Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210421 - Número de Diario 32

(L29A1P1eN032F19210421.xml)Núm. Diario:32

ENCABEZADO

MEXICO, JUEVES 21 DE ABRIL DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CAMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.-PERIODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II.-NUMERO 32

SESIÓN DE LA CAMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DIA 21 DE ABRIL DE 1921

SUMARIO

1. - Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior, Se concede licencia al C. diputado Cosme D. Gómez 2. - Continúa la discusión en lo general, del dictamen de las comisiones unidas 1a. y 2a. Agrarias, que consulta un proyecto de ley sobre fraccionamiento de latifundios; se declara con lugar a votarlo. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. VASCONSELOS EDUARDO

(Asistencia de 126 cuidadanos diputados.)

El C. presidente, a las 5.52 p.m.: Se abre la sesión.

El C. prosecretario Castrejón leyendo: "Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veinte de abril de mil novecientos veintiuno. - Período Extraordinario.

"Presidencia del C. José Siurob.

"En la ciudad de México, a las cinco y cincuenta y cinco de la tarde del miércoles veinte de abril de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintiocho ciudadanos diputados.

"El acta de la sesión celebrada el día anterior fue aprobada sin debate.

"Se acordó agregar a su expediente el oficio en que el Senado acusa recibo del proyecto de ley relativo a la Defensa de Oficio en materia federal y se aprobó un dictamen por medio del cual la primera Comisión de Peticiones propone se turne a las comisiones unidas de Justicia el proyecto de Tribunales para Menores Delincuentes, remitido por el C. Félix F. Palavicini en su carácter de presidente del Comité Permanente del Congreso Mexicano del Niño.

"Rindió la protesta de ley, como diputado suplente por el 6o. distrito electoral de Hidalgo, el C. Jorge Olguín.

"El C. Franco Cerqueda informó del resultado de la comisión que hizo una vista, por razones de enfermedad, al C. diputado Eduardo Guerrero.

"Presidencia del C. Luis Espinosa.

"Continuó la discusión, en lo general, del dictamen de las comisiones unidas primera y segunda Agrarias que consulta un proyecto de ley sobre fraccionamiento de latifundios.

"El C. Díaz Soto y Gama, miembro de las comisiones, usó de la palabra en apoyo del dictamen. El orador fue interrumpido por aclaraciones de los CC. Gustavo P. Serrano y Siurob e interpeló al propio C. Serrano y al C. Ramón Velarde. La Presidencia, durante el discurso del C. Soto y Gama, expresó su resolución de no continuar concediendo la palabra para contestar interpelaciones y, así que concluyó el orador y con motivo de algunos conceptos de éste, hizo aclaraciones.

"El C. Bojórquez, aunque la Presidencia no le concedió la palabra, usó de ella para hacer una moción de orden.

"En pro habló el C. Abraham Franco.

"En contra lo hizo el C. Céspedes, quien interpeló al C. secretario de Agricultura y Fomento y fue interrumpido por una aclaración del C. De la Torre

El C. secretario de Agricutura y Fomento contestó la pregunta del C. Céspedes y éste concluyó su peroración.

"El C. Siurob, a nombre de las comisiones, se produjo en apoyo del dictamen.

"El C. Rafael Martínez de Escobar, a quien se concedió la palabra en pro, manifestó que desistía de hablar en vista de la actitud de la Asamblea para que se diera por terminada la discusión; y como la Mesa tratara de preguntar si el asunto estaba suficientemente discutido, el C. Céspedes pidió la lectura de la fracción X del artículo 73 constitucional y el C. Rico, un informe a la Secretaría acerca del número de los ciudadanos representantes que habían hablado en pro y en contra; se cumplimentaron los deseos del C. Céspedes y del C. Rico y luego hicieron mociones de orden los CC. Israel del Castillo y Aurelio Manrique.

"La Presidencia, siendo las ocho y cincuenta de la noche, levantó la sesión y citó para el día siguiente a las cinco de la tarde."

Está el acta a discusión. No habiendo quien desee hacer uso de la palabra, en votación económica

se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"Cosme D. Gómez, diputado en ejercicio por el 17 distrito electoral del Estado de Oaxaca, ante vuestra soberanía, atentamente expone:

"Que teniendo asuntos sumamente urgentes relacionados con el distrito que representa, así como otros de carácter particular, y los cuales requieren su presencia, solicita de la H. Asamblea le conceda una licencia hasta por un mes, con goce de dietas, para poder trasladarse al Estado de Oaxaca, pidiendo dispensa de trámites.

"Protesta a ustedes sus respectos. - México, D. F., 21 de Abril de 1921. - Cosme D. Gómez."

En votación económica se consulta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Se dispensan los trámites.

Está a discusión. No habiendo quien desee hacer uso de la palabra, en votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Concedida.

El mismo C. prosecretario: Continúa la discusión en lo general del dictamen de las comisiones primera y segunda agraria que consulta un proyecto sobre fraccionamiento de latifundios.

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Reyes Tereso.

El C. Reyes Tereso: Señores diputados: Debo de confesar, antes de mi discurso, que soy partidario decidido del fraccionamiento de tierras; y que deseo, como el que más, se felicite a la clase proletaria de nuestro pueblo una fracción de terreno para que pueda atender a sus necesidades más urgentes de mejoramiento social para sí y su familia; sólo que deseo que este fraccionamiento se haga de una manera juiciosa, de una manera prudente; y, sobre todo, de una manera racional.

Por lo mismo, yo apruebo en lo general este proyecto, y solamente voy hacer algunas aclaraciones en algunos puntos de carácter técnico, pero enteramente agronómicas.

Honorable Asamblea: Comprendo perfectamente que no merezco ocupar esta tribuna, porque no tengo conocimientos suficientes ni práctica en la oratoria parlamentaria que siempre he reconocido en vosotros; pero comprendo, también, señores diputados, que aun cuando soy el último de los representantes de esta Cámara, tengo, como vosotros, el deber legal y la obligación de contribuir con mis pequeños elementos intelectuales para estudiar y resolver de una manera efectiva de una manera prudente, práctica, todos aquellos problemas que influyan en el mejoramiento moral, en el mejoramiento social, así como también en el progreso material de todos los pueblos de México; principalmente de la clase desvalida, de la clase proletaria, de esa clase que tanto ha sufrido en nuestras crisis económicas y en nuestros transtornos políticos.

Hecha esta aclaración, debo decir, señores diputados, que después del problema de la instrucción pública que se ha desarrollado en esta Cámara, no ha habido otro problema tan importante ni de tanta trascendencia para la nación como el problema del fraccionamiento de tierras que hoy se está discutiendo en esta Cámara, porque la tierra bien sabemos que es la base de la agricultura y que es uno de los agentes más importantes de la producción. Por lo mismo, señores diputados, yo sostengo con todo entusiasmo, con todas las fuerzas de mi corazón, de mi cerebro y de mi alma, este proyecto formulado por las comisiones Agrarias de la Cámara; porque debemos procurar que se cumplan incontinenti las promesas hechas por la Revolución, así como también que se faciliten los medios adecuados a las clases menesterosas para adquirir una fracción de terreno que, como hemos dicho, le sirva para atender a sus necesidades más urgentes. Pero es preciso comprender, señores diputados, que la agricultura no solamente nos debe proporcionar los medios necesarios para atender a nuestras necesidades orgánicas, sino que también nos debe proporcionar los elementos que sirvan de base para desarrollo de las industrias nacionales, ya que todos sabemos que la agricultura nos proporciona las plantas amiláceas, las plantas feculentas, las fibras textiles, las plantas sacarinas, las plantas harinosas, etcétera, etcétera, y un gran número de árboles frutales y de árboles forestales nos proporciona todos los elementos que sirven de materia prima que sirven para el desarrollo de las industrias fabriles, para el desarrollo de las industrias extractivas y de la industria comercial, en cuyas industrias sabemos todos perfectamente que se ocupa un gran número de obreros y artesanos que las transforman en artículos útiles para nuestras necesidades personales, nuestras necesidades sociales y aun las mismas necesidades de la industria. Pero a pesar de esta verdad, todos sabemos que el Gobierno de la pasada Administración y todos sus colaboradores no dieron ningún impulso a la industria mecánica y que vieron la agricultura con la mayor indiferencia, no obstante que ella fue la que produjo a ese mismo Gobierno los muchos millones de pesos con que sostuvo por varios años el lujo deslumbrador de aquel grupo numeroso de los que formaban la legión pretoriana. Y todos sabemos que las causas principales que dieron origen al movimiento armado de 1910 fueron precisamente el pauperismo en que se encontraban todos los pueblos de México y el hambre y la miseria que sufrían las clases proletarias, las clases desvalidas y desheredadas; pero no porque faltasen fuentes naturales de riqueza que explotar que, como es bien sabido, abundan en nuestro país, sino por el monopolio de las tierras, que ha hecho hasta ahora que los productos de la agricultura sean el patrimonio de un reducido número de favorecidos, con perjuicio de las multitudes y aun con perjuicio de aquellos individuos que han contribuído a la producción. Todo esto, agregado a nuestra ignorancia casi completa en todas las ciencias e industrias mecánicas y productoras, principalmente en lo que ve a la agricultura, porque es necesario confesar que en agricultura somos ignorantes absolutamente; de ahí que entre las principales promesas

que la Revolución hizo al pueblo mexicano, se encuentre la intensificación de la instrucción pública, desde el centro del país hasta los ángulos del perímetro, así como también favorecer o impulsar todas las industrias, especialmente la agricultura, comenzando por el fraccionamiento de tierras. Pero es preciso comprender que para que la tierra pueda producir todos los frutos de que es capaz y en la medida que se necesita, es necesario darle a la propiedad predial todas las modalidades y todas las formas que necesita, pero de acuerdo con las necesidades de los pueblos y con las necesidades de la industria, pues es necesario recordar que la agricultura no solamente nos proporciona lo que necesitamos para nuestras necesidades orgánicas, sino para el desarrollo de las industrias. De ahí, pues, que debemos darles a los sistemas de propiedad todas las modalidades para que puedan producir los frutos que necesitan no solamente los agricultores, sino todas las industrias; pero esto sin olvidar, señores diputados, que si no se tienen en cuenta los procedimientos agronómicos que aconsejan las ciencias para el cultivo de las tierras que nosotros demos a los pueblos, entonces los pueblos seguirán en la miseria, en el hambre, si no cultivan la tierra conforme a los procedimientos agronómicos, pero siempre que contribuyan los agentes naturales como es el agua, como es la tierra y como es la luz y el calor. Cuando esos agentes faltan, si hay tierra, pero no hay trabajo, no hay trabajo entendido, no hay un trabajo, podemos decir, apegado a la ciencia agronómica, la producción tiene que ser estéril, es decir, los terrenos no pueden producir lo que pudieran cuando este trabajo sea un trabajo más o menos ilustrado, y si hay tierra y trabajo, pero no hay capital, aunque haya eso no podríamos nosotros tener la producción; cuando faltan los agentes naturales tampoco podremos tener la producción. No es oportuno, señores, decir todavía lo que es el trabajo y lo que es el capital y, además, vosotros lo sabéis perfectamente. En el fraccionamiento de la tierra si es necesario tener presentes las reglas agronómicas, no solamente en lo que respecta al clima, sino también en lo que respecta a la clase de terrenos, porque debemos tener presente que la naturaleza ha creado animales y plantas para cada clima y para cada clase de terrenos, y ha creado también climas y terrenos para cada clase de animales y para cada clase de plantas. Y es un principio también de la dinámica agraria, que la tierra que es de bosques, de bosques debe ser; la tierra que es de pastos, debe servir para los ganados, y solamente la tierra que es propiamente cultural, debe dedicarse a los cultivos agrícolas. Cuando se invierte este orden, cuando las tierras que son esencialmente forestales o de pastos se aplican en los cultivos agrícolas, entonces la producción se interrumpe; la tierra no puede producir los frutos que debía porque se ha aplicado a otros usos que no son los indicados por la misma naturaleza. Tenemos como ejemplo las lomas estériles y degradadas de Santa Fe. La historia nos indica que desde antes de la Conquista hasta los primeros años después, esos terrenos estuvieron poblados de bosques; pero más tarde fueron despoblados para dedicarlos a los cultivos agrícolas, dando por resultado que se degradaran y que las cosechas fueran siendo cada vez más escasas hasta desaparecer, quedando al final inútiles no sólo para el cultivo, sino también para las plantas forestales. Una prueba de que esos terrenos estuvieron cubiertos de bosques nos la da la historia cuando nos enseña que fueron escogidos dichos terrenos por Fray Vasco de Quiroga para radicarse allí, donde fundó el pueblo de Santa Fe. Más tarde, el beato Gregorio López escogió ese lugar porque era el más ameno y más cubierto de bosques, donde podía dedicarse a contemplar la naturaleza y también a sus meditaciones religiosas. De estos ejemplos que nos da la ciencia, tenemos muchos por todas partes de la República. En los Estados en donde los terrenos de bosques y los terrenos de pastos se han dedicado a otros usos distintos, como es el cultivo agrícola, esos terrenos se han degradado y no han producido las cosechas que se necesitaban. Los terrenos de bosques son de un clima y de una naturaleza distinta; los terrenos culturales son de un clima y una naturaleza enteramente distinta.

