Legislatura XXVIII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19181018 - Número de Diario 51

(L28A1P1oN051F19181018.xml)Núm. Diario:51

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 18 DE OCTUBRE DE 1918

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERIODO ORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 51

SESIÓN ORDINARIA

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 18 DE OCTUBRE DE 1918

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.

2.- Se da cuenta con los asuntos en cartera.

3.- Primera lectura al Proyecto de Ley de la 2a. Comisión de Puntos Constitucionales, que concede autorización al ciudadano gobernador del Estado de Tlaxcala, para la organización de un cuerpo rural hasta de quinientas plazas.

4.- Primera lectura al Proyecto de Ley de la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales, que concede autorización al C. Félix F. Palavicini, para aceptar y usar la condecoración de "Comendador de la Corona de Italia", que le a conferido el Rey de esa Nación.

5.- Se pone a discusión la proposición del C.diputado Avellaneda, presentada ayer, para que se consignen los hechos acaecidos el 15 de los corrientes, a la autoridad competente y se exijan responsabilidades; su autor pide y obtiene permiso para retirarla y reformarla, poniéndose así a discusión; en votación nominal se desecha.

6.- Proyecto de Ley presentado por el señor diputado Saldaña para que quede sin efecto el artículo 119 de la Ley Electoral; primera lectura.

7.- Proposición del C. Siurob y otros ciudadanos diputados para que se nombre una Comisión que investigue los motivos de profilaxis y los procedimientos empleados para limitar y combatir la pandemia designada con el nombre de "grippe española"; en votación económica es aprobada, designándose la Comisión respectiva.

8.- Rinde la protesta de ley el c. Jenaro Ruiz Chávez, como diputado suplente por el 2o. Distrito Electoral del Estado de Chiapas. - Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. ALVAREZ DEL CASTILLO JUAN MANUEL

(Asistencia de 127 ciudadanos diputados.)

El C. Presidente, a las 4.37 p. m.: Se abre la sesión.

- El C. Secretario Lorandi, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día diez y siete de octubre de mil novecientos diez y ocho.

"Presidencia del C. Juan Manuel Alvarez del Castillo.

"En la ciudad de México, a las cuatro y cuarenta y cinco de la tarde del jueves diez y siete de octubre de mil novecientos diez y ocho, con asistencia del mismo número de ciudadanos diputados que estuvieron presentes en la sesión del Congreso General inmediata anterior, se abrió esta Cámara de Diputados.

"El C. Secretario Pesqueira leyó el acta de la sesión celebrada el día diez y seis de los corrientes, la cual, sin discusión, se aprobó en votación económica.

"La Secretaría dio cuenta con los documentos siguientes:

"Oficio de la Cámara de Senadores, al que acompaña el Proyecto de Ley de Amparo aprobado por esa Cámara. - Recibo, a las Comisiones unidas de Justicia y Puntos Constitucionales, en turno, e imprímase.

"Oficio de la Secretaría de Gobernación, en que manifiesta haberse enterado del que le dirigió esta Cámara, comunicándole que se concedía licencia al C. diputado Antonio Medina, a fin de que desempeñe la Comisión que le confía el Ejecutivo de la Unión. - A su expediente.

"Circular de la Legislatura del Estado de Durango, en que avisa que clausuró el período extraordinario de sesiones que abrió el doce de agosto próximo pasado. - De enterado.

"Circular de la misma Legislatura, participando que abrió su primer período de sesiones ordinarias, correspondientes al primer año de su ejercicio legal. - El mismo trámite.

"Oficio del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sinaloa, en que dice que quedó organizado con fecha 1o. de los corrientes y que funcionará hasta el 30 de septiembre de 1924. - El mismo trámite.

"Solicitud del C. Molina para que se le conceda licencia por diez días, con goce de dietas.

"Dispensada de trámites, se aprobó sin debate.

"Los CC. Gámiz, César Morales y Secretario Pesqueira, introdujeron al salón a los CC. Benjamín Balderas, Márquez, Damián Alarcón y Modesto González Galindo, quienes rindieron la protesta de ley como diputados propietarios al Congreso de la Unión por los Distrito Electorales 10 de Puebla, 4o. de Veracruz y 3o. de Tlaxcala, respectivamente.

"La Secretaría continuó dando cuenta con los documentos en cartera:

"Escrito en que el C. Ocampo pide se le conceda licencia por cinco días, con goce de dietas.

"Se aprobó sin discusión, una vez que se le dispensaron los trámites.

"Proyectos de Ley subscripto por los CC. Castillo Torre, Padrés, Basáñez y Saucedo, que tienen por objeto hacer extensivo a la exportación el impuesto adicional del tanto por ciento que se cobra por conducto de las Aduanas a la importación en favor de los Municipios, conforme a los decretos de 4 de junio de 1896, 3 de septiembre de 1901, 3 de diciembre de 1912 y 3 y 19 de octubre de 1916. - A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

"Dictamen de la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales, que consulta este Proyecto de Ley:

"Se concede permiso al señor Antonio Tijerina para que, sin menoscabo de sus derechos de ciudadano mexicano, pueda desempeñar el puesto de telegrafistas del Ferrocarril Galveston Harrisburg and San Antonio, dependiente del Gobierno de los Estados Unidos de América."

"No dio lugar a discusión alguna, y recogida la votación nominal correspondiente, se obtuvo el resultado de ciento veintisiete votos de la afirmativa contra tres de la negativa, de los CC. Colina de la , González Galindo y Urdanivia.

"La Secretaría declaró aprobado el Proyecto de Ley y que pasa al Senado que reclamó el C. Esparza, pero que, sostenido por la Mesa, fue aprobado por la Asamblea.

"Dictamen de la 2a. Comisión de Gobernación, que concluye con un Proyecto de Ley para que se convoque a elecciones extraordinarias de diputados al Congreso de la Unión en el 7o. Distrito Electoral de Chihuahua.

"Puesto a debate, el C. Toro hizo una aclaración; hablaron en contra y en pro, respectivamente, los CC. Chávez y Soto Peimbert; a nombre de la Comisión apoyó el dictamen el C. Quiroga, quien fue interrumpido por el C. García Alba para solicitar la lectura de las fracciones IV y V del artículo 55 constitucional; el C. Trigo usó de la palabra en contra y fue interrumpido por una aclaración del C. Chávez y por interpelaciones del mismo ciudadano y del C. Quiroga; el C. Andrade produjo un discurso en contra y el C. Velásquez López renunció al uso de la palabra para hacer aclaraciones.

"Después de una moción de orden del C. Garza, la Comisión, con permiso de la Asamblea, retiró su dictamen para modificarlo de acuerdo con las observaciones del C. Andrade; el C. Chávez hizo una aclaración y en seguida se presentó el dictamen modificado, que todavía sufrió otra reforma, atendiendo a nueva indicación del C. Andrade; aún hicieron observaciones éste y el C. Chávez y ,en tal virtud la Comisión pidió permiso para retirar su dictamen y presentarlo en otra sesión, debidamente reformado, lo que aprobó la Asamblea.

"Acto continuo se dio con una proposición de los CC. Saucedo, Vásquez, Fernández Martínez, Torre de la Rómulo, Malpica y varios ciudadanos diputados más, tendente a que se digne una Comisión que se acerque al ciudadano Presidente de la República para manifestarle que esta honorable Cámara vería con agrado la remoción del Inspector General de Policía y del Jefe de las Comisiones de Seguridad, en vista de que estos empleados, por sus antecedentes, no constituyen una garantía para la conservación del orden y sí una constante amenaza social.

"El C. Saucedo la fundó; en contra habló el C. Trigo, quien fue interrumpido por una aclaración del C. Avellaneda, y luego la Asamblea, en votación económica, acordó no tomarla en consideración. Como el resultado de dicha votación fue dudosa, hubo de comisionarse para el recuento de votos a los CC. Quiroga, García Pablo, Fierro Manuel Ignacio y Alencáster.

"Hicieron uso de la palabra, para hechos relativos a la proposición anterior y ,por ende, a los acontecimientos acaecidos la tarde del 15 de los corrientes, los CC. Avellaneda, Silva Federico, Rodríguez Herminio S., Soto Peimbert, Espinosa Luis y Siurob; y para aclaraciones, los CC. Malpica, Saucedo y Espinosa Luis. Entre los dos últimos se suscitó un incidente con motivo de frases que mutuamente se dirigieron y que dio lugar a aclaraciones de la Presidencia. El C. Saucedo contestó dos interpelaciones del C. Ortiz, y el C. Soto Rosendo A., en su carácter de Secretario, que acompaño a la Comisión que se acercó al ciudadano Presidente de la República el día 15 del presente mes, hizo aclaraciones respecto del cumplimiento del encargado que a la misma Comisión se confió.

"Fue puesta a consideración de la Cámara una proposición del C. Avellaneda para que se consignen a las autoridades competentes los hechos acaecidos el 15 de los corrientes y se exijan responsabilidades. Inmediatamente reclamó el quórum el C. Ángeles y la Secretaría procedió a pasar nueva lista. Se vino en conocimiento de que no había quórum, pues solamente estaban en el salón ciento trece diputados y, en esa virtud, se levanto la sesión a las ocho horas y tres minutos de la noche y se citó para las cuatro de la tarde del día siguiente a sesión de Cámara de Diputados."

Está a discusión. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Aprobada el acta.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"Poder Ejecutivo Federal. - México. - Secretaría de Gobernación. - Sesión 1a.- Número 4,877.

"A los ciudadanos Secretarios de la honorable Cámara de Diputados. - Presente.

"En oficio número 2,713, de fecha 22 de mayo del corriente año, esta Secretaría dijo al licenciado Antonio Rivera G., lo que sigue..."

El C. Avellaneda, interrumpiendo: Moción de orden, señor Presidente. Ayer fue mi proposición leída nada más, porque no hubo quórum; naturalmente es la que está en primer término, ¿verdad?

El C. Presidente: La Presidencia tiene el honor de manifestar a Su Señoría que oportunamente se dará cuenta a la Asamblea con la proposición de usted.

- El mismo C. Secretario, continuando:

"En contestación al ocurso de usted, en el que solicita indulto de la pena de doce años de prisión en la que el Cuartel General del Cuerpo de Ejército

de Oriente, substituyó, por equidad, la de veinte años que le fue impuesta por un Consejo de Guerra extraordinario, por infracciones a la ley de 25 de enero de 1912; le comunico que el ciudadano Presidente de la República, en uso de las facultades que le otorga la ley de 30 de noviembre de 1917, ha tenido a bien conceder a usted la gracia que solicita, en cuya virtud deberá usted ser puesto desde luego en absoluta libertad, para lo cual ya se dictan las órdenes correspondientes."

"Lo que me honro en transcribir a ustedes como resultado de su oficio relativo, reiterándoles mi atenta y distinguida consideración.

"Constitución y Reformas. - México, octubre 17 de 1918. - Por orden del Secretario, el Oficial Mayor, P. Machorro Narváez. "A sus antecedentes.

"Estados Unidos Mexicanos. - Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.- México. - Presidencia. - Número 5,207.

"La respetable nota de ustedes, número 135, de fecha 14 del actual, ha dejado enterado a este Tribunal Superior de Justicia de que el honorable Congreso de la Unión, en sesión del día 12 del presente, acordó se aceptara la renuncia del cargo de Magistrado 6o. de este honorable Tribunal. que con fecha 2 de este mismo mes presentó el C. licenciado Tomás Barragán,

"Protesto a ustedes las seguridades de mi muy atenta y distinguida consideración.

"Constitución y Reformas. - México, octubre 17 de 1918. - El Presidente, D. Gutiérrez Allende.

"A los ciudadanos Secretarios del honorable Congreso de la Unión. - Presente." - A su expediente.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"2a. de Puntos Constitucionales.

"Señor:

"Por acuerdo de esta honorable Cámara se turnó a la 2a. Comisión de Puntos Constitucionales, el expediente formado con motivo de la autorización pedida por el ciudadano Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala, para organizar un cuerpo rural de quinientas plazas en esa Entidad Federativa.

"La Comisión que subscribe ha estimado que no hay ningún inconveniente en conceder al Gobernador de Tlaxcala el permiso que solicita para la creación del cuerpo rural expresado, y que al concederlo sólo debe hacerse de una manera clara que dicho cuerpo formaría la fuerza de seguridad pública en el Estado, dependerá del Gobernador, se sostendrá con cargo al Presupuesto de Egresos del mismo Estado y deberá sujetarse, en tanto se reglamenta la Guardia Nacional en esa misma Entidad Federativa, a la Ley Orgánica del Ejército y la Ordenanza General del mismo, actualmente en vigor.

"Por lo tanto, esta Comisión propone a la honorable Asamblea el siguiente proyecto de ley:

"Artículo 1o. Se autoriza al ciudadano Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala para que organice un cuerpo rural, con el carácter de fuerza de seguridad pública en el Estado, hasta de quinientas plazas.

