Legislatura XXIX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19210512 - Número de Diario 44
(L29A1P1eN044F19210512.xml)Núm. Diario:44ENCABEZADO
MÉXICO, JUEVES 12 DE MAYO DE 1921
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
AÑO I.- PERIODO EXTRAORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO II.- NUMERO 44
SESIÓN
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA
12 DE MAYO DE 1921
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Es leída y aprobada el acta de la anterior.
2.- Se da cuenta con los documentos en cartera, concediéndose licencia al C. diputado Vicente Alvarez.
3.- Usan de la palabra para hechos varios ciudadanos diputados. Es puesto a discusión el artículo 1o. transitorio del proyecto de ley sobre el fraccionamiento de latifundios. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del C. ZUBARAN JUAN
(Asistencia de 126 ciudadanos diputados.)
El C. presidente, a las 6.05 p. m.: Se abre la sesión.
- El C. secretario Saucedo, leyendo:
"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día once de mayo de mil novecientos veintiuno.- Período extraordinario.
"Presidencia del C. Juan Zubaran.
"En la ciudad de México, a las cinco y cincuenta y dos de la tarde del miércoles once de mayo de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintisiete ciudadanos diputados.
"Aprobada el acta de la sesión celebrada el día anterior, se dió cuenta con los documentos siguientes:
"Oficio en que el secretario particular del ciudadano presidente de la República transcribe la orden que se dirigió a la Secretaría de Hacienda, para que se expidan pases a favor de los senadores y diputados al Congreso de la Unión en las líneas de ferrocarriles administradas por el Gobierno.- De enterado con agradecimiento.
"Telegrama de Ciudad Guzmán, Jalisco, por medio del cuál el C. Carlos B. Munguía solicita licencia por diez días, con goce de dietas.
"Con dispensa de trámites y sin debate se concedió.
"Escrito en que el C. Ignacio Angeles pide licencia de quince días, con goce de dietas.
"Igualmente se acordó de conformidad, previa dispensa de trámites y sin debate.
"Los CC. Altamirano y Rafael Martínez de Escobar usaron de la palabra para aclaraciones relacionadas con el debate a que dio lugar la proposición para que se suspendiera la discusión del artículo 3o. del proyecto sobre fraccionamiento de latifundios y se entrara al debate del artículo 1o. transitorio del mismo proyecto. El C. Rafael Martínez de Escobar, durante su peroración, interpeló al C. Altamirano, quien contestó.
"El C. Manrique rectificó hechos y pidió al C. Federico Martínez de Escobar que retirara las frases injuriosas que en la sesión pasada le había dirigido. El C. Federico Martínez de Escobar manifestó que no había tenido la intención de ofender al C. Manrique.
"Para aclaraciones usó de la palabra el C. Miguel Alonzo Romero.
"Después de mociones de orden de los CC. Luis Espinosa y Díaz Soto y Gama, el C. Prieto Laurens contestó alusiones personales y en seguida hizo una aclaración el C. Siurob.
"El C. Céspedes pidió a la Presidencia la consignación a las autoridades de uno de los asistentes a las galerías que había adoptado una actitud inconveniente para con el C. diputado Casas Alatriste, así como que durante la votación de la proposición a que se ha hecho referencia en esta acta, se evitaran las demostraciones del público, con objeto de que los ciudadanos representantes emitieran su voto con entera libertad. La Presidencia ofreció cumplimentar la petición del C. Céspedes.
"El C. Manrique, debidamente apoyado, solicitó votación nominal para dicha proposición que determina se suspenda el debate del artículo 3o. del proyecto sobre fraccionamiento de latifundios y se entre a la discusión del artículo 1o. transitorio del mismo proyecto.
"Presidencia del C. Uriel Avilés.
"Por ciento dos votos de la afirmativa contra cuarenta de la negativa, resultó aprobada la repetida proposición, y acto continuo, siendo las ocho y cuarenta y cinco de la noche, el C. presidente levantó la sesión y citó para las cinco de la tarde del día siguiente."
Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Aprobada.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"H. Asamblea:
"Teniendo necesidad de transladar a mi familia a la ciudad de Acámbaro, Gto., por enfermedad de uno de mis hijos, solicito de vuestra soberanía se me conceda una licencia hasta por quince días que se contarán desde el próximo lunes con goce de dietas, para lo cuál pido dispensa de todo trámite.
"México, D. F., mayo 12 de 1921.- V. Alvarez."
En votación económica se pregunta si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Se dispensan los trámites. Está a discusión. En igual forma de votación se pregunta si se concede la licencia. Los que estén por la afirmativa se servirán manifestarlo. Concedida.
"Los ciudadanos presidente y secretario de la Liga de Resistencia de agricultores del pueblo de Itzhuatlancillo, Orizaba, Veracruz, envían un memorial por el que protestan en contra de los ciudadanos diputados que se han opuesto a la aprobación de la Ley Agraria, especialmente en contra del C. diputado Manuel Zapata." - Recibo y a su expediente.
- El mismo C. secretario, leyendo:
Está a discusión el artículo 1o. transitorio que dice:
"La presente ley se expide con el carácter de orgánica del párrafo III del artículo 27 constitucional y en ejercicio del derecho que la nación tiene para imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público. En consecuencia, y por no haber expedido aún las legislaturas de los Estados las leyes sobre fraccionamiento de latifundios que estaban obligadas a expedir dentro del periodo constitucional subsecuente a la promulgación del Código Supremo, esta ley será de observancia forzosa en toda la República, dejando de regir en cada Estado cuando se dicten las leyes agrarias correspondientes."
El C. Paz Octavio: Pido la palabra para alusiones personales. (Voces: ¡Sí! ¡No! ¡No hay derecho!)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Paz Octavio.
El C. Paz Octavio: Señores diputados: Ayer estaba ausente cuando se me lanzó una andanada de injurias, una andanada de calumnias y de difamaciones. Dicha agresión, que fue la segunda porque el día anterior también me habían agredido, al principio creí que era injustificadamente, pero ahora ya conozco los móviles, ahora tengo ya el quid de la cuestión; esa agresión traída por los cabellos, por que realmente fue metida por la fuerza, me sorprendió porque yo jamás en las discusiones y sobre todo en las discusiones de asuntos serios he atacado personalidad, jamás he injuriado ni he lastimado a nadie, ni mucho menos a mis compañeros, a la mayoría de los cuales estimo. Lamento profundamente tener ahora que ocuparme de mí; me repugna y siempre me ha repugnado, pero es grave, tengo que contestarles en la misma forma y procuraré ser completamente ecuánime, procuraré ser completamente sereno, por respeto a la nación entera, por respeto a la Asamblea y para dignificar esta tribuna que demasiado en estos últimos días se ha manchado ya. No voy a tratar de vindicarme de algo que jamás he hecho, y no voy a tratar de vindicarme porque por fortuna mi actuación revolucionaria , mi actuación de hombre honrado, mi actuación en contra de las dictaduras y de las tiranías es conocida de Norte a Sur de la República desde hace muchos años. La prensa del país constantemente se ha ocupado de mí, de manera que no me vindicaré; pero sí voy a contestar algunos de los cargos y voy a hacer las explicaciones debidas que me merece la Asamblea y que le debo a la nación de una buena vez por todas
Desde mi juventud, en la escuela, yo siempre procuré caminar por el lado del progreso, por el lado de las ideas avanzadas, siempre me opuse a todo lo que significaba despotismo; desde la Escuela de Jurisprudencia ataqué al porfirismo con todo vigor y mis compañeros de escuela de aquel entonces, como son Rafael Martínez de Escobar, Miguel F. Ortega, Santiago Rodríguez López y otros más de esta Asamblea, ellos que me conocen, ellos que conocieron mis antecedentes, ellos que me conocieron en mi juventud y que conocieron todos mis anhelos, ellos estoy seguro que ayer, cuando se me lanzaban imputaciones de asesinatos y quién sabe qué tantas otras barbaridades e infamias, estoy completamente seguro de que ellos en su interior no lo creyeron, ¿por qué? porque conocían mi entusiasmo y conocían todo mi fervor por las ideas revolucionarias. Posteriormente, ya hombre, los compañeros del Sur, los compañeros de lucha, me vieron siempre firme, me vieron siempre sacrificándome por la revolución, me vieron siempre al lado de las ideas buenas, me vieron siempre honrado y ellos estoy seguro que tampoco han creído semejantes calumnias; y en cuanto a todos vosotros, señores diputados, todos vosotros me conocéis durante ocho meses que hemos tenido este comercio de ideas entre nosotros; muchos de vosotros sois mis íntimos amigos y estoy seguro que la mayoría, la generalidad de la Asamblea tampoco creerán estas calumnias porque, señores diputados, la psicología de un hombre, y más mi psicología, es fácil conocerla en unos cuantos días o en unos cuantos meses. De manera que no voy a tratar de vindicarme porque está en la conciencia de todos que lo que ayer se dijo son calumnias; pero voy a relatar los hechos, señores, los hechos tales y cuales acontecieron en el año de 1913.
En el año de 1913 vegetaba yo en la ciudad de México en una situación tremendamente angustiosa por la penuria; no había negocios, mi profesión apenas si la podía ejercer, acababa de llegar de la
Baja California y tenía yo una ausencia de cerca de un año; de manera que me encontraba casi aislado, mi padre había sufrido una gravísima enfermedad por haber sido preso y metido en la Penitenciaría por Porfirio Díaz a la edad de 75 años y todos sus negocios se hallaban arruinados. La pequeña imprenta adquirida a fuerza de trabajo, constancia y labor durante muchísimos años, se desmoronaba completamente; en fin, mi situación era tremendamente desesperada. Entonces yo busqué por uno y otro lado la manera de salir de la situación y se me ocurrió y me dirigí al despacho del señor don Rafael Zubaran Capmany que era mi amigo; llegué al despacho y le hablé porque nos ligaba una grande amistad, porque había sido durante la época de la escuela de jurisprudencia casi el mentor de todos nosotros en materia política. El señor Rafael Zubaran Capmany y el señor Diódoro Batalla nos llamaron a un grupo de estudiantes y nos hicieron que formáramos el club de estudiantes independientes del Partido Democrático, recién fundado dicho partido y en el cual yo fui socio fundador; más tarde se le imprimió carácter "reyista" a este partido, por indicación del señor don Rafael Zubaran Capmany. (Siseos.) Al señor Zubaran nosotros le hicimos caso porque lo vimos revolucionario, me hice reyista y fui el presidente del Partido Estudiantil, y lo digo porque en esa época la mayor parte fuimos reyistas o cuando menos una gran mayoría, los que pensábamos hacer oposición. Hicimos eso porque precisamente ese partido iba en contra de los científicos y por atavismo, por abolengo, por idiosincrasia, tenía forzosamente que ser anti - científico, porque mi padre los había atacado desde 905 y fue quien les puso el mote de científicos. Pues bien, después por diferentes motivos tuve ligas con el señor Zubaran y en aquella ocasión acudí y le pedí trabajo en su despacho o en el de alguno de sus amigos. El señor Zubaran, amigo de Cabrera, aunque Cabrera estaba ausente del país, tenían el mismo despacho en el Cinco de Mayo. Entonces el señor Zubaran me comenzó a platicar de la cuestión política y me dijo: "¿Qué le pareciera a usted ir a Campeche?" ¿A Campeche.... de qué? "De agente del Ministerio Público para el proceso de Castilla Brito". A mí me llamó profundamente la atención aquello porque sabía que el señor Rafael Zubaran era revolucionario y sabía que Juan su hermano también era revolucionario y estaba comprometido con Castilla Brito. Entonces yo me asombré y entramos en conversación. Me indicó que lo principal era salvar a las familias porque habían mandado allá a un Matoide, un tal Rivera, un general Rivera, que estaba cometiendo atrocidad y media: había incendiado fincas, había asesinado, había robado, en fin, estaba haciendo atrocidad y media y las familias estaban con temor, es decir, los varones de aquellas familias estaban con temor de que Rivera cometiera atropellos con ellas. Entonces yo me quedé vacilando al principio sobre aquello y no le respondí si sí o no. A los pocos días me encontré con los señores Castilla, Pedro y Andrés; Andrés vive y está en la ciudad de México y es testigo del asunto, eran mis amigos y les platiqué la conversación que había tenido con Zubaran. Ellos me animaron y me dijeron que era una salvación para las familias; que allá fuera porque podía impedir los actos de aquel bandolero y... bueno,... en alguna manera paliar algo los atropellos que se cometieran con las familias allá. Ya con aquello pues realmente me sentí algo inclinado al asunto y a los cuatro o cinco días de aquella conversación me invitaban a subir a un poderoso automóvil, un elegantísimo automóvil, en el cual iban el señor Martínez Alomía, que fue ministro en no recuerdo cuál República Sudamericana y el señor Rafael Zubaran acompañado del secretario particular del licenciado Manuel Garza Aldape, ministro de Relaciones de Huerta....
El C. Manrique, interrumpiendo: Fue de Gobernación.
El C. Paz, continuando: Primero de Relacionas; me invitaron a subir al automóvil, y entonces ahí me acabaron de convencer de que era necesario que fuera a Campeche. Al día siguiente me enviaron dos cartas: una firmada por el señor Zubaran dirigida al señor Juan su hermano, en la que me recomendaba amplísimamente y me hacía tres o cuatro alabanzas y en la cuál le indicaba que iba yo a ayudarles en determinada forma a las familias, y la otra carta firmada por el señor Martínez Alomía, dirigida también a su hermano que estaba en Campeche. La carta del señor Zubaran desgraciadamente no pude entregarla, porque cuando yo llegué a Campeche el señor Zubaran ya había salido de ahí temiendo, con razón , las persecuciones de Rivera. En cuanto a la del señor Martínez Alomía, fue entregada en su manos. Yo en Campeche desde que llegué inmediatamente hice labor obstruccionista tal como habíamos convenido, hice labor obstruccionista al gobernador, desde un principio me le enfrenté, desde un principio; mis primeros actos fueron echar a la calle a dos reos políticos que había y esto, señores, consta en el proceso y ese proceso yo lo voy a mandar traer para que se publique y para que de una buena vez quedemos cada cuál en el lugar que le corresponde. Yo procuré hacer todo el bien posible y yo les protesto, como protesté el otro día, que jamás tuve que ver en ningún homicidio, en ningún asesinato, porque no hubo fusilamientos; para que hubiera sencillamente, habido un fusilamiento o un asesinato, se necesitaba primero una sentencia y un pedimento mío para fusilarlos; se necesitaba que hubiera habido sentencia y en ningún proceso, porque no lo hubo jamás se terminó ni se ha terminado; de manera que era imposible que hubiera un pedimento de esa naturaleza, pidiendo el fusilamiento. Un fusilamiento se hace cuando el proceso está terminado; esto lo saben todos los abogados que se encuentran en esta Asamblea; no se puede hacer un pedimento anteriormente a que finalice el proceso. Por otra parte, la función del agente del Ministerio Público es función,.... (Siseos.) no es, señores, la de un acusador, eso sería en las legislaciones antiguas; el Ministerio Público conforme a nuestra legislación es un órgano, es el órgano, el representante de la sociedad y en ciertos casos acusa y en otros casos puede muy bien no acusar, abstenerse de acusar. Y aquí en estos casos yo protesto a ustedes - y va a venir el proceso - de que no hubo una sola acusación, ni una sola orden de aprehensión en contra de nadie por mi causa; no molesté a ninguna familia ni a
nadie absolutamente, ¿cómo, si iba precisamente a lo contrario? Recuerdo perfectamente bien que en una ocasión una señorita de Campeche me decía: ¡qué raro que usted asista a nuestras fiestas y sea nuestro amigo siendo que debía usted ser nuestro enemigo! - No, señorita, si yo no vengo de enemigo de nadie, únicamente vengo con un papel de representante de la sociedad. Yo no podía explicarle a aquella señorita a lo que iba a Campeche. Pues bien, mi amigo íntimo en Campeche era el señor licenciado don Gonzalo Sales Guerrero; el señor licenciado Gonzalo Sales Guerrero - y puede usted confirmarlo, señor doctor, cuando usted guste -, el señor Gonzalo Sales Guerrero me acompañaba en la mañana, me acompañaba en la tarde y me acompañaba en la noche.... (Risas.) ....y a todas horas, hasta el día en que salí de Campeche; y tanto laboré en pro de la sociedad campechana, tanto laboré en pro de ella, que la única vez - advierto que solamente había tres presos, era la suma que había -, tanto laboré en pro, que la única vez que pedí yo que no se declarara una libertad caucional, esa vez si me opuse, porque habían agarrado a un individuo que se había rendido a Rivera y este individuo sí había incendiado fincas, sí había cometido mil atropellos y este hombre comprado por Rivera, por el gobernador, quería salir libre para delatar a todos los demás y mezclarlos en el asunto, y entonces me opuse; naturalmente de nada servía porque lo había echado el juez a la calle, porque tenía consigna. Pues bien, el señor Lanz Galera, que también firma la carta, este señor era el secretario del Juzgado de Distrito, y fue secretario del Juzgado de Distrito.... (Siseos.) y esto creo que lo sabe el señor doctor Alonzo Romero. El sí fue porque lo mandaron, por tal o cual cosa, él fue 17 meses seguidos en que Huerta estuvo de presidente de la República. Ahora, respecto de la carta que me dio el señor Zubaran para el señor su hermano, desgraciadamente no la pudo mostrar porque tuve que desprenderme de mis papales al salir huyendo de Campeche; pero creo que el señor Zubaran no negará esta carta y debe existir la copia en sus expedientes, debe existir la copia en sus archivos, con toda seguridad; y el señor Martínez Alomía ya murió, pero creo que su hermano vive, no sé, creo que vive todavía; ese hombre me parece una persona sumamente honorable, y me parece que ese señor puede afirmar que recibió la carta y ese señor, así como toda la sociedad de Campeche, puede decir en qué los ofendí, en qué los ataqué, pueden decir a quién procesé o he molestado en alguna forma. Cuando salí de Campeche llevaba el corazón satisfecho, la conciencia enteramente tranquila y la frente completamente levantada altamente, y digo que tengo la certeza de que en Campeche nadie me quiere mal, al contrario, creo haber dejado amigos, el único enemigo era el gobernador Rivera, naturalmente, porque Rivera al saber mi conducta no podía pasarme, comprendió de lo que se trataba y pidió órdenes a Huerta y a Blanquet para mandarme aprehender y fusilar. Entonces el señor licenciado Carlos Galindo, que había sido mi profesor y que es todo lo reaccionario que ustedes quieran, pero que tiene un gran corazón, me puso un telegrama urgente avisándome que saliera inmediatamente de Campeche por que corría peligro mi vida y al mismo tiempo el joven amigo mío don Eduardo Baranda, hijo de don Joaquín Baranda, se acercó a hablarme esa noche que recibí el telegrama y me dijo: "Salga usted inmediatamente de Campeche porque Rivera lo quiere fusilar". Al día siguiente excuso decirles a ustedes que salí lanzando tremendas declaraciones en la prensa yucateca, un periódico de que era propietario entonces Carlos R. Menéndez.
