Legislatura XXIX - Año II - Período Ordinario - Fecha 19211222 - Número de Diario 69
(L29A2P1oN069F19211222.xml)Núm. Diario:69ENCABEZADO
MÉXICO JUEVES 22 DE DICIEMBRE DE 1921
DIARIO DE LOS DEBATES
DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921
AÑO II. - PERÍODO ORDINARIO XXIX LEGISLATURA TOMO III. - NÚMERO 69
SESIÓN PERMANENTE DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA LOS DÍAS 21 Y 22 DE DICIEMBRE DE 1921
SUMARIO
1.- e reanuda la sesión. Es reservada para su votación la partida 9,512 reformada. Son aprobadas las partidas no objetadas del Presupuesto de Egresos, correspondiente a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, declarandose aprobado este ramo.
2.- Usan de la palabra para hechos varios ciudadanos diputados. Se suspende la sesión.
3.- Reanudada ésta, se lee y aprueba el acta de la presente sesión, levantándose ésta.
DEBATE
Presidencia del C. PEDRO A. CHAPA
(Asistencia de 126 ciudadanos diputados.)
El C. presidente, a las 12.10 p. m.: Se reanuda la sesión.
El C. secretario Aillaud: Por disposición de la Presidencia se reanuda la sesión permanente. Continúa a discusión la partida 9,512, que dice:
"9,512. Para ayuda de trabajadores durante las crisis que se produzcan en los centros de labor de la República, $200,000.00."
El C. presidente: Tiene la palabra en contra el ciudadano Portes Gil.
El C. Portes Gil: La había pedido en pro.
El C. secretario Aillaud: No habiéndose inscripto ningún orador en contra para la partida 9,512, en votación económica se pregunta si ha lugar a votar. Se reserva para su votación. Se va a proceder a recoger la votación nominal de las partidas no objetadas.
El C. Domínguez: No hay quorum.
El C. secretario Aillaud: En la votación se verá. Por la afirmativa.
El C. Riva Palacio: Por la negativa. (Votación.)
El C. Aillaud: Votaron por la afirmativa ciento veintinueve ciudadanos diputados; en consecuencia, ha sido aprobado el presupuesto correspondiente al Ramo X.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Portes Gil, para rectificación de hechos relativos al presupuesto de Industria, Comercio y Trabajo.
El C. Portes Gil: Señores representantes: He pedido la palabra con el objeto de rectificar algunos hechos sobre determinadas expresiones que se emitieron ayer con motivo de la discusión de los presupuestos de Industria y Comercio. La partida destinada a gastos para obreros fue rudamente atacada por algunos compañeros, y como consecuencia de estos ataques se dirigieron también ataques a determinadas personalidades del Gobierno, y yo quiero exponer mis ideas sobre estos puntos, a efecto de que se tomen por la Asamblea desde el punto que considere conveniente. Debo manifestar que no tengo absolutamente amistad ninguna con el señor secretario de Industria y Comercio, y antes bien, hay motivos por los que bien pudiera decirse que existe cierta enemistad; en consecuencia, no es un móvil de amistad para él o de afecto el que me guía al hacer estas rectificaciones. Se dijo que la partida destinada a obreros era dinero que se invertiría en otras cosas, menos en su objeto principal, y que aun invertido este dinero en el objeto al que se le destina, es inconveniente, porque no es solucionar ningún problema; yo creo que la partida que se acaba de aprobar es sumamente pequeña para el objeto a que se le destina; y estoy en este punto de acuerdo con la opinión del señor Gandarilla, para que esa partida sea más grande; pero ya que se aprobó en esta forma, creo que el dinero que se destina para ese objeto debe destinarse a él, y no será dinero perdido. Hemos estado viendo a cada momento estallar conflictos obreros en distintas partes del país, con motivo del cese que han dado algunas empresas, algunos agricultores de la región lagunera o algunas compañías petroleras en la Huasteca. Yo intervine personalmente en uno de estos conflictos, por lo que toca al que estalló en la Huasteca en julio del corriente año, y puedo asegurar a ustedes que el esfuerzo que hizo el Gobierno para evitar choques violentos que pudieran haberse provocado con motivo del cese de cerca de diez mil obreros, fue un esfuerzo
verdaderamente patriótico, verdaderamente bienintencionado, y dió los resultados que todos deberíamos esperar. Con motivo del cese de más de diez mil obreros en la Huasteca, todos ustedes saben que el Ejecutivo autorizó desde luego una partida, bastante pequeña por cierto, pero que dio los resultados que se necesitaban para conjurar la crisis. A esta labor del Gobierno contribuyó también "El Demócrata", periódico que dirige el compañero Alessio Robles, con la cantidad de siete mil pesos. El Gobierno gastó en esta labor algo más de cuarenta y dos mil pesos, que unidos a los siete mil y tantos, dan un total de cuarenta y nueve mil pesos. Parecería increíble que con tan pequeña cantidad se conjurara un gravísimo problema, digo se conjurara, porque no se resolvió; ustedes saben que el problema obrero, como el problema agrario, están en pie; pero eso no quiere decir que el Gobierno no deba hacer todo lo necesario y todo lo que esté a su alcance para en todo caso conjurar una crisis. Yo creo que se ha interpretado mal aquí la conjuración de un problema en relación con la solución de ese problema. La solución del problema obrero, la solución del problema agrario será cuestión de tiempo y de muchos esfuerzos continuados no sólo de parte del Gobierno, sino de parte de cada uno de nosotros y de parte de la nación entera, para hacer que se llegue a una solución verdaderamente patriótica y práctica. Se atacó también al Poder Ejecutivo con este motivo: Ustedes saben muy bien que antes de que tuviéramos el actual régimen, en cada crisis, obrera que había, o se deportaba a un grupo determinado que se consideraba como director de una huelga o de una crisis o bien se le rechazaba a tiros, como vulgarmente se dice; y de esto tenemos ejemplos muy elocuentes en Tampico, en donde en cada vez que estallaba una huelga se resolvía a base de carabina, a base de machete, y se deportaba a determinado número de obreros que se consideraba como agitador e instigador de esta huelga. Esto se hizo en los regímenes anteriores, y vemos la diferencia es que actualmente se preocupan por buscar una solución oportuna en cada caso y ya no se dan las ocasiones frecuentes de que las manifestaciones de obreros se disuelvan a balazos, como sucedía anteriormente, y sí se vió la mano bienintencionada del Ejecutivo para proveer a las necesidades de los grupos en crisis. Yo creo, señores diputados, que en la discusión de presupuestos ha dominado aquí un criterio político, especialmente sostenido por el grupo del Partido Liberal Constitucionalista que ha privado... (Voces: ¡ No ! ¡ No ! Siseos.) ... desde hace tiempo,...(Voces: ¡ Sí ! ¡ Sí ! Siseos. Murmullos.)
El C. Franco: Si así fuera, hubiéramos votado quinientos mil pesos... (Murmullos. Siseos. Campanilla.)
El C. Portes Gil: ... Que ha privado desde hace tiempo en esta Representación Nacional. (Murmullos. Siseos. Campanilla.) Yo suplico a los señores compañeros tengan la bondad de escucharme, que yo después oiré todos los ataques que se dirijan contra las ideas que voy a sustentar. Digo que ha privado un criterio político en esa discusión, y para ello me baso en las consideraciones siguientes: La Comisión ha tratado el asunto con bastante abnegación, con bastante patriotismo y con suficiente buena fe -vaya este elogio a la Comisión de Presupuestos, y muy especialmente al compañero Trejo y al señor diputado Padilla, que con verdadero ardor han trabajado en este asunto-; pero los señores Trejo, Padilla y demás miembros de la Comisión, seguramente que no se han dado cuenta de que en el caso han sido verdadero instrumento para satisfacer las exigencias del Pélece. (Siseos.)... y voy a demostrarlo: Ha habido una tendencia general de parte del Partido Liberal Constitucionalista, que ha demostrado claramente que este Partido está en las trincheras de la oposición al Gobierno de la nación, y que en toda la discusión de los presupuestos se ha guiado exclusivamente por esta idea obsesionante, sin ver que los resultados pueden conducirnos a consecuencias muy desastrosas. Todos los grupos estamos de acuerdo en que los presupuestos se discutan, pero que haya verdaderos presupuestos, no pedazos de presupuesto, como se está haciendo por el grupo dominante y que trata de maniatar a toda costa la acción del Ejecutivo para hacerlo fracasar. Ya vemos lo que hizo la mayoría de la Cámara con motivo de la discusión del presupuesto de Relaciones Exteriores; ya vimos que ese presupuesto se hizo pedazos, que con ese presupuesto la nación no podrá satisfacer las exigencias internacionales. Muy bien que se quiten canonjías, que se quiten los enormes sueldos; pero dentro del mismo decoro de la nación, dando amplio margen para que puedan sostenerse sus relaciones con los demás países. Yo entiendo que la acción diplomática que se ha estado desarrollando, puede decirse que no dará resultados verdaderos, frutos benéficos; pero no quiere decir que le quitemos absolutamente al Poder Ejecutivo toda esa acción, lo cual nos llevará seguramente a ponerlo en ridículo ante las demás naciones. Por lo que respecta a la Secretaría de Gobiernación, también ha dominado el criterio político; se dice que está ahí un secretario en contra del cual se han declarado los señores peleceanos, sin ver que al declararse en contra de un secretario, es declararse abiertamente en contra del Gobierno, puesto que el Ejecutivo de la Unión tiene sus colaboradores y es él el directamente responsable de la acción de todos sus colaboradores. Yo, enemigo del señor Zubaran, pedí la palabra para defender el presupuesto de Industria y Comercio, porque sé muy bien que si a la Secretaría de Industria se le quitan los medios necesarios para desarrollar su acción, se pondrán al Ejecutivo miles de trabas y se le maniatará y no podrá en forma alguna desarrollar la labor intensa que debe desarrollar en el futuro. Por lo que respecta a la Secretaría de Gobernación, se combatió rudamente el proyecto que mandó la Secretaría, y que no se nos diga aquí que el oficial mayor estaba de acuerdo con ese proyecto, porque ya sabemos quién es el oficial mayor de Industria y Comercio...(Voces: ¡ Gobernación !)... Por lo que respecta a otro de los puntos en que se ha visto marcadamente la
tendencia del Partido Liberal Constitucionalista para maniatar y constreñir y quitar al Ejecutivo su libertad de acción, ha sido en el Ramo de Hacienda. A la Secretaría de Hacienda se le ha tratado también, según entiendo, por la Comisión y por las personas que apoyan a la Comisión, con demasiado rigor, y esa acción, ese criterio estrecho del Partido Liberal Constitucionalista para maniatar al Ejecutivo y quitarle su libertad de acción, ha llegado hasta el grado, señores, de que en momento en que el secretario de Hacienda estaba solucionando graves problemas para el país, como eran los arreglos con las compañías petroleras y con los banqueros, se hizo la proposición aquí de que se quitaran las facultades extraordinarias al Ejecutivo, para evitar que se consumaran esos arreglos; esto ya no es antipolítico, señores, esto es hacer labor contra la patria misma. (Aplausos.) ¡Y qué nos admiramos de eso, si hemos visto también que un peleceano prominente ha ido a la Secretaría de Hacienda a insultar al secretario, que está consagrado por la nación entera como un hombre honrado, como un hábil político y como un hombre decente a carta cabal...!
El C. Morales Juan Angel: ¡No está aquí Siurob, compañero!
El C. Portes Gil: Me alegraría que estuviera. Todos estos hechos, señores, demuestran claramente que el Partido Liberal Constitucionalista, con su política a outrance, escandalosamente arbitraria y en todos sentidos contraria a los fines patrióticos, está tratando de desarmar al Ejecutivo para quitarle su acción propia y hacerlo fracasar en el Gobierno. Yo fuí uno de los miembros fundadores del Partido Liberal Constitucionalista, y estuve con él en todos los momentos de prueba, estuve con él en los momentos en que el presidente Obregón se lanzaba abiertamente a la lucha contra el señor Carranza; pero cuando ví que este Partido estaba torciendo sus procedimientos, cuando ví que se aceptaban ahí lo mismo a los bonillistas que a los huertistas, entonces, señores, yo renuncié a pertenecer al Partido Liberal Constitucionalista. Y esa mala política que ha seguido este Partido, ha venido, cada día más, a hacerlo fracasar en sus procedimientos, y tendrá que hundirlo de una manera inevitable. Yo considero al Partido Liberal Constitucionalista dividido en tres grupos de personas: El grupo en que se encuentra García Vigil, en donde está un Carlos Pichardo, en donde están otros muy estimables compañeros cuyos nombres no recuerdo; en donde está la diputación guanajuatense, honorabilísima por todos conceptos, que son los de buena fe, los que son arrastrados por los políticos hábiles, por los políticos de ideas retardatarias, si se quiere, o por los políticos que no persiguen más que su interés personal. Aquí en este grupo considero a Manuel García Vigil, hombre de convicciones y de valer personal; pero sobre este grupo que tiene acción, que es honrado, que procede con buenos fines, está el grupo de Novelo, que desde el Senado está dirigiendo arteramente toda la política de su Partido. (Aplausos.) Y a hombres de la talla de Martínez de Escobar, de valer personal y de intelectualidad vigorosa, se les manda a robar ánforas con motivo de las elecciones municipales. (Aplausos.) En otro grupo el más numeroso, están personas también muy honorables, personas que vinieron desorientadas a la Cámara y que, desgraciadamente, primero por temor de que se les desechara su credencial y después, ya por la disciplina tiránica del Partido, han seguido militando en ese grupo, a esos especialmente es a los que me dirijo para que vean cuál es la labor de ese Partido y para que se convenzan de que si siguen en él, llevarán al país al más escandaloso de los fracasos... (Siseos.) Pero quiero referirme espacialmente al grupo alto, al grupo de los políticos que dirigen, al grupo de los negociantes; y al dirigirme a este grupo de los políticos que dirigen o, mejor dicho, al grupo de los verdaderos negociantes, quiero que esas individualidades provincianas de altísima buena fe, de conducta intachable y que están con el Pélece, se fijen perfectamente bien en las ideas y en los hechos que voy a referir. He llamado al grupo que dirige al Partido Liberal Constitucionalista, el grupo de políticos mañosos, entre quienes principalmente se encuentran don José Inés Novelo y don Juan Zubaran; lo he llamado grupo de políticos negociantes, porque tengo las pruebas en la mano, (Voces: ¡Muy bien! Siseos.) ¿Me permite el señor Zubaran una interpelación?
El C. Zubaran Juan: Con todo gusto.
El C. Portes Gil: Señores diputados: Había o hay una empresa que estaba gestionando en la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, la resolución de determinado asunto, asunto muy importante; en la Secretaría de Industria y Comercio se opusieron cuantas trabas pueden oponerse, cuando se tiene la intención de detener un negocio. Esta empresa, que no pedía sino cosa enteramente justa y apegada a derecho, que no pedía favoritismo de ninguna especie, se desesperó de tanto esperar y de tanta traba que se había puesto a su negocio; entonces se vió esa empresa obligada a recurrir al señor don Juan Zubaran...
El C. Zubaran Juan: Miente la empresa o miente usted.
El C. Portes Gil: ¿ Quiere decirme el señor don Juan Zubaran si sabe que existe un documento en que pide usted determinada cantidad de dinero por arreglar ese asunto, sí, o no ?
El C. Zubaran Juan: No lo sé.
El C. Portes Gil: Usted sabe que sí existe y sabe en donde está ese documento. Señores diputados: Yo traeré mañana ese documento para exhibir quién es don Juan Zubaran. (Aplausos.)
El C. Zubaran: Voy a contestar la interpelación hecha. Ayer, señores, se trajo una porra para que el diputado Manrique se masturbase... (Protestas.) por segunda vez con el secretario de Industria y Comercio. (Protestas.) Sí, señores; esta es la palabra. (Protestas). Al que no le agrade, que se retire. Esta es la frase: Para que se masturbase. (Protestas.)
El C. Soto y Gama: Sea usted correcto, un poco más serio; más respeto.
- El C. Zubaran Este es un lugar de hombres. Es lo que hay aquí. Hoy viene el ciudadano Portes Gil a hacerme una interpelación con un documento que no trae, que me dice que yo tengo, y que involucra, naturalmente, mi persona en una
Secretaría en que está un hermano mío. Voy a principiar por decir lo siguiente: Bajo mi fe de caballero, no he tenido en lo absoluto el más mínimo negocio en la Secretaría de Industria y Comercio; todos los asuntos que se me han propuesto los he rechazado por una razón toral: Porque yo he pensado que se diría que siendo hermano del secretario, podría haber allí una complacencia para mí. Dicho esto y aprovechando el momento de esta interpelación, quiero referirme a uno de los períodos, de los conceptos de usted respecto de que se ha hecho aquí una labor contra la patria quitando las facultades extraordinarias al Ejecutivo. (Protestas.) Sí, señores; dijo el señor que se le habían quitado las facultades al Ejecutivo en los momentos en que se trata...
El C. Portes Gil: ¿ Me permite el señor Zubaran ?
El C. Zubaran: No, señor, este es un argumento para mi respuesta.
El C. Portes Gil: La interpelación está contestada.
El C. Gandarilla: No, déjelo contestar. (Murmullos. Desorden. Campanilla.)
El C. Zubaran: No está contestada... (Murmullos. Campanilla. Desorden.)
El C. presidente: (Violento repiqueteo de campanilla.)... El señor Portes Gil... (Murmullos. Desorden. Campanilla.)... voy a aclarar esto: El ciudadano diputado Portes Gil vino a sorprender a la Presidencia pidiendo permiso... (Gritos. Golpes en los pupitres. Desorden. Campanilla.)
El C. Moreno Jesús Z.: ¡ Moción de orden !
El C. León Luis: ¡ Moción de orden !
El C. Moreno Jesús Z.: Su señoría tiene obligación de oír esta moción de orden ! (Gritos. Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: Después que hable la Presidencia hará usted su moción de orden. (Gritos. Desorden. Campanilla.)
El C. Moreno Jesús Z.: Antes que todo he pedido la palabra para una moción de orden, y cuando su señoría viola el Reglamento, un diputado tiene el derecho de hacerlo cumplir. (Continúa el desorden. Voces: ¡ Claro ! ¡ Claro !
El C. León Luis: ¡ Qué se respete el Reglamento !
El C. Moreno Jesús Z.: ¡Estoy haciendo uso de un derecho! (Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: La Presidencia está capacitada para mantener el orden.
El C. Moreno Jesús Z.: ¡ Moción de orden, señor presidente !
El C. León Luis: La Presidencia es parcial; tenemos derecho a que se respete el Reglamento.
El C. Prieto Laurens: ¡ La Presidencia es parcial... !(Continúa el desorden.)
El C. Moreno Jesús Z.: ¡ Moción de orden !
El C. León Luis: ¡ Moción de orden ! (Gritos. Desorden.)
El C. Moreno Jesús Z.: No puede su señoría coartarme ese derecho.
El C. presidente: Usted es el que está alterando el orden.
El C. Moreno Jesús Z.: Yo soy el que lo estoy reclamando. No puede su señoría coartarme el uso de la palabra.
El C. León Luis: Su señoría está tomando parte en los debates. (Continúa el desorden.)
El C. presidente: Continúa en el uso de la palabra el ciudadano Zubaran. (Continúa el desorden) Se llama al orden al ciudadano Moreno.
El C. Moreno Jesús Z.: He estado haciendo una moción de orden y su señoría me lo ha impedido.
El C. presidente: Usted siempre altera el orden.
El C. Moreno Jesús Z.: ¡Estoy haciendo uso de un derecho! (Gritos. Desorden. Campanilla.)
El C. Gandarilla: ¡No somos títeres para tolerar esto! (Continúa el desorden.)
El C. Portes Gil: Yo suplico al ciudadano diputado Moreno que deje que hable el señor Zubaran; yo lo deseo.
El C. presidente: No tiene derecho para alterar el orden el ciudadano Moreno. Tiene la palabra el ciudadano Zubaran.
El C. Zubaran: El desorden ha procurado a mi espíritu mayor calma; si no la tuve en un principio por causa de la indignación natural que tienen que producir los ataques, así como si fueran por salteadores de camino, ¿Eh?, en esa forma, porque así son estos ataques. Se refería el orador a que haciendo una labor contra la patria la Representación Nacional, había quitado las facultades extraordinarias al Ejecutivo. Que con este motivo, el señor secretario de Hacienda no podía llevar a feliz término los arreglos que tenía con petroleros y con banqueros. ¿Cree la Representación Nacional que los petroleros, que los banqueros y la influencia política americana en este caso, pudiesen tratar con mayor facilidad con el secretario de Hacienda a nombre del Ejecutivo de la Unión, con facultades extraordinarias que no debe dárselas la Cámara, que quitándoselas? Naturalmente que deben tratar con mayor confianza cuando vean que todos los poderes han asumido todos los cargos, que no los han delegado en otro Poder; de manera que es una de las sorpresas que viene a dar aquí en el momento en que dijo usted que venía a hacer rectificaciones por la cuestión de la discusión del presupuesto de la Industria, para hacer cargos, y de todos los chismes que hay en contra del Partido Liberal Constitucionalista, qué está enemistado con el Ejecutivo de la Unión. Eso es falso. Con el Ejecutivo de la Unión no lo está, puesto que el partido es el sostén más poderoso que tiene el mismo. (Siseos.) Claro, indudablemente que sí. Que se dice en corrillos y en todas partes que el Ejecutivo de la Unión, si pierde las elecciones próximas de la Comisión Permanente, caerá en desastre, esto es falso también. ¿Sabe usted que está mejor el Ejecutivo con la Permanente que ganará seguramente el Partido Liberal Constitucionalista? (Siseos.) Sí, señores. En el Partido Liberal Constitucionalista hay gente política, hay gente de convicción, hay gentes que no claudican... (Voces: ¿Y los que han salido?) Esos son unos tránfugas que ha habido.
(Desorden en las galerías.)
El C. presidente: Se llama la atención a las galerías.
El C. Zubaran: No me importan las galerías; yo acepto todo eso. No me pueden amendretar. ¡Qué! (Voces: ¡Qué valiente!) No es valentía, es dignidad, porque no he sido nunca un "bravi".
Vuelvo a decir a usted, señor Portes Gil, que es una impugnación calumniosa la que me hace usted. No he tenido ningún negocio en la Secretaría de Industria y Comercio; se trató una vez de sorprenderme, como se ha tratado de sorprenderme veinte veces. Usted sabe perfectamente que todo está podrido; usted sabe perfectamente que hay muchos coyotes, y yo no tengo nada que ver; y probablemente usted es uno de esos coyotes de las compañías petroleras. (Murmullos. Campanilla.) Sí, señores, esta es la verdad... (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí!) ¡Cómo que no había de ser!
El C. Diaz Soto y Gama: ¡Sea usted más serio! (Desorden. Campanilla.)
El C. Zubaran: Sí, me estoy defendiendo y me sé defender, esto es serio. ¡Sí el señor Portes Gil recibe sueldo del Ejecutivo de la Unión de los Ferrocarriles; es uno de los directores de los Ferrocarriles este señor que viene a hacer imputaciones al Partido Liberal Constitucionalista! (Voces ¡Bravo! ¡No! ¡No! ¡Sí!) Yo no tengo ningún puesto, y es por lo que puedo hablar así. ¡Adiós! De manera que yo espero los documentos para rebatirle, traígamelos usted, que yo procuraré traer documentos de todos los chanchullos que hay en los Ferrocarriles y que patrocina usted. (Murmullos. Campanilla.)
El C. Portes Gil: Señores diputados: Yo creo que más cortés no se puede ser. Yo no lanzo insultos personales, sino hechos concretos.
El C. Zubaran: Yo también hechos concretos.
El C. Portes Gil: Decía yo al señor Zubaran que mañana mismo traeré ese documento; no lo traje hoy porque creía en la caballerosidad del señor Zubaran. Mi interpelación ha sido esta: ¿Sabe usted, señor Zubaran, que existe un documento en donde se le ofrece a usted cierta cantidad de dinero por el arreglo de un negocio, mejor dicho, en donde se compromete a arreglarlo por determinada cantidad de dinero? Está fue la interpelación.
El C. Zubaran: Le vuelvo a decir que no es verdad.
El C. Portes Gil: El señor Zubaran sabe que existe ese documento, sabe dónde está y sabe quién me lo va a dar a mí. Yo mañana lo traeré.
El C. Gandarilla: ¿ Quien se lo va a dar ? (Risas.)
El C. Portes Gil: Como yo no quería referir sino hechos verdaderamente concretos y que me constaran, no quería hacer alusión a otros hechos a donde me ha invitado el señor Zubaran. Yo estoy reuniendo en otros asuntos todas las pruebas necesarias para demostrar que el señor Zubaran y alguna otra persona han recibido dinero por otro negocio de Industria y Comercio; pero como todavía no tengo todas las pruebas, aun cuando sí ya las bastantes para que se forme una convicción, pero no para hecer una verdadera acusación, no quiero...
El C. Borrego: Si no hay pruebas completas, es una calumnia!
El C. Portes Gil: Pero ya que el señor Zubaran me obliga, voy a referirlo. El señor Zubaran tiene un socio en su despacho: Un señor licenciado equis, que es el que tramita los negocios de su despacho en la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo. Es claro, el señor Zubaran no los tramita, ¡Qué los va a tramitar!, si su hermano es el ministro; pero sabemos muy bien que su abogado socio, cuyo nombre no recuerdo... (Voces: ¡El licenciado Zapata!), que es el que se entiende con todos los negocios, mejor dicho, el resultado práctico lo percibe el ciudadano Zubaran, o lo que es lo mismo, es él el que arregla el negocio. El hecho es éste, a que me invita el señor Zubaran, y que yo no quería referir: El señor Zubaran me llama a mí coyote, por esta circunstancia: Vino a verme una compañía, la Roock Kowel Co., sociedad mexicana y organizada conforme a las leyes del país y obligada a respetar la futura legislación que expida el Congreso de la Unión, requisito constitucional que se exige a todas las compañías ahora, para que se puedan organizar. Con mucho gusto me decidí a patrocinar a esta compañía, y conste que no he patrocinado a ninguna otra compañía petrolera, a pesar de que muchas de ellas me han hecho instancias en el puerto de Tampico, para que me encargue de sus negocios. Autorizo a todos mis compañeros, autorizo a la prensa y autorizo a cuantas personas gusten, para que me demuestren que he prestado servicios a alguna compañía petrolera. Es la primera vez que yo voy a prestar servicios a una compañía, pero a una compañía pequeña, mexicana, que con su esfuerzo personal quiere hacerse grande. En cambio, señores - y este es un paréntesis-, sí hay algunos peleceanos que tienen igualas de grandes compañías. También lo puedo demostrar.
El C. Zubaran, interrumpiendo: Bueno, pero ¿ Cuál es el cargo a mí ?
El C. Portes Gil: Allá voy.
El C. Martinez Gustavo S.: ¿ Me permite una interpelación ? ¿ Entonces, de qué vivía usted en Tampico ?
El C. Zubaran: ¡ Del aire" ¡ De rábula ! (Risas. Siseos.)
El C. Portes Gil: Voy a contestar la interpelación del compañero Martínez. En Tampico tengo yo una notaría pública (Voces: ¡ Ah, vaya !), y soy abogado postulante; en Tampico se observa este hecho: Que el abogado que sirve a compañías petroleras es un verdadero esclavo; la compañía petrolera esclaviza al abogado de tal forma-le da dinero, claro, le paga muy bien-, que no le deja libertad para nada. Yo me he negado terminantemente a recibir iguala de ninguna compañía, precisamente por que cuido mucho mi libertad de acción y puedo decir muchas cosas de compañías petroleras, sin que ninguna de ellas pueda decir que me ha dado un solo centavo. De eso vivía, señor compañero, de mis trabajos profesionales con muchos comerciantes, con muchas otras personas que tienen negocios en los juzgados; pero nunca he patrocinado - y tengo el propósito de no patrocinar jamás-ningún negocio de las compañías petroleras que han tratado de extorcionar a nuestro país y que han desconocido hasta nuestra legislación. (Aplausos.) El hecho que me invitó a asentar el señor Zuburan, es el siguiente: Fuí yo a la Secretaría de Industria y Comercio a presentar una solicitud para perforar en los terrenos de Toteco, que son de una comunidad compuesta de determinado número de familias. En esos terrenos de Toteco están interesadas grandes compañías: Está interesada Mexican Gulf, la Huasteca Petroleum Co., la Internacional y
alguna otra. Como estas compañías son muy poderosas y tienen pagados aquí a determinados funcionarios, y tienen igualados a un buen número de abogados influyentes, natural es que esas compañías tienen no solamente las armas legales que pudiera tener cualquier particular, sino que tienen la poderosísima influencia del dinero, que se hace sentir en la Secretaría de Industria y Comercio. Llegó mi solicitud a la Secretaría de Industria y Comercio; el señor don Rafael Zubaran, con quien tuve una conferencia, me dijo: Se resolverá su solicitud en forma legal, puede usted estar tranquilo. Le dí fe a aquellas palabras, pero para prevenir el caso, y temiendo la influencia de las otras compañías es este asunto contra la compañía débil que yo representaba, también me voy a ver al señor presidente de la República y le dije: "Señor, yo no vengo a pedir favor ninguno, he examinado la documentación de está compañía, y como es un asunto enteramente lícito, he procedido desde el punto de vista legal, porque yo lo he estudiado detenidamente, vengo a prevenirlo únicamente para que haga usted justicia, para que al acordarse este negocio por la Presidencia de la República, se resuelva en forma legal; yo no pido que se incline a mí; yo presente mi documentación perfecta, como se puede decir en términos jurídicos. El señor presidente tomó nota de aquello y siguió el negocio su curso; fui a ver al licenciado Mier y Terán, que acaba de ser nombrado jefe del Departamento de Petróleo, mejor dicho, no fuí a verlo, fue un abogado muy honorable, antiguo compañero mío, que tenía amistad con él; abogado muy honorable, primo hermano del señor licenciado Martínez de Escobar, abogado honorabilisíno, de talento, joven: El señor licenciado José María Gurría Urgell; ese abogado se presentó con el licenciado Mier y Terán, que era el abogado de la Secretaría de Industria y Comercio; tuvieron varias discusiones; tres, cuatro o cinco, en el curso de una semana, y después de ellas, el licenciado Mier y Terán le dijo: "Creo procedente el asunto, no hay ninguna objeción legal; las pequeñas objeciones que yo tenía, pues ya las he solucionado; creo que el asunto es procedente, así es que voy a hacer el dictamen." Siguieron los días y el dictamen no salía; entonces, desesperado yo de que no se resolvía el negocio, y no queriendo ofrecer dinero, porque soy enemigo de andar cohechando, a pesar de conocer cuál es el procedimiento para resolver el asunto, no quise aprovecharlo, porque soy enemigo de dar un centavo a nadie porque se me haga justicia. Pues bien, señores; fue el abogado Gurría Urgell ante el señor abogado consultor de la Secretaría de Industria, licenciado Mier y Terán, uno de tantos días después de haber tenido la última conferencia. "-¿Qué sucede?", le dice. -"Hoy mismo te despacho el dictamen." " - Muy bien. "Volvió al día siguiente: "-Pues ya despaché el dictamen." " - Bueno, ¿Pero en qué forma lo despachaste?" "-Pues en contra tuya." " - Bueno, ¿Y por qué, si me dijiste que era procedente?" "-Mira, viejo -le dice-, el señor secretario de Industria y Comercio me encomendó el asunto espacialmente a mí; no me dijo en qué forma lo resolviera, y yo lo resolví legalmente." Vio el dictamen y, efectivamente, el dictamen estaba en contra, después de haber dicho el abogado de Industria y Comercio que era un dictamen fundado en la ley, y después de haberle ofrecido al licenciado Gurría Urgell que veía el asunto enteramente procedente y que la resolución sería favorable. Este es el punto a que me invitaba el señor Zubaran y que yo no quería expresar porque todavía no he reunido toda la documentación necesaria para demostrar que este hecho es ciertísimo y real en todos sentidos.
