Legislatura XXVIII - Año I - Período Ordinario - Fecha 19181205 - Número de Diario 91
(L28A1P1oN091F19181205.xml)Núm. Diario:91ENCABEZADO
MÉXICO JUEVES 5 DE DICIEMBRE DE 1918.
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADO UNIDOS MEXICANOS
AÑO I.- PERÍODO ORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 91
SESIÓN ORDINARIA DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 5 DE DICIEMBRE DE 1918
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Es leída, discutida y aprobada el acta de la anterior.
2.- Varios ciudadanos diputados hacen uso de la palabra para hechos.
3.- Es presentada, discutida y aprobada, una proposición tendiente a que se permita el acceso del público a las galerías.
4.- Continúa la discusión del voto particular del C. O'Fárrill, para derogar el decreto que prohibe las corridas de toros en el Distrito y Territorios Federales. Es rechazado. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del C. BLANCARTE RAMÓN
(ASISTENCIA DE 146 CIUDADANOS DIPUTADOS.)
El C. Presidente, a las 4.28 p. m.: Se abre la sesión. (Voces: ¡Galerías! ¡Galerías! Campanilla.)
El C. Prosecretario Bolio: La Presidencia suplica a los ciudadanos diputados tengan la bondad de ocupar sus curules.
El C. Meza: Pido la palabra.
El C. Presidente: Después de que se lea el acta se le concederá a usted.
El C. Prosecretario Bolio: La Presidencia suplica a los ciudadanos diputados, por conducto de la Secretaría, que tengan la bondad de ocupar sus curules. Después de la lectura del acta, cualquiera que solicite el uso de la palabra tendrá derecho a hacer uso de ella. (Voces: ¡Ya se sabe!)
- El mismo C. Prosecretario, leyendo:
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día cuatro de diciembre de mil novecientos diez y ocho.
"Presidencia del C. Ramón Blancarte.
"En la ciudad de México, a las cuatro y quince de la tarde del miércoles cuatro de diciembre de mil novecientos diez y ocho, se abrió la sesión, con asistencia de ciento treinta y seis ciudadanos diputados, según lista que previamente pasó el C. Secretario Soto.
"El acta de la sesión efectuada el día anterior, que fué leída por el mismo ciudadano Secretario, resultó aprobada, sin discusión, en votación económica.
"Y a continuación se dio cuenta con los documentos en cartera:
"Oficio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en que dice quedar enterada del nombramiento de Mesa, hecho por esta honorable Cámara del día 30 del mes próximo pasado.- A su expediente.
"La Legislatura del Estado de Campeche, en cuatro oficios, hace constar su pésame por el fallecimiento de los CC diputados Aniceto Ortega, Juan Manuel Giffard, Roberto Camacho y Rodolfo Cancela Nogueira.- A sus expedientes.
"Los Congresos de los Estados de Hidalgo, Nuevo León, Puebla y Zacatecas, y los Gobiernos de los de Coahuila, Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Jalisco, Michoacán, Nayarit y Tamaulipas, remiten participaciones de condolencia por la muerte del C. diputado Alejandro R. Aceves.- A su expediente.
"El Ejecutivo del Estado de Michoacán envía una comunicación en que expresa su pena por el fallecimiento del C. diputado Aniceto Ortega.- A su expediente.
"Proyecto de reforma al artículo 93 de la Constitución General de la República, firmado por el C. diputado Octavio M. Trigo.- Primera lectura, e imprímase.
"Memorial del C. teniente coronel Emigdio Arenas, en el que suministra antecedentes políticos del C. Licenciado Eucario Alonso, Magistrado de la 3a. Sala del Tribunal Superior de Justicia.- A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Queja de varios vecinos de San Andrés Calpan; Municipio de Cholula, Estado de Puebla, por atropellos que dicen haber sufrido de fuerzas del Ejercito.- A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Solicitud de la señorita Anastasia González, a fin de que se le siga pagando la pensión de que viene disfrutando en la cantidad que primitivamente le fué asignada.- A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Memorial de la Federación de Sindicatos del Cantón de Orizaba,- Veracruz; en que se hacen diversas
consideraciones sobre la federalización de la Ley del Trabajo y se pide a las Comisiones respectivas presenten a la mayor brevedad posible su dictamen sobre la reglamentación del artículo 123 constitucional. - A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Copias de documentos relacionados con la queja que, contra actos del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, elevaron a esta honorable Cámara varios vecinos de Rincón Antonio, Oaxaca con fecha 2 de agosto último.- A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Escrito del Secretario General del Sindicato de Obreros Panaderos del Distrito Federal, pidiendo se violente la reglamentación del Artículo 123 del Código Fundamental.- A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Solicitud del C. licenciado Francisco P. Agraz, para que le sea conferido el puesto de Juez 2o. de lo Civil de esta ciudad.- A la Comisión de Peticiones en turno.
"Petición signada por el C. Francisco A. Márquez, a fin de que le sea reanudada la pensión que antes disfrutaba.- A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Copia de un ocurso que el 25 de noviembre último dirigió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación el C. Trinidad O. Velásquez.- A la Comisión de Peticiones, en turno.
"Presidencia del C. Jesús Rodríguez de la Fuente.
"Leído el voto particular acerca del proyecto de ley que presentaron varios ciudadanos diputados a la XXVII Legislatura, relativo a que se derogue el decreto expedido por el ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión , que prohibe las corridas de toros en el Distrito y Territorios Federales, y puesto a discusión, pasó a fundarlo en autor de él, C. O'Fárrill, a moción del C. Alvarez del Castillo.
"El C. Espinosa Luis habló en contra, después de que el C. Secretario Soto leyó el artículo reglamentario que se refiere a las galerías y de que la Presidencia las excitó a guardar la debida compostura.
"El C. Espinosa Luis fue interrumpido por el C. Toro a quien no se le concedió el uso de la palabra; por una moción de orden del C. Berúmen, aclaraciones y exhortaciones de la Presidencia, la lectura del artículo 103 del Reglamento por la Secretaría y por otra moción de orden del C. Alvarez del Castillo.
"Presidencia del C. Ramón Blancarte.
"El C. Trigo usó de la palabra en pro, y en contra el C. Quiroga, cuyo discurso fué interrumpido por una excitación al orden hecha por la Mesa y por una moción en igual sentido del C. Meza Enrique.
"El C. Soto Peimbert, en pro, dio lectura al decreto relativo del ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, publicado en el "Diario Oficial" de la Federación, con fecha 11 de octubre de 1916.
"El C. González Marciano impugnó el voto particular a debate, una vez que la Presidencia hizo una aclaración y nueva exhortación a las galerías y de que la Asamblea, en votación económica, otorgó su conformidad para que hiciera uso de la palabra. El C. González Marciano fué interrumpido por llamamientos al orden hechos por la Presidencia, por una interpretación a ésta hecha por el C. Camarena y por una moción de orden del C. Rodríguez Herminio S., y al final de su peroración respondió a una pregunta del C. Díaz González.
"El C. Pastrana Jaimes habló en contra, y en pro lo hizo el C. Villaseñor. El C. Siurob abordó la tribuna, y en seguida el C. García de Alba hizo una moción de orden y leyó el artículo reglamentario que se refiere al turno de los oradores.
"Presidencia del C. Jesús Rodríguez de la Fuente.
"Aclaraciones de la Mesa, que declaró sostenía su trámite, después de una moción de orden del C. Espinosa Luis y una explicación del C. Céspedes, antecedieron al discurso del C. Siurob, que fué contrario al voto particular del C. O'Fárril, Presidente de la 2a. Comisión de Puntos Constitucionales Dicho discurso resultó interrumpido por manifestaciones de los concurrentes a las galerías, lo que dio lugar a una moción de orden del C. Siurob, por otra excitación de la Presidencia, la que ordenó a la policía expulsara a un ciudadano, expresó el C. representante Camarena, se produjo en términos injuriosos y que se encontraba en uno de los palcos de la prensa, de los cuales se mandó desalojar a los ciudadanos que carecieran de la tarjeta respectiva; por mociones de orden de los CC. Arriaga, Avilés, Céspedes, Morales Francisco César y Espinosa Luis, por aclaraciones de la Presidencia y por nuevo llamado al orden hecho por conducto del C. Prosecretario Bolio, quien consultó a la Asamblea sobre si seguía hablando el C. Siurob, por haberse concluido el término reglamentario. La votación económica correspondiente fué favorable, y mociones de orden de los CC. Rodríguez Herminio S. y Morales Francisco César, volvieron a interrumpir al C. Siurob. Siguieron una moción de orden del C. Saldaña y aclaraciones de la Presidencia y después habló en pro el C. Verástegui Franco.
"Presidencia del C. Ramón Blancarte.
"Así que hizo una moción de orden el C. O'Fárrill, la Asamblea acordó continuara la sesión, al hacérsele la consulta respectiva, por haber transcurrido las cuatro horas que marca el Reglamento. También hicieron mociones de orden los CC. Quiroga, Gómez Noriega y Espinosa Luis, y hubo nuevas aclaraciones de la Presidencia.
"El C. Castillo Torre, en contra, fué interrumpido por mociones de orden de los CC. Mena y Céspedes y por explicaciones de la Presidencia, la que mandó desalojar una de la tribunas de la izquierda.
"Y suspendida la sesión mientras se restablecía el orden, de reanudó a los pocos minutos, para levantarla después de mociones de orden de los CC. Siurob y Rodríguez Alfredo, y en vista de que continuaba el desorden, siendo las ocho y cuarenta de la noche."
Está a discusión el acta.
El C. Fernández Martínez: Pido la palabra, señor Presidente, para hacer una interpelación a la Presidencia. (Voces: ¡Está a discusión el acta!) A propósito del acta.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Fernández Martínez: Atentamente ruego
al señor Presidente me diga por qué motivo se ha dado lectura al acta de la sesión anterior, siendo que esta sesión, con toda arbitrariedad, es secreta y por tal motivo debería haberse leído el acta de la sesión secreta anterior.
El C. Presidente: La Presidencia contesta al C. diputado Fernández Martínez que no es ésta sesión secreta, puesto que ahí están los señores de la prensa y desde el momento en que hay un artículo que faculta a la Cámara para deliberar en esta forma, eso es lo que se está haciendo.
El C. Meza: ¡Reclamo el orden!
El C. Tejeda Llorca: ¡Moción de orden! Se está infringiendo!
- El mismo C. Prosecretario, leyendo:
"Artículo 193. Habrá en cada Cámara un lugar con este nombre, destinado al público que concurra a presenciar las sesiones; se abrirá antes de comenzar cada una de ellas, y no se cerrará sino cuando las sesiones se levanten, a no ser que haya necesidad, por algún desorden o por cualquier otro motivo, de deliberar sin presencia del público en cuyo caso permanecerán cerradas."
El C. Fernández Martínez: Pido la palabra para una aclaración, señor Presidente. ¡Pido la palabra!
- El mismo C. Prosecretario: La Presidencia manifiesta que está a discusión el acta. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra pueden pasar a inscribirse; después se harán las aclaraciones pertinentes.
El C. Tejeda Llorca: Reclamo el trámite, señor Presidente. De acuerdo con el artículo 193 del Reglamento debe de permitirse entrar a las galerías antes de principiar la sesión.
- El mismo C. Prosecretario: La Presidencia manifiesta que inmediatamente que sea aprobada el acta se harán las aclaraciones pertinentes. (Voces: ¡No, no!)
El C. García de Alba: Reclamo el trámite.
El C. Meza Enrique: Pido la palabra, señor Presidente.
- El Propio C. Prosecretario: No habiéndose inscripto ningún ciudadano diputado para impugnar el acta, en votación económica se pregunta si se aprueba... (Voces: ¡No, no! ¡Reclamo el trámite! ¡Moción de orden! ¡Para una interpelación! ¡Hay mayoría! ¡Aprobada! ¡No, no; sí, sí!) Habiendo mayoría de diputados de pie, se declara aprobada el acta. (Aplausos. Voces: ¡No, no! ¡Reclamo la votación! ¡Ya se hizo la declaratoria!) Habiéndose reclamado la votación, se nombra al C. Meza para que cuente a los que están sentados, y C. Bouquet, para que cuente a los que están de pie. Se suplica a los ciudadanos diputados que aprueben el acta permanezcan en pie mientras se hace el recuento de votos.
El C. García de Alba: ¡Reclamo el trámite! (Voces: ¡No hay trámite! ¡Estamos en votación!)
- El mismo C. Prosecretario: Habiéndose hecho el recuento de la votación, da un total de 82 ciudadanos diputados en pie y 75 sentados. En consecuencia, se aprueba el acta. (Aplausos.)
Presidencia del C. TRIGO OCTAVIO M.
El C. Blancarte: Pido la palabra.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Blancarte.
El C. Blancarte: Como ha llamado la atención de varios compañeros que estén desalojadas las galerías, creo de mi deber informar a ustedes cuáles han sido las razones que se tuvieron, en contra de mis ideas y de mi modo de pensar; pero debemos de considerar cuáles han sido los antecedentes para que veamos, en todo caso, que la presidencia no tiene ninguna parcialidad, como muchos, de una manera pasional, han querido manifestarlo....
El C. Céspedes, interrumpiendo: ¡Moción de orden! El señor Blancarte desde esa tribuna está hablando en funciones de Presidente y, por consiguiente, debe hacerlo desde su sitio y no ocupar la tribuna para actos que atañen a la Presidencia.
El C. Blancarte, continuando: No estoy en ejercicio de Presidente y, por lo mismo como no es exclusivamente asunto de la Presidencia, si desde allí estuvieran haciéndolo, lo mismo el señor Céspedes reclamaría el orden; así es que se ha visto aquí la intención de que, en cualquier sentido que se obre, siempre se atacará. Yo no sé por qué el señor Céspedes tiene tanto interés en estar molestando a la Presidencia.... (Aplausos.) Para que se viera hasta donde el Presidente quiere dejar el cargo de la Presidencia para poder dirigirse a ustedes, a dejado al Vicepresidente para que se vea que no tiene aquí ningún carácter de autoridad en esta Asamblea, y, sin embargo, todavía se le critica porque ha dejado por estos momentos lo que pudiera significar autoridad, para dirigirse a ustedes como compañero y esto es motivo de crítica para el señor Céspedes y ayer el señor Céspedes enrojecía gritando a voz en cuello y era el primero que interrumpía el orden; pero es que el señor Céspedes se ha olvidado de las dificultades que tiene la Presidencia para poder meter al orden no solamente a las galerías, sino a los mismos compañeros, que ustedes han visto las dificultades para hacerlo. Ayer que el C. Céspedes decía que yo era muy mal cambiador de suertes; es verdad, no tengo la pretensión de desempeñar bien mi puesto como Presidente de esta Cámara; pero pregunto ¿es culpa mía no saber hacerlo o es realmente de la Asamblea que en su mayoría tuvo confianza en mí al elegirme? Si se ha tenido confianza en mí, hay la obligación de tolerar mis deficiencias, puesto que no he tenido la pretensión de hacerlo bien; y si no me ayudan ustedes, es imposible que pueda avanzarse absolutamente nada en los asuntos. (Aplausos.) Concedo al C. Céspedes que él lo hizo perfectamente bien en su mes,.... (Risas. Voces: ¡No!) pero entiendo que no tiene derecho de exigir que todos lo hagamos así: conque uno cumpla con su deber de acuerdo con sus facultades y con la buena intención,- que eso sí les protesto he tenido,- no se puede
exigir más. En vista de estos antecedentes paso a explicar lo que sucedió ayer. Las galerías no son las que siempre tenemos aquí,....
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Es cierto!
El C. Blancarte, continuando: .... son galerías de un temperamento y de una condición especial; están integradas, aunque queramos negarlo, por individuos que concurren a los toros y están impuestos a gritar y a hacer desorden. (Aplausos.) Así es que no cabe más que esta disyuntiva: o consideramos que los concurrentes a las galerías no son sajones, sino latinos que tienen esa susceptibilidad propia de nuestra raza, de igual modo como la tenemos dentro de esta Asamblea los diputados, a quienes cuando se le llama a orden vemos que no hacen caso; o aceptamos que tienen la misma sangre y la misma efervescencia que nosotros y por lo mismo no podemos exigirles que sean de otra raza sino de la que conocemos que son, la que se bastante excitable. (Aplausos.) Ahora quiero que reflexionéis sobre esto: cuando aquí los oradores empiezan por dirigirse a las galerías, atacándolas y diciéndoles inconscientes e hiriéndolas en alguna forma, después que en cierto modo se les excita y se les azuza para que empiecen con sus manifestaciones, entonces los mismos oradores dicen que la Presidencia no cumple con su deber. Y yo pregunto ¡quién tiene la culpa: el orador que las excita o las mismas galerías? (Voces: ¡El orador! y como yo pude observar ayer en algunos oradores que tienen de una manera sistemática esa costumbre, vi que no podía hacerse otra cosa más que esto: deliberar en la forma en que lo estamos haciendo, si la Asamblea así lo acuerda,.... (Voces: (¡No!, ¡no! ¡Sí!. ¡sí!) Señores: aquí mismo está viéndose una prueba clara y palpable de que los señores diputados que tienen voz y voto y que ya manifestarán su voluntad a la hora de la votación, no se detienen, sino que empiezan luego a dar voces que no corresponden a los diputados, que tienen su derecho a salvo para votar y su voz libre para venir a la tribuna a manifestar sus ideas. (Aplausos.) Y luego, probablemente, las mismas personas que así se manifiestan aquí son las más exigentes para que se tenga en las galerías un público que no es el de México.
Por eso ya aquí, cuando yo pregunto a alguno de los compañeros, de los más serios: ¿qué, en realidad, allá en la Presidencia, yo no puedo ver con claridad si obra con imparcialidad o no?, y entonces, elementos de uno y otro lado me dicen, elementos de alguna significación, me dice: "No, si ha obrado usted bien." En cambio, otros elementos me dicen: "Lo has hecho perfectamente mal." Así es que aquí hay una verdadera división y más todavía , no son los que quieren toros y los que no quieren toros , sino que los que están dentro de un mismo campo aprecian de distinto modo. ¿Cómo, pues, puedo obrar yo con esta diversidad de criterios, pues mientras que a unos se les da gusto, a otros no se les da? Y los mismos compañeros que trabajaron para que yo fuera a la Presidencia , son los que más trabajos han hecho para desprestigiar a la Presidencia. Por lo que a mí se refiere, como individuo no me importa, no tengo la pretensión de valer mucho; pero cuando se han ungido a un Presidente para que dirija los debates y luego en seguida se le empieza a atacar por sistema, no sé cuáles sean las causas que pueda tener una de estas personas cuando ella misma dio su voto. Así es, pues, que quiero que aquí la Asamblea sea la que resuelva si se delibera como estamos haciéndolo, para que no digan que hay parcialidad y presión, o si es necesario que se llenen las galerías; pero entonces la responsabilidad no empiecen ustedes a echársela a la Presidencia, la responsabilidad será de la Asamblea y ya no tendremos aquí constantemente a un diputado nada más pidiendo mociones de orden, de una manera sistemática, con el objeto de hacer el desorden.... (Voces: ¡Zas! Aplausos.) Este ha sido el objeto de distraer la atención de ustedes para que si están de acuerdo con lo que la Presidencia ha hecho que se termine este asunto en la forma en que lo estamos haciendo, con la presencia de la prensa; pero en caso de que opinen otra cosa, no quiere la Presidencia de ninguna manera imponer su voluntad.
