Legislatura XXIX - Año I - Período Ordinario - Fecha 19200917 - Número de Diario 21
(L29A1P1oN021F19200917.xml)Núm. Diario:21Colegio Electoral
ENCABEZADO
MÉXICO, VIERNES 17 DE SEPTIEMBRE DE 1920
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
AÑO I. PERIODO ORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 21
SESIÓN DE COLEGIO ELECTORAL
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 17
DE SEPTIEMBRE DE 1920
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.
2.- A discusión el dictamen relativo al 12 distrito electoral del Estado de México, se rechaza el primer punto resolutivo; se declaran nulas las elecciones verificadas en el distrito de referencia. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. GARCÍA VIGIL MANUEL
(Asistencia de 144 ciudadanos diputados y presuntos diputados.)
El C. presidente, a las 11.07 a.m.: se abre la sesión.
- El C. secretario Zincúnegui Tercero, leyendo:
"Acta de la sesión de Colegio Electoral celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día quince de septiembre de mil novecientos veinte.
"Presidencia del C. Manuel García Vigil.
"En la ciudad de México, a las once de la mañana del miércoles quince de septiembre de mil novecientos veinte, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintisiete ciudadanos diputados y presuntos diputados.
"Sin debate se aprobó el acta de la sesión celebrada el día trece del presente mes.
"Continúa el debate que se suspendió en la sesión anterior sobre el dictamen que trata de las elecciones en el cuarto distrito electoral de Yucatán. Después de que el C. Bolio hizo una moción de orden, paso a la tribuna y habló en pro el C. Roque Estrada. Luego lo hicieron en contra y en pro, respectivamente, los CC. Alonzo Romero y Bolio; este contestó interpelaciones del primero y el C. León respondió a una pregunta que le dirigió el referido C. Bolio. Y así que el C. Roque Estrada volvió a hablar en pro e hizo aclaraciones el C. Alonzo Romero, se estimó el dictamen suficientemente discutido y se aprobó la validez de las elecciones. Para la proposición que declara diputado propietario al C. Edmundo Bolio y diputado suplente al C. Federico Carrillo, se recogió votación nominal a solicitud del C. Alonzo Romero, debidamente apoyado, obteniéndose ciento treinta y tres votos de la afirmativa contra veinticinco de la negativa. En consecuencia, la Secretaría hizo la declaratoria de rigor a favor de los CC. Bolio y Carrillo.
"El C. Luis L. León hizo aclaraciones y acto continuo se aprobaron sin debate las credenciales de los siguientes ciudadanos como diputados propietarios y suplentes, respectivamente, por los distritos electorales que se mencionan:
"José Gómez Luna y Abraham Salcido, por el segundo de Sinaloa.
"Godofredo Guzmán Peláez y Heliodoro Marín, por el undécimo de Puebla.
"Fidel Ramírez M. y Martín B. González, por el cuarto de Coahuila. Este dictamen fue reformado en el sentido de la votación.
"Angel Alanís Fuentes y Artemio Garduño, por el noveno de México. Asimismo este dictamen se reformó en el sentido de la votación.
"Alejo Bay y Luis A. Aldaco, por el tercero de Sonora.
"A moción del C. Espinosa y Elenes, y después de que hicieron aclaraciones la Presidencia y los CC. Soto y Gama y Zincúnegui Tercero y de que contestó una pregunta del ciudadano presidente el C. Roque Estrada, la Asamblea acordó, en votación económica, que se pusiera a discusión el dictamen que se refiere a las elecciones en el Décimosegundo distrito electoral del Estado de México, y que propone para diputado propietario al C. Emilio Cárdenas y para diputado suplente al C. Mariano Vicencio.
"Con motivo de que no estaban presentes los CC. Moisés Huerta y Augusto Aillaud, firmantes del dictamen, para obsequiar la petición del C. Ramos Pedrueza, relativa a que aquél fuese fundado, se suscitó un incidente en que hicieron mociones de orden los CC. Luis Espinosa y Manrique y aclaraciones la Presidencia.
"A la una y diez se levantó la sesión."
Está a discusión. ¿No hay quien pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.
Aprobada.
Presidencia del
C. MARTÍNEZ DE ESCOBAR RAFAEL
- El mismo C. secretario, leyendo:
"1a. Comisión Revisora de Credenciales.- Sección 7a.
"H. Asamblea:
"A la Sección 7a. de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales fue turnado, para su examen, el expediente número 113, que corresponde al 12 distrito electoral del Estado de México.
"Para cerciorarse del resultado de la votación obtenida en ese distrito, hemos procedido al recuento de los votos emitidos en favor de los distintos candidatos contendientes, encontrando en primer lugar, que la única credencial que obra en el expediente remitido por la Oficialía Mayor, es la expedida en favor del señor doctor Emilio Cárdenas, debidamente legalizada por las autoridades municipales respectivas, y en segundo, que el número de casillas que se instalaron fue el de 62, correspondiendo 12 a la municipalidad de Tlalnepantla, 7 a la de Naucalpan, 8 a la de Huizquilucan, 10 a la de Otzolotepec, 11 a la de Ecatepec de Morelos, 6 a la de Xonacatlán, 1 de Iturbide y 7 a la de Jilotzingo.
"Jugaron tres fórmulas en el distrito de referencia, a saber: la fórmula Cárdenas - Vicencio; Paulino y Guerrero; Garduño Palacios - Muciño Arroyo; siendo el número de votos que obtuvo la primera, el de 5,694; 796 para la segunda, y 707 para la tercera.
"Los representantes de las dos últimas fórmulas presentaron algunas protestas por irregularidades cometidas durante las elecciones; los candidatos y sus representantes presentaron también algunas otras peticiones ante la Junta Computadora correspondiente; y el candidato señor Pulido dirigió un memorándum, acompañado de otros documentos, pidiendo, en resumen, que a él debía declarársele diputado. Pero como a pesar de estas protestas y deduciendo toda la votación obtenida en la municipalidad de Otzolotepec, todavía quedan a favor de la fórmula Cárdenas y Vicencio 5,124 votos, y aún de éstos se pueden deducir los que presenten los demás contendientes, sin que por ello quede afectada la mayoría, es incuestionable que el triunfo ha correspondido a esta última fórmula.
"Cumple el deber de la Comisión manifestar que, efectivamente, se han encontrado irregularidades; pero éstas, además de ser muy frecuentes en esta clase de elecciones, por no estar nuestro pueblo adaptado a los formulismos que reclama la Ley Electoral, no por ello constituyen un motivo de nulidad total de la elección, toda vez que se traduce claramente la expresión de la voluntad mediante los sufragios depositados.
"Por las consideraciones que anteceden, nos permitimos someter a la aprobación de la H. Asamblea las siguientes proposiciones:
"1a. Es válida la elección que para diputado propietario y suplente se verificó el 1o. del mes en curso en el 12 distrito electoral del Estado de México.
"2a. Son diputados, propietario y suplente, respectivamente, por el mismo distrito electoral, los CC. doctor Emilio Cárdenas e ingeniero Mariano Vicencio."
"Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, a 25 de agosto de 1920.- Moisés Huerta.- A. Aillaud."
Está a discusión. Los ciudadanos diputados y presuntos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse.
El C. presidente: Se han inscripto, para hablar en pro, los CC. Vicencio, Franco, Moreno z. y Gómez; y en contra, los CC. Ramos Pedrueza y Díaz Soto y Gama.
Tiene la palabra el C. Ramos Pedrueza.
El C. Ramos Pedrueza: Deseo interpelar a la Comisión. Le suplico se sirva informar por qué, a pesar de haber confesado que hubo grandes irregularidades en el estudio del dictamen, falló en favor del doctor Emilio Cárdenas; y por qué entregó al señor Pulido una documentación copiosa, entre la que se encontraba un documento contra el señor Cárdenas, en el que aparecía que éste tiene un proceso en Cuautitlán, que, en concepto del que habla, lo inhabilita para ejercer sus derechos políticos.
- El C. Huerta Moisés, miembro de la Comisión:
Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Huerta: Las irregularidades a que la Comisión se refirió en su dictamen, no son de aquellas que afectan el fondo de la elección; se contraen simplemente a cuestiones de forma, como la falta de modelos "C" o "D", o a la falta de algunas firmas de padrones; pero como estas deficiencias son comunes en la mayor parte de los expedientes, la Comisión no estimó de justicia nulificar la elección por esas deficiencias y se limitó a hacerlo constar, impulsada únicamente por la sinceridad y la honradez con que siempre ha procedido en todos sus dictámenes. Por lo que toca a la entrega de los documentos a que se refiere el señor diputado Ramos Pedrueza, efectivamente se entregaron al señor Pulido, porque este señor, que figuraba como candidato en segundo lugar, después de haber atacado duramente a la Comisión, así como al candidato doctor Cárdenas, presentó un escrito en el que exponía que habiendo llegado al convencimiento de que la elección recaída en favor del doctor Cárdenas era una elección válida, no creía de su deber insistir en la petición de nulidad; y la Comisión, como en esto no juzgó que hubiera ninguna mala fe, no tuvo inconveniente en devolver esos expedientes. Respecto de ese certificado por el que aparecía que el señor Cárdenas ha sido procesado, no recuerdo exactamente si se presentó ese certificado como parte de la documentación del señor Pulido o si únicamente se nos mostró para tenerlo a la vista; sí recuerdo haberlo tenido a la vista, pero no recuerdo que haya formado parte del expediente de oposición. La Comisión tuvo, además, otro dato sobre el particular y es el siguiente: que siendo el señor Cárdenas diputado en ejercicio a la XXVIII Legislatura - en concepto de la Comisión -, no podía tomarse en consideración ese certificado, puesto que siendo diputado era necesario previamente que el Congreso de la Unión declarara si había o no lugar a proceder en su contra;
mientras esto no se declarara, todas esas certificaciones - al menos en concepto mío - no eran de la fuerza que se les quería dar por parte del señor Pulido. En resumen: las irregularidades se refieren a la forma, los documentos fueron solicitados por el mismo señor Pulido y la Comisión los entregó porque no creyó con esto cometer ningún acto ilegal.
El C. Ramos Pedrueza: Honorable Asamblea: Comisionado por varias agrupaciones obreras: el Centro Unión de Obreros, el Club Liberal Rojo, el Partido Sindicado del Trabajo, el Club Liberal de Obreros, etcétera, y dando especial atención al Club Liberal Rojo, formado por obreros de los más conscientes y de los mejor organizados que existen en la República, tranviarios la mayor parte de ellos, a quienes tenía que atender de manera muy especial, por estar ubicados sus domicilios en el 6o. distrito electoral por el que fui electo, habiendo tenido la satisfacción de que la mayor parte de ellos sufragaran en mi favor, dediqué especialista atención al estudio del asunto que se me encomendaba, y recordando que muchos de estos obreros, particularmente los del Club Liberal Rojo, fueron quienes integraron los beneméritos batallones rojos que con tanto éxito se batieron por nuestras libertades, no omití fatiga ni procedimiento para llegar a formarme un concepto exacto del asunto cuya defensa se me había encomendado. La documentación en que se me nombra defensor de los derechos del señor don Enrique Garduño Palacios se encuentra aquí. (Siseos. Aplausos.) y para no cansar vuestra atención, señores diputados y presuntos, no habré de leer todos estos documentos, sino extractarlos. Aquí están los nombramientos del altivo, del viril Club Liberal Rojo que siempre ha estado en su puesto; aquí está el del Centro Unión de obreros, el del Partido Sindicado del Trabajo y el del Club Liberal de Obreros.
En este distrito jugaron tres fórmulas, es decir, tres intereses encontrados: el señor doctor Emilio Cárdenas, el señor don Alejandro Pulido y el señor Enrique Garduño Palacios. Voy a hacer con la mayor brevedad y claridad posibles, para no cansar vuestra atención, la síntesis de los cargos y de los derechos, es decir, el debe y el haber que en mi concepto es necesario aplicar a cada uno de los pretendientes a una curul en la Representación Nacional, para que al final vuestras señorías dicten su fallo. Me es penoso, pero indispensable, hablar de este asunto: se me ha dicho que el doctor Cárdenas está afiliado a una maffia que existe en la Representación Nacional. Yo en este punto soy optimista, no creo que hayamos llegado a la desgracia de tener en la Representación Nacional una maffia que llegue hasta la ignominia.... (Siseos. Aplausos.) en defensa de las credenciales de los que a ella están afiliados, como en aquella época el señor Macedo dijo que llegaría hasta la ignominia por acompañar al general Porfirio Díaz; y ocasión es esta en que habrá de probarse si esa maffia, señores, existe, y contra la cual los hombres honrados debemos ponernos en guardia para con toda energía destruir esos procedimientos inmorales, o si es, como muy optimistamente lo espero, una agrupación de compañeros y de amigos que haciendo uso de un derecho tan ineludible como el de los bloques que en esta Cámara existen, el del Partido Liberal Constitucionalista y el del Partido Socialista, se ayuden y se defiendan pero siempre dentro de cierto criterio, siempre dentro de una limitación moral, sin llegar a prestar su ayuda y su compañerismo a causas notoriamente inmorales, a causas que es imposible que un hombre honrado y de conciencia, defienda, aun cuando uno de sus miembros pertenezca a esa agrupación, a ese partido o a ese conjunto de amigos que se han ofrecido ayudar dentro de los límites de la moralidad y de la honradez; ocasión es ésta en que habrá de quedar perfectamente dilucidado el campo en este sentido, señores diputados, y en que podremos saber a qué atenernos.
Los cargos que se hacen al señor doctor Cárdenas son los siguientes: de carácter legal, primero: haber cometido un delito consistente en imposición a mano armada de una autoridad legislativa en el distrito de Cuautitlán. A este respecto existían documentos que fueron puestos en manos del que habla y extraviados en la Secretaría de esta Cámara en donde los depositó, temeroso de perderlos al salir de aquí o de que le fuesen robados en medio del tumulto de gente que hubo en la noche en que le fueron entregados y creyendo que estarían perfectamente seguros en uno de los estantes de la Oficialía Mayor; allí fueron depositados y al ir a buscarlos el que habla, se encontró con que habían desaparecido; pero la Presidencia de la Cámara, accediendo a una solicitud del subscrito, pidió informes por telégrafo a las autoridades judiciales del distrito de Cuautitlán, y se envió este telegrama a la Presidencia de la Cámara:
"En este Juzgado no existe proceso contra doctor Emilio Cárdenas; según informan, existe en Juzgado Conciliador esta Villa.
"El juez de 1a. Instancia, Eulalio Ochoa."
Y efectivamente, el documento presentado por el señor Pulido, era la copia de un proceso por haberse impuesto a mano armada, tratando de arrancar por la viva fuerza, la credencial del C. Guadalupe García, por el que se siguió proceso - que no ha sido fallado - contra el doctor Emilio Cárdenas. Este telegrama dice que existe el proceso en el Juzgado Conciliador. (Aplausos. Siseos.) El primer cargo queda demostrado. El segundo cargo es de orden político. Se me dirá que no se debe tomar en cuenta el criterio político; pero hay casos en que la personalidad política tiene llagas y lacras de tal manera visibles y graves, que atacar en este caso, sería no usar el cuchillo de tres filos de que se ha hablado para cortar y torturar, sino del bisturí del cirujano honrado que se propone segregar un miembro gangrenado de la Representación Nacional. Cuando la personalidad política llega a ser responsable de cierta clase de delitos que no están penados en los códigos o que no pueden comprobarse de una manera oficial dentro del organismo y la maquinaria jurídica, existen, sin embargo, ciertas acciones que todo hombre honrado rechaza, que todo hombre de conciencia castiga y, entre ellas, voy a citar la más grave de todas, y es que el señor doctor Cárdenas, hoy miembro del Partido Liberal Constitucionalista desde fines de agosto, y obregonista a outrance, en la época del bonillismo delató al señor diputado, general y doctor José
Siurob - cuya honorabilidad es indiscutible, por que es incapaz de calumniar - a las autoridades carrancistas, probablemente con el intento de que fuese fusilado, para ganar así el aplauso del déspota que pereció en Tlaxcalatongo. El doctor Siurob de encuentra presente, y voy a solicitar que se le interrogue para que conteste. (Voces: ¡No está!) Hace un momento se encontraba entre nosotros, y si ya no está, tengo un documento del propio doctor Siurob, firmado de su puño y letra; pero si está, prefiero que se le interpele, para que ilustre el criterio de la Asamblea sobre el particular. (Voces: ¡Ya se fue!) A reserva de que el doctor Siurob se presente, voy a dar lectura a este documento:
"El que subscribe hace constar por la presente que la casa donde estuvo temporalmente alojado en San Pedro Atzcapotzaltongo, cuando salió de esta capital, un día antes que el general Obregón, fue saqueada, y su propietario, señor Wulfrano Vásquez, aprehendido por fuerzas carrancistas que llegaron de Tlalnepantla, y que después ha sabido por el mismo señor Vásquez, el señor Ramón B. Limón y otras personas, que quien dio la noticia del derrotero que tomó el que habla, fue el doctor Emilio Cárdenas, que entonces era líder bonillista en aquella región.
"Lo que hace constar, a pedimento de una comisión del "Club Liberal Rojo", presidida por el señor Hilario Muñiz; para los fines que a los interesados convenga, expido esta constancia en México, 7 de septiembre de 1920. - El general y doctor, J. Siurob."
(Voces: ¡Aquí está el doctor Siurob!) Encontrándose presente entre nosotros el señor doctor Siurob me permito interpelarlo para que diga si es cierto que el señor Cárdenas, quien manejaba a las autoridades en Tlalnepantla, revelándose un cacique de cuerpo entero, aprehendió o hizo que se aprehendiera al señor Urbano Vásquez y que se aprehendiera a su niña, a una hijita de este señor Urbano Vásquez quien sostenía entre las montañas, entre los pinares de la sierra, cerca del Monte de las Cruces, un periódico en que los obreros luchaban heroicamente por los ideales libertarios en la época de la dictadura, y en premio a estos merecimientos importantes, fue aprehendido el señor Urbano Vásquez, fue aprehendida a su hija, fue saqueada su casa y fue delatado el señor doctor Siurob, quien si no hubiera sido porque afortunadamente el destino lo ha llamado a realizar altas misiones y pudo burlar esa persecución, probablemente habría sido fusilado por los esbirros de Carranza. Está presente el señor doctor Siurob, y lo interpelo para que nos hable de la personalidad del señor doctor Cárdenas en este sentido.
El C. Siurob: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Siurob: Honorable Asamblea: Con todo gusto voy a contestar la interpelación que se ha servido hacerme el estimable compañero Ramos Pedrueza. En efecto, yo salí de la capital, por órdenes del general Obregón, un día antes de que este jefe abandonara la capital de la República. Mi derrotero era atravesar el Estado de México, con rumbo a los Estados de Querétaro, Guanajuato y Michoacán, donde yo tenía y tengo numerosos partidarios. Al salir de la capital de la República, salimos a caballo, llegando al lugar que se llama San Pedro Atzcapotzaltongo; en este lugar teníamos ya veinticinco ciudadanos dispuestos para tomar las armas. Llegamos a la casa de don Urbano Vásquez, quien me consta que es un liberal de pura cepa, un hombre honrado, un obrero intachable por todos conceptos, y nos alojamos allí. Al poco tiempo supimos que nuestra presencia allí había sido delatada, sin saber en esos momentos quién había sido el autor de aquella delación. Con ese motivo, apresuramos nuestro viaje, y yo partí cruzando el Estado de México con una pequeña fuerza y ya perseguido por todas las fuerzas carrancistas del Estado de México, que en aquel tiempo eran comandadas por el coronel Basurto. Esto no tiene importancia para la Asamblea; lo que sucedió después en esa jira, no tiene importancia alguna; pero sí la tiene el hecho de que al regresar yo, después del triunfo, supe por boca del señor Urbano Vásquez, que el señor Cárdenas era una de las personas que habían señalado mi derrotero. No sólo el señor Vásquez me lo dijo, sino también algunas otras personas, entre ellas Víctor B. Limón, de San Pedro Atzcapotzaltongo. ¿Hasta qué punto sea esto cierto? No puedo decir sino que las personas que me lo dijeron, son intachables desde el punto de vista de su veracidad; lo que sí me consta es que el señor Cárdenas, en aquellos días, no estaba muy firme en sus convicciones, sino que, por medio de sus elementos en Tlalnepantla daba color francamente bonillista. Supe después que cuando paso Bonillas por ese lugar, se organizó una manifestación que fue a su encuentro, con los elementos que el señor Cárdenas tenía en Tlalnepantla. Esto es lo que me consta y puedo afirmar; de manera que, sin prejuzgar sobre la bondad o falta de ella de esta credencial, sí puedo afirmar que personas enteramente fidedignas me dijeron que yo había sido denunciado por el C. Cárdenas. (Aplausos.)
El C. Ramos Pedrueza: Ya habéis oído las declaraciones del insospechable señor doctor Siurob, de acuerdo con el documento escrito. Existe también la lógica de los acontecimientos. El doctor Cárdenas era bonillista, como consta por el documento que el señor Pulido presentó y que se perdió; era una acta firmada por varios vecinos de Tlalnepantla, la cual fue examinada por el que habla y por el señor Uriel Avilés; y voy a permitirme interpelar a este señor sobre los antecedentes bonillistas del señor Cárdenas y sobre el documento presentado por el señor Pulido, en que decía que con gran esmero, con ardiente entusiasmo se había realizado, organizada por él, una manifestación en honor del señor Bonillas.
El C. Avilés: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Avilés: Me consta lo que acaba de demostrar en la tribuna el ciudadano que tiene el uso de la palabra, así como los antecedentes bonillistas del señor Cárdenas; esto no es un misterio para nadie. Cualquiera que haya seguido el proceso bonillista, así como el obregonista, debe estar bien enterado de estos asuntos en lo que se refiere al memorial presentado por el señor Pulido. Me consta también haberlo tenido en las manos; yo no sé después por qué artes el C. Pulido retiró ese memorial y la Comisión, complaciente, se lo entregó, cosa que
no debía haber hecho la Comisión, puesto que ese documento ya de hecho pertenecía al expediente que estaba tratando de la cuestión electoral del señor Cárdenas.
Con esto creo dejar satisfecho al señor Ramos Pedrueza. (Aplausos.)
El C. Ramos Pedrueza, continuando: Es, pues, lógico, señores diputados, que cuando se es partidario de determinada candidatura, se le ayude en todo cuanto se pueda. Si el señor Cárdenas era partidario del señor Bonillas, a quien obsequiaba con espléndida manifestación, claro está que tenía que perseguir a un líder obregonista de la talla del doctor Siurob; aquí no hay la menor contradicción ni la menor duda: los bonillistas tenían que perseguir a los obregonistas, de acuerdo con el proceder del C. Carranza, y en este caso el señor Cárdenas obró en perfecto acuerdo con sus tendencias en aquella época, persiguiendo al señor doctor Siurob. Aquí está un documento, señores diputados, que habla muy alto en favor de los obreros, especialmente en favor del señor Urbano Vásquez, y muy bajo en relación con la personalidad del señor Cárdenas.
"El que subscribe, abajo firmante, vecino de la municipalidad de Tlalnepantla, Estado de México, D.F., ante usted, con el mayor respeto y como mejor proceda, manifiesto: que debiendo discutirse en esa H. Cámara la credencial del C. Emilio Cárdenas, aspirante por tercera o cuarta vez a la curul de diputado por este mencionado distrito; y considerando como un deber de ciudadano ilustrar el criterio de la Asamblea que debe fallar sobre dicha credencial, expongo lo siguiente:
"El C. Cárdenas fue de reconocida filiación bonillista; atentó material e intelectualmente en contra del ciudadano doctor, general y diputado José Siurob el día 19 de abril del presente año, en que, tanto el exponente como el doctor Siurob, fueron perseguidos por fuerzas del general Francisco de P. Mariel, las que estaban a las órdenes del mayor Arnulfo D. Delgadillo y teniente José Vargas, ambos pertenecientes al 31 batallón, en virtud de haber denunciado al subscrito y al mencionado doctor Siurob ante las fuerzas carrancistas el señor Cárdenas, habiendo estado en inminente peligro las vidas de los perseguidos; haber cometido el ya tantas veces expresado Cárdenas contra mi persona, intereses y derechos, el delito de ataques a las garantías individuales, pues decomisó una pequeña imprenta, influyendo ante las autoridades para que éstas verificaran un cateo en mi domicilio, en cual dio por resultado la pérdida de varios objetos de mi propiedad, entre los que se enumeran varios clichés del C. Alvaro Obregón, que destruyeron y pisotearon en mi propia vista. Ha llegado a mis manos una hoja suelta, en la que, entre otros y diferentes cargos que se hacen al referido Cárdenas, aparecen los que en el presente oficio hago constar, los cuales no tengo obstáculo que me impida manifestar delante de los testigos que en unión mía firman, que dichos cargos son en todas sus partes exactos, los que doy a conocer a los miembros del bloque para ilustrar, como llevo dicho, su siempre acertado criterio, y evitar así que individuos como Cárdenas escalen indebidamente, tomando por asalto, una curul de la Cámara de Diputados en una forma ilegítima y anticonstitucional, haciendo presente que el sentir del pueblo de Tlalnepantla está a favor de los CC. Garduño Palacios y Muciño Arroyo; pero como la personalidad del doctor Cárdenas se impone por la presión que ejerce en los comicios electorales, trata de nulificar a estos ciudadanos honrados.
"En cuanto al candidato Pulido, me consta que ya no es vecino de Tlalnepantla ni hijo del Estado de México.
"Protesto bajo mi palabra de honor de hombre honrado, haberme producido con verdad en lo aquí asentado y estar dispuesto a declararlo ante quien sea necesario.
"Sírvanse ustedes aceptar las seguridades de mi más distinguida y atenta consideración.
"Sufragio Efectivo. No Reelección.- Villa de Tlalnepantla, Estado de México, D. F., a 9 de septiembre de 1920."
(Voces: ¿Quién firma?) El señor don "Urbano Vásquez; los testigos: Juan A. Díaz y Francisco García Conde."
El señor urbano Vásquez, según me ha informado el doctor Siurob, es un viejo luchador, un obrero que, como he dicho, con esfuerzo extraordinario sostenía un periódico en el que luchaba por los ideales libertarios en una fábrica perdida en las montañas cerca del monte de las Cruces, entre los pinales de aquella serranía; allí el viejo luchador sostenía su periódico; allí fue a decomisársele su imprenta; se le aprehendió y se encarceló también a su hija, consumándose ese atentado por instigaciones del señor Cárdenas.
Paso a demostrar el tercer cargo que se le atribuye en unas hojas sueltas que han circulado profusamente y dicho por varios obreros, entre ellos los tranviarios que corrían en los trenes de Tlalnepantla a Atzcapotzalco y que estaban documentados de lo que allí acaeció. Que el doctor Cárdenas dispuso de un legado, de una cantidad que se le confió por el señor Porfirio Vélez, y cuya viuda reclama esa cantidad, sin que se le haya pagado. El señor Cárdenas es riquísimo; según los informes que tengo, su fortuna no es menor de trescientos mil pesos; sin embargo, la pequeña cantidad que se le confió para entregar a la viuda e hijos del señor Vélez, no fue pagada. Quise convencerme personalmente de estos hechos y visité a la viuda del señor Vélez, que vive en Tacubaya, frente a la parada "Cartagena", trabajando fatigosamente para sostener a sus pequeñuelos en una fábrica de masa; me dijo que no quería que su nombre figurase, que no autorizaba la publicación de esos hechos; pero dejó escapar ciertas frases que mi conciencia me obliga a decir que ella dio a entender que ese dinero le había sido arrebatado y que ya sus hijos, cuando fuesen hombres, vengarían aquella infamia. Esto es lo que la señora dijo, y hay algunos testigos que me acompañaron, pero que no puedo en estos momentos presentar, por no tener voz y voto en esta tribuna. Respecto a los descargos del señor Cárdenas, quise documentarme también y le supliqué que me entregara los documentos que lo favorecieran; y él me dijo que el licenciado Vicencio pondría en mis manos esos documentos, pero hasta la fecha no ha puesto ningunos; sólo me mostró un documento por el cual aparece que fue nombrado, entiendo que presidente o jefe político en la época, más bien dicho, a la
llegada del señor Carranza; pero esto, señores, no me ha satisfecho, porque si el doctor Cárdenas logró tener una tarjeta del Partido Liberal Constitucionalista, fechada a fines de agosto, y dos meses antes delató al doctor Siurob, nada extraño es que en aquella época hubiese sorprendido a las autoridades carrancistas y hubiese obtenido ese nombramiento. Los informes que tengo de personas que me merecen confianza acerca del doctor Cárdenas, son los siguientes: que fue diputado a la Legislatura local del Estado en la época del general Díaz, es decir, que fue porfirista, que fue maderista posteriormente, que fue huertista y diputado a la Legislatura local en la época de Huerta, que fue carrancista, que fue convencionista, que fue bonillista y que es obregonista. (Murmullos. Risas. Aplausos.)
El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: ¡Ha recorrido su amor toda la escala social! (Risas.)
El C. Ramos Pedrueza, continuando: Estos hombres, señores, son los más peligrosos; preferible es mil veces un reaccionario honrado y valeroso como el señor ingeniero Norberto Domínguez - para que se vea que en este caso soy imparcial.- y muchos hombres honrados que tienen el valor de manifestar su filiación política, a esos hombres funestos de todos los gobiernos, de todos los regímenes, de todos los ideales, de todas las agrupaciones políticas, que están siempre con el vencedor. Esos, señores, son los más peligrosos, y aquí sí es preciso el bisturí del cirujano, no el cuchillo de tres filos, porque esos hombres jamás van a legislar; jamás van a hacer algo honrado, jamás van a trabajar por los intereses de su pueblo; vienen a ganar el sueldo que se les asigna por ser diputados, vienen a engañar a sus comitentes y vienen a robar el dinero del pueblo. (Aplausos.) Se me ha dicho, señores, que el doctor Cárdenas es natural que tenga una gran popularidad en su distrito, porque es un doctor que tiene inmenso amor por la medicina, que cura gratuitamente a muchos enfermos pobres y que es una verdadera providencia en aquel lugar; pero es muy extraño, señores, que un hombre tan recto y con tanto amor a la medicina, se dedique a la política desde hace diez o doce años, al grado de haber abandonado a sus amados enfermos para venir a la Representación Nacional. (Aplausos.) Por otra parte, señores, algunos vecinos de Tlalnepantla, entre otros, el señor Pulido, que estaba antes contra el doctor Cárdenas, me dijo que, efectivamente, con mucha frecuencia cura gratuitamente a los enfermos pobres; pero que en las medicinas de la botica que tiene, carga el precio de la consulta y que presta al modesto interés del 40 o 50 por ciento. (Aplausos.) No he encontrado más documentos de descargo a favor del doctor Cárdenas; he expuesto lo que mi conciencia honrada me obliga a exponer. Si tuviese informes o documentos favorables en este sentido, crean vuestras señorías que los exhibiría con absoluta imparcialidad. Queda en segundo lugar el señor don Alejandro Pulido. No lo atacaré en su vida relativamente privada, puesto que los hombres públicos casi no tienen vida privada, a pesar que hay cargos que algunas agrupaciones obreras le formulan, de no estar satisfechos en los sindicatos; pero no lo haré, salvo el caso de que haya quien lo defienda. El señor Pulido nos ha dicho a varios diputados y a mí que, efectivamente, carece del requisito de vecindad, y aquí está un certificado al que voy a dar lectura, y que tiene un proceso en su contra. Me dijo que ese proceso se había instruido por haber defendido los ideales libertarios, y que Cárdenas se vengó de esas tendencias libertarias, obrando como un cacique y procesándolo por difamación. Las noticias que tengo son que el proceso fue instruido por difamación, en que estaba de por medio la honra de una dama y la vida privada de un hogar; pero dejando aparte el proceso, basta con que el señor Pulido carezca del requisito de vecindad, para que con sólo esto sea nula su elección. Además, es muy extraño que el señor Pulido, que era el más encarnizado y tremendo enemigo de Cárdenas, de la noche a la mañana se me presentara en compañía del señor Cárdenas, perfectamente anuente, ya a no atacarlo, a retirar sus derechos a su elección y la documentación, que no me explico por qué la Comisión, una vez ya fallado este asunto y recibidos estos documentos para poner el expediente a debate, no tuvo inconveniente en entregarlos. Aquí está una carta del señor Pulido que hace sospechar, aunque no haya pruebas para decirlo, que vino la influencia del oro, que todo lo corrompe:
"El que subscribe, muy atentamente ante ustedes aparece por medio del presente y manifiesta que, habiendo tenido un acercamiento con el señor doctor Emilio Cárdenas y cambio de impresiones, de cuyo cambio han resultado dos amistades que de seguro redundarán en beneficio del distrito por el cual luchamos...."
No me explico por qué redundará en beneficio de Tlalnepantla el que sean amigos Pulido y Cárdenas.
"....en las últimas elecciones, he resuelto, por esta vez, retirarme a la vida privada, puesto que, como obrero, anhelo y, en consecuencia, retiro todo cuanto hubiere presentado en contra de dicho señor doctor Cárdenas, porque no quiero ser instrumento de bajas pasiones de ciertos individuos que me han querido hacer su víctima en esa forma.
"Protesto a ustedes mi atenta y distinguida consideración y respeto.- Alejandro Pulido."
Y el acuerdo de que se devuelvan esos documentos. El señor Pulido, pues, me dijo a mí que el señor Garduño Palacios había hecho algo malo a un señor Arrazola, compañero suyo, no sé qué vieja historia me contó; pero el hecho es que el obrero, enemigo acérrimo del caciquismo, en este caso se retiró, cambiando de la noche a la mañana toda la documentación contra el doctor Cárdenas, El proceso, por otra parte, y su falta del requisito de vecindad, creo que son suficientes hechos para demostrar que no tiene derecho a la elección. Me voy a permitir interpelar de nuevo al señor Uriel Avilés y al señor Sánchez Anaya, suplicándoles me digan si escucharon que el señor Pulido, en alta voz y en ese pasillo, dijo que, con tal de que el doctor Cárdenas no entrara, por ser un cacique nocivo al distrito de Tlalnepantla, él no tenía inconveniente en ayudar al señor Garduño Palacios, de quien después ha resultado enemigo, y que al efecto hacía la declaración de que, efectivamente, carecía del requisito de vecindad y que tenía un proceso pendiente todavía. Suplico a los señores
compañeros Avilés y Sánchez Anaya que sean testigos en este caso, de lo que yo afirmo.
