Legislatura XXVIII - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19190603 - Número de Diario 31
(L28A1P1eN031F19190603.xml)Núm. Diario:31ENCABEZADO
MÉXICO, MARTES 3 DE JUNIO DE 1919
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
AÑO.I - PERIODO EXTRAORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO II. - NUMERO 31
SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 3 DE JUNIO DE 1919
SUMARIO
1 - Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.
2. - Se da cuenta con los asuntos en cartera, concediéndose licencia al C. Sánchez Margarita.
3. - Continúa la discusión del Proyecto de Ley del Trabajo. Prosigue el debate del artículo 17 reformado. Discutida la fracción XIV, es aprobada. Son discutidas y aprobadas las fracciones XV, XVIII. A discusión la fracción XX. Se levanta la sesión
DEBATE
Presidencia del C. MORALES FRANCISCO CESAR
(Asistencia de 128 ciudadanos diputados.)
El C. Presidente, a las 4.24 p. m.: Se abre la sesión.
- El C. Prosecretario Aguilar, leyendo:
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día dos de junio de mil novecientos diez y nueve. - Período extraordinario.
"Presidencia del C. Francisco César Morales.
"En la ciudad de México, a las cuatro y veinticinco de la tarde del lunes dos de junio de mil novecientos diez y nueve; con asistencia de ciento veintisiete ciudadanos diputados, según consta en la lista que pasó el C. Secretario Soto, se abrió la sesión.
"Aprobóse sin debate el acta de la sesión celebrada el día treinta y uno del mes próximo pasado, que leyó el C. Prosecretario Aguilar, y el referido C. Secretario Soto dio cuenta de estos documentos:
"Oficio de la Cámara de Senadores, en que da a conocer los nombres de los ciudadanos que resultaron electos Presidente y Vicepresidentes de esa Cámara para el presente mes. - De enterado.
"Oficios de las Legislaturas de Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Veracruz, en que dicen haber quedado enteradas de la elección de Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hecha por el Congreso General. - A su expediente.
"Solicitud del C. José P. Saldaña, relativa a que se le conceda licencia por diez días, con goce de dietas.
"Previa dispensa de trámites se aprobó sin debate.
"Proposición del C. Diputado Andrade, que dice en su parte resolutiva:
"Discútase y apruébese por Títulos la Ley Orgánica de los Tribunales del Fuero Común del Distrito y Territorios, de acuerdo con el artículo 129 del Reglamento.
Se le dispensaron los trámites y se puso a discusión.
"Los CC. Andrade y Parra hablaron en pro, habiendo contestado el primero una interpelación del C. Mena. En votación económica fue aprobada la proposición.
"Dióse cuenta también con un escrito del C. diputado Rafael Rojas, en que pide licencia por un mes, con goce de dietas, cuya petición fue aprobada sin debate, así que se le dispensaron los trámites.
"La Secretaría, por disposición de la Presidencia, leyó el inciso E del artículo 72 constitucional y el 131 del Reglamento anunciando que, de acuerdo con esos preceptos, al discutirse el dictamen del Proyecto de Ley Orgánica de los Tribunales del Fuero Común en el Distrito y Territorios de la Federación, que devolvió el Senado y que aceptan las Comisiones unidas 2a. de Justicia y la de Puntos Constitucionales, el debate versaría solamente sobre los artículos modificados por la Cámara colegisladora.
'A discusión los artículos 1o., 4o., 8o., 9o. y 10, del Título I: el C. Trejo, a nombre de las Comisiones, habló en pro; en contra lo hizo el C. Palacios Morenos, quien concretó sus objeciones al artículo 4o.; el orador fue interrumpido por la Secretaría para leer los artículos 102 y 103 reglamentarios, con motivo de que el C. Angeles pretendió hacer una aclaración, y por mociones de orden de los CC. Trejo y Basáñez; los CC. Andrade y Parra, éste a nombre de las Comisiones, usaron de la palabra en pro, luego lo hizo nuevamente en contra el C. Palacios Moreno. Y una vez que el C. García Carlos, quien asimismo forma parte de las Comisiones, y el C. Trejo hablaron en pro, se estimó el punto suficientemente discutido.
"Como en el curso del debate solamente fue impugnado el artículo 4o., la Secretaría, cumpliendo con el artículo 115 del Reglamento, consultó a la Asamblea si había lugar a votar aquel artículo lo que fue resulto afirmativamente en votación económica que se repitió por haberla reclamado el C. Toro.
"Recogida la votación acerca de los artículos 1o., 8o., 9o., y 10, del Título I, resultaron aprobados por ciento cuarenta y tres votos de la afirmativa contra nueve de la negativa de los CC. Fernández Martínez, Franco, Gómez Gildardo, Iturralde, Molina, Rivera Castillo, Romero Cepeda, Sánchez José M. y Villalobos.
"El artículo 4o. se aprobó por setenta y siete votos de la afirmativa contra setenta de la negativa.
"Votaron por la afirmativa los CC. Aguilar Pablo, Aguirre Vito, Andrade, Angeles, Arrioja Isunza, Balderas Márquez, Baledón Gil, Blancarte, Bravo Carlos, Cancino, Cárdenas Emilio, Carriedo Méndez, Carrión, Castellanos Diaz, Castillo David, Castillo Garrido, Castro Roberto, Céspedes, Contreras, Chablé, Espinosa Luis, Fernández Miguel B., Gaitán, Gámez Gustavo, García Antonio, García Carlos, García de Alba, García Emiliano, García Pablo, García Ruiz, Garza, Gil, Gómez Cosme, Gómez Noriega, González Jesús, Guerrero, Gutiérrez Antonio, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco Hernández Eulogio, Hernández Loyola, Herrera, Jiménez, Lanz Galera, Leal, López, Madrid, Méndez Arturo, Méndez Fortunato, Mendoza, Moctezuma, Navarro, O'Fárril, Parra, Pérez Vela, Reyes Francisco Reyes Rafael, Ríos Rafael L. de los, Rocha, Ruiz Porfirio, Silva Federico, Silva Jesús, Solórzano, Soto José M., Suárez Enrique, Tamez, Tello, Torre Rómulo de la, Trejo, Treviño, Trigo, Uzeta, Vásquez Genaro, Velásquez Juan, Velásquez López, Zavala y Zerecero.
"Votaron por la negativa los CC. Aguilar Antonio, Aguirre León, Alarcón, Alencáster, de Anda, Basáñez de la Barrera, Bolio, Bouquet, Bravo Izquierdo, Bravo Lucas, Breña, Castillo Garrido, Cordero, Cornejo, Chávez, Díaz Infante, Esparza, Espinosa Bávara, Espinosa y Elenes, Fernández Martínez, Ferrel, Fierro, Flores, Franco, Gámiz Luis G., Hernández Jerónimo, Huerta, Iturralde, León, Macías Rubalcaba, Malpica, Mariel. Mejía, Mena, Méndez Benjamín, Molina, Montes, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Olivé, Ortíz, Padrés, Palacios Moreno, Pastor, Rivera Castillo, Rodríguez Alfredo, Rodríguez Matías, Rodríguez Sabino, Romero Cepeda, Rosas, Ruiz H. José María, Ruiz Martínez Sánchez José M., Sánchez Salazar, Schulz, Silva Herrera, Silva Pablo, Soto Peimbert, Soto Rosendo A., Suárez José María, Tapia, Toro, Vadillo, Valadez Ramírez, Valladares, Verástegui Franco, Vilchis, Villalobos y Zayas.
"Respecto de los artículos 11 y 14 de artículo II, hablaron el C. Angeles en contra, y en pro los CC. Andrade y García Carlos; éste contestó una interpelación del C. Angeles.
"Declarados con lugar a votar los artículos de que se trata, se aprobaron por ciento veintitrés votos de la afirmativa contra siete de la negativa de los CC. Angeles, Basáñez, Fernández Martínez, Flores, Olivé, Silva Herrera y Villalobos.
"Los artículos 16, 17 y 18 del Capítulo I del Título III, no dieron lugar a debate, y declarados con lugar a votar fueron aprobados por unanimidad de ciento veintisiete votos.
"A consideración de la Asamblea los artículos del 20 al 28, que forman el Capítulo II del mismo Título III, fue impugnado el artículo 21 por el C. Toro y defendido por los CC. Andrade, Trejo y Villalobos; el C. Toro hizo una aclaración.
"El C. Angeles comenzó a hablar en contra del Artículo 24, pero en vista de mociones de orden de los CC. Villalobos, Parra y Trejo, suspendió su peroración en objeto de que la Cámara resolviera acerca del artículo 21, antes de entrar a la discusión de otro artículo.
"Estimado suficientemente discutido el 21 y con lugar a votar, se aprobó por ciento treinta y ocho votos de la afirmativa contra seis de la negativa de los CC. Esparza, Gámiz Luis G., León, Mena, Silva Herrera y Toro.
"A las siete y cincuenta y tres de la noche se cerró la sesión."
Está a discusión el acta. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobada.
- El mismo C. Prosecretario: Se va a dar cuenta con los documentos en cartera.
"XXVIII LEGISLATURA
"Primer año. - Período extraordinario
Estado que manifiesta el número de expedientes tramitados por las Comisiones de la Cámara de Diputados, los días del 1o. al 21 de mayo de 1919.
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"México, 2 de junio de 1919. - R.A. Soto, D. S. - V. Lorandi, D. S." - Insértese en el acta.
"A los ciudadanos Secretarios de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - Presente.
"Con el carácter de Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que me ha sido conferido
por mis distinguidos colegas, tengo la honra de comunicar a ustedes, para conocimiento de esa honorable Cámara de Diputados, que con esta fecha ha quedado instalada la Suprema Corte de Justicia de la Nación que deberá funcionar desde hoy hasta el 31 de mayo de 1923.
"Al participar a ustedes lo que antecede, me es altamente grato expresarles, por acuerdo de los mismos que integran la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que el expresado Tribunal inicia sus labores animado de los mejores deseos de contribuir dentro de la esfera de sus facultades, a la realización del nobilísimo ideal de justicia del pueblo y del Gobierno mexicanos; que no omitiremos ningún esfuerzo para conservar la buena armonía que debe existir con los demás Poderes, cuyo último objetivo debe ser el mejoramiento y el bienestar de la Patria.
"Ruego a ustedes se sirvan aceptar las seguridades de mi muy atenta consideración. - Constitución y Reformas. - México, 1o. de junio de 1919. - El Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. - E. Garza Pérez."
"Honorable Asamblea:
"Margarito Sánchez, diputado suplente en ejercicio por el 1er. Distrito Electoral del Estado de Guanajuato, ante Vuestra Soberanía, respetuosamente expone:
"Que encontrándose enfermo y en la imposibilidad de concurrir a las sesiones de esa honorable Cámara, según loa acredita el certificado médico adjunto, de la manera más atenta suplica se le conceda una licencia hasta por quince días, con goce de dietas y con dispensa de todo trámite. - México, 3 de junio de 1919. - Margarito Sánchez."
"El médico cirujano que subscribe, legalmente autorizado para ejercer su profesión, certifica que el señor licenciado Margarito Sánchez está enfermo de una gastritis aguda, complicada con un estado de irritación cerebro cardíaca que le obliga permanecer recluido, cuando menos por un mes, sin dedicarse a ninguna ocupación sobre todo, mental.
"A pedimento del interesado extiendo el presente. - México, a tres de junio de mil novecientos diez y nueve. - Angel J. Nieto."
En votación económica se consulta a la Asamblea si concede la dispensa de trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Concedida. Está a discusión. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? En votación económica se consulta a la Asamblea si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Sí se concede.
Por disposición de la Presidencia se hace del conocimiento de los ciudadanos diputados, que subsiste en vigor el acuerdo tomado por el ciudadano Presidente del mes pasado, respecto a que, a las cuatro en punto de la tarde se pasará lista, y si cuando acabe de pasarse lista no hay quórum para celebrar la sesión, no se celebrará, pero se procederá como la previene el Reglamento y con toda energía.(Voces: ¡Bien! Murmullos.)
- El mismo C. Prosecretario: En la discusión de la fracción XIV del artículo 17 reformado, de la Ley del Trabajo, han usado de la palabra, en pro, los CC. Valadez Ramírez, Bolio, Siurob, Reyes Francisco y Vadillo; y en contra, los CC. Trigo, Soto Peimbert, Casas Alatriste, Basáñez, García Vigil y Martínez del Río.
En votación económica se consulta a la Asamblea.....
El C. Martínez del Río, interrumpiendo: No, señor, pido la palabra. Continuaba yo en el uso de la palabra, porque no se me permitió hablar. (Voces: ¡Sí, sí! ¡No, no! Murmullos.)
El C. Presidente: La Presidencia creía que habían hablado todos los oradores inscriptos en pro y en contra, pero el señor Secretario informa que no fue así. En consecuencia, no tengo empeño en que el señor Martínez del Río no hable; por lo contrario, la Presidencia desea oír a todos los oradores. Tiene la palabra el C. Martínez del Río.
El C. Martínez del Río: Señores diputados: Después de haber seguido paso a paso esta discusión de la Ley del Trabajo, hemos llegado, por fin, haciendo a un lado observaciones más o menos concretas acerca de cada uno de los artículos a debate, a establecer en el seno de la Cámara de Diputados orientaciones más o menos definidas que, sin duda, señores diputados, vendrán a deslindar los campos para saber cuál sea la característica dominante en el sentir de esta Cámara de Diputados con respecto a la Ley del Trabajo. No creo, señores diputados, al contrario, estimo de altísima importancia esos discursos tanto del señor García Vigil como del señor Vadillo, que parece indican y señalan orientaciones distintas acerca de los criterios que deben de normar, que deben de regir las discusiones en este importantísimo Proyecto de Ley. Tanto el señor García Vigil como el señor Vadillo han querido ir al fondo de la cuestión y no es ciertamente, señores diputados, perder el tiempo cuando en un problema de tan alta importancia, se quiere llegar a tocar los fundamentos íntimos, la base de justicia en que deben descansar las disposiciones legales relativas a la Ley del Trabajo. Por este motivo, señores diputados, me van a permitir ustedes que de una manera sucinta, concreta, haga algunas observaciones al extensísimo discurso del señor diputado Vadillo, bajo el concepto de que, fiel a mi propósito, firme en mis convicciones, no me saldré un sólo momento de la crítica sana, de la observación prudente.