El C. Zubaran, interrumpiendo: ¿Y qué cargo tengo yo en eso?
El C. Portes Gil, continuando: Por eso, señores diputados, el señor don Juan Zubaran me llama "coyote".
El C. Zubaran, interrumpiendo: No, señor; "coyote" por su actuación en Tampico. (Siseos en las galerías.)
El C. Portes Gil: El cargo que le voy a hacer el señor Zubaran, es este: He hablado del hecho que me atañe a mí; pero ahora voy a fundar el cargo que le tengo que hacer. Un día antes de que me resolvieran el asunto de la Roock Kowel Co., la Mexicana Gulf, compañía poderosa que tiene interés también en Toteco, obtenía quince permisos de perforación en aquel terreno, sin dictamen. El jefe del Departamento Petrolero resolvió esto de motu proprio, de pleno derecho, sin necesidad de dictamen, y la documentación que llevaba la Mexican Gulf, defectuosísima por todos conceptos, no podría compararse en manera alguna con la documentación que tiene la Roock Kowel Co., que yo represento. ¿Y por conducto de quién, se resolvió la solicitud de la Mexican Gulf? me dirán ustedes. Pues por conducto nada menos de un abogado socio del señor Juan Zubaran.
El C. Zubaran, interrumpiendo: Es falso de toda falsedad. (Siseos.)
El C. Portes Gil, continuando: La Roock Kowel and Company intentó demanda en todos sentidos en contra de este asunto, demanda que seguramente prosperará porque tenemos toda la documentación necesaria para que se haga justicia, si es que hay tribunales honrados. Otro cargo que me ha lanzado el señor Zuburan es que percibo sueldo del Ejecutivo. Tengo un sueldo de abogado consultor en los Ferrocarriles Nacionales, empresa particular...(Voces: No No!) regenteada en estos momentos por el Gobierno.
El C. Zubaran: ¿Me permite una interpelación muy corta?
El C. Portes Gil: Interpelación sí, pero nada más.
El C. Zubaran: Con permiso de la Presidencia. Dice usted que los Ferrocarriles son una empresa privada; esta es mi interpelación: ¿Quién tiene el control efectivo, el control de acción de las líneas nacionales?
El C. Portes Gil: Ese control es muy relativo, porque el Gobierno no tiene control efectivo de las acciones; es mentira que los Ferrocarriles se hayan nacionalizado verdaderamente, porque pesa sobre los Ferrocarriles una hipoteca de mil millones de pesos que tienen que pagar los Ferrocarriles; pero es mentira que el Gobierno tenga el control de los Ferrocarriles; en consecuencia, yo
percibo un sueldo de una empresa particular, no es la prohibición constitucional. No quiero hacer aquí cargos personales, porque soy enemigo de ello, sólo los hago cuando verdaderamente se me invita a ese terreno. Aquí hay cinco, seis o más diputados del Pélece, que están percibiendo una serie de canonjías por el Ejecutivo; allí están tres o cuatro en la Caja de Préstamos, cuyos nombres no menciono, para que ellos digan quiénes son; allí está el licenciado Novelo, jefe del Pélece... (Voces: ¡No! ¡No! ¡Ex jefe!) que está percibiendo también una iguala muy regular en determinada institución particular intervenida por el Gobierno. Así es que estamos en igualdad de condiciones.
El C. Gandarilla: Los dos debían renunciar.
El C. Portes Gil: Y en este caso, ¿Quién es el que tira la primera piedra?
El C. Zubaran: ¿Qué sueldo tiene usted en los Ferrocarriles? Mil pesos por hora de trabajo. A ver si lo desmiente.
El C. Portes Gil: Señores diputados: He querido referir estos hechos para que se convenzan claramente de la actuación del Partido Liberal Constitucionalista, y para que se convenzan de que no Martínez de Escobar, no Pichardo, no el mismo doctor Siurob y no las individualidades muy honorables que vinieron de los Estados, no son ellos los que imprimen esta actuación. A ellos los he conceptuado - y lo he dicho públicamente- como hombres, en mi concepto, de valer personal propio, de ilustración y de buenos antecedentes; pero aun ellos mismos, se dejan arrastrar por los altos políticos del Pélece, por los altos negociantes del Pélece. (Voces: ¿Quiénes son?) El argumento ese que empleaba el señor don Juan Zubaran, de que el Partido Liberal Constitucionalista es el principal sostenedor del Gobierno...
El C. Zubaran, interrumpiendo: ¡Indudablemente! (Siseos en las galerías.)
El C. Portes Gil, continuando: Es claro, emplean ese argumento, porque no tienen el valor suficiente de irse a las trincheras de la oposición en donde ya están. Yo admiré el Pélece en la campaña contra Carranza, y entonces tuve el honor de militar en el Pélece, (Risas) porque entonces el Pélece sí tuvo todo el valor necesario y toda la energía suficiente para estar en las trincheras de la oposición; pero ahora están en las trincheras de la oposición, atacan todos los días al Gobierno, y en la noche van a ver al presidente de la República para que les dé determinadas cosas.
El C. Martínez de Escobar Rafael, interrumpiendo: Pido la palabra para hechos. Favor de apuntarme para después.
El C. Zubaran Juan: Censuramos las torpezas del Gobierno.
El C. Portes Gil, continuando: Es decir, no tienen el valor suficiente de decir: "Estamos francamente en la oposición", a pesar de que ya militan en ella. (Desorden. Murmullos.)
El C. Zubaran Juan: No somos personalistas.
El C. Morales Juan Angel: ¡No somos incondicionales!
El C. Portes Gil continuando: He sentido distraer la atención de la Asamblea por tanto tiempo, porque verdaderamente yo quería únicamente rectificar los hechos relativos a gastos de obreros, como ya los rectifiqué, y el hecho relativo al señor Zubaran; yo suplico a todos los compañeros mediten sobre estas ideas que he expuesto y vean cuál es y ha sido hasta ahora la verdadera situación del Partido Liberal Constitucionalista.
El C. Zubaran: Lo reto a usted para que mañana me traiga ese documento.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Siurob.
El C. Gandarilla: Moción de orden.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Gandarilla para una moción de orden.
El C. Gandarilla: Unicamente me permito dirigirme al compañero Siurob para que teniendo en cuenta que si hasta aquí se han dicho revolucionarios, no se enfangue una vez más a la revolución, como se hace diariamente.
El C. Siurob: Estimables compañeros: Acepto con mucho gusto la indiciación del compañero Gandarilla. En efecto, se enfanga a la revolución viniendo a hablar a esta tribuna como lo ha hecho el compañero Portes Gil: Censurando la labor de algunos revolucionarios cuando no se tienen pruebas verdaderas con que atacar a esos mismos revolucionarios.
El compañero Portes Gil ha venido primero a atacar al licenciado Zubaran, diciendo que el licenciado Zubaran había recibido dinero por arreglar determinado negocio en la Secretaría de Industria; después, ya consideró que había ido demasiado lejos, y dijo que el ciudadano Zubaran había recibido una oferta de dinero. ¿Una oferta de dinero, señores? ¿Qué es esto? ¿Recibió el dinero efectivamente, o no lo recibio? Si recibió dinero por arreglar un negocio en la Secretaría donde está su hermano, el señor Zubaran ha hecho perfectamente mal; si no recibió dinero, sino una oferta, ¿En qué puede lastimar su honra? ¿Qué tiene que ver el Partido Liberal Constitucionalista, suponiendo el caso de que el ciudadano Zubaran fuera culpable?; ¿Qué tiene que ver el Partido Liberal Constitucionalista con que un ciudadano miembro de ese Partido haya recibido dinero por arreglar un negocio? Quitada, pues, esa mancha de lodo que se quería arrojar por parte del licenciado Portes Gil a la revolución, porque atacar a un solo revolucionario en los actuales momentos, es de hecho atacar a la revolución, ahora voy a referirme a la parte que a mí me corresponde. El ciudadano Portes Gil ha dicho que yo he ido... No oí la parte en que se refirió a mi persona, y quisiera que el compañero Portes Gil volviera a a repetirla. Interpelo al compañero para que diga cuál fue la parte de su discurso en que se refirió a mi persona. Al llegar a la asamblea se me dijo: "El ciudadano Portes Gil se ha referido a usted." Y como no quiero atribuir al compañero Portes Gil frases que no haya dicho, le suplico me diga en qué parte se refirió a mi persona.
El C. Portes Gil: Cuando me referí a usted creí que estaba en el salón, porque lo había visto momentos antes; por eso hice relación a usted, porque siempre me gusta hacer referencia a personas que están presentes, y le consta al señor
presidente de la Cámara que para hacer alusiones al señor Zubaran, le supliqué que no se retirara, por conducto del señor Chapa. Así es que concretando el punto a que me referí, debo manifestarle que usted, a quien conceptúo un elemento bueno, era de los que se dejaban arrastras - según dije - por la dirección del Pélece, que tienen encomendada el señor Novelo y dos o tres personas más...
El C. Zubaran, interrumpiendo: ¡No dijo eso!
- El C. Portes Gil, continuando:... Y se dejaba arrastrar usted hasta el grado de ir a la Secretaría de Hacienda a insultar a un hombre que está conceptuado por toda la nación como un hombre honrado. Esa fue la alusión que hice a usted compañero.
El C. Siurob: Muy bien; ahora voy a explicar este asunto a la Cámara. Yo hubiera querido que este asunto no se tratara dentro de esta Asamblea; pero ya que el compañero me obliga a ello, no tengo más que decir la verdad, la verdad absoluta, la verdad que tiene que decir en esta tribuna un representante del pueblo mexicano, la verdad que he dicho siempre y que hoy protesto y juro decir, bajo mi palabra de caballero. Vino a esta Cámara un grupo de obreros, zapateros y curtidores del Distrito Federal, a pedir que fuera un representante de esta Cámara a acompañarlos a ver al presidente de la República y secretario de Estado para un negocio que ellos traían, porque nadie quería recibirlos, esa es la palabra, así lo dijeron fuera de la Cámara, y eso les consta a muchos diputados que están aquí presentes. (Voces: ¡Sí!) Muy bien; sentado este hecho absolutamente cierto y verídico, en esos momentos salí a ver de qué se trataba, y al enterarme de que era un grupo de obreros humildes que querían un representante que les abriera las puertas de las antesalas de los ministros y del presidente de la República, gustoso me presté, con la mayor satisfacción, a acompañarlos. De aquí nos dirigimos en manifestación pública al Palacio Nacional; era un grupo de dos mil obreros, zapateros y curtidores. Llegamos allá, e hicimos irrupción en las antesalas del presidente de la República, no en masa, puesto que los obreros se quedaron afuera de Palacio y una comisión de cuatro o cinco nada más entró a las antesalas presidenciales, acompañados por el compañero Lavín, por el ciudadano Zubaran y por el ciudadano Guillermo Rodríguez; allí se nos dijo que el señor presidente acababa de salir, y que iba rumbo a Chapultepec; estuvimos esperando a ver si podíamos localizar al señor presidente, y no pudimos localizarlo; entonces los señores obreros quisieron que les abriéramos las antesalas de la Secretaría de Hacienda, y a un oficial que estaba allí -creo que no es mozo-, le avisamos que deseábamos hablar con el señor De la Huerta una comisión de obreros y diputados; este esbirro entró a los salones de la Secretaría, y allí permanecio durante largo tiempo, más de media hora, sin que a nosotros se nos notificara en lo absoluto si éramos recibidos, si se había ido el ministro o si no se había ido. Entonces, viendo que se había ido más de media hora sin que fuéramos recibidos, me colé al interior de los departamentos de la Secretaría. ¿Con qué derecho, me diréis? Pues con el derecho que tiene un representante del pueblo para ir a saber si por fin lo reciben o no lo reciben en compañía del pueblo mismo. Entré y me encontré al mismo ciudadano, y le dije: "Señor: Esa comisión de obreros desea saber si está el señor ministro y si será recibida." Contestación de este señor: "Pues no sé si estará, quizá esté o no esté; creo que se ha ido." Entonces, sí, señores, me causó indignación, porque aquel mozalbete estaba jugando con nosotros, porque aquel pequeño esbirro estaba burlándose, no de mí, que no valgo nada, pero sí de un representante de una comisión de obreros respaldados por dos mil trabajadores que estaban fuera del Palacio Nacional. Aquello si me causó indignación; sin embargo, tuve que refrenarme y me contenté con decir: "Ustedes, los encargados de recibir al público, se han olvidado de que son servidores del pueblo y de las consideraciones que merecen las personas que vienen a tratar asuntos a las secretarías de Estado. ¿Por fin, está el secretario, o no está? Y para otra vez le agradeceré que tenga respeto, ya no para los representantes del pueblo que en este país parece que son un trapo sucio, pero sí para con las clases trabajadoras, que merecen respeto."
Salimos de allí, e iba a dar cuenta a los trabajadores del resultado de nuestras gestiones, cuando un obrero dirigió la palabra a los manifestantes, diciéndoles que no habían podido ser recibidos ni por el señor presidente ni por el señor ministro De la Huerta, y que yo les iba a dar cuenta de lo que en mi concepto sería conveniente hacer para el día siguiente. Los obreros reclamaban esto: La Secretaría de Hacienda - lo digo para que sirva de advertencia a los señores diputados y al público -, la Secretaría de Hacienda ha estado bajando las cuotas de introducción de una multitud de artículos de primera necesidad y manufacturados en distintas clases de industrias, especialmente en zapatos, lo que ha dado como resultado que viniendo los zapatos americanos que ahí se producen, a un precio excesivamente bajo, los fabricantes de aquí, de la capital de la República y de todo el país, no pueden salir ya de su mercancía, Y como no pueden salir de sus mercancías, resulta que se ven obligados a paralizar sus industrias, y por esto los obreros se quedan sin trabajo. Eso era lo que iban reclamando los trabajadores; iban a pedir a la Secretaría de Hacienda que estableciera una tarifa, aunque fuera ligeramente proteccionista, para las clases trabajadoras. En estas condiciones, hice yo uso de la palabra, y desde luego les dije que ya en la Cámara de Diputados había yo expresado pocos días antes algo sobre este problema; qu estaba de acuerdo en lo absoluto con su manera de pensar; que yo creía que la Secretaría de Hacienda había hecho muy mal, aunque fuera con la mejor intención del mundo - esas fueron mis palabras-en haber quitado esas tarifas, porque el resultado era gravísimo para el pueblo mexicano desde el momento en que estaba saliendo el oro y estábamos comprando en el extranjero toda clase de artículos de primera necesidad. En efecto, de ahí vienen los cereales, de ahí viene el ganado, y hasta el huevo, que nunca se había importado: Hoy viene de los Estados
Unidos. (Risas.) Lo cual ha hecho exclamar a alguno, de una manera chusca, que ya ni eso tenemos. (Risas y aplausos.) Yo suplico a los señores representantes que me presten toda su atención. En esas condiciones, yo les dije a esos obreros que estaba de acuerdo con su actitud; que la secundaría en todas que partes; que estaba seguro de que el Partido que represento la secundaría también, porque si nosotros no estábamos dispuestos en ninguna forma a favorecer al capitalismo de nuestro país, mucho menos estábamos dispuestos a favorecer al capitalismo de allende el Bravo, y con las tarifas librecambistas lo único que se hace es favorecer a los capitalistas de allende el Bravo, (Voces: ¿Y los puertos libres?) con detrimento y perjuicio de los obreros de este país. Les expuse que si la Secretaría de Hacienda seguía en esa actitud, iba a traer como consecuencia la fuga del oro; que de trescientos cincuenta millones de pesos que era nuestro stock monetario, ya había salido del país, con el criterio librecambista del secretario de Hacienda, la cantidad de ciento veinticinco millones, y que en esa forma se iba a pasos agigantados hacia el régimen del papel, y que con el régimen del papel, sencillamente vendría el peor de los conflictos para las clases trabajadoras, porque no podrían comprar a un precio razonable los artículos de primera necesidad ni aquí dentro del país, porque ya no se producirían esos artículos, desde el momento en que estaría aniquilada la industria y estaría aniquilada la agricultura; más aún: Expuse que todos los países de Europa y los mismos Estados Unidos, después de la guerra mundial, el Gobierno de los Estados Unidos ha estado ayudando a la industria y a la agricultura con préstamos refaccionarios que salen de la Tesorería de los gobiernos, y si nosotros no tenemos dinero para refaccionar nuestra industria y nuestra agricultura, a lo menos no deberíamos estar poniendo estas tarifas librecambistas que no tiene ningún país del mundo, porque ningún país del mundo tiene personas en su Secretaría de Hacienda tan poco conscientes de la misión y actitud que deben tener. Acabó aquello sugiriéndoles yo a los obreros que al día siguiente presentaran un ocurso a la Cámara de Diputados, y que la Cámara de Diputados enviaría con ellos una comisión, y oficialmente, en nombre de la Cámara, viera al señor presidente de la República. A esto se concretó mi discurso, no toqué ni una sola cosa del secretario de Hacienda, no mencioné el nombre del secretario de Hacienda, no tuve ni la más pequeña frase que pudiera aparecer de cerca o de lejos la menor injuria para el secretario de Hacienda. Terminando esto, ya me retiraba con el diputado Lavín, que es testigo de que lo que estoy diciendo es absolutamente verdad, ya me retiraba a cumplir con mis deberes de representante, cuando, señores, recibí al mismo esbirro aquél que venía a alcanzarme, y me dijo: Dice el señor secretario de Hacienda que ya puede recibir a ustedes. Entonces le avisé al compañero Lavín que les dijera a los representantes de los obreros que fueran ya al Palacio con nosotros; fuimos y nos juntamos con los representantes de los trabajadores y entramos adonde estaba el secretario de Hacienda. Entonces tomé la palabra y le dije: Señor, no quiero más que explicar mi presencia aquí: Nosotros hemos venido comisionados por este pequeño grupo de obreros a abrirles las antesalas de esta Secretaría de Hacienda. En términos despectivos, impropios de un secretario que recibe dentro de su despacho, me contestó: Yo no tengo que hablar con usted, no quiero hablar con usted, usted no es aquí nadie. Señores, soy un representante del pueblo y cualquiera que sea mi actitud, si mi actitud ha sido revolucionaria, pero suponiendo que no lo fuera, vamos a suponer que no hubiera tomado las armas en favor de la causa de la revolución hace diez años, vamos a suponer que mi actitud no ha sido digna, vamos a suponer que yo hubiera cometido los mayores crímenes y que hubiera cometido los mayores delitos, pero yo, un representante del pueblo, ¿Merecía semejantes palabras? ¿Debía quedarme callado ante injurias de esta índole? Y todavia después le dije: Señor: Recapacite usted, tenga en cuenta que yo tengo aquí tanto derecho para hablar como usted, porque si usted es secretario de Hacienda, yo soy miembro de uno de los poderes, soy miembro del Poder Legislativo. Entonces el señor de la Huerta me contestó con una injuria, y entonces sí ya no pude contenerme; entonces sí yo también me desbordé en injurias, porque no podía ser de otro modo, señores. Defendía yo mi dignidad, mi fuero como representante; ¿Iba a tolerar, que en mi persona se atropellara a todo el Poder Legislativo, puesto que iba a ser una representación como miembro de ese Poder, una representación honesta, justa y en favor del pueblo mexicano? Yo así lo creía. Que diga el público si estuve equivocado; si está haciendo bien o mal la Secretaría de Hacienda, eso no me corresponde juzgarlo, pero a lo menos mi fuero interno, mi propia convicción me dictan que lo que el señor secretario de Hacienda está haciendo todavía, es malo. De manera que poneos en mi lugar, señores representantes; los mismos ciudadanos que se pongan en mi lugar: Que el pueblo los designe alguna vez representantes de uno de los poderes de la Unión; que se dirijan a una Secretaría de Estado y que cuando vayan a hablar en favor de las clases trabajadoras, cuando vayan a hacer una representación honesta, que cuando no tengan ninguna cosa por qué ocultar la frente, un secretario de Estado los reciba despectivamente y dirigiéndose a ustedes como si fueran criados, les ordene callar. ¿Guardarían paciencia? (Voces: ¡No! ¡No!) No, indudablemente que no. Estoy seguro de encontrar eco en el corazón de todos los representantes del pueblo; estoy seguro de que me darán la razón en este caso Estoy seguro de que mis mayores enemigos en está Cámara-que no pueden ser más que enemigos políticos- estarán de acuerdo en que tuve razón. Lo demás que paso ahí no interesa saberlo a esta honorable Cámara; la disputa personal entre el señor De la Huerta; y yo no interesa a esta honorable Cámara. Esto no nos interesa más que al ciudadano De la Huerta y a mí, y quiero que se me permita conservar dentro de esta Cámara la delicadeza personal con el que he tratado siempre mis negocios particulares. (Voces: ¡Muy bien!) Allí tiene explicado el compañero Portes Gil, yo estoy seguro que el mismo compañero Portes Gil,
considerando que así fueron las cosas, y para eso hubo allí representantes de la prensa, representantes de los trabajadores que se dieron perfecta cuenta de lo que paso allí. Los trabajadores, al salir de allí, me felicitaron por mi digna actitud, creyendo que así debía portarse siempre un representante del pueblo. Ahora, señores, vamos a la cuestión de mi partido. Se ha puesto en el tapete de la discusión la honorabilidad de mi partido, la honorabilidad del Pélece; yo salgo a la defensa de mi partido, puesto que pertenezco a él y afronto las responsabilidades de mis actos. ¿Sabéis cuál ha sido el objeto de esto? Tratar de ganar a toda costa la Permanente por los partidos coligados. ¿Y sabéis cuáles son los fines que se esgrimen aquí? Fines de servilismo... (Voces: ¡No! ¡No!) Al Partido Liberal Constitucionalista nadie le puede perdonar que sea independiente; al Partido Liberal Constitucionalista, los empeñados en sostener no sólo al Gobierno, sino los errores del Gobierno, nunca le podrán perdonar que el Partido Liberal Constitucionalista, con un índice rectilíneo, con un ídice honrado, con el mismo índice que señalo los errores de Venustiano Carranza, señale los errores de Álvaro Obregón. (Siseos. Aplausos.) Al Partido Liberal Constitucionalista no le podrán perdonar nunca que haya triunfado en las elecciones en el Distrito Federal, en las elecciones para Ayuntamiento; este es el encono, este es el escándalo, esta es la causa de ira, esta es la causa de la cólera... (Voces: ¡Se robaron las ánforas!) Robo de ánforas dicen los señores contrarios; las ánforas vamos suponiendo que hubieran sido robadas; las únicas ánforas que quedaron en poder de los representantes de esas casillas, y que ustedes llaman robadas, no fueron más que dos distritos, y de los doce que hubo en el Distrito Federal, once, oídlo bien, en once triunfó; de manera que suponiendo que hubiera perdido las dos que reclamáis, le quedarían todavía muchas para regalaros y todavía conservar la mayoría.
El C. Prieto Laurens: ¿Me permite una interpelación? ¿Las que se robaron Saucedo y Lara?
El C. Siurob: Ahora bien, señores: Escuchad aquí las argumentaciones de los enemigos. El compañero Portes Gil viene y dice: "Hay diputados, hay miembros del Partido Liberal Constitucionalista que tienen canonjías", Yo le respondo: Es verdad, compañero, que hay individuos del Partido Liberal Constitucionalista, que tienen, no canonjías, sino lugares donde sirven a la nación como la sirven también los miembros de vuestros partidos. Debo advertir que si hay canonjías, son mayores las vuestras. (Siseos.) Debo advertir que si hay favores, son mayores los que vosotros recibís. (Voces: ¡Nombres!) El compañero Portes Gil gana mil pesos cada mes; los miembros de la Caja no ganan más que cincuenta pesos en cada sesión y de esas no hay más que una cada semana, cuando hay.
- El C. Portes Gil:¿Me permite una interpelación?
El C. Siurob: Cuando yo termine, con mucho gusto.
- El C. Portes Gil:Es pequeña, pertinente.
El C. Siurob: No, en este momento no. Cuando yo termine, con mucho gusto.
El C. Portes Gil: Muy atentamente suplico al señor Siurob me permita.
El C. Siurob: Cuando yo termine.
El C. Portes Gil: Yo consentí interpelaciones a los de vuestro partido. Usted también está obligado, cuando menos por cortesía, a permitirme una interpelación. (Murmullos.)
El C. Siurob: Bueno, sí.
El C. Portes Gil: ¿Tuviera la bondad de decirme el compañero Siurob los nombres de los miembros del Pélece que figuran en la Caja de Préstamos?
El C. Siurob: No tengo ningún inconveniente, compañero. De esos no existen más que los siguientes: El ciudadano Martínez de Escobar, Novelo y yo.
El C. Prieto Laurens, interrumpiendo: ¡Y Pérez Abréu!
El C. Siurob, continuando: Más todavía: La Caja de Préstamos no es una institución oficial. (Voces: ¡No Risas.) La Caja de Préstamos, conforme a sus estatutos, es una institución que no funciona como institución oficial. (Siseos.) Pero vamos suponiendo que lo fuera; sepan los compañeros que en la Caja de Préstamos, cuando el presidente de la República ha hecho índicaciones o ha enviado cartas para que se haga esto o aquello, la Caja de Préstamos ha dicho sí, cuando ha creído que aquello se ajustaba a la honorabilidad más pura, a la justicia, y ha dicho no, en otros. Ahora, ahí están algunos otros compañeros de todos los partidos que, en efecto, desempeñan alguno que otro cargo aparte de su carácter de diputado, de una manera más o menos oficial. (Voces: ¡Nombres!) ¿Pero por qué hacer ese cargo al Partido? El compañero Manjarrez me dicen que también desempeña un cargo de esta índole...
El C. Manjarrez: Pido la palabra para contestar al compañero. Efectivamente; yo desempeño el cargo de interventor de un Banco, pero ese cargo no me lo paga el Gobierno, sino me lo paga el Banco, eso lo sabe el compañero Siurob. (Siseos Desorden.)
El C. Siurob: Suplico a los señores compañeros que se dignen conservar el orden.
El C. presidente: Se llama al orden al ciudadano Gandarilla al ciudadano Moreno.
El C. Riva Palacio: ¿Me permite una aclaración, con permiso de la Presidencia ? Se le estaba a usted pasando algo muy interesante: El ciudadano Alejandro Velásquez López, que ocupa un puesto en la Secretaría de Hacienda, que ocupó por mucho tiempo el puesto de secretario particular, venía aquí a cobrar su sueldo como diputado.
El C. Siurob: Suplico a los compañeros se dignen escucharme hasta el final. (Desorden.) Suplico a los compañeros Aurelio González, que se dignen escucharme hasta el final. He suplicado su benevolencia, y pido que se me escuche hasta el final de mi discurso. Ahora bien, señores; en estas condiciones. ¿Por qué se inculpa al Partido Liberal Constitucionalista como en miembros de sus partidos contrarios? ¿Con qué cara limpia...
El C. Rama, interrumpiendo: Para una moción de orden, señor presidente, con permiso del ciudadano Siurob.
El C. presidente: Tiene la palabra, para una moción de orden, el ciudadano Rama.
El C. Rama: Señores diputados: Es bochornoso lo que estamos haciendo. Nos estamos injuriando unos a otros; yo creo que antes que nada debemos ser compañeros...
El C. Siurob, interrumpiendo: ¡Yo no estoy injuriando a nadie!
El C. Rama, continuando: Con esta actitud, mañana los Caballeros de Colón van a decir que ellos son los que deben venir aquí. Nada nos importa que algunos diputados de un grupo o de otro tengan, o no, canonjías; ellos, en su conciencia lo sabrán. Yo pido, señor presidente, que encauce usted el debate, y suplico al compañero Siurob que, en nombre de la dignidad de la Cámara, abandone esa tribuna y deje este terreno, que desdice del decoro de la Asamblea. (Aplausos. Campanilla.)
El C. Siurob: Señores diputados: Ahora sí se reclama la dignidad de la Asamblea; ahora sí se viene a decir que no deben decirse estas cosas. Compañero Aquilino Rama: Yo no he hecho otra cosa que defenderme y que defender a los honorables revolucionarios... (Siseos. Murmullos. Sesorden. Campanilla.)
El C. Morales Juan Angel: ¡Hay mucha "porra", señor presidente!
El C. Ramos Pedrueza: ¡Usted forma parte de ella! (Risas. Desorden.)
El C. Siurob, continuando: Sepa el compañero Aquilino Rama que yo no he hecho otra cosa, sino venir aquí precisamente a defenderme y a defender a algunos compañeros; que el Partido Liberal Constitucionalista no fue el primero que lanzó este ataque insidioso en contra de determinados miembros de la Representación Nacional y de determinados revolucionarios. Sepa el compañero que lo único que hace el Partido Liberal Constitucionalista es defenderse de las únicas agresiones que se le pueden hacer, que son agresiones insidiosas y faltas absolutamente de sentido común. Y ahora, señores, el Partido Liberal Constitucionalista... (Desorden. Campanilla.)
El C. presidente: De nuevo suplica la Presidencia a los ciudadanos diputados ocupen sus curules y atiendan al orador.
El C. Siurob: Y ahora, señores, ¿Sabéis lo que no se le perdona al Partido Liberal Constitucionalista? El hecho de haber quitado las facultades extraordinarias en Hacienda, porque al calor de las facultades extraordinarias en Hacienda, medraba una multitud de parásitos, porque al calor de las facultades extraordinarias en Hacienda, salía dinero para las propagandas políticas artificiales...
El C. León: No es cierto; no tiene usted derecho de calumniar al señor De la Huerta.
El C. Siurob: Porque al calor de las facultades extraordinarias en Hacienda, se hacía en todas partes...
El C. Morales Juan Angel: Para una aclaración. Existe una prueba, compañero. Suplico al licenciado Rodrigo Gómez, con la caballerosidad que lo caracteriza, nos diga, bajo su palabra de honor, si no es cierto que en el Salón Verde, a Ramos Esquer a mí y a otras personas, nos dijo que en su viaje a Durango le dieron cien mil pesos en la Secretaría de Hacienda, para ir a repartir allí, junto con el cacho de tierra con que engañan a los pobres campesinos, cierta cantidad de dinero. Que nos diga si no es cierto. (Desorden. Voces: ¡Que hable Rodrigo Gómez!)
El C. presidente: Se llama al orden a los ciudadanos diputados. Tiene la palabra el ciudadano Rodrigo Gómez.
El C. Gómez Rodrigo: Señores diputados: Voy a contestar, con toda sinceridad, la interpelación que acaba de hacerme el compañero. Los campesinos del Estado de Durango se encontraban en condiciones verdaderamente aflictivas en los momentos en que se les acababan de repartir las tierras, los ejidos, y no tenían con qué cultivarlos. Nosotros, por sugestión de los mismos campesinos, ocurrimos al señor presidente de la República, general Alvaro Obregón, solicitando que ayudara a aquellos hombres, a fin de que pudieran cultivar sus tierras. El ciudadano general Álvaro Obregón estuvo dispuesto, primero, a dar sesenta mil pesos, y después, cien mil pesos, que vino a arreglar el general. J. Agustín Castro. Eso les consta a los ciudadanos diputados por el Estado de Durango. (Voces: ¡Fue un préstamo!) Fue un préstamo; pero nosotros fuimos los iniciadores. El ciudadano Gandarilla. Y el ciudadano Obregón nos lo concedió; no hemos aceptado ninguna canonjía. Por el contrario, los miembros del Partido Nacional Agrarista están limpios absolutamente de cualquier mácula; no hemos aceptado ninguna canonjía, y yo desafío a cualquiera de los diputados a que nos lancen un cargo. (Aplausos. Murmullos.)