Todo esto, señores, lo he dicho porque quiero demostrar que no debemos fraccionar los terrenos de una manera irracional, que no debemos fraccionar para cultivos agrícolas cualquiera clase de terrenos, sino que debemos fraccionar para los expresados cultivos aquellos terrenos que por su naturaleza, que por su clima, sean propiamente culturales y dedicar ya a los pastos ya a los bosques aquellos terrenos que por su constitución agrológica, que por su constitución química y que por su clima sean propiamente forestales. De ahí que la fracción (a) del artículo 2o. de este proyecto de ley sobre el fraccionamiento de los latifundios, en mi concepto, señores, debe corregirse, expresando claramente que antes de procederse al fraccionamiento de los latifundios, debe hacerse una clasificación técnica, clasificando los terrenos que sean de bosques y los terrenos que sean propiamente culturales, con el objeto de que estos terrenos puedan producir las cosechas de una manera continua, indefinida y que no vengan a esterilizarse con el tiempo y entonces sean inútiles tanto para los cultivos como para los bosques. Ya la ley indica que serán exceptuados del fraccionamiento todas aquellas fincas que estén precisamente sujetas a un cultivo técnico. También, señores, creo que es un error de los más grandes el que se fraccionen los terrenos nacionales. Yo conozco en su mayor parte muchos de ellos y sé perfectamente bien que por su clima y que por su naturaleza son enteramente forestales, y por eso soy de opinión que no debemos fraccionar cualquiera clase de terreno, porque los bosques precisamente contribuyen no solamente a fertilizar los terrenos, sino que contribuyen a la lluvia, a mejorar los climas y los manantiales, es decir, a conservarlos.

El C. prosecretario Castrejón: Se ruega a los ciudadanos diputados presten atención al orador.

El C. Reyes Tereso: Ya terminé.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Huerta Moisés.

El C. Huerta: Señores diputados: Al haberme inscrito en contra del dictamen que se discute, no es porque sea un refractario a la expedición de la ley sobre latifundios, sino precisamente porque la

ley que se discute no conducirá eficazmente al fin que se propone, como voy a procurar demostrarlo. El artículo 27 de la Constitución federal en su fracción VII, inciso (a), previene de una manera clara y terminante que la ley que el Congreso de la Unión expida debe sustentarse en las bases contenidas en la fracción citada; y como el proyecto a discusión, lejos de estar cimentado en esas bases, se aparta de ellas, resulta que, en primer lugar, no se cumple con el precepto constitucional y, en segundo, no es eficaz el fraccionamiento. El proyecto que se discute establece en el artículo 4o. que para que se pueda llevar a cabo un fraccionamiento, la Comisión Nacional Agraria previamente debe declarar si el fundo es o no latifundio; y una vez declarado que sí lo es, la Comisión Nacional Agraria entra en explicaciones con el propietario para ver si él voluntariamente quiere efectuar el fraccionamiento, llevándose adelante, en caso contrario, la expropiación. En la forma en que está concebida la ley, se comprende desde luego que lejos de abrirse las puertas al fraccionamiento de latifundios , lejos de que el pueblo pueda aprovechar ese beneficio de la ley, se va a dar lugar únicamente a dificultades interminables entre los latifundistas y los mismos solicitantes de tierras. La ley para que fuera eficaz, en mi concepto, debe limitarse a fijar el máximum de tierra de que pueda ser dueño una sociedad o un particular y obligar a los propietarios para que el excedente sea fraccionado en los plazos que la ley señale, y en caso de que no lo hagan de una manera voluntaria, se lleve adelante la expropiación por medio de los procedimientos que establecezcan en la ley que se expida, pues mientras la ley no reúna estos requisitos de esa ley, el cumplimiento es enteramente ineficaz. Yo me explico, señores, que el proyecto de ley esté enteramente de acuerdo con las ideas que sustentó en esta Cámara el ciudadano Presidente de la República en una sesión que tuvo verificativo el día 15 de noviembre del año próximo anterior, y me voy a permitir recordar a ustedes las palabras del señor presidente que dicen en su parte respectiva: "Estoy enteramente de acuerdo con el principio agrario, pero debemos proceder con absoluta discreción; debemos de proceder con un tacto tal, que se satisfaga ese problema sin poner en peligro nuestro bienestar ni nuestra parte económica. Si nosotros empezamos por destruir la gran propiedad para crear después la pequeña, creo sinceramente que hemos cometido un error, porque el día que se promulgare una ley fijando la superficie máxima que cada uno de los hacendados posea, ese día el Gobierno no tendrá ni siquiera el derecho de cobrar los impuestos ni las contribuciones por toda la superficie de la hacienda, y no ha creado la pequeña propiedad todavía". Este pensamiento que en aquella ocasión nos expresó de una manera amplia y de muy buena fe el ciudadano presidente está ya moldeado en forma de ley en el proyecto que envió a esta honorable Asamblea. No me extraña, por lo mismo, que el ciudadano presidente de acuerdo con las ideas expresadas en este recinto en la sesión del 15 de noviembre, haya sujetado a un artículo esas mismas ideas: me llama la atención la actitud de uno de los señores miembros de las comisiones dictaminadoras. porque en esa vez el mismo señor diputado Soto y Gama, que se enfrentó con el señor presidente y con el ministro Villarreal, por el hecho de que le hicieron objeciones al proyecto de ley que habían presentado a la XXVII Legislatura el ciudadano diputado Siurob y otros compañeros y que él había dictaminado ya, se opuso, repito, terminantemente de una manera enérgica, y ahora, señores, no me explico su actitud; ha cambiado por completo de orientación.

Voy a leer un fragmento del discurso del ciudadano Soto y Gama en aquella vez para que os deis cuenta de cómo vacila este ciudadano representante, por mejor decir, cómo cambia de opinión; en una palabra, para mí es el primer lírico de esta Asamblea. Decía en aquella ocasión:

"Esa Constitución, en su artículo 27, declaró que era obligación del Congreso de la Unión, para su jurisdicción, y de las legislaturas de los Estados para las suyas, que era obligación, la más alta de todas, fraccionar los latifundios. Llega en su previsión hasta a fijar bases minuciosas y detalles para ese fraccionamiento. ¿ Cuál era el deber de la Comisión? Ajustarse al precepto constitucional, que más que un precepto constitucional es la bandera de la Revolución, es la bandera de todo un movimiento que lleva diez años de desarrollo. Las bases que fija han sido ampliadas, han sido desarrolladas por la Comisión, pura y simplemente. Dice el artículo 27: "Deberá fijarse en las leyes que dicten las legislaturas de los Estados, cada cual en su caso, primero: la extensión máxima que debe considerarse latifundio - se hace el detalle o se llega al detalle en el proyecto de la Comisión -; después, el excedente sobre esa extensión máxima deberá ser fraccionado por los propietarios en el plazo que fija la ley - se fija el plazo que fija el excedente -; después, si el propietario en cierto plazo no llevare a cabo el fraccionamiento, deberá hacerse éste por la nación...." etcétera, etcétera.

Pues bien, si el ciudadano Díaz Soto y Gama en aquel entonces exigía que la ley que este Congreso expidiera debería tener como base las especificaciones señaladas en la fracción VII del artículo 27 de la Constitución, ¿por qué ahora viene a emitir un nuevo dictamen enteramente apartado de esas mismas bases? ¿Qué, ahora la ley que se va a expedir es una ley de circunstancias o es ley orgánica del artículo 27 constitucional? Entiendo que es esto último, porque la misma Comisión se encarga de decirlo en el artículo transitorio del proyecto a discusión que dice así:

"La presente ley se expide con el carácter de orgánica del párrafo tercero del artículo 27 constitucional...."

Si, pues, se expide con el carácter de ley orgánica de un artículo constitucional, ¿por qué no se cumple con las bases? ¿A qué viene señalar previamente las atribuciones de la Comisión Nacional Agraria? ¿A qué viene sujetar a taxativas el fraccionamiento, por qué va a quedar sujeto a taxativas, desde el momento que ha de ser la Comisión Nacional Agraria la que declare previamente si un fundo es latifundio? Esto, como desde luego se comprende, lejos de ser beneficioso, según ya lo dije, va a dar lugar a mayores desencantos, por que algunos individuos, algunos humildes ciudadanos, se dirigirán a la Comisión Nacional Agraria

pidiéndole que declare que es latifundio tal o cual hacienda; el latifundista, por su parte, moverá todas sus influencias y obtendrá quizá en no pocos casos que se declare que no es latifundio, y una vez hecha esta declaración vendrá por tierra esa aspiración. Por lo tanto, si queda demostrado que esta ley no está sustentada en las bases del artículo 27, queda demostrado también que la Comisión en esta vez se apartó del cumplimiento de la ley; y yo, en esta clase de asuntos, sin alardear de revolucionario, porque no tengo méritos para alardear de ello, pero sí alardeando del cumplimiento del deber, me resistió, me rebelo contra esta manera de pensar de los miembros de la Comisión, porque no está de acuerdo con la Constitución general. Estoy seguro que en esta Asamblea nadie se va a oponer a la expedición de una ley sobre fraccionamiento de latifundios, sencillamente porque es un precepto constitucional expedirla; y si, pues, todos hemos protestado cumplir y hacer cumplir la Constitución, estamos en el deber de expedir esa ley; pero que esta ley se expida , señores, como la misma ley lo manda, no andar aquí con subterfugios ni darle cierta apariencia de legalidad, pero que en el fondo es contraria a la Constitución.

Voy a pasar ahora a otro punto que, aunque ayer lo apuntó atinadamente por cierto el diputado Céspedes, merece todavía algunas otras consideraciones para reforzar más lo anticonstitucional del proyecto. El señor Céspedes ayer, con fundamento en la fracción que he venido invocando, demostró que el Congreso de la Unión tiene facultad para expedir la ley sobre fraccionamiento de latifundios del Distrito Federal y Territorios, y no la tiene para expedir una ley de carácter obligatorio en toda la República. Esto queda perfectamente demostrado y todavía se rebustece más si tenemos en consideración que tratándose del problema obrero la misma Constitución general, en su artículo 123 encomienda a las legislaturas de los Estados expedir la ley respectiva sobre las cuestiones obreras. Si, pues, tratándose de la cuestión obrera son las legislaturas de cada Estado las capacitadas para expedir la ley respectiva, con mayor razón, señores, tiene que ser la Legislatura de cada Estado la capacitada para expedir la ley sobre fraccionamiento de las tierras, porque es inconcuso que no es lo mismo un latifundio en el Estado de Tlaxcala, cuya superficie es la más pequeña de la República, que un latifundio del Estado de Chihuahua; es relativo todo en la vida, y en esta ley se ve, más que en nada, esa relatividad. De tal manera que el problema agrario no debe resolverse de una sola plumada en esta Asamblea; este problema debe ser resuelto sucesivamente por las legislaturas respectivas, no solamente porque lo manda la Constitución, sino por conveniencia pública, por interés general, porque, señores, yo no creo que alguno de nosotros se crea con la omnisciencia suficiente para creerse capacitado para resolver el problema agrario en toda la República; tener esas pretensiones es tener la pretensión de ser omnisciente, y yo sinceramente declaro que me juzgo incompetente para creerme de los individuos capaces de resolver el problema agrario en toda la República. Por otra parte, antes de expedir esta ley, en mi concepto debe expedirse previamente la ley creando la deuda especial agraria, porque estableciendo el inciso (d) de la fracción VII del artículo 27 que: "el valor de las fracciones será pagado por anualidades que amorticen capital y réditos en un plazo no menor de veinte años, durante el cual el adquirente no podrá enajenar aquéllas", es incuestionable que debe preceder, a la expedición de la ley sobre fraccionamiento de latifundios, la creación de la deuda especial agraria.

Es verdad que el año pasado se expidió con fecha 10 de enero una ley por la que se crea la Deuda Pública Agraria y se autoriza al Ejecutivo de la Unión para expedir, hasta por la cantidad de cincuenta millones de pesos oro nacional, la emisión de bonos de la Deuda; pero estos bonos que hasta la fecha no se han expedido, tienen por objeto satisfacer el pago de las tierras restituídas o dotadas, pero no establecer esa deuda especial agraria a que se refiere la fracción VII del artículo 27. Se me dirá, como se dijo ayer: esto será posteriormente; por un lado se aprueba esta ley y después dictaminaremos la ley creando esa deuda especial, etcétera. No, la Constitución exige que por un lado se expida la Ley agraria y por otro se indemnice. ¿Cómo va a ser esa indemnización? No con dinero en metálico, sino en bonos; pero eso exige la creación previa de la Deuda Agraria, y mientras esto no se haga, no creo que sea debido, legal ni honrado, expedir la ley. Se me dirá que si se dicta la ley disponiendo que desde luego se fraccionen las propiedades, se va a dar lugar a desequilibrio económico. No soy de esa opinión; creo que fijado el máximum de tierra que debe poseer un propietario y fijado el máximum de tierra que debe tener un solicitante, el excedente quedará sujeto al fraccionamiento según las necesidades y las aptitudes de cada solicitante. Esto de las aptitudes no es opinión mía; el mismo presidente de la República, en aquella memorable sesión dijo aquí que era de parecer que la ley que se expidiera tuviera entre sus postulados una de estas condiciones: que cada solicitante demostrara su capacidad, casi casi el amor a la tierra; de otra manera resulta ineficaz esto, pues si como dije antes, se fija una base de la extensión máxima de que pueda ser dueño el propietario, es decir, el poseedor del latifundio y se fija el máximum de tierra que puede poseer también un particular o una sociedad, el excedente seguirá sujetándose al fraccionamiento a medida que las necesidades lo exijan. Mientras esto no sea así, no hay necesidad de fraccionar y no hay peligro alguno de que los Estados queden sin percibir los impuestos. Para que no se vayan a creer que soy simplemente un lírico, porque alguno de los miembros de la Comisión podría decir que si el ciudadano Huerta tiene ideas sobre el particular, por qué no formula un proyecto, voy a permitirme dar lectura a unos artículos que a la ligera he formulado, simplemente para demostrar la mejor intención que tengo para laborar en un nuevo proyecto, porque yo pido a la honorable Asamblea que se rechace éste a fin de formular otro sobre otras bases, Yo diría, por ejemplo, - y en esto no hago otra cosa que seguir los mismos pasos que siguieron los que presentaron el proyecto primitivo en la XXVII Legislatura, pero diferenciando un poco, yo llamaría a esta ley no sobre el fraccionamiento de

Latifundios, sino ley orgánica del artículo 27 sobre el fraccionamiento de las grandes propiedades, y diría en un artículo, por ejemplo:

"Artículo 1o. En el Distrito Federal la extensión máxima de tierra de que puede ser dueño un solo individuo o sociedad es de tantas hectáreas; y en los territorios federales de la Baja California y Quintana Roo será de tantas hectáreas."

