Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210506 - Número de Diario 41

(L29A1P1eN041F19210506.xml)Núm. Diario:41

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 6 DE MAYO DE 1921

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERIODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II. - NÚMERO 41

SESIÓN

DE LA

CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA

6 DE MAYO DE 1921

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Rinde la protesta de ley el C. Carlos Pichardo, diputado suplente por el 7o. distrito del Estado de México. Cartera. Se concede licencia al C. diputado Barbosa Francisco J.

3.- Se recoge la votación del artículo 2o. reformado, del proyecto de ley sobre el fraccionamiento de latifundios. A discusión el artículo 3o. Se levanta la sesión por falta de "quórum".

DEBATE

Presidencia del C. ZUBARAN JUAN

(Asistencia de 127 ciudadanos diputados.)

El C. presidente a las 6 p. m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día cuatro de mayo de mil novecientos veintiuno.- Periodo Extraordinario.

"Presidencia del C. Juan Zubaran.

"En la ciudad de México, a las seis de la tarde del miércoles cuatro de mayo de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintiocho ciudadanos diputados.

"Se aprobó el acta de la sesión celebrada el día anterior y se dio cuenta con los documentos siguientes:

"Solicitud del C. Miguel Alessio Robles, a fin de que se le conceda licencia ilimitada, con objeto de desempeñar una comisión del Ejecutivo Federal.

"Con dispensa de trámites y sin debate se aprobó y la Secretaría declaró que se llamaría al suplente.

"Escrito fechado en Jalapa, Veracruz, por medio del cual el C. Francisco Reyes pide licencia por veinte días, con goce de dietas.

"También se dispensaron los trámites y se aprobó sin que nadie hiciera uso de la palabra.

"Petición del C. Lorenzo Gámiz, a fin de que se le otorgue una licencia hasta por veinte días, con goce de dietas.

"Asimismo se aprobó sin debate, una vez que se dispensaron los trámites.

"Invitación del H. Ayuntamiento de esta ciudad para la ceremonia cívica que tendrá lugar el día cinco de los corrientes como homenaje a la memoria del general don Ignacio Zaragoza.

"La Presidencia nombró dos comisiones: una para que lleve una ofrenda floral a esta ceremonia y otra para que acompañe al panteón de San Fernando al C. presidente de la República. La primera quedó integrada por los CC. Montero Villar, Ramos Esquer, Enrique M. Barragán, Argüelles, Hidalgo Catalán y secretario Zincúnegui Tercero; y la segunda por los CC. Siurob, Miguel F. Ortega, Aillaud, Avilés, De Alba y secretario Valadez Ramírez. Los CC. Altamirano y Vasconcelos que habían sido nombrados para esta comisión, se excusaron de formar parte de ella ante la Presidencia, substituyéndolos ésta por los referidos ciudadanos Ortega y Aillaud.

"Continuó la discusión del artículo 2o., reformado, del proyecto de ley sobre fraccionamiento de latifundios.

"El C. Siurob, miembro de las comisiones, hizo una aclaración. El C. Guillermo Rodríguez habló en contra, interpeló al C. Borrego, quien respondió, y contestó a dos preguntas del C. Pedro de Alba.

"Se nombró a los CC. Rafael Martínez de Escobar, Pedro de Alba, José Luis Solórzano, Juan B. Salazar, Alanís Fuentes y secretario Zincúnegui Tercero para que asistan a una velada que tendrá verificativo el próximo viernes 6 en honor del extinto licenciado Jesús Urueta, y continuó el debate sobre el artículo 2o. del proyecto de ley sobre fraccionamiento de latifundios.

"El C. Paz usó de la palabra en pro, interrumpiéndole el C. Luis Espinosa para hacer una aclaración.

"Presidencia del C. Pedro A. Chapa.

"Nuevamente el C. Paz fue interrumpido en su peroración, en esta vez por el mencionado C. Luis Espinosa y por el C. Rodrigo Gómez, quienes pidieron, el primero, la lectura del artículo 14 constitucional, y el segundo la de una opinión sobre la retroactividad de las leyes. Concluyó el C. Paz contestando dos interpelaciones del C. Luis Espinosa.

"A nombre de las comisiones se produjo en pro el C. Soto y Gama y en seguida lo hizo en contra el C. Manuel Zapata, quien fue interrumpido por

interpelaciones de los CC. Pedro de Alba y Huerta y al concluir de hablar contestó otra del C. Manrique.

"Presidencia del C. Juan Zubaran.

"Después de una moción de orden del C. Bojórquez, el C. Soto y Gama contestó dos preguntas que el C. Luis Espinosa dirigió a las comisiones.

"El C. Borrego renunció al uso de la palabra en pro y a pedimento del C. Francisco Castillo se leyó la lista de los oradores que han hablado en pro y en contra del artículo 2o., el cual se estimó por la Cámara suficientemente discutido.

"Una solicitud del C. Luis Espinosa para que se votaran separadamente los dos incisos de que consta el precepto de referencia, dio lugar a que la Presidencia hiciera aclaraciones, a que la Secretaría proporcionara un informe que pidió el C. Soto y Gama y a que se leyeran los artículos reglamentarios 158 y 117, el primero por requerimiento del C. Luis Espinosa y el último a moción del C. Manrique. Sometido el punto a la resolución de la Asamblea, ésta determinó, en votación económica, no acceder a lo solicitado por el C. Espinosa.

"Presidencia del C. Uriel Avilés.

"Al principiar la votación del artículo 2o. y en vista de la forma en que pretendió emitir su voto el C. Luis Espinosa, hicieron mociones de orden los CC. Siurob y Vasconcelos. La Presidencia, haciéndose imposible recoger la votación por el desorden que imperaba en la Asamblea, levantó la sesión, siendo las nueve de la noche."

Está a discusión el acta. ¿No hay quien quiera hacer uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobada.

Encontrándose a las puertas del salón el ciudadano Carlos Pichardo, diputado suplente por el 7o. distrito electoral del Estado de México, la Presidencia ha tenido a bien designar a los ciudadanos Jaime A. Solís, Rodríguez Guillermo y secretario Zincúnegui Tercero para que lo introduzcan al salón a rendir la protesta de ley.

(Rinde la protesta el C. diputado Pichardo.)

"La Legislatura del Estado de Tlaxcala comunica por medio de su oficio número 207 fechado el día 28 de abril, que en la sesión pública que se celebro en la propia fecha, aprobó en todas sus partes las reformas de los artículos 14 transitorio y 73, fracción XXVII de la Constitución general, aprobadas por el Congreso de la Unión. "-Recibo y a su expediente.

"Las legislaturas de los Estados de Guerrero y Nayarit y los gobiernos de los de Durango, México, Michoacán y Morelos, envían comunicaciones de condolencia por el fallecimiento del C. diputado Atanasio Gutiérrez." - A su expediente.

"Ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados. - México, D. F.

"En vista de ser necesaria mi presencia en este lugar, por asuntos urgentes de familia, y a la vez aprovechar mi estancia en este distrito que represento para darme cuenta de sus necesidades, me permito dirigirme a ustedes para que por su digno conducto se dé cuenta a la H. Asamblea, y se me conceda licencia, previa dispensa de trámites, por el término de veinte días, contados desde la fecha, con o sin goce de dietas.

"Reitero a ustedes mi atenta y distinguida consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reeleción. - Ajálpam, Tehuacán, Puebla, 4 de mayo de 1921. - Francisco J. Barbosa."

En votación económica se consulta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión.

El C. Chapa: Pido la palabra, señor presidente. Entiendo que la solicitud dice que se solicita una licencia con o sin goce de dietas, por lo que yo creo que debe haber una proposición formal en un sentido o en otro. En vista de que a todos los diputados se les han otorgado licencias con goce de dietas y por ser nada más veinte días los que se piden, creo que así debe hacerse con el compañero que sea con goce de dietas.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría informa al compañero Chapa que siempre que los ciudadanos diputados envían licencias en esta forma, se pregunta primeramente si se concede la licencia con goce de dietas y cuando se concede con goce de dietas, ya no hay que preguntar más. No habiendo oradores inscritos en contra, en votación económica se consulta si se concede la licencia con goce de dietas. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Concedida.

El C. secretario Valadez Ramírez: Se procede a recoger....

El C. Zincúnegui Tercero: Pido la palabra para una interpelación a la Comisión. No es a la Comisión cuyo asunto se va a votar, es a otra comisión.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Zincúnegui Tercero.

El C. Zincúnegui Tercero: Hace algún tiempo un grupo de ciudadanos representantes elevó ante esta Asamblea una petición a efecto de que se definiera la condición en que se encuentra el 2o. distrito del Estado de Campeche, por el cual salió electo el ciudadano Pérez Abreu, presidente municipal. Como este ciudadano no ha optado todavía por uno u otro cargo, y como no puede continuar esta situación y ha transcurrido ya bastante tiempo desde que fue turnado el asunto a la 2a. Comisión de Gobernación, yo deseo que dicha Comisión haga favor de informarme por qué no se ha rendido el dictamen respectivo.

El C. secretario Valadez Ramírez: Se invita a la Comisión correspondiente a que se sirva informar. Se excita al ciudadano Borrego a fin de que

se sirva proporcionar el informe que solicita el ciudadano Zincúnegui Tercero.

El C. Borrego: Pido la palabra. Como la ley concede quince días a la Comisión para rendir su dictamen y aún no ha transcurrido ese plazo desde la fecha en que se turnó el expediente a la Comisión, creo que la Comisión no está obligada a contestar en estos momentos.

El C. Zincúnegui Tercero: Pido la palabra, señor presidente. Agradezco su informe a la Comisión y estaré pendiente del día en que se cumpla el plazo. (Risas.)

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: Se va a proceder a la votación.

El C. Espinosa Luis: Precisamente por eso, porque se va a proceder a la votación, estamos en los momentos oportunos para que yo hable. (Siseos.) Para una proposición, señor presidente, muy brevísima. (Siseos. Campanilla.)

El C. presidente: Se ha cerrado la discusión, y si es sobre este caso no puedo concederle la palabra, porque se procederá a la votación.

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra para una proposición, no puede usted negármela, señor.

El C. presidente: ¿Apoyado en qué artículo pide usted la palabra? Dígalo usted y se la concederé.

El C. Espinosa Luis: Apoyado en la práctica más que en ningún artículo. Es para una proposición pertinente, señor; no estamos en votación y por lo tanto no la interrumpimos.

El C. presidente: No se puede interrumpir. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!) Bueno, pues para una proposición se le concede a usted la palabra.

