Legislatura XXVIII - Año II - Período Ordinario - Fecha 19191021 - Número de Diario 38
(L28A2P1oN038F19191021.xml)Núm. Diario:38ENCABEZADO
MÉXICO, MARTES 21 DE OCTUBRE DE 1919
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADO UNIDOS MEXICANOS
AÑO II. - PERIODO ORDINARIO XXVIII LEGISLATURA TOMO III. - NÚMERO 38
SESIÓN
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DIA 21
DE OCTUBRE DE 1919
SUMARIO
1.- Se habré la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior. Se da cuenta con los asuntos en cartera.
2.- Primera lectura al dictamen de las comisiones 2a. de Justicia y 1a. de Puntos Constitucionales, sobre los juzgados de Primera Instancia que debe tener el Distrito Norte de la Baja California.
3.- A solicitud de algunos ciudadanos, se da lectura a los manifiestos que lanzaron a la Nación la mayoría y la minoría de la Cámara, con relación a los debates del Proyecto de Ley que quita el Ejecutivo de la Unión las facultades extraordinarias de que disfruta en el ramo de Hacienda y Aranceles.
4.- Se procede a la votación en lo particular del artículo 1o. del Proyecto de Ley sobre la Supresión de Facultades Extraordinarias en el Ramo de Hacienda y Aranceles, al Ejecutivo de la Unión, resultando aprobado. A discusión el artículo transitorio, sin ella es aprobado. Se designa la Comisión que llevará al Senado para los efectos constitucionales, el citado proyecto.
5.- Es votado y aprobado el proyecto de ley que concede permiso al C. Félix F. Palavicini para aceptar y usar una condecoración que le confirió el rey de Inglaterra; al senado para los efectos constitucionales.
6.- Hacen uso de la palabra para hechos, los CC. diputados Morales Francisco César, Castillo Torre, Espinosa, Villaseñor Mejía y Valadez Ramírez. Se levanta la sesión pública para pasar a secreta.
DEBATE
Presidencia del C. SOTO ROSENDO A.
(Asistencia de 127 ciudadanos diputados.)
El C. presidente, a las 4.31 p. m.: Se habré la sesión.
- El C. prosecretario Mena, leyendo:
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veinte de octubre de mil novecientos diez y nueve.
"Presidencia del C. Mariano Leal.
"En la ciudad de México, a las cuatro y cuarenta y cinco minutos de la tarde del lunes veinte de octubre de mil novecientos diez y nueve, con asistencia de ciento veintisiete ciudadanos diputados, se abrió la sesión.
"Sin debate se aprobó el acta de la sesión celebrada el día diez y ocho del presente mes y dióse cuenta con estos documentos:
"Oficio de la Secretaría de Gobernación, con el que envía la Iniciativa de Ley de Ingresos para el año fiscal de 1920.- Recibo, y a la Comisión de Presupuestos y Cuenta.
"Solicitud del C. diputado Díaz Infante, relativa a que se le conceda licencia por doce días, con goce de dietas.
"Esta solicitud fue retirada por su autor, después de que la impugnó el C. García Vigil y que la Secretaría proporcionó un informe que pidió el C. Méndez Benjamín.
"Solicitud del C. diputado Aguirre Vito, para que se le conceda licencia de veinte días, con goce de dietas.
"En vista de que no se le dispensaron los trámites, se turnó a la 1a. Comisión de Gobernación.
"Dictamen de las comisiones unidas 1a. de Gobernación y 2a. de Guerra, por el que se autoriza al gobernador de Jalisco para organizar un cuerpo de gendarmería rural.- Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.
"Después de una moción de orden del C. Mena, se procedió a la votación del artículo 1o. del proyecto de ley por el que se retiran al Ejecutivo de la Unión las facultades extraordinarias en Hacienda y Aranceles. Votaron por la afirmativa cien ciudadanos diputados y por la negativa catorce. En vista de la falta de quorum, la Secretaría pasó lista y declaró la asistencia de ciento treinta y siete ciudadanos representantes. Repetida la votación, se obtuvo ciento siete votos de la afirmativa y quince de la negativa. Como tampoco había quorum, nuevamente se pasó lista, comprobándose la presencia de ciento treinta ciudadanos diputados. La Secretaría, por disposición de la Presidencia, leyó los artículos 156 y 157 del Reglamento y suplico se cumpliera con ellos. El C. Siurob pidió que, si en la siguiente votación no había quorum, se procediera de conformidad con la parte final del artículo 63 constitucional, y la Presidencia contestó que si tal cosa acontecía, se cumpliría con el Reglamento.
"En la tercera votación nominal que se recogió, emitieron su voto en sentido afirmativo ciento un ciudadanos diputados y por la negativa doce. En consecuencia, no se pudo llegar a ninguna resolución sobre el artículo 1o. del proyecto de ley de referencia.
"A las seis horas y diez y siete minutos de la tarde, se levantó la sesión."
Está a discusión el acta. Los ciudadanos diputados que deseen impugnarla, sírvanse inscribirse para el efecto.
No habiendo quien solicite el uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba; los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.
Aprobada el acta.
El C. secretario Aguilar: Se va a dar cuenta con los asuntos en cartera:
"El ciudadano juez 1o. propietario de Distrito transcribe, por medio de sus oficios números 2,850 a 2,855, seis exhortos, procedentes del juzgado de Distrito en el Estado de Querétaro, relacionados con los juicios de amparo promovidos en contra de actos de está honorable Cámara de Diputados y de su 2a. Sección Instructora del Gran Jurado, por los CC. José Orozco, Carlos Alcocer y Lamberto Retana." - Recibió, y agréguese a sus antecedentes.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"Comisiones 2a. de Justicia y 1a. de Puntos Constitucionales.
"Honorable Asamblea:
"A las comisiones unidas 2a. de Justicia y 1a. de Puntos Constitucionales, fue turnada la iniciativa del C. diputado Juan Velásquez, relativa a que el Partido Norte de la Baja California no tenga sólo un juzgado de Primera Instancia, según está mandado en la nueva Ley Orgánica de Tribunales. Las comisiones adquirieron los datos respectivos y pudieron comprobar que, efectivamente, en el Partido Norte de la Baja California funcionan actualmente cuatro juzgados de Primera Instancia, cuyas cabeceras radican en Ensenada de Todos Santos, Tijuana, Mexicali y Tecate. Esto se encuentra comprobado con un telegrama que el ciudadano gobernador de aquel Territorio dirigió al propio diputado Velásquez, y que se agrega a este expediente.
"En virtud de lo expuesto, y como modificación a los artículo 12 y 14 de la ley invocada, proponemos a vuestra consideración el siguiente proyecto de ley:
"Artículo 1o. El Distrito Norte de la Baja California tendrá los siguientes juzgados de Primera Instancia:
"I. El de Mexicali, que comprenderá la municipalidad del mismo nombre;
"II. El de Ensenada de Todos Santos, que comprenderá esa municipalidad;
"III. El de Tijuana, que tendrá jurisdicción sobre la municipalidad de este nombre, y
"IV. El de Tecate, cuya jurisdicción se extenderá a la municipalidad del mismo nombre.
"Artículo 2o. Las respectivas cabeceras serán: Mexicali, Ensenada de Todos Santos, Tijuana y Tecate."
"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. - México, octubre 20 de 1919.- R. Martínez del Río.- Enrique Suárez.- Amado J. Trejo.- Enrique Parra." - Primera lectura.
El C. prosecretario Mena: A petición del C. Espinosa y por orden de la Presidencia, se va a dar lectura al siguiente documento:
"MANIFIESTO AL PUEBLO DE LA NACIÓN
"La mayoría de la Cámara de Diputados a la opinión pública
"El incondicionalismo, tribu parasitaria y aislada en los rincones áureos de la casa de Júpiter, lejos del Aventino donde el pueblo escucha la doctrina de redención y sigue a los apóstoles con fe profunda y entusiasmos intangibles, impulsado por la fuerza de afirmaciones centellantes y de ásperas verdades, por el camino del porvenir; el incondicionalismo que dio pretorianos a los césares, genízaros a los sultanes, strelitz a los zares, augustanos a Nerón y Mignones a Enrique III de Francia, no ha poseído nunca, ni podrá tener jamás el apoyo de la opinión pública, el favor del pueblo, cuyo gran anhelo es vencer, en el curso de la evolución doliente, el circulo de sombras de todos los despotismo.
"los políticos incondicionales, espíritus vaciados en los rudos moldes del interés y no en los armoniosos moldes del deber, sacrifican la idea a los apetitos. Hegel no se dirigió a ellos cuando expuso en célebre doctrina: "El fin del Estado es la moralidad."
"El gobierno de los incondicionales no puede ser consentido por los pueblos libres: es el gobierno del capricho fundado en la cobardía.
"Los gobiernos cesáreos son los gobiernos de los pueblos esclavos; los pueblos libres no tiene más que un gobierno: el gobierno de la ley.
"El Estado, o sea el gobierno de la sociedad, no ha sido, organizado por ésta, sino para mantener el régimen del derecho, no el régimen del capricho, a fin de que las actividades individuales y colectivas puedan extenderse y prosperar con garantías de seguridad. El día en que la sociedad confió al Estado la dirección de la cosa pública, le impuso el deber ineludible de ajustar sus actos a las prescripciones legales dictadas por el interés, la conveniencia y la razón social.
"El Estado, según las disciplinas modernas, no es más que un representante del principio del derecho y su poder no llega hasta el extremo de atentar contra el principio de derecho. Cuando el Estado ataca aquel principio; cuando el Estado viola en el tálamo de la arbitrariedad la fuerza de la ley, los miembros de la sociedad, en cuyo interés está que las funciones públicas sean ejercidas de acuerdo con el principio del derecho, exigen el castigo inmediato de los funcionarios responsables. Y siempre que tal castigo se hace materialmente imposible dentro de la ley, los miembros de la sociedad, el pueblo soberano, recurre en defensa del principio
del derecho al último de las colectividades oprimidas: la revolución.
"Entre los políticos incondicionales y los políticos libres existen antagonismos insondables. Los políticos incondicionales sostienen el capricho contra el derecho; los políticos libres defienden el derecho contra el capricho. Los políticos incondicionales sostiene la traición del mandatario contra el mandante, la traición del Estado contra la sociedad; los políticos libren defienden la obediencia del mandatario a su mandante, la obediencia del Estado a la sociedad. Los políticos incondicionales sostienen el despotismo contra la soberanía del pueblo; los políticos libres defienden la soberanía del pueblo contra el despotismo. Los políticos incondicionales son los que provocan la ira del pueblo y las revoluciones; los políticos libres son los que hacen y dirigen las revoluciones. La guerra civil, pira crepitante que no debe mirarse con un desdén más o menos trágico, exaspera las relaciones morales. En México, después de la Revolución constitucionalista, hay hombres más libres que en la época de Porfirio Díaz; pero los hay también más incondicionales. Entre estos dos grupos de hombres el choque ha sido, es y será inevitable. En la vida pública, en la vida privada, en el atrium, en el forum, en el hogar, en la plaza pública, luchas los políticos libres y los políticos incondicionales. La libertad excluye el incondicionalismo y el incondicionalismo excluye la libertad. Los incondicionales creen que el más fuerte merece ser el amo de la sociedad; los libres piensan con Juan Jacobo que: "el más fuerte nunca es bastante fuerte para ser siempre el amo, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber."
"En la Cámara de Diputados, como en todos los organismos del Estado, hay políticos libres y políticos incondicionales. Las dos falanges antagónicas chocaron por primera vez, de modo resonante, en los debates sobre los Ferrocarriles de Yucatán. El cesarismo jugó sus intereses al trance de las batallas, y los perdió. Más tarde, los diputados libres alcanzaron nueva victoria sobre el poder cesáreo: la conservación del Municipio autónomo de la ciudad de México.
"Rodolfo Ihering, autor de la profunda obra "Espíritu del Derecho Romano", dice que Roma conquistó dos veces por la fuerza de las ideas al mundo: la primera, con la unidad religiosa; la segunda, con la aceptación de su derecho civil. Nosotros afirmamos, con legítimo orgullo, que la mayoría libre de la XXVIII Legislatura ha conseguido, por la fuerza de las ideas constitucionales, dos grandes triunfos sobre la fuerza de los intereses cesaristas: el primero, defendiendo la soberanía y la riqueza del Estado de Yucatán contra el centralismo político y administrativo; el segundo, defendiendo la libertad municipal contra el mismo enemigo,
"Los incondicionales y los libres, encuéntranse ahora frente a frente en otro asunto trascendental: las facultades extraordinarias del Ejecutivo con el ramo de Hacienda. Los incondicionales opinan que el Ejecutivo debe continuar en el uso de esas facultades; los libres juzgan que no. Debatido ampliamente el asunto, agotados los recursos del pro y del contra, los incondicionales, en vez de permanecer en sus curules, en vez de saber perder, como les ordena el principio democrático que forma la base de nuestras institucionales y establece la sumisión de las minorías al voto de las mayorías, han optado por vulnerar aquel principio básico de la democracia, desintegrando el quorum, en el instante preciso de la votación, e introduciendo así la anarquía en la Cámara de Diputados.
"La actitud rebelde de la minoría incondicional, más avanzada en el procedimiento servil que los incondicionales de todos los gobiernos anteriores de México, es insostenible a la luz de la doctrina política y contraria al espíritu y a la letra del artículo 72 constitucional y del 153 del reglamento de debates.
"El artículo 72 constitucional ordena que en "todo proyecto de ley o decreto cuya resolución no sea exclusiva de alguna de las cámaras" (tal es el caso de las facultades extraordinarias en Hacienda) "se discutirá sucesivamente en ambas, observándose el reglamento de debates sobre la forma, intervalos y modo de proceder en las discusiones y votaciones" El artículo del reglamento de debates, aplicable de conformidad con el precepto constitucional antes invocado al modo de proceder en la votación de las facultades extraordinarias, es el 153 que literalmente dice: "todas las votaciones se verificarán por mayoría absoluta, a no ser en aquellos casos en que la Constitución y este reglamento exigen las dos terceras partes de los votos." Desde luego se advierte que el reglamento consagra en las votaciones el predominio de las mayorías y que de consiguiente impone a las minorías en deber de sujetarse a la decisión de aquéllas. En consecuencia, la minoría incondicional de la Cámara de Diputados al negarse a obedecer el fallo de la minoría, atenta rotundamente contra el texto expreso de la ley.
"Los incondicionales aparecen con su maniobra ante los ojos del país como sacerdotes de un culto bárbaro sacrifican el derecho al capricho, el interés público al interés personal, en el altar de los holocausto cortesanos.
"El célebre Armand Dupléssis, cardenal de Richelieu, decía: "cuando he tomado una resolución, todo lo derribo, todo lo arraso, todo lo cubro bajo mi túnica cardenalicia." Los caballeros de la minoría incondicional de la Cámara de Diputados, parafraseando al ministro de Luis XIII pueden decir ahora: "cuando hemos tomado una resolución, todo lo derribamos, todo lo arrasamos, todo lo cubrimos bajo el hábito de la consigna."