Digo tantas y tantas porque, señores, no tengo conocimiento especial sobre la superficie, sobre la densidad de las poblaciones de cada una de estas entidades que he mencionado. Esto será cuestión de estudiarlo por un ingeniero y por otro especialista.

"Artículo 2o. El excedente de las extensiones fijadas en el artículo anterior, debe ser fraccionado por el propietario en los plazos que señala esta ley y las fracciones serán puestas a la venta en las condiciones que la misma establece.

Cuando el propietario se niegue a hacer el fraccionamiento, éste se llevará a cabo por el Ejecutivo mediante expropiación.

"Artículo 3o. Siendo de utilidad pública el fraccionamiento, quedan afectos él los fundos que se encuentren en las siguientes condiciones:"

En estas condiciones entraría el estudio de los técnicos, porque indudablemente que habría ciertas propiedades que de sujetarse a un fraccionamiento no solamente traerían consigo la destrucción de las riquezas nacionales, sino también daría lugar a un desequilibrio económico hasta para el mismo Estado. Yo tengo la creencia de que no todos los Estados de la República , aun declarados fraccionables, serán ocupados por los colonos. Los Estados que seguramente van a tener mayor número de colonos serán los de la Mesa Central; pero los Estados del Norte creo que quedarán en la misma situación que ahora. Por esto es necesario estudiar cuáles deberán ser las tierras que queden sujetas a fraccionamiento y cuáles no o en qué condiciones No tengo la pretensión de haber llevado a vuestras conciencias la convicción de que el proyecto es malo de pies a cabeza, como dijera el ciudadano Domínguez; pero si creo que habrá hecho mella en ustedes la idea fundamental de que el proyecto no se ajusta al artículo 27 constitucional; y no ajustándose, resultaría, si se aprobara el proyecto en la forma en que lo presentó la Comisión que no habremos cumplido con la Constitución, ni habremos dado al pueblo el verdadero camino para hacerse dueño de parcelas y sí habremos faltado a nuestro deber. Voy a terminar haciendo resaltar lo inconveniente que será encomendar a la Comisión Nacional Agraria no solamente de declaración de que un fundo es latifundio, sino también los procedimientos de expropiación. La Comisión Nacional Agraria, con motivo de la restitución de tierras y dotación de las mismas a los pueblos, tiene ya bastante quehacer; imaginamos por un momento que ahora se le encomienda resolver en cada caso si es o no latifundio un predio, como lo establece el proyecto en su artículo 6o. que dice: "Las expropiaciones a que se refiere esta ley sólo podrán hacerse a medida que vayan siendo presentadas las solicitudes de parcelas respecto de cada finca en particular". Este artículo en la forma en que está concebido da lugar a lo siguiente: que tan pronto como se expidiera la ley, los jornaleros en las haciendas y aun los no jornaleros, inmediatamente harían su solicitud. ¿De fraccionamiento? No, la solicitud debe ser previamente de declaración de latifundio, y así que la Comisión Nacional Agraria, después de los estudios técnicos y después de averiguar una multitud de circunstancias, a la postre viniera a decir si era o no latifundio, se procedería o no al fraccionamiento. Esto me parece más bien un juego de niños que una ley seria de carácter constitucional. Por todo lo expuesto pido a la honorable Asamblea que dando una prueba de sensatez, de respeto al Derecho Constitucional y de respeto a sí misma, deseche este proyecto por estar enteramente infundado, con objeto de que vuelva a las comisiones para que lo reformen con estricto apego a la ley. (Siseos. Aplausos)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez de Escobar.

(Aplausos.)

El C. Martínez de Escobar Rafael: Ciudadanos representantes: Cediendo a un sentimiento irresistible de infinito amor a una palpitante verdad, vengo a esta tribuna de ciencia, de honor y de combate, a levantar mi cerebro y mi corazón hasta la cumbre esplendorosa de una fortificante sinceridad y a poner mi alma y mi espíritu todo al servicio del más purificante y regenerador de los ideales sociales: el agrarismo. (Aplausos.) Tengo para mí la más honda convicción, la persuasión más profunda de que la estallante dinamita, de que la explosionante pólvora que ha arrojado del alcázar de Chapultepec y del antiguo Palacio de los Virreyes a tantos gobernantes, ha tenido como causa final, como objetivo esta soñadora inquietud: la desmonopolización de la riqueza, la descentralización de la tierra (Aplausos.) Si queremos, señores representantes, que brille en nuestro país el arco iris de la paz orgánica que brota de la justicia distributiva, de una vez por todas con cálido entusiasmo disolvamos esos tumores que hinchan la epidermis de nuestra sociedad y que son los latifundios. (Aplausos.) Pero antes, ciudadanos diputados, de abordar cuestión tan subyugadora, porque la cuestión de la tierra es de suyo importante, necesito seguir a mi temperamento y referirme de una manera especial a los ciudadanos representantes: a los señores Norberto Domínguez y Aurelio Manrique.

¡ Ah, señores diputados! si en esta tribuna comparáramos a los oradores de hoy y del pasado con animales simbólicos, como lo hiciera la Iglesia con los evangelistas, llamaríamos el ruiseñor parlamentario, por su palabra divina y musical, a los Urueta y a los Castelar; el cóndor excelso a los Mirabeau y a los Bergniaud; el águila caudal a los Dartón; el león rubio a los Marat; la víbora, a los Roberpierre, ¿y con qué animal simbólico compararíamos al admirable conferencista, al brillante talento de don Norberto Domínguez? ¿Qué decía usted, compañero Gandarilla?

El C. Gandarilla: Ni una palabra he dicho.

El C. Martínez de Escobar Rafael: Creí que me había usted dicho que debíamos compararlo con un cangrejo parlamentario. (Aplausos.) El ciudadano ingeniero Domínguez, profundo en la ciencia de las Matemáticas, profundo en Zoología,

ingeniero y gramático, en materia de ciencias sociales y políticas camina hacia atrás y no sólo quiere que lleguemos al régimen colonial, sino aún hasta la época precortesiana. (Aplausos.) Pero dejemos a este vivo que entierre a sus muertos. Ahora, ciudadanos compañeros, tengo que aludir a don Aurelio Manrique. El mismo ingeniero don Norberto Domínguez, que tiene una punzante ironía de sarcasmo cruel y sátira mordaz, decía, o me dijeron que decía, que oyendo a Manrique no escribiría un artículo que se intitulara: "Las Aventuras del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha", sino que escribiría uno intitulado: "Las Aventuras Parlamentarias del Ingenioso Hidalgo Potosino don Aurelio el de las Barbas Caritativas, el de las Barbas Nazarenas". Manrique viene a esta tribuna con un espíritu absoluto de destrucción y se levanta más allá del bien y más allá del mal; más allá de lo justo y de lo injusto, de la belleza y de la fealdad, de lo malo y de lo bueno. Y Manrique, como un toro acometiendo cuando ve la capa roja, ataca a don Plutarco Elías Calles, ataca al señor secretario de Agricultura y Fomento, al licenciado con Rafael Zubaran, al general Obregón, a don Francisco Pérez y hasta a esa ensalada rusa de tomate, col y ajos que se llama cooperatismo, democratismo social y aun ataca al robusto, al vigoroso, al Partido Liberal Constitucional. (Aplausos.)

El C. Manjarrez, interrumpiendo: No es ensalada rusa el Demócrata-Social, compañero.

El C. Ramírez de Escobar Rafael: Compañero Manjarrez: No lo he dicho por ofender y retiro la palabra para satisfacción de usted.

El C. Manjarrez: Voy seguidamente, si me lo permite la Presidencia. (Murmullos.)

El C. Martínez de Escobar Rafael, continuando: Y el señor Manrique, señores diputados, no sólo se contentó con atacar a los hombres; va y ataca al cielo, a los astros, a los dioses, hasta que un guasón de las galerías le grita: "No te ataques". Y Manrique se ataca a sí mismo, porque así es Manrique. (Murmullos.) ¿Por qué quiere el ciudadano Manrique que se desvista al Partido Liberal Constitucionalista de su nombre? ¿Manrique se quitaría el suyo? Aurelio Manrique, hombre evocador, hombre que se extasía ante una aurora que sueña frente a un crepúsculo, que se cimbra ante una tempestad y se pasea con el Dante y ríe con Moliére, y tiembla con Shakespeare, y ruge con Wagner y enmudece ante David: la Cena y el Parthenón, y hasta llora con Margarita, muere con Traviata y se despide del mundo con Guillermo Tell. (Aplausos.) ¿Cómo quiere el ciudadano Manrique, si él no se quitaría el nombre, que se le quite al Partido Liberal Constitucionalista tan sólo porque se llama liberal y porque esa connotación significa lo que todos nosotros sabemos que significa? Pero hay que ir al fondo de las cosas, a la esencia de las mismas, a sus principios, a sus acciones; el Partido Liberal Constitucionalista no se quitará el nombre, porque así como hablé yo de lo que evoca el nombre ilustrado y prestigiado de Aurelio Manrique. el P.L. C., quieran que no, y pese a quien le pesare, significa, como dijo alguna vez el maestro, el músico, el divino, Jesús Urueta, algo resistente como una coraza, brioso como un corcel, sonoro y vibrante como una artillería. (Aplausos.) Y como Manrique es peleceano y de los más entrañablemente queridos en el Pélece, de los amigos a quienes estrechamos con efusión y entusiasmo, porque sabemos que es verdaderamente honrado y siempre ha tenido un gesto supremo de intelectualidad y de revolucionarismo, el Pélece me ha encomendado que desde esta tribuna, como él lo hizo, exhortando al Pélece, yo, a nombre del Pélece, exhorte al diputado peleceano don Aurelio Manrique...

El C. Bojórquez: interrumpiendo: Los trapos sucios se lavan en casa.

El C. Martínez de Escobar Rafael, continuando: El compañero Bojórquez, tan simpático y tan sugestivo, a quien admiré en la Asamblea Constituyente porque también ha sido él revolucionario y lo es aún - yo no vengo a hablar aquí de trapos sucios -, me extraña que haya prorrumpido en esa exclamación. Es él hombre que me ha simpatizado desde el Constituyente de Querétaro, porque alguna vez don Natividad Macías, ese sí clásico liberal de palabra inglesa, hablaba del patricio y entonces se paró el compañero Bojórquez y le dijo: ¿Por qué le llama usted Patricio , si su nombre es Benito? El Partido Liberal Constitucionalista exhorta al compañero Manrique a que en vez de estar desgranando rosarios de romántico amor a la pálida viajera de la noche en el más florido de los jardines de la capital de la República, descienda del cenit adonde se está remontando y que vaya a la Mesa Directiva del P.L.C. para que vea lo que se está haciendo, las iniciativas que tenemos sobre la cuestión agraria y la cuestión obrera y que vaya al Bloque de la Cámara, y no que huya como pájaro asustadizo quién sabe por qué. El P.L.C., pues, tiene que exhortar al compañero Manrique para que sepa cuál es la situación que guarda y para que contribuya con su inteligencia, con su talento, con su cultura y con su buena fe a darnos luz. Y, señores representantes, así somos nosotros; cuando un compañero se extravía, a ese compañero, precisamente porque tenemos ideales, lo llamamos a que vuelva al redil como una ovejita. Por eso es que yo exhorto al compañero Manrique a que haga labor eficiente, y que sepa que el Partido Liberal Constitucionalista, cuando se ha presentado la ocasión de hacer revolución social, la hace, y si no, que me diga quienes son los que con cálido entusiasmo y con efervescencia vienen a hablar en pro del problema agrario en estos momentos. Claro que también el señor Soto y Gama, que de buena fe es agrarista; pero, ¿no está también Siurob, que es de la Directiva del Partido Liberal Constitucionalista? ¿No está el mismo ciudadano Manrique, que es uno de los intelectuales del P.L.C.? ¿No es él uno de los que vienen aquí con vehemencia a propugnar por la resolución del problema agrario? ¿No ha hecho lo mismo el compañero Manlio Fabio Altamirano y también el que habla y toda esa masa de hombres que llevan encendida como una antorcha un luminoso ideal social en su cerebro? (Aplausos.) Y ahora, ciudadanos representantes, entro en materia, abordo el tema.

