Legislatura XXVIII - Año II - Período Extraordinario - Fecha 19200628 - Número de Diario 16
(L28A2P1eN016F19200628.xml)Núm. Diario:16ENCABEZADO
MÉXICO, LUNES 28 DE JUNIO DE 1920
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
AÑO II- PERIODO EXTRAORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO IV- NÚMERO 16
SESIÓN
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 28
DE JUNIO DE 1920
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.
2.- Cartera. Se recoge la votación pendiente, relativa a la solicitud que para concurrir a esta Cámara hace el C. diputado Montes Federico; es aprobada la solicitud; se nombra una comisión para que entreviste al Ejecutivo y le pida la libertad del C. Montes.
3.- Hacen uso de la palabra, para hechos, los CC. Andrade y Rodríguez Alfredo.
4.- Es presentada, por varios ciudadanos diputados, una proposición para que se constituya la Asamblea en sesión permanente, con el objeto de terminar la discusión y aprobación de las reformas a la Ley Electoral. Se levanta la sesión para constituirse la Cámara en sesión permanente.
DEBATE
Presidencia del
C. ORTEGA MIGUEL F.
(Asistencia de 145 ciudadanos diputados.)
El C. presidente, a las 4.57 p. m.: Se abre la sesión.
- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veintiséis de junio de mil novecientos veinte.- Periodo extraordinario.
"Presidencia del C. Justino Alencáster Roldán.
"En la ciudad de México, a las cinco de la tarde del sábado veintiséis de junio de mil novecientos veinte, con asistencia de ciento treinta y tres ciudadanos diputados, se abrió la sesión.
"Fue aprobada, sin debate, el acta de la sesión celebrada el día anterior.
"Se dio cuenta con un oficio, que se acordó agregar a su expediente, en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación participa que se enteró de la elección de presidente y vicepresidente de esta Cámara, y con once solicitudes de licencia, con goce de dietas, de las cuales diez se acordaron favorablemente, previa dispensa de trámites, sin más incidentes que la petición del C. Minjares Perea para que se cumpliera con los artículos 50 y 102 reglamentarios, las razones expuestas por el C. Quiroga para que no se concedieran más licencias y los argumentos que en apoyo de su solicitud adujo el C. Mena.
"Las diez solicitudes aprobadas, son como sigue:
"Hasta por treinta días al C. Mena; por quince días al C. Rodríguez Herminio S.; hasta por treinta días al C. Cuéllar; por veinte días al C. Morales Sánchez; por quince días al C. Meza; hasta por veinte días al C. Garza; hasta por treinta días al C. Mejía; hasta por un mes al C. Villaseñor Salvador; por un mes al C. Huerta, y por todo el tiempo que permanezca enfermo al C. Rivera Castillo.
"La última solicitud, firmada por el C. López Serrano, por un mes, pasó a la Comisión de Gobernación en turno por no habérsele dispensado los trámites.
"En seguida la Secretaría leyó un ocurso del C. general Federico Montes, en que solicita se resuelva que debe llamársele al desempeño de sus funciones como diputado en ejercicio; y en atención a que se encuentra detenido en la prisión militar de Santiago Tlaltelolco, se dirija esta Cámara al encargado del Poder Ejecutivo para que, por los conductos legales, ordene lo que solicita.
"El trámite "A la Comisión Permanente" que la Mesa dio a este documento, fue impugnado por los CC. Vásquez Jenaro V. y Trejo, hablando en pro, dos veces, el C. Espinosa Luis, quien fue interrumpido por una moción de orden del C. Lorandi. El referido C. Espinosa contestó una interpelación del C. Trejo y los CC. Vásquez Jenaro V. y Céspedes hicieron aclaraciones.
"Suficientemente discutido el trámite, a moción del C. Espinosa Luis, debidamente apoyado, se votó nominalmente, resultando desechado por ochenta y cuatro votos de la negativa contra cuarenta y ocho de la afirmativa.
"La Secretaría preguntó, en votación económica, si se dispensaban los trámites al escrito del C. Montes. La mayoría de la Asamblea se puso en pie y en esos momentos la Presidencia trató de poner a debate la dispensa de trámites. Con este motivo
usaron de la palabra los CC. Valadez Ramírez, Rodríguez Alfredo y Espinosa Luis, el primero en su carácter de secretario para hacer una aclaración y los segundos para mociones de orden. Se dio fin al incidente declarando la Secretaría que se dispensaban los trámites.
"Puesto a discusión este asunto, habló en contra el C. Guerra, y los CC. Martínez del Río, Vásquez Jenaro V., Pérez Vela y Villaseñor Salvador, inscriptos en pro, renunciaron al uso de la palabra.
"A solicitud del C. Guerra, debidamente apoyado, se recogió votación nominal y ésta demostró que se había desintegrado el quórum, pues votaron por la afirmativa setenta y nueve ciudadanos diputados y por la negativa treinta.
"A las 7 horas y 8 minutos de la noche se levantó la sesión." Está a discusión el acta. ¿No hay quién haga uso de la palabra? En votación económica se pregunta a la Asamblea si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse en pie. Aprobada. (Voces: ¡A votar!)
- El mismo C. secretario, leyendo:
"Cámara de Senadores del Congreso de la Unión.- México.- Estados Unidos Mexicanos.- Sección de Archivo y Biblioteca.- Número 472.
"El Senado, por mi conducto, se honra en hacer presentes a esa H. Cámara, sus sentimientos de condolencia por la sensible defunción del C. Andrés Amezola, diputado suplente en ejercicio por el 13 distrito electoral del Estado de Michoacán, acaecida el día 22 de los corrientes.
"Protesto a usted la seguridad de mi consideración muy distinguida.
"Constitución y Reformas.- México, a 25 de junio de 1920.- El presidente de la Cámara, José I. Novelo.
"Al ciudadano presidente de la H. Cámara de Diputados.- Presente."- A su expediente.
"A los ciudadanos secretarios de la Cámara de Diputados.- Presente.
"Honorable Asamblea:
"Federico Montes, detenido en la prisión militar de Santiago Tlaltelolco, por supuesta responsabilidad en la muerte del extinto expresidente de la República, C. Venustiano Carranza, y desaparición de fondos y valores de la nación, ante vuestra soberanía respetuosamente expongo:
"I. Soy diputado propietario en esta XXVIII Legislatura por el 14 distrito electoral del Estado de Guanajuato.
"II. El 30 de julio del año pasado se me concedió Licencia indefinida, "Para atender el arreglo de asuntos particulares". Posteriormente fui electo Gobernador Constitucional de Gto. y opté por el desempeño de este último cargo.
"III. El artículo 2o. del Plan de Agua Prieta desconoce, entre otras, la elección del gobernador de Guanajuato por lo que dicho plan me ha quitado el carácter de gobernador que tenía.
"IV. El efecto de ese desconocimiento, lógicamente es el de que - conforme al documento citado - no he sido favorecido con dos cargos de elección popular, ni razón para que cualquiera opción que yo haya hecho tenga validez ni fuerza legal. Con tal motivo, únicamente, subsiste la elección irrenunciable que en mi favor hizo el pueblo de San Miguel Allende como diputado propietario al Congreso de la Unión.
"V. Deseando dar por terminada mi licencia ilimitada y debiéndose instalar esta H. Cámara con todos sus miembros en el presente periodo de sesiones extraordinarias, tengo yo derecho a asistir a ellas con todas las prerrogativas inherentes a la investidura de diputado, pero encontrándose custodiado por autoridades militares que me privan indebidamente de mi libertad para ejercitar el derecho de diputado que todavía soy, creo conveniente dirigirme a esta H. Asamblea para que pida a quien corresponda que se me ponga en condiciones de poder asistir al desempeño de mis funciones como miembro de esta Cámara de Diputados.
"En tal virtud, hago un llamamiento al espíritu de compañerismo que ha animado a los ciudadanos diputados y al celo que siempre han demostrado cuando se trata de miembros del Poder Legislativo Federal, y ocurro a la justificación de ustedes solicitando que, con dispensa de todo trámite, sea atendida la presente solicitud
"Resolviendo que debe llamárseme al desempeño de mis funciones como diputado en ejercicio; y que en atención a encontrarme detenido en la prisión militar de Santiago Tlaltelolco se dirija urgentemente esta Cámara, con toda atención al encargado del Poder Ejecutivo de la Unión para que por los conductos legales ordene lo que antes solicito."
"Protesto a esta H. Asamblea mi atenta consideración.
"Prisión Militar de Santiago, México, junio 23 de 1920.- F. Montes.- La hacemos nuestra: R. Martínez del Río.- Jenaro V. Vásquez.- B. Méndez.- José Federico Rocha.- S. Villaseñor.- Jesús Pérez Vela.- Francisco Madrid."
Se procede a la votación.(Se recoge la votación.)
El C. secretario Ruiz Martínez: Votaron por la afirmativa los siguientes ciudadanos representantes: (Voces: ¿Cuántos?) Total, 87 votos.
El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa los siguientes CC. diputados: Aguirre León, Alencáster Roldán, Barragán, Bravo Carlos, Camarena, Cárdenas Emilio, Casas Alatriste, Céspedes, Crespo, Cuéllar, Chablé, Espinosa, Hernández Miguel B., Ferrel, Franco, Galindo Carlos, García Antonino M., García Norberto, Garza, Gómez Gildardo, González Galindo, Guerra, Guerrero, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco, Hernández V., Huerta, Jiménez, Lazcano Carrasco, León, Lomelí, López Emiliano Z., Macías Rubalcaba, Mendoza, Minjares Perea, Mora Núñez, Ortega, Ortiz, Pérez Vargas, Reyes Francisco, Reyes Rafael, Rodríguez Herminio S. Rodríguez Matías, Romero Cepeda, Rosas, Sánchez de la Vega, Schulz y Alvarez, Siurob, Soto José M., Suárez José María, Vadillo, Valadez Ramírez, Valverde, y Villaseñor Mejía. Total, 55 votos.
El C. Silva Pablo: Pido que se lea la lista de la afirmativa.
El C. secretario Ruiz Martínez: Votaron por la afirmativa los siguientes CC. diputados: Aguilar Antonio, Aguirre Berlanga, Alcocer, Alejandre, Anda de, Andrade, Araujo Emilio, Araujo Francisco, Balderas Márquez, Barrera de la, Blancarte, Bravo Lucas, Breceda Alfonso, Camacho Antonio, Cancino, Carrión, Castellanos Díaz, Castillo David, Castrejón, Castro Alfonso, Castro Roberto, Contreras, Cornejo, Cravioto Gallardo, Gaitán, García Emiliano C., García Pablo, Gil, Gutiérrez Antonio, Hernández Bravo, Hernández Loyola, Limón Uriarte, Lorandi, Maceda, Machorro y Narváez, Madrid, Mancisidor, Márquez Galindo, Martínez del Río, Martínez Ignacio E., Mejía, Méndez Arturo, Méndez Benjamín, Méndez Fortunato, Méndez Pánfilo, Moctezuma, Molina, Morales Sánchez, Navarro, O'Farril, Pastor, Pastrana Jaimes, Paz, Peña, Pérez Carbajal, Pérez Fernández, Pérez Vela, Pesqueira, Quiroga, Ríos de los, Rocha, Rodríguez Alfredo, Roel, Ruiz H. José María, Ruiz Martínez, Ruiz Porfirio, Rubalcava, Sánchez Salazar, Silva Federico, Silva Jesús, Silva Pablo, Solórzano, Soto Peimbert, Sotres y Olaco, Tamez, Tello, Trejo, Trigo, Urdanivia, Uzeta, Valladares, Vásquez, Velásquez Juan, Verástegui Franco, Villaseñor Salvador, Villela y Zerecero.
87 ciudadanos representantes que votaron por la afirmativa.
El C. Vásquez Jenaro: Pido la palabra. (Voces: ¡Que se haga la declaratoria!)
El C. secretario Valadez Ramírez: En consecuencia, ha sido aprobada...
El C. Rodríguez Sabino, interrumpiendo: Señor secretario: No estoy anotado en la lista de la afirmativa.
El C. secretario Ruiz Martínez: Total, 88 ciudadanos representantes que votaron por la afirmativa.
El C. secretario Valadez Ramírez: En consecuencia, ha sido aprobada la proposición.
El C. Vásquez Jenaro V.: Pido la palabra. Para suplicar atentamente a su señoría que en vista de que esta moción ha sido aceptada, obsequiando los deseos del promovente, solicito muy respetuosamente de la Presidencia que nombre la Comisión que se dirija al Ejecutivo.
El C. presidente: La Presidencia no tiene inconveniente en nombrar la Comisión y, al efecto, suplica a los CC. Araujo Emilio, Martínez del Río, González Marciano y secretario Valadez Ramírez, se sirvan cumplir con la comisión.
Tiene la palabra para hechos el C. Andrade Priego.
El C. Andrade: Señores diputados: Consta a ustedes que en la sesión del viernes y en la del sábado no me fue dable, por el curso de los debates, hacer algunas rectificaciones a las palabras vertidas aquí por mi compañero de Cámara, el señor Trigo. Cumple a mi deber, señores, hacer esas rectificaciones en la forma más breve para no cansar vuestra atención. El señor Trigo. estimable joven de esta Cámara, de una manera inmotivada y sin que viniera a cuenta, trajo, para ultrajar aquí la personalidad del general Pablo González. Si Vilchis, si Uzeta, si Urdanivia, si Soto Peimbert, si Ruiz Porfirio, si Ríos Rafael, si Palacios Moreno, si Méndez Arturo, si Martínez del Río, si Márquez Galindo, si Machorro Narváez, si los jóvenes Araujo, si Castellanos Díaz hubieran hecho ese ataque, señores, al general González, habrían estado quizá en su derecho: están afiliados definitivamente a un grupo y en ese grupo se han mantenido creyendo o no creyendo, estar en su papel; pero decididamente han seguido una línea de conducta igual, y en la lucha política habrían estado, repito, quizá en su papel al atacar la personalidad del general González; pero es el caso, señores, que los ataques y los ultrajes inmotivados se los ha hecho el señor Octavio M. Trigo. Octavio M. Trigo, señores, fue uno de los ciudadanos que firmó la primera acta del club que se fundó en esta capital para postular al general González para presidente de la República; la firmó, señores, el día 12 de mayo de 1919, y no sólo firmó esa acta, sino que firmó otra posterior con fecha 20 del mismo mes. Ninguna duda deja ese cargo que yo hago al señor Trigo, porque aquí están las dos actas que aquel ciudadano firmó con connotados gonzalistas, aquí está el general Alfredo Rodríguez, connotado gonzalista; aquí esta José Federico Rocha, connotado Gonzalista; aquí está Jesús Urueta, Sánchez Azcona, etc.; de manera que jamás podría negar su filiación el señor Trigo. Trigo, señores, hace antesalas tarde tras tarde en Tacubaya en la casa del general González; Trigo va a Puebla y le ofrece toda su personalidad y todo el Estado de Chihuahua al general González, (Voces: ¡Ah! Risas.) y Trigo, señores, se va del lado del general González cuando ya no podía dar grados, cuando ya no podía dar nada, y entonces se va al civilismo y entonces sí saca ventajas; él nos ha dicho aquí que él no ha tenido gajes ni beneficios en esto del civilismo; Trigo, siendo diputado, ha cobrado sueldos de abogado consultor del ferrocarril sin consultar nada; Trigo ha tenido pase en los ferrocarriles, que no han tenido probablemente los demás ciudadanos afiliados a su grupo, y, por último, el señor Trigo vino a sentenciar aquí al general González, diciendo que es un cadáver político. (Voces: ¡Quién no lo sabe!) No hay cadáveres políticos en este país, ciudadanos diputados. (Voces: ¡Quiroga! ¡Eso sí! Risas. Siseos.) El general Porfirio Díaz, que se levantó con su plan de la Noria el año de 71, hasta cierto punto justificado históricamente, porque se levantaba contra una reelección de Benito Juárez, fracasó estruendosamente en La Noria y vencido vino a esta ciudad. Todo el mundo lo despreció, todo el mundo lo llamó el Porfirio Díaz ridículo. Los soldados mismos no le hacían el saludo militar y se le echó a empellones del hospital Morelos; todo el mundo lo despreció. Corrieron los tiempos, señores, y entonces se levanta en Tuxtepec, también quizá justificado históricamente, (Voces: ¡Ya resultó un porfirista!) porque su levantamiento era contra una reelección de Lerdo de Tejada, y vemos que Porfirio Díaz triunfó y pudo gobernar este país durante treinta años de paz. (Aplausos ruidosos.) Estamos agigantando con nuestra conducta reprobable la figura gigantesca de Porfirio Díaz. (Aplausos nutridos en las galerías. Silbidos. Siseos.)
El señor Trigo, señores, cuando se va del lado
de Pablo González, porque ya no puede éste dar nada, se va hasta Laredo a esperar al señor Bonillas, y entonces le dice: "Señor: la juventud no traiciona. Vos sintetizáis las esperanzas de la patria, el pueblo os aclama." ¿Y creen ustedes, señores, que aquel joven sentía aquellas palabras? Si esas palabras se las hubiera ido a decir a Alvaro Obregón, estarían justificadas, ¡pero decírselas a Bonillas! Seguramente no las sintió y ustedes tienen la conciencia de que aquel joven traicionaba a la juventud. Como una atarjea de los desahogos del general Murguía, vino Trigo a echar lodo sobre la personalidad del general González, cuando no estaba aquella tarde a discusión esta personalidad. (Una voz: ¡Ni ahora está la de Trigo!) Yo he admirado a Trigo defendiendo a Murguía, haciendo el esfuerzo personal y profesional por él; menos lo admiro cuando nos viene a decir aquí, sin que nadie se lo pregunte y cuando nadie lo sabe, que el general Murguía es un ladrón. Y para justificar esta declaración, Trigo dice que es ladrón el general Murguía porque ha expuesto la vida en los campos de batalla más de una vez. (Voces: ¡supuso! ¡Qué suponía! ¡Qué concedía!) Yo pregunto, pues, señores, según este criterio amoral políticamente hablando de Trigo. ¿Cuántos millones debiera tener el general Obregón? ¿Cuántos millones o algo menos que millones debiera tener el general Jacinto B. Treviño, que lleva en su cuerpo cuatro heridas mortales? (Murmullos.) También nos dice Trigo que seguramente traerá aquí su credencial de diputado, (Voces: ¡No! ¡No!) la traería aquí si tuviera las fuerzas de Murguía en Chihuahua para imponerse.