"El presente manifiesto dirigido a la opinión pública, al censo inapelable de todos los actos políticos, no tiene más objeto que impedir que la verdad, la justicia, la ley, el derecho de la sociedad, queden cubiertos bajo el hábito obscuro de los caballeros de la consigna.
"Es llegado el momento de puntualizar por qué la mayoría de la Cámara de Diputados oponerse a que el Ejecutivo continúe usando de facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda.
"Lo que se ha dado en llamar facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda, constituye un verdadero atentado contra los intereses públicos y
contra el principio, filosóficamente justo e históricamente viejo de la intervención de los representantes del pueblo en la imposición de las contribuciones. La filosofía, la sana filosofía política, enseña que el si el pueblo es el que debe pagar las contribuciones, es el mismo, o sea el Congreso que lo representa, el competente para imponerlas; no el Ejecutivo, que es un simple administrador.
"El principio de la intervención de los representantes populares en la imposición de las contribuciones nació en los tiempos lejanos del medioevo, colocados como un puente entre las sociedades modernas y las sociedades antiguas, cuyos filósofos, historiadores, políticos y legisladores, no tuvieron idea exacta de las contribuciones y de los representantes. La primera prerrogativa que los vasallos arrancaron a la corona feudal clásica y absoluta, fue la de que no se pudieran establecer nuevos impuestos sin el consentimiento de los contribuyentes. Y tal prerrogativa, conquistada por el pueblo europeo en la edad media; puesta en práctica en Inglaterra desde que los varones organizaron la Confederación de San Edmundo; en Alemania desde los emperadores Hohenstaufen; en Francia desde los primeros Capetos; tal prerrogativa que las cortes españolas de Navarra, de Castilla y Aragón defendieron contra las usurpaciones de la realeza, es la misma que la minoría incondicional de la Cámara de Diputados de México, país de régimen republicano, pretende otorgar, anacrónicamente, al Ejecutivo, despojando de ella al pueblo.
"Si la filosofía indica la justicia de que las contribuciones no sean impuestas sin el consentimiento de los contribuyentes, manifestado por el voto de sus representantes, y si la Historia nos enseña que los monarcas absolutos, en la era arcaica del jure divino, no podían establecerlas sin el permiso de las asambleas populares, ¿no sería ir contra la Filosofía y la Historia autorizar al presidente de las República en el siglo de la soberanía del pueblo, a imponer esas contribuciones sin sujetarse a la opinión y al criterio del Congreso?
"Además, nuestro Código fundamental establece en su artículo 49, la independencia de los poderes, prohibe que puedan reunirse dos o más de éstos en una sola persona o corporación, ni depositarse el Legislativo en un individuo, y otorga a cada uno de ellos facultades expresas. De consiguiente, si alguno de los poderes delegase en otro las facultades que le son propias, encadenaría a él su independencia y violaría la Constitución. En el referido artículo queda, pues, prohibido terminante lo que se llama delegación de facultades de poder a poder. Y como el Congreso, al prescindir, en provecho del Ejecutivo, de su facultad legislativa en materia de impuestos, no haría sino delegar una facultad que le es propia; es claro e indubitable que al proceder de este modo quebrantaría la Constitución.
"La no delegación de facultades de poder a poder tiene el alto objeto de impedir la anarquía en el Gobierno, estableciendo para cada uno de los departamentos del Estado esferas perfectamente independientes y delimitadas. Y esta anarquía, prevista y condenada por la ley constitucional, es la que la minoría incondicionalista se ha obstinado en establecer cuando sostiene que el Ejecutivo debe poseer facultades para legislar en materia de Hacienda, cosa tan monstruosa, fuera del caso previsto en el artículo 29 de la Constitución, como lo sería el que el Congreso tratase de nombrar, por ejemplo, a los ministros del Gabinete.
"El único caso en que puede haber delegación de facultades es el señalado en el artículo 29 de la Constitución. Entonces la dictadura tiene un origen impuesto por la necesidad. Mas concediendo que en tiempo de guerra y de gran peligro público, cuando la vida del Estado se halla aMenazada, el Gobierno debe disponer, para su defensa, de todos los elementos del Poder, nosotros preguntamos: ¿La Cámara de Diputados puede otorgar al Ejecutivo facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda, sin haber decretado antes la suspensión de garantías individuales? No. Para que constitucionalmente el Ejecutivo pueda gozar de facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda, es indispensable que el Congreso haya decretado antes, fundado en grave peligro público, la suspensión de las garantías individuales; y aun una vez suspendidas dichas garantías, el Congreso puede no conceder al Ejecutivo facultades extraordinarias en Hacienda o en algún otro ramo administrativo.
"Si ante la nación surgiese el espectro de un grave peligro público, la dolorosa realidad de un desastre, nadie osaría negar al ejecutivo facultades extraordinarias. El Congreso Nacional concedió patrióticamente facultades extraordinarias al Ejecutivo en 1861 y 1863; pero en 1861 tratábase de salvar la Reforma y en 1863 de salvar la independencia aMenazada por la intervención tripartita. ¿El presidente de la República campea hoy por la salvación de la Reforma o de la independencia? No. Es cierto que, en ocasiones, el Congreso, olvidándose lamentablemente de la ley, ha concedido el Ejecutivo, en casos que no eran de gran peligro público, facultades extraordinarias en Hacienda; pero tales antecedentes, colocados fuera de la ortodoxia de la ciencia política, no pueden servir de norma a los diputados amantes de ajustar sus actas a la sana conveniencia pública. No hay argumentos históricos, filosóficos, legales ni políticos, para justificar la concesión de facultades extraordinarias en tiempos que, como el presente, no entrañan un gran peligro interior ni exterior. Las facultades extraordinarias, como su nombre lo indica, deben ser consentidas en los momentos extraordinarios. En cualquiera otro caso, la salvación del país radica en el fiel cumplimiento de los preceptos constitucionales y el moralización de la administración pública. Y tales son las miras de la mayoría libre de la Cámara de Diputados; cumplir con los mandatos constitucionales y procurar que los procedimientos de la Administración no se aparten del sendero normal.
"El ejercicio de toda facultad trae invívita una responsabilidad. Si legislar en materia de impuestos es facultad propia del Congreso y no del Ejecutivo, es inconcuso que la responsabilidad consiguiente al ejercicio de dicha facultad corresponde no al Poder Ejecutivo, que es un simple administrador, sino a los diputados a quienes el pueblo confió la misión de expedir las leyes. Y como el otorgamiento de facultades extraordinarias al Ejecutivo
no puede hacerse sino contrariando el espíritu de la ley, ¿la Cámara de Diputados debe asumir la responsabilidad política e histórica de un acto tan grave y trascendental? No. Entre los muchos antecedentes que acreditaban que debemos ajustarnos, no ya solamente a los preceptos legales, sino a los dictados de la prudencia política, podemos citar el de la XXVI Legislatura que aprobó el empréstito solicitado por Huerta. Aquella Legislatura faltó al mandato del pueblo, porque éste nunca pudo autorizarla para sostener un gobierno ilegítimo; y, aunque procedió dentro de los términos de la Constitución no podrá escaparse de la censura de la Historia. El gobierno actual no es un gobierno ilegítimo. ¿pero, qué podría contestarse en defensa del presente Congreso, cuando las generaciones futuras lo acusasen de haber establecido, sin necesidad, una dictadura temporal? Por otra parte, el Congreso no debe, en manera alguna, establecer un gobierno de privilegio, una dictadura, en estos momentos en que ningún país republicano, inclusive del grupo turbulento de la raza indolatina, han visto a sus diputados abdicar en provecho del Ejecutivo, la intervención legítima que les corresponde en la imposición de contribuciones. El señor Estrada Cabrera, representante del régimen más unipersonal de América, gobierna sin facultades extraordinarias de Hacienda, y México, la nación que ha vertido su sangre por la conquista de los principios más avanzados de la democracia, ¿puede ver con agrado la actitud de la minoría incondicional empecinada en colocar al señor Carranza en un puesto que le envidiarían los mismos reyes medioevales?
Toda la nación está pendiente del manejo de los fondos públicos; toda la nación tiene los ojos fijos en la inversión de los caudales del Erario. La vigilancia de esta inversión compete al Congreso y, de consiguiente, es de él la responsabilidad anexa al mal empleo de esos caudales, proporcionados trabajosamente por nuestro pueblo, que lleva sobre las espaldas el peso de la miseria, consecuencia fatal de todas las convulsiones intestinas. Y, ¿cuál ha sido el empleo de los dineros del pueblo? La Historia, al copiar datos exactos sobre la agitada época que vivimos, responderá que nunca, como ahora, había apreciado el repudio de una deuda interior de centenares de millones, declarada primero sagrada y nulificada después por un ministro de Hacienda, prestidigitador y travieso como el Fausto de Marlowe. Y cuando el Ministerio de Hacienda oficia como un Harpagón, el mismo personaje que desconoció tal deuda sagrada contraída con el pueblo, ¿puede ser conveniente otorgar facultades extraordinarias para que en el uso de ellas se inviertan los fondos públicos? Cuando vemos que nuestro crédito en el extranjero padece cada día más por la falta de cumplimiento de nuestros compromisos; cuando en el uso de las facultades extraordinarias las cuotas fijadas en los aranceles varían de sol a sol con desesperación de los comerciantes, a quienes la opinión pública señala como víctimas de las maniobras y brujeos de los favoritos exportadores de pieles y ganados; cuando el Ministerio de la Guerra es un tonel sin fondo, en donde desaparecen millones y más millones, sin que se palpen los beneficios de la pacificación; cuando el Ministerio de Gobernación, usando de los fondos públicos, ha transformado las mesas electorales en tableros de escamoteadores de la voluntad popular, y los favoritos se enriquecen rápidamente, lo mismo que en las épocas en que los reyes eran dispensadores de gracias y mercedes, ¿debe el Congreso, representante directo de la nación, dejar de intervenir en la imposición de las contribuciones en la vigilancia de ellas y en el examen de cuenta pública? La mayoría libre de la Cámara de Diputados opina que no. Ella desea reducir los impuestos, acomodándolos a la situación presente; ella quiere impedir el impúdico encubrimiento de bausanes sin mérito y el premio que se concede a hombres negativos, desprovisto de valor, de talento y de virtud; ella quiere en último análisis, cumplir con la Constitución y coadyuvar en la moralización de la administración pública...." (Aplausos. Voces. Desorden.)
El C. secretario Aguilar, interrumpiendo: Por disposición de la Presidencia, se va a dar lectura al artículo 197 del Reglamento.
"Artículo 197. Los que perturben de cualquier modo el orden, serán despedidos de la galería en el mismo acto; pero si la falta fuese grave o importare delito, el presidente mandará detener al que la cometiere y consignarlo al juez competente."
El C. Espinosa: ¡Moción de orden, señor presidente!
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Para reclamar que no es pertinente la lectura del artículo 197 reglamentario, por que las galerías no están cometiendo ningún escándalo... (Aplausos en las galerías.) Los aplausos son una manifestación de entusiasmo a que tiene derecho y que en manera alguna viene a alterar el orden de esta Asamblea. (Aplausos en las galerías) Ni siquiera es aplicable al Reglamento a los aplausos de esa claque mercenaria pagada por el Erario Nacional, de manos de Aguirre Berlanga, y encabezada por el conocido cubano León Ossorio. (Voces en las curules y en las galerías: ¡Fuera Ossorio! ¡Moción de orden!)
El C. Trigo: Pido se cumpla con lo dispuesto en el artículo 198 del Reglamento.
El C. Lorandi: ¡Moción de orden! (Voces: ¡Moción de orden!)
El C. presidente: La presidencia contesta al C. Espinosa que no tiene razón para pretender modificar el Reglamento. El Reglamento prohibe a las galerías hacer manifestaciones de cualquiera especie. Si el desorden continúa, la Presidencia se verá precisada a mandar desalojar las galerías, incluso León Ossorio y acompañantes, así como los que viene por cuenta de otras personas. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)
El C. Espinosa: Nada más pido a su Señoría que dé la orden respectiva a Francisco Chávez.
El C. González Galindo: Señor presidente....(Campanilla.)
El C. presidente: Continúa la lectura.
El C. prosecretario Mena: Por disposición de la Presidencia va a continuar la lectura del manifiesto que está ya para terminar. (Campanilla.)
El C. presidente: La Presidencia se permite excitar a los asistentes a las galerías para que se sirvan no interrumpir a lectura de los documentos que se están leyendo......
El C. González Galindo, interrumpiendo: ¡Moción de orden!
El C. presidente, continuando: porque la Presidencia no quiere verse precisada a mandar desalojar las galerías. Ha permitido, a consentido los aplausos, pero no puede consentir los gritos, ni los aplausos tampoco, cuando interrumpen la labor de la Representación Nacional.
El C. González Galindo: Señor presidente, moción de orden.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. González Galindo para una moción de orden.
El C. González Galindo: Señor presidente: Llamo muy respetuosamente la atención de Su Señoría hacia el hecho de que las manifestaciones quedan prohibidas por el Reglamento cuando se está en discusión; pero en estos momentos no estamos en discusión y las galerías están en su perfecto derecho de hacerlas... (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Campanilla.)
El C. Siurob: ¡Moción de orden, señor presidente! (Desorden.)
- El mismo C. prosecretario, leyendo: "La minoría incondicionalista..." (Campanilla.)
El C. presidente, interrumpiendo: El C. González Galindo tampoco tiene derecho para modificar el Reglamento de la Cámara.
El C. Siurob: ¡Moción de orden, señor presidente!
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Siurob: Señor presidente: Ya ha sido señalado un individuo como agitador en el seno de las galerías, desde ayer que se significó en la misma forma; los otros ciudadanos no hacen más que contrarrestar la labor indigna de este ciudadano. (Aplausos. Voces: ¡No es ciudadano! ¡Es cubano!) En tal concepto, y siendo perfectamente reconocido hasta el grado de que no sólo los diputados lo han señalado, sino también los mismo individuos de las galerías y hasta Su Señoría el señor presidente ha dicho, de manera expresa, que ya saben quién es el que está haciendo esos escándalos, pido a Su Señoría, que para evitar más desorden y como un ejemplo saludable para que se conserve el orden en las galerías, mande a desalojar a ese individuo. (Aplausos. Voces: ¡Fuera! ¡Fuera!)
El C. Rodríguez de la Fuente: ¡Moción de orden! (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)
El C. presidente: La Presidencia se permite repetir lo que antes dijo, esto es que si continúa el desorden mandara desalojar a todos los que alteren el orden; y advierte que hasta este momento la Presidencia ha observado que los que han introducido el desorden son los que aplauden el documento que se esté leyendo. (Voces: ¡No! ¡Sí!)
- El mismo C. prosecretario Mena, continuando la lectura:
"...La minoría incondicionalista es dueña de su criterio; puede hacer de él lo que más le agrade; los incondicionales pueden seguir en su trabajo de cortesanos de alzar una dictadura, de violar una Constitución, de faltar al compromiso contraído con sus electores. La mayoría libre de la Cámara de Diputados, se opondrá siempre a los incondicionales, defendiendo la Constitución y los intereses populares, apoyándose en la Historia, el la Filosofía, el Ciencia Política, en la Ley y en la Moral. Si los incondicionales creen que el deber debe ser sacrificado al interés y el derecho al capricho, los diputados libres, siguiendo el consejo de Mirabeau, sacrificarán la grande moral a la petit moral."