El C. Avilés: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Avilés: Por lo que a mí se refiere, si es cierto; eso lo oí.(Aplausos.)
El C. Ramos Pedrueza: Queda en tercer lugar, señores diputados, la personalidad del señor don Enrique Garduño Palacios, víctima, en este caso, de las iras del señor Cárdenas, quien dejó fuera de ellas al señor Pulido, y las acumuló todas sobre el señor don Enrique Garduño Palacios. Todos los obreros de las representaciones a que he aludido, el "Club Liberal Rojo", que cuenta con más de mil miembros; el "Centro Unión de Obreros", el "Partido Sindicato del Trabajo", el "Club Liberal de Obreros", etcétera, etcétera, me han hablado en favor del señor Garduño Palacios, y aquí está la documentación que, para no cansar a vuestra señorías, pongo a vuestra disposición, manifestando que el señor don Enrique Garduño Palacios desde hace diez años está identificado con ellos; que el señor Garduño Palacios infunde una absoluta confianza a los obreros y, al efecto, he sido informado y he procurado comprobarlo hasta donde me ha sido posible, del hecho siguiente en su favor: que luchó en la época del porfirismo, cuando don Fernando González - El general hijo de don Manuel - era cacique del Estado de México, a favor del maderismo; que posteriormente ayudó en cuanto pudo, sin ambiciones y sin pedir recompensas, al régimen maderista; que en la época de la Revolución militó a las órdenes de los generales Amaro y Goméz, uno de ellos actual gobernador del Estado de México, y con varias fuerzas revolucionarias, muy especialmente las de Gertrudis Sánchez, y que ha estado actualmente con el movimiento obregonista, de lo cual tengo la seguridad absoluta, porque el licenciado Novelo y varios líderes obregonistas connotados, me han dicho que ha prestado importantes servicios el señor Garduño Palacios. Ahora bien; existen también cargos contra él, y los voy a citar, para que veáis que soy imparcial y para adelantarme a los acusadores, simplificando el debate. Existe un proceso contra el señor Enrique Garduño Palacios, por abuso de confianza, en Toluca; el señor Garduño Palacios era entonces un adolescente, tendría 16 ó 18 años, y en la actualidad tiene de 27 a 28; era, pues, entonces menor de edad, y en esa época tuvo que luchar contra las autoridades porfiristas.
Aquí me permitiréis una breve digresión que es indispensable, teniendo en cuenta que no debe nunca desaprovecharse la oportunidad de ilustrar el criterio de la Asamblea, muy especialmente de los diputados jóvenes e inexpertos y de las galerías que siempre asisten a estos debates, para recordarles cuál era la situación de la República y de los que en alguna forma luchaban contra el porfirismo, que era más terrible en los Estados que en la capital. Era en los días en que se celebraba, como pomposamente dice "Excélsior", la maravillosa apoteosis del Centenario, la maravillosa apoteosis en que los aristócratas Esteban en plena luna de miel con el tirano; pero a las festividades que debían ser del pueblo mexicano, puesto que se evocaba la iniciación de la Independencia por las chusmas de Hidalgo, como dirían los aristócratas, o por el pueblo mexicano, adolorido y ensangrentado, como decimos los revolucionarios, no tenían acceso más que los aristócratas. Y era en aquellos días cuando el señor Garduño Palacios luchó contra la dictadura. Al referirme al porfirismo, quiero hacer notar que la otra vez que hablé en esta tribuna, en esta augusta tribuna, para no cansar a vuestras señorías, no narré muchos de los crímenes de aquella época, como los de Veracruz, el asesinato de Corona, García de la Cadena, etc.; me refería al linchamiento de Arnulfo Arroyo, de aquel pobre dipsómano; pero no dije, señores, y ahora sí los digo, para recordar hasta qué grado estaban corrompidas las autoridades, que los asesinos de Arnulfo Arroyo, condenados a la pena de muerte por unanimidad de votos por el jurado popular, en lugar de que el veredicto que los había condenado se cumpliese para satisfacer a la sociedad, esa sociedad que nos habla de orden, de la gente decente, de la gente "de bien", como ahora se dice, esa sociedad, señores, permitió que los asesinos Arnulfo Arroyo, condenados a la pena de muerte por el voto popular, salieran de la cárcel ascendidos a ocupar puestos de honorabilidad y de confianza absoluta y no tuvo ni siquiera una frase de protesta. Es que esa aristocracia, señores, es la más corrompida, es la más vanidosa, es la más hipócrita, es la más cruel y refinadamente criminal que nuestra historia moderna registra; esa aristocracia, Señores, era enemiga de todos los hombres de lucha y de todos los hombres de dignidad; esa aristocracia fue la que en nombre de la humanidad y en nombre de los sentimientos maternales, valiéndose de las madres católicas y de las damas católicas fue a pedir la vida de Félix Díaz, culpable y rebelde a Madero; pero no fue a pedir la vida de Madero a Huerta o a Félix Díaz, no; sino que, por el contrario, celebró con una alegría satánica los asesinatos de la Ciudadela, el infame, el macabro de Gustavo Madero, cuando una bayoneta ex - federal le saltó el único ojo sano que tenía, haciéndole llorar sangre; y cuando Bassó, aquel viril marino, fue fusilado, esa aristocracia, que había pedido en nombre de la humanidad la vida de Félix Díaz culpable, esa aristocracia celebró con Te de un, con plegarias y con una alegría desbordante el asesinato del presidente apóstol. (Aplausos.) Se hablaba en esta tribuna, señores, hace unos días, de los crímenes de Villa, y es preciso traer esto a colación para lo que voy a deciros. Yo no sé ni es tiempo ni oportunidad de juzgar la personalidad de Villa, pero sí sé que ha sido un vengador del pueblo, ha matado cara a cara y frente a frente y que a pesar de todo, sus cargos tienen en su abono uno grandioso: fue el ariete, fue el medio más poderoso y eficaz para derrocar a la infame dictadura de Victoriano Huerta. (Aplausos.) De manera es, señores diputados, que el general Díaz, en nombre del orden - y en nombre de esta palabra se han cometido muchos crímenes -, en nombre del bien social, en nombre de los intereses conservadores, sin peligros de fatigas, sino desde su silla presidencial poderosa, como un trono, y macabra como una madriguera, desde ahí, señores, desencadenaba catástrofes. Pues bien; en esa época, en que la independencia de la idea, la independencia de la prensa, la independencia del verbo en cualquiera forma, era terriblemente
castigada, el señor Enrique Garduño Palacios tuvo la osadía, tuvo el crimen, realizó el crimen de atacar la política del general don Fernando González en Toluca. Cometió, señores, una falta, o un delito, en aquella época de juventud; he dicho que tenia 16 o 17 años, era inexperto, obraba bajo el impulso pasional, que estaba próximo a contraer nupcias, y estaba profundamente impresionado de una mujer y por hechos que serían largos de enumerar e impropios de tocar, porque se refieren a su vida privada, el señor Garduño Palacios dispuso momentáneamente de unas alhajas que le confiara el señor licenciado don Eduardo García, (Protestas. Campanilla.) sí, señores; dispuso momentáneamente de ellas con el intento de subsanar un compromiso relacionado con aquel drama pasional e inmediatamente después cubrir esa deuda. ¡A cuántos jóvenes, señores, les ha pasado esto! ¿No tenemos hasta un bello drama, "La Carcajada", en que un joven roba por amor y pierde después la razón (Risas. Siseos. Campanilla.) Si, señores; roba por amor; he dicho que el amor, y no es sólo el amor a la mujer; (Aplausos en las galerías.) no recuerdo si robó por amor a la madre o por amor a una mujer; en esta noble y amplia palabra amor caven muchos conceptos. (Risas. Siseos. Campanilla.) Robó por amor, y luego, no pudiendo cubrir esa deuda que manchaba su honor; perdió la razón; además, señores, ¿qué entre nosotros los diputados y los presuntos no habrá algunos que no estén limpios? ¿Señores, no habrá por ahí acusaciones de robos a los bancos? (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Campanilla.)
El C. Franco Abraham: Yo protesto en nombre de todos mis compañeros.
El C. Ramos Pedrueza: Yo, señores, diría que sí, y sólo por distracción no diría quién; pero en mi conciencia está que sí hay credenciales que se han aprobado sin discusiones. Sí, señores...(Protestas. Voces: ¡Diga usted los nombres! Campanilla.) Además de esto, qué severos sois con este delito... (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) ¡y qué suaves con aquellos otros de la tiranía! Pues bien, señores; éste es el proceso que existe y de todos modos, señores, han pasado diez u once años; de todos modos, señores, ha prescripto la acción de la justicia. (Voces: ¡ah! ¡ah!) El señor Garduño Palacios fue sentenciado, y el señor licenciado García, influenciado después de haber cometido el error, públicamente lo ha dicho, el error de tratar de destruir el porvenir de un joven. (Murmullos.) Sí, señores; de un joven que en un momento de locura, en un momento de pasión cometió esa falta con el intento de cubrir inmediatamente esa suma, habiendo salido después, señores, de la prisión, desde donde sostenía a su familia, pues por su buena conducta desempeñaba puestos de confianza. El mismo acusador, señores, ha dicho públicamente, y de esto hay testimonio, que se arrepintió de haber obrado con tal ligereza, (Voces: ¡Ah! ¡Ah!) y ha salido de allá absuelto, ha salido de allá absuelto y ha vuelto al goce de sus derechos de ciudadano, y de esto hace diez u once años, y téngase en cuenta la edad del señor Garduño Palacios, las condiciones psicológicas en que se encontraba y la saña de las autoridades porfiristas, que sólo esperaban el menor pretexto para cebarse en la víctima; si se hubiera tratado de un servil, es habría echado tierra al asunto. Yo podría citar muchos otros robos, señores; podría citar el robo al Banco Minero, cometido en la épocas, del general Díaz por la misma familia Creel en complicidad con otras autoridades.
Podría citar páginas macabras de los tormentos que se aplicaron en ese caso y en otros casos se echaba tierra a los asuntos y quedaban impunes y perfectamente inmaculados quienes los cometían; pero el señor Garduño Palacios había servido al maderismo, comenzaba a hacer la propaganda maderista atacando al general Fernando González y tuvo la implacable, la más tremenda acción de la justicia y la severidad más completa contra él. Volvamos, señores, a un segundo proceso en Maravatío contra el señor Garduño Palacios. (Risas. Voces: ¿Otro? ¿Otro?.. Acerca de este otro que tanto alegra a ciertos señores...(Murmullos.) vuestra alegría será breve, señores enemigos del señor Garduño Palacios, porque esta es una calumnia infamante. En los momentos verdaderamente trágicos de su vida y que no quiero penetrar por ser sagrada la vida íntima; pero aquí consta un telegrama que dice que el proceso ha quedado sobreseído por falta absoluta de méritos; no cuajó, pues la calumnia, y el nombre del señor Garduño quedó limpio; óiganlo ustedes, enemigos del señor Garduño (Aplausos. Siseos. Campanilla.) Dice: "Refiriéndome su telegrama de ayer, manifiéstole que efectivamente existe auto de sobreseimiento en favor de Enrique Garduño Palacios. Atentamente. El juez de 1a. Instancia.- Silvestre Guerrero."
Y en el documento que yo tenía, señores diputados, y que me fue robado de esta Cámara, consta que por falta absoluta de méritos, es decir, por que la calumnia cayó por tierra y el señor Garduño Palacios había sido declarado inocente. Por último, señores, existe una nueva acusación. (Voces: ¡Ah! ¡Ah! Campanilla) Una nueva calumnia. Esta es una arma de dos filos que se vuelve contra el doctor Cárdenas; una acusación por falsificación de la credencial de diputado. Esta credencial no ha sido registrada por el señor Garduño Palacios; esa credencial, señores, tan cierto que no ha procedido, que la calumnia está perfectamente mal tramada, que el señor procurador de Justicia del Distrito Federal no atendió al exhorto que de Tlalnepantla se le hacía. Además, es tan absurdo, es tan ilógico que el señor Garduño Palacios falsificara una credencial, es tan absurdo que un hombre de mediano criterio falsificara una credencial para venir aquí, que se puede preguntar ¿con qué objeto, cuándo puede existir un individuo que traiga la credencial documentada y que puede decirle que es falsa, y que se puede cerciorar por teléfono o con un propio se puede preguntar? Además, como no hubo más que una sola Junta Computadora, puede preguntarse cuántas credenciales extendió y a favor de quiénes, y la Junta Computadora, única que existe, tendrá que decir que a favor del señor Cárdenas. Era, pues, ilógico tener la audacia, tener la demencia de falsificar una credencial, cuando sólo existe una Junta Computadora y ésta, que era incondicional, diría que a favor de este señor expidió la credencial. Era, pues, absurdo e inútil cometer este delito. Por esto está en mi conciencia que el señor Garduño Palacios como todos los hombres, como todos los luchadores honrados, como todos los hombres leales,
a pesar de aquella falta ha desafiado las iras de la tiranía. Existiendo por una parte un joven pasional, un joven inexperto y por el otro el señor Cárdenas, viejo cacique, perfectamente ducho en estas cosas, es lógico pensar que fue víctima de una calumnia y que no fue el falsificador de una credencial. Estas son, señores diputados, las conclusiones a que honradamente he llegado: que el señor doctor Emilio Cárdenas, basándose en las autoridades bonillistas de Tlalnepantla, que no han sido renovadas, confeccionó la elección en su domicilio. Aquí existen protestas y documentos que sería muy largo leerlos, pero todos ellos me han llevado a la conclusión de que el señor doctor Cárdenas, porfirista, maderista, huertista, carrancista, convencionista, bonillista y obregonista, de acuerdo siempre con las autoridades y con los que están arriba, confeccionó en su domicilio esa documentación y esta elección. El señor Pulido tenía tremendos cargos en este sentido y muchas pruebas, pero todas éstas, señores, le fueron devueltas por la Comisión. Además, señores, un proceso en contra del doctor Cárdenas, claro está que teniendo a las autoridades de su parte, claro está que teniendo el fuero que tanto le preocupa en este caso perder - porque es el principal móvil de su tendencia a la elección,- claro está que no pudo haber orden de formal prisión, porque habría sido necesario consignarlo al Gran Jurado de la Cámara para desaforarlo. El cargo de haber sido el delator, y aquí ya no el criterio político, sino el criterio moral, el criterio de la honradez: delator del insospechable general y doctor Siurob, incapaz de calumniar; el haber sido bonillista y obregonista, su personalidad política, legal y moral debe descartarse de la elección, porque sería un pésimo precedente el que el caciquismo entrara también en la Representación Nacional en vez de entrar a la Representación Nacional, como debe entrar, triunfante y gloriosa, la Revolución. (Aplausos. Siseos.) El señor Pulido, señores, al confesar que carece del requisito de vecindad y que tiene un proceso, y demostrar falta de firmeza en sus convicciones, queda moral y materialmente descartado de su derecho a la elección. En consecuencia, a pesar de la falta de que he hablado, a pesar de las calumnias de que ha sido víctima, a pesar de toda esta trama de intrigas en que se ha tratado de envolver la personalidad del señor Enrique Garduño Palacios, él, el estimado, el querido por los obreros y alguna causa muy grande debe haber para ello -, debe ser motivo poderoso para que esas agrupaciones obreras y los líderes del Partido Liberal Constitucionalista y del Bloque Socialista estén con él; a pesar de todo esto, como digo en esta tribuna, él es quien tiene derecho para ocupar una curul. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Aplausos. Siseos.) Concluyo, señores, haciendo un llamamiento a vuestras conciencias; que en esta ocasión se desmienta la versión de que la maffia infame no existe en la Cámara Nacional, de que ésta es una agrupación de hombres honrados, conscientes de sus derechos, y que obra siempre dentro de la moralidad y del decoro, no basta la ignominia como tal vez calumniosamente se ha dicho. Hago un llamamiento a vuestros sentimientos, para que recordando lo que habéis puesto en vuestros manifiestos y dicho en vuestros mítines, no burléis las esperanzas del pueblo, sino que realicéis sus ideales y no seáis los revolucionarios de ayer, los conservadores de hoy, los incondicionales de mañana; que la XXIX Legislatura se señale por el decoro de sus procedimientos, por la pureza de sus miras, por la rectitud de su criterio, y de este modo, señores, tendremos la seguridad de hacer una labor patriótica, una labor humanitaria, de hacer una labor noble, para prevenir las catástrofes que se llaman revoluciones redentoras que como los terremotos y las inundaciones si bien es cierto de derriban y que ahogan, también lavan, fecundizan y transforman. Para evolucionar, señores, es preciso que el pueblo esté satisfecho, que no se sienta burlado, que no se sienta escarnecido; sólo así, señores se puede levantar el alma de las multitudes desde la venganza que ruge , hasta la piedad que llora; ocasión habrá de hacerlo. Los obreros, señores, que me han hablado, los que protestan enérgicamente contra el hecho de que un cacique de la vieja dictadura porfiriana, levantándose a través de los tiempos, venga a ocupar una curul, lo están proclamando en nombre de los obreros, y en nombre de éstos os pido, ciudadanos, que no admitáis al doctor Cárdenas, cacique de Tlalnepantla, en la Representación Nacional. (Aplausos.)
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Vicencio Leopoldo (Aplausos.)
El C. Vicencio: Ciudadanos representantes: Pocos momentos antes de comenzar esta sesión, un grupo de obreros, una comisión me vio con el objeto de apoyar la candidatura de Garduño Palacios y me intimaron para que no tocara yo esa personalidad. Naturalmente no tenía yo que hacer aprecio de la intimación, que llegó hasta el grado de decirme que si aquí no se apoyaba la candidatura de Garduño Palacios, volarían la Cámara con dinamita... (Voces: ¡No! ¡No! Siseos.) Yo les prometí y lo cumplo: Yo no iba a atacar ni atacaré la personalidad de Garduño Palacios, no soy el que la voy a tocar, su defensor es el que la ha tocado. (Aplausos. Siseos.) Yo Creí, en verdad, al tomar esta defensa, que el señor Ramos Pedrueza viniera a atacar la credencial legítima del señor doctor Cárdenas, no por la ilegitimidad de la credencial, sino para hacer válida la de Garduño Palacios, nunca lo Creí, ni pudo pasar por mi mente. Algunas personas me habían dicho que hace algunos días, hablando con el señor Ramos Pedrueza y diciéndole los antecedentes detallados de la vida del señor Garduño Palacios e interpelando para que dijera cómo con estos antecedentes podría defender esta credencial, contestó una cosa estupenda: tengo esperanzas de que este muchacho entrando a la Cámara se regenere. (Risas. Aplausos.) ¡Convertir la Cámara en una escuela de Becaria, de regeneración, según los nuevos derroteros del derecho penal? ¿no más bien le pudo haber dicho que fuera a las Indias a reconquistar lo que había perdido, como en el gran drama de Sudderman, "El Honor"? Pero no toco más estos puntos; me voy a referir solamente a los cargos hechos de una manera vaga, porque no podía hacerlo de otra manera el orador que me precedió en el uso de la palabra.
Antes, como él ha invocado el criterio moral de la Asamblea refiriéndose a la "maffia", yo creo que mejor no puede estar caracterizado aquí el
proceder de eso que llaman "maffia", cuando más de una vez se han apoyado credenciales injustificadamente atacadas y legítimamente defendidas. Pero habla de criterios y cree que el criterio de la Cámara ha sido voluble, flexible, inconstante como la onda. Nada más lejos de la verdad. Hace algunos días el C. Luis León, con la arrebatadora elocuencia que lo caracteriza, persuasiva, insinuante, le hacía el cargo infundado de que en sus votos había habido cierta volubilidad, cierta inconstancia, y nos explicaba, y decía: "Yo he visto primero las cuestiones en lo general y después he hecho una aplicación al caso concreto"; y tenía razón, porque el derecho, como otras veces lo he dicho, no es una fórmula abstracta, sino un principio concreto que debe tener aplicación concreta también. Y el cargo que se hacía el C. León era irrisorio, porque no creo que ninguno de nosotros antes se lo hubiera hecho y era infundado, porque de hacérselo nos lo habríamos hecho casi una gran mayoría de nosotros y quizá se la habríamos hecho a la Cámara; pero la Cámara tampoco ha sido inconstante, tampoco ha sido voluble, ha hecho esfuerzo supremo para llegar, poco a poco, a una orientación definitiva. La Cámara, como el océano, que es el ejemplo más palpable que se pone de la volubilidad y de la inconstancia, no tiene esa volubilidad ni tiene esa inconstancia; y quien haya presenciado extático al océano, habrá descubierto a poco la ley del ritmo en el sonido, en el rumor, y en el rugido de la tempestad. ¿Quién no ha presenciado la armonía del movimiento en las olas que lamen las playas? Y en efecto así es, si no fuera eso, esa armonía, ese ritmo, no habría uno que soportara un minuto el ruido del mar, ni el movimiento de las olas y, sin embargo, se arrulla, se arrulla al murmullo del mar. Y así es la Cámara, la fuerza contraria, que es toda la psiquis de cada individuo, nueve el flujo y reflujo de la opinión; pero una vez que esas fuerzas se van neutralizando, entonces viene la calma, como en el mar tras de la tempestad la calma, y así viene muchas veces aquí, ¿cuándo? Cuando se ha uniformado la opinión; ¿ y cuándo se ha uniformado la opinión? cuando ha habido armonía de conciencia de un representante, a la conciencia de otros; se ha formado, ya, una armonía de todas las conciencias y se ha formado lo que se llama entonces una conciencia colectiva. De manera que esas opiniones, esos diferentes criterios que se han notado en la Asamblea, no son más que esa tendencia para llegar a una orientación definitiva, y ya lo hemos visto. Supongamos al C. Bordes Mangel, con su elocuencia seria, grave y parlamentaria, ¿cuántas veces ha venido a defender aquí el criterio de la legalidad? El C. Borrego, yendo un poco más adelante en el jurismo - si no hubiera aparecido como un pedante -, sin duda que nos habría desempolvado con Laurent, Merlin, Demolaug o cualquier otro comentador, y habría traído la cita íntegra a pretexto de buscar el espíritu de la ley, no se puede olvidar su texto preciso. Con eso nos habríamos limitado a estudiar gramaticalmente e ideológicamente el texto de la ley; pero no habría faltado uno de nosotros que le contestara: al tomar también el Laurent al pie de la letra, lo primero que debemos de hacer es despachar al archivo el Laurent y a los otros comentadores; ¿por qué? todos ellos se ocupan del comentario de la ley; ¿por qué? por que todos no han hecho más que interpretar la ley; de manera que si no se tiene que interpretar, al archivo todos los comentadores. Yo, en mi pequeña práctica, pequeña porque no soy abogado de gran bufete, pero en mi gran práctica judicial, por que toda mi vida la he pasado en el banco del juez, no he encontrado, puedo decirlo con protesta de verdad, una sola ley que no pudiera ser objeto de interpretación. El ciudadano, nuestro prestigiado expediente de las juntas preparatorias, nos habló de la conciencia como el único criterio que debía de predominar aquí en la Asamblea. El C. tribuno Luis Espinosa varias veces ha roto lanzas por el criterio de la justicia. Cuando yo una vez, antes de que se discutiera mi credencial, le pregunté si la atacaría para saber cómo quitaba el cargo, me dijo: "No, señor; ¿quién se lo ha dicho a usted? Yo siempre defiendo la justicia." El C. Manlio Fabio, con su fogosa palabra que le es peculiar, nos habló del criterio revolucionario; pero después nos explicó cuál en el criterio revolucionario: buscar cuál había sido la voluntad del pueblo. El C. licenciado Roque Estrada fue más hondo a buscar en la interpretación de la ley, el verdadero espíritu, desentrañando esa voluntad, de manera que todos estos criterios no vienen más que a esto: a irnos orientando para determinar de una vez por todas la conciencia colectiva de la Cámara. Esto lo digo por el criterio moral que ha recordado aquí el señor Ramos Pedrueza. Yo apelo a la conciencia de todos los ciudadanos, de todos los ciudadanos diputados, para que una vez armonizada con la de los demás y armonizada con la verdad, se forme la conciencia colectiva que no traerá otro resultado sino la aprobación de la credencial.
Voy a tocar, punto por punto, y someramente, los cargos que ha hecho el señor Ramos Pedrueza. Nos empezó diciendo: Voy a dividir mi argumentación; primero: en la parte legal; segundo: no dijo en qué, no dijo qué criterio iba a ser; pero se entiende que era el criterio que llamaremos moral, aunque si así fuera, debió desde luego haber bajado de la tribuna para no defender esta credencial. (Aplausos.) Con respecto al argumento legal, dijo: hay un delito imputado al señor Cárdenas; por consecuencia, está imposibilitado para ser electo. No presentó el documento, porque dijo que lo había traído y se lo había llevado el señor Cárdenas. ¡Leve disculpa! Si tan fuerte era ese documento, tiempo tuvo el señor Garduño Palacios para ir a traer una copia y enseñarla aquí; ¿por qué no trajo esa copia? Sencillamente porque no demostraba nada; y algo más: esa copia vendría a demostrar que no era una imputación al doctor Cárdenas, sino, al contrario, que le favorecería. Este proceso, que no fue proceso, comenzó por unas diligencias que se instruyeron en el Juzgado Conciliador de Tlalnepantla, y tuvieron este origen: Una imposición para un diputado del Gobierno del Estado de México; imposición por un juez, un juez que fue a meterse a la casilla donde estaba constituida la Junta Computadora, y el señor Cárdenas y otros vecinos, ciudadanos más patriotas que el juez, le impidieron entrar, ¿por qué? porque un juez no debía de entrar adonde estaba efectuándose la Junta Computadora. Practicaron una diligencia, eso fue todo; pero desde el momento en que
no había ni punto de partida para las diligencias criminales, ahí se quedaron, y están todavía en el Conciliador. Ese era un delito más del Conciliador. ¿El Conciliador no es competente? ¿Por qué se han tenido tanto tiempo las diligencias? Debían habérselas mandado al juez de Primera Instancia y después al Juzgado de Distrito, si era federal, o al de Primera Instancia, si eran del Estado; y sin embargo, ahí se quedaron y ahí están todavía, faltando el Conciliador, según eso, a su deber; ¿pero por qué no siguen? Porque no prueban más que eso: que el doctor Cárdenas en esa vez impidió que el juez faltara a su deber, interviniendo en la computación de la Mesa Computadora. Se terminaron los argumentos legales del señor Ramos Pedrueza; nada dijo de la legalidad de los votos, que, por otra parte, lo estudió perfectamente la Mesa Computadora. Cinco mil votos, que haciendo muchos descuentos, siempre quedan cinco mil, cuando menos; cinco mil y tantos, que haciendo muchos descuentos, quedan en cinco mil. El segundo cargo es este: delató al señor doctor Siurob. Si el señor doctor Siurob está presente, me permitiré hacerle una interpelación. No está. Iba yo a hacerle esta interpelación: ¿Qué concepto tiene de la honorabilidad de su señor hermano? Por otra parte, yo tengo alto concepto de la honorabilidad del hermano del señor Siurob. El señor Siurob dijo que los testigos, que el señor Urbano Vázquez le merecía un concepto elevadísimo de honorabilidad para él; le habían dicho que Cárdenas lo había denunciado. Siento que no esté documentado suficientemente el señor doctor Siurob, no presente en estos momentos, con respecto a la honorabilidad del señor Vásquez, que está procesado por peculado y está pendiente ese proceso. Dice el hermano del doctor Siurob:
"Tlalnepantla, agosto 30 de 1920.
"Señor doctor don Emilio Cárdenas.- Presente.
"Muy estimado y fino amigo:
"Hasta mí han llegado noticias del sinnúmero de intrigas que se están esgrimiendo contra usted por sus enemigos en la lucha política pasada, al grado de pretender hacerlo aparecer como delator de mi hermano José, con motivo de haberse levantado en armas contra el Gobierno del señor Carranza y en favor del señor general Obregón, Es de mi deber, dado su comportamiento verdaderamente caballeroso de usted para con mis familiares, declarar de una manera terminante que todo cuanto se ha esgrimido en su contra es absolutamente falso y calumnioso, pues lo considero a usted como un hombre de honor y pruebas me ha dado usted de ello. Es de llamar la atención que, dado el fracaso de sus enemigos, pretendan hacer aparecer una elección tan buena como la de usted, en forma fraudulenta; pero creo que todos los miembros de la Cámara estarán convencidos de la bondad de la elección, como lo estamos los vecinos de Tlalnepantla que vimos las elecciones. Como todo cuando dejo asentado es la verdad, me es satisfactorio hacerlo de su conocimiento para que esté al tanto de lo que pasa. Suyo afectísimo atento amigo y seguro servidor, Emiliano Siurob."
El tercer cargo es el de bonillista. Se dice que fue bonillista porque intervino en una manifestación bonillista el señor doctor Cárdenas. (Voces: ¡Si!) No leo para que no se haga largo; pero si quiere la Asamblea, lo leeré; hay un periódico sobre ese particular, en el cual se da cuenta de la manifestación bonillista, y dice quiénes la iniciaron y a quiénes correspondía esa imputación. Son un grupo de ingenieros de Tlalnepantla los que hicieron esa manifestación; aquí está el periódico, y si los señores pretenden, se le dará lectura; pero no me gusta cansar con lecturas la atención de la Cámara; pero aquí está el documento. En cuanto al cargo de bonillista que se le hace, es extraño, excesivamente extraño, incomprensible, que después del bonillismo reconocido del señor doctor Cárdenas, que después de la denuncia que se le imputa que hizo del señor doctor Siurob, vengan los líderes del Partido Constitucionalista, posteriormente, a nombrarlo delegado del Partido Liberal Constitucionalista en Tlalnepantla. Multitud de cartas. Esta es la del señor José Inés Novelo, cartas del señor Andrés G. Castro, que es el director de la política del Partido Liberal Constitucionalista en el Estado de México; y conocedor de todas las personas, naturalmente debía de tener en cuenta los datos que había en contra del señor Cárdenas para no permitir que entrara al Partido Liberal Constitucionalista, y para no comisionarlo para que fuera delegado del Partido Liberal Constitucionalista...
El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: Castro hizo labor castrista nada más y no del "Pélece".
El C. Vicencio: ¿Y el señor José Inés Novelo, jefe del partido Liberal Constitucionalista?
El C. Zincúnegui Tercero: Lo sorprendieron. (Campanilla.)
El C. Vicencio, continuando: He concretado los descargos sin ampliarme a más comentarios, por que es la mejor manera de formar la conciencia colectiva de la Cámara. Líricamente le dijo: diputado huertista. Seguramente que no olvida que por no seguir la política de Huerta, el señor Cárdenas, con muchos diputados, estuvo preso dos veces en la Penitenciaría.
El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: Por felicista, no por renovador. (Campanilla.)
El C. Vicencio, continuando: No fue felicista; fue renovador. El señor lo puede decir también. Concretito se le hace el cargo de que estafó una herencia del señor Porfirio Vélez; todo es lírico. Soltando la imaginación por los bosques del Parnaso, se puede hablar mucho, pero al último pregunta uno, como cuando se bajó el señor Ramos Pedrueza de la tribuna: ¿Que dijo? Nada. (Risas. Aplausos. Siseos.) En este incidente no ha habido más que esto: el señor doctor Cárdenas apoyó al señor Porfirio Vélez para que pusiera un pequeño botiquín, ministrándole medicinas de la botica de él; paso el tiempo, murió el señor Porfirio Vélez; la viuda no pudo quedarse con la botica, fue a ver al señor Cárdenas para que le comprara las medicinas. Era tan poca la cosa, que le dijo a la dependiente: "Entiéndase usted con ella." Se entendió la dependiente, sacó una liquidación de $80.00 y el doctor Cárdenas le dijo: "Déle $100.00 Le dieron. "los $100.00 y se fue. Al poco tiempo vino y se peleó con la dependiente y entonces empezó el pleito de viejas. (Risas.) Es lo que se ha traído aquí a la consideración de la Cámara. En eso el doctor Cárdenas no intervino para nada. Lo que haya habido entre ellas, pues sería bueno traerlas aquí, en último caso, para
que lo explicaran (Risas.) Esos son todos los cargos que hace el señor Ramos Pedrueza. No me extiendo a las consideraciones que hace con respecto al señor Pulido, haciéndole la imputación y calumnia gratuita de que por recibir dinero se retiró de la liza electoral, porque no puede ser más que una imputación gratuita, puesto que el señor Pulido, a quien yo hablé al principio, diciéndole que si no se convencía de la legalidad de las elecciones del señor Cárdenas, yo lo convencería, y tuve varias conferencias con él último llegué a convencerlo, y me dijo: Sí señor, porque usted interviene - y me hizo este honor -, me retiro. Por esto es que se retiró. Esos son todos los cargos, señores; apelo de nuevo a la conciencia de la Asamblea, quiero que al dar vuestro voto os despojéis de todas las pasiones, quemad esas pasiones en su propio fuego por bien de la patria. (Aplausos.) Haced lo que Grático, hombre de patriotismo, dejando consumir en la hoguera a la bellísima Faledra del decadentismo enervante en la gran tragedia dannunziana.
El C. Díaz Soto y Gama: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Díaz Soto y Gama: Ciudadanos representantes: Pocas veces he venido a esta tribuna con más gusto, con más convicción y con más entusiasmo, que en esta vez. En esta vez, como ha sucedido ya en esta Cámara, y como tendrá que suceder muchas veces, se vienen a encontrar aquí, frente a frente, el antiguo régimen, con todas sus mañas, con todas sus camándulas, con todas sus intrigas, y el nuevo régimen que viene apenas, señores, a aprender a defenderse. Esta es la verdad de este debate. El señor Villavicencio...(Voces: ¡Vicencio!) hombre que por sus canas, hombre que por su edad, hombre que su experiencia sube presentar en cierta forma los asuntos, no nos ha enseñado la verdad de este asunto y no ha contribuido - lo digo con toda verdad -, no ha contribuido honradamente a formar la conciencia colectiva de la Cámara, esta conciencia colectiva que estamos obligados a formar aquí y que yo voy a procurar formar punto por punto y detalle por detalle.
