Legislatura XXVIII - Año II - Período Extraordinario - Fecha 19200625 - Número de Diario 14

(L28A2P1eN014F19200625.xml)Núm. Diario:14

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 25 DE JUNIO DE 1920

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO II - PERIODO EXTRAORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO IV - NÚMERO 14

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 25 DE JUNIO DE 1920

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Se da cuenta con los asuntos en cartera, concediéndose licencia a los CC. diputados Siurob, Altamirano, Trigo, Mendoza Félix A., Berumen, Silva Federico Vásquez, Macías, Sánchez Margarito, Castillo Nájera e Iturralde.

3.- Se aprueba el artículo 4o. de la incitativa de reformas a la Ley Electoral de Poderes Federales.

4.- A discusión el artículo 5o. de la misma iniciativa. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. ORTEGA MIGUEL F.

(Asistencia de 128 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 4.50 p.m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Ruiz Martínez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día 24 de junio de mil novecientos veinte.

"Presidencia del C. Miguel F. Ortega.

"En la ciudad de México, a las cuatro y cincuenta y cinco de la tarde del jueves veinticuatro de junio de mil novecientos veinte, se abrió la sesión con asistencia de ciento treinta y un ciudadanos diputados.

"Aprobóse sin debate el acta de la sesión celebrada el día anterior.

"El C. Antonio Camacho, diputado suplente por el segundo distrito electoral de Durango, rindió la protesta de ley.

"El C. Martín Barragán informó del resultado de la comisión que asistió a los funerales del C. Diputado Andrés Amezola.

"Se aprobó, sin discusión, el dictamen de la Gran Comisión en que propone a los CC. Liborio Crespo, Ignacio Pérez Vargas, Alfonso Toro y Marino Castillo Nájera para integrar la comisión especial que estudiará las iniciativas de reformas a la Ley Orgánica de los Tribunales del Fuero Común.

"En seguida se recogió la votación nominal que en la sesión anterior quedó pendiente y por ciento treinta y dos votos de la afirmativa contra dos de la negativa de los CC. Blancarte y Molina se declaró con lugar a votar en lo general la iniciativa enviada por el Ejecutivo de la Unión, por la que se reforma la Ley para Elecciones de Poderes Federales.

"A discusión en lo particular, la Secretaría invitó a los ciudadanos representantes para que separaran los artículos que quisieran objetar. Fueron apartados los artículos 2o., 3o., 4o., 6o., 7o., 10, 12, 13, 14, 15, 16 y 2o. y 3o. transitorios. Los demás se reservaron para su votación.

"A discusión del artículo 2o., el C. Uzeta Habló en contra y en pro el C. Minjares Perea. El C. Silva Pablo expuso que encontraba contradicciones entre las modificaciones al Plan de Agua Prieta y el artículo a discusión e interpeló sobre el particular a los miembros del Bloque Revolucionario de la Cámara, contestándole los CC. Gutiérrez de Velasco y Crespo. El C. Silva agregó una aclaración y luego usaron de la palabra en contra el C. Pérez Vela y otra vez el. C. Uzeta. En pro hablaron los CC. Reyes Francisco y Lara César; éste contestó una pregunta del C. Blancarte, y el C. Minjares Perea, con una aclaración dio fin al debate.

"Resultó aprobado el artículo 2o. por cien votos de la afirmativa contra treinta y uno de la negativa.

"Votaron afirmativamente, los CC. Aguirre León, Alejandre, Alencáster Roldán, Andrade, Araujo Emilio, Avilés, Barragán, Berumen, Bravo Carlos, Bravo Lucas, Camacho Antonio, Camacho Pedro, Camarena, Cárdenas Emilio, Casas Alatriste, Castellanos Díaz, Castillo Torre, Castro Alfonso, Cornejo, Crespo, Cuéllar, Chablé, Díaz Infante, Esparza, Espinosa Luis, Espinosa y Elenes, Fernández Ledesma, Franco, Gaitán, Galindo Carlos, García Antonino M., García Emiliano C., García José Guadalupe, García Norberto, Garza, Gil, Gómez Gildardo, González Galindo, Guerrero, Gutiérrez Antonio, Gutiérrez de Velasco, Gutiérrez Orantes, Hernández Eulogio, Hernández Jerónimo, Hernández V. Porfirio, Herrera Julio, Huerta, Lanz Galera, Lara, Lazcano Carrasco, León, Lomelí, López Serrano, Madrid, Mancisidor, Mena, Méndez Pánfilo,

Mendoza, Minjares Perea, Moctezuma, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Mora, Núñez, Ortega, Ortiz, Parra, Pastrana Jaimes, Paz, Peña, Pérez Carbajal, Pérez Fernández, Pérez Vargas, Pesqueira, Quiroga, Reyes Francisco Ríos Landeros, Rocha, Roel, Rojas Rafael, Romero Cepeda, Rosas, Ruiz H. José María, Ruiz Martínez, Saldaña, Sánchez José M., Sánchez Salazar, Schulz y Alvarez, Silva Jesús, Siurob, Soto José M., Soto Rosendo A., Tello, Toro, Treviño, Vadillo, Valadez Ramírez, Valverde, Velásquez Juan y Villaseñor Salvador.

"Votaron negativamente, los CC. Alcocer, Araujo Francisco, Balderas Márquez, Blancarte, Cárdenas Rafael, Carrión, Castro Roberto, Colina de la, Contreras, Cravioto Gallardo, Mariel, Márquez Galindo, Martín del Campo, Martínez del Río, Mejía, Méndez Arturo, Méndez Benjamín, Méndez Fortunato, Molina, Navarro, Pérez Vela, Rocha, Ruiz Porfirio, Silva Pablo, Soto Peimbert, Urdanivia, Uzeta, Valladares, Vásquez, Vilchis y Villela.

"A discusión el artículo 3o., fue impugnado por los CC. Uzeta y Quiroga y defendido por el C. Espinosa Luis.

"Suficientemente discutido el punto y después de una aclaración de la Secretaría relacionada con el artículo 115 reglamentario, se recogió la votación nominal respectiva y se obtuvo ciento dos votos de la afirmativa contra veintiséis de la negativa. En consecuencia, se declaró aprobado el Artículo 3o.

"Votaron por la afirmativa los CC. Aguirre León, Alencáster Roldán, Andrade, Avilés, Bandera y Mata, Barragán, Berumen, Bravo Carlos, Bravo Lucas, Camacho Antonio, Camacho Pedro, Camarena, Cárdenas Emilio, Carrión, Castellanos Díaz Castilleja, Castillo Torre, Castro Roberto, Cornejo, Crespo, Cuéllar, Chablé, Díaz González, Esparza, Espinosa Bávara, Espinosa Luis, Espinosa y Elenes, Franco, Gaitán, Galindo Aurelio F., Galindo Carlos, García Antonino M., García de Alba, García Emiliano C., García José Guadalupe, García Norberto Gil, Gómez Gildardo, González Galindo, Guerra, Guerrero, Gutiérrez Antonio, Gutiérrez de Velasco, Gutiérrez Orantes, Hernández Eulogio, Hernández Jerónimo, Hernández Loyola, Hernández V. Porfirio, Herrera, Huerta, Lanz Galera, Lara, León, Lomelí, López Serrano, Machorro y Narváez, Madrid, Mariel, Márquez Galindo, Martínez del Río, Mena, Méndez Arturo, Méndez Pánfilo, Mendoza, Minjares Perea, Moctezuma, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Mora, Núñez, Ortega, Ortiz, Parra, Paz, Pérez Carbajal, Pérez Fernández, Pérez Vargas, Pesqueira, Reyes Francisco, Roel, Rojas Rafael, Romero Cepeda, Rosas, Ruiz Martínez, Rubalcava, Saldaña, Sánchez José M., Sánchez Salazar, Silva Jesús, Solórzano, Soto José M., Soto Rosendo A., Suárez José María, Tello, Toro, Treviño, Vadillo, Valadez Ramírez, Valverde, Valladares, Velásquez Juan Y Villaseñor Mejía.

"Votaron por la negativa los CC. Alcocer, Balderas Márquez, Blancarte, Castro Alfonso, Colina de la, Contreras, Fernández Ledesma, Fuentes Barragán, Mancisidor, Martín del Campo, Méndez Benjamín, Méndez Fortunato, Molina, Navarro, Pastrana Jaimes, Peña, Pérez Vela, Quiroga, Rocha, Ruiz Porfirio, Silva Pablo, Soto Peimbert, Uzeta, Vilchis, Villaseñor, Salvador y Villela.

"El artículo 4o., después de que lo impugnó el C. Espinosa Luis, se estimó suficientemente discutido y al votarlo, se vino en conocimiento de que se había desintegrado el quorum.

"A las siete y cuarenta de la noche se levantó la sesión y se citó para el día siguiente, a las cuatro de la tarde."

Está a discusión el acta. Los que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse.

No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Aprobada.

El C. secretario Valadez Ramírez: Va a darse cuenta con los asuntos en cartera:

"El licenciado José Pedro Meza envía un proyecto de adiciones a la iniciativa de reformas a la Ley Orgánica de los Tribunales del Fuero Común, que tiene presentada con anterioridad." - Agréguese a sus antecedentes.

"H. Asamblea:

"El subscripto, diputado propietario por el 3er. distrito electoral del Estado de Querétaro, ante V. S., respetuosamente ocurre en demanda de un permiso por veinticinco días, con goce de dietas, a fin de poder separarme de mis funciones representativas para atender asuntos de índole personal que me urge resolver cuanto antes.

"En atención a que durante todo el tiempo que ha funcionado la actual Legislatura no he usado de ninguna licencia, espero que la H. Cámara se sirva resolver de conformidad la presente solicitud, para la que pido dispensa de todo trámite.

"Protesto lo necesario.

"México, a 24 de junio de 1920.- El general brigadier y doctor, J. Siurob."

En votación económica se pregunta a la H. Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Aprobada.

"H. Asamblea:

"Manlio Fabio Altamirano, diputado propietario por el 1er. distrito electoral del Estado de Veracruz, ante vuestra honorabilidad, con todo respeto comparezco y expongo que:

"Tengo necesidad urgente de ir a mi Estado natal al arreglo de asuntos políticos que reclaman mi presencia y, en esta virtud, me veo en el caso de solicitar de vuestra honorabilidad que, con goce de dietas, con dispensa de todo trámite y con apoyo en el artículo 50 del Reglamento para el gobierno interior del Congreso General, me sea concedida una licencia hasta por veinte días.

"Protesto lo necesario.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.- Salón de sesiones del Congreso de la Unión.- México, D. F., el 25 de junio de 1920.-M. F. Altamirano."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra se servirán pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, se pregunta, en votación económica, si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se concede la licencia.

"H. Asamblea:

"Octavo M. Trigo, diputado por el 3er. distrito electoral del Estado libre y soberano de Chihuahua, ante vuestra soberanía expongo: Que teniendo que pasar al Estado de Chihuahua al arreglo de asuntos relacionados con mi representación en esta H. Cámara, respetuosamente solicito, con dispensa de todo trámite, hasta treinta días de licencia, con goce de dietas.

"México, junio 25 de 1920.- O. M. Trigo."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie.

Aprobada.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados.- Presente.

"Atentamente pido a ustedes dar cuenta a esta H. Cámara, de la siguiente solicitud:

"Por primera vez me presento ante Vuestra Soberanía solicitando una licencia hasta por treinta días, con goce de dietas, para estar separado de mi cargo y poderme trasladar a l Estado de Sinaloa, que represento, en la inteligencia que haré uso de esta licencia una vez que queden aprobadas por esta Cámara las leyes que se ha acordado sean de urgente resolución. Pido dispensa de trámites.

"Solicito treinta días, tomando en cuenta que son muy irregulares las comunicaciones entre Manzanillo y Mazatlán y que por lo regular el viaje dura más de diez días.

"Protesto a ustedes mi atenta consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección. México, D. F., a 23 de junio de 1920.- F. A. Mendoza."

En votación económica se pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

"H. Asamblea:

"El subscripto, diputado propietario por el 4o. distrito del Estado de Zacatecas, respetuosamente solicita de vosotros una licencia por treinta días, con goce de dietas y con dispensa de todo trámite, pues tiene que atender asuntos de familia y particulares en la capital de Zacatecas.

"Debo manifestar a vuestras señorías que desde que formo parte de esta honorable Asamblea, es la primera licencia que solicito.

"Esperando se servirán concedérmela, me permito significarles mi respetuoso agradecimiento.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.- México, junio 23 de 1920.- J. R. Berumen."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

"H. Asamblea:

"Muy atentamente me permito solicitar de Vuestra Soberanía se digne acordar me sea concedida una licencia hasta por treinta días, con goce de dietas y con dispensa de trámites. Asimismo me permito hacer notar a Vuestra Soberanía que urgentes y graves atenciones particulares me obligan a solicitar esta licencia; pero que si antes del término de la licencia he terminado los asuntos que la motivan, volveré gustoso a reanudar mis labores parlamentarias.

"Hago presente a Vuestra Soberanía las seguridades de mi consideración muy distinguida.