"México, octubre 20 de 1919.- Alejandro Velásquez López. - Rubén Basañez.- Mariano Leal. - José Castillo Torre. - H. S. Rodríguez. - Julián Villaseñor Mejía. - E. L. Céspedes. - Antonio Valadez Ramírez. - Antonio Villalobos jr. - Issac Olivé. - Candelario Garza. - J. Guadalupe García. - Manuel Romero Cepeda. - Edmundo Bolio. - José María Suárez. - Pánfilo Méndez. - Salvador Escudero. - Matías Ramos. - Modesto González Galindo. - Ignacio Pérez Vargas. - B. Vadillo. - José García de Alba - Antonio Guerrero. - Alfonso Breceda. - G. Padrés. - Carlos Bravo - Custodio Valverde. - Rafael Rojas. - Leopoldo Zincúnegui T. - Crespo. - F. R. Serrano. - M. G. de Velasco. - R. Gutiérrez Orantes. - Joaquín Lanz Galera. - Damián Alarcón. - Gildardo Gómez. - José Castilleja. - A. Rivera Castillo. - L. Breña. - E. Ríos Landeros. - E. Cárdenas. Ismael Díaz Gonzáles .- Gutiérrez - L. Espinosa y E. - R. Casa Alatriste. - Uriel Avilés. - D. Zavala. - Cosme D. Gómez. - R. Balderrama. - Matías Rodríguez .- R. López Serrano. - Atanasio Gutiérrez. - Oscar H. León. - Francisco Reyes. - Lic. Rafael Rojas. - J. P. Alejandre. - Justino Alencáster. -José M. Soto. - R. de la Torre. - Luis Fernández. - Enrique Meza. - Martínez."
- El mismo C. prosecretario: A solicitud de varios ciudadanos diputados, y por orden de la Presidencia, va a darse lectura al siguiente:
"Manifiesto a la nación:
"En privación de que la intransigencia de la mayoría en la Cámara de Diputados ocasione la suspensión indefinida de las labores parlamentarias por la minoría se niega a votar la ley que, en término absoluto, retira el uso de las facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda del Poder Ejecutivo, hemos resulto dirigirnos a la nación para explicar nuestra actitud por medio del siguiente manifiesto:
"A consecuencia del movimiento revolucionario desapareció toda la organización administrativa en el ramo de Hacienda y ha sido necesario reconstruirla de acuerdo con nuevos principios y nuevas necesidades y con la eficacia y actividad que requiere el funcionamiento diario y complejo de la hacienda pública. Además, la situación económica mundial, que influye inevitablemente en las condiciones económicas nacionales, puede ocasionar que en un momento dado se presenten fenómenos financieros que requieran una solución rápida y eficaz, ya sea contrayendo los presupuestos de egresos, modificando los impuestos y los aranceles y aun transformando el sistema monetario para evitar una crisis que en 24 horas pueda ocasionar un grave trastorno nacional.
"Por este motivo y otros más que se relacionan con la pacificación de la República y con su rápida reorganización administrativa, los diputados que integramos la minoría de la Cámara, nos hemos opuesto a la expedición de una ley que, rompiendo
con toda previsión y poniendo en peligro la vida financiera del país, no tiene más fundamento que la satisfacción de intereses políticos por parte de una mayoría que parece estar dispuesta a exponer los intereses generales para obtener la realización de sus propósitos en los cuales campea exclusivamente la conveniencia política.
"La Cámara de Diputados que, como todas las asambleas, no está capacitada ni para expedir las leyes que normalmente deben regir a la hacienda pública general, ni menos aun aquellas que en un momento dado habrían de resolver una aguda crisis económica. Faltan sólo 60 sesiones para que concluya el período actual y es bien sabido que la mayor parte del tiempo se pierde de una manera inevitable en discusiones de orden político que impiden desarrollar una labor legislativa por medio de la cual pudiéramos comprometernos ante la República entera a resolver todas las cuestiones del orden financiero que se puedan presentar.
"Están pendientes desde el mes de mayo las leyes del Petróleo, del Trabajo, de Tierras y otras más que son urgentes, que tienen relación con la política internacional y no ha sido posible expedirlas; y así todavía pretende la mayoría del Parlamento que privemos a la nación de la leyes que en un momento dado, pueden regir a la hacienda pública sin poderle siquiera asegurar que en 60 sesiones habremos de expedirlas.
"Nosotros, como miembros de la minoría parlamentaria, tenemos la obligación de velar por los intereses nacionales y de evitar que sean sacrificados al interés político; por eso haciendo uso de un derecho indiscutible nos hemos negado a confabularnos con la mayoría y hemos resuelto enfrentar nuestro valor civil a su intransigencia.
"Hemos tenido en cuenta también que en la actualidad no existen razones económicas, ni morales, ni sociales, que reclamen la supresión absoluta de las facultades extraordinarias que en el ramo de Hacienda otorgó la XXVII Legislatura al Poder Ejecutivo de la Unión; y que las razones políticas que han movido a la mayoría de la Cámara actual para derogarlas, carecen de valor y no pueden estimarse superiores a las razones de interés nacional en que se apoya la minoría, integrada por miembros de todos los partidos.
"En consecuencia, la minoría, previendo males mayores, opta por la defensa de los intereses generales y se mantendrá en su actitud mientras la mayoría no abandone la defensa de sus intereses políticos y se decida a entrar por el sendero del patriotismo.
"México, D. F., 15 de octubre de 1919. - V. Lorandi. - Lic. Jesús Rodríguez de la Fuente. - Marciano González. - R. Martínez del Río. - Humberto Villela. - David Castillo. - Benjamín Méndez. - Jesús Pérez Vela. - Lic. D. Pastrana J. - R. Cárdenas. - Rafael L. de los Ríos. - M. Gómez Noriega. - M. H. Flores. - Genaro Palacios Moreno. - O. M. Trigo. - D. Vilchis. - F. L. Treviño. - Hernández Loyola. - C. Molina. - Carlos E. Tamez. - Lic. Juan Velásquez. - E. Soto P. - Pablo Aguilar. - Jorge M. Mancisidor. - Abraham Mejía. - B. Balderas Márquez. - Ernesto Alcocer. - Sabino Rodríguez. - F. Tejeda Llorca. - R. Márquez Galindo. - Horacio Uzeta. - Ramón García Ruiz. - S. M. Tello. - Arturo Méndez. - Lic. Miguel Limón Uriarte. - F. Pérez Carbajal. - Vito Aguirre. - E. O'Farril. - R. Castro. - C. Navarro. - F. Valladares. - Jesús Sotres y Olaco. - José Verástegui. - M. D. Urdanivia. - F. Madrid. - F. de la Colina. - F. E. Martínez. - R. Zerecero. - Fortunato Méndez. - Guillermo Cordero. - Genaro V. Vásquez. - José Federico Rocha. - Estanislao Peña. - J. Gaitán. - Feliciano Gil. - Pablo García. - A. Rodríguez. - Samuel Malpica. - J. Pesqueira. - J. Luis Patiño."
El C. secretario Saldaña: A petición del C. diputado Valadez Ramírez, se va a dar lectura al artículo 29....
El C. secretario Aguilar, interrumpiendo: Por disposición de la Presidencia se invita a los ciudadanos diputados que están de pie a que se sirvan ocupar sus curules y guarden silencio.
El C. secretario Saldaña: A petición del C. Valadez Ramírez, se va a dar lectura al artículo 29 de la Constitución argentina: Dice así:
"Artículo 29. El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulan, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria." (Aplausos.)
El C. presidente. - Tiene la palabra, para hechos el C. Trigo. (Voces: ¡A votar!)
El C. Saldaña: ¡Moción de orden!
El C. Arriaga: ¡Moción de orden! Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.
El C. Arriaga: Hay un artículo reglamentario que dice claramente que una vez que se ha declarado suficientemente discutido un asunto, se debe pasar inmediatamente a votación aquí, en este caso, ya hemos visto que varias veces se ha pasado a votación, y creo que el trámite de la Mesa debe ser en este caso poner a votación el artículo respectivo. (Aplausos.)
El C. presidente: La Presidencia conoce el Reglamento a este respecto... (Voces: ¡No la parece!) y sabe.....
El C. Lorandi, interrumpiendo: ¡No tengan miedo!
El C. presidente, continuando: En seguida se va a poner a votación el artículo; pero también la Asamblea sabe que, para hechos siempre se concede la palabra después de la lectura del acta y después de la lectura de los documentos en cartera. Tiene la palabra el C. Trigo.
El C. García de Alba: ¡Moción de orden!
El C. Siurob: ¡Reclamo el trámite!
El C. Arriaga: ¡Moción de orden!
El C. Trigo: El artículo 101 del Reglamento me da derecho para hablar; son alusiones personales.
El C. Arriaga: Pido la palabra para insistir en mi moción de orden.
El C. Saldaña: ¡Moción de orden!
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Saldaña, para una moción de orden.
El C. Saldaña: Presidiendo ayer esta honorable Asamblea el señor diputado Leal, y habiendo algún ciudadano diputado pedido la palabra para hechos, no se la concedió, diciendo que el asunto estaba a votación, e inmediatamente ordenó que se pasara a la votación. (Aplausos.)
El C. Trigo: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Saldaña: Aquí no es el asunto de que la votación vaya a principiar, es un a votación suspendida y, por lo tanto, debe de reanudarse. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Los hechos deben tener lugar después de la votación precisamente.
El C. Trigo: ¡Moción de orden!
El C. Lorandi: ¡Pido la palabra!
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Trigo: La tengo en este momento, C. Siurob, para una moción de orden. Pido a la Presidencia se sirva ordenar la lectura del artículo 101 del Reglamento.
- El C. secretario Aguilar, leyendo:
"Artículo 101. Los individuos de la Cámara, aun cuando no estén inscriptos en la lista de los oradores, podrán pedir la palabra para rectificar hechos o contestar alusiones personales."
(Voces: ¡Claro! ¡Claro, después de la votación!)
El C. Trigo: Un momento, que aun no ha cesado mi moción de orden.
El C. García de Alba: ¡Moción de orden! (Desorden.)
El C. Amezola: Pido la palabra.
El C. García de Alba: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Trigo: Para una moción de orden la tengo, ciudadano diputado; aun no he terminado.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. García de Alba, para hacer una moción de orden.
El C. García de Alba: Señores diputados: ¡Parece mentira lo que ésta pasando en la Cámara! (Voces: ¡Yo lo creo!) Que la Presidencia se obstine en violar artículos expresos del Reglamento, contra la voluntad de toda la Asamblea.
El C. Lorandi, interrumpiendo: ¡Ah, qué caray!
El C. García de Alba, continuando: Se lo voy a probar a usted, joven Lorandi. (Voces: ¡Qué joven!) Es joven en sus procedimientos. Artículo 115 reglamentario. Dice así:
"Artículo 115. Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular, se preguntara si ha o no lugar a votar; en el primer caso, se procederá a la votación; en el segundo, volverá el artículo a la Comisión."
Y el artículo 114 dice:
"Artículo 114. Declarado un proyecto suficientemente discutido en lo general, se preguntará si ha o no lugar a votarlo en su totalidad: y habiéndolo, se procederá a la discusión de los artículos en particular. En caso contrario, se preguntará si vuelve o no todo el proyecto a la Comisión. Si la resolución fuese afirmativa, volverá, en efecto, para que lo reforme; mas si fuere negativa, se tendrá por desechado."
Los artículos que acabo de citar, manifiestan expresamente que ninguna votación se podrá suspender, ni aun título de rectificación de hechos, porque ya se ha sentado la práctica parlamentaria de que esas rectificaciones se harán al final de la discusión.
El C. Lorandi: ¿Y los documentos?
El C. García de Alba: Los documentos se han leído conforme al artículo 32 del Reglamento, que prescribe el orden en que con ellos se debe dar cuenta.
"Artículo 32. En las sesiones se dará cuenta con los negocios en el orden siguiente:
"I. Acta de la sesión anterior, para su aprobación. Si ocurriese discusión sobre alguno de los puntos del acta, deberá informar la Secretaría y podrán hacer uso de la palabra dos individuos en pro y dos en contra, después de lo cual se consultará la aprobación de la Cámara;
"II. Comunicaciones de la otra Cámara, del Ejecutivo de la Unión, de las legislaturas y de los gobernadores de los Estado.
"III. Iniciativas del Ejecutivo, de las legislaturas y de los individuos de la Cámara.
"IV. Dictámenes de primera lectura;
"V. Dictámenes de segunda lectura;
"VI. Memoriales de los particulares;
"VII. Dictámenes señalados para discutirse;
"VIII. Minutas de ley."
En está virtud exijo - no pido - a la Presidencia que cumpla con la Orden del Día, procediendo inmediatamente a la votación. (Voces: ¡A votar! Aplausos.)
El C. presidente: Si el C. Trigo, al pedir la palabra para hechos, trata de impedir la votación, la Presidencia le quitará desde luego la palabra. (Voces: ¡Moción de orden!)
El C. Toro: ¡Moción de orden! (Voces: ¡A votar!) Pido la palabra para moción de orden.
El C. Díaz González: ¡Moción de orden! (Desorden.)
El C. Toro: He pedido la palabra para una moción de orden.
El C. Siurob: ¡Moción de orden!
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Toro para una moción de orden.
El C. Toro: Se está interrumpiendo el orden, porque la petición que ha hecho el C. Trigo se refiere al momento en que se está discutiendo un asunto; se ha pasado la discusión y no tiene derecho de tomar la palabra, ni para hechos ni para nada. (Aplausos. Voces: ¡A votar! ¡A votar!)
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden. Pido la palabra para una moción de orden. ¡Pido la palabra para una moción de orden!
El C. Trejo: Señor presidente: Reclamo el trámite de la Mesa.
El C. García de Alba: ¡Muy bien! Yo también lo reclamo. (Voces: ¡Estamos en votación!)
El C. Trejo: ¡Reclamo el trámite de la Mesa y pido que se ponga a discusión. (Voces: ¡No hay trámite!)
El C. prosecretario Mena: Habiendo sido reclamado el trámite de la Mesa (Voces: ¿Cuál trámite? ¡No hay trámite!) por el C. Trejo.....
El C. Arriaga, interrumpiendo: Ese no es trámite, es un capricho de la Mesa..
- El mismo C. prosecretario, continuando: la Presidencia dispone que se ponga a discusión y, para el efecto, ruega a los ciudadanos diputados que deseen impugnarlo, se sirvan pasar a inscribirse en contra de él.
El C. Arriaga: Exijo a Su Señoría el señor Presidente, que cumpla con el artículo 115 del Reglamento.
El C. prosecretario Mena: En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Hay mayoría de pie.
Aprobado el trámite. (Campanilla.) La Presidencia manda a la Secretaría que rectifique: No hay mayoría de pie. (Aplausos.) Sigue a discusión. (Aplausos.)
El C. García de Alba: ¿Qué cosa? (Voces: ¡A votar! ¿a votar!)