El C. Lorandi: ¡No trae nada; eso sí es cierto! (Risas.)
El C. Andrade: De otra manera no trae credencial el señor Trigo.
El C. Lorandi: No trae nada.
El C. Andrade Priego: Yo no creo del mismo modo que el señor Trigo, ya que vimos que tiene un criterio movedizo, no creo ni en vencidos ni en vencedores, creo en contrincantes; es necesario, señores, que haya lucha, que haya contrincantes, lo mismo en la vida cósmica, que en la vida biológica, que en la vida social. Ahí vemos a Rusia sacudiendo la desigualdad social; ahí vemos a España, señores, con una forma de gobierno monárquico, expidiendo una ley que se llama la ley de inquilinato, por la cual el poder público reglamenta lo que cada propietario debe cobrar por arrendamiento. Es la lucha que imprime, que puja la desigualdad social. La lucha no la debemos rehuir ni los gonzalistas, ni los civilistas, ni los obregonistas; por esto creo que no hay vencedores ni vencidos, hay solamente luchadores. Hasta este momento, señores, el único que está vencido, como dijera un amigo mío en esta tribuna, es el pueblo, ese es el que está vencido hasta este momento: ni se le han dado tierras, ni se le dan escuelas, ni se le dan garantías, ni se le da nada; ¡ese es el vencido! (Aplausos nutridos.)
Necesitamos el tiempo, y voy a concluir. Procuremos, señores compañeros, organizar nuestra lucha en una forma decente, en una forma democrática, porque si no, ocurrirá lo que el mismo Trigo dijo: perderemos la nacionalidad; sentiremos el zarpaso sobre el cuello de la nacionalidad, quedaremos extrangulados, y entonces, señores, tendremos que llorar como mujerzuelas cobardes, lo que no supimos defender como mexicanos y como patriotas. (Aplausos ruidosos.)
El C. Rodríguez Alfredo: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una pregunta al compañero Andrade Priego y poder contestar, de paso, alusiones personales. ¡Para una alusión personal! Siseos. Desorden. Campanilla.) Para una alusión personal, señor presidente, tengo derecho.
El C. presidente: Tiene usted la palabra para alusiones personales.
El C. Rodríguez Alfredo: Voy a hacer una pregunta al señor Andrade Priego: ¿Con qué intención citó mi nombre de manera insidiosa al hacer la relación de los connotados gonzalistas? Una vez que el señor Andrade Priego haya tenido a bien contestarme, tendré el honor de decir ante esta Soberana Asamblea cuatro verdades y, sobre todo, la de mi actitud en estos momentos y en los pasados. - El C. Andrade Priego: Voy a contestar, señor, si se me permite.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Andrade Priego.
El C. Andrade Priego: Señores diputados: Voy a responder a la interpelación del señor general don Alfredo Rodríguez. Cité yo al señor general Rodríguez y al señor José Federico Rocha, con la filiación entonces de connotados gonzalistas, porque en primer lugar figuran en primera línea en estas actas, y después, porque a todos consta que estos señores tenían una personalidad cerca del general González. Pero ya que el general Rodríguez me presta la ocasión, debo decir que el general Rodríguez también se fue del lado de Pablo González cuando Pablo González ya no otorgaba grados, cuando Pablo González ya no otorgaba libramientos a las cajas del Cuartel General, y Alfredo Rodríguez se fue entonces al lado de Venustiano Carranza o del "civilismo" o del "bonillismo", y ahí también sacó ventaja, señores, porque es hombre activo, diligente, inteligente, que aprovecha el tiempo y que mira el porvenir. (Aplausos estruendosos.)
El C. Rodríguez: ¡Muchas gracias! (Murmullos.)
El C. Andrade Priego: El general Alfredo Rodríguez sacó del civilismo tantas ventajas como todos hubieran podido sacar, o más que todos quizá: sacó de la Secretaría de Industria y Comercio una concesión petrolera de las porciones D H L del lote 19 de Zacamixtla, Veracruz, cantón de Tuxpan, firmada esa concesión el 25 de marzo, posponiendo a 15 solicitudes anteriores de extranjeros y mexicanos, que tenían la preferencia y que tenían el derecho de obtenerla. (Aplausos nutridos en galerías y curules. Voces: ¡Bravo!)
El C. Rodríguez Alfredo: Pido la palabra para contestar. (Voces: ¡No! ¡No! Gritos. Campanilla.)
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.
El C. Siurob: Hace mucho tiempo tengo presentada a esa Presidencia una solicitud que
hacemos varios ciudadanos diputados para que se declare la Cámara en sesión permanente y que se acabe de discutir la Ley Electoral, que tan necesaria es en estos momentos. Yo suplico a su señoría que haga favor de informarme por qué no se ha dado cuenta con ella.
El C. presidente: La Presidencia manifiesta que esto es con el objeto de que no se vea parcialidad de parte de la Presidencia, ya que se pide el uso de la palabra para alusiones personales; pero una vez que termine el señor Rodríguez, se dará cuenta con esa proposición.
El C. Siurob: Yo no quiero en estos momentos coartar el derecho de hablar al señor Rodríguez, únicamente reclamo esto porque me parece que es ya demasiado perder el tiempo en asuntos personales, y que para el próximo domingo la ley actual que está en vigor señala el momento en que deben verificarse las elecciones, y si no se aprueban antes las reformas, no sé qué va a suceder, en qué estado de indecisión se encontrará el país, ya que la ley lo obliga a entrar el próximo domingo a elecciones y está incapacitado para votar por las circunstancias que todos los demás conocemos. Esto es lo único que me guía; así es que yo suplicaría a su señoría que ahora no desista por complacer únicamente a lo que se pide, por aparecer imparcial o no el señor presidente, sino que se deje guiar por su propia conciencia, pues si está sabe que no es parcial, no le debe importar lo demás.
El C. presidente: La Presidencia insiste en la resolución que había tomado, porque el compañero Rodríguez ha sido acusado y tiene el derecho más sagrado para defenderse.
El C. Rodríguez Alfredo: Señores diputados: No vengo a responder de una acusación, porque no pueden, ni con mucho, llamarse acusación las torpes palabras del señor Andrade Priego.
El C. Andrade Priego, interrumpiendo: ¡Gracias!
El C. Rodríguez Alfredo, continuando: No hay de qué. Ha hecho únicamente desfogarse en mí, ya que Trigo no estaba presente. El señor diputado Andrade Priego viene aquí poseído de un ultrapablismo que yo, francamente, señores, que fui mucho tiempo, como a ustedes les consta, el jefe del Estado Mayor del general Pablo González, no le conocía ni podía suponerle. Ese amor, esa idolatría que el señor diputado Andrade Priego viene a demostrar por el señor Pablo González, lo ciega de manera absoluta, dice lo que no es verdad. No recuerdo a ciencia cierta la fecha en que fue firmada esa acta. Para todos vosotros no es un misterio, para todos vosotros es una certeza que yo fui gonzalista; pero ahora, si el señor diputado Andrade cree que por haber sido gonzalista, tenía la estricta obligación el imprescindible deber de seguir siendo gonzalista, a pesar de lo que, en mi concepto, eran errores crasísimos de don Pablo González, diferimos en criterio, señor licenciado. Yo estuve al lado de Pablo González, como al señor diputado Siurob le consta, como a muchos les consta, no en la época en que otorgaba grados, no en la época en que extendía libramientos, porque emplazo a su señoría a que me muestre un solo libramiento, no del general Pablo González, de todos los hombres de la administración pasada, que sea a favor mío por un solo centavo. En cierta ocasión aquí, con motivo de la discusión de presupuestos, alguien dijo -por supuesto en corrilos, porque no lo dijo en la tribuna - que yo había recibido de las oficinas presidenciales tantos más cuantos pesos; emplacé a esta persona a buscar los datos y voy a decirles, señores, que al señor diputado Uzeta le dije que si tenía esos datos, que tuviera la bondad, que se lo suplicaba, de subir a esta tribuna a dar lectura a estos documentos que estuviesen calzados por mi firma. No vengo a hacer mi panegírico, señor Andrade Priego, vengo a hacer mi defensa. Usted, con demasiada ligereza, se ha atrevido a hacer creer, porque no se atrevió a decirlo, que el general González me había dado a mí libramientos. No, señor; el general Pablo González, que está vivo; el general Pablo González puede decir, como hombre honrado que lo conceptúo, si alguna vez a mí como su amigo o como jefe de su Estado Mayor, me dio un centavo fuera de los sueldos que legítimamente devengaba. Queda usted emplazado para probar ante esta Asamblea lo que ha dicho. Grados, no me los otorgó, señores diputados; estuve con él muchos años, estuve en la Revolución como a muchos compañeros les consta, desde el mismo momento en que el general González se levantó. Así es que ¿qué de extraño tiene que hubiese yo llegado a alcanzar el grado a que llegué? No me los ha concedido, repito a su señoría. Ahora, por lo que se refiere a la concesión petrolera, sí, señores; no es una concesión, es un contrato de explotación y exploración que tengo al igual que los señores ingeniero Manuel Urquidi, connotado obregonista; que el señor ingeniero Rolland, connotado obregonista, tiene, y ayer precisamente el señor ingeniero Rolland me certificó que el señor presidente de la Huerta acababa de otorgar el último lote que quedaba en la última fracción del lote 19 de Zacamixtla. Ya ve su señoría que yo poseo esa concesión petrolera, la poseo con el derecho que tiene todo ciudadano para poseerla. He cubierto los impuestos, he cumplido las condiciones, y ¿qué de extraño tiene, señores, que yo en marzo de este año hubiese adquirido lo que muchas veces quizá el señor Andrade Priego haya pensado adquirir? (Risas.) Ya ve su señoría que sus acusaciones son nulas, son insidiosas por todos conceptos. Que no lo ciegue a usted su ultrapablismo; debieran los ultrapablistas haber aconsejado mejor al general Pablo González, no debieron haberlo infatuado ni llenado la cabeza de humo, que fue lo que hicieron. Yo me separé de Pablo González leal y caballerosamente; tengo testigos de ello. Le dije que no iba conforme con sus procedimientos, y más que con sus procedimientos, con determinados elementos que a su lado se encontraban. Testigo de ello es el señor general y doctor Rafael Cepeda y el Señor general Marciano González, con quien tuve algunas conversaciones sobre el particular; él podrá decir a toda la Asamblea si es verdad lo que estoy asentando. El que yo haya abandonado a Pablo González cuando no daba libramientos, no significa nada. Yo estuve con Pablo González cuando usted no soñaba estar con él, cuando Pablo González no tenía zapatos y cuando estuvimos en los combates de Candela y otros, en que estuvimos él, yo y otros seis o siete, nada
más. Usted es de los satélites de esa enorme cauda, de esos satélites que trajo consigo el triunfo de Pablo González en la ciudad de México. Entonces me alejé yo, cuando usted y todos los que le rodeaban vinieron con él cuando era grande; yo estuve con Pablo González cuando estaba formándose; hay mucha diferencia del proceder de usted al mío. Ya ve la honorable Asamblea que el señor Andrade Priego no ha dicho la verdad. Ahora, por lo que respecta a que yo abandoné al general González y me hice civilista o bonillista, otra mentira. Yo estuve de gobernador de Oaxaca y testigos hay en esta Cámara también, y a usted mejor que a nadie le dije en el Palacio de Gobierno de Oaxaca, que yo no tenía compromisos con Carranza para hacer ninguna labor en la política presidencial, que había ido allí sin compromisos de ninguna especie, que me alejé del general González por circunstancias muy personales. No era ni obregonista, ni bonillista; que terminada mi misión en Oaxaca, había resuelto retirarme a la vida privada. ¿Es cierto o no, señor Andrade Priego?
El C. Andrade Priego: Es cierto.
El C. Rodríguez Alfredo: Así verá la honorable Asamblea que yo no fui bonillista. Hay aquí muchos que podrán decir si hice labor en pro o en contra de ese partido, como no lo hice por el gonzalismo, ni por el bonillismo ; fui absolutamente imparcial y fui ajeno a toda lucha presidencial. Creo, señores, con esto, para no seguir bordando más sobre el tema - que no vale la pena puesto que ha sido únicamente basado en acusaciones falsas -, creo, repito, haber demostrado a la H. Asamblea que cuanto ha dicho el señor Andrade Priego es falso. (Voces: ¡La Ley Electoral!)
- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:
"H. Cámara de Diputados.
"Considerando de muy grande urgencia el violentar la discusión y aprobación de las reformas a la Ley Electoral propuesta por el Ejecutivo, proponemos a esta H. Asamblea que con dispensa de todo trámite sea aprobada la siguiente proposición:
"Única: Declárese la Asamblea en sesión permanente hasta que sea discutido y aprobado el proyecto de reformas a la Ley Electoral.
"Sala de sesiones, junio 28 de 1920.- J. Siurob.- H. S. Rodríguez.- E. L. Céspedes.- M. Castillo Nájera.- M. Barragán.- J. Pérez Vargas.- Ignacio Ruiz Martínez." En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión.
El C. Silva Pablo: Pido la palabra en contra.
El C. secretario Valadez Ramírez: Los que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse.
El C. Lara César: Pido la palabra en pro.
El C. Silva Pablo: Pido la palabra en contra.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Silva Pablo.
El C. Silva: Señores diputados: Las razones que expuso el ciudadano diputado Siurob hace un momento, respecto a la conveniencia de que esta ley se apruebe o no en esta sesión, según entiendo, son las de que debe promulgarse este proyecto en esta semana, antes del domingo, naturalmente, que es cuándo el doctor Siurob supone que deben verificarse las elecciones. La opinión del señor doctor Siurob me extraña, porque es un connotado correligionario de los hombres de este movimiento reivindicador, y me hace suponer que él conoce perfectamente el espíritu del Plan de Agua Prieta y de las leyes que de él emanen. El señor doctor Siurob cree, como los firmantes de esta petición, que la Ley Electoral del primero de julio de 1918 está en vigor, y no está en vigor esta ley, está en vigor parte de la misma. Hace unas cuantas sesiones, precisamente para aclarar este punto, interpelé al señor licenciado Crespo para que me dijera qué ley estaría en vigor, si el decreto de veintidós de mayo de este año o si la ley de primero de junio de 1918. El me dijo que era de noción rudimentaria de derecho que una ley posterior nulificaba la anterior en lo que a ella se relaciona. Estoy de acuerdo en eso, de manera que aceptando la tesis del señor Crespo, que es la más rudimentaria en derecho, tenemos que la ley de primero de junio de 1918 fue derogada por el decreto de 22 de mayo de 1920. En esto creo estar en lo justo y en ese decreto que firma el jefe de este movimiento reivindicador se dice que las elecciones se harán el primero de septiembre. En consecuencia, esa ley está en vigor y el jefe de este movimiento reivindicador es el que está equivocado al haber mandado a este Congreso un proyecto de reformas a la ley que él había ya derogado. En consecuencia, señores, no hay para qué apresurarnos; no es una ley que esté en vigor. Si eso fuera, entonces sí habría que expedir la nueva ley en esta semana, pero vuelvo a repetir que no está en vigor. Lo que está en vigor es el decreto que se imprimió aquí, firmado no recuerdo en qué lugar... (Voces: ¡En Nogales!) En Nogales. De manera que según ese criterio no está la ley de primero de junio en vigor; no hay para qué violentarse. Ahora bien; respecto de las dudas que yo abrigaba hay distinto criterio en el Senado, distinto criterio al del señor licenciado Crespo. En la sesión de antier, me parece, o del viernes, el presidente de la junta de senadores, el presidente del "Partido Liberal Constitucionalista," el señor licenciado José Inés Novelo, dijo: "No estamos aquí reunidos conforme a la Constitución; estamos aquí reunidos en virtud del Plan de Agua Prieta, que está sobre la Constitución." Puede ser que me equivoque y para no incurrir en una equivocación, voy a leer el párrafo de la crónica respectiva. (Voces: ¡Huy! ¡Huy!)
El C. Siurob: ¿De qué periódico?
El C. Silva, continuando: De "El Demócrata." creo que es de filiación netamente obregonista. (Voces: ¡No! ¡El "Diario de los Debates!") Dice el señor licenciado Novelo:
"....La Mesa cree que este asunto no amerita un estudio constitucional; el hecho en sí mismo lo define el Plan de Agua Prieta, y en esta Asamblea no debe prevalecer el criterio constitucional, sino el Plan..."
De manera que...
El C. Ruiz Martínez, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Ruiz Martínez.
El C. Ruiz Martínez: En estos momentos no se está tratando de la validez de ningún decreto ni de ninguna ley. ¿Se suspende la discusión o no se suspende? ¿Nos constituímos en sesión permanente, para terminar esta iniciativa de reformas, o no nos constituímos? (Una voz: ¿Te callas, o no te callas? Risas.) Pero el señor está tratando ya de validez del Reglamento o de leyes; no se trata de eso. Yo suplico a la Presidencia que me haga favor de decir al orador que se concrete al punto a discusión.