El C. Siurob: Pido la palabra para rectificar un hecho.
El C. Castillo Torre: Pido la palabra. (Voces: ¡Pido la palabra!)
El C. Presidente: Se va a dar cuenta con una proposición que está en la Secretaría.
El C. Prosecretario Bolio: Se ha presentado la siguiente moción ....
El C. Avilés, interrumpiendo: Pedí la palabra para rectificar hechos desde hace mucho tiempo.
El C. Fernández Martínez: ¡Yo la pedí desde hace media hora!
El C. Avilés: ¡No se me ha atendido....!
El C. Presidente: Se llama al orden por primera vez al C. Avilés. Tiene la palabra el C. Siurob.
El C. Siurob: Honorable Asamblea: Celebro mucho la confesión hecha por el C. Blancarte; es la confesión del Presidente que ha visto desde su asiento, aunque no con ojos enteramente imparciales, lo que ha pasado en esta Asamblea. El ha dicho lo siguiente: que las galerías que han asistido en estos días a la Representación Nacional no son las galerías ordinarias, las que siempre acuden....
El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: ¡Son las mismas!
El C. Siurob, continuando: ....sino que estaban formadas por individuos que tienen la costumbre de ir a los toros; y ya es un hecho muy vulgar y bien sabido que a la puerta de la plaza de toros se olvida la educación, y por el fanatismo que despierta esta clase de diversiones o esta fiesta, esos individuos han venido aquí a pretender hacer lo mismo que en la plaza de toros. Esto lo corrobora la misma prensa de todos los colores y de todos los tonos, la cual dice en su crónica que hoy habría aquí corridas de toros, refiriéndose a la actitud de las galerías, que han estado gritando y ululando dentro de este recinto.... (Voces: ¡Es encerrona!) Nosotros, los que estamos acostumbrados a ganar y a perder, y digo que estamos acostumbrados, por que yo llevo durante este período y durante el período pasado muchas veces de haber perdido y de haber perdido con la satisfacción que tenía, unas veces de haber sido derrotado legalmente y otras veces con la convicción de que yo tenía la razón, a pesar de pertenecer a una minoría y de que los compañeros no estaban con ella, a pesar de haber
triunfado. No obstante esto, en este caso a pesar de que llevaré la misma convicción, gane o pierda, no es que no quiera yo perder, sino es que quiero perder legalmente; es que después de las confesiones del Presidente y tras de ver el aspecto que presentaban ayer las tribunas, el sinnúmero de veces que intimidaron a los oradores, que no les permitían continuar, a los oradores tímidos, no me refiero a mí, porque por más que no sea orador no soy tímido nunca ni ante nadie, así las galerías se me vinieran encima....(Voces: ¿Aaaah?); pero sí me refiero a algunos oradores que, no acostumbrados a la tribuna, por primera vez vienen aquí a hacer uso de la palabra. Estos oradores fueron intimidados realmente y se vió en su modo de producirse que fueron intimidados por la presión de las galerías. En estas condiciones yo, como representante del pueblo, comprendí que no era conveniente que las galerías siguieran abusando en esta forma. El mismo Presidente muchísimas veces dijo estas palabras: "Se advierte a las galerías por última vez, y si vuelven a insistir en interrumpir el orden se les desalojará de la sala" Por fin se dio un caso, cierto o no cierto pero el hecho es que dos diputados lo atestiguaron y con ese simple hecho basta para que todos le demos crédito, porque dos diputados no son dos mentirosos, sino dos individuos que atestiguaron algo que acaba de suceder, y no son dos ni cinco los que lo atestiguan......
El C. Castro Roberto, interrumpiendo: ¡Diez!
El C. Siurob, continuando: .....Son diez los que atestiguan que un ciudadano que estaba allí se permitió insultar a los diputados en una forma agresiva......
El C. Meza, interrumpiendo: ¡Es un miembro de la prensa!
El C. Siurob, continuando: En esta forma, ciudadanos diputados, yo reprocho en lo absoluto la actitud del ciudadano Presidente que, lejos que haber cumplido con la orden que había él mismo dado, creyó que estaba seguramente oficiando en un altar y se concretó simplemente a hacer reverencias y más reverencias a las galerías y a los mismos diputados y no cumplir con el programa que él mismo se había trazado, Esto dio margen a que las galerías se fueran volviendo más y más impulsivas y, al final de la sesión, acabara hasta por insultar a los mismos diputados en el momento de retirarse. De manera que el Presidente, y yo no le lanzo este reproche de una manera absoluta de que no sabe dirigir una sesión de esta Asamblea, no le lanzo este reproche, pero sí le lanzo el reproche de que estuvo débil, de que no estuvo a la altura de su cargo al obrar como debía contra las galerías, saliéndose de su papel y no respetando la ley; en esta forma el Presidente me lanzó a mí un reproche diciendo que yo solicité muchas veces el uso de la palabra para imponer el orden, y si yo he hecho uso de la palabra para pedir una moción de orden.... (murmullos, siseos, campanilla), fué en primer lugar porque estaba en mi derecho. (Campanilla.)
- El C. Prosecretario Bolio. Se suplica a los ciudadanos diputados, por orden de la Presidencia, se sirvan ocupar sus curules.
El C. Siurob, continuando: Mi actitud al pedir reiteradas veces la palabra para una moción de orden estuvo enteramente justificada por la actitud de la Presidencia de la Cámara. La actitud de la Presidencia de la Cámara era de excesiva tolerancia, de una tolerancia sospechosa, de una debilidad que comprometía las respetabilidad de esta honorable Asamblea..... (Campanilla.)
- El mismo C. Prosecretario: La Presidencia insiste nuevamente en que los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules; de lo contrario, se verá precisada a suspender en el uso de la palabra al C. Siurob mientras se restablece el orden. Se suplica al C. Malpica se sirva ocupar su curul.
El C. Siurob, continuando: Como decía ciudadanos diputados, mi actitud estuvo enteramente justificada por dos razones: Primera, por el derecho que me concede el Reglamento, de pedir la palabra cuando se esté alterando el orden; segunda, por la debilidad manifiesta, por la parcialidad del Presidente y por su actitud que estaba siendo objeto de ludibrio a su propia personalidad y a la Representación Nacional. Precisamente, en acatamiento de lo que pidió él en esta honorable Asamblea, de que se le prestara todo el apoyo debido, precisamente por eso pedí yo el uso de la palabra para que él mismo se hiciera respetar, porque no estaba sabiendo hacerse respetar y él mismo lo acaba de confesar en la tribuna. De manera que si yo he insistido tantas veces en pedir la palabra para una moción de orden, fue, primero, porque el Presidente se negaba a concedérmela y yo tenía derecho, conforme al Reglamento; de manera que obraba de acuerdo con una ley; y segundo, yo deseaba que la Presidencia se hiciera respetar, porque si el Presidente de una Asamblea no se hace respetar, no es respetable aquella misma honorable Asamblea, precisamente porque el Presidente es el fruto del sufragio, es decir, de la mayoría de votos de esta misma honorable Asamblea. Ahora, de seguirse admitiendo dentro de este recinto a las galerías, daríamos el mismo espectáculo de ayer y de antier....(Voces: No, no!) el espectáculo vergonzoso de estar continuamente teniendo que llamar al orden a las galerías y éstas continuamente agresivas pisoteando el reglamento de la Cámara; sin embargo, no me opongo a que se les llame siempre que el Presidente de la Cámara sepa estar a la altura de su deber y sepa cumplir con su obligación; si el Presidente de la Cámara sabe cumplir con su deber, no hay ningún temor en que las galerías vengan; por el contrario, nosotros tendremos profunda satisfacción de que vengan a presenciar los debates como siempre la hemos tenido. La última rectificación que tengo que hacer es la siguiente: En la prensa, precisamente en el periódico " Excélsior," se asientan varias inexactitudes. La primera inexactitud es.....
El C. Espinosa Bávara, interrumpiendo: Moción de orden.
El C. Siurob, continuando: ....que yo insulté al público. Esta es una falsedad, esa es una mentira; es una falsedad, porque puede verse en el "Diario de los Debates" que yo no insulte al público, yo sencillamente dije que en las galerías, aparte del público que viene todos los días con la sana intención de escuchar las discusiones, había un grupo de individuos de tendencias malsanas que pretendía imponerse con gritos e insultos; eso es lo que yo he dicho; así es que si el representante
de ese periódico quiere proceder con honradez, deberá tomar nota de mis palabras. La otra rectificación la haré cuando haya entrado el público, porque debe hacerse precisamente delante del público.
- El C. Prosecretario Bolio, leyendo:
"Pedimos, con dispensa de trámites, pasen las galerías a ocupar el lugar que les señala el Reglamento.
"México, D.F., a 5 de diciembre de 1918.- José García de Alba.- E. Ríos Landeros.- Luis Fernández Martínez.- E. Meza."
El C. García de Alba : Pido la palabra para fundarla.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. García de Alba.
El C. García de Alba: Señores diputados: Indebidamente estamos discutiendo en familia, indebidamente, porque hay un artículo claro y terminante en el reglamento, que dice:
"Artículo 193. Habrá en cada Cámara un lugar con este nombre, destinado al público que concurra a presenciar las sesiones; se abrirá antes de comenzar cada una de ellas, y no se cerrará sino cuando las sesiones se levanten, a no ser que haya necesidad, por algún desorden o por cualquier otro motivo, de deliberar sin presencia del público, en cuyo caso permanecerán cerradas."
No me importa que me interrumpan cuatro o cinco. Ningún motivo hay para que permanezca cerrado el local para las galerías. Si ayer hubo escándalo en la sesión, se debió única y exclusivamente a la actuación de algunos ciudadanos diputados, entre ellos el doctor Siurob; se debió también a la lenidad del Presidente , porque el Presidente debió haber llamado al orden al doctor Siurob y si éste se negaba a obedecer sus determinaciones, echarlo fuera del salón. (Aplausos. Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí!) sí, señores, el Reglamento lo autoriza y voy a probarlo con el Reglamento. Dice el artículo 21 del Reglamento:
"Faltando esta circunstancia, el Presidente podrá ordenar que salga del salón el individuo o individuos que se resistan a obedecer sus resoluciones, quienes sólo permanecerán excluidos durante el tiempo de la discusión de ese negocio."
El doctor Siurob ayer, de manera inopinada, de manera injustificada, se encaprichó en estar molestando a la Asamblea y a la Presidencia. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí!) Y él fué el causante del desorden de la Cámara. Por otra parte, la causa del desorden de la Cámara también fué la extremada benevolencia de la Mesa para sus enemigos, eso, no la parcialidad para aquellos que desean las corridas de toros, sino la parcialidad de sus enemigos; de otra manera, no me explico que viniera a hablar el doctor Siurob en cuarto lugar cuando ocupaba el séptimo lugar; de otra manera no me explico que el C. Castillo Torre, que no estaba inscripto en los debates, viniera a hablar en esta tribuna. Yo pido a la Presidencia, en primer lugar, que ponga en vigor el Reglamento, y a los señores diputados que aprueben por voto unánime mi moción en el sentido de que no dejen a la Presidencia que viole el Reglamento.
El C. Prosecretario Bolio: en votación económica se pregunta si se de dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse en pie. Si se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse a la Mesa.
El C. Meza: Pido la palabra en pro.
El C. Espinosa Luis: Pido la palabra en contra.
(Campanilla)
El C. Presidente: La Presidencia suplica a los ciudadanos que ya tienen deseo de que las galerías penetren al salón, que se comporten debidamente, pues de otra manera el desorden se produce en la Asamblea y después tenemos que exigirlo a las galerías.
El C. Espinosa Luis: Vengo a oponerme a esta moción que pide que los ciudadanos que se encuentran fuera pasen a las galerías y se les abran las puertas. Mi actitud no obedece de ninguna manera a temor a esas galerías; para mi las galerías son, como lo he dicho en otras ocasiones, una fracción pequeñísima del pueblo que merece todos mis respetos y que soy el primero en reconocer el derecho que tiene para manifestar sus simpatías por aquellos casos que se oponen a debate (Aplausos); pero de ninguna manera les reconozco el que tengan derecho para tomar parte en la discusión, haciendo manifestaciones hostiles. Como ayer, de una manera palpable, se vió que el origen del desorden originado en esta Cámara fueron las galerías, vengo a oponerme a que se permita la entrada, porque sería tanto como aceptar de antemano que esas galerías volvieran a introducir el desorden en esta Representación Nacional.
Está en la conciencia de todos nosotros que así como estamos, enteramente solos, podemos resolver este asunto que, como se ha dicho y con mucha razón, no tiene importancia de ninguna clase; pero si se deja que esta pequeña fracción del pueblo haga irrupción en las galerías, ellas no podrán contener sus ímpetus y se desatarán en contra de todos los ciudadanos diputados que no están de acuerdo con sus sentimientos taurófilos. Si queremos trabajar y hacer algo práctico, si no queremos que vengan aquí estas galerías a hacer presión sobre los espíritus débiles, debemos todos convenir en que no conviene, por ningún concepto, que vengan. Señores diputados, nosotros hemos sido bastante inconsecuentes con la conducta que estamos obligados a observar dentro de esta Representación Nacional, nosotros hemos negado a la Presidencia, que tiene la representación de la Cámara de diputados, puesto que es legal, puesto que ha sido elegida por la mayoría de los ciudadanos diputados, le hemos negado, digo, el apoyo moral que necesita para hacerse respetar no sólo a sí misma personalmente, sino para hacer respetar a esta Representación Nacional. Ya se vió ayer que por falta de apoyo, el ciudadano Presidente diera orden de que el ciudadano torero que se encuentra ahora mismo en aquel palco de la prensa, fuera expulsado del salón y, sin embargo, en todas las curules se levantaron voces de protesta y el ciudadano torero, sin derecho ninguno para estar allí, burló la disposición de la Presidencia y eso es
indecoroso no sólo para la Representación Nacional, sino para todos y cada uno de nosotros. (Murmullos. Campanilla.) Si vamos a seguir con esta actitud verdaderamente parcial, si vamos a pedir el apoyo, no diré yo precisamente del populacho, pero sí de una claque irrespetuosa, como es la que está formada de los elementos simpatizadores de los toros, que no tiene la cordura suficiente para venir a las galerías a guardar la compostura que el Reglamento le exige, habremos cometido una inconsecuencia verdaderamente punible, porque lo hicimos a sabiendas. Las galerías que vinieron ayer no son los concurrentes de siempre, no es la gente que viene aquí porque tiene interés en saber la marcha de nuestra actuación política; la gente que vino ayer es gente que tiene un interés muy personal en la cuestión de los toros y, naturalmente, estas galerías que ya vienen con este criterio, que tienen este interés personal, señores, lo primero que hacen es provocar escándalo y, señores, si votamos en favor de que no se abran las puertas, es porque queremos resolver este asunto de una vez, que ya cuesta a la Nación alrededor de quince mil pesos.
Yo pido, ciudadanos diputados, que bajo ningún concepto se acepte esta proposición y para terminar suplico a la Presidencia, de una manera muy respetuosa que si el ciudadano torero que está allí no es representante de la prensa y no tiene un pase debidamente autorizado, sea expulsado del lugar que indebidamente ocupa, en la inteligencia de que no cesaré de reclamar este derecho que el Reglamento me impone, mientras le Presidencia no haga cumplir lo que tiene obligación de cumplir.
El C. Villaseñor Salvador, interrumpiendo: Pido la palabra para una aclaración.
El C. Espinosa Luis, continuando: Por fortuna, señores representantes, tanto el C. Trigo, que preside esta sesión, como el C. Blancarte - injustamente atacado -, son hombres que han venido desempeñando sus funciones hasta ahora con verdadero apego al Reglamento y con toda honradez; así pues, yo espero que, revistiéndose de la energía necesaria, ordene expulsar de ese lugar al ciudadano que se encuentra allí indebidamente, si es que no tiene derecho a estar allí. (Voces: ¡Sí, sí! ¡No, no! Murmullos. Desorden. Campanilla.)
El C. Presidente: La Presidencia pide a los ciudadanos diputados que introdujeron al C. Silveti a este salón y al C. Espinosa, para que inviten al señor Silveti a que salga del palco, si no tiene pase autorizado. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí! Desorden. El C. Espinosa desde el interior del salón se dirige al C. Silveti.)
El C. Rodríguez Alfredo: Una moción de orden. Los diputados carecen de derecho para hacer lo que el señor Espinosa está haciendo; luego quieren se les respete, y son los primeros que no se hacen respetar. (Varios ciudadanos diputados se acercan al palco donde está el C. Silveti. Desorden. Campanilla.) Nadie tiene derecho para hablar en esa forma. Su Señoría debe llamar al orden al diputado Espinosa. (Desorden. Campanilla.)
El C. Presidente: Se llama al orden al C. Espinosa. (Continúa el desorden.)
El C. Prosecretario Bolio: La Presidencia suplica atentamente a la honorable Asamblea se sirva guardar el orden. (Sigue el desorden. Voces: ¡Lo introduce Espinosa! ¡Lo introduce Espinosa! Campanilla.)
El C. Presidente: Se comisiona al C. Prosecretario Bolio para que pase al palco en donde está el C. Silveti para ver si tiene paseo o no. (Voces: ¡Bien, bien! Sigue el desorden.) Se llama al orden al C. Espinosa.
El C. Céspedes: El C. Espinosa en estos momentos tiene la representación de la Asamblea.
(Voces: ¡Espinosa, Espinosa!)
El C. Presidente: Se llama al orden por segunda vez al C. Espinosa. (Continúa el desorden. Campanilla.)
El C. Céspedes: Usted lo mandó. (Campanilla.)
El C. Presidente: El desorden lo meten ustedes. (Continúa el desorden.)
El C. Gutiérrez Orantes: Yo suplico a la Presidencia me diga por qué motivo estamos en sesión secreta. Que entren los de las galerías. (Continúa el desorden. Campanilla. Voces: ¡Sí, sí! ¡No, no!)