El C. Espinosa Luis: Para suplicar a la Asamblea que reconsidere el acuerdo tomado en la sesión pasada, relativa a que el artículo que se va a votar sea dividido. Ya vio la Asamblea la dificultad que tuvimos para votar en forma práctica los dos incisos; de ahí, pues, que yo suplique que para ahorrar tiempo y molestias a los compañeros se considere este asunto dividido y la Presidencia se sirva consultar a la Asamblea si concede que se divida. A eso se contrae mi proposición.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por acuerdo de....

El C. Siurob: Moción de orden. Moción de orden. Como este es un asunto enteramente decidido por la Asamblea y estando establecido por el Reglamento que durante la votación no se puede interrumpir, pido que se tome la votación inmediatamente de acuerdo con el Reglamento.

El C. Espinosa Luis: No estamos en votación.

El C. Lara César A.: Pido la palabra. Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: No se ha alterado el orden.

El C. Lara César A.: Para hacer alusiones a la moción de orden del ciudadano Siurob.

El C. presidente: Entonces no podremos recoger la votación. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. Espinosa Luis: Pero si no ha empezado la votación, estoy en el momento oportuno. (Desorden. Campanilla.)

El C. Lara César A.: ¡Moción de orden!

El C. presidente: Tiene usted la palabra para moción de orden.

El C. Lara César A.: Señores representantes: El artículo 2o. todavía no se ha empezado a votar; la tarde pasada se hizo la votación y no hubo quórum: desde luego no se ha empezado a votar. Se empieza a votar un artículo cuando principian a votar los ciudadanos diputados que están en primer término. Yo no veo el motivo que tenga la Comisión para obstinarse en que este artículo se vote en la forma en que está; si tiene la conciencia de que esté bueno, creo que no debe tener inconveniente en que se divida, porque si es bueno tendrán que votarse las dos partes; y si es malo, la Asamblea verá si la primera parte la vota afirmativamente y la segunda negativamente.

El C. presidente: La Mesa se permite informar a su señoría que ya se consultó a la Asamblea si se dividía la votación en los incisos que componen el artículo y la Asamblea acordó que no; en consecuencia, el artículo tiene que votarse como está.

El C. Lara César A.: ¡Moción de orden!

El C. Espinosa Luis: ¡Moción de orden! (Murmullos. Campanilla.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Lara.

El C. Lara César A.: El ciudadano presidente dice que ya se consultó a la Asamblea; a la Asamblea se le consultó el día en que se votó este artículo y como no hubo quórum, desde luego no hubo Asamblea, cuando dijo que no se dividiera......(Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Campanilla.) Esta es la verdad, porque se vio en la votación que no alcanzaba el número de ciudadanos para completar el quórum. Hoy que sí hay quórum, la Asamblea debe decir si se divide o no se divide, por lo que pido a la Presidencia que pregunte nuevamente a la Asamblea si se divide o no.

El C. Presidente: La Secretaría va a informar.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría, independientemente de lo aseverado por el compañero César A. Lara en relación a que se divida en dos votaciones el artículo en cuestión, informa que el día que se suspendió la votación no fue por falta de quórum, sino por desorden en la Asamblea. (Aplausos.)

El C. Espinosa Luis: Para una verdadera moción de orden, señor presidente. Para una verdadera moción de orden. (Risas. Campanilla.)

El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.

El C. Espinosa Luis: Señor presidente: Yo ruego de la manera más atenta a su señoría que se sirva tener en cuenta esto: He pedido la palabra para la reconsideración de un acto retroactivo ejecutado por esta Asamblea. Está ya en la conciencia de muchos compañeros que se procedió ligeramente en la sesión pasada cuando se acordó que no eran de dividirse los incisos para ser votados. Como esto daría margen a otras dificultades que queremos ahorrar en bien de la discusión de la ley misma, no veo, señor presidente, el motivo por que no pueda consultarse a la Asamblea si rectifica el acuerdo tomado en la sesión anterior.

El C. secretario Valadez Ramírez: A fin de ahorrar tiempo, la Presidencia dispone que se

consulte nuevamente a la Asamblea si se divide en dos votaciones el artículo a debate. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Hay mayoría de pie. Se tomarán dos votaciones. (Aplausos.) Se procede a recoger la votación nominal del inciso (a). (Aplausos.) Se procede a recoger la votación del artículo 2o. en el inciso (a) que dice así:

"Artículo 2o. Para realizar el derecho a que se refiere el artículo anterior se considera de utilidad pública, conforme al texto expreso del artículo 27 constitucional, la expropiación de los siguientes terrenos, en la extensión que sea necesaria y en los términos de esta ley:

"a) Los latifundios."

Por la afirmativa.

El C. secretario Zincúnegui Tercero: Por la negativa.

(Votación.)

El C. secretario Zincúnegui: Votó por la negativa el ciudadano Zapata Manuel.

El C. Zapata: Habiéndome enterado de que no es el inciso por el que quería votar por la negativa, rectifico mi voto. (Aplausos.)

El C. secretario Zincúnegui: El ciudadano Zapata Manuel, al enterarse de que está votando por incisos, rectifica su voto y lo da por la afirmativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la afirmativa 127 ciudadanos diputados. Se procede a recoger la votación del inciso (b) del mismo artículo 2o. que dice así:

"b) Las tierras mantenidas en erial durante los últimos cinco años, siempre que su extensión exceda de cincuenta hectáreas, y que no se compruebe plenamente que por fuerza mayor dejó de hacerse el cultivo."

El C. secretario Zincúnegui Tercero: Por la afirmativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa.

(Votación.)

El C. secretario Zincúnegui Tercero: Se ruega atentamente a los ciudadanos representantes se sirvan dejar tomar la votación. (Continúa la votación.) ¿Falta algún ciudadano diputado por votar?

El C. secretario Valadez Ramírez: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa. (Votación.) Votaron por la negativa 34 ciudadanos diputados. (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) La Secretaría cree que es innecesario darles lectura desde el momento en que las listas de votación se van a publicar en el DIARIO DE LOS DEBATES.

El C. secretario Zincúnegui Tercero: Votaron por la afirmativa 94 ciudadanos representantes. En consecuencia, ha sido aprobado el artículo 2o. (Siseos y aplausos.)

El C. Espinosa Luis: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una petición. (Murmullos. Campanilla.) Para suplicar a su señoría que ordene que los nombres, tanto de los que votaron en pro como de los que votaron en contra del inciso (b), sean consignados en el acta respectiva, así como en el DIARIO DE LOS DEBATES, para conocimiento de nuestros respectivos comitentes.

El C. presidente: Ya se había dicho que se hará constar en el DIARIO DE LOS DEBATES.

El C. Espinosa Luis: Yo no pido que se consigne en el DIARIO DE LOS DEBATES, sino en el acta.

Listas de votación relativas al inciso (b) del artículo 2o. reformado, del proyecto de ley para el fraccionamiento de latifundios.

Votaron por la afirmativa los siguientes ciudadanos diputados: Aguirre Colorado Fernando, Aguirre Emilio, Aja, Alanís Fuentes, Alarcón, Aldaco, Alba de, Alessio Robles Vito, Altamirano, Alvarez Ricardo A., Ángeles, Avilés, Azuara, Barragán Enrique M., Bojórquez, Borrego, Castañeda Nigra, Castillo Garrido Isauro, Castillo Porfirio del, Cervantes, Contreras Lucas, Correa, Cerda, Chapa, Damián, Díaz Soto y Gama, Espinosa Natalio, Fernández Miguel B., Franco Cerqueda Manuel, Gálvez, Gómez Rodrigo, González Jesús B., González Martín B., González Onésimo, González Rafael M., Guadarrama, Gutiérrez Aguilar, Gutiérrez Castro Andrés, Gutiérrez Teodomiro T., Guzmán Luis, Hernández Alvarez Enrique, Hidalgo Catalán, Hurtado, Ibarra, Lazcano Carrasco, Lira, Manero, Manjarrez, Manrique, Martínez de Escobar Rafael, Martínez Rendón Miguel D., Méndez José, Méndez Manuel F., Montes Manuel, Moreno, Munguía, Navarro Uriel, Olguín, Ollivier, Ortega Antonio, Ortega José Juan, Ortiz Paredes, Paz, Peña Ildefonso, Pérez Gasga, Portales Pichardo, Quiroga, Rama, Ramírez G. Benito, Ramos Esquer Francisco, Reynoso Díaz, Riva Palacio, Rodríguez Guillermo, Romero José H., Salazar, Salgado, Sánchez Anaya José, Sariol, Siurob, Solórzano José Luis, Soto Francisco, Tello Romero, Tovar y Pérez, Valadez Ramírez, Vasconcelos, Vásquez, Velarde, Vidales, Villegas, Zárate, Zincúnegui Tercero y Zubaran Capmany.

"Votaron por la negativa los siguientes ciudadanos diputados: Aillaud, Alonzo Romero, Alvarez Vicente, Arrioja Isunza, Borstel, Cano, Castañon, Castillo Israel del, Cuervo, Domínguez, Espinosa Luis, Estrada, Flores, Gámiz, Gómez Carlos, González y González Francisco, Guzmán Peláez, Lara César A., Lomelí, Maqueo Castellanos, Martínez de Escobar Federico, Palacio, Peña Francisco de la, Reyes Tereso, Rico G., Rodríguez Herminio S., Romero Ricardo, Sánchez Pablo H., Serrano, Solís, Valverde, Vega, Vergara y Zapata.

El C. secretario Valadez Ramírez: A discusión el artículo tercero, que dice así:

"Artículo 3o. Se considera como latifundio toda finca rústica que por su extensión, calificada con relación a los factores que se detallan en el artículo siguiente, sea perjudicial a los intereses sociales, bien porque engendre el monopolio de la producción agrícola en la región donde se encuentre ubicada, ya porque contribuya a provocar crisis de carestía o escasez en los artículos alimenticios, o porque dé lugar a un rendimiento notablemente menor, en proporción, que el de las fincas vecinas, u obstruya, por cualquiera otra causa, el desarrollo agrícola del país o el derecho consagrado por el artículo 1o. de esta ley."

Se suplica a los ciudadanos diputados ocupen sus curules.

Los que deseen hacer uso de la palabra, sírvanse pasar a inscribirse a la Presidencia. Se han inscripto en pro del artículo 3o. los ciudadanos Alba

Pedro D. y Manrique Aurelio. (Aplausos.) En contra el ciudadano Espinosa Luis. (Siseos.)

