilar por aquí figuras con las que pudiéramos arreglar volumen aparte, para formar con ellas el segundo tomo, cuyo primero quedó integrado por los Moheno, los Lozano y otros por el estilo.... (Siseos y silbidos. Voces: ¡Nombres!) No le han bastado a las izquierdas de la Cámara los muchos ejemplos nobles, de grandeza de espíritu, que les han dado las derechas. (Voces: ¡Uuuh! Siseos en curules y galerías. Campanilla.) Desde que se iniciaron las sesiones de la Cámara de Diputados, nosotros, digo, los gobiernistas.... (Voces: ¡Aaah! Siseos, desorden. Campanilla.) Señores diputados: Todos nosotros hemos tenido mucha calma para oír, no digo a uno, a seis oradores y a la "claque" que traéis detrás. (Risas, aplausos de las derechas y siseos en las izquierdas y en las galerías.) Es un muy difícil triunfar con montoneros - permítaseme lo gráfico de la frase -. Yo llamo a vuestra educación si no puedo invocar a otra cosa, y les suplico que me escuchen; yo hago grandes esfuerzos para expresarme; cuando vengo aquí hago un positivo sacrificio, porque no tengo facultades de orador, y siquiera por consideración a eso les suplico que me escuchen. (Desorden, voces, siseos.)

Al señor Gaxiola, junior, le suplico que no me esté interrumpiendo, que ya que jamás ha venido a esta tribuna ni para bueno ni para malo, tenga la bondad de callarse y no estarme interrumpiendo.

El C. Martínez de Escobar, al iniciar sus discursos que apenas le pude entender en esa serie de frases dichas así tan de carrera, nos dijo que él nunca había hecho labor de obstrucción. ¡Jamas ha hecho otra cosa! Siempre le he visto obstruccionar a éste o a aquél, pero siempre tirándole al Ejecutivo; de manera que el C. Martínez de Escobar debemos hacerlo a un lado, no hay que tomarlo en cuenta. Dijo también el señor Martínez de Escobar que tan no le hacía obstrucción al Ejecutivo, que nos propuso que le diéramos un voto de confianza que él vino a sostener aquí con todo entusiasmo; cierto, pero que no nos propongan los señores de la izquierda algo que no está dentro de nuestros régimen. Decía yo, señores diputados, que los muchos ejemplos que les hemos dado a las izquierdas, no los han querido aprovechar.......

- El González Jesús M., interrumpiendo: ¿Me permite una interpelación el orador?

El C. Rocha: Suplico a usted que no me interrumpa. Diez meses llevamos nosotros de estar perdiendo la Mesa Directiva de la Cámara, y como buenos luchadores hemos sabido conformarnos, hemos sabido perder honradamente. Los señores diputados del "Partido Liberal Constitucionalista" ya se habían acostumbrado a ésto que es muy cómodo, es muy hermoso tener que contar siempre triunfos, y pensar que a nosotros no había de tocarnos en suerte esperar uno de esos triunfos. Ahora nos ha tocado uno, y ellos no quieren conformarse con él.... (Voces: ¿Cuál triunfo? ¡Ese fue un chanchullo, no triunfo!) ¿Qué culpa tenemos nosotros de que el triunfo que hemos alcanzado sea por sí solo mayor que todos los pequeños que habéis alcanzado vosotros? (Siseos, desorden, campanilla.)

El C. Portes Gil: Se suplica a las galerías que guarden compostura y no hagan manifestaciones.

El C. Fernández Martínez, interrumpiendo: ¿Cuál es el triunfo?

- El Rocha: ¿El triunfo nuestro?

- El Fernández Martínez: Sí.

El C. Rocha: Es el que alcanzó Zetina. (Voces: ¡Uuuuh!)

- EL C. Manrique: ¿Sois buenos amigos? (Murmullos y voces: ¡El felicista Zetina! Campanilla.)

- EL C. Rocha, continuando: No podéis afirmarlo vosotros de otra manera; estáis despechados; os ha dolido mucho la derrota. (Siseos de curules y galerías.)

El C. González Galindo, interrumpiendo: Pido la palabra para una interpelación al orador.

El C. Presidente: La Mesa no puede conceder la palabra para interpelaciones, a menos de que lo consienta el orador.

El C. Rocha: No permito interpelaciones. (Voces: ¡Miedo, miedo! Murmullos y desorden.) Señores diputados: Yo no sé cómo interpretar las continuas interrupciones que me hacéis. No voy a decir grandes cosas; no voy a lastimar vuestro ánimo. (Siseos en curules y galerías.) Quiero únicamente demostrar que el "Partido Liberal Constitucionalista" es el que menos derecho tiene para juzgar de si las elecciones son o no legales. (Aplausos de la derecha; siseos en las izquierdas y galerías. Voces: ¡Pruebas!) ¿Pruebas Queréis? Hay una muy elocuente: el tristemente célebre invento de Eduardo Hay, que se llamo, "Cuchillo de tres filos." (Aplausos de las derechas y galerías Voces: ¡Aaaah! y siseos de las izquierdas.) A raíz de la Revolución cuántos de nosotros venimos aquí sacudiéndonos todavía el polvo del camino (Desorden y voces: ¡Aaah! Siseos de las izquierdas y galerías.)