El señor Vicencio habla de la patria, habla en una magnífica oportunidad; yo también quiero hablar de la patria, quiero hablar de nuestro país, de este país sacudido por diez años de revolución, de este país que ayer, representado por su capital, ayer y anteayer celebró conmovido, celebró con arrebatos de entusiasmo que no le conocía en tiempos del porfirismo, uno de los aniversarios de la Independencia, que se ha sentido más por todos los mexicanos, que nos ha conmovido más profundamente, aun a los que poco entendemos de patrioterías, y nos ha conmovido porque el país entero comprende que al fin, después de tantas conmociones, de tantos sacrificios, de tanta sangre derramada, empieza a haber honradez en este país, empieza o debe empezar a surtir sus frutos la gran revolución que nos ha sacudido, y empieza a haber hombres, que aunque dedicados a la política - siempre sucia., están aquí en la Cámara y están en el Gobierno y están en los puestos públicos para demostrarle al pueblo alguna vez, una vez por todas - El principio de las veces, diría yo -, que no han sido estériles sus sacrificios. Y la peor manera de demostrar esto al país, la manera más infame de hacerle ver que el sufragio efectivo no ha claudicado y no ha sido un fracaso, sería imponer en este Parlamento, sería imponer en una curul a un hombre a quien todo Tlalnepantla - y es fácil cerciorarse de ello, señor Vicencio, vaya usted a Tlanepantla -, considera como su peor y más abominable cacique. (Aplausos.) Yo le diré a usted que no vengo a esta tribuna sospechoso, precisamente por que se crea que se trata de defender a un amigo del señor Novelo, y yo no vengo a defender a ese amigo, sino a atacar al cacique de Tlalnepantla. Yo no vengo a esta tribuna (Aplausos.) si no es porque toda clase de elementos obreros se han conjurado para pedirnos a muchos miembros de esta Cámara, entre otros al señor don Luis Espinosa - que yo no se por que no aceptaría la honrosa comisión; entre otros al señor Ramos Pedrueza, que valerosamente la aceptó, y entre otros a mí, que también la acepté, con la conciencia limpia y la frente alta, como lo he hecho así en todos mis actos, (Aplausos.) la honrada comisión de exhibir a un cacique de los más malos, (Aplausos.) a un cacique, no del género brutal, no del género francamente sanguinario o francamente despótico, sino del genero jesuita, del género hipócrita, calumniador, (Aplausos.) como explicaba perfectamente bien el señor Ramos Pedrueza, poniendo los puntos sobre las íes en uno de los puntos de su discurso. Uno de los tipos más peligrosos de los que más han atacado a nuestra revolución, es el tipo de esos hombres acomodaticios, que han sabido pasar a través de todas las épocas, plegándose a los regímenes; sacando un jugo benéfico de todos los regímenes. Es una de las causas justamente por las cuales esta revolución ha estado a punto de fracasar.(Aplausos.) Hay hacendados, como el señor Silviano Hurtado, que supo plegarse al obregonismo, supo ganarse la amistad de altos jefes del obregonismo y aun del mismo general Obregón, y veremos muestras preciosas de su adaptación al medio, porque para eso son maravillosos los reaccionarios, y ha logrado sentarse en esta Cámara, usurpando una curul que no le corresponde, y hay muchos casos de estos en el país: hay muchos hacendados, hay muchos fifíes del Sanborn's, que también se han colado en las filas del obregonismo; hay muchos hombres de esos que han entrado a esta revolución no por ser revolucionarios, sino por ser anticarrancistas en cuanto el carrancismo tiene de malo, y han querido sorprender a los revolucionarios para venir dentro de la Cámara y fuera de ella, a defender con sus títulos de revolucionarios, sus intereses propios de clases privilegiadas, sus intereses de grupo privilegiado, sus intereses propios de oligarcas de un pobre país que ya no tolera oligarquías, como es ese hipócrita señor doctor don Emilio Cárdenas. (Aplausos.) Ayer recibí una impresión dolorosísima en estos momentos en que parece que la revolución está triunfante, en estos momentos en que todo es júbilo, en momentos en que la ciudad de México se entregó con un frenesí que, vuelvo a decir, no le conocí en la época del porfirismo, porque en la época del porfirismo se iba a las fiestas patrias por curiosidad, por deseo de divertirse, más bien que por afán revolucionario, más bien que por entusiasmo patriótico; en estos momentos, digo, recibí la noticia de boca de un compañero mío, muy
querido revolucionario del Sur, y es esta: me decía: ¿Qué pasa con la revolución, qué pasa con los obregonistas, qué pasa con el señor de la Huerta, qué pasa con este gobierno que está permitiendo que en sus propias barbas se burle la reacción de él y de ellos? El caso es este: los terrenos que con sacrificios de muchos, que con derramamiento de mucha sangre indígena, se habían repartido en la región de los volcanes, en esa región bendita están los dos colosos, como dos centinelas defensores de la raza indígena, junto al Popocatépetl y el Ixtaccíhuatl, en esos terrenos donde tanto tiempo estuvimos los revolucionarios intelectuales o semiintelectuales del Sur, donde tuvimos el honor de ser abrigados, ahí donde se repartieron tierras por la Revolución, han entrado ya los hacendados con sus mañas acostumbradas, sorprendiendo con sus intrigas acostumbradas a las autoridades, han vuelto a en sus pies, y ahí mismo, en las madrigueras últimas, en las madrigueras sagradas y recónditas de la revolución campesina, de la resolución agraria, han vuelto a ser devueltas las haciendas a los hacendados. Esta es la situación, señores; este es el peligro de la situación, el peligro de la revolución triunfante, que después de diez años de lucha en los campos de batalla, vaya a ser tragada por las intrigas de la reacción. Por eso señores, en este debate no debemos fijarnos en la personalidad del señor Palacios, mañosamente traída a colación por el anciano señor licenciado Vicencio. No es ese el caso; vamos a traer a la consideración y al debate, a profundizar el debate hasta el último punto, la personalidad del hipócrita cacique de Tlanepantla, señor doctor Emiliano Cárdenas - decía el señor Vicencio que era un hombre de honor el señor Cárdenas-; y le digo al señor Vicencio, a quien respeto por sus canas, que debe respetar esas mismas canas. ¿Es hombre honrado el que hace cosas como estas? Usted me contestará:
¿El que como un miserable asbirro denunció a nuestro correligionario e incorruptible defensor, doctor Siurob, en la persecución carrancista al ser huésped de San Pedro Atzcapotzaltongo?
¿Es un hombre honrado el que hace eso?
El C. Vicencio: ¿Me permite usted la palabra?
El C. Díaz Soto y Gama: Después tendrá usted el uso de la palabra. Y no quiero cometer la torpeza de que usted me interrumpa el hilo de mi peroración; ya usted después me contestará totalmente todas mis preguntas a su tiempo. "¿Es hombre de honor el individuo que valido de su influencia arroja del distrito al viril compañero y correligionario Urbano Vázquez, incautándole su pequeña imprenta y apresando a su hijita, tan sólo por el hecho de defender con todo entusiasmo al Partido Liberal Constitucionalista y a nuestra causa del pueblo?
"¡Es hombre de honor el individuo que siendo bonillista impuso a todas las autoridades del distrito de Tlalnepantla, y fueron las que se encargaron de hacer la elección en su favor, cohechando y sobornando a los presidentes municipales y a la Junta Computadora?
"¿Es hombre de honor el que arranca a mano armada una credencial en favor de Guadalupe García, su candidato por Cuautitlán al Congreso Local del Estado de México?
"¿Es hombre de honor un individuo que presta con el modesto crédito de 40 ó 50%?" (Aplausos.)
Yo aquí en esta Cámara he visto levantarse muchas voces airadas y muchos puños crispados, porque se dijo que aquí en esta Cámara no había ningún ladrón. No señores, si los ladrones ya sabemos dónde están: al frente de las haciendas; los ladrones en este país y en todos los países son los hacendados, los industriales, los grandes comerciantes y los dueños de bancos, esos son los ladrones; los individuos que día a día están robando el pan de la boca de los obreros, que día a día están extorsionando a los operarios; los individuos que no roban de un golpe los miles de pesos, sino que a cada momento les están quitando a los pobres la tercera parte de su trabajo. ¡Esos son los ladrones! Esos que roban a los jornaleros, que roban a los operarios, que roban a los campesinos, al peón de los campos. Es también ladrón el hombre que presta con un rédito excesivo, con un rédito exorbitante, individuos que amasan sus fortunas con el llanto del huérfano y el llanto de la viuda, que ni siquiera tienen honradez bastante para ser dignos depositarios, honrados guardadores de un sagrado depósito, como es el dinero de una viuda. Eso no es honradez, eso no es ser hombre de honor. Todo esto demuestra que este señor es cacique; todo esto demuestra que este señor Cárdenas goza de una influencia decisiva, y el hecho es el de haber permanecido siempre en el poder, de haber sido diputado en la época porfirista ¿No es así, señor Ramos Pedrueza?
El C. Ramos Pedrueza: Sí, señor.
El C. Díaz Soto y Gama: Es el hecho de haber sido diputado varias veces; es el hecho de haber dispuesto absolutamente de las autoridades, como lo voy a demostrar con protestas de vecinos de cada lugar. "Protesta de los vecinos de Santana Jilotzingo...." (que obra u obraba en el expediente respectivo, porque hay que ver que en este asunto hay intereses y lo prueba el hecho sorprendente de las desapariciones de los expedientes, y como hay el hecho de que la Comisión se prestó, sin haber sabido dar una explicación de su conducta, y que retiraron documentos probatorios contra la personalidad de uno de los candidatos, ese es un punto en que se quisiera que la Comisión se limpiara del cargo, porque es un cargo que la mancha.
El C. Huerta: Pido la palabra. ¿Me permite usted?
El C Díaz Soto y Gama: No, después hablará usted. "Protesta de los vecinos de Santana Jilotzingo".... porque estos señores caciques tienen las manos muy largas.
Los que subscribimos, con todo respeto exponemos que habiendo estado en Santana Jilotzingo, el día 1o. de agosto, con el objeto de observar las elecciones para diputados al Congreso de la Unión, el secretario del Ayuntamiento ordenó a los presidentes de casillas que no se nos reconociera como representantes; dirigiéndose a nosotros, nos dijo: que si seguíamos en nuestro empeño, iríamos a la cárcel; que no admitían más representantes que los del compadre del señor presidente, doctor Cárdenas, por lo que protestamos, dejando en la casilla número 1 que hacía mención de todas"....
Ya va a ver el señor Vicencio cómo le voy a cumplir mi promesa de ir formando punto por punto la conciencia colectiva de la Cámara. "El resultado de la votación, no obstante que el secretario del Ayuntamiento, con dinero en la mano, anduvo pagando votos, fue de 130 por total en la municipalidad, para el doctor Cárdenas y para el señor Pulido fueron 6."
Este hecho debe grabarlo la Cámara en su conciencia colectiva, en esa conciencia que no quiso formar el señor licenciado Vicencio, y que yo estoy procurando formar punto por punto. Digo y repito: está firmado esto en Jilotzingo, con domicilio de los firmantes. "Nuestro domicilio es: Cinco de Mayo 10. Toluca, México."
Otro hecho que demuestra hasta qué punto las autoridades dependían absolutamente del cacique de Tlalnepantla, porque no merece otro nombre el abominable cacique de Tlalnepantla doctor Cárdenas, el individuo que estuvo siendo exhibido sucesivamente casi cada ocho días, cada quince días en las columnas de "Revolución" por una serie de remitidos abrumadores que nunca contestó. ¿Esto no es cierto, señor Francisco Soto, director de aquel periódico?
El C. Soto Francisco: Pido la palabra. Me consta que los vecinos de Tlalnepantla se quejaban invariablemente del señor Cárdenas, y que nunca pudo la parte interesada destruir los cargos.
El C. Díaz Soto y Gama: Yo, desde las montañas del Sur, estuve viendo la colección de "Revolución" y desde ahí pude observar la serie de cargos que se lanzaron contra el doctor Cárdenas. Me extraña mucho que las personas de esta Cámara y de las galerías que aplauden al señor doctor Cárdenas, no hayan leído la prensa, esa prensa honrada que fue "Revolución" y que desgraciadamente se está torciendo, pero que durante mucho tiempo fue el portavoz de la conciencia nacional.
En la 4a. casilla de San Bartolo Oxtotepec, el presidente de la Mesa escondió las boletas de los contrarios de Cárdenas, dando por lo consiguiente las de Cárdenas. La 5a., 6a., 7a., 8a., y 9a. sólo hay que hacer constar que caminaron obedeciendo la consigna del secretario del Ayuntamiento, y en la 10 hubo presión por parte del mismo secretario, para que no se instalara, porque en su mayoría son obreros, quienes votarían irremisiblemente por el señor Alejandro Pulido. El número de obreros que dejaron de votar por causa de esta falta, es de cuatrocientos aproximadamente."
¿Por qué la Comisión no tuvo en cuenta estos hechos y con un aplomo sin igual nos dice que son irregularidades de forma? ¿Por qué no habla de estas protestas? ¿Por qué no ha dicho a la Cámara, contestando a la interpelación del señor Ramos Pedrueza, que no es una, sino una serie de protestas cuyos títulos fueron presentados a la Cámara de Diputados? ¿Por qué se perdieron esas protestas, por qué se han perdido los documentos que el señor Ramos Pedrueza traía a la Secretaría? ¿Por qué se ha registrado en esta Cámara algo bochornoso, como aquello tan conocido, tal vulgar del cuento que dice: "Aquí todos son muy honrados, pero la capa no parece"? ¿Pues qué, esto no es digno de tomarse en consideración por la Cámara? Esto hay que tener en cuenta y no los argumentos que el señor Vicencio ha venido a esgrimir aquí; nosotros debemos proceder honradamente en este caso y no dejarnos extraviar por los ataques dirigidos al señor Garduño Palacios, que estará todo lo manchado que esté; pero que en todo caso tiene el derecho de reivindicarse y sólo los hombres de conciencia burguesa son los que niegan a la mujer pública el derecho de reivindicarse, el derecho de regenerarse. Si yo estuviera en un ambiente socialista, de hombres avanzados, yo defendería a Garduño Palacios; no lo defiendo aquí simplemente por esto: Porque se creería defendería por detrás de Garduño Palacios a Novelo, y como respeto mi reputación, por esto no defiendo a Garduño Palacios; pero éste es absoluta y perfectamente defendible ante los que no tienen la conciencia encallecida por los perjuicios de la burguesía. Es un tema hermoso el que consiste en defender a los hombres que tratan de regenerarse; a estos hombres se les debe de tender la mano, en lugar de cerrarles para siempre las puertas de la honradez. (Aplausos.) Por esto, señores, los socialistas dimos un voto a favor de don Antonio Manero; es un individuo muy trabajador, si los hay, porque si este hombre alguna vez ha cometido un delito, lo ha purgado con muchos de trabajo noble, firmando temas y asuntos de interés vital para el país, de manera que yo con gusto le tiendo la mano a Manero, a pesar de que haya estado inodado en un asunto de bancos, y quizá no le tienda la mano con el mismo gusto a uno de estos latifundistas, a uno de estos individuos que presentan con el 40 ó 50%, a uno de esos ladrones hipócritas que van llenándose los bolsillos con el centavo de la viuda, con el centavo de los jornaleros, con el centavo de los peones del campo, con el centavo y las lágrimas de los infelices que trabajan de sol a sol, para que los hacendados y los hijos de los hacendados vengan a derrochar en la capital y en las ciudades de provincia en orgías estupendas las cosechas, el producto de las cosechas, que a ellos no ha costado sacrificio alguno, pero si a los hijos del pueblo, que ellos sí son los robados y otros son los ladrones; los ladrones en este país, son los hacendados, son los industriales, son los grandes comerciantes, la gente de la alta banca.(Aplausos. Siseos.) Esto lo digo simplemente porque me da pena que en una Representación Nacional no se quiera creer en el derecho de rehabilitación y se ensañen hombres conscientes contra un hombre que quiere dar un paso en la senda del bien. Eso sencillamente es indecoroso, enorme, profundamente atrasado; eso es estar rezagado en la senda de la civilización, en una época en que ondea ya la bandera roja por muchos ámbitos del universo; una bandera roja que ha de abrigar a los proletarios y bajo cuyos pliegues han de recibir su castigo todos los burgueses, los verdaderos ladrones de la humanidad. De manera que el debate se ha profundizado mucho; el debate, vuelvo a decíroslo no a título de sofisma o de improvisación, es la lucha entre el antiguo régimen lleno de máculas y mañas, y el nuevo régimen que apenas empieza a saberse defender; por eso se abusa en esta tribuna de la habilidad de los viejos, de los hombres que tienen habilidad para hacer una defensa contra aquellos individuos que por su inexperiencia en
política se dejan todavía asustar, se dejan todavía aturdir por ciertos argumentos oropelescos, por ciertas frases que absolutamente no tienen fondo, y por un extravío de la conciencia de hoy día, que no está todavía formada para responder a los anhelos del proletariado. En esta Cámara se presentó ya un caso semejante a éste y fue resuelto bien y honradamente por la misma "maffia que ha tratado de defender el señor Vicencio, "maffia" que si me permite el señor Vicencio, está a discusión, muy a discusión, porque su conducta precisamente debe comprobarse en este y en otros debates, porque sería verdaderamente inmoral, eso sí inmoral y que sí ameritaría que se levantaran los puños crispados, el que simplemente por venir a defender credenciales de a mil pesos al mes, se admitiera aquí a individuos que no tuvieran derecho, que fueran indignos de ser admitidos en esta Representación. De manera que la "maffia" está a discusión en esta vez, la "maffia" en otra ocasión rechazó de esta Cámara, indignada, a una persona que se parece como un huevo a otro huevo al señor don Emilio Cárdenas: rechazó a Juan Antonio Carrillo (Aplausos.) Lo rechazó exactamente por los mismos motivos por los que nosotros pedimos que se rechace al doctor Cárdenas: se le rechazó por bonillista, por enemigo del pueblo; se le rechazo por haber ayudado a imposiciones anteriores, como este hombre, por haber no sólo ayudado, sino fomentado las imposiciones ; se le rechazó por sus pésimos antecedentes que databan de pocos años atrás, parece que de uno o dos, y los antecedentes malos del doctor Cárdenas vienen de muchos años atrás. De manera que es exactamente el mismo caso, y yo le digo al señor Vicencio y a todos los que forman la "maffia" -porque ésta existe-: la "maffia" va a decirnos de una vez por todas si es honrada o no, si procede con criterio revolucionario, con criterio reaccionario o con criterio que recibe todas sus inspiraciones del estómago: con el criterio de los famosos mil pesos. (Aplausos en las galerias.) Yo volveré a esta tribuna, si no vuelve el señor Ramos Pedrueza, porque yo no quiero que la conciencia colectiva se forme de una manera tan torcida -como quiso hacerlo el señor Vicencio- a la capa de un pobre argumento: la personalidad del señor Garduño Palacios. Yo resumo de esta manera: Si Garduño Palacios está manchado, más manchando está Cárdenas. Y que no se trate aquí, en todo caso, de la personalidad de Garduño Palacios, sino de resolver si el doctor Cárdenas, cacique de Tlalnepantla, hombre que presta con 40 ó 50%, hombre que se queda con el dinero de la viudas, hombre que no permite siquiera que le hagan competencia otros doctores en su localidad, porque se ha dado el caso de presentarse un doctor a ejercer y él inmediatamente subir en su botica el precio de sus recetas para imposibilitar toda competencia mercantil, podemos decir en este caso, porque según eso y según explicación del señor Ramos Pedrueza, el señor Cárdenas hace un comercio y un monopolio de su profesión. Se trata de saber si ese hombre es digno de ocupar una curul; se trata de saber si el pueblo de Tlalnepantla y el pueblo mexicano que lee la prensa y conoce estos debate, quedará satisfecho en que en una época de sufragio efectivo y con una revolución que se hizo para sancionar el sufragio efectivo, venga aquí, no los representantes de los trabajadores, no los representantes de los campesinos no los representantes y defensores del pueblo, sino los eternos caciques del porfirismo, esos eternos caciques que hicieron aquellas famosas fiestas, aquella hermosísima apoteosis del centenario. Se trata de una vez por todas de saber si en esta Cámara van a triunfar los representantes del antiguo régimen, o los representantes del nuevo régimen; los argumentos del antiguo régimen, los argumentos de honradez, de verdad y de justicia del nuevo régimen. (Aplausos.)
El C. Vicencio Leopoldo: Pido la palabra para contestar.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Huerta.
El C. Huerta, de la Comisión: Habiendo el señor diputado Soto y Gama referídose a la Comisión haciéndole un cargo, (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!) No, si es muy sencillo lo que hay que decir. Tengo el deber de hacer del conocimiento de la Asamblea lo siguiente: (Voces: ¡Tribuna! El orador asciende a la tribuna.)
El C. Huerta Moisés: Señores representantes: Nunca imaginé que un asunto que la Comisión vió, como han visto todos, bajo un criterio estrictamente legal, diera lugar a un debate en el que se ha traído a la colación ya el criterio moral, ya el político, ya el revolucionario, etcétera; pero ya de una manera franca el señor diputado Soto y Gama lanza a la Comisión el cargo de que aquí ha corrido el oro, bien pudiera creerse que la Comisión de la que formó parte, ha recibido, si no todo el oro, al menos parte del oro a que se ha referido. Y como esto, señores, es enteramente calumnioso, al menos por lo que a mí respecta, hago la solemne declaración de que los miembros que formamos la 7a. Comisión Revisora no hemos procedido en otra forma que con arreglo a la ley. El hecho de que se hayan devuelto los documentos presentados por el señor Pulido, no tiene, en mi concepto, ninguna importancia por esto que voy a decir: El único candidato que pidió la nulidad de la elección en favor del señor doctor Cárdenas fue el señor Pulido; el señor Garduño Palacios jamás se presentó ante la Comisión ni ha presentado escrito alguno. (Siseos.) En consecuencia si el señor Pulido, el único interesado en pedir la nulidad retira su escrito, retira sus documentos ya formulado el dictamen en favor del señor Cárdenas, ¿qué inconveniente había para poder devolverlos? Si en los tribunales del orden común es lícito a petición de parte y con conocimiento de la contraria devolver los expedientes, ¿por qué razón no se había de devolver en este caso? Yo no veo en esto, señores, ninguna maquinación; nadie tampoco puede verla. No puede ser, por consiguiente, un delito, como un señor diputado está insinuando, porque para que fuera delito se necesitaba saber realmente con anticipación, que iba a ser atacada esta credencial. Si yo lo hubiera sabido, si alguien me lo hubiese dicho antes, señores, que esta credencial iba a ser atacada bajo este punto de vista, no se hubieran devuelto los documentos. Pero yo invito a cualquiera de los ciudadanos diputados para que me digan si se me pidió que no se devolviera el expediente. (Murmullos.) Señor Zincúnegui Tercero, que está refiriéndose en estos momentos a mí:
¿usted después de haberme pedido el expediente, me ha dicho que no lo devolviera?
El C. Zincúnegui Tercero: No, señor.
El C. Huerta, continuando: Esto me recuerda en estos momentos que usted mismo fue el que me pidió que antes de que se diera cuenta a esta Asamblea con el dictamen, quería usted leerlo y lo leyó usted y me dijo que estaba convencido de que la elección del señor Cárdenas era válida. Si, pues, usted mismo....
El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: ¿Me permite usted que conteste?
El C. Huerta: Sí señor.
El C. Zincúnegui Tercero: Con permiso de la Presidencia. Efectivamente, cuando obraba en poder de la Comisión respectiva el expediente relativo al doctor Cárdenas, se acercó a mí el señor Pulido denunciándome algunos hechos y mostrándome documentos en contra del C. Cárdenas. Parece que en aquellos días ya la Comisión había dictaminado ese expediente y trataba de ponerlo a discusión. Supliqué yo al señor Huerta me permitiera ver el expediente a efecto de darme cuenta de él. Lo leí con detenimiento y encontré, como sucede en estos casos, que de acuerdo con la Ley Electoral, de acuerdo con la prescripciones legales, el expediente estaba bien. Es lo único, no que moralmente hubiera yo tenido el concepto del triunfo del señor Cárdenas. Lo que dije y lo que afirmé, fue que de acuerdo con las prescripciones legales es expediente estaba bien, mecánicamente ajustado a las prescripciones legales.
El C. Huerta, continuando: Me complazco, señores diputados, en que el señor diputado Zincúnegui Tercero haya hecho esta aclaración, porque desde luego ya queda fuera de apreciación mi personalidad. El mismo acaba de confesar paladinamente que me suplicó que no se diera cuenta con ese expediente mientras lo examinaba. A la luz de la ley lo encontró bien y así lo he encontrado también. En tal virtud, si estaba ese expediente arreglado a la ley y el dictamen fundado conforme a la ley ¿qué extraño es que se hayan devuelto los documentos presentados por el señor Pulido? Yo no tengo ningún interés ni tampoco trato de defender al señor Cárdenas; lo que trato de defender es mi honorabilidad, porque es la que se ha puesto en tela de juicio y creo que con lo expuesto quedarán ustedes ampliamente satisfechos de que la Comisión en este caso ha obrado como ha obrado también en los demás, con todo apego a la ley y con un criterio honrado. Yo suplico a los CC. Soto y Gama y Ramos Pedrueza y a todos los demás que se han formado un mal concepto de mí, que retiren desde luego ese concepto que no tiene razón de ser. Si a pesar de estas explicaciones, todavía se insiste en poner en tela de juicio mi honradez, entonces me veré en el penoso caso de volver a ocupar la atención de ustedes para hablar tal vez con más dureza, porque yo no gusto de que se me ataque sin conocimiento de mis actos. (Aplausos. Siseos.)
El C. Vicencio: Pido la palabra para contestar las interpelaciones del C. Soto y Gama.
El C. presidente, dirigiéndose al C. Soto y Gama: ¿Usted ha interpelado al C. Vicencio?
El C. Díaz Soto y Gama: Sí señor, como recurso oratorio; que hable, que conteste.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Vicencio.
El C. Vicencio: Para contestar la interpelación del señor Soto y Gama cuando me preguntaba que si era honorable el señor Cárdenas porque había hecho esto o esto otro. Yo no lo interpelo a él, interpretó a toda la Cámara en el mismo sentido: ¿es honorable el señor Soto y Gama cuando ha robado, ha violado, ha esturpado, ha asaltado en camino real? (Siseos. Aplausos.) Todos me dirán que no. Eso no altera la honorabilidad del señor Soto y Gama, eso no altera la honorabilidad del señor Soto y Gama porque eran imputaciones, porque eran difamaciones, porque eran calumnias. Pues así quiere que le conteste. Dice que el señor Cárdenas presta al módico rédito del cincuenta por ciento. No presta, señores, pero lo dice el señor Soto y Gama... "El señor es fulano de tal" ¡no es, señores; dicen que fue diputado al Congreso del Estado. No fue. Dicen que es prestamista; no es prestamista. Pues así, señor, las interpelaciones quedan contestadas. todas las interpelaciones que haga usted sin fundamento ni verdad, nada más se le retrotraerán a usted, pero yo no puedo contestar interpelaciones que no tienen fundamento.
El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. Abraham Franco.
El C. Franco: Con temor y temblor, señores diputados, asciendo a esta tribuna para hablar a ustedes después de haber oído la elocuente, la muy elocuente palabra del señor Soto y Gama; con temor y temblor porque soy pequeño al lado de él; ni mi inteligencia, ni mis facultades oratorias, ni mis conocimientos, ni mi fuerza de palabra valen nada verdaderamente al lado de la palabra elocuente y arrebatadora del señor Soto y Gama; Sin embargo, vengo aquí porque creo cumplir con un deber y voy a cumplirlo. Yo, señores, creo que la honorabilidad de la Asamblea exige de todos y cada uno de nosotros esto: que no demos nuestro voto ni en favor de un ratero, ni tampoco en favor de un cacique. (Aplausos.) Si se hubiera probado aquí en esta Asamblea que el señor doctor Cárdenas había delatado al señor doctor Siurob faltando a los principios más elementales de la honradez política, entonces, señores, deberíamos de arrojar de esta Asamblea al señor doctor Cárdenas. Eso es una cosa indudable, pero el mismo señor doctor Siurob no ha concretado el cargo, no ha dicho que le consta, no ha dicho que está enteramente seguro de que eso sea una verdad, y el señor licenciado Vicencio ha presentado una prueba en contra, que yo quisiera, señores, que antes de fallar se supiera si la firma que calza esa carta es la firma del hermano del doctor Siurob, porque si la firma de esa carta es auténtica, entonces queda completamente desvanecido el cargo para el señor Cárdenas, el señor Cárdenas no es un delator. Se dice que el señor don Urbano Vásquez, persona que en concepto del señor Soto y Gama es muy honorable, ha dicho que el delator fue el señor doctor Cárdenas. Quisiera preguntar al señor licenciado Soto y Gama si el señor Urbano Vásquez es el que fue alcaide de la cárcel de Belén en la época del general Díaz....(Voces: ¡No! ¡No!) Me alegro de saberlo, porque entonces realmente no valdría nada su dicho.
El C. Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: Lo dicen también muchos centros obreros.
El C. Franco, continuando: He dicho también otra cosa, y es que no debemos dejar entrar a esta Representación Nacional a hombres que hayan atacado los principios más elementales de respeto a la propiedad privada, a la propiedad ajena; no debemos dejar entrar a hombres que estén maculados, y maculados de un modo grave en su honor, y ese es tal vez el caso del señor Garduño Palacios, y yo quisiera preguntar en este caso al señor exmagistrado Vicencio: ¿sabe usted si alguna vez el señor Garduño Palacios fue sentenciado en Toluca con motivo de un abuso de confianza?
El C. presidente: Tiene la palabra el C. diputado Vicencio.
El C. Vicencio: No debía yo contestar, porque no he dicho una palabra de Palacios; quien dijo eso fue el señor Ramos Pedrueza; pero yo voy a contestarle a usted; hay ejecutoria certificada aquí; pero no está, como dijo muy bien el señor Soto y Gama, no esta a discusión la personalidad de Palacios. Yo no soy de los que se espantan porque venga aquí a hablarse de la personalidad moral del individuo; yo no creo nunca que deba el perfil moral de los que pretendan un puesto público, quedar en el misterio de la sombra; desde el momento en que un individuo pretende un puesto público, pone su misma vida privada, por secreta que sea, a la censura pública, ya que su vida privada, su actuación, es la que da la garantía al elector para la legitimidad de su voto. ¿Pero, qué, se imaginan los señores que han atacado al señor Cárdenas que cinco mil inconscientes del distrito no sepan por quién va ha votar? Cualquiera que da su voto cuando menos tienen datos de la personalidad del individuo; nadie aquí que haya hecho la propaganda, que no la haya hecho en el bufete, sino que haya ido a recorrer su distrito, verá como de entre todos los individuos del pueblo, el más caracterizado pregunta, antes que todo, por la conducta individual, por la conducta privada del individuo; y si yo he defendido la credencial del doctor Cárdenas, es porque me consta su conducta privada, que no es reprochable como dicen los señores Soto y Gama y Ramos Pedrueza. (Voces: ¡dinero!) Y yo, con pruebas, no haciendo imputaciones de que esto, de que es lo otro y de que es lo de más allá, es como probaré lo contrario; las negociaciones no se prueban, y no es que venga con argucias de abogado, sino con el sentido común y el sentido moral que parece les está faltando. (Siseos Aplausos.)
El C. Franco, continuando: Yo creo, con el señor Soto y Gama, que los hombres avanzados en ideas, que los hombres que saben sentir con el corazón y pensar con la cabeza, no deben, de ningún modo, creer que el que ha cometido un delito contra la sociedad, que el que ha cometido una falta moral grave contra el orden social, no merece que se le tienda la mano. Es evidente que hay hombres que han estado muchos años en la Penitenciaría y que han sabido regenerarse; pero, señor Soto y Gama, La Representación Nacional no puede ser una sucursal de la Penitenciaría. (Aplausos.) Podemos tenderle la mano al señor Garduño Palacios en lo privado, en lo particular, en el orden de los negocios; podemos ayudarlo en cuanto más sea posible para que se levante socialmente todo lo más que pueda; pero mientras que no compruebe de un modo pleno, durante mucho tiempo, durante muchos años que es un hombre plenamente honrado y que realmente el delito que cometió a la edad de diez y seis años lo ha borrado por completo, no merece, señores, tener un lugar aquí en la Representación Nacional. No deben venir aquí a representar al pueblo del Estado de México los hombres que no tengan a este respecto perfectamente limpia su conciencia, perfectamente limpia su vida. Por otra parte, creo que tampoco los caciques deben entrar aquí, y no deben entrar aquí porque, como dice muy bien el C. Soto y Gama, también ellos roban los dineros del pueblo, también ellos chupan la sangre del pueblo, también ellos atropellan, también difaman, también injurian, también hacen tanto mal en el orden privado de un modo subrepticio, de un modo subterráneo, que realmente también son ladrones y no deben venir aquí a la Representación Nacional. Yo también creo; pero, señores, se hace necesario que se pruebe que el señor doctor Cárdenas es un cacique; mientras no se pruebe que es un cacique, no creo que toda la argumentación hecha pueda tener verdaderamente ningún valor. Basta ver al doctor Cárdenas en su actitud -salvo que sea cierto lo que dice el C. Soto y Gama, de que sea un hipócrita y un pérfido-, en esa actitud verdaderamente..... perdóneme el señor Cárdenas que lo diga, expresando con toda lealtad mi pensamiento, que es la de un pobre hombre, incapaz de hacer algún mal. (Siseos.) Y aquí se me ha dicho, señores que receta sin retribución ninguna y que cobra muy poco por sus medicinas y que hace mucho bien a los pobres. Si eso es verdad, no es un mal hombre, no es un cacique; y si lo es, es del tipo de los buenos, de los hombres que hacen bien y que por merecer el bien de aquellos a quienes ayudan y a quienes protegen, también llegado el caso ellos lo ayudan y lo protegen con su representación. En este concepto, yo creo que nosotros debemos fijar el debate: si el señor Cárdenas es un delator, y eso se prueba, debe salir de la Cámara; si el señor Garduño Palacios no ha sido un hombre honrado, ha sido un delincuente, y esto está perfectamente probado, no deja de ser bochornoso, señores, que con una prueba plena lo dejemos entrar a la Representación Nacional. Si el señor Cárdenas es un cacique del tipo malo, de los que ultrajan, de los que roban, de los que violan, de los que asesinan, a lo menos las honras, entonces, señores, el doctor Cárdenas, por ese capítulo no debe entrar aquí. Pero si esto no se prueba, entonces los votos numerosos a su favor deben ser una garantía para él y debe tomar parte en nuestros debates y venir aquí a cumplir con su deber representando al distrito de Tlalnepantla.