El C. Silva: Yo siento no hablar el mismo lenguaje del señor presidente y del señor Ruiz Martínez para hacerme entender, pero yo estoy hablando en más o menos mal castellano y estoy precisamente atacando el objeto de la sesión permanente, estoy refutando la necesidad que el señor doctor Siurob dice que hay para que se declare esta Cámara en sesión permanente, a eso tiende mi observación, a que no está en vigor la ley que cree el señor doctor que está en vigor; de manera que por estas razones como en algunas ocasiones se acude para resolver algunos asuntos legales al Plan de Agua Prieta y a las leyes que de él derivan y en otras ocasiones se acude a la Constitución, yo creo en este caso no hay necesidad de que se establezca esta Cámara en sesión permanente, porque podemos dar la ley que deroga la de 22 de mayo promulgada en Nogales, la que estamos estudiando; esa ley dada el primero, dos o tres de julio, pero que deroga la que está en vigor y con esto quedarán satisfechos los deseos de esta Asamblea y los deseos del encargado del Ejecutivo. Se me dirá esto: que para entonces no se podrá cumplir detalladamente lo prevenido por el proyecto que estudiamos, porque este proyecto quiere que las elecciones sean el primer domingo de agosto y que sería más corto el tiempo de que disponga el pueblo para cumplir con lo mandado por la ley; pero esto no debe preocupar a ustedes sencillamente porque esta ley, promulgándola hoy, llegará a algunos lugares de la República después de verificadas las elecciones. Hay lugares de la República en donde no llegará esta ley, en donde no se Cumplirá. Además, estando el pueblo armado, que será el que va a nombrar presidente de la República, tan unificado en su criterio, pues no hay necesidad de estar expidiendo tantas leyes, porque la soberanía, según el decreto a que me estoy refiriendo - está en el pueblo, de manera que el pueblo armado hará espetar sus decisiones.(Aplausos.) Ahora, si ustedes en verdad quieren abreviar tiempo, entonces yo suplicaría al señor doctor Siurob y demás firmantes que en vez de esto se proponga no discutir la ley y que se reduzca al artículo transitorio, al 2o. ó 3o. de los transitorios del proyecto, se den facultades al señor presidente de la República para que resuelva y aplique lo que quiera en materia electoral y nos evitamos estas cosas; así ya estará solucionado esto, porque creer que el pueblo, ese pueblo que es tan sufrido y está tan engañado, va a votar con esta ley o con la otra....¡al pueblo ya no lo engañan ni bonillistas, ni pablistas, ni obregonistas! El pueblo ya no irá a votar así le den las leyes que quieran. En consecuencia, reduciendo este proyecto al artículo 2o. transitorio, quedará allanada toda dificultad; en consecuencia, estimo que esta moción no tiene razón de ser y pido a la Asamblea que no se constituya en sesión permanente, por la razón capital de que está en vigor el decreto de 22 de mayo de este año firmado en Nogales. (Murmullos.)
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.
El C. Siurob: Honorable Asamblea: Nunca creí tener necesidad de venir a esta tribuna a defender algo que es claro, que es lógico y que es enteramente consecuente con nuestras funciones de diputados. Pero fue preciso que uno de los vencidos, que uno de los que se empeñan hoy en hacer el único papel activo que les ha cabido en toda esta legislatura, que es el de obstruccionistas...
El C. Lorandi, interrumpiendo: ¡Como ustedes antes!
- El C. Siurob, continuando:...hubiera venido a esta tribuna....
El C. Ruiz Porfirio, interrumpiendo: ¡Estamos en nuestro papel! (Risas.)
El C. Siurob, continuando: Ya lo acabáis de oír, ciudadanos diputados; que lo oiga el pueblo: ¡Los Señores están en su papel! (Murmullos.) Uno de ellos acaba de confesar desde esta tribuna que el pueblo es el único vencido, y los señores dicen que están en su papel al seguirlo venciendo por medio de su indolencia y de su obstruccionismo; perfectamente. (Murmullos.)
Los había visto desfilar por esta tribuna, ni siquiera con los arrestos suficientes para enfrentarse con una situación, ni siquiera con los arrestos que deben tener los miembros de una oposición para considerar la situación tal como es y afrontarla a pecho descubierto, sino hablando tímidamente de legalidad, de una legalidad que ni siquiera han sido capaces de mostrar evidentemente y entender a conciencia tachando al actual gobierno de ilegal, y con eso se entretienen aquí ellos y no dicen la verdad. ¿Qué cosa interesa más al pueblo, tener un gobernante legal por el origen, pero que en cada uno de sus actos como gobernante esté violando la ley o tener como gobernante a un individuo que en virtud de un movimiento popular adquiere esa legalidad, pero que en cambio todos sus actos se sujetan estrictamente a la ley? Eso sería lo que vosotros quisierais, os hablo con franqueza, por eso vengo a enfrentarme con vosotros; eso sería lo que quisierais, que la revolución actual fuera lo que dijo Blas Urrea, un cuartelazo, porque no cumpliera con sus compromisos. Demasiada conmiseración ha tenido el jefe del Poder Ejecutivo para permitir que esta Cámara, pseudo -Cámara, formada de representantes falsos, formada en su mayoría de individuos impuestos, hubiera venido a ocupar estas curules (Voces: ¡Bravo! Aplausos de las galerías.)
El C. Silva Pablo: ¿El señor Valadez Ramírez es impuesto también?
El C. Siurob, continuando: Formada por una multitud de representantes que ya que tuvieron la pena, el bochorno, no quiero llamarlo de otra
manera, de haber tenido que votar por De la Huerta, debían aprender que ya que de esta manera le mostraron su adhesión, su adhesión, fijaos bien en esta palabra, lo que vale la adhesión de los impuestos, lo que vale la adhesión de las veletas que han estado cambiando de asiento de la derecha a la izquierda y de una votación a la otra, bueno, convierten esta Cámara no siquiera en un atado de corderos, como dijo el compañero Vadillo, porque los corderos siquiera se van a la comida y estos corderos están indecisos porque no saben dónde está la comida. (Aplausos.) ¿Qué temen estos señores bonillistas, si toda la situación está en su poder? ¿Qué temen si se han quedado con el dinero en las manos, primer factor; segundo, si van a tener libertades, las que ellos nunca fueron capaces ni podrían otorgar, de manera que tienen el factor dinero, el factor libertad electoral y el prestigio, según ellos, también lo tienen? ¡El prestigio, ese en sumo grado! El prestigio de una legalidad que fue a sucumbir allá en Aljibes entre copas de champagne y un ambiente de budoir y al cual sirvieron como único elemento de fuerza, como único símbolo de fortaleza, los leones macilentos que llevaba Juan Barragán, para entretenerse en sus ratos de ocio. (Aplausos.) Por esos digo, señores: os han convocado única y exclusivamente para que votéis esta Ley Electoral; esta Ley Electoral es lo único que exige el pueblo mexicano en estos momentos para no acabar de maldecir vuestro nombre. (Voces: ¡Bien!) Pues bien; ya que es lo único que el pueblo pide en estos momentos, ya que es lo único que necesita para no caer enteramente vencido bajo las garras de vuestra inercia y de vuestro desprestigio, tened siquiera el valor de concedérsela y no estarlo obstruccionando con tonterías, con cosas que no valen la pena, cuando debíamos mirar cara a cara al porvenir y ver el modo de buscar otro camino que conduzca más directamente a la pitanza.
El C. Martínez del Río, interrumpiendo: ¡A que diablo de Siurob este, tan malo! (Risas.)
El C. Siurob, continuando: No creo necesario, señores, exponer más razones para que se discuta la Ley Electoral, sino que el pueblo mexicano la necesita; que no es verdad, como acaba de venir a decir aquí el compañero Silva, que el señor presidente, el presidente, no Encargado del Poder Ejecutivo, como él le dice - a cada cosa hay que llamarla por su nombre...
El C. Silva, interrumpiendo: A mí así me parece.
El C. Siurob, continuando: Se llama presidente de la República el actual encargado del Poder Ejecutivo, señor Silva...
El C. Silva, interrumpiendo: Gracias por la clase.
El C. Siurob, continuando: Pues bien. El actual presidente de la República está muy lejos de abrogarse facultades que no le corresponden. Una vez entrado al orden constitucional, el señor presidente de la República ha demostrado su intención de consultar a las Cámaras, de marchar de acuerdo aun con esta sombra de representación de la opinión pública organizada. Por tanto, señores, señores de la minoría, señores derrotados, derrotados por vuestra inercia, derrotados por vuestra impericia, derrotados por vuestro origen, derrotados por vuestra falta de decorosa actitud, derrotados por todas estas circunstancias, no os queda más remedio para no afrontar las maldiciones de todo el pueblo, que no obstruccionar más, ver de cara al porvenir y venir aquí a cumplir con vuestro deber, dando cuanto antes al pueblo una Ley Electoral que sea el origen de sus futuras evoluciones. (Aplausos.)
El C. Pérez Vela: Pido la palabra para rectificar hechos. Pido que se me inscriba para rectificación de hechos.
El C. Trigo: No somos justos, ciudadanos diputados; el presidente de la Cámara, en medio de todo, tiene razón; tiene razón, porque entiende las cosas como debiéramos entenderlas todos. Si hemos venido a trabajar, ¿para qué hablar de vencidos y vencedores? Sin embargo, yo voy a permitirme hacer una pequeña rectificación de conceptos al simpático compañero Siurob, porque estimo que la pasión le ha cegado. Por otra parte, es desde que este periodo se ha inaugurado, la primera vez que voy a constestarle siquiera a un diputado que puede venir aquí con la frente alta; ya esto es ventaja, señores; el doctor Siurob, en medio de las pasiones políticas, en medio, pues, de toda una ira, de toda una embriaguez de triunfo -y conste que el doctor Siurob también triunfó porque no apeló al antipatriótico, al cobarde, al pésimo procedimiento de voltear a un ejército, sino que se levantó efectivamente con una facción pequeña, si ustedes quieren, pero de pueblo; conste que hago esta rectificación también a Siurob, que a pesar de todo, la embriaguez del triunfo no le hace ver las cosas con la ecuanimidad que debiera verlas -, yo me recuerdo que en meses pasados, cuando en esta Cámara, a pesar de que ya se esbozaba el obregonismo, entiéndase bien, el obregonismo, no el obregonerismo, en un momento dado ciertos elementos que se habían ido al gonzalismo, a la hora de votar dieron media vuelta y se pasaron a las huestes obregonistas; Siurob ha estado en lo justo, ha juzgado muy bien, admirablemente bien; nada más que no a sus oposicionistas de hoy, sino a sus compañeros de hoy, los obregoneros; ha estado en lo justo. Nos habla Siurob de que nosotros no debemos invocar a la legalidad; de que nosotros, que hemos venido aquí en virtud de la convocatoria del Plan de Agua Prieta; que hemos... o que han, más bien dicho -porque yo no voté por el señor de la Huerta -, etc., no tenemos absolutamente ningún derecho para invocar a la ley y menos aún para oponernos a algo que creamos que ha hecho mal el Ejecutivo. ¡Veamos cómo cambian los tiempos y cómo cambia la conciencia de los hombres!
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Yo no dije eso!
El C. Trigo, continuando: Hace unos cuantos meses. Siurob, como decía, sistemáticamente era el opositor de Venustiano Carranza. Cada cosa que aquí venía, inclusive la solicitud de Palavicini para que se le concediera permiso para usar una condecoración, la impugnaba, nada más porque presumía que las comisiones que eran gobiernista, habían recibido consigna de Venustiano Carranza, probablemente para que Palavicini pudiera ponerse una cinta y una medalla. Por esto precisamente digo que cambian los tiempos y cambian las cosas. Mi rectificación principal es ésta, doctor Siurob, que
yo no quiero que pase desapercibida, y conste que no es por despecho: Yo soy de los que, como ya he dicho a su señoría en alguna ocasión, en lo privado, están perfectamente convencidos de que cada revolución que haya en México, cada movimiento convulsivo que hay en México, es algo que nos va orillando a un peligro más y más grande todavía. Yo no soy de los que creen que por medio de la fuerza de las armas se consigue necesariamente la evolución de un pueblo; creo que hay otros medios y creo que el menos indicado para evolucionar es imponer las ideas por medio de las carabinas y de las balas. Yo sé que no faltará quien me diga que entonces por qué fui yo también revolucionario en 1913, y yo me disculpo con esto señores: que era yo un pobre muchacho inexperto que soñaba en ideales, que soñaba en libertad, que soñaba en quién sabe cuántas cosas y creía que con la caída de Porfirio Díaz se había caído la tiranía en México. Pero ¡Quizá! acabamos con aquél que era un tirano que siquiera daba a México un progreso ficticio, pero lo daba; pero después vino una taifa de tiranos peores y peores cada día, que aquí hay que aplicar el cuento aquel de la vieja de Siracusa. Denis, un individuo o, más bien dicho, un mandatario odiado por su pueblo, supo en cierta ocasión que una vieja todos los días iba a rogarle a los dioses que le conservaran la vida y que durara mucho tiempo su gobierno. ¡Claro!, un individuo que era odiado por todo el mundo, que todo el mundo deseaba su caída, extrañado de aquel gesto de la vieja, la mandó comparecer a su presencia y extrañado le preguntó: ¿Cómo es que todo el mundo me odia y tú todavía pides a los dioses que me conserven muchos años? Y la pobre vieja, que por algo había vivido mucho, le dio como respuesta ésta, que bien puede darse en México ahora, mañana y siempre: Señor, los largos años que he vivido , me han demostrado que a cada tirano que desaparece viene uno peor; como vos nos habéis colmado la paciencia ya, un tirano peor que vos es muy difícil encontrarlo. Siguiendo la regla de que todo el que sucede al desaparecido es peor que el desaparecido, yo le pido a Dios que viváis muchos años, porque el os substituya ¡qué clase de tirano no será! Lo mismo podemos decir ahora en México, señores. (Murmullos. Voces: ¡Ah!) A pesar del "ah" ese que se escapa probablemente de uno de esos cerebros forjados a punta de hacha; esta es una gran verdad en este país. Yo no creo, por mucho que el doctor Siurob se empeñe en demostrármelo, que el solo hecho de que Venustiano Carranza haya desaparecido en virtud de un movimiento, no revolucionario ni popular, sino eminentemente militar, por esto solo ya el país va a encarrilarse y va a componerse. No, doctor Siurob; lo que nos falta no son precisamente mandatarios que substituyan a otros, nos falta otra cosa: nos falta un poco de educación y nos falta mucho de vergüenza. Claro que yo quiero creer, que es mi obligación creer en estos momentos, que el señor de la Huerta está animado de los mejores buenos deseos del mundo, pero, ¿no estaban animados de los mismos el señor Carranza, el señor Madero, el general Díaz y todos nuestros mandatarios cuando llegaron a la Presidencia de la República? Es el deseo de todos los candidatos en México, cuando no pasan de serlo: hacer el bien del pueblo. El día que escalan el primer peldaño del poder, nosotros, no ellos, señor doctor Siurob, nosotros nos empeñamos en que sean tiranos. A Obregón lo convertirán - y conste que hago el honor de decir que no el grupo de ustedes -, lo convertirán en el peor de los tiranos, peor que Venustiano Carranza, porque le faltará la quietud de espíritu de ese gran viejo, que no tendrá el general Obregón, que es un eminente impulsivo. Yo creo que quienes dicen que el señor Carranza cayó en virtud de un movimiento revolucionario hecho por el pueblo, no hacen sino copiar a Victoriano Huerta, que cuando derrocaba por medio del cuartelazo y del asesinato a Francisco Madero, decía que el pueblo de México era quien lo había derrocado. No, señores, y conste que hay que hacer esta aclaración: el Ejército federal todavía tiene en su favor algo que no tiene el actual, el punto legal de que un Congreso había aceptado la renuncia de Madero y que ese mismo Congreso había ungido con la representación legal a Victoriano Huerta, cosa que no tiene este Ejército, por mucho que me digan. Yo he oído esta frase al doctor Siurob, que cito ahora, porque eso me demuestra que en medio de sus pasiones políticas tiene un espíritu recto y honrado: "Yo no perdonaré jamás a los individuos que han ido a voltear al Ejército para hacer esta Revolución." ¿Es cierto o no que me lo ha dicho usted, señor doctor?
El C. Siurob: Pido la palabra para contestar. Señores: Yo me he referido a todos los que voltearon al Ejército a última hora sin tener absolutamente ninguna convicción, no me refiero a los que desde el principio, con toda acrisolada fe en los ideales, se pusieron a la cabeza del movimiento, al frente de sus propias fuerzas, me refiero a los de última hora; a estos yo los daría de baja, igualmente que a los del Ejército federal, si yo fuera ministro de la Guerra. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.) Esta es la forma en que yo he contestado y es la opinión que he expresado al compañero Trigo, y la ratifico en todas sus partes.
El C. Trigo, continuando: Gracias, doctor, no esperaba yo menos de usted. Nada más que el doctor Siurob hace una salvedad: los que voltearon el Ejército a última hora. ¿Quiénes fueron los de primera hora? Me refiero a los elementos armados, a los que tenían mando de fuerza. ¿Quiénes? El general Calles no tenía mando de fuerza; el jefe de las operaciones en Sonora era el general Ríos, si mal no recuerdo. Calles, valiéndose de su prestigio, o de lo que el doctor Siurob quiera, hizo aquellas fuerzas suyas; pero Calles no era el militar precisamente en servicio activo: era el militar que no tenía mando de fuerzas; luego entonces ya ve el C. Siurob que todos, absolutamente todos los militares que voltearon al Ejército, son de los condenados por él, porque no hubo ninguno de primera hora: fueron todos de última hora. Yo me recuerdo - y esto quiero repetirlo en esta tribuna porque estamos en estos momentos dando datos para la Historia - que todavía la noche, o la víspera de la salida de aquí del señor Carranza, en las antesalas del Palacio Nacional estuvo un general, por cierto de las fuerzas de don Pablo González - Manuel W. González -, a protestarle adhesión al señor Carranza, y con las lágrimas en los ojos
ha salido para ir a levantarse en Texcoco. ¿Estos son los de primera hora, doctor Siurob?