El C. secretario Aguilar: Se va a proceder a recoger la votación nominal del artículo 1o. del proyecto de ley que retira el Ejecutivo las facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda. (Aplausos. Voces: ¡Moción de orden! ¡A votar! Desorden.)
El C. secretario García Ruiz: Se procede a la votación. (Aplausos y voces: ¡Muy bien! ¡Vamonos!)
El C. Saldaña: Se ha cometido una injusticia al no dejar hablar al C. Trigo. (Voces: ¡A votar! Desorden.)
- El mismo C. secretario: La Presidencia informa a la Asamblea, que mientras no cese el desorden, no se procederá a la votación. (Voces: ¡Cállense!) Por la afirmativa.
El C. prosecretario Mena: Por la negativa.
(Se procedió a recoger la votación.)
- El mismo C. secretario, interrumpiendo: La Presidencia ordena se suspenda la votación hasta que las galerías guarden la debida compostura. (Voces: ¡Las galerías nada hacen!)
El C. presidente: La Presidencia informa que en las galerías algunos individuos hacen coro a las votaciones, y como esto es indebido, no se puede seguir con la votación. (Voces: ¡Adelante con la votación!)
(Se siguió recogiendo la votación!)
- El mismo C. secretario: Se declara cerrada la votación. (Aplausos estruendosos. Voces: ¡Viva la Revolución! ¡Reclamo la votación!)
Votaron por la afirmativa 109 ciudadanos diputados. (Aplausos.) La Presidencia ordena que se lean los nombres de los votaron por la afirmativa, para que se hagan las rectificaciones necesarias, si las hay:
Alarcón, Alcocer, Alejandre, Alencáster, Altamirano, Alvarez del Castillo, Amezola, Arriaga, Avilés, Balderrama, Baledón Gil, Barragán, Basáñez, Berumen, Bolio, Bravo Carlos, Bravo Lucas, Breceda, Breña, Cárdenas Emilio, Carriedo Méndez, Casa Alatriste, Castilleja, Castillo Torre, Céspedes, Crespo, Chablé, Díaz González, Escudero, Espinosa Bávara, Espinosa Luis, Espinosa y Elenes, Fernández Martínez, Fernández Miguel B., Ferrel, Fierro, Galindo Aurelio F., García Antonio M., García de Alba, García José Guadalupe, García Norberto, García Vigil, Garza, Gómez Cosme D., Gómez Gildardo, González Galindo, González Jesús N., Guerrero Antonio, Gutiérrez Antonio, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez de Velasco, Hernández Jerónimo, Huerta, Jiménez, Lanz Galera, Lazcano Carrasco, Leal, León, Liekens, Lomelí, López Emiliano Z., López Serrano, Macías Rubalcaba, Mena, Méndez Pánfilo, Mendoza, Mercado, Meza, Morales Francisco César, Morales Sánchez, Olivé, Ortega, Ortiz, Padrés, Pastor, Pérez Vargas, Reyes Francisco, Rivera Castillo, Roaro, Rodríguez Herminio S., Rodríguez Matías, Rojas Rafael, Rojas Rafael R., Romero Cepeda, Rosas, Ruiz H. José María, Ruiz Porfirio, Saldaña José P., Sánchez José M., Saucedo, Schulz y Alvarez, Serrano Francisco R., Silva Jesús, Siurob, Soto José M., Soto Rosendo A., Suárez José María, Toro, Torre, de la, Trejo Amado, Vadillo, Valadez Ramírez, Valverde, Velásquez López, Verástegui Franco, Villalobos, Villaseñor Mejía, Zavala Dionisio y Zincúnegui tercero.
El C. Toro: ¡Falta mi voto por la afirmativa!
El C. prosecretario Mena: ¡Ya está!
- El mismo C. secretario: Total, 109 votos. (Aplausos.)
- El mismo C. prosecretario: Votaron por la negativa 17 ciudadanos diputados... (Aplausos.) cuyos nombres van a ser leídos; haciendo la Presidencia, por conducto de la Secretaría, la declaratoria de que ha sido aprobado el artículo 1o. del proyecto de ley que suspende al Ejecutivo el uso de las facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda. (Aplausos. Voces: ¡Muy bien! ¡Viva la Revolución!)
Aguilar Antonio, Andrade, Camarena, Cancino, Castillo David, Cervantes Olivera, Cuéllar, Díaz Infante, Esparza, Galindo Carlos, García Ruiz, Martínez Saldaña, Mejía, Peña, Sánchez Salazar, Suárez Enrique y Valadez.
- El mismo C. prosecretario: El C. Martínez Ignacio E. reclama su voto por la negativa; serán entonces 18 votos. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)
El C. González Galindo: ¡Vivan las mayorías!
El C. Zincúnegui Tercero: ¡Es la Revolución que triunfa!
- El mismo C. secretario: Se invita atentamente a los ciudadanos diputados a ocupar sus curules para que prosiga la discusión.
A discusión el artículo transitorio de la ley, que dice: "Artículo único. El Ejecutivo de la Unión.... (Voces: ¡No! ¡No! Campanilla.) La Secretaría hace la rectificación:
"Transitorio. Esta ley estará en vigor desde el día de su publicación."
Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra en pro o en contra, sírvanse pasar a inscribirse.
No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta a la Asamblea si ha lugar a votarlo. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.
Ha lugar a votarlo.
Se procede a la votación nominal.
Por la afirmativa.
- El mismo C. prosecretario: Por la negativa. (Se procedío a recoger la votación.)
- El mismo C. secretario: Votaron por la afirmativa 122 ciudadanos diputados.
- El mismo C. prosecretario: Votaron por la negativa 9 ciudadanos diputados.
- El mismo C. secretario: En consecuencia, pasa al Senado para los efectos de ley. La Presidencia nombra en comisión a los CC. Trejo, García Vigil, Ruiz Porfirio, Toro Alfonso, García Antonino, Rosas Miguel y secretario García Ruiz. (Aplausos.)
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. presidente: ¿Con qué objeto?
El C. Espinosa: Habiéndose presentado una acusación en contra de altos funcionarios de la Federación, suplico atentamente a la Presidencia se pase a sesión secreta para tratar este asunto.
El C. presidente: La Presidencia manifiesta al C. Espinosa, que todavía queda un asunto, según la Orden del Día, para hoy, y se va a proceder a él.
- El mismo C. prosecretario: Votación del proyecto de ley cuyo artículo 1o., dice.
"Artículo único: Se concede permiso al señor Felix F. Palavicini para que, sin menoscabo de sus derechos de ciudadano, puedan admitir y usar la condecoración de Comendador por la Corona Británica, que le fue conferida por su Majestad el rey de Inglaterra."
Está a votación. Se va a recoger la votación nominal pendiente.
Por la disposición de la Presidencia, la Secretaría va a dar lectura a los artículos 156 y 157 del Reglamento.
"Artículo 156. Cuando llegue el momento de votar, los secretarios lo anunciarán en el salón y mandarán que se igual anuncio en las salas de desahogo. Poco después, comenzará la votación.
"Artículo 157. Mientras ésta se verifica, ningún miembro de la Cámara deberá salir del salón ni excusarse de votar."
El C. secretario Saldaña: Por la afirmativa.
El C. prosecretario Mena: Por la negativa. (Se procedió a recoger la votación.)
El C. secretario Saldaña: Votaron por la afirmativa 138 ciudadanos diputados.
El C. prosecretario Mena: Votaron por la negativa 7 ciudadanos diputados. En consecuencia, ha sido aprobado el proyecto de ley relativo a que puede usar el señor Palavicini una condecoración concedida por el rey de Inglaterra.
Pasa al Senado para los efectos constitucionales.
El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el C. diputado Trigo.
El C. Trigo: Ciudadanos diputados: Por una determinación de esta honorable Asamblea, que no quiero calificar, se me coartó el derecho, hace unos cuantos momentos, de protestar enérgicamente por los términos que emplea el manifiesto subscripto por la mayoría, en que se nos llama serviles e incondicionales. (Voces: ¡Huy! Siseos.) Voy a demostrar, ciudadanos diputados, con hechos, porque "el movimiento se demuestra andando", que si en alguna parte ha habido incondicionalismo es, no en toda la mayoría, - que yo soy más honrado en esta declaración -, pero sí en muchos de los individuos de esa mayoría, como voy a demostrarlo en estos momentos.
El autor del proyecto en cuestión, tengo entendido que es el señor licenciado y diputado don José Castillo Torre, en lo particular buen amigo mío, pero a quien - como es lógico -, debo demostrar cuando menos en mí. Voy a señalar ciertos hechos del C. Castillo Torre para demostrar que este señor que en meses pasados, cuando aún no se acentuaban nuestras divisiones, sí el señor licenciado Castillo Torre hacía caso de las indicaciones que venían de lo alto y sí entonces no hubo quien le llamara servil como él ligeramente nos ha calificado ahora a nosotros.
El C. Altamirano, interrumpiendo: ¿Me permite usted una aclaración, señor compañero?
El C. Trigo, continuando: Cuando termine yo de hablar, puede hacer todas las que guste. Voy a señalar no solamente al C. Castillo Torre, sino a varios ciudadanos diputados. (Murmullos.) Tengan paciencia Sus Señorías; por el momento como he citado el caso del señor Castillo Torre, a quien, repito, no quiero ofender en lo personal ni tengo intención de ofender, sino únicamente de rechazar un cargo que a mi me viene, me voy a permitir recordar su actitud en el caso de la credencial del señor García Vigil en esta Cámara. Esta credencial de García Vigil, señores - ya es tiempo de hablar claro para que se sepa hasta dónde llegó el verdadero servilismo - fue una de aquellas discusiones en esta Asamblea en que se batió verdadero lodo y se apeló a sistemas canallescos, a procedimientos que repugna todo honor y toda caballerosidad. Formaba yo parte entonces del "Bloque Liberal Nacionalista" y me acuerdo que fuimos convocados a una sesión una mañana al medio día en ese salón amarillo, y ahí estaba el C. Valadez Ramírez, que también nos llama serviles, y ahí en ese sitio en que estaban también otros ciudadanos diputados que nos llaman ahora serviles, el ciudadano diputado - y hablo claro -, el señor diputado Silva nos decía: "Ustedes deben votar en contra de la credencial del señor García Vigil, porque el señor García Vigil es un traidor a la patria, porque hay documentos que lo demuestran, documentos que están en manos de cierto personaje" - indicó el nombre -; entonces, los que nos llaman serviles hoy, los que ahora vuelcan todo el colmo de las injurias sobre las minorías porque ha asumido una actitud que va de acuerdo con su criterio, con su criterio recto, todos se callaron y nadie protestó ante eso, excepción hecha de mí que le contesté al C. Silva: "Si usted me demuestra que el C. García Vigil es traidor a la patria, con documentos, y que es verdad esto, yo iré a la tribuna y ante la Representación Nacional acusaré al C. García Vigil de traidor a la patria"; pero nadie protestó, nadie asumió esta actitud todos...
El C. García J. Guadalupe, interrumpiendo: También yo, señor.
El C. Trigo: Hay ahí un testigo de esos hechos...
El C. Gómez Gildardo, interrumpiendo: También yo protesté.
El C. Trigo: No lo recuerdo, señor doctor Gómez, pero vamos a suponer que el doctor Gómez también haya protestado en esa junta en la que había sesenta y tantos ciudadanos diputados; solamente tres, vamos a suponer, levantaron la voz para rechazar un cargo semejante...
- El C. Saldaña, interrumpiendo; ¿De mí no se acuerda, compañero?
El C. Trigo: Va a resultar que de los sesenta y tantos que asistieron a esa junta, todos protestaron...
El C. Saldaña; Entiendo que yo hice un voto particular. - El C. Trigo, continuando: Vamos ahora, señores diputados, al caso concreto del señor diputado Castillo Torre; este señor diputado Castillo Torre formaba parte de la Comisión dictaminadora, según tengo entendido, y al señor Castillo Torre se acercó el C. Manuel García Vigil cuando ya este hombre, desesperado de las maniobras que en su contra se esgrimían, no pudo soportar más y le dijo:
"Dictamine usted en pro o dictamine usted en contra, como quiera que sea; pero despache usted el asunto" - y yo en este mismo acto voy a interrogar al señor García Vigil -; el C. Castillo Torre dijo a García Vigil que sí iba a dictaminar y por fin no dictaminó en la cuestión. Ciudadano García Vigil: (Voces: ¡No está! ¡Está fuera!) haré mi interpelación cuando el C. García Vigil ocupe su escaño, ciudadanos diputados.
El C. Lorandi, interrumpiendo: ¡Yo lo oí!
El C. Trigo: Pero yo quiero que lo diga el C. García Vigil y repito que no tengo intención de ofender al C. Castillo Torre; dista mucho de mi esto; pero si encuentro muy injusto que el C. Castillo Torre, sin recordarse en que había tiempos en que no se atrevía a contrariar la voluntad de los poderosos, si había tiempos en que excusaba de dictaminar ya que no quería hacerlo en contra del dictamen, esto, ciudadanos diputados, no justifica que ahora se nos llame serviles, porque tenemos el valor de sostener nuestro criterio en esta Cámara.
Pero paso a otros señores diputados: Tenemos el caso del señor Olivé, Olivé que nos gritaba cobardes en días pasados cuando descompletábamos el quórum en esta Asamblea, Olivé, señores diputados ¿Quién de ustedes me negará que era el portavoz de la Secretaría de Gobernación en esta Cámara? (Voces: ¡Nadie!) Recordad, señores diputados, que venir en aquellos tiempos a atacar al señor Aguirre Berlanga en esta tribuna, como lo hacían algunos diputados, era conquistarse la enemistad del señor Olivé, hasta el extremo de que a un día el C. Vadillo le llamaba en virtud de una defensa de él de Aguirre Berlanga, "voz de violoncelo enamorado" (Risas.) Estos hechos, señores diputados, son rigurosamente exactos. (Aplausos.) ¿Por qué Olivé firma ahora un manifiesto en que se nos llama serviles, ciudadanos diputados? ¿Por qué Olivé nos llama incondicionales ahora, y no recuerda de cuando él sí demostraba realmente serlo ¿Es justo esto?
Pero voy con el tercero: el C. Alvarez del Castillo. (Murmullos.) Alvarez del Castillo, que firma también en ese manifiesto, en que se nos llama serviles, en que se nos llama incondicionales; Alvarez del Castillo, señores, que en aquellos buenos tiempos, cuando era el representante genuino del Gobierno en esta Asamblea, y daba a bordo de su automóvil entrevistas a la prensa y hacia declaraciones, etc., etc., ¿cómo se atreve ahora a llamarnos a individuos que como yo, ninguno podrá decir, a individuos como yo que jamás he sido incondicional, cómo se atreve a llamarnos incondicionales? (Siseos.)
Al ciudadano diputado que me sisea debo decirle, desde luego, que él me señale un acto mío en que haya habido servilismo.