En cuanto a los asesinatos de esos indígenas que citó el señor Alonzo Romero hace dos días, yo les garantizo a ustedes que es la primera vez que oigo estos nombres, jamás había oído estos nombres; a los otros que vienen en esta carta - es la copia que saqué ahora - de Lanz Galera y Sales Guerrero, a esto, señores, debo hacer esta aclaración: de uno de ellos sí recuerdo, de Salvador Avila; a ese lo fusilaron en la prisión seis u ocho meses después de que yo había salido de Campeche, y en cuanto a los Bleijo, voy a decirle al señor Romero que el crimen fue más espeluznante y tremendo de como él lo relató. Los Bleijo murieron como el señor Alonzo Romero relató ayer, pero en esta forma que es una agravante más: a Rivera le mandaron decir que querían rendirse; entonces Rivera le dio órdenes al jefe del punto - porque estos señores no me acuerdo si estaban en el centro de Campeche o de las cercanías de Guatemala -, le dio orden de que aceptara la rendición de estos señores; entonces el padre, fiado en la palabra de aquel hombre, se presentó con sus hijos e inmediatamente, antes de las veinticuatro horas de caer en poder de aquél, fueron asesinados vilmente en la forma en que lo relató el señor Alonzo Romero: el padre con los hijos, todos abrazados; pero eso, como ustedes comprenden, ¿que tengo que ver que hayan matado a los Bleijo en un lugar distante y sin formación de causa? Eso no tiene nada para mí. Es como si mañana en Xochimilco se fusilara a 3 ó 4 individuos sin formación de causa; no iban a ser culpables los agentes del Ministerio Público ni ninguno de los jueces ni nosotros los diputados. ¿Y sabe el señor doctor don Alonzo Romero quién fue el que pretendió castigar a Rivera? Estoy seguro que no....
El C. Alonzo Romero, interrumpiendo: ¡A mí qué me importa!
El C. Paz, continuando: El que pretendió castigar a Rivera, el general Rivera compañero Alonzo, fui yo. Durante la época de la Convención, en la época de la Convención supe que Rivera estaba aquí, Yo, conociendo todos sus crímenes, porque había sido testigo allá, entonces le indiqué al general Lauro Guerra, inspector general de Policía: "Los reaccionarios y los que han asesinado están paseándose tranquilamente en la calle. Yo soy testigo de los crímenes cometidos por Rivera; usted debe mandarlo aprehender". Entonces el señor Guerra, personalmente en la casa Combaluzier, en la Avenida Madero , agarró prisionero a Rivera y lo internó en la Inspección General de Policía. Con ese motivo, naturalmente, yo me presente inmediatamente y le hice los cargos y le dije: Usted es el gobernador, usted asesinó a los Bleijo, quemó la finca, robó los dineros del país, asesinó al otro Avila en la prisión, usted es esto y lo demás, y le
hice muchos cargos. Aquel hombre se puso despavorido y la esposa de él y la hija comenzaron a ver a un sobrino de él que tenía relaciones conmigo para que influyera en favor de él. Yo no hice caso por ningún motivo; pero desgraciadamente en estos días entraron las fuerzas carrancistas y lo echaron fuera. Aquí voy a presentar precisamente una prueba de mi aserto, es la carta de este señor sobrino de Rivera en la que certifica que yo ordenaba la aprehensión y que pedía que se le castigara. Ustedes comprenden que si hubiera sido cómplice a buen seguro que lo hubiera metido preso y lo hubiera puesto en manos del Comité de Salud Pública que funcionaba especialmente para conocer los asuntos políticos de nosotros. Suplico a uno de los señores secretarios que tenga la bondad de dar lectura a esto.
- El C. secretario Saucedo, leyendo:
Al margen un membrete que dice: "Julio Cervantes Olaguíbel.- Avenida 5 de mayo 302.- México, D. F.
"Mayo 12 de 1921
"Señor licenciado don Octavio Paz.
"Muy estimado y fino amigo.- Presente.
"En respuesta a la carta de usted en la que solicita mi testimonio respecto a la aprehensión y acusación en contra de mi tío el general Manuel Rivera que fue gobernador de Campeche en la época de Huerta, me permito contestarle.
"Que usted el año de 1915, por el mes de julio aproximadamente, ordenó su aprehensión y le acusó de diversos delitos, entre ellos el asesinato de los señores Blengio; que yo intercedí cerca de usted en su favor por ruegos de su esposa e hija, a quienes les consta estos hechos, y que el susodicho general Rivera obtuvo su libertad al entrar a esta población las fuerzas carrancistas.
"Y existiendo la presente carta para que haga de ella los usos que mejor le convengan.
"Me repito de usted afectísimo atento amigo y seguro servidor.- Julio Cervantes Olaguíbel."
El C. Paz, continuando: Voy a agregar unas cuantas frases más: Durante la época de la Convención, el representante de Castilla Brito vino a México especialmente a hacer unas investigaciones, y este representante de Castilla Brito está dispuesto a extender a la hora que yo quiera - desgraciadamente hoy no lo vi - un certificado en que asegura que hizo las investigaciones y que encontró mi conducta correcta. Este señor ha sido uno de mis mejores propagandistas en mi candidatura cuando las elecciones en Tacubaya. Y el señor Castilla Brito, él mismo, en Los Angeles, California, cuando me lo encontré, me recibió y me tendió los brazos inmediatamente y me dijo: le doy a usted las gracias por la forma en que se comportó con mi familia y con todos los míos. Y esto voy a probarlo ahora, voy a escribirle al señor Castilla Brito para que me mande una carta, un certificado en tal sentido. En cambio, señores ¿sabéis quiénes son los que me acusan? ¿sabéis quién es Lanz Galera? Es el suplente del señor don Rafael Zubaran Capmany en el Senado y él, durante toda la época de Huerta, como ya dije antes, fue el secretario del Juzgado de Distrito. De manera que si yo pudiera tener alguna complicidad en esos delitos en dos meses únicos en que estuve en Campeche él en los 17 meses que estuvo actuando como secretario del Juzgado, indudablemente que tiene mucho mayor delito que yo, es diez mil veces más culpable que yo. En cuanto al señor Sales Guerrero, el señor Sales Guerrero, como manifesté antes, fue mi amigo hasta el último momento y hace unos quince días que me suplicó que lo introdujera a los pasillos, y el señor Sales Guerrero, cuando llegué de los Estados Unidos, al día siguiente me invitó, señores, para que fuera con él a Campeche para que hiciera labor agrarista. El me dijo: "Un hombre como usted me hace falta para que me ayude a gobernar Campeche". Esas fueron las frases que me dijo en su restaurant céntrico. El señor González después me suplicó que lo presentara con el licenciado Antonio Díaz Soto y Gama, porque quería ingresar al Partido Agrarista, porque él era agrarista de corazón. No sé si el señor Soto y Gama recuerde esto; fue a raíz de mi viaje de Estados Unidos, y el señor Sales Guerrero dijo: En Campeche podemos hacer una gran labor, lo mismo que en Yucatán la ha estado haciendo un gran líder, el verdadero líder obrero. Y le pregunté: ¿quién es ese líder obrero? y me contestó: "Felipe Carrillo". (Siseos.) Yo no conocía a Felipe Carrillo entonces; en cuanto llegué aquí a México me lo presentaron, me lo presentaron en este salón y le relataba esto, le decía: Yo voy a ir a Campeche con el gobernador Sales Guerrero, y me dijo: "Ese señor se está portando pésimamente mal; quiere imponer a su hermano". ¿Pero cómo, si él se expresa muy bien de usted y la alaba muchísimo? "Pues él se porta muy mal". No sé si el señor Carrillo recordará estas frases que me dijo al pie de esta tribuna.
El C. Carrillo Felipe, interrumpiendo: Es verdad.
Presidencia del C. CHAPA PEDRO A.
El C. Paz, continuando: Hace cuatro meses, estoy seguro, señores, que estos caballeros Lanz Galera y Sales Guerrero, si les hubieran pedido un informe de mí, lo hubieran dado inconmensurablemente bueno; pero ahora....ahora ya no pueden darlo así, ahora tengo muchos pecados encima, tengo enormes pecados encima, más que todos los muertos en Campeche por Rivera y por mí, si ustedes quieren, y más que las cabezas arrancadas por Carrillo en Yucatán. Los pecados gravísimos que tengo son los siguientes: El haber firmado aquel telegrama en que pedíamos la renuncia del señor Zubaran. Ese es el gran pecado. (Aplausos.) Otro pecado es el de haber hecho declaraciones al Heraldo de México de que en alguna ocasión que me pusieron diputado yucateco, que aunque no lo fuera, estaba yo con el Partido Socialista de Yucatán, a quien dedico mi admiración y todo mi cariño. (Aplausos.)
El C. Zubaran, interrumpiendo: ¿Me permite usted una interpelación?
El C. Paz: Cuando termine, compañero.
El C. Zubaran Juan: Es una interpelación muy pequeña.
El C. Paz: Cuando termine, compañero.
El C. Zubaran: Muy bien.
El C. Paz, continuando: Otro pecado: soy amigo del señor Gasca y he recorrido el Distrito Federal con él... (Siseos. Silbidos en las galerías. Campanilla) Aunque me chiflen no le hace, me honro en ser amigo del señor Gasca.... (Siseos.) ....soy amigo de Gasca y he recorrido con él el Distrito Federal repartiendo útiles para las escuela y tierras a los pueblos. Solamente en la semana que acaba de pasar el señor Gasca hizo, dio ocho resoluciones en la cuestión agraria y por esos estoy a su lado, por eso lo estimo y lo aprecio.. (Siseos.) Otro pecado un poco más grande quizás, otro pecado un poco más grande que éste, es que yo estoy de acuerdo en la política que sigue el señor De la Huerta y lo aplaudo en su política...(Siseos.) ...y otro pecado enorme, tremendo, superior a todos estos ¿sabéis cuál?: que considero a Calles como el hombre fuerte de la revolución...(Aplausos. Murmullos. Siseos. Campanilla.) Estos son mis pecados y tal vez otro más que yo les voy a decir a ustedes, advirtiéndoles, señores, que al señor De la Huerta desde que vino a la Presidencia de la República solamente una vez le he hablado y para asuntos triviales en compañía del señor Soto y Gama, nada más una vez, y a Calles no le conozco, porque jamás he cruzado media palabra con él, ni media línea con él, hago esa declaración. (Siseos. Murmullos. Campanilla.) Tengo tal vez otro pecado y este si lo paso, es decir, les paso que me ataquen por eso, son las últimas pataleadas del ahogado: estoy trabajando por la cuestión agraria y repartiendo tierras y esto naturalmente a los latifundistas no les puede gustar esto naturalmente a los latifundistas tiene que molestarlos, los latifundistas tienen que atacarme y me buscan y rebuscan. Hoy son diez, mañana vana ascender a veinte los asesinatos que según ellos he cometido y quién sabe si resulte yo un monstruo espantoso. Para finalizar, señores, todos los humanos tenemos actos buenos y actos malos; hay una balanza en cuyos platillos se colocan, de un lado los actos buenos y en el otro los actos malos. En una, si queréis, colocad esos dos meses en los cuales creí hacer un bien, en los cuales creí ir a servir a un amigo y a varias familias desoladas; en eso no me remuerde la conciencia y levanto la frente muy alta, porque no cometí, repito, ni el más insignificante acto que pudiera tachárseme; en cambio, en el otro platillo quizá puede colocarse mucho. No quiero hacer mi autobombo ni mi panegírico; pero sí en la conciencia de todos y, como decía al principio, en la conciencia nacional está que yo he peleado, que yo he luchado desde mi juventud por la revolución, que durante la época penosísima por que atravesamos en Morelos y en los Estados surianos, llegamos a lo indecible, a lo último del sacrificio, sin jamás doblegarme no obstante que andábamos hambrientos, no obstante que andábamos cubiertos de andrajos, no obstante que de nuestras familias no sabíamos nada de lo que les hubiera pasado. He pasado cuatro años en el exilio, que no se lo deseo al peor de mis detractores, que no se lo deseo al peor de aquellos que me calumnian gratituitamente y de todos aquellos que se han convertido en mis enemigos. Esos cuatro años de sufrimiento y amarguras esos valen por toda una vida; sin embargo, jamás me he doblegado y ahora tengo muchos enemigos. Estaba rodeado de enemigos; ahí me combatían los carrancistas, furiosamente; ahí me combatían los felicistas, los reaccionarios, no me daban cuartel y ahí también llegaron hasta a aprehenderme los policías americanos y, sin embargo, yo permanecí firme, sereno y permanecí con mi partido hasta el último momento y seguiré perteneciendo a él. (Aplausos.) Y durante esa época, señores, jamás, y ahí está el señor Soto y Gama y los surianos para que digan que jamás se me dio medio centavo partido por la mitad; jamás he cobrado sueldo, señores, hasta ahora es la primera vez que cobro sueldo, señores. (Risas. Campanilla.)
Yo ya os he presentado los dos platillos, puedo agregar mucho más en el platillo que es a mi favor, puedo agregar mucho más, puedo agregar sufrimientos sin cuento, puedo agregar allí, señores, la prisión de mi padre puedo agregar la muerte de mi madre y dos hermanos míos sin tener el consuelo siquiera de ir a darles el último adiós; puedo agregar haber tenido que deshacerme hasta de la última escupidera de mi casa para cumplir con la revolución y cumplir con el mandato del egregio general Emiliano Zapata. Ya están los dos platillos en la balanza, que la nación sea la que juzgue, si por esos dos meses en que creo no haber hecho mal a nadie se me condena, muy bien condenado, a la nación toca resolverlo.
El C. Zubaran Juan: ¿Me permite usted una interpelación que deseo hacerle con permiso de la Presidencia?
El C. presidente: Si lo permite el orador.
El C. Paz: Mande usted, señor.
El C. Zubaran Juan: Para fundar mi interpelación deseo hacer esta aclaración: al referirse usted a que llevó unas cartas del señor Zubaran a Martínez Alomía, creo que, debe usted estar muy equivocado. El señor Rafael Zubaran, Salvador Martínez Alomía y el que habla nos fuimos los tres juntos a la revolución y yo le protesto bajo mi palabra de caballero que hasta antes de ayer que el señor Alonzo Romero increpó a usted por lo de Campeche, vine a tener conocimiento de que usted había estado en Campeche. En consecuencia, considero que debe usted estar en un error; pero mi interpelación se refiere a esto: ¿cree usted honrado que un ciudadano que siente la revolución como usted ha dicho, calientes las cenizas del Mártir de la Democracia, del señor Madero pudiese aceptar del régimen brutal que tenía por cimiento el crimen, como era el régimen de Huerta, un cargo especial para ir a un Estado a instruir un proceso contra revolucionarios? Esa es mi pregunta. (Aplausos.)
El C. Paz: En primer lugar, señor Zubaran, no creo que si usted consulta con su hermano y le pregunta respecto de la carta, su hermano le dirá que esa carta la expidió y la firmó; en segundo lugar, respecto a la segunda pregunta debo contestarle que fui de acuerdo con su hermano de usted y que no fui a instruir el proceso, porque el agente del Ministerio Público jamás instruye un proceso, lo instruye el juez. Lo único y exclusivamente que fui a hacer fue ayudar a las familias, acepté aquello para irlas a ayudar, como se lo pueden decir a usted en Campeche, como se lo pueden manifestar en todo Campeche. Fui a ayudarles, no a instruir ningún proceso, como consta en las constancias
procesales que van a venir aquí; de manera que no había ido a otra cosa.
