Legislatura XXIX - Año I - Período Ordinario - Fecha 19201223 - Número de Diario 96

(L29A1P1oN096F19201223.xml)Núm. Diario:96

ENCABEZADO

MÉXICO, JUEVES 23 DE DICIEMBRE DE 1920

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

AÑO I.- PERÍODO ORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO I.- NÚMERO 96

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 23 DE DICIEMBRE DE 1920

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Asuntos en cartera. Proposición de cuatro ciudadanos diputados para que en el Presupuesto del año de 1921 se incluya una partida destinada a refaccionar a los pequeños agricultores de Morelos; a la Comisión de Presupuestos y Cuenta. Quedaron de segunda lectura y a discusión el primer día hábil, los tres dictámenes siguientes: de la 1a. Comisión de Relaciones Exteriores, por el que se concede permiso al C. Manuel S. Sanlúcar para desempeñar el cargo de vicecónsul de Colombia en Frontera, Tabasco; de la 1a. Comisión de Puntos Constitucionales, que propone se conceda permiso al C. Octavio Barreda para aceptar una condecoración del Gobierno italiano; y de las comisiones unidas 2a. de Comunicaciones y 2a. de Hacienda, que termina con un proyecto de ley autorizando al Ejecutivo federal para la construcción de diversas líneas de ferrocarril.

3.- Continúa la discusión del inciso (b) de la fracción XIII del artículo 1o. de la iniciativa de Ley de Ingresos. A votación este asunto, se suspende la sesión por falta de "quórum".

4.- Reanudada ésta, se rechaza el inciso (b) de la fracción XIII del artículo 1o. de la iniciativa de Ley de Ingresos, volviendo a la Comisión. Para aclaraciones, rectificaciones de hechos y alusiones personales, usaron de la palabra los CC. diputados Manero, Siurob y Manrique.

5.- Continúa la discusión de la iniciativa de Ley de Ingresos. La Comisión retira el inciso (c) de la fracción XIV y el artículo 8o. para su reforma. Se reservan, sucesivamente, para su votación, siendo después aprobados: los incisos (a) y (g) de la fracción XIV del artículo 1o., la fracción IV del artículo 10 y el artículo 1o. transitorio.

6.- Varios ciudadanos diputados usan de la palabra con motivo de una protesta del C. representante Mijares, contra el director general de Correos. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del C. GÓMEZ RODRIGO

(Asistencia de 128 ciudadanos diputados

El C. presidente, a las 11.25 a.m.: Se abre la sesión.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el día veintidós de diciembre de mil novecientos veinte.

"Presidencia del C. Aurelio Manrique.

"En la ciudad de México, a las siete y quince de la noche del miércoles veintidós de diciembre de mil novecientos veinte, estando presente el mismo número de ciudadanos diputados que asistió a la sesión inmediata anterior de Colegio Electoral, se abrió esta sesión de Cámara de Diputados.

"El acta de la celebrada el día anterior fue aprobada, sin debate.

"Rindieron la protesta de ley los CC. José Leyva, Alberto Guerrero y Francisco de la Peña, diputados propietarios por los distritos electorales 2o. de Oaxaca, 12 de Puebla y 5o. de Hidalgo, respectivamente.

"Se dio cuenta con los documentos siguientes:

"Oficio de la Secretaría de Gobernación, al que acompaña, por acuerdo del ciudadano presidente de la República, una solicitud de pensión de la señora Crescencia Garza, viuda del periodista Paulino Martínez.- Recibo, y a la segunda Comisión de Peticiones.

"Circular en que el C. Amadeo Ruiz comunica que hizo entrega del Gobierno provisional de Chiapas, al C. Tiburcio Fernández Ruiz, gobernador constitucional.- De enterado.

"Circular por medio de la cual el C. Tiburcio Fernández Ruiz participa que tomó posesión del cargo de gobernador constitucional de Chiapas.- De enterado.

"Circular en que el gobernador constitucional de Chiapas, avisa que nombró secretario general de Gobierno, al C. licenciado Amadeo Ruiz.- De enterado.

"Telegrama de Jonuta, Tabasco, en que la Legislatura de ese Estado manifiesta que desaforó al C. Carlos Greene como gobernador constitucional del mismo.- Al Archivo.

"Circular en que el C. Hircano Ayuso y O'Horibe, comunica que se hizo cargo del Gobierno interino de Yucatán y que nombró secretario general del mismo, al C. Gustavo Arce.- De enterado.

"Oficio de la Secretaría de Gobernación, con el que envía los proyectos de Presupuestos de Egresos para 1921, correspondientes a los Departamentos Universitario y de Bellas Artes. Salubridad Pública, Aprovisionamientos Generales, y Establecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares, así como a la Procuraduría General de la Nación; y una adición al ramo séptimo del proyecto

respectivo y los artículos finales de la iniciativa de Ley de Egresos. - Recibo, a la Comisión de Presupuestos y Cuenta, e imprímase.

"Iniciativa del C. diputado Manuel Franco Cerqueda, apoyado por otros muchos, relativa a que en el Presupuesto de Egresos para 1921 se especifique que de la suma que se presupone para obras de irrigación, se destinen quinientos mil pesos para construir una presa en Tlacolula, Oaxaca.- A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

"Iniciativa del C. Manuel Rico G., hecha suya por otros varios ciudadanos diputados, tendente a que de la cantidad destinada para obras de irrigación, se empleen doscientos cincuenta mil pesos para principiar la construcción de la presa de Pahuirachic, sobre el río de Guerrero, distrito del mismo nombre, Estado de Chihuahua.- A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

"Dictamen de la primera Comisión de Guerra, que consulta un proyecto de ley para establecer colonias agrícolas militares.

"Estando impreso y distribuído este dictamen, la Cámara acordó dispensarle la segunda lectura y que se discuta el primer día hábil.

"Dictamen de la segunda Comisión de Hacienda, que concluye con un proyecto de decreto por el que se concede una pensión a la señora Rosalía Gutiérrez viuda de Barrera, y a sus hijas, Amparo, Consuelo, y Santos Victoria. - Primera lectura.

"A moción del C. Fidel Ramírez M., la Asamblea acordó dispensar la segunda lectura al dictamen anterior y que se discuta el primer día hábil.

"Continuó la discusión del inciso (b), fracción XIII del artículo 1o. de la iniciativa de Ley de Ingresos.

"El C. Manero, a quien se concedió la palabra en contra, reclamó el quórum.

"La Secretaría paso lista y declaró que había una asistencia de ciento veintiséis ciudadanos diputados.

"Usó de la palabra en contra el mencionado C. Manero, y en seguida lo hizo en pro, a nombre de la Comisión de Presupuestos y Cuenta, el C. Casas Alatriste.

"EL C. Jesús Z. Moreno interpeló al C. Manero, pero antes de que éste contestara, y a fin de ordenar el debate, la Presidencia concedió la palabra en pro al C. Edmundo G. Cantón, quien principiaba su peroración cuando la Presidencia le interrumpió para manifestar que era visible la falta de quórum.

"A las ocho y cincuenta de la noche se levantó la sesión."

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se consulta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, se servirán ponerse de pie. Aprobada.

El C. Guadarrama Leopoldo: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: ¿Con qué objeto?

El C. Guadarrama: Para manifestar que, no obstante las varias excitativas que la Presidencia ha hecho a algunas de las comisiones dictaminadoras de credenciales para que despachen cuanto antes los dictámenes de los distintos expedientes que tienen en estudio esas comisiones, no se han servido despachar todavía estos dictámenes; y como ya faltan pocos días para que se cierre el período de sesiones ordinarias y quedan algunos dictámenes por despacharse, suplico a la Presidencia que con toda energía excite nuevamente a estas comisiones para que presenten su dictamen. Suplico también al señor presidente se sirva ordenar a la Secretaría para que informe sobre cuáles son los expedientes y cuáles las comisiones que tienen en estudio estos expedientes que no se han despachado.

El C. presidente: Que la Secretaría informe.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría informa al ciudadano diputado Leopoldo Guadarrama, que oportunamente se transcribió a las comisiones dictaminadoras el acuerdo tomado por la Cámara de Diputados, a fin de que las comisiones dictaminaran cuanto antes, y por acuerdo de la Presidencia se excita nuevamente a dichas comisiones para que presenten sus dictámenes a la mayor brevedad posible.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Muy honorable Asamblea:

"En el Estado de Morelos, en cumplimiento del artículo 27 constitucional, ha comenzado a hacerse el reparto de ejidos, y como el mencionado Estado ha sido el que más ha sufrido agrícolamente durante los últimos diez años, sus habitantes han quedado en la miseria, por lo cual esos ciudadanos han quedado prácticamente imposibilitados para trabajar sus parcelas y, por consiguiente, ni ellos se benefician cumplidamente y sí sufrirá la producción agrícola, si en aquella Entidad no se ayuda pecuniariamente y con implementos de labranza a los agraciados en el reparto de tierras antes mencionado.

"Los buenos resultados obtenidos por la ayuda que el Gobierno del Centro impartió en dinero e instrumentos de labranza a los agricultores en pequeño, la tenemos patente en la hacienda de Canutillo, que ahora trabajan los hombres del general Francisco Villa, en el Estado de Durango, y no hay razón para que, si los hombres del Norte fueron favorecidos con tierras y dinero con que trabajarlas, se haga una excepción con los del Estado de Morelos, máxime que estos últimos han tenido siempre como bandera la resolución del problema agrario.

"En el ánimo de todos existe la idea de que, para resolver este problema, hay necesidad de crear la pequeña propiedad, a efecto de destruir los grandes latifundios sin perjuicio de la producción, y es por lo que esta H. Cámara debe velar por que los agricultores en pequeño no fracasen en la explotación de sus pequeñas parcelas.

"Los subscritos entendemos que este criterio debería ser general y que, en el Presupuesto de Egresos, debería destinarse una partida especial y suficientemente amplia, para acudir en ayuda de los pequeños propietarios de toda la República, que reciben tierras por efecto de las leyes revolucionarias pues de no ser así, resultaría ilusorio o contraproducente la creación de la pequeña propiedad, que para su surgimiento requiere anticipos que permitan al agricultor pobre subsistir hasta la primera cosecha, e implementos y semientes que le permitan llevar a efecto el cultivo.

"Aplicando este criterio al caso de Morelos, en donde es más perceptible la miseria del labriego y su absoluta carencia de elementos de vida, por causa de una guerra desoladora que se ha prolongado por dos lustros, llegamos lógicamente a la siguiente conclusión, que consultamos a la H. Cámara, en forma de acuerdo.

"Único. Destínese en el Presupuesto de Egresos del próximo año fiscal, una partida de $500,000.00 quinientos mil pesos, dedicada a refaccionar a los pequeños agricultores de Morelos, así en lo relativo a dotación de implementos de agricultura, como en lo concerniente a anticipos, que les permitan adquirir semillas y subsistir hasta la próxima cosecha."

"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, 21 de diciembre de 1920.- M. Montero Villar.- Carlos Cuervo. - A. Díaz Soto y Gama.- F. de la Torre."- A la Comisión de Presupuestos y Cuenta.

"1a. Comisión de Relaciones Exteriores.

"Señor:

"A la 1a. Comisión de Relaciones Exteriores fue turnada, para su estudio y dictamen, la solicitud del C. Manuel S. Sanlúcar, en la que pide el permiso constitucional respectivo para desempeñar el cargo de vicecónsul de Colombia, en Frontera, Tabasco.

"La subscrita Comisión ha examinado detenidamente la solicitud de referencia y considera que no existe motivo legal alguno para no acceder a lo que pide el ocursante y, por tal razón, debe resolverse en sentido favorable esta cuestión.

"Por lo expuesto, nos permitimos el honor de someter a vuestra deliberación y aprobación, el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se concede permiso al C. Manuel S. Sanlúcar para que, sin pérdida de sus derechos de ciudadano mexicano, acepte y desempeñe el cargo de vicecónsul de Colombia en Frontera, Tabasco."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, D. F., a 21 de diciembre de 1920.- Octavio Paz.- Joaquín Acevedo." - Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil

El C. Moreno: Pido la palabra, para una moción de orden. En la sesión de ayer que se discutía el Presupuesto, quedó en el uso de la palabra el ciudadano diputado Cantón, para terminar esta discusión que es tan trascendental para los intereses del país. Por lo tanto, suplico a su señoría, por vía de orden y a efecto de terminar la discusión del Presupuesto, reservar para después la cartera.

El C. presidente: El Reglamento, en su artículo 32, señala el orden en que deben de tratarse los asuntos de la Cámara. Se va a dar lectura a estos dictámenes en cartera y, en seguida, se pasará a discutir el proyecto de ley a discusión.

El C. Moreno: Señor presidente: No es plausible la explicación de su señoría en estos momentos, en que faltan sólo seis días para terminar el mes, al dejar en suspenso la discusión de una ley tan importante, como es ésta y que todavía tiene que pasar al Senado; para dar cuenta con la cartera, se puede hacer en cualquier tiempo que no sea éste.

El C. presidente: Va a ser breve la lectura de estos documentos y, en seguida, se pasará a discutir el proyecto de referencia. Hay que cumplir con el Reglamento.

El C. Moreno: Pero con esa brevedad, señor, se pierde la oportunidad de discutir el Presupuesto.

El C. presidente: ¿Me hace favor de indicar el artículo del Reglamento que se está violando?

El C. Moreno: Algo más grande que un artículo del Reglamento: los intereses de la nación, que reclaman la aprobación del Presupuesto o la reforma del mismo.

El C. prosecretario Castrejón: La Secretaría vuelve a hacer la aclaración al ciudadano Moreno, que la orden del día no se altera con la lectura de documentos, que señala el artículo 32 del Reglamento.

- El mismo C. prosecretario, leyendo:

"1a. Comisión de Puntos Constitucionales.

"Señor:

"El C. Octavio Barreda, con fecha 18 de marzo del año de 1919, se dirigió a la Comisión Permanente del Congreso General, solicitando se le conceda permiso para aceptar la condecoración de Caballero de la Corona de Italia, que se sirvió conferirle el Gobierno de aquel país.

"La solicitud de que se hace referencia paso a la Comisión de Peticiones de esta Cámara, y con fecha 1o. de octubre último dictaminó en el sentido de que era de turnarse a la Comisión de Puntos Constitucionales correspondiente.

"Estudiado que fue el expediente aludido, la Comisión que suscribe encuentra que el peticionario ha satisfecho el requisito que exige el artículo 37 de la Constitución política general, en su fracción II. por lo que somete a la consideración de la H. Asamblea, el siguiente proyecto de decreto:

"Artículo único. Se concede permiso al señor Octavio Barreda para que, sin menoscabo de sus derechos de ciudadano mexicano, acepte la condecoración de Caballero de la Corona de Italia, que le fue conferida por el Gobierno de aquel país."

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, a 25 de noviembre de 1920.- Rafael Martínez de Escobar.- A. Díaz Soto y Gama." Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.

"Comisiones unidas 2a. de Comunicaciones y 2a. de Hacienda.

"H. Asamblea:

"A las comisiones unidas 2a. de Comunicaciones y 2a. de Hacienda, fue turnada para su estudio, la iniciativa de ley número 40, presentada por el Ejecutivo de la Unión a la Cámara de Senadores, con fecha 11 de junio de 1919, y que ésta remitió a la de Diputados el día 2 de julio del propio año,

después de haberla aprobado con algunas modificaciones.

"Dicha iniciativa se refiere a la concesión que solicita el Ejecutivo para construir por cuenta del Erario Nacional o por empresas concesionarias, las líneas de ferrocarril siguientes:

"a) La que, partiendo de un punto entre Magdalena, y Hermosillo, Sonora, termine en Ensenada, Baja California.

"b) Las que unan a Peto, Yucatán, con Bacalar, y al mismo Peto con Santa Cruz, Quintana Roo; y

"c) La que comunique a Santa Lucrecia, Veracruz, con el puerto de Campeche.

"Después de un minucioso estudio de todo lo que al efecto se tramite en la Cámara de Senadores, y después de tener en cuenta informes que se recabaron en la Secretaría de Comunicaciones, estas comisiones unidas hacen suyo el proyecto de ley que aprobó el Senado, y que hoy se permiten el honor de someter a la deliberación y aprobación de esta H. Asamblea:

"Proyecto de ley.

"Artículo 1o. Se autoriza al Ejecutivo federal para que directamente con fondos del Erario Nacional o por empresas concesionarias, según las leyes vigentes, construya las siguientes líneas de ferrocarril:

"a) La que, partiendo de un punto situado entre Nogales y Hermosillo, Sonora, termine en Ensenada, Baja California.

"b) Las que unan a Peto, Yucatán, con Bacalar, y al mismo Peto con la bahía de Espíritu Santo, Quintana Roo; y

"c) La que comunique a Santa Lucrecia, Veracruz, con el Estado de Campeche.

"Artículo 2o. El Ejecutivo federal dará cuenta oportunamente al Congreso de la Unión del uso que hubiere hecho de estas autorizaciones.

"Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, a 18 de diciembre de 1920.- Gustavo P. Serrano.- A. Arroyo Ch.- A. Manero.- Guillermo Rodríguez.- S. Franco Urías."- Segunda lectura, y a discusión el primer día hábil.

Presidencia del C. MANRIQUE AURELIO

Continúa a discusión el proyecto de Ley de Ingresos. Continúa en el uso de la palabra el ciudadano Cantón.

El C. Cantón: Señores diputados: Después del leve exordio que comencé ayer, mis argumentos en pro del dictamen que apoya la contribución del 50 por ciento federal, no me resta más que entrar de lleno a las argumentaciones de peso, a las que puedan traer de vuestras conciencias la convicción de que ningún momento es menos oportuno para hacer una disminución aparentemente favorable para la mayoría del pueblo mexicano en sus contribuciones que éste. Los momentos de transición política en todas las naciones son los que se prestan a más dificultades para que se hagan algunas modificaciones en sus presupuestos, tanto de Egresos como de Ingresos. Nosotros nos encontramos en unas circunstancias políticas especiales, porque si bien es cierto que aparentemente la nación mexicana, en su generalidad está completamente pacificada y debemos de dejar de considerar como factores de falta de contribución aquellos Estados que se encontraban fuera del control de la Federación, sí debemos de tener en cuenta inconcusamente que el monto de las plazas del Ejército federal ha aumentado en grado sumo, porque actualmente no solamente se consideran las plazas de los soldados que estaban en ejercicio contra las facciones disidentes, sino que como se ha considerado a estas mismas facciones como revolucionarias, ya éstas han venido a aumentar en gran parte el monto del Ejército federal y aquellas facciones que han aumentado de hecho el Ejército, sí han ocasionado grandes estipendios a la nación, porque se ha tenido que conceder algunas veces pensiones a viudas de soldados muertos en batalla, otras veces se tiene que proveer e indemnizaciones sumamente cuantiosas, como acabamos de ver que se hizo con el Ejército del Norte. Se ha presentado también a esta Cámara una iniciativa para que se considere de la misma manera, del mismo modo, con los mismos derechos a los ciudadanos que tomaron las armas en el Sur. De esta manera, si añadimos a los componentes, a las unidades componentes, a las unidades integrantes del Ejército federal las unidades que han quedado en este mismo Ejército provenientes del Ejército del Norte, y agregamos también las indemnizaciones dadas a estas mismas unidades del Ejército del Norte; si tomamos en consideración las unidades del Ejército del Sur y las indemnizaciones a estas mismas entidades del Ejército del Sur, tenemos que no ha disminuído la organización del presupuesto de Guerra, sino que puede decirse , y decirse tácitamente, que ha aumentado. Por otra parte, ciudadanos diputados, tenemos que hacer una leve consideración económica en cuanto a lo que se propone de rebajar este impuesto: este impuesto de 50 por ciento federal es un impuesto que se cobra sin grandes estipendios en lo que se refiere a su recaudación; es un impuesto que se paga, por decirlo así, insensiblemente, como se pagan todos los impuestos indirectos, y el argumento más sólido que podemos nosotros traer en pro de este asunto consiste en lo siguiente: Durante la época revolucionaria y postrevolucionaria, cuando el señor Carranza dejó de ser jefe del Ejército Constitucionalista para pasar a ser presidente de la República, casi no se noto la transición de un período de guerra a un período de paz orgánica, y así en la mayoría de los Estados, los gobiernos eran integrados por gobiernos adictos a la revolución; es decir, adictos al señor Carranza, que acababa de triunfar en nombre de la revolución, y estos gobiernos, con su prurito de establecer reformas que ellos llamaban revolucionarias, establecieron un cúmulo -porque hay que decirlo con toda franqueza, si no todos, sí la mayor parte de los gobiernos de los Estados-, un cúmulo de impuestos, que venían a repercutir en todas las clases sociales. Como yo puedo hablar sucintamente en lo que se refiere al Estado de Yucatán, os puedo asegurar que en este Estado llegó a elevarse el presupuesto local a la cantidad de ocho y medio millones de pesos anuales;

es decir, de sus contribuciones locales. Sobre este presupuesto pesaba el 60 por ciento de contribución federal, y durante esa época - yo puedo con entera franqueza- no se noto absolutamente ninguna crisis económica. Todos pagaban sus impuestos y casi ningún ciudadano protestaba contra este impuesto cuando lo pagaban indirectamente, y sí vimos las protestas que venían en cuanto los impuestos fueron directos a que se gravaban productos que no tenían que ver nada absolutamente con la Federación; impuesto, por ejemplo el de las alcabalas, que en los años de 1888 y 1892 dio pábulo a que se verificaran sesiones acaloradísimas en el Ministerio del señor González y en el del señor Díaz, para la supresión de estas alcabalas. Pues estas alcabalas que venían suprimiéndose desde el año de 1892, puede decirse que vinieron a instaurarse durante el régimen revolucionario, y así tenemos que en los distritos en donde se producía maíz, para poder exportar ese maíz a otros distritos colindantes, se pagaban ciertas gabelas a las autoridades municipales del lugar. Esto sí traía protestas por todos lados, porque nosotros sabemos que el alimento del pueblo, el alimento del trabajador mexicano consiste en los cereales que se producen en la tierra nacional y esto es lo que no debe gravarse por ningún concepto. Si nosotros ahora vemos que la Comisión, la Comisión de Presupuestos y Cuenta, suprime el impuesto sobre ventas, lo cual redunda grandemente en beneficio de las clases menesterosas de la nación mexicana y, en cambio, solamente deja el 50 por ciento de contribución federal, es decir, el 50 por ciento sobre los ingresos de los Estados, los ingresos particulares de los Estados, ¿vamos nosotros a creer que en esta época de reconstrucción los impuestos locales de los Estados que se llevan a cabo en una era de purificación en la administración pública, en que casi todos los Estados han disminuido sus presupuestos de ingresos, van a aumentar considerablemente, porque aquellos que no pagaban comienzan a pagar ahora ese impuesto de 50 por ciento y que dicen los señores del contra que pagarán con más facilidad si se tratara del 40 por ciento? Yo creo que si se tratara de una disminución pequeña, de una disminución como nos hablaba el señor Manero anoche, de que en la época de Limantour, cuando se pagaba el 25 por ciento, la supresión de ese 5 por ciento trajo una mejoría, si no inmediata, cuando menos mediata en los ingresos nacionales, porque aumentaron las industrias y el fomento agrícola de la nación, estaría bien; pero nosotros debemos hacer este cálculo ahora que se trata del 50 por ciento: si reducimos ese 50 por ciento al 40, ¿se van a aportar inmediatamente las mismas ventajas que se aportaron en la época del señor Díaz? Ustedes dicen que sí. La respuesta creo yo que no es ésta, porque en los factores económicos, los contrarios nunca dan resultados positivos. Este es, puede decirse, uno de los fundamentos de la economía del mundo entero cuando un impuesto se reduce bruscamente. Nosotros tenemos el impuesto del 60 por ciento; si lo reducimos bruscamente al 40 por ciento con las necesidades más perentorias del momento álgido en que se encuentra la política nacional, naturalmente tiene que venir un desequilibrio en estos ingresos. Nosotros sí queremos que se reduzca este impuesto, pero queremos que se vaya reduciendo poco a poco; que en vez de pagar el 60 por ciento, se pague el 50 por ciento, por ahora, en la seguridad de que nosotros mismos, los que nos damos cuenta serenamente de las circunstancias por las que está atravesando la nación mexicana en estos momentos, vendremos subsecuentemente a pedir que este impuesto no solamente se reduzca al 40 por ciento, sino que, si es posible, se reduzca al 30 por ciento, al 25 o al 20 por ciento cuando las circunstancias así lo requieran o nos obliguen a ello; pero los momentos en que estamos, cuando suprimimos impuestos directos, en que se acaban de suprimir impuestos, el impuesto de teléfonos, el impuesto sobre luz eléctrica, la contribución sobre ventas; en fin, en estos momentos en que se ciegan varias fuentes de entradas al Erario Nacional, se quiere reducir hasta su máximum el impuesto de la contribución federal relativa al sostenimiento de las necesidades más perentorias de toda la agrupación de Estados que forman la nación mexicana. ¿Quiénes son los que tienen necesidades más directas que cumplir? Analicemos si son los Estados o es la nación; si es lo que se llama una Entidad aislada en la Federación, o es la Federación entera. Vosotros , quién más, quién menos, puede saber si algún Estado en lo particular tiene alguna deuda exterior; vosotros, los que conocéis la política y la economía de vuestros Estados, podéis daros cuenta de que en los momentos actuales las entidades en lo particular no están llamadas a cumplir grandes deberes económicos; es decir, no han contraído grandes compromisos para lo porvenir. El Estado se ha agitado, el Estado en lo particular se ha arruinado casi, porque la revolución ha pasado por él; pero en ese Estado nos encontramos con que los elementos trabajo y capital se aúnan para levantar de nuevo las fuentes de riqueza; es decir, las fuentes de producción, para que ese Estado vuelva a ser floreciente En ese caso, ese Estado no tiene más que cumplir consigo mismo, y la nación mexicana no tiene solamente que cumplir consigo misma, sino que tiene que cumplir con el exterior, y para los Estados nosotros hemos subscrito muchas veces iniciativas de diputados que representan diferentes distritos de la nación mexicana, en las cuales piden que se hagan vías de comunicación, que se construyan puertos, que se facilite la irrigación, etcétera, etcétera, cosa que no tiene que hacer cada Estado en lo particular; nosotros le pedimos a la madre común, que es la nación, que nos ayude en estas necesidades tan perentorias para aligerar, por decirlo así, el crecimiento de esa producción que fue tan mermada durante la época revolucionaria; ocurrimos en este sentido al Congreso de la Unión. Además, como no existe la Guardia Nacional en los Estados, como no existen las guardias locales, como no existe todavía el cuerpo rural local que sea costeado con los fondos especiales de cada Estado, nos encontramos que en esta etapa post - revolucionaria en que se empieza a organizar la paz efectiva de la nación, la nación es la obligada a sostener esta paz efectiva en todas partes; y si nosotros le vamos a disminuir a la nación la partida de ingresos que le corresponde en relación a los ingresos que tienen los Estados, ¿cómo la nación mexicana va a poder sostener esta paz efectiva y orgánica? Si cada Estado en lo particular tuviera su presupuesto de

guerra, tuviera su presupuesto de defensas sociales, tuviera su presupuesto del sostenimiento de sus autoridades, es decir, de su administración, y apenas la Federación tuviera una especie de autoridad política sobre los Estados, podría decirse entonces que no se recurriría casi a la llamada contribución de los Estados para con la Federación; pero en estos momentos en que lo queremos todo de la Federación, en estos momentos en que la nación mexicana tiene un gran compromiso con el exterior, en que todos han tenido aquí en cuenta lo que significa inmediatamente una disminución de impuestos para hacer más floreciente la industria y la agricultura en México, no han tenido en cuenta esa gran deuda que tenemos para con el exterior, no han tenido en cuenta esas grandes indemnizaciones que precisamente tienen que proveerse por el Estado revolucionario en que vivimos diez años, y no han tenido en cuenta que estas naciones que no habían querido hacer efectivos los adeudos de México, ahora que se encuentra ya en paz el mundo entero tendrán que venir, indudablemente, a reclamar sus derechos; y entonces, ¿con qué les vamos a responder si no tenemos ni para pagar los intereses de esa deuda? Los ideales sólidos que nosotros sostenemos en el campo sociológico, es decir, los ideales que nosotros queremos que se lleven a cabo, no pueden llevarse a cabo unilateralmente para que un Estado como el de México cambie, por decirlo así, de una sola plumada, su faz política y su faz social; necesita cambiar sus instituciones, necesita volver sus instituciones en otra forma, para que de esta manera el pueblo se percate inmediatamente de los beneficios que recibirá; pero si nosotros en este régimen que se llama en sociología, individualista, queremos introducir el régimen socialista solapadamente, resultará que solamente traeremos la bancarrota de la nación mexicana y traeremos, como consecuencia, un caos y de este caos no podremos obtener nada bueno, ni las leyes sociológicas proveen a esta resolución, ni tampoco los esfuerzos particulares de los mexicanos bienintencionados bastarían para sacarnos de ese caos en que nos hundiría una falta de previsión económica.