Ahí tenemos la diputación de Yucatán: que declare el señor Castillo Torre si cuando la discusión de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán yo no puse un verdadero entusiasmo en atacar y aportar pruebas en contra del dictamen; tenemos no tan sólo ese caso, sino también el del Municipio Libre, en que yo lo había estudiado con verdadero afán, y por haber tenido que salir fuera de la capital, no vine a esta tribuna a defenderlo. Finalmente, señores diputados yo conceptúo, y repito, dignos de todo mi respeto y del respeto de esta honorable Asamblea, a aquel grupo primitivo de oposicionistas en que figuran el C. diputado Siurob, el C. García Vigil, el C. diputado Vadillo, el C. diputado Saucedo, todo nuestro respeto para ellos, porque en su misma actitud de los primeros días han permanecido hasta hoy no han retrocedido esos hombres; ellos tendrán el derecho de censurarnos, no de insultarnos, porque eso es muy discutible; pero, repito, dentro de un derecho a censurarnos; pero censurarnos el diputado Olivé, que era portavoz del Gobierno; pero censurarnos el C. Alvarez del Castillo; pero censurarnos el C. Céspedes que atacó rudamente la credencial del C. García Vigil (Voces: ¡Huy! ¡Huy!) Censurarnos el C. Espinosa, que ha dado a la publicidad un folleto en que ponía por las nubes al ministro de Gobernación; censurarnos el señor diputado Villaseñor Mejía, que también es amigo del señor Aguirre Berlanga!.... Señores: Es necesario tener un poco de pudor; que lace la piedra quien tenga la seguridad de que su tejado es suficientemente fuerte para resistir la piedras que se le arrojen. Repito, ciudadanos diputados: para aquel primitivo grupo, con el que a pesar de estar distanciado políticamente, en lo personal no he tenido sino muestras de consideración absoluta, todos mis respetos; pero estos hombres que, olvidándose de los tiempos en que no podían prescindir de ir al Palacio Cobián a recibir la consigna y traérnosla a nosotros, como en el caso de la Gran Comisión, en que en papelitos amarillos se trajeron hasta los nombres de los que debían formar aquélla Gran Comisión, ¿estos señores llamarnos serviles? ¡Vamos, es el colmo del impudor! (Voces: ¡Ya está ahí García Vigil!)
Voy a permitirme hacer a Su Señoría una interpelación, que le ruego me conteste. ¿Es cierto que cuando la Comisión no quería dictaminar en la credencial de usted, se acercó al diputado Castillo Torre diciéndole que en cualquiera forma resolviera, pero que resolviera, y que este señor le ofreció hacerlo y que a pesar de esto no lo quiso hacer?
El C. presidente: La Presidencia ordena a la policía que se encuentra en las galerías, se sirva sacar a ese ciudadano que ha estado escandalizando en las galerías. (Voces: ¡Fuera! ¡Fuera!) Tiene la palabra el C. García Vigil, para contestar.
El C. García Vigil: Suplico al señor licenciado Trigo tenga la bondad de repetirme su interrogación.
El C. Trigo: C. García Vigil: Acabo de sostener aquí, en esta tribuna, que cuando se discutía la credencial de usted, después de que se hizo uso de cuantos procedimientos se ocurrieron, procedimientos que no vacilo en calificar de canallescos, hubo un día en que se encontraba usted desesperado ya por los procedimientos que se seguían en contra de usted, y se acercó al C. Castillo Torre, miembro de la Comisión dictaminadora, y le indicó, más bien dicho, le suplicó que dictaminara en cualquiera forma, pero que dictaminara, y Castillo Torre tengo entendido que le ofreció a usted hacerlo así y, sin embargo, se excusó de hacerlo e hizo todo lo posible para no dictaminar.
El C. García Vigil: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. García Vigil: Alguna vez tuve oportunidad de hablar con el señor licenciado Castillo Torre, que formaba parte de la Comisión dictaminadora a la cual correspondía hacerlo en el asunto de mi credencial; el señor licenciado Castillo Torre me sostuvo constantemente que mi credencial era absolutamente buena, que había revisado el expediente y que me correspondía el triunfo legítimamente; pero que había muy grandes intereses puestos en juego con objeto de que yo no entrara a la Cámara. Yo, naturalmente, le decía que se resolviera esto a la mayor brevedad, que me fiaba en él, como en un hombre de honor, con objeto de que, a pesar de todo, él dictaminara, y varias veces me dijo que ya se estaba dictaminando, que el proyecto, el dictamen estaba hecho favorablemente y que iba a entrar así, que probablemente esto motivaría alguna discusión con los demás miembros de la Comisión, pero que él había ya elaborado el proyecto de dictamen.
Respecto a las causas que haya habido para que el expediente de mi credencial haya pasado a otra Comisión, no puedo afirmar nada rotundamente; no puedo hacer más que suposiciones y, consiguientemente, me las callo; lo único que puedo decir, en conclusión, es que el expediente pasó de la Comisión a que pertenecía el C. Castillo Torre y fue dado a otra en que se encontraban los CC. Soto Peimbert, Valadez Ramírez y José P. Saldaña.
El C. Trigo, continuando: Muchas gracias.
Ve el C. Castillo Torre cómo al lanzarnos el cargo de serviles y de incondicionales en ese manifiesto publicado y signado por la mayoría, ha sido el compañero Castillo Torre injusto; injusto, primero, porque debió haber tenido en cuenta que en esa minoría había individuos que han demostrado con hechos que no son susceptibles de enajenar su criterio a nadie; ligero, también, porque si él, en cierta ocasión, ciudadanos diputados, por equis razón, porque no quería contrariar a este o a aquel ministro, porque no quería ponerse en pugna por algún funcionario público, se negó a dictaminar en el caso de García Vigil, debió comprender que en este caso si había - que yo no dudo que haya habido algunos individuos que se habían unido a esa minoría, por ese solo efecto debió haber encontrado la disculpa para ellos. Repito, el caso de Castillo Torre - lo cito porque me han indicado que él es el autor, o más bien dicho, que él confeccionó el decreto lanzado, y la verdad a mí, como amigo personal de Castillo Torre, me duele que Castillo Torre, acordándose de que yo estaba en esas minorías, no haya vacilado en llamar serviles a todas las minorías -. Pero tenemos todavía un último, señores diputados, en medio de toda esa cauda verdadera de portavoces de Gobernación que había en esta Asamblea en meses pasados. Tenemos al C. Valadez Ramírez, que un día clamaba desde su curul....
El C. Valadez Ramírez, interrumpiendo: ¡No es cierto!
El C. Trigo, continuando: llamándonos cobardes a los de las minorías C. Valadez Ramírez: usted fue también de los que dictaminó en el caso de García Vigil, en la credencial de García Vigil y que ha reconocido esta Asamblea como honrada; usted fue uno de los miembros de la Comisión.
El C. Valadez Ramírez, interrumpiendo: ¿Me permite usted una aclaración? Pido la palabra para una aclaración.
El C. Trigo, continuando: Sosiéguese Su Señoría; le voy a leer el DIARIO DE LOS DEBATES. (Risas.) "El C. Valadez Ramírez - DIARIO DE LOS DEBATES, tomo I. número 83, martes 26 de noviembre de 1918 -, El C. Valadez Ramírez, contestando a una interpelación:
"En contestación a la interpelación que me ha hecho el compañero Méndez, debo manifestarle que respecto de esas casillas no tengo aquí la nota; pero triunfó el licenciado Arias. Igualmente pasó en las casillas de Animas Trujano, en que también triunfó por unanimidad el señor Arias. No tengo empacho en manifestarlo, pues estoy haciendo estas observaciones únicamente para comprobar que no es verdad lo dicho por el C. general García Vigil, respecto a que su elección fue perfectamente legal y una de las más limpias de la República."
(Voces: ¿Y qué?)
Claro, ¿y qué?, yo estoy diciendo nada más esto, señores diputados. Usted, apechugando con echar fuera al C. García Vigil, no tenía empacho en decirlo; no porque estimara que era ilegal la elección del C. García Vigil, sino por otras razones.
Pero, señores diputados; si siguiera yo enumerando a uno por uno de los que en esta Asamblea han demostrado servilismo, un verdadero servilismo, sería cosa de nunca acabar. Pero recordad - porque estos hechos son de aquellos que no se han podido borrar de vuestra imaginación -, recordad que en aquella tarde, en que el crimen mayor era venir a la tribuna a lanzar, no ya una censura, que es mucho, siquiera a pronunciar una palabra que sonara mal a los oídos de los amigos del señor Aguirre Berlanga, porque entonces se desataban contra aquel que tal decía, un cúmulo de amenazas e injurias y quién sabe cuántas cosas más; yo repito, ciudadanos diputados: estos ciudadanos representantes que efectivamente han puesto a precio su criterio, ¿tienen el derecho de llamar servil a toda una minoría en la que hay hombres que tienen vergüenza, que
jamás han dado muestras de enajenar ese criterio?...
(Voces: ¡No! ¡No! Aplausos, siseos.)
Repito, señores; yo no hago la defensa de las minorías, hago la defensa mía, mía porque en esas minorías estoy yo y porque sin hacer observaciones de ninguna especie se ha llamado serviles a incondicionales a toda esa minoría. Repito, para terminar, autorizo al ciudadano diputado que tenga, ya no digo comprobantes, sino siquiera razón de que yo he dado en esta Asamblea mi voto o venido a esta tribuna a hablar siguiendo la inspiración del ministro X o Z para que venga y lo diga, que aquí lo demuestre, porque tengo la conciencia plena de que jamás en mis actos ha habido un solo gesto de servilismo. Quizá en aquella ocasión, como el C. García Vigil me decía el otro día, pudo ser arrastrado por la impresión o por el calor de los debates; estoy de acuerdo, yo reconozco que mi criterio puede ser erróneo, pero mi criterio es mío, señores diputados; pero esto no lo puede decir la mayoría de esta Asamblea. (Aplausos. Siseos.)
El C. Valadez Ramírez: Pido la palabra para hechos.
El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el C. Morales César.
El C. Morales Francisco César: Propiamente mi petición no es para hechos, es solamente para manifestar a la Asamblea que el mes pasado se estuvo haciendo figurar en la Orden del Día, que al día siguiente se discutiría el artículo 4o. constitucional. Espero de Vuestra Señoría que tenga a bien hacer cumplir esta determinación de la Asamblea. Desde el año pasado se acordó que estaba a discusión el primer día hábil; el mes pasado no se cumplió con esta determinación, y en este mes ha figurado tres o cuatro veces en la Orden del Día. Suplico a usted y a la Asamblea, que se sirva apoyarme para que en la primera oportunidad se discuta este asunto que está ya tan atrasado.
El C. Castillo Torre: Pido la palabra para rectificar hechos.
El C. presidente: Contestando al C. Morales César, la Presidencia se permite manifestarle que se ha visto en varias ocasiones en la Orden del Día la Ley del Artículo 4o.; pero antes se ha puesto también la Ley del Trabajo, que está pendiente de ser terminada. La Presidencia en estos días va a poner a discusión lo último que falta de la Ley del Trabajo y en seguida pondrá a discusión la Ley del Artículo 4o.
El C. Morales Francisco César: Muchas gracias.
El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente, para reclamar el trámite de Su Señoría.
El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el C. Castillo Torre.
El C. Castillo Torre: Honorable Asamblea: Napoleón Bonaparte, cuando tenía el encanto y el entusiasmo de la juventud y al frente de 26,000 hombres salió de Francia para hacer la célebre campaña de Italia, después de conseguir sus primeras memorables victorias y con el fin de demostrar al pueblo francés que no en vano había confiado en su juventud y en su genio, enviaba a sus edecanes de campo a ofrecer a la Asamblea las banderas ganadas a los ejércitos austriacos. Los generales de nuestra república, los generales, que más que otro ciudadano alguno, debían en este momento procurar que en la Representación Nacional vibrase siempre el espíritu revolucionario, en vez de enviar las banderas de los ejércitos victoriosos, envían a la Cámara diputados que en el momento en que lo creen oportuno para los intereses gobiernistas, traen el cisma con el único objeto de perturbar la armonía y la conciliación de un bloque en el cual radian, en los presentes momentos, las últimas esperanzas de la Revolución. (Aplausos.)
No tiene felizmente el militar Trigo la talla de un Murat o de un Lannes; no será el C. Trigo quien con su palabra cansada y sus argumentos vacuos pueda romper la armonía del "Bloque Revolucionario", que en este momento se ha alzado contra el cesarismo, diciendo a la nación que está dispuesto a arrostrar todos los peligros, todos los peligros antes que claudicar y hacer que se revuelquen por el lodo las últimas victorias revolucionarias conseguidas por el general Obregón, victorias que en este momento debían servir para unificar al pueblo mexicano y encauzarlo hacia el porvenir, y que algunos quieren ver desvirtuadas aquí y allá, hoy y mañana y en todos los instantes, como si todos los políticos mexicanos no tuvieran el deber de formar un solo cuerpo de vanguardia para llevar detrás a la nación hacia la conquista de los ideales revolucionarios. (Aplausos.)
El vocero de la minoría incondicionalista - recalco estas palabras - ha pretendido sostener en la tribuna que no ha habido incondicionalismo en la actitud de las minorías que, con flagrante violación de la ley y del Reglamento de debates, han puesto en peligro la existencia de un Poder soberano y han sentado un precedente que no existe ni en los pueblos más unipersonalistas, gobernados por gobiernos despóticos, del Continente americano. Yo sostengo, señores diputados, que en este asunto de las facultades extraordinarias, la minoría de la Cámara ha sido incondicionalista, y ha sido incondicionalista la minoría de la Cámara, porque un hombre o, mejor dicho, un político es incondicionalista cuando, olvidándose del deber que le impone y le exige el cumplimiento de la ley, se atiene únicamente a los consejos de una persona o de un conjunto de personas que forman un organismo político dentro del Estado. El C. Trigo, como abogado, los demás ciudadanos abogados de la minoría y todos los diputados de la minoría, puesto que tenían dentro de su seno abogados a quienes consultar, no podrán negar que las facultades extraordinarias que se pedían para el Ejecutivo en materia de Hacienda son absolutamente anticonstitucionales. Esas facultades extraordinarias (Murmullos.) eran anticonstitucionales, porque no había ninguna ley expresa en qué fundarlas, porque para otorgar aquellas facultades era necesario, indispensable, que antes el Congreso hubiera decretado la suspensión de garantías individuales, porque el artículo 29 constitucional, en que malamente pretendían fundar aquellas facultades, no se refiere a la forma de gobierno, sino únicamente a las garantías individuales Las facultades extraordinarias necesariamente quedarían englobadas dentro de la suspensión de garantías individuales, puesto que ésta permitiría al Ejecutivo solicitar la facultad de legislar en todos los ramos, pues desgraciadamente la Constitución
no limita esta facultad y de consiguiente no podrían quedar fuera de ella las facultades en Hacienda, pero si es condición previa, si es condición sine qua non para poder conceder facultades extraordinarias en Hacienda o en cualquier otro poder, que antes se haya decretado, con fundamento en el artículo 29 constitucional la suspensión de las garantías individuales, y si la suspensión de las garantías individuales no puede decretarse conforme a la ley constitucional sino en casos de grave peligro público, y si en la actualidad no existe ese grave peligro, es claro que las minorías, al desintegrar el quórum e impedir que se votara este asunto, no obedecían la Constitución: obedecían un conjunto de intereses representados por el Estado, y en tal concepto, la minoría de la Cámara es, y así lo declarará el fallo histórico, una minoría incondicionalista. (Aplausos.) En este concepto, la mayoría libre de la Cámara de Diputados no puede ni debe rectificar en la tribuna de esta Cámara el calificativo de incondicionalista impuesto a la minoría; la minoría es incondicionalista; ¿que en el porvenir la minoría no se seguirá siéndolo? ¡Mejor! Nosotros confiamos en la juventud de la minoría, nosotros confiamos no sólo en la juventud, no sólo en el entusiasmo, sino también en el amor al derecho, a la moral, en la visión recta de las cosas que puede poseer dicha minoría; pero será en alguna otra ocasión; en los momentos de la votación de las facultades extraordinarias, al desintegrar impúdicamente el quórum, al comprometer la soberanía de un poder constitucional, la minoría incondicionalista fue indudablemente incondicional.