El C. Gandarilla: Pido la palabra. Habiéndome interpelado el compañero Gómez para que ratifique su dicho...
El C. Siurob, interrumpiendo: Moción de orden.
El C. Gandarilla: Me ha interpelado el señor Gómez. Permítame su señoría. Como miembro de la diputación de Durango debo decir que, en efecto, señores, el Gobierno federal acordó ir en auxilio de los campesinos de Durango; pero no fue el gobernador Jesús Castro el que vino a contratar este empréstito; fue la Legislatura del Estado de Durango la que lo solicitó, a petición mía. En consecuencia, no hay ningún personalismo en esto. (Aplausos.)
El C. Siurob: Suplico a los compañeros Franco Abraham, Ramos Pedrueza...
El C. secretario Salazar, interrumpiendo: La Presidencia suplica a los ciudadanos diputados Franco, Abraham, Ramos Pedrueza, Ramírez Fidel M. y Paláez Godofrefo, se sirvan ocupar sus curules.
El C. Siurob: Señores: Como decía yo, el Partido Liberal Constitucionalista se siente suficientemente garantizado ante el pueblo mexicano como partido revolucionario, ha sido el que con sus mayorías en el Congreso ha votado las leyes agrarias. (Voces: ¡Huy! Murmullos.)
El C. Franco Abraham: No es obra de un partido, es obra de toda la revolución.
El C. Siurob: Suplico al compañero Franco...
El C. Díaz Soto y Gama: La revolución es más grande que el P.L.C.
El C. Siurob: Esa es la verdad, no la niego. El hecho es este: El hecho de que el Partido
Agrarista haya sostenido además las reformas agrarias, no quiere decir, no puede negar de ninguna manera que el Partido Liberal Constitucionalista con sus mayorías haya dado la sanción para esas leyes agrarias. Todavía más, señores; el Partido Liberal Constitucionalista...
El C. Diaz Soto y Gama: ¿Me permite una interpelación?
El C. Siurob: No. El Partido Liberal Constitucionalista con los demás elementos de esta Cámara...
El C. Díaz Soto y Gama: Una interpelación sobre asuntos agrarios.
El C. Siurob: No, compañero; hasta que termine.
El C. Díaz Soto y Gama: Siendo usted un eminente agrarista, creo que no tendrá inconveniente en contestarla.
El C. Siurob: Usted puede sentirse satisfecho porque he hecho justicia a los partidos revolucionarios que también colaboraron dentro de la Ley Agraria.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Me permite usted hablar?
El C. Siurob: En este momento no, compañero, por está razón: Ya he sufrido demasiadas interrupciones e interpelaciones de distintos miembros de la Asamblea, y si fuera a seguir por ese camino, entonces no acabaría nunca.
El C. Díaz Soto y Gama: Es sobre el problema cardinal de la revolución; sobre el fruto más importante de la revolución.
El C. Siurob: Así que yo termine, con mucho gusto.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿En estos momentos no? ¿Ni sobre agrarismo?
El C. Siurob: No. Continúo, Señores diputados. El Partido Liberal Constitucionalista fue el primero en quitarle las facultades extraordinarias al Ejecutivo de la Unión. Este paso, aunque los incondicionales digan que es malo, es una cosa buena, es una cosa honrada, es una cosa honorable que la debían haber hecho desde mucho antes. (Voces: ¡Todos votamos!) Escuchad las insidias de nuestros enemigos. Ahora, cuando se trata de compartir responsabilidades, entonces dicen: "El Partido Liberal Constitucionalista es el único responsable de cuanto pasa en la Cámara". Y ahora que el Partido Liberal Constitucionalista está afrontando las verdaderas responsabilidades de lo que ha pasado dentro de esta Cámara, ahora surgen las voces medrosas allá, o las voces exaltadas por el otro lado, diciendo: ¡Nosotros también! Muy bien, señores, ustedes también, pero como minorías; ustedes también, pero no como responsables... (Voces: ¡Huy! Desorden.) ¿Y qué? Que la responsabilidad es del Partido Liberal Constitucionalista y, por consiguiente, suya también es la gloria. El que afronta la responsabilidad es el que tiene la gloria de la responsabilidad, si aquella responsabilidad es honrada. Y no me vengáis diciendo que la gloria os corresponde cuando habéis pretendido llevar al Municipio a individuos como Carregha y Riveroll; no me vengáis diciendo que la gloria es vuestra cuando habéis dado muestras claras y evidentes de vuestras ligas secretas con la reacción. (Murmullos.) Ahora, señores, el Partido Liberal Constitucionalista de hecho ha sido el único que negó al Ejecutivo aquí dentro de esta Cámara las facultades extraordinarias que solicitó en el ramo de Petróleo. Recordad: Cuando el Ejecutivo de la Unión solicitó del Partido Liberal Constitucionalista facultades extraordinarias en el ramo de Petróleo, el Partido Liberal Constitucionalista, con toda rectitud, con toda honradez, respondió al Ejecutivo que, siendo su amigo, a pesar de ello, no podía concederle en ninguna forma las facultades extraordinarias en el ramo de Petróleo. (Voces: ¡Y por fin no hubo petróleo!) Y ahora, señores, eso es culpa, sí, de todos nosotros. (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. Moreno Jesús Z: Allá vamos, al artículo 5o.
El C. Siurob: Ahora, señores, lo que se trata por todos los elementos incondicionales al presidente de la República, es de aplastar al Partido Liberal Constitucionalista tan sólo porque es independiente, tan sólo porque se atreve a decir una verdad, tan sólo porque el Partido Liberal Constitucionalista, desempeñando con toda paciencia su papel político, se ha ceñido a poner un coto y un hasta aquí a los abusos del poder a las propagandas electorales anticipadas, a todas estas propagandas de personalismos...
El C. Moreno Jesús Z.: Y votando presupuestos sin quórum.
El C. Siurob: Votando presupuestos sin quorum, dice el ciudadano diputado, uno de aquellos ciudadanos diputados felicistas de los más incondicionales de la reacción.
El C. Prieto Laurens: ¿Y cuando era presidente de vuestro bloque?
El C. Siurob: ¿Sabéis por qué lo dice, ciudadanos diputados? Más vale que existan presupuestos votados dentro de este recinto, y no que el Ejecutivo, no personalmente, sino por conducto de sus miembros poco escrupulosos en los dineros del pueblo, despilfarren y tiren lo que cuesta tanto sudor y trabajo precisamente a los ciudadanos mexicanos. Al Partido Liberal Constitucionalista nunca se le puede perdonar esto y por esto todas las iras de los esbirros, con fuero o sin fuero, se dirigen en contra del Partido Liberal Constitucionalista. Ahora bien, señores; voy a pronunciar palabras de concordia y de unión. (Murmullos.) A ustedes les consta que en el curso de mi peroración no he lanzado en lo absoluto ningún ultraje a ninguno de los ciudadanos representantes.
El C. Prieto Laurens: ¿Y aquello de los esbirros con fuero o sin fuero?
El C. Siurob: A ustedes les consta que me he concretado a defenderme sencillamente de los cargos que se hacen a algunos de los elementos de mi partido en lo general. Y ahora voy a decir palabras de concordia. El Partido Liberal Constitucionalista no es toda la revolución; fuera del Partido Liberal Constitucionalista existen realmente elementos revolucionarios, pero estos elementos revolucionarios, distanciados por personalismos, por falsos mirajes, por falsas perspectivas, permanecen haciendo un papel desdichado, un papel de enemigos gratuitos de la verdadera revolución. Invito a todos estos miembros de los partidos revolucionarios, fuera del Pélece, a que, renunciando por un momento a sus
ambiciones, a sus falsos escrúpulos y al incondicionalismo que empieza a sembrarse en muchos espíritus, acudan todos unidos dentro de una sola bandera para que así podamos defender mejor los principios y llevarlos al terreno de la práctica. ¿Qué nos separa de los elementos agraristas? Una cosa: Que ellos no quieren más que una parte del problema y nosotros lo abarcamos todo...
El C. Aldaco: El que mucho abarca, poco aprieta.
El C. Siurob: Puede ser verdad, compañero, pero cuando se propone un principio no es debido proponerlo cojo o manco, sino que debe proponerse el principio completo, de una manera que de pueda laborar por el bienestar del pueblo en todas sus esferas de acción y en todos los ramos de su actividad. De los elementos agraristas he dicho que si ellos son enemigos gratuitos del Partido Liberal Constitucionalista, como miembro de este partido no los atacaré nunca, porque aspiro a hacer labor de atracción y de únion y porque ya es tiempo de que los falsos revolucionarios, muchos de los cuales se han colado dentro del Gobierno, cesen de estarnos dividiendo con miras personalistas, con miras futuristas y con deseos bastardos de llegar a lograr la Presidencia de la República...
El C. Aldaco: ¡Ejemplos!
El C. Siurob: Son muy conocidos para que yo los mencione. Ni unos ni otros de los aspirantes a la Presidencia de la República serán capaces de disgregar a la revolución si ésta está consciente de su papel, si dentro de cada uno de nosotros hay un hombre consciente, si dentro de cada partidario de los principios hay un verdadero patriota o un verdadero individuo amigo de las libertades mundiales; pero debemos probarlo, demostrando que no nos preocupan las bajezas de que, desgraciadamente, vino a hablar el ciudadano Portes Gil, y digo desgraciadamente, porque a Portes Gil le reconozco que ha sido revolucionario de corazón y de convicciones, pero que en esta vez se ha equivocado . No es viniendo a lanzar injurias y a provocar rencores en esta Tribuna como se hace labor de unión, Compañero. Yo soy el primero en desear es a unión y el primero en desear esa fraternidad; yo soy el primero en desear que trabajemos todos unidos para dar al país las leyes que necesita. Pero desde luego yo, como miembro de la mayoría, defiendo a esta Cámara de todo el cúmulo de infamias, de intrigas y de mentiras con que se ha querido azotarle el rostro. Esta Cámara está justificada ya lo suficiente, con el hecho, primero, de haber expedido las leyes agrarias; segundo, de haber quitado al Ejecutivo las facultades extraordinarias en Hacienda; tercero, de haber hecho cuanto ha estado de su parate para que se cree el Ministerio de Instrucción Pública; en una palabra, con todas las iniciativas revolucionarias que esta Cámara ha aprobado, se ha justificado ante la nación. Y si no, decidme: Cuando nosotros hemos hecho esta labor, ¿Qué ha hecho el Ejecutivo? ¿Qué ha hecho el Ejecutivo más de lo que nosotros hemos hecho dentro de esta tribuna? ¿Que ha hecho dentro del terreno revolucionario, dentro del terreno de los principios? Pues bien, señores; el pueblo nunca debe renegar de sus representantes, cuando estos representantes están demostrando que dentro de su esfera de acción y dentro de sus actividades, tienen la mejor buena voluntad para ayudarlo, y para ayudarlo efectivamente. ¿Quién es capaz de decir que las leyes agrarias son leyes que no vayan de acuerdo con el espíritu de la revolución? Nosotros, es decir, dos fuimos los que realmente modificamos y prohijamos aquí estas leyes agrarias: El compañero Antonio Diaz Soto y Gama y el que habla; todos vosotros sabéis y lo conocéis; al mismo compañero Soto y Gama le consta que muchos de estos artículo fueron modificados unos por el y otros por mi.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Me permite una interrupción?.
El C. Siurob: Al mismo compañero Soto y Gama le consta que aquí en la discusión en la Cámara tantos compañeros hubo en favor de un grupo como del otro, y tantos compañeros hubo en contra de un grupo como del otro.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Me permite una interrupción?
El C. Siurob: No. compañero. (Voces: ¡Aaah!) Espero que usted me sucederá en el uso de la palabra, que usted vendrá a esta tribuna y cuando usted venga a esta tribuna dirá usted lo que le venga en gana. (Murmullos.) al acabar mi discurso, si usted quiere interpelarme, estoy a sus órdenes. Termino, compañeros, suplicando a todos los elementos revolucionarios que reflexionen, pues todavía es el momento en que por encima de las intrigas, por encima de las ambiciones de los señores secretarios de Estado que aspiran a llegar a la primera magistratura de la República, están los ideales revolucionarios, los intereses de las clases trabajadoras, los intereses de las clases proletarias, que deben estar por encima de nosotros mismos. Suplico, pues, a todos los señores diputados que se sientan todavía revolucionarios, a que dejando de ahondar en estas infamias, dejando de hacer una labor de intriga, de calumnia y de división, sigamos discutiendo nuestros presupuestos, que ya es tiempo de volver a ese trabajo, porque es el único modo de prestigiar al país y a nosotros mismos, y todavía más: Es el único modo de garantizar verdaderamente los intereses de la mayoría de nuestros votantes que pertenecen a las clases humildes y a las clases trabajadoras.
El C. secretario Aillaud: Por disposición de la Presidencia, se levanta la sesión... (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. presidente: Están inscriptos, para hechos, los ciudadanos León, Ramos Pedrueza, Gandarilla, Martínez de Escobar, Moreno Jesús Z., De la Torre, Manjarrez y Díaz Soto y Gama. (Voces: ¡Que hablen todos!) se suspende la sesión y se cita para la tarde a las cinco. (2.10 p.m.)
Presidencia del C. ALANIS FUENTES ÁNGEL
(Asistencia de 130 ciudadanos diputados.)
- El C. secretario Barragan, leyendo:
"Acta de la sesión permanente celebrada por la
Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, los días veintiuno y veintidós de diciembre de mil novecientos veintiuno.
"Presidencia del C. Agustín E. Vidales.
"En la ciudad de México, a las doce y media p. m. del miercoles veintiuno de diciembre de mil novecientos veintiuno, se abrió la sesión con el mismo quorum que hubo en la sesión permanente inmediata anterior.
"Los CC. Jesús Z. Moreno, Pedro de Alba y Padilla, hicieron aclaraciones relacionadas con la próxima discusión del presupuesto de Educación Pública
"Se puso a debate el Ramo X, correspondiente a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.
"El C. Casas Alatriste habló en contra del dictamen respectivo de la Comisión de Presupuestos y Cuenta, a nombre de la que proporcionó informes, solicitados por el orador y el C. Jesús Z. Moreno, el C. Francisco Trejo. El ciudadano secretario de Industria, Comercio y Trabajo, informó en virtud de una interpelación del C. Casas Alatriste, El C. Barón Obregón hizo una aclaración. Como consecuencia de las objeciones del C. Casas Alatriste, la Comisión, con permiso de la Cámara, reformó las partidas 9,004 y 9,006, que fueron reservadas para su votación.
"El C. Gandarilla, después de que interpeló al ciudadano secretario y Industria y al C. Francisco Trejo, quienes respondierón, insinuó la creación de una nueva partida para ayuda de los obreros.
"A la una y cincuenta se suspendió la sesión, y se reanudó a las cinco y cuarenta y dos minutos, bajo la
"Presidencia del C. Eduardo Vasconcelos.
"El Ciudadano secretario de Industria, Comercio y Trabajo, así como el C. Francisco Trejo, contestaron interpelaciones del C. Gustavo P. Serrano.
"El C. Manrique se refirió a las plazas de inspectores de minas y a la condición de los trabajadores en las mismas, interpelaciones sobre el particular al ciudadano secretario de Industria, Comercio y Trabajo, así como a los CC. Jesús B. Gonzalez, Gandarilla y Noberto Dominguez, quienes contestaron.
"La Comisión, con permiso de la Cámara, hizo en la parte del presupuesto correspondiente al Departamento de Minas, las siguientes reformas: Aumentar a veinticinco pesos diarios el sueldo de subjefe y crear las plazas de un jefe de sesión y dos oficiales primeros.
"A discusión la partida 9,009, el C. Ricardo Romero propuso se aumentara el número de geólogos, así como sus sueldos, apoyándole el C. Gustavo P. Serrano.
"El ciudadano secretario de Industria y Comercio paso a la tribuna para contestar una interpelación del C. Francisco Trejo, y hacer rectificaciones a los conceptos del C. Manrique.
"La Comisión, con anuencia de la Asamblea, estableció en su dictamen una nueva partida con el número 9,513, de doscientos cincuenta mil pesos para gastos de exploración y estudio de zonas petroleras, incluso sueldos y viáticos de geólogos y cualesquiera otros gastos relativos. No tuvo debate, y se reservó para su votación.
"Fue puesta a debate la partida 9,509, reformada, y como resultado de las impugnaciones que el C. Casas Alatriste hizo a esta partida, la Comisión, previo permiso que para el caso concedió la Cámara, modifico la redacción de esa partida, así como la de partida 9,506.
"Sometióse a consideración de la Cámara una nueva partida que presentó la Comisión, bajo el número 9,512, y que fija la suma de doscientos mil pesos para ayuda de trabajadores durante las crisis que se produzcan en los centros de trabajo.
"El C. Mijares habló en contra, y contesto interpelaciones del C. Gustavo P. Serrano.
"Presidencia del C. Agustín E. Vidales.
"En pro usaron de la palabra los CC. Siurob y Luis Espinosa; el primero lo hizo a nombre de la Comisión de Presupuestos, y el último sugirió que la partida se aumentara a quinientos mil pesos.
"El C. Guillermo Rodríguez impugnó la partida y contestó una pregunta del C. Gustavo P. Serrano.
"Habló en pro el C. Gandarilla, quien fue interrumpido por aclaraciones del C. Mijares.
"A las ocho y veinte de la noche se suspendió la sesión.
"Presidencia del C. Pedro A. Chapa.
"Prosiguió la sesión el dia veintidós de diciembre, a las doce y diez p. m. con asistencia de ciento veintiséis ciudadanos diputados.
"Se declaró suficientemente discutida y con lugar a votar la partida 9,512, reservándose para su votación.
"Procedióse a recoger la votación nominal de todas las partidas reservadas, así como de las que tuvieron discusión, y fueron aprobadas por unanimidad de 129 votos.
"La Secretaría declaró aprobado el presupuesto de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.
"El C. Portes Gil usó de la palabra para hechos, interrumpiendole aclaraciones del C. Zubaran, una interpelación del mismo y una moción de orden del C. Jesús Z. Moreno.
"El C. Siurob, después de una moción de orden del C. Gandarilla, usó de la palabra, también para hechos. El orador interpeló al ciudadano Portes Gil y contestó una pregunta del propio representante; hicieron aclaraciones los ciudadanos Riva Palacio y Rama; el C. Rodrigo Gómez contestó una pregunta del C. Juan Angel Morales, e interpeló al C. Gandarilla, quien respondió. Concluyó su peroración el C. Siurob, y la Presidencia, después de leer la lista de los diputados inscriptos para hechos, suspendió la sesión, siendo las dos y diez de la tarde.
"Se reanudó la sesión a las cinco y treinta y siete minutos de la tarde, con asistencia de ciento treinta cuidadanos diputados, bajo la "Presidencia del C. Angel Alanís Fuentes.
"Se leyó la presente acta".
Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada el acta. Se levanta la sesión. (5.42 p. m.)
SESIÓN PERMANENTE
DE LA
CAMARA DE DIPUTADOS
EFECTUADA EL DIA 22
DE DICIEMBRE DE 1921
SUMARIO
1.- Se abre la sesión. A discusión el proyecto de Presupuesto de Egresos para 1922, del Ramo II, correspondiente al Poder Ejecutivo. Usan de la palabra para hechos varios ciudadanos diputados. Se suspende la sesión.
DEBATE
Presidencia del C. ALANIS FUENTES ANGEL
(Asistencia: La misma de la sesión inmediata anterior.)
El C. presidente, a las 5.42 p. m.: Se abre la sesión permanente.
El C. secretario Barragán: Está a discusión el proyecto de presupuestos correspondiente al Ramo II, Poder Ejecutivo. Los ciudadanos diputados que deseen separar algunas partidas, se servirán pasar a hacerlo a la Presidencia.
El C. Manjarrez: Pido la palabra para una moción de orden.
El C. Prieto Laurens: Moción de orden.
El C. Manjarrez: Estaban inscriptos oradores alrededor de cinco o seis ciudadanos diputados para rectificación de hechos. Cualquiera que sea la determinación de la Asamblea... (Desorden. Campanilla.) cualquiera que sea la determinación que se tome, la acataremos; pero yo lo que quiero es que la Presidencia se ciña al Reglamento, consultando a la Asamblea para que decida si se continúa en la rectificación de hechos; si se continúa o no, pero de todos modos, que sea la Asamblea la que decida.
El C. Espinosa Luis: Estamos en sesión permanente.
El C. presidente: La Presidencia manifiesta al ciudadano Manjarrez que no tiene ningún inconveniente en que sigan haciendo uso de la palabra los oradores que están inscriptos para rectificación de hechos; pero que éstas se harán tan pronto como se discuta el presupuesto del ramo que se acaba de poner a discusión. (Aumenta el desorden. Campanilla.)
El C. Moreno Jesús Z.: ¡Moción de orden!
El C. Prieto Laurens: ¡Moción de orden! (Gritos. Campanilla.)
El C. Gandarilla: ¡Moción de orden, señor presidente! ¡Qué depositen el dinero que cuesta perder el tiempo, y entonces tienen derecho a hablar los que no quieren trabajar! (Desorden. Campanilla.)
El C. Manjarrez: Yo no me opongo a que se discutan los presupuestos; pero que sea la Asamblea la que lo decida. (Desorden. Campanilla.)
El C. Barragán: Por disposición de la Presidencia, está a discusión el proyecto de presupuesto correspondiente al Ramo II, Poder Ejecutivo. Los ciudadanos que deseen objetar alguna partida, se servirán pasar a inscribirse a la Presidencia.
El C. Prieto Laurens: ¡Moción de orden!
El C. Moreno Jesús Z.: ¡Moción de orden! (Varios ciudadanos diputados piden la palabra para mociones de orden. Desorden. Campanilla.)
El C. Prieto Laurens: El compañero Manjarrez no ha hecho más que apegarse a lo que ha quedado establecido al levantarse la sesión esta mañana; el señor presidente dijo: Se levanta la sesión para continuar en la tarde. No hay razón, pues, para que su señoría abandone la determinación que se tomó esta mañana, al levantarse la sesión y, en todo caso, como dijo el compañero Manjarrez, debe consultarse a la Asamblea, o si es que la mayoría quiere imponerse y no quiere que se oiga la voz de la verdad... (Desorden. Campanilla.)
El C. Presidente: La Presidencia manifiesta que todas las sesiones terminan con la lectura del acta. La sesión de la mañana no podía haber terminado y, en cambio, la sesión de la tarde acaba de terminar con la lectura del acta que leyó la Secretaría. La Presidencia ha reanudado una nueva sesión, y ésta comienza con el Ramo del Poder Ejecutivo; pero no tiene inconveniente, tampoco, en sujetar su trámite a la consideración de la Asamblea, el trámite que consiste en que tan pronto como se termine de discutir el Ramo del Ejecutivo, se concederá la palabra a quienes la soliciten.
El C. Moreno Jesús Z.: ¡Moción de orden! ¡Moción de orden!
El C. secretario Barragán: Por disposición de la Presidencia se pregunta si se concede preferencia para que se haga uso de la palabra para hechos. (Desorden. Gritos.) Se da preferencia a la discusión de presupuestos. (Voces: ¡No se ha recogido la votación! Protestas. Campanilla.)
El C. Aldaco: ¿Estamos a merced del secretario Barragán?
El C. León: ¿A merced de quién está uno: De la Secretaría, o del Reglamento? (Protestas. Desorden. Campanilla.)
El C. secretario Barragán: La Secretaría hace la declaración siguiente: Si su señoría está inconforme con la declaración, puede repetirse la votación, no hay ningún inconveniente. Nuevamente se...
El C. Moreno Jesús Z.: Yo he estado haciendo uso de un derecho. Se está violando el Reglamento.
(Desorden. Protestas. Campanilla.)
El C. secretario Barragán: Nuevamente se consulta a la Asamblea si concede la palabra para hechos, de preferencia. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí!) Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo.
El C. León: Yo tengo derecho a exigir la palabra. Yo soy el que sigue inscripto.
El C. secretario Barragán: La Secretaría se ve en el caso de declarar nuevamente que no.
El C. Moreno Jesús Z.: He pedido la palabra para una Moción de orden.
El C. presidente: ¡ No hay desorden! (Protestas. Siseos. Campanilla.)
El C. Moreno Jesús Z.: No tiene su señoría
derecho de atropellar ese derecho y, mucho menos, antes de ver en qué consiste la moción de orden.
El C. presidente: Acaba de oír su señoría cuál ha sido la decisión de la Asamblea respecto al trámite de la Mesa, aparte de que este trámite está fundado en el Reglamento; así es que, ciudadano Z. Moreno, no se puede pedir la palabra en moción de orden.
El C. Moreno Jesús z.: Pido la palabra en contra. Reclamo el trámite.
El C. presidente: Es la Asamblea la que ha decidido.
El C. Moreno Jesús Z.: Entonces, si obramos de esta manera, saldremos del salón.
El C. secretario Barragán: Por disposición de la Presidencia, y en vista de que la Asamblea, por una aplastante mayoría ha acordado dar preferencia a la discusión del presupuesto, está a discusión. Las personas que deseen apartar alguna partida, se servirán pasar a inscribirse.
El C. Aldaco: ¿Quién juzga de la mayoría aplastante?
El C. secretario Barragán: Puede usted venir a verla desde aquí. Ha sido separada la partida 1,900, por el ciudadano Moreno Jesús Z., pero se ha acercado a la Presidencia para ceder su turno al ciudadano Portes Gil. En consecuencia, tiene la palabra el ciudadano Portes Gil.
El C. Portes Gil: Ciudadanos representantes: Soy el primero en desear que la Asamblea trabaje, como ha trabajado hasta ahora, en el ramo de presupuestos, y yo prestaré mi escasa colaboración en este asunto también; pero deseando, precisamente, que se trabaje, vengo a cumplir una deuda de honor, y me he valido de esta artimaña, si ustedes quieren... (Voces: ¡No! ¡No!)
El C. Aldaco: ¿Pedían pruebas esta mañana? Ahí está la carta...
El C. Zubaran: Yo suplico que, si el asunto es mío, ruego que la Asamblea acepte. Soy el primero en aceptarlo, y suplico que le dejen el uso de la palabra al señor Portes Gil.
El C. Espinosa Luis: Señores: He pedido la palabra única y exclusivamente para excitar a mis compañeros de grupo; es preferible, señores del P. L. C., que nuestros adversarios políticos se desahoguen una buena vez por todas, ¡Qué importa! El compañero Portes Gil y toda la Asamblea saben que cuando el honor está manchado no se limpia en está tribuna, sino que se limpia en la calle, en los campos de honor... (Voces: ¡Huy! ¡Huy! ¡Huy! Aplausos. Siseos. Campanilla.) Pero de cualquier manera, debemos ser consecuentes; a nosotros nos gustaría que nuestros adversarios políticos nos estuvieran queriendo poner taxativas cuando hablara algún compañero . Por lo tanto, yo invito a todos los miembros del P.L.C. para que no solamente oigan al orador, sino a que guarden compostura, porque a esto es a lo que nos obliga la caballerosidad y la decencia. (Aplausos.)
El C. Portes Gil: Señores diputados: Decía que tengo una deuda de honor con el señor Zubaran: ofrecí presentar pruebas de los hechos que le imputé esta mañana, y como son hechos sumamente graves y ofrecí solamente presentar estas pruebas ante la Representación Nacional el día de mañana, no deseando perder todo lo que falta para ese día y a fin de evitar la pérdida de tiempo, vengo yo aquí, señores, a exhibir la prueba contundente respecto del hecho que imputé al señor Zubaran.(Aplausos. Voces: ¡Bravo!) Aquí está una carta original firmada por el señor Zubaran, que dice así: (Voces: ¡Que la lea la Secretaría! ¡No! ¡No nos merece crédito!) Yo la voy a leer, señores, los que gusten verla pueden pasar aquí. Yo suplicaría, para no perder tiempo, que se vaya por orden.
Un membrete que dice: "Juan Zubaran.-Edificio del Banco de Londres y México.- Despacho 30.- Telefono Ericsson, 96-90.- Apartado número 242.- México, D. F."
Al centro: "México, 9 de abril de 1921.
"Señor licenciado don Fernando Peña Alvírez.
"3a. de Donceles, 69.- Despacho 6.
"Muy señor mío:
"Me refiero a su atenta carta fecha 5 del corriente, que tengo a la vista.
"En respuesta a su citada, me permito manifestar a usted, que estoy conforme en seguir tratando el asunto referente a la patente del inventor Roy Cross, para la realización del negocio de industrialización del petróleo, que me ha presentado usted.
"Asimismo, me permito manifestarle que para seguir mis gestiones en este asunto, se me debe anticipar la cantidad de $20,000.00 (veinte mil pesos); y con respecto a los demás conceptos sobre este asunto, a que se refiere su citada carta, trataremos próximamente sobre ellos, a fin de cruzarnos algunas cartas o tener algún documento que garantice la cantidad que se ha ofrecido por conseguir un éxito en las gestiones que sobre este particular haga.
"Sin más de momento y en espera de su respuesta, me repito de usted afectísimo amigo y atto. S. S. - Juan Zubaran."
Termina al calce en esta forma: J. Z., es decir, Juan Zubaran, dictada por don Juan Zubaran y recibida por el taquígrafo A. P. Como ustedes saben, esta es una fórmula que usan todos los taquígrafos. La carta es enteramente original y el señor Zubaran dirá si es suya la firma que la calza.
El C. Zubaran: Es mía la firma que la calza.
El C. Portes Gil: Muy bien. (Aplausos.) Ya no necesito decir más del señor Zubarán; asumiendo todas las responsabilidades, ha reconocido la carta. Sólo unas palabras me restan decir sobre este asunto para no volver a ocuparme de él.
El C. Zubaran: Pero yo sí, porque mandé a buscar unas cartas.
El C. Portes Gil: Como ustedes comprenden, señores, esta carta que la tenía una alta personalidad del Gobierno...
El C. Zubaran: Yo diré quién es.
El C. Portes Gil: Don Juan Zubaran sabe quién es, porque lo va a decir. Es una prueba de los grandes negocios que se han estado haciendo en la Secretaría de Industria y Comercio, alguno de los cuales he mencionado. Existen compañías americanas dispuestas a comprobar, con documentos, que se les ha pedido dinero para el arreglo de asuntos. Compañías americanas que después de perder mucho tiempo aquí tramitando sus negocios en esa Secretaría, se han ido desilusionadas porque no se les
han resuelto sus asuntos, hebiéndose negado también a dar dinero. Como ustedes comprenden, señores, seguramente que no será, puesto que el ciudadano presidente de la República, teniendo las pruebas en la mano de que alguno de sus colaboradores obra de esa forma, seguramente que estará perfectamente justificado el señalar, mejor dicho, el que señalemos nosotros a ese colaborador en la forma en que se debe señalar. Otra cosa: La Asamblea juzgará la dignidad de cada uno de nosotros y sabrá hacer lo que le corresponda en este caso. (Aplausos en las galerías.)
El C. Zubaran: Pido la palabra. Señores diputados: Comienzo por agradecer muy sinceramente esta oportunidad que me da el licenciado Portes Gil sobre este asunto. He traido por más de tres meses en la bolsa estos documentos y no había habido una oportunidad para tratarlos y, por otra parte, había una presión, por otro lado, que algunas veces me hacía caer en una debilidad para no exponer esto ante la faz de la nación. Desde luego, para que yo entre en materia de este asunto, voy a decir una cosa: Asumo toda responsabilidad de los conceptos de esta carta, toda, completamente toda.