El C. Padrés, interrumpiendo: ¡Serviste a Huerta hasta junio! (Voces: ¡Uuuuh! Desorden y campanilla.)

El C. González Galindo: Ruego al orador que me permita que le haga una pregunta.

El C. Rocha: No, señor.

El C. Padrés, interrumpiendo: ¡Fue huertista hasta junio!

El C. González Galindo: Yo creo que si tiene delicadeza al orador, debe permitir que le haga una pregunta.

El C. Presidente: La Mesa no puede conceder la palabra para interpelaciones, porque no lo permite el orador. Continúa en el uso de la palabra.

El C. Rocha: Suplico a usted que no me interrumpa, señor González Galindo.

El C. González Galindo: Si tiene usted vergüenza, permítame la palabra.

El C. Presidente: La Mesa manifiesta nuevamente a Su Señoría el diputado González Galindo, que como el orador no ha dado su consentimiento, no se le puede conceder el uso de la palabra.

El C. Rocha, continuando: Señores diputados: Está nerviosísimo el señor diputado Padrés, porque yo dije aquí que llegamos todavía sacudiéndonos el polvo del camino; eso es cierto, yo vine casi de la línea de fuego a la Cámara de Diputados. (Voces: ¿Cuál línea?)

El C. Padrés, interrumpiendo: Usted es un huertista.

El C. Rocha: Yo no he sido huertista, señor Padrés.

El C. Padrés: Tengo documentos.

El C. Rocha: A ustedes le han informado mal.

El C. Padrés: No señor, tengo documentos, es usted un descarado. (Campanilla.)

El C. Presidente: Se suplica al diputado Padrés no interrumpa al orador.

El C. Rocha, continuando: Y que no se ocupen ahora si soy o no huertista. (Voces: ¡Ah, ha!) Ya vendrá la Ley de Responsabilidades y yo seré el primero que me someta al juicio con mucho gusto, que yo, las insignias que llevo, que jamás me las he puesto, por cada una de ellas tengo un balazo en el cuerpo y las he obtenido donde las obtienen los hombres, mal que les pese al C. Padrés y al C. Limón.

El C. Padrés, interrumpiendo: No puede usted ponerse delante de mí.

El C. Rocha: No tengo yo inconveniente en equiparar mi hoja de servicios a la del que se considere más limpio; pero, por otra parte, ya que no tenéis calma para oír decir verdades, yo únicamente vengo a hacer una contraprotesta a la protesta de ustedes, originadas por el despacho que tenéis por haber perdido las elecciones municipales. (Aplausos.)

El C. Rivera Cabrera: Pido la palabra para rectificar un hecho.

El C. Presidente: Se le concederá al señor Rivera Cabrera la palabra en su oportunidad, porque hay algunos oradores inscriptos antes que él, y tiene la palabra el C. Cepeda Medrano.

El C. Cepeda Medrano: Señores diputados: Yo espero que en esta vez tengáis la paciencia de escucharme; yo espero que en esta vez que se encuentra el público de México aquí presente, sepa que si hay enemigos del Ejecutivo en esta asamblea, también hay amigos del Ejecutivo (siseos de la izquierdas. Desorden. Campanilla.), que no tememos absolutamente a los siseos, que no tememos absolutamente a esa política que estáis haciendo, porque el pueblo de México y el de la República entera están presenciando precisamente, señores diputados, y el pueblo y la prensa están en su derecho para censuraros como enemigos de la Revolución. (Siseos, desorden y campanilla.) Precisamente, señores diputados, el pueblo y la prensa mexicanos tienen absolutamente derecho para señalaros a vosotros como enemigos de la libertad. (Siseos fuertes en las izquierdas. Desorden y campanilla.)

¿Porqué? ¡Qué espectáculo tan hermoso se nos presenta, señores diputados, para arrancar prueba tras prueba y para presentar muestra tras muestra ante todo el mundo! ¿En qué Asamblea, en qué Congreso, en qué Cámara se ven los espectáculos que diariamente se nos presentan aquí? (Desorden, siseos y voces: ¡En todos, en todos los Congresos libres! Campanilla.) No me refiero, señores, diputados, a la emisión de vuestras ideas, que tenéis absoluta libertad para emitir. Prueba de ello es la absoluta ecuanimidad, la absoluta libertad, el completo derecho que nos ha otorgado el Gobierno acabado de emanar de la Revolución; pero me refiero, exclusiva y únicamente, a la tendencia que tenéis a querer dominar aquí por la fuerza numérica, por la fuerza que queréis tener dentro de esta Cámara sobre todos los hombres (siseos fuertes y desorden), sobre todos los hombres que venimos aquí a emitir libremente nuestras opiniones, los que no temeremos

nunca a los siseos, los que no temeremos nunca a todas esas interrupciones, los que no temeremos nunca a los chanchullos que vosotros presentáis aquí, señores diputados. (Siseos y desorden.)

