Legislatura XXX - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19230316 - Número de Diario 21

(L30A1P1eN021F19230316.xml)Núm. Diario:21

ENCABEZADO

MÉXICO, VIERNES 16 DE MARZO DE 1923

DIARIO DE LOS DEBATES

DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Registrado como artículo de 2a. clase en la Administración Local de Correos, el 21 de septiembre de 1921.

AÑO I.- PERÍODO EXTRAORDINARIO XXX LEGISLATURA TOMO II.- NÚMERO 21

SESIÓN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EFECTUADA EL DÍA 16 DE MARZO DE 1923

SUMARIO

1.- Se abre la sesión. Lectura y aprobación del acta de la anterior.

2.- Usan de la palabra para hechos los CC. diputados Suárez y Huerta.

3.- Es aprobada una proposición de varios ciudadanos diputados, tendiente a que se llame al C. secretario de Industria, Comercio y Trabajo para que asista a la discusión del proyecto de Ley del Petróleo. Se designa una comisión al efecto.

4.- Sin debate se aprueba una proposición de varios ciudadanos diputados a fin de que se nombre una comisión que se acerque al ciudadano secretario de Gobernación solicitando garantías para el Ayuntamiento de Jerez, Zacatecas. Es designada la comisión respectiva. Oficio de la Secretará de Industria, Comercio y Trabajo, en que remite lista de las concesiones petroleras; recibo y a las comisiones que tienen antecedentes.

5.- Usan de la palabra para hechos varios ciudadanos diputados.

6.- Continúa a debate el artículo 4o. del proyecto de Ley del Petróleo. Se levanta la sesión.

DEBATE

Presidencia del

C. VALADEZ RAMÍREZ ANTONIO

(Asistencia de 133 ciudadanos diputados.)

El C. presidente, a las 17.40: Se abre la sesión.

- El C. Barón Obregón, leyendo:

"Acta de la sesión celebrada por la Cámara de diputados del Congreso de la Unión, el día quince de marzo de mil novecientos veintitrés.- Período extraordinario.

"Presidencia del C. Antonio Valadez Ramírez.

"En la ciudad de México, a las diez y siete horas y treinta y tres minutos del jueves quince de marzo de mil novecientos veintitrés, se abrió la sesión, con asistencia de ciento treinta y un diputados.

"Sin debate se aprobó el acta de la sesión celebrada el día anterior, y se dio cuenta con los siguientes documentos:

"Iniciativas de reformas a los artículos 9o., 14, 16 y 18 del proyecto de Ley Orgánica del Artículo 27 Constitucional, en la parte relativa al petróleo, que presenta el C. diputado Eliseo L. Céspedes y que otros ciudadanos diputados hacen suyas.- A las comisiones unidas del Petróleo, e imprímase.

"Proyecto de decreto que envía el Ejecutivo de la Unión, referente a que se deroguen los decretos por medio de los cuales los gobernadores de varios Estados de la República, tienen autorización para organizar y mantener fuerzas de seguridad.- Recibo, y a las comisiones unidas tercera de Gobernación y segunda de Guerra, e imprímase.

"El C. Luis Espinosa propuso que el asunto anterior se declarara de urgente y obvia resolución.

''El C. Castellanos habló en pro del trámite de la Mesa, y lo propio hizo el C. Luis Espinosa, después de una aclaración del C. Gandarilla.

"El C. Siurob adujo razones en apoyo del proyecto, y el trámite de la Mesa subsistió, recomendándose por la misma a las comisiones referidas que dictaminen a la mayor brevedad posible.

"Telegrama procedente de Tlaxcala, en que los ciudadanos diputados Aurelio M. Peña y Moisés G. Herrera, comunican que gente armada, por orden del gobernador del Estado, disparó sobre la multitud inerme, causando cinco muertos y cerca de veinte heridos; que el diputado Pedro Suárez y el C. Vicente de la Mora se encuentran secuestrados por las fuerzas regionales; que la presunta Legislatura instalada fue arrojada a balazos del recinto de la Cámara, resultando herido el presunto diputado Nicanor Serrano, y que el pueblo reclama garantías efectivas para evitar que se repitan sucesos sangrientos.

"A solicitud del C. Padilla se leyeron otros telegramas que se refieren a los mismos sucesos, dirigidos al C. Gerzayn Ugarte. El mismo C. Padilla habló sobre el particular y propuso se nombrara una comisión que pidiera garantías al Ejecutivo y otra que fuera a Tlaxcala a investigar los acontecimientos. Interrumpió al orador la lectura de un telegrama, solicitada por el C. Leopoldo Estrada, en que el presidente municipal de Jerez, Zacatecas, se queja de que el gobernador del Estado quiere destituirlo.

"El C. Lailson Banuet usó de la palabra acerca del asunto de Tlaxcala, y un concepto por él expresado, fue rectificado por el C. Luis Espinosa. El

C. Lailson Banuet volvió a hablar para hacer una aclaración.

"Después de una moción de orden del C. Luis Espinosa, la Mesa designó en comisión a los CC. Portes Gil, Padilla Rama, Miravete, Cuéllar José de Jesús y secretario Gandarilla, para acercarse al Ejecutivo, por conducto de la Secretaría de Gobernación y tratar sobre los sucesos de Tlaxcala.

"Proyecto de decreto de los CC. Rafael Quevedo y Rodrigo Palacio, hecho suyo por otros varios ciudadanos diputados, tendiente a que se retire la autorización al gobernador del Estado de Aguascalientes, para organizar y sostener fuerzas de seguridad.- A las comisiones que tienen antecedentes.

"Presidencia del C. Cipriano Villanueva Garza.

"Después de una aclaración del C. Luis Espinosa acerca del artículo 3o. del proyecto de Ley del Petróleo, se recogió la votación nominal sobre este precepto, y resultó aprobado por ciento treinta y seis votos de la afirmativa contra cinco de la negativa, de los ciudadanos Altamirano Manlio Fabio, Castillo Israel del, Espinosa Luis, Márquez Luis G. y Rodríguez Guillermo.

"El artículo 3o. aprobado está concebido en los siguientes términos:

"El derecho de explorar y explotar el subsuelo se adquirirá originariamente de la nación, por conducto de la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, mediante concesiones que se otorgarán en concurso público en cada caso, bajo las siguientes bases:

"I. Se otorgarán a sociedades mexicanas constituídas conforme a las leyes mexicanas, o a individuos nacionales o extranjeros. A estos siempre que cumplan con los requisitos exigidos por el inciso I del artículo 27 de la Constitución Política de la República, y

"II. En dichas concesiones se estipulará:

"a) Que los interesados deberán establecer trabajos regulares en la forma y plazos que los reglamentos respectivos señalen al efecto y otorgarán las garantías necesarias.

"b) Que no se transpasarán, en todo o en parte, los derechos derivados de esas concesiones, a gobiernos o soberanos extranjeros, ni se admitirán a éstos como socios o asociados, ni se constituirá a su favor ningún derecho sobre aquéllos, cualquiera que sea la forma u objeto de esta constitución.

"c) Que el término de la concesión no excederá de cincuenta años.

"d) Que el concesionario pagará al dueño de la superficie una indemnización por el uso superficial de las hectáreas que ocupe, mientras que no haya lugar a la explotación y a la participación de que habla el artículo 12."

"Puesto a debate el artículo 4o., las comisiones obtuvieron permiso de la Cámara para retirarlo y presentarlo reformado, declarándose nuevamente que estaba a debate.

"El C. José Manuel Puig y Casauranc, con motivo de una interpelación que el C. Cerecedo Estrada dirigió a las comisiones, paso a la tribuna e informó a nombre de las mismas, interrumpiéndole el C. Gandarilla, para proponer que se llamara al ciudadano secretario de Industria y Comercio.

"La Asamblea, a consulta de la Secretaría, permitió que se interrumpiera el debate, para que el C. Portes Gil informara, como en efecto lo hizo, del resultado de la comisión que se acercó al Ejecutivo, por conducto de la Secretaría de Gobernación, para tratar acerca de los sucesos de Tlaxcala.

"Continúo la discusión del artículo 4o. del proyecto de Ley del Petróleo.

"El C. Luis Espinosa, inscripto en contra, rectificó los conceptos del C. José Manuel Puig y Casauranc, quien nuevamente paso a la tribuna para contestar varias alusiones que le hizo el diputado Espinosa.

"Se dio cuenta con una proposición subscripta por los CC. Certucha, Portes Gil, Gandarilla y otros diputados, relativa a que se llamara al ciudadano secretario de Industria y Comercio, para que asista a la discusión de la Ley del Petróleo y informe sobre el particular.

"Se le dispensaron los trámites y se puso a debate.

"Se concedió la palabra en contra al C. Luis Espinosa; pero inmediatamente el C. Rodarte reclamó el quórum. Y como visiblemente no lo había, la Presidencia levantó la sesión, siendo las veinte horas y treinta minutos.

Está a discusión el acta. No habiendo quien haga uso de la palabra, en votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobada el acta.

El C. presidente: Tiene la palabra para hechos el ciudadano Suárez Pedro.

El C. Suárez: Señores diputados:

Ferviente admirador del voto, de la verdad y de la justicia, y queriendo que éstas resplandezcan, suplico a ustedes que me dispensen distraiga su atención, para tratar de poner en claro los hechos acaecidos en Tlaxcala el día de ayer, con motivo de la instalación de la Legislatura local. En las últimas elecciones que tuvieron lugar el 25 de febrero próximo pasado, contendieron dos partidos políticos: el Liberal Constitucionalista y el Liberal Tlaxcalteca, adherido al Cooperatista Nacional. El triunfo, por aplastante mayoría, correspondió al Liberal Tlaxcalteca. Nueve credenciales pudimos perfectamente obtener y es altamente significativo que en el 1er. distrito electoral, en Tlaxcala, en donde tiene el Partido Liberal Constitucionalista, hecho Gobierno, todos los elementos para la imposición, todos los elementos burócratas, pudimos digo, triunfar, porque la credencial fue perfectamente obtenida, puesto que emanó de una Junta Computadora instalada por el presidente municipal y legalizadas las firmas que la calzan por el mismo presidente municipal, contrario nuestro. Después se ha venido queriendo hacer aparecer en la prensa, que el Partido Liberal Tlaxcalteca no obtuvo más que seis credenciales, es decir, una minoría. El Partido Liberal Constitucionalista quería tener forzosamente nueve o diez y dejar la minoría absoluta al Partido Liberal Tlaxcalteca. Ayer, que fue el día señalado

para la instalación de la Legislatura, nos presentamos a la diez de la mañana; un poco antes tuvimos una conferencia con el señor gobernador, porque fue público y notorio que desde el día anterior al recinto de la Legislatura había sido ocupado por fuerzas regionales; los balcones se veían perfectamente henchidos de gente armada; los regionales del Estado fueron llamados por órdenes seguramente del señor gobernador para ejercer una presión absoluta en la elección o en la instalación de la presunta Legislatura.

El C. Altamirano Manlio Fabio: Se parece a Veracruz.

El C. Suárez: Algunos pueblos del Estado pidieron atentamente a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión que enviará una comisión para que pudiera cerciorarse de cómo las autoridades de Tlaxcala hacen una presión formidable en los actos electorales, siempre que se verifican allí. Tuve el honor de acompañar a esa comisión, no como miembro de ella, sino como representante del Estado, y seguramente los compañeros de esa comisión no me dejarán mentir, que cuando nos presentamos en el Palacio de Gobierno, estaba perfectamente resguardado por tropas regionales y se nos impidió el paso. Presentamos nuestras credenciales como representantes al Congreso de la Unión y dijeron que esas tarjetas no valían para ellos nada, si no presentábamos una tarjetita en que iba P. L. C., sólo con esa contraseña podíamos entrar. Logramos al fin...

- El C. Manrique. ¿Ya os olvidasteis del Colegio Electoral de agosto? (Murmullos.)

El C. Suárez: ¿Cómo dice usted?

El C. Manrique: ¿Ya os olvidasteis del Colegio Electoral de agosto?

El C. Suárez: Si tuvierais la bondad de recordármelo para que pudiera precisar. (Murmullos.)

El C. Manrique: A su tiempo, chiquitín. (Risas. Siseos.)

El C. Suárez: Lo mismo que dice el ciudadano Manrique...

El C. secretario Barón Obregón: Por disposición de la Presidencia se hace saber a los asistentes de las galerías, que deberán abstenerse de tomar participación en cualquier asunto que incumba a la Asamblea, y que la Presidencia está dispuesta a mandar desalojar las galerías a la menor manifestación de hostilidad a cualquiera de los oradores. (Aplausos.)

El C. Suárez: Pudimos, digo, entrar a conferenciar con el señor gobernador con el objeto de evitar el derramamiento de sangre que después tuvo lugar. El señor gobernador nos recibió fríamente -eso es secundario -; pero lo que sí pudimos notar, fue que el presidente de la Legislatura, el de la presunta legislatura, se negaba a todo trance a que nosotros presenciáramos los actos de la instalación. Fue más. Precisamente lo que decía el señor Manrique, que solamente con unas tarjetitas y haciendo referencia al Colegio Electoral de agosto, que él recordará, que a todo mundo se dejó entrar aquí, a todos los ciudadanos, yo le pude decir a ese señor que teníamos derecho todos los ciudadanos para entrar al recinto parlamentario: que mandaran retirar las fuerzas para que pudiéramos entrar. No se nos permitió; después se nos mandó avisar que podríamos recoger unas tarjetitas, las consabidas tarjetitas en la Secretaría de Gobierno o en la Secretaría de la Cámara. Serían las nueve y cuarenta y cinco minutos, faltarían unos diez o quince minutos para las diez, y todavía estaba cerrada la entrada al edificio; estaban apostados ahí los soldados; un señor coronel, que después supimos que era gente confidencial de la secretaría de Gobernación, se acercó con la tarjetita y no lo dejaron entrar. El compañero Moisés...

El C. Barragán: Era valor entendido, porque ese individuo se vendió al gobernador de Tlaxcala.

El C. Suárez: El compañero Moisés Herrera, el senador Meneses y yo, nos dirigimos a la Legislatura para entrar, y nos marcaron el alto con las armas en la mano; faltaban cinco minutos cuando un individuo cancerbero del Palacio se acercó con seis tarjetas y nos dijo que de parte del gobernador llevaba esas tarjetas para que asistiéramos al acto de la instalación, y que nos diéramos prisa por que faltaban unos cuantos minutos. Entonces, ya con las tarjetas, nos presentamos ante la guardia, y en los momentos precisos en que transponíamos el umbral, se oyó una detonación en el recinto de la Cámara y en seguida la balacera en contra nuestra. Vimos cómo los diputados nuestros, una vez que se había instalado la Legislatura en el recinto parlamentario, fueron sacados a culatazos y a balazos. Nuestra vida estuvo en inminente peligro, naturalmente. (Voces: ¡Qué barbaridad! Murmullos. Risas.) Fue motivo seguramente esto de hilaridad; pero en un momento trágico...

El C. Altamirano Manlio Fabio: ¡No se ríe uno!

El C. Suárez: Yo hubiera querido que el compañero Manlio Fabio Altamirano hubiera estado una vez más, porque ha estado en esos casos, y después, pues vienen las risas y los comentarios, pero en los momentos de las balas, amigo, entonces... (Risas estrepitosas. Aplausos.) Yo hubiera querido, señores, que todos, aunque sea espiritualmente, se hubiesen trasladado en ese momento para que hubieran visto al pueblo desarmado, al verdadero pueblo tlaxcalteca, al proletario, al que siempre está defendiendo el compañero Manlio Fabio y el compañero Manrique y todos nosotros, porque hemos surgido de él, hemos surgido de esa clase proletaria, de esa que no tiene ninguna esperanza de salvación...

El C. Altamirano Manlio Fabio: ¡Sí la tiene!

El C. Suárez: Porque ha visto cuántos engaños se le han hecho. Esa clase social se presentó allí sin armas, solamente con las armas de la ley, con su deseo de reivindicación social, con el deseo de que se respetarán sus derechos, se presentó, digo, a defender con sus pechos descubiertos el voto que había depositado en las urnas electorales.

El C. Altamirano Manlio Fabio: ¡Con razón perdieron, compañero!

El C. Suárez: Y a esa clase social, a esos trabajadores de Zacatelco, a esos agraristas verdaderos, a los trabajadores de las fábricas de la Tlaxcalteca, de la Covadonga, de la Trinidad, de la Estrella, y a todos los obreros de aquellos centros fabriles, fueron balaceados por los esbirros del señor Apango. ¡Era triste ver, señores, cómo caían los nuestros!

Esa clase, señores, desheredada, no llevaba en las manos ni un puñal, ni una piedra siquiera, sino que llevaba la convicción de haber triunfado en los comicios electorales, y de haber enviado a verdaderos representantes suyos a que fueran a representarla en la Legislatura local. En cambio, en las alturas del Palacio Legislativo, los esbirros, los pagados, los que no pueden vivir más que del mendrugo que les arrojan los poderosos, esos eran los que balaceaban a los nuestros, a los gritos de ¡Viva Pani! y ¡Muera Calles! Esto debe de tomarlo en cuenta la Asamblea. (Murmullos.) Ya más tarde habrá oportunidad de descubrir quiénes son los verdaderos causantes de estos asuntos. (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) El primero que disparó....

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Compañero, ¿cómo gritaban?

El C. Suárez: ¡Viva Pani! y ¡Muera Calles! (Voces: ¿Pani o Apango?)

El C. Suárez: Pani; Pani; hay "panistas" allá. Sí, señores. (Siseos. Voces: ¿Quién es Pani?) El ingeniero Pani. (Murmullos.) El primer disparo fue hecho por Rafael Apango, hijo, o por Abelardo Apango. Eso lo sabe perfectamente toda la sociedad tlaxcalteca, eso lo saben los verdaderos campesinos, los verdaderos trabajadores de allá y lo sabe toda la opinión pública. Al compañero De la Mora, que es de Calpulalpan, como malamente han dicho algunos que fueron porristas de aquí de México - si porristas se les llama a los que están trabajando aquí en México, a los que han tenido que refugiarse en esta capital y a los que fueron con nosotros a Tlaxcala, no sé entonces si no tienen derecho esos individuos como hijos del Estado para ir a hacer política, en su Estado - a De la Mora, un correligionario nuestro, se le quieren imputar estos crímenes. Quiero hacer esta aclaración en defensa del compañero Peña, a quien de una manera artera se le ha atacado en la prensa diciendo que fue él quien asesinó a un niño. No tuvimos conocimiento de que hubiera muerto un niño en aquella tragedia. Yo creo que es un asunto falso, que es un invento para poder....

El C. Barragán: ¿Me permite el compañero que le aclare, con permiso de la Presidencia? Es indispensable, compañero, que si usted está deseoso de defender la verdad de los hechos acaecidos ayer en Tlaxcala, los vaya puntualizando uno por uno, pues la prensa está absolutamente desorientada y sólo da a conocer los hechos según quieren que sean, el gobernador Apango y sus secuaces.

Lo que se le achaca al compañero Peña, lejos de ser par él un acto deshonroso, es un acto que levanta al compañero Peña . De manera, señores diputados, que no estaba en Tlaxcala; hacía breves minutos que se había trasladado a Santa Ana Chiautempan a depositar un telegrama, porque decía que no tenía confianza en la oficina telegráfica de Tlaxcala. El compañero Peña, digo, en esos momentos, en los momentos álgidos, no estaba allí, llegaba de Santa Ana Chiautempan para estar con nosotros en los momentos en que encontró a ese niño en las puertas de la escuela "El Pensador Mexicano", tirado y desangrándose; lo levantó y lo llevó a que lo curaran. Esta es la intervención del compañero Peña. Tampoco es verdad que se haya huído de Tlaxcala, pues ayer mismo vino con nosotros. De Santa Ana regresó en automóvil; quizá saldría en la mañana temprano. Se le achacan actos que no pensó hacer y en los que jamás tuvo ingerencia. (Aplausos en las galerías.)