El C. Siurob: No.
El C. Trigo, continuando: Juzgar que el pueblo hizo este movimiento, es también otra cosa que no cree nadie; no lo cree ni el mismo doctor Siurob.
El C. Siurob, interrumpiendo: Sí lo creo.
El C. Trigo, continuando: No lo cree ni el mismo doctor Siurob, por esto: nuestro pueblo tiene una profunda decepción, tiene un profundo escepticismo en política; nuestro pueblo está firme y perfectamente convencido de que todo lo que no haga merced a su propio esfuerzo, no lo conseguirá por mediación de sus candidatos. Claro está, y lo sigo repitiendo igualmente, yo reconozco que el general Obregón - y conste que no seré obregonista jamás en mi vida -, yo reconozco que el general Obregón fue a la lucha electoral en condiciones muy distintas de otros; que el general Obregón si tuvo dignidad; que Obregón fue un enemigo abierto, como lo he dicho antes, que no entró en componendas, esto hay naturalmente que abonárselo al general Obregón, ¿pero por esto vamos a decir que el general Obregón sólo hizo este movimiento... vaya, llamémosle revolucionario por darle gusto al doctor Siurob? Indudablemente que no. Obregón hizo lo que tenía necesariamente que haber hecho cualquier general de prestigio que hubiera lanzado su candidatura en un momento dado, por el innegable prestigio con que contaba en el Ejército, cosa que yo no le he negado jamás; ante esa imposición que se alegaba en Venustiano Carranza, agarró a todos aquellos elementos hechos, educados por él, y con ellos se fue a la lucha; me refiero al grupo de obregonistas; tras el grupo de obregonistas fueron viniendo los obregoneros; más tarde, los que, poseídos de un enorme pánico debido a que el Gobierno de Venustiano Carranza se desmoronaba, les faltó lo que decía Siurob hace un momento, la dignidad y la vergüenza de siquiera ser vencidos dignamente, de caer cuando menos con esta ventaja, de decir: es un vencido, pero es un leal, vayan todas sus falsías en pago de la lealtad demostrada hasta el último momento. En esto yo estoy seguro absolutamente de que nadie discrepará de opinión conmigo, porque es una gran verdad.
Hace un momento estaba yo en la Presidencia de la República, y algún amigo me avisaba que el señor Andrade Priego me atacaba. No sé si estará aquí el señor Andrade Priego, porque no quiero imitarlo, a él que tuvo el gran valor civil de esperar a que yo desapareciera de este recinto para atacarme; yo lo emplazo para cuando esté aquí, para contestarle debidamente; yo creo que debemos tener la vergüenza, cuando hacemos un ataque, de siquiera buscar al diputado a quien vamos a atacar, para que se pueda defender; no estar esperando pacientemente, atisbando el momento en que salga del salón para decir: "Ahora voy a atacar a fulano." ¡Eso es cobardía! Para poder hablar de convicciones políticas en México, señores, yo creo que lo primero, lo más necesario es esto: que hubiera efectivamente una educación política y que existieran partidos políticos en México. ¿Qué son nuestros partidos políticos? Quitemos al Partido Liberal Constitucionalista que, con caídas, con levantadas, como quiera, mal organizado, bien organizado, cuando menos es el único que ha tenido un semirreflejo de partido, y de allí en fuera dadme uno solo que sea partido. ¿Obregón cómo nació a la palestra.....? (Una voz: ¡Tú también fuiste bonillista!) Yo debo contestar esto, señores: ¿Yo bonillista? Estoy más contento de serlo, que de haber sido gonzalista; ya explicaré por qué. El obregonismo todos sabemos cómo nació, fue el jefe revolucionario, el caudillo a quien todos admiramos después de los triunfos de Celaya y de León, que vino formando, no entre el pueblo, sino entre el elemento armado, el prestigio en tal forma, que ese mismo elemento llegó el momento en que lo consideró como el jefe supremo y como el que debe ser presidente de la República; pero no el pueblo, el elemento armado de aquel entonces. Los partidos políticos ya hemos visto que no han sido los que han postulado al C. Obregón. Cuando el Partido Liberal Constitucionalista le ofreció su candidatura, ya él había lanzado su manifiesto aquel en que nos hablaba de la resaca y de las plantas de invernadero y allí se autopostulaba; luego entonces, ¿dónde está el partido político.....? (Una voz: ¿Y el Partido Liberal Sonorense?) ¿El Partido Liberal Sonorense? Ya todos sabemos lo que son esos partidos: el grupo de amigos que va congregando al lado suyo a los mismos amigos, pero que giran en torno de una personalidad, no de una idea política, porque esa es una gran mentira.
El gonzalismo, igualmente, todos sabemos cómo nació. Por eso, claro, todos, absolutamente todos los carrancistas tenían en un momento dado que ser tránsfugas del gonzalismo; necesariamente, si el gonzalismo era el carrancismo; el día en que Venustiano Carranza, por haches o por erres, por lo que se quiera, no quiso imponer a Pablo González, todos los elementos afectos al carrancismo tuvieron que dejar sólo a Pablo González. Esto es lo lógico; lo uno es la conclusión de lo otro. Cualquier gonzalista, cualquier carrancista tiene que ser tránsfuga del gonzalismo, necesariamente, si es que vamos a aceptar que el gonzalismo ha existido alguna vez. (Una voz: ¡Ya está bueno!) Oigo una voz que me dice: "¡Ya está bueno!" Creo sumamente injusto que cuando se ha tenido la paciencia de escuchar los ataques a un diputado que está ausente, se debe oír con paciencia la defensa que aquel diputado hace de sí. Yo voy a permitirme hacer una exposición acerca de "mi" gonzalismo. Desde luego debo significar a ustedes que aquello - que alguien me cuenta - de que yo ofrecí el Estado de Chihuahua a don Pablo González, es tan ridículo que no hay quien lo diga en serio. ¿Y a mí quién me ofrecía, como dice el diputado Rodríguez, el Estado de Chihuahua? Esta es una cosa que cae de su peso. Yo desde luego hago esta declaración: No debo absolutamente ninguno de los grados que tengo en el Ejército a Pablo González en particular, porque si a eso vamos, debo más a Francisco Coss que me promovió al grado de mayor y debo más a Romero que me promovió al grado de teniente coronel. Personalmente, de don Pablo siempre he estado muy alejado, tan alejado, que casi, casi, cuando la caída de Coss, yo anduve también bailando en la reata, como vulgarmente se dice; de manera que no creo deberle a este señor nada,
pero si es así, allí están los grados, yo para maldita la cosa que quiero ser militar en México, absolutamente no lo deseo; en un país en que el Ejército se ha colocado a la altura en que está, la verdad que no hay por qué tener envidia de las insignias. Mi gonzalismo fue el siguiente: yo vine a la Cámara salido de provincia y por añadidura de un Estado apartado del centro de la República y en que por ende las noticias de la política del país nos llegaban completamente cambiadas, eso cuando nos llegaban, y completamente adulteradas; vine a esta Cámara y encontré a muchos viejos amigos míos, jefes míos, como el general Rodríguez, el general Villela, en fin, con una multitud de amigos que hay aquí. Lógico y natural era que yo, que venía de una provincia lejana, que me encontraba en este ambiente de la Cámara completamente fuera de mi medio, buscara, como es razonable, aquellos elementos con quienes yo tenía amistad; naturalmente vine con la amistad de Carlos García, de Sánchez Azcona, de Alfredo Rodríguez, etcétera, etcétera, la invitación, fijaos bien, para formar el partido antirreeleccionista, es cierto, yo firmé una acta en que se trató de organizar el Partido Antireeleccionista, pero cuando yo estaba creyendo que se trataba verdaderamente de esta organización, resultó que hubo protestas de un señor Gaona porque se usurpaba indebidamente el nombre del Partido, esto lo recordáis todos perfectamente bien y no necesito hacer aclaraciones sobre ello, es decir, el gonzalismo desde que empezó, empezó usurpando el nombre del Partido Antirreleccionista; por ahí podéis buscar los periódicos de esa fecha y encontraréis cartas, protestas, circulares, etcétera.
Yo, y como yo muchos revolucionarios, y conste que yo no blasono de revolucionarismo; digo revolucionario, por afinidad o por emplear la frase ya tan manoseada en México, fuimos a aquel partido y ante aquella protesta, cuando nos dimos cuenta de la verdad, empezamos por apartarnos completamente de él. Yo me recuerdo que en cierta ocasión, cuando alguien me invitaba en esta Cámara, creo que Pastrana Jaimes, sin que lo pueda asegurar, a formar parte de un bloque "civilista" o algo por el estilo, me llegué a gastar la broma de que iban a tener un órgano que se iba a intitular: "El Ratón," y me preguntaba Pastrana Jaimes mi opinión y yo le decía esto: "Si en esta lucha electoral no figuran en el momento de la campaña para la Presidencia, como candidatos, más que Pablo González y Obregón, yo seré gonzalista de hueso colorado." Palabras textuales, mismas que les repetí a Carlos García, a Sánchez Azcona y las dije a todo el mundo, absolutamente a todo el mundo. Conste. Repito que no tengo ganas de ser "obregonista". Yo consideraba a Pablo González superior a Obregón. Ahora, en la actualidad, declaro, urbi et orbi que estoy orgulloso de ser bonillista, porque siquiera no está marcado con el estigma de traidor y de felón. (Aplausos.) Me diréis que insulto a alguien que está ausente. No, señores; el día que subí a esta tribuna a hacer cargos a Pablo González, fue porque ese día me había sido leído un telegrama, del que desgraciadamente no tengo la copia en estos momentos, pero que prometo hacer que se lea aquí, un telegrama dirigido por el general Novoa, al grupo de generales que encabezaba Murguía, y que decía poco más o menos esto: "Por orden del general Pablo González, me permito asegurar a usted que su vida y su libertad serán respetadas", empeñando su palabra de honor y que con su vida garantizará la de usted." Y esto, señores, ¿cómo puede entenderse? Pablo González que empeñaba su vida y su honor a Munguía de que podía venir aquí en la seguridad de que no se le molestaría y ¡ya véis la libertad y las garantías de que goza en Santiago Tlaltelolco! Claro está que no faltará un ladino gonzalista que diga que don Pablo no lo mandó detener ni tuvo que ver en esto. Pero si don Pablo sabía que no podía influir, debió empezar por no empeñar su palabra a los otros y no haber procedido en esta forma. No tengo en estos momentos el original, que está concebido y redactado en una forma muy distinta, pero basta que mediara el compromiso fuerte de soldado a soldado, no de político a político - porque Murguía no ha sido nunca político y si lo ha sido, ha sido un pésimo político - bastaba que mediara el compromiso de soldado a soldado y para no pasar por un felón debió haber hecho todo lo posible para que se respetaran esas garantías y la vida, que había ofrecido a Francisco Murguía. Yo me permito interpelar a los diputados Villela y Marciano González para que me digan si ese telegrama ha existido.
El C. González Marciano: Para contestar la interpelación.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. González Marciano: Señores: Respondiendo a la interpelación del compañero Trigo, me voy a permitir manifestar a esta Asamblea que en la Villa de Juárez, Xico, recibimos los que a las órdenes del general Murguía estábamos, un telegrama subscripto por el general Novoa en el que se nos decía que por acuerdo del general González pasáramos a México donde tendríamos toda clase de garantías y estaría también garantizada nuestra libertad. Creímos que el honor era algo que los hombres respetaban. En esa virtud, marchamos a México acompañando el cadáver del señor Carranza, y en San Cristóbal, a las cuatro de la mañana, una escolta se presentó para bajar a los presos. El mismo general Novoa, que había subscripto aquel telegrama, fue interpelado brusca y duramente por nosotros, especialmente por el general Murguía, para que se nos dijera si esa era la palabra de honor que había empeñado respecto de garantías para nosotros. Nos dijo que era orden del general González, transmitida por conducto del general Elizondo y que no cabía otra cosa más que obedecerla. Por eso venimos nosotros, porque creímos que se haría honor a la palabra; de otra manera habríamos venido, pero no se nos habría traído, estén ustedes seguros. Es verdad lo que afirma Trigo; no es el momento en que nosotros, los que acompañamos al señor Carranza, y de lo cual tenemos honda y muy profunda y muy grande satisfacción, demos rienda a todos nuestros desahogos. Queda, al fin humanos, mucho, mucho de amargura, pero desgraciadamente hemos tenido que sumar a la amargura que los enemigos nos han proporcionado, la honda decepción de aquellos hombres que por haber encabezado un cuartelazo, como Pablo González, faltaron a su honor, (Aplausos ruidosos) a aquellos a quienes tenían la obligación de cumplir la
palabra empeñada. Es verdad lo que dice Trigo, y entiéndase bien; Muerto el señor Carranza, nosotros teníamos el propósito de venir a presentarnos aquí para que se nos hicieran todos los cargos, para que se nos exigiera responsabilidad, porque al menos, lo digo por mí, hoy, mañana y siempre, entiéndase que estoy dispuesto a responder por todos mis actos. Pero no se procedió con nosotros con la lealtad y la buena fe con que nosotros habíamos procedido -me refiero al general González -; creímos que estimaba en más su palabra y él, que no supo hacerle honor a ella, que aprenda, que sepa cómo nosotros sí hicimos honor a nuestras conciencias y por ello estamos aquí. (Aplausos.)
El C. Villela: Pido la palabra para contestar la interpelación del C. Trigo.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Villela: Rectifico en todo lo dicho por el C. general Marciano González.
El C. Trigo: a reserva, ciudadanos diputados, de presentar la copia del mensaje que no pude obtener hoy, porque el secretario del general Murguía no fue hallado, ya véis lo que acaban de decir los dos ciudadanos diputados. Quiero hacer esta última aclaración, ¿Sabéis quién ejecutó la detención de Murguía? Un jefe de las fuerzas de Pablo González, un jefe de las fuerzas de Pablo González que después, cuando yo y muchos amigos del general Munguía corríamos desolados para ver cómo se respetaba la vida de este hombre, nos decía: yo no tengo la culpa, la culpa es del general Obregón que lo mandó detener. Esta es la verdad, señores, por eso prefiero ser bonillista, que no tener sobre mí el estigma de traidor y felón, que no gonzalista. Quiero hacer una última aclaración respecto a ese mi gonzalismo: yo vine a la Cámara sin ligas de ninguna especie, yo no tenía más ligas políticas que con el partido o pseudopartido, como ustedes quieran llamarle, que me postuló en Chihuahua; cuando yo vine aquí, repito, en qué forma me uní al grupo de amigos que naturalmente estaban más cerca del gonzalismo que del obregonismo, y, naturalmente, que fui, por simpatía que ya le tenía a don Pablo, cosa que he confesado igualmente, no a engrosar las filas del partido gonzalista, sino a ser simpatizador de Pablo González, no de manera absoluta, porque no hubo ese absolutismo, sino de manera condicional, como he explicado a ustedes. Pero es más: vino la campaña de Chihuahua, la de Nuevo León, la de Coahuila, y cuando todos los amigos se acercaban a Pablo González para pedirle una ayuda que estaba obligado a dar, porque se decía jefe de un partido político, se cruzaba de brazos y decía: "No le hace, al fin en Chihuahua, en Nuevo León, etc., cualquiera que triunfe tiene que ser amigo mío", y arreglaba las cosas así. Creía que cualquiera que triunfara estaba obligado a ser amigo suyo, estaba obligado a apoyarlo. Yo creo que la política es algo en que se da para recibir también, no es algo absoluto, no es una negación completa. Eso que decía Andrade Priego de libramientos y de todo, no sabe lo que dice; no se imagina ni cómo salimos nosotros, ni si don Pablo González era capaz de dar libramientos a jefes que combatían en sus filas; no, don Pablo González únicamente daba libramientos a "Felipito", (Risas.) no daba libramientos a jefes militares. (Risas.) En estos momentos, ciudadanos diputados, a pesar de que los periódicos dicen que perdemos el tiempo, cosa en que en principio están en razón, tiene importancia que tratemos esto, porque estamos todavía en el momento de la lucha electoral, porque hay muchos valores que es necesario apreciar en su justo precio porque es necesario que la verdad se abra paso a todo trance. Pasa una cosa sumamente original en estos momentos: mientras el general Calles, mientras de la Huerta, apoya, mientras el mismo Obregón tiene frases que encomian la actitud de Murguía, ¡pásmense ustedes! es en el elemento gonzalista en que Murguía tiene más enemigos, es lo más curioso, lo más original que he visto. Y estos señores que le hacen cargos se olvidan que para sostener "México Nuevo" se ocurrió al bolsillo de Murguía y tengo entendido que recibieron ayuda sin que Murguía fuera gonzalista jamás. Por lo tanto, ¿cómo no queréis que cuando aquí se dicen tantas injusticias, no como Siurob, a quien reconozco derecho para hablar, sino otros que no lo tienen, y vienen a hacer cargos, no se les pueda volver golpe por golpe? porque sería imposible, porque nosotros - me refiero a mí -, el único cargo que se me puede hacer en estos momentos es haber sido fiel absolutamente al general Murguía, a quien debo cuanto soy; vencido y al pie del patíbulo tendrá a Octavio Trigo, que le estrechará su mano por última vez todavía. (Aplausos.) Y no creáis que me da vergüenza, no, mi cariño a esa víctima de ahora no es el efecto de canonjías ni el efecto de regalos ni de obsequios, ni de prostituciones por el estilo; por el contrario, Murguía con sus subalternos, con los que más le quisimos, fue quizás más duro y más injusto que con los que no le quisieron. En estos momentos en que ve que todos lo abandonan en la prisión, reconoce que quizá los que le debemos bien poco, aunque le debemos mucho, somos los únicos que permanecemos fieles y estamos cerca de él, y no sino porque se debe sentar este principio en México: el de no ser canallas, el de no ser ingratos. Por esto yo no puedo perdonar a Pablo González su traición a Venustiano Carranza. (Aplausos estruendosos.) Porque así como Murguía ha sido para mí no sólo mi jefe, sino casi mi padre, Venustiano Carranza fue para Pablo González, no el jefe, sino el hermano, el protector eterno. Por eso don Pablo jamás se podrá borrar el estigma de traidor, aunque quiera disfrazarlo con todos los disfraces, aunque quiera disfrazarlo con todos los manifiestos patrióticos y no patrióticos. (Voces: ¡Ya!) Ya de una vez por todas, y para dejar satisfecho al compañero que me dice "ya", quiero sentar este precedente: en los momentos actuales es estúpido - esta es la verdadera palabra - perder el tiempo obstruccionando esta o aquella ley. Yo entiendo que el artículo a debate es perfectamente anticonstitucional, es perfectamente ilegal, pero como sé que con ese artículo o sin ese artículo vendré con la credencial y con ese o sin ese artículo me correrán de esta Cámara con todo y credencial, claro está que sale sobrando que lo quiten o que lo dejen. Para mí es absolutamente igual. (Voces: ¡Si no es artículo! Aplausos.) Si en puridad de verdad, es decir, si dentro del criterio jurídico, fuésemos a hablar, sería inconcebible esto. ¡Un artículo que deja al Ejecutivo el derecho de
interpretar la ley a su manera! (Voces: ¡Si no es artículo! Risas.) Me refiero al artículo transitorio. (Voces: ¡Es lo de la sesión permanente! Risas.) Perfectamente, señores, pido perdón a la H. Asamblea y le ruego que tenga en cuenta, como lo indiqué al principio, que venía de la Presidencia cuando alguien me dijo que era duramente atacado; no estaba aquí en esos momentos y no me retiré con permiso de la Presidencia, como podrá decirlo. Pido perdón por la ligereza, o como ustedes quieran llamarle, y les ruego que tomen en cuenta lo que a cabo de decir. Yo quiero sostener, trátese de esta ley o de cualquier otra, este criterio: vamos a dejar a un lado eso de estarnos arrojando piedras, porque yo creo que haciendo uso de la frase vulgar, todos tenemos rabo que se nos pise, absolutamente todos, lo mejor es que procuremos dejar de darle pisadas al compañero que va por delante y que cada quien se conforme con cumplir con su cometido sin discutir si el Plan de Agua Prieta es bueno o malo, si el gobierno actual es legal o ilegal, porque nada ganaremos absolutamente con esto. Estamos ante la verdad de los hechos consumados y esto no tiene remedio, no podemos cambiarlo con vana palabrería desde acá. Yo lo único que pido al compañero Siurob, y en general al grupo obregonista, entiéndase, al obregonista, a los obregoneros no les pido absolutamente nada, es que cuando vengan a hacer cargos, siquiera los circunscriban, no los generalicen tanto, porque el doctor Siurob generalizó tanto que casi inodó a todos...