El C. Prieto Laurens, interrumpiendo: ¿No había dicho usted que no hacía ningún negocio en Industria y Comercio?
El C. presidente: Ciudadano Prieto Laurens, no tiene usted la palabra.
El C. Zubaran, continuando: Yo lo he tratado a usted siempre con mucho respeto (dirigiéndose al C. Prieto Laurens) y una nunca le he dicho monaguillo...
El C. Prieto Laurens, interrumpiendo: Usted afirmó...
El C. Zubaran, continuando: Yo lo he tratado a usted con todo respeto...
El C. Prieto Laurens, interrumpiendo: Por eso no insisto.
El C. Zubaran, continuando: Asumo toda la responsabilidad de esa carta, señores.
El C. Prieto Laurens, interrumpiendo: ¡Qué cinismo!
El C. Zubaran, continuando: Después de esto, creo que ya siendo responsable, como soy, en todo caso, de mis actos, puedo entrar a hacer una historia para que se conozca perfectamente esto.
En el mes de diciembre del año pasado, o poco antes, no recuerdo, pero fue por aquel entonces, el señor magistrado don Alberto González vino a mi despacho trayéndome a un señor que no podría conocer si me lo presentaran en estos momentos, pero entiendo que es el señor licenciado Fernando Peña Alvírez; de manera que no puedo tener de él ningún antecedente, ni bueno ni malo. Como digo, el señor magistrado González me llevo a este señor, diciendome que había ido a buscar su apoyo para un negocio de industrializar el petróleo en la gasolina; que aquí tenía un rendimiento de un catorce a un diez y seis por ciento y que por el procedimiento de este Señor Roy Gross tenía un rendimiento del cuarenta y dos al cuarenta y seis por ciento; que era un negocio fabuloso para la República, un negocio patentado en Estados Unidos; que se proponía patentarlo en México para su explotación aquí mediante no sé qué cantidad de dinero, pero que era asunto de muchos millones. Yo cuando oigo hablar de millones, la verdad pongo poca atención; nunca he creído en estos asuntos de millones. Sin embargo, como don Alberto González me merece todo respeto, toda estimación y toda atención, no tuve ningún inconveniente en oírlo. Me habló del asunto. Bueno; no me volví a ocupar de eso; no me ocupé más que en el momento en que estaba oyéndolo. Recibí el día 5 de abril esta carta, que pido a la Secretaría dé lectura, del señor Fernando Breña Alvírez. Suplico que se le lea con mucha pausa y bien dichas todas las frases de esta carta.
- El C. secretario Barragán, leyendo:
"Licenciado Fernando Breña Alvírez. - Bufete, 3a. Donceles, 69.- Despacho 6.- Tel. Ericsson 103 - 72. - Apartado postal 2,143. - México, D.F.
"México, 5 de abril de 1921.
"Señor don Juan Zubaran. - Presente.
"Muy señor mio:
"Sin haber tenido hasta la fecha una resolución definitiva en el asunto del petróleo, de que me permití hablarle, después de haber obtenido una recomendación para usted, procedente del señor magistrado González, le ruego se sirva decirme si continúa en la misma buena dispocisión que me manifiestó para ayudarme a la realización de tan importante negocio, bajo el concepto de que si estimare que la recompensa ofrecida por los interesados, que, como usted recordará, se hizo ascender a la suma de quinientos mil pesos oro nacional, no la creyere equitativa en vista de los enormes rendimientos del propio negocio, mis clientes están en la mejor dispocisión de escuchar contra-proposiciones por parte de usted, así como si usted creyera necesario que se anticipe alguna suma en efectivo, no siendo muy exagerada, con gusto les comunicaré a mis referidos clientes tales deseos para que hagan lo posible a fin de obsequiarlos, pues a toda costa me interesa su valiosa ayuda para la pronta terminación de tal negocio. "En espera de su respuesta y permitiéndome recordarle que desde el mes de enero del año actual me ofreció que haría gestiones con el objeto indicado, me repito de usted afectísimo, atento y seguro servidor. - Fernando Breña Alvírez."
El C. Zubaran: Han oído ustedes el contenido de esta carta; han visto que se me ha mandado hacer una oferta de que yo diga si son pocos quinientos mil pesos y de que yo pida anticipado. Bien; ya ustedes oyeron la respuesta de mi carta. Para entrar aquí a hacer esta historia, desde luego vuelvo a repetir que asumo toda responsabilidad de esta carta, de la mía, toda completamente; en mi carácter de hombre de negocios perfectamente aceptado y lícito de esto. Pero no, señores; no hay eso; van ustedes a ver lo que hay. Esta carta me la llevaron el dia 5, la contesté el 9, fueron a verme el 5 en la mañana y en la tarde, el 6 y el 7 y el 8 y el 9 de abril, que era sábado, estaba yo desvelado, y no por parranda, las corro cuando me da la gana. (Risas.) Tenía yo mi despacho con algún número de gentes, de las que ustedes, señores, los que tienen despacho tienen y que son gentes que van a pedir recomendaciones y que van a pedir diez pesos y que imperiosamente tiene uno que atenderlas. ¿Saben ustedes quién era el señor que iba
por la contestación de esta carta? Un policia secreto de la Secretaría de Gobernación. (Risas.) Un señor Martínez.
Este señor Breña Alvirez es un pillo redomado, patrocinado por el señor Plutarco Elías Calles. (Siseos. Voces: ¡Pruebas !¡Pruebas!)Pero vamos a cuentas, señores; ya van a ver qué bonito es esto. ¡Si me da una satisfacción muy grande poder desnudar aquí todo lo que ha habido! (Siseos. Risas. Murmullos. Desorden.) Naturalmente me cogió ahí en un momento de sorpresa y yo le decía esto: "Pero, hombre, si yo no he tratado este asunto..." (Una voz: ¡Por andarse durmiendo cayó en la trampa!) Caí en la trampa, lo confieso, y caí ya viejecito. "Pero si yo no he tratado esto", le dije, como efectivamente no lo había tratado. Pues, señores, el asunto lo trataban por otro conducto, pero querían una prenda mía, y no eran los ataques a mí: Eran al señor secretario de Industria y Comercio, que en esos momentos tenía afocadas todas las baterías de determinados elementos prominentes del Gobierno; eso era todo; querían que cayese yo en un asunto y caí. Yo asumo la responsabilidad de este asunto a la faz del mundo, señores. (Risas. Aplausos.) Pero vamos a cuentas. Esto es muy noble y muy bueno. La carta de este señor tiene fecha 5 de abril; si yo hubiese sido persona interesada en este asunto... (Voces: ¡No! ¡No! Siseos. Risas.) Si yo hubiese sido una persona interesada en este asunto, hubiese contestado el mismo día 5; yo conteste el día 9 de abril. El martes 11 de abril recibí un telefonema de la Presidencia de la República para que con urgencia me presentase a ella. Yo no había ido a la Presidencia de la República a nada desde que el señor De la Huerta era presidente; inmediatamente dije al señor presidente que qué se ofrecía, porque era para mí un honor muy grande, una distinción, que me llamara. Pasé inmediatamente, y sus primera palabras fueron las siguientes, abrazándome: "Voy a probar a usted que soy más amigo suyo que usted mio". Y mi respuesta fue esta: "Crea usted que será una satisfacción para mí". Al momento dije para mí: ¿Qué será esto, ya que me dice que me va a probar que él es más amigo mío que yo de él? Pues era una cosa muy sencilla, señores; Días antes, había yo dicho en esta tribuna que el general Calles era un bárbaro, y naturalmente esto lo había lastimado. Y me sacó mi carta. Aquí esta la copia de la carta, a la que han dado lectura. El señor presidente de la República me sacó esa carta el día 11 de abril, y aquí está una cosa: El señor presidente de la República dispone de todos los diarios de la prensa, es periodista, o se ha hecho periodista últimamente; de manera que tiene forma de desmentir mis palabras con decir si no son ciertas; esto es, el día 11 ó 12 de abril, no recuerdo, pero fue entre el 11 y 12, me mostraba esta carta. Como asumo el cargo, yo le dije al señor presidente de la República, sin tener esta otra carta: Asumo toda responsabilidad de ella. Y después me permití enviarle una copia de esta carta en que ofrecen quinientos mil pesos. Pero bien, eso todavía no es nada, señores. Ese asunto del invento del señor Roy Gross, por orden expresa del señor presidente de la República se le dió al señor Breña Alvírez con este acuerdo: Facilítense cien mil dólares, por conducto de la Secretaría de Hacienda, es decir, el acuerdo fue el siguiente: Que la Secretaría de Industria y Comercio viese si era bueno que le dieran una cantidad para implantar esta industria, y el acuerdo de la Secretaría de Industria y Comercio fue pasárselo a Hacienda, diciéndole:Con las garantías correspondientes puedes darle cien o doscientos mil dólares por acuerdo del señor presidente de la República. Es lo que hay que entender bien, señores; este es el negocio sucio que me trae el señor Portes Gil. En estos momentos estoy esperando yo una carta o un memorándum que le he pedido al licenciado Mier y Terán para que yo pueda aquí confirmar dos cosas: que este señor es un coyote y que buscó otro coyotito, ese señor Gurría, de que hizo mención, con documentos falsos de esa compañía que yo no sé ni qué nombre tiene. Yo he dicho esta mañana, y aquí lo voy a declarar enfáticamente, he tenido las puertas de mi despacho cerradas a todo asunto de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, y lo he dicho porque...
El C. Portes Gil, interrumpiendo: ¡Allí está la prueba!
El C. Zubaran, continuando: Sí, hombre, ya verá usted la prueba, y le voy a traer a usted pruebas. Hay un cargo que no se lo voy a hacer hasta que no lo obtenga de Tampico: La participación que tiene usted en las casas de asignación de allá. No tenga usted cuidado, yo tengo mi negocio limpio. (Murmullos. Desorden .) Yo no puedo hacer ese cargo hasta que no me lo confirmen; si me lo confirman por escrito, entonces lo haré; mientras no lo tenga confirmado por escrito, no puedo hacer ese cargo. (Desorden.)
El C. Portes Gil: ¡Esa es una de las calumnias más burdas que usted ha exhibido!
El C. Zubaran: Yo no le hago a usted el cargo; me lo han dicho, y ya he dicho que yo no se lo que hago a usted hasta que me lo confirmen. (Siseos.)
El C. Portes Gil: Yo he presentado pruebas contundentes de que usted ha recibido dinero para negociar en la Secretaría de Industria y Comercio.
El C. Zubaran: No es verdad lo que está usted diciendo; falta a usted a la verdad.
El C. Portes Gil: Yo le pido a usted las pruebas de esa calumnia burda, miserable e infame que me ha lanzado. Entienda usted, señor Zubaran, que las compañías petroleras me han ofrecido dinero, no una, sino mil veces, y jamás me he vendido con ninguna de ellas. De ese cargo, que es infame y ridículo, como ridícula es la salida que le dió usted a ese negocio, le exijo que dé las pruebas. Y vaya usted con los jugadores de Tampico a ver si es cierto o no que me pagaran doscientos mil pesos mensuales para que les diera el juego, y mi sucesor, el señor Morante, aliado de usted en negocios, ese sí les dío permiso para el juego. (Voces: ¡Muy bien! Aplausos. Campanilla.) De esos doscientos mil pesos mensuales que recibió el señor Morante, daba una subvención de treinta mil pesos a uno de los altos líderes del "Pélece" y una subvención de mil pesos mensuales a don Rafael Zubaran. (Aplausos.) ¿Pruebas? El senador Morante me lo ha dicho personalmente, y debe estar en el Senado para que diga si es o no cierto.
El C. Zubaran: ¿Y cuál es el cargo, que me hece usted a mí? ¿Que yo recibí dinero del señor Morante?
El C. Portes Gil: Pido la palabra. El señor Zubaran me interpela. El cargo que yo le hago a usted es el siguiente: Usted está en la obligación de presentar las pruebas de esa burda calumnia que ha lanzado en mi contra, como yo se las he presentado a usted de los hechos que relaté esta mañana.
El C. Zubaran: ¿Que prueba me ha presentado usted? (Voces: ¡Huy! ¿Y la carta?)
El C. Portes Gil: Si no presenta usted esas pruebas, señor Zubaran, lo tendre a usted en el concepto de un calumniador.
El C. Zubaran: El calumniador es usted, y se lo pruebo a usted. En la versión taquigráfica se puede probar.
El C. von Borstel: Pido la palabra. He pedido la palabra para moción de orden. Señor presidente: Como tanto el señor Zubaran, como el señor Portes Gil, así como el señor Siurob ya han debatido demasiado los cargos que unos a otros se han formulado, yo suplico a su señoría haga saber a la Asamblea si va a seguir permitiendo que bajo el pretexto de discutir el presupuesto del Poder Ejecutivo, se sigan debatiendo estos bochornosos asuntos que enfadan a la Representación Nacional, para que los representantes que venimos aquí a cumplir con nuestro deber y no estamos enfangados, ni queremos enfangarnos escuchando tan bochornosos asuntos, nos retiremos del salón.
El C. presidente: La Presidencia se permite manifestar a su señoría que ese fue el trámite que en un principio había dado; pero por moción de orden el ciudadano Portes Gil tomo la palabra, y estando en el uso de la palabra el ciudadano Portes Gil, la pidió el ciudadano Zubaran, y la Presidencia, por un espíritu de equidad, se la concedió al ciudadano Zubaran; pero tan pronto como terminen, seguirá el debate de los presupuestos.
El C. Zubaran: Pocas palabras voy a decir. Antes que nada, desde luego no es cargo, pues yo mismo he dicho que no lo creo; pero usted me ha hecho un cargo, una imputación calumniosa, y esto puede verse por la versión de los taquígrafos. Dijo usted que yo había recibido una cantidad de dinero, allí está la versión taquígrafica. Aquí se ve que yo no he recibido dinero, que se me ha ofrecido dinero, que se me ha ido a sorprender; aquí se ha visto, señores, lo siguiente: Esta carta me la pusieron en 5 de abril; la conteste en 9 de abril y el 11 de abril el señor presidente de la República la tenía en su poder. Bueno; yo no quiero hacer comentarios de esto, porque huelgan todos los comentarios, ¿No? Aquí mis palabras están enderezadas al señor presidente de la República para que él las desmienta o las confirme. De manera que no vengo a decir una falsedad. Yo tengo el derecho - en las mismas condiciones que el señor Portes Gil, que ampara a una compañía para sacar unos documentos un permiso para perforar...
El C. Portes Gil, interrumpiendo: ¡¡Miente usted!!
El C. Zubaran, continuando: ... - Yo tengo el derecho de patrocinar a una compañía honrada. Sin embargo no lo he hecho hasta la fecha...
El C. Aviléz, interrumpiendo: ¡Moción de orden!...
El C. Zubaran, continuando: Pero sí desde luego declaro aquí que de hoy en adelante sí patrocinaré al que quiera utilizar mis servicios en cualquier asunto de estos. (Murmullos.)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Avilés.
El C. León, Interrumpiendo: ¡Tengo la palabra! Estoy inscrito, señor presidente. ¿Entonces se atropellan todos los derechos? ¿No se quiere que hablemos, señor presidente? (Desorden.)
El C. Avilés: He pedido la palabra para una moción de orden, en lo cual estoy dentro del reglamento. Yo quiero, ciudadanos diputados, que tengáis algo de rubor; que salga algo de rubor a vuestras mejillas. (Aplausos.) Yo quiero que no se sigan tratando aquí estas asquerosidades; que no se siga ahondando más esta división entre el elemento revolucionario. (Aplausos.) (Voces: ¡No nos dejamos!) No, ciudadanos diputados, ustedes que vienen a obstruccionar aquí, no se han dado cuenta verdaderamente de cómo el elemento clerical, ensoberbecido... (Voces: ¡Ah, Ah!) Ustedes pueden decir lo que les venga en gana, pero es la verdad, y esto se acaba de comprobar en toda la República. Esto me lo decía usted mismo, ciudadano Soto y Gama, que en San Luis Potosí había de hecho triunfado el clero...
El C. Díaz Soto y Gama interrumpiendo: ¡Sí, pero no para tapar sinvergüenzadas...! (Aplausos.)
El C. Avilés, continuando: Y como ha triunfado el clero en San Luis Potosí, así ha triunfado en casi toda la República, y esta responsabilidad es nada más de los elementos revolucionarios que vienen a traer la división. ¿Qué nos importa a nosotros el asunto Zubaran y el asunto Portes Gil? (Voces: ¡Sí nos importan!) ¡No nos importan! Si es que estos señores tienen rencillas personales, pues es tan amplia la calle, es tan amplio el arroyo, ¿Por qué no van a dirimir ahí sus asuntos personales (Voces: ¡No! ¡No!), esas cuestiones de negocios que tratan aquí? ¿Por qué no ir allá y no venir a enfangar a esta Representación Nacional como lo están haciendo? ¿Cómo no se va a estar enfangando a esta Representación Nacional? Pero la verdad es ésta, ciudadanos diputados: Que de lo que se trata aquí, es de obstruccionar que se den los presupuestos, si, esa es la verdad; corren hasta estas versiones, ciudadanos diputados, y esto ya está en la opinión pública: Que se pretende armar aquí dentro de la Cámara un zafarrancho a balazos precisamente para evitar que se prosiga la discusión de presupuestos, para evitar precisamente, ciudadanos diputados, que se lleve adelante la labor que ha iniciado la Cámara de Diputados. Yo quiero también que quede esto grabado en el DIARIO DE LOS DEBATES, que quede grabado en la conciencia nacional, para que caiga sobre los responsables todo el peso de estos criminales actos que se están cometiendo.
El C. León: Pido la palabra. (Voces y gritos: ¡No! ¡No! ¡Tiene derecho! ¡Qué hable León! Desorden.)
El C. Moreno Jesús Z.: Se está coartando un derecho; que hable León.
El C. Soto y Gama: ¿Sólo los peleceanos pueden hablar? (Continúa el desorden.)
El C. Secretario Barragán: Por disposición la Presidencia se suplica a los ciudadanos diputados guarden orden y escuchen lo que va a exponer la Secretaría.
El C. Martínez de Escobar Rafael: Moción de orden.
El C. presidente: La Presidencia no puede conceder el uso de la palabra a ningún diputado mientras no guarden orden.
El C. Martínez de Escobar Rafael: Moción de orden.
El C. Moreno Jesús Z.: ¡Ahora sí hay moción de orden!
El C. Martínez de Escobar Rafael: No me han concedido el uso de la palabra, compañero. Usted no sabe, caballero, y verá para qué la pido.
El C. secretario Barragán: Se suplica a los ciudadanos diputados guarden silencio para reanudar la sesión.
El C. Martínez de Escobar Rafael: Para una moción de orden.
El C. secretario Barragán: Se va hacer una consulta a la Asamblea. Por dispocisión de la Presidencia se va hacer una pregunta a la Asamblea...
El C. Martínez de Escobar Rafael: interrumpiendo: Pido la palabra para una moción de orden... (Murmullos. Desorden.)
El C. secretario Barragán: La Presidencia pregunta...
El C. Martínez de Escobar Rafael, interrumpiendo: Para moción de orden, señor presidente...
El C. Moreno Jesús Z.: ¡Ya tiene usted la palabra, ciudadano Martínez de Escobar!
El C. secretario Barragán: Se suplica a los ciudadanos diputados escuchen lo que va a proponer la Presidencia. (Voces: ¡No puede proponer sino que hable León!) Mientras no se haga el orden, es imposible.
El C. Martínez de Escobar Rafael: Para una moción de orden. Va a ser benéfica.
El C. presidente: La Presidencia se permite manifestar a su señoría que no se opone a su petición el trámite que va a dar...
El C. Martínez de Escobar Rafael: Yo deseaba nada más decir una palabra. Es algo saludable para toda la Asamblea, porque van a quedar completamente complacidos todos. Favor de darme la palabra.
El C. León Luis: ¿Y porqué me coartan el derecho de hablar?
El C. presidente: La Presidencia no tiene inconveniente en dar a usted la palabra para una moción de orden, pero es preciso que se haga el orden en la Asamblea. (Desorden.)
El C. Martínez de Escobar Rafael: Para una Moción de orden. Señores diputados: Hay determinados momentos en que es absolutamente imposible, por razones hondas de carácter psicológico, evitar que se verifique tal o cual acontecimiento. Es una torpeza querer ir contra la corriente, contra el viento, contra la tempestad, contra algo que es necesario que se produzca en aquel instante. Yo pido a la Asamblea, a tirios y troyanos, a unos y a otros, a los de todos colores, que con una poca de serenidad, con una poca de calma y con un poco de patriotismo, se deje hablar al compañero León. (Aplausos.) Que se deje hablar al compañero León, y después que tengan la amabilidad también, porque estoy inscrito, de que se me deje hablar a mí. (Voces: ¡No! ¡No! ¡Sí! ¡Sí!) Yo creo que con lo que vaya a decir Luis León, que es hombre sensato, y con lo que voy a decir yo, quedará absolutamente conforme esta Asamblea. Si es verdad que esta Cámara , como lo ha demostrado toda ella, independientes, derechas e izquierdas, ha demostrado ser revolucionaria, ha llegado hasta la cumbre del pensamiento revolucionario, no es posible que vengan menguadas intrigas de todos lados a querer debilitar esta acción. Yo espero, como digo, que después de que hable León y después de que hable yo, se hará la armonía revolucionaria en esta Asamblea. (Aplausos. Campanilla.)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano león.
El C. Aldaco: Ahora sí ya tienes permiso, hermano. Ya te concedieron la venia. (Risas.)
El C. León: Señores diputados: Yo quisiera, en estos momentos, poder acudir a la invitación de Martínez de EScobar y ascender hasta la ladera de la montaña augusta de serenidad, como decía Nervo, para traer aquí un ambiente más puro y más elevado; pero, como Martínez de Escobar, opino que hay momentos en que los acontecimientos se desarrollan de tal manera, que es imposible detener la tempestad; yo creo, como él, que nos encontramos en uno de esos momentos, y que ante un esfuerzo colectivo para moralizar la administración pública no debemos retroceder ante ningún peligro ni ante ningún obstáculo. (Aplausos.) Yo también hablo sabiendo que esta voz llegará a los oidos del presidente de la República, como la voz de don Juan Zubaran, y voy a explicar aquí la verdad, toda la verdad de este asunto. Es el señor presidente de la República, don Álvaro Obregón, quien nos ha entregado a Portes Gil y a mí esta carta. Mi voz tampoco va a perderse, quedará en el DIARIO DE LOS DEBATES, y es el general Obregón quien nos ha explicado la forma como esa carta llegó a sus manos. Un americano de la compañía que quería conseguir la patente, fue a quejarse de que se le obstruccionaba en la Secretaría de Industria y Comercio, y nunca se le resolvía su negocio y que, en cambio, por gestiones de ese otro abogado se le prometía resolver favorablemente, por intermedio del señor Zubaran. El señor presidente llamó calumnioso a ese americano y le dijo que lo llamaría como tal, mientras no le presentara pruebas. Cuatro días después el americano presentó la carta. Esta es la versión que nos dió el señor general Alvaro Obregón.
Ahora bien, señores; ¿Por qué creen ustedes que estas tormentas y estas tempestades no son saludables? Es necesario ya que la nación escuche la verdad y que conozca a sus hombres; es necesario que cada quien de nosotros tenga el valor suficiente para arrastrar sus propias responsabilidades, la responsabilidad de sus actos; yo, en ese sentido, felicito al ciudadano Juan Zubaran, que ha tenido la virilidad de aceptar la responsabilidad de los suyos; es necesario que la nación conozca adónde
vamos con estos trapitos al sol que se sacan aquí todos los días; que la nación entera y la Representación Nacional, que ha aprobado las credenciales de cada uno de los representantes, sepan de qué cloacas, de qué sentinas, de qué muladares, los sacan para enlodar y enfangar la Representación Nacional. (Aplausos.)
He ahí que sí tiene sentido político esta discusión; lo tiene ampliamente político para una enorme mayoría de ustedes, compañeros diputados, que pertenecen al Partido Liberal Constitucionalista, para una enorme mayoría de hombres honrados que militan en las filas del Partido Liberal
Constitucionalista, para que sepan resolver estos casos de conciencia, conforme a su conciencia, (Aplausos.) para que sepan que en todos los partidos hay malos elementos y sepan adónde van y qué van a hacer y con quién van. Señores representantes: No se ha insistido aquí lo suficiente sobre el valor que tenía la maniobra de los presupuestos. Recordad que los presupuestos se nos entregaban aquí cinco minutos antes de entrar a la discusión; recordad cómo se quería festinar los presupuestos, para que pasaran sin discutirse, perdiéndose así la labor de los compañeros de la Comisión de Presupuestos; esa labor de Trejo y del licenciado Padilla, se ha puesto en evidencia por nosotros, los oposicionistas, porque se ha visto que los había estudiado y que habían trabajado. Si hubiesen pasado en aquella forma, esa labor se habría perdido y habría pasado desapercibida.
Señores diputados: A título de economías, se ha querido restringir al Ejecutivo para que se viera cohibido y no pudiera desarrollar toda su labor en la administración pública. ¿Con qué objeto? Para que tuviera que ocurrir a la mayoría parlamentaría dentro de un año, cuando se agotasen esas partidas, a pedir ampliación de ellas, y entonces la ampliación habría tenido que venir a cambio de poder, a cambio de puestos públicos para los miembros de ese partido. (Voces: ¡Bien! ¡Bien! Aplausos.) ¡Si esto lo ven los chiquillos que van a la escuela! ¡Si esto se dice en las calles! ¡Si esto se platica en los corrillos!...
El C. Espinosa Luis, interrumpiendo: ¡Dejemos las facultades extraordinarias al Ejecutivo! ¡Salimos sobrando! ¡Vámonos! (Voces: ¡Huy! Murmullos.)
El C. León, continuando: No, señores, yo siempre he opinado como los compañeros del Pélece. Las facultades extraordinarias deben de quitársele al Ejecutivo...
El C. Morales Juan Angel, interrumpiendo: ¿Pues a qué viene ese cargo, compañero?
El C. León, continuando: Sí, pero habría que darle presupuestos capaces de permitirle llenar sus funciones públicas; no darle presupuestos restringidos. Se nos hablaba aquí - creyendo en nuestra candorosidad, que podríamos tragar esa rueda de molino- de las partidas condicionales, como si fuésemos nosotros un país de crédito. Se dice: "Le daremos esa partida al Ejecutivo si hay dinero." ¿Por qué no dejar establecida la amplitud suficiente en esta partida del presupuesto, cuando somos un país sin crédito, cuando sabemos perfectamente bien que no se podría gastar, a pesar de que las partidas fueran amplísisimas y muy elevadas, no se podría gastar un peso más del que entrase al Gobierno, y no se podría gastar, sencillamente, porque no tenemos crédito, porque no habría quien le fiara o le prestara ese peso al Gobierno? Ahora bien, señores; ante esa maniobra política, yo, a título de que el señor Siurob venga a gritarme aquí incondicional, quiero declarar que sí estaré para defender que se coarten las facultades del Ejecutivo en el manejo de sus asuntos; pero no se le dejen las relaciones exteriores en una forma tal, que no pueda manejar los asuntos exteriores de la nación. Yo, señores, soy conocido de ustedes, porque acompañe al general Obregón a través de su propaganda; nosotros tenemos, pues, si luchamos por él, la obligación de darle la oportunidad de que desarrolle su labor. Si su labor es mala, si su labor es fatal, entonces tendremos el derecho de exigirle, como partidiarios de los descontentos, el cumplimiento de sus viejas promesas; ¿Pero por qué no darle esa oportunidad, por qué restringirle esas partidas, para que pueda marchar libre y desembarazado en sus movimientos? Yo creo que ésta es una inconsecuencia de nosotros mismos, es una maniobra de aquel grupo de negociantes de que hablaba Portes Gil, y queremos que la conozca esta mayoría de hombres honrados, mayoría de hombres revolucionarios, para que sepa adónde los lleva, adónde los arrastra, adónde van. Señores diputados: Yo creo que, tratando las cosas políticas con una amplitud de vista que no quede cerrada a las mezquindades y las pequeñas intrigas, podemos hacer una labor mejor por la nación, que con dimes y diretes. Este es un debate que no se ha perdido; este es un debate que fijará para la opinión pública responsabilidades a cada uno de los grupos. Yo Señores, por eso he emprendido este debate; si fuera para hacer acusaciones al licenciado Zubaran o a H o a Z, no vendría a distraer vuestra atención; pero hay que hablar claro, que todos vean claramente hacia dónde van, qué fines persiguen y quiénes los llevan. Señores diputados: Yo sé que en vuestras conciencias meditaréis hondamente lo que yo os he dicho, la maniobra que todos conocen, la maniobra que ven; meditadla y fijad vuestro camino futuro. Yo sé que entre vosotros hay patriotas, hay honorables y revolucionarios; pero no os dejéis seducir por la habilidad y la inteligencia de aquellos que, como decía Urueta en su frase de diamante, "no quieren servir a la nación, sino que la nación les sirva en copa de oro, en medio de sus orgías, la última brizna de sus riquezas, disuelta en la última gota de sangre." (Aplausos.)
El C. Martínez de Escobar Rafael: Pido la palabra.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Martínez de Escobar. (Aplausos.)
El C. Martínez de Escobar Rafael: Ciudadanos diputados: Por temperamento, por raza, gusto de cruzar mi espada con la espada de honor del caballero, no con el cuchillo del rufián, no con el puñal del asesino de encrucijada que alevosamente hiere para matar. Y hay compañeros asesinos de encrucijada que con el puñal hieren en la tribuna pública para ver qué reputaciones matan, qué reputaciones destruyen, qué reputaciones aniquilan. Y conste que si asciendo a esta tribuna lleno de cálido
entusiasmo, mi verbo, siempre sincero, es porque sé que Luis León es un caballero, que Portes Gil es otro caballero; seguramente que no ha llegado el instante de que el rufián ascienda a esta tribuna; yo creí que ascendería antes que yo, que iba a ser un expeleceano. Si no supiera del talento, de la cultura, de la honradez y de la dinámica moral que mueven el cerebro y el corazón de Portes Gil y de Luis León, quizá, señores, tendría que levantar mi voz, mi voz tonante, sí, por virtud de la nerviosidad que me sacude desde la punta de los pies hasta las raíces de mis cabellos, para decir, si fueran otros los queridos, entrañablemente queridos amigos de Portes Gil y Luis León, que habían venido movidos por personajes invisibles, que no lo digo, estoy diciendo lo que pudiera yo haber creído si otros fueran los que hubieran ascendido a esta tribuna, personajes invisibles habíanlos movido tomando las palpitaciones de su buen corazón y la espontaneidad de ellos mismos para que vinieran aquí, después de que ayer don Rafael Zubaran Capmany dijo que desde 1917 tenía el honor de ser miembro del Partido Liberal Constitucionalista, que una voz invisible los había movido, ¿Para qué? para decirles: Este ministro es peleceano y es necesario que no quede un solo ministro del Pélece en el Gabinete. (Aplausos.) Sí, compañeros, todo aquel revolucionario bien nacido, todo aquel hombre de conciencia bien puesta, todo aquel hombre que ha hecho desarrollar su cerebro y su alma juvenil dentro del caldeado ambiente, dentro de la atmósfera de fuego de la revolución salvadora, debe saber las responsabilidades que tiene y debe levantarse como verdadero hombre, con verdaderos gestos de hombría, haciendo honor a la revolución. Y, señores, entre las revoluciones y las agitaciones estériles, existe la misma diferencia que entre un vicio corrompido que no debe nombrarse en una asamblea de hombres decente, con la generación.