El C. Suárez: Agradezco infinito al compañero Barragán....

El C. Barragán: Un momento: debo advertir que la bala que presentó este niño es de 30-30 o sea de rifle. El compañero Peña sólo portaba su pistola y, como consta a todo el mundo, nadie absolutamente de los espectadores en general que estaban en la calle, hizo uso de las armas de fuego; las armas de fuego fueron disparadas por los esbirros de ese individuo que en vez de llamarse Apango debía llamarse "nefando", porque así lo es para el Estado de Tlaxcala.

El C. Suárez: Agradezco al compañero Barragán que me haya hecho esta observación, porque así voy a puntualizar algunos otros hechos y a ponerlos en claro, no echando la culpa a la prensa, porque naturalmente entre los corresponsales -que no son verdaderos corresponsales- de los periódicos de aquí, creo que hay algún enemigo del Gobierno que es el que se encarga de dar esas notas y estoy por asegurar que es un tal Felipe Xóchihua, que es el que se encarga de mandar los mensajes confeccionados especialmente para ellos. La mañana de ayer, en la prensa de la mañana de ayer, se leía ya desde luego en "Excélsior" un reportazgo en que se decía que habría derramamiento de sangre; que los partidarios del Liberal Tlaxcalteca irían a asaltar la Legislatura, etcétera, preparando todos los asuntos para que después pudieran perfectamente confeccionar noticias a su sabor. Me extraña sobremanera ver también en la prensa de hoy los reportazgos o los avisos a la Secretaría de Gobernación, de su agente confidencial. Yo estoy por creerlo, no sé quién sea, creo que ha de ser una persona honorable, porque no sería capaz de decir lo contrario, de desfigurar por completo los hechos, de echarle la culpa al primer líder tlaxcalteca. Debo hacer notar también que en los momentos de la refrigeria, disparaban de varias casas cercanas a la Legislatura, de manera que uno se encontraba en medio de un fuego en que perfectamente podía ser clareado. Después se verificó un cateo por orden del juez de primera instancia, de allá, y tuvimos la satisfacción inmensa, señores de que nuestros correligionarios -y eso consta también y quiero que la prensa tome nota, porque algún periódico decía que nuestros correligionarios fueron despojados de ciento cincuenta o no sé cuántos cientos de pistolas, cosa completamente falsa -, no se les quitó nada a los pobres de nuestros correligionarios. Nos consta perfectamente. Al señor general López, que fue a la casa donde estábamos hospedados - y donde estuvo toda nuestra gente y se esculcó a cada uno de ellos y no se encontró una pistola - entró a las habitaciones y no se les encontró nada a este pobre general. Un exgeneral, Isabel Guerrero, uno de los más calumniados y de los agraristas de Tlaxcala, fue aprehendido el día anterior, víspera de la instalación de la Cámara, con el pretexto de que se iba a levantar en armas. Se pondrá en claro perfectamente que Isabel Guerrero no tiene otro delito más que comulgar con las ideas comunistas, con las ideas nuestras, las socialistas; yo creo, cuando

menos, ser socialistas. Y es claro. Isabel Guerrero siempre ha estado con nosotros, como todos los proletarios. A Isabel Guerrero, que apenas puede hablar el castellano, -como todos a los que se cree que son capaces de comprender una idea nueva, una idea redentora, a todos se les hace blanco de las iras de los burgueses, de las iras de los acomodados, de las iras de aquellos que no quieren estar más que en el poder - a Isabel Guerrero, porque saben que tiene una fuerza moral, porque saben que tiene mucha gente, no armada, mucha gente que lo sigue, todos los indios de la Malinche, le tienen miedo precisamente porque temen a esa gente; temen que llegue a despertar, que llegue a tener el pan intelectual; a ese exgeneral lo han amagado y lo tienen preso en Tlaxcala. Podría relatar varios antecedentes, podría hacer una historia del sufrido Partido Liberal Tlaxcalteca, de esa congregación de espíritus fuertes, de hijos de Tlaxcala que no desean otra cosa más que el bienestar colectivo; pero me dispensaréis que no lo haga, primeramente, por no quitaros más el tiempo y en seguida, porque habrá oportunidad de que vaya yo haciendo historia y análisis de estos hechos para poner en claro quiénes son los culpables, quiénes son los transgresores de la ley en mi Estado y a quiénes se les debe aplicar el castigo correspondiente. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Huerta Moisés.

El C. Huerta: Perdonadme, señores diputados, si por un momento vengo a distraer vuestra atención en un asunto que es de la exclusiva competencia de las autoridades tlaxcaltecas, en uso de su soberanía local. Si no fuera por la serie de informes equívocos que ha expuesto en esta tribuna el compañero Suárez, habría quedado yo en silencio; pero no es posible, señores, callar ante tal serie de inexactitudes y de palabras aparatosas que, por fortuna, no han logrado impresionar a la Asamblea. El asunto en cuestión es el siguiente: En la tarde de miércoles próximo anterior, salí de esta capital con rumbo a Tlaxcala y en el mismo tren iba el señor compañero Suárez, el compañero Peña y un gran número de individuos que, según tengo entendido, son empleados, lo menos cuarenta o cincuenta empleados de la Contaduría Mayor, de la Sección de Estadística o de algunos otros lugares, (Siseos.) haciendo alarde en el tren, de sendas pistolas, cartuchos y de ir armados hasta los dientes. Llegamos a Santa Ana, descendí del tren.... (Desorden. Campanilla.) No podré continuar mientras no se imponga un poco de respeto a las galerías.

El C. Espinosa y Elenes: Entonces no va usted a hablar.

El C. Huerta: Dice usted bien, compañero. De esta manera llegaron por la mañana los señores a que antes me refiero, acompañados de ese número de individuos, haciendo un verdadero escándalo. (Siseos. Desorden en las galerías.)

El C. secretario Barón Obregón: Se invita a las galerías a que se sirvan guardar compostura.

El C. Huerta, continuando: Tuve noticia también .... (Continúan los siseos en las galerías.) Tuve noticia también de que los pseudo - diputados presuntos, en vez de entrar al salón de sesiones para ejercer los derechos que pudieran tener, quisieron hacer la farsa de la instalación en la escalera del Palacio, y en esos instantes, según se me informó más tarde, el presidente de la Diputación Permanente los invitó a que penetraran al salón de sesiones a ejercer sus derechos, si los tenían, o a desalojar la escalera donde se encontraba. Y como respuesta a esa invitación, uno de los acompañantes de los señores diputados, un tal Vicente de la Mora, que se encuentra detenido, disparó su arma y dejó muerto en el acto a un gendarme. Acto continúo, los demás acompañantes pretendieron desarmar a la poca guardia que allí se encontraba, y de allí resultó un tiroteo; pero aseguro a ustedes que si las pocas fuerzas que había allí se hubieran propuesto a hacer blanco sobre esos individuos, de seguro que habría habido una verdadera mortandad. El hecho de que no hayan sido más que dos los muertos y tres los heridos.... (Gritos en las galerías.)

- Un C. Diputado: ¡Esas galerías no dejan oír nada!

El C. secretario Barón Obregón: Nuevamente la Presidencia exhorta a las galerías a que sirvan a guardar compostura y permitan continuar al orador.

El C. Manrique: ¡Si para eso las llamásteis!

El C. Huerta, continuando: Lo que más me sorprende a mí, señores, es el cinismo de llamársele Legislatura a la instalada en la planta baja de Palacio, en la escalera, cuando conforme a la Ley Electoral vigente....

El C. Barragán: ¿Me permite una interpelación el orador? Usted llama cinismo al valor de esos hombre....(Aplausos.) al valor consciente, y al valor sereno de unos individuos que tienen el corazón bien puesto en el pecho, que se enfrentan a toda esa caterva, a toda esa cáfila de individuos armados.... (Aplausos.) ....no dejando acercarse absolutamente a nadie en todo el recinto de la Legislatura tlaxcalteca. Todos los edificios que rodean a esa Legislatura estaban llenos de soldados, las alturas estaban coronadas y usted llama cinismo a la acción viril de estos individuos; y ¿por qué no llama usted cínicos a todos los que , como usted, compañero Huerta, estaban dirigiendo ese tiroteo? (Aplausos.)

El C. Huerta: Compañero Barragán: (Desorden.) Cuando el pueblo tlaxcalteca.... (Desorden.)

El C. Portes Gil: Pido la palabra, señor presidente. Para suplicar a su señoría se sirva imponer el orden a las galerías a fin de oír al orador. (Voces: ¡Ya saben el reglamento las galerías!)

- El secretario Barón Obregón, leyendo:

"Artículo 195. Los concurrentes a las galerías se presentarán sin armas; guardarán respeto, silencio y compostura, y no tomarán parte en los debates con ninguna clase de demostración."

El C. Huerta: Compañero Barragán: Cuando el pueblo tlaxcalteca, el legítimo pueblo de mi Estado natal vaya a arrojar al gobernador y a mí también me escupa la cara, tendrá derecho; pero nunca podré tolerar que elementos que vayan de la capital, armados, a mi Estado, quieran vituperarnos. Sabe usted, compañero Barragán, que en Tlaxcala hay hombres muy viriles y que en una época el pueblo arrojó a los tiranos del Palacio. Ejemplo: en la época de Cahuantzi, el pueblo fue a lanzar la primera piedra revolucionaria, y en

1915 ese mismo pueblo arrojó a los usurpadores. De esto es testigo el señor diputado Del Castillo; de que el pueblo tlaxcalteca, cuando tiene conciencia de que un gobernante es inconveniente, lo arroja del poder. Está bien que esto lo haga el pueblo, pero no los esbirros de fuera. ¡Eso sí me indigna!

El C. Suárez: ¿Me permite una pregunta? El Partido Liberal Tlaxcalteca, ¿está formado por tlaxcaltecas? ¿Sí o no? ¿Tenemos pueblo? ¿Sí o no?

El C. Huerta: Tienen ustedes algunos elementos y cuando ustedes tengan la mayoría, esa misma mayoría, por sí sola, sin necesidad de elementos extraños, los irá a arrojar del poder. (Una voz: ¡Eso va a pasar!) ¡pues que pase! (Continúan los gritos en las galerías.) Voy a terminar, señores, (Campanilla.) haciendo esta declaración: ante la ley no puede existir allí la flamante Legislatura que ellos llaman o que ellos titulan, porque no fue instalada por la Diputación Permanente, única que tiene facultades constitucionales para instalar a la Legislatura nueva. Esto lo dice el artículo 45, en la fracción V, de la constitución local, y ruego yo al señor compañero Barón Obregón, le dé lectura.

- El C. secretario Barón Obregón, leyendo:

"Artículo 45. Son atribuciones de la Comisión Permanente:

"V. Instalar la Junta Preparatoria del nuevo Congreso."

El C. Huerta: Firmada la Constitución por este señor....

El C. secretario Barón Obregón: "12 distrito electoral, profesor Pedro Suárez."

El C. Huerta, continuando: El mismo compañero Suárez, autor de esta Constitución, sabe perfectamente que la única autoridad constitucional para instalar un Colegio Electoral es la Diputación Permanente. Sí, pues, la Diputación Permanente es la única facultada para instalar el Colegio Electoral; sí, pues, la Diputación Permanente no fue la que instaló, ni pudo ser instalación la que se hizo....

El C. Rama, interrumpiendo: ¡Entre balas!

El C. Huerta: No, señor, si hubiera sido entre balas, no estaría allí sentado el señor Suárez, ni vivirían más de cuatro.

El C. Herrera Moisés G.: ¿Me permite una interpelación?

El C. Huerta: Sí, señor.

El C. Herrera Moisés G.: Con permiso de la Presidencia. Señor compañero: Me hace usted favor de decirme si ustedes cuentan con la fuerza suficiente en el estado de Tlaxcala, ¿Por qué en el tren, en el camino para Tlaxcala, le decía usted al compañero Suárez que no le fuéramos a hacer nada.... (Aplausos.) y después se constituía usted en director de la campaña que se emprendió contra nosotros? Porque quiero hacer notar aquí que todos los esbirros del gobernador Apango nos señalaban a todos los diputados al Congreso de la Unión, para que fuéramos asesinados. Un empleado del Gobierno, con manos temblorosas y llevando en ellas unas tarjetas que se le cayeron al llegar a nosotros nos invitó a que nos trasladáramos inmediatamente al lugar del sacrificio. Dígame si no es cierto que le dijo al compañero Suárez que no le fuéramos a hacer nada en Tlaxcala.

El C. Huerta: Aprovecho esta oportunidad, porque me recuerda usted una verdadera chanza con el compañero Suárez. Iba platicando conmigo cuando le dije: ¿A que va toda esta gente, todo este pie veterano, a que va hombre? ¡Vean que yo voy solo! Una frase de cajón. Termino, señores, declarando que no hay tal Legislatura liberal, es una farsa tal Legislatura, y si no hubiera de por medio testigos presenciales y de confianza del Ministerio de Gobernación -como reza la prensa de todos los colores, del día de hoy -, podría sorprenderse a la superioridad; pero no cuando hay testigos que pueden declarar que los causantes de esta pequeña tragedia fueron los llevados de esta capital. Así, pues, dejo a la consideración de los señores diputados......

El C. Suárez Pedro: Con permiso de la Presidencia. ¿Dónde se encontraba usted mientras se desarrollaba la pequeña tragedia?

El C. Huerta: Me encontraba en el Tribunal Superior.

El C. Suárez: En el Tribunal, no señor; estaba usted en los balcones del Palacio Legislativo, señalando a determinadas personas. (Aplausos.)

El C. Huerta: No sería tan imbécil de ponerme en el balcón para recibir las descargas de las pistolas.

El C. Suárez: Si se hubiera encontrado en las partes de la Legislatura, en donde se desarrolló la pequeña tragedia que dice usted, hubiera sentido pasar las balas.

El C. Huerta: Si hubiera estado en el balcón, las hubiera sentido.

El C. Gandarilla: Honorable Asamblea:

La Presidencia me ha concedido el honor de hacer una interpelación que el compañero, para mí muy respetable, Moisés Huerta, va a tener la deferencia de contestarme. Hay aquí, en el fondo de esto, y a nadie se le escapa, mucho de política, mucho de intriga. Y yo quiero que, poniéndose la mano en el pecho, diga a esta Asamblea, si es cierto, como afirmó algún ciudadano diputado, que aquellas balas iban acompañadas de los gritos de: ¡viva Pani! y ¡muera Calles! Esto es importante, porque quiero yo saber y desentrañar los móviles de todos esos movimientos, que ni siquiera he tenido tiempo de estudiar debidamente; quiero que me diga si es cierto, o no.

El C. Huerta: Yo no estaba en ese lugar, yo me encontraba en un lugar cercano, para precisarlo; hubo gritos, efectivamente, pero entiendo que, lejos de ser de: ¡muera Calles!, fue lo contrario: ¡viva Calles! (Una voz: ¡No es cierto!) Y esos gritos los lanzaban los que iban desde esta capital, armados con pistolas.

- El C. secretario Barón Obregón, leyendo:

"H. Asamblea:

"Los que suscribimos, en atención a la importancia que reviste el debate sobre la Ley del Petróleo, sometemos respetuosamente a vuestra consideración, con dispensa de todo trámite, el siguiente punto de acuerdo:

"Llámese al ciudadano secretario de Industria

y Comercio, para que asista a la discusión de la Ley del Petróleo, con objeto de que informe sobre el particular."

"Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados.

- México, marzo 15 de 1923.-J. Certucha.- Porfirio del Castillo.- E. Portes Gil.- E. Gandarilla.- Mauricio Gómez.- Guillermo Rodríguez."

Está a discusión. No habiendo quien haga uso de la palabra.....

El C. Espinosa Luis: ¡Moción de orden! Sabe su señoría, o debe saberlo cuando menos, que ayer quedé en el uso de la palabra para hablar sobre este asunto.

El C. presidente: Es que se ha presentado una nueva proposición.

El C. Espinosa Luis: Yo no tengo la culpa de que se haya dado lectura a ese documento, yo tengo que hablar al margen de él; si su señoría dispone otra cosa, no es culpa mía.

El C. secretario Barón Obregón: Está a discusión.

El C. Espinosa Luis: Conforme al reglamento, tengo la palabra. (Voces: ¡Tribuna! ¡Tribuna!)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Luis Espinosa.

El C. Espinosa Luis: Ciudadanos representantes:

En la sesión de ayer manifesté que los ataques enderezados al ciudadano secretario de Industria y Comercio, por uno de los miembros de la comisión dictaminadora del proyecto de Ley del Petróleo, no estaban justificados; me apoyé en los artículos del Reglamento, que indican las relaciones entre el Legislativo y el representante del Ejecutivo y sus secretarios de Estado. De estos artículos se desprende de manera meridiana que los secretarios tienen obligación de venir cuando los llama la Cámara a informar sobre los asuntos relacionados con la Secretaría que desempeñan; que este informe debe ser precisamente antes de empezar los debates. Dije también que el proyecto de ley que se discute, no ha sido formulado por el secretario de Industria y Comercio, sino que es original de las comisiones dictaminadoras del Petróleo; manifesté que las comisiones, conforme a los preceptos reglamentarios, están autorizadas para acudir a todas las fuentes oficiales y recabar datos, documentos e informes que necesiten. Dije también que los actos no sólo del secretario de Industria y Comercio, sino de todos los secretarios de Estado, están sujetos a la aprobación del ciudadano presidente de la República y que, por lo tanto, lógicamente, el ciudadano presidente de la República es el responsable directo de los actos de los secretarios de Estado y que, por esta consideración, no creí justo que los miembros de las comisiones del Petróleo atacaran a Alessio Robles, ya que, en todo caso, al no estar conformes con la política petrolera que este ha desarrollado, deberían atacar un poco más alto, esto es: al ciudadano presidente de la República. (Aplausos.)

Las pasiones estaban por desbordarse al terminar la sesión el día de ayer. El ciudadano doctor José Manuel Puig, miembro de una de las comisiones dictaminadoras, que durante toda la tarde se había ocupado de hacer juicios críticos acerca de la labor del ciudadano licenciado Miguel Alessio Robles, al frente de la Secretaría de Industria y Comercio, terminó con un esbozo de amenaza que, francamente, no me causó extrañeza, porque el compañero Puig padece a veces de una enfermedad que, entiendo, no está clasificada hasta la fecha. Pretende, en ciertos momentos, dar muestras de una intemperancia que en él, tan sereno y tan correcto, ni se explica ni cuadra bien. Pretende exhibirse con gestos de hombría baja, que no sientan bien en un hombre de su cultura, y de ahí estos principios de amenaza esbozada que, como antes dije, a mí no me llaman la atención; pero de todos modos, necesito aclarar que los consejos y las amenazas, cuando se hacen a hombres, son verdaderas tonterías, porque a los hombres ni se les amenaza ni se les aconseja.

Yo quisiera que en este debate no usásemos de personalismos, que hiciéramos a un lado los calificativos que hieren y que lastiman; que pensáramos que en esta lucha debemos tener como argumentos las ideas, que somos compañeros y que nos debemos estimación y respeto. Hace algún tiempo manifestaba que mi satisfacción más grande al terminar esta Legislatura, sería la de retirarme, sabiendo que no dejaba odios, que no dejaba rencores. Me duele, francamente, crearme enemigos. Sé, a pesar de mis intemperancias, que procuro a toda costa refrenar, que toda labor de odio significa raquitismo intelectual y pobreza de miras. Yo no tengo enemigos personales y creo que ni verdaderos enemigos políticos. Hasta hoy no he sentido en realidad la altísima satisfacción de conceder este título a nadie; si acaso contaré a uno que otro que se consideren mis enemigos políticos, a quienes desprecio como se desprecia un escupitajo, y otros a quienes respeto, porque respeto merecen.