Presidencia del C. CHAPA PEDRO A.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes: Tenía el propósito de hacer un ataque más o menos enérgico en contra del artículo tercero, pero como me he dado cuenta exacta de la inconsciencia de la Asamblea.... (Murmullos. Siseos.) Como he visto con tristeza que muchos compañeros por el halago de un miserable aplauso pisotean sus convicciones y votan en contra de los intereses del país, vengo únicamente con el más grande desconsuelo a decir a aquellos hombres de buena voluntad que quieran en realidad preocuparse por que se dé una ley prudente y práctica, que este artículo tercero si es cierto que define en parte lo que es un latifundio, en el final del mismo no es otra cosa que una serie de contradicciones y de apreciaciones completamente ilógicas y desequilibradas que hablan de todo, menos de lo que puede o debe considerarse como un latifundio. En buena hora, ciudadanos representantes, que las comisiones nos digan: "Se considera como latifundio toda finca rústica que por su extensión, calificada con relación a los factores que se detallan en el artículo siguiente, sea perjudicial a los intereses sociales, bien porque engendre el monopolio de la producción agrícola en la región donde se encuentra ubicada, ya porque contribuya a provocar crisis de carestía o escasez en los artículos alimenticios, o porque dé lugar a un rendimiento notablemente menor, en proporción, que el de las fincas vecinas."

Hasta ahí, señores compañeros, podría aceptarse como definición más o menos exacta del latifundio; pero yo pregunto qué tiene que ver una finca rústica, como lo dice, que obstruya por cualquiera otra causa el desarrollo agrícola del país o el derecho consagrado por el artículo primero de esta ley. ¿Qué tiene que ver esta obstrucción, señores representantes, por cualquiera otra causa así, de una manera absoluta como lo señala la Comisión con el latifundio? Pero no tiene nada de raro, señores representantes; cuando nosotros hemos creído venir a hacer una ley para repartir los latifundios y vemos también que se entra de plano a mezclar este principio revolucionario con el aprovechamiento de las tierras ociosas y se acepta de plano el efecto retroactivo de la ley en un punto en que no puede tenerlo, no me extraña, señores representantes, que esta obcecada Comisión viniera también con su imperdonable testarudez a sostener esta aberración jurídica; pero ya hemos visto, ciudadanos, con cuánta ligereza se abordan estas leyes que son de capital importancia para el país; tal parece, compañeros, que a muchos representantes nada les importa lo que va detrás de estas leyes. Hubo compañero que me indignó al decirme: compañero, ¿qué importa votar esta ley como quiera que sea, si al fin será una tanteada? Hubo otro compañero que me dijera: ¿qué importa aceptar este mamarracho si al fin no será más que de efecto en el Distrito Federal y Territorios? No, señores, esto no es serio (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) ....ni es correcto. Yo no soy delator, ni instrumento de nadie. (Aplausos.) No, señores, pensemos en que también estamos obligados a velar por los intereses de los Estados hermanos; no hay que tener ese egoísmo de venirse a preocupar exclusivamente por el Estado que se representa. Así pues, si esa ley, como se asegura, va a ser únicamente de efecto en el Distrito Federal y Territorios, yo levanto mi voz en defensa de estos Territorios y de este Distrito Federal. Ya veremos, compañeros, muy pronto las consecuencias de la ligereza de nuestros procedimientos en la elaboración y aprobación de estas leyes. Desde luego señalo este caso que llenará de vergüenza a la Representación Nacional si no vuelve sobre sus pasos. Hemos aceptado ya el efecto retroactivo en este asunto de tierras ociosas, efecto retroactivo que la Constitución no autoriza, efecto retroactivo que no sanciona ninguna otra ley; y ya veremos, señores compañeros, cómo cuando se trate de la cuestión del petróleo, los que ahora han votado de una manera votarán cobardemente de otra. Yo os emplazo para entonces, ¿por qué?, porque el mejor argumento para convencer a estos señores serán las bocas de los cañones que las naciones extranjeras enderezan al puerto de Tampico o a cualquier otro puerto del país... (Siseos. Murmullos. Campanilla.) ¡Es claro que sí! Y entonces veremos como estos señores que ahora pisotean la ley, cobarde y miserablemente se tendrán que doblegar ante la presión de las naciones extranjeras. (Siseos) Ya hemos visto cómo Antonio Díaz Soto y Gama, a quien ya no quiero lastimar, porque de sobra he lastimado, nos decía: Yo sí creo en que puede tener efecto más o menos retroactivo la ley del petróleo y, en cambio, señores, nosotros vamos a sostener desde esta tribuna que no puede a la ley del petróleo dársele ningún efecto retroactivo, porque no lo tiene, porque la Constitución no autoriza que se le dé a esta ley ningún efecto retroactivo; pero en cambio, sí votemos de una manera altamente patriótica, de una manera celosa, al menos el que habla, que el subsuelo pertenece por entero a la patria. (Aplausos.) Y ya veremos entonces cómo este movedizo Soto y Gama con relieves de traidor vendrá a sostener (Siseos.) que deben respetarse las propiedades adquiridas por extranjeros y que no puede, por lo tanto, aplicarse ningún efecto retroactivo. Hecha esta aclaración pertinente, en mi concepto, de la cuestión del petróleo, yo digo que no puede aplicársele efecto retroactivo; pero, en cambio, la nación se reserva y proclama el dominio absoluto a la propiedad, es decir, el dominio al subsuelo de toda la patria y ya veremos entonces quiénes son los que vienen a abogar miserablemente por los intereses de los extranjeros y yo os puedo asegurar desde ahora, que serán los mismos que ahora han venido a dar una puñalada al corazón de la patria votando una ley en contra de los pequeños terratenientes de toda la República. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Campanilla.) Sí, señores, ¿qué tiene que ver el aprovechamiento de las tierras ociosas que habéis aprobado en este inciso (b) con el reparto de los latifundios? Son dos

cosas antagónicas y lo sabéis bien vosotros los que habéis votado a conciencia: por un lado habéis cumplido con vuestro deber de revolucionarios yendo al fondo en contra de los intereses de los capitalistas; muy bien, en buena hora, mi felicitación cordial y calurosa; pero inconscientemente o torpemente también habéis ido en contra de los intereses de los pobres, porque ¿quién os autoriza, en nombre de qué pensáis arrebatarle a un pobre que solamente tiene cincuenta y una hectáreas de tierra y que las ha abandonado por un sinnúmero de motivos a través de estos diez años de constante, cruenta y estéril revolución....?

El C. Manrique: ¿Estéril habéis dicho?

El C. Espinosa: Estéril he dicho, porque hasta el momento no ha habido un solo fruto efectivo de esta revolución. (Aplausos.) ¡Y estos son los que se llaman revolucionarios! ¡Y estos son los que se llaman reformadores! Como si no comprendieran que en México los labriegos pobres, aquellos que a través de quince o veinte años de trabajo de sol a sol lograron independizarse a fuerza de trabajo, a fuerza de honradez y adquirieron con el sudor de su frente, como lo ordena el mandato bíblico, un pedazo de tierra para ganarse el pan y el pan de toda su familia, estos pobres - yo lo he visto con mis propios ojos - han abandonado sus tierras porque no tenían garantías para trabajarlas, porque, como lo dijo muy bien el compañero Maqueo Castellanos, no había por qué trabajarlas, supuesto que el hombre que quería sembrarlas no hacía más que sembrarlas y al día siguiente entraban las fuerzas de un general de uno u otro bando a despojarlo, y era inútil, señores representantes, obligar a los hombres honrados a que cultivaran las tierras en estas condiciones; pero ya hemos visto cómo no sólo la revolución, sino otro....

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. Espinosa: ...sinnúmero de motivos obligó a estos terratenientes a volver a la ciudad, a los pueblos...

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Siurob para una moción.

El C. Siurob: Estamos escuchando con positivo agrado al compañero Espinosa lo que dice sobre el artículo segundo, y yo le suplico a la Presidencia que para que no perdiera el tiempo la Asamblea, se le recordara al ciudadano orador que está a discusión el artículo 3o.

El C. Espinosa: ¿Duele, verdad compañero?

El C. Siurob: Ya se votó.

El C. Espinosa: Es cierto, ya consumó usted el atentado.

El C. presidente: No ha sido una moción de orden la de su señoría, yo le suplico que no interrumpa al orador. (Aplausos.)

El C. Siurob: Moción de orden.

El C. presidente: No está alterado el orden.

El C. Siurob: Insisto en que existe un artículo del Reglamento que me apoya. Insisto en mi moción de orden.

El C. presidente: No está alterado el orden. (Desorden.)

El C. Siurob: Mi moción de orden consiste en lo siguiente: Hay un artículo del Reglamento que dice que el presidente de la Cámara de Diputados en el momento de los debates debe obligar a los oradores a que se concreten al punto que está a discusión, y el ciudadano Espinosa ha estado saliéndose lamentablemente del punto a debate. (Siseos. Desorden.) Ya ve, pues, su señoría que tengo razón para pedir que en este caso se dé cumplimiento al precepto reglamentario respectivo a efecto de que, para no hacer perder el tiempo, se sujete el orador al punto a discusión.

El C. presidente: Ciudadano Siurob: Vuelvo a repetir que la suya no es una moción de orden. Su señoría está haciendo perder el tiempo a la Asamblea, y por tanto le suplico no interrumpa al orador. (Desorden.)

El C. Siurob: Pido que se lea el artículo reglamentario. (Voces: ¿Cuál?)

El C. Presidente: Diga el número, ciudadano Siurob. (Desorden.)

El C. Manrique: Yo pido atentamente a la Presidencia que sostenga su trámite. El orador tiene derecho de usar la palabra como le acomode. (Aplausos.)