Ustedes recordarán que en los años de 1845 a 1846 la gran nación inglesa tuvo que enfrentarse con una crisis de las más terribles que ha asolado a alguna nación del mundo. En esa época, ¿qué se hizo? ¿En esa época se redujeron los impuestos directos de los grandes terratenientes, los impuestos de la introducción de las materias que en gran cantidad consumía la aristocracia en Inglaterra? No, señores; en ese momento Ricardo Cobden, que había desde 1830 soñado con esa forma de comercio que se llama el libre cambio, había efectuado su liga librecambista y entonces este hombre formuló ante la Cámara de los Comunes en Inglaterra, la iniciativa para que se suprimiese el impuesto alcabalatorio sobre los cereales y fue cuando se noto una mejoría inmediata. ¿Por qué? Porque dejaron de cobrarse los impuestos sobre las materias primas que necesitaba el pueblo inmediatamente para alimentarse, porque con el sistema anterior comían bien los aristócratas, pero los pobres se morían de hambre; en las calles de Londres había algunos individuos que andaban sin haber llevado un pan a su boca en catorce o en quince horas, y solamente con este procedimiento de supresión de impuestos a los cereales y a la producción principal de lo que necesitaba el pueblo para alimentarse, vino una mejoría inmediata; pero esto no quiso decir que se suprimiesen los impuestos sobre la gran propiedad con sólo el hecho de haber suprimido los impuestos a los cereales; el hecho de haberle dejado la contribución que le correspondía tuvo sus consecuencias: desde ese momento se fraccionó la gran propiedad en Inglaterra, y vinieron a ser pequeños propietarios los de la clase media y así se ha sostenido el equilibrio económico hasta nuestros días. Como una consecuencia de libre cambio vino la formación de los puertos libres que han dado tan hermosísimo resultados y el establecimiento del income tax que ha llegado hasta a establecerse en los Estados Unidos, no con todo el florecimiento que nosotros deseáramos, pero sí ya está dando sus bellos resultados. ¿Y por qué nosotros queremos ahora eximir la contribución que se paga por impuestos especiales, contribución que recauda la nación, como es la contribución del cincuenta por ciento pagada por el timbre? Vamos a hacer una pequeña comparación entre el beneficio que resulta al contribuyente reduciéndole ese diez por ciento que se quiere reducir, y el perjuicio que resulta a la nación en general con esta misma reducción. Los contribuyentes en su mayoría, el que más y el que menos, no llega a pagar, si son grandes propietarios, lo que debieran pagar; los pequeños propietarios pagan una pequeña cantidad porque el impuesto sobre propiedades urbanas, el impuesto sobre propiedades rústicas no llega nunca a corresponder al valor efectivo de esas mismas propiedades. Si nosotros reducimos este impuesto en el diez por ciento, resulta que el individuo que tenía que pagar treinta y dos o treinta y cinco pesos semestrales por una propiedad, en vez de pagar los treinta y cinco pesos paga treinta y dos y en vez de pagar treinta y dos paga treinta, es decir, que se benefician en dos pesos semestrales o en tres pesos semestrales; si nosotros vamos al propietario medio o al gran propietario que paga dos o tres mil pesos semestrales, deja de pagar dos o trescientos pesos o deja de pagar ciento cincuenta, y en cambio la nación entera, el conjunto, ¿qué es lo que deja de recibir? Deja de recibir una cantidad que corresponde a siete u ocho millones de pesos, y esos siete u ocho millones de pesos ¿no son necesarios siquiera para pagar los intereses de la deuda exterior? Esos pequeños propietarios nos contestarían, al llevar nosotros nuestro ofrecimiento de disminución del diez por ciento, la célebre frase que le contesto el camello a la pulga cuando se le bajó del lomo. El camello iba perfectamente bien cargado, no podía soportar el peso de su carga y se iba quejando de que era una gran calamidad aquello de que el hombre no lo dejaba descansar de aquella carga inmensa; como oyera sus lamentaciones la pulga que iba sobre su lomo, se le bajó y le dijo: ahora ya puedes caminar, y el camello le contestó: muchas gracias, señor elefante. Pues eso nos contestarán los contribuyentes; si les quitamos el diez por ciento de contribución federal, dejan de pagar dos o tres pesos, ¿y quién nos asegura que el Ayuntamiento local, el Estado en lo particular no va a gravar la producción, no va a gravar el derecho de cultivar los campos, no va a gravar el comercio para que

siga pesando sobre los ciudadanos esa contribución enorme que no es ya la de cincuenta por ciento, sino es la contribución de alcabalas que han establecido casi todos los gobiernos de los Estados? Y sobre todo, ciudadanos diputados, debéis daros cuenta perfecta, cuenta exacta de que el malestar nacional no ha provenido nunca de que todos los mexicanos quieran sostener la dignidad nacional, pagando las deudas que tienen para con el exterior y mejorando las condiciones sociales en que se encuentra su pueblo, es decir, mejorando la instrucción pública, estableciendo medios de irrigación en todas partes, abriendo nuevos caminos; no ha provenido nunca de eso, porque ese esfuerzo lo comprenden los ciudadanos, y si no, vayamos a los pequeños pueblos en que por subscripción voluntaria se reúne a los vecinos del lugar y se les dice: "Vamos a hacer una casa para poner la escuela "y se les cotiza a unos con cinco pesos, a otros con diez, a otros con veinte, etcétera, que todos dan voluntariamente, porque ven efectivamente la mejora que se les va a hacer. Pero en cambio, póngaseles a estos individuos una contribución, por pequeña que sea, por la fuerza, y veréis que no responden, veréis que protestan. Si ahora la nación mexicana viene con toda honradez, es decir, el Gobierno de la nación mexicana, viene con toda honradez, con la experiencia de revoluciones anteriores, con la experiencia de haber visto fracasar los ideales revolucionarios sustentados en el campo de batalla, que han fracasado en ese pararrayos que se llama el Palacio de Gobierno, en donde todos los ideales se reducen a ensartarse en una espada que nunca termina y que en ella mueren de una enfermedad que no podemos mencionar nosotros en este momento; si esa honradez administrativa se conserva en ese Palacio de Gobierno, si esa honradez administrativa se difunde por todos los Estados de la República Mexicana, no tendrá ningún ciudadano el derecho de quejarse - ningún ciudadano mexicano- cuando se desprenda de unos cuantos centavos para salvar la dignidad nacional. No necesita el pueblo mexicano el ejemplo de la nación francesa, cuando se le obligaba por Alemania a pagar cinco mil millones de francos, que en ocho días quedó cubierta la deuda pública, porque todos se desprendían hasta de lo más necesario para contribuir a salvar la dignidad nacional. Ahora, ¿de qué se trata? Vamos a hacer una mejoría efectiva, una mejoría tácita en la situación económica de México con esta disminución del diez por ciento? Si nosotros dijéramos: "Vamos a deducir al veinte por ciento al quince por ciento o al diez por ciento, esta contribución", sería verdaderamente efectivo el provecho y sentiría el pueblo sus beneficios, aun cuando el Gobierno resentiría inmediatamente los perjuicios. Si el presupuesto está desequilibrado en estos momentos, si se han suprimido muchas fuentes de ingresos, ¿cómo vamos a equilibrar los presupuestos en el año próximo con esas teorías de afirmación de los contrarios, que han venido a impugnar el dictamen en esta tribuna? Decimos nosotros que al reducir el impuesto al cuarenta por ciento lo pagarán todos. ¿Creemos, o tenemos derecho de creer que si hay honradez administrativa, ese mismo cincuenta por ciento no se pagará? ¿Nosotros no tenemos derecho de creer, acaso, que cuando el gran propietario tenga que pagar cinco, seis u ocho mil pesos, se mejore en tres o cuatro mil, no va a enviar, como dijo el ciudadano Serrano, a su abogado a las secretarías para que gestione que deje de pagar hasta los últimos tres mil pesos que le quedaban de contribución? ¿No comprende el ciudadano Serrano que el individuo que es gran terrateniente, que el latifundista, que el gran productor tienen que valerse de todos los medios posibles para acaparar más la riqueza pública, para arruinar al pueblo mexicano, que es el único que se beneficiaría sosteniendo contribuciones que le dieran medios de trabajo?

Yo no vendría, como socialista, a sostener ninguna contribución, siempre que se estableciera en México la República socialista, porque entonces no necesitaríamos de contribuciones y viviríamos en la administración pública administrando nuestra propia riqueza; pero, desgraciadamente, aquí el Gobierno y el pueblo son dos factores distintos; el régimen individualista que nosotros tenemos, necesita que el Gobierno le quite al pueblo parte de lo que necesita para vivir, para poderles dar ciertas facilidades a los que no tienen esa misma facilidad para vivir. Nosotros decimos: se va a quitar el diez por ciento de la contribución federal, esa es una gran cosa, porque se ha hecho algo efectivo, se ha rebajado una contribución federal, esa contribución esquilmadora, y no nos damos cuenta de que la misma Comisión de Presupuestos nos ha dicho varias veces: tanta iniciativa de caminos, tanta iniciativa de irrigaciones, tanta iniciativa de puertos y tantas otras cosas más, tendrán que quedarse en el tintero, porque no habrá dinero con qué hacerlas. Ahora nos referimos, como decía en un principio, al Presupuesto de Guerra. ¿Nosotros creemos, efectivamente, que podemos reducir en este momento el Presupuesto de Guerra en la cantidad que quisiéramos? Comparémoslo con la época de don Porfirio Díaz. En la época de don Porfirio Díaz el Ejército federal se componía, a lo sumo, de cuarenta o cuarenta y cinco mil hombres, aun cuando las naciones extranjeras lo hacían llegar a sesenta y nueve mil; además, veamos qué salario tenía un soldado en la época de don Porfirio Díaz, qué salario tenía un teniente y qué dietas correspondían a un general. Vamos a comparar lo que gana un general revolucionario, un general de águila, con lo que ganaba un general de empanada en la época de don Porfirio Díaz. Don Porfirio Díaz tuvo el tacto de ir dando determinadas concesiones a los individuos que en el Ejército mejor lo ayudaron a llevar a cabo el plan de Tuxtepec, y de esta manera el tesoro federal no tenía que hacer grandes esfuerzos para sostener a ese ejército. Actualmente no; actualmente cada general necesita ganar sus dietas y si está en pie de guerra necesita que se le paguen con toda puntualidad y que se le den hasta sus gastos de viaje y todo lo demás. Eso es muy justo, porque esos hombres han peleado por la Revolución. Si lo queremos creer justo, tenemos que pagárselos, y si no lo queremos creer justo, os contestarán estos señores generales, después del triunfo: "¿Pos pa qué peleamos?" (Risas y aplausos.) Este es un momento no muy a propósito para ir castrando, por decirlo así, ese cáncer que se nos ha implantado como una consecuencia de la revolución, es necesario contemporizar. Antes de licenciar al

soldado hay que enseñarlo a trabajar, y para que pueda trabajar este soldado hay que proporcionarle en dónde trabajar. ¿Y cómo va a poder trabajar ese soldado si le dan un terreno estéril completamente, si no se le dan elementos con que pueda regar la tierra, si no se le dan medios con que pueda ararla, si no se le dan medios con que pueda cultivarla y aun no se le da ni siquiera la semilla para sembrar? Si nosotros queremos dar la semilla para sembrar y facilitarle al soldado los medios de cultivar la tierra, necesitamos proveer al erario de los fondos necesarios. ¿A quiénes han venido a defender los del contra? A los que producen grandes impuestos a la nación, porque yo creo que honradamente su intención ha sido otra. Yo vengo de una tierra en la que hay haciendas en donde trabajan tres o cuatro mil individuos, y allí donde trabajan ocho o diez, yo digo sinceramente que el que paga la contribución y le duele pagarla y envía a sus abogados a los gabinetes ministeriales para gestionar su no pago, son los que pagan los grandes impuestos, los grandes terratenientes. El pobre agricultor, el que posee una finca en la que tiene ocho o diez hombres trabajando, ese no envía a ningún abogado porque no tiene dinero, y ese paga su impuesto sin sentirlo y vive cómodamente, porque no tiene grandes necesidades que llenar, porque ese trabajador que vive en el campo le tiene cariño a la tierra, se divierte en un holgorio, en una feria de su villa. En cambio, el otro, el terrateniente, necesita su automóvil muy grande muy cómodo y muy bien acojinado, y necesita también de todos los placeres de las grandes sociedades, necesita su viaje anual a Europa para ir a saturarse de perfumes, como Petronio en la época romana. El ministro Peel en Inglaterra, al suprimir el impuesto alcabalatorio, es decir, el impuesto directo sobre los cereales se le fue encima todo el gran Parlamento, el alto Parlamento, la Cámara de los Lores: en cambio, en la Cámara de los Comunes, la Cámara del pueblo sí lo ayudó y murió Peel siendo el ídolo de su pueblo y después de muerto, como hacen justicia siempre los aristócratas, fijaos bien, conciudadanos, los aristócratas, los ricos, los dueños del capital veneraron -como en el caso de Madero y Pino Suárez después de muertos, no cuando estaban vivos-, veneraron a Peel en Inglaterra después de muerto, a pesar de que les hizo todo el daño que pudo hacerles, daño a ellos mismos, a esa clase de privilegiados. Ahora bien, en lo que se refiere al estado actual del gobierno de México, nosotros, los que nos hemos identificado, al menos hablo de la mayoría de los señores diputados, no puedo hablar de todos los que nos hemos identificado con las ideas del presente, que queremos llevar en todo lo posible una reconstrucción nacional en favor del pueblo, ¿vamos a quitar los medios que ese gobierno tiene para darle a ese pueblo más facilidades? Por lo tanto, señores, me voy a permitir únicamente recomendaros, en nombre de ese mismo pueblo, en nombre del hambre que más tarde quizás ese pueblo por no tener medios para cultivar la tierra, que deis un voto aprobatorio al dictamen de la Comisión, ya que esta misma Comisión en tiempo futuro, os lo puedo asegurar porque estoy cierto de ello, vendrá aquí a proponer la disminución de este mismo impuesto cuando sea necesario y cuando sea necesaria esta disminución, nosotros seremos los primeros en pedir que no se disminuya un diez por ciento, que se disminuya un treinta por ciento, que es lo justo, lo que se debe disminuir; pero esto, cuando los Estados estén en una paz orgánica perfecta y cuando la nación no tenga grandes necesidades perentorias que llenar, como en este momento. (Aplausos. Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

Presidencia del C. GÓMEZ RODRIGO

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Señores diputados: Me prometo ser brevísimo y esforzarme por resumir la discusión.

El C. Castrejón: Os voy a tomar el tiempo.

El C. Manrique: Cierto que después del mío, aún podrán consumir un turno los miembros de la Comisión y, acaso, el estimable compañero "Ñor Abraham"; pero la discusión está prácticamente agotada, y en el curso de ella hemos visto que los oradores de uno y de otro bando, no hacen, a la postre, sino repetir los argumentos de sus predecesores, de los preopinantes.....

El C. Castrejón, interrumpiendo: ¿Quién es "Ñor Abraham"?

El C. Manrique, continuando: "Ñor Abraham" es don Abraham Franco. (Risas.) Está a debate el establecimiento de una contribución federal, que fija la Comisión de Presupuestos y Cuenta, en la Ley de Ingresos a discusión, en un cincuenta por ciento. En rigor, no hacemos, unos y otros, otra cosa que repetir los argumentos que han venido esgrimiéndose a través de las diversas legislaturas, a partir de la XXVII, ya que en legislaturas anteriores a la XXVI - en la XXVI poco se discutió la cuestión de ingresos, la cuestión de Presupuestos-, es bien sabido que apenas había discusión en la época de Díaz. Mentira parece que haya quienes suspiren por el retorno de aquellas pacíficas y laboriosas -al menos por lo laborioso de la digestión- legislaturas porfiristas. Creo que nuestras legislaturas, estas incipientes legislaturas de incipientes e improvisados legisladores, pletóricos muchos de ellos de buena voluntad, de optimismo, de teorías, quizá faltos de experiencia, improvisados legisladores, merecen, sin embargo, un aplauso cuando se esfuerzan por hacer algo bueno por su país. No podemos exigir a estas Asambleas que haya en ellas hombres de reputación consagrada, reputación sólida y definitivamente adquirida; la Revolución no podía darnos esto; una juventud impaciente que pugna por dirigir a su país, que pugna por marcarle nuevos derroteros, esto es todo; una juventud impaciente, que es, seguramente, una promesa, que no es todavía una realidad; y en el momento en que se discute la Ley de Ingresos, nos encontramos, al llegar al tópico de la contribución federal, con que se presenta a debate cabalmente la misma vieja cuestión que ya trataron las legislaturas XXVII y XXVIII, sino que ahora se nos presenta el fenómeno singularísimo de que los mismos que ayer esgrimieron fortísimos

argumentos, los mismos que ayer, lanza en ristre, con inimaginable bizarría arremetieron contra el impuesto federal, ahora vienen a defenderlo. El ciudadano Siurob, el ciudadano Casas Alatriste resultan simpatiquísimos sofistas, pero sofistas al fin, que con la misma facilidad con que defienden una cuestión, pueden atacarla; nos recuerdan aquellos habilísimos casuístas de la edad media, que se reproducen todavía en algunos de los seminaristas de la edad contemporánea, a quienes el profesor de lógica o el profesor de filosofía adiestra para poder sostener el pro y el contra de un debate. "A ver tú -pertenece el uno, por ejemplo, al grupo de los romanos y el otro, al grupo de los cartagineses-, a ver tú, Juanito, vamos a demostrar la existencia del alma y tú, Periquín, vas a demostrar que el alma no existe." Después de media hora de discusión bizantina, se invierten los papeles, "Ahora tú, Periquín, vas a demostrar la existencia del alma, y tú, Juanito, vas a refutar a Pedro." Este es el caso de los estimables compañeros Casas Alatriste y José Siurob.. (Risas.) Ayer todavía, en la XXVIII Legislatura, estos simpáticos cartagineses arremetían contra los romanos de la derecha, para demostrarles que la contribución federal era elevadísima, que era onerosa, que iba a vaciarse el oro del pueblo en ese tonel sin fondo de las Danaides, que se llama Presupuesto nacional, que este abominable Gobierno del señor Carranza, que amenaza acabar con las libertades públicas y acabar con los dineros, la paciencia y la dignidad del pueblo, no merece nuestro apoyo. Pero ahora todo ha cambiado como por ensalmo, ya estamos en "Jaúja", como diría nuestro buen amigo Cantón, (Aplausos. Risas.) ahora ya no nos pesa nuestra "deuda" interior ni nuestra "deuda" exterior (Risas.) ahora la contribución federal de cincuenta por ciento....¡pssh!, pesa bien poco sobre los hombros del pueblo. ¡Ah! Porque ya no son los tiranos del régimen de Carranza, porque ahora son los libertadores los que están en el poder; porque ahora son un grupo de hombres honrados, fuertes, inmaculados; porque ahora, si hacemos lo mismo que hicieron nuestros antecesores porque lo hacemos nosotros hemos procedido rectamente; porque nosotros no somos carrancistas; porque somos revolucionarios, ciudadano Casas Alatriste, y no revolucionarios de última hora, sino revolucionarios desde 1910, y quizá anteriores a 1910. Y, señores, el pueblo está ya cansado de nuestros sofismas, y el pueblo está ya cansado de nuestras retóricas. (Aplausos.) EL pueblo quiere realidades, y quiere realidades de carne y hueso, y está ya cansado de nuestra hueca palabrería, y si seguimos dando el ejemplo de nuestros sofismas y nuestras discusiones bizantinas, discutiendo si tal contribución es superior a tal otra; sosteniendo hoy lo mismo que ayer combatimos, llegará un día en que vientos de fronda soplen por el haz del territorio y que en un viento huracanado arrase los palacios del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo. Esto es lo que estamos preparando. El pueblo está ya cansado de sofismas. Es el momento de recordar el apólogo de Samaniego, reproducido por tantos otros fabulistas; la fábula es un poco cruel, pero tiene mucho de cierto: El pueblo es el asno cargado y molido a palos por el burrero; en el momento en que al pasar cerca de un campo de batalla el arriero le aprieta sus latigazos para que lo escape de caer en manos de sus enemigos, el burro -sabéis que en las fábulas suelen hablar los animales-..... (Risas.)

El C. Castrejón, interrumpiendo: ¡Y aquí también! No es alusión a ninguno.

El C. Manrique, continuando: ..... el burro, compañero Castrejón.....(Risas. Aplausos.)

El C. Castrejón, interrumpiendo: Sí, compañero Manrique. Al fin y al cabo, estamos en la misma manada.

El C. Manrique, continuando: ..... interroga al burrero para decir: "Y dime, si caigo en poder del enemigo tuyo, ¿dejaría de llevar albarda?" "No, le dice el burrero, llevarás la misma albarda que hoy." "Bueno, pues entonces, si he de estar condenado a llevar a la larga o a la corta, siempre esa albarda, según sea burro de él o tuyo, ¿qué me importa?" Ya veis que la fábula es un poco cruel, pero es histórica; ella reproduce la historia de los dolores de la humanidad: el pueblo miserable, el pueblo que paga los impuestos, es el asno cargado y le importa muy poco, a la postre, que estén en el poder los "carrancistas" o los " obregonistas", si no cambia su situación económica. (Aplausos.) Ya he demostrado, pues, la necesidad de reducir este impuesto. Yo no he venido a hacer un discurso económico, porque no soy economista; porque el hacer un discurso serio, con argumentos económicos, con estadísticas, toca al ciudadano Manero, toca al ciudadano Casas Alatriste, que es una bella promesa en materia económica, (Risas.) toca a nuestro estimable compañero Trejo. Yo vengo a recordarles que no basta consultar tratados de economía de Gide o de algunos otros tratadistas; que no basta recordar, que no basta estudiar siquiera el famoso Précis d' Economie Politiquee, par M. Joseph Siurob, (Risas.) no, nada de arideces ni de números, si no hay una fuerza vital, un pensamiento, un sentimiento cálido que nos anime: el deseo de mejorar a nuestro país, el deseo de resolver sus problemas; y en el momento en que nos proponemos aliviar un poco, siquiera, la pesada carga que gravita tradicionalmente sobre los hombros del pueblo, entonces viene un estimable socialista que nos dice: Bueno; si estuviésemos en la república socialista, entonces sí estaríamos en "Jaúja", pero ahora no. (Risas.) No, ciudadano diputado Cantón; para esta república individualista, como la llamáis, para ésta es para la que debemos legislar. El ciudadano Cantón, cuyo discurso ha sido un tejido de contradicciones, nos dice: yo aceptaría la disminución del impuesto, siempre que se hiciese gradualmente. ¡Pero si esto es lo que cabalmente queremos hacer, ciudadano Cantón!

El C. Cantón: Del sesenta al cincuenta.

El C. Manrique: El ciudadano Cantón nos dice: del sesenta por ciento yo aceptaría que se rebajase al cincuenta; pues ya se hizo, ciudadano Cantón, y lo hizo la XXVIII Legislatura, a la que pertenecieron, entre otros, el ciudadano Valadez Ramírez y ¡quién lo dijera!, Roberto Casas Alatriste y José Siurob.

El C. Casas Alatriste: Yo tuve a mucha honra impugnar al sesenta por ciento.

El C. Manrique: Y cabalmente por eso,

ciudadano Casas Alatriste, hoy me asombra la contradicción en que incurrís.

El C. Casas Alatriste: Porque hoy se pide la supresión de otros impuestos.