¿Qué experimenté esta mañana con un poco de desaliento y de tristeza al hablar mi defensor cuando estaba en las mazmorras de la cárcel de Tampico, mi querido amigo el digno ciudadano y valiente hombre que supo estar a la altura de su deber en momentos difíciles, el licenciado Emilio Portes Gil? Algo que si me entristece, no me hace cambiar de opinión respecto de él; indudablemente que no, porque hay que tener en cuenta para juzgar de la dinámica moral de un hombre, todos sus antecedentes, todos sus actos pasados para poder decir cuáles serán sus actos en el porvenir; cuando yo escuché de labios de este estimable compañero, entreabiertos sus labios, esta frase: El P.L.C., que ayer tuvo gestos de inconmensurable virilidad, hoy se empequeñece; hoy, de gigante, se transforma en enano; de titán, se transforma en pigmeo, y hace oposición, y oposición burda y sistemática, oposición al presidente de la República, al Gobierno emanado de la revolución, pero una oposición sorda, una oposición subterránea. Yo entendí: Una oposición de enfermiza mujer, una oposición de hombres que no tienen verdaderamente bien puestos los órganos que distinguen al hombre de la mujer. Y yo sí me indigné. ¿De cuándo a acá, señores que no sois del Partido Liberal Constitucionalista, de cuándo a acá queréis arrojarnos algo que nosotros repudiamos de la manera más viril? ¡Oposición! ¡Ah, ciudadanos diputados, desgraciado del país, maldita sea la nación, mil veces maldita una república, sobre todo, si en una Asamblea de hombres libres -no en una Asamblea de eunucos, como en la época de Porfirio Díaz o del troglodita Huerta - no hubiera compañeros...(Siseos en las galerías.) Escuchad vosotros, los de las galerías, que estoy hablando en nombre de todos, ni siquiera en nombre de un partido. Desgraciada de esa Asamblea si no hay un espíritu lo suficientemente valiente, lo suficientemente digno para que haga obra de oposición, pero de oposición sana, de oposición saludable, de oposición fecunda, compañeros. Yo voy a establecer un sigolismo: Don Plutarco Elías Calles es miembro integrante del Gabinete del general Obregón. Un espíritu que no quiera entender, dirá: "Quien ataque al general plutarco Elías Calles por tal o cual acto concreto, es enemigo del Gobierno del cual forma parte don Plutarco Elías Calles. Es así que don Rafael Martínez de Escobar ataca - no sistemáticamente, sino en tal o cual acto - al ciudadano Calles, luego el ciudadano Martínez de Escobar es un enemigo encarnizado del presidente de la República y del Gobierno actual", ¡Qué bien! Pues, señores, si tal fuera, si las premisas fueran ciertas -que son falsas -, yo retorcería el argumento, estimables compañeros; el señor Luis León ataca al ciudadano ministro don Rafael Zubaran, que es parte integrante del Gabinete, luego, señores representantes, la conclusión es lógica: El señor diputado Luis León es enemigo encarnizado del presidente de la República y del Gobierno, porque ataca a un ministro del general Obregón; y en este caso tan enemigo encarnizado del presidente de la República lo sería el estimable y buen amigo León, como lo sería yo; él porque ataca a Zubaran, y yo porque ataco a Calles. Veis, pues, la falsedad absoluta de la argumentación; sólo espíritus malvados, sólo almas diabólicas, sólo cerebros obtusos, sólo aquellos que no tengan lo mismo el espíritu, el alma y el cuerpo en absoluta rectitud podrían pensar de esa manera. ¿Desde cuándo aquí, pregunto yo, podría ser un partidario más absoluto, más amigo Luis León o Portes Gil, que Martínez de Escobar Rafael, que Aurelio Manrique, Manlio Fabio Altamirano, que el mismo José Siurob, que Alonzo Romero? Ellos y nosotros somos amigos de él y nosotros somos amigos de él, como él es amigo de ellos; ellos en una buena parte, y en buen a parte nosotros, hemos desarrollado una labor intensísima exponiendo todos la vida para este orden de cosas y ya lo demostramos en momentos difíciles. ¿Dónde, pues, la argumentación? Así tendremos que seguir: Fulano y zutano atacan a Villarreal, que es miembro del Gabinete del general Obregón y que tiene encomendada la más noble misión, la más fecunda labor, luego fulano y zutano son enemigos del Gobierno. Prieto Laurens ataca a Villarreal, que es miembro del Gabinete, Luego Prieto Laurens es enemigo sistemático del Ejecutivo. ¿A dónde vamos a dar así, compañeros? ¿Hacia dónde vamos, preguntaría yo, hacia dónde va toda esta avalancha de hombres jóvenes de la revolución, hacia dónde vamos con estos razonamientos, con estas argumentaciones tan falaces, tan poco edificantes y tan poco constructoras? ¿Hacia la ignominia, como
los cientificos? No, compañeros, nunca; por eso he dicho yo que esta Cámara toda es de revolucionarios; cuestiones de detalle, cuestiones de diferencia de criterio en tal o cual caso, con tal o cual secretario de Estado, nunca absolutamente podrá hacerse ese razonamiento completamente estéril que han querido hacer aquí algunos compañeros para decir en conclusión: Esto, la elección de la Permanente, es de vida o muerte para el Gobierno actual, para la estabilidad del presidente de la República. ¿De cuándo a acá son más amigos los unos que los otros de este Gobierno? ¿De cuándo a acá se dice que los unos han tenido verdaderamente valor civil e independencia cívica para que hayan contribuído más eficazmente a esta situación? ¿De cuándo a acá - me pregunto yo - ? Y lo único que digo es esto: Que sigamos en esta labor, que si seguimos en esta obra, compañeros, la nave es una sola, y en esa nave estamos embarcados todos, lo mismo, Obregón que De la Huerta y Calles, que Zubaran y Villarreal, que Luis León y Portes Gil, que Martínez de Escobar y Soto y Gama, y el huracán encrespado del océano hará naufragar esa nave y entonces sólo la reacción, la reacción y la mil veces maldita reacción será la que venga a entronizarse en el Poder! (Aplausos.)
El C. Morales Juan Angel, interrumpiendo: ¡Los presupuestos, compañero!
El C. Martínez de Escobar Rafael, continuando: Un momento. Yo no vine hablar de presupuestos.
El C. Morales Juan Angel: Pero dicen, compañero... (Desorden. Voces: ¡Cállate! Murmullos.)
El C. Martínez de Escobar Rafael, continuando: Y tan lo que digo es verdad y tan lo que digo es cierto y hace surco de ideas en las conciencias y hace surco de ideas en los espíritus todos, que apenas hace unas cuarenta y ocho horas conversaba yo con otro estimable compañero mío, contrario de bloque, el diputado don Froilán Manjarrez, y en un cambio de impresiones, en un cambio de ideas a flor de sinceridad y a base de entusiasmos juveniles y revolucionarios, él y yo empezábamos a razonar, empezábamos a deducir y llegábamos a esta conclusión: Si las cosas siguen así, ¿Qué pasará dentro de tres años? ¿Es verdad, compañero?
El C. Manjarrez: Absolutamente cierto.
El C. Martínez de Escobar Rafael, continuando: Casi al unísono, como si el alma de él y el alma mía fueran en ese instante solemne, en ese momento emotivo, un inmenso diapasón que vibrara al unísono, decíamos: "¿Será nuevamente lo que ha sido siempre en este pobre país al que estamos obligados a salvar los hombres de buena fe, los hombres de ideales revolucionarios completamente conscientes y bien nacidos? ¿Cómo librar a este país de que siga siendo la sucesión presidencial generada, ya por el veneno, ya por el puñal, ya por el cuartelazo, ya por la asonada, ya por el motín, ya por la guerra civil, aunque no tenga aspecto de esa naturaleza, como esa guerra civil de hombres viriles - no cuartelazo - que produjo la caída de Carranza? Nosotros contestábamos: No hay más remedio para la salvación de los revolucionarios, como qué importa que los revolucionarios mueran, sino para la salvación de la patria, para la salvación de la República, para la salvación de la nacionalidad; no hay más remedio, decíamos, que cambiar el sistema de Gobierno. Para mí todo esto que es encarnizado y poco reflexivo, como para León también, como para Portes Gil también, como para todos los jóvenes revolucionarios bien nacidos, que nos dan asco todas las intriguillas y personalismos que nosotros apartamos con la punta de los pies como si fuera una inmundicia que encontramos al paso en la vía pública, para que no siga pasando esto, para que no nos avergoncemos, no hay más que un remedio, un solo remedio: Que el manto de oro del parlamentarismo venga a cobijar las instituciones nacionales! (Aplausos.) Y nosotros los hombres de la revolución, digo, nosotros todos los miembros de esta Cámara que con tal o cual distingo, que con tal o cual detalle hemos sabido estar a la altura de nuestro deber y hemos sabido dar la talla, ¿Nos vamos a asustar y hacer política militante porque este o aquel grupo, aquel o este diputado ascienda a la tribuna y critiqué tal o cual acto político de tal o cual secretario de Estado o tal o cual acto administrativo? Hasta el mismo compañero estimabilísimo don Norberto Domínguez, que a pesar de que peina canas, que a pesar de que lleva el invierno de sus años en su noble cabeza, él también se ha rejuvenecido, ya no lleva canas en su alma y en su espíritu, y estoy seguro que si volvieran las Cámaras porfiristas, don Noberto Domínguez ascendería a esta tribuna y sería un terrible Dantón, un Marat o un Robespierre ante aquella Cámara de eunucos. (Aplausos.) ¡Asustarnos y decir que somos enemigos del Gobierno y que queremos su disolución, el que se destrone, el que se derrumbe por estas pequeñeses! señores, ¿Quiénes van a ser aquí en esta Cámara los bravos defensores, los que cabalgando en el brioso corcel, en el brioso rocinante de las verdaderas libertades públicas van a ascender a esta tribuna a defender el cambio de sistema de Gobierno, que es una necesidad nacional? ¡Pues voy a ser yo, y va a ser Borrego y va a ser Manjarrez, con gran entusiasmo, y va a ser Luis León y va a ser Portes Gil, y va a ser Avilés y el mismo Prieto Laurens, y vamos a ser todos los hombres que, a base de dolorosa experiencia, tenemos obligación, por métodos inductivos, de irnos formando un concepto cabal de nuestra situación nacional y de cómo debemos irla modificando. Vamos a ser todos los hombres de corazón bien puesto, de cerebro bien templado, de equilibrio estable y armónico entre el alma, el espíritu, el corazón y el cerebro. ¿Y qué es el régimen parlamentario? ¿Acaso cuando exista el régimen parlamentario -que es al que deseamos ir todos con la rapidez zigzaguante de un relámpago, con una rapidez vertiginosa-, acaso en el régimen parlamentario sin tener en cuenta -porque éste es a base de impersonalismo-, sin saber, sin importarnos quién es el presidente de la República y a veces estando un Gabinete emanado de la confianza de la opinión pública organizada y sistematizada en esta Cámara, cuando por algún asunto de importancia nacional, de trascendencia para la República se reúna ese Gabinete y dé una ley o iniciativa de ley o ejecute un acto político contrario al pensamiento de la Cámara interpretando la opinión pública y se dé un voto de censura después de candentes discursos, después de frases relampagueantes, despues de un verbo tonante y
lapidario para los hombres de la revolución, ese Gabinete caiga y ese Gabinete se derrumbe, acaso esto va a significar que la Cámara va a ser enemiga del presidente de la República y enemiga de las instituciones? No, y mil veces no. ¿Pues a dónde vamos? Hacia ese régimen, hacia allá, hacia allá es donde van encaminados nuestros entusiasmos y nuestras actividades. Entonces, compañeros, si una Cámara o un diputado se asusta porque se ataca a un ministro o que quiere tomar el argumento por los cabellos, por los pelos, para decir que el grupo de diputados que ataca a tal o cual ministro o Gobierno ya es de vida o muerte para el Gobierno el expulsar a tales o cuales elementos, ¿Hacia dónde iríamos? Quien diga tal cosa en estos momentos no es verdad que a conciencia, que dignamente, que decorosamente, que a base de impulsos revolucionarios verdaderos, que, deseando transformar el orden de cosas desde el punto de vista institucional, sea partidiario de ese régimen. Quien sea enemigo de regímenes de esta naturaleza, ¿Cómo es posible que esté en estos momentos haciendo manifestaciones que pudiera creerse, para los hombres de buena fe, que son torpes maniobras para conquistar tal o cual cosa? Yo no lo creo así, y así como Luis León, con su palabra arrebatadora, con su frase seductora, con su gesto sugestivo, fascinante a veces, decía a esta Cámara: Señores diputados, muchos de vosotros, miembros de la mayoría, que sois silenciosos, que no venís a pronunciar candentes discursos a esta tribuna -y que yo agrego: Silenciosos y quizá mil veces más conscientes que muchos de los que suben a menudo a esta tribuna-, ved hasta dónde os arrastra determinada mayoría. No, ciudadanos; yo a los de la minoría, muy respetable para mí y muy revolucionaria para mí, les digo que hacen bien en ser firmes, que hacen bien en ser inquebrantables, que hacen bien en ser rectilíneos, yo ni por un momento sería capaz de querer dejar caer a vuestros oidos palabras que tuvieran algo así como eco de cantos de sirena, diciéndoos: no os dejéis llevar por los líderes de vuestra minoría. Los hombres que habéis estado aquí en la minoría, seguid como hombres, y a vosotros los que habeís estado en la mayoría, yo tambíen os digo: Seguid como hombres, y si hay alguien que no vaya a seguir, que tenga la bondad de ponerse de pie; estoy seguro que absolutamente nadie, porque unos y otros estamos en nuestro deber de seguir adelante enarbolando siempre la bandera inmortal de los principios que están estampados en los programas de nuestros partidos políticos. (Aplausos.)
No os dejéis arrebatar por esa mayoría, no os dejeís arrastar por los líderes inteligentes, no os dejeís arrastar por los líderes hábiles, por los espíritus agudos, finos, sutiles, que saben mover multitudes.¡No, y mil veces no! Si no fuera Luis León quien hubiera pronunciado esas palabras, cualquiera hubiera dicho y cualquiera hubiera creído que era una especie de campanada la que se tocaba por medio de su palabra, para decirnos algo así como una amenaza, para presentaros algo así como un espectro, algo así como un fantasma, algo así como diciéndonos: No sigaís con el P. L. C. al votar la Permanente; es de vida o de muerte para el Gobierno. (Risas.) Diputados de la mayorías: No sigaís con Martinez de Escobar, que es un embaucador, ni con Siurob, ni con Alonzo Romero. ¡Qué poco se conoce a los miembros del Partido Liberal Constitucionalista, que son silenciosos, pero que llevan la elocuencia de los principios, el grito de las ideas sanas y de los principios verdaderamente saludables vibrando en la arpa de su alma! ¡Qué poco los conocéis! ¿Acaso no hemos venido viendo cómo el Partido Liberal Constitucional ha luchado? Yo no digo que sintetice la revolución, yo no digo que monopolice los principios; para mí hay hombres de principios, como vos, compañero León; como vos, compañero Portes Gil, y como muchos otros; yo no vengo aquí a lanzaros fango ni a lanzaros lodo; no, y mil veces no. Pero también que no vayan a venir a esta tribuna hombres que vengan a decirnos: "¡Ah! Se necesita todo esto, todo este burbujear de lodo y de cieno, que a nosotros no nos salpica, porque nuestra blancura es inmaculada, y venimos a hablar porque nosotros somos puros, somos purísimos." Pudiera ser que fuera algún expeleceano quien lo dijera, porque parece que los hombres que defeccionan de un partido, son después aquellos que con más odio encarnizado atacan a aquel partido mismo. ¿Quién es aquel que venga a decirnos: "Soy puro como la patena en que se levanta la hostia; soy puro como el cáliz en que se liba el vino consagrado; soy puro como la corona que ciñe la cabeza del niño Jesús en los brazos de su madre; soy puro e inmaculado como el ramo de azucenas que lleva el esposo de María; soy puro, quizá venga a decir alguien, como la virgen santísima antes y en el instante terrible de sangre y de dolor"? ¡Ah! ¿Quién será aquel que venga a decirnos tal cosa? ¿Será, pregunto yo, cediendo a los fatalismos terribles y escalofriantes por el diabolismo que palpita en ellos, que sea ya la sucesión presidencial la que venga moviendo a espíritus que siempre han tenido como norma la dignidad y el decoro? ¿Será que con tanta anticipación ya alguien se contempla en la Presidencia de la República, y diga: "Ha de llegar a este altar de los dioses humanos de la República Mexicana, por todos los medios que a mi alcance estén "? ¿Será que ya, como los jesuítas lo hacen, no se venga reparando en los medios, para lograr los fines? Son interrogaciones, son preguntas que me hago, y por mi honor de caballero, por mi palabra de ciudadano, que trato de aludir en lo personal a nadie; pero es tal el fatalismo, es tal la tenebrosa tradición y la diabólica herencia que ruge en todos los pechos mexicanos y en todos nuestros espíritus, que ya antes de que un presidente ascienda al Poder, ya un coro de hombres empieza a adularlo, viéndolo como un sol risueño que asoma su rostro juvenil y juguetón y diciéndole: Tú eres el único; tú eres el hombre; tú nada más, a tí te toca ser el sucesor; ningún otro debe serlo." ¡Como si fuera la República patrimonio de alguien, como si fuera un pedazo de tierra que pertenece a un propietario!
No, ciudadanos representantes; ya es tiempo de despersonalizar las luchas; ya es tiempo, como me decía el compañero De Alba, de un poco de idealismo supremo, de un poco de sublime idealismo en el espíritu; ya es tiempo de un poco de sueños; ya es tiempo de un poco de romanticismo en los principios y en las ideas; ya es tiempo de luchar con
todo corazón, sin pensar inmediatamente en el mañana, desde el punto de vista estomacal, desde el punto de vista de la ambición, para tener mucho oro o mucho poder; ya es tiempo de que todos, unos y otros, vayamos no sólo en la tribuna, sino en la cátedra y en la tribuna pública y en la plática familiar, de ir haciendo esta labor, de ir haciendo esta obra, de ir educando así los espíritus; ¿para qué? Para que de esta manera no sufra menoscabo y no sufra prejuicios la República. A fuer de sincero, yo moriré con mi partido, si mi partido muere; por ningún concepto, así mañana llegaran a destrozarlo, si es que a destrozarlo llegan, podría pertenecer a otra agrupación, por ningún concepto, porque yo amo a un partido político, adonde entro por ideales, como puedo amar a mis padres, como puedo amar a mis hijos, como puedo amar a algo que forma parte integrante de mí mismo, con un sentimiento infinitamente religioso. Yo, señores representantes, en esa forma he actuado en mi partido, que tendrá muchos vicios, que tendrá muchos errores, que tendrá, si ustedes quieren muchas máculas; pero hay hombres de muy buen corazón y de espíritu para luchar por los ideales revolucionarios, con entusiasmo revolucionario, sin intento de medro, sin intento de lucro. Yo invito a todos, sin arrojar lodo sobre ninguno, para que así sigan todas las agrupaciones; pero que vengan haciendo esta labor pro-república, pro-patria. (Aplausos.)
Ayer, y esto yo no lo había dicho, pero sinceridad ha habido en Luis León para decirlo, el general Alvaro Obregón, mutuo amigo nuestro, digo yo, querido amigo nuestro, digo yo, estimado, muy estimado amigo nuestro, repito entregó una carta para tratar de asuntos personales que yo, señores, no quiero mencionar. Yo no quiero aquí decir que si Zubaran hizo este negocito. Pues, señores, para mí, con un gesto de honradez, si es verdad que Juan Zubaran o don Rafael Zubaran hubieran hecho este negocio, y si en la conciencia de la República está, aunque sean de mi partido Juan Zubaran y Rafael Zubaran, yo mismo pido que, entonces, el presidente de la República tenga, como debe tener y como ha tenido siempre, un gesto de dignidad y diga a Rafael Zubaran: "desciende de ese ministerio, porque no eres digno de permanecer en él". (Aplausos.) ¿Me va a importar a mí que Rafael Zubaran esté o no en el Ministerio de industria? ¿Le va a importar a Luis León, a Portes Gil o a Soto y Gama, que Plutarco Elías Calles esté en el Ministerio de Gobernación? Podría importarles desde un punto de vista político, pero no en el fondo. ¡Los hombres no nos importan, porque estamos enamorados de las ideas y de las instituciones! Si cae Rafael Zubaran, si cae Calles, ¿qué nos importa? El hombre es fugaz, es pasajero. Que caiga el general Obregón, eso sí nos importa, porque indudablemente que es el representativo del Poder Ejecutivo de la nación, y porque si él cayera, caeríamos todos nosotros, ya que todos debemos formar la unidad revolucionaria; ¿pero qué nos importa que caiga un ministro, que es un empleado del presidente de la República, que entre nosotros, desgraciadamente, es un amanuense, que vale mil veces menos que un representante del pueblo? Eso no nos debe importar nada. Para mí es más augusto y de más valer el más humilde de los diputados silenciosos de esta Cámara, que don Rafael Zubaran, que De la Huerta o que Calles. Es llegado el momento de venir por los fueros de la dignidad nacional. Para mí, un hombre que ocupa un puesto de elección popular vale más desde el punto de vista de las funciones públicas que desarrolla y de las responsabilidades que tiene, que un secretario de Estado, que un funcionario a quien se llama ministro por ironía. ¿Quién que conscientemente sepa por virtud de una abstracción de su espíritu, lo que es un secretario de Estado en un régimen presidencial, se cambia por él, siendo un representante del pueblo que puede hablar muy alto, que puede pensar muy alto y decir cómo va a obrar, sin que nadie le ponga ningún freno?
Indudablemente que si todos nosotros hacemos esta reflexión, ¿qué nos importa que caiga este o aquel ministro? Pero vamos a un tema que necesito tratar aquí, porque es de importancia. Interrogaría, por ejemplo, a un viejo revolucionario, a un revolucionario de esos que se sientan en esta curules mullidas, pasando en esta Cámara como si nada fuera, como si fuera un cero precedido y seguido de ceros, porque nunca ha subido a esta tribuna, porque es un hombre reposado, juicioso; cuando vota, vota con toda conciencia, con todo discernimiento, con toda razón, pero que ha hecho, a pesar de ser desconocida su labor, una labor intensa para los que hemos podido seguirlo en sus votaciones, para los que hemos podido platicar con él cinco o diez minutos y revela ser un hombre de talento, un hombre juicioso, un ciudadano bien nacido. Yo interrogaría, por ejemplo, al compañero Gutiérrez Castro, ese humilde diputado que veis allí, íntimo amigo de Alvaro Obregón; a mí me ha dicho el mismo general Obregón, ayer todavía, que era uno de los revolucionarios a quienes más estimaba por su sinceridad y honradez. Yo le diría: usted, compañero, que es buen amigo, como yo y como muchos más, del general Obregón, ¿está usted contento de estar en el Partido Liberal Constitucionalista?
El C. Gutiérrez Castro: Sí lo estoy y soy amigo personal del general Obregón, y nunca creo yo que el Partido Liberal Constitucionalista trate de hacer una labor que obstruccione la labor del actual presidente; y si tal cosa pasara en el Partido Liberal Constitucionalista, sería yo el primero en renunciar a él; ante todo, sigo siendo fiel a mi partido. (Aplausos.)
El C. Martínez de Escobar Rafael: Podría yo oír, compañero, pero yo no vengo aquí a hacer discursos de plazuela, podría yo atacar a X y a Z ministro o a X y a Z diputado líder de tal o cual agrupación contraria a la nuestra. Así podría interrogar a otros más y me contestarían lo mismo, y asimismo me contesto yo. Yo no sé por qué se escucha el rumor de una selva que se agita en lotananza que parece, momento a momento, instante a instante, acercarse y acercarse y acercarse más hasta que los rumores toman la fuerza de un huracán, de una tempestad. Yo veo odios más terribles y más encarnizados ya entre tal o cual ministro de Estado o ya entre tal o cual diputado, emanados ambos de la revolución, que entre diputados o ministros si vivieran Victoriano Huerta o Porfirio Díaz. Claro, cualquiera que se dedique a reflexionar
desde el punto de vista de nuestra fatídica herencia, podría explicarse el fenómeno; pero he aquí que para está falange de la juventud revolucionaria, para que vaya extinguiendo estos procedimientos. Como el compañero Pedro de Alba, repito, que es necesario un poco de ensueños, de ideales y romanticismos revolucionarios sin perder de vista la cuestión práctica y la resolución de los problemas nacionales. Ayer, a un llamado de mi muy respetado y fino amigo el señor general Obregón, ocurrí al Palacio Nacional; tuve allí una jugosa conferencia con él: jugosa desde el punto de vista de la moral política; jugosa, como fue, a base de absoluta armoñia; jugosa, porque relampagueaba la buena fe en los ojos de uno y otro de los que conferenciaban. Escuché de labios del presidente de la República estas frases sinceras, estas frases armoniosas y cordiales con que siempre me ha obsequiado, para cuyas frases, selladas con hechos, he sabido yo también corresponder en la misma forma, con hechos y palabras: "Licenciado, a usted, mi verdadero amigo, como muchas otras veces lo he hecho, como usted también lo hace a veces para tratar conmigo tal o cual cosa de importancia política del momento, lo he llamado para decirle que legan hasta mí algunos rumores, algo así como que tratan ustedes de sacar triunfante una Comisión Permanente que me va a obstruccionar, que me va a hacer la guerra..." Bueno; yo entendí algo así como que esa Comisión Permanente, por razón de desconfianza o de odio, llegaría hasta el grado de querer deponer al señor presidente de la República, aunque, naturalmente, él no me dijo eso porque es un hombre de temple y de carácter que sabe las funciones constitucionales que le corresponden y las facultades de la Comisión Permanente. "Yo no lo creo, dijo él, tal vez habrá uno u otro elemento más o menos exaltado; pero lo que éstos piensen o intenten no puede atribuirse a todo el partido". ¡Y esa es la verdad! No sé por qué se trae al tapete del debate la cuestión de De la Huerta y Siurob; no entiende eso. ¿Qué le va a importar a Franco Urías, a Barragán, a Prieto Laurens, a Chapa o a mí ese pleito de Siurob y De la Huerta? Pues que De la Huerta y Siurob no quieran hacer de trascendencia nacional, de trascendencia política para todo el país ese disgusto personal. Si De la Huerta es hombre y lo ha demostrado y Siurob es hombre y lo ha demostrado, que no vengan aquí a la tribuna, en donde debemos tratar cuestiones más importantes, y que vayan De la Huerta y Siurob allá a cualquier campo de estos que hay aquí fuera del Distrito Federal y diriman sus cuestiones, pues uno y otro todos sabemos que son bastante hombres. (Aplausos. Siseos.) Claro, naturalmente que sí. ¿Por qué querer hacer cuestión de política nacional este asunto? ¿Quién puede razonar así? Porque como yo le dije al mismo señor presidente, ¿qué porque Siurob injurió a De la Huerta, es el Partido Liberal Constitucionalista el que injurió a De la Huerta? Pues entonces, si no es así, me bastaría retorcer el argumento y diría: Como De la Huerta injurió a Siurob, pues entonces el Gobierno injurió al P. L. C. ¡Hombre! Es un razonamiento ridículo y torpe querer hacer colectiva una cuestión netamente personal.
Pues bien; seguí la plática con el señor presidente y yo mismo le dije: ya lo creo que sí, hemos adelantado a pesar de los pesares, a pesar de lo que digan en contra los eternos enemigos de las revoluciones, siempre saludables, quiérase que no, a través de todos los tiempos, a través de todos los espacios y a través de todos los pueblos; siempre se ha progresado mucho en esta revolución y siempre a medida que una revolución más fecunda se ha producido, aunque dolorosa, se ha conquistado mucho. Claro, el régimen de Madero, por malo que haya sido, fue mejor que el de Porfirio Díaz; y es claro el régimen de Carranza, por malo que haya sido, ha sido mucho mejor que el régimen de Huerta; y es claro que este Gobierno y esta situación son mucho mejores que en la época del ciudadano Carranza. Indudablemente que sí .No podemos evolucionar rápidamente; quizá evolucionamos a pasos de tortuga; pero en mi concepto, demasiado rápidamente. Es claro, en la época de Carranza venía aquí un señor Paulino Fontes con una talega de oro viendo a ver cuántas conciencias corrompía; viendo, cuando se trataba de la Comisión, que el digno revolucionario, el digno militar don Francisco Serrano, no fuera presidente de ella. ¿Por qué? Porque don Francisco Serrano ha sido, y vamos a la época aquélla, un revolucionario de verdad, y Carranza quería sólo tener a su lado a Marciano González y a Federico Montes; y es claro que ahora ya no vemos eso, ya no vemos que a ningún diputado se le venga a querer hacer eso; todavía se ve algún movimiento para ver si se atemoriza a tal o cual compañero; todavía puede haber tal o cual ministro que llame a un diputado y le diga, por ejemplo: "Hombre, ¿qué tan peleceano es usted? Pues si es usted amigo del Gobierno, sería bueno, porque es importante para la administración del general Obregón, que no se realicen ciertos propósitos del Pélece, y usted, que es revolucionario, de seguro que votará en su contra". Ya no se llega a más, ya no hay la talega de oro de la época de Fontes... (Voces: ¡Nombres!) Estoy hablando sinceramente.
Ya no existe esa talega ni los hombres de ahora se atreven a hacerlo. Sin embargo, no se ha progresado todavía lo bastante, porque aún se cometen torpezas de esa índole tratándose de cambiar a nuestros partidiarios para que voten contra su partido, ¡como si todos los miembros del Partido Liberal Constitucionalista no fueran conscientes, revolucionarios y de firmísimas convicciones! ¡Como si no estuvieran ellos con la revolución, con el Gobierno, y no con tal o cual ministro! Me retiraría de la política, me iría a vivir en la covacha de mi domicilio, en el sótano de mi casa antes que venir a hacer labor de obstrucción y de rebelión contra el Gobierno de que formo parte con mucho honor, y del que mi partido forma también parte. ¡El Pélece está con el Gobierno, y el sostén más decidido y vibrante del Gobierno, como ustedes también, compañeros. Hacéis muy bien, compañeros León y Portes Gil; yo y mis partidiarios seríamos traidores y malvados si no estuviéramos con el Gobierno, porque entonces tendríamos que pasarnos a la reacción. Ayer se ofrecían empleos a tales o cuales amigos de tal o cual diputado para ver si con esos empleos se ganaban los votos de
los diputados; o se ofrecía la reelección, como si los puestos de elección popular estuvieran a disposición de tal o cual alto funcionario; o se ofrecían negocios: venía Fontes, o Montes o Marciano González y decían a un diputado: "¿Qué negocios tiene usted en tal o cual Secretaría?" -"Pues tengo este o el otro, pero no lo he arreglado, porque me ha obstruccionado Fulano de Tal". "Yo se lo arreglo, compañero", y voto conquistado. Ahora ya no hay eso, compañeros; ahora no hay quien lo ofrezca ni hay quien haga caso de eso. "Y si no tiene usted negocio, mire, en tal o cual Secretaría yo tengo influencia y y le voy a buscar a usted negocios y voy a arreglárselos" antes de que se votara la Permanente, y voto conquistado. Ahora ya no hay nada de eso.