El C. Espinosa: Señores compañeros: Aunque hubiese algún artículo reglamentario, de este Reglamento anticuado y reaccionario que ahora invoca el compañero Siurob, yo estoy seguro que vuestras conciencias de hombres enteramente liberales y honrados reprobarían en el fondo la actitud poco correcta del compañero Siurob en este caso, ¿pero qué tiene de raro que los signatarios de un artículo bárbaro en que se prohibe el murmurar en contra de esta sabia ley y que se castiga con meses de prisión y quién sabe cuántos cintarazos, a base de muerte, como si viviéramos en plena Guatemala de Estrada Cabrera, quieran impedirle a un orador el uso de la palabra en una forma amplia? No me extraña, señores compañeros; tal parece que estos señores que se llaman libertadores fueran una especie de los Torquemada, tal parece que en lugar de legisladores fueran los servidores de los altísimos tribunales de la inquisición. No ofenderé más a las honorables comisiones, no lastimaré más sus ideas, no las ofenderé más saliéndome de un arco de hierro odioso en que quiere encerrarme el compañero Siurob, nada más quiero haceros esta recomendación: aprobemos cuanto quieran estos honorables miembros de las comisiones, complazcámoslos en todo, menos en estas dos cosas: en que se forme una Comisión Nacional Agraria con facultades omnímodas que vengan a constituir un cuarto poder como estos señores lo quieren; ya en su oportunidad os diré por qué lo quieren, y también para que esta ley sea de efectos única y exclusivamente en el Distrito Federal y Territorios. Si vosotros fuertemente, bravamente, os resolvéis a sostener que es necesario rechazar estas dos partes fundamentales de la ley, podemos darle gusto a estos benditos señores aprobando esta ley, esta insensatez más grande que ellos quieren proponer y defender. No hay ningún peligro, señores compañeros, podemos darles gusto. Yo he sostenido siempre, y seguiré sosteniendo, que es ociosa e inútil la creación de esta Comisión Nacional Agraria. Suplico al compañero Siurob que no me vaya a decir que no estamos en esto ¿por qué? Porque tenemos una Comisión Nacional establecida y que yo tengo derecho a pensar está compuesta por

hombres honrados, que esa Comisión Nacional Agraria, que ya existe, tiene reglamentos y leyes que la rigen de tal manera que reconocen como superior inmediato al ciudadano secretario de Agricultura y Fomento, que no es más que un servidor del Ejecutivo de la República. Yo no veo, señores, la razón de por qué dentro de este procedimiento acostumbrado, por qué dentro de esta institución ya reconocida no pueda desenvolverse la acción de esta Ley Agraria que se dé, ya sea para el Distrito Federal y Territorios, o para otras partes. En su oportunidad vendré a decir por qué del interés de crear este cuarto poder con el nombre de Comisión Nacional Agraria; por hoy sólo me concreto a recomendaros que no perdáis de vista esos dos puntos capitales: la no creación de esta Comisión Nacional omnímoda y el no consentimiento de que esta Ley sea de efectos generales en todo el país. Yo me concreto, señores compañeros, a pediros que rechacéis esta última parte del artículo por tonta, por insubstancial, por inútil, que dice: "u obstruya por cualquier otra causa, el desarrollo agrícola del país o el derecho consagrado por el artículo 1o. de esta ley." Por que eso de "que obstruya por cualquier causa" es dar arma poderosa a cualquiera que sea la institución que tenga que encargarse de aplicar esta Ley. Esto, como lo he repetido, equivale a una de las facultades omnímodas que se dan a la Comisión con el título de que esto o aquello se hará a juicio de la soberana Comisión Nacional Agraria. Es peligrosísimo esto de decir que también se considerará como latifundio toda aquella tierra que obstruya el desarrollo de la agricultura por cualquier causa; es necesario que hagamos algo serio y que abramos los ojos ante este proyecto que tiene cosas verdaderamente asombrosas. Termino, pues, suplicando que rechacéis este artículo no porque sea malo todo él, sino por esta última parte nada más; y la forma de rechazarlo es votando que no ha lugar a votar, más bien dicho, declarando que no ha lugar a votar. Entonces la Comisión no tendrá más que reformarlo en el sentido que yo lo he propuesto y si estáis conformes, creo que habremos dado un gran paso y ahorraremos mucho tiempo.

El C. Díaz Soto y Gama: La Comisión pide la palabra.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Díaz Soto y Gama: Para demostrar a la honorable Asamblea hasta qué punto es ligero el compañero Espinosa... (Voces: ¡Tribuna!) No, es muy corto. El compañero Espinosa se bate visiblemente en retirada; esta ley que ayer era monstruosa, disparatada, atentatoria para los intereses nacionales, etcétera, hoy no tiene importancia, se puede aprobar; se va batiendo visiblemente en retirada. Pero quiero recalcar esto que es lo importante: la ligereza del compañero Espinosa, que sería en extremo inconcebible en otro, es perfectamente explicable de que el propietario de un fundo obstruya el progreso agrícola de un país. Todos nosotros nos damos cuenta de que el progreso agrícola del país significa, es la alimentación más abundante, más barata de todas las clases, inclusive la alta, por lo que se refiere a la población consumidora; eso sí es patria, lo que ataca a la población consumidora, eso sí ataca a la patria, pero eso no lo entiende el compañero Espinosa, pero la Asamblea sí lo entiende y felizmente también la Constitución. La ligereza del compañero Espinosa está en que al subir a la tribuna ni siquiera se entera de los preceptos constitucionales. Voy a tener por enésima vez que leer el artículo 27 constitucional en su párrafo fundamental. Dice el artículo 27:

"La nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación..."

"Regular el aprovechamiento", por eso viene aquí la exigencia de que se cultiven las tierras. "Para hacer una distribución equitativa de la riqueza pública y cuidar de su conservación." Lo que obstruye el progreso agrícola es claro que es contra la conservación de la riqueza. Pero todavía viene más claro el artículo. Termina:

"...Con ese objeto se dictarán las medidas necesarias para el fraccionamiento de los latifundios; para el desarrollo de la pequeña propiedad; para la creación de nuevos centros de población agrícola con las tierras y aguas que les sean indispensables; para el fomento de la agricultura..."

Artículo de la Constitución. Pues precisamente para lograr el fomento de la agricultura declaramos nosotros que uno de los conceptos que hay que tomar en cuenta para saber si un predio es latifundio, para saber si perjudica el interés social, es saber si va en contra o en favor de la agricultura, es decir, nuestro artículo no es más que la repetición, con otras palabras, de esta frase fundamental del artículo 27. Estamos autorizados y obligados a fomentar la agricultura; luego con mayor razón estamos autorizados para evitar que se obstruya el fomento o el progreso de la agricultura. Ya ven ustedes quién está en lo justo y quién es ligero. Es lástima que se venga a quitar el tiempo a la Asamblea con estas cosas. ¡Es verdadera lástima...!

El C. Espinosa: Para una aclaración, señor presidente.

El C. presidente: Suplico a su señoría no interrumpa el orden de los debates

El C. Espinosa: Entiendo que no hay nadie inscripto, señor.

El C. presidente: Sí, señor. Tiene la palabra en pro el ciudadano Pedro de Alba. (Murmullos.)

El C. Espinosa: Pues para hacer una aclaración al final.

El C. Alba Pedro de: Honorable Asamblea: No parece sino que el fin principal de una ley de carácter tan amplio y tan impersonal, forzosamente ha de referirse a determinadas personas, como decía alguna vez el señor Domínguez, y los argumentos se han de volver argumentos ad homine. Propiamente, a pesar de las declaraciones enfáticas de los opositores de esta ley, de que era un absurdo, de que era una cacofonía, de que era una disonancia, no hemos escuchado ni en la discusión en lo general ni en la discusión en lo particular argumentos de gran importancia en boca del contra. Esto seguramente que corresponde en parte y principalmente a un giro, a un sesgo especial del entendimiento o del carácter entre nosotros, que es muy bien conocido, casi proverbial: somos muy aptos, estamos admirablemente dotados de facultades críticas, de

facultades demoledoras, de aptitudes destructoras, y muy pocas veces damos a luz algo que sea de carácter constructivo. (Aplausos.) Mi amigo el señor Domínguez, el señor Espinosa y otros muchos, el compañero Serrano, que han atacado esta ley furiosa y rabiosamente, yo creo que han equivocado en esta ocasión el camino y seguramente que seguirán en la actitud en que hemos visto en este momento al combativo y simpático señor Espinosa, de batirse en retirada, porque propiamente la objeción que hace el compañero Espinosa al artículo 3o. es casi de la misma cuantía o de la misma importancia que venir a designar errores gramaticales en un asunto en que no tiene que ver absolutamente la gramática. Esta definición de latifundio, definición eminentemente nacional, eminentemente orgánica, eminentemente viva, contrasta con lo que seguramente algunos quisieran que la Comisión o que el proponente de esta ley hubiera cometido: la inconsecuencia de fijar determinada extensión a un latifundio para allí coger el lado flaco de toda la ley, y precisamente uno de los aciertos que no podrá negarle en contra a esta ley, es esa amplitud, ese dinamismo, ese "devenir" que le da al concepto de latifundio en el sentido de que hoy, mañana y en lo futuro siempre se está en manos de una Comisión que nosotros esperamos que sea la representativa, cabal e idónea de la voluntad pública y de la voluntad popular, siempre podrá definirse el latifundio con esta amplísima definición que honra bastante a quien la propuso y a quien la hizo. Alguien podrá objetar que la Constitución obliga a que en un término determinado se diga qué extensión de terreno es el máximo que se debe conceder a cualquier ciudadano, pero esto, señores, será en lo futuro, cuando las tierras tengan una demanda enorme, cuando ya haya ocurrido lo que esperamos todos los que simpatizamos con este proyecto, que no quede ninguna parcela absolutamente sin cultivar, que no haya baldíos, que no haya acaparamiento. Entonces sí se dará una ley que venga a decir, como sucede en Bélgica, como sucede en Holanda, como sucede en el Estado de California, donde ustedes quieran ponerme como ejemplo, que diga terminantemente: "Cualquier hombre no podrá poseer mayor número de hectáreas que éste"; pero en este momento lo único que podemos hacer es aceptar esta idea de la ley que bastante y ampliamente connota lo que debemos entender por un latifundio, puesto que están consideradas más adelante todas las condiciones de clima, de producción, de altitud, vías de comunicación, capital circulante, de demanda, de densidad, condiciones climatológicas... todas estas cosas que sí caben dentro de un todo orgánico, dentro de un todo verdaderamente científico. Muchos dicen que esta ley no será nada; que esta ley no será más que un pretexto para venir a decir algunos buenos o malos discursos sobre ella y que a la postre no tendrá ninguna efectividad. Yo, por el contrario, creo que esta ley precisamente por el carácter casi personal que tiene, precisamente porque está encajada en el momento histórico presente, precisamente porque por primera vez - y conste que nunca he sido yo adulador y nadie puede tildarme en este sentido -, precisamente, porque por primera vez está en la Presidencia de la República, de cincuenta años a la fecha, un hombre que tiene tendencias agraristas, precisamente por eso tendrá efecto esta ley, precisamente por eso tendrá alguna trascendencia, precisamente por eso llegará a hacer algo efectivo, aunque en pequeña escala, pero que dé el primer paso firme y seguro en esta magna obra de la dotación de tierra y de repartición de la propiedad territorial en nuestro país.