El C. Lorandi: A tí te lo dijo aparte.
El C. Trigo, continuando: Y es que tengo motivos para que se me aparte, tengo la convicción de haber cumplido con mi deber, ya dije cuál es el único cargo político que puede hacérseme: el haber tenido demasiado cariño a Murguía. Si de allí sale vencido, vencido y todo le seguiré siendo fiel; de manera que no tengo nada absolutamente de qué avergonzarme, y si ponemos en parangón a Bonillas americano, "sheriff", con el apellido Stafford, con lo que quieran, habremos llegado a esta conclusión: Bonillas, con sus errores, con lo que ustedes quieran, con sus ambiciones, va limpio del estigma de traidor y de felón. Yo prefiero ser bonillista y seguramente lo seguiré siendo, platónicamente, porque ya no es posible que vayamos a una campaña electoral, (Risas.) en que a pesar de todas las garantías deben ustedes suponer que no estaríamos suficientemente garantizados; esta es una gran verdad también.
Por lo que toca a la Ley Electoral y a la cuestión a debate, es decir, a si nosotros debemos constituirnos en sesión permanente, yo desde luego sostengo que debemos hacerlo, y lo sostengo por esto: yo quiero demostrar hasta la saciedad que no vengo aquí poseído de despecho; yo no tengo por qué estar despechado. (Aplausos.) Ya lo he dicho: Yo vengo aquí con la intención de trabajar, no me importa, naturalmente, cómo me juzgue ni la mayoría ni la minoría de la Cámara; me tiene completamente sin cuidado. Me conformo con que me juzguen mis comitentes, con la opinión del pueblo, del pueblo, no del Ejército de México que hizo este movimiento - entiéndalo bien el doctor Siurob -. Por lo tanto, yo pido a la Asamblea que apruebe esta moción, y lo pido más que a nadie, a los compañeros, para demostrar que tenemos la conciencia del momento actual y estamos firmemente resueltos, no a dejarnos vejar, ni injuriar, ni a atropellar por obregonistas ni por obregoneros; que estamos dispuestos a hablar alto cuantas veces haya necesidad para ello, pero que también estamos resueltos, cuando haya espíritu de caballerosidad, cuando haya compañerismo y deseos de trabajar, a cumplir con nuestro deber. (Aplausos.)
El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. Lara.
El C. Lara César A: Señores diputados.....
El C. Pérez Vela, interrumpiendo: Habiendo hablado dos oradores en pro, pido la palabra en contra, señor presidente. (Murmullos.)
El C. Lara, continuando: Cuando se presento esta moción, señores diputados, el señor doctor Silva decía: "¡Que la funden!", y ningún fundamento mejor, señores, que esta hora y media que hemos perdido aquí en el desbordamiento de la bilis de pasiones que tienen los señores diputados, unos gobiernistas, otros obregonistas, otros gonzalistas y no sé cuántos "istas" van a resultar si seguimos permitiendo que en las sesiones extraordinarias de la Cámara de Diputados a que se nos ha convocado, se siga derramando aquí toda la odiosidad política que en el pecho de los señores diputados de anida; llevamos más de hora y media de discusión en este asunto y absolutamente nada se ha dicho respecto a esta proposición presentada por el señor Siurob. El señor doctor Silva vino aquí con una Sans facon verdaderamente asombrosa, a decir un cúmulo de barbaridades en un plazo de tiempo verdaderamente corto; yo no he visto decir más barbaridades en tan corto tiempo. (Aplausos.) Vino a decir que qué no nos importaba que esta ley se diera, si el pueblo que estaba armado, que era el único soberano, podía hacer lo que quisiera. ¡Caramba! Yo no he visto cosa igual.
El doctor Silva dice que él no cree en el Plan de Agua Prieta, y el doctor Silva está aquí, señores sentado en una curul. Eso lo debía avergonzar. Si usted desconoce el Plan de Agua Prieta, salga usted del salón.
El C. Silva: Yo no he dicho eso.
El C. Lara: Sí lo ha dicho usted, aquí lo tengo apuntado.
El C. Méndez Benjamín: Si hasta usted era bonillista.
El C. Lara: ¡Miente usted! Cuando usted, Benjamín Méndez, fue con una ametralladora a una mesa electoral en las elecciones municipales, yo estaba allí y usted no pudo entrar a esa mesa. (Aplausos. Voces: ¡Bravo! Eso es lo bonillista que soy yo. Y yo aquí, delante del señor ingeniero o estudiante de ingeniero, Soto Peimbert, y delante de muchos más, dije a usted que no debía irse con el general Mariel para que le diera una ametralladora, que decían que él se la había dado, no estoy seguro de ello, pero usted fue allá a que le dieran posesión de la mesa; estaba situada por allá en las calles Havre o no recuerdo qué calle, porque no conozco bien, y usted fue a la que dieran posesión de esa mesa; sí, señor, usted debió haber ido solo, pero no fue, porque usted, como siempre, en esa ocasión, tuvo mucho miedo. (Aplausos.) ¿Para qué nos vamos a engolfar en una discusión
política, ciudadanos diputados? Trajimos a colación aquí la proposición que se hizo para que se declarara en sesión permanente esta Cámara, a fin de que se terminen las reformas a la Ley Electoral; esto absolutamente indispensable y nadie lo puede negar. El primer domingo de julio, según la Constitución General de la República, deben hacerse las elecciones de Poder Legislativo y de Ejecutivo de la Nación.
El C. Pérez Vela, interrumpiendo: ¿Y el Plan de Agua Prieta?
El C. Lara, continuando: Naturalmente, si no se cumple con este precepto constitucional, a pesar de que el compañero dice: "¿Y el Plan de Agua Prieta?", el orden constitucional quedará automáticamente roto el día primero de septiembre del año actual. Todas las maniobras que se han empleado aquí no son más que con este objeto: que el día primero de septiembre no se instale el Poder Legislativo de la Unión. ¿Para qué nos vamos a hacer ilusiones señores diputados? ¿Qué motivo, es decir, qué razón tienen los señores diputados que están en la oposición para que en la República Mexicana se rompa el orden constitucional el día primero de septiembre? ¡Van a ganar con esto ellos algo? Absolutamente nada. En cambio, si traerán graves perjuicios en la cuestión internacional para la República, y esto lo saben muy bien, y estoy seguro que muchos de ellos - Salvando muchas honrosas excepciones -, están haciendo la oposición precisamente para que se rompa el orden constitucional en México y tengamos un grave conflicto internacional. (Voces: ¿No!) Pues señores, ¡a qué se debe entonces que tarde a tarde se venga aquí a obstruccionar estas reformas a la Ley Electoral? (Voces: ¡Oh! ¡Ah!) Todos esos ¡oh! y ¡ah! que ustedes lanzan en sus curules, no son más que para disfrazar el verdadero rostro que traen muchos de ustedes, y esta es una verdad, señores y los que así piensen estarán de acuerdo conmigo: no quieren más que el día primero de septiembre próximo quede de hecho roto el orden constitucional en México. Esta es la verdad. Así ven ustedes como todas las tardes se pasan horas y horas sin que se estudien las reformas a la Ley Electoral. Por lo tanto señores diputados, les suplico de la manera más atenta que prueben esta moción, porque aunque es verdad que tardaremos aquí muchas horas, en cambio se harán las reformas a la Ley Electoral, evitándose de esa manera el peligro de que todas las tardes, con motivo de hablar en pro o en contra o para rectificar hechos, se vacíen aquí en esta tribuna todas las odiosidades políticas que en pechos gobiernistas, gonzalistas y obregonistas existen. Por eso te pido que acepten esta moción.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Lorandi. (Voces: ¡A votar!)
El C. Lorandi: Señores diputados: Por ser de verdadera importancia esta moción que viene a variar en lo absoluto el curso de los debates, debemos concederle todo el valor que tiene...
- El C. Toro ¡Moción de orden! Pido que se cumpla con el artículo 108 reglamentario.
El C. presidente: No es aplicable.
El C. Lorandi: Contestada la moción hecha por el C. diputado Toro, que resultó ser de desorden, contínuo.
El C. Toro: ¡No es moción suspensiva!
El C. presidente: Precisamente por eso.
El C. Lorandi: Suplico al C. Toro que no me interrumpa.
El C. presidente: Sigue en el uso de la palabra el C. Lorandi.
El C. Lorandi: Necesario es ir en esta ocasión de prisa, pero no tanto que hagamos las cosas mal. Yo estoy de acuerdo con los señores obregonistas, que son aquí los más interesados en que esta ley vaya de prisa, en que par ellos efectivamente debe promulgarse cuanto antes; pero debemos hacer una ley buena que les sirva a ellos. Ahora bien; hecha esta salvedad que me sirve a manera de excusa para suplicar a los señores diputados que me presten su atención, entro de lleno a oponerme a que precisamente para no ir con rapidez, discutamos la Ley Electoral paso a paso para darle mayor interés y fijar en ella mayor atención por consiguiente.
¡Que raro, verdad, que venga acá el señor diputado Lara a hablar en la forma en que lo hizo, verdad? Pero nosotros lo conocemos; esto no le importa a él mayormente; lo que debería importarle es que el doctor Siurob, Vadillo, García Vigil y otros connotados obregonistas lo conocen y de sobra; esto sí debe interesarle al señor Lara. ¿Que nosotros queremos que el orden constitucional se rompa? Cuando el señor Espinosa, sin contestar a ningún insulto mío, sin responder en la misma forma que yo lo hiciera, me atacó en tal forma que resulta soez - y hace unos cuantos momentos yo se lo probaba -, le dije: "procuren ustedes no tocar ciertos temas que nos hieran, porque lejos de dedicar preferente atención a cosas que a ustedes les interesen, vamos a ir rectos a temas que resultan históricos y que nos colocan a nosotros en el lugar que deseamos tener". Ahora bien, en el primer caso fue el señor diputado Espinosa; en esta ocasión le tocó ser segundo espada al señor doctor Siurob, y como quiera que en aquella ocasión lanzara yo no una amenaza sino una advertencia, voy a hacer nada más unas cuantas rectificaciones a ciertos asertos del señor doctor Siurob relativos, no precisamente a este moción que suscribe también el señor diputado Lara....
El C. Lara: ¡No es cierto!
El C. Lorandi: No, no la suscribe; pero estas rectificaciones sí son de gran interés para aquellos que fuimos civilistas y que seguimos siéndolo.... (Voces: ¡Bonillistas Civileros, imposicionistas!).. ¿Por qué ese eterno afán de querer matar a alguien que está ya perfectamente muerto? ¡Es una crueldad! Tarde a tarde viene aquí, ya sea algún compañero de las izquierdas que no toman en consideración que don Pablo González fue un grandísimo factor par el triunfo obregonista, o ya sea uno de los de las derechas, a atacar al mismo Pablo González. Esto, señores a mi ver, después de todo lo que se ha dicho, después de todo lo que se ha hablado, de que Pablo González es un traidor y un felón, resulta una cobardía. ¡Hay que levantar un poco la puntería! Yo lo voy a hacer en esta ocasión. (Risas.) No hay ninguna obstrucción, ciudadano diputado Lara, y no le digo compañero, porque de hoy más no lo será, porque esa palabra es cariñosa y entraña afecto y amistad; y de ahora en
adelante jamás tendré para usted ni afecto ni amistad. (Risas.)
El C. Lara: ¡Gracias!
El C. Lorandi: Conque digo que no hay obstrucción, porque a nosotros sencillamente no nos importa que la Ley Electoral se dé o no se dé. Si se cree que tratamos de hacer que el orden constitucional quede roto, están equivocados quienes así piensen, ya que nosotros hemos convenido en que el orden constitucional esta roto...
El C. Lara: ¡Es lo que yo decía!
El C. Lorandi: De manera que no debe preocuparles eso, porque repito que no nos interesa obstruccionar la ley, puesto que el orden constitucional, vuelvo a decir, está roto ya...
El C. Castilleja, interrumpiendo: ¡Y sin embargo está usted cobrando veinte pesos diarios!.
El C. Lorandi, continuando: ¿Para qué traer aquí palabras que son de insulto para los de las izquierdas o de las derechas, pues aunque las mereciéramos, en ninguna forma pueden tomarse como pretexto para lanzarlas contra la figura augusta de Venustiano Carranza? ¡Cada vez que se invoca el nombre del gran mártir nos brotan las palabras a borbotones!... (Aplausos. Siseos.) ¿Para cada insulto que, invocando el nombre de Venustiano Carranza, se nos arroja el rostro, tenemos atenta la diestra para repeler airosa y gallardamente ese insulto; honrándonos a nosotros mismos! (Siseos.) Y dicen ustedes: "¿Por qué se empeñan en obstruccionar la Ley Electoral, si precisamente ustedes son los de las ventajas, si precisamente ustedes son los de los dineros?" ¡Mirad qué audacia!" Si tendréis garantías." ¡Qué desverguenza"
El C. Siurob: ¡Miente usted!