El C. Manrique: Porque el hombre, ciudadano Casas Alatriste, puede cambiar a través de los tiempos y de las edades; si la vida es algo completamente cambiante ¿por qué no ha de cambiar el hombre de opinión? Pero debemos exigirle una cosa para que siga mereciendo nuestra estimación: que su cambio de opinión haya sido real, sincero, motivado y, sobre todo, que haya unidad a través del tiempo transcurrido; de manera que no se nos presente este cambio de frente inexplicable que es una verdadera deserción, ciudadano Siurob, ciudadano Casas Alatriste,ciudadano Cantón; hoy habéis desertado de las filas del pueblo. (Aplausos.) Y es en vano que el ciudadano Siurob nos venga con argumentos ficticios a llamar enemigos del Gobierno a quienes impugnan el impuesto federal fijado en una proporción de cincuenta por ciento. ¿Sois enemigos del Gobierno, queréis negarle a este Gobierno nuestro, a este Gobierno que hemos contribuido a formar, recursos suficientes para el licenciamiento del Ejército, para el establecimiento de escuelas, para practicar obras de irrigación, la fundación de colonias agrícolas en el territorio nacional? No, no es esto lo que queremos, ciudadano Siurob. Estos argumentos efectivistas están buenos para la infancia de los pueblos y para la infancia de las legislaturas; pero estos argumentos efectivistas ya no nos asustan ni pueden dejar una seria huella en nuestro ánimo. Cabalmente porque somos amigos del pueblo, cabalmente porque somos amigos del Gobierno - pero sólo en cuanto sus intereses estén acordes con los del pueblo-, cabalmente porque somos amigos del Gobierno, queremos que él se fortalezca y queremos que se fortalezca teniendo raíces en la conciencia popular y las tendrá cuando satisfaga las aspiraciones populares. Y al pueblo pobre, al pueblo inculto, que es a la postre el gran contribuyente, el pueblo productor, y a los industriales, y a los agricultores y a los productores de toda suerte, lo que les interesa es el bienestar económico. Esto tiene una importancia enorme. Yo soy, con modalidades muy mías, marxista, y creo que el factor económico tiene en la vida de los pueblos una importancia decisiva y llego a asegurar -aunque os parezca osado y paradójico el pensamiento-, que el Gobierno del ciudadano Carranza, si no hubiera cometido gravísimos desaciertos en materia hacendaría, a pesar de sus desaciertos en materia política, habría podido consolidarse (Voces: ¡No! ¡Sí) porque, ciudadano Siurob, podrá para los políticos como nosotros, para los agitadores como nosotros, para los soñadores como nosotros, haber sido muy repugnante el intento de imposición de don Ignacio Bonillas; pero yo os aseguro que si no hubiesen pesado sobre el pueblo gravísimas contribuciones, si no hubiese habido tributos y alcabalas y gabelas de toda suerte, yo os aseguro que el ciudadano Bonillas, si hubiese habido felicidad económica, habría sido más fácilmente impuesto, habría sido impuesto por el Gobierno del ciudadano Carranza. (Voces: ¡No! ¡Sí!) Decid lo que queráis, pero mi pensamiento es ese; y no queráis, viniendo después a contradecirme, ciudadano Siurob, dar a mi pensamiento un alcance que no tiene. Yo condeno la intención de imponer al ciudadano Bonillas; no es esto lo que está a discusión; lo que quiero decir es que debemos demostrar a la nación que efectivamente se ha inaugurado un nuevo régimen; que efectivamente se ha inaugurado una era no sólo de libertad política, sino también de libertad económica, y el momento de demostrarlo es cabalmente éste; la discusión que hoy se inicia en materia de presupuestos tiene trascendencia enorme. La discusión de los presupuestos se ha dicho con razón que es casi la razón de ser de las legislaturas; históricamente sabemos muy bien que es ésta la razón de ser de las Asambleas generales, la razón de ser de los congresos, la razón de ser de las cámaras legisladoras. En consecuencia, si es ésta una Cámara liberal, como se dice tradicionalmente entre nosotros; si es ésta una Cámara con tendencias socialistas, si es ésta una Cámara revolucionaria, cabalmente, la discusión de esta contribución federal y la contribución de otros tópicos del presupuesto, son la piedra de toque para demostrar cuál es nuestra verdadera filiación. Hasta este momento la discusión de las credenciales y algunas discusiones exclusivamente políticas, han formado grupos más o menos imprecisos, más o menos imperfectamente dibujados; en materia hacendaría es donde vamos a ver quiénes nos preocupamos seriamente por el mejoramiento económico del pueblo, y quiénes estamos aferrados como la lapa a la roca, al pasado de tributación económica que pesaba duramente sobre el pueblo impidiendo la producción, mortificándola, oponiéndose a ella. (Aplausos.) ¿Argumentos económicos? Pocos tendría que agregar a los encerrados en la clarísima exposición, en la exposición modelo de claridad y de método del compañero Serrano, a los argumentos expuestos por el compañero Valadez Ramírez; y, por otra parte, ¿qué argumentos serios puedo detenerme a refutar de los expuestos por el pro? EL compañero Aguirre Colorado nada o casi nada dijo; el compañero Mijares habló muy seriamente y con el deseo nacido del fondo de su corazón de mejorar la situación de las clases populares, sobre la necesidad de catastrar mejor la propiedad de la República, sobre la necesidad de impedir que los impuestos sigan siendo desiguales, sobre la necesidad de que estos impuestos sean equitativos, que no pesen sólo sobre los propietarios menores sin pasar casi nada sobre los propietarios mayores, el discurso del compañero Mijares fue serio y estuvo bien inspirado, pero careció un poco de oportunidad, porque sus objeciones fueron de índole general, objeciones que lo mismo pueden aplicarse a un sistema de tributación que a a algún otro; si el mal está en la imperfecta castración, en el imperfecto catastro de la República, pues entonces hagamos un catastro mejor, pero este argumento de la desigualdad de los impuestos, lo mismo puede aplicarse cuando el impuesto es de un cuarenta por ciento, que cuando lo es de un cincuenta por ciento, porque aquí lo que disputamos es principalmente la proporción en que deben repartirse los impuestos entre el Estado, el Municipio y la Federación. El compañero Cantón y el compañero Casas Alatriste -que no hacía, por otra parte, sino reproducir mis argumentos de la XXVIII Legislatura-, nos decía que suponiendo un impuesto como uno, dentro del margen en que los impuestos

resultan económicos, según varíase la proporción de la contribución federal, así podrían elevar, o verse obligados a reducir sus contribuciones, el Estado y el Municipio. ¡Pues es claro! Supongamos, por ejemplo, un impuesto de ciento cincuenta pesos pagados por un contribuyente; ciento cincuenta pesos sobre determinada operación, o sobre determinado producto -es un número que tomo al azar-, ciento cincuenta pesos de impuesto -he supuesto ciento cincuenta pesos como margen, es decir, como límite más allá del cual el impuesto deja de ser económico para convertirse en antieconómico e improductivo por ende-; bien, de estos ciento cincuenta pesos suponemos cien pesos fijados por el Gobierno del Estado; la contribución federal del cincuenta por ciento, elevaría el impuesto total pagado por el contribuyente a ciento cincuenta pesos. Es claro que si la contribución hace descender el impuesto al cuarenta por ciento, entonces, para lograr que el contribuyente pague el total de ciento cincuenta pesos, todavía pueden, el Estado y el Municipio, subir el impuesto a un poco más de cien pesos, siempre dentro de los límites en los cuales el impuesto resulta económico. Este argumento no tiene seriedad, porque siempre queda en pie que la proporción recibida por el Estado y el Municipio es mayor de la que resulta en la actualidad, y esto es cabalmente lo que disputamos, esto es cabalmente lo que tratamos de definir: cuál es la proporción que de sus arbitrios, cuál es la proporción que de sus recursos debe otorgar el Municipio, debe conceder el Estado a la Federación.

El argumento se vuelve, pues, contra su señoría, ciudadano Casas Alatriste. Si el impuesto actual es antieconómico, reducidlo; no puede permitir al Estado ni al Municipio reducir la contribución federal, ni puede permitir al Estado y al Municipio aumentar la contribución primaria. Pero si hay todavía margen, sin que el impuesto resulte antieconómico, para que el Estado y el Municipio aumenten la contribución, ¿qué importa?, siempre habrá obtenido el Estado y el Municipio una proporción mayor del total de los impuestos y habrán podido beneficiarse sin permitir que la Federación los agobie. El ciudadano Pérez Gasga comenzó su discurso - y casi a esto se redujo su discurso- diciendo que en realidad se trataba de arrancar un aplauso a alguien. Habló más tarde de propaganda electoral y de que en realidad se trataba de halagar a nuestros distritos; y como en la sesión de ayer alguien hablase de propaganda electoral, brotó de esta Asamblea un no unánime; pues perdóneme la Asamblea, pero yo creo que ese no, no fue sincero. No hay nada que dé más fuerza al hombre, y sobre todo al orador, que la sinceridad. Yo recojo el argumento del ciudadano Pérez Gasga y le contesto que sí, que cabalmente por propaganda electoral, por deseo de ganarnos la simpatía de nuestros distritos venimos a combatir aquí la contribución del 50 por ciento; pero esto no es nada que nos averguence, ciudadano Pérez Gasga; ¿queremos un aplauso de los nuestros? Sí, pero queremos un aplauso bien ganado. Quienes sepan lo que es la filosofía pragmatista que se desentiende de disquisiciones sobre la bondad o la maldad de tal o cual procedimiento y sólo se fija en los resultados prácticos, deberán confesar que si el deseo de ganar un aplauso, que si la ambición de gloria, que si el incentivo de la gloria ha movido a los hombres, los ha movido muchas ocasiones para la consecución de grandes cosas; y que el deseo de aplausos, el afán de gloria son en la historia de la humanidad impulsos poderosísimos que han escrito bellísimas páginas. Si venimos a pretender a ganarnos un aplauso fácil y mezquino, entonces nada más fácil para mí que venir a defender, por ejemplo, esa mancha de nuestra cultura nacional que se llama las corridas de toros; entonces vendría, como mi querido amigo Salvador Escudero, a pronunciar un discurso sobre la defensa de las corridas de toros. En nuestro país, en que la Universidad Nacional compra boletos de corridas de toros para regalarlos a los excursionistas americanos, ¿qué mucho que yo ganase un aplauso defendiendo las corridas de toros desde esta tribuna? (Aplausos.) Si yo viniese a pronunciar aquí un discurso adulatorio para Obregón y el obregonismo, hoy que Obregón y el obregonismo están vencedores, también me ganaría un aplauso fácil.(Voces: ¡Quién sabe!) ¡Ojalá y no me lo ganase!

El C. Castrejón: Ya os lo ganasteis.

El C. Manrique: Si yo viniese a atacar durísimamente, con saña, a Carranza desaparecido, tal vez ganaría también un aplauso fácil; pero no es esto de lo que se trata, ciudadano Pérez Gasga. Si queréis decir que queremos ganarnos el aplauso de nuestro pueblo en cuanto él signifique el afecto, el amor, la adhesión de nuestros comitentes, entonces no hay en esto nada de que avergonzarnos, y el no de la Asamblea debe convertirse en un sí claro y rotundo. ¡Si esto es lo que queremos demostrar a nuestros comitentes: que todavía les tenemos afecto, que todavía desde nuestra curul pensamos en remediar sus males que todavía pensamos en remediar sus aficiones, que todavía pensamos en mitigar sus dolores; y este es el momento de lograrlo. Cuando llegue la discusión de las reformas parlamentarias, cuando llegue la discusión de tal o cual reforma política o judicial, yo os aseguro, ciudadanos diputados, que no podremos hacer tanto en beneficio del pueblo, como cuando se trata de la discusión del sistema de tributaciones, del sistema de impuestos.

Los tratadistas teóricos de economía política, que no siempre son apóstoles de una idea como pudiera serlo Henry George y algunos otros, al estudiar los impuestos nos hablan de las condiciones que deben llenar éstos, y nos dicen que el impuesto debe ser equitativo, general, proporcional y fácil, y los enumeran, los clasifican, y estudian detenidamente las condiciones de los impuestos. Yo agregaría una condición más, no prevista o desdeñada por los economistas y que casi resulta de las anteriores, casi está realmente envuelta, involucrada en el concepto de equitativo y de proporcional: el impuesto debe ser simpático. Un impuesto odioso constituye un peligro para la consolidación, para el afianzamiento de un régimen, y yo os aseguro, ciudadanos diputados - lo sabéis muy bien-, que si hay alguna contribución odiosa en nuestro país, es la contribución federal. Yo me acuerdo con cariño de una viejecita tía mía, una viejecita pueblerina que tenía esta frase: "- ¡Qué bella es la hija del boticario!", decía alguna vecina. "- ¡Cómo - afirmaba - ¿bella la Dolores? ¡Sí es más fea que la contribución federal!" (Risas.) Bueno; esta frase suelta, que es

un decir popular en muchas regiones del país, es indudablemente algo que no debe desdeñar el observador, el sociólogo; estas pequeñeces, estos pequeños detalles de la vida diaria, tienen para el observador una importancia enorme de allí la Importancia a que ha tenido para nosotros, haste llegar a constituir una rama importantísimas de la sociología, el folklore, el estudio del alma popular. De ahí esa importancia que tienen los cantares populares, los refranes, las adivinanzas, etcétera, etcétera. De manera que para mí esa frasecita, que podría haber pasado inadvertida para otros -"es fea como la contribución federal"-, tiene una importancia enorme, porque es expresión de un estado de ánimo, es expresión de un sentir, de un pensamiento nacional; y es que la contribución federal es una contribución verdaderamente odiosa, ésta ha sido su característica; primero el quinto federal, después el cuarto, luego el medio y finalmente el 60 por ciento; el 60 por ciento fue en 1918, el 50 por ciento en 1919 y 20, y actualmente -recojo las palabra del compañero Cantón- "reduzcamos gradualmente la contribución", ahora es el momento de reducirla todavía en un 10 por ciento. Y que no se nos diga... ahora recuerdo todo el discurso del compañero Aguirre Colorado, que podríamos esperar para el año entrante. No, señores; el pueblo está ya cansado de esperar. Si en el momento de nuestra propaganda electoral algún elector, algún comitente nuestro, no de los enamorados de nuestros discursos ni de nuestros arrestos de oradores o de agitadores populares, sino de los que analizan y exigen, nos hubiese preguntado nuestra opinión sobre la contribución federal, probablemente, y con sinceridad entonces, le habríamos dicho: hombre, la contribución federal, pues nos esforzaremos por disminuirla. Pero ahora han pasado ya algunos meses de la campaña electoral, la curul es muy cómoda y estamos muy lejanos de nuestros distritos; el compañero Casas Alatriste no lo está tanto, representan al distrito de Atzcapotzalco y, sin embargo...

El C. Valadez Ramírez: Repartió discursos tratando de la rebaja del impuesto federal.

El C. Manrique: Y, sin embargo, el ciudadano Casas Alatriste, que en su propaganda hizo profusa distribución de sus discursos de la XXVIII Legislatura...

El C. Casas Alatriste: No es verdad.

El C. Manrique: ...defendiendo la disminución o rebaja de la contribución federal, a pesar de que aquí a Tacuba no haya sino quince minutos de tranvía, se siente ya muy lejos de sus comitentes y ahora se convierte en defensor del mismo sistema que ayer combatió.

El C. Casas Alatriste: Porque pido que se supriman otros impuestos.

El C. Manrique: Y la Comisión se ufana diciendo que se han suprimido otros impuestos: el impuesto sobre teléfonos, el impuesto sobre luz eléctrica, el impuesto -me parece- sobre créditos hipotecarios y algunos más.

El C. Casas Alatriste: El de ventas.

El C. Manrique: Este es el momento, y no otro, de recoger la fabulilla de Cantón para contarla, no en prosa, sino en verso:

"Después de larga jornada, un camello muy cargado, exclamó, muy fatigado: "¡Oh, qué carga tan pesada!" Doña Pulga, que sentada iba sobre él, al instante se apea, y dice arrogante: "Del peso te libro yo." Y el camello contestó: "¡Gracias, señor elefante!"

(Risas.) Este es el momento de aplicar la fabulilla del ciudadano Cantón; el haber suprimido los impuestos sobre teléfonos, los impuestos sobre cerillas en ventas de primera mano, los impuestos sobre luz eléctrica, ¡esto sí es quitar una verdadera pulga al camello dolorosamente cargado del pueblo, esto sí! (Aplausos.)

El C. Casas Alatriste: ¿ Y las ventas ?

El C. Franco Abraham: ¿Y el impuesto sobre ventas?

El C. Manrique, continuando: ¡El impuesto sobre ventas, ciudadano Franco! Bien se ve que ignoráis algo que sabe la Comisión. No, si no os tacho de ignorante. Digo, ciudadano compañero Franco, muy respetable para mí, que bien se ve que ignoráis algo que ignora la mayor parte de los compañeros, porque la Comisión se ha guardado bien de expresarlo: que sí es verdad que para suprimir algunos impuestos tiene in mente el propósito de crear otros nuevos. Esto no nos lo habéis dicho, ciudadanos miembros de la Comisión. Si se tratase de otras cosas, yo no cometería la falta de discreción de decir esto; pero como se trata de una discusión amistosa, y como a la postre habría de decíroslo, porque sobre estas cosas no puede ni debe haber misterios, es el momento de decir que la Comisión tiene el propósito de crear nuevos impuestos; sin embargo, no nos había hablado de esto. Ya veis que tenemos razón para exigir el cumplimiento de una promesa que hicimos en la XXVII y en la XXVIII Legislatura: la reducción progresiva de la contribución federal, con objeto de que los Estados y los municipios puedan gozar en una proporción más amplia de sus rentas, de sus productos, de sus tributos.

Acaso haya otro argumento en el discurso del compañero Siurob, pero no lo recuerdo en estos momentos; si es necesario, replicaré; pero creo que prácticamente la discusión está agotada, a pesar de lo que pudieran en contrario argüir, esta es la palabra, argüir, los ciudadanos miembros de la Comisión y, acaso, mi estimable compañero don Abraham Franco. Yo os excito, ciudadanos diputados, a mantenernos firmes en vuestro primitivo propósito, desentendiéndose de los argumentos verdaderamente sofísticos de este habilísimo argumentador que se llama don José Siurob; desentendiéndose de los argumentos no menos sofísticos de esta bella promesa económica que se llama don Roberto Casas Alatriste. (Risas.) Nuestro pueblo quiere realidades, y en el momento en que se trata de discutir los ingresos, en el momento en que se trata de discutir el sistema de tributación, cuando no ha habido aquí un solo diputado que se levante trayéndonos una idea nueva para hablarnos

siquiera del impuesto único, que no es ya una cosa nueva, sino una realidad fructuosa y palpable en Australia, Nueva Zelanda y en lugares menos remotos aún, en la República Argentina, en la gran República del Plata; cuando nadie nos habla aquí de una idea nueva y sana, cuando vemos el triste espectáculo de socialistas que por no sé qué interés de provincia, desertan de sus filas y vienen a defender un viejo sistema y luego nos dicen: "Bueno; si estuviésemos en la república socialista, pero aquí estamos en la República Mexicana"; cuando vemos todo esto, que es verdaderamente doloroso y deprimente, cuando el pueblo clama realidades, quiere realidades de carne y hueso, quiere que las promesas se realicen, porque está ya cansado de nuestra vana palabrería, entonces se le quiere satisfacer con sofismas, y el pueblo ya no quiere más sofismas, ciudadanos diputados. (Aplausos.)

El C. Siurob: Pide la palabra la Comisión.

(Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Franco.

El C. Siurob: La Comisión pide la palabra.

El C. presidente: Como miembro de la Comisión, tiene primeramente la palabra el ciudadano Siurob.

El C. Siurob: Honorable Asamblea: Antes de que pueda hacer uso de la palabra un orador con la suficiente personalidad para poder ser escuchado, se necesita que sepa descargarse de los cargos, más o menos ciertos o más o menos insidiosos que hayan podido lanzarse. Así pues, como quiera que yo represento en este momento a la Comisión, pero también me represento a mí mismo y que tengo obligación, para que mis palabras sean creídas, para que mis palabras encuentren el debido eco en las inteligencias y en los corazones de los que me escuchan, tengo necesidad, digo, de descargarme de algunos insidiosos cargos, pérfidamente lanzados por el ciudadano Manrique, y mi primera obligación será deshacer estos cargos, que se deshacen como nubecillas de verano, puesto que el ciudadano Manrique los ha lanzado absolutamente a la ligera, con ese criterio tan peculiar en él, que lo mismo defiende hoy el pro de un asunto, que mañana defenderá el contra. Desde luego, debo advertir a la honorable Asamblea, que el cargo que se nos dirige de poco sinceros al venir a sostener el cincuenta por ciento federal, es un cargo absolutamente falso. Nosotros hemos expresado, desde un principio, que nuestro concepto era el de que el cincuenta por ciento federal debía subsistir, y hemos esgrimido argumentos de tal naturaleza, que han sido perfectamente secundados por muchos de los miembros de esta honorable Asamblea. Nosotros, yo por ejemplo, en la sesión pasada, en que tuve oportunidad de hablar sobre las causas que me obligan a sostener el cincuenta por ciento, expuse -y este es un argumento de un peso que la Asamblea no puede negar- la circunstancia de que yo me había opuesto a esta gabela durante los otros Congresos, por la sencilla razón de que yo sabía que todo el dinero que entraba a las arcas del Estado, era dilapidado por el Gobierno dictatorial del ciudadano Carranza. El mismo ciudadano Manrique no puede negar este hecho; el mismo ciudadano Manrique no ha hecho sino confirmarlo en propagandas políticas, en arengas y en discursos desde esta misma tribuna. Por otra parte, allí están mis discursos todavía en el "Diario de los Debates", y por ellos se comprobará que al venir a atacar el cincuenta por ciento federal en aquella época, la razón principal que se esgrimía, la razón capital era que el dinero que iba a entrar a las arcas del Erario nacional iba a ser pasto de favoritos, iba a servir para alimento de reptiles, iba a servir pura y simplemente para propaganda política y para todos esos usos infames a que el Gobierno carrancista destinaba el tesoro del pueblo.

Tampoco ha podido negar el ciudadano Manrique que la Comisión ya se ha esforzado en quitar de los hombros del pueblo uno de los impuestos más odiosos, que es el impuesto sobre ventas, el impuesto del Timbre. En cambio......

El C. presidente: Se ruega a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules.

El C. Siurob: En cambio, conciudadanos, si nosotros hemos sido suficientemente sinceros al venir a apoyar una contribución que nosotros creemos necesaria para que puedan realizarse los ideales revolucionarios y para que pueda sostenerse un Gobierno legítimo y honrado, que está cumpliendo con las aspiraciones populares, yo me permito recordarle al ciudadano Manrique que él estaba del lado de Cabrera para apoyar, precisamente, este mismo cincuenta por ciento federal.

El C. Manrique: Pido la palabra.

El C. Siurob: No, señor.

El C. Manrique: Protesto contra la aseveración.

Que se vea el DIARIO DE LOS DEBATES.

El C. Siurob: Recuerde el señor Manrique que en aquella época, cuando Cabrera venía a esta tribuna a apoyar asuntos que importaban al Ejecutivo, ¡cuántas veces se vio secundado por el propio ciudadano Manrique!

El C. Manrique: Una sola prueba.

El C. Siurob: Voy a citarle casos y hasta a recordarle hechos. Recuerde el ciudadano Manrique aquella oportunidad en que, ayudando a Cabrera y viniendo yo a combatirlo, traté hasta de ridiculizar su actitud; en aquella época hablaba el señor Manrique en castizo, y yo le hice un verso muy sencillo, que voy a referir a esta honorable Asamblea para refrescar la memoria del ciudadano Manrique; me permito recordar que el ciudadano Manrique hablaba en aquella época en castizo y el verso decía de esta manera: (Voces: ¡A ver!)

En castellano castizo, dos horas sobre macizo y en la tribuna, Manrique sostiene eterno palique con el botellón y el vaso; pues nadie más le hace caso.

Entonces Cabrera, para defender a Manrique, por que Manrique en aquella vez no se supo defender solo, también me dedicó un pequeño versito, por cierto que no era ofensivo para mí, pero me permitiréis que no lo cite porque no trato más que de recordar el caso del ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Lo citaré yo, compañero.

El C. Siurob: Bueno; puesto que lo ha de citar mi compañero Manrique, vale más que lo cite yo: (Risas.)

"Se sienta en esto escaños cierto médico Siurob, que "a arrempujones" y araños, va trepando los peldaños de la escala de Jacob"

Y entonces yo le dije que "arrempujones" era un ripio, y el ciudadano Cabrera no tuvo nada que contestar. Pues bien; recuerdo al compañero Manrique cuando vino a apoyar a Cabrera desde esta tribuna; nada más que entonces no portaba esa barba de "Divino Rostro" retocado que hoy usa. (Risas y aplausos.) Y en aquella época, conciudadanos, como no portaba la barba, seguramente sus argumentos fueron flacos, estuvieron demasiado pobres y perdió el punto. Entonces yo le pregunté que si le había sucedido lo que a Sansón, que después de haberle recortado la barba había perdido también la fuerza de la ilación. Pues bien; ¿quién es el poco sincero? ¿Nosotros, que vinimos a negarle dinero aun Gobierno carente de honradez, a un Gobierno que derramaba el oro en las manos de sus favoritos; nosotros, que vinimos a negarle dinero a una administración que se valía de estos procedimientos para derrochar el dinero del pueblo, o el compañero Manrique, que venía en aquellas épocas a apoyar a Cabrera desde esta tribuna, en contra del Partido Liberal Constitucionalista, que precisamente luchaba en contra de Cabrera? El compañero Manrique quiere el DIARIO DE LOS DEBATES porque sabe perfectamente que en estos momentos no voy a ir a rebuscar al DIARIO DE LOS DEBATES...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Estáis faltando a la verdad!

El C. Siurob, continuando: ...pero yo le traeré al compañero Manrique el DIARIO DE LOS DEBATES con discusiones en que él apoyaba muchos asuntos económicos del ciudadano Cabrera y venía a sostenerlos desde esta misma tribuna. Ya véis pues: nosotros venimos a esgrimir argumentos sanos, argumentos honrados, argumentos leales; sobre todo, no venimos a hablar de memoria. El compañero Manrique afecta despreciar la política para venir a hablar en lírico; viene a hablar aquí con lenguaje lírico dirigido sólo al corazón de los señores diputados, pero que no habla en absoluto a su cabeza. Viene a decirles que sí, que tienen obligación de hacerse propaganda, que es una obligación imprescindible venir a hacer que se labore aquí, o a laborar efectivamente de sus votantes; pero no les dice cual es la manera efectiva de laborar en favor de sus votantes. ¿Qué proyectos ha presentado el socialista Manrique para modificar los impuestos? ¿En dónde está la iniciativa? Si vino aquí a la tribuna, ¿por qué no habló de esos procedimientos, compañero? ¿Por qué no vino a esta tribuna, como nosotros sí hemos venido a sostener rebajas en el ramo de Guerra, a iniciar medidas que reduzcan estos presupuestos y sirvan de alivio a los contribuyentes? Usted ha venido líricamente a atacar a la Comisión sin ningún fundamento económico; usted ha venido a hablar de memoria; usted vino a tocar el corazón de los diputados únicamente valiéndose de argumentos populacheros; usted sí ha venido a ser un orador de mitin; usted no ha venido a ser un verdadero orador parlamentario que estudia a fondo las cuestiones y trate de empaparse en ellas. Y de nada sirve que haya venido a referir cuentos del perro, del gato, del monje benedictino o de cualquiera otra cosa por el estilo; yo también podría contarle muchos cuentos a propósito de muchos monjes benedictinos y de muchos rasputines; pero no quiero venir a hacer perder el tiempo a esta Asamblea, sino que voy a su cerebro y a su corazón. Me acaba de ser remitido por el señor ministro de Hacienda este informe, por el que se ve cuál ha sido la marcha de este impuesto durante los meses transcurridos del año en curso; dice así:

"Recaudación de contribución federal

Año de 1920 Año de 1919 "Enero $ 3.155,784.74 $ 3.191,143.10 "Febrero " 2.035,623.67 " 2.198,902.92 "Marzo " 2.971,442.61 " 2.309,325.64 "Abril " 1.725,840.63 " 2.077,458.69 "Mayo " 2.215,032.47 " 3.276,731.76 "Junio " 1.616,227.88 " 1.536,490.09 "Julio " 2.935,547.88 " 3.994,807.62 "Agosto " 1.748,887.98 " 1.819,299.19 "Septiembre " 2.726,270.81 " 3.026,959.37 "Total.. . $ 21.130,658.67 $ 23.431,118.38"

La suma de los nueve meses hasta el mes de septiembre arroja un total de $21.130,658.00. Ahora bien; siendo este el dato obtenido por lo relativo a nueve meses, para calcular el total en todo el año, habrá que tomar la tercera parte de esta suma y añadirla, a fin de saber cuál será el rendimiento de este impuesto durante todo el año, encontrándonos con que este rendimiento será de $28.174,415.00.