Las comisiones, con muy buen sentido, han dicho a la Asamblea: "Esta ley no resuelve el problema agrario; esta ley resuelve un aspecto del problema agrario. Las comisiones están dispuestas a escuchar todas las sugestiones que en lo privado o en público se les hagan para adicionarla, para perfeccionarla, para acondicionarla mejor, para que se lleve a la práctica", y seguramente que muchos habremos de tener el honor de sugerirles algunas ideas precisamente para que esta ley tenga el mayor alcance posible. Si aquí se pierde el punto, para muchos capital, de que esta ley sea aplicable a toda la República o sea aplicable solamente en el Distrito Federal o Territorios, cabe todavía, acaso dentro de los términos de esta ley y dentro de las prescripciones constitucionales, algo como adición a esta ley que a su tiempo nos serviremos proponer a la Comisión para que lo considere por medio de lo cual, si la Comisión Nacional Agraria, si el ministro de Fomento y Agricultura, si el presidente de la República tendrian facilidades de hacer política agraria en toda la República. Me refiero a que la Constitución habla de un inciso de los que acaba de leer el señor Soto y Gama, de que al reglamentar el artículo 27 se haga o se vea por la creación de nuevos centros de población dotados de las tierras y aguas que les sean indispensables para su subsistencia. Este es precisamente un programa de colonización. Como ya en el dictamen se habla de terrenos nacionales, como la nación tiene en toda la República, casi no hay un Estado en que no haya un terreno nacional, una hacienda o tal vez algunos otros que vengan a ser administrados por la nación, en virtud de esta cuestión que está ventilándose en lo relativo a la Caja de Préstamos, entonces seguramente que el presidente de la República, que esa Comisión Nacional Agraria, que el ministro de Agricultura y Fomento tendrán un amplio campo para hacer las colonias modelos, para hacer experiencia sobre cooperatismo, para dar todas las facilidades de irrigación y para dar todo género de vida activa a esas futuras colonias, y en ese caso esta ley, aun cuando no fuere de aplicación más que para el Distrito Federal y Territorios, ven ustedes que tendría una gran trascendencia nacional que seguramente no desaprovecharán los que están en estos momentos en el poder. Este artículo íntimamente ligado, porque las objeciones mayores que se hacían, si ustedes lo tienen presente, a la cuestión de repartición de latifundios es lo que se refiere a la diversidad de climas, es lo que se refiere a la diversidad de cielos, a la diversidad de producción, a la diversidad de población, a la diversidad de vías de comunicación, todas estas cosas que se oponían como una objeción fundamental, que, argüían muchos precisamente como un motivo de imposibilidad para la aplicación de la ley agraría; y ahora con muy buen sentido la Comisión y el proponente de esta ley le da esta ampliación al concepto latifundio, puede, a pesar

de que muchos son enemigos de que esta ley tenga aplicación federal, podría muy bien tener aplicación federal solamente fijándose en que ésta da todas las facilidades para que quepan allí todas las modalidades que puede tener hasta el más remoto y el más despoblado territorio de la República. Lo de la Comisión Nacional Agraria, que está íntimamente ligada al artículo 3o., al grado de que no es posible hablar del artículo 3o. sin referirse a la Comisión Nacional Agraria, la Comisión Nacional Agraria en un Aerópago, es un Consejo de los Diez, es un Senado consulto, en fin, lo que ustedes quieran, pero será una gran institución que seguramente contribuirá a llevar a cabo una fuerte, una honrada, una eficiente política agraria que necesitamos tan urgentemente. No debemos espantarnos de las finalidades que a cada momento se les adjudican o se les echa en cara a los hombres; no debemos decir que no se consigue ni con la linterna del cínico - como dice Manrique - un hombre capaz de emanciparse de las pasiones políticas, de emanciparse de las ambiciones personales, de emanciparse de los rencores, de los prejuicios que son peculiares en nuestra época, para formar parte de la Comisión Nacional Agraria, de esta Comisión omnímoda, como dice el compañero Espinosa. ¡Si es precisamente lo mejor que tiene la ley, señores! (Aplausos ruidosos.)

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Muy bien!

El C. De Alba, continuando: Porque de esta manera se da el primer paso al parlamentarismo. Para los que son admiradores, para los que son entusiastas del parlamentarismo, allí está la corriente inicial del parlamentarismo: allí vamos a tener responsabilidad nosotros, allí va a tener responsabilidad el presidente de la República, allí va a tener responsabilidad el ministro de Fomento. Nos obligará a trabajar, nos obligará a vigilar paso a paso y decisión por decisión, todas las que tome la Comisión Nacional Agraria. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)

No debemos olvidar, señores, que en los momentos verdaderamente críticos de las sociedades muchas veces las decisiones, las determinaciones de ciertos hombres predestinados han llevado a su país al éxito, han estado a punto de salvarlo y han ejecutado proyectos que en muchos siglos la colectividad no había hecho, la colectividad no había hecho por inercia, por inconsciencia o por falta de sendero bien trazado para sus actividades. Yo como "maestro" no me llamaré profesor de Historia -, que he sido alguna vez, no puedo hablar de estas cosas sin que me vengan a las mientes algunos hechos históricos. Saben ustedes que se habla del esplendor fastuoso de Luis XIV. Se dice: "el rey sol, la época brillante de Francia, la culminación - para mí profundamente antipática porque significa la decadencia de Francia -; pero sin embargo, en aquella época ustedes saben muy bien que hubo un ministro Colbert que fue ministro de Agricultura, que fue ministro de Hacienda, que fue ministro de Marina, que llevó a la Francia aun grado elevadísimo y definió, por decirlo así, realizó la obra grandiosa, maravillosa, que es la Francia moderna, obra no exclusiva de un solo hombre; esto también sería muy aventurado porque antes había habido un Sully, el ministro de Agricultura de Enrique IV que hizo obras de canalización, nivelación de los ríos, que comunicó el Loire con el Sena, obras que se hicieron por hombres que estaban convencidos hasta el fanatismo de la conveniencia y de la necesidad de una causa, y esos son los hombres que en estos tiempos necesitamos. (Aplausos.) Para no cansar demasiado les citaré a ustedes también la época en que estuvo casi a punto de salvarse Francia, y la otra época en que estuvo a punto de salvarse España, "malgré lui" a pesar de Turgot, a pesar de Campomanes, a pesar de Florida Blanca y a pesar de Carlos III, porque venían cargando con toda la fatídica herencia que les dejara la casa de Austria en España; a pesar de ser hombres de genio, a pesar de ser hombres de empuje, como lo demuestra el grandioso edicto de la expulsión de los jesuítas de España. (Aplausos.) Y ya recordarán ustedes que Turgot, el de la Enciclopedia, el amigo de Luis XVI, el que junto con el buen monarca quiso salvar a la Francia, no la pudo salvar porque allí estaba la Corte, no la pudo salvar porque allí estaba María Antonieta, no la pudo salvar porque había muchos gastos, muchas exigencias, muchos lujos que habían heredado también; pero Turgot, que hizo antes de entrar al Ministerio de Luis XVI la práctica de sus ideas, porque estos enciclopedistas han sido en cierta forma calumniados: eran hombres de un espíritu eminentemente práctico muchos de ellos; Turgot no solamente concibió la reforma de la Enciclopedia, sino que fue intendente de Limousin.

Fue a una gran provincia de Francia, y los que tenía como postulados científicos los puso en práctica uno por uno: allí la irrigación; allí el libre comercio; allí la facilidad de comunicaciones; allí el cese del monopolio; allí el libre cambio, todas estas cosas que trajo la Francia nueva, la Francia de la revolución! Turgot ya había anunciado todo esto, y lo hizo en Limoges. Después, como ministro de toda la Francia, llevó a cabo estas cosas en una forma verdaderamente titánica, y a pesar de que estuvo a punto de salvar a Francia la idea, no la salvó. Fue por todas las maldades, por todos los intereses, por toda esa aristocracia que no le dejó llevar a cabo todos sus proyectos. Luis XVI decía: "Sólo monsieur Turgot y yo amamos al pueblo." Estas cosas, que parecen digresiones, yo creo que tienen gran importancia, porque nosotros tenemos la obligación de esperar algo de los hombres de la revolución; tenemos que juzgarlos por sus hechos; tenemos que esperar a que desarrollen en cierta forma todo aquel vasto programa que encierra todas aquellas promesas. Ya se ha dicho también hasta la saciedad que la nación quiere que se lleven a cabo, aunque sea inicialmente, todas estas obras de reconstrucción que la pongan en el camino del futuro. Pues en estos momentos yo creo que esa determinación, la de poner la Comisión Nacional Agraria con tantas facultades, no tiene por qué asustarnos. ¿La Comisión Nacional Agraria tendrá facultades sobre vidas y haciendas, sin que nadie tenga derecho a protestar? No, señores. La Comisión Nacional Agraria tendrá por encima toda la opinión pública, toda la fuerza de esta Cámara por encima, para rectificar o ratificar su nombramiento; todas estas cosas serán capaces de llevarse a la

práctica si se consiguen - que se conseguirán, que se buscarán, que no habrá que perder la fe - hombres de estudio, de sapiencia, de imparcialidad, de buenas costumbres, de conocimiento profundo y sapientes de su causa, que hagan efectiva toda esta política. Y así como Turgot en su experimento en la provincia de Limousin hizo algo que casi estuvo a punto de realizar en toda la Francia, estos hombres harán paulatinamente, seguro que harán estas experiencias en determinadas regiones; seguro que harán este fraccionamiento de latifundios, fundarán unas colonias, y después de esas colonias, de esos fraccionamientos de latifundios, seguramente que ya entonces cobrarán una magnífica experiencia. (Aplausos.)

Se dice que damos una ley absurda y que dará lugar a rectificaciones: sí, señores; todas las cosas son susceptibles de rectificar, en vista de la aplicación, en vista de la experiencia. (Aplausos.) Precisamente en este capítulo, que yo creo que también es uno de los aciertos de la Comisión, nosotros no debemos de ser tan celosos de no poner en manos de un hombre tal o cual cantidad de poder. ¿No tiene nuestro presidente de la República una cantidad enorme de poder, inmensa, como no la tiene ningún rey en Europa? Pues si hemos aceptado esto inicial y fundamentalmente.....

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: Sí, le vamos a poner la propiedad en sus manos.

El C. De Alba, continuando: Necesitamos iniciar el parlamentarismo para restringirle también ese poder inmenso; necesitamos ir al parlamentarismo por esta pequeña puerta que se nos señala, por esta pequeña vía de experimentación....

El C. Díaz Soto y Gama: Eso es lo que no entienden ellos.