El C. Vizcarra: ¿Me permite una interpelación el ciudadano Zubaran?
El C. presidente: No está en uso de la palabra el ciudadano Zubaran.
El C. Vizcarra: Es un asunto conexo con la interpelación de él. Le suplico a usted...
El C. presidente: Le suplico a usted, señor, que no interrumpa el orden del debate. Sigue en el turno de oradores el ciudadano Alonzo Romero.
El C. Vizcarra: Ruego al señor Zubaran...
El C. Zubaran: No tengo relaciones con usted, señor.
El C. Alonzo Romero: Señores diputados: Realmente la nobleza obliga. Yo me figuraba que el ciudadano Paz vendría a esta tribuna a echar improperios, injurias, etcétera, etcétera, porque así había yo sabido esta mañana que iba a suceder; pero a un caballero hay que contestarle con la misma caballerosidad.
El señor Paz ha dicho en esta tribuna que todos los cargos que ayer se le hicieron fueron calumniosos; le voy a demostrar que él mismo, con esa ecuanimidad de que hizo alarde, confesó paladinamente que había sido huertista. Me recuerda el pasaje este del ciudadano Paz, en el caso del ciudadano Barrón en el Constituyente de Querétaro, cuando se le hizo el cargo de huertista, y que, como un gran argumento, manifestó: que él se había visto obligado a servir a Huerta únicamente para salvar a la revolución. Este es el caso del ciudadano Paz. El ciudadano Paz dice que solamente ha cobrado sueldos en esta época; yo me permitiría interpelar al ciudadano Paz para preguntarle si en la época del huertismo no cobró sueldos. Sí los cobró; de modo que sirvió al huertismo, de modo que fue huertista. (Aplausos. Siseos. Murmullos.)
El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡No se deduce!
El C. Altamirano: ¿Me permite una interpelación el compañero?
El C. Alonzo Romero: Después, compañero Altamirano.
El C. Altamirano: Con permiso de la Presidencia. ¿El profesor que cobró sueldos fue huertista? (Murmullos. Campanilla.)
El C. Alonzo Romero: Compañero Altamirano: Ahora es cuando me vengo a convencer de que usted es un escaparate. Eso que usted acaba de decir es una infantilada, porque un agente del Ministerio Público dista mucho de un maestro de escuela.
Decía el ciudadano Paz que se le habían imputado hechos calumniosos por habérsele probado hasta la saciedad que había servido al huertismo y, señores diputados, por lo que se refiere a los crímenes señalados en la carta, yo, al querer demostrar a esta Asamblea que no había hecho un cargo calumnioso, me dirigí a aquellos ciudadanos que me habían platicado este hecho y estos ciudadanos, para corroborar y ratificar lo que yo había asentado relataron aquellos hechos; de modo que el ciudadano Paz debe afocar su hostilidad contra aquellos señores, si es que tiene el criterio de que aquellos hechos no son verídicos, esto me tiene sin cuidado.
Lo que quería demostrar es lo siguiente: Que el bloque socialista de esta Cámara no es un bloque de principios, no es un bloque congruente, porque no todo lo que brilla es oro. (Risas.) El bloque del Partido Socialista, como habéis notado, tiene también huertistas; no tiene derecho a llamarse puritanos ni superhombres, en todo caso serán supervivientes de los presupuestos de la época de Huerta y de todas las administraciones. (Aplausos) Ya lo veis, ciudadanos diputados, yo no tengo ningún interés, (Siseos.) ninguno absolutamente, absolutamente ninguno. (Siseos.) Aquí tienen ustedes un caso típico: en este bloque nos encontramos individuos de distintos géneros y de todas las especies. (Risas.) Veis hombres que han vendido al contado y hombres que bien han vendido al crédito; tenemos al presidente del partido callista de Yucatán, plácidamente sentado en su sillón... (Una voz: ¡Ladrón!) plácidamente sentado en su sillón, percibiendo millón y pico de pesos, el ciudadano Carrillo, y está muy satisfecho. (Desorden. Campanilla.)
El C. González y González, interrumpiendo: Moción de orden, señor presidente. (Desorden.)
El C. presidente: Tiene usted la palabra para una moción de orden.
El C. González y González: Suplico a la Presidencia que, en vista de que de aquel balcón ha insultado un individuo a un diputado, ha lanzado la palabra ladrón, suplico que se le mande salir.
El C. Aldaco: Es el mismo que ha estado gritando aquí.
El C. Díaz Soto y Gama: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Carrillo: Es inútil que lo hagan salir, porque para eso viene, para eso los traen.
El C. Alonzo Romero, continuando: Yo decía que el señor Carrillo a quien le viene perfectamente el saco, percibe millón y medio de pesos al año; no lo digo yo, lo dice su maestro, su padre putativo don Salvador Alvarado. (Aplausos.) Aquí está. En cambio... (Voces: ¡Que se lea!) Pero si lo conoce toda la Asamblea. (Voces: ¡Que se lea!) Si quiere la Asamblea que se lea. (Voces: ¡Sí! ¡No!)
El C. Díaz Soto y Gama: Moción de orden, señor presidente. Las comisiones agrarias que tengo el honor de representar en estos momentos, suplican a la Presidencia que deje estas cosas a un lado y se entre al debate de la ley, esta es la ley más seria que tiene que discutir la Asamblea. Ya estamos cansados de chismes, señores; yo suplico al señor presidente que, cumpliendo con su deber se ponga o discusión el artículo transitorio; yo le suplico al compañero Alonzo que deje para mejor oportunidad sus agravios, no nos extraña, tiene usted razón, somos enemigos, estamos en bandos contrarios; pero ataque usted por la prensa, por hojas sueltas , pero no venga usted a quitarnos el tiempo en esta tribuna parlamentaria. (Aplausos.)
El C. Alonzo Romero: Ciudadanos Soto y Gama... (Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: La presidencia tiene especial interés en que entre a discusión el artículo 1o. transitorio; pero no puede obligar ni negar la palabra a ciertos diputados. (Desorden. Campanilla.) No es justo que se le haya concedido la palabra al
ciudadano Paz y no se le conceda al ciudadano Alonzo Romero.
El C. Alonzo Romero: Ciudadanos Soto y Gama: Tanto el que habla como esta honorable Asamblea, tuvieron la suficiente paciencia para escuchar al ciudadano Paz y tenga usted la bondad de escucharme unos cuantos minutos; aunque las verdades son muy amargas, es necesario decirlas; es necesario decirlas clara y terminantemente y voy a hacer justicia, ciudadano Soto y Gama.
Al señor Carrillo lo ve usted pasear en automóvil tirando dinero. Pues sí, señor, él vendió al contado y usted vendió al crédito, ciudadano Soto y Gama, y esto por su aspecto lo demuestra todavía, todavía trae usted ese aspecto demacrado de la montaña, allá donde sufrió, sin meterse un centavo en la bolsa; pero eso no quiere decir, señor, que yo no tenga el valor civil suficiente para decir las claridades, porque en esta Representación Nacional es donde deben desvestirse a todos los farsantes. (Aplausos.) Yo pido a la Secretaría que lea esto y ofrezco que después de este documento, unas cuantas palabras agregaré, porque ya no tengo nada que decir. (Voces: ¡Que se lea!) Después de lo que dice Alvarado, que fue el padre conscripto de esos señores, no se puede decir más; se están arañando como comadres, y como ustedes saben, siempre salen las verdades cuando las comadres se pelean.
El C. Díaz Soto y Gama: ¡Que se lea! Ya lo conocemos todos.
El C. González y González: La nación quiere leyes, no quiere conocer las debilidades de los políticos.
- El C. secretario Saucedo, leyendo:
"Cargos concretos.
"La causa de la miseria en Yucatán.
"Por qué son socialistas Felipe Carrillo y compinches.
"Contra hechos no hay argumentos.
"Con millón y medio de pesos al año; con pases en vapores, en trenes, y en el telégrafo; con influencia y con poder; con una vida regalada, sin trabajar y en medio de juergas y comilonas, se explica el socialismo de ciertos "redentores."
"La miseria en Yucatán.
"En artículos de prensa y en corrillos se habla de que Yucatán atraviesa por una situación desesperada por la crisis económica y por la profunda corrupción que existe en la Administración Pública de aquel Estado.
"Bastardos y mezquinos intereses de politicastros oportunistas de esta capital, influyen para que esos mismos oportunistas se esfuercen en negar lo grave de la situación de Yucatán, pues así ayudan a sus compinches, los explotadores del trabajador, que se han encumbrado en el poder, gracias a la protección de tales politicastros madrugadores.
"El señor don Felipe Carrillo, y la comparsa de farsantes que se hacen llamar "socialistas", constituyen el grupo de vividores que ofreciendo en pública subasta los votos de los trabajadores de Yucatán, obtienen el apoyo incondicional de los políticos sin escrúpulos.
"Esos llamados "socialistas" ignoran lo que la misma palabra socialista significa, y toman tal denominación como podían tomar cualquiera otra.
"Carrillo y los demás vividores, han desvirtuado, han prostituído y hecho odiosos el ideal socialista, porque para ellos socialismo significa odios, venganza, destrucción, asesinato e incendios.
"Lo que cuesta a Yucatán el "socialismo de esos socialistas."
"Cuadro demostrativo de lo que significa al desventurado Estado de Yucatán, el "ideal de Felipe Carrillo", prototipo de nepotistas, y que confirma una vez más la "sinceridad de su socialismo y su desinterés" y apasionamiento por la causa de los humildes.
"Felipe Carrillo Puerto. (Líder del " socialismo" yucateco.)
Como diputado al Congreso de
la Unión, mensuales, $ 1,000.00
Como representante de los
Ferrocarriles Unidos de
Yucatán 1,000.00
Como inspector forestal. 600.00
"Suma mensual $ 2,600.00
"Gualberto Carrillo.
(Hermano de Felipe Carrillo.)
Como vocal de los
Ferrocarriles Unidos de
Yucatán. 400.00
Como vocal de la
Comisión Agraria 200.00 600.00
"Heraclio Carrillo.
(Hermano de Felipe Carrillo.)
Como diputado local 500.00
Tesorero General. 700.00
y presidente de la Compañía
la Tipográfica 300.00 1,500.00
$ 4,700.00
"Edesio Carrillo.
(Hermano de Felipe Carrillo.)
Como presidente del
Ayuntamiento de Motul
en el Estado de Yucatán 250.00
"Audomaro Carrillo.
(Hermano de Felipe Carrillo.)
Concesionario del Casino
de Motul en el mismo
Estado de Yucatán 500.00
"Benjamín Carrillo.
(Hermano de Felipe Carrillo.)
Como diputado al
Congreso de la Unión. 1,000.00
"Wilfrido Carrillo.
(Hermano de Felipe Carrillo .)
Subinspector de Policía de Mérida.. 390.00
"Acrelio Carrillo. (Hermano de Felipe Carrillo.)
Agente de Hacienda de Motul,
Yucatán. Al frente $7,090.00
Del frente. $7,090.00
"Elvira Carrillo.
(Hermana de Felipe Carrillo.)
Empleada del Registro Civil
en Yucatán 250.00
"Gastos de dos automóviles,
puestos al servicio del tesorero
general y del subinspector de
Policía, hermanos de Felipe Carrillo 700.00
" Pedro Palma Puerto.
(Cuñado de Felipe Carrillo.)
Presidente de la Compañía
de Fomento del Estado de Yucatán 300.00
"Manuel Solís Águila.
(Cuñado de Felipe Carrillo.)
Juez 3o. en Yucatán 350.00
"Francisco Barroso.
(Cuñado de Felipe Carrillo.)
Inspector de Alcoholes y
Hacienda en Yucatán 300.00
"Federico Carrillo.
(Primo de Felipe Carrillo.)
Diputado al Congreso Local 500.00
"Gonzalo Puerto.
(Primo de Felipe Carrillo.)
Secretario de la Compañía de
Fomento del Sureste 400.00
Concesionario de la lotería del
Estado de Yucatán 500.00 900.00
"Efraín Palma.
(Primo de Felipe Carrillo.)
Socio de la lotería del
Estado de Yucatán 500.00
"Manuel J. Carrillo.
(Primo de Felipe Carrillo.)
Pagador de la policía en Mérida 300.00
"Abraham Palma.
(Primo de Felipe Carrillo.)
secretario del Juzgado 1o.
de lo civil en Mérida. 200.00
"Manuel Solís Carrillo.
(Sobrino de Felipe Carrillo.)
Vocal del Ayuntamiento
de Mérida 500.00
"Enrique Solís Carrillo.
(Sobrino de Felipe Carrillo.)
Inspector de Pesas y
Medidas en Mérida 300.00
"Humberto Solís Carrillo
A la col. sig. $ 12,190.00
De la col. ant. $12,190.00
(Menor de edad; pero sobrino
de Felipe Carrillo.)
Comisionado del
Ayuntamiento de Mérida 300.00
"Marcial Pérez Carrillo.
(También menor de edad;
pero también sobrino de su tío.)
Empleado del Ayuntamiento
de Mérida 300.00
Ismael Tejero Puerto.
(Sobrino de Felipe Carrillo.)
Contador de la Tesorería del
Estado de Yucatán 500.00
"Javier Eroza P.
(Novio de la hija de Felipe Carrillo.)
Contador de la Tesorería del
Estado de Yucatán 450.00
Consejero de la Compañía
Tipográfica de Yucatán 250.00 700.00
Suman los sueldos mensuales. $13,990 00
"A cuya suma hay que agregar:
El cinco por ciento, sobre.....
$2,141,983.60 que importa el
presupuesto de los sueldos
de empleados que paga la
Tesorería del Estado de Yucatán,
a cargo de Heraclio Carrillo,
hermano de Felipe Carrillo,
y sobre cuyos sueldos se
hace el descuento citado de
cinco por ciento, que produce
al mes.. 8,922.50
"El cinco por ciento que se
descuenta a los empleados
del Municipio de Mérida, por
orden del presidente del
partido "socialista" del Sureste,
que conforme al presupuesto
produce al mes 3,602.52
"Contribución que se exige
a las personas ligadas al
partido "Socialista" de Yucatán,
siendo tales personas las que
constituye la población rural del Estado 93,000.00
"Total mensual $119,515.02
"Ciento diez y nueve mil quinientos quince pesos dos centavos mensuales, que hacen al año un
millón cuatrocientos treinta y seis mil doscientos ocho pesos veinticuatro centavos, cantidad que se ignora en qué la invierten los socialistas y su parentela y la partida de compinches farsantes que les rodea.
"A todo lo anterior hay que agregar que todos los empleados de la Hacienda Pública yucateca, de la Compañía de Fomento del Sureste y de todas las demás empresas que dependen del Gobierno de Yucatán, envían algunos de esos originales "socialistas" para la conservación de sus puestos, enormes sumas de dinero.
"Esto es cuanto a lo que ostensiblemente perciben los beneficiarios del desorden, de la corrupción y de la ruina del pueblo entero; esto es lo que figura en las contabilidades, pero hay otras entradas quizá mayores y que resultan de las siguientes "buscas" de los "defensores de los derechos de los humildes".
"Esas "buscas" consisten: en comprar con descuento los recibos de las maestras de escuela y cobrarlos íntegros en la Tesorería General; en los disimulos para tener tabernas, fumaderos de opio, casas de juego, casas de lenocinio, peleas de gallos, loterías, corridas de toros, rifas, etc., etc. Esos disimulos, concesiones y permisos, son obtenidos por influencia de los miembros del grupo de "redentores" que además, tienen otras fuentes de ingreso como el contrabando de alcoholes, la liberación de asesinos e incendiarios por sumas de tarifa; las influencias para arreglar todo género de negocios con el Gobierno, tales como impuestos, compras, contratos, y la mar y sus peces.
"Que la opinión pública juzgue de la "pureza" de principios, de lo arraigado de las "convicciones" de Carrillo y demás vividores que se dicen "socialistas" porque para ellos el socialismo ha resuelto el problema de su vida proporcionándoles lujo, juergas, francachelas, automóviles, casas, viajes, banquetes, fiestas, y en una palabra, riqueza y holgura sin trabajar.
"Estas son, y no otras, las causas de la terrible energía y del "celo apostólico" con que esta jauría de "obreros", de "proletarios", defienden su "socialismo", ese "socialismo", que si bien ha sido causa principal de la ruina del Estado de Yucatán, ha sido también factor determinante de la riqueza de "esos socialistas".
"Partido Socialista Mexicano". Delegación en Yucatán. Presidente, D. Enrique Recio; secretario, Felipe Rosas Garibaldi; tesorero, D. Carlos Castillo Vera; prosecretario, D. Pablo Castillo Cervera; vocales: 1o., Wenceslao Méndez; 2o., ingeniero D. Fidencio G. Márquez; 3o., D. Gustavo Manzano; 4o., D. Abelardo Sacramento; 5o., D. Natalio B. y Buenfil 6o., profesor D. Antonio Ricalde Gamboa; 7o., D. Andrés Peniche (Taylor); 8o., D. Tomás Rosado Domínguez; 9o D. Fermín Pacheco Domingo; 10, D. Pedro Cantón Pantoja; 11, D Manuel J. Ancona; 12, D. Teodosio Erosa Peniche; 13, D. Antonio Rosel; 14, D. Ramón Espadas; 15, D. Alberto González Narváez; 16, D. Gonzalo Ramírez; 17, D. Manuel Gómez Vásquez."