El C. Presidente: La Presidencia ruega a los ciudadanos diputados que se sirvan ocupar sus curules. (Desorden. Campanilla.)
El C. Prosecretario Bolio: Honorable Asamblea.....(Desorden. Campanilla.)
El C. Presidente, interrumpiendo: Se ruega a los CC. Villaseñor Mejía y Velásquez López se sirvan ocupar sus curules.
- El mismo C. Prosecretario: Se suplica a la Asamblea tenga la bondad de escuchar. (Continúa el desorden. Campanilla.) Se suplica nuevamente a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules. Comisionado por la Presidencia para certificar si efectivamente el C. Silveti porta alguna credencial que lo acredite como cronista parlamentario, voy a dar lectura a los siguientes documentos, para que la honorable Asamblea los tome en consideración o no. Dicen así:
"Sociedad Internacional de Prensa y Publicaciones.- Corresponsalías y Representaciones.- Gerente, Alonso Capetillo.- Dirección cablegráfica: "SIDPYP."
"México, D.F.- La presente acredita al señor Juan Silveti como redactor taurino de esta asociación de prensa.
"La dirección agradecerá debidamente todas las atenciones que se le dispensen para el buen desempeño de su cometido.
"México, a 5 de octubre de 1918. - Director Gerente, Alonso Capetillo.
"N. B.- En virtud de estarse tratando en la honorable Cámara de Diputados el asunto referente a las corridas de toros, la dirección confiere al señor Juan Silveti representación especial para informar sobre dicho asunto.- Vale. (Firma del Gerente.)
El C. Verástegui José: Una moción de orden. Ruego al ciudadano Presidente que, teniendo en cuenta que ya que los ciudadanos diputados, como el señor Espinosa y otros que lo han seguido, no saben guardar su actitud debida, pues se ponen a discutir con los concurrentes a las tribunas, haga usted saber a esos mismos representantes de la prensa que absolutamente no tienen derecho a
abusar de esa credencial o permiso que se les ha dado para escuchar las discusiones.
- El mismo C. Prosecretario: También presenta a la Secretaría una tarjeta signada por el C. Romero, que dice lo siguiente:
"Secretaría de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
"El cronista parlamentario de " Crónica Gráfica" tiene permiso de esta Secretaría para ocupar durante sesiones públicas que se celebren en el presente mes, un asiento en el palco de prensa número.......
"México, diciembre de 1918.- Fernando Romero García"
El C. Espinosa Luis: Pido la palabra.
El C. Presidente: ¿Con qué objeto?
- EL C. Espinosa Luis: Sobre el mismo asunto.
- EL C. Velásquez López: Pido la palabra.
El C. Avellaneda: Para una moción de orden.
El C. Presidente: ¿Que artículo del Reglamento se está violando?
El C. Avellaneda: Cualquiera que sea. Hay una proposición que está a discusión; el señor ha hablado en contra de ella...
El C. Presidente, interrumpiendo: No se le ha concedido a usted el uso de la palabra. La Presidencia se permite hacer presente a la Asamblea que en virtud de haber solicitado una de las asociaciones de la prensa de esta capital un permiso o pase para un redactor, le fué expedido sin hacer presente ese periódico a quién iba a nombrar, por que no es función de la Secretaría indagar quién va a ser o no el cronista. (Aplausos.) Por tanto, la Presidencia en este momento no puede ordenar que el C. Silveti salga del palco donde está, una vez que tiene credencial que lo acredita como cronista. (Aplausos.) Tiene la palabra el C. Avellaneda.
El C. Avellaneda: Ciudadanos diputados: Vengo a hablar en pro de la proposición, porque lleva consigo un principio altamente democrático. Cuando las galerías se deshacían en aplausos para el señor Siurob, cuando las galerías aplaudían de sobra al C. Castillo Torre, entonces las galerías representaban al pueblo mexicano. (Aplausos.) Cuando las galerías, obedeciendo a un instinto muy latino, muy mexicano, estaban en contra de sus peroraciones insultantes, entonces no son mexicanos los que vienen a las galerías. (Aplausos y voces: ¡Bien, bien!) No sé dónde está la lógica de los señores del contra, del señor Siurob y del señor Castillo Torre, cuando ellos mismos se han dirigido, cuando ellos mismos le han faltado, no a ellas, sino al respeto a la tribuna parlamentaria y han excitado sus instintos, sus ideas y sus pasiones y luego quieren que las galerías no vengan aquí, después de que ellos las obligaron a portarse como se portaron. Es el mismo pueblo que los ha aplaudido otras veces, que los aplaudió ayer, es el mismo pueblo que tiene derecho a venir y ustedes representan a ese pueblo y ustedes, si en efecto son representantes genuinos de él, deben aprobar esa proposición, porque esa gente que viene a las galerías es parte del pueblo mexicano a quien representáis aquí.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Pastrana Jaimes.
El C. Pastrana Jaimes: Señores diputados: Yo os invito a que seáis valerosos. ¿Para dar un voto en contra o para dar un voto a favor necesitáis de la influencia de las galerías?... (Desorden. Siseos. Campanilla.) ¿Acaso estamos necesitando los aplausos de las galerías para formar nuestro criterio? ¿Necesitamos el escándalo, los aplausos de las galerías para formarnos una convicción?.... (Desorden. Voces. Campanilla.) Entonces, señores diputados. ¿para que queréis a las galerías?
El C. Prosecretario Bolio: La Presidencia ordena haga presente a la Asamblea que mientras no guarde compostura, no puede seguir en el uso de la palabra el orador. (Continúa el desorden Campanilla.)
El C. Presidente: La Presidencia apela a la cordura y educación y corrección de los ciudadanos diputados a efecto de que presten un poco de atención y hagan que no se siga perdiendo tan miserablemente el tiempo, como se está haciendo con un asunto tan baladí como éste.
El C. Pastrana Jaimes, continuando: Ciudadanos diputados: Yo los invito, yo invito, a los hombres de convicción a que sepamos dar un voto independientemente de los aplausos de las galerías en contra o en favor, con todo valor pero sin recurrir a la influencia de los aplausos; es necesario que sobre nuestra vanidad esté nuestra cabeza y nuestra convicción. ¿Para qué queremos ahora a las galerías aquí? ¿para que hagan escándalo? ¿para que nos hagan perder el tiempo en un asunto tan baladí, en un asunto tan insignificante como son las corridas de toros? ¿Para qué queremos a las galerías?
El C. Espinosa Bávara: Mejor cállese, compañero. (Campanilla. Desorden.)
El C. Prosecretario Bolio: Nuevamente se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules .
El C. Pastrana Jaimes, continuando: Habemos aquí muchísimos diputados que para dar un voto en contra rotundo, un no rotundo a esta iniciativa que significa contra la Patria algo que no comprendéis vosotros, no necesitamos que las galerías nos silben o nos aplaudan; nosotros tenemos convicción para decir "no." (Siseos. Desorden. Campanilla.) Yo os invito, señores diputados, a que votemos este asunto de acuerdo con nuestras convicciones y no de acuerdo con los aplausos.
El C. Prosecretario Bolio: Habiendo hablado dos oradores en pro y dos en contra, se consulta si está suficientemente discutido. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse en pie. Está suficientemente discutido. En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Aprobado. (Aplausos nutridos.)
El C. Presidente: La Presidencia, antes que las galerías ocupen su sitio, se va a permitir hacer una súplica a esta honorable Asamblea. Ya que estamos tratando de toros, ciudadanos diputados, no convirtamos esto en un coso taurino. Es necesario dar el ejemplo a las galerías si queremos el respeto para nosotros. Yo me permito suplicar se sirvan hacer todo lo posible por ayudar a la Presidencia y poder terminar este asunto, al que se le está dando una importancia que no tiene. (El público penetra a las galerías.)
El C. Presidente: Se reanuda la sesión.
El C. Prosecretario Bolio: La Presidencia ordena a la Secretaría dé lectura al artículo 193 del Reglamento.
"De las galerías.
"Artículo 193. Habrá en cada Cámara un lugar con este nombre, destinado al público que concurra a presenciar las sesiones; se abrirá antes de comenzar cada una de ellas, y no cerrará sino cuando las sesiones se levanten, a no ser que haya necesidad, por algún desorden o por cualquier otro motivo, de deliberar sin presencia del público, en cuyo caso permanecerán cerradas."
El C. Presidente: La Presidencia excita a las galerías y espera de su cultura se sirvan guardar compostura y no tomar participación de ninguna especie en los debates, en la inteligencia de que esta Presidencia está dispuesta a cumplir con el Reglamento; de manera que a la primera falta que las galerías cometan mandará desalojarlas.
El C. Presidente: Continúa en el uso de la palabra el C. Castillo Torre.
El C. Rodríguez Alfredo: Pido la palabra para rectificar hechos.
El C. Presidente: Después de la discusión se le concederá la palabra.
El C. Rodríguez Alfredo: Pido la palabra para rectificar hechos, señor Presidente.
El C. Presidente: Después se concederá la palabra a todos los diputados y al señor Rodríguez cuando haya terminado la sesión, cuando haya terminado el asunto a debate, porque de otra manera tendrían que empezar las aclaraciones para hechos y este asunto se va a hacer interminable.
El C. Rodríguez Alfredo: Considero que la sesión ha terminado desde el momento en que la honorable Representación ha aprobado el acta de la sesión de ayer; luego si se ha aprobado el acta de esa sesión, quiere decir lógicamente que la sesión ha terminado.
El C. Presidente: El asunto a debate no ha terminado.
El C. Rodríguez Alfredo: Pero la sesión sí.
El C. Presidente: Se ruega a usted que se reserve para el final, para evitar pérdida de tiempo.
El C. Gómez Noriega: Moción de orden.
El C. Presidente: No está interrumpiendo el orden más que por usted.
El C. Gómez Noriega: El debate sobre este asunto está terminado. (Voces: Silencio, silencio.)
El C. Presidente: No se le ha concedido a usted el uso de la palabra, C. Gómez Noriega. Está Su Señoría violando el Reglamento.
El C. Gómez Noriega: Porque ayer.... (Campanilla.)
El C. Presidente: No se ha concedido el uso de la palabra al C. Gómez Noriega.
El C. Gómez Noriega: Es para una moción de orden.
El C. Presidente: Está Su Señoría violando el Reglamento.
El C. Gómez Noriega: El orden se está alterando porque se está violando el Reglamento.
El C. Presidente: Se llama al orden al C. Noriega. (Murmullos. Siseos. Campanilla.) Continúa en el uso de la palabra el C. Castillo Torre.
El C. Presidente: Habiéndose presentado una moción suspensiva, se va a dar cuenta con ella a la Asamblea.
- El C. Prosecretario Bolio, leyendo:
"Los subscriptos, miembros de la Cámara de Diputados, convencidos de la gran falta de lógica que se está cometiendo con el hecho de haber puesto a discusión un asunto tan trivial y ajeno a los altos intereses nacionales, como es el de la restauración de las corridas de toros, cuando está aún pendiente el debate de los Presupuestos que representan la vida económica del Estado, proponen, con fundamento en el artículo 107 de Reglamento del Congreso, se suspenda la discusión del voto particular del licenciado O'Fárrill, relativo a la fiesta taurina, y se dé preferencia y se reanude la discusión de los Presupuestos, en mala hora suspendida por la Presidencia de la Cámara. Los signatarios abrigan la seguridad, confiados en la ilustración y patriotismo de sus cofrades, que será aprobada esta moción suspensiva. La reanudación del debate sobre los Presupuestos es de indiscutible e ingente necesidad, pues, conforme al artículo 126 constitucional, "no podrá hacerse pago alguno que no esté comprendido en el Presupuesto o determinado por ley posterior;" de modo que si llegado el 1o. de enero no hemos aprobado los referidos Presupuestos, el Tesorero General de la Nación, en acatamiento del precepto antes indicado, suspenderá todos los pagos y quedará paralizado todo el engranaje administrativo. El artículo 107 del Reglamento del Congreso, antes indicado, autoriza la suspensión de una discusión, siempre que la Cámara acuerde dar preferencia a otro negocio de mayor urgencia o gravedad; ¿quién será capaz de negar que la discusión de los Presupuestos encierra mayor urgencia o gravedad que la de la restauración de las corridas de toros, que son una futesa, una banalidad? Por otra parte, el mismo artículo del Reglamento autoriza también la suspensión de los debates de un negocio cuando haya motivado graves desordenes en la misma Cámara.
"Por las consideraciones expuestas, pedimos los subscriptos, respetuosamente, a la honorable Asamblea, que acuerde suspender los escandalos y superficiales debates sobre las corridas de toros, con el objeto de que inmediatamente se proceda a reanudar la discusión de los Presupuestos.
"Pedimos dispensa de trámites.
"México, 5 de diciembre de 1918.- Joaquín Lanz Galera.- José Castillo Torre.- J. Siurob.- Salvador Saucedo.- José A. Roaro."
Atentamente se invita a alguno de los signatarios a que venga a fundar su moción.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Castillo Torre.
El C. Castillo Torre: Señores diputados: Se ha dicho, con verdadera razón, que la política es la ciencia de la conveniencia, y es la verdad. Lo que separa a la política de la filosofía es eso; la filosofía es subjetiva y la política es objetiva, es la ciencia de las cosas, es la ciencia de la conveniencia. Fundados en esos principios científicos, nos hemos atrevido a presentar a la consideración de esta
Asamblea una saludable moción suspensiva; tal moción suspensiva tiende a poner un punto final a la pérdida de tiempo, pérdida llena de incidentes banales, fútiles y escandalosos, con los que estamos dando al pueblo latino de América y al pueblo general del mundo el espectáculo de una república que acaba de salir de una revolución y que no se entretiene en mejorar la condición de los proletarios y elevar el nivel de la sociedad, sino en discutir algo tan nimio como son las corridas de toros. Estamos ya a 5 de diciembre, faltan apenas 25 días para la terminación del primer período legislativo y no hemos cumplido con el deber, con el imperioso deber de asegurar la vida económica del país aprobando los Presupuestos. Hace algunas horas leía yo en uno de los periódicos de mayor circulación en el país que en el Congreso español se han reunido los prohombres más conspicuos de la política del reino precisamente para estudiar los presupuestos y aconsejar las reformas indicadas por la práctica; y en México, señores, nosotros, en lugar de examinar los presupuestos que encierran tanta importancia y son indispensables para asegurar la prosperidad del nuevo Estado surgido de la Revolución, perdemos el tiempo discutiendo las corridas de toros! Acabo de notar que cierto diputado amigo del espectáculo bárbaro y feérico....(el C. Rodríguez Alfredo: ¡¡Feérico!!)....bello si se quiere, pero inconveniente para la moralidad y el progreso de cualquier país joven, pretende pedir la palabra seguramente para hacer una moción de orden. Y anticipándome a cualquiera idea que pudiera el C. Velásquez López pretender emitir en contra de esta moción suspensiva, voy a proceder a invocar inmediatamente los preceptos de ley que la fundan.
El C. Velásquez López: ¿Me permite una interpelación? (Campanilla.)
El C. Presidente: Se llama al orden al C. diputado Velásquez López, porque no se le ha concedido la palabra.
El C. Velásquez López: La he pedido al orador.
El C. Presidente: El único que puede concederle la palabra es el Presidente.
El C. Castillo Torre, continuando: El artículo 107 del Reglamento del Congreso establece que la Cámara podrá suspender el debate de un asunto siempre que se juzgue necesario y justo dar mayor preferencia a otro negocio, porque éste entrañe mayor urgencia o gravedad. Y, ¿quién es capaz de sostener que las corridas de toros encierran mayor urgencia y mayor gravedad que la aprobación de los Presupuestos, cuando todos sabemos que si llega el 1o. de enero sin que los Presupuestos estén aprobados, el Tesorero General de la República, acatando el artículo 126 constitucional, obrará dentro de su deber suspendiendo todos los pagos? (Voces: ¡No, no!) Efectivamente, el artículo 126 de la Constitución de Querétaro dice a la letra:
"No podrá hacerse pago alguno que no esté comprendido en el Presupuesto o determinado por ley posterior."
Pero hay todavía otro fundamento, porque cuando las causas son buenas se encuentra en todas partes apoyo en su favor. Existe, además, en el mismo artículo 107 del Reglamento del Congreso la advertencia de que siempre que ocurran graves desordenes en la Cámara podrá suspenderse la discusión de un asunto, y en nuestro caso, no sólo es de mayor urgencia y gravedad la aprobación de los Presupuestos, sino que los debates sobre una cosa trivial, sobre una cosa vulgar, sobre una cosa que no es, aunque lo hubiesen dicho en distintos tonos y con voces de distintos matices los oradores del pro, desde el efebo poeta de Jalisco, hasta el anciano Verástegui, que no es, repito señores, importante y trascendental, ni está dentro del alma nacional. Y puesto que encierran mayor gravedad los Presupuestos que las corridas de toros y, además, en la discusión de éstas ha habido en el seno de la Cámara escandalosos debates, con apoyo en el artículo 107 del Reglamento del Congreso, y con apoyo en el artículo 126 de la Constitución de la República, los firmantes de esta moción suspensiva suplicamos a la Cámara que dé, no ya una prueba de patriotismo, sino una prueba de civilización, apoyando esta moción suspensiva y vote por que se reanude inmediatamente los debates de los Presupuestos. (Aplausos.)
El C. Trejo: Pido la palabra en contra.
El C. Presidente: La tenía antes el C. García de Alba.
El C. García de Alba: Señores diputados: Parece mentira el oportunismo de los firmantes, entre los que firma nada menos que el señor Castillo Torre, que se dice orador de la Cámara; parece mentira, señores, porque presentan una moción suspensiva cuando estamos para votar. Yo suplico a la Presidencia me diga cuántos oradores faltan en pro y cuántos oradores en contra de los que marca el Reglamento.
- EL C. Presidente: Faltan dos en pro y dos en contra.
El C. García de Alba, continuando: Faltan dos en pro y dos en contra. Parece mentira, señores, que cuando hace tres días se discutía el dictamen de la Comisión y se rechazó por Vuestra Soberanía, no se hubiera presentado esta moción suspensiva; entonces hubiera sido de oportunidad (Aplausos), no ahora. No se ve aquí otra cosa; señores diputados, que el afán deliberado de no votar el asunto relativo a los toros. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí!) No nos importa nada a los diputados que no somos del Distrito Federal, porque nuestros Estados son libres y soberanos en su régimen para decretar o no las corridas de toros, pero sí le importa mucho al pueblo de México, a la diputación del Distrito Federal, porque saben que está íntimamente vinculada la votación de los toros con la vida del Municipio Libre que sin eso no puede vivir. Parece mentira, señores que los firmantes vengan ahora con una moción suspensiva cuando ya está casi agotado el debate, cuando ya tanto la Asamblea como las galerías, como el público todo de México, están cansados de un debate tan insulso, tan insubstancial y tan mal llevado a la práctica. Yo pido a ustedes, señores diputados, muy atentamente, que no tomen en consideración esa moción suspensiva, a efecto de que inmediatamente siga la discusión y hoy mismo se vote este asunto. En cuanto a esta Ley de Presupuestos, nos podemos constituir, si queremos, en sesión permanecer o discutir mañana y tarde y aprobar los Presupuestos que, por otra parte, no son indispensables, desde el momento que el
Presidente de la República tiene facultades extraordinaria en el Ramo de Hacienda. (Aplausos.)