Toda esa plática la tenía con el señor presidente de la República, compañero Portes Gil y compañero León, a quienes quiere de verdad el general Obregón. Que se le pregunte a nuestro querido amigo el general Obregón si no es verdad que estuvimos platicando todo eso. Que "Las Noticias" ponen en un rubro colorado, en un rubro de fuego intensamente enrojecido: "El Partido Liberal Constitucionalista y el presidente Obregón en pugna formidable.- Terrible derrota para el Gobierno si los peleceanos triunfan en la Permanente; terrible derrota para el presidente de la República si los palaceanos triunfan en la Permanente". ¡Vaya necedad y vaya tontería! ¿Cómo derrota para unos o para otros, cómo muerte para unos o para otros por la Permanente? ¿Pues qué facultades tiene la Permanente? ¿Qué depone? ¿Qué, es el Partido Conservador aquel de 1836 que ponía y quitaba presidentes, que ponía y quitaba ministros de la Corte, que revocaba o pronunciaba sentencias, que ponía o quitaba diputados, que ponía o quitaba gobernadores, y que no tenía responsabilidad ninguna ni ante el Ser Supremo en aquella época de un catolicismo absoluto? Pues claro que no. ¿Pugna abierta? ¿pero entre quién? Yo soy el presidente de un partido y llevo la mejor armonía con el presidente de la República, una armonía completa, absoluta, y no viene al caso decir algunas cosas de carácter privado que se relacionan conmigo; pero si acaso siguieran las cuestiones personales aquí, tendré qué decirlo, no por vanidad, sino porque me obligarían a ello, aunque yo no hubiera deseado tratar cosas de esta naturaleza aquí. Pues al otro día dicen "Las Noticias": "Pero algunos de esos espíritus tontos, seguramente no se acercarán al presidente", a ese hombre de firmeza y de principios que acostumbra enfrentarse, como se enfrentó Carranza, hombre de carácter, al general Obregón, quien como nadie dió la talla, viniéndose al corazón de esta ciudad cuando lo quería procesar y tuvo los tamaños suficientes para ofrendar su vida misma, si era necesario, en honor del ideal revolucionario, y se vino aquí cuando lo estaban procesando habiendo podido enarbolar la bandera revolucionaria. Desde este momento ¿cómo se va a aceptar, naturalmente, esta clase de mentiras, de creer que el general Obregón va a creer que el triunfo del P. L. C. es de vida o de muerte para su Gobierno? Sería hacer muy poco honor y darle muy poca dignidad al general Obregón que vale tanto para suponer esto. Pues al otro día vienen también "Las Noticias" diciendo: "El general Calles se encuentra gravísimo", mientras el general Calles se andaba paseando en Chapultepec; y luego: "El general Calles y el general Obregón están en un grave conflicto, peleados a muerte". Nada más faltaba que se dijera el lugar en donde se iba a sepultar a uno y a otro, después de que se hubiera verificado el desafío! Primero el Pélece y Obregón en pugna terrible; después Calles y Obregón; y ni Calles ni Obregón están peleados, como tampoco lo están el Pélece y Obregón: allí tienen ustedes al amarillismo de la prensa. Pero es claro que aquel hombre asustadizo dijera: si yo soy amigo del Gobierno y el Pélece está en contra del Gobierno, se debe evitar esto. Y hay algunos otros que se alegran- yo no me alegraría porque estas son cuestiones de hambres-, cuando leen: "Calles y Obregón Peleados"; ¡ah! exclaman. El Pélece y Obregón peleados, ¡ah! ¡caramba! ¿qué fin tendrá esto? Pues todo eso es ridículo y mezquino, porque ni Calles está peleado con Obregón, ni éste está peleado con el Pélece. No, señores; es necesario que nos convenzamos de que Gobierno significa unidad de acción; que unidad de acción significa unidad de ideas; que unidad de ideas significa unidad de pensamiento, y que unidad de pensamiento significa realmente Gobierno. Decir que el general Obregón insinuó a tal o cual secretario de Estado para que llame a un diputado peleceano a fin de que no vote por su partido, es hacerle un deshonor al presidente de la República, lo mismo que a los diputados que saben a que atenerse y cuáles son sus deberes, y que saben que hombre que defecciona, es hombre muerto que no sirve para nada; que hombre que defecciona, es pisoteado por el grupo a que pertenece y por los hombres que lo reciben después de la defección. ¡Cuántas veces he hablado con algunos compañeros que en un gesto de sinceridad me dicen: ese individuo que defeccionó del partido es un desgraciado! Así como ustedes lo oyen. Esto es ridículo y tonto. Yo pues, no deseo que sigan estas riñas que parecen callejeras, estos encarnizamientos de carácter personalista siempre estériles y siempre ridículos.
Hace un momento que muchos diputados se reían porque alguien decía que el clericalismo estaba perfectamente vigoroso y unido tratando de enseñorearse del poder, lo cual fue tomado hasta con cierta burla por algunos compañeros. ¡Pues sí es cierto! Así pienso yo y así piensan, estoy seguro, los ciudadanos Portes Gil y León; estoy seguro que Luis León y Portes Gil, así piensa Obregón, y en la plática que ayer tuve con Obregón también así lo aseguró, porque así fue, el mismo general Obregón decía: "Es claro; nosotros dividiéndonos, nosotros despedazándonos, y unos cuantos hombres verdaderamente quijotes por razones de ideal, en un momento dado, sin darnos cuenta, por ofuscamiento, de la importancia de la unión, estamos jalando de aquí para allá y de allá para acá; y en cambio, los capitalistas, los latifundistas, en cambio el clero, que puede sintetizarse en los Caballeros de Colón y que puede sintetizarse en todos los enemigos de la revolución, está enseñoreándose del país". Y es verdad, si, señores, si esto sigue así. Ya no vengo a hablar ni siquiera en nombre de mi partido, hablo a los revolucionarios: dentro
de tres años, si seguimos esta labor verdaderamente desconcertante y ridícula, sí, señores, el clero, el maldito clero, bajo la forma de latifundistas, bajo la forma de capitalistas, bajo la forma de burgueses, bajo la forma de Caballeros de Colón, sí nos dará un cuartelazo y tendremos que tomar nuevamente las armas para echarlos del Palacio Nacional. (Aplausos.)
Yo aquí, recordando una frase de un orador, verdaderamente grandicoluente, porque no son frases mías, pero que tengo alguna memoria-y esto no es vanidad, que alguien ya dijo que la memoria es el talento de los tontos-, recuerdo esta frase que en estos momentos, con un tropel de ideas, afluye a mi espíritu. Recuerdo que este orador decía: Ya se ha arrebatado a la Iglesia, bajo la forma de un conjunto de intereses personales, que son los que accionan movidos por los fieles; ya se ha arrebatado al cielo la dirección de los cielos por medio del talento genial de Galileo y de Copérnico; ya se ha arrebatado a la Iglesia la dirección de las conciencias por medio del talento de Calvino y de Lutero; ya se ha arrebatado a la Iglesia la dirección del pensamiento y de la razón, por medio del talento de Descartés y de Bacón. Pues, señores representantes, es obligación nuestra, de los revolucionarios de verdad, que con todo corazón nos hemos levantado, aunque insignificantes, aunque no hayamos escalado altos puestos públicos, seguir las huellas de Gómez Farías y de Benito Juárez; seguir las huellas de nuestros antepasados, de los reformistas; seguir las huellas de todos esos grandes hombres que nos demostraron lo gigantescamente saludable que son las buenas ideas, y no sólo nos contentemos con que se haya arrebatado a la Iglesia el dominio de los cielos, de la razón y de la conciencia, sino que arrebatemos a esa Iglesia, representada por capitalistas, los latifundistas y los Caballeros de Colón, el poder temporal, y que maldita, mil veces maldita sea esa fantasma terrible del encomendero, del militar pretoriano y del Clero! (Aplausos.)
Sé que en una discusión muy próxima, que en una discusión muy breve, que en un debate que levantará esta Cámara, que en una contienda parlamentaria en que tendremos como contrincante en esta tribuna, seguramente, a ese viejo y se ha rejuvenecido entre tantos jóvenes y que se llama Norberto Domínguez, muy estimable y muy honorable, contenderá este señor con Manjarrez, con Gandarilla, conmigo, con Prieto Laurens, con Chapa, con Soto y Gama y con otros varios, oponiéndose al sistema de gobierno que vamos a implantar. Pronto vendrá ese debate, y entonces tendremos todos los revolucionarios que saber que ya no será el cuartelazo, la asonada ni el motín, que ya no será el veneno, el puñal o los genízaros lo que levantará a un hombe para llevarlo al Palacio Nacional; que ya no será de un solo hombre de quien dependerá el porvenir nacional; que ya no será la voluntad de un hombre la que haga que se ejecute tal o cual cosa, sino la de un cuerpo colegiado, porque el Gobierno ya no estará en manos de un solo hombre; y conste que no estoy haciendo crítica del general Obregón, sino de un Gobierno personal, quienquiera que sea el presidente de la República; que será el Gobierno un consejo de ministros, un gabinete, una asamblea de ministros discutiendo sobre tal o cual cosa, y sancionada por la Cámara de Diputados; que dentro de tres años el presidente de la República, para evitar cuartelazos y todo eso, será por la Cámara de Diputados; que ese presidente sólo presidirá el Gobierno; que el Gobierno será ese gabinete; que ya cuando el Gobierno sea un conjunto de ministros y no tenga la confianza del pueblo o el voto de la opinión pública, no habrá necesidad de que esa opinión pública truene exaltada, como pólvora o dinamita, para derrocarlo por medio de una guerra civil, sino que será un solo voto de confianza el que le ratifique su opinión favorable, o un voto de censura el que acabe con ese Gobierno, sin que haya más "Ipirangas" ni Tlaxcalantongos. Por eso yo digo que ya no sigamos con personalismos mezquinos; yo les digo a todos ustedes, a unos y a otros, con el corazón lleno de anhelos de libertad, con ideas regeneradoras sociales y políticas en el espíritu, que laboremos por realizar con fortaleza de alma esa esperanza de los tiempos modernos, ese ensueño del pueblo mexicano: la democracia dentro de la república parlamentaria. (Aplausos.)
El C. Zubaran: Pido la palabra, señor presidente. (Voces: ¡Presupuestos!)
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Prieto Laurens.
El C. Prieto Laurens: Cedo mi turno al señor Soto y Gama.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Soto y Gama.
El C. Zubaran: Suplico a la Presidencia mande dar lectura al documento que le he entregado, únicamente.
El C. Díaz Soto y Gama: Se rompe la ilación de los discursos...
El C. Zubaran: ¿Moción de orden! Apoyado en el Reglamento, tengo derecho para pedir la lectura de un documento; es muy corto.
El C. Díaz Soto y Gama: Se rompe la ilación de los discursos...
El C. Zubaran: ¡No, señor; tengo derecho! (Voces: ¡Que hable Soto y Gama! Desorden. Campanilla.)
El C. Chapa: Pido la palabra para una moción de orden. (Desorden. Campanilla.)
El C. Díaz Soto y Gama: Después del discurso se podrá dar lectura a ese documento. (Desorden. Voces: ¡Que hable Soto y Gama!)
El C. Chapa: Señor presidente: Ya se ha elevado el debate...(Continúa el desorden. Campanilla.) Yo creo que no debemos...(Continúa el desorden. Gritos. Campanilla.) Estoy seguro de que el ciudadano Soto y Gama no tiene inconveniente...(Gritos. Campanilla.)
El C. Espinosa Luis: ¡¡Moción de orden!! (Desorden.) Honorable Asamblea: Me consta que el ciudadano Zubaran subió a la Presidencia, hace lo menos diez minutos, a pedir la lectura de un documento y, conforme creo por la gallardía y por compañerismo, no puede oponerse la Asamblea.
- El C. secretario Pérez Gasga, leyendo:
"Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo
El C. Portes Gil, interrumpiendo: Honorable Asamblea: Como el documento que va a leer la
Secretaría interesa vivamente par los hechos en los cuales estamos enlazados el ciudadano Zubaran y yo, pido muy respetuosamente que se permita esa lectura, pero que después a mí también se me permita decir unas cuantas palabras.
El C. secretario Pérez Gasga, leyendo: "Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo. -Correspondencia particular del jefe del Departamento del Petróleo. "México, 22 de diciembre de 1921. "Señor don Juan Zubaran.-Presente. "Muy estimado y fino amigo: "He sabido que en la sesión de hoy en la mañana de la H. Cámara de Diputados, el señor licenciado don Emilio Portes Gil ha dirigido varios ataques a la Secretaría de la Industria y Comercio, con motivo de un asunto que él patrocina.
"Como abogado consultor del Departamento del Petróleo, rendí un dictamen acerca de la solicitud que hicieron los señores "Roock Cowel", patrocinados por el señor Portes Gil, pidiendo permiso para perforar en una fracción de la hacienda de Toteco; habiendo llegado a la conclusión, en mi dictamen, de que dicha sociedad no tenía suficientemente comprobados sus derechos en la hacienda de Toteco.
"Me permito acompañarte una copia de ese dictamen.
"Me han informado, también, que el licenciado don Emilio Portes Gil dijo que en varias conferencias que tuve con el señor licenciado don José María Gurría, ofrecí a este señor opinar favorablemente la solicitud de los señores "Rooke-Cowel".
"Te autorizo para que desmientas esta aseveración del señor licenciado Portes Gil, pues yo no he hecho ningún ofrecimiento al señor Gurría.
"Me permito decirte, por último, que después de haberse resuelto en sentido negativo la solicitud de los señores "Roock Cowel", ha tenido conocimiento la Secretaría de Industria y Comercio, que dichas escrituras son falsas y, al efecto, te acompaño una copia del escrito que con fecha 4 de noviembre del presente año, presentó a la misma Secretaría de Industria y Comercio el señor don José G. Sotelo, representante de la Sociedad "Nelson y De Alba".
"Quedo a tus órdenes como tu afectísimo, atento amigo y S. S.-Lorenzo Mier y Terán."
"Ciudadano secretario de Industria, Comercio y Trabajo.
"José G. Sotelo, por la sociedad "Nelson y De Alba", según lo tengo debidamente acreditado, en el expediente formado con motivo de los permisos de perforación en Toteco, que ha pedido el señor B. R. Cowel, o quien sus derechos tenga o represente, y designando para oír notificaciones la Avenida del 16 de septiembre número 10 (altos), ante usted, con todo respeto, comparezco y digo:
"Que el señor B. R. Cowel o quien sus derechos represente, pretendiendo tener derechos en Toteco, Tuxpan, Veracruz, han solicitado permisos de perforación en dicho lugar, fundaban sus pretenciones en una escritura pública, en la que hace constar que comparecieron a su otorgamiento la señora María Catarina (sin ponerle apellido) y Donaciano Hernández, como herederos de José Santiago Hernández, Hernández, que, en unión de veintidós copropietarios, fue poseedor de la hacienda de Toteco. "Tal escritura carece de valor legal, por existir en ella una suplantación . En efecto, a su otorgamiento se hizo concurrir a dos personas con los nombres supuestos de María Catarina (sin apellido) y Donaciano Hernández, y no a las que verdaderamente se llaman María Catarina Méndez y Donaciano Hernández, justificando lo anterior no sólo con las declaraciones que éstos hicieron en la escritura de aclaración y ratificación que con esta fecha y a nombre de la sociedad "Nelson y De Alba" he presentado, sino también con el acta notarial que a este escrito acompaño, en la que consta que los señores Antonio T. Ortiz y Procopio Pulido, testigos de que se valió el señor Cowel para identificar a los supuestos María Catarina y Donaciano Hernández, confiesan: I. Que en 4 de mayo último fueron solicitados en Tuxpan, Veracruz, por el citado señor Cowel, para ser testigos de identidad y firmaran una escritura que debía otorgar María Catarina y Donaciano Hernández, como condueños de Toteco; II. Que llevados a la Notaría del licenciado Urbina, el mismo Cowel les mostró a un natural y a una mujer, diciéndoles que se llamaban Donaciano Hernández y María Catarina (luego de esto se deduce que no los conocían y, por lo mismo, que también ignoraban que llevaran tales nombres), para que así lo atestiguaran, como en efecto lo hicieron; III. Que posteriormente han podido averiguar que la persona que les enseño Cowel como Donaciano Hernández, al que no conocían, se llamaba Graciano Hernández, y la mujer que les indicó era María Catarina, no es la que fue casada con José Santiago Hernández; y IV. Que los mismos testigos, después de investigar, llegaron a conocer los verdaderos Donaciano Hernández y María Catarina, a quienes están dispuestos a identificar, y saben, además,que Donaciano sabe escribir (en la escritura se hace constar que Donaciano no sabía firmar).
"De los expuesto se ve, claramente, primero, que en la citada escritura se hizo figurar a una mujer con el nombre de María Catarina, omitiéndose el apellido y que no fue la verdadera María Catarina Méndez; segundo, que se hizo pasar a Graciano Hernández por Donaciano Hernández; tercero, que se asentó que el supuesto Donaciano Hernández no sabía firmar, cuando quien verdaderamente lleva este nombre, sí lo sabe hacer y consta que ha firmado las escrituras otorgadas en favor de la sociedad "Nelson y De Alba", y, por último, teniéndose a la vista la escritura que objetó y el acta de nacimiento de Donaciano Hernández, que corre agregada el expediente de permisos de perforación solicitados por la sociedad que represento, se ve que para la fecha de otorgamiento de aquella, Donaciano Hernández no había cumplido la mayor edad, para poder disponer libremente de sus bienes.
"En atención a lo anterior y con la representación indicada, vengo a oponerme formalmente a la expedición de los permisos de perforación en Toteco que haya solicitado el señor Cowel o quien sus derechos represente y que se pretenda derivar de la escritura que falsamente se dice otorgaron María Catarina Méndez y Donaciano Hernández, como herederos de José Santiago Hernández, sobre los terrenos de Toteco.
"En tal virtud, a usted, ciudadano secretario, atentamente pido se sirva tomar en cuenta esta oposición que hago a nombre de la sociedad "Nelson y De Alba", a fin de que no se expidan permisos de perforación en Toteco al señor B. R. Cowel o quienes sus derechos representen.
"Protesto lo necesario.-México, 7 de noviembre de 1921.-José G. Sotelo." -Rúbrica.
El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Díaz Soto y Gama.
El C. Díaz Soto y Gama: Leía yo alguna vez en Emerson, que todas las edades por las que el hombre pasa, tienen sus ventajas relativas. Es lugar común elogiar la juventud con sus arranques, con sus arrestos, con sus pasiones vehementes; de la edad madura poco se ocupan los poetas; pero los oradores en prosa, y en prosa mala, como la que yo uso, bien podemos dedicar de repente alguna frase elogiástica a la edad madura. La edad madura se caracteriza por el dominio de la reflexión sobre la pasiones; en la edad madura se llega real y no líricamente a la montaña augusta de la serenidad, que dijera el compañero León. ¡Cuántas veces en estos debates yo a mis cuarenta y dos años he podido conservar una ecuanimidad perfecta ante los arrebatos juveniles de todos mis compañeros! Por eso yo, tanto en la mañana como hoy en la tarde, cuando oía frases de pudibundez de algunos compañeros, que no llamaré mojigatos, sino simplemente poco expertos en lides parlamentarias, por eso yo hoy, cuando al salir de esta Cámara oía a los mismos representantes de la prensa decir: "¡Esto es horroroso; se enfanga la Representación Nacional; se mancha este recinto sagrado!" y demás lugares comunes en que abunda por desgracia nuestra literatura parlamentaria, política, populachera y periodística, decía yo: ¡qué poca experiencia parlamentaria y política hay en nuestro país! ¡Qué poco sentido de la realidad y qué poca conciencia de lo que empieza a hacerse en México, de lo que se quiere hacer por primera vez en México! Lo que se quiere hacer por primera vez en México es poner un ejemplo de escarmiento que lleve a la moralización administrativa. Esta frase "moralización administrativa" ha sido hasta aquí una frase hueca. Me remonto al pasado y recuerdo los procedimientos porfirianos. Hubo en mi tierra natal, en San Luis Potosí, un político, mejor dicho, un pobre hombre, un individuo sin significación de ninguna clase, que sufrió un desfalco en la administración de una oficina rentística. Mi padre, hombre de experiencia, decía en uno de esos desahogos íntimos que se tienen en el hogar: "Este hombre es feliz, este hombre ha conquistado ya una posición alta. ¡Que premio le irá a dar el general Díaz por este delito? Porque en esta administración, todos los delitos se premian". Yo era niño, pero conservé aquellas frases, y al poco tiempo ví en la prensa que aquel hombre, que no quiero mencionar porque viven sus hijos, era elevado por Porfirio Díaz a la categoría de senador de la República. Ese era el sistema de Porfirio Díaz: premiar los crímenes con altos puestos, porque sabía que los hombres manchados por crímenes, para tener asegurada la impunidad necesitaban serle fieles; de manera que sólo se rodeaba de hombres manchados por crímenes, permítame que lo diga el compañero, porfirista único que hay en esta Cámara, don Norberto Domínguez; necesitaba de hombres manchados por el crimen para tener la seguridad de que habían de serle fieles.
Pasó el porfirismo, eminentemente corruptor; viene la revolución, brincando por aquella epopeya romántica del maderismo, por aquella juventud de la revolución, y venimos al carrancismo, y los hombres que entramos a la revolución por ideales, fuimos caminando de sorpresa en sorpresa, de dolor en dolor y de decepción en decepción; toda clase de crímenes se consumaron y toda clase de crímenes quedaron impunes; los más abominables, los más repugnantes. ¿Debo hacer una requisitoria contra el carrancismo? ¿Para qué? Citaré un solo caso: la banda del Automóvil Gris. ¿Se ha visto en nuestro país cosa más abiminable y cosa más vergonzosa para nuestra cultura y para nuestra gran revolución que la existencia de esa banda y la impunidad de los miembros de esa banda? Creo que no. Otro hecho: el asesinato de Zapata, la impunidad de Pablo González, el premio de Guajardo, etcétera, etcétera. De tal suerte, señores, que en nuestro país la regla general ha sido la impunidad de los grandes malhechores. Aquí en México, se nos dice todos los días, no es eso una novedad que se castiga al ratero que roba diez pesos y, en cambio, queda perfectamente impune y glorificado el que estafa siendo funcionario público, cien, doscientos, un millón, dos millones o tres millones de pesos? ¿A cuál de los hombres del profirismo se ha castigado? ¿Las estafas de Limantour, de Macedo, las de todos esos hombres del porfirismo se han castigado alguna vez? ¿Iñigo Noriega no murió en su cama, debiendo haber muerto en un caldaso, en una picota? (Aplausos.) ¿Los Terrazas y los Creel, toda esa gente no fue honorable y no pasa por honorable todavía en las columnas de la prensa? ¿Y a cuál de los Terrazas se ha castigado siquiera con prisión? De manera que en este país la regla ha sido la impunidad de los grandes culpables. La consagración de esta doctrina la hizo oficialmente un hombre del por firismo, uno de los pontífices de la doctrina porfiriana, el gran don Francisco Bulnes, que hoy todavía tiene el descaro de mezclarse en nuestros asuntos nacionales. (Aplausos.) Francisco Bulnes en plena madurez, cuando no chocheaba, cuando era el primer orador de México, pronunció un discurso allá por los años de 84 y 85 en defensa del más ladrón de los presidentes, del presidente ratero Manuel González y de su tesorero general, otro ratero. ¿Y saben ustedes cuál fue la defensa de este cínico de la palabra, de este peligroso sofista, de este hombre que no tiene derecho a hablar en México por cinismo de treinta años? Pues la defensa elocuente, pero profundamente inmoral, que hizo Bulnes de Manuel González y su tesorero general, se redujo a esto: ¿Cómo en este país donde todo queda impune, en este país donde siempre ha habido ladrones y asesinos se quiere castigar a un ladrón! ¡Eso no es justo! Allí están los anales, el DIARIO DE LOS DEBATES; fue una prodigiosa tirada que empezaba más o menos así: "Me llamo el infortunio nacional; me llamo la desgracia patria"; y luego seguía la tirada lírica: "Todos me han deshonrado, todos han desgarrado mi túnica, todos han desgarrado mi manto, etcétera". Una
brillantísima tirada que valdría hoy los elogios inmarcesibles o incalculables de la prensa porfirista que sólo tiene elogios para el pasado y críticas para el presente. Y después de todo, la tirada lírica concluía así: "Pero yo, que soy el infortunio nacional, yo, que soy la víctima de todos los esturpadores y violadores, ¿por qué tengo el derecho de quejarme de este hombre, ¿por qué este hombre va a ser la víctima, cuando todos han sido santificados por el solo hecho de estar en el poder?" Algo semejante era la congregación oficial de la impunidad de los grandes funcionarios. Eso hizo el porfirismo, eso se nos enseñó; y cuando hoy la revolución por primera vez extiende su mano justiciera arrancando la toga de un mal funcionario, de un ministro que en complicidad con el hermano lucra con los más grandes negocios, (Aplausos.) con el hombre que lucra con la riqueza petrolera, la más grande de las riquezas del país, lo único que merece esta Cámara, lo único que merece el Ejecutivo que ha iniciado esta tarea de reivindicación y de moralización, lo único que merece la nación que ha pedido tener un Ejecutivo y un Congreso así, es una felicitación calurosa, de ninguna manera escrúpulos monjiles, ni alardes de pudibundeces malsanas.
Se me gritaba aquí por un compañero que yo estimaba y consideraba perfecto revolucionario, Uriel Avilés: ¿y cómo usted que ve el peligro clerical no viene a hablar aquí en estos momentos sagrados y solemnes de unificación revolucionaria? ¿Por qué, compañero? Porque yo no creo que nosotros, el Congreso, yo no creo que la Cámara de Diputados deba convertirse en la más infame encubridora de los crímenes más vergonzosos; por eso sencillamente; porque no venimos aquí a encubrirnos unos a otros; porque es tiempo ya de empezar la depuración de los revolucionarios, así sí podremos hablar de unión. Recuerdo que en la época de la pugna aquella, tremenda, sangrienta, formidable entre las dos facciones de la República, entre los constitucionalistas y los convencionistas, algunos hombres, unos cuantos, los más serenos, los que no estaban metidos en la lucha formidable, nos decían a algunos de nosotros: -Pero hombre, ¿por qué no entenderse las dos facciones? Que hay hombres impuros en unos y en otros, pues limpiar a esas facciones de esos hombres, y que los hombres buenos, los hombres sanos de las dos facciones se unan". Pues lo mismo debemos hacer ahora. ¿Por qué no se libra de directores que pertenecieron al porfirismo, que tienen el alma anquilosada-si vale la expresión-o fosilizada, porque pertenecieron al porfirismo? (Voces: ¡Nombres!) Nombres, dijo alguno; ¿para qué? Si la política peleceana ha tenido que ser reformada precisamente porque no puede estar, por que ya no puede caber dentro de los moldes de ese cráneo porfiriano; ¿por qué esa política peleceana? ¿¡Por qué no purificar al Pelece? ¿Por qué no prescindir de dictadores cuando en nuestro grupo, en el grupo que rodea al Gobierno, hay hombres corrompidos? Pues, señores, procuremos eliminarlos y así sí podremos hacer la unión revolucionaria, no a base de encubrimientos, no a base de complicidades, sino a base de honradez, de purificación. El general Obregón, con mano férrea, con paso firme empieza a realizar uno de los puntos más simpáticos y más hermosos de su programa; Alvaro Obregón, poco deseoso de hacer promesas que no podría cumplir, no habló en términos rimbombantes de agrarismo no de obrerismo, sí habló de una sola cosa: de moralización administrativa. Y ese solo punto del programa le valió más votos entre la gente neutral que no conoce de asuntos sociales, que todos los votos que le hubiera valido su agrarismo radicalista y su obrerismo agudo. El general Obregón hizo muy bien en empezar a cumplir esa promesa, porque los castigos y las responsabilidades deben empezar por exigirse a los de arriba. De manera que si la Cámara de Diputados que me escucha, no apoya, no sostiene a Alvaro Obregón en este primer acto de moralización, mañana la Cámara será responsable de que nunca haya honradez administrativa en esta desventurada patria mexicana. (Aplausos.)
Entramos, señores, en la era grandiosa de las responsabilidades; no quiero insistir mucho sobre este punto; sólo quiero decir a ustedes algo que ya no causa sorpresa, algo que ya forma dolorosamente parte de nuestra condición íntima: saber que es en vano que un juez prevarique; que es en vano que un juez se venda; que es en vano que un juez cometa iniquidades; que es en vano que un gobernador imponga a su sucesor; que es en vano que un gobernador o un funcionario, un inspector de Policía o un presidente de casilla cometa delitos electorales, de cohecho, de soborno, contra el tesoro público o contra la moralidad pública, porque ningún delito cometido por un funcionario del Gobierno se castiga en este país. Eso debería producirnos indignación; pero como hemos vivido en ese medio y en esas costumbres, nos parece la cosa más natural del mundo. ¿Para qué se suba al poder? Para asegurar la impunidad. ¿Para qué usan el fuero algunos diputados, pocos, no todos? (no voy a incurrir en el error de algunos compañeros que, en su afán de decir frases que merezcan aplausos, se ponen a manchar el prestigio de la Cámara de Diputados o de la Representación Nacional, sino que me refiero a ciertos diputados); ¿para qué les sirve el fuero? Para deshonrar ese fuero. (Aplausos.) De manera que debemos ya seriamente empezar por destruir ese cáncer de nuestra vida, de nuestro organismo nacional. Por lo mismo cierro esta parte de mi discurso con una felicitación sincera, sin retórica a esta Cámara por haber sabido apoyar, como creo que apoyará, al Ejecutivo en este acto de gran moralidad para echarse encima tremendos odios de partido, tremenda enemistad porque quiere hacer justicia en el caso en que esa justicia se impone para decoro de la nación y para salvaguardia del honor del Gobierno y de la revolución. (Aplausos.)