"México, 24 de junio de 1920.- Federico Silva."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

"Honorable Cámara:

"Teniendo que arreglar asuntos urgentes relacionados con mi cargo en la capital de mi Estado, ocurro a vuestras señorías solicitando que, con dispensa de todo trámite, se me conceda licencia hasta por treinta días, con goce de dietas, para estar separado de mis funciones.

"El subscripto anticipa a la honorable Asamblea sus agradecimientos.

"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados.- " México, junio 24 de 1920.- Jenaro V. Vásquez."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que están por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Dispensados. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No

habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

Telegrama procedente de "León, Guanajuato.- 24 de junio de 1920.

"Presidente Cámara de Diputados:

"Enfermedad vista me ha impedido asistencia Cámara. Ruégole atentamente se me concedan ocho días licencia con dispensa trámites. Respetuosamente, Juan. E. Macías."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba la licencia. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

Telegrama procedente de "Guanajuato, Gto.- 24 junio 1920.

"Ciudadanos secretarios Cámara de Diputados:

"Ruégoles se sirvan dar cuenta H. Asamblea esta solicitud para que me sea concedida con dispensa de trámites y goce dietas, licencia por cinco días dejar asistir sesiones por causa enfermedad. Atentamente. Diputado Margarito Sánchez."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba esta licencia. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Aprobada.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados:

"Marino Castillo Nájera diputado por el 5o. distrito electoral de Estado de Durango, ante ustedes respetuosamente digo:

"Que tengo necesidad de salir de esta capital al arreglo de algunos asuntos de familia; y, en tal virtud, vengo a solicitar una licencia hasta por un mes con goce de dietas. Por lo expuesto, a ustedes pido se sirvan dar cuenta con mi petición a la H. Asamblea, para que, con dispensa de trámites, se resuelva lo que haya lugar.

"México, 25 de junio de 1920.- M. Castillo Nájera."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites...

El C. Ángeles Carlos: ¡Moción de orden! Para que se cumplan los efectos del artículo 50 del Reglamento, solicito que la Secretaría informe cuántos ciudadanos diputados han pedido licencia.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría informa al C. Diputado Ángeles, que hasta ésta última licencia que está a discusión se han concedido 30 licencias; así es que todavía queda margen para conceder más. (Risas.) En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Aprobada.

"El subscripto, diputado por el 5o. distrito electoral de este Estado de Yucatán, manifiesta a esa H. Representación Nacional lo que sigue:

"Se encuentra enfermo y por ello le es imposible concurrir desde luego a las sesiones extraordinarias a que acaba de ser convocado el Congreso Nacional; y como tiene la esperanza y el deseo de concurrir a dichas sesiones, solicita únicamente quince días para licencia, tiempo, en su concepto, suficiente para restablecer su salud y emprender viaje a esa ciudad.

"Por lo expuesto, a la H. Cámara pido: que teniéndome por presentado con esta solicitud, se sirva acordar que es de concedérseme una licencia de quince días para no concurrir a las sesiones extraordinarias de la misma, previa dispensa de trámites.

"Es justo y así lo protesto en Mérida, Estado de Yucatán, a 22 de junio de 1920.- J. Iturralde T.- A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, D. F."

En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, se servirán pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Concedida.

- El mismo C. secretario: Se procede a tomar la votación nominal del artículo 4o. del Proyecto de Ley de Reformas a la Ley Electoral.

El C. secretario Ruiz Martínes: Por la afirmativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa. (Votación)

El C. secretario Ruiz Martínez: ¿Falta algún ciudadano diputado para votar?

El C. secretario Valadez Ramírez: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar?

El C. secretario Ruiz Martínez: Se procede a la votación de la Mesa. (Se recoge.) Votaron por la afirmativa, 115 ciudadanos diputados.

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa 7 ciudadanos diputados. En consecuencia, no hay quorum.

Presidencia del C.

ALENCASTER ROLDÁN JUSTINO

- El mismo C. secretario: Por orden de la Presidencia se procede a pasar lista, en virtud de haber entrado algunos ciudadanos diputados al salón.

(Empieza a pasar lista.)

El C. prosecretario Gutiérrez de Velasco: (Después de pasar lista.) Hay una asistencia de 140 ciudadanos diputados; hay quorum.

El C. secretario Ruiz Martínez: Se procede nuevamente a recoger la votación nominal del artículo 4o. del Proyecto de Ley de Reformas a la Ley Electoral. Por la afirmativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa. (Votación.) ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? (Algunos ciudadanos diputados dan sus nombres.)

El C. Secretario Ruiz Martínez: ¿Falta algún otro ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa. (Votación.) Votaron por la afirmativa 128 ciudadanos diputados.

(Alencáster Roldán, Anda de, Andrade, Avilés, Balderas Márquez, Barragán, Blancarte, Bravo Carlos, Bravo Lucas, Breceda Alfonso, Camacho Antonio, Camacho Pedro, Cancino, Cárdenas Emilio, Cárdenas Rafael, Carriedo Méndez, Carrión, Casas Alatriste, Castellanos Díaz, Castillo Torre, Castrejón, Castro Alfonso, Castro Roberto, Céspedes, Colina de la, Cornejo, Cravioto Gallardo, Crespo, Chablé, Díaz González, Díaz Infante, Espinosa Bávara, Espinosa Luis, Fernández Ledesma, Fernández Miguel B, Ferrel, Franco, Fuentes Barragán, Gaitán, Galindo Aurelio F., Galindo Carlos, García Antonino M., García Emiliano C., García Norberto, García Pablo, Gil, Guerra, Guerrero, Gutiérrez Antonio, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez Orantes, Hernández Bravo, Hernández Jerónimo, Hernández Loyola, Hernández V. Porfirio, Herrera, Jiménez, Lara, Lazcano Carrasco, Lomelí, López Serrano, Macías Rubalcaba, Machorro y Narváez, Madrid, Malpica, Mancisidor, Mariel, Márquez Galindo, Martín del Campo, Martínez del Río, Martínez Ignacio E., Mejía, Mena, Méndez Benjamín, Méndez Fortunato, Méndez Pánfilo, Mendoza, Minjares Perea, Moctezuma, Morales Sánchez, Mora, Navarro, Núñez, O'Farril, Ordorica, Ortiz, Paz, Peña, Pérez Carbajal, Pérez Fernández, Pérez Vargas, Pérez Vela, Reyes Rafael, Rocha, Rodríguez Alfredo, Rodríguez Sabino, Roel, Rojas, Romero Cepeda, Ruiz H. José María, Ruiz Martínez, Ruvalcaba, Saldaña, Sánchez de la Vega, Sánchez Salazar, Schulz y Alvarez, Silva Jesús, Siurob, Solórzano, Soto José M., Soto Peimbert, Soto Rosendo A., Sotres y Olaco, Súarez Enrique, Súarez José María, Trejo, Treviño, Trigo, Uzeta, Valadez Ramírez, Valverde Vásquez, Velásquez Juan, Velásquez López, Villaseñor Mejía, Villaseñor Salvador, Villela y Zerecero.)

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa 5 ciudadanos diputados.

(González Galindo, Gutiérrez de Velasco, Molina, Pastrana Jaimes y Silva.)

En consecuencia, Ha sido aprobado el artículo 4o. de la Ley de Reformas a la Ley Electoral.

A discusión el artículo 5o. que dice:

"Artículo 5o. En los lugares en que no se hubieren instalado los consejos de listas electorales, de distritos electorales y municipales que establece el artículo 4o. de la citada ley, bastará que se formen y funcionen los municipales en todo caso, y los de Distrito para aquellos casos en que una Municipalidad comprenda más de un distrito electoral.

Servirán como base de las listas electorales, en los casos a que se refiere este artículo, los padrones de las últimas elecciones federales, los que serán completados y enmendados por los consejos municipales y de distrito, a cuyo efecto designarán tantos auxiliares electorales cuantos se necesiten para completar dichos padrones. Estos consejos asumirán, además, todas las atribuciones de los no instalados, en cuanto fueren compatibles con su carácter.

El C. Ángeles Carlos: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Ángeles: Entiendo que el artículo leído no fue separado.

El C. secretario Valadez Ramírez: Lo acaban de separar en este momento.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra del artículo 5o. el C. Lorandi.

El C. Lorandi: Señores: antes de que los señores secretarios pusieran a votación el artículo 4o. de esto que dicen va a ser Ley Electoral, me inscribí para hacer rectificación de hechos. (Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia se permite manifestar al C. diputado Lorandi que se inscribió para hablar en contra del artículo 5o.

El C. Lorandi: Atentamente me permito suplicar al señor presidente que no me interrumpa porque aún no he concluído y no sabe él si yo en dos líneas, en dos frases, puedo atacar este artículo 5o. Tenga la bondad de hacerme ese extrañamiento ya que yo haya terminado, (Murmullos.) y verá cómo después de haber entrado en algunas disquisiciones si he atacado el artículo 5o.

El C. presidente: Pero su señoría acaba de decir que se inscribió para rectificación de hechos.

El C. Lorandi: Pero luego me inscribí para atacar el artículo 5o.; y en esto reconozca el señor presidente que prejuzga cuando piensa que yo no voy a referirme al artículo 5o.; verá su señoría cómo sí efectivamente voy a referirme al artículo 5o.

Conque decía yo, me inscribí para rectificación de hechos; pero estos señores que no se consideran todavía suficientemente vencedores, parece que tienen miedo de mi humilde voz y no quisieran que se hiciera oír, (Siseos.) esto es lo que parece. Tengo entendido que no hay para qué tenerme miedo! Esto honradamente lo declaro; pero por lo que hace al señor presidente, tal parece que me tienen miedo. Bien, conque verán ustedes cómo después de pequeñas disquisiciones yo sí voy a referirme al artículo 5o., y quiero que se les graben estas palabras porque sería verdaderamente injusto que por una digresión, que yo les suplico me perdonen, el señor presidente me quite el uso de la palabra,

pretextando que les voy a quitar el tiempo tratando otra cosa que no el artículo 5o.; pero les ofrezco que, al fin, acabaré en el artículo 5o.

Esto que van a saber ustedes, les va a servir de gran utilidad para votar en este o aquel sentido, cuando se presenten algunos otros artículos.

Este es un telegrama del señor presidente municipal de Córdoba, don Néstor Cuesta, y dice así:

Telegrama procedente de "Córdoba , Ver., 24 junio de 1920.

"Diputado Victorio Lorandi.- Cámara de Diputados.

"Tropas general Portas obedeciendo órdenes gobernador apoyó grupo que usurpó funciones este ayuntamiento apoyado por justicia federal contra actos Legislatura. También atropelló mi domicilio amenazando incendiarlo y fuí injuriado gravemente desde balcones palacio municipal.

"Suplícole como representante Estado proteste ultraje a la justicia unión demandando garantías y reparaciones consiguientes." Firma el presidente municipal don Néstor Cuesta. No cabe duda que los ayuntamientos en esto de hacer cumplir una ley electoral, que efectivamente sea ley electoral, por supuesto, tienen una participación importantísima y voy a explicarla a ustedes para al fin acabar, naturalmente, en el artículo 5o.

En el Estado de Veracruz obtienen en última instancia el triunfo los ayuntamientos; vota el pueblo y después de que la computadora les da su credencial a tal o cual ayuntamiento, a los componentes de esos ayuntamientos, la Legislatura local dice: la elección que se efectuó en el distrito de Orizaba, Córdoba, Huatusco, es buena; hasta entonces los ayuntamientos son legales, hasta entonces todo mundo tiene la obligación de respetar las decisiones de esos ayuntamientos; es inapelable el fallo de la Legislatura, pues. Ahora bien; es el caso que el señor Obregón - no le digo general porque antes no le quería decir general y hoy tampoco le quiero decir general, porque quiero que nada más sea ciudadano dentro de mi criterio civilista, hoy no importa que sea civil o sea militar, yo quiero que sea civil, yo dentro de mi criterio le digo señor Obregón - nombró gobernador del Estado de Veracruz a don Antonio Nava. Don Antonio Nava es un tejedista furibundo; puedo asegurar a ustedes que no hay un mejor propagandista del señor Tejeda en Veracruz que el señor don Antonio Nava, Nava, que tiene manifestado su tejedismo enragé. Ahora bien; esto no les pareció a los señores gaviristas, cómo no les iba a parecer, naturalmente, y enderezaron sus ataques a don Antonio Nava diciendo: este señor no debe estar en el gobierno del Estado de Veracruz porque es tejedista y no garantiza a nosotros la efectividad del sufragio, y don Antonio Nava se sintió poco seguro, y este movimiento que ya había desconocido a la Legislatura Veracruzana, por boca de don Antonio Nava la vuelve a reconocer, la llama y le dice: ponme legalmente en el gobierno como Ejecutivo del Estado de Veracruz - y se reunen estos señores a quienes yo llamé desvergonzados en alguna ocasión y ya no los llamo ahora porque me vería en el caso de tener que retirar mis palabras;...(Risas.) se reunieron, les pagaron un mes y medio de dietas que les debían, e hicieron gobernador constitucional del Estado de Veracruz a don Antonio Nava. Pero siguieron todavía las críticas en ese sentido, que seguían siendo aguilaristas y éste, para justificar que no era aguilarista, dijo: ¿cuáles son los ayuntamientos aguilaristas? Son los de Córdoba, Orizaba, Orizaba, Puerto México y algún otro ayuntamiento de por ahí, "aguilaristas" reconocidos; pues vamos a declararlos ilegales y esa Legislatura desconocida con anterioridad, desconoció a los ayuntamientos para decir y justificarse, que los señores "gaviristas" no estaban en lo justo al llamarlos partidarios del régimen caído, del pasado régimen. Ahora bien; todo mundo habla de que las próximas elecciones deberán ser absolutamente legales y de que todo mundo tendrá en ellas las garantías debidas. Esto es lo que hay que probar, y si comenzamos con estas cosas, nadie llegará a probar eso. Ahora bien; los ayuntamientos de Veracruz recurrieron a la justicia, porque a cualquiera se le ocurre esto. Esto para la discusión de la ley no nos interesa, pero para el artículo 5o. sí interesa, ya lo verán ustedes. (Murmullos.) Como decía, recurrimos los veracruzanos a la justicia federal y la justicia federal amparó a aquellos ayuntamientos; pero al señor general Portas se le ocurrió que el amparo de la justicia federal y la carabina de Ambrosio es lo mismo.