El C. Lorandi: ¿Que nosotros tenemos dinero? ¡Si lo dejamos en Aljibes! Si cuando alguien le sugería a un amigo, que no al jefe, que repartiera ese dinero para poder transportarlo mejor, que lo repartiera en mulas y así no lo verían, dijo el jefe: "yo no llevaré nada, me quedaré sin un centavo", y el dinero se quedó allí. ¿Qué cosa hizo Cándido Aguilar? ¿Que no os ha dicho vuestro administrador principal del Timbre en Orizaba que Cándido Aguilar, cuando se fue a la sierra, llamó al administrador del timbre y le dijo: "aquí están estos $700,000.00 que he sacado de la Tesorería General de Veracruz", y Cándido Aguilar se fue absolutamente sin un centavo a la sierra? ¿Que no sabéis eso? (Siseos.) ¿O mentís a sabiendas? (Siseos. Gritos.) Y en seguida, así como hablando dulcemente, el doctor Siurob habla de las futuras elecciones en las que el pueblo mexicano tendría amplísimas garantías, en las que nosotros los civilistas podremos ir a la lucha cómodamente; debió haber dicho totalmente para el caso de que fuéramos. ¡Es claro! Da risa cuando piensa alguien que nosotros fuéramos a la lucha. Alguien decía, con un sarcásmo estúpido: "El partido más fuerte es el Civilista". ¿Cómo lo va a ser si a raíz de este triunfo militar no hay otro que aquel que resulte apoyado por el Ejército? Yo quiero que alguno me diga - quien que no sea un imbécil -: ¿voy a la lucha electoral al cantón de Huatusco, lugar en que yo tenía previamente asegurada mi candidatura, cuando allí está Pedro Gabay, general de división y esta otra serie de generales dominando, y es imposible ir allá porque lo dominan a uno? ¡Y piensen ustedes por un momento en la libertad que el pueblo mexicano tendrá para votar, cuando diez y siete Gobernantes de los Estados han sido depuestos y en su lugar colocados elementos de esta nueva Revolución. ¿Es posible que el pueblo mexicano vaya en esas condiciones a la lucha? ¡Materialmente es imposible; no habrá nadie, a menos que sea un tonto, que piense que en las próximas elecciones la efectividad del sufragio sea un hecho en el caso de que se vote por otro candidato que no sea Obregón! Si por un fenómeno de aquellos que no están considerados en ninguna de las ramas que la ciencia estudia, el pueblo mexicano diera el triunfo a don Perico de los Palotes, que no fuera Obregón, tengo la seguridad de ese candidato sufriría las consecuencias de un nuevo cuartelazo. ¡Y todavía se invocan los leoncitos de Juan Barragán!... (Risas. Voces: ¡Las leonas!) ¿Pero han visto ustedes? El otro día un escritor, por cierto lo leo con gusto, hizo una burla de los leoncitos de Juan Barragán en "El Universal"; y, señores, ¿es posible que ante la magnitud, ante la importancia enorme en este momento de los problemas nacionales haya alguien que se ocupe de los leoncitos de Juan Barragán? ¿Quién piensa, a quién se le ocurre hablar de los leoncitos de Juan Barragán ¿Quién piensa, a quién se le ocurre hablar de los leoncitos de Juan Barragán cuando está absolutamente tibia la memoria del asesinato del presidente constitucional de la República, C. Venustiano Carranza; cuando está perfectamente impresa todavía en la conciencia nacional la idea de que no se ha hecho la luz acerca de quienes asesinaron realmente al señor Carranza? ¿Que fue Herrero; que el señor Carranza se suicidó? Nadie, materialmente nadie se ha encargado de hacer la luz a este respecto; sin embargo, hay quien se ocupe de los leoncitos de Juan Barragán. Vean ustedes de qué distinta manera procedió Huerta en el caso del señor Madero. Huerta llamó a dos o tres médicos inmorales de los que hay por allí y les dijo: "ríndanme ustedes un dictamen en tal y cual forma, de tal manera que yo pueda probar que efectivamente las balas solamente pudieron haberse disparado en contra de Madero cuando huía, es decir, cuando trataba de ir a reunirse con el grupo de amigos que intentaron salvarlo, asaltando a los soldados que lo conducían" y mucho cuidado tuvo de que se dijera que el asesino huyó, etcétera. ¿Pero aquí de qué manera se ha procedido? Es curioso. Aquí se llama al asesino y éste es confundido por un juez venal que por el afán de defenderlo no supo salvarlo; y aquellos elementos que debieron ser premiados porque más o menos trataron de garantizar la vida del ciudadano presidente de la República, son a la postre enjuiciados precisamente por la causa contraria: porque dice que no la defendieron, y el asesino se pasea por las calles, no hay nadie absolutamente que lo moleste y tutti contenti, ya nadie se acuerda de eso. (Risas. Aplausos.) Ved por qué el otro día decía yo: "en México las revoluciones son un crimen." Por eso precisamente decía también que en lo más mínimo estaba yo de acuerdo con la idea sustentada por el C. Trigo, de que estábamos condenados o a callar, cuando tenemos tres
meses que pueden servirnos para colocarnos precisamente en el lugar en que nosotros queremos estar y nada más; no queremos que los señores que ahora triunfan nos premien, no; yo quiero que me coloquen exclusivamente en ese mismo lugar. Pues bien no estaba conforme, digo. cuando el C. Trigo nos condenaba o a callar o a ir al monte; yo no iría al monte porque en México las revoluciones son un crimen, y sí lo son. La Revolución más justificada - por más que ahora estemos nosotros justificando a don Porfirio -, fue la que se hizo precisamente en contra de aquel déspota; esa fue más justificada, y tengo entendido que la que encabezará el C. Carranza en Coahuila tampoco estaba menos justificada que aquella otra. Esta otra, supongamos... Yo voy a ir más lejos que don Blas Urrea, yo voy a convenir en que se le puede llamar revolución. ¿Estaría justificada esta Revolución? Señores, el civilismo, aun en el supuesto de que hubiera habido algo de imposición, quiero suponer hasta una imposición, que iba a hacer una imposición, quiero suponer que se verificará esa imposición en que el general Aguilar - que ya no era ni gobernador de Veracruz, ni ministro de Relaciones... (Voces: ¡Pero era yerno de don Venustiano!) - estuviera con el ingeniero Bonillas, así como el diputado Montes y el general Marciano González, todos ellos íntimos amigos del presidente. Ahora bien; ¿Valía la pena haber hecho una revolución para impedir el triunfo de un candidato civil que vendría con su triunfo a quebrantar la regla perfectamente escalonada de la sucesión de los Gobiernos en México, de que a un triunfo militar asuma la Presidencia el caudillo, después de él el amigo y así sucesivamente y todos ellos militares? Habría sido la excepción cuando menos. ¡Pero valía la pena hacer una nueva revolución como ésta de que tanto debe avergonzarse el país? ¿Valía la pena haber hecho tantos traidores a tal grado que el mismo doctor Siurob, espantado ahora de esa enorme acción a que dio lugar el movimiento de Sonora, echa la culpa y crítica a los mismos que le dieron el triunfo a Obregón? ¿Valía la pena que el general González, como dice el diputado Trigo se hubiera convertido en un traidor y un felón? Si estos resultados produjo el movimiento de Sonora, sostengo lo que decía Giolitti, quien a pesar de reconocer que Italia es enemiga de abolengo de Austria, preguntaba: ¿Señores, si vamos a la guerra vamos a obtener mayores ventajas que las pérdidas que nos sobre vengan? Pero vinieron Orlando, Nitti, D' Annunzio y otros llevaron a Italia a la guerra. Hoy está abandonada por Francia, Inglaterra y Estados Unidos, lamentando las consecuencias de la campaña. Sin embargo, en esa contienda luchó una nación contra otra nación; había causas nobles; pero aquí entre nosotros, ¿qué ha habido? Ha habido... ¡no quiero decirlo; más vale callar! ¿Y valía la pena que Obregón orlando con sus magníficos lauros conquistados gallardamente en los campos de León y Trinidad se convirtiera a la postre en un individuo a quien la opinión pública señala como el candidato que apoyará el Ejército en las próximas elecciones? ¿Valía la pena de que dentro de cuatro o cinco meses tengamos un presidente que merezca las críticas de la gran mayoría del pueblo mexicano? Esas críticas, naturalmente, las hará dentro de sí mismo y en el seno de la familia, porque no podrá externarlas debido a que Obregón tendrá el apoyo del pueblo, y digo el pueblo porque ya se sabe que ahora el pueblo es el Ejército. (Risas.) ¡Y ya está bueno! Nada más que no decimos todo. El civilismo fue, pudo haber sido para nosotros una válvula de escape que hubiera establecido el equilibrio entre González y Obregón; el pueblo mexicano habría votado, garantizado por el Gobierno... (Risas.) y aun en el caso de una imposición.. (Siseos. Gritos.) ¡Un momento, no se me ha entendido! Yo quiero colocarme dentro de la tesis obregonista, aceptando la imposición; no hay para qué reírse. Ya antes lo dije, admito la imposición. (Voces: ¡Cállate! Siseos.) ¡Un momento! Si es que ustedes no me han dejado concluir; me coloco dentro del criterio de que efectivamente fuera a haber imposición, dentro de ese criterio me coloco, y si la imposición la iba a efectuar el Gobierno, estaban neutralizadas las dos influencias militares: la de Obregón y la de González. Nuestro Ejército, que merecía una depuración, - ¡Y qué depuración! - hubiera sido la postre depurado y pasado uno o dos períodos de Gobierno civil, hubiera sido purificado y hubiéramos llegado nosotros a la evolución necesarísima de todos los pueblos para terminar en un régimen democrático. ¿Ahora? ¿ahora? ¿ahora? Ved la historia. Ahora quién iba a creer, señores, - y lo decía yo en Toluca - que Iturbide el que se uniera a Guerrero para consumar la independencia de México, habría de ser después Agustín I, Emperador; quien había de creer que Santa Anna, cuando dejaba una pierna en las calles de Veracruz, habría de ser después tres veces traidor a la patria; quién había de creer que Porfirio Díaz que llegaba y entregaba a las arcas nacionales el dinero que había recogido en las oficinas de Hacienda, habría de estar en el poder treinta años, y ¡qué logros para el pueblo mexicano! Y si esa es la historia, señores, ¿qué tiempo, qué tiempo estará el general Obregón en el Poder? Cuatro años. ¿Y después? Calles. ¿Y después? Hill. ¿Y después?....(Voces: ¡Cállate!) ¿Quién? ¿Valía la pena, pregunto por último , de haber hecho esta revolución? ¡Las revoluciones, como dijo Luis Cabrera, se hacen para más altos y nobles fines! Y... ¡no lo decimos todo! ¡Esto es nada más para referirme a lo que expresó el doctor Siurob! (Siseos. Aplausos.)
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.
El C. Siurob: Honorable Asamblea: (Siseos. Aplausos.) El debate en estos momentos realmente ha cambiado de carácter. Los diputados vencidos apelan no sólo a los argumentos de buena ley, sino que apelan también a la insidia, al engaño y a las artes más crueles inventadas por un pesimismo estúpido para de esa manera ahogar al pueblo mexicano, envenenarlo, estrecharlo dentro de ese círculo de fuego en que ellos se debaten como el escorpión famoso acabando por picarse ellos mismos. (Aplausos.) No me refiero a los argumentos que con buena intención vino a exponer el diputado Trigo a esta tribuna y, sin embargo debo tenerlos en cuenta, porque es lo primero que debo combatir, porque se trata de la cuestión de fondo, de la
cuestión intrínseca y porque es necesario que el pueblo que viene a estas sesiones, que viene a darse cuenta de cuál es el verdadero camino de sus libertades, cuál es la verdad de su situación, y cuál es la nueva actitud de los que lo mandan, no salga de aquí triste y engañado creyendo que todo se ha perdido, incluso el honor. Acerca de este punto, comenzaré por rebatir algunas de las aseveraciones hechas por el estimable compañero Trigo. Niega al actual movimiento el carácter de revolución, y yo pregunto: ¿Tiene o no tiene razón? voy a exponer mis argumentos. No tiene razón el compañero Trigo, porque las revoluciones son la actitud de todo el pueblo en contra de un régimen o de un sistema que por el cúmulo de sus inmoralidades, por la manera tan absoluta como se contrarían sus ideales y que por la férrea mano que tiene puesta sobre esas libertades públicas, exige de parte del pueblo una protesta por medio de las armas. Pues bien; todas esas condiciones quedan reunidas en el actual movimiento. ¿Que había un régimen de inmoralidad? Yo no quiero, señores, que todavía respetéis a Don Venustiano Carranza como yo lo respeté hasta antes de que claudicara, yo no quiero levantar la losa de esa tumba para que escapen los gases deletéreos que predominan durante todo su Gobierno, que envenenaron su administración y que hicieron posible el resurgimiento de un movimiento libertario. (Aplausos.) ¿Quién de vosotros sería capaz de negar todo el cúmulo de robos verificados durante el Gobierno de Venustiano Carranza? Pasando sobre la ley, pasando sobre los principios más rudimentarios de la honradez, pasando hasta sobre la dignidad personal, los robos se consumaban; y lo que es peor, aquello era una escuela de robos perfectamente organizada, en que los que daban el ejemplo crean precisamente los que se encontraban más cerca de Venustiano Carranza, sabiéndolo éste y consintiéndolo este mismo señor. Allí tenéis el ejemplo; todavía se encuentran presos unos cuantos generales, banqueros también - y digo banqueros, porque merecen serlo, porque tienen capital para poder serlo -, allí se encuentran hombres de los cuales uno se dedicaba a la fotografía, el general Murguía; otro era aprendíz de una sastrería, el señor general Federico Montes; cargos honrosos, porque en aquel tiempo ganaban el pan con el sudor de su frente. Pues bien; allí los tenéis millonarios. ¿De dónde salieron esos dineros? Que me conteste Lorandi. Ya sé lo que me va a contestar: es el fruto del talento financiero de estos señores. Y yo le respondo: ¡qué lástima que la patria no cuente con talentos financieros capaces de hacer una labor digna en la Secretaría de Hacienda, y sí cuente con infinidad de talentos financieros ocultos que sólo saben trabajar para su provecho personal (Aplausos.) ¿Quién no recuerda las imposiciones que se verificaron en toda la República? Preguntad al pueblo; preguntad a los hombres que vienen de los distritos, vosotros de los que algunos ya tenéis anquilosados vuestros miembros inferiores por permanecer sentados en curules o en los restaurants y cafés con que os halaga la metrópoli; preguntad a los que vienen de los edos. si hubo imposición allá, para que os cuenten cómo los esbirros barrían las calles a bayonetazos y caballazos para que os cuenten.. ¿pero para qué necesito que os cuenten? ¿Que aquí no tuvimos un Colegio Electoral convertido en nueva Ciudadela, rodeando de ametralladoras y soldados, donde no se permitió entrar a los que llevaban credenciales del partido contrario de Gobierno, y eso verificándose en el centro de la ciudad, precisamente en la Metropolitana?
El C. Lorandi: ¿Y el Ayuntamiento?
El C. Siurob: Precisamente al Ayuntamiento me refiero.
El C. Lorandi: Yo hablo del Ayuntamiento de los yanquis.
El C. Siurob: Ahora vamos a otro orden de ideas. Allí tenéis el contrato del Ferrocarril de Tehuantepec, asunto en el cual se nos vino a engañar de una manera tan deliberada en esta Asamblea, presentando ese negocio como un negocio lícito; ahora resulta que el actual Ejecutivo de la Unión denuncia que en ese asunto, la Nación ha perdido de 7 a $8.000,000.00. Allí tenéis las innovaciones introducidas en nuestra moneda; allí tenéis todas las inmoralidades en todos los órdenes y especies y esa inmoralidad en creciendo hasta el grado de convertir a todo ese cúmulo de mandatarios que se encontraban alrededor de Carranza en lo que ya una vez dije desde esta tribuna, y que si hoy repito, no me censuraréis, en una cueva de ladrones... (Voces: ¿Y los ferrocarriles?) ¿Para qué hablar de los ferrocarriles y de la compra de barcos que son cáscaras de nuez, carcomidos por el moho y vejestorios que ya no usa ningún país civilizado; para qué hablar de tanto sucio negocio, señor Lorandi, si todos vosotros sabéis que constituían el Pan Nuestro de cada día de la administración carrancista? ¿Y no creéis, no creerá todo el pueblo mexicano que todas estas causas son más que suficientes para justificar la revolución? ¡Sí! (Voces: ¡Sí! Aplausos.) Ahora vamos a ver cómo se hizo esta revolución. Una multitud de miembros del Ejército, una multitud de generales, una multitud de jefes y oficiales fueron a solicitar su baja a la Secretaría de Guerra, pero el Gobierno, para tenerlos sometidos y para aplastar bajo la bota militar a todos esos militares, les negó sus bajas, ¿Qué debían hacer entonces aquellos ciudadanos? Obligados a continuar por la fuerza a la cabeza del Ejército, buscaron, como los guardias franceses en la época de la Revolución, la oportunidad de ponerse del lado de los pueblos y en contra de sus tiranos; fue en unos casos como en el caso del Ejército que llevaba Diéguez a Sonora: aquel Ejército, aquel grupo de soldados se negaron a marchar como si fueran meros esclavos, se negaron a acuchillear cráneos de hombres libres; y fue en otros casos en el momento en que se les aconsejaba que fueran a disolver clubes obregonistas, que fueran a hollar la soberanía de los Estados donde ellos se encontraban. Y en muchos de estos no puede llamarse de ninguna manera cuartelazo lo que muchos jefes, absolutamente conscientes de sus deberes, hicieron. Un militar no es respetado, no tiene derecho a esa admiración que debemos sentir por el verdadero militar, sino en cuanto va a defender las libertades y los derechos del pueblo. Ahora, decid vosotros, los que acompañasteis al C. Carranza hasta Aljibes. ¿Qué libertades ibais a defender? Yo os interrogo: ¿Qué libertades ibais a defender? ¿La libertad de sacar el dinero de las arcas nacionales? ¿La libertad
de hacer imposiciones? ¿La libertad de permitir el robo y consentirlo en todas las esferas de la administración? ¿La libertad de realizar contratos leoninos? ¿Todas esas libertades? Pues mientras no lo demostréis, mientras no demostréis que libertades ibais a defender allí, no tendréis absolutamente ningún derecho al respeto que se debe tener a todo militar. Rudyard Kipling decía con mucha justicia que al triunfo y a la derrota del verdadero hombre, el hombre consciente debe considerarlos como dos imposturas, y tenía razón. En este caso el triunfo nuestro es una impostura , porque tenemos muchos obstáculos que vencer, porque tenemos muchos escollos que salvar, porque no sabemos todavía hasta dónde nos conducirá este último escollo titánico. Los señores de la derrota deben ver su derrota porque no es una derrota para un ciudadano conservar íntegros sus derechos. El C. Lorandi, con una expresión que yo le suplico retire, ha dicho que es una desvergüenza el hecho de que yo venga a decir aquí que tendrá libertades. Sepa el C. Lorandi... (El C. Lorandi intenta hablar.) ¡Tiene la palabra el C. Lorandi!
El C. Lorandi: Tengo entendido que su señoría oyó mal; yo no me refería a usted.