El C. Ramos Pedrueza: Pido la palabra para hechos.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Avilés Uriel.(Siseos. Aplausos.)
El C. Avilés Uriel: Señores diputados y presuntos diputados: el C. Cárdenas debe de estarle muy agradecido al compañero que acaba de estar en esta tribuna, pues le ha venido a dar pan y palo. (Risas. Aplausos.) Digo que le han venido a dar pan y palo, porque en el cuerpo de su discurso ha
estado como las coquetuelas de barrio, dando carita por un lado y dándola por el otro. (Risas.) Mientras dice que hay que arrojar al C. Cárdenas de esta Representación Nacional por esto y por aquello, dice por otro lado: "¿No ven ustedes la actitud casi beatífica del C. Cárdenas, un hombre que casi no puede matar una mosca?" (Risas. Aplausos.) Aquí el ciudadano que me acaba de preceder sabe manejar muy bien aquello del quita y pon, (Risas.) pero ya, ciudadanos diputados y presuntos diputados, que se nos ha traído aquí un expediente verdaderamente arduo, donde se han traído a colación dos individuos que, según el decir de unos y de otros, los dos son malos, pues yo, conforme a mi criterio, ciudadanos diputados, pediría a ustedes que, en todo caso, se nulificara esta elección, (Aplausos.) aunque yo no estoy de acuerdo con las teorías del C. Vicencio, que nos viene a decir aquí lo mismo que el ciudadano que acaba de estar en esta tribuna, que no pueden entrar a esta Representación hombres que estén regenerados u hombres que tiendan a regenerarse. Yo no sé qué criterio es el que se debe seguir en todos estos casos. Yo preguntaría a todos estos señores diputados y presuntos diputados, con el Rabí de Judea: que el que estuviera limpio de pecado que arrojara la primera piedra. (Aplausos.) ¿Por qué, ciudadanos diputados, se dice aquí que esta Representación Nacional no debe ser una subagencia de la Penitenciaría? Yo no veo el caso porque se esgrima aquí eso. ¿Dónde están esos hombres que hayan salido de la Penitenciaría y que vengan a sentarse aquí en una de esas curules? Yo no les he visto. Se han traído aquí argumentaciones en contra del C. Palacios que, en verdad, carecen absolutamente de fondo. ¿Quién no recuerda como se calumniaba en la pasada dictadura a los hombres, cómo se les llevaba a la cárcel, cómo se les vejaba? ¿Quién no recuerda ese pasado doloroso, señores? Y ahora vienen los hombres del pasado régimen a querer esgrimir aquí un pasado que chorrea ignominia en toda su época. ¿Qué ciudadanos diputados, no va a estar de regenerado el C. Palacios, cuando de esto hace mucho tiempo, si es que cometió el delito que se le atribuye? Porque lo cierto es que tampoco aquí se han traído pruebas que demuestren fehacientemente que aquél se cometió. Y en tratándose de ladrones, ciudadanos diputados, yo estoy completamente de acuerdo con el criterio esgrimido aquí por el C. Soto y Gama. (Aplausos.) Si, señores diputados: es más ladrón óiganlo bien, es más ladrón aquel que, teniendo el poder en su mano, arrebata el voto público Ya una vez lo decía yo, aquí en esta tribuna, precisamente cuando se trataba del Ayuntamiento de 1919, que impuso el C. Berlanga. Yo veo más ladrón al individuo que va a arrebatar el voto público en las casillas electorales, que al ladrón de encrucijada, ciudadanos diputados, (Aplausos.) porque éste expone su vida, y aquel no expone nada. ¿Qué es un cacique en un pueblo? Es la Santísima Trinidad, (Risas.) todos se postran ante ese individuo, hace su santa voluntad allí. ¿Cómo no iba a sacar cinco mil votos el C. Cárdenas? ¡Podía haber sacado diez mil! La cosa es muy sencilla para el cacique. Y óiganlo bien: Yo también estoy de acuerdo con el C. Soto y Gama, en que el C. Cárdenas es uno de los caciques abominables, es de los caciques malos. (Aplausos ruidosos en las galerías.) Un hombre que tiene una botica, un hombre que tiene un título noble que explotar, como es el médico ¿Cómo no se va a prestar ese hombre que tiene una botica y un título medico para explotar a los pueblos? ¡Claro! Porque allí va todo el mundo a rendirlo pleitesía. (Risas. Aplausos.) Y aquel que, haciendo de su profesión un modo enteramente personal, para él, es decir, para atraerse adeptos y hacer de ellos lo que él quiera, ¿cómo no van a ser esos caciques malos? Y a los postres resulta, ciudadanos diputados, que estos hombres abandonan una profesión que es sagrada, una profesión que es buena, por entregarse de lleno a la política. (Aplausos en las galerías.) Tiene también mucha razón el C. Soto y Gama cuando dice que el nuevo régimen, que los hombres del nuevo régimen no saben defenderse todavía.
El C. Manrique, interrumpiendo: Pues tú sí sabes. (Risas.)
El C. Avilés, continuando: Tiene mucha razón, ciudadanos diputados, el C. Soto y Gama. La prueba la tienen ustedes aquí: Viene y se nos presenta la alta y cana figura del C. Vicencio (Risas.) en esta tribuna y, como por encanto, como si la vara mágica de Moisés hubiese tocado cada una de las conciencias de los señores diputados, permanecen estáticos, así como las galerías también Y es que el viejo régimen ha venido aquí a esgrimir toda la falacia de su pasado, toda la podredumbre de su pasado, todas esas negruras del pasado; es que el viejo régimen, como el Ave Fénix pretende otra vez resurgir de sus cenizas y estos son los hombres del viejo régimen. Ciudadanos diputados: si los que están aquí, los que forman parte del nuevo régimen no son los verdaderos hombres, no son los verdaderamente viriles para poner un valladar a los hombres del viejo régimen, éstos volverán a resurgir, volverán a traer su viejo pasado, pretendiendo aplastar al nuevo régimen. (Aplausos.) Ya lo decía aquí también el C. Soto y Gama, y yo estoy de acuerdo en eso también. Este nuevo régimen ha ido también claudicando ya, ha ido entregando la tierra a los antiguos caciques, y eso no es solamente allá en los volcanes, ciudadanos diputados, sino que sucede en todos los ámbitos de la República; es el viejo régimen que ha resurgido con sus viejos hombres, como el C. Vicencio. (Aplausos.) Y ¡hay de los vencidos, hombres del nuevo régimen! ¡Ay si vosotros sois los vencidos y dejáis que esos hombres sean los vencedores! Si habéis tenido conmiseración de ellos, ellos no la tendrán de vosotros, (Aplausos.) porque la tendencia de esos viejos hombres, la tendencia de ese viejo régimen, es precisamente la de aplastar las nuevas ideas, la de aplastar esa bandera roja de que nos hablaba aquí también el C. Soto y Gama. (Aplausos. Una voz: ¡Ah!) A muchos causa disgusto que se hable de ese futuro que se avecina, a muchos causa disgusto que ya los que hemos visto y estamos viendo cómo todavía se paga al peón treinta centavos, cómo todavía se le explota como en la época floreciente de la dictadura, todavía dicen ¡ah! cuando uno les habla de esa aurora que dentro de poco tendrá que alborear aquí en la República, ciudadanos diputados. (Aplausos.) Yo creo que es honrado, ya que de honradez se ha venido a hablar aquí en esta tribuna,
ciudadanos diputados, y ya que hay dos elementos malos y ya que, según el criterio de unos y según el criterio de otros esos elementos son abominables, debe desechárseles a los dos de la Representación Nacional y nulificar esa elección que, en verdad, viene chorreando imposición y viene chorreando fraude. (Aplausos.) A la hora de que se ponga a votación este dictamen, cuidadanos diputados, nosotros debemos votar por que no haya habido elecciones en el pueblo de Tlalnepantla. (Aplausos.)
El C. Ramos Pedrueza: Pido la palabra para hechos. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)
El C. Díaz Soto y Gama: pido la palabra para la rectificación de hechos.
El C. presidente: tiene la palabra para rectificación de hechos, el C. Soto y Gama. (Voces en las tribunas: ¡Bravo! ¡Bravo! Aplausos.)
- El. C. Díaz Soto y Gama: He pedido la palabra para rectificar hechos, señores diputados, porque se ha tenido la osadía de afirmar aquí -entiendo que por la Comisión, que no se ha limpiado de todos los cargos, como lo voy a demostrar-, se ha dicho aquí que está completamente arreglado a la ley el expediente y se dijo también que no se ha probado que sea cacique de Tlalnepantla al señor doctor Cárdenas. Yo no sé quiénes son los que tengan que decir si un hombre es o no cacique. He entendido, y creo y que hasta los reaccionarios lo entenderán así, que los que tienen que decir eso, son las víctimas de los caciques, es decir, los vecinos del lugar. Y voy a permitirme leer a la Cámara una pequeña parte -desgraciadamente no puedo leer todas- de las protestas de los vecinos de diversos puntos de Tlalnepantla, protestas que no tuvo en cuenta la Comisión, y protestas que no aclaró la Comisión si se han perdido o no.
El C. Huerta, interrumpiendo: ¿Me permite usted?
El C. Díaz Soto y Gama: Con mucho gusto.
El C. Huerta: Sépase usted, señor Soto y Gama que estas protestas a que usted se refiere fueron acompañadas al escrito del señor Pulido, en que pedía la nulidad, y habiendo retirado el escrito, lo natural era que retirara también las protestas que lo acompañaban. Por consiguiente, nada de extraño tiene.
El C. Díaz Soto y Gama, continuando: Muchísimas gracias. Tiene mucho de extraño, una enorme cantidad de cosa extraña, eso que no le parece a usted extraño, y tan tiene mucho de extraño, que usted tuvo algo que fue sumamente ingenuo en su deliberación como miembro de la Comisión. Dijo que si usted hubiera sabido que se iba a atacar la credencial del señor Cárdenas, usted no hubiera permitido que se devolviesen al señor Pulido los documentos que presentó, y digo que es ingenuo, que es candoroso, que es incomprensible y exageradamente extraño, porque usted debe saber, señor miembro de la Comisión, que todas las credenciales, absolutamente todas están en el caso de poder ser discutidas; que precisamente para esto se erige la Cámara en Colegio Electoral, que para eso se nombra la Comisión Revisora, para que por los datos que ministra se vaya a probar o no, a impugnar o no, a discutir o no la credencial. De manera que el primer deber de la Comisión es saber que aquélla está a discusión, no que aquélla es indiscutible. ¿O cree el señor miembro de la Comisión que la credencial del C. Cárdenas traía algún sello de infabilidad, algún sello de inatacabilidad? De manera que la Comisión faltó a su deber, aunque no sea más que por ligereza, por un delito de culpa al entregar documentos que vienen firmados por vecinos de Tlalnepantla, en que se acusaba de imposición tremenda, de imposición descarada al señor Cárdenas. Voy a leer documentos, brevemente, puesto que sé que es lo más malo leer documentos en la tribuna; pero quiero dar una demostración al señor Vicencio, de cómo se forma la conciencia colectiva en una Asamblea honrada, en una Asamblea que quiere votar con honradez. De manera que pido perdón a la Cámara. Voy a leer documentos, trozos de protestas de los vecinos de Tlalnepantla, víctimas del cacicazgo del señor Cárdenas y que tienen el derecho de decir si este señor es o no cacique. "Protesta de los obreros. Tlalnepantla."
Como doce renglones de firmas en letra chica; quizá como veinte renglones; son quizá más de ochenta firmas.
Dicen los obreros de Tlalnepantla, los obreros, que en todas partes del mundo son hoy respetados, porque forman el nervio de las sociedades quiérase o no, (Aplausos.) porque son las verdaderas clases productoras porque son las verdaderas fuerzas vivas de toda nación, no al revés, como decía el porfirismo, que llamaba a fuerzas vivas a los parásitos. Aquí no, en ésta época moderna, el siglo XX, se llaman fuerzas vivas y son los verdaderos productores, no los holgazanes. De manera que los obreros de Tlalnepantla, los productores, el pueblo verdadero de Tlalnepantla, dice:
"Si la credencial del doctor Cárdenas citado, fuera válida, el perfeccionamiento democrático electoral en el distrito de Tlalnepantla que nos prometimos del último movimiento, libertario, quedaría escandalosamente burlado..." está probado.
"...El bonillista Cárdenas no puede ocultar su amor a la dictadura, el bonillista Cárdenas debe ser desenmascarado como traidor a su causa."
Vienen seiscientas ochenta firmas de obreros de Tlalnepantla, y dice el señor Vicencio que se habla sin pruebas.
"Protesta del Partido Laborista Mexicano.
"Y los que creemos con lealtad que el último movimiento libertario no se llevó a efecto para continuar la corrupción democrática, sino precisamente para matarla, señalamos al doctor Emilio Cárdenas, de Tlalnepantla, como el prototipo nauseabundo del cacique de campanario..."
¿Quiere más fuerte el cargo el señor Cárdenas, lo quiere más fuerte el señor Vicencio?
"...y, por ende, como incapaz de llevar a la Cámara otra cosa que su deseo constante de conservar su dictadura."
Si yo creyera que el señor Cárdenas me iba a contestar franca y honradamente yo le preguntaría cuántos años lleva de esta dictadura en Tlalnepantla, pero no quiero engañarme.(Aplausos.)
"Que existió error en la computación de los votos, es evidente, puesto que en varias secciones no hubo acta del resultado de la votación, lo cual consta en el acta de la Junta Computadora de Tlalnepantla, la que asimismo declara que se instalaron
casillas electorales en condiciones diferentes de las señaladas por la ley, puesto que en unas no hubo nombramiento de instaladores, acta de instalación, ni acta de votación..."
De esto no nos ha hablado la Comisión una palabra cuando fue interpelada por el C. Ramos Pedrueza.
"...¿Que valor pueden tener los votos así computados? Y esos votos constituyen el orgullo del doctor Emilio Cárdenas, quien funda en ellos su popularidad y su derecho a integrar la H. Cámara de Diputados de la Unión."
Esos son los cinco mil votos de que nos hablaba el C. Vicencio y ya le dije al Señor Vicencio que en otra protesta que viene en seguida, la protesta de los vecinos de la Municipalidad de San Bartolo Otzolotepec, se dice terminantemente y se explica por qué no hubo votos a favor del contrincante de Cárdenas, porque se prohibió que los partidarios contrarios al doctor Cárdenas repartieran boletas, y ya le expliqué también al señor Vicencio que en las casillas, 5a., 6a., 7a., 8a., y 9a. Hubo presión por consigna del secretario del ayuntamiento y esta protesta está calzada también por numerosas firmas de los vecinos de San Bartolo Otzoltepec .Y van tres protestas. Viene la cuarta:
"Protesta de los vecinos de Naucalpan.
"Las elecciones verificadas en esta municipalidad, carecen de la fuerza democrática; en diferentes casillas se vió al señor José Aceves y al señor Salinas, representante del doctor Emilio Cárdenas, ofreciendo pagar los votos a dos pesos, cosa que lo lograron, con lo que consiguieron adeptos. En la casilla instalada en San Antonio, lugar en que debiéramos votar, el presidente de la mesa se mostró parcial en favor del doctor Cárdenas, dejando en libertad a los representantes cardenistas y obligando al obrero Sauna a que se retirara del lugar por no tener derecho, según el pensar de Salinas, tinterillo acostumbrado a toda clase de chanchullos."
¡Siempre los hombres del viejo régimen, siempre los mañosos del viejo régimen! A mí me encanta emplear contra los hombres del viejo régimen las frases más despectivas y las seguiré usando con permiso de la Cámara.
"En las demás casillas hubo presión por parte del doctor Cárdenas, logrando así que votarán por él, pues es de advertir..."
Aquí está otra prueba del caciquismo que se niega:
"...que ya estamos cansados de que por la buena o por la mala, el doctor Cárdenas es diputado al Congreso de la Unión."
Por la buena o por la mala. Y yo cumplo con un deber al venir a gritar aquí con todas las fuerzas de mis pulmones lo que el pobre y sufrido pueblo de Tlalnepantla no puede gritar, yo sí lo grito: ya está cansado ese pueblo de la dictadura y del caciquismo del doctor Cárdenas; ya está cansado de que el doctor venga aquí por la buena o por la mala y yo he venido a ser el portavoz de todos aquellos hombres que no tienen manera de defenderse, de todos los que han sido burlados, por ejemplo en el Estado de Zacatecas, porque aquí no está debidamente representado el agrarismo de Zacatecas, como lo dicen con honda y dolorosa demostración los vecinos de Zacatecas, y si me derrotarán o no, no me derrotarían a mí sino que sería una derrota del proletariado, que no ha logrado meter a esta Cámara suficiente número de representantes. (Aplausos.) quinta o sexta protesta, todas las cuales fueron olvidadas absolutamente por la Comisión, que se atrevió a devolverlas, como si fueran papeles mojados, como si fueran papeles viejos. ¿Tan poca importancia le merecen así a la Comisión, a una Comisión de la Cámara, las protestas del pueblo humilde, del pueblo trabajador, del pueblo que ha hecho esta revolución y que tiene derecho de obtener los beneficios de ella? "Protesta de los vecinos de Santa Ana Jilotzingo", que ya leí. Voy a leer un pedazo:
"El resultado de la votación, no obstante que el secretario del Ayuntamiento, con dinero en la mano -siempre el dinero, siempre el factor dinero en el que se apoya el viejo régimen-....anduvo pagando votos, fue de 130 por total en la municipalidad, para el doctor Cárdenas."
Después de esto, yo quiero saber, en votación nominal, qué ciudadanos diputados, miembros o no de la maffia, votan contra la voluntad de Tlalnepantla (Aplausos en las galerías.)
El C. presidente: Tiene la palabra en pro el C. diputado Moreno. (Siseos. Gritos en las galerías.)
El C. Manrique: ¡Pues es claro!
El C. Moreno Jesús Z: Honorable Asamblea: He escuchado con toda la calma y la atención que un debate de esta entidad merece, tanto a los oradores del pro de este dictamen que acaba de someterse a vuestra soberanía, como las consideraciones del contra. Seguir en el sistema de argumentaciones de unos y de otros, en que no sé explicarme cómo se han podido apartar del concepto de la ley, lo juzgo absolutamente innecesario. Yo no quiero poner más fuego en la hoguera de estas pasiones desencadenadas, en que solamente se oye el ultraje y la injuria, porque aquí se trata de una solución fundada en la ley y únicamente en el respeto de la ley. (Siseos.) La Comisión que ha sometido a vuestra deliberación el dictamen materia de este debate, nos dice simplemente que, examinada la elección de este distrito electoral, encontró una mayoría de 5,124 votos,(Voces en las galerías: ¡Inventados!) en favor del C. Cárdenas, y 707 en favor del C. Palacios. Muy bien señores. ¿Qué es lo que se ha reprochado a la Comisión dictaminadora al emitir el juicio sobre esta elección? Sencillamente que el C. Cárdenas es cacique, que el C. Cárdenas es un acomodaticio de la política, que el C. Cárdenas tiene tantas y cuántas lacras morales. De esto no se ha traído a nuestra conciencia una sola prueba, un solo testimonio tan claro y evidente como la luz meridiana. Se ha hecho un cargo, se ha hecho una imputación fundada solamente en la moderación y en la prudencia del C. Cárdenas, que no ha tenido la vibración suprema de su alma para lanzar un mentís a quien le hace esas imputaciones sin traer a esta tribuna las pruebas concluyentes. (Siseos. Desorden en las galerías.)
El C. Manrique: Para un moción de orden.
El C. Presidente: Se excita a varios ciudadanos de las galerías a que guarden la compostura a que están obligados; si no, la Presidencia se verá en el caso de mandar desalojarlos de ese local, pues
no tienen derecho para estar interrumpiendo al orador con palabras poco correctas. (Aplausos.)
El C. Moreno, continuando: Y es triste, señores y penoso, traer aquí un recuerdo a los oradores que han agredido de una manera cruel y despiadada a un presunto diputado, recordar las frases de Víctor Hugo, divinas y esculpidas en la conciencia de todos los hombres honrados: "el vulgo aplaude cuanto inventa el odio." Y el odio ha inventado en torno de ese hombre silencioso, un montón de infamias, de las que no se ha traído una sola prueba clara y evidente, que es como se forma la convicción en los hombres que piensan y sientes. Yo no voy a decir si tiene o no lacras el C. Garduño Palacios, si las tiene o no el señor Pulido, si las tiene o no el señor Cárdenas; yo no vengo más que con una gran veneración y un gran respeto a la ley, y la ley dice que, para ser diputado, para que la elección sea buena, se necesita una mayoría de sufragios, y ésta ha venido a declarar la Comisión aquí que la tiene la candidatura del compañero Cárdenas.
El C. Manrique, interrumpiendo: Sufragios legales, compañero.
El C. Moreno, continuando: Muy bien, señor diputado Manrique, ¿y qué pruebas se han aducido aquí que demuestren clara; absolutamente clara, como la luz del día, que los cinco mil ciento veinticuatro votos que aparecen sufragados por el señor Cárdenas, no son votos legales? Se ha dicho de la protesta "h", de la protesta "b", de la protesta "c", que la honorabilidad de la Comisión dictaminadora pudo y debió tener en cuenta para emitir su opinión. Yo no tengo absolutamente dato alguno para poner en duda la honorabilidad de esta Comisión. Creo al contrario, que ha obrado en conciencia y con absoluto apego a los datos del expediente. En estos documentos que están aquí, y que pido a la Secretaría se sirva certificar si existen allí ochocientas y tantas firmas, se viene a declarar lo contrario, precisamente lo contrario de las afirmaciones perfectamente voluntariosas de su señoría. (Dirigiéndose al C. secretario Zincúnegui Tercero:) ¿Hay catorce pliegos cubiertos con firmas, o no? ¿Por qué, señores, las firmas que cubren un documento para denostar a un presunto diputado, son las que vienen a hacer aquí fe, por qué no sirven las firmas de otros vecinos del mismo lugar, ciudadanos en ejercicio de sus derechos, que vienen a decir que la elección fue buena, que fue legal? Yo creo que mientras a esta tribuna no se vengan a esgrimir argumentos claros, contundentes, precisos, fundados en la ley, para demostrar que una elección no es legal, se está haciendo una verdadera ofensa a la Representación Nacional con traer argumentos que no son más que verdaderos dolores para los que son víctimas del ultraje y de la injuria. Yo no tengo motivo absolutamente ninguno de interés personal, en que tal o cual de los candidatos que figuran en esta postulación sea el favorecido por el voto de la Asamblea. He visto con verdadero dolor, con verdadera amargura, que aquí, a pretexto de que se hace voz de socialismo especial, se injuria a los hombres y se aplauden estas injurias, y de esta manera se les quiere arrebatar el derecho que no han podido demostrar, que no tienen el terreno del razonamiento y de la ley. El valor civil para venir aquí a injuriar, dura tanto cuanto dura la vergüenza del hombre que lo quiere tolerar, y del día en que un hombre que sea mancillado, que sea abofeteado, que sea escarnecido, sepa defender con su vida su honor y su dignidad, entonces no se repetirán aquí esos ultrajes. (Aplausos.) Yo quiero enrolarme voluntariamente entre ese grupo de hombres a quienes constantemente se llama reaccionarios, porque esos hombres meditan, estudian y escrutan para venir a traer aquí una idea, no para traer ultrajes u ofensas y, por lo tanto, señores, si la Comisión ha dictaminado de acuerdo con los postulados de la ley, pido por justicia, por equidad y por honor que se dé un voto aprobatorio a su dictamen. (Aplausos. Siseos.)
El C. Ramos Pedrueza: Pido la palabra para hechos. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)
El C. presidente: habiendo hablado tres oradores en pro y tres en contra, la Presidencia cree que es llegado el momento de preguntar a la Asamblea si está suficientemente discutido el dictamen.
El C. secretario Zincúnegui Tercero: En votación económica se pregunta si está suficientemente discutido. Suficientemente discutido. (Voces: ¡Que se divida!)
El C. presidente: Se va a preguntar, en votación económica, si se declaran válidas las elecciones.
El C. Díaz Soto y Gama: Pido votación nominal.
El C. presidente: En votación nominal, sobre la primera proposición.
- El mismo C. secretario: Dice:
"1a. Es válida la elección que para diputado propietario y suplente se verificó el 1o. del mes en curso en el 12 distrito electoral del Estado de México."
Se suplica a los CC. Manrique, Martínez de Escobar Federico, Soto José María y Manjarrez, pasen a ayudar a la Secretaría.
- El C. Manrique, leyendo:
"Es válida la elección que para diputado propietario y suplente se verificó el 1o. del mes en curso en el 12 distrito electoral del Estado de México." (Voces: ¡No! ¡No!)
- El C. Martínez de Escobar Federico. Por la afirmativa.
El C. Manrique: Por la negativa.
(Se recoge la votación.)
El C. Manrique: Votaron por la negativa 66 ciudadanos diputados...(Voces: ¡Que se lean los nombres!) cuyos nombres van a leerse. (Voces: ¡Para conocer la "maffia"! ¡Sí, que se conozca!) Se suplica a los ciudadnos diputados se sirvan ocupar sus curules. Se suplica al C. diputado Gandarilla se sirva ocupar su curul. Votaron por la negativa los CC. diputados: "Aguirre Colorado Ernesto y Fernando, Aguirre Emilio, Argüelles, Avilés, Barbosa, Bolio, Borstel, Bravo Betancourt, Carrillo Puerto Felipe, Castillo Israel del, Cerda, Colón, Díaz Soto y Gama, Damián, Enríquez, Esparza Martínez, Espinosa Natalio, Franco Urías, García Adolfo G., García Vigil, Garza Jesús., Gómez Rodrigo, González Marco Aurelio, González Rafael M., González y González, Gutiérrez Castro, Guzmán Luis, Hernández Coronado, Hurtado, Hidalgo Catalán, Ibarra, Lechuga, León Luis L., López Soto, Llaca, Manjarrez, Maqueó Castellanos, Martínez de Escobar Federico, Martínez de Escobar Rafael..."
(Varios ciudadanos diputados y presuntos diputados tratan de hacer rectificaciones.)
El C. Manrique: Después harán las rectificaciones que les plazca; la lista va a leerse íntegra.
"...Martínez Fernando B., Montero Villar, Ortega Antonio, Ortega José Juan, Paz, Peña Francisco de la, Pino, Ramírez G. Benito, Ramos Pedrueza, Rico G., Romero, Sánchez Anaya, Sánchez Pontón Carlos, Silva J. Joaquín, Soto Francisco, Soto José M., Torre de la, Trejo Erasmo, Trejo Francisco, Vadillo, Villalobos, Villegas, Zincúnegui Tercero y Zuno."
Yo he cumplido con mi deber: he leído la lista que se me ha transmitido. Total 66. (Voces: ¡Reclamo mi voto! ¡Yo voté por la afirmativa! ¡que se repita la votación! Gritos. Desorden. Campanilla.)
El C. Céspedes: ¡Muchos de los ciudadanos que figuran en esa lista, en realidad no han votado porque no están aquí! ¡Esos son chanchullos! (Voces: ¡Sí es cierto! ¡No es cierto! Sigue el desorden. Campanilla.)
El C. secretario Manjarrez: La Secretaría hace la siguiente aclaración: no tiene la culpa la Secretaría de que los ciudadanos representantes voten e inmediatamente se salgan. Hubo un representante de los interesados en el pro cerca de nosotros y a él le debe constar, si es que tomó atención, que nosotros somos incapaces de poner votos que no se hayan emitido. Repito, no tenemos la culpa de que los ciudadanos representantes se salgan después de votar. (Aplausos.)
El C. Garza Candelario: ¡Pido la palabra! (Voces: ¡Estamos en votación!) ¡Pido la palabra! (Voces: ¡Cuántos son los que votaron por la negativa?)
El C. Manrique: Son sesenta y seis.
El C. Vicencio: Usted dijo que setenta y seis.
El C. Garza Candelario: Pido la palabra, señor presidente. (Voces: ¡Estamos en votación!)
El C. Manrique: Se va a leer la lista de la afirmativa. Por la afirmativa votaron los siguientes ciudadanos diputados...
El C. Céspedes, interrumpiendo: ¡Moción de orden!
El C. presidente: No está alterado el orden.
El C. Céspedes: Se acaba de leer la lista de la negativa, y cuando se acaba de leer una lista es cuando proceden las aclaraciones.
El C. presidente: Sí proceden; pero para reclamar su voto aquellos individuos que hayan sido incluidos en la lista de la negativa habiendo votado por la afirmativa, o para reclamar su voto aquellos que hayan sido incluidos en la lista de la afirmativa y hayan votado por la negativa; todos ellos tienen derecho para reclamar su voto.
El C. Céspedes: A toda la sesión no ha venido el C. Jesús M. Garza y el C. Marco Aurelio González no estuvo aquí
El C. presidente: ¡Lea usted, señor Manrique!
(Siseos.)
El C. Céspedes: ¡Esos son los buenos procedimientos del "Pélece"!
El C. Manrique: Votaron por la afirmativa los CC. diputados siguientes: "Acevedo, Aguilera, Alanís Fuentes, Alvarez Ricardo A., Barroso, Basaldúa, Bravo Lucas, Cárdenas, Carrillo Puerto Benjamín, Castillo Enrique del, Castillo Francisco, Castillo Garrido, Castillo Porfirio del, Castro y López, Céspedes, Cortés, Domínguez, Dorantes, Espinosa y Elenes, Franco Abraham, Franco Cerqueda, Gálvez Gallegos, Gandarilla, Garza Candelario, Gómez Carlos, González Jesús B., González Onésimo, Guadarrama, Guerrero Alberto, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez Macedonio B., Guzmán Delfino, Gámiz, Hernández G. Rodolfo, Márquez, Meza, Miramontes, Montes de Oca, Moreno, Miravete, Peña A. Ildefonso, Pérez Colín, Quiroga, Ramírez, Francisco Modesto, Ramírez Luque Ramírez M. Fidel, Reynoso Díaz, Rodríguez López, Salgado Florencio., Sánchez Pablo H., Santillán, Serrano Gustavo P., Serrano Hermosillo, Silva Angel, Solís, Solórzano José Luis, Sariol, Tello Romero, Toro, Valverde, Vicente y Vidales."
Total, 63.
El C. Ramírez Luque: ¡Voté por la afirmativa!
Reclamo mi voto que no se aparece en la lista. (Voces: ¡Ramírez Luque no votó ¡Si votó!)
El C. Manrique: El compañero que no esté incluido en la lista de la afirmativa y que haya votado oportunamente, sírvase reclamar su voto.
El C. Ramírez Luque: ¡Reclamo mi voto por la afirmativa!
El C. Manrique: ¿Algún otro ciudadano diputado o presunto reclama su voto?
El C. Hernández Rodolfo: ¿Figura Rodolfo Hernández en la lista?
El C. Manrique: ¿Es usted el interesado ?
El C. Hernández: Sí señor.
El C. Rodríguez Guillermo: Reclamo mi voto por la negativa! (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí!)
El C. Céspedes: ¡Protesto por los chanchullos!
Se me está engañando en mi propia cara .
El C. presidente: Se llama al orden al C. Céspedes.
El C. Moreno Jesús Z.: El señor Rodríguez no estuvo en el salón durante la votación; acaba de llegar. (Desorden.)
El C. presidente: Se llama al orden a la Asamblea, particularmente a los diputados que lo están alterando.
El C. Manrique: Se suplica a los ciudadanos representantes que ocupen sus curules. Se va a dar lectura a la lista de la negativa para que se hagan las rectificaciones necesarias.
Votaron por la negativa los ciudadanos diputados siguientes: Aguirre Colorado Ernesto, Aguirre Colorado Fernando, Aguirre Emilio, Argüelles, Avilés, Barbosa Bolio, Bravo Betancourt, Borstel, Cantón, Carrillo Puerto Felipe, Castillo Israel del, Cerda, Colón, Díaz Soto y Gama, Damián Enríquez, Esparza Martínez, Espinosa Natalio, Franco Urías, García Adolfo G., García Vigil, Garza Jesús N., Gómez Rodrigo, González Marco Aurelio, González Rafael M., González y González, Gutiérrez Castro, Guzmán Luis, Hernández Coronado, Hurtado, Hidalgo Catalán, Ibarra, Lechuga, León Luis L., López Soto, Llaca, Manjarrez, Maqueo Castellanos, Martínez de Escobar Federico, Martínez de Escobar Rafael, Martínez Fernando B., Montero Villar, Ortega José Juan, Ortega Antonio, Paz Peña Francisco de la, Pino, Ramírez G. Benito, Ramos Pedrueza, Rico G., Romero, Sánchez Anaya, Sánchez Pontón Carlos, Silva J. Joaquín, Soto Francisco, Soto José M., Torre de la, Trejo
Erasmo, Trejo Francisco, Vadillo, Villalobos, Villegas, Zincúnegui Tercero y Zuno."
Algún compañero que haya votado por la negativa y cuyo nombre no figure en la lista sírvase indicarlo.
El C. Rodríguez Guillermo: ¡Reclamo mi voto! (Voces. ¡El C. Guillermo Rodríguez estaba en el pasillo durante la votación!)
El C. Manrique: La secretaría recuerda al compañero Guillermo Rodríguez que después de haber votado la Mesa se declara cerrada la votación. ¿Ve cómo huelga la suspicacia, C. Céspedes? C. Rodríguez: ¿estuvo usted en el momento de la votación y votó?
El C. Rodríguez Guillermo: No señor.
El C. Manrique: Entonces no cabe reclamar su voto.
El C. Gandarilla: Pido la palabra. (Voces: ¡No hay palabra!) Para una aclaración sobre la votación, señor presidente. ¡Tengo derecho!
El C. Manrique: Como el C. Rodríguez dice que no votó, no se computa su voto
El C. Gandarilla: Señor presidente, ¿Quiere usted hacerme la gracia de permitirme la palabra?
(Voces: ¡Estamos en votación!)
El C. Manrique: La Secretaría hace constar que el voto del C. Guillermo Rodríguez no consta en la lista ni se hará constar tampoco.
El C. Sánchez Pontón Carlos: Pido la palabra, señor presidente, para hacer una aclaración. El ciudadano diputado que estaba aquí en esta curul también estaba afuera y ahora votó... (Voces: ¡Que se repita la votación! Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: Se llama al orden a los ciudadanos diputados, suplicándoles que ocupen sus curules.