(Siseos.)
El C. Alonzo Romero, continuando: A esto, ciudadanos diputados, hay que agregar los seiscientos mil pesos que gastaron para recibir al señor don Plutarco Elías Calles, ese ciudadano que en un momento trágico de nuestra historia se apoderó del Ministerio de Gobernación; ese futuro Blanquet del obregonismo. ¡Yo lo declaro aquí! (Aplausos. Siseos.) Y si mañana se necesita la cabeza de uno que dice la verdad, aquí está mi cabeza, como cayó la de Belisario Domínguez, para decir las verdades a todos estos farsantes. (Voces: ¡Ah! ¡Ah! Aplausos nutridos.)
El C. prosecretario Castrejón: Está a discusión el artículo 1o. transitorio de la ley sobre latifundios.
El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.
El C. Díaz Soto y Gama: Señores diputados: Las comisiones Agrarias unidas, por mi indigno conducto, manifiestan a ustedes su profunda extrañeza por el espectáculo que estamos dando a la nación. "Cuando yo veía las sonrisas, que no podía calificar de otra manera que de inconscientes, de algunos diputados en los momentos en que el señor doctor Alonzo Romero venía, una vez más, a deshonrar esta tribuna; (Siseos.) cuando yo he oído los aplausos, que también no quiero calificar de otro modo que de inconscientes..... (Aplausos.) Continúa la inconsciencia, por lo que veo.....
El C. Espinoza Luis, interrumpiendo: Aquí no hay más que un consciente: Soto y Gama. (Risas.)
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Cuando yo, señores, sinceramente interesado, profundamente interesado en la resolución del problema agrario y que tengo sobre mis espaldas la carga demasiado pesada de defender el dictamen de las comisiones, he visto la conducta de esta Asamblea, me he preguntado y aquí contesto la siempre torpe interrupción de mi querido compañero Espinosa ¿Qué, yo el desequilibrado, yo el caduco, yo el degenerado, tendré mayor cordura que todos los equilibrados de esta Asamblea? ¿Qué, los mil pesos mensuales que paga la nación a doscientos cincuenta diputados, los paga para estas insulsas, para estas inútiles, para estas oprobiosas, para estas abominables disputas parlamentarias? Recuerdo yo como un eco que viene a consolar mi alma, como un eco que viene a alegrarme en medio de la tristeza que tiene que invadir a todo hombre consciente ante este espectáculo; recuerdo yo como un eco agradable aquellas últimas palabras del mejor discurso que se ha pronunciado en este Parlamento, del discurso sereno, del discurso ecuánime y ese sí consciente, del doctor De Alba. Dijo al terminar: "Señores: El pueblo tiene derecho a algo más de lo que aquí se le da; el pueblo tiene derecho a que lleguen hasta él algo más que los ecos de las fiestas, que los brindis de los banquetes y que las disputas de los parlamentos." Por eso, señores, yo me siento equilibrado y a los que me han interrumpido y han aplaudido esas disputas que ahora se califica de imbéciles, de ociosas y de criminales, a esos los califico yo de desequilibrados, de inconscientes, y no diré la otra palabra que se me ocurre, pero con eso basta. Señores: En nombre de la revolución; señores: en nombre de tanto sacrificio hecho por el país; señores: en nombre de los mil pesos mensuales, si es que muchos de vosotros ya habéis perdido los principios; en nombre de la dignidad personal, en nombre de la obligación que tenéis de devengar el sueldo que la nación os paga, yo os pido seriedad, yo os pido trabajo. (Aplausos nutridos.)
Por eso, señores, yo ayer, a riesgo de no ser entendido por mis compañeros, a riesgo de no ser entendido por la prensa, tuve el honor de dar mi voto, mi voto consciente, en favor de que se aprobara esa moción suspensiva, que toda la vida avergonzará al Bloque Liberal Constitucionalista, que fue el que la apoyó. (Voces: ¡No! ¡No! Aplausos.) ¿Por qué dí yo mi voto aprobatorio a esa moción suspensiva? Señores: Por una razón que a cualquiera se le ocurre: porque las comisiones Agrarias, porque los agraristas de esta Cámara estamos ya más que cansados, estamos ya aburridos, estamos ya indignados de que se obstruccione la Ley más grande, la ley más alta de todas las que deben salir de esta Representación Nacional. ¿Cómo habíamos de permitir los agraristas que a cada artículo viniera la obstrucción de los reaccionarios, la obstrucción de los rezagados, la obstrucción de los que no quieren evolucionar? Artículo primero: obstrucción, moción suspensiva; en el segundo, la derrota, pero tan aplastante, que no cupo la moción suspensiva; pero vino el tercero, el fundamental, el que aterra, el artículo peligroso, el artículo básico de la ley, ¡y la moción suspensiva! Y hubieran venido el cuarto y el quinto, y se habrían hecho también otras mociones suspensivas. Por eso yo, consciente, aunque desequilibrado; yo, consciente plenamente de nuestro deber, dije: "Señores, en buena hora que se exhiba el Bloque Liberal Constitucionalista si así lo quiere; en buena hora que definamos los campos; urge que se definan los campos. ¡Qué buena oportunidad nos brinda el Bloque Liberal Constitucionalista para demostrar al País que lo mejor que tiene la ley, el esfuerzo de los legisladores para que esta ley rija en toda la República, que eso ha sido obstruccionado por un acuerdo del bloque, acuerdo que ha sido denunciado ingenuamente por el más ingenuo de los peleceanos, porque a decir verdad, señores, todos son un conjunto de ingenuos, comenzando por mi querido compañero el señor don Rafael Martínez de Escobar!" (Risas. Aplausos.)
Llamo ingenuo al señor Rafael Martínez de Escobar porque ayer ha tenido la ingenuidad máxima que he oído en boca de político alguno; llevo veinte años de tener el gusto - así como lo oís -, el gusto de estar metido en política, porque siempre mi actuación, lo digo ante mí conciencia, que es la que debe responder ante mí, siempre mi actuación ha sido honrada dentro de la política; pues bien; en esos veinte años en que he tenido el gusto de ser político, nunca había oído una ingenuidad tan sorprendente, tan aplastante como la ingenuidad de mi querido compañero Martínez de Escobar Rafael, como diría Manrique. Confesar el señor Martínez de Escobar Rafael que se había pasado la noche de claro en claro ante la crisis del Pelece, significa esto: el señor don Rafael Martínez de Escobar se dio cuenta clara de que la reprobación del Pélece al artículo 1o. transitorio, es decir, la obstrucción al agrarismo, significaba la muerte, la muerte política del Partido Liberal Constitucionalista. (Siseos.) Hecho esto, y verdaderamente satisfecho yo de que los socialistas recojamos la bandera radical abandonada, tirada, arrojada por el Bloque Liberal Constitucionalista, verdaderamente satisfechos de haber vencido sin pelear, de no tener más que explotar el error cometido por nuestros adversarios, entro de lleno al debate, y entro de lleno al debate, señores compañeros, simplemente por esto: porque si estoy avergonzado o indignado por la manera de tratar aquí los asuntos del país, descendiendo a los personalismos más odiosos, estoy también desencantado profundamente por ver que en mi país no hay absolutamente preparación parlamentaria. ¿Qué se ha oído aquí sobre soberanía de los Estados? ¡Cuántos dislates se nos han servido! ¡Cuántos malabarismos intelectuales!, como dijo ayer con frase atinada, con frase precisa, con frase matemáticamente justa, el compañero Manrique . Yo tampoco había visto en mi vida malabarismo intelectual comparable con los prodigios de logomaquia que nos prodigó aquí el compañero Martínez de Escobar y que tuvo la ingenuidad estupenda de esa galería y esa otra galería, que aplaudieron a mi ingenuo compañero Martínez de Escobar. (Una voz en las galerías: ¡Porque lo merecía! Siseos.) Yo voy a demostrarle, no al compañero Martínez de Escobar, lo aprecio porque.... lo he dicho, lo considero un ingenuo, que en fuerza de su sentimentalismo y de su emotividad, hace confesiones que perjudican a su grupo; pero lo hace sinceramente, y yo me inclino ante la sinceridad de un compañero, sobre todo, joven, como el compañero Martínez de Escobar. (Una voz: ¿Y la Ley Agraria?) Alguien me pregunta por acá: "¿Y la Ley Agraria?" Precisamente voy a eso, señores, a la preparación parlamentaria. ¿Cómo se viene aquí a discutir asuntos tan serios como el ataque a la soberanía de los Estados, con logomaquia o con malabarismos intelectuales, como los de Martínez de Escobar? ¿Cómo es posible llegar a una convicción cuando el compañero Martínez de Escobar, abogado y no tonto, abogado e inteligente, abogado y de ilustración, nos viene a decir que no existe la soberanía de los Estados? ¡Cómo no va a existir! ¡Por desgracia existe! ¡Por desgracia es una herencia de los constituyentes del 57, esos constituyentes que se limitaron a copiar, a copiar artículos y más artículos de una Constitución que no cuadraba con las costumbres y con el modo de ser de nuestro país: la Constitución norteamericana! Sí existe la soberanía de los Estados.
De allí esto que parece digresión; pero después del caos, después de la anarquía intelectual surgida en el seno de la Asamblea por culpa de los señores "peleceanos", era preciso este esfuerzo para llevar a la Asamblea a la lógica, a la realidad. Y a la realidad es esta, señores: Ahora sí voy a entrar al debate de fondo y voy a demostrarle al compañero Espinosa y a los demás compañeros que las comisiones vienen aquí después de haber estudiado los asuntos; es todo lo que debemos y queremos demostrar. ¿Existe la soberanía de los Estados? ¡No es ese el problema! El problema es muy otro, el problema es este: ¿Esa soberanía de los Estados es peligrosa o no es peligrosa? ¿Esa soberanía de los Estados se presta o no se presta a los amigos de la reacción? ¿Esta soberanía de los Estados constituye o no un parapeto, un baluarte para que desde allí la reacción destruya la revolución? Ese es el Problema. (Murmullos.) El compañero, que es abogado, no lo entiende, es claro, su criterio es estrecho ¡Qué van a entender los abogados de estas cosas de
la revolución, si la revolución viene a transformar el derecho! ¡Cómo un abogado va a confesar que sus seis años de estudio han sido estériles, que ha perdido lastimosamente el tiempo, que está efectivamente equivocado!
El C. Huerta, interrumpiendo: Es Asamblea constitucional, no revolucionaria.
El C. Díaz Soto y Gama: Voy a seguir. Con qué la soberanía de los Estados es un peligro y la soberanía de los Estados tiene límites, y uno de los límites de la soberanía de los Estados lo ha fijado magistralmente un hombre que tiene la inmensa fortuna de no ser abogado; lo felicito a usted, compañero Siurob, de no haber pasado por esos cursos de Derecho Romano, de Economía Política, etcétera, etcétera, en los cuales se retuerce lastimosamente la juventud intelectual mexicana que pasa a esa Escuela de Jurisprudencia a ser pervertida en su cerebro, en sus intenciones y hasta en sus costumbres; porque usted sabe, compañero, que hoy "abogado" es poco menos que salteador de la bolsa ajena. (Risas. Aplausos.) De manera que el compañero Siurob, que tiene la inmensa fortuna de no ser abogado, lo dijo con una claridad enorme; la soberanía de los Estados, señores diputados, señor compañero, no puede llegar hasta a violar el Pacto federal; el límite para la soberanía de los Estados es el Pacto federal. ¿Qué dice el Pacto federal? No se lo voy a preguntar a usted, compañero Siurob. ¿No dice el Pacto federal que la primera obligación de los Estados es dentro del primer periodo legislativo que siga a la vigencia de la Constitución, cumplir la sagrada promesa del reparto de tierras? (Voces: ¡Es cierto!) Eso es lo que se les ha olvidado a los abogados de esta Asamblea, eso es lo que creemos; pero el Bloque Liberal Constitucionalista cree lo contrario, cree que la soberanía de los Estados es algo tan grande que debe pasar sobre el Pacto federal. Yo veo eso con lástima, porque yo a la gente atrasada la veo con lástima; yo, por ejemplo, el compañero Vasconcelos le tengo una estima infinita por su candor; viene de las aulas de Oaxaca, viene de las aulas de Antequera, es de la tierra de Meixueiro, es de la tierra de los soberanistas, es de la tierra de aquellos que dijeron: "¿Qué, Oaxaca la de Juárez, Oaxaca la gloriosa, Oaxaca la de los hombres del 57, ha de permitir que esos hombres descamisados, esos encanallados de la revolución carrancista, de la revolución zapatista, vengan hasta nosotros? ¡No, nuestra soberanía! ¡No, nuestra Constitución! ¡No, nuestro Juárez!" Y yo a esas palabras contesto con la frase enorme, con la frase colosal que el otro día nos recitaba el compañero Martínez de Escobar, intuitivamente - tal vez sin comprenderla -, y que es la frase de Cristo, de Cristo el sublime: "¡Dejad a los muertos!" Dejad a los muertos, compañero Vasconcelos, que entierren a sus muertos. (Aplausos.) De manera que a pesar de nuestras digresiones nos vamos entendiendo. La soberanía de los Estados no debe ser, para los hombres conscientes, algo semejante al dogma de la Virgen de Guadalupe; dejemos a nuestros indios candorosos, a nuestros indios de fe virginal, que se recreen con esa virgen morena pintada en un ayate; pero nosotros no hagamos un ideal de la Constitución que nosotros forjamos y, sobre todo, no nos dejamos mandar por los muertos. Muy respetable Juárez, muy respetable Ocampo, muy respetable don José María Iglesias, pero yo juro a ustedes que si Juárez en estos tiempos nos viniera saliendo con "el respeto al derecho ajeno es la paz", combatiendo la devolución de los ejidos a los pueblos, o el fraccionamiento de los latifundios, el señor don Benito Juárez el año de 1921 sería fusilado como reaccionario. (Aplausos. Murmullos.) Todo esto parece que sigue siendo preámbulo, pero yo creo que es orientación. Ahora vamos a tratar la cuestión como deben tratarse las cuestiones sociales. Lo único bueno que ha hecho el positivismo - me dirijo a gente intelectual, a personas que están obligadas a saber lo que es el positivismo -, lo único bueno que ha hecho el positivismo - yo no soy positivista, compañero, abomino del positivismo como doctrina filosófica -, pero lo único bueno que ha hecho es demostrar que el método experimental es necesario en las ciencias sociales y en las ciencias físicas y el método experimental exige esto: suprimir los priorismos; en ciencias sociales nada debe ser a priori, todo debe sentarse a posteriori. Por lo demás el deber de un hombre consciente que ha pasado por las aulas, no es hacer lo que hace el compañero Huerta: leer su Constitución vieja o su Ortolan o su Justiniano o su Papiniano o no sé qué clase de vejestorios y allí encontrar un apotegma que dice: el respeto al derecho ajeno es la paz. Los hacendados tienen derecho sobre las tierras, luego es un traidor a la patria el que atente contra los hacendados. No, esos priorismos no los admite la revolución, ni los priorismos ni los malabarismos de Martínez de Escobar; no, la revolución analiza los hechos, entra al fondo de la historia nacional, aplica un escalpelo vigoroso, desentraña los males, el origen de los males nacionales, ve que allí está el cáncer del latifundismo y lo extirpa; analiza el fondo de los males nacionales, ve que en la soberanía de los Estados se han parapetado los reaccionarios y los latifundistas y tira a la soberanía de los Estados con un gesto de desprecio como cosa inútil, como cosa rancia, como cosa que no vale ya la pena que se mencione. (Voces: ¡Estás desbarrando, chico!) Y esto, señores es el gran mérito de los autores de este artículo. Señores, todo lo que la Comisión ha querido, Señores, toda la tanteada de la Comisión ha consistido en esto: abrir aquí la campaña, la campaña intelectual, la campaña ideológica contra el mito risible de la soberanía de los Estados; eso es todo, esa es la tanteada de la Comisión. Busco al señor don Israel del Castillo...
El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: Servidor.
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Esa es la tanteada, compañero. Nosotros sabemos que en esta Asamblea hay unos cuantos revolucionarios de verdad, que la mayor parte vienen aquí a ser educados por los que nos hemos preocupado por los problemas revolucionarios, porque eso lo he visto yo aquí; aquí no se conoce, señores, ni el A B C del agrarismo. Pues nosotros, señores, sabiendo eso, el compañero Siurob y yo, hemos metido ese artículo como cuña, para despertar protestas, para despertar crisis, para despertar entusiasmos de servirles, para encender la bilis al compañero Vasconcelos para que nos venga a amenazar desde
esta tribuna con una risible revolución hecha por los federalistas; se le perdona al compañero porque es muy joven, ¿verdad?, (Risas.) pero los federalistas son gente de gabinete. ¡Vaya usted a hablarle a un campesino de federalismo, de soberanía y se ríe en sus barbas (Voces: ¡No tiene!) o quizá crea que le está diciendo una maldición, compañero! Son cosas absolutamente ajenas a su comprensión; ellos quieren tierras y nosotros debemos, interpretando su pensamiento, encontrar el camino más seguro de darles tierras. Y yo sostengo que este camino es quitar a las legislaturas de los Estados y a los gobernadores, siempre sujetos a la influencia capitalista, este derecho de intervenir en asuntos de tierras.