El C. De Alba: Lo de que si somos mexicanos, que si somos humanos, puede tener alguna influencia, pero seguramente que ya la nación se constituirá en un inflexible juez de todos los actos de estos hombres, seguramente que ya la nación no está en inercia, seguramente que ya los obreros exigen, con razón, a cada momento, que se les cumplan los pactos y las promesas; seguramente que ya vigilarán con los labriegos, porque los obreros deben de propender principalmente, no diré exclusivamente, en todas sus actividades, a despertar el instinto de gregario entre los campesinos y despertar la ambición entre todos los campesinos. (Aplausos.)

Que se eleven a la condición humana todas aquellas gentes que pululan como bestias por todas nuestras campiñas y hermosos valles. Ya decía el compañero Avilés, y muy bien: "esto de la huelga fracasó, porque el estado agrario en nuestro país es un estado anárquico, con el que no se cuenta precisamente porque no ha trabajado, no se ha dado la facilidad." Y él decía muy bien: "los obreros deben ir a trabajar al campo". De ahí el hermoso programa del "Partido Laborista", que ojalá y lo realizaran - por más que hay cierto pesimismo acerca de las miras de sus jefes -, porque están tratando de tender un puente de oro entre el labriego y el obrero de la fábrica. (Aplausos.) En esta cuestión de latifundios, de reparto de la propiedad, de origen de la propiedad, de todas estas cosas que se han ventilado en esta Cámara en estos días, son las cuestiones nacionales, son las cuestiones históricas por excelencia, es el trait d'unión, es la base de un porvenir lo que se discute. Quiérase que no, con nuestra ineptitud, con nuestra ignorancia, estamos haciendo un eslabón entre el pasado y el porvenir! (Aplausos.) Quiero decir que tiene, en cierta forma, una alta significación histórica este momento de la Cámara, una altísima significación; así es que no vengamos a acumular dificultades, no vengamos a zaherir a un compañero...Permitidme que haga un paréntesis para deciros lo que asienta Azorín, un cronista parlamentario español, sobre lo que piensan las galerías a propósito de estas cuestiones: "Cuando ven que dos señores diputados se lanzan enormes palabras uno al otro, creen que a la salida va a correr la sangre por las gradas; pero a la salida se estrechan las manos, y en este caso el único burlado es el público, que tiene derecho a esperar una tragedia cuando se han dicho aquellas palabras tan fuertes." (Aplausos. Risas.) Pues bien; decía yo que este es el momento histórico en el cual se han de enlazar el pasado y el porvenir, es decir: todas las consideraciones que hagamos al margen de nuestra historia, al margen de nuestros regímenes antiguos, al margen del origen de nuestra propiedad, sobre todo, son enormes, inmensamente pertinentes, y sobre esto hizo muy bien la Cámara en pasarse tres, cuatro o cinco sesiones discutiendo la ley en lo general, y todavía quedaron una infinidad de puntos acábalos, una infinidad de puntos que no se tocaron y que debemos, seguramente, tocarlos, si somos la genuina Representación Nacional. Quiero referirme, sobre todo, a que el compañero Martínez de Escobar, el compañero Manrique y muchos de los que hablaron en pro, hicieron reminiscencia del origen de la propiedad de México, ese despojo de la conquista; el origen de nuestros latifundios, dijo Martínez de Escobar, es la herencia fatídica del encomendero.

Todas estas cosas, señores, forzosamente nos deben en cierta forma llevar hacia el pretérito, nos tienen que hacer pensar en todo lo que fue nuestro régimen colonial, porque nuestro carácter, nuestra idiosincrasia, nuestra manera, nuestros procedimientos de hoy son la herencia del régimen colonial. Si un siglo de libertad que tenemos nos lo hemos pasado en zarandajas de mochos y liberales y no hemos hecho verdaderamente lo que necesita el pueblo. (Aplausos) yo digo que es necesario que en esta tribuna, aun cuando sus señorías me excusen, me valga de la ocasión, se traiga a colación el problema fundamental de nuestro país, el problema del indio, el problema de la raza. (Aplausos.) El problema, hace años, en la XXVI Legislatura, casi tengo la seguridad de que fue en ella, uno de los diputados, cuando hablaba de la lucha con los zapatistas, tan escarnecida, tan caótica, que nadie sabía por qué era aquello, que todos se preguntaban por qué no se sometían, por qué si Zapata era amigo de Madero no venía a someterse, a acompañarlo a protestar en la Cámara, entonces hubo un diputado que aquí dijo: "Señores, la guerra de Morelos es la guerra de razas, la lucha de castas, la lucha de clases." Aquel diputado produjo estupor en la Asamblea; en la prensa apareció con letras rojas como si fuera un sarcasmo aquello, pero siempre

con cierto recelo, con cierto temor porque en el fondo había una enorme profecía, a la que de seguro estamos avocados. Como decía Manrique citando a Faguet: "no es difícil saber cómo se cumple con el deber, sino saber dónde está el deber". En diez años de lucha hemos conquistado apenas saber dónde está el deber en la lucha social y en la redención de la raza indígena. (Aplausos.) En estos días se han acumulado, en esta última época, más bien dicho, se han acumulado una infinidad de prejuicios, se han traído al tapete de las cuestiones y de las discusiones sociales, en los "meetings", en las fiestas, o en estas cosas que tienen un carácter urbano, como decía Soto y Gama, que en cierta forma lo alejan a uno de la verdadera realidad, se ha traído a esta ciudad tan enorme, tan complicada y tan tremenda en todo su ser psicológico, esa cuestión de la raza; se ha hablado, como ustedes lo saben muy bien, anualmente, de la fiesta de la raza. Yo mismo me he prestado a decir alguna vez en mi pueblo un discurso en ocasión de la fiesta de la raza, elogiando el genio de la civilización mediterránea, de la civilización azteca y de todas sus modalidades fundiéndolas en una cosa grandiosa y admirable que sea, en cierta forma, la bandera del porvenir. Pero estas cosas se desvían a menudo, como a propósito de la consumación de la independencia se cae en el error tremendo de querer personificar en Iturbide la figura por excelencia del triunfo. (Aplausos ruidosos.) Pues así también, señores, a propósito de la raza, se quiere personificar en Hernán Cortés (Voces: ¡No! ¡No!) al padre de la nacionalidad. (Siseos y voces: ¡No! ¡No!) ¡No, señores; el Ayuntamiento de la ciudad de México ha estado a la altura de su deber cuando un regidor ha dicho: "Yo, como mexicano, no podré consentir en que se erija en México un monumento a Hernán Cortés"! (Aplausos ruidosos en curules y galerías.) Nosotros, como Representación Nacional, también debemos protestar por estas cosas y nosotros debemos echar una ojeada para que no se nos tache de jacobinos, de inconsecuentes o de contradictorios: Se nos dice a menudo: "¿Qué, tú te llamas Cuitlahuac, Xicoténcatl? ¿Qué, hablas en otomí?" No, señores; esta es una manera de razonar, como diría Soto y Gama, con mucha justicia, muy burguesa; nosotros tenemos la necesidad de razonar bajo el punto de vista ideal, de moral abstracta, de moral absoluta, aun en las cuestiones históricas más remotas, más pretéritas. (Aplausos.) Si somos descendientes de aquellos conquistadores, tenemos la obligación de reivindicar su memoria haciendo buenas obras y haciendo que desaparezca toda huella que en cierta forma vaya a humillar aquellos que por tanto tiempo fueron las víctimas de estas ambiciones. (Aplausos.) Si somos descendientes en parte y seguramente de los indios, tenemos la obligación de no olvidar aquellas cosas porque sería cobarde, porque sería indigno; así es que estas cosas en cierta forma encuéntrase que forman el alma y la médula de la patria. Nosotros debemos sacar, como dije antes, el ideal, la verdad, la apreciación justa y si es posible llegar a la depuración absoluta de todas estas cosas. Y no se me diga que vengo a hablar exclusivamente como mexicano, como indianista, como indianófilo. No, señores; yo quisiera leerles a ustedes opiniones de los más eminentes pensadores, de los que han sido verdaderamente la flor del pensamiento hispánico, no los autores teatrales, no de estas cosas que tuvieron el carácter cortesano, no, señores, de los que verdaderamente edificaron, de los que hicieron el edificio filosófico de la raza ibérica, pues desde Graciano en el siglo XVII, desde Saavedra Fajardo, desde Jovellanos en el XVIII, desde Joaquín Costa, Azorín y Ortega Gasset que forman la España nueva, que ya no quiere acordarse del Cid y conquistadores. Joaquín Costa, un apóstol, uno de los hombres que honran a la humanidad, decía con gran talento de la España épica conquistadora: "hay que echarle llave doble a la tumba del Cid para que estos señores no vuelvan a cabalgar por nuestros campos". (Aplausos.) ¿Y qué otra cosa fueron los conquistadores del siglo XVI, si no la encarnación viva del Cid Campeador con todas sus inconsecuencias, con toda su arrogancia, con toda su valentía denodada, con todo su espíritu de grandeza y de aventurero que no se le paraba en frente ni su rey, y como en aquel romance que dice que el Cid Campeador se quitó hasta al papa de su asiento? Pues con toda esta arrogancia y con todo ese espíritu de acción, con toda esa tendencia épica grandiosa, seguramente admirable bajo muchos conceptos, pero no bajo el concepto nuestro de nuestra raza y de nuestro pueblo, con todo eso seguramente que los conquistadores fueron la encarnación viva del Cid, por sus crueldades, por sus animosidades, por todas esas cosas que se ven claras en la España medioeval, la conquista de América. Y no debemos por esto hablar del pueblo español; el pueblo español es muy nuestro, es muy congénere del nuestro; tiene sus grandes problemas semejantes a los nuestros: tiene su problema de la educación, tiene su problema agrario, tiene su problema de canalización, tiene su problema de ejidos, tiene su problema de regiones remotas, con todo y ser España tan pequeña, donde no se ha puesto la planta humana. Nosotros debemos darle la mano al pueblo español, pero no a aquellos que en estos tiempos se nos quiere imponer como representativos, porque, como dije antes, los mismos genios, los mismos talentos de la España moderna recursan ya aquellas figuras como representativas de la raza. (Aplausos.) Quiero hacer hincapié en un asunto que se ha ventilado en la práctica y que es oportuno traer a esta tribuna: el que se refiere a la falta de regeneración posible en el indio; a que es una raza inferior, a que es una raza irredenta, a que es una raza que no puede nivelarse con la corriente civilizadora de nuestro tiempo. En fin, todas estas zarandajas, como dije, que no tienen en el fondo sino un convencionalismo perfectamente inhumano, perfectamente inconsecuente con los postulados mismos de la ciencia que ellos invocan. (Voces: ¡Muy bien!) A propósito de estas cuestiones de raza, se cita a Lebón, se cita a Lombroso, se cita a los antropologistas de aquí y de allá, y, señores, estas teorías, estas ideas, son ideas en desuso, descalificadas y, tanto en serio como en broma, ya se han dicho una infinidad de cosas a propósito de estos prejuicios de raza.