Un pensador mexicano, un sociólogo, un diputado a la Legislatura inmediata al Congreso Constituyente de 57, decía desde la tribuna del Parlamento: la cuestión de tierras, si queremos llegar hasta su

génesis, hasta su origen, se nos presenta, decía, como una de esas corpulentas encinas que decoran nuestras grandes montañas: de lejos sólo vemos las hojas, de cerca contemplamos su tronco, pero hay que cavar hondo, muy hondo, para llegar a sus raíces. Excavemos, decía, al origen, a la raíz de nuestras revoluciones y comprendamos que el pauperismo es la libertad que nos mata, y si no queremos que México sea una colonia, es necesario que deje de ser una Irlanda. Así se expresaba desde esa época un genial revolucionario mexicano, un intelectual intuitivo, como diría un compañero de esta Asamblea, un hombre inteligente. Quíerase que no, en mi sentir, todas las revoluciones de este país o la mayoría de las revoluciones del mundo, tienen como causa generatriz la cuestión social, y en una gran mayoría, la cuestión de las tierras. Para mí, la lucha de la independencia, posteriormente la lucha del centralismo y el federalismo, la reforma, la Revolución Constitucionalista y todas las demás que hemos tenido y que tengamos, tendrán como causa generadora principalmente la cuestión de la tierra, la cuestión agraria. ¿Y es algo que debe estremecernos de espanto, algo que debe sacudir los nervios, algo que como un fantasma y que como un espectro hace daño a los terratenientes de este país esta ley? Ciudadanos representantes, vengo a apoyarla en lo general, porque es necesario que comprendamos que debemos tener un método y un sistema; que debemos precisar un concepto, que definirlo, y que estudiar y discutir una ley en lo general es discutir la ley genéricamente, estudiarla en sus caracteres genéricos, y discutir una ley en lo particular es estudiarla en sus caracteres específicos. Esto no ha querido ser comprendido en esta Asamblea y he tenido hasta idea de tomar la resolución, por la imaginación me ha pasado, de perforar algunos cerebros de oro de esta Cámara que no lo han querido comprender. ¿Qué es lo que en verdad se trata en la ley? El principio de disolución de latifundios y quieren que en la discusión en lo general vengamos a definir qué es latifundio. No, señores representantes; esto es no tener método, esto es no tener sistema. Yo soy el primero que voy a atacar una serie de artículos de esta ley, pero en general tengo que aceptarla y hablar en favor de ella, porque si tiene errores y si tiene vicios, es natural que los tenga; pero es buena, un poquito conservadora, pero, en fin, nada se hace por saltos en la naturaleza. La mayoría de los terratenientes de esta República ha dicho a todos los vientos urbi et orbi, que el artículo 27 constitucional es bolchevique, que es despojador, que es atentatorio, que es vergonzante, que va a sacudir hasta sus cimientos la institución de la propiedad privada, tan sacrosanta, tan respetada. Es natural que estos señores piensen así, ciudadanos diputados, porque tienen la creencia de que los títulos que sirven de base a sus propiedades, los buenos son los que arrancan desde una antiquísima legislación romana, codificada por Justiniano 900 años antes de que los turcos tomaran Constantinopla.

¡Y qué error más grande, ciudadanos representantes! El artículo 27 de la Constitución ha sido la condensación estallante, si se quiere, de toda nuestra legislación histórica relativa a la propiedad raíz en México; el artículo 27 de la Constitución enumera, es decir, empieza por declarar, por reconocer un principio que está absolutamente de acuerdo con toda nuestra legislación histórica relativa a la propiedad raíz: la tierra es originariamente de la nación. Cualquiera lee esto y dice: ¿por qué pusieron esto los constituyentes? palabras huecas. No, porque una legislación debe traducirse después de una revolución en un Congreso Constituyente, que es síntesis de procesos revolucionarios, todo un proceso histórico de una necesidad. Y es verdad, ciudadanos representantes, ¿Cuáles son los títulos legales que los monarcas españoles nos legaron con relación a la propiedad raíz? Es necesario precisarlo, porque después voy a hacer determinadas conclusiones. Bien lo sabemos; la bula de Alejandro VI, el papa, con motivo de las diferencias que tenían los monarcas españoles con los portugueses, declaró propiedad de los monarcas españoles esas tierras; primero - fijad vuestra atención -, el derecho de conquista, decía Manrique; pero no nada más el derecho de conquista así porque sí, sino que legalizaron el derecho de conquista en virtud de una ley, la ley X, y la Ley de Partidas. Sobre estas bases edificó la metrópoli española su derecho civil público en toda la América. Ved, pues, cómo estas dos leyes, estas dos disposiciones otorgaron a la nación en aquella época la propiedad de todas esas tierras y luego, en virtud de esa base jurídica, le imprimieron modalidades como hoy la imprimió la Constitución - tengo que deciros esto, por algunas conclusiones que voy a hacer -, y estas modalidades que le hicieron a la propiedad de la tierra, cuya dueña era la nación, modalidades digamos de carácter privado y de carácter comunal, empiezan a otorgar, desde el punto de vista de la propiedad privada, mercedes, no regalándolas a aquellos a quienes se les otorgaba y dándoles ciertas obligaciones, como construir una pequeña casa, tener algo de ganado, cultivar la tierra y que no pudieran venderla o disponer de ella durante cuatro años, y establecieron lo que se llamó la peonia para los soldados de infantería; la caballería de tierra para los soldados de caballería; esto en cuanto a propiedad individual; en cuanto a propiedad comunal, no debemos nosotros, así porque sí, lanzar saetazos, floretazos a toda la legislación española. Bien sabido es que muchos reconocieron la existencia de las tierras comunales, que reconocieron los ejidos de los pueblos; establecieron propiedades comunales de los pueblos nuevos españolizados y ciertas comunidades de tierras muy distintas del ejido y del otro. Esto en cuanto a propiedad comunal, y quedaban establecidos también los terrenos baldíos y terrenos nacionales. Para mí todos estos estallidos revolucionarios tienen por causa generadora... todavía más: la cuestión de nuestras disensiones tiene por origen esos títulos que otorgaban los conquistadores. Ah, se me olvidaba hablar, por que ya se ha hablado aquí de las encomiendas y repartimientos y sabemos todos lo del Marquesado del Valle de Cortés con 23,000 indios y no sé cuántas villas, que este señor pedía en pago de su grande aventura y que, según cuentan las crónicas, alguna vez el monarca español el dijo a Cortés: Tienes muchas tierras, y el conquistador le contesto: Pero sí yo he dado muchas más a vuestra majestad; y estos repartimientos y estas encomiendas se

extendieron en todo el país; grandes extensiones de tierra se dieron al clero, grandes extensiones de tierra se dieron al militar pretoriano; grandes extensiones de tierra se dieron al conquistador. Por esto hay el triple fantasma, el triple espectro para quien debemos tener nosotros siempre una profunda maldición en los labios, brotando espontánea de nuestros corazones; y ese triple espectro, ese triple fantasma, es el encomendero, es el militar, es el clero. (Aplausos nutridos.) Y el artículo 27 constitucional. porque yo no puedo tratar este asunto desde el punto de vista particular, compañero Huerta; para mí, porque no escuché el discurso del ciudadano Serrano, la única objeción que tiene apariencias de seriedad, pero que voy a desvanecer, que voy a desbaratar, es decir, que voy a desplegar mis fuerzas para ver si puedo desvanecer, es la objeción del punto de vista de la soberanía de los Estados, que para mí es un concepto hueco y que no existe. (Aplausos.) El artículo 27 constitucional no es una cosa del otro mundo, desde el punto de vista de la reforma agraria; no, señores, hay legislaciones en otros países civilizados, en otros países modernos de pujante civilizacion contemporánea, que han dado leyes mucho más radicales, mucho más progresistas que la del artículo 27. El artículo 27 imprime determinadas reformas, me refiero a la Constitución de 1917, a la Constitución de 57. ¿Cúales son ellas? Una y otra, desgraciadamente, establecen como derecho natural el principio de la propiedad privada, que para mí ya es arcaico, ya es apolillado, ya es viejo, porque no es verdad que sea el ideal de los Estados modernos el derecho de propiedad privada; el ideal que tienen los pueblos contempóraneos es la nacionalización de la tierra. (Aplausos.) Decir que el artículo 27 es bolchevique, es un disparate. ¡Qué lástima que en esta Cámara no se encuentren esos talentos como el de Vera Estañol, Calero y otros, que están escribiendo folletos, libros a este respecto, lanzando burbujeos de injurias sangrientas contra este precepto y que los no intelectuales, pero sí los intituitivos, que diría el compañero Soto y Gama, podemos demostrar que todo lo que escriben son sofismas brillantes, pero nada más sofismas, y los sofismas son oropeles y no pueden penetrar al alma popular (Aplausos.) ¿Qué el artículo 27 es bolchevique? Señores: El artículo 27 tiene esta finalidad: procurar que haya muchos propietarios en pequeño, y el bolchevismo, si no me equivoco, aunque no estoy muy empapado en estas doctrinas, pero más bien lo siento, lo vivo, lo palpo en mi cerebro y en mi corazón, tiende a la abolición de la propiedad privada y hacer, si es posible, mañosamente, que la propiedad sea acaparada por unos cuantos, así provisionalmente, inteligentemente, para poder entonces dar una ley de nacionalización, y hacer que el Estado, representando a las colectividades, sea quien administre esas propiedades, dándole la posesión, la tenencia material, porque sólo debe poseer la tierra aquel que despliega sus esfuerzos para trabajarla. (Aplausos.)

Analicemos con un poco de espíritu de crítica el artículo 27 de la Constitución actual, aunque sea pasando por él como sobre ascuas. Reformas que le hizo, se dice a la de 57, a la Constitución de 57; esa declaración, ese reconocimiento de que las tierras son originariamente de la nación y que por esto hizo primeramente la historia de la legislación antigua para comprender cómo esta disposición es una síntesis que condensa todo lo anterior en esta materia. Después declara, y esto es muy interesante, señores compañeros, porque los que de veras sentimos el problema de la cuestión de la tierra, de la cuestión de la propiedad privada, de la propiedad raíz, tal vez lleguemos a sacar consecuencias lógicas, consecuencias jurídicas, consecuencias morales y sociales y aun políticas, creo, de la segunda fracción que dice: el Estado tiene el derecho - fijaos bien - de establecer modalidades a la propiedad individual, teniendo en cuenta el interés público, el interés social; pero ampliando el concepto, interés público o interés social que era raquítico, mezquino y deleznable en la Constitución de 57. Ya veremos qué significa eso de modalidad a la propiedad individual, otro postulado fundamental reformatorio de la de 57. Viene el tercero, que es la cuestión concreta que aquí trataremos al discutir en lo particular, que es forsozamente necesario devolver, fraccionar los latifundios teniendo en cuenta el interés público y se queda un poco atrás este precepto. Lástima grande, digo yo, que desde el momento en que esta revolución derrumbó estrepitosamente el Gobierno de Venustiano Carranza, rompiendo con toda clase de mentiras y de convencionalismos y teniendo en cuenta cómo se debe proceder después de una revolución, no haya desconocido al Poder Legislativo y al Poder Judicial y no haya convocado a un nuevo Congreso Constituyente para hacer todo esto. (Aplausos.) No que ahora tenemos que estar encontrando esas piedrecillas, como decía Soto y Gama, esos estorbos, esas murallistas, esos valladares de que es anticonstitucional, de que no es anticonstitucional, de que es despojo, soberanía de los Estados, que ya hablaré de eso, si la Asamblea no se cansa, dentro de breves momentos... (Voces: ¡No! ¡No!) y obliga que se pague indemnización a los terratenientes cuando se les arranque una pequeña fracción de sus latifundios....

El C. Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Una parte de lo que se han robado!