Ahora voy a contestar, ciudadanos diputados, las alusiones que a mi persona hizo el C. diputado Trigo en la tribuna de la Cámara; antes necesito asentar, como una verdad inconcusa y en un arranque de verdadera sinceridad, que yo no he sido, ni soy, ni seré jamás un antigobiernista sistemático, ¿por qué? Porque yo creo que el Estado no es más que el reflejo de la sociedad; el verdadero responsable de los trajines de los dolores que sufre un pueblo no es únicamente el Estado, es la sociedad entera. México, país joven y todavía carente de la solidaridad que únicamente adquieren los pueblos cuando forman un conjunto político después de una larga serie de aventuras y de verdaderos ahogos ocasionados por la gestación de las ideas que se verifica en el seno de los hombres, no tiene actualmente una sociedad perfectamente culta, perfectamente sabia, perfectamente moral, perfectamente orientada para colocarse dentro de su sistema administrativo y político a la altura en que se hallan colocados los viejos países europeos. Por consiguiente, cuando en México escuchamos que se viola el voto público, en la violación del voto no tiene únicamente la culpa el Estado, no tiene la culpa el Estado como en otras violaciones de la ley; el verdadero responsable, el gran responsable es la sociedad, porque, señores remontáos un momento en alas de la imaginación y pensad, pensad si en Francia podría Poincaré, por ejemplo, cometer alguna de las violaciones que el Estado comete en México, y que son posibles en México porque no existe entre nosotros una opinión pública bien organizada, porque no hay censor, porque el Estado sabe que gobierna, sin tener detrás de él una fuerza que lo contenga en sus abusos; de modo que en aquellas violaciones no existe la responsabilidad del Gobierno únicamente, sino que existe también la responsabilidad de la sociedad , y por tal concepto, no he sido ni seré un antigobiernista sistemático; lo que deseo es colaborar ajustándome siempre a la ley, ajustándome siempre a la prudencia, para que con mi pequeño grano de arena, unido al de los otros hombres de buena voluntad que existen en la República, pueda irse poco a poco conquistando la evolución política, que en política, como dijo Bacon refiriéndose al mundo orgánico, no se puede marchar dando saltos, es preciso avanzar paulatina y gradualmente. Si yo no he sido político incondicional, es indudable, es inconcuso que no puede esperarse de mi una actuación que no esté fundada en algún precepto de ley o en la conveniencia pública. A mí jamás me habréis visto venir a la tribuna a atacar al presidente Carranza por cuestiones baladíes, por negocios banales, por asuntos en los cuales no esté interesada la felicidad nacional, el bienestar público; pero cuando el bienestar público es contrario a algún deseo del Ejecutivo, como lo fue en el caso de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, como lo es en el actual asunto de las facultades extraordinarias, entonces, cumpliendo con mi deber de hombre honrado, cumpliendo con mi deber de político que cree en la salvación de México, en ese caso yo no estaré defendiendo los intereses de una persona, yo no estaré con un Gobierno cesáreo, con un régimen dictatorial, yo estaré con los intereses populares, porque del cumplimiento de los intereses populares, depende y dependerá siempre la salvación de las naciones y depende en estos momentos la salvación de México. (Aplausos.)
Cuando por primera vez tuve el honor de ocupar esta tribuna, recordad que mis palabras fueron precisamente palabras de optimismo, palabras de armonía y de cohesión; yo solicité que en esta Cámara no hubiera antigobiernistas sistemáticos ni tampoco incondicionalistas, porque tanto los gobiernistas sistemáticos como los incondicionalistas, encuéntranse colocados en el plano del fanatismo; ambos se creen dueños de la verdad absoluta, y esto, señores, es una verdadera barbaridad - valga la frase -, en ciencias como la política que no tiene el límite claro y preciso de las ciencias naturales y de las matemáticas. Más tarde, defendiendo la política general, con el criterio que juzgo salvador, porque no hubo ningún otro diputado que defendiera la armonía de los poderes en el "Partido Liberal Nacionalista", muchos de cuyos antiguos miembros permanecen ahora formando en las filas de los últimos abencerrajes del incondicionalismo, (Risas y aplausos.) no hubo ninguno de ellos, repito, que defendiera con justicia al Ejecutivo, al que ahora vienen a defender aquí sin razón, al que ahora han pretendido coronar - valga la frase -, con las mismas solemnidades con que coronábanse en la Edad Media los reyes absolutos; no hubo un solo miembro del "Partido Liberal Nacionalista" que sostuviera en aquella época la política de armonía, la política de cohesión, ni atacase tampoco los arranques de un antigobiernista sistemático; aquella labor mereció la confianza de mis compañeros de buena fe y eligiéronme presidente del "Bloque Liberal Nacionalista", pero desde el
primer día que ocupé el sitial de la Presidencia del bloque, los bosses de la política, los verdaderos incondicionales, los que iban a arrastrar los zapatos por las alfombras de los ministerios brumosos de zahumerio, comprendieron que se habían equivocado y que Castillo Torre no había nacido para ser manejado por un ministro con los hilos de un marionette; y entonces comenzaron los brujeos dentro del "Bloque Liberal Nacionalista" y entonces comenzaron los ataques, y cuando yo, como otros, me opuse a que se rechazara la credencial del C. García Vigil, cuando en el bloque me opuse a los brujeos de la maffia que pretendía que se aprobaran todas las credenciales sin ajustarse en ellos al criterio legal, entonces, señores, en vez de seguirse conmigo el precedente sentado con los diputados Montes y Juan Alvarez del Castillo, que del sitial de la Presidencia del Bloque Liberal Nacionalista subieron a la Presidencia de la Cámara de Diputados, Castillo Torre fue echado fuera, y Castillo Torre no tuvo en aquella ocasión - recuérdelo el C. Trigo - más voto que el de éste para ocupar la Presidencia de la Cámara. ¿Por qué? Porque Castillo Torre dentro del Bloque Nacionalista no fue un incondicional, no fue un marionette.
Más tarde, días después de haber dejado la Presidencia del "Bloque Liberal Nacionalista", se ofreció en esta Cámara uno de los debates más calurosos, más fuertes, que han tenido lugar en la Legislatura: fue la discusión de la credencial del diputado Siurob. Yo recuerdo, señores, que bajando aquellas escaleras, veía yo salir con un féretro, rumbo otra vez de las comisiones dictaminadoras - donde se hubieran asesinado los derechos electorales y nulificado los derechos del ciudadano Siurob -, los papeles justificativos de su credencial y, entonces, aquel a quien el C. Trigo ha llamado incondicional, fue el que vino a la tribuna, y después de un discurso más o menos elocuente, más o menos entusiasta, fue aprobada la credencial del C. doctor Siurob. ¿Dónde está, pues, el incondicionalismo del hombre que ayer defendió a Siurob y después defiende los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, y ahora está defendiendo, defendió, mejor dicho, que no se concedieran al Ejecutivo unas facultades anticonstitucionales.
Pero no son estos los únicos casos. Existe también el caso de la credencial del C. Rivera Cabrera. ¿Quién dictaminó en la credencial de Rivera Cabrera? ¿Quién olvidó sus intereses personales, intereses que podían haberse ostentado más o menos favorablemente en los ministerios? ¿Quién sacrificó el lugar que podía haber alcanzado haciendo una injusticia al ciudadano de Oaxaca, o quién aprobó en su dictamen una credencial que estaba perfectamente comprendida dentro de los términos de la equidad? Y el que dictaminó en la credencial de Rivera Cabrera, el que dictaminó en esa credencial atacada por los incondicionales del Ministerio de Gobernación en aquella época, ¿ese puede ser considerado por el C. Trigo como un incondicional? ¿Puede ser considerado incondicional por el C. Trigo, un espíritu que no se deja manejar por los ministros de Estado y que no olvida los altos deberes que tiene un diputado en la Representación Nacional y cuyos deberes pueden condensarse, en síntesis, diciendo que son los deberes de procurar que siempre se haga justicia, porque por falta de justicia el pueblo mexicano está oprimido y seguirá haciendo revoluciones.
Ateniéndome al caso concreto de la credencial del C. García Vigil, que citaba como un paradigma el diputado Trigo, el C. García Vigil no puede negar que le confesé, desde el primer momento, que aquella credencial no podría dictaminarse en el seno de la Comisión a que yo pertenecía, porque había entre sus miembros una enorme diferencia de criterio; y yo no le prometí al C. García Vigil dictaminar en su credencial, lo que le prometí al C. García Vigil, fue no atacar su credencial, fue no firmar nunca un dictamen que fuera desfavorable a su credencial. ¿Dónde está, pues, mi incondicionalismo, señores? El incondicionalismo hubiera consistido en que Castillo Torre, a quien en aquellos momentos se consideraba, probablemente, como el hombre que mejor se podía utilizar en las mayorías "nacionalistas" para atacar en la Cámara la credencial del C. García Vigil, la hubiera atacado; y el C. Castillo Torre, a pesar de haber sido llamado a un ministerio para que se le expusieran documentos graves contra el C. García Vigil, negóse a ser instrumento de maquinaciones, y el C. Castillo Torre no atacó la credencial del C. García Vigil. El incondicionalismo hubiera consistido en que Castillo Torre se hubiera puesto al servicio, en cualquier asunto, de los intereses del Gobierno, a quien convenía que el C. García Vigil no entrase a la Cámara de Diputados, y eso no lo consiguió nadie, no lo consiguieron los excompañeros del "Bloque Liberal Nacionalista", ni lo consiguió tampoco ningún miembro del gabinete.
Yo creo, señores, y esta es la verdad de las cosas, que el C. Trigo, al ocupar la tribuna para hacer cargos más o menos directos, Más o menos ondulantes contra algunos diputados que figuraron ayer en las líneas del "Bloque Liberal Nacionalista" y ahora figuran en el "Bloque Revolucionario", no ha tenido otro objeto que sembrar el cisma en este bloque. ¿Podrá acaso conseguirse esto? Indudablemente que no. Sobre los intereses que podríamos llamar domésticos, y que se discutieron en el primer período de la Legislatura, están ahora los altos intereses de la patria, que reúnen en apretado haz todas las energías de los diputados, jóvenes o viejos, pero siempre jóvenes y robustos en el alma, que no quieren arrodillarse en estos momentos ante las exigencias oficiales y que están dispuestos a continuar en su actitud firme, más firme ante los obstáculos porque, precisamente, los hombres de carácter, como los torrentes, avanzan más fuertes y más pujantes mientras más son los obstáculos que encuentran en su camino. Desde hace algún tiempo la mayoría revolucionaria de la Cámara observa que la minoría, la minoría no solamente en número, sino en calidad, (Risas.) pues es verdaderamente risible que Martínez del Río, diputado que aun cita a Tertuliano, a San Agustín y a Hildebrando, (Risas. Aplausos) crea que la fuerza volitiva o la fuerza intelectual de la Cámara de Diputados está en la minoría. Yo, si fuera presidente de la República, señores, y estuviésemos en un período preconstitucional, mandaría pasar por las armas a todos los....... (Aplausos nutridos. Risas.) y no poner
en ridículo constantemente al Ejecutivo. Decidme, señores, ¿en cuál debate en que el Ejecutivo ha estado interesado en esta Cámara, ha sido expuesto su criterio brillantemente en la tribuna? No tenemos un solo caso: el Ejecutivo estaba interesado en la discusión de los Ferrocarriles de Yucatán, y si no es por Luis Cabrera - hombre que será todo lo malo que se quiera, pero que tiene una elevada inteligencia -, el Ejecutivo defendido por los gascones de la minoría, se hubiera puesto sencillamente en ridículo. (Risas. Aplausos.) Más tarde, el Ejecutivo estuvo interesado, profundamente interesado en la decoración del Municipio Libre de la ciudad de México. Movió sus hilos, envió a los oficiales de la vanguardia, llegaron vestidos brillantemente los heraldos de los ministerios y tuvieron conferencias con las minorías; las minorías prometieron que en esta tribuna se defendería al Ejecutivo, y las minorías, faltas completamente de volición y de intelectualidad, no pudieron decir una sola palabra en defensa de la iniciativa del ministerio de Gobernación. Luego llegó la discusión de las facultades extraordinarias; la mayoría de la Cámara se opone y expone en esta tribuna la anticonstitucionalidad de aquellas facultades; era el momento para que alguno de los diputados incondicionalistas viniese a la tribuna siquiera a plagiar los argumentos que Hilario Medina pronunció en la XXVII Legislatura, defendiendo al Ejecutivo; pero en esta minoría no hubo un solo diputado que pudiera imitar al hoy ciudadano subsecretario de Relaciones Exteriores, y de consiguiente, tenedlo por seguro, no habrá uno sólo de los diputados de la minoría incondicionalista que alcance nunca ni siquiera una Subsecretaría de Estado por incondicional. (Aplausos.) Para ser incondicional, señores, se necesitan dos cualidades: se necesita ser inteligente y se necesita ser cínico. A los incondicionales de hoy no les falta el cinismo de Querido Moheno, pero les falta la inteligencia de Querido Moheno. (Aplausos.) Tengamos, pues, fe en nosotros mismos, creamos que la nación, que es el juez inapelable para dictar su fallo en todos los asuntos políticos, no olvidará que la mayoría de esta Cámara ha salvado un precepto constitucional, y, sobre todo, no olvidará que ha evitado el que los dineros públicos sigan perdiéndose por subterráneos más o menos extensos, desapareciendo en manos misteriosas, misteriosas como salamandras, en un momento en que el pueblo chorrea y suda sangre de miseria ocasionada por los dolores y las desventuras causadas por la Revolución. (Una voz: ¡Como la Reguladora!)