"Artículo 2o. Dicho cuerpo dependerá del ciudadano Gobernador del Estado de Tlaxcala y su sostenimiento estará a cargo del Presupuesto de Egresos de esa Entidad Federativa, quedando sujeto en todo a las prescripciones de la Ley Orgánica y de la Ordenanza del Ejército actualmente en vigor, en tanto no se reglamenta la Guardia Nacional de dicho Estado.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados de Congreso General. - México, 17 de octubre de 1918. - Emilio Araujo. - E. Arrioja Isunza." - Primera lectura.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"1a. de Puntos Constitucionales.

"Señor:

"El señor Félix F. Palavicini, ciudadano mexicano, radicado actualmente en los Estados Unidos de América, acudió a esta honorable Asamblea manifestando que había sido honrado por Su Majestad el rey de Italia con la condecoración de "Comendador de la Corona de Italia", y que pedía el permiso constitucional para aceptar y usar la condecoración indicada, sin perjuicio de sus derechos de ciudadano mexicano.

"La Comisión que subscribe opina que es de accederse a la solicitud del señor Palavicini, ya que ésta ha sido hecha en los términos prescriptos por la fracción II del artículo 37 de la Constitución General de la República, y en virtud, consulta a Vuestra Soberanía el siguiente proyecto de ley:

"Se concede permiso al señor Félix F. Palavicini para que, sin perjuicio de sus derechos de ciudadano mexicano, acepte y use la condecoración de "Comendador de la Corona de Italia", que le concedió Su Majestad el Rey de Italia."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General. - México, 17 de octubre de 1918. - Amado J. Trejo. - Enrique Suárez." - Primera lectura.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"El subscripto, miembro de esta XXVIII Legislatura, se permite proponer el siguiente acuerdo:

"Único. Consígnese los hechos acaecidos el 15 de los corrientes, a la autoridad competente y exíjanse responsabilidades.

"Sala de sesiones. - México, octubre 17 de 1918. - Juan de Dios Avellaneda.

"Se pide dispensa de trámites."

Dado que en la sesión anterior no hubo quórum suficiente para que se dispensaran los trámites a esta proposición,... (voces: ¡Que la funde!) por disposición de la Presidencia se suplica al firmante de esta proposición se sirva pasar a fundarla. (Aplausos.)

El C. Avellaneda: Señores diputados: Allá en el Estado de Coahuila, cuando Venustiano Carranza

comenzó por desconocer el régimen "huertista", muchos nos presentamos a él ingenuamente, ofreciéndole el sacrificio hasta de nuestra vida, en pro de la causa. Siguió después el proceso que ustedes saben, la Revolución desastrosa y tremenda; me acuerdo que después de las batallas, cuando íbamos a levantar el campo, encontrábamos alguna vez a un soldado o a un oficial federal caído, herido, moribundo, pidiendo a los que llegábamos siquiera un trago de agua; otras veces, el oficial o soldado moribundo, creyente en la religión del descalzo de Judea del vagabundo de Palestina, pedía un sacerdote de sus creencias.(Voces: ¡Uh uh!) Después, yo encontré alguna vez a la soldadera atando un par de palos con un pedazo de delantal y formando una cruz, para ponerla a la cabecera del cadáver del que en vida fuera su esposo. Todo esto me hizo pensar muchas veces y preguntarme a mí mismo por qué tantas matanzas, por qué tantas inquinas, por qué tantas muertes de hermanos contra los hermanos, y aquí, en el fondo de mi alma, el ideal se levantaba sublime, majestuoso y grande, diciéndome: "Por mí, por la Libertad, por la Justicia, por la Ley, por el Derecho". Después, algún tiempo después, cuando estábamos en Saltillo, el Consejo de Guerra condenó a muerte cinco oficiales federales. Cuando se procedió a ejecutarlos, uno de ellos, el más fuerte, se despidió de nosotros con una sentencia, y nos dijo así: "¡Adios, asesinos!" Aquello hirió lo más hondo, lo más delicado de mi ser, y entonces me dije: "Si el ideal fracasa, si el ideal que sanciona nuestros actos sucumbe y muere, entonces no queda en pie más que el delito, más que el crimen, es decir, el asesinato!" (Aplausos estruendosos de las galerías.)

Volviendo a la época presente y viendo colocado nada menos que como Inspector General de Policía, como representante del Gobierno Constitucional, a un individuo indigno de estar ahí, la sangre mía hierve en sus arterias y me levanta y protesto. Ahora decidme, señores, ¿no tenemos derecho los revolucionarios honrados a decir al Presidente de la República, a preguntarle por qué mancha nuestra reputación poniendo de representante de nosotros a un individuo que aquí en el seno de la sociedad ha sido delincuente y ha cometido el asesinato? (Aplausos en las galerías.) ¿Qué, acaso el señor Gobernador del Distrito no encontró entre todos los revolucionarios un hombre más digno, más a propósito y menos asesino que el general de la Torre para ser la garantía de la sociedad metropolitana? (Aplausos en las galerías.) Es por esto, señores, por lo que ya he puesto a la deliberación de ustedes esta proposición, porque yo sé que todos y cada uno de los actos, todos y cada uno de los atropellos anteriores y acaecidos el día 15 de los corrientes son obra suya; yo sé muy bien que los periodistas, esos labradores de la sombra, esos buhos de la idea que se inclinan en las noches sobre los escritos y vacían ahí sus cerebros cansados, fatigados muchas veces, mientras nosotros vamos tranquilos a dormir, al teatro, a la tertulia, al sarao o a donde quiera que sea (siseos), ellos son los labradores que están ahí sacrificándose, trabajando para darnos al día siguiente el fruto de su cerebro en la noticia matutina. Y esos hombres han sido vejados, esos hombres has sido ofendidos, esos hombres han sido pisoteados y nosotros, los que allá desde Coahuila hasta Veracruz luchamos por la libertad del pensamiento, no podemos pasar por eso, no debemos pasar por eso, y vosotros, representantes de la sociedad, cuando veis que encabeza a la sociedad, que está como garantía de la sociedad un delincuente, debéis de protestar, debéis en buenas palabras, cortésmente, decentemente atentamente, hacer saber al Presidente de la República que ese individuo, en el puesto que ocupa, es una llega social, es una amenaza para la sociedad metropolitana y es un desdoro del Gobierno Constitucionalista; que su permanencia allí es una mancha para los hombres honrados de la Revolución, y que ese es un desprestigio del Gobierno, de ese Gobierno para nosotros querido, de ese Gobierno encauzado por el caudillo para nosotros estimable, de este Gobierno que nosotros queremos ver fuerte, honrado, querido, respetado en todas y cada una de las acepciones de la palabra. Por eso es por lo que suplico a ustedes, por eso es por lo que encarezco a ustedes que se dignen hacerme el favor de que se tenga en cuenta esta proposición, que se diluciden estos hechos, y como el responsable tiene y tendrá que ser el Inspector General de Policía, después de la averiguación necesaria, que se consigue al Procurador General de Justicia. Así, señores, debe hacerlo no sólo el ciudadano, no sólo el revolucionario que en algo se estime, el revolucionario que en algo tenga a la justicia y la libertad, sino también el representante del pueblo, ya que he dicho que el C. de la Torre, en el lugar que ocupa, es una amenaza para la sociedad metropolitana. (Aplausos. Siseos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Gómez Noriega. (Siseos. Voces: ¡Tribuna, tribuna!)

El C. Gómez Noriega: Es ésta, señores diputados, la segunda ocasión en la que entiendo que esta honorable Cámara usurpa las funciones que le corresponden exclusivamente, conforme a la ley, al Agente del Ministerio Público. Hace unos cuantos días vine a oponerme en un caso enteramente igual; se trataba de una acusación presentada por unos particulares ante esta Cámara y apoyada por varios diputados, en el sentido de que la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión hiciese la consignación de los hechos denunciados en el escrito del acusador. Me opuse por la sencilla razón de que no había fundamento legal y la Cámara de Diputados rechazó el dictamen de la Comisión respectiva y la consignación no se hizo. Hay, pues, señores diputados, este presidente, y ahora el señor Avellaneda intenta que los hechos acaecidos hace unos cuantos días fuera esta Cámara de Diputados, en calles determinadas, cuyos nombres ya sabemos...

El C. Avellaneda, interrumpiendo: ¿Me permite una aclaración?

- El C. Gómez Noriega, continuando:... se hace consignación de esos hechos. ¿Me permite el señor Avellaneda que le haga una pregunta? Dice usted en su proyecto, en su iniciativa, que se consignen los hechos acaecidos el 15 del corriente; ¿a qué autoridad intenta usted que la Cámara consigne estos hechos?

El C. Avellaneda: En primer lugar, me refiero a los hechos que tiene que ver con la Cámara de Diputados... (Voces: ¡Pide la palabra! Campanilla.)

El C. Gómez Noriega: Yo ruego a Su Señoría que conteste categóricamente.

El C. Avellaneda: En primer lugar, me refiero a los hechos que tienen que ver con los diputados y la Cámara; allí dice que a la autoridad competente, es decir, al Procurador de Justicia.

El C. Gómez Noriega: ¿Al Procurador de Justicia?

El C. Avellaneda: Si es que es el competente.

El C. Gómez Noriega, continuando: Pues, señores, es una obligación impuesta por la ley al Procurador de Justicia de la Nación y del Distrito Federal perseguir los delitos y hacer las consignaciones correspondientes ante la autoridad judicial respectiva., es la ley quien únicamente le señale al Procurador hacer estas consignaciones y no la Cámara de Diputados. Y hoy vengo yo, señores, hoy vengo, honorable Asamblea, a que no aprobemos esta iniciativa del C. Avellaneda por el procedente que ya hemos sentado en esta Cámara en el caso del señor diputado... -no recuerdo su nombre en este momento -, porque, para mayor abundamiento, la Cámara no tiene facultades para hacer esta consignación.

Por otra parte, señores, yo creo que no es necesario el insulto por mucho valor que tenga un individuo para demostrar valentía en su peroración y la sinceridad en su alma; el señor Avellaneda que desde esta tribuna ha llamado a un funcionario -con o sin causa, no quiero tomarme la molestia de abordarlo en este asunto - "asesino," tengo la seguridad, señores, (Siseos.) tengo la certeza absoluta, a pesar de los siseos, que el señor Avellaneda, tan valiente en el uso de la palabra en este momento al arrojar sobre un individuo un calificativo de esta índole, no tiene valor para sostener delante de esa persona semejante aseveración.

El C. Avellaneda, interrumpiendo: ¡Eso no tiene que ver nada! (Campanilla.)

El C. Zincúnegui Tercero: ¡Eso nada prueba!

El C. Gómez Noriega, continuando: Mas como yo soy muy atento con los señores diputados, y hay una persona que dice que eso no tiene que ver en el asunto, yo digo que sí, señores... (Siseos. Campanilla.)

El C. Gómez Gildardo, interrumpiendo: ¡Moción de orden!

El C. Presidente: ¿Qué artículo reglamentario se está violando?

El C. Gómez Gildardo: Se está violando el artículo reglamentario que dice que los diputados no pueden desempeñar dos cargos de elección popular, y el que habla está faltando a este artículo constitucional, (campanilla) porque quiere a la vez ejercer esta función y también desempeñar el cargo de regidor del Ayuntamiento. (Aplausos en las galerías.)

El C. Olivé: ¿Y eso a qué viene?

El C. Presidente: La Presidencia tiene el honor de respetar el criterio constitucional del C. Gómez, pero se permite manifestarle que su moción no fue de orden, fue de desorden.

El C. Gómez Noriega, continuando: Señores diputados: Yo recuerdo que un pensador decía que los años no hacen sabios, sino viejos; pero siempre he tenido respeto para los hombres de edad que llevan ante la sociedad el polvo del camino de la vida en sus cabellos, porque las canas que les dan el respeto y que aquellas personas que los contemplan, tiene obligación de tenerle consideraciones como hombres sensatos y de meditación. Viene a extrañarme hoy que un diputado de la edad del señor Gómez que me acaba de hacer esta imputación, no sea lo suficientemente sensato y lo suficientemente honorable para con conocimiento de causa hacerme semejante imputación; se ha mostrado el señor Gómez un perfecto ligero por la interrogación que me ha hecho, por su imputación, mejor dicho, y voy a demostrarle en qué consiste su ligereza. (Siseos. El orador desciende de la tribuna y pasa a su curul en busca de algunos documentos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Quiroga.

El C. Gómez Noriega: Un momentito, todavía no termino.

El C. Secretario Lorandi: Su Señoría no puede interrumpir la discusión.

El C. Gómez Noriega: Un momento, he dicho que voy a demostrar la ligereza del señor Gómez. Ruego a la Presidencia me concede un instante, porque ésta es una alusión personal que necesito urgentemente contestar. Pido a la Presidencia me dé el tiempo suficiente para aclarar este punto, y continuar después. Ruego a la Presidencia se sirva ordenar la lectura de este documento.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"Habiendo sido electo diputado a la XXVIII Legislatura del Congreso de la Unión, por el VI por el Distrito Electoral del Distrito Federal, y habiendo rendido la protesta de ley correspondiente ante la Cámara de Diputados, me veo en el caso de acatar lo dispuesto por el artículo 125 de la Constitución General de la República, manifestando al efecto al H. Cabildo de la ciudad de México, del que he formado parte como cancejal número 5, que he optado por desempeñar el cargo d diputado, cesando en consecuencia en mis labores de regidor de este honorable Ayuntamiento.