Si esta ha querido ser mi linea de conducta dentro de esta Cámara y a pesar de mis intemperancias y de mis impulsivismos, he procurado moderarme, yo ruego a todos los compañeros que me ayuden a no quebrantar tan firmes como sinceros propósitos. Dentro de estos propósitos hago a un lado la amenaza esbozada del compañero Puig, que podría lastimar mi susceptibilidad de hombre, y en lugar de contestarle y procurar exhibirlo, en lugar de valerme de armas políticas como las que pudiera yo...

El C. Puig y Casauranc Carlos: ¡Hágalo!

El C. Espinoza Luis: Compañero, le reitero mi súplica; le ruego que me deje en paz. Si quiere usted algo conmigo, puede entenderse de otro modo; pero aquí no haga usted que descienda mi labor de diputado.

El C. Puig y Casauranc Carlos: Pido la palabra.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Me permite la palabra para interpelar al orador?

El C. presidente: Puede usted hacerlo.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: En prueba de serenidad y de alto respeto a esta Asamblea y para mantener el debate que va a seguir en las alturas que le corresponde por su trascendencia nacional, declaro que no hubo en mi intención asomo de amenaza en mis frases últimas de ayer. Tráteseme como se me trate, siempre, por respeto a esta Asamblea, usaré guante blanco en esa tribuna. (Aplausos.)

El C. Espinosa Luis: No podía esperar menos

del compañero doctor José Manuel Puig, a quien siempre he considerado un caballero y así lo he pregonado en repetidas ocasiones desde esta tribuna. Esto viene a terminar cualquier incidente personal que hubiera podido surgir entre nosotros, y así como él protesta ante vosotros que me tratará como siempre, con guante blanco, yo una vez más me enorgullezco en tenderle mi mano de amigo. El doctor Puig sabe bien, porque se lo manifesté esta mañana, que no quería que se ahondaran entre nosotros nuestras dificultades; que no quiero -lo repito con el corazón en la mano - crearme un nuevo enemigo dentro de esta Asamblea. Cuando los he tenido les he sabido hacer honor; he demostrado - y muchos compañeros lo saben - cómo he sabido ser amigo y cómo he castigado, cómo he tratado a mis enemigos. Por lo tanto, no se crea que asumo esta actitud de concordia por bajeza o por cobardía, sino porque creo, ciudadanos representantes, que ha llegado ya el momento, dentro de la paz que se siente fuera, de hacer también aquí labor de concordia, de armonía y de patriotismo; y como yo sé que el odio es estéril, quiero que haya entre nosotros la fraternidad, que es fecunda.

Yo le decía esta mañana al compañero Puig, que en lo particular estoy dispuesto a contestar su esbozada amenaza de ayer. Usted dijo ayer, compañero Puig, que ya no me trataría con guante blanco, sino que probablemente con guante de algún color obscuro, y yo, compañero, repitiendo el chascarrillo que ya le conté muy en la intimidad, digo a usted que también tenía escogida la clase de piel y el color de la piel de los guantes con que pensaba atacar a usted. No crean ustedes, señores, que es algo malo, es un cuento que por ser sólo para hombres, como dicen ciertos libros, no lo digo aquí. (Risas.)

Yo no puedo atacar la proposición que se discute. En su fondo soy y seré siempre su partidario de que, haciendo uso de una facultad que nos concede el reglamento, llamemos, cuantas veces sea necesario, a los secretarios de Estado para que se acerquen a esta Representación Nacional y den a conocer sus puntos de vista sobre los problemas que les competen. Si he sido, pues, el defensor de esta facultad, mal podría en este caso oponerme a que se llame al ciudadano Alessio Robles, secretario de Industria y Comercio. Lo que me propongo en estos momentos es hacer conciencia en vosotros, manifestar que el caso del ciudadano Alessio no es, como pudiera creerse, un caso de responsabilidad directa. Ya manifesté que él no es el autor del proyecto que se discute; claro que este proyecto está relacionado con las funciones del ciudadano secretario de Industria y Comercio, como lo está también con las funciones del secretario de Hacienda. He manifestado, y esto quiero que lo tenga muy presente la Asamblea, que los asuntos importantes, de verdadera trascendencia, no los despacha por sí solo el secretario de Estado, los despacha de acuerdo con el ciudadano presidente de la República; que el ciudadano secretario de Estado no tiene responsabilidad oficial, de acuerdo con nuestro sistema presidencial; que ni el mismo presidente de la República tiene esa responsabilidad; y dentro de este régimen nuestro, creo que no es justo ni es correcto enseñarnos atacando la personalidad de un funcionario público, de un secretario de Estado, ya sea que se le quiera juzgar dentro de sus aspectos personales o dentro de sus funciones administrativas.

Estas aclaraciones, ciudadanos representantes, he querido repetirlas para que vea la Asamblea, sin pasión alguna, que el ciudadano Alessio Robles no es culpable ni responsable de algo que merezca la censura vuestra; al contrario, él dio órdenes, como lo ha confesado la misma comisión, para que a ésta se le suministraran todos los datos oficiales que deseara; si no lo hicieron los encargados de cumplir esta orden del ciudadano secretario Industria y Comercio, la culpa es directa de ellos. Yo no sé si los compañeros se quejarían con él, porque haberse quejado y no haber hecho éste que se cumplieran sus órdenes, probablemente habría una responsabilidad; pero una responsabilidad que apenas si puede catalogarse como una leve falta de consideración para los compañeros y que de ninguna manera puede constituir una responsabilidad oficial.

Fijadas así las cosas, ciudadanos diputados, yo no puedo oponerme a que se llame al secretario de Estado; en buena hora; hoy será Alessio Robles, y mañana será otro secretario de Estado, y hoy, como mañana, yo estaré con vosotros para que sean llamados los secretarios de Estado, ya que soy uno de los más fervientes partidarios del régimen parlamentario en nuestra República, y yo entiendo que estas invitaciones a los secretarios de Estado serán un principio, serán un zapapico con el que se empiece a destruir nuestra vieja estructura gubernamental; serán un instrumento con el que se abra la puerta por donde deberá pasar mañana el régimen parlamentario.

Hechas estas consideraciones, que consideraba necesarias, abandono esta tribuna, recomendando una vez más a los compañeros la ecuanimidad, la serenidad al tratar este asunto, no por consideraciones personales, sino por cuestión de lógica. Si aquí pregonamos siempre que somos amigos del Ejecutivo, pues demos una muestra de esa amistad, de esa solidaridad, siendo conscientes, sabiendo hacer labor de unión, demostrando que el Ejecutivo no hace mal al tener al frente de las secretarías de Estado a los hombres que tiene, porque si a personalizar vamos, yo podría preguntar a muchos de vosotros que me dijeran si hay algunos otros funcionarios ineptos en algún otro Ministerio y vosotros, a fuer de honrados y caballeros, tendríais que confesar que sí.

El ciudadano presidente de la República es el único responsable de la labor de sus secretarios y él sabe por qué los tiene ahí; por esto, yo considero que casi siempre es él el único responsable de lo que hacen los secretarios en los ministerios.

Si queremos ser francos y leales, no ataquemos abajo, ataquemos arriba; en lugar de atacar a los secretarios de Estado, ataquemos al presidente de la República. (Aplausos.)

El C. presidente: Tiene la palabra en pro el ciudadano Gandarilla.

El C. Gandarilla: Como autor y firmante de esa proposición, quiero fundarla, pero antes también quiero felicitar calurosamente a los compañeros

Puig y Casauranc, y Espinosa Luis, porque nos han demostrado palpablemente que los debates en esta Asamblea se van elevando, como debe ser en toda asamblea democrática. Después de esta felicitación a los compañeros, debo quitar un escrúpulo al amigo del secretario de Industria, al señor Espinosa Luis, y este escrúpulo es que no ha habido en ninguno de los firmantes de la proposición, ni en Portes Gil, ni en Gandarilla, ni en Certucha, ni en ningún otro el deseo de atacar aquí al secretario Alessio Robles. Solamente ha sucedido que la comisión que está elaborando la Ley del Petróleo, trascendental en sus consecuencias para el país, ha dicho ante esta Asamblea que se le habían negado informes para formular debidamente este proyecto de ley. Lo que queremos los que hemos firmado esta proposición, compañero Espinosa -y con esta aclaración quedará usted satisfecho -, es que venga el honorable secretario de Industria y Comercio para que dé las luces que se le piden, para que dé las luces que la comisión necesita, a fin de que se continúe elaborando la Ley del Petróleo. Por otra parte, compañero Espinosa, para fundamentar esa proposición solo me permito el grande honor de dar lectura al artículo 93 constitucional, que quitará los escrúpulos a su señoría, pues usted comprende que el artículo 93 es superior, a los reglamentarios, y dice así:

"Los secretarios de Despacho, luego que esté abierto el período de sesiones ordinarias, darán cuenta al Congreso, del estado que guardan sus respectivos ramos. Cualquiera de las Cámaras podrá citar a los secretarios de Estado para que informen, cuando se discuta una ley o se estudie un negocio relativo a su Secretaría."

Y este es el caso, compañero Espinosa.

El C. Manrique: Con fundamento en el artículo reglamentario relativo y por haberse solicitado de mí que lo leyera, pido atentamente a la Secretaría se sirva dar lectura a un documento relativo a la proposición a debate, o que puede considerarse en conexión con ella.

- El C. secretario Barón Obregón leyendo:

"Poder Ejecutivo Federal.- México.- Estados Unidos Mexicanos.- Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.- Secretaría Particular.- Número 17.

"A la Comisión de Petróleo de la H. Cámara de Diputados.- Presente.

"Como en la sesión de ayer tarde un diputado aseguró que esta Secretaría no había publicado el contrato de la concesión otorgada a los señores Navarro y socios, para perforar 18 pozos en distintas zonas federales, una de las cuales está ubicada en el predio de "Juan Felipe", tengo el honor de informar a esa H. Cámara que, en efecto, no se ha publicado dicho contrato, porque hasta ahora no ha sido firmado por esta Secretaría.

"Protesto a ustedes las seguridades de mi distinguida consideración.- Sufragio Efectivo. No Reelección.- México, D. F., 16 de marzo de 1923.- El secretario, Miguel Alessio Robles."

El C. Gandarilla: Como la lectura de ese documento en nada ataca el argumento principal que he presentado, creo que el compañero Manrique no ha hablado en contra de la proposición.

El C. secretario Barón Obregón: No habiendo más oradores inscriptos, se consulta a la Asamblea, en votación económica, si se aprueba la proposición. Los que estén por la afirmativa, se servirán manifestarlo. Aprobada la proposición. Se nombra en comisión para invitar al ciudadano secretario de Industria, para que asista a esta sesión con objeto de informar, a los ciudadanos Porfirio del Castillo, Guillermo Rodríguez, Rubén C. Navarro, Matías Rodríguez, J. Guadalupe López y secretario Gandarilla.

El C. Rodríguez Guillermo: Yo ruego al señor presidente que me releve de la comisión, porque quiero no perder nada de este debate. Como va a continuar, no quiero ausentarme del salón.

El C. presidente: Como quedan algunos otros documentos en cartera, tiene el compañero tiempo de ir al desempeño de la comisión.

- El C. secretario Barón Obregón, leyendo:

"A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de Diputados:

"Dados los atropellos que actualmente está cometiendo el gobernador Moreno en el Estado de Zacatecas contra los ayuntamientos del mismo, pretendiendo deponer al presidente municipal de Jerez, contra el sentir del propio Ayuntamiento de este lugar, y a fin de garantizar a éste con su carácter de independencia que la Constitución le otorga,

"Atentamente les rogamos hacerlo del conocimiento de esta H. Cámara, para que, si a bien lo tiene, se digne nombrar una comisión que, acercándose al ciudadano secretario de Gobernación, pida se otorguen al Ayuntamiento que Moreno trata de atropellar, las garantías a que tiene derecho.

"México, a 15 de marzo de 1923.- Enrique García.- Leopoldo Estrada.- Rodrigo Palacio.- F. Rodarte.- E. Mena Córdova.- J. B. González.- J. Jesús Velásquez."

Está a discusión. Se consulta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Se dispensan los trámites. Está a discusión. Tiene la palabra el ciudadano Estrada Leopoldo.

El C. Estrada Leopoldo: Ciudadanos diputados:

Es verdaderamente penoso para mí el venir a ocupar la atención de esta Representación Nacional, con el objeto de tratar asuntos de mi Estado; pero el caso es grave y trascendental. No es éste el único Ayuntamiento que hasta ahora ha sido disuelto en una forma arbitraria, por nuestro gobernador; son varios los ayuntamientos que en la misma forma se han disuelto y sin autorización alguna que le dé la ley a este funcionario para el caso. En esta virtud, hoy vengo aquí, haciéndome eco del ciudadano presidente municipal de Jerez, para exponer mi queja ante la Representación Nacional y a fin de que, en alguna forma, se pongan trabas a este funcionario, que día a día se va haciendo más insoportable, Ayer se dio lectura al telegrama correspondiente. El ciudadano gobernador del Estado, en su propósito de tener siempre elementos incondicionales, ha procurado quitar a todos aquellos elementos que no han querido ser de

esta especie. Se acercan las elecciones para la legislatura local y pretende él, tener ayuntamientos de él, a fin de llevar a la Legislatura elementos como los que actualmente tiene, es decir: elementos que en ninguna forma puedan obstruccionar. Nuestro flamante gobernador tiene pecados muy grandes en su administración; desde que éste entró -que entró en una forma irregular, puesto que la calificación de su elección se hizo por el Supremo Tribunal en lugar de la Legislatura, que era a quien incumbía esto -, dio algunos decretos -fueron cuarenta y tantos - y entre otros, dio uno suprimiendo la Sección de Glosa, como dependiente de la Cámara local y la hizo depender absolutamente de él, para así hacer las cosas a su antojo. La Constitución Política del Estado no autoriza al gobernador para quitar funcionarios públicos de elección popular y que sean netamente de ayuntamientos. A este efecto, suplico a la Secretaría me haga favor de dar lectura a la fracción VI de la Constitución del estado.

- El C. secretario Barón Obregón, leyendo:

"Constitución Política del Estado libre y soberano de Zacatecas.

"Capítulo III.

"De las facultades del Congreso.

"Artículo 38. Son facultades del Congreso del Estado:

.. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. "VI. Declarar cuando haya desaparecido la Asamblea de algún municipio, que es llegado el caso de nombrar presidente municipal provisional y convocar a elecciones extraordinarias para el restablecimiento de dichas autoridades."

El C. Estrada, continuando: Como ven los señores diputados, es el único caso en que el Congreso local y no el gobernador, puede designar presidentes provisionales cuando hayan desaparecido las asambleas de algún municipio, y aquí no ha desaparecido el Ayuntamiento del municipio de Jerez y, al contrario, los munícipes de dicho ayuntamiento se resisten a que se deponga al presidente municipal, de su puesto. De ahí nuestra proposición, a fin de que se designe por esta honorable Cámara, si así lo cree pertinente, una comisión que, acercándose al ministro de Gobernación y poniendo de manifiesto los atropellos de nuestro gobernador, imparta a aquel Ayuntamiento y al presidente municipal correspondiente, las garantías necesarias, a fin de que siga funcionando como lo previene la misma Constitución. Tenemos en la misma Constitución Política un artículo que señala perfectamente cuál es la misión del Ayuntamiento y su independencia completa por lo que se refiere al Gobierno del Estado. Ruego a la Secretaría me haga el favor de darle lectura.

El C. Altamirano Manlio Flabio: ¿Todavía cree usted en las Constituciones?

- El C. secretario Barón Obregón, leyendo:

"De los municipios del Estado .

"Artículo 79. Los municipios que integran el territorio del Estado, conforme al artículo 11 de la presente Constitución, son independientes entre sí. Cada uno será administrado por un Ayuntamiento y no habrá entre ellos y los poderes del Estado, ninguna autoridad intermedia.

"Artículo 80. Los municipios administrarán libremente su Hacienda, la que se formará de los bienes propios de aquéllos y de las contribuciones que anualmente les asigne el Congreso, las que, en todo caso, deben ser suficientes para atender las necesidades de dichos municipios."

El C. Estrada Leopoldo: Vistos estos artículos, una vez más se confirma la arbitrariedad altamente manifiesta del ciudadano gobernador del Estado, al tratar de deponer a algún funcionario de elección popular, para lo que no tiene derecho. Así pues, creo que esto es suficiente para demostrar a ustedes que estamos justificados para pedir a esta honarable Asamblea se apruebe la proposición que presentamos.

El C. Manrique Aurelio: ¿Cómo dice la proposición?

El C. secretario Barón Obregón: Dice así:

"Atentamente les rogamos hacerlo el conocimiento de esta H. Cámara para que, si a bien lo tiene, se digne nombrar una comisión que, acercándose al secretario de Gobernación, pida se otorguen al Ayuntamiento que Moreno trata de atropellar, las garantías a que tiene derecho."

No habiendo oradores inscriptos, se consulta a la Asamblea, en votación económica, si se aprueba el nombramiento de esta comisión. Los que estén por la afirmativa, sírvanse manifestarlo. Aprobado.

La presidencia ha tenido a bien designar para que se acerquen al ciudadano secretario de Gobernación a desempeñar el cometido que se les confía, a los ciudadanos siguientes: Rodrigo Palacio, Rodarte, Velásquez Jesús, García Enrique, Estrada Leopoldo y secretario Samayo.

El C. Manrique: Pido la palabra.

- El C. secretario Barón Obregón, leyendo:

"Poder Ejecutivo Federal.- México.- Estados Unidos Mexicanos.- Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo.- Número 2,380.- Departamento de Petróleo.

"A los ciudadanos secretarios de la H. Cámara de diputados.- Presente.

"Con el presente tengo el honor de remitir a ustedes una lista de las concesiones y permisos vigentes que se han otorgado para la exploración y explotación petroleras apartir del año de 1906.

"Reitero a ustedes las seguridades de mi atenta consideración.

"Sufragio Efectivo. No Reelección.- México, D.F., 16 de marzo de 1923.- El secretario, Miguel Alessio Robles."- Recibo, y a las comisiones que tienen antecedentes.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Manrique.

El C. Manrique: Señores diputados:

Creo de mi deber decir algunas palabras a propósito, o si queréis, con pretexto del debate relativo a las recientes elecciones del Estado de Tlaxcala. Sé desde luego que se puede hablar en estos momentos en un ambiente de mayor serenidad; paso ya el artificio de tempestad provocado por

un público formado exprofeso. Es visible, para quienes tenemos ya siquiera una poca de experiencia en estos juegos entre bastidores, que durante todo el debate sobre la cuestión de Tlaxcala, las entradas estuvieron guardadas por ujieres con instrucciones expresas. (Aplausos en las galerías.)

Para quienes tenemos el hábito de explorar las galerías, no fue difícil el reconocer en ellas rostros conocidos, y fue fácil observar también, que apenas descendió de la tribuna el ciudadano licenciado Moisés Huerta, apenas se inició otro debate, determinados asistentes a las galerías abandonaron sus asientos como obedeciendo alguna invisible consigna; y fue también visible que las puertas serradas por espacio de algunos minutos, se abrieron generosamente. (Aplausos en las galerías.) Sea de ello que lo que fuere, como yo no hablo en estos momentos para galerías formadas exprofeso, sino para los diputados que me escuchan y entre quienes tengo derecho a creer que hay algunos hombres que tengan siquiera un momento en su vida, una poca de videncia, una clara visión de la vida, debo referirme -muy a la ligera - a la lección que pudiera tener para la mayoría imperante, lo acontecido en Tlaxcala el día de ayer.