Repito, señores, que es importante que se deslinden campos y es importante señalar criterios; el diputado Vadillo ha venido aquí a señalar un criterio, a señalar una orientación para la discusión de esta Ley del Trabajo. Por último, señores debo decir a ustedes que no es mi ánimo venir a cosechar aplausos; me contentaré, sí, con que pueda llevar a vuestra alma, a vuestra conciencia de legisladores, algunas convicciones. Hay un peligro formidable: el peligro de las muchedumbres. Esta Cámara de Diputados, por más selecta que sea, no deja de todos modos, de ser una muchedumbre y, por consiguiente, de estar sometida a esa psicología especial
de los cuerpos colegiados que muchas veces, contra todo el deseo individual de cada uno, adoptan resoluciones que no son más que el estallido de una pasión, el entusiasmo del momento. Yo no creo, señores diputados, que nunca, durante esta Legislatura, se haya llegado a cosechar un aplauso más ruidoso, más entusiasta, más unánime que el que todos vosotros recordáis, rendido a la elocuencia del señor Vadillo cuando viene a esta tribuna y, llenas las galerías y llenos todos los escaños de la Cámara, pregunta y dice: señores diputados: ¡es o no es la Cámara el paladín de las libertades? Galerías y Cámara, en un sólo momento de entusiasmo, aplaudieron frenéticamente al señor Vadillo. Y una Comisión nombrada de esta Cámara fue a ver al señor Presidente de la República en aquel caso muy conocido, en que fuimos a defender, señores diputados, los fueros no muy sagrados de una dama que no me interesa mencionar. (Murmullos.) ¡He ahí uno de los grandes triunfos del señor Vadillo! (Risas.) No ha sido así en el discurso que voy a proponerme examinar en este momento, señores diputados. En este discurso, señores diputados, hay una idea dominante, una tendencia manifiesta, un principio filosófico: el señor Vadillo ha venido aquí a exponernos sus ideas socialistas. Comenzó por hacer alusiones personales encomiásticas del diputado García Vigil, acerca de su programa de liberalismo clásico; señalo después las consecuencias de ese liberalismo clásico en el orden comercial, en el orden económico, consecuencias perfectamente viciosas, puesto que nos habían conducido al acaparamiento de estos tres elementos de riqueza: al acaparamiento de la industria, al acaparamiento de la tierra y al acaparamiento del crédito. El señor Vadillo manifestó que en el desarrollo del liberalismo clásico en el terreno de la política, en el terreno absolutamente filosófico, estaba completamente de acuerdo con las teorías sustentadas desde esta tribuna por el diputado García Vigil; pero el señor Vadillo objetó, atacó rudamente las consecuencias de ese liberalismo clásico llevadas al terreno comercial, al terreno de la especulación económica, terrenos que habían olvidado tocar el diputado García Vigil. Agregó el señor Vadillo que nuestro criterio, al estudiar la Ley del Trabajo, estaba perfectamente limitado, circunscripto por el precepto constitucional relativo, esto es, por el artículo 123 del Código Fundamental.
Hasta aquí la argumentación del señor Vadillo. Llega después a hablarnos incidentalmente de la actuación más o menos socialista de hombres de primera magnitud en los gobiernos del mundo y habló incidentalmente del socialismo inglés, de la actividad de George, de la actividad de Clemenceau y de las gestiones de Wilson en este sentido. Por último, el señor Vadillo, yendo más al fondo del asunto, nos citó desde esta tribuna al filósofo alemán Emmanuel Kant, diciendo que en aquel principio: "igualdad, libertad y fraternidad", en que el señor García Vigil fundaba su liberalismo clásico, también el filósofo alemán había encontrado en ese principio los cimientos de un verdadero socialismo, de un socialismo ya fuera comunismo, ya fuera socialismo de Estado; y, por último, el señor Vadillo - una vez sentadas estas premisas - ,con estos antecedentes, hechas algunas alusiones a la opresión del capital sobre el trabajador, al uso indebido, a los vicios hondamente arraigados en la aristocracia del capital, completa su argumentación y dice: señores diputados: ¿qué tiene de extraño, cuando el socialismo pide esto, que la fracción XIV del artículo 17 de la Ley del Trabajo sea votada tal como la ha presentado la Comisión del Trabajo? He aquí, señores diputados, en síntesis más o menos precisa, pero que he cuidado de aclarar rigurosamente en el fondo, el discurso importantísimo del señor diputado Vadillo. Y repito, señores, que el discurso es importantísimo, porque precisamente a esto es a lo que he venido a la tribuna: a fijar orientaciones. El señor García Vigil y el señor Vadillo han señalado las suyas. El señor Vadillo ha dicho: he aquí lo que debemos hacer, he aquí la base de la justicia, el porvenir, la salvación del inmenso problema que no sólo en nuestra Patria, sino en todo el mundo, conmueve hoy a la humanidad, he aquí el socialismo de Estado en una o en otra forma, el comunismo; he aquí la salvación. Ahora, señores diputados, para proceder con lógica voy a permitirme hacer algunas reflexiones acerca de ese principio filosófico: libertad, igualdad, fraternidad. El señor Vadillo, hombre estudiosísimo, culto, nos habla de Emmanuel Kant; el señor Vadillo desgraciadamente, no conoce a Emmanuel Kant.....(Voces: ¡Personalmente, no!) Ni en los libros. Voy, señores diputados, textualmente a leer a ustedes el párrafo. - cinco renglones - ,en el que el señor Vadillo cita estos principios.
"Ahora bien, ciudadanos representantes - nos decía el señor Vadillo-, la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad eran también para el filósofo Kant el principio de done él partió para señalar este principio filosófico, que es el origen del socialismo moderno: la igualdad del valor de la dignidad humana es la que da el principio al único derecho innato que tiene el hombre, que es la libertad. La libertad se entiende según una regla general, en virtud de la cual nadie está obligado a aceptar aquellos compromisos que otro no pudiera aceptar a su vez, y de esta manera de la libertad nace la igualdad, de la igualdad, nace la fraternidad."
Textuales, señores diputados; he reproducido las palabras del diputado Vadillo. Una de las filosofías más obscuras, brumosas, ha sido siempre la filosofía alemana. Emmanuel Kant, viejo profesor de la Universidad de Koenigsberg, en el Norte de Alemania, ha sido quizá en toda la historia de las filosofías modernas, el filósofo más intensamente revolucionario en el dominio del pensamiento. Bajo este aspecto, su compañero Maximiliano Robespierre, en Francia, era un niño. Maximiliano Robespierre y los franceses para matar un rey hicieron un escándalo que conmovió al mundo; Emmanuel Kant, el humilde profesor de la Universidad de Koenigsberg, sin mucho escándalo, tranquilamente, asesinó lo que todavía en aquellos tiempos vivía, asesinó la idea absoluta de la divinidad. Para Emmanuel Kant, Dios no existía. Mientras Maximiliano Robespierre conmovió al mundo para guillotinar a Luis XVI, Emmanuel Kant, con la mayor sangre fría, tranquilamente, pasaba a cuchillo a toda la guarnición del cielo, dejaba sin vida a la misma divinidad....
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Muy bien! ¿Quién sería el jefe de las armas? (Aplausos y risas.)
El C. Martínez del Río, continuando: Emmanuel Kant, señores diputados, vacía su pensamiento, toda la fuerza de su genio filosófico en la principal de sus obras, "La crítica de la razón pura." Según su sistema filosófico, Emmanuel Kant distinguía en el orden al conocimiento entre fenómenos y noumenos, decía que fenómeno era la forma en que la exterioridad de los cuerpos era conocida por nuestra inteligencia y noumeno era la realidad misma de los cuerpos. Siguiendo el curso de estas ideas, Emmanuel Kant distinguía a la vez en razón teórica y razón práctica y argumentando a esta base decía Emmanuel Kant: la razón teórica, examinadas todas las pruebas cosmológicas, psicoteológicas y ontológicas, no puede demostrarnos la existencia de Dios; no existe, dice Emmanuel Kant. Pero Emmanuel Kant - y esto es lo que ignoró siempre el señor Vadillo - , no sólo era un gran filósofo, era también un hombre bonachón y hasta malicioso. Cuando Emmanuel Kant iba a dar sus lecciones al colegio de Koenigsber se hacía acompañar de su criado, el viejo Lampe, y el viejo Lampe, lloviera, tronara, hiciera calor o frío, iba eternamente detrás del filósofo Emmanuel Kant, con su paraguas bajo el brazo. y Emmanuel Kant, un filósofo y un sabio, como digo, era también un hombre bueno, y una vez que hubo destruido, mediante sus argumentaciones filosóficas, la existencia de Dios, se volvió y vio que tras él iba el viejo Lampe y se compadeció de aquel hombre y dijo: la razón teórica, señores niega y destruye la existencia de Dios, pero la razón práctica - he aquí lo que olvidó el señor Vadillo., (Emmanuel Kant también distinguía no sólo razón teórica, sino razón práctica), Emmanuel Kant, compadecido del viejo Lampe, vuelve los ojos y reflexiona en sí mismo y dice: es preciso que el viejo Lampe tenga un Dios, porque todos los hombres necesitan ser felices; vamos a hacerle al viejo Lampe un Dios y entonces, con ayuda de la razón práctica resucita Emmanuel Kant a aquel Dios que había matado mediante la razón teórica. Enrique Heine (Voces: ¡Haine!) No, señores, Heine, perdonen ustedes la interrupción, en alemán se pronuncia exactamente como está escrito. Enrique Heine decía que Emmanuel Kant, al llegar a este punto, se parecía poco más o menos a un amigo suyo westfaliano, que en la calle de Grohnd había apedreado de una manera teórica los faroles y que ya en la oscuridad les había echado un inmenso discurso sobre la necesidad práctica de la luz. Ahora, señores diputados: el socialismo filosóficamente considerado, según la expresión del señor Vadillo, tiene este origen: la igualdad en la dignidad humana. Si todos los hombres somos igualmente dignos, todos los hombres tenemos que ser igualmente libres. La libertad, dice el señor Vadillo, se mide por los compromisos que a cada hombre corresponden, o que es capaz de tener cada hombre, según lo hemos visto, y si todos los hombres somos igualmente libres, esos compromisos, señores diputados, deben de ser iguales para todos los hombres. Naturalmente que de la igualdad, como consecuencia lógica viene la fraternidad, y si todos tenemos iguales compromisos, si todos somos igualmente dignos, entonces, señores, quizás llegue el momento en que todos nos desarrollemos, desarrollemos nuestros sentimientos afectivos en un sentimiento magnífico, grandioso: en el sentimiento de la fraternidad. He aquí, señores diputados, expuesto con la mayor sencillez el sistema filosófico, fundamento de los socialistas. Pero he aquí que se le olvidó al señor Vadillo que la razón práctica estaba de otro lado, y si Emmanuel Kant, con ayuda de la razón práctica pudo resucitar al viejo Dios para darle la felicidad a su criado Lampe, el señor Vadillo no ha podido en su cerebro llegar a comprender que si esta es la razón teórica, la razón práctica en lo que se refiere a la dignidad humana, es muy distinta de lo que ha pensado aquí el señor Vadillo; la dignidad humana, señores, varía a cada momento: si todos fuéramos igualmente dignos no habría prisiones, señores diputados; si todos fuéramos igualmente honrados, no habría bandidos; si todos fuéramos igualmente aptos, no habría ricos; si todos fuéramos igualmente activos, no habría quien a fuerza de constancia en lo realización de un actividad determinada, hubiera llegado a acaparar más riqueza que los demás. He aquí, señores, por qué el fundamento preciso que ha señalado el señor diputado Vadillo como base del socialismo. es decir, la dignidad humana igual en todos, si teóricamente pudiendo tener alguna consideración teniendo en cuenta que el hombre es igualmente hombre en todas las latitudes, prácticamente no todos los hombres son igualmente dignos ni todos los hombres somos igualmente honrados. Dada esta diferencia en el precio íntimo de la dignidad humana. ¿cómo vamos a esperar, señores diputados, igualdad en los compromisos? ¿cómo vamos a esperar, señores diputados, igualdad en las condiciones económicas? ¿cómo vamos a esperar, dada esta igualdad de los compromisos, dada esta desigualdad, cómo vamos a esperar igual acaparamiento de riquezas, igual capital, igual provecho en todas las actividades humanas? La razón teórica, señores diputados, está en este caso abiertamente en contradicción con la razón práctica. He ahí el fundamento filosófico que asienta el señor Vadillo como del socialismo moderno. Quiero llegar, señores, a este otro punto: no es ese realmente el fundamento del socialismo; el fundamento del socialismo, señores diputados, es muy otro que el fundamento señalado por el señor Vadillo.
El socialismo, señores diputados, como todo lo que es secta, se asemeja en mucho, tiene relaciones íntimas con esos movimientos religiosos que suelen impresionar a las multitudes; el socialismo no tiene ninguna teoría, no tiene ningún fundamento lógico ni filosófico, y el socialismo, señores, como me voy a permitir mostrarlo a ustedes en el orden económico, en el orden social, en el orden político, es el peor de todos los desastres, (Siseos.) señores diputados; sin embargo, es una verdad, hay un movimiento social, hay un movimiento de reivindicación, hay un movimiento de odio de las clases humildes, de las clases trabajadoras en contra del burócrata, del capitalista. ¿A qué obedece ese odio?
En este punto ha estado perfectamente acertado el señor Vadillo; ese odio existe, pero ese odio, señores, ese rencor que nosotros los legisladores y que los pueblos todos y los gobiernos todos del mundo deben buscarle una salida para que cause menos estragos, ese odio no estará nunca satisfecho ni lo resolverá jamás el problema del socialismo. ¿A qué obedece ese odio? Se han señalado las causas, el señor Vadillo las ha señalado, el señor Vadillo nos ha dicho: es la presión del burócrata, es la presión del terrateniente que acapara inmensas extensiones de terreno, es la presión de las grandes industrias que a cada momento quieren explotar más y más y los esfuerzos de los trabajadores en provecho propio, es la presión de esas inmensas combinaciones financieras en virtud de las cuales en un momento dado, alguien que pueda manejar la Banca, alguien que pueda manejar las grandes empresas de crédito puede dejar en un momento dado sin comer a millares de personas en una región. Esto es justo; de allí nace el socialismo perfectamente explicable, perfectamente justo; es necesario odiar al que nos oprime, es necesario que lo odien las masas, señores diputados; el socialismo se engendra en las masas, las masas no reflexionan nunca, a las masas no se les va a instruir, no se les va a presentar sistemas filosóficos, no se les va a presentar deducciones "kanteanas"; a las masas se les va hacer sentir, a las masas se les va a decir: "allí está quien es la causa de tus miserias y de tus dolores", ¡eso es lo que entienden las masas! Por eso, señores diputados, los corifeos del socialismo, jamás, jamás los corifeos del socialismo han dejado reclutarse si no es entre elementos fracasados, entre demagogos, que pueden aceptar ese movimiento, entre oradores de oficio que pueden ir de lugar en lugar excitando los movimientos, excitando los impulsos, los odios y rencores de las masas. ¿Qué es pues el socialismo? Sociológicamente considerado no es más que el rencor, que la desesperación muy justificada de esa clase trabajadora oprimida por muchos años y por muchas centurias, como lo ha dicho el señor Vadillo. He ahí en el orden social y en el orden psicológico lo que es el socialismo; pero - y en esto se calló el C. Vadillo, no dijo una sola palabra - , ¿cuál es la solución que proponen los socialistas a este problema, a este hecho que está en la conciencia de todos los oprimidos? El señor Vadillo no lo dijo porque o lo ignoraba o no le convenía decirlo.