El compañero Martínez de Escobar, muy lejos de ser un hombre muy tonto, es un hombre de grandes intuiciones; el compañero Martínez de Escobar en su juventud ardiente, esplendorosa, descubre una verdad a medias, y nos dice: "No hay soberanía de los Estados, sino de los gobiernos." Y yo, más viejo en esto, más ducho en esto, no con pretensiones - yo me inclino ante la intuición y ante las dotes oratorias del señor Martínez de Escobar; una de las pocas cualidades mías es la de no ser envidioso -, digo a usted, compañero, que no completó su pensamiento: la famosa soberanía de los Estados no es, en el fondo, más que la soberanía que la Constitución de 57, siempre torpe y siempre ingenua, concedió a las burocracias locales; burocracias locales, los grupos burocráticos de los Estados, es decir: los sinvergüenzas de los diputados locales y el no menos sinvergüenza del Gobierno local - hablo en términos generales, por supuesto, en términos de una generalidad aplastante -. Aquí, en nuestro país, habrá uno, dos o tres gobernadores de los Estados que no se venden a los ricos; la excepción confirma la regla, la excepción está en Yucatán; allí es al revés, allí el dinero está en manos del Partido Socialista, y qué bueno que esté; ojalá, señores, que aquí, en la capital de la República, los socialistas tuviéramos dineros bastantes para manejar toda la prensa, que la prensa no la pagaran los anunciantes de los periódicos, que no la pagaran "Las Fábricas Universales", "El Palacio de Hierro", en fin, todo ese grupo de barcelonetes, todo ese grupo de comerciantes, que son los que manejan la prensa de la capital. Ojalá, yo les juro a ustedes que yo, hombre honrado, desearía con toda mi alma que se diera al proletariado de México diez o veinte millones de pesos para que manejase la prensa de la capital, para ganar las elecciones e impedir que las ganaran los latifundistas; yo por eso gozo cuando se le dice al Partido Socialista de Yucatán: tú tienes dinero; qué fortuna y qué envidia de los socialistas de aquí, que no tenemos ni para pagar un mal periódico. (Aplausos.)
Me salgo de mi tema, señores, porque la verdad mi cabeza casi, casi, casi fue como el volcán que nos apuntó respecto de la suya el señor Martínez de Escobar Rafael. Yo no he perdido el sueño, pero cuando despierto, ¡pues caramba!, parece que estoy desequilibrado; pero el desequilibrio me viene del desequilibrio de los miembros de la Asamblea que tomaron parte en este debate; de manera que tengo que vaciar toda mi sensatez sobre esta Asamblea. Ahora sí voy a entrar, protesto hacer un esfuerzo para entrar a los hechos. Voy a demostrar con hechos prácticos, tomando un caso típico, el caso del Estado de México, de qué manera los latifundistas logran apoderarse de ese personaje mezquino, microscópico, pequeño, que se llama gobernador del Estado y de esos diputadillos de provincia; van a ser hechos desnudos. Nosotros, los zapatistas, nosotros, los convencionistas, señores diputados, logramos hacer muy poco en la capital de la República en materia de agrarismo, y algo en ciertos distritos; pero la fuerza de los acontecimientos, el éxito de las armas constitucionalistas nos arroja a Toluca, y allí me encontré un espectáculo que nunca había visto en mi vida: los hacendados manejando absolutamente toda la máquina social, administrativa y política, hasta en sus menores detalles. No habíamos llegado a Toluca, cuando ya me había dado cuenta de que el gobernador, Gustavo Baz, estaba vendido, así como suena, vendido a los latifundistas. Va Pacheco, nuestro ministro de la Guerra, y compran los latifundistas a Pacheco: cuatro o cinco mil cargas de maíz le daba, mes a mes, me parece que la hacienda de Barbabosa; un jugador que había allí, perteneciente a la familia Pliego, obtenía el permiso para el juego, pagando creo que dos o tres mil pesos mensuales al general Pacheco. Total: que en toda mi vida he pasado los sustos que en Toluca, en donde me trató de asesinar Pacheco, me trataron de asesinar (Voces: ¡Zapata!) no sé si el gobernador o los achichincles del gobernador. ¡El desastre! Yo allí viví en una atmósfera de tragedia perenne. Con qué comprado el gobernador y comprado el ministro de la Guerra, absolutamente no se pudo hacer obra agraria, no se pudo hacer obra de reforma; allí está el compañero González y González que lo diga. Concebí yo, desde entonces, la idea de que el Estado de México es uno de los núcleos más poderosos del latifundismo. Pasan los años, viene la revolución constitucionalista y, con asombro veo a Millán haciendo labor agraria, a ese "gendarme" del que hablaba la prensa reaccionaria, que empezó haciendo labor agraria, y mi asombro fue mayor cuando ví junto a él a Andrés Molina Enríquez, a Andrés Molina Enríquez, el viejo agrarista, el autor del Plan de Texcoco, de secretario general de Gobierno en la tierra clásica del latifundismo; me quedé horrorizado; no quería creer lo que veían mis ojos en los periódicos. Pasa un poco de tiempo, y veo la noticia de que Molina Enríquez había sido botado de la Secretaría de Gobierno y que Millán dejaba de ser partidario del agrarismo. Vengo a México y pregunto a Molina Enríquez y me dice: Muy sencillo; los latifundistas se ganaron a Millán. Y vino el asunto de los montes del Agostadero, que es clásico para los que conocen de agrarismo en México, y con motivo de ese asunto, en el cual quiso ser fiel el secretario Molina Enríquez, traicionó a la revolución el gobernador Millán. Vino ese caso, y el secretario Molina Enríquez se opuso a la devolución del Agostadero, y cayó Molina Enríquez, y siguió en pie el latifundismo. Vino el movimiento de Agua Prieta, comienzan gobernadores y más gobernadores, y nosotros, los del Partido Agrarista, empezamos a empujar a los gobernadores, porque es nuestra actuación, para obligarlos a cumplir con la promesa de que restituyesen
las tierras a los pueblos. Aquí voy a consultar mis apuntes, por tratarse de hechos de actualidad. Yo ruego a la Asamblea que, por la impotencia del asunto, me conceda atención y paciencia; creo que este es el asunto que nos trae a la Representación Nacional; creo que para eso, más que para nada, nos han elegido los diez y seis o diez y ocho millones de habitantes de la República, y creo que los compañeros están obligados a hacer un esfuerzo de atención.
Abundio Gómez que, según me dicen, yo no lo conozco, fue buen revolucionario es decir, revolucionario como se entiende ser revolucionario en México, de esos hombres que se levantaron por el Plan de San Luis, o por el Plan de Guadalupe, o el Plan de Agua Prieta, sin saber lo que era el Plan de San Luis, ni lo que era el Plan de Guadalupe, ni lo que era el Plan de Agua Prieta, pero fueron muy valientes, se batieron con la reacción y se creen revolucionarios. Pues bien, este señor fue el magnífico revolucionario, según me han dicho. En ese concepto, comenzamos nosotros a dirgjirle excitativas y, en obsequio de la verdad, comenzó a despachar los asuntos confiados a la Comisión Local Agraria que dependían de la Comisión; nos despachó en un mes y medio o en dos meses, alrededor de ocho o diez expedientes. Contentísimos; pero de repente se paraliza de plano toda la reforma agraria en el Estado de México; pero como allí el Partido Nacional Agrarista por fortuna tenía un agente suyo, un hombre honrado, un hombre revolucionario, el ingeniero José D. Báez, que a la vez era el delegado de la Nacional Agraria, él nos dio la clave del asunto. Comienzan los amparos de los latifundistas por un lado; comienza por otro lado la presión de un jefe del Ejército, que ya falleció y por eso no quiero mencionarlo en esta tribuna. (Voces: ¡Nombre!) Todo el mundo comprenderá quién es. (Voces: ¡Nombre!) Ya murió, no es justo mencionarlo.
Y hubo algo más que la presión de la autoridad judicial y presión del jefe del Ejército: comienza el halago a la vanidad, comienzan los banquetes dados por los españoles, comienzan los banquetes dados por los hacendados y comienza algo más atractivo para la vanidad de los humanos: comienzan los bailes, pero no esos bailecitos a que estamos acostumbrados los bohemios, sino los grandes bailes, los grandes saraos, con mujeres de la aristocracia, escotadas, (Murmullos. Risas.) verdaderos primores, orquídeas, de esas plantas refinadas que produce la aristocracia, y comienzan a vacilar, (Voces: ¡Ah! Risas. Aplausos.) a vacilar los ímpetus (Risas.) revolucionarios del señor don Abundio Gómez y de su digno secretario don Domingo Trueba. Hay que saber que don Domingo Trueba fue barrilete de don Luis Cabrera; de modo que en ese negocio anda bastante ducho. Pues bien; comienza inmediatamente la retractación de hecho del ideal revolucionario y por una causa o por otra comienzan a acumularse expedientes en la Comisión Local Agraria y hay a la fecha doscientos treinta y tantos expedientes atorados, detenidos, empolvados en el archivo que ni con la palanca de Arquímedes los mueve nadie; allí están dormidos y el asunto del Agostadero, el asunto clásico empieza a resolverlo. Quiero, al llegar aquí, precisar hechos, hechos curiosos; en nuestro país no hay la curiosidad por los hechos; yo tuve como maestro a un gran sociólogo burgués, pero que sabía de ciencias de métodos, y ese burgués, apellidado Taine, me enseñó esto: los pequeños hechos dan la clave de los fenómenos sociales. Yo soy amigo de los pequeños hechos; a un hombre lo conozco por un pequeño hecho. Al compañero Martínez de Escobar Rafael lo declaro ingenuo de solemnidad desde del discurso de ayer; me es más, muchísimo más simpático desde ese discurso. Pues bien, vamos a los hechos. Quiero leer los apuntes del partido, comprobados con documentos; aquí traigo la documentación, una pequeñísima parte de la documentación que hay en el Partido Nacional Agrarista; tenemos cerros de quejas:
"Los pueblos de San Jerónimo Acazulco y Santa María Tepezoyuca se quejaron al partido por la explotación que un particular hacía de sus montes, motivando gestión del partido ante el presidente municipal de Ocoyoacac, quién contestó que ha empleado todos los medios posibles y adecuados y enérgicos para evitar las talas, llegando a sorprender infraganti a los culpables, quienes siempre gestionan y obtienen del gobernador del Estado su libertad y exclusión de toda responsabilidad."
Aquí están las pruebas, las tenemos a disposición de todos los diputados aquí y en los archivos del partido; todos estos documentos los tenemos a disposición del señor general don Abundio Gómez, del señor licenciado Domingo Trueba y a disposición del señor Espinosa, especialmente. Los mismos pueblos se quejan de que el Gobierno ha resuelto en su contra su solicitud. Segundo caso:
"Lograda resolución favorable para el pueblo de San Pedro Tultepec, un licenciado Nieto, que actualmente funge como secretario de Gobierno, personalmente recogió el presidente de la Comisión Local Agraria el expediente y modificó el acuerdo favorable, dictándolo en sentido desfavorable."
En el asunto del Agostadero se estuvo haciendo la tala de esos montes a ese infeliz pueblo, que iba desesperado dos o tres veces a la semana a quejarse, estuvo haciéndose esa tala despiadadamente durante siete y ocho meses y las órdenes repetidas de la Comisión Nacional Agraria y la orden directa del ministro Villareal, todo era inútil. ¿Saben ustedes cuándo fuimos a obtener la resolución para evitar, para suspender la destrucción del monte? ¿saben ustedes cuándo? Cuando ya el monte estaba totalmente destruído. Pero no es esto todo, señores; los presidentes municipales en ese Estado, en ese infeliz Estado de México, digno de nuestra consideración, digno de nuestro cariño, de nuestro cuidado y de nuestra salvaguardia por estar formado en su inmensa mayoría por raza indígena, los presidentes municipales - y aquí me dirijo a los señores diputados del Estado de México, hay varios -, los presidentes municipales, sin faltar uno sólo, han sido puestos de acuerdo con los hacendados, o, mejor dicho, impuestos por los hacendados; es cierto. Yo ruego a todos los señores diputados que estén de acuerdo con mi manera de sentir, que se levanten. (Se ponen de pie varios ciudadanos diputados.) Tras de ese escándalo, señores diputados, hay un pueblo cuyo nombre voy a dar en este momento, cuyo presidente municipal es un español. Ese súbdito español se llama Usandizaga. ¡Y esto se hace a la
sombra de un Gobierno que se llama revolucionario! ¡Y esto lo hace Abundio Gómez, el revolucionario integérrimo de hace poco, un hombre que todos los revolucionarios recomiendan! (Voces: ¡Es candidato!) En el Estado de México, señores, se llega a este escándalo: los peones, los jornaleros, ganan diez y ocho centavos diarios...
El C. Colón, interrumpiendo: ¡Y son fusilados!
- El C. Díaz Soto y Gama, continuando:... y son fusilados muchos de ellos. Voy a leer en estos momentos las quejas de un zapatista que no puede volver a su pueblo porque está amenazado de muerte, de Andrés Camacho. Pueden recoger su testimonio cualquiera de los compañeros a la hora que lo quieran, en el momento que lo quieran. Apoyado por el latifundismo, hay que ser claros...
El C. Zubaran, interrumpiendo: Ahijado de don Plutarco; aquí hay diputados del Estado de México que pueden decirlo.
El C. Colón: Yo soy testigo de muchas cosas.
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Se quejan de que la hacienda de San Bartolo, propiedad de la señora Javiera Pliego, se ha robado, como de costumbre los ejidos de San Pablo, de San Juan Xoconusco y demás pueblos de los municipios de San José de Allende y de Ascensión, del Valle de Bravo, y explican que los latifundistas para poder mantener sus usurpaciones acuden a todos los medios y uno de los medios es imponer autoridades municipales y explican:
"...para poder ocultar sus atentados en contra de la clase campesina, de sacar o imponer sus ayuntamientos, tanto en la cabecera de San José de Allende como en la Asunción Malacatepec. Consecuencia de estos manejos en la actualidad tenemos en el Ayuntamiento de la Asunción a un español, como en efecto lo es el C. Alberto Usundizaga, hermano de Antonio del mismo apellido, y que, el año pasado ocupó también, indebidamente, la Presidencia Municipal.
" De manera que una dinastía de españoles regentea los destinos de esta municipalidad.
"Como nosotros - dicen los indígenas -, al estallar el movimiento revolucionario estuvimos con las armas en la mano para defender, o al menos buscar nuestros derechos pisoteados, estos señores, ahora que se presenta la oportunidad de que les reclamemos lo que les pertenece, se han enfrentado en contra nuestra, al grado de tenernos en unas listas para ser sacrificados si insistimos en nuestras peticiones de tierra y aguas."
Yo suplico al compañero Colón que me diga de cuántos asesinatos así aproximadamente tiene noticias, cometidos por las autoridades en conveniencia con los hacendados.
El C. Colón: Con todo gusto voy a obsequiar los deseos de usted. En el Distrito de Temaxcaltepec existe un jefe de voluntarios cuyo nombre me da asco pronunciar.... (Voces: ¡Nombre !¡Nombre!) por que ha traficado, si es que tiene dignidad, con todos los partidos. Hace pocos días a media noche sacó a dos individuos con el pretexto de pedirles auxilio, los ha encerrado en un pueblo y la pobre madre lo mismo que la esposa de los detenidos fueron siguiéndolos y suplicándole que no los matara. Pues bien, estuvieron estos individuos cuarenta y ocho horas sin probar alimento y la pobre esposa lo mismo que la pobre madre estaban en la puerta de la prisión llorando por que temían que de un momento a otro serían sacados. Al día siguiente a las cinco de la mañana entró este bandido Rómulo Albarrán y les dijo: Favor de quitarse esos sarapitos para dejarlos a sus señoras por que ya nos vamos de viaje; y el viaje fue llevarlos a pocos metros de la población de Real de Arriba y allí, después de haberlos fusilado, los mandó colgar y para que la pobre madre y la pobre esposa no fueran siguiendo a este bandido, las mandó a encerrar seis horas y después les dijo a sus hombres: " ¡Déjenlas que vayan a ver lo que hay adelante!" Son dos asesinatos. Hace aproximadamente quince días - por que a eso fui solamente a Temaxcaltepec -, en el Monte de las Cruces, que pertenece al gran latifundista Antonio Riba y Cervantes, fueron también asesinados tres hermanos. Es cierto que cometieron un delito del orden común, pero aquél, para espantarlos, los mandó colgar. (Risas. Voces: ¡Ah!) Un momento. Así lo ha dicho: "Para espantarlos los voy a colgar". Cerca de ese lugar existen dos pueblos que hace tiempo tienen una cuestión pendiente con el dueño de la hacienda de la Gavia y estos pueblos no pueden comenzar, no pueden, mejor dicho, seguir el trámite de estos expedientes, porque desgraciadamente sobre ellos pesa la preeminencia del capitán Rómulo Albarrán, jefe de voluntarios de Temaxcaltepec, que también los ha amenazado de muerte. Esta es la verdad de las cosas, y hace aproximadamente dos años que yo también patrociné a un pueblo, Huachipilco, y el representante fue villanamente asesinado por un teniente, Antonio Mejía, que todavía existe en Tlalmanalco comprado por el dueño de la hacienda del Moral; eso es público y notorio; al asesino se pasea, y la pobre víctima, mejor dicho, la familia de la pobre víctima hace mucho tiempo que está pidiendo justicia en la Federación y hasta ahora no ha sido escuchada. Yo he presentado acusación en contra del capitán Rómulo Albarrán y verbalmente le he dicho al señor presidente lo que es este individuo y él me ha ofrecido que pronto se hará justicia; así lo espero yo.