Es dolorosamente ridículo, señores diputados, el pretender hacer creer a la nación mexicana que lo acontecido en Tlaxcala, que la derrota sufrida en Tlaxcala...(Siseos. Gritos en las galerías.) que el vapuleo sufrió en Tlaxcala por el grupo cooperatista local, revista las proporciones de una tragedia nacional. Es dolorosamente ridículo seguir afirmando con énfasis de histrión que el Partido Nacional Cooperatista es la República. Lo acontecido en Tlaxcala no significa sencillamente sino que donde las dan las toman, donde repican doblan. (Siseos. Aplausos.) Es ridículo que un partido que perdió ha mucho tiempo, si alguna vez la tuvo, la sensibilidad de su epidermis y la sensibilidad de su pituitaria, es dolorosamente ridículo que este mismo partido, que ha cerrado los ojos a muchos errores y cerrados sus oídos a las voces que le señalaban sus descaminos, vengan ahora a escandalizarse por lo no son sino polvos de aquellos lodos. Ciudadanos diputados, lo que se siembra se cosecha; quien siembra vientos recoge tempestades. (Aplausos. Siseos.) Y es cosa corriente que la historia no es otra cosa que una serie, que una cadena de venganzas. ¡Qué mucho que el Partido Liberal Constitucionalista Tlaxcalteca vengue hoy los agravios recibidos en agosto reciente! (Voces: ¿Cuáles?)

El C. Del Castillo Israel, interrumpiendo: El sacrificio de las credenciales.

El C. Manrique, continuando: Lo que es pueril es pretender dar proporciones de tragedia nacional a lo que no es otra cosa que un merecido vapuleo al Partido Cooperatista local del Estado de Tlaxcala. (Siseos.) Siento que la pujanza de la mayoría de ayer esté ya tan próxima a desaparecer. (Voces: ¡Ah!) a pesar de la risa que quiere ser sarcástica del ciudadano Aquilino Emilio Rama. Es significativo, es sintomático que al iniciarse un debate de estos sobre política de campanario, se den órdenes especiales a los ujieres de la Cámara... (Voces: ¡No! ¡No! ¡Si! ¡Si!) Lo que yo quiero afirmar, señores diputados, para no ocupar durante más tiempo vuestra atención, es que lo acontecido ayer en Tlaxcala no constituye a la postre sino un toque de alarma, una llamada de atención para quienes aún conservan un poco de sensatez en las filas del Partido Nacional Cooperatista. Lo acontecido en Tlaxcala significa una sola cosa: que Tlaxcala es un Estado que se defiende; que Tlaxcala es un Estado que opone el valladar de su resistencia a la invasión de una camarilla, al contagio de una camarilla.

El C. Suárez, interrumpiendo: ¿Me permite el orador una interpelación?

El C. Manrique: No hay discusión posible entre el compañero Suárez y yo; no hay aclaración posible. Cada uno de nosotros trae aquí el bagaje de sus prejuicios, y no ha de ser la dialéctica del compañero Suárez, a quien estimo sincero, puesto que defiende su punto de vista personal y sus intereses personales....

El C. Suárez: Defiendo al pueblo de Tlaxcala, compañero; al verdadero pueblo.

- El C. Manrique, continuando:..., sus intereses morales -yo no hablo de intereses de otra suerte -, sus intereses morales vinculados en eso que el compañero Suárez llama "el verdadero pueblo de Tlaxcala", la que me convenza. No podremos ponernos en esto de acuerdo. Lo que quiero decir el que el Partido Cooperatista nacional, si aún hay en él hombres sinceros, capaces de imponerle una orientación clara y diáfana, debe aprovechar la lección de lo ocurrido ayer en Tlaxcala. Es Tlaxcala un Estado pequeño y pobre, distante muy pocas horas de la capital de la República, y este Estado ha podido defenderse, y muy pronto sabremos si se habrá defendido con éxito; pero si fracasa, se habrá al menos defendido con bozarría este Estado a pesar de su pequeñez y de su pobreza, de este morbo de la camarilla cooperatista. (Siseos en las galerías.) Y quiero aprovechar la oportunidad, a pesar de vuestras sonrisas, compañero Santa Ana, para deciros que no es Tlaxcala el único Estado que ha sabido defenderse; que San Luis Potosí, a pesar de vuestras sonrisas escépticas, es también un Estado que ha sabido defenderse contra Juan Barragán, primero, contra Severino Martínez, después, y más tarde sabrá defenderse contra el candidato de cualquiera camarilla aunque pomposamente se titule nacional. Y digo esto porque ya se anuncia que el Partido Cooperatista Nacional lanzará sobre el Estado de San Luis Potosí sus legiones de porristas, porque ya se anuncia que centenares de aquellos que encuentran en la política electoral oportunidad propicia para satisfacer pequeños y bajos apetitos, irán al Estado de San Luis Potosí en busca de fácil pitanza; y a esos es bueno advertir que la empresa pudiera resultar peligrosa, que ya es tiempo de comprender que no es con pandillas burocráticas como se domina a hombres libres, que ya es tiempo de pensar que no es con las pandillas reclutadas en la Contaduría Mayor de Hacienda como se ganan elecciones. (Aplausos. Siseos.)

El C. Díaz Soto y Gama: ¡Muy bien!

El C. Manrique: Y esto es verdad, a pesar vuestra sonrisa imbécil, ciudadano Onésimo González. (Aplausos.) Que la Contaduría Mayor de Hacienda pague más de doscientos pesos diarios a los propagandistas de mi contrincante en el Estado de

San Luis Potosí...(Voces en las galerías: ¡Pruebas! ¡Pruebas! Desorden. Campanilla.) ¡Ay, bien se ve que son los afectados los que demandan pruebas! (Voces: ¡Muy bien! Aplausos ruidosos.) Que el Ayuntamiento de la capital envíe a legiones de porristas y fascinerosos políticos al Estado de San Luis Potosí! ¡que las arcas de la Tesorería Municipal se abran pródigamente para vaciarse sobre el Estado de san Luis Potosí! ¡Nada importa! el torrente del oro no todo lo corrompe, y se equivocan lastimosamente quienes imaginan que todo hombre tiene su precio. Hay aquí quien afirma despectivamente, que el ideal carece de todo valor; que los candidatos idealistas, los soñadores, los quijotes, están condenados a ser perpetuamante derrotados. Hay aquí quien afirme, hay aquí quien crea así lo afirma con sonrisa de excepticismo, que el verbo no existe, que no tiene fuerza alguna en el mundo. Hay aquí quien ignora que el verbo ha escrito la historia del mundo! Hay aquí quien ignora que sólo la fuerza moral ha ganado las grandes batallas de la humanidad, y hay aquí -iluso y ciego- quien sonríe afirmando que tal idealista carente de dinero, que no tiene dinero qué ofrecer pródiga y generosamente a los propagandistas, está definitivamente condenado; hay aquí quien afirma que no hay sino dos realidades prácticas en la vida: un garrote, una porra en la diestra y una talega de oro en la siniestra. Para todos estos practicistas, por todos estos sanchopancistas, el Estado de San Luis tendrá a su tiempo, como ayer Tlaxcala, la dura respuesta definitiva. Que un partido que se llama nacional, porque es fuerza llamarse de algún modo, desligado ya definitivamente del sentir dominante de la República, pretenda imponer su capricho en el país entero; que este partido, a pesar de los diarios fracasos que ya comienzan, quiera todavía, pretenda todavía seguir imaginando una halagadora realidad... ¡y qué nos importa! El Partido Cooperatista Nacional pretendió hace pocas semanas adueñarse del Gobierno del Estado de Guerrero y fracasó en la empresa.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Bravo! ¡Muy bien! (Aplausos. Siseos.)

El C. Manrique, continuando: El Partido Cooperatista Nacional se comprometió públicamente ante la nación en la defensa de un logrero, el gobernador de Coahuila Arnulfo González; y Arnulfo González, o soy un ciego, ha caído definitivamente del Gobierno del Estado de Coahuila. ¡Pero todo esto no abre todavía los ojos a los ciegos voluntariamente ni les quita las telarañas del cerebro. Que Tlaxcala, Estado pequeño y miserable se defiende del morbo cooperatista y no ven claro aun los dominantes, ¡nada importa! que en la Contaduría Mayor de Hacienda y en el departamento de Estadísticas de esta Cámara se reclutan porristas a soldada para ganar las elecciones en los diversos Estados de la República; Que estas mismas oficinas brindan generosamente carne de presidio para tramar el asesinato de García Vigil...! (Aplausos. Voces: ¡No! ¡No!) ¿Y qué importa? Vuestra sensibilidad parese definitivamente embotada: no estáis dispuestos, ciudadanos de la mayoría, a abrir aún los ojos a la luz. ¿y qué importa? Seguís creyendo que no hay en la vida sino una realidad práctica: el garrote.

El C. Díaz Soto y Gama, interrumpiendo: ¡Y el dinero!

El C. Manrique, continuando: Ignoráis positivamente la fuerza del verbo, la prepotencia de la fuerza moral! Para vosotros yo tengo también mi desprecio; para vosotros que me desdeñáis, que desdeñáis a los idealistas -o afectáis desdeñarnos -, yo pudiera también responderos con la frase del poeta latino: Tenéis -parafraseando torpemente las palabras del poeta - la Contaduría Mayor de Hacienda; tenéis el Ayuntamiento; aún contáis con algunas ministerios; tenéis a raudales oro corruptor y tenéis todo, pero os falta una sola cosa... (Voces: ¡Manrique!) "- Y pues contáis con todo, os falta una sola cosa: Dios!" Y pues contáis con todo, pujantes y avasalladores miembros de la Mayoría Cooperatista, os falta una sola cosa: el amor a la verdad, el amor a la justicia y el respeto al honor! (Aplausos. Siseos.)

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano Portes Gil. (Aplausos.)

El C. Portes Gil: Señores representantes: Realmente la extensa peroración del diputado agrarista Aurelio Manrique ha venido aquí en estos momentos a demostrar una sola cosa y esta es el despecho profundo.... (Aplausos.) que sienten dos o tres agraristas porque el núcleo agrarista verdaderamente revolucionario y verdaderamente bien intencionado se ha separado del llamado Partido Agrarista que dirige el inmoral Rodrigo Gómez (Aplausos.) Esta es la verdad de las cosas, pese a los compañeros que militan dentro del grupo agrarista! Los agraristas de verdad, los agraristas representados en las personas del general Magaña, los agraristas que alientan en la persona del doctor Parres, los agraristas que alientan en la personalidad de Peralta, los agraristas de toda la República que verdaderamente están haciendo obra de agrarismo, los agraristas como Miguel Mendoza López, han dado a estos señores el bofetón que se merecen. (Aplausos.) Esta es la verdad de las cosas. Aurelio Manrique es un agitador formidable de las masas; ¿pero cuál es la obra agrarista que ha hecho Aurelio Manrique? Aurelio Manrique es un orador populachero que en las plazas sabe agitar a las multitudes; pero obra práctica, obra nacionalista de agrarismo, ¿cuál es la que ha hecho Aurelio Manrique? (Murmullos. Voces: ¡Ninguna!) El despecho ruge en la persona de mi muy querido amigo don Aurelio Manrique, y para vaciar toda su odre de despecho, toda la odre de podredumbre que le alienta, ha venido a atacar aquí al Partido Nacional Cooperatista. (Voces en las galerías: ¡viva el Cooperatista! Aplausos.) Muy bien, ciudadanos representantes, que dentro del Partido Cooperatista se hayan cometido errores que a tiempo hemos reconocido; pero miente Aurelio Manrique, miente como un impostor, cuando dice que el Partido Cooperatista sea el autor del asalto al general García Vigil. Y para corroborar lo que digo, ahí está el honorable diputado Vasconcelos, quien desde esta tribuna ha afirmado que jamás pensó que el Partido Cooperatista hubiera sido el autor de ese frustrado asesinato. Y yo, como presidente del Partido Cooperatista, oportunamente hice declaraciones en ese sentido, y allí están todos los amigos de García Vigil y allí está el mismo

general García Vigil, que han visto la actividad que yo he desplegado en este asunto para que se haga luz y caigan los responsables, aun cuando sean miembros del Partido Cooperatista Nacional. (Aplausos.) Pero volvamos al punto principal: el despecho del ciudadano diputado Manrique, ese despecho ha nacido en él a consecuencia de que los núcleos agraristas de San Luis Potosí....

El C. Manrique, interrumpiendo: ¿Cuáles?

- El C. Portes Gil, continuando:....le han dado la espalda, porque agraristas, aquellos de verdad, han seguido al verdadero núcleo de agraristas, al verdadero núcleo que trata de implantar el agrarismo en México y no a los farsantes como Aurelio Manrique y Rodrigo Gómez, que son los agitadores del populacho. Las personalidades que he mencionado y que son verdaderos elementos de actividad agrarista, se han separado del llamado Partido Nacional Agrarista y sólo porque esa nueva agrupación que ha nacido a la vida pública ha tenido ya contactos muy estrechos con el Partido Cooperatista Nacional y si está de acuerdo con las nuevas orientaciones que éste ha seguido, es por lo que el partido llamado Nacional Agrarista ha venido aquí a respirar por boca de Aurelio Manrique, el agitador de barrio, el agitador inconsciente que sólo trata de agitar a las multitudes pero que es mentira que haga obra de verdad...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Agitador de Tampico! ¿Verdad?

El C. Portes Gil: Agitador de Tampico, ha dicho el compañero Manrique. Efectivamente, él me acompañó alguna vez en mis giras por Tampico....

El C. Manrique: ¡No me conocíais aún!

El C. Portes Gil, continuando: Pero ahora que trata de vaciar todo el lodo y todo el despecho mezquino que ha sentido en contra del Partido Cooperatista Nacional, porque el Nacional Agrarista se ha disgregado, ahora vengo yo también a protestar en contra de esas palabras falaces y mezquinas de Aurelio Manrique y a decir desde esta tribuna que el Partido Cooperatista Nacional tiene un programa y orientaciones definidas que llevará a cabo en lo futuro, como algunas de ellas las ha llevado ya acabo en el país. Que ha cometido errores, sí, señores, los ha cometido, y yo como presidente de esta agrupación he reconocido públicamente cuáles son los errores que ha cometido; pero el Partido Cooperatista Nacional, ciudadano Manrique, tendrá forzosamente que experimentar la metamorfosis que experimentan todos los partidos en México; para ello me referiré al pasado. Vos fuisteis testigo de que el Partido Liberal Constitucionalista fue en un principio una agrupación formada por revolucionarios de verdad; pero ese partido vino poco a poco corrompiendo a sus principales líderes y esta corrupción de los líderes desgraciadamente hubo un momento en que no pudo ser evitada por la mayoría, por los diputados de provincia. Allí había elementos honorabilísimos -allí está Vasconcelos, allí está Israel del Castillo, allí está Luis Espinoza -, elementos de empuje, elementos de verdadero valer personal, de verdaderas convicciones revolucionarias; pero ellos no pudieron contener la corrupción que había invadido a sus líderes; la septicemia vino a todo el cuerpo y todo el cuerpo tuvo que caer. Es decir, individualmente pudieron salvarse algunos, pero el Partido Liberal Constitucionalista, como agrupación política, se corrompió y con la corrupción vino la muerte. Y yo aquí quiero declarar que en el Partido Cooperatista Nacional algo semejante se ha operado (Aplausos.) Aquí debo aclarar solemnemente que entre las mayorías parlamentarias debemos distinguir a los diputados de verdadera honradez política, social y privada, y a los diputados, también miembros del cooperatista, que no la han tenido. (Voces: ¡Bravo! Aplausos.) Consecuencia de la formación del grupo encauzador. Y debo declarar que en el grupo encauzador hay elementos honorabilísimos, pero desgraciadamente entre los directores de ese grupo están los diputados Cooperatistas negociantes. (Aplausos.) Hay allí dos o tres diputados que desgraciadamente sorprendieron a la mayoría del grupo encauzador, allí están diputados que han ido al Ejecutivo a conseguir concesiones petroleras, allí hay diputados que están negociando con los secretarios de Estado y que acaban de adquirir terrenos a muy bajos precios. (Voces: ¡Nombres!)

El C. Altamirano Manlio Fabio: ¡Una interpelación! Señor diputado Portes Gil, habemos algunos hombres en esta representación Nacional que sentimos que la sangre nos sube al rostro cuando oímos que en el seno de una mayoría parlamentaria hay hombres que en su bajeza política llegan al grado de lo que usted ha expresado; y nosotros, los que hemos podido a costa de sacrificios, a costa de pobrezas, a costa de todo, salvarnos del naufragio, exigimos aquí que se citen los nombres de los diputados que no han sabido corresponder a la confianza que en mala hora depositó en ellos el pueblo mexicano. . . (Aplausos.) para que si el naufragio se consuma, no arrastre a todos los diputados que militan en la mayoría parlamentaria, muchos de los cuales no han tenido absolutamente ninguna participación en esas bajezas. Por eso exijo que se citen los nombres de los diputados que no merecen bien de la patria. (Aplausos.)

El C. Portes Gil: Señores diputados:

La interpelación que me ha hecho el compañero Altamirano estoy en el deber de contestarla. Estoy recabando todos los datos que me hacen llegar a la convicción de que hay tres o cuatros diputados que han hecho toda clase de negocios. Ya para la fecha los datos que tengo me han hecho ceer, efectivamente, que hay tres o cuatro diputados del bloque cooperatista que, aprovechándose de la influencia moral del bloque cooperatista, que, aprovechándose de la influencia moral que les han dado las mayorías, que les ha dado el partido, han ido a la Presidencia de la República a hacer gestiones para obtener concesiones petroleras y han ido también a algunas secretarías de Estado a hacer negocios que pudiéramos llamar inmorales.

El C. Altamirano Manlio Fabio, interrumpiendo: ¡Y al Ayuntamiento! (Voces: ¡Nombres!)

El C. Portes Gil, continuando: Yo no sabría decir a ustedes los nombres de todos esos compañeros que desgraciadamente han tratado de explotar -y de hecho han explotado - y la influencia política que les han dado las mayorías. Siento que algunos no estén presentes aquí para decir los nombres... (Voces: ¡Nombres! ¡Nombres!) pero

los voy a decir, sintiendo que no estén presentes: (Voces: ¡Bravo! ¡Bravo!) Yo sé que los diputados Juan Manuel Alvarez del Castillo, Enrique Parra, Gustavo Arce y Carlos Argüelles, han obtenido del Ejecutivo de la Unión -o han solicitado cuando menos, pero creo que las han obtenido - algunas concesiones petroleras de importancia. (Aplausos. Siseos.) Y yo sé que estos mismos señores han obtenido, por mediación de un alto funcionario, un terreno de importancia en la colonia Roma para hacer sus casas, a bajos precios, abusando de la influencia política que le ha dado el Partido Cooperatista Nacional. (Siseos.) Hasta ahora los datos que tengo sobre esta cuestión, son, no de los que forman una prueba plena, de esas que yo acostumbro exhibir en la tribuna cada vez que se trata de estos acontecimientos penosos; pero oportunamente tendré todos esos datos para hacerlos de la publicidad y que se vea la conducta indebida de esos compañeros que, aprovechándose de la influencia política que les ha dado el Partido Cooperatista Nacional, han tratado de desviar las orientaciones de este partido y lo han llevado a cometer errores de que nosotros estamos en absoluto limpios y que tratamos a toda costa de evitar en lo futuro. Seguramente el compañero Aurelio Manrique, para quien tengo y he tenido una grande estimación...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡No lo parece!