El C. González Galindo: ¡Eso es lo que hacía don Venustiano!

El C. Lorandi: ...Que lo hiciera otro, no viene al caso. Aquí lo que se necesita es que no se haga hoy lo mismo que se vituperaba.

Ahora bien; el general Portas va a la casa del presidente municipal y no contento con haberlo depuesto por medio de las armas, del cargo que el pueblo le dio, lo ultraja. Es el caso que en esta ocasión la justicia federal acudió en auxilio del ayuntamiento de Córdoba; pero en otros casos tal vez la justicia federal no haya estado en lo justo; es decir, nosotros recurrimos a la justicia federal en una última instancia, como una última esperanza; pero la justicia federal procede en algunos casos bien, como en el de Córdoba, o mal no metiendo a la cárcel al vil asesino Rodolfo Herrero. Pero, en fin, es lo mismo; bien o mal la justicia federal es para nosotros algo respetable en algunos casos; pero que no tiene la fuerza suficiente para hacer respetar sus decisiones. Ahora bien; es necesario que el señor de la Huerta, que tan serenamente ha estado procediendo en estos casos, advierta que debe continuar en este camino escabrosísimo que tiene ya emprendido. Si don Adolfo de la Huerta, con esa voluntad, con esa buena voluntad, con esa sencillez que se le ve y expone en cuantas ocasiones habla, a cada momento dice que el pueblo mexicano estará suficientemente garantizado en las próximas elecciones; por qué esa destrucción toda de una organización gubernativa en el Estado de Veracruz para darle el triunfo al candidato H o Z? Porque ahora vamos, según se dice, a tener nuevo gobernador, ahora los gaviristas ganan en contra de Tejeda y pondrán al suyo y entonces Gavira quedará en vez de Tejeda, pero a la postre alguno estará impuesto. Es necesario que los hechos estén de acuerdo absolutamente con lo que se dice. Si nosotros en alguna ocasión, ustedes, digo, le criticaban al señor ingeniero Bonillas que se

hiciera acompañar del señor Cándido Aguilar, que ya no era general, ni era ministro de Relaciones, ¿cómo le toleran ahora al señor general Obregón que vaya a Pachuca con dos secretarios de Estado y vaya también a Manzanillo o no sé a qué parte haciéndose acompañar, según dice "El Universal", por Antonio Villarreal, secretario de Agricultura, y señora, señor Santiago de la Vega y diputado Salvador Saucedo?

Bueno; Salvador Saucedo menos mal... (Risas.) Pero va a Pachuca en alguna otra ocasión también el señor general Obregón y se hace acompañar de otros dos secretarios de Estado. Si en aquella ocasión el señor ingeniero Bonillas se hacía acompañar del señor general Aguilar, que era la figura preponderante de aquella comitiva, del humilde Victorio Lorandi y de algún otro estudiante...! Y dicen por aquí que lo recibieron bandas militares y que el señor secretario particular del presidente de la República estuvo a despedirlo, en fin, que altísimas personalidades de la administración iban en comparsa con un candidato a la Presidencia de la República. Digo que es necesario que las acciones estén absolutamente de acuerdo con las palabras, yo sinceramente lo digo, no crean ustedes que lo hago con el ánimo de hacer crítica; en todo esto advierto al señor de la Huerta como un honrado director. La verdad es que está bien el señor de la Huerta; cuando por allí se levantan pasioncillas mezquinas tratando todavía de ir encima del vencido, el señor de la Huerta es un hombre recto, es una muralla adonde van a estrellarse las bajas pasiones; pero debe fijarse en estos pequeños detalles, que no los ofusque el triunfo, que se fijen en eso; ya digo, nada más para que las acciones estén absolutamente de acuerdo con las palabras. Con que para entrar ya a la discusión del artículo 5o., (Risas.) ya anteriormente había yo protestado en contra de los brutales atropellos que en el Estado de Veracruz han sufrido con motivo de la actitud, que no puede calificarse, de una Legislatura desconocida ya por este movimiento; don Antonio Nava se hace sospechoso para los directores de estas cosas, porque él cuando supo que ya se acercaba el peligro de su destitución, llama a esa Legislatura y se elige como gobernador substituto en el Estado de Veracruz. Y se hace sospechoso, porque tal parece que no se consideró fuerte con el nombramiento de gobernador que el general Obregón le dio, y llamó a la Legislatura y le dice: "Soy gobernador provisional"; de manera que esto debe tomarse en consideración. Ven ustedes, pues, que don Antonio Nava en el Estado de Veracruz ya se está asegurando, ya tiene su Legislatura, ya se ha hecho nombrar gobernador provisional y ya despierta en todos sospechas. Me refiero a los obregonistas, y la verdad el artículo 5o. no está mal, la verdad.(Risas.)

Les aseguro a ustedes que si aprovechan estas pequeñas indicaciones que les he hecho, se podrá poner un pequeño artículo en la ley que corrija estos defectos que se notan en el Estado de Veracruz, por lo que respecta a su administración. Realmente el artículo 5o. no está mal. (Risas. Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.

El C. Espinosa: Honorable Asamblea: Vengo a oponerme a que sea aprobado el artículo 5o. en la forma presentada en la iniciativa enviada por el Ministerio de Gobernación, fundándome en las razones que tuve el día de ayer para oponerme a la aprobación del artículo 4o.; pero antes de entrar de lleno a hacer consideraciones sobre este artículo, quiero referirme a lo asentado en esta tribuna hace un instante por el señor Victorio Lorandi. En la primera sesión de este período extraordinario expuse a la honorable Asamblea que en momentos difíciles para los compañeros que pertenecieron al régimen caído y que, aunque el señor diputado Lorandi no quiera, es un régimen definitivamente caído, tuve para ellos verdaderas muestras de amigo y de compañero y que estaba dispuesto a seguirlas dispensando en la misma forma, pero en manera alguna tratándose de ideas políticas; y olvidando muy pronto esta buena intención de los vencedores de ahora, el señor diputado Lorandi viene a esta tribuna a seguir azuzando, a seguir provocando nuestros apaciguados rencores, a seguir despertando inconsecuentemente nuestras iras dormidas. Yo quiero, ciudadanos representantes, que sepan los obstinados, nada más los obstinados, que si ellos todavía no se consideran vencidos, completamente vencidos, nosotros sí les haremos ver por todos los medios a nuestro alcance que son ellos, aunque les pese, los completamente vencidos y somos nosotros los absolutamente vendedores. (Aplausos.) Es triste, ciudadanos representantes, que cuando se está en la plenitud de la juventud, cuando se está en la edad de las gallardías, cuando se tiene todavía una vida de quijote, cuando por encima de todos los convencionalismos puede uno tener enhiesta la bandera del ideal, se vea aquí a un compañero poniendo por los suelos el prestigio de un Estado por mil títulos glorioso, como lo es el Estado de Veracruz. El compañero Lorandi, en esta sesión, a que hace un instante me refería, puso por los suelos su nombre y pretendió, porque me dolería a mí mismo, como mexicano, decir que había manchado el nombre de Veracruz y de los veracruzanos; pero la actitud del compañero Lorandi fue tan humillante en aquella ocasión, que en otro hombre con otros principios hubiera sido lo bastante para que Lorandi hubiera enmudecido desde este instante hasta el último en que deba cerrarse este Congreso de un modo definitivo. No, ciudadanos representantes; Lorandi, sacando fuerzas de quién sabe qué recónditos misterios, nos viene todavía aquí a desafiar a los que no queremos más qué abrirle los brazos en una forma fraternal, pero digna, en una forma verdaderamente digna, porque, ciudadanos representantes, el ciudadano que representa sesenta mil habitantes y que tiene la alta investidura de prominente funcionario de la Nación, y viene a este Parlamento a sostener que no ha reconocido el Plan de Agua Prieta, y al final, dándose cuenta de su monstruosa confesión, arrepentido, y como falto, ¡pero falto en cantidad absoluta! de valor civil, se asusta de sus propias palabras y se desdice como una mujerzuela, aconsejando que no hay más remedio que aceptar los hechos consumados, que aceptar este estado de cosas de los revolucionarios vencedores, porque eso somos, señor Lorandi, aunque a usted le pese; y el individuo que viene aquí con arranques de

inconsciente a decir que no reconoce el Plan de Agua Prieta, que no reconoce la legalidad del actual presidente substituto de la República ni de este parlamento, y después, asustado con el eco de sus propias palabras, se desdice al minuto y de esta manera tan descarada, es un hombre que no tiene ni siquiera idea de lo que significa la dignidad personal. (Aplausos.) Pero hay más, ciudadanos representantes: el C. diputado Lorandi desconoce el Plan de Agua Prieta, ¡pero reconoce las dietas! (Risas. Aplausos.) Por fortuna, el Estado de Veracruz tiene en este Parlamento a representantes tan dignos como un Amado J. Trejo, como un Natividad Chabé y como tantos otros que basta con su actuación ecuánime y honrada para borrar por completo las manchas que sobre ese jirón glorioso de la patria ha querido echar el C. diputado Lorandi con esa su inconsciencia de loco. El C. Lorandi, con esa inconsciencia de desequilibrado que aquí se le ha reconocido siempre, dice que todavía no se considera a los vencedores completamente vencedores y que tal parece que le tuvieran miedo a sus humildes palabras.

Esto, en realidad, no puede calificarse, no se encuentra la palabra adecuada, apropiada para definir la humorada - llamésmola así-, la jactancia infantil del C. diputado Lorandi. ¿Cómo va a creer el C. Lorandi que ahora que somos nosotros los vencedores podamos tener miedo a sus palabras de representante absolutamente desprestigiado? Yo no sé, ciudadanos representantes, de dónde deduce, de dónde saca el C. Lorandi su osadía: yo estoy seguro de que sus mismos compañeros, los mismos compañeros de Lorandi que pertenecen al régimen caído, están decepcionados, están desencantados de la actitud de Lorandi en esta tribuna, y yo voy a probarlo. Los que fueron hasta los últimos instantes carrancistas por simpatías sinceras para el mandatario muerto, los que no lo fueron por ambiciones, se han mostrado dentro de actual orden de cosas serenos y razonables; vienen aquí a defender de una manera decorosa los intereses que todavía pudieran representar. Es así como Octavio Trigo, representante del general Murguía, sube a esta tribuna...

El C. Trigo: Defensor del general Murguía.

El C. Espinosa: Perfectamente, defensor del general Murguía, sube a esta tribuna en una forma que honra a Trigo y que honra a sus compañeros. Es así como vemos al compañero Jenaro V. Vásquez hacer una labor de compañerismo en pro de Federico Montes; pero ¡fíjese la Asamblea! ¡fíjense los compañeros, qué procedimientos tan distintos los de los compañeros citados, con el procedimiento absurdo del compañero Lorandi!

El C. Pérez Vela: Una pequeña interpelación referente al general Montes.

El C. Espinosa: ¿Me permite usted que no? Estoy tratando un asunto enteramente ajeno al general Montes y, por esta razón, le suplico me dispense.

El C. Pérez Vela: Para que se vea la parcidalidad en los procedimientos de la Mesa.