El C. Siurob: ¡Gracias! Decía yo que el C. Lorandi, cuando yo o cuando algunos otros revolucionarios que él conoce de buena fe venimos a asegurarle que tendrá libertades, no tiene derecho para dudar de nosotros; más aún, sepa el C. Lorandi que el día en que esas libertades no las tuviera dentro del orden, nosotros seríamos los primeros, entienda el señor Lorandi, en lanzarnos hacia el grupo oposicionista. Pero me permito señalar con profundo dolor la psicología de estos compañeros que me han precedido en el uso de la palabra. ¿Qué opináis de estos representantes del pueblo que dicen que nada les interesa las leyes? ¿que opináis de estos ciudadanos que dicen que como ellos no tienen ninguna esperanza, que como ellos no tienen interés alguno en la ley, nada les importa que rijan una ley buena o una ley mala o que no rija ninguna? Decía el compañero Lorandi que no debía yo referirme a las cuestiones de dinero; ¿pues entonces por qué estáis aquí? Si no os interesan las leyes, buenas o malas, si estáis convencidos de que el pueblo mexicano va a la derrota, va a la débacle, ¿entonces, por que estáis aquí, por qué os arrellanáis cómodamente en esos sillones y cobráis $20.00 diarios? (Aplausos.) Aun en este punto tengo argumentos con qué venceros; recordad que el señor presidente de la Huerta os ha perdonado el dinero que sacásteis de la Tesorería y que no quiere que se rebaje de vuestras dietas. (Aplausos.)
El C. Lorandi: ¡Pero nos lo robaron en Aljibes!
El C. Siurob: En seguida, conciudadanos, se lanza un cargo insidioso, que casi me atrevería a llamar infame, y digo casi, porque no quiero ofender a Lorandi; es el cargo de que el Gobierno actual no ha hecho las gestiones necesarias para establecer el asesino de Carranza. Debemos considerar, en primer lugar, la personalidad de Carranza en los momentos en que murió, en que ya no era presidente de la República; cuando murió ya había sido desconocido por el movimiento revolucionario último, que no ha sido un cuartelazo, sino una Revolución, por su origen, por sus finalidades y por sus tendencias; en ese momento don Venustiano Carranza ya no era presidente Constitucional de México. (Siseos. Aplausos.)
El C. Trigo: ¿Me permite una interpelación del orador?
El C. Siurob: Con mucho gusto.
El C. Trigo: Doctor Siurob.....
El C. presidente: Pida usted la palabra.
El C. Trigo: Perdone usted, señor presidente. Si el señor Carranza ya no era presidente constitucional, convendrá usted conmigo en que no hay motivo para tener detenido a Francisco Murguía por un delito militar, es decir; que no debiendo Murguía obediencia al señor Carranza, como soldado, no debía estar detenido en Santiago, como lo está. (Aplausos.)
El C. Siurob: La interpelación que me hace el C. Trigoro no tiene razón de ser, es insidiosa, y voy a demostrarlo. El general Murguía y los demás jefes que están allí, están acusados en su mayoría por un cúmulo de delitos. El general Murguía está acusado por uno o por varios asesinatos, por robos en tal o cual forma, e igualmente muchos de los detenidos, y también por la responsabilidad que le cabe en aquellos momentos como militar, porque como militar que era en aquellos momentos, es muy digna de juzgarse la actitud de un militar que en un combate sostenido contra fuerzas enemigas sale absolutamente ileso, cuando el jefe que estaba obligado a defender es el único que perece. Otro de los errores es el suponer que el pueblo no tomó parte en este movimiento. Yo quisiera, conciudadanos, que vosotros fuerais a examinar los nuevos batallones y que vierais cómo en los momentos álgidos, el pueblo era el que tomaba la iniciativa; el pueblo era el que iba a conferenciar con sus soldados para ponerse de acuerdo con ellos, con objeto de fraguar los movimientos que deberían verificarse en muchas partes de la República. Yo agradezco al C. Trigoro de que haya hecho la salvedad de que yo no voltee un sólo soldado de línea, sino que con pocos o con muchos y teniendo yo licencia para separarme del Ejército, levanté un grupo de hombres que me fueron fieles en este y en el pasado movimiento, pero que no tenían carácter alguno militar pero de todas maneras, eso no quiere decir que yo inculpe como faltos a su honor militar a todos aquellos que, conociendo desde un principio que la Revolución era justa, se adhirieron a ese movimiento. A tanto equivaldría como a titular traidores a los guardias franceses que se unieron francamente al movimiento revolucionario cuando el 73, y empuñaron las armas en contra de los tiranos del pueblo francés. Por último, el C. Lorandi nos deja estupefactos con estas palabras: "No lo decimos todo." ¿Y por qué no lo decís todo?
El C. Lorandi: ¿Para qué? Algo nos debemos guardar.
El C. Siurob: ¿Para qué? ¿Para tener el placer de aguantarse algo? ¿O porque os falta algo para decirlo?
El C. Lorandi: Ese es un segundo ataque.
El C. Siurob: ¿O porque queréis hacer labor
patriótica con no decirlo? Pues no lo digáis; si así es, no lo digáis; es la única salvedad posible: que vosotros penséis que es patriótico no decirlo ¡Fuera de eso, cualquiera supondría que todavía tenéis miedo!
El C. Lorandi: ¡No!
El C. Siurob: ¿Pero para qué seguir adelante, señores diputados, si nadie ha venido a combatir esta proposición; si está en pie, puesto que nadie ha deducido una razón en contra? Como soy el último en pro, y puesto que tres oradores en pro y tres en contra, voy a dar por terminado este asunto, suplicando únicamente a mis estimables compañeros a quienes no les interesan las leyes, que por el respeto que les merecen sus abuelos y por el afecto que deben sentir para los que les van a suceder, y por el respeto del yo, que es un respeto muy egoísta, tan egoísta como cobrar una suma de dinero, que vengan a esta tribuna a defender lo que les parezca bueno o atacar lo que les parezca malo de la ley, pero siempre teniendo en cuenta que el pueblo necesita esa ley. (Aplausos. Voces: ¡A votar!)
El C. secretario Valadez Ramírez: Habiendo hablado los oradores que se inscribieron en pro y en contra de esta iniciativa, en votación económica se pregunta la Asamblea si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
Se levanta la sesión para constituirse la Cámara en sesión permanente. (7.45 p.m.)
SESIÓN PERMANENTE
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA LOS DÍAS 28
Y 29 DE JUNIO DE 1920
SUMARIO
1.- Se constituye la Asamblea en sesión permanente, continuando la discusión del Proyecto de Reforma a la ley Electoral. Prosigue el debate del artículo 5o.; en votación nominal se aprueba. A discusión de los artículos 6o., 7o., 8o., 9o., 10, 11, 12, 13, 14, 16, 17 y 18, y 1o. y 2o. transitorios, se reservan para su votación.
2.- Es discutido y rechazado el artículo 3o. transitorio.
3.- En votación nominal son aprobados los artículos 6o. al 18 y 1o. y 2o. transitorios.
4.- El C. diputado Rosas Miguel, apoyado por varios ciudadanos diputados, presenta un proyecto del artículo 19 adicional a la ley que se discute, y es admitido a discusión. Se suspende la sesión por falta de "quórum". Reanudada ésta continua a discusión el artículo 19 adicional, siendo aprobado. La Presidencia designa una Comisión para que lleve al Senado a la iniciativa de reformas aprobada.
5.- Lectura y aprobación del acta de esta sesión. Se levanta la sesión.
Presidencia del
C. ORTEGA MIGUEL F.
(La misma asistencia de sesión anterior.)
El C. presidente, a las 7.45 p.m.: Se constituye en sesión permanente la Cámara de Diputados.
El C. secretario Valadez Ramírez: Continúa a discusión el artículo 5o. del proyecto de reformas a la Ley Electoral. No habiendo más oradores inscritos en contra o en pro del artículo 5o., se procede a tomar la votación nominal.
El C. secretario Ruíz Martínez: Por la afirmativa.
El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa.
El C. secretario Ruíz Martínez: Se suplica al C. Lazcano Carrasco pase a auxiliar a la Secretaría. (Se recoge la votación.)
El C. secretario Ruíz Martínez: Votaron por la afirmativa 127 ciudadanos diputados.
El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa 6 ciudadanos diputados. En consecuencia, ha sido aprobado el artículo 5o. de la Ley de Reformas a la Ley Electoral.
A discusión el artículo 6o, que dice:
"Artículo 6o. El segundo domingo de julio, el Ayuntamiento de cada municipalidad mandará publicar la lista electoral de su jurisdicción para la elección de diputados y senadores.
"Para la elección de presidente de la República, esta publicación se hará el segundo domingo de agosto, debiéndose antes corregir las listas electorales por el Consejo respectivo.
"Los presidentes municipales de la capital del Estado, Distrito o territorios, publicarán, además, avisos, los mismos días de quedar abiertos los registros de candidatos para diputados, senadores y presidente de la República, y los presidentes de cabeceras de distritos electorales harán igual publicación de haberse abierto el registro para candidatos a diputados.
"El registro abierto desde el día de la publicación de los avisos respectivos quedará cerrado diez días antes de aquel en que deba verificarse la elección correspondiente y se llenarán además todas las formalidades que establece el artículo 27 de la Ley Electoral vigente."
Presidencia del
C. ALENCÁSTER ROLDÁN JUSTINO
El C. Araujo Emilio: Pido la palabra, señor presidente para informar a la Asamblea del resultado de la comisión que hace un momento nos confirmó la Presidencia.
El C. presidente: Seguiremos con esto. (Voces: ¡No! ¡Es económico!)
El C. Araujo: Solamente son cinco palabras, señor presidente.
El C. Trejo Amado J.: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.
El C. García de Alba: Pido la palabra, señor presidente. ¡Para una moción de orden!
El C. presidente: Tiene la palabra el C. diputado Trejo.
El C. Trejo: Señores diputados: El diputado Araujo lo único que trata de decir es que el ciudadano presidente de la República ha dicho que ciegamente acata las órdenes de esta Cámara y que ya daba las órdenes para que fuera puesto en libertad el general Montes.
El C. secretario Valadez Ramírez: los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo inscripto ningún orador, se reserva para su votación el artículo 6o.
A discusión el artículo 7o., que dice:
"Artículo 7o. Para la elección de diputados y senadores, antes del tercer domingo de julio, los presidentes municipales cumplirán con lo dispuesto en el artículo 28 de la citada ley, haciendo entrega a los consejos municipales o de Distrito, de las credenciales que deberán recibir los electores para acreditar su derecho a votar. Los consejos ordenarán el reparto de esas credenciales con la oportunidad debida, a fin de que quede concluido, antes del cuarto domingo de julio.
"Para las elecciones de presidente de la República, las credenciales a electores serán entregadas a los consejos antes del cuarto domingo de agosto y el reparto quedará concluido antes del último domingo del mismo mes." Los que deseen objetarlo sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo inscripto ningún orador ni en pro ni en contra del artículo, se reserva para su votación.
A discusión el artículo 8o., que dice así:
"Artículo 8o. El cuarto domingo de julio , el Ayuntamiento de cada municipalidad publicará de nuevo la lista de las casillas electorales de su jurisdicción y de los lugares donde deben instalarse, agregando el nombre de un instalador propietario y de un suplente para cada una de ellas, los que serán nombrados por el propio Ayuntamiento.
"Para la elección de presidente de la República se cumplirá con esta disposición el último domingo de agosto."
Se pone a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? No habiendo orador en pro ni en contra, se separa para su votación.
A discusión el artículo 9o., que dice:
"Artículo 9o. Los partidos políticos y candidatos registrados, deberán hacer sus boletas, y los candidatos o sus representantes entregarán dichas boletas a los presidentes municipales a más tardar el cuarto domingo de julio para la elección de diputados y senadores, y el último domingo de agosto para la de presidente de la República."
No habiéndose inscripto ningún orador en pro ni en contra, se reserva para su votación.
A discusión el artículo 10, que dice:
"Artículo 10. El registro de credenciales en favor de los representantes de partidos políticos y de candidatos independientes de que habla el artículo 33 de la Ley Electoral, se hará antes del último domingo de julio próximo, si se trata de las elecciones de diputados y senadores y antes del último domingo de agosto, si se trata de las de presidente de la República."
No habiéndose inscripto ningún orador, se reserva para su votación.
A discusión el artículo 11, que dice:
"Artículo 11. A más tardar, el día 30 de julio para las elecciones de diputados y senadores y el día 3 de septiembre para las de presidente de la República, estarán en poder de los electores las credenciales a que tuvieron derecho y de que habla el artículo 35 de la Ley Electoral."
Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiéndose inscripto ningún ciudadano diputado, se reserva para su votación.
A discusión el artículo 12, que dice:
"Artículo 12. Para la elección de diputados y senadores el primer domingo de agosto, a las nueve de la mañana, se procederá a la instalación de las casillas electorales, precisamente en los lugares destinados en la lista a que se refieren los artículos 27 y 47 de la Ley Electoral vigente."
Los ciudadanos que deseen objetarlo sírvanse pasar a inscribirse. No siendo objetado por ningún diputado, se reserva para su votación.
A discusión el artículo 13, que dice:
"Artículo 13. Para la elección de presidente de la República, el primer domingo de septiembre, a las nueve de la mañana se procederá a la instalación de casillas electorales en los mismos términos a que se refiere el artículo anterior."
Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo ningún orador inscripto, se reserva para su votación.
A discusión el artículo 14, que dice así:
"Artículo 14. En el caso previsto por el artículo 55 de la Ley Electoral vigente, la credencial del elector formará parte del expediente electoral de que habla el artículo 63 de la propia ley y a este efecto, tan luego como uno de los secretarios haya anotado el nombre del elector en la lista respectiva con la palabra "votó", le entregará para su
resguardo la constancia de haber votado, subscripta por el presidente y uno de los secretarios recogiéndole la credencial."
Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo sido objetado este artículo, se reserva para su votación.
Está a discusión el artículo 15, que dice:
"Artículo 15. El Congreso local, o la Cámara de Diputados, si se trata de la elección de senadores por el Distrito Federal, recibirá los expedientes que les remitan las juntas computadoras de los distritos, y harán la computación total del votos, ajustándose a las prescripciones aplicables al caso, contenidas en el capítulo VII de la Ley Electoral de 1o de julio de 1918, expresando el número de votos obtenidos por cada candidato y en cuál de ellos recayó la elección por haber obtenido el mayor número de votos.
"Si el congreso local no estuviere en sesiones, la Comisión Permanente del mismo hará la computación de votos y la declaración del candidato en cuyo favor recayó la elección, por haber obtenido la mayoría de sufragios."
Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse.
El C. González Galindo: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. González Galindo.
El C. González Galindo: Señores representantes: Yo precisamente no vengo a oponerme al texto del artículo 15 que se va a discutir; únicamente vengo a suplicar a la honorable Asamblea se digne tomar en cuenta la presente adición, que deseo se haga al artículo 15. Yo, señores diputados, comprendo que algunos de ustedes han de objetarme en el sentido una adición no es el momento en que debe tratarse este asunto. También podrá decírseme que la convocatoria del presidente sustituto de la República convocó sólo para ajustarnos al Proyecto de Ley que él envió. Justamente yo aplaudo esta atmósfera que hay en la Asamblea, porque revela, precisamente, que el texto de la convocatoria fue equívoco (Risas), para adicionar y modificar, corregir y suprimir artículos enteros en los proyectos de Ley, y para no hacer más larga la discusión al final de que se discuta la ley, justamente deseo que desde luego se tome en cuenta para que de frente ya se sigan aprobando todos los artículos de la Ley. Me voy a permitir dar lectura a la adición que voy a proponer a la Honorable Asamblea. Dice así: "Señores diputados... (Siseos.) Señores diputados: tanto en la Secretaría como en la Presidencia y creo que entre algunos de ustedes, se tiene la intensión de que no se le dé lectura a esta moción; tal parece que porque proviene del más humilde de los compañeros de ustedes, (Voces: ¡No! ¡No! no merezca tomarse en consideración (Voces: ¡Que se lea! ¡Que se lea!) Yo suplico a la H. Asamblea permita que se le dé lectura por la Secretaría.
El C. secretario Ruíz Martínez: La iniciativa a que se refiere el señor compañero González Galindo, dice así:
"H. Asamblea:
"El suscripto, diputado en ejército, se permite someter a la consideración de la H. Asamblea, para que, con dispensa de trámite, se digne aprobar la siguiente adición a los artículos 88 y 98 de la Ley electoral de 1o. de julio de 1918 y el artículo 15 del proyecto de ley que se discute:
"A dos de los candidatos a diputados y senadores al congreso de la Unión, que sigan en votos a que haya obtenido la credencial, se les concederá derecho de voz en los colegios electorales respectivos, para discutir sólo la elección verificada en su correspondiente distrito o Estado. Igual derecho se concederá a los suplentes que hayan obtenido la credencial y a los que sigan en votos."
"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados.- México, a 28 de junio de 1920. - Modesto González Galindo."
El C. secretario Valadez Ramírez: Por acuerdo del ciudadano presidente de la Cámara, se va a dar lectura al artículo 122 del Reglamento, que dice así:
"Artículo 122. En la sesión en que definitivamente se vote una proposición o proyecto de ley, podrán presentarse por escrito adiciones o modificaciones a los artículos aprobados."