"Ruego a usted, señor Presidente, se sirva ordenar se dé cuenta con este ocurso al H. Cabildo; protestar las seguridades de mi distinguida y particular consideración.

"Constitución y Reformas.

"México, 20 de septiembre de 1918. - Miguel Gómez Noriega.

"Al C. Presidente Municipal de la ciudad de México. - Ciudad.

"un sello que dice: "Secretaría del Ayuntamiento de México. - Recibo, septiembre 20 de 1918."

El C. Gómez Gildardo: ¡Eso no prueba nada!

El C. Gómez Noriega: Si un certificado oficial no prueba nada, entonces, señor, no tiene usted idea de esta índole. No tiene el Señor nada que contestarme. Como no formaba parte del Ayuntamiento al ser electo diputado y me vi en el caso concreto a que se refiere el artículo 125 de la Constitución y habiendo optado yo por la Cámara de Diputados, lo lógico y natural era ocurrir al cuerpo del que ya no formaba parte y avisarle que ya formaría parte de él. Está claro el punto a que se refirió el señor Gómez y sigo,

señores en contra de la iniciativa presentada por el señor Avellaneda.

Para terminar, réstame solamente, señores, manifestar a ustedes que por el honor de la Cámara, por su prestigio y por su personalidad, no se haga eso oficialmente como cuerpo colectivo, de hacer una consignación de esta naturaleza; por el precedente sentado ya anteriormente y conforme a la Ley también, estamos impedidos para aprobar la proposición que está a debate.

El C. Gómez Gildardo: Pido la palabra para hacer una rectificación.

El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Quiroga.

El C. Quiroga: Señores diputados: Este asunto, después de los acontecimientos sucedidos la noche en que se discutió el asunto Pallares, ha perdido e interés porque han querido los amigos incondicionales del Ejecutivo basar el asunto únicamente en la liviandad de una mujer que se entrega a su amante cometiendo adulterio: (Siseos.) esta es la verdad. Para no querer que vean claros los atropellos cometidos por el Inspector General de Policía, se ha atribuido el asunto únicamente a una plancha han dicho esta palabra aquí muchas veces los señores diputados, lo de las planchas, porque quieren ser amigos del Ejecutivo y yo justificaré que son amigos malos.

Ha sucedido muchas veces y estamos acostumbrados a verlo, que las personas que están en el poder quieren ayudar a determinar individuos, y la mayor parte de las veces no se fijan en la manera de cómo se les ayuda, y así vemos cómo el general Breceda queriendo ayudar al general de la Torre, el general Marciano González queriendo ayudar al general de la Torre, lo propone para que ocupe la Inspección General de Policía. ¿No querían éstos, no se fijaron estas personas en que había otra manera de ayudar al amigo de la Torre? Si querían enriquecerlo, ponerle las maneras de hacer dinero, que le dieran carros de maíz, que le dieran facilidades para que hiciera dinero, pero nunca exibirlo ante la metrópoli como el Inspector General de Policía, puesto que hacía un año había cometido uno de los... Yo no voy a decir como el señor Avellaneda un asesinato, pero sí digo como había cometido un hecho que está en tela de juicio y que muy bien puede interpretarse como asesinato. (Aplausos.) Cuando se quiere ayudar a los amigos, sobran maneras para ayudarlos, pero no aprovechándose del puesto en que se está colocando para no solamente no aprovechar los servicios de quienes no pueden prestarlos buenos, y sí tendrán que prestarlos malos, sino también para no echar encima del Gobierno sumo desprestigio, toda la malevolencia de los enemigos del Gobierno y un reproche de los verdaderos amigos del Gobierno. ¿Qué importa que el C. de la Torre se enriquezca; qué importa que el C. de la Torre goce de los favores en las esferas comerciales, o en las que ustedes gusten? Pero sí importa que el C. de la Torre no venga a figurar aquí como persona política de gran peso, ni como la garantía de la sociedad metropolitana. No puede dar garantías a la sociedad metropolitana, porque precisamente a la sociedad metropolitana dice: "¿cómo vamos a tener garantías, si está de Inspector de Policía el C. de la Torre?" Esta es la verdad, y mientras yo vea que el C. Carlos Orozco sea el Jefe de las Comisiones de Seguridad, es decir, la persona que se va a encargar de vigilar todos los actos en contra del gobierno, yo tendré derecho a dudar y tendré derecho a dudar porque me cuentan amigos del señor Sarabia esto: durante la campaña electoral última el C. Sarabia, en San Luis Potosí, fue candidato a senador. Y bien; el C. Sarabia fue detenido y puesto preso por Orozco. Orozco lo había detenido y lo había conducido a San Juan de Ulúa en la época de Porfirio Díaz. ¡Ya verán ustedes hasta dónde llega la indignación de quien quiere precisamente hacer bien al Gobierno; es decir, que personas que sirvieron de esbirros a Porfirio Díaz, personas que están perfectamente identificadas con los procedimientos arbitrarios de la dictadura, no figuren hoy! Eso es lo que queremos nosotros; no arrojar manchas sobre el Gobierno, porque esas manchas vienen a perjudicarnos a nosotros mismos. Eso que decía el C. Trigo, ayer de que nosotros íbamos a sufrir la segunda y tercera planchas,- no sé qué planchas decía él -, es falso porque si nosotros, en lo que significa Gobierno en la verdadera acepción de Gobierno, formamos una tercera parte, es decir, si el Gobierno se compone de los Poderes Ejecutivos, Judicial y Legislativo, claro es que el Poder Legislativo debe de interesarse por la mancha general del país , dando a ese Gobierno, es decir, a la parte total de esos tres componentes, un prestigio. Debemos darle al Gobierno de la República, del cual formamos parte, determinada orientación. Nosotros tenemos derecho, ¡cómo no!, para dar nuestra opinión. Si la prensa como Cuarto Poder tiene el derecho de orientar la opinión en tal o cual sentido y nosotros como Poder Legislativo, y el Presidente de la República como Poder Ejecutivo, y la Suprema Corte como Poder Judicial, toma en consideración las opiniones del Cuarto Poder para orientar su criterio, claro es que orientará el criterio de la política del país, la opinión de la tercera parte de lo que se llama Gobierno, es decir, de cualquiera de los poderes que lo integran. Por eso es que el Poder Legislativo en cualquiera ocasión tendrán derecho y más que derecho tenga obligación, es decir qué es lo que siempre, qué es lo que piensa y procurar dar al Gobierno determinada orientación política. Si, pues, el Poder Legislativo tiene derecho a esto, claro que debe interesarse en quienes van a fijar la orientación política del Gobierno. Si el general De la Torre no va a llevar al Gobierno ningún prestigio, claro es que tenemos nosotros obligación de señalar a ese elemento como perjudicial, de desprestigio del Gobierno. Estamos acostumbrados a llamar Gobierno únicamente al Ejecutivo y no tenemos conciencia de lo que verdaderamente significa Gobierno. (Voces en las curules: ¡No, no!) Cuando al Ejecutivo se le arroja todo el desprestigio o cuando el Ejecutivo marcha mal y cae, el Poder Legislativo y el Poder Judicial caen; es decir, nosotros somos tan solidarios como el Poder Ejecutivo, de la política general del país; nosotros sufrimos exactamente los mismos perjuicios, las mismas penalidades que el Poder Ejecutivo. Si, pues, nosotros nos encontramos en esas condiciones, debemos

de defender la política general del país y debemos de procurar que esa política marche por el buen camino. Y si hombres como el Inspector de Policía tratan de echar manchas al Gobierno - y en éste quiere significar al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo y al Poder Judicial -, nosotros, como parte integrante, tenemos la obligación de prestar y de procurar que esos malos elementos se alejen, que desaparezcan.

¿Qué inconveniente hay en apoyar la proposición del C. Avellaneda? Supongan ustedes que no tenemos razón; bueno ¿Y qué? (Murmullos.) Eso que lo diga la autoridad correspondiente, que lo diga la autoridad judicial; pero nosotros cumplimos con un deber moral al consignar estos hechos ante el Procurador de Justicia. Yo no voy a hacer responsable... (Voces: ¡A votar, a votar!) Ahí tienen ustedes. "¡A votar, a votar!", empiezan a decir, porque no están acostumbrados nunca a oír razones, sino únicamente a guiarse por simpatías o por ligereza. (Aplausos en las galerías.) Claro que es inútil subir a esta tribuna cuando se contesta con guasas de: "¡Pruebas! ¡Pruebas!" o "¡A votar! ¡A votar!" ¿Venimos a votar o a discutir? (Voces: ¡A votar!) Venimos a las dos cosas, pero con esta diferencia: que votar es consecuencia de discutir; nunca se antepone el voto a la discusión, y eso es lo que quieren estos señores. (Aplausos en las galerías.) ¡Qué importa que perdamos media hora? ¿qué importa que perdamos una hora si estamos haciendo aquí algo bueno para el Gobierno? Y el Gobierno son ustedes, éstos que piden "¡A votar!" Son ellos los que no quieren ni siquiera defenderse, porque así son de inconscientes! (Aplausos en las galerías.) Yo, es natural, vengo a defenderme. Cuando pertenece uno a una colectividad tiene la obligación de defender a una colectividad, pero cuando la colectividad no quiere defenderse, entonces tenemos, es nuestro derecho defender nuestra personalidad. Es lo que yo vengo a hacer aquí: defender a mi personalidad.(Aplausos.)

Son innegables los hechos que se cometieron por la Inspección de Policía. Yo no voy a culpar al soldado que le pegó un culatazo al diputado Arriaga o al diputado Zincúnegui. ¡Qué voy a culparlo a él, si él no hizo más que recibir órdenes! Yo voy a culpar a aquel que dio la orden, a aquel que fue el director intelectual de ese atropello: al Inspector General de Policía. (Aplausos.) ¡Qué va a saber el soldado que maneja el arma si hace bien o hace mal, puesto que a él no se le pide que raciocinio: se le pide que obedezca! Y si se le ordenó que disolviera la manifestación a culatazos, a culatazos tuvo que disolverla; el soldado no es responsable; ese instrumento es la parte insignificante de la cuestión. No, aquí el responsable es el Inspector de Policía, porque el Inspector de Policía con su inconsciencia - más que el soldado que dio el culatazo -, no quiere comprender que la intención de los hombres honrados que figuran en el Gobierno es dar prestigio, no quitarle prestigio; y el Inspector de Policía con sus impulsivismos, con su conciencia quizá más manchada que su cara por la viruela, (Risas, y aplausos en las galerías.) quiere imponernos a nosotros a la arbitrariedad y quiere burlarse del Poder Legislativo. Pues no; aquí estamos nosotros, aquí estamos para defender al Gobierno, a ese que muchos creen que nada más lo integra el Poder Ejecutivo. No; nosotros tenemos nuestra tercera parte, nosotros lo vamos a defender y nosotros lo vamos a orientar,. y si no nos hace caso, porque las otras dos terceras partes son más fuertes, bien, pero nosotros tenemos la obligación de siquiera dar nuestra opinión para que estos malos elementos que desprestigian al Gobierno desaparezcan y desaparezcan definitivamente.

Repito a ustedes: yo no me opongo a que los ayuden, como amigos de tal o cual persona: ¡no! Que se hagan ricos; ¡allá ellos! Tengo la seguridad de que ni siquiera ese dinero que van a hacer, sabrán manejar. ¡No sirven ni para eso! (Aplausos en las galerías.) ¡Claro! si se aprovechan nada más de lo que encuentran a la mano, no podrán distribuirlo; ¡ni para eso servirán! ¡ni para ser ricos! Tal es su inconsciencia, que el dinero no lo agarran más que como migajón de pan, cuando en una mesa, no teniendo que hacer, se ponen a distraerse haciendo bolitas de él y jugando... (Risas.) ¡Así juegan con el dinero que hacen nada más aprovechándose de las influencias o de las amistades!; pero así no son perjudiciales, así no molestan. Yo quiero muy rico al general de la Torre, pero no lo quiero ver figurar en la política general del Gobierno, y por eso es que me opondré siempre a que esta clase de elementos formen parte integrante del Gobierno, porque le echarán manchas que nosotros vamos a cargar y que ellos son incapaces de saber lavar.

El C. Silva Pablo, interrumpiendo: ¡A votar!

El C. Quiroga, continuando: Sigue el señor Silva pidiendo votar. Hace bien el Señor Silva; no me he equivocado en mi concepto, estoy en lo justo.

El C. Silva Federico, interrumpiendo: Diga cuál Silva.