El C. Serrano: ¿Me permite usted una interpelación?

El C. Siurob: Sí, señor.

El C. Serrano: Desearía saber a cuánto ascendió la contribución federal durante los meses de la revolución, porque se han tenido en cuenta éstos seguramente para tomar el promedio, cosa que no debe ser.

El C. Siurob: Con mucho gusto, compañero. Los meses de la revolución fueron marzo, abril, mayo y junio. Pues bien, en marzo fueron $2.971,000.00; en abril, $1.725,000.00; en mayo, $2.215,000.00; en junio, $1.616,000.00, y en julio, $2.936,000.00.

El C. Serrano: ¿Pero en septiembre?

El C. Siurob: En septiembre y en agosto subsiste esa misma proporción, porque en agosto, que ya estábamos en paz, entiéndalo el compañero, es $1.748,000.00.

El C. Serrano: ¿Y en septiembre?

- El C. Siurob En septiembre $2.726,000.00.

El C. Serrano: Una enorme alza desde luego.

El C. Siurob: Para que vea el compañero que no ha guardado relación y proporción con los meses de la revolución, porque entonces todavía no estaba plenamente pacificado el país.

El C. Serrano: Sí, compañero.

El C. Aguirre Colorado Ernesto: ¿Me permite usted una aclaración? Para aclarar al compañero Serrano que si se nota una diferencia en los ingresos de agosto y septiembre, es porque la recaudación del mes de septiembre es bimestral y no es igual a la recaudación del mes de agosto que no es bimestral.

El C. Siurob: Como acaba de ver el compañero -y le suplico pase a la tribuna para que vea estos datos....

El C. Arroyo Ch: ¿Me permite usted una interpelación?

El C. Siurob: Con mucho gusto.

El C. Arroyo Ch.: Honorable Asamblea: El doctor Siurob debe tener en cuenta que si acaso se rebajó la contribución federal en estos últimos meses, fue porque en toda la República todos los gobiernos provisionales de los Estados condonaron contribuciones al Estado y, por lo tanto, las federales se redujeron a un veinticinco por ciento, a un veinte por ciento y luego se perdieron absolutamente, como en Jalisco, por ejemplo, en donde a muchos hacendados se les condonaron las contribuciones. (Voces: ¡Sí es cierto!)

El C. Siurob: El compañero carece en lo absoluto de razón, como voy a demostrarlo.

El C. Manrique: No carece.

El C. Siurob: Sí carece, de una manera absoluta, y voy a demostrarlo. El compañero dice que aumentaron los ingresos durante esos meses por las condonaciones.

El C. Arroyo Ch.: Entonces, razón de más.

El C. Siurob: Suplico al compañero que ya que me interpeló, me haga favor de no interrumpirme.

El C. presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados no interrumpan al orador.

El C. Siurob: Pues bien, por el contrario, aumentó con esas condonaciones la entrada, puesto que la condonación no se llevó sobre las rentas habituales, sino sobre los rezagos, y al pagarse todos esos rezagos, que fueron de consideración, naturalmente en virtud de la condonación aumentó la cantidad de ingresos; por eso quizá eso vino a aumentar las contribuciones; de manera que el compañero labora en contra de sus intereses. Ya está viendo el compañero cómo realmente no ha hecho más que darme un argumento, puesto que si a pesar de las condonaciones el impuesto se ha sostenido más abajo, está claro que este impuesto tiende a bajar de una manera considerable.

El C. Aguirre Colorado Ernesto: Quiero hacer también una aclaración respecto al caso concreto del ciudadano Arroyo Ch., con relación al caso de Jalisco. Probablemente haya tenido el Gobierno del Estado que condonar muchas contribuciones, porque si mal no recuerdo, en julio de 1919 el impuesto predial con que había gravado el Estado a las propiedades era de cuatro al millar, y entonces decretó el seis al millar, de manera que aumentando en una proporción enorme el impuesto, por esta circunstancia dejaron de pagar muchos pequeños industriales y agricultores. Pero hay una razón muy poderosa: el Gobierno, además del decreto en que autorizaba el cobro de seis al millar, dijo que a los agricultores que quisiesen formar acordadas por su propia cuenta se les eximiría del pago del impuesto, lo cual me parece que fue en el Gobierno de Bouquet o de Castellanos Tapia; de suerte que muchos agricultores se eximieron por determinado espacio de tiempo, de pagar sus contribuciones que ya eran sumamente crecidas; pero conociendo el Gobierno el error que había cometido al conceder autorización para formar aquellas acordadas, dejando así fuerza armada en manos de los propios agricultores, derogó esa disposición y se encontró entonces con que ya estaban recargados de contribuciones todos los agricultores. Hago esta aclaración para que se vea por qué en Jalisco se tuvo que condonar el importe de muchos impuestos.

El C. Siurob, continuando: Como acaba de oír la Asamblea, estos datos son absolutamente ciertos y tiene doble valor con el dato que se sirvió ministrar el ciudadano Arroyo Ch. De hecho el impuesto que se recaudará probablemente en todo este año, será por este concepto la suma de $28.174,415.00, que comparada con el impuesto que se recaudó el año pasado, de $23.431,118.00, arroja una disminución en el impuesto de $3.246,292.00. Ya ve, pues, la honorable Asamblea que durante el año en curso este impuesto ha bajado en producción. Pues bien, en virtud de la crisis que se avecina, ¿quién no nos dice que este impuesto va a descender todavía más? Tenemos, por el contrario, la absoluta y perfecta seguridad de que este impuesto tiene que bajar todavía. Ahora bien; es fuerza que nosotros estudiemos cuánto rebajará todavía; si se disminuye la tasa en un diez por ciento, o digo en un diez, si se disminuye en un diez, bajará en una quinta parte,, es decir, bajarán cerca de siete millones de pesos. Si a la rebaja normal, si a la rebaja efectiva que ya observamos en este impuesto, se añade la rebaja que vosotros queréis hacer, resulta que el impuesto en vez de importar veintiocho millones para el año próximo, importará solamente veintiún millones de pesos. (Una voz: ¡No!)

El C. Siurob: Suplico al compañero que dice que no, que me diga por qué no.

El C. Serrano: Compañero, ¿me permite usted? Yo no lo decía en vez alta, porque no está permitido interrumpir al orador; pero ya que usted desea que se le explique, con todo gusto lo haré. En primer lugar, el cálculo numérico que hizo el compañero Siurob parece que está equivocado. Esa es la primera razón.

El C. Siurob: Sírvase usted rectificarlo, compañero.

El C. Serrano: Pues si son veintisiete millones o veintiocho, según usted, la quinta de veintiocho no son siete. En segundo lugar, porque en un año como este no tiene para nada en cuenta la Comisión que durante dos o tres meses de plena revolución no es posible que se haya recaudado la misma cantidad que se debe recaudar en un año normal como se espera que sea el entrante de normalidad absoluta. En tercer lugar, y después de los dos o tres meses de revolución, no era posible que se recaudaran inmediatamente después todos los impuestos que debían recaudarse, ya que el país no podía venir como por encantamiento a la normalidad. Por otra parte, la Comisión para nada ha querido refutar los argumentos principales que yo presente y que son...

El C. Siurob: ¡Moción de orden en este caso! No he interpelado al compañero para ese punto; lo

he interpelado única y exclusivamente para el caso de los impuestos, sobre las cantidades.

El C. Serrano: Por eso quería explicar eso a usted; pero si no me permite que siga hablando, con todo gusto me siento.

El C. Siurob: Compañero: No es que no quiera permitirle que hable; es que ya ha terminando usted con la parte acerca de la cual lo había interpelado.

El C. Moreno: Para una interpelación.

El C. Siurob: Llama normalidad el compañero, dice él que este impuesto no va a disminuir, por que se va a recaudar dentro de una absoluta normalidad. Llama usted normalidad a la crisis que se viene encima; llama normalidad a la crisis minera que está usted presenciando; llama usted normalidad a la crisis algodonera y a la crisis del azúcar y de la mayor parte de las mercancías. Ya ve usted que está equivocado.

El C. Serrano: ¿Me permite usted contestar?

El C. Siurob: Después. No es posible que pueda atender a todos sus argumentos en un mismo momento, sino que tengo que refutar los que ha ido usted exhibiendo a medida de las circunstancias; pero para demostrar que la Comisión sí tiene datos con qué contestar a los compañeros que se opongan a lo que dice la Comisión, porque ésta sí ha estudiado concienzudamente el asunto y ha tenido en cuenta todo lo relativo, manifiesto que....

El C. Rodríguez Guillermo: ¡Una interpelación!

El C. Siurob: Dígala usted.

El C. Rodríguez Guillermo: El doctor Siurob asegura que se avecina una grave crisis. Esto no es un secreto para nadie. Hay que tomar ejemplo en el procedimiento que han seguido otras naciones, que es precisamente rebajar todos los impuestos y dar facilidades al comercio, porque es imposible que los trabajadores puedan vivir con la abrumadora carga de las contribuciones. Ya los salarios no bastan para adquirir los artículos más indispensables de consumo. Nosotros estamos mirando que los cafeteros, los industriales e infinidad de individuos y agrupaciones, están pidiendo tarifas proteccionistas, y los industriales y productores nacionales no pueden competir con los productores extranjeros, precisamente por las grandes contribuciones que impone el Gobierno por lo cual debemos hacer esfuerzos para que el Gobierno introduzca todas las economías que sea posible, a fin de aligerar las cargas del pueblo.

El C. Siurob: Voy a contestar al compañero, para que vea que no tiene razón. La Comisión ya ha rebajado los impuestos a que el compañero se refiere. La Comisión ha quitado todos los impuestos de ventas, que son precisamente los que gravan al comercio y afectan directamente el precio de los artículos de primera necesidad; por consiguiente, la Comisión ha estado dentro de su deber y ha procurado remediar esa crisis en el límite de lo posible, sin gravar demasiado los intereses del Gobierno. Ya ve usted, compañero.....

El C. Rodríguez Guillermo: Permítame usted la palabra.

El C. Siurob: Ya no permito que se me interpele más; ya concedí a usted una interpelación de manera que no puede usted quejarse. (Risas.) Pero también le estoy demostrando que no tiene razón. Ya ve la honorable Asamblea cómo a cada compañero que hace una objeción, invariablemente se le contesta con una razón de tal peso, de tal naturaleza, que deshace en lo absoluto la razón que aquel ciudadano había expuesto. (Voces: ¿Quién juzga? Pues voy a acabar de convencerlo, compañero. Usted sabe que todos los cereales pagan impuesto de venta, y usted sabe que los cereales, antes de llegar a poder del consumidor, pasan por tres manos: primero, por la mano del comerciante que los vende la primera vez al acaparador; segundo, por la mano del acaparador que los vende a otros acaparadores de las capitales de los Estados y, tercero, la tercera venta se efectúa entre el almacenista y el detallista. Cada una de estas ventas..... (Murmullos.)

El C. presidente: Se llama al orden al ciudadano diputado Avilés.

El C. Avilés: Pido la palabra.

El C. presidente: ¿Para qué?

El C. Avilés: Para contestar al señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Avilés: Ya se ha sentado un precedente aquí, de no dejar a los señores diputados que cambien impresiones. No estamos en un colegio, ciudadano presidente; estamos en una Asamblea, y el diputado es libre para ir a cambiar impresiones con el que mejor le plazca. Es injusta la Presidencia en este sentido.

El C. presidente: El ciudadano Siurob suplicó a la Presidencia que llamara al orden a los señores diputados, con objeto de que le prestaran atención, y por eso la Presidencia lo hizo así.

El C. Siurob: Yo suplicaría al compañero Avilés que me hiciera el favor de escucharme.

El C. Gandarilla: ¡Para una aclaración, señor presidente!

El C. Siurob: Este cálculo que estoy haciendo, es muy interesante.

El C. Gandarilla: ¡Una aclaración, señor presidente, sobre el trámite de la Mesa!

El C. presidente: Se suplica al ciudadano Gandarilla que no interrumpa al orador.

El C. Siurob: Pues bien, compañero; como hay impuestos que gravan cada una de estas ventas, resulta que si esos impuestos se suprimen, no estando gravadas todas estas ventas que pasan de mano a mano, facilitándose esos pasos se viene a la consecuencia de que tiene que rebajar, tiene que disminuir el precio de esos artículos. Y si el compañero me dice que, a pesar de que se disminuye este impuesto, no bajará el precio de los artículos, entonces yo le digo que bajando el 50 por ciento federal tampoco bajarán, por la sencilla razón de que esto no afecta directamente al precio de los cereales, sino que en ese caso el productor, que es el que está gravado con el 50 por ciento, se concreta a seguir vendiendo sus artículos al mismo precio, el segundo también y el otro a un precio semejante, de donde resulta que no existe en esto de rebajar precios, más ley que la competencia; pero lo que hicimos nosotros ha sido facilitar la competencia dentro del precio mínimo, para que pueda rebajarse el precio de los cereales. La Comisión estima que aun en el caso que ponen los diputados del

contra, ella tiene razón; dicen así: "aumenta el rendimiento de este impuesto disminuyendo la tasa." Pues si aumenta el rendimiento del impuesto disminuyendo la tasa, entonces quiere decir que lo que ellos quieren es acabar de gravar a los contribuyentes. Dicen los estimables compañeros del contra que disminuyendo este impuesto, aumenta la cantidad que el mismo rinde. Pues quiere decir que si ustedes tuvieran razón, serían los que quisiesen sacar más dinero del bolsillo de los contribuyentes y, por consiguiente, perjudicarlos más....

El C. Serrano: A base de aumento de producción.

El C. Siurob: Ahora voy a decir que si se rebaja este impuesto, como radica en una buena parte sobre los grandes latifundios, sobre todos los acaparadores de tierras, sobre las grandes industrias y los grandes comerciantes, y como todos estos individuos pagan por la décima parte de lo que tienen, al rebajar el impuesto, de hecho se les favorece: se favorece demasiado poco a los de abajo y mucho a los de arriba; a los de abajo se les favorece con una cantidad insignificante y, en cambio, se favorece demasiado a los de arriba con grandes cantidades de dinero, en provecho de los latifundistas y de los grandes comerciantes e industriales. Esto es lo que quieren los oradores llamados revolucionarios de esta Cámara; eso es lo que desea, probablemente, el ciudadano Manrique, y me permito llamarle la atención sobre este particular; para qué, si es que hace uso de la palabra, venga a contrarrestar este punto.

El C. Manrique: Le estoy escuchando, compañero.

El C. Siurob: Ahora vamos a verlo desde el punto de vista de las cargas que tiene encima el Erario federal; hemos mencionado algunas, pero no las hemos mencionado todas. Hemos mencionado los aumentos que forzosamente deberán hacerse para cumplir con la revolución en la Secretaría de Comunicaciones, en la Secretaría de Fomento, en la Secretaría próxima a crearse de Instrucción Pública. Hemos hablado acerca de la imposibilidad de reducir los gastos de guerra; hemos hablado acerca de la deuda exterior, pero no hemos hablado de la deuda interior; no hemos hablado de los bonos, de todas las cantidades que se deben a los empleados públicos, que forzosamente tendrán que pagarse, y que importan una suma de cincuenta millones de pesos que el Gobierno tiene que ir poco a poco amortizando, pagando a estos acreedores del Erario federal. No hemos hablado tampoco de las reclamaciones, y vosotros sabéis que las reclamaciones llegan a la suma de ciento diez y siete millones de pesos y tenemos que prever forzosamente la emergencia de que pudiera presentarse alguna reclamación demasiado urgente y que el Erario federal se viera en el caso de tener que pagar esa reclamación de una manera inmediata. Y no hablando de los aumentos... (Murmullos.) Y no hemos hablado de los aumentos que tendrán forzosamente que hacerse en otros ramos del presupuesto; me refiero especialmente al ramo de Salubridad. ¿Cómo es posible aceptar que el ramo de Salubridad en toda la República, tenga un presupuesto miserable de quinientos mil pesos? ¿No nos remorderá la conciencia, de dejar ese presupuesto en las condiciones miserables en que se encuentra y en esa forma marchar en contra de la labor de salubridad que debe desempeñar el Gobierno federal en toda la República? ¿No sabéis que en los actuales momentos en el puerto de Veracruz existe la fiebre amarilla y que bien poco pueden hacer las autoridades, porque desgraciadamente el Consejo de Salubridad no dispone de los fondos necesarios para combatir esta epidemia? ¿No sabéis -si lo sabéis bien- que periódicamente se establecen fiebres de una manera endémica o epidémica en algunos puertos del territorio nacional, y que precisamente por esta causa es una de nuestras obligaciones imprescindibles aumentar las erogaciones en el ramo de Salubridad Pública? Y aun también, señalando otros ramos, habéis oído hablar y habéis oído en la prensa que el Gobierno federal piensa acaparar la plata de producción nacional. ¿Con qué dinero va a comprar esa plata el Gobierno federal...(Voces: ¡Del mismo cuero salen las correas!) Tendrá que comprar esa plata precisamente con dinero de la nación; pero vosotros os esmeráis en seguir rebajando inmoderadamente los impuestos, entonces seréis los primeros autores de la bancarrota del actual Gobierno constitucional. No es esta la primera vez que una Cámara se esmera en rebajar los impuestos de un gobierno constitucional; si registramos las páginas de la historia, nos encontramos con que cuando era ministro de Hacienda don Guillermo Prieto, en vano vino ese venerable anciano a solicitar de la Cámara que se mantuvieran los impuestos necesarios para el sostenimiento del Gobierno; pero aquel Congreso obstinado, y queriendo, como dice el ciudadano Manrique, hacer una sana propaganda en sus distritos electorales, negó al Gobierno los fondos necesarios para su subsistencia, y entonces tuvo que renunciar a la Primera Magistratura de la Nación uno de los presidentes mejores, quizá que ha tenido la República y quien en aquella época aciaga descendió del Poder sin ambiciones, sin obstinarse en permanecer en él: don Mariano Arista. Pero me encuentro, con que estos hacendistas que vienen a la Cámara - y me refiero especialmente al estimable compañero Manero, que pronunció un discurso que fue una red ininteligible de argumentos, algunos de los cuales creo que ni él mismo entendió; esta circunstancia no sólo la pude observar yo, sino también algunos cronistas de la prensa, quienes manifestaron que no pudieron comprender en absoluto los razonamientos del señor Manero. Lo mismo paso a muchísimos representantes y yo tampoco pude entender los argumentos del ilustre hacendista señor Manero. Este señor, en su vida de hacendista, no sé que haya hecho cosa que valga la pena; su obra magistral es el famoso proyecto del Banco y de ese proyecto la Secretaría de Hacienda dice que no sirve para nada, y las críticas de la prensa dicen que es una nulidad. No soy un banquero y por eso no opino sobre el particular, sino que me limito a expresar las opiniones que oigo. Pues si esas son las pitonisas hacendarias dentro de esta Cámara, ¿qué esperanza tiene esta Cámara de estar bien orientada; qué esperanza tiene de poder formarse un juicio concreto? No, señores; hay que atenerse a los números, hay que atenerse a las cifras. Vosotros estáis viendo que el Gobierno federal envía un presupuesto de Guerra

aumentando en cien millones respecto del presupuesto del año pasado; estáis viendo que, conforme al criterio de la Comisión y conforme al criterio de la prensa de hoy- un periódico, por ejemplo, que me hace siempre la grandísima distinción para mí, de no nombrarme-, hoy trae un artículo de otro ilustre hacendista, don Rafael Nieto, precisamente inspirado en el mismo criterio de la Comisión. Este artículo está escrito después de haber leído nuestro dictamen; en este artículo encontramos corroboradas en lo absoluto todas nuestras ideas; es decir, que el Gobierno federal ha hecho un cálculo demasiado optimista de sus ingresos; que no es posible que por arte de encantamiento y en un momento de crisis económica vaya a aumentar nuestro presupuesto de ingresos dejando los mismos impuestos y aun reduciéndolos, en más de cien millones, puesto que el aumento que señala el Ejecutivo en el ramo de Egresos del año pasado importaban las contribuciones...¿Me permite el compañero Pérez Gasga los datos? ...puesto que el total de los ingresos que hubo durante el ejercicio actual es de ciento sesenta y siete millones y, en cambio el Gobierno de la República nos trae un Presupuesto de Egresos de doscientos sesenta y seis millones, es decir, cien millones más de lo que produjo natural y normalmente nuestro sistema tributario durante el ejercicio fiscal actual. Entonces, ¿de dónde espera esta honorable Asamblea sacar los impuestos necesarios, o sacar el oro necesario para cubrir ese aumento de cien millones? La Comisión ha sido cauta; la Comisión, por fortuna, no ha calculado que nuestros ingresos puedan llegar a doscientos sesenta y seis millones, y aunque casi ha pecado también de optimista, los ha calculado en doscientos diez y siete millones. Y en esta forma, yo pregunto a estos hacendistas; a ver, compañero Manrique, ilustre monje hacendista, (Risas.) decidme, con vuestra paciencia de benedictino, vos que sois capaz de escarbar todas las situaciones y aun de escrutar el porvenir, decidme cómo veis a llenar esa diferencia entre lo que produjeron nuestros ingresos del año pasado de ciento sesenta y siete millones de pesos, cómo los vais a hacer ascender conforme a vuestro criterio económico, que debe ser muy sabio, a doscientos sesenta y seis millones de pesos que pide el Ejecutivo para el Presupuesto de Egresos.

El C. Manrique: Pido la palabra.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Manrique: Al ciudadano Siurob, que ha estado hablando mucho de competencia, no le reconozco competencia en la materia.

El C. Siurob: No la tengo.

El C. Manrique: Y al ciudadano Siurob, que no tuvo hace cinco minutos la cortesía de contestarme una interpelación, en momentos en que faltando a la verdad a sabiendas, porque conoce palmo palmo, paso a paso mi labor en la XXVII Legislatura; a este ciudadano Siurob, que no tuvo la cortesía ni la caballerosidad de concederme una brevísima aclaración, no me creo obligado a contestarle. Los argumentos de la Comisión, no de José Siurob, los contestaré documentadamente dentro de pocos momentos. ¡Harto fútiles son para no poder constestarlos!

El C. Rodríguez Guillermo: ¿Me permite el orador que recoja la pregunta?

El C. Siurob: No, señor. Calme sus asperezas el compañero Manrique.

El C. Manrique: Las asperezas no se calman, se pulen; se calman las tempestades.

El C. Siurob: Cuando las asperezas son de lenguaje, se calman.

El C. Manrique: No, señor.

El C. Siurob: Cuando las asperezas son de cualquier objeto, se pulen.

El C. Manrique: Metafóricas o reales, se pulen.

El C. Siurob: Estamos dentro de una contienda democrática; no estamos peleando dentro de la órbita en que se lucha en otras partes, que también sabemos cómo se combate allí; pero ya que no ha sido cortés el ciudadano Manrique y que dice que obedece a mi descortesía que no quise cometerle, y si la interpretó así, no tiene razón, eso demuestra que el ciudadano Manrique no es que considere como una descortesía lo que acaba de expresar, sino sencillamente es que no tiene argumentos y carece de base. Ya verán ustedes cuando venga a la tribuna cómo no dirá con qué se puede llenar este hueco de cien millones de pesos que hay entre el presupuesto del año pasado y el actual.

El C. Manrique: Se llena con un poco de amor.

El C. Siurob: Ya habéis oído lo que dice, que se llena con un poco de amor. (Risas.) con el excesivo amor propio que tiene su señoría habría para llenar todo el mundo, pero yo creo que no puede llenar aquello que sólo se llena con oro y con cifras.

El C. Castrejón: ¡Con aztecas relucientes!

El C. Siurob, continuando: Ahora bien, conciudadanos; dicen todos los argumentadores, que el 50 por ciento es un impuesto odioso, pues es más odioso el impuesto del Timbre que la Comisión se ha esmerado en quitar. Ahora, ¿Cuál queréis que se quite? ¿El impuesto odioso del Timbre sobre ventas, o el de 50 por ciento? (Voces: ¡Los dos!) No es posible quitar los dos, porque si se quitasen los dos, entonces dejamos al Gobierno sin los fondos necesarios para subsistir; tenemos forzosamente que optar por uno de ellos, porque de otra manera correréis el peligro de ser inconsecuentes con vosotros mismos. Pero me refería yo a un dato proporcionado por el ciudadano Manero; el ciudadano Manero dice que la rebaja de un impuesto, del impuesto federal, disminuye este impuesto en el ejercicio inmediato, pero aumenta en los demás. Ya está viendo el compañero Manero cómo los hechos se han encargado de demostrar todo lo contrario. Con el 50 por ciento federal el año pasado tuvimos un ingreso de treinta y dos millones y, en cambio, con ese mismo impuesto en este año no se obtuvo una contribución más que de veintiocho millones. Ya ve, pues, su cálculo absolutamente fallido, y voy a decir cuál es la razón, aunque no soy economista. La razón es porque de una manera progresiva van aumentando los valores fiscales de una manera normal en una república y esa es la razón por la que todos estos impuestos federales efectivamente disminuyen durante el primer ejercicio en que se aplican; pero después aumentan porque aumentan proporcionalmente los valores fiscales de una manera natural, de una manera normal, por efecto mismo de las circunstancias. He demostrado a la honorable Asamblea que los argumentos del contra no tienen absolutamente ningún valor. Ni un solo

argumento ha quedado en pie de los esgrimidos por los ciudadanos del contra, pero ya que se recurre a argumentos políticos, también debo esgrimir argumentos políticos, y el argumento político capital, aunque ya ha sido esgrimido, voy todavía a reforzarlo. ¿Sabe usted, compañero Manrique, por qué razón los agraristas y los socialistas están votando en favor del 50 por ciento?

El C. Manrique: No están votando. Votarán en contra.

El C. Siurob: Votarán en favor de este impuesto por esta sencilla razón: porque votando a favor de este impuesto se darán al Gobierno las armas económicas necesarias para que pueda combatir a la reacción por medio de los hechos; a la reacción se le combate por medio de los hechos, y para esto es necesario que se cumplan las promesas revolucionarias, es decir, que se construyan caminos, que se hagan obras de irrigación, que se establezcan nuevas líneas telefónicas y telegráficas, que se funden nuevas escuelas, todo lo cual sólo se hace con dinero. Por esto todos los elementos revolucionarios estamos de acuerdo en esta vez en que persista todavía el 50 por ciento federal, y por eso negamos nosotros esas cantidades al Gobierno de Carranza, porque sabíamos que no iban a servir para hacer nueva patria, para proporcionar a los pueblos todas esas ventajas que valen más que el oro. Interpelo a cualquiera de los compañeros para que me diga qué cosa vale más para un pueblo, si rebajarle unos cuantos centavos...