El C. González Galindo: Señores diputados: De sobra me es conocido el artículo reglamentario a que se acaba de dar lectura, no es una novedad para mí, y por eso he advertido que a fin de no prolongar esta discusión después de que acabe de discutir este proyecto de ley, siguiendo esta discusión, desde luego intenté que se tomara en cuenta por la H. Asamblea esta moción. Si se ha de tomar en cuenta después y si se ha de tomar hoy, es decir, en este momento, ¿qué diferencia hay entre lo uno y lo otro si el mismo día tiene que ampliar? Yo suplico a los ciudadanos diputados tengan la amabilidad de escuchar unas cuantas explicaciones. Voy a comenzar estas explicaciones con una anécdota que yo leí,(Siseos. Voces ¡Huy!) que yo leí en un periódico culto de esta capital. Dice así: Cuando algunos diputados suben a la tribuna y hablan de todo, menos del tema que se va a discutir... (Siseos. Ruidos. Campanilla.) los discursos de algunos diputados se parecen a los vestidos de la moda antigua, que todo cubren y no tocan nada, o a la viceversa, se parecen también a los vestidos de la moda moderna, que todo cubren y nada cubren, (Voces: ¡Huy!) es decir, que todo tocan y nada cubren. (Risas.) Todos los discursos se han oído en esta tribuna, todos han tocado; pero no han cubierto nada; se parecen a los vestidos de hoy en día. Yo no voy a usar de estos discursos, yo voy a concretarme al tema que me trajo a la tribuna, no distraeré la atención de los diputados en disquisiciones políticas por más que sí es asunto que atañe a temas políticos; pero voy a ser lo más concreto que pueda. Cuando se acabó de dar lectura a esta moción, oí varias voces que dijeron que se llenará el salón con muchos presuntos diputados y senadores. A primera vista tal parece que así debía suceder; pero no es así, señores diputados, porque la moción dice así:
"...se les concederá derecho de voz en los colegios electorales respectivos para discutir sólo a elección verificada en su correspondiente distrito o Estado."
De tal suerte, que solamente cuando venga el dictamen que le corresponda, será cuando el candidato tenga derecho a entrar al salón y abordar la tribuna para defenderse; no tendrá derecho para otros dictámenes correspondientes a distritos ajenos al suyo, solamente el caso de su elección. El candidato, el contrincante del que traiga la credencial, bien podrá estar en las galerías o en los pasillos y solamente a la hora en que se toque su dictamen será cuando tenga derecho a entrar, así no se llenará el salón. Esto, por lo demás, señores diputados, no es anticonstitucional y, antes bien sería una ley que respondería a la justicia, a la razón que debe imperar en el momento que debe imperar en el momento que debe calificar credenciales. Cuántos de los candidatos derrotados - y no hablo de mí, porque yo al venir a la Cámara he traído mi credencial y más bien lo haría inspirado por un sentimiento de justicia hacia los contrincantes derrotados -... hago notar también ciudadanos diputados, que yo no vendré ni con credencial ni sin ella... (Campanilla. Murmullos. Siseos.)
El C. presidente: La presidencia suplica al orador que se concrete al punto a discusión. (Siseos.)
El C. González Galindo, rompiendo su proposición: así termino yo la discusión. (Risas. Aplausos. Siseos.)
El C. secretario Valadez Ramírez: No habiendo sido objetado el artículo 15, se reserva para su votación.
Está a discusión el artículo 16, que dice así:
"Artículo 16. En los Estados en que no esté establecido el orden constitucional, y en aquellos en que haya desaparecido el Poder Legislativo, la computación de los votos para la elección de senadores se hará por la Comisión Escrutadora del Senado, a cuyo efecto, las juntas computadoras de cada distrito electoral enviarán directamente a la Secretaría del Senado y por paquete postal certificado, los expedientes electorales respectivos.
"Hecho el cómputo, de la 1a. Comisión Escrutadora del Senado hará la declaración de haber sido electa la persona que hubiere obtenido la mayoría de los votos emitidos, expidiéndole la correspondiente credencial.
"Sobre la legitimidad de esta credencial dictaminará la 2a Comisión Escrutadora del Senado, y la Cámara calificará estas elecciones, como las de todos sus demás miembros, de manera definitiva o inatacable." Los que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, se reserva para su votación. No habiendo sido objetados tampoco los artículos 17 y 18, se reservan para su votación.
A discusión el artículo 1o. transitorio, que dice así:
"Artículo 1o. esta ley entrará en vigor desde la fecha de su publicación en el "Diario Oficial" de la Federación."
Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiéndose inscripto ningún ciudadano diputado, se reserva para su votación.
A discusión el artículo 2o., que dice así:
"Artículo 2o. Los diputados electos y los senadores pares de la Legislatura anterior, así como los senadores de nueva elección, se reunirán sin necesidad de citación, en sus respectivas cámaras, a las tres de la tarde del día 20 de agosto del presente año."
Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo sido objetado este artículo, se reserva para su votación.
El C. secretario Valadez Ramírez: A discusión el artículo 3o ., que dice:
"Artículo 3o. Se autoriza al Ejecutivo de la Unión para aclarar dudas y resolver las dificultades que surjan con motivo de la aplicación de esta ley."
El C. Saldaña: En contra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra en contra.
El C. Saldaña: Ciudadanos diputados: En atención a que considero que la opinión está ya unificada para rechazar este artículo que ataca a la soberanía del Congreso, (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí!) seré muy breve en mi exposición. El artículo 3o que se ha sometido a vuestra consideración, dice así:
"Se autoriza al Ejecutivo de la Unión para aclarar las dudas y resolver las dificultades que surjan con motivo de la aplicación de esta ley." Salta desde luego a la vista que con esto se da facultad amplísima al poder Ejecutivo para que, si obra de mala fe, haga todas las elecciones en la República; con esta sola argumentación cae por los suelos este artículo. Así pues, y en atención a la hora que es, considero ya innecesario bordar sobre el mismo punto y suplico a ustedes se sirvan rechazar en su totalidad este artículo.
El C. secretario Valadez Ramírez: Habiendo sido objetado el artículo 3o. transitorio, se procede a la votación nominal. (Voces: ¿De qué?) Dice así el artículo 3o.:
"Artículo 3o. Se autoriza al Ejecutivo de la Unión para aclarar las dudas y resolver las dificultades que surjan con motivo de la aplicación de esta ley." Por la negativa.
El C. secretario Ruíz Martínez: Por la afirmativa. (Se recoge la votación.) Votaron por la afirmativa 15 ciudadanos representantes.
El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa 119 ciudadanos representantes. En consecuencia, ha sido rechazado el artículo 3o. transitorio.
Presidencia del
C. ORTEGA MIGUEL F.
- El mismo C. secretario: Se procede a la votación nominal de los artículos no objetados. Por la negativa.
El C. secretario Ruíz Martínez: Por la afirmativa. (Se recoge la votación.)
El C. secretario Ruíz Martínez: Votaron por la afirmativa 128 ciudadanos representantes.
El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa, 6 ciudadanos representantes; en consecuencia, han sido aprobados los artículos no objetados.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"H. Asamblea:
"A reserva de fundar verbalmente la iniciativa que tengo el honor de presentar. muy atentamente someto a la deliberación de vuestra soberanía, el siguiente proyecto de adición a la ley que se discute:
"Artículo 19. Los presidentes municipales tendrán obligación de comunicar a la mayor brevedad posible al, presidente municipal del lugar en que se instalen las juntas computadoras, el número de casillas que funcionaron en sus respectivos municipios, durante las elecciones, para los efectos del artículo 81 de la Ley Electoral de 1o. de julio de 1918. Estos presidentes municipales lo comunicarán, a su vez, a las juntas computadoras inmediatamente que ellas se reúnan. La falta de cumplimiento de esta obligación se castigará con la sanción que establece el artículo 118 de la citada ley."
"Salón de sesiones de la Cámara de Diputados.- México, a 28 de junio de 1920.
- El diputado por el 5o distrito del Estado de Nuevo León, Miguel Rosas.
"Apoyamos la presente iniciativa.- G. Morales Sánchez, 1er. distrito.- José P. Saldaña, diputado 4o. Nuevo León.- Santiago Roel, diputado 2o distrito Nuevo León."
El C. Rosas Miguel: Honorable Asamblea: Las razones que tengo para proponer esta iniciativa de adición a la Ley Electoral que se discute, son de tal manera obvias, que procuraré ser lo más breve posible a fin de que, cuanto antes, quede terminado este asunto. El artículo 81 de la Ley Electoral vigente establece en su parte respectiva que después de reunidas las juntas computadoras se pasará lista. Dice así:
"Inmediatamente se hará un registro de los presidentes, para ver si están presentes, cuando menos, la mitad más uno de los que resultaron electos; sólo con este quórum podrá instalarse la junta."
Ahora bien; en el estado que guardan muchos de los distritos de la República, se ve que es materialmente imposible que todas las casillas electorales se instalen; en virtud, de no aprobar este artículo, resultaría esto: que no sabiéndose el número de casillas instaladas, porque no existe quien tenga obligación legal de dar estos datos, no se podría instalar la Junta Computadora en muchos días. A todos ustedes les consta que con cuántos sacrificios los presidentes de casillas concurren a las cabeceras de distrito, y si a esto se agrega que estos individuos tendrían que permanecer ahí muchos días hasta que se supiese qué número constituirá el quórum, resultaría que prácticamente muchos diputados no estarían capacitados para concurrir al abrirse el período de sesiones. Por lo mismo, y en vista de que las razones que expongo son de peso, suplico a vuestra soberanía se sirva dar su voto afirmativo a este proyecto de adición.
El C. secretario Valadez Ramírez: En votación económica se pregunta a la Asamblea si se admite a discusión. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Se admite a discusión.
El C. Siurob: Pido segunda lectura, señor secretario.
El C. secretario Valadez Ramírez: A petición del C. Siurob, se va a dar segunda lectura a la proposición.
"Artículo 19. Los presidentes municipales tendrán obligación de comunicar a la mayor brevedad posible al presidente municipal del lugar en que se instalen las juntas computadoras, el número de casillas que funcionaron en sus respectivos municipios, durante las elecciones, para los efectos del artículo 81 de la Ley Electoral de 1o. de Julio de 1918. Estos presidentes municipales lo comunicarán a su vez, a las juntas computadoras inmediatamente que ellas se reúnan. La falta del cumplimiento de esta obligación se castigará con la sanción que establece el artículo 118 de la citada ley."
Está a discusión. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse.
El C. Uzeta: Reclamó el quórum, señor presidente. (Siseos. Voces: No, hombre no!) ¡Reclamo el quórum!
El C. presidente: En vista de haber sido reclamado el quórum por el C. Uzeta, se procede pasar lista.
El C. Gutiérrez de Velasco, pasó lista: Hay una asistencia de noventa y siete ciudadanos diputados. No hay quórum. Por orden de la Presidencia se hace saber a la Asamblea que se aplicarán las multas correspondientes.
El C. Presidente, 9.08 p.m.: Se suspende la sesión para reanudarla a las once (Asistencia de 130 ciudadanos diputados.)
El C. presidente a las 11.52 a.m.. del día 29 de junio: Se reanuda la sesión permanente.
El C. secretario Valadez Ramírez: Continúa a discusión de las adiciones a la Ley Electoral. Está a discusión el artículo 19, que dice:
"Artículo 19. Los presidentes municipales tendrán obligación de comunicar a la mayor brevedad posible al presidente municipal del lugar en que se instalen las juntas computadoras, el número de casillas que funcionaron en sus respectivos municipios, durante las elecciones, para los efectos del artículo 81 de la Ley Electoral de 1o de julio de
1918. Estos presidentes municipales lo comunicarán, a su vez, a las juntas computadoras inmediatamente que ellas se reúnan. La falta del cumplimiento de esta obligación se castigará con la sanción que establece el artículo 118 de la citada ley."
Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiéndose inscripto oradores, se va a tomar la votación nominal. Se va a dar nuevamente lectura al artículo:
"Artículo 19. Los presidentes municipales tendrán obligación de comunicar a la mayor brevedad posible al presidente del lugar en que se instalen las juntas computadoras, el número de casillas que funcionen en sus respectivos municipios, durante las elecciones, para los efectos del artículo 81 de la Ley Electoral de 1o. de julio de 1918. Estos presidentes municipales lo comunicarán a su vez, a las juntas computadoras inmediatamente que ellas se reúnan. La falta del cumplimiento de esta obligación se castigará con la sanción que establece el artículo 118 de la citada ley."
El C. secretario Ruíz Martínez: Por la afirmativa.
El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa. (Se recoge la votación.)
El C. secretario Ruíz Martínez: Votaron por la afirmativa 132 ciudadanos representantes.
El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa 4 ciudadanos diputados. En consecuencia, ha sido aprobada la adición propuesta por el C. Rosas.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"H. Asamblea:
"El subscripto, diputado en ejercicio, se permite someter a la consideración de la H. Asamblea, para que con dispensa de todo trámite, se digne aprobar la siguiente adición a los artículos 88 y 98 de la Ley Electoral de 1o. de julio de 1918 y al artículo 15 del proyecto de ley que se discute:
"A todos los candidatos a diputados y senadores al Congreso de la Unión, que sigan en votos al que haya obtenido la credencial, se les concederá derecho de voz en los colegios electorales respectivos, para discutir sólo la elección verificada en su correspondiente distrito o Estado. Igual derecho se concederá a los suplentes que hayan obtenido la credencial y a los que le sigan en votos."
"Salón de sesiones de la Cámara de Diputados.- México, a 28 de junio de 1920. - Modesto González Galindo."
(Voces: ¡Qué bárbaro! Siseos.) En votación económica se pregunta a la Asamblea si se admite a discusión. (Voces: ¡No! ¡No!) Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. No se admite la discusión. (Aplausos.)
- El mismo C. secretario: Ha sido designada la siguiente comisión para que lleve al Senado la ley que se acaba de aprobar: Espinosa Luis, Pérez Vargas, Guerrero Antonio, Castilleja, Rosas Miguel y secretario Ruíz Martínez.
- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:
"Acta de sesión permanente celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, los días veintiocho y veintinueve de junio de mil novecientos veinte.- Periodo extraordinario.
"Presidencia del C. Miguel F. Ortega.
"En la ciudad de México, a las siete y cuarenta y cinco de la noche del lunes veintiocho de junio de mil novecientos veinte, con asistencia del mismo número de ciudadanos diputados que estaban presentes al levantarse la sesión extraordinaria inmediata anterior, el ciudadano presidente declaró que constituía la Asamblea en sesión permanente, con objeto de terminar la discusión y aprobación de la iniciativa de ley enviada por el Ejecutivo de la Unión, por la que se reforma la ley para elección de Poderes Federales.
"Se puso a debate el artículo 5o. ningún ciudadano diputado hizo uso de la palabra y se aprobó por ciento veintisiete votos de la afirmativa contra seis de la negativa de los C. Angeles Carlos, De la Colina, Madrid, Molina, Silva Pablo y Vinela.
"Presidencia del C. Justino Alencáster Roldán.
"El C. Araujo Emilio solicitó permiso de la Presidencia para informar del resultado de la comisión que se acercó al ciudadano presidente de la República para pedirle libertad del C. Federico Montes, de acuerdo con la solicitud de éste, aprobada en la sesión extraordinaria inmediata anterior. La Presidencia se negó, por la razón que expuso, a obsequiar los deseos del C. Trejo, al usar la palabra para una moción de orden, dio cuenta con el resultado de dicha comisión.
"Los artículos 6o., 7o., 8., 9., 10., 11., 12., 13 y 14 de la referida iniciativa de reforma a la Ley Electoral, se reservaron para su votación por no haber sido impugnados.
"El artículo 15 aunque acerca de él habló en contra el C. González Galindo proponiendo una adición, se reservó como los anteriores. Lo propio se hizo con los artículos 16, 17, y 18 y 1o. y 2o. transitorios, que no dieron lugar a debate.
"El artículo 3o. transitorio, en seguida de que lo impugnó el C. Saldaña José P., se votó, desechándose definitivamente por ciento diez y nueve votos de la negativa contra quince de la afirmativa de los C.C. Bravo Carlos, Camacho Antonio, Castellanos Díaz, Espinosa y Elenes, Díaz González, Gil, Gutiérrez Atanasio, Madrid, Márquez Galindo, Morales Sánchez, Roel, Silva Jesús, Silva Pablo, Uzeta y Verástegui Franco.
"Presidencia del C. Miguel F. Ortega.
Los artículos reservados para su votación 6o. a 18 y 1o. y 2o. transitorios, se aprobaron en un sólo acto por ciento veintiocho votos de la afirmativa contra seis de la negativa de los CC. Angeles Carlos, Blancarte, De la Colina, Madrid, Molina y Silva Pablo.
"Terminado el estudio de la Iniciativa que envió el Ejecutivo, dióse cuenta con una adición firmada por el C. Rosas y apoyada por los CC. Saldaña, Roel y Morales Sánchez, que en lo conducente dice:
"Los presidentes municipales tendrán obligación de comunicar a la mayor brevedad posible al presidente municipal del lugar en que se instalen las juntas computadoras, el número de casillas que funcionaron en sus respectivos municipios durante las elecciones, para los efectos del artículo 81 de la Ley Electoral de 1o. de julio de 1918. Estos presidentes municipales lo comunicarán, a su vez, a las juntas computadoras inmediatamente que ellas se reúnan. La falta de cumplimiento de esta obligación se castigará con la sanción que establece el artículo 118 de la citada ley."
"Fundada que fue por su autor esta adición, la Cámara, en votación económica, la admitió a discusión.
"El C. Uzeta reclamo el quórum y no habiéndolo, según se comprobó con la lista que pasó la Secretaría, se suspendió la sesión a las nueve y diez de la noche.
"Se reanudó a las once y cincuenta y dos de la mañana del martes veintinueve, con asistencia de ciento treinta ciudadanos diputados.
"La adición transcripta no dio lugar a debate y se aprobó por ciento treinta dos votos de la afirmativa contra cuatro de la negativa de los CC. Céspedes, De la Colina, Cuéllar y Schulz y Alvarez.
"Dióse cuenta con otra adición subscrita por el C. González Galindo, la cual no fue admitida a discusión.
"La Presidencia designó en comisión para llevar al Senado la iniciativa de reformas aprobada, a los CC. Espinosa Luis, Pérez Vargas, Guerrero Antonio, Castilleja, Rosas y secretario Ruiz Martínez.
"Se leyó la presente acta."
Está a discusión el acta de la sesión permanente.
Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.
- El C. Presidente, a las 12:19 p.m.: Se levanta la sesión permanente para abrir la sesión extraordinaria.