El C. Quiroga: El señor doctor Silva. Si quiere dormir la siesta, que se vaya a su casa. (Aplausos estruendosos en las galerías.)Si no le gustan las sesiones después de las cuatro de la tarde, que no venga a molestar ni a perturbar el trabajo de quienes venimos honradamente aquí a decir la verdad. (Aplausos en las galerías. Voces: ¡Bravo!) Santo y bueno. Así no se va a ninguna parte; así se va a donde quiere el doctor Silva: ¡a votar! (Risas.) Yo únicamente pido, señores, que aprobemos la moción del señor Avellaneda, porque, además, sucede esto: ya hemos tomado a guasa al señor Avellaneda y lo consideramos incapaz de poder presentar una cosa buena. Aquí no queremos tomar en serio lo que presente el señor Avellaneda (rumores); todos lo recibimos con aplausos de guasa, o bien con siseos, y no queremos creer que en algunas ocasiones es acertado. Nada se pierde con aprobar esta proposición; que vea el Procurador de Justicia quién tiene la razón: si nosotros no la tenemos, que nos la quite; pero si la tenemos, ¿por qué dejar en el silencio un hecho que nosotros consideramos arbitrario, delictuoso, y que debe tomarse en consideración? ¿Por qué hemos de callar ante los atropellos del general de la Torre, y por qué hemos de callar ante el nombramiento del general de la Torre como Inspector General de Policía? ¡Claro que no? Yo cien veces protestaré contra ese nombramiento, porque no solamente no da garantías a la sociedad, sino al contrario,

las quita. (Aplausos en las galerías y en algunas curules.)

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Rodríguez Alfredo.

El C. Quiroga: Pido la palabra. Ya habló una persona en contra...(Campanilla.) Moción de orden.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Quiroga: Ya habló una persona en contra de esta proposición y una en pro. De manera que lo que procede es preguntar a la Asamblea si se toma en consideración y después se entrará a la discusión.

El C. Presidente: La Presidencia se permite manifestar al C. diputado Quiroga que la opinión de esta honorable Asamblea, con motivo de que se han estado inscribiendo los oradores para hablar en pro o en contra, es que subsiste el trámite que acordó la honorable Asamblea la tarde de ayer, en lo que respecta a la petición que hacía el C. Avellaneda, de la dispensa de trámites. Dispensados los trámites por tratarse de una simple proposición, pues no cabía más recurso que ponerla a discusión.

El C. Quiroga: Pido la palabra. El Reglamento no hace estas consideraciones que está exponiendo el señor Presidente. El Reglamento, categóricamente dice que cuando se presenta alguna proposición, el que la presenta, o algunos de los que la presentan, la funda, y después hablarán uno en pro y otro en contra; debiendo someterse a la consideración de la Asamblea si se toma en cuenta, o no, esta proposición. Si la Asamblea toma en cuenta esta proposición , entonces se pone a discusión y entonces será cuando puedan hablar en pro o en contra todos los oradores que lo deseen.

El C. Presidente: La Presidencia se permite manifestar al C. Quiroga lo siguiente...

El C. Montes, interrumpiendo: Moción de orden.

El C. Presidente: Ruego al C. diputado Montes me permita...

El C. Montes, interrumpiendo: Deseo hacer una moción de orden, precisamente para apoyarlo a usted en este caso, señor Presidente.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Montes para una moción de orden.

El C. Montes: Yo ruego a la Asamblea que se sirva apoyar al ciudadano Presidente en su determinación. Tiene mucha razón cuando dice este asunto lo admitió desde ayer la Asamblea a discusión, y el señor Quiroga debía haber tenido presentes los términos del artículo 60 del Reglamento antes de que él hubiera tomado la palabra, pues ya había hablado un orador en pro y otro en contra, que es lo que manda ese artículo, y él no debía haber tomado la palabra, si es que tomó en consideración esa parte del artículo 60; en consecuencia, la Asamblea y la Presidencia están en lo justo cuando dicen que este asunto ha sido admitido ya a discusión.

El C. Quiroga: Señor Presidente: Desde el momento en que al pasar lista se justificó que no había quórum, todos los actos que se cometieron al presentarse esta proposición resultaron nulos y, además, debo manifestar a la Asamblea que no se dio por admitida esa proposición, no se logró resolver sobre el asunto, precisamente porque no había quórum; si pues, no había quórum, si esta proposición no pudo tomarse en consideración ni se resolvió de si debía tomarse en consideración, claro es que ahora comienza el asunto, ahora se presenta la proposición, ahora la ha fundado su autor, ahora habló en contra del señor Gómez Noriega y habló un servidor de ustedes en pro, no queda más que este trámite: preguntar a la Asamblea si se toma o no en consideración.

El C. Presidente: La Presidencia se permite manifestar al C. Quiroga, que con fundamento en el artículo 108 reglamentario, que se refiere a las mociones suspensivas, en las mociones suspensivas si además del autor de esa moción puede hablar un orador en pro y otro en contra para el efecto de preguntarse si se toma o no en consideración; en lo que respecta a las proposiciones presentadas por los miembros de esta Cámara, dice el artículo 60, en su fracción I:

"Artículo 60...

"I. Se presentarán por escrito y firmados por sus autores, al Presidente de la Cámara, y tendrán dos lecturas, una en la sesión en que sean presentados y otra al tercer día de su presentación. En aquella sesión, inmediatamente después de la primera lectura, podrá su autor, o uno de ellos, si fueren varios, exponer los fundamentos y razones de su proposición o proyecto."

De tal suerte que es potestativo. Si el C. Avellaneda no pidió ayer ejercer el uso de ese derecho, lo que procede es preguntar a la Asamblea si se dispensan o no los trámites, y dispensados los trámites y para ser consecuentes con los procedentes establecidos en esta Asamblea, de que inmediatamente después de que se dispensen los trámites, en lo que ve a una simple proposición, entre a discusión, la Presidencia creyó oportuno poner a discusión este asunto.

Por otra parte, el C. Avellaneda fue el primero que vino aquí, interpretando así la resolución de esta Asamblea, y la misma Asamblea tomó esa resolución ayer, de que se dispensaran los trámites. Dice el señor Quiroga que inmediatamente después se reclamó el quórum; pero ustedes comprenden que, desde el momento en que fue después, muy bien pueden haber sido algunos diputados y, por consiguiente, no hay para qué dejar insubsistente un acuerdo de esta Asamblea que, constitucionalmente tiene el carácter de irrevocable.

El C. Quiroga: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Quiroga: No tengo inconveniente en aceptar el trámite de la Mesa, siempre y cuando exista equidad en la discusión. Tengo la seguridad de que para todas las razones que exponga el contra habrá razones que exponga el pro, y nos faltarán razones; pero únicamente, ya que la Mesa admite el trámite de ponerlo a discusión, yo también lo admito, nada más que ruego a la Mesa que obre desde el punto de vista más equitativo, es decir, que para cuantas personas hablen en contra, haya personas que hablen en pro.

El C. Presidente: La Mesa se permite manifestar al C. Quiroga que asiste derecho a todos los miembros de la Asamblea para pedir la palabra en pro o en contra; y por tratarse de que el Reglamento en este particular es deficiente, porque no determina el debate que deba seguirse en casos

semejantes, esto es, cuando se trata de una simple proposición y cuando se dispensan los trámites, la Mesa se va a permitir consultar a la Asamblea si está de acuerdo en que se pregunte nuevamente si se dispensan los trámites; en caso afirmativo, se pondrá inmediatamente el asunto a discusión y, en caso contrario, seguirán el debate en la forma ordinaria.

El C. Secretario Lorandi: Por acuerdo de la Presidencia se pregunta a la honorable Asamblea si subsiste el acuerdo de ayer, referente a que se dispensen los trámites a esta proposición. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Subsiste el acuerdo que ayer se tomó.

- El C. Presidente. Tiene la palabra en contra el C. Rodríguez Alfredo.

El C. Rodríguez Alfredo: Señores diputados: La proposición del compañero Avellaneda consistente en que se consignen al Procurador de Justicia los hechos, mejor dicho, como titulan aquí, los atropellos y atentados cometidos por el Inspector General de Policía es, a juicio mío, deficiente, porque no especifica qué hechos son lo que deben consignarse; la opinión pública, la prensa y los señores diputados, han hecho conocer una infinidad de atentados, señores, unos cometidos, según se dice, por el general De la Torre en la persona de los estudiantes, otros cometidos en las personas de los ciudadanos diputados y otros cometidos en las personas de otros ciudadanos; ¿cuáles hechos, señores diputados, van a ser consignados al Procurador de Justicia? Para que se forme cuenta la Asamblea, tenga la absoluta convicción, la seguridad de a qué hechos se refiere y entonces se pueda saber si cabe o no el trámite de la consignación al Procurador de Justicia; pregunto yo al señor Avellaneda a qué hechos se refiere, y si no tiene inconveniente en reformar su proposición, dándole a dicha proposición la claridad necesaria para evitar torcidas interpretaciones y confusiones, que traen consigo la merma del decoro de la Representación Nacional.

El C. Avellaneda: Dada nuestra personalidad moral del conjunto, esta petición se refiere a los hechos atentatorios contra nosotros mismos.

El C. Rodríguez Alfredo: ¿Contra cuáles mismos?

El C. Avellaneda: Contra los miembros, contra los diputados pertenecientes a esta honorable Representación y, contra los golpes al C. Arriaga y contra los golpes al C. Zincúnegui Tercero.

El C. Rodríguez Alfredo, continuando: ¿Entonces no tendría Su Señoría inconveniente en que la proposición se reformara en ese sentido? Una vez reformada, podrá discutirse claramente el derecho que pueda tener la Cámara de Diputados para hacer esa consignación.

El C. Avellaneda: Ningún inconveniente tendría si no fuera porque ya esto lo había previsto. Mi proposición tiende a que aquí se fije no solamente eso, sino algo más, por lo que se dice que dijo el Inspector General de Policía, denigrante contra la Constitución y para que se hicieran las averiguaciones y se tomaran declaraciones a aquellos que escucharon tales o cuales palabras del Inspector de Policía contra la Constitución.

El C. Rodríguez Alfredo: Lo habéis oído, señores diputados, el deseo del autor de la moción es que se consignen al Procurador de Justicia los hechos delictuosos cometidos por el Inspector General de Policía en las personas de dos miembros de esta Asamblea. Además, desea el señor Avellaneda que se haga extensiva la averiguación y la consignación a los hechos cometidos por el señor Inspector General de Policía en las personas de otros ciudadanos. No creo que sea función de la Cámara de Diputados el arrogarse las facultades de un Ministerio Público que, de oficio, tiene que conocer de la averiguación de los delitos; creo yo que la Representación Nacional tiene únicamente el derecho y la obligación sagrada de velar por su integridad y respeto y que falta conocer en qué circunstancias fueron atropellados, como se dice, los diputados Arriaga y Zincúnegui. ¿Por qué fueron atropellados? ¿en el ejercicio del encargo que el pueblo les ha conferido? No; esos diputados salieron del recinto de la Cámara, donde estamos investidos de toda responsabilidad y donde somos intocables, para ir a ocupar un lugar que no les correspondía, descendiendo de la alta, de la muy alta investidura de representantes del pueblo, para hacer el papel de agitadores...

El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: ¡No es cierto! ¡Protesto!

El C. Rodríguez Alfredo, continuando: Nuestra misión estaba aquí y por ningún motivo debimos haber salido de este recinto. Cuando el hecho se hubiese puesto en nuestro conocimiento y resultase ser de nuestra competencia, entonces sí debiéramos haber asumido una actitud digna, viril y enérgica para repelar la agresión, ocupando nuestro lugar; pero repito, no creo que deban ser consignados, ni menos al Procurador de Justicia, los hechos cometidos por la tropa, porque nadie, ni el señor Quiroga, ni ninguno, puede demostrar que hayan tenido orden los soldados o los gendarmes para cometer los atropellos. ¿Quién puede demostrar, pero claramente, que el Inspector General de Policía, el Gobernador del Distrito o el Presidente de la República dieron esas órdenes a sus subalternos?...

El C. Siurob, interrumpiendo: Si no hubo orden, es peor todavía.

El C. Rodríguez Alfredo, continuando: Dice usted, señor Siurob que es peor. ¿Por qué entonces, ha dicho en esta tribuna, no una sino muchas veces, al defenderse de los cargos que se le hacían de haber cometido atropellos, que usted no es el responsable sino sus subalternos, sino la tropa, y que ya conocemos a la tropa, señor mío, por qué ahora cambia de criterio?

El C. Siurob, interrumpiendo: Pido la palabra.

El C. Rodríguez Alfredo, continuando: ¿Por qué lo que antes en defensa de usted era un argumento incontrovertible, en acusación del general De la Torre, o de otra autoridad, no lo es? Sírvase usted explicar, señor mío.

El C. Siurob: Pido la palabra.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.

El C. Siurob: Digo que es peor por esta razón: porque si el ciudadano De la Torre no tenía ninguna orden para atropellar a los diputados, como se dice que lo hizo, porque yo no lo ví, entonces quiere

decir que lo hizo por su propia iniciativa y que es a él a quien se debe castigar, no a los que están a las órdenes de él, de manera que en realidad no hago más que sostener la propia tesis que sostuve en aquella ocasión; en aquella ocasión dije yo que a quienes se debe culpar por los actos cometidos por los subordinados de un Gobierno, que si los subordinados de un Gobierno habían cometido determinados actos punibles, a esos subordinados se les debería castigar porque eran los responsables. Precisamente es el caso, el caso de que el señor De la Torre sin orden -me dicen muchos -, vino a atropellar a los estudiantes y a los diputados. Yo no lo ví, yo no defiendo la tesis, yo no prejuzgo, yo no hablo en pro ni en contra del asunto que se debate porque no presencié los acontecimientos, pero si yo dije estas palabras fue porque Su Señoría argumento en falso diciendo que no recibió ninguna orden, pues entonces quiere decir que obraron de motu proprio; por consiguiente, es más culpable quien obra de motu proprio porque no tenía ninguna orden para haber hecho lo que hizo.