El C. Espinosa: Probablemente los ciudadanos, como el compañero Lorandi ayer, basan su equivocación para envalentonarse y no considerarse todavía de los vencidos, y a nosotros absolutamente vencedores, obedece, digo, a que el ciudadano presidente de la República, en su magnanimidad absoluta, que todos le reconocemos, les dispensó que no les descontasen las dietas que por anticipado habían recibido cuando fueron a acompañar al C. Carranza en su odisea sobre la línea férrea de Veracruz. Probablemente el C. Lorandi basa su impertinencia en que en algunos ministerios han sido ellos, es decir, los exgobiernistas, perfectamente bien recibidos, al grado de que hay algunos aquí que alardean de que ellos gozan de mayores franquicias en los ministerios que los representantes genuinamente revolucionarios. Y esto, ciudadanos representantes, no debería tomarlo el compañero Lorandi ni los demás que piensan como él, como miedo a ellos, porque para nosotros no tienen más representación que la alta y grande que les han dado sus comitentes ante esta Representación Nacional, que ellos para nosotros no tienen más que las consideraciones amplísimas a que se hagan acreedores por su comportamiento de amigos y compañeros dentro de esta Asamblea; pero nada más. Es natural que el régimen actual, compuesto de hombres honrados, compuesto de hombres serenos y justicieros, a la inversa del régimen de ayer, trate con toda clase de cortesías al vencido, ¿por qué? Porque esta es una ley que rige entre personas decentes, porque esta es una ley que caracteriza a los hombres honrados y bienintencionados.

Que vean precisamente los ciudadanos del régimen caído el contraste: los obregonistas, los que para los carrancistas de ayer teníamos el sambenito de ser obregonistas, teníamos cerradas todas las antesalas ministeriales y todas las oficinas públicas, y aunque no las hubiésemos tenido cerradas, nosotros, por decoro personal, por dignidad personal no hubiéramos osado nunca acercarnos siquiera a las calles donde estaban los ministerios de Victoriano Carranza.....

El C. Martínez Ignacio E., interrumpiendo: ¡Venustiano!

El C. Espinosa, continuando: Es lo mismo. (Voces: ¡No! ¡No!) Que vea el contraste el compañero Lorandi, pero que no crea que ni por asomo que se les teme, que no crea que se les trata con más preferencia, porque los que son obregonitas u obregoneros, como diría el C. Trigo, estos son hombres que entienden como es natural el don de gentes, que lo tienen por educación y que saben darle a cada uno lo suyo. ¿Qué de raro tiene, pues, que nosotros, a quienes se considera como de casa, se nos trate como se trata a todos los que son de casa y qué de extraño que se les trate con todo el comedimiento que sea posible? Esto es lo único que hay, pero no lo interpreten ustedes, señores exgobiernistas, como miedo, porque no lo hay.

En cuanto al caso de los ayuntamientos de Veracruz que señalaba el señor diputado Lorandi para justificar su desahogo personal, ya que no habló ni en pro ni en contra del artículo 5o. que se discute, no debo decir más que unas cuantas palabras. Si la Legislatura que en su origen fue aguilarista sancionó la elección de los diputados aguilaristas - denominación expresa del C. diputado Lorandi -, ¿qué de raro tiene que aquella misma Legislatura, habiendo vuelto por sus fueros, por convencimiento o por conveniencia, haya después desconocido a

los ayuntamientos aguilaristas? Yo le hubiera concedido al C. Lorandi algún derecho para venir a defender a estos ayuntamientos si él mismo no nos hubiese dicho que eran precisamente aguilaristas, y al decir aguilaristas está dicho todo. Ustedes saben que no ha habido en Veracruz un régimen más perverso, un régimen más desprestigiado ni más impopular que el de Aguilar; ustedes saben perfectamente bien que el prototipo, que el paladín de la imposición oficial en la República era precisamente Cándido Aguilar. ¿Qué de raro tiene, pues, que las autoridades revolucionarias de ahora rechacen como algo podrido a estos ayuntamientos de un origen completamente oficial, de un origen completamente bonillista, de un origen completamente antirrevolucionario?

El C. Lorandi, interrumpiendo: ¡Sobre todo "Bonillista"!

El C. Espinosa: Sobre todo "Bonillista", naturalmente, y todavía el C. Lorandi, también impulsado por esa inconsciencia invoca aquí el nombre de ese pobre hombre, por no llamarlo de otro modo, que no lo hicieron más mártir de sus propias ambiciones. Yo no he visto en mi corta vida cuadro más triste que el que presentó a mis ojos el C. ingeniero Bonillas hará próximamente un mes cuando lo encontré en uno de los principales restaurantes de la metrópoli, en un ángulo de aquel lugar, contemplando un menú, con una actitud de idiota. Entonces pensé con verdadera lástima por aquel hombre que lo habían obligado a llegar a ese estado de semiloco los que, cegados por su ambición, creyeron que Ignacio Bonillas podría ser el Manuel González de Porfirio Díaz en la República Mexicana! Y evoqué también la carta abierta que le dirigí al ingeniero Bonillas el mismo día que él arribó a esta metrópoli; en aquella carta abierta le decía esto: "Esos hombres no son el pueblo, no son más que un grupo de exrevolucionarios enriquecidos, que quieren asegurar sus riquezas y fomentarlas a la sombra de un Gobierno incondicional. Estos hombres no son más que los burócratas de siempre, que quieren que usted sea el escudo que les garantice el puesto por tiempo indefinido; señor, estos hombres no son el pueblo, no son más que un grupo de reaccionarios que, aliados con Venustiano Carranza ven en usted el sucesor que les conviene." Yo evocaba, cuando vi a aquel hombre silencioso y cabizbajo, estas palabras que eran el evangelio y que si aquel hombre no hubiera sido ofuscado y me hubiera oído, se hubiera evitado de seguro encontrarse en condiciones tan tristes y tan lamentables y hubiera evitado también a la patria todos los males de esta última revolución, y esa es la obra de Lorandi y esa es la obra de sus compañeros.....

El C. Lorandi, interrumpiendo: No, no, nada más mía, de los compañeros no.

El C. Espinosa: ¡Y qué contraste, señores! Cuando Bonillas arribó a esta metrópoli su entrada fue brillante, como brillante fue el oro que había salido de las arcas nacionales para comprar a todos los comediantes que se alquilaron para hacer lujo de un sentimiento que no era popular, que era enteramente comprado y que más que voz popular simulaba comparsas de hombres sin conciencia que iban más bien allí por lo que les pagaban y por curiosidad menos por interés. En cambio, el Bonillas caído, el hazmerreír de la farsa democrática de Carranza, cuando ya no era presidenciable, cuando ya no era candidato, cuando ya no era ni siquiera embajador, se encontraba en el rincón de un restaurant solitario y triste, abandonado, como abandonados deben verse los muertos, ya que Bonillas es también un muerto político. Dice Lorandi también en este afán de desahogo, que cómo a Bonillas se le criticaba porque iba acompañado de generales en su jira política, en su jira de propaganda y nadie dice nada porque a Alvaro Obregón lo acompañen uno o dos ministros, entre los que cita al General Antonio I. Villarreal. Esto francamente sólo podía ocurrírsele a Lorandi. A Bonillas, compañeros, no solamente dos generales lo acompañaban, sino también una escolta de doscientos hombres perfectamente bien municionados. ¡Si era a base de militarismo que se hacía aquella propaganda civilista de nombre, pero que en el fondo era la garantía de todos los militares ladrones! (Murmullos.) Dice Lorandi que por qué ahora nosotros no notamos el contraste, que por qué ahora nosotros no criticamos el que unos ministros acompañen a Obregón. ¡Hombre, Lorandi....! (Risas.) Supongo que no pensará usted que Obregón necesita de individuos que vayan a guardarle las espaldas como lo necesitaba Bonillas. A Obregón lo acompañan sus amigos y ¿qué de raro tiene que cuente amigos que son ministros, como cuenta amigos que son garroteros? Ya ve usted, pues, que esto no tiene nada de particular viéndolo de un modo sereno e imparcial; pero naturalmente, señores compañeros, Lorandi no está capacitado para ver con claridad ni con honradez estas cosas, es la voz del despecho, es la voz del vencido la que he oído precisamente en él. Naturalmente que no quiero convencerlo; pero no necesita, ya toda la Asamblea, y no solamente toda la Asamblea, sino el público de esta metrópoli y tal vez el de toda la República, sabe en estos instantes quién es Lorandi. Aquí sus mismos paisanos, los mismos que lo enviaron a esta representación nacional deben estar renegando en estos instantes de Victorio Lorandi, Creo, ciudadanos representantes, que he dicho lo bastante para ratificar (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) cuál es aquí nuestra verdadera situación. Es necesario que vayan comprendiendo todos y cada uno de los obcecados carrancistas que no son ellos ni siquiera los que están arrodillados, están completamente caídos, y que somos nosotros los caídos de ayer los que estamos en pie. Basta, ciudadanos representantes, para que comprendáis cual es la situación de cada uno de nosotros y para que no nos provoquen más. Basta para que estén entendidos, para que estén completamente convencidos de que ni juntos, ni uno solo, nos inspiran miedo en ninguna forma ni en ningún sentido, que estamos dispuestos a seguir siendo compañeros, que estamos dispuestos a seguir siendo amigos; pero no hay que confundir ni el término de compañeros ni el de amigos; seremos amigos en lo personal; pero enemigos en las lides políticas, en las ideas políticas, si los excarrancistas no se convencen de que la revolución es justiciera y que deben estar con ella.

En cuanto al artículo que se discute, yo me

permito someter a la consideración de esta honorable asamblea la conveniencia de hacer algunas reformas. Estoy seguro de que por el hecho de que soy yo quien ataca este artículo, los excarrancistas votarán por unanimidad en pro de él; así lo espero y estoy seguro que así sucederá; pero si no, si me equivoco les recomiendo que tengan en cuenta esta reforma que yo considero pertinente, que no es para ellos, que es para mis compañeros de filiación política, porque a los carrancistas les conviene que el artículo se apruebe tal como está. Yo me permitiría proponer esta reforma:

"Artículo 5o. En los lugares en que no se hubieren instalado los consejos de listas electorales, de distritos electorales y municipales que establecen el artículo 4o. de la citada ley, bastará que se formen y funcionen los municipales en todo caso..."

Esto está en completa consonancia con la reforma que pedía yo al artículo 4o el día de ayer. Como es casi seguro que no se me querrá oír y que esta reforma no se aceptará, me reservo el derecho de presentar un artículo transitorio cuando se hayan acabado de discutir todos los artículos de la presente ley, que sí es ley, aunque el señor Lorandi le llame "algo así como esa cosa que parece una ley". Si los ciudadanos obregonistas o, más bien dicho revolucionarios creen - como creo yo - que es un peligro el que se les dé intervención a los consejos ya establecidos dentro del régimen bonillista, yo les suplico acepten la reforma que presento, por que es necesario, indispensable, para garantizar los intereses de todos dentro de una elección verdaderamente libre y democrática.

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Trigo.

El C. Trigo: Yo estoy admirado, ciudadanos diputados, de la indisciplina política del C. Espinosa y lo voy a demostrar. Que Victorio Lorandi, miembro del Bloque Independiente ahora, ayer exgobiernista....

El C. Lorandi: ¡No, soy carrancista!

El C. Trigo: Perfectamente, excarrancista o como quiera llamársele, pero de todas maneras no obregonista, venga a impugnar cada artículo de la ley con intención de retardarla, está justificado, es su papel de oposicionista; pero que Luis Espinosa, miembro de las mayorías, a quienes urge que esta ley salga cuanto antes de aquí, se preste para estos retardos con escarceos tribunicios que acaban como el rosario de Amozoc, entre gritos, sombrerazos y escándalo, eso sí no lo concibo: es una muestra de indisciplina política.....

El C. Espinosa: ¿Me permite usted una aclaración?

El C. Trigo: Todas las que usted quiera.

El C. Espinosa: Con permiso de la Presidencia. Nada más quiero suplicar al compañero Trigo tenga en cuenta mi verdadera intención. Yo no deseo que se prolonguen estos debates para obstruccionar la discusión y aprobación de la ley; pero si iré a esa tribuna cuantas veces sean necesario para hacer entender a mis enemigos políticos que son ellos los vencidos, y los revolucionarios los vencedores; yo subiré cuantas veces sea necesario a esta tribuna, aun en contra de los intereses generales, para que esta ley se apruebe cuanto antes, cuando individuos como Lorandi vengan a ofender a la revolución, cuando vengan a desconocer que son ellos los vencidos y nosotros los vencedores cuando vaya allí con toda mala intención y con todo dolo a desvirtuar los hechos, como lo hizo Lorandi, y a querer hacer una labor en pro de intereses enteramente indefendibles. Esta es mi única intención, compañero Trigo, y estoy seguro de que en el fondo no puede usted menos que aplaudirla, porque es un propósito necesario e indispensable. Nosotros necesitamos aquí, antes que todo, que se nos respete como vencedores; necesitamos, antes que todo, que se tenga en consideración (Aplausos. Siseos.) que si tenemos magnanimidad, tenemos también energía para luchar políticamente, como se lucha en el terreno de las armas. (Siseos.)