El C. presidente: Se ruega a los ciudadanos diputados atiendan al orador.

El C. Siurob: Qué cosa es trabajar más efectivamente en favor de los pueblos ¿rebajar a cada ciudadano una cantidad pequeña en los impuestos, porque es pequeña ciertamente la cantidad que se rebaja juzgada individualmente y en proporción a las entradas de cada ciudadano; qué cosa es más efectiva, hacer el bien a los distritos, rebajar individualmente a cada contribuyente una pequeña parte del impuesto, o proporcionar, en cambio, a los pueblos una buena carretera, una nueva línea telegráfica o telefónica, o cualquiera otra de las promesas que la revolución ha hecho al pueblo? Este es un argumento que no puede negarse y que no podrá contrarrestar ninguno dentro de esta Asamblea.

El C. Valadez Ramírez: ¡Qué barbaridad!

El C. Rodríguez Guillermo: ¿Me permite la palabra? Yo le contesto a usted.

El C. Siurob: Con mucho gusto, compañero.

El C. Rodríguez Guillermo: Con permiso de la Presidencia. Honorable Asamblea: El ciudadano Siurob, como un argumento de gran peso, pregunta qué será más benéfico al pueblo: si rebajarle en las contribuciones que paga una cantidad o proporcionarle carreteras, y yo digo: la rebaja de las contribuciones le proporciona desde luego al pueblo la facilidad de adquirir los alimentos con que se sostiene, con que vive. En Orizaba está en pie una gran huelga de hilanderos y es imposible vivir; es de urgente necesidad que el comercio rebaje sus precios y no rebajarán los precios si no se rebajan las contribuciones. Antes que nada hay que darle oportunidad al pueblo de que viva, aunque sea sin carreteras mientras; que viva y ya está.

El C. Siurob: Yo le contesto al estimable compañero: para que puedan aumentar los jornales con que han de comer esos proletarios, es preciso que haya exceso de demanda de trabajo, y para que haya demanda de trabajo es necesario que haya suficientes obras en que se empleen trabajadores, porque así pueden imponer el valor de su propio trabajo. Y yo contesto al estimable compañero: para que bajen los artículos de primera necesidad se necesita que haya carros de ferrocarril suficientes que dar a todos los comerciantes y no nada más a los predilectos, a fin de que de esa manera pueda haber la debida competencia entre los comerciantes y éstos se vean obligados a abaratar los precios de los artículos de primera necesidad. Y yo contesto al estimable compañero: para que los pueblos puedan progresar, para que puedan establecerse allí industrias que den trabajo a todos los individuos que usted señala, es necesario que existan buenos caminos por donde vayan todos los implementos necesarios a esa fábricas y vayan las maquinarias para que de esa manera puedan existir las nuevas industrias, el nuevo comercio, la nueva agricultura que todos los revolucionarios queremos que existan dentro del país.

El C. Villalobos Gumaro: Pido la palabra, con relación al asunto que se está tratando. ¿Me la permite la Presidencia?

El C. presidente: Tiene usted la palabra, si el orador lo permite.

El C. Siurob: Con mucho gusto.

El C. Villalobos Gumaro: Yo creo que el pueblo sí quiere tener ese 10 por ciento en sus manos para hacer las reformas de los caminos, y no entregarlo al Gobierno, porque es mejor administrador el pueblo, que el Gobierno. Después, no es justo que se grave a todo un Estado para que una pequeña región se beneficie, por ejemplo, con una presa, con una obra de irrigación, que es el fin que persigue la Comisión al querer gravar todo un Estado, por ejemplo, para hacer obras de irrigación, y no es justo que todo el Estado esté pagando para que una región pequeña del mismo, se beneficie.

El C. Siurob: La Comisión no señala especialmente el beneficio para este o aquel pueblo, sino el beneficio general. ¿No es un beneficio general el hecho de adquirirse nuevos carros de ferrocarril en cantidad suficiente para el transporte de mercancías? El compañero dice que sí, pero que eso no beneficia a los pueblos que quedan a cincuenta leguas de distancia de la vía. Efectivamente; pero se procura, en la medida de las necesidades, favorece y mejora al mayor número; y, sin embargo, aun esos individuos más alejados, se benefician indirectamente, porque las mercancías llegan a esos lugares a un precio más bajo. Ya ve el compañero que siempre tiene razón la Comisión y, por consiguiente, es más revolucionario lo que ella propone, es decir: que vote por esta vez el 50 por ciento federal y no que se quite un tanto por ciento de este impuesto, exponiendo al Gobierno a no poder cumplir con lo que la Revolución exige de él. He concluído y sólo me resta suplicar a ustedes que antes de que lleguemos al momento de la votación, reflexionen en el fondo de sus conciencias y pesen quiénes exponen argumentos líricos y quiénes hablan citando hechos concretos. La Comisión no

tiene ningún empeño en sostener este o aquel impuesto; no tenemos capricho alguno; no es, como dice algún periódico malévolo, que juguemos con dos barajas, pidiendo que se apruebe tal impuesto, por querer aparecer como amigos del Gobierno. Nosotros venimos a ver por los intereses del pueblo; por fortuna, creemos tener la suficiente honradez para que se nos crea en este asunto; ya se sabe que no vamos a solicitar ni obtener del Gobierno ninguna prebenda; pero sí queremos que los diputados entren en su propia conciencia y reflexionen sobre qué cosa es lo que quieren, si el cumplimiento de los principios y de los ideales de la Revolución o, al contrario, una problemática mejoría en los ciudadanos, mediante unos cuantos centavos o unos cuantos pesos ahorrados en el impuesto federal; que reflexionen los ciudadanos diputados las gravísimas circunstancias por que atraviesa el país, el enorme número de erogaciones que pesan sobre el Erario federal, de las cuales muchas no están en este Presupuesto, y casi todos los gobiernos generalmente se han olvidado de esas erogaciones que tienen que hacer, y después andan apretándose las manos o echando mano de gruesas partidas con fines diversos, cosa que nosotros no queremos, porque nosotros queremos que el Gobierno, después de haber discutido nosotros el proyecto de ingresos, se sujete exactamente a ese proyecto, para que de esa manera no puedan efectuarse actos contrarios a las leyes, para que el Gobierno siga una marcha honrada, legal y sana; para que cumpla con los preceptos de honradez que con tanta justicia se ha trazado el general Obregón. Sepa el compañero Manrique que nosotros no venimos a llamar contrarios a los individuos que voten en éste o en aquél sentido; no, señor, nosotros no usamos argumentos de esos; eran dignos de usarse por los hombres serviles de la XXVIII Legislatura. Nosotros, si un ciudadano vota en contra de estos ingresos vamos a creer que fue porque se lo dictó su conciencia, y creemos que el Gobierno tampoco cometerá semejante error de juzgar como enemigo a un diputado porque piensa con su cabeza; por el contrario, yo estoy perfectamente seguro de que el Gobierno, en este caso, va a ser absolutamente respetuoso de la libertad que tiene cada quien de votar con su cabeza. Nosotros no queremos en lo absoluto hacer uso de esa clase de argumentos. Sí, eso sí, la Comisión sí hace uso del argumento revolucionario, porque el argumento revolucionario todavía debe perdurar dentro de esta Asamblea, bien interpretado, bien sentido por corazones patriotas. Sí queremos que se tenga en cuenta a la Revolución al aprobar este punto, porque si empezamos a dejar de tener en cuenta las ideas revolucionarias en cada uno de los puntos que están tratándose aquí, al fin y a la postre toda nuestra labor parlamentaria será un completo y absoluto fracaso, y dejaremos de haber cumplido con una promesa, la más grande que hiciéramos a nuestros votantes: la de hacer cumplir los gloriosos ideales que son los que van a beneficiar a la patria. Termino con un asunto enteramente personal; no he querido, en lo más leve lastimar ni ofender al compañero Manrique, como él se lo ha supuesto, (Voces: ¡Os hablan, Manrique!) pues a este compañero no he tratado de lastimarlo ni de ofenderlo, como él se lo ha supuesto. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) No he tratado, ciudadanos, de lastimarlo ni de ofenderlo; únicamente he tratado de exponer los argumentos que, en mi concepto, son inherentes a este tema. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!) He terminado, y pido a la honorable Asamblea que esté con la Comisión, que es la única que ha hablado a su cerebro y a su corazón y ha tenido en cuenta los altos intereses nacionales. Votad de acuerdo con el dictamen. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Moreno: Señor presidente, pido la palabra.

El C. Aguirre Colorado Ernesto: ¡Moción de orden!

El C. Siurob: ¡Moción de orden! (Voces: ¡Moción de orden!)

El C. Manrique: Es para una rectificación.

El C. Siurob: No se puede interrumpir el curso de los debates. El ciudadano Manrique no estaba anotado entre las personas que deben seguir en el turno. Se está faltando al Reglamento.

El C. presidente: Concedí la palabra al ciudadano Manrique para rectificación de hechos; pero si la Asamblea no está de acuerdo, se preguntará si el asunto está suficientemente discutido. (Voces: ¡Sí! ¡No!) Han hablado seis oradores en pro y seis en contra; pero los ciudadanos Manrique y Valadez Ramírez se han inscripto para rectificación de hechos, y se ha acostumbrado que las rectificaciones de hechos se hagan antes de la votación.

El C. Moreno: ¡Moción de orden!

El C. Aguirre Colorado Ernesto: ¡Moción de orden! Esta la Presidencia infringiendo el Reglamento.

El C. presidente: ¿Cuál es el artículo violado?

El C. Aguirre Colorado Ernesto: El artículo violado es...no recuerdo cuál; pero sí hay un artículo reglamentario que prohibe que se conceda la palabra en el curso de un debate, para rectificar hechos, sino hasta que se agote la discusión, cuando ya no haya oradores inscriptos en pro o en contra.

El C. presidente: El artículo a que se refiere el ciudadano Aguirre Colorado no dice eso. Es natural que las rectificaciones de hechos se hagan antes de las votaciones. Tiene la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Siurob: ¡Moción de orden!

El C. Manrique: La pedí previamente.

El C. Siurob: ¡Moción de orden!

El C. Manrique: Señores diputados: pedí la palabra para una moción de orden.

El C. Siurob: ¡Moción de orden! Mi moción de orden consiste en esto:... (Campanilla.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique para una moción de orden.

El C. Siurob: Yo he pedido antes la palabra también para una moción de orden.

El C. presidente: El ciudadano Manrique la pidió antes que usted, ciudadano Siurob.

El C. Siurob: No, señor, yo la he pedido antes.

(Desorden. Campanilla.)

El C. Manrique: Señores: En estas disputas yo prefiero perder; cedo mi turno a cualquier ciudadano de los que...(Sigue el desorden. Campanilla.)

El C. Siurob: Mi moción de orden consiste en esto, señor presidente: no se puede interrumpir el curso de los debates; en caso de que a algún otro le tocara hacer uso de la palabra, porque todavía no se hace la pregunta a la Asamblea sobre si ya está suficientemente discutido el punto, le tocaría a un ciudadano orador del contra, al compañero Franco; de manera que sería él a quien le tocara hacer uso de la palabra. Si su señoría quiere ceñirse al Reglamento, o le concede la palabra al ciudadano Franco, o se pregunta a la Asamblea si el asunto ya está suficientemente discutido.

El C. presidente: Se preguntará a la Asamblea.... (Desorden. Campanilla.)

El C. Manrique interrumpiendo: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden!

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique para hacer una moción de orden.

El C. Manrique: Señores diputados: Para una moción de orden tengo la palabra, y suplico que no se me interrumpa. Yo creí al ver a la vera del presidente al ciudadano Abraham Franco, que había renunciado al uso de la palabra, pero soy respetuoso de los derechos de los demás. Yo no he querido privar al ciudadano Franco de un derecho que le asiste; sólo podría yo hablar para una brevísima rectificación, con el permiso del ciudadano Franco si me lo concede. (Varios ciudadanos diputados, simultáneamente, piden la palabra para hacer mociones de orden.) (Desorden. Campanilla.)

El C. Siurob: ¡Que se pregunte a la Asamblea si ya está suficientemente discutido el punto! (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡Que se pregunte!)

El C. Manrique: Señores diputados: no me parece caballeroso, de parte de los oradores del pro, ciudadanos Aguirre Colorado y Siurob, oponerse a que yo explique brevísimamente mis argumentos.

El C. Siurob: Después de que se vote este asunto hablará usted.

El C. Aguirre Colorado Ernesto: ¡Si no nos oponemos!

El C. Manrique: He dicho, señores, que reconozco expresamente el derecho que asiste al ciudadano diputado Franco para hablar. Si el ciudadano diputado Franco me da permiso para hablar brevísimamente, no podéis ser, no debéis ser más papistas que el Papa.

El C. Siurob: Entonces pierde su derecho. (Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: ¡Un momento! La Presidencia va a manifestar a los ciudadanos diputados, que han hablado seis oradores en pro y seis en contra. (Voces: ¡No es cierto!) (Sigue el desorden. Campanilla.) y debe consultarse a la Asamblea si el asunto está suficientemente discutido

El C. Mijares: ¡Moción de orden, señor presidente! Que se lea el artículo 99.

El C. Manrique: ¡Moción de orden! Señores, en moción de orden debo rectificar lo dicho por la Presidencia: no han hablado sino tres oradores en pro. Soy respetuoso de los derechos de los demás; he reconocido el derecho que asiste al ciudadano Franco y sólo con permiso personal de él quería usar de la palabra; pero si la resistencia de ustedes a escucharme continúa, no hablaré.

El C. presidente: La Presidencia se permite rectificar las afirmaciones del ciudadano Manrique. (Voces: ¡A votar!) Han hablado seis oradores en pro, porque las comisiones se consideran como oradores, y por lo tanto agotan turnos. (Voces: ¡No! ¡No! Desorden.)

El C. Castrejón: A las comisiones no se les considera como oradores del pro, sino que hablan generalmente para informar.

El C. Mijares: He pedido la lectura del artículo noventa y nueve del Reglamento. (Voces: ¡A votar!)

- El C. prosecretario Castrejón, leyendo:

"Artículo 99. Los individuos de la Comisión y el autor de la proposición que se discuta, podrán hablar más de dos veces. Los otros miembros de la Cámara sólo podrán hablar dos veces sobre un asunto

El C. Manrique: Pido que se lea la lista de los oradores que han hecho uso de la palabra.

El C. prosecretario Castrejón: Han hablado en pro, el ciudadano Aguirre Colorado Ernesto, Mijares y Cantón, estando inscriptos aún los ciudadanos Franco, Moreno Jesús Z. y Mijares; y han hablado en contra los ciudadanos Manrique, Arroyo Ch., Valadez Ramírez, Serrano, Manero en lugar de Salazar y Manrique por segunda vez. Han hablado, en consecuencia, seis oradores en contra y en pro únicamente tres. No se puede computar el turno de la Comisión -y en eso disiente la Secretaría con el presidente actual- porque las comisiones pueden usar de la palabra para informar y no se computa su turno como si fueran oradores.

El C. presidente: Sírvase usted dar lectura al artículo del Reglamento. (Desorden. Campanilla.)

El C. Aguirre Colorado Ernesto: ¡Pido la palabra para una moción de orden! Señores representantes: la Secretaría ha dado lectura a la lista de los oradores del pro y del contra y por ella se viene en conocimiento de que han hablado tres oradores en pro y quedan tres inscriptos; pero, en cambio, señores, no deben tomarse en consideración las veces que la Comisión tiene derecho a hablar. Si han hablado seis oradores en contra y, en consecuencia, no hay derecho a que sigan hablando más oradores en contra. Que se pregunte a la Asamblea si el asunto está suficientemente discutido.

El C. presidente: Ese es el criterio de la Mesa y la Asamblea dirá si el asunto ya está suficientemente discutido.

El C. Manrique: Tiene derecho a hablar el pro; yo soy del contra y creo que tiene derecho a hablar los del pro. (Desorden. Campanilla.)

El C. prosecretario Castrejón: Se consulta a la Asamblea, en votación económica, si el asunto está suficientemente discutido, Los que estén por la afirmativa se servirán ponerse de pie. Suficientemente discutido.

El C. Manrique: Para rectificación de hechos, señor presidente. (Voces: ¡Después! ¡Después!)

El C. secretario Valadez Ramírez: Se va a dar lectura al artículo 115 del Reglamento. Se ruega a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules.

El C. presidente: La Presidencia llama al orden a los señores diputados.

El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo: "Artículo 115. Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular, se

preguntará si ha o no lugar a votar; en el primer caso, se procederá a la votación; en el segundo, volverá el artículo a la Comisión."

El C. secretario Valadez Ramírez: Sí ha lugar a votar este inciso; si se declara que no ha lugar a votar, quiere decir que volverá a la Comisión para que lo reforme en el sentido de la discusión. (Murmullos. Desorden. Campanilla.)

El C. Casas Alatriste: Pido votación nominal.

El C. Fernández Martínez: Pido votación nominal.

El C. secretario Valadez Ramírez: Estando suficientemente apoyado el ciudadano Casas Alatriste, se va a proceder a tomar la votación nominal, preguntándose si ha lugar o no a votar. (Protestas. Gritos. Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia tiene la obligación de sujetarse a las decisiones de la Asamblea. (Varios ciudadanos piden la palabra. Escándalo. Protestas. Campanilla.)

El C. Franco Abraham: La Presidencia está violando el Reglamento. (Desorden.)

El C. secretario Valadez Ramírez: Nuevamente se recuerda a los ciudadanos diputados el sentido del artículo 115 reglamentario, Para efectuar la votación se hace saber a los ciudadanos representantes que los que deseen votar en el sentido de que el impuesto federal se rebaje, tendrán que votar en sentido negativo; y los que deseen que subsista el cincuenta por ciento, votarán por la afirmativa. (Desorden. Campanilla.)

El C. prosecretario Tirado: Se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules. Por la afirmativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa (Votación.)

(Voces: ¡La declaratoria! ¡Que se lean las listas! ¡Que se lean los nombres!

El C. secretario Tirado: Votaron por la afirmativa los siguientes ciudadanos diputados: (Voces: ¿Cuántos?) Sesenta y siete. (Voces: ¿Que se rectifiquen los votos!)

Votaron por la afirmativa los ciudadanos diputados siguientes: Aguirre Colorado Ernesto, Aguirre Colorado Fernando, Aillaud, Aja, Alanís Fuentes, Alba, Aldaco Altamirano, Barrera de la, Berumen, Bravo y Juárez, Calderón, Casas Alatriste, Castillo Israel del, Colón, Contreras Adolfo, Díaz Soto y Gama, Domínguez, Fernández Martínez, Flores, Gálvez, Gandarilla, García Rojas, Garza Candelario, Gómez Carlos, Gómez Rodrigo, González Jesús B., González Rafael M., González y González, Guillén, Gutiérrez Teodomiro T., Guzmán, Hidalgo Catalán, Hurtado, Lara César A. Lavín, Lechuga, Leyva, Llaca, Maldonado, Maqueo Castellanos, Martínez Gabriel, Martínez Gustavo S., Méndez Manuel F., Meza, Mijares, Moreno, Ortega Antonio, Paz, Peña, Pérez Gasga, Portes Gil, Reyes Ignacio C., Rivera, Constantino, Romero, Salazar, Sánchez Pablo H., Sariol, Siurob, Solórzano José Luis, Tejeda Llorca, Torre de la, Trejo Francisco, Vasconcelos, Vega, Villegas y Zincúnegui Tercero. Total, 67 ciudadanos diputados.

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la negativa 67 ciudadanos diputados: Acevedo, Alarcón, Alvarez Vicente, Arroyo Ch., Barragán Enrique M. Berzunza, Borstel, Cano, Carriedo Méndez, Castrejón, Cuéllar, Cuervo, Chávez Franco, Chico, Damián, Dorantes, Espinosa y Elenes, Franco Cerqueda, Franco Urías, Gámiz, Garza Francisco, Guadarrama, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez Castro, Hernández Coronado, Hernández Macario M., Lira, Luquín, Manrique, Márquez, Méndez José, Miramontes, Montes de Oca, Morales, Navarro Manuel, Ogarrio Meixueiro, Olguín, Palacio, Peña Francisco de la, Quiroga, Ramírez Francisco Modesto, Ramírez Luque, Ramos Esquer, Reyes Tereso, Rico G. Rodríguez Guillermo, Rivera Vicente, Salgado, Serrano Gustavo P., Silva, Solís, Tello Romero, Tirado, Toro, Valadez Ramírez, Vásquez, Vicencio, Villalobos, Vizcarra y Zuno. Total, 60 ciudadanos diputados. En consecuencia se declara que ha lugar a votar el inciso respectivo. (Voces: ¡Ya está aprobado! Gritos. Protestas. Desorden.) No, señores. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡No! ¡No! Desorden. Gritos.)

El C. Castrejón: Una cosa es votar que ha lugar a votar, y otra cosa es votar el artículo. No saben ustedes ni lo que hacen. (Desorden.)

El C. Aguirre Colorado Ernesto: Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente: Para una moción de orden tiene usted la palabra.

El C. Aguirre Colorado Ernesto: He pedido la palabra para una moción de orden (Gritos. Desorden y voces: ¡No hay desorden!) Mi moción de orden consiste en lo siguiente: Acaba de declarar la Secretaría, por el resultado de la votación, que fue de 67 por la afirmativa y 60 por la negativa, que ha lugar a votar. Señores representantes: antes de poner los proyectos de ley a discusión, se discute y se aprueba por la Cámara si ha lugar a votar en lo general y después en lo particular... (Desorden.) En consecuencia, ha quedado aprobado el inciso. (Gritos. Desorden y voces: ¡No! ¡No!)

El C. Castrejón: Que se declare con lugar a votar, es una cosa, y votar el artículo es otra cosa; no saben lo que están diciendo.

El C. Siurob: Señores:... (Continúa el desorden)

El C. presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan guardar orden. (Continúa el desorden. Campanilla.)

El C. Siurob: Un momento... un momento...(Desorden.)

El C. presidente: Se suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules a fin de que pueda hacer uso de la palabra el orador.

El C. Siurob: Señores diputados:... compañero Soto y Gama...(Desorden)

El C. presidente: (Campanilla.) Se suplica a los señores diputados se sirvan ocupar sus curules y guardar orden.

El C. Siurob: Compañeros: Mi moción de orden consiste en los siguiente: la votación de si había o no lugar a votar se hizo económica... (Voces: ¡No! ¡No Continúa el desorden.)

El C. Castrejón: No se ha hecho económica, se hizo nominal.

El C. Ramírez Luque: Se hizo nominal a petición del ciudadano Casas Alatriste.

El C. Siurob: ... y tan es así, que cuando el señor Valadez Ramírez, en los momentos de verificarse la votación, aclaró todavía más el punto y dijo: los que estén de acuerdo en que se vote por

el 50 por ciento, votarán por la afirmativa; (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí!) los que estén de acuerdo...(Desorden. Campanilla.)

El C. Ramírez Luque: Moción de orden.

El C. Siurob: Tengo la palabra para moción de orden; no tiene usted derecho a hablar.

El C. Ramírez Luque: Que se lea el artículo 115.

El C. Mijares: Señor presidente:...

El C. Siurob: Señor, tengo la palabra para moción de orden. (Continúa el desorden)

El C. Mijares: Voy a hacer una aclaración a su moción de orden....

El C. Siurob: Para aclarar mi dicho pido que la Secretaría, que un secretario que no sea parcial, el señor Tirado, que se informe con los taquígrafos si fue la verdad o no que se consultó a la Asamblea en la siguiente forma... (Continúa el desorden.)

El C. Tirado: Pido la palabra para una aclaración. Yo honradamente declaro, señores diputados, que voté en contra del artículo por la aclaración que hizo el ciudadano Valadez Ramírez antes, esto es, que íbamos a votar el artículo en sentido afirmativo o negativo, según nuestro criterio. Así es que se ha votado el artículo y yo voté en contra; esta es la verdad. (Aplausos. Palmadas en los pupitres y voces: ¡Declaratoria! ¡Declaratoria!)

El C. Siurob: Pido al señor secretario consulte a los taquígrafos y se vea si no es verdad que se preguntó antes de la votación que los que quisieran votar por el 50 por ciento dieran su voto por la afirmativa.

El C. Ramírez Luque: Moción de orden.

El C. Siurob: No lo permito, señor.

El C. von Borstel: Pido la palabra para una moción de orden. Que se lea el artículo 115, con eso queda aclarado este punto. (Continúa el desorden.)

El C. Siurob: En este momento, espere la Cámara un momento, nada más que se dé cuenta con lo que dicen los taquígrafos.

El C. Quiroga: Pido la palabra, señor presidente, para una moción de orden.

El C. presidente: No hay desorden.

El C. Quiroga: Sí hay desorden. Pido que se lea el artículo 115.

El C. secretario Tirado: Las palabras que constan en los datos taquigráficos, expresadas por el ciudadano secretario Valadez Ramírez antes de la votación, son los siguientes: "Se hace saber..."

El C. Valadez Ramírez: Que se lea todo, eso está incompleto; protesto.

- El mismo C. secretario: "Se hace saber a los señores representantes que los que deseen votar en el sentido de que el impuesto federal se rebaje, tendrán que votar en sentido negativo.."

El C. Valadez Ramírez: Pero para que vuelva a la Comisión.

- El C. Tirado:.... y los que deseen que subsista el cincuenta por ciento, votarán por la afirmativa." (Aplausos. Voces: ¡Muy bien! ¡Declaratoria!)

El C. Castrejón: No puede haber declaratoria.

(Desorden.)

El C. Siurob: Señores: Esta Cámara... (Continúa el desorden.) esta Cámara no es una trampa para que se nos venga a engañar de una manera tan burda como quiere hacerlo el ciudadano secretario, valiéndose de argucias. Pido al señor presidente que ordene que se haga la declaratoria.

El C. presidente: La Presidencia tiene el uso de la palabra, si no, no podemos continuar.

El C. Siurob: Habla la Presidencia. (El desorden sigue.)

El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden, el ciudadano Manrique, y se suplica a los señores diputados se sirvan escuchar al orador.

El C. Manrique: Señores diputados: (Desorden.) Señores diputados....

El C. presidente: La Presidencia vuelve a suplicar a los ciudadanos diputados se sirvan guardar orden, pues si no, no terminaremos en todo el día.