El C. Díaz Soto y Gama: Gracias, compañero. Continúo. Pues bien, señores, estos hechos que con una ingenuidad que demuestra evidente sinceridad nos ha relatado el compañero, no vayan a creer ustedes que son hechos excepcionales; estos hechos forman la regla general en el Estado de México. En el Estado de México, señores diputados, los hacendados, lo mismo que en otros Estados, en vez de haber sido hasta aquí perjudicados por la revolución , se han vistos fortalecidos en su posición, porque si antes los hacendados disponían de la influencia económica, de la presión económica, de la influencia política haciendo que se nombraran autoridades, etcétera, si antes sus medios de coacción eran indirectas, hoy merced a nuestros trastornos interiores han conseguido disponer y disponen de medios de coacción directos, es decir, los hacendados tienen hoy en algunas partes verdaderas mesnadas, como las mesnadas de los señores feudales, es decir, grupos de hombres armados que ellos manejan y pagan y que les sirven para ejecutar sus crímenes en las personas de los pobres peones que se atreven a pedir tierras. ¿Es cierto o no
es cierto que en muchos de esos grupos de voluntarios organizados en la época infausta del carrancismo, es cierto o no que muchos tiene por jefes a los propios administradores de las haciendas? (Voces: ¡Es cierto!) Ahora ruego al compañero Solórzano, que por su entusiasmo juvenil está al tanto de la política de su Estado, me diga: ¿Es cierto o no que esas autoridades municipales que cometen el crimen de vender a sus hermanos y de traicionarlos convirtiéndose en cómplices de los hacendados, es cierto o no es cierto que esas autoridades municipales han sido puestas y están sostenidas por el gobernador Abundio Gómez y su sucesor impuesto por él, Campos Mena, y si es cierto también que este señor Abundio Gómez y este Señor Campos Mena tienen ligas visibles, ligas indudables, ligas ostensibles con los hacendados? Yo le ruego al compañero Solórzano que para ilustración de esta Asamblea, que necesita saber cómo los gobiernos de los Estados son manejados admirablemente por los hacendados, cómo los gobiernos de los Estados se venden como marranos a los latifundistas, yo quiero que el compañero Solórzano explique ampliamente todos los hechos que conozca y que vengan a demostrar estos dos puntos: el gobernador apoyando y nombrando a esos presidentes municipales, y las ligas que hay entre los hacendados - muchos de ellos españoles - y el Gobierno del Estado de México. Con permiso de la Presidencia.
El C. Solórzano José Luis: Honorable Asamblea: Efectivamente, como ha dicho el señor licenciado Soto y Gama, la casi totalidad de los presidentes municipales del Estado de México, y no solamente los presidentes municipales, sino todos los miembros integrantes de todos los ayuntamientos de la misma Entidad, tienen un origen imposicionista. A raíz del triunfo del movimiento obregonista, en mayo del año próximo pasado, el Gobierno provisional nombrado por el general Obregón disolvió la mayor parte de los ayuntamientos del Estado, estimando que aunque de un modo aparente habían tenido su origen en una elección, es decir, que aunque aparentemente eran ayuntamientos constitucionales, la mayor parte de ellos habían reconocido como origen una imposición gobiernista, con objeto de preparar la imposición de la candidatura presidencial de Bonillas. En esas condiciones se convocó a un plebiscito, imperfecto si se quiere, pero que de todos modos daba una idea del sentir general de cada uno de los habitantes de los municipios, a fin de integrar consejos municipales que duraran en el desempeño de sus funciones todo el tiempo que faltaba para terminar el periodo constitucional de 1920. En esas condiciones llegó, desgraciadamente para nuestro infortunado Estado, al poder el llamado general Abundio Gómez, quién disolvió por la fuerza esos ayuntamientos, substituyéndolos por individuos que tienen una reconocida filiación reaccionaria por haber sido todos ellos mílites en la época del general Díaz y en la época de Huerta. Posteriormente, ya con ocasión del funcionamiento normal de esos mismos ayuntamientos, es decir, de las elecciones constitucionales para ayuntamientos constitucionales del presente año de 1921 y su pretexto de que no existía en el Estado la Legislatura que conforme a la Constitución local del Estado tiene facultades de revisar los fallos de las juntas computadoras, dio un decreto que merece más bien el nombre de úkase, según el cual no existiendo más Poder en el Estado que el Poder Ejecutivo, se arrogaba por medio de tres personas de su confianza, tres personas de la ciudad de Toluca, la facultad de revisar los fallos de las juntas computadoras de todas las elecciones municipales del Estado. En estas condiciones y y de un modo invariable se dio el triunfo a las planillas derrotadas, siempre con el compromiso previo, que muchas veces se arrancaba por escrito, de sostener la candidatura del huertista Manuel Campos Mena, que hoy protege una sangrienta farsa electoral en el Estado de México, para devolverle nuevamente el día 3 de julio el poder al robavacas de la revolución, Abundio Gómez. El descaro de la comisión de personas decentes por su posición social, que son las más bajas en su vida privada desde sus ancestros hasta nuestros días, de la ciudad de Toluca llegó hasta este capítulo: que habiendo jugado en la municipalidad H. las planillas A. B. C., se daba el triunfo a una cuarta planilla imaginaria que no había jugado en las elecciones porque según el sentir del secretario general de Gobierno, Domingo S. Trueba, reo de peculado por haber estafado al Ayuntamiento de Tacuba, ninguna de las personas que integraban las tres planillas daban garantías a los propósitos del Gobierno. Esta es la contestación que doy a la interpelación del señor Soto y Gama en su primera parte.
El C. Díaz Soto y Gama: Quiero que me conteste usted concretamente las ligas que tiene con los hacendados el señor Abundio Gómez y el señor Campos Mena, es decir, una enumeración rápida, pintoresca, como tiene que ser en labios de usted, de los banquetes, saraos, etcétera, es muy ilustrativa, voy a explicar a la Asamblea por qué: Dije, y dije mal, que los Gobernadores de los Estados se venden como marranos. No, los Gobernadores de los Estados, y no sólo ellos, los revolucionarios claudican miserablemente de su espíritu revolucionario y van a mendigar aplausos a la reacción. ¿Saben por qué? Por el más vergonzoso de los defectos que puede tener un hombre, por un defecto que es de mujer: por la vanidad. La vanidad, el deseo de quedar bien de un pobre plebeyo a quien la revolución ha levantado, con los de arriba, de recibir un saludo de don fulano de tal, de pasearse del brazo de la hija de don mengano y de recibir sonrisas de la esposa de don zutano o de la cuñada del hacendado mengano, etcétera, por esa triste y miserable vanidad, por eso de los banquetes, por eso de los festines, por eso de los bailes, por eso de las ridículas fiestas sociales, por eso se venden: por una sonrisa, por un saludo, por una mujer hermosa. ¡Esto es vergonzoso! Es preciso que esta Asamblea lo conozca y que se conozcan hechos superficiales; es claro que no vamos a atentar contra el honor de las familias, ni me consta; pero sí el flirteo, siquiera que se vea el esfuerzo de los hacendados para meterle por los ojos al jefe de la guarnición o al gobernador, bien a la esposa, bien a la hija o bien a su cuñada. (Aplausos.) ¿Quiénes han dado esos banquetes?
El C. Solórzano José Luis: Voy a contestar, según mi criterio, refiriéndome a un asunto de más trascendencia que los detalles.
El C. Díaz Soto y Gama: Si tiene usted el valor civil, contésteme; pero si se lo impiden sus relaciones amistosas con la sociedad de Toluca, entonces no. Si usted teme no ser saludado mañana, por ejemplo, por los Casanova, entonces no diga nada.
El C. Solórzano José Luis: Ese incentivo con que quiere estimularme el ciudadano Soto y Gama no tiene razón de ser, puesto que en su presencia y en presencia de los miembros interesados, en el local del Partido Agrarista he tenido el gusto de decir lo que en castellano se puede decir.
El C. Díaz Soto y Gama: Pues favor de repetirlo aquí.
El C. Solórzano José Luis: La mayor parte de los que están es esta Cámara, como no son diputados por el Estado de México, para ellos no tendría interés el detalle. (Voces: ¡Sí!)
El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: Eso se llama una concesión a la sociedad de Toluca.
El C. Solórzano José Luis, continuando: Voy a referirme a la composición del Congreso espurio instalado en la ciudad de Toluca. El Congreso espurio instalado en la ciudad de Toluca, en el local oficial, por cuya poderosísima razón fue reconocido por un ídolo del señor licenciado Soto y Gama, el actual ministro de Gobernación, ese Congreso que está instalado allí, está compuesto, a excepción hecha de dos o tres personas anodinas, completamente incoloras en política, y que por la presión formidable que ejerció la mayoría abrumadora que está con ellos, por individuos que fueron los directores de la cosa pública en esa Entidad en la época del General Díaz, bajo el gobierno de sátrapas de Vicente Villada y Fernando González, bajo el régimen de Huerta principalmente, cuando la gestión gubernativa de los gobernadores militares impuestos por el mismo presidente Huerta, y me refiero a los generales gobernadores José Refugio Velasco y Beltrán, forman parte de esa pseudo Legislatura cuatro individuos que fueron diputados o pseudo diputados, mejor dicho, al Congreso espurio formado por Huerta después de la disolución de la cámara renovadora, cuando se trató de formar la segunda llamada XXVI Legislatura. Yo tuve el gusto estando en la Presidencia Manrique o Martínez de Escobar, de obtener mediante su aquiescencia un certificado de la Oficialía Mayor de la Cámara, donde consta que los cuatro individuos esos habían desempeñado ese cargo. Este certificado lo saqué en unión de mis compañeros del Estado de México con objeto de usarlo como arma de propaganda cuando la campaña electoral de estos mismos individuos.
Por lo que hace a la forma en que el general Gomez ha claudicado, naturalmente tenemos que colocarnos forzosamente en un terreno hipotético, haciendo conjeturas sobre las probables causas por las cuales ha claudicado. Yo creo que aparte de la venalidad proverbial de Domingo S. Trueba, quien desgraciadamente ha logrado tener un ascendiente decisivo en el ánimo del general Abundio Gómez, una de las principales causas que lo han obligado a transar y a refugiarse en brazos de la reacción, ha sido que la sociedad de Toluca, la que se llama en el lenguaje de nuestros cronistas sociales, la élite, la aristocracia rastacueros, descendiente de cocineros y panaderos enriquecidos, esos individuos que se hacen llamar aristócratas, cuando sus fortunas han sido de los peores orígenes, dieron una serie, no de fiestas, no de soirées, sino de verdaderas orgías en las que iban a provocar con los encantos de sus hijas doncellas y con los pudores de sus esposas, el deseo de macho cabrío de Abundio Gómez, oculto en unos pantalones de frac muy mal fajados. Esos aristócratas, como dije, por tal de hacerse nuevamente dueños de la cosa pública, no tuvieron escrúpulos en irse a ofrecer a una situación verdaderamente de aquelarre a los actuales revolucionarios, éstos que después de haber combatido contra las clases plutocráticas de México, estiman como su mayor satisfacción ser agasajados por ellos mismos.
El C. Díaz Soto y Gama: La Comisión no quiere más que desflorar el debate. El compañero Siurob y el que habla nos encargamos de demostrar con hechos abrumadores todo el peligro enorme que hay dejando en manos de esa clase de revolucionarios frágiles, encumbrados a la autoridad de gobernadores o de diputados de una Legislatura local, el depósito sagrado de la cuestión agraria. Lo único que quiero decir es esto: ¿merece respeto la soberanía de los Estados que en último análisis se reduce a la soberanía presupuestaría de un gobernador que claudica ante los reaccionarios, de un diputado que hace lo propio y de un presidente municipal que se convierte en cómplice de los peores crímenes? Tengo cuarenta años, y de ellos veinte de andar en esas cosas; ya no soy partidario de discursos efectistas, ya no busco aplausos, ya no busco oropeles; busco impresionar seriamente la conciencia de mis compañeros, porque aquí venimos, no a lucirnos, sino a decir verdades, no esas verdades que nos sueltan de repente de ciertos bancos, sino verdades fundamentales que interesan al país; y yo invito a mis compañeros a que esas verdades se estudien serenamente y que no se vuelva a dar el escándalo en esta Legislatura, que las comisiones conceptuamos revolucionaria, de estar obstruccionando a cada momento la ley más grande, la ley más santa de la revolución.
El C. Maqueo Castellanos: Una interpelación.
El C. Del Castillo Israel: Señores Compañeros: Mi interpelación al ciudadano Soto y Gama lleva la intención de encauzar el debate. El ciudadano Soto y Gama nos trae allí un fárrago de papeles y quejas que no sé si serán pruebas jurídicamente de hechos...(Siseos.) Suplico que me dejen hablar, con el objeto de demostrar que el Estado de México no se ha hecho labor agrarista. Esto, señores, yo acepto que sea verdad, porque han sido corrompidos los gobernadores de los Estados, las legislaturas de los Estados, y aquí el ciudadano Soto y Gama no va a generalizar que eso ha pasado en toda la República; y ese es el objetivo de su argumentación. Yo le preguntaría al ciudadano Soto y Gama, primero: que me diga quién es el individuo que va a nombrar a la Comisión Nacional Agraria, que va a ser tan inmaculada y tan honrada, primero, y después le preguntaría yo que si esa Comisión no se podrá también sobornar con los bailes de élite y con los dineros de los latifundistas.
El C. Díaz Soto y Gama: La interpelación del compañero me da lugar a contestarle pintorescamente. Por fortuna estoy hablando de un bohemio; todo el aspecto del compañero es de bohemio;
(Risas) de manera que le voy a contestar por el fin. Compañero Israel del Castillo: usted vive en provincia, y quiere figurar, como yo creo que usted quiere porque tiene aspiraciones; usted necesita rendirle a la aristocracia de la localidad por las únicas fiestas que valen la pena, son dadas por la aristocracia de la localidad, y los únicos círculos frecuentables de muchachas hermosas, etcétera, etcétera, son los círculos de la aristocracia o de la pseudo aristocracia o rastacuerismo de la localidad. Pero aquí en México, compañero, aquí en México, hay una serie de círculos; desde los círculos que usted ha frecuentado y que yo también algunas veces he frecuentado, en que no hay nada, absolutamente nada de aristocracia, en que basta tener diez o veinte pesos en la bolsa para votarlos en copas de champagne o de tequila o de aguardiente de Parras, (Risas.) y hay círculos de la clase media, hay círculos de la clase submedia y hay círculos de revolucionarios donde no se necesita claudicar para ser bien recibido, al contrario se dan "posadas" muy hermosas por revolucionarios y se reciben ahí bien, no a los revolucionarios que claudican, sino a los revolucionarios que siguen firmes. Aquí en la capital hay mucha defensa contra la reacción; aquí puede usted escoger el círculo entre los anarquistas. ¿Quiere el compañero que le presente a los anarquistas, en lo privado, para evitar la denuncia a la policía? (Risas.) Hay círculos de bolcheviques, hay círculos de comunistas, hay círculos de partidarios del amor libre. Quizá el compañero pertenezca a alguno de ellos. (Risas.) Hay círculos de revolucionarios moderados, hay todo aquí en México, no necesita usted venderse. De manera que le contesto por el fin; voy a seguir después contestando su pregunta. ¿Que por quién serán nombrados los miembros de la Comisión Nacional Agraria? Lo dice el dictamen.
El C. Del Castillo Israel: ¿Cuál es el artículo?
El C. Díaz Soto y Gama: El artículo 11 dice así:
"El nombramiento de los miembros de la Comisión Nacional Agraria deberá ser sometido a la ratificación de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, la cual podrá también decretar su cese por el voto de las dos terceras partes de los miembros de dicha Cámara."
¿Necesita el compañero que le explique este artículo?
El C. Del Castillo Israel: No, señor. ¿Quién hace el nombramiento?
El C. Díaz Soto y Gama: ¡Pues, hombre, el Ejecutivo! ¿Qué a usted le parece que también el Ejecutivo es reaccionario?
El C. Del Castillo Israel: En este caso, ¡Quién sabe!
El C. Díaz Soto y Gama: Bueno; pues si usted cree que en este caso el Ejecutivo es reaccionario; si ese Ejecutivo nos propone a un miembro de la Comisión Nacional Agraria que no preste garantías, no ratificaremos la designación.
El C. Del Castillo Israel: Pero la ley no dice claramente quién nombra esa Comisión.
El C. Siurob: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Siurob: La Comisión no ha creído necesario en este caso decir que ya, conforme a la Ley de 6 de enero, el Ejecutivo tiene facultades para nombrar a la Comisión Nacional Agraria; ha dado más facultades a una Comisión ya nombrada por el Ejecutivo conforme a la ley. ¿Qué más quiere conocer el compañero?