El C. Trigo: Me ocuparé en su oportunidad, de la aclaración del señor Espinosa, y por ahora me duele ver ese gesto, que si no fuera tomado aquí en la forma que se toma, era digno, sin disputa alguna, de un moderno Bayardo, ya que el antiguo sería imposible. Espinosa comienza por escoger dos vocablos sumamente inadecuados, dice "enemigos políticos." Para mí, un individuo que tiene ideas democráticas, que quiere educarse en una escuela democrática y que quiere obrar democráticamente, no puede tener enemigos políticos. Tendrá contrincantes en política, no puede haber enemigos políticos. Por eso deduzco C. Espinosa, ya que usted confiesa que tiene enemigos políticos, que tiene usted odios políticos y ya sabemos lo que traen consigo esos odios políticos: crímenes, asesinatos, persecuciones, etc., etc. Es ya demasiado viejo para que lo analicemos. Por lo tanto, yo le ruego que, para otra vez, rectifique que tiene contrincantes políticos, pero no enemigos políticos.

Con respecto a lo de vencedores y vencidos, el otro día ya decía algunas palabras, y ahora quiero analizar quiénes son los vencedores y quiénes los vencidos. Desde luego yo reconozco que hay vencedores, ¿pero es el C. Espinosa un vencedor? ¿es acaso el grupo de diputados que fueron a la primera sierra que encontraron, al Pedregal de San Ángel, para volver aquí generales? ¿Son éstos los vencedores? No, señores; a cada quien lo que es suyo y conste que el análisis en esta ocasión lo va a hacer un excarrancista. (Aplausos nutridos.)

La verdad de las cosas es que la Revolución no la hicieron los obregoneros, que es lo que más hay en la República, ni los obregonistas tampoco. Esta revolución, si hemos de creer al señor de la Huerta en su informe, la hizo el Gobierno del Estado de Sonora, que no quiso reconocer el derecho del Gobierno federal, de enviar fuerzas a discreción a territorio de Sonora. Esto es lo que nos dice el señor de la Huerta, de quien yo no tengo derecho a dudar, más bien dicho, de cuya palabra no tengo derecho a dudar. Por lo tanto, si analizamos debidamente quién hizo esto, que el Señor Espinosa quiere se llame revolución - y yo no acepto esta denominación, pero no vamos a discutir por vocablo de más o de menos -, si analizamos perfectamente bien quién hizo este movimiento, tendremos este factor único: Plutarco Elías Calles. Esta en una gran verdad; es el verdadero triunfador, es el individuo que tuvo, pese a todos los pesares, porque, repito, soy de los enemigos políticos que no niego los méritos buenos o malos que determinada persona

pueda adquirir, fue el único obregonista, obregonista de verdad.

El C. Espinosa, interrumpiendo: Me permite...

El C. Trigo: Le ruego al C. Espinosa que así como yo los escuché sin interrumpirlo, me dispense ese altísimo honor; yo creo que el hecho de ser vencedor no le impide escucharme sin molestar... (Aplausos. Siseos.) Elías Calles, y esto hay que confesarlo honradamente, tuvo un gesto de nobleza, que bien merece la pena de que se comente. Elías Calles no fue como todos estos obregoneros que iban a pedir que se les dieran determinadas cantidades cargadas a los gastos secretos de Gobernación; por el contrario, fue el único secretario del Gobierno de Carranza que tuvo la vergüenza de decir: "Señor, yo soy obregonista y yo me voy a Sonora desde luego." Carranza ya sabía que se iba a levantar; pero Calles comenzó por obrar como los hombres de verdad, no como los hombres de relumbrón. Por lo tanto, eso de que aquí en la Cámara todos sean vencedores en la actualidad - bien es cierto que no me extraña, dada la psicología de la mayoría de los que aquí están -, pero si vamos a defender la verdad de las cosas, deben convenir conmigo estos señores vencedores que estuvieron a muchas leguas del peligro y estuvieron a muchas leguas, no de querer ser vencedores, sino de pensar siquiera en ser vencedores, y como una demostración de ello la tenemos en esto, ciudadanos diputados:...

El C. Barragán M.: ¿Y el manifiesto a la Nación?

El C. Trigo: Habla el C. Martín Barragán del manifiesto a la Nación, y esto me recuerda una frase que por cierto se la he oído a un individuo que vino de Sonora y que comentaba la forma de ciertos individuos. Dice: "Se presentaban constantemente al general Calles o al señor de la Huerta y le decían: ¡Vengo aquí y me he salvado en una tablita!" El manifiesto era la tablita, y conste que éste no es comentario mío, esto se lo he oído a varios ciudadanos que han venido con de la Huerta, (Risas. Aplausos.) que han venido de Sonora, comentario que hoy oí en las antesalas, esta mañana; de manera que eso del manifiesto es la tablita, porque nadie, por mucho que diga, puede asegurar que Venustiano Carranza dio orden de que se asesinara a éste o aquél, y una prueba perfecta de esto es que el mismo Espinosa nos ha dicho que no se marchaba porque no creía que lo asesinaran. Y tuvo la honradez de manifestarlo aquí cuando muchos se iban, como dije antes, al Pedregal de San Ángel, para volver triunfadores a la noche siguiente: esa también es otra verdad. Por lo tanto, justo es que analicemos valores: quiénes son los triunfadores de verdad y quiénes son los triunfadores gophir. Yo sé que mis palabras van a tener la desdicha de levantar un cúmulo de protestas dentro de esta misma Asamblea. Tenemos un factor en este triunfo que en este análisis somero que quiero hacer no quiero dejar pasar desapercibido: el general Pablo González. Se me dirá que no debo sacar a luz cadáveres políticos, pero qué se le va a hacer. Estamos haciendo un análisis justiciero y necesario es hablar de este señor también. Yo desde luego reconozco, como deben reconocer también los ciudadanos obregonistas, que he sido un individuo relativamente leal, hasta donde puede llegar la relatividad entre nosotros, no soy absoluto como el C. Espinosa. Yo creo que en México nada hay absoluto, ni la vergüenza. Por lo tanto, yo declaro sinceramente que de los enemigos del señor Venustiano Carranza, presidente constitucional de la República Mexicana hasta el día en que vivió, el único de esos hombres que merecía que toda clase de respetos y consideración era Alvaro Obregón, el cuerpo de generales que le seguía, Calles, Hill, etc., y el grupo de diputados bien conocidos en esta Cámara que siempre tuvieron la dignidad de mantenerse en su puesto. Desde luego tenemos en Obregón esto: Obregón es un general que ha tenido siempre personalidad propia eso no se lo puede quitar nadie. Yo se lo he reconocido durante la jira electoral que hacía cuando era mi contrincante político, cuando yo no era vencido todavía. Por lo tanto, Obregón estuvo en su papel, era un enemigo abierto, todos sabíamos que era un enemigo formal...(Voces: ¡Formidable!) Formidable, aceptada también, pero sin esas contemporizaciones de ir a pedir a Venustiano Carranza este o aquel apoyo para ser presidente o esta o aquella ayuda para su candidatura; por lo tanto, Alvaro Obregón y el grupo de generales que lo siguen tienen esta virtud, virtud muy grande en estos momentos en que la lealtad, el honor, la dignidad y el agradecimiento quedaron a la altura del betún. Pero si bien es cierto que al general Obregón no se le puede hacer este cargo, con don Pablo González, ¿pasa igual? Pablo González, que en esos días en un manifiesto que decía que desconocía a Carranza, obligado por las circunstancias, ¿tiene derecho para decir esas palabras? Poneos la mano, ciudadanos obregonistas y gonzalistas, sobre el corazón y contestad con honradez. Yo creo que el honor no puede ser relativo; el honor y la honradez no reconocen término medio; o se es honrado, o se es un ladrón y no se tiene honor. En política yo entiendo por dignidad, pongamos por caso, la actitud de Manuel García Vigil y de Siurob, más de García Vigil que de Siurob, porque en los días en que le hostilizaba por estos obregoneros de hoy, más que por los carrancistas, tuvo siempre la dignidad y la vergüenza de no ir a hacer antesalas a la Presidencia de la República, ni de ir a pedir a Carranza un solo centavo, ni un sólo favor, ni un solo servicio. ¿Por que? Porque García Vigil entendía que para que pudiera protestar como solía hacerlo, dura y fuertemente, necesitaba no haber enajenado su criterio por un lado, ni tampoco haberse vendido por este o aquel favor indirecto.

Así pues, señores, para poder reclamar a Venustiano Carranza su tiranía, para poder llamar tirano a Venustiano Carranza, necesitábamos dos cosas: haber venido aquí con la conciencia absoluta y plena, como Manuel García Vigil, que entraba a tambor batiente como enemigo, sin ir a las antesalas a pedir a Aguirre Berlanga que lo recomendara con esta o aquella presidencia de las comisiones revisoras, sin ir a pedir tarjetas a Juan Barragán para que entraran sus credenciales y hubiera dictamen favorable, sin venir a formar en las filas del Bloque Liberal Nacionalista, porque era la mayoría aplastante... (Aplausos) para poder pasar... (Aplausos.) Sin ir, como yo he visto a muchos obregoneros, a arrastrarse y pedir consignas a Manuel Aguirre

Berlanga. Así debió ser la dignidad, como la de Manuel García Vigil; Manuel García Vigil es un político digno. (Murmullos.)

El C. González Galindo: Con permiso de la Presidencia, pido la palabra para una aclaración. (Voces: ¡No! ¡No!) Suplicaría muy atentamente al señor... (Siseos) ¡No tengan miedo de lo que voy a decir!... al señor Trigo que diga el nombre de esas personas que iban a pedir recomendaciones para que les aprobaran su credencial...(Risas.)

El C. Trigo: Reconozco, compañero, y me recuerdo que en la escuela mis compañeros decían siempre que yo tenía buena memoria, pero como esos que iban a pedir recomendaciones eran tantos, que casi era una mayoría, la verdad no mantengo la memoria, no retengo los nombres de todos; pero como esos eran la mayoría diputados, daré lectura desde esta tribuna dentro de pocos días a ciertos recibos - y le ruego al compañero que tenga paciencia por algunos días de algunos de estos libertarios de hoy; conste que sigo refiriéndome a los obregoneros. Presenté el caso del diputado García Vigil, porque quiero llegar a esta conclusión: quienes iban a pedir favores, quienes iban a solicitar canonjías, quienes iban a arrastrarse - esta es la frase -, a llorar a los pies de Venustiano Carranza, claro es que aceptaban ciertos compromisos, cierta clase de compromisos que les obligaban materialmente, más bien dicho, que les evitaba materialmente protestar en contra de los procedimientos de Venustiano Carranza, y la verdad es que los obregoneros todos fueron de este jaez. Todos fueron los primeros amigos, paniaguados y favoritos de Venustiano Carranza, para después acabar mordiendo la mano que les tiraba el mendrugo de pan. Esta es una gran verdad. Hablaba del general González y comenzaba las frases de su manifiesto diciendo que se había visto obligado por Carranza a levantarse en armas. Conste, señores diputados, que nada me duele más que tener que hablar del general Pablo González, porque yo le tenía una profunda estimación, simpatía que sólo la he compartido con el General Murguía. Hay que tener en cuenta que fue mi jefe, que no puedo decir que gocé de muchas consideraciones y esto lo sabe el general Rodríguez para que pueda atestiguarlo, sino, por el contrario, fue demasiado severo y en ocasiones creo que lo merecí. Por lo tanto, es siempre doloroso tener que hablar de la forma que tengo que hacerlo de un hombre a quien se le ha tenido estimación y a quien no quisiera lastimar en lo más mínimo. Sin embargo, veamos cuál fue el sendero recorrido por Pablo González desde el día de su levantamiento: me refiero al iniciarse el derrocamiento del régimen huertista. Recuerdo, y esto es una gran verdad, que uno de los primeros choques entre Venustiano Carranza y Villa, fue porque había ascendido antes que a él a Pablo González, que no tenía ganadas muchas campañas por delante; este ascenso a divisionario fue uno de los primeros choques. Murguía anduvo a salto de mata mucho tiempo porque las fuerzas que tenía se las quitaban para dárselas a Pablo González; cuando Murguía comenzaba a levantar un ejército, se le quitaba para dárselo al general González. Cuando Murguía empezó a adquirir personalidad, fue cuando se separó de don Pablo González. Después vino otro choque y en él se sacrificó a Murguía: las mejores armas, los mejores elementos, todo lo mejor de que se disponía siempre fueron para Pablo González, a quien el presidente no veía como a un subordinado, sino como a un amigo, como a un hermano. Es público y notorio que muchos jefes fueron postergados, que muchos jefes fueron tiranizados por favorecer a González. El general González - y es lástima que Carranza haya muerto porque tenía pensado hablar -, no en una, sino en varias ocasiones solicitó del señor Carranza también apoyo para ser presidente de la República. El señor general González llegó un momento en que tuvo la creencia de que él sería el candidato de la imposición, el general González tuvo, en fin, hasta el último momento toda una serie de ligamientos y estrecheces con el señor Carranza que lo había colocado en una situación de la que hablaba hace un momento, de la que en virtud de ciertas concesiones que hacía quedaba materialmente obligado. Por lo tanto, ¿cómo el general Pablo González, que por espacio de tantos años tuvo sus concesiones recíprocas con el señor Venustiano Carranza, en ciertos momentos, cuando ve que estalla el movimiento en Sonora dice: ya este señor me colmó el plato, me voy a levantar en su contra porque la dignidad me lo manda y porque la libertad de mi pueblo exige que yo vaya a la lucha y derrote a Venustiano Carranza? Allí tenéis otros que pueden ser vencedores ahora, pero que son más vencidos que nosotros, como los obregoneros. Yo por eso no acepto, como lo dije, la denominación de vencedores y vencidos. ¿Vencedores de qué? ¿Vencidos de qué?