Hace un momento el compañero Soto y Gama discutía algo a propósito de la raza prusiana: la raza prusiana fue engañada al revés de la nuestra, le inspiraron sus sabios, sus profesores, sus sargentos, sus coroneles de regimiento, que era la raza

predestinada a la hegemonía del mundo y que debían ir a cometer estas y aquellas iniquidades porque el espíritu técnico de aquellos caballeros de la edad media había de dominar el mundo entero y con este prejuicio de ellos que les infundiera un francés, fueron a la lucha y se llevó por las clases privilegiadas burguesas, por las clases inteligentes, a la muerte a un pueblo que seguramente necesita y necesitará la humanidad tanto por su inteligencia como por las obras de sus manos para salvarse de esta estado de decadencia y de ruina en que ha quedado. (Aplausos.) Pues al revés de lo que se hizo con los prusianos se quiere hacer con los nuestros: "ustedes no tienen remedio, ustedes están condenados a trabajar de sol a sol para que apenas se cubran con un sayón las desnudeces, ustedes están condenados a comer pozole, pinole y todas esas cosas porque no deben aspirar a sentarse a una mesa a comer carne siquiera y a beber vinos delicados, porque ustedes son raza inferior predestinada a seguir siendo la raza del maíz con todas esas clasificaciones de los señores sociólogos, de los señores intelectualistas, no de los intelectuales, porque los intelectuales son cosa distinta de los intelectualistas; puede haber intelectuales altamente benéficos, apóstoles, como Joaquín Costa a quien llamaban el Santo Laico, eminentemente inteligente y, sin embargo, no era intelectualista, era de los de la ejecución inmediata del acto y así tenía una frase que muy bien podría decirla por su boca Lenine y otros a propósito de estas dificultades que ponen en el problema agrario en España: "hay que tener la ferocidad para hacer el bien." (Aplausos.) Sobre estas cosas de nuestra raza, de nuestro medio, porque nosotros tenemos obligación de tener ideas optimistas, de tener ideas alentadoras, de tener muchos ideales sobre este punto, porque entonces sí no debíamos de estar en la Representación Nacional. Nosotros sabemos que aquí venimos a representar a los habitantes de toda la República y venimos a representar a millones de indios sobre los que ha caído un chaparrón enorme de denuestos sacados infolios y acumulados por el espíritu de los taxidermistas, de los entomologistas, y que a la postre no son sino uno de tantos convencionalismos que alguna vez habrán de deshacerse, pero que ahora ya se están haciendo por costumbre. Yo quiero, señores, si ustedes me permiten, traer a colación algo referente al motivo por el cual hasta la fecha nosotros asistimos a ese estado de apatía y de notoria desconfianza de nuestra clase indígena. Nosotros tenemos la obligación de explicarnos esas cosas, precisamente para saber que tienen remedio y que tienen una explicación clara en el pasado; nosotros tenemos que saber que en el siglo XVI se trató a estos indios en una forma bochornosa, inhumana y cruel y que esa impresión recibida por los pueblos aborígenes en el momento mismo de su despertar a la vida - los que saben psicología conocen muy bien estos hechos: que hay edades críticas en la vida y que la edad más crítica en la vida del hombre es la adolescencia; una impresión fuerte, una impresión desagradable - lo dicen los alienistas - que se tenga en la adolescencia será un estigma que lleve el hombre toda la vida y del que se dará cuenta al llegar a su estado egocéntrico - ha sido la causante de su desgracia actual. Pues las razas aborígenes de América que encontrándose en la adolescencia tomaron contacto con los conquistadores en esa forma a que vengo refiriéndome y seguramente que ese hecho por sí solo bastaría si los procedimientos posteriores no lo explicaran para darnos la llave, por decirlo así, de todo aquello que hemos observado posteriormente. Para no abusar más de la atención de ustedes, voy a leer unos cuantos trozos de esta historia de una encomienda del siglo XVI, sacada de un códice de los archivos de Indias, de Sevilla, por el ciudadano mexicano don Francisco Paso y Troncoso, traducida más bien por él de un códice. "Quejas a Carlos V de los individuos de una encomienda mexicana."

"Este pueblo de Tepetlaostuco lo tuvo el Marqués del Valle, don Hernando Cortés, tres años, en los cuales en cada uno de ellos le tributaban é daban lo siguiente: cuarenta tejuelos de oro fino, que cada uno de ellos pesaba e valía treinta pesos de oro de minas, e una rodela de oro y pluma rica....

"Es más le daban al dicho Marqués e a sus criados en su nombre, personas a quien él enviaba a recojer los tributos, saliente del oro, cuatro cargas de mantas delgadas y once mantas ricas labradas conforme a esta que está pintada aquí abajo, y más una carga de mantas ricas, que eran veinte mantas y tres mil hanegas de maíz.

"En el postre año de los tres que el dicho pueblo sirvió al dicho Marqués envió al dicho pueblo un criado suyo español, que se llamaba Antón, que recogiese todo el más oro y joyas y maíz que pudiese, el cual fue al dicho pueblo y recogió ochenta mil cargas de maíz y mucha cantidad de oro en tejuelos y en planchuelas y en joyas... y porque tan presto como el quería no se lo daban quemó cuatro principales....

"No se conformaron con estos tributos los enviados de Cortés. Un criado suyo, Juan Sánchez, pidió dos indias principales para su servicio y se las dieron.

"Después de tener don Hernando tres años el pueblo, se le encomendó a Diego de Ocampo, teniendo a la sazón el pueblo 30,608 vecinos, y en un año solo les exigió el tributo, cuarenta planchuelas de oro, que cada una tenía treinta pesos de oro fino, diez cargas de mantas labradas ricas y once mantas más, ricamente labradas de tochomitl, que era la seda de la tierra.

"Cumplido el año, lo tuvo el siguiente otro conquistador, Miguel Díez, y en un solo año los vecinos se habían reducido ya a 27,765, es decir, que habían muerto 3,873. Los tributos aumentaron. Dieron los indios a Díez: cuarenta planchuelas de oro de a treinta pesos de oro fino, doce cargas de ropa rica, ochenta mil granos de axi (chile), doscientos panes de sal, ochocientas cargas de frijoles, otras ochocientas de harina de maíz, más otras tantas de harina de maíz diferente del otro, veinte cargas de bizcocho de la tierra, mucha cantidad de ollas y cántaros y comales, trescientos tamemes de gallina, sesenta cargas de pinole y treinta y tres mil y seiscientas cargas de maíz.

"No se conformó con esto el tal Díez o Díaz, sino que teniendo unas minas de oro, distantes treinta leguas del pueblo trabajadas por esclavos, llevó a ellas mil doscientos tamemes, con muchos

indios principales, y diez indias diariamente para que molieran maíz.

"De las garras de Miguel Diez, pasaron a las del Factor González de Salazar, y como va a verse, la población disminuyó extraordinariamente, las vejaciones continuaron y los tributos eran al antojo del encomendero, pues no sólo les pedía de tributo lo que había o se producía en el pueblo, sino también otras cosas que los infelices indios tenían que comprar en otros pueblos y a precios fabulosos.

"Al Factor le tributaron en el primer año:

"40 tejuelos de oro de a 30 pesos cada uno, 6 cargas de cacao, 8,800 mantas, 400 camisas, 400 enaguas, dos cargas de otras enaguas más finas, 2 de camisas, 2 de mantas de indios, finas, 2 cargas de manteles y 4,000 cargas de una sementera de maíz que no era suya.......ciento y sesenta indios de servicio que los ocupaban en la cocina y caballerizas y en enviarlos con cartas y en otras cosas, los cuales gastaban o gastaron en el dicho año setecientas y cuarenta cargas de leña y otras tantas de ocote que tenían lumbre en toda la casa cada noche toda ella, y con cada lumbre había dos y tres indios. En este año el Factor les mandó hacer y le hicieron una casa de su morada en México, y pusieron todos los materiales y albañiles peones necesarios, que vale cada casa mucha cantidad de pesos de oro y a ellos no se les dio ni pagó cosa alguna........

"Llevó mucha cantidad de indios desde el dicho pueblo de Tepetlaostoc hasta el puerto de Veracruz, que hay setenta leguas y más, donde murieron doscientos y veinte indios mace - huales y ocho principales.

"Durante la ausencia del Factor, sus criados encargados de recoger los tributos exigían a los indios, aparte de los correspondientes a su amo, los que se les antojó pedirles para beneficio personal de ellos; y los hacían construir casas, sembrar maíz, y si se resistían, los maltrataban cogiéndolos de los cabellos y dándoles golpes hasta derramar sangre por las narices......

"Y la vida que llevaron treinta y tres años estos indios la vivieron otros en pueblos, haciendas de labor, minas y aun en ciudades, mientras sus dueños y señores se enriquecían, llevando vida de holganza y de vicio; gastando el tiempo en beber, jugar y cortejar; asistiendo a fiestas públicas de cañas y sortijas y de farsas y mascaradas, o convidando en sus casas a ricas cenas y banquetes y a suntuosos bailes y saraos."

Ustedes ven claramente que muchos de estos caracteres de las encomiendas del siglo XVI persisten y no violentando mucho el razonamiento y la imaginación pueden referirse a muchas de las propiedades de nuestro tiempo, tanto por lo que hace a los dominados como por lo que hace a los dominadores. (Aplausos.) Para terminar quiero hablar de los indios en las ciudades nada más un momento. Voy a citar únicamente esta media página que se llama "Otra Ordenanza de Esclavos"; estas son las ordenanzas de los campos en la Nueva España. Estas cosas son muy interesantes, porque se veía que se trabajaba con empeño en favor del criollo, en favor del conquistador; pero no era el mismo celo cuando se trataba del indio. Sobre todo hay que hacer esta rectificación justa: en el siglo XVI los procedimientos fueron execrables; desde la innovación del glorioso Fray Bartolomé y después otros tantos que tomaron todo aquello como un verdadero apostolado, las condiciones mejoraron en gran parte, pero no lograron a extinguirse ni se ha extinguido esa impresión brutal, ese golpe de maza que recibió este pueblo cuando apenas abrió los ojos y estaba recibiendo a nuestros conquistadores blancos, que tenían ideas divinas y que resultó que debieron de ser infernales:

"Otra ordenanza de esclavos.