El C. Rodríguez Alfredo: ¿Ha terminado Su Señoría?

El C. Siurob: Si señor, he terminado.

El C. Rodríguez Alfredo, continuando: Lo habéis oído, es culpable quien obra de motu proprio. ¿Quiénes obraron de motu proprio? ¿los soldados? ¿Quién puede comprobar que recibieron esos soldados o gendarmes órdenes terminantes en ese sentido? Así es que, señores, respecto de la culpabilidad de los soldados creo que estamos bordando en el vacío. Todo esto se debe al grado de ignorancia en que se encuentran los soldados (Siseos.) Sí, señores, por lo mismo si no tenemos una base sólida de que partir, creo yo que debemos exponer a la Representación Nacional a que, como dijo el señor Quiroga, puedan demostrarnos que no tenemos razón, y nunca deben decirnos que no tenemos razón, porque aunque no la tengamos no debemos hacer cosas que puedan facilitarse a que nos demuestren que no tengamos razón; debemos nosotros, si nos consta, si tenemos la seguridad y pruebas necesarias, entonces estudiar hasta qué punto tenemos facultades para hacer o no esa consignación; pero nunca exponer, repito, la responsabilidad de la Asamblea y a que se nos diga por algunas autoridades que no tenemos razón, porque quien hace esto y no las razones que lo demuestren, cae en el ridículo, señores.

Ahora, por lo que se refiere a lo que el señor Quiroga dijo en esta Tribuna que debía, que tiene derecho y obligación el Poder Legislativo de indicar al Ejecutivo los errores que éste comete, a las inconveniencias de los nombramientos en favor de determinadas personas, si aceptamos la tesis del señor Quiroga, es decir, que nosotros como uno de los Poderes constitutivos del Gobierno tenemos el derecho y la obligación de indicar, de aconsejar o censurar al Ejecutivo, debemos lógicamente conceder a éste el derecho de consejo o de censura para nosotros; y si ya hemos visto aquí, no una sino muchas ocasiones, levantarse la Asamblea indignada por algo que ha creído intromisión del Ejecutivo en las facultades del Poder Legislativo, ¿por qué procedemos con criterio egoísta? ¿por qué si el Poder Legislativo se otorga el derecho de inmiscuirse en las facultades exclusivas del Ejecutivo, no concedemos a éste inmiscuirse en las nuestras? Todo derecho trae consigo una obligación y tiene la relatividad del mismo derecho; lo que nosotros exigimos del Ejecutivo tiene derecho a exigirlo de nosotros...

El C. Quiroga, interrumpiendo: ¡Una interpelación!

El C. Rodríguez Alfredo: ¡Un momento! Así que vemos que no es de aceptarse la indicación del señor Quiroga.

Por lo que se refiere al caso concreto de la personalidad del general De la Torre, tan debatido desde el día de los acontecimientos hasta ahora, manifiesto que no asistí a la parte final de la sesión de anoche y no me constan por no haberlas escuchado, las palabras que en cargo del señor de la Torre lanzara el señor Saucedo; sé por referencias, que dijo haber presenciado los hechos acaecidos en el "Café Colón." El Proceso que se instituyó al general de la Torre en circunstancias excepcionalmente difíciles , puesto que en la época en que se cometió ese homicidio todas las autoridades encargadas de juzgarlo le eran hostiles, siempre la mejor prueba de ello que no se guardó consideración de ninguna especie, no a él, sino al grado que tenía; el proceso, repito, instruido en esas condiciones no arroja como testigos presenciales de los hechos más que a dos señoras; habla el general de la Torre, del occiso y del teniente coronel José Cantú, que estuvo allí en los momentos en que ocurrió la tragedia, pero no se menciona para nada el nombre del señor Saucedo. ¿Me permite la Presidencia hacer una interpelación a este señor?

El C. Presidente: Sí señor.

El C. Rodríguez Alfredo: ¿Presenció usted, señor Saucedo, los hechos del "Café Colón"? Sírvase usted, de manera somera, hacer el relato de ellos.

El C. Saucedo: Pido la palabra para contestar.

El C. Presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Saucedo: Yo ayer manifesté haber presenciado el crimen cometido en el "Café Colón," en parte, no todo; me consta que estaba el ciudadano teniente coronel Cantú que fue indirectamente el que provocó el crimen por haber disparado unos balazos; me consta además que estaban allí damas galantes que cenaban con el C. Rodríguez, el occiso. Yo no figuré en eso porque no me gusta andarme exhibiendo en los procesos criminales, máxime que al día siguiente salía para mi Estado y no quise absolutamente tomar participación para nada en el suceso.

El C. Rodríguez Alfredo, continuando: Lo han oído ustedes, señores diputados. El señor diputado Saucedo, llamando crimen al asunto, dice haber presenciado parte de él, no ha dicho si la primera, segunda o tercera parte, porque la tragedia del "Café Colón" tuvo tres partes; la primera, en que no tuvo ingerencia en lo absoluto el general de la Torre, que fue un suceso desagradable entre el teniente coronel Cantú y el occiso; la segunda parte, cuando el general de la Torre penetró al gabinete donde se encontraba el occiso con las damas a preguntar cuál era la

causa por la que se había escuchado la detonación, recibiendo por contestación a su pregunta una frase injuriosa, se cruzaron también algunas frases injuriosas, después, la tercera parte, la verdadera tragedia, cuando el occiso, señor Rodríguez perdió la vida. El ciudadano Saucedo no dice cuál de las tres partes presenció, y dice, además, que no gusta inmiscuirse en procesos criminales. Por gusto nadie se inmiscuye, señor Saucedo, pero cualquier ciudadano que por fortuna o desgracia presencie un hecho delictuoso, tiene la obligación de satisfacer a la justicia dando a ella las luces que con su dicho verídico pueda traer. Usted, señor Saucedo, fue un encubridor del crimen del "Café Colón", (Aplausos.) porque el Código, si mal no recuerdo, define como encubridores a quienes teniendo conocimiento y conciencia de la comisión de un delito, no lo ponen en conocimiento de las autoridades ni ayudan a éstas para el esclarecimiento del delito.

Después, señores, titula asesinato; repito a ustedes, el proceso fue instruído en condiciones especiales; un lujo de crueldad, de atropellos, fue el que se gastó con el general de la Torre, quien fue conducido, sin más ni más a la Comandancia Militar, autoridad incompetente en el asunto, por haber sido un delito del orden común, y de allí fue trasladado a la Penitenciaría. El proceso fue instruído y de él - porque lo he leído -, no se deduce culpabilidad para el general de la Torre; en esas condiciones, el Procurador de Justicia en aquel entonces, licenciado Soto Mayor, no formuló pedimento, y el actual Procurador de Justicia, señor licenciado Carlos Meléndez, tampoco lo formuló, porque el Ministerio Público no lo hizo a su tiempo. En consecuencia , el general de la Torre fue absuelto; y un individuo que se sujeta al tribunal de justicia que por ley le corresponde conocer de los hechos y obtener la absolución del delito, no es asesino. Naturalmente, ahora que el general de la Torre ocupa el puesto de Inspector General de Policía, se ha venido esta avalancha contra él, la que nunca habría tenido lugar si no desempeñara tan alto cargo, ya que tenemos en nuestra psicología particular el estar en contra de todo aquello que significa autoridad. En esa época el general de la Torre fue duramente juzgado por la prensa y el día que la autoridad competente dictó su fallo en el asunto, la prensa publicó ese fallo, sin hacer comentarios de ninguna especie y sin desvirtuar, como era su obligación, los cargos que gratuitamente había lanzado.

Así es, señores que no pudiendo nadie venir a esta tribuna a probar plenamente que el homicidio cometido por el general de la Torre en la persona del señor Rodríguez fue un asesinato, creo que nadie debe venir a decirlo, sin habérselo dicho a él...

El C. Gómez Noriega, interrumpiendo: ¡Personalmente no se lo dice!

El C. Rodríguez Alfredo, continuando: Una vez que el C. Avellaneda ha manifestado a la Asamblea no tener inconveniente en que su proposición sea reformada en el sentido de que la consignación a debate sea hecha única y exclusivamente por los atentados cometidos en la persona de dos diputados, pido a la Asamblea se sirva permitir al C. Avellaneda la reforma en ese sentido y que con esa reforma se encauce ya por buen camino la discusión de dicha proposición.

El C. Saucedo: Pido la palabra para una alusión personal.

El C. Zincúnegui Tercero: Pido la palabra para una alusión personal.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Avellaneda.

El C. Avellaneda: Deseo pedir a la Asamblea permiso para retirar la proposición y presentarla en el sentido más o menos indicado por el C. general Rodríguez.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Gaitán José.

El C. Gaitán José: El señor Avellaneda va a reformar su proposición y me abstengo de hacer uso de la palabra hasta que se resuelva si se le concede el permiso para retirarla.

El C. Morales César: Pido la palabra.

El C. Presidente: ¿Con qué objeto?

El C. Morales César: A fin de poder votar con toda conciencia en este caso, y como se trata de un asunto militar que yo no puedo resolver por mí mismo, me voy a permitir hacer una interpelación al señor Rodríguez con objeto de que él me ilustre.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta que el autor de la proposición ha pedido permiso para retirarla y presentarla reformada; en consecuencia, ya no hay nada a debate.

El C. Morales César: Bueno, entonces después.

El C. Secretario Soto: En votación económica se consulta a la Asamblea si permite al C. Avellaneda retire su proposición para reformarla. Los que estén por la afirmativa, se servirán poner de pie. Sí se permite.

- El mismo C. Secretario: E. C. Avellaneda ha presentado su proposición en los siguientes términos:

"Honorable Asamblea:

"Tengo la honra de poner a la consideración de Vuestra Soberanía, la reforma de la proposición anterior en el sentido siguiente:

"Consígnese al ciudadano Procurador General de la República, los atentados cometidos en los CC. diputados Leopoldo Zincúnegui y J. Isaac Arriaga, así como la invasión de tropa a este recinto sagrado de la ley."

"Salón de Sesiones. - México, octubre 18 de 1918. - Juan de Dios Avellaneda."

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Gaitán.

El C. Gaitán: Estoy enteramente de acuerdo con la proposición presentada por el C. Avellaneda tal como la reformó, únicamente que no se exprese que los atentados fueron cometidos por el Inspector General de Policía, porque es un hecho que no está perfectamente averiguado; que se consignen los atentados al Procurador de Justicia para que se haga por los tribunales la averiguación correspondiente, y de esa manera se esclarezca quién es el responsable de los atentados que indiscutiblemente sufrieron dos miembros de esta Cámara. Creo que esta proposición ni siquiera merece discutirse, supuesto que hay un artículo expreso en la ley, que dice que los atentados contra los ciudadanos diputados se perseguirán, o por queja de los mismos diputados, o de la Cámara; en consecuencia no veo qué tenga de atentatorio contra el Ejecutivo esta proposición, al

contrario, la Cámara da una muestra de solidaridad y compañerismo consignando esos hechos. (Aplausos.) Voy a pedir al señor Presidente que me haga el favor de mandar leer el artículo 915 del Código Penal.

- El C. Secretario Lorandi, leyendo:

"Artículo 915. Los ultrajes hechos a un miembro del Congreso, no podrán castigarse sino por queja de ofendido o de la Cámara, excepto el caso de delito infraganti."

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Villaseñor Mejía.

El C. Villaseñor Mejía: Yo me había inscripto para hablar en contra de la proposición presentada antes por el señor Avellaneda y la objeción que iba a presentar era precisamente la indeterminación de la consignación que había que hacer, pero habiendo sido ésta modificada, ya no tengo que hablar en contra.

El C. Presidente: Tiene la palabra, en contra, el C. Martínez del Río. (Voces: ¡No está!)

El C. Malpica: ¡Está rezando el rosario!

El C. Martínez del Río: Señores diputados: Los acontecimientos que todavía dejan en nuestro ánimo una impresión viva, ocurridos hace poco con motivo de los atropellos de que fue víctima un periodista independiente por parte de una personalidad militar, agregando a estos la circunstancia de la desaparición de una dama que quedó comprobado después fue enteramente ajeno, independiente por completo del atropello sufrido por el periodista a que acabo de referirme, estos acontecimientos, señores, decía que vinieron a colocar al Ejecutivo, dada la actitud asumida por la Cámara, influenciada por un momento pasional, en una situación verdaderamente elevada y que corresponde a la cordura y a la ecuanimidad con que no sólo en esta ocasión, sino que en otras muchas ocasiones, hemos visto ha sabido cumplir decorosamente el señor Presidente de la República.