- El C. Martínez de Escobar Rafael, continuando:... una parte, por lo menos, de lo que han arrebatado por medio del crimen, del asesinato, del latrocinio, del robo, de todo ese conjunto de cosas, compañero, (Aplausos.) de todo ese conjunto de cosas que filosófica y moral y socialmente es una montaña vergonzante para esta República y para casi todas las naciones del mundo. (Aplausos.) Después trae otra reforma ese artículo 27; relativa a que deben reivindicarse las propiedades que se adjudicaron en contra de lo dispuesto por la ley de 25 de junio de 1856 e incorporó la ley de 6 de enero de 1915 a la categoría de ley constitucional, facultando que esa reivindicación se haga no por esos estorbosos procedimientos judiciales que son una rémora para la sociedad; porque es cierto, señores, la justicia en México es ignominiosa, es vergonzante, principalmente por la clase de leyes, por los códigos, que tienen tantas lagunas y que fueron hechos de propósito por los llamados científicos de la época de Porfirio Díaz. (Aplausos.) Muchas veces una sociedad que se llama ya incorporada a la

corriente vertiginosa de la civilización, por virtud de una ley de apariencia retrógrada, tiene que volver hacia atrás. Ya quisiéramos que aquí se hiciera la justicia que hacía Netzahualcóyotl tanto y tanto tiempo antes de este momento de civilización, ya quisieramos. Por eso yo me he sentido un poco entristecido cuando algún hombre critica al ciudadano ministro de Agricultura y Fomento porque él fue a abogar por la devolución y por la dotación de ejidos a los pueblos, diciendo que era tan reaccionario, que volvía a las épocas del régimen colonial. Esto no importa, porque bien lo ha dicho ya un pensador: que la evolución es una integración de la materia, acompañada de una disipación de movimiento, durante la cual la materia, como el movimiento, pasa de una homogeneidad confusa, incoherente e indefinida a una homogeneidad coherente, definida y coordinada. La evolución tiene la forma de una espiral, dice un pensador, de tal manera que en los pueblos se presenta este fenómeno desde hace siglos; en esa espiral, que es la evolución social, se presenta otra vez ese mismo fenómeno cuando ya parecía extinguido, nada más que no en el mismo punto, sino a una altura mayor, ya evolucionada, es decir, ya hetereogeneizada. Otra reforma que trae el artículo 27 es muy importante: revisar las concesiones y contratos dados desde 1876; cuando se vea que son contrarios, absolutamente, al interés público, y esto tiene una explicación muy moral, muy filosófica y muy social de que después hablaremos, y tiene otras disposiciones de capital importancia, ciudadanos diputados, como es que los extranjeros no puedan adquirir propiedades raíces si antes, en cuanto a la adquisición de la propiedad, no se consideran nacionalizados; es decir, si antes no renuncian al derecho que tienen o que pudieran tener de reclamar ante la Secretaría de Relaciones por virtud de ser extranjeros, el que no puedan poseer a cien kilómetros de las fronteras o a cincuenta kilómetros en el litoral. Restringe también la capacidad para adquirir de las asociaciones religiosas, de instituciones de beneficiencia y sociedades anónimas, y ya sabeís también por qué es, y no creo que sea necesario entrar de lleno a esta cuestión. Vemos, pues, que el artículo 27 es reformista, pero reformista evolucionista, es decir, no ha querido verdaderamente abrir una solución de continuidad, desquebrajar, romper, desbaratar, desmenuzar todo eso viejo; por eso cuando yo miro al compañero Domínguez, hombre de talento y de cultura, lo más que me hace pensar es que a este señor no se le colgara, sino que se le llevara como una reliquia histórica al más esplendoroso departamento de un museo arqueológico. (Risas Aplausos.) Señores representantes: como decía muy bien aquí un orador de ayer, es decir, que habló ayer en esta tribuna, el grito de independencia que brotara de los sagrados labios del Padre Hidalgo, nos trajo la independencia política de la madre España; pero a la raza, a la raza escarnecida, a la raza vilipendiada, a la raza autóctona, a la raza de México, a esa, a la que fue a la guerra, a la que luchó denodadamente, briosamente, ella quedó tan mal o más mal que antes de que se hiciera la independencia. Sí, ciudadanos diputados, son un grito de nuestra conciencia, son un pecado infinito, son una culpa de todos los que nos llamamos civilizados esos hombres de esa raza entristecida, de esa raza que algunos todavía creen que nació para obedecer y callar y no para sentir y para pensar, que, como diría el poeta, cuando el sol asoma su rostro risueño, cariñoso, juvenil, juguetón; cuando todo es bullicio, entusiasmo, alegría y algazara para los pocos de este país, los muchos elevan una plegaria al cielo, los muchos elevan un rezo al infinito, un rezo a los dioses para ver si cae un rocío que venga a bañarles deliciosamente y arrancarlos de la profunda tristeza en que se encuentran, y que el cielo permanece silencioso a sus gritos y que cuando el sol se hunde en el ocaso, ellos tienen su cabeza reclinada sobre el pecho, entristecidos como cuando el sol salió.

Subsistieron las encomiendas, subsistieron los repartimientos y entonces, cuando vino esa guerra de centralismo y federalismo, ese cebo de los hombres conscientes por virtud del burbujeo de ambiciones para llegar al poder, daban, el grito de guerra, enarbolaban la bandera de combate y todas esas masas hambrientas, desmedradas y encarnecidas responden sintiendo vibrar todas ellas en su corazón al unísono, cual si fuera un sólo diapasón: es la causa agraria, la finalidad es la tierra, el cebo, el incentivo para llevarlos a la pelea y a la lucha; es la palabra mágica para llevarlos a la lucha prometerles tierra, un pedazo de tierra para que la cultiven y al día siguiente del triunfo, cuando los toques de las campanas anunciaban el triunfo de la revolución, el triunfo de la democracia, el triunfo de los principios legales, al otro día de ese triunfo, esa raza de triunfadores, esa raza de vencedores, la potente, esa raza de primitivos que son los que a la llamada del jefe van y luchan y forcejean entusiásticamente porque ellos, que no comprenden lo que es democracia, ni que es ley, ni que es institución, pero que sí sienten con todo su corazón y con todo su espíritu el deseo palpitante de la tierra para fecundarla; y al día siguiente quedaban entristecidos. ¡Y así pasaron todas las revoluciones y las leyes de reforma que no llegaron a implantarse, esas leyes de reforma de 1833 y 1834 cuando el doctor Mora, cuando Gómez Farías, el paladín de la reforma, ¿qué otro fin, qué otra causa se perseguía si no la cuestión de la tierra? esto principalmente y no otra clase de cuestiones políticas. Y Juan Álvarez también, no obstante que se dice así en los libros, en donde superficialmente se estudia la historia, se dice, mintiendo, que era para derrocar el poder de Santa Anna. No, señores; el cebo, el incentivo era la cuestión de la tierra. Indudablemente que era la cuestión de la tierra y vemos también leyendo obras de sociología histórica, los gritos de protesta y las rabias y los gestos coléricos de los terratenientes y latifundistas. Y luego con la Reforma ¿qué otra causa produjo la guerra de reforma, ciudadanos diputados, si no fue la cuestión de la tierra? Completamente la cuestión de tierras; ¿qué fue lo que nos trajo la guerra de intervención? pues, señores, la nacionalización de los bienes eclesiásticos, porque el mayor latifundista en esa época era el clero y se sentían profundamente heridos al arrebatárseles y ellos por eso trajeron también al príncipe Maximiliano para ver si les quedaban

esas tierras que nunca tuvieron derecho a poseer, ni el clero de ayer ni los latifundistas mexicanos de hoy. (Aplausos nutridos.) Y, ciudadanos representantes, se pone el grito en el cielo porque se va a despojar. porque se va a atentar , porque se va a proceder contra el derecho santo, sagrado, infinitamente sagrado de la propiedad individual; sí, ¿y acaso no sabemos, ciudadanos representantes, en estos momentos, que si en la época colonial se estrujó completamente a las clases populares, se les miró con desdén y menosprecio; no tenemos la conciencia íntima, profunda, arraigada de que durante la época del general Porfirio Díaz fue cuando más encomiendas se han dado y cuando más tierras se han regalado a las hembras complacientes que se quieren dejar fecundar por el macho cabrío del Poder? ¿No sabemos, ciudadanos representantes, que durante los gobiernos que precedieron al del señor Madero se repartieron vergonzantemente setenta y dos millones de hectáreas de terreno a los amigos incondicionales que han venido girando alrededor de los diversos gobiernos que hemos tenido? ¿No sabemos que setenta y dos millones fueron repartidos por el Gobierno del general Porfirio Díaz? ¿No sabemos que en Tabasco a un Juan Polo Valenzuela se le regalaron sólo por ser un servil y un incondicional y un adorador del becerro de oro de Porfirio Díaz, un millón de hectáreas de terreno? ¿No sabemos que en Chiapas a una sola persona se le regalaron ochocientas hectáreas sin que el Gobierno recibiera cantidad alguna de dinero por virtud de estas donaciones que hiciera? Y esto paso lo mismo en Guanajuato y paso lo mismo en Oaxaca y paso lo mismo en Chihuahua, en donde creo que se llegaron a repartir entre cinco personas siete millones de hectáreas en la época de Porfirio Díaz. ¿Con qué derecho la nación, que en virtud de esa maldita ficción jurídica o política se hace sintetizar en un hombre que está en el Poder Ejecutivo, y ese hombre y esas tierras que tenía en su poder por virtud de las ficciones legales de que ya hablé antes, con qué derecho, digo, el representante del pueblo, de las masas, porque no otra cosa es quien está en el poder sino un mandatario político o jurídico de las clases populares - con qué derecho, eso que pertenece a la nación y la nación no es un hombre - se lo regalaba al compadre? ¿Creen ustedes que esto no es un verdadero robo de un hombre, del llamado Poder Ejecutivo regalando esas tierras a un X y arrebátandolas a la masa, a la colectividad, que es la verdadera dueña? (Aplausos.) Desde el punto de vista de los principios morales, de lo que se debe entender por moral, que no es otra cosa que la subordinación de los fines inferiores a un fin mejor y a un fin superior, desde el punto de vista del derecho, que no es derecho, el que completamente está divorciado de la moral; desde el punto de visto moral de cualquier legislador que tenga sentido común, todas esas tierras que se dieron de esa manera por medio de obsequios a los amigos y a los compadres del general Porfirio Díaz ¿creen ustedes desde el punto de vista de la conciencia, de la moral y del derecho - que el derecho tiene como columnas firmes la moral -, no es justo, inmensamente justo, que esas tierras no así, suave y evolutivamente, sino de una manera violenta, como ayer se nacionalizaron los bienes eclesiásticos, arráncadolos de cuajo y de raíz de las manos de los clericales, no deberían de recogérseles a todos esos terratenientes? (Aplausos nutridos.)

El C. Huerta Moisés, interrumpiendo: ¡Pero hay que fraccionar!

El C. Martínez de Escobar, continuando: Indudablemente que sí; pero, compañero Huerta, por esto hay que fraccionar, dice usted, usted que es un abogado inteligente, que tiene derecho a serlo...(Aplausos.) Yo no soy capaz de querer lanzarle a usted una palabra injuriosa, no, porque me merece usted mucho respeto; pero, señores, en estas cuestiones en que también hay que ser sentimentalistas, en que se debe unificar la inteligencia con el sentimiento, cualquiera que no conociera que usted es un hombre honrado y revolucionario, creería que usted estaba pagado hasta por algún latifundista o terrateniente; y conste que no lo creo, compañero Huerta. Esta es una expresión de mi sentimiento íntimo y no me cansaré de repetir que hay que corregir algo en esta ley; pero primero aprobemos la ley en lo general y luego venid aquí conmigo a ser más radical y más sensato, porque no son superhombres esos hombres que han hecho esa ley, y ya veremos...(Aplausos nutridos.)

El C. Huerta, interrumpiendo: ¡Eso quiero, que la ley sea radical!

El C. Martínez de Escobar, continuando: Si el compañero Huerta y los demás quieren que sea más radical, ¿por qué no pasamos a aprobar la ley en lo general y luego venimos a discutir todas esas cuestiones de alegatos, todas esas cuestiones abogaciles y todas esas minucias? El principio fundamental allí está: es el fraccionamiento de latifundios. ¿Lo contiene la ley? Sí. Pues hay que aprobarla, compañero Huerta. (Aplausos. Voces: A votar! ¡A votar!) También yo voy a atacar esa ley en lo particular, compañeros, y voy a tener que atacarla en un artículo, hasta contra mi convicción, es decir, mi convicción social, mi convicción desde el punto de vista de lo que yo creo justo, de lo que yo creo bueno, de lo que yo creo moral, porque la misma Comisión, en su entusiasmo agrarista, no se ha dado cuenta, y tal vez haya pasado inadvertido por todos los compañeros y tal vez por el compañero Huerta que en el primer artículo de esta ley, y ojalá que aprobemos el artículo primero, después de aprobado el primer artículo de esta ley, pusiéramos en armonía, en consonancia, todas las otras partes de la ley... no digo en estos momentos qué es lo que quiero decir, porque no me conviene, porque es un argumento que voy a exponer cuando se discuta ese artículo en lo particular, porque ese artículo sí es avanzado ese artículo sí es radical, ese artículo sí es progresista, y vamos a ver si nos vamos a entender interpretando la ley. Señores: aquí no hay más ley verdadera y pujante que la ley de la salud pública, sobre todas, absolutamente sobre todas las leyes. (Aplausos nutridos. Voces: ¡Bien! ¡Muy bien!) Pues bien, señores compañeros; sobre lo que quiero decir es la cuestión de que se fijen en que ese artículo primero dice que se reconoce el derecho inalienable e imprescindible que tiene todo hombre de poseer, dice poseer, no dice de tener en propiedad. (Una voz: ¡Es lo mismo!) Yo voy a