"La dio el muy ilustre señor virrey de Nueva España don Antonio de Mendoza, en veinte de octubre de 1,548, se manda que ninguna persona de cualquier estado calidad, o condición, no sea osada de vender, o trocar en cualquier manera arma ofensiva, ni defensiva a negros, o moriscos libres, o esclavos, ni a indios, sin expresa licencia del señor virrey, so pena de muerte, y perdimento de todos sus bienes aplicados la mitad para la Cámara y la otra mitad para el denunciador, y juez, y sola dicha pena, que ningún negro morisco y indio tengan las dichas armas sin la dicha licencia excepto los criados de las justicias, y que no se junten tres negros, o moriscos siendo de diversos dueños, a hablar, comunicar, o olgar, sino fuere estando o yendo con sus dueños, so pena por la primera de cien azotes a cada uno públicamente, por la segunda doscientos azotes, y una mordaza, y por la tercera pena de muerte, y sea bastante probanza el dicho juzgado de un español mayor de dieciocho años: que ningún negro, ni morisco anden de noche media hora después de la oración aun que sea sin armas, si no fuere con sus dueños pena de cien pesos por cada vez que fueren cogidos, y si sus amos, no los quisieren pagar, les den cien azotes, y si de noche fueren cogidos con armas mueran por ello."

En estas ordenanzas de la Nueva España hay muchas cosas muy interesantes, se ve que trabajaban, que se empeñaban por mejorar, como dije antes, las artes manuales y muchas de sus manifestaciones, pero ustedes verán que a los indios les estaba prohibido hacer guantes, les estaba prohibido trabajar la seda, ser plateros, ser maestros. Como dije, al final del coloniaje muchas de estas cosas se suavizaron, pero un principio ya se establece como un precedente funesto del que hasta la fecha no podemos salir. Señores diputados: yo creo que tenemos obligaciones enormes, trascendentales; como dije, estamos tendiendo el puente entre el México pasado y el México futuro; es preciso que el pueblo tenga algunos beneficios; vamos a ver si poniendo estas cosas, este gran poder en manos de una Comisión Nacional Agraria, de un ministro y de un presidente de la República, con responsabilidad de la Cámara, es posible hacer un gran bien a la gran masa del pueblo mexicano, o si vamos a asistir al espectáculo del enriquecimiento de los favoritos, de la improvisación de fortunas, de la improvisación de funcionarios y de todas estas cosas que han desprestigiado en cierta forma la causa de la libertad, sin fijarse que la causa es la buena y que lo hombres son los malos. Cabe aquí citar las frases del gran pensador español: "No hay buenos ni malos generales: hay buenas o malas causas". Nosotros debemos satisfacernos en este momento en que nos ha tocado la fortuna de estar

del lado de la buena causa, y es necesario decir en cierta forma lo que dice un pesimista pensador catalán, Guimerá, a propósito de ciertas características del pueblo español: "Es necesario que al pueblo que tiene hambre y sed y está desnudo y sin amparo y sin hogar, le llegue ya algo más que la gritería de los toros, que el estruendo de los brindis o que el eco de los escándalos del parlamento". (Aplausos estruendosos en las curules y galerías.)

Presidencia del C. AVILÉS URIEL

- EL C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Zapata Manuel. (Voces: ¡Huy!) Tiene la palabra en contra el ciudadano Castillo Francisco.

El C. Castillo Francisco: Ciudadanos representantes: Después del brillantísimo discurso de nuestro compañero el doctor don Pedro de Alba, que ha hecho mucho honor a su persona y que, por otra parte, ha realizado algo contrario a un prejuicio que se tiene respecto de estos profesionistas, mi felicitación muy sincera para él y después para mí algo que no os va a agradar, con toda seguridad, porque no tendré la oratoria brillante de él. Voy a explicarme respecto de mis primeras palabras, porque dije que hacía honor a su profesión, porque este señor doctor, acostumbrado a disecar en los laboratorios, nos ha hecho una disección magnífica de nuestro pasado; disección magnífica, porque nos ha representado realmente todos los dolores de nuestra raza, todo nuestro pasado y nos ha construido, al mismo tiempo, sobre ese pasado, un ideal que es lo que decía yo que constituía para esta clase de profesionistas algo que no les concedíamos: lo de la materialidad.

El C. Manrique, interrumpiendo: Pero....

El C. Castillo Francisco, continuando: Pero estos señores, los que me han precedido, realmente no se han ocupado en nada del artículo; nos han hablado en general de la ley, de la bondad de la Ley Agraria, de la división del latifundio, de esa bondad de la cual ni yo ni nadie tenemos derecho para dudar, y no tenemos derecho para dudar porque todos estamos de acuerdo en que es una necesidad ingente la división de los latifundios. Nadie, digo, en la Cámara, al tratarse de la discusión en lo general y al votar la ley, ha votado en contra de ella. ¿Por qué? Porque en nuestra conciencia ha estado que esta ley era benéfica para la sociedad, era benéfica para la clase proletaria, que era benéfica para la clase pobre. Así es, pues, que nosotros hemos sacado mucho fruto de la Historia, en materia histórica, respecto del discurso de nuestro compañero De Alba; pero no hemos sacado nada respecto a la discusión del artículo que está puesto a debate, y no hemos sacado nada, porque el artículo nos habla de lo que constituye, de lo que debe considerarse como latifundio, y los señores que nos han precedido, no han dicho nada respecto a esto. Voy, pues, a concretarme, sin hacer mención de la Comisión, porque mi intención no es zaherirla; voy a estudiar este artículo, que es lo que está a debate. Dice dicho artículo: "Se considera como latifundio toda finca rústica que por su extensión, calificada con relación a los factores que se detallan en el artículo siguiente, sea perjudicial a los intereses sociales....." etcétera.

Muy bien; yo estoy conforme, porque yo no voy a atacar todo el artículo; pero sí algunas de las ideas contenidas en el mismo, como es la siguiente: "Ya porque contribuya a provocar crisis de carestía o escasez en los artículos alimenticios....." etcétera.

Ante todo, la definición de latifundio es una definición muy general, y es una definición muy general porque no dice realmente cuándo y en qué casos se debe respetar una parte de la propiedad, porque la Constitución da pleno derecho a los que poseen una gran extensión de terreno, para conservar sólo 50 hectáreas; lo que quiere decir que este artículo, en la forma tan general como está redactado, no respeta ni esas 50 hectáreas. Así pues, aun cuando esta modalidad de las 50 hectáreas que debiera haberse puesto en este artículo, no significa que se diga en concreto que un latifundio debe ser una extensión de terreno que exceda de 50 hectáreas, sí ponemos una taxativa, porque así en lo general resultaría que por cualquiera de las causas que el artículo establece, el latifundista podía ser desposeído, aun cuando poseyera 50 hectáreas, a pesar de lo que en contra previene la Constitución. Por lo demás, dice la ley:"..... ya porque contribuya a provocar crisis de carestía o escasez en los artículos alimenticios." Señores: este párrafo no me parece que encaje en la definición de latifundio, y es peligrosísimo, porque esta calidad no es inherente al latifundio; el latifundio mismo no puede producir carestía o escasez en los alimentos, sino que la carestía o escasez de tales artículos es producida por un hecho del hombre, es decir, porque éste acapare la cantidad total que produce el latifundio; es, pues, un hecho inherente a una circunstancia económica. Por otra parte, no podemos obligar, por medio de esta ley, al propietario de un terreno a que lo venda. (Voces: ¡Sí!) Pues en ese caso había que obligarlo a que vendiera, diciéndolo; pero la carestía o escasez no es una calidad inherente al latifundio y, por lo mismo, esta frase en la definición de latifundio, no significa nada. En cuanto a lo de la Comisión Nacional Agraria, yo creo, contra lo que pensaba el ciudadano compañero Pedro de Alba, que aun cuando él y yo estamos de acuerdo en lo que él dijo, que hay que tener fe en los hombres y que hay que tener fe en los señores que ahora forman la Nacional Agraria, también es cierto que este monopolio que se quiere quitar de los hombres de latifundio, es decir, de una personalidad, vamos a pasar al monopolio de la ley, al monopolio de un determinado grupo de hombres, porque éstos tendrán en sus manos las propiedades y tendrán en sus manos el derecho, las facultades para hacer y deshacer de la propiedad de la nación; de manera que el monopolio de los hombres se ha pasado, por medio de la ley, al monopolio de un determinado grupo de hombres, que es la Comisión Nacional Agraria. Evidente es esto que digo, señores, porque si dejamos tantas facultades a la Comisión Nacional Agraria y si, además, le damos tantas facultades sin ninguna taxativa, es evidente que ella será la omnímoda, que ella será la poderosa, la única que podrá decir en qué casos

podrá o no dividirse una propiedad por las razones tan nimias como las que propone aquí la Comisión. (Voces: ¿Nimias?) Sí, así lo digo, porque la nimiedad consiste en que se han puesto tales facultades y tales calidades a lo que puede llamarse latifundio, que realmente todas las propiedades llegarían a ser latifundios en ese sentido a juicio de la Comisión Nacional Agrario. Por esto, pues, creo yo que si la Comisión está de acuerdo conmigo en que hay que reformar el artículo, yo no estoy de una manera total en contra de él; pero sí creo yo que al facultar a la Comisión Nacional Agraria para que califique por la producción, es decir: para que califique por la producción de una finca y que esta producción acaparada por el propietario contribuya a la escasez o a la crisis, yo creo que esta calidad no es inherente al latifundio y, por lo mismo, debe quitarse, porque es peligroso y porque depende de una circunstancia económica especial de los hombres, la cual no podemos controlar, ya que no podemos obligar al propietario a que venda. (Voces: ¡Cómo no!) Pues en ese caso hay que decirlo. Así pues, espero que esta mi opinión particular la Comisión la desvanezca, en caso de que esté yo en un error; pero en caso contrario, si está de acuerdo conmigo, pido que reforme al artículo en el sentido que he manifestado.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Del Castillo Israel: ¡Reclamo el quórum! (Voces: ¡No!) ¡Sí, tengo derecho!

El C. secretario Valadez Ramírez: ¿Insiste el ciudadano Israel del Castillo en reclamar el quórum?

El C. Del Castillo Israel: Sí insisto.

El C. Manrique: A falta de otras armas bien se pueden reclamar el quórum.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por acuerdo de la Presidencia y habiendo reclamado el quórum el ciudadano Israel del Castillo, se va a pasar lista. (Pasa lista.) ¿Falta algún ciudadano diputado por pasar lista? Hay una asistencia de 104 ciudadanos diputados; no hay quórum. Se cita para mañana a las 11, hora oficial, en la inteligencia de que se aplicarán las multas sin excusa ni pretexto, a los faltistas.

El C. presidente, a las 8.23 p. m.: Se levanta la sesión.