El C. Manrique: Señores diputados: Es una observación fisiológica que la estación de pie, la posición de pie es más predispuesta a la exaltación; yo por eso doy una importancia enorme a los detalles que otros desdeñan; el sentarse ya predispone a escuchar, a la quietud y a la calma. Yo suplico, pues, a los señores diputados que quieran que se discuta fructuosamente y que se llegue, no a imponer la resolución tempestuosa de una mayoría, sino de un grupo que razona, los invito a escucharme sentándose. (Una voz: ¡Muy bien, maestro!) Y no porque precisamente se trate hoy de un caso trascendental, ya lo he dicho en otras ocasiones, que hay que empeñarse en gobernar las pasiones creo que yo me esfuerzo, a pesar de que soy hombre de fuertes pasiones, me esfuerzo por gobernar mis pasiones. Hace pocos momentos reconocí al señor Franco el derecho que le asistía para hablar, y creo que el señor Franco debía haber hablado reglamentariamente, a pesar de que era orador que sostenía tesis contraria a la mía, antes de que se declarase que estaba suficientemente discutido. Con el Reglamento en la mano quiero explicar a mis compañeros mi opinión, desde el punto de vista del Reglamento. El artículo 115. dice: "Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular." Se cerró la discusión al preguntar si estaba suficientemente discutido; "y se preguntará si ha lugar o no a votar." En el primer caso, es decir, cuando la Cámara declaró que sí se procediera a la votación... (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí! Desorden. Campanilla.) En consecuencia, si se declaró que ha lugar a votar, se procede a la votación... (Desorden.) se procederá a la votación Hay pues, ciudadanos diputados...(Desorden.) y que no sea apasionado el ciudadano Siurob y convenga en ello: Hay dos actos subsecuentes, una primera votación, que puede ser económica y de la cual puede resultar una primera votación, (Desorden.) de lo cual resulta que se declara si ha lugar a votar, y una segunda votación, que es la definitiva. (Aplausos. Siseos. Campanilla.) Ahora bien; hay otro artículo, que es el 143, que complementa al artículo 115 y dice así: "Las votaciones serán precisamente nominales: primero, cuando se pregunte si ha lugar o no a votar algún proyecto de ley en lo general." No era éste el caso. Se trata de la votación en lo particular. "Tercero: Cuando lo pida un individuo de la Cámara y sea apoyado por otros siete." Aquí está la confusión, señores, confusión a la que contribuyó el mismo

compañero Valadez Ramírez; pero confusión que debe aclararse honradamente. La votación pudo haber sido económica; pero como se puso en pie el ciudadano Casas Alatriste y pidió votación nominal y lo apoyasteis muchos de vosotros, la Presidencia, por tanto, se vio obligada a decir a la Secretaría, a pesar de que quería que fuera la votación económica, se vio obligada a declarar, por haberlo pedido el ciudadano Casas Alatriste, que la votación sería nominal. (Una voz: ¿Cuál votación?) La primera en turno, la primera en tiempo, la votación que tiende a declarar si ha o no lugar a la votación. En consecuencia, ahora lo que cabe, ahora lo que cabe después de la primera votación, es la declaratoria de que sí ha lugar a votar, y a continuación de ésta, votación definitiva. Esto es lo que el Reglamento pide. Por lo demás, yo reconozco honradamente, que ya esta primera votación, dada la intención de los votantes, significa para nosotros una derrota; sin embargo, el Reglamento nos da derecho para quemar el último cartucho; el último cartucho es el de la votación definitiva, que es lo único que reglamentariamente cabe y a lo que tenemos derecho.

El C. Altamirano: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Siurob: Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente: La tiene el ciudadano Valadez Ramírez.

El C. Siurob: Entonces, después.

El C. Valadez Ramírez: Señores representantes: Yo tomé parte, como secretario, en la votación que manda el artículo 115, y debo hacer una explicación, porque aquí se ha dado lectura solamente a una parte de lo que yo declaré: antes dije que el artículo 115 ordenaba que se hiciera una votación económica antes de proceder a votar el artículo, es decir, se tenía que preguntar si había lugar a votar o no: después dije que los que estuvieran en favor de la subsistencia del impuesto del cincuenta por ciento, debían votar por la afirmativa, y los que estuvieran en contra de la subsistencia de ese impuesto, debían votar por la negativa, porque si ha ganado la negativa, tenía que haber vuelto este inciso a la Comisión, para que lo reformara en el sentido de la discusión. Ahora, señores, que tiene que verificarse otra votación, es inconcuso, porque si no se hace esta votación no quedará votado este artículo y no es una ley de ningún modo. No se tiene que declarar más que "ha lugar a votar", y ahora yo soy el primero en estar en desacuerdo con el compañero Manrique; nosotros, los del contra, los que hemos estado en contra y hemos venido a esta tribuna a defender la rebaja del impuesto, tenemos obligación de votar en favor, porque si lo rechazamos, no habría contribuciones, ni del cuarenta por ciento, ni del cincuenta por ciento El Reglamento y la ley dicen claramente que una ley rechazada en un período ordinario, no podrá presentarse sino en un período subsecuente; y ahora tenemos que votar en favor del inciso. (Aplausos. Voces: ¡Bien! ¡Bien!) Para que vean ustedes como la Secretaría no tiene la menor intención de favorecer en determinado sentido; pero el compañero Siurob se oponía a la aclaración que quería yo hacer hace un momento y no quería que yo la hiciera, porque así favorece sus tendencias y esto es honrado declararlo. (Aplausos.)

El C. prosecretario Castrejón: La Secretaría hace la siguiente declaratoria: Ha lugar a votar el artículo o el inciso respectivo.

El C. secretario Zincúnegui Tercero: El inciso (b) de la fracción XIII del artículo primero.

El C. Aguirre Colorado Ernesto: Pido la palabra para una aclaración.

El C. Siurob: Pido la palabra para una aclaración. (Voces: ¡No! ¡No! ¡A votar ¡A votar!)

El C. Aguirre Colorado Ernesto: Solamente he pedido la palabra para una pequeñísima aclaración para que conste en el DIARIO DE LOS DEBATES. Es esta, señores representantes: Se ha declarado aquí que ha lugar a votar el inciso (b) de la fracción XIII, del artículo 1o. de la Ley de Ingresos. Ahora bien, señores; al votarse, aquí es necesario tener en cuenta lo siguiente: si se llegase a votar por la negativa, no existe ningún porcentaje federal que debe cobrar la nación; en consecuencia, o subsiste el 50 por ciento, o no hay 50 por ciento. (Voces: ¡Ya lo dijo Valadez Ramírez! ¡A votar! ¡A votar! Campanilla.)

El C. Siurob: Pido la palabra para una aclaración. (Voces: ¡Ya! ¡Ya! ¡A votar Yo protesto por estas parcialidades de la Secretaría, porque en este caso es una parcialidad. (Voces: ¡No, hombre, no! ¿Por qué se preguntó entonces, para engañar a la Cámara por qué se preguntó entonces...(Desorden. Gritos.) Esta Cámara no es una trampa para que así se venga a engaña a los ciudadanos diputados.

El C. prosecretario Castrejón: Señores diputados: En este momento no os habla el diputado Castrejón, en este momento os habla la Secretaría; la Secretaría, pues, hace esta aclaración a los señores diputados...

El C. Valadez Ramírez: La Comisión no debe ser parcial.

- El mismo C. prosecretario: La Secretaría hace esta aclaración a los ciudadanos diputados: A petición del compañero Casas Alatriste, apoyado por otros ciudadanos diputados, se procedió a la votación nominal de si había lugar a votar... (Gritos. Desorden y voces: ¡Cállate!) de tal suerte, que ahora lo que procede es la votación, porque ya se declaró con lugar a votar. Eso es todo lo que tiene que decir para evitar malas interpretaciones

El C. presidente: La Presidencia ordena que se tome la votación.

El C. secretario Tirado: Por la afirmativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Por la negativa. (Votación.) Votaron por la negativa 11 ciudadanos diputados.

El C. secretario Tirado: Votaron por la afirmativa 85 ciudadanos diputados. No hay quórum.

El C. presidente: Se suspende la sesión y se cita a la Cámara de Diputados a las cinco y media de la tarde. (2.45 p. m.)

Presidencia del

C. MARTÍNEZ DE ESCOBAR R.

(Asistencia de 133 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 5.53 p. m.: Se reanuda la sesión interrumpida y se procede a tomar la votación nominal pendiente.

El C. Céspedes: Señor presidente, deseo saber si la votación verificada esta mañana a propósito del 50 por ciento federal tuvo el carácter de votación general de esta ley del 50 por ciento federal, y esto que va a consultarse en este momento es la votación en lo particular de la misma ley. Esta pregunta la hago fundado en lo siguiente: yo creo que erróneamente se considera como una sola ley la recopilación de leyes que producen los ingresos a la nación o al Erario Nacional para sufragar sus gastos públicos; yo creo que lo que malamente se llama Ley de ingreso es la suma de varias leyes que ameritan una discusión primero en lo general y su votación respectiva, y la discusión en lo particular después, con su votación respectiva también. Si, pues, sobre el particular se ha hecho una discusión en lo general, porque esta es la discusión que se ha hecho, naturalmente ha envuelto en lo particular esta misma discusión, se ha ido al terreno particular de la misma ley; pero puesto que su señoría consultó esta mañana una votación que se resolvió definitivamente porque hubo el quórum necesario para resolverla, esta votación, repito, era con el carácter de general, y esta segunda, creo yo, esta es mi pregunta, debe ser con el carácter de particular. De conformidad con el artículo 115 del Reglamento interior del Congreso, esta Cámara debe proceder en la siguiente forma; dice el artículo 115:

"Artículo 115. Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular, se preguntará si ha o no lugar a votar; en el primer caso, se procederá a la votación; en el segundo, volverá el artículo a la Comisión."

La votación que se hizo esta mañana creo que fue ciñéndose al primer requisito señalado en el artículo 115 que acabo de leer, es decir, se preguntó si había o no lugar a votar esta ley del 50 por ciento federal que consultan la Comisión y el Ejecutivo; en consecuencia, esta otra votación debe versar sobre el segundo requisito del mismo artículo, es decir, como se dijo que había lugar a votar, debe procederse ahora a la votación en lo particular. Si la Cámara, al votar este asunto en lo particular, de acuerdo con este artículo 115, por su votación nominal dijera que votaba en contra, mejor dicho, de lo que pide la Comisión y de lo que pide el Gobierno, este asunto tendría, en mi concepto... Todavía más: si tomamos en consideración la discusión que sobre el particular se ha hecho, tendría que volver este asunto al seno de la Comisión para que lo presentare en el sentido que lo mandara el voto de la Asamblea. La discusión, a todos nosotros nos consta, ha versado sobre los dos distintos pareceres que ha habido en esta Cámara: unos que apoyan la solicitud del Gobierno en lo que respecta al 50 por ciento federal; otros, que piden la reducción del 50 al 40 por ciento, como medida verdaderamente efectiva, de beneficios inmediatos para el pueblo, de beneficio para las clases laborantes del país, y como un hecho que naturalmente lavará un poco a esta Legislatura de sus muchos errores y de su ninguna labor efectiva. Por otra parte...

El C. Siurob, interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden, señor presidente.

El C. Céspedes, continuando: Un momento, estoy hablando. Hablará usted hasta que me conteste la interpelación la Presidencia.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Siurob para una moción de orden.

- El C. Céspedes ¡No, señor...! (Desorden. Campanilla.)

El C. Siurob: Señor presidente: El punto que está tocándose en estos momentos, que es el que se refiere a la discusión del 50 por ciento federal, ya está a votación. Por consiguiente, ya no cabe discusión sobre el particular, sino votar.

El C. presidente: El señor Céspedes tiene derecho a hablar, porque está haciendo una interpelación a la Mesa.

El C. Céspedes: Señor presidente: yo no sé por qué el ciudadano Siurob me interrumpe. Sigo con mi moción de orden, porque hasta el Reglamento lo tengo en mis manos. Me estoy apoyando en el artículo 115...

El C. presidente, interrumpiendo: Tiene usted derecho a seguir hablando.

El C. Céspedes, continuando: Yo no sé por qué el ciudadano Siurob quiere oponerse con argucias de mala ley a lo que es en nosotros una actividad laudable, a lo que ellos deberían aplaudir, ellos que se llaman socialistas, agraristas y benefactores de los pueblos. ¿No se obtiene un beneficio para el pueblo votando la reducción del 50 por ciento federal, al 40? Señores obregonistas: ¿El señor general Obregón no tronaba contra el 50 por ciento federal cuando era candidato? ¿Y por qué ahora lo consulta? (Voces: ¡Huy! Aplausos.)

Es necesario que seamos verdaderamente revolucionarios y no incondicionales. En el programa de ustedes, del Partido Liberal Constitucionalista, también consignan esto. (Murmullos. Desorden.) Esto, señores diputados, seguramente será beneficioso para el Ejecutivo de la República, porque lo palpará inmediatamente el pueblo, y que verá que las promesas que se le hicieron, no son palabra vana; que sus directores en la política nacional en estos momentos, hacen honor a su palabra y honor a sus principios, estampados en sus respectivos programas. Vuelvo a mi interpelación señor presidente. Creo que esta votación - quiero que así lo defina usted - versará sobre la votación que en lo particular vamos a hacer de esta ley. Quiero aclarar que esta Asamblea, por ningún motivo, se encuentra imposibilitada para expresar un voto negativo en está ocasión, porque si se vota negativamente en lo particular el asunto que se consulta, volverá al seno de la Comisión para que lo presente de conformidad con el mandato de la Asamblea. (Voces: ¡No! ¡Sí!) Es mentira que se quiera asegurar aquí que porque ya se votó en lo general este asunto, ya estamos maniatados, ya estamos obligados a votar por la afirmativa esto, porque si

desechamos esto, no habrá impuesto para el Gobierno ni se podrá presentar este mismo proyecto en este período. No es cierto esto, señores diputados; estamos en libertad absoluta para emitir un voto negativo, como debe ser, a este punto que se consulta, porque solamente así podremos servir al pueblo de la República.

El C. presidente: Como el que habla no estuvo esta mañana aquí, la Secretaría va a informar al ciudadano Céspedes sobre lo que haya habido.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría informa al ciudadano Céspedes, que el proyecto de Ley de Ingresos para el año próximo, fue votado oportunamente en lo general, y se votaron también todos los artículos que no fueron objetados, separándose unas cuantas fracciones, me parece que los artículos 8o., 10 y 2o. y 3o. transitorios.

El C. Céspedes: Para una aclaración, señor presidente.

El C. secretario Valadez Ramírez: El inciso (b) se puso a discusión desde hace días; se agotó el debate esta mañana; se preguntó, a moción de uno de los ciudadanos diputados, en votación nominal, si había lugar o no a votar este artículo; se hizo la aclaración de que si se votaba en contra, quería decir que volvería a la Comisión para que lo reformara en el sentido de la discusión; se tomó la votación nominal; la votación nominal fue adversa a los que sostuvieron el contra del inciso y, en seguida, se puso a votación en lo particular; pero esa votación no pudo efectuarse, no dio el resultado que se buscaba, porque no hubo quórum, y por eso ahora se repite la votación. Este es el informe que tiene que rendir la Secretaría.

El C. Céspedes: Para una aclaración, señor presidente.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Céspedes: Vuelvo a hacer hincapié, señor presidente, en el error fundamental en que ha venido incurriendo cada uno de los representantes de esta honorable Asamblea, de considerar como única ley, la recopilación de las leyes que motivan los ingresos al Erario nacional; es la suma de muchas leyes, y el hecho de que en aquella ocasión se hayan votado incisos de esta malamente llamada única ley, incisos que se refieren a distintas leyes que se han hecho mediante discusiones muy especiales, separadas, en muy distintos momentos de la vida del país; el hecho de que se haya votado todo esto, no quiere decir que se haya dejado imposibilitada a esta Asamblea para hacer la votación en lo general, primero de los distintos incisos que son distintas leyes, y distintas votaciones en lo particular en las mismas. Su señoría convendrá conmigo en que no es posible, al presentarse el dictamen de la Ley de Ingresos, hacer consideraciones en lo general, absolutamente constrinéndose a los términos escritos del Reglamento, sobre la Ley de Ingresos. ¿Por qué? Porque son muchos y muy distintos los capítulos que encierra. Son muchas leyes. Cada uno de estos incisos es una ley, y ella debe merecer la discusión en lo general, y la consulta de si se aprueba en lo general, primero, y después la discusión en lo particular y la votación respectiva, en lo particular también. El procedimiento mismo señalado por su señoría, la Presidencia, de pedir una primera votación en la mañana, en lo general, y de consultar esta segunda ahora en la tarde, el lo particular, me está dando la razón de que es una ley completamente distinta, que aún no está aprobada la primera resolución de la Asamblea. En consecuencia, yo no estoy de acuerdo con las declaraciones de la Secretaría, en lo particular, y, repito, la Asamblea está en libertad, absolutamente, de votar negativamente este punto, porque puede volver al seno de la Comisión para que lo reforme, como lo mande la Asamblea. (Voces: ¡A votar! ¡A votar!)

El C. Siurob: Yo pido a la Secretaría, señor presidente, se sirva hacer la aclaración conducente sobre el particular.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría no tiene sino repetir lo que dijo hace un momento: que en asunto relativo al inciso (b) de la fracción XIII del artículo 1o., ya se preguntó, no en votación económica, como se iba a hacer y como lo dispone el Reglamento, sino en votación nominal, a solicitud de un miembro de esta honorable Cámara, si había lugar o no a votar. Se declaró que había lugar a votar, por sesenta y siete votos en contra de sesenta.

El C. Quiroga: Pero no el cincuenta, el cuarenta por ciento......

El C. secretario Valadez Ramírez, interrumpiendo: No estoy diciendo eso, compañero Quiroga. Se preguntó si había lugar, o no, a votar, y se declaró que había lugar, por sesenta y siete votos contra sesenta. En seguida se procedió a tomar la votación nominal en lo particular. Esa votación nominal dio un resultado de noventa y tantos votos en total, entre afirmativa y negativa; por lo tanto, no hubo quórum, y por eso se repite ahora la votación en lo particular.

El C. Manrique: Ochenta y cinco por once.

El C. Céspedes: Con esto está dicho todo: en lo particular.

El C. presidente: Se produce a la votación en lo particular.

El C. Quiroga: Señor presidente: Pido la palabra. (Voces: ¡Estamos en votación!) Suplico al señor secretario nos diga qué es lo que vamos a votar, el cincuenta o el cuarenta por ciento; ¿qué es lo que se está debatiendo?

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría expresa que se va a votar el inciso (b) de la fracción XIII del artículo 1o., que dice así:

"b) Contribución federal sobre los enteros hechos en las oficinas recaudadoras de los Estados, Territorios y Distrito Federal y en las de los municipios, que se causará y percibirá a razón de 50 por ciento sobre dichos enteros, en la forma prescripta por las leyes vigentes."

El C. Quiroga: Yo le ruego al señor secretario que se sirva hacernos una aclaración: ¿qué es lo que vamos a votar en esta ley? (Voces: ¡Qué bárbaro!)

El C. secretario Valadez Ramírez: La aclaración es la siguiente.... (Campanilla.)

El C. presidente: Ya se ha dicho esto con suficiente claridad, sólo el compañero no comprende qué es lo que se va a votar: hasta la saciedad será dicho que lo que se va a votar es el inciso.

El C. Céspedes: Pido la palabra. Tiene mucha razón la Presidencia al decir que en estos momentos

se va a votar en lo particular la ley del cincuenta por ciento federal y que lo que se votó en la mañana fue una ley en lo general. (Voces: ¡No! ¡No!) La ley en lo general, sí, señores, quiere decir si es conveniente o no la subsistencia del cincuenta por ciento federal que consulta el Gobierno; en estos momentos se va a votar la ley en lo particular, es decir, si se deja el cincuenta o el cuarenta, es cuestión de cantidades. (Voces: ¡No! ¡No!) Sí, señores, en la mañana se aprobó la conveniencia de la ley del cincuenta por ciento federal.

El C. Siurob: Pido la palabra para una aclaración.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría va a informar a los ciudadanos diputados del proceso que este mismo asunto siguió el año de 1919 en que rechazó el impuesto del sesenta por ciento y se adoptó el cincuenta. La Cámara desechó el impuesto del sesenta por ciento y entonces se presentó - porque no bastaría que se desechara aquí este inciso, sino que tendría que reformarse la ley del Timbre en los artículos trescientos y tantos - así se hizo, el Ejecutivo federal, el día primero de enero en uso de facultades extraordinarias expidió una ley reformando la Ley del Timbre que había creado el impuesto del sesenta por ciento. Eso es lo que tiene que informar. Así se hizo la vez pasada y eso se haría ahora. (Voces: ¡A votar!)

El C. Quiroga Juan: Ruego a sus señoría que nos haga favor el señor secretario de dar lectura a lo que se va a votar.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Presidencia va aclarar el asunto.

El C. presidente: Se repite al ciudadano diputado Quiroga, que se va a votar en lo particular el inciso que se discutió durante dos tardes. Los efectos de la votación ya los deben saber el compañero Quiroga y los demás ciudadanos que han estado aquí en distintas legislaturas. Se procede a la votación nominal. (Murmullos. Desorden. Campanilla.)

El C. Manrique: Pido atentamente a la Presidencia ordene a la Secretaría que se lean los artículos relativos a la votación nominal, durante la cual no pueden los ciudadanos diputados abandonar el salón, porque he observado que hay ciudadanos diputados que temiendo dar su voto, abandonan el salón en estos momentos en que vamos a ver quiénes tienen de aliviar las cargas que pesan sobre el pueblo y quiénes no. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos.)

El C. Siurob Pido la palabra para hacer una aclaración. (Voces: ¡Estamos en votación!) Me permito aclarar a la honorable Asamblea que si este asunto se votara por la negativa, equivaldría a suprimir este impuesto en su totalidad, para que la Asamblea tenga en cuenta esto en el momento de votar, y para que haga a un lado los argumentos de pie de banco de que ya hicieron uso en la mañana los oradores del contra, y la voz de Aljibes que nos llega por el conducto del ciudadano Céspedes.

El C. Céspedes, dirigiéndose al ciudadano Siurob: Es la voz de la independencia. Usted es de la Caja de Préstamos, empleado del Ejecutivo. Por eso el Ejecutivo habla por su boca. Yo soy independiente.

El C. secretario Tirado: Por la afirmativa.

El C. secretario Saucedo: Por la negativa. (Votación.)

- El mismo C. secretario: La Presidencia por conducto de la Secretaría, suplica a los ciudadanos diputados se sirvan ocupar sus curules y guardar silencio.

El C. presidente: se ruega a los ciudadanos diputados tengan la bondad de ocupar sus curules.

El C. secretario Saucedo: Se llama al orden al ciudadano diputado Vito Alessio Robles. (Continúa la votación.)

El C. secretario Tirado: Votaron por la afirmativa 63 ciudadanos diputados. (Voces: ¡Nombres!) ¿Quieren nombres?

El C. Alessio Robles Vito: Sí, señor, conforme al Reglamento, para que los tome la prensa.

- El C. secretario Tirado, leyendo:

"Votaron por la afirmativa los ciudadanos diputados siguientes: Aguilera, Aguirre Colorado Fernando, Aillaud, Aja, Alba, Altamirano, Avilés, Balderrama, Barragán Martín, Barrera, Bravo y Juárez, Cantón, Carrillo Puerto Benjamín, Casas Alatriste, Castillo Israel del, Castillo Porfirio del, Colón, Contreras Adolfo, Díaz Soto y Gama, Domínguez, Esparza Martínez, Fernández Martínez, Flores, Gálvez, García Rojas, Garza Candelario, González Jesús B., González Rafael M., González y González, Guillén, Gutiérrez Teodomiro T., Guzmán, Hidalgo Catalán, Hurtado, Ibarra, Lara César A., Lavín, Lechuga, Llaca, Maldonado, Maqueo Castellanos, Martínez Gustavo S., Méndez Manuel F., Meza, Navarro Manuel, Navarro Uriel, Ortega Antonio, Paz, Peña Ildefonso, Ramos Pedrueza, Riva Palacio, Rivera Constantino, Romero, Salazar, Sánchez Anaya, Sariol, Siurob, Solórzano Federico N., Soto Francisco, Soto José M., Trejo Francisco, Velásquez López y Villegas." - Total, 63 ciudadanos diputados.

El C. secretario Saucedo: Votaron por la negativa 78 ciudadanos diputados. (Aplausos.) Queda rechazado el inciso (b) de la fracción XIII del artículo 1o vuelve a la Comisión para que lo reforme en el sentido de la discusión. Una vez hecha la declaratoria, se va a dar lectura a los nombres de los ciudadanos diputados que votaron por la negativa.

"Votaron por la negativa los ciudadanos diputados siguientes: Acevedo, Alessio Robles Vito, Alonzo Romero, Alvarez Vicente, Angulo, Arrioja Isunza, Arroyo Ch. Barragán Enrique M., Camarena, Carriedo Méndez, Castañón, Castillo Agustín Castillo Garrido, Céspedes, Cienfuegos y Camus, Cuéllar, Cuervo, Chávez Franco, Damián, Díaz, Dorantes, Espinosa y Elenes, Franco Cerqueda, Franco Urías, Gámiz, García Socorro, Garza Francisco, Gómez Luna, González Marco Aurelio, Gutiérrez Atanasio, Gutiérrez Castro, Hernández Alvarez, Hernández Coronado, Hernández Macario M., Huerta, Laris Rubio, León, Lira, Lomelí, López Soto, Luquín, Leyva, Manero, Manrique, Márquez Aurelio P., Martínez de Escobar Federico, Martínez de Escobar Rafael, Méndez José, Miramontes, Montero Villar, Montes de Oca, Morales, Olguín, Ortiz, Prieto Laurens, Peña Francisco de la, Quiroga, Rama, Ramírez Francisco Modesto, Ramírez Miguel, Ramos Esquer, Reyes Tereso, Rico G., Rodríguez Guillermo, Rodríguez López, Rivera Vicente, Salgado, Sánchez Pablo H., Saucedo, Serrano Gustavo P.,

Silva, Tirado, Toro, Valadez Ramírez, Vásquez, Velarde, Vicencio, Villalobos, Vizcarra y Zuno" - Total, 78 ciudadanos diputados.

El C. Manrique Aurelio: Pido la palabra para rectificación de hechos y alusiones personales.

El C. secretario Valadez Ramírez: Tiene la palabra el ciudadano Manero antes.

El C. presidente: Señores diputados, tengan la bondad de ocupar sus curules, si no se suspenderá la sesión. (Aplausos.) Tiene la palabra el ciudadano Manero para contestar alusiones personales.

El C. Manero: Señores diputados: En todas las cuestiones en que se debaten los más hondos intereses del país, cuando una votación se ha logrado, queda todavía la duda de si ha sido la razón y la justicia lo que ha asistido a esa votación o si han sido simplemente contingencias casuales, dando esto por resultado que todavía después de verificada una votación, se esté disputando sobre quiénes han estado con sus principios, quiénes han estado con los principios democráticos y con las razones cientificas, y quiénes no. He pedido la palabra para aclarar que ganada esta votación, no ha sido ganada solamente por el número, sino también por la razón, por la justicia y por la ciencia. (Aplausos.) El estimable compañero González y González dice que por la ciencia no; comenzaré, pues, por la ciencia.