demostrar que no es lo mismo ni desde el punto de vista jurídico, ni desde el punto de vista socialista. Señores diputados: que se apruebe ese artículo primero en esa forma, y si fuere necesario, invitar a todas las legislaturas de los Estados para que formáramos de común acuerdo un Congreso Constituyente pacífico y espontáneo para que esa fracción sea aprobada y se pusiera en concordancia y armonía con el artículo 27 constitucional. (Aplausos.) No debemos, pues, estar poniendo obstaculillos, dificultades, dificultades a la aprobación de esta ley, ciudadano Huerta. (Aplausos.) Esa revolución rusa, que cantara entusiástica, viril y hermosamente el inteligente diputado Manlio Fabio Altamirano, no la quiero para México, no porque me asuste , no porque me espante, sino porque debemos evitar que venga a nosotros, lo evitaremos pacíficamente haciendo la revolución social como se hizo en Rumanía, si no, tendrá que venir, y le abriremos los brazos entusiásticamente. (Aplausos nutridos.) Por que yo, compañeros, tengo ya dicho que no lo quiero para México, que no lo deseo, y que todos los intuitivos intelectuales o no intelectuales, pero intuitivos, haremos lo posible para que no venga, realizando las reformas que sean necesarias en este país, para que no estalle; crean ustedes que esa revolución desde el punto de vista social y filosófico es injusta; crean ustedes que sea producida - me refiero al decir ustedes, a tres o cuatro personas que no piensan como ustedes, algunos elementos que no.. bueno, me refiero a la mayoría de esta Cámara, que sé que sí es revolucionaria y que sí aprobará esta ley y que sé que pondrán todo su corazón y toda su alma, y toda su ciencia al servicio de los ideales revolucionarios; pero digo, ¿creen ustedes que es injusto el medio, esos atentados, esos despojos, esos asesinatos, de todo eso que se nos cuenta, que se ve, lo que tiene que suceder en todos los movimientos revolucionarios? Eso tiene que suceder en todos los movimientos que secundan los hambrientos; en la época de la revolución francesa se mataba, se violaba, se despojaba, se hacía todo lo que se quería desde el punto de vista de la inmoralidad y, sin embargo, en esa revolución francesa era una causa puramente moral la que generaba ese movimiento. Eso es lo que no deseo, es lo que no quiero para este país, porque durante muchos años, muchos millones de habitantes en aquel país, en Rusia, tenía sed de tierra, hambre de tierra, necesidad de tierra, porque era un grito potente de rebeldía contra el número reducido de favoritos en la tierra de los zares, de esos señores feudales que no querían dar un pedazo de los enormes latifundios que tenían, por eso estalló, compañero Huerta, y eso es lo que debemos evitar, que no estalle en México, por la misma razón, por que sería desastroso y sería ignominioso y sería vergonzante para los intelectuales revolucionarios que tenemos en nuestras manos el hacer estas reformas sin necesidad de estos movimientos epilépticos en nuestro país. Jesús Urueta alguna vez, cuando llegaba yo a esa galería a beber su palabra majestuosa, soberbia, y escuchar su verba genial, relampagueante, estallante, sugestiva, musical también, porque tenía todos los tonos y todos los matices, decía desde esta tribuna hablando del problema obrero, y yo repito con él, con ese muerto sublime, con ese predestinado de lo gloria, con ese muerto que nos manda desde su tumba, decía, relatando un cuento de un economista italiano, hablando de que en el origen de la propiedad siempre había alguna estafa, algún robo, algún fraude, alguna violación, algo de fuerza, de violencia, algo de inmoralidad, decía que ese economista italiano contaba que en un templo majestuoso, esplendoroso, sublime, penetró un aventurero; ese aventurero se extasió contemplando la virgen del templo y la virgen tenía ojos de brillantes, ojos de diamantes, y ese aventurero se robó los ojos de esa virgen y se huyó, se escapó; llegó al Asia, penetró a Rusia, llegó a San Petersburgo y vendió esos ojos a una emperatriz, a la emperatriz Catalina, y obtuvo una enorme suma, una suma fabulosa, y con ella compró enormes extensiones de tierra, muchos palacios, fundó una gran casa de banca; y yo repito con Chucho Urueta, ciudadanos representantes: ¿acaso en el origen de todas esas tierras, de todos esos capitales fabulosos, no existe el maldito aventurero que se ha robado los ojos de diamantes, de brillantes, de la diosa y de la virgen del templo, que es nuestra patria? (Aplausos nutridos.) Y, ciudadanos representantes, para qué seguir tratando de convencer a una Asamblea que ya está convencida, tratando de persuadir a los señores diputados que ya están persuadidos, que ya llevan el sentimiento de la reforma agraria floreciendo y anidando en su corazón, que ya llevan el sentimiento y la idea de la reforma agraria encendida en su espíritu y en todo su ser, ¿Para qué? Tiempo es ya, queridos compañeros, de que en tribuna, de que en esta Asamblea se abran todos los corazones, se abran todos los cerebros en floración divina, en floración suprema y se llenen, por muy inmensos que sean, con sentimientos nuevos, con nuevas ideas. Ya es tiempo de que en esta tribuna, ciudadanos representantes, sepamos quiénes van a enarbolar la bandera y el estandarte de Cayo y Tiberio Graco, y quiénes las de Marco Octavio y Emiliano Scipión. (Aplausos nutridos. Desciende de la tribuna.) Ciudadano presidente. ¿me permite usted la palabra?

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Martínez de Escobar: Como había contraído un compromiso con el ciudadano diputado Moisés Huerta, compromiso tácito y se me escapó el cumplimiento de él, relativo a la soberanía de los Estados, si el compañero Huerta quiere, ya que él trató este punto, yo, caballerosamente, estoy obligado a cumplir mi obligación y con mucho gusto me iría a probar al ciudadano Huerta que, constitucionalmente, la frese soberanía de los Estados, es un absurdo constitucional, monstruoso. Si quiere el compañero, iré. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. Huerta Moisés: Yo no hago más que hacerme intérprete de la Constitución. La Constitución establece que sean las legislaturas de los Estados las que dicten las leyes en materia agraria. Por otra parte, declaro que yo no me opongo a la expedición de esta ley; yo quiero que las cosas se hagan como deben hacerse y no como las dicta el entusiasmo.

El C. prosecretario Castrejón: Por disposición de la Presidencia se va a dar lectura a un artículo reglamentario referente a las galerías. (Desorden. Voces: ¡No! ¡No!)

El C. presidente: Se recuerda a los señores diputados que deben guardar el orden. (Desorden en las curules.)

El C. Siurob: Moción de Orden.

El C. presidente: Quien altera el orden es su señoría. (Continúa el desorden.)

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. Manjarrez: Moción de orden.

El C. Manrique: Es impertinente en estos momentos.

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. Manjarrez: Moción de orden. (Continúa el desorden.)

El C. presidente: Ciudadanos diputados: La Presidencia ha creído pertinente que se le dé lectura a este artículo reglamentario.....(Voces: ¡No! ¡No! Desorden.) porque en las galerías se habían pronunciado ciertas palabras ofensivas para el ciudadano Huerta. La Presidencia cree que tiene el deber de obligar a las galerías a que no ofendan a ningún ciudadano representante.

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. Manjarrez: Moción de orden. (Continúa el desorden.)

El C. presidente: No se ha alterado el orden. La Presidencia cumple con su deber.

El C. Manjarrez: Nunca las galerías de México se habían manifestado tan revolucionarias como hoy, y es vergonzoso que el presidente ahora mande llamar al orden a galerías revolucionarias.

El C. prosecretario Castrejón: "Artículo..." (Voces: ¡No! ¡No! Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. Siurob: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden!

El C. Manjarrez: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden! (Desorden. Golpes en los pupitres. Muchos ciudadanos diputados piden la palabra para mociones de orden. Campanilla.)

El C. prosecretario Castrejón: "Artículo..." (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Campanilla.)

El C. Gandarilla: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden! (Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. Manrique: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden! Señores: (Gritos. Desorden. Campanilla.) Mi moción de orden, para la cual me concedió la palabra la Presidencia.....(Voces: ¡No! ¡No!) Mi moción de orden consiste en que el trámite de la Presidencia se someta a la decisión de la Asamblea. Artículo 19. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia cree que es debida y pertinente la aclaración del ciudadano Manrique, y si en las facultades de la Presidencia estuviese mantener el trámite, lo mantendría, costara lo que costara; pero en virtud de lo que ha dicho el ciudadano diputado Manrique, se somete a la decisión de la Asamblea.

El C. prosecretario Castrejón: La Presidencia, por conducto de la Secretaría suplica a la Asamblea manifieste su deseo de que se lea o no el artículo reglamentario. (Voces: ¡No! ¡No!) Los que estén por la afirmativa..... No se leerá el artículo reglametario. Tiene la palabra en contra el ciudadano Ramos Pedrueza.

El C. Ramos Pedrueza: Ciudadanos representantes del pueblo: No para obstruccionar esta ley, sino para aprovechar el momento de intensificar las reformas radicales, voy a hacer uso de la palabra. Como la proposición que voy a hacer entraña una reforma constitucional, precisa, pues, que comience manifestando primero la confesión de que la Comisión ha obrado con una absoluta buena fe. Sospechar de revolucionarismo, del radicalismo intenso y puro de los ciudadanos Soto y Gama, Siurob y Altamirano, de la Comisión, sería un crimen; yo vengo, al contrario, a hacerles presente mi aplauso por su buena intención; pero a proclamar también, a proclamar la falta de acierto en algunas de las disposiciones de esta ley. (Voces: ¡Eso es en lo particular!) No es en lo particular, señores, porque la proposición que voy a hacer entraña una reforma radical. El licenciado Vasconcelos, de cuya intelectualidad y de cuyo revolucionarismo no puede dudarse, decía en Cuernavaca que el único ideal de los agraristas, el definitivo, el que curaría todos nuestros males, sería la república comunista en México; el señor ministro de Agricultura y Fomento decía en Cuautla, conmemorando la muerte de Zapata, que su ideal sería la república comunista, pero que nuestra vecindad con los Estados Unidos del Norte, hacía peligrosa a la realización de este ideal. El doctor Siurob, al fundar su proposición, decía las mismas palabras y todos señores, hemos estado escuchando las mismas tendencias; el ideal es ese, el remedio es ese, pero nos falta la energía y el valor para dar ese paso; el fantasma de la intervención sigue agitándose ante nuestros ojos. Yo, claro está que estimo que nuestras relaciones con los Estados Unidos deben ser cordiales, no debemos provocarlos en lo más leve; pero recordad, señores, que en nombre de los Estados Unidos trató de abortarse la revolución de 1910. En estos momentos en que la historia está pendiente de nosotros; en estos momentos en que la labor del Poder Legislativo y su responsabilidad son mucho más graves que las del Ejecutivo, que cumple las leyes, y que las del poder judicial, que las interpreta, en estos momentos en que la atención del proletariado está sobre nosotros, en estos momentos en que ondea la bandera roja y negra en los talleres y en las fábricas del proletariado universal, tenemos derecho de ser optimistas; en estos momentos los legisladores debemos ser optimistas, tenemos el deber de conservar optimismo, si no por convicción y por idealidad, a lo menos por conveniencia, recordando cuán peligroso es hacer leyes a medias y recordando cuán peligrosas son las transacciones de conciencia. Todo progreso levanta una protesta; monstruosos errores de ayer, no pueden admitirse hoy. ¿Quién cree ya, señores diputados, en el derecho divino de los reyes, en el derecho divino del rey a quien se consideraba como el representante de Dios en la tierra y quien, aunque cometiera crímenes, aunque cometiera abusos, no podía ser juzgado? ¿Quién admitiría la esclavitud, señores diputados? ¿Quién admitiría que, como en tiempos pasados, se escribieran cartas al "honorable esclavista", al honorable traficante de esclavos negros? ¿Quién creería justo, señores diputados, que se pagaran cien millones de pesos para la indemnizar a los dueños de los esclavos de las Indias Occidentales? ¿Quién proclamaría la necesidad del tormento para obtener la

confesión de los acusados, diciéndose que el tormento es el único medio para que resultaran convictos y confesos? ¿Quién aplaudiría la mutilación, las penas infamantes? Pues aquí es preciso decir que los hombres, como no ven los errores sino cuando muy honradamente los hieren, los hombres de México podrían decir que estamos cometiendo un crimen al aceptar la idea de la propiedad privada. Yo vengo a decir si los Estados Unidos se alarmaran por estas aspiraciones que algunos creen bolchevismo, pues más se alarmarán, señores, si una nueva lucha civil, si una nueva guerra ensangrentara el territorio nacional y más grave sería nuestra situación. ¿Hasta cuándo podremos desenvolvernos? ¿Hasta cuándo cesará esta tutoría? ¿Hasta cuándo conquistaremos nuestra libertad? ¿Hasta cuándo dejaremos de temer esta amenaza continua? No estamos en posibilidad de agredir, ni estamos en posibilidad de provocar, pero sí estamos en posibilidad de erguirnos y de erguirnos en toda la dignidad nacional e ir a la conquista de nuestras libertades. La propiedad de la tierra es ilegal, señores; yo desafiaría a cualquier economista, a cualquier político, a cualquiera que tuviera espíritu amplio, a que me dijese, leyendo entre líneas - que es como deben leer los revolucionarios, los idealistas -, si hay alguna economía política que sancione la propiedad territorial.