El C. Manrique: C. Rodolfo Hernández: ¿Usted se encontraba en el salón?
El C. Hernández Rodolfo: Sí señor.
El C. Manrique: ¿Votó usted?
El C. Hernández Rodolfo: Sí señor, les consta a todos los presentes, y fui allá a reclamar mi voto.
El C. Manrique: Entonces se hace constar su voto, compañero. (Voces: ¡Que se repita la votación!)
El C. presidente: La Presidencia ha mandado que se aclare si ha habido algún fraude. Por lo demás, todo esto ha sido motivado por la suspicacia de algunos ciudadanos representantes y es indispensable que se aclare; que la Secretaría rectifique.
El C. Manrique: Hechas las rectificaciones pedidas por el señor diputado, quedan sesenta y seis votantes por la negativa y setenta y tres por la afirmativa. (Voces: ¡No es cierto! ¡Reclamo la votación! ¡Que se haga la declaratoria! Desorden. Campanilla.)
El C. Manrique: La Secretaría no puede declarar nada mientras sus señorías no se sirvan guardar silencio. (Voces: ¡Que se repita la votación!) Votaron por la negativa sesenta y seis ciudadanos diputados... (Voces: ¡No señor! ¡Faltan varios!) ...y por la afirmativa sesenta y tres. En consecuencia, se declara reprobado el dictamen. (Aplausos.)
El C. presidente, a las 2.25 p.m.: Se levanta la sesión y se cita para las cuatro de la tarde a sesión de Cámara de Diputados.
SESIÓN
DE LA
CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DÍA 17
DE SEPTIEMBRE DE 1920
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.
2.- Rinden la protesta de ley los CC. Bolio Edmundo, Gómez Luna José, Guzmán Peláez Godofredo, Ramírez M. Fidel, Alanís Fuentes Angel y Bay Alejo, diputados propietarios, respectivamente, por los distritos electorales: 4o. de Yucatán, 2o. de Sinaloa, 10 de Puebla, 4o. de Coahuila, 9o. de México y 3o. de Sonora; así como el C. Alvarez del Castillo Luis, diputado suplente por el 4o. distrito electoral del Estado de Jalisco.
3.-A discusión la proposición de la Gran Comisión sobre el nombramiento de comisiones de esta Cámara; son separadas las siguientes comisiones: Contraloría; 2a. de Corrección de Estilo; Establecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares; 2a. de Gobernación; 2a. de Hacienda; 1a. y 2a. de Crédito; 1a. de Institución Pública; 1a. y 2a. de Justicia; Marina; 1a. y 2a de Minas; 2a. de Peticiones; 1a. y 2a. de Puntos Constitucionales; 1a. de Relaciones Exteriores; 1a. de Trabajo y Previsión Social; Universidad y Bellas Artes y 1o. y 2o. Grupos de Insaculados para la Comisión del Gran Jurado. Son aprobadas, sin debate, las siguientes comisiones: Aprovisionamientos Generales; Biblioteca y Archivo; 1a., 2a. y 3a. de Comunicaciones; 1a. de Corrección y Estilo; Diario de los Debates; 1a. de Gobernación; 1a., 2a. y 3a. de Guerra; 1a. de Hacienda; 2a. de Instrucción Pública; 1a. de Peticiones; 2a. de Relaciones Exteriores; Salubridad y 1a. y 2a. Agrarias.
4.- Se discute y aprueba la Comisión de Agricultura y Fomento. Se levanta la sesión.
DEBATE
Presidencia del
C. GARCÍA VIGIL MANUEL
(Asistencia de 127 ciudadanos diputados.)
El C. presidente, a las 5.23 p.m.: Se abre la sesión.
- El C. secretario Zincúnegui Tercero, leyendo "Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día catorce de septiembre de mil novecientos veinte.
"Presidencia del C. Enrique Bordes Mangel.
En la ciudad de México, a las cinco de la tarde del martes catorce de septiembre de mil novecientos veinte, se abrió la sesión con asistencia de ciento veintisiete ciudadanos diputados.
"Sin discusión fue aprobada el acta de la sesión celebrada el día once del presente mes.
"Los CC. Moisés Huerta, Teodomiro T.
Gutiérrez, Jaime a Solís, Manuel Lomelí, Manuel Romero Tello, Juan B. Sariol y Candelario Damián, rindieron la protesta de ley como diputados propietarios, los cinco primeros, por los distritos electorales segundo de Tlaxcala, quinto de Veracruz, tercero de Chiapas, séptimo de Jalisco y décimo sexto de Veracruz respectivamente, y como diputados suplentes, los dos últimos, por los distritos electorales undécimo de Veracruz y segundo de Tabasco, respectivamente.
"La Secretaría dio cuenta con los documentos siguientes:
"Oficio de Departamento de Contraloría, con el que remite los estados de la cuenta de la Hacienda Pública Federal por el ejercicio económico de 1919.- Recibo, a la Comisión de Presupuestos y Cuenta, e imprímase.
"Oficio del procurador general de la Nación, en que comunica que el Ministerio Público Federal ya formula ante el Juzgado de Distrito en turno en el Estado de Puebla, la acusación procedente con motivo de los hechos ilícitos cometidos durante las elecciones en el tercer distrito electoral de puebla. - A su expediente.
"Telegrama procedente de Ciudad Victoria, Tamaulipas, por medio del cual el ciudadano gobernador de aquel Estado participa que se expidió por ese gobierno el decreto convocando a elecciones de poderes locales.- Recibo.
"Mensaje de Morelia, Michoacán, en que se comunica que la Legislatura de ese Estado declaró gobernador constitucional del mismo al C. Porfirio García de León.- De enterado.
"Telegrama fechado en Jalapa, Veracruz, en que el C. C. Garzón Cossa avisa que se hizo cargo del gobierno provisional de aquella entidad.- De enterado.
"Mensaje depositado en Fresnillo, Zacatecas, por medio del cual el Club liberal de Jesús González Ortega felicita a esta H. Cámara por haber rechazado la credencial del C. Juan Antonio Carrillo.- Recibo.
"Solicitud del C. Juan Manuel Alvarez del Castillo, a fin de que se le conceda licencia ilimitada, con objeto de que acepte una comisión que le ha conferido el Ejecutivo Federal. Previa dispensa de trámites, se concedió la licencia en votación económica, que fue repetida por haberla reclamado el C. Francisco Soto, debiendo llamar al suplente.
"Escrito del C. Manuel Padilla, en que pide licencia por tres meses, sin goce de dietas. También se aprobó sin debate, previa dispensa de trámites, y la Secretaría declaró que será llamado el suplente.
"Con las formalidades de costumbre otorgó la protesta de ley el C. Antonio Díaz, diputado suplente por el segundo distrito electoral de Michoacán.
"La Secretaría continúo dando cuenta con los documentos en cartera:
"Ocurso del C. José Siurob, por medio del cual solicita licencia por veinticinco días, con goce de dietas en virtud de encontrarse enfermo. Fue aprobada esta solicitud después de que se le dispensaron los trámites y la Presidencia designó a los CC. Constantino Llaca y Francisco Reyes para que visiten al C. Siurob.
"Petición del C. Socorro García relativa a que se le otorgue licencia por quince días con goce de dietas. Igualmente se aprobó sin debate, una vez que se le dispensaron los trámites.
"Oficio en que el CC. Enrique Bordes Manguel y Aurelio Manrique, participan que fueron designados por la Gran Comisión, presidente y secretario de la misma, respectivamente.- De enterado.
"Proposición firmada por seis ciudadanos diputados, con objeto de que se celebren sesiones de Colegio Electoral los lunes, miércoles y viernes, por las mañanas. Una vez que se le dispensaron los trámites, se aprobó, sin que ningún ciudadano hiciese uso de la palabra.
"Oficio de la H. Ayuntamiento de esta ciudad, en que suplica se nombre una Comisión de esta H. Cámara, que concurra a la celebración cívica del 16 de septiembre. Para cumplimentar esta invitación, la Presidencia designó a los CC. Vito Alessio Robles, Carlos Argüelles, Norberto Domínguez, Carlos Gómez, Federico Martínez de Escobar y secretario Zincúnegui Tercero.
"A las cinco y treinta de la tarde se suspendió la sesión, para pasar a sesión secreta.
"Presidencia del C. Manuel García Vigil.
"Siendo las seis veintidós, se reanudó la sesión.
"El C. Carlos Chico, diputado propietario por el tercer distrito electoral de Guanajuato, rindió la protesta de ley.
"De acuerdo con lo prevenido en los artículos 74 y 75 del Reglamento del Congreso, la mayoría de la Gran Comisión presentó su dictamen sobre proposición de comisiones permanentes. Al poner a discusión la Secretaría la primera Comisión Agraria, los CC. Luis Espinosa y Céspees se opusieron a que se discutiera el dictamen y manifestaron su inconformidad con el procedimiento que se siguió al formularlo. El C. Manrique adujo razones en apoyo del documento en cuestión e insinuó que se discutiera primero en lo general. La Presidencia dispuso que se diera lectura al dictamen. El C. Luis Espinosa presentó moción suspensiva, y como la Presidencia sostuviera su resolución, el mismo C. Espinosa y el C. Céspedes, hicieron mociones de orden, oponiéndose a la determinación de la Presidencia, la que al fin prevaleció. Terminada la lectura del dictamen, el ciudadano presidente hizo aclaraciones, y concluyó manifestando que, en el momento oportuno, se daría cuenta con la moción suspensiva del C. Espinosa. Surgieron nuevas mociones de orden de los CC. Céspedes, Casas Alatriste y Borrego. El repetido C. Céspedes reclamó al quórum y, en esa virtud la Secretaría paso lista. No habiendo en el salón más de ciento un ciudadanos diputados, la falta de quórum quedó demostrada.
"A las siete horas y diez y siete minutos de la noche, se levantó la sesión y se citó para el día siguiente, a las diez de la mañana, a sección del Colegio Electoral."
Está a discusión el acta. ¡No hay quien desee hacer uso de la palabra?
El C. Villegas: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Villegas: Para preguntar a su señoría, ya que en el Estado de Michoacán hay instaladas dos legislaturas, una que funciona en el salón de
sesiones.....(Siseos. Voces: ¡Eso no está a debate!)
El C. secretario Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: Eso no está dentro del acta.
El C. Villegas: He oído allí una parte.
El C. secretario Zincúnegui Tercero: Se aprobó ya el trámite: "De enterado"
El C. Villegas: Unicamente quiero hacer una aclaración. Hay dos legislaturas en Michoacán, y aquí únicamente se nos ha dado cuenta con el aviso de una sola Legislatura. ¿La otra Legislatura no ha participado a esta Cámara.....?
El C. secretario Zincúnegui Tercero, interrumpiendo: ¡Pues qué culpa tenemos!
El C. Villegas, continuando: Yo pregunto: ¿La otra Legislatura no ha dado cuenta de su instalación ni de haber declarado electo gobernador de Michoacán al general Múgica? Es lo que yo pregunto al ciudadano presidente.
El C. presidente: Me permito manifestar a su señoría que lo que se consulta es que si el acta está de acuerdo con los hechos de la pasada sesión. Eso es lo que se discute. Lo demás que pregunta su señoría, pues no se lo puedo informar; solamente puedo decirle que, hasta el momento de la sesión anterior, no se habían recibido otros documentos; ni la Secretaría, ni la Oficialía Mayor, ni la Presidencia han separado ningún documento para no ser leído.
El C. secretario Zincúnegui Tercero: Sigue a discusión el acta. ¿No hay quien desee hacer uso de la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobada el acta.
El C. presidente: Encontrándose a las puertas del salón varios ciudadanos diputados que no han protestado, se nombra a los ciudadanos León Luis y Manrique Aurelio, con el secretario Tirado, para que se sirvan introducirlos.
(Rinden la protesta de ley los CC. Bolio Edmundo, Gómez Luna José, Guzmán Peláez Godofredo, Ramírez M. Fidel, Alanís Fuentes Angel y Bay Alejo, diputados propietarios, respectivamente, por los distritos electorales 4o. de Yucatán, 2o. de Sinaloa, 11 de Puebla, 4o. de Coahuila, 9o. de México y 3o. de Sonora. Aplausos.)
El C. secretario Zincúnegui Tercero: Encontrándose a las puertas del salón el suplente del C. diputado Juan Manuel Alvarez del Castillo, se comisiona al mismo grupo que introdujo en estos momentos a los protestantes, a efecto de que el ciudadano diputado suplente rinda la protesta de ley.
(Rinde la protesta de ley el C. Alvarez del Castillo Luis, diputado suplente por el 4o. distrito electoral de Jalisco. Aplausos.)
El C. secretario Tirado: Está a discusión en lo general el proyecto de comisiones que se presentó en la sesión respectiva.
El C. Manrique: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. Manrique: Pido a la Presidencia se sirva ordenar que se relea el proyecto, pues como recordarán los señores compañeros, la lectura de este documento en la pasada sesión no mereció la atención de los señores diputados, gracias al tumulto que aquí se originó.
El C. Espinosa: Pido la palabra. Como está a discusión la lista de los candidatos que formarán las comisiones, y habiendo presentado el que habla, con toda oportunidad, una moción suspensiva sobre el mismo asunto, suplico a su señoría que, procediendo con toda imparcialidad y con absoluta honradez, permita que se ponga a discusión inmediatamente la proposición mía, antes que la planilla de referencia; así lo dispone el Reglamento.
El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente. Desde hace mucho tiempo tengo presentado en la Oficialía Mayor de esta Cámara un proyecto de ley que es el primero que se presenta en esta Legislatura, y como es un proyecto que, en mi concepto, tiene muy grande importancia, yo suplico a su señoría se sirva decirme por qué no se ha dado cuenta con él.
El C. Espinosa: Moción de orden, señor presidente:
El C. presidente: Es una interpelación la que hace el C. Siurob a la Presidencia; conceda usted a la Presidencia que conteste al C. Siurob. No se ha dado cuenta con esos documentos, porque no se encontraban en cartera en la sesión anterior, sino hasta hoy, y como estos asuntos son del resorte de las comisiones respectivas y, además, huelga la necesidad de nombrar a las comisiones previamente para el estudio de documentos y proyectos de ley, es por esto que la Presidencia ha ordenado que se entre de lleno al nombramiento de las comisiones, a efecto de que, una vez que se hayan nombrado éstas, entonces se turnen todos los expedientes que se encuentren en cartera, haciéndolos del conocimiento de la Cámara.
El C. Siurob: Señor presidente, estoy enteramente satisfecho con la explicación que ha dado su señoría y únicamente suplicaría a la honorable Asamblea que este asunto no se difiera, puesto que hay ya proyectos en cartera que tienen bastante importancia y que constituyen una labor de principios, una labor de fondo. Debemos principiar, por que, de otra manera, corremos el riesgo de que se nos critique por nuestra lenidad y por nuestra falta de atingencia al tratar asuntos de verdadera importancia para la Nación. Por consiguiente, acepto de muy buen grado la explicación dada por su señoría y suplico a la honorable Asamblea que pasemos cuanto antes a hacer este nombramiento, porque, de otra manera, estamos perdiendo un tiempo precioso, ya que el período de nuestras sesiones es muy corto y es muy grande la labor que tenemos que desarrollar.
El C. presidente: Se va a dar lectura a la moción del C. Espinosa.
El C. Manrique: Pedí que se diera lectura a la lista de comisiones.
El C. secretario: Tirado, leyendo:
"H. Asamblea:
"Por las razones expuestas, pido, con dispensa de todo trámite, que no se tome en consideración ni se acepte a discusión el proyecto de comisiones presentado por sólo diez y ocho miembros de la Gran Comisión.
"Es necesario que la proposición de candidatos se haga después de un concienzudo examen de los comisionados técnicos y prácticos de los propuestos.
"En concreto me permito exponer:
"Suspéndase la discusión de planillas hasta que hayan sido estudiadas por toda la Comisión. - Espinosa."
Se pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites a esta moción suspensiva.
El C. Casas Alatriste, interrumpiendo: Para una moción de orden.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Casas Alatriste.
El C. Casas Alatriste: Para suplicar a la Mesa se sirva dar lectura al artículo 75 del Reglamento, que previene de una manera enteramente imperiosa que en la segunda sesión se ponga a discusión el proyecto de comisiones.
- El mismo C. secretario, leyendo:
"Artículo 75. En el día siguiente al de la apertura de las sesiones del primer año, la Gran Comisión presentará a la Cámara, para su aprobación, la lista de las comisiones permanentes y la de los inmaculados para el Gran Jurado, que se pondrán inmediatamente a discusión."
El C. Espinosa: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: ¿Con qué objeto, ciudadano?
El C. Espinosa: Tengo derecho a fundar mi proposición, señor. (Voces: ¡No se han dispensado los trámites!) Precisamente, antes de que se dispensen.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.
El C. Espinosa: Honorable Asamblea: La proposición por medio de la cual pido que se aplace el nombramiento de las distintas comisiones de esta Cámara de Diputados, tiene un fondo de tal importancia que es indispensable que vuestras señorías conozcan para que en manera alguna permitan que este asunto se trate con la festinación con que quiere tratarse. Empiezo por manifestar que estas comisiones son de funcionamiento permanente, es decir, que durarán en funciones durante los dos años que dura la Legislatura. Por otra parte, la Gran Comisión, compuesta por un ciudadano representante de cada Estado, de hecho no tiene más función que la de hacer la proposición de estos nombramientos, de tal manera, ciudadanos representantes, que los doce representantes de doce Estados, miembros de esta Gran Comisión, al no tomar participio en la designación de los candidatos, han dejado de desempeñar su única función: la función fundamental, capital, pudiera decirse, que les corresponde como tales. De hecho, ciudadanos representantes, al no permitirse que estos doce miembros de la Gran Comisión tomen participio en la discusión de estas planillas, sería tanto como dejar a esos doce Estados fuera del derecho expreso que les da la misma Constitución. Pero no es esto todo, ciudadanos representantes; estas planillas presentadas a la consideración de vuestra soberanía, están hechas, no a base de eficiencia, no a base de capacidad, no a base de conocimientos teóricos y prácticos sobre las distintas materias necesarias para integrar las comisiones de la Cámara de Diputados; no, señores; están hechos por una parte a base de amistad y por otra base de correligionarismo. Ya el C. Manrique, con toda honradez y con toda ingenuidad, ha confesado desde esta tribuna que en las comisiones donde hay alguna intervención política han procurado que sean componentes de esas comisiones ciudadanos de filiación insospechable y enteramente afines al grupo de ellos. Y esto, ciudadanos diputados, en manera alguna debe aceptarse por la mayoría de esta Cámara. ¿Con qué derecho el C. Manrique y los demás líderes de este grupo pretenden imponer su voluntad a la voluntad de la mayoría? ¿Con qué derecho el C. Manrique y los demás líderes de este grupo pretenden subordinar los intereses generales del país a las ambiciones de un grupo político? ¿Esto es moral, es esto justo? Indudablemente que no, ciudadanos representantes. Precisamente por esto, por este espíritu de absorción y de predominio injustificado es que en México no han prosperado nunca los partidos políticos. Todo partido político que asalta el poder y lo toma como un botín de guerra, va derecho al más grande de los desprestigios y acaba siempre completamente desprestigiado, porque no hace más que adueñarse del poder para explotar a sus anchas todas las riquezas naturales del país (Siseos.) y predominar en las altas esferas oficiales. Si nosotros vamos aquí a aceptar la teoría del grupo dominante, si vamos a aceptar la imposición de lo que se llama el grupo dominante, no haremos más que convertirnos en cómplices de un grupo político desatendiéndonos en lo absoluto de los intereses generales del país. Y no, ciudadanos representantes; nosotros no somos en esta Asamblea los representantes o los socios de determinada agrupación política, somos los genuinos y legítimos representantes de nuestros distritos, somos los representantes del país entero; debemos, pues, desatendernos de los intereses de grupo, debemos únicamente tener la vista sobre el interés general del país y ya hemos visto, por confesión del C. Manrique, cuál es el criterio que ha predominado en los diez y ocho miembros que han confeccionado el proyecto a su sabor y antojo, es decir, obedeciendo únicamente a sus intereses personales. Lo que quieren los doce ciudadanos representantes de doce Estados dentro de la Gran Comisión, es que vuelva este proyecto de planilla al seno de la Gran Comisión, para que allí todos los miembros que la integran estudien detenidamente y a base de capacidad a todos estos candidatos. Es natural que habrá muchos que estén en el lugar que les corresponde; es seguro que todos los miembros, no sólo la mayoría, ratifiquemos esas proposiciones; pero también habrá que quitar a muchos de ellos. ¿Por qué? porque ya lo dije antes: No se ha tenido en cuenta la capacidad de los ciudadanos, sino nada más la filiación política. Los procedimientos seguidos para hacer esta planilla son verdaderamente absurdos y verdaderamente atentatorios. No hubo una cita que llamara a todos los ciudadanos que integran la Gran Comisión para deliberar sobre este punto y resolver; no, señores; hubo una o dos juntas preliminares en las que se tuvo en cuenta a todos, pero cuando se pensó que era llegada la hora
de dar por terminada la planilla, cuando se pensó que era necesario obrar de acuerdo con los intereses de partido, entonces, señores, se hizo la junta a puerta cerrada con la consigna de que no entrara nadie, porque la sesión era secreta. Después se nos ha dicho que era secreta para los que no pertenecían a la Gran Comisión, pero no para los que pertenecían a ella. Sin embargo, al que habla y a otros compañeros se les negó la entrada sin decirnos que era junta de la Gran Comisión, porque si tal se nos hubiera dicho, hubiéramos entrado, si necesario hubiera sido, a la fuerza; pero se nos ha dicho que era una junta secreta y, por lo tanto, nadie podía entrar. De esta manera se nos descartó a los doce ciudadanos que formamos parte de la Gran Comisión; no se nos quiso oír, no se quiso hacer valer nuestros derechos. Si yo he demostrado no solamente ahora, sino con anterioridad, los procedimientos tan poco limpios que se han usado para hacer esta planilla; si el C. Manrique ha venido a esta tribuna a decirnos con toda ingenuidad, que muchos de los candidatos de esas comisiones se han propuesto a base de criterio político, yo, señores, vengo a protestar por estos actos y vengo a pediros también que en manera alguna os hagáis cómplices de estos procedimientos verdaderamente atentatorios. Nosotros no debemos hacer aquí caso de intereses de grupos; nosotros debemos estar únicamente atentos a los intereses generales; debemos ver por el bien de la patria y en manera alguna por el bien de ciertos individuos. (Aplausos en las galerías.) Si el nombramiento de estas comisiones fuese transitorio, si fueran a desempeñar sus puestos por dos o tres meses, en buena hora, ciudadanos representantes, que nosotros, en obvio de pérdida de tiempo, no hiciéramos caso de estos asuntos que a la simple vista parece que no tienen importancia. Pero no, señores; estas comisiones funcionarán durante toda la Legislatura y los ciudadanos que las compongan serán los que emitan los dictámenes sobre todas las nuevas leyes, sobre reformas a las leyes que se presenten a esta Asamblea. ¿Cómo ciudadanos representantes, vamos nosotros de hecho a conferir la dirección técnica de todas las leyes que aquí se presenten a individuos que no respondan a la mayor sabiduría, sino únicamente a la mayor confianza en cuanto al interés político? Esto es absurdo, esto es inmoral, ciudadanos representantes. Nosotros debemos procurar que las comisiones estén integradas por los hombres más sabios, que estén integradas por los hombres más aptos y, si se quiere, también con más afinidad a los principios revolucionarios. ¿Por qué? porque allí ya no estamos en las mismas condiciones que en la discusión de credenciales; en este punto nuestra única norma debe ser el apego a la ley, pero en el nombramiento de comisiones técnicas debe tenerse también en cuenta la personalidad revolucionaria de las personas que las integren. Si es necesario todo esto, si queremos nosotros que las leyes respondan a los ideales de momento, si nosotros ya no queremos que se hagan leyes para no obedecerlas, para no acatarlas, para no respetarlas, pongamos estas comisiones en manos de los hombres más competentes, o cuando menos de los más bien intencionados. ¿Por qué? porque estos hombres garantizarán no sólo por sus conocimientos, no sólo por su eficiencia, sino también por su patriotismo, un resultado mejor, y éste no podrá conseguirse en manera alguna si nosotros festinamos la designación de estas comisiones. Es indispensable, señores, que nosotros volvamos sobre nuestros pasos, que estas comisiones se nombren como se había acordado, en una de las sesiones que tuvo la Gran Comisión, de acuerdo con lo que se dispuso en la primera sesión que tuvimos todos. Entonces, señores, se dijo que se haría un directorio de competencia de todos los ciudadanos representantes, entonces se dijo que por diputaciones se haría un ligero estudio de los conocimientos teóricos y prácticos de todos los ciudadanos representantes para colocarlos dentro de las comisiones que más estuvieran de acuerdo con sus conocimientos y, sin embargo, yo estoy seguro que nada de esto se ha hecho; sé que son muy pocas las referencias que se han presentado a este respecto. Yo interpelo al secretario de la Gran Comisión, al C. Manrique, para que tenga a bien decirme si se ha hecho este estudio, y en caso de que se haya hecho, que me presente las pruebas, es decir, la documentación completa de todos estos antecedentes técnicos y prácticos de los ciudadanos representantes. Solamente así me convencerán de que han procedido dentro de lo acordado en esa primera sesión que tuvo la Gran Comisión.
El C. Manrique: Contestaré al C. Espinosa inmediatamente después de que haya terminado. (Murmullos.)
El C. Espinosa: Rehuye el compañero Manrique el contestarme...(Voces: ¡No! ¡No!) ¡Cómo no! si son los hechos los que están diciendo que sí; ustedes no tienen derecho a gritar desde sus escaños que no. (Aplausos en las galerías.)Si yo estoy preguntándole y él no contesta; le estoy preguntando precisamente porque en mi pupitre tengo yo los esqueletos en que debería haberse hecho esta encuesta de conocimientos de los ciudadanos representantes; allí tengo yo los esqueletos en blanco...
El C. Altamirano interrumpiendo: ¡Para una alusión personal!
- El C. Espinosa, continuando:..para llenar precisamente estos requisitos que deberíamos tener en cuenta para hacer el nombramiento definitivo de estas comisiones. Yo sé que al C. Manrique se le han llevado unos cuantos informes sobre el particular, pero no todos los de los ciudadanos representantes, que es lo pactado, que es lo honrado y que es a lo que deberían haberse ajustado los diez y ocho miembros de la Gran Comisión que hicieron este chanchullo, porque no es otra cosa, ciudadanos representantes. En su oportunidad vendré a rebatir lo que diga aquí el C. Manrique, porque el C. Manrique no puede decir que es cierto lo que yo le he exigido; entonces vendré a sostener más ampliamente la necesidad de rechazar este dictamen por ahora; ya no digo rechazarlo, sino siquiera consentir su lectura. Lo que quieren los representantes de doce Estados, es que honradamente vuelva este proyecto de planillas de comisiones al seno de la Gran Comisión; que no se discuta aquí, porque aquí, ya lo sabemos, desgraciadamente, aunque haya una mayoría honrada, también hay un número bastante fuerte de representantes de un grupo que pretenderá imponerse por todos los ardides ya reconocidos, a efecto de que no se haga esta designación dentro
de la mayor amplitud, dentro de las fórmulas más democráticas; y como ya conocemos estas maniobras, como ya estamos escarmentados, no queremos que se resuelva aquí esta lid; queremos hacerla allá, en la Gran Comisión, en una forma amplia, honrada y justa. Por todas estas razones yo suplico a la Asamblea que tenga a bien aprobar esta moción suspensiva para mañana mismo, si consiente; no se pierde nada con un día más para que, en cambio, todos los miembros de la Gran Comisión se comprometan aquí mismo a reunirse esta misma tarde o mañana a efecto de que se haga esta nueva designación que nosotros no sólo pedimos, sino que exigimos. (Aplausos.)
El C. Siurob: Moción de orden.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. diputado Siurob.
El C. Siurob: Honorable Asamblea: Yo trato de cerrar la puerta dentro de esta Asamblea a la politiquería andante, y para cerrar la puerta a la politiquería andante, esgrimo en este momento el artículo 75 del Reglamento, que dice:
"En el día siguiente al de la apertura de las sesiones del primer año, la Gran Comisión presentará a la Cámara, para su aprobación, la lista de las comisiones permanentes y la de los inmaculados para el Gran Jurado, que se pondrán inmediatamente a discusión."
Esto debería haberse hecho desde el día 2 de los corrientes y bastante se ha diferido ya el nombramiento de comisiones para que haya venido a presentarse el proyecto y discutirse en esta sesión. Por consiguiente, necesitamos ajustarnos absolutamente al Reglamento. El señor Espinosa, que se dice defensor de la ley, viene, pues, a violar la ley pidiendo una moción suspensiva. El señor Espinosa, que es miembro de la Gran Comisión y que debería haber hecho gestiones dentro de la Gran Comisión...
El C. Espinosa, interrumpiendo: Las hice.
El C. Siurob, continuando: Y no le dieron resultado; pues entonces quiere decir que no tuvieron la fuerza suficiente para que le dieran resultado. El señor Espinosa viene aquí y exclusivamente a pedir que esto se difiera, con objeto de seguir politiqueando dentro de la Gran Comisión; pretende revelarse contra el acto democrático que consiste en que la Gran Comisión sea la que nombre a las otras comisiones. ¿La Gran Comisión por quién está nombrada? Por toda la Cámara, es decir, por la mayoría de todos. ¿Con qué objeto se le nombró? Con el objeto de que nombre a las demás comisiones. Pues bien; la primera muestra de desconfianza para la Gran Comisión sería, desde luego, comenzar con esta clase de triquiñuelas que no son otra cosa, con el objeto de que individuos que no tienen partido dentro de la Asamblea, o que están aislados, como Espinosa, como rebeldes sin bandera, (Aplausos) pretendan a fuerza sacar dentro de esta Asamblea determinadas comisiones para mezclarse ellos en esas comisiones. Yo pregunto, por ejemplo, al C. Espinosa: habiendo la Gran Comisión designado a estos ciudadanos, si vuelve el dictamen a ella, ¿qué va a hacer?
El C. Espinosa: Voy a contestar.
El C. Siurob: Después me contestará su señoría.
El C. Manrique: Ha rehuído la contestación.
El C. Siurob: Si la Gran Comisión designó a estos ciudadanos y vuelve el dictamen al seno de la propia Gran Comisión, ¿va a hacer circo con su propio criterio?
El C. Manrique: ¡Para una moción de orden!
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Manrique: Hago constar que el estimable compañero Siurob está impugnando la moción suspensiva y que debió haberse inscripto en ese sentido.
El C. Siurob: Las razones que tiene el Reglamento para exigir que cuanto antes se nombren estas comisiones, es porque sin ellas no se pueden desarrollar las labores de la Cámara de Diputados. Ya lo estamos viendo: existen proyectos de ley que no pueden ni siquiera ser leídos aquí, porque, ¿a qué Comisión se turnan? Ahora, yo aspiro a que este Congreso y el Gobierno en general de la República, resuelvan los problemas nacionales. ¿Hasta cuando se va a estar esperando la resolución de estos problemas? La gloria de este Congreso y del Ejecutivo actual y futuro de la República, consistirá en no estar haciendo esperar más a los pueblos, en no estar haciendo callar a los humildes, retorciéndose los brazos, y en ya no dar lugar a que la opinión pública venga diariamente, unas veces enfurecida, otras anhelante, y otras veces angustiosa, a recordarnos el cumplimiento de nuestros deberes. Necesitamos poner el pie en la cabeza a ese cúmulo de politiquerías que se están esgrimiendo aquí dentro de esta Cámara; (Aplausos.) necesitamos acabar con esa labor de la maffia, que es una labor de comadres y no de diputados. (Aplausos. Siseos.) ¡Que me sisee la maffia, mejor; le he de poner el pie en la cabeza con la razón y la justicia! De consiguiente, concluída mi moción de orden, pido al señor presidente de la Cámara que, cumpliendo con su deber, retire esta moción suspensiva de la discusión; al C. Espinosa que, cumpliendo con la ley, para que no se convierta en rebelde sin bandera, retire también esta moción suspensiva, y a la Cámara, por si el C. Espinosa persistiere en su propósito, que no conceda la dispensa de trámites a esta moción, para que desde luego se discutan asuntos de verdadera importancia, en cumplimiento de los deberes que tienen los miembros de esta honorable Asamblea. (Aplausos.)
El C. Borrego: Pido la palabra para hacer una interpelación a la Presidencia.
El C. presidente: La Presidencia manifiesta que, en vista de la moción de orden del C. Siurob, se ha desviado el curso que tenía el debate; yo, con objeto de encauzarlo, y dado que el artículo relativo a las mociones suspensivas es muy simple en cuanto a lo que se exige de la Cámara, que es que hable únicamente el fundador de la moción suspensiva y un impugnador, uno sólo, y como se han inscripto en contra tres ciudadanos diputados, voy a concedérsela al primero de ellos, para que inmediatamente después se pase a la votación de este asunto. Tiene la palabra el C. Manrique, que es el primero de los inscriptos en contra.
El C. Espinosa Luis: Pido la palabra para hacer una aclaración.
El C. presidente: Un momento, C. Espinosa. Yo le suplico que no interrumpa el curso de la discusión.
El C. Espinosa: Tengo derecho para hacer una aclaración brevísima.
El C. presidente: Pero no tiene su señoría derecho para interrumpir el orden.
El C. Espinosa: Sí tengo derecho para hacer una aclaración. (Campanilla.)
El C. presidente: No hay nada a discusión.
El C. Espinosa: Me ha aludido el doctor Siurob, y tengo derecho para hacer una aclaración.
El C. presidente: Como la aclaración a que se refiere su señoría afecta a la persona de usted, pero no al debate, después hará usted esa aclaración.
El C. Espinosa: Sí afecta al debate, y son dos palabras nada más.
El C. presidente: Hable usted.
El C. Espinosa: Honorable Asamblea: Quiero nada más aclarar esto: que yo no sigo aquí ninguna politiquería, sino al contrario, una política amplia y grande, como es la de defender los intereses nacionales, y de una vez por todas declaro que yo no solamente no quiero, sino que rechazo toda candidatura para hacerme figurar en las comisiones y no tengo interés ninguno, porque para cumplir con mi deber de representante, lo mismo puedo hacerlo dentro de una comisión que fuera de ella; pero sí declaro que lo único que yo quiero, y es a lo que exhorto a mis compañeros, es que arranquemos los destinos de la patria de las garras de unos cuantos y los depositemos en las manos de los más competentes y de los más honrados. Eso es lo único que yo quiero.