El C. Castillo Torre: Pido la palabra.(Voces: ¡No, no! Desorden.) Tengo derecho a hablar dos veces.
El C. Presidente: La Secretaria va a preguntar si está suficientemente discutido.
El C. Prosecretario Aguilar: Habiendo hablado un orador en pro y otro en contra, en votación económica se consulta si se toma en consideración la moción suspensiva. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Tomarla en consideración es para que pase a discutir inmediatamente.
El C. Pastor Porfirio: Reclamo la votación.
El C. Presidente: La Presidencia comisiona a los CC. Garza y Morales Hesse para que cuenten a los que están de pie, y a los CC. Silva Pablo y Márquez Galindo para que cuenten a los que están sentados.
El C. Pastrana Jaimes: ¿Quién reclamó la votación?
El C. Velásquez López: Reclamo la votación.
El C. Siurob: Pido votación nominal, señor Presidente.
El C. Andrade Priego: Pido votación nominal.
- El mismo C. Prosecretario: Habiéndose pedido votación nominal y estando debidamente apoyados. se procede a recoger la votación nominal.
El C. García de Alba: Para una moción de orden, señor Presidente. (Voces: ¡No se puede!) ¡Para una moción de orden! (Campanilla.)
- El mismo C. Prosecretario: Se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules. Se procede a recoger la votación nominal. Por la afirmativa.
El C. Prosecretario Morales Sánchez: Por la negativa.
- El mismo C. Prosecretario: Se va a votar si se toma en consideración la moción suspensiva.
(Comienza a recogerse la votación.)
El C. Espinosa: Moción de orden, señor Presidente. (Voces: ¡Estamos en votación !) Que se llame al orden a las galerías.(Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí!)
El C. Prosecretario Aguilar: Por disposición de la Presidencia se llama la atención de las galerías a fin de que no interrumpan la votación, en el concepto de que no se les volverá a hacer otra advertencia, sino que se ordenará sean desalojadas.
(Continúa recogiéndose la votación.)
Se suplica al C. García de Alba se sirva ocupar su curul.
El C. Prosecretario Morales Sánchez: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar?
El C. Prosecretario Aguilar: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa.
Votaron afirmativamente los CC. Aguilar Pablo, Alarcón, Alencáster Roldán, Alvarez del Castillo, Andrade, Araujo Emilio, Arlanzón, Arrioja Isunza, Avilés, Baledón Gil, Bolio, Bouquet, Breña, Cabrera, Camarena, Castilleja, Castillo Garrido, Castillo Torre, Céspedes, Colina, Contreras, Cuéllar, Espinosa Luis, Fernández Ledesma, Fernández Miguel B., Galindo, García José Guadalupe, García Pablo, García Vigil, Gómez Cosme D., Gómez Gildardo, González Galindo, González Marciano, Gutiérrez Antonio, Lanz Galera, Lomelí, Maceda, Madrid, Malpica, Malcisidor, Márquez Galindo, Mena, Méndez Arturo, Méndez Fortunato, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Ocampo, Olivé, Padrés, Parra, Pastrana Jaimes, Peña, Pérez Carbajal, Quiroga, Rebolledo, Reyes Francisco, Roaro, Rodríguez Herminio S., Ruiz de Chávez, Ruvalcaba, Sánchez José M., Sánchez Salazar, Saucedo Schulz y Alvarez, Silva Herrera, Silva Pablo, Siurob, Solórzano, Suárez, Tamez, Tapia, Torre Rómulo de la, Torres Garza, Uzeta, Valladares, Verástegui José, Vilchis, Villalobos, Villaseñor Mejía y Villela.
Total, 81 votos.
El C. Prosecretario Morales Sánchez: Votaron negativamente los CC. Aguilar Antonio, Aguirre León, Aguirre Vito, Alcocer, Altamirano, Amezola, Anda, Angeles Genaro, Arriaga, Avellaneda, Barrera, Basáñez, Bravo Izquierdo, Bravo Lucas, Breceda, Cárdenas Emilio, Cárdenas Emilio, Cárdenas Rafael, Carriedo Méndez, Carrión, Casas Alatriste, Castellano Díaz, Castillo Nájera, Cornejo, Chablé, Chávez M., Escudero, Espinosa Bávara, Espinosa y Elenes, Fernández Martínez, Ferrel, Flores, Franco, Gaitan, Gámiz, García Carlos, García de Alba, García Ruiz, Garza, Gil, Gómez Noriega, Guerrero, Gutiérrez Antonio, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco, Gutiérrez Orantes, Hernández Jerónimo, Hernández Loyola, Herrera, Huerta, Iturralde T., Lara, Leal, López Emiliano Z., López Ponciano, Martínez Saldaña, Mejía, Méndez Benjamín, Méndez Pánfilo, Mendoza, Meza, Molina, Morales Hesse, Navarro, O,Fárril, Ordorica, Ortiz, Pastor, Paz, Pérez Vela, Ramos, Reyes Rafael, Ríos Landeros, Ríos Rafael L. de los, Rodríguez Alfredo Rodríguez de la Fuente, Rodríguez Sabino, Rojas Rafael, Romero Cepeda, Rosas, Ruiz H., Saldaña, Schulz y Alvarez, Tejeda Llorca, Trejo, Treviño, Trigo, Urdanivia, Vadillo, Valadez Ramírez, Velásquez Juan, Velásquez López, Verástegui Franco, Villaseñor Salvador, Zayas Y Zincúnegui tercero.
Total. 96 votos. (Aplausos estruendosos en las galerías.)
El C. Alcocer: Reclamo mi voto.
El C. Prosecretario Aguilar: Restados los votos de los ciudadanos Gutiérrez Antonio y Schulz y Alvarez, quedan 94 votos por la negativa.
El C. Alcocer: Reclamo mi voto. Voté por la negativa y no estoy anotando.
- El mismo C. Prosecretario: Efectivamente, no está.
El C. Angeles Genaro: Voté por la negativa, y parece que no estoy anotado.
- El mismo C. Prosecretario: Angeles Genaro, está marcado su voto. Quedan, en consecuencia, 95 votos por la negativa y 81 votos por la afirmativa. (Aplausos.) En consecuencia, no se toma en consideración la moción suspensiva. (Aplausos.)
El C. Presidente: Continúa en el uso de la palabra el C. Castillo Torre.
El C. Castillo Torre: Señores diputados: Si hay cosas grandes inexplicables, por ejemplo, la inacción de Aníbal en Italia, después de la gran victoria de Cannas, hay cosas pequeñas muy inexplicables, por ejemplo, las torpezas del diputado García de Alba. (Risas.) Dejemos, sin embargo, a un lado estas cosas mínimas y reanudemos nuestro
discurso, usando de la frase célebre de Fray Luis de León: "decíamos ayer."
Los oradores que han venido a sostener la restauración de las corridas de toros afirman que esté espectáculo forma parte del carácter nacional y es una cátedra de valor. (Murmullos.) ¿De qué fuente obscura ha nacido tal criterio? Lo ignoramos. Nosotros, sin embargo, respetuosos de la opinión ajena procuraremos, sin herir la susceptibilidad ni el amor propio de las personas que no comparten nuestro pensamiento, exponer las razones en que nos fundamos para sostener que las corridas de toros no son un espectáculo nacional ni una cátedra de valor. Las corridas de toros no son un espectáculo nacional, porque les falta un factor indispensable: el tiempo. El carácter, nacional, señores, no es más que el fondo de la raza que camina bajo la presión de los hechos. Es cierto que el carácter de los pueblos cambia; el carácter de los griegos de las épocas heroicas no era el mismo que el que tuvieron los griegos después de perdida la independencia; el carácter de los romanos de la época de Cincinato, no era el mismo que tuvieron los romanos de la época de los doce Césares; el carácter de los germanos descrito por Tácito, no era el carácter de los germanos de las Cruzadas. Los pueblos cambian su carácter, pero esto es con el transcurso de los siglos. También es verdad que los pueblos adquieren ciertas virtudes bajo la fuerza y el peso de las circunstancias. los judíos, obligados por su situación precaria durante la Edad Media a dedicarse al comercio de la moneda, han adquirido en esta profesión una habilidad que muy pocos pueblos pueden disputarles; los franceses, venturosos durante largas centurias en sus empresas guerreras, tienen un carácter guerrero; los españoles, obligados por su lucha de más de siete siglos contra los árabes, invocando los principios de Religión y de Patria, llevaron a su alma estos principios, y los españoles son devotos e intolerantes; los ingleses, dedicados seiscientos años al comercio, han hecho del comercio el móvil y el resorte principal de su vida. Pero los pueblos adquieren virtudes por obra grande y sublime de los siglos. Por eso, señores, yo sostengo que las corridas de toros no son en México un espectáculo nacional, les falta para ello un factor indispensable: ¡les falta el tiempo!
Las corridas de toros, prohibidas en 1847, restablecidas en 1894, puestas nuevamente en interdicción en 1915, no pueden, en sólo veintiún años de vida legal haber logrado adentrarse en el espíritu nacional, haber envuelto el ánima popular en su raigambre, porque si veinte años, señores, son apenas la juventud de un hombre y la niñez de una casa, no son nada, absolutamente nada, en el laboratorio de la Historia. (Aplausos. Siseos.) En España las corridas de toros sí forman parte del alma nacional, tienen en su favor muchos siglos; los caballeros que vestidos de hierro iban a los torneos a combatir a los campeones muslimes; los guerreros que dejaban las mesnadas para ir a las dehesas a lidiar toros de Jarama, están bautizadas con el polvo de las centurias. En España hay trescientas plaza, con capacidad media de diez mil espectadores cada una, de modo que reunidas todas podrían contener la cuarta parte del reino; en España los toreros pasean por las ciudades, las villas y las aldeas, luciendo sus andares jacarandosos, sus sombreritos de castor, sus pantalones ajustados y sus chaquetas cortas; en España, una gran parte de población imita los pantalones angostos y las chaquetas cortas y los sombreritos de castor y las posturitas de los toreros. (Voces: ¡Huy! Siseos.) En España existe una gran masa del pueblo, que constituye lo que se llama la clase flamenca de cuyo seno salen los chulos a beber manzanilla y las manolas a mostrar las piernas en los tablados. (Aplausos.) España es la patria de "Pepe - Hillo" y de "Frascuelo.....(risas, siseos), de Reverte y de Mazzantini..
El C. Escudero, interrumpiendo: ¡Y de Altamira! (Risas.)
El C. Rodríguez Alfredo, interrumpiendo: ¡Y de Pablo Iglesias!
- El C. Castillo Torre, continuando:...... de Fuentes y de los "Bombas" y de los "Gallos" y de no sé cuántos otros leones disfrazados de payasos. (Aplausos. Siseos.) Pero la España verdadera, la nación que ha regado el licor de sus venas en miles de comarcas, la que se ha abierto como un abanico de generosidad para hacer aire de progreso al mundo, la España valerosa del Cid, no es la España de los hombres de coleta, es la España de las huestes de pelayo, de los compañeros de armas de Fernán Nuñez, de los tercios de Flandes, de los hombres bravos que hicieron que no tramontara el sol de Carlos V Y Felipe II sobre los horizontes del mundo; la España verdadera es la España de los grandes y valerosos lanceros de Farnesio que en dondequiera que ponían el pie, hacían brotar la victoria. (Aplausos estruendosos.)
Se ha sostenido en esta tribuna, señores, la absurda tesis de que las corridas de toros son cátedras de valor. Si admitimos que las corridas de toros son cátedras de valor, tendremos que aceptar también, como legítima consecuencia, que los hombres bravos, los hombres valerosos por excelencia, son en el mundo los toreros. Decidme, señores, si hojeando la Historia, encontráis toreros en los ejércitos españoles que fueron a reconquistar su tierra patria y a expulsar de ella a los moros invasores en Jaén y en Sevilla, en Málaga y en Granada.
El C. Meza, interrumpiendo: Fué el pueblo.
El C. Castillo Torre, continuando: Decidme, señores, si hubo toreros en las naos de aventura que cruzaron los mares para traer a la América el pansápido de la civilización. Decidme, señores, si hubo una coleta irizándose con los vientos de tormenta que hicieron naufragar las naves de los conquistadores. Decidme si acaso en la apoteosis del incendio de Veracruz, donde Cortés arrojó su guante al destino, se quemó entre las llamas la coleta de algún torero. (Aplausos y siseos. ) No discuto el valor personal de este o de aquel torero. Recuerdo que Napoleón I, prisionero en Santa Elena, rodeado de los amigos fieles que le habían acompañado hasta el destierro, contestó a Bertrand, que le pregunto: "Sire, ¿cuál es el soldado más valeroso del mundo." lo siguiente: "Los soldados más valerosos del mundo - dijo el leñador de Europa - ,fueron los cartagineses con Aníbal, los romanos con
Julio César, los macedonios con Alejandro Magno, los españoles con Gonzalo de Córdova, los prusianos con Federico el Grande; fueron....y aquí el genial conquistador puso una larga linea de puntos suspensivos: los franceses (decimos nosotros supliendo el silencio del Emperador), con Napoleón I! El valor es universal, el valor se encuentra y brota en todos los climas y la naturaleza lo ha puesto de modo igual, como un atributo en los hombres. De modo que no discuto el valor individual de éste o del otro torero; lo que niego es que las plazas de toros sean cátedras de valor, porque si tal fuesen, los toreros debían ser los hombres más valientes de la tierra, y a ninguno de ellos se encuentra en las tragedias de las cuales ha sacado el pueblo la reivindicación de sus derechos y la grandeza de sus destinos. (Aplausos.)
El C. Meza, interrumpiendo: ¡Vicente Segura! (Voces: ¡Segura, Segura! Campanilla.)
El C. Castillo Torre, continuando: ¡Cómo se conduelen, señores, de la llaga torera que debilita el cuerpo nacional de España, los representantes de la juventud que han venido al campo de la industria y al campo de la política y al campo de todas las actividades humanas, después de Santiago de Cuba y de Cavite. ¡Cómo se conduelen la joven España de esa llaga que resta tantas energías a un pueblo generoso y valiente! ¡Cómo abominan de la fiesta salvaje Juan Pujol en sus Crónicas, en sus libros de sociología Vicente Gay; ¡cómo claman y añoran las glorias de la otra España, de la vieja y guerrera, que no tenía 300 plazas de toros y que no sacrificaba 6,000 animales al año en medio de los más torpes y vulgares martirios, y que, sin embargo, sin toreros conquistó el mundo y se opuso a Napoleón I en ocho años de guerra de independencia, haciéndole pagar cada milímetro de tierra goda con una gota de sangre francesa! (Aplausos estruendosos.) No hubo toreros en las vertientes escabrosas de las Alpujarras y de la Sierra Nevada; no hubo toreros con Castaños en la batalla de Bailén, ni con Wellington en la batalla de los Arapiles; no hubo toreros en los ocho años de matanza macabra y de gloriosa tragedia, en que Alvarez, haciéndose conducir a las murallas, moribundo en su lecho, dictó como testamento, sobre las trincheras rotas de Gerona, que el último español debía morir antes que arriar de los escombros la Bandera de Patria! (Aplausos prolongados.) Tampoco hubo toreros en las barricadas de Zaragoza, en las trincheras de la ciudad que ha resistido el sitio más heroico de la Edad contemporánea, bajo cuyas ruinas murieron hechos pedazos los viejos y los jóvenes, los niños y las mujeres. En México, señores ¡qué decir! los bravos por excelencia, los caudillos que debían dar a la Patria esas grandes cátedras de valor ¿dónde están? Yo registro con acuciosidad las páginas de la Historia Nacional y no encuentro uno solo de esos hombres que lucen bajo el sol de las tardes la detonante policromía de sus trajes, ni junto a Morelos en el sitio de Cuautla, ni junto al cura Hidalgo en el puente de Calderón, ni junto a Iturbide cuando entró a México con los escuadrones gloriosos del Ejército Trigarante. Y no los encuentro tampoco en la Reforma; ellos no tuvieron con Jesús González Ortega en las lomas de San Miguel Calpulálpam; con Ignacio Zaragoza el cinco de Mayo, con Porfirio Díaz (Siseos) en Miahuatlán y en la Carbonera; no estuvieron con ninguno de los héroes que defendieron el honor de la Patria....(Aplausos ruidosos.) Y en la guerra de ocho años que consume todavía las entrañas patrias y realiza la tarea de formar con las tendencias de los cuerpos muertos el abono del "devenir" de nuestra civilización vernácula; en el huracán convulsivo que hace ocho años conmueve las raíces de México, ¿qué obras buenas, qué sacrificios, qué acerbo de heroísmo, siquiera de deber, han traído a la Historia Patria los toreros? Si las corridas son cátedras de valor, ¿por qué el más conspicuo de nuestros toreros en vez de ceñirse el cuerpo, como una bailarina, en casos extranjeros, no ha venido a poner al servicio de la libertad su espada? (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.
El C. Escudero, interrumpiendo: ¡Vicente Segura! (Aplausos.)
El C. Castillo Torre, continuando: ¡Por qué los toreros no han venido a coadyuvar con los rancheros humildes y los obreros bizarros en esta obra que es un advenimiento y una promesa y una novedad? ¿Que los toros son cátedras de valor? Y México, la metrópoli, la ciudad que ha visto en la República más corridas de toros y mejores toreros ¿han hecho caso la Revolución? (Voces: No!) No; ella no se desbordó sobre los Gobiernos tiránicos para hundirlos; fueron los paladines los humildes campesinos del Norte, que no saben de toreros y que no saben de corridas. ¡pero que saben vencer y morir! (Aplausos. Siseos y voces ¡Huy! Campanilla.) No, señores, no hay que confundir las cosas hay que denominarlas por su propio y verdadero nombre; el valor es multiforme, el valor es protéico; unas veces el valor es agresivo, es de impulsión como el de Negrete desafiando el 5 de mayo la muerte al frente de los indios de Zacapoaxtla. (Siseos. Aplausos. Murmullos.)