Hay dos clases de socialismo: el de Estado y el Comunismo; estas son las soluciones que han encontrado los socialistas más avanzados; no hay en la sociedad, en el movimiento económico de los pueblos, más que colectividades o individuos: las colectividades y los individuos para realizar estas tendencias del orden socialista recurren siempre a la ayuda oficial, a la intervención oficial. Pues bien, el socialismo de Estado es esto: el acaparamiento, mediante el progreso, mediante un proceso determinado por leyes hacendarias, por impuestos sobre herencias y otra multitud de acciones económicas por parte del Estado, para reunir en un solo bloque de la inmensa riqueza de un pueblo. El socialismo de Estado como el comunismo, tiende a esto también: a acaparar absolutamente todas las fortunas, todas las aptitudes. Claro está, como indicaba el C. García Vigil, que el capital es inmortal. Sí lo es, nada más que en este caso el capital iría a quedar en manos del Estado y éste tendría la obligación de satisfacer bajo una misma base las necesidades de todos los elementos socialistas. Ahora, señores diputados, ¿esta solución, este socialismo de Estado corresponde real y efectivamente a la naturaleza humana? Para el socialismo no hay más que dos elementos: capital y trabajo; sin embargo, en el proceso económico de la producción, quizá uno de los más grandes elementos es este: el talento. El talento es productor, el genio de las empresas, el genio de los inventores, el genio de los industriales es productor; para el socialismo no existe el talento, y el talento, señores diputados, es el elemento económico de más importancia en la producción; el talento, señores diputados, no sólo beneficia al que lo tiene, beneficia a toda la colectividad; ese elemento no le conviene considerarlo al socialismo. ¿Por qué, señores diputados? Porque el talento es la diferenciación más natural, más genuina, mas profunda de las colectividades humanas, de los individuos en las colectividades humanas; de allí, señores, que el socialismo para nada considera este elemento de producción. Ahora bien, señores, ¿qué será el socialismo de Estado en esas condiciones? Yo creo, señores diputados, que un inmenso cuartel, un inmenso cuartel que vendría a ser el socialismo de Estado de todos los pueblos y de todas las naciones, no sería bastante para encontrar en él una comparación de lo que sería el socialismo de Estado; el socialismo, señores diputados, rechaza la burocracia, rechaza a los ricos; ¿quién nos puede garantizar, señores, y se necesita no conocer lo que es la naturaleza humana, y hablando de México se necesita no conocer lo que somos los mexicanos para no comprender que con el socialismo de Estado en lugar de tener un rey tendríamos centenares de reyes, que en lugar de tener un capataz tendríamos centenares de capataces en el Poder; eso sería el socialismo de Estado, esas sería las consecuencias de medir todos los elementos económicos bajo una misa fuerza, con un mismo resero. Señores diputados, el señor diputado Vadillo concluía su discurso anterior y decía: "A cuenta, señores, - el argumento en el fondo es éste - a cuenta, señores, de lo que el socialismo en el fondo exige de ustedes, votad la fracción del artículo 17." He ahí el fondo del argumento; yo deseo, señores diputados, que se examine este argumento, que vosotros os inclinéis o bien por las teorías socialistas o bien por las teorías a base de una libertad absoluta, de ese liberalismo clásico que en el orden económico, relacionado con el orden económico, estoy perfectamente de acuerdo sobre el particular con el señor diputado García Vigil. Yo deseo, señores diputados, que examinando todos vosotros vuestras conciencias y reflexionando no como multitudes, sino como representantes del pueblo, como legisladores, vengáis a decirme que preferías: ¿el capataz llevado al socialismo o la supervivencia de los más aptos, el levantamiento progresivo de los elementos honrados? Hay un dato, señores diputados, hay un dato estadístico del ochenta por ciento de los capitalistas ha sido siempre, ha venido siempre de los obreros honrados, de los
obreros trabajadores, de los obreros dignos; el obrero a quien no conoce, a quien no le conviene decirle qué es el socialismo, el obrero encontrando una manera de saciar sus odios, se levanta y se hace socialista a veces ante la prédica, ante la propaganda de los corifeos del socialismo.
El obrero ignora por completo lo que es el socialismo; no conviene a los predicadores decirle qué es: el obrero sería quien primero persiguiera a esos demagogos que van a levantar las masa para atacar el capital. Estoy de acuerdo; mi manera de pensar es ésta y el trabajo tiene derechos; estoy de acuerdo; creo es muy justificada ese rencor de las bajas clases oprimidas; pero también debemos pensar que la opresión viene más de la miseria moral, de los viejos y de la degeneración, que del capital mismo. No niego que el capital no haya cometido sus abusos, no niego que incurra en los vicios que nos señalo el señor Vadillo; lo que niego y negaré siempre es que el socialismo sea la solución de los problemas que afligen al país.
Bajo esta base.... (Voces: ¡Sobre!) no vendré más que a exponer estas ideas para llevar a vuestro ánimo alguna orientación, que es la más sana y la única que podrá salvar al país. Sólo me resta, para terminar, decir que el socialismo considerado bajo su aspecto político nos daría el espectáculo a que acabo de referirme; pero el socialismo considerado en el orden social, conduciría a esto: al rebajamiento constante y permanente; sería un factor que constantemente estuviese rebajando las iniciativas individuales; acabaría por completo con ese impulso por virtud del cual queremos cada vez ser más dignos y más honrados, y destruiría por consecuencia toda iniciativa individual, y en nuestra patria, en México, nos llevaría seguramente, primero al cesarismo y después a la ambición más desenfrenada. (Aplausos. Siseos.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Gómez Gildardo, miembro de la Comisión.
El C. Gómez Gildardo: Ciudadanos diputados: Acabáis de oír que nada se ha dicho en contra del artículo que se debate, lo que significa de una manera altísima que los que están en contra de la Ley del Trabajo, aquéllos que sistemáticamente se acercan para atacar cada una de la fracciones de los artículos, ya no tienen razones bastantes para contrariar nuestro Proyecto de Ley; pero quiero por un momento llamar la atención de ustedes para ocuparme de un punto principal y después tratar lo que se refiere al artículo que está a discusión.
En "El Universal" de hoy incuestionablemente habéis leído un artículo del licenciado Mestre y yo quiero hacer historia sobre este particular, porque ese artículo escrito debidamente, encierra, sin embargo, algo de dolo que es necesario dar a conocer a esta Asamblea y muy especialmente me toca a mí para quitarme una responsabilidad de la cual no os he dado cuenta. Aquí, señores, pesan ya ciertos elementos que se hace manifiestos: el capital por conducto de sus abogados y algunos elementos de la prensa. Al comenzar el mes de mayo se acercó una comisión de capitalistas encabezados por el licenciado Mestre, cuya comisión fue recibida por las Comisiones unidas del Trabajo y Previsión Social y yo tuve la altísima honra de presidir a la misma Comisión; el licenciado Mestre nos dijo: "Nosotros venimos a suplicarles que se suspenda la discusión de la Ley del Trabajo"; y yo, como Presidente entonces de la Cámara, le contesté: "esto es imposible, señor, porque el Reglamento nos prohibe la suspensión de algo que esté a debate y tendrá que seguir a discusión esta ley". En el curso de la plática nos indicó él que desearía de buena voluntad, en nombre de los capitalistas, en nombre de los industriales, que esta ley se estudiara con más detenimiento; entonces yo le indiqué que esta ley desde el mes de noviembre, que este Proyecto de Ley desde el mes de noviembre se había impreso y ya estaba en manos de todos los ciudadanos diputados y que él y que los industriales tuvieron el tiempo bastante para hacer observaciones. El licenciado Mestre me contestó en estos términos: "Nosotros hemos ocurrido durante ese tiempo al Ministerio de Industria y Comercio". Aquí voy a abrir un paréntesis: conducta muy observada fue ésta en otra época, en la época del general Diaz, el ocurrir siempre a los Ministerios para cualquier caso, para cualquier necesidad, hasta en cuestiones que han sido exclusivamente de la competencia del Poder Legislativo. Es decir, el licenciado Mestre había seguido el camino acostumbrado en otras épocas, haciendo caso omiso de la Representación Nacional. Ahora bien, señores, yo indiqué a los representantes del capital, que podían presentar un proyecto para que la Comisión o las Comisiones unidas de Trabajo y Previsión Social lo tomaran en consideración, porque nosotros estamos poseídos de la mejor buena voluntad, no para obrar de una manera parcial, como se nos ha tachado muchas veces, como lo han dicho frecuentemente el C. Martínez del Río y otros oradores, sino para obrar siempre en el terreno de la justicia, en la línea recta, para dar a cada uno lo que le correspondiera. Ha pasado un mes y el licenciado Mestre y los capitalistas y los industriales no nos han traído siquiera alguna ligerísima observación sobre la Ley del Trabajo; incuestionablemente encargaron a algunos señores oradores del contra que los representaran y son los que hoy dignamente los representan.... (Voces: ¡No es cierto!) Ahora bien, esto quiere decir que ellos o no tienen elementos bastantes para defenderse o que ven con toda indiferencia la voluntad de esta Cámara, por que esperan que tarde o temprano se suspenda la discusión de esta ley, y sí hemos visto que algunos miembros, como el C. Valladares, quien tres veces ocurrió a la Presidencia a solicitar que se suspendiera la discusión del Proyecto de Ley, han intentado igual suspensión. Ante este fracaso, - porque una de las obligaciones, uno de los hechos para que nos ha traído aquí la convocatoria es nada menos que la discusión de la Ley del Trabajo - , la Comisión ha esperado las luces de los capitalistas y la Comisión sólo ha podido tener la satisfacción de oír al licenciado Martínez del Río y algunos otros señores en representación de ese capital. Pero voy a referirme al artículo del momento, al artículo de hoy de "El Universal": El licenciado Mestre manifiesta que el capitalista, que el industrial está conforme en ayudar al obrero, está conforme en darle todos los elementos necesarios para realizar sus ideales, está conforme en ocurrir a él cuando se enferme, está conforme en ocurrir a él cuando sienta
alguna necesidad; ¡qué hermosas frases del licenciado Mestre!, porque es nada menos, que la confirmación de los preceptos que se encuentran consignados en nuestro proyecto de ley; lo que él comprende inconveniente es la cuestión de la repartición de las utilidades y en ese sentido la Comisión también lo comprende, porque es uno de los problemas más difíciles de realizar y aun cuando presenta en parte, aunque a la ligera, un proyecto sobre esta parte de la ley, ha vacilado muchísimo y yo, como hombre honrado, debo decir que toda la Comisión y el que habla también, ha tenido inmensos temores porque este punto, que es muy difícil para llevarlo a la práctica, presenta un terreno muy escabroso y hasta ahora, quizá entre nosotros, poco realizable.
Yo felicito en este sentido al licenciado Mestre, pero en lo que no voy conforme, señores es en una cuestión altamente social y altamente patriótica: el que por la prensa se comience a decir que no vendrá el capital extranjero por esta ley; ¡no, señores! Yo vengo a protestar. Siempre ha sido éste el baluarte de defensa de los oradores en contra de la ley: querer imponer temor a esta Asamblea; pero yo debo decir lo contrario: el gran peligro por que no viene el capital extranjero, debemos saberlo, es el siguiente: la multitud de expatriados en los Estados Unidos ha empleado como un medio de defensa, como un medio de venganza, como un recurso triste, el de decir que México vive en la anarquía, el de decir que nuestras leyes nos llevarán también a la anarquía; estos hombres desconsolados, estos hombres desprestigiados, estos hombres que la Revolución ha lanzado a otro lugar, son los primeros enemigos de la Patria, son los primeros enemigos que contribuyen directamente para hacer que el capital extranjero no venga a nosotros, y lo son también, señores, y lo han sido esos príncipes de la Iglesia a quienes Martínez del Río defiende; cuando yo he estado en algunos puntos de los Estado Unidos, he podido oír de alguno de estos señores un conjunto de calumnias sobre la Patria, un conjunto de calumnias sobre el Gobierno; y estos hombres que hoy ya regresan, fueron los primeros que calumniaron a la Patria, ¡y no hay por qué extrañarlo, si son de la misma raza de aquellos que fueron a traer una corona a un príncipe para que gobernase a México! (Aplausos.) Estos elementos maléficos son los que han contribuido para desprestigiar al país. Los que hemos recorrido algunos puntos de los Estado Unidos, podemos confirmarlo y decirlo con toda verdad. El comerciante y el industrial preguntan: "¿Cómo está México? ¿Es usted de México?" "Sí, señor." "¿Cómo está México?" "En muy malas condiciones: impuestos enormes; se trata de dar leyes tremendas contra el capital."
El señor Martínez del Río se hace eco en este caso, de los reaccionarios que residen allá. (Aplausos.) ¿Acaso corra el peligro de ir también adonde están los enemigos! (Risas.) ¡Es necesario obrar con energía y castigar a aquellos que son enemigos de la Patria! (Voces: ¡Una invitación al viaje!) Las circunstancias por las que ha atravesado el país también lo poner en condiciones tales, que los que no ven de cerca las cosas, las consideran completamente diferentes de como están. La prensa americana ha ayudado en gran parte a esta labor funesta, y aun cuando hay alguna prensa pagada por el gobierno de México, desgraciadamente ésta hace solamente sus publicaciones en español, no habiéndose podido obtener una prensa en inglés para que pudiera informar debidamente a ese gran pueblo americano. Pero hay una esperanza: ese pueblo es sensato, es ecuánime; ya lo habéis visto mandar a delegados para diferentes partes del país, habiéndose podido persuadir del hecho de que México es grande por sus riquezas y por sus hombres y que es y seguirá siendo uno de los primeros países del continente americano. (Aplausos.)
Pero voy a ocuparme ahora de la cuestión que se debate. El licenciado Martínez del Río viene a atacar al socialismo con toda esa fuerza de un reaccionario; el licenciado Martínez del Río, en su ilustrado sermón..... (risas), nos ha dicho realmente todo lo que significa la doctrina "Kanteana", pero el célebre Kant se aparta por completo de las expresiones del licenciado Martínez del Río; estoy seguro que si Kant se levantara.....
El C. Martínez del Río, interrumpiendo: ¡Me mataba!