Esta simple circunstancia, señores la de haber obrado en esta ocasión influenciados todos por un movimiento pasional que incuestionablemente arrastró a derechas e izquierdas de esta Cámara, debería de ser un motivo para que en cada caso reflexionáramos con la prudencia que es de esperarse en una Asamblea colegiada que tiene la más amplia Representación Nacional, a fin de no incurrir de desaciertos, a fin de no incurrir en ligerezas, que si pueden ser perdonables en un momento dado, no pueden de manera alguna, dada la suma de criterio sano que debe esperarse de ustedes, ser justificadas esas ligerezas en la Representación Nacional. Y creo, señores, que en el caso a discusión, tratándose de un modo concreto de la proposición presentada por el señor diputado Avellaneda, vamos a incurrir, si no en una ligereza, seguramente en un error.

No quiero absolutamente analizar detenidamente los hechos por lo que se refiere a la responsabilidad personal de los señores Zincúnegui y Arriaga; ya el señor general Rodríguez ha indicado, con muy buen juicio, que las funciones propias de un representante nacional, se encuentran dentro de la Asamblea legislativa; (Siseos y voces: ¡Uh!) que el fuero, señores, no tiene otro motivo legal de su existencia que el de permitir a estos señores representantes la expresión libre, sin cortapisas, de sus ideas, pero dentro del ejercicio de las funciones que legalmente les corresponden. (Siseos y voces: ¡No, no!) No creo, señores, que impunemente un representante nacional, por el hecho de tener fuero, pueda salir más allá del vestíbulo de la Cámara, pistola en mano, a fin de ordenar a personas que no están dentro de su jurisdicción, se retiren mediante las amenazas que pueda hacer ese representante de la Nación. No creo tampoco, señores, que esté dentro de las funciones genuinas de un representante de la Nación, el salir a increpar a las multitudes, a enardecer los ánimos, a provocar el escándalo y aumente la agitación que nos había hecho presa en esos momentos. Y conste, señores, que alguno de los señores compañeros, el señor Arriaga, salió pistola en mano, fuera del recinto, a fin de intentar retirar a los soldados que rodeaban la Cámara. Creo yo, señores y en esa ocasión lo dije, que si había alguna irregularidad por parte de las disposiciones dictadas por el señor Inspector General de Policía, otros eran los caminos que decorosa y legalmente debíamos de haber seguido para que esa fuerza se hubiera retirado del exterior de la Cámara, pero no nosotros personalmente salir y ordenar que esa fuerza se retirara. Dado el carácter de representantes de la Nación, nuestra alta investidura, constituídos en Cámara de Diputados, nos permite dirigirnos al Presidente de la República, poniéndole en conocimiento los hechos para que, previos los trámites, se hubiera ordenado, como se hizo más tarde, el retiro de la fuerza que rodeaba en esos momentos la Cámara de Diputados; en consecuencia, señores, sentados estos hechos, yo no sé quién pueda ser más responsable de los atropellos cometidos en la persona de los señores Arriaga y Zincúnegui, si los señores Arriaga y Zincúnegui o los soldados, que, ignorantes de lo que puede ser fuero, que no teniendo más dentro de su deber que obedecer las órdenes que sus superiores les hubieran dado, no sé, repito, quiénes hayan sido más responsables, si los señores Zincúnegui y Arriaga o los pobres soldados que no hacían más que cumplir con las órdenes recibidas. ¿Quién es más consciente, quién es más responsable de sus derechos, quién es más conocedor de sus obligaciones? Pero fuera de esto, señores, no es a la Cámara de Diputados a quien corresponda conforme a la ley hacer consignaciones a las autoridades competentes para que se averigüen los hechos. Estas funciones, genuina y legalmente están encomendadas al Ministerio Público, que es a quien corresponden en vista de los hechos, y para que se averigüe si hay o no responsabilidad del orden criminal y hacer la consignación que corresponda.

Yo espero, señores diputados, que para dar el voto que debéis de dar a esta proposición, no os llevaréis por el sentimentalismo y por un decoro exasperado creyendo que se ha herido, que se ha lastimado la dignidad de la Representación Nacional por los acontecimientos a que acabo de referirme; son acontecimientos enteramente aislados que no han podido significar nada, puesto que no había la intención premeditada de hacer una ofensa a la Representación Nacional. En todo caso

se trataría, señores, de delitos, si los hubiera del orden común, pero que en manera alguna pueden revestir caracteres de un orden político, que es lo que parece se pretende darle a los acontecimientos que se verificaron en esa fecha. En consecuencia, señores, me opongo a que la Representación Nacional, con su carácter de tal, haga la consignación de los hechos a que me refiero: no es a ella a quien corresponde, conforme a la ley; en todo caso, en último caso, lo que procedería sería una excitativa para que el Ministerio Público, mediante los trámites que correspondiera, hiciera la consignación del asunto, pero no corresponde en manera alguna, conforme a la ley, hacer esa consignación, a la Cámara de Diputados. (Aplausos.)

El C. Villaseñor: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: ¿Relativa a esto?

El C. Villaseñor Mejía: Sí, señor.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Villaseñor Mejía, para una aclaración.

El C. Villaseñor Mejía: Ciudadanos diputados: El artículo del Código Penal invocado aquí por el señor licenciado Gaitán, que es el número 915, en su texto dice que están facultadas las Cámaras para consignar y pedir que se castigue un delito cometido en la personalidad de sus miembros; pero también establece este derecho para los interesados mismo. Y en esta vez, señores, acabo de hablar con el señor Zincúnegui Tercero y él me ha dicho que ya presentó su queja por los conductos debidos, y entiendo que también lo ha hecho así el señor Arriaga; y como el precepto legal establece la disyuntiva entre las unas y los otros, creo que sale sobrando nuestra querella cuando ya fue puesta por la parte ofendida.

Por tal motivo y también teniendo escrúpulos, expresados aquí ya por el señor licenciado Martínez del Río, de que la Constitución posterior al artículo del Código que aquí se leyó, no sabemos si está en pugna por establecerse en el Código Fundamental que es exclusivo del Ministerio Público el acusar, por tal motivo si ya existe la queja, sale sobrando que esta Representación Nacional se ocupe del asunto a debate.

El C. Presidente: La Presidencia tiene la honra de manifestar a los ciudadanos diputados que va a conceder el uso de la palabra al ciudadano Lorandi para preguntar inmediatamente después, si el asunto está suficientemente discutido.

El C. Lorandi: Me dice en estos momentos el estimable compañero Avellaneda que ya retiró el cargo que en concreto hacía en su proposición al Inspector General de Policía y esto me mueve a hablar en pro de la proposición así reformada.

Tal parece como si esta Representación Nacional, espantada por el ridículo en que, indiscutiblemente, se colocó al salir por los fueros de una suripanta, pasara por alto un hecho que, indudablemente, significa desdoro para esta misma Representación. Los señores diputados Zincúnegui Tercero y Arriaga fueron casi apaleados de una manera enteramente ignominiosa, por los soldados que se mandaron al pórtico de la Cámara para disolver una manifestación francamente sediciosa. Este es el hecho, y la verdad es que la Cámara, sin atacar directamente al señor Inspector General de Policía, sin pedir su destitución sin discutir su personalidad, sin creer siguiera que él sea el director responsable de tales acontecimientos, debe hacer la consigna de ellos a quien corresponda, porque tal es su papel. ¿Qué haría el Ejecutivo, que en este caso públicamente debió haber hecho una seria reprimenda a los que directamente influyeron en aquellos acontecimientos, si el señor Oficial Mayor de esta Cámara, en lo más mínimo le hubiera faltado al respeto y nosotros hubiéramos visto impasibles tal desacato? Pero pasando por alto la influencia que el Ejecutivo debió haber tenido en esta cuestión, debemos ver la acción que le queda por ejercer a la Cámara ante los tribunales competentes; que ellos sean los que investiguen quiénes resultan responsables de la afrenta que la Representación Nacional, por mucho que no quiera el licenciado Martínez del Río, indudablemente sufrió. Zincúnegui Tercero y Arriaga, humildísimos, si bien que igualmente respetables como todos los miembros de esta Cámara, merecen la absoluta consideración de todos, de todos absolutamente los que quieran guardar el orden en la vida pública. Es enteramente peregrina la tesis que vino a sostener el licenciado Martínez del Río y de ella no quiero ocuparme, porque es verdaderamente absurda. (Aplausos.)

Dije al principio que apoyaría la moción presentada por el señor Avellaneda, porque ella, si hemos de verla con entera serenidad, ni inculpa a nadie directamente y sólo quiere que se abra una averiguación para esclarecer quiénes resultan responsables. Que se abra esa averiguación; que no os espante el ridículo en que os habéis colocado saliendo por los fueros de una suripanta; no, el hecho subsiste cuando se habla de que dos diputados fueron abofeteados por los soldados. ¿Qué salieron de improviso? No lo hace: son diputados, son inviolables y, en consecuencia, se ha cometido un atentado contra ellos. (Aplausos.) No atacamos directamente a nadie; exclusivamente deseamos que se investigue si resultan culpables los soldados o quien sea: ¡este es el papel que la Cámara debe desempeñar!

El C. Martínez del Río: Pido la palabra para rectificación de hechos.

El C. Presidente: La Presidencia, sujetándose al Reglamento, que previene que después que han hablado tres oradores en pro y tres en contra se consulte a la Asamblea si considera el asunto suficientemente discutido, va a hacerlo. Si se obtiene respuesta negativa, se concederá el uso de la palabra a los ciudadanos diputados por el orden en que estén inscriptos. Han hablado en pro, aparte del autor de la proposición, Avellaneda, los CC. Quiroga, Gaitán y Lorandi, y en contra, los CC. Gómez Noriega, Rodríguez Alfredo y Villaseñor Mejía.

El C. Secretario Soto: En votación económica se pregunta si se considera este asunto suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba.

Dice así:

"Consígnese al ciudadano Procurador General de la República los atentados cometidos en los CC. Leopoldo Zincúnegui y J. Isaac Arriaga, así como la invasión de tropa a este recinto sagrado de la ley."

El C. Avellaneda: Pido votación nominal.

El C. Malpica: Pido votación nominal, tengo siete ciudadanos diputados que me apoyan.

El C. Presidente: Habiendo pedido votación nominal el C. Avellaneda y estando suficientemente apoyado, se va a proceder a ella.

- El mismo C. Secretario: Se procede a la votación nominal. Por la afirmativa.

El C. Secretario Pesqueira: Por la negativa.

(Se recogió la votación.)

El C. Secretario Soto: Votaron por la afirmativa 58 ciudadanos diputados.

El C. Secretario Pesqueira: Votaron por la negativa 76 ciudadanos diputados.

El C. Secretario Soto: En consecuencia, se desecha esta proposición.(Siseos.)

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"H. Asamblea:

"Me permito someter a la consideración de esta honorable Asamblea la siguiente iniciativa de ley:

"La Ley Electoral para elección de Poderes Federales, expedida con fecha 1o. de julio del corriente año, contiene una disposición que a la letra dice:

"Artículo 119. Los que sin causa justificada dejaren de votar, serán castigados con la suspensión de sus derechos políticos por el término de un año. En caso de reincidencia cometida en el plazo de cinco años, además de la suspensión, se impondrá una multa de cinco a cincuenta pesos. Si la reincidencia se repite en el término de diez años, se impondrá al responsable una multa de veinte a quinientos pesos y suspensión de sus derechos políticos por el término de cinco años. En igualdad de circunstancias, se impondrán las mismas penas a lo que no concurran a inscribirse en las listas electorales en los términos que prescribe la presente ley."

"Como se ve por el artículo transcripto, han perdido sus derechos de ciudadano todos aquellos individuos que, estando capacitados para emitir su voto en las elecciones de diputados y senadores verificadas el 28 de julio último, no lo hicieron, ya por ignorancia o por cualquier otro motivo.

"Aun cuando hasta la fecha la autoridad respectiva no ha dado a conocer los nombres de los ciudadanos que cayeron bajo la acción del citado artículo 119 de la Ley Electoral vigente, bien sabido es que en las pasadas elecciones de Poderes Federales más del cincuenta por ciento de los ciudadanos aptos para votar no ocurrieron a las casillas electorales respectivas, quedando, conforme a la ley, la puerta abierta para todas aquellas personas que tengan interés en que la ley se cumpla.

"En efecto, próximamente se verificarán en toda la República las elecciones municipales, y siendo éstas las que mayor interés despiertan entre los ciudadanos, seguramente que el arma que más se esgrimirá entre los contendientes será, a no dudarlo, la que deja fuera de combate a los que no votaron en las repetidas elecciones de Poderes Federales:

"Como es de comprenderse, esto originaría un sin fin de juicios y, en consecuencia, muchísimas dificultades, que estamos obligados moralmente a evitar."

"La justificación para tomar una medida que a tal fin se encamine, tiene su fundamento en los siguientes hechos sobradamente conocidos: Primero: En falta de costumbre de los ciudadanos mexicanos para cumplir con sus derechos cívicos. Segundo: En la precipitación con que fue expedida la repetida Ley Electoral y en lo difícil de cumplimentarse, por las innumerables novedades que contiene; y tercero: En que llegó a muchos lugares con unos cuantos días de anticipación a las elecciones y que fue imposible que se conociera con la amplitud debida.

"Estas circunstancias son más que suficientes para disculpar a quienes no votaron en las pasadas elecciones de que tanto se ha hecho mención; pero existen otras más, que considero innecesario citar, ya que están en la conciencia de todos.