El C. Quiroga: ¡Moción de orden, señor Presidente! (Campanilla.)
El C. Siurob: moción de orden, señor Presidente.
El C. Quiroga: ¡Moción de orden, señor Presidente! No es con el objeto de que Su Señoría se sirva cumplir con el Reglamento, sino con el objeto de señalarle a Su Señoría cada vez que falte a su deber, por lo que llamo la atención,... (Campanilla.) por lo que llamo la atención acerca de la tolerancia que tiene la Presidencia. (Campanilla.) ¿No me concede la palabra la Presidencia?
El C. Presidente: No, señor.
El C. Castillo Torre, continuando: En los momentos de prueba y de dolor y de pesadumbre para el país, no ha habido un solo torero capaz de esculpir su nombre en los fastos de nuestra Historia. (Murmullos. Voces: ¡Ya, ya!) Los toreros no han mostrado ni el valor impulsivo y generoso de los indios de Zacapoaxtla, ni el valor civil y sereno de don Benito Juárez (Voces: ¡Huy! Silbidos en las galerías. Campanilla.) cuando iba en peregrinación.... (Desorden. Varios ciudadanos diputados piden la palabra para mociones de orden. Campanilla.) sufriendo las vicisitudes de la guerra, ni el valor de Venustiano Carranza, cuando solo, casi solo, esperaba indomable los dictados del Destino en la
costa de Veracruz...(Voces: ¡Ya, ya!) No ultrajemos la reflexiva majestad de la razón, señores. Las espadas que sirven a la Patria se llaman la espada de Duguesclin, que fué la primera de Francia, se llama la espada de Obregón, que es la primera de México. (Aplausos ruidosos.) Pero entre la espada de los héroes y la espada de los toreros existe un abismo insondable, existe el abismo que media entre la virtud y el vicio... (Siseos y aplausos. Desorden.) entre las cenas de Cristo y los banquetes de Trimalcion. (Siseos y aplausos.) Las corridas de toros...
Presidencia del C. BLANCARTE RAMON
El C. Prosecretario Bolio, interrumpiendo: La Presidencia ordena a la Secretaria dé lectura al siguiente artículo. (Murmullos. Desorden.)
El C. Altamirano: ¡Moción de orden! (Campanilla.)
- El C. Camarena ¡Ya estamos cansados!...
- El mismo C. Prosecretario, interrumpiendo: La Secretaría cumple con la orden de la Presidencia. En consecuencia, yo no tengo la culpa.
El C. Altamirano: Pido la palabra para una moción de orden.
- El C. Prosecretario Bolio, leyendo:
"Articulo 195. Los concurrentes a las galerías se presentarán sin armas; guardarán respeto. silencio y compostura, y no tomarán parte en los debates con ninguna clase de demostración."
(Voces: ¡No, no! Desorden.)
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden.
- El C. Altamirano Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Altamirano: Moción de orden...
El C. Presidente: ¡Qué artículo del Reglamento se está violando?
El C. Altamirano: El mismo artículo que acaba de leerse.
El C. Presidente: Ya acaba de leerse para mandar que se conduzca con orden las galerías.
El C. Villaseñor Mejía: ¡Si ya se leyó, cúmplase!
El C. Castillo Torre, continuando: Las corridas de toros señores, no traen al pueblo ni un solo sentimiento ni una sola idea. El anciano diputado Verástegui, de alma necesariamente fósil e incrustada (risas) en las paredes de la reacción (Voces: ¡Zas! Aplausos),amante de lo viejo, hizo ayer un paralelo imposible entre las fiestas del Circo Romano y las corridas de toros. El pueblo romano, genial y grandioso hasta en sus crímenes, gozaba viendo las garras de un tigre desgarrar los senos desnudos de una virgen cristiana; los romanos contendían con los hombres o con los tigres, no perdían el tiempo sacrificando animales, nacidos para arrastra el arado sobre los surcos, en medio de los más torpes, más vulgares, más criminales y más inútiles martirios. (Aplausos. Siseos.) Un esteta de fama universal decía que la sublimidad cabe hasta en el crimen y es cierto. Eróstrato, prendiendo fuego al templo de Diana en Efeso, es un criminal que está muy por encima del incendiario vulgar que prende fuego a la choza de una pobre viuda, porque ésta se negó a entregarle su cuerpo para no manchar con la deshonra el nombre de sus hijos. El Circo Romano fue bárbaro, pero grandioso; de los juegos gladiatorios salieron los modelos del Milón de Crotona y del Canon de Praxiteles. Digan ustedes, señores, si los toreros son modelos a propósito para que inspirándose en sus cuerpos puedan un gran escultor modelar la armonía de formas y la perfección de la vida. (Siseos.)
Y si los actos execrables del Circo han restado a Roma tanta gloria, ¡qué nos harán perder, señores, a nosotros que somos un pueblo casi sin historia, esos espectáculos denigrantes de las corridas de toros! (Siseos.) Si las corridas de toros no traen, repito, al alma popular un solo sentimiento y una sola idea; si no contribuyen al progreso de las masas que duermen en la ignorancia y que es preciso levantar, porque si no se ponen de pies las obligarán a erguirse los invasores que atacan a todos los pueblos débiles.....(Siseos en las galerías. Voces: ¡Huy! Campanilla), si no trabajamos por elevar el nivel del pueblo, sino por hundirlo dándole espectáculos que no llevan al alma sentimiento alguno de generosidad y que despiertan en el espíritu la voz de la justicia, ni encienden en el pecho la llama de la esperanza, entonces, señores, entonces en vez de formar parte de cenáculos letrados y de asambleas ilustradas, deberíamos ser castigados por el cielo e ir a trotar por la campiña y a pacer la yerba, como el viejo rey de Asiria.
(Aplausos. Siseos.)
Presidencia del C. TRIGO OCTAVIO M.
El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. García Vigil. (Aplausos ruidosos en las galerías. Voces: ¡Bravo, bravo!)
El C. Presidente: (Campanilla.) Por segunda vez la Presidencia vuelve a hacer un llamamiento a las galerías, en la inteligencia de que no piensa la Presidencia gastar el tiempo en amenazas, y a la próxima falta de respeto que se haga mandará desalojarlas. (Voces: ¡Muy bien!)
El C. García Vigil: Ciudadanos diputados: Comienzo por hacer la profesión de fe respectiva con objeto de que mi acceso a la tribuna parlamentaria no sea aceptado con prejuicios; en esta virtud, declaro que no soy tourófilo ni antitaurófilo.
Ciudadanos diputados: En el curso de la discusión suscitadas por la petición hecha por un torero y apoyada esta solicitud por un gran número de firmas de representantes populares en esta Cámara de Diputados, no siendo, como dije antes, ni taurófilo ni antitaurófilo, pero preocupándome por los caracteres que han venido adquiriendo esta discusión por la trascendencia que algunos ciudadanos oradores que me han precedido en esta tribuna han dado al espectáculo, por no comulgar ni con unos ni con otros de los argumentos esgrimidos por esos
oradores, puesto que casi todos esos argumentos los he considerado bastante especiosos y más que todo por haber llegado a formarme un juicio que creo el más aproximado respecto a la fiesta taurina, y consiguientemente creyéndome capaz de influir en el ánimo de esta Asamblea para que este asunto lo vea con la serenidad con que debe ser visto, he pedido la palabra para hablar en pro del voto particular.
Nunca imaginé, no obstante que conozco perfectamente bien la taurofilia ayuda que padece la capital de la República, que este asunto fuera objeto de tres largas sesiones y menor todavía que ocasionara reyertas y discusiones que han separado amistades y han producido otras degeneraciones por el estilo. En esta virtud y queriendo poner punto final a este debate, con la convivencia adquirida por la meditación, vengo a ofrecer mi humilde contingente a fin de que a la mayor brevedad sea votado este asunto, como lo pido yo, en pro del voto particular, esto es, derogado el decreto respectivo del Ejecutivo y del Legislativo preconstitucional. Este asunto de los toros en verdad debe analizarse desde puntos de vista capitales: desde el punto de vista legal y desde el punto de vista social; entre estos dos extremos caben todos los distingos y es seguro que puede hacerse un análisis somero desde el punto de vista artístico, desde el punto de vista utilitario, desde el punto de vista puramente económico y aun desde el punto de vista político. En verdad todos los oradores que me han procedido en el uso de la palabra, a mi modo de pensar han agotado los recursos de su inteligencia en pro y en contra del espectáculo taurino de las corridas de toros y han buscado argumentos enteramente especiosos que no han llevado el convencimiento a la Asamblea, ni le han hecho fijar su criterio para dar una solución pronta a este asunto y que esta solución sea tan serena, tan lógica y tan cuerda como debe serlo emanando de esta alta Representación Popular. Así se ha puesto en juego ya por otros, el término: "valor" y no solamente esto, sino que también el arte, expresión suprema de la intelectualidad y de la moralidad de los pueblos, venido a jugar un importante papel al grado de que se han dado epítetos bastante enaltecedores a unos y otros, bastante depresivos para otros de los defensores y de los impugnadores de la fiesta de toros.
Es indudable, señores, que desde el punto de vista artístico o estético, las corridas de toros son altamente artísticas. No quiero decir con esto que todas las corridas de toros, porque naturalmente que en el arte de la tauromaquia hay gradaciones infinitas y todos nosotros sabemos cuántas veces han puesto en verdadero ridículo a la expresión del ser humano muchos toreros que en el léxico propio llaman "jindamones;" pero no es menor cierto que la figura del torero, el maestro de la torería es verdaderamente airosa y suscita emociones intensas al espíritu, dignas verdaderamente dignas de ser cantadas, de ser esculpidas y de ser pintadas por artistas supremos; esto es desde el punto de vista artístico. Desde el punto de vista moral, comienzo por manifestar que todos sabemos que la moral es muy convencional. Hay una moral sensiblera que Nietzsche, Filósofo de la Alemania contemporánea, más que alemán, porque es madgyar, han impugnado rotundamente hasta el punto de crear nuevas orientaciones a la filosofía y principalmente a la ética.
Así nosotros tenemos en absoluta contraposición a la moral cristiana derivada del sacrificio y de las prédicas del Nazareno y a la moral nietzschiana que tiene como postulados supremos, precisamente en el libro de Nietzsche "De la Genealogía de la Moral" este principio: se pregunta Nietzsche qué es lo bueno y se contesta: "todo lo que en el hombre exalta el sentimiento del poder, la voluntad del poder, el poder mismo." Y luego considerando no bastante claro este postulado, dice: "¿qué es lo malo?" - "Todo lo que tiene su origen e la moral." Para seguir el pensamiento de Nietzsche, de este supremo filósofo, contrapuesto a Jesús, busquemos también en otro libro, en el libro de "El Superhombre"; en ese libro "Así hablaba Zarathustra," indica este otro postulado de moral: "El hombre debe ser educado para la guerra y la mujer para solaz del guerrero; todo lo demás es locura." Y todavía más allá, porque Nietzsche necesita ser estudiado para ser comprendido, encontramos este otro postulado, a propósito de las antiguas y de las nuevas tablas de la Ley. Las antiguas tablas de la Ley, o sean las del Dios Cristiano, dicen: "Amarás a tu prójimo como a tí mismo"; y Nietzsche, el impugnador furibundo de la moral cristiana , dice: "Amarás a tu prójimo mucho menos que a tí mismo, para enseñarles a que se ame a su mismo más que a tí." (Aplausos.) De modo, señores, que la moral es verdaderamente convencional y traer una discusión profunda de moral sobre las corridas de toros es una ociosidad. Ya el licenciado Castillo Torre, estableciendo paralelos y tomando como valor definitivo en su discusión el valor individual o sea la valentía, verdaderamente ha puesto muy fuera de esa valentía y de ese valor que sublima en lo heroico, a los toreros; de modo que yo no voy a tratar de impugnar la torería, la taurofilia como carente de valor en lo que respecta al valor en lo que respecta al valor que trasciende, que genera, que establece, que fija y , sobre todo, que realza las individualidades y las nacionalidades. Quizá en los orígenes de la tauromaquia podamos imaginarnos en las remotas dehesas a los garridos mozos de la España antigua, tomando a las reses bravas y en este caso sí en verdad deben ser motivo de admiración por su valor y por su pujanza esos tipos de humanidades que casi están desapareciendo; pero en los tiempos modernos, cuando la tauromaquia refinándose ha venido a ser un arte en el cual descuella la agilidad, la mirada, la serenidad, el valor, que cada vez va siendo menor por lo que respecta a la lidia de las reses, en cambio se va haciendo también cada vez la lidia de reses más artísticas y por consiguiente más bella. Así pues, señores, desde el punto de vista moral es verdaderamente ocioso tratar ni con uno ni con otro de los argumentos. Que la fiesta brava por las manifestaciones de destreza, de agilidad y con su tanto de valor de parte de los torero sea fuente de energía para las nacionalidades, es falso; sería necesario que esta se generalizara a tal punto que desde niños y en todas partes el ejercicio por excelencia fuera el adiestramiento en la de las reses bravas. porque entonces sí, para llegar a obtener ese
coeficiente de agilidad, de golpe de vista y de serenidad indispensable para lidiar estos animales, sería precisa una suma de ejercicio que forzosamente iría seleccionado a nuestros hombres y dándoles un tipo de atleta muy peculiar; pero no es así: no se puede generalizar este ejercicio hasta el punto de que sea fuente de energía en la nacionalidad; y tanto es así, que en las escuelas de México y aun en las de España no está ni siquiera establecido rudimentariamente el capeo, ni el banderilleo, ni ninguna otras de las suertes de las corridas toros; en cambio sí todo lo que tiende a muscular al individuo y a dotarlo de ese lado constituido del triángulo equilátero que, conforme a los principios clásicos del helenismo, debe tener todo hombre, o sea: proporción intelectual, moral y física. Esto, repito no se obtiene por medio de la lidia de reses; se obtiene por otros ejercicios que se han establecido en las escuelas de todo el mundo y que son una tendencia manifiesta para vigorizar cada vez más la raza o al menos impedir que decaiga; de modo que desde este punto de vista la tauromaquia no puede considerarse como una fuente de energía. Y repito, hay argumentos en pro y en contra, pero sí no quiero dejar de hacer notar que en las plazas de toros se ve en determinados momentos en que el torero sugestiona intensamente a la multitud, un embelesamiento en esta multitud, puesto que su frenesí raya a tal punto, que es capaz de cualquiera locura, de esas locuras de las multitudes con objeto de dar expansión a esa fortísima emoción que en su ánimo ha suscitado un lance de capa, una muerte al volapié clásico, etc., etc., No quiero extenderme más sobre este punto; podríamos no concluir en un mes hablando sobre la moralidad o sobre la inmoralidad de las corridas de toros, pero sí quiero dejar establecido que es manifestación de sensiblería o de mojigatería el pretender que porque un hombre pone en peligro su vida al torear un toro o porque el toro ha extraído los intestinos del caballo de pica, o más aún, porque el mismo toro cae noblemente fulminado por una estocada clásica, se pretenda que esto es inmoral y que vamos nosotros a sobrecogernos de espanto porque se han derramado sobre la arena cinco o diez kilos de sangre humana o de sangre bestial. Indudablemente que no y desde este punto de vista, pues, considero que no es nada nocivo para el espíritu público, supuesto que en verdad no sobreexcita las pasiones de la multitud ni la hace cometer crímenes el espectáculo de esa sangre, y haciendo algo de psicología sobre este punto, cabe decir que las causas determinantes de que la multitud no sienta un impulso que la lleve a delinquir, es que la lidia de reses es un arte que así está aceptado por todos los que asisten a las corridas de toros, que no se establece entre el torero y la bestia un problema de amor propio; que de ninguna manera puede considerarse al torero deshonrado porque la bestia lo ha empitonado y herido; que tampoco puede considerarse establecida una lucha anímica entre la bestia y el matador; que por todas estas circunstancias la sangre que corre allí no suscita en los espectadores el deseo de derramar más sangre: este es un argumento enteramente especioso de los impugnadores de las corridas de toros y, sobre todo, de los que pretenden aparecer en estos tiempos como demasiado moralistas. (Aplausos.)
Ahora bien, señores hay otro argumento principalmente esgrimido por los del pro: el del utilitarismo, mejor dicho, el económico. Se dice que el Municipio está necesitado de entradas y tomando la ocasión por los cabellos, se presenta el espectáculo de los maestros de la escuela no pagados en muchas decenas, que andan haciendo subscripciones de donativos con objeto de subvenir a sus más imperiosas necesidades; ¿qué mejor - dicen los taurófilos a outrance - que las contribuciones que van a producir las corridas de toros se asignen al pago de los maestros de escuela, de estos padres de familia, de estos educadores de la niñez, en fin de estos desvalidos, de estos no pagados? Pero yo digo: la misión del Estado es la de gravar lo menos posible, fuera excluir absolutamente toda contribución directa de parte de los ciudadanos; por consiguiente, no es la misión del Estado y no debe ser la misión de nosotros, como legisladores, el acumular grandes cantidades de dinero en las arcas públicas, ya sean federales o municipales; no, ojalá llegáramos a encontrar la expresión suprema de la economía política, de modo que todos los ciudadanos sin una sola contribución directa pudiéramos vivir y que las contribuciones únicamente fueran sobre los productos naturales de la tierra a los cuales todos tenemos derecho, sobre los productos artificiales de la misma, o sean las industrias, y sobre los capitales acumulados; entonces sí hallaríamos las más alta expresión de la economía política y es indudable que seríamos el pueblo más rico, no en recursos naturales, sino el pueblo más rico por la riqueza de cada uno de sus ciudadanos. Pero no es así; de modo que este argumento que se esgrime por los oradores del pro tratando de llevar a las areas municipales algunos cientos de miles de pesos al año es un argumento, como todos los anteriores, verdaderamente especioso.