Una de las pocas críticas que acepto como revolucionario, de parte de la relación, es esa, que se han cometido muchos abusos por los revolucionarios; que esos abusos se hayan cometido durante el período de lucha preconstitucional, pase, es tolerable; pero que se sigan cometiendo en este régimen, que no es el régimen abominable, como el de Díaz o el de Huerta, es algo que ningún revolucionario sensato puede permitir; de manero que yo repudio esta actitud. Y digo ante la faz de la nación, que por
fin van a cumplirse por Obregón las aspiraciones que ha sostenido la revolución. Cierro esta parte de mi discurso, y entro a las escabriosidades de la política militante. Es evidente, señores, como todos los síntomas se han presentado, cómo se ha expresado que hemos entrado a un momento solemne de nuestra existencia política. Hemos hecho una serie de experiencias revolucionarias con buena fortuna por varias razones, por varias circunstancias, todas ellas transitorias, que han rodeado nuestra revolución. Primera de esas circunstancias, la permanencia en el poder público de Norteamérica de un hombre probo y puritano, amigo verdadero de la democracia: el presidente Wilson. Otra de esas circunstancias fue la afortunada, para nosotros, guerra europea, o más bien dicho, mundial, que distrajo la atención de Norteamérica, nuestra poderosos vecinos, respecto de nuestras agitaciones interiores. Esa serie de casualidades nos permitió desarrollar nuestras actividades revolucionarias y cerrar nuestro ciclo revolucionario destructor con el ajusticiamiento de Venustiano Carranza. (Aplausos. Risas.) Pero una vez que Wilson dejó el poder y la guerra mundial concluyó y que subió el partido plutócrata norteamericano, todas esas facilidades, todas esas circunstancias han cesado y se ha cerrado para México, so pena de una vergonzosa, de una bochornosa intervención armada, el ciclo de las revoluciones armadas. El único movimiento armado que puede venir hoy en nuestro país, sería la contrarrevolución encabezada por los más abominables huertistas, Calero, etcétera; no quiero ni acordarme de los nombres de esos señores; de tal suerte que debemos considerar que ésta es la última oportunidad revolucionaria, por eso es que todos debemos de cooperar a la consolidación de este Gobierno. Aquí tenemos que entrar desgraciadamente al escabroso estudio de la actitud de los diversos grupos de la Cámara respecto al actual Gobierno. Voy a procurar prescindir de términos demasiado hirientes, haciendo algo de esfuerzo sobre mi temperamento, pero lo hago en obsequio de la buena armonía que quisiéramos nosotros que existiera entre los revolucionarios: Actitud del Pélece; actitud del grupo agrarista; actitud del bloque Social-demócrata. El único grupo que ha estado verdaderamente con el Gobierno, es evidentemente el grupo Social - Demócrata, del que forma parte el Partido Agrarista, si bien con ciertas pequeñas diferencias de matices; ¿la actitud del Social - demócrata ha sido incondicional? Entiendo que no; más bien entiendo que ha sido tibia y floja, de escasa defensa gubernativa; casi casi ha sido una labor nula ante la intemperancia, ante la mayor habilidad política, ante la indiscutible mayor acometividad política, casi diría impulsivismo, marcado, característico, continuado, del grupo que forma la mayoría, del grupo peleceano. Actitud del grupo peleceano: oposición vergonzante, oposición disimulada o encubierta; más todavía, obstrucción. Actitud del grupo Agrarista -probablemente en este punto dirán ustedes que puedo ser parcial-, yo creo que la actitud del grupo Agrarista ha sido la de perfectamente independiente y quiero decir dos palabras sobre eso nada más para que este efecto, para tener alguna autoridad cerca de la Cámara en este momento. El grupo Agrarista ha apoyado en general la política del general Obregón, pura y simplemente por esto que ya he dicho desde esta tribuna y lo repito, porque el general Obregón ha sido el primer gobernante que ha empezado a llevar a la práctica la reforma agraria. Cuando el general Obregón se aparte de este camino, el Partido Nacional Agrarista se apartará del suyo y hará oposición formidable sin vacilar, y seguramente que irá hasta la revolución, suceda lo que suceda. (Aplausos.) Pero como hasta aquí el grupo agrarista no ha visto de parte del general Obregón más que una firme y absoluta sinceridad para tratar el problema agrario, el Partido Nacional Agrarista está en su puesto para apoyar al general Obregón, por ser el primer presidente que ha prestado apoyo a las reivindicaciones del campesino. ¿Demostración de independencia del Partido Agrarista?, una de tantas, su actitud en el caso del Estado de México, en donde tuvo que ir contra la imposición federal para defender a un millón de indígenas a quienes por razones políticas se dejaban abandonados en manos de los latifundistas. De manera que el partido tiene derecho de decir que ha sido y es independiente. Actitud del Pélece: perfecta obstrucción. El compañero, elocuente orador, pero juvenil orador, don Rafael Martínez de Escobar, en una hermosa tirada, en una de las pocas hermosas tiradas o pasajes de su revuelto discurso, dijo: No, ¿pero cómo? ¿cómo no hemos de tener derecho los mexicanos, después de diez años de lucha, etcétera, a ejercitar lo más sagrado de la virilidad, la manifestación de la virilidad: la oposición, y lo de más allá y lo de más acá hasta llegar al espíritu fundamental: la oposición fecunda? Yo recojo esta expresión, oposición fecunda. ¿La oposición del Pélece ha sido oposición fecunda? ¿Ha sido siquiera oposición? Si hubiera sido la oposición viril de otros tiempos, la oposición viril contra Carranza, todo el país, no todo el país, una parte del país, la parte amante de los espectáculos sensacionales, de los toros, en la plaza; de las escenas violentas en la Cámara de Diputados, hubiera aplaudido esa actitud franca y viril del Pélece; pero qué lejos de esa actitud franca y viril ha estado el Pélece!
En algunos de los discursos de esta mañana se señaló perfectamente esta actitud poco decorosa de este grupo: por las mañanas, juntas, sesiones de bloque, obstrucción a la Ley del Petróleo, de deseo de ahorcar al Ejecutivo por medio de la restricción de los presupuestos; y por la tarde, las conferencias íntimas con el señor presidente de la República, los paseos en automóvil y las invitaciones a comer, aceptadas, del mismo señor presidente de la República; declaraciones de ciertos de sus líderes, como el señor diputado Siurob, terminantes, en esta mañana, de que el Pélece iría contra Obregón hoy, con la misma energía que había ido contra Carranza ayer. Ataques formidables de alguno de sus líderes, del más valiente de ellos, del más sincero de ellos, del menos político de ellos, de mi estimado compañero agrarista, Siurob, ataques formidables contra el grupo sonorense, contra el nepotismo del actual Gobierno que se rodea de paisanos, de conterráneos, y al rato, en esta tribuna, el señor don Rafael Martínez de Escobar, después de confesar que la oposición fecunda es
buena y de dar a entender que el Pélece había hecho esa oposición, a la media hora, en medio de un galimatías incomprensible y propio de su temperamento, vino a decir que no, que estaba con el Gobierno, que él era amigo del señor Obregón, amigo personal, pero enemigo político embozado; esa ha sido la actitud del señor don Rafael Martinez de Escobar...(Aplausos nutridos.) Y esa ha sido también la actitud de algunos de los miembros del Pélece, no de todos, porque la mayor parte de los miembros del Pélece a sus muchas cualidades, agregan esta otra: la de la irresponsabilidad absoluta, por inconsciencia absoluta de lo que pasa en los altos círculos de su partido. ¿Qué distinta hubiera sido la actitud del Pélece si hubiera sido de verdadera oposición, sobre todo, fecunda; pero él Pélece no ha podido hacer esa oposición, porque no ha tenido base para hacerla. Si este gobierno hubiera ido contra las tendencias nacionalistas, si hubiera ido contra el agrarismo y contra el obrerismo, contra la moralidad administrativa, contra el sufragio efectivo, etcétera, etcétera, etcétera, el Pélece hubiera tenido desde luego oportunidad para hacer la oposición; pero como esa oportunidad no se le ha proporcionado, el Gobierno del general Obregón, que se ha mantenido recto en lo general, con los extravíos y errores propios de todo grupo humano, el Pélece ha tenido que encubrir sus verdaderas tendencias bajo la capa de una falsa amistad, de una falsa amistad, como lo demostraré; pero en lugar de hacer oposición, ha hecho lo más malo que se puede hacer contra un Gobierno formado por individuos de tendencias afines, es decir, obstruccionar. Vamos a demostrar que se ha hecho obstrucción. Tenemos dos casos, tengo dos casos en la mente en medio de un montón. Primer caso gravísimo -y me perdonarán los compañeros que me exceda un poco en la apreciación de la misma, porque el caso ha sido verdaderamente incalificable obstrucción que llegó al límite de lo abominable, con motivo o con pretexto de aquel incidente de la Cámara, sin importancia alguna, en que un grupo de obreros, excitado por pasiones del momento, llegó a este lugar y enarboló la bandera roja y negra, enarbolamiento que no tiene en sí la menor significación...(Siseos.) y que sólo tiene significación...(Aplausos.) significación a través del desvirtuamiento interesado que de él hacían por un lado los periódicos del país, y por otro lado la prensa amarilla de los Estados Unidos. Se quiso presentar este hecho como el triunfo del sovietismo en México, que se quiso hacer creer que era algo parecido al enarbolamiento de la bandera roja y negra, por ejemplo, en Hamburgo en los momentos en que se derrumbaba el régimen del kaiser. Era una explosión popular ante la oposición que tenía en sí la ley agraria-; pero en fin, el hecho de cualquiera manera que haya sido, fue obstrucción de parte del Pélece en la forma siguiente: No quería en estos momentos desentrañar el asunto, tan grave para algunos compañeros, de ese hecho de haber sido aquí enarbolada la bandera roja y negra. No quiero desentrañar este asunto, puesto que lo hizo vigorosamente y virilmente el compañero Manrique. No, lo que yo quiero es pasar de ahí para ver el partido que sacó de esto el grupo peleceano. Inmediatamente que vino este hecho, se formuló una nota tendenciosa dirigida al presidente de la República, con el objeto de hacer aparecer al presidente de la República y a sus ministros, Calles y De la Huerta, como protectores del bolchevismo en México. El objeto de ellos era provocar -aquí entra lo criminal-, la grita internacional y lograr que en los Estados Unidos se tuviera la impresión de que el Gobierno del general Obregón iba directamente a las tendencias socialistas extremistas, con el solo objeto de hacer caer a los dos ministros que estorbaban al Pélece, Calle y De la Huerta, e imponer sus ministros al general Obregón. El resultado de esta maniobra, que no vacilo en calificar de satánica, fue detener el reconocimiento, evitar el reconocimiento del Gobierno de México por el de Estados Unidos que estaba a punto de realizarse, y producir todas las subsecuentes perturbaciones internacionales que han venido. (Aplausos.) El reconocimiento estaba a punto de caer en aquellos días, y por el hecho de la maniobra peleceana que no se contrajo a llenar las columnas de los periódicos con toda clase de ataques contra el Gobierno del general Obregón, sino que se extendió hasta mandar rápidamente cables amplísimos a todos los países del mundo, el resultado de esa maniobra fue destruir las posibilidades de reconocimiento de nuestro país por mucho tiempo. Eso se llama en todas partes obstrucción y de la clase más perversa y más dañina. (Aplausos.) (Voces: ¡Hecha por usted!)
El C. Castillo Israel: Hecha por usted. El que es causa de la causa, es causa de lo causado. (Aplausos. Siseos. Murmullos.) Ustedes trajeron aquí una turba de ebrios. (Siseos. Aplausos. Desorden. Campanilla.)
El C. Díaz Soto y Gama: Siempre que se pone el dedo sobre la llaga, el enfermo brinca. Quiere decir, señores, que voy por buen camino, voy por el camino de la verdad. (Aplausos.) Un poco largo y cansado; pero también un poco profundamente.
Vamos a presentar el otro caso de obstrucción del grupo peleceano al Gobierno del general Obregón: La Ley del Petróleo. ¿Por qué? Me dirijo a todos los compañeros. ¿Por qué la Ley del Petróleo no pudo ser aprobada cuando ha habido a disposición de esta Legislatura, año y medio largos, para aprobar esta ley? ¿Por las dificultades de la ley misma? Creo que no. Era más difícil la Ley Agraria, provocó más tempestades, provocó más incidentes. Uno de ellos se presentó en el incidente de la bandera roja y negra que acabo de narrar con mayores o menores detalles. Por ahí se podrá calcular la clase de dificultades que se tenía con qué tropezar. Era el cambio radical del régimen de la distribución de la propiedad, era el cambio de régimen de la propiedad absoluta a un régimen de propiedad relativa. Así lo ha confesado el sindicato o de la Cámara de Comercio Española en reciente memorial. El cambio de esa profundidad, de esa hondura, se pudo resolver y, sin embargo, no se ha podido aprobar la Ley del Petróleo. Vamos a ver las vicisitudes, algunas de ellas por las que ha pasado la Ley del Petróleo. La Ley del Petróleo, ligada con los intereses internacionales, ¿veís cómo la obstrucción se procurado llevar al terreno internacional, en donde se le ha hecho y
se le hace más daño al Gobierno? La Ley del Petróleo se empezó a discutir, de hecho a mediados de junio, el 13 de junio, tuvo lugar aquí una sesión memorable del bloque, y lo recuerdo yo, por un motivo personal: el día 13 de junio es el día de mi onomástico, por esto puedo precisar la fecha. Desde el 13 de junio empezaron los preliminares de la discusión de la Ley del Petróleo. Se perdió, no diré julio, para ser honrado, porque todavía julio lo ocupó la Ley Agraria; pero ya desde junio empezó a fijarse el espíritu de los diputados en la Ley del Petróleo. Vino agosto, y se perdió lastimosamente agosto; ¿qué cuenta dará a la nación la mayoría parlamentaria de esta Cámara, la que ha regido los destinos de esta Cámara, de la pérdida absoluta del mes de agosto, del mes de septiembre, del mes de octubre, del mes de noviembre y de lo que va corrido de diciembre, sin haber aprobado la ley más trascendental para el país, después de la Ley Agraria, la Ley del Petróleo, de la que depende, en gran parte, el reconocimiento de nuestro Gobierno por el Gobierno americano?
El C. Gandarilla: En gran parte tiene la culpa Obregón.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿Por qué tiene la culpa Obregón, compañero?
El C. Gandarilla: Digo que tiene, en parte, la culpa, el general Obregón... (Campanilla.)
El C. presidente: Sírvase pedir la palabra.
El C. Gandarilla: Me ha interpelado el señor. (Voces: ¡Sí! ¡Sí! ¡Que hable! Siseos.) Digo que tiene, en parte, la culpa...(Siseos en las galerías. Desorden. Campanilla.)
El C. Del Castillo Israel: ¡Moción de orden, señor presidente!
El C. secretario Salazar: La Presidencia, por conducto de la Secretaría, manifiesta a las galerías que si siguen interrumpiendo el orden en los debates, mandará desalojarlas.
El C. Gandarilla: Digo y sostengo que tiene la culpa el general Obregón de muchos de los acontecimientos políticos actuales, entre ellos el que usted señala, entre ellos el del petróleo, a que usted se refiere, porque recordará su señoría que el diputado Espinosa vino a decirnos en esta tribuna, en dos o tres ocasiones, que el general Obregón decía que no era conveniente que se estudiara la Ley del Petróleo; en consecuencia, él tiene la culpa. De suerte es que no todos son culpables, también él. (Murmullos.)
El C. Del Castillo Israel: ¡Y ustedes, señor Soto y Gama, con sus discursos politiqueros, ¿cuándo vienen a discutir una ley? (Siseos en las galerías.) ¡No me importa absolutamente nada la porra que traen esos imbéciles! Ustedes, los políticos, tienen la culpa; en vez de estar discutiendo la Ley de Presupuestos, estamos perdiendo el tiempo.
El C. Díaz Soto y Gama: A mí me agradan mucho las interrupciones tontas... (Risas. Aplausos en las galerías.) porque me sirven...
El C. Espinosa Luis: ¡Es usted un imbécil! Esto le pasa por loco y por desequilibrado.
El C. Gandarilla: Señor presidente: Está usted en la obligación de exigir más compostura a los diputados y que retiren las palabras que han pronunciado.
El C. presidente: Se suplica al señor Espinosa que, por decoro de la Cámara, retire esas palabras.
El C. Espinosa Luis: Yo no retiro nada.
El C. presidente: La Presidencia suplica, por segunda vez...
El C. Espinosa Luis: Señores compañeros: Toda la Asamblea sabe el respeto que me merece y que siempre he tenido para ella; pero cuando se trata de individuos como Soto y Gama, yo no sólo no consiento en retirar esas palabras, sino que las ratifico en todas sus partes. (Aplausos. Siseos.) No me arrepiento, porque a un loco no debe hacérsele caso.
- El C. Díaz Soto y Gama: Vuelvo a ver, compañeros, con satisfacción, que voy por buen camino. (Aplausos.) Y vuelvo a ver que sigo diciendo la verdad, porque desde que el mundo es mundo se dice que los locos dicen la verdad. (Aplausos.) Sólo son locos en esta vida, en este mundo de Sancho Panzas, los Quijotes, los que tenemos algo de ideal en el cerebro, en el espíritu, en el alma. Loco fue Madero para los porfirianos: loco es Manrique para los interesados en esta Cámara; y, sin embargo, Madero hizo la revolución a pesar de su locura, y Manrique arma aquí también cada revolución que después no hallan dónde meter la cabeza sus enemigos políticos. (Aplausos ruidosos.) Yo soy un loco de ningún talento; pero mi locura consiste en decir siempre la verdad. (Aplausos.) Mi locura empezó cuando no quise venderme al oro de los científicos, porque los científicos, a pesar de mi insignificancia, me invitaron a estar con ellos, y pude haber sido, porque tuve manera de serlo. Mi padre tenía relaciones estrechas con todos ellos; mi padre fue maestro de Limantour, y a mí, Pineda me invitó a formar parte de su grupo, y yo le contesté a Pineda que su grupo me causaba asco, me causaba repugnancia. Desde entonces empezó mi locura, y siguió después contra los latifundistas... (Aplausos nutridos.) Siguió mi locura con el hecho de presentarme solo e indefenso, en unión de otro hombre-dos hombres en México, Mariano Duque y yo-, contra los latifundistas Mariano Duque fue loco porque fijaba cartelones en las esquinas de esta ciudad, en donde llamaba bandido - como lo era - a Iñigo Noriega; pero Iñigo Noriega, como era un hombre respetado en la sociedad, el que llamaba bandido - como lo era - a Iñigo Noriega, era un loco. Por eso Duque y yo, que patrocinábamos esos cartelones, llamados locos. Después, cuando hemos ido contra la fuerza de todos los regímenes; cuando Madero, atacamos a Madero porque no cumplía la reforma agraria, ¡nuestra locura crecía, porque nuestra peligrosidad crecía. Después, cuando vimos que Carranza, hacendado y senador porfiriano, enarbolaba una bandera revolucionaria que no podía sostener, y nosotros íbamos a las montañas del Sur con los humildes, con los desarrapados, acrecentóse nuestra locura, adquirió caracteres trágicos. Eso nunca nos lo perdona la burguesía metropolitana, pero nos tiene absolutamente sin cuidado que nos lo perdone o no. (Aplausos nutridos.) Y cuando hoy podríamos nosotros, los agraristas, ir a mendigar sonrisas de las damas aristocráticas y de los señores aristocráticos en los saraos, y cuando podríamos ir en los banquetes de ellos a elogiarles el porfirismo y a transigir con ello, y cuando podríamos ayudarles en sus negocios
y vendernos a los hacendados, por no hacerlo seguimos siendo llamados locos, porque nuestra locura en considerar que el ideal es superior al estómago. (Aplausos.) De manera que esas interrupciones ayudan; somos locos, pero somos honrados y veraces.
El compañero Gandarilla, cuyo estado mental sí me merece alguna desconfianza...
El C. Gandarilla: Eso es contestar con bellaquería a quien lo ha tratado con honor. He sido decente con usted. Hace un momento lo he demostrado, no debe usted ser bellaco conmigo.
El C. Díaz Soto y Gama: El compañero Gandarilla, debido a su intemperancia, a su impetuosidad...
El C. Gandarilla: ¡Es usted un bellaco, es usted un canalla!
El C. Díaz Soto y Gama: El compañero Gandarilla... (Campanilla.)
El C. presidente: La Presidencia invita al ciudadano Gandarilla a que retire las palabras que ha vertido.
El C. Díaz Soto y Gama: No hace falta.
El C. Gandarilla: Pues las ratificó.
El C. Díaz Soto y Gama: Usted es gente decente y yo no.
El C. Gandarilla: Usted sí es mal educado.
El C. Díaz Soto y Gama: Yo soy plebeyo, no soy gente bien.
El C. Gandarilla: Usted paga como los canallas. Es un ingrato.
El C. Díaz Soto y Gama: Soy gente mal educada.
Conque después de estas regocijadas interrupciones, prosigo. (Aplausos y risas.) Decía el compañero Gandarilla, demostrando que mis ataques le habían escocido, a quien no iban dirigidos, poniéndose un saco que creo que no le viene, porque yo no lo conozco como peleceano; tal vez lo sea de última hora. (Aplausos.) Decía el compañero Gandarilla que el general Obregón había tenido la culpa de esto. El compañero Gandarilla cree que los diputados que venimos a tratar los asuntos públicos, somos tan distintos respecto de ellos, tenemos tan mala memoria que no recordamos los acontecimientos. Cuando el general Obregón, con patriotismo y entereza que le honran, dijo a algunos diputados en la intimidad, sin autorizarlos para que hicieran públicas sus declaraciones, dijo que debía suspenderse la Ley del Petróleo, era, compañero Gandarilla, porque había poderosos acorazados anclados en el puerto de Tampico y no era decoroso en ese momento, bajo la presión de esos acorazados, discutir una ley que interesaba a los petroleros amparados por esos acorazados. (Aplausos.) Por eso digo que no hay cosa que ayude como una interrupción ¿cómo la llamaré? ¿inteligente? No, tonta: una interrupción tonta, para agarrar mejor el hilo del discurso y llegar mejor al meollo de las cuestiones. El general Obregón en este caso representó el patriotismo, la serenidad y la cordura, y desgraciadamente el Pélece ha representado lo contrario. Con qué he creído demostrar que el grupo de peleceanos es el responsable de la obstrucción de la Ley del Petróleo, pero como a mí me gusta, lo mismo que a mis compañeros de bloque, lo mismo que al compañero Portes Gil, probar mis afirmaciones, voy a probar más ampliamente esta afirmación: la Ley del Petróleo ha sido obstruccionada por el Pélece notoriamente; desde el mes de junio, a mediados de junio, empezó a discutirse el asunto escabroso, pero perfectamente planteado por nosotros de si deberían respetarse o no las concesiones dadas por el Gobierno Nacional y ratificadas por el Congreso de la Unión en los tiempos de las administraciones pasadas. Tuvo el Pélece para documentarse sobre esto, todo junio, todo julio, todo agosto, todo septiembre, todo octubre y, sin embargo, en octubre, a mediados de octubre, más o menos, en este punto no puedo precisar días, empezó a decir el Pélece que no se pasaría adelante en la discusión del artículo quinto mientras el bloque peleceano no tuviera formado su criterio. Quince días más o menos se paso el Pélece en sesiones secretas para discutir el artículo quinto. ¿Llegó en esta discusión a practicar, a sostener un criterio distinto al que campeaba en el artículo quinto de la Comisión, perfectamente estudiado y meditado? Todo menos eso. El Pélece se limitó en esos quince días a echar a perder el artículo, a presentar un artículo verdaderamente ridículo, un artículo que el compañero Rama, hombre moderado si los hay, tuvo que calificar de mamarracho desde esta tribuna. Eso, dicho por el compañero Gandarilla, Espinosa, por el que hablaba, se hubiera estimado como un desahogo político, que eramos sueltos de lengua en esta ocasión; pero dicha por un hombre tan ecuánime, tan moderado como Rama, esa expresión conserva todo su mérito y toda su fuerza. El artículo quinto es un mamarracho tal como lo presentó el Pélece, después de quince días de laboriosa y penosa gestación. Fue el parto de los montes, un ridículo ratoncillo, pelón él, feo él, ridículo él. (Aplausos.) De manera que él Pélece no es cierto que estuviera estudiando el asunto de la concesiones, era obstrucción, ganando tiempo para después decir: apenas nos va a alcanzar el tiempo para discutir los presupuestos, y la Ley del Petróleo abortó en manos del Pélece por no querer dar el gusto al Ejecutivo de que tuviera la sanción del Legislativo para apoyar su política internacional. Indudablemente lo mismo que señaló el compañero León y Portes Gil hace un momento, al demostrar que el retiro de las facultades extraordinarias en Hacienda no fue algo hecho con propósito enteramente desinteresado y limpio, sino con el propósito de demostrar al Gobierno norteamericano que en este país no era Alvaro Obregón el que regía, el que tená la fuerza política, sino que la tenía el Pélece, y que sin el Pélece nada podría hacer el Ejecutivo. Esto en castellano se llama presionar al Ejecutivo para que el Ejecutivo dé ministerios y puestos públicos. (Aplausos. Siseos.)
Conste, señores que mi oratoria, muy pedestre, tiene una sola cualidad: la de estar despojada de toda retórica y la de ser tan clara, clara, clara, que la reacción tiene necesidad de llamar locura a lo que es tan transparente como la verdad. Las cosas muy claras, claras, claras, son las que más perjudican al enemigo, por eso todo esto que yo estoy diciendo, que es claro y diáfano, levanta una ámpula tremenda; precisamente por esto, porque estoy yo seguro de que el Pélece, aunque sea por boca del
ladino compañero Siurob,... (Risas. Aplausos.) no va a poder desmenuzar ninguna de mis afirmaciones. Y entremos por fin al momento actual. Pido mil perdones por ser tan difuso, tan cansado, tan tedioso, tan pedestre, y tan pobre de léxico, pero así soy yo; más en cambio, soy profundamente claro y franco, claro y franco, cosa rarísima en política.
Conque el Pélece llega al final del período ordinario con el arma de las presupuestos en la mano. En todos los países del mundo la oposición que hacen al Gobierno, la principal oposición u obstrucción que hacen al Gobierno los grupos político oposicionistas, consiste en negar los presupuestos; eso lo sabe cualquiera que se haya asomado a revistas y periódicos extranjeros; como aquí el Pélece se había colocado en una posición imposible al respecto, puesto que había tomado para sí los presupuestos negando facultades extraordinarias al Ejecutivo, el Pélece no podía ocurrir ya a la maniobra usando en los países de régimen parlamentario, consistente en negar los presupuestos, teniendo sin embargo esta arma formidable en la mano, ¿qué tenía que hacer el Pélece? Lo que se le ocurre a todo el mundo: ahorcar al Ejecutivo. ¿Cómo? ofreciéndole presupuestos restringidos extremadamente en cada ramo, con la cláusula condicional que tan hábil y elocuentemente señalo el compañero León, la cláusula condicional: no sé si hay dinero, ya veremos, ya te diremos. Traducido a lenguaje vulgar esto quiere decir: como no vas a poder vivir con esos presupuestos restringidos, ya veremos si hay ministerios para nosotros, ya veremos entonces si habrá ampliación de presupuestos. (Aplausos estruendosos.) Por esto a eso no le llamo oposición fecunda, ni siquiera oposición estéril, yo a esto le llamo obstrucción interesada para asaltar los ministerios, los puestos administrativos. (Aplausos.) Exclusivamente. A esta maniobra peleceana nos queremos oponer dos grupos que forman uno solo, por nuestra unión: el Bloque Social-Demócrata en sus componentes Cooperatista y Laborista, y el Bloque Agrarista, que unidos apoyarán al general Obregón mientras el general Obregón no se separe de la política de la reforma agraria. Los dos grupos valientemente, cara, a cara, con la nación decimos eso: Sostendremos al presidente, estamos sosteniendo al Ejecutivo, estamos haciendo posible la existencia del Ejecutivo y el funcionamiento del Ejecutivo; estamos haciendo posible, como decía Luis León, que el Ejecutivo desarrolle su programa administrativo. Lo hemos llevado al poder todos los mexicanos o la mayor parte de ellos, y tenemos obligación los diputados de presentar los medios, facilitárselos para que desarrolle su programa. Si una vez que le dan los lesiona el Gobierno, viola la fé pública, va contra el interés nacional y en lugar de invertir esos dineros en el desarrollo de las riquezas nacionales no cumple con el programa agrario y obrero, sino que en lugar de hacer eso se vuelve reaccionario o se vuelve traidor, entonces toda la Cámara, todos los mexicanos estaremos obligados a hacer oposición; y si el Gobierno francamente se vuelve prevaricador, si el Gobierno abomina a la reforma agraria, si no resuelve el actual problema de la Secretaría de Agricultura, que hasta hoy es una crisis personal del ministro Villarreal que se puso en desacuerdo en puntos políticos como agrarios con el presidente Obregón, si esa crisis se transforma en una claudicación; si el Ejecutivo, que hasta hoy está perfectamente bien intencionado, nombra un ministro que traicione a los ideales agrarios, crean ustedes que yo, el que habla, el loco de marras, seré el primero en gritar desde aquí: Alvaro Obregón está traicionando a la Revolución. Yo lo gritaré, pero no ha llegado el momento. Yo sé perfectamente que Obregón, el presidente de la República, está estudiando con esmero que a la honra, la pauta, como él dice, la norma a que quiere sujetar sus actos en materia agraria. Se equivoca la reacción si cree que Obregón va a dar un paso atrás, si cree que va a retroceder en el asunto agrario; lo que quiere Obregón es evitarse críticas y tener una pauta a la qué sujetarse y esa norma será formada, según lo que yo sé, según lo que yo he sabido, de preceptos perfectamente concordes con el espíritu revolucionario. De manera que el "Partido Nacional Agrarista" a este respecto tiene la actitud espectante que conviene al hombre honrado, que conviene a los hombres serios, que conviene a los revolucionarios después de diez años de revolución hasta aquí infecunda y en momentos en que, como he dicho, la última oportunidad que se presenta a la revolución para triunfar y hacer la consolidación de este régimen como lo pretenden los agraristas, conscientes de la situación, no quieren provocar la venida, la traída en la punta de las bayonetas americanas, de la contrarrevolución representada por los huertianos y los porfirianos. Por eso el Partido Nacional Agrarista sin andarse con arranques líricos ni declamaciones de independencia que no vienen al caso, está en su papel, firme y seriamente, expectando, observando el camino que sigue el Ejecutivo, y si ese camino es de honradez y firmeza revolucionaria, el Partido Nacional Agrarista seguirá con el Gobierno, como hoy está con el Gobierno, pues no faltaba más que en este país nos declaráramos ingobernables; ¿por qué hemos de estar en la oposición? ¿por qué hemos de estar haciéndole el huego a la reacción, si la reacción lo que quiere es que se venga abajo el Gobierno para provocar una intervención? ¿Los revolucionarios conscientes vamos a ser tan imbéciles de ayudar a la reacción para que esto se realice? Creo que no. Noto que voy siendo demasiado extenso y por eso quiero concretar. ¿Que la unión revolucionaria es necesaria? Evidentemente, pero sobre bases de honorabilidad y de cordura, porque el Pélece hasta ahora por boca del más enérgico de sus líderes nos vino a hablar de concordia, él, qué usó el sistema de las mayorías aplanadoras, implacable y feroz. ¿Por qué hasta hoy de concordia y no en la elecciones de la anterior Comisión Permanente, cuando se le pidió un reducido número de miembros? ¿Por qué hasta hoy que se forma un escándalo, un verdadero escándalo parlamentario, casi sin igual en los anales de nuestro parlamentarismo? ¿Por qué hasta hoy el Pélece dobla su altivez? (Aplausos ruidosos. Voces: ¡No se ha doblegado ni se doblegará jamás!)
Iba a concluir, pero me obligan a dar otro giro. Iba a decir por qué hasta hoy el Pélece doblega su altivez, su engreimiento, su arrogancia de vencedor, como él se cree, acabando de triunfar, según
él que no triunfó, en las elecciones municipales. (Aplausos ruidosos y protestas.) En los momentos de un escándalo parlamentario que lo hiere en la cabeza de uno de sus directores, porque creo que se doblegó en la cabeza de Martínez de Escobar, hoy ya declinan y vuelven a ser los elementos alborotadores de siempre: Peor para ellos. Ellos ni son la Representación Nacional, ni son la revolución; no son la nación ni son siquiera los jueces de nosotros. Los jueces de nosotros son nuestros electores, los electores de la patria mexicana. Los elementos de la República y esos electores son los que tienen que juzgar a todos; de manera que si el Pélece, que iba entrando por el camino de la cordialidad, según anunció aquí uno de sus líderes, a no ser que ustedes los peleceanos sean tan indiciplinados y tan caóticos, que sean incapaces de sostener el credo de hoy después de lo expresado, de lo dicho por el principal de vuestros líderes. (Aplausos.) ¿Por qué, señores diputados; acaso el diputado señor Martínez de Escobar vino simplemente a halagar nuestros oídos con frases retóricas, para arrancar aplausos no merecidos, cuando habló de concordia, cuando habló largos diez minutos o quince minutos del peligro clerical? ¿Vino nada más a tomarnos el pelo? (Risas y aplausos.) ¿Qué clase de Partido es éste, que en los momentos apurados, por boca de su presidente, de su líder nato, de su director nato, nos llama a todos revolucionarios? Para él todos éramos iguales, y apenas les dice un individuo del grupo que ellos invitan a la concordia: "Señores, favor de ceder un poco en vuestro orgullo, sois humanos, sois hombres, bajad de vuestro solio, bajad de vuestra infabilidad de vencedores", cuando se les dice eso...