El C. Espinosa, interrumpiendo: ¡Sobre la imposición de Bonillas!

El C. Trigo: Yo considero, ciudadano Espinosa, que si nos ponemos a hablar de imposiciones en México, puede que haya que sonrojarse, porque ahora vamos a presenciar la única, la militar. Yo tengo la opinión, como lo dije el otro día claramente, que nosotros debíamos evitar, vencidos y vencedores, debíamos evitar todas estas fricciones, debíamos evitar hasta donde fuere posible, en aras de algo más alto como ya lo expresé también, todas estas pequeñeces que no alcanzan sino un bajo nivel moral por mucho que se me diga, pero la verdad es que ni aun con el alma de San Francisco de Asís que se traiga aquí, ante un insulto de esos que el compañero Espinosa suele emplear, no personificando siempre, sino las más de las veces generalizando, la indignación lo hace venir a uno a esta tribuna. El compañero Espinosa hace mal en suponer que porque obtuvo un triunfo militar, no él, sino los que hicieron esta revolución o esto que se llama revolución, por ese solo hecho se llama vencedor. No, yo entiendo por vencedor una cosa muy distinta de lo que entiende el ciudadano Espinosa. El ciudadano Espinosa no podrá negar que entre los elementos que siguieron al señor Carranza hasta el último momento había revolucionarios, tan revolucionarios como él, revolucionarios que se prestaban para hacer una imposición, de acuerdo, ¿ pero los de hoy no van a presenciar, a coadyuvar a otra imposición? Por lo tanto, no es tiempo de arrojarnos piedras porque los tejados de ambas partes son demasiado débiles para resistirlas; todavía

vemos que al primer embate caen piedras de uno y otro lado, ¿no sería preferible que guardáramos las piedras en los bolsillos o las dejáramos en el arroyo y no viniéramos a esgrimir procedimientos semejantes en esta Cámara? Nos hablaba - y no quiero dejar pasar este capítulo porque es muy importante - el señor Espinosa, de que vencidos no se nos tiene miedo. Estoy de acuerdo con él; a mí no tiene por qué tenerme miedo ni siquiera el gato de mi casa. (Risas.) Declaro que soy un bicho perfectamente inofensivo, y no me da pena confesarlo. ¿Pero no cree el C. Espinosa que si hubiera un amplio espíritu de justicia en esos procesos que se siguen a Francisco Murguía, no habría un poco más de justicia y un poco más de limpieza? ¿No cree que en vez de ese auto de formal prisión que es vergüenza, baldón e ignominia del foro metropolitano, (Aplausos.) no cree, repito, que en ese auto de formal prisión se ha pisoteado una vez por todas a la justicia? Podrá decirme el C. Espinosa:

"Hay una razón para la prisión de Murguía." Yo estoy de acuerdo con él, la razón política. Murguía, si fuera un ser insignificante, si fuera revolucionariamente considerado, yo no hago alarde de que Murguía sea un cultísimo ni mucho menos, ojalá, revolucionariamente se entiende, si fuera un insignificante Murguía no estaría en Santiago con toda seguridad; Murguía está allí por otra cosa, por la cuestión política, porque en este momento se estima que la salida de Murguía es un peligro, error bien craso por cierto. Señores, yo quisiera que ustedes fueran a la prisión de Santiago y que presenciaran la enorme desilusión de este hombre que merece todas las admiraciones y todos los cariños, decepción, no de su prisión, es lo de menos para un hombre que se ha jugado la vida trescientas mil veces; se le llama ladrón y si aceptamos que es ladrón, es un general que ha robado, pero tenemos esta aclaración: es un general que ha robado, pero que por cada mil pesos que ha robado ha expuesto mil veces la vida. ¡Cuántos han robado pero no han disparado ni un solo cartucho! Claro que esto no es moral, yo no lo alego como ejemplo de moralidad, es perfectamente inmoral; pero ya que nos ponemos en ese caso de miras y gallardía, hay que reconocer que siquiera le ha costado su trabajo y en cambio otros ni el trabajo de cogerlo han tenido. He tocado este asunto de Murguía, señores, porque ya estoy plenamente convencido - y conste que yo no lo hago por espíritu de rastrería -, yo estoy plenamente convencido de que De la Huerta, el presidente substituto, hay la mejor buena intención de que se haga luz en este asunto. Desgraciadamente hemos tropezado con un sinnúmero de dificultades: cuando parece que un rayo de luz se filtra en torno de estos procesos, vemos que nuevamente se involucra, se vuelve una maraña, que no llegamos por fin a la conclusión. Pero yo quiero que la Asamblea sepa esto; yo quiero que lo sepa todo el país, porque es importante: el señor juez Román, que juzga a Francisco Murguía y lo declara formalmente preso, al día siguiente del auto de formal prisión, queriendo disculparse conmigo, me decía: "La verdad, compañero, es que yo aquí no creo que haya habido motivo ni siquiera derecho para incoar el proceso." ¿Qué os parece un juez que dicta un auto de formal prisión y al otro día, para sincerarse, dice que no había ni siquiera razón para incoar el procedimiento? ¡Un juez que apoya su auto en una declaración del general Herrero, que dice que no ha visto nada, que todo lo sabe de oídas! ¡Una declaración tan original como ésta! y pregunto yo al general Herrero: "¿Cómo sabe usted que se suicidó el señor Carranza?" "- Porque me lo dijo un oficial mío." Siguen las preguntas; le hace otra el defensor Alcalá y contesta: "- Yo no pude ver eso porque la noche era negra como boca de lobo y ni las manos se veían." ¡Una noche que es negra como boca de lobo y vio cómo se suicidó el señor Carranza! Es un testigo de oídas que no puede constituir una prueba testimonial, y en un auto o en un dictamen pericial cuyo auto van ustedes a oír letra por letra, porque me lo he aprendido de memoria, se dice: "Vistos...Pídase a la Secretaría de Guerra y Marina nombre dos peritos para que digan si en virtud de haber huído antes o después del combate los generales fulano, zutano y mengano, faltaron al cumplimiento de su deber como militares, si violaron la Ordenanza Militar y si son responsables de la muerte del C. Venustiano Carranza." Bajo mi palabra de honor que el auto de peritaje es exacto, habrá una que otra alteración, otra palabra, y en ese auto, señores, en que ¡pásmense ustedes! a mucho estimar que el peritaje existiera, que no podría ser otra cosa que el examen psicológico, se nombra en vez de un profesor caso o de otro psicólogo, a dos coroneles del Ejército para que hagan el análisis psicológico del estado del alma de estos hombres en el momento del combate. ¡Y pásmense ustedes más todavía: los militares que fueron a declarar van y dicen con una suficiencia retumbante: la pena de muerte debe aplicarse a Murguía en virtud de que ha violado el artículo cincuenta y tantos de la Ordenanza, que dice punto más o menos que se castigará con la pena de muerte al comandante del buque o jefe de fuerzas que haya abandonado su puesto sin combatir! ¿Han visto ustedes cosa más original que ésta? Reconozcamos que por el Plan de Agua Prieta el C. Venustiano Carranza ya no era presidente de la República, por lo tanto ya el general Murguía no era su subalterno, no era subalterno de un presidente constitucional, era el jefe nato del Ejército Nacional. Por lo tanto, allí faltaba un artículo indispensable, faltaba un requisito de haber respetado la orden de quien pudiera dársela. Pero no es eso sólo, ciudadanos representantes, Herrero confesó en el careo que tuvo con el general Murguía, que sostuvo un combate que duró media hora y conviene en que hubo bajas; luego entonces ya hubo el otro requisito que la ley exige, que haya combate; pues a pesar de esto existe un auto de formal prisión en contra del general Murguía. Pero no paró allí, al día siguiente vino otro proceso haciendo a Murguía responsable de la desaparición de valores del tren dorado, como han dado en decirle últimamente. ¿Sabéis lo que hacía el pobre Murguía esos días? No dormía, no comía. Esto se los pueden decir a ustedes los cinco mil o seis mil que íbamos en los trenes. Ese individuo que se iba a acostar a las dos o tres de la mañana, empapado de agua, para levantarse a las tres o cuatro -porque desgraciadamente, tengo que

confesarlo con pena, no había generales, ni oficiales, ni jefes que ayudaran a Francisco Murguía...(Una voz: ¡Federico Montes!) Indudablemente que Federico Montes fue uno de los individuos que cumplieron con su deber, lo mismo que Heliodoro Pérez que era de las fuerzas de Murguía; pero me refiero al caso concreto del jefe supremo que tenía que hacer hasta los papeles de ayudante, llevar órdenes de un lado a otro y rendir parte de lo que había. Todavía el día del desastre, cuando se inició la desbandada, Murguía salió de los trenes mucho antes de que la desbandada se iniciara; salió en el momento en que se incendiaban unos carros; ni siquiera se paró por allí porque estaba combatiendo en las líneas avanzadas. ¿Creeis que un individuo que se despedaza por hacer la defensa del presidente, que se convierte en celoso centinela, todavía tenga tiempo, a los tres días, para llevarse en los bolsillos $3.000,000.00? Esto se pueril, esto sólo puede entenderse existiendo un atur de formal prisión, como lo decía, por el deseo político de tener a Murguía metido en la Prisión de Santiago; así se concibe. Pero hay más aún: No pararon allí los procesos. Al día siguiente se consigna a Murguía a las autoridades militares por el hecho de haber mandado fusilar a un sargento hace cinco años estando él en Chihuahua y el sargento en Zacatecas. Efectivamente, el caso es éste: Eduardo Hernández operaba en Zacatecas, un soldado disputaba en una cantina con un sargento, intervino un teniente y el sargento de dio una puñalada y lo privó de la vida, después mató a un gendarme. Le dieron aviso al general Murguía, quien cumpliendo con la Ordenanza que previene mantener la disciplina en el Ejército en campaña, ordenó que se procediera enérgicamente contra el sargento. Pues ahí tenemos por qué Murguía es responsable de la muerte de ese hombre. Hay otro más: Murguía es consignado también por el fusilamiento de un señor Rocha a quien Murguía no le había visto ni siquiera la cara, ni sabe si existía ese señor Rocha. ¿Quién es el general que mandó fusilarlo? Un general Paredes. Pues a pesar de eso, porque hay un testigo que dice que probablemente lo fusilaron porque tenía órdenes de Murguía, el juez dio el auto de formal prisión contra Murguía. Y por último, señores, vamos a la consignación de los famosos dos millones de pesos que Murguía dispuso del Cuerpo de Ejército de Operaciones del Norte...

El C. Velásquez López, interrumpiendo: Y hay más: Las acusaciones que tengo presentadas en su contra por los delitos de robo en el Estado de Chihuahua. (Siseos. Murmullos.)

El C. Trigo: También haré el análisis de esa acusación.

El C. Espinosa, interrumpiendo: ¿Me permite la palabra para una moción de orden?

El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.

El C. Espinosa: Yo aplaudo al compañero Trigo, cuya inteligencia siempre he reconocido, por aprovecharse de la oportunidad y hacer la defensa del general Murguía desde esa tribuna; pero que me perdone el compañero Trigo si con todo comedimiento le suplico que se concrete a la discusión del artículo 5o. del Proyecto, (Voces: ¡No! ¡No! Siseos.) porque ya nos amenaza con continuar haciendo explicaciones sobre las acusaciones presentadas en contra del general Francisco Murguía, y yo lo he oído hasta este instante con todo recogimiento y con toda satisfacción, pero no quiero, precisamente por la defensa de estos intereses nacionales que se nos han encomendado, que estemos perdiendo el tiempo en un asunto que estaría muy bien en las rejas de Santiago Tlaltelolco, pero no en esta Representación Nacional. Suplico a la Presidencia, por lo tanto, que llame al orden al orador y le encarezca que se concrete al punto que se debate...(Siseos.) ¡Calma, señores gobiernistas. Ya no es tiempo de eso!

El C. presidente: Se suplica al orador se concrete al punto a discusión.

El C. Ángeles: Protesto por esa parcialidad de la Mesa. ¿Por qué no se hizo la misma observación al compañero Espinosa?

El C. Espinosa: Moción de orden. El licenciado Ángeles, que siempre se ha mostrado tan respetuoso del Reglamento, que para nosotros es una ley, me extraña que en esta ocasión , procediendo precisamente con parcialidad , se quiera oponer a que se llame al orden al orador , y esto me extraña más, porque el C. Ángeles blasona o dice que es abogado, y como abogado tiene la obligación de conocer nuestro Reglamento, que es una ley. Suplico a la Presidencia que mande dar lectura al artículo respectivo y que lo haga cumplir y respetar en todas sus partes.