Ahora, señores voy a analizar el problema de las corridas de toros, tratando el punto exclusivamente legal y el punto exclusivamente social. Desde el punto de vista social es indudable que las corridas de toros, si llegan a desarrollarse intensamente en toda la República, y para el caso hay que hacer observar que del centro de la República, o sea la capital, irradian a la periferia o sea hasta los límites de la misma, todas las palpitaciones, todas las emociones, toda la vida intensa de la misma República, supuesto que en este centro de ella se encuentran todas las intelectualidades, es decir, el mayor número de intelectualidades, las más elevadas y las más autorizadas para influir en el desarrollo de la nacionalidad; de modo que sí tiene una influencia, y esa influencia es decisiva, el que en la capital de la República se den corridas de toros. Ahora bien, desde el punto de vista social, el desarrollo de la tauromaquia y consiguientemente de la taurofilia y de otros de los caracteres de ésta, que es la torería, tiende a hacer degenerar a la raza. Para el caso, veamos qué es el torero: individualmente es un preaficionado que, por cualquiera circunstancia, mejor que por la plenitud económica, se ha lanzado al ejercicio de matar toros bravos; el torero, en un noventa por ciento, es un hombre de una baja cultura: el torero espada.
jefe de cuadrilla, tiene a todos sus segundos, a todos los adeptos a él y a todos los aficionados que tratan también de culminar en toreros estrellas de primera magnitud; el torero no reporta absolutamente ninguna utilidad a la sociedad, absolutamente ninguna, si no es una satisfacción enteramente vana, como la que proporciona la diversión que nos ocupa; no se puede, pues decir que los toreros, la torería, la taurofilia, la tauromaquia influyen favorablemente en el desarrollo de la nacionalidad; y los toreros, por la profesión misma a que están dedicados y no reportando absolutamente parasitarios de ella. (Aplausos.) No quiero decir con esto que sean nocivos en la completa extensión de la palabra, al grado que sea menester extirparlos; pero es indudable que, dedicados durante todos los días de la semana, los días de trabajo, a los ejercicios que los preparan para la lidia o a los goces que les da su holganza, no tengan más que los momentos de peligro, y en este caso hay que hacerles justicia, a las que se obligan cada domingo, con objeto económico y con objeto moral, supuesto que ellos se puede decir que son por afición y por temperamento por lo que se han dedicado a esta profesión; pero es indudable, como dije antes, que esta holganza de ellos, que esta preparación no aporta ningún beneficio a la sociedad, y si vamos a deducir caracteres, sí mejor pudiéramos decir que los toreros, por el hecho de apasionar a las masas, por el hecho de establecer competencias entre ellos mismos y por la vida que llevan en los días dedicados al trabajo para el común de los mortales, están seguidos en esos seis días por todos los aficionados, por todos los comentadores de la última, corrida todos los amigos, por todas las amigas, en una palabra, que seis días dedicados al trabajo por la inmensa mayoría de los ciudadanos, están ocupados un reducido número de los mismos a la holganza, sin otro provecho que el de las emociones. En esta virtud, socialmente el torero y la torería son nocivos, en esta época principalmente, al desarrollo de las nacionalidades.... (aplausos), pero no hay que verlos tampoco con el lente de aumento con que los ven los impugnadores de las lidias de toros y considerarlos a tal punto nocivos, que sean objeto de una persecución.
Ahora me falta tocar el problema desde el punto de vista legal. Desde el punto de vista legal debe ser derogado el decreto respectivo que suprimió las corridas de toros en lo absoluto en el Distrito Federal y Territorios, y desde el punto de vista legal, por esto: establecida y aceptada la premisa de que la lidia de toros es una diversión, reglamentar esta diversión antes, en ella y después de ella, antes es una función exclusivamente edilicia; no es federal, no corresponde a las Legislaturas de los Estados; no corresponde a las Legislaturas de los Estados; corresponde únicamente a los Municipios. En efecto, señores, el Legislativo preconstitucional, cuando dió el decreto suprimiendo en absoluto las corridas de toros en el Distrito y Territorios Federales y temporalmente en los Estados de la Federación. hasta el establecimiento del orden constitucional, lo hizo extralimitándose en el uso de las facultades del Poder Legislativo. (Voces: ¡Cierto!) El Poder Legislativo, cuyas facultades están delimitadas en la constitución de 57, las relativas son las siguientes: fracción VI del artículo 72, que habla de los facultades del Congreso....(Campanilla.)
El C. Prosecretario Bolio: Habiendo transcurrido el tiempo reglamentario de que puede hacer uso el orador, se consulta a la honorable Asamblea si se le prorroga el término. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Se prorroga.
El C. García Vigil continuando: "Fracción VI. Para legislar en todo lo concerniente al Distrito Federal y Territorios." Pero es indudable que las facultades del Congreso, dadas en la Constitución de 57, en ninguna señalaban la de prohibir ni reglamentar las diversiones públicas en ninguna parte de la extensión territorial de la República. De modo es que la tendencia marcada por este decreto del Legislativo preconstitucional, si desde el punto de vista social es absolutamente loable, desde el punto e vista legal no tiene base alguna, es absolutamente ilegal, ataca directamente al Poder Municipal. Así, pues señores, si entre las facultades del Congreso que tenía la Constitución de 57 y dejadas en la Constitución que actualmente no rige, con algunas adiciones y reformas, al mismo Congreso está de ninguna manera especificado el que Poder Legislativo pueda legislar en el Distrito Federal y Territorios en lo que respecta a las diversiones públicas y siento las diversiones públicas de un carácter absolutamente edilicio, de un origen absolutamente edilicio, porque así lo tenemos en los orígenes del Municipio actual y lo tenemos en el origen del Municipio romano, es indubitable que el decreto relativo del Legislativo preconstitucional, si es loable desde el punto de vista social, supuesto que trató de extirpar a esta clase parasitaria de la sociedad y, sobre todo, de desarraigar esta afición que no comporta utilidad alguna ni suscita emociones nobles al espíritu, sí también es cierto que, desde el punto de vista legal no tiene base alguna en qué sostenerse y, por lo tanto, debe ser derogado el decreto relativo. En abundamiento de la tesis legal está el artículo 73 de la Constitución vigente, que corresponde al artículo 72 de la de 57, y que dice:
"VI. Para legislar en todo lo relativo al Distrito Federal y Territorios, debiendo someterse a las bases siguientes:
"1a. El Distrito Federal y los Territorios se dividirán en Municipalidades, que tendrán la extensión territorial y número de habitantes suficientes para poder subsistir con sus propios recursos y poder contribuir a los gastos comunes.
"2a. Cada Municipalidad estará a cargo de un Ayuntamiento de Elección popular directa."
En estas dos primeras cláusulas y en las que siguen, está consagrado en cierto modo, el principio del Municipio Libre para la ciudad de México que, como todos nosotros sabemos, fue reconocido en el Congreso Constituyente; de modo que si nosotros sostenemos, y estamos obligados a sostenerlo en estos instantes, supuesto que estamos obligados a respetar la Constitución, si sostenemos repito; la libertad del Municipio en toda la extensión de la República, y si sostenemos de un modo expreso la libertad del Municipio en la ciudad de México, y si, por otra parte, la cláusula respectiva dice que estas Municipalidades del Distrito Federal
deberán dividirse de modo que puedan, es decir reglamentarse, organizarse de modo que puedan subvenir a sus propios recursos, debemos nosotros, para respeto del Municipio Libre y para dar exacto cumplimiento a la Constitución y al espíritu de los constituyentes, respetar al Municipio Libre en sus funciones económicas, en todas sus funciones por lo que respecta a diversiones y dejar a ese Municipio de la ciudad de México que reglamente estas diversiones públicas, y si quiere que las permita; y si no quiere, que las prohiba ; pero el Congreso no puede, sin extralimitarse, sin arrogarse facultades legislar, no ya para los Estados de la Federación, ni para Territorio alguno Federal respecto a diversiones; y como la lidia de toros, por lo que he dicho antes, no es ni moral ni inmoral. o es ambas cosas, según la manera de verla; no es artística ni ridícula, o ambas también; ni es útil ni perjudicial, según se mire, sino que es simplemente una diversión, nosotros, respetuosos del principio revolucionario y del Municipio Libre y respetuoso de la ciudadanía libre también debemos dejar a los taurófilos con sus aficiones y hacer toda la propaganda, toda la prédica que se quiera para desarraigar en ellos esa afición; pero por todos los medios legales: por la prensa, por la tribuna, por la conversación, en fin, por todo lo que está permitido dentro de la ley, y debemos dejar al Municipio Libre de la ciudad de México y a los Municipios de los Territorios Federales, para que este sobre este particular, que es de su exclusiva incumbencia, legislen y reglamenten. Colocándonos en este, punto que creo yo es en el que debemos colocarnos y con la exposición que he hecho, me parece bastante para que el decreto respectivo, fue una extralimitación del Legislativo preconstitucional, sea derogado; y no por esto se pretenda que el Congreso, y ni siquiera la Cámara de Diputados, son partidarios de las corridas de toros; que no se dé a esto una interpretación torcida; que se interprete únicamente como el reconocimiento por circunstancias especiales, del principio del Municipio Libre; que este principio sea respetado y que sea respetado en este caso, y los Municipios, según sus necesidades y según la interpretación que den al sentir popular, así sabrán reglamentar en este caso. (Aplausos.)
El C. Quiroga: Pido la palabra para una interpelación al C. García Vigil.
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Quiroga para una interpelación.
El C. Quiroga: Siendo yo, C. García Vigil, uno de sus admiradores y queriéndome explicar la conducta de usted, ¿tendrá usted inconveniente en decir por qué votó usted en favor del dictamen de la mayoría y por qué andaba usted haciendo propaganda en contra de los toros en ese lugar y a mí atrás me animó para que lo hiciera lo mejor posible en contra de los toros?
El C. García Vigil: Con mucho gusto. Pido la palabra para contestar.
El C. Presidente: Tiene usted la palabra.
El C. García Vigil: C. Quiroga: En el curso de mi peroración creo haber sido bastante claro, pero en vista de que usted establece una duda respecto a ella, voy a ser más claro todavía. Yo, si en mi facultad estuviera legislar sobre este caso, yo prohibiría las corridas de toros. (Aplausos), porque ya lo he dicho: desde el punto de vista social, vienen a degenerar a nuestra raza, tienden a menoscabar la nacionalidad; esta clase parasitaria, que puede clasificarse dentro de los términos de torería general, no comporta, como dije antes, utilidad alguna al Estado; no suscita más que emociones que en resumen resultan vanas a cierta clase de ciudadanos, no son otra cosa. En tal virtud, yo, creyendo que las corridas de toros y que el dictamen sería desde luego aceptado y sobre todo, resuelto, voté para que desde luego fuera desechado y nosotros estamos obligados a tratar asuntos de muchísima mayor trascendencia, que éste puede decirse que no la tiene ninguna, nos dedicáramos inmediatamente a ellos; también por esto voté en favor de la moción suspensiva sostenida brillantemente por el licenciado Castillo Torre; pero desde el punto de vista legal, que es el que me mueve a ocupar la tribuna y a defender la verdad que encierra la derogación del decreto respectivo, es inconcluso que yo, aunque socialmente consideradas las corridas de toros las condene ya por inútiles o ya por degenerativas, debo ser, antes que otra, cosa, respetuoso de la Ley y debo reconocer que no es de mi facultad, que no es de la facultad del Congreso y que no puede haber sido de la facultad del Poder Legislativo preconstitucional el legislar sobre esta materia.
Por esto he creído que he sido bastante claro y en esa virtud téngase por seguro que yo, como lo dije al hacer profesión de fe, ni soy taurófilo ni antitaurófilo, sino que considero que esta es una diversión y no otra cosa. (Aplausos. Voces: ¡A votar, a votar)
El C. Presidente: Tiene la palabra el C. Vadillo. Se suplica C. diputado Villaseñor Mejía ocupe su curul y no interrumpa al orador.
El C. Vadillo: Agradezco profundamente al C. García Vigil dos cosas: primero, que con el prestigio indubitable de su palabra haya apagado esa racha de frenesí que se había soliviantado durante varios días al público que nos escucha en esta discusión; y, segundo, que el C. García Vigil se haya empeñado con .éxito más o menos absoluto en traer esta discusión a su verdadero punto de vista. Más aún , debemos agradecerle al C. García Vigil que siendo sincero con su propio espíritu, con sus convicciones íntimas y rindiendo pleito homenaje a la verdad, haya hablado en realidad en contra del dictamen que estamos discutiendo. Efectivamente, señores, ya era cosa que molestaba a indiferentes y a apasionados en contra de esta fiesta de toros, ya era cosa molesta, digo, el machacar constantemente en cuanto a esta discusión acerca del criterio moral, acerca del criterio estético sobre las corridas de los toros. Como muy bien lo ha dicho el C. García Vigil ni la estética desde Haeckel hasta León Tolstoi, ni la moral desde Sakyamuni hasta Nietzsche, son cosas absolutas y a través de un criterio variable de los valores que todavía no están sentados definitivamente en la conciencia de nadie, es imposible juzgar de un hecho como este de las corridas de toros, El problema es de carácter legislativo y en mi concepto debe plantearse de este modo: el C. Venustiano Carranza en uso de las facultades concedidas por la fuerza de los hechos,
prohibió en términos absolutos las corridas de los toros en el Distrito Federal y en los Territorios Federales. Una solicitud personal de un solo individuo pide a la Representación Nacional la derogación de este decreto, es decir, la derogación de un decreto que tiene trascendencia en el Distrito Federal y en los Territorios de Quintana Roo y de la Baja California y se trata de saber si esta Representación Nacional cree llegado el caso, es decir, si cree llegada la oportunidad de derogar este decreto del entonces Primer Jefe del Ejercito Constitucionalista. El problema legislativo es éste: si es llegada la oportunidad de derogar este decreto y por consiguiente de restaurar en el Distrito Federal y en los Territorios de Quintana Roo y de la Baja California las corridas de toros; nada más Ahora bien, para el diputado que trae aquí la representación de su pueblo, de su Distrito; para el diputado que en México ejerce funciones legislativas para el Distrito y Territorios Federales, lo que importa saber es si existe una necesidad social, una necesidad popular que esté reclamando la derogación de este decreto, y nada más. En el expediente relativo a este asunto, tan traído y tan llevado fuera aquí, de las corridas de toros, no figura sino una solicitud individual de un ciudadano interesada en la derogación de este decreto; no hay aquí a pesar de que hace un año existe una insinuación para la derogación de ese decreto, no existe, repito, en el expediente relativo una sugestión que no sea de individuos interesados pecuniaria y económicamente en la derogación del decreto. En el Distrito Federal, ciudadanos representantes, tenemos por lo menos veinte mil obreros sindicalizados cuya acción social es visible, este es enérgica y es innegable; ningún sindicato de obreros ha solicitado de la Representación Nacional de derogación del decreto relativo a las corridas de toros. (Aplausos.) En el Distrito Federal, ciudadanos representantes, tenemos centros organizados de cultura en donde tienen representación manifiesta, clara y honrosa, los elementos intelectuales con que cuenta la capital de la República, y no existe en la Cámara de Diputados una solicitud de un gremio, de una corporación de intelectuales que haya pedido de la Representación Nacional la derogación del decreto de los toros. (Aplausos.) En el Distrito Federal, ciudadanos representantes, por que yo hablo a los ciudadanos representantes con abstracción del sentir general de los demás ciudadanos que me escuchan aquí, aunque les profeso profundo respeto como elementos de la opinión pública; en el Distrito Federal, ciudadanos representantes, tenemos organizado al comercio, tenemos la organización de la industria, tenemos en parte la organización deportiva y ni siquiera estos elementos del comercio o de la industria o los elementos deportivos de México han solicitado de la Representación Nacional la derogación del decreto relativo a las corridas de toros. (Aplausos.)