El C. Del Castillo Israel: ¡Del solio de la razón nunca se apea nadie! (Aplausos. Siseos. Murmullos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Cuando se les dice eso, es decir, señores, cuando se les toma la palabra , cuando se les cree hombres veraces, entonces femenilmente se retractan. ¿Cómo se entiende esta falsa actitud del grupo peleceano? ¿A quién creemos: A Siurob, que dice que va hoy a Pélece contra Obregón como antes fue contra Carranza, o A Martínez de Escobar, que se viene a presentar aquí como el gran amigo del general Obregón? ¿A quién creemos: a Martínez de Escobar, que nos invita a la concordia, o a esos señores que se yerguen imposiblemente altaneros para echarnos a la cara su problemático triunfo? ¿A quién creemos, señor compañero Vasconcelos...?
El C. Vasconcelos: ¿Quiere que se lo diga?
El C. Díaz Soto y Gama: Sí.
El C. Vasconcelos: ¿Me permite la Presidencia, con permiso del orador?
El C. presidente: Tiene usted la palabra.
El C. Vasconcelos: Creo que el señor Soto y Gama no ha pesado las palabras pronunciadas desde la tribuna por el compañero Martínez de Escobar; desde luego, la actitud agresiva del señor Soto y Gama en contra de uno de los grupos revolucionarios de esta Cámara, y las manifestaciones de todo el grupo a fín con el ciudadano Soto y Gama y en contra de nosotros, viene a ahondar cada vez más esa idea -porque yo no la estimo real en el fondo-, división que hay entre los elementos revolucionarios de esta Cámara.
Debe comprender el ciudadano Soto y Gama que como grupo político, y como grupo político que constituye la mayoría del Parlamento, tenemos una responsabilidad, nosotros asumidos vigorosamente nuestra responsabilidad ante la nación, y buscamos la concordia con los elementos revolucionarios para llevar a su debida finalidad la obra revolucionaria; pero nosotros en estos momentos como grupo político, no podemos admitir fusiones ni como mayoría parlamentaria, si acaso esa mayoría parlamentaria se sostiene a despecho de toda la nación insidiosa, subterránea, indebida, que se está ejerciendo en esta Cámara.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿De quién?
El C. Vasconcelos: Si a pesar de esto, nosotros logramos al fin sostener esa mayoría dentro de la Cámara, tenga la seguridad de que todo el grupo revolucionario de la Cámara sabrá sostener los ideales.
Quiero limitarme simplemente a hacerle esta aclaración al ciudadano Soto y Gama: Después, si la oportunidad se presenta, algún compañero mío aclarará los errores fundamentales en que ha incurrido al juzgar la política desarrollada por el grupo pelicano.
Yo me limito simplemente a decirle esto: Nosotros, como mayoría parlamentaria, en estos momentos, si podemos sostener esa mayoría parlamentaria, tendremos los brazos abiertos para todo impulso revolucionario, así sea del bloque Agrarista, así sea del bloque Social-Demócrata; pero perder nuestra importancia como mayoría parlamentaria, sería perder la importancia política que hace cinco años venimos conquistando. (Aplausos y siseos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Puesto que el señor Vasconcelos es tan franco, yo quisiera la Presidencia me permitiera dirigirle una única interpelación. Es mejor acabar de aclarar todo.
Según eso, compañero, la mayoría parlamentaria piensa usar de su fuerza política preponderante en la formación de la próxima Comisión Permanente. (Voces: ¡Naturalmente!) Un momento. ¿Y no admitirá ninguna transacción con las minorías?... (Voces: ¡No! ¡Nunca!)
El C. Vasconcelos: No admitirá ninguna transacción. (Murmullos.)
El C. Díaz Soto y Gama: Eso era únicamente, exclusivamente, lo que necesitaba saber el bloque Social Demócrata, para decirlo de una vez. Toda la maniobra mía, por mi parte, consistía en esto: En que el país supiese por boca de los peleceanos que ellos estaban dispuestos a aplastar a las minorías, a lo que ellos llaman minorías y que pudieran ser mayorías quizá, al aplastarlas. (Aplausos. Siseos. Protestas.) Que ellos están dispuestos, terminantemente, en los hechos, no en las palabras hermosas, rimbombantes y oropelescas del señor Martínez de Escobar, desautorizados por su juvenil compañero y semilíder, señor Vasconcelos, no, sino en los hechos están dispuestos a aplastarnos y a ejercitar sus derechos de mayorías. Pues bien señores; ya que no es seria ni honrada, ni sincera ni cordial la invitación que hizo uno de ellos a la concordia, crean ustedes que las minorías
sabremos hacer respetar nuestros derechos por todos los medios decorosos que se usan en todos los parlamentos del mundo. (Aplausos nutridos.) Los señores peleceanos... (Se reanudan los aplausos.) Los señores peleceanos, tan hábiles y tan duchos y tan diestros y tan mañosos de ordinario... (Risas)... han caído en esta vez en la trampa como blancas palomas, han caído como palomitas Todo lo que nosotros necesitábamos era esto: Un debate que nos permitiese la oportunidad de demostrar al país estas dos cosas: Primera. El Pélece está haciendo la más inconveniente de las oposiciones al Gobierno, la obstrucción. (Aplausos.) La más inconveniente, la más indebida de las oposiciones al Gobierno, no la oposición viril, no la oposición fecunda, como dijera Martínez de Escobar, sino la obstrucción tímida y vergonzante y embozada y cobarde, primero. Segunda. El Pélece es el responsable, por su altivez, por su arrogancia, por su negativa a toda transacción, es el responsable único de la ruptura de la unidad revolucionaria. (Aplausos.) Eso es lo que necesitábamos. De manera, señores, que yo que iba a terminar mi discurso, aceptando la invitación a la concordia hecha falsamente y sin apoyo de su Partido por el llamado líder Martínez de Escobar, que dejó de serlo cuando esa invitación a la concordia es rechazada por los hombres que lo siguen, yo tengo que terminar con esto: El Pélece intransigente, el Pélece engreído, el Pélece con una firmeza cretina, con una firmeza de... (Aplausos nutridos.)
El C. Lavín: De hombría.
El C. Díaz Soto y Gama: ¿De hombría? No; ¿Cree el compañero que la hombría es lo mismo que la testarudez? La hombría consiste en remediar los errores cuando se trata de salvar la revolución por medio de la unidad revolucionaria. (Aplausos.) ¿Sabe usted, compañero, en lo que consiste la hombría? En este caso, no decir por culpa de nuestros vecinos, por culpa de nuestra intransigencia estamos permitiendo a la reacción que triunfe en cuantos casos nos dividimos; por culpa de nuestra intransigencia, que en este caso ya no es la nuestra, sino la intransigencia exclusivamente peleceana confesada por el compañero Vasconcelos, en este caso la intransigencia hace que el partido clerial encabezado por los Caballeros... (Voces: ¡Usted tiene la culpa!)... por los Caballeros de Colón... En este caso nuestra intransigencia es falsa hombría de bravi, de que hace alarde el candoroso compañero Lavín. Esa energía, esa hombría, ¿Sabe usted para quién se usa? Para el enemigo personal en una riña callejera. ¿Sabe usted para quién se usa? Para luchar contra la reacción, para luchar contra los enemigos de la revolución; pero hablar de hombría para destruir la obra revolucionaria, por simples alardes de orgullo de falsos vencedores, porque ni siquiera son auténticos vencedores... (Aplausos nutridos. Siseos.) Eso no es serio, ni es honrado, ni es viril; es como si elogiáramos la testarudez criminal de Venustiano Carranza al no abandonar el Poder sino junto con la cabeza. Eso no es hombría. De manera, señores, que para concluir, digo yo: Se ha aclarado lo que teníamos que aclarar. Si el Clero triunfa en San Luis Potosí, encabezado por los Caballeros de Colón, en virtud de una división de los elementos revolucionarios; si el Clero triunfa en Morelia y en varios municipios de Michoacán; si el Clero triunfa en la propia Jalapa, en las elecciones municipales; si las elecciones municipales han arrojado un saldo de significación a favor del Clero y de la reacción; si el Clero, unido a la burguesía y a los reaccionarios y trásfugas de la revolución llega a triunfar en las próximas elecciones para diputados, esa responsabilidad no será de nosotros, esa responsabilidad será del grupo peleceano, arrogante en su engreimiento y en su testadurez. (Aplausos nutridos. Voces: ¡Vámonos! ¡Vámonos! ¡Váyanse! Desorden. Campanilla. Varios diputados abandonan el salón.)
El C. León Luis L: No, señores; vamos a escuchar. (Voces: ¡Vámonos! ¡Váyanse! Desorden. Campanilla.)
El C. Siurob: Señores diputados... (Murmullos. Desorden Campanilla.)
El C. Manjarrez: Yo he pedido la palabra primero, y no admito chanchullos de la Presidencia.
El C. Espinosa Luis: ¡Moción de orden, señor presidente! Que se dé lectura a la lista de oradores, y allí se verá quién tiene la palabra.
El C. Manjarrez: Yo la pedí primero. (Desorden. Campanilla.)
El C. Espinosa Luis: Ahí está la lista, y se verá que primero debo, hablar y no el ciudadano Manjarrez.
El C. Manjarrez: Yo he pedido la palabra.
El C. Espinosa Luis: Señor presidente: He pedido la lectura de la lista. Yo soy quien está inscripto en el primer lugar de la lista.
El C. presidente: La Secretaría va a dar lectura a la lista de oradores.
El C. secretario Barragán: Se inscribieron para rectificación de hechos los ciudadanos Portes Gil, Zubaran, Siurob, Martínez de Escobar Rafael, Prieto Laurens, Espinosa Luis, Manjarrez, Siurob, Ramos Pedrueza, Trejo Francisco, Díaz Soto y Gama, Vasconcelos, De la torre y Castro y López.
El C. Manjarrez: Para proceder con hidalguía, le cedo mi turno al compañero Siurob. yo quiero que hable uno de un partido y otro del otro. No tengo inconveniente en cederle la palabra a un líder prominente del partido contrario. (Aplausos.)
El C. Siurob: Señores diputados: Profunda y sinceramente agradezco esta manifestación de hidalguía del estimable compañero Manjarrez, y créame el compañero Manjarrez que no tendrá absolutamente compañeros que forman corrillos en estos momentos, que tomen asiento y que tengan la bondad de oír mis palabras.
Ciudadanos diputados: El compañero Soto y Gama a quien no conocía todavía el lado maquiavélico, el lado pérfido que hoy ha venido a desarrollar en esta tribuna, ha incurrido en tal serie de perfidias, en tal serie de calumnias para el Partido Liberal Constitucionalista, que es indispensable, que es precisa la rectificación.
Desde luego, comenzó el ciudadano Soto y Gama por mencionar la actitud de los diversos bloques de la Cámara, y a fe de partidario exaltado, a fe de hombre fanático de sus ideas políticas, comenzó el compañero Soto y Gama por pintar a su
propio partido como una blanca paloma con caracteres absolutamente inmaculados; comenzó por hacerse él y su Partido el autobombo de creerse los verdaderos representantes de la revolución, de creerse los únicos poseedores de todo mérito, de creerse país. Y voy a demostrar que las aseveraciones del ciudadano Antonio Díaz Soto y Gama pasan del sumun de la perfidia que envidiaría un jesuíta. Pero para este asunto suplico a los compañeros Luis León, al compañero León y al compañero Lavín que tengan la bondad y la paciencia de escucharme, así como yo escuché al compañero Soto y Gama.
Ahora bien, señores, urge desde luego precisar un gran número de hechos.
Comenzó el ciudadano Antonio Díaz Soto y Gama por pintar al Partido Liberal Constitucionalista como un obstruccionista, no ya como un oposicionista, del Poder Ejecutivo, y para corroborar su aseveración citó dos hechos absolutamente falsos: El primero, que el Partido Liberal Constitucionalista al poner coto a los desmanes de que ciertos elementos pesudo - radicales pretendían hacer gala, no dió término a esta pérfida labor que nos llevaba a una lucha de banderías, a la guerra civil. Acabáis de ver cómo después de que han hablado sus líderes y al ascender yo a esta tribuna han tratado de impedir que haya quorum, desalojando el salón, ¿Por qué? ¿Son los amigos de la verdad? ¿Entonces por qué tienen miedo de que la verdad se diga? ¿Son los amigos de justicia? ¿Entonces por qué cuando yo voy a hacer justicia en realidad a los bloques parlamentarios, por qué ellos huyen a esconder su vergüenza? (Murmullos.) Suplico al compañero León que si en efecto es líder de su partido, que no descomplete el quórum.
El C. Castillo Israel del, interrumpiendo: ¡Si no es partido, compañero! Es partida. (Risas.)
El C. Siurob, dirigiéndose al ciudadano León: Compañero, les suplico me permita continuar. Yo me dirijo a usted como líder...
El C. León, interrumpiendo: Para una aclaración.
El C. Siurob: Como una explicación más, pero de ninguna manera como una interpelación.
El C. León: Para una aclaración. Creo que al compañero Vasconcelos, miembro del mismo partido de usted, le consta que he invitado a mis compañeros a que no abandonaran el salón. (Voces: ¡Es muy cierto!)
El C. Siurob: Pues bien, señores, voy a comenzar por distraer con palabra llana también, por que yo tampoco soy orador, porque yo tampoco soy inteligente porque no soy intelectual, porque no soy más que un hombre que procura decir la verdad poniéndose la mano en el pecho para tener la seguridad de que aquella verdad está de acuerdo con su propio corazón. ¿Sabéis por qué se llama el Partido Liberal Constitucionalista oposicionista? Os lo voy a decir explicando cada una de las razones de por qué se llama al Partido Liberal Constitucionalista oposicionista. Se le llama oposicionista del gobierno, porque el Partido Liberal Constitucionalista se opuso a la ley que enviaba la Secretaría de Hacienda con relación al Banco Unico de Emisión, y la razón fue esta: Porque aún cuando la Constitución dice que el Banco Unico de Emisión, como su nombre lo indica, debe ser único en toda la República, la Secretaría de Hacienda proponía que en vez de un solo banco de emisión hubiera ocho bancos de emisión. Ellos mismos, los mismos miembros de las minorías, dieron su apoyo al voto del Partido Liberal Constitucionalista en el sentido de que no se aprobara el proyecto de la Secretaría de Hacienda. ¿Por qué entonces ahora vienen a censurar al Partido Liberal Constitucionalista porque no aprobó una ley inconstitucional que nos enviaba el Ejecutivo? ¿Sabéis por qué se dice oposicionista al Partido Liberal Constitucionalista? Porque el Partido Liberal Constitucionalista se opuso a que se dieran facultades extraordinarias en el ramo del petróleo, y no pueden decir los señores de la minoría que esto constituye un acto de oposición, porque también los miembros de la minoría se opusieron a que se concedieran al Ejecutivo las facultades extraordinarias en el ramo del petróleo.
¿Por qué ese pudibundismo, diría yo al compañero Soto y Gama, por qué ese empeño en aparecer como amigos leales del Gobierno, cuando ustedes han ejecutado actos que significan contraposición con el criterio del Gobierno, si el criterio del Gobierno era que debería tener facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda , y si los miembros de las minorías han demostrado con su voto que se oponían a las facultades extraordinarias en el ramo de petróleo, entonces por qué esos pudibundismos, correspondo yo la pregunta al compañero Soto y Gama, de venirlos a llamar los lealísmos y fieles amigos del Ejecutivo? No parece sino dentro de esta Asamblea se ha perdido ya en absoluto la dignidad y que unos y otros pretenden ser los amigos leales "a outrance" del Ejecutivo, sin discrepar absolutamente en un ápice. Yo he dicho esta mañana, y lo sostengo hasta el último momento, que si es necesario decirle al ciudadano Obregón sus errores, habrá que decírselos de la misma manera que a Venustiano Carranza; pero este hecho, esta expresión de mi pensamiento, es la expresión del representante honrado del pueblo que en uso del poder que le ha conferido la nación tiene la obligación estricta, tiene la obligación imperiosa de señalar al Ejecutivo cuándo está distanciándose de su deber, de señalar al Ejecutivo cuáles son los legítimos derroteros que debe seguir en bien del país. (Voces: ¡Ya se fue la porra!) Yo celebro en lo absoluto que la "porra" se haya retirado; lo que demuestra que había "porra" de esta Asamblea, es el hecho de que al desalojar el salón los líderes...
El C. Zubaran, interrumpiendo: ¡Porra pagada por la Secretaría de Hacienda para que no se discuta su presupuesto!
- El C. Siurob, continuando:... Los hombres que acompañan a estos líderes a hacer una ridícula algarada en contra del Partido Liberal Constitucionalista han desalojado las galerías y sólo ha quedado, el público sensato, el público que asiste ordinariamente a estas sesiones para darle cuenta de cómo marchan los negocios de su país. Ya los habéis visto desfilar como un rebaño de borregos, ya los habéis visto levantarse de los escaños donde se encontraba colocada la "porra", ya los habéis
visto desfilar ridículamente en seguimiento de sus pseudo-líderes, verdaderos claudicantes, hombres que al principio de este año pregonaban en todos los tomos la acción directa, que en todos los tomos pregonaban la imposición de la bandera roja y negra en todos los edificios públicos, pregonaban que había que echar abajo al Gobierno y que después, apenas se les llamó de la rienda, apenas el Ejecutivo le dijo, de acuerdo con la iniciativa del Partido Liberal Constitucionalista, que iban por una senda infame, por una senda infelíz, se hicieron atrás vergonzosamente, ridículamente, confesando desde su líder, en Estados Unidos, hasta ellos mismos en esta Cámara y en esta propia tribuna parlamentaria, que no había dicho lo que había dicho, que no habían pensado lo que habían pensado, que no harían lo que habían dicho que harían. (Aplausos.) Estos son, señores, los hombres que hoy vienen a hablar de firmeza, que hoy vienen a hablar de lealtad a los principios, estos son los hombres que hoy vienen a tender la mano de una manera absolutamente falsa, con una mano sucia a aplaudir y en la otra mano el puñal escondido para dar la puñalada oportuna. ¿Sabéis lo que se nos dice? Que nosotros somos oposicionistas al Gobierno porque nos hemos opuesto a las facultades extraordinarias en el ramo de Hacienda nos han acompañado las minorías, nos han acompañado todos ¿Por qué, pues, esas pudibundeces de mojigato del compañero Soto y Gama en esta tribuna al venir a asegurar aquí que ellos son los amigos leales del Gobierno, que sólo el Pélece ha hecho obstrucción, que sólo el Pélece se ha opuesto a la marcha que sigue el Gobierno? Ahora, señores, inician la calumnia, ahora inician la insidia y dicen: El Partido Liberal Constitucionalista prentede hacer una labor de economías imposibles dentro de los presupuestos, y acerca de este punto, señores, yo interpelo al compañero Trejo, presidente de la Comisión del Presupuestos, para que diga si es verdad que este ha sido el espíritu que ha tenido la Comisión de Presupuestos al aceptar el sistema de economías que rigen los actuales presupuestos y que nosotros presentamos a la Cámara de Diputados. Pero antes suplico a los compañeros Salazar, Chapa, Moreno y al compañero Martínez de Escobar que se dignen ocupar sus asientos.
El C. Trejo Francisco: Pido la palabra para contestar. La Comisión de Presupuestos ha sostenido hasta el cansancio que el inflamiento en los gastos públicos patente al ascender los anteproyectos formulados por las diversas dependencias de la Federación a más de trescientos millones de pesos, fue lo que la obligó a sistematizar las economías. Los proyectos aprobados hasta ahora, la aquiescencia dada por algunos de los funcionarios encargados de esos mismos ramos viene a justificar la labor de la Comisión. No podría obrar ésta de otro modo, pues que los rendimientos probables que obtenga la nación están muy lejos de cubrir las cantidades que en los anteproyectos figuran presupuestas para los gastos.
El C. Siurob: Habéis escuchado, ciudadanos representantes, las razones que expone el presidente de la Comisión de Presupuestos, que han obligado a los miembros peleceanos de sea Comisión a reducir los egresos del Gobierno. Ahora, yo os voy a explicar más ampliamente cómo está este asunto.
El C. Zubaran, interrumpiendo: ¿Me permite una aclaración en apoyo de su tesis?
El C. Siurob: Quiero terminar, para que no haya más interpelaciones. Dispénseme compañero.
El C. Zubaran: Es una aclaración en apoyo de su tesis.
El C. Siurob: Dispénseme. El Ejecutivo consultaba un Presupuesto de Egresos, ciudadanos representantes, y miembros todos del público, que era de trescientos y tantos millones de pesos. La Ley de Ingresos, calculada conforme a los ingresos actuales y conforme a los egresos en el pasado semestre, sólo arrojará un promedio de... ¿Me permite el compañero Trejo que lo interpele para ser exacto? ¿Cuál es el cálculo hecho sobre lo que arrojará el Presupuesto de Ingresos?
El C. Trejo Francisco: La Comisión, después de haber formulado su primitivo cuadro de ingresos probables; en vista de datos que pudo obtener rápidamente, ha continuado en su labor de investigación y está preparando un cuadro comparativo, con el que piensa terminar su labor presupuestal, con el que estima que los ingresos probables serán de algo más de doscientos cincuenta millones de pesos.
El C. Siurob: Ya lo acabáis de oír, ciudadanos representantes: El Presupuesto de Ingresos calculado conforme a los cálculos más favorables, sólo arrojará doscientos cincuenta millones de pesos. ¡Y así quiere el Ejecutivo, y así quieren estos señores defensores a outrance del Ejecutivo, que nosotros autoricemos un Presupuesto de Egresos que importa trescientos millones de pesos! (Murmullos.) ¿Cómo va a ser posible esto, señores diputados? El público sensato, los ciudadanos diputados que piensan con su cabeza, acabarán por comprender que no es posible esto. ¿Sabéis cuánto pide el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes? ¡Cuarenta y nueve millones de pesos!
El C. Mijares. interrumpiendo: ¡Deberían ser cien!
El C. González Jesús B.: ¡Usted ha dicho que defendería ese presupuesto!
El C. Siroub, continuando: Este presupuesto de Instrucción Pública y Bellas Artes, nosotros necesitamos defenderlo a capa y espada, todos los revolucionarios de esta Cámara. (Risas. Aplausos.)
El Partido Liberal Constitucionalista tiene especial empeño en defender esta partida, o este ramo de los presupuestos con todas sus fuerzas, con todos sus elementos. El Partido Liberal Constitucionalista también se ha trazado ya la obligación de defender el presupuesto de Fomento en que haya enormes partidas para irrigación, a lo menos veinte o treinta millones para irrigación; pero, en cambio, señores, necesita rebajar el presupuesto de Guerra, necesita rebajar el presupuesto de Aprovisionamientos Militares y el de Aprovisionamientos Generales. ¿Sabéis cuánto pidió Guerra en el presupuesto del año pasado? Pidió ciento treinta y ocho millones de pesos. Suplico a los compañeros Z. Moreno y al compañero Chapa, por última vez, su atención. ¿Sabéis cuánto pidió el
Ejecutivo para el ramo de Guerra? Sencillamente, en el año pasado, pidió ciento treinta y ocho millones; ¿Y sabéis cuánto se gasto? Ciento setenta y ocho millones de pesos. ¿Qué es lo que quiere decir esto? Lo que quiere decir esto, señores representantes, es que se fue de bruces con el presupuesto de Guerra, y en vez de ciento treinta y ocho gastó ciento setenta y ocho millones; y si nosotros vamos a tolerar que el Ejecutivo, saliéndose absolutamente de los presupuestos, como en efecto rebasó la mayor parte de los presupuestos, vaya a echar sobre los hombros del pueblo la enorme carga de los impuestos, que son demasiado pesados; si añadimos que tenemos que pagar la deuda exterior, que el reconocimiento lo único que se necesita es orden y corrección y orden que por fortuna se va logrando; si nosotros añadimos que para que se tenga fe en nuestra sinceridad es preciso que empecemos a pagar nuestras deudas en el extranjero, se vendrá al conocimiento de que el Partido Liberal Constitucionalista ha obrado perfectamente al reducir hasta los límites de lo posible los presupuestos de las diversas secretarías de Estado. ¿Sabéis cuánto importaba antes el presupuesto de la Secretaría de Hacienda? Importaba solamente cuatro millones de pesos. ¿Sabéis cuánto nos pide hoy la Secretaría de Hacienda? Veinticinco millones de pesos. Decidme si esto es equitativo. Decidme si el Partido Liberal Constitucionalista, que tiene aquí la mayoría, no tiene responsabilidad ante el pueblo todo, si tolera que estos presupuestos se aumenten más de lo que representan los ingresos. Nosotros, los miembros del Partido Liberal Constitucionalista en la Comisión de Presupuestos hemos rebajado el impuesto federal, para que no sea más que un viente por ciento. En cambio, este impuesto era antes de sesenta, en tiempos de Venustiano Carranza; fue de cincuenta durante los primeros tiempos de la actual administración, y el Partido Liberal Constitucionalista, precisamente de acuerdo con los intereses populares, ha rebajado este impuesto solamente al veinte por ciento. Esta es labor de la que se estima, esta es labor de la honrada y lícita, y si por eso se nos llama oposicionistas al Gobierno, estamos dispuestos a afrontar la situación en esta forma.
No es verdad que el Partido Liberal Constitucionalista sea oposicionista al Gobierno; pero que, ¿Va a haber dentro de este parlamento una calma de pantano? ¿No vamos a decir, por ejemplo, que es un fracaso absoluto el actual sistema en que están controlados los Ferrocarriles, cuando esto le está costando a la nación, desde que la actual administración está encargada de ese sistema, treinta y ocho millones? ¿No vamos a decir que esto es un fracaso y que es necesario que se corrija? ¡Si no lo decimos con ánimo de ofender, no lo decimos con ánimo de lastimar a nadie, sino con ánimo de que este se corrija!
El C. Moreno Jesús Z.: interrumpiendo: ¡Pruebas!
El C. Siurob, continuando: Las pruebas son la cordialidad con que lo estamos haciendo, ciudadanos diputados; las pruebas son el espíritu de rectitud con que estamos procediendo en este caso, como en todos los anteriores. Aquí se llama oposicionista al Partido Liberal Constitucionalista...
El C. Zubaran, interrumpiendo: Aquí traigo las pruebas de lo que decía usted de los Ferrocarriles. Si me lo permite, se las daré.
El C. Siurob, continuando: Un momento, compañero. Aquí se llama oposicionista al Partido Liberal Constitucionalista porque dió un voto de confianza, por su actuación revolucionaria, al ciudadano general Villarreal merece, en efecto, la confianza del pueblo mexicano como revolucionario. ¿Por qué? Durante su administración se entregaron ejidos a más de mil pueblos. Esta es labor efectiva, seria y honrada. El presidente de la República difirió con él, dice el compañero Soto y Gama, en detalles, o en el fondo de la política del ejecutivo. Esto no puede ser verdad, desde el momento en que el Ejecutivo sancionaba con su firma todas las concesiones de ejidos dados por el ciudadano general Villarreal. El general Villarreal, como presidente de la Comisión Nacional Agraria, recibía la sanción del Ejecutivo en todos y cada uno de los ejidos que se dieron a los pueblos. ¿Por qué entonces afirma el compañero Soto y Gama que hubo discrepancia en cuestión de política? No fue por cuestión de política revolucionaria seria, fue cuestión de detalles; sería en cuestiones miserables, en cuestiones de oficina, en intrigas palaciegas, sería en cualquiera otra cosa, pero de ninguna manera en ideales revolucionarios. Y que, ¿Se nos va a llamar a nosotros oposicionistas porque dimos un voto de confianza a un revolucionario que se lo merece? Pues más debían haber hecho los diputados agraristas. Si el ciudadano Villarreal estaba cumpliendo con su deber si el ciudadano Villarreal estaba cumpliendo con lo único que apoyan en su programa revolucionario, la cuestión de ejidos a los pueblos, ellos debieron ser los primeros en hacer gestiones en este sentido. Pero no, cuando se trata de pugnar por el Ejecutivo, el Partido Agrarista no recuerda su deber; cuando se trata de contender con los peleceanos, entonces sí se viene a volcar en esta tribuna toda una ánfora de cieno y de calumnias. Habéis escuchado la insidiosa y vil calumnia de que se ha pretendido hacernos víctimas, pretendiendo hacer creer que nosotros tratamos de servirnos del pueblo americano, como de una palanca, para obligar al Gobierno de la República a que diera puestos a nuestros hombres. Desde luego protesto enérgicamente contra semejante calumnia, contra la cual tengo el derecho de protestar con toda virilidad, para decir que solamente un desequilibrado puede proceder a lanzar semejante calumnia contra el Partido Liberal Constitucionalista. Yo quiero recordar simplemente las condiciones en que se estaba poniendo la Republica, cuando habiéndose soliviantado algunos individuos por falsos líderes bolcheviquis y revolucionarios que sólo trataban de introducir el caos y el desorden en nuestra República, para que a río revuelto hubiera ganancia de pescadores; yo solamente quiero recordar qué hubiera sido de nuestra nación, de nuestro país, si eso hubiera continuado adelante. La República se hubiera convertido en una manada de panteras luchando unos contra otros; hubiéramos tenido que llegar a la destrucción de las propiedades, al caos, y ahí
estaba cerca el Tío Sam para ponernos en orden como el policeman americano; y porque el Partido Liberal Constitucionalista se opone a este caos y a este desorden; y porque el Partido Liberal Constitucionalista truena en todos los tonos contra esos falsos arranques de bolcheviquismo, contra esa serie de pantomimas ridículas con que se estaba llevando al pueblo, sin ningún beneficio, para el mismo pueblo, por eso se nos llama oposicionistas. (Aplausos.)
El C. Moreno Jesús Z.: Para una aclaración.
El C. Siurob: No lo permito, compañero. Ahora, señores, ¡Qué coincidencia tan notable! En todos estos Estados donde dominan estos señores, hay amenaza de que domine el clero; en el Estado de San Luis Potosí, donde ellos se ufanan de controlar la situación, nos viene resultando, al final de las elecciones, con que ahí domina el clero. En Michoacán, donde dicen que controlan la situación, ahí domina el clero. Veracruz, otro lugar donde también ellos dicen que controlan la situación, nos viene diciendo que ahí domina el clero. (Voces: Pruebas! ¡Pruebas!) Las palabras del compañero Soto y Gama son la prueba, ad homine, que yo reclamo en este caso...
El C. Moreno Jesús Z., interrumpiendo: ¡Lo mismo que los treinta y ocho millones de los ferrocarriles!
El C. Siurob, continuando: Pues bien, señores; sépase que donde el Pélece domina, no domina el clero, y ahí están los Estados de Oaxaca, Zacatecas, Jalisco... (Voces: ¡Huy!) el Estado de Guanajuato, el Estado de Tlaxcala... (Voces: ¿Jalisco?) En Jalisco no domina el clero; en Jalisco el clero se ha estrellado ante la rectitud de proceder, ante la honradez de procedimientos del ciudadano Basilio Vadillo. (Una voz: ¡Guerrero!) Ahí está el gloriosísimo Estado de Guerrero, en donde quizá se encuentre el núcleo más poderoso de hombres leales a las instituciones y a la República, uno de los Estados modelos a través de nuestra historia, en donde el Partido Liberal Constitucionalista está enseñoreado como de un poderoso baluarte en la conciencia de todos aquellos ciudadanos. ¿Por qué? Por los principios. ¿Por qué? Por las ideas. ¿Por qué? Por la virilidad. ¿Por qué? Por la honradez. (Aplausos. Voces: ¡No hay quórum!)
El C. presidente, interrumpiendo: Habiendo pasado la hora reglamentaria, se levanta la sesión y se cita para mañana a las once.
El C. Siurob: Pido que se haga constar que sigo en el uso de la palabra. (9.26 p. m.)