Una voz, que ciertamente no envidiaría Caruso, (Risas y aplausos.) ha citado en estos momentos a la Reguladora. Esto, señores, me hace necesario decir a la Asamblea, que en el Estado de Yucatán la fuerza cesarista del gobierno, representada por Luis Cabrera, está haciendo pasar al pueblo por un verdadero túnel de miseria, a la que lo ha llevado después de construir un verdadero edificio de maquinaciones, que es sostenible en países como estos indolatinos, que todavía no alcanzan el verdadero concepto de la libertad; pero que si en un país verdaderamente democrático, como en los Estados Unidos, hubiese ministro que se atreviese a construir edificio tan monstruoso, ya el pueblo le hubiera sujetado al castigo que allá se da a los negros y que heredó su nombre del coronel Lynch. (Aplausos.) El ministro Luis Cabrera se ha propuesto quebrantar toda la fuerza, toda la riqueza del Estado de Yucatán. El ha dicho que el poder que el Estado de Yucatán ha conseguido, después de un largo curso de tenacidad, de esfuerzo y de trabajo, que la prosperidad y la grandeza de aquel Estado había logrado mediante una larga serie de años de ímproba labor, que el Estado de Yucatán, con su Reguladora del mercado del precio de henequén, con capital de cuarenta millones de dólares, que el Estado de Yucatán con sus ferrocarriles propios por valor de veintidós millones de dólares, que el Estado de Yucatán con sus barcos del Sureste por valor de nueve millones de dólares, pesaba demasiado en la Federación y que era preciso empobrecerlo. ¡Decidme, señores, si esta tesis cabrerista pudiera hallarse siquiera dentro de los cánones más elementales del concepto exacto de la justicia! Y el C. Luis Cabrera, de acuerdo con esas maquinaciones producidas por su cerebro, que probablemente tiene mucho de la herencia dejada a nosotros por los viejos inquisidores españoles, el C. Luis Cabrera ha afirmado que debe acabarse con todo aquello, y voy a citar casos concretos tan injustos, tan antilegales, tan monstruosos, que ustedes tendrán después de escucharlos, un concepto verdaderamente claro de lo que significa, dentro de la administración pública, ese hombre funesto.
En el Estado de Yucatán circula un billete llamado "de la Reguladora" que tenía un precio de cincuenta centavos de dólar; aquellos bonos expedidos por la referida institución estaban perfectamente legalizados, no sólo con el stock de henequén que la Reguladora tenía en los Estados Unidos, sino con los bienes de todos y cada uno de los asociados que habían subscripto la escritura de cooperación que formó la compañía. El C. Luis Cabrera llegó al Ministerio de Hacienda, comenzó a cobrar la Federación, o siguió cobrando, las contribuciones federales; el C. Luis Cabrera ordenó que el monto de todas las contribuciones federales se depositase en las cajas de la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén, pero como por una disposición oficial de la misma Secretaría de Hacienda, el billete de la Reguladora se cotizó al precio de ochenta y cinco centavos oro nacional, resultaba de modo claro, que al cobrar los recaudadores federales las contribuciones en pesos del papel Reguladora, tasándolos a ochenta y cinco centavos plata y al depositarlos luego en la institución Reguladora para exigir giros a cincuenta centavos de dólar, habían estado "coyoteando" diariamente quince centavos por cada peso. Con motivo de una larga serie de incidentes económicos, que no es del caso referir, que no tienen un carácter nacional, sino que caen dentro de la gravitación universal, la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén no podía vender sus existencias en los Estados Unidos; de consiguiente, no podía expedir giros de manera ilimitada, puesto que para pagar aquellos giros no contaba con más producto que el de la venta del henequén. El C. Luis Cabrera, ministro de Hacienda, cuyo deber es velar por los intereses populares, en vez de hacer lo que se ha hecho siempre, en vez de ayudar a aquella
institución que había sido en todas ocasiones un buen pagador de la nación, lo que hizo fue agravar más las circunstancias de la Reguladora, porque su único objetivo, como lo declaró aquí en la tribuna cuando se discutió el asunto de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, era acabar con la Reguladora del Mercado del Henequén, probablemente porque se cree, sin motivos, que es el secreto, el resorte y la fuerza del partido obregonista del Estado de Yucatán. El C. Luis Cabrera obligó a la Reguladora en un plazo perentorio a pagar la suma de ocho millones de pesos que adeudaba a la Federación. Sabía Perfectamente bien que la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén tenía existencias bastantes, más que suficientes, para garantizar aquella deuda: lo que no tenía era existencia en metálico y, sin embargo, le fijó un plazo perentorio para que cubriera aquella deuda, amenazándola con un embargo, consecuencia de un procedimiento económico - coactivo; y el procedimiento económico - coactivo se llevó a cabo, a pesar de que el crédito de la Federación no consistía en contribuciones, sino que sus dineros estaban depositados, como podía estar depositado el dinero de cualquier particular. Y se llevó a cabo el embargo; por ocho millones de pesos se embargaron los barcos de la Compañía de Fomento del Sureste, que valen nueve millones de dólares; un crédito de dos y medio millones de dólares que tiene a su favor la Comisión Reguladora del Mercado del Henequén, y como si tal no fuese bastante, en estos momentos se trata de embargar -recuerden ustedes la amenaza de Cabrera en la discusión de los ferrocarriles -, se trata de embargar, repito, los Ferrocarriles Unidos del Estado de Yucatán y los tanques de petróleo de Progreso! (Siseos.)
Esa es la actuación, señores, del actual ministro de Hacienda. Con un ministro de Hacienda que procede de esta manera, ¿podéis creer que en justicia se deben conceder al Ejecutivo facultades extraordinarias? Indudablemente que no. La Cámara, de Diputados no es enemiga del presidente Carranza, esa es mi opinión; La Cámara de Diputados es enemiga del Gabinete del presidente Carranza, (Aplausos.) ¿Por qué se empeña el C. Carranza en mantener hombres de tan ínfimo valor en su Gabinete? Los consejeros del Ejecutivo deben ser elegidos, deben formar una "élite", porque son los directores del poder que administra la nación y, de consiguiente, del poder que tiene más influencia, que tiene más contacto directo, pudiéramos decir, para ser más claros, que es más respetado dentro de la nación. ¿Por qué el C. Carranza se empeña en mantener en el Ministerio de Hacienda a un hombre que puede escribir editoriales más o menos buenos, que puede traducir más o menos mal el Cantar de los Cantares, pero que seguramente administra mal la Hacienda Pública? Además, señores, el hecho de que el C. Cabrera crea ser periodista, crea ser legislador, crea ser poeta, crea ser economista, nos recuerda el ejemplo del pato que es un animal que nada, vuela y anda mal. (Aplausos.)
Indudablemente, señores, que una de las condiciones características de los hombres superiores es lo que se llama el don de conocer a las gentes. El general Porfirio Díaz, cuyo juicio la Historia no ha formulado ni podrá formular sino después del curso de muchos años, no tuvo, precisamente, el genio de Bonaparte, por ejemplo, para escoger a Berthier como jefe de su Estado Mayor y a Ney como jefe de los Coraceros de la Guardia; pero no se equivocó tanto como se ha equivocado el presidente Carranza en la elección de las personas. Se ha dicho muchas veces, señores, que dentro de la Revolución Constitucionalista no hay hombres de talento; se ha repetido hasta la saciedad por los grupos de emigrados, que la Revolución Constitucionalista no ha sido más que un movimiento militar, y han querido comprobar esto con la enemistad que, desgraciadamente, mostró la Revolución en su primera etapa contra todos los intelectuales. No es cierto tal cargo; dentro de la Revolución Constitucionalista existen hombres de verdadero mérito; dentro de la Revolución Constitucionalista hay magníficos generales, pero no son ministros de la Guerra; hay buenos hacendistas, pero no son ministros de Hacienda; hay buenos constitucionalistas y buenos internacionalistas, pero no son ministros de Relaciones; hay hombres de buena fe, hay hombres cultos, de valor civil, pero no son ministros de Gobernación. ¿De qué sirve entonces, señores, que exista esa cauda de hombres de talento dentro de la Revolución, si el Ejecutivo no sabe utilizarla? No me atrevo a decir que el C. Carranza no quiere utilizarla; en mi concepto, al C. Carranza le falta únicamente lo que ya había dicho antes que es una cualidad de los hombres superiores: el don de conocer bien a las personas.
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡No es eso.!
El C. Castillo Torre, continuando: Dentro de esta esfera de observación podríamos agregar todavía otras muchas cosas; no es, sin embargo, nuestro objeto constituirnos en censores de los actos del Ejecutivo. Yo vuelvo a repetir que nunca he sido ni seré antigobiernista sistemático; tampoco seré nunca un gobiernista incondicional. Creo también que el C. Trigo no se ha ajustado de un modo perfecto al concepto claro de la Constitución; no se ha colocado dentro de la circunstancia actual al creer que el vocablo de incondicional lanzado a las minorías es aplicable a todos y a cada uno de los miembros que integran las minorías. Refiriéndome personalmente a él, por ejemplo, puedo juzgar que es un equivocado, puedo creer que en este caso o creyó que el presidente Carranza al solicitar facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda ajustábase a la Constitución, entonces será perfectamente acusable, si se quiere, el C. Trigo, de no haber estudiado bien el punto desde sus aspectos jurídico, económico, político, filosófico, moral, pero no podemos decir que el C. Trigo es un incondicional. ¿Por qué? Porque al C. Trigo le faltan, precisamente, los antecedentes. En el DIARIO DE LOS DEBATES, en las sesiones diarias de la Cámara de Diputados no tenemos absolutamente caso concreto que el C. Trigo haga aparecer como incondicional, exceptuando éste, en el que, lo vuelvo a repetir, puede el C. Trigo haber tomado una actitud de buena fe, pero ¿con qué derecho el C. Trigo ha venido a la tribuna a defender a la minoría incondicional?
El C. Trigo, interrumpiendo: Yo lo declaré; me defendí a mí.
El C. Castillo Torre, continuando: La rectificación
que ha hecho el C. Trigo refuerza entonces mi tesis; el C. Trigo, en lo particular, por no haber antecedentes personales que hablen contra él, por no haber prueba de que ha encadenado su criterio con anterioridad, por existir antes, al contrario, pruebas adversas de esto, puesto que en la cuestión de los Ferrocarriles de Yucatán se condujo como un bravo y buen diputado, el C. Trigo queda fuera del vocablo de incondicionalista; pero no quedan fuera todos los diputados de la minoría que no tengan aquellos antecedentes; no quedan sobre todo fuera de ese calificativo los bosses de la minoría, los que ayer, apenas saliendo de las aulas se hicieron políticos y de estudiantes han brincado a legisladores para brincar mañana quién sabe adónde, siempre, probablemente, hacia el camino por donde más caliente el sol. (Voces: ¡Nombres!)
Ya es el momento, señores, de dejar esta cuestión, puesto que me ha traído únicamente el deseo de justificar las siguientes cosas: primero, que yo no he sido, ni soy, ni seré antigobiernista sistemático; segundo, que yo no soy, ni seré gobiernista incondicional; en consecuencia, no estoy colocado en ningún plano fanático, no padezco del fanatismo de las ideas, es decir, no creo en la verdad absoluta, fuera de las matemáticas y de las ciencias naturales, ni tampoco padezco de la mala visión de juzgar que todas las calamidades del pueblo son atribuibles únicamente a las faltas de su gobierno; tercero, que el calificativo de incondicionales lanzado en el manifiesto de la mayoría cabe perfectamente bien a todos los diputados de las minorías que desintegraron el quórum sin ajustarse al cumplimiento de su deber, mientras tanto que los diputados de la minoría no tenga en su abono antecedentes previas de justificación y de actitud libre en la Cámara que puede invocar en su favor el C. Trigo; y, por último, cuarto, que es inútil la maniobra de pretender desintegrar el Bloque Revolucionario de la Cámara; que si el C. Trigo - y esto es una muestra de que hay pocos hombres inteligentes en las minorías, puesto que al C. Trigo lo han estado exhibiendo con una acuciosidad verdaderamente lamentable en estos últimos tiempos, ya que al C. Trigo nos lo hemos encontrado enfrente en todo lo que se ha referido a los intereses de la minoría - decía que es inútil la tarea de los sistemáticos y que todos aquellos diputados que no tengan en su favor los antecedentes del C. Trigo, caen perfectamente bien bajo el calificativo de incondicionales consignado en el manifiesto y que todo el Bloque Revolucionario de la Cámara confirma aquel calificativo y está dispuesto a luchar hoy, a luchar mañana contra todos los incondicionales que, olvidándose de sus deberes, quieran sostener en esta tribuna intereses cesaristas contra los intereses generales del pueblo. (Aplausos.)
Presidencia del C. LEAL MARIANO
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.
El C. Siurob: Pido la palabra para interpelar a su Señoría.
El C. Espinosa: Ciudadanos representantes...
El C. presidente, interrumpiendo: Para una interpelación tiene la palabra el C. Siurob.
El C. Siurob: Ciudadano presidente: Habiéndose aprobado, como acaba de presenciar Su Señoría el hecho de que el Ejecutivo se vea privado de las facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda y considerando que es de urgencia suma que se empiecen a discutir cuanto antes los presupuestos para que de esa manera el Ejecutivo no pueda en ninguna forma señalar una justificación a la persistencia de esas facultades, sino que se encuentre con que estábamos absolutamente justificados, no sólo por la Constitución, sino por los hechos mismos, para privarlo de esas facultades, por ser enteramente antidemocráticas y anticonstitucionales, yo me permito interpelar a Su Señoría acerca de si cree o no pertinente urgir a la Comisión de Presupuestos para que cuanto antes presente éstos, sea apoyada en los que mande el Ejecutivo o sea que ella misma los haga, porque una vez sentado aquí el precedente de que el Ejecutivo no remite los presupuestos sino hasta el fin del período ordinario, como sucedió el año pasado en que los presupuestos de Guerra vinieron la víspera de cerrarse el período ordinario de la Cámara, y visto el caso también legal y ordenado por la Constitución, de que las cámaras no pueden convocarse a sí mismas, yo interpelo a Su Señoría para que diga si cree o no conveniente que la Comisión de Presupuestos y Cuenta presente cuanto antes los presupuestos, el dictamen sobre presupuestos, y en caso de que Su Señoría crea que no se deben presentar cuanto antes los presupuestos, yo suplico a Su Señoría, en nombre de los intereses de la República, que se sirva urgir a la Comisión de Presupuestos para que cuanto antes presente el dictamen respectivo, sea que el Ejecutivo haya mandado los presupuestos o sea que la misma Comisión tenga que hacerlos, porque esta Cámara está resuelta, si es necesario, a hacer ella misma los presupuestos, pero a no dejar de ninguna manera a la República sin esta ley que dispone del dinero del pueblo.
El C. Trejo: Pido la palabra.
El C. presidente: Interpelada la Presidencia, va a contestar, La Presidencia manifiesta al C. Siurob que se le acaba de informar que hay dos dictámenes en cartera presentados ya por la Comisión, mucho antes de que termine el plazo de quince días que el Reglamento le da para este objeto; que solamente tiene pendiente el dictamen de un Presupuesto que fue mandado ayer por el Ejecutivo. En consecuencia, la Presidencia, teniendo en cuenta que la comisión de Presupuestos y Cuenta se ha ajustado al Reglamento y hasta se ha excedido, si puede decirse, en el cumplimiento de su deber, no cree del caso hacer ninguna conminación a la Comisión puesto que ésta, como he dicho antes, ha cumplido hasta este momento con su deber.
El C. Trejo: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una aclaración.