El C. Portes Gil, continuando: ...no ha sabido tener la paciencia suficiente. El compañero Manrique se ha desesperado por su fracaso políticos y ha venido aquí a vaciar toda la odre de su despecho sobre una agrupación que tiene una gran mayoría, una inmensa mayoría de elementos limpísimos, de elementos de honorabilidad reconocida. Por la inmoralidad de algunos de los miembros del partido, Aurelio Manrique ha tratado de hechar una mancha a todo el Partido Cooperatista Nacional, pero...

El C. Manrique, interrumpiendo: ¿Ya los arrojó de su seno?

El C. Portes Gil: Los arrojará en su oportunidad, cuando tenga todas las pruebas necesarias para demostrarles que han abusado de la influencia política para aprovecharse en su beneficio personal...

El C. Manrique: ¡Hasta entonces aplazo mi juicio; pero ahora tengo derecho a condenarlos!

El C. Portes Gil, continuando: No es sino el despecho el que os mueve. Y para terminar, con ciudadanos, quiero anunciar, como ya lo he hecho otra vez desde esta tribuna, cuáles son las nuevas orientaciones de la gran mayoría cooperatista. Las nuevas orientaciones de honradez y moralidad que perseguimos no tiene nada que ver absolutamente con algunos miembros de nuestro partido que han abusado de su situación política para medrar y para beneficiarse personalmente. Nosotros, los que verdaderamente deseamos el bien de la patria y el progreso nacional, queremos marcar el derrotero de nuevas orientaciones politico - sociales a la agrupación cooperatista nacional y para ello reclamo la ayuda de todos los compañeros bienintencionados, de esas mayorías que casi en su totalidad son elementos de buena fe, elementos honrados y elementos de honorabilidad reconocida. Y ya que el Partido Cooperatista Nacional, tan artera y villanamente ha sido atacado por un líder agrarista. . .

El C. Manrique, interrumpiendo: ¡Frente a frente!

El C. Portes Gil, continuado: . . .sólo por el despecho que le ha causado la división del llamado Partido Nacional Agrarista; ya que el Partido Cooperatista Nacional ha sido atacado en la forma en que se le ha atacado, yo vengo aquí a protestar contra esos ataques y a decir al diputado Manrique: ¡el despecho ruge en vos! (Aplausos ruidosos.)

El C. Arce: pido la palabra.

El C. Gandarilla: pido la palabra. (Desorden. campanilla.)

El C. secretario Barón Obregón: Encontrándose en el salón el ciudadano secretario de Industria y Comercio...

El C Manrique, interrumpiendo: Pido la palabra, señor presidente.

- El C. secretario Barón Obregón, continuando:...Por disposición de la Presidencia sigue a discusión la Ley del Petróleo. (Voces: ¡No! ¡No!)

El C. Manrique: Pido la palabra. (Voces: ¡No! ¡No! ¡No!)

El C. Arce: Pido la palabra. Pido la palabra. (Desorden.)

El C. Manrique: Pido la palabra para contestar una alusión personal.

El C. presidente: Tiene la palabra el ciudadano diputado Arce.

El C. Manrique: ¿Se me concede la palabra? No reclamo el turno. No tengo inconveniente en reconocer el derecho que asiste al ciudadano diputado Arce para hablar antes que yo, pero deseo que reconozca la Presidencia mi derecho a usar de la palabra posteriormente.

- El Arce: Ciudadanos representantes:

Es verdaderamente doloroso tener que hacer uso de la palabra, en contra de mis hábitos y de mis costumbres, por cuestiones personales; pero aprovecho la ocasión y en esto el presidente del Partido Cooperatista ha dado muestras de rectitud al decir en la tribuna lo que hasta sus oídos ha llegado, y no es sólo él, nosotros también sabemos cómo en el seno del partido y en el seno del bloque se van formando esas atmósferas contrarias y se va tejiendo y urdiendo arteramente todo este cúmulo de injurias, todo este cúmulo de falsedades e ignominias, no en contra de nosotros, que nada valemos, no en contra del individuo, que nada significa en un conglomerado social, ni en contra de personalidades que tampoco significan nada en la marcha progresiva de un partido nacional, sino en contra de la armonía y con el fin de provocar una escisión, una división entre nosotros, por lo cual estamos obligados a poner todo lo que esté de nuestra parte para evitar que estas intrigas lleguen a prosperar.

Hizo bien el Partido Cooperatista, hizo bien su presidente en hacer estas declaraciones públicamente, obligándonos a los calumniados a venir ante la representación popular a decir la verdad sobre los hechos. No es cierto que nosotros, yo personalmente, tenga ninguna intervención en ningún asunto inmoral e indebido. El ciudadano Portes Gil,

con una ligereza que no le reconozco como habitual en él, en este caso, ha vendido a hacer imputaciones personales, que yo rechazo categóricamente y que siento que él haya lanzado, pero quiero aprovecharlas, porque deseo personalmente hacer la vindicación de mi conducta. El se ha referido a dos casos concretos, siendo uno de ellos el aprovechamiento de terrenos, por influencia de un alto personaje, en beneficio personal. Este hecho es absolutamente inexacto, absolutamente falso. Yo, con otros compañeros de la Cámara, hemos aprovechado la oportunidad que nos ofreció una empresa particular, de adquirir un terreno en la Colonia Roma, muy apartado, muy lejano, donde no hay ni siquiera urbanización, a un precio no bajo, como se pretende, sino a un precio puramente comercial, en términos meramente mercantiles; y este terreno nos ha servido única y exclusivamente como un fondo de economía, como un ahorro, no estando siquiera pagado su importe, pues apenas se ha abonado una mínima parte, habiéndonos obligados a pagar el resto en una forma económica....

El C. Altamirano Manlio Fabio, interrumpiendo: ¿Quiénes son los otros?.

El C. Arce, continuando: Voy a decirlo. Los individuos interesados, que compramos este terreno y que no lo hemos pagado todavía a la compañía Bancaria de Bienes Raíces, somos los siguientes: Roque González Garza. (Voces: ¡Uh! Uh!) Jorge Prieto Laurens, (Voces: ¡Uh! ¡Uh!) Juan Manuel Alvarez del Castillo, (Voces: ¡Uh! ¡Uh!) Salvador Franco Urías, (Voces: ¡Uh! ¡Uh!) Carlos Argüelles, (Voces: ¡Uh! ¡Uh!) Gustavo Arce, (Voces: ¡Uh! ¡Uh!) y Enrique Parra. (Voces: ¡Uh! ¡Uh!) Y se ha hecho de esta manzana, que no es de una gran extensión, sino una manzana de terreno... (Voces: ¡Manzana de discordia! Risas.)

El C. Castillo Nájera, interrumpiendo: ¿Qué extensión tiene?

El C. Arce: Ciento ochenta por noventa metros.

El C. Castillo Nájera: ¿Cuántos cuadrados?

El C. Arce: No he hecho la operación.

El C. Manrique: Y se ha hecho de ello manzana de discordia, ¿no?

El C. Arce: No, compañero no se ha hecho manzana de discordia. Los propietarios de esta manzana han fraccionado y la han ofrecidos distintos compañeros de la Cámara; de modo que no hay en ello ninguna discordia. (Voces: ¿A qué precio?) La manzana importa sesenta y ocho mil pesos.... (Voces: ¡Uh! ¡Uh!) de los cuales se han pagado apenas diez y ocho mil; hay un plazo de tres años para liquidar en abonos el resto de la cantidad (Murmullos).

El C. Castillo Nájera: Son diez y seis mil metros.

El C. Arce : Yo quiero preguntar, señores representantes, si entre todos ustedes no hay alguno, o no hay algunos, que ahora o antes haya pensado hacer alguna adquisición de éstas. (Voces: ¡Todos!) Entonces, en el hecho no hay nada inmoral, ni reprobable. ¿Hay algo mejor que pensar en el porvenir y procurar con ahorros legítimamente adquiridos, con lo que es la compensación legítima del trabajo, procurar obtener algo que sea útil para el mañana....?

El C. Castillo Nájera: ¿A qué precio compraron?

El C. Arce: Ya lo dije; el precio es de sesenta y ocho mil pesos.

El C. Castillo Nájera: ¿A cómo el metro cuadrado?

El C. Arce: Haga usted la operación, que yo ahora sólo estoy dando explicaciones....

El C. Manrique: ¡La fabulilla de la cigarra y la hormiga!

El C. Arce: De manera que, en este punto, no hay ninguna inmoralidad al adquirir un terreno de una empresa particular. El compañero Castillo Nájera dice que vale veinticinco pesos el metro cuadrado de ese terreno y que nosotros compramos, según sus cálculos, a cuatro. Eso no quiere decir si no que hicimos una buena adquisición. (Risas.)

El C. Castillo Nájera: Una interpelación. sírvase decirme el orador si esa operación no intervino en alguna forma don Adolfo de la Huerta.

El C. Arce: No, señor; en ninguna forma.

El C. Castillo Nájera: Y si no se le sorprendió diciéndole que el terreno era para los miembros del Partido Cooperatista Nacional.

El C. Arce: No, señor.

El C. Castillo Nájera: En el fraccionamiento De la Lama vale veinte pesos el metro cuadrado, mientras que ustedes compraron en calles más céntricas a cuatro pesos.

El C. Arce: Estimo la aclaración; pero mi dicho terreno está más cerca ni en mejores condiciones que el fraccionamiento De la Lama, ni tampoco vale tanto como el fraccionamiento De la Lama; ¿pero eso a qué viene?

El C. Castillo Nájera: A demostrar que ustedes abusaron de la influencia política.

El C. Arce: No, señor.

El C. Castillo Nájera: La influencia del presidente municipal.

El C. Arce: Tampoco.

El C. Castillo Nájera: Se hizo el ofrecimiento de pavimentar las calles.

El C. Arce: No es verdad Cuando esta adquisición se hizo, ninguno de los miembros que intervinieron en la operación era presidente municipal.

El C. Castillo Nájera: ¿Cuándo entró él al negocio?

El C. Arce: En el mes de septiembre, desde que se hizo la operación. Y no es exacto tampoco que hubiese intervenido para nada algún personaje político. Sobre todo, yo pregunto si alguno de los diputados que tiene terreno - porque sé que son muchos - se ha valido de la influencia del Partido Cooperatista, o de la fuerza de estas mayorías, para adquirirlo. (Voces: ¡No; pero han comprado caro!) No, señores, han comprado a menos precio. (Voces: ¿Quiénes?) Hay muchos.

El C. Castillo Nájera, interrumpiendo: Una interpelación. Para suplicar al licenciado Aquilino Emilio Rama me diga a cómo compró; lo mismo que el compañero Agustín Castillo. ¿A cómo compraron en la Colonia Roma? Ruego al compañero Rama que me haga favor de contestar.

El C. Rama: A diez y ocho pesos.

El C. Castillo Nájera: ¿Y usted, compañero Castillo?

El C. Castillo Agustín: Yo no he comprado; no tengo con qué. (Risas.)

El C. Castillo Nájera: Compañeros Murguía, ¿a cómo compró usted?

El C. Murguía: Yo no he comprado. (Desorden.)

El C. Altamirano Manlio Fabio: Moción de orden. (Campanilla.)

El C. presidente: Tiene la palabra para una moción de orden, el ciudadano diputado Altamirano.

El C. Altamirano Manlio Fabio: Esto, señores, que parece haber dado motivo a risas, es para algunos de nosotros muy serio. Yo suplico a las galerías y también a lo señores diputados, que dejen terminar al señor diputado Arce, porque en estos asuntos, quiérase o no hay inmoralidades y los que no podemos permitir inmoralidades, necesitamos de estas orientaciones para normar nuestra conducta. (Aplausos.)

El C. Arce : Estimo todas estas interrupciones y espero la oportunidad en que el compañero Altamirano demuestre la inmoralidad de una operación de éstas, para poderlo rebatir. Resulta de lo manifestado por el ciudadano Castillo Nájera que él a adquirido un terreno a precio....

El C. Castillo Nájera: No he adquirido ninguno.

El C. Arce: .....que el ciudadano Agustín Castillo ha adquirido a un precio......

El C. Castillo: No he adquirido a ningún precio.

El C. Arce: ....y que el ciudadano Rama ha adquirido un terreno a un precio... pues todo no indica sino que se han hecho adquisiciones a distintos precios; pero no sé qué responsabilidad, ni moral ni de alguna otra indole, pueda haber en que los diputados o senadores hagan alguna adquisición particular en esta forma. Sí se justificara que se hubiera hecho alguna adquisición de los bienes de la nación, podría haber algún indicio de inmoralidad, y aun tratándose de bienes de la nación, si se justificara de una manera plena que se adquirió al justo precio, no habría ni el menor asomo de inmoralidad. ¿Que nos vamos a convertir en juzgadores de los actos privados y particulares de cada diputado? Salvo, como dice el compañero Altamirano, cuya opinión considero y respeto, que en el caso se trate de alguna inmoralidad; pero, repito, espero oír sus razones para saber en qué puede haber inmoralidad en lo que yo estimo perfectamente lícito y confío en que lo convenceré de que está equivocado.

Y ahora paso al otro punto tratado por el ciudadano Portes Gil: que hemos tenido concesiones petroleras. No es exacto. Hace más de dos años y medio que, conforme a la ley, dentro de la ley, los señores Navarro hicieron denuncios ante la Secretaria de Industria y Comercio, cumpliendo todos los requisitos legales; se hicieron los depósitos y se hicieron todas las tramitaciones y estando en el Misterio el ciudadano Zubaran, nunca se pudo obtener la tramitación completa de esos denuncios. Después intervine yo, en representación de los señores Navarro, para saber por qué no se terminaba la tramitación de esos denuncios, enteramente con sujeción a las leyes expedidas dentro del régimen revolucionario. Entonces no se pudo saber la causa de la resistencia del ministro de Industria y Comercio, para hacer las concesiones; entonces ni siquiera era yo representante ni estaba en la Cámara de Diputados.

Con posterioridad, habiéndose urgido la expedición, la tramitación de estos denuncios, dentro del criterio del Ejecutivo Federal se consideró que debía suspenderse el otorgamiento de las concesiones, y en virtud de un acuerdo verbal del presidente de la República, se suspendió todo. Después, cuando se quiso iniciar de nuevo la tramitación para que se expidieran los títulos respectivos, se comenzó en la Legislatura pasada el estudio de la ley relativa a petróleo, la reglamentación del artículo 27 constitucional. Y desde ese momento -estando yo ya dentro de la cámara popular - suspendí toda gestión, hasta esperar que la Cámara popular expidiera la ley relativa, a fin de que el Ejecutivo pudiera expedir las concesiones enteramente ajustadas a los términos de la ley que se expidiera. A pesar del vigoroso esfuerzo de las comisiones del Petróleo, ya sabemos que esa ley no pudo expedirse durante la Legislatura pasada. Terminados los trabajos de esta Legislatura sin que se expidiera la ley, de nuevo volví a hacer gestiones para saber por qué razón permanecían indefinidamente en suspenso esos denuncios. Entonces se dijo que el Ejecutivo, el Ministerio de Industria y Comercio, esperaba la orientación definitiva que diera en este caso la Representación popular, y yo estuve expresamente conforme con este criterio. Comenzaron los trabajos de esta Legislatura, y las comisiones, con el mismo ardor que en la Legislatura pasada, se pusieron a tratar la elaboración y la expedición de la ley relativa al petróleo.

Entonces suspendimos de nuevo nuestras gestiones, yo personalmente, hasta esperar que la Representación popular diera la fórmula precisa dentro de la ley para el otorgamiento de estas concesiones. Terminó su período la Legislatura, y ya sabemos que tampoco, por circunstancias especiales, puedo expedirse la Ley del Petróleo. Entonces los interesados volvieron nuevamente a gestionar la terminación de estos denuncios, enteramente ajustados a la ley vigente, y el Ejecutivo federal manifestó de nuevo que él no podía tratar el expediente sino hasta la Representación popular expidiera la ley o diera los lineamientos generales a los cuales había de sujetarse el propio Ejecutivo. En esta forma, y cuando estábamos esperando que el periodo extraordinario en que estamos, la Representación popular expidiera la ley, se dio una concesión enteramente dentro del criterio de la Cámara de Diputados, por el actual Ejecutivo, a una compañía americana.

Entonces, dentro de los lineamientos de este contrato, gestionaron los interesados que se expidieran los títulos correspondientes de las autorizaciones a esos denuncios; pero otra vez que el Ejecutivo federal dijo que esperaría a que se discutiera el asunto de la Cámara Popular. Con posterioridad se expidió otro contrato - concesión, dentro de los lineamientos generales de la misma Cámara, a favor de los Ferrocarrileros Nacionales. Entonces se continuaron las gestiones para la terminación de estos denuncios y, dentro del criterio del Ejecutivo, dentro de los lineamientos generales que se había

trazado la Representación Nacional, se acordó que se expidieran los títulos correspondientes a estos denuncios legalmente tramitados, de acuerdo con los formulismos aceptados por la revolución. Y a pesar de todo cuanto se diga, puedo declarar que en el Misterio de Industria y Comercio hasta hoy no se ha expedido en contrato porque, se espera, y nosotros lo esperamos, que se expida la ley por la representación popular, a fin de que ésta y cualesquiera otras concesiones se ciñan estrictamente a los preceptos legales que esta Cámara llegue a fijar.

El C. secretario Barón Obregón: La Presidencia manifiesta a la Asamblea que ha concedido la palabra al ciudadano Manrique, pero que encontrándose en el...

El C. Manrique: ¡No hay pero que valga!

El C. secretario Barón Obregón: Estoy repitiendo las palabras de la Presidencia. Permítame terminar. Que si la Asamblea cree.... (Desorden. Campanilla.) La Presidencia, por conducto de la Secretaría, manifiesta a la Asamblea que ha pedido la palabra el ciudadano Manrique; pero que se encuentra dentro del salón el ciudadano secretario de Industria, Comercio y Trabajo, y que, en consecuencia, la misma Presidencia estima de su deber tratar el asunto para el que fue llamado el secretario de Industria y Comercio, y consulta a la Asamblea....

El C. Manrique, interrumpiendo: Pido la palabra señor presidente. (Voces: ¡No! ¡No! Desorden. Campanilla.) Yo no acepto, señores diputados, no acepto, no he aceptado nunca ni un franco rechazo, ni un rechazo hipócrita de estos muerde quedito de la política nacional. (Voces: ¡Uh! ¡Uh! Aplausos en las galerías.) Señores diputados: Quiero decir, serenamente, unas cuantas palabras para contestar a las apasionadas y rencorosas del ciudadano presidente del Bloque Cooperatista de esta Cámara, licenciado Emilio Portes Gil. (Murmullos.) Señores: La verdad es que los presidentes de los bloques, cuando hablan a nombre de ellos, debieran morderse un poquillo la lengua; la verdad es que suele observarse que la discreción no es una prenda muy al uso entre ciertos políticos nuestros; pero, ¡allá ellos! No he de ser yo quien venga a denunciar que el ciudadano Emilio Portes Gil ha cometido una imprudencia tratándose de los intereses de su grupo: con su pan se lo coman él y su grupo. (Risas.) Yo debo decir serenamente, porque tengo derecho de decirlo, y de una vez por toda, que estoy ya habituado a este viejo procedimiento que se ha puesto en juego contra mí en pasadas legislaturas; ya estoy acostumbrado, señores diputados, a saber que cuando denuncio un error político del grupo enemigo mío, lejos de recoger el ataque, lejos de aceptar el combate en el terreno en que yo lo provoco, se desciende siempre al terreno mezquino y bajo del ataque personal; ya estoy habituado a eso. Vaciar la odre de su despecho, vaciar la odre de podredumbre, estas son palabras que no sentís, ciudadano Portes Gil.