El C. Figueroa, interrumpiendo: ¡No tenemos bayonetas!

El C. Presidente: Se suplica al C. Figueroa no interrumpa al orador.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Yo no sé señores diputados, con qué valor civil venís a esta tribuna, con qué conciencia expresáis aquí que se ha violado el voto público en las elecciones para Presidente Municipal, en la capital de la República y que se violado el voto público en las elecciones de los Estados y de los Municipios de la República. ¿Qué, señores diputados, no os acordáis vosotros de todos los chanchullos que se cometieron aquí, en esta Cámara? (Aplausos y siseos.) ¿Qué, ya se os olvidó, señores diputados, que más de cincuenta diputados entraron aquí por la presión de la fuerza bruta? (Aplausos y siseos.)

El C. Zubaran, interrumpiendo: ¡El gran simpático!

El C. Cepeda Medrano, continuando: ¿Qué, ya se os olvidó señores diputados, que el "Diario de los Debates" es una vergüenza y es una inmundicia en sus primeras páginas?.......

El C. Zubaran, interrumpiendo: Sí señor, por haberlo dejado entrar a usted, recuerde usted la niñería que hizo rompiendo su credencial.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Y qué, señores diputados, ¿vamos a tolerar que se nos venga a decir aquí que se ha violado el voto público, que no se ha permitido la libre emisión de las ideas, que no se ha permitido que voten libremente los ciudadanos, cuando nosotros, la más alta representación de la República Mexicana, nosotros, los que nos decimos los más revolucionarios, nosotros, que nos llamamos los defensores del pueblo....... (desorden, campanilla, aplausos, siseos), somos los que hemos violado miserablemente la ley, los que hemos pisoteado y hemos pasado sobre el sufragio efectivo y hemos llegado hasta la ignominia? (Sigue la confusión, desorden.) ¿Cómo es, pues señores diputados ...... (Desorden y campanilla.) ¿Cómo es posible, señores diputados, que nosotros, habiendo sancionado aquí credenciales que no eran puras, que no eran limpias; habiendo dado aquí credenciales a hombres que no las traían ni podían traerlas, comó es posible señores, que vengamos a hablar de pureza de sufragio? ¿Qué, acaso, no se los repetí yo, desde esta tribuna, que ya les recordaría semejantes actos, que ya les reprocharía semejantes actitudes, que ya les señalaría semejantes defectos en el futuro? Desde esa vez, señores diputados, contendimos cara a cara, frente a frente. Si no me arrojasteis de esta Cámara, fue porque no pudiste hacerlo. (Aplausos de las derechas y siseos de las izquierdas.)

-El C. Zubaran, interrumpiendo: No tiene credencial; es el único diputado que no tiene credencial. La rompió.

El C. Cepeda Medrano, continuando: ¡Y ahora viene, señores diputados, un señor Sánchez Pontón y nos dice, nos habla de libertad, nos dice que esta dictadura y esta tiranía por que atravesamos, no puede compararse a la de Victoriano Huerta ni a la de Porfirio Díaz! ¡Todavía suspira el señor Sánchez Pontón por esas dictaduras! (Aplausos y siseos de la izquierda.) ¡Y claro está! (Risas y aplausos de la derecha.)

El C. Sánchez Pontón, interrumpiendo: ¡No!.... (Desorden.)

El C. Cepeda Medrano, continuando: El que suspira por esas tiranías nos hace un cargo tremendo a las derechas y nos señala allí como perros mudos, como hombres incapaces y como individuos que no saben hablar. ¿Y qué, acaso ese cargo no puede caer sobre todos los hombres dignos y honrados que se encuentran aquí en la izquierda, y el cual no nos atrevemos a lanzarles, porque es indebido, porque es indigno, porque es inmoral, porque todavía está en nuestras conciencia que no debemos venir a combatir aquí en esa forma tan brutal? (Murmullos y voces: ¡Ooooh!) Pero, señores diputados, el señor Sánchez Pontón, acusa....

El C. González Galindo, interrumpiendo: Una moción de orden.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Aquí se ofende a todos los hombres de la derecha, el señor Sánchez Pontón ha dicho que los hombres que no son de la izquierda, no tienen ningún derecho en venir al debate, en venir a sostener sus ideas, a defender sus ideales.....

El C. González Galindo, interrumpiendo: Una moción de orden. (Voces: ¡A ver si es moción de orden!)

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. González Galindo: Habiendo llegado la hora reglamentaria ...... (Voces: ¡Ah, ah! ¡Siéntenlo! ¡Eso es un chanchullo! Siseos.)

El C. Presidente: Aún no llega la hora reglamentaria.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Dice el señor Saucedo que este es un verdadero chanchullo del señor González Galindo, ésto es una verdad; desgraciadamente, siempre que venimos a esta tribuna a emitir nuestras ideas, a sostener nuestros principios.....