El C. Borrego: Pido la palabra para hacer una interpelación a la Presidencia.
El C. presidente: ¡Pase, C. Manrique! ¡Suba! (Risas.)
El C. Borrego: ¡Para una interpelación a la Presidencia!
El C. presidente: Puede usted hacerla.
El C. Borrego: Señor presidente: Quiero que me haga usted favor de contestarme esta pregunta: Si el treinta y uno de agosto se le hubiera presentado a usted una moción suspensiva para que no se instalaran las cámaras al siguiente día ¿habría dado usted curso a esa moción suspensiva? Ruego a usted se sirva contestarme.
El C. presidente: Tenga la bondad de repetirme su interpelación. (Risas.)
El C. Borrego: Señor presidente: Si el treinta y uno de agosto se le hubiese presentado a usted una moción suspensiva para que no se instalara al siguiente día el Congreso de la Unión ¿le habría usted dado curso a esa moción suspensiva?
El C. presidente: No podría presentarse una moción suspensiva para que no se instalara esta Cámara.
El C. Borrego: Pues es el mismo caso. (Voces: ¡No! ¡No!) Hoy se presenta una moción suspensiva para que no se cumpla con el artículo 75 del Reglamento. No debió habérsele dado entrada a esa moción.
El C. presidente: La Presidencia hace ver al C. Borrego que la instalación del Congreso no es una discusión. Esta sí es una discusión. La mociones suspensivas son para las discusiones, no para los hechos que están dictados, ordenados por la ley imperativamente. De modo es que hay una diferencia notable.
El C. Borrego: ¿Me permite.....?
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Manrique.
El C. Manrique: Señores diputados: El compañero Espinosa presenta una moción suspensiva y comienza por decir que ha tenido derecho reglamentariamente para presentar esta moción suspensiva.....(Voces ¡No!) Ya vendrá más tarde a invocarse el artículo 75 del Reglamento que ordena que primeramente se discuta este proyecto, y esta es una de las razones que esgrimo para que desechéis la moción suspensiva, porque aceptarla equivale a contradecir el artículo reglamentario expresado; pero ya que la presentó, nos ha dado oportunidad para aclarar algunas cosas. El compañero Espinosa afirma que habla - este compañero tiene eso que se llama delirio de grandeza, que es uno de los primeros signos de la parálisis general progresiva - (Risas.) ya no en nombre de su distrito, sino en nombre de la Nación. Bueno, el compañero Espinosa advierte que habla en nombre de doce compañeros de diputación, de doce, oídlo bien. Quiero que el compañero Espinosa precise quiénes son esos doce compañeros. Ya veréis que nos va a dar una nueva muestra de su habitual y clásica ligereza.
Presidencia del
C. MARTÍNEZ DE ESCOBAR RAFAEL
El C. Espinosa: Pido la palabra para contestar.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: No rehuyo la respuesta; al contrario, la contesto honrada y lealmente. El compañero Manrique, hábil en toda clase de chanchullos parlamentarios, ha venido arrancando día a día firmas a algunos compañeros nuevos que no saben ni lo que han hecho.... (Voces: ¡Ah!) Es claro, ustedes representan a su partido y hacen bien en defenderlo, pero lo que yo digo es cierto, aun cuando Manrique levante su palabra airada desde esa tribuna y me apóstrofe, ¡qué le voy a hacer!; pero lo que yo estoy diciendo es cierto. Antes de ayer éramos doce los que no habíamos firmado; pero yo ignoro, dada la capacidad, dadas las artes del C. Manrique para estas cosas, cuántos habrán firmado de entonces acá. Por lo mismo, no puedo contestarle con una precisión matemática, pero creo que he contestado el fondo de su pregunta.
El C. Manrique: Una de las características del C. Manrique, C. Espinosa, es que siempre juega a cartas vistas: no hay misterio alguno en ninguno de sus actos. Posteriormente a las dieciocho que se leyeron en la pasada sesión, se han recogido tres firmas más, óigalo bien; recogido. ¿El C. Juan Zubaran se sirve decirme si no es verdad - y le consta también al C. Vito Alessio Robles y a todos los compañeros que estuvieron en la sesión - , si no es verdad que acaba de dar su firma y que concurrió a la sesión celebrada por la Gran Comisión?
El C. Juan Zubaran: Es cierto.
El C. Manrique: Y el C. Zubaran acaba de firmar el proyecto, que, por lo demás, estaba ya firmado por la mayoría de la Comisión; de manera
que sin la firma del C. Zubaran, que, por lo demás, asistió a la sesión, el proyecto es bueno. El C. von Borstel, que no es del "Pe - le - ce", sí asistió...
El C. Vicencio: ¡No asistió!
El C. Manrique: El C. Vicencio no asistió; en consecuencia, no tiene derecho para afirmar lo que sucedió dentro de la Comisión. Esta es una prueba de ligereza que le perdonaríamos a Espinosa, pero que no puede perdonársele a usted, C. Vicencio. ¿El C. von Borstel se sirve decirnos, a la Asamblea, si es verdad que asistió a la sesión celebrada por la Gran Comisión y que participó activamente en las discusiones?
El C. von Borstel: Pido la palabra para contestar.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. von Borstel: Yo honradamente manifiesto a esta honorable Asamblea que sin ser miembro del "Pélece" asistí a la sesión de la Gran Comisión por corresponderme, porque represento al Distrito Sur de la Baja California, y en vista de que yo no vi que los señores miembros procedieran conforme a ese criterio político que soy el primero en atacar cuando se trata de juzgar algún hecho conforme a ese criterio, que soy el primero en criticar, por eso aprobé los actos de la Comisión; y aun voy a manifestar esto....
El C. Manrique: ¿Asistió usted a la sesión?
El C. Von Borstel: Sí, señor. Asistí a la sesión y aprobé todos sus actos por no haber visto nada de criterio político.
El C. Manrique: Cero y van veinte firmas. Mis artes, esas artes que me permiten triunfar, C. Espinosa, se llaman franqueza, entusiasmo y perseverancia. Cero y van veinte. El C. Altamirano, que no asistió a la sesión, ratificó, sin embargo, con su firma, el proyecto de la Comisión; Cero y van veintiuna. El C. Altamirano comenzó por hacer una salvedad. declinando el honor de formar parte de la Comisión de Marina; quiere decir que, salvo este detalle, aprobó el proyecto de la Comisión. Cero y van veintiuna, para treinta, nueve. De estas nueve, el C. Valadez Ramírez estaba en Jalisco, ¿no es verdad, compañero Valadez Ramírez? No está presente, pero yo respondo entonces; en consecuencia, el C. Valadez Ramírez no podrá llamarse a engañado. El Estado de Jalisco, sin embargo, estuvo allí representado con voz, pero sin voto; el compañero José G. Zuno estuvo presente en las discusiones y participó en ellas; pero claro que no votó ni puso su firma en el dictamen. ¿No es verdad, compañero Franco Urías, que no pertenece al "Pélece"?
El C. Franco Urías: Sí es cierto.
El C. Manrique: Además, nada hubo de secreto. El compañero Espinosa ha afirmado, con su ya proverbial ligereza, que se le negó el acceso al salón, diciendo que se trataba de sesión secreta. Sírvase informar el C. Espinosa quién fue la persona que le prohibió el paso.
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.
El C. Espinosa: Debo aclarar, en primer lugar, que por la forma en que pregunta el C. Manrique, no se puede contestar. Nadie me impidió la entrada, sino que yo por propio decoro no quise entrar; se me dijo que había orden de que nadie entrara, porque se trataba de sesión secreta.
El C. Manrique: ¿Quién dijo a usted tal cosa?
El C. Espinosa: El ujier que estaba en la puerta.
El C. Manrique: Pues las puertas del salón estaban libres para todos; por ejemplo, el compañero Zuno, sin pertenecer a la Comisión, llegó hasta nosotros e hizo oír su voz en el seno de la Gran Comisión; el señor Vito Alessio Robles también estuvo ¿no es verdad, señor Alessio Robles?
El C. Alessio Robles Vito: Pido la palabra para contestar.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Alessio Robles Vito: Yo llegué tarde, fuí al Salón Verde, pero no pude entrar porque me informaron que había una sesión secreta del Bloque Liberal Revolucionario....
El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Esa sí era secreta!
- El C. Alessio Robles Vito, continuando:... entonces me entere de que aquí estaba en sesión la Gran Comisión y nadie me impidió la entrada. (Aplausos)
El C. Manrique: En consecuencia, señores compañeros, se ha desvanecido el fantasma de la conjuración, esta reunión de Carbonari que ha querido inventar el compañero Espinosa. Ahora, vamos a tratar seriamente el asunto. La moción suspensiva es absolutamente inoportuna. Ya el compañero Siurob presentó un proyecto; ya hace pocos días que el diputado Ramírez Garrido solicitó licencia de la Cámara; ya se van presentando, en suma, problemas que la Cámara de Diputados debe resolver. Aquí de la necesidad de la formación de las Comisiones; - es claro que no porque se han de formar las Comisiones las hemos de formar mal, no; para eso es la discusión, aquí no hay sorpresa posible - . Hay un proyecto de comisión firmado por 21 de los 30 miembros, uno de los cuales estaba ausente; cabe, pues, que entre inmediatamente el proyecto a discusión en lo general y me permito adelantar que el proyecto debe aprobarse en lo general. Ya vendrá más tarde la discusión en lo particular, y entonces Espinosa, entonces Eliseo Céspedes y entonces cada uno de los impugnadores tendrá derecho de pedir que sea apartada para su discusión determinada Comisión; pero entretanto, es necesario que trabajemos, es necesario que hagamos algo útil. Ahora, ciudadanos diputados, para terminar y comenzando por haceros ver hasta dónde llega este desinterés de que ya el C. Espinosa nos dio pruebas rechazando la cartera de Gobernación; hasta dónde llega este desinterés de Espinosa, vamos a verlo con la declaración de García Vigil, a quien interpelo formalmente para que me diga si no es cierto que el propio Espinosa se le acercó suplicándole interpusiese su influencia como miembro de la Gran Comisión, para que él, Espinosa, tuviera determinadas comisiones. Creo que el compañero Espinosa, al proceder así, estuvo en su perfecto derecho, creo que hizo muy bien en lo que hizo; pero mal hace el compañero Espinosa en venir ahora a hacer profesión de desinterés y negarse a sí mismo. Compañero García Vigil, sírvase informarme si es verdad esto.
- El C. García Vigil. Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. García Vigil: El C. Espinosa no me ha solicitado el formar parte de ninguna de las comisiones que postula la Gran Comisión; me solicitó, en ocasión del nombramiento de las comisiones de cortesía, ser el presidente de la Comisión que informara a la Suprema Corte de Justicia de que se había instalado ya la Cámara de Diputados, y también me solicitó, con bastante insistencia, formar parte de la Comisión de Administración.
El C. Espinosa: Pido la palabra para aclarar.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Ya se ve la ligereza del C. Manrique. El C. García Vigil ha estado en lo justo, porque no podía ser de otra manera, dada su honradez característica. El tuvo la bondad de hacerme figurar en una Comisión para ir a recibir al ciudadano presidente de la República y yo le supliqué entonces, porque esta es la verdad de las cosas, que en lugar de que me incluyera en esa Comisión, me pusiera en la que fue a la Suprema Corte de Justicia. Esto es todo, y también es cierto que demostré interés y aun le supliqué que me hiciera figurar en la Comisión Inspectora, que nada tiene que ver con la Comisión a que se refirió su señoría. Además, debe creerse que la renuncia que hice para figurar en cualquiera planilla, es porque verdaderamente no tengo ningún interés, por lo cual desde ahora rechazo toda postulación.
El C. Manrique: Para que os déis cuenta de la necesidad de admitir a discusión en lo general el proyecto rechazando la moción suspensiva, debo comenzar por explicaros, no tanto lo que hemos hecho, sino lo que hemos dejado de hacer, lo que de reprobado, de torpe y torcido hemos dejado de hacer en la formación de nuestro proyecto. En primer lugar, quisimos apartarnos - esto ya lo expliqué en pasada sesión y el C. Céspedes contribuyó a esta aclaración - del procedimiento vicioso que se había seguido en anteriores legislaturas; en la formación del proyecto de Comisiones se reunían los miembros de la Gran Comisión y se decían: hombre, ¿quién será bueno para la Comisión de Justicia? Y todos nos ateníamos a la inspiración del momento. Quisimos evitar esto y se aceptaron sugestiones, entre otros compañeros, del C. Espinosa para la formación de un directorio profesional de la Cámara. El compañero Espinosa me ha pedido pruebas de este trabajo; aquí están: un directorio imperfecto y todo, pero directorio al fin, directorio profesional de la Cámara en que los diputados están clasificados en abogados, médicos, ingenieros, profesores, ferrocarrileros, agricultores, etcétera. (Voces: ¿cómo está clasificado Espinosa?) Ya ve pues, el C. Espinosa que, aunque de un modo imperfecto, hemos procurado tener en cuenta la competencia de cada uno de los diputados. En consecuencia, no hemos seguido el vicioso procedimiento de legislaturas anteriores. Tampoco hemos tenido en cuenta exclusivamente la filiación política de cada uno de los diputados, no ha habido entre nosotros sectarismos. Y si para muestra no basta un botón sólo, yo os podría citar diez o veinte casos: ahí tenéis el caso de don Norberto Domínguez, a quien ya cité: preside una Comisión de Comunicaciones; el señor Jesús B. González preside otra Comisión, y así por el estilo; el señor Casas Alatriste, que no es peleceano, sino que contendió contra el Partido Liberal Constitucionalista, derrotándolo en buena lid en el 9o. distrito electoral del Distrito Federal, participa en una Comisión en que se tuvieron en cuenta sus conocimientos económicos; y finalmente, señores diputados, otra cosa no hemos hecho ni haremos nunca: seguir el torpe procedimiento que en una Legislatura de nefasta memoria se siguió para formar las listas de la Gran Comisión. En una Legislatura de cuyo número no quiero acordarme, se forjaban estas listas de la Gran Comisión en la Secretaría de Gobernación....
El C. Siurob: ¡En la XXVIII!
- El C. Manrique:.... y, señores, aquí habrá habido pasiones en juego, aquí habrá habido errores; pero juro y proclamo que no se ha consultado a la Secretaría de Gobernación, como se hizo en el pasado año, para forjar las listas de la Gran Comisión. (Aplausos.)
El C. Vicencio: ¿Me permite el orador una interpelación? Pido la palabra, señor presidente, para hacer una interpelación al señor orador, si lo permite. ¿Me permite el compañero Manrique que le haga una interpelación?
El C. Manrique: Sí, señor.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Vicencio, para hacer una interpelación.
El C. Vicencio: Señor Manrique: Usted ha dicho que le ha llevado las listas de la Gran Comisión al señor Manlio Fabio Altamirano para que, en vista de ellas, dijera si estaba conforme, y el señor Manlio Fabio Altamirano las aceptó, con la salvedad que creyó conveniente. Y yo pregunto a usted: ¿por qué ese procedimiento no lo siguió usted con todos los demás compañeros? Nosotros quizá habríamos aceptado las comisiones con alguna salvedad; pero, ¿por qué nos excluyó usted de ese decoroso procedimiento?
El C. Manrique: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Manrique: Le voy a indicar al compañero Vicencio por qué. Aquí de mis artes, C. compañero Espinosa. Como no tengo mala memoria y como esto es cosa bien sabida, los ujieres de la Cámara en más de una ocasión - y esta es una cosa perfectamente visible - , se me acercan a preguntarme: "Señor Manrique, ¿conoce usted al señor Aillaud?" Y les digo: "Sí, señor; está detrás de aquel caballero calvo que está en la segunda butaca." (Risas.) "¿Qué no conoce usted, señor Manrique, al señor Espinosa?" "Sí, es aquel pequeño que está en la cuarta fila." (Risas.) Bueno; esta mañana un ujier se me acercó, diciéndome: señor Manrique, tenga usted la bondad de decirme quién es Jesús B. González, Rodrigo Palacio, etcétera, y me dí cuenta de que el compañero Eliseo Céspedes había citado - a ésta no se llama camarilla - , a una sesión a las tres y media en el Salón Verde, o cualquiera otra de las dependencias de la Cámara, a los miembros de la Gran Comisión cuyos nombres figuran al margen del citatorio: Cantón Edmundo G., con quien, entre paréntesis, no cuentan; Céspedes Eliseo, Espinosa Luis, González Jesús B., Fernández Martínez, Palacio Rodrigo, Trejo Erasmo, con quien tampoco cuentan; Valadez Ramírez, ausente en la pasada sesión y quien no pudo llamarse engañado, y Vicencio Leopoldo. Como el compañero Vicencio firma esta circular, naturalmente
respeté su firma. Figura también en esta lista el C. Zubaran Juan, a quien incluyeron equivocadamente, porque por fortuna no forma parte de su camarilla. Creo que estará satisfecho el señor Vicencio.
El C. Vicencio: No quedo satisfecho.
El C. secretario Tirado: En votación económica se pregunta si se toma en consideración la moción suspensiva del C. Espinosa. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. No se toma en consideración. Queda desechada.
El C. Espinosa: Pido la palabra antes de entrar al debate de la planilla.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Ya que ha sido desechada mi proposición y que se cerraron las puertas a toda buena intención y a todo buen deseo de proceder honradamente, suplico a la Secretaría de la Gran Comisión que tenga a bien mandar repartir listas de todas las planillas a los ciudadanos diputados, siquiera para que nos quede el recurso de saber por quiénes vamos a votar.
El C. presidente: La Presidencia cree que, conforme al Reglamento, lo que procede es dar lectura a todo el proyecto de la Comisión, para que los diputados se fijen más y para que las personas que quieran impugnar a determinados miembros, lo hagan saber a la Presidencia, a fin de ir apartando a los separados: de manera que aquellos proyectos de comisiones que no sean impugnados, se sujetarán a votación inmediata, pues no es el caso de discutir en lo general, y luego en lo particular, porque no se trata de un proyecto de ley. Así es que se le va a dar lectura a todo el proyecto de la Comisión, para que los ciudadanos diputados que lo deseen, separen para su discusión a las personas que gusten de las que integran el proyecto de la Gran Comisión, y esas serán las que se sujeten a discusión, y lo demás se considera como aprobado.
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. presidente: ¿Con qué objeto?
El C. Espinosa: Para suplicar, de la manera más atenta, a su señoría, que indique a la Secretaría dé lectura a la fracción IV del artículo 27, fracción que indica de una manera precisa que yo estoy en lo cierto: que también el dictamen rendido por una Comisión, debe mandarse imprimir y repartir entre los ciudadanos representantes, para que tengan tiempo de estudiarlo, como es natural; de otro modo es proceder con sorpresa y festinación. (Voces: ¡Ese no es dictamen!)
El C. secretario Tirado: Fracción IV del artículo 27:
"Cuidar de que se impriman y circulen con toda oportunidad entre los diputados y senadores, los dictámenes de las comisiones y los de las iniciativas que los motiven, debiendo remitirse, además, al Ejecutivo."
El C. presidente: Se ha dado lectura a la fracción IV del artículo que su señoría, el diputado Espinosa, solicitó que se leyera; pero la Presidencia cree que no tiene aplicación en el caso, puesto que aquí se trata de dictámenes sobre proyectos que hayan presentado, ya sea el Ejecutivo o los ciudadanos diputados; pero aquí no ha habido una iniciativa previa que se haya pasado a la Gran Comisión y que la Gran Comisión hubiese dictaminado. Por lo tanto, no es el caso, ya que aquí se trata de una postulación que se hace de miembros que deben integrar las comisiones; por lo tanto, no ha lugar a lo que solicita el C. Espinosa.
El C. Espinosa: ¿Me permite su señoría la palabra?
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Siento mucho manifestar al ciudadano presidente que no estoy de acuerdo con la interpretación que le da a esta fracción del artículo 27; es cuestión de interpretación. Yo sí creo, y con razón, que es un dictamen, la planilla presentada por los miembros de la Gran Comisión, y es un dictamen, porque no es una simple lista; es una selección y obedece a todo un proceso. La Gran Comisión, obedeciendo a preceptos constitucionales y reglamentarios, se reúne y estudia, fíjense bien, estudia un asunto; en este caso el asunto es conocer la competencia de los ciudadanos diputados que van a integrar estas comisiones, y después de haber hecho este estudio, formula su dictamen y lo presenta a la consideración de la Asamblea. ¿Qué características se necesitan para que sea un dictamen? Que venga un documento firmado por los ciudadanos que forman la mayoría de la Comisión, a efecto de que la Asamblea lo estudie y no de una manera festinada nada más lo apruebe. Es claro que éste sí es un dictamen, porque tiene todas las características de un documento de esta naturaleza. De otro modo, la misma Asamblea sentiría una especie de vació al ver que no tenía ni los nombres de los que figuran en la planilla, para poder siquiera irlos leyendo con todo detenimiento. Convengo que es muy loable la actitud de la Presidencia al ordenar a la Secretaría que lea esa lista; pero os juro que cuando se acaben de leer los últimos nombres, ya nadie se acordará de los primeros. Es cuestión, cuando menos de a la ligera recabar algunos datos para saber si es competente el ciudadano a quien se postula. Estas razones de orden moral bastan, si es que no pueden invocarse otras, para que se aplace, en todo caso, hasta mañana o dentro de un rato la discusión del proyecto, a fin de que se repartan listas de esta planilla; de otro modo vamos a proceder a la ligera.
El C. presidente: La Presidencia hace notar al C. Espinosa que ha dado el trámite que procede conforme al Reglamento; si lo impugna, que tome la palabra pero no puede acceder a lo que solicita el C. Espinosa, porque todo dictamen es la opinión que recae de una Comisión sobre un asunto que se le pasa para su estudio.
El C. García Vigil: Pido la palabra para una aclaración.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. García Vigil: El Reglamento previene dos procedimientos para el efecto de la elección de personas; un procedimiento es este, el simple, el directo: de la Asamblea - en escrutinio secreto - , a la urna; y el otro - que es el mixto o indirecto - es el que procede por medio de una Comisión en la cual están representadas todas las diputaciones de las entidades federativas, como en el caso presente, y en el cual se propone una postulación para que la Asamblea desde luego por voto afirmativo o negativo proceda a resolver el caso que se le presenta. Por consiguiente, este no es un dictamen, como muy bien lo ha dicho la Presidencia; no puede ser un
dictamen, porque no hay iniciativa previa, sino que es una simple postulación de personas, una elección de personas, indirecta, complicada y no simple, como en escrutinio secreto. Pues bien; no puede ser esto considerado como un dictamen, porque de otro modo no exigiría el artículo 75 que se procediera desde luego a la discusión de las comisiones, sino que diría: "y se seguirá con esto", los trámites de rigor, esto es de primera lectura, de segunda lectura, e imprímase, etc., etc. Para que el Reglamento, esto es, la ley, diga que se procederá desde luego a la discusión, es porque es bastante para la selección de las personas el que estas postulaciones las haga la Gran Comisión, porque la Gran Comisión ha sido formada por efecto del voto ya emitido por cada una de las diputaciones de los Estados, por un procedimiento enteramente democrático y equitativo; y aquí donde se encuentra una mayoría, no solamente de la mitad más uno, sino de la mitad más diez, como es en efecto, nosotros debemos comprender que está suficientemente estudiado esto y cabe recordar al C. Espinosa que él y algún otro compañero que tenga, de ninguna manera nos pueden enseñar a ser juiciosos para estos procedimientos, sino que ya nosotros nos hemos enseñado a ser desde la XXVII Legislatura y basta con que veintiún miembros de la Gran Comisión estén enteramente conformes y sobre todo, que los ausentes, los que no estuvieron en la sesión de la Gran Comisión, hayan estado ausentes por causas enteramente voluntarias, es decir, propias suyas, como la del C. Manlio Fabio Altamirano, que estuvo en Veracruz, y la del C. Valadez Ramírez, que estuvo en Jalisco, y la de algunos otros ciudadanos diputados que no vinieron porque no quisieron venir, para que la pureza de este procedimiento de la Gran Comisión haya quedado completamente a descubierto, como efectivamente lo ha sido. De manera que yo ruego a la Presidencia que, en obvio de mayores dificultades, desde luego se proceda, no a darle lectura al proyecto en lo general, porque esto ya se hizo, sino que desde luego se proceda a nombrar Comisión por Comisión para que si sobre alguna de esas comisiones se hacen objeciones, se aparten para discutirse separadamente y trabajemos. (Aplausos.)
El C. secretario Tirado: La Secretaría va a dar lectura a la postulación para las comisiones, debiendo advertir que los ciudadanos diputados que deseen impugnar alguna Comisión, lo manifiesten:
"1a. Agraria: Antonio Díaz Soto y Gama, Francisco Soto, Manlio Fabio Altamirano, y suplente, Ignacio C. Villegas."
- El mismo C. secretario: ¿Algún ciudadano diputado desea impugnar esta Comisión?
El C. Espinosa Luis: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Deseo hacer una aclaración. Ya que no se me ha concedido seguir el procedimiento por mí propuesto, buscaré una fórmula, aunque sea económica, para conocer y saber algo acerca de los conocimientos de los ciudadanos que integran estas comisiones. En consecuencia, suplico, en caso de que su señoría tenga a bien concedérmelo, interpelar al compañero Altamirano para que me diga qué estudios teóricos y prácticos tiene respecto de las cuestiones agrarias.
El C. Altamirano: Pido la palabra.
El C. Siurob: ¡Moción de orden!
El C. presidente: En estos momentos la Presidencia cree que es inoportuna la proposición del C. Espinosa; después vendrá la discusión.
El C. Espinosa: Me permito separar al C. Altamirano.
- El mismo C. secretario: Queda separado el C. Altamirano de la 1a. Comisión Agraria por el C. Espinosa.
El C. Manrique: Si sólo se aparta la candidatura del C. Altamirano, procede la votación inmediata de las otras tres personas. (Voces: ¡Que se aparte para la votación!)
- El mismo C. secretario: "2a. Agraria: José Siurob, Basilio Vadillo, Luis León, y suplente, José Juan Ortega."
El C. Espinosa: Pido la palabra para apartar la candidatura del C. Siurob.
- El mismo C. secretario: "Agricultura y Fomento: José Maqueo Castellanos, von Borstel Enrique, Juan de Dios Bojórquez, y suplente, González y González Francisco."
El C. Espinosa: Separo al candidatura del C. Maqueo Castellanos.
- El mismo C. secretario: "Aprovisionamientos Generales: Gutiérrez Castro Andrés, Francisco Garza, Francisco Rodríguez, y suplente, Candelario Garza.
"Biblioteca y Archivo: José G. Zuno, José María Soto, Ignacio Reyes, y suplente, J. Melquiades Vergara.
"1a. de Comunicaciones: Francisco Ollivier, Juan V. Vásquez, Manuel Berzunza, y suplente, Prisciliano Carriedo Méndez.
"2a. de Comunicaciones: Gustavo P. Sarrano, Guillermo Rodríguez, Agustín Arroyo Ch., y suplente, J. Melquiades Vergara.
"3a. de Comunicaciones: Norberto Domínguez, Manuel Navarro, Arnulfo Portales, y suplente, Aquilino E. Rama.
"Contraloría: Francisco Trejo, Porfirio del Castillo, Carlos Argüelles, y suplente, Juan Quiroga."
El C. Mijares: Separo la candidatura del señor Juan Quiroga. (Voces: ¡Es suplente!)
- El mismo C. secretario: Queda separado el suplente, C. Juan Quiroga, por el C. diputado Mijares. "1a. de Corrección de Estilo: Jesús B. González, Pedro de Alba A., Leopoldo E. Camarena, y suplente, Gustavo P. Serrano.
"2a. de Corrección de Estilo: Miguel D. Martínez Rendón, Reinaldo Esparza Martínez, Luis Castro y López, y suplente, Angel Alanís Fuentes."
El C. Castro y López: Yo pido la palabra para separar de esa Comisión por lo que a mí se refiere.
- El mismo C. secretario: ¿Qué es lo que aparta usted, compañero?
El C. Castro y López: La candidatura propia.
El C. Borrego: No puede separar su candidatura propia, porque el cargo de las comisiones es un deber, es una obligación, no es un derecho y sólo los derechos se pueden renunciar; él tiene la obligación de aceptar un cargo para el cual se le postula.
- El mismo C. secretario: "Diario de los Debates: Salvador Saucedo, Leopoldo Zincúnegui Tercero, Claudio N. Tirado, y suplente, Reinaldo Esparza Martínez.
"Establecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares: Vito Alessio Robles, Macario M. Hernández, Luis Espinosa y suplente, Bibiano Ibarra."
El C. Espinosa: Pido la palabra para separar mi candidatura.
El C. Alessio Robles Vito: Yo también separo la candidatura del C. Espinosa.
- El mismo C. secretario: Queda separado el C. Espinosa por él mismo.
"1a. de Gobernación: Enrique Bordes Mangel, Salvador Franco Urías, Moisés Huerta y suplente, Socorro García.
"2a. de Gobernación: Ignacio Borrego, Carlos Argüelles, Juan Manuel Alvarez del Castillo, y suplente, Eduardo Arrioja Isunza.
El C. Zincúnegui Tercero: Pido la palabra.
El C. Manrique: Como la Comisión está enterada de que el C. Juan Manuel Alvarez del Castillo se ha retirado de la Cámara, queda vacante su puesto y obligada la Comisión a proponer persona que lo substituya.
El C. secretario Tirado: El C. diputado Zincúnegui aparta al C. Juan Manuel Alvarez del Castillo.
El C. Zincúnegui Tercero: Ya está apartado por el C. Manrique.
El C. secretario Tirado: "1a. de Guerra: Vito Alessio Robles, José Méndez, Leobardo Lechuga, y suplente, Jesús F. Azuara.
"2a. de Guerra: Macario Hernández, Mariano Montero Villar, Israel del Castillo, y suplente, Natalio Espinosa.
"3a. de Guerra: Ernesto Aguirre Colorado, Bibiano Ibarra, Herminio S. Rodríguez, y suplente, Agustín Castillo.
"1a. de Hacienda: Juan Zubaran Capmany, Ignacio Borrego, Francisco Trejo, y suplente, Ramón Velarde.
"2a. de Hacienda: Miguel Alonzo Romero, Antonio Manero, Salvador Franco Urías, y suplente, Octavio Paz."
El C. Espinosa: Pido la palabra, para separar la candidatura del señor Romero.
El C. secretario Tirado: Queda separado el C. Alonzo Romero, por el C. Espinosa.
- El mismo C. secretario: "1a. de Crédito: Antonio Manero, Gustavo S. Martínez, Roberto Casas Alatriste, y suplente, Juan Quiroga.
El C. Mijares: Separo al señor Juan Quiroga.
El C. secretario Tirado: Queda separado el C. Quiroga, por el C. Mijares.
- El mismo C. secretario: "2a. de Crédito: Manuel Padilla, Marco Aurelio González, José Bravo Betancourt, y suplente, Augusto Aillaud."
El C. Mijares: Separo al C. Marco Aurelio González.
El C. Manrique: La Comisión hace notar que el C. Padilla se ha retirado de la Cámara; en consecuencia, toca a la Comisión proponer persona que lo substituya.
El C. secretario Tirado: Quedan separados los CC. Padilla y Marco Aurelio González.
- El mismo C. secretario: "Industria y Comercio: Miguel F. Ortega, Andrés Gutiérrez Castro, Gustavo S. Martínez, y suplente, Bernardo de la Vega.
El C. Espinosa: Separo toda la planilla. (Voces: ¡Si es broma, puede pasar!
El C. secretario Tirado: "1a. de Instrucción Pública: Rafael Ramos Pedrueza, Leopoldo E. Camarena, Pedro de Alba, y suplente, Fernando B. Martínez."
El C. Camarena: Pido la palabra, para separar la candidatura del señor Ramos Pedrueza.
El C. secretario Tirado: "2a. de Instrucción Pública: Benito Ramírez, José G. Zuno, Adolfo Cienfuegos y Camus, y suplente, Angel Silva.
"1a. de Justicia: Federico N. Solórzano, Constantino Llaca, Socorro García, y suplente, José Remedios Colón."
El C. Vicencio: Pido la palabra, para separar al señor Llaca.
El C. secretario Tirado: Queda separado el C. Constantino Llaca, por el diputado Vicencio.
"2a. de Justicia: Leopoldo Vicencio, Ignacio Luquín, Mauro Angulo, y suplente, Leopoldo Estrada."
El C. Alessio Robles Vito: Pido la palabra, para separar la candidatura del señor Vicencio. (Aplausos.)
El C. Manrique: La Comisión pide permiso, en nombre de la mayoría de la Comisión, si no me desautoriza, para apartar al señor Angulo.
El C. secretario Tirado: "Marina: Manlio Fabio Altamirano, Enrique von Borstel, Macedonio Gutiérrez, y suplente, J. Joaquín Silva.
El C. Alessio Robles Vito: Pido la palabra, para apartar a toda la Comisión, con excepción del señor von Borstel.
El C. Manrique: La Comisión informa a la Asamblea, ya que este proyecto de comisiones mereció algunas cuchufletas del compañero Céspedes, que nos pusimos a buscar marinos, y nos hallamos con que no había marinos en la Cámara. (Risas.) Esta es la verdad de las cosas. El compañero von Borstel sí es marino y estuvo en la sesión, pero no quiso presidir la Comisión. ¿No es verdad, compañero?
El C. von Borstel: Sí, señor.
El C. Manrique: En consecuencia, y conste que yo interpelé insistentemente a los compañeros para que me dijesen si el C. Manlio Fabio Altamirano tenía algunos conocimientos en marina, y como afirmaron que sí, por eso quedó integrada la Comisión en esa forma.
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden. No es el momento en que la Comisión...
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob para hacer una moción de orden.
El C. Siurob: Ya no tiene objeto, porque ya calló la Comisión.
El C. Manrique: Señor Alessio Robles, ¿todos, menos von Borstel?
El C. Alessio Robles: Sí, señor.
El C. secretario Tirado: Quedan separados los CC. Altamirano, porque él mismo declinó su postulación, y los CC. Macedonio B. Gutiérrez y J. Joaquín Silva.