Yo sé deciros de cierto líder de cierto partido en mayoría en cierto parlamento del mundo, que hace muy pocas horas, cruzando yo a pie, como suelo hacerlo una de las calles de esta ciudad; sé de cierto líder, que cruzando yo a pie hace pocas horas por la calle de San Francisco - ya comienzo a mostrarme indiscreto - por calle de Francisco I. Madero si queréis, me llamó afectuosamente invitándome a que lo acompañase a pasear en su automóvil, y me llamó amigo y me tendió la mano que yo estreché con fruición como estrecho siempre una mano amiga. Efectivamente, era un político de mala cepa; de estos a quienes se llama políticos dando a la palabra, dando al vocablo, connotación de engaño, falsía, de hipocresía: era un político efectivamente. Me estrechó la mano, me llamó amigo, me habló de no sé qué tragedia intima, de no sé qué dolorosa tragedia, de qué profundo conflicto personal en que se hallaba; no pudiendo decirse entre el amigo, yo, el amigo sincero a quien estimaba y quería y para quien eran todos sus respetos y todos sus entusiasmos, y el candidato del partido del que era presidente por que las circunstancias lo habían querido. (Voces: ¡Nombres!) Bueno, al buen entendedor... (Risas. Siseos. Aplausos.) Y señores, quien así me llamaba, quien así se proclamaba amigo mio, era seguramente sincero en aquel momento; pero más tarde, los prejuicios, los intereses que era fuerza defender, lo obligaron a ser traidor para consigo mismo, obligándolo a ser insincero, a descender al ataque personal, a atacarme personalmente a mí que he atacado a la mayoría politicamente, porque yo he denunciado la conducta política de la mayoría cooperatista, y me sois testigo de que a ninguno de vosotros os he atacado en lo personal, me sois testigo de que a ninguno de vosotros, y no por falta de valor para ello, os he denunciado como negociantes o culpables de tal o cual yerro o tal o cual vergonzoso descamino. Quien ha hablado aquí de negocios, quien ha inculpado a sus compañeros de grupo, no he sido yo; no he sido yo quien ha convertidose desde aquí, como en ocasión no lejana, en delatador de yerros personales; no he sido yo....

El C. Portes Gil: ¡Miente usted! ¡No soy delator!

El C. Manrique Aurelio: Mentir es faltar a la verdad a sabiendas y yo no miento nunca, ciudadano Emilio Portes Gil. (Silbidos. Siseos. Aplausos en las galerías.) Ni os he aludido siquiera; estoy afirmando que yo no he sido delatador desde esta tribuna, y no he afirmado ni siquiera tácitamente que el delatador hayáis sido vos, ciudadano Portes Gil. (Murmullos. Risas.) He podido ufanarme, puedo ufanarme, señores diputados, acaso por determinada sensibilidad que no tengo la culpa de tener, de haber provocado ya en otras ocasiones crisis que provocaron una verdadera tempestad de injurias para mí. Recuerdo que en pasada Legislatura un amigo, un hermano de sufrimientos, que debía haber respetado la amistad y el sufrimiento en común, como yo atacase a su partido, me injurió desde esta tribuna, y, sin embargo, yo, a quien se tacha de intemperante, respondí a la injuria con absoluta serenidad. No respondí devolviendo injuria por injuria, sino conservé siempre mi afecto para el hombre ofuscado en un instante de pasión. Más tarde, en el inicio de los trabajos de este Parlamento, otro líder, que semanas antes me llamaba "hermano Manrique", llamóme desde esta tribuna farsante, embaucador, pícaro y no sé qué otras lindezas. Ahora, otro amigo del momento de peligro, otro hermano de las

horas de prueba, a quien yo no atacaba en lo personal, recogiendo el guante que yo alojaba a su grupo en una contienda exclusivamente impersonal y política, ha descendido al terreno de los ataques personales y me ha injuriado a mí, y yo no le devuelvo injuria por injuria; su injuria no me lástima; y no lo desprecio ni afecto despreciarlo; simplemente dejo de tomarlo en consideración, porque sé que este hombre, que así se me ha injuriado, era insincero en los momentos de injuriarme porque sé que no siente ese desprecio retórico que afectaba tener para conmigo, porque él mismo -y de la abundancia del corazón habla la boca -, porque él mismo, sin quererlo, dejó escapar más tarde en un momento, ese sí de profunda sinceridad, palabras que hablaban de su profunda y vieja estimación para conmigo. Y ¡Váyase lo uno por lo otro! Señores, cuando un absceso ha llegado ya al término de su natural evolución, cuando como dice en el lenguaje familiar "está maduro", hasta el más leve contacto para que el pus contenido en su interior, brote. Acaso yo sin quererlo, refiriéndome simplemente a yerros políticos del Bloque cooperatista, porque no a otra cosa he podido referirme en la sesión de esta tarde, haya involuntariamente provocado la ruptura del abceso y ¡qué me importa! ¡la Nación ha de salir ganando con estas cosas! Y que conste que no he atacado a nadie en lo personal y que no he denunciado ha nadie como negociante. Yo no tengo, señores diputados, ninguna oficina de investigación privada, ni estoy acaparando lentamente documentos para denunciar en un momento dado los manejos de mis enemigos; quédese este trabajo; quédese esta ingrata tarea para otros moralmente conformados de otra guisa; no es a mí a quien simpatiza tarea de tal suerte. Yo he señalado aquí yerros políticos, he hablado de la intervención de la Contaduría Mayor de Hacienda en las elecciones de San Luis Potosí, y he dicho de esto porque me afectaba personalmente y porque creo que es un yerro que no afecta a mí sólo, sino a mi Estado de San Luis Potosí, que tengo derecho a defender, y a la Nación entera, por que es signo de dolorosa inmoralidad. (Siseos. Silbidos. Aplausos.) Afortunadamente ha tiempo que estoy convencido de que el Parlamento no es la República y que estas enfermedades del Parlamento no son sintomáticas de un doloroso morbo nacional; la Nación está sana todavía, y hay en ella, en su organismo, enormes reservas de salud, enormes reservas de sanidad. ¡Que el Parlamento está podrido! Vendrá otro más o menos sano y la Nación seguirá adelante. (Aplausos. Siseos.) Si yo creyese que fuera este Parlamento en estos dolorosos incidentes de exhibición de lacras y dolorosas taras, si yo creyese que fuera en estos instantes el Parlamento reflejo y expresión y quintaesencia del organismo nacional, prefiriera no levantar mi voz desde esta tribuna. ¿Para qué? ¡si la Nación estaba tan dolorosamente enferma! ¿para qué? ¡si la septicemia había ya invadido el organismo! ¡No! esta septicemia habrá podido invadir a un mezquino, a un pequeño organismo político; la Nación entera está sana todavía, ciudadano Portes Gil. (Aplausos. Siseos.) Yo he denunciado, en un terreno exclusivamente político, el descamino, el yerro cometido por el Partido Cooperatista Nacional, convirtiendose en camarilla central que desde aquí desde la capital de la República, siguiendo tan sólo, obedeciendo tan sólo mezquinos impulsos y pequeños intereses, pretende invadir todos los estados y pretende contaminar con su morbo a la providencia de donde ha de venirnos la salud; pretende, después de haber corrompido - siquiera pasajeramente, porque yo sé que ha de salvarse la juventud venida de provincia -, pretende esta camarilla política, después de haber contaminado a la juventud venida del corazón de la provincia, pretende ahora contaminarla, siquiera pasajeramente y devolverla como epidemia, como morbo, al resto de la República, para contagiar a la provincia aún generosa y sana. Y esto es lo que yo denuncio como yerro y descamino revelador de profunda ignorancia de los valores morales en las orientaciones del Partido Cooperatista Nacional. No, ya estamos cansado, ciudadanos teorizantes del Partido Cooperatista Nacional, de que vengaís aquí desde esta tribuna o desde las columnas de vuestros panfletos, impresos en la Imprenta de la Cámara de Diputados, a hablarnos. . . . .

El C. Vizcarra Rubén: ¡ Miente usted!

El C. Manrique: ¡Ay! Una exclamación aislada no basta para destruir la verdad, porque sobre la verdad nada prevalece. (Siseos.)

El C. Viscarra: Yo lo interpelo a usted, señor Manrique, para que aclare la calumnia que acaba de lanzar en esa tribuna.

El C. Manrique: No os reconozco....

El C. Vizcarra: Yo soy el responsable de una publicación que se hace en el Partido Cooperatista, y el Partido no usa de la imprenta de la Cámara, y lo interpelo para que diga y pruebe la verdad. (Aplausos. Desorden.) De otra manera tengo derecho para llamarlo a usted bellaco. (Desorden. aplausos. Campanilla.) Usted, que ha vivido de las arcas municipales como un zángano, sin trabajar; usted que ha recibido la limosna; usted, que ha cobrado un sueldo que nunca ha devengado en el Ayuntamiento, recuerde usted que fue nombrado inspector de escuelas y nunca desempeño ese puesto; recuerde usted que fue nombrado director de Parques y Jardines y que nunca desempeño ese puesto. ¿Con qué derecho viene usted aquí a proclamar la honradez? ¿No recuerda usted que pidió amparo cuando se le lanzo porque no cumplía usted con su deber? ¿No recuerda usted que ha recibido beneficios inmerecidos de los hombres a los cuales les muerde usted hoy la mano? Yo le exijo a usted, si se quiere referir a la publicación que se llama "Acción Cooperatista", que pruebe usted su aserto. En estos momentos están trabajando las plantas de la imprenta donde se tira ese periódico, señor Manrique, y lo invito para que se convenza usted. Vaya usted al "Heraldo de México" y verá que allí está imprimiéndose ese periódico. ¡No venga a hacer, como de costumbre, aseveraciones canallescas! (Aplausos. Siseos. Murmullos. Campanilla.)

El C. Manrique: Hay quienes imaginan, señores diputados, que la energía consiste en descargar puñetazos de gorila sobre un pupitre. (Aplausos. Siseos.)

El C. Vizcarra Rubén : ¡Los puñetazos de

usted son de damisela, son de griseta! (Aplausos. Siseos. Murmullos.)

El C. Manrique: Pero yo, señores diputados sé muy bien y lo sabéis muchos de vosotros, que la verdadera energía se gobierna, que la verdadera energía es serena y contenida; esta es energía artificial y no es reveladora absolutamente de fuerza moral; esta es ficticia y vana, y como yo no reconozco beligerancia al ciudadano Vizcarra, paso por alto su interrupción.

El C. Vizcarra Rubén: ¡Porque no la puede usted contestar! ¡Usted no reconoce la beligerancia cuando se le dice la verdad!

El C. Manrique: Y afirmo... (Murmullo. Siseos. Voces: ¡Adelante!) Y afirmo y repito que estamos ya cansados, señores comediantes, de vuestras farsas... (Murmullos. Desorden en las galerías.) Que estamos ya cansados de que nos habléis de nuevas orientaciones del partido Cooperatista Nacional en vuestros discursos pronunciados desde la tribuna de la Cámara de Diputados en las columnas de vuestros periódicos, impresos o no, que es esto perfectamente secundario, en la imprenta de la Cámara de Diputados.... (Murmullos. Siseos. Aplausos.) La táctica ratonera de quienes presumen de duchos en achaques parlamentarios, consiste en inflar un detalle, en dar importancia a un detalle para pretender distraer la importancia de una tesis, la importancia de un concepto, fijándose en determinado lapsus o, en determinada errata absolutamente secundarios. (Murmullos. Voces: ¡Ah! ¡Ah!) Lo que yo afirmo, y esto no lo rectifico ni siquiera relativamente, es que lo que la Nación desea, que lo que la Nación necesita, no es que se la hable de nuevas orientaciones; lo que la Nación necesita es ver, es convencerse de que, efectivamente, la conducta del Partido Cooperatista Nacional o de otro cualquiera partido político, va por nuevos derroteros, va por nuevos caminos, por un sendero de verdad y de respeto a la justicia...

El C. Aranzábal: Compañero, ¿me permite usted hacerle una interpelación?

El C. Manrique: No, compañero, perdonadme. (Siseos. Voces: ¡ Tienes miedo!) Tengo miedo efectivamente.

El C. Aranzábal: Compañero, yo para invitarlo...

El C. Manrique: No le he concedido a usted la palabra. (Desorden. Gritos. Campanilla.)

El C. Aranzábal: Usted decía estar cansado de los farsantes, y voy a decir a usted que es la Nación la que está cansada de nosotros, de los farsantes como usted, sí, señor. (Voces: ¡Ah! Gritos. Aplausos. Campanilla.) En estos momentos la Nación está pendiente del tiempo que tan miserablemente estamos perdiendo; es la Ley del Petróleo la que hay que discutir. ¡Basta ya de politiquerías, basta ya de charlatanes como usted! (Aplausos. Gritos. Desorden. Campanilla.)

- El C. Manrique ¿Pasó ya la tempestad, señor Aranzábal?

El C. Aranzábal: No, señor no ha pasado; mientras no cumpla fielmente con mi deber, no pasará la tempestad.

El C. Manrique: Señores diputados: Solamente es visible que esa energía de que tanto hace gala la Presidencia cuando de mí se trata, conviértese en muelle, en femenil debilidad cuando se trata de permitir interrupciones para mí. (Aplausos. Silbidos. Gritos. Desorden. Campanilla.) Lo que quiero recordaros de una vez para todas, señores cooperatistas, es vuestro deber de dar la batalla en el terreno a que os he llamado; a ninguno de vosotros injurié en lo personal; a ninguno de vosotros denuncié como negociante; ninguno de vosotros tiene, pues, siquiera sea el presidente del bloque, derecho para llevar la discusión al terreno del ataque personal, so pena de merecer que la opinión crea que tiene miedo este grupo en aceptar la batalla en el terreno en que se le brinda. (Aplausos. Silbidos. Desorden completo en las galerías.) En el terreno de las ideas os he llamado a combatir, no en el terreno de los nuestros y de la injuria personal, ¿qué, por ventura no habrá entre vosotros hombres perfectamente pertrechados, suficientemente pertrechados, para poder discutir en el terreno ideológico y analizar la conducta de vuestro partido, desde el punto de vista de los intereses nacionales?... (Murmullos. Siseos.)

El C. Díaz Soto y Gama: ¡No lo hay! (Murmullos. Siseos.)

El C. Manrique: ¿A qué entonces hablar, a qué entonces hablar, si nadie os preguntaba por ello? (Murmullos. Desorden en las galerías.) ¿A qué entonces hablar, si nadie os preguntaba por ello, de concesiones petroleras y de lotes de terreno que yo no mencioné ni siquiera vagamente? (Voces: ¡Ya! ¡Ya! ¡Petróleo! ¡Petróleo!) No es al terreno de la delación al que os he llamado; de los descaminos, de los yerros, de los desvíos del Partido Cooperatista sois culpables todos, absolutamente todos; los unos por vuestra actividad; y por vuestra pasividad y por vuestro silencio de cómplices los otros. (Voces: ¡petróleo! ¡Petróleo!)

El C. Aranzábal: ¡Menos politiquería y más legislación, señor Manrique!

El C. Manrique: ¡Culpable, ciudadano Portes Gil.... (Murmullos. Desorden en las galerías.) ...Culpable lo mismo ciudadano Portes Gil, quien cometiera el yerro, que aquel que permaneciera meses enteros hundido en su curul, silencioso, tácito, callado, sin prorrumpir en una oleada de indignación, sin que la indignación le subiese a la garganta y se volcase en tempestad sobre los yerros de sus amigos culpables, vos también, compañero Portes Gil, que hoy también pretendéis presentaros como limpio de las responsabilidades de vuestro grupo. La táctica es vieja: hace veinte siglos el pretor romano pedía la jofaina para lavarse las manos; ahora también. Ahora también, (Voces: ¡Ya! ¡Ya! Siseos. Campanilla.) ciudadano Portes Gil, ciudadano presidente Bloque Cooperatista, pretendiendo egoístamente salvaros, queréis arrojar la culpabilidad de todos vuestros yerros y de todos vuestros descaminos colectivos sobre otros de vuestro grupo. No, la responsabilidad es vuestra; la responsabilidad es tanto más vuestra cuanto mayores eran vuestras experiencias de la vida, vuestra experiencias políticas, vuestra sabiduría personal. Si habéis callado, habéis hecho mal; si habéis denunciado el error de elegir una inmoral administración de justicia, engañando torpemente a un cuerpo respetable, faltando deslealmente a la

palabra empeñada, vos ciudadano Portes Gil, habéis callado, habéis callado, no sé cómo decir; habéis callado, pero no por cierto muy honorablemente, habéis callado y no por cierto muy honorablemente; cuando aún era tiempo de corregir el yerro, para venir después aquí con alarde de patriotismo a denunciarlo desde esta tribuna dos meses después de cometido. No, ciudadano Portes Gil, no es esto lo que quiere la nación; no se trata de analizar las responsabilidades históricas, que tendrán interés para quienes más tarde pretendan hacer el balance de las responsabilidades de ese partido; lo que se quiere es el esfuerzo actual, el esfuerzo inteligente..... ( Voces: ¡Ya, hombre! ¡Ya!) lo que tenemos derecho a esperar de vosotros, ciudadano Portes Gil, ciudadanos diputados de la mayoría es vuestra protesta viril, clara y enérgica, de todos los momentos. (Siseos. Gritos. Desorden. Campanilla.)

El C. presidente: La Presidencia, con toda liberalidad, ha permitido diversas manifestaciones dentro de este recinto; pero no puede permitir que se continúe interrumpiendo, cada vez que habla, al ciudadano Manrique, por lo que si este desorden continúa, se verá en el caso de suspender la sesión, porque no quiere sentar el precedente de mandar desalojar las galerías.

El C. Manrique: Señores diputados: ( Voces: ¡Ya, hombre, ya!) No, no es mía la culpa. ¡Si vuestra "porra" me interrumpe! Ciudadanos diputados, no es mía la culpa, si vuestros empleados de Estadística y de la contaduría Mayor de Hacienda vienen aquí a ganar su soldada. ( Siseos. Silbidos en las galerías.).... Y es farisáica y es hipócrita ....(Siseos. Silbidos en las galerías.) .....Y es farisáica y es hipócrita la táctica de quienes por la mañana, esperando un debate que ha de interesarles en la política, haciendo consistir la política en tan mezquina cosa, invitan a sus paniaguados de la Contaduría Mayor de Hacienda y de estadística, a venir aquí para más tarde....( Silbidos. Gritos. Desorden en las galerías.)...para más tarde invocar insinceramente un artículo del Reglamento que no deseo que me escude, que no deseo que me proteja...(Gritos. Silbidos en las galerías.)...Y porque es fuerza terminar y por que el haberme alargado no fue culpa mía, sino culpa de torpes interruptores míos cuyo atolondramiento y cuya ligereza contrastaran con el respeto que la Asamblea me ha mostrado....(Siseos. Silbidos en las galerías.) ...me retiro exhortando a los hombres que dentro del cooperatista tengan todavía en algo los valores morales, a los hombres que no desdeñen todavía, a los hombres que aún respeten los valores morales y que no desdeñen o intenten desdeñar al ideal, yo los exhorto afectuosamente, porque a muchos de ellos, siquiera distantes de mí en lo político, les profeso afecto personal; yo los exhorto a aceptar esta lucha, cuando ella sea necesaria, en el terreno del sereno análisis de las ideas y de los actos. ( Siseos. Silbidos. Aplausos en las galerías.) Yo los exhorto a abandonar de una vez esta táctica, esta táctica rastrera y mezquina de injuriar en lo personal a un hombre que pretende señalarles sus errores, sus descaminos, con la buena intención de que los rectifiquen si es tiempo todavía. (Aplausos. Siseos. Silbidos en las galerías.)

El C. secretario Barón Obregón: Continúa a debate la Ley del Petróleo.

El C. presidente: Tiene la palabra la Comisión.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Señores diputados: Realmente, señores diputados....(Murmullos).....Yo le ruego a mi querido compañero Manrique que me permita hablar.