El C. Limón, interrumpiendo: Es porque te tiene miedo.

El C. Cepeda Medrano, continuando: No se trata de miedo, compañero; porque usted no tiene miedo de mí ni yo de usted, no se trata de miedo, porque todavía no lo conocemos ninguno de nosotros, porque nosotros no somos de los valientes que nos desafiamos, sino de los que nos sabemos defender, porque somos hombres de valor civil, porque sólo tenemos la jactancia de que somos hombres de valor civil; y qué, ¿ese valor consiste en venir a lanzar aquí nuestras opiniones? Mucho antes deberíamos haberlas lanzado, cuando todavía no caía Porfirio Díaz, cuando estaba en pie Victoriano Huerta ..... (aplausos), cuando se necesitaba de esos hombres para poder señalar a esos tiranos sus grandes defectos y para poderles señalar sus grandes maldades, señores. ¿Tuvimos esa franqueza en la tribuna y en la prensa y en otros lugares, para decir esas verdades con toda franqueza y sinceridad? Y entonces, señores diputados, ¿no teníamos temores de expresar nuestras ideas, de manifestar nuestro sentir, de decir nuestro modo de pensar? ¿Cómo es posible, señores diputados, que ahora, a tan hermosos compañeros y estimables amigos.......

(risas y voces: ¡Aaaah!) Lo digo, señores diputados, porque entre las izquierdas tenéis algunos hermosos; en las derechas solamente tenemos feos.... (Voces: ¡No, no! Risas.)

El C. González Jesús M., interrumpiendo: Protesto, yo soy de la derecha. (Risas.)

El C. Cepeda Medrano, continuando: Señores diputados: Ha venido aquí el señor Sánchez Pontón a decirnos muchas cosas, como siempre lo sabe hacer, muy bellas, y solamente le faltó la poesía galana y fina para que tuviésemos un rato agradable y simpático en esta reunión; pero el señor Sánchez Pontón ha cometido error tras error; el señor Sánchez Pontón, después de expresar que las dictaduras pasadas, de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta....

El C. Sánchez Pontón, interrumpiendo: Las vengo a combatir.

El C. Cepeda Medrano, continuando: El señor Sánchez Pontón, que no las combatió en la época en que debió combatirlas...

El C. Sánchez Pontón, interrumpiendo: Sí las combatí. (Voces: ¡Sí, sí! ¡No, no!) Antes que usted, las combatí yo.

El C. Presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados no interrumpan al orador.

El C. Sánchez Pontón: ¿Me permite usted una interpelación? (Voces: ¡No, no!)

El C. Cepeda Medrano: Sí, señor. - El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Sánchez Pontón para una interpelación.

El C. Sánchez Pontón: ¿Cuál fue la primera vez que estuvo usted preso? - El C. Cepeda Medrano: Estuve preso, como puede justificarlo el señor general don Jesús Agustin Castro, por la primera vez, en Santa Bárbara, en mil novecientos seis, en Santa Bárbara, Estado de Chihuahua, en mil novecientos seis.

El C. Sánchez Pontón: ¿Por qué delito? - El C. Cepeda Medrano; Por haber lanzado escritos en contra de Porfirio Díaz.

El C. Sánchez Pontón: Yo estuve preso en 1910, en junio de 1910. (Voces: ¡Te ganó, es más viejo!)

El C. Cepeda Medrano, continuando: Muy bien, quedamos en nuestro concepto de revolucionarios, señor Sánchez Pontón, un poco más viejo que usted, pero siempre revolucionarios los dos. (Voces: ¡Más viejo en edad, más viejo en edad!)

Señores diputados, el señor Sánchez Pontón ha asentado aquí como dije antes, hechos falsos, ha dicho que los de la derecha hemos escrito biografías de hombres mediocres, que los hombres de la derecha hemos querido presentarnos aquí como muy patriotas y que él protesta, y ¿contra quién protesta usted, señor Sánchez Pontón, cuando aquí se encuentran las biografías principalmente la de Pérez Abreu, la de Aguirre Colorado, la de Bravo Izquierdo, la de Jonás García, de la Federico Montes, de la Antonio Rivera, la de Pérez Gasga, de la Rueda Magro, la de Juan A. Ruiz, la de Hay, la de Robles Domínguez, la de González Galindo y muchos otros más que no son de la derecha, que no son del grupo a quien lanza usted esos cargos? ¿Por qué no os fijáis antes de hablar?

El C. Sánchez Pontón: Pido la palabra para contestar.

El C. Cepeda Medrano: Ya llegará su turno.

El C. Sánchez Pontón: ¿Entonces, para qué interroga?

El C. Cepeda Medrano: Usted que sabe que no se debe interrumpir al orador, debe guardar silencio y soportar pacientemente los cargos terribles y tremendos, como nosotros los hemos soportado desde nuestros asientos.

El C. Sánchez Pontón: Es un derecho, permítame la interpelación.