Los antiguos economistas vieron siempre en el impuesto una forma de sostener al Gobierno; era simple y sencillamente un derivado del Tributo medioeval. Los economistas modernos, entre los cuales se cuentan tres insignes socialistas, los socialistas financieros más grandes que tiene el mundo, y que son Wagner Schomoller y Caillaux, sostiene que el impuesto no debe ser simple y sencillamente un tributo, sino que debe ser órgano económico, que procure el desarrollo de la economía pública y, sobre todo, un medio moralizador, un instrumento social, de tal manera que no solamente el Gobierno pueda sostener fuertes ingresos, sino que ese mismo impuesto tenga eficacia de hacer que la riqueza se reparta más justamente entre las clases proletarias y las clases acomodadas. El impuesto federal, como decía yo ayer, grava esencialmente tres fuentes de producción: la agricultura, el comercio y la industria, por un lado, supuesto que grava a los fundos rústicos, afectando por este concepto a la agricultura y, por último, grava también los consumos directos cuyos beneficios tienen los ayuntamientos, tales como rastros, panaderías, etcétera Voy a analizar con la mayor brevedad posible quién es el que paga este impuesto, el impuesto sobre los fundos rústicos. Disminuído este impuesto, naturalmente el terrateniente se encuentra en la posibilidad de disminuir el precio de sus cosechas, de disminuir el precio de sus granos y de aumentar también el salario de los jornaleros. Se me contesta que a pesar de disminuir el impuesto, los cosecheros no disminuirán absolutamente el precio de sus cosechas ni aumentarán los jornales; pero esto es sencillamente infantil, porque quiere decir entonces que el factor competencia no obra en cuestiones económicas. Yo pregunto a cualquiera de ustedes, si aligeradas las cargas que tuvieran como cosecheros, no inmediatamente disminuirían el precio de sus cosechas para poderlas vender con anterioridad a las que vendieran los otros terratenientes que hicieran la competencia, y lo mismo, aumentarían los jornales para que vinieran los peones de las otras haciendas, que ganaban menores jornales, a las vuestras. De manera que al quitar el impuesto, simplemente la competencia hará que suban por un lado los jornales y que bajen por otro lado las cosechas. Se dice que en las fincas urbanas se bajan los impuestos de las fincas urbanas, pero de allí no pasa. No, señores; bajando el impuesto sobre las fincas urbanas, forzosamente tiene que bajar la renta que paga el inquilino. (Desorden. Murmullos.) Para sostener lo contrario, sería necesario creer que todos, absolutamente todos los propietarios de la República firmaban un pacto para que a pesar de que se bajaran los impuestos sobre sus propiedades, ellos no bajaran las rentas de los inquilinos, y esto, señores, es absurdo; se puede contestar con carcajadas pero no con razones.

El C. Díaz Soto y Gama: Nos remitimos a los hechos.

El C. Manero: Señores diputados: Cuando queráis tener diálogos sin sujetaros a ningún reglamento, meteos de cómicos, porque allí no se necesita reglamento, allí cada uno habla cuando quiere, pero aquí no se puede hacer eso. Para no alargarnos mucho, señores diputados, voy a ver...

El C. Siurob: Moción de orden, señor presidente. Nos falta mucho que discutir todavía de la Ley de Presupuestos; el señor Manero... (Voves: ¡Que hable!) Sólo se puede pedir la palabra después de una discusión para alusiones personales.

El C. Manero: Y para rectificación de hechos, que es lo que estoy haciendo.

El C. Siurob: El ciudadano Manero nos está dando una clase de economía que sale del lugar, puesto que ya la Asamblea tomó una resolución sobre el particular. Yo suplico al ciudadano Manero que nos ahorre un poco de tiempo para tratar otros asuntos, y al señor presidente de la Cámara que cumpla con el Reglamento y que se concrete el señor Manero a contestar alusiones personales para que continúe el debate sobre la Ley de Ingresos.

El C. Manero: Si el presidente de la Cámara impone el Reglamento, lo primero que hará es ordenar a usted que se esté sentado y que no me esté interrumpiendo. Quiero analizar, señores diputados, nada más los que respecta a consumo directo, por el cual los ayutamientos tienen ingresos. Estos impuestos que pesan directamente, como decía, sobre los rastros, las panaderías, etcétera, van a gravitar sobre las clases más menesterosas del país, de tal manera que nosotros podemos estar absolutamente tranquilos de haber votado como lo hemos hecho, porque no estamos solamente respaldados por argumentos científicos y por los economistas más notables, socialistas, sino también por la razón y por la justicia. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique para alusiones personales y rectificación de hechos. (Voces ¡Huy! ¡Ya se fue!)

El C. Manrique: No imaginéis, ciudadanos diputados, al ver el enorme fardo con que llego a la tribuna, que proporciona a su peso va a ser el de mis argumentos ni la longitud de mi discurso. (Una voz: ¡Ahí viene Nieto!) Voy brevísimamente a contestar una alusión personal, a pesar de la irrepetuosa interrupción de un concurrente a un palco

de la prensa, que cabalmente por ser correligionario y por ser amigo personal, debiera ser más respetuoso. (Voces: ¡Que lo saquen! Murmullos.) A pesar de esto, digo, esto no ha de ser parte a impedirme expresar mi pensamiento. El ciudadano diputado Siurob afirmó esta mañana, erróneamente - casi no quiero suponer que de mala fe, sino por una manifestación de esa ligereza tan caracteristica, tan peculiar ya en él - , que había yo sido en la XXVII uno de los corifeos de la política hacendaria del ciudadano Cabrera. Me sublevó, me indignó verdaderamente la afirmación, porque venida de algún ignorante, debiera haber pasado inadvertida para mí, pero viniendo de labios de un compañero que presenció mi labor, que no estaba obligado a aplaudirla en detalle, pero que sabe que ella fue bienintencionada y que se caracterizó, sobre todo, por su unidad, me pareció injusto y doloroso. El ciudadano Siurob afirmó que había yo secundado aquí la política económica del ciudadano Cabrera; no se trata precisamente de refutar lo que el ciudadano Siurob afirmó vagamente diciendo que yo muchas veces había estado de acuerdo con Cabrera, sería indigno de mí el venir a refutar esto; yo creo que la verdad y la razón no son patrimonio de nadie cuando Venustiano Carranza o Luis Cabrera o Francisco Bulnes o cualquiera de los nombres de quienes yo me siento más distanciado tengan la razón, yo seré el primero en proclamarlo. En la sesión de cuatro de septiembre...

El C. Siurob: Del año de gracia.

El C. Manrique: Junio de 1917, al iniciarse la discusión de la Ley de Ingresos; uno de los primeros asuntos que provocaron una discusión el año de 17, en el mes de julio, fue el impuesto que se cobraba en infalsificable en proporciones tales que se sabía que habría de constituir verdaderamente un reprobable negocio de la Secretaría de Hacienda. En aquel entonces el grupo revolucionario de la Cámara se opuso a la fijación del impuesto en infalsificable en la forma en que se estatuía, y en la sesión de cuatro de julio el ciudadano Manrique combate el impuesto en infalsificable. En la sesión de cinco de julio se votó definitivamente y consta entre los votos de la negativa el del ciudadano Manrique. No voy a seguir detalladamente las diversas citas, que aquí tengo, pero en pocas palabras - creo que los ciudadanos diputados están acostumbrados a creerme bajo mi palabra - combatí el impuesto en infalsificable, combatí siendo el único, el impuesto que se quería establecer sobre el anuncio, y bastó mi discurso brevísimo para que viniese abajo el proyecto de la Comisión en este inciso. Yo tuve la satisfacción - esta es una de mis plumas de pavo - , alguna había de tener, de recibir algunas felicitaciones, de la Cámara de Comercio de Monterrey, entre otras, y la prensa - no recuerdo en concreto qué periódico - se refirió al asunto.

El C. Alessio Robles Vito, interrumpiendo: ¡Todos!

El C. Manrique, continuando: Se trataba de suprimir el impuesto que pesaba sobre el aviso, sobre el aviso comercial en el periódico. Me opuse al impuesto en infalsificable; me opuse al impuesto sobre los avisos; me opuse al ciudadano licenciado Cabrera al tratarse del impuesto sobre ventas de primera mano de pulque y tlachique, sosteniendo entonces con el ciudadano Cabrera una verdadera polémica. Esto en el mes de agosto. Terminaba yo con estas palabras, que sintetizan mi pensamiento y que expresarán a ustedes hasta qué grado estaba yo de acuerdo con la política hacendaria del ciudadano Cabrera: se había discutido largamente la conveniencia de fijar un alto impuesto a las ventas de alcohol, con el objeto - que era el que perseguía esta Cámara - de impedir la venta de alcoholes, de oponerse, económicamente, a la venta de los alcoholes; de restringirla por lo menos. Y como el ciudadano Cabrera argumentase que se cobrase a los alcoholes un impuesto reducidísmo y yo argumentase, con otros ciudadanos - como el compañero Vadillo y el propio compañero Siurob - sobre la necesidad de fijar elevadísima cóntribución, terminaba en esta forma:

"Solamente una cosa me resta deciros, señores: que si la ciencia sólo ha de servirnos para matar ilusiones y entusiasmos, para cerrar nuestros ojos a la verdad, entonces, señores diputados, yo reniego de la ciencia del señor licenciado Cabrera, como todos seguramente hemos renegado de la ciencia de los "científicos" y de la ciencia de Bulnes, que no sirvió a Bulnes para dar a nuestra patria nuevas orientaciones, sino sólo para sembrar en nuestros corazones escepticismos, desaliento, desengaños. (Aplausos ruidosos.)" (Risas y aplausos.)

El C. Castillo Agustín: ¡Esa es otra pluma de pavo, compañero!

El C. Manrique: Sí, es otra pluma de pavo, compañero. (Risas y aplausos.) De manera que yo he querido rectificar así. He querido rectificar así, brevísimamente, porque el tiempo no debemos gastarlo en esto, la alusión personal del compañero Siurob, injusta por venir de él. Yo no tengo sino un patrimonio, que es mi prestigio, que es mi reputación en lenta y dolorosa formación; yo no tengo más patrimonio que legar a mis hijos, cuando los tenga, (Risas.) que enormes volúmenes del DIARIO DE LOS DEBATES, en donde constan discursos míos, la mayor parte de ellos larguísimos y aburridos; pero siempre bienintencionados, siempre nutridos de una buena intención y de un alto espíritu de justicia. De manera que hay algo superior al prestigio, hay algo superior a la honra y es el honor. Los filósofos alemanes distinguen entre las dos "erres", distinguen entre el honor relativo y el honor absoluto, es decir, entre el honor interno y la honra, el prestigio. Para mí vale más la satisfacción interna, que el prestigio; sin embargo, no desdeño el prestigio y cuando el ciudadano Siurob solamente porque conviene a sus intereses quiere echar abajo toda mi modesta obra de diputado a la XXVII Legislatura, creo, señores diputados, que me asiste el derecho de protestar. Esta es la alusión personal que quería yo contestar. La rectificación - y esto es más interesante - , me diréis que no tiene ya interés práctico, desde el momento en que hemos ganado el asunto. En primer lugar, esta mañana parecía haber perdido, pero de algo sirve la fe; la fe que puede permitir al hombre transportar las montañas, ¿cómo no había de permitirnos ganar este punto que en la mañana parecía perdido? Y si lo hubiésemos perdido, ciudadano González, nos quedaría la satisfacción de haber sembrado, de

haber arrojado al viento la buena semilla para el año entrante o para dentro de veinte años. (Aplausos.)

El argumento del ciudadano Casas Alatriste, el más serio quizá, consistió en refutar al ciudadano diputado Antonio Manero, pretendiendo explotar en favor de su causa la circunstancia de que el impuesto federal reducido en determinado año, parece que en 1901, en un 5 por ciento, había en realidad determinado un descenso de ocho y medio por ciento en lo recaudado por el Gobierno, y de esto pretendio inferir el ciudadano Casas Alatriste en apoyo de su tesis que la disminución era signo claro y elocuente de que en el próximo año fiscal de 1921, reduciendo en un 10 por ciento la contribución federal, tendríamos una seria disminución en las contribuciones, es decir,en lo recaudado por el Gobierno por concepto de contribución federal. El error del compañero Casas Alatriste es verdaderamente grave. También el compañero Siruob, momentos más tarde, decía: "Aquí no se trata de lirismos", y trataba también de destruir con una sola afirmación categórica y dogmática la reputación sólida y bien sentada, porque es producto de esfuerzo perseverante, del ciudadano Antonio Manero, uno de los hombres de cuya inteclectualidad y de cuyo prestigio podemos enorgullecernos en esta Cámara. (Aplausos.) Y el ciudadano Siurob argumentaba: "No, es necesario que hablemos, es necesario que consultemos los números..." A esto quiero concretar, señores diputados, mi rectificación. Los números nada dicen, se necesita interpretarlos, y cabalmente lo difícil de los fenómenos sociales consiste en su extrema complejidad. Un fenómeno social no obedece siempre a una causa sola, a una causa única. Cada fenómeno que en la vida de los pueblos se observa, obedece a una infinidad de causas complejamente tramadas, complejamente enlazadas entre sí; de manera que querer inferir que el hecho de haber disminuído la recaudación obtenida por el Gobierno en el año de 1902, se debió exclusivamente a la disminución acordada por la Cámara de Diputados al discutirse el presupuesto el año anterior, es un grave error. Querer atribuir a una sola causa lo que pudo ser producto de causas numerosísimas y complejas, es un gravísimo error. Ojalá en lo sucesivo la Comisión de Presupuestos se documente un poco mejor; la ciencia económica, por lo compleja, no es cosa que se adquiera en una hora. Por esto es lamentable que el compañero Siurob, apasionadamente, quiera destruir de una sola vez la reputación de hombres que han consagrado su vida al estudio, como el diputado por Texcoco. Creo, señores diputados, que ahora sí ya no tiene interés práctico el que yo rectifique algunos otros conceptos del ciudadano Siurob. Hemos ganado la batalla, y la hemos ganado en buena lid. (Aplausos.)

El C. Siurob: Pido la palabra desde mi asiento. (Risas.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Siorub.

El C. Siurob: Honorable Asamblea: Lo que yo afirmé esta mañana sobre el ciudadano Manrique, es que en muchas ocasiones defendió el mismo criterio capaz del licenciado Cabrera. Ya él exhibió los documentos que le conviene. Ahora yo voy a buscar los que demuestren mi tesis para exhibirlos a la honorable Asamblea.

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Que vengan!

El C. Siurob, continuando: No lo haré en esta sesión, porque no quiero perturbar más el ánimo de la honorable Asamblea impidiéndole que se dedique a las labores que le están encomendadas, y por patriotismo que me reservo para cuando lleguen los datos concretos.

En cuanto al señor Manero, dice el señor Manrique que yo quise destruir la limpísima reputación hacendaria que tiene el señor Manero. Esta limpísima reputación hacendaria, y muy grande reputación, sólo existe en la imaginación del señor Manrique. Yo del señor Manero nunca he sabido que haya efectuado una obra hacendaria que valga la pena dentro del país; sí sé que haya elogiado en sus libros a Limautour, a Porfirio Díaz, y aquí tengo un libro en la mano donde están frases de éstas, aquí está el libro que se llama "El Antiguo Régimen y la Revolución" por Antonio Manero y en él hay párrafos como éste:

"La revolución manifiesta deja de existir cuando hay un dictador que la interrumpe, generalmente por poco tiempo; pues que sólo se prolonga por un largo período esta interrupción, en los rarísimos casos en que el ejercicio de la dictadura se une un verdadero patriotismo, una gran tendencia al progreso, ausencia de pasiones mezquinas, un agran dosis de moral privada y un gran dominio sobre sí mismo, y todo ello aparece encarnado en un hombre como el general Porfirio Díaz."

Y en otro párrafito dice:

"Precisa decir, y será la única aclaración de esta índole que haya en el curso de este desaliñado trabajo, que es al esfuerzo y excepcionales dotes financieras del señor Limantour, a lo que esencialmente se debe la gestión y fruto de estos trascedentales asuntos."

Limantour, que para no fijar más que un detalle, efectuó actos como este; decía: "y la Caja de Préstamos es el resumidero a donde van a dar todos los negocios malos de los bancos" es decir, que todos los negocios malos de los bancos los arrojaba a la Caja de Préstamos para que el Gobierno, por decirlo así, cargara con este grave mal; y otra multitud de cosas, ya todos conocen la obra de Limantour, no voy a ponerme a atacarla en este momento ni a exhumar cosas indignas de aquellas épocas. Yo me refería al señor Manero y el señor Manero, siendo para mí una persona estimable, sin embargo no me merece la reputación de un gran hacendista; es un buen aficionado a cuestiones hacendarias, ha trabajado algo sobre el particular, pero yo no creo que sea un gran hacendista. Esto no puede denigrar al señor Manero; el hecho de que yo diga que no es un gran hacendista, no es simplemente una apreciación personal mía sino de algunas otras personas y de la prensa. Yo no denigro al señor Manero, que creo que es una persona honrada y creo que puede tratar estos asuntos con más autorización que muchos de los ciudadanos diputados y quizá que yo mismo. (Voces: ¡Ah!) En cuanto al ciudadano Manrique, yo tampoco he tratado de denigrarlo diciendo que él fue partidario de la dictadura, pues quizá por error, pudo haber estado muchas veces del lado de Cabrera. ¿Y eso qué tiene de particular? Yo no

he ultrajado al señor Manrique y creo que tampoco debe venir a arrojar sobre la Comisión el cargo de calumniadora y cosas por este estilo, por el simple hecho de haber emitido opiniones sobre un individuo. ¿O qué, están creyendo estos señores, que por ser miembros de la Comisión no tenemos derecho para emitir opiniones acerca de los individuos? Una Comisión, cuando defiende un punto y tiene conciencia de la verdad, tiene que atacar a los oradores contrarios y muchas veces tiene que atacar a las personas cuando ellos atacan a las personas. La Comisión no ha atacado a nadie injustamente ni al mismo ciudadano Manrique; por consiguiente, esto es lo que tengo que decir en descargo de los cargos que aparentemente se pretenden lanzar sobre mí como miembro de la Comisión; si se pretende coartar la libertad de los miembros de la Comisión porque defienden sus ideas, los miembros de la Comisión no se dejarán coartar esa libertad y seguirán haciendo uso de ella amplia y plenamente y atacando a los individuos en todo aquello que tenga razón, cuando esos individuos ataquen también personalmente a la Comisión. En el asunto del cincuenta por ciento no somos nosotros los que decimos la última palabra; la manera como marchen los gastos del Gobierno, las dificultades económicas que se susciten al Gobierno más tarde, serán los que digan la última palabra y quién tuvo la razón, si los que votaron por la afirmativa o los que votaron por la negativa. (Aplausos.)

El C. Manrique: Sólo voy a contestar... (Voces: ¡No! ¡No! ¡Huy! ¡Huy!) Quería yo referirme no a alusiones personales, sino a la Ley de Ingresos. (Voces: ¡No! ¡No!) Si no voy a referirme a ninguna alusión personal, sino a la Ley de Ingresos a debate, señores diputados. Espero el aviso de la Secretaría para intervenir.

El C. secretario Valadez Ramírez: A discusión en lo particular el inciso (a), de la fracción XIV del artículo 1o. Está inscripto en contra el ciudadano diputado Manrique. Dice así el inciso (a):

a) Impuesto sobre los hilados y tejidos de algodón, con arreglo al decreto de 17 de noviembre de 1893 y demás disposiciones vigentes, que se hace extensivo a los tejidos de lana y a los de lana y algodón de producción nacional, elaborados en aparatos que no sean movidos a mano, en el concepto de que se reforman y adicionan las disposiciones respectivas, en los siguientes términos:

"1o. Las ventas de primera mano de hilo de algodón, de carrete o de bolita para coser fabricado en el país, causarán solamente la cuota de dos y medio por ciento."

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Señores diputados: Obediente con el criterio que he expresado ya en alguna ocasión, creo que sería más fructuoso cambiar impresiones con la Comisión, que venir a la tribuna a manifestar públicamente determinada idea. Cambié impresiones con el ciudadano Francisco Trejo, miembro de la Comisión, quien me convenció de que ésta había procedido con justicia. De manera que retiro las objeciones que tenía que hacer al inciso a debate.

El C. secretario Valadez Ramirez: No haciendo uso de la palabra en contra el ciudadano Manrique, se reserva para su votación. A discusión el inciso (c) de la misma fracción XIV que dice:

"c) Impuesto especial sobre ventas de primera mano, de licores, alcoholes, tequila, mezcal, pulque y tlachique, vinos y cervezas de producción nacional, y sobre productos similares procedentes del extranjero, con arreglo a la ley de 6 de enero de 1919 y demás disposiciones posteriores."

Separado por el propio ciudadano Manrique.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Manrique:

El C. Manrique: Sobre esto, señores diputados, cambié también impresiones con la Comisión y ella prometió, de acuerdo conmigo y del estimable compañero Gandarilla Emilio, retirar el inciso para reformarlo. Toca pues, a la Comisión retirarlo, evitándonos así una discusión larga y tediosa.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Comisión solicita permiso para retirar el inciso a debate. Los que estén por la afirmativa, es decir, que permitan que se retire ese inciso, sírvanse ponerse de pie. Se permite a la Comisión retirar el inciso (c). A discusión el inciso (g) del mismo artículo y de la misma fracción XIII, que dice así:

"Impuesto especial de patentes de invención y marcas, conforme a las leyes de 25 de agosto de 1903 y demás disposiciones vigentes," separado por el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: También retiro mis objeciones por las mismas causas expuestas.

- El mismo C. secretario: Habiendo renunciado al uso de la palabra el ciudadano Manrique, se reserva para su votación el inciso (g). A discusión el artículo 8o., que dice así:

"Artículo 8o. Todos los decretos y demás disposiciones de carácter general, dados por el Ejecutivo de la Unión, en uso de las facultades extraordinarias y en materia de ingresos, continuarán en vigor en todo lo que no se opongan a la presente ley", separado por el mismo ciudadado Manrique.

El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Mi objeción a este artículo 8o., señores diputados, es realmente de poca importancia. Sin embargo, como debemos esforzarnos por promulgar leyes que sean lo más perfectas posibles, creí de mi deber apartar el artículo para hacer alguna objeción; la objeción la hice ya en lo privado a los miembros de la Comisión, y creo que el compañero Trejo, por lo menos, está de acuerdo conmigo. Mi objeción consiste en pedir, más bien dicho, mi deseo es solicitar que el artículo 8o., que por su misma naturaleza debe ser considerado como un artículo transitorio, sea quitado del cuerpo de la ley para que pase a formar a la cabeza de los artículos transitorios, modificado poco más o menos en estos términos: "Esta ley entrará en vigor desde la fecha de su promulgación." Esta es una frase de ritual, derogándose así todas las disposiciones y decretos anteriores en cuanto se opongan a la misma ley. Esto es todo lo que tengo que decir, y si el ciudadano Trejo está de acuerdo, nos

ahorraríamos una votación nominal pidiendo permiso para retirar el artículo y presentarlo modificado.

El C. Siurob: Pide la palabra la Comisión.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Siruob: Estimaría al ciudadano Manrique repita lo que acaba de decir.

El C. Manrique: Pido que este artículo 8o. que está en el cuerpo de la ley, se transforme en artículo 1o. transitorio. Como he expresado ya que es más fácil ponerse de acuerdo en una discusión privada y amistosa que en una discusión pública en que entran en juego nuestro propio amor propio y nuestras pasiones oratorias, he sugerido a la Comisión pida permiso para retirar este artículo a fin de modificarlo, en compañia del ciudadano Gandarilla, presentándolo después con la resolución a que lleguemos.

El C. Siurob: Quisiera saber al menos qué motivos tiene el ciudadano Manrique para pedir tal cosa.

El C. Manrique: Las razones ya las expresé. Por lo demás, a tal grado es necesario que ahorremos el tiempo, que no me empeño en ganar este punto. Nos ahorraríamos una votación nominal y soy capaz de renunciar al uso de la palabra. Mi objeción es meramente de forma; creo que es conveniente que este artículo que está en el cuerpo de la ley se convierta en artículo transitorio por su misma naturaleza, ya que su vigencia sólo durará determinado tiempo, modificándolo poco más o menos en estos términos: que entrará en vigor desde la fecha de su promulgación, etcétera.

El C. Siurob: Estoy de acuerdo.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Trejo Francisco.

El C. Trejo Francisco: La Comisión hace la salvedad únicamente de que el período en el cual estará vigente la ley, ya está declarando en el artículo 1o., que dice:

"Los ingresos de la Federación para el año fiscal del 1o. de enero al 31 de diciembre de 1921, se compondrán de los impuestos, derechos y productos siguientes:"

Por lo mismo, en ese artículo transitorio se reproducirá el texto por lo que se refiere a la vigencia de las disposiciones decretadas en el período constitucional con falcultades extraordinarias, y no así respecto a la época desde la cual comienza a estar en vigor la ley misma.

El C. secretario Valadez Ramírez: En votación económica se consulta si se permite a la Comisión retirar el artículo 8o. para presentarlo reformado. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie. Sí se permite retirar el artículo 8o. A discusión la fracción IV del artículo 10, que dice así:

"IV. El decreto de 24 de noviembre de 1917, que estableció el impuesto del Timbre sobre toda clase de botellas cerradas que contengan bebidas alcohólicas, y las demás disposiciones relacionadas con este decreto."

Dice la cabeza del artículo así:

"Artículo 10. Desde el 1o. de enero de 1921 quedaron derogados:

"IV. El decreto de 24 de noviembre de 1917, que estableció el impuesto del Timbre sobre toda clase de botellas cerradas que contengan bebidas alcohólicas, y las demás disposiciones relacionadas con este decreto."

Está a discusión. Está inscripto en contra el ciudadano Gandarilla.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gandarilla. - El C. Gandarilla: Me había permitido apartar esa fracción IV de ese artículo en virtud de que me había causado extrañeza que la Comisión suprimiera ese decreto del señor Carranza de diez centavos sobre cada botella cerrada; pero siguiendo el procedimiento del ciudadano Manrique, procedimiento altamente laudable, tuve una discusión con los miembros de la Comisión y después de haber cambiado impresiones, la Comisión convino en que era preciso que se gravara el alcohol en la forma en que estaba indicado, pero que al mismo tiempo era sumamente dificultoso hacer efectivo ese impuesto, porque había dificultades en la práctica que venían a hacerlo casi imposible. Por otra parte, estando la Comisión perfectamente convencida de que hay necesidad de combatir, aunque sea en alguna forma, el alcoholismo, ella misma ha convenido en hacer algunas modificaciones en los impuestos que corresponden al alcohol. De tal manera, que si suprimiendo el decreto a que se refiere el señor Valadez Ramírez se perdía un millón de pesos, con las modificaciones que hacía la Comisión no se pierde un millón, sino que se recaudan dos millones. Por ese motivo y siendo perfectamente justificadas las indicaciones de la Comisión y perfectamente apoyadas, me permito decir que renuncio a combatir ese artículo.