"Por lo expuesto, y considerando de suma importancia un acuerdo sobre este particular, me permito someter a la consideración de la honorable Asamblea el siguiente proyecto de ley:

"Único. Queda sin efecto el artículo 119 de la Ley Electoral para elecciones de Poderes Federales, que está actualmente en vigor."

"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso General. - México, 18 de octubre de 1918. - José P. Saldaña, diputado por Nuevo León." -Primera lectura.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Saldaña.

El C. Saldaña: Honorable Asamblea: Aunque el proyecto de ley que me he permitido someter a vuestra consideración se funda por sí solo, he creído pertinente hablar unas cuantas palabras sobre el particular, a fin de que quede completamente esclarecido este punto.

Bien conocidas son todos vosotros, ciudadanos diputados, las muchas deficiencias que encierra la Ley Electoral vigente para la elección de Poderes Federales; pero el artículo que amerita una innovación inmediata es el 119, ya que conocéis: este artículo deja sin ningún derecho de ciudadano a todos aquellos individuos que estando capacitados para emitir su voto, no lo hicieron en las últimas elecciones de diputados y senadores al Congreso de la Unión; y ya sea porque muchos individuos están acostumbrados o, mejor dicho, desconocen cuáles son sus deberes, o ya porque algunas personas no conocieron las disposiciones relativas de la última Ley Electoral, lo cierto es que en una gran cantidad el pueblo mexicano no ocurrió a los comicios en las últimas elecciones. Conforme a la Ley Electoral, esos ciudadanos que no fueron a las casillas electorales, están suspendidos en sus derechos por el término de un año. Como digo en el escrito respectivo, es cierto que todavía las autoridades respectivas no dicen cuántos ni quiénes son los que no cumplieron este requisito; pero es cierto también que en tratándose de política hay muchas opiniones encontradas y hay quienes indudablemente están por que sus contrarios queden fuera de la ley y buscarán todas aquellas circunstancias que puedan favorecerlos. A todos nos consta, porque es un hecho palpable, que las elecciones de julio pasado apenas si ocurrió a las casillas un veinticinco por ciento de ciudadanos; en consecuencia queda fuera de la ley y no podría practicar sus derechos de ciudadano el setenta y cinco por ciento del pueblo mexicano.

Ahora bien, señores diputados, alguien me ha dicho que sería necesario e indispensable reformar la Ley Electoral; estoy de acuerdo en ello. ¿Pero será posible reformar la ley de aquí a noviembre, en que tendrán verificativo las elecciones municipales en casi toda la República? Indudablemente que no.

El C. de los Ríos Rafael, interrumpiendo: Con permiso de la Presidencia, ¿me permite el orador hacer una aclaración?

El C. Saldaña: Con mucho gusto.

El C. de los Ríos Rafael: Lo que habría que reformarse, señor Saldaña, sería la Constitución, porque el artículo 36, en su fracción III, dice:

"Artículo 36. Son obligaciones del ciudadano de la República:

"III. Votar en las elecciones populares en el Distrito Electoral que le corresponda."

Y el 38 dice:

"Artículo 38. Los derechos o prerrogativas de los ciudadanos se suspenden:

"I. Por falta de cumplimiento, sin causa justificada, de cualquiera de las obligaciones que impone el artículo 36. Esta suspensión durará un año y se impondrá además de las otras penas que por el mismo hecho señalare la ley."

El C. Saldaña: El mismo artículo, en la parte final dice que la ley reglamentaria fijará las condiciones de suspensión de derechos a los ciudadanos. En consecuencia, la Ley Electoral debe reformarse en la parte conducente. Ahora, si es necesaria la reforma de la Constitución en esa parte, considero yo indispensable esa reforma, porque quedaría, como antes dije, el setenta y cinco por ciento de los ciudadanos fuera de la ley. ¿Y puede haber una representación genuina del pueblo con la votación del veinticinco por ciento de los ciudadanos? Indudablemente que no.

El C. de los Ríos, interrumpiendo: Pido la palabra para otra aclaración.

El C. Saldaña, continuando: Hasta que termine. Es indudable que una de las condiciones indispensables para que se pueda cumplimentar con esos requisitos de la Ley Electoral, es la de que el pueblo esté capacitado para ejercitar sus derechos. Bien conocemos nosotros que por la apatía del mismo pueblo, por las circunstancias especialísimas en que hemos vivido por la opresión porfirista, no fue posible inculcar a todos los ciudadanos la obligación que tienen de cumplir con su deber.

El C. Ruvalcaba, interrumpiendo: Pido la palabra para una interpelación al C. Saldaña.

El C. Saldaña, continuando: Hay quien dice que las próximas elecciones son municipales; estoy de acuerdo, pero eso no capacita a quienes han perdido sus derechos de ciudadanos para que entren en el grupo de los ciudadanos: han perdido sus derechos; han perdido sus derechos de ciudadanos, en general y, en consecuencia, no podrán votar en ninguna elección. (Voces: ¡Sí, sí!) No tan sólo en las federales pierden sus derechos completamente; no hay relatividad en este asunto. Hechas estas someras aclaraciones, me reservo para cuando venga a discusión este Proyecto de Ley y entonces me permitiré ser más explícito y creo que llevaré al convencimiento de ustedes lo necesario, lo indispensable que es su aprobación.

El C. Ruvalcaba: Pido la palabra para un hecho.

El C. Presidente: La Presidencia manifiesta al C. Ruvalcaba que no es posible concederle la palabra para rectificación de un hecho al margen del fundamento de la exposición que hizo el C. Saldaña. La Presidencia se permite recordar al C. Ruvalcaba la fracción I del artículo 60.

El C. Secretario Soto: Queda de primera lectura este Proyecto de Ley.

- El mismo C. Secretario, leyendo:

"Considerando los caracteres de gravedad que ha adquirido la fiebre española en la República, y desconociéndose su verdadera naturaleza y caracteres, así como las medidas que se han tomado para localizarla; en vista, además, de la necesidad que tenemos los representantes de velar por los ciudadanos de nuestro Distrito, pedimos sea admitida a discusión, con dispensa de todo trámite, la siguiente proposición:

"Única. Nómbrese una Comisión que investigue los motivos de profilaxis y los procedimientos empleados para limitar y combatir la pandemia designada con el nombre de grippe española."

"Salón de Sesiones. - J. Siurob. - Antonio Quiroga. - Samuel Malpica. - B. Méndez. - Salvador Saucedo. - Francisco Medina. - Luis Fernández. - Francisco Orozco Muñoz. - Julio Herrera."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites.

El C. Siurob: Pido la palabra para fundarla. (Siseos.)

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Siurob para fundarla.

El C. Siurob: Parece increíble, señores diputados, la ligereza con que se toma un asunto que tiene verdadera gravedad social y verdadera importancia para toda la República; me refiero a las características con que ha aparecido una verdadera gravedad, lo que se acostumbra llamar por el nombre de "gripa española". Los médicos sabemos perfectamente que este padecimiento, debido a la simbiosis de varios gérmenes con el bacilo de Pheiffer, que es el que produce ordinariamente la gripa, que de tiempo en tiempo proviene lo más a menudo de Europa, invade nuestra República y ocasiona innumerables víctimas.

A todo el mundo consta lo despoblado que se encuentra el país, la circunstancia en que desgraciadamente se encuentra sumido nuestro pueblo y sobre todo nuestro pueblo bajo, las malas condiciones de higiene a está sometido y la gravedad que reviste la existencia de una epidemia de esta clase, que con el tiempo se hará endémica si no se ponen los medios apropiados para ello y será por lo tanto una gran causa de mortalidad en la República.

La prensa ha venido dando cuenta diariamente de la marcha progresiva del padecimiento, que, invadiendo nuestra República por el Norte, por los Estados fronterizos, ha ido ganando paulatinamente Estados situados cada vez más al centro; hoy precisamente, la prensa de la noticia de que ya en el Estado de Querétaro hubo cuatrocientos

casos simultáneamente y los caracteres de la fiebre nos son revelados a todos los representantes por cartas particulares en que se nos avisa que la muerte ha sobrevenido rápidamente en muchos casos: unas veces ocasionada por fenómenos pulmonares, otras veces, ocasionada por fenómenos esfísicos, debido a la penetración de gérmenes que conviven con el vacilo de Pheiffer y que son el pneumococo, el productor de la pneumonía, el estafilococo dorado y el streptococo, productores de la supuración; pero de todas maneras queda mostrada la gravedad de la fiebre y el peligro tan grande que hay para toda la República de que esta enfermedad que hoy existe en forma de pandemia y con el carácter de aguda, pueda transformarse en una endemia crónica que, por consiguiente, sería una gran causa de mortalidad. No censuro al Departamento de Salubridad; por el contrario, estimo que este Departamento bajo la dirección del doctor Rodríguez, ha tomado ya algunas medidas, las cuales nos han sido comunicadas por la prensa; pero ellas han sido seguramente ineficaces, desde el momento que la fiebre ha seguido extendiéndose hacia el Sur de la República. Sabemos la penuria en que se encuentra en la actualidad el Tesoro público y sabemos también que la partida señalada por nosotros los que pertenecimos a la XXVII Legislatura para el importante Ramo de Salubridad Pública, es una partida que no está en relación con una campaña general que se pueda hacer y que tiene que ser costosa, ya que se refiere a la higienización de nuestro pueblo y a las medidas que deban tomarse para asegurar, cuando menos, que la fiebre no penetre a determinados Estados de la República. Por ejemplo, en las actuales circunstancias, yo sé que la fiebre existe con caracteres alarmantes en Torreón y Durango; comienza ya en Puebla; existe en Querétaro y, sin embargo, no sé que las autoridades locales hayan dictado providencias profilácticas convenientes, como son las de clausurar los centros de reunión, los centros de diversión, los mismos templos, adonde generalmente concurre gentes de todas clases, de todas las categorías sociales y, por consiguiente, son lugares donde la fiebre tiene uno de sus mejores centros de contagio y de propaganda. Hay una región entera del país, todo el Sur de la República, desde Veracruz, los Estados de Istmo, en Yucatán, donde la fiebre no existe, y si podemos evitar el mal de que ésta se comunique a aquellos lejanos Estados de la República, ¿no es un deber, no es una obligación de la honorable Cámara de Diputados coadyuvar con el Poder Ejecutivo en la medida de sus circunstancias para que pueda ser combatida de una manera más eficaz esta calamidad pública? Nosotros estamos ocupándonos aquí en discutir asuntos de relativa trivial importancia, nos estamos ocupando de discutir asuntos enteramente personales, y un asunto tan claro, un asunto tan evidente, un asunto de tan malas consecuencias, puesto que estamos viendo que en los Estados Unidos han muerto cerca de 10,000 individuos en los campamentos en que se reúnen los individuos reclutados para el Ejército, puesto que estamos viendo que la frontera Norte del país son muchos los casos de muerte por la contaminación de esa enfermedad, ¿no es, pues, esto una razón para que dediquemos alguna parte de tiempo a un asunto que revise graves características? ¿No debemos contribuir por medio de una Comisión para censurar, no una Comisión que en alguna forma vaya a obstruir las labores del Ejecutivo, sino una Comisión que vaya a investigar si en efecto para la seguridad pública se han puesto todas las medidas necesarias para combatir la fiebre? No sólo eso, sino que esta Comisión tendrá por objeto ver si se necesita mayor cantidad de fondos para que esta Cámara decrete una ayuda honorable Departamento de Salubridad Pública en la forma que sea necesario, ayuda pecuniaria votando una ley para que sean proporcionados los fondos necesarios para combatir esa epidemia como debe ser. Si esta Comisión está compuesta por médicos, será una forma también en que se contribuya a dar luces al honorable Consejo Superior de Salubridad, puesto que cada médico, conociendo las necesidades de su propio distrito, conociendo las necesidades de la región de donde ha venido, indudablemente que contribuirá con las luces que tenga, por las noticias que le hayan sido comunicadas, a dar noticias sobre la gravedad de la fiebre, sobre los caracteres especiales que reviste, sobre su identificación o no con la verdadera gripa, pues se ha dicho y no ha faltado quien lo afirme, que no se trata en todos los casos de una verdadera epidemia de gripa, sino que juntamente con ésta hay una epidemia de crup, y hay una epidemia también de otros padecimientos más graves, cuya verdadera identificación no se ha logrado todavía. Pero hay más: la prensa diaria también nos acaba de comunicar que unos médicos franceses, en Túnez, colonia francesa, acaban de descubrir el medio curativo de la gripa. Si este medio curativo no pudiera emplearse ciertamente en los casos en que se trata de una gripa que reviste los caracteres ordinarios, sí sería en cambio de una utilísima aplicación cuando se trata de la gripa que reviste caracteres alarmantes. Yo me permito citar a esta honorable Asamblea el caso muy conocido de un médico bastante distinguido del Estado de Querétaro: el ciudadano doctor Carlos Alcocer; este ciudadano, atacado de la gripa española, ha perecido a las ocho horas de aparecida la infección. (Murmullos.) Ustedes comprenden que una infección que sólo tarda ocho horas en llevar al sepulcro a un ciudadano, es una infección ya bastante grave, ya bastante seria para que nos preocupemos seriamente del mal. (Murmullos .)