- El mismo C. secretario: "1a. de Minas: Ramón Velarde, Liborio Espinosa y Elenes, Uriel Avilés, y suplente, Carlos Chico."
El C. Domínguez Norberto: Sé que estaba anotado en la Comisión de Ferrocarriles, y como mi ocupación es precisamente lo relativo a las minas, así como porque represento un distrito minero y llevo mucho tiempo de estar trabajando en las minas, en las que tengo algunos conocimientos teóricos y
prácticos, desearía que se me separara de la Comisión de Ferrocarriles y se me pusiera en la de minas.
El C. Manrique: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Manrique: Informo al C. Domínguez que el año anterior, en la pasada Legislatura, hubo tres comisiones de Comunicaciones y una de Ferrocarriles, o lo que es lo mismo, cuatro de Comunicaciones y, en esta vez, suprimimos la Comisión de Ferrocarriles, para dejar sólo tres de Comunicaciones, de las cuales una preside el compañero Domínguez.
El C. Domínguez: En la planilla que había visto figuraba yo en la de Ferrocarriles.
El C. Siurob: ¡Moción de orden!
El C. Soto Francisco: Aparto al C. Ramón López Velarde, y también a Carlos Chico.
- El mismo C. secretario: Quedan separados estos ciudadanos.
"2a. de Minas: Constantino Llaca, Gumaro Villalobos, Manuel Rico G., y suplente, Erasmo Trejo."
El C. Rico: Aunque estoy dispuesto a prestar mis servicios en la Comisión que se me ha conferido, creo que donde podrían ser más útiles mis servicios sería en la Comisión de Agricultura, porque no tengo conocimientos en minas. Mi profesión es de ingeniero agrónomo.
El C. Manrique: Me permito explicar que el directorio es imperfecto, como ya expresé. El señor compañero figura entre los ingenieros y tal vez de esto dependa: de la falta de una clasificación más exacta, de la división entre ingenieros agrónomos, de minas, etc. Si la Comisión no me desautoriza, propongo de una buena vez al ingeniero Domínguez para que substituya al señor Manuel Rico G. en la Comisión de Minas. (Voces: ¡No puede hacerlo!)
El C. Siurob: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Siurob: Señor presidente: En una Asamblea no hay cosa peor que el desorden con que se tratan los negocios. En estos momentos la Comisión está pretendiendo hacer cambios sin fundar su dictamen, y no es el momento que la Comisión - a quien estimo y especialmente al representante de ella en esta tribuna - , no es el momento, digo, para que la Comisión esté haciendo esta clase de proposiciones. Aquí se trata únicamente de que la Asamblea aparte a los miembros que no le convengan que integren determinadas comisiones; así es que no hay que perder el tiempo.
- El mismo C. secretario: Queda apartado el C. Manuel Rico G. por la Comisión.
"1a. de Peticiones: Salvador Saucedo, Leopoldo Zincúnegui Tercero, Eliseo L. Céspedes, y suplente, Aurelio M. Aja."
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.
El C. Espinosa: Si mal no recuerdo, si mi memoria no es infiel, mejor dicho, el compañero Saucedo es uno de los secretarios de la Cámara; y también, si mal no recuerdo, el Reglamento prohibe que los secretarios formen parte de las comisiones.
El C. Zincúnegui Tercero: Pido la palabra. Son precisamente las comisiones de que deben formar parte.
El C. Manrique: Es cierto, compañero Espinosa...
El C. Espinosa: No he dicho nada.
- El mismo C. secretario: "2a. de Peticiones: Claudio N. Tirado, Antonio Valadez Ramírez, Luis Castro y López, y suplente, Felipe de la Barrera."
El C. Manrique: El señor compañero Castro y López expresó su deseo de que se apartase su postulación; quiere decir que no desea formar parte de la Comisión de Peticiones. En consecuencia, yo recuerdo su petición, y lo aparto.
- El mismo C. secretario: Queda apartado el diputado Luis Castro y López por la Comisión. "1a. de Petróleo: Manlio Fabio Altamirano, José H. Romero, Francisco Ollivier, y suplente, Eliseo Céspedes."
El C. Espinosa: Pido la palabra para apartar toda la planilla.
- El mismo C. secretario: "2a. de Petróleo: Basilio Vadillo, Aquilino Rama, Israel del Castillo, y suplente, Luis Espinosa."
El C. Espinosa: Pido la palabra para separar toda la segunda y muy especialmente mi postulación.
- El mismo C. secretario: Queda apartada. "1a. de Puntos Constitucionales: Rafael Martínez de Escobar, Antonio Díaz Soto y Gama, Aurelio Manrique y suplente, Joaquín Acevedo. "
El C. Castro y López: Pido la palabra para separar la del compañero Manrique.
- El mismo C. secretario: "2a. de Puntos Constitucionales: Miguel F. Ortega, Manuel Padilla, José Luis Solórzano, y suplente, Eduardo Arrioja Isunza."
El C. Casas Alatriste: Pido que se separe al C. Padilla, que no pertenece a la Cámara.
- El mismo C. secretario: Quedó separado ya el C. Manuel Padilla por la Comisión.
"Reglamento: Luis Espinosa, Francisco González y González, Aureliano J. Mijares, y suplente, Flavio B. Ayala."
El C. González y González: Separo mi candidatura.
El C. Espinosa: Yo separo la mía.
El C. Mijares: Yo también separo la mía.
El C. Ayala: Yo igualmente separo la mía.
- El mismo C. secretario: "1a. Relaciones Exteriores: Juan Manuel Alvarez del Castillo, Octavio Paz, Joaquín Acevedo, y suplente, Miguel D. Martínez Rendón."
El C. Manrique: La Comisión aparta la candidatura del C. Alvarez del Castillo.
El C. Vicencio: Separo al C. Paz.
- El mismo C. secretario: Quedan separados los CC. Juan Manuel Alvarez del Castillo y Octavio Paz.
"2a. de Relaciones Exteriores: Adolfo Cienfuegos y Camus, Miguel Alonzo Romero, Reinaldo Esparza Martínez, y suplente, Mariano Montero Villar."
"Salubridad: Francisco Reyes, Víctor del Pino, Federico Martínez de Escobar, y suplente, Manuel Navarro."
El C. Espinosa: Me permito interpelar a la Comisión si son médicos todos los que integran la Comisión de Salubridad.
El C. Manrique: Sí, señor.
- El mismo C. secretario: "1a. de Trabajo y
Previsión Social: Luis L. León, Felipe Carrillo Puerto, Froylán C. Manjarrez, y suplente Aureliano J. Mijares."
El C. Rodríguez Guillermo: Aparto al señor Mijares.
- El mismo C. secretario: Queda apartado el señor Mijares por el C. Guillermo Rodríguez.
"2a. Comisión de Trabajo y Previsión Social: Nicolás Cano, Edmundo G. Cantón, Flavio B. Ayala, y suplente, Guillermo Rodríguez."
- El C. Rodríguez :Aparto toda la planilla.
El C. Cerda: Aparto al C. Cano.
El C. secretario Tirado: Queda separada toda la Comisión 2a. de Trabajo y Previsión Social, por los diputados Siurob y Guillermo Rodríguez. "Comisión de Universidad y Bellas Artes: Aureliano Manrique, Jesús B. González, Pedro de Alba y suplente José G. Zuno."
El C. Esparza Martínez: Pido la palabra. Para pedir que sea separada la candidatura del señor Jesús B. González.
El C. secretario Tirado: La Secretaría manifiesta que queda separado el ciudadano Jesús B. González, por el diputado Esparza Martínez, de la Comisión de Universidad y Bellas Artes.
"Insaculados para la Comisión del Gran Jurado.
"Primer grupo: Vito Alessio Robles, Miguel Alonzo Romero, Manlio Fabio Altamirano, Carlos Argüelles, Eduardo Arrioja Izunza, Enrique Bordes Mangel, Liborio Espinosa y Elenes, José María Cuéllar, Reinaldo Esparza Martínez, Moisés Huerta, Silviano Hurtado, Leopoldo Vicencio, Froylán C. Manjarrez, Francisco González y González, Francisco López Soto y Manuel Lomelí.
"Segundo grupo: Fernando Aguirre Colorado, Emigdio Hidalgo Catalán, Jesús Z. Moreno, Rafael Ramos Pedrueza, Ignacio Reyes, Federico N. Solórzano, Erasmo Trejo, Flavio B. Ayala, Ramón Velarde, Bernardo de la Vega, Gumaro Villalobos, Víctor del Pino, Emilio Aguirre, Porfirio del Castillo, José H. Romero y José María Sánchez."
El C. Esparza Martínez: Pido la palabra para que sea separada la candidatura del ciudadano Espinosa y Elenes.
El C. Manrique: En nombre de la Comisión pido permiso para separar las dos listas de inmaculados para el Gran Jurado, porque, como recordarán los señores compañeros, fueron las últimas que se formaron e incurrimos en algunas involuntarias repeticiones; quiere decir que personas que ya figuran en algunas comisiones anteriores, figuran también en esta lista de insaculación, como es fácil de verificarse. Por eso pido, en nombre de la Comisión, permiso para retirarlas.
El C. presidente: Como no las ha apartado la Asamblea, la Comisión pide permiso para retirarlas.
El C. Zincúnegui: Yo las aparto y se simplifica el asunto.
El C. secretario Tirado: El ciudadano Zincúnegui aparta el primer grupo de inmaculados propuesto por la Gran Comisión.
El C. Zincúnegui: Los dos.
El C. secretario Tirado: Queda separado también por el ciudadano Zincúnegui el segundo grupo.
El C. Moreno: Pido la palabra. Es muy sencillo....
El C. presidente: ¿Como dice usted?
El C. Moreno Jesús Z.: Como yo no estaba cuando se leyeron algunas comisiones, desearía apartar tal vez algunas.
El C. presidente: La Presidencia no puede acceder a lo que el ciudadano diputado Moreno solicita.
El C. secretario Tirado: Se procede a la votación de los no apartados para impugnarlos. En votación económica se pregunta si se aprueban las postulaciones hechas por la Gran Comisión. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobadas. Se pone a discusión la Primera Agraria. El ciudadano Manlio Fabio Altamirano que figura en la Primera Agraria y que apartó el ciudadano diputado Espinosa. Los ciudadanos que deseen hacer uso de la palabra sírvanse pasar a inscribirse.
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Honorable Asamblea: Me permití separar la candidatura del señor Altamirano propuesta para miembro de la Primera Comisión Agraria, no porque lo considere incapaz de figurar en ella, no porque no crea que no tenga los conocimientos bastantes para poder desempeñar este puesto, sino sencillamente porque desconozco, en lo absoluto, que pueda tener estos conocimientos. Más que oponerme a que sea aprobado como miembro de esta Comisión, lo he separado para suplicarle al compañero Altamirano de la manera más caballerosa y atenta que sea él mismo quien nos diga qué conocimientos tiene teóricos y prácticos sobre esta materia.
El C. Altamirano: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra para contestar.
El C. Altamirano Manlio Fabio: Señores diputados: Es muy feo hablar de la personalidad de uno y parecería, o parece hasta inmodesto, que uno tenga la necesidad de venir a decir aquí lo poco que sepa. Yo le declaro al señor Espinosa que he estudiado, en lo que se refiere a cuestiones agrarias, tanto como él haya podido estudiar, o quizá más, porque me lo ha permitido la misma profesión que tengo. Declaro aquí de una manera rotunda que mis conocimientos en esta clase de asuntos son únicamente teóricos. Yo no tengo práctica, porque nunca he sido agricultor; yo conozco los problemas agrarios a través de los proyectos que se han presentado aquí, los cuales he estudiado. He leído algunas obras que tratan de este asunto y esos son los conocimientos que he podido adquirir. Esto en cuanto a los conocimientos adquiridos por medio de los libros, adquiridos por medio de las discusiones que he podido escuchar, adquiridos por medio de los proyectos que he tenido en mis manos. Me permito hacer otra declaración: Yo he visto que en la Comisión 1a. Agraria figuran personas como el compañero Soto y Gama y sí declaro que en el mismo grado que el señor Gama tengo entusiasmo por figurar en esta Comisión, no con grandes conocimientos, como lo requeriría aquí el señor diputado Espinosa, no con grandes luces, no con mucha práctica adquirida durante muchos años de trabajo en
el campo; no, señores, vengo con todo el entusiasmo juvenil de que soy capaz, con toda mi fuerza revolucionaria, seguros aquí los compañeros revolucionarios de que ni en un ápice transigiré con los enemigos de la Revolución, de que haré efectivas, hasta donde me lo permitan mis alcances intelectuales, las ideas revolucionarias radicales en este punto, y acompañado de elementos tan radicales, tan enérgicos y tan inquebrantables como el compañero Soto y Gama y agregando a esto el esfuerzo que pondré de mi parte, porque procuraré desvelarme para estudiar los proyectos que se sometan a vuestra consideración y así podré cumplir, en la medida de mis fuerzas, la comisión que se me va a encomendar. Esto es todo lo que tengo que informar al señor compañero Espinosa. (Aplausos.)
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Espinosa: Honorable Asamblea: Como ha visto vuestra soberanía, era indispensable que el mismo ciudadano Altamirano nos ilustrara sobre este particular, él nos ha manifestado que los conocimientos que tiene sobre la materia son únicamente teóricos, que prácticos no los tiene en ninguna manera. No quiero con esto hablar en contra de su candidatura; pero basta con la exposición de su buena fe y además el conocimiento personal que tengo de él, de su propio entusiasmo, para que yo crea que puede desempeñar un buen papel dentro de esta Comisión, pero no estaba yo tan desacertado al pensar que Altamirano no tenía los conocimientos bastantes para poder desempeñar de una manera eficiente una Comisión tan seria como es la Comisión Agraria. Nadie de vosotros ignora que la cuestión agraria es una de las que afectan al mundo entero en la actualidad, que a pesar de ser una jurisprudencia de las más viejas, viene reformándose de día en día y que ahora, más que nunca, las reformas son fundamentales de tal manera, que se impone hacer una jurisprudencia enteramente nueva y que para hacer una labor eficiente dentro de esta Comisión, se necesitan conocimientos de toda naturaleza; pero claro está que en el seno de esta Asamblea no vamos a encontrar especialistas para que figuren en todas estas comisiones. De ahí que nos conformemos, pues, con los propósitos tan sinceramente expuestos por el compañero Altamirano para creer que en realidad desempeñará con cariño y entusiasmo esta comisión. De ahí que en lugar de impugnar la candidatura yo la apoyé, después de la aclaración hecha por él. Si me he visto en el penoso caso de pedir al compañero Altamirano, como lo haré también con otros candidatos, explicaciones de sus respectivos conocimientos, no es mía la culpa, es de los miembros de la Gran Comisión que no quisieron dictaminar a base de informaciones, que no quisieron tener en cuenta el acuerdo que tuvimos nosotros de que se hiciese una investigación sobre los conocimientos teóricos y prácticos de cada uno de los señores diputados. ¿Sabéis lo que ha hecho la mayoría de la Gran Comisión? Poner en su directorio: Fulano de Tal, abogado, abogado, abogado; clasificó en la sección de médicos, Fulano de Tal; médico, médico, y médico; en la sección de profesores, Fulano de Tal, profesor, otro profesor, etcétera, etcétera; pero sin diferenciar, sin poner especialidades, cuántos años, en qué tiempo han trabajado, adónde han trabajado sobre tal o cual cosa, hechos indispensables para colocar a los ciudadanos representantes en los lugares que les correspondieran. De esa manera hemos visto que a un ingeniero agrónomo lo ponen en minería, creyendo que es un ingeniero minero, y así por el estilo está la lista, plagada de aberraciones de esta naturaleza. De ahí, pues, que muy a mi pesar me vea en el caso de seguir haciendo estas interpelaciones. (Siseos en las galerías.)
El C. Altamirano: Me permito hacer una aclaración al señor compañero Espinosa. Fuí el primero que cuando me mostraron la lista de los comisionados, tuve que rechazar el cargo o el honor que se me hacía, poniéndome como presidente de la Comisión de Marina. Yo no he viajado más que de Veracruz a Tampico y no conozco absolutamente nada de marina, y crea el señor Espinosa que si no me considerara con la capacidad, no digo muy grande, suficiente para poder desempeñar esta Comisión, yo sería el primero en renunciarla, porque es una de mis pequeñísimas cualidades, conocer hasta dónde puedo ser capaz para hacer una cosa. Aquí hay comisiones de tanta trascendencia como son la agraria, como es la del petróleo, en que se necesitan hombres que sean absolutamente inquebrantables, en que se necesitan hombres que sean absolutamente radicales para llevar adelante los postulados de la Revolución, y en este concepto, yo sí me considero capacitado, porque hasta la fecha no he transigido con los enemigos de la Revolución, para defender el criterio revolucionario en cualquiera discusión a este respecto, sobre todo en estas comisiones que van a ser la piedra de toque para ver quién es revolucionario y quién no lo es. (Aplausos.)
El C. secretario Zincúnegui Tercero: No habiendo otro orador, se pregunta si se considera suficientemente discutido. (Voces: Se retira el punto.)
El C. Siurob: Ya se retiró la objeción; no hay caso.
El C. secretario Zincúnegui Tercero: En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
"2a. Comisión Agraria: José Siurob, Basilio Vadillo, Luis León, y suplente, José Juan Ortega."
- El C. Espinosa separó la candidatura del señor Siurob. Se pone a discusión.
El C. Espinosa: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el C. Espinosa.
El C. Espinosa: No precisamente en contra, sino para hacer la misma aclaración. Yo sé que el doctor Siurob es un buen médico; pero no sé qué conocimientos tenga en cuestión agraria. De ahí que me permita de la manera más atenta hacerle la misma interrogación que al señor Altamirano, para que tenga la bondad de ilustrar a la Asamblea sobre sus conocimientos en esta materia.
El C. Siurob: Pido la palabra.
El C. Soto y Gama: Pido la palabra en pro.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Siurob.
El C. Siurob: Honorable Asamblea: Yo también me encuentro apenado, en el mismo caso del estimable compañero Manlio Fabio Altamirano, porque tengo que decir forzosamente la verdad y es
que yo conozco este problema visto desde un plano superior y visto desde un plano inferior. Visto desde un plano superior, porque me ha tocado ser gobernante en dos Estados de la República, y como gobernador del Estado de Querétaro, fuí el que citó por primera vez a los pueblos, aun antes del decreto del seis de enero, para que pidieran y solicitaran ejidos; entregué los fondos legales al pueblo de Santa Rosa Jáuregui; por mi conducto devolví aguas a diversos pueblos, entre ellos al pueblo de Tolimán. Con mi carácter de gobernador de Guanajuato dicté, aun antes de que se conociera ninguna legislación sobre el particular, una ley sobre el fraccionamiento de ejidos después adoptada por la Legislatura de Zacatecas y que con ligeras modificaciones es la ley que está aprobada en el Estado de Zacatecas como ley de fraccionamiento de latifundios. En el Estado de Guanajuato resolví por la afirmativa los ejidos de los pueblos de Tenango el Nuevo, Tenango el Viejo, Irámuco, Tócuaro y San Miguel Actopan; de manera que estos pueblos gozan de ejidos por mi conducto y mi intervención al aprobar sus respectivas solicitudes. Cuando Venustiano Carranza, poniéndose de parte de los hacendados, a insinuaciones de Macías, pretendió nulificar las dotaciones de tierras que yo había concedido en el Estado de Guanajuato a los pueblos de Tenango el Nuevo y Tenango el Viejo, entonces yo le dije al C. Carranza que prefería renunciar el Gobierno del Estado a transigir con la reacción que él directamente encabezaba; después de un tremendo disgusto con el entonces primer jefe, en que él me expresó que no toleraría que se contravinieran en ninguna forma sus resoluciones, le presente mi renuncia de gobernador, de comandante militar, de jefe de la brigada y de general (Aplausos.) con tal de que no se me obligara a dejar de cumplir lo que ya había ejecutado de acuerdo con la ley del seis de enero. (Aplausos.) Posteriormente vine a la XXVII Legislatura y en aquella Legislatura el primer proyecto muy imperfecto que se presentó de tierras ociosas, yo lo hice; posteriormente lo perfeccionamos y le dieron forma correcta los compañeros Cabrera, Vadillo, Morales Hesse y yo mismo, y con las modificaciones de todos se presentó el proyecto de seis de enero que ahora es ley. Después el compañero Vadillo y yo nos pusimos de acuerdo para hacer las leyes agrarias que creímos más útiles e interesantes, y entonces el compañero Vadillo hizo la Ley Reglamentaria del seis de enero y yo la corregí. Y yo hice a mi vez la ley de modificaciones de latifundios que está en cartera y el compañero Vadillo me hizo el favor de corregírmela y así la presentamos a la Legislatura pasada. Recuerdo algunas otras ocasiones en que he defendido enérgicamente el agrarismo; por ejemplo, cuando el gobernador de Puebla el C. Cabrera, se oponía enérgicamente a que se concedieran las tierras dadas por los gobernadores preconstitucionales, yo vine muchas veces a esta tribuna y enérgica y decididamente, enfrentándome con el C. Venustiano Carranza, que había dado la disposición contraria, propugné por que se confirmaran las dotaciones otorgadas en la época preconstitucional. En esta misma tribuna he estado atacando de la manera más ruda las modificaciones que Venustiano Carranza introdujo a la ley de seis de enero y que venían a aherrojar la ley, a nulificar por completo su acción y su obra. Yo no quiero seguir enunciando más cosas sobre este particular para demostrar a la honorable Asamblea que conozco el problema visto desde el plano superior, es decir, desde el plano en que se encuentra el que puede conceder tierras, el que está facultado por la ley para hacerlo, el que sabe las dificultades con que se encuentra este problema en su resolución y que sabe de los obstáculos que presentan los terratenientes y los obstáculos también que se encuentran de parte de los mismos pueblos. Pero es claro que he tenido los conocimientos teóricos y prácticos, puesto que he entregado tierras a muchos pueblos, puesto que he entregado aguas a muchos pueblos y los fundos legales a varios pueblos; por consiguiente, conozco el problema práctico, visto desde el plano superior, y teóricamente lo conozco, puesto que he dictado algunas leyes y las he venido a defender a esta tribuna, sin que hayan podido echármelas por tierra. Conozco el problema desde el plano inferior, porque poseo una pequeña fracción de tierra comprada a pagar en ocho años, de los cuales no llevo pagados más que dos y, por consecuencia, siendo un pequeño terrateniente, conozco las dificultades con que tropiezan los pequeños terratenientes para formar su capital y el patrimonio de su familia. Esto es lo que puedo informar a la Asamblea sobre el particular y estimo que lo único malo para poder formar parte de esta Comisión es ser peleceano, en el concepto del estimable compañero Espinosa....
El C. Manrique, interrumpiendo: ¡A mucha honra!
El C. Siurob, continuando: Y si es un obstáculo para no formar parte de esta Comisión, yo estoy dispuesto desde luego a no formar parte, que al fin y al cabo los agraristas podemos tomar parte en estos debates desde nuestra curul, y a mucha honra tendré poder presentar proyectos que todavía necesita el agrarismo y que están ya en mi mente y que presentaré en breve a la consideración de esta Asamblea. Una sola cosa me hace hablar en favor de mi candidatura: es que están algunos compañeros competentes como el C. Vadillo y demás compañeros que lo acompañan en esa Comisión, para que ellos fueran los que la presidieran y yo fuera uno de tantos miembros anónimos de la Comisión, para tener el honor de representar los intereses nacionales y especialmente los de esta honorable Asamblea.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Soto y Gama.
El C. Díaz Soto y Gama: Ya no hago uso de la palabra en pro, porque debo decirlo como un homenaje a la verdad, por más que ello sea superfluo, que el compañero Siurob tiene, entre otras cualidades, la grande, la enorme de haber sido uno de los pocos revolucionarios del Constitucionalismo que se inició con Venustiano Carranza; porque la verdad es que, dentro del Constitucionalismo, siempre se les dio demasiada importancia a los temas políticos y se descuidó de una manera lamentable el problema agrario. Por esta circunstancia, además de las otras condiciones enunciadas de honorabilidad, inmensa capacidad, etcétera, que concurren en el compañero Siurob, hablo en pro de su candidatura, con la circunstancia de que es uno de aquellos
hombres que tiene valor intelectual, óigase bien, valor intelectual, algo distinto del valor civil, para expresar las teorías que molestan a la burguesía, porque en esta buena ciudad de México, muchos revolucionarios, por desgracia, tienen vistas demasiado visibles para la opinión burguesa y para la opinión de los antiguos intelectuales, de los individuos amigos de Díaz Duffóo, doctor Flores, etcétera, toda esa caterva de intelectuales de pega del viejo régimen; toda esa caterva doctorada por el porfirismo, por la llamada intelectualidad vieja, ya gastada, y el compañero Siurob tiene bastante valor intelectual para desafiar las críticas de la prensa y de los abogados esos de la gente rancia. Todo ese valor se necesita de una manera terminante, concluyente, para esos proyectos, porque probablemente se repetirá la escena cuando se trate de la Ley del Trabajo, en que los reporteros de "Excelsior" y de "El Universal", que no saben una palabra en cuestiones sociales, (Nutridos aplausos.) se ponen a opinar doctoralmente, como domines, de asuntos que no entienden; y se necesita valor intelectual para desafiar la opinión de esos falsos competentes, de esos falsos pedantes que se arrogan conocimientos sin tener la representación de la opinión. Por estas circunstancias, yo con entusiasmo abogo por la candidatura del buen agrarista, del notable agrarista doctor Siurob.
El C. Siurob José: Muchas gracias, compañero.
El C. secretario Zincúnegui Tercero: No habiendo más oradores inscriptos, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Aprobado.
Por orden de la Presidencia se va a dar lectura a la siguiente moción, presentada por algunos ciudadanos diputados:
"Con dispensa de todo trámite, pedimos a la honorable Asamblea se sirva aprobar la siguiente proposición:
"Nómbrese una Comisión para que mañana vaya a recibir los despojos mortales del licenciado don Joaquín D. Casasús, y los acompañe después al panteón en que se inhumen.
"Al presentar esta proposición, sólo nos guía el propósito de rendir honores a un mexicano ilustre, que supo honrar a la patria.
"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados. - México, 17 de septiembre de 1920. - Leopoldo E. Camarena. - F. M. de Escobar. - Fernando Aguirre."
La Presidencia, por conducto de la Secretaría, hace la aclaración de que se dio cuenta con esta moción, para evitar que se desacomplete el quórum y evitar que más tarde no pudiera asistir la Comisión con toda oportunidad. Se pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites. (Voces: ¡No! Protestas)
El C. Mijares: Se está violando el Reglamento. No puede ponerse a discusión una moción, si no es para suspender el debate.
El C. Manrique: No puede suspenderse la discusión.
El C. presidente: La Presidencia hace notar que se puso a discusión, y esto fue porque se acercó a la Mesa el señor Camarena y nos hizo ver que podría desacompletarse el quórum, y no se podría tratar este asunto.
El C. Camarena: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Camarena.
El C. Camarena: Para hacer notar ante su señoría y ante la Asamblea entera, que yo no hice ninguna observación absolutamente.
El C. presidente: Pues como el señor Camarena vino con mucha insistencia aquí, y puesto que no se quiere que entre a discusión, la Presidencia la retira. (Aplausos.)
El C. secretario Zincúnegui Tercero: "Agricultura y Fomento: José Maqueo Castellanos", separado por el C. Luis Espinosa. Está a discusión.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.
El C. Espinosa Luis: Honorable Asamblea: El caso del C. Maqueo Castellanos es muy distinto a los anteriores por mí objetados; el del compañero Altamirano y el del señor Siurob, eran nada más para que ellos mismos hiciesen las aclaraciones pertinentes, y que creo habrán sido de la aceptación de vuestra soberanía; pero tratándose del señor Maqueo Castellanos, no quiero que él sólo haga aclaraciones, sino que es necesario fijar un criterio respecto a las cualidades de los ciudadanos diputados que deben figurar en estas comisiones. Desde luego, ciudadanos representantes, yo vendré, en cuantas ocasiones sea necesario, tantas veces como figure en una de estas planillas un reaccionario, a oponerme a su candidatura; más si se tiene en consideración que el C. Maqueo Castellanos está propuesto nada menos que para la Comisión de Agricultura y Fomento, comisión que es casi de tanta importancia como las comisiones agrarias, como las del Trabajo, etcétera, etcétera, en donde debe, antes que todo, imperar un criterio verdaderamente revolucionario. El señor Maqueo Castellanos tiene su personalidad política bien marcada, insospechablemente bien marcada como reaccionario; el C. Maqueo Castellanos desciende de familia istmeña, latifundista, y ya sé que las condiciones de él no son iguales a las de su familia; yo sé que no está en las mismas condiciones de bonanza que aquéllos; yo sé que no es, como sus hermanos, latifundista; pero, de cualquiera manera, sus antecedentes son esos. Además, el C. Maqueo Castellanos ha sido un contrarrevolucionario, no un revolucionario, y es necesario, ciudadanos representantes, que aquí no confundamos ni los hechos, ni las cosas, ni los pensamientos con que se significan estas cosas, porque llamarle revolucionario a un individuo que, acogiéndose al Plan de Agua Prieta, viene a entrar por eso sólo hecho a formar parte del Gobierno nuevo, cuando sus antecedentes todos son los de un completo reaccionario, esto sencillamente es un disparate. Esto no sólo peca en contra de la lógica, sino también en contra de la verdad. Hay muchos ciudadanos que empuñaron las armas en contra del carrancismo, pero no porque tuvieran los principios revolucionarios; al contrario, porque defendían los
principios reaccionarios, y el señor Maqueo Castellanos es de éstos. El C. Maqueo Castellanos fue una especie de consejero de Pedro Zamora; Pedro Zamora, que hasta hace unos pocos días era el representante de una facción armada y rebelde del distrito de Autlán, del Estado de Jalisco. Yo no sé, porque no me interesa, si el C. Maqueo Castellanos tiene el grado de general efectivo en el Ejército, a pesar de que hay quien me lo asegure; no me importa saber si el C. Maqueo Castellanos fue el jefe del Estado Mayor de Pedro Zamora; yo no sé qué papel desempeñaría entre estas fuerzas el C. Maqueo Castellanos; lo que sí sé, porque es público, es que el C. Maqueo Castellanos estuvo con Pedro Zamora y con sus fuerzas últimamente. Sé, y es público, que él intervino con el Gobierno del centro para que Pedro Zamora depusiera su actitud, y ya hemos visto en qué forma depuso Pedro Zamora su actitud. No creo que estén salvaguardados los intereses representados por esta Comisión, figurando en ella el sector Maqueo Castellanos; debemos procurar que vengan a integrar estas comisiones individuos insospechables en sus antecedentes políticos. El C. Maqueo Castellanos podrá tener todas las condiciones que se requieren para ser un buen miembro de esta Comisión, pero le falta una esencial: la de su filiación reaccionaria. (Voces: ¡Le sobra!) El será un hábil agricultor, será un agricultor práctico, teórico, con conocimientos profundos en esta materia, si se quiere; pero, en cambio, ¿quién nos dice que no llevará su criterio de reaccionario reconocido al seno de esa Comisión? ¿Quién nos dice que no pretenderá resolver todos los asuntos que se le encomienden, precisamente dentro de este criterio retrógrado? ¿Quién nos dice que no será él quien dentro de esta Comisión pretenda defender siempre los intereses de los suyos, es decir, de todos los reaccionarios? Y ya hemos visto que precisamente en esta Comisión deben ir hombres enteramente de acuerdo con los principios de reformas sociales que reclaman los tiempos actuales, y el C. Maqueo Castellanos no puede ser nunca de éstos; el C. Maqueo Castellanos tiene por herencias las ideas de todos los buenos reaccionarios; es conocido el nombre de Maqueo Castellanos en todo el istmo como latifundistas, como gentes que representan la opresión, y no juzgo al señor Maqueo Castellanos enteramente igual a sus hermanos. Yo sé que hace unos diez o doce años se ha separado de ellos y ha estado por otras partes; pero, en concreto, su actuación política última demuestra que todavía sigue en las mismas tendencias que sus hermanos: Maqueo Castellanos hace todavía pocos meses estaba al lado de Pedro Zamora; Pedro Zamora ha sido siempre un reaccionario; el motivo que invoco es bastante para separar de esta Comisión al C. Maqueo Castellanos, y yo vería con gusto que la Asamblea consintiera en retirar de su seno, o más bien dicho, en retirar su nombre de esta Comisión, en separar su candidatura de esta Comisión. Si quiere dispensarle algún honor, que se le proponga para formar parte de otra Comisión, de otra en que no sea indispensable la filiación revolucionaria.
El C. Maqueo Castellanos: Pido la palabra, señor presidente.
El C. presidente: La Comisión va a hablar.
El C. Manrique: Le cedo mi turno; yo hablaré después.
El C. Maqueo Castellanos: Honorable Asamblea: Mucho honor es para mí por primera vez abordar esta tribuna para desmentir categóricamente al señor Espinosa cuando ha venido a titularme reaccionario. El mismo ha confesado que hace diez o doce años estoy separado de mis hermanos y que ha ignorado dónde he pasado esos diez o doce años, ¿cómo, pues, puede llamarme reaccionario
El C. Espinosa: ¡Con Pedro Zamora!
El C. Maqueo Castellanos: Pedro Zamora, señor, no fue un bandido... (Siseos) sino un revolucionario que degeneró en bandido... (Siseos.) Voy a hacer la salvedad: durante 1914 y 1915, Pedro Zamora y el extinto general Moreno estuvieron luchando al lado de la Convención y al lado de ellos estuve yo como convencionista y empuñé una carabina y defendí antes que nada, C. Espinosa, a las clases pobres, a las clases jornaleras, supuesto que desde la edad de diez o doce años he vivido entre ellos, he trabajado con ellos y con un corto intervalo que estuve en la Escuela Nacional de Agricultura en México, volví siempre a su lado y por ellos he luchado, y toda la región de Autlán podrá testificar lo que estoy diciendo. En plena revolución, señores, he estado trabajando ahí como agricultor, he tenido un pequeño pedazo de tierra donde he demostrado mis aptitudes como agricultor. ¡Ahora, como revolucionario, señor, usted ha incurrido en grandes errores! Ha dicho que no conoce mi vida, que soy un reaccionario. Sírvase usted decirme qué puesto público desempeñé yo durante la odiosa dictadura del general Díaz. Invoco su honorabilidad, señor Espinosa, para que me diga qué empleo o qué comisión desempeñé.