Herbert Spencer, en su estática social proclama, señores, que no es legal la propiedad de la tierra. Yo cito a Henry George que dice que la tierra pertenece a los vivos, porque los muertos, los que ceden la herencia, no tienen más derecho que a la tierra que los contiene. Tomás Jefferson y todos los pensadores modernos, todos los comunistas, todos los hombres que ven el porvenir y por esto, señores, piensan así; no me arredra el temor del fracaso yo cumplo con un deber y vengo a cimentar un ideal. (Aplausos.) Se ha hablado del origen de la tierra, se nos ha dicho que es un despojo, que es una violación, es la fuerza bruta del capitán español repartiendo a golpes de espada tierras; eso es un crimen. El compañero Soto y Gama nos dijo que cómo se iba a calificar de despojos lo que se iba a quitar a los despojadores, que se iba a arrancar a los explotadores. Pues entonces, señores, y como decía hace un momento el ciudadano Martínez de Escobar con su palabra vibrante y justiciera, ¿cómo, entonces, vamos a indemnizar a los despojadores, a reconocer esas herencias malditas, cómo vamos a permitir que el dinero del pueblo vaya a alimentar las arcas de los latifundistas que tal vez con gozo se desprenden de las tierras para acaparar el oro? (Aplausos.) Esta ley, señores representantes, lesiona la propiedad de los grandes terratenientes y no resuelve definitivamente el conflicto; crea desigualdades, y decidme, señores, ¿con esa Comisión Nacional Agraria omnipotente no llegará el caso de que no se puedan quitar las tierras a un presidente de la República, a un ministro, como a un hombre desamparado en sus relaciones? El gran latifundio, ya que en nuestro país ha sido tan honda la labor del soborno, ¿no podría defenderse de esa Comisión omnipotente? ¿No se llegará el caso de que el indio, al abandonar su parcela, esta parcela deje de tener valor y que no la quiera nadie? ¿No creéis, señores, en una palabra, que esa indemnización en un plazo de veinte años, ¡veinte años! toda una generación, traerá dificultades sin beneficio para el pueblo, porque unos van a tener tierras y otros van a ser despojados de ellas? Ahora me voy a referir a esta contradicción en que la Comisión ha incurrido. El origen de la propiedad en México es el despojo y ¿vamos a indemnizar a los despojadores, a los que por medio de la fuerza bruta se han apoderado de la tierra? Pensad cuán peligrosas son las transacciones en esta clase de problemas; pensad cuán peligroso es hacer las cosas a medias; recordad que en 1857 la transacción de Comonfort resultó mala para el país; recordad que el tratado de Ciudad Juárez celebrado por Madero destruyó la obra de la revolución; recordad que la revolución francesa, además de cortar las cabezas de los monarcas, cortó las cabezas de los débiles, de los retardatarios; recordad lo que paso con Kerensky el oblicuo, el que quería transacciones, el que quería reconocer los latifundios y despedarlos a medias. Sólo Juárez, señores diputados, con una clarividencia admirable, de un solo golpe, con la audacia que caracterizó a aquel indio bronce, arrancó las tres cuartas partes de la propiedad, que constituían los bienes del clero, para darlos a la nación. El comunismo, señores diputados, es la salvación de la humanidad. En los pueblos antiguos de América, las sociedades florecían dichosas, es verdad que había desigualdades de clases, es verdad que había gran número de caciques entre los pueblos antiguos, entre los mayas, pero fuera de esto, suprimiendo el caciquismo y la diferencia de clases, las sociedades florecían tranquilas y dichosas. No me daréis un solo caso de pronunciamiento, un solo caso de cuartelazo como diríamos ahora, en la historia antigua de México. Los pueblos de la antigüedad, con excepción hecha de la usurpación de Tezozómoc, que más bien tuvo un carácter político, vivían tranquilos y contentos; comunista es la Italia actual, comunista y próspera es la Rusia, no es un fracaso como dijese el compañero Domínguez, sino el más grande, el más glorioso e indiscutible de los éxitos modernos. Así Rusia, señores, de la que hace algunos años se hablaba con pavor cuando no había alguno que no dijera que los bolcheviques eran bandoleros, ahora, señores, los grandes pensadores modernos se han convertido en apóstoles, en los apóstoles de esa revolución, y lo mismo Bernard Show y Wells en la tradicional Inglaterra. Anatole France, y los principales escritores de la raza latina, han hablado sobre esta revolución y sobre el asunto de las tierras; lo mismo José Ingenieros, el apóstol! de la Rusia soviet, en la América Latina todos proclaman que ha hecho algo inmenso: redimir a las masas, abatir el zarismo y acabar con el régimen capitalista y crear una nueva conciencia y la nueva moral de la humanidad. (Aplausos.) La pequeña propiedad, señores, ha sido un fracaso, veis en Holanda y en Suiza, los países más cultos de la tierra, fracasar allí el brote bolcheviqui y que apenas brotado se ahoga en sangre; pero esto es momentáneamente, porque el brote volverá más vigoroso. En Italia, país de la pequeña propiedad, el bolcheviquismo es un hecho, sólo que con distinta fase de la República soviet, no es aquello sino

una fase de la transformación mundial y del fracaso de los capitalistas. Hay un viejo proverbio que dice que no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla y, la deuda del capitalismo y de todos sus crímenes comienza a pagarse y el plazo que le fijara el pueblo para reclamar lo que es justo, está llegando en todo el orbe de la tierra. (Aplausos.) El capitalismo... (Aplausos) El capitalismo no queda destruído con esta ley que la Comisión nos presenta; sufre un golpe, pero un golpe débil, el mal no tiene el remedio, es como un narcótico para un enfermo que sufre un dolor intenso; pero no alivia definitivamente. El capitalismo, señores, sigue valiéndose de todos los medios y de los más reprochables, así como antes de la revolución francesa explotaba al pueblo, como el zarismo lo explotaba hace poco; ese capitalismo que sigue comprando a la prensa, pagando libros que proclamen y sancionen las matanzas de obreros, sigue corrompiendo, sigue comprando votos y conciencias, señores, y podría citar un hecho reciente y palpitante, ya que el vigorozo y viril Partido Liberal Rojo, adherido al nuestro, me ha pedido, señores, que en esta ocasión, aprovechando la oportunidad, haga constar que la Compañía de Luz y Fuerza, otro brote del capitalismo, que nos habla de que ya no hay corriente ni fuerza en Necaxa, cuando comienza a escucharse el rumor que esto es mentira y que se quiere llevar a cabo economías delincuentes, acaba de reducir las horas de trabajo para hundir en la miseria a los trabajadores, porque los hundirá en ella en estos momentos de peligrosa lucha económica, y ni siquiera se toma el trabajo de señalar el término de cumplir con la ley previniéndoles, sino que violentamente cierra sus talleres, clausura parcialmente los laboratorios de trabajo y hunde en la miseria a los trabajadores; y piden, señores, el castigo para los culpables y la reivindicación para los extorsionados. (Aplausos.)

Las responsabilidades, señores, de estas luchas son enormes; es el momento en que habrán de definirse los políticos de profesión, los que toman al proletariado para encaramarse sobre él y asaltar altos puestos, los que ven en la política un medio de progreso y de prosperidad material, los que no pueden amar al proletariado ni identificarse con él porque no lo comprenden y sólo lo explotan; y los hombres honrados, señores, los que toman la política como un apostolado, son los que se identifican con el proletariado, los que los aman los que sufren con sus dolores, los que lloran con sus lágrimas, los que sangran con sus heridas, los que resplandecen con sus virtudes. (Aplausos.) Señores, se nos habla constantemente de la patria sin pensar en el peligro de lesionar los intereses de la humanidad. En nombre de la patria se llevaban a cabo las conquistas, los despojos; en nombre de la patria se cometían crímenes de imperialismo; pero ha llegado ya la nueva conciencia de la humanidad a clamar que los conquistadores, así se llamen Julio César, salteador de las Galias, o Hernán Cortés, asesino de Cuauhtémoc, no son más que bandoleros de genio. (Aplausos ruidosos. Una voz: ¡Se van a enojar Palavicini!) La patria, señores, no debe ser ya en este caso una sombra que proteja en ninguna forma, en ninguna fase, señores, una manifestación de tiranía; la patria debe esfumarse consagrándose en una tradición bella y pura, como la de la familia en el hogar, pero siempre ligada - ¡siempre! - a la humanidad, y si es preciso sacrifiquemos el bienestar de la patria el bienestar de la humanidad. (Aplausos.) Señores: Así como los hombres que se adelantaban un poco a su tiempo sufrían la rechifla o la protesta de los retardatarios, yo señores, que no me asusto de los fracasos momentáneos ni vengo a satisfacer vanidades ni a cosechar aplausos, sino a cumplir el deber y a defender el ideal pido desde esta tribuna la abolición de la propiedad privada de la tierra y la reforma constitucional que esto entraña, porque mientras haya señores de la tierra, que la gocen, y peones que la fecunden y éstos no sean dueños de la tierra, habrá esclavos y tiranos. (Aplausos.) El comunismo, señores, sabiamente, técnicamente organizado representaría esta grande y bella verdad: "toda la tierra de la nación mexicana para todo el pueblo mexicano". Significaría la creación de consejos técnicos en enormes granjas y en colonias agrícolas si se hiciera lo que se hace en Australia, si se hiciera lo que se hace en Rusia y si se hiciera lo que se hacía antes de la conquista en todos los pueblos de América, es decir, señores, que una renta enorme al trabajar toda la tierra, satisfaciese los impuestos del Estado hasta llegar a abolirlos, o hasta llegar a disminuirlos cuando tan difícil hacen la vida. Esto, me diréis, es difícil. Sí, probablemente lo será, "probablemente por el momento no pueda realizarse"; pero hay que realizarlo; ya Martínez de Escobar lo dijo sabiamente interpretando el momento actual; nosotros, señores, tenemos el deber, que está en nuestras manos, de realizar una evolución, rápida, progresista, con todas las reformas radicales revolucionarias, o el llevar a cabo obstáculos y obstrucciones provocando catástrofes; es decir, o convertir todo este movimiento en un río caudalosos y magnífico de amplio y profundo cauce que desbordándose copioso en las riberas, lleve a todas partes la fecundidad y la vida; o es un torrente trágico que salte en iras o hervores de cóleras populares, derribándolo y anegándolo todo, para realizar ideales de venganza, por las burlas hechas a los ideales y a las esperanzas del pueblo. Por esto, señores, debemos acercarnos, conscientes de la responsabilidad del momento y de la historia, a la realización de esos ideales. En México quizá el bolchevismo no pueda ser como en Rusia, puesto que hay aquí la clase media y no la aristocrática corrompida que ha dejado al pueblo en una miseria espantosa. Claro está que entre el Gobierno del zar y el Gobierno del general Obregón hay una diferencia enorme; pero la destrucción del régimen capitalista, señores, esa sí podemos pedirla; el régimen capitalista que se manifiesta corruptor y criminal, lo mismo en los propietarios de casas que lanzan al obrero por las rentas que adeuda, que corrompen a los mismos obreros, haciendo surgir esa figura de traidor repugnante, que se llama "esquirol"; contra el capitalismo sí habremos de luchar. Todos los derechos, civil, el político, el constitucional, están basados en el derecho natural, y el derecho natural está basado en el acuerdo de la naturaleza. Pues, señores, el señor Norberto Domínguez decía ayer que se quería socializar hasta el talento; yo le

diría a él que los capitalistas quisieran acaparar hasta el aire, y si la tierra, señores, es de todos, si comunes son el nacimiento y la muerte, el palpitar de los corazones y esplendor de los cerebros; la tierra, señores, debe ser para todos; el gran indio Black White, que con una fe de primitivo seguía al frente de sus tribus, hablando de la distribución de tierras para todos, con la misma fe que de nuestros indios seguían el estandarte de la virgen morena llevada en las manos de Hidalgo, decía esta frase: "El gran espíritu me ha dicho que la tierra no es una propiedad como las demás; que la tierra es nuestra madre". Y desde los viejos tiempos y en todos los pueblos se ha dicho: la madre tierra, de la que todos brotamos y adonde todos volvemos. Pues para marchar de acuerdo con la naturaleza, señores, esa madre que es santa y que es sabia, así los cobardes tiemblen, así los retardatarios se retuerzan esa madre, señores, quiere la igualdad para todos; no quiere que las riquezas de sus entrañas sean acaparadas por unos, elaborándose su paraíso con el infierno de los desposeídos; esa madre, señores, no quiere que exista un solo huérfano. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Alonzo Romero Miguel.

El C. Alonzo Romero: "¿No os parece extraño, "señores, que un representante de los capitalistas "yucatecos venga en este momento a defender la ley "agraria?" (Aplausos.) He escuchado con atención todos los discursos que se han pronunciado en el pro y en el contra; unos me han parecido muy justificados por lo que se refiere a la filiación de cada individuo y otros verdaderamente han resultado vaciladas, como el último discurso que acabamos de escuchar. Se ha hablado aquí, señores diputados, de que la fracción tantos del artículo tal de la Constitución general de la República impide que la ley que estamos discutiendo pueda regir en los estados de la República. Yo, que he sido constituyente, en parte para mí es una gloria - en lo que se refiere al artículo 3o., al artículo 27 y al artículo 123, por los cuales nos llamaron "jacobinos" y con verdadero placer aceptamos el título -, si por el hecho de venir esta vez a defender la reglamentación del artículo 27 se me llama "bolchevique gophir", aunque tenga yo que pertenecer a las filas del compañero Soto y Gama, acepto con gloria el título. (Murmullos.) Se ha hablado aquí de la fracción, o del artículo transitorio que se refiere a una violación a la soberanía de los Estados y que por esta razón la ley no debe ser expedida sino para el Distrito Federal y Territorios. Yo no sé, señores diputados, si por el hecho de no violar un artículo nos vamos a detener ante una de las conquistas más legítimas de la revolución. ¿Acaso no se viola la soberanía de los Estados a cada momento? ¡Dígalo Michoacán, dígalo Yucatán, dígalo Puebla...(Aplausos ruidosos.) díganlo todos los Estados de la República! (Una voz: ¡Pero eso no lo hemos hecho nosotros!)