El C. Cepeda Medrano: Por respeto a la Asamblea le suplico no me esté usted interrumpiendo.

El C. Sánchez Pontón: Quiero contestar su interpelación. Usted me está interpelando. (Voces, murmullos, siseos. Campanilla. Desorden.)

El C. Presidente: Suplico al C. Sánchez Pontón que no interrumpa al orador, y al señor Cepeda Medrano que no establezca diálogos. (Voces: ¡Muy bien!)

El C. Cepeda Medrano: No es a mí a quien debe usted llamar la atención.

El C. Sánchez Pontón: He estado pidiendo la palabra a Su Señoría. (Al C. Presidente.)

El C. Presidente: Manifiesto a usted que no puedo concedérsela en este momento, pues hay un orador en la tribuna.

El C. Sánchez Pontón: ¿Entonces no podré hacer uso de la palabra?

El C. Presidente: La Mesa no puede permitirle el uso de la palabra, porque el orador se rehusa.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Aquí han venido muchos oradores pertenecientes al "Partido Liberal Constitucionalista" a confesar paladinamente su derrota, han venido muchos diputados del "Partido Liberal Constitucionalista," fracasado en estas elecciones y fracasado para las futuras, a decirnos que aquí ha habido chanchullos y violaciones, que no se ha respetado el voto, que se ha procedido contra el sufragio efectivo, toda esa palabrería, todas esas diatribas tienen por finalidad que el responsable de ellas es el Jefe de la Revolución, que las ha ocasionado el señor Presidente, el señor Carranza. No, señores diputados, estáis en un error completo, en un error grande todos esos chanchullos se han cometido en todas las elecciones y en las vuestras también se han cometido. ¿Protestáis en contra, estáis pidiendo justicia? Que se os imparta la que necesitáis, la que vuestros intereses señalan. Pedid que se os haga justicia y nosotros seremos los primeros que apoyaremos a vuestro candidato.

El C. González Galindo, interrumpiendo: Moción de orden. (Voces: ¡Déjenlo que hable!) Señor Presidente, ruego a Su Señoría que cumpla con el requisito de preguntar a la Asamblea si se prolonga la sesión.

El C. Presidente: Se va a preguntar.

El C. Ancona Albertos: Reclamo la resolución de la Mesa; yo creo que después de que cuatro oradores han hablado en ese sentido, justo es que el señor Cepeda Medrano diga todo lo que quiera.(Aplausos.) Yo suplicaría, en obvio de tiempo, que no siguieran las interrupciones y que oyéramos al señor Cepeda Medrano., mansamente.

El C. Presidente: La Presidencia se permite manifestar al C. diputado Ancona Albertos que no es facultad de la Mesa acordar por sí misma

el que se prolongue la sesión y que desde el momento en que se hace una moción de orden pidiendo que se consulte a la Asamblea si se prolonga la sesión, se va a consultar. (Voces: ¡Que siga!) Se prolonga la sesión.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Yo, señores diputados, no lamento este incidente, me felicito de ello, os felicito a vosotros porque habéis tenido valor civil, como siempre lo tenéis, de venir a esta tribuna a proclamar la verdad, de venir a esta tribuna, que nada absolutamente de trabajo cuesta, a decir muchas cosas, a señalar muchos y muchos defectos y a enseñar muchos y muchos errores; pero desgraciadamente, señores diputados, la pasión política que en estos momentos nos invade, es la única causa de todos estos incidentes desagradables que se nos presentan; la pasión política de la que nos hemos apasionado, que hemos acogido con gran ardor y entusiasmo, esa pasión política que nos ha cegado los ojos y nos ha impedido ver la verdad, escudar la voz de la conciencia, oír a los hombres honrados, es precisamente al que nos hace en muchísimos casos desbarrar, como en esta vez lo han hecho muchísimos diputados del "Partido Liberal Constitucionalista" que no deben, bajo ningún concepto, presentar estos espectáculos ante las galerías. Nosotros podemos soportarlos como representantes del pueblo, porque ya tenemos práctica parlamentaria, pero los individuos que se encuentran en las galerías creen que ya ha venido el fracaso de la Revolución y que ya se prepara otra contrarrevolución y no saben que mañana nos estrecharemos la mano, es así como ven las galerías nuestros desahogos creen que estamos contra el Gobierno constituído y no saben que mañana nos estrecharemos, nos abrazaremos y nos daremos una felicitación muy sincera después de que los oradores caballerosamente nos han señalado y nos han criticado el error o el mal; pero no creen las galerías, el público, los hombres que no tienen práctica parlamentaria, esos creen que ya viene, que ya se prepara una nueva revolución y es completamente falso.