El C. Gómez Gildardo, continuando: ..... se estremecería de ver cómo se le calumnia; y con esa filosofía y con esa metafísica que él no ha podido comprender, quiero representar a Kant en estos momentos, para destruir la doctrina social más hermosa; no es la doctrina social la disolvente a que el C. Martínez del Río se refiere, la doctrina social en estos momentos, la doctrina científica social es aquella que pretende dar al individuo lo que al individuo le corresponde, es aquella que pretende dar a la sociedad lo que a la sociedad le corresponde. (Aplausos.) No vengamos aquí con engaños y con falacias, vengamos serenos y ecuánimes siempre a presentar las teorías tales como son, siempre a presentarlas con esa luz que hace resplandecer a cada forma social, con eso que sintetiza la verdad, porque de otro modo, señores, se ve desde luego que cuando se recurre a falacias y a procedimientos malos, se revela de una vez que no se cuenta con lo bastante para contrariar lo que se discute. Voy a permitirme leer a ustedes brevemente lo que ha hecho la verdadera doctrina social, cuáles son las leyes nacidas del socialismo, cuáles son las obras que se han verificado, para que se comprenda qué distanciado está el C. Martínez del Río de lo que realmente es el principio social en nuestros tiempos.
Aquí no habla un autor como el que nos trajo el C. Arriaga, de esas obritas populares que estudian hasta ciertos hechos, como por ejemplo el da la procreación de hombre o mujer en determinados casos..... (Risas.) ¡No! Aquí habla un nombre altamente intelectual, habla, señores, el profesor de Economía Social Comparada, en la Facultad de Derecho de París, muy alta intelectualidad, a nuestro compañero Martínez del Río..... (Voces: ¿Cómo se llama?) Al citar a este autor es puntualmente porque he procurado escoger entre algunos libros a aquel que revista verdaderamente una autoridad y que no venga a traernos doctrinas disolventes, sino aquellas doctrinas netamente racionales... (Voces: ¿Cómo se llama?) Se llama Carlos Gide.....
El C. Arriaga, interrumpiendo: Exactamente, es el autor que yo citaba.
- El C. Gómez, leyendo:
"Vamos a ensayar hacerlo de la manera más sencilla, indiscutible y elocuente, limitándonos a dar la enumeración cronológica de las instituciones de Economía Social creadas en los diferentes países durante el siglo XIX. La lista podría alargarse indefinidamente; pero nos hemos limitado a inscribir sólo una vez cada institución en la fecha en que apareciera, bien bajo la forma de experimento coronado por el éxito, o bien bajo la de una ley promulgada, prescindiendo de aquellas mucho más numerosas que posteriormente han venido a completar y a desarrollar la idea primitiva."
El autor comienza de una manera progresiva:
"1801. Casas de Cuna. París. Señora de Pastoret (o en 1802, Alemania, princesa Paulina de Lippe - Detmold).
"1802. Protección de los niños obreros. Inglaterra: ley para la defensa de la salud y moralidad de los aprendices en las fábricas de algodón y de lana. (Francia: ley del 22 de marzo de 1841.)
"1806. Consejos de Prudentes. Lyon.
"1808. Cajas de Ahorros (Saving Banks) Inglaterra, por Ruthwell, en Duncan.
"1818. Colonias de asistencia agrícola. Holanda, por Van der Bosch. (Alemania, 1882, por el pastos Bodelschwing.)
"1825. Huelga. Inglaterra: ley de 1825, que reconoció el derecho de coalición. (Francia: ley del 25 de mayo de 1864.)
"1831. Reglamentación del salario y abolición del Truk System. Inglaterra. (Bélgica: ley de 17 de agosto de 1867.)
"1831. Casas obreras. Filadelfia. Sociedad Cooperativa de Construcción, Building and Loan Society. (1853, Mulhouse, por Juan Dollfus.)
"1831. Asociación Cooperativa Agrícola. Relahine, Irlanda.
"1831. Asociación Cooperativa de Producción Industria. París, por Buchez.
"1832. Lucha contra el alcoholismo. Inglaterra. Asociación de los Teetotalers, por Livesey, en Preston. (Nueva York, 1853, la Asociación de los Buenos Templarios. Ginebra, 1877, la Cruz Azul.)
"1833. Inspección de las fábricas. Inglaterra. (Francia: ley del 19 de mayo de 1874.)"
Ya lo ve el C. Martínez del Río que tenía tanto miedo porque se inspeccionaran las fábricas.
"1834. Ahorro escolar. Le Mans (Francia), por Dulac.
"1839. Protección de la propiedad de familia. Texas: ley del homestead.
"1839. Sociedad filantrópica. París. (Fundada en 1780, pero cuya utilidad pública se reconoció en 1839): se ocupa sobre todo de la asistencia y de las habitaciones obreras.
"1840. Timbres postales (9 de enero). Inglaterra, por Rowland Hill.
"1842. Participación en los beneficios. París, por Leclaire.
"1844. Limitación legal del trabajo de las mujeres. Inglaterra (Ley del 6 de junio.)
"1844. Sociedades cooperativas de consumo. Los Pionners de Rochdale (21 de diciembre.)
"1846. Ley sobre la salud pública. Inglaterra. (Ley del 26 de agosto.)" etc.
Perdónenme ustedes, pero todo esto que acabo de leer revela lo siguiente: que la legislación de nuestro país se encuentra completamente atrasada; que todas estas cuestiones socialistas llevadas bajo la forma de reglamento o de ley durante el siglo XIX, son una prueba inequívoca de que el obrero en todo caso ha sido objeto de atenciones y consideraciones. ¿Y después de ese siglo qué ha pasado? Algunos miembros de esta Cámara se estremecen; creen que vamos con nuestra ley a hacer obra demagógica, como dijo alguna vez "Excélsior" cuando yo pedía la acción privada para las escuelas y para la Beneficencia, es decir, cuando pedía la cooperación de todos nosotros para realizar estas obras magnas de altruismo. Sentado, pues, este principio: que todas aquellas ideas que se encuentran en nuestro Proyecto de Ley no son más que la resultante y adaptación de aquéllas leyes que se han venido llevando a cabo durante el siglo XIX, nuestro Proyecto de Ley podrá tener defectos, pero no se ha apartado en nada de las ideas socialistas que están apoyadas en una manera directa en las necesidades del obrero, que son justas y que es necesario satisfacer. A mí me da profunda pena que al traer consigo la Revolución ideales hermosos y de un socialismo justo y razonado, sin las intemperancias que le quiere achacar el compañero Mora y del Río... (Risas.)
El C. Martínez del Río, interrumpiendo: ¡No, hombre, yo soy reaccionario!
El C. Gómez Gildardo, continuado: nosotros creamos ciegamente a este señor, porque desgraciadamente en nuestro país no hay legislaciones avanzadas; si hiciéramos un recuento, si ocurriéramos a la bibligrafía de nuestras leyes, encontraríamos que los únicos elementos fundamentales de nuestra legislación son los cuatro consabidos códigos que son el foco de explotación de los abogados, y fuera de ellos no encontramos una obra que corresponda dignamente a las espiraciones de este siglo, a las necesidades de las diferentes masas sociales, llámense obreras o cualquiera otro grupo, es decir, señores, debemos confesar que en ese sentido estamos sumamente atrasados. Ninguna de estas leyes a que me he referido, ninguna, señores, se encuentra en ninguno de nuestros códigos y ahora venimos con esta nueva y a hacer la labor social, pero horada, labor moderna de legislación, no involucrada en las pandectas, únicamente leídas por el señor Martínez del Río, sino en obras netamente sociales que son derivadas de los grandes filósofos, no de Kant que apareció hace más de un siglo, sino del célebre Spencer, del gran pensador inglés que se preocupó hondamente sobre la vida de la sociedad; queremos por completo recibir obstáculos y dificultades únicamente porque los reaccionarios de hoy, los elementos que tratan de perjudicar el progreso de México, viene aquí con sus doctrinas y nosotros, de una manera candorosa, tenemos que aplaudirlos únicamente por compañerismo algunas veces, más que porque veamos que la justicia los ampara. El artículo que está a debate, llevo dicho, no ha sido objeto de ataque; a lo que se han referido anteriormente es a la cuestión de que se facilitarán anticipos a los
trabajadores, pero ya todos ustedes están convencidos de que ésta no es más que una cuestión netamente moral que en nada viene a violar los intereses sagrados también del capital. Yo creo, señores, que debemos convencernos que esta nueva legislación es la que al pueblo puede salvarlo de esas dificultades, de esas opresiones y de esas tiranías; hagamos esa labor benéfica, no porque tratemos de colocarnos al lado de los trabajadores, como dijera el C. Soto Peimbert, no porque yo busque en los obreros la reelección; el pueblo que a mí me eligió es antirreleccionista; yo, señores, lo que busco, como lo que buscan muchos de ustedes que son hombres honrados, es cumplir aquí con mi deber. (Aplauso.) (Voces: ¡A votar, a votar!)
El C. Secretario Soto: Han hablado en pro los CC. Valadez Ramírez, dos veces; Bolio, Siurob, Reyes Francisco, Vadillo y el doctor Gómez; y en contra, los CC. Trigo, Soto Peimbert, Casas Alatriste, Trigo otra vez, Basáñez, García Vigil y Martínez del Río. Quedan inscriptos todavía, en pro, el C. Lanz Galera, y en contra, los CC. Martínez del Río, García Vigil, Flores Manuel H. y Soto Peimbert. En votación económica se consulta si se considera suficientemente discutida la fracción XIV. Suficientemente discutida. Se procede a la votación nominal.
"XIV. En caso de enfermedad o accidente, que no fuere ocasionado por el desempeño del propio trabajo y que obligue al trabajador a suspender temporalmente sus labores, al patrón facilitará a éste, con el carácter de préstamo, su salario íntegro hasta por el término de un mes. La suma prestada por este concepto, será reembolsada por el trabajador al reanudar sus labores, abonando de su salario un veinte por ciento hasta cubrir su adeudo."
El C. Secretario Pesqueira: Por la afirmativa.
El C. Secretario Soto: Por la negativa. (Se recoge la votación.)
El C. Secretario Pesqueira: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? (Algunos ciudadanos diputados dan sus nombres.)
El C. Secretario Soto: ¿Falta algún otro ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa. (Se recoge ésta.)
El C. Secretario Pesqueira: Votaron por la afirmativa, 107 ciudadanos diputados.
El C. Secretario Soto: Votaron por la negativa, 41 ciudadanos diputados. (Aplausos.) En consecuencia, queda aprobada la fracción XIV.
El C. Valladares: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Valladares: Señores diputados: Acabo de tener conocimiento de que durante mi ausencia de la Asamblea el señor doctor don Gildardo Gómez se ha permitido lanzarme un cargo enteramente gratuito, diciendo que me había acercado a la Presidencia de la Cámara para sugerirle la conveniencia de retirar el Proyecto de la Ley del Trabajo. Suplico muy atentamente al doctor Gómez se sirva decirme cuántas veces en lo personal le pedí tal cosa.
El C. Gómez: Pido la palabra para contestar.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Gómez: C. Valladares: He dicho que tres veces se acercó usted a la Presidencia, presentándome una solicitud para que se suspendiera la discusión de la Ley del Trabajo. Eso consta en el "Diario de los Debates". No acostumbro mentir. (Aplausos.) Voy a explicar hasta cierto punto la conducta de usted, el interés que ha tenido para que la discusión de la Ley del Trabajo se suspenda, desprestigiando hasta cierto punto al Ministro de Gobernación, pues porque tiene usted amistad con él, muchos han creído que realmente es él quien impone que se suspenda esta discusión; es decir, no es verdad, pero a usted le pasa lo que le pasaba en otra época, en la época del general Díaz, a un paisano nuestro, a "Martín Caclito", que cuando se acercaba a la Cámara como diputado y daba una idea se sabía que era la consigna del Presidente; después, una ocasión que se presentó en un estado inconveniente, lanzó una idea y el Congreso entero la apoyó creyendo que era la consigna y al día siguiente lo separaron de la Cámara. (Aplausos.)
El C. Valladares, continuando: Ya habéis visto, señores..... (Voces: ¡Bájate!) No me bajo, tengo derecho a hablar y hablaré tengo derecho a que se me escuche y no me bajaré de esta tribuna hasta no haber expuesto mis ideas y refutado las malévolas palabras que dicta su pasión senil al señor diputado Gómez..... (Murmullos. Campanillas.) Yo tengo derecho a que se me crea más que a él.... (Murmullos), simple y sencillamente porque soy joven... (Murmullos. Risas. Campanillas), porque soy revolucionario, porque no he servido a todos lo regímenes, como el señor Gildardo Gómez; yo vengo aquí con mi entera personalidad, muy mía, no abdico nunca de ella.... (Voces: ¡Pruebas!), a exponer lo que pienso, lo que siento, y jamás, porque no habrá ninguno entre toda la Asamblea que pueda decirme que haya traído una sola consigna que se levante cualquier ciudadano diputado y que me diga qué consigna he traído o qué recado personal del Ministro de Gobernación le he dado yo. (Murmullos.) Señores: Si yo viniera a desempeñar ese tristísimo papel que villanamente me atribuye el señor doctor Gildardo Gómez.... (Voces: ¡No!), simplemente no estaría en esta Asamblea.
El C. Gildardo Gómez: Retire usted esa palabra, por respeto a la Asamblea.
El C. Presidente: La Presidencia excita a Su Señoría el C. diputado Valladares para que retire la palabra "villanamente", que profirió en contra del C. diputado Gildardo Gómez.
El C. Valladares: Cuando se me hiere a mí en lo más íntimo, cuando se dice que soy un instrumento, no siendo capaz de serlo, porque yo me puedo ganar la vida en otra ocupación que no sea la de diputados, sépanselo ustedes.... (Campanilla.)
El C. Presidente: La Presidencia por segunda vez excita a Su Señoría el diputado Valladares, a que retire esa palabra que pronunció en contra del C. diputado Gildardo Gómez, por respeto a la Asamblea.
El C. Valladares: Únicamente, señores, por el respeto que se merece esta Asamblea y no por consideración al C. doctor Gómez, retiro esa palabra. Pero el señor Gildardo Gómez, que viene a llamar aquí al Gobernador de Oaxaca, aquel tirano "Martín Caclito", que se acuerde de cuando fue Presidente Municipal en la época de ese nefasto Gobierno, que pronunció discursos encomiásticos para ese
mismo "Martín Caclito." Ahora ya murió, ya no le puede usted servir, señor doctor Gómez, y por eso se presenta usted hoy como ultrarrevolucionario. Ya habéis visto que no se ha levantado un solo diputado que me pueda probar, que me pueda decir que he dado alguna consigna; ya repito, mi juventud, mis antecedentes revolucionarios, mi capacidad para trabajar en cualquiera otra cosa, me ponen a salvo de esta inicua, de esta grotesca y malévola sospecha de que no pueda ser instrumento; no lo soy, ni siquiera el Ministro sabe lo que yo hago, ni me importa si le parece bien o no le parece. De manera que acabo de destruir la afirmación malévola del doctor Gómez, quien dijo que hice insinuaciones a la Presidencia. No, señores, ustedes conocen perfectamente bien cuáles han sido las proposiciones que yo he hecho; no he pretendido que se retire indefinidamente la Ley del Trabajo; no, porque considero que este problema es trascendental, urgente y necesario; pero si por aceptar una ley de esta naturaleza vamos a ahuyentar el capital y lo vamos a matar, tampoco creo que eso deba ser. Quiero que se establezca un equilibrio justo y sano entre las relaciones del capital y el trabajador; y he dicho, y lo probaré, que he venido a defender los derechos del obrero y los del capital
El C. Secretario Soto: "Fracción XV...."