Entonces, ciudadanos representantes, ¿qué elementos serios socialmente organizados que puedan decirse la voz representativa de la opinión pública ha solicitado de vosotros vuestra actuación de legisladores para dar una ley que de todas maneras creará de una manera más o menos sensible un estado social con relación a las costumbres de la ciudad? ¿Por qué, ciudadanos representantes, este frenesí, por qué esta locura suscitada acá en mala hora por un puñado de jóvenes muy entusiastas, muy respetables como representantes y lo que se quiera, pero que de todas maneras se han salido de sus atribuciones de legisladores, de la seriedad, de la serenidad necesaria, de la sindéresis necesaria en un representante del pueblo? Repito, hace un año que la cuestión de los toros está pendiente en esta Cámara, y de entonces a acá hemos recibido insinuaciones constantes para legislar en muchas otras materias. Existen insinuaciones para legislación obrera, para la legislación agraria, para las leyes de Ingresos, para las Leyes de Presupuestos; la opinión pública, manifestada por medio de la prensa, constantemente está haciendo presión en el ánimo de los representantes de otros asuntos que son materia de nuestros trabajos y, sin embargo, señores diputados, hace un año que no han llegado a la Secretaría de la Cámara, que no ha llegado al conocimiento de nosotros una voz de las respetables de la sociedad que nos pida toros. (Aplausos.) Entonces, ¿por qué, ciudadanos representantes, por qué repito, esta locura legislativa, por qué esta excentricidad para tratar de un asunto que nos debe preocupar en lo absoluto? El C. García Vigil....(Toses en las galerías. Campanilla), llevando al terreno de la ley, a la interpretación constitucional este asunto, afirmaba que él es de la competencia municipal; pero el C. García Vigil ha manifestado que es de la competencia municipal la reglamentación de la fiesta de los toros, y con ello estoy absolutamente de acuerdo; pero la materia misma en sí, la existencia o no existencia, de estas diversiones públicas, una vez suprimidas, ello evidentemente es materia de esta Representación Nacional. La reglamentación siempre se ha entendido de esta manera en las funciones municipales; la reglamentación de aquellos asuntos que tienen relación con el público en la ciudad de que se trate, siempre es de la naturaleza íntima del municipio, y en ello estamos absolutamente de acuerdo; pero la materia misma, la creación de un asunto que puede ser objeto de una legislación, eso es evidentemente materia de esta Representación Nacional, es decir, del Poder Legislativo. De otro modo, ¿de qué manera se entendería que estando las corridas de toros de hecho prohibidas, esto es, no existiendo reglamentada la facultad para llevarse a cabo estas corridas de toros, de qué manera el Municipio de la ciudad de México, los Municipios de Quintana Roo y de la Baja California habrían de proceder a la reglamentación si no hay una ley sustantiva anterior que dé origen o legalidad a la existencia de la misma? ¿Cómo puede reglamentar el Municipio lo que está todavía aclarado como legal en su propia existencia? El mismo argumento del señor García Vigil, si lo examinamos bien, es en contra de este mismo dictamen, desde el momento en que el C. García Vigil afirma que es el Municipio el capacitado legalmente para la reglamentación de esta clase de diversiones. Desde el momento en que él afirma que el Poder Legislativo no tiene facultades absolutamente para tratar estos casos en su totalidad absolutamente para tratar estos casos en su totalidad, el mismo C. García Vigil ha venido a hablar en contra del dictamen,
porque en ese caso no tenemos nosotros facultad para tocar esta materia, es decir, para derogar el decreto del ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Si es materia de los Municipios la reglamentación, es decir, la facultad legal de que esta clase de diversiones exista en los Municipios, entonces es facultad también de los Municipios el derogar ellos o el de dar por derogado en sí mismo y entonces el dictamen, es decir, el voto particular que deroga el decreto, no es de nuestra facultad y también por esta razón debería este dictamen o este voto particular ser rechazado por la Asamblea. En México, ciudadanos representantes, solamente hay un elemento que pide la restauración de las corridas de toros y es la empresa que los explota; la empresa de "El Toreo" en la capital de la República, representa en capital no menor de medio millón de pesos que tiene un rendimiento bruto anual de más de millón y medio de pesos. Ahora bien, ciudadanos diputados, la naturaleza de esta inversión es tal, que no puede rendir otros productos si no es mediante las corridas de toros; la construcción de la plaza de "El Toreo" es la única que con la voz inmensa de los intereses económicos está reclamando de esta Representación Nacional el que se le dé una aplicación a ese capital amortizado allá. La plaza de los toros es la única que habla por la voz de los ciudadanos del pro, porque este capital amortizado está perdiendo todos los días el rédito necesario para una inversión legitima de este capital. Si la plaza de toros puede rendir anualmente al Municipio una cantidad de doscientos mil pesos, es evidente que este negocio de los toros produce a los empresarios cantidades fabulosas y son ellos los únicos interesados en México. (Aplausos,) Y si yo me empeñara, ciudadanos representantes, en esta ocasión....(Toses en las galerías. Campanilla), si yo me empeñara en esta ocasión en querer hablar, no a las inteligencias de los legisladores, vino a su imaginación, vendría aquí a admirarme, positivamente a admirarme, del poder social que de hierro en los llanos de la Condesa que está reclamando en la conciencia de los legisladores la restauración de estas corridas bárbaras y que ha podido impresionar a más de muchos en esta Asamblea. (Aplausos. Siseos. Silbidos. Campanilla.) Sí, a la inversa de nuestro apreciable amigo García Vigil, yo puedo declarar acá que soy sensible a la fiesta brava, que soy quizá por temperamento taurófilo, es decir, amante de la fiesta. (Risas. Voces: ¡Ah, ah! Campanilla.) Yo creo, ciudadanos representantes, que no puede haber un temperamento latino, un temperamento integralmente latino que no haya sentido una vez la conmoción de su espíritu, el sacudimiento nervioso que produce le espectáculo cuando haya visto en un día de sol cruzar como una fuga de notas brillantes la rueda flava y enorme de una plaza de toros y ver el espectáculo de una muchedumbre que se siente emocionada ante el esfuerzo del hombre frente del peligro. Yo señores diputados, soy sensible a esta magnitud del espectáculo; sí, soy partidario en principio de este espectáculo que tiene las características de un espectáculo bárbaramente bello, o bellamente bárbaro....(Murmullos. Campanilla.) Los batallones austríacos avanzando en columnas cerradas en los campos de Bélgica para acometer a pecho descubierto llevando en frente la voz de sus clarinetes el oriflama bélico de sus banderas, es desde el punto de vista de la estética, de esta estética tan discutida, un espectáculo que puede conmover, que puede llevar a la sublimidad del sentimiento humano. El espectáculo de los batallones franceses cruzando las trincheras para acometer a la muerte, es seguramente también un espectáculo que a ningún ser humano menos que causar un sentimiento de emoción que raye en la sublimidad. ¿Pero por eso, ciudadanos diputados, por que lo grande, porque la magnitud, aun cuando sea criminal, de los hechos puede conmover estéticamente nuestro temperamento, este temperamento amasado no sé por qué arcilla y animado no sé por qué espíritu, ya por esto, ciudadanos diputados, podemos nosotros darle el fallo de moralidad, el fallo de grandeza moral, el fallo de progreso, el fallo de civilización? Evidentemente que no, ciudadanos diputados, y no es precisamente esto lo que aun legislador debe conmover, sino, como he dicho al principio, una necesidad social; en México no son, como lo he demostrado aquí, una necesidad social, una necesidad pública reclamada por los elementos populares las corridas de toros. Entonces el legislador y no el hombre está obligando a oír su conciencia de legislador y a satisfacer una necesidad donde esa necesidad se presente, pero no satisfacer una pasión. (Aplausos nutridos.) Sí puedo afirmar, ciudadanos representantes, y esto con la más íntima de mis convicciones, que el espectáculo taurino, si llegase a restablecerse en la ciudad de México, si por una fatalidad de la ignorancia de nuestros legisladores de los Estados llegase también a ser restablecida en los Estados de la República, sí puedo firmar que ella encontraría eco propicio en la conciencia de nuestro pueblo. ¿Por qué? Porque nuestro pueblo, y esto no es un esfuerzo para insultar ni a la tradición ni al ser mismo de nuestra nacionalidad, nuestro pueblo sí es propicio a este género de espectáculos, porque estos espectáculos bárbaros, que sólo lo son relativamente, puesto que el mundo está pasando por una crisis de barbarie, este espectáculo queda perdido, verdaderamente perdido y es insignificante en todas las escenas de salvajismo por que estamos atravesando en estos momentos. (Aplausos. Siseos. Voces: ¡Muy bien!) Salvaje y muy salvaje.... (Siseos) es, evidentemente, la nación alemana que ha podido en un momento dado.... (Siseos, silbidos y voces: ¡No, no!), que ha podido en un momento dado de la historia poner todos sus destinos en las manos de un emperador para ir a hollar a una de las naciones débiles de Europa; salvaje y muy salvaje..... (Silbidos y voces: ¡No, no! ¡Moción de orden, moción de orden!)
- El C. Presidente; Tiene la palabra el C. Espinosa Luis.
El C. Espinosa Luis: Para suplicar a Su Señoría que cumpla su palabra empeñada con la Asamblea de mandar desalojar a las galerías.
El C. Presidente: La Presidencia no tiene inconveniente en mandar desalojar las galerías cuando los representantes pongan ejemplo a esas galerías.
El C. Rodríguez Alfredo: Moción de orden. Para suplicar a la Presidencia tenga la amabilidad de
exhortar a las galerías para precisarles que les está absolutamente prohibido sisear o aplaudir pero también que Su Señoría de manera enérgica haga saber a los señores representantes que deben respetar el local, que no siseemos tampoco. (Aplausos.) El siseo y el aplauso son contagiosos.
El C. Presidente: La Presidencia, como lo desea el C. Rodríguez, exhorta a las galerías y por última vez les hace presente que mandará desalojar el salón, y a los ciudadanos representantes del pueblo, que en este momento son los primeros que fomentan el desorden, se les exhorta a que guarden compostura. (Continúa el desorden. Campanilla.)
El C. Berumen: Moción de orden. Que se concrete el orador al punto a discusión, que no trate el asunto de la guerra europea. (Campanilla.)
El C. Presidente: No se le ha concedido la palabra y se le exhorta a que guarde compostura.
El C. Vadillo, continuando: Actos de barbarie, ciudadanos diputados, se registran en la historia de la humanidad a cargo de todas las naciones, aún de aquellas que nosotros admiramos profundamente como civilizadas en el concierto de la humanidad; actos de salvajismo y de barbarie de que no son responsables las nacionalidades, todas pero que han manchado su propia historia con borrones que serán eternos, existen en todas las naciones del mundo, porque entonces.... (Siseos. El C. Oscar León interrumpe al orador.)
El C. Presidente: Se llama al orden al C. diputado que ha interrumpido, pues no se le ha concedido la palabra.
El C. Vadillo, continuando: ¿Por qué entonces, ciudadanos representantes, habíamos de abominar, habíamos de escandalizarnos dando pruebas en realidad de una mojigatería inconcebible, porque nuestro pueblo sea amante de esta clase de espectáculos que en la nación de su mismo origen son abominados y son repudiados como manifestaciones de una barbarie que tiende a desaparecer? Al hablar de esta manera, señores diputados, lo hago única y exclusivamente porque algunos oradores del contra han hecho aquí insinuaciones desfavorables para nuestro propio pueblo. Desgraciadamente, y debemos de sentirlo en lo profundo de nuestra alma, en el fondo del ser nacional se mueven todavía instintos atávicos que es preciso tener en consideración, aún cuando nos duela profundamente en nuestro corazón. Nuestro pueblo, ciudadanos representantes, que hace quinientos años, según la discreta confesión de nuestros historiadores, ha tenido que pasar por las duras pruebas y ha tenido que soportar la confesión evidentemente cierta de un canibalismo innegable; nuestro pueblo, ciudadanos representantes que aún ahora ha dado manifestaciones....
El C. Espinosa Bávara, interrumpiendo: Para una moción de orden.
El C. Presidente: El que interrumpe el orden es usted.
El C. Espinosa Bávara: Ha pasado la hora reglamentaria. (Voces: ¡A votar, a votar!)
El C. Prosecretario Bolio: Habiendo transcurrido la hora reglamentaria que se concede a los oradores, se pregunta a la Asamblea si se concede la palabra al C. Vadillo. Los que estén por la afirmativa se servirán poner de pie. Si se concede la palabra. (Aplausos.)
El C. Vadillo, continuando: Yo he querido llegar, ciudadanos representantes, a cultivar precisamente ese sentir y esas demostraciones me son absolutamente claras en este momento. La Asamblea siente en estos instantes lo mismo que yo experimenté al hablar, al hacer estas dolorosas declaraciones. Nuestro pueblo, aún en los últimos días, digo, algunas clases de nuestro pueblo han dado manifestaciones, pruebas de que aún queda en él el sedimento natural de nuestra nacionalidad, algunos elementos de la antigua barbarie; esta Revolución Constitucionalista, por muchos títulos gloriosa, tiene muchas manchas que serán evidentemente un verdadero baldón para nosotros. Zapata mutilando horrorosamente.... (Siseos. Risas. Campanilla.)
El C. Siurob: Moción de orden.
El C. León: Estamos tratando de los toros y no de la Revolución.
El C. Presidente: Se excita por segunda vez al C. León Oscar H. y se le suplica no obligue a la Presidencia a poner en vigor en Reglamento. (Aplausos.)
El C. Vadillo, continuando: Zapata y sus chusmas han puesto en vergüenza a nuestra nacionalidad, cuando ha dado con sus prisioneros ejemplos de barbarie estupenda. La más sangrienta de las hazañas de esta Revolución fue sin duda la toma de la plaza de Torreón por el entonces general Villa, y aquel episodio de nuestra historia tuvo lineamientos de carnicería estupenda que habrán de avergonzarnos algún día. En estos momentos todavía, a pesar de que el régimen constitucional priva en nuestra República, a lo largo de los caminos, bajo las ramas de los árboles, algunos generales mal aconsejados en quienes ha revivido evidentemente el atavismo de nuestras tradiciones antiguas de la barbarie azteca, han colgado a los hombres, que son como turíbulos que presentan un espectáculo macabro y que es vergonzoso y entre nosotros, repito, al ajusticiar por medio de la hora a sus prisioneros.(Aplausos.) Qué más. ¿por qué os escandalizáis si os digo que muchos de aquellos que ahora ostentan las insignias del Ejército mexicano y que deberían ser en ellos un honor, porque son los elementos del orden y de la paz, no son sino unos bandidos y verdugos de su pueblo, porque no saben entender la libertad porque pelearon, y sí los procedimientos de tortura propios del siglo XI? (Aplausos.)
Y cuando tales cosas ocurren en nuestro país, ciudadanos representantes, cuando hay una tendencia evidentemente que no ha sido muerta, cuando evidentemente hay todavía sedimentos de barbarie y de salvajismo en la masa nacional ¿por qué pretendemos nosotros todavía aumentar con un elemento más esta tendencia al atavismo, esta regresión...? (Aplausos nutridos.) Demostrad los oradores del pro, demostrad en contra de estas amargas verdades que me he visto en la necesidad, por la lógica del debate, de venir a exponer en la tribuna con vergüenza mía, demostrad en contra de ellas, los oradores del pro, que estamos en un período de civilización en México, en que no es peligrosa la corrida de toros como un estímulo a esos instintos que viven todavía en la masa de la Nación. Si tenemos nosotros vergüenza del estado de atraso en que se encuentra nuestro pueblo; si sabemos, como debemos de saberlo, que la masa
indígena está irredenta, si sabemos que todavía tiene el culto a sus antiguos ídolos y que en el Estado de Nayarit, en la región que pertenece a los "Coras" todavía tiene costumbres atrasadas, verdaderamente atávicas y aún formas de canibalismo, venid todavía vosotros a decir que en la República no es peligroso ese espectáculo, que hay los elementos suficientes para contrarrestarlo, que la civilización que empieza en la escuela y que concluye en la vida social es suficiente y no da lugar a que sea un peligro este continuo estímulo a la barbarie, a la crueldad y al salvajismo que representa la fiesta de los toros. No, ciudadanos representantes, repito, hablo a los ciudadanos representantes. En México, en la capital de la República, solo la plaza de los toros desde los llanos de la Condesa está incitándose a nosotros a violentar los postulados de la civilización en nuestro país, está incitándonos a regresar en la marcha trabajosa de nuestro progreso moral; es únicamente la plaza de toros y yo, señores diputados, si no temiera violentar la seriedad de este debate, intentaría hacer un elogio a esa fuerza macabra, a esa fuerza de sugestión tremenda aquella fantástica armazón de hierro en el ánimo de muchos ciudadanos representantes. Ah, la plaza de toros, como una boca abierta que clama a los cielos, está verdaderamente huérfana de aquella concurrencia bulliciosa y enorme que día a día alojaba en su seno; las graderías son seguramente como una dentadura que sonríe de ironía viendo al Poder Legislativo que se preocupa tanto, mucho más que del problema obrero y del problema agrario, por darle otra vez vida. (Aplausos.) Es ella la que clama ante esta Representación Nacional y no el pueblo mexicano; no son sus obreros, no son sus comerciantes, no son sus industriales, no son siquiera las asociaciones deportivas de la capital de la República las que viene a decir al oído que debéis de rogar este decreto; no, es la voz de los intereses, es el capital de medio millón de pesos invertido en aquella plaza de toros el que está diciendo a vosotros que ese capital necesita producir un rédito, que esa empresa necesita para no fracasar, que esa empresa no puede subsistir porque no puede ser aplicada a otra cosa esa plaza de los toros, sino a los toros, y que, por consiguiente, ella reclama de vosotros un voto en contra del decreto prohibitivo de las corridas, para poder seguir viviendo, para poder seguir medrando, para poder seguir trabajando, y el poder de ese capital organizado, ciudadanos representantes, llega a tal grado, que ha logrado subir también a las cajas de la imprenta y ha pretendido hacer por medio de los periódicos interesados un asunto de interés social, lo que es única, exclusiva y absolutamente en asunto de interés personal para el capitalista que maneja esa empresa. (Aplausos y siseos.) Jamás, y vosotros sois testigos, jamás he tenido en la tribuna para la prensa un solo reproche, porque yo reconozco en la prensa (Toses), como hombre de mi tiempo que soy, reconozco en la prensa un Poder público, pero jamás he olvidado que Emilio Zolá cuando volvió de París a su provincia y siendo ya un hombre célebre, alguien le preguntó: ¿Y los periódicos? ¿Y la prensa qué? y Zolá, el gran naturalista, el cruel hombre para decir las verdades supremas, dio esta respuesta: "¿Los periódicos? todas casas de comercio." Los periódicos, ciudadanos diputados, en México empiezan a ser también casas de comercio y no me extraña que en estos momentos haya periódicos que estén interesados, que estén pagados quizá para que haga una propaganda a favor de las corridas de toros y que hayan logrado impresionar ciertas cabezas acá, (Aplausos) que hayan logrado impresionar a ciertas cabezas acá entre los representantes que no son capaces de substraerse a un elogio periodístico y vayan a votar contra su conciencia del legisladores, sobre contra la conciencia de un legislador que está obligado a ser, antes que nada, un representante de los intereses sociales. (Voces: ¡A votar, a votar!)
Ciudadanos representantes: este debate ha tocado a su fin, no necesito hacer una suprema y última insinuación a los representantes del pueblo, creo que los razonamientos que se han aducido, tanto por el pro como por el contra, han dado origen a que aquellos ciudadanos representantes que llevados al principio, ya por un afán de notoriedad, ya por sus personales sentimientos acerca de este asunto, ya, en fin, por un movimiento de entereza muy propio de aquellos individuos que no hemos sentido aquí la presión enérgica de unas galerías hostiles, ya, en fin, por cualquier otro razonamiento, estoy persuadido de que ellos habrán variado en la convicción que al principio tenían. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, si!) Que hoy vean que no se trata aquí en este asunto sino de un escueto problema de intereses bastardos, que no se trata aquí sino de una empresa que tiende sus garras hasta el Poder Legislativo y que pretende sugestionarlo y ellos darán su voto como debe darlo un diputado, un diputado atento a los intereses populares, a los intereses de la sociedad que aquí no se han manifestado a favor de las corridas de toros, que aquí no han tenido como representantes a ningún gremio de obreros, a ningún gremio de intelectuales, a ningún gremio de industriales, a ningún gremio de comerciantes a ningún gremio siquiera de los elementos deportivos organizados en esta capital. Los intereses populares son los que deben tener presente los diputados y a nombre de esos intereses populares y nada más, a nombre únicamente de la conciencia de legislador, pido a la Representación Nacional que en esta vez, como en todas, cumpla con su deber serenamente, absolutamente serena en contra de todos aquellos intereses bastardos que se agitan arriba, y que agitan afuera para tratar de desvirtuar la acción de los representantes populares. (Aplausos nutridos.)
Presidencia del C. BLANCARTE RAMÓN
El C. Presidente: Tiene la palabra en pro el C. Martínez del Río. (Voces: ¡A votar, a votar!)
El C. Martínez del Río: Señores diputados: Agotados los argumentos que los oradores del pro y los oradores del contra han venido a aducir a esta tribuna en lo que se refiere al aspecto moral,
en lo que se refiere al aspecto estético y al aspecto de mero sentimentalismo, solamente me quedan, señores diputados, por examinar los nuevos argumentos de carácter legal y las argumentaciones extraídas de los intereses que pueden ventilarse en este negocio y que ha venido a decir desde esta tribuna el señor diputado Vadillo, colocándose a mi entender, desde el verdadero punto desde el cual debe verse esta cuestión que aquí se debate.
El señor diputado Vadillo tomando el fondo del asunto, nos ha dicho que los argumentos de orden estético y de orden moral están compensados unos y otros por los oradores del pro y por los oradores del contra y como nervio, como base, como argumento toral aducido en contra del voto particular, ha formulado esta pregunta: ¿existe alguna razón para que el decreto prohibiendo estas corridas se drogue? Yo contestaría a esta argumentación con esta simple pregunta: ¿Existe, señores diputados, una razón para que subsista ese decreto? Esta es la verdadera pregunta y no la formulada por el señor Vadillo. La prohibición que establece el decreto para las corridas de toros en la capital de la República. fue una prohibición ocasionada por las circunstancias, obedeció a razones hasta cierto punto perfectamente justificadas, de interés y por lo que se refiere al Primer Jefe, de conservar el orden público, evitando todas las ocasiones en que ese orden público pudiera violarse, quitando las aglomeraciones, las reuniones numerosas, en donde pudiera expresarse alguna idea trastornadora del orden público.