A mí no me desvían las interrupciones, al contrario, me dan tiempo de pensar otras cosas de mayor género. Y esto, señores, cuando se trata de la cuestión política y cuando se trata de una cuestión fundamental, de algo que reside en el pueblo mexicano, de algo que nos ha dado pruebas evidentes de todos los fracasos que han sufrido todos los gobiernos desde 1910 a la fecha, ¿pues qué, acaso no se levanta como un monumento Tlaxcalaltongo? ¡Ante Tlaxcalaltongo tenemos que denunciar a todos los traidores de la revolución! Es necesario, señores diputados, que pasando sobre todos estos bizantinismos, como realmente han sido calificados, vayamos únicamente al fondo de la cuestión. Aquí se han espetado discursos preparados de antemano, aquí se ha venido a hablar de comunismo, no sabiendo los señores comunistas que precisamente la guillotina del comunismo y las tendencias bolcheviques es el fraccionamiento de los latifundios, al formarse los pequeños productores y así se formará la patria y así evitaréis que los mangoneadores de oficio vivan del sudor de la frente de los trabajadores. (Aplausos.) Yo no sé si lo que voy a decir causará buena impresión a X o Z, me tiene completamente sin cuidado; el hecho que me trae a esta tribuna es algo que vive dentro de mí, algo que no me pueden arrancar los bolcheviques gophir. Yo, que he sentido la gran satisfacción que se experimenta cuando se da un retazo de tierra; yo, que sí las he repartido, no como aquellos individuos que viven de los trabajadores, siento, repito, una gran satisfacción al venir a apoyar esta ley. (Aplausos.) Probablemente después de mí vendrán aquellos ciudadanos que ayer fueron defendidos de la manera más acalorada por mi compañero del momento - por este momento nada más lo llamo compañero, ciudadano Soto y Gama (Risas) -, vendrán aquellos ciudadanos a defender esta ley y a hablar sobre ella y sobre las necesidades materiales y urgentes que, sobre todo en mi desgraciado Estado, en ese momento se palpan y en este momento se sienten. Si en vez de convertir la administración pública en un prostíbulo; si en vez de convertir la administración pública en un antro o en una cueva de rateros, cada uno de los individuos que se llaman revolucionarios fuera a poner a todos los medios suficientes para dar un retazo de tierra a cada ciudadano, entonces, compañeros, se detendrían ante esas fechorías, entonces no se presentaría aquí el caso de que la ociosidad es la madre de todos los vicios. Yo quisiera en esta vez, ciudadanos diputados, ya que se trata únicamente de comprobar aquí ante esta Representación Nacional, porque ese es el punto fundamental, si debe darse o no debe darse la ley; sobre esto debió únicamente haber versado la discusión, no salirse con un pretexto para atacar al ministro X, al ministro Z o al ministro H; sepan ustedes, ciudadanos diputados, que cuando se trata de una causa noble como ésta, no debemos ocuparnos absolutamente de aquellos traidores que hacen política en las Secretarías de Estado únicamente para fines bastardos y fines personales ( Voces: ¡Nombres! Aplausos.)

Yo no quiero mentar nombres, porque después de mentar el nombre del primer responsable de la desgracia del país en estos momentos, ese Tartarín de Tarascón con representación de ministro, señores diputados, al pronunciar su nombre tendría en este momento forzosamente hacer buches de una solución de nitrato de plata. (Aplausos.) Yo no puedo menos que pronunciar con indignación esos nombres, porque esos hombres son los que en este momento ocasionan la

ruina del país. Afortunadamente, los de buenas intenciones; afortunadamente, los revolucionarios en este momento congregados, tanto unos como otros se confabulaban en un solo individuo para defender esta ley, para enarbolar esta bandera, para cumplir con la única promesa de la revolución que es la salvación legítima del país. (Aplausos.) Como he dicho antes, a mí no me arredra violar el artículo constitucional, y les voy a decir por qué. Cuando en el Congreso Constituyente de Querétaro, señores, se trató de elaborar esas leyes, mejor dicho, no de elaborarlas -con excepción del artículo 3o., del artículo 123 y del 27, por los que nos preocupamos realmente, porque, como decimos éramos jacobinos -, fuera de estos artículos, todos los demás, fueron llevados, hechos expresamente por los coyotes del carrancismo de aquella época, los políticos....(Aplausos nutridos. Voces: ¡Muy bien!) los políticos que de antemano habían sido preparados para contrarrestar aquella juventud llena de entusiasmo que iba a sacrificar hasta la vida si era necesario por llegar a conquistar de una manera terminante lo que la revolución había llevado en su bandera. Y allí vimos, señores, a aquellos políticos que, mientras nosotros bostezábamos a media noche - hora en que se ponían a discusión estos artículos que ahora tratamos de violar y no el que se refiere a la soberanía de los Estados, violando a cada momento -, procuraban que salieran aprobados todos estos artículos que se refieren a los obstáculos, a los pequeños montones, a las pequeñas murallas a que se refería el señor Soto y Gama, que fueron preparados por el señor Macías, por el señor Rojas y por esa caterva de individuos que únicamente servían para lustrar las botas de don Venustiano Carranza en en aquella época. No fuimos, pues, nosotros los autores de esos artículos; en el momento de sopor hay una gran negligencia en el espíritu, y en ese momento, automáticamente, se votaban esos artículos. (Siseos. Murmullos.) Sí, señores, a mí no me causa vergüenza. En cambio, el artículo 27, que en este momento vengo a defender con todo ardor, fue obra nuestra. Y ya veremos quién va a repartir las tierras de acuerdo con esta ley, ya veremos si realmente aquellos individuos que ayer trajeron su protesta de que eran revolucionarios, van a cumplir con estos preceptos. Entonces, ¿qué debemos hacer nosotros? Nosotros, señores diputados, debemos procurar que esta ley se dé como está, porque de una vez hay que tirar la suerte, porque es necesario que sepamos que todos estos obstáculos se ponen para que la ley no sea un hecho, y es necesario que todos nosotros, congregados en uno solo, en un solo brazo robusto, en un brazo de bronce, llevemos la bandera del agrarismo, que es la única defensa y la salvación del país! (Aplausos.)

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Espinosa Luis: Ya vamos a dar nuestro voto sobre este asunto, porque de seguro la Asamblea está de acuerdo en que ya ha sido suficientemente discutido. (Voces: ¡Sí! ¡Sí!) Nada más quiero hacer constar lo siguiente: que los que hemos hablado en contra, no ha sido en contra del reparto de tierras sino en contra del dictamen y que, consecuentes con este principio, votaremos en contra de él, pero conste que somos los primeros en querer este reparto de tierras.

El C. Siurob: Moción de orden. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. prosecretario Castrejón: La Secretaría hace del conocimiento de la honorable Asamblea que han hablado, fuera de los miembros de la Comisión, los ciudadanos Siurob, Soto y Gama y Altamirano, los siguientes oradores: en pro, Manrique, Franco, Reyes Tereso, Martínez de Escobar y Alonzo Romero. En contra Espinosa, Domínguez, Serrano, Céspedes, Huerta y Ramos Pedrueza. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) Habiendo hablado los oradores que prescribe el reglamento, en votación económica se consulta a la Asamblea si se está suficientemente discutido el dictamen. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo Suficientemente discutido. Se procede a la votación nominal.

El C. Espinosa Luis: Lo que corresponde es preguntar si ha lugar a votar.

- El mismo C. prosecretario: Eso se va a hacer.

El C. Espinosa Luis: Si, pero dijo usted otra cosa, compañero.

El C. secretario Valadez Ramírez: En votación nominal se va a preguntar si ha lugar a votar en lo general. Por la afirmativa.

El C. prosecretario Castrejón: Por la negativa. (Comienza a recogerse la votación.)

(Desorden y gritos en las galerías.)

El C. Gandarilla: Moción de orden, señor presidente. (Voces: ¡Estamos en votación!)

El C. presidente: Se exhorta a las galerías a guardar el orden...

El C. Manrique: Y a descubrirse.

(Continúa recogiéndose la votación.)

El C. prosecretario Castrejón: Votaron por la negativa 9 ciudadanos diputados (Voces: ¡Huy! ¡Nombres!) Votaron por la negativa los ciudadanos diputados siguientes: Del Castillo Israel, Céspedes, Domínguez, Espinosa Luis, Estrada, Miramontes, Ramírez Luque, Rico y Serrano Gustavo P. Total, 9.

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la afirmativa los siguientes ciudadanos diputados: Aguilera, Aguirre Colorado Ernesto, Aguirre Colorado Fernando, Aguirre Emilio, Aillaud, Aja, Alanís Fuentes, Alba, Aldaco, Alessio Robles Vito, Alonzo Romero, Altamirano, Alvarez Vicente, Angeles, Argüelles, Arrioja Isunza, Arroyo Ch., Avilés, Ayala, Barbosa, Barragán Enrique M., Barrera, Borrego, Borstel, Bravo Betancourt, Brilanti, Calderón, Cano, Carrillo Puerto Felipe, Casas Alatriste, Castañeda Nigra, Castañon, Castillo Francisco, Castillo Garrido, Castrejón, Colón, Contreras Lucas, Cuervo, Cuevas, Chapa, Chávez Franco, Chico, Damián, Díaz Soto y Gama, Dorantes, Fernández Martínez, Fernández Miguel B., Franco Abraham, Franco Cerqueda, Franco Urías, Gálvez, Gámiz, Gandarilla, García Rojas, Garza Candelario, Gómez Carlos, Gómez Rodrigo, González Jesús B., González Marco Aurelio, González Martín V., González Rafael M., González y González, Guadarrama, Gutiérrez Castro, Guzmán Luis, Guzmán Peláez, Hernández Alvarez Enrique, Hernández Coronado Abel, Huerta, Lazcano Carrasco, Leyva, Lira, Lomelí,

Luquín, Maldonado, Manero, Manjarrez, Manrique, Maqueo Castellanos, Martínez de Escobar Federico, Martínez de Escobar Rafael, Martínez Gustavo S., Méndez Manuel F., Miravete, Montero Villar, Montes de Oca, Moreno, Munguía Carlos B., Navarro Uriel, Olguín, Ortega Antonio, Ortiz, Palacio, Paredes, Paz, Peña de la Francisco, Pérez Gasga, Portales, Quiroga, Ramírez Francisco Modesto, Ramírez Miguel, Ramos Esquer, Ramos Pedrueza, Reyes Francisco, Reyes Ignacio C., Reynoso Díaz, Rivera Cabrera, Rivera Constantino, Rivera Vicente, Rodríguez Guillermo, Rodríguez Herminio S., Rodríguez López, Romero José H., Romero Ricardo, Salazar, Salgado, Sánchez Anaya, Sánchez Gilberto, Saucedo, Silva, Siurob, Solís, Solórzano José Luis, Soto José M., Tello Romero, Torre de la, Tovar y Pérez, Trejo Erasmo, Trejo Francisco, Valadez Ramírez, Valverde, Vasconcelos, Vásquez, Vega, Velarde, Vicencio, Vidales, Villegas, Vizcarra, Zapata, Zárate y Zubaran Capmany. Total, 143. A discusión el proyecto de ley en lo particular.

El C. Espinosa: Moción de orden. La Secretaría ha consultado si ha lugar a votar; la Asamblea ha contestado afirmativamente, ahora corresponde votar en lo general.

- El mismo C. secretario: Se va a dar lectura al artículo 114 reglamentario:

"Artículo 114. Declarado un proyecto suficientemente discutido en lo general, se preguntará si ha o no lugar a votarlo en su totalidad; y habiéndolo, se procederá a la discusión de los artículos en particular."

El C. Del Castillo Israel: Para una aclaración. Pido la palabra para una aclaración.

- El mismo C. secretario: Está a discusión en lo particular. Los ciudadanos diputados que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse a pasar inscribirse.

El C. Espinosa Luis: En contra de todos los artículos de la ley. (Siseos.)

El C. presidente: Ya no se le puede conceder a usted la palabra para aclaraciones; se le hubiera podido conceder para rectificación de hechos después de la discusión, pero ésta ya paso.

El C. Del Castillo Israel: Pues para rectificar hechos pido la palabra, señor presidente. Honorable Asamblea... (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!)

El C. presidente: Se participa al compañero que desea hacer uso de la palabra para rectificar hechos, que no es posible concedérsele porque se concede solamente después de la discusión; ésta ya paso y vamos a entrar a discutir la ley en lo particular. (Aplausos.)

El C. prosecretario Castrejón: A discusión el artículo 1o., que dice:...

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: ¡Tengo derecho! (Voces: ¡Que hable! ¡Que hable!)

El C. Casas Alatriste: Las decisiones del presidente deben estar sujetas al voto de la Asamblea; pido que se consulte a la Asamblea si se le concede permiso.

El C. presidente: Se suplica a los señores diputados se sirvan guardar orden. En vista de que la Presidencia observa de parte de la Asamblea que presta su aquiescencia a que hable el compañero que lo solicitó, se le concede el uso de la palabra. (Aplausos.)

El C. Del Castillo: Honorable Asamblea: He pedido la palabra para rectificar hechos, porque he votado por la negativa en lo general en el dictamen y no ha sido porque yo sea enemigo del artículo 27; he votado por la negativa, porque el proyecto de ley tal y como está concebido, es una "tanteada", óiganlo bien, una "tanteada" al artículo 27. (Siseos. Gritos en las galerías.) Y ahora que entremos a la discusión en lo particular, tendré oportunidad de demostrar a la Asamblea que es una burla sangrienta a la revolución y es una "tanteada" a esta Asamblea, que está ofuscada por la prédica de los individuos que han pronunciado discursos oropelescos. (Desorden. Campanilla.)

El C. secretario Valadez Ramírez: A discusión el artículo 1o., que dice así:... (Voces: ¡Vámonos ya! ¡Vámonos!)

- El C. presidente, a las 8:40 p. m.: Se levanta la sesión y se cita para mañana a la hora reglamentaria.