Felicito sinceramente a las comisiones por el empeño que han tomado en este caso y paso a la segunda interpelación. Me refiero al dictamen aprobado, en que la Cámara se hace solidaria en la acusación presentada por los partidos políticos libres del Estado de Querétaro, en contra del C. Perusquía
y de los diputados a la Legislatura local. También creo absolutamente interesante para la justicia nacional el que este dictamen pase cuanto antes al Senado, y, en ese concepto, suplico a Su Señoría que si ya existe en cartera el dictamen de la Gran Comisión sobre las personas designadas para que vayan en comisión al Senado, se dé cuenta cuanto antes a la Asamblea, pues yo, como ciudadano mexicano y en particular como ciudadano queretano, tengo el más grande, el más absoluto interés en que esto se tramite desde luego, en virtud de que el Senado, por sus muchas y laboriosas ocupaciones, quizá tenga que retardar este asunto, y es necesario dar tiempo para que se discuta en el actual período de sesiones.
El C. presidente: La Presidencia manifiesta al C. Siurob que ya existe en cartera el dictamen de la Gran Comisión, designando a la Comisión especial que irá al Senado a sostener la acusación contra el C. gobernador Perusquía y los diputados de Querétaro; si no se había dado cuenta con ese asunto, es debido a que no podía interrumpirse la votación referente al artículo 1o. de la ley que cesa al Ejecutivo en el ejercicio de las facultades extraordinarias; pero ya desde antes de que el C. Siurob hiciera esta interpelación a la Presidencia, ésta había dado orden a la Secretaría para que se incluya ese asunto en la cartera y tratarse en la sesión de mañana.
El C. Siurob: Gracias. (Voces: ¿Por qué no ahora?)
El C. Trejo: Pido la palabra, en nombre de la Comisión de Presupuestos, para hacer una aclaración a la interpelación del C. Siurob.
El C. presidente: Para hacer una aclaración a la interpelación que a la Presidencia hizo el C. Siurob, tiene la palabra el C. Trejo.
El C. Trejo: Quiero referirme particularmente al C. diputado Siurob y a toda la honorable Asamblea: la Comisión de Presupuestos y Cuenta no tan sólo se ha puesto a dictaminar los presupuestos que el Ejecutivo le ha mandado, sino que alguno de mucha importancia, como es el de Guerra, no obstante que el Ejecutivo no lo ha mandado, ya lo tiene en estudio de la Comisión. El C. Lucas Bravo es el que está estudiando en todos sus detalles ese presupuesto. La Comisión simplemente ha tenido que lamentar que algunos compañeros de la Cámara no hayan auxiliado en los términos que debían; quiero referirme particularmente a la Comisión de Administración, a la que ha estado excitando para que nos dé el presupuesto de la Cámara, y a la Comisión Inspectora de la Contraloría Mayor de Hacienda, que ha sido también excitada para que nos presente su proyecto. La Comisión, hoy en la mañana, tomó este acuerdo: que si en un perentorio plazo estas dos comisiones de la Cámara no le presentan los presupuestos respectivos, ella hará los presupuestos. (Aplausos.)
Presidencia del C. SOTO ROSENDO A.
El C. Presidente: Tiene la palabra, para hechos, el C. Espinosa.
El C. Espinosa: Ciudadanos representantes, ciudadano diputado Trigo: No odio a los hombres que, como usted, se amartillan a una idea y han ido no una, sino muchas veces por los pasillos de esta Representación Nacional saliendo a manera de rebaño, uno detrás de otro; sé que ciertos individuos tienen sus fetiches a quienes inmolan, en aras de su adoración, la inmensa, la grande, la verdad humana. Es cuestión de procedimientos. En esta Representación Nacional hay individuos que vienen pletóricos de ideales y de juventud a buscar el colmo de sus aspiraciones y que lo cifran muchos en escalar un puesto público de más o menos importancia, para llegar a este fin; unos toman un camino recto, otros toman un camino quebrado y van siguiéndolo por procedimientos distintos, unos a golpe de ala, otros arrastrándose. Un águila que escaló las más altas cimas del Himalaya, ebria de luz, orgullosa en su altivez, queriendo besar el sol, en el colmo de su orgullo se preguntaba a sí misma: ¿quién más alta que yo? Y una voz le respondió: yo. Entonces el águila, enfurecida al ver que una voz más alta le respondía, volvió la vista y se encontró con que era un gusano quien le había contestado, y entonces, asombrada el águila, le preguntó: ¿Cómo has hecho para llegar hasta aquí?" "Arrastrándome" - contestó el gusano -. Y ese es, ciudadanos representantes, el camino que han querido seguir, no diré que individualmente el C. Trigo, sino muchos de los que componen esta minoría que, quieran o no, sí merecen el calificativo de serviles que les ha sido aplicado, no por la mayoría de esta Cámara, sino por la opinión pública, juez justiciero que da a cada quien lo suyo.
No es cierto, como dice el compañero Trigo, que ya haya venido a esta tribuna a quemar incienso en aras del ciudadano ministro de Gobernación; eso es absolutamente falso, y el compañero Trigo probablemente lo ignora, probablemente se ha equivocado y por eso ha asentado ese cargo en esta tribuna. Si publiqué un folleto en defensa del "Bloque Liberal Nacionalista" de la Cámara de Diputados; por entonces, el año pasado, yo estaba enteramente de acuerdo con la actuación parlamentaria de ese bloque de la mayoría y nadie puede tachar mi conducta dentro de él. Todos saben que yo me impuse con toda la fuerza de que fui capaz para que fuese aprobada en el seno del bloque la credencial espuria del C. doctor Méndez en contra del triunfo legítimo del C. Manrique. A todos les consta que, dentro de ese bloque, yo me opuse también a que se aprobara la credencial contraria a la del compañero Dionisio Zavala, conquistada en buena lid en el Estado de San Luis Potosí, para cuyo triunfo fue necesario manchar aquel suelo con sangre; así por el estilo, podría citar muchos casos de mi independencia, de mi actitud rebelde contra todas las injusticias, y aquí se ha pretendido tachar de servil la actitud que desarrollara dentro de aquel bloque. Así pues, creo haber dejado demostrado la falsa imputación, mejor dicho, haber demostrado la falsedad de una imputación del compañero Trigo - quizá falto de memoria - que hizo desde esta tribuna.
Ahora, en cuanto a mi actitud en este caso, yo debo decir que he estado en contra de la minoría, porque ésta, atendiendo a ese martilleo de una idea personal y a los intereses personales de ciertos
hombres del Gobierno, ha desatendido los altos intereses del pueblo, sin importarle pisotear los mandatos imperativos de la ley, Así, pues, después de hechas estas explicaciones, que los compañeros que me conocen sepan valorizar el concepto que de mí tiene el C Trigo.
El C. Trigo: Ruego a Su Señoría me conceda la palabra para una interpelación.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Trigo.
El C. Trigo: Ruego a Su Señoría - y en esta interpelación va envuelto también el C. Blancarte -, ruego a Su Señoría, repito, diga si es o no cierto que cuando se discutió su credencial, trajo un recado del licenciado Aguirre Berlanga, ministro de Gobernación, al señor Blancarte, para que se le aceptara y se dictaminara de conformidad su credencial. Interpelo al mismo tiempo que al C. Espinosa, al licenciado Blancarte.
El C. Espinosa: Pido la palabra para contestar.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Ciudadanos representantes: Me complace en alto grado la oportunidad que me brinda el compañero Trigo para hacer una declaración respecto a mi independencia política. Mi credencial la obtuve en mi Estado natal, no por ayuda; fui un candidato independiente, que no estuvo apoyado por ningún grupo político; luché en contra de la fuerza militar representada por las fuerzas comandadas por el general Vidal, paisano mío; luché en contra de la autoridad, representada por el presidente de la cabecera de Tonalá, hijo de un cacique, que contó con toda la fuerza del capital. Obtenida mi credencial, me presenté a esta Representación Nacional, y aquí debo retroceder un poco para hacer una aclaración: un amigo que me estima y que quiso ayudarme en este asunto, me dio cartas para el C. Aguirre Berlanga, ministro de Gobernación; esas cartas yo no las entregué, sino que las envié; no obtuve respuesta ninguna ni la necesitaba. En estas condiciones, el compañero Blancarte sabe perfectamente bien que no le traje ningún recado del C. Aguirre Berlanga. El C. Araujo, paisano mío, que tiene motivos para saber la verdad íntima de estos hechos, será quien, obsequiando una súplica mía, diga si es cierto que el C. Aguirre Berlanga tenía o no voluntad para que yo viniese a esta Asamblea, y fue uno de los que más se opusieron, diciendo que no convenía, que no convenía que yo entrara a esta Representación Nacional, porque recordaba todavía mi actitud rebelde de radical en el Congreso Constituyente; y así fue como aquí se pretendió que no se me permitiera entrar. Pero el C. Blancarte, convencido de la limpieza de mi credencial, no tuvo inconveniente en dictaminar a favor de ella, y fue como yo entré a esta Representación, sin recomendaciones de nadie. Yo apelo a la honradez del C. Blancarte para que diga si yo le traje a él algún recado del C. Aguirre Berlanga, y tengo aquí a todos mis paisanos, que saben en qué medio de independencia he venido formando mi personalidad política.
El C. presidente: Para contestar tiene la palabra el C. Blancarte.
El C. Blancarte: Lamento sinceramente, señores compañeros, que sigamos por este camino renovando todo aquello de credenciales que realmente debiéramos olvidar para dedicarnos a los trabajos que nos están encomendados... (Voces: ¡Claro!) Este asunto que se ha traído a colación, para mí pasaba casi olvidado hasta que en uno de estos días alguno de los compañeros me dijo que si me acordaba de cuando había ido el señor compañero Espinosa acompañado del señor Emilio Araujo a decirme que "ya el licenciado Aguirre Berlanga estaba de acuerdo en que se dictaminara en favor de su credencial." Fueron en compañía el señor Espinosa y el señor Araujo, y adelantándose, como siempre, para lastimarme, el compañero Valadez Ramírez no ha esperado para hacer el cargo de que yo recibía consignas. Así es, pues, que cuando los señores me dijeron eso - yo apelo también a los mismos para que digan si es cierto -, yo les dije "que me extrañaba que ahí me fueran a hablar en nombre del licenciado Aguirre Berlanga, que nada tenía que ver en estos asuntos; que quien tenía que resolver todo esto, era la Cámara, y ésta era la única encargada de poderme excitar a que violentara mis dictámenes, o no." Y entonces me dirigí al compañero Araujo y le dije: "Me extraña que usted, teniendo títulos para venir a decirme que violente este asunto, como es el de compañero y amigo, venga a traerme una recomendación que realmente para mí no significa nada.". Eso manifesté entonces y manifiesto ahora, y como ya de una manera gratuita se me inicia el cargo, yo esperaré que los mismos compañeros contesten, pues hubo algunos otros que me llevaron recados en ese sentido, y a quienes les manifesté que yo no haría sino esto: cumplir con la ley y con la justicia. (Voces: ¡Nombres!) porque en todo grupo... (Voces ¡Nombres!) Está el mismo señor compañero por el estado de México, señores Atanacio Gutiérrez, que tuvo conocimiento a bien de la forma en que le contesté cuando me llevó algún recado; están aquí también los demás compañeros que me decían que algunos gobernadores de los Estados estaban interesados, a quienes les contesté que eso para mí no significaba nada. Así es que he contestado la interpelación y excito a los compañeros a que no sigamos por este camino que no nos conduce a ningún fin práctico, sino que vayamos a estudiar los presupuestos, que es lo que realmente debe salvar a esta Cámara.
El C. Espinosa: Continúo en mi respuesta. Fue el licenciado Araujo Emilio, que sí tenía relaciones con el C. Aguirre Berlanga, quien se acercó a pedirle esa recomendación, pero no yo; yo estaba con el licenciado Araujo esa vez; no fue porque yo haya pedido esa recomendación al C. Aguirre Berlanga, que no la acepté ni la necesité. Yo quiero, de una vez por todas, que se sepa que ni antes de mi elección, ni en mi elección, ni después de ella necesité ni usé de la ayuda oficial en ningún sentido. El C. compañero Blancarte ha dicho que fue el licenciado Araujo quien le llevó esta insinuación; el C. Araujo, paisano y amigo mío, sabía la oposición del C. Aguirre Berlanga para que yo viniese a esta Cámara, y fue él quien, obedeciendo a un sentimiento de amistad para conmigo, consiguió, porque hay que hablar claro, que yo viniese a esta Cámara y fue él quien trajo al C. Blancarte la petición de Su Excelencia el C. Aguirre Berlanga; pero no fui yo.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Villaseñor Mejía. (Voces: ¡Huy)
El C. Villaseñor Mejía: Honorable Asamblea: No creí nunca que en esta tarde viniera a exhibirse aquí individuos que con una anticipación ya denunciada en esta Asamblea, han ido adquiriendo y buscando pruebas para poder venir a comprobar el incondicionalismo en individuos que el señor Trigo se ha encargado de denunciar aquí, y lo que sí veo y lamento es que entre las personas que él ha designado haya comprendido a mi humilde personalidad; y yo reto al C. Trigo para que me diga si alguna vez él sabe en alguna forma, que yo haya ido a recibir al Ministerio de Gobernación consigna alguna para venir aquí. Mi actuación como miembro activo del Bloque Nacionalista fue, como siempre he sabido hacerlo: la de cumplir con mis deberes; pero la actuación del bloque a que pertenecí y al también perteneció el señor Trigo, no tuvo hasta antes de la discusión de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán algo en que hubiera podido comprobarse la independencia de todos y cada uno de nosotros. La lucha del Bloque Liberal Nacionalista habían sido únicamente para sostener en la Asamblea candidaturas para traer mesas directivas, la de elegir a la Comisión Permanentemente, pero jamás se había visto la independencia de los cuidadanos diputados y quiero que el C. Trigo me señale un solo hecho en que pueda comprobar en contra mía el incondicionalismo de que me acusa. Por otra parte, no se asuste el C. Trigo de que yo pertenezca a un bloque, como ahora pertenezco - y con mucho honor -, al Bloque Revolucionario; él también formó parte del Bloque Nacionalista y fue de los primeros, antes que yo, que se emanciparon, y estoy seguro que lo hizo sin duda porque no le convino su actuación; igualmente yo quiero que me conceda el derecho que él tuvo para proceder en la forma en lo que lo hizo. Por tal motivo, que venga aquí el C. Trigo para que me señale un solo acto, una sola vez en que yo haya ido con el C. Aguirre Berlanga o a cualquier otro Ministro a traer la consigna al seno de esta Asamblea.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Valadez Ramírez, para hechos.
El C. Valadez Ramírez: Señores: se ha dado demasiada importancia a las palabras del C. Trigo, a quien se puede hacer cargos iguales a los que se ha servido hacer a algunos de los compañeros, tales como haber sido un enemigo gratuito del compañero Siurob, a quien atacó en el Bloque Nacionalista e impidió que se hiciera.... (Voces: ¡Ya! ¡Ya!) Mejor no hago uso de la palabra.
El C. secretario García Ruiz: La Presidencia consulta a la Asamblea si, estando próxima la hora reglamentaria, se pasa a sesión secreta, como lo pidió el C. Espinosa. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie.
Se pasa a sesión secreta.
El C. presidente, a las 7.51 p. m.: Se levanta la sesión pública para pasar a secreta.