El C. Altamirano: ¡Que el ciudadano del Castillo no siga encauzando el debate!
El C. Del Castillo Israel: Repito que la ley no dice quién debe nombrar a la Comisión Nacional Agraria. La ley debe ser clara y terminante.
El C. Altamirano: ¡Moción de orden! que no siga la discusión sobre el artículo 11, porque eso será motivo de un debate posterior.
El C. Díaz Soto y Gama: Sigo en el uso de la palabra. A la Comisión le conviene mucho que los compañeros de la Cámara que no conocen absolutamente nada de la ley, vayan siendo poco a poco ilustrados por la Comisión. La Comisión, en este caso, viene hacer, respecto a gran número de compañeros, papel de dómine, no de dómine pedante, sino de dómine modesto, de dómine complaciente. Estamos dispuestos a dar clases de agrarismo hasta donde nuestras facultades nos lo permitan, a los compañeros que no conocen nada de agrarismo; eso es para nosotros un placer. De manera que, en este caso, no será clase de agrarismo, será clase de Constitución o Derecho Constitucional. Si abre el compañero Israel del Castillo una Constitución General de la República, encontrará un artículo que dice, más o menos: son facultades del Ejecutivo de la Unión, el Presidente de la República, I, II, III, me parece que el I: nombrar y remover libremente a los empleados, etcétera. De manera que, conforme a la Constitución, no va a nombrar los empleados administrativos ni el Compañero Israel del Castillo, a pesar de ser diputado, ni la Suprema Corte de Justicia, ni un Juez de Distrito, sino el Ejecutivo de la Unión. No hay ninguna ley que autorice hasta hoy a las Cámaras para nombrar empleados, compañero.
El C. Del Castillo Israel: Pero estamos hablando de esa Comisión. (Siseos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Son empleados, compañero, son funcionarios. El artículo 89 de la Constitución General de la República aprobada en Querétaro en 1917, dice:
"Las facultades y obligaciones del presidente son las siguientes:
"Fracción II. Nombrar y remover libremente a los secretarios del Despacho, al procurador general de la República, al gobernador del Distrito Federal y a los Gobernadores de los territorios, al procurador general de Justicia del Distrito Federal y Territorios, remover a los agentes diplomáticos y empleados superiores de Hacienda y nombrar y remover libremente a los demás empleados de la Unión, cuyo nombramiento o remoción no esté determinada de otro modo en la Constitución o en las leyes."
El C. Del Castillo Israel: Pero no se dice en la ley.
El C. Díaz Soto y Gama: Per me laboras. Pues como aquí no se determina en esta ley , se aplica el artículo 89.
El C. Del Castillo Israel: Pero que se precise en la ley. (Siseos.)
El C. Díaz Soto y Gama: ¿O qué, quiere el compañero venir a proponer que el Poder Judicial, que la Suprema Corte de Justicia, nombre a los miembros de la Nacional Agraria? Nos complaceríamos infinito en oír esa proposición. ¿Usted se atreve a proponerlo? Porque hasta ahora nadie lo ha propuesto.
El C. Del Castillo Israel: No ha contestado usted a mi interpelación. (Siseos Voces: ¡Cállate!)
El C. presidente: Se llama al orden al ciudadano Del Castillo, porque no está a discusión el artículo 11.
El C. Del Castillo Israel: No me ha contestado mi interpelación. (Siseos.)
El C. Maqueo Castellanos: ¿Me permite usted una interpelación? Usted se refirió en términos generales a que todos los gobernadores de los Estados podrían ser comprados por los latifundistas. Yo quiero que usted tenga la bondad, primero, de decirme si cree que el ciudadano gobernador del Estado de Jalisco sea capaz de venderse a los latifundistas.
El C. Manrique: Si cree lo mismo respecto del gobernador de Oaxaca.
El C. Maqueo Castellanos: Estoy hablando únicamente por lo que ve a una parte del Estado que represento. ¿Cree el ciudadano Díaz Soto y Gama que el ciudadano Vadillo, gobernador constitucional del Estado de Jalisco, sea capaz de venderse a los latifundistas? Después haré otras dos preguntas.
El C. Díaz Soto y Gama: Al compañero lo he calificado cariñosamente de campirano.....
El C. Maqueo Castellanos: De criterio cuadrado.
El C. Díaz Soto y Gama: No, campirano ladino. No necesito, para sostener mi tesis de que los gobiernos de los Estados están sujetos por razón natural, a la hipótesis de sumisión ante el poder económico de los latifundistas, atacar a Vadillo. Primero, no podemos dar leyes previendo el caso, dando por hecho el caso de que todos los gobiernos de los Estados van a estar regidos por el ciudadano Vadillo o personas análogas; las leyes se dan para casos generales y no para particulares. No podemos dar una ley diciendo: en atención a que el compañero Vadillo es hombre honrado y sumamente revolucionario, se le permitirá que ejercite la soberanía del Estado de Jalisco en materia agraria. ¡No es posible! Segunda respuesta relativa a Jalisco. ¿Se ha dado usted cuenta de que en la Legislatura de su Estado hay muchos diputados manejados por latifundistas? Si no se ha dado cuenta, yo se lo explicaré. En esa legislatura le ha costado mucho trabajo al ciudadano Vadillo hacer que se expida una ley con que aumentaba el personal de los ingenieros independientes de la Comisión Nacional Agraria o de los anexos a esa Comisión. De manera que cuando no es el gobernador el que está manejado por los latifundistas, son los diputados, y cuando no, los magistrados, que es lo más, horroroso, y cuando, son los jueces. ¿Usted cree en la honradez de los jueces de la República en general?
El C. Maqueo Castellanos: No, señor.
El C. Díaz Soto y Gama: Pues esos jueces tienen que aplicar la Ley Agraria, ¿y a dónde iríamos a dar? Voy a referirle este hecho: los caballeros de Colón, en Morelia, se han ganado a muchos militares de la guarnición, por el procedimiento de los bailes, de las fiestas, etcétera, y hoy tenemos los agraristas una inmensa dificultad para lograr lo que no se ha logrado, que se haga justicia en asesinatos cometidos por fuerzas federales; ha habido necesidad de llamar al jefe de la guarnición y de mandar comunicaciones sobre comunicaciones al general Estrada, y el general Estrada ha tenido necesidad de anunciar un viaje a Michoacán y es tal el poder de las faldas, compañero, y tal el poder de la vanidad sobre los humanos, que no se puede desenredar el asunto agrario de Michoacán, por culpa de esa maleabilidad de los revolucionarios en el ambiente provinciano. Hoy veía yo un primoroso artículo de "El Heraldo de México", en que se habla de una cosa enteramente conocida: la mezquindad del criterio provinciano; cuanto es provinciano, es estrecho por naturaleza. Si en provincia no vive uno sino para pequeñísima vanidad local; si ahí todo el chiste está en figurar. En mi tierra, los que no pueden figurar de otro modo, han formado un centro taurino, y a ese centro taurino van los jóvenes de la localidad. ¿Para qué llegamos a estas menudencias de novela de costumbres? Si estamos en México y debemos darnos cuenta de lo que es nuestro país.
El C. Maqueo Castellanos: Voy a la otra, compañero. ¿Las comisiones Agrarias conocen la superficie territorial del Estado de Jalisco? ¿Saben ustedes.....?
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Cuáles comisiones?
El C. Maqueo Castellanos: Las comisiones Agrarias.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿La Nacional?
El C. Maqueo Castellanos: No, señor, las comisiones de aquí, las que están formando el proyecto. ¿Qué, conocen la superficie territorial del Estado de Jalisco? ¿Qué conocen, cómo está dividida esa propiedad? ¿Saben el valor de ella en cada municipalidad? ¿Han tomado en cuenta las vías de comunicación, la distancia del centro, etcétera, etcétera, para poder legislar para toda la República? Yo no quiero distraer la atención de la Asamblea refiriéndome a otros distintos Estados, sino únicamente al Estado que tengo el honor de representar.
El C. Díaz Soto y Gama: Vuelvo a decir que para la Comisión es excesivamente útil esta clase de interpelaciones. Es tal el descuido de los señores diputados para enterarse de las leyes que están a discusión, y especialmente de esta Ley Agraria, que el compañero no se ha dado cuenta de que la respuesta a su objeción está en la ley, en ese artículo que escuece tanto al compañero Espinosa, que no ha podido entrarle. ¿Saben ustedes cuál es el busilis de la ley, es decir, el mérito, el único mérito que tiene? Es la definición que está en el artículo. Se lo voy a leer a usted rápidamente.
El C. Maqueo Castellanos: Ya lo conozco.
El C. Díaz Soto y Gama: Bueno; pues le voy a dar a usted idea de la ley. Precisamente considerando todo eso que nosotros llamamos complejidad de factores, ¿no es así, compañero?, los fenómenos sociales son complejos; pues como son muy complejos, no quisimos cometer la barbaridad en una ley Agraria, de establecer una tarifa, es decir: no quisimos dar la definición aritmética o matemática de
latifundio; dimos la definición orgánica, la definición viva, la definición debida, como dijo admirablemente bien el único de los diputados que hasta ahora ha manifestado que conoce, que se ha dado cuenta del espíritu de esta ley, que es el doctor De Alba. La definición orgánica de latifundio consiste en esto: en vista de que son tan complejos los factores que deben tomarse en cuenta para definir si un predio es latifundio, ya que hay que tomar en cuenta las vías de comunicación, la población que sea nutrida o escasa, la calidad de las tierras y sus condiciones de irrigación; la altura sobre el nivel del mar, es decir: si el clima es tropical, templado o frío; el régimen meteorológico de la región, es decir: la cuestión de las lluvias; la ubicación de la finca con relación a los centros de población, la abundancia o escasez de brazos y el tipo medio del jornal; la falta de cultivo en todo o en parte; los procedimientos primitivos o modernos, etcétera; la Comisión no ha hecho la barbaridad que habíamos hecho hasta aquí los revolucionarios, y por eso esta ley es calificada de peligrosa. Sí, es sumamente peligrosa, no sólo para los diputados, como decía el ciudadano Manrique, que corren el riesgo de no ser reelectos, sino también es exageradamente peligrosa para los latifundistas, y voy a decir por qué. Si hubiésemos propuesto una ley sin meditación, que no pueda aplicarse, seguramente que los primeros en defenderla serían los defensores conscientes o inconscientes de los latifundistas; pero como se he puesto de manifiesto que es una ley aplicable, por eso la han combatido y por eso se ha dicho a los tontos, que los debe haber en la Cámara, y no es alusión a usted, ciudadano Maqueo Castellanos: ¡hombre, qué ley tan reaccionaria han dado Siurob y Soto y Gama; ya están vendidos a la reacción! Pues no, todo lo que tiene esta ley, es no ser reaccionaria; es aplicable, y sepan los compañeros que a la Comisión no le importa que sea reprobado el artículo 1o. transitorio, porque la ley es tan buena, de tal manera se impone por su efectividad, que estos Estados se verán obligados a aceptarla, los que no hayan legislado sobre la materia. La Comisión tiene tal fe en los preceptos que propone, que tiene la seguridad de que muchos Estados van a aceptar la ley. De manera, compañero, que contesto a usted lo que preguntaba, en esta forma: La Comisión ha tenido en cuenta la imposibilidad de que haya ninguna autoridad que conozca todos los detalles que usted dice y otros que se le escapan. Por eso ha definido el latifundio como debía definirlo, estudiando, fijándose en la serie de factores que debe tener en cuenta una comisión técnica, fíjese usted bien, no un ejecutivo que se deja influenciar por una conversación de un latifundista o por cuestiones políticas; no, una comisión técnica, como la Nacional Agraria, que está todo el día sobre los asuntos agrarios, es la que estudia los factores. Si el compañero Serrano se despojara un poco de sus prevenciones contra esta la ley, el compañero Serrano debería venir a hacer el panegírico de este artículo 4o. de la ley, del artículo del que estamos orgullosos, porque ese artículo forma la médula de la ley.
El C. Maqueo Castellanos: ¿Me permite usted la última interpelación? (Voces: ¡Ya! ¡Ya!)
El C. Díaz Soto y Gama: Bueno.....
El C. Maqueo Castellanos : Es la última, señores, dije que iba a hacer tres preguntas; ya hice dos, me falta la tercera. La inmoralidad a que usted se refiere en los Estados, ¿no cree que ha existido y puede existir y durante el pleno periodo revolucionario ha estado existiendo en el Distrito Federal? Usted sabe perfectamente bien, por que se lo he dicho, que en las goteras de la capital de la República hay un individuo que es el peor de los latifundistas de toda la República, que ha absorbido los ejidos, las pequeñas propiedades de ocho pueblos, que los ha despojado, que hay parcelas de terreno de más de cincuenta mil metros cuadrados que se las ha cogido por la irrisoria suma de cincuenta centavos. Y no es esto lo único: tengo los documentos sacados del Catastro...... (Voces: ¿Quién es?) Este individuo despojó a 593 pequeños terratenientes; lo sabe la Comisión Nacional Agraria. Han ido los indios a solicitar la restitución de sus ejidos; pero como este ciudadano es un hombre que tiene más de seis millones de pesos, yo no sé cómo habrá hecho, ni seré yo el que lance ningún cargo concreto sobre la honorabilidad de algunos de los señores miembros de la Comisión; pero en tesis general, no han podido los indígenas recuperar sus terrenos. Este individuo, desde hace muchos años, más de veinte años....... (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) Yo le traeré a ustedes los documentos, cuando tenga el honor de hacer uso de la tribuna para enseñárselos.....(Voces: ¿Cómo se llama?) Sale sobrando que lo diga ahora, es prematuro; tengo los documentos en mi poder y ahora estoy haciendo únicamente interpelaciones al señor Soto y Gama. Quiero saber por qué la Comisión Nacional Agraria no ha protegido aún a esos individuos; deseo saber dónde está el misterio. Seguramente que ese ciudadano ha movido su dinero, ¿en qué forma? No lo sé; pero desde la época porfiriana contaba con grandes influencias políticas; es cuñado de los señores Macedo, es hombre altamente influyente, tiene mucho dinero, y quizá la Comisión Nacional Agraria o quizá usted, que es agrarista y director intelectual de muchos miembros de la Comisión Agraria, sepa por qué no se hace justicia a esos indígenas en plena capital de la República. Y si vamos a decir que los gobernadores se rinden a los latifundistas, tenemos el mismo derecho para decir que aquí, en la capital de la República, hay el mismo peligro, porque está perfectamente demostrado, con lo que acabo de decir, que los miembros de la Comisión Nacional Agraria pueden también venderse, porque no son infalibles y tienen apetito de dinero. (Aplausos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Se me estaba saliendo de los labios la respuesta de fondo a la objeción del compañero Maqueo Castellanos; mi respuesta iba a ser esta: ¡que bueno sería que antes de que un diputado viniese a tomar posesión de su puesto, se diese una asomada a la sociología o psicología, es decir, que supiera siquiera lo que es la psicología de las diversas colectividades del país! Vuelvo a mi tesis. ¿Por qué a los agraristas nos inspiran mayor confianza los funcionarios federales, no impecables, que los funcionarios locales? Esa es toda la pregunta. Se la contesto así: ¿qué no sabe usted que aquí en la capital se encuentran todas las
excelsitudes del país, lo mismo del vicio que de la virtud?
El C. Maqueo Castellanos, interrumpiendo: Aquí están más corrompidos que en los Estados.
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Aquí se encuentran hombres inmaculados y hombres perversos. ¿Usted no sabe, por ejemplo, que haya sido inmaculado Don José María Iglesias, que también lo haya sido Don Sebastián Lerdo de Tejeda y la pléyade de los constituyentes? Pues esos hombres vinieron a la capital, no por casualidad, sino que los elegían los Estados, porque representaban la eminencia, la excelsitud moral, intelectual y política de su localidad. De manera que aquí, aunque sea una vulgaridad, pero es una verdad, es sociología elemental, es sociología práctica, aquí se reúne lo mejor y lo peor del país. De manera que aquí donde están todas las personalidades eminentes en política y en negocios, aquí es donde se puede escoger. Le voy a enumerar a usted, le voy a analizar para comprobarle, por ejemplo, que no tiene razón para dudar de la Comisión Nacional Agraria; le voy a enumerar a usted algunas de las personalidades que forman parte de la Nacional Agraria. Comenzaré por un suriano: general e ingeniero Ángel Barrios; este hombre empezó a ser revolucionario antes de que el apóstol Madero - le digo apóstol por seguir la costumbre, porque para mí no es apóstol -. El señor general e ingeniero Ángel Barrios es revolucionario desde la época de los Magón.
El C. Maqueo Castellanos: Lo sé, señor, conozco a todos.
El C. Díaz Soto y Gama: Es un hombre integérrimo, es un hombre que soportó durante diez años, con un valor estoico, con una heroicidad verdaderamente admirable, todas las penalidades del Sur; es un individuo por quien yo meto en el fuego las dos manos...
El C. Maqueo Castellanos, interrumpiendo: Yo las dos manos y los dos pies. (Risas.)