El C. Aguirre Vito, interrumpiendo: ¡Moción de orden! Hace un momento que entregué a la Presidencia un documento y ruego se sirva ordenar a la Secretaría que le dé lectura.
El C. Presidente: La Presidencia recibió una petición del C. Aguirre, pero no la presentó porque solamente, y en acatamiento al Reglamento que nos rige, se tratarán en estas secciones los asuntos para los cuales fuimos convocados. El asunto que señala el C. Aguirre, lo pasé a la Comisión Permanente: es allí el lugar donde debe tratarse.
- El C. Secretario Soto. leyendo:
"XV. En caso de muerte, cuando no fuere ocasionada por accidente del trabajo o enfermedad profesional, dar a la familia del trabajador el importe de un mes de sueldo o salario de que disfrutaba. Cuando ésta acaeciere como consecuencia del propio trabajo, entregar el mismo importe el cual será descontado al pagar la indemnización correspondiente."
Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. Se han inscrito, en pro, el C. Reyes Francisco, y en contra, el C. Rivera Castillo Alvaro.
El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Rivera Castillo. (Voces: ¡No está!) No encontrándose el C. Rivera Castillo en el salón, tiene la palabra, en pro, el C. Francisco Reyes. (Voces: ¡No hay contra!)
El C. Reyes Francisco: No habiendo contra, renuncio al uso de la palabra.
El C. Trigo: ¡Pido la palabra en contra!
El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Trigo.
El C. Trigo: Honorable Asamblea: Aun cuando casi siempre que abordo esta tribuna, me limito única y exclusivamente a tratar la cuestión a debate, a mí me obliga a venir aquí en esta ocasión, ya que el C. diputado Gildardo Gómez, haciendo alarde del poquísimo respeto que tiene a las canas que ya peina, ha lanzado imputaciones a un grupo de diputados, precisamente los del contra en esta ley, haciéndonos aparecer como que atendemos las gestiones de un señor licenciado Mestre, y casi casi deslizando la malévola idea de que hemos recibido algunos elementos para esta oposición, atentamente ruego en este acto, antes de entrar al fondo de la cuestión, al C. diputado Gómez, se sirva concretar qué diputados cree él o que estima él de los del contra, capaces de haber vendido sus convicciones y de haber faltado abiertamente al cumplimiento de sus deberes como representantes de esta Asamblea.
El C. Presidente: La Presidencia manifiesta al C. Trigo que no permite ninguna interpelación, porque éste es un medio para que perdamos el tiempo. El reglamento autoriza a la Presidencia para prohibir esta clase de interpelaciones.
El C. Trigo: Felicito al ciudadano Presidente por su democrática manera de pensar y al mismo tiempo merece mis más expresivas gracias por esa manera que tiene este señor Presidente de entender cómo se debe respetar a esta Asamblea cuando algún diputado falta al respeto debido, como el señor diputado Gómez lo ha hecho, a un grupo de diputados, ya que aun cuando veladamente ha hecho el cargo, éste ha quedado en pie, de que un grupo de diputados que hemos venido a hablar en contra estamos sujetos a sugestiones de un señor licenciado Mestre, que representa al capital, es decir, el C. Gómez ha venido a externar, a dejar correr en esta Asamblea la especie de que aquí hay diputados capaces de vender sus convicciones y capaces, no de venir a defender el interés general, sino de venderse como mercenarios al oro de cualquier pinacate. Por mí, y ya en lo íntimo, lamentaría tener que juzgar al doctor Gómez como a un individuo carente por completo de criterio propio, y más que como a un individuo carente de criterio propio, como a un individuo que llega a los límites de la más vulgar y soez calumnia.
El C. Gómez Gildardo: Pido la palabra. (Voces: ¡No, no! Murmullos. Campanilla.)
El C. Trigo: Por lo que a mí toca, el señor Gómez me ha aludido, porque soy uno de los ciudadanos diputados del contra, repito, y no tengo inconveniente en retirar la frase; pero esto será cuando el señor Gómez haya hecho presente que yo, Octavio Trigo, no es a quien se ha referido él al mencionar ese grupo de diputados que dice representan aquí al licenciado Mestre. (Voces: ¡No ha dicho nada de eso! ¡Sí, sí!) Sí, señor, lo ha dicho y allí están los apuntes taquigráficos......
El C. Gómez Gildardo: ¿Me permite una palabra?
El C. Presidente: Al terminar el orador.
El C. García Pablo: Moción de orden. Venimos aquí a discutir los artículos de la ley del Trabajo. La tribuna es para eso y no para pleitos. Si estos señores tienen cuestiones personales, que se vayan allá fuera.... (aplausos), que allá tengan sus cuestiones personales, para que nos dejen en paz aquí para que se discuta la Ley del trabajo.
El C. Trigo: Señor diputado: Sé tanto como usted a lo que venimos aquí y lo que el deber de
mí reclama; pero sé también que si el señor Gómez hubiera dicho que yo, Trigo, era ese, no hubiera venido aquí a hacerle esta aclaración, hubiera ido a otro sitio a hacer esta rectificación; pero el C. Gómez ha englobado a un grupo de diputados, y el respeto de esta Asamblea y del público que nos escucha, me autoriza a esto.
El C. García Pablo: El no se ha referido a usted.
El C. Trejo: Moción de orden. El Reglamento prohibe que se entablen diálogos en la tribuna. (Campanilla.)
El C. Presidente: Lo prohibe, y la Presidencia está llamando la atención a quienes lo han infringido.
El C. Trigo: Pondremos fin a este incidente, puesto que aquí ustedes han visto la manera de contestar los cargos que se hacen, sin tener el valor de concretarlos. La fracción XV dice:
"XV. En caso de muerte, cuando no fuere ocasionada por accidente de trabajo o enfermedad profesional, dar a la familia del trabajador, el importe de un mes del sueldo o salario de que disfrutaba......"
(Campanilla.)
El C. prosecretario Aguilar: Por disposición de la Presidencia, se llama la atención a los ciudadanos que están de pie, suplicándoles se sirvan ocupar sus curules y abtenerse de platicar.
El C. Presidente: Continúa el orador en el uso de la palabra.
El C. Trigo, continuando: "Cuando ésta acaeciera como consecuencia del propio trabajo, entregar el mismo importe, el cual será descontado al pagar la indemnización correspondiente."
Desde luego debo hacer esta aclaración a los ciudadanos diputados: yo no me muestro en desacuerdo con el espíritu de esta fracción; únicamente quiero hacer esto no precisamente como impugnación, sino como una reflexión a la Comisión. Nuestra Constitución reconoce la existencia de las Cajas de Ahorro y Previsión Social, y nuestra misma Ley del Trabajo registra la existencia de tales Cajas de Ahorro y Previsión Social; yo conceptúo que mientras estas instituciones no existan en México, que mientras no puedan llevarse a la práctica, bien está que exista la disposición de esta fracción, pero no veo la razón de que ésta subsista después de la existencia de las Cajas de Ahorros y Previsión Social, porque precisamente a lo que tienden estas Cajas es precisamente a ayudar, a servir de fondo de previsión al obrero para un caso de emergencia y, además, como un medio de ahorro para inculcar en él esta idea. Hace un momento, desde mi curul hacía yo alguna pregunta al C. Valadez Ramírez sobre el particular, ya que no tenía pensado tomar participación en el debate de esta fracción, y el diputado Valadez Ramírez, como única respuesta, de decía: "pues tendrán más cuando haya las Cajas de Ahorros y Previsión"; pero yo creo, ciudadanos diputados, que no es ésta la manera como debe legislar, ni como la Comisión debe ver las cosas, como si se tratara de preguntar ¿dónde está el gato?, y se dijera que está escondido tras de un rincón. No, señores. la Ley del Trabajo. decía yo el otro día aquí, es una ley como ninguna otra, presenta varios escollas para su aplicación, por la novedad que ella trae a la legislación, ya que, en realidad de verdad jamás ha habido legislación obrera en México. Hay que tener en cuenta, ciudadanos diputados, la forma tan extraña o, más bien dicho, la forma tan rara como estamos legislando en materia obrera en México, en contraposición a la forma en que se ha legislado en los pases europeos y aun en la misma Argentina, que es la que tiene mejor legislación obrera en América. En Europa y aun en la misma Argentina, para tomar como tipo a una institución latinoamericana, la Ley del Trabajo nació en el momento en que el industrialismo y el maquinismo llegaron a su auge, llegaron al pináculo de su desarrollo, y la ley vino necesariamente como una consecuencia de aquel desarrollo del maquinismo y del industrialismo en aquellos países. Aquí no ha sido así; nuestra industria, por mucho que me puedan decir, es una industria completamente incipiente. Yo no deduzco de aquí el razonamiento de que porque la industria no ha llegado al máximo del desarrollo, no deba haber legislación obrera, no, no tengo semejante idea, ni profeso teoría semejante; pero sí creo que ya que aquí no tenemos el medio de investigación que han tenido aquellos países que legislaron en virtud de las necesidades allí conocidas, tenemos cuando menos la obligación ineludible en esta Ley del Trabajo, de seguir un procedimiento de tanteo - válgaseme la frase - , es decir, no dar paso adelante sino hasta que no hayamos consolidado el ya previamente dado; es decir, no ir demasiado aprisa, dado que esto traerá como consecuencia tener que retroceder en cuanto viéramos que muchas de estas cuestiones tratadas en la Ley del Trabajo, eran prácticamente imposibles en el momento de llevarse a la aplicación, en el momento de llevarse a la práctica.
Repito, por lo que toca a esta fracción, no estoy en desacuerdo con el fondo de ella, estimo que la Comisión ha estado en lo justo y estimo también que es justo acceder a lo que ella desea; pero sí creo esto: si reconocemos las Cajas de Ahorro y de Previsión Social, si esas Cajas tienen que ser un hecho en México, porque necesariamente tendrán que existir, ya que la Ley las instituye, ¿por qué en lugar de poner esto en el cuerpo de la Ley, no lo establecemos como un artículo transitorio, de manera tal, que cuando la institución de las Cajas de Ahorro y Previsión Social sea un hecho, esta fracción quede sencillamente derogada, y entonces ya de lleno entren aquellas Cajas de Ahorro y Previsión, a cumplir la misión que les está encomendada? Desde luego ruego a ustedes vean esto, no como un espíritu de ataque, como se supone cada vez que impugno; esto no es propiamente una impugnación, no es más que una cuestión de orden y de lógica; si vamos a tener Cajas de Ahorro y Previsión Social y éstas deben llenar un cometido que les está expresamente asignado en la Ley y en nuestra Constitución, nada más razonable que esta disposición sea con un carácter transitorio, de manera tal, que una vez que las Cajas de Ahorro y Previsión entren a funcionar, la fracción ésta deje de estar en vigor en nuestra Ley.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Reyes.
El C. Reyes Francisco: Honorable Asamblea: Habéis escuchado las razones expuestas por el C.
Trigo y creo que ellas deben de tomarse en consideración, pero no son lo bastante a fin de que nosotros no demos nuestra aprobación a la fracción que está a discusión, puesto que si lo hacemos así, caeremos o daremos margen a un grave peligro: de que mientras las Cajas de Ahorro y Previsión Social no puedan tomar carta de naturalización entre nosotros, los obreros estarían indudablemente despojados de la garantía que les proporciona la fracción. Fácilmente suponen ustedes, señores que las Cajas de Ahorro y Previsión Social, indudablemente que han de menester mucho tiempo para que éstas puedan desarrollarse atendiendo principalmente a las condiciones económicas actuales de momento; por consiguiente, si la Asamblea estimara o tomara en consideración el que por el momento desapareciera esto en la fracción a discusión, repito, caeríamos en el grave peligro de que el obrero no encontrara apoyo en las garantías que le ofrece la propia fracción. No necesito recomendar absolutamente a la consideración de ustedes las razones de orden moral que tuvo la Comisión para hacer figurar en el proyecto a discusión esta fracción. Indudablemente que el capítulo no se verá absolutamente en lo más mínimo lastimando, en atención a que esta Ley del Trabajo obliga a todas las empresas a tener médicos y por consiguiente la salud de todos estos obreros estará perfectamente garantizada. Ya en alguna ocasión he manifestado aquí, si es que hay algún resquemor, algún temor respecto a esta fracción, de que nosotros no debemos guiar nuestro criterio tomando en consideración el hecho de que uno, dos, tres, o cuatro o cinco obreros, de tal o cual fábrica, de tal o cual taller, al poco tiempo de haber prestado sus servicios a esa empresa, sufriera algún accidente y un accidente mortal de los que aquí se consideran. Nosotros debemos girar siempre en torno de esta idea: las estadísticas, y ya os he manifestado que las estadísticas sobre este particular dan un porcentaje extraordinariamente insignificante; no pasan de dos o tres por ciento las enfermedades independientemente de los accidentes del trabajo y profesionales, las que se presentan por mes. Por consiguiente, si se presentan dos o tres casos por ciento indudablemente que las muertes serán mucho más insignificantes. Por consiguiente, yo me permito recomendar a la Asamblea que dé su aprobación a la fracción y sí que se tome en consideración, que cuando las Cajas de Ahorro y Previsión Social estén ya funcionando, entonces se derogue la fracción correspondiente.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Gildardo Gómez.