El C. Ángeles: Antes que el Reglamento, conozco la honradez, y si el C. Espinosa ha violado el Reglamento saliéndose de la discusión, en justicia debe permitirse al C. Trigo igual violación.

El C. Saldaña: Moción de orden.

El C. presidente: Se ha pedido la lectura de un documento y se le va a dar lectura.

El C. secretario Mena: ¿Qué número? (Voces: ¡Cualquiera! Risas.)

El C. Saldaña: Señores diputados: Si hemos de ser imparciales en nuestros procedimientos, debemos oír al señor Trigo en toda su peroración. Soy de los primeros en lamentar que se haya perdido toda esta tarde en discusiones que nada tienen absolutamente que ver con el asunto que nos ha traído a esta Cámara. El señor Lorandi, saliéndose de la discusión de la Ley Electoral, nos hizo perder tres cuartos de hora, bien contados. (Risas.) El señor Espinosa - que pasma oírlo en estos instantes pidiendo moción de orden para suspender en el uso de la palabra al señor Trigo - nos hizo perder cerca de dos horas, señores diputados. (Aplausos.)

El C. Espinosa, interrumpiendo: ¡No es cierto!

El C. Saldaña, continuando: El señor diputado Espinosa es el menos a propósito para hacer esta clase de mociones de orden, puesto que él es quien siempre, o casi siempre, nos hace perder el tiempo con discursos kilométricos; uno de esos ha sido el que ha pronunciado esta tarde sin provecho ni resultado alguno, él es el que está más obligado a que las discusiones de la Ley Electoral sean breves y se terminen cuanto antes, pero es el primero que va a la tribuna para alargar dichas discusiones; en consecuencia, ciudadanos diputados, debemos dejar pacientemente a que termine el señor

Trigo y resignarnos a perder esta tarde, que ya está perdida completamente. (Aplausos.)

El C. Trigo: Soy uno de los diputados que cuando venimos a esta Cámara hizo esta profesión: he venido a trabajar. He demostrado que he sabido cumplir con mi deber y no necesito que me llamen al orden; pero cuando el orador que me precedió en el uso de la palabra se excede, se sale del punto a discusión y me obliga a hacer refutaciones a algunas de sus especificaciones, naturalmente que está justificado que yo me defienda, ya que no personalmente, sí colectivamente, puesto que fue el C. Espinosa quien debió haber evitado esta discusión, como ya lo dije al principio.

El C. Lorandi: Es más importante que la Ley.

El C. Trigo: Por otra parte, hay esta circunstancia, sin que entienda yo, como el compañero Lorandi, que esto pueda ser más importante que la ley: el asunto que yo estoy tratando es un asunto en que está interesada toda la opinión pública del país; en que están interesados los mismos "obregonistas", no los "obregoneros"; en que los obregonistas tienen el deseo de que se haga luz; es obligación mía, puesto que en estos momentos se me niega la justicia en los estrados del tribunal, venir a reclamar justicia en el seno de esta Cámara, siquiera con el uso de la palabra, que ¡bendito sea Dios que nos dió siquiera el goce de ella! (Aplausos.)

Seré breve, señores, y voy a contestar a Velásquez López, a este hombre que dice representar al noble y heroico Estado de Chihuahua. Voy a contestarle con una sola palabra. ¿Sabéis con que hizo Velásquez López su campaña electoral en Chihuahua? Con dinero que Arnulfo González le dio por una carta que le proporcionó Aguirre Berlanga - que tengo en mi poder y que leeré en esta Cámara - y por recomendación expresa de él. (Aplausos.) Agustín Aveleyra, que vive, le hizo los recibos y se los llevó a la Tesorería. ¿Este hombre tiene derecho, también, de protestar contra la imposición, señores? (Siseos.)

El C. Velásquez López: ¡Pruebas!

El C. Trigo, continuando: Se necesita tener la tranquilidad de espíritu del C. Velásquez López (Risas.) para pedirme pruebas! Tengo el recibo de usted, C. Velásquez López, que leeré mañana en esta tribuna; recibió usted, por cierto, una suma bien despreciable: doscientos pesos. (Risas. Siseos.) Pero así son, y no me extraña siquiera, los enemigos de Murguía. Velásquez López cuando menos no recibió más que $200.00, yo os hablaba de la decepción de este hombre y de la falta de razón que hay para que se le crea peligroso en este momento; os hablaba de su desilusion. ¿Sabéis qué es lo que lo tiene más desilusionado? Ver que todos aquellos a quienes ayudó a hacerse ricos, los que robaron a sus espaldas, los que tienen entorchados porque él se los dio, le vuelven las espaldas y solamente le quedo yo, que desgraciadamente no le sirvo para nada. De manera que, fijáos si un hombre como éste no tendrá motivos de estar decepcionado y si la expresión de este buen hombre de Dios, Velásquez López, todavía le puede hacer mal. (Risas.) Velásquez López hace un nuevo cargo: que va a acusar a Murguía de robo en Chihuahua. ¡Bravo, bravo, Velásquez López! A mí no me extraña de usted esto, esta bravura ahora que Murguía es un caído y está en la prisión. ¿Por qué no tuvo usted ese arranque cuando Murguía era poderoso, como lo tuvo Soto Peimbert acusando a Enríquez? ¿Por qué no hizo usted lo que hacía García Vigil, lo que hacía el mismo Espinosa, que venían a atacar a esta Tribuna a Venustiano Carranza cuando era presidente? ¡Pero usted venir a hablarnos de libertad, hombre! ¡Usted hablarnos de democracia, cuando se oponía a que yo interpelara a Nieto aquí, diciéndome que usted me daría todos los informes que yo quisiera! ¡Usted, que fue también colita de antesalas ministeriales! Si no fuera porque estamos viendo tantas cosas, señor obregonero Velásquez López, créame usted que sería motivo de una nueva tristeza. Sin embargo, en usted no me extraña: está en carácter. (Risas.) No se concibe que Velásquez López dejara de ser así! (Aplausos. Risas.)

El C. Martínez del Río, interrumpiendo: ¡No le haga caso!

El C. Trigo, continuando: Le agradezco el consejo al compañero Martínez del Río, pero le protesto bajo mi palabra de honor que nunca le he dado importancia al diputado Velásquez López. Y ahora, para satisfacer el muy justo deseo del compañero Espinosa, aunque ha sido un poco parcial porque vio la paja en el ojo ajeno y no vio la viga en el propio, entro a la cuestión sin seguir tocando el número interminable de procesos que se le siguen día a día a Francisco Murguía, en que en todos, infaliblemente, fatalmente - hay pruebas - existe orden de formal prisión antes de que se incoe el procedimiento

Ha hecho un cargo el C. Espinosa - y esto ya es dentro de nuestras funciones de diputado - al bloque exgobiernista o independiente, o como quiera llamársele: el de que nos conviene que este artículo quede así. Yo no veo dónde puede estar la conveniencia para nosotros y la inconveniencia para ellos de que este artículo sea modificado; el mismo C. Espinosa está reconociendo que tenemos un tiempo sumamente perentorio para hacer las reformas a esta ley; el C. Espinosa sabe también como yo y como lo sabéis todos los diputados, que estas discusiones se alargan y más si él insiste en sus discusiones día a día. De manera que ¿cómo pretende que hagamos una reforma, que se vayan a formar nuevas listas electorales, etcétera, cuando esta ley va a llegar a nuestros respectivos distritos, - porque, C. Velásquez López, vuelvo a ser contrincante de usted en el Estado de Chihuahua -, cómo queréis que se hagan nuevas listas si éstas llegarán cuando menos diez días antes de las elecciones, cuando tendremos que agarrarlas así a la carrera, cuando no podremos hacer absolutamente nada en ellas? Por esta única razón, que es efectivamente de peso, yo pido al compañero Espinosa que no insista en la reforma de un artículo que si bien es cierto que hasta cierto punto tiene razón para tal reforma, implicaría una tardanza en la práctica electoral de nuestros respectivos distritos. En consecuencia, yo pido a esta Asamblea muy respetuosamente que se sirva aprobar el artículo tal como está concebido en virtud de que no se dispone de tiempo para más. (Voces: ¡A votar!) Y ya para que se vote, debo hacer una

aclaración, una aclaración sumamente importante. El notable parlamentario, Alejandro Velásquez López, cuya labor en este Parlamento llena tantos volúmenes; que ha sido tan fructífera para su Estado natal; que ha cumplido tan fiel y lealmente con su deber, vendrá a atacarme. Yo debo hacerle presente esto: A mí no me injuria quien quiere, sino quien puede y para acusar de ladrón a alguien es necesario empezar por ser honrado. Le ruego al C. Velásquez López que no pierda de vista estas dos cosas. (Aplausos.)

El C. Espinosa: Pido la palabra para hacer una aclaración. (Voces: ¡A votar!)

El C. Espinosa: Honorable Asamblea: Voy a hacer una aclaración sumamente breve.

El C. presidente, interrumpiendo: Tiene la palabra el C. Ángeles.

El C. Ángeles: Voy a hablar en contra del artículo 5o., pero quiero también tener el derecho, como los que han hecho uso de la palabra anteriormente, de tener un preámbulo (Risas.) que no tiene que ver nada con el artículo 5o., pero sí con lo que se ha dicho en esta tribuna. Pero para hacer uso de un derecho quiero preguntarle al compañero Espinosa si también es un derecho exclusivo de los vencedores que él se salga de la discusión del artículo 5o. y no permita que los demás oradores, como también lo hizo el compañero Trigo, se salgan también de la discusión estricta de ese artículo.

El C. Espinosa: Le voy a contestar. Con permiso de la Presidencia. Señor compañero Ángeles: desde el momento en que el C. Lorandi fue el primero en hacer uso de este derecho, huelga la pregunta, porque el compañero Lorandi es un vencido.

El C. Ángeles: Pero fue lógico el compañero Lorandi. Se habla aquí mucho de vencedores y vencidos y tienen razón el compañero Lorandi y el compañero Trigo en decir que huelga toda clasificación. Realmente, ¿quiénes son vencedores y vencidos? Yo llamo vencedores, mejor dicho, llamo vencidos por ejemplo a los que fueron a traer a Maximiliano al Castillo de Miramar....

El C. Castilleja, interrumpiendo: ¡Esos son traidores!

El C. Ángeles, continuando: Yo llamo vencidos a todos los que vayan al extranjero a pedir su apoyo para destruir a la patria, pero vencedores y vencidos en una obra en que todos, bonillistas, gonzalistas y obregonistas, tenemos responsabilidad y en que a todos por igual deben correspondernos las responsabilidades ante la historia y ante nuestra patria, no creo que sea justo ni llamar a unos vencidos ni a otros vencedores. Yo me refiero a todos los "istas" gonzalistas, obregonistas y bonillistas; quisimos repartirnos la capa del justo sin tomar en cuenta ni en consideración a la sociedad y al pueblo. El pueblo sigue sufriendo calladamente todas las injusticias de todos los gobiernos, las injusticias de todos los partidos, el flagelo de todas las ambiciones, y el pueblo, el pobre pueblo es el que todavía sigue sediento de justicia, sediento de todo absolutamente en esta Patria. (Aplausos.) Cuando nosotros no tengamos por bandera una sola personalidad, sino los intereses más altos de la patria y estemos alejados de los intereses de la patria, entonces sí se puede decir vencidos o vencedores; pero mientras no estemos, sino repartiéndonos una presidencia o estemos repartiéndonos unos puestos públicos, no tenemos el derecho ni de decir que son vencedores los que están arriba y vencidos los que están abajo, sino que todos por igual debemos reportar responsabilidades ante la historia, y no quisiera hablar de honor en esta tribuna cuando vemos a cada paso que los que vienen a hablar de honor a poco rato resultan...

El C. Castellanos Díaz, interrumpiendo: ¡Pícaros!

- El C. Ángeles, continuando:.... No quiero injuriar a nadie, pero resulta que no conocen el honor. (Risas.) Continuamente se habla aquí de antesalas ministeriales, de sufragio efectivo (Voces: ¡Y no imposición!) y no sé cuántas cosas más que ya van perdiendo ante el pueblo un significado verdaderamente real. El compañero Trigo, por ejemplo, que tanto nos ha venido a hablar - aunque no de su honor, pero sí del honor en general-, al referirse alas lacras de sus contrincantes políticos, olvida que él fue "gonzalista", que formó parte de la "Liga Democrática" y que cuando apareció la figura del señor Bonillas en la Embajada de los Estados Unidos, borrosa al principio y casi desconocida por la mayoría del pueblo mexicano, pero ya con algunas probabilidades de éxito en la posible lucha electoral - posible, digo, porque yo nunca creí que llegáramos a las elecciones -, el compañero Trigo abandonó la plataforma de la Liga Democrática, olvidó sus simpatías por el general González, que él mismo ha confesado en esta tribuna, y de la noche a la mañana se convirtió en un furibundo bonillista. Estaba en su derecho el señor Trigo, que dice que el general González buscaba la imposición, cuando vio que esa imposición faltaba y que por consecuencia no sería el triunfador, buscó otra imposición: la del señor Bonillas. (Aplausos.) Desde el principio de esta Cámara yo definí perfectamente mi condición de gonzalista, pero no asistí a la convención de la Liga Democrática, porque mucho se susurraba que el general González era un probable candidato oficial a la Presidencia; pero como no eran más que unos simples díceres, murmullos, muchas veces ardides de la política, mantuve una actitud independiente en esta Cámara, como a muchos les consta; he dicho a muchos, debía constarles a todos, pero a todos no les consta porque no viven en esta Cámara; pero cuando ya se vio clara la imposición, cuando se vio perfectamente de qué lado estaba, entonces ya no persistí con mi actitud, a pesar de que todos conocían mi filiación gonzalista, me adherí incondicionalmente a la candidatura del señor general González cuando yo veía que esa candidatura no triunfaba. Puede por lo mismo la Asamblea juzgar si mi actitud era desinteresada por principios o si iba buscando la imposición.