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: El ingeniero Ángel Barrios, en virtud de la selección que se hizo aquí en la capital por el Gobierno, fue nombrado por el ministro Villarreal, después de consultar a los surianos, con el suriano fulano, con el suriano mengano, con el general Magaña, con el general De la O, con el general X, con el que habla, con los agraristas, después de consultar esto, ¿qué agrarista me dan honrado? Pues el señor ingeniero Ángel Barrios... Es decir, que aquí en la capital que ve usted tan corrompida, hay un hombre honrado que viene de las montañas del Sur. Bueno; pues esas cosas tan sencillas de sociología práctica, de observación cotidiana, las olvida el compañero. Bien, seguiré enumerando: don Andrés Molina Enríquez, quien de tal manera se ha hechado el odio de los latifundistas, aunque quisiera venderse a los latifundistas, no lo aceptaban. Además, ha sido un hombre que ha demostrado su idealismo, anticipándose al Plan de Ayala. ¿Usted duda del licenciado Andrés Molina Enríquez? Ya ve usted cómo hay gente honrada en México. ¿Y por qué se eligió a Molina Enríquez? Porque aquí en la capital están, como le digo a usted, las eminencias de la moralidad, las cumbres y los abismos; aquí hay mujeres de una virtud inmaculada que se resisten a todas las tentaciones, y esto es de más mérito; hay mujeres virtuosas y hay aquí cada prostituta que da miedo. (Risas.) De manera que aquí entre hombres y mujeres hay cumbres y hay abismos. ¿Por qué no entienden esto los señores diputados y por qué no meditan un poco en esto antes de atacar una ley? Voy a seguir enumerando a usted... (Voces: ¡No!) Bueno; pues me comprometo a obligar a la Cámara a que soporte la lista de los miembros de la Comisión Nacional Agraria con su comentario al canto... (Siseos.) Aunque me siseen lo haré con calma. ¡Es claro! Si se ataca a la Comisión Agraria porque dicen que no hay hombres honrados, quiero demostrar a los mexicanos que aunque sean cien o cincuenta hombres, los únicos que son honrados aquí en México, sin embargo los hay. Sería una cosa verdaderamente abominable que no hubiese un solo individuo con la honradez bastante para no dejarse comprar por los hacendados. Aseguro a ustedes que a aunque a mí me descuartizaran, jamás me vendería a esa gente.
El C. Maqueo Castellanos: Una aclaración. Señor licenciado Soto y Gama, en medio de esa inteligencia luminosísima que le es característica, no ha podido usted entender la pregunta concreta de un individuo de pensamiento limitado; no he dudado ni de la Comisión Nacional Agraria, ni del señor general Villarreal, ni del señor Molina Enríquez; lo único que he dicho es que tenga usted la bondad de explicarme por qué no se han dado sus tierras a los individuos a que me referí; una, y luego que si usted cree que no existe la posibilidad de que el oro de un individuo que está repleto de él, pueda conseguir en alguna forma... bueno, yo seré incapaz de lastimar a la Comisión Nacional Agraria, pero como usted es un hombre que conoce perfectamente cómo están los asuntos, quiero que sin citarme tantas teorías, me diga en concreto por qué no se hace justicia.
El C. Díaz Soto y Gama: Es curioso lo que quiere el compañero, que yo conozca los miles de expedientes sobre ejidos que hay en la República. No llega a tanto mi conocimiento en materia agraria; sólo sé decir que me comprometo, si usted lleva al Partido Nacional Agrarista los datos precisos, a sacar ese expediente con éxito, sea de la Comisión Nacional Agraria, donde cree que está, o sea del Gobierno del Distrito. ¿En qué oficina está?
El C. Maqueo Castellanos: En la Nacional Agraria.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Ya resolvió el Gobernador del Distrito?
El C. Maqueo Castellanos: No ha resuelto. Ha resuelto un asunto relativo a uno de los pueblos el Gobierno del Distrito y están en la Nacional Agraria los otros siete, pues son ocho; los otros siete están en el Gobierno del Distrito.
El C. Díaz Soto y Gama: Yo no respondo, señores, en materia agraria...
El C. Siurob, interrumpiendo: Moción de orden.
El C. Díaz Soto y Gama: Yo he visto precisamente eso, señores, el trabajo que cuesta sacar...
El C. Siurob, interrumpiendo: Moción de orden, señor presidente.
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: ...el trabajo que cuesta sacar de manos de la Comisión Local Agraria o del Gobierno del Distrito o del Gobierno de un Estado cualquiera, un expediente
de tierras. Ante el Gobierno del Distrito ha fracasado el Partido Agrarista en un caso de tierras; pero todos los entuertos, todas las vacilaciones de las autoridades inferiores, se remedian con la Nacional Agraria. Yo le contesto a usted esto: yo me comprometo a que un mes después, dos meses a lo sumo, de que lleguen esos expedientes a la Nacional Agraria, yo me comprometo, pero trabajando los dos, usted y yo, yo me comprometo a sacar la resolución favorable.
El C. Maqueo Castellanos: Lo acepto con todo gusto.
El C. Díaz Soto y Gama: Con el Gobierno del Distrito... (Desorden. Campanilla.)
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Moción de orden, señor presidente! He pedido la palabra para hacer una moción de orden, porque con motivo de una ley que no debe interrumpirse ni aun siquiera por este arreglo de asuntos particulares que no van al fondo del debate... (Murmullos. Desorden. Campanilla.) no es justo que se esté gastando el dinero que la nación paga para sostener al Congreso, en esta clase de debates que pueden arreglarse perfectamente entre el compañero que habla y el compañero miembro de la Comisión que está en la tribuna y el ciudadano Maqueo Castellanos, en los pasillos de la Cámara, en su casa o en donde quieran; pero que no se quite el tiempo a la Cámara y a la Comisión. ¿Por qué están tratando asuntos ajenos al asunto a debate? Pido, pues, a la Presidencia que sea enérgica y que cuando algún individuo interpele a la Comisión lo haga concretamente, y que prohiba que se entablen diálogos entre diputado y diputado, pues esto va en contra de la ley, porque están haciendo labor en contra de ella, y nuestro objeto es congregarnos aquí para discutirla Pido a la Presidencia que nos haga el favor de imponerse para evitar pérdidas de tiempo a la nación y de dinero al tesoro público. (Aplausos.)
El C. Montes de Oca: Pido la palabra para interpelación a la Comisión.
El C. presidente: Está a discusión el artículo 1o. transitorio. Tiene la palabra en contra el ciudadano Serrano.
El C. Montes de Oca: Pido la palabra para interpelar a la Comisión.
El C. presidente: Si la Comisión lo acepta. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Tiene obligación!) Tiene la palabra el ciudadano Montes de Oca.
El C. Montes de Oca: Honorable Asamblea: Para llegar a la interpelación que voy a hacer a la Comisión, necesito narrar algunos hechos anteriores. (Voces: ¡Huy! ¡Huy! ¡Que se siente la Comisión! Risas.) Debo manifestar, señores, en primer lugar, que, tanto el señor licenciado Soto y Gama como el manojo de diputados del Estado de México, a excepción del señor licenciado Vicencio, no me inspiran absolutamente ninguna confianza, ni ningún respeto, y lo voy a probar. Son unos despechados, y lo voy a confirmar, ¡sí, despechados! El señor licenciado Soto y Gama está despechado sencillamente porque el Gobierno del Estado de México no pudo ni quiso atender a lo que él quería. Por mi conducto se manifestó a ese Gobierno que se quitara a la Comisión Local Agraria; pero como el Gobierno del Estado de México no es mozo del señor Soto y Gama, no le hizo caso: es por eso que está despechado y por eso también está en contra del general Gómez y del Gobierno actual.
El C. Sánchez Pontón: ¡Moción de orden!
El C. Montes de Oca: Respecto al manojo de diputados, repito que, a excepción del diputado Vicencio, todos están despechados porque perdieron legalmente en las elecciones pasadas para gobernador y diputados.
El C. Manrique: ¿Fuisteis Camposmenista?
El C. Montes de Oca: No fui Camposmenista. Lo único que hice es lo que puede hacer un hombre honrado: trabajar por un individuo que ganó como diputado y actualmente es agrarista, como consta al mismo señor Soto y Gama. Por otra parte, el señor general Abundio Gómez es honrado, pésele a quien le pese; no es llamado general, como lo tituló Solórzano, es general y general de generales; (Murmullos. Risas.) es revolucionario y es honrado, como lo puedo justificar. Dije que el general de generales, sencillamente... (Desorden.) ¡Un momento, señores! El señor general...
El C. Céspedes, interrumpiendo: Moción de orden. Me permito suplicar a la Presidencia exija al orador que haga la interpelación que anunció, porque está haciendo una rectificación de hechos, para los que no tiene derecho.
El C. Montes de Oca: Voy a mi interpelación, pero necesito narrar estos hechos de antemano.
El C. presidente: Se suplica al orador que se concrete a hacer la interpelación para la cual pidió la palabra.
El C. Solórzano José Luis: ¡Moción de orden! (Desorden. Campanilla.)
El C. Montes de Oca: Dije que el general Gómez es general de generales, sencillamente porque es de Brigada y hay otros que no lo son, (Voces: ¡Huy! ¡Huy Siseos.) y por eso es general.
El C. Solórzano José Luis: ¡Moción de orden! Me dirijo a los compañeros que han tratado de introducir el orden en el debate, haciéndole ver a la Presidencia en particular y a la Asamblea en general , que no es tal la interpelación la que se hace el señor coronel y diputado Montes de Oca, sino una serie de recriminaciones . Pero les suplico, de la manera más atenta, que permitan que haga todas las que quiera y que se explaye el señor coronel Montes de Oca porque esto, aparte de evidenciarlo, va a ser sumamente divertido.
El C. Montes de Oca: Vengo a defender también a la sociedad del Estado de México, (Voces: ¡Huy! ¡Huy!) a la de la capital del Estado de México, sencillamente, señor Solórzano, ¿por qué? Porque en todas partes del mundo, en todas las ciudades hay o debe haber respeto a las señoritas, a las mujeres siquiera, ya que a los hombres no. (Voces. ¡Huy! ¡Huy! Siseos.) Y ahí en la cabecera, donde reside su propia familia, por su propia familia debía haber respetado a la sociedad. (Aplausos. Siseos.)
El C. Solórzano José Luis: Mi familia no va ahí.
El C. Montes de Oca: Se refería usted también a que era robavacas; a usted le estoy diciendo, no lo estoy interpelando; usted dijo que el General Gómez era robavacas, y, señores, ante la faz de la nación declaro que el general Gómez es honrado. Ahora va la interpelación, señor Soto y Gama: (Voces: ¡No está!)
El C. Siurob: Pero aquí estoy yo.
El C. Montes de Oca: Necesito que el señor Soto y Gama me conteste la interpelación. (Voces: ¡Ahí está!) Sírvase usted decirme, señor licenciado Soto y Gama, tenga usted la bondad de decir quién fue el jefe del agrarismo en el Estado de Morelos y que usted fusiló, que era nada menos que el profesor Otilio Montaño.
El C. Cienfuegos y Camus: ¡Moción del Orden! Creo que si el ciudadano Díaz Soto y Gama contesta esta clase de interpelaciones, el debate continuará desviado por los suelos y es necesario levantarlo; es necesario que ocupemos nuestra atención en el tema a debate.
El C. Díaz Soto y Gama: Me vine aquí a la tribuna para que todos los compañeros me vieran cara a cara. Los latifundistas han hurgado en mi vida cuanto han podido. En tiempo de la Convención, lo supe de buena letra, se dedicaron a registrar todos los archivos de la prisión para ver cuantas veces había entrado a la cárcel; se declaró que había entrado cinco veces por ataques a Porfirio Díaz: les falló el golpe por ahí. Se pusieron después, y esto es enteramente histórico, a hurgar en los archivos de los manicomios para ver cuántos miembros de mi familia habían estado allí por locura: fracasaron también. Después, hurgando y hurgando, me han hecho responsable del asalto de La Cima y Ticumán; pero cuando el asalto de La Cima y Ticumán yo estaba aquí atacando al huertismo y atacando al maderismo, como lo sabe todo el mundo. Los asaltos de La Cima y Ticumán fueron allá por los años de 1911 a 1913, y yo me presente en el cuartel general del Sur en mayo de 1914. Ya ven ustedes que también este golpe les falló y les ha quedado como último recurso de fusilamiento perfectamente debido del muchas veces traidor Otilio Montaño, a quien debíamos haber fusilado como unos cinco años antes de la fecha en que lo hicimos; es decir, ya eran tantas las traiciones de este hombre, que fuimos excesivamente magnánimos con ese sinvergüenza: a ese traidor no lo respeto aunque esté muerto. Este individuo fue el causante de la defección, aquella famosa de que se ocupó toda la prensa de la República, la defección del tuerto Morales, ¿quién no se acuerda de él? El causante de esa defección, comprobada plenamente en el cuartel general, fue Montaño ¿Saben ustedes cómo se escapó entonces del fusilamiento? Todo esto consta en los papeles del proceso abierto por el Cuartel General y que han visto todos los surianos, hay muchos testigos sobre esto. ¿Saben ustedes cómo se escapó? se escapó de esta manera. En una declaración el tuerto Morales dijo que si él había reconocido al régimen del cuartelazo, había sido por insinuaciones y consejos de su director intelectual Otilio Montaño. Saber eso Montaño y desprenderse del lugar donde estaba Tlaltizapán, donde se instruía el proceso, fue todo uno; logró entonces sobornar al centinela que guardaba al tuerto Morales y logró ser introducido y hablar con él y le dijo: ¡Pero hombre, no seas tonto, te has puesto la soga en el cuello! ¿No ves que soy el único defensor que tienes cerca de mi compadre?" Porque deben ustedes saber que Montaño era compadre del general Zapata. "¿No vez que al mezclarme tú en esto, los dos seremos colgados, los dos seremos fusilados? Retráctate". Y entonces vino la retractación de la declaración. El general Zapata, hombre de mucha penetración y de mucha perspicacia, tenía esta regla: nunca, absolutamente nunca fusilaba a uno de los suyos, a uno de sus jefes, mientras no estuviese comprobada de una manera absoluta su culpabilidad; él me llegó a decir esto a propósito de Lorenzo Vázquez, a propósito de Montaño y a propósito de dos o tres fusilados con toda justificación en el Sur. "Yo sabía de la traición de Lorenzo Vázquez, yo sabía de la traición de Montaño; pero yo necesitaba que hasta los perros ladrasen, gritasen en las calles que era traidor para poder fusilarlo". Y se comprende: el general Zapata no hubiera podido contener aquellas mesas de hombres tremendos, aquellos hombres feroces algunos de ellos, porque en las revoluciones se levantan hombres de ideales y hombres feroces; en las revoluciones, como dice Bulnes, diciendo una gran verdad, hay héroes absolutos, purísimos, y hay otros hombres que son mitad héroes y mitad bandidos, de esos tuvimos muchos en el Sur; de esos hubo muchos durante la lucha de Reforma, y hay otros que son completamente bandidos. Uno de esos bandidos fue Carranza, por ejemplo. (Murmullos.) Pues bien, señores, el general Zapata seguía ese sistema; de manera que perdonó por esa vez a Montaño porque estaba retractada la declaración del tuerto Morales. Vino después la lucha contra el carrancismo, y este hombre estuvo siempre coqueteando con Pablo González, etcétera, empujando a Lorenzo Vázquez y al mismo Pacheco, que se vendió a los latifundistas, empujándolos a conferencias con el enemigo, con el carrancismo; cuando se agarró una carta en que se comprobaba la complicidad de Francisco V. Pacheco con el enemigo, en esa carta se le decía por el jefe carrancista que iba a atacarnos, que se fingiera un tiroteo para marchar después contra el cuartel general en Tlaltizapán; y sin orden del general Zapata, sino por la indignación que aquello produjo, uno de los jefes, me parece que de la O, el general Terán o el general Fuentes, personalmente asaltó por la noche la casa donde dormía Pacheco, se le metieron por las azoteas y cuando menos esperaba este hombre, estaba ya en manos de sus aprehensores, y fue fusilado legítimamente. Entonces fue cuando se sometió a Montaño a un consejo de guerra del que formé parte, siendo uno de los vocales; el consejo de guerra duró tres días con sus noches, a pesar de que un conjunto extraordinario de guerra puede hacerse en un día; pero quisimos llevar a la cosa al extremo de admitir testigos de los lugares cercanos, como Jojutla; en fin, hicimos lo humanamente posible por aclarar aquello, y cuando tuvimos la convicción moral, un conjuntos abrumador de presunciones de que este hombre había cometido una nueva traición, firmamos su sentencia de muerte. Y sepan los compañeros que si quinientas veces me vuelven a llevar ante el banquillo del acusado de Montaño, yo sólo o en compañía de los demás miembros del consejo de guerra volveré a dictar la sentencia de muerte de Otilio Montaño. Me gusta que me haya dado usted esta oportunidad, porque es un hecho que me honra, porque,
como decía admirablemente bien el diputado De Alba, que para hacer el bien hay que tener ferocidad; y yo en este punto os juro que aunque en mi vida sólo he contribuido a derramar la sangre de Montaño, si en mis manos estuviera, fusilaría cuando menos a quinientos hacendados. (Aplausos.)
El C. Montes de Oca: Necesitaba saber eso para mi conocimiento; Ahora la Asamblea juzgará.
El C. presidente, a las 8.55 p.m.: En vista de haber llegado la ahora reglamentaria, se levanta la sesión y se cita para mañana a las cinco de la tarde.