Suplico al señor Presidente se digne imponer un poco de orden en la Asamblea. (Campanilla.) Yo lamento profundamente que los ciudadanos diputados no guarden el orden y la compostura debidos cuando de trate de un asunto que indudablemente tiene relación con sus distritos. (Aplausos en las galerías) y que solamente presten la debida atención cuando se vienen a discutir personalidades o a tratar asuntos enojosos personales. En este caso, me siento verdaderamente complacido en poder traer a esta tribuna un asunto de verdadera importancia, de verdadera gravedad y en el que sí debe ocupar de preferencia su atención esta honorable Asamblea. (Aplausos.)

Decía yo que unos médicos de Túnez, médicos franceses, sabios franceses, acaban de descubrir un medio curativo. Ignoro todavía si será precisamente una vacuna, si será una antitoxina, si será uno de los procedimientos de vacuna que la bacteriología ha descubierto en casos semejantes; pero de cualquiera manera, puesto que la prensa ha dado esta noticia, es indudable que tiene algún verdadero y legítimo fundamento. ¿Por qué no podría dirigirse nuestro Consejo Superior de Salubridad al Gobierno de Francia para investigar cuál es este medio, para conocer, si fuera posible, el modo de elaborar esta vacuna y para - en caso necesario que se pueda poner en práctica en nuestros incipientes laboratorios bacteriológicos -, que inmediatamente comenzara a fabricarse esta vacuna con objeto de mandarla a todos los lugares en que la epidemia ha revestido caracteres de gravedad y alarmantes en el país? Y si se tratara solamente de una simple vacuna antitóxica producida por la esterilización de un caldo microbiano, esto sí podría hacerse en los laboratorios del país, sería muy factible. Ya se preparan en los laboratorios del país antitoxinas producidas por el cultivo del microbio y la esterilización del mismo cultivo, y luego la vacuna obtenida por la esterilización del cultivo innocuo que, en muchos casos, ha desempeñado un papel importante en la curación de algunos padecimientos. Podría citar asuntos técnicos sobre este particular, pero en virtud de la ignorancia de una gran parte de la Asamblea en asuntos de esta índole, no citaré ejemplos especiales; pero, como médico, tengo derecho a que la Asamblea me crea sobre el particular. Todos estos medios podrían emplearse para combatir la epidemia. Yo, por mi parte, puedo asegurar a ustedes que he viajado últimamente en ferrocarril y no he visto que los trenes hayan sido suficientemente desinfectados, no obstante que son el principal vehículo para la transmisión del padecimiento. No censuro, por eso, al actual encargado del Departamento de Salubridad Pública...

El C. Rocha, interrumpiendo: Moción de orden.

El C. Siurob, continuando: Estoy perfectamente seguro...

El C. Rocha, interrumpiendo: ¡Moción de orden !

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Rocha. para una moción de orden.

El C. Rocha: Es penoso que en asunto tan importante esté, pudiéramos decir, perdiendo el tiempo el doctor Siurob, porque está hablándole a una Asamblea en la que no hay quórum. (Voces: ¡Sí hay!)

El C. Siurob, continuando: Decía yo que no censuro... (Campanilla.)

El C. Secretario Soto, interrumpiendo: Se va a proceder a pasar lista. (Pasó lista.) Hay una asistencia de 130 ciudadanos diputados; hay quórum.

El C. Presidente: Continúa en el uso de la palabra el C. Siurob.

El C. Siurob: Continuando mi discurso, ciudadanos diputados...

- El mismo C. Secretario, interrumpiendo: La Presidencia suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules y prestar atención al orador.

El C. Siurob: Continuando mi discurso, ciudadanos diputados, y para encarecer todavía más la importancia que ha asumido esta plaga pública me permito citar casos concretos: En Torreón se dice que pasan de cinco mil los enfermos; en Gómez Palacio toda la población está contaminada y son muchas los defunciones que ocurren diariamente; el C. diputado Méndez ha recibido un telegrama de su Distrito, en el que le dicen que pasan de tres mil los enfermos y que son de cincuenta a sesenta las defunciones que se registran diariamente.

Este periódico, "La Opinión," que se publica en Veracruz, trae la siguiente noticia:

"La infección española ha causado víctimas en los ediles, en los diputados, en los jueces y en el Procurador de Justicia; en Córdoba, la epidemia ha hecho estragos de gran consideración. En San Pedro de las Colonias, se registraron 1,400 defunciones en un día, y en San Felipe, Guanajuato, así como en Ciudad Lerdo, Durango, se han dado hasta 60 y 70 casos diariamente."

Casi no necesitaría dar más datos desde el momento que los ciudadanos diputados pueden verlos en la prensa diaria. De Puebla se nos dice que de una familia compuesta de quince individuos, todos fueron atacados y que siete de esos individuos perecieron atacados por el mal. Ahora, ¿qué objeto tiene la inquisición que se va hacer? Ver en qué forma se puede ayudar al Departamento de Salubridad. Yo sé que este Departamento, dentro de muy poco - y con toda justicia -, va a solicitar un aumento en la partida que tiene asignada en el presupuesto.

Pues bien, la Comisión que se nombre, con toda diligencia y anticipadamente a una necesidad publica, irá a investigar el monto de la cantidad que necesite este Departamento tan importante del Gabinete para cumplir eficazmente con su cometido. Faltan medicinas en muchas poblaciones de la República y, sobre todo, como en todos los casos de epidemia faltan las medicinas especiales que se necesitan para combatir sea sintomáticamente, o sea de una manera más o menos a fondo, la causa del mal, de una manera más o menos etiológicas. Por consiguiente, la difusión de estas medicinas, la compra de ellas a precios económicos para el propio Gobierno y para la población civil, la translación de estas medicinas a los lugares en que se necesitan para que los enfermos no parezcan y para que pueda obtenerlas el público con toda facilidad, es otra de las cosas en que se necesitan la colaboración de todos los elementos. Sobre todo, el argumento fundamental es que la Cámara de Diputados no debe permanecer indiferente ante una calamidad pública, no debe permanecer indiferente ante la calamidad que están sufriendo de preferencia las clases humildes y las clases necesitadas. El Ejercito, en su gran mayoría, va a ser atacado, porque la mayoría de los cuarteles, por los difíciles circunstancias por qué atraviesa el Erario, por la incuria misma de nuestras clases de tropa, por la falta de instrucción de la tropa y muchas veces aun por falta de instrucción de algunos de sus jefes, no es posible que tengan los cuarteles en el estado de higienización que es de necesidad, y aunque yo sé perfectamente que el Jefe del Departamento de Salubridad de la Secretaría de Guerra está también preocupándose esencialmente por este asunto, yo sé perfectamente que no se le da toda la importancia debida, porque no todos

pueden comprender, si no son los médicos, la importancia que pueden tener para la población de la República la difusión y transformación de esta pandemia en una endemia de más o menos gravedad y más o menos estable en el país.

No necesito, pues, seguir insistiendo sobre el particular. Yo sé que se va a venir a decir aquí, por los oradores del contra, que la higiene es imposible de conseguir en nuestro país; yo sé que se va a venir a decir que es imposible combatir este mal por las circunstancias especiales en que nos encontramos colocados, pero yo pregunto: De qué manera es más imposible, ¿si no se pone ningún medio o si se pone alguno? Yo sé que se va a venir a decir que debemos tener confianza en el Departamento de Salubridad Pública, que debemos tener confianza en él; pero si nosotros lo excitamos a que cumpla todavía mejor con su deber, habremos cumplido mejor con el nuestro. Sobre todo, ¿el pueblo va a ver con tranquilidad que nosotros, sus representantes, permanezcamos indiferentes ante una calamidad pública? ¿No tenemos la obligación de investigar especialmente en su caso tan grave como éste, en el que están, por decirlo así, candidatos a la muerte, encapillados para perecer, tantos ciudadanos de toda la República? ¿No interesa a todos los representantes en general, puesto que aquí están representados todos y cada uno de los Distritos de la República? ¿No tiene el mismo peligro de verse englobados dentro esta contaminación? Pues si es así, yo espero una unanimidad absoluta puesto que éste no es un asunto de partido, puesto que es un asunto nacional, puesto que es un asunto en que no cabe ni siquiera discusión.

La Cámara debe demostrar su buena voluntad en este caso; la Cámara debe enviar a sus médicos más conspicuos, debe enviar a sus representantes más conocedores en el asunto de la higiene, en el asunto de la salubridad pública y debe, desde luego, nombrar esta Comisión, para la cual yo pido que envíen puros médicos, porque son los que especialmente pueden encargarse de este cometido. Hay veinte médicos en el interior de esta Asamblea, hay veinte médicos, entre los que se encuentran ciudadanos tan honorables como el doctor Uzeta, como el doctor Méndez, como el doctor Medina, que pueden perfectamente integrar esta Comisión y que, indudablemente, los datos que nos suministren y las luces que vayan a llevar al seno del Departamento de Salubridad Pública, serán de suma importancia para combatir, serán de suma importancia para prevenir y para aminorar las consecuencias que tiene esta calamidad pública. (Aplausos.)

Apelo, pues, al patriotismo, apelo a los sentimientos de los ciudadanos diputados y pido que se vote de conformidad con esta moción. (Aplausos.)

El C. Secretario Soto: En votación económica se pregunta a la Asamblea si dispensa los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse.

El C. Zerecero: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Zerecero. (Voces: ¡No! ¡No!)

El C. Zerecero: Únicamente es una breve aclaración, relativa a un hecho que asentó el señor diputado Siurob. Deseaba manifestar al compañero Siurob, que en el curso de su peroración expuso que no se habían mandado desinfectar los carros de los ferrocarriles, que yo hago constar, por lo que hace al Ferrocarril Mexicano y demás líneas anexas, que sí se ha mandado hacer esa desinfección. (Murmullos.)

- El mismo C. Secretario: Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse. (Voces: ¡Aprobada! ¡Aprobada!)

El C. Presidente: No habiendo ciudadano inscripto para hablar en contra, tiene la palabra en pro, el C. Saldaña. (Voces: ¡No, no, no!)

El C. Saldaña: Voy a ser muy breve, ciudadanos diputados. Como representante de un Distrito de Nuevo León, estoy al tanto del incremento que ha tomado la epidemia a que ha hecho referencia el doctor Siurob. En la ciudad de Monterrey hay actualmente como treinta mil casos de esta terrible epidemia; en Torreón en veinticuatro horas han muerto trescientas personas; en Laredo, en un día murieron ciento cincuenta, y la epidemia se está extendiendo de una manera rapidísima, al grado de que ha llegado ya a la misma capital de la República. Se me han dado datos concretos: En el Hospital General..... (Voces: ¡Ya!), han muerto como veinte personas en los últimos días, los que estaban en el pabellón número 25. En consecuencia, se trata de un caso verdaderamente grave y se necesita aplicar un remedio inmediato. Pido de vosotros un voto aprobatorio a la iniciativa del doctor Siurob, por ser de mucha importancia y de interés general. (Aplausos.)

- El mismo C. Secretario: No habiendo más oradores inscriptos se va a consultar a la Asamblea si se aprueba esta proposición. Dice así:

"Nómbrese una Comisión que investigue los motivos de profilaxis y los procedimientos empleados para limitar y combatir la epidemia designada con el nombre de "grippe española."

En votación económica se pregunta a la Asamblea si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada. (Aplausos.)

El C. Presidente: La Presidencia tiene el honor de someter a los miembros de esta Asamblea las siguientes personas en Comisión: los CC. Siurob, Uzeta, Méndez, Medina y Orozco. (Murmullos.)

- El mismo C. Secretario: La Presidencia se permite consultar a la Asamblea, en votación económica, si está de acuerdo con el nombramiento de esta Comisión. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado.

El C. Presidente: Para contestar alusiones personales tiene la palabra el C. Saucedo. (Voces: ¡No está!) No encontrándose en el salón el C. Saucedo, tiene la palabra para rectificación de hechos, el C. Zincúnegui Tercero. (Voces: ¡Tampoco está!) No encontrándose en el salón el C. Zincúnegui Tercero, tiene la palabra para una aclaración, el C. Malpica. (Murmullos.)

El C. Malpica: Señores diputados: Veo muy cansada a la honorable Asamblea y, por esta circunstancia, vengo a retirar mi aclaración. En ese

concepto, suplico a ustedes se sirvan dispensarme. (Aplausos.)

El C. Presidente: Encontrándose a las puertas del salón el C. Jenaro Ruiz de Chávez, suplente del C. diputado Enrique Suárez, se comisiona a los CC. diputados Luis Espinosa y José P. Saldaña, acompañados del Secretario Soto, para que tenga la bondad de introducirlo al salón con objeto de que rinda la protesta de ley.

(El C. Jenaro Ruiz de Chávez rindió la protesta de ley. Aplausos.)

El C. Secretario Pesqueira: La Secretaría tiene el honor de informar a la Asamblea que no ha recibido ningún expediente dictaminado.

El C. Presidente, a las 7.38 p. m.: En vista de la información de la Secretaría, se levanta la sesión y se cita para mañana a las cuatro de la tarde a sesión de Cámara de Diputados.