El C. Manrique: Con mucho gusto.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Señores diputados: Realmente, la sesión de esta tarde ha resultado interesante por un concepto distinto del que todos habíamos imaginado que sería trascendental. Todos los señores representantes que, contrariando nuestros habituales métodos de trabajo, hemos permanecido arrellenados en nuestras curules hasta, las ocho y media, vinimos a la sesión de esta tarde, pensando que iba a haber un debate verdaderamente emocionante y serio sobre la cuestión del petróleo, y como había algo de sugestión colectiva, hasta a este representante le paso que, sin pensarlo, se vistió de negro y casi adoptó un traje de enterrador para venir a la Cámara. Pero paso en la sesión de esta tarde lo que acontece tantas veces en las plazas de toros: no hubo corrida verdaderamente formal. (Risas.) La lidia resultó un poquitín desagradable, algo poco elevada, aunque de todos modos trascendente para el futuro. (Murmullos.) Compañero Castellanos: yo voy a hablar como se me pegue la gana. Yo tengo necesidad, y si el compañero Castellanos no lo entiende tengo que explicárselo, yo tengo necesidad forzosamente, hasta por un recurso de insignificante habilidad parlamentaria, de procurar distraer un poquito la atención de la Cámara, de los desagradables tópicos personales que hemos tenido que tocar; yo tengo necesidad de preparar el ambiente para llegar a este debate; yo no vengo a esta tribuna, señores, removiendo cieno de ninguna naturaleza; yo vengo a hacer obra nacional, y por esto voy a preparar, como Dios me dé a entender, mi terreno para después irme derecho al bulto. Tenga paciencia el compañero Castellanos.

Decía que todos sabíamos que esta sesión iba a tener algo verdaderamente grave, y yo pensaba: una porra vendrá. Pues me equivoqué, señores diputados, y yo ruego a mis amigos de las galerías que después hagan toda clase de manifestaciones contra mí, que ahorita me dejen la libertad de decir todas las palabras que quiera. La verdad, vinieron dos porras, ¿por qué hemos de engañarnos? vinieron dos porras. (Risas.) Yo había pensado, y cuando estaba en aquella tribuna, en aquella curul, como sigo siendo un ingenuo, a pesar de algunos meses ya de esta agitación parlamentaria, pues dije: una porra vendrá, pues ya ha venido; una porra vendrá más clamorosa y más sabia en escándalos y en ruido. La Cámara sin porra es triste cosa y casi, casi, cosa sin sentido. En esto me entretenía en esa curul porque era preferible ponerse a hilvanar consonantes y no estar con la atención fija en tanta cosa desagradable y sucia que se ha dicho esta tarde.

Pues bien; vinieron dos porras; pero esto no tiene nada de particular, y la prueba de que no lo tiene, es que todos los caballeros que forman parte de estas porras - y no le doy a la palabra un significación desagradable -, están perfectamente tranquilos y ninguno me injuria y todavía no he oído para mí una palabra malsonante. Esto significa, señores diputados, que los ciudadanos, que hemos dado en llamarles porra, porque vienen siguiendo un interés particular, un propósito determinado, una filiación política que tienen derecho de tener, son, cuando se les sabe tratar con cierta cordura, perfectos caballeros. (Aplausos en las galerías.) Se temió, señores diputados, y se temió, con justicia, hay que reconocerlo, se temió en la Secretaría de Industria y Comercio que este diputado iba a venir aquí a volcar, pues, odio, pasión, insulto, calumnia y naturalmente, en un uso de legítima defensa, y sabiendo como las gastamos nosotros, que también traemos a nuestros amigos, pues también trajeron a los suyos. Esta es la verdad, señores diputados. (Risas. Aplausos.) Pero todo resultó inútil, señores porque los que han seguido con atención este debate, habrán llegado a entender que el objeto preciso del escandalo parlamentario que hice ayer, fue evitar que una concesión de petróleo se vendiera antes que la Cámara de representantes dijera su última palabra sobre concesiones petroleras. Y era natural que, aguzando la nota, provocara yo un verdadero escándalo y sembrara alarmas para que, sino se ganaba la batalla anoche mismo, la ganáramos hoy. Y la batalla, señores diputados, la he ganado.

La Asamblea de representantes tuvo oportunidad de leer un oficio del ciudadano secretario de Industria y Comercio, en que comunicaba a esta Asamblea que las seis concesiones de zonas federales en el Arroyo de Buenavista, a que me refería yer; concesiones para las que había acuerdo presidencial del 13 de febrero último, no habían sido firmadas. A mí no me interesa, señores diputados, escarbar más; lo que sé es que estas concesiones que estaban ayer en el mercado, que estas concesiones, que ayer iban hacer vendidas por un millón y medio de pesos, para beneficio de coyotes petroleros, con diez por ciento de regalía para el concesionario, regalía que ahora aumentaremos al cuarenta porciento, que habían aceptado los concesionarios primitivos, que esta operación ya no se realizará. Y este triunfo, señores diputados, que es un verdadero triunfo de la Cámara de representantes, que se sirvió ayer prestarme su atención, me satisface lo suficiente, me da estímulo para seguir en esta lucha impersonal, nacionalista, y vengo aquí sin un solo insulto, sin una sola calumnia, sin el menor propósito de ofender, a hacer interpelaciones al secretario de Industria y Comercio. (Voces: ¡Muy bien! ¡Muy bien!)

Nosotros, los miembros de las comisiones, señores diputados, necesitamos... Antes de pasar adelante, es indispensable, señores diputados, decir que cuando traté este punto ayer, y los señores compañeros me preguntaban quiénes eran los concesionarios, sólo pude recordar dos señores Navarro, y en la sesión de esta Cámara, de un modo enteramente incidental, tuve la dolorosa sorpresa de saber qué diputados estaban detrás de los concesionarios. No he sido yo quien ha denunciado a los compañeros; estoy cierto que el compañero Manrique nunca me lanzará este cargo; pero es indispensable aclarar, puesto que el mismo señor diputado Arce lo ha aclarado, que detrás de los señores Navarro había diputados al Congreso de la Unión. Las comisiones de Petróleo necesitan urgentemente saber ciertas cosas que se refieren a los artículos que vamos a debatir en las sesiones próximas; no en balde existe en nuestro país secretario de Industria y de Comercio; necesitamos saber cuál es el criterio de la Secretaría de Industria, de Comercio y de Trabajo, en distintos puntos íntimamente ligados con la ley a debate, y es indispensable, sobre todo, porque corriendo volandera la noticia, se ha dicho mucho por ahí que esta Ley del Petróleo no satisface las necesidades nacionales; que estamos haciendo una verdadera barbaridad y, señores diputados, es indispensable que conozcamos a tiempo, de boca de un técnico en el ramo, su criterio sobre los distintos puntos que las comisiones han procurado resolver. Y así, mi interpelación primera se refiere a lo siguiente, y voy, por un exceso de lealtad, a rogar al ciudadano secretario de Industria, que pese sus palabras; que posiblemente, en alguna de estas interpelaciones, vaya escondido mi propósito de obtener una declaración que demuestre incompetencia o desconocimiento del problema, y que, por tanto, como hay DIARIO DE LOS DEBATES aquí, es indispensable que mida sus frases y conteste con serenidad o que se reserve para contestar las cuestiones, si no las domina en el momento, porque los señores taquígrafos no modificarán, no permitirán que se modifique en esta vez, una sola palabra que lance el señor secretario desde esta tribuna. Hemos tomado ya las precauciones para el caso.

Mi primera interpelación respetuosa, es la siguiente: ¿Cómo considera usted señor secretario de Industria, la Ley del Petróleo a debate? ¿Cree usted que en el proyecto modificado de las comisiones, hubieran podido satisfacerse de mejor manera los intereses encontrados? En una palabra, esta es la pregunta de enorme significación política, en una palabra: ¿cree usted que hubiera podido concederse más sin lesión del artículo 27, o que hubiera podido concederse menos, sin afectar los arreglos y convenios del Ejecutivo con las compañías petroleras?

El C. Miguel Alessio Robles, secretario de Industria, Comercio y Trabajo: Voy a tener el gusto de contestar la interpelación que me acaba de dirigir el señor diputado Puig y Casauranc; de acuerdo con sus muy apreciables deseos, conservaré siempre la serenidad que requiere este caso grave y trascendental. La pregunta encierra dos cuestiones; la primera dice así: ¿Cómo considera usted, en general, la Ley del Petróleo, a debate? ¿Cree usted que en el proyecto modificado de las comisiones, hubieran podido satisfacerse de mejor manera los intereses encontrados?" Es la primera parte de la pregunta. En realidad, a mí me parece bien la Ley del Petróleo que se está discutiendo actualmente en la Cámara de Diputados. Ciertamente tendrán que hacérsele algunas pequeñas modificaciones en cuestión de detalle; estas modificaciones pueden hacerse perfectamente, dado el patriotismo

y la competencia de las comisiones del petróleo. La segunda pregunta dice así: "En una palabra, ¿cree usted que hubiera podido concederse más, sin lesión del artículo 27, o que hubiera podido concederse menos, sin afectar los arreglos y convenios del Ejecutivo con las compañías petroleras?" Con todo respeto me permito informar a la Cámara que esta pregunta sólo la puede contestar el secretario de Hacienda.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: La comisión, señores diputados, va logrando lo que desea. Primero, la demostración ante la República, de que la Secretaría de Industria no considera esta Ley del Petróleo, que está a debate, un atentado, como se ha dicho por ahí, como ha venido afirmándose insidiosamente, como pudiera haberse pensado, por que en las estimables declaraciones, en las palabras del compañero Espinosa, de ayer, que el ciudadano secretario de Estado hizo reproducir en los periódicos, se afirma, al final, que esta ley era una verdadera desgracia pública.

El C. Espinosa Luis: ¡Ese es mi criterio personal!

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Era indispensable que la Secretaría de Industria dijera claramente , ante la Representación Nacional, que no era ese su modo de pensar. Por lo que toca a la segunda pregunta, en efecto, señores diputados, esta pregunta es capital y posiblemente ni el secretario de Hacienda se atreviera a contestarla. (Voces: ¡Llámenlo!) Lo haremos después. Y es capital, porque en estos momentos en que se va jugando junto a algo insignificante, que es el decoro de la comisión, algo enorme, que es la conciencia revolucionaria y nacional de la Asamblea, era preciso decir claramente, que si no se concede más es porque no lo permite el artículo 27 y que si no se concede menos, como las comisiones querríamos, es porque no lo permiten los arreglos y convenios del Ejecutivo federal con las compañías petroleras. De este modo la responsabilidad de las comisiones y de la Asamblea, queda a salvo, señores diputados. (Aplausos.) Mi segunda interpelación es la siguiente: ¿Cuál es su criterio como secretario de Industria y Comercio, acerca del estado legal en que deban quedar las concesiones otorgadas antes y después de 917?

El C. secretario de Industria y Comercio: Mi contestación honrada y sincera a la interpelación que me acaba de hacer el diputado Puig y Casauranc, es la siguiente: que deben respetarse todas las concesiones otorgadas antes de 1917.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Señores diputados:

Esta declaración también era de absoluta necesidad patriótica oírla, sin que esto signifique de ninguna modo la opinión de las comisiones, ni menos puede significar todavía la opinión de la Asamblea, que no ha dicho sobre esta cuestión su última palabra; pero el asunto es de una excepcional gravedad, porque, señores diputados, las concesiones otorgadas antes de 1917 son, conforme a la parte final expresa del artículo 27 constitucional, materia de revisión y de nulificación o ratificación por el Ejecutivo. Y como, por lo tanto, en este punto de concesiones anteriores a 1917, las comisiones no iban a poder reglamentar nada, limitándose a repetir textualmente la frase final del artículo 27, era indispensable, antes de entrar al debate, conocer la opinión oficial del secretario de Industria que, con la opinión de las comisiones y la de los diputados que tomen parte en los debates, cuando se trate del artículo, podrá orientar jurisprudencia para el punto, porque, señores diputados, en este punto está la clave de un serio conflicto de orden internacional. Anoche nada menos, el diputado que habla, con los señores presidentes de las comisiones del Petróleo, con el señor presidente de la Cámara de Diputados, con un jurisconsulto revolucionario eminente - El director de la Escuela Nacional de Leyes-, con un representante o empleado de la Secretaría de Hacienda y alguno, no lo sé en realidad, de Industria y de Comercio, no lo conozco personalmente, estuvimos cambiando impresiones con el representante político de los intereses de la Royal Deutch; y aunque no surgió anoche la cuestión en mi espíritu, sino que de hace mucho tiempo se había planteado en mi conciencia por el conocimiento del problema del petróleo, se nos hacía ver que las concesiones anteriores a 1917 afectan casi en su totalidad -pudiera afirmarse que en su totalidad, puesto que sólo dos o tres concesiones no se hallan en el caso -, afectan a intereses europeos, en tanto que las concesiones otorgadas posteriormente a 1917 afectan de preferencia a intereses americanos. El problema, pues, era muy serio, porque podía establecer o significar preferencia de México para un grupo de capitalistas de determinada nacionalidad, y como el artículo 27 constitucional expresa terminantemente que estas concesiones anteriores a 1917 son revisables por el Ejecutivo, se nos decía: "nosotros, ¿qué garantía vamos a tener? Ustedes presentan un artículo 8o., en el que establecen distinciones para los distintos grados de concesiones otorgadas posteriormente a 1917, pero en las anteriores a 1917, en aquellas otorgadas cuando no existía una Constitución, no vamos a tener ni siquiera una palabra en la ley." Y nosotros tuvimos que explicar al representante político de la Royal Deutch, que estaba fuera de nuestras posibilidades, como comisiones de una Cámara no constituyente, hablar de ese punto siquiera, puesto que estábamos reglamentando un artículo constitucional y el tocar ese punto envolvía sencillamente una reforma al artículo 27, y, por lo tanto, repito, era indispensable lograr en esta Asamblea una declaración oficial sobre el punto, que viniera a servir de precedente al debate de este artículo tan grave. La opinión del señor secretario de Industria y Comercio, en lo que se refiere a concesiones posteriores a 917, no es de tan extremada importancia, porque como sobre estas concesiones sí podemos reglamentar, la Cámara será en definitiva la que decida lo que habrá de hacerse sobre este interesante punto.

Mi tercera pregunta es la siguiente: ¿Cree usted que el conocimiento, en detalle, de todas estas concesiones, es indispensable para que las comisiones definan de modo preciso la condición en que deben quedar en esta ley?

El C. secretario de Industria y Comercio: Mi opinión a la pregunta tercera del señor diputado Puig y Casauranc es afirmativa. Es indispensable

que las comisiones del Petróleo conozcan todas las condiciones y las cláusulas de los contratos que se firmen en la Secretaría de Industria y Comercio, para la reglamentación del artículo 27 constitucional.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Los señores diputados...

El C. secretario de Industria y Comercio: Hay una cláusula en cada contrato, en que se expresa terminantemente que esa concesión queda sujeta a toda la reglamentación del artículo 27, que expida el Congreso de la Unión. No hay una sola persona a quien se le nieguen todos los datos que solicite. Todas las concesiones que otorga la Secretaría de Industria y Comercio se publican en el Diario Oficial, en el Boletín del Petróleo y, además, desde el tiempo en que tan inmerecidamente ocupo yo la Secretaría de Industria y Comercio, se las doy a la prensa diaria, y no solamente las concesiones, sino hasta cuestiones de detalle, las más insignificantes y triviales, para que el público conozca en general los asuntos que se tramitan en la Secretaría de Industria y Comercio; es decir, que no solamente las comisiones de Petróleo tengan conocimiento de ello, sino toda la Nación. (Aplausos en las galerías.)

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Yo me permito rogar al señor secretario de Industria, que haga entender de algún modo a las galerías que estoy teniendo un verdadero propósito de no lastimar. Si esas galerías torpes insisten en creer que eso es verdad, me obligarían a lastimar al señor secretario de Industria y a demostrar que no es cierto. Yo ya no quiero insistir sobre esas cosas; yo no quiero volver a probar con el testimonio del diputado Rama que firmó el oficio, con el testimonio del diputado...(Siseos en las galerías.) con el testimonio del diputado Certucha, que no se recibieron las concesiones, que no hubo oportunidad de que se conocieran y que esa fue la razón original de que el artículo a debate se presentara tan deficiente como se presentó en el proyecto de ley; simplemente el objeto de mi interpretación es ahora ya no insistir sobre eso que ha pasado. El triunfo que ha logrado la comisión con impedir un coyotaje ha sido grande.

Es indispensable que se acaben los coyotajes para siempre, para dar seriedad a nuestro Gobierno, para dar impresión de perfecta limpieza de procedimientos y de miras. Esos coyotajes - que ahora va resultando que había diputados detrás -, ¿no son desagradables? ¿no se prestan a conjeturas? ¿no se prestan a rumores? ¿no hablan las cancillerías? ¿no se ponen cables? ¿no es motivo de comentarios en el extranjero el hecho de que estemos dando concesiones a gente sin responsabilidad, que simplemente van a venderlas a coyotes? No, señores; mi pregunta ya no es por lastimar, mi pregunta es porque una lista como la que el señor secretario de Industria y Comercio ha enviado la tarde de hoy a esta Asamblea, es insuficiente, señor secretario. Nosotros necesitamos saber, en algunos de los pocos casos en que no lo sabemos, porque ya hemos podido formar records respecto de cada concesión, pero nos faltan algunos; lo que necesitamos saber son las condiciones especiales de cada concesión, para no ratificar todas, señores diputados, para ratificar, para confirmar, aquellas concesiones que merezcan ser ratificadas. Necesitamos saber, por ejemplo, si una concesión simplemente se encuentra en el estado de un papel otorgado a un buen amigo, o si esta concesión fue traspasada ya con autorización expresa del Ejecutivo federal a alguna compañía que haya hecho inversiones de buena fe en esos terrenos; necesitamos saber también, si dentro de esas concesiones, que amparan terrenos de dominio o de propiedad nacional, no se encuentran, como se hallan en muchos, involucrados terrenos de naturaleza particular, porque no queremos crear conflictos en esta ley, porque queremos delimitar los campos, porque entonces habrá necesidad de establecer precisamente en la ley qué parte de la concesión se ratifica en los términos en que fue expedida la concesión, y que parte de la concesión se sujeta a los términos expresos del artículo 3o., 5o. ó 6o. en su caso. Por todas estas razones, señores diputados, las comisiones, para acabar de completar su información, que es bastante suficiente, hasta el extremo, como la Asamblea vio, de poder venir a leer íntegro, palabra por palabra el acuerdo del 13 de febrero de la concesión a los señores Navarro, necesita conocer todas las demás concesiones, y queremos que no se nos envíen ya listas, sino que cuando algún miembro de las comisiones del Petróleo vaya a la Secretaría de Industria y Comercio, tenga inmediatamente todo el material necesario para el estudio de la ley.

El C. secretario de Industria y Comercio: ¿Me permite usted? Varios diputados se han acercado en estos días al Departamento de Petróleo y ampliamente se les ha informado de todos los datos que han solicitado; no tiene la Secretaría de Industria y Comercio nada que ocultar; al contrario, siente verdadero placer en que los representantes del pueblo se acerquen a la Secretaría de Industria y Comercio para darles los datos que quieran, con todo gusto. Es cierto que hace algún tiempo, la Comisión del Petróleo solicitó de la Secretaría de Industria y Comercio la lista completa de las concesiones que se han dado desde 1901, y tuvo el gusto la Secretaría de contestar en carta particular, que ya daba órdenes al Departamento de Petróleo para que se enviasen los datos que se solicitaban. Envié el acuerdo respectivo al Departamento de Petróleo, y por un error del Departamento de Petróleo, fácil de explicar, porque se creí que no se iba a expedir la ley o que se iba a aplazar, ellos también aplazaron el envío de los documentos respectivos. Tan pronto como el diputado Puig y Casauranc lanzó una acusación contra la Secretaría de Industria y Comercio desde esta tribuna parlamentaria, al día siguiente, el actual secretario de Industria y Comercio público en la prensa diaria todas las concesiones que se han otorgado desde 1901, incluyendo las cinco o seis concesiones que he otorgado durante el tiempo que he desempeñado la Secretaría de Industria y Comercio. Todas esas concesiones han sido otorgadas por acuerdo presidencial; pero nunca me cansaré de repetir: yo soy el único responsable del otorgamiento de esas concesiones. (Aplausos. Siseos.)