El C. Siurob: La Comisión pide permiso para retirarlo. (Voces: ¡No!)

El C. Manrique: ¡Moción de orden! Lo que cabe, habiendo retirado su objeción el ciudadano Gandarilla, es reservar la fracción para su votación.

El C. secretario Valadez Ramírez: Habiendo retirado el ciudadano Gandarilla su objeción a la fracción IV, se reserva para su votación.

- El mismo C. secretario: A discusión el artículo 1o. transitorio. Está inscripto en contra el ciudadano Manrique.

El C. Manrique: Mi objeción al artículo 1o. transitorio es de mero detalle. Cambié impresiones con la Comisión y el ciudadano Trejo, miembro de ella, me prometió solicitar permiso para retirar este artículo y presentarlo modificado así: "plazo de treinta días contados desde la fecha de la vigencia de la presente ley", debe decir: "contados desde la fecha de la promulgación de la presente ley". Esto es todo, para mayor propiedad en el lenguaje: no es precisamente una corrección de estilo, porque las comisiones de Corrección de Estilo no tienen derecho de alterar los términos técnicos. Recuerdo, pues, al compañero Trejo su promesa de retirar el artículo y presentarlo con esa pequeña modificación A esto reduzco mi impugnación al inciso.

El C. Siurob: Pide la palabra la Comisión. Dependiendo la objeción que hace el ciudadano Manrique de una sola palabra, la Comisión no tiene inconveniente en pedir permiso a la Asamblea para retirarlo y presentar esa modificación insignificante.

El C. secretario Valadez Ramírez: La Comisión solicita autorización para retirar el artículo 1o.

transitorio, y presentarlo modificado en los siguientes términos:

"Artículo 1o. Los fabricantes de hilados y tejidos de algodón o los tejedores que posean facturas expedidas con anterioridad a la publicación de esta ley y que contengan estampillas que deban canjearse, de conformidad con el artículo 7o. de la ley de 17 de noviembre de 1893. que se reforma, deberán presentarlas para su canje en las oficinas respectivas, en un plazo de 30 días, contados desde la fecha de la promulgación de la presente ley, quedando entendidos de que los timbres cancelados en sus respectivas facturas, después de cumplido este plazo, no serán canjeados."

No habiendo sido objetado, se reserva para su votación.

- El mismo C. secretario: Se procede a recoger la votación nominal del inciso (a), de la fracción XIV del artículo 1o., del inciso (g) de la misma fracción y de la fracción IV del artículo 10; igualmente del artículo 1o. transitorio. Se va a dar lectura al artículo e incisos que se van a votar.

El C. secretario Tirado: "Inciso (a) de la fracción XIV del artículo 1o.

- El mismo C. secretario, leyendo:

"Inciso a) Impuesto sobre hilados y tejidos de algodón, con arreglo al decreto de 17 de noviembre de 1893 y demás disposiciones vigentes, que se hace extensivo a los tejidos de lana y a los de lana y algodón de producción nacional elaborados en aparatos que no sean movidos a mano, en el concepto de que se reforman y adicionan las disposiciones respectivas en los siguientes términos:

"1o. Las ventas de primera mano de hilo de algodón, de carrete o de bolita para coser fabricado en el país, causarán solamente la cuota de dos y medio por ciento.

"Inciso c) Impuesto especial sobre ventas de primera mano, de licores alcoholes, tequila, mezcal, pulque y tlachique, vinos y cervezas de producción nacional y sobre productos similares procedentes del extranjero, con arreglo a la ley de 6 de enero de 1919, y demás disposiciones posteriores.

"Inciso g) Impuesto especial de patentes de invención y marcas, conforme a las leyes de 25 de agosto de 1903 y demás disposiciones vigentes.

"Artículo 10. Desde el 1o. de enero de 1921 quedan derogados:...

"IV. El decreto de 24 de noviembre de 1917, que estableció el impuesto del timbre sobre toda clase de botellas cerradas que contengan bebidas alcohólicas y las demás disposiciones relacionadas con este decreto.

"Transitorios. Artículo 1o. Los fabricantes de hilados y tejidos de algodón o los tejedores que posean facturas expedidas con anterioridad a la publicación de esta ley que contengan estampillas que deban canjearse, de conformidad con el artículo 7o. de la ley de 17 de noviembre de 1893, que se reforma, deberán presentarlas para su canje en las oficinas respectivas, en un plazo de 30 días contados desde la fecha de la promulgación de la presente ley, quedando entendidos de que los timbres cancelados en sus respectivas facturas, después de cumplido este plazo, no serán canjeados."

Estos son los incisos, el artículo y la fracción que se van a votar.

El C. secretario Valadez Ramírez: En votación económica se consulta si ha lugar a votar los incisos, la fracción y el artículo que se han leído. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. - El C. Céspedes: ¡Moción de orden! Todas las votaciones relativas a decretos deben ser precisamente nominales; así se han hecho las votaciones en lo general. - El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría rectifica la opinión del ciudadano Céspedes en el sentido de que cuando se va a votar en lo particular algún artículo o alguna fracción, la votación es económica. Así lo dice de una manera expresa el Reglamento.

El C. Céspedes: Es votación en lo general.

El C. Mijares: Señor presidente: Suplico a usted diga al señor secretario que se sirva leer ese artículo, que ratifique su aserto.

El C. secretario Valadez Ramírez: Con todo gusto la Secretaría dará lectura al artículo para que lo conozca el compañero Mijares.

"Artículo 143. Las votaciones serán precisamente nominales: primero, cuando se pregunte si ha o no lugar a votar algún proyecto de ley en lo general; segundo, cuando se pregunte si se aprueba o no cada artículo de los que compongan el indicado proyecto o cada proposición de las que formen el artículo; tercero, cuando lo pida un individuo de la Cámara y sea apoyado por otros siete." Por este artículo que se leyó verá el compañero Mijares que sólo cuando se vota en lo general una ley, entonces se pregunta en votación nominal si ha lugar o no a votar. El artículo 115 es el que ordena que se pregunte primero si ha lugar o no a votar. Ya es conocido. - El C. Mijares: Sírvase usted leerlo. (Murmullos.)

El C. secretario Valadez Ramírez: Solicite usted de la Presidencia que se le dé lectura.

El C. Mijares: Pido al señor presidente se sirva ordenar a la Secretaría dé lectura a ese artículo.

El C. presidente: ¿Qué número?

El C. Mijares: 115.

- El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Artículo 115. Asimismo, cerrada la discusión de cada uno de los artículos en lo particular, se preguntará si ha o no lugar a votar; en el primer caso, se procederá a la votación; en el segundo, volverá el artículo a la Comisión."

Por la afirmativa.

El C. secretario Tirado: Por la negativa.

El C. secretario Valadez Ramírez: Debido a la interrupción del compañero Céspedes no se hizo la declaratoria, aunque se preguntó en votación económica si había lugar a votar. A fin de subsanar la falta, nuevamente se pregunta si ha lugar a votar. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie. Ha lugar a votar. Se procede a la votación nominal. Por la afirmativa.

El C. secretario Tirado: Por la negativa. (Votación.)

(Al tomarse la votación al ciudadano Franco Abraham, éste se negó a votar.)

El C. secretario Valadez Ramírez: La Secretaría recuerda a los ciudadanos diputados el artículo reglamentario relativo, que dice que ningún ciudadano diputado deberá abstenerse de votar.

El C. Franco (dirigiéndose al ciudadano presidente): Usted tenía obligación de darme la palabra, puesto que yo estaba inscripto y todavía no estaba el número bastante de oradores y, sin embargo, usted no cumplió con su obligación. Usted, señor presidente, debería haberme dado el ejemplo. (Murmullos. Campanilla.)

El C. presidente: Se previene al ciudadano Franco que debe abandonar el salón de acuerdo con el Reglamento. (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Campanilla.)

El C. Franco: Con sumo gusto. Cuando hay una tiranía de por medio, prefiero gozar de mi libertad. (Voces: ¡No se vaya! ¡No se vaya! Desorden. Campanilla.) Pido entonces que la Asamblea resuelva.

El C. presidente: El ciudadano Franco tiene obligación de cumplir con el Reglamento y tiene obligación de dar su voto.

El C. Franco: ¿Y el presidente no tiene obligación de cumplir con el Reglamento?

El C. presidente: El presidente tiene la obligación de hacer cumplir el Reglamento, pues para eso está la Presidencia.

El C. Franco: Tiene también la obligación de cumplirlo.

El C. presidente: También lo ha cumplido.

El C. Franco: Que resuelva la Asamblea si debo o no retirarme. (Voces: ¡Que no se retire!) Si tiene en algo la dignidad de un representante del Estado de México, que ella resuelva si debo salir del salón tan sólo porque no estoy conforme con la opinión y manera de proceder del presidente.

El C. Manrique: Ciudadanos diputados: Creo que a la mayor parte de ustedes causará extrañeza la actitud del diputado Franco por ignorar la causa que la motiva. Su estado de ánimo se explica, por que esta mañana la Presidencia, seguramente que no de mala fe, sino por la confusión que reinaba en esos momentos en el salón, le negó la palabra a que reglamentariamente tiene derecho; esta es la verdad de las cosas. Sin embargo, el señor diputado Franco hace mal ahora, porque la verdad es que la represalia no va en contra de la Presidencia, sino en contra del Reglamento. No obstante, creo que el trámite de la Presidencia, al cual me opongo, de hacer salir del salón al diputado Franco, es absolutamente inaplicable, porque ese trámite supone algo verdaderamente grave y ahora no es el caso. Creo que en realidad no hay sanción alguna fuera de una sanción moral para el presente caso. En esto consiste mi moción: que la votación siga adelante, y si el ciudadano Franco no quiere votar, no se le puede obligar materialmente; que se tome nota y ¡santas pascuas!

El C. Franco: Pido la palabra. - El C. presidente: La Presidencia hace constar que esta mañana no le concedio el uso de la palabra al ciudadano Franco, en virtud de que la Asamblea consideró que estaba el asunto suficientemente discutido...

El C. Franco: No es exacto.

El C. presidente: Ahora, como el Reglamento previene terminantemente que ninguno de los diputados podrá abstenerse de votar y la Presidencia tiene obligación de hacer cumplir el Reglamento, el que previene que cuando algún diputado se niegue a cumplirlo, se le debe mandar que desaloje el salón, por eso el que habla tomó esa determinación; pero la Asamblea resolverá lo que a bien tenga; yo no he hecho más que cumplir con el Reglamento.

El C. Moreno: Pido la palabra. (Voces: ¡No, estamos en votación!)

El C. González y González: Pido que se dé lectura al artículo para ver si es cierto.

El C. Moreno: Pido la palabra, señor presidente. (Voces: ¡Estamos en votación y no se puede interrumpir!) - El C. secretario Valadez Ramírez, leyendo:

"Artículo 157. Mientras ésta se verifica, ningún miembro de la Cámara deberá salir del salón ni excusarse de votar."

El C. presidente: Que continúe la votación, porque no puede interrumpirse.

El C. Franco: Pido que se lea el artículo del Reglamento que autoriza al presidente hacerme desalojar el salón. (Voces: ¡Que siga la votación! Desorden. Campanilla.)

El C. Moreno: ¡Moción de orden!

El C. presidente: Se va a continuar la votación. (Continúa la votación.)

- El mismo C. secretario: ¿Falta algún ciudadano diputado por votar? Se procede a la votación de la Mesa. (Votación.)

El C. secretario Tirado: Votó por la negativa 1 ciudadano diputado.

El C. secretario Valadez Ramírez: Votaron por la afirmativa 138 ciudadanos diputados. En consecuencia, han sido aprobados el inciso (a) de la fracción XIV del artículo 1o., el inciso (g) de la misma fracción, la fracción IV del artículo 10 y el artículo 1o. transitorio.

El C. presidente: La Presidencia quiere dejar aclarado el punto relativo a la votación del ciudadano Abraham Franco. Al proceder así indudablemente que lo hace para que no haya una mala inteligencia. El artículo 157 del Reglamento dice que mientras la votación se verifica, ningún miembro de la Cámara deberá salir del salón ni excusarse de votar, y el señor Franco Abraham se excusaba de votar y la Presidencia le exigió que diera su voto. (Voves: ¡Ya! ¡Ya!) Pero la Presidencia tiene que sentar un precedente sobre este particular, para que no se crea que obró arbritariamente, sino que está fundada en el Reglamento.

El C. Franco: Pido la palabra. Es evidente que conforme al artículo 157 que usted acaba de citar, yo no podía ni separarme del salón ni debería yo de haberme excusado de votar; pero lo que sí no es evidente es la facultad que usted quiso tomarse de hacerme desalojar el salón.Pido a usted respetuosamente se sirva citarme qué artículo lo autoriza para hacerme desalojar el salón.

El C. presidente: Voy a citar a usted el artículo.

El C. Franco: ¿Para hacerme desalojar el salón? Vamos a ver.

El C. presidente: Artículo 21 del Reglamento.

- El C. secretario Valadez Ramírez, Leyendo:

"Artículo 21. Faltando esta circunstancia, el presidente podrá ordenar que salga del salón el individuo o individuos que se resistan a obedecer sus resoluciones, quienes sólo permanecerán excluídos durante el tiempo de la discusión de este negocio."

El C. Franco: ¿Pero cuál circunstancia?

- El mismo C. secretario: La circunstancia de que el ciudadano Franco interrumpió la votación, desde el momento en que no quería emitir su voto, faltando así a un artículo expreso del Reglamento, y por que hacía uso de la palabra sin permitir que se tomara la votación.

El C. Franco: Este es correlativo del artículo 20. (Voces: ¡Ya!) En mi concepto, el artículo 21 se refiere a individuos, pero no a diputados. Si un diputado tiene una alta representación política y social, no creo que el presidente de la Cámara tenga el derecho, tan sólo porque se le hace una observación, más o menos justa, como yo se la hice, de ordenar que abandone el salón. (Voces: ¡Ya!) Eso procedería cuando se hubiera faltado de una manera grave al respeto a la Presidencia, cosa que yo no he hecho, por más que considero perfectamente inepto para dirigir los debates al ciudadano que la está ocupando.

El C. presidente: Se da por concluído el incidente. Tiene la palabra el ciudadano Mijares para una aclaración.

El C. Mijares: Honorable Asamblea; He pedido la palabra para hacer una aclaración sobre la manera como los empleados del Gobierno están cumpliendo con su deber. Los reglamentos que corresponden al servicio de Correos en la República, marcan una clasificación llamada: "Artículos de segunda clase", para todas las publicaciones periodísticas que se imprimen en el país. El director general de Correos no tiene más que hacer, cuando va el director o el administrador de cualquiera de estas publicaciones, que de practicar el registro correspondiente a artículos de segunda clase para que sea remitida esa publicación por los correos, según la tarifa que marcan los reglamentos respectivos. En la ciudad de México se publica actualmente un diario llamado "La Lucha", órgano del proletario nacional, que no hace más que emitir los sagrados conceptos del socialismo y del comunismo para que ampliamente los conozcan las clases obreras, a la vez defiende a éstas, y el ciudadano director de Correos, después de que se acercó el ciudadano Juan Rico, director del periódico socialista "La Lucha", se ha negado terminantemente a registrarlo como artículo de segunda clase. Y yo, recordando lo que el compañero Manrique decía cuando se discutía el 50 por ciento federal, que el pueblo quiere ya hechos y no ofrecimientos, que quiere ver qué es lo que hace la Cámara, y como naturalmente el órgano y portavoz del pueblo de la República es el diario "La Lucha", vengo a protestar enérgicamente por ese proceder de empleado del Gobierno, de un empleado de un Gobierno revolucionario, que de una manera arbitraria, de una manera burda no quiere registrar el periódico "La Lucha" como artículo de segunda clase. Espero yo que esta vez los órganos todos de la prensa hagan saber a la República, si es que son imparciales en este caso, que ha habido un director general de Correos que contra todo derecho ha evitado que se registre el periódico socialista "La Lucha" como artículo de segunda clase, y pido que la honorable Asamblea tome en consideración estas medidas tomadas por un de los empleados del Gobierno, para que en lo futuro se sirva investigar la conducta de todos los empleados, desde los ministros hasta el más humilde de aquello que perciben sueldo del Erario público, para que siempre, de una manera terminante, censure la labor de estos individuos, que sólo van a medrar y a servir a los intereses del capitalismo, porque estoy seguro que el director general de Correos ha oído la voz del capital y se ha dejado sugestionar por el ambiente que contra el obrerismo están llevando a cabo los hombres del capital; y por eso desde esta tribuna protesto enérgicamente contra el proceder del director general de Correos, que de una manera arbitraria no ha obrado conforme se lo manda el ordenamiento y las leyes que rigen los servicios de correos.

El C. Alessio Robles Vito: Pido la palabra para la interpelación al orador. Suplico atentamente al compañero Mijares se sirva expresar con toda claridad, ¿qué motivos da al ciudadano director general de Correos para no registrar como artículo de segunda clase el importantísimo diario "La Lucha", (Risas.) que ha venido a llenar un vació en la prensa nacional?

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Mijares para contestar.

El C. Mijares: compañero Vito Alessio Robles: El ciudadano director general de Correos no ha tenido ninguna razón para dejar de registrar como artículo de segunda clase el periódico "La Lucha".

El C. Alessio Robles Vito: ¿Pero qué dice?

El C. Mijares No dice más que esto: que no lo registra, terminantemente. Me voy a permitir dar lectura precisamente al número de "La Lucha" que denuncia esto ante la opinión pública:

"El director general de Correos, al contestar a "La Lucha", dice que el ministro de Comunicaciones es el que debe resolver.

"Ortiz Rubio no contesta, por lo que no nos explicamos cómo un ministro de Gobierno revolucionario, calle insistentemente, cuando funcionarios superiores a él no olvidan cuál es el camino de la decencia.

"¿Será cierto todo lo que "El Demócrata" ha publicado respecto al exgobernador del Estado de Michoacán? "Sigue nuestro periódico sin ser admitido en el Correo como artículo de segunda clase.

"El señor ministro de Comunicaciones no se ha servido contestar el telegrama que le enviamos con fecha 15, lo cual nos hace creer que es cierto lo que respecto a este señor ha publicado "El Demócrata", señalándolo como un falso revolucionario.

"¿Y qué diremos del señor director general de Correos? Ha habido periódicos de toda índole y se les acepta. ¿Por qué se excluye a "La Lucha"?

"Insertamos dos cartas que hablan muy claro y dejamos al público que comente a su sabor:

"México, D.F., 20 de diciembre de 1920. - Ciudadano director general de Correos. - Presente.

"Muy señor mío:

"Con fecha 9 del actual empecé a publicar el diario socialista "La Lucha", haciendo el mismo

día la solicitud que previene la ley, para que un periódico sea admitido como artículo de segunda clase.

"Hace días tratando de investigar el por qué del retardo en la aceptación solicitada, me acerqué al señor Chávez, del Departamento de Estafeta; este señor me manifestó que no se registraba mi publicación por requerir estudio especial.

"No estando conforme con semejante opinión, y como hasta la fecha no se me dice una sola palabra que signifique negación o aceptación, antes de pedir amparo y de hacer que el público preste atención a este asunto, ruego a usted se sirva indicarme qué hay sobre el particular.

"Sin otro asunto y esperando que sus ocupaciones le permitan contestarme pronto soy de usted atento y seguro servidor. - "La Lucha". - Director, Juan Rico."

"Qué dice el señor Hinojosa.

"Al margen un membrete que dice: Director general de Correos. - México. - Número 1,681.

"Al centro: México, D.F., 22 de diciembre de 1920. - Señor Juan Rico, director de "La Lucha", 3a. de Belisario Domínguez 73. - Ciudad.

"Muy señor mío:

"En respuesta a su atenta carta del 21 del corriente mes, le participo que se ha sometido a la aprobación de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas el registro como artículo de segunda clase del periódico de que es usted director, y como dicha Secretaría no transmite aún sus instrucciones a esta Dirección, no puede darse a usted una contestación categórica en el sentido que desea.

"Soy de usted afectísimo servidor. - C. Hinojosa."

"¿Se ha resuelto no registrar como artículo de segunda clase a "La Lucha", porque es socialista?

"Nos hemos dirigido al presidente de la República, al jefe del Gabinete y al secretario de Comunicaciones, sin lograr que se nos conceda un derecho que por ley se nos debe otorgar.

"Al contestar nuestros telegramas los generales Obregón y Calles dicen que los transmiten al secretario Ortiz Rubio, y este señor no se ha dignado dar respuesta.

"¿Correremos la misma suerte que el "New York Call"?

"Como saben nuestros lectores, "La Lucha", hasta la fecha, no ha obtenido el registro que como artículo de segunda clase le corresponde.

"Con fecha 15 del actual nos dirigimos al señor presidente de la República, poniendo el hecho en su conocimiento. La contestación, que publicamos, dice que el asunto debe ser resuelto por el señor Ortiz Rubio y que a él transmite nuestra queja. Contestación parecida dio el ministro de Gobernación.

"Ha transcurrido una semana y el secretario de Comunicaciones no ha contestado nada, causándonos con ello graves transtornos.

"Tendremos aún paciencia. Quizá el señor Ortiz Rubio, por falta de tiempo, no ha resuelto.

"Esperaremos un poco antes de decir qué opinamos acerca del injustificado sesgo que se dio a nuestra solicitud de 9 del corriente.

"Publicamos el telegrama que dirigimos al presidente, al jefe del Gabinete y al señor Ortiz Rubio, pues es bueno que el público sepa lo que con este asunto se relaciona.

"Ayer escribimos al director general de Correos y comunicaremos al público si contesta o no.

"De México, D.F., el 15 de diciembre de 1920. - Para México, D.F. - C. Alvaro Obregón, presidente de la República Mexicana.

"Con fecha 9 del actual solicité que mi periódico diario "La Lucha", fuese admitido en el Correo como artículo de segunda clase. Hoy se me ha informado por el señor Chávez, en el Departamento de Estafeta, que mi solicitud ha sido turnada al ciudadano ministro de Comunicaciones, por requerir tramitación especial.

"Estoy seguro de que al publicar este periódico me hallo dentro de la ley, por lo que me extraña que en un país libre se trate de poner taxativas a la libre emisión del pensamiento.

"Ruego a usted que, si para ello no tiene inconveniente, se sirva librar sus respetables órdenes a fin de que en la Administración local de Correos se cumpla con la ley.

"No creo que la intención del Gobierno de México sea repetir con "La Lucha" lo que la plutocracia americana hizo con el "New York Call". Atentamente. - Juan Rico."

"Enviamos mensaje igual a los señores secretarios de Gobernación y de Comunicaciones y Obras Públicas."

"Contesta el ciudadano presidente.

"De México D.F., el 16 de diciembre de 1920.

"Secretaría Particular de la Presidencia de la República.

"Señor Juan Rico. - 3a. Belisario Domínguez número 73.

"Enterado su atento mensaje de ayer, cuyo contenido transcribo a la Secretaría de Comunicaciones, por ser asunto que se relaciona con dicho Departamento, y por tener el firme propósito el Ejecutivo de mi cargo de que todos los asuntos sean contestados por conducto de los secretarios del ramo que corresponda.

"El presidente de la República, Alvaro Obregón."

"Respuesta de Calles.

"Número 36. - De la Secretaría de Gobernación, el 16 de diciembre de 1920. - Recibido en México, D.F.

"Señor Juan Rico. - 3a. Belisario Domínguez número 73.

"Su mensaje ayer. Ya diríjome Secretaría Comunicaciones. El secretario de Gobernación, Gral. P. E. Calles."

Por lo que verá la honorable Asamblea, que desde el día 9 del actual el ciudadano Juan Rico está tratando de que se le registre como artículo de segunda clase el diario "La Lucha". En la República Mexicana es libre la emisión del pensamiento, cualesquiera que sean éstos; no importa que sean disolventes, no importa que sean anarquistas, no importa que sean reaccionarios, no importa que sean clericales. Todos los diarios tienen el derecho de ser registrados como artículos de segunda clase y, sin embargo, como lo dicen los publicistas, se le quiere poner en el Correo de la nación, en la Administración de Correos de la nación libre y soberana de México, donde uno de sus artículos de la Constitución marca la libertad del pensamiento, una

taxativa para que no sea, de una manera económica, repartido entre el proletariado de la República. Esta es mi protesta y espero que los ciudadanos diputados se sirvan, de una vez por todas, ver que‚ clase de empleados públicos tenemos en la República libre de México.

El C. Carrillo Puerto Felipe: Pido la palabra para un hecho.

El C. presidente: Para un hecho tiene usted la palabra.

El C. Carrillo Puerto Felipe: Hoy un grupo de nuestros compañeros ha hecho una protesta ante el ministro de Comunicaciones contra la actitud del señor director general de Correos; y espero que si la Cámara lo tiene a bien, también haga lo mismo como Cámara Nacional contra ese abuso del referido director.

El C. Alessio Robles Vito: Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Alessio Robles Vito: ¿Por qué se toma determinada actitud contra el director general de Correos? La Cámara debe dirigirse al ministro de Comunicaciones; la Dirección General de Correos depende del Ministerio de Comunicaciones y no debemos entendernos con los empleados inferiores, debemos dirigirnos a la cabeza.

El C. presidente: La Presidencia manifiesta que no se ha presentado ninguna moción por escrito, que solamente se le ha concedido la palabra al señor Mijares para un hecho.

El C. secretario Valadez Ramírez: Orden del día para el 24 de diciembre de 1920, a las 10 a.m.: Sesión de Colegio Electoral.

"A las 4 p.m.: Sesión secreta. Sesión pública. Dictamen sobre la Ley de Ingresos. Adiciones al proyecto de Ley Reglamentaria de la Fracción XII del Artículo 123 Constitucional."

El C. Siurob: Todavía no terminan las horas reglamentarias; todavía no completamos las horas reglamentarias de trabajo. Yo le suplico a su señoría que me diga por qué se levanta la sesión.

- El mismo C. secretario: Ya se agotó la orden del día.

El C. presidente: La Cámara trabajó en la mañana cuatro horas consecutivas...

El C. Siurob: Pero no hemos completado las cuatro horas de la tarde.

El C. presidente: Sin embargo, si la Asamblea desea continuar, la Presidencia no tiene ningún inconveniente.

El C. Siurob: ¡Sí! ¡Sí! ¡A trabajar!

- El mismo C. secretario: Se consulta a la Asamblea si continúa la sesión. (Voces: ¡Ya no hay quórum! ¡Ya se fueron muchos compañeros!)

El C. presidente, a las 8.10 p.m.: Visiblemente no hay quórum. Se levanta la sesión y se cita para mañana a las 10 a sesión de Colegio Electoral.