El C. Gómez Gildardo: El artículo que se discute, señores, tiene una nación altamente moral: es la necesidad del obrero en los momentos más angustiosos. Los que conocemos a los obreros, conocemos también sus necesidades y nosotros los médicos que tenemos el derecho sagrado de penetrar hasta el recinto más delicado del hogar, nosotros podemos apreciar con toda exactitud las necesidades de la gente menesterosa, las necesidades del obrero; examinamos todas sus condiciones de pobreza: muchas veces hay enfermos, señores, que no tienen ni una sábana para cubrirse, muchas veces hay enfermos que no tienen ni un centavo para la medicina y nosotros, haciendo un sacrificio en medio de nuestra pobreza, contribuimos, no por una hipocresía, sino porque cuando el corazón siente, señores, se ve obligado el hombre a cumplir con un acto de caridad, y si así es en esos momentos solemnes en que el hombre sufre, es más todavía en aquellos en que desaparece el padre, el ser más querido de la familia, aquel que llevaba el sustento y el pan de sus hijos y en ese momento la familia desolada, sin recursos, muy justos es alguno que los tiene, que aquellos a quienes ha servido con toda buena voluntad y honradez, contribuyan a ayudarlo siquiera en esos últimos momentos; de manera que esto obedece simplemente a una necesidad moral. ¡Cuantos trabajadores hay que no tienen ni siquiera o, mejor dicho, cuántas familias hay que no tienen ni siquiera los elementos indispensables para llevar a su deudo al entierro! ¡Cuántos hijos tienen que salir pidiendo limosna para realizar esa obra cristiana y la madre que sufre y los niños huérfanos y sin ningún auxilio! Creo, señores, que yo no necesito más palabras para que esta Asamblea comprenda la justicia de este artículo, y aun me parece que deberíamos haber dicho que esta cantidad se les facilitara inmediatamente para que no hubiera evasiva de ninguna especie, porque ésta es una obligación moral de todos los patrones y ni siquiera imponemos la obligación de que sea como donación, sino, al contrario, como una especie de préstamo simplemente. Ya verán ustedes, señores, que en este caso yo creo que no admite reforma al artículo que se debate.
Quiero aprovechar esta oportunidad, también, para decirle al señor diputado Trigo que yo jamás menté su nombre en esta peroración y que si él no tuvo la delicadeza de retirar sus palabras, yo le indico que si en el "Diario de los Debates" ve una palabra ofensiva en ese sentido, entonces yo le podré dar una satisfacción; pero que en el buen sentido lógico, en el buen criterio , cuando no se citan nombres es indecoroso darse por aludido; no hay que recurrir a interpretaciones, hay que recurrir al análisis preciso de la gramática y de la lógica y si en esas frases ve él encubierta ofensa, entonces yo le exijo que me lo reclame de cualquiera manera. También quiero manifestar a ustedes que yo dije que ellos, no precisamente el señor Trigo, sino que ellos estaban defendiendo y representaban al capital, como aquí nosotros representamos al obrero y no nos consideramos desairados al representar a las clases menesterosas; es un honor también representar al capital, puesto que es uno de los elementos sociales; de manera que no veo ninguna ofensa en mis palabras y en todo caso que se vea el "Diario de los Debates." Yo creo que como hombre honrado y digno pido que rectifique el señor Trigo en el mismo "Diario de los Debates."
El C. Trigo: pido la palabra para un hecho, señor Presidente.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Trigo para un hecho.
El C. Trigo: En virtud de que el C. diputado Gómez ha dicho lo que yo quería, es decir que yo no soy el aludido, le ruego se sirva tener por retirada la frase que he vertido con respecto á él.
El C. Prosecretario Aguilar: Habiendo hablado todos los oradores inscriptos, en votación económica se consulta a la Asamblea si se considera
suficientemente discutida la fracción XV. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se considera suficientemente discutida. En votación económica se consulta a la Asamblea si ha lugar a votar la misma fracción XV. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. (Voces: ¿Para qué? ¿Para qué?) El artículo 115 del reglamento dice así:
"Artículo 115 Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular, se preguntará si ha o no lugar a votar; en el primer caso, se procederá a la votación; en el segundo, volverá el artículo a la comisión."
Por esa disposición reglamentaria es por lo que la Presidencia ha ordenado que se haga la pregunta. Se suplica a los ciudadanos diputados que estén por la afirmativa, se sirvan ponerse de pie. Si ha lugar a votar. Se va a proceder a recoger la votación nominal de la fracción XV.
"XV. En caso de muerte, cuando no fuere ocasionada por accidente del trabajo o enfermedad profesional, dar a la familia del trabajador, el importe de un mes del sueldo o salario de que disfrutaba. Cuando ésta acaeciere como consecuencia del propio trabajo, entregar el mismo importe, el cual será descontado al pagar al indemnización correspondiente."
Está a votación. Por la afirmativa.
El C. Secretario Lorandi: Por la negativa. (Se recoge la votación.)
El C. Prosecretario Aguilar: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? (Algunos ciudadanos diputados dan sus nombres.)
El C. Secretario Lorandi: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a recoger la votación de la Mesa. (Se recoge ésta.) Votaron en contra los siguientes CC. Aguilar Antonio, Alencáster Roldán, Bravo Izquierdo, Castillo Garrido, García de Alba, Gutiérrez Atanasio, Lanz Galera, Mena José Ignacio y Trigo Octavio M.
Total, 9 votos.
El C. Prosecretario Aguilar: Votaron por la afirmativa 133 ciudadanos diputados. En consecuencia, ha sido aprobada la fracción XV.
- El mismo C. Prosecretario, leyendo:
"XVI. Oír las quejas que los trabajadores o sus representantes expongan contra los empleados, y corregir, dentro de sus facultades, las faltas que las ocasionen."
Está a discusión. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. Se han inscrito en pro los ciudadanos Reyes Francisco y Edmundo Bolio y en contra el C. Martínez del Río.
El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Martínez del Río.
El C. Martínez del Río: Renuncio al uso de la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Reyes Francisco.
El C. Amezola: Moción de orden (Voces: ¿No hay oradores en contra!)
El C. Reyes Francisco: En vista de que no hay oradores en contra, renuncio al uso de la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Bolio. (Voces: ¡No hay oradores en contra!)
El C. Bolio: Como no hay oradores en contra, renuncio al uso de la palabra.
Presidencia del C. CASAS ALATRISTE ROBERTO
El C. Presidente: El artículo 120 del Reglamento dice que cuando sólo se pidiera la palabra en pro, podrán hablar hasta dos miembros de la Cámara; por eso la Presidencia les dio la palabra del pro.
El C. Prosecretario Aguilar: No habiendo ningún orador ni en pro ni en contra esta fracción, en votación económica se consulta a la Asamblea si ha lugar a votar la fracción XVI. Los que estén por la afirmativa sirvanse ponerse de pie. Sí ha lugar a votar. Se procede a recoger la votación nominal. Por la afirmativa.
El C. Secretario Lorandi: Por la negativa. (Se recoge la votación.)
El C. Secretario Aguilar: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? (Algunos ciudadanos diputados dan sus nombres.)
El C. Lorandi: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa. (Se recoge ésta.) En contra de la fracción votó el C. diputado Eliseo Céspedes.
El C. Prosecretario Aguilar: Votaron por la afirmativa 136 ciudadanos diputados; en consecuencia, ha sido aprobada la fracción XVI.
- El mismo C. Prosecretario, leyendo:
"XVIII. Proporcionar a los trabajadores, cuando sus servicios deban prestarse fuera de la población o no tuvieran mercado propio, artículos de primera necesidad a los precios de la plaza más inmediata, y sin más recargo que los gastos de transporte."
Está a discusión. Se Han inscripto para hablar en pro el C. Reyes Francisco y en contra los CC. Gutiérrez Antonio y Basáñez Rubén. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Gutiérrez Antonio en contra. (Voces: ¡No está!) Tiene la palabra en contra el C. Basáñez Rubén.
El C. Basáñez: Ciudadanos diputados: Al pedir la palabra en contra de este artículo lo he hecho porque he creído que él se presta para oponerse a otro de la misma ley, que es el que no existan tiendas de raya dentro...
El C. Siurob, interrumpiendo: No es ese. (Voces: ¡Es cosa muy distinta!)
El C. Basáñez, continuando: La fracción XVIII, dice:
"Proporcionar a los trabajadores, cuando sus servicios deban prestarse fuera de la población o no tuvieran mercado propio, artículos de primera necesidad a los precios de la plaza más inmediata, y sin más recargo que los gastos de transporte."
Esta fracción a discusión, además de oponerse a lo que se refiere a que no habrá tiendas de raya en las haciendas y en las fábricas, tiene otra
contra y que es la siguiente: la mayor parte de las casas donde no hay comercio, que es en los lugares aislados de la población, en estas casas yo prácticamente he visto que la mayor parte de los contratistas al formular sus contratos llevan o se comprometen a dar la alimentación a los individuos que llevan. Aunque la ley ésta no expresa terminantemente si va a regir además del Distrito Federal y Territorios, llámense Quintana Roo o Baja California, no expresa si va regir también en la zona marítima, yo creo que debe regir y allí tenemos este caso: los marinos que se embarcan, a los cuales siempre en las embarcaciones se les da el sustento, sin cobrárselo sino que ya entra en el contrato del trabajo y tienen ustedes la construcción de algunos edificios, por ejemplo en algunas islas o faros, por ejemplo el contratista que hace contrato con el gobierno al contratar su gente para llevarla a trabajar a esos lugares, lo que hace ya dándoles el alimento. Por eso es por lo que yo me vengo a oponer, son cosas completamente accidentales aquellas en que van los trabajadores a un lugar en donde no existe comercio, como los que he citado y en estos lugares no se debe decir que se les vende la comida, sino que el mismo contratista debe dar la comida sin cobrarla, debe formar parte ya del contrato la alimentación, pues, la mayor parte de todos los barcos mercantes dan la alimentación sin cobro de ninguna especie, pues entra en la reglamentación. Yo no sé si el criterio de la Cámara sea, aunque así debe ser, el que la legislación sea, como antes he expresado, también para las zonas federales. Lo creo indiscutible por las circunstancias de que no se esté en esa duda, porque en la ley citada no se trata ningún caso de estos exclusivamente, sino que cada vez que se habla de la formación de Juntas de Conciliación y Arbitraje o cualquier asunto idéntico al citado, se trata de que los Municipios sancionaran, etc., y no habla nunca de una zona como es la zona federal.
En estos momentos tengo un caso precisamente del puerto de Veracruz que me comisionan para que lo trate con la Secretaría de Comunicaciones; se trata precisamente de un capitán de buque que ha despachado la gente que tenía en él, sin pagarles los tres meses que manda la Constitución, los ha privado de alimentación y todos estos elementos tienen que venir a resolver sus asuntos a la Secretaría de Comunicaciones.
Así es por que, por lo ya expuesto, suplico yo a la Comisión que de serle posible retire esta fracción o pida permiso a la Cámara para que se ponga en el sentido que he expresado, pues ya digo, los lugares donde no hay comercio son los casos excepcionales en la que la construcción, fabricación o trabajos se van hacer al campo y entonces los individuos que contratan estos elementos obreros deben proporcionar esta alimentación. Es por lo que me vengo a oponer al artículo.... (Voces: ¡Fracción!), suplicándole a la Asamblea, si es que la Comisión no lo toma en consideración, vote en contra de él, para que se modifique en el sentido indicado.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Reyes.
El C. Reyes: Como quiera que las razones que ha expresado el compañero Basáñez derivan indudablemente de una confusión de lo que es una tienda de raya y lo que implícitamente encierra la fracción a discusión, que se trata de un servicio, creo y entiendo que es el sentir de la Asamblea, que así lo ha interpretado, yo creo que me exime de la obligación de exponer mayores razones, puesto que estoy seguro que está perfectamente comprendido el espíritu de la fracción que se discute.
El C. Basáñez: Pido la palabra para una aclaración.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Basáñez.
El C. Basáñez: Como aclaración a lo que acaba de decir el señor doctor Reyes, debo manifestar que no he confundido lo que son las tiendas de raya con lo que se expresa en el artículo citado, sino que únicamente he dicho que podría dar motivo a confusiones, y mi argumento principal consistía en que los casos que se pudieran dar conforme a ese artículo son los excepcionales de ir a trabajar determinados elementos en las monterías, como sucede en la región - por ejemplo - del Territorio de Quintana Roo, para donde son contratados infinidad de individuos, por ejemplo, para ir a chiclear; en la costa se contratan elementos y se llevan al Territorio y entonces en esos contratos figura la alimentación de esos individuos. He citado también los casos de Marina en que, como allí no puede haber comercio con la alimentación, las compañías navieras se comprometen a dar esa alimentación: figura la parte de alimentación del obrero en el cuerpo del contrato. (Voces: ¡A votar, a votar!)
El C. Secretario Soto: No habiendo más oradores inscriptos, en votación económica se consulta si está suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. No está suficientemente discutido. (Voces: ¡Sí, hombre! ¡Sí, hombre!) Suficientemente discutido. En votación económica se consulta si ha lugar a votar la fracción XVIII. Los que estén por la afirmativa, Sírvanse ponerse de pie. Ha lugar a votar. Se procede a la votación nominal. Por la afirmativa.
El C. Secretario Lorandi: Por la negativa.
(Se recoge la votación.)
El C. Secretario Soto: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? (Algunos ciudadanos diputados dan su nombre.)
El C. Secretario Lorandi: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la mesa. (Se recoge ésta.) Por la negativa, votó el C. diputado Rubén Basáñez.
El C. Secretario Soto: 134 votos por la afirmativa. Aprobada la fracción XVIII.
- El mismo C. Secretario, leyendo:
"XX. Reconocer y aceptar a los representantes que nombren los Trabajadores, para que dentro o fuera del taller, fábrica o negociación en que laboran, defiendan sus derechos,"
Inscriptos en pro los CC. Reyes y Bolio, y en contra, los CC. Soto Peimbert, Flores Manuel H. Méndez Benjamín, Avellaneda y Martínez del Río.
El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Flores Manuel H.
El C. Flores Manuel H: Señores representantes: La fracción que está a debate ha sido ya puesta
a vuestra consideración, y sobre ella han tenido lugar algunos debates. No puedo menos que estar de acuerdo con la honorable Comisión, en que haya personas encargadas de velar por el exacto y estricto cumplimiento de esta ley y de cuidar de los intereses de los obreros; pero repruebo el medio que la Comisión ha encontrado para la defensa de esos intereses. El único medio que ha encontrado para tal objeto (Voces: ¡No se oye!), la honorable Comisión, es concedido a representantes obreros que dentro o fuera del taller, fábrica o negociación, defiendan los intereses de los mismos. En todas las legislaciones similares de los países y particularmente en algunas de los Estados de la República, se establecen las inspecciones de trabajo, se nombran inspectores encargados de visitar las fábricas para ver si éstas se encuentran en condiciones de higiene y salubridad, para ver si se han adoptado las medidas necesarias para evitar los accidentes que pueden ocasionar las maquinarias y, en fin, señores representantes, se nombran estos inspectores para que velen por el estricto cumplimiento de las leyes del trabajo. La presión de los inspectores del trabajo es, a no dudar, señores representantes, el mejor medio para salvaguardar los intereses de los obreros, toda vez que aparte de que estos inspectores en algunos casos o, más bien dicho, en la generalidad son nombrados por los mismos obreros, tienen una investidura oficial que los hacen más respetables. Algún señor diputado me informó que un grupo de representantes ha formulado un proyecto que piensa someter a vuestra consideración, creando el Departamento del Trabajo. El departamento o la Sección del Trabajo ha sido creado también en el Estado de Coahuila con muy buenos resultados para los obreros. Yo creo, señores representantes, que vuestra consideración y vuestra ilustración en este caso reclaman un poco de detenimiento para estudiar con toda atención este asunto que es de verdadera trascendencia, toda vez que la forma en que propone la honorable Comisión se defiendan los intereses del obrero, podría dar lugar a conflictos dentro del taller, que la Comisión y esta honorable Representación deben evitar. En tal virtud, yo me permito suplicar a vuestra soberanía se sirva no aceptar esta fracción o, más bien dicho, suspender la discusión sobre este punto hasta que se conozca ese proyecto formulado por algunos señores representantes, y después de hacer un estudio concienzudo y determinado de él, resolver lo que sea más pertinente.