El C. Puig y Casauranc José Manuel: La Ley del Petróleo, señores diputados, no sabemos cuánto tiempo va a tardar en expedirse. Es verdad que

estamos estudiándola, pero mientras pasa al Senado, mientras probablemente vuelva a la Representación nacional, quizá pase algún tiempo. Y en materia de concesiones necesitamos, para no complicar más las cosas, para no hacer más difícil todavía la exacta aplicación de la ley, que de una buena vez se fije criterio sobre estos asuntos.

El C. Espinosa Luis: Todas están sujetas a reglamentación.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Todas están sujetas a reglamentación, es verdad, señor compañero Espinosa, pero yo quiero saber qué motivo hay de interés nacional para que se apresurara el otorgamiento de concesiones para que cuando se está estudiando una ley de Petróleo, siquiera se admita la tramitación de estos asuntos, y en el caso de Juan Felipe, se nos dijo aquí, y la Asamblea Nacional aceptó el hecho porque lo juzgó patriótico y de necesidad forzosa para el desenvolvimiento económico del país, que era necesario de cualquier modo, aunque se tratara de una propiedad pro - indivisa, aunque no estuviera absolutamente definido el derecho de tal o cual compañía concesionaria, dar los permisos de perforación para tener éxito. Necesitamos petróleo, y está bien; la Cámara aprobó, si no con una votación expresa, sí con su actitud, aprobó esta política del Ejecutivo, pero ya no existe esa necesidad. Todas estas concesiones, sean de señores Navarro o de compañeros de Cámara, que se pretendan tramitar mientras esté a debate la Ley del Petróleo, son inoportunas; no hay necesidad de festinar las cosas y por tanto, no hay necesidad de que se pongan las cosas en el caso desagradable de que aún no otorgada una concesión, como las seis concesiones del Arroyo de Buenavista que me referí especialmente, ya estén circulando en el mercado con los acuerdos íntegros del presidente y copias certificadas de la Secretaría de Industria. Hay que ser más serios, no hay que permitir coyoteos, ya no digamos con acuerdos, pero ni con concesiones. Y resulta verdaderamente desagradable que una concesión, que tal vez ni los que la reciben saben lo que vale, haya tenido únicamente una garantía de ciento sesenta mil pesos, cuando en un simple coyoteo de mano a mano que hubiera podido hacerse ayer u hoy, habrían arrancado un millón de pesos los señores coyotes. Y que esa garantía apenas llegue a ciento sesenta mil pesos para dieciocho perforaciones, señores, cuando sólo ese coyoteo puede producir un millón, no lo comprendo. Por esto es que formulé una pregunta diciendo, en el caso de las seis concesiones del 13 de febrero último en zonas federales del Arroyo de Buenavista, si creía sinceramente el señor secretario que las concesiones iban a cumplirse, es decir, si los concesionarios iban a perforar. Y declaro de una buena vez que si el señor secretario me dice que honradamente creyó que iban a explotar, retiro mis argumentos.

El C. secretario de Industria y Comercio: La Secretaría de Industria y Comercio, en muy raras ocasiones puede decir qué personas van a explotar y a perforar el terreno. Se presentó un día en la Secretaría de Industria el señor Hipólito Villa, con un joven a quien no tengo el gusto de conocer y cuyo nombre no recuerdo, a solicitar que se le reviviera una concesión otorgada en 1920, en terreno federal; como la concesión en terreno federal estaba suspendida por el Ejecutivo, tuve que llevar ese acuerdo al presidente de la República, para que él decidiera ese caso. Después, al estar tramitando en varios acuerdos dicho asunto, el presidente de la República, cuya altísima moral yo soy el primero en reconocer, dio órdenes terminantes a la Secretaría de Industria, para que suspendiese el otorgamiento de esa concesión hasta nuevo acuerdo, es decir, hace algún tiempo, mucho antes del día de ayer, que esa concesión ya estaba en suspenso y, por lo mismo, este Hipólito Villa y su acompañante, ya que tal vez hubiesen perdido toda esperanza de obtenerla.

El C. Puig y Casauranc José Manuel: Realmente la presencia aquí de don Hipólito, me hace que me vaya con una poquita de prudencia al hablar de esta concesión. (Risas.) Bueno. Pues para información del señor secretario de Industria, debo decirle que entonces el caso es más grave y más me alegro de haber provocado una declaración terminante de que esta concesión no existe, porque hubiera habido el hecho desagradable de que posiblemente se hubiera comprado esa concesión, que resulta en este caso que se trataba de una verdadera pillería, porque sí los concesionarios sabían que no existía, si habían perdido ya toda esperanza, ¿por qué estaba en el mercado? ¿Por qué estaban cambiandose telegramas y cartas? De modo que hay que ser excesivamente cauto cuando se trata de materias que afectan al honor nacional, y por esto es que humildemente yo ruego a la Secretaría de Industria que, no por exceso de buena fe, crea en el futuro, que en tanto que no se firme una concesión, no se anden haciendo por ahí coyoteos en las concesiones. Es claro que esto nada afecta a la Secretaría de Industria, que no fue culpa de ella; pero, de todas maneras, es desagradable, señores diputados, que se coyotee con concesiones, cuando los concesionarios sabían que no existían.

El C. secretario de Industria y Comercio: ¿Me permite la palabra? La Secretaría de Industria abunda en las ideas expresadas por el doctor Piug y Casauranc; desearia tener medios para evitar el coyoteo; pero la Secretaría de Industria es imposible que pueda evitarlo. Hace tiempo que el Ejecutivo de la República declaró, por mi conducto, que deseaba que los funcionarios de la Federación no tratasen asuntos de ninguna especie en las secretarías de Estado. No hay ninguna ley que lo prohiba; pero una altísima moral así lo aconseja, y desearíamos francamente, para evitar las censuras que se han emitido aquí que, en lo sucesivo, los funcionarios no tratasen concesiones de petróleo. (Aplausos en las galerías.)

(Una voz de las galerías: ¡Te salió el tiro por la culata!)

El C. Puig y Casauranc José Manuel: ¡Pero qué tontas son algunas gentes, compañeros! No se dan cuenta todavía del enorme triunfo moral que las comisiones han tenido, han logrado, para hacer el balance de esta jornada: han logrado detener el coyoteo desagradable a base casi de chantaje. Si era cierto que sabían los interesados que no existía la concesión, hemos logrado que se fije un criterio en materia de concesiones para el futuro, para

mientras se da la Ley Reglamentaria del Artículo 27; se ha logrado la promesa de que no se dará una concesión sin que las comisiones tengan inmediato conocimiento de los términos todos de esta concesión; se ha logrado la declaración terminante sobre un punto de política internacional, por boca de un secretario de Estado que, de otro modo, no habría conocido la Cámara, y se ha logrado en fin, señores diputados, que se establezca que el criterio de moralidad que las comisiones han pedido, no es un criterio que nazca de un odio o de un rencor, sino un criterio inspirado en los propósitos más altos y más sanos de beneficiar a la República. (Aplausos nutridos.)

El C. secretario de Industria y Comercio: Yo felicito sinceramente a las comisiones del Petróleo de la Cámara de Diputados, por la intervención directa que han tomado en este asunto; las felicito por su altísimo patriotismo y las invito también cordialmente, para que le digan a la Nación, haciendo una investigación en la Secretaría de Industria, qué inmoralidad consciente, qué coyoteo, que irregularidad se ha cometido en esa Secretaría, para que se dé a conocer públicamente a la Nación, y ese día no solamente censuraríamos su actitud, sino que yo, como mexicano y revolucionario que soy, sería el primero en aplaudirla calurosamente.(Aplausos.) Así pues, yo felicito al señor Puig y Casauranc, para que siga por ese camino, en el concepto de que la Secretaría de Industria secundará activamente la patriótica actitud de la Cámara de Diputados, en el concepto de que únicamente nos normará la política de la honradez y de la moral. (Aplausos.)

El C. Rama: Pido la palabra para hacer una interpelación al ciudadano secretario de Industria, si lo permite.

El C. presidente: Tiene usted la palabra.

El C. Rama: Señor secretario de Industria: El compañero Puig omitió, tal vez por el número de preguntas que hizo, una que interesa grandemente a las comisiones del Petróleo y que también interesa de una manera muy amplia a la Asamblea. Es un caso concreto, señor; es una concesión ya otorgada -y digo concesión, porque algún término he de emplear-, no es ni denuncio ni es concesión, es algo sui géneris, que ha dado en llamarse dentro de la legislación petrolera actual, un permiso para perforar. Me refiero al caso de Juan Felipe que, de antemano sabe el señor secretario, lo sabe toda la Asamblea, que no tengo intereses de política local, que no sé quiénes sean dueños en uno y en otro caso; en consecuencia, obro de manera imparcial en mi calidad de miembro de las comisiones del Petróleo y tan sólo para dar luz a esta Asamblea. En aquella ocasión, señor secretario, expresé la interpelación que hoy vuelvo a hacer; desgraciadamente, por circunstancias del momento, ni yo pude afirmar mi interpelación, ni usted estuvo en aptitud de contestarla. Paso esto. El permiso para perforar, otorgado sobre el fundo pro-indiviso denominado Juan Felipe, se dio a un individuo, a una sociedad, otorgándole el setenta y cinco por ciento del producto bruto de lo que diera aquel pozo a pozos que allí se perforaran. Yo ruego a la Asamblea que atienda esta objeción, que la atendáis, señores compañeros, porque el precedente que estableció la Secretaría de Industria y Comercio en ese caso, ha venido a establecer, de hecho, permitidme esta palabra, por no encontrar otra más práctica en este momento, una jurisprudencia en materia de petróleo. Lo digo como lo creí desde entonces, porque anoche, estando en una convivialidad a la cual se refería el compañero Puig, con el representante de la Royal Dutch -hombre que reúne dos cualidades estimables, reconocidas para nosotros representantes del pueblo mexicano: que tiene en gran estimación al pueblo mexicano y que dice que México hace muy bien en legislar en materia de petróleo-, me hacía esta objeción, que es la que yo quiero hacer al señor secretario. Me decía: ¿por qué no es posible que la ley establezca una división clara y terminante entre las concesiones anteriores a 1917 y las posteriores? Y luego me decía: ¿cómo es posible que las concesiones que ha dado - fíjense ustedes, señores diputados, porque esta es objeción muy seria y muy categórica -, cómo es posible que las concesiones que ya ha dado un Gobierno revolucionario y ya con la vigencia de la Constitución de 17, vayan a ser reformadas y ser tocadas por ustedes? ¿Es, acaso, que ese Gobierno- refiriéndose al Gobierno actual y al de Carranza-, es, acaso, que esos gobiernos ignoraban la existencia del artículo 27? ¿Es, acaso, que nosotros, los petroleros, los que invertimos grandes capitales en esta industria, vamos a estar sujetos constantemente a una reforma en la legislación petrolera, para destruir nuestros intereses? Estas objeciones son muy serias y por eso hago la interpelación al señor ministro.

Yo quiero que explique a la Asamblea por que en el caso concreto de Juan Felipe dijo: damos el setenta y cinco por ciento de producto al perforador, al que haga el pozo y dejamos el veinticinco por ciento restante para garantizar los derechos de los superficiarios. Usted sabe muy bien, señor secretario -y espero de su patriotismo y de su serenidad que conteste esto de una manera amplia, clarísima-, usted sabe que en esta ocasión en el Gobierno actual el secretario de Industria y Comercio ha venido a establecer un precedente quizá funesto, quizá más grave de lo que se ha creído: la Secretaría de Industria, ya en vigencia la Constitución de 17, hace unos cuantos meses, ha establecido el precedente de que el superficiario tiene un derecho, un derecho de dominio sobre el subsuelo, puesto que no equivale a otra cosa el reservar un veinticinco por ciento para el superficiario. Esto, que es verdaderamente interesante, esto, que seguramente vendrá a significar el escollo más grave que tenga la administración actual para afrontar el problema del petróleo, yo quiero que usted, señor secretario de Industria, lo explique de manera amplia y satisfactoria a la Asamblea.

El C. secretario de Industria y Comercio: Con mucho gusto atiendo las indicaciones del ciudadano Aquilino Rama. El predio de Juan Felipe es un condueñazgo; conforme a la ley civil, no se podía perforar en dicho predio si todos los condueños no daban el consentimiento; el predio de Juan Felipe es un terreno importante en la industria petrolera y el Ejecutivo de la República no quiso, por un solo instante, que permaneciera estacionada dicha industria y sin que la Nación percibiera

los impuestos del petróleo que debe producir dicho predio. Entonces él dio un acuerdo diciendo que si el solicitante comprobaba que tenía el setenta y cinco por ciento de los derechos en ese predio, se le daría permiso para que perforase, siempre que garantizara los derechos del veinticinco por ciento restante. Entonces la Huasteca Petroleum que se creyó poseedora del setenta y cinco por ciento, depositó los tres millones de pesos que recibió la Tesorería General de la Nación y obtuvo nueve permisos para perforar; está perforando actualmente y hoy se recibió en la Secretaría de Industria un telegrama, en el cual se dice que ya se sientes golpes de petróleo y que de un momento a otro está para reventar el pozo. En estos momentos está para llegar a la capital de la República un representante de la Huasteca Petroleum Company, el licenciado don Emilio Cervi, que viene a tratar con la Secretaría de Industria el otro depósito que se otorgará para que pueda entrar en explotación el pozo; y el otro depósito consiste nada menos que en la suma de veinticinco millones de pesos oro nacional, que se depositarán en la Tesorería General de la Nación. La política patriótica y hábil del Ejecutivo de la República ha sido secundada por la Legislatura veracruzana. No se necesita el veinticinco por ciento -dijo ésta-, sino que se requiere el cincuenta y cinco por ciento; es decir, fue más allá que el Ejecutivo de la Unión. Y un condueñazgo en la actualidad puede perforar en estos instantes comprobando el cincuenta y uno o cincuenta y cinco por ciento, no recuerdo cuál con precisión en estos instantes; pero yendo siempre más allá que el Ejecutivo de la Nación y en estos momentos y, dada la situación en que se encuentra la República, podemos asegurar que es un triunfo y un orgullo para las secretaría de Hacienda y de Industria y Comercio el asunto de Juan Felipe. ¿Queda el señor Aquilino Rama satisfecho?

El C. Rama: No, señor; perdóneme usted que insista, señor secretario; pero yo no me refería, no quise referirme a las habilidades de carácter económico, de carácter financiero que reconozco y estoy conforme en aceptar; no me refería yo a eso, señor secretario; mi pregunta concreta es esta: al empezar usted a contestarme dijo usted estas palabras, dijo así: el fundo de Juan Felipe, por ser un fundo proindiviso, no se podía perforar sin el consentimiento de los condueños. Esa es mi pregunta. Con el artículo 27 en la mano, señor secretario, yo quiero que usted me haga favor de contestarme eso, nada más esa frase: ¿por qué no se podía perforar sin el consentimento de los condueños?

El C. secretario de Industria y Comercio: Por que la ley civil del Distrito Federal, de la cual están copiados todos los códigos de la República, dice terminantemente en aquel precepto antiquísimo de la ley civil de que ya tanto hemos hablado y que la Legislatura veracruzana con tanto acierto ha aceptado, dice: no pueden los condueños hacer uso de la propiedad si no es con el consentimiento de todos los condueños; pero la Secretaría de Industria y Comercio, la Secretaría de Industria y Comercio, otorgó los permisos en Juan Felipe de acuerdo con la Constitución general de la República y de acuerdo con la ley petrolera.

El C. Rama: Continúo, señor secretario. Usted sabe, como abogado entendido que es, que el Código civil se refiere cuando mucho a la propiedad privada, y es más: en caso de propiedad, desde que existe esta Constitución, se refiere a la superficie lisa y llanamente. Yo insisto, señor secretario -y la Asamblea creo que ya se ha dado cuenta de que allí está la médula de la ley-, en que me haga usted favor de explicar a la Asamblea y a mí, porque no acierto a comprender todavía ¿por qué es requisito indispensable en el caso de propiedad proindivisa, el asentimiento, la anuencia de los propietarios? Porque yo entiendo, señor secretario, que eso equivale a reconocerles el dominio del subsuelo, que eso equivale a echar por tierra el principio consagrado en el artículo 27. Eso se ha hecho, señores diputados, en plena vigencia de la Constitución de 17; eso se ha hecho por un Congreso revolucionario como nosotros, ¿con qué respeto, con qué fuerza, vamos a dar una ley mañana, no digamos radical roja, sino medianamente radical siquiera? ¿cómo, señor secretario, si hace unos cuantos meses se ha torcido de esa manera tan palmaria el espíritu del artículo 27 constitucional, vamos a dar una ley, cuando me decía el representante de la Royal Deutch con mucha razón, señores diputados: Si un Gobierno revolucionario ha otorgada esta concesión, claro está que la Constitución lo permite, porque el Gobierno no debe violar su Constitución? Sinceramente, señor secretario, en el ánimo de los compañeros no han llegado sus palabras a convencernos; yo insisto en que aclare de una manera terminante este asunto, que diga sinceramente si ha sido necesario torcer en algo el principio consagrado en la Constitución, porque la Asamblea no está dispuesta a torcer en esa forma el artículo 27. Tampoco queremos dar una ley que vaya a ser letra muerta; queremos dar una ley hábil, real, que tenga todos los ideales que tenemos, todos los ideales de los individuos que venimos a representar a esta Asamblea; pero que no tenga utopias ni lirismos. Yo quiero que aclare esto, señor secretario, que hasta el momento no lo ha aclarado usted.

El C. secretario de Industria y Comercio: No se ha torcido el principio constitucional; al contrario, en el artículo 27 constitucional de la República se basó el Ejecutivo para conceder permisos de perforación en Juan Felipe; porque, según ese artículo, pertenece a la Nación el subsuelo.

El C. Rama: Entonces, señor secretario, ¿porqué se reservó el veinticinco por ciento, si pertenece a la Nación?

El C. secretario de Industria y Comercio: Se reservó el veinticinco por ciento para garantía del setenta y cinco por ciento y, además, para que aquéllos que no comprobasen que tenían esos derechos, que pertenecen a la Nación(Siseos.)

El C. Rama: No quiero insistir, señores diputados; mi objeción ha quedado clara. Yo disto mucho de andar con politiquerías y el señor secretario de Industria lo sabe; sabe que tiene mi personal afecto y estimación. Yo, como miembro de las comisiones de Petróleo, he pretendido aclarar esto. No quiero cansar más a la Asamblea ni al

señor secretario. (Voces: ¡Es su obligación!) En honor a la verdad, señores diputados, el ciudadano secretario de Industria no ha destruído mi objeción: eso queda en la conciencia de todos; y yo ruego a la Asamblea que grave bien esto en su mente, porque es una dificultad artificial, dificultad que no existía y que se ha venido a crear para la legislación petrolera y que será un verdadero escollo que tengamos que resolver en esta Asamblea. (Aplausos.)

El C. presidente, a las 21.25: Se levanta la sesión y se cita para el lunes a las diez y seis