Las corridas de toros siempre han sido vistas por el público de la capital de la República como un espectáculo, no puedo decir que del orden moral o inmoral, puesto que, como he dicho hace un momento, se han compensado las argumentaciones sobre el particular, sí como un espectáculo que proporciona, si ustedes quieren, una alegría, un momento de solaz para esta inmensa mayoría del público capitalino. Decía un filósofo alemán y a la vez un poeta inmenso, quizá el artista más grande de los últimos tiempos modernos en el orden literario, Goethe, que en la vida no debe desaprovecharse ni un sólo momento pasajero de alegría, haciendo porque esa alegría destilada en instantes en apariencia insignificantes, esa alegría forme el conjunto de la vida. En consecuencia, señores diputados, puesto que no se ataca a la fiesta taurina bajo un fondo de moralidad o de inmoralidad, no queda, por consiguiente, más que el aspecto legal aducido por el señor Vadillo, queda otro punto que ha conmovido y que pareció haber causado alguna impresión en el ánimo de los señores representantes, los intereses que se ventilan en este asunto. No hay, según la concepción del señor Vadillo, más empeño en llevar a debate la derogación de este decreto, que el de satisfacer intereses de un capital improductivo mientras no tengamos corridas de toros. Yo preguntaría, aceptando como cierta esta afirmación del C. Vadillo, si ese capital amortizando no tiene derecho a producir intereses, del mismo modo que el capital invertido en todas las cantinas (Aplausos) del mismo modo que el capital invertido en todos los espectáculos de inmoralidad, de verdadera inmoralidad, en donde sí se prostituye el sentimentalismo y la moralidad del pueblo capitalino, y yo preguntaría ¿qué capital causa más perjuicio, el capital, como decía, invertido en cantinas, o el capital invertido en la plaza de toros? (Voces: ¿Todos?) Y si el capital invertido por los comerciantes en abarrotes tiene derecho a producir intereses, el capital invertido en el coso de la Condesa tiene igualmente derecho a producir intereses para su propietario. (Aplausos.)
Otro punto, señores diputados, ha tocado aquí el orador que me ha precedido en el uso de la palabra. Ha hablado, señores diputados, de salvajismo. Si estudiamos profundamente la naturaleza humana, vemos que en el fondo de todos nosotros, y esto subsistirá mientras subsista el hombre, hay cierta fibra, cierto sentimiento - llamémoslo de salvajismo -, pero que es innato, que es substancial en la naturaleza humana. De otro modo, señores, no se explicaría ni la guerra misma, que forma héroes; ningún espectáculo en tan salvaje, estudiando el fondo de las cosas, que la guerra misma, uno de los fenómenos más misteriosos y más inexplicables que sé han producido en la humanidad. ¡No ese pueblo inglés, el pueblo cultismo por excelencia, no ese pueblo tiene sus espectáculos perfectamente salvajes? ¿No ese pueblo americano tiene espectáculos perfectamente salvajes? ¿No en todas las épocas de la humanidad ha habido siempre espectáculos de sangre, mucho más bárbaros que las corridas de toros? Si estudiamos el fondo de la naturaleza humana, vemos que esa fibra de salvajismo vibrando en una extensísima gama se ha extendido en épocas remotas hasta la manifestación más grande de salvajismo: los sacrificios humanos. Existe, pues, en el fondo del corazón humano un sentimentalismo que nos lleva a presenciar y a gozar con esos espectáculos en los cuales hay manifestaciones de crueldad, hay manifestaciones de salvajismo, como indicaba el señor diputado Vadillo. No quiero, señores, por último, pasar desapercibida otra alusión que se ha hecho aquí por el orador que me ha precedido en el uso de la palabra, enteramente inoportuna: tratar y hacer alusión a problemas de altísima trascendencia, como son los problemas de orden internacional. No era oportuno haber hablado del salvajismo de la Nación Alemana, al invadir los campos de Bélgica.... (aplausos), como sería inoportuno en estos momentos, dado mi amor a ese inmensa República llamada la República Francesa, hablar de su invasión en México en el año de 62. (Aplausos.) Creo con mayúscula, señores diputados, y así he estimado siempre, que una cultura mediana, una cultura mediocre un sentimentalismo de mojigatería nos llevaría a rechazar el dictamen presentado y yo estimo, señores, que si se estudia profundamente este problema, quizá llegaremos al convencimiento, ahondando profundamente esta cuestión, de que al establecerse en México, las corridas de toros, se obedece a una necesidad de satisfacer.... (voces: ¡No, no! ¡Sí, sí!), no a una necesidad imperiosa de grandes problemas que resolver, pero a una necesidad de satisfacer en un momento dado a ese hastío profundo que en muchas cuestiones..... (Aplausos. Siseos. Campanilla.) Yo estimo, señores diputados, que menos perjuicios se obtienen asistiendo a una corrida de toros, en lo moral, que asistiendo a uno de los espectáculos más inmorales, profundamente
inmorales, de un vaudeville en cualquiera de los teatros de la capital. (Voces: ¡A votar, a votar!)
El C. Secretario Pesqueira: Habiendo hablado seis oradores en pro y seis en contra, además de la Comisión, se pregunta si se está suficientemente discutido el asunto. Los que estén por la afirmativa sírvanse poner de pie. Suficientemente discutido. Se procede a la votación nominal. (Campanilla.) La Presidencia suplica a los ciudadanos diputados que durante la votación se sirvan abstenerse de hacer manifestaciones para poder exigir a las galerías que también se abstengan. (Voces: ¡Muy bien! Aplauso.) La parte resolutiva del dictamen dice así:
"Artículo único. Se deroga el decreto expedido por el ciudadano. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Encargado del Poder Ejecutivo de la Unión, fechado el 11 de octubre de 1916, que prohibió la fiesta de toros en el Distrito y Territorios Federales."
Por la negativa.
El C. Prosecretario Morales Sánchez: Por la afirmativa. (Durante la votación, murmullos. Desorden. Campanilla.)
El C. Secretario Pesqueira: La Presidencia ordena se suspenda la votación hasta que los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules. (Se siguió recogiendo la votación.)
El C. Berumen, durante la votación: Para una moción de orden.
- El mismo C. Secretario: La Secretaría se sirve manifestar a los ciudadanos diputados que no es posible tomar la votación, porque no se oyen los nombres de las personas que votan. (Continúa la votación. Murmullos. Desorden. (Campanilla.)
- El mismo C. Secretario, durante la votación: Señores diputados: La Presidencia suplica a los señores diputados se sirvan permitir que se concluya la votación.
- El mismo C. Secretario: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? - El C. Prosecretario Morales Sánchez: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar?
El C. Secretario Pesqueira: Se procede a la votación de la Mesa.
- El mismo C. Secretario: Señores diputados... (Voces: ¡Orden, orden!) La Secretaría suplica respetuosamente se sirvan atender a la lectura de la votación, con objeto de que puedan rectificar si ha lugar a ello.
El C. Prosecretario Morales Sánchez: Votaron por la afirmativa: Aguilar Pablo, Aguirre León, Francisco, Aguirre Vito, Alcocer, Alejandre, Anda, Araujo Francisco, Arriaga, Barrera de la, Berumen, Blancarte, Bravo Izquierdo, Bravo Lucas, Breceda Alfonso, Carriedo Méndez, Carrión, Castellanos Díaz, Castillo David, Castillo Nájera, Chablé, Chávez, Díaz González, Escudero, Esparza, Espinosa Bávara, Espinosa y Elenes, Fernández Martínez, Ferrel, Flores, Gámez Gustavo, García Carlos, García de Alba, García Ruiz, Garza Candelario, Guerrero, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco. García Vigil, Hernández Eulogio, Hernández Jerónimo, Hernández Loyola, Herrera, Iturralde, Leal, León, López Emiliano Z, López Ponciano, Martínez del Río, Martínez Saldaña, Méndez Benjamín, Méndez Pánfilo, Mendoza, Meza, Navarro, O'Fárrill, Ordorica, Ortiz José de la Luz, Pastor, Pérez Vela, Ramos, Reyes Rafael, Ríos Landeros, Ríos Rafael L. de los, Roaro, Rodríguez Matías, Rosas, Ruiz H. Ruiz Martínez, Suárez José María, Tello, Toro, Trejo, Treviño, Trigo, Urdanivia, Velásquez Juan, Velásquez López, Verástegui Francisco, Villaseñor Salvador, Zayas, Zerecero y Zincúnegui Tercero.
Total, 83 votos.
El C. Secretario Pesqueira: Votaron por la negativa: Aguirre Berlanga, Alarcón, Alencáster, Alvarez del Castillo, Andrade, Angeles Carlos L., Angeles Jenaro, Araujo Emilio, Arlanzón, Arrioja Isunza, Avilés, Baledón, Gil, Camarena, Casas Alatriste, Castilleja, Castillo Garrido, Castillo Torre, Castro Alfonso, Céspedes, Cuéllar, Espinosa Luis, Fernández Miguel B., Franco, Gaitán, Galindo, Gámiz Luis G., García José Guadalupe, Gil, Gómez Gildardo, González Galindo, González Marciano, Gutiérrez Antonio, Lomelí, Maceda, Macías Rubalcaba, Macías Juan E., Madrid, Malpica, Mancisidor, Márquez Galindo, Mena, Méndez Arturo, Méndez Fortunato, Molina, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Mejía, Olivé, Ortiz José de la Luz, Parra, Pastrana Jaimes, Peña, Pérez Carbajal, Pesqueira, Quiroga, Rebolledo, Reyes Francisco, Rivera Castillo, Rodríguez Herminio S., Rodríguez Sabino, Rojas Rafael, Ruiz de Chávez, Ruvalcaba J. Guadalupe, Saldaña, Sánchez José M., Sánchez Salazar, Saucedo, Silva Herrera, Silva Pablo, Siurob, Solórzano, Tamez, Tapia, Tello, Torre Rómulo de la, Torres Garza, Uzeta, Vadillo, Valladares, Verástegui José, Vilchis, Villaseñor Mejía y Villela.
Total, 86 votos. (Aplausos. Voces: !Bravo, bravo! Siseos en las galerías.)
El C. García Ruiz: El C. Tello votó por la afirmativa y aparece en la negativa.
El C. Prosecretario Morales Sánchez: Tello Samuel M., está en la afirmativa. (Voces: ¡Pero también en la negativa!)
El C. Berumen: Macías Juan E., señor Presidente. ¡Que lo reclame él! Murmullos y Desorden.)
El C. Presidente: La Presidencia suplica a los ciudadanos diputados que ocupen sus curules para que hagan las reclamaciones que deseen.
El C. Velásquez López: Pido la palabra. (Continúa el desorden.)
El C. Roaro: Está en la lista el voto del señor Juan Macías, y el señor Juan Macías se encuentra en Silao, no está aquí. (Murmullos. Continúa el desorden.)
El C. Secretario Pesqueira: Señores diputados... (Varios ciudadanos diputados suben a la tribuna para ver las listas de votación.) Yo suplico a la Presidencia ordene a los ciudadanos diputados dejen a la Secretaría cumplir con su deber.
El C. Presidente: (Campanilla.) Se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules para que uno por uno vaya haciendo las rectificaciones que deseen hacer.
- El mismo Secretario: El C. Mejía Abraham reclamó su voto por la negativa y se le ha anotado. ¿Algún otro ciudadano rectifica su voto?
El C. Tello: Yo estoy en la negativa y voté por la afirmativa (Desorden.)
- El mismo C. Secretario: Se ha suprimido en la negativa el voto del C. Tello.
El C. Berumen: Ruego a Su Señoría me diga ¿Juan Macías en dónde aparece? (Voces: ¡No está Macías aquí.)
- El mismo C. Secretario: Macías Juan E., aparece en la negativa. (Voces: ¡no está aquí, no está aquí! Desorden. Aplausos en las galerías.)
El C. Quiroga: ¡Puede haber salido! (Voces: ¡Si está en Silao! Desorden.)
El C. Díaz González: (Dirigiéndose al C. Pesqueira) Allí está el resultado de la correspondencia de usted con los diputados del Estado de México. (Continúa el desorden.)
El C. Camarena: ¡Aquí está el señor Macías Ruvalcaba!
El C. Alvarez del Castillo: ¡Aquí está el señor Macías! (Voces: ¡Es Macías Juan E.!).
(El C. diputado Guerra se acerca a la Secretaría para pedir se le incluya en la lista de votación.)
El C. Guerra: Por la afirmativa. (Voces: ¡No votó, no votó ¡Guerra no votó ¡Sí, sí, sí, ! Desorden Siseos fuertes en las galerías.)
El C. Prosecretario Morales Sánchez: Con permiso de la Presidencia, la Secretaría declara que el señor Guerra no dio su voto por la afirmativa. (Voces: ¡Sí, sí, sí! ¡(No, no, no! ¡No estaba aquí!)
El C. Guerra: No estaba yo aquí.
El C. Espinosa: El mismo confiesa que no estaba aquí! (¡Voces: ¡La declaratoria!)
El C. Berumen: ¡Moción de orden, señor Presidente....!
El C. Céspedes: Esos son chanchullos, él confiesa que no votó.
El C. Secretario Pesqueira: Señores diputados: La presidencia suplica se sirvan ocupar sus curules, con el fin de determinar estas rectificaciones y leer las listas nuevamente. Han rectificado su voto: el C. Tello Samuel, y se le ha suprimido en la negativa; al C. Macías Juan E. se le ha suprimido en la negativa. ¿Hay algún otro ciudadano diputado que quiera ratificar su voto?
(El C. Díaz González sube a la Tribuna.)
El C. Presidente: Se llama al orden al diputado Díaz González.
Los que quieran hacer aclaraciones....
El C. Molina Constantino, interrumpiendo: Pide la palabra para hacer una interpelación a la Secretaría. (Voces: ¡No, no!)
El C. Presidente: Se van a leer otra vez las listas para que se hagan las rectificaciones.
- El mismo C. Secretario: Señores diputados, ¿Hay algún otro ciudadano que quiera rectificar su voto por a negativa? (Voces: ¡No, sí! Desorden. Voces: ¡Mejía!)
El C. Prosecretario Morales Sánchez: ¿No hay alguna persona que desee hacer alguna observación a la lista de afirmativa? (Voces: ¿Que se vuelva a leer! ¡Nadie, nadie!)
El C. Secretario Pesqueira: Señores diputados: Va a darse lectura a las listas de votación, rectificadas. (Voces: ¡No, no! ¡Sí, sí! ¡Declaratoria!)
El C. Prosecretario Morales Sánchez: Votaron por la afirmativa: Aguilar Pablo, Aguirre León Francisco, Aguirre Vito, Alcocer, Alejandro, Anda, Araujo Francisco, Arriaga, Barrera de la, Berumen, Blancarte, Bravo Izquierdo, Bravo Lucas, Breceda Alfonso, Carriedo Méndez, Carrión, Castellanos Díaz, Castillo David, Castillo Nájera, Chablé, Chávez, Díaz González, Escudero, Esparza, Espinosa Bávara, Espinosa y Elenes, Fernández Martínez, Ferrel, Flores, Gómez, García de Alba, García Ruiz, Garza, Guerrero, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco, Garcia Vigil, Hernández Jerónimo, Hernández Loyola, Herrera, Iturralde, Leal, León, López Emiliano Z., López Ponciano, Martínez del Río, Martínez Saldaña, Méndez Benjamín, Méndez Pánfilo, Mendoza, Meza, Navarro, O'Fárrill, Ordorica, Ortos, Pastor, Pérez Vela, Ramos, Reyes Rafael, Ríos Landeros, Ríos Rafael L. de los, Roaro, Rodríguez Alfredo, Rodríguez Matías, Rosas, Ruiz H., Ruiz Martínez, Suárez, Tello, Toro, Trejo, Treviño, Trigo, Urdanivia, Velásquez Juan, Velásquez López, Verástegui Franco, Villaseñor Salvador, Zayas, Zerecero y Zincúnegui Tercero. Total, 83 votos.
El C. Secretario Pesqueira: Votaron por la negativa: Aguirre Berlanga, Alarcón, Alencáster Roldán, Alvarez del Castillo, Andrade, Angeles Carlos L., Araujo Emilio, Arlanzón, Arrioja Isunza, Avilés, Baledón Gil, Barragán, Bolio, Breña, Cabrera, Camarena, Casas Alatriste, Castilleja, Castillo Garrido, Castillo Torre, Castro Alfonso, Céspedes, Cuéllar, Espinosa Luis, Fernández Miguel B., Franco, Gaitán, Galindo, Gámiz, García José Guadalupe, Gil, Gómez Cosme D., Gómez Gildardo, González Galindo, González Marciano, Gutiérrez Antonio, Lomelí, Maceda, Macías Rubalcaba, Madrid, Malpica, Mancisidor, Márquez Galindo, Mena, Méndez Arturo, Méndez Fortunato, Molina, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Mejía, Olivé, Parra, Pastrana Jaimes, Peña, Pérez Carbajal, Pesqueira, Quiroga, Rebolledo. Reyes Francisco, Rivera Castillo, Rodríguez Herminio S., Rodríguez Sabino, Rojas Rafael, Ruiz de Chávez, Ruvalcaba j. Guadalupe, Saldaña, Sánchez José M., Sánchez Salazar, Saucedo, Silva Herrera, Silva Pablo, Siurob, Solórzano, Tamez, Tapia, Torre Rómulo de la, Torres Garza, Uzeta, Vadillo, Valladares, Verástegui José, Vilchis, Villaseñor Mejía y Villela:
El C. Suárez José M.: Yo voté por la afirmativa.... (Desorden.)
- El mismo C. Secretario: Se suprime el voto del C. Suárez por la negativa. Votaron por la negativa 84 ciudadanos diputados; por la afirmativa, 83 ciudadanos diputados. (Aplausos estruendosos. Voces: ¡Bravo! Gritos en las galerías. Gran desorden. Voces: ¡No, no, no!) La Secretaría, por orden de la Presidencia, declara que ha sido desechado el voto particular. (Voces: ¡No, no! Aplausos estruendosos. Gritos en las galerías.)
La orden del día 6 de diciembre: Discusión del Ramo 3o. del Presupuesto de Egresos. Discusión del Proyecto de Ley, facultando al Gobierno de Veracruz para organizar la Guardia Civil del Estado. Se cita para mañana a las cuatro.
El C. Presidente, a las 9.22 p.m.: Se levanta la sesión (Fuertes gritos en las galerías.)