El C. Espinosa: Es muy difícil de contestar la pregunta que usted me hace; pero le daré una explicación ampliando. Ahora, señor, se acostumbra, para aducir méritos de revolucionario, presentar una larga lista de empleos desempeñados por el que aspira a este título; así, un individuo que ha sido siempre un completo reaccionario, pero que le conviene en la actualidad exhibirse como un inmaculado revolucionario, presenta como únicos certificados, como único timbre de honor, como único título, una serie de nombramientos de distintos empleos públicos desempeñados en las administraciones pasadas. (Siseos. Campanilla.) Esto, C. Maqueo Castellanos, no puede nunca probar la personalidad revolucionaria de un individuo; nada más sucio que esos hombres faltos de vergüenza y de escrúpulos que pretenden... (Siseos.)
El C. Maqueo Castellanos, interrumpiendo: No le pregunto eso, contésteme categóricamente.
El C. Espinosa, continuando: Le estoy dando una explicación a usted y a la Asamblea. Le ruego tenga la paciencia de oírme. Decía que estos hombres pretenden esconder una personalidad que no tiene detrás del antifaz de esta mascarada de empleos que, en mi concepto, es la máscara más repugnante. Estos individuos presupuestívoros, que nunca han expuesto la vida por salvar los ideales populares, que jamás han hecho un esfuerzo en pro de los principios revolucionarios, tienen como único timbre legítimo de orgullo el de los empleos que han desempeñado, y esto no representa
absolutamente nada la personalidad revolucionaria de un ciudadano; al contrario, esto no prueba más que el haber sido parásitos crónicos del Erario nacional. ¿Cómo quiere vuestra señoría que yo defina su personalidad reaccionaria por medio de los empleos que ha desempeñado? es tanto como invertir el caso que yo estoy presentando a la consideración de la Asamblea. ¿Cómo va a ser para nosotros título de revolucionario el haber desempeñado varios puestos dentro de una administración revolucionaria? En manera alguna, señores; ya sabemos que dentro de las administraciones actuales hay muchos reaccionarios; si ustedes quieren, la mayoría de los empleados son reaccionarios. ¿Por qué? porque no ha podido todavía hacerse la limpia del drenaje administrativo. Usted, señor, no habrá desempeñado en la dictadura porfiriana ningún empleo, ¿por eso su personalidad no es de reaccionario? Yo nada más le diría a usted esto para definir de una manera precisa su personalidad de tal - es claro que usted con legítimo derecho se defenderá, eso no puede censurárselo nadie - , pero los que conocimos a los Maqueo Castellanos en el Istmo, porque soy de ese rumbo, sabemos muy bien quiénes han sido: expoliadores de las clases de abajo. ¡Claro! usted tiene derecho a sonreírse, pero no tiene derecho a desmentirme, porque el Istmo entero certifica que digo la verdad. Usted se habrá desligado de sus hermanos; usted habrá estado como agricultor en México y en el distrito de Autlán, Estado de Jalisco; perfectamente; pero, qué, ¿no entre este largo paréntesis abierto entre su vida de hace diez años y su vida de ahora, aparece usted nada menos que al lado de un bandolero que se llama Pedro Zamora? ¿No tengo derecho a pensar que la personalidad de usted de hace diez o quince años, es la misma de ahora también? Puedo estar equivocado, señor, pero esas son mis convicciones, eso es lo que yo pienso y lo digo sincera y honradamente y lo digo porque creo necesario que vayan al seno de estas comisiones tan importantes, individuos que tengan depurada su filiación revolucionaria.
El C. Maqueo Castellanos: Celebro que el C. Espinosa haya terminado. Yo le hice una pregunta que él no llegó a contestarme categóricamente. Desbarró, como acostumbra hacerlo generalmente. Yo le pregunté sencillamente: ¿en qué se funda para titularme reaccionario? Y él me contestó que el Istmo, que por aquí, que por allá. (Risas.) Ciudadanos diputados: en el Istmo de Tehuantepec, la familia Maqueo Castellanos no tiene una sola pulgada cuadrada de tierra; desde hace muchos años fue despojada de una propiedad que le vino de herencia desde hace como noventa años, adquirida por mi abuelo cuando vino a radicarse a este país, porque era italiano; honradamente y sinceramente la trabajó; y en cuya propiedad se establecieron siete pueblos; existen esos pueblos todavía, las haciendas "Marquesinas", que así se llaman, y que fueron de mi familia, hace lo menos doce años que no son de nosotros. El señor dice que somos del Istmo y falta a la verdad; toda mi familia es oriunda de Oaxaca; alguno de mis hermanos, señores, y eso no lo ignora la Asamblea, fue senador en la época porfiriana, él sería o no reaccionario, yo no vengo a defenderlo ni a atacarlo. El señor ha oído el nombre de Maqueo Castellanos, que ciertamente es conocido por el Istmo de Tehuantepec, y en ese Istmo trabajó diez y siete años; y durante esos diez y siete años supe proteger a las clases proletarias, he vivido con ellas, sufrí con ellas y trabajé siempre a su lado; jamás extorsioné a ningún infeliz campirano, porque junto con ellos señores, he sudado. No soy un hombre ilustrado, soy un ranchero. Desde mis primeros años he vivido en la tierra, y he labrado la tierra, y he sabido lo que se sufre para poder cosechar un grano después de muchos años de penalidades. Eso no lo conoce el señor Espinosa; este señor ha sido un revolucionario únicamente hablando aquí en la Representación Nacional, hablando, y hablando, y hablando, y sacando a la patria, a las clases menesterosas, y a todo el mundo. (Risas. Aplausos.) Pero yo, señores, reto al señor Espinosa para que si mañana o pasado se pisotean los principios de la revolución o los que los hombres sinceros hemos aceptado, volvamos a exponer la vida para defender a las clases pobres, al proletariado, vayamos con él y suframos, y no vengamos únicamente a decir palabras, palabras y más palabras. (Aplausos.) Viene a atacarme el señor Espinosa como reaccionario y no puede probarme ni siquiera que haya percibido ni un centavo de la odiosa dictadura, ni haber estado jamás en ninguna forma medrando a expensas del presupuesto de la Nación. ¿Entonces por qué dice usted que soy reaccionario? ¿porque un hermano mío fue o no reaccionario, por eso tengo yo ese baldón, o eso que usted quiere llamarme como reaccionario? Está usted en un error. Yo jamás he sido reaccionario, he sido un luchador y confieso, señores, y confesaré siempre, que fuí convencionista, porque fuí del lado del que veía la justicia, luché y luché todo el tiempo que fue necesario; después tuve ofrecimientos muy halagüeños del carrancismo y aquí está uno de los señores que fue por aquellos rumbos cuando yo estaba amnistiado y retirado honradamente trabajando la tierra, y que era el jefe del Estado Mayor del señor general Albáñez, el señor José María Cuéllar. El fue por allá y puede dar fe, señores, de cómo se me ha reconocido a mí en Jalisco, si como a un reaccionario o como a una defensor del pueblo pobre. Invoco la honorabilidad del compañero José María Cuéllar, que estuvo en la época de lucha en Autlán. Allá, señores, el señor Cuéllar puede decir cómo se trata a un titulado reaccionario por un falso revolucionario. (Aplausos.)
El C. Cuéllar José María: Pido la palabra. Para manifestar a la Asamblea que, efectivamente, el señor Maqueo Castellanos está en lo justo. Cuando operamos en aquellas regiones estaba dedicado a las labores del campo. Todos los informes que con él se relacionan ya los había dado a los compañeros que se han interesado en este asunto; por eso creo que no es necesario repetirlos a la Asamblea. (Aplausos.)
El C. Maqueo Castellanos: Ahora, señores diputados, yo pido que oigan ustedes a un hombre honrado, a un ciudadano que no sabe esconder la cara y frente al señor Espinosa y frente a cien señores Espinosas (Risas.)....tiene el valor civil para defenderse y para llamar mentira a lo que falta a la verdad. En la época triste, señores, cuando el pueblo mexicano sufría hambres en México, cuando un litro de maíz valía cincuenta o
sesenta centavos y hasta un peso, en la misma ciudad de Guadalajara valía setenta y ochenta centavos; siendo yo presidente municipal convencionista de Autlán y jefe de las armas, pésele al compañero Espinosa, en Autlán se vendía el maíz a cuatro centavos litro; había carne para que comiera el pueblo pobre, y un titulado reaccionario, como me decía el señor Espinosa, obligaba a los caciques de aquel pueblo a que todos contribuyeran con su maíz, maíz que se expendía; obligaba a los caciques a que no faltara carne para el pueblo pobre y nunca, señor, ni como revolucionario ni como presidente municipal metía a la cárcel a un pobre jornalero ¿y por qué, señor Espinosa? Porque yo he sentido cómo se sufre, porque yo he trabajado la tierra y he venido a esta Representación Nacional investido por el voto del pueblo pobre de Autlán. Todos los caciques, todos los latifundistas de allá trataron de no votar por mí, porque sabían que habiendo yo sufrido con los jornaleros, tenía que venir a defenderlos, tenía que venir aquí a pugnar por el pueblo pobre y nunca, señores, a ponerme del lado del latifundista. Miente usted - y perdone que le llame así porque acostumbro ser muy franco - al decir que soy un reaccionario. (Aplausos.) Pido que me lo pruebe usted. Esta mañana, señores compañeros, tuve el gusto de dar un voto, un voto que salió del fondo de mi conciencia y precisamente si hubiera sido reaccionario ¿no hubiera ido al lado de la reacción? ¡Qué cosa más lógica, señores! (Aplausos.) Era lo debido, era lo indicado; no quiero, señores, cansar la atención de ustedes; pero es necesario que dadas las circunstancias de que el ciudadano compañero Espinosa ha venido a esta tribuna, no precisamente a hablar de mis aptitudes como agricultor, sino a tacharme de reaccionario, en vez de hablar como hijo que soy de la Escuela Nacional de Agricultura creo, señores, tener el derecho, tener la obligación de defenderme y a ello vine, a ello voy. El señor Espinosa habló en contra mía, porque estando él comprometido más o menos - no sé en qué forma, ni por qué medios - con el rival mío que luchó conmigo en aquella elección, el señor Julián Villaseñor Mejía, mi dictamen cayó en su comisión; por tres o cuatro veces solicité que se cambiara de comisión porque el señor compañero Espinosa era parcial, porque el señor compañero Espinosa tenía compromisos adquiridos con mi rival. Pues bien, señores, primero quise que se precisaran las causas y siempre teniendo el valor civil necesario - porque nunca me ha faltado - lo recusé a él terminantemente, porque no merecía mi confianza, señores, y el señor Espinosa en lugar de seguir la delicadeza acostumbrada en una representación nacional como ésta, no quiso, cuando le llevaron de la Oficialía Mayor el escrito, darle entrada y entonces se lo llevé personalmente. Acostumbrado el C. Espinosa a alzar la voz, a gritar, a tratar de bocabajear (Aplausos.) especialmente, señores, a los que hemos vivido en el cerro, a los que traemos cara de campiranos, pero que traemos una conciencia limpia, y una alma bien templada, (Aplausos.) llegué y el señor Espinosa, con esa característica en él, trató de regañarme, a decir que así y que asado me decía más o menos (Aplausos. Risas.) y sencillamente yo le manifesté que no le iba a pedir ningún servicio, que lo recusaba por parcial, que recibiera aquel oficio y ¿saben ustedes lo que me contestó? Que no era mi criado. (Risas.)... No, señor, si cuando yo he tenido necesidad de un criado he procurado buscarlo bastante a mi gusto y con algo de educación. (Risas.).... El señor Espinosa desde entonces se quedó altamente ofendido conmigo, señores, y de allí viene el porqué me viene a llamar reaccionario, cuando si vamos analizando las cosas, es mucho más reaccionario el señor que yo. (Risas. Aplausos.) Yo, señores, no he sido un revolucionario connotado, he sido una figura humilde; es cierto que milité en la época difícil con Zamora, con Moreno, pero, señores, alguna vez me trajeron preso a Guadalajara, después de amnistiado, después de retirado de la lucha armada y precisamente el señor López Linares me decía: "el señor Zamora, el señor Moreno, los bandidos de Moreno y Zamora". Muy bien, señores, yo lo dejé hablar porque naturalmente era el gobernador y me hizo una llamada de atención. Ya que terminó, le dije: "Bueno, señor, si el señor Zamora y el señor Moreno, o los bandidos Zamora y Moreno, como usted los ha titulado, son bandidos, ¿yo voy a responder de los actos de pillaje que estos caballeros o sinvergüenzas, o como usted quiera llamarles, hayan hecho? (Risas.) "No, señor; usted dígame: Maqueo Castellanos es un bandido, es un sinvergüenza, es un asesino y está bien, entonces me defenderé; pero si usted me trae a mí porque no puede traer a Zamora (Risas. Aplausos.).... pues hágame favor de ir a cogerlo, agarrarlo y fusilarlo". (Risas. Aplausos.) Así son los cargos de este simpático compañero Espinosa. (Risas.) Así viene siempre a decir muchas cosas, pero nada de fondo, nada absolutamente. Viene a llamar a Zamora bandido, y que estaba yo con Zamora y le vuelvo a hacer la contestación que le hice a Tomás López Linares: que vaya a seguirlo, que vaya a ver a Zamora, que lo coja y que lo fusile.... (Risas.)....Yo no soy bandido, señor Espinosa, hágame usted favor de precisarme un acto de bandidaje; yo le ruego a usted muy atentamente que me diga: ¿cuándo he sido bandido? Muy bien, entonces, señores, yo creo que la honorable Asamblea estará convencida de que si yo fuera un bandido, de que si fuera asesino, por mi medianísima ilustración, por mis principios de dignidad, de delicadeza, de buena educación, nunca habría venido, señores, a pisar esta Representación Nacional; iría, sencillamente, o fuera, al extranjero, a que me cayera la escoria del destierro por mal mexicano, o seguiría robando en los cerros, como sigue robando el bandido de Pedro Zamora. Mi actuación, señores, últimamente al lado de Pedro Zamora, hay muchos ciudadanos aquí que la conocen. Yo medié, como buen mexicano, para que este sujeto Zamora reconociera el Plan de Agua Prieta; lo reconoció, se sujetó al gobierno; durante el tiempo que estuvo como jefe de operaciones en Autlán y aquella región, su conducta fue buena, hay certificados del mismo pueblo de Autlán. Después, señores, por cobardía, por intrigas, porque la cabra siempre tira al monte, o por lo que ustedes quieran, (Voces: ¡Por una mujer!) este hombre volvió a degenerar y se convirtió en un bandido. Cuando esto sucedía, yo venía rumbo a Guadalajara; me presente
inmediatamente al señor general Enrique Estrada, poniéndome como siempre a sus órdenes para ir con cinco, diez, con cincuenta soldados a batir al bandido de Zamora y tengo, señores diputados, las pruebas y se las enseñaré con todo gusto al señor Espinosa para que vea que yo no hablo de memoria, que no hablo sin saber lo que digo, sino que hablo con documentos en la mano. El señor general Enrique Estrada me dio las gracias y me dijo: "Vaya usted, lleve su credencial; si aprobada su credencial lo necesito, yo le avisaré a usted para que solicite una licencia y venga a ayudarme", no como general, no como militar, sino como buen mexicano, señor Espinosa. Yo nunca he sido, si usted quiere, un militar, porque no tengo las dotes suficientes; pero sí tengo el amor patrio bien encerrado en mi corazón y sabré siempre velar por mi país. No quiero, señores, cansar a ustedes; creo que toda la honorable Asamblea se habrá convencido de que el título de reaccionario que el señor Espinosa me da es porque le ha faltado, señores, el valor civil suficiente para atacarme. Si él tiene un agravio de mí, ¿por qué no deja de perjudicarme como él quería en esa comisión? Y siempre conseguí, señores, quitarle el expediente, con muchos trabajos, con muchas dificultades, porque estaba el señor Espinosa encariñado con mis papelitos, (Risas. Aplausos.) quería de todos modos no dejarme entrar aquí. (Aplausos. Risas. Campanilla.) Pero lo conseguí, lo conseguí porque la justicia me amparaba; lo conseguí, señores, porque si hubiera quedado en poder del señor Espinosa mi dictamen, hubiera venido en contra de mí; sencillamente hubiera venido en contra de mí por el odio, por la pasión, por la falta, señores, de algo muy hermoso: el valor civil. Porque cuando yo tengo algo que sentir o me siento ofendido con cualquier ciudadano, no trato de dictaminar en su contra, no trato de subir a una tribuna para llamarlo reaccionario, ni mucho menos cuando no traigo la documentación necesaria y la elocuencia bastante para convencer a la honorable Asamblea de que sea reaccionario; sencillamente, señores, al señor Espinosa le ha faltado el valor civil para atacarme y atacarme en el terreno en que sabría contestarle luego, como he sabido siempre. Si hubiera sido reaccionario, señores - lo confieso sinceramente - , diría: sí, señores, fuí reaccionario, cometí ese error o llámenle ustedes como quieran. No se trata de traer a esta Representación Nacional a Fulano o a Zutano, se trata de respetar y hacer respetar la voluntad del pueblo y si no, señores, aquí tenemos ministros de la época porfiriana; allí están varios señores, ¿verdad? que con el valor civil del señor Domínguez, dijo sencillamente que era reaccionario, que había sido de la época porfiriana; ¿por qué le vamos a quitar al señor Domínguez su orgullo que es muy de él? (Risas.) Esto, señores, tiene más mérito en aquellos individuos que habiendo cometido un error, habiendo cometido un delito vienen a esta tribuna como vino Domínguez y nos dijo terminantemente: sí, señores, "abrí los ojos así, grandes, cuando Porfirio Díaz me llamó para hacerme ministro. Yo mismo no lo creía". Eso, señor Espinosa, es honradez; pero venir a decir aquí: Maqueo Castellanos es del Istmo, primera falta a la verdad. Yo no soy del Istmo, yo soy oriundo de la ciudad de Oaxaca, no del Istmo. Segunda, Maqueo Castellanos es hermano de un latifundista: diga usted de un exlatifundista. No tenemos una pulgada cuadrada de tierra, nada absolutamente. Un hermano mío, el que, si usted quiere, sería o no reaccionario, está en el destierro, señor. Otro hermano está muerto... (Risas.) Otro hermano está aquí en México y un servidor de ustedes está aquí en la Representación Nacional. (Risas. Aplausos.) Yo le ruego, por último, al señor Espinosa que no nos venga a quitar el tiempo, que no venga a decir cosas cuando no traiga documentos, y ya que por esta vez me inicié en esta muy honorable tribuna, lejos de mi ambiente, señores, porque un ranchero que ha sabido uncir una yunta de bueyes, que sabe manejar un tractor, que sabe depositar el grano en la tierra y que sabe armar un molino y armar un motor no está aquí en su medio, pero mi pueblo, señor Espinosa, mis comitentes, los hombres del campo - entiéndalo usted bien - , los de calzón blanco del decimotercer distrito electoral de Jalisco, ellos espontáneamente me trajeron aquí; yo vengo, señores compañeros, a velar por esa clase pobre; yo vengo a defenderlos y seré muy en breve el primero que levante la voz para decir a ustedes que en Jalisco se pagan treinta centavos a los desgraciados mozos; que se les hace trabajar como negros; que hay haciendas en las que se les deben doscientos y trescientos pesos a cada jornalero y que esas deudas pasan de generación en generación. (Aplausos.) La Revolución, señores, hasta la fecha no ha cumplido con su programa; hemos atravesado por una lucha armada. Ahora, compañeros, debemos hacer efectivos esos ofrecimientos de la revolución, y el señor Espinosa se convencerá de que yo estaré siempre al lado del pueblo pobre y que le demostraré más de una vez que no he sido, ni soy, ni seré reaccionario nunca. (Aplausos ruidosos.)
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Espinosa.
El C. Manrique: Reclamo mi turno, señor presidente. (Voces: ¡A votar!) Señores: Yo le cedí mi turno a Maqueo Castellanos, pero no se lo cedo a Espinosa. (Aplausos. Risas.) Como miembro de la Comisión tengo derecho a hablar.
El C. presidente: Tiene la palabra el C. Manrique. (Voces: ¡A votar!)
El C. Manrique: Señores compañeros: Sólo subo para subrayar aquello de que cero y van N muestras de ligereza del compañero Espinosa. La Comisión tuvo excelentes informes del compañero Maqueo Castellanos, este simpático compañero que no necesita jurarnos que es italiano, porque es una viva imagen del Dante Alighieri. (Aplausos. Risas.) De este simpático compañero tuvimos las mejores referencias, es un buen agricultor, es un agricultor teórico práctico, tiene esa encantadora cualidad que se llama la modestia y por eso nos dice que tiene pocos conocimientos; pero no de sus labios, sino de labios ajenos, escuchamos muy buenos informes suyos. Es teórico práctico y no solamente práctico, practican. Por consiguiente, la Comisión pudo haberse equivocado en el caso del compañero Rico de quien, por lo demás, supo que era representante de un distrito minero del Estado de Chihuahua y algo se había aficionado al estudio de las
minas. Pero dejemos este detalle; y en este caso la Comisión afirma haber obrado con pleno conocimiento de causa. Además, todos los cargos del C. Espinosa han sido prácticamente ad - hominem; cargos personales, los más audaces, los peores que pueden hacerse en esta clase de discusiones. Y bien, señores diputados, por fin, ¿cuándo le hacemos caso a este señor Espinosa? (Voces: ¡No te lleves los papeles de Espinosa!) Ya me estaba yo encariñando con los papeles de Espinosa. (Risas.) Por fin, señores compañeros, ¿cuándo debemos hacerle caso a este tornadizo señor Espinosa? ¿Cuándo en la discusión en lo general nos dice que debemos rechazar el dictamen de la Comisión porque tuvieron en cuenta un criterio político o cuando quiere que por reaccionario, suponiendo que lo fuese, arrojemos de aquí a un compañero dignísimo? Por fin, ¿qué criterio tiene el señor Espinosa? ¿Cuándo debemos concederle la razón? Suponiendo, sin conceder... no repito el argumento porque sería incidir en el error de Espinosa; quiero admitir que se tuviera en cuenta un criterio político, en mi sentir es bueno tenerlo, pero éste ha sido siempre mi criterio, no ha variado; quiero que exijamos competencia técnica en cuestiones técnicas. Bien está el criterio revolucionario para las comisiones agrarias; en las comisiones agrarias necesitamos agraristas que sean revolucionarios en la forma económico - social, - me refiero al problema económico de la división de la tierra - , pero aquí que se trata de una Comisión de agricultura para estudiar los problemas agrícolas...yo creo que sus señorías son bastante ilustrados para que yo los ofenda tratando de establecer la distinción entre problema agrario y problema agrícola. Creo que la Comisión ha obrado con conocimiento de causa y solicito atentamente la aprobación de este dictamen. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)
El C. Espinosa: Honorable Asamblea: (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) Reclamo de vuestra soberanía... (Voces: ¡Ya no hables! Siseos.) Reclamo de vuestra soberanía unos minutos, porque de otro modo quedarían en esta Asamblea los conceptos que el C. Maqueo Castellanos ha vertido respecto a su persona y respecto a mi persona. (Siseos.) Bien sé, ciudadanos representantes, que no llegaré a convenceros de la necesidad que hay de imponer en el seno de las comisiones de esta Cámara el criterio político, pero sí debemos de una vez por todas tener la serenidad bastante, el valor bastante, para oír todas las verdades por más amargas que sean. Yo sé que mi esfuerzo será estéril, yo sé que predico en el desierto, y yo sé que pretendo sembrar sobre una piedra. (Siseos.) ¡No importa! Si a mí me basta únicamente para justificar mi actitud en esta Asamblea, saber que he puesto cuanto he podido en pro de un alto ideal: deslindar los campos, colocando por un lado a los reaccionarios y por otro lado a los revolucionarios. ¡Con razón, ciudadanos representantes, yo os decía no ha muchos días, que desde que algunos individuos de filiación reaccionaria reconocida se dicen revolucionarios, el que habla ya no se quería titular revolucionario! (Siseos.) Y a propósito de esto, ciudadanos representantes, aunque sea mortificante hablar de uno mismo, debo decirle al C. Maqueo Castellanos, porque él lo ignora, que yo soy revolucionario, no de palabra como él dice, desde 1909; que soy revolucionario armado desde 1913 y que tengo heridas en mi cuerpo y al lado mío han quedado dos hermanos tendidos en el campo de batalla. ¡Así he sido yo revolucionario, C. Maqueo Castellanos! Si no fuera título bastante mi actuación oposicionista en esta Asamblea en el tiempo de Carranza para justificar mi actitud, título que me enorgullece por encima de todos, serían bastantes para pretender hacer respetar mi personalidad de revolucionario en todas partes mi actuación pasada como soldado armado y como ciudadano civil. Exijo, pues, el respeto que merezco como tal, pero desde que un ciudadano como Maqueo Castellanos se dice revolucionario, francamente, señores, se siente uno desconcertado: ya no sabe uno ni qué denominación aceptar. El C. Maqueo Castellanos paso por sobre ascuas el maridaje que ha habido entre él y Pedro Zamora. (Siseos.) El C. Maqueo Castellanos no nos aclaró aquí los antecedentes políticos de uno de sus hermanos, pero en cambio, sin quererlo, nos dijo que está en el destierro, y es seguro que el C. Maqueo Castellanos que está en el destierro, no debe estarlo por revolucionario. (Siseos.) Ahora bien; el C. Maqueo Castellanos dice: ¿y qué tiene qué ver la personalidad de mi hermano con la mía? Es probable que nada, señores, yo no tengo empeño en querer aquí sostener un disparate; yo sé que no puede haber nada en común entre dos hermanos, pero como soy de la misma región de estos señores, estoy en aptitud de conocer sus antecedentes. Yo no dije en esta Asamblea, como lo ha asentado en C. Maqueo Castellanos, que él sea nativo del Istmo; yo he dicho que ellos son del Istmo, pero esto es muy distinto. Claro que no sé exactamente dónde nació el C. Maqueo Castellanos; pero me consta que ellos han dominado, que han sido caciques de una región del Istmo, durante muchos años. Esto lo negará el C. Maqueo Castellanos porque puede negarlo, y yo diré por qué. Los Maqueo Castellanos fueron latifundistas y no hace arriba de quince años todavía; los Maqueo Castellanos son conocidos en todo el Istmo como feudalistas; uno de los Maqueo Castellanos, cuyo nombre no recuerdo, fue favorito de la dictadura porfiriana; esto tampoco puede negarlo el C. Maqueo Castellanos. ¿Y por qué, señores, por deducción lógica no vamos nosotros aquí a pensar y hasta a suponer con razón que el feudo de los Maqueo Castellanos en el Istmo no estaba precisamente fomentado y sostenido por la dictadura porfiriana? Y allí estaba el compañero Maqueo Castellanos en aquel entonces. Así es, ciudadanos representantes, que por estos hechos que a mí me constan, es por lo que he venido a sostener que el C. Maqueo Castellanos ha sido y es un reaccionario. Está bien que venga a defenderse, ¿pero sabéis cómo se defiende? Faltando a la verdad. Y ya ve el compañero Maqueo Castellanos cómo lo trato yo por respeto a su ancianidad. (Siseos.) El compañero Maqueo Castellanos viene aquí, con una frescura que pasma, a decir que yo miento, cuando ignora el compañero Maqueo Castellanos que esa ofensa yo la he castigado en otra forma cuando hombres que no me han merecido el respeto que su señoría, me la han lanzado. Y yo podría decir lo mismo que usted, que miente cuando ha venido a decir que no quise darle su expediente, porque eso es
absolutamente falso. Usted ha venido aquí a decir, mintiendo, que yo hubiera dictaminado en contra de su credencial si hubiéramos llegado al dictamen. Usted ha venido también a decir, mintiendo, que yo tenía compromisos con su parte contraria, y yo haré una ligerísima explicación sobre estos puntos porque es necesaria. (Siseos.) Está de por medio mi reputación de representante; vosotros mismos, ¿qué pensaríais de mí, si yo no aclarara estos puntos? Por dignidad vuestra, como por dignidad mía, es necesario que me escuchéis un minuto con atención. Efectivamente, este señor se presentó a la Comisión a que yo pertenezco, con un oficio que no iba dirigido al que habla, sino que decía de una manera muy clara: Al presidente de la 8a. Sección de la 1a. Comisión Revisora de Credenciales". En ese oficio no se me recusaba a mí; eso es falso, se recusaba a la Comisión entera; no decía el nombre de Luis Espinosa: era, pues, una acusación, si se quiere, colectiva, que en manera alguna afectaba mi persona. Y le dí una explicación amplia al C. Castellanos para decirle por qué no podía devolver en ese instante el expediente ni recibir el oficio. Las razones son muy sencillas: en primer lugar, el presidente de esa Sección es el C. Rafael Lara; este señor, en su calidad de presidente, firmó en el libro respectivo de la Secretaría de la Cámara, todos los expedientes que recibió; por lo tanto, él y nadie más que él, podía autorizar la devolución de ese expediente. Además de eso, era para el C. Rafael Lara, personalmente, a quien iba dirigido el oficio, y yo le decía al señor Castellanos con mucho comedimiento: "Pero, señor, ¿cómo quiere que yo reciba este oficio cuando no es para mí? ¿Cómo quiere que yo devuelva el expediente cuando no soy quien lo ha recibido? El único responsable de este asunto es el señor Lara; si yo consiento en que el expediente sea retirado, pues yo no tengo ningún inconveniente".
Esta es la verdad de las cosas, señores representantes, pero el C. Maqueo Castellanos no solamente miente, sino que también es ingrato. El C. Maqueo Castellanos, cuya elección chorrea fraude, porque yo hubiera demostrado que tenía toda la fuerza de las armas de Pedro Zamora...Señores, yo pensaba atacar esa credencial y no la ataqué por dos motivos: porque el C. Lucas Bravo me suplicó - esta es la verdad de las cosas - que no la atacara. (Siseos Voces: ¡Huy!) Por otra parte, yo la hubiera atacado a pesar de esta súplica si hubiera estado aquí, pero no estaba cuando se discutió la credencial de Maqueo Castellanos, porque yo no tengo compromisos con nadie. Ahora, caballerosamente, suplico al compañero Maqueo Castellanos que diga qué compromisos tenía yo con la parte contraria para dictaminar en favor de ella y en contra de usted; si es usted honrado, sírvase usted decirlo: conteste.
El C. Maqueo Castellanos: Sí, señor, con mucho gusto. Pido la palabra.
El C. Siurob, interrumpiendo: Moción de orden, señor presidente. Estos asuntos son enteramente ajenos al punto a debate; yo suplico a su señoría que ponga a fin esta discusión. (Aplausos.)
El C. presidente: La Presidencia opina como el diputado Siurob, pero no quiere coartar la libertad de pensamiento. Si la Asamblea le corta la palabra al C. Espinosa...
El C. Siurob: Me permito rogar al compañero Espinosa y al otro compañero que ya dejen eso si son patriotas, porque el tiempo de que disponemos es precioso y debemos consagrarlo a asuntos más interesantes que lo que se está tratando en estos momentos.
El C. presidente: Se suplica al C. Espinosa que se concrete al punto a debate.
El C. Espinosa: En acatamiento a lo dispuesto por la Presidencia vuelvo al punto capital, es decir, a la personalidad del C. Maqueo Castellanos.
El C. Manrique: Lo que debéis demostrar es que no es buen agricultor.
El C. Espinosa: El compañero Manrique, que se ha esforzado de algún tiempo a esta parte en hacer el papel de equilibrista, que se ha convertido en una especie de estira y encoge de la política parlamentaria, me exige que me concrete a demostrar que el C. Maqueo Castellanos no es un buen agricultor. Allá voy. Empiezo por rectificar lo falsamente asentado por Manrique en esta tribuna. Es falso de absoluta falsedad que yo haya venido a esta tribuna a asentar, cuando se discutió la planilla en lo general, que no debía aplicarse el criterio político y que más tarde, cuando se entró a lo particular, vine a pedir lo contrario, esto es, que debía aplicarse el criterio político. Esto es falso, absolutamente falso. Yo creo que el C. Manrique, porque no se pela ni se rasura, está ya perdiendo la cabeza y de allí que tenga un criterio tan opuesto en un momento dado. (Siseos.) Yo no he dicho esto, ciudadanos representantes, yo he sostenido aquí la teoría de que tratándose de la discusión de credenciales no debe aplicarse el criterio político, que debe únicamente aplicarse el criterio legal, pero ya ve el compañero Manrique qué cosas tan opuestas, qué cosas tan distintas. Yo no he asentado, señores, como a todos vosotros consta, en el curso de la discusión de este dictamen, ni en lo general, ni en lo particular, que no debe aplicarse el criterio político. Muy por el contrario, desde el principio dije que había que aplicar el criterio político porque en estas ocasiones está en gran parte vinculado el interés de la patria. Claro lo dije: es aquí donde tiene que dictaminarse a favor de todas las iniciativas, es aquí de donde deben salir las leyes sociales, es aquí de donde deben salir todas las reformas a la Constitución. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) Señores, falta también a la verdad el C. Manrique al sostener una cosa que no he dicho. Así pues; quédese con los condescendientes, con los piadosamente condescendientes la personalidad reaccionaria del C. Maqueo Castellanos. (Siseos.) Yo no estaré en manera alguna dispuesto a dar aquí el a brazo de Judas a los que han sido nuestros contrarios en política, cuando de política se trate. En buena hora, señores, que el C. Maqueo Castellanos, si la mayoría reaccionaria de esta Cámara así lo quiere, figure en esas planillas; pero los hombres que todavía tengamos convicciones, los hombres que todavía tengamos fe en la Revolución, tenemos la obligación de luchar, y es por eso que yo he venido a esta tribuna a defender los principios revolucionarios atacando la
personalidad de Maqueo Castellanos. (Voces: ¡Ya! ¡Ya! Siseos.)
El C. secretario Zincúnegui Tercero: En votación económica se pregunta a la Asamblea si se considera suficientemente discutido el punto. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Suficientemente discutido. En votación económica se pregunta a la Asamblea si se aprueba. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Aprobado. (Aplausos.)
El C. Manrique: ¡La mayoría reaccionaria! (Risas.)
El C. presidente, a las 8.17 p. m.: Habiendo transcurrido la hora reglamentaria, se levanta la sesión y se cita para mañana a las cuatro de la tarde.