El C. Presidente: Tiene la palabra, en pro, el C. Reyes Francisco.
El C. Reyes Francisco: Honorable Asamblea: La simple lectura de la fracción que está a discusión revela de parte de la Comisión una dosis de prudencia que le honra. Basta, señores, considerar que los representantes de los obreros que tengan que intervenir en todos los conflictos que pudieran suscitarse dentro o fuera de los talleres, indudablemente que esos obreros tendrán el buen juicio, el buen tino de nombrar a los más capacitados, a los que mejor garanticen sus intereses y, por consiguiente, también los mismos intereses de las compañías. Indudablemente que el capitalista, que el industrial, preferiría tratar con un individuo y no con todos los obreros y este individuo, como que representa perfectamente bien los intereses del obrero y al mismo tiempo por su capacidad intelectual - debe, y fuerza es que así también lo comprenda - , el interés del capitalista, indudablemente que podrán evitarse serios conflictos. Fuera, igualmente, cuando por desgracia no se puedan resolver favorablemente las dificultades que pudieran suscitarse dentro de la fábrica, en las Juntas de Conciliación o en los Tribunales, indudablemente estarán perfectamente representados. Creo, señores, que con estas simples, con estas sencillas palabras que acabo de exponer a ustedes, se darán cuenta de la justificación de la fracción que está a discusión.
El C. Presidente: Tiene la palabra en contra el C. Soto Peimbert.
El C. Soto Peimbert: Honorable Asamblea: Me propongo examinar el inciso a debate, desde distintos puntos de vista, y pretendo mirar desde cada uno de ellos, por una parte, la eficiencia de los representantes que el propio inciso pretende estatuir, o su deficiencia, su inutilidad; y, por otra, ver hasta qué punto hay derecho para pretender fiscalizar los actos de administración, consecuencia directa o corolario del derecho de propiedad.
Desde luego cabe hacer una clasificación de los pretendidos representantes: no hay sino la posibilidad de que los representantes sean trabajadores de la negociación en la cual van a actuar, o que no lo son. Vamos a examinar el caso en que el representante sea un obrero de la propia negociación. En primer lugar y para conceder que este artículo se haya formado dentro de un criterio absolutamente lógico, debemos pensar que la frecuencia de los casos que reclamen la intervención de los ciudadanos representantes debe ser tal, que amerite la existencia de los propios representantes; si la frecuencia con que estos representantes deben intervenir en las cuestiones que se susciten es corta, entonces no amerita el que se nombren esos representantes. Escogiendo, pues, el caso más favorable, aquel en que la frecuencia de los accidentes, de los incidentes de cualquiera índole en que deba intervenir el representante sea muy grande, examinemos si debe existir el propio representante. Si hemos de convenir en que sea un obrero de la negociación y si hemos de convenir también que los reglamentos formados por la Comisión que esta propia ley instituye, han de regir por igual a todos los operarios, por razón de tener que atender al propio trabajo el representante y siendo un obrero de la negociación, no podría en manera alguna atender a los intereses de los representados, sino en el caso de abandonar sus propias labores, faltando al reglamento. Para que la acción del representante sea eficaz - y estoy colocado dentro del terreno en que debió haberse colocado la Comisión al proponernos el inciso - , si el representante, digo, ha de llenar eficazmente su papel, necesariamente ha de ocurrir al lugar al que se la llama a presenciar, a dar fe, a empaparse del asunto que reclamará más tarde su representación ante el patrono, administrador, capataz, etcétera. En consecuencia, se vería en el caso del patrono de pagar un salario que no devengue el obrero encargado de la representación de sus compañeros en el interior de la fábrica. Pero surge una nueva cuestión: supongamos que este
obrero, pasando sobre estas consideraciones, lograse llevar al convencimiento de que, efectivamente, había un derecho del obrero lesionado que estaba en la obligación de defender; yo pregunto: ¿ante qué tribunal, ante qué autoridad competente para resolver el caso ocurre el obrero representante? ¿Va a ocurrir ante el capataz? ¿No es éste un agente del capital? Si, pues, la lesión del derecho provenía del capital, ¿va el capataz, el administrador, a fallar a favor en el caso de la queja del obrero? Imposible; es crear el conflicto en el interior de la fábrica. Es preciso que el que decida de estos casos sea extraño por completo al elemento trabajo y al elemento capital.
Pero no es eso todo: si nosotros pensamos por un momento en la inconveniencia de suscitar continuas cuestiones, examinando previamente el grado de cultura de nuestros trabajadores, llegaremos a la conclusión de que, lejos de ser un elemento que coordine el interés del trabajo y del capital, será un elemento que perturbe la buena marcha de las labores en el interior de los talleres. Examinemos ahora el caso de que el representante no sea un obrero de la negociación, sino que sea persona extraña a las labores que en el interior del taller se desempeñen. Entonces sí está capacitado el representante para ir de lugar en lugar, de sitio en sitio, oportunamente, para dar fe, para tomar notas, para documentarse sobre los asuntos que habrán de informar su reclamación. Pero entonces pregunto yo: ¿este representante va a pagarlo el patrono? ¿Imponemos una nueva carga para que vigile el cumplimiento de la ley en el interior de los talleres a un individuo que debe sostener la fábrica, la negociación, la industria, el capital en general? Lo encuentro absolutamente injusto. ¿Lo van a pagar los operarios? Echamos esta carga sobre los operarios. Y ahora bien, el celo que hubiera de verse obligado a desplegar el representante en estas condiciones, dentro de su cultura, dentro de su psicología especial, ¿no lo llevará a promover cuestiones por puntos que, de otra manera, se solucionarán muy fácilmente, con el solo objeto de aparecer ante sus representados como un individuo celoso en el cumplimiento de su deber? ¿No sería esto también el entronizar en el seno de las fábricas a individuos agitadores que, en un momento dado, llegaran a posesionarse de la dirección de los obreros y que muchas veces tomaran resoluciones contrarias a los mutuos intereses que nosotros tenemos obligación de coordinar y no de poner en pugna? Entonces vemos que, ya sea que se trate de obreros, o ya que se trate de no obreros, los representantes en el interior de las fábricas no tienen nada que hacer. Pero no es eso todo; cuando se discutía alguno de los incisos del artículo 17 de fecha anterior, yo me permití señalar a ustedes las bases sobre las cuales descansa el derecho de propiedad. El derecho de la propiedad está reconocido universalmente como descansando en bases que forman jurisprudencia mundial; dentro de este terreno, nosotros no podemos imponerle modalidades que salgan del concierto de esas aceptaciones mundiales; del mismo modo que los teoremas matemáticos descansan sobre axiomas, también así los principios jurídicos, de los cuales arranca el derecho de propiedad, revisten el carácter de axiomas; de no aceptar los axiomas, no podremos en manera alguna llegar a la conclusión de la propiedad, y entre los corolarios necesarios del derecho de propiedad, figura el derecho de administrar. Yo estoy perfectamente de acuerdo en que se imponga a los patronos, a los representantes del capital, la obligación de aceptar a los representantes de los obreros para la defensa de los intereses ante quien corresponda hacer esa representación; pero nunca en el interior de las fábricas. Si se conviene en que las observaciones que los representantes hagan ante los patronos han de ser atendidas, el papel de los representantes es nulo, porque también se ha impuesto a los patronos la obligación de escuchar las quejas de los trabajadores, y el pretender un intermediario entre el patrono y el obrero, es sólo buscar un distanciamiento que relaja la disciplina y que, aparte de ello, hiere hondamente los principios morales que deben regir en el trato mutuo entre patronos y obreros.
Pero una vez más encontramos en la fracción a debate la inclinación hacia una de las partes por coordinar; en la fracción a debate no se menciona para nada a los empleados, no se menciona para nada a toda una clase que es también digna de protección; se pretende en el caso que sólo se escuche la voz del obrero, pero no se instituye la forma en que han de llegar las quejas de los empleados a quienes están obligados a remediarlas. Dice "trabajadores" la fracción, pero como ya la ley ha hecho la clasificación de trabajadores, de empleados y de domésticos, supuesto que el artículo constitucional cuyas fracciones deberán ser norma para su reglamentación hace esta clasificación, yo tengo el derecho de recurrir a esa clasificación para hacer observar que ni siquiera es completa la fracción que se ha sometido a la consideración de esta Soberanía. En consecuencia, señores, he demostrado que los representantes en el interior de las fábricas no tendrían absolutamente nada que hacer; he demostrado que en el interior de las fábricas no hay autoridades capacitadas para resolver los conflictos que allí se susciten y he demostrado también que lesionamos, porque invadimos el derecho de propiedad y hacemos nugatorio uno de los corolarios de ese derecho de propiedad: el derecho de administración. Si se hace con el objeto de que se vigile la marcha de la negociación para que cuando venga el reparto de utilidades pueda haber voz autorizada que haga hincapié en la mala forma en que pueda haber sido llevado el negocio, estamos dentro del mismo caso de hacer nugatorio, invadir y violar el corolario del derecho de propiedad; pero aun allí no es ésta la forma de proceder. Yo entiendo que debe creerse, o cuando menos debe esperarse, que cuando una ley se dé - y este es el ideal -, sea para cumplirse, y aquel que la viole debe resentir la consecuencia de sus actos; pero el procedimiento para que ésta sanción, para que sea efectiva, es el que repruebo. Si los obreros pueden en un momento dado hacer las observaciones pertinentes ante el patrón y está en la obligación de escucharlas, es claro que el propio obrero puede también hacer esa representación ante el representante para que, englobándolo todo, haga valer los derechos del operario ante los Tribunales o ante quien corresponda velar por el cumplimiento de la ley; pero no corresponde,
ni la ley a este respecto nada nos dice: velar por su cumplimiento justamente a una de las partes. No, señores, el elemento que haga cumplir una ley no debe ser nunca juez y parte: debe ser alguien desligado por completo del interés de unos y de otros, que no haga sino dilucidar el caso y ver de lado de quién esta la justicia y discernirla.
En virtud de estas razones, yo ruego muy atentamente a Vuestra Soberanía os sirváis dar vuestro voto reprobatorio al inicio a debate. (Murmullos. Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí)
El C. Presidente: Tiene la palabra, en pro, el C. Bolio.
El C. Bolio: Ciudadanos diputados: La consecuencia legítima de haber salido de un centro obrero de Yucatán para venir a ocupar una curul en esta Representación Nacional, me obliga a venir nuevamente a distraer la atención de Vuestra Soberanía, porque veo que quieren hacer impracticable lo practicable y absurdo lo razonable. Efectivamente, señores diputados, los oradores del contra traen aquí verdaderamente argumentos que pasman y nuestra extrañeza sube de punto cuando vemos que quienes vienen aquí son aquellos que han leído a la candela, que se han pasado días en claro y noches y noches de turbio en turbio, consultando a La Place, consultando a Haeckel, consultando a Bushuer consultando a Le Bon y consultando hasta a Darwin, Pero nuestra extrañeza sube de punto, ciudadanos diputados, porque vemos que quienes vienen aquí a traer sus argumentaciones no son personas que hubiesen estado nunca en contacto con los obreros, no son personas que hubiesen siquiera ofrendando sus energías para la organización de clubes obreros o de ligas de resistencia, y así vemos cómo ellos vienen aquí a traer argumentaciones nacidas de su imaginación en donde todo lo ven con una lente de demasiado aumento, a través de un prisma, en donde todo lo ven con nimbus cargados de rayos y centellas para destruir a todos. Pero aquí el C. Soto Peimbert viene a hacer argumentaciones que son falsas completamente. Los oradores inscritos en contra, y entre ellos se encuentra el C. Martínez del Río, a quien reconozco que es demasiado estudioso, porque lo he visto hasta en un café, estudiando a Le Bon, puedo recordarle que en todos los países, en todas las naciones, tenemos a los representantes obreros en las diversas industrias, y así vemos a Ellis Broosw, en Inglaterra, aquel que nos cuenta Fourrier y Laissac que cada vez - y estas son las palabras del mismo - , que ha habido algún conflicto entre los obreros, el representante obrero se ha dirigido al representante del capital y en comisión mixta han arreglado perfectamente sus asuntos, sin distraer las cuestiones sociales del sindicato y sin distraer las cuestiones del trabajo del taller. Así tenemos también que los que pensamos y los que conocemos cuáles son las tendencias del delegado o representante de los trabajadores, en el taller, son precisamente aquellos, o es precisamente aquel que se imaginó el obispo de Quebec en la gran huelga de zapateros, o es aquel que emanó de aquella gran huelga o de aquella gran convención obrera que hubo en Alemania en 1901; o es también aquel que hizo inscribir en todos los talleres y en todas las banderas de confraternidad de Inglaterra, esta siguiente inscripción: "Industria sin huelgas." Pero aquí los señores del contra indudablemente creen que el delegado o representante del trabajo es un hombre que va a intervenir en los intereses del capital; que es un hombre que va a sentarse todo el día en su taburete. pensando simplemente en obstruccionar todos los intereses creados en el taller. Ellos se figuran que es el representante agitador que espera un momento oportuno para desquiciar y para hacer desordenes en el taller. Y no es ese el representante o delegado de los trabajadores en el taller: es precisamente uno de los trabajadores confundido con sus compañeros; es el que tiene el martillo en la mano; el que a la par que está fraguando, o está burilando o está haciendo alguna mano de obra, lleva en el pensamiento el alma colectiva para entonar en un momento dado la canción de conciliación para los intereses, tanto del capital como de los trabajadores. Pero aquí, señores diputados, como antes dije, vienen a impugnar, entre ellos el C. Martínez del Río, a quien precisamente, si tuviera un poco de susceptibilidad la Comisión, le hubiese cedido, desde el principio de la discusión, el Proyecto de la Ley del Trabajo para que lo formulara, y lo hubiese hecho perfectamente en esta condición:
"Mita, encomienda y picota y misa y confesionario estilo patibulario para hacer un pueblo idiota."