Yo no quiero hablar, porque no estoy capacitado para ello, de si el general González tenía sus "dimes y diretes" con el señor Carranza en cuanto a la imposición, y nos ha hablado aquí únicamente el compañero Trigo de los favores que don Pablo González debía a don Venustiano Carranza y no quiero negarlos, vuelvo a repetirles, soy el más humilde de los gonzalistas y el último, porque mientras otros compañeros han sentido el gonzalismo "en la forma práctica", como dice Blasco Ibáñez que se entiende

en México la política, y se acercaban al general González para pedir - esta es la verdad y no hay que andar con eufemismos; lo mismo obregonistas que gonzalistas, y lo propio hubieran hecho los bonillistas - el botín de la victoria, yo iba a pedirle al general González garantías para la sociedad y para diputados y senadores, cualquiera que fuera su color político. Y esas declaraciones que hizo el general González fueron sugeridas por mí, como él mismo podría decirlo, y el señor Sarabia que las redactó, podrá manifestar si no lo expresé así, por indicación del mismo general González. He hecho hincapié en este detalle, no porque quiera ahora decir que yo tengo honor - porque, vuelvo a repetirlo, ya en México y sobre todo en esta Cámara, está desprestigiada la palabra "honor" -, (Siseos, Risas.) pero sí para que se vea que no son las palabras, sino los actos los que determinan la conducta de un individuo y que, por consiguiente, cuanto vengo a decir no es por despecho, como pudiera decir el señor Lorandi, porque para mí no hay vencedores ni vencidos: todos somos vencidos; los tres grupos que hemos tomado parte en esta última contienda, somos vencidos ante los intereses generales de la patria. Todavía no podemos cantar victoria, porque graves, terribles peligros se le esperan a la patria por esta situación que todos hemos creado. Efectivamente, el señor general González es un cadáver político, pero no lo era ni lo es ahora ni lo fue el día en que renunció la presidencia de la República, lo fue desde el día en que se lanzó la candidatura oficial del general Bonillas, (Risas.) del general Bonillas, sí señores, porque tan militarismo era aquél como éste, el elemento militar de 1913 a esta fecha es el que ha venido rigiendo los destinos de la patria; de uno y otro lado había militares y de uno y otro lado había facciones militares, de eso no nos hagamos ilusiones, y después el mismo señor Bonillas dijo que sí sentía a honra ponerse al frente de sus partidarios civiles para ir a combatir y parece que el destino le concedió su deseo.

Pues bien; decía yo que el general González no es ahora únicamente el cadáver político, ni lo fue el día que renunció su candidatura a la Presidencia, lo fue desde el día en que surgió la candidatura oficial del señor Bonillas, porque muchos de sus elementos lo abandonaron, a pesar de que, como también dice el compañero Trigo, había muchos que le debían favores al general González. Luego ya ve el compañero Trigo que no hay que seguir hablando aquí de honor....

El C. Trigo, interrumpiendo: Si eso es lo que yo digo, que no hablemos de eso.

El C. Ángeles: Ni de vencedores ni de vencidos ni del civilismo ni del militarismo, de todas partes hay mucho que decir, hay mucho podrido en Dinamarca. El compañero Trigo ha insinuado aquí que el movimiento de Sonora fue el único vencedor, y por las consideraciones anteriores y que vuelvo a repetir, no hay que decir vencedores ni vencidos mientras no quede salvada la patria, sino por otras consideraciones. Tampoco Sonora fue, como quiere hacerlo aparecer el compañero Trigo, el único triunfador, apartándolo del movimiento obregonista. Yo no veo en la afirmación del compañero Trigo sino una manera muy suave, muy dúctil, muy ingeniosa, por cierto, para introducir la división entre los diversos elementos revolucionarios o no revolucionarios, como se quiera llamar al movimiento, que no se compadece con las ideas que él mismo ha expuesto, de concordia y de unión. El movimiento de Sonora no fue independiente del movimiento obregonista. Yo nunca he visto, yo nunca he visto - vuelvo a repetirlo - que el movimiento de Sonora fuera independiente de la candidatura del general Obregón...

El C. Lorandi, interrumpiendo: ¿Me permite su señoría una interpelación?

El C. Ángeles: Al terminar, cuantas guste. (Una voz: ¿Y el artículo 5o.?) ¿Por que no le hizo la misma observación al compañero? (Murmullos.) No he visto tampoco en el movimiento de Sonora ese conflicto constitucional que tanto el presidente de la República, (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) señor Carranza, como el Gobierno local de Sonora quisieron darle. Fue una estratagema de uno y otro para los fines que perseguían mutuamente. Ya no hay que dudar de la imposición de Bonillas. ¿Qué le importaba, por consecuencia, al Gobierno del Centro perder cuatro o cinco diputados correspondientes a Sonora, y doscientos o trescientos mil votos a favor de Obregón en la campaña presidencial? Luego, ¿cuál era el interés efectivo que perseguía don Venustiano Carranza como presidente al llevar tropas al Estado de Sonora? El principio de la rebelión para continuar él en el poder. (Voces: ¡No! ¡No!) Dice el compañero Lorandi que no, yo nunca creí en la verdadera intención de don Venustiano Carranza para instituir un gobierno netamente civil en México y menos en la personalidad del señor Bonillas, y eso por multitud de razones; pero si alguna duda le cupiera al señor Lorandi, puede leer con calma el manifiesto del presidente de la República, Don Venustiano Carranza, del 6 de mayo, a la salida del Poder Ejecutivo de esta capital, y se convencerá fácilmente de que el presidente Carranza no tenía intención de dejar el poder ni a Obregón, ni a González, ni a Bonillas, y claramente lo dice: "entregaré el poder cuando esté dominada la rebelión." La rebelión, ¿cuándo la dominaba? Y sobre todo, ¿quién la había provocado? Estos son puntos históricos que no es el momento de tocar. Nos habla el compañero Trigo también de ese famoso Bloque Liberal Nacionalista, de los 171 votos contra 17 que fuera la primera votación que se recogió en esta Asamblea en la XXVIII Legislatura, y si es cierto que había allí muchos que traían intención de adherirse al Bloque Liberal Nacionalista, única y exclusivamente por el interés de salvar su credencial, había otros, entre ellos yo, que no veníamos única y exclusivamente por ese objeto, sino por un principio que nunca, nunca sostuvieron aquí los líderes del Partido Liberal Nacionalista; pero, sin embargo, se había sostenido con anterioridad en la prensa. Respecto a ese Bloque Liberal Nacionalista, el menos capacitado para hablar es el compañero Trigo, porque el compañero Trigo, si mal no recuerdo, formó parte de las comisiones dictaminadoras...

El C. Trigo, interrumpiendo: No, señor; de ninguna.

El C. Ángeles, continuando: ¿De ninguna? Bueno; pues entonces de ninguna; (Risas.) pero él era uno de los líderes que aquí sostenían con más tesón

las credenciales del Bloque Liberal Nacionalista y con especialidad algunas...

El C. Trigo, interrumpiendo: Cítelas el ciudadano, si me hace favor.

El C. Ángeles: Es imposible en este momento.

El C. Trigo: Yo sí se lo digo: la de Pastrana Jaimes, únicamente.

El C. Ángeles, continuando: La del señor Pastrana Jaimes, únicamente; perfectamente bien. Ahora no cabe duda de que el señor Pastrana Jaimes venía por cuenta y riesgo de la Secretaría de Gobernación. (Risas.) De manera que va resultando que ahora ese Bloque Liberal Nacionalista no era sino una agencia, cuando menos lo que veía el público, lo que sigue viendo una agencia de la Secretaría de Gobernación, porque las comisiones dictaminadoras... y recuerdo este detalle: el señor Céspedes y el señor Valadez Ramírez, que formaban parte de las comisiones dictaminadoras, después acusaron al señor Aguirre Berlanga ante el gran Jurado...

El C. Valadez Ramírez, interrumpiendo: No es cierto, yo no lo acusé.

El C. Ángeles, continuando: Yo digo: ¿qué acaso las comisiones dictaminadoras no sólo de esta Legislatura, sino de las anteriores y de las que vengan, no son formadas por los individuos de más confianza en los ministerios, o del ministerio que lleva la política? (Murmullos.) Indudablemente que sí. (Una voz: ¡En la XXVII, no!) ¿La XXVII? No hablemos de la XXVII mejor. (Risas.) Pues bien, decía yo que el Bloque Liberal Nacionalista tuvo después de su aparición ante el público esa tendencia: ser una agencia de la Secretaría de Gobernación, en la que se unieron muchos que fueron candidatos independientes y que contendieron con elementos del Nacionalista, del Nacionalista puro; por consecuencia, los que fueron líderes del Partido Nacionalista, los que fueron miembros de las comisiones dictaminadoras del Bloque Liberal Nacionalista, no tienen en mi concepto, derecho a hablar de imposiciones, ni de libertad, ni de nada de esas cosas.

El C. Trigo, interrumpiendo: Está usted reforzando mis argumentos, es lo que yo digo, que no hay derecho.

El C. Ángeles: Sí hay derecho, porque ni fuí de esas comisiones, ni hice antesalas ni antes ni después de la formación del Bloque Liberal Nacionalista; pero quiero ir al fondo de la cuestión, porque el mismo problema se presentará y esto sí tiene relación con lo que está a discusión en la ley. El Bloque Liberal Nacionalista, vuelvo a repetirlo - no me refiero al núcleo de líderes agentes de la Secretaría de Gobernación, sino al grupo general de candidatos independientes -, nos formamos y nos adherimos al Bloque Liberal Nacionalista por un principio: el principio de la legalidad, más o menos legalidad, como puede entenderse en México; la libertad, más o menos exacta, como puede entenderse en México. La minoría se oponía -en esto sí quiero recalcar las palabras - se oponía a las tendencias del grupo que representaba aquí la mayoría, puesto que ya en la prensa se había dicho que se seguiría un criterio netamente político y precisamente este mismo problema, si ha de ser el principio de la legalidad, o el principio político que deba normar las discusiones de las próximas credenciales, es lo que tiene relación con el artículo 5o. La ley bajo la cual se hicieron las últimas elecciones, es compleja y complicada, tiene multitud de detalles, multitud de requisitos que es imposible cumplir no sólo en México, donde tenemos un ochenta por ciento de gentes que no saben leer ni escribir, sino aun en un país culto tendría dificultades, dada nuestra organización, por la falta de todos los órganos que presiden esta ley. El objeto que nosotros deberíamos perseguir, sería el de hacer una ley lo más simple que fuera posible, para que todos la entendieran y para que no se preste a dificultades en su aplicación. Sobre todo, que no se preste a la hora de la discusión de credenciales, a aplicar el criterio que ahora ya no será de tres filos, sino que probablemente vendrá a ser de veinte filos, para excluir al individuo que, aunque traiga la credencial más limpia, no convenga a los intereses del partido dominante en la Asamblea. Por eso yo me opongo a que subsista en esta ley todo eso de consejos electorales y consejos municipales, porque en el perentorio plazo que se fija en esta ley, es imposible que se realice; no se formarán unos ni otros, ni es posible que se formen en México; no tenemos elementos suficientes para constituir todos esos órganos que prescribe la ley, y si nosotros votamos esta ley ya con el propósito de crear dificultades, dando amplias salidas para aplicar a nuestro antojo la ley según convenga a los intereses de cada partido, no habremos cumplido con nuestro deber; seguiremos dando el espectáculo de que en México no puede haber elecciones, de que no puede haber sufragio efectivo, y el pueblo no estará suficientemente garantizado en sus derechos más caros. (Aplausos. Voces: ¡A votar!)

El C. Andrade Priego: Pido la palabra, señor presidente.

El C. Silva Pablo: Reclamo el quorum, señor presidente.

El C. Ángeles: A pedimento del C. Valadez Ramírez hago constar que él no fue el que acusó al licenciado Aguirre Berlanga.

El C. Silva Pablo: ¡Reclamo el quorum, señor presidente!

El C. Velásquez López: Creo que el turno me ha llegado para hacer uso de la palabra.

El C. presidente: Habiéndose llegado la hora reglamentaria, se levanta la sesión y se cita para mañana a las cuatro de la tarde. (7.54 p. m.)