El actual Gobierno, el Gobierno que hemos formado, el Gobierno que ha emanado de la Revolución durará el tiempo que la ley de ha marcado y que le ha señalado el mismo pueblo y que le tiene indicada la Constitución actual. Muy mala labor es, señores diputados, de los que vienen a hablar a la tribuna, a excitar al pueblo para la rebelión, a destruir este Gobierno que ha sido emanado de la Revolución reivindicadora, que quiera o no quieran, ha emanado de la Constitución Política de 1917 y que, quieran o no quieran, debemos sostener nosotros aquí. Tiempo nos queda para trabajar por el futuro Presidente que en la conciencia de vosotros está. (Voces: ¡Nombre, nombre!) Tiempo nos queda para que con vuestros trabajos o con vuestras intrigas, que él ha sabido despreciar, porque es un hombre honrado, elevemos a la Presidencia de la República a ese candidato que tenéis en vuestras conciencias, que tenéis en vuestro cerebro, que tenéis en vuestro pensamiento. (Voces: ¿Cuál es?) Vosotros los sabéis mejor que yo, vosotros lo sabéis perfectamente y nosotros lo que debemos hacer es impulsar a este Gobierno, fortalecerlo, prestarle toda clase de ayuda, es, señores diputados, hacer todo lo posible, todo lo que esté a nuestro alcance, todo lo que esté a nuestras manos, para que el actual Gobierno pueda responder a las necesidades del pueblo, para que el actual Gobierno pueda mantenerse firme, pueda dominar la actual crisis económica en que nos encontramos.

Pero, señores diputados, cuando viene aquí a insultarse sistemáticamente con una oposición oprobiosa, indigna de los representantes del pueblo, por esa oposición que no debíamos tener sistemáticamente en contra de un hombre que ha sido el caudillo de la Revolución, que ha sido el que en momentos difíciles ha cogido la bandera de la libertad y de la ley, nosotros cometeríamos una injusticia, no seremos los liberales de aquel tiempo cuando no vengamos a prestarle apoyo. Deseamos que, como el señor Martínez de Escobar, como el señor Manrique, muchos buenos revolucionarios representantes del pueblo, vengan a emitir honradamente sus opiniones, pero que no vengan a emitir honradamente sus opiniones, pero que no vengan con ese veneno, con esa maldad encerrada dentro de su alma a lanzar calumnias a los hombres que salvaron a la República, que salvaron a la Patria y al pueblo mexicano. ¿Qué razón tenemos, señores diputados, para estar insultando constantemente a un hombre que nada absolutamente nos ha hecho? . ¿Qué razón tenemos para estar ofendiendo el nombre del señor Venustiano Carranza, únicamente porque ya lo tenemos como Presidente de la República y no lo vemos como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, porque en ese tiempo teníais miedo de lanzarle calumnias e insultos? (Aplausos de las galerías.) En ese tiempo, señores diputados, muy pocos, ninguno de los que se encontraban dentro de la República Mexicana, lanzaba su voz de protesta contra los actos del señor Carranza, que era el mismo hombre honrado, el mismo patriota, el mismo revolucionario que ahora se encuentra colocado como Presidente de la República. En más difíciles circunstancias, sí, señores, en mucho más difíciles circunstancias y por esta razón poderosísima debemos ayudarlo, debemos protegerlo, debemos prestarle todo nuestro contingente para que pueda salir avante en este período; tiempo queda, señores diputados, para trabajar en favor del candidato de ustedes en el próximo período, tiempo queda, señores diputados, para que lo elevéis a la Presidencia de la República y ese hombre, inmensamente honrado, que no ha entendido la venalidades en muchos representantes, ese hombre que ha sido un caballero, un luchador y un gran revolucionario, por ese hombre también vendremos a luchar en le próximo período. (Aplausos y risas.) Nosotros, los individuos de buena fe, amamos y queremos el establecimiento de este Gobierno, el establecimiento permanente de este Gobierno revolucionario; vendremos a laborar a vuestro lado para que mañana, cuando no nos devoren las pasiones políticas, estaremos juntos... (Voces: ¡Eso quisieras!) Porque conocemos los grandes principios, el gran amor que tiene a su patria ese hombre que muchísimos de vosotros habéis acogido en vuestro seno como bandería, pero que él no ha podido corromperse, llegar hasta la ingratitud para lanzar un solo insulto contra el Primer Jefe, contra la Revolución, contra el Gobierno hecho personalidad jurídica. ¿Por qué entonces, señores diputados, teniendo tanto tiempo para luchar, pudiendo salir de aquí