(Risas y aplausos.)
La representación de los obreros en el taller, como antes dije, es precisamente lo que salvaguarda los intereses de ambos, tanto del capital como del trabajador, porque es el medio para conciliar los intereses y no se llegue a una huelga. Como antes dije, ojalá y vinieran aquí todos trayendo las mismas convicciones, el mismo entusiasmo y la misma fe que tiene, y vamos a decirlo, aquel pobre amigo nuestro que anda de escaño en escaño de nuestra Cámara y que se llama Ferrer; ojalá tuviéramos muchos de nosotros los mismos ideales, ¿y por qué tener miedo de decirlo?, de aquella figura suriana que fue más tarde el botín ignominioso de Guajardo en los campos de Morelos. (Aplausos en las galerías.) En consecuencia, señores diputados, yo vengo en defensa de la fracción XX del artículo de debate, porque la creo perfectamente justa y ajustada a las condiciones sociales que van evolucionando en nuestro medio; de lo contrario, yo veo que aquí los preopinantes, que han venido a la tribuna, lo que quieren es no hacer de esta ley una fuente de bienestar social, sino una fatal incubadora en donde broten más tarde el malestar y la rebelión de los obreros. (Aplausos en las galerías.)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Méndez Benjamín.
El C. Méndez Benjamín: Señores diputados: El derecho que la Constitución de 17, en al artículo 123, de a los obreros y trabajadores para asociarse, envuelve, desde luego, el mismo derecho que estos trabajadores tienen para que las compañías o el capital traten oficialmente con los trabajadores en todas las reclamaciones que éstos presenten cuando crean vulnerados los derechos de los
obreros perfectamente bien; pero en el artículo que está a debate, el criterio de la Comisión estuvo muy estrecho, pues observo que la fracción primitiva del capítulo III está redactada exactamente el las mismas palabras que en la modificación que en el nuevo proyecto nos presenta la Comisión; aquí no hay ninguna diferencia, más que la palabra "fuera del taller". Este es todo el amplio criterio que ha tenido la Comisión para reglamentar este artículo:
"Reconocer y aceptar a los representantes que nombren los trabajadores, para que dentro o fuera del taller....."
Esos representantes dentro del taller, indiscutiblemente que son necesarios, son indispensables; pero no estoy de acuerdo en que se les conceda a esos representantes acción inmediata dentro del taller, porque siendo generalmente los capataces o mayordomos individuos ignorantes, individuos que siempre están en pugna y hostilizando generalmente al trabajador, este representante dentro del taller, al tratar de reclamar un derecho que ha vulnerado a algún obrero, creará inmediatamente una situación de conflicto y de fricción entre ese capataz y ese mayordomo. La palabra "defender", en la página 296 del Diccionario de la Lengua Española tiene esta significación:
"Defender, amparar, liberar, proteger a alguno. Mantener, conservar, sostener alguna cosa contra el dictamen o gusto de alguno....."
Por lo tanto ese representante, lejos de proceder en la forma - digamos diplomática - como lo acaba de exponer cuerdamente el diputado Bolio, irá ante el capataz, irá ante el mayordomo y suscitará el conflicto, Aquí, en esta fracción, en mi concepto, deberá expresarse tácitamente que se reconoce a los obreros el derecho de nombrar esos representantes para que observen las labores de los trabajadores dentro de los talleres, que las observen únicamente, y cuando crean que aquel trabajador esté desempeñando una labor inadecuada, haya alguna maquinaria que ponga en peligro la vida, acudan por los conductos legales, ante la administración de la fábrica.
Para hacer más preciso este artículo, yo sería de opinión que este representante se acompañara en todas sus expediciones, en todas sus visitas a la fábrica, de otro representante del capital; así en esa forma, se evita el conflicto, tiene inmediatamente el trabajador un representante del capital a la mano, para llamarle la atención sobre tal o cual cosa en que los trabajadores estén siendo vulnerados en ese momento, y en esa forma viene la creación de la Comisión mixta entre el representante del trabajo, el representante inmediato del capital y la administración de ese capital para señalar la dificultad; esa es la única parte que, en mi concepto es atacable en este artículo. Por lo tanto, para evitar discusiones superfluas y una votación en que la Asamblea quizá rechazara este artículo para presentarlo nuevemente modificado yo suplicaría a la Comisión lo retirara antes, para que nos evitáramos el trabajo de la votación, y lo presentara reformado en el sentido que indico.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Trigo.
El C. Trigo: Honorable Asamblea: Consecuente con el criterio que ya me he trazado desde que viene a formar parte de esta honorable Representación, de guiarme por mi personal criterio y de no constituirme en defensor dogmático ni de obreros ni de capitalistas, como aventuradamente aseguraba el doctor Gómez hace un momento, me obliga en este momento a venir a hablar en pro de esta fracción, que si bien es cierto que puede adolecer de defectos de redacción, no es éste un motivo insuperable para que la Asamblea lo acepte tal y como está, aunque abundo en la idea del C. Benjamín Méndez, que bien podría la Comisión - si es que no se encapricha en lo contrario - , hacerle la modificación correspondiente para evitar dificultades, y bastaría con esto, sin ocuparme más de la cuestión, si no fuera porque el C. Méndez, a mi manera de ver, ha entendido mal o no ha entendido en toda su extensión el deseo que probablemente la Comisión tiene al incluir en la Ley del trabajo la fracción que previene que los industriales acepten a los representantes en el interior del taller. No opino como el C. diputado Bolio, que es necesario empuñar el martillo y tomar el cincel para poder darse cuenta de las necesidades de los obreros. A mi manera de ver, basta solamente una buena y bien dirigida voluntad, y por otra parte, un empeño decidido en observar e investigar.....
El C. Bolio, interrumpiendo: Para una aclaración.
El C. Presidente: Está prohibido por el Reglamento, interrumpir al orador.
El C. Bolio: Es una aclaración que haré al compañero Trigo, si lo permite.
El C. Trigo: Con mucho gusto; por mi parte no hay inconveniente.
El C. Presidente: Yo le agradeceré que haga esta aclaración cuando acabe de hablar el C. Trigo.
El C. Bolio: Es muy breve; el orador lo ha permitido.....(Murmullos.)
El C. Presidente: Continúa en el uso de la palabra el C. Trigo; después de que termine el orador, hará usted la aclaración. (Murmullos.)
El C. Trigo, continuando: Mi estimable e inteligente compañero, el diputado Soto Peimbert, a mi manera de ver, en esta ocasión llegó a los límites de la sutileza. Y conste - porque sabe él muy bien la amistad que nos liga - , que no me guía la intención de molestar y zaherir, y digo que llegó a la sutileza, porque el C. diputado Soto Peimbert creyó ver en el representante a que alude la fracción XX, algo así como al defensor, como erróneamente lo tomaba el C. diputado Méndez, o algo así como el Procurador, cosa que necesariamente - partiendo de aquella base - , tenía que traer por las conclusiones a que llegó, es decir, a que era inadmisible, por ser altamente violatorio.
Repito lo que hace un momento decía a esta honorable Asamblea: yo creo que el artículo tiene defectos de redacción, pero no creo que por este solo hecho debamos desecharlo de la ley. A mi manera de ver, el espíritu de la Comisión ha sido este: viendo principalmente y más que nada, es decir, partiendo del punto de vista de observación de los grandes centros industriales, ha querido crear con este representante un medio directo de intervenir en cualquiera dificultad que medie entre un grupo determinado y generalmente en un centro fabril bastante
amplio de trabajadores, y el industrial, a efecto de expeditar estas reclamaciones y no llegar a esos conflictos que las más de las ocasiones nacen entre obreros e industriales por falta de inteligencia o por falta de deseo de entenderse. Esto es lo que supongo que ha guiado a la Comisión al inscribir esta fracción; yo no veo por qué vamos a considerarla anticonstitucional, como la estimada el C. Soto Peimbert, ni veo por qué necesariamente este representante ha de ser un defensor, como lo decía el C. Méndez. La fracción dice:
"XX. Reconocer y aceptar a los representantes que nombren los trabajadores, para que dentro o fuera del taller, fábrica o negociación en que laboran, defiendan sus derechos."
Sabido es que por un olvido imperdonable, la Comisión no constituyó la inspección de talleres, fábricas y demás centros obreros; sé que hay un proyecto igualmente, pero como no se ha presentado, me abstengo de tratar esta cuestión. Por lo tanto, si no tenemos el inspector propiamente de establecimientos fabriles, si las más de las ocasiones, por la irascibilidad de patrones y por la violencia de obreros vamos a un conflicto, ¿por qué ha de evitarse la existencia de estos representantes que no perjudican a nadie absolutamente, puesto que no van a ser - como muy justamente decía Bolio - el individuo que va a estar sentado todo el día fiscalizando este o aquel acto, o siendo el elemento de obstrucción, sino simplemente un obrero que llegado el momento del conflicto, de la dificultad, va ir a puntualizar ante el patrón cuáles son las necesidades de los obreros, cuáles son las desventajas que tiene tal o cual instalación o, en fin, cuáles son las dificultades que tienen que llevar las juntas de Conciliación y Arbitraje, el arreglo que evitará, como decía justamente Bolio, que a los sindicatos se les quite el tiempo; que a las Juntas de Conciliación y Arbitraje se lleven asuntos baladíes y, por otra parte, perjudicar a la producción y, además, perjudicar los intereses del patrón?
Hablaba hace un momento de la inspección de los talleres y fábricas y decía que era lamentable el olvido y, en efecto, lo es, porque por muy buena voluntad que reconozcamos al Consejo Superior de Salubridad; porque por muy buena voluntad que les reconozcamos a los patrones para mejorar las condiciones de los obreros; por muy buena voluntad que les reconozcamos a los mismos representantes de los obreros, éstos no en todas las ocasiones podrán estar a la altura de su deber, como debe estar necesariamente el inspector del trabajo, que está en el centro obrero dedicado única y exclusivamente a este objeto. En materia de inspección de trabajo no cabe duda que han sido los Estados Unidos de Norteamérica quienes han legislado más ampliamente hasta hoy, y entre los mismos Estados Unidos ha habido el Estado de Massachusetts que ha llegado a batir el récord de la competencia en materia de legislación. Voy a permitirme hacer una pequeña cita a esta honorable Asamblea del memorial del Jefe del Departamento del Trabajo de los Estados Unidos de Norteamérica a este respecto, para que llegue a compenetrarse hasta dónde es necesaria la creación de ese Departamento de Inspección que ha omitido la Comisión en el Proyecto de Ley, ignoro por qué razón.
"Massachusetts inauguró el movimiento en favor de la inspección industrial, promulgado el 11 de mayo de 1877, una ley titulada "Documento relativo a la inspección de las fábricas y de los establecimientos públicos." Esta ley ofrece la particularidad de que contiene importantes y prácticas medidas de reglamentación del trabajo. Da instrucciones sobre el aislamiento de las correas de transmisión, de los ejes, de los volantes, ruedas y engranes; prohibe la limpieza de las máquinas mientras que estén funcionando; habla de la ventilación de los talleres, de las precauciones para casos de incendio, y así sucesivamente. En fin, encarga al Gobernador de Massachusetts que nombre " uno o varios" inspectores de industrias, elegidos entre los detectives del Estado, los cuales han de aplicar, no solamente el documento del 11 de mayo de 1877, sino también la ley sobre el trabajo de la mujeres y los niños, y la que fija el máximo de duración de la labor cotidiana en los establecimientos industriales."
Desde luego y partiendo de la base de que aun no hemos llegado ala completa legislación obrera, se ocurre la idea de que la Comisión bien puede, teniendo en cuenta todas estas circunstancias, traer a la discusión el capítulo relativo a la inspección de talleres y fábricas, pero de que deba existir esa inspección de talleres y fábricas, no debemos deducir lógica y razonablemente que deba desaparecer este representante que crea la fracción XX, puesto que, repito, no veo la incompatibilidad legal que encontraba mi compañero el C. Soto Peimbert con la existencia de los representantes dentro de los talleres. Hay que despojarnos, ciudadanos diputados, a este respecto, de prejuicios; hay que dejar a un lado la idea de que éstos van a ser obstruccionistas, de que éstos no van a ser sino fiscalizadores, que no sé tampoco de dónde han llegado a suponer que han de desempeñar necesariamente tal papel, que han de ser, lejos de elementos de concordia, elementos de discordia en el interior de los talleres. Ahora repito lo que antes decía: creo que la comisión bien haría redactado esto en una forma más amplia y más propia. Hay un error, cuando menos a mi manera de ver, que no quiero dejar de hacer notar en este momento y que sin duda alguna fue lo que indujo al diputado Soto Peimbert a hablarnos de la cuestión anticonstitucional y del ataque al derecho de propiedad que se hacía con este representante, Dice la fracción XX:
"Reconocer y aceptar a los representantes que nombren los trabajadores, para que nombren los trabajadores, para que dentro o fuera del taller, fábrica o negociación....."
Yo veo lógica la existencia de este representante dentro del taller, dentro de la fábrica; pero donde no la veo razonable es fuera de la fábrica. Si reconocemos en esta misma ley la existencia del derecho de asociación, si reconocemos la personalidad jurídica de las asociaciones obreras, si reconocemos la personalidad jurídica igualmente de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, yo no veo, ciudadanos diputados, qué misión van a desempeñar estos representantes fuera del taller. ¿Ante las juntas de Conciliación y Arbitraje? Indudablemente que no, puesto que allí están las asociaciones obreras que serán las que lleven el asunto a la conciliación, y desde luego serán las que se hagan oír ante
aquellas Juntas. ¿Ante los Tribunales del Fuero Común? Imposible, puesto que mientras no se les discierna su personalidad jurídica, es inconcuso que no habrá juez, por mucho que la ley cree la existencia de ese representante, que admita esa personalidad jurídica del representante. Por lo tanto, salta a la vista que éste que representará los derechos de los obreros fuera del taller, es algo perfectamente inútil; pero no por esta inutilidad, no por este aumento de frase vamos sencillamente, ciudadanos diputados, a rechazar la fracción que, en el fondo, es perfectamente justa, es perfectamente buena, no se opone a nada y no causará ningún daño; y sí, en cambio, producirá las más de las veces soluciones de conflictos obreros que pudieran ser de carácter serio, dejándolos avanzar sin la mediación de este amigable componedor.
El C. Presidente: Tiene la palabra para una interpelación el C. Bolio.
El C. Bolio: Ya que el mismo orador, en uno de sus párrafos, rectificó lo que había dicho, no tengo nada que agregar.
El C. Presidente, a las 7.50 p.m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana a las cuatro. (Voces: ¡Orden del día!) Discusión de la Ley Orgánica de Tribunales.