a nuestros hogares a trabajar independientemente, por qué, señores, estamos señalando los errores más insignificantes de un Ayuntamiento, de un Juez auxiliar, de un Presidente Municipal, como actos emanados del Presidente de la República? Estáis en un verdadero error, señores diputados, en un error muy grande. Si en cada uno de esos actos vamos a decir que el Presidente de la República es el autor y el responsable, si vamos a señalarlo como un criminal, entonces no estamos cumpliendo con nuestro deber. Sabéis perfectamente, y esta es una verdad muy grande, que la República Mexicana, el pueblo mexicano tiene inmenso respeto, grandísimo afecto, todo el cariño y amor del pueblo está con el señor Presidente de la República, está cerca de él, está a su lado y estará cuando lo llame y sea necesario, entonces, ¿por qué nosotros, que nos hacemos llamar representantes del pueblo, y siéndolo efectivamente, vamos a laborar contra estos sentimientos de fe y de amor y de cariño? ¿Es posible, señores diputados, que nosotros estemos dando estos espectáculos día a día y que cuando aquí se nos presenta un aumento de dietas, una ley de Suspensión de Garantías, una ley insignificante que para nosotros es verdaderamente una pequeñez, cómo es posible que estemos lanzando cargos tremendos contra el Ejecutivo, contra el Primer Jefe de la Revolución, contra el señor Carranza? ¿Qué nos ha hecho ese grande hombre? Hacernos libres, darnos las leyes (voces: ¡El solo, no!), en un momento en que necesitamos coger la bandería de la ley y llevarla para que en este momento disfrutarais todos de completa paz, de completa libertad (voces: ¡Ministerial!); y es decir, señores diputados, que porque venimos a defender con tanto empeño, con tanto entusiasmo, con tanto ardor a este hombre, a la causa que defendemos y seguiremos defendiendo, se nos señale como ministeriales, como reaccionarios, como vendidos, se nos señale aquí muchas veces como gobiernistas, se nos señale aquí muchas veces como gobiernistas, y, entonces señores, ¿qué calificativo podríamos darles a ustedes? ¿No consideráis que si constantemente nos estáis diciendo reaccionarios, vendidos, serviles, ministeriales, no consideráis que nosotros podríamos llamaros... (Voces: ¡Zapatistas!) traidores a vuestros principios y enemigos de la Revolución. (Voces: ¡No!) No, ¿verdad? Pues, entonces, ¿con qué derecho lanzáis constantemente esos calificativos indignos contra nosotros mismos? ¿Qué derecho tenéis para estarnos insultando constantemente y nosotros sufriendo pacientemente ahí toda esa falange de insultos que se nos dirigen diariamente?

Ya es fuerza, señores, que demos al pueblo mexicano un espectáculo más digno; ojalá que nos unamos, ojalá que pudiéramos unirnos en un abrazo fraternal. (Voces: ¡No, no!) Ojalá, señores, que olvidando estas rencillas, que olvidando estos disgustos, que olvidando esta actitud, podamos unirnos, señores diputados, para trabajar valerosamente, ardientemente, con todo entusiasmo, en favor de la causa constitucionalista, en favor del actual Gobierno y en favor de la República, que tanto lo necesita.

Nosotros deberíamos respetar el voto, señores diputados, nosotros deberíamos haber sido los primeros en enseñar al pueblo cómo se respeta el voto, pero tened presente, señores diputados, que aquí hemos recibido a algunas personas que han sido electas como diputados en algunos Estados y nos han dicho que se debía aplicar allí el criterio político, el criterio moral que vosotros habéis aplicado y siempre les hemos dicho: no, ahí se debe aplicar el criterio legal; ahí debe respetarse el sufragio y el voto popular para dar un ejemplo a los Municipio. Nosotros no le dimos ese ejemplo a al República en general, no le enseñamos ese camino a las Legislaturas, no les enseñamos esa senda a los Municipios libres; nosotros arrebatamos aquí el voto, lo hicimos pedazos, al sufragio lo olvidamos por completo e hicimos nuestra santa voluntad y metimos a los hombres que se nos antojaba, y arrojamos a otros únicamente porque algunos eran católicos, o porque otros no tenían o decían que no tenían el tiempo de residencia en el pueblo que venían representando y otros más todavía porque se les señalaba, porque no habían prestado servicios a la revolución, y que, al contrario, habían prestado servicios a la revolución, y que, al contrario, habían expresado su afecto y simpatía en favor de la causa de Huerta. (Voces: ¡Te parece poco) Pero el pueblo, señores diputados, en cada uno de aquellos casos constantemente dio su voto a aquellos hombres; ese pueblo quería que aquel hombre fuese su representante aquí. Nosotros, en el Congreso Constituyente de Querétaro no dimos leyes restrictivas, dejamos las puertas abiertas para que vinieran aquí a tomar posesión de su curul los que salieran electos y vosotros les habéis cerrado la puerta y los hemos arrojado vergonzosamente de este lugar, porque nosotros no los quisimos admitir en este recinto. Yo iba a ser una víctima de ustedes, yo iba a ser uno de esos individuos, se me iba a aplicar el cuchillo de tres filos, el político, el moral y el revolucionario; pero afortunadamente, señores diputados, pude salvarme, tal vez porque ustedes quisieron o porque no pudieron arrojarme de este recinto, pero ¿era justo, señores, era moral, era político en aquellos momentos haber usado ese cuchillo famoso de los tres filos aplicando criterios y arrojando de aquí a los hombres que realmente venían investidos por el voto popular? Aquellos electores querían que viniesen aquí a ser sus representantes aunque fuesen católicos o protestantes y aunque aquéllos individuos no hubiesen prestado servicios a la Revolución. Esto lo recordáis, lo sabéis perfectamente, y, sin embargo, venís aquí a señalar chanchullos políticos en las elecciones, cuando realmente los chanchullos más grandes, los más ignominiosos que se han cometido, se han cometido en este recinto, en esta Cámara, están apuntados en el "Diario de las Debates" y, como lo he dicho en las primeras páginas de ese diario, durante los meses de abril y mayo es verdaderamente vergonzoso; examinadlo con toda calma y veréis, señores, lo que ahí hicimos. Si estas armas cogen nuestros enemigos para su defensa, ¡qué cargos tan grandes vendrán a hacernos! Dicen que no se habían presenciado en ninguna de las Legislaturas anteriores, desde el tiempo de Benito Juárez hasta la actual administración, y, sin embargo, hemos arrojado de este recinto a muchos individuos y todavía esos hombres han ido a sus hogares, a sus pueblos a expresar el sentimiento de indignación que tienen en su pecho y que tienen en su alma por toda aquella ingratitud, por toda aquella injusticia que cometimos contra

ellos, y éstos han sido los que han ido a hablar en contra del "Partido Liberal Constitucionalista," esos han sido los hombres que han ido a difundir todas esas ideas que ahora creéis que vienen por parte de las derechas; pero no, señores diputados, vienen precisamente de los actos que llevamos a cabo aquí en este recinto; ahora la prensa que vosotros señaláis como indigna, como malvada, como maliciosa y mendaz, no ha hecho, señores diputados, más que referir pálidamente, muy pálidamente (siseos), cada una de las escenas que aquí, día a día, minuto a minuto, se presentan, decir todos los espectáculos lastimosos que se nos presentan diariamente, y entonces abochornarnos, señores diputados; pero señores diputados, ¿cómo ha de ser posible que nosotros vengamos a señalar chanchullos, maldades y horrores cometidos en las elecciones municipales de la capital de la República, únicamente porque no habéis triunfado, únicamente por que habéis sido derrotados, únicamente porque esas son las mismas armas de todos los individuos que en los Estados han sido completamente derrotados y que ahora han venido a implorar el apoyo y la ayuda de esta Cámara para seguir la República en completa anarquía?

El C. Fernández Martínez, interrumpiendo: No es por eso por lo que hemos venido.

El C. Cepeda Medrano, continuando: Yo termino, señores diputados, y estoy dispuesto a seguir contendiendo, como ya lo he dicho antes, estoy dispuesto a seguir contendiendo con vosotros en el campo político; si vosotros no queréis transigir de vuestra actitud, seremos enemigos políticos dentro de este recinto, pero después, terminada nuestra labor, seremos todos hermanos, seremos todos amigos, (Voces: ¡No, no!) seremos todos compañeros y más que todo, señores, seremos todos mexicanos e iremos a defender los principios de la Revolución, iremos a decir a todos nuestros pueblos que debemos apoyar constantemente al Gobierno emanado de la Revolución y que debemos hacer feliz a la Patria Mexicana que para eso, señores y únicamente para eso, nos han mandado a este recinto. (Voces: !Vámonos!)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Silva Jesús.

El C. Silva: Señores diputados: Solamente vengo a rectificar un hecho, pero permítanme antes que haga una reminiscencia histórica: en tiempos de la Revolución de Ayutla se instaló un Congreso Constituyente que debiera, como éste en los actuales momentos, dar una ley que sería la suprema del país. Aún no se había dado esa ley, señores, cuando en una de las sesiones de abril de 1857. (Voces: ¡Uuuh, vámonos!)

El C. Ancona Albertos, interrumpiendo: Moción de orden, señor Presidente. Suplico que llame la atención al orador. Como el que más, estimo al compañero Silva y a la Cámara le consta que fui uno de los primeros que quisieron que la sesión continuara; pero ahora visiblemente no hay quórum, señor Presidente, y para rectificación de hechos tiene derecho a hablar el compañero en la sesión de mañana.

El C. Silva, continuando; Después de que han hablado del lado de las izquierdas seis oradores, es lamentable que el señor Ancona Albertos me esté restringiendo el uso de la palabra. Decía yo que el diputado Marcelino Castillo, en 1856... (Voces: !Uuuuh! ¡Vámonos!) Comenzaba...

El C. Secretario, interrumpiendo: Se suplica a los ciudadanos diputados no se ausenten del salón. - El C. Silva, continuando: Decía que comenzaba a oponerse haciendo obstrucción... (Campanilla.) - El C. Presidente: Como no hay quórum, la Presidencia se ve obligada a levantar la sesión, citando para mañana a las cuatro. - El C. Secretario Aranda: "Orden del día 8 de diciembre, a las 4 p.m. Sesión del Congreso General para resolver sobre la renuncia del Juez 7o. de Instrucción. "Sesión de Cámara: Discusión del proyecto de ley por el que se concede una pensión al C. Andrés Osary.

"Discusión del proyecto de ley sobre la deuda agraria." - El C. Presidente a las 8.25 p.